Conducta Bleger

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José Bleger - Psicología de la Conducta

La conducta como fenómeno central en la psicología. Nuestro estudio de la conducta se


hace en función de la personalidad y del inseparable contexto social, del cual el ser humano es
siempre integrante; estudiamos la conducta en calidad de proceso y no como "cosa", es decir,
dinámicamente. Mowrer y Kluckhohn enumeran cuatro proposiciones "mínimas esenciales" a
saber:
1. La conducta es funcional. Por funcional se entiende que toda conducta tiene una finalidad:
la de resolver tensiones.
2. La conducta implica siempre conflicto o ambivalencia.
3. La conducta sólo puede ser comprendida en función del campo o contexto en el que ella
ocurre.
4. Todo organismo vivo tiende a preservar un estado de máxima integración y consistencia
interna.

Coinciden en estos cuatro puntos el psicoanálisis, la antropología social y la psicología del


learning. El psicoanálisis ha demostrado la continuidad entre los fenómenos normales y
patológicos de conducta; la antropología social tuvo una gran influencia en esta aceptación de
la conducta, como estructura unitaria, al romper la distinción categórica entre sociedades
"civilizadas" y "salvajes"; la psicología del learning ha contribuido a integrar nuestra
comprensión de los atributos y capacidades, vistos como únicamente "humanos", y las
características de conducta manifestadas por el mundo "animal".
Los aportes con que se cuenta en la psicología contemporánea son copiosos y contradictorios.
Aquí desarrollamos nuestra perspectiva de que la conducta es la unidad de estudio de toda la
psicología y de todas las escuelas; no que lo será, sino que ya lo ha sido. Sean cuales fueren
los fundamentos teóricos y los "modelos" de pensamiento empleados, todas las corrientes y
todos los campos psicológicos han estado estudiando consciente o inconscientemente la
conducta. Esa unidad de la cual todos han partido es multiforme y contradictoria, en constante
devenir. Por ello, lo que intentamos en nuestro estudio presente es una dialéctica de la
conducta, de la que las distintas escuelas han tomado sólo fragmentos diferentes y con ello
han distorsionado las relaciones reales entre los momentos del proceso dialéctico único.
Unidad y pluralidad fenoménica de la conducta
Desde antiguo se reconocen en el ser humano dos tipos distintos de fenómenos, a los que
pueden reducirse todas sus manifestaciones. Uno es concreto, aparece en el cuerpo y en
actuaciones sobre el mundo externo; aunque nunca puede existir una acción sobre un objeto
sin que concomitantemente ocurra una modificación o movimiento del cuerpo, puede suceder
que uno u otro sean, en momentos distintos, lo más importante. Así, consideramos una
conducta concreta corporal cuando se trata, por ejemplo, del enrojecimiento o palidez de la
cara, mientras que calificamos de conducta concreta en el mundo externo a, por ejemplo,
concurrir a un sitio, conducir un automóvil, aunque para ello se necesite lógicamente de las
modificaciones corporales. Otro tipo de conducta incluye todas aquellas manifestaciones que
no se dan como acciones materiales y concretas sino de manera simbólica; estas últimas son
los fenómenos reconocidos como mentales.
Estos son los fenómenos de conducta de los que siempre se ha partido en el estudio
psicológico. Las diferencias doctrinarias derivan todas, no de la psicología misma, sino de
aplicar a la psicología doctrinas científicas e ideologías que toman selectiva y preferentemente
sólo algunos de estos fenómenos y los relacionan de una manera dada, o bien olvidan o
postergan los fenómenos reales reemplazándolos por abstracciones o entes de los que hacen
depender los fenómenos menos reales (alma, espíritu, etcétera); en esta última forma se
procede no ya sólo en el campo religioso o metafísico, sino en el mismo campo científico. Por
ejemplo, existen fenómenos que llamamos mentales; de ellos se deriva el concepto abstracto
de "mente", que pasa muy pronto a tener independencia y vida propia, de tal manera que el
fenómeno concreto está contenido o resulta de un hipotético funcionamiento de una
abstracción, instituida en entelequia. Para nosotros hay fenómenos mentales, pero no hay una
"mente"; hay fenómenos y valores espirituales, pero ello no implica que haya un espíritu.
En esta forma, los dos tipos de fenómenos (concretos y simbólicos) dieron lugar a un dualismo
sustancial; de la pluralidad fenoménica se hizo una trasposición a un dualismo sustancial. Es
como si se describieran, por ejemplo, el rayo y el trueno no como fenómenos ligados a un
mismo suceso, sino dependiente cada uno de ellos de una especial y particular categoría
sustancial, entre las cuales se postulan correlaciones muy complejas y discutidas. Este tipo de
trasposición idealista procede de la religión (y de la organización social que la sustenta); tiene
una línea de evolución que está ligada a la mitología, donde se hacía depender el rayo y el
trueno cada uno de un dios particular, y la aparición de los fenómenos se describía no como
fenómenos, sino como una lucha entre el dios del rayo y el dios del trueno.
Para nosotros, la pluralidad fenoménica tiene su unidad en el fenómeno de la conducta misma,

