Consequences (Saga Consequences) PDF

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Índice
Sinopsis 18 36
1 19 37
2 20 38
3 21 39
4 22 40
5 23 41
6 24 42
7 25 43
8 26 44
9 27 45
10 28 46
11 29 47
12 30 48
13 31 49
14 32 50
15 33 51
16 34 52
17 35
Sinopsis
Cada acción tiene consecuencias.

Despertando en una cama desconocida en una mansión lujosa,


Claire Nichols está asustada de descubrir que un encuentro fortuito la
condujo a las crueles manos de su secuestrador, Anthony Rawlings. Claire
no tiene idea por qué está allí, pero ha quedado absolutamente claro que
ella ahora es su adquisición y cada acción tiene sus consecuencias.

Aprende las reglas para sobrevivir.

Enfrentando las incomprensibles consecuencias, Claire debe


aprender a sobrevivir a su nueva realidad: cada aspecto de su vida
depende del magnate alto, de ojos oscuros que es un verdadero maestro
del engaño. Impulsado por demonios desconocidos, él no tiene tolerancia
para la imperfección, en ningún aspecto de su vida, incluyendo su reciente
adquisición. Anthony puede aparecer ante el mundo como un hombre de
negocios apuesto y benévolo, pero en realidad Claire conoce de primera
mano que él es un captor amenazante y controlador con reglas muy
estrictas: haz lo que te digo, el fracaso público no es una opción y las
apariencias son de suma importancia.

Cautiva al captor.

Para encajar las piezas del rompecabezas, Claire debe seguir sus
reglas. ¿El plan de ella funcionará, o Anthony será cautivado por la belleza,
resistencia y determinación de Claire, cambiando el juego para siempre? Si
eso sucede, ¿alguno de ellos sobrevivirá a las consecuencias?

Nadie lo ha hecho ni nunca escapará a las consecuencias de sus


elecciones. ~Alfred A. Montapert.

Consequences #1
1
No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente. Es
aquella más adaptable al cambio.
~Charles Darwin

Traducido por Flochi & Delilah1007

El desvanecimiento en la conciencia sucede con lentitud como hielo


derritiéndose. El agua sigue presente. Sólo cambia de forma. La mente de
Claire no podía procesar la totalidad de sus circunstancias. Sabía que
estaba despertando. Sintió la calidez de las sábanas suaves y un grueso
cobertor contra su piel, pero algo estaba mal. ¿Dónde se encontraba?

Súbitamente, el hielo se hizo líquido, y sus venas se llenaron con el


frío fluido de la condensación. Su ritmo cardíaco se intensificó mientras el
pobre músculo intentaba bombear la viscosa solución. El escozor de sus
párpados hinchados le trajo recuerdos de su llegada a este lugar. Se
esforzó por escuchar, por oír algo. El único sonido que registró fue el
incesante zumbido dentro de sus oídos. Más con curiosidad que con coraje,
abrió con cautela los ojos. Mirando la habitación, descubrió que en efecto
se encontraba sola. El momentáneo alivio causó que su pecho se apretara
y un suspiro escapó de sus labios.

Bajo otras circunstancias, pudo haber disfrutado de la increíble


suavidad de las sábanas de seda o la majestuosidad de la cama king-size.
Sin embargo hoy, a pesar de la calidez del cálido capullo, su cuerpo se
estremeció a medida que la neblina de su mente se aclaraba. Los
recuerdos de la noche pasada empezaron a surgir de las profundidades de
su inconsciencia. Tal vez todo se trató de una pesadilla. Intentó
convencerse que no fue real.

Pero si no fue real, ¿cómo llegó aquí? ¿Y dónde era aquí?

Ventanas enormes, actualmente cubiertas por cortinas doradas,


permitían la suficiente luz del sol para que sus ojos se ajustaran. Por
primera vez desde su llegada, le echó un buen vistazo a su entorno. Vio los
cuatro postes profusamente tallados de la cama. Eran exquisitos, y
mirando más allá, también lo era la habitación en la que se encontraba. El
atractivo dormitorio parecía más grande y más lujoso que nada que haya
visto antes. La habitación parecía un paraíso, pero ya sabía que se trataba
del infierno.

De nuevo, escuchó… nada. Los únicos sonidos eran los recuerdos en


su cabeza. Se escuchó a sí misma gritando hasta que su garganta se sintió
magullada, y los golpes en la puerta del dormitorio hasta que le dolió el
puño cerrado. Nadie escuchó. O si alguien lo hizo, a nadie le importó. Esta
hermosa habitación era su prisión.

Con lentitud, intentó sentarse. El acto mismo le causó malestar, más


evidencias que lo de anoche fue real. Moviéndose lentamente, consiguió ver
más de su celda, una zona de estar con una silla mullida, sofá
complementario, una pequeña chimenea en la pared rodeada por azulejos
de mármol, y una acogedora mesa para dos con un jarrón de cristal con
flores frescas. La intimidad de la mesa provocó que el estómago de Claire
se revolviera. La bilis que se filtró en su garganta sabía vil. Intentó tragar
con desesperación.

A simple vista los aparadores faltaban, igual que otros muebles que
uno generalmente asociaría con un dormitorio. Sin embargo, recordó
vagamente que alguien le dijo que este era su nuevo dormitorio. Mirando el
perímetro de la habitación, vio hermosos trabajos de madera blanca:
librerías incorporadas, estantes, y tres puertas. La más alejada de su cama
parecía sólida, firme, y sin daños luego de los golpes que le había dado
anoche. No había razones para creer que estaría sin llave. Lo que Claire
sabía con certeza es que contenía su único escape hacia la libertad.
Necesitaba encontrar una manera para pasar esa puerta.

Cerrando los ojos, recordó los eventos de anoche. A medida que los
recuerdos fluyeron de lo más recóndito de su inconsciencia, su nuevo
objetivo fue detenerlos. Falló, viéndolo a él detrás de los párpados cerrados.

Anthony Rawlings fue tan diferente del hombre que conoció hace
menos de una semana, el hombre alto y apuesto de cabello marrón y los
ojos más oscuros que haya visto. Había sido educado, amable y
caballeroso. Anoche, ninguna de esas palabras podría utilizarse para
describirlo. Decir que fue cruel no explicaría lo que tuvo que soportar. Uno
podría decir demandante, agresivo, abrasivo, controlador, pero por encima
de todo, rudo.
Moviéndose un poco, se dio cuenta que el más mínimo movimiento
hacía que sus músculos dolieran. Sus muslos palpitaban. Su cuerpo
estaba frágil, y su boca hinchada y lastimada. Recordó su aroma, su sabor,
y el sonido de su voz. Esos pensamientos instigaron una revuelta en los
profundos recovecos de su estómago. En ese momento, las imágenes de él
hicieron que su corazón latiera más rápido, no con anticipación, sino con
miedo. Esto era una locura. Cosas como esta sucedían en los programas
de crímenes y películas, no en la vida real y no a personas como ella.

Intentó censurar los recuerdos hasta encontrar aquel en que él salió


de la habitación, luego las imágenes de su inútil bombardeo a la puerta.
Las lágrimas cayeron de sus ojos hinchados cuando las visiones se
reprodujeron en su mente. Apoyó la cabeza en la almohada aterciopelada,
permitiéndose el lujo de más sueño y un escape de esta realidad.

La siguiente vez que despertó, Claire supo que no podía postergar


buscar en las otras puertas por más tiempo. Necesitaba encontrar el baño.
La suntuosa alfombra envolvió sus pies cuando salió de la cama. A pesar
de la alfombra de felpa, el peso de su cuerpo hizo a sus piernas gritar de
dolor. Con tristeza, recordó gritar más de una vez. Su monólogo interno
gritaba con preguntas sin respuestas: ¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo llegué
aquí? ¿Por qué estoy aquí? Y más crucial, ¿cómo puedo salir?

Las tres puertas que había contado antes estaban organizadas, dos
cerca de la cama y la otra junto a la zona de estar. Claire supo que la
puerta solitaria era su pasaje a la libertad. Envolvió con una sábana su
cuerpo adolorido y se acercó lentamente a la enorme barrera de madera
maciza. El picaporte era del tipo que era una manija. La ansiedad causó
que su mano temblara a medida que lentamente alcanzaba el frío metal. Si
se movía, ¿saldría volando envuelta en una sábana? ¡Demonios, sí!

La emoción se tornó rápidamente en decepción cuando la manija


permaneció perfectamente horizontal. Ni siquiera se movió como muchas
puertas cerradas hacían. La impenetrable barrera sólida se alzaba
inflexible. A pesar del resultado esperado, la decepción causó que el dolor
en el cuerpo de Claire se intensificara. Dándose la vuelta, inspeccionó su
celda. Había más posibilidad que una de las otras dos puertas contuviera
su destino deseado. Abrió la primera puerta y reveló un armario, del
tamaño de la mayoría de las habitaciones. Podría considerarse un vestidor
con cajones incorporados, exhibidores de zapatos, estantes, y percheros.
Sorprendentemente, los percheros y estantes estaban llenos. Esas ropas
parecían sacadas directamente de una sesión de fotos de Saks, no del tipo
que Claire usaría o podría escoger para sí. Ella era más del tipo de grandes
almacenes. Esas ropas pertenecían a alguien que vivía la vida de los ricos
y famosos. ¿Quién era ese alguien? Claire se preguntó por qué estaba en la
habitación de esa persona y por qué recordaba que le dijeron que era de
ella.

Abriendo la siguiente puerta, Claire encontró su destino. Entró en


un cuarto de baño como esos que había visto en la televisión, grande y
muy blanco. La frescura de las baldosas golpeó las plantas de sus pies
desnudos. Mármol blanco, porcelana blanca, detalles en plata, y vidrio la
rodearon. Si no fuese por las afelpadas toallas púrpuras, el cuarto
carecería completamente de color. Había una enorme tina y una ducha de
cristal que lucía grandes y pequeños cabezales de ducha desde todas
partes. El fregadero adosado a un tocador con un gran espejo iluminado y
taburete.

Se dio la vuelta para ver a la persona en el espejo. La imagen asustó


a Claire cuando estudió su reflejo. Cabello marrón enredado enmarcaba
un rostro desconocido. Había moretones alrededor de sus labios
intentando combinar con el color de las toallas, y su sien derecha se veía
roja e hinchada. Lentamente dejó caer la sábana, la evidencia visual de los
dolores que experimentó podía ser vista como moretones rojos y púrpuras
sobre su cuerpo y extremidades. La visión trajo nuevamente lágrimas. Con
férrea determinación, agarró la manija de otra puerta y encontró su
destino.

Una afelpada bata de baño colgaba cerca de la ducha. Girando las


llaves para ajustar el agua, Claire decidió que una ducha la haría sentirse
mejor. Agua caliente golpeó su piel cuando entró en la espaciosa ducha. La
sensación de miles de pinchazos penetró sus hombros cuando el agua
caliente fluyó sobre sus músculos maltratados. Fue una sensación que le
causó placer como dolor. Permitió que el agua continuara su asalto, y
cuando el tiempo pasó y la temperatura permaneció caliente, sus
músculos se relajaron. El dulce aroma floral del champú y el jabón
corporal reemplazaron los olores de la noche anterior. Un renovado sentido
de fuerza llenó su determinación. De alguna manera, sobreviviría a esta
pesadilla.

Claire desarrolló un plan mientras usaba la lujosa toalla lavanda


para secar su maltratado cuerpo. Hablaría con Anthony y le explicaría que
esto era un error. Podrían separar sus caminos, sin hacer preguntas y sin
presentar cargos. La suave bata la calentó, proporcionándole un falso
sentido de seguridad.

La mujer en el espejo se veía mejor. Sin embargo, su cabello oscuro


ahora caía desordenado en enredos mojados. Sin pensar, Claire empezó a
abrir cajones y gabinetes. Al igual que el armario, el baño estaba
completamente equipado. Frente a ella, vio cosméticos de marcas de miles
de dólares. Encontró todo desde cuidado de la piel a delineador. Por
supuesto, también había gran variedad de suplementos para cabello. Ella
estaba usando la bata de alguien, durmiendo en su cama, y bañándose en
su cuarto de baño. Usar su cepillo de dientes sólo se sumó a la lista de
intrusiones. Claire no tenía muchas opciones.

En el botiquín, encontró un cepillo de dientes todavía envuelto en


celofán. Claire no pudo resistirse. La ducha, el jabón, champú, y ahora
pasta de dientes, todo ello ayudó a sentirse menos sucia.

Cuando Claire abrió la puerta a la habitación, se sorprendió al ver


una bandeja de comida esperando en la mesa. Antes de ese momento,
ignoró las punzadas de hambre. Dios sabe que los pensamientos de la
noche previa le hicieron a su estómago dar un vuelco. Sin embargo, el
aroma del plato cubierto la intrigó. Levantó la tapa para descubrir
humeantes huevos revueltos, tostadas, y un poco de fruta fresca. En la
bandeja, también notó un vaso de jugo de naranja, uno de agua, y una
jarra de café.

Con el estómago lleno, el cuerpo relajado por la ducha, y sin un


camino inmediato a la libertad, Claire decidió que quería dormir más. Fue
entonces que se dio cuenta que la cama no solamente había sido hecha,
sino que las sábanas también habían sido cambiadas. Parecía como si la
habitación no hubiese presenciado el horror de la noche anterior. Su
cuerpo le decía otra cosa. Retiró las cobijas, subió entre las suaves
sábanas de satén, inhaló el fresco aroma a limpio y cerró los ojos. No se
trataba del escape que quería, pero era una distracción temporal.

Los golpes en la puerta cerca de la zona de estar despertaron a


Claire. Se encontraba en un sueño, alejada en alguna parte. Los golpes y el
entorno desconocido la dejaron momentáneamente desorientada. ¿Cuánto
tiempo había estado durmiendo? Luz del sol, sin embargo no tan brillante,
seguía filtrándose por el borde de las cortinas. Los repetidos golpes
trajeron sus emociones y pensamientos dramáticamente al presente. El
miedo la sujetó a la vez que consideraba quién se encontraría al otro lado
de la puerta. Sí, era un adulto de veintiséis años. Y sin embargo en ese
momento, Claire decidió comportarse como cualquier niño de cinco años y
fingir dormir. Quedándose quieta en la cama, escuchó a la puerta abrirse.

Abrió los ojos tentativamente, observó mientras una mujer entraba


en silencio a la habitación. Dada la perspectiva de Claire, era difícil
discernir; pero la mujer parecía más alta que ella por unos centímetros,
con cabello canoso. Claire asumió que tendría aproximadamente la edad
de su madre, si estuviera con vida. Cuando la mujer se acercó, Claire
decidió hablar.

—Lo siento si estoy en su habitación.

—No, señorita Claire, es su dormitorio, no mío. Estoy aquí para


ayudarla a prepararse para la cena. Mi nombre es Catherine.

Claire se sentó lentamente asombrada. ¿Qué demonios quiso decir


con prepararla para la cena? Estaba siendo retenida cautiva en una lujosa
suite, cubierta de moretones, y esta persona se suponía que iba a
prepararla para cenar.

—No estoy intentando sonar desagradecida. Pero, ¿a qué se refiere


con “prepararla para cenar”?

—El señor Rawlings llegará a las 7:00 p.m. para la cena. Espera que
esté lista y vestida para la ocasión. Asumí que necesitaría ayuda.

Al principio, Claire no pudo entender el escenario completo. Él la


quería vestida para la cena. ¿Quién demonios se pensaba que era?

—Escuche, si quiere ayudarme, déjeme salir de aquí. —Claire se


esforzó por evitar subir la voz otra octava, sin embargo, el temor de ver a
Anthony y la posibilidad de escapar hicieron que fuera casi imposible.

—Señorita Claire, no depende de mí. Estoy aquí para asistirla. —No


tenía sentido. Sin embargo en la desesperación de la situación, por alguna
razón, Claire le creyó a la señora. Catherine continuó—: Sólo tenemos una
hora. ¿Tal vez podríamos empezar por el cabello?

Impávida por la apariencia de Claire o incluso la circunstancia de su


presencia, la calma de Catherine tranquilizó a Claire. Sacudió la cabeza y
suspiró. Recordando la resolución de la ducha, habló con una autoridad
convincente.
—Catherine, gracias por ofrecerse a ayudar, pero no planeo vestirme
para la cena. Creo que ha habido un error. Me iré de aquí pronto. —
Mientras Claire explicaba el malentendido, Catherine fue y vino del
armario con un vestido de cóctel azul y zapatos a juego—. Oh, no sé a
quién pertenecen esas ropas.

—Cielos, señorita, le pertenecen a usted. Ahora deberíamos seguir. Y


aun si usted no planea comer, ¿no necesita usar las ropas? —Claire notó
que su patrón de habla parecía formal. No podía ubicar el origen.
Definitivamente no era el acento de Georgia que ella había aprendido a
apreciar e intentó desesperadamente de no duplicar.

Catherine tomó suavemente la mano de Claire y la llevó al baño.


Claire obedientemente se sentó en el tocador mientras ella empezó a
cepillarle el cabello con suavidad, decidiendo que no protestaría con
Catherine. En cambio, ahorraría sus energías para enfrentar a Anthony.

—Hay cosméticos en los cajones frente a usted. Quizá podría


empezar a aplicarse algo mientras le arreglo el cabello. —Entonces
agregó—: Es muy hermosa sin usarlo, pero tras pasar la mayor parte del
día durmiendo, creo que la hará sentirse mejor.

Claire se miró en el espejo. Notando sus ojos, sien, y labios, empezó


a llorar. No fueron los sollozos de antes, sino un torrente de lágrimas
silenciosas que bajaron por sus mejillas.

—Ahora, señorita, eso no ayudará a la situación. El señor Rawlings


aprecia la puntualidad. Llorar sólo correrá los cosméticos.

Empezó a explicarle a Catherine su desesperación:

—No quiero verlo. —Pero luego de la primera oración, dudó. Claire


no conocía a esta mujer. Obviamente trabajaba para Anthony. ¿Por qué
confiaría en ella? Entonces Claire miró su reflejo, no a sí misma sino a la
mujer detrás de ella. Sus ojos eran del color del acero, grises y suaves. Su
expresión no era una de deber o lástima, pero de alguna manera, Claire
sintió compasión. Puede ser que haya sido una ilusión, pero por alguna
razón, las palabras siguieron fluyendo—: Después de anoche, me siento
tan… sucia. No sabe lo que me hizo, lo que me hizo hacer. Estoy muy
avergonzada. —Sus palabras fueron acompañadas de lágrimas, y su nariz
empezó a sorber.
La voz de Catherine no trasmitió ningún tipo de juicio hacia Claire o
Anthony, en vez de eso una gran cantidad de comprensión, como si eso
fuera posible para Claire.

—He conocido al señor Rawlings por un largo tiempo. ¿Pasó algo


anoche que él no quisiera que pasara?

Claire sacudió su cabeza con un no.

—Todo lo que pasó él quiso que pasara.

—Entonces no hay necesidad de que esté avergonzada. Es cuando


usted hace algo que él no quiere que haga. Ahí es cuando no quiere
enfrentar al señor Rawlings.

Catherine fue hacia el gabinete, sacó una toallita y la sumergió en el


fregadero. Se la pasó a Claire, quien dócilmente limpió su cara y empezó a
aplicarse maquillaje. Pasó un tiempo antes de que ambas estuvieran
satisfechas con los resultados. Los moretones fueron cubiertos bastante
bien bajo la capa de base y polvos. El lápiz de labios hizo que la hinchazón
no se notase tanto. Cuando Catherine entró al baño con el vestido, Claire
se dio cuenta que estaba desnuda bajo la bata.

—Emm, no tengo nada de lencería.

—Sí, señorita. ¿No recuerda las reglas del señor Rawlings? —Sin
esperar una respuesta, Catherine continuó—: Nada de ropa interior,
nunca. —Claire luchó contra la niebla que le impedía recordar la noche
anterior. No podía entender por qué los recuerdos estaban tan borrosos.
Sin embargo, en alguna parte, tenía ciertos recuerdos sobre algo así como
una conversación o, más apropiadamente, una exigencia. Pero, de nuevo,
esto entraba en el mundo de lo ridículo. ¿Quién diablos era él para pensar
que podía hacer tales exigencias y que iban a ser obedecidas?

Catherine ayudó a Claire a ponerse el vestido para que así no se


dañara su cabello y su maquillaje. Claire se juró a sí misma que este fiasco
terminaría. No estoy segura de cómo, o cuando. Pero me iré de aquí, me
alejaré de él y me iré a algún lugar en el que las mujeres usen ropa interior.

Catherine le sonrió con aprobación a Claire mientras ésta se


acercaba al espejo.

—El señor Rawlings estará complacido. Ahora debo irme. Él estará


aquí pronto. —El recordatorio de su llegada inminente absorbió algo de la
actitud resoluta de Claire, al igual que el aire de sus pulmones. Catherine
lo conocía. Tal vez si ella se quedaba, él… Claire no supo cómo terminar
ese pensamiento. ¿Él sería agradable? ¿La dejaría irse? Simplemente
parecía ser más seguro alrededor de esta mujer.

—¿Tal vez podría quedarse hasta después que llegue? —Catherine


no respondió, pero su mirada de satisfacción cambió brevemente a una de
tristeza. Clare estaría cara-a-cara con su temor, el hombre que había
abusado de ella y la había dominado la noche anterior. También sabía que
él era la única forma en la que podría escapar. Por esa sola razón, ella lo
enfrentaría—. Gracias otra vez por su ayuda. Realmente dudo si estaré
aquí mañana. Él y yo lo discutiremos durante la cena.

Catherine asintió. Era un reconocimiento a la declaración de Claire,


no una afirmación de su fidelidad. Entonces ella salió del baño. Claire
escuchó un bip leve mientras la oía salir de la suite. Le recordó al ruido
hecho por la alarma producida por las llaves de un auto.

Mientras seguía en el baño, su pulso aumentó mientras escuchó el


bip leve de la puerta nuevamente. Él no tocó. Sólo abrió la puerta y entró.
Claire lo imaginó examinando la habitación vacía. ¿Si se quedaba en el
baño, el vendría finalmente a por ella? O tal vez se iría. Él esperó
silenciosamente en la habitación. Le tomó un minuto, o dos. Pero
lentamente, Claire abrió la puerta del baño y entró en la suite.

Determinada a enfrentarlo cara a cara en este juego mental, ella usó


toda su fuerza para suprimir los miedos que gritaban por salir. Lo primero
que vio mientras entraba en la habitación fueron sus ojos, sus ojos
oscuros negros. Parecían vacíos o agujeros negros. Sus labios se movían.
Estaba hablando, sin embargo Claire sólo podía escuchar los recuerdos de
la noche anterior. Ella caminó hasta la biblioteca en el extremo de la
habitación, fingiendo fuerza.

La resolución falsa se derritió mientras volvió la mirada para


encontrar los ojos de él fijos en ella. Entonces, casi instantáneamente, él
estaba ahí, justo frente a ella. Su proximidad hizo que se le retorciera el
estómago, probando la bilis horrible de antes.

Él le agarró el mentón, halándole los ojos y la cara hacia el vacío


oscuro. Su voz fuerte fue profunda, suave y autoritaria.
—Intentemos esto nuevamente. —No era una pregunta, sino una
declaración—. Es costumbre que una persona responda a los saludos de la
otra. Dije buenas noches.

Las rodillas de Claire se debilitaron con su toque. Ella quería gritar,


correr, pero no iba a permitírselo a sí misma. Si no lograba ser fuerte,
podía al menos evitar desmayarse.

—Lo siento. No creo que me esté sintiendo bien. —Todavía


sosteniéndole la barbilla, él tuvo que ser capaz de sentir cómo le temblaba
el cuerpo.

—Buenas noches, Claire —repitió él. Esta vez, fue más largo. Sus
ojos eran muy fríos. Claire no podía distinguir lo que decían, sólo que la
profundidad de su oscuridad parecía infinita.

—Buenas noches, Anthony. —Ella se diría a si misma que sonaba


fuerte, pero no lo hacía. En ese momento, la puerta se abrió nuevamente, y
un joven hombre empujando un carrito les trajo la comida. Claire empezó
a caminar hacia la mesa, pero la mano de Anthony la agarró por el brazo,
deteniéndola. Ella se volvió para mirarlo, a esos ojos. Él la alcanzó con la
otra mano para levantarle el vestido y poner una mano sobre sus nalgas.
La sorpresa de su toque se transformó rápidamente en rabia. Sus ojos
verdes lanzaron fuego, y su cuello se enderezó—. ¿Qué demonios…? —Su
impulso era el de zafarse, pero la mano que sostenía su brazo se apretó,
haciéndola olvidar sus palabras.

—Veo que te las puedes arreglar para seguir al menos una regla.
¿Comemos? —Su agarre se aflojó mientras su voz intentó poner un tono
razonable. Anthony jaló hacia atrás la silla de Claire en la mesa intima.
Ella observó la exhibición, y sus pensamientos resumieron la escena. Todo
se ve tan bien, y es todo una mascarada.

La comida olía maravillosamente, pero el estómago de Claire no le


permitiría comer. Se las arregló para dar algunos mordiscos. Sin embargo,
tragar era lo difícil. Su ansiedad hacía que su boca estuviera seca como
algodón. Todas sus charlas motivacionales sobre hacerle frente se
probaron inservibles. En vez de eso, se sentó educadamente, jugando con
su comida y asintiendo atentamente.

No hubo ningún intento de conversación. Mirando la comida, Claire


sintió que algo faltaba además del sentido común. El joven hombre sirvió
agua en las copas, pero para hacer la mascarada completa, debería haber
vino o champagne. Era casi como si le hubiera leído la mente cuando
Anthony comentó:

—No me gusta beber alcohol. Inhibe los sentidos. —Ella pensó


inmediatamente en lo bueno que sería tener como un quinto de Jack
Daniels para ese momento.

Anthony saboreó su desconcierto.

—¿No te gusta tu comida?

—Sí. Supongo que esta noche no tengo hambre.

—Escuché que hoy solamente comiste tu desayuno. Te sugiero que


comas. Necesitarás tu fuerza. —Él sonrió mientras ella daba un mordisco.
Sus ojos no sonrieron. Ella usó cada gramo de su energía para quedarse
sentada y no correr, aunque la puerta estuviera cerrada, y ella hubiera
escuchado el bip suave cuando el mesero se fue.

Si ella hubiera corrido, podría haber evitado el siguiente par de


horas aterrorizantes de su vida. Aparentemente, la noche anterior había
sido sólo un preludio. Una vez Anthony hubo terminado de comer, se
levantó y tomó la mano de Claire. Su temblor aumentó mientras ella se
levantaba. Él sonrió y la sostuvo a la distancia de un brazo.

—¿Escogiste ese vestido para esta noche?

—No, lo escogió Catherine. —Ella permaneció erguida y desafiante


aunque supiera que él no sería considerado en sus planes.

—Sí, ella me conoce bien. Ahora quítatelo. —Nada de charla dulce, o


besos, nada… Sólo la exigencia de que se quitara el vestido. Ella no se
movió. Ella lo miró primero a él y luego al piso.

Respirando profundamente y devolviendo los ojos a su mirada, ella


dijo:

—Creo que tenemos que hablar de esto… —Él esperó a que ella
obedeciera su orden. Cuando pareció que ella tenía otros planes, él
redirigió la conversación. En un movimiento repentino, el vestido cayó de
sus hombros y le arrancó la tela costosa del cuerpo. Claire se quedó
parada en estado de shock, encontrándose a sí misma usando solamente
sus tacones.
—Aparentemente, no recuerdas todas las reglas. La regla número
uno es hacer lo que se te dice.

El temblor se intensificó mientras las lágrimas amenazaban sus


párpados pintados. No salieron palabras de su boca. Estaba bien. Anthony
tenía otros planes para su boca. Él la empujó hacia abajo, la dirigió para
dejarla arrodillada, y desabrochó sus pantalones. Ella notó
inmediatamente que él seguía sus propias reglas, nada de ropa interior. Él
no habló, pero la llevó fuertemente a moverse. Al principio, ella pensó que
se sofocaría. Intentó pelear, retroceder, pero él la agarró del cabello y la
dirigió como le parecía. Desde ahí, la velada continuó hasta casi la una de
la mañana.

Cuando Anthony finalmente dejó la habitación, Claire se quitó las


cobijas, agarró la bata y se apresuró hasta la puerta. Su mano agarró la
suave manija gris y haló con todas sus fuerzas. No cedió. Hizo un puño
con las manos y golpeó nuevamente. Su mano estaba palpitando, sin
embargo nadie contestó. La única respuesta fue una quietud espeluznante.

Claire se volvió para alcanzar algo, lo que fuera. Encontrando el


jarrón con las flores, lo tiró contra la pared. El cristal quedó destrozado,
bañando la pared y la alfombra con fragmentos de cristal y agua. Las
flores, incapaces de seguir bebiendo, estaban esparcidas por el suelo,
dejadas ahí para marchitarse y morir. Claire se hundió en el suelo,
lágrimas cayendo. Sucumbiendo a la desesperación y el agotamiento, se
quedó dormida.

A la mañana siguiente, Anthony entró en la suite. El sonido del bip y


de la puerta abriéndose sobresaltó a Claire. Ella se levantó para encontrar
su mirada, y sus ojos se encontraron. Él examinó la habitación: Una
lámpara volcada junto a la cama, una bufanda atada a uno de los postes
de la cama, y el jarrón roto cerca de sus pies. Él sonrió.

—Buenos días, Claire.

—Buenos días, Anthony —dijo ella con más determinación de la que


había sido capaz de reunir la noche anterior—. Quiero que sepas que he
decidido irme a casa. Estaré dejando este lugar hoy.

—¿No te gusta tu alojamiento? —Los ojos negros de Anthony


brillaron mientras su sonrisa se ensanchaba—. No creo que te estés yendo
tan pronto. Tenemos un acuerdo jurídicamente vinculante. —Él quitó una
servilleta de bar del bolsillo de su traje—. Fechado y firmado por ambos.

Claire lo miró atónitamente mientras su mente empezaba a dar giros.


Esta situación era tan idiota que no podía ser real de ninguna manera.
¿Quién en su sano juicio pensaría que una servilleta de bar era un
acuerdo legal? E incluso si lo era, lo que era como una oportunidad
infinitesimal, nunca otorgaba derechos para abusar, degradar, o condenar
a una persona a la esclavitud. Estupefacta, lo miró sin palabras.

—Tal vez no lo recuerdas. Accediste a trabajar para mí, a hacer


cualquier cosa que yo considerara apropiada o placentera, a cambio de
que yo pagara todas tus deudas —continuó Anthony.

La cabeza de Claire palpitaba. Recordó algo sobre una servilleta, tal


vez una oferta de trabajo, pero estaba todo borroso. Además, ¡ella se
quedaría con sus deudas y trabajaría turnos dobles o triples en el bar
antes de acceder a esto!

—Aparentemente, has estado ocupada los últimos veintiséis años.


Consiguiendo una educación, pagando la renta, tarjetas de crédito, y un
auto, te las has arreglado para acumular aproximadamente $215,000
dólares en deudas. Este acuerdo está fechado en marzo 15, y como con
cualquier acuerdo jurídicamente vinculante, tú o yo teníamos tres días
para una recesión. Hoy es 20 de marzo. Soy actualmente tu dueño, hasta
que la deuda esté pagada. No te irás hasta que nuestro acuerdo se
complete. Fin de la discusión.

En un acto de desesperación, su temblor regresó, y ella encontró su


voz.

—No es el fin de la discusión. Esto es una locura. ¡Un acuerdo no te


da el derecho a violarme! Me voy.

Ella miró la puerta al pasillo, sólo a unos pasos de distancia y


milagrosamente abierta. Sin ninguna advertencia, la mano de Anthony
contactó su mejilla izquierda y la mandó en la dirección contraria a través
de todo el piso. Él lentamente caminó hacia donde ella yacía. Él no se
molestó en inclinarse hacia abajo, apenas la miró desde arriba, y repitió:

—Tal vez con el tiempo tu memoria mejore. Parece que tiene algún
problema. Déjame recordártelo de nuevo, la regla número uno es que
harás lo que se te diga. Si yo te digo que la discusión se terminó, es que se
terminó. —Levantando la servilleta y poniéndola en el bolsillo del abrigo de
su traje, continuó—: Y este acuerdo escrito establece que lo que sea que me
complazca a mí, significa consenso, no violación.

Todavía inclinado sobre ella, él enderezó la chaqueta de su traje y


arregló su corbata.

—He decidido que sería lo mejor si no dejaras esta habitación por un


tiempo. No te preocupes. Tenemos mucho tiempo, todo el tiempo que valen
$215,000 dólares. —Con eso, él se dio la vuelta y salió de la habitación, el
sonido de cristal roto haciendo eco desde debajo de sus mocasines Gucci.
Su tono controlado e imponente aterrorizó a Claire mucho más que sus
palabras. Él habló con tanta autoridad que la había dejado impotente para
moverse o hablar.

—Le diré al personal que podrás tener tu desayuno después de que


estos cristales sean recogidos. —Él desapareció tras la larga puerta.

Claire escuchó el bip y la cerradura mientras se permitía a si misma


moverse para tocar su mejilla punzante. El silencio absoluto regresó, y ella
miró al desastre frente a ella. En una protesta pequeña e insignificante, se
escuchó a sí misma decir:

—Preferiría morirme de hambre antes de limpiar todo esto.

Con lágrimas en sus ojos y el sonido de sollozos, un rato después, se


encontró a si misma arrastrándose por el piso, recogiendo pedazos de
cristal. Ella había recogido la mayoría de los pedazos grandes cuando notó
sangre en su bata. Después de investigar, Claire determinó que venía de
un corte en su mano. Intentó sin ningún éxito quitar el pedazo de cristal
de su palma, su visión borrosa no le facilitaba la tarea. De repente, el
demasiado familiar bip la hizo darse la vuelta hacia la puerta, aterrorizada
por el regreso de Anthony.

Catherine entró, miró a su alrededor y sacudió su cabeza.

—Señorita Claire, déjeme limpiar eso por usted. Terminará


cortándose.

—Creo que ya lo hice. —Claire levantó su mano. Muy tiernamente,


Catherine llevó a Claire hasta el baño y le quitó el trozo de cristal. Luego le
limpió y vendó su mano. Cuando regresaron a la habitación, la evidencia
de la noche anterior se había ido. La suite estaba limpia, nada de
lámparas volcadas, nada de bufandas, y el florero se había ido. Puesto
sobre la mesa había una bandeja con comida.

Claire caminó hacia la mesa y comió obedientemente su cereal, sola.


Un sentimiento sobrecogedor de desesperación la llenó. Estaba atrapada.
Estaba sola. Y no sabía qué hacer. Decidió tomar una ducha, y con algo de
suerte, pensaría en algo.
2
La confianza de los inocentes es la herramienta más útil del
mentiroso.
~Stephen King

Traducido por Gemma & âmenoire

Cinco días antes…

El día lleno de reuniones cumplió su propósito. Primero se reunió


con el gerente de la estación, a continuación, horas interminables con el
equipo de ventas escuchando los informes presupuestarios seguidos de las
propuestas. A decir verdad, estas reuniones no solían justificar la
presencia del Director General de la empresa. A juzgar por la forma en la
que los ejecutivos de WKPZ se apresuraban a justificar todos los gastos y
aumentar cada propuesta, demostraron que al menos tuvieron el sentido
para reconocer esta visita como extraordinaria. La verdad sea dicha, a
Anthony Rawlings le importaba un comino la estación de televisión de dos
bits. Ya cumplió su propósito. Si él lo cerraba mañana, no perdería el
sueño. Sin embargo, las reuniones le mostraron que la estación es
rentable. Y teniendo en cuenta el estado actual de la economía, rentable es
bueno. Cuando regresara a la oficina principal, asignaría un equipo para
investigar una venta inminente. ¿No sería genial si pudiera obtener
beneficios tanto personales como monetarios por la adquisición de esta
estación?

Después de la conclusión de las reuniones, él acordó una salida


social con el nuevo director de personal de la estación y su asistente. Si
supieran algo sobre él, se habrían dado cuenta que esto estaba
completamente fuera de lugar. Su aceptación a la invitación venía con una
estipulación: debían ir al Red Wing. Había oído que tenía los mejores
tomates verdes fritos de Atlanta, Georgia.
Afortunadamente, dos de los asociados tenían familias que estaban
esperando su regreso. Después de tomar una cerveza de la marca de Red
Wing y consumir una porción del aperitivo de tomates verdes fritos, el
señor Rawlings insistió en que se despidieran y que pasaran tiempo con
sus seres queridos. Les agradeció su devoción a WKPZ2 y escuchó con
atención sus planes de personal. Sin embargo, si se le preguntara bajo
juramento, no sería capaz de recordar una palabra de lo que dijeron. Su
atención estaba centrada en la camarera de cabello castaño y ojos verdes.
Ella estaba prevista para comenzar su turno a las cuatro, y él sabía que
ella estaría aquí. Tan pronto como sus asociados se fueron, le envió un
mensaje a su chofer y le informó que iba a estar en el Red Wing hasta
tarde. Entonces casualmente caminó a un taburete vacío al final de la
barra, cerca de la pared. Lo que reducía la probabilidad de que alguien
entablara conversación un cincuenta por ciento. Él hubiera preferido el
cien por ciento, pero demonios, no se puede tener todo. El único objeto de
su conversación y atención sería la mujer joven y sonriente al otro lado de
la brillante y lisa barra.

—Oye, guapo, ¿necesitas otra cerveza?

Anthony levantó la vista para mirarla a los ojos esmeraldas. Él tenía


un hermoso rostro y sabía después de muchos años de práctica
exactamente cómo usarlo. Sin embargo, en este momento, su sonrisa fue
genuina. Finalmente estaba hablando con él. Había sido un largo y
solitario camino, pero el destino estaba finalmente a la vista.

—Gracias, me gustaría.

Midiendo el resto del contenido de su vaso, ella preguntó:

—¿Es uno de nuestros trigos personalizados?

—Bueno, sí, es La cerveza Blanche. —Ella sonrió dulcemente y se


alejó para llenarle otro vaso. Cuando regresó con el líquido de color ámbar,
quitó eficientemente el vacío y lo reemplazó con el vaso lleno y una fresca
servilleta de Red Wing—. Me gustaría empezar una cuenta.

—Eso sería genial. Si pudiera tener su tarjeta de crédito, empezaré


una de inmediato.

Con eso, Anthony abrió su chaqueta Armani y sacó la cartera de su


bolsillo interior. Había tantas cosas que quería decir, pero tenía toda la
noche. Su turno no acabaría hasta las diez, y él planeaba pasar la tarde
sentado allí. Entregándole su Visa platino, él observó mientras ella leía el
nombre.

—Gracias, señor Rawlings. Le devolveré esto en un minuto. —Su


sonrisa o expresión nunca vacilaron. Ella se dio la vuelta hacia la caja
registradora. Anthony se reclinó en la silla con un breve momento de
satisfacción. Ella no sabía quién era. Esto era perfecto.

Durante las siguientes horas, Anthony observaba mientras Claire


hablaba y flirteaba de cliente a cliente. Sus atenciones eran amigables y
atentas, pero nunca abiertamente personales. Algunos de los clientes
fueron recibidos por su nombre mientras encontraban su camino a un
asiento vacío. Muchos sabían su nombre antes de que ella pudiera
presentarse a sí misma. Anthony asumió que eran regulares. Tanto
hombres como mujeres parecían contentos de tenerla a ella sirviéndoles.

Ella se movía sin parar, limpiando vasos y platos vacíos y


reemplazándolos con más de lo mismo o entregando los recibos. Limpió la
barra de madera brillante y sonrió incluso cuando un comentario merecía
una fuerte réplica. Después de tanto tiempo mirándola desde lejos, estar
tan cerca le causó más ajetreo que asegurar un trato multimillonario. Tal
vez era el conocimiento de lo que estaba por venir.

***

Después de atender el bar ocasionalmente por años, Claire Nichols


sabía cómo leer a la gente. Más importante, a ella verdaderamente le
gustaban los pequeños caprichos que los hacían reales. Por ejemplo,
tomemos al Sr. Hermoso sorbiendo su cerveza La Blanche. Él había estado
observándola durante las últimas horas, como un león midiendo a su
presa. Consideró que era por lo menos diez años mayor que ella, pero
ocultaba bien su edad detrás de su sonrisa perfecta, cabello oscuro y
ondulado de un increíble marrón y ojos casi negros. Claire sonrió
secretamente. Ella lo miraba también.

—¿A qué hora sales? —Su voz resonó fuerte y ronca a través del
ruido del bar, los clientes, y la música.

—Ahora, Anthony, ¿ese es el nombre que me dijiste? —El tono de la


charla de trabajo de Claire contenía el menor acento sureño, el tipo de
acento que buscabas tener cerca. Sus raíces en Indiana con una madre
que le enseñó inglés no le permitía arrastrar esas sílabas demasiado, a
menos a propósito.

Sonriendo con una diabólica sonrisa y parpadeando esos ojos


sensuales, él encontró su mirada.

—Sí, eso es correcto. Y si mal no recuerdo tu nombre es Claire.

—Y a pesar de que me siento halagada, no suelo ver a mis clientes


fuera de este estimado establecimiento.

—Muy bien, ¿a qué hora sales? Tal vez podríamos sentarnos en una
de esas cabinas, aquí mismo… en este estimado establecimiento… ¿y
hablar? Me gustaría saber más de ti.

Maldita sea. Él era más suave hablando que cualquier otro


desconocido regular que se sentara en esos taburetes. Y ahora esa corbata
de seda estaba en el bolsillo de su chaqueta de traje Armani y el botón
superior de la camisa de seda estaba abierto, su personalidad casual de
negocios era increíblemente sexy.

—Ahora dime de nuevo qué te trae a Atlanta. ¿No eres de por aquí,
verdad? —dijo Claire, inclinándose en la barra.

—Negocios, y no, pero creo que soy el que quiere hacer las preguntas.
—Su tono contenía una cualidad juguetona y al mismo tiempo centrada y
controlada. La intuición de Claire le dijo que él estaba acostumbrado a
salirse con la suya. Algo le hizo preguntarse si eso era lo que le hacía tener
éxito en los negocios, porque su apariencia definitivamente le decía que
tenía éxito, y si eso trascendía a su vida personal.

Claire escuchó y observó cómo los ojos de Anthony brillaban. Era


alto. Ahora que la chaqueta había sido retirada, ella se dio cuenta que era
musculoso, con un amplio pecho y cintura firme. Lo más importante, su
mano izquierda tenía un cuarto dedo desnudo. Claire definitivamente no
iría allí. Contra su mejor juicio, decidió que quería responder a esas
preguntas.

—Está bien. —Ella sonrió encantadoramente—. Pero habré estado de


pie detrás de esta barra durante seis horas seguidas. No puedo prometer
que vaya a ser la mejor compañía.
—Entonces, ¿tomo eso como un sí? ¿Pero no me dijiste la hora? ¿O
todavía estoy esperando esa respuesta? —Se encontró absorbida por sus
ojos.

—¡Eh! Oye, cariño, ¿qué hay sobre darnos algo de atención aquí? —
La atención de Claire repentinamente fue atraída de la posesión de esos
ojos asombrosos. El idiota del extremo de la barra necesitaba más Jack y
Cola. Ella empezó a alejarse. Anthony alcanzó su mano, que estaba
descansando sobre la barra, sólo a centímetros de la suya. Su toque fue
cálido e hizo que su piel hormigueara. No preguntó de nuevo, pero su
expresión lo hizo.

—A las diez, salgo a las diez. —Removió su mano debajo de la de él,


sacudió su cabeza, y caminó hacia el extremo de la barra, sonriendo para
sí misma. Necesitaba averiguar qué quería el idiota.

El asiento de vinil color rojo profundo de la cabina semicircular


situada en la orilla de la pista de baile intentaba, sin éxito, imitar un tapiz
fino. La música llenaba el aire, demasiado alta y demasiado rápida. En la
mente de Anthony, era el incentivo perfecto para que se sentaran más
cerca y así poder escucharse entre ellos. También tenía una botella del
cabernet sauvignon más fino de Red Wing. Mirando su reloj por centésima
vez, leyó las manecillas mientras decían 10:30 p.m. Fue entonces cuando
vio a Claire caminando a través de la pista de baile vacía hacia su cabina.

Definitivamente ésta era una noche de conductas fuera de lo común.


No sólo Anthony Rawlings normalmente no fraternizaba con socios
regionales, sino que también nunca esperaba a nadie. Bajo cualquiera otra
circunstancia, se habría levantado e ido a las 10:05. Sus amigos, socios y
empleados conocían su obsesión con la puntualidad. Pero esta noche era
diferente. Mientras Claire se acomodaba en la cabina, sonreía con una
sonrisa cansada y se disculpaba por el retraso. Hubo un problema con la
caja registradora, pero todo está bien ahora.

Él tocó su mano suavemente. Momentáneamente, se quedó


paralizado por el contraste, la suya grande y la de ella pequeña.

—Empezaba a preguntarme si me habías plantado. —Su sonrisa dio


a entender frivolidad—. Pero dado que podía verte a través de la habitación,
esperaba que todavía pudiera tener una conversación amistosa. —La
exhalación de Claire y sus labios levantados le dijeron que estaba aliviada.
¿Era porque todavía estaba esperándola o simplemente porque su turno
había terminado?—. Tal vez podríamos tener una copa de vino, y podrías
disfrutar estar sentada en lugar de estar de pie.

—Creo que eso sería muy agradable. —Anthony vertió el vino y notó
que la expresión de Claire se relajaba. La transformación ocurriendo ante
él era de la mesera a la verdadera Claire Nichols. Observó mientras ella
tomaba el vaso, colocaba sus labios en el borde, cerraba sus ojos, y
disfrutaba del espeso líquido rojo en su lengua. Anthony peleó contra el
deseo de pensar demasiado en sus acciones.

—Entonces, ¿qué está haciendo una chica con clase como tú


esperando a hombres como nosotros? —La rica voz de Anthony renfocó la
intención de Claire. Sus ojos parpadearon con luces esmeraldas cuando se
giró para enfrentarlo.

—Cielos, Anthony, creo que esa declaración auto despreciativa fue


un cumplido para mí de alguna manera. —Su tono mantenía ese acento
sureño que estaba lejos de su cadencia nativa de Indiana. Él sólo arqueó
sus cejas, esperando pacientemente por una respuesta. Claire sacudió su
cabeza y cayó en su encanto—. Soy una meteoróloga desempleada. Mi
estación de noticias fue comprada hace un año. En su infinita sabiduría,
decidieron que ya no era necesaria, y ésta —dijo mientras deslizaba su
mano libre sobre la mesa—, es mi nueva vida glamorosa. No la juzgues.
Paga mis préstamos estudiantiles así como otras múltiples facturas.

Su risa fue profunda y sin emitir juicio.

—¿Preferirías estar haciendo la cosa del clima en lugar de esto?

—Por supuesto, pero honestamente, esto no está tan mal. Tengo


algunos grandes amigos aquí. Siempre hay algo pasando, y conozco gente
agradable como tú. —Claire tomó otro sorbo de vino y se inclinó un poco
más cerca—. Así que esa es mi historia en resumen. Señor, es su turno.
Dijiste que estabas aquí por negocios. ¿Qué clase de negocios haces?

—De hecho estoy involucrado en varios negocios. Vine a Atlanta por


una adquisición, y algunos socios me convencieron de venir aquí a tu
estimado establecimiento a probar los tomates verdes fritos de fama
mundial.

—Oh, lo hicieron. ¿Los probaste?

Anthony asintió.
—Sí, los probé.

La risita de Claire causó que bajara la mirada hacia su copa.

—¿Te gustaron?

Él también miró hacia su copa.

—No, creo que no estoy destinado para la comida de Georgia. —La


risa de Claire lo hizo levantar la mirada—. ¿Por qué te estás riendo?

—¡Porque creo que son horribles! Cada vez que alguien los ordena,
quiero susurrarles “No, no lo hagas”. Es sólo que son tan…

—¿Babosos? —dijeron ambos al mismo tiempo y se rieron. La


conversación progresó sin esfuerzo. Ella le preguntó sobre su adquisición.
¿Sería su viaje exitoso? Anthony estaba verdaderamente sorprendido por
su profundidad y conocimiento. Era una lástima que su estación de
noticias no la hubiera conservado. Merecía mucho más que atender en un
bar. Por supuesto, eso fue lo que le dijo. Discutieron sus oportunidades de
carrera. Dado que Anthony estaba involucrado en varias iniciativas, le
ofreció la posibilidad de asistirla con un empleo mejor pagado. Claire le
agradeció por su oferta, pero dudó de su habilidad o deseo de ayudarla
realmente.

—Sabes, tu destino podría estar a una oferta y una firma de


distancia. —Recordó cada trato que alguna vez hizo, lo que era más de los
que podía contar o hacer memoria. Colocando una servilleta sobre la mesa,
atrajo su atención al diseño del centro—. Sólo imagina si en lugar de la
escritura giratoria diciendo “Red Wing” estuviera impreso y dijera “Weather
Channel”.

La botella de cabernet sauvignon casi estaba vacía. Claire cerró sus


ojos e hizo lo que Anthony le dijo, se imaginó. Exhalando audiblemente
dijo:

—Eso sería maravilloso. Sería la oferta con la que un meteorólogo


sueña.

Cerrando el trato, él le dijo:

—Bueno, Claire, ¿si esta servilleta fuera ese contrato… —Alcanzó


una pluma de las que tenía en el bolsillo de su pecho y escribió en la parte
superior de la servilleta “Contrato de Trabajo”—… estarías dispuesta a
firmar? ¿Realmente renunciarías a todo esto por una oferta de trabajo?

Ella no parpadeó.

—¡Sin dudarlo! —Quitándole la pluma de la mano a Anthony, firmó


“Claire Nichols” junto a la insignia del bar.

Alrededor de la media noche, Claire le agradeció a Anthony por su


agradable compañía y le explicó que estaba muy cansada después de un
largo día y necesitaba ir a casa.

—Estaré en la ciudad por unos pocos días. ¿Tal vez podría llamarte
para comer? No es apropiado ofrecerle a una dama alcohol y nada de
comida.

—Gracias. Estoy honrada, pero creo que declinaré la invitación con


un increíble caballero y continuaré con mi existencia glamorosa. Me temo
que el Weather Channel no me contactará pronto.

A pesar de que su rechazo lo sorprendió, no dejó que se notara. A


largo plazo, no importaría, pero jugaría con su celibato.

—Verdaderamente entiendo, un hombre peligroso de afuera de la


ciudad trata de saber tus secretos y ofrece ayudarte con tus aspiraciones.
Eres sabia en guardar tu distancia. —A pesar de que su sonrisa tenía
siniestro escrito en ella, asumió que ella descubriría su fachada.

—Una chica no puede ser demasiado cuidadosa. Verdaderamente,


estoy honrada, no creo que luzcas peligroso. —Empezó a salir de la cabina,
pero él cogió su mano. Sus ojos se encontraron, e inclinó su cabeza para
besar el dorso de su mano.

