Trabajo Social Comunitario Afrontando Juntos Los Desafãos Del S
Trabajo Social Comunitario Afrontando Juntos Los Desafãos Del S
Trabajo Social Comunitario Afrontando Juntos Los Desafãos Del S
Trabajo Social
Comunitario:
afrontando juntos los
desafíos del siglo XXI
Alianza Editorial
Política social / Servicios sociales
Colección dirigida por Tomás Fernández García
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley,
que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemni-
zaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren
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fica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo
de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
Prólogo ........................................................................................................................... 9
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
1. Introducción....................................................................................................... 55
2. ¿Cuál es el objeto de estudio del Trabajo Social Comunitario? ........................ 56
3. Métodos y técnicas de investigación ................................................................. 59
4. Objetivo fundamental: diagnóstico, modelo o tipología de la comunidad a
generar, desarrollo de la comunidad y evaluación de la misma ........................ 62
5. De la hipótesis a la intervención: retos para el trabajador social comunitario .. 67
5.1. Dinámica de la acción social comunitaria ................................................. 67
5.2. Ciudadanía democrática y cambio social .................................................. 70
5.3. Desigualdad y exclusión social ................................................................. 72
5.3.1. Economía de mercado, globalización y procesos de estructura-
ción social: ¿qué puede hacer el Trabajo Social Comunitario?...... 75
5.3.2. Tendencias de desvertebración y exclusión social: nuevos y vie-
jos objetivos para el Trabajo Social Comunitario .......................... 78
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Índice
3. Hacia un modelo de Trabajo Social Comunitario: fases y herramientas meto-
dológicas............................................................................................................ 141
3.1. Análisis de la problemática comunitaria ................................................... 142
3.2. Diagnóstico y autodiagnóstico de la comunidad ....................................... 147
3.2.1. ¿Cómo determinar los principales riesgos para una comunidad
desde el punto de vista del Trabajo Social Comunitario? .............. 148
3.2.2. Conociendo mejor nuestra comunidad: hacia el diagnóstico parti-
cipativo ........................................................................................... 151
3.3. Elaboración del proyecto y desafíos a abordar.......................................... 162
3.4. La comunidad en marcha: avances, retrocesos, conflictos, poder y nego-
ciación en el desarrollo del proyecto ......................................................... 164
3.5. Evaluación continua y evaluación final: logro de metas y aumento de la
densidad relacional en la comunidad......................................................... 168
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Prólogo
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
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1. ¿Por qué es necesario el
Trabajo Social Comunitario?
1. Introducción
Las personas vivimos dentro de una sociedad, de una cultura y de una his-
toria. Desde nuestro nacimiento, vamos interiorizando un conjunto de pau-
tas de comportamiento y aprendemos a relacionarnos con los demás. Equi-
pados con el conjunto de conocimientos, expectativas y formas de entender
la realidad propios de nuestro entorno, desarrollamos nuestro proyecto vi-
tal. No nos limitamos a repetir miméticamente las ideas o comportamientos
aprendidos, pero tampoco podemos entender nuestra acción desde un vo-
luntarismo individualista ingenuo.
Las estructuras sociales en las que estamos inmersos establecen cons-
tricciones y posibilidades, y en este complejo juego de interacciones gene-
ramos nuestra propia trayectoria personal: «los entornos sociales en los que
existimos no consisten en meras agrupaciones casuales de acontecimientos
—o acciones—, están estructurados. Existen regularidades subyacentes, o
pautas, de los modos de comportamiento de las personas y de las relaciones
que tienen entre sí» (Giddens, 1995: 52). Siguiendo la metáfora que descri-
be la sociedad como un edificio compuesto de ladrillos, si estamos siempre
inmersos en una estructura arquitectónica determinada, también es cierto
que podemos cambiarla con nuestra acción. Los desafíos estructurales re-
claman respuestas colectivas. Es decir, el cambio social también es un cam-
bio derivado de la acción colectiva, sea política o no: a través de ella puede
responderse a los retos que nos impone un determinado tipo de estructura
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
16
1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
Así pues, el Trabajo Social Comunitario no sólo nos capacita para afron-
tar colectivamente desafíos que no pueden ser resueltos de otra forma. Al
mejorar nuestras habilidades para interaccionar con otros en proyectos co-
lectivos, mejora nuestra propia experiencia de vida, enriquece nuestra iden-
tidad personal y nos prepara para vivir en todas las dimensiones de una
vida social que, en gran medida, está constituida por comunidades de inte-
rés y comunidades de afectos. En una democracia de ciudadanos la capaci-
dad de participación y de organización es un factor decisivo para lograr de-
fender intereses colectivos y mejorar nuestras condiciones de vida. En este
sentido, frente a otras formas de organización, el trabajador social, cuando
interviene desde la óptica del Trabajo Social Comunitario, tiene como obje-
tivo capacitar a las personas para la cooperación y la interacción en una co-
munidad de intereses vinculados al concepto de ciudadanía. Estos intereses
son los que se derivan del propio substrato ético de la democracia y del Es-
tado del Bienestar. Aunque son definidos o redefinidos por la comunidad
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
en acción, tienen una relación esencial con las políticas de inclusión social,
la lucha contra la exclusión y la búsqueda de unas mejores condiciones es-
tructurales para poder ejercer derechos como ciudadanos. Por ello, buscan
apoyar el empowerment de la persona y de la comunidad, pero también al-
canzar objetivos planificados que permitan mejorar su contexto vital.
En definitiva, el Trabajo Social Comunitario tiene un doble objetivo, que
determina su metodología como disciplina científica:
clases antagónicas, origen de las crisis del orden social en cada período his-
tórico determinado. Frente a los estatus adscritos, origen de los desequili-
brios sociales (como señala al analizar la confrontación entre la clase traba-
jadora y la clase ociosa, que utiliza el poder coactivo del Estado para
asegurar su dominio), propone una sociedad basada en la cooperación de
los seres humanos mediante el uso del conocimiento y la organización deri-
vados naturalmente del método científico. Un método que influirá en el de-
sarrollo del Trabajo Social como disciplina científica.
Los fundamentos éticos del Trabajo Social Comunitario descansan en el
carácter optimista de los primeros científicos sociales, basado en una antro-
pología positiva ligada al triunfo del razonamiento científico. También des-
cansan en una sensibilidad humanista ligada a la noción de persona como
sujeto de derechos y deberes, es decir, a la noción de ciudadanía, que supo-
ne objetivar como negativos y perniciosos aquellos estados y formas de
vida que deterioran gravemente nuestra propia dignidad y nuestro estilo de
vida. Y, finalmente, se erigen sobre la convicción de que la democracia
constituye, para los ciudadanos, la mejor forma de participación posible, y
que en torno a ella, a la participación organizada de la población que ejerce
su derecho al voto, es posible reestructurar científicamente nuestro entorno
social. Optimismo científico, ciudadanía/derechos humanos y democracia
como sistema de participación podrían definirse como los ejes básicos de
las ciencias sociales, y sobre todo del Trabajo Social como disciplina que
busca diagnosticar para intervenir, con el objetivo de favorecer los procesos
de inclusión social.
Desde esta perspectiva, podemos releer la teoría comtiana. La «dinámica
social» se ocuparía de las leyes que rigen la sucesión de los fenómenos so-
ciales, cuya formulación permite la comprensión del pasado y la previsión
del futuro. El motor de la historia es el progreso de la humanidad, entendi-
do como dominio de las tendencias altruistas sobre las egoístas. En este
sentido, la «moral social» guía las tendencias del individuo conforme a la
razón ilustrada, en una secuencia histórica que debe conducirnos a una so-
ciedad positiva en la que el altruismo innato de las personas podría salir a
la luz y regenerar la sociedad y la moralidad. Se trataba de un proyecto que
buscaba convertir la cooperación y el altruismo en la base de la interacción
social y que, tras depurar el asistencialismo y el individualismo, y tomar en
consideración el carácter estructural de los procesos de exclusión social, to-
davía hoy mantiene su vigencia: ciudadanía, democracia y reconstrucción
mediante el método científico de las capacidades necesarias para la inclu-
sión social de las personas, los grupos y las comunidades.
