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Resurrección y ascensión

La resurrección de Cristo, por Piero della Francesca (siglo XV).

Artículos principales: Resurrección de Jesús y  Ascensión de Jesús.

La resurrección de Cristo, en el Retablo de Isenheim, por el pintor alemán Matthias


Grünewald (siglo XVI).

Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después
de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones. 56En todos ellos, la primera
en descubrir la resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y
Lucas) relatan también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían,
sin embargo, según los evangelios:
 En el Evangelio de Mateo, María Magdalena y «la otra María» fueron al sepulcro
en la mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco
removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que
presenciaron la escena, temblaron de miedo y «se quedaron como muertos» (Mt
28, 1-4). El ángel anunció a las mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó
que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea, donde podrían verle. Al regresar,
el propio Jesús les salió al encuentro, y les repitió que dijeran a los discípulos que
fueran a Galilea (Mt 28, 5-10). Entretanto, los guardias avisaron a los príncipes de
los sacerdotes de lo ocurrido. Estos les sobornaron para que divulgaran la idea de
que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo (Mt 28, 11-15). Los once
apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el encargo de predicar el evangelio (Mt
28, 16-20).

 En el Evangelio de Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la


de Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la
intención de ungir a Jesús con perfumes (Mc 16, 1-2). Vieron que la piedra que
cubría el sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un joven
vestido con una túnica blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les
ordenó que dijesen a los discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a
Jesús. Se indica que María y sus compañeras no dijeron nada a nadie, pues
tenían miedo (Mc 16, 3-8). A continuación, se dice que Jesús se apareció a María
Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los
seguidores de Jesús la buena noticia, pero no fue creída (Mc 16, 9-11). Jesús
volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino: cuando estos discípulos
contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó (Mc 16, 12-13). Finalmente, se
apareció a los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su
resurrección. Les encomendó predicar el evangelio, y subió a los cielos, donde
está sentado a la derecha de Dios (Mc 16, 14-20). Nota 16

 En el Evangelio de Lucas, algunas mujeres, María Magdalena, Juana y María de


Santiago, y otras cuyos nombres no se mencionan, acudieron al sepulcro para
ungir a Jesús con perfumes. Encontraron removida la piedra del sepulcro, entraron
en él y no encontraron el cuerpo (Lc 24, 1-3). Entonces se les aparecieron dos
hombres con vestiduras deslumbrantes, quienes les anunciaron la resurrección de
Jesús (Lc 24, 4-7). Las mujeres anunciaron la resurrección a los apóstoles, pero
estos no las creyeron (Lc 24,8-11), excepto Pedro, que fue al sepulcro y comprobó
que el cuerpo había desaparecido (Lc 24, 12). Ese mismo día, Jesús se apareció a
dos discípulos que caminaban de Jerusalén a Emaús, que lo reconocieron en el
momento de la fracción del pan (Lc 24, 13-35). Poco después se presentó ante los
once, que creyeron que se trataba de un espíritu, pero les demostró que era él en
carne y huesos, y comió en su presencia (Lc24,36-43). Les explicó el sentido de
su muerte y resurrección (Lc 24,44-49), y, más tarde, los llevó cerca de Betania,
donde ascendió al cielo (Lc 24,50-53).

