Drenaje Quirúrgico

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Drenaje quirúrgico: características y tipos

Un drenaje quirúrgico es un método médico para retirar sangre, pus u otros fluidos de
un sitio operativo. Puede colocarse en un absceso, por ejemplo, para acelerar la
recuperación de una infección localizada, o en un quiste o seroma, para eliminar los
fluidos y células. Los drenajes también se pueden insertar en los órganos obstruidos
para aliviar la presión resultante de la acumulación de líquido dentro de los órganos.

Los drenajes eliminan sangre, suero, linfas y otros fluidos que se acumulan en el lecho
de la herida después de un procedimiento. Si se les permite desarrollarse, estos fluidos
ejercen presión sobre el sitio quirúrgico, así como sobre los órganos, vasos y nervios
adyacentes.

drenaje quirúrgico en operación

La disminución de la perfusión retrasa la cicatrización; el aumento de la presión


provoca dolor. Además, na acumulación de líquido sirve como caldo de cultivo para las
bacterias. El líquido se puede retirar de una herida utilizando un drenaje quirúrgico
pasivo o activo.

Los drenajes pasivos dependen de la gravedad para evacuar el fluido, mientras que los
drenajes activos se unen a un dispositivo de vacío o succión en la pared. Un cirujano
elige un drenaje que encaja tanto en el sitio operativo y puede manejar el tipo y la
cantidad de drenaje esperado.

Por ejemplo, un tubo en T es un drenaje pasivo bastante grande que se coloca


típicamente durante una colecistectomía para acomodar los 200 – 500 ml de bilis que
se espera que se acumule en el período postoperatorio temprano.

El Penrose es otro drenaje pasivo que generalmente se coloca para manejar cantidades
menores de drenaje. Eso es bueno, porque normalmente se deja abierto, es decir, su
extremo libre, que sobresale una pulgada por encima de la piel, no suele estar
conectado a una bolsa para recoger el drenaje.
En su lugar, el líquido de las heridas se filtra hacia fuera sobre una almohadilla de gasa. Los
drenajes activos como el Jackson-Pratt (JP) y el Hemovac siempre tienen un depósito de
drenaje. Los drenajes que tienen algún tipo de bolsa a menudo se llaman sistemas cerrados.

A diferencia de la Penrose, los conductos en un JP o Hemovac son un poco más rígidos para
que no se aplanen bajo la presión ejercida por la succión. Las puntas de estos drenajes están
fenestrados, lo que significa que tienen agujeros múltiples para facilitar el drenaje. En
cualquier caso, un drenaje puede salir de una herida a través de la línea de sutura o de una
pequeña abertura cerca de la incisión.

Abierto o cerrados
Los drenajes abiertos (incluyendo las láminas de caucho corrugado o de plástico) drenan el
líquido a una almohadilla de gasa o a una bolsa de estoma. Es probable que aumenten el
riesgo de infección.

Los drenajes cerrados están formados por tubos que drenan en una bolsa o botella.
Los ejemplos incluyen drenajes torácicos, abdominales y ortopédicos. En general, el
riesgo de infección se reduce.

Activos o pasivos
Los drenajes activos se mantienen bajo succión (que puede ser baja o alta presión). Los
drenajes pasivos no tienen succión y funcionan de acuerdo con la presión diferencial
entre las cavidades del cuerpo y el exterior.

Drenajes silásicos
Son relativamente inertes que inducen una reacción tisular mínima y los drenajes de
goma que pueden inducir una reacción tisular intensa, permitiendo a veces que se
forme un tracto (esto puede considerarse útil, por ejemplo, con tubos T biliares).
Complicaciones: anticipar y limitar
La desventaja de un drenaje es que puede ser doloroso al entrar y salir. Dependiendo
del caso, puede ser doloroso simplemente sentarse en la herida. Eso es porque el
drenaje destruye el tejido.