En este entorno, casi de forma simultánea, en Gran Bretaña, Spencer
analizaba la sociedad como el resultado de una evolución basada en la coo-
peración para obtener fines comunes, mientras Sir Charles Stewart actuaba
como secretario de la Charity Organization Society (COS) (de 1987 a
1915) desarrollando de forma práctica esa orientación altruista. Spencer
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1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
describe las sociedades como grupos que cooperan para alcanzar fines co-
munes. Al analizar su evolución histórica, podemos diferenciar dos grandes
dimensiones: las estructuras (o formas de organización) y las funciones (o
necesidades satisfechas por las estructuras). Estructuras y funciones se en-
cuentran inmersas en un constante proceso histórico de diferenciación. Se
trata de un proceso evolutivo que, gobernado por lo que denominaba la ley
general de la evolución, supone un progreso funcional y estructural, carac-
terizado por la heterogeneidad creciente, en la que la diferenciación de las
partes va acompañada por la conexión entre éstas (proceso que denomina
«determinación»). En este sentido, puede verse en su obra una anticipación
de las propuestas del funcionalismo y el sistemismo (Rodríguez Ibáñez,
1987: 49).
Poco a poco la pobreza fue redescubriéndose como un producto del or-
den social, y no como un destino prefijado para personas, comunidades o
países. Se trata de un cambio fundamental en nuestra forma de vernos a no-
sotros mismos, y a nuestras sociedades. Si las situaciones de precariedad
son el resultado de una determinada forma de ordenar nuestra vida, se pue-
den plantear alternativas que, cambiando nuestro modelo de sociedad, per-
mitan superar esas situaciones problemáticas. Desde esta nueva forma de
analizar los problemas sociales, se establecieron las bases para actuar sobre
las personas (Trabajo Social con Casos). Y se desarrollaron metodologías
para reorganizar las comunidades con una finalidad muy clara: perseguir
objetivos comunes que implicaran cambios estructurales (Trabajo Social
Comunitario). Como botón de muestra de esta óptica científica que analiza
las estructuras sociales, podemos señalar que la propia COS fundó en 1903
la London School of Sociology, para formar a sus miembros y prepararlos
adecuadamente para lograr los objetivos establecidos. De forma paralela, a
lo largo del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, otros movimientos
de acción colectiva, sindicales o políticos, buscaron soluciones permanen-
tes que pasaban por promover cambios sociales estructurales.
Otro de los postulados teóricos de Spencer, entender la dinámica social
como un proceso de permanente adaptación y cambio, también ha perdura-
do en la óptica científica del Trabajo Social. No hay una solución definiti-
va. Los avances sociales, tecnológicos y económicos generan nuevos desa-
fíos y nuevas formas de inclusión y exclusión. Se trata de establecer un
proceso de readaptación constante que tiene como referente elevar el nivel
de vida de los ciudadanos, materializando el motor altruista que este autor
postulaba como origen de la dinámica de las sociedades. Al igual que en
los procesos de la naturaleza, no hay ningún tipo de finalismo en la ley de
evolución ni en los procesos históricos gobernados por la misma, de tal
modo que no hay un final que supusiera alcanzar meta alguna, o un estado
de equilibrio permanente. La evolución se realiza de manera mecánica, e
implica su reverso, como muestra la ley de conservación de la energía: el
proceso de lo homogéneo a lo heterogéneo va acompañado de su contrario.
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
Karl Marx se interesa por el estudio de las relaciones sociales y por las con-
tradicciones y conflictos entre la diversas dimensiones de la realidad social
a partir de la interacción dialéctica entre actores sociales y estructuras so-
ciales. Ontológicamente, cada persona «es el conjunto de sus relaciones so-
ciales», que, entendidas como objeto de conocimiento científico, ocupan el
primer plano del análisis marxiano. «Toda vida social es esencialmente
práctica. Todos los misterios que inducen a la teoría, al misticismo, encuen-
tran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta
práctica» (Marx, 1972: 112). El ser humano es su praxis social, viene me-
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1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
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1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
Tras este primer período en el que se dan los primeros pasos de las ciencias
sociales, entre los años 1800 y 1920, tras la Segunda Guerra Mundial se
consolida lo que denominamos el Estado del Bienestar, en el que el Trabajo
Social, tanto de casos como de grupos o comunitario, alcanza su madurez
como disciplina científica. La dimensión estructural de los problemas so-
ciales, a la vez que la dinámica democrática, ponen de relieve la necesidad
de diagnosticar, programar y llevar a cabo acciones de integración para, por
y con los ciudadanos. El asistencialismo deja paso a la democracia, y por lo
tanto a los derechos de ciudadanía, como fundamento ético y político de la
acción en favor de la inclusión social. En la segunda mitad del siglo XX, en
el que alcanza su madurez y a la vez se replantea el futuro del Estado del
Bienestar, tres científicos sociales, Bourdieu, Giddens y Habermas, han in-
fluido notablemente en el desarrollo teórico de las ciencias sociales, y tam-
bién del Trabajo Social Comunitario, poniendo de relieve de nuevo la di-
mensión estructural del cambio social y la importancia de la acción
colectiva y/o comunitaria.
— En primer lugar, las personas somos ante todo seres que nos comuni-
camos, y que buscamos entendernos para compartir conocimientos,
para expresar nuestras emociones y perseguir nuestros intereses y
deseos. El punto de partida es su concepción del ser humano como
animal lingüístico que interacciona comunicándose para llegar a un
entendimiento mutuo. Esto presupone la «inteligibilidad» como pre-
tensión de validez intrínseca al propio lenguaje: lo que se dice tiene
que tener significado. Distingue tres usos del lenguaje: el cognitivo
(la comunicación se dirige al mundo objetivo), el uso interactivo
(que se refiere al mundo social) y el uso expresivo (que se refiere al
mundo subjetivo). Estos tres usos están relacionados con tres preten-
siones de validez: el uso cognitivo está relacionado con la «verdad»,
ya que la comunicación dirigida al mundo objetivo implica la presu-
posición de que el «contenido fáctico» de lo que se dice es cierto. El
uso interactivo está relacionado con la «rectitud moral»: es decir, la
pretensión de que, al decir algo, se tiene derecho a decirlo en un
tiempo y contexto determinados. El uso expresivo tiene que ver con
la «sinceridad»: la pretensión de que, al decir algo, no se desea enga-
ñar al resto de los que participan en el proceso de comunicación. En
todo proceso de comunicación se hallan implícitas estas pretensiones
de validez, y cada una de ellas va asociada a una forma de argumen-
tación diferente.
— En segundo lugar, esta comunicación no se da en un estado puro y
perfecto. Al contrario, se trata de construir un espacio en el que po-
der buscar la verdad a partir de las circunstancias históricas en cada
momento concreto. En este sentido, establece una distinción relevan-
te entre la «comunicación distorsionada» y la «comunicación no dis-
torsionada» (en la que las personas pueden defender o criticar cual-
quier pretensión de validez). Una acción o enunciado es «racional»
si se puede justificar en un debate abierto en el que las personas par-
ticipan en condiciones de igualdad, libremente y sin coacciones. Es
decir, si se justifica en un proceso de comunicación no distorsiona-
da, en el que prevalece el mejor argumento. Se trata, por lo tanto, de
una teoría consensual de la verdad, a la que se llega a través de un
debate abierto y que por lo tanto es temporal: un nuevo argumento
puede llevarnos a pensar de forma diferente. Naturalmente, una si-
tuación de «habla ideal», aunque es inherente a la naturaleza del len-
guaje, no se da en la práctica, sino que debe tomarse como «ideal
contrafáctico», que nos permite comparar y evaluar las situaciones
de vida real, capacitándonos para criticar y superar los procesos de
comunicación distorsionada en los que estamos inmersos.
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
Como hemos podido ver en los epígrafes anteriores, las personas somos
ante todo seres relacionales. Vivimos inmersas en un tiempo y un espacio
social, con posibilidades y limitaciones que nos afectan previamente a la
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
tra vida. Sin embargo, nos encontramos con el fenómeno contrario: el indi-
vidualismo extremo, el aislamiento, el cambio acelerado de las formas de
producción, conocimiento y relación están provocando un fenómeno que
está en la raíz de la pérdida de capital social, de la pérdida de habilidades
para interaccionar en red y de la pérdida de capacidades para conocer y
adaptarnos a las exigencias de nuestras sociedades cosmopolitas: el «anal-
fabetismo relacional», que podemos definir como la ausencia de las habili-
dades sociales básicas que permiten una interacción social adecuada, una
inclusión positiva en nuestro entorno. Vivimos en sociedad, pero no sabe-
mos relacionarnos. No nos formamos para relacionarnos, para resolver
conflictos, para integrarnos y comunicarnos, para comprender y manejar
nuestras relaciones con los demás. Y cada vez más un número creciente de
personas no sabe cómo recuperar sus relaciones, cómo integrarse de nuevo,
cómo establecer amistades, complicidades o cómo trabajar en equipo. No
es extraño que el trabajo en grupo, el liderazgo, la empatía y la capacidad
de crear cohesión dentro del equipo de trabajo se conviertan en un tema re-
currente en la formación de nuestros directivos.