—Fue maravilloso conocerte, Claire Nichols. —Con una sonrisa,


retiró su mano y lentamente se deslizó de la cabina. Al siguiente minuto,
estaba solo. Tomó la pluma, firmó su nombre, y escribió la fecha en la
misma servilleta. Cuidadosamente la dobló y la colocó en el bolsillo de su
chaqueta. Luego sacó su teléfono y le envió un mensaje a su chofer
“RECÓGEME AHORA”. Siempre usaba palabras completas. El lenguaje de
mensajes era un chiste. Cerrando sus ojos, pensó, Sí, mi adquisición va
bastante bien. Gracias por preguntar.
3
Mirar hacia atrás por un momento sirve para refrescar la vista,
restaurarla, e interpretar lo más adecuado para su función
primordial de mirar… que es seguir adelante.
~Margaret Fairless Barber, The Roadmender

Traducido por Lizzy23 & Ximena

Ella contempló la situación mientras comía. No había tomado la


discusión de la servilleta en serio. Anthony probablemente esperaba eso.
No estaba preparada para cambiar su departamento en Atlanta o mínimo
considerar la posibilidad. Acordarse de un documento que legalmente los
ligaba era una completa sorpresa. El estómago de Claire le decía que no
era legal, pero ¿con qué recurso contaba para luchar desde esta habitación?
Buscó por todas partes por un teléfono, una computadora, o algún modo
de pedir ayuda; nada.

De hecho, pensaba que saldría caminando de esta retorcida


pesadilla. Sin embargo, no era una pesadilla, retorcida o de otra forma.
Era su realidad, y su mente buscaba una manera de sobrevivir y escapar.

Claire saboreó la avena caliente, fruta, tocino, café perfectamente


molido y jugo. Devoró cada pizca, incluso comprobando dos veces por más
café en la garrafa. Ayer apenas comió. Estaba agradecida que morir de
hambre no fuera parte de su plan.

Poniéndose de pie para ir a la ducha, se movió con cuidado,


experimentando las mismas dolencias y dolores del día anterior, excepto
que intensificados. Claire no estaba segura si quería verse a sí misma en el
espejo mientras se paraba cautelosamente en el enorme baño y lentamente
se aproximaba a la mesa del vestidor. El reflejo era aterrador. Su cabello
desarreglado y enredado, y su cara lucía varios tonos de rojo y azul. La
peor imagen debían ser sus labios, lucían como si hubiera recibido varias
inyecciones de Botox. Esta vez, no hubo lágrimas. En lugar de eso, se miró
y lo consideró.
La abuela Nichols le dijo más de una vez que ella era una mujer
inusualmente fuerte. En la mente de Claire, la abuela siempre fue fuerte.
El trabajo del abuelo en la aplicación de las leyes lo apartaba de casa, y la
abuela nunca se quejó. En lugar de eso, ella era el corazón de la familia;
siempre ahí para todos y la mayor parte del tiempo dando consejos como
“No son las circunstancias las que hacen a una persona exitosa. Es como
la persona responde ante las circunstancias”. La abuela creía que toda
situación podía mejorar con una buena actitud. Claire dejó caer la bata.
Mirando la visión del espejo, creía que la abuela jamás había anticipado
una situación como esta.

Luego de la ducha, Claire decidió no vestirse apropiadamente


esperando una visita de Anthony. Si él iba a entrar a su suite, la
encontraría en pantalones vaqueros, una camiseta y calcetines sucios.
Además, no habría maquillaje ni peinados estilizados. Sería un pequeño
acto de rebelión, pero Claire no tenía muchas opciones en cuanto a eso, y
cada hueso en su cuerpo le pedía luchar. Trató de pelear durante las
pasadas dos noches, pero no salió muy bien.

Entrando al gran closet/vestidor, Claire se dio cuenta que realmente


no había podido apreciar todo lo que tenía por ofrecer ayer. Primero,
empezó a buscar ropa interior pero entonces recordó que no había
ninguna en los cajones. Así que Claire buscó pantalones vaqueros. Había
varios pares, de diferentes tonos de azul con diferentes tipos de pierna.
Vestir pantalones vaqueros no debía romper ninguna regla; si lo hacía, no
estarían ahí. Las marcas que leía en las etiquetas solo las había visto en
tiendas como Saks: Hudson, J Brand, y MIH. Jamás en toda su vida se
había probado pantalones vaqueros como estos. Eran suaves,
increíblemente cómodos, y encajaban a la perfección.

Ahora quería una camiseta. Sintiendo un escalofrío mientras se


quitaba la bata, decidió que un sweater sería mejor. Las opciones eran
incontables y a la moda. Se decidió por un Donna Karan rosa de
cachemira felpuda. Antes de ponérselo, buscó por un sostén.
Aparentemente, los sostenes también iban en contra de las reglas por que
no pudo hallar uno. De cualquier modo, encontró un cajón lleno de varios
tonos de camisolas; escogió uno rosa.

Buscar en los cajones y gabinetes del closet era como ser un


buscador de tesoros. Mientras seguía hurgando por calcetines, encontró
cajones con lencería. Negros sedosos y negligés rojos en varios tamaños le
recordaron el show de Victoria’s Secret. Finalmente, encontró los
calcetines. Claire no podía entender que toda esta espléndida y
extravagante ropa le perteneciera. En realidad no la quería.

Movida por la curiosidad leyó las etiquetas en los vestidos de noche:


Aidan Mattox, Armani, Donna Karan y Emilio Pucci. Estos vestidos por sí
solos podían pagarle una renta en Atlanta por seis meses. Fugazmente, se
preguntó por el vestido de ayer por la noche. La etiqueta seguiría siendo
un misterio. Desapareció cuando limpiaron la habitación.

A continuación, inspeccionó los zapatos: zapatos de tacón, sandalias,


botas, zapatillas sin cordones; todos con diez centímetros de tacón o más.
Las marcas eran también tan carísimas como la ropa: Prada, Calvin Klein,
Dior, Kate Spade e Yves Saint Lauren. No era realmente una persona de
zapatos, usualmente Claire vestía calzado casual, Crocs y zapatillas;
raramente tacones y nunca de esa altura. Por supuesto que cada par era
de su talla.

Su mente volvió a la secundaria. Diez años antes, habría hecho lo


que fuera por tener un armario lleno como en el que estaba parada. En ese
entonces, su hermana la ayudó a llenarlo a pesar de que sus padres tenían
un sueldo modesto. Emily la llevaba a las tiendas de consignación,
embargos, y tiendas de descuentos. Funcionó. Era parte del grupo popular,
vistiendo la ropa indicada, zapatos y llevando el bolso ideal. Mientras
giraba lentamente y contemplaba toda la ropa, deseó no haber tenido el
armario o cualquiera de esos recuerdos.

Escucho el bip y la puerta de la suite se abrió. Su corazón inició una


carrera. ¿Quién estaba aquí? ¿Y cuánto tiempo había estado en el armario?
Caminando hacia la suite, vio el almuerzo siendo dejado por el mismo
hombre joven que trajo la cena la noche anterior. Claire no lo había notado
en la noche, pero parecía latino. Le preguntó acerca de la comida. Él
sonrió y dijo:

—Traigo el almuerzo de la señorita Claire. —Ella le preguntó por


Catherine, si subiría. El respondió—: Traigo el almuerzo de la señorita
Claire. —Otras preguntas parecieron no tener sentido. Claire sonrió y le
agradeció por el almuerzo.

Cada respuesta y sonrisa que el chico ofrecía no iba acompañada


por contacto visual. Claire pensó acerca de este empleo, traerle comida.
Obviamente con la falta de maquillaje, él pudo ver sus moretones. Diablos,
él abrió una puerta cerrada para traerle comida. ¿Qué pensara de ella o de
la situación? La idea de ver el problema desde la perspectiva de alguien
más pesó fuertemente sobre su pecho. La tristeza se intensificó al darse
cuenta que una vez más estaba completamente sola.

En lugar de ir hacia la mesa, Claire se sentó en el sofá y envolvió sus


brazos alrededor de sus rodillas. Mirando hacia la chimenea, la contempló
arder. El tiempo pasó sin notarse. No recordaba haber dormido. Su
posición no cambió. El inaguantable silencio y la soledad se combinaron
para crear un tipo de continuo tiempo y espacio. Fueron después de las
tres en el reloj de la mesita de noche antes de que se moviera del sofá. Se
dio cuenta entonces que la comida seguía en el mismo lugar sin ser tocada.

El brillo sutil detrás de las cortinas le recordó a Claire que no había


mirado fuera de la ventana desde que despertó ayer por la mañana. Buscó
por una manera de escapar la primera noche, y todo estaba cerrado. Pero
entonces estaba obscuro, y no había podido ver más allá de su reflejo.

De las múltiples cortinas doradas, la más larga cubría una sección


de la pared cerca del área para sentarse. Claire se movió directo hacia ella,
buscando por algo que jalar para mover las cortinas y revelar el otro lado
secreto. Después de algunos minutos buscando, Claire encontró un
interruptor. Lo levantó. Las cortinas se abrieron y revelaron unas altas
puertas francesas que guiaban a un balcón.

En su histeria la otra noche, no había notado que estas eran puertas,


no ventanas. Definitivamente no vio el balcón. Su mente contempló las
posibilidades: tal vez desde el balcón podría escalar hacia abajo.
Desgraciadamente no, las puertas francesas estaban cerradas y
atornilladas. La llave no se encontraba por ninguna parte. Claire tenía una
buena idea de quién podía tenerlas.

La vista detrás de las puertas rebelaba un enorme e inhabitado


campo, por millas solamente había árboles, miles y miles de árboles, en un
enorme terreno llano. Una vez que dejó de mirar la magnitud del campo
inhabitado, se dio cuenta que los arboles no eran verdes y la tierra no era
roja. Cuando ella y Anthony hicieron el acuerdo contractual, estaban en un
bar, The Red Wing, en Atlanta.

Lo que ella vio a través del balcón cerrado no parecía ser Georgia.
Ella añoraba su casa en Atlanta. Aun cuando no era de ahí, su carrera la
había llevado a WKPZ, un asociado local fuera de Atlanta. Ese camino
había iniciado con una maestría en meteorología en la universidad de
Valparaíso en Indiana. Siendo nacida y criada en Fishers, afuera de
Indianápolis, estudiar en Indiana era lo que se esperaba. Sus sueños casi
habían terminado cuando sus padres murieron trágicamente durante su
primer año. Milagrosamente, recibió una beca. Que, con su préstamo
estudiantil y su trabajo como mesera, le permitió continuar con su
educación. Después de la graduación, su camino la llevó a un año sin paga
de prácticas en el norte de Nueva York. Estando en el negocio del clima, se
dio cuenta de cuánto odiaba el clima de Albany. Sin embrago, fue la
oportunidad de vivir con su hermana y su cuñado lo que hizo la oferta fácil
de aceptar. Recién casados, Emily y John estaban muy complacidos con
ayudar a Claire en cualquier forma que pudieran. Emily enseñaba en una
escuela y John recientemente había empezado a practicar leyes con una
renombrada firma en Albany. Dado que fueron novios en la secundaria,
Claire conocía a John de toda su vida. Vivir con ellos fue fácil. En
retrospectiva, tal vez no para los recién casados; pero para Claire eran su
única familia.

Cuando la oferta llegó al casi terminar sus prácticas en WKPZ, Claire


felizmente siguió su camino a Atlanta. Descubrió que los Vandersols
necesitaban tiempo a solas, el clima era mejor en Atlanta y el trabajo era
todo lo por lo que había rezado. Mientras los años continuaban, aprendía
más y más acerca del negocio, se ganaba el respeto, notoriedad y un
increíble ingreso. El gerente de la estación le había dicho en más de una
ocasión que su disposición para aprender y su trabajo la hacían una
estrella en ascenso.

Su camino chocó contra una barricada en abril del 2009 cuando


WKPZ fue adquirido por una enorme cadena corporativa. Claire no había
sido la única en perder su empleo. De hecho, más de la mitad de los
veteranos y la mayoría de los internos y asistentes fueron despedidos. Para
entonces, ella tenía los préstamos estudiantiles, un departamento, auto y
deudas en su tarjeta de crédito. Honestamente, la tarjeta de crédito y el
trabajo de mesera ponían la comida en la mesa mientras conseguía un
empleo nuevo. Estaba considerando dejar Atlanta. Pero le gustaba la
ciudad, el clima y la gente.

En Atlanta, ella podía confiar en el cielo azul índigo y tierra roja


oxidada. La vista fuera de su ventana era blanco y negro, como una vieja
fotografía. La tierra, los árboles y el pasto no tenían color. Las nubes que
cubrían el cielo pendían bajas y sin fin. La palabra que vino a su cabeza
fue “frío”. Ella podía estar en Indiana, Michigan, o en cualquier lugar en el
medio oeste. Todos se veían iguales. Odiaba el invierno, la obscuridad y la
falta de color. Ahora estaba mirando todo eso a través de la ventana de su
prisión.

Claire se preguntó si debía mantener abiertas las cortinas. Su


descubrimiento hacía a su situación más horrenda. Si no estaba en
Atlanta, ¿dónde estaba? ¿Y cómo había llegado aquí? Miró el estúpido
interruptor y consideró bloquear el triste mundo exterior. No estaba
ayudando a su actitud. Claire decidió que el interruptor no ayudaría con
su actitud o ningún sirviente que no hablara inglés, las ropas caras, ni el
entorno lujoso. Había sido aprisionada por un hombre loco que de algún
modo creía que ahora le pertenecía. Su localización, los lujos, la ropa
costosa; nada de eso importaba. Podía estar en una celda de bloques de
hormigón. Seguía estando prisionera, y las estúpidas cosas no cambiarían
eso.

Cuando las horas y los días pasaron, Claire no tenía nada que hacer
sino pensar. Sobre todo en escapar, fantaseando en correr a través de la
espesa arboleda fuera de su ventana. En su fantasía, la salvación estaba a
través de los árboles. Pero ella no podía conseguir salir fuera del cuarto,
mucho menos a los árboles. Después de unos días, en un momento de
acalorada desesperación, Claire tomó una de las sillas de la mesa y trató
de romper los cristales de las puertas francesas. La maldita silla rebotó en
el vidrio. Buscó en la suite algo pesado. Lo más cercano fue un libro
grueso. Incluso con repetidos golpes, no tuvo ningún efecto en las
ventanas.

Las horas y los días que pasó sola la hicieron anhelar el ajetreo y el
bullicio de Red Wing. Se preguntó por los clientes habituales y sus
compañeros de trabajo. ¿Habría alguien que la reportara como
desaparecida? Estos pensamientos por lo general terminaban en lágrimas
y dolor de cabeza. En un intento de auto-preservación y de cordura,
comenzó a pensar en el pasado. ¿Habría algo en el pasado que la condujo
a esto?

Afición a las ciencias de la Tierra y el clima, la meteorología parecía


una elección natural. Amaba lo desconocido. Siendo una adolescente,
experimentó su primer tornado. El poder y la imprevisibilidad de la
tormenta la fascinaron. Le entusiasmaba ver frentes cálidos y fríos
colisionando. Le encantaba aprender más sobre ello y las razones. Las
computadoras podían ayudar a predecir el clima. Pero es una parte muy
pequeña. ¿Por qué se desencadenan algunos frentes y crean inundaciones,
cuando días antes los modelos predijeron sólo unas gotas de lluvia?
¿Cómo puede un día cálido y soleado volverse repentinamente tormentoso?
Quería entenderlo mejor, para controlar los resultados de alguna manera,
tal vez minimizar sus fuerzas destructivas. Pero ahora una licenciatura en
meteorología era inútil.

Cerca de finales de marzo…

Él había estado en el apartamento en múltiples ocasiones.


Afortunadamente, esta sería su última visita. Miró su reloj TAG Heuer,
sabía que la mudanza debía estar aquí en treinta minutos. Caminó
lentamente alrededor de las pequeñas habitaciones. Partiendo desde su
dormitorio, revisando lo que quedaba de sus pertenencias. Todo lo demás,
la ropa y artículos de hogar, había sido colocado en cajas etiquetadas para
la donación. La cama matrimonial fue desmantelada. Sólo el colchón, y el
marco se mantuvieron.

En la parte superior de la cómoda estaban los artículos sobre los que


Anthony reflexionaba. Había fotos en marcos, indicando cierto apego
sentimental. Él conocía la mayoría de los rostros. Algunos los había visto
en persona. Otros, aprendió acerca de ellos a través de cualquier medio
necesario. Había una foto de sus abuelos en uno de esos marcos baratos
etiquetado como “Abuelos”. Luego había una vieja foto de Claire con su
hermana Emily y sus padres tomada enfrente del puente Golden Gate. Si
tuviera que adivinar, Claire tenía unos doce o trece años. Había un primer
plano de Claire y Emily en la boda de ésta última. Él habría reconocido la
ubicación, incluso sin la evidencia del velo de Emily. Recordó el día. Era
cálido y húmedo, incluso para Indiana. La última era una foto más
reciente de Emily y John sentados en un sofá.

También estaban sobre el tocador unas pocas piezas de joyería. Las


cosas baratas se habían guardado en las cajas de donación. Estas piezas,
sin embargo, eran de una calidad más fina. El collar de perla con oro
blanco era el mismo que ella llevaba en la foto de la boda de Emily.
También había un par de aretes de diamantes. Mientras Anthony tocaba
los broches de cierre del diamante con sus manos enguantadas, decidió
ponerlos en la caja de donación. Las malditas cosas no podrían pesar ni
un quilate. Sonrió. Si él quisiera que Claire tuviese aretes de diamantes,
seguro que serían más grandes que esos.

De camino hacia la sala de estar, echó un vistazo al cuarto de baño,


estaba completamente vacío con la mayor parte de su contenido habiendo
sido desechado. Nadie quiere una cortina de ducha usada. La sala de estar
era increíblemente estéril, en comparación a la forma en que la encontró
meses atrás. Cuando entró por primera vez en el apartamento para colocar
las cámaras de vigilancia, la pequeña sala de estar lo sorprendió. Tenía
armarios más grandes que estos, sin embargo, era acogedor, si eso era
posible. Puede haber sido por los cuadros, plantas, o el ecléctico mobiliario,
realmente no lo sabía. Se sentía como ella.

Ahora la sala se había reducido a lo esencial. Miró su reloj: diecisiete


minutos más. Tomó el portátil y lo colocó en su maleta. Volviendo al
dormitorio, decidió quedarse con todos los cuadros y el collar de perla. Los
puso en la maleta con el portátil.

Recordando, el ordenador había sido inestimable. Con eso, había


sido capaz de acceder al calendario, correo electrónico, y varias cuentas de
ella. Encontró todos los compromisos programados y un correo que
lamentablemente borró. También envió un correo electrónico a su
empleador, amigos de Facebook, y su hermana. Todos ellos recibieron un
mensaje similar describiendo una increíble oportunidad que recibió, cómo
estaría inubicable por un tiempo, pero volvería a comunicarse con ellos tan
pronto como su decisión concerniente a su futuro fuera hecha. A través de
la computadora portátil, sus cuentas bancarias, tarjetas de crédito,
préstamo de automóvil, facturas de servicios públicos, teléfono celular,
todo, fue saldado. Todas las cuentas estaban en cero. Después de pagar
cada resumen en su totalidad, las cuentas fueron cerradas. Los dineros
que entraron en sus cuentas bancarias eran difíciles de rastrear, pero si
alguien se tomaba el tiempo para hacerlo, ellos descubrirían que fue un
pago de WKPZ. Anthony esperaba que nadie investigaría a fondo, pero si lo
hacían, lo que descubrirían debería apaciguarlos. Por supuesto, WKPZ no
tenía constancia de tal transacción, pero la probabilidad que cualquier
persona investigara a fondo era baja. El hecho de que los fondos habían
sido depositados en sus diversas cuentas de ahorro y corriente, cuatro
días antes de su desaparición provocó la alusión. Sonriendo, se recordó
sentado con ella en Red Wing, sabiendo que tenía un extra de $200.000
más en sus cuentas y ella no tenía ni idea. Anthony sabía por su vigilancia
que ella sólo comprobaba sus cuentas los fines de semana. En ese
momento, ella se sentaría y trataría de llegar a fin de mes. El día después
de que hizo su pequeño balance bancario, el dinero apareció
electrónicamente.

La liquidación de las cuentas y el “hasta luego” por e-mails se


combinaron para hacer de su desaparición como algo planeado. Si él
pudiese alcanzar su propia espalda, Anthony se habría dado a sí mismo
una palmadita de felicitaciones; ¡se las merecía!

El gerente de Red Wing fue el más difícil de tranquilizar. Después del


e-mail, de inmediato comenzó a llamar y enviar mensajes de texto a su
teléfono. Afortunadamente, Anthony había llevado a su Blackberry con él
de regreso a Iowa. Claire respondió en tono de disculpa al administrador a
través de texto. Ella se sentía tan mal por irse con tanta prisa, pero tenía
que aprovechar la oportunidad. Anthony estaba bastante seguro que si ella
regresara alguna vez a Atlanta, lo cual ella no haría, en Red Wing no
estarían dispuestos a volverla a contratar.

Si mantenía su portátil, podría comprobar su correo electrónico y


saldos de cuentas. También sería capaz de enviar periódicamente correos
electrónicos o publicar un estado en Facebook para evitar que los curiosos
reaccionaran exageradamente. A pesar de que el equipo estaría en Iowa, la
dirección web y la URL no cambiarían. Nadie sabría el punto de origen.

El Blackberry de Claire sufrió un desafortunado accidente. Muchos


teléfonos celulares contienen rastreadores GPS. Anthony no estaba
dispuesto a correr ese riesgo. Un mensaje de texto múltiple fue enviado
explicando que Claire tendría un nuevo número de pronto, y que se
pondría en contacto con todo el mundo tan pronto como sea posible. Y
luego, después de retirar la tarjeta SIM, Anthony pasó su auto de alquiler
por encima del teléfono. No sobrevivió. Su maleta también contenía el
hardware final de su equipo de vigilancia. Él definitivamente no quería que
algún artista estúpido se cruzara con una de sus cámaras.

Seis meses de filmación le enseñaron mucho sobre Claire Nichols.


Ella siempre llagaba tarde y disfrutaba dormir hasta tarde en la mañana.
Le gustaba cocinar y hornear, pero no con mucha frecuencia. No hubo
novios o visitantes masculinos al apartamento, lo que hizo a Anthony feliz.
A ella le gustaba hablar por teléfono y charlar con la gente por la
computadora. Rara vez veía la televisión, excepto por un programa llamado
Grey's Anatomy y otro en el mismo canal. Le gustaba hacer ejercicio, a
veces caminaba con la vecina de al lado. Raras veces se quedaba todo el
día en el apartamento. Salía con amigos con frecuencia. Muchas veces,
volvía a casa en un estado menos sobrio, pero de nuevo siempre sola.
Durante la temporada de Navidad, puso adornos y hasta decoró un árbol.
La mejor parte de la vigilancia era el acceso a sus horarios y contraseñas.
La piratería informática habría sido más difícil sin esas contraseñas. Oh, él
podría haberlo hecho, pero con esto era más fácil.

Anthony oyó el golpe en la puerta. Se quitó los guantes, los puso en


sus bolsillos, y abrió la puerta.

—Hola, ¿eres John Vandersol? —preguntó un hombre corpulento


con manchas en las axilas y la cara bañada de sudor.

—Sí, ese soy yo. ¿La mudanza? Pase. —Anthony decidió que a pesar
de que no se parecía en nada al cuñado de Claire, su presencia en su
apartamento tenía más sentido que cualquier otro hombre. La gente raras
veces se acordaba de los rostros de todos modos.

Firmó el contrato y pagó al hombre en efectivo, con una propina de


200 dólares. Explicó que su cuñada se mudó a otra ciudad por un trabajo
y quería que todas sus cosas fueran llevadas al refugio local para donación.
El hombre de la mudanza no estaba interesado en la historia, y Anthony
no insistió. Entregó suficiente información para hacer la conversión
plausible y no demasiada para hacer que suene artificial. Lástima que
Claire no iba a presentar los impuestos. Ella podría recibir una fuerte
deducción por sus donaciones. Los hombres no tardaron en vaciar el
apartamento.

Su auto se vendió por un precio increíblemente bajo. En realidad, no


había sido suficiente para pagar el préstamo, pero el punto era deshacerse
de él. La firma de ella en la documentación no fue difícil. Utilizó su firma
en la servilleta como modelo. El comprador por suerte no hizo preguntas.

Acariciando la maleta que llevaba los únicos restos de la vida


anterior de Claire, Anthony limpió el picaporte de la puerta con sus
guantes, cerró con llave la puerta del apartamento vacío, y colocó las llaves
en un sobre. El complejo de apartamentos había sido recibido un correo
electrónico acerca de la mudanza repentina de Claire, así como el
reembolso por el término del contrato de arrendamiento. El sobre fue
depositado en una ranura abierta en la puerta de la oficina. Al entrar en el
vehículo de alquiler, llamó a su conductor:

—Recógeme en Autos en Ganga en diez minutos.

A Anthony no le gustaba hacer todas estas tareas él mismo. En otras


circunstancias, habría contratado a alguien para embalar los artículos o
esperar a la mudanza. Esta, sin embargo, no eran circunstancias normales.
No podía arriesgarse a que otros supieran su plan. Ni siquiera podía
confiar en su mejor amigo y jefe de su equipo legal. Todo esto era muy
privado.

Eric, el conductor de Anthony, tenía alguna pista acerca de las cosas


transcurridas en Atlanta. Tenía más que una mera pista. Él ayudó a
transportar a Claire de vuelta a Iowa. Pero era leal, al igual que el resto del
personal de la casa.

Suspirando mientras aparcaba el discreto Toyota Camry gris en el


lote de arriendo, dio gracias a Dios que todo esto haya acabado. Ahora se
pondría ropa a su estilo, volvería a su vida real, se prepararía para sus
reuniones programadas en el extranjero, y decidiría el futuro de Claire.
Esbozó una sonrisa privada; la adquisición estaba completa.
4
A través del humor, puedes suavizar algunos de los peores golpes
que la vida da. Y una vez que encuentras la risa, no importa lo
dolorosa que tu situación pueda ser, puedes sobrevivir a ella.
~Bill Crosby

Traducido por Selene1987 & Flochi

Varias veces al día, pensaría en la oportunidad de reunirse con


Anthony Rawlings. Creía que su nombre le sonaba familiar, pero aún no
sabía por qué. Dios, le encantaría poner su nombre en Google y ver lo que
aparecía; ¿quizás Hombre Loco y Abusivo o Loco con un Complejo de
Superioridad?

Un día atendiendo el bar, empezaron a hablar, no sobre nada que


Claire pudiera recordar, simplemente charlar. Él fue atento y encantador.
Sus ojos la fascinaron, pero no con miedo como lo hacían ahora, más bien
como una atracción. Su política era no socializar con los clientes. Y por
alguna razón, cuando él la invitó a una pequeña cabina después del turno,
ella aceptó. A posteriori, Claire pensó que estaba a salvo, aun estando en
el Red Wing. Una vez allí, hablaron y bebieron un poco de vino. En algún
momento, él tenía una servilleta y hablaba sobre ayudarla a conseguir un
trabajo. Era algo sobre el Canal de Meteorología, definitivamente no esto.
Recordaba firmar una servilleta, pero no a él. Parecía inofensivo. No podía
recordar lo que había escrito en la servilleta. No hablaron de eso de nuevo
mientras compartían unos cuantos vasos más de cabernet sauvignon.
Después de eso, se fue sola a casa.

Al día siguiente, durmió, compró provisiones, que ahora se pudrían


en su nevera, y trabajó hasta el último turno. Si hubiera sabido que era su
último día de libertad, lo habría pasado de una manera más productiva:
visitando amigos, disfrutando de una multitud en el centro comercial, o
llamando a su hermana. Claire se preguntó si Anthony regresaría al bar
ese día. No lo creía, pero recordó su llamada.
17 de marzo, hace casi una semana…

El turno de Claire terminaba a las seis, lo que estaba bien. Quería


salir antes que la multitud de vacaciones acudiera al Red Wing. La cerveza
verde esperaba ansiosamente a los clientes irlandeses, y en el Día de San
Patricio lo eran todos.

El día anterior cuando Anthony Rawlings llamó al Red Wing, Claire


se quedó impresionada. De verdad que no esperaba tener noticias de él de
nuevo. La llamada llegó cuando los asientos del bar empezaban a llenarse.
A su jefe no le gustaban las llamadas personales en momentos lentos del
día, mucho menos en momentos ocupados.

—Hola, soy Claire. ¿Puedo ayudarle?

—Buenas noches, Claire. —Su corazón se encogió, reconociendo


inmediatamente la voz ronca que acompañaba al hombre de ojos y pelo
oscuros.

—¿Anthony?

Primero una risa, luego:

—Estoy impresionado. Tienes una memoria maravillosa para las


voces.

Bueno, sí, cuando acompañan a gente como tú.

—Gracias, me gano la vida hablando con la gente. Me sorprende que


me llames. ¿Olvidaste algo o dejaste algo?

—Bueno, sí y no. —El encargado se acercó a ella. Cubrió el teléfono


y susurró—: Un cliente de ayer buscando algo. —Se alejó y caminó hacia
la cocina—. Vale, si me dices lo que es, puedo buscar y llamarte de nuevo.
Primero déjame tu número de teléfono.

—Oh, sin duda tienes mi número. Primero, creo que sabes lo que me
dejé. —Claire esperó impacientemente. Sonaba misterioso, pero había
gente esperando. Al final, dijo—: A ti, Claire…
Sus mejillas se sonrojaron.

—¿Perdona?

—He estado pensando en ti y me honrarías si aceptaras a


acompañarme para cenar.

La mente de Claire explotó. Intentaba pensar, pero el bar se estaba


llenando con clientes buscando que les atendieran. Anthony estaba
esperando que respondiera. Anoche, fue tan guapo y encantador. La
posibilidad de alguien como él, más mayor y con éxito, tomándose el
tiempo para llamarla después de varias horas de charla era halagadora. Se
las ingenió para parecer fuerte.

—Lo siento, trabajo hasta el cierre. Es muy tarde para cenar.

—Alguien llamado Crystal que respondió antes al teléfono dijo que


mañana trabajabas en el turno temprano. ¿O me rechazarás de nuevo y
me enviarás a casa con el corazón roto?

Claire suspiró. Esto estaba fuera de la zona de comodidad, pero por


otra parte, no quería ser responsable de enviar a un pobre exitoso y guapo
hombre de negocios a su casa con el corazón roto.

—Se supone que mañana salgo a las seis, pero si recuerdas lo de


anoche, no es siempre en punto. Podría estar lista a las siete, si no es
demasiado tarde para ti.

Su tono fue más liviano y rápido.

—Maravilloso. ¿Debería recogerte en el Red Wing o en tu casa?

Oh, dios, no estaba preparada para que él supiera dónde vivía.

—Puedo encontrarme contigo…

Él la interrumpió.

—Seguro que sí, pero déjame recogerte. Te veré a las siete en el Red
Wing, e iremos a Chez Czar. Hasta mañana, Claire. —El teléfono se
desconectó.

Durante los siguientes sesenta o setenta minutos, el bombardeo de


pedidos y clientes que necesitaban sosiego la mantuvieron ocupada en sus
acciones. Había aceptado una invitación para uno de los mejores lugares
de Atlanta con alguien a quien apenas conocía. Había roto su regla de “no
salir con clientes” y su regla de “no ir en el mismo auto en la primera cita”.
Pero quizás la primera cita fue en la cabina de Red Wing. Entonces ésta
sería oficialmente la segunda cita, lo que es totalmente aceptable. Oh Dios
mío, ¿qué llevaría puesto?

A las seis y cuarto, cerró oficialmente, hizo balance de la caja


registradora. En la trastienda del bar, había una pequeña sala de taquillas
donde las empleadas femeninas guardaban sus bolsos, abrigos y demás
ropa. Claire sabía que su camiseta del bar y los vaqueros no valdrían en el
Chez Czar. Además, la última vez que vio a Anthony, llevaba un traje muy
bonito.

Abriendo su taquilla, sacó un vestido negro. No había tenido mucho


tiempo esa mañana, pero después de afeitarse las piernas, decidió ir al
Centro Comercial de Greenbriar y ver si Macy’s tenía algo en su rango de
precio. Resultó que no había nada gratis, pero encontró un vestido negro
sencillo en segunda rebaja. Era más corto de lo que llevaba normalmente,
pero encajaba, y no tenía tiempo para ser quisquillosa. Después de un
rápido vistazo en Burlington, compró unas sandalias con tacones. Tenía
un suéter negro de algodón que complementaba bien el vestido y sería
perfecto para una noche fresca de primavera.

Después de cambiarse de ropa y guardar en la taquilla su camiseta y


sus vaqueros, se miró en el espejo. Inmediatamente se sintió tonta. Ésa no
era ella. A ella le iban los vaqueros, las camisetas y las zapatillas.

Un poco de delineador de ojos, rímel, y brillo labial acompañado de


una rápida pasada con el cepillo por mi cabello fue todo lo mejor que pude
hacer. A juzgar por los silbidos a ambos lados del bar cuando ella entró en
la parte principal del bar, supo que lo había hecho bien.

—Mírate, guapa bella. ¿A dónde vas tan bien arreglada? —El


encargado de Claire tenía una variedad de voces en su repertorio. Ésa era
la coqueta.

Sintiéndose juguetona, decidió seguirle el juego y responder en su


encanto sureño:

—Cielos, señor —Arrastrando las sílabas—…. no sé lo que quiere


decir. —Él alzó las cejas y se quedó mirando—. Bueno, gracioso, tengo una
pequeña cita con un desconocido alto y apuesto.
Unos minutos más tarde, Claire vio un Porsche resplandeciente
negro aparcar enfrente del bar.

—Los veo más tarde. No me esperen levantados. —Los trabajadores


detrás del bar soltaron más silbidos y algunos gritos. Claire sonrió
mientras las voces se desvanecían con los sonidos de la noche al otro lado
de la puerta.

Anthony salió del lado del conductor. Inmediatamente, ella se sintió


contenta de haberse decidido a buscar un vestido. Su traje Armani de
color claro estaba hecho a la medida. Su saludo fue educado cuando una
vez más la besó en la mano y la escoltó a la puerta del pasajero. El simple
acto le pareció elegante.

Al ser un auténtico restaurante italiano de cuatro estrellas en el


corazón de Atlanta, todos sabían que el Chez Czar tenía la reputación de
ser un lugar difícil de conseguir reservas. Sin embargo, la anfitriona
inmediatamente los llevó a una de sus mejores mesas.

Cuando el camarero llegó con los menús, Anthony de inmediato le


pidió su mejor botella de Batasiolo Barolo. Luego que el camarero se
marchó, Claire empezó a mirar el menú. No pudo evitar notar que no había
precios. ¿Qué significaba eso? Cuando alzó la mirada de la gran carpeta
encuadernada en cuero, Anthony la estaba mirando, no a su menú. Una
vez más, Claire sintió a sus mejillas sonrojarse.

—¿Ya sabes lo que quieres? —preguntó ella.

—Creo que sí. —Agarró el menú de ella. Claire lo soltó, aunque no


había tenido la oportunidad de ver realmente las opciones. Todo el asunto
de “sin precio” la sofocó un poco—. Y no puedo verte detrás del menú. —
Claire sonrió. Nunca había conocido a un hombre como Anthony. Sentía
como si tuviera su plena atención, y aunque eso era agradable, también
era inquietante. Cuando el camarero regresó con el vino, sirvió una
pequeña cantidad en un vaso. Anthony saboreó el líquido y contestó—:
Ahhh, sí. —El camarero sirvió dos vasos.

Claire se preguntó si de esto era de lo que hablaban las personas


cuando se referían a un crucero con un servicio excelente. Solo dios sabe
que nadie era tratado así en Red Wing o Applebee para el caso. Antes de
darse cuenta de lo que sucedía, Anthony ordenó la comida.

—Bueno, gracias. —El tono de ella fue vacilante.


—¿No te gusta la ensalada César y los camarones linguini? —le
preguntó él, consternado.

—Oh, sí. Sólo que nunca nadie ha ordenado por mí sin antes
preguntarme mis preferencias. —Claire pensó para sí: Por otra parte, nunca
he conocido a nadie como tú.

Las puntas de sus labios se alzaron, y sus ojos brillaron.

—Si no te gusta la comida, ciertamente podemos devolverlo por otra


cosa.

A ella le gustó la comida. Tan pronto como el linguini llegó a la mesa


y el aroma del ajo y la mantequilla penetraron en sus sentidos, supo que el
sabor sería incluso mejor. Cuando el camarón tocó su lengua, disfrutó del
sabor sazonado. Anthony era increíblemente encantador y amable. Luego
de la cena, mientras esperaban al valet, rodeó suavemente su cintura con
su brazo. Él era más alto de lo que se había notado en el Red Wing.
Inclinándose en su oreja, le susurró:

—¿Puedo besarte?

Sintiendo la imparable sensación de su mirada, Claire asintió.


Cuando sus labios tocaron los de ella, fueron suaves y carnosos. Por un
momento, sintió al resto del mundo desaparecer. Terminó demasiado
pronto. Cuando se apartó del contacto, Anthony sonrió, y Claire sintió sus
mejillas enrojecer. Una vez que estuvieron de nuevo en el auto, él le
preguntó:

—¿Estás lista para regresar al Red Wing, o debería llevarte a tu casa?


—Claire contempló sus opciones. Él le ofreció una tercera alternativa—. O
podrías venir a mi suite, ¿quizá por algo de vino, o podríamos llamar al
servicio a la habitación por un postre?

—Me gusta el postre —respondió ella, sonriendo.

El vestíbulo del hotel era exquisito: pisos de mármol, grades arañas


brillantes y arreglos florales enormes. Claire intentó no quedarse mirando
en todas direcciones. Nunca había entrado a un establecimiento tan
exclusivo. Su suite en el Ritz Carlton era tan grande como un
departamento, y una vez dentro, él permaneció siendo suave y sensual.
Sus ojos eran profundos. Le daban la sensación de chocolate, oscuro y
derretido. Aunque no lo conocía bien, accedió al romance y los placeres
sexuales. Él fue romántico y atento. Había algo respecto a él que la hacía
romper todas sus reglas.

Fue pasada la medianoche cuando Claire levantó la cabeza para


encontrarse con los ahora ojos de chocolate con leche de Anthony.

—De verdad tengo que volver a mi casa. —Claire había disfrutado


demasiado las sábanas de setecientos hilos—. No quiero molestarte, así
que puedo conseguir un taxi abajo. —Empezó a apartarse, cuando él
suavemente la sujetó.

—Si te prometo un auto a la mañana, ¿considerarías más postre? —


La expresión de Anthony como también otros de sus rasgos le informaron
a Claire que él quería que ella escogiera el postre. Sabía que no tenía
programado ir al trabajo al día siguiente.

—No quiero interrumpir tu horario. Estoy segura que estás ocupado.

—Prometo que esto no es una interrupción. Y tal vez, luego de más


postre, podamos tener otra copa de vino. Queda algo en la botella del
servicio a la habitación. —La última vez que miró al reloj, eran las 1:15
a.m. Incluso en ese momento, Claire no tenía idea las consecuencias de su
acuerdo en la servilleta.

Mientras Claire permanecía en el sofá recordando los sucesos que la


llevaron a ese sitio y a esta situación, no pudo recordarse viajando.
Recordaba un auto pero ninguna parte de esta casa. No podía recordar
nada más de Atlanta. Esa vez, las 1:15 a.m. fue el último recuerdo
consciente de su vida.

Desde las otras ventanas cerca de la cama, solo podía ver árboles.
Debía encontrarse al fondo de la vivienda porque no podía ver nada más de
la casa. Sus ventanas se encontraban alejadas del suelo. Aunque se
abrieran, se rompería algo desde esta altura. Día tras día, el cielo se
aclararía a sombras de grises y luego oscurecería demasiado pronto, seguir
un recuento de los días se volvió difícil.

Preguntándose dónde estaba, Claire se dijo que cuando Catherine


regresara le preguntaría su ubicación. Catherine no regresó, el joven que
no hablaba inglés sí. Día tras día, nadie vino a hablar con ella. La comida
llegaba y el cuarto era limpiado. Las ropas eran milagrosamente lavadas y
regresadas a su armario o a los cajones, pero nadie era visto. Estaba sola.
El aislamiento era un infierno. Podría no dejar marcas físicas, pero era una
mejor forma de abuso de Anthony.

Claire nunca fue de mirar la TV, y en el televisor de su suite no


recibía muchos canales. Sin embargo, comprobaba las noticias cada
mañana para aprender qué día era. Había empezado a confundirlos. El 2
de abril, finalmente escuchó que llamaban a la puerta.

Los trece días anteriores no habían sido una pérdida total. Luego de
dos o tres días, Claire se dio cuenta que el canal de clima informaría sobre
el clima local. La primera vez que se sentó a ver, se sorprendió. La locutora
de medianoche, Shelby, se graduó de Valparaíso un año antes que ella.
Claire observó con incredulidad. ¿Cómo Shelby podía estar en el Canal del
Clima y ella estar prisionera en una casa en Iowa? La señal local de clima
provenía de la Iowa City, Iowa.

Descubrió que sus ventanas apuntaban al sureste. El sol brilló


pocas veces en los trece días de su reclusión. Las horas de sol se hicieron
más largas por minutos con cada día que pasaba, pero todavía hacía frío.
Con las ventanas aislantes y la chimenea cálida, el único conocimiento de
Claire de la temperatura exterior seguía siendo Shelby y sus compañeros.

Como medio de escape, Claire optó por leer. Las librerías


incorporadas estaban repletas de éxitos en ventas actuales. Había series y
tomos únicos. Adoraba leer cuando era niña, pero la vida se había vuelto
muy ajetreada. Eso ya no parecía más un problema.

También descubrió una pequeña nevera que siempre estaba


abastecida con agua y fruta. Nunca nadie le preguntó qué quería comer.
La verdad sea dicha, no tenía hambre considerando que no hacía nada
para tener un gran apetito. Se duchaba, vestía y arreglaba un poco. La
rebelión parecía no tener sentido cuando no había nadie contra quien
rebelarse. Una señal de progreso, los moretones empezaron a desvanecerse
del rojo, al azul, al púrpura, al verde, y ahora un amarillo muy indistinto.

El golpe en la puerta se repitió. La comida por lo general ingresaba


después del primer golpe, esta persona estaba esperando una invitación.
No creía que fuera Anthony, él nunca llamaba. ¿Podría tratarse de
Catherine? Con lentitud, Claire se acercó a la puerta.

—¿Sí? ¿Quién es? —La anticipación de escuchar una voz


responderle era estimulante.
5
La decepción de un alma noble es lo que el agua fría es a la quema
de metal. Fortalece, los ánimos, se intensifica, pero nunca lo destruye.
~Desconocido

Traducido por Beatrix85 & Dianna K

—Señorita Claire, ¿puedo entrar?

El corazón de Claire dio un vuelco. La mujer a la que apenas conocía


era la única persona por la que Claire oró que viniera a ella cada uno de
los últimos trece días. Emocionada de volver a usar su voz de nuevo, dijo:

—Sí, Catherine, por favor, entra. —No era como si Claire pudiese
abrir la puerta desde su lado.

Claire oyó el pitido. Catherine abrió la puerta y sonrió con tristeza


hacia Claire. Claire quiso abrazarla, pero algo en los ojos de Catherine dijo:
“No, no ahora. No fui capaz de llegar aquí antes”. Era como si ella hablara,
pero sus labios no se movieron.

—Señorita Claire, parece… bien descansada. Tengo un mensaje para


usted. —Claire asintió, anticipando el mensaje de Anthony—. El señor
Rawlings va a venir a verla esta noche. Va a llegar tarde a la ciudad. Dijo
que le esperara entre las nueve y las diez.

Claire miró el reloj cerca de la cama. Eran solo las 4:35 p.m.

—Está bien. —No sabía qué hacer. Ella no podía rechazar


exactamente su entrada. Él no preguntaba, simplemente se anunciaba—.
¿Cenaremos?

—Usted cenará sola. Él llegará demasiado tarde para la cena. —


Catherine parecía como si quisiera decir algo más, pero entendiera que no
podía. Tal vez algún día Claire sería así, lo entendería. Por otra parte, con
suerte, ella estaría fuera de aquí antes de esa fecha.
—Catherine, ¿podría ayudar a prepararme?

—No, señorita. Lo siento, pero su atuendo y presentación deben ser


de su propia decisión. —Catherine volvió a salir de la suite.

—Por favor, espera. Catherine, ¿no puede usted por favor quedarse y
hablar conmigo, aunque sea por un rato? Después de todo, tenemos cinco
horas antes de que llegue el señor Rawlings.

—Tengo que irme, pero puedo decir que te ves hermosa. Me gusta tu
cara… bueno, ah… nítida. —Catherine sonrió de verdad, y con ternura y
salió de la suite.

De alguna manera, Claire sabía que era un juego mental. Él la


estaba poniendo a prueba para ver cómo vestiría, se vería y actuaría. Él
también la estaba poniendo a prueba para determinar si su sola presencia
causaba inquietud. Ella decidió que este examen era una oportunidad
para responder a sus circunstancias en lugar de reaccionar. Él tomaría su
cuerpo. Esa realidad se hizo dolorosamente clara. Sin embargo, no le
dejaría tener su mente. Él quería que ella pasara las próximas cinco horas
sola, temiendo su llegada, llena de temor y temblando. No le daría la
satisfacción.

Tenía cinco horas para demostrar que estaba en control de su vida;


si no a él, entonces por lo menos a sí misma. Entró en su armario y, como
un general seleccionando a sus soldados, examinó los bastidores y
estantes seleccionando un traje que reforzaría su confianza en sí misma.
Lo encontró, un vestido negro con una fluida falda larga. La idea de estar
cerca de él en un vestido le daba nauseas, pero le gustaba la audacia.

Con cada destello de la máscara de pestañas o cremallera del fluido


vestido de satén negro, revisó su decisión. Escapar de esta habitación no
era posible. La única manera de salir de aquí era concederle todo lo que él
exigía y encontrar otra salida. Mirándose en el espejo, Claire enderezó el
cuello, enderezó sus hombros, y confirmó su misión. Físicamente la lucha
había sido contraproducente, sólo parecía intensificar la determinación de
Anthony. Tenía que ceder, de manera temporal, a sus demandas con el fin
de acceder a un medio de éxodo. Completando su peinado, analizó
minuciosamente su plan. Parecía rendirse, pero su instinto le dijo que
renunciar a él con una cara seria y experimentar los efectos de su
verbalización tomaba más control que las súplicas, las acusaciones, y la
lucha de dos semanas antes.
Eran las ocho cuarenta y cinco cuando Claire se abrochó las
sandalias de Jimmy Choo. Confiaba en que se viera la pieza. Sólo
necesitaba practicarlo también. A las nueve y media, sus nervios estaban
causando estragos con su estómago. ¡Maldito! Ese era su plan. Ella no le
daría la satisfacción. Cogió su novela actual junto a la cama, se dirigió al
sillón y se sentó. Empezó a leer, pero las palabras no tenían sentido. Su
pecho golpeaba mientras su corazón latía demasiado rápido, y su boca
sabía a algodón. Levantándose, sacó una botella de agua. Sus palmas
sudorosas hicieron difícil el abrir la tapa. El agua ayudó a su boca seca
hasta que llegó a su estómago. Ante el temor de que tuviera que correr
hacia el baño, recordó tomar respiraciones profundas. Sus nervios
comenzaron a calmarse. Las llamas del fuego la calentaron mientras
intentaba concentrarse en las palabras de su libro.

A las nueve cincuenta y ocho, precedido del sonido, la puerta de su


habitación se abrió. Anthony entró como si él hubiera estado allí más
temprano ese día, no hace dos semanas. Vestido con un traje de seda
cruzado gris oscuro, parecía más rudo de lo que recordaba; tal vez no rudo,
macizo, ancho de pecho. No estaba segura de su altura, pero diría que uno
noventa y cinco, unos treinta centímetros más alto que ella. Su edad se
mostraba en las líneas finas alrededor de sus ojos oscuros, estimando,
Claire pensó, que finales de los treinta.

—Buenas noches, Claire.

El calor de la chimenea ayudó a alejar el temblor. Claire se puso de


pie y asintió.

—Buenas noches, Anthony. —Tomando el mando—. ¿Nos sentamos?

Anthony se sentó en el sofá, se echó hacia atrás, y se desabrochó la


chaqueta. Claire se sentó en el borde de la silla y miró directamente a sus
ojos. No iba a mostrar miedo, aunque esos ojos oscuros eran las cosas más
escalofriantes que había visto nunca.

—¿Piensas que estás lista para continuar con nuestro acuerdo? ¿O


necesitas un poco más de tiempo a solas para considerar la situación?

—Después de consultar a mi abogado, siento que no tengo más


remedio que continuar con nuestro acuerdo.

Los ojos de Anthony se oscurecieron ante la mención de una


consulta.
—Claire, sé que estás bromeando. Pero ¿de verdad crees que sea una
buena idea? ¿Teniendo en cuenta tus circunstancias?

Manteniendo su sonrisa intacta, dijo:

—He tenido mucho tiempo para pensar, la jovialidad me ha


mantenido.

—Debo decir que tu actitud me impresiona. Tendré que reflexionar


sobre esta nueva personalidad.

Los dos se sentaron en silencio mientras el aparato de la chimenea


zumbaba en el fondo. Claire utilizaba cada onza de control para aparentar
calma mientras que Anthony reflexionaba. Él se quedó sentado contra el
respaldo del sofá, pero parecía apretar su mandíbula mientras sus ojos la
devoraban, escaneando y contemplándola. Ella deseaba poder leer sus ojos.
Entonces, de repente la atraparon.

—Cuéntame lo que has aprendido durante tu tiempo de reflexión.

—He aprendido que tengo mucha ropa, ropa muy bonita, me permito
añadir. Tengo un balcón que no puedo acceder porque la puerta está
bloqueada. Tengo una pequeña nevera y microondas. Pero, sinceramente,
el microondas parece innecesario, ya que también han traído comida para
mí tres veces al día.

—Todo eso está muy bien —dijo Anthony con un toque de


sarcasmo—. Pero, ¿qué has descubierto acerca de tu situación? ¿Por lo
menos sabes dónde estás? —Su expresión era segura, como si sólo él
tuviera las respuestas a sus preguntas.

Claire contempló su respuesta. ¿Debería ser honesta y decirle que


aprendió sobre Iowa City por el Canal del Clima? Y si eso se traducía en la
pérdida de estaciones de televisión, ella podría no saber qué día era. Por
otra parte, si mentía y decía que no sabía y él la atrapaba en una mentira,
¿qué pasaría? Manteniendo un aire de confianza, dijo:

—Estoy en Iowa, o por lo menos en algún lugar cerca de la Ciudad


de City.

Agarrando el brazo del sofá con su mano derecha, Claire vio que sus
músculos se tensaban.
—¿Y aprendiste eso de quién? —Cada palabra se hizo más exagerada
mientras hablaba.

—Lo aprendí del Canal del Clima, Clima local a las ocho. El clima
local de esta zona viene de Iowa City, Iowa. —Claire continuó sonando tan
alegre como fuera posible.