 En el Evangelio de Juan, María Magdalena fue al sepulcro muy de madrugada y


descubrió que la piedra había sido removida. Corrió en busca de Pedro y del
«discípulo a quien Jesús amaba» para avisarles (Jn 20,1-2). Los dos corrieron
hacia el sepulcro. El discípulo amado llegó primero, pero no entró en el sepulcro.
Pedro entró primero y vio las fajas y el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo
entró después, «y vio y creyó» (Jn 20, 3-10). Magdalena se quedó fuera, y se le
aparecieron dos ángeles vestidos de blanco. Le preguntaron: «¿Por qué lloras,
mujer?», y ella contestó: «Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto». Se volvió hacia atrás, y vio a Jesús resucitado, quien le preguntó a su
vez por qué lloraba. Magdalena le confundió con el hortelano, y le preguntó dónde
había puesto a Jesús. Jesús la llamó: «¡María!», y ella lo reconoció,
respondiendo: «¡Rabbuní!». Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no había
subido al Padre, y pidió que avisara a sus hermanos de que iba a subir al Padre.
Magdalena fue a anunciar lo ocurrido a los discípulos (Jn 20, 11-18). Ese mismo
día, por la tarde, Jesús se apareció al lugar en que los discípulos se encontraban
ocultos por temor de los judíos. Les saludó diciendo «La paz sea con vosotros»,
les mostró la mano y el costado, y, soplando, les envió el Espíritu Santo. Uno de
los once, Tomás, no estaba con el resto cuando tuvo lugar la aparición de Jesús, y
no creyó que el aparecido fuera realmente Jesús (Jn 20, 19-25). Ocho días
después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos, incluido Tomás. Para
vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano y su costado. Tomás
creyó en él (Jn 20, 26-29). Más adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus
discípulos cuando estaban pescando junto al mar de Tiberiades. No habían
pescado nada; les pidió que volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces.
Entonces lo reconocieron, y comieron con él panes y peces (Jn 21,1-14). Tras
esto, se relata una conversación entre Jesús y Pedro, en la que interviene también
el «discípulo amado» (Jn 21,15-23).
Profecías en el Antiguo Testamento concernientes a Jesús
Según los autores del Nuevo Testamento, la vida de Jesús supuso el cumplimiento de algunas
profecías formuladas en ciertos libros del Antiguo Testamento. Los libros bíblicos más citados
en este sentido por los primeros cristianos fueron Isaías, Jeremías,
los Salmos, Zacarías, Miqueas y Oseas. Para los autores del Nuevo Testamento, en una
visión compartida por los cristianos posteriores, en estos textos se anuncia la venida de Jesús
de Nazaret, que sería el Mesías que esperaba el pueblo de Israel. A menudo los redactores
de los evangelios, sobre todo el autor del Evangelio de Mateo, citan explícitamente estos
textos para subrayar el cumplimiento de estas profecías en la vida y muerte de Jesús. Entre
otras cosas, consideran que fueron profetizadas las circunstancias y el lugar de nacimiento de
Jesús (Is 7,14; Miq 5,2);57 su relación con Galilea (Is 9,1);58 su condición mesiánica (Is 9, 6-7;
Is 11, 1-9; Is 15, 5);59 el papel de precursor de Juan el Bautista (Is 40,3)60 e incluso su pasión y
muerte sacrificial (a este respecto se citan sobre todo cuatro poemas, incluidos en el Deutero
Isaías (o Segundo Isaías),Nota 17 que presentan la figura de un siervo de Yahvé,61 a cuyo
sacrificio se atribuye un valor redentor, pero también otros muchos pasajes. 62
Los judíos, que también consideran sagrados estos libros, no aceptan la creencia cristiana de
que estas profecías se refieren a Jesús de Nazaret. Para la investigación histórica actual, el
principal interrogante es hasta qué punto estos libros contribuyeron a moldear los relatos
evangélicos.

Jesús según la investigación histórica


Artículo principal: Jesús histórico

Véanse también: Búsqueda del Jesús histórico,  Historicidad de Jesús y  Retratos del Jesús
histórico.
En el estado actual de conocimientos acerca de Jesús de Nazaret, la opinión predominante en
medios académicos es que se trata de un personaje histórico, Nota 8 cuya biografía y mensaje
experimentaron modificaciones por parte de los redactores de las fuentes. 63 Existe, sin
embargo, una minoría de estudiosos que, desde una crítica radical de las fuentes, consideran
probable que Jesús ni siquiera fuese un personaje histórico real, sino una entidad mítica,
similar a otras figuras objeto de culto en la Antigüedad. Nota 8

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