Fig. 1. Áreas de la conducta: 1) área de la mente; 2) área del cuerpo; 3) área del mundo
externo

en el funcionamiento altamente perfeccionado del sistema nervioso central, y en el ser humano


considerado siempre como persona en cada una de sus manifestaciones, vinculado en su con-
dición humana al medio social.
Siguiendo a Pichón Riviére, representamos los tres tipos de conducta como tres círculos
concéntricos y los enumeramos como uno, dos y tres, que corresponden respectivamente a los
fenómenos mentales, corporales y los de actuación en el mundo externo. El mismo autor,
estudiando muy detalladamente este esquema y su dinámica en psicología y psicopatología, ha
llamado a estos círculos las Áreas de la conducta.
Coexistencia y preponderancia de las áreas de la conducta
La conducta siempre implica manifestaciones coexistentes en las tres áreas; es una
manifestación unitaria del ser total y no puede, por lo tanto, aparecer ningún fenómeno en
ninguna de las áreas sin que implique necesariamente a las otras dos; por lo tanto, las tres
áreas son siempre coexistentes. El pensar o imaginar —por ejemplo— (conductas en el área
de la mente) no pueden darse sin la coexistencia de manifestaciones en el cuerpo y en el
mundo externo y -respectivamente- también a la inversa.

Fig. 2. Preponderancia y coexistencia de las áreas de la conducta


Esta permanente coexistencia de las tres áreas no excluye el predominio de alguna de ellas en
un momento dado, predominio que permite calificar a la conducta como perteneciente a cada
una de las tres áreas.
Conviene desde ya adelantar que constituye un error suponer que a cada área de conducta
corresponda una ciencia particular, a saber: la psicología al área de la mente, la biología para
la conducta en el área del cuerpo y la sociología para las manifestaciones en el área del mundo
externo. Este criterio tan erróneo ya no puede ser en la actualidad seriamente sustentado por
nadie. Estas tres ciencias se pueden y deben aplicar a todas las manifestaciones del ser
humano, sea cual fuere el área de predominio o de manifestación, de la misma manera que un
mismo objeto puede ser estudiado tanto por la física como por la química; no hay, por lo tanto,
en el ser humano sucesos que deban ser estudiados exclusivamente por una ciencia o que
sean del dominio exclusivo de un solo campo científico.

Áreas de la conducta y las "partes del alma"


Platón distinguió tres partes del alma, y en esta forma designó, en realidad, tres tipos de
fenómenos psíquicos: la parte concupiscente, la irascible y la racional, cada una de las cuales
tenía un lugar propio en el cuerpo: el vientre, el corazón y la cabeza, respectivamente. Al
respecto, ya Demócrito había creído que el pensamiento asienta en la cabeza, la ira en el
corazón y los apetitos en el hígado.
Aristóteles reconoce también tres partes en el alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva; la
primera es común a todos los seres vivos, la segunda a toda la serie animal_ y sólo la tercera
es peculiar y privativa del hombre. Esta división de Aristóteles es la que se sigue en toda la
Edad Media, y su influencia perdura aún en nuestros días.
Kant; basado en Tetens y Mendelssohn, dividió las actividades psíquicas en: conocimiento,
sentimiento y voluntad, y esta división predomina aún en la actualidad: intelecto, afecto y
voluntad.
Si se examina con cierto detenimiento, veremos que cada una de esas partes del alma, del
psiquismo, no significan otra cosa que las distintas áreas de la conducta. Y no puede ser de
otra manera, porque todas estas divisiones han partido siempre de la conducta real y concreta,
de la experiencia del ser humano y de su quehacer social.
La afirmación de que se hallan presentes siempre las tres áreas en toda manifestación de
conducta corresponde al hecho de que no se pueden dar fenómenos afectivos sin los