Se trata de una de las paradojas más visibles en nuestro entorno inme-
diato: se demandan más habilidades relacionales, para comunicarnos, tra-
bajar en equipo, afrontar retos y oportunidades...; pero cada vez más, las
personas vivimos de forma aislada, volcadas en chats o en juegos en red,
incapaces de sentarnos a dialogar y resolver problemas o afrontar oportuni-
dades con nuestros familiares, amigos o compañeros de trabajo. Por ello, es
necesario analizar cómo recuperar estas habilidades, capacitándonos para
saber relacionarnos y afrontar con éxito nuestra propia trayectoria vital.
¿Cómo hacerlo? Mediante un adecuado conocimiento de la dinámica de la
interacción social, y mediante una metodología científica que permita utili-
zar la acción social comunitaria como mecanismo de reforzamiento y res-
tauración de nuestras habilidades sociales, en el ámbito de la empresa, de la
comunidad, del grupo, de la familia o en el ámbito personal.
El analfabetismo relacional es la consecuencia final de la ideología que
entroniza el individualismo como eje de la vida social y que se expresa en
un modelo de consumo en el que sólo existe el mercado, individualizando
las prácticas, fragmentando y encerrando a cada persona en el sueño de la
autosuficiencia. Sin embargo, este planteamiento esconde una verdad
amarga: el aumento de las desigualdades, derivado de la imposibilidad de
hacer frente a los retos estructurales que nos pueden conducir a la exclusión
social, desde una perspectiva centrada únicamente en la acción individual.
En este sentido, «una sociedad centrada sólo en el consumo mercantil corre
el peligro de convertirse en simulacro, de degradar y desgastar sus formas
de solidaridad hasta convertirse en un simple agregado de egoísmos exclu-
yentes» (Alonso, 2004: 41).
Como hemos visto anteriormente, la incapacidad para la interacción so-
cial, las dificultades relacionales, la pérdida de la capacidad de integración
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
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1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
Toda situación histórica es dinámica, y por ello, más que definirse como
una imagen fija, el análisis científico sobre los procesos de exclusión social
nos remite a un proceso multidimensional en el que la población se mueve
en un espacio social marcado por las expectativas de inclusión (influidas
por la experiencia histórica de la generación previa de adultos y padres y
las expectativas generadas por el nivel de consumo que se considera ade-
cuado) y las posibilidades reales de integración determinadas por un con-
junto de factores entre los que destacan las características del mercado de
trabajo al que intentan acceder. «Buena parte de los estudios sobre la “ex-
clusión social” ponen el acento en la exclusión del empleo, como elemento
fundamental relacionado con las demás manifestaciones de carencia (en vi-
vienda, educación, calidad de vida, etc.).
»La exclusión del empleo tiene que ser situada en el marco general de
las nuevas condiciones laborales, sociales y políticas que concurren en los
procesos sociales globales en los que nos encontramos» (Tezanos, 2001:
172). En este sentido, conceptos como “discriminación”, “vulnerabilidad”,
“exclusión social” o “marginación” no pueden definirse de manera «ahistó-
rica». Sólo pueden comprenderse dentro de un contexto socioeconómico,
político y cultural determinado. La realidad histórica y dinámica de nues-
tras sociedades exige tratar estos conceptos como parte de un mismo proce-
so en el que las personas y también las comunidades se mueven en un con-
tinuo que va desde la zona de inclusión hasta la zona de exclusión social.
Establecer las necesidades básicas personales, económicas, sociales y cul-
turales como «derechos» permite definir la inclusión como la posibilidad
real de acceso a la satisfacción de dichas necesidades. Frente a ella, la ex-
clusión puede definirse como la incapacidad de acceso real a la satisfacción
de dichas necesidades, una incapacidad que puede ser personal, grupal o
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
comunitaria. Desde esta perspectiva, hay que diferenciar, por un parte, las
diversas formas de desventaja y vulnerabilidad. Por otra, las dinámicas de
inclusión y de exclusión social que afectan a nuestras sociedades, o, dicho
en otros términos, las dinámicas que operan en el proceso de «acceso» a la
condición real de ciudadano, tanto las que generan mayores desigualdades
como las que potencian la integración social.
Específicamente, para responder a la pregunta que da nombre a este ca-
pítulo («¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?»), nos inte-
resa analizar lo que podemos denominar la zona de vulnerabilidad en la
que se mueven personas y comunidades en nuestras sociedades. Tanto en el
ámbito del trabajo (aquellos que están desempleados, buscan su primer em-
pleo, obtienen empleos precarios y de bajo salario, y que vuelven al desem-
pleo al perder su puesto de trabajo) como en el ámbito de la desintegración
social y familiar. Si en las sociedades salariales como las occidentales el
trabajo remunerado permite la inclusión social, y ésta, la ciudadanía plena,
las dificultades de acceso o permanencia en el mercado de trabajo se con-
vierten en un factor fundamental de vulnerabilidad social. En la medida en
que, por un lado, aumentan las dificultades de acceso al mercado laboral, y,
por otro, los empleos que se obtienen son precarios, temporales, con escasa
remuneración y frecuentemente abocan a una nueva situación de desem-
pleo, las condiciones objetivas de vulnerabilidad aumentan y, unidas a otros
factores, pueden desembocar en una situación de exclusión social grave.
En este proceso, no disponer del capital social adecuado, carecer de los
recursos organizacionales para abordar problemas colectivos (desde la edu-
cación de los menores hasta la mejora de las condiciones sanitarias y urba-
nísticas de un barrio determinado), no desarrollar una personalidad equili-
brada basada en la interacción social con los otros y en la experiencia de la
cooperación altruista, la confianza, la lealtad o la amistad y carecer de re-
cursos para interaccionar y negociar con los demás en actividades comunes
nos sitúa colectiva e individualmente en una situación de riesgo objetivo de
exclusión social. Una situación de riesgo que es particularmente fácil de
objetivar en el caso de grupos de jóvenes, que viven inmersos en una ideo-
logía individualista, enfrentándose a las tendencias exclusógenas de las so-
ciedades informacionales. En este sentido, «las condiciones sociales y eco-
nómicas de los países económicamente avanzados han producido una
paradoja: los jóvenes tardan más tiempo en completar su transición a la
identidad adulta y la independencia, sufriendo unos movimientos hacia
atrás y hacia delante, como los de un yoyó, entre lo que solía entenderse
como juventud y la madurez. Aunque esto parece ser aplicable a todas las
clases sociales, aquellos jóvenes que carecen de los necesarios recursos
personales, sociales, culturales y financieros son los más vulnerables a los
enormes cambios sociales y económicos que se producen en la actualidad.
Algunos de estos individuos son sumamente desfavorecidos, sufren una
gran desventaja social y se ven privados de cualquier posibilidad de inte-
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1. ¿Por qué es necesario el Trabajo Social Comunitario?
gración social y económica» (Bendit y Stokes, 2004: 116). Es decir, las di-
ficultades de acceso al mercado laboral van unidas a las carencias o des-
ventajas sociales, y es esta ausencia de recursos socioculturales lo que se
trata de paliar a través de la acción social comunitaria (por supuesto, tam-
bién es objeto de análisis y de intervención en el ámbito del Trabajo Social
con Grupos y del Trabajo Social con Casos).