Un drenaje también proporciona un camino para que las bacterias entren en la herida.
De hecho, el riesgo de infección por un drenaje aumenta significativamente el tercer o
cuarto día del postoperatorio, al igual que el grado de daño mecánico al tejido local.

Para minimizar estos problemas, el cirujano colocará un drenaje para que llegue a la
piel por la ruta más corta y segura. De esta manera, el drenaje ejerce la menor
cantidad de presión sobre el tejido adyacente.

Sin embargo, para ser eficaz, un drenaje también tiene que alcanzar el área más
profunda y más dependiente de una herida para evacuar adecuadamente el exceso de
líquido.

Desafortunadamente, cuanto más profundo es un drenaje, mayor es el riesgo de


complicaciones. Y debido a que el drenaje es extraño, el cuerpo rápidamente comienza
a cerrarlo en un tejido de granulación.
Sonda nasogástrica
Una sonda nasogástrica se utiliza para la alimentación, eliminación de contenido
gástrico o administración de fármacos tales como el carbón activado. Las sustancias
son administradas a través de una jeringa en el tubo, usualmente se utiliza la gravedad
para la alimentación o administración de líquidos, si el líquido fuera muy espeso y
necesitara ayuda lo inyectaríamos a una velocidad de 20cc por minuto. Durante todo el
proceso es necesaria la supervisión del profesional de enfermería o de una persona
formada para este fin, por ejemplo un nutricionista (pudiendo ser un familiar).
También se pude alimentar a través de un sistema de bombeo que puede controlar y
medir la ingesta del paciente y cualquier interrupción en la alimentación.

La aspiración nasogástrica (succión) es el proceso de drenar el contenido del estómago


mediante el tubo. La aspiración nasogástrica se utiliza principalmente para eliminar las
secreciones gástricas y aire tragado en pacientes con obstrucción gastrointestinal. La
aspiración nasogástrica también puede utilizarse en situaciones de intoxicación cuando
se ingiere un líquido potencialmente tóxico, para preparación antes de la cirugía bajo
anestesia y para extraer muestras de líquido gástrico para análisis.

Si el tubo es para ser utilizado para el drenaje continuo, generalmente se anexa a una
bolsa colectora situada por debajo del nivel del estómago del paciente; la gravedad
vacía el contenido del estómago. También puede ser añadido a un sistema de
aspiración, sin embargo, este método se limita a menudo a situaciones de emergencia,
ya que la succión constante fácilmente puede dañar el revestimiento del estómago. En
situaciones no emergentes, se puede aplicar la aspiración intermitente dando los
beneficios de la aspiración sin los efectos adversos del daño a la mucosa del estómago.

El drenaje por succión se utiliza para los pacientes que han experimentado una
neumonectomía para prevenir vómitos relacionados con la anestesia y la posible
aspiración de cualquier contenido de estómago. Tal aspiración representaría un grave
riesgo de complicaciones a los pacientes que están recuperándose de la cirugía.
Tipos

Tubo nasogástrico de poliuretano (Viasys Corflo), 8 Fr × 36 pulgadas (91 cm). Este tubo
de calibre fino es apropiado para un uso más largo (hasta 4 semanas).
Tipos de sondas nasogástricas incluyen:

Catéter de Levine, que es una sonda nasogástrica de pequeño diámetro de un lumen.


Es más apropiado para la administración de medicamentos o de nutrición.1
Catéter de Salem Sump, que es un tubo nasogástrico de gran diámetro con doble
lumen. Esto sirve para la aspiración en un lumen y ventilación en el otro para reducir
presión negativa e impedir que la mucosa gástrica sea atraída hacia el catéter.1
Tubo de Dubhoff, que es una sonda nasogástrica de pequeño diámetro con un peso al
final a fin de que se estire durante la inserción debido a la gravedad.2