El cuerpo de Anthony se relajó, y asintió en señal de aprobación.

—Muy bien, eso me ahorrará decirte esa información. —Claire quería


preguntarle cómo había llegado allí—. Para mayor claridad, ya que pareció
ser un problema en el pasado, ¿eres consciente que tu deuda hacia mí
solamente puede considerarse pagada por mí?

Claire tragó. Esto es lo que esperaba, sonriendo ella asintió que sí.

Su voz fuerte y autoritaria.

—Prefiero la confirmación verbal.

—Soy consciente que eres el único que puede decidir cuándo mi


deuda esté saldada por completo. —Incluso Claire estaba sorprendida por
la tranquilidad de su voz. Dijo una oración silenciosa para que él no se
diera cuenta de sus manos en puños con sus uñas clavándose en sus
propias manos. Si se concentraba, podía recordar cómo relajar sus manos.
Pero en este momento, su concentración era necesaria en otra parte.

—¿También eres consciente que tus deberes requieren que te


encuentres disponible para mí cuando y donde quiera, de la manera que
yo exija? —Sus ojos nunca vacilaron de ella, sin embargo, su lenguaje
corporal parecía relajado, arrogante. Él era un hombre dispuesto a
empujar a Claire al borde. Era como ver un juego de póquer, empujando
las probabilidades. ¿Habría un premio? ¿O alguien parpadearía?

—Soy consciente.

—¿Eres consciente que es necesario que en todo momento obedezcas


mis reglas? —Los ojos de Anthony eran penetrantes.

—Soy consciente que tengo que hacer lo que se me dice. —Las


palabras dolieron en su garganta, pero sonaron fácilmente dichas. No iba a
dejar que la pusiera nerviosa. Y maldita sea, no necesitaba la piel de sus
palmas de todos modos. Su sonrisa se mantuvo estable e impávida.
Anthony permaneció en silencio durante un largo periodo de tiempo,
mirando Claire. Finalmente, habló:

—Muy bien. —Se puso de pie. Claire esperaba algún tipo de directriz.
En su lugar, se dirigió hacia la puerta.

—Espera —proclamó. Se dio la vuelta para mirarla. Su expresión


mostró asombro por su orden. Ella inmediatamente se dio cuenta que sus
palabras sobrepasaron sus límites, pero no podía seguir encerrada sola en
la habitación. Su tono se suavizó—. Lo siento, pero ¿puedo salir de esta
suite?

—Siempre y cuando estemos seguros sobre los términos de nuestro


acuerdo y sigas las reglas y las órdenes dadas, no veo ningún problema en
que vagues por la casa. —Él cogió el pomo de la puerta—. Es bastante
grande. Voy a estar trabajando desde casa mañana. Tus servicios se
utilizarán entonces, así que prepárate para mi llamada. Cuando tenga la
oportunidad, te daré una recorrida por la casa y definir tus limitaciones.
Creo que es mejor que no deambules esta noche. No quiero que te pierdas.
—Empezó a salir. Ella oyó el pitido mientras alcanzaba la manija.

—¿Anthony? ¿No tengo ningún… deber esta noche? —Su voz


comenzó a fallarle. Sonaba menos como la mujer fuerte, alegre que trató
desesperadamente de proyectar y más como un niño.

—He llegado hace poco de una serie de reuniones en Europa y estoy


bastante cansado. Me alegra saber que tenemos un entendimiento mutuo.
Buenas noches, Claire.

—Buenas noches, Anthony. —Cerró la puerta. Ella oyó el pitido y la


cerradura.

Sus pensamientos se arremolinaban. ¡Él ha estado en Europa! ¡He


estado encerrada aquí mientras él estaba en otro continente! Está bien,
concéntrate, la puerta será abierta mañana. Entablaré una conversación, la
primera en al menos dos semanas. Él no dijo nada acerca de mi apariencia.
Todo ese trabajo y ni una palabra. Tal vez los cumplidos no son su estilo,
solo las críticas. Eso estuvo bien, porque mañana me voy de esta
habitación. ¡Y salir de la habitación es un paso más cerca de ir a casa!

Dando vueltas, Claire tenía demasiada energía para dormir. No era


sólo su cuerpo, su mente giraba con la emoción de su liberación inminente.
Durante los últimos trece días cada necesidad suya fue resuelta, excepto
su necesidad de estar con personas. No podía recordar un momento en su
vida que no incluyera la interacción. Era algo que daba por sentado, hasta
ahora. El aislamiento era insoportable. A pesar de que estaba pasando,
ella no se permitió pensar en ello, pero ahora que el final estaba cerca su
anticipación se incrementó.

Se tumbó en la cama y pensó en Anthony Rawlings. ¿Qué clase de


hombre era? Obviamente le gustaba el control, el control total. ¿Qué quiso
decir cuando dijo: “¡Prepárate para mi llamada!”? ¿Significaba eso que ella
debía levantarse temprano esperando que alguien viniera a buscarla? Él
no le dio una hora. Ella miró el reloj: 5:33. ¿Debía levantarse ahora? ¿Y si
ella se quedaba dormida y no estaba lista cuando la llamara? ¿Podría
acabar encerrada en su habitación otros trece días? No podría soportar eso.
Claire necesitaba compañía.

Su mente se deslizó de nuevo a la universidad y recordó que vivió en


una casa de hermandad rodeada de chicas. A menudo anhelaba un tiempo
a solas, lejos del drama. Siempre había problemas entre hermanas, con los
novios, clases o padres. Ella deseaba un lugar propio y tiempo para ella
misma. Otro de los dichos de la abuela le vino a la mente: “Ten cuidado
con lo que deseas”. Le encantaría tener esa camaradería e incluso el
drama nuevo.

A las 6:00 a.m. se dio por vencida, se levantó de la cama y fue al


baño para prepararse para lo que el día le tenía reservado. Pasó casi dos
semanas haciendo lo mismo. Ahora se preparaba para aventurarse en lo
desconocido. Le daba tanto miedo como la emocionaba. Era como la
imprevisibilidad del clima.

Su desayuno esperaba en la mesa cuando salió del baño. Su cabello


arreglado en una coleta baja, informal pero elegante. Su maquillaje hecho,
decidió vestirse antes de comer y entró al armario. Al entrar en el mar de
material, Claire se preguntó si cada atuendo sería tan difícil elegir, y si
cada acción era una prueba. Decisión hecha, se puso los pantalones
vaqueros oscuros y un suéter. Entrando en su habitación, lista para el
café, de repente dejó caer sus zapatos y dejó escapar un grito ahogado de
sorpresa.

Perdida en sus pensamientos, su presencia la cogió con la guardia


baja. Ella no lo había oído entrar. Maldita Sea. ¿Podría aprender a tocar?
La mirada de sorpresa y conmoción en el rostro de Claire acompañado por
el lanzamiento de sus zapatos le hizo sonreír. Él la sorprendió. Ella sabía
que lo hacía feliz.

—Buenos días, Claire.

—Buenos días, Anthony, no te oí entrar. —Ella recogió sus zapatos y


recuperó la compostura.

—¿Estás lista para tu recorrido? —Miró su desayuno sin comer—.


¿Planeaste comer primero? Tengo una conferencia en línea en cuarenta y
cinco minutos.

—¿Qué es una conferencia en línea? —De repente, pensó que no


debería haber preguntado, ¿cierto? Ella no sabía qué hacer ni qué decir.
Sabía que era sólo agradable tener a alguien con quien hablar, incluso a él.

—Es como una conferencia telefónica entre muchas personas


diferentes, pero en lugar de estar en el teléfono, es a través de Internet.

No podía creer lo informal y agradable que hablaba. Incluso parecía


más relajado, vestido con pantalones y una camisa, pero sin corbata o
saco. Le recordaba al Anthony que conoció en Atlanta.

—Está bien. En realidad no tengo hambre. Estoy más emocionada de


hacer el recorrido. —Ella se puso los zapatos y bebió un poco de café.

Él comenzó explicando la forma de la casa, una sección principal


que albergaba el comedor, sala formal, sala de estar, cocina, y el gran
vestíbulo. El vestíbulo contenía la escalera principal. Dos grandes alas
proyectadas hacia fuera de la sección principal. Las escaleras también se
encontraban en el extremo de cada una de esas alas. El personal tenía
acceso a un elevador para transportar carritos y los artículos más grandes
al segundo y más bajo nivel.

Él continuó explicando que la suite de Claire se encontraba en el


segundo piso del ala sureste cuando salieron de la suite. Claire miró
lentamente por la gran extensión del pasillo a muchas otras puertas. No
había escuchado a nadie ni nada en toda su estancia. Anthony avanzó
cinco pasos antes de que ella recordara caminar. La sensación de salir de
la suite era aterradora, como dejar la seguridad de un nido.

Rápidamente lo alcanzó e hizo su mejor esfuerzo por caminar a su


rápido paso. A veces él no diría una palabra, sólo caminaría. Otras veces
hablaría largo y tendido acerca de esta obra de arte o esa antigüedad.
A lo largo del recorrido él le mostró una biblioteca adornada con
bellos trabajos de cerezo y estantes tapizados de libros. Ocupaba dos pisos
y contenía una pared trasera con una escalera corrediza como se ve en las
películas. Ella podría perderse allí durante días. Buscó alrededor una
computadora. ¿No todas las bibliotecas tenían computadoras?

—¿Hay un computadora aquí, alguna manera de encontrar libros?

—Creo que sería mejor para ti no tener acceso a computadoras,


Internet o teléfonos. —La declaración de Anthony no fue una respuesta a
la pregunta de Claire, fue un anuncio.

El recorrido por su magnífica casa contuvo tantos tesoros que Claire


momentáneamente olvidó por qué estaba allí. Su declaración trajo de
vuelta la razón de inmediato. Sabía que todas las formas de comunicación
estaban ausentes de su suite, pero asumió que fuera de la puerta habría
conexión Wi-Fi. A pesar de que ella no había visto su Blackberry por más
de dos semanas, esperaba que una vez más estaría conectada al mundo
real. Él la miró con sus ojos oscuros mientras hablaba. Ella hizo todo lo
posible para mantener su mirada, tragó y asintió en respuesta.

Después la llevó a una sala de ejercicios en el nivel inferior, con todo


tipo de equipos de peso, así como una cinta de correr, elíptica, y
escaladora. Adjunta a la sala de entrenamiento estaba una piscina
cubierta. Aunque no de gran tamaño, era lo suficientemente grande para
hacer largos. Cuando ella vio a la piscina, los impresionantes mosaicos
que cubrían las paredes y el suelo, las ventanas que permitían que la luz
solar penetrara, y olió el familiar cloro, dejó escapar un jadeo.

—¿Te gusta nadar? —preguntó él.

—Oh sí. Esto es increíble. —Los ojos de Claire brillaron.

—Tendrás trajes de baño mañana. —Sus palabras la sorprendieron;


no lo había pedido. Sin embargo, él estaba ofreciendo, y a ella le gustaba
nadar.

—Gracias.

El comedor formal era exquisito. La mesa actualmente puesta para


diez, pero la habitación parecía como si pudiera albergar por lo menos tres
veces más. El intrincado trabajo en madera acentuaba las paredes de color
amarillo claro e incluía molduras esculpidas a mano, moldeadas, e
integrado en los gabinetes. El techo estaba dividido en secciones separadas
por molduras de madera, cada sección adornada con diferentes diseños y
una especie de extravagancia de oro que creaba un brillo a la luz del sol.
Los gabinetes sostenían lo que Claire creía que era cristal muy lujoso y
porcelana. La altura del techo permitía que las ventanas y puertas
francesas fueran más altas que la mayoría, por lo menos tres metros, y
adornadas con cortinas fluidas y exquisitas.

—Vamos a comer aquí cuando lo decida. Si no estoy en casa,


comerás en tu suite.

Por el pasillo al oeste justo al lado de la sección principal había un


conjunto de puertas dobles grandes.

—Esta es mi oficina. Se requerirán tus servicios aquí en los días que


trabajo desde casa, como hoy. Mi oficina está estrictamente prohibida sin
mi permiso. ¿Está claro? —Claire asintió. Anthony se giró para mirarla, de
pie muy cerca de ella—. Claire, quiero respuestas verbales a mis preguntas.
No me hagas decirte eso de nuevo.

—Entiendo. Tu oficina está fuera de los límites a menos que me


digas que esté allí. —Sus ojos parpadearon de él a la pared, tratando de
mantener el contacto visual. No habían pasado por el resto del corredor
oeste cuando Anthony miró su reloj.

—Tengo asuntos que debo atender. Son las siete y veinticinco. Te


quiero de regreso en mi oficina a las diez y media. Tienes una deuda que
pagar. —Obviamente, él disfrutó del incómodo sentimiento que sus
declaraciones produjeron—. ¿Crees que puedas encontrar tu camino de
regreso a tu suite?

—Sí, puedo. ¿Pero tengo qué? —Ella le dijo que le gustaría volver a la
biblioteca y mirar por ahí. Prometió que volvería a las diez y media.

Él dudó, pero aceptó de mala gana.

—No hemos hablado de todas las normas relativas a la casa. En este


punto, no vayas afuera. Permiso para salir en los terrenos será
condicionado a tu capacidad para seguir las reglas dentro de la casa.

—Lo entiendo, y volveré a las diez treinta. —Llena de regocijo Claire


caminó por el pasillo de mármol hacia la biblioteca. La sensación de sus
zapatos en el suelo de mármol, el sonido de sus pasos y la frescura de la
sala vacía emocionaron sus sentidos. Estar tan privada de todo, excepto
las mismas cuatro paredes, sin importar cuán hermosas, y ser libre para
vagar era éxtasis. Ella tenía tres horas para pasar en la biblioteca.

La colección de libros de Anthony era increíble. Tenía clásicos,


“Historia de dos ciudades”, “Orgullo y prejuicio”, “Grandes esperanzas”,
“Moby Dick”, y literalmente cientos más. Había libros de referencia,
enciclopedias, diccionarios y libros de traducción de idiomas. Encontró
biografías y autobiografías, ciencia ficción, romance y fantasía. Justo
cuando entró a otra sección, Anthony la encontró cara a cara. Una vez
más, saltó, pero esta vez él no estaba sonriendo.

La mente de Claire dio vueltas, No puedo llegar tarde, he estado


viendo ese reloj allí. El reloj marcaba las 10:37. ¿A dónde había ido el
tiempo?

—Oh, Anthony, lo siento mucho. Estaba absorta en todo lo que


tienes…

Su mano atravesó su mejilla. Ella no se cayó, pero se tambaleó fuera


de equilibrio. Luego la jaló hacia él. Su mano caliente en la parte posterior
de su cuello, enredada en su cabello, hizo que su cara se alzara hasta que
lo único que pudo ver fueron sus ojos penetrantes.

—Simples instrucciones, que son lo que te di. Tal vez no estás lista
para salir de tu suite todavía. —Él aflojó el agarre en su cabello.

—No, por favor, no digas eso. Puedo seguir instrucciones, puedo. —


Claire no quería rogar, pero no podía soportar la idea de estar encerrada
en su habitación un día más.

—Sígueme a mi oficina, ahora.

Cada uno de sus pasos igualaba tres de Claire, ella prácticamente


corrió para seguir el ritmo. Cuando llegaron a las puertas dobles de su
oficina, él abrió una y la empujó dentro. Sólo había visto las puertas de su
oficina, pero ahora ella miró alrededor del interior. Como todo lo demás en
la mansión era magnífica e importante. Las paredes estaban recubiertas
con más de los impresionantes paneles de cerezo, elementos decorativos, y
estanterías adornadas. Había un muy impresionante escritorio de caoba,
un sofá de cuero, sillas y una mesa de conferencias. Su escritorio contenía
muchas pantallas de computadora, así como una gran pantalla en la
pared que podría ser una o dividida en múltiples pantallas. Actualmente,
estaba subdividida, y cada pantalla contenía información de acciones. Las
luces en el teléfono indicaron que contenía varias líneas.

Él se dio la vuelta y cerró la puerta. El corazón de Claire golpeó en


su pecho, su cara se sentía sonrojada, y podía sentirse empezar a temblar.
De pie a solas en la inmensidad de su oficina mientras observaba a
Anthony mientras él contemplaba su próximo movimiento. Su expresión
enojada incluía los ojos completamente negros que ella presenció en su
suite dos semanas antes. Después de un silencio prolongado, habló con un
tono uniforme.

—Así que dices que puedes seguir instrucciones, vamos a ver. —El
debate había terminado. Era el resultado lo que asustaba a Claire. Hace
unas horas él había sido otra persona. Ahora, el hombre de pie frente a
ella era la misma persona que abusó de ella tan violentamente las dos
primeras noches de su estancia. Su sonrisa no era juguetona, era
despiadada—. Vamos a empezar contigo quitándote la ropa.

Haciendo todo lo posible para ser obediente, Claire hizo lo que le dijo
y se quitó la ropa, empezando con sus zapatos y terminando con su suéter.
Después, él le dijo que se acostara en la alfombra, de cara y mantuviera su
mirada abajo. Ella lo hizo y sintió la áspera alfombra de felpa contra su
piel. La vulnerabilidad de la posición la alarmó, intensificando su temblor.
No podía ver ni oír sus movimientos. Esforzándose por escuchar,
finalmente oyó el cinturón a medida que pasaba cada asa. El primer azote
golpeó tan inesperadamente que la hizo gritar de dolor y conmoción. Movió
su mano a su boca, mordió, y se negó a gritar más.

Cuando ella no respondió él le dio la vuelta, se puso encima de ella,


y se quitó la corbata y pantalones. No dijo una palabra, pero esperó para
ver su reacción. Tal vez ella estaba en estado de shock. Fuera lo que fuera,
Claire no pudo responder. Observó, sabiendo que lo que sea que eligiera
hacer sería malo. Sus manos movieron por la fuerza sus piernas mientras
ella observaba, abstraída como si estuviera en otra dimensión. La escena
que vio fue brutal y dominante. Por la gracia de Dios, sentía todo en una
manera distante pero presente. Observó sus acciones y escuchó sus
demandas. Ella estaba presente, veía su expresión, sentía su cuerpo, olía
su piel, y saboreaba su vergüenza. Sin embargo estaba de alguna manera
separada, no ahí. Para el momento en que terminó, su cuerpo mostraba
varios roces de la alfombra, y su pelo estaba enredado y enmarañado por
la misma exuberante alfombra.
Anthony Rawlings cruelmente se levantó y se vistió. Hizo una pausa
por un momento, irguiéndose en su metro ochenta y dos por encima de
ella, y luego en silencio se dirigió al cuarto de baño adjunto. Allí peinó su
cabello y sustituyó la corbata que se había quitado. Mientras tanto, Claire
se sentó en medio de la habitación temblando involuntariamente,
sosteniendo su ropa, y llorando en silencio, sin saber qué hacer.

De regreso a la oficina él la miró con desdén, su tono frío y plano.

—Puedes ir a tu suite, límpiate, y prepárate para demostrarme otra


vez tu capacidad para seguir instrucciones. —Claire comenzó a recoger su
ropa y vestido cuando él añadió—: No dejes tu habitación hasta que yo lo
decida. Tu pase para vagar está revocado. —Su mente estaba más allá de
la comprensión, pensar fuera de la caja era más de lo que podía manejar.
Recordó un acuerdo consigo misma por el instinto de conservación,
conceder a las demandas. Sin embargo, en este momento en el tiempo,
Claire no sabía ni entendía lo que iba a hacer, acordando, o siendo
obligada a hacer. Estaba perdida y lo más probable es que sufriendo de
shock. Sólo recordaba sus órdenes de volver a su habitación y limpiarse.

Dejando su oficina se volvió hacia la gran escalera. Más allá de las


escaleras a través del magnífico hall de entrada con el alto techo, Claire vio
las puertas dobles que conducían al exterior. Eran altas y adornadas. Sin
pensarlo se dirigió hacia ellas, tal vez debería haber corrido, pero no había
nadie alrededor. La casa estaba vacía, como un museo. Podía oír su
corazón latir en sus oídos mientras se acercaba a la manija preguntándose
si abriría. No aprendería. De repente, se oyó el sonido de los zapatos en el
suelo de mármol del pasillo. Los pasos no sonaban apresurados si no
determinados y estaban cada vez más cerca. Claire se volvió rápidamente y
comenzó el ascenso a la segunda planta. No miró hacia abajo. No quería
ver a la persona que produjo los pasos, especialmente si esa persona
encontraría su mirada con una de ojos negros. En cambio, ella caminó a
su suite.

En el momento en que cerró la puerta su monólogo interior estaba


en plena marcha.

¡Realmente me golpeó con su cinturón! ¡Dios mío! El hombre está loco.


¡Tengo que encontrar una forma de salir de aquí!

En ese momento, ella no buscó un escape. En su lugar, se duchó,


rehízo su pelo, su maquillaje, y se puso otro atuendo. Mientras se limpiaba
contempló huir. Surgieron preguntas. ¿A dónde iría? ¿Cómo llegaría ahí?
¿Qué tan lejos de la civilización? ¿Y cuáles eran sus posibilidades de éxito?
Y lo más importante, si fallaba, ¿qué haría?

Su almuerzo llegó. A pesar de que se perdió el desayuno apenas


comió. Se sentó tranquilamente en el sofá, leyó un libro, miró al espacio, y
esperó instrucciones. Un sentimiento de impotencia se instaló en su pecho
como nada que haya conocido.

Sobre las cuatro y media, el pitido sonó, la puerta se abrió, y ella


obedeció sumisamente. Su comportamiento, menos maligno que antes,
parecía simplemente cruel. La paciencia de la mañana y el recorrido se
habían ido. Anthony tenía un objetivo para sus acciones. Claire necesitaba
entender quien tenía el control. Ella se había hecho esto, le dijo él. Ella
tenía que hacer lo que le decían. Pero, ¿lo hacía? No. Él le hizo decir:

—No, no hice lo que me dijiste. —Y las conductas tienen


consecuencias. ¿Podría recordar eso?—. Sí, entiendo que las conductas
tienen consecuencias.

Esa noche no se vistieron adecuadamente para la cena en la suite de


Claire. Anthony decidió que quería que modelara algo de la lencería. La
cena fue comida mientras ella llevaba un fluido negligé de seda negra.

Cada vez que pensaba que había terminado y se iría, él se


reorganizaba. Tal vez un vaso de agua o comprobar los mensajes en su
iPhone, y luego reanudaba. La violencia terminó, pero la dominación
continuó. Claire quería gritar. Pero no lo hizo. Cuanto más ella obedeció,
menos despiadadas eran sus instrucciones. Después de la medianoche,
Anthony salió de su suite. Él no dijo si la puerta se abriría por la mañana,
y ella no podía recordar si ella escuchó el pitido familiar. Quería
comprobar, pero su cuerpo apenas se movió. En cambio, cerró los ojos y se
durmió.
6
Los seres humanos, cambiando las actitudes internas de sus mentes,
pueden cambiar los aspectos externos de sus vidas.
~William James

Traducido por Ateh & NataliCQ

Sus ojos no se abrieron hasta que oyó la puerta y su desayuno llegó.


Por lo general, llegaba después de que se despertaba. Mirando el reloj, vio
que eran las 10:30, lo más que había dormido desde su llegada inicial. La
joven con la comida se disculpó.

—Lo siento, señorita Claire. Sé que todavía estaba dormida, pero el


señor Rawlings la quiere vestida y en su oficina al mediodía. Catherine dijo
que necesita comer. —Le entregó a Claire la bata mientras se levantaba de
la cama.

—¿El señor Rawlings hoy está trabajando desde casa de nuevo? —La
cabeza de Claire palpitaba y el cuerpo le dolía. Era demasiado tarde para
tomar un café, y tal vez las actividades de ayer la estaban afectando.

—Señorita, hoy es domingo. El señor Rawlings suele estar en casa


los domingos. —La joven salió de la suite. Claire hizo una nota mental:
Cuidado con los domingos.

Tímidamente, Claire se acercó a los espejos en el baño. Bajando la


suave bata, vio rojas rayas largas en la espalda y los nuevos moretones. No
lloró. Estaba llena de ira. Por supuesto, estaba dirigida hacia él, pero
también a sí misma. Quería que esta pesadilla terminara, pero no podía
imaginar la solución. La impotencia no era una emoción que Claire
acostumbrara sentir, y no le gustaba. Su única solución era permanecer
firme hasta que surgiera la oportunidad.

A las 11:57, Claire llamó a la puerta del despacho de Anthony. La


puerta se abrió, y él levantó la vista de su escritorio.
—Buenas tardes, Claire.

Sonriendo con respeto, dijo:

—Buenos días, Anthony, creo que todavía es mañana. —Lo miró a


los ojos y se preguntó quién sería hoy.

Claire entró en su despacho y se puso delante de su escritorio, el


mismo lugar que veinticuatro horas antes había sido el escenario
terrorífico de su rabia y dominación. Se puso de pie con la espalda recta, la
barbilla alta y sonrisa plasmada en sus labios. La blusa que eligió y su
maquillaje cubrían los signos visibles de los acontecimientos del día
anterior. Anthony se sentó en silencio y la estudió. El silencio la hizo sentir
incómoda. Ella oró que no pudiera oír su corazón latiendo demasiado
rápido o notar sus palmas húmedas. Hace mucho tiempo, aprendió que los
silencios incómodos eran una técnica de entrevista. No iba a ser quien
rompiera el silencio.

Por fin:

—Creo que estás en lo correcto, por otros dos minutos. —Los ojos de
Anthony parecían más claros. Claire respiró más fácil y sonrió. Estuvo a
tiempo.

—El almuerzo llegará aquí en unos pocos minutos. Pensé que


discutiríamos algunos de los problemas técnicos que nuestro acuerdo de
negocios ha encontrado. —Se puso de pie y se acercó a Claire. Ella se
mantuvo firme, cuello recto, y observó mientras rodeaba el gran escritorio.
Se detuvo a sólo centímetros de distancia. Podía oler su colonia fragante y
necesitó inclinar el cuello hacia arriba para verle la cara. No habló, pero
indicó con un gesto que se trasladaran a la mesa de conferencias, donde
sacó una silla para que se sentara, ella lo hizo. Se sentó a la cabecera de la
mesa con Claire a su derecha. La habitación estaba en silencio mientras
Claire pensó cómo sus comportamientos caballerescos eran una farsa.

—¿Problemas técnicos? No estoy segura de a qué te refieres.

Antes de responder, él se sentó y contempló a Claire Nichols. Sus


ojos contenían un fuego intenso, y poseía más osadía que la mitad de los
presidentes de sus muchas empresas. Después de lo que le hizo pasar, no
podía dejar de estar asombrado.

—No estaba seguro que vendrías aquí hoy.


—No me di cuenta que tenía una opción. Creo que mis
responsabilidades laborales incluyen hacer lo que me dicen.

—Eso es correcto. Tal vez puedes ser entrenada. —Él eligió


cuidadosamente sus palabras.

La boca de Claire tembló, pero se quedó estable. Enojarse sería


solamente lograría que perdiera el control y se lo diera a él. Él podría
tomarlo, pero por Dios, no iba a dárselo.

—Estoy haciendo mi mejor esfuerzo. Ahora, ¿problemas técnicos?

Un golpe llegó cuando la puerta se abrió y su almuerzo llegó. Se


sentaron en silencio mientras la joven puso su comida enfrente de ellos y
preguntó al señor Rawlings si necesitaban algo más. Le informó que
estaban bien por el momento. Ella se retiró de la oficina y cerró la puerta
detrás de sí.

—Problemas técnicos, sí. Gasté doscientos quince mil dólares en un


acuerdo de negocios. Hago ofertas que serán lucrativas para mí. Esperaba
una mejor devolución por mi dinero del que he experimentado en las
últimas tres semanas.

Si esto se suponía que sorprendiera a Claire, no lo hizo. Cogió


casualmente el tenedor, comió un pedazo de brócoli, y respondió:

—Creería que ayer aumentó con éxito su devolución. —Y


apuñalando otro pedazo de brócoli, añadió—: Además, ¿no fuiste quien
decidió que su holding empresarial estaría cerrado durante casi dos
semanas? —Comió más brócoli. Una parte de ella temía por represalias,
pero la otra parte creía que el apreciaba la bravuconería.

—Es verdad. Estoy considerando la posibilidad de que valió la pena,


después de lo que estoy presenciando en este momento. —Observó su
expresión mientras hablaba—. Y no tenemos un cronograma para la
terminación de nuestro acuerdo contractual.

Claire no sabía si debía estar feliz de que él parecía impresionado, y


creía que un cronograma estimado estaría bien, pero tampoco mencionó
eso. En cambio, dijo:

—Entonces, aparentemente, los problemas técnicos han sido


resueltos.
Claire sintió que pareció lo suficientemente respetuosa para evitar
confrontaciones, pero lo suficientemente impertinente para demostrar
resiliencia. Vio el destello de color marrón claro en torno a sus irises, de
alguna manera sabiendo que no iba a explotar. Aprendería a leerlo.
Siguieron comiendo.

Claire dejó a Anthony hacer la mayor parte de la conversación. Se


refirió a varias de las reglas de la casa. Podía vagar por la casa. Sin
embargo, en anticipación a más problemas técnicos, no estaba autorizada
a salir afuera o considerar salir de la propiedad. Su oficina y el corredor de
su suite estaban fuera de los límites. Su horario sería de ella la mayor
parte del día, a menos que se lo indicara él o Catherine. Él no trabajaba
desde su casa a menudo, pero cuando lo hacía ella tendría que estar cerca
y disponible en todo momento. Los días en que fuera a la oficina, su único
requisito sería que Claire estuviera de vuelta en su habitación antes de las
5:00 p.m. para recibir instrucciones de la tarde. Él era un hombre muy
ocupado y no estaría en casa todas las noches para cenar con ella. Sin
embargo, en las noches intentaría estar en casa para que ella recibiera
instrucciones de hora de la cena, atuendos, y otros planes que pudiera
tener. Si estaba en la ciudad, ella recibiría instrucciones en cuanto a sus
intenciones con respecto a visitar su suite y la hora prevista de su llegada.
Ella verbalmente respondió a todas sus reglas.

La joven de la comida volvió a recoger los platos y trajo una jarra de


café con dos tazas. El dolor de cabeza de Claire estaba mejorando con la
comida pero el café sería útil. Anthony le dijo que él y la señorita Claire
estarían tomando un café en la galería. Ella le dio las gracias y se fue con
el café. Claire no recordaba una galería en el recorrido.

Caminó junto a Anthony al salir de la oficina. Situada en la parte


trasera de la sección principal, a través de los arcos detrás de las grandes
escaleras, y más allá de la sala de estar, se detuvieron en una habitación
hecha completamente de vidrio. Claire se sintió débil cuando sus ojos se
acostumbraron a la luz del sol e inhaló el aire fresco de primavera. La
habitación estaba decorada con muebles brillantes de ratán acolchado, así
como plantas tropicales. Anthony se sentó en un sofá de dos plazas y
Claire en una silla. Los lados de la sala se abrían para permitir una fría
brisa fresca. Su compostura falsa desapareció mientras la sensación del
aire fresco de primavera soplaba en su cabello y escuchaba los débiles
sonidos de la naturaleza.
Cuando era una niña, su padre, un policía en Indianápolis, sabía lo
mucho que Claire amaba estar al aire libre. Cada primavera la llevaría a
uno de los muchos parques estatales. Pasarían el fin de semana juntos
haciendo senderismo, pesca, hablando y deambulando. Su abuelo, su
padre, había estado en el FBI. Estaba arraigado en ellos el ser cautelosos.
En esos fines de semana él le dejaba creer a Claire que tenía el control
sobre sus planes y la dirección de sus aventuras. Recordando sus
actividades sonrió, sabiendo que él hacía la mayor parte de la dirección y
toda la protección. El aroma del aire fresco de primavera trajo los
recuerdos de esas aventuras a la conciencia de Claire.

Justo a un lado de la galería vio una gran piscina. El agua estaba


cubierta con una gran lona, el mobiliario estaba ausente de la terraza, y
las fuentes no operaban. Aunque no era la temporada, sin duda tenía
potencial de ser un lugar maravilloso para pasar su tiempo Claire una vez
que el clima se calentara.

Cuando se sentaron y bebieron café caliente con una brisa fresca,


Anthony le informó a Claire que se iría durante tres días en un viaje de
negocios. Sus negocios estaban por todas partes y viajar era una parte
importante de su trabajo. Se iría en la tarde ya que sus reuniones fueron
programadas para comenzar a primera hora de la mañana. Planeaba estar
en casa la noche del miércoles. Ella sería informada si sus planes
cambiaban.

—Anthony, ¿qué haces?

—¿De verdad no sabes quién soy yo?

La asustaba herir su ego, pero apegarse a la honestidad siempre era


lo mejor.

—Lo siento si debo hacerlo, pero no. Al principio pensé que tu


nombre me sonaba familiar, Anthony Rawlings, pero he intentado durante
más de dos semanas, y admito que no lo sé.

Se recostó en el sofá de dos plazas y ofreció una breve sinopsis de sí


mismo. Él se llamó a sí mismo un hombre de negocios que había
construido su fortuna de la nada. El comienzo y el grueso de su éxito vino
con Internet, él y un amigo crearon uno de los primeros motores de
búsqueda de Internet. Más tarde compró la parte de la empresa de su
amigo, había diversificado sus inversiones, y lo había hecho bastante bien.
Claire se echó a reír.

—Hiciste tu fortuna, porque esto —mirando alrededor de la


extensión de su mansión—, es más que hacerlo bastante bien, ¿con
Internet? ¿Y la única tecnología en tu casa está en tu oficina?

—Tal vez quiero que mi casa sea un oasis de mi vida empresarial.

Claire ponderó eso por un momento.

—Entiendo. Mi abuelo y mi padre estaban ambos en la aplicación de


la ley. Vieron las cosas que la gente no debería tener que ver. A veces mi
abuelo habría desaparecido durante meses realizando un trabajo
encubierto. De hecho, recuerdo una historia de cuando yo era joven, donde
se había ido por alrededor de dos años. Mi padre estaba en casa cada
noche. Pero de todos modos, mi papá no quería que el hogar fuera de
ninguna forma como un trabajo. Ni siquiera podía ver COPS en la
televisión. Creo que era como tú estabas diciendo, un oasis.

Anthony empezó a preguntar acerca de la familia de Claire. Ella dijo


que sus abuelos fallecieron antes de que se graduara de la escuela
secundaria. Sus padres murieron trágicamente en un accidente
automovilístico durante su primer año de universidad. Tenía una hermana
y un cuñado en el estado de Nueva York. Fugazmente se preguntó cuándo
iba a hablar con Emily de nuevo. Con la brisa y el sonido de los pájaros,
Claire casualmente siguió hablando. Ella preguntó a Anthony sobre su
familia. En cuanto su pregunta abandonó sus labios vio sus ojos
oscurecerse. Ella tranquilamente añadió:

—Pero si no quieres decir nada, no necesito saber.

Tal vez fue su observación rápida o la constatación de que lo sabía


leer, pero sus ojos se aclararon.

—Mis padres también se han ido. Fue un accidente cuando tenía


veinticuatro años. No tengo hermanos, y mis abuelos también se fueron. —
La serenidad regresó mientras ambos ofrecían al otro sinceras
condolencias por sus pérdidas. El café de Claire se había acabado y no
sabía qué más decir o discutir. Podía ver a Anthony observándola mientras
miraba a la zona de la piscina. Más allá de la piscina estaba el patio
trasero. El rincón de éste se podía ver desde su habitación, pero no la
piscina o el porche. Más allá del patio había árboles. Desde el segundo
piso, sabía que continuaban infinitamente, pero desde este mirador se
creaba un velo gris alrededor del patio. Pronto pequeñas aperturas de
verde transformarían el velo sombrío en una cortina colorida. Claire
realmente disfrutaba de la primavera.

Anthony se excusó y dijo que necesitaba prepararse para su viaje.


Ella era bienvenida a quedarse en el porche o ir a otro lugar en la casa. La
buscaría antes de irse. Sonrió lo que parecía ser una verdadera sonrisa.

—Me complace que los problemas técnicos se hayan resuelto. Tengo


planes para nuestro acuerdo.

La sonrisa parecía correcta, la parte tácita de su declaración hizo


estremecer a Claire. Cuando se fue, miró su brazo y vio la piel de gallina
que rozaba sus mangas. Se dijo que la causa era la brisa.

Claire volvió a su suite reconociendo que, con la capacidad de


moverse, no sentía la necesidad. Además, estaba cansada. Dormir tarde
puede hacer eso a una persona. Sin embargo, su instinto le dijo que los
problemas técnicos de ayer eran, más probablemente, la causa de su fatiga.
Sentía el cuerpo rígido, y pensó en un largo baño agradable en la hermosa
tina mientras entraba en su habitación.

En la cama, diseñada para que pudiera ver cada uno, habían varios
trajes de baño: trajes de una pieza como los que usaba en la clase de
natación de la escuela secundaria y bikinis que serían perfectos para el sol.
Le gustaban los estilos, pero se preguntó si iban a quedarle. Por supuesto,
lo harían, ¿no lo hacía todo lo demás? Tuvo que preguntarse cómo una
promesa hecha el sábado por la mañana podría ejercerse en forma rápida
un domingo, aparentemente lejos de cualquier lugar. Él le dijo que tendría
trajes de baño mañana. Al parecer, es un hombre de palabra. Eso le ganó
uno en la columna positiva. La columna negativa tuvo más cuentas de las
que Claire podría contar.

Mirando a escondidas debajo de la cubierta blanca levantada había


un regalo envuelto. Era una pequeña caja envuelta en papel blanco con
una cinta de lámina de oro. A Claire siempre le gustaron los regalos, pero
no se sentía bien acerca de éste. ¿Qué significaba? ¿Era por cómo él había
sido, o por la forma en que sería? Lo recogió y decidió que no quería
saberlo. Puso el regalo en la esquina de la cama y con cansancio entró en
el cuarto de baño para sumergirse en la bañera.
Después del baño, eligió la misma túnica suave que utilizó antes. Se
sentía cálida. Con unas pantuflas, estaría cómoda hasta que se retirara.
Peinó su cabello mojado y no se puso maquillaje. Eran sólo las cinco y
media pero estaba agotada.

Él dijo que iría a buscarla antes de irse. Ella esperaba encontrarlo en


su suite. Si abría la puerta y él no estaba ahí, ¿iba a estar decepcionada?
Sólo porque quería que él se fuera, así que verlo una vez más sería un
medio para ese fin. Al abrir la puerta, no estaba decepcionada y su
presencia no la asustó. Estaba sentado en la mesa con el regalo en la
mano.

—No has abierto tu regalo.

—Sabía que era tuyo y pensé que podrías querer verme abrirlo —
mintió.

Él dejó el regalo en la mesa y se dirigió hacia ella. Aunque la


estatura de él dominaba su pequeño cuerpo, ella se mantuvo firme y
mantuvo su mirada cuando sus cuerpos se tocaron. La atrajo hacia sí y la
sostuvo allí con sus fuertes brazos sólidos. Sus ojos esmeraldas parecían
cansados mientras examinaba su rostro. Los ojos de él parpadearon
suavemente marrón chocolate mientras su fragancia de almizcle abrumaba
sus sentidos. Ella no tenía miedo, sólo cansancio. En silencio oró:
“Querido Dios, si él quiere que haga algo, espero que sea pronto”.

En un rápido aunque suave movimiento la levantó y la llevó a la


cama. A pesar de que tenía un vuelo que tomar, no parecía apresurado. En
cambio, la tumbó en la cama y pausadamente desató su bata. Claire no se
movió mientras él permanecía de pie y miraba su cuerpo, completamente
desnuda, rosada por el baño caliente, y oliendo a perlas de baño. Ella no
dijo nada, ni él. No había instrucciones, ni insultos, ni reglas. Empezó a
tocarla suavemente, pasando la mano sobre sus pechos, bajando por su
estómago, y sobre los huesos de su cadera. Ella podía sentir el deseo
carnal que él no podía controlar.

Acarició suavemente su suave piel con la punta de los dedos.


Entonces tiernamente acarició su cuerpo con sus labios. Usando su boca
comenzó por su cuello, su clavícula, la carne de sus pechos, donde
suavemente sedujo sus pezones con su lengua. Ella no quería responder.
Quería ser inmune a su toque. Se decía a sí misma: “Este es el hombre que
me hizo daño”. Su mente escuchó, pero su cuerpo se agitó en el fondo, y
sin control sus pezones se endurecieron mientras su espalda se arqueaba,
empujando sus pechos hacia sus labios. Su boca atormentaba su piel. Las
cortinas abiertas permitiendo entrar la luz a la habitación. Ella se inclinó
hacia delante mientras él gentilmente retiró la bata.

Anthony jadeó.

Claire se quedó inmóvil, sin saber por qué él hizo ese sonido, y dio la
vuelta para ver su rostro. Sus rasgos eran más suaves y más preocupados
de lo que ella había presenciado. Él no dijo una palabra, pero con ternura
acarició su cuello y su espalda con su boca. Sus acciones eran sensuales,
cuidadosas y sensibles.

Poco a poco, se reunió con ella en la cama, y sólo después de


asegurarse que estaba húmeda y lista entró en su cuerpo. Había estado
allí antes, pero esto fue diferente. Los únicos sonidos de su boca fueron
ruidos incomprensibles que dejaron su significado claro. Pronto ella
respondió con el mismo idioma. Esta vez él no fue el único que
experimentó la plenitud, Claire también lo hizo.

Después de que ambos estaban satisfechos, ella descansó en las


sábanas de satén y observó mientras él se dirigía a la mesa,
completamente desnudo y húmedo por el sudor. Sus músculos definidos
por el esfuerzo, recogió el regalo. Ella levantó la cabeza de la almohada, su
largo cabello marrón húmedo cayendo en cascada en ondas alrededor de
su cara. Sus labios sonrieron débilmente mientras él le entregaba el regalo.
Él observó mientras quitaba el envoltorio de la caja de terciopelo negro que
contenía un reloj pulsera de Swarovski. Ella sonrió.

—Esto significa una forma de evitar problemas técnicos en el futuro


—dijo él en voz baja.

—Gracias. Realmente me gustaría evitarlos.

Ella le entregó la caja y bajó la cabeza sobre la almohada.


Completamente drenada de energía, cerró los ojos y sintió el calor suave
cuando Anthony levantó las mantas sobre su cuerpo. Todavía podía oler
su aroma almizclado cuando se sumió en la inconsciencia. No se despertó
hasta la mañana del lunes.

En ese momento entre el sueño y la vigilia, Claire se preguntó si ayer


por la tarde había sido real. ¿Cómo no podía ser real si el sábado lo fue
también? ¿Podría Anthony Rawlings realmente ser dos hombres tan
diferentes? Cuando la niebla empezó a despejarse se dio cuenta que
quienquiera que fuese él se había ido por los próximos dos días y medio.
Esta comprensión le dio una vitalidad renovada. No sabía qué iba a hacer
con las sesenta y cinco horas de libertad, pero sabía que iba a encontrar
algo.

Su desayuno estaba puesto en la mesa cuando salió del baño y las


cortinas abiertas. El cielo irradiaba un tono muy ligero de azul y parecía
que las nubes estaban formándose en la distancia. Era primavera en Iowa.
El tiempo podía ser impredecible.

Después del desayuno, decidió probar la piscina cubierta. Nadó en


vueltas durante cuarenta minutos y descansó en el jacuzzi. Se sentía
maravilloso empujar sus músculos más allá de su límite. Aparte de sus
deberes, no había hecho nada para ejercitarse en casi tres semanas.
Sorprendentemente, la falta de actividad física no pareció causar aumento
de peso. No tenía una balanza, pero podía decirlo en el espejo y con su
ropa nueva. Más bien perdió peso. Se recostó y cerró los ojos en medio del
zumbido y burbujeo de la bañera y se dio cuenta que era su dieta. En tres
semanas no había tenido nada de alcohol, ni siquiera un vaso de vino.
Tampoco había consumido una onza de postre, ni una galleta, brownie, o
incluso un trozo de chocolate negro. Ahora que la comprensión la golpeó,
ansiaba chocolate.

Las sesenta y cinco horas pasaron sin novedad. Investigó a fondo la


casa. Era lujosa, amplia y llena de comodidades. Sin embargo, cuanto más
exploraba más se daba cuenta que era todavía una prisión. No podía irse.
No podía salir afuera. Podía ser más grande y espaciosa que su suite, pero
todavía tenía paredes.

Hizo un esfuerzo para llegar a conocer los nombres de los empleados.


La joven que lleva la comida es Cindy. El joven que no habla mucho inglés
es Carlos. El conductor de Anthony es Eric. Había otros que limpian,
cocinan, lavan la ropa, y atienden los jardines, pero Claire rara vez lo vio,
así que no tuvo la oportunidad de aprender sus nombres. Sin embargo,
cada vez que pasaba uno o los encontraba en un pasillo, ellos asentían y la
reconocían con un: “Señorita Claire”.

El miércoles antes de que Anthony regresara como estaba


programado, Claire observaba desde la galería mientras nubes
nimbostratos se formaban en el oeste. Esto la habría emocionado un mes
antes. Observar la formación de tormentas, ya sea en persona o en la
pantalla del radar, la había llenado de emoción. Mientras las oscuras
nubes se acercaban, comenzó a oír el retumbar de un trueno lejano. Podía
sentir la clara disminución de la presión. Claire sabía que Iowa, como
Indiana, tenía su parte de tornados. A pesar de la caída en la presión, sus
instintos le dijeron que sería sólo una buena tormenta de primavera a la
antigua, de esas que es ruidosa y bulliciosa, pero generalmente pasa con
poco daño. Hipnotizada, observaba y escuchaba. ¿No parecía que había
estado demasiado ocupada como para esperar y escuchar al clima? Ahora
tenía el tiempo y se quedó simplemente de pie.

Catherine finalmente rompió el hechizo:

—Señorita Claire, por favor, entre. Tenemos que cerrar las ventanas.
Va a mojarse.

Claire entró y se fue a su suite. El aullido del viento electrificó sus


emociones. Sabía que él regresaría hoy. Lo odiaba con cada pedacito de su
ser. Detestaba su comportamiento condescendiente, su actitud insensible,
y, sobre todo, su mentalidad abusiva. Y odiaba estar sola. Le agradaba
mucho Catherine, pero ella trataba a Claire como una invitada o un
superior. Claire anhelaba alguien con quien hablar, reír, y simplemente
estar cerca. Con todo su corazón y alma, no quería que esa persona fuera
Anthony Rawlings. Así que cuando llegaron las cinco en punto y Claire
esperó la noticia de su llegada, debería haber estado complacida con el
informe de Catherine: “El señor Rawlings se retrasa un día debido a las
tormentas. El piloto no volará al oeste de Chicago debido a los bancos de
nubes altas. Estará en casa mañana por la noche y planea cenar contigo
en ese momento, ya sabrá más mañana”.

Claire agradeció a Catherine por la información, comió su cena, leyó


un poco, y se fue a la cama.

Después de que Anthony regresó, el horario que él discutió entró en


plena marcha. Ella estaba en su suite a las cinco cada tarde para aprender
sus planes. Las cosas eran muy ocupadas con su trabajo, y muchas
noches él no llegaba en absoluto. A veces comían en su suite y, a veces en
el comedor. A veces la llamaba para sus deberes, otras veces decía que
tenía trabajo que hacer. Los días se volvieron semanas y las semanas un
mes más.

El aspecto positivo estaba en que no había habido más problemas


técnicos. Eso no significaba que Claire experimentara nada como la tarde
en su suite. Por el contrario, cada tarea para cumplir su acuerdo
contractual era respecto a él. No obstante, se sentía contenta con evitar los
impredecibles problemas explosivos.

En algún momento de principios de mayo después de que Anthony


hubiera terminado con Claire, decidió quedarse en la cama de ella. Ella se
dio cuenta de esto después de que se quedara dormida y despertara en
medio de la noche con el sonido de su respiración, constante y rítmica. La
conciencia de su presencia la asustó. ¿Tenía planes adicionales? ¿Debería
ella estar haciendo algo? Estaba demasiado asustada de despertarlo y
preguntar. En cambio, lentamente se movió hacia el borde de su lado de la
cama y volvió a dormir. Cuando se despertó por la mañana, él se había ido.

El 12 de mayo, un domingo, Catherine le informó a Claire que ella y


el señor Rawlings estarían comiendo en el patio trasero. La temperatura
había aumentado de manera constante y el patio trasero estaba vibrante
con color, intensos tonos de verdes, rojos rubíes por los árboles florecidos
de rojo, y blanco puro por los árboles de cornejo. Anthony empleó
jardineros que habían estado ocupados plantando miles de flores anuales
en los jardines, hermosas vasijas de barro, y florecidas cestas colgantes.
La piscina estaba recientemente abierta con fuentes siempre fluyendo. Por
la noche producían un espectáculo de luces de colores que cambiaba el
agua de clara a rosa a azul a verde a rojo y de nuevo a clara.

Claire recordó el día porque cuando se sentaron a comer Anthony le


preguntó si había nadado en la piscina al aire libre todavía, hacía calor.
Después de tanto tiempo siguiendo sus reglas y estando encarcelada en el
interior, su valentía le falló, y comenzó a llorar. Su reacción, obviamente,
lo sorprendió. A través de las lágrimas ahogadas, Claire respondió:

—Esta es la primera vez que he estado fuera en dos meses. No creí


que se me permitía salir.

Si él se había conmovido inicialmente a su respuesta emocional, se


recuperó rápidamente.

—Sí, eso es correcto. Sé exactamente cuánto tiempo ha pasado


desde que has estado fuera. —Su voz reanudó el tono autoritario que ella
despreciaba—. Y estoy feliz de ver que todavía recuerdas quien está en
control de tu acceso a privilegios adicionales.
Claire asintió ligeramente para indicar que sí, que entendía. Anthony
se aclaró la garganta. Ella lo miró a los ojos tratando de apartar las
lágrimas parpadeando.

—Sí, lo entiendo. Pero realmente amo estar al aire libre.

—Sin duda eres lo suficientemente inteligente como para resolver


esto —bromeó Anthony.

Confundida y molesta por la pérdida de su falsamente percibida


igualdad, dijo:

—No estoy segura de lo que quieres decir.

—Claire, soy un hombre importante. Tengo cientos de miles de


personas en cientos de empresas que dependen de mí para su subsistencia.
Equilibro mucho en mi plato. Estar atento a tus deseos y caprichos no está
en mi lista de prioridades. Si quieres salir, pídelo.

La sencillez la sobresaltó y la realidad la hizo enfermar. Era mayor


de edad y estaba pidiendo permiso para salir. Su recuerdo parecía borroso,
pero no podía recordarse haciendo eso desde que tenía unos diez u once
años. Era una de sus pruebas. ¿Entregarse a su autoridad o confinarse a
pasar el verano adentro? ¿Si se rendía era realmente sumisión o era esa su
manera de controlar la situación? El debate interno continuó durante un
tiempo muy corto.

—Anthony, ¿puedo por favor dejar la casa y salir fuera?