Una cuestión clave es si los procesos exclusógenos que podemos detectar
en el devenir incierto de las sociedades informacionales son parte intrínseca
de la nueva estructura social emergente. Desde una perspectiva centrada en
el Trabajo Social Comunitario, podemos destacar las siguientes característi-
cas del modelo social emergente, que reclaman precisamente hacer un ma-
yor hincapié en el potencial integrador de la acción social comunitaria:
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
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2. Del diagnóstico a la
intervención: el Trabajo Social
Comunitario en acción
1. Introducción
Como cualquier disciplina científica que toma como objeto de estudio a las
personas, el Trabajo Social Comunitario afronta algunos retos específicos
derivados de la dificultad de objetivar y tomar distancia frente a la propia
vida. En el caso de nuestra disciplina, tiene además que superar lo que po-
demos denominar el «espejismo individualista», que nos presenta la socie-
dad como una mera coexistencia de individuos con un grado total de liber-
tad que oscurece la dimensión social y comunitaria de nuestra condición
humana. Esta «imagen ficticia» difícilmente puede abordar los procesos de
exclusión social, en gran medida determinados por factores estructurales,
como el lugar de nacimiento, la renta disponible, los servicios públicos o la
ausencia de los mismos, que al nacer no elegimos, sino que nos vienen ya
previamente dados. La mitificación del individualismo que opera como
motor ideológico del neoliberalismo justifica el orden actual de las cosas, y
sólo permite buscar responsabilidades individuales para la trayectoria de
cada persona. Sin embargo, diversas disciplinas, comenzando por la econo-
mía (Stiglitz, 2002), la sociología (Beck, 2005) o la ciencia política, han
puesto de relieve la influencia decisiva que tiene la estructura de oportuni-
dades y de constreñimientos a las que nos enfrentamos tanto personal como
colectivamente.
El Trabajo Social Comunitario nos permite, en este sentido, experimen-
tar la función liberadora del conocimiento. Si tomamos como referencia la
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
56
2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
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2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
Hay dos grandes áreas problemáticas para la labor profesional del trabaja-
dor social comunitario:
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Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
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2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
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2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
Una de las claves para abordar esta situación es tomar como punto de
partida la cooperación altruista y el carácter social de los seres humanos. Y
de ahí la vigencia del Trabajo Social Comunitario para fortalecer las redes
sociales y la acción comunitaria en el ámbito de reclamación de derechos y
en el de la mejora de las condiciones reales educativas, sanitarias o labora-
les en el entorno de un barrio, comunidad o ciudad determinada. Por otra
parte, en colectivos especialmente desfavorecidos, como las mujeres en
muchas zonas del planeta, el Trabajo Social Comunitario tiene una especial
vigencia. La capacidad de organizarse, de compartir riesgos y de asociarse
está detrás del éxito de los programas de microcréditos para mujeres, que
les han permitido desarrollar una actividad económicamente remunerada,
independizarse de las rentas aportadas por su pareja masculina y desarrollar
un nuevo modelo de ingresos y de gastos en su vida personal y comunita-
ria. Por ejemplo, en Wau (Sudán), en 2003 se creó una comunidad de pro-
moción de mujeres: «empezó con actividades de sensibilización y grupos
80
2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
Tendencias Retos Oportunidades Objetivos internos para la comunidad Objetivos para la comunidad en acción
Globalización Deslocalización industrial Movilidad y oferta de tra- Fortalecer los sistemas educativos y la Mejorar las prestaciones del sistema
bajo transnacional preparación profesional educativo
Mayores exigencias de Capacidad de interactuar Educar para la convivencia en un medio Mejorar el contexto medioambiental y
formación con personas de otros lu- heterogéneo tecnológico como factor de atracción
Distribución asimétrica gares
del poder y de los recur- Análisis comparativo de las
sos entre países, regio- oportunidades y de las ex-
nes, ciudades y personas periencias con éxito loca-
Flujos inmigratorios les, regionales y nacionales
Mercado de trabajo Individualización Mayor polivalencia en la Aumentar el capital social y los vínculos Defensa organizada de unas condiciones
Desregulación trayectoria profesional entre los miembros de la comunidad de trabajo dignas
Aumento de la flexibilidad Nuevas oportunidades Establecer mecanismos de ayuda y soli- Organización como consumidores para
Economía informal para las mujeres daridad ante situaciones de paro actuar concertadamente y presionar
frente a productos o servicios que no
respetan las normas basadas en los de-
rechos humanos
Creación de actividades de formación y
reciclaje aprovechando los recursos per-
sonales de los miembros de la comuni-
dad
Exclusión residencial Chabolismo Reordenación de los espa- Reforzamiento de los vínculos dentro de Actuación conjunta ante las administra-
Infravivienda cios urbanos la comunidad ciones
Exclusión Organización de los recursos existentes
Pobreza en la comunidad para afrontar proble-
mas relacionados con el acceso a agua
potable, electricidad u otras cuestiones
básicas
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2. Del diagnóstico a la intervención: el Trabajo Social Comunitario en acción
1. Introducción
No vemos las cosas de manera neutral y equilibrada. Miramos ya de ante-
mano dentro de una determinada tradición cultural, dentro de una forma de
interpretación que nos da posibilidades, y que también entraña riesgos. Po-
dríamos describir la madurez personal como aquel estadio en el que, sobre
la base del lenguaje y la cultura adquirida, podemos superar nuestras limi-
taciones mediante el conocimiento científico y una visión reflexiva sobre
nuestros propios condicionamientos. Es verdad que miramos como hemos
aprendido a mirar, pero también es verdad que podemos cambiar nuestra
forma de ver. Y, sobre todo, que podemos educar nuestra mirada para des-
velar el orden de la naturaleza. En este sentido, los debates sobre los valo-
res, sobre el sentido de los acontecimientos y sobre la finalidad de nuestra
existencia determinan nuestro comportamiento, aunque a menudo no refle-
xionamos sobre ellos.
El Trabajo Social Comunitario demanda un acercamiento específico al
ámbito de los valores, de lo que entendemos por bienestar, por felicidad,
por vida digna, ya que su objetivo es, precisamente, potenciar nuestras ca-
pacidades para realizarnos a través de la experiencia comunitaria. Es a tra-
vés de la interacción con los demás, del diálogo, el acuerdo, el debate, la
evaluación conjunta y la participación como fortalecemos nuestras capaci-
dades. Nuestra personalidad se equilibra y se forja en la interacción con los
otros, y las habilidades relacionales no nos sirven solamente para alcanzar
85
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
87
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
tado elementos comunes entre las diversas sociedades. Cuando estos com-
ponentes se encuentran en todas o casi todas las culturas, se denominan
«universales culturales». La compleja relación entre identidad y diferencia
en cada persona, y en cada cultura, no puede hacernos olvidar aquellas ca-
racterísticas que comparten, tal y como muestra la evidencia empírica. Sin
embargo, la definición, la caracterización y el análisis de estos posibles
«universales culturales» han provocado un intenso debate entre los antropó-
logos: las grandes variaciones que se dan ponen en cuestión cualquier tipo
posible de clasificación. El establecimiento de una tipología general de ras-
gos comunes a todas las culturas (por ejemplo, la tipología propuesta por
Murdock [cuadro 3]) nos puede servir como punto de partida para la inves-
tigación y la comparación entre ellas, pero debemos ser conscientes de las
enormes variaciones que se dan en la realidad y de la consistencia sólo re-
lativa de cualquier clasificación.
A pesar de las dificultades para establecer la existencia de universales
culturales claramente definibles, en cada cultura podemos detectar pautas
de comportamiento y de pensamiento relacionadas con la supervivencia en
el medio ambiente, la reproducción, la organización del trabajo y del repar-
to de los bienes y servicios que se producen, la organización de la vida do-
méstica y de las relaciones entre las personas, las familias, los grupos y las
comunidades… Junto con otras dimensiones, como aspectos creativos, ar-
tísticos, lúdicos o expresivos de la vida humana, en toda cultura juegan un
papel fundamental los valores: aquellos principios que rigen el comporta-
miento y permiten diferenciar lo bueno de lo malo, lo aceptable de lo detes-
88
3. Valores, ciudadanía y Trabajo Social Comunitario
Toda cultura ejerce una fuerte presión sobre las personas, transmitiendo un
conjunto de pautas de pensamiento y de comportamiento. El concepto
«personalidad básica» es utilizado por los científicos sociales para analizar
el conjunto de rasgos sociales estereotipados que reproducen los miembros
de una cultura determinada. En este sentido, podemos diferenciar tres con-
ceptos: persona (que hace referencia a la individualidad radical de cada uno
de nosotros), personalidad (que hace referencia al conjunto de cualidades
que nos distinguen, sobre la base de nuestro temperamento y nuestra evolu-
ción psicológica) y personalidad social (el conjunto de rasgos típicos de
una cultura que son internalizados en mayor o menor grado por cada uno
de sus miembros). En este sentido, más allá de rasgos genéricos como los
denominados por Kardiner y Linton «personalidades básicas tipo», hay que
95
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
97
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
98
3. Valores, ciudadanía y Trabajo Social Comunitario
del cambio de siglo, cuando las contradicciones del nuevo orden económi-
co neoliberal, la crisis de resultados concretos del denominado «Consenso
de Washington» y las propias investigaciones de organismos como el Ban-
co Mundial han vuelto a poner de relieve la necesidad de abordar de otra
forma los procesos de exclusión social.