Técnicas
Antes de que una sonda nasogástrica sea insertada, ésta se debe medir desde la punta
de la nariz del paciente, enlazarla alrededor de su oreja y luego hasta
aproximadamente 5 cm por debajo de la apófisis xifoides, el tubo es entonces marcado
a este nivel para asegurar que ha sido insertado lo suficiente en el estómago del
paciente. Muchas sondas estomacales y duodenales disponibles comercialmente
tienen varias marcas de profundidad estándar, por ejemplo 18" (46 cm), 22" (56 cm),
26"(66 cm) y 30" (76 cm) del extremo distal; tubos de alimentación infantiles a
menudo vienen con marcas de 1 cm de profundidad. El extremo de un tubo de plástico
debe ser lubricado, el gel lubricante puede ser con o sin anestésico ( con anestésico
local puede disminuir las molestias del paciente: gel de xilocaína al 2%, además puede
usarse un aerosol anestésico y/o vasoconstrictor nasal puede aplicarse antes de la
inserción) y se introduce en una de las fosas nasales del paciente. El tubo debe
orientarse hacia la parte posterior del paciente mientras éste se mueve a través de la
cavidad nasal y por abajo de la garganta. Cuando el tubo entra en la orofaringe y se
desliza hacia abajo en la pared faríngea posterior, el paciente puede tratar de vomitar;
en esta situación al paciente, si está despierto y alerta, se le pide que imite tragar o se
le da un poco de agua y al momento de llegar a la orofaringe se le pide que trague
mientra el tubo sigue insertándose mientras el paciente traga. Una vez que el tubo
está más allá de la faringe y entra en el esófago, se inserta fácilmente hacia abajo en el
estómago, una vez que hemos introducido la sonda hasta la marca deberemos
comprobar si ha llegado al estómago, esto se puede comprobar de varias maneras.
Se debe tener mucho cuidado para asegurar que el tubo no ha pasado a través de la
laringe hacia la tráquea y hasta los bronquios. Para asegurar la colocación correcta es
recomendado (aunque no inequívocamente confirmado) inyectar aire en el tubo,3 si se
escucha el aire en el estómago con un estetoscopio, entonces el tubo está en la
posición correcta. Otro método más fiable es aspirar el líquido del tubo con una
jeringa. Este líquido se prueba entonces con papel pH (no papel de tornasol) para
determinar la acidez del fluido. Si el pH es 5.5 o inferior el tubo está en la posición
correcta. Si esto no es posible la verificación correcta de la posición del tubo se obtiene
con un rayo X del tórax/abdomen. Este es el medio más confiable de asegurar la
correcta colocación de la sonda nasogástrica.4 Futuras técnicas pueden incluir medir la
concentración de enzimas como la tripsina, pepsina y bilirrubina para confirmar la
correcta colocación de la sonda nasogástrica. Conforme la prueba de enzimas se
vuelve más práctica, permitiendo que las medidas se tomen en forma rápida y barata
en la cabecera de la cama, esta técnica puede utilizarse en combinación con la prueba
de pH como un reemplazo efectivo y menos dañino de la confirmación por rayos X.5 Si
el tubo debe permanecer en el lugar entonces una revisión de la posición del tubo se
recomienda antes de cada alimento y al menos una vez al día. Una vez comprobado
que la sonda se encuentra en el lugar correcto procederemos a su fijación para evitar
que se mueva, la fijación se realizara con un apósito de esparadrapo, este se cambiara
cada 24 horas o cuando se ensucie.

Sólo un diámetro más pequeño (12 Fr o menos en adultos) de tubos nasogástricos son
apropiados para la alimentación a largo plazo, para evitar la irritación y la erosión de la
mucosa nasal. A me nudo, estos tubos tienen guías para facilitar la inserción. Si la
alimentación es necesaria por un largo periodo de tiempo, se deben considerar otras
opciones, como la gastrostomía endoscópica percutánea.