—Puedes estar fuera. No dejar la propiedad sin mí o mi permiso. —


Su tono continuó, pero la única preocupación de Claire era su
significado—. Recuerda estar disponible para mí cuando estoy aquí. Por lo
tanto, no pasear por los jardines si estoy presente. Y debes estar en tu
suite a las cinco cada noche para obtener instrucciones. ¿Puedes seguir
estas reglas?

—Oh, sí, puedo. —Todavía sería una prisión, pero simplemente se


había multiplicado en tamaño.
7
La codicia, por falta de una palabra mejor es buena… La codicia en
todas sus formas por la vida, por el dinero, por el amor, por
conocimiento ha marcado la oleada ascendente de la humanidad.
~Gordon Gekko, Wallstreet

Traducido por Flochi

La nube de humo elevándose cerca del suspendido techo creaba una


neblina, haciendo que las luces fluorescentes parecieran tenues dentro de
la pequeña oficina. Nathaniel apretó los dientes mientras analizaba las
cifras. Desde que tomó la empresa pública, las cifras mostraron beneficios.
Las acciones continuaron creciendo, y los reportes de las industrias fueron
favorables. La Corporación Rawls tenía saldo a favor. Y considerando el
actual clima económico de los años setenta, eso era bueno. El problema es
que Nathaniel Rawls no quería que le fuera bien. No estaba contento con el
saldo a favor. Quería más, mucho más. El sonido del hornillo soplando
aire caliente creó un hipnotizante zumbido. Se recostó, le dio una larga
pitada a su cigarrillo, y se frotó las sienes. ¿Cómo podía hacer que las
cifras de la columna de ganancias se multiplicaran? Diablos, otros lo están
haciendo. Él también quería.

Apretando el botón negro en la pequeña caja, dijo:

—Connie, que Samuel entre ahora.

La voz entrecortada respondió inmediatamente:

—Sí, señor Rawls.

Samuel entró a la pequeña oficina de paneles inhalando la nube


suspendida. Ver su padre inclinado sobre los libros y las hojas de cálculo
significaba solamente una cosa: estaba para dar el discurso de “podemos
hacerlo mejor”.

—Sí, padre, ¿querías verme?


—¿Has visto las últimas cifras?

—Sí. Las ventas a los distribuidores principales están en un alza del


dieciocho por ciento.

—Eso es insignificante. Las textiles hacen una mierda en los Estados


Unidos. Tenemos que revisar la idea de mover las operaciones fuera del
país. En México, podemos producir la misma mercancía por menos de un
cuarto de lo que cuesta aquí. Diablos, los sindicatos aquí en Jersey nos
están costando una fortuna.

A lo largo de los años, Samuel aprendió a tranquilizar a su padre, lo


dejaba desahogarse y las cosas se calmarían.

—Ya lo hemos visto. El problema es que tendríamos que despedir a


miles de trabajadores que han sido leales por años. Además, como dije,
tenemos saldo positivo.

Nathaniel sopló una bocanada de humo hacia su hijo.

—He decidido contratar a Jared Clawson como DF, director


financiero. El hombre tiene algunas ideas innovadoras.

—¿No acaba de dejar New England Energy en medio de acusaciones


de actividades ilegales?

—Nada ha sido probado. He visto las cifras. Cuando Clawson


ayudaba con las finanzas en NE Energy, sus beneficios se fueron hasta el
techo. Desde su partida, están haciendo lo justo para mantener las
utilidades. —Samuel se quedó en silencio—. El hombre es un maldito
genio. Nos hemos reunidos unas cuantas veces. Cree que Rawls tiene
potencial y tiene algunas ideas estupendas.

Samuel supo que su opinión no importaba. Si Nathaniel estaba


decidido, Jared Clawson iba a ser parte de la empresa. Lo único que podía
hacer era observar y hacer su mejor esfuerzo por evitar que algo ilegal
suceda antes de empezar.

—Los contratos con Huntington House se encuentran en sus etapas


finales. Tienen planes para toda una nueva línea de ropa. El potencial de
ingresos es enorme. Tienen distribuidores a todo lo largo de la Costa Este.

—Malditas insignificancias.
8
Una fuerte actitud positiva mental creará más milagros que
cualquier droga milagrosa.
~Patricia Neal

Traducido por Diana & Martinafab

La supervivencia por los pasados dos meses fueron facilitados por


una técnica que Claire llamada compartimentación. Ella no podía soportar
la totalidad de su situación, pero podía manejar una parte a la vez. La
colosal falla de juicio que la trajo a esta circunstancia; el tratamiento,
castigo, o consecuencia que él sintió que tenía el derecho o la capacidad de
llevar a cabo; los deberes que él podía ordenarle hacer, y el hecho de que
ella obedeciera; todo era demasiado. Tenía que separarlos y lidiar con ellos
en pequeños pedazos manejables. Algunos días era posible. Otros días era
más difícil.

Sus ejercicios matutinos incluían ahora nadar y entrenar con pesas.


El ejercicio supuestamente produce endorfinas, y las endorfinas ayudan a
elevar el ánimo. Eso parecía una buena idea.

Antes de que se le permitiera ir afuera, Claire pasó muchas tardes


con una cobija y una buena película. El nivel inferior de la casa contenía
un cine. Con el ocupado horario de Anthony, se preguntaba si él siquiera
lo había utilizado. Contenía cientos, si no miles, de películas digitales.
Claire amaba los clásicos, especialmente musicales. Podía perder una
tarde entera doblada en un largo y suave reclinable viendo a gente feliz
cantar y bailar. Era un magnífico escape de la realidad.

Era cerca del final de mayo, y Claire había tomado ventaja de su


libertad al aire libre en cada oportunidad que podía holgazaneando en la
piscina, caminando en los jardines, y leyendo libros en el patio. Ahora
quería explorar. El bosque tenía la posibilidad de ambas, vida vegetal y
animal. Habían pasado unos años desde que estudió ciencias de la tierra,
pero creía que los conocimientos regresarían. Anthony dijo que su casa
había estado en esta tierra por catorce o quince años. Claire creía que
nadie había estado de vuelta en el bosque por años. El potencial de
verdadera vida salvaje imperturbable la emocionó. No es que fuera a haber
osos o leones, pero sí venados, conejos, pájaros y roedores. En su
situación actual, la auto-preservación la alentó a encontrar felicidad en
cualquier lugar posible.

Hace tres días, le pidió a Anthony botas de senderismo. Ahora


estaba probándolas y preparándolas para su nueva aventura. Inhalando
los dulces olores de la naturaleza, Claire contempló su camino mientras
Catherine se apresuró hacia ella.

—Señorita Caire, estoy tan contenta de haberla alcanzado.

La tranquilidad de Claire se evaporó de repente.

—No, parece que me atrapaste. Y prometo volver antes de las cinco.

—Señorita Claire, acabo de recibir una llamada del señor Rawlings.


Tiene un compromiso esta noche en Davenport. Es una recaudación de
fondos en el Teatro Alder para la Orquesta Sinfónica del Quad City.

—Así que, ¿no va a regresar esta noche? —dijo, pensando que tal vez
podía permanecer afuera en el bosque más allá de las cinco.

—No, señorita, él va a regresar.

—¿Qué?

—Va a estar aquí a las seis para recogerla. Va a acompañarlo al


concierto sinfónico.

Claire se quedó viendo a Catherine con incredulidad. Se le acababa


de permitir estar al aire libre, y ahora iba a ir a Davenport a un concierto
sinfónico. Decir “No, gracias” no parecía una opción. Su mente daba
vueltas.

—Catherine, nunca antes he estado en un concierto sinfónico. ¿Me


puedes ayudar? —Claire rezó que esto no fuera otra prueba sobre
vestimenta apropiada.

—Claro, la ayudaré, señorita. Ahora vayamos a su habitación, y


empezaremos.
Así lo hicieron. Catherine fue directamente al armario y sacó un
largo vestido de noche negro. Era simple, pero aun así sorprendentemente
hermoso. Claire se duchó de nuevo. Catherine la ayudó con su maquillaje
y cabello, recogiéndolo encima de su cabeza con rizos cayendo en cascada.
Incluso tenía exquisitos aretes para que Claire usara. Asegurándolos en
sus orejas perforadas, pensó en cuánto había pasado desde que usó
joyería y cuán bonitos se veían con su cabello recogido.

Un accesorio que sorprendió a Claire fue la bolsa de mano. No había


ido a ningún lugar o necesitado una bolsa de mano, pero esta noche
Catherine tenía una para ella. Anthony estaría en casa y listo a las seis.
Aparentemente, el concierto sinfónico empezaba a las ocho, con cocteles a
las siete. Catherine explicó que tomaba una hora conducir a Davenport, y
Eric los llevaría en la limusina.

Antes de vestirse, usando aún su bata con su cabello hecho y


maquillaje perfecto, Claire se sentó en el borde de la gran tina de mármol y
le pidió consejo a Catherine. ¿Qué esperaba el señor Rawlings de ella esta
noche? ¿Cómo debería actuar? Si tenía reglas mientras estaban fuera, él
no le había dicho; y si Catherine sabía, Claire verdaderamente apreciaría
ser informada.

Los ojos de Catherine brillaron con cariño y preocupación. Quería


ayudar a Claire. Haría cualquier cosa para hacer de esta noche un éxito
para ambos, tanto Claire como el señor Rawlings. Catherine se sentó junto
a Claire y gentilmente tomó sus manos en las suyas.

—Señorita Claire, tiene que verse hermosa, y ya lo hace. —Su


sonrisa tranquilizó a Claire, quien asentía mientras Catherine hablaba—.
El señor Rawlings es un muy influyente hombre de negocios. Es un
ferviente creedor de la apariencia. Si las cosas se ven bien en la superficie
lo de abajo raramente es cuestionado. De cualquier forma, las cosas
podrían ser muy buenas en realidad, pero si una las percibe de forma
inadecuada, es difícil cambiar esa percepción. Por lo tanto, señorita Claire,
se espera que usted sea la acompañante perfecta: hermosa, educada,
contenida y agradecida.

Claire pensó para sí misma, Bueno, perfecta… de acuerdo, sin


presión.

Catherine continuó:
—Un hombre de la posición del señor Rawlings está siendo
observado constantemente por otros. Algunos observan para imitar, otros
observan para dañar. Es por eso que requiere que su casa sea un lugar de
quietud. Tiene que hacer tanto para tantos, que necesita un lugar para
reposar y recargar. Es ahí donde ha sido tan buena para él. —Claire miró a
Catherine a los ojos, estaba siendo sincera. Claire creía que Catherine
quería lo mejor para el señor Rawlings. Sin embargo, estaba segura que
Catherine no entendía las maneras en las que él esperaba ser ayudado—.
Pero por encima de todo, el señor Rawlings requiere confidencialidad de
parte de cualquiera que trabaje para él o esté cerca del él. —Claire sopesó
ese pensamiento—. Señorita Claire, usted ha tenido la rara oportunidad de
llegar a conocer al señor Rawlings de una forma que la mayoría no tiene.
La información que usted tiene no debe ser compartida con nadie. Él le ha
permitido ver su lado más íntimo. El señor Rawlings que el mundo conoce
es mucho más moderado. Ha puesto su confianza en usted y debería saber
que él no confía totalmente en mucha gente. Nunca discuta al señor
Rawlings o su relación con él con nadie. —Catherine sonrió y apretó las
manos de Claire—. Sé que estará maravillosa, señorita Claire. El señor
Rawlings estará orgulloso de tenerla en su brazo.

Por un momento, Claire se sentó silenciosamente contemplando las


palabras de Catherine: ¿rara oportunidad? ¿Una confianza? ¿Lado íntimo
de él? Esto no era algo que ella había pedido. Con toda honestidad, ella
consideró la posibilidad de escaparse del concierto sinfónico. ¿Catherine
esperaba que se sintiera honrada? Más que nada se sentía… bueno, en
conflicto.

Catherine insistió en que Claire comiera una cena ligera antes de


vestirse. El vestido de seda bordado con cuentas con el corsé halter se
ajustaba como si hubiera sido hecho para Claire. Con los zapatos negros
de tacón alto Ralph Lauren el largo del vestido era perfecto. El adorno de
cuentas hacía el material más pesado de lo que Claire había anticipado.
Viéndose en el espejo, Claire giró tan suavemente y la falda se dirigió en
esa dirección. Era el vestido más impresionante que Claire había visto,
mucho menos usado. A continuación Catherine ayudó a Claire con un
ligero chal negro de seda y una bolsa de mano a juego. Dentro de la bolsa
de mano colocó lápiz labial y polvo. Habría gente en todos lados,
recordando que las apariencias lo son todo.

—Señorita Claire, ¡está usted sorprendente! —Los ojos de Catherine


brillaron con aprobación. Claire se vio a sí misma de nuevo en el espejo.
Se sintió como si estuviera viendo a alguien más. Tentativamente
sonriendo a la persona en el espejo, Claire estuvo de acuerdo con que se
veía hermosa.

A las cinco cincuenta dejaron la habitación hacia el recibidor. En


lugar de la ruta acostumbrada, Catherine llevó a Claire por un camino
más largo, forzándolas a descender la gran escalera. Cuando alcanzaron el
principio de las escaleras, Catherine tosió muy ligeramente. Miró hacia
Claire, más alta que ella en sus tacones, y le dio una reconfortante sonrisa
más. Catherine hizo un gesto para que Claire bajara la escalera primero.

Esperando en la puerta frontal, iPhone en mano enviando textos,


estaba parado Anthony. Emitía confianza y magnetismo animal. Su
esmoquin, obviamente hecho a medida para él, se veía exquisito mientras
acentuaba sus anchos hombros. No había ningún mechón de cabello
oscuro fuera de lugar mientras estaba peinado con gel a la perfección. Su
cara suave como si se hubiera afeitado recientemente. Claire no pudo
evitar pensar que se veía increíblemente guapo. Siguiendo el sonido de la
tos de Catherine él dio un vistazo hacia la cima de las escaleras. De
repente, el negocio que estaba exigiendo su atención pareció ser olvidado.
Observó mientras Claire elegantemente bajaba el tramo de escaleras.
Mientras sus ojos contemplaban cada uno de sus movimientos se preguntó
si debía sonreír. No estaba segura de cómo reaccionar. Su expresión
emanaba aceptación. Claire quería su aprobación. Se dijo que no la
necesitaba. Estaba feliz con la forma en la que se veía, pero sabía que la
quería.

Una vez que estuvo al final de las escaleras prosiguió hacia el lado
de Anthony. Él no habló al principio, y después no a Claire sino a
Catherine.

—Mi querida Catherine, te has superado a ti misma. Eres una


artista. —Le hizo una reverencia.

—Señor Rawlings, una artista es solo tan buena como sus lienzos.
Usted está acompañado por un hermoso lienzo.

—O deberíamos decir, que ella está acompañada por mí. —Ahora a


Claire—: Debemos irnos, Eric está esperando.

Si Claire estaba preocupada acerca de los temas de conversación en


el trayecto a Davenport, no necesitó estarlo. Después de ayudar a Claire a
subir a la parte trasera de la limusina, Anthony otra vez llegó a estar
absorto en su iPhone y haciendo múltiples tareas con su iPad.

Algunos días en los que trabajaba desde su casa, a menudo se


esperaba que Claire permaneciera en su oficina en caso de que sus
servicios fueran requeridos. Ella escuchaba muchas llamadas de negocios,
conferencias web, y webinars. Por lo tanto, escucharlo discutir algunos
asuntos en el teléfono en su camino al concierto sinfónico parecía
extrañamente agradable.

Claire quería agradecerle, decirle lo emocionada que estaba de dejar


la casa y ver algo, cualquier cosa. Sin embargo, su trabajo lo mantuvo
ocupado durante el paseo. Ella también estaba ocupada, viendo hacia
afuera de la ventada polarizada, observando las diferentes vistas y
diferentes cosas. Aun así la sensación de estar en un auto la
entusiasmaba. Nunca había paseado en limusina. El interior era exquisito
y podía oler los suaves asientos de piel que formaban una herradura.

Se aproximaron a Davenport mientras el cielo se llenaba de una


mezcla de rosa y púrpura, como vibrantes pinturas arremolinándose entre
sí. Pronto empezó a oscurecerse y las luces de la ciudad iluminaron el
horizonte. Era la más espléndida combinación de cielo y horizonte que
jamás había visto.

Minutos antes de su llegada, Anthony puso fin a sus asuntos y se


volvió hacia Claire.

—¿Catherine ha preparado tu comportamiento para la noche tan


bien como lo ha hecho con tu apariencia?

Claire pensó para sí misma, En algún lugar de esa declaración hay


un cumplido. Voy a tomarlo.

—Me ha dado su propio consejo, pero me sentiría mejor si escuchara


el tuyo.

—Muy bien, cuando lleguemos probablemente habrá fotógrafos. No


actúes sorprendida o conmocionada por la atención. Sólo muestra una
hermosa sonrisa e irradia confianza. Quédate a mi lado en todo momento.
Habrá reporteros que tratarán obtener tu identidad. Tengo un publicista
que sabrá el momento de liberar cualquier información necesaria. No se
trata de ti. Yo haré la mayor parte de la charla. Sin embargo, tendrás que
tener sentido común. Si te hablan, tendrás que responder, pero no
compartas información privilegiada. ¿Entiendes?

—Sí.

—Me han pedido asistir a este evento debido a una donación que
hice a la Orquesta Sinfónica de Quad City y a Apoyo a la Fundación de
Artes. ¿Has asistido alguna vez a una sinfonía anteriormente? —Claire dijo
que no. Anthony continuó mientras la limusina se deslizaba y arrastraba a
lo largo de las estrechas calles. El tráfico era una parada continúa. Claire
pensó que esto significaba que estaban cada vez más cerca—. La sinfonía
es una agradable noche. Creo que vas a disfrutar de la música. El director
de orquesta es increíblemente talentoso.

—Gracias, Anthony, por permitirme unirme a ti esta noche.

—Admito que has aprendido tus lecciones bien. Ahora es el


momento de ver si puedes continuar siguiendo las reglas fuera de los
límites de mi finca.

—Haré mi mejor esfuerzo.

Anthony tomó suavemente la barbilla de Claire y la volvió hacia él.

—Tendrás éxito. Fallar en un lugar público no es una opción. —Sus


ojos se clavaron en los del otro.

—Sí, Anthony. Continuaré siguiendo tus reglas. —El auto frenó y se


detuvo.

—Espera a Eric, él te abrirá la puerta y te ayudará a salir. Yo estaré


justo detrás de ti y entraremos al teatro juntos —susurró Anthony.

Catherine dijo que habría gente mirándolos y Anthony le advirtió


sobre los fotógrafos, pero Claire no había esperado el tratamiento de
Alfombra roja de los Emmy. Había cámaras por todas partes y gente
gritando preguntas.

En WKPZ había una meteoróloga, Jennifer, unos diez años mayor


que Claire. Tomó a Claire bajo su ala y le enseñó todo sobre trabajar para
una estación de noticias. Jennifer estaba preparando a Claire para las
cámaras antes de la compra. La fase de consejos que Jennifer le dio acerca
de la apariencia y el comportamiento resultó ser útil. Ella le había dicho a
Claire: “Cuando esas cámaras se encienden y tu imagen trasciende las
salas de estar de la gente, a ellos no les importa si tu perro acaba de morir,
si tu novio te ha engañado, o si ganaste la lotería. Ellos se preocupan por
el clima. Así que encuentra una máscara, mantenla pulida, y cuando esa
luz roja se encienda llévala con orgullo”. Funcionó para Jennifer. Ella
mantuvo su posición después de la compra.

Eric abrió la puerta. Claire sacó suavemente sus piernas del auto y
se puso su máscara. Era la máscara del hermoso rostro que había visto
devolviéndole la sonrisa en el espejo del baño antes esa noche. Sus
movimientos procedieron con gracia y su sonrisa nunca se desvaneció.
Ella diligentemente siguió el consejo de todos.

Anthony salió del auto, se dirigió a la multitud con una sonrisa


hermosa, y suavemente colocó una mano en la parte baja de la espalda de
Claire. Su nerviosismo cambió a alegría a medida que avanzaban por entre
la multitud y entraban al teatro. Esperando en el interior de las puertas
había un hombre que saludó con entusiasmo al señor Rawlings y los
escoltó arriba a una habitación privada. Una vez allí, los periodistas se
habían ido, pero la gente restante estaba igualmente ansiosa por hablar
con Anthony Rawlings.

A medida que se mezclaban, Anthony tomó dos flautas de cristal de


champán y le dio una a Claire. Su voz sonaba diferente, informal, mientras
saludaba y era saludado por la gente. Presentó amablemente a su
compañera, Claire Nichols, a los individuos y a las parejas con los que se
encontraban. Claire sonrió cortésmente, les estrechó la mano, e hizo una
pequeña charla. Claire miró al hombre que había llegado a conocer,
parecía tan diferente. Mucha gente quería hablar con él y él sabía todos
sus nombres. Sus habilidades sociales la cautivaron.

Después de que las luces destellaran, él le tocó suavemente el codo y


la condujo a sus asientos. Entraron a través de la cortina negra y Claire
pudo ver todo el teatro. Anthony la había dirigido a un palco privado por
encima y al lado derecho del escenario. Se sentaron y ella contempló la
magnífica vista, las paredes ornamentadas, la multitud de personas bien
vestidas y la hermosa cortina de terciopelo. Muy rápidamente el auditorio
se oscureció y el foco alcanzó el escenario.

Una mujer con acento alemán comenzó a hablar.

—Antes de comenzar la actuación de esta noche, me gustaría dar las


gracias a todos por su asistencia. Me gustaría pedirles, al público, que se
unan a nosotros en la Orquesta Sinfónica de Quad City para agradecer al
hombre que hizo posible la actuación de esta noche, así como actuaciones
futuras, el señor Anthony Rawlings.

De repente, el foco brilló directamente en su palco. La multitud


estalló en aplausos y una ovación de pie. Claire vio como Anthony se
levantaba y reconoció el agradecimiento con una sonrisa gallarda y un
saludo. Tomó asiento de nuevo, y con la luz todavía encima de ellos, se
inclinó y tomó la mano de Claire. Ella le sonrió, sus ojos estaban tan
brillantes. El foco se apagó y comenzó la sinfonía.

Apenas hablaron durante toda la representación salvo para


comentar sobre una pieza musical. Cuando no estaban ocupados
aplaudiendo, la mano de Anthony mantenía la de Claire suavemente. Todo
el concierto terminó demasiado pronto. Las luces se encendieron y se
levantaron para irse. Susurrándole al oído, Claire le dio las gracias de
nuevo. Había sido más de lo que podría haber imaginado. Él sonrió, y
colocando suavemente la mano en la parte baja de su espalda, la condujo
a través de la multitud hacia el vestíbulo. Una vez fuera, Eric abrió la
puerta del auto que esperaba por ellos y Anthony ayudó a Claire cuando
entró en la limusina.

El marcado contraste en el volumen de los oídos de Claire dejó de


sonar cuando la limusina se alejó de la acera. Su mente se arremolinaba
con pensamientos, la noche había sido maravillosa; la música, el champán,
la gente, el teatro, todo. Estuvieron viajando por unos minutos cuando se
dio cuenta que Anthony no había hablado desde que entraron en la
limusina. Su ritmo cardíaco aumentó cuando contempló la posibilidad de
que pudiera estar molesto. Se dijo que no podía estarlo. Hizo lo que todo el
mundo le dijo que hiciera. Mantuvo las apariencias y le dejó ser el que
hablara la mayor parte del tiempo. Podía sentir sus ojos sobre ella, pero
tenía miedo de volverse y enfrentarse a ellos. El zumbido en sus oídos se
volvió en silencio. Completamente desprovista de sonido, silencio. Ajustó
su nueva máscara y se volvió.

—Fue una magnífica velada, gracias de nuevo.

—¿De verdad lo crees? —Se preguntó si él estaba preguntando


acerca de la sinfonía o de ella.
—Sí. La música fue interpretada maravillosamente y tenías razón
sobre el director. —Su pulso se aceleró, incapaz de aguantar el suspenso
por más tiempo—. ¿Lo hice bien?

—¿Qué crees?

Ella consideró su respuesta y todo lo que él le dijo.

—Creo que lo hice bien. Escuché a Catherine y a ti y lo hice bien. —


Esperaba que su voz no expusiera su inseguridad.

Anthony no respondió, pero metió la mano en su maletín. Claire


asumió que la conversación había terminado y que planeaba reanudar el
trabajo. Decidió que si la conversación había terminado y no le dijo que
había fallado, entonces debió haber tenido éxito. Exhaló. De repente, él se
volvió hacia ella y extendió una caja de terciopelo negro cuadrado.

—Creo que lo hiciste bien. —Le gustó el tono de su voz, sonaba como
el hombre en el teatro—. Te he dicho que cada acción tiene una
consecuencia. Eso puede ser negativo, como hemos visto, o positivo. Creo
que tú ganaste una consecuencia positiva.

—Anthony, no necesito un regalo. Quería que te sintieras orgulloso.


Si lo hice, entonces soy feliz y eso es suficiente.

—Es un regalo, o por lo menos creo que lo era. Sin embargo, no es


nuevo. —Anthony aún sostenía la caja frente a Claire. Con las luces en
movimiento que iluminaban la cabina, ella podía ver su sonrisa, genuina,
no cruel o sádica—. ¿Es que siempre va a ser tan difícil hacer que abras
los regalos?

Tomó la caja.

—Haces que me muera de curiosidad, ¿qué me vas a regalar que es


viejo?

Abrió la caja de terciopelo con bisagras. El nudo que tenía en la


garganta la hizo ahogarse, incapaz de hablar. La cadena de oro blanco
delicado con una perla en una cruz de oro blanco colgaba en el satén. La
sorpresa la abrumó. Sólo vio el collar por una milésima de segundo antes
de que sus ojos se llenaran de lágrimas. Ella miró a Anthony de nuevo,
lágrimas corriendo por sus mejillas.

—¿Cómo lo hiciste? ¿De dónde sacaste eso? Era de mi abuela.


—Estaba en tu apartamento en Atlanta cuando fue limpiado. Pensé
que podrías querer tenerlo. ¿Verdad?

Claire escuchó sus palabras. Su apartamento había sido limpiado.


¿Dónde estaban el resto de sus cosas? Tendría que compartimentar. En
este momento, se concentró en el collar de su abuela.

—¡Ah, sí, desde luego!

Él le preguntó si podía ayudarla a ponérsela. Ella asintió, una


respuesta verbal no era requerida. A continuación, él tomó la caja de su
mano y empezó a quitar la placa de satén. Claire observó su ternura
mientras sostenía la fina cadena y el delicado broche. Ella se dio la vuelta
y él envolvió el collar alrededor de su cuello. Tomando el compacto de su
bolso, observó mientras la perla se movía arriba y abajo al ritmo de su
corazón.

—Anthony, no hay un collar que podrías haberme comprado que


significara para mí más que este. —Sus lágrimas estaban secas pero
observó cómo sus ojos verde esmeralda brillaban.

—La gente que me conoce bien, y son pocos, me llaman Tony.


Puedes llamarme Tony.

—Gracias, Tony. Esta es la mejor noche de mi vida. ¿Cómo podría


darte las gracias?

Tony apagó las luces de conducción en la cabina. Su casa estaba


todavía a más de media hora de distancia y la ventana entre ellos y Eric
estaba cerrada.

—De hecho, tengo algunas ideas.


9
Mi fórmula de vida es bastante simple. Levantarme por la mañana e
ir a la cama de noche. Entre medio, mantenerme ocupado lo mejor
que pueda.
~Cary Grant

Traducido por Leogranda & Raeleen P.

El tiempo siguió cálido. Claire ahora podía tomar el sol en sus


nuevos bikinis. Cada vez que cruzó la puerta a la terraza de la piscina, se
sentía como si estuviera entrando en un resort. Podía comer en una de las
mesas con sombrillas o leer en una tumbona o nadar en el agua tibia. El
sol de Iowa dio lugar a un hermoso bronceado dorado. Su pelo, que
siempre fue marrón, ahora brillaba con reflejos dorados contrastando la
sombra castaña.

Parecía imposible, pero Claire realmente se sentía ocupada. Se


despertaba, hacía ejercicio, se duchaba y tomaba el desayuno. Entonces si
Tony estaba fuera de la casa, las posibilidades eran numerosas. La piscina
seguía siendo una buena opción. Sin embargo, Claire la prefería en la
tarde. Lo que disfrutaba más allá de cualquier cosa era explorar el bosque.
La tierra alrededor de la finca de Anthony Rawlings que se extendía por
kilómetros en todas las direcciones. Una noche, preguntó si estaba
permitido caminar en el bosque. Tony explicó que probablemente ella
podría caminar horas y no llegar a los límites de la propiedad. Él nunca se
había aventurado en el bosque, pero había sobrevolado en helicóptero para
inspeccionar la tierra, determinando la mejor ubicación para la casa. Eso
la hizo sentir mejor acerca de la exploración. Él no quería que ella
abandonara su propiedad con o sin su permiso, pero podía pasear y
deambular y todavía seguir las reglas. El hecho de que incluso Tony no
había estado allí lo hacía más atractivo.

Claire quería aprender todo sobre la tierra, para ello decidió ir en


diferentes direcciones cada vez que se aventuró a través de los árboles.
Descubrió áreas en que los árboles eran tan densos que no había
vegetación en el suelo y permanecía fresco, incluso cuando las
temperaturas de verano se incrementaban. También encontró espacios
abiertos espontáneos usualmente con flores. Mientras más temprano en la
mañana Claire iba al bosque, más flores vería. Había campanillas azules
como el cielo. Después de que el calor del sol hiciera que estas se cerraran,
las margaritas blancas y flores de color amarillo mostaza llenarían el vacío
y crearían un lienzo multicolor. Con las flores venían los insectos. Claire
observó a las abejas polinizando afanosamente y las múltiples clases de
mariposas revoloteando alrededor. Decidió revisar en la biblioteca de Tony
para ver si tenía algún libro que pudiera ayudarla a clasificar las diferentes
especies.

Catherine esperaba a que Claire regresara para el almuerzo todos los


días, así que trataba de no aventurarse más allá de una hora y media en
cualquier dirección. Durante su vida pasada, ella caminaba para hacer
ejercicio, a veces en un gimnasio, pero más a menudo por su barrio en
Atlanta. Caminando por las aceras y a través de un parque cercano, medía
la distancia por tiempo. Un kilómetro y medio le tomaba quince minutos.
Últimamente sus aventuras la llevaban por una ruta menos recurrida. No
era inusual para ella trepar sobre árboles caídos o hasta diques empinados.
Debido a estos obstáculos, Claire estimaba que un kilómetro y medio
tomaría cerca de veinte minutos. Con esos cálculos viajaba
aproximadamente seis kilómetros y medio de distancia de la casa en cada
aventura.

Una mañana, se encontró con una guarida de zorros. Al principio se


asustó, los observó desde la distancia. Había dos grandes y tres pequeños
zorros. Los pequeños se aventuraron fuera de la madriguera, pero los más
grandes siempre los tenían a la vista. Le recordaba a Claire acampando
con su papá y la hizo sentir cálida y tranquila.

Parecía como que los pensamientos que tenía más recientes eran de
su infancia y no su vida adulta precontractual. Tal vez se debía a la
compartimentación. La infancia era el pasado. No se podía cambiar, sólo
recordarla.

Su vida antes del 15 de marzo estaba realmente presente, o debería


estar presente. Ella debería estar en Atlanta, atendiendo la barra en Red
Wing y tratando desesperadamente de encontrar otro trabajo en
meteorología. Debería estar pasando el rato con amigos y bebiendo tanto
que la cabeza le doliera la mañana siguiente. Debería estar hablando con
su hermana por teléfono o enviándole un correo electrónico y aprendiendo
sobre ella y John.

Actualmente cerca de finales de junio, Emily estaría fuera de la


escuela por el verano. John era un ocupado socio en una firma de
abogados. Antes de que Claire desapareciera, Emily había mencionado
visitarla.

—Sabes que estoy de vacaciones en el verano y John está ocupado.


Podría venir a pasar algún tiempo contigo en Atlanta.

—Dios mío, eso sería genial, pero hace mucho calor aquí en el
verano. Y tengo que trabajar, así que tú probablemente te aburrirías. —
Claire ahora se sentía mal que no hubiera sido más alentadora.

Honestamente, le preocupaba que Emily desaprobara que ella


atendiera un bar u otra cosa. Claire no había querido escuchar sus
consejos. Ahora le encantaría escuchar sus consejos o incluso su voz.
Claire suspiró y se preguntó sobre Emily, ¿se preguntaría dónde estaba
Claire? ¿Había intentado ponerse en contacto con ella? Pronto se dio
cuenta que la escena boscosa frente a ella estaba borrosa. Las lágrimas se
estaban derramando de sus párpados cubriendo sus mejillas. Claire
decidió evitar esos pensamientos. Guardándolos en un compartimiento
etiquetado con después. La infancia proporcionaba pensamientos y
recuerdos más seguros.

Tony explicó que su tierra era prácticamente en forma de pastel. El


frente de la propiedad era donde el camino encontraba la carretera, a
continuación la casa, y luego la tierra se desplegaba desde allí. Claire
sintió como si estuviera consiguiendo un manejo de la disposición de la
propiedad, pero le estaba tomando tiempo. Por suerte, pensó, es lo único
que tengo por hacer, porque hay un montón de tierra para explorar. Por
supuesto, eso siguió con los pensamientos del misterioso programa.
¿Cuándo se consideraría su deuda pagada?

Una mañana fresca, Claire se sentó en su chaqueta en el borde de


un hermoso claro y observó una magnífica representación de la vida
silvestre. Primero vio ciervos correr a través del campo abierto. Con cada
salto sus colas blancas capturaban el sol como brillantes nubes blancas.
Mientras más tiempo estuvo sentada más ciervos veía. Se acercaban
lentamente hacia el claro, lo atravesaban corriendo, y de nuevo despacio
en la seguridad de los árboles. No había ninguna amenaza para ellos en
ese momento, pero el instinto les decía que los árboles contenían la
seguridad. Claire se preguntó dónde estaba su seguridad. ¿O quizás esto
era una lección de instinto?

Claire contempló hablar con Catherine acerca de empacarle un


almuerzo así ella podría permanecer en el bosque por más tiempo.
Entonces decidió que podría ser algo para hacer cuando Tony estaba fuera
de la ciudad. No quería perderse y no estar de vuelta en la habitación a las
5:00 p.m. Odiaba sus reglas, pero seguirlas hacía su vida más agradable.

Los días que Tony estaba en casa, explorar no era una opción. Él
necesitaba que ella estuviera cerca en caso que sus servicios se
necesitaran. A menudo le decía que se quedara en su oficina, donde ella
leería, sentada en el sofá de cuero suave hasta que él la llamara. Había
días en que él nunca solicitó sus servicios, sin embargo, ella perdió el día
entero en su oficina. Claire sabía que era más un continuo juego de poder.
Él controlaba su tiempo, su cuerpo y su vida.

Para continuar sus días ocupados, después del almuerzo Claire


tomaba el sol en la piscina o leía en el porche. También tenía la biblioteca
que podía cautivarla durante horas a la vez. Si llovía, podía optar por una
película en el cine. Había tantas cosas que hacer.

La adición de una noche ocasional fuera con Tony era el mayor


cambio a la apretada agenda de Claire. Comenzó con la sinfonía. Desde ese
momento, ella lo acompañó a algunos otros eventos. Nada tan formal como
la sinfonía, y todas relacionadas con caridad, diferentes fundaciones
teniendo cenas o cócteles o fiestas de beneficencia. Cada vez, Tony le diría
a Catherine lo que Claire necesitaba para estar lista para un evento en
específico. A ella le gustaba salir fuera de la finca, pero una invitación en
lugar de un mandato estaría bien. Aparentemente, compañía a eventos
había sido añadido a su descripción de trabajo. Claire creía que lo había
hecho bien en cada turno y se sentía segura, siempre y cuando Tony
estuviera cerca de ella. Él podría manejar cualquier situación que se
metiera en su camino.

En un evento en honor a los donadores del Hospital Infantil de la


Universidad de Iowa, Claire se quedó obedientemente al lado de Anthony
mientras hablaba con un señor, a quien ella había sido presentada. Otro
hombre comenzó a hablar con ella. Todo comenzó inocentemente:
—Hola, señorita Nichols, ¿no estoy seguro de si se acuerda de mí?
Nos conocimos hace un par de semanas en la Orquesta Sinfónica de Quad
City. —Su volumen era bajo, ya sea para atraer a Tony o no ser escuchado
por él. Claire creía recordarlo. Trató de recordar nombres, así como Tony,
pero sólo podía recordar su rostro. Luego, él se presentó—: Charles
Jackson —e hizo una pequeña conversación acerca de la sinfonía.
Comenzó preguntándole sobre su lugar de residencia, ¿vivía ella en la
región de Quad City? ¿Chicago? ¿Qué la trajo a esta área? Todo el tiempo,
Claire permaneció sujeta a Tony. Ella no quería interrumpir la
conversación de Tony, pero su instinto le dijo que eso no era bueno. Ella
evitó con éxito respuestas directas, pero él persistió más allá de lo
políticamente correcto. Decidió que necesitaba tener a Tony involucrado
antes de que este hombre arrastrara algo fuera de ella que no quería
divulgar. Suavemente colocó su mano sobre el brazo de Tony. Al principio,
él no respondió, así que apretó un poco. Cuando él se excusó de su
conversación, se volvió hacia Claire. Odió interrumpirlo, pero ella llevaba
su máscara y cortésmente le hizo un gesto hacia el caballero.

—Anthony, este es Charles Jackson. —Anthony se volvió a Charles y


le estrechó la mano. Charles parecía incómodo, pero no Tony—. El señor
Jackson ha sido increíblemente curioso. Pensé que podrías ser de ayuda
para él.

Claire dio medio paso atrás, aun sosteniendo el brazo de Anthony, y


se giró hacia el señor Jackson, que se veía cada vez más pálido.

—Señor Jackson, soy muy bueno recordando nombres y rostros.


Recuerdo haberlo visto en la sinfonía. Me parece que no hemos sido
presentados. No acostumbro a conversar con miembros de la prensa. Mi
política es dejar que mi publicista discuta estos asuntos. Le aconsejo que
hable con ella, no con mi acompañante.

Claire reconoció el tono de voz de Anthony inmediatamente, no era el


tono de voz locuaz y social. El señor Jackson no tuvo problema alguno en
distinguir el tono o el significado. Se disculpó profundamente con Anthony
y después con Claire y luego se encaminó hacia la salida del evento. Claire
se sintió mal. En verdad no sabía cómo lo habría hecho sin su ayuda. Tony
puso su mano sobre la de Claire mientras el señor Jackson se iba.

—Tony, siento haber interrumpido tu conversación. Es que me sentí


incómoda.
Inclinándose hacia su oído y apretando su mano, susurró:

—Está bien. Tomaste le decisión correcta. —Ella soltó un suspiro de


alivio.

Su trabajo actual había alcanzado su tercer mes. Aún se sentía


atrapada y odiaba estar ahí, pero ya no odiaba cada día. Pensaba en cada
día como una nueva posibilidad y, como todos en el mundo, algunos días
eran mejores que otros. Sabía que la diferencia de su vida era que su
barómetro no era de ella. Resumía su dependencia en Anthony Rawlings.
Su estilo de vida dependía total y completamente del estado de ánimo de él.

Él viajaba unos cuantos días a la semana cada par de semanas.


Mientras ella estaba recluida en su suite, él había estado en Europa, lo
que, aparentemente, ocurría con frecuencia. Estas libertades
momentáneas la disgustaban. En lugar de disfrutarlas, se sentía sola.
Había noches en las que él tenía compromisos de negocios y no cenaba
con ella o ni siquiera iba a su suite. Algunas de las ideas para los
requisitos laborales de ella no se establecían bien, pero había llegado a
preferir eso a estar sola.

Junio llegó y se fue. Ya que Claire había elegido no ver la televisión,


no sabía que todo el país atravesaba una ola de calor. Solo sabía que el
aire de afuera era pesado y que en minutos, podía sentir la transpiración
bajando entre sus pechos y por su espalda. Si una brisa corría, se sentía
pegajosa y agobiante, no refrescante. Hasta estar en la piscina era
incómodo a no ser que fuera temprano o tarde.

Una noche, Catherine le dijo a Claire que el señor Rawlings llegaría


tarde a casa. A Claire no le gustaban los términos vagos como tarde. Por lo
general, esperaría en su suite para ver si él iba a ella, pero el día era
abrasador y sabía que tarde podía significar no llegar en lo absoluto. Al
atardecer, decidió ir a nadar.

Al caminar hacia la piscina, Claire se dio cuenta que rara vez se


atrevía a estar fuera de su suite en la noche. La casa parecía silenciosa de
una forma inquietante, como un museo después de cerrar. El personal se
había retirado en su mayoría a sus habitaciones y las luces eran tenues.
Sus chanclas hacían eco al pisar el suelo de mármol en la base de las
escaleras. Después de cuatro meses, Claire no necesitaba luces, sabía el
camino a través de los arcos y la sala de estar. Se detuvo en las ventanas y
miró hacia la piscina. El agua cambió de rosa a verde a amarillo a morado
a azul a transparente y de nuevo a rosa. Las luces de la terraza estaban
apagadas, creando la ilusión de un abismo rodeado de completa oscuridad.
Consideró encender las luces y decidió dejarlas así.

Dando un paso en la noche veraniega, el aire se sentía quieto y


pesado. El contraste del aire acondicionado le recordó porqué se quedó
dentro de la casa todo el día. Mirando hacia el cielo, sabía que había
tomado la decisión correcta sobre las luces. En el cielo aterciopelado
brillaban un millón de estrellas. El agua envolvió su cuerpo mientras
bajaba los escalones, su temperatura apenas variaba de la del aire y
rápidamente se sumergió. Después de nadar varias vueltas, flotó sobre su
espalda, viendo el cielo y pensando en las constelaciones. De pronto, Claire
se congeló.

Abstraída en sus pensamientos y disfrutando de las estrellas, se dio


cuenta que Tony estaba parado en el borde de la piscina. Había estado
hablando, pero sus oídos habían estado sumergidos y no lo había oído. Ver
su silueta desde las luces de la fuente, la sorprendió. Levantó su cabeza
del agua para aclarar sus oídos y se quedó flotando.

—Tony, me asustaste. Catherine dijo que llegarías tarde a casa. —No


pudo ver sus ojos. Esperó a que respondiera. Él permaneció en silencio por
un momento, y ella pensó en hablar. Mientras se debatía, él caminó hasta
una silla oculta en la oscuridad. Cuando regresó, solo podía ver su silueta
pero sabía que ahora estaba desnudo.

Aún sin hablar, Tony saltó hacia la piscina. Nadó hasta Claire y
puso sus brazos a su alrededor. En segundos, el traje de baño de Claire
desapareció. Sus acciones fueron rápidas y bruscas. Sus bocas se unieron
mientras sus lenguas se buscaban violentamente. Se movió de sus labios a
su nuca y todos los lugares cerca.

La profundidad de la piscina permitía que Tony la tocara pero Claire


no. Ella envolvió sus piernas alrededor de su torso, permitiéndole
sostenerla. Él continuó acariciando su cuello con su boca, levantando su
cuerpo para que sus labios encontraran sus pechos redondos y suaves.
Sus besos se convirtieron en pellizcos y, gentilmente, mordió la punta de
sus pezones endurecidos. Claire gimió de placer.

Los movimientos apurados de él causaron que su rostro rasposo


rasguñara su suave piel. No obstante, el dolor de su barba fue olvidado
rápidamente cuando el placer de su toque llenó su conciencia. Su boca la
atormentaba y sus manos la exploraron. La espalda de Claire se arqueó,
presionando sus pechos hacia su boca y enredó sus dedos en su cabello
mojado. En el silencio de la noche en la finca, sus gemidos hicieron eco
cuando su cuerpo convulsionó. Y aunque la noche era calurosa, los brazos
y las piernas de Claire estaban cubiertos de piel de gallina.

Finalmente, Tony llevó a Claire fuera de la piscina, hasta un chaise


loungue. Reanudó su exploración solo que no con sus manos. Aún no
habían hablado. La mente de Claire se tambaleaba entre la conciencia de
no parece molesto y la inconsciencia del éxtasis. Sus movimientos se
ralentizaron, volviéndose más deliberados y sensuales, causando
sensaciones muy dentro de ella. Se aferró a sus hombros enormes y aceptó
todo lo que él ofrecía.

El calor carnal se intensificó gracias a la humedad de la noche que


instigaba la transpiración. Claire pudo saborearla cuando sus labios y
lengua seducían su cuello. La combinación del sudor salado y el cloro
crearon una asombrosa poción. Cuando él terminó, ambos estaban
mojados, más el uno del otro que de la piscina.

Jadeando, se quedaron tendidos sin hacer nada, escuchando a las


cigarras y grillos. Finalmente, con una sonrisa, Tony habló.

—Buenas noches, Claire. —Sus ojos eran suaves como chocolate con
leche—. No estaba complacido al no encontrarte en tu suite. —Claire
comenzó a hablar pero Tony puso su dedo ligeramente en sus labios—.
Pero tu idea de un chapuzón en esta noche calurosa fue mucho mejor a lo
que tenía planeado.

Claire sonrió. Regresaron al agua para refrescarse pero descubrieron


que hasta en el agua tenían problemas para permanecer frescos.

Más tarde esa noche en la suite de Claire, Tony trajo a colación la


situación en el evento del Hospital Infantil de la Universidad de Iowa. Le
dijo que no había sido una prueba planificada. Sin embargo, si así hubiese
sido, la habría pasado. Él creía que se le podían confiar más
responsabilidades e independencia. Por lo tanto, en la mesa había una
cartera que contenía su identificación; una licencia de conducir y una
nueva tarjeta de crédito. La tarjeta estaba en la cuenta de él y era para su
uso cuando él no estuviera.
—¿A qué te refieres a cuando no estés? —Su voz no ocultó su miedo.
Tony sonrió ante su inquietud.

—Cuando no esté, solo dejarás los terrenos con Eric y mi permiso.


Pero necesitaré viajar a Europa por una semana al menos el próximo mes.
Te has comportado bien —sonrió y recorrió con su mano su muslo
desnudo y glúteo—, muy bien. Y has seguido instrucciones mucho mejor
de lo que hubiese sospechado meses atrás. —Ahora sus manos vagaban y
Claire cerró sus ojos al sentir que su cuerpo respondía. Su voz sonaba
dominante y juguetona—: De hecho, creo que ahora harías lo que yo
ordene.

Abriendo sus ojos, su mirada se dirigió a la de él y respondió:

—Lo haría. —Su voz sonaba ansiosa, mientras su cuerpo obedecía


irracionalmente, respondiendo a su toque.

—Creo que deberíamos seguir probando esa teoría —dijo, con una
sonrisa diabólica—. Pero primero, me parece que te has ganado el derecho
de ir de compras tú sola.

El primer pensamiento de Claire fue que no quería estar sola. ¿Y si


alguien como el señor Jackson se le acercaba? Pero por otra parte, ¿no era
eso lo que había querido desde que había llegado, estar afuera, lejos, sola
para siempre? Necesitaría archivar esas ideas. Compartimentar y pensar
en ellas mañana.

Tony estaba probando su teoría. Ella necesitaba oír cada palabra


que decía. Las directivas para esta prueba estaban probando ser divertidas
y emocionantes. Claire sabía que podía aprobar.
10
La vida no es lo que se supone que sea. Es lo que es. La manera en la
que lidias con esto es lo que hace la diferencia.
~Virginia Satir

Traducido por Delilah1007 & Gemma

Parada junto a la barandilla de su balcón, Claire observaba la


escena frente a ella. Los rayos de la luz de la luna iluminaban el jardín y
las cimas de los árboles, cambiando los objetos familiares a colores poco
familiares. Bajo su brillo, los arboles parecían negros y el césped de plata.
La multitud de estrellas relucía mientras ella escuchaba el sonido de los
coyotes a la distancia. Este ruido la preocupaba. Ella pensaba en los
animales más pequeños en el bosque, y esperaba que estuvieran seguros.

El aire húmedo hizo que sudara incluso aunque no hubiese estado


afuera por mucho tiempo. Podía sentir su cabello pegándose a su cuello y
gotas cayendo por su espalda. Claire había sido informada que el señor
Rawlings no regresaría a casa hasta después de las diez, y que ella cenaría
sola. Esta era la tercera noche seguida. La noche anterior, él no se había
aparecido por su suite en lo absoluto. La noche antes de eso, solo había
ido por unos minutos para hablar. Aparentemente, estaba increíblemente
ocupado.

El reloj dio las 11:00 cuando ella volvió a entrar desde el balcón. No
lo había visto o recibido mensajes suyos y quería hacer algo… lo que fuera.
La paciencia no era una virtud que ella hubiese poseído en su antigua vida.
Ahora, mientras observaba el paisaje, sabía que estaba perdiendo la poca
que había sido forzada recientemente a adquirir. Estaba pensado en cómo
incluso el aire olía a calor cuando la puerta detrás de ella se abrió.

—Oh, hola, Tony, me asustaste.

—Pensé que quizás necesitaría buscarte otra vez. Pero entonces noté
las cortinas.
—No sabía si vendrías esta noche.

Él le indicó que volviese adentro. Ella obedeció. Y él cerró la puerta.

—¿No recibiste mi mensaje?

—Lo hice. Es solo que es mas tarde de lo normal. —Viéndolo a la luz,


se dio cuenta de lo cansado que lucía, y cómo raramente aparentaba ser
algo distinto a ideal. Las cosas deben estar realmente difíciles en el trabajo.
Ella quería hablar con él al respecto, pero en el pasado, él no había
querido intentar explicarle las cosas.

—Vine a hacerte saber que mañana voy a viajar a Nueva York. Tengo
un acuerdo de negocios que aparentemente va a desmoronarse si no me
involucro personalmente.

—¿Cuánto tiempo te irás?

—Demonios, Claire, no estoy seguro. —Él le dijo que entrara y ella lo


hizo. La mantuvo tan cerca que ella necesitaba subir la cabeza para
mirarlo a los ojos. Él bajó su cabeza hasta su cabello. Con la cara
presionada contra el pecho de él, lo escuchó suspirar—. Este acuerdo se
ha sentido como una patada en el trasero. Ha estado en la pila durante
años. El tiempo en sí me ha costado millones, sin contar con la
investigación y el análisis. Ahora parece que todo está a punto de
desmoronarse.

Claire no sabía nada acerca del acuerdo. Sí sabía que esto era más
de lo que él le había hablado alguna vez de seguido. Ella quería ayudar,
hacerlo sentir mejor. No quería hacer nada porque ella le perteneciese, sino
porque quería. Tan aterrador como pudiese ser Anthony Rawlings cuando
está siendo fuerte y controlador, a ella no le gustaba verlo dócil y cansado
tampoco.

—Tony, ¿hay algo que pueda hacer?

Él se alejó para verle la cara.

—¿Me lo estás preguntando? No creo que eso haya pasado antes.

Ella se inclinó de vuelta al pecho de él.