En este sentido, hay que señalar que la posmodernidad, tras la disolución
del sujeto, no puede sino afirmar la imposibilidad de abordar colectivamen-
te la construcción de un futuro común, con un efecto muy diferente del
buscado en la retórica de la indecisión: refuerza el orden social existente y
sus tendencias exclusógenas. Puede definirse como una filosofía del «si-
mulacro». La descomposición de la realidad y la aparente sensación de li-
bertad derivada de la falta de fundamentación, la difícil tarea de encontrar
un principio sobre el que afianzar los conocimientos y los valores no han
generado un universo de trayectorias libres y creativas. Han dado paso a un
mundo mimético, concentrado en la reproducción de las pautas de consumo
y de las desigualdades insertas en ellas. En definitiva, al partir de un su-
puesto teórico, el individualismo exacerbado, desde el que es muy difícil
analizar críticamente la realidad social, la posmodernidad y la economía
neoliberal postulan un modelo de análisis que aparentemente disuelve el
entramado social en la pura libertad personal. Pero, con este planteamiento,
dicho entramado no se desintegra, sino que se consolida y se refuerza, pre-
cisamente porque ya ni se ve, como si desde la cultura dominante se hubie-
ran olvidado de su carácter social. Así, se postula realizarse personalmente
a través de la competencia, el consumo y la voluntad individual, en un mo-
delo de autorrealización en el que «el sujeto y la realidad han sido converti-
dos en mercancías y que, por tanto, han sido afectados por el traspaso del
valor de uso a valor de cambio, un valor cada vez más en auge por la propia
naturaleza del capitalismo» (Roche, 2005: 37).
ria que tiene como objetivo garantizar los derechos humanos y la justicia
social de un colectivo que hasta ese momento se ha encontrado en una posi-
ción marginal en su contexto social. También hace referencia al incremento
de las capacidades de las personas empobrecidas para participar, negociar,
controlar, autoorganizarse y ser capaz de influir en las instituciones cuya
actividad les afecta directamente.
En todos estos planteamientos, el análisis de los procesos de «fortaleci-
miento» toma en consideración la doble dimensión que analizamos en este
capítulo y en el siguiente. Se trata de un proceso de fortalecimiento de las
capacidades personales mediante la interacción comunitaria, y también de
la capacidad de la propia comunidad para actuar conjuntamente, con lo que
esto implica como elemento dinamizador de su contexto social y también
como experiencia positiva de cada persona en su relación con los demás.
En este sentido, podemos diferenciar cuatro características de este proceso
de «fortalecimiento», que reactúan sobre sí mismas en un proceso de dina-
mización que podemos denominar el «círculo virtuoso del empowerment»:
la información, la participación, la responsabilidad y la capacidad de orga-
nización a nivel local y comunitario. El trabajador social comunitario debe
tener presente, de acuerdo con el principio de gradualidad, progresividad y
reversibilidad (Fernández García y López Peláez, 2006), que este círculo
virtuoso en ocasiones puede deteriorarse, o simplemente no existir, y, más
aún, que lo que se observe sea su contrario. A menudo partimos de la consta-
tación empírica de un «círculo vicioso de desposeimiento o descapacitación»
en el que se encuentran inmersas personas y comunidades desfavorecidas
y en el que experimentan un proceso de degradación de la información, la
participación, la responsabilidad y la capacidad de organización.
dora lo que hace es, a partir el principio de ciudadanía, alterar dichos pro-
cesos para construir entre todos un modelo de sociedad que haga posible lo
que ya somos de hecho: ciudadanos libres con la misma dignidad como se-
res humanos.
El poder, y el desarrollo de la capacidad para ejercerlo, son característi-
cas básicas en la vida humana. Dentro de la ingente literatura sobre el po-
der y sus formas, en relación con la temática del Trabajo Social Comunita-
rio, podemos diferenciar cuatro dimensiones o tipos de poder (Rowlands,
1997):
108
4. Valores, ciudadanía y
Trabajo Social: capacitando a
la comunidad como sujeto de
la acción colectiva
1. Introducción
Una concepción ética que haga justicia a nuestra naturaleza tiene que
afrontar las limitaciones del individualismo posmoderno. Las personas nos
hacemos en la interacción con los otros, no somos entes autónomos que se
relacionan en función de expectativas racionales en un entorno neutral. Nos
encontramos inmersos en una historia, en una cultura, en un entorno, y
nuestras habilidades son el resultado de un largo proceso de aprendizaje.
Hasta el lenguaje, que constituye la esencia de lo que somos, no puede
existir sin los otros, sin emisores y receptores, sin comunicación. En la
compleja relación entre identidad y diferencia, podemos señalar tres aspec-
tos relevantes: en primer lugar, no estamos solos: nuestra identidad se cons-
truye sobre la relación con los otros; en segundo lugar, la relación con los
otros, en lo que nos une y nos diferencia, es esencial para nuestra propia
identidad, y por eso necesitamos el encuentro, la comunicación y la interac-
ción como un requisito indispensable para ser nosotros mismos; en tercer
lugar, la diferencia surge precisamente del diálogo crítico con nuestra pro-
pia trayectoria personal, con los demás y con nuestra cultura y entorno so-
cioeconómico.
Por lo tanto, podemos establecer una estrategia de emancipación (refor-
mulando los planteamientos de Paul Ricoeur sobre la «idea regulativa de
emancipación» en el ámbito de la hermenéutica) en el área del Trabajo So-
cial comunitario basada en los siguientes principios: el principio contextua-
109
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
111
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
115
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
teamiento teórico, para hacer justicia a lo que muestran los hechos, debe
evolucionar desde las posiciones individualistas hacia posiciones que pode-
mos denominar «personalistas», basadas en una concepción de la persona
como ser relacional.
El Trabajo Social Comunitario comienza en el interior de la persona:
busca cambiar su escala de valores, su corazón y sus actitudes, de forma
que pueda liberar sus capacidades para actuar con otros, para ser uno mis-
mo, para ser con otros y para afrontar retos colectivos que condicionan es-
tructuralmente sus posibilidades de desarrollo personal, comunitario y so-
cial. Se trata de una dinámica de retroalimentación constante. Al potenciar
con la dinámica comunitaria los aspectos fundamentales de la vida perso-
nal, aumentan el bienestar y el nivel de autosatisfacción interno y mejoran
las relaciones con los demás, generando mayor bienestar comunitario. El
resultado final es un fortalecimiento o empowerment de la persona que se
convierte en fortalecimiento o empowerment comunitario.
El trabajador social comunitario, en su experiencia profesional, debe te-
ner en consideración estas dimensiones personales que se potencian en la
interacción comunitaria. Podemos destacar las siguientes:
amplia, dado que sólo mediante la interacción con los demás alcan-
zamos la autorrealización personal, nuestro principal interés debería
ser lograr un modelo de cooperación altruista que permitiera desa-
rrollar nuestras capacidades personales y sociales.
— Capacidad de empatía: es una característica básica para lograr una
interacción social adecuada. Se trata de la capacidad de ponerse en
el lugar de la persona, grupo o comunidad con los que nos comuni-
camos o compartimos. Fortalecemos nuestra personalidad cuando
aumentamos nuestra capacidad de vinculación con los otros, desde
una interacción basada en el respeto, la complicidad y la confianza.
En este proceso, la empatía juega un papel fundamental, ya que, al
compartir sensaciones y vivencias, aporta autenticidad y veracidad a
las relaciones entre las personas.