La alimentación por sonda enteral puede ser una fuente de malestar y renuencia por
parte de los pacientes. La autoinserción de una sonda nasogástrica para nutrición
enteral casera puede ser eficaz y bien tolerada en pacientes que reciben nutrición
enteral para condiciones crónicas.6

Contraindicaciones
El uso de la sonda nasogástrica está contraindicado en pacientes con fracturas de
cráneo, fracturas faciales graves especialmente con la nariz y el esófago obstruido,
varices esofágicas, y/o obstrucción de las vías aéreas, así como trastornos de la
coagulación.

Complicaciones
Complicaciones menores pueden incluir sangrado nasal, sinusitis y dolor de garganta.A
veces se producen complicaciones más significativas incluyendo erosión de la nariz
donde está anclado el tubo, perforación del esófago, aspiración pulmonar, colapso
pulmonar o colocación intracraneal del tubo.

Si la salida de la sonda nasogástrica parece ser excesiva, considere la posibilidad de


que haya sido colocada en el duodeno.

Véase también
lavado gástrico
lavado simple

Presión venosa central


La presión venosa central (PVC), describe la presión de la sangre en la vena cava
superior, cerca de la aurícula derecha del corazón. La PVC refleja la cantidad de sangre
que regresa al corazón y la capacidad del corazón para bombear la sangre hacia el
sistema arterial: la presión venosa central determina la precarga ventricular.

La presión venosa central es importante porque define la presión de llenado del


ventrículo derecho, y por tanto determina el volumen sistólico, de acuerdo con el
mecanismo de Frank-Starling.1 El volumen sistólico de eyección (VS, en inglés stroke
volume o SV), es el volumen de sangre que bombea el corazón en cada latido,
fundamental para asegurar el correcto aporte de sangre a todos los tejidos del cuerpo.
El mecanismo de Frank-Starling establece que un aumento en el retorno venoso (la
cantidad de sangre que llega por las venas cavas a la aurícula derecha) produce un
aumento de la precarga ventricular (simplificado, el volumen de llenado del ventrículo
izquierdo), y eso genera un incremento en el volumen sistólico de eyección; debido a la
distensión de las fibras miocárdicas generando de forma refleja una mayor fuerza de
contracción.

Volumen de sangre venosa y distensibilidad


Entre los diferentes factores que pueden hacer variar la PVC, tenemos:1

el gasto cardíaco (en inglés, cardiac output) o débito cardíaco: D = VS x FC (VS:


volumen sistólico de eyección; FC: frecuencia cardíaca), en condiciones normales D =
70 ml/latido x 75 latidos/min ≈ 5 L/min;
la actividad respiratoria;
afectación del nervio vago
la contracción de los músculos esqueléticos (sobre todo los abdominales y los
músculos de las piernas);
el tono vasoconstrictor del sistema simpático;
la gravedad.
Todos estos factores determinan la presión venosa central (ΔPV), modificando bien el
volumen sanguíneo (ΔVV) o la distensibilidad (DV, en inglés, compliance) del sistema
venoso, de acuerdo con la ecuación:
{\displaystyle {\Delta }P_{V}={\frac {{\Delta }V_{V}}{D_{V}}}} {\displaystyle {\Delta }
P_{V}={\frac {{\Delta }V_{V}}{D_{V}}}}
Según esta ecuación, un aumento en el volumen de sangre venosa aumenta la presión
venosa, en una cantidad que depende de la distensibilidad del sistema venoso.
Además, un descenso en la distensibilidad (como ocurre por ejemplo si se produce una
activación del sistema simpático sobre las venas) aumenta la presión venosa.