—Quiero ayudarte a relajarte antes de esta reunión importante. —Se


paró en las puntas de sus pies y lo besó en la mejilla y en el cuello
mientras sus manos desabotonaban su cinturón y sus pantalones. Ella lo
jaló de la mano y lo guio hasta la cama, y él se sentó. Claire se arrodilló
delante de él, y él sostuvo su cara mientras ella se movía hacia él.

Toda la noche, Claire tuvo el control. Hizo lo que quiso, lo que creyó
que lo ayudaría. Su ritmo fue lento y concienzudo. Tony tendía a moverse
rápido, rudamente y fuerte. Claire se movía a ritmo constante, suavemente,
y completamente. Él le había dicho exactamente lo que quería y cómo lo
quería durante más de tres meses. Ella sabía lo que le gustaba. La parte
más sorprendente para Claire fue que él lo permitiera. Él a veces la
agarraría para empujar, más profundamente y con más fuerza. Entonces
le permitiría a Claire tomar el control nuevamente.

Mientras yacían juntos en la cama de Claire, Tony la sorprendió


nuevamente.

—Gracias. —Rodó para enfrentarla—. Gracias por entregarte por ti


misma. Por mantenerme completamente sorprendido.

Ambos estaban casi dormidos cuando Tony anunció:

—Vas a venir conmigo a Nueva York mañana. Puedes usar esa


tarjeta de crédito nueva otra vez mientras yo tengo mis reuniones. Y
después de esta noche, puede que necesite más de esto, dependiendo de
cómo salgan las reuniones. —Claire tenía un millón de preguntas, pero se
quedó callada mientras Tony continuaba—. No, voy a necesitar más de
esto sin importar cómo salgan las reuniones. —Se quedaron dormidos.

Cuando fueron las siete de la mañana, abordaron el jet privado de


Tony. Catherine despertó a Claire como a las cinco. Dado que ella y Tony
se habían quedado dormidos después de medianoche, las cinco llegaron
muy pronto. Tony ya no estaba en la habitación. Ella se bañó mientras
Catherine empacaba su equipaje. Habría habido un tiempo en el que
Claire hubiese estado horrorizada porque alguien más empacara sus
pertenencias para un viaje, pero hoy la hacía sentirse mejor. Catherine
parecía saber exactamente qué era lo que Claire necesitaba y cuándo lo
necesitaba. Permitirle a Catherine cuidar de sus necesidades se había
convertido en una segunda naturaleza.

Los pantalones amarillos claros de Claire y una camisa blanca


amplia fueron dejados afuera. Ella se los puso obedientemente. Su
equipaje estaba listo. Ella tenía un nuevo bolso Prada que contenía su
cartera, identificación y tarjeta de crédito, al igual que sus cosméticos,
unos pañuelos, y otros artículos de primera necesidad. Carlos entró a su
habitación para llevar sus pertenencias abajo, al auto en espera.

Antes de que dejaran la habitación de Claire, Catherine le informó


que se estaría quedando con el señor Rawlings en su apartamento de
Manhattan. Y aunque estuviese cansada esa mañana, que no se le notara,
ella debía mantener las apariencias. El señor Rawlings se iría a su trabajo
tan pronto como llegaran a la ciudad, y entonces ella sería capaz de
descansar en el apartamento. Claire asintió entonces para indicar que
comprendía.

Mientras Eric los llevaba al aeropuerto privado local, Tony habló más
directamente y con menos emoción que la noche anterior.

—Estarás en mi apartamento mientras trabajo hoy. Eric te llevará


allá después de que lleve a mis socios a nuestra reunión. —Claire sonrió y
dijo que estaba bien. Ella no tenía ninguna opción. Ella lo sabía, y él
también—. Cerca de llegar al aeropuerto, nos reuniremos con Brent
Simmons, el jefe de mi equipo legal; Sharon Michaels, su socia; y David
Field, uno de mis negociadores principales. Ellos se unirán a nosotros en
el viaje a Nueva York. Te presentaré. Brent ya sabe de ti. Una vez que
abordemos mi jet, te sentarás lejos de nosotros mientras iniciamos con
nuestras preparaciones.

Claire dijo que comprendía.

—Tony, no quiero meterme en tu camino. Estoy aquí porque eso


querías.

—Sí. —Él estaba mirando a su teléfono, que acababa de vibrar—.


Eso es cierto. Es mi elección, y quiero que estés aquí. Creo que tu
presencia me beneficiará. —Él se ensimismó con su mensaje.

¿Beneficiarlo? ¿No podía simplemente decir “Te quiero aquí”? Su


estómago estaba apretado en nudos mientras se preguntaba lo que sabría
Brent Simmons acerca de ella. ¿Sabía lo que ella había hecho? ¿Pensaba
que ella era una acompañante o una empleada o algo peor? Mientras
viajaban en el asiento trasero del Mercedes Benz, Claire decidió que era
tiempo de usar una máscara. Encontrarla entre toda la aprehensión que
había surgido en su mente era difícil, pero ella lo hizo y se la puso.
No había qué esperar de un jet privado. Parecía más pequeño por
fuera de lo que ella había anticipado. Una vez subieron todos los escalones,
estuvo plácidamente sorprendida por el interior espacioso. A su izquierda
estaba la puerta a la cabina del piloto y a su derecha había un espacio
abierto con una mesa y cuatro sillas. Más allá del sofá sobre una pared
había tres sillas reclinables unas junto a las otras. Todo estaba asegurado
y contenía cinturones de seguridad como los que esperarías en un avión.
Las sillas y algunas de las paredes estaban lujosamente cubiertas con
cuero blanco y acentuado con molduras como de madera. Había un
espacio adicional tras la pared lejana. Claire supuso que ahí estaba el
baño, y tal vez otra cosa.

Tony presentó a Claire a sus socios y le propuso tomar asiento en el


sofá cerca de la pared. Todo el mundo fue muy educado y amigable. Fue al
sofá como se le dijo. Tony, el señor Simmons, la señorita Michaels, y el
señor Fields se sentaron alrededor de una mesa ovalada. Eric se les unió
en el avión después de cargar sus equipajes en un compartimiento inferior.
Sorprendentemente se sentó en el asiento del copiloto. Sus talentos
repentinamente la impresionaron. Obviamente era el chofer más versátil
del mundo.

Claire miró y escuchó mientras Tony y los otros discutían el acuerdo


inminente. A ella honestamente no le importaba el trato más allá del
impacto que tenía sobre Tony. Le gustó verlo trabajar, su pericia, su
inteligencia y su control. Respetaba el conocimiento y la sabiduría de sus
asociados, les hacía preguntas, y escuchaba atentamente a sus respuestas
y opiniones. Con eso dicho, Claire sabía que cuando llegara el momento de
decidir, la única opinión que importaría sería la de él.

Después de que despegaran y que la discusión en la mesa se volviera


mundana, Claire pensó en tomar una siesta y recordó el consejo de
Catherine. Para quedarse despierta miró dentro de su bolso, en otra
búsqueda del tesoro. Primero abrió su cartera. Devolviéndole la mirada
había una fotografía de su licencia de conducir de Georgia. Leyó la tarjeta
de identificación y vio su dirección en Atlanta. Compartimentar. Su
fotografía no se veía como ella. La fotografía había sido tomada dos años
antes y su cara había cambiado, se había adelgazado, bronceado, y
simplemente cambiado. Su altura, 1.62, era la misma; su peso, 56 kilos,
era más cercano al actual. Ese no había sido el caso hacía cuatro meses.
El peso en la tarjeta había sido correcto cuando tenía dieciséis, y como en
todos los demás, había aumentado con los años. Sin embargo, ahora
parecía adecuado, si no increíblemente alto. Luego, Claire sacó la tarjeta
American Express Platinum con Claire Nichols grabado al frente.

Cuando Tony le dio a Claire la tarjeta por primera vez, ella no había
querido usarla. Le agradeció por su confianza y su fe, e intentó explicarle
que no había nada que necesitara. Tenía toda la ropa que podría llegar a
usar. De hecho, tenía muchas prendas que nunca había usado. Comida
llegaba a ella tres veces al día y tenía un techo sobre su cabeza. No tenía
ningún interés en joyas, tener el collar de su abuela era todo lo que quería.
Amaba leer, pero hasta ahora la biblioteca contenía más libros de los que
podría esperar leer.

Tony no aceptó ninguna de sus excusas. Le dijo que le pidiera


cuando quisiera salir de compras. Ella no le pidió. Después de una
semana, él aparentemente se había rendido. Una tarde, durante la cena, él
había proclamado:

—Eric va a llevarte mañana a Davenport para que vayas de compras.


—Claire recordó sentirse repentinamente enferma. No había hablado al
principio, solo lo había mirado—: ¿Claire, me escuchaste? —Él sabía que
ella lo hacía, solo quería una confirmación verbal.

—Sí, Tony, te escuché. Creí que habíamos discutido esto y decidido


que no necesitaba nada de manera urgente.

—Estoy bastante seguro que lo discutimos y he dicho que irás


mañana.

—Pero, ¿no necesitas a Eric mañana?

Sus ojos se oscurecieron y su tono se hizo más grave.

—¿Estás discutiendo? Eras una mujer segura de ti misma cuando te


conocí. Has aprendido bien tus lecciones. Necesitas salir al mundo. Y, para
que conste, esta conversación está oficialmente terminada. ¿A menos que
pienses que sería beneficioso discutir?

Claire quería quejarse y explicarle que se preocupaba por los Charles


Jacksons del mundo. Pero ya había cometido ese error. Tragó.

—¿A qué horas necesita Eric que esté lista?

El viaje a Davenport fue enervante. Eric recogió a Claire en un BMW


negro. Ella se sentó en el asiento trasero y se sintió incomoda sin Tony.
Mientras manejaban lejos de la casa se dijo a si misma que él tenía razón.
Ella había sido una mujer segura de sí misma, y además, algún día estaría
yéndose de ahí. También sabía la verdad. Esta era una prueba para ver si
se podía confiar en que ella estuviera afuera por su cuenta. Y había
aprendido por problemas técnicos previos que la mejor manera de pasar
una prueba es evitarla. Tony lo había dejado claro: evitar esto no era una
opción.

Eric la llevó a las tiendas de River Walk, boutiques de alta gama en


los complejos industriales. Ella entró a cada una de las tiendas y se tomó
su tiempo para mirar a su alrededor. Al principio, sus sentidos estaban
alerta, asustada de que alguien se le fuera a acercar. Se dio cuenta pronto
que nadie le prestaba mucha atención. Las ayudantes eran atentas y le
mostraban todo y nada de lo que quisiera. Las personas no venían a mirar
en estas tiendas si no podían comprar nada.

Claire no vio reporteros. Nadie se le quedó mirando o le hizo alguna


pregunta. Para cuando siguió por la calle para ir a una pequeña cafetería,
se sintió mejor acerca de su excursión, e incluso bebió café negro sentada
en una mesa en el exterior. Sorbió el brebaje rico aromático y observó a las
personas mientras se apresuraban por las calles. Extrañaba estar rodeada
de gente. Sin embargo, la idea de hablar con alguien la asustaba. ¿Qué si
decía algo mal?

Para cuando Eric regresó a recogerla, ella había encontrado algunos


libros sobre mariposas y algo de ropa casual para sus ocupados días llenos
de acontecimientos. No era mucho, pero había hecho lo que se le había
dicho, y honestamente lo había disfrutado.

Tony parecía decepcionado que no hubiera traído más, pero también


complacido que hubiera hecho lo que se le indicara. Él entonces esperó
que ella desfilase su ropa nueva y sugirió que la próxima vez ella podría
comprar algo que le gustara también a él. Eso significaba ropa con mucho
menos material.

Una vez que el jet aterrizó, los cinco entraron a una limusina en
espera. Ellos cuatro continuaron discutiendo su reunión inminente. Claire
se sentó en silencio, escuchando, intentando ir sin ser notada. Eran las
nueve y veinte y su reunión era a las diez. Eric se sentó en el asiento del
pasajero junto al conductor. No pasó mucho antes de que estuvieran en
las angustiosas calles de la Ciudad de Nueva York, atrapados en el tráfico.
El auto viajó en cortos, acelerados movimientos.
Claire experimentó ese tráfico desde la parte trasera de un taxi
cuando vivió con Emily y John y sabía que podía sofocar los viajes y
causar estragos en los horarios. Tony no parecía preocupado. Su auto se
detuvo en su destino con minutos de sobra. Los cuatro socios bajaron y
procedieron a través de las grandes puertas de cristal. Claire se encontró
sola en una gran limusina. No sabía a dónde estaba yendo o cuánto
tiempo iba a estar allí. Su vida ya no estaba en sus manos, y estaba de
alguna manera llegando a hacerse a la idea.

Su apartamento no era como cualquier otro apartamento que ella


hubiera visto antes. Un ama de llaves la saludó en la puerta.

—Señorita Claire, bienvenida. Mi nombre es Jan. Déjeme enseñarle


la habitación del señor Rawlings. Vamos a poner sus pertenencias allí y
enseñarle todo. —Claire le agradeció a Jan y la siguió. El apartamento
tenía dos pisos y en la puerta de entrada había una escalera que
alcanzaba al segundo piso. Contenía una sala de estar enorme con
chimenea, comedor, cocina, y la oficina en el primer piso. Claire lo llamó el
primer piso, pero en realidad estaba a setenta y seis pisos del suelo. La
sala de estar y el comedor tenían ventanales que daban a la ciudad y hacia
el agua. Ella había pasado muchos días y noches en NYC, pero nunca
había visto una vista como esta.

La habitación de Tony era grande y estaba decorada con colores


oscuros y masculinos. Una cama alta y grande con una cabecera y
muebles de cuero llenaban la habitación. Jan llevó la bolsa de Claire, y
otros dos miembros del personal ayudaron con el resto del equipaje. Una
vez que las cosas fueron sacadas, Jan le preguntó a Claire si quería algo
de comer o si prefería descansar. Claire decidió que un pequeño almuerzo
antes de la siesta sería bueno.

Tony llegó al apartamento alrededor de las siete en punto. Él no


estaba solo. Brent Simmons estaba con él. Llegaron conversando sobre
algo que pasó durante el día. La conversación continuó en el comedor,
donde abrieron maletines, ordenadores portátiles y reanudaron su debate.
Jan le preguntó al señor Rawlings si le gustaría cenar y él le dijo que les
trajera algo que pudieran comer durante el trabajo. Claire esperaba una
noche bajo las luces de Nueva York. Se acomodó para una noche con su
libro, llevando un camisón de seda negro y durmiéndose antes de que
Tony llegara a la habitación.
Él se había ido antes de que se levantara. Si su lado de la cama no
estuviera deshecho, ella no hubiera sabido que él había estado allí. Por la
mañana, encontró una nota al lado de la cama:

Eric está disponible para ti todo el día.

Ten un buen día en la ciudad. Volveré alrededor de las 6.

No me decepciones.

Y había dinero con una nota separada:

Para propinas, recuerda, ¡apariencias!

Está bien, pensó. Estoy atascada en Nueva York. También podría


disfrutarlo.

Después de la ducha, Jan le sirvió un maravilloso desayuno y


prometió que la avisaría tan pronto como Eric regresara de llevar al señor
Rawlings a la oficina. A las diez, Claire se sentó en la parte trasera de una
limusina mientras que Eric la llevaba hacia una terapia de compras.
Decidió que si Tony quería tanto que comprara, este era definitivamente el
lugar para hacerlo. Siempre disfrutó las compras en NYC, pero esta sería
una nueva experiencia. La inmensidad de la ciudad, junto a la cantidad de
personas le dio a Claire la sensación de anonimato. Una sensación que no
tenía en Davenport. Nadie se daría cuenta de ella aquí. Podía hacer lo que
quisiera.

—A la Quinta Avenida con la calle Cincuenta y uno, por favor. —Eric


no dudó. Claire decidió que se podía mantener ocupada con Versace,
Prada, Bendel, y Louis Vuitton durante al menos cuatro o cinco horas.
Eric le dio a Claire una tarjeta con su número de teléfono y le explicó que
no tenía que preocuparse de llevar cualquier compra. Que le dijera al
dependiente que lo llamara, su chofer. Él recogería todo lo que comprara.
Él la dejó cerca de la Cincuenta y uno Este y Madison, y prometió
recogerla cerca de la Plaza Hotel en la Calle Cincuenta y ocho Este a las
dos. En ese momento, él estaría encantado de llevarla a su próximo
destino.

Cuando Claire salió del auto con sus sandalias de tacón alto
golpeando el hormigón y su vestido de verano de gasa soplado ligeramente
por la brisa, se sentía como una modelo haciendo una sesión en una
revista. No parecía real. Ella seguía diciéndose a sí misma, “Actúa el papel”.
El calor del verano radiaba en ondas desde la acera, y los sonidos de la
ciudad la fortalecieron mientras luchaba contra la multitud de personas a
lo largo de la acera.

Primero entró en Versace. La fachada de piedra caliza adornada con


grandes puertas de cristal, y una cantidad de ilimitada de dinero en su
bolso le dieron un subidón de adrenalina. Se sentía diferente al de ejercicio.
Era la extraña sensación de que ella podía comprar cualquier cosa y todo
lo que quisiera. Ella hizo todo lo posible para fingir la imagen de alguien
acostumbrado a gastar. No pasó mucho tiempo antes de que lo creyera
tanto como los empleados de la tienda.

Trató muy duro para no mirar los precios mientras elegía posibles
vestidos. A ella le gustó un vestido piqué de algodón y un vestido con un
recogido corpiño. Acentuaban su esbelta figura. Mientras se miraba en el
espejo, juzgaba su imagen a ver si ¿a Tony le gustaría este? Ella decidió
que lo haría. Según el empleado también necesitaba zapatos. Cuando todo
estuvo dicho y hecho y había pagado por sus dos conjuntos, casi perdió su
compostura. El empleado sonrió y dijo:

—Esto será $ 3.657. ¿Le gustaría ponerlo en una cuenta existente?

Claire trabajó diligentemente para mantener su fachada intacta


aunque su ritmo cardíaco aumentó dramáticamente.

—No, voy a pagar por ello ahora y mi chofer volverá a recogerlo.


Déjeme darle su número y él arreglará los detalles. —Le entregó a la
empleada su American Express.

—Gracias, señora, estaré encantada de encargarme de eso por usted.


—Hizo la transacción. Este tipo de empleados definitivamente necesitaba
una propina, apariencias.

Claire siguió al norte, siguiente parada Cartier. Estaba decidida a


volver de nuevo al apartamento con cosas para enseñarle a Tony. Se
decidió por un bonito par de gafas de sol por $500. Pensó en las gafas de
$10 que llevó por los cuatro años de universidad. Luego continuó con más
compras. Las multitudes de personas hablando, las cajas registradoras
sonando, el olor a gas de escape y a multitud, las vistas de los edificios
altos mientras miraba al cielo, todo trabajado para construir una
sensación de euforia.
A la una en punto, Claire estaba exhausta. Había comprado un par
de vestidos, algunos zapatos, un par de artículos de lencería, y gafas de sol.
Gastó con éxito más de $5.000. Realmente le parecía ridículo, pero estaba
determinada a hacer a Tony orgulloso. Ella no quería comprar más. Se
detuvo en la Torre Trump, a menos de dos cuadras de su destino de
recogida, para almorzar. Había estado allí antes y recordó el Trump Café.
La gente y la belleza del cristal le llamaron la atención mientras entraba en
el atrio, pero su mente estaba centrada en comida.

En los últimos cuatro meses no había tomado ninguna decisión


acerca de la comida. Ahora ella salivaba ante la idea de pedir lo que
quisiera. Había incluso postres. Se tomó unos minutos deambulando por
los mostradores, tantas opciones. El aroma de la parrilla le hizo pensar en
hamburguesas en verano. Casi podía saborear los alimentos mientras
inhalaba sus deliciosos aromas. En silencio debatió sus opciones.

Claire encontró una mesa cerca de la ventana y se comió su


ensalada de espinacas, té helado, y yogur. Todavía era su elección pero
comer comida sano tenía más sentido. Comió y observó. Nueva York
siempre había sido divertido, e incluso hoy, sola, la encontró divertida.
Miró su reloj, una cuarenta. Terminó su almuerzo y se dirigió hacia el
Hotel Plaza. Tony no estaría esperando. Pero no quería que Eric le dijera a
él que había llegado tarde.

Cuando Eric detuvo el auto en la acera, Claire estaba lista para


entrar. Sin embargo, esperó a que Eric estacionara, saliera, y abriera su
puerta. Había aprendido a realizar bien su parte. Una vez de vuelta en la
calle, él le preguntó por su próximo destino.

—Creo que estoy cansada y me gustaría volver al apartamento. Oh,


¿has recogido mis compras? —Sí, estaban en el maletero. Él tendría a
alguien llevándolas a la habitación del señor Rawlings inmediatamente al
llegar al apartamento.

Claire se recostó, cerró sus ojos, y dejó que la llevaran de vuelta al


departamento de Tony. No fue hasta que estuvo casi de vuelta al
apartamento que se le ocurrió, Emily y John estaban a sólo tres horas de
la ciudad. Podía llegar en tren. Si tuviera a Eric dejándola cerca de una
estación, ella podría llegar a su casa y estar de vuelta en el lapso de un día.
Solía viajar en tren todo el tiempo. Nadie lo sabría nunca. Ella no podía
hacerlo hoy, pero la emoción aumentó cuando empezó a trabajar los
detalles en su cabeza para mañana.
Dormía profundamente en su cama cuando él entró en la habitación.
Era alrededor de las tres y media de la tarde.

—¡Lo hicimos! El acuerdo se ha completado.

Claire se despertó de su siesta y trató de concentrarse en sus


palabras.

—Eso es genial. Estoy contenta por ti.

—¡Vamos a ir a celebrar! —exclamó Tony mientras Claire empezaba


a levantarse de la cama—. ¿A dónde vas? —El tono de su pregunta
acompañado con su mirada produjo un escalofrío evidenciado en la piel de
gallina sobre los brazos de Claire.

—Creí que querías celebrar. Necesito vestirme.

Su voz menos celebrativa, más amenazante.

—Sí, debes, pero primero necesitas desnudarte mientras lo


celebramos aquí. —Tony se quitó su chaqueta Brooks Brothers y la
corbata de seda, dejándolos caer al suelo, y se desabrochó la camisa.
Claire estaba durmiendo la siesta en un par de pantalones cortos y una
camiseta. Ella hizo como él lo ordenó y se quitó los pantalones y luego la
camiseta.

Sus instintos le dijeron que el vigor y la energía adquirida de sus


negocios exitosos se desatarían aquí y ahora. Estaba agradecida de haber
dormido la siesta. Con aprensión, Claire miró mientras él caminaba hacia
ella, sus ropas fuera. Su pecho era ancho, definido, y cubierto con vello
oscuro. Su abdomen estrecho era obviamente el resultado de mantenerse
en forma. Sus caderas eran estrechas, y su cintura tenía un rastro liso de
vello que llevaba a donde Claire claramente podía ver que estaba listo para
celebrar. No necesitó ayudarle, él estaba a cargo. Aunque ella había estado
durmiendo algo sobre su comportamiento la alarmó, estaba
completamente despierta mientras su cuerpo temblaba.

Tony presionó su cuerpo contra el suyo. Moviéndose rápido y áspero,


él la atrajo hacia él. Ella probó el café mientras sus labios fuertemente
encontraban los suyos. Trató de frenar sus movimientos. Esperando ser
levantada sobre la cama se sorprendió cuando él la empujó, provocando
que su mejilla sintiera la suavidad del edredón. No había esperado sus
acciones y no había estado preparada. Sus dedos agarraron el cubrecama,
formando puños mientras ella reprimía las ganas de gritar. Él continuó
dominando, sin mostrarse moderado. Anthony Rawlings tenía el control
total.

Cuando él terminó, le dio instrucciones de arrodillarse. Le sostuvo la


cabeza y dictó sus movimientos hasta que estuvo listo de nuevo. Esta vez
se tomó más tiempo, más posiciones, y más posibilidades. Su tono
autoritario reanudó con instrucciones y direcciones. Finalmente la llevó a
la ducha. Tenían que estar listos para salir. El jabón, los múltiples
cabezales de la ducha, él continuó. Finalmente, terminó.

A continuación, tomó el champú y comenzó a lavarle el pelo a Claire.


Después de devastar su cuerpo, le tocó el pelo como si fuera satén. De
repente, sus movimientos eran suaves y tiernos. Ella respondió
adecuadamente, pero no podía dejar de pensar en lo mucho que lo
despreciaba. Un día ella quería ayudarlo, estar con él, el siguiente él la
trataba como una puta. Le hacía doler el corazón, pero contuvo las
lágrimas. Él ya había tomado demasiadas. No le iba a dar estas también.

Esa noche, vestida con un elegante vestido sin tirantes negro con
zapatos de tacón negro, Claire fue escoltada por Tony a Daniel, uno de los
pocos restaurantes de cuatro estrellas en Manhattan. Situado en el Upper
East Side, es conocido por su ambiente elegante y deliciosa cocina
francesa. Por el camino, Tony le recordó a Claire sus reglas: hacer lo que le
había dicho, mantener las apariencias, y la severidad del castigo por fallar
en público. Tal vez él podía sentir su abrumador deseo de huir y sintió la
necesidad de reiterar las consecuencias si lo intentaba.

Cuando llegaron al Daniel fueron a la sala de estar, donde Tony


ordenó cócteles. Tomaron bebidas mientras Tony hablaba sobre su
increíble rescate de ese sensacional acuerdo. Claire se sentía como que
estaba pasando la noche con dos hombres diferentes. Él podía castigarla
sin pensarlo y ser refinado y encantador un instante después. Al hablar
sobre el contrato dijo que no le gustaba hablar de dinero, pero hoy hizo
más de lo que la mayoría de gente hacía en toda su vida, citando,
“Demonios, más que la mayoría de las familias pueden hacer en toda su
vida”.

El anfitrión les informó que su mesa estaba lista y se trasladaron al


comedor. Una vez más, Tony ordenó su comida. La atención de Claire
estaba completamente centrada en él. Él requería eso, manteniendo las
apariencias. Ella descubrió que Tony hablaba francés. Dado que ella no lo
hacía, no sabía lo que le dijo el camarero. Cuando la botella de vino llegó,
después de haber bebido un cóctel, Claire se sorprendió.

—Esta es una ocasión especial —dijo Tony. El camarero sirvió una


pequeña cantidad de vino en su copa y se la ofreció. Él lo aprobó, y dos
copas se sirvieron.

Si el preludio no hubiera sido tan tempestuoso, la cena hubiera sido


más agradable. Claire recordó a Tony diciendo que él no aprobaba el
alcohol, ya que disminuye los sentidos. Actualmente sintiendo su cuerpo
doler, dio la bienvenida a los efectos adormecedores. Por supuesto, ella no
mostró su malestar con el retorno de Anthony Rawlins que había conocido.
Obedeció las reglas y siguió siendo la perfecta compañía.

De vuelta al apartamento, Eric les llevó alrededor de Manhattan para


disfrutar de las luces, las vistas, y sonidos. La ciudad de Nueva York era
realmente espectacular. Había pasado tanto tiempo desde que Claire había
experimentado tanta gente y energía. Si Tony no estuviera pasando su
mano por su muslo, habría sido más agradable.

Tony decidió que volverían a Iowa por la mañana. Cuando estaban a


punto de dormirse le preguntó acerca de las compras. Su cuerpo agotado,
su cabeza girando a causa del alcohol, ella dijo que estuvo bien y que si
podía por favor mostrarle las compras por la mañana. Los dos se quedaron
dormidos.
11
Debemos extraer del corazón del sufrimiento mismo. Los medios de
inspiración y supervivencia.
~Sir Winston Churchill

Traducido por âmenoire, Ateh & Mae

Su alarma sonó, y el señor Rawlings pidió el auto. Estaría listo para


llevarlos al aeropuerto a las 6:00 a.m. Claire sabía que mejor debería estar
de vuelta en su suite, despertándose a las ocho, ejercitando, comiendo y
estando en su propio horario. Cuando trabajaba en WKPZ, cada mañana
necesitaba levantarse antes de las tres. Pero en ese entonces, se iba a la
cama mucho más temprano y, lo más importante, sola.

Un poco después de las cinco, entró somnolienta a la ducha.


Volviendo su cara hacia el chorro caliente, desesperadamente trató de
revivir sus sentidos y apagar los dolores en su cuerpo. El agua empezó su
proceso, pero el verdadero despertar llegó cuando escuchó que la puerta
de cristal se deslizaba y vio a Tony entrar a la caseta llena de vapor. Su
única expectativa era limpiarse. De cualquier forma, el acto, compartir este
espacio personal de manera no sexual, era más íntimo de lo que Claire
anticipaba o deseaba.

Una vez en el jet, ella le preguntó sobre sus socios. Tony explicó que
el señor Simmons y el señor Field se quedaron a completar los contratos y
la señorita Michaels se había ido en otro jet de la compañía ayer. Durante
el vuelo de dos horas y media, sólo fueron ellos dos en la cabina. Tony
leyendo ocupadamente la pantalla de su computadora mientras Claire
observaba las nubes debajo del avión y contemplaba el viaje,
decepcionantemente y corto. Contempló pensativamente sobre su
oportunidad perdida de contactar a Emily y a John. No había hablado con
nadie de su pasado por casi cuatro meses. ¿Alguien se preguntaba sobre lo
que le había pasado? ¿Estaban preocupados porque hubiera desaparecido
de la tierra? Pero luego pensó en Tony. Él la había tomado e introducido en
su mundo. No podía ser una persona perdida o la policía se hubiera
involucrado. No estaba segura de cómo funcionaba la publicidad. Tal vez
Emily sabía que estaba siendo vista con el señor Anthony Rawlings. Claire
se reprendió a sí misma. Se preocupaba más por no decepcionar a Tony
que pensar en contactar a su hermana.

Repentinamente, Tony rompió el silencio.

—Ahora platícame sobre tu paseo de compras. —El hombre


dominante de la noche anterior se había ido. Su tono era amistoso e
inquisitivo.

Claire hizo su mejor esfuerzo por responder con el tono y la inflexión


apropiados.

—Fue asombroso. Nueva York es una ciudad bulliciosa. No estaba


preocupada sobre la gente, o debería decir reporteros, aproximándose a mí.

—¿Eso te preocupa?

—Sí. Después de la escena en el evento benéfico, estoy asustada con


que alguien se me acerque. Sé lo mucho que la apariencia y la privacidad
significan para ti.

Satisfecho, Tony sonrió con suficiencia.

—Muy bien, eso es interesante. Continúa, ¿qué compraste?

—Bueno, primero fui a Versace y encontré un par de vestidos y


algunos zapatos. Creo que te gustarán. Me dirigí a través de la Quinta
Avenida y compré unos lentes de sol. Oh, están aquí en mi bolso. —Los
sacó y se los puso. Tony sonrió y se los quitó de sus ojos verdes. Le
gustaban sus ojos y no los quería cubiertos. Claire continuó charlando—.
También encontré algo de lencería —logrando sonreír tímidamente—, la
que creo que te gustará.

Sus ojos estaban suaves, totalmente enfocados, y su expresión era


entretenida.

—Suena como que lo hiciste bien. ¿Te importaría decirme cuánto


gastaste?

Los ojos de Claire cayeron al suelo. Sabía que cinco mil no eran
nada para Tony, pero hubieran sido un mes de salario para sus padres.
Dos atuendos, zapatos, lentes de sol y algo de seda y encaje parecían una
pequeña acumulación para tanto dinero. Tony gentilmente levantó su
mentón para recuperar el contacto visual. Sus ojos brillaron cuando ella
destelló una sonrisa y habló.

—Como cinco mil.

Su reacción la sorprendió. Él se río. Ella esperó para ver si era una


risa que llevaría a otra cosa, pero no, sólo era una risa. Finalmente,
respondió:

—Buen trabajo, Claire. Puede que todavía pilles esto. Esta noche
espero mi desfile de modas privado cuando regrese a la casa.

Le molestaba a Claire que pudiera tratarla de manera tan humillante


en el dormitorio o donde quiera que él escogiera y luego darse la vuelta y
actuar como si nada pasara. Necesitaba trabajar en separar el sexo del
resto de su vida. Eso era más difícil de lo que sonaba.

Una vez que regresaron a Iowa, entraron en el auto de Tony que los
esperaba y Eric los condujo hacia la casa. Tony necesitaba algunas cosas
antes de dirigirse a la oficina en Iowa City. Mañana se iría a Europa por
diez días y tenía algunos cabos sueltos que requerían su atención
inmediata.

Después de que el auto entrara por las puertas de la propiedad,


tomaron el sinuoso camino y se acercaron hacia la mansión. Claire
normalmente veía la casa desde la parte posterior. Raramente dejaba la
propiedad, pero cuando lo hacía generalmente era de noche. Ahora
viéndola de día, la hermosa combinación de la piedra de río, piedra caliza y
ladrillos combinados con la arquitectura del estilo romántico le dio una
nueva apreciación. Tony dijo que había construido la casa alrededor de
quince años atrás, pero lucía más vieja. No lucía obsoleta o anticuada.
Parecía como si hubiera sido diseñada para una época más antigua. Claire
no pudo evitar preguntar.

—Tony, ¿dijiste que construiste esta casa hace quince años?

—Sí —contestó mientras Eric llegaba a la calle del frente—. ¿Por qué
preguntas?

—No estoy acostumbrada a ver el frente. ¡Es hermosa! —Él le


agradeció. Ella continuó—: Pero para mí, luce más vieja que de quince
años, me refiero al estilo.
—La diseñé a partir de la casa de mi familia de cuando era niño.

Claire sabía que él perdió a sus padres y no quería avivar malos


recuerdos pero su curiosidad le ganó.

—Pensaba que construiste tu fortuna de la nada. ¿Cómo era que tus


padres tuvieran una casa así? —Ahora estaban saliendo del auto.

—Era de mi abuelo, no de mis padres. Mi padre era débil. De todas


formas, la casa y dinero de mi abuelo se perdieron hace veinte años. Mi
abuelo confió en las personas equivocadas.

Eso parecía como una enormidad de información. No estaba segura


de qué significaba. Catherine le dijo que el señor Rawlings no dejaba que
mucha gente se acercara. Estaba segura que la historia de su familia tenía
algo que ver con eso. Mientras caminaba hacia su oficina trató de obtener
un poco más de información.

—Es realmente asombroso. ¿También diseñaste el interior basándote


en ella?

—La mayoría. Incluso busqué y compré algunas de las piezas de arte


y antigüedades originales. De cualquier forma, quería mi hogar equipado
con comodidades modernas y equipo de seguridad. Cada centímetro de
esta casa está bajo vigilancia constante. No cometeré el mismo error que
mi abuelo. —Claire consideró lo que estaba diciendo, él quiso decir cada
centímetro del perímetro. Estaba deteniendo a cualquiera que no se
supusiera que estuviera ahí—. ¿No te has preguntado cómo el personal
sabe exactamente cuándo entrar a tu habitación? —Tony se paró detrás de
su escritorio, apretando algunos botones de su computadora y rebuscando
a través de papeles.

Las rodillas de Claire se sentían débiles, y pensó que podía necesitar


sentarse.

—¿Quieres decir que mi suite está bajo vigilancia? ¿Cómo que hay
cámaras?

Tony levantó la mirada de los papeles y encontró los ojos de Claire.


Vio la repugnancia y sonrió lentamente, sus palabras lentas, añadiendo
malicia.

—Sí, por supuesto. Todo está grabado en video y guardado. —Claire


se sentó en la silla más cercana. Repentinamente estaba haciéndola sentir
la mayor incomodidad recién encontrada—. Tal vez podamos tener una
premier viéndolo juntos, criticando y trabajando en las revisiones.

Ella detestó su existencia.

—Tony, por favor, dime que estás bromeando, algún tipo de chiste
enfermo.

Su sonrisa vil le dio una chispa a sus ojos oscureciéndose.

—Pero, mi querida Claire, no lo estoy. Ahora, el personal no tiene


acceso a ver tu cama, sólo yo tengo eso. Pero sí tienen acceso a ver la sala
de estar y las puertas de tu vestidor y baño. Así es como han podido estar
entrando y saliendo sin que los veas.

—Pero, ¿por qué? ¿Por qué harías eso? ¿Por qué mantenerlo?

Tony recogió sus papeles necesarios y una USB y se trasladó para


salir de su oficina.

—Porque puedo. Puedo ver y decidir lo que me gusta y lo que creo


que se puede mejorar. Vas a entenderlo después de que tengas la
oportunidad de verlo. Tal vez esta noche, pero ahora tengo que irme. —
Comenzó a caminar hacia las puertas de la sala. Claire no creía que sus
piernas pudieran soportar su peso, se quedó sentada. El pensamiento de
él mirándolas, de ella viéndose con él, todo la puso físicamente enferma.
En serio creía que si se ponía de pie, no sería capaz de controlar la
revuelta que se estaba produciendo en el estómago. Tony reiteró—: Es
hora de salir de mi oficina. —Él vio como ella se sentaba inmóvil y
cruelmente añadió—: Y en caso de que te lo preguntes, sí, esto también
está bajo vigilancia, a excepción de mi escritorio. Pero tengo una gran vista
del sofá y este espacio abierto. —Sonrió maliciosamente y le indicó el
escenario de una de sus peores pesadillas. Algo que había empujado lejos.
¡Ahora sabía que lo tenía en video y lo veía!—. Claire, me tengo que ir.
¡Fuera de la silla, ahora!

Se puso de pie con aire ausente, solamente pensando en mantener


su desayuno. Trató desesperadamente de mantener todos los otros
pensamientos en su mente mientras caminaba fuera de la oficina. Antes
de darse cuenta, estaba de vuelta en su suite. Su cabeza le daba vueltas.
Quería recostarse en el sofá y detener los pensamientos que
bombardeaban su mente, pero él podía verla. ¿Había algún lugar en que
no pudiera verla?
Esa noche cenaron en el patio trasero, que estaba a la sombra y el
aire de la noche era cálido. El patio parecía perfecto. Incluso con la
reciente ola de calor que había sido acompañado por una sequía, el césped
era exuberante y verde gracias a las maravillas de un sistema de riego y el
equipo de jardineros. Él estaba haciendo lo que ella despreciaba, hablando
de su viaje a Europa, el tiempo en Nueva York, de todo excepto las
cámaras y videos. Claire no podía entender cómo podía comportarse de
una manera, decir algo, y luego actuar como si nunca hubiera sucedido.
Ella, sin embargo, estaba teniendo dificultades para pensar en otra cosa.
Su apetito se había ido, apenas comió algo de su cena.

Una vez que terminaron de cenar, Tony llevó a Claire a la sala de


cine. Era su refugio, un lugar para escapar, ver cantar y bailar. Esta noche,
Tony no tenía la intención de ver un musical. Programó el sistema de vídeo
y digitó un código de acceso. De repente, la pantalla estuvo llena de fechas
y lugares, como por ejemplo “05 de mayo 2010, suite S.E.” Él tenía la
capacidad de desplazarse a diferentes fechas y lugares. No era sólo su
cuarto. Había lugares como garajes, cocina, vestíbulo, escaleras, teatro,
piscina, sala de la planta S.E 2, sala de planta S.E. 1, etc.

En cierta forma humillante de tortura él eligió, 20 de marzo de 2010,


Suite S.E., y luego programó el tiempo. Se desplazó hacia arriba y el
tiempo disminuyó, 9, 8, 7. Volvió a las 8:00 a.m. aproximadamente.
Golpeó para entrar, y en la pantalla de cine, inmensa, estaba la suite de
Claire. Vestía una bata blanca y yacía acurrucada en el suelo cerca de la
puerta del vestíbulo. Claire no necesitaba ver, sabía muy bien lo que iba a
suceder. También sabía que la Claire en la pantalla estaba cubierta de
moretones, su cabello era un desastre, y podía ver la demolición de la
habitación. Ahora oyó un pitido y la puerta se abrió. La Claire de pantalla
se levantó de un salto, también escuchó el sonido de Tony entrando.

—Buenos días, Claire. —La Claire de la pantalla miró a Tony—.


Buenos días, Anthony. Quiero que sepas, he decidido irme a mi casa.
Estaré dejando este lugar hoy. —El Tony de la pantalla habló entonces,
sus ojos negros brillando. Estaba sonriendo—. ¿No te gusta tu alojamiento?
—Su sonrisa se ensanchó—. No creo que te estés yendo tan pronto.
Tenemos un acuerdo jurídicamente vinculante. —La verdadera Claire vio
como el de Tony en la pantalla tomó una servilleta del bolsillo de su traje y
continuó—: Fechado y firmado por los dos.

Claire no quería ver más.


—Por favor, Tony. No quiero ver esto. —Se cubrió los ojos. Tony
quitó físicamente sus manos de los ojos.

—Te prometí que verías. Dije que la verías. Y lo harás. —El video
había progresado en tiempo real. Claire levantó la vista a tiempo para oír
su propia voz, obviamente, conteniendo el miedo—. No es el fin de la
discusión. Esto es una locura. ¡Un acuerdo no te da el derecho a violarme!
Me voy. —Sabiendo lo que estaba por venir. Claire cerró los ojos cuando
oyó las manos de Tony en la pantalla hacer contacto con la mejilla
izquierda de Claire. Sin saberlo sus propios dedos se elevaron hacia su
mejilla izquierda. Al abrir los ojos se vio volar por el suelo y Tony caminar
hacia esa Claire. Cerró los ojos de nuevo, oyendo la voz en la pantalla con
el tono cruel—: Tal vez con el tiempo tu memoria mejore. Parece que tiene
un problema. Déjame recordártelo de nuevo, la regla número uno es que
harás lo que se te diga. Si yo digo que la discusión se terminó, es que se
terminó, y este acuerdo escrito establece que lo que sea que me complazca
a mí, significa consenso, no violación. —La verdadera Claire aún tenía los
ojos cerrados. Ella sabía que el Tony en la pantalla enderezaba su
chaqueta. Lo oyó continuar en una inquietante voz autoritaria—: He
decidido que sería lo mejor si no dejaras tu habitación por un tiempo. No
te preocupes. Tenemos mucho tiempo, todo el tiempo que valen $ 215,000
dólares. —Abrió los ojos de nuevo para ver al Tony de la pantalla pararse
sobre el cristal roto y hablar de nuevo en un tono que hizo estremecer a la
Claire real—: Le diré al personal que podrás tener tu desayuno después de
que estos cristales sean recogidos. —El Tony en la pantalla dejó la
habitación de Claire.

—Por favor, detén el video —gritó Claire. No pudo evitarlo—. Por


favor, no puedo ver más.

Saboreando el sufrimiento de Claire, Tony dijo:

—Oh, hay tantos vídeos, podemos ver durante horas. —Él golpeó
algunos botones y fue de nuevo al menú—. Por ejemplo —la pantalla decía
19 de marzo de 2010—, ¿cómo crees que tu suite terminó en esa condición?
Estoy seguro que podríamos averiguarlo.

—¡Por favor! —suplicó. Le dolía la cabeza y su estómago se retorcía


en nudos. No podía soportar esto. Trató desesperadamente de hacer que se
detuviera—. Por favor, te vas mañana. ¿No sería mejor pasar esta noche
haciendo películas en lugar de verlas? —Sus ojos estaban rojos e
hinchados y su nariz chorreaba por el llanto.
Tony sonrió ante su desesperación. Su tono goteaba crueldad.

—Pero tal vez deberíamos mirar un poco más, averiguar dónde


necesitas mejorar.

—Haré todo lo que digas, cualquier cosa que quieras que haga de
otra manera, sólo dímelo. Sólo, por favor, no me hagas verlo. —Claire
ahora estaba llorando en el suelo, de rodillas delante de Tony. Odiaba
haber sido reducida a rogar, pero esto arruinaba toda su
compartimentación. ¿Cómo iba a mantener estos recuerdos horribles
ocultos si la hacía verlos?

Sus ojos oscuros traspasaron su alma y su voz era fría como el hielo.

—Harás lo que yo diga, incluso si se trata de ver. Pero… —Él vaciló


para añadir énfasis—. No quiero pasar mi última noche en más de una
semana aquí contigo en esta condición. —Se puso de pie, lo que la hizo
caer al suelo—. Estaré en tu suite en unos pocos minutos. —Claire se
puso de pie. Y él continuó—: Sube y prepárate. ¡Lávate la cara! Te ves
como el infierno, y en cuanto a tu vestimenta… Estoy pensando en algo de
lencería nueva.

Ella comenzó a dejar el teatro cuando Tony agarró su brazo. Se


detuvo, lo miró a los ojos, y escuchó su voz dura.

—Claire, ¿qué se dice?

Ella lo miró, había fuego en sus húmedos ojos. Se quedaron en


silencio por un momento mientras la mente confusa de Claire daba vueltas.
No podía entender lo que quería. Cuando lo entendió quiso gritar. Tomó
toda la voluntad que tenía no atacar. En cambio, se las arregló para decir:

—Gracias, Tony.

Aflojando su agarre, él respondió:

—Puedes demostrar tu gratitud cuando llegue arriba.

Claire seguía de pie, con miedo a moverse. Su mente era un desastre,


sin saber qué hacer ni qué decir, lo único que podía hacer era rezar por
nunca volver a ver otro de esos videos. Como si sintiera su desconcierto,
Tony mantuvo el control de su movimiento.

—Puedes ir a tu suite ahora.


Fue después de la salida del sol cuando Claire sintió a Tony salir de
su cama. Ella escuchó mientras recogía su ropa y supo que se estaba
vistiendo. A continuación, le oyó abrir un cajón y revolverlo. Ella abrió los
ojos y en la penumbra lo vio escribir una nota. Cuando se volvió para
mirarla, ella cerró los ojos y fingió dormir. Haciendo todo lo posible para
mantener su respiración constante, recordó que él no regresaría por más
de una semana. En este momento, detestaba todo lo relacionado con
Anthony Rawlings.
12
La lujuria y la codicia son más incautas que la inocencia.
~Mason Cooley

Traducido por Flochi

A Nathaniel no le importaba viajar entre Nueva York y Nueva Jersey,


en especial cuando manejaba por el serpenteante camino hacia su casa.
Cada vez que la bella combinación de piedra de río, piedra caliza y ladrillo
llegaba a su vista, recordaba por un momento el apartamento de dos
habitaciones que había compartido con su esposa. Para un joven soldado
llegado recientemente a casa de una batalla contra los japoneses, era
suficiente. Ser soldado fue el único atributo que la familia de Sharron
había visto en él. Esa fue la única razón por la que permitieron que su hija
se casara con Nathaniel Rawls.

El día de hoy, cuando entraba a la entrada de mármol, deseaba que


el padre grande y poderoso pudiese ver a su hija en este momento. Oh, sí,
Nathaniel Rawls había hecho alguien de sí mismo. Y ahora con las ideas
de Clawson, había mucho más por ser hecho. Si su suegro estuviera vivo,
gustosamente metería esto en su…

—Buenas noches, Nathaniel. —El saludo de Sharron vino desde la


entrada arqueada en la sala de estar. Ella lo estaba esperando con su
borbón. La cena sería a las siete exactas. Todo el mundo lo sabía. Tal vez
se debía a su entrenamiento militar, pero la puntualidad nunca fue
cuestionada—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Mejoró ahora. —Tomó el vaso que ella le entregó y besó a su


esposa en la mejilla. El brillo en los ojos de su esposa en la iluminación de
la chimenea se añadía a la tranquilidad de la escena. La casa de un
hombre es su castillo y Nathaniel adoraba el castillo que su reina era
capaz de disfrutar.
13
Mira profundamente en la naturaleza, y entonces serás capaz de
entender mejor todo.
~Albert Einstein

Traducido por Ximena & Selene1987

Claire esperó unos diez minutos después de oír la puerta de su suite


cerrarse. Durante ese tiempo, se quedó inmóvil, casi sin respirar, y fingió
dormir. No quería enfrentarse a él, o hablar con él, ni siquiera verlo.
Aunque parecía tranquilamente dormida, su mente era un torbellino de
preguntas: ¿Cuánto tiempo hasta que esté segura que él no va a volver?
¿Puede verme? ¿Está vigilándome? ¡Oh Dios! ¿Qué escribió?

Finalmente su curiosidad se apoderó de ella. Se levantó de la cama y


comenzó a caminar hacia la mesa para leer su nota. De repente, un
pensamiento la golpeó como un ataque físico. Recordó las cámaras y el
personal. Tomó su bata del suelo cerca de su cama y se la puso. Se sentó
junto a la mesa donde él le dejó su nota.

Creo que tenemos un éxito de taquilla en nuestras manos.

Es difícil de decir, hasta que no revise la secuencia.

Tengo pensado volver a una semana desde el miércoles. Eric esta


disponible si quieres visitar Quad Cities1. Confío que la película de anoche te
recordó mis reglas. No me decepciones.

Nunca en su vida que ella recordara había estado tan abrumada por
una emoción. El odio que su ser entero emitía estaba dirigido por completo
y totalmente hacia un hombre, Anthony Rawlings. Lo odiaba, a sus
estratagemas sádicas y recordatorios desagradables. Tomó la nota, la

1 Quad Cities: denominada como Área Estadística Metropolitana es una región de cuatro
ciudades entre los estados de Illinois e Iowa, en Estados Unidos. Compuesta por 3
estados de Illinois: Henry, Mercer y Rock Island y un condado del estado de Iowa: Scott.
arrugó en una bola y la lanzó contra la pared. Creó significativamente
menos lío que el jarrón de flores meses antes.

Su mente trató desesperadamente de compartimentar los videos.


Quería apartarlos, en algún lugar que nunca los encontraría. Piensa en
otra cosa, se dijo, pero era demasiado difícil. Se subió a la cama y olió su
loción de afeitar. Dio vuelta la almohada, el lado frío estaba sin su aroma.
Eso, con la comprensión de que no regresaría hasta una semana a partir
del miércoles, le dio una pisca de paz. Trató de concentrarse. ¿Qué día es
hoy? Domingo. Sintió a sus músculos relajarse. Es domingo, su día de
estar en casa… pero él se ha ido. Sus ojos se cerraron mientras las
lágrimas comenzaron a caer sobre su almohada. Ella se alejó a otro lugar.

—¿Señorita Claire? Señorita Claire, debe despertar.

Claire trató de concentrarse. Había estado soñando con algún lugar.


Ahora escuchaba la voz de Catherine, se dio la vuelta y la vio de pie cerca
de su cama.

—Catherine, ¿qué estás haciendo?

—Señorita Claire, es necesario que despierte y coma. Son más de la


una de la tarde. Ya se ha perdido el desayuno y ahora el almuerzo. Estoy
preocupada.

Abrir los ojos le causaba dolor. Se sentían hinchados. Sin embargo,


Claire podía ver la expresión preocupada de Catherine y escucharlo en su
tono. Desde el momento en que él salió de la habitación y que ella leyó la
nota, había estado llorando, incluso en sueños. Su cuerpo le dolía, le dolía
la cabeza y el corazón. Se sentía más sola y aislada de lo que nunca se
había sentido.

