Ser Revolucionario en La Pontificia Universidad Católica: Una Desventaja Histórica. Varas, G.
Ser Revolucionario en La Pontificia Universidad Católica: Una Desventaja Histórica. Varas, G.
Ser Revolucionario en La Pontificia Universidad Católica: Una Desventaja Histórica. Varas, G.
Facultad de Educación
Curso: Fundamentos del conocimiento pedagógico Para la enseñanza en contextos educativos en
desventaja
No fue sino hasta 1967, en un periodo de alta algidez política, cuando los estudiantes de la
PUC se cuestionaron el rol público de la universidad, enmarcados en el gobierno de
Eduardo Frei Montalva y su lema de “Revolución en libertad”, en donde los estudiantes
plantearon otra manera de concebir a la UC, queriendo una casa de estudios cercana al
pueblo y en donde el estudiantado y los académicos tuvieran voz y voto a la hora de elegir
al rector (el cual era en ese entonces elegido por el Vaticano), culminando este periodo con
dos acontecimientos históricos: la primera toma de la Casa Central de la UC, y la elección
democrática del académico y arquitecto militante de la Democracia Cristiana, Fernando
Castillo Velasco como rector, quien hasta ahora, es el único rector de la universidad elegido
democráticamente.
Fernando Castillo Velasco veló por el diálogo entre rectoría, académicos y estudiantes, a
muchos egresados partícipes de las movilizaciones estudiantiles de 1967 los puso en
cargos importantes de la Universidad y fortaleció el rol público de la UC, inspirando a que
sus alumnos de arquitectura se vincularan con proyectos de viviendas sociales, como la
construcción de la Villa La Reina cuyos planos fueron realizados por alumnos de la UC en
conjunto con el entonces rector, y cuya construcción fue producto de la organización
popular (Castillo, 2004).
Todo este proceso de apertura de la Universidad hacia el pueblo realizado entre 1967-1973,
sumado también al Departamento Universitario Obrero Campesino de la Universidad
Católica, hoy conocido simplemente como DUOC UC, cuya matrícula era gratuita fue
exterminado por el Golpe de Estado y la posterior dictadura cívico-militar que terminó con la
renuncia de Castillo Velasco y la posterior designación de un rector por parte de la Junta
Militar, y sucedió lo mismo con los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la
Universidad Católica, y posteriormente se hizo el cambio de la declaración de principios en
1977 que rige a la universidad hasta el día de hoy. La Universidad se mantiene sin
profundizar en los montajes realizados por el canal que pertenecía a la UC y que los
ideólogos de la constitución que hoy más que nunca es cuestionada tanto por su legitimidad
como por su inclinación a favorecer a los super ricos ni tampoco en el rol que tuvo el
Movimiento Gremial en la persecución de sus propios compañeros, negacionismo de las
violaciones a los DDHH por parte de este movimiento y una preponderancia a una violencia
permitida por la universidad, debido a la tendencia derechista de la casa de estudios y la
prominencia de estudiantes pertenecientes a la elite chilena.
La tesis que se pretende sostener es que todos estos acontecimientos, hacen que ser
estudiante pobre y además, revolucionario en la Pontificia Universidad Católica de Chile sea
un escenario de desventaja sociocultural, tanto para el acceso a la universidad como
prácticas que desfavorecen a los estudiantes disidentes.
Desarrollo
“La acción política es la que hace posible y delimita el espacio público y la política de
participación democrática es la que desplaza permanentemente sus límites incorporando, a
los hasta entonces desconocidos, al todo que nos define” (Oliva, M. A., 2008, p. 209). La
Pontificia Universidad Católica, bajo su declaración de principios actual, realizada en
dictadura y por simpatizantes activos de esta, se ubica bajo la ideología conservadora en lo
valórico y liberal en lo económico. “El documento es el producto de una comisión de no más
de 10 profesores: el Rector, el Pro Gran Canciller, el Secretario General, tres decanos
(teología, educación y derecho) y tres profesores escogidos entre los dos primeros” (Van
Treek Nilsson, M. D., 2017).