La relación entre el volumen venoso y la presión no es lineal: la pendiente de la curva


de distensibilidad (ΔP/ΔV) es mayor a presiones y volúmenes bajos, y es menor a
presiones y volúmenes altos (es una curva logarítmica). Esto se debe a que, a bajas
presiones, una vena de gran tamaño se colapsa (se cierra). A medida que aumenta la
presión, la vena adquiere una forma más cilíndrica. Hasta que no se alcanza una forma
cilíndrica, las paredes de la vena no están bajo tensión. Por ello, a bajas presiones,
cambios pequeños en la presión pueden producir grandes cambios en el volumen
debido a cambios en la geometría de la vena, sin producir tensión en la pared. A
presiones mayores, cuando la vena tiene forma cilíndrica, un aumento de la presión
sólo puede producir un cambio de volumen estirando la pared de la vena, que
presenta una resistencia al estiramiento debido a la estructura y la composición de la
misma. Por ello, a presiones altas, la distensibilidad de las venas es menor.

Si las venas están bajo la acción del sistema simpático, presentarán una contracción
general, lo que produce un cambio global en la relación presión/volumen: la curva de
distensibilidad será más baja, porque harán falta presiones mayores para producir el
mismo cambio de volumen.

Según esto, vemos que la presión venosa puede variarse por modificaciones en el
volumen de sangre venosa o en la distensibilidad del sistema venoso. Por ello, la PVC
puede aumentarse por:

Un descenso del gasto cardíaco: si disminuye la frecuencia cardíaca (bradicardia) o el


volumen sistólico, aumenta el volumen de sangre venosa (ya que se bombea menos
sangre en la circulación arterial), por lo que aumenta la PVC.
Aumento en el volumen sanguíneo total, como ocurre si se produce fallo renal o por
activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona.
Constricción venosa (reducción de la distensibilidad), producida por activación del
sistema simpático o por sustancias vasoconstrictoras circulantes (catecolaminas,
angiotensina-II...), que produce una disminución de la distensibilidad.
Un cambio del volumen sanguíneo en el compartimento venoso torácico. Ocurre
cuando una persona pasa de posición de pie a tumbada o sentada, debido a los efectos
de la gravedad.
Dilatación arterial, cuando diminuye el tono simpático o cuando algunas drogas
aumentan el flujo desde las arterias a las venas, aumentando el volumen venoso.
Una espiración forzada, sobre todo contra una alta resistencia (como ocurre durante la
maniobra de Valsalva), que causa una compresión de la vena cava inferior al aumentar
la presión intrapleural.
Contracción muscular rítmica, sobre todo de las extremidades y el abdomen: esto
produce una compresión de las venas, que reduce su distensibilidad funcional, y fuerza
la sangre a entrar en el compartimento torácico.

Efecto de la gravedad sobre la PVC


La gravedad tiene un efecto significativo sobre la PVC, debido a la distensibilidad del
sistema venoso. Cuando una persona pasa de posición tendida a posición de pie, la
sangre se acumula en las extremidades inferiores de forma pasiva, y como la
distensibilidad del sistema venoso es mayor que la del sistema arterial, una mayor
cantidad de sangre se acumula en el compartimento venoso de las extremidades
inferiores. Como consecuencia, el volumen de sangre en el compartimento venoso
torácico disminuye, y la PVC disminuye también. Al disminuir la PVC, disminuye el
volumen sistólico y la presión arterial. Si la presión arterial (Pa) sistémica cae por
debajo de 20 mmHg, esta situación se denomina hipotensión ortostática o postural.
Por esta razón, algunas personas pueden sentir mareo o tener un síncope (pérdida
transitoria de la consciencia). En condiciones normales, existen reflejos
barorreceptores que se activan cuando disminuye la Pa para restablecerla a sus valores
normales, mediante la vasoconstricción periférica (es decir, disminuyendo la
distensibilidad) y la estimulación cardíaca (aumentando la frecuencia y la inotropía).