— Optimismo alegre y esforzado: en cada momento de la historia,
personas y comunidades se encuentran en un entorno determinado,
con un conjunto de constreñimientos y posibilidades. Saber inte-
grar las experiencias positivas y negativas, planificar proyectos a
largo plazo que nos permitan aumentar nuestro bienestar y organi-
zarnos en torno a valores que posibiliten el desarrollo de nuestras
capacidades y potencialidades son variables básicas para poder
afrontar la vida. En este sentido, la alegría razonable y un optimis-
mo fundado en la voluntad y nivel adecuado de tolerancia ante la
frustración son indicadores de una personalidad integrada. Quizás
por ello, una de las contradicciones de nuestro estilo de vida pueda
encontrarse en los resultados de las encuestas sobre el nivel de bie-
nestar personal: un mayor nivel económico no siempre conlleva
mayores niveles de bienestar, y pone de relieve la necesidad de
considerar otras dimensiones que entran en juego cuando hablamos
de felicidad y autorrealización.
Al analizar las investigaciones que se han llevado a cabo sobre los efectos
de la intervención basada en la metodología del Trabajo Social Comunita-
rio, podemos diferenciar dos dimensiones del empowerment: el empower-
ment comunitario, manifestando los efectos positivos sobre variables como
los niveles educativos, la evolución del empleo o la mejora de las condicio-
nes de vida; y el empowerment personal, normalmente unido a mejoras sig-
nificativas en la percepción que tienen las personas de sí mismas, de sus fa-
milias y comunidades (Shlay, 1993). Aunque en la literatura científica
sobre este tema a menudo no se diferencia de forma estricta entre ambas di-
mensiones del empowerment, en este epígrafe vamos a establecer un análi-
119
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
sis de cada una de ellas para facilitar el diseño de una estrategia de diagnós-
tico que permita al trabajador social comunitario analizar tanto las caracte-
rísticas de las personas como de las comunidades.
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, p. 19.
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, p. 19.
123
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, p. 20.
124
4. Valores, ciudadanía y Trabajo Social: capacitando a la comunidad...
125
Tabla 7. Habilidades prioritarias
1 Cuando piensa en sus habilidades, ¿cuáles son las tres cosas que
cree que hace mejor?
a)
b)
c)
2 ¿Qué habilidad posee usted que sea tan buena como para que otras
personas quieran contratarle por ella?
a)
b)
c)
3 ¿Tiene alguna habilidad que le gustaría enseñar a otros?
a)
b)
c)
4 ¿Qué habilidades le gustaría más aprender?
a)
b)
c)
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, pp. 23-24.
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, p. 24.
126
4. Valores, ciudadanía y Trabajo Social: capacitando a la comunidad...
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research, Evans-
ton, IL, pp. 24-25.
1 Nombre
2 Dirección
3 Teléfono
4 Edad
(Si la edad no es precisa, preguntar si la persona está en la adolescencia,
veintena, treintena, etc.)
5 Otras cuestiones que le gustaría señalar:
FUENTE: Kretzmann, J. P. y Mcknight, J. L. (1993): Building Communities from the Inside Out: A
Path Toward Finding and Mobilizing a Community’s Assets. Institute for Policy Research. Evans-
ton, IL, p. 25.
127
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
«La primera fase del diálogo trata con valores, autoestima y motiva-
ción. A través de una (auto) reflexión crítica, los participantes se
vuelven conscientes de hasta qué punto la dependencia y el indivi-
dualismo subyacen en sus creencias. La dependencia se puede aso-
ciar a los líderes comunitarios, quienes son protectores y aparecen
como personas sacrificadas con respecto a su comunidad. Cuando
aparece la disposición a romper con las creencias de dependencia y
la intención entre los miembros comunitarios de hacerse los arqui-
tectos de sus propias vidas, empieza la segunda fase.
»La segunda fase de los diálogos refuerza las destrezas de los
participantes para alcanzar la autosuficiencia y el liderazgo eficaz,
empezando por el liderazgo de su propia vida. Desarrollar una visión
positiva de uno mismo, de la propia familia y de la comunidad es el
primer paso. Este diálogo puede destapar las creencias y valores que
debilitan a la persona, como la búsqueda de la recompensa inmedia-
ta, el cumplir por cumplir, falta de lucha y perseverancia, lo que pro-
voca que la persona se amolde a las circunstancias no importa cuáles
sean éstas, fijarse objetivos difíciles de cumplir y poco realistas,
adoptar para uno las visiones consumistas. Discutiendo sus propios
puntos de vista, los participantes aclaran sus conceptos sobre calidad
de vida. ¿Qué es la calidad alta de vida?, ¿cuál es su apariencia?,
¿son imágenes, sonidos, colores, sensaciones…? Definición de la
calidad alta de vida, personal, familiar y comunitaria y cuáles son los
elementos que deben estar presentes. Después de verbalizar sus pun-
tos de vista, los participantes hacen su propia planificación estratégi-
ca de cómo alcanzarla. ¿Qué elementos deben estar presentes para
una comprensión adecuada? ¿Cuáles de esos elementos proporciona-
rían alta calidad de vida con menos tiempo y costo? ¿Cómo paso de
mi estado de vida actual a una vida de más calidad con la mayor efi-
cacia y eficiencia? ¿Cuál es mi objetivo para hoy, mañana, el próxi-
mo mes y el próximo año? ¿Cuáles son las cualidades personales
que me pueden ayudar mejor a lograr mi objetivo? ¿El humor, la pa-
ciencia, la disciplina, la flexibilidad, el compromiso…?
133
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
— El logro de metas:
134
5. Dinámica del Trabajo
Social Comunitario
1. Introducción
Desde una perspectiva histórica, la generación de las situaciones de pobre-
za y exclusión social, al igual que el desarrollo de la ciudadanía democráti-
ca y el Estado del Bienestar, constituyen dos procesos complejos en los que
influyen las decisiones individuales y la configuración estructural de nues-
tras sociedades. A menudo, la pobreza material, resultado de un complejo
proceso de acumulación de desigualdades, va unida a lo que podemos de-
nominar la pobreza relacional y comunitaria: colectivos desestructurados,
sin capacidad de acción colectiva, sin capacidad de tomar conciencia de su
situación y actuar comunitariamente para detectar sus problemas y estable-
cer estrategias para resolverlos.
Desde la psicología comunitaria (Montero, 2004) y desde el trabajo co-
munitario aplicado a diversos sectores (salud, educación, igualdad entre
hombres y mujeres, etc.), el fortalecimiento de los vínculos comunitarios,
la toma de conciencia personal y colectiva sobre las propias necesidades y
la mayor efectividad de cualquier propuesta de reforma que surge desde los
propias personas que las padecen se han constituido en objetivos básicos
para poder afrontar retos que de otro modo difícilmente pueden resolverse.
En este sentido, la articulación de las sociedades democráticas en torno al
concepto de ciudadanía también ha supuesto un cambio estructural, un re-
descubrimiento del otro, sea varón, mujer, o de otra etnia, como sujeto au-
tónomo y con derechos. Y precisamente porque la democracia se configura
135
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
estático, que puede analizarse y resolverse de una vez para siempre, ni pue-
de analizarse la evolución de una comunidad como un aspecto ajeno al pro-
blema y a su solución. Las transformaciones que se experimentan a lo largo
de la acción de la comunidad afectan al mismo núcleo de la actividad del
trabajador social comunitario y redefinen el objeto de la intervención al si-
tuar de otro modo a las personas y a la comunidad. A lo largo del proceso
del Trabajo Social Comunitario, el fortalecimiento personal, grupal y co-
munitario se proyecta en nuevos desafíos que la comunidad puede afrontar
de forma independiente de la función que ha desempeñado durante el pe-
riodo planificado por el trabajador social.
El punto de partida de nuestro modelo de dinámica comunitaria es el si-
guiente: la acción comunitaria permite resolver problemas estructurales
que de otro modo no pueden solventarse. Al cohesionarse la población, al
generarse vínculos, al aumentar el nivel de confianza en su esfuerzo colec-
tivo, al desarrollar su capacidad de autocomprensión y de autodiagnóstico
sobre las circunstancias en las que discurre su vida, y sobre su propia diná-
mica comunitaria, como base para una estructuración ética de la sociedad
en torno a lo que podemos denominar el principio de la cooperación al-
truista: el entorno cambia.