intelectuales y volitivos, y viceversa.


Conducta y situación
La psicología, como otras ciencias, ha considerado al hombre en forma aislada, y a todas sus
manifestaciones como productos, atributos o propiedades inherentes a la condición "natural"
del hombre. Este enfoque es la lógica extensión a la psicología del supuesto filosófico de que
cada sustancia se caracteriza por sus atributos y, por lo tanto, cada objeto posee propiedades
peculiares que sólo dependen de él, de su "naturaleza".
Este enfoque ha entrado, sin embargo, progresivamente en crisis, porque las cualidades de
todos los objetos dependen no sólo de la "naturaleza" del objeto, sino que son siempre
cualidades relativas, que emergen de las relaciones que se establecen en un momento dado.
Las propiedades de los objetos sólo pueden ser definidas en función de un relativismo: el de
las condiciones en las que existen en un momento dado. Y esto es vigente para todas las
ciencias; un objeto duro lo es a determinada temperatura, presión y humedad de la atmósfera;
en condiciones distintas puede ser blando. Un objeto de un color puede ser de un color
totalmente distinto en condiciones diferentes. El aire es gaseoso, pero lo es a determinada
presión y temperatura; modificando adecuadamente esas condiciones el aire puede ser líquido.
El que contemos con condiciones relativamente estables hace que, en general y para un
determinado sector del desarrollo de la investigación, las modificaciones relaciónales no
cuenten, pero sobrepasado un límite ya no se puede continuar la investigación sin tomar en
cuenta este relativismo. En psicología estos hechos son, sin embargo, de una gravitación
fundamental: la conducta de un ser humano o de un grupo está siempre en función de las
relaciones y condiciones interactuantes en cada momento dado.
En una oportunidad en que se trataba de estudiar en una escuela el juego de los niños durante
el recreo, se adujo que la presencia de un observador durante los recreos alteraría el juego
natural de los niños. Es evidente que las observaciones recogidas están en cierta medida
condicionadas por la presencia del observador, pero nada justifica llamar condiciones naturales
a la situación habitual en la que no hay observador. Se hace en estos casos una trasposición
de lo que es habitual a la condición de natural, de algo ya dado en la naturaleza de los hechos.
El juego de los niños en condiciones habituales depende de todas las condiciones que también
son relativas, pero que por habituales pasan inadvertidas, tomando en cuenta solamente al
objeto de estudio abstraído de la situación total.
Para estudiar un fenómeno debemos, entonces, hacerlo en función de sus relaciones, en un
momento dado. En el ejemplo anterior del juego de los niños durante el recreo, debemos
estudiar en este momento, a estos niños, en este recreo y en esta escuela. Ya no es el estudio
de un hecho, suceso u objeto aislado tomado "en sí", sino en las relaciones y condiciones de
interacción en cada momento dado. Esto rige, por ejemplo, también en el campo de los
productos químicos y su utilización terapéutica. Un derivado barbitúrico no tiene propiedades
farmacológicas y químicas por su "naturaleza" exclusiva; es decir, su propiedad de ser
hipnótico no sólo depende de la droga sino, además, de las condiciones del organismo y de la
relación transferencial con quien la administra; un cambio en esos factores puede hacer que la
droga excite y despierte en lugar de dormir, así como una droga puede provocar dolor de
cabeza cuando, en otras condiciones, la misma droga lo calma. Seguramente que toda la
farmacología debe ser revisada en función de considerar las propiedades, no sólo como
inherentes a la naturaleza de un producto, sino como emergentes de una Gestalt.
Esta diferencia, que Lewin ha presentado como un pasaje del pensamiento aristotélico al
pensamiento galileano, es de suma importancia para la psicología contemporánea. La
conducta del ser humano no es ya una cualidad que emerge de un algo interior y que se
despliega en un afuera; no hay que buscar en un "adentro" lo que se manifiesta "afuera". Las
cualidades de un ser humano derivan siempre de su relación con el conjunto de condiciones
totales y reales. El conjunto de elementos, hechos, relaciones y condiciones constituye lo que
se denomina situación, que cubre siempre una fase o un cierto período, un tiempo.
Lalande define la situación como el "término empleado por. algunos filósofos contemporáneos,
especialmente por Dewey, para designar en lenguaje neutro, tal fase determinada de la
experiencia, cierto conjunto típico de condiciones concretas, que constituyen o determinan tal
estado de la actividad". En forma coincidente, Fairchild incluye la siguiente definición: "La
totalidad de factores, internos y externos, orgánicos y ambientales, de importancia para la
conducta que se investiga, tales como aparecen a un observador en un análisis científico
objetivo." Von Uexküll introdujo el término Umwelt para designar así al mundo circundante que
es el producto del organismo, pero como se lo confundió con el milieu que es lo que rodea en
forma inmediata al organismo, el mismo autor lo reemplazó por Merkwelt (mundo perceptible)