Efecto de la actividad respiratoria sobre la PVC


El retorno de la sangre venosa desde la vena cava inferior a nivel abdominal hasta la
aurícula derecha depende de la diferencia de presión entre la vena cava abdominal y la
presión en el interior de la aurícula derecha, así como la resistencia al flujo, que viene
determinado por el diámetro del la vena cava inferior a nivel torácico. Por tanto, un
aumento de la presión en la aurícula derecha disminuirá el retorno venoso, y viceversa.
Como se ha indicado, una variación en el retorno venoso producirá una modificación
del volumen sistólico de eyección, de acuerdo con el mecanismo de Frank-Starling.

La presión en la aurícula derecha y en la vena cava torácica dependen de la presión


intrapleural, que es la presión existente entre la pared del tórax y los pulmones, de
valor generalmente negativo (subatmosférico). Durante la inspiración, la cavidad
torácica y los pulmones se expanden, ya que la pared torácica se expande y el
diafragma baja. Esto produce que la presión intrapleural se vuelva más negativa, lo que
produce que los pulmones, el corazón y la vena cava torácica se expandan, y disminuye
la presión en el interior de todos ellos. Como la presión de la aurícula derecha
disminuye durante la inspiración, el gradiente de presión entre la vena cava abdominal
y la aurícula derecha aumenta, lo cual impulsa la sangre hacia la aurícula derecha (se
produce un efecto de "succión"), por lo que aumenta el volumen de eyección del
ventrículo derecho, hacia la circulación pulmonar. Por otro lado, aunque la aurícula y el
ventrículo izquierdo también aumentan de volumen durante la inspiración, los
pulmones en expansión y la vasculatura pulmonar funcionan como un reservorio
(aumenta el volumen de sangre pulmonar), de manera que el llenado del ventrículo
izquierdo no aumenta durante la inspiración.

Durante la espiración, sin embargo, se produce el efecto contrario: el volumen de la


cavidad torácica disminuye, porque la pared torácica se retrae y el diafragma sube.
Esto produce un aumento de la presión intrapleural, que provoca una disminución del
volumen de los pulmones, el corazón y la vena cava torácica. Por ello, la sangre
acumulada en el reservorio pulmonar durante la espiración es forzada a pasar de la
vasculatura pulmonar hacia la aurícula y el ventrículo izquierdo, lo que aumenta el
llenado ventricular izquierdo y el volumen sistólico de eyección hacia la arteria aorta.

Por tanto, el efecto neto de la respiración es que un aumento de la tasa y la


profundidad de la respiración aumenta el retorno venoso y el gasto cardíaco.

Si una persona exhala de forma forzada con la glotis cerrada (como en la maniobra de
Valsalva), se produce un gran aumento en la presión intrapleural que impide el retorno
venoso a la aurícula derecha, porque se produce el colapso de la vena cava torácica, lo
que aumenta dramáticamente la resistencia al retorno venoso. Esto produce un
descenso en el volumen sistólico de eyección. Cambios similares ocurren cuando una
persona hace fuerza cuando tiene un movimiento intestinal (durante la defecación) o
cuando una persona eleva un gran peso conteniendo la respiración.

Bombeo en el músculo esquelético


Las venas (sobre todo en las extremidades) contienen válvulas de una sola dirección,
que permiten el paso de la sangre en dirección al corazón pero impiden el movimiento
inverso. Las venas profundas en las extremidades inferiores están rodeadas de
músculo esquelético, de manera que cuando el músculo se contrae, las venas se
comprimen, aumentando la presión venosa, que abre las válvulas localizadas hacia
arriba y cierra las válvulas hacia abajo. Este sistema funciona como un mecanismo de
bombeo de la sangre hacia el corazón, que facilita el retorno venoso durante el
ejercicio y cuando una persona permanece de pie, contrarrestando el efecto de la
gravedad, y evitando la acumulación excesiva de sangre en los pies.

Cuando las válvulas devienen incompetentes, como ocurre si las venas se dilatan
(varices), el sistema de bombeo deja de ser eficaz. Esto produce un aumento del
volumen venoso en las extremidades afectadas, que aumenta la presión en los
capilares y puede generar edema.

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