El desarrollo comunitario es fundamental, ya que es en la interacción
dentro de la comunidad donde se desarrollan las actitudes necesarias para
establecer las bases de una vida digna: altruismo, honradez, sentido de lo
comunitario, respeto a los otros y capacidad de actuar colectivamente para
afrontar retos comunes. En este sentido, «las comunidades son la fuente de
los valores éticos que hacen posible una vida ética saludable» (Giddens,
2001: 73). Una ciudadanía democrática se asienta en el respeto a los otros,
en el reconocimiento en las discrepancias y en la lógica de la participación
para organizar de determinada forma nuestras relaciones personales, grupa-
les, comunitarias y sociales, desarrollando un modelo de Estado y de mer-
cado en el que sea posible ejercer los derechos y las potencialidades pro-
pias de un ciudadano. No sólo que se respeten los derechos, sino que
puedan ejercerse las potencialidades que los animan, de forma que poda-
mos vivir desarrollando nuestras capacidades y persiguiendo nuestras me-
tas en un equilibrio precario pero estable, amparado en el respeto mutuo y
en la igualdad ante la ley, con el resto de personas de nuestro entorno.
En este sentido, el primer paso para caminar hacia sociedades plenamen-
te democráticas consiste en el desarrollo de vínculos entre las personas, en
el diagnóstico compartido ante problemas comunes, en la posibilidad de
participar y aportar como ciudadanos iguales, en la capacitación para que
podamos formar parte del diagnóstico, de la intervención y de la solución
de los problemas. Para todo ello, una escuela de participación y de convi-
vencia democrática como la que se genera en la experiencia comunitaria
adquiere cada vez mayor importancia tanto en las sociedades avanzadas, en
las que la participación a través de los partidos políticos y otras organiza-
140
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
ciones experimenta graves dificultades, sobre todo entre los jóvenes, como
en las sociedades en vías de desarrollo, en las que precisamente la atomiza-
ción de las relaciones y la ausencia de planes conjuntos favorecen una po-
breza endémica en zonas rurales y en los nuevos y viejos guetos urbanos.
Podemos decir que el Trabajo Social Comunitario responde a las principa-
les demandas de nuestro tiempo, como herramienta de autodiagnóstico,
como escuela de participación y como estrategia de acción colectiva ante
desafíos estructurales.
En nuestro modelo de Trabajo Social Comunitario, diferenciamos cinco
fases, dialécticamente relacionadas, ya que cada una de ellas afecta a las si-
guientes y redefine tanto la dinámica como el sujeto (la propia comunidad
que evoluciona) y el objeto (el reto, problema u oportunidad que se quiere
afrontar) (gráfico 5).
141
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
En esta fase, los riesgos que detecta el trabajador social comunitario deben
cotejarse con la percepción que la comunidad tiene de sí misma, para poder
llegar a un autodiagnóstico que permita la vinculación de toda la población
con la mejora de sus condiciones de vida. Algunos riesgos son obvios, res-
ponden a situaciones de precariedad laboral, económica, familiar o institu-
cional extrema. Otros riesgos son en principio invisibles: tienen que ver con
el deterioro progresivo de las condiciones de vida, aunque todavía no sean
visualizadas por parte de aquellos que las padecen. Podemos poner dos
ejemplos sobre esta cuestión:
Salud pública Carencia de agua potable Mayor capacidad de organización para afrontar los riesgos
Carencia de medicamentos Mejor distribución de los recursos, asumidos comunitariamente
Carencia de personal sanitario Mayor capacidad de diagnosticar las causas de la situación que se quiere
Carencia de letrinas corregir, tanto por pautas de comportamiento de la propia comunidad
Difícil acceso a los establecimientos de salud como por factores externos
Desnutrición crónica Mayor capacidad de presión ante las instituciones
Enfermedades endémicas Aumento de la solidaridad y la cohesión de los miembros de la comunidad
Jóvenes Deterioro de las expectativas de integración social Integración social y recuperación de habilidades sociales básicas a través
Fracaso escolar de experiencias comunitarias
Desempleo, precariedad y/o empleos de bajo salario Toma de conciencia sobre la importancia de la acción comunitaria para lo-
Desestructuración familiar grar una respuesta de las instituciones
Aislamiento y desintegración social Internalización a través de experiencias comunitarias de valores que permi-
Consumo de sustancia psicoactivas tan superar posibles adicciones
Género Desempleo, precariedad y/o empleos de bajo salario Recuperación de la autoestima, las relaciones sociales y las redes de solida-
Violencia de género ridad
Desestructuración familiar Creación de movimientos comunitarios para afrontar la discriminación en el
Discriminación mercado de trabajo y en el hogar
Atención a mayores y enfermos Redes de solidaridad para afrontar las consecuencias del cuidado de mayo-
res y dependientes
Mayor capacidad de movilización ante las instituciones para reclamar polí-
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo
ticas específicas
XXI
Degradación urbana Creación de guetos Recuperación de los barrios mediante políticas integrales de rehabilitación
Desestructuración social, anomia y comportamientos basadas en la movilización de la ciudadanía
disruptivos
Delincuencia Recuperación de los vínculos sociales y las redes de solidaridad tanto en-
Infravivienda tre la población en general como entre colectivos específicamente afecta-
dos
Desarrollo de programas de integración que recuperen a los menores de la
vida de la calle y permitan afrontar colectivamente los retos que genera la
delincuencia
Degradación Pérdida del entorno Recuperación de un modelo de desarrollo sostenible basado en la moviliza-
medioambiental Peores condiciones sanitarias ción de la ciudadanía
Mayor incidencia de enfermedades Aumento de la capacidad de autoorganización, gestionando mejor los re-
Destrucción de los medios de vida y la cultura de la po- cursos que tiene la comunidad para mejorar sus condiciones sanitarias
blación Articulación de movimientos comunitarios para reclamar ante instituciones
públicas y privadas un cambio de modelo de desarrollo
Defensa de la cultura y la forma de vida tradicional ligadas a la naturaleza
Internet Aislamiento y pérdida de relaciones sociales en el mun- Mejora de las habilidades sociales relacionales a través de metodología de
do físico Trabajo Social Comunitario en Internet
Suplantación de la personalidad en el mundo virtual Mayor capacidad de movilización y de acción comunitaria a través de Inter-
Deterioro de las habilidades sociales necesarias para in- net como nuevo medio de expresión y nuevo medio de presión ante las ins-
teraccionar con los demás y establecer vínculos comuni- tituciones
tarios Posibilidad de crear comunidades virtuales en las que se integran personas
que viven aisladas o en entornos muy lejanos pero que a través de Internet
pueden participar en una dinámica de acción comunitaria, recuperando ha-
bilidades y experimentando los efectos positivos de la vida comunitaria
153
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
155
156
Cuadro 5. Conociendo nuestra comunidad: el entorno
Geografía Ubicación
Características físicas del entorno
Vías de comunicación
Porcentaje de infravivienda
Guetos y chabolismo vertical
Salud Equipamientos sanitarios disponibles
Niveles de mortalidad infantil
Enfermedades endémicas en el entorno
Personal sanitario disponible
Carencias formativas de la población en el ámbito de la salud
Acceso a medicamentos y tratamiento hospitalario
Educación Analfabetismo
Fracaso escolar
Distribución de la población según el nivel de estudios
Colegios, institutos y otros centros educativos accesibles en
la zona
Características de la política educativa en la zona
157
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
158
Cuadro 6. Conociendo nuestra comunidad: actores sociales
Diagnóstico
Actores sociales Características Funciones
Trabajador
Comunidad
social
ONGs Financiación
Personal cualificado
Duración temporal de los proyectos que realizan en
la zona
Implicación con la población
159
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
160
Cuadro 7. Conociendo nuestra comunidad: densidad relacional y movilización
colectiva
Diagnóstico Diagnóstico
Dimensiones Características del trabajador comunitario
social
Capacidad de negociación Esperan pasivamente a recibir lo que les asignan las instituciones
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo
161
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
162
5. Dinámica del Trabajo Social Comunitario
Descripción detallada de los Personal que aportan las ins- Relación de tareas a realizar, Duración temporal del proyecto Establecer mecanismos de eva-
riesgos y problemas y análisis tituciones que financian la tanto dentro de la comunidad Distribución temporal de las luación continua. Por ejemplo,
de sus raíces y las causas que actividad como en la movilización de la actividades en un proyecto anual, estable-
los originan Personal disponible en la co- comunidad como tal ante las cer una sesión de evaluación
munidad instituciones cada mes que permita analizar
Organizaciones y líderes de Distribución de tareas según el proceso y reorientarlo en re-
opinión con los que se puede la formación, habilidades y lación con las metas propues-
contar competencias de las diversas tas
Elaboración de un catálogo de personas que intervienen en Fijar reuniones tanto sectoria-
los medios y recursos materia- el proyecto les como de la comunidad
les que se necesitan para po- Tareas relacionadas con el como tal para presentar los
der realizar el proyecto fortalecimiento de las cone- resultados provisionales y fa-
xiones entre las diferentes vorecer la implicación colec-
personas y grupos implicados tiva
en el proyecto Establecer una sesión de eva-
luación final
la primera fase del proyecto por toda la comunidad; por eso, al eva-
luarlos, la comunidad se encuentra con su propia imagen, se auto-
diagnostica mejor y puede percibir de forma correcta su propia di-
námica interna de desarrollo.