—Gracias, Catherine, por tu preocupación. Pero creo que me


quedaré en la cama hoy. No me siento bien. —Trató de sonar fuerte, pero a
medida que vinieron las palabras, también lo hicieron más lágrimas. Le
punzaban los hinchados ojos. Claire quería concentrarse en Catherine
pero su mente no paraba de pensar en él y lo que había hecho. No quería
que Catherine la viera en ese estado. Claire puso su cara en la almohada,
por lo que sus palabras sonaron amortiguadas—. Por favor, déjame en paz.

Catherine no la dejó. En cambio, se sentó en el borde de la cama y


con ternura acarició el pelo de Claire mientras su cabeza se sacudía con
los sollozos. Catherine permaneció en silencio y la consoló hasta que los
sollozos cesaron y Claire se quedó sin aliento.

—Señorita Claire, se sentirá mejor si se ducha y come. Por favor,


deje que la ayude. —La reocupación y cariño de Catherine le recordaron a
Claire a su madre o abuela. Sin embargo, sabía que si ellas estuvieran
aquí, estarían diciéndole que corriera, no que se duchase.

Claire no quería comer, ducharse o incluso levantarse de la cama. Lo


único que quería hacer era estar fuera de su casa. En este momento, no le
importaba si era en auto o muerte, ella sólo quería salir. El sentimiento de
impotencia se sentía pesado en su pecho. Había tratado de sobrevivir a
esta terrible experiencia. Incluso se había convencido a sí misma de que
podía manejar cualquier cosa que él dispusiera. Pero esta nueva situación
era demasiado. Él la quebró. Desde marzo mantuvo su espíritu a pesar de
la pérdida de su cuerpo. Ayer se llevó eso también. Ella se volvió para
mirar a los ojos de Catherine.

—¿Cómo has podido trabajar para él todo este tiempo?

Catherine dejó de acariciar el pelo de Claire y suavemente le tomó la


mano.

—El señor Rawlings es un buen hombre, señorita Claire. Él


realmente lo es.

Claire negó con la cabeza. Las lágrimas y los sollozos se reanudaron.

—¡No! No, no lo es. Nunca he conocido a un hombre tan cruel, más


sádico… —Cerró los ojos, sintiendo el aguijón de las lágrimas, los golpes
en la cabeza, y el sabor de la nariz que moqueaba. Catherine le pasó un
pañuelo.

—El señor Rawlings esconde sus sentimientos con ciertos


comportamientos. Tiene miedo de enfrentarse a sus propias emociones, y
utiliza este personaje oscuro como una cubierta. No es lo que realmente es.
Lo conozco desde hace mucho tiempo.

Sus palabras llegaron entre gemidos.

—Catherine, no puedo. No puedo levantarme. No puedo mirar las


caras del personal. Ellos saben todo. Ellos han visto todo de mí, lo han
visto a él… Simplemente no puedo.
—No, señorita Claire. Sólo tengo acceso para ver su habitación. —
Claire quitó su mano de Catherine y esquivó su mirada. Catherine tocó
ligeramente su hombro—. Sólo uso el acceso para saber cuándo hay que
enviar al personal dentro o para comprobar su seguridad. —Claire
continuó lejos de Catherine—. Y ahora estoy preocupada por usted.
Señorita Claire, por favor, déjeme ayudarle. Afuera hace un hermoso día.
—Claire no se movió—. ¿Quiere su almuerzo aquí o abajo?

Claire negó con la cabeza.

—No quiero comer. Gracias por tu preocupación, pero estoy muy…


muy… —Se dio la vuelta para hacer frente a Catherine—. No sé lo que soy.
Ni siquiera sé quién soy.

—Señorita Claire, es una mujer fuerte. Eso es lo que el señor


Rawlings encuentra tan atractivo. Él se sorprendió por su fortaleza y
resistencia.

—Eso no es verdad. Odia la fortaleza en alguien más que no sea en


él mismo. Él tiene que tener un control total. —Claire reprodujo las
escenas del pasado que causaron que su cuerpo se estremeciera.

—Señorita, está parcialmente en lo correcto, el señor Rawlings no


quiere dejar que nadie más tenga ningún poder sobre él. Por lo tanto, si
admite que tiene sentimientos hacia usted, le da el control. Y si se me
permite, eso lo asusta.

Claire realmente no pensaba que nada asustara a Anthony Rawlings.

—No quiero sus sentimientos. Quiero escapar. Quiero ir a Atlanta y


olvidar que alguna vez estuve aquí. Prometo que no voy a decir ninguno de
sus secretos. Sólo quiero ir a casa. —Las lágrimas fluyeron con mayor
intensidad y su siguiente pregunta apenas fue audible—. ¿Crees que
alguna vez me dejará ir?

Catherine la miró a los ojos.

—El señor Rawlings es un hombre de palabra. Si él dijo que la


liberará cuando pague su deuda, entonces lo hará. —La pregunta obvia
sería ¿cuándo sería eso?—. Ahora, después de ducharse, ¿le gustaría su
almuerzo aquí o abajo?

Claire comenzó a salir de la cama con Catherine ayudándola con su


bata.
—Voy a ducharme, pero realmente no tengo hambre.

—Está soleado y hermoso afuera, el sol la hará sentirse mejor. Voy a


tener su almuerzo junto a la piscina. —Catherine se dirigió a la puerta y se
detuvo—. ¿A menos que necesite mi ayuda?

—Gracias, voy a estar bien. Estaré en la piscina dentro de un rato.


—Claire caminó lentamente hacia el baño. Puso la ducha tan caliente
como fue posible, se puso de pie bajo el chorro, y dejo que éste golpeara su
cara y piel. No detuvo el dolor de cabeza, pero arrastró el olor de él. A
medida que el vapor aumentó y su piel se puso roja, se encontró sentada
en el banco, la lluvia golpeando su pelo, y las lágrimas se reanudaron.

No podía estar segura de cuánto tiempo estuvo sentaba en esa


posición, pero la temperatura del agua comenzó a enfriarse cuando volvió
a la realidad. Secándose se dio cuenta que tenía nuevos cardenales, en
ambos huesos de la cadera y el antebrazo izquierdo estaba rojo y sensible
al tacto, al colocarse protector solar encontró unos pocos más en sus
piernas. Momentáneamente, consideró la necesidad de camuflar las
contusiones, mientras estuviera en la piscina, luego se dio cuenta, ¿por
qué? Tal vez el personal no tenía acceso a los vídeos de su habitación, pero
¿qué pasa con la piscina, su oficina, y cualquier otro lugar que eligió para
requerir sus servicios?

Peinó su pelo mojado, se puso un bikini, una toalla de playa,


chanclas y encontró sus nuevas gafas de sol. Sus ojos tenían un aspecto
de miedo en el espejo. Las gafas de sol sin duda ayudarían. En su camino
a la piscina, se detuvo en la biblioteca y cogió una revista antigua, People.
Alguna lectura liviana ayudaría a que su mente vagara.

Tan pronto como salió de la casa, se dio cuenta que Catherine tenía
razón sobre el clima, baja humedad y un sol radiante. Cuando llegó a la
piscina, Cindy trajo una bandeja con su almuerzo: un sándwich de pavo,
fruta fresca mixta, y un té helado. Preguntó si Claire necesitaba algo más.

—No, Cindy, estoy bien. Gracias por el almuerzo. —El sonido de la


derrota pesaba en su voz. La visión de la comida la hizo enfermar. Le
recordaba el comedor, comer con Tony, y a Tony y sus reglas,
instrucciones y video vigilancia. Comenzó a empujar la bandeja fuera de la
mesa, pero se detuvo. Alguien tendría que limpiarlo y no valía la pena.
Cogió el vaso de té helado y se dirigió hacia una tumbona. Recordando
escenas en ese sillón, eligió otro.
El sol se sentía de maravilla en su piel y el sabor de té refrescante.
Su cabeza y ojos todavía le dolían. De repente deseó haberle pedido a
Cindy alguna medicina para el dolor. Hojeando la revista miró fotos de
celebridades. Todos sonriendo, bonitos y felices. Leyó un artículo acerca de
una niña que fue salvada por su perro, dulce.

Luego los últimos chismes, de quién y con quién estaban. Fue


entonces cuando vio la imagen. En una sección llamada “Pistas de las
estrellas”, ¡estaba ella! La foto la mostraba a ella y a Tony sentados en el
palco privado en la sinfónica, ella le sonreía y él le sostenía la mano.
Contenía el título: ¿Misteriosa belleza? El pie de foto decía:

“Anthony Rawlings, cuarenta y cinco años, soltero empedernido, mega


millonario y sexy se ha visto en numerosos eventos en el mes pasado con
esta hermosa mujer. Las fuentes dicen que su nombre es Claire Nichols,
pero ¿quién es ella? La relacionista pública del señor Rawlings no comentó
sobre las especulaciones de que ella podría ser alguien especial en su vida”.

Claire miró la fotografía con desconfianza. ¿Tony tiene cuarenta y


cinco años? ¿De verdad? ¿Y a quién le importaría que ella estuviera en la
sinfonía? Bueno, otra que no fuera ella, ya que era la primera vez que se le
permitía salir de la casa en dos meses. ¿Emily lo había visto? ¿Y sus
amigos en Atlanta? La estúpida revista se suponía que le aclararía la
cabeza, no que lo hiciera público. Claire cerró la revista. Tenía de fecha 14
de junio. Hoy es domingo, ¿pero cuál es la fecha? Es agosto, 8 de agosto, y
Tony no regresaría hasta el dieciocho. Cuando lo pensó, pareció incluso
más. Sonrió, lanzó la revista al suelo, y cerró los ojos. El reloj junto a la
caseta decía que eran las 3:15 cuando Catherine la despertó de nuevo.

—Le he traído algo especial, señorita Claire. —Ella abrió los ojos
para ver a Catherine sosteniendo un gran vaso que contenía algo que
parecía un batido de frutas—. Es mi receta secreta: plátano, fresa y yogurt.

Claire apreció la insistencia de Catherine y se tomó la bebida. Era


dulce y fría en su garganta mientras se la tragaba. Los ingredientes
nutricionales le dieron a su cuerpo el sustento que necesitaba. Mientras
bebía, Catherine acercó una silla y hablaron. Claire sabía que estaba
siendo vigilada. No era una mirona depravada. Era un acto de compasión y
preocupación. Catherine no habló de nada de lo que había pasado,
simplemente hablaba. A Claire le gustaba el sonido de su voz. Una vez que
terminó, Catherine se marchó con el vaso.
Claire cerró los ojos y reconoció una nueva sensación de vacío y
alivio. Cuatro meses de desesperación habían gastado todas sus lágrimas.
Recordó a su abuela diciendo que a veces lo único que necesitamos es un
buen llanto. Para ello, la abuela leería un libro triste o vería una película
triste. Claire decidió que vería la película triste.

El sol aún brillaba en lo alto pero empezó a moverse hacia la parte


frontal de la casa, lanzando sombras en la piscina y la cubierta. Claire
decidió ir arriba, pero se dio cuenta que no tenía privacidad en su suite.

En ese momento, se dio cuenta de los árboles. Su mente funcionaba


lentamente, había pasado por una dura experiencia en las últimas
veinticuatro horas. Mientras estaba de pie, mirando las hojas verdes y el
fino borde, vio libertad. No libertad hacia Atlanta o completamente lejos de
él, sino libertad de cámaras, instrucciones, reglas, y libertad para relajarse.
La comprensión le dio energía a Claire como nada lo había hecho en todo
el día. Mañana se dirigiría al bosque.

El lunes por la mañana Claire se despertó. Había estado soñando,


pero no podía recordar qué. Simplemente sabía que su corazón se había
encogido, carraspeó para respirar, y sintió que se estaba ahogando.
Mientras su mente se aclaraba y miraba alrededor de la suite, vio la
realidad. Estaba sola, la noche había sido calmada, y hoy era un nuevo día.
Rápidamente se duchó y se vistió para explorar. Cuando salió del vestidor,
porque había prometido no estar nunca en su habitación principal sin
ropa de nuevo, su puerta se estaba cerrando.

—Espera, por favor —gritó hacia la puerta.

—Lo siento, señorita, debería haber sido más rápida.

—Oh, no, Cindy, no pasa nada. Simplemente necesito un favor.

—Cualquier cosa, señorita. ¿Qué puedo hacer por usted? —Claire le


explicó a Cindy que había planeado un día en el bosque, necesitaba una
comida empaquetada y algunas botellas de agua. Cindy escuchó
atentamente y prometió ayudar.

Claire se sentó para desayunar. No hizo falta mucho tiempo para


que el apetito de Claire desapareciera, simplemente unos cuantos
pensamientos sobre la realidad. Así que decidió no hacerlo… los guardaría
en ese compartimento no importa lo que hiciera falta. En lugar de eso,
pensó en su inminente aventura. Pensó en botas de senderismo y
repelente de bichos y comió.

Hubo un golpe en su puerta. Claire le dijo a la persona que entrara.

—Señorita Claire, ¿podría explicarme, por favor, lo que está pidiendo


Cindy? —Le contó a Catherine sobre sus planes para explorar, cómo no
quería regresar para almorzar, y sabía que Catherine no querría que se
perdiera una comida. Por lo tanto, necesitaría un almuerzo empaquetado y
algunas botellas de agua. Catherine pareció inquieta—. Lo siento, señorita,
¿pero y si no regresa?

Aunque eso sonaba maravilloso, a Claire le sorprendió la


preocupación de Catherine.

—Catherine, no tengo planeado eso. Primero, no te haría eso. Sólo


puedo imaginar la reacción del señor Rawlings si no regresara. Y segundo,
su reacción. Puedo decir de verdad que si me marchara tendría que estar
mirando por encima de mi hombro durante el resto de mi vida —Lo que,
no dijo en voz alta, creía en lo más profundo de su alma que no sería
mucho tiempo—. Simplemente quiero explorar y estar fuera, lejos de todo.
El señor Rawlings me dio permiso para ir al bosque. Ya lo he hecho antes.
Simplemente quiero estar fuera más tiempo, sin preocuparme por el toque
de queda. Además, las dos sabemos que esta conversación está siendo
grabada. Prometo regresar. Si no lo hago, verá que fui yo quien mintió, tú
simplemente me creíste. Pero prometo que regresaré.

Hubo una chispa en los ojos verdes de Claire. Los mismos ojos que
ayer estaban rojos, llorosos y sin vida. Catherine dijo que Claire tendría su
comida y su agua empaquetados en varios minutos, pero pidió que
regresara a las seis para cenar. Claire prometió que lo haría. Tan pronto
como Catherine dejó la habitación, Claire fue al tocador y encontró su reloj.
No quería decepcionarla.

Esa mañana, Claire abandonó su estrategia de diseccionar el bosque.


Recordó el gran claro con las flores y se dirigió a esa dirección. En el
pasado, solamente había llegado hasta el claro, hoy planeaba ir más allá.

Encontró el claro justo donde debería estar. El calor del verano


transformó el césped verde en una paja marrón, pero la hierba era verde. A
Claire no le importó, las hierbas tenían flores muy coloridas. A diferencia
de las flores de Tony, que habían estado en su patio, jardines o macetas,
estas flores crecían libremente donde querían. Además, las hierbas eran
sobrevivientes. Cuando todo lo demás moría, las hierbas se quedaban. Sí,
a Claire le gustaban las hierbas. Miró su reloj. Había llegado al claro a las
diez de la mañana.

Cuando dejó la casa hacía un pequeño frío, así que llevó un jersey.
Con las temperaturas creciendo su único propósito ahora era ser algo
sobre lo que sentarse. La deslizó en la mitad del claro y se sentó. Una
breve brisa arrastró su pelo e hizo que las hojas de los árboles susurraran.
Aunque solamente era el principio de agosto, debido a la reciente sequedad
las hojas estaban empezando a cambiar.

Eso la molestaba. Se mudó, o la llevaron, a Iowa en marzo. En ese


tiempo, las hojas no se habían formado y ahora estaban empezando a
cambiar. El tiempo se le escapaba y no podía aguantarlo. Hizo que pensara
en una novela que su madre solía ver. La intro decía algo como: “Arenas
bajo un reloj de arena…”

Tumbó la cabeza sobre el suelo duro y miró el cielo abierto. Había


unas cuantas nubes esponjosas. La expansión del cielo era azul y claro.
Cuanto más tiempo estaba inmóvil, más se conjuntaba con el alrededor.
Primero se dio cuenta de las mariposas que revoleteaban por encima del
césped. Luego vio las ardillas. Una recorría un árbol, la otra subía por el
árbol, persiguiendo y siendo perseguida. Al cabo del rato se sentó, abrió
una de sus botellas de agua, siguió sentada y contemplando.

Una vez que se adentró en los árboles, dejando atrás los confines del
patio trasero de Tony, Claire pensó que había escapado el rango de
seguridad. Parecía como si hubiera salido de la cárcel. Incluso el aire olía
más dulce mientras lo inhalaba y se relajaba. Sonrió ante la ironía, sin
duda sintiéndose más segura, sin seguridad.

No miró su reloj, disfrutando de su libertad. Después de considerarlo


mucho decidió dirigirse al oeste, al noroeste. No había ninguna razón para
esa dirección, más bien un deseo, pero era enteramente suyo, así que lo
hizo. Caminó y caminó. Cercana a la tierra, experimentó una frialdad que
provenía solamente de las sombras de los árboles muy grandes. Cuando
miró hacia arriba, los árboles le recordaban a un caleidoscopio. El cielo
azul irradiaba a través de las hojas. Ya que no había mirado la hora desde
que se fue del claro, no sabía cuánto tiempo había caminado cuando llegó
a la orilla.
El lago no era grande, pero no era demasiado pequeño. Podía ver el
final, a una buena distancia. Nada excepto la naturaleza rodeaba el agua
en cada dirección. Mirando hacia abajo mientras estaba de pie sobre la
orilla, sus botas estaban sobre cientos de piedrecitas. De repente, se
preguntó si podría lanzar alguna. Recordando la infancia, sabía que
necesitaba ser suave. Le hicieron falta tres intentos, pero lo logró. La lanzó
cuatro veces, cada vez iba un poco más, creando un gran anillo sobre el
agua. Los anillos crecieron hasta que se desvanecían en las olas del lago.
Por primera vez en días se sintió hambrienta.

Catherine nunca la decepcionaba en lo que se refería a la comida.


Claire encontró un sándwich (de pavo o pollo que pronto descubriría),
fruta en una pequeña copa cerrada, y algunas zanahorias. Se sentó en el
borde del agua, rompió algo de su pan y lo lanzó al agua. Las migas
flotaron, alzándose y cayendo con el agua. De repente, cada miga estuvo
rodeada de cuatro o cinco piscardos. Saltaban y mordisqueaban. Una vez
que se comieron todo el pan, Claire rompió un poco más y les alimentó de
nuevo. Esta vez, más piscardos acudieron al festín.

Los sonidos del lago eran un ejemplo de paz. Claire cerró los ojos y
se perdió en el ritmo. Pequeñas olas que golpeaban la tierra hacían un
constante silbido. La brisa sobre las hojas de los arboles creaban una
calma de nuevo. El sol se movía ininterrumpidamente hacia el otro lado
del lago. Claire sabía que sus nuevas gafas de sol eran un accesorio
inteligente para su aventura. No era solamente el sol, sino el reflejo del
agua. Brillaba como prismas de luz y color sobre las olas. Podría sentarse
y observar durante horas. Ocasionalmente había un chapoteo de algún
pescado que saltaba en el lago y se sumergía de nuevo.

Justo antes de que Claire decidiera mirar su reloj, vio, a unos metros
de la orilla, un ciervo y un cervatillo. Se acercaron con precaución al borde
del lago. El ciervo mantenía la mirada en los alrededores mientras el
cervatillo se concentraba en beber del agua clara. No quería moverse ni
molestarles pero el sol continuaba moviéndose hacia el oeste.

Con el corazón pesado miró el reloj. Eran las cuatro y media. Le


hicieron falta cuarenta y cinco minutos para llegar al claro desde la casa,
pero no sabía cuánto tiempo le había hecho falta para llegar al lago desde
el claro. Tony no estaría en casa, pero Catherine había sido muy amable y
comprensiva. No quería decepcionarla tampoco.
Lentamente, se puso de pie, sin tener ni idea de cuánto tiempo había
estado sentada en la orilla. Sus músculos le dolieron. Se preguntó si el
motivo podría ser el haber estado sentada sobre las piedrecitas o si fueron
las actividades del viernes y el sábado por la noche. Cuando esos
recuerdos entraron en su mente, sintió que el estómago se le encogía.
Ocho días más. Sabía sin duda que ahí es adonde los pasaría.
14
La supervivencia no es tanto sobre el cuerpo, sino más bien del
triunfo del espíritu humano.
~Danita Vance

Traducción de Flochi & Beatrix85

El miércoles llegó más pronto de lo que Claire esperaba. Desde el


descubrimiento de su lago oasis, pasó cada día allí y regresaba a la casa a
las seis cada tarde, como prometió. En realidad, la primera noche había
estado cerca. Incluso había necesitado correr una parte del camino, pero lo
consiguió. Ahora conocía el camino y le tomaba una hora y cuarenta y
cinco minutos ir en cada dirección.

A medida que la semana avanzaba, Claire tomó más suministros:


una manta para descansar, un libro, y su almuerzo con agua que beber.
Incluso empezó a usar su traje de baño debajo de los pantalones cortos
para poder tomar sol en la orilla. Esto la hacía sentir una rebelde. El traje
de baño era parecido a la ropa interior.

Cuando caminó por el camino aproximándose al lago, comenzó a


reconocer las vistas, los sonidos, y también los olores. Era un aroma fresco
y limpio que penetraba profundamente en sus pulmones. A medida que los
días pasaban, se empapó con la serenidad de este paraíso secreto y su
fuerza y resolución regresaron. Cuando Tony se marchó hacia Europa, se
sintió lo más desanimada que se había sentido desde su llegada, en
realidad, en su vida. Quería salir. Habría estado dispuesta a morir para
lograr ese objetivo si solamente los medios hubieran estado a su alcance.

Ahora estaba agradecida de que no lo estuvieran. Cuando él


regresara sería la misma persona, pero ella sería diferente. La lastimó, no
solamente física sino también emocionalmente, profundamente. La había
humillado y pareció disfrutar humillándola sistemáticamente desde que
ella llegó. Verse a sí misma en esas situaciones fue una agonía. Antes,
intentó apartar los recuerdos para crear una separación entre su vida
diaria y sus deberes diarios. En cierta medida, había tenido éxito. Esta
compartimentación había facilitado su supervivencia. Los terribles videos
documentando su brutal tratamiento y despiadadas instrucciones la
expusieron para consigo misma. Eso la rompió.

El lago, la naturaleza, el sol y la libertad la rejuvenecieron. Se sentía


como el Hombre Nuclear: más fuerte, más rápida, y mejorada. Ganaría
sustento y fuerza de los recuerdos de las olas de cristal brillando y
parpadeando en la luz del sol. Él podría decirle, hacerle, u obligarla a
hacer cualquier cosa, en cualquier parte, y su mente estaría escuchando el
crujido de las hojas, las aves cantando, y las olas lamiendo la costa. Supo
que no sería sencillo pero también conocía la rutina. Habría descansos
cuando él tuviera que viajar y con suerte se iría, muy lejos y por períodos
de tiempo muy largos. Viviría por esos descansos hasta que llegara el
momento en que su deuda estuviera pagada y podría ser ella la que se
fuera.

Claire le preguntó a Catherine, pero no sabía la hora de la llegada de


Tony. Eso no la sorprendió. Era parte de su juego, una prueba. Quería
saber si ella leyó su nota, si estaría preparada para su regreso. También
sabía que el día de su llegada ella no debería irse de los terrenos cercanos.
Ella planeaba estar preparada para cuando él llegara, y así fue.

Claire almorzó en su suite y se sentó en el sofá a leer un libro, una


novela policíaca salvo que era graciosa, el quinto en una serie. No sabía
con certeza cuántos más había, pero disfrutaba leyéndolos. Escogió con
cuidado su atuendo: capris blancos, un top negro y blanco que acentuaba
su figura, y sandalias negras de tacón corto. Su cabello se había aclarado
y crecido desde marzo. Lo tenía en un recogido, con las puntas rizadas. Su
maquillaje impecable. Si él no aparecía hasta tarde, tendría otro atuendo
para entonces. Planeaba encontrarse con él de frente. La desdichada mujer
que dejó había desaparecido.

La puerta se abrió sin advertencia. El corazón de Claire se detuvo,


pero controló su respiración y permaneció en calma y relajada mientras
alzaba la mirada de su libro. Él entró y la saludó:

—Buenas tardes, Claire.

Con lentitud, puso un marcador en el libro, lo apoyó en el borde de


la mesa, y se puso de pie. Su sonrisa irradió una bienvenida agradable
como pudo reunir. Su máscara no solamente estaba puesta, sino también
intacta.

—Buenas tardes, Anthony. —Sus ojos se encontraron—. Es


agradable tenerte en casa. ¿Cómo estuvo tu viaje?

Ella no se acercó a él, pero se irguió alta, recta y desafiante. Él se


aproximó, sin tocarla, pero sin embargo permaneciendo cerca y
observando su reacción. Ella se mantuvo firme, sonriendo, esperando su
respuesta. Pedir una respuesta verbal a su pregunta no era una buena
idea, por lo que permaneció en silencio y se negó a bajar la vista.

—Mi viaje fue largo. Me alegra tu bienvenida. ¿Esto significa que el


berrinche que tuviste antes de mi viaje llegó a su fin? —Su cuerpo estaba a
solo centímetros del de ella, podía oler su colonia y temió que si inhalaba
muy profundamente su pecho lo tocaría.

—Sí, creo que sí. Me disculpo por mi comportamiento. Fue infantil e


innecesario.

Él sonrió, preguntándose si ella era sincera o jugaba con él. Su tono


y palabras intentaron captar su motivación.

—Como recuerdo, una buena parte de tu comportamiento distaba de


ser infantil. —Se detuvo, sin reacción—. Pero mi memoria podría estar
fallándome, ha sido un largo viaje. Sé cómo podríamos averiguarlo. —Otra
pausa, sin reacción—. ¿O revisarlo?

Claire no reaccionó. No mordió el anzuelo. En cambio respondió:

—Tienes razón, fue muy adulto. Me alegraría hacer lo que sea que
me dijeras de nuevo. Creo que tengo una deuda que pagar, mi objetivo es
hacer que eso ocurra tan pronto como sea posible, y ese es el medio para
ese fin.

La atrajo contra él y la miró a los ojos. Vio un fuego que había sido
empañado con lágrimas hace diez días. Ella le sonrió, dijo todas las cosas
correctas, pero sus ojos estaban peleando. Se inclinó y la besó. Empezó
lentamente, pero pronto se volvió brusco y enérgico. Ella dudó por una
fracción de segundo y luego respondió con igual ferocidad. No retrocedió.
Él no había tenido la intención de que este encuentro fuera en esta
dirección. Había esperado algo diferente.
Aproximadamente a las seis y treinta usó su celular para llamar a la
cocina y que le llevaran la cena a su suite. El vuelo había sido largo. A las
nueve y treinta él se había quedado dormido en su cama. Ella se sentó y lo
miró. Todavía lo odiaba, pero Claire sintió que había ganado la batalla. Se
mantuvo firme y calmó la furia de su planteamiento. Se rindió sin
incidencia. Eso lo hizo menos agresivo. El resultado final sería similar sin
importar el modo, pero de esta manera, sucedió sin violencia y sin
reproducción de un video. Para Claire fue una victoria. Leyó el libro
durante unas pocas horas más antes de unirse a él para dormir.

La mañana siguiente cuando despertó, él se había ido. Sabía que el


tedioso horario de sus deberes diarios se había reanudado. No se deprimió.
En cambio, se dirigió al cuarto de ejercicios y se puso a ejercitarse, regresó
a su suite y se duchó, luego comió el desayuno y aprendió la ubicación de
Tony. Hoy se encontraba en la oficina, no en casa. Suspiró de alivio. Eso
quería decir que tenía hasta las cinco para hacer lo que quisiera. Ya las
diez, viajar y volver del lago era un paseo de tres horas y media. Tendría
que levantarse más temprano los días que quería ir allí. Tal vez eso sería
algo que haría en los días que él se encontrara fuera de la ciudad.
Extrañaría su lago, pero Claire estaba determinada a no arriesgarse a
perder su pedazo de paraíso. Esperaría hasta que fuera un mejor momento
para ir. Por supuesto, eso no significaba que no iría al bosque a caminar.
Así que lo hizo. Se sentía liberador alejarse de las cámaras.

La tarde la pasó en la piscina. Regresó a su suite y se duchó, lista


para recibir instrucciones a las cinco. Catherine le llevó sus palabras: el
señor Rawlings estaría en casa y cenarían en el comedor a las siete. Claire
no necesitó la ayuda de Catherine con la ropa apropiada, el comedor
significaba formal. Sabía cómo seguir las reglas.

A las seis cuarenta y cinco, Claire bajó a la sala de estar y esperó a


la cena. Un poco después de las siete, Tony se unió a ella.

—Buenas noches, Claire.

—Buenas noches, Anthony. —Caminaron al comedor.

—Fui a tu suite esperando encontrarte allí.

—Me disculpo. Me fue dicho que cenaría en el comedor a las siete.


No quería llegar tarde. —Enfatizó su obediencia a sus reglas. Tony retiró
una silla para Claire, ella sentó. No pudo evitar notar sus ojos, tan oscuros
como la noche. Supo que su insolencia tuvo un efecto sobre él y tenía que
ser cautelosa. Estaba caminando una delgada línea peligrosa.

—Tu puntualidad es sumisamente notada. Parece que mi ausencia


te ha ayudado a recordar quién está a cargo y qué directrices tienes que
seguir.

—Sí, tu ausencia fue ventajosa en muchos aspectos. —Puso la


servilleta en su regazo. Los ojos de Tony eran penetrantes. Tras un
prolongado silencio, Claire decidió aligerar su estado de ánimo—. Creo que
me ayudó a reconocer que te debo mucho, no solamente por el dinero para
pagar mi deuda, sino la confianza que me mostraste. —Él la estaba
escuchando—. La confianza para confiar en mí con tus creencias más
íntimas. —Se detuvo y esperó. Él no comentó—. No traicionaré esa
confianza.

Cindy y Carlos entraron al comedor, pusieron los platos de comida, y


sirvieron agua y té. Claire y Tony permanecieron en silencio hasta que el
personal salió del comedor.

—Claire, si estás siendo honesta conmigo, entonces nunca dejas de


sorprenderme. Si, por otra parte, estás jugando conmigo, te arrepentirás
de ello. —Sus ojos fueron intensos. Quería hacerla confesar su plan.

—Tony, ¿qué ganaría jugando contigo? Soy consciente que mi


presente, mi futuro, y mi liberación están exclusivamente en tus manos.
Lamento mi comportamiento antes de que te fueras. —Estaba segura que
sonó sincera.

Tony pareció satisfecho. No le dijo que todo estaba bien, en cambio,


cambió de tema y comieron. Tras la cena, salieron a los jardines a pasear.
Fue allí que le preguntó sobre sus caminatas al bosque. ¿Cuán lejos
caminaba? ¿A dónde iba? ¿Cuánto tiempo se iba? Claire no quería decirle
sobre el lago, pero tenía miedo de mentir. Él podría ver en la vigilancia de
video que ella dejaba el patio a una hora y no regresaba hasta otra.

Le contó sobre los múltiples claros, insectos, flores y animales.


Luego le contó sobre el lago. Él pareció sorprendido. Había visto el lago en
sus vuelos, pero tenía que estar a unos diez u once kilómetros de la casa.
De repente, ella se preocupó.

—¿Está todavía en tu tierra?


Él apreció su preocupación, pero sí, había permanecido en su tierra.
A medida que hablaron, sus ojos se aclararon. Metió la mano en el bolsillo
de su pecho y sacó una caja de terciopelo negro.

—Encontré esto para ti en Italia. Pensé que harían un buen


complemento con tu collar.

Claire abrió la caja. Dentro, descubrió un par de aretes de perla. Las


grandes perlas color crema casi idénticas en tamaño y color a la del collar
de su abuela eran compensadas por círculos de oro blanco. Era lindos
pero no lo mismo. Claire intentó entender su significado.

—Tu collar en una cruz, la cual es una X de lado. Ahora tus aretes
son O. X y O. —Sonrió.

No se trataba que de repente él le agradara, no era así. Sin embargo,


ella apreció el pensamiento que le puso a su regalo. Era un gesto dulce e
inesperado.

—Gracias, Tony. Fue amable de ti pensar en tu ocupado viaje en mí.

Atravesaron esta tormenta. Irse no era una opción, pero parecieron


llegar a un entendimiento. Tony sabía que él estaba en control. No
necesitaba probarlo. Claire sabía que ella estaba en control de sus
acciones, podía escoger pelear o quejarse pero su plan era la auto-
preservación hasta que estuviese libre. Esta había sido una buena
tormenta de los viejos tiempos, ruidosa y bulliciosa pero sin daños reales.

Pasaron los días y se convirtieron en semanas. Era finales de agosto


y los horarios de Claire se mantuvieron constantes. La única variable fue
el lugar del trabajo de Tony. Antes de irse para Europa, le ofreció a Eric
por su uso. Desde su regreso, no había mencionado su salida de la
propiedad. Ella no había estado fuera de la finca desde Nueva York, y eso
fue hace un mes. A decir verdad, ella no echaba de menos las ciudades,
echaba de menos el lago. Siguió orando para que él tuviera que salir por
unos días, no fue así.

Otra cosa que no había ocurrido desde el regreso de Tony era su


amenaza de la proyección del vídeo. Aparte de la primera noche de vuelta,
tratando de hacerle morder el anzuelo, él no había mencionado los videos.
Era como si ya no existían. Claire sabía que no era cierto, pero la ilusión le
ayudó a compartimentar.
Los domingos normalmente involucraban quedarse en casa, en su
oficina, su habitación, en la piscina, en cualquier lugar que permitiera la
relajación. Tony a menudo necesitaba leer o hablar con Brent Simmons
sobre algo pero programaba los domingos para su tiempo de hacer lo que se
le antojara a él. Era domingo, veintinueve de agosto, cuando Claire decidió
pedir a Tony un favor. Él le dijo antes que si quería algo tenía que
preguntar. Ellos descansaban en la piscina, disfrutando de los últimos
días de la temporada.

—Tony, tengo que pedirte un favor.

Yacía sobre una silla, su oscuro cabello suave y ondulado después


del secado al sol, relajándose después de un reciente encuentro en la
piscina. Llevaba su traje de baño, que mostraba su definido cuerpo
bronceado. Sus ojos ocultos detrás de gafas de sol, no se movió, pero
respondió:

—Adelante.

—Me gustaría llamar a mi hermana.

Se incorporó lentamente, se quitó las gafas de sol, y disparó sus


penetrantes ojos en su dirección.

—Creo que esto ha sido discutido y sabes mi decisión. He


determinado que es mejor que no tengas contacto con tu familia. —Sonaba
como una declaración final. Ella persistió.

—Te recuerdo diciendo eso. Sin embargo, una gran cantidad de


tiempo ha pasado. No voy a decir nada a ella que tú no quieras que diga.
—Podía ver a Tony irritándose pero decidió agregar más información—: Su
cumpleaños es el treinta y uno.

Respiró, exhaló, y se recostó. Claire esperó, él no respondió. Ella


puso su cabeza hacia atrás en la silla y contempló cómo revisaba el tema
sin ser irrespetuoso de su respuesta o falta de ella.

***

Tony cerró los ojos contra la luz del sol. Pensó en las fotografías
enmarcadas ocultas en su habitación, las del apartamento de Claire de
Atlanta. Se había preguntado cuánto tiempo le tomaría a ella preguntarle
para ponerse en contacto con su familia. Tardó cinco meses. Sin duda, si
los medios hubieran estado disponibles se habría contactado con ellos
antes.

Si su familia constaba de agricultores pobres de Indiana la llamada


no sería de mucho riesgo. En realidad, Tony no estaba preocupado por su
hermana. Era su cuñado, John Vandersol, un abogado consumado el que
era una potencial amenaza. Desde sus humildes comienzos, utilizando su
inteligencia e intuición, se había convertido en socio en un bufete de
abogados de primer nivel en Albany, Nueva York. Esta era una empresa
que rara vez contrataba fuera de las escuelas de la Ivy League. El hombre
estaba aún bajo consideración temprana para la asociación. Tony no se
sentía cómodo con Claire teniendo contacto con él.

En lo que se refiere a Tony los últimos cinco meses habían tomado


favorables giros inesperados. El comportamiento de Claire fue una
sorpresa agradable, mucho mejor de lo que había previsto, mientras
planificaba su adquisición. A decir verdad, queriendo mantenerla y
utilizarla para sí mismo, no hubiera estado seguro que funcionaría. El plan
B siempre había sido y supuestamente todavía era una opción. Pero ahora
que había sido vista con él en público sería difícil permanecer
completamente distante. No quería que la suma de Emily, y especialmente
John Vandersol, trastornara su ecuación perfecta.

Tony contemplaba y una oleada de furia barrió su conciencia. Se dio


cuenta que ella estaba preguntando, no, argumentando su decisión. No
sólo ella estaba discutiendo, sino que él estaba considerando su solicitud.
Fueron las malditas imágenes en los estúpidos marcos. A una pequeña
parte de él le importaba que le hubiera robado todo esto lejos de ella. Eso
no le había molestado hace cinco meses. Había sido en realidad la guinda
del postre, pero ahora… Infierno, es sólo una llamada. Tal vez si pudiera
controlar el contenido. Tranquilizándose a sí mismo; por supuesto que
podía controlar el contenido, él la controlaba. Podía controlar una llamada
telefónica. Tony decidió que primero vería cuánto quería hacer esta
llamada. Él daría un paso atrás y miraría, ver qué tan lejos empujaría
Claire, observando su determinación enfrentando la adversidad, en su
intento de manipularlo. Sí, no era mentira, que ese coraje lo excitaba.
Finalmente, dijo:

—Voy a pensar en ello.

Él no trajo a colación el tema de nuevo el domingo. Vino el lunes y se


fue, pasaron tiempo juntos pero él no trajo su petición. El martes era el
cumpleaños de Emily. Podía sentir la impaciencia de Claire. Su
autocontrol desde el domingo fue impresionante. Se preguntó si ella
acabaría abandonando la idea si no él tocaba el tema.

***

Claire no estaba segura si Tony pensó que al evitar el tema se


olvidaría del cumpleaños de su propia hermana, pero no lo hizo. Ella había
sido buena y no había empujado. Racionalizó con que él estaba ocupado,
tal vez se le olvidó. Decidió esperar hasta la cena, si él no lo mencionaba,
sacaría el tema.

Comieron en el patio trasero con una ligera brisa que soplaba su


pelo. Las noches eran cada vez más frescas y Claire lamentó no traer un
suéter o chaqueta ligera para la cena. Cuando terminaron de comer, Tony
empezó a levantarse, Claire se mordió los labios y habló:

—Tony, hoy es el cumpleaños de Emily. —Se había creado una


ilusión de igualdad en su mente y no quería mendigar.

Reanudó sentándose y se inclinó hacia Claire, su voz lenta y


deliberada:

—¿Así que has decidido que este es un tema que vale la pena
arriesgar una reprimenda? Creo que mi última respuesta había sido que
me lo pensaría.

Claire tragó, mantuvo la cabeza alta, y miró directamente a sus ojos


oscuros.

—Sí, siento que hablar con Emily en su cumpleaños vale la pena el


castigo que creas que merezco por persistir con el tema. —Tony no habló
pero la observaba atentamente. Ella esperó su respuesta. Por último,
volvió a hablar—. Tony, ¿puedo, por favor, llamar a mi hermana por su
cumpleaños?

—Tengo su número de teléfono en mi oficina. Puedes llamarla desde


allí. —El corazón de Claire saltó y sus ojos brillaban. Ella comenzó a
levantarse, pero él le indicó que se sentara—. Vas a hablar con ella en
altavoz, conmigo presente. Antes de llamar, vamos a discutir las
limitaciones de tu discusión. —Odiaba su tono, el que utilizaba cuando
sentía la necesidad de mostrar su autoridad, pero sus palabras decían que
podía hablar con Emily. El resto no importaba.
Claire asintió mientras Anthony hablaba.

—Entiendo. Gracias, Tony.

Caminando por el pasillo de mármol hacia la oficina de Tony, Claire


pensó en su hermana. No habían hablado en más de cinco meses. Ella
luchó el increíble impulso de correr a lo largo del pasillo y agarrar su
teléfono. Una vez en su despacho, Tony le instruyó a sentarse cerca de su
escritorio. Podía ver el teléfono, la anticipación era una agonía. En primer
lugar, él proclamó las directrices que debía seguir: no decir a Emily o John
que había estado o está viviendo en la casa de Tony, sólo que vivía y
trabajaba en Iowa, cerca de Quad Cities. Claire debía mantener la
conversación centrándose en Emily, evitar la discusión de ella. Si
presionaba, podía admitir que le acompañaba a varios eventos. Pero esto
no debía iniciarse por Claire. Si surgía el tema de saliendo juntos, Claire
iba a ser evasiva. Cuanto más corta sea la conversación más posibilidades
de que ella no iba a cometer un error. Para enfatizar su obediencia, añadió:

—Desobedecer estas reglas no es una opción, la consecuencia no


será agradable. —Luego le preguntó si tenía alguna pregunta, entendió sus
reglas, y estaba lista para llamar.

—No tengo ninguna pregunta, Tony. Te prometo que entiendo las


reglas, y sí, estoy lista.

Quitó un pedazo de papel del cajón superior de su escritorio y marcó


el teléfono. Entonces, como si acabara de ocurrírsele a él, añadió:

—Hay un bloqueo en esta línea. Mi número no aparecerá en su


identificador de llamadas. —Él apretó el botón del altavoz y Claire pudo
escuchar el tono de línea de Emily.

Sonó y sonó. Entonces oyó la voz de John, pero no era realmente él,
era su buzón de voz. El corazón le dio un vuelco. Miró a Tony.

—¿Puedo dejar un mensaje? —Asintió. John seguía hablando en el


correo de voz—. ¿Puedo decirle que voy a tratar de llegar a ella de nuevo?
—Sonó la grabación. Finalmente, Tony asintió.

Manteniendo su tono lo más ligero posible, teniendo en cuenta la


decepción de llegar a su buzón de voz:

—Hola Emily y John, soy Claire. Quería llamar y desearte un feliz


cumpleaños, Emily. Lo siento, te extraño. Espero que estés teniendo un
gran día. Las cosas están muy ocupadas, pero voy a tratar de llegar a ti de
nuevo. ¡Feliz cumpleaños! —Tony apretó el botón de desconexión. Claire
no quería dejar de hablar. Ella bajó la cabeza y sintió las lágrimas llenando
sus ojos. Decidida a aceptar el resultado, ella miró a los ojos de Tony—.
Gracias por permitirme hacer esa llamada. ¿Me necesitas en este momento
o puedo irme a mi habitación?

—Puedes irte. —Abatida, se levantó para irse—. Me levantaré para


unirme a ti más tarde. Tengo un poco de trabajo que completar en primer
lugar. —Claire reconoció verbalmente sus planes y siguió caminando hacia
las grandes puertas dobles. Al llegar a la manija, continuó, su tono
autoritario inicial ahora era más suave—: Claire, Nueva York es una hora
más tarde que Iowa. Tal vez salieron a cenar y al cine. Puedes intentarlo de
nuevo más tarde.

—Gracias. —Ella no se dio la vuelta. No quería que él viera las


lágrimas en cascada por sus mejillas. La decepción fue enorme. Sin
embargo, ella hizo apreciar la oferta de otra oportunidad.

Alrededor de las nueve en Iowa, regresaron a su oficina para


intentarlo de nuevo. Para acelerar el proceso, Claire miró a Tony y
proclamó que recordaba las reglas y no fallaría. El teléfono empezó a sonar
en el altavoz. Sólo sonó una vez, cuando la voz de una mujer en el otro
extremo respondió:

—¿Claire, eres tú?

El corazón de Claire se disparó.

—Sí, Emily, soy yo. ¡Feliz cumpleaños, hermana!

La voz de Emily no había cambiado. Claire podía escuchar la


emoción de su reencuentro viniendo a través del altavoz.

—Gracias. El oírlo de ti es el mejor regalo de cumpleaños que pude


conseguir. ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Por qué no nos llamas?

Claire miró desde el teléfono a Tony y luego de vuelta al teléfono. Los


ojos de Tony hablaban en cantidad.

—Oye, reduce la velocidad. Tengo un nuevo trabajo que me mantiene


muy ocupada, pero no podía faltar a hablar contigo en tu día especial.
¿Cómo te va? ¿Cómo esta John? ¿Cómo está su firma de abogados? —Lo
había hecho. Tuvo éxito en conseguir que Emily hablara de ellos.
Emily dijo que estaba bien. La escuela había empezado hace poco, y
ella pensó que esta iba a ser una buena clase. John estaba bien, sólo muy
ocupado. El bufete de abogados estaba bien, él era un asociado ahora y las
horas de más que él facturaba le daban mejor oportunidad de hacerse
socio. Claire podría haber hablado con ella durante horas. Había tanto de
lo que ponerse al día. En su lugar, Claire se disculpó y le dijo que debía
correr. Ella la amaba y pidió por favor que le diera a John su amor. Emily
dijo que lo haría, pero que John estaba allí y le gustaría hablar con ella.
Claire miró a Tony. Sus ojos se oscurecieron y negó con la cabeza. Claire
dijo que le gustaría, pero en otra ocasión, realmente necesitaba correr.

—Ten un gran cumpleaños. Adiós. —Tony pulsó el botón de


desconexión.

Claire se quedó mirando el teléfono durante más tiempo. Este fue


uno de esos momentos. Ella podría estar triste de que la conversación fue
corta o podría elegir estar feliz de que había habido una conversación. Ella
decidió elegir la B.

Poniéndose de pie para salir de la oficina de Tony, ella levantó la


vista para verle recostado en su silla. Él la observó mientras se
desabrochaba el cinturón. Se dio cuenta que en su mente había mostrado
una amabilidad, ahora él esperaba gratitud, quid pro quo.
15
Si la vida fuera predecible, dejaría de ser vida, y sería sin sabor.
~Eleanor Roosevelt

Traducido por Dianna K & Ateh

—Hemos sido invitados a una parrillada del Día del Trabajo mañana.

Sentada en el porche, leyendo su nueva novela, y disfrutando de la


tarde del domingo, el anuncio casual de Tony sorprendió a Claire. La suave
brisa cálida y tenue olor a pasto cortado dieron paso a una ráfaga de
angustia e incredulidad.

—¿Nosotros? ¿Quién me invitaría?

—Courtney, la esposa de Brent Simmons —dijo Tony mientras se


recostaba en el sofá de dos plazas con su portátil en sus piernas
extendidas. Sus ojos cafés claros miraron a Claire cuando lo cuestionó.

—¿Por qué? ¿Qué sabe ella de mí?

—Bueno, Brent te conoció cuando te llevé a Nueva York, y Courtney


sabe que he sido visto con la misma mujer en múltiples ocasiones. Ya que
probablemente son mis amigos más cercanos, ella quiere conocerte y nos
invitó a ambos a la parrillada de mañana.

A pesar de su repentina oleada de ansiedad por la reunión sus


amigos más cercanos, Claire sabía que su destino no estaba en sus manos.

—¿Vamos a ir?

—Sí. Comienza al mediodía, y nos iremos de aquí a las once treinta.

—Supongo que suena divertido. —Su tono era vacilante. Se preguntó


qué pensarían estos amigos de ella, si lo conocerían lo suficientemente
bien como para saber la verdad sobre ella. Si no lo hacían, ¿cómo debería
actuar? Su estómago comenzó a hacerse un nudo con las preocupaciones
sin respuesta—. Por favor, avísame si hay diferentes instrucciones para
una parrillada íntima en comparación a un evento público.

Tony puso su portátil en la mesa y reflexionó la honesta pregunta de


Claire. Sus palabras sonaron educativas, pero su tono no fue autoritario,
simplemente indiferente, mientras se miraron el uno al otro. La brisa de
verano tardía causó que mechones de su largo cabello castaño dorado
flotaran alrededor de su hermoso rostro. Sus ojos verdes lo vieron sólo a él
mientras su expresión reflejaba su sincero interés en su indicación.

—Lo has hecho bien en eventos públicos, esto será diferente. Creo
que habrá cuatro o cinco parejas presentes. Conociste a Brent. Su esposa
es Courtney. Tienen dos hijos que crecieron y viven lejos. El socio de Brent,
Thomas Miller estará allí. Su esposa es Beverly. Ella es propietaria de una
reconocida firma de diseño en Bettendorf. Brent es unos años mayor que
yo. Thomas y Beverly están más cerca de mi edad, no tienen hijos. Otro
invitado será Elijah Summer y su pareja de hace mucho tiempo, MaryAnn.
Elijah es otro cliente de Brent y Tom. Él ha hecho una fortuna en el
negocio del entretenimiento. Le gusta contar historias acerca de algunos
de sus clientes más famosos. Personalmente creo que le gusta escucharse
hablar —Tony hizo una pausa y sonrió—, mucho más de lo que me gusta
oírlo hablar. Y la última pareja será Timothy Bronson y su esposa Sue.
Tim es un vicepresidente junior en mi oficina local. Es joven, pero se ha
probado a sí mismo. Le pedí a Brent que lo invitara, que lo haga sentir
involucrado.

Toda eso era información útil, Claire trató desesperadamente de


recordar los nombres: Brent y Courtney, Thomas y Beverly, Elijah y Sue…
no, Elijah y Mary Ann, Timothy y Sue. Pero eso en realidad no respondía la
pregunta. Claire pensó que había esposas y parejas desde hace mucho
tiempo, ¿qué la hacía eso a ella?

—Tony, ¿quién soy?

—Tú eres un rumor. —Tal vez fue el ambiente tranquilo del porche o
su reciente comprensión, cualquiera que fuera la razón, Tony habló
pensativamente. Explicó que había pasado toda su vida laboral,
cumpliendo metas y satisfaciendo sus propios planes. Había estado en
relaciones, pero la mayoría fueron de muy corta duración. Creía
firmemente en las apariencias y no había estado dispuesto a arriesgar la
percepción que la gente tiene de él por una mujer. Claire pensó en sus
palabras y su honestidad, y cierto o no le creyó—. Me dijiste que no
traicionarías mi confianza.

—Lo hice, y aún tengo esa intención.

—Creo que sabes lo que podría pasar si lo hicieras. —Sintiendo la


sensación de picazón que acompaña los escalofríos a lo largo de sus brazos
y piernas, Claire creía que lo sabía, pero no lo confirmó verbalmente. Le
permitió a Tony a seguir hablando—. Y por lo tanto he permitido que te
conviertas en parte de mi vida. —Pensó que él quiso decir eso
honestamente como un cumplido y debería estar halagada; sin embargo, la
sensación se sintió más ominosa. Se preguntó y preocupó por su
liberación. Este escenario tranquilo y pacífico no era el momento ni el
lugar para expresar sus preocupaciones. En cambio, decidió dejarlo a un
lado y lidiar con ello más tarde—. Ya que has sido vista conmigo en varios
eventos y rara vez soy visto con la misma mujer con el tiempo, eres un
rumor. Ha habido incontables especulaciones acerca de ti. Todo el mundo,
como el hombre en la beneficencia, quiere saber quién eres y lo que eres
para mí.