con lo cual designa el mundo especial que tiene cada organismo, formado por lo que él recoge
o percibe del mundo exterior.
Los seres humanos estudiados en psicología, sea en forma individual o grupal deben serlo
siempre en función y en relación estrecha con el contexto real de todos los factores concretos
que configuran la situación. No es lo mismo referirse al hombre de la era industrial que al de la
esclavitud, y no es lo mismo en la era industrial un período de crisis y desocupación que otro
de prosperidad. Tampoco son idénticas las situaciones de distintas épocas de la vida de un
mismo individuo ni las de sus distintas actividades, incluso en el curso del mismo día; no es
totalmente el mismo ser humano ni son las mismas las condiciones exteriores.
Campo de conducta
La situación comprende y ubica los fenómenos que queremos estudiar en un marco demasiado
amplio, y aunque constituye un concepto necesario y útil, se plantea la exigencia metodológica
de reducir su amplitud para poder estudiar los fenómenos con mayor precisión; esta necesidad
se llena satisfactoriamente con el concepto de campo. Este último no es otra cosa que la
situación total considerada en un momento dado, es decir, es un corte hipotético y transversal
de la situación.
Se define un campo como el conjunto de elementos coexistentes e interactuantes en un
momento dado. El concepto proviene de la física, donde fue Introducido por Faraday, Maxwell,
Hertz y traído y estudiado en la psicología especialmente por K. Lewin, quien da la siguiente
definición: "Totalidad de hechos coexistentes concebidos como mutuamente
Interdependientes". Por hechos interdependientes se entienden personas y objetos.
El campo es dinámico, se está permanentemente reestructurando y modificando, por lo cual el
estudio de un campo como un corte es siempre un artificio, que se puede obviar en gran
medida con el estudio de campos sucesivos y continuos. Incluye siempre, como uno de sus
elementos integrantes, al sujeto o partes de su personalidad (Yo).
• La conducta es siempre el emergente de un campo, emergente que puede recaer en forma
predominante sobre el individuo o sobre los otros elementos que lo integran. La parte del
campo o de la situación que rodea al individuo se denomina entorno o medio, reservándose la
designación de medio ambiente para el entorno social, humano.
La relación sujeto-medio no es, entonces, una simple relación lineal de causa a efecto entre
dos objetos distintos y separados, sino que ambos son integrantes de una sola estructura total,
en la que el agente es siempre la totalidad del campo y los efectos se producen también sobre,
o dentro de él mismo, como unidad. La conducta es, así, una modificación del campo y no una
mera exteriorización de cualidades internas del sujeto ni tampoco un simple reflejo o respuesta
lineal a estímulos externos.
Todo campo y toda situación son siempre originales y únicos, en el sentido de que no se
repiten jamás totalmente de la misma manera.
Campo y ámbito
Hemos desarrollado el concepto de que toda conducta se da siempre. en un campo y hemos
distinguido en este último subestructuras, alguna de cuyas relaciones hemos estudiado. El
campo es siempre una delimitación en el espacio y en el tiempo del fenómeno que se estudia.
Otra delimitación, metodológicamente necesaria, es la que se hace en función de la amplitud
con que se considera el suceso humano que se analiza. Con gran frecuencia se mezclan
conclusiones derivadas de ámbitos como totalmente excluyentes. Otro hecho frecuente es el
no reconocer las diferencias entre campo y ámbito. El primero se refiere a la totalidad de los
elementos que interaccionan en un tiempo dado, pero es la amplitud de esta totalidad la que
permite reconocer los diferentes ámbitos.
Todos los fenómenos y objetos existentes en la naturaleza están siempre en relación, como
totalidad única, y un conjunto de elementos puede ser tomado para su estudio con una
amplitud variable. Esta es una de las características fundamentales del ámbito, el cual tiene
aún otra particularidad: la de que no se refiere ni abarca todos los elementos y fenómenos, sino
que se refiere a la amplitud de los sucesos y vínculos humanos. Un individuo puede ser
estudiado en forma aislada, pero el estudio puede igualmente recaer sobre conjuntos de
individuos o bien sobre fenómenos aún más amplios como las conductas, normas y pautas,
consideradas como instituciones sociales.
2. División del ámbito
Según la extensión o amplitud con la cual se estudia un fenómeno, se pueden reconocer tres
tipos de ámbitos:
a) Ámbito psicosocial: es aquel que incluye un solo individuo, que es estudiado en sí mismo,
autónomamente; es el encuadre adoptado por todo el conjunto de la psicología tradicional. El
estudio de un individuo, a través de todos sus vínculos o relaciones interpersonales, pertenece
también al ámbito psicosocial, pero el análisis se centra siempre en el individuo.
b) Ámbito socio dinámico: aquí el estudio está centrado sobre el grupo, tomado como unidad.,
y no sobre cada uno de los individuos que lo integran, cómo era el caso anterior.
c) Ámbito institucional: la relación de los grupos entre sí y las instituciones que los rigen
constituyen en este caso el eje de la indagación.