— Analizar el nivel de densidad relacional alcanzado. En el Trabajo So-
cial Comunitario, no se trata solamente de lograr un objetivo movili-
zando a la comunidad. Se trata de capacitar a la comunidad para de-
batir y seleccionar objetivos, proyectos y tareas colectivamente.
Aumentar la densidad relacional, la cohesión y la coordinación entre
las diversas personas que la componen en torno a un objetivo exter-
no a la comunidad (reclamar ante las instituciones) o ante un objeti-
vo interno (organizarse para mejorar las condiciones de vida y los
recursos educativos de los menores en un entorno determinado) es
una meta básica en cualquier intervención profesional en el ámbito
que nos ocupa. ¿Cómo hacerlo? Contrastando los datos que obtenía-
mos en el diagnóstico inicial (cuadro 7) con los resultados que pode-
mos observar al final del proyecto, en la sesión de evaluación. En
este sentido, al analizar las dimensiones, las características, el diag-
nóstico del trabajador social y el diagnóstico de la propia comuni-
dad, habría que añadir una nueva columna en la que se especifiquen
las actividades realizadas y los logros obtenidos en cada una de las
dimensiones propuestas: nivel de participación, tipos de organiza-
ción, capacidad de gestión, capacidad de negociación y experiencia
en movilización.
— Establecer nuevos objetivos para una comunidad que ha mejorado su
capacidad de movilización colectiva. La evaluación no es un punto y
final en la vida de la comunidad. Precisamente el trabajador social
comunitario lo que persigue es mejorar las pautas relacionales para
que, ya sin una intervención tan directa del trabajador social, la co-
munidad pueda tomar conciencia de sus recursos, sus límites y posi-
bilidades y establecer estrategias colectivas que les permitan mejorar
sus condiciones de vida. Hay que tener en cuenta que en muchas
ocasiones los problemas que se afrontan se originan en pautas de
comportamiento inadecuadas de la propia población, que pueden ser
modificadas mediante su objetivación, análisis e implicación de toda
la comunidad en el proceso de cambio. Por lo tanto, la mejora alcan-
zada en un aspecto debe ser el punto de partida para seguir mejoran-
do el resto de sus condiciones de vida.
En otros problemas, cuyo origen es externo a la comunidad (de-
gradación del mercado de trabajo, crisis económica, falta de recursos
institucionales para atender la educación o la salud de la población),
la movilización de ésta, siempre persiguiendo un objetivo concreto,
no puede finalizar cuando se alcanzan algunos objetivos. Se trata de
una dinámica que debe continuar en el tiempo, fortaleciendo los la-
169
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
170
6. Ámbitos del Trabajo
Social Comunitario
1. Introducción
En nuestras sociedades complejas, vivimos inmersos en procesos de cam-
bio tecnológico, económico y social. A pesar de los efectos de la globaliza-
ción como factor de homogeneización en todo el planeta, las respuestas a
los desafíos son locales, muy diversas, y en ellas juega un papel fundamen-
tal la capacidad de organización de la población, su movilización para lo-
grar mejoras reales en sus condiciones de vida. En este entorno, el Trabajo
Social Comunitario tiene cada vez una mayor vigencia, por dos razones:
171
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
179
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180
6. Ámbitos del Trabajo Social Comunitario
Puesta en marcha y Vincularse con las organizaciones y los liderazgos formales o infor-
desenvolvimiento de la males que se dan dentro de la comunidad
acción comunitaria Formar a las personas que participan
Establecer un protocolo de comunicación que favorezca la transpa-
rencia informativa
Establecer una progresiva delegación del poder en la comunidad fa-
voreciendo su autoorganización
Novedad y creatividad
181
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
dar problemas que sólo pueden ser resueltos mediante la acción conjunta de
sus integrantes. Por ejemplo, analizar el personal disponible y formarlo
adecuadamente, estableciendo objetivos a corto, medio y largo plazo que
permitan disponer de mejores profesionales de la educación; financiar me-
joras en las escuelas, o directamente construirlas, utilizando los recursos
externos de otras instituciones públicas o privadas y los internos de la pro-
pia comunidad; establecer vías de acceso a dichas escuelas, organizando ru-
tas de transporte escolar, diseminando las escuelas por los lugares más ade-
cuados si se trata de una zona muy extensa, desarrollando sistemas de
apoyo y docencia basados en las nuevas tecnologías para así superar barre-
ras geográficas lo más rápidamente posible… A la vez, internamente, la
comunidad debe promover un mayor aprecio hacia la educación, un com-
promiso efectivo para elevar los niveles educativos de los niños, los jóvenes
y los mayores.
En este sentido, por ejemplo en países como España, los trabajadores
sociales desarrollan su actividad profesional en un contexto en el que el
sistema de educación integra a toda la población infantil; sin embargo, la
escolarización de adultos, sobre todo en el colectivo inmigrante, es un
problema no resuelto completamente en la actualidad y que exige el dise-
ño de programas interdisciplinares de formación que les permitan aumen-
tar sus conocimientos y habilidades para integrase mejor en la sociedad
española y en el mercado de trabajo (Fernández García y López Peláez,
2005). En otros lugares, los objetivos son distintos, por ejemplo, el pro-
grama de Trabajo Social Comunitario con niños desarrollado por la Fun-
dación Ludes Infantis en Bogotá (Colombia). Se trata de una fundación
sin ánimo de lucro, creada en 1999, constituida por profesionales con larga
experiencia en el trabajo con niños y niñas en situación de alta marginali-
dad. Uno de sus proyectos vigente en la actualidad tiene como objetivo
promover los recursos sociocomunitarios que prevengan la desestructura-
ción familiar y el analfabetismo, desarrollando un programa de refuerzo
escolar, biblioteca y talleres en el barrio Bella Flor de Bogotá. Los pro-
gramas de apoyo para que acudan los niños y niñas a la escuela, garanti-
zando su derecho a la educación, o para que puedan disponer de una bi-
blioteca, se basan en una estrategia de implicación de toda la comunidad
en el proyecto. Se denomina el «trueque comunitario». Consiste en un in-
tercambio de servicios. Por ejemplo, para dotar al barrio de una biblioteca.
Se trata de un espacio necesario para consultar documentación y ayudar a
los escolares, ya que los padres no podían hacerlo porque no disponían de
conocimientos necesarios, y por sus extensas jornadas laborales. La Fun-
dación presta un apoyo escolar para los menores, se compromete en la
construcción de la biblioteca y a cambio se pide a la familia que preste al-
gún tipo de servicio a la comunidad. Este servicio se orienta normalmente
a infraestructuras del barrio, como la canalización de aguas o la construc-
ción de parques (www.eduso.net/res).
188
6. Ámbitos del Trabajo Social Comunitario
189
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
193
Trabajo Social Comunitario: afrontando juntos los desafíos del siglo XXI
200
6. Ámbitos del Trabajo Social Comunitario
guir con las tareas comenzadas. Este objetivo guarda una relación directa
con el proceso de fortalecimiento o empowerment personal y comunitario,
eje de la actividad profesional de los trabajadores sociales comunitarios en
este ámbito.
• Objetivos:
• Resultados:
201
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• Evaluación:
• Sostenibilidad:
• Objetivos:
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• Resultados:
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• Objetivos:
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• Resultados:
• Evaluación:
• Sostenibilidad:
• Objetivos:
• Resultados:
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6. Ámbitos del Trabajo Social Comunitario
• Evaluación:
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