Antes de esto, en la PUC se realizó una reforma universitaria impulsada por estudiantes de
centroizquierda quienes querían que a universidad tuviera un verdadero rol público
comprometido con el pueblo y que el proceso de designación de las autoridades fuera con
participación de estudiantes y académicos (Castillo, 2004), culminando con la elección de
Fernando Castillo Velasco como el único rector hasta ahora elegido de esta manera.
Luego del golpe de estado orquestado por las fuerzas armadas y apoyado por civiles,
Castillo Velasco tuvo que renunciar a la rectoría y así los avances por una UC abierta a la
comunidad y democrática se vieron mermados. Jorge Swett, militar, fue designado por la
Junta para ejercer la rectoría de la universidad. El cardenal Raú Silva Henríquez, Gran
Canciller de la UC y Arzobispo, tuvo conflictos con rectoría debido a que lideraba la Vicaría
de la Solidaridad, que daba asistencia y protección judicial a los perseguidos por el régimen,
acción que no era de agrado de los golpistas ni del rector designado, quien solicitó el relevo
de Silva Henríquez a la Santa Sede como Gran Canciller, designando a un “pro-gran
canciller” afín a la dictadura. Silva renunció al arzobispado en 1983 por motivos de edad.
(BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE)
Hacia fines de los 80’ y acercándonos al final de la dictadura, se permitió las elecciones
democráticas de la FEUC, ganando varias veces la Democracia Cristiana. Sin embargo, el
legado dictatorial en la UC sigue, y podemos ver que es un reflejo potente y una
demostración activa del legado de lo ocurrido entre 1973 y 1990.
El movimiento político que lidera a la UC es el Movimiento Gremial, movimiento
abiertamente pro dictadura, negacionista acerca de las violaciones a los DDHH tanto en el
régimen militar como en la revolución del 18 de octubre, además de ser abiertamente
homofóbico y transfóbico, y de ser anticomunistas, esto es demostrado en las declaraciones
realizadas después del estallido social, en donde se enfocan en las perdidas materiales en
vez de las víctimas de violaciones a DDHH, y no mostrando solidaridad con sus
compañeros de casa de estudios que sufrieron apremios ilegítimos.
Además, la Universidad Católica sigue siendo una universidad de élite, a pesar de las becas
y la gratuidad, el costo de los aranceles y además, el prejuicio existente desde la externa de
considerar a la UC como una institución de clase acomodada, hace que el pueblo tenga
temor de acceder a esta casa de estudio por la discriminación que se puede vivir siendo el
otro, el extraño, entendido este concepto según Duschatzky y Skliar (2001) como la fuente
de todo mal, ligado a un estereotipo vinculado con la opresión.
Algunos podrán decir, que la Universidad tiene mecanismos inclusivos para las personas en
situación de desventaja, como los programas PACE, Talento e Inclusión y PIANE. Sin
embargo, si no encajas en los estándares conservadores y católicos, se te aísla y se te
invisibiliza. Ejemplo de esto es la imposición de tomar ramos teológicos, lo cual es una
transgresión a las personas que son parte de pueblos originarios, por ejemplo, entonces no
podemos decir que la Universidad Católica es inclusiva si les impone a estos alumnos tomar
cursos sobre una doctrina directamente relacionada con su opresión. Los colegios necesitan
espacios de empoderamiento donde los Otros puedan encontrar los recursos y las
herramientas para enfrentar la opresión (Kumashiro, K., 2002)
Conclusión
A modo de síntesis, se puede decir que la Universidad Católica tiene mecanismos opresivos
sobre todo hacia las disidencias, y una universidad que silencia a las disidencias es una
prisión. Esta opresión viene desde la dictadura cívico-militar.
Referencias
Hijes de, S., Uzu, C. y Félix, B. (productores) y Castillo, C. (director). (2004). El país de mi
padre [documental]. Francia: Les Films d'ici.