Fig. 8. División del ámbito


Los tres ámbitos no son excluyentes. sino que, a la inversa, todo estudio completo debe
abarcarlos a todos, en su unidad y su Inter juego, o —por lo menos— no tomar a uno de ellos
como la totalidad o confundir y superponer indiscriminadamente los fenómenos que tienen
lugar en uno y en otro. Se trata, en rigor, de un solo y único ámbito, en el cual el estudio se
puede centrar sobre el individuo, el grupo o las instituciones.
Teoría del campo de K. Lewin
En toda la exposición sobre campos y ámbitos de la conducta que hemos realizado hasta aquí,
y que utilizaremos en el libro, se han utilizado aportaciones básicas de K. Lewin, pero sin
atenernos estrictamente a sus teorías y conceptos. Por su gravitación sobre la psicología
contemporánea, creemos necesario reseñar brevemente cuáles son estos aportes, en la forma
en que han surgido en su creador.
Para K. Lewin, la persona es inseparable del ambiente, y llama Ambiente psicológico a todo lo
que rodea al individuo; el conjunto del individúo con su ambiente constituye el Espacio vital,
que contiene así la totalidad de hechos que pueden promover y condicionar la conducta; estos
hechos son sólo los existentes en un espacio y en un momento dados.
Entre todos los hechos existentes en un momento dado, el espacio vital es una parte del
mismo, constituida por la persona y su medio psicológico, tal como existe para ella; pero,
además, existe una multitud de procesos en el mundo físico o social, que no afecta el espacio
vital del individuo en ese momento, y al que se denomina Espacio no psicológico. Entre ambos
existe una tercera zona de hechos o sucesos, llamada Zona limítrofe, constituida por ciertas
partes del mundo físico o social que afectan el espacio vital.
El espacio vital de Lewin es el que nosotros hemos comprendido como campo psicológico,
incluyendo el campo de conciencia.

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