Claire se admitió que también le gustaría la respuesta a esas


preguntas.

—Vi nuestra foto en una revista People que estaba en tu biblioteca.

Él dijo que su foto había aparecido en muchas publicaciones. Su


publicista había mantenido la información limitada a lo básico: su nombre
y que ella vivía en Atlanta. La gente en esta parrillada formaba parte de su
círculo íntimo y no traicionarían su confianza. Aparte de Elijah Summer,
sus puestos de trabajo y sustento dependían de Tony. Elijah era una
persona más pública, pero él respetaba a Tony y no comprometería su
relación mutua.

Ella trató una vez más.

—Y yo soy…

—Persistente. —Sus ojos eran chocolate con leche con una expresión
de satisfacción. Habló mientras se movía del sofá de dos plazas al piso del
porche—. Bueno, yo diría que más que una conocida. —Arrodillándose
frente a ella y separando suavemente sus rodillas, él movió su mano bajo
el dobladillo de su falda. Sus ojos se encontraron cuando los lados de su
boca se curvaron hacia arriba en una sonrisa diabólica—. ¿Deberíamos
decir acompañante?

Si eso era una pregunta, ella no respondió. Sus atenciones se


dirigieron a sus acciones. Su toque finalmente la dirigió de la silla a la
alfombra. Las ventanas y las puertas estaban abiertas y ellos estaban
expuestos al mundo. Era su casa, no le importaba. Sus movimientos eran
tranquilos como su tono. El personal no regresó hasta que terminaron.

La noche del domingo, Shelby en el Canal del clima, dijo que un


frente frío pasaría sobre Iowa. Claire se despertó y abrió las cortinas para
encontrar condensación en las ventanas con cielos claros como cristal más
allá. Ella subió a su balcón, miró los árboles, y olió el aire fresco de otoño.
El hormigón frío bajo sus pies descalzos y la piel de gallina en sus brazos y
piernas confirmó la disminución de la temperatura. Envolviendo sus
brazos y su gruesa bata de cachemira a su alrededor, se entretuvo flotando
en recuerdos de otoños pasados. Siempre le gustaron los veranos pero los
otoños eran también muy especiales con comidas al aire libre y juegos de
fútbol. Hoy en día el cambio de estación la entristecía, otro recordatorio del
tiempo esfumándose.

Mientras estaba en la ducha, contempló la parrillada inminente. Era


una situación nueva, una nueva prueba y la ponía ansiosa. No había
recibido una respuesta directa a su pregunta, así que Claire decidió
acercarse a las personas como le dijeron que se acercara a Emily. Trataría
de alejar la conversación de ella y divulgar tan poca información como
fuera posible. Respuestas evasivas sería lo mejor. Hubo un tiempo en que
había adorado las fiestas, reunirse con personas, reír, hablar y compartir.
Ahora estaba muerta de miedo de decir o hacer algo mal.

Saliendo de la ducha Claire descubrió su ropa extendida en su cama.


A veces la molestaba, otras veces como hoy era tranquilizador; una
decisión menos que arruinar. Hizo su pelo, maquillaje, y se vistió. A las
diez treinta estaba lista, una hora antes de que fueran a irse.

El balcón tenía dos sillas. Se sentó lastimeramente y miró los árboles


a través de los ojos con gafas de sol. El sol brillante causó un aumento
rápido de temperatura. Los árboles susurraban en la brisa suave.
Tonalidades vibrantes de amarillo y naranja estaban empezando a salir de
la tela verde. Su mente vagaba por el bosque hasta su lago. Ella no había
vuelto desde el regreso de Tony. Es decir, físicamente. Mentalmente estaría
sentada en la orilla, viendo los peces pequeños o escuchando el agua
lamer rítmicamente la orilla. En realidad estaba sentada en la orilla en su
mente cuando Tony se materializó detrás de ella.

—Oh, buenos días, Tony, no te oí entrar. —Él se sentó en la otra


silla.

—Buenos días, ¿dónde estabas?

—He estado aquí. No tengo ninguna otra parte a donde ir.

—Parecías estar reflexionando pensativamente.

—Estaba pensando en los árboles. —Siendo parcialmente honesta—.


Sus hojas ya están cambiando.

Era como si él nunca las mirara realmente, así que lo hizo.

—Supongo que lo están. Eso pasa. —Él no se preocupaba con


asuntos que no podía influir—. ¿Estás lista para nuestra salida? —Ella
dijo que lo estaba y procedieron por las grandes escaleras—. Tengo un
auto en el frente, podemos ir.

Cuando Tony abrió la puerta, ella vio un pequeño Lexus SC 10


convertible, pero no a Eric. Tony abrió la puerta del pasajero y ella entró.
Él dio la vuelta al asiento del conductor. Ella no pudo evitar sonreírle.
Vestía vaqueros que acentuaban su esbelta cintura, una camisa
abotonada, blanca, que mostraba sus bronceados y poderosos pecho y
hombros. Su pelo estaba perfecto, y cuando ella vio su perfil vio “el
candente sexy” que la gente de la revista People mencionó. Él la miró
cuando arrancó el auto, su sonrisa parecía diferente.

—¿Qué?

—Supongo que olvidé que conduces, sin Eric quiero decir.

Tony sonrió.

—Me encanta conducir. Es sólo más ventajoso ser llevado y lograr


trabajar durante mis viajes. —El convertible se sentía liberador con el
viento y el aire vigorizando sus sentidos. Afortunadamente, Claire había
decidido llevar el pelo recogido en una trenza lateral. Ella apoyó su cabeza
en el cabezal y observó la carretera curvarse y dar vuelta, el vibrante zafiro
azul del cielo y los colores del otoño hacían maravillosas vistas mientras
Tony conducía los caminos rurales angostos. El aroma de otoño estaba en
el aire. Claire inhaló y los recuerdos de calabazas y hojas llenaron su
subconsciente.

El auto desaceleró hasta detenerse en una tranquila calle lateral.


Tony tocó suavemente la trenza de Claire.

—Buena elección de estilo. —Él sonrió—. Me necesitan en Chicago


por un par de días la próxima semana —continuó jugando con el extremo
de su trenza. Claire pensó en su lago—. Te he hecho una cita en un spa
muy exclusivo cerca de mi apartamento. —Su atención se volvió a enfocar
en él y sus palabras—. Tu cabello necesita corte y puedes tener una
manicura, pedicura, masaje de cuerpo completo, sauna, lo que sea que
desees. Ella comenzó a responder—: Gracias, pero no gracias. Él la detuvo
y continuó—: Sólo confío en que no necesitará que ser cancelada.

Confundida, Claire preguntó:

—¿Por qué necesitaría ser cancelada? —A medida que las palabras


escaparon de sus labios se preguntó por qué le importaba, en realidad no
quería ir a un spa. Quería tiempo a solas para ir al lago.

Su mano se movió de su trenza, suavemente quitó sus gafas de sol, y


él levantó su barbilla, sosteniendo la mirada de ella con la suya. Ella
observó cómo la oscuridad se profundizaba.

—Si hoy no sale como creo que debería, un masaje puede no ser
posible. No querríamos que las apariencias sean cuestionadas. —No hubo
ambigüedad ante su declaración. Claire recibió su significado fuerte y claro.
De repente sintió frío.

Manteniendo su contacto visual forzado, Claire respondió:

—Tony, comprendo plenamente la importancia de las apariencias.


No te voy a decepcionar.

Le entregó las gafas de sol, movió sus manos de nuevo al volante y


puso el auto en marcha.

—Siempre y cuando tengamos claro que un fracaso público no es


una opción. —Claire le aseguró que estaba claro.

La casa de los Simmons era magnífica, probablemente alrededor de


una cuarta parte del tamaño de la de Tony, pero grande para los
estándares normales, con una buena cantidad de terreno. El Lexus se
movió lentamente a través de las puertas y hacia arriba mientras Tony se
volvió para ver a Claire. Tenía su máscara puesta y parecía hermosa y
contenta, los ingredientes para la compañera perfecta. Exhaló mientras
sus ojos se apagaban.

Se estacionaron en un círculo de ladrillos directamente en frente de


la casa, al lado de muchos automóviles igualmente agradables. La puerta
principal se abrió al tiempo que Tony abría la puerta de Claire. Puso
suavemente su brazo alrededor de ella y la condujo hacia la entrada. Claire
recordó a Brent, pero Courtney no era lo que imaginaba. Parecía más joven
que una mujer con dos hijos adultos. Courtney era delgada, con el pelo
corto castaño, ojos azules suaves, y una sonrisa refrescante y atractiva. Al
instante le gustó a Claire. Brent podía deber su medio de vida a Tony, pero,
obviamente, Courtney se sentía muy a gusto con los dos.

Courtney inmediatamente abrazó a Claire.

—Tú debes ser Claire. Estoy tan emocionada de conocerte por fin.
Querida mía, ¡eres más bella que en tus fotos! —Claire se sintió abrumada.
Se presentó y llamó a Courtney Señora Simmons. Cuando miró a Tony, ya
estaba en conversación con Brent.

—Oh Dios, llámame Courtney. Vamos a dejar que esos dos tengan
sus negocios fuera del camino, para que podamos pasar un buen rato y te
voy a llevar y presentarte a nuestros otros invitados. —Tony no pareció
oponerse, por lo que Claire dejó que le mostrara el camino.

La casa era impresionante pero acogedora, no como la de Tony. Los


niños jugaban en estos pisos, una familia se reía, amaba, y cada
habitación contenía recuerdos invaluables. Courtney guio a Claire a través
de su casa hacia la cocina. Diseñada muy moderna, tenía
electrodomésticos de acero inoxidable, encimeras de granito y gabinetes
altos acentuados con el azulejo intrincado. Accesorios de iluminación
dorados colgaban en intervalos apropiados, no para iluminar sino para
ambientar. La cocina era no sólo funcional, sino que también fue
concebida como la pieza central de la casa. La estufa estaba situada en
una gran isla que contenía una barra curvada con seis taburetes altos.
Fuera de la cocina, Claire podía ver una gran habitación familiar que
llevaba a un porche y su patio trasero.

Claire no podía ver más allá del porche, pero se dio cuenta del
repentino silencio en la sala de invitados. No podía dejar de sentir sus ojos
en ella, juzgando y evaluando. Mantuvo la máscara en su lugar. No había
esperado tener que enfrentar estas personas sin Tony.

Courtney no se apartó del lado de Claire mientras la presentaba a


los otros. Primero conoció a Tom y Bev. Claire hizo lo posible por ser
amable y social.

—Es tan agradable conocerte. Creo que Tony me dijo que —mirando
a Tom—, tú y Brent son socios. —Continuaron con un poco de
conversación cortés. Claire preguntó a Bev acerca de su negocio de diseño.
Años de coctelería habían enseñado a Claire el arte de la pequeña charla.

Los siguientes fueron Sue y Tim.

—Tim, he oído cosas maravillosas acerca de ti. —Claire vio como la


sonrisa de Sue se amplió y la expresión de Tim se suavizó. Podía decir que
parecía estresado. Trabajar para Tony podía hacerle eso a una persona y
algún refuerzo positivo ayudaría.

Luego fue a Eli y Mary Ann. No pasó mucho tiempo antes de que
Claire entendiera a lo que Tony se refería con Elijah disfrutando de sus
propias historias. Por último, Courtney presentó a Claire a la pareja con
Eli y Mary Ann, Chance y Bonnie. Claire no estaba preparada para esta
pareja. Se preguntó si Tony sabía que estaban allí. Courtney explicó que
Chance era un socio de Eli que estaba en la ciudad para una visita, así
que por supuesto eran bienvenidos a unirse a ellos. Chance parecía
bastante agradable, pero Bonnie no hizo ningún secreto de su evaluación
de Claire.

Courtney ofreció a Claire una bebida. Al pedir gua, Courtney se


complació pero sugirió a Claire considerar algo un poco más divertido,
tenían unas sangrías fantásticas. Justo en ese momento, Tony y Brent se
unieron a ellos en la cocina. Tony se veía tan relajado vistiendo pantalones
vaqueros y sosteniendo una cerveza, que casi hizo que Claire se riera. Las
apariencias lo eran todo.

Brent hizo su propia barbacoa, y los hombres se unieron a él en el


patio. Las mujeres se reunieron alrededor de la isla mientras Courtney las
entretenía con aperitivos. Todas ellas se ofrecieron a ayudar, pero ella no
quería oír hablar de eso, confesando que no había preparado nada. Su
cocinero hizo todo ayer y ahora sólo estaba puesto en los platos adecuados.
La conversación fue rápidamente hacia cocinar. Algunas lo disfrutaban,
otras no. ¿A Claire le gustaba cocinar? Les dijo que sí. ¿A Tony le gustaba
su cocina? Se rio y dijo que no había preparado muchas comidas para él.
Dejó de lado la parte de que no había cocinado en más de cinco meses, ya
que había sido tomada como rehén.

Parecía que Bonnie trató de hacer más preguntas específicas, pero


Courtney hizo un trabajo fantástico en mover la conversación. Claire
aparentemente había hecho una amiga rápido de Sue felicitando a su
marido. Sue corrió al flanco de Courtney, ayudando a Claire a evitar las
invasivas investigaciones.

Sue se veía más o menos de la edad de Claire, cercana a los finales


de los veinte años. Era muy bonita, rubia y bronceada. Fue agradable
hablar con una mujer que era su contemporánea. Mientras los hombres
cocinaban, Claire aprendió que Sue tenía un grado en la apreciación del
arte y trabajaba a tiempo parcial en el museo de arte en Davenport. Tim no
sentía que Sue tuviera que trabajar. Financieramente no lo hacía. Sin
embargo, Tim trabajaba largas horas y ella necesitaba algo que hacer con
su tiempo. Después de que mencionara las largas horas, Sue añadió
inmediatamente:

—Pero él está contento de hacerlo. —Le tomó un minuto, pero Claire


se dio cuenta que esta información adicional se debía a que ella era la
acompañante del jefe.

La cena sabía fabulosa. Claire no había comido alimentos normales


en cinco meses, todo era siempre saludable. Quería devorar todo el plato
de hamburguesas. Sin embargo, optó por el pollo a la barbacoa, o Tony lo
hizo por ella. Se las arregló con algunos de los aperitivos caseros de
Courtney y saboreó cada bocado.

La conversación siguió siendo benigna y movida. Bonnie no sólo


cuestionó a Claire en cada oportunidad que pudo, también se acercó a
Tony. Cuando los presentaron, Chance tuvo el buen sentido de tratar a
Tony como el señor Rawlings, Bonnie no era tan astuta. Por supuesto,
Tony le dijo a Chance que en las reuniones de amigos podía llamarlo
Anthony.

Tony había estado en lo cierto acerca de su círculo íntimo. Incluso


Eli estaba molesto por la curiosidad abrasiva de Bonnie. Claire no tuvo
necesidad de mentir o engañar. Bonnie se encontró a sí misma
continuamente interrumpida antes de que Claire tuviera la oportunidad de
responder.

Después de comer, los hombres se retiraron al nivel inferior. Claire


más tarde descubrió que contenía un hermoso bar artesanal, mesa de
billar, y una gran televisión. Las mujeres tomaron una botella de vino y se
sentaron en el porche. El sol con el aire frío se sentía maravilloso. Estar
sentada con otras cinco mujeres charlando se sentía como una actuación,
irreal. Su conversación se desarrolló entre los libros a las películas a las
estrellas sexy de cine. Aquí fue donde Mary Ann compartió algunos
chismes internos de algunos de los clientes de Eli. Estrellas atractivas
llevaron al sexo. Claire cortésmente se disculpó y preguntó a Courtney
sobre el baño de mujeres.

Fue en su camino de vuelta al porche que escuchó a Mary Ann y


Bonnie en una habitación fuera de la sala principal.

—Bonnie, ¿cuál es tu problema? Están quedando en ridículo con tu


persistencia sobre Claire y Tony.

—Soy una persona curiosa. Quiero saber lo que el resto del mundo
quiere saber. ¿Por qué él, Anthony Rawlings, está interesado en ella? Es
una don nadie.

—Francamente, Bonnie, eso no es de tu incumbencia. No es de la


incumbencia de ninguno de nosotros. Tony es un hombre privado. Y en
cuanto a una don nadie, supongo que eso depende de a quién le preguntes.
Tony debe pensar que es alguien. Si él quiere a Claire en su vida, bien por
él.

—¡Diablos, no! Bien por ella —exclamó Bonnie—. El tipo es


guapísimo y tiene dinero para gastar. Casi no le quita los ojos de encima.
¿Crees que pagó por esa ropa que está usando? Sólo la blusa es de más de
$ 500. Se está consiguiendo un hombre rico. Mira lo joven y delgada que
es, ¿por qué ella…?

—Para. Detente ahora o le diremos a Courtney que tenemos que


irnos. Le diré a Eli lo que has hecho y tú y Chance se irán. Tal vez puedas
empezar a trabajar en la búsqueda de trabajo de Chance. —El control de
MaryAnn de la situación hizo que Claire sonriera. Bonnie le dijo a Mary
Ann que se detendría. Claire las dejó proceder al porche y esperó unos
minutos antes de unirse al grupo. Una vez allí, sonrió a Mary Ann, pero no
miró hacia Bonnie.

Los hombres y mujeres se reunieron afuera para conversación, y


tener postres y bebidas. Claire pasó en el postre y se sentó con el brazo de
Tony sobre los hombros. Brent tenía un brasero integrado en su patio. La
tarde fresca de otoño, el crepitante fuego, el calor, y el aroma marcado
creaban un ambiente agradable. A eso de las seis y media Tony susurró a
Claire que debían irse. Todo el mundo parecía realmente triste, Claire
incluida. Había sido un buen día, mejor de lo previsto.

Mientras decían adiós, Sue le entregó a Claire un pedazo de papel.


Sorprendida, Claire lo abrió. Era un número de teléfono.

—Llámame, podemos almorzar. —Claire sonrió y dijo que lo


intentaría.

Se fueron al auto y se marcharon. Tal vez condujeron un kilómetro y


medio, tal vez dos, cuando Tony detuvo el auto en el lado de la carretera y
le tendió la mano. No habló, pero sabía lo que quería. Colocó el número de
teléfono de Sue en su palma.

—Tony… —Con la misma mano que sostenía el pequeño trozo de


papel blanco, cubrió su boca toscamente.

—Ahora no. Vamos a hablar de ello cuando lleguemos a casa. —


Soltó su rostro y reanudó la conducción.

No más palabras fueron pronunciadas durante su viaje a casa. El


monólogo interior de Claire, sin embargo, rugió: Esto es ridículo. Sue
estaba siendo amable. No tenía ni idea de que Sue haría una cosa así.
¿Cuál es el problema? ¡¿Por qué tuvo que reaccionar tan rápido y tan
violento como un maldito tornado?!

Tony detuvo el auto en la puerta principal. No abrió la puerta de


Claire. En cambio, le dijo que fuera a su habitación, que él iría más tarde.
Tenía cosas que hacer, como cancelar una cita en el spa. Su tono era seco
y sus ojos oscuros. Quería correr. En cambio, se bajó del auto y se dirigió
con valentía a la casa, a través de las grandes puertas, hasta la gran
escalera, y por el corredor sureste a su suite. Una vez que se cerró la
puerta, sintió que su corazón se aceleró y su monólogo interior continuó:
Este fue un buen día. Los amigos de Tony me parecieron muy agradables.
Quería decirle acerca de lo que he oído. Quería decirle el tiempo tan genial
que tuve.

Claire sabía lo que estaba haciendo Anthony. Comenzó en el auto,


había estado contemplando, pensando demasiado, y analizando demasiado
toda la situación. Lo sabía, si tan sólo la dejara explicarse. ¡Oh Dios!
Quería acostarse, gritar y llorar. Pero también sabía que podía estar viendo
en este momento y se negó a darle la satisfacción, se negó a hacerle saber
lo preocupada que estaba por sus decisiones. A decir verdad, estaba
preocupada en realidad, aterrorizada por el posible regreso de su otra
personalidad.
16
Hay dos cosas con las que una persona nunca debería estar enojada,
con lo que pueden evitar, y con lo que no pueden.
~Platón

Traducido por NataliCQ & Diana

Ella se sentó en su mesa, escribiendo. Tony no podía ver lo que


estaba escribiendo. Las cámaras no tenían suficiente capacidad de zoom.
Su lenguaje corporal no parecía nervioso. Mostraba una actitud orgullosa
y desafiante. Él vio como escribía, sentada derecha, su cuello alto y
orgulloso. El único indicio de inquietud sería la forma en que sus pies se
removían bajo su silla.

Desde sus pantallas de oficina, él podía acceder a diferentes puntos


de vista de la habitación. Desde otro punto de vista, ella estaba más lejos,
y él podía ver su cama en el fondo. Por supuesto, no era el punto de vista
que mantenía la cama centrada, pero la mesa no era visible desde ese.

Tratando de contemplar sus opciones y las consecuencias de sus


acciones, Tony cerró los ojos y examinó el día. Cuando entró en su
habitación esta mañana, anticipó la ansiedad, pero encontró calma. Y esa
sonrisa cuando llegaron en el auto. ¡Dios! Su sonrisa cuando era real lo
derretía. Sus ojos color esmeralda podían brillar y brillar. Por supuesto, él
no veía su verdadera sonrisa mucho. Lo hizo hoy, y al verla con sus
amigos, fue perfecta.

Se dijo así mismo que la razón por la que tenía problemas


manteniendo sus ojos lejos de ella era estrictamente porque necesitaba
controlar su comportamiento. No tenía nada que ver con lo hermosa que
se veía. Ahora mientras observaba las pantallas, se preguntó lo que estaba
pensando. ¿Estaba pensando en él, en su futuro? Todo dependía de él.
Ella lo sabía. Él lo sabía. El poder no le daba la satisfacción que una vez
tuvo.
Maldita sea, ¿por qué diablos Sue le dio ese número de teléfono?
¿Sobre qué hablaron cuando él no estaba allí? Su cabeza se llenó de
preguntas sin respuesta y escenarios plausibles. Ella quería dejarlo. ¿Por
qué no lo haría? ¿Inició un plan? ¿Por qué no seguiría sus reglas?

Más de una hora había pasado desde que llegaron a casa. Hacer a
Claire esperarlo era parte de su plan. Pero viéndola, parecía que ella
controlaba sus nervios mejor que él. Tal vez él necesitaba aire fresco
también. No, tenía que tomar una decisión. Era su mantra. Ella conocía
las reglas. No importa si haces algo el 99 por ciento bien, la perfección es
requerida. El hecho es que ella debió romper sus reglas. Tenía que tomar
una decisión. Los comportamientos tienen consecuencias, las
consecuencias pueden ser desagradables. Tony se dijo a sí mismo que le
había advertido, ella optó por no escuchar.

***

Ella inhaló y exhaló. El aire del campo llenó sus pulmones con fresca
y refrescante fuerza. Claire pensó en las personas con las que se reunió y
con las que habló y rio. Fue fantástico. La tranquilidad de Courtney y las
excepcionalmente amables sonrisas de Tony aliviaron su ansiedad inicial.
Sabía que era una farsa. Pero fue divertido, estando alrededor de la gente.
Entonces el número de teléfono llegó. Aturdió su mente que algo tan
increíblemente simple pudiera causar tales repercusiones ridículas.

Pensó sobre Tony. Él entraría en su suite pronto, por supuesto sin


llamar. Y tendría algún veredicto con respecto a su insubordinación. El
hecho de que ella no estaba insubordinándolo no alteraría su decisión.
Ella se preguntó si él manejaba temas de negocios de esta manera también,
sin parámetros. Con su mente luchando, se preguntó: ¿Tengo alguna
opción?

Sus salvajes emociones causaron una descarga de adrenalina


ocultando el aire fresco de la noche de su conciencia. Su decisión
inminente la aterrorizaba. Sus sonrisas la gratificaron hoy y su físico en
vaqueros la excitó. ¿Cómo podía su cuerpo desafiar su mente tan
severamente? ¡Claire creía que su propio cuerpo era el verdadero culpable
de insubordinación!

Pensar en Bonnie hizo a Claire reírse de la ironía. Ella pensó que


Claire estaba asegurando un hombre rico. La realidad no podía estar más
lejos de la verdad. Sin embargo, en ese momento, en lugar de querer
explicarse tenía el honor de estar asociada con Anthony Rawlings.
Irracional describía mejor sus pensamientos. Tal vez si podía conseguir que
su cuerpo y mente trabajaran juntos podía idear algún tipo de plan. El
sonido de la puerta al cerrarse trajo sus pensamientos hasta el presente.

Tony no habló pero sus ojos lo hicieron, reconociendo a Claire en el


balcón y ofreciéndole entrar. Ella lo hizo. Decidió continuar el acto falso de
fortaleza mientras caminaba a pocos centímetros de él y se mantenía firme.
Él no la saludó, en lugar de eso le levantó la barbilla. Sus ojos se veían tan
fríos como se sentía su mano. Claire sabía, sin duda, que esto no sería
bueno.

—¿Qué discutimos antes de llegar donde los Simmons?

Los ojos de ella brillaron fuego, pero sus palabras sonaron


respetuosas.

—Te dije que no te iba a decepcionar y no lo hice.

—Las acciones tienen consecuencias, te he dicho eso. ¿Por qué es


tan difícil para ti entenderlo?

—Tony, no lo es. Si… —La detuvo, no con un gentil dedo en sus


labios sino con una bofetada en la mejilla izquierda. Claire dejó de hablar,
con los ojos húmedos, pero se negó a mirar a otro lado o atrás.

—Las acciones tienen consecuencias. He estado pensando mucho


acerca de un castigo apropiado.

Claire decidió que no tenía nada que perder. Había un castigo


viniendo, así que bien podía empujar su suerte.

—Tony, si pudieras dejarme hablar. Sé que tu decisión está tomada,


pero permíteme hablar. —Impresionado por su fuerza, asintió y le dijo que
lo hiciera rápido—. Estaba nerviosa por ir a esta barbacoa hoy, pero lo
pasamos de maravilla. Courtney fue la anfitriona perfecta y muy
encantadora. Todo el mundo fue amable conmigo. Realmente no sabía qué
esperar. —Trató de darse prisa—. Bueno, todos excepto Bonnie. Por cierto,
he oído a Bonnie y MaryAnn hablar y todo el mundo lo hacía a tu espalda.
Eso me incluye a mí. Y Sue, bueno, Sue se siente sola. Me dijo que Tim
trabajaba largas horas, lo cual ella mencionó que a él le gusta, pero se
siente sola. En algún momento, me pidió mi número. No tengo uno, como
sabes. Pero pensé que sonaba tonto, todo el mundo tiene un teléfono
celular, por lo que acabé por decirle que no lo tenía conmigo y que no
sabía mi número. Que nunca me llamé a mí misma. Así que supongo que
es por eso que me dio su número. Realmente no sabía que iba a hacerlo. Si
lo hiciera, ¿lo hubiera hecho enfrente de ti?

Tony no la había detenido, por lo que ella decidió mantener la


conversación, moderándose un poco.

—Cuando Courtney me presentó a Tim y a Sue, le dije a Tim que


había oído cosas buenas sobre él de ti. Sólo puedo imaginar que hizo a Sue
y a mí amigas instantáneas. A las mujeres les encanta escuchar cosas
buenas acerca de sus maridos. Te lo hubiera dicho si hubiera conseguido
el número sin que tú lo supieras. No tengo forma de llamar. Y si no
llamara, parecería grosero. Sé cómo te sientes acerca de las apariencias. —
Ella no sabía qué más decir, pero al menos había dicho su parte—.
Realmente lo hice bien hoy, esto es sólo un malentendido, y tus amigos
son muy agradables.

Ella se puso de pie y mantuvo el contacto visual. Tony continuó


hablando como si las palabras no hubieran sido pronunciadas.

—He decidido que puedes elegir. ¿Tal vez te gustaría conocer tus
opciones?

El corazón de Claire se hundió. Se sentó en una silla en la mesa y


miró hacia otro lado. Nada de lo que dijo importó. Él no había escuchado
una palabra.

—Tony, tu decisión está tomada, no me importa. —Derrota llenó su


voz. Ella miró a la mesa, donde en un pedazo de papel había una lista de
aspectos positivos de su día.

—La primera opción es un tiempo de espera de dos semanas en tu


suite. —¿Qué? Eso nunca cruzó su mente. No había manera, no podía
aceptar eso. Ella lo miró.

***

Tony la miraba. Ella se puso de pie y él la encontró cara a cara. Dios,


su fuerza lo cautivó.

—Entonces, elijo la número dos. —La voz de Claire sonó fuerte. Él no


respondió. El silencio creció. La deseaba. Quería decirle que lo sentía, que
había reaccionado de manera exagerada, pero ese no era él. No podía.
—Muy bien, desnúdate.

No dudó. Obedeció su orden. Empezó por desabotonar su blusa,


botón por botón. Entonces se contoneó fuera de sus pantalones, no
discutió ni se quejó, y mantuvo contacto visual todo el tiempo. La
excitación de Tony se estaba volviendo difícil de ocultar. Su cuerpo se
estremeció ligeramente ante él y su comportamiento se derritió.

—Claire, ven aquí. —Ella fue. La sostuvo de los hombros y miró en


sus ojos verdes—. Maldita seas, Claire. —La acercó más—. Tomo
decisiones apresuradas basado en la evidencia que veo. Las apariencias
son importantes. Asumí que tenías algo planeado con Sue, algo que yo no
había aprobado. Estaba equivocado. Tu discurso —le levantó su barbilla,
esta vez gentilmente mientras suavizaba su tono—, fue muy valiente. —
Observó su reacción—. Me ayudó a ver que había saltado a la conclusión
equivocada.

***

Puso su cabeza sobre el cabello de ella. Claire exhaló ante la


revelación inesperada: Anthony Rawlings se estaba disculpando. Ella se
quedó quieta mientras él la rodeaba con sus brazos, su estremecimiento se
detuvo y dejó caer su cabeza contra su pecho, inhalando la esencia a
humo en su camisa. Sintió su erección contra sus caderas y la tensión
empezó a construirse dentro de sus profundidades. El tono de Tony, ahora
dulce:

—Hasta el momento en que Sue te dio esa nota estaba


extremadamente orgulloso de ti. Estuviste asombrosa. Courtney me lo dijo
cerca de diez veces. —Claire sonrió y sintió que su cuerpo se relajaba
contra el suyo—. Hay algo que me gustaría que hiciéramos.

El alivio que trajo su disculpa la abrumó. Su cuerpo continuó


ignorando a la razón. Quería que la tomara y no dudó.

—Sea lo que sea, sí.

—Tu cabello, huele a humo. Me gustaría que nos ducháramos. —


Claire tomó la mano de Tony y lo guio a su ducha. Él la siguió. Una vez ahí
lo ayudó a desvestirse, y él empezó a deshacer su trenza. Bajo el cálido
rocío de la ducha le mojó el cabello, agregó champú, y masajeó
gentilmente—. Tu cabello es hermoso, pero realmente necesita un corte. Y
el clima se está volviendo más frío, así que tal vez algunos reflejos. Creo
que disfrutarás el spa. Tiene una excelente reputación.

Ella se giró para verlo.

—¿No cancelaste mi cita?

Sonriendo tiernamente, él dijo:

—No, estaba esperanzado a que algo me hiciera cambiar de parecer.

Después de trabajar el acondicionador en su cabello, tomó el gel de


baño y empezó a frotar la espalda de Claire. Envolviendo sus brazos a su
alrededor, frotó sus pechos y su estómago. Finalmente, no se pudo
controlar por más tiempo. Claire no quería que lo hiciera. Su tierno toque
causó un dolor en lo profundo de ella. La giró y la levantó. Ella envolvió
sus piernas alrededor de él y su boca mordisqueó sus pechos con
entusiasmo. Su lengua creó sensaciones intensas mientras atormentaba
sus duros pezones redondeados. Ella se sujetó de sus anchos hombros y
dejó que sus dedos corrieran a través de su cabello mojado mientras que
sus fuertes brazos y torso sostenían su cuerpo contra la pared de la ducha
y la movían. Lo anhelaba. Él la provocó con sus dedos hasta que su
autocontrol estaba más allá de su alcance. La llenó completamente.
Estruendosas convulsiones sobrepasaron su cuerpo. Ella esperaba sus
acciones, pero la plenitud hizo arquear su espalda y sonidos escaparon de
sus labios. Sus cuerpos se movían como uno, no debido a las
instrucciones o exigencias. En lugar de eso, el motivo era instinto físico
erótico y carnal. Después de un tiempo la ardiente pasión se movió de la
ducha a la cama. Él obtuvo sus deseos, pero se aseguró que Claire
también.

En algún momento de la noche, Tony le preguntó a Claire qué había


escuchado. Ella le dijo. Al principio, no quería decir nada acerca de ella
buscando a un tipo rico, pero ¿por qué esconder algo ahora? Tony se rio.

Él estaba feliz de saber sobre MaryAnn y que Courtney y Sue fueron


tan serviciales durante el día. Le dijo a Tony cuánto le había gustado verlo
en vaqueros. Definitivamente sexy, le dijo. Él le dijo que la prefería sin
vaqueros o cualquier otra cosa. Eso los hizo empezar de nuevo.

La cita de Claire en el spa sería el siguiente miércoles. Inicialmente


no quería ir, pero ahora pensaba acerca de Chicago y el departamento de
Tony.
—¿Cuántos departamentos tienes?

—Tantos como necesite. No me gustan mucho los hoteles. —Ambos


cayeron dormidos.

***

Tony se despertó antes que su alarma. Escuchando la respiración


suave y delicada de Claire, la vio enroscada en una bola en el lugar más
lejano de la cama, cubierta solo por una sábana. Con la tenue luz de la
persistente luna notó su cabello castaño disperso alrededor de su cabeza,
húmedo y ondulado, su cuerpo pequeño, suave y flexible. Cuidadosamente
levantó las cobijas y la cubrió. Mientras observaba, la calidez de la cobija
inconscientemente le permitió relajarse y establecerse en un sueño más
profundo.

Este no era su plan. Las cosas habían estado en las empresas por
tanto tiempo y ahora las emociones estaban causando estragos. Se
suponía que iba a ser fácil. Su único propósito era para disfrute físico,
liberación de energía, y placer personal. La había vigilado por tanto tiempo.
Se dijo a sí mismo que lo merecía. Aun así de alguna forma, ahora
mientras estaba en el trabajo, en una reunión, o en un avión, en cualquier
lugar, sin advertencia recordaría algo que ella dijo o hizo y traería una
sonrisa a sus labios. Tony incluso notó miradas extrañas de Brent, una
señal visible de que sus pensamientos se estaban revelando a sí mismos.

Esto estaba mal. Tony no quería tener sentimientos. El sexo era


genial. Estaba bien desearla, dominarla, y controlarla. No estaba bien
desear estar con ella, complacerla, y amarla. Aun así cada uno de sus
sentidos deseaba a Claire. Viéndola dormir, quería ver sus ojos verde
esmeralda que llameaban cuando estaba molesta con él, su cuello que se
enderezaba con desafío aun cuando sus palabras se amoldaban a sus
exigencias, y su cuerpo que llenaba cada pensamiento cuando estaba
despierto. Quería tocar su piel, cálida, suave aunque firme, y su largo
cabello sedoso. Quería probarla. Quería oler su esencia en cuanto llegaba
a casa, limpia y fresca con su perfume de elección; y el aroma de ella
después del sexo, cálido, húmedo y exhausto. Y quería escucharla. En este
momento, escuchaba su suave respiración pero también le gustaba
escuchar su interminable plática. Sabía que ella anhelaba compañía y
camaradería. También sabía que actualmente él era su única opción.
Trataba desesperadamente de aparentar estar desinteresado, pero su voz
lo llenaba con un intenso deseo como nunca había experimentado. Ese
deseo tenía un componente sexual, pero también contenía el deseo de
satisfacer sus anhelos. Tony nunca antes consideró satisfacer los deseos
de nadie más. Toda su vida adulta había sido sobre sus deseos, metas,
ambiciones y necesidades.

Mientras su mente sopesaba estos dilemas, pensó en ella a solo


unos cuantos centímetros de distancia. La deseaba de nuevo. Sabía que
podía despertarla y ella se amoldaría a sus exigencias. Acostando su
cabeza de regreso en la almohada recordó el sexo que habían
experimentado y se preguntó ¿cuándo pasó esto? Él ya no quería
dominarla sino satisfacerla. Esta situación era completamente imprevista.
Toda su vida, negocios, todo era calculado, ¿cómo pudo pasar esto?

No se había dado cuenta hasta que se escuchó disculparse. Cuando


entró en su habitación sabía lo que iba a decir. Que no fue lo que dijo.
Anthony Rawlings podía contar con una mano las personas con las que se
había disculpado. Ahora esta mujer, una parte de su plan, estaba en esa
corta lista.

Con los Simmons actuó más allá de sus expectativas. Y luego su


reacción exagerada casi arruina todo. La fortaleza de Claire, defendiéndose
ante él, explicando la situación, y después no quejándose y acatando su
castigo lo conmovió. Pero cuando se tranquilizó por su comprensión, en
lugar de enojarse por su reacción exagerada, lo derritió.

Reflexionando se reprendió a sí mismo. Debería haber permanecido


indiferente, dominante y a cargo. Las palabras de su pasado hacían eco en
su memoria, “solo los débiles se disculpan”. Reconsideró despertarla,
satisfaciendo las indiferentes cualidades dominantes que probarían que él
no era débil. Pero luego vio su pacífica expresión y pensó en ella dando y
rindiéndose una y otra vez. Silenciosamente, salió de la cama, se puso sus
pantalones, y dejó su habitación. Entrando al pasillo, decidió ejercitarse.
17
Hay algo perverso en más que suficiente. Cuando tenemos más,
nunca es suficiente. Siempre está en alguna parte por ahí, fuera de
tu alcance. Cuanto más adquieres, se vuelve más difícil alcanzar lo
suficiente.
~Desconocido

Traducido por Mae

Clawson lo intentó una vez más.

—Es muy fácil. Los textiles te han creado una fortuna, una fortuna
que ahora puedes sembrar e invertir para que crezca mucho más. Es el
año 1977. El dinero real no está en crear. Está en poseer y vender. ¿Ves
estas cifras? —Le entregó a Nathaniel los informes—. Tienes el capital no
sólo en márgenes de ganancias, sino en los planes de jubilación
garantizados. Ese dinero está allí, esperando a aquellos empleados que
envejezcan. Infiernos, muchos de ellos no serán elegibles para la jubilación
durante otros veinte años. Utiliza ese dinero, inviértelo. Cultívalo. En este
momento, sólo está pudriéndose en estas cuentas.

Samuel se quedó en silencio tanto tiempo como pudo. Los ojos


oscuros de su padre empezaban a parpadear signos de dólar.

—Clawson, el problema con su plan es que nuestros empleados


poseen ese dinero, no nosotros. Han confiado en que mantengamos ese
dinero para ellos así estará disponible cuando se jubilen. Y está creciendo
el interés.

—Con el debido respeto, señor Rawls, ¿ha visto las tasas de interés?
Sus empleados tendrán su dinero, porque no se va a perder. Lo van a
hacer crecer. Luego, cuando llegue el día, tendrán su jubilación y
Corporación Rawls tendrá beneficios adicionales. —Clawson le habló a
Samuel, pero esperaba que Nathaniel lo escuchara.

Lo hacía. Nathaniel dijo:


—Jesús, Samuel, ¿has visto estos informes? ¿Dónde están las cifras
de Hong Kong Industriales? Desde que las opciones de intercambio
comercial cambiaron a setenta y tres, es pan comido manipular estas
opciones. —Clawson le entregó a Nathaniel los informes—. Establecimos
nuestro precio fijo. Si el precio de las acciones comienza a exceder de la
opción cerca al vencimiento, lo cerraremos.

Clawson sonrió. El anciano finalmente lo entendía.

—Tienes el capital para hacerlo.

Samuel lanzó un informe sobre la mesa.

—No es nuestro capital.

Mirando primero a las pilas de repente desorganizadas de papeles, y


luego a su hijo, los ojos oscuros de Nathaniel se oscurecieron aún más.

—Como el infierno no lo son. Es mi maldita compañía. La construí


de la nada. ¿Crees que aquellos empleados por los que te preocupas
tendrían un trabajo si no me hubiera esforzado tanto hace treinta años?
18
Quién va a decir si un momento feliz de amor o la alegría de respirar
o caminar en una mañana brillante y oler el aire fresco no vale la
pena todo el sufrimiento y esfuerzo que implica la vida.
~Erich Fromm

Traducido por Martinafab & Leogranda

Una semana después, volaron a Chicago. Tony se absorbió a sí


mismo en su trabajo y su portátil mientras Claire permanecía sentada en
silencio y pensaba en la ciudad. Había sido un refugio frecuente durante
sus días en la universidad. Valparaíso está a sólo una hora y veinte
minutos del Loop. Ella y sus hermanas de la hermandad pasarían tardes o
noches enteras disfrutando de las vistas. Irían de compras, comerían, o
irían al teatro. Conocían todas las maneras posibles para conseguir las
mejores ofertas.

Claire recordó la diversión mientras recorrían la L y el tren por la


ciudad. A veces, irían con chicos a un partido de béisbol, por lo general los
Cubs. Disfrutaba ver a la gente en el campo Wrigley. No era realmente una
fanática del béisbol, le gustaban las cálidas noches con un grupo de
amigos, disfrutando de perritos calientes y cervezas. Todos se
amontonarían en el vehículo de alguien y harían un viaje por la carretera.
En realidad no había nada mejor que eso. Incluso se les conocía por
saltarse las clases durante un día en Wrigley. Claire lo racionalizó como
una investigación académica, su asignatura siendo meteorología y el
béisbol celebrado al aire libre, todo tenía sentido.

Sus amigos hacían que el béisbol fuera divertido. Para Claire, los
chicos, todos de la misma fraternidad, eran más como hermanos. Después
de un breve romance en su primer año decidió concentrarse en la escuela
en lugar del amor. De repente, Claire se dio cuenta que recordar la
entristeció. Se preguntó dónde estarían esos amigos. Ella estuvo muy
ocupada concentrándose en su carrera. Perdió el contacto con la mayoría.
Tal vez si se hubiera quedado en contacto ellos habrían notado su
desaparición el marzo pasado.

Cuando el avión se acercó al aeropuerto privado, Claire vio el


horizonte contra el azul del lago. Se dijo que apartara la tristeza.
Compartimentar. Debería concentrarse en los buenos momentos en
Chicago. Pero se preguntó, cuando conducir hasta allí en una vieja
camioneta, sabía que se avecinaban momentos divertidos. Pero ahora salir
del jet privado y entrar en el asiento trasero de la limusina alquilada, ¿qué
le esperaba?

Eric hizo de chófer de la limusina mientras se dirigían hacia el lago,


a las siete y media de la mañana. Claire podía ver los edificios, oler el
escape, y sentir la vibración de la carretera cuando el auto giró hacia el
norte por Lake Shore Drive. Se sentía más en casa de lo que se había
sentido en meses. Llena de entusiasmo, quería hablar sobre todo lo que
pasaron: McCormick Place, Soldier Field y Grant Park. Cuando se
acercaron a Millennium Park, pensó en los conciertos que tuvieron lugar
durante todo el verano.

No dijo nada. Tony estaba ocupado en su teléfono. Había estado en


una conversación con alguien desde que aterrizaron. Su voz sonaba
amistosa pero ella podía ver su lenguaje corporal. Contaba otra historia.
Escuchar a Claire dar un recorrido de Chicago no ayudaría a su
disposición. También le preocupaba que él no pudiera aprobar su nivel de
comodidad con Chicago. Originalmente ella no quería que unirse a él en
este viaje, ahora no podía esperar para disfrutar de la ciudad.

La limusina se detuvo en el Edificio Reliance y Tony recogió su


maletín, ordenador portátil y teléfono. Eric dio la vuelta y abrió la puerta.
Sin dejar de hablar por teléfono, Tony asintió a Claire y bajó. Se encontró a
sí misma en la situación familiar, siendo conducida a un destino
completamente desconocido.

Antes de que llegaran, Tony le informó que podía descansar en su


apartamento. No había mencionado la ubicación o cuándo regresaría. Ella
respiró hondo y esperó mientras Eric movía el auto por las calles llenas de
gente. En poco tiempo la limusina avanzó en una línea acercándose a la
puerta de entrada a la Torre Trump.

Eric bajó la ventana que separaba los dos compartimentos y le


entregó a Claire la primera información sobre su destino.
—Señorita Claire, el apartamento del señor Rawlings está en el
octogésimo noveno piso de la Torre Trump. La seguridad tiene su nombre y
le permitirá el acceso. Cuando entre por las puertas principales, camine
hacia la izquierda. Verá un mostrador de seguridad. Le ayudarán a llegar
al apartamento. Voy a estacionar el auto y llevaré sus bolsas y las del
señor Rawlings tan pronto como pueda. El personal del apartamento
estará disponible para ayudarla una vez que llegue el octogésimo noveno
piso. ¿Tiene alguna pregunta, señorita?

—No, gracias, Eric. Voy a estar bien. —Entonces ella esperó a que
detuviera el auto y diese la vuelta para abrirle la puerta. Con solo cinco
horas de sueño, Claire se sentía como un ratón colocado en un laberinto.
¿Sería capaz de encontrar el queso?

Una brisa fresca del lago la golpeó en las piernas cuando se bajó del
auto y se dirigió a la Torre Trump. Pensó en su apariencia, la blusa, falda,
tacones sofisticados, y el pelo recogido. No se parecía a la chica de
universidad que solía vagar por estas calles con sus amigos. Las puertas
se abrieron y el botones asintió mientras pasaba. Parecía que pertenecía a
una limusina. El guardia de la oficina de seguridad no la cuestionó cuando
ella habló con confianza:

—Hola, soy Claire Nichols. Por favor, muéstreme al apartamento del


señor Rawlings.

—Sí, señorita Nichols, la hemos estado esperando. Esperamos que


su vuelo fuera agradable. Por favor, sígame por aquí. —El guardia hizo
todo lo posible para hacer una pequeña charla, pero la mente de Claire se
demoró seis años atrás.

Una vez que el ascensor llegó al octogésimo noveno piso, Claire le dio
una propina al guardia, le dio las gracias, y entró por la puerta abierta del
apartamento. Inmediatamente, un caballero encantador la saludó:

—Hola, señorita Claire, mi nombre es Charles. Estoy encantado de


conocerla. —Él le mostró la habitación del señor Rawlings. ¿Estaría
interesada en algo de desayuno, café, o cualquier otra cosa?

La habitación de Tony le recordaba a su apartamento en Nueva York,


más de los colores naturales masculinos. Las persianas estaban bajadas y
Claire le pidió a Charles que las abriera. La habitación se sentía oscura y
lúgubre y ella sabía que al otro lado de las sombras el sol brillaba. Las
vistas cuando él abrió las cortinas la dejaron sin aliento. Las ventanas
daban al norte, hacia el lago. Muy por encima de la mayor parte de la
ciudad, ella podría estar cerca de la ventana y mirar hacia abajo a los
edificios. Sólo un poco a la izquierda podía ver Navy Pier y fuera los barcos
del lago. La hermosa vista la hipnotizó. Amaba Chicago, y allí abajo había
ochenta y nueve pisos.

—Señorita Nichols, ¿se quedará o saldrá?

Sacándola de su trance, ella sabía que sus deseos y la realidad eran


diferentes. Ella y Tony no había discutido sus actividades.

—Creo que me voy a quedar aquí por ahora, y me gustaría un poco


de café, por favor.

Charles volvió con el café y su equipaje. Si estuviera en Iowa ella


podría estar de camino a su lago. En su lugar, estaba secuestrada en el
apartamento de Tony. Se acostó en la gran cama fría de lujo, se cubrió con
mantas, y se quedó dormida. Cuando despertó, el reloj marcaba las 12:30.
Tony podría no estar de vuelta por lo menos en cinco horas. Si solo
pudiera ponerse en contacto con él, averiguar sus planes. En cambio,
investigó su apartamento.

No era de extrañar que fuera magnífico y aparentemente tomaba


todo el octogésimo noveno piso. Al igual que su apartamento de Nueva
York había ventanas del piso al techo en toda la vivienda. Encontró una
oficina que contenía ordenadores y teléfonos, sin duda, la oficina en casa
de Tony en Chicago. Abrió la puerta de la oficina, miró alrededor, y la cerró.
Bajo ninguna circunstancia se le permitía entrar a su oficina en casa sin él.
No había ninguna razón para creer que las reglas serían diferentes aquí.

Se le ocurrió a Claire que tal vez Eric sería capaz de ponerse en


contacto con Tony y descubrir sus expectativas. Charles le informó que
Eric estaba con el señor Rawlings. No sabía cuándo planeaban volver.

A continuación Charles le sirvió el almuerzo. Llevaba un parecido


sorprendente con sus comidas diarias en Iowa. Claire sabía que había
varios restaurantes con deliciosos alimentos a sólo un viaje en ascensor de
distancia. Su apetito desapareció, y se acomodó en el sofá de la sala de
estar con un libro. Entre las impresionantes vistas y el innegable anhelo
de estar en la ciudad, tenía dificultades para concentrarse. Finalmente, a
las cuatro y media, Charles le informó que el señor Rawlings había
llamado. Ellos tenían reservaciones para la cena para seis y entradas para
el teatro, la presentación de las ocho y media de “Wicked”.

Mientras se preparaba para la noche, Claire abrió su bolsa de ropa a


un vestido sin tirantes marrón topo Nicole Miller con lentejuelas. Nunca
había visto el vestido antes, pero por supuesto que encajaría
perfectamente. Los zapatos a juego Gucci y el bolso de mano completaron
el conjunto. Incluso tenía una pequeña chaqueta con lentejuelas a juego,
apenas lo correcto para una tarde de otoño. Se amontonó el cabello en la
coronilla con grandes rizos en espiral colgando de su cuello.

Mientras completaba los toques finales a su maquillaje, Tony entró


en el dormitorio, saludó a Claire, y se fue al baño contiguo para darse una
ducha rápida. Ella sonrió. Su tono sonaba informal, como cuando otras
personas estaban cerca, y sus ojos eran de chocolate con leche. Salió del
baño bien afeitado, el cabello mojado y una toalla alrededor de la cintura.
El aroma de la loción de después de afeitar llenó la habitación.

Al verlo, pensó momentáneamente en una conversación que había


estado teniendo últimamente con ella misma. Por lo general, iniciaba con
pensamientos de él, pensamientos agradables. Entonces pensaría en la
forma en que él la hacía sentir o lo mucho que le gustaba verlo feliz. Sería
luego que se giraría a cuestionarse, algo así como: Estás completamente
loca o simplemente inestable. No sabía cómo podía estar sintiéndose de
esta manera por él. Después de todo, él la secuestró. Le había hecho daño,
pero cuando él era bueno… Claire trató de recordar, había una canción o
algo que decía: cuando es bueno, él es muy bueno; y eso lo resumía.

