María Magdalena
María Magdalena
María Magdalena
De ella Jesús había expulsado siete demonios (Lc 8,2; Mc 16,9), que es lo
mismo que decir “todos los demonios”. La expresión puede entenderse como
una posesión diabólica, pero también como una enfermedad del cuerpo o del
espíritu.
San Juan presenta los mismos datos con pequeñas variantes. María
Magdalena está junto a la Virgen María al pie de la cruz (Jn 19,25). Después
del sábado, cuando todavía era de noche se acerca al sepulcro, ve la losa
quitada y avisa a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de
Jesús (Jn 20,1-2). De vuelta al sepulcro se queda llorando y se encuentra con
Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al
Padre (Jn 20,11-18). Esa es su gloria. Por eso, la tradición de la Iglesia la ha
llamado en Oriente “isapóstolos” (igual que un apóstol) y en Occidente
“apostola apostolorum” (apóstol de apóstoles). En Oriente hay una tradición
que dice que fue enterrada en Éfeso y que sus reliquias fueron llevadas a
Constantinopla en el siglo IX.
Tampoco permiten deducir que sea la misma que la pecadora que según Lc
7,36-49 ungió a Jesús, aunque la identificación es comprensible por el hecho
de que San Lucas, inmediatamente después del relato en que Jesús perdona
a esta mujer, señala que le asistían algunas mujeres, entre ellas María
Magdalena, de la que había expulsado siete demonios (Lc 8,2). Además,
Jesús alaba el amor de la mujer pecadora: “Le son perdonados sus muchos
pecados, porque ha amado mucho” (Lc 7,47) y también se descubre un gran
amor en el encuentro de María con Jesús después de la resurrección (Jn
20,14-18).
Por su papel de relieve en el evangelio fue una figura que recibió especial
atención en algunos grupos marginales de la primitiva Iglesia. Son
fundamentalmente sectas gnósticas, cuyos escritos recogen revelaciones
secretas de Jesús después de la resurrección y recurren a la figura de María
para trasmitir sus ideas. Son relatos que no tienen fundamento histórico.
Padres de la Iglesia, escritores eclesiásticos y otras obras destacan el papel de
María como discípula del Señor y proclamadora del Evangelio.