Dialnet LaEvolucionHumana 6791103
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integrador
Aura Ponce de León
Centro de Estudios Filosóficos, Políticos
y Sociales Vicente Lombardo Toledano - SEP
Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, México
Recibido: 04/10/2017
Aceptado: 21/11/2017
V
ivimos en una era de fragmentación del conocimiento: si
bien con la globalización la información está cada vez más
al alcance de las mayorías, esto parece empujar al indivi-
duo, paradójicamente, a una percepción más fragmentada de la
realidad. Este fenómeno tiene como causas –entre otras– la enor-
midad del entendimiento que tenemos como sociedad sobre lo
estudiado y también el grado de escrutinio impuesto a ese estu-
dio: mucho más detallado, complejo y meticuloso. Por ello, cada
vez resulta más arduo, en lo individual, hacerse de un panorama
general de los temas, de un andamiaje básico sobre el cual poder
incorporar nuevos conocimientos.
Ese marco de orientación es una importante necesidad del
ser humano, quien precisa como parte de sus necesidades vitales
dar cierta inteligibilidad sobre su vida y su mundo. En su clásico
Lo pequeño es hermoso, Schumacher señaló que hacer inteligible
algo posibilita el sentimiento de participar en ello, de no ser aje-
no. Hay –decía– una protesta de las personas frente a su impoten-
cia de entender el mundo, esa masa caótica de fenómenos, seres,
materia, en ocasiones percibidos sin conexiones, sin relaciones
claras, o con significados fuera de nuestro alcance. Para darle or-
den y comprensión, se necesita del poder de ciertas ideas, de
mapas, señales, indicios, para hacer de esta tierra extraña, incivili-
zada, una tierra propia (Schumacher, 2001). La misma idea expre-
sa Edgar Morin cuando habla de la necesidad de ciertas islas de
certezas, apoyos para navegar en un “océano de incertidumbres”
(Morin, 1999, p. 50).
Si bien la responsabilidad de obtener los elementos para hacer
inteligible ese mundo corresponde a muchas instancias sociales –e
indudablemente y sobre todo a cada individuo en lo particular–,
en la función pública esta tarea corresponde principalmente al
ámbito de la educación y de la divulgación de la ciencia.
Los campos de conocimiento que contribuyen a esta inteligibi-
lidad se orientan a conocer nuestros orígenes: de dónde venimos,
cuándo apareció nuestra especie, qué nos caracteriza. Son los
saberes del paleoantropólogo y del prehistoriador. La mirada de
estas disciplinas sobre el ser humano cobra una perspectiva pano-
rámica y abarca largos periodos de tiempo con el fin de entender
los procesos de aparición de nuestra especie, cómo y por qué
ocurrieron, y cómo se construyeron y entrelazaron a lo largo de
cientos, miles y cientos de miles de años, diversos hechos biológi-
cos y culturales que condujeron a la aparición del Homo sapiens.
Este particular saber contribuye a la construcción de un mar-
co de entendimiento, en el cual el individuo puede situarse a sí
mismo en relación con su medio, a su tiempo. Lo puede hacer
a través del reconocimiento del lugar actual de nuestra especie
INNOVUS
Conclusiones
Referencias