Reflexiones Sobre Niebla

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Abraham Aguilar Gutiérrez 267403 Aguilar 1

Dra. Ester Bautista Botello Tópicos de literatura comparada

Reflexiones sobre Niebla


De Unamuno, Miguel. Niebla. Ed. Mario J. Valdés. Madrid: Ediciones Cátedra (Grupo Anaya,
S.A.), 2008.

La novela Niebla es una obra repleta de elementos dignos de análisis. No sólo se muestra
como un ejercicio de metaficción ejemplar, sino que a través de ello propone concepciones
humana y poética tan particulares como notables. Ante el inmenso laberinto que es esta novela de
Miguel de Unamuno, se pecará de cauteloso (y congruente con la encomienda) atendiendo de
manera general a tres elementos de crisis específicos: el papel del escritor, la construcción de
Augusto Pérez y, la función de lo onírico. A través de estas pequeñas reflexiones se intentará
describir un primer panorama de los agentes principales de esta existencia puesta en duda titulada
Niebla.

El papel del escritor. La serpiente

Desde que Víctor Goti describe el empeño de don Miguel de Unamuno porque el primero
prologue su novela, el escritor se inserta en la ecuación. De inicio, la novela exige que se distinga
al Miguel de Unamuno de carne y hueso del contenido en las páginas del texto. A partir de este
Unamuno literal de la expresión algebraica Niebla, la figura del escritor y su rol como artífice del
texto literario se cuestionan con agudeza mordaz. La inversión de los perfiles de prologuista y
prologado, los postulados de Goti en torno a la nivola y el encuentro entre personaje y escritor
son algunos de los momentos en los que cuestiona la ontología, autonomía y ética del que
escribe. El escritor pasa de ser la fuerza omnipotente cuya presencia se limita a la portada del
libro a una crisis diegética que ilustra las implicaciones de la poética de la nivola.
Atendiendo a la pregunta: ¿cuál es el papel del escritor en Niebla?, la respuesta se
refracta. Artificio narrativo, metacognición literaria, puesta en duda de la existencia misma; si
bien las respuestas anteriores no son incorrectas, para la presente interpretación encajaría la de
crisis metaficcional. La diégesis se desarrolla con su creador dentro, y éste escribe la novela
desde ahí para volverse a encontrar entre sus líneas. El Miguel de Unamuno de la novela en
cuestión es el elemento revelador del Uroboros que es la novela, un difuminador de los límites
Aguilar 2

del hecho comunicativo que compele al lector a aceptar a Niebla como un texto que se desborda
dentro de sí, y al mismo tiempo se engulle.

La construcción de Augusto Pérez. Las escamas

Para que el laberinto funcione, alguien se necesita perder. El protagonista Augusto Pérez
se muestra como la alegoría de la propuesta existencial de la Niebla de Unamuno. Un hombre
ensimismado, propenso a una digresión cuestionante y falto de motivo es el perfil ideal para que
el protagonista pase del sopor total a la consciencia del sueño.
Con la diégesis desarrollada gracias a una aparente casualidad, la naturaleza de Augusto
se revela como vaga, incompleta, sin alma. Tanto las actitudes de Augusto como los comentarios
de Víctor y Eugenia presentan un retrato incierto de la existencia del huérfano Pérez. Para vivir,
el protagonista sólo tiene el recuerdo y el pensamiento.
A partir del capítulo XXX, la existencia irónica de Augusto revela su carencia de telos y
cae en crisis. El protagonista desmoronado ante su incierta naturaleza termina por ir al encuentro
de su creador. La locura de la revelación de ser un personaje de ficción, no muerto ni vivo, no
despierto ni soñando, recibe una desesperada súplica que ilustra una posición ante la existencia.
La negativa de Unamuno a “sacar de la niebla” a Augusto se debe más a incapacidad que a
elección. Ambos se encuentran en la niebla de la nivola que, a su vez, propone ser sólo un
elemento de un ejercicio nivolesco mayor.

La función de lo onírico. Los ojos

La puerta falsa del laberinto es una y todas a la vez. La trampa epistemológica que
describe la difuminación entre sueño y vigilia permite que Augusto, Unamuno, Niebla, la
serpiente, se devoren a sí mismos. La aparente claridad (aunque sumida en juego) que el prólogo
y postprólogo presentan al inicio de la novela se derrumba cuando Augusto Pérez se enfrenta a la
existencia como niebla. Esta situación destruye la dominación del factor privilegiado de la
antinomia occidental en todas sus variantes: ser/no ser, vida/muerte, realidad/ficción,
vigilia/sueño, etc. La incapacidad de distinguir entre ambas, de disipar la bruma, porque esa
misma es la existencia que termina por desbordar la novela y hacerla nivola.
Aguilar 3

Teniendo en cuenta las anteriores reflexiones, el ejercicio nivolesco parece esclarecerse.


A diferencia del texto novelístico regido por las normas de género y muchas más desarrolladas en
la tradición literaria, la nivola opta por el caos. “Voy a escribir una novela, pero voy a escribirla
como se vive, sin saber lo que vendrá” 1 menciona Víctor poco antes de introducir la nivola. El
enmarañamiento de esta creación literaria no se entiende como artificio narrativo, sino como
condición fenomenológica llevada a la literatura. De esta manera la Niebla de Unamuno no sólo
aqueja a sus personajes, sino que nos deja velado que merodeamos en la propia.

1
Página 199 de la edición citada.

También podría gustarte