Reflexionó sobre las muchas caras desconcertantes de este enigma


mientras lo observaba en el espejo. En primer lugar, mirándolo mientras
se quitaba la toalla, su pulso se aceleró y se olvidó de su acicalamiento.
Nadie podría negar su increíblemente apuesto físico. Demonios, era
precioso. A pesar de la diferencia de edad de casi veinte años, observó sus
músculos definidos, hombros anchos, y el firme abdomen.
Momentáneamente, ella fantaseó con la sensación de su piel contra la de
ella. En segundo lugar, él era, sin duda, un hombre de negocios muy
exitoso que deseaba mantener su vida privada. En tercer lugar, creía total
y completamente en las apariencias. En cuarto lugar, tenía un apetito
sexual insaciable. En ese terreno Claire había llegado a un acuerdo con
sus diferentes enfoques, en cualquier lugar de ternura a dominación. Sin
embargo, el lado de Tony que más molestaba a Claire era su
imprevisibilidad. Su temperamento podría cambiar sin previo aviso,
haciendo que un tornado de Indiana pareciera dócil.

Debido a su posición, su deseo de privacidad y apariencias eran


comprensibles. Era la rapidez con la que podía ir de sereno a furioso lo que
le preocupaba. Sin embargo, mientras Claire lo observaba vestirse, olía su
colonia, y lo oía hablar, su cuerpo se estremeció con anticipación. Deseaba
estar en su brazo, disfrutando de la vida nocturna de Chicago.

Sus reservas de la cena eran para Sixteen, un buen restaurante en el


piso décimo sexto de la Torre Trump. Su mesa tenía una vista increíble de
la Torre de Reloj Wrigley. Tony ordenó el vino, aperitivos y comidas. La
reputación de la excelente cocina resultó ser cierta, todo sabía delicioso.
Charlaron durante toda la comida, sobre todo de Chicago y sus muchas
posibilidades. Claire no se quejó de haber pasado el día en el apartamento,
pero mencionó que después del spa le gustaría hacer algunas compras.
Después de todo, ¿no era Tony el que seguía animándola para que fuera de
compras?

Después de la cena, Tony sugirió que caminaran la corta distancia


de la Torre Trump a Cadillac Palace Theater. Habiendo querido estar fuera
todo el día, Claire pensó que su idea era fantástica. Sentir la brisa cálida
de la ciudad, caminar cogidos del brazo por la calle Sur a través de la
multitud de personas, le dio una carga de anonimato. Hablaron y rieron
mientras la noche se desvanecía en la noche. Los sentidos privados de
Claire se llenaron de sonidos del tráfico, la sensación de una multitud, y
visiones de edificios transformándose en monumentos de arquitectura
mientras la oscuridad descendía y las luces iluminaban.

Claire podría haber caminado por siempre. Incluso la sensación de


sus zapatos golpeando el duro hormigón le encantaba, pero su recorrido
terminó demasiado pronto. Al entrar en el teatro, vio el cartel del
espectáculo muy por encima de sus cabezas. Ella había sido durante
mucho tiempo fan del “Mago de Oz”, y de inmediato se sintió
entusiasmada de ver la actuación de “Wicked”.

Por supuesto, estaban sentados en asientos de primera. Claire


recordó espectáculos que había visto en el mismo teatro años anteriores,
sentada en algún lugar cerca de la parte superior de los balcones.
Actualmente, tenían una excelente vista del escenario y la orquesta.
Durante las próximas horas, Claire se perdió en la actuación: la
interpretación, el baile y el canto. Cuando Elphaba cantó “Defying Gravity”,
Claire estaba absolutamente hipnotizada, su vida desapareció en la
actuación. De vez en cuando notaría a Tony observándola, no al
espectáculo. Ella decidió ignorar sus miradas y disfrutar del espectáculo.
Ella creía que su comportamiento era el apropiado y sabía sin duda que si
no fuera así él se lo haría saber.

Después del espectáculo, caminaron de regreso a la Torre Trump.


Tony habló la cita de Claire prevista para las nueve de la mañana. Ella
tendría un masaje, facial, y servicios de peluquería programados, pero si
quería más sólo tenía que hacérselos saber. Todo se facturaría al
apartamento de Tony. Su única preocupación sería la generosa propina, y
él le daría todo el dinero que necesitara. De hecho, el spa estaba en la torre
y Charles estaría disponible para ayudarla a encontrarlo. Ellos le
proporcionarían el almuerzo si sus servicios tomaban demasiado tiempo y
probablemente lo harían.

Esa noche la cama de Tony no estaba fría como lo había estado


antes durante el día. Claire creía que sus negocios en Chicago debían estar
yendo bien. Esa noche fue generoso, demostrativo, sensual y erótico. Tal
vez él seguía lamentándose por su juicio rápido de la semana anterior. Sea
cual sea el motivo, ¡a Claire le encantaban los resultados!

En el pasado, durante las noches que Tony se había quedado en la


cama de Claire, parecía dormían en polos opuestos. El final de esta noche
concluyó de diferente manera. Se quedaron dormidos con la mejilla de
Claire en su pecho, su brazo alrededor de su hombro desnudo, y su brazo
sobre su abdomen apretado. Podía sentir su calidez cuando el pelo del
pecho le hacía cosquillas en la nariz, su cabeza subía y bajaba con cada
una de sus respiraciones, y el sonido de los latidos de su corazón en el
oído. Ella inhaló su aroma embriagador y se sumió en un sueño profundo
y pacífico.

A la mañana siguiente, se despertó sola. Debido a las pesadas


cortinas la habitación estaba a oscuras: haciéndolo difícil para Claire
juzgar la hora. El reloj marcaba las 07:10.

No había escuchado a Tony levantarse de la cama, ducharse o


vestirse, y no tenía idea de cuánto tiempo había estado ausente.
Poniéndose una bata, decidió buscar café. En casa, le habría sido llevado
inmediatamente al despertar. Entonces pensó, no, esperaba, tal vez este
cuarto no tenía la calidad de vigilancia de su cuarto en Iowa. En el
comedor, Charles le sirvió café y le informó que el señor Rawlings se había
ido treinta minutos antes para su oficina de Chicago.

Bebiendo el rico líquido negro, la mente de Claire recordó los


placeres de la noche anterior. No sólo el sexo, lo que fue genial, era el
recuerdo de su voz y las expresiones. Dichosamente caminando de regreso
al dormitorio, Claire le dijo a Charles que esperaría hasta después de
vestirse para el desayuno.

De vuelta en la habitación de Tony, encontró su nota:

Estoy seguro que recuerdas que tu cita es a las 9:00, no llegues tarde.

Planeo estar de regreso al apartamento a las 6 p.m.

Mencionaste hacer compras anoche durante la cena, te he dejado tu


identificación y tarjeta de crédito. También hay suficiente efectivo para
propinas y gastos imprevistos.

Después de tu día de spa, Charles te ayudará con el transporte para


ir de compras.

No te olvides de mis reglas. Confío en que aprendiste bien.

Nunca comenzaba sus notas con un saludo o las firmaba. Claire


miró en el sobre debajo de la nota. Contenía su identificación y tarjeta de
crédito, así como más de 1.000 dólares en diferentes denominaciones.

Claire pensó que era innecesario que Tony mantuviera su


identificación y tarjeta de crédito. No es como si ella tuviera la oportunidad
de utilizarlas cada vez que quería. Y la cantidad de dinero en efectivo
parecía excesiva hasta que vio la pequeña nota sobre uno de los billetes:

$ 100 para el estilista que te ayude

Claire decidió que era útil, ella no habría considerado dar tanta
propina. Tal vez algunas instrucciones son útiles.

Llegó al Day Spa diez minutos antes. Ellos la saludaron y la


condujeron a una de las salas de tratamiento. En vez de música, el aire
estaba impregnado con sonidos de la naturaleza y el aroma de las velas
perfumadas. La iluminación indirecta ayudó a completar la atmósfera
relajante. Para comenzar su día de mimos la dirigieron a una gran bañera
de hidromasaje. Una vez sumergida, el asistente agregó una mezcla
especial de aceites y polvos basado en las respuestas de Claire a algunas
preguntas de preferencia. Después de la bañera, Claire fue llevada a la
mesa de masaje, donde le preguntaron si quería su rostro sumergido en
un agujero. De repente, asediada por una oleada de recuerdos
desagradables, ella hizo todo lo posible para controlar sus emociones y
acostarse. La masajista comenzó con los hombros de Claire y comentó
sobre la tensión de sus músculos. No pasó mucho tiempo para que la
combinación de los aceites de baño, el ambiente, y la magia de las manos
del masajista aliviaran la tensión. Al concluir el masaje todos los músculos
en el cuerpo de Claire se sentían sueltos y relajados.

A continuación procedieron a la peluquería. Aparentemente, cuando


hicieron la reserva de Claire se había solicitado un procedimiento de lo
más destacado. Nunca en toda su vida había coloreado su cabello. La
aprehensión trajo cierta tensión a sus hombros. Sin embargo, sabía que
Tony había sido el que había planificado su tratamiento, así que la idea de
cambiarlo era más inquietante. Mientras que el color se asentaba en su
cabello, la trataban con un facial que afirmaba rejuvenecimiento de la piel.
Después de que lavaron y acondicionaron su cabello, el estilista comenzó
el corte y cepillado.

Cuando la silla de Claire giró, miró su cabellera castaña que ahora


contenía abundante caramelo y reflejos rubios claros. Todo mezclado muy
bien, y la longitud realmente no había cambiado. El resultado se veía
saludable, en forma, impresionante, y diferente.

Después ofrecieron a Claire un menú. Ella entusiasmada ordenó su


propio almuerzo, decidiéndose por un plato de variedad de sushi con una
ensalada. Claire decidió que a Tony no debía gustarle el sushi. No había
comido ninguno en meses. Tenía un sabor maravilloso. Tras el almuerzo
ella escogió recibir una manicura y pedicura, mientras el especialista
cosmético completaba su maquillaje. Claire anhelaba pasear afuera, sin
embargo, estaba realmente disfrutando de los mimos. Sonriendo, ella
recordó el entusiasmo de Tony sobre su experiencia de spa.

Eran cerca de las dos cuando la recepcionista trajo a Claire el


teléfono.

—Señorita Nichols, tiene una llamada. —Al principio, ella sólo


miraba. Aparte de Emily hace más de una semana, Claire no había
hablado por teléfono durante casi seis meses. Inmediatamente creyó que
esto era una prueba.
Mirando a sus uñas debajo de la secadora, dijo,

—Gracias, ¿podría, por favor, preguntar quién es?

La recepcionista preguntó y continuó:

—Al señor Rawlings le gustaría hablar con usted.

Claire tomó con cuidado el teléfono.

—¿Hola, Tony?

—Muy bien, Claire. —Ella sonrió—. Estoy en camino al aeropuerto.


Tengo que hacer un viaje de emergencia a Nueva York. —La voz de Tony
sonaba informativa, pero preocupada.

—Está bien. ¿Voy a ir también?

—No, Eric estará de regreso en Chicago esta tarde para acompañarte


a casa. Sólo continúa con tus planes y regresa al apartamento a las seis.
Charles te verá para llevarte al aeropuerto para tu vuelo.

Claire quería preguntar acerca de las compras. Se sentía bonita y no


quería pasar la tarde en el apartamento. Él dijo que continuara con sus
planes. Ella optó por creer que incluyó las compras. Si ella no preguntaba,
podía alegar ignorancia cuando se le cuestionara.

—Está bien, lo haré. —Ella no quería decir nada inapropiado con la


gente escuchando—. ¿Sabes cuándo estarás de vuelta?

—No estoy seguro. Creo que el sábado. Tengo que irme, estamos en
el aeropuerto.

—Te veré luego. Que tengas un buen viaje.

—Claire —hizo una pausa—. No me decepciones.

—No lo haré, Tony. Nos vemos el sábado. —El teléfono se desconectó


desde su extremo. Claire le entregó el teléfono de regreso a uno de los
especialistas e inspeccionó sus uñas, sostener el teléfono no había
causado ningún daño. Sus dedos de manos y pies brillaban rojo brillante,
y su maquillaje había sido aplicado por expertos. Claire se puso delante
del espejo. Deseaba con todas sus fuerzas que Tony pudiera verla ahora,
se sintió impresionante.
Hubo un total de seis asistentes que trabajaron directamente con
Claire. Ella fue a la recepción, firmó el comprobante de cobro, y le dio el
dinero de propina a la recepcionista, con cincuenta adicionales para ella.
Claire sonrió y le agradeció por traerle el teléfono.

De vuelta en el apartamento Claire se cambió de ropa, con ganas de


salir a la calle y disfrutar de las tiendas antes de que necesitara regresar a
las seis. Mirando por las ventanas ella podía decir que el día era cálido.
Las olas en el lago también le dijeron que había una fuerte brisa. Pero, por
supuesto, es por eso que la llaman la ciudad de los vientos.

Tenía un poco más de tres horas para ir de compras y quería


aprovechar ¡cada minuto! De repente, el tiempo se deslizó hacia seis años
atrás. Necesitaba comprar rápido para volver a clases. La mayor diferencia
entre entonces y ahora era su objetivo; en lugar de gangas ella buscó
compras que complacieran a Tony.

Charles ofreció a Claire un chofer, pero ella quería caminar. La


ciudad ajetreada y el clima cálido creaban una atmosfera estimulante.
Ansiaba estar fuera y en su propia corta agenda. Cartier fue su primera
parada. Encontró otro par de gafas de sol. Eran como las de Nueva York,
excepto negras, que serían mejor para el invierno. Aunque ese fue su
pensamiento, se preguntó si realmente estaría con Tony todo el invierno.
Compartimentar. En este momento, su plan era disfrutar de esta tarde y
algunas compras, el resto iba a resolverse por sí solo.

Su familiaridad con la magnífica milla resultó ventajosa para su


objetivo. Ella no tenía a Eric para recoger los paquetes, así que no compró
nada demasiado voluminoso. Sin embargo, consiguió algunas bolsas más
pequeñas de Saks, Anne Fontaine, Armani y Louis Vuitton. Claire se
acercó a la Torre Trump y su reloj dijo que tenía treinta minutos extra. Se
detuvo en la tienda de café para un rápido café moca. En Iowa bebía el
café en su mayoría puro, de muy alta calidad e increíblemente delicioso.
Esta tarde estaba viviendo y decidió que un poco de chocolate daría en el
blanco.

Sentada a la mesa rodeada de sus paquetes, bebiendo su café moca,


la mente de Claire vagó. Su vida parecía haber dado un giro. Las últimas
semanas fueron mucho mejor que los meses anteriores, mucho mejor de lo
que podía haber predicho. Había hablado con Emily, aunque sólo sea por
unos minutos. Pensó en las reglas: el altavoz del teléfono, las limitaciones
y la brevedad de la llamada. Tomó una magnitud de compartimentación
concentrarse en los aspectos positivos de la conversación. Sin embargo,
ella habló con su hermana y eso la hizo feliz. Luego estaba la barbacoa,
menos el desafortunado malentendido, lo que fue un éxito. Tony les
presentó a sus amigos y fueron amables con ella. La cita con Tony la
noche anterior fue romántica: cena, caminar, la obra y las actividades
hasta que se durmieron. Ahora estaba sentada en Chicago, un destino al
que amaba.

Sonriendo, tomó un sorbo de café moca y pensó en él. Ella lo odiaba


un día, luego permitía cambiar el color de su cabello porque él lo pidió.
Cuanto más pensaba en ello, tal vez permitir no era la palabra adecuada.
En realidad, ¿tenía ella una opción? ¿Cómo podía lastimarla un día y luego
hacerla sentir tan realizada la siguiente vez? Su debate interno continuó.

Mientras pensaba en él, los sentimientos de lujuria empujaron lejos


los viejos sentimientos de miedo. Al recordar la sensación de su tacto, el
sonido de su voz, y el sabor de su piel, ella quería creer que era una
mejora significativa. Se preguntó cómo podía estar teniendo estos
sentimientos, cómo podía disfrutar de su presencia, e incluso tener ganas
de estar con él. Había leído sobre el síndrome de Estocolmo, tal vez eso era
todo. Sabía que no tenía sentido, pero no podía negar la forma en que
estaba empezando a sentir. Preocupada en sus pensamientos, no se dio
cuenta que una mujer se acercaba hasta que estuvo directamente encima
de ella.

—Claire, Claire Nichols ¿eres tú realmente?

Claire miró con incredulidad, al darse cuenta que alguien realmente


se dirigió a ella. Reconoció a Meredith Banks, una hermana de la
hermandad de Valparaíso. Tenía sentido, Valparaíso estaba cerca.

—Hola, Meredith, ¿cómo estás? —Su voz reflejaba su verdadera


emoción y sorpresa al ver a alguien de su pasado. Habían rondado por
estas calles juntas en otra vida.

—Dios mío, estoy muy bien. ¿Cómo estás? Te ves increíble. ¡No he
escuchado hablar de ti en años! —Meredith miró a la otra silla—. ¿Te
importa si te acompaño durante unos minutos?

Aprensivamente Claire miró su reloj. Necesitaba estar arriba antes


de las seis, eran las cinco cuarenta. Consideró las apariencias. Sería
grosero no permitir que se sentara. Claire hizo un gesto con la mano.
—Sí, por favor.

Las dos mujeres hablaron sobre lo que las llevó a Chicago. Meredith
señaló, mirando el botín rodeando la silla de Claire, ella obviamente estaba
haciendo algunas compras. Incluso indicó que eran compras de gama más
alta de las que hicieron en la universidad. Claire se rio, diciendo que
incluso esas tiendas tenían grandes ofertas. No podía dejar de pensar en
Bonnie, que había estimado el valor de su ropa, preguntándose si Meredith
estaba haciendo lo mismo. Meredith le preguntó si vio algún espectáculo
mientras estaba en la ciudad. Claire le dijo que vio “Wicked” y lo disfrutó
mucho. ¿Recordó Claire los espectáculos divertidos que solía ver y los
conciertos? Meredith mencionó que ella estaba en la ciudad por trabajo.
¿Dónde estaba trabajando Claire? Ella parecía saber que Claire había
estado en Atlanta. Claire se preguntó si habían hablado mientras estaba
allí, debía ser. Meredith vivía en el oeste estos días, en California. ¿Claire
alguna vez fue en esa dirección? ¿Dónde estaba viviendo?

Claire hizo lo posible por ser evasiva y amable. Esta era su hermana
de la hermandad siendo amigable, no un paparazzi. Por último, Meredith
comenzó a hablar de su esposo. Se casó con Jerry de la fraternidad y de su
grupo. ¿Claire lo sabía? No, no lo hizo. ¿Cuánto tiempo habían estado
casados? Y Anne y Shaun ¡estaban comprometidos! Si Claire le daba a
Meredith su dirección, estaba segura que a Anne le gustaría invitarla.
Meredith preguntó si Claire estaba casada. ¿Estaba saliendo con alguien?
¿Ella no había escuchado rumores?

Esa palabra sonó una alarma para Claire. Rumor. ¿No era la palabra
que Tony utilizaba para describirla, un rumor? Claire rio de nuevo.

—Oh, Meredith, no aprendimos hace años que nunca se debe confiar


en los rumores.

Mirando su reloj de nuevo, eran cinco para las seis.

—Fue genial verte, pero realmente tengo que irme. Deberíamos


ponernos al día en algún momento. —Claire trató no ser grosera, pero no
quería hablar más. Fue directamente al mostrador de seguridad, donde el
guardia la reconoció y la ayudó con sus bolsas mientras fueron a los
ascensores residenciales.

A las ocho en punto, Claire se sentó en el jet de Tony sola, volando


de regreso a Iowa. Eric era el copiloto, tenía toda la cabina para sí misma.
Trató de no pensar acerca de su conversación con Meredith. Decidió que
era mejor la compartimentación, lo pensaría en otro momento. Decidió
pensar en jueves y viernes con Tony fuera de la ciudad. Sonriendo, se dijo
a sí misma, ¡voy a mi lago!
19
Experiencia: es la maestra más brutal. Pero aprendes. Dios mío,
vaya que aprendes.
~C. S. Lewis

Traducido por Raeleen P., Flochi & Mae

Claire se despertó la mañana del jueves con el sonido inusual de la


lluvia. Con la aridez del verano, primero dudó de lo que escuchaba. Pero
cuando se le aclaró la cabeza, el ruido tuvo sentido. Dirigiéndose hacia la
ventana, vio gotitas en la ventana, nubes grises y charcos en el piso.
Estaba muy emocionada por el lago pero no quería caminar ocho
kilómetros de ida y ocho de venida bajo la lluvia y el lodo. La decepción la
invadió. ¿Cómo es que llovía en el único día en que quería que hubiera sol?
Sin Tony, el día parecería eterno.

La mañana del viernes, se recostó en la cama y esperó el sonido de


la lluvia. Forzando a sus oídos, solo pudo escuchar el silencio.
Tímidamente, viendo fuera de la ventana, contempló el despejado cielo
azul. Era como si la lluvia se hubiese llevado la suciedad y sequedad del
verano. Todo se veía fresco y limpio. La brillante luz de la mañana se
reflejó en las hojas húmedas.

Se puso su bata y salió al balcón e inmediatamente detectó la caída


de la temperatura. Temblando, envolvió sus brazos a su alrededor y
contempló el bosque poli cromático. La fragancia nítida del otoño se
adentró en sus pulmones. Puede que estuviera fangoso, pero no le importó.
Se pondría un par de zapatillas viejas y caminaría hasta el lago.

Al alistarse aquella mañana, su reflejo la tomó por sorpresa. El


nuevo color más claro de su cabello hacía su tono de piel más claro y sus
ojos se veían de un verde más profundo. No era como si de repente se
pareciera a Marilyn Monroe, pero su reflejo se veía más rubia que antes.
Claire no sabía qué pensaba de su nueva apariencia, pero sí sabía que
Tony no regresaría sino hasta mañana. Así que se agarró el cabello en una
coleta.

Mientras se vestía, Claire se dio cuenta que no tenía nada parecido a


unas zapatillas viejas. Todo era nuevo o al menos eso parecía. La ropa que
había estado en su closet por casi seis meses, ya no estaba. Tanto si iba de
compras como si no, su guardarropa no disminuía nunca. En ese
momento, los suéteres y las chaquetas se multiplicaron mientras dormía.
Por suerte, sus pies no cambiaban de número, por lo que las botas para
senderismo que pidió meses atrás, estaban ahí esperándola y listas.
Decidió que solo las limpiaría cuando llegara a casa.

Catherine no aprobaba el plan de Claire. El suelo estaría lodoso y


resbaloso. ¿Y si se caía y se torcía algo? Claire le prometió que estaría bien.
Le dijo a Catherine que hacía mucho que no hacía senderismo en el
bosque. Quería quedarse afuera el mayor tiempo posible. Claire dijo que
regresaría, solo no sabía cuándo. Catherine le prometió la cena cuando
llegara, no importaba la hora. También le dio a Claire comida
empaquetada, con botellas de agua y termos llenos de café caliente. Fue
hasta después de las diez que se fue al patio.

Había pasado casi un mes pero Claire se sabía cada vuelta para
encontrar su lago. Casi al mediodía, llegó a su destino. La orilla se veía tal
cual la recordaba, solo que ahora los árboles que rodeaban el lago eran
multicolores, con colores vivos y brillantes de rojos, amarillos y naranjas.
Definitivamente el verde era minoría. Ciertas variedades de árboles
caducifolios, estaban sin hojas. De repente se preguntó qué ocasionaba
que algunos árboles perdieran sus hojas antes que otros. Tenía que
investigarlo.

El olor del otoño llenó el aire, fuerte, conmovedor, fresco y especiado.


Después del viento y lluvia del día anterior, el aire estaba tranquilo, las
hojas que quedaban no crujían y el lago estaba sereno. El agua parecía un
espejo enorme. Los árboles coloridos en la orilla se reflejaban en el agua.
Claire deseó tener una cámara. La simple belleza era igual a una foto de
postal.

Los sonidos de la naturaleza se hallaban en todas partes: las abejas


o avispas amarillas zumbaban en la luz del otoño, las aves cantaban y los
roedores del bosque se escabullían entre las hojas caídas. Observó a los
patos nadar en el hermoso y tranquilo lago, cómo dejaban estelas al seguir
su camino. Algunos flotaban cerca de la orilla, sumergiendo su cabeza en
el agua de vez en cuando, llenando sus estómagos para su migración hacia
el sur. Septiembre casi terminaba, si pudiera, también iría hacia el sur.
Con suerte, iría a Atlanta pronto.

Cuando Claire se vistió, se había puesto un pantalón, una camiseta


para hacer ejercicio, y una chaqueta. Ahora que el sol estaba en su punto
más alto, el calor le permitió quitarse la chaqueta. Y al caer la tarde hasta
se quitó sus botas, se remangó el pantalón y se sumergió en el agua. Una
parte de ella entendía la posibilidad de que no regresaría al lago antes del
invierno. Quería sentir todo mientras aún podía. Claro, esperaba que su
deuda estuviera pagada pronto. De manera realista, reconoció que sus
obligaciones ahora incluían viajar. Si esperaba acompañar a Tony fuera de
la ciudad, no estaría en casa para explorar.

El agua ocasionó que sus pies se estremecieran. Observó sus uñas


de los pies pintadas de un color brillante mientras pisaba las piedras y sus
dedos se enterraban en la tierra bajo el agua. Cuando se quedó quieta, los
pececillos nadaron, investigando el color rojo brillante de sus uñas.
Algunos hasta picaban sus dedos, le daban cosquillas.

Claire comió a la media tarde, pero su estómago le dijo que


necesitaría cenar pronto. Encontró café en los termos y ya no estaba
caliente, así que fingió que era frappuccino sin el hielo triturado. Ayudó a
llenar el vacío hasta que alcanzara la cena prometida de Catherine.

La luz del día se estaba desvaneciendo y antes de darse cuenta, el


cielo comenzó a ponerse rojo. Dándole un vistazo a su reloj, notó que ya
pasaban de las siete; se preguntó a dónde había ido el día mientras que el
paisaje más hermoso se desenvolvía ante sus ojos. Se sentó en la orilla y
miró el cielo cuando el sol se puso encima del lago. No se pudo obligar a
levantarse y regresar a la casa cuando la adorable foto de postal se
transformaba en una impresionante explosión de carmesí. La puesta de sol
ocasionó que las pocas nubes en forma de cúmulos cambiaran de blanco a
gris a rosa, y después a un rojo vivo. El resplandor brillaba en las hojas,
alterando su color. La escena continúo aumentando en viveza. La belleza
siguió creciendo. Claire se sentó pacientemente y observó con un nuevo
sentido de satisfacción.

Una vez que el sol alcanzó la línea de los árboles en la lejana orilla
del lago, la oscuridad se extendió rápidamente sobre la tierra. Claire se
acordó de Catherine, estaría preocupada. La idea de caminar en la
oscuridad del bosque debió asustarla pero no lo hizo. Sabía el camino de
regreso. En el día le tomó una hora y cuarenta y cinco minutos llegar a la
casa o una hora para alcanzar el claro.

Cuando llegó al claro, la iluminación de la luna le permitió ver la


hora: ocho y media. No era mala hora pero serían casi las nueve y media
antes de que llegara a casa. El aire se había enfriado pero aún sabía fresco
y limpio, inhaló y corrió tan rápido como podía. La dirección no era un
problema, era seguro. El camino no solo tenía obstáculos como ramas y
raíces, sino que la lluvia había dejado áreas que la hicieron resbalar. Una
vez su pie izquierdo se resbaló y su rodilla derecha se manchó de lodo.

Cuando entró al patio trasero, sus ojos se concentraron en su reloj;


eran las nueve treinta y cinco. El último tramo de su viaje había tomado
más tiempo de lo normal. Su estómago gruñó pero su primera prioridad
era quitarse las botas enlodadas, pantalones, y tomar una ducha o un
buen baño. Dejó las botas en la puerta trasera.

El suelo alfombrado del corredor del sureste se sintió suave bajo sus
pies en comparación con sus botas para senderismo. También acalló sus
pasos. Mientras abría la puerta de su suite, sus pensamientos iban de
quitarse sus pantalones enlodados a un baño caliente. Y aunque el cuarto
estaba a oscuras, caminar por ahí era fácil. Incluso consideró dejar la luz
apagada. Luego se acordó de Catherine. Prender la luz le haría saber que
había regresado. Cuando se estiró para alcanzar el interruptor, sintió su
presencia. Antes de que pudiera hablar, un brazo bajó hasta su cuello y
dobló su cabeza hacia arriba bruscamente cuando jaló su coleta hacia
abajo. Todo pasó tan rápido, jadeó.

Su voz feroz en la oscuridad era inconfundible.

—¿Dónde mierda has estado?

Trató de responder pero el brazo alrededor de su cuello le impedía


tomar aire. No podía respirar, mucho menos hablar. La dejó ir
momentáneamente mientras la giraba. Ahora lo veía cara a cara. Las
manos de él apretaron sus hombros con una fuerza que nunca había
experimentado. Su cálido aliento golpeó su rostro con cada palabra.

—Te hice una pregunta. ¿Dónde mierda has estado?

Tosió a la repentina ingesta de aliento y trató de responder.

—Tony, pensaba que regresarías a casa hasta mañana.


No era una respuesta a su pregunta. Y aunque las luces seguían
apagadas, sus ojos se ajustaron rápidamente mientras la luz de la luna
fluía por las ventanas cerradas. Con luz reducida, distinguir colores es
difícil, pero Claire no necesitaba ver el color para saber que los ojos de él
no contenían ninguno. Él liberó su hombro de su agarre y con su mano
derecha la golpeó. Su mano izquierda impidió que ella cayera. La sostuvo
solo para enfrentarla otra vez.

—Ya te pregunté dos veces. No lo volveré a hacer. —Y su mano


impactó su mejilla de nuevo, esta vez más fuerte.

—Tony, por favor detente. —Jadeó por aire mientras su sien y mejilla
escocían—. Estaba caminando por el bosque.

Dejó ir sus hombros, empujándola al sillón. La siguió y se cernió


sobre su cuerpo mientras estaba acostada sobre los cojines.

—¿Esperas que me crea que has estado en el bosque hasta estas


horas de la noche?

Trató de explicarse.

—Estaba en el bosque. El sol se estaba poniendo. Era muy hermoso


—dijo entre jadeos.

Finalmente, él gritó:

—¡Cierra el maldito hocico! Estabas allá afuera porque sabías que


regresaba a casa y no querías enfrentarte a mí después de lo que hiciste.

La mente de Claire giró. No sabía lo que había hecho.

—No sé a qué te refieres. Me dijiste que estarías en casa el sábado,


aún es viernes. No he hecho nada.

Tony le dio otra cachetada y la llamó mentirosa. Luego caminó hacia


el interruptor de luz y lo encendió. Claire lo observó. No traía puesto su
saco y su camisa y pantalón estaban arrugados. Su pecho se inflaba y
contraía con respiraciones trabajosas y sus ojos no solo estaban negros,
sino que se veían violentos. En el pasado se había enojado, pero estaba en
control. Esta noche, su autocontrol había sido remplazado por furia. Sabía
que había pasado algún límite invisible. Claire simplemente no sabía por
qué, pero la razón la asustaba de muerte. Él caminó hasta la mesa y tomó
unos papeles.
—Entonces dime, dime cómo es que esto es un malentendido. —
Sacudió las hojas en su mano y sus palabras se amontonaban—. La
última vez saqué conclusiones. Dime qué tal lo estoy haciendo ahora.

Claire temió hablar, pero lo hizo.

—Tony, lo siento. De verdad no sé de qué estás hablando. —Él le


lanzó las páginas a ella, estas se desparramaron por el suelo a sus pies.
Cuando él no se movió, ella se agachó para recogerlas. Su visión ahora
estaba borrosa por las lágrimas, intentó desesperadamente parpadearlas y
enfocarse en las páginas.

Eran escritos, sacados de internet. Las últimas dos páginas


contenían fotos: fotos de ellos dos en la sinfonía, en algún evento que no
pudo precisar, en Nueva York, y caminando por la calle en Chicago, del
brazo. Luego había fotos de Claire, en la universidad, con amigos y una de
ella y Meredith sentadas en la mesa hablando.

La respiración en su pecho de repente se disipó. Sus ojos se fijaron


en las palabras: “Preguntas respondidas; la Misteriosa Mujer en la Vida de
Anthony Rawlings está de Acuerdo a una Entrevista Cara a Cara”.

Los ojos de Claire se abrieron como platos y de inmediato un diluvio


de lágrimas se desbordó. No podía creer lo que leyó. ¡Oh, Dios mío! Ella no
estuvo de acuerdo en dar una entrevista. ¡No haría eso!

—Tony, oh, Dios mío, no acepté dar ninguna entrevista.

—Entonces, ¿me estás diciendo que la foto hablando con esta mujer
es una impresión fabricada y todo esto es un colosal malentendido? —Él le
apuntó a la foto a la vez que se erguía sobre Claire. Su cercanía la llenó de
temor. Era ella hablándole a Meredith, pero no fue una entrevista.

—Soy yo, pero… —Sus manos la sujetaron y sacaron del sofá y la


fijaron contra la pared—. No estaba dando una entrevista. —Golpeó la
pared con la suficiente fuerza para que una de las fotos se le cayera. Su
agarre le lastimaba los brazos, pudo saborear la sal de sus lágrimas, y sus
oídos resonaron con su voz estruendosa y sonaron por sus repetidas
palmadas.

Su rostro descendió sobre ella.

—Entonces, ¿qué demonios estás haciendo? —La volvió a sacudir—.


Claire, ¡puse mi confianza en ti! Me dijiste que podía confiar en ti y te creí.
Te envié a un día de spa. ¿Así es cómo me agradeces? ¿Rompiendo mis
reglas, por un fracaso público? —La bajó al suelo como una muñeca de
trapo.

Claire se las arregló para recoger los papeles. Quería saber lo que el
artículo decía.

—¿Qué es esto?

—Es una exclusiva sacada de Internet para una historia próxima.


Correrá simultáneamente en People y Rolling Stone. —Se cernió sobre ella
y luego se dio la vuelta abruptamente. Se dirigió a la estantería, recogió un
libro, y lo lanzó a la chimenea. Intentó ganar algo de control sobre su furia
y sí mismo—. Shelly, mi publicista, lo encontró hoy e inmediatamente me
remitió una copia. Volé a casa tan pronto como pude. —Ella se preguntó
cuánto tiempo había estado esperando y enfadándose en su suite. Intentó
desesperadamente intentar leer.

Bueno, ¿creías que conocías a Anthony Rawlings, de cuarenta y cinco


años, multimillonario hecho a sí mismo? ¿O tal vez te gustaría conocerlo?
Podría ser muy tarde. Desde mayo de 2010, Anthony ha sido visto en la
ciudad con la misma mujer misteriosa. Hasta ahora no habíamos tenido
mucho conocimiento sobre la mujer especial de Anthony. Eso fue hasta que
ella acordó sentarse con su vieja amiga y escritora independiente, Meredith
Banks. La mujer en la vida de Anthony Rawlings es Claire Nichols, de
veintiséis años. Originaria de Fishers, Indiana, a las afueras de
Indianápolis.

Claire se graduó de la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Indiana


en 2006. Tiene una licenciatura en meteorología. La señorita Nichols y
Meredith fueron a la misma hermandad desde 2003 hasta el 2006. Se cree
que esta larga amistad es la razón por la que Claire estuvo de acuerdo con
sentarse y discutir su relación con uno de los solteros top del mundo.

Claire alzó los ojos de la página que tenía en la mano. Tony estaba
sentado en el sofá y miraba sus reacciones mientras ella estaba sentada en
el suelo y leía. Todo su cuerpo temblaba a la vez que unas náuseas
brotaban en su estómago vacío.

—Tony, fui a la universidad con Meredith, ella apareció el otro día y


empezó a hablar. No sabía que era una reportera. No le estaba dando una
entrevista. No le dije nada sobre ti. ¡Tu nombre nunca fue mencionado!
Él no habló. En cambio, asintió hacia las páginas y ella continuó
leyendo.

Anthony Rawlings ha sido visto por mucho tiempo como una buena
captura para una mujer merecedora. Ha salido con mujeres tales como la
supermodelo Cynthia Simmons y la artista Julia Owens. Sin embargo,
ninguna de sus previas relaciones ha durado mucho tiempo. Eso es hasta
ahora, ahora que Rawlings y Nichols han estado juntos. Estos dos fueron
vistos por primera vez a finales de mayo (ver la foto) en la Orquesta
Sinfónica de Quad City no muy lejos de la gran finca arbolada de Anthony
Rawlings. Y desde entonces, han sido vistos por curiosos espectadores en
varios eventos de caridad, así como también yendo a dos de las más
grandes ciudades del país, Nueva York (ver foto) y Chicago (ver foto).

La pregunta que todas las solteras elegibles se están haciendo, ¿por


qué Claire? ¿Qué la hace la mujer para un hombre como Anthony Rawlings?
Tal vez sea su juventud, belleza, o estilo. Obviamente, desde sus días en la
universidad hasta el presente, ¡ha encontrado su estilo!

Mientras Claire no confirmó ni negó que ella y Anthony Rawlings


estuvieran involucrados. No negó que viviera en la zona de Iowa City.
¿Podría esa dirección ser quizás la misma que la del señor Rawlings?

Los registros del Seguro Social indican que el único empleo de la


señorita Nichols ha sido de camarera desde que perdió su trabajo en 2009
en WKPZ en Atlanta, Georgia. WKPZ fue comprado por TTT-TV, resultando
en el despido de muchos empleados. Pero a pesar de esta pérdida de
empleo, la señorita Nichols fue vista de compras en Chicago en tiendas como
Saks Fifth Avenue, Anne Fontaine, Cartier, Giorgio Armani y Louis Vuitton.
También se rumorea que la señorita Nichols pasó la mayor parte del día
disfrutando de todas las comodidades que el dinero podía comprar en uno
de los spas más exclusivos en Chicago.

Claire solía pasar sus días en Chicago (ver foto) con muchos hombres
diferentes de la Universidad Valparaíso. Ahora parece que está disfrutando
de una vida mejor con un solo hombre. (Ver foto). Los dos caminando cogidos
del brazo hacia el teatro. Los artistas estarán encantados de saber que
Claire y Anthony disfrutaron de la actuación de “Wicked”.

La evidencia final que confirma su implicación se produjo cuando la


señorita Claire Nichols fue conducida hacia el octogésimo noveno piso de la
Torre Trump, la vivienda privada de la ciudad que pertenece a ningún otro
que el señor Anthony Rawlings.

A Emily Vandersol, de veintinueve años, hermana y única pariente


viva de la señorita Nichols se le preguntó sobre su conocimiento sobre la
relación de Claire y Anthony. La señora Vandersol informó a la señora
Banks que recientemente habló con Claire y sonaba bien. No hubo
menciones de Anthony Rawlings durante su conversación. La señora
Vandersol no tuvo más comentarios.

Lo sentimos, señoras, parece que la señorita Claire Nichols se aferra a


Anthony Rawlings. ¿Qué va a decirnos acerca de este hombre privado?
Esperamos ansiosamente aprender.

Firma: Meredith Banks

Claire sostuvo los papeles a pesar de que terminó el artículo.


Desesperadamente buscó algo que decir, alguna explicación. Por último,
dejó las páginas en el suelo, pero no levantó la vista. Sabía que no había
nada que decir. El artículo no había revelado ninguna información,
aunque el título sensacional aludía que lo haría. Tony lo sabía, voló todo el
camino a casa. Obviamente leyó los artículos muchas veces.

Era ella en la foto. Ella hablaba con Meredith. No era lo que parecía,
pero en su cabeza podía oírle, podía oír su voz. Ahora podía oírlo
levantarse y caminar hacia ella.

—Apariencias, Claire, ¿cuántas veces te he dicho esto? Las


apariencias lo son todo. Hay una foto aquí de ti sentada con ella, la autora.
No importa si lo que escribe no es exacto, es creíble porque se la ve
hablando contigo. —Él no gritaba, había recuperado algo de control, sin
embargo, el aura de furia seguía allí. Claire no quería mirarlo a los ojos
negros a pesar de que podía sentirlos mirándola.

—Levántate. —Sabía que debería, pero no se movió. No podía, su


cuerpo estaba paralizado por el miedo. No tenía ninguna defensa y había
desobedecido sus reglas. Su volumen se incrementó—. Claire, ¡levántate!

Las lágrimas goteaban de su nariz.

—Por favor, Tony —sollozó—. Lo siento mucho. —Él la levantó por el


brazo. Se sentía impotente.

Su voz destilaba ira.


—Todo el camino a casa oraba para que de alguna manera esto fuera
otro malentendido. No harías esto después de que puse mi confianza en ti.
Pero sabía que si no era un mal entendido tenía que haber consecuencias.
Tenía que haber un castigo por esta flagrante desconsideración para la
más fundamental de las reglas.

Ella vio su mano moverse e instintivamente viró para evitar otro


golpe. Fallar cerca de su mejilla lo enfureció, su control se había ido, la
levantó de nuevo. Su mano agarró su collar de perlas. La fina cadena no
demostró competencia contra la ira y el poder de Tony. La perla voló
mientras la cadena rota se deslizaba de alrededor del cuello de Claire. El
siguiente impacto la puso de nuevo en el suelo. Esta vez saboreó la sangre.

No sabía si era su nariz o el labio, comenzó a levantar la mano para


encontrar la fuente. Su voz continuó:

—Y creo que un poco de tiempo lejos de la gente, un tiempo a solas


te ayudará a recordar a quién sí y a quién no hablarle.

Trató de girar y torcerse. Suplicó que se detuviera. Continuó


haciéndole daño y ella se lamentaba, trató de gritar, pero no pudo escapar.
Trató de proteger su rostro, su cuerpo. El tiempo no se movió. Se preguntó
cuánto tiempo sucedería esto. Pudieron ser sólo segundos, tal vez horas,
Claire no lo supo.

De repente cayó hacia atrás por un golpe contundente, la voz de él


parecía alejarse. Su cuerpo gritaba en agonía por el abuso, sin embargo,
había un indicio repentino de dolor intenso. Trató de levantarse, de hablar,
pero no pudo. Luego el silencio creció y todo; Tony, la habitación, las
lágrimas, el miedo y el dolor, todo se desvaneció en la oscuridad.
20
Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, porque tal vez un día
mirarás atrás y te darás cuenta que fueron grandes cosas.
~Anónimo.

Traducido por HeythereDelilah1007

Ella no podía recordar por qué estaba tan asustada, simplemente


estaba terriblemente asustada y sola. Entonces, con el tiempo, la
oscuridad y el frio que la envolvían empezaron a desintegrarse. Podía
escuchar música y sentir calor. Manteniendo sus ojos cerrados, la
oscuridad continuó, pero la música familiar se hizo más fuerte y más
reconfortante. Bette Midler cantaba “Wind beneath My Wings”. Su mamá
amaba esa canción. Ella subiría el volumen de la radio y cantaría cada
palabra. Su mamá solía decir, “No se trata del sonido de tu voz, sino de la
felicidad que te hace cantar”.

—¿Shirley, sabes dónde está mi billetera? —preguntó Jordan desde


el pasillo.

—Mamá, Claire se comió mi Pop-Tart. —La voz ce Emily sonaba


diferente, tan joven. Claire abrió sus ojos. Ella podía ver una escena, como
de una película, excepto que ella estaba y no estaba ahí. También vio a su
mamá, papá y hermana. Claire se vio a sí misma, pero la Claire que vio era
joven, tenía tal vez cinco o seis años. Su pequeña casa era caótica y estaba
llena de cariño.

Miró como su mamá le preparaba a Emily otra Pop-Tart, regañaba a


Claire, y le daba un beso cariñoso en la coronilla. Papá entraba a la cocina,
vestido con su uniforme de policía. Ella no podía creer lo jóvenes que se
veían, lo cálida y llena de amor que se sentía observando esta escena de su
niñez. Papá caminó detrás de mamá y puso sus brazos alrededor de ella.
Ella notó como Emily y Claire jugaban entre sí y con sus desayunos. Ellas
no se fijaron la devoción y adoración que Claire vio que había entre sus
padres. Su madre se rio entre dientes mientras su padre le daba un beso
en el cuello, y ella le entregó su billetera del mostrador de la cocina. Él le
susurró en la oreja, Claire se esforzó por escuchar:

—¿Qué haría sin ti?

—Bueno, no vas a tener la oportunidad de averiguarlo. Planeo


quedarme por aquí para siempre. —Se miraron mutuamente, las dos niñas
pequeñas en la mesa empezaban a distraerlos con sus carcajadas,
disputas, y repentinamente el vaso de jugo de naranja se derramó sobre la
mesa. La pequeña Emily y la pequeña Claire se quedaron calladas a la vez,
ninguna delatando a la otra.

Claire escuchó la voz de su padre.

—Niñas, miren lo que pasa cuando se ponen a molestar. —Su voz no


estaba enojada. Él limpió el jugo con una toalla de papel y mamá lo ayudó
con una toalla de papel—. Intenten tener cuidado, tontitas. —Las besó en
las frentes mientras se daba la vuelta para irse, tomándose su tiempo para
abrazar a su mamá.

La escena empezó a desvanecerse. Claire no quería dejar el


sentimiento cálido que tenía mientras les daba un último vistazo a las
hermanas comiendo sus cereales y riendo. El jugo de naranja derramado
olvidado. Entonces oscuridad… frialdad…

—¿Señorita Claire, señorita Claire, puede escucharme? —La voz


familiar estaba marcada con preocupación. La calidez que sentía de su
infancia se había ido. Ella no quería ir hacia la voz. Ella quería regresar.
Claire quería dormir más, más tranquilidad…

—Vamos Claire, la película empieza en media hora —la voz de su


abuela salía desde la parte de debajo de las escaleras. Claire abrió los ojos.
Se preguntaba en dónde estaba. La casa de sus abuelos. Ella debía estar
quedándose a dormir. Ahora se preguntaba si Emily estaría por aquí
también.

Podía verse a sí misma ya no como una niña, sino como una torpe
adolescente. La abuela la llamó por las escaleras otra vez:

—Claire, tu hermana dijo que iba a recogerte a ti y a tu amiga,


apúrate y baja. —La expresión de la abuela reflejaba preocupación por la
película de Claire. La Claire real se preguntaba si la Claire adolescente
podría ver la preocupación de la abuela.
Claire se precipitó abajo por las escaleras.

—Bien, estoy lista. Llamé a Amy, no puede ir ahora. Y no quiero ver


“Bichos” con Emily. John va a estar ahí. Pensará que es estúpido.

—Llamemos a Emily, vamos a decirle que el abuelo, tú y yo vamos a


ir al cine.

Mientras ella observaba, rezó porque su alter ego aceptara la oferta


de la abuela. También se preguntó por su edad, probablemente catorce, o
quince. Entonces recordó que su abuelo había muerto cuando tenía
catorce, así que si iba a ir con ellas al cine debía tener trece o catorce. La
Claire adolescente hizo una mueca ante la sugerencia de su abuela.

—¿A dónde vamos? —Los ojos verdes del abuelo brillaban, y su voz
retumbaba alegremente mientras se les unía desde la otra habitación. El
corazón de Claire dolió al ver a sus abuelos, y sin embargo al mismo
tiempo se llenó de afecto.

—Al cine —dijo la abuela, sonriéndole al abuelo. Sus abuelos


estaban teniendo una conversación completa a través de sus ojos
brillantes y de sus expresiones faciales.

La joven Claire no lo notó, demasiado absorbida en sí misma. El


abuelo envolvió su brazo alrededor de Claire.

—Genial, he estado intentando hacer que la abuela vaya a ver la


nueva de “Arma Letal”. Sabes que me encanta un poco de drama policial.

La abuela le sonrió.

—Oh, no, está calificada para mayores de 15. Claire preferiría ver
“Ever After”. —Ellos lo estaban haciendo, sacando a Claire de su bajón. No
iría voluntariamente, pero lo estaban haciendo.

—Oh no, abuela. No quiero ver “Ever After”, es una historia sobre la
Cenicienta… estúpida. —A regañadientes le sonrió al abuelo y dijo—:
¡Quiero ir a ver el trasero de Mel Gibson!

Sus abuelos se sonrieron entre sí, y continuaron la farsa amorosa.

—No creo que Shirley y Jordan lo aprueben —dijo la abuela mientras


agarraba el periódico—. Déjame mirar los horarios para “Ever After”.

La adolescente Claire miró por sobre el hombro de su abuela.


—Abuelo, “Arma Letal” empieza en veinte minutos. Si nos apuramos
alcanzamos a llegar. —Su mal humor olvidado, ella creía que se había
salido con la suya. Claire se llenó con calor mientras se veía a si misma
siendo amorosamente manipulada.

La abuela sorprendió a Claire.

—Hey, yo también voy. No quiero perderme el trasero de Mel Gibson.

La abuela le hizo un guiño al abuelo. La escena empezó a


desvanecerse. Lo último que ella vio fue a los tres saliendo por la puerta
para ir al cine.

Claire se preguntó por qué no había recordado esto antes. Entonces


se dio cuenta que no era tan inusual. Había sido criada por una familia
increíble, con amor incondicional y consideración.

En algún lugar del camino, Claire había olvidado lo que eso se sentía,
la calidez que hacía que cualquiera en su aura se sintiera feliz. La
oscuridad regresó, el silencio se combinó con un sentimiento de serenidad
y calor.

Gradualmente la oscuridad se intensificó y el calor se derritió. En la


fría oscuridad, podía escuchar voces otra vez. Ella esperó.

—Claire, habla con nosotros. Abre tus ojos. —No era una orden. La
voz desesperada de Tony se lo estaba pidiendo. Ella no quería abrir los
ojos. Quería sentir la calidez, dormir.

—Señorita Nichols, señorita Nichols. —La voz profunda y poco


familiar ya no se dirigía a ella sino a alguien más—. Vamos a necesitar
empezar con la alimentación intravenosa si ella no recupera la conciencia
pronto. La medicina para mantenerla inconsciente debería salir de su
sistema. Está respondiendo a algunas órdenes, pero no podemos estar
seguros de su condición hasta que despierte completamente. A veces el
cuerpo hace este tipo de cosas por su propia cuenta, apagarse para sanar
y para olvidar el dolor. —Hubo más voces y luego ella escuchó a la voz
poco familiar hablando de nuevo—. Su dolor parece haber disminuido con
la medicación. Debería ayudarla a despertar. —Claire no quería
escucharlos más, o saber sobre qué estaban hablando. Ella solo quería
dormir, sentir calor, y regresar a sus recuerdos.
—Despiértate, dormilón. Tienes una habitación para ti mismo. —
Claire escuchó su propia voz. Sonaba feliz y juguetona. Sin embargo, no
podía verse a sí misma ni a la persona con la que estaba hablando.

—Pero me gusta más este cuarto. Me gusta más esta cama —se
quejó la otra voz y se rio.

—¿En serio? ¿Una cama superpuesta? ¿Eso es lo que te gusta? —


Ambos rieron.

—Mientras tú estés aquí. —Claire podía verlos a ambos, un gran


montículo bajo las mantas, riendo y jugando. Cuando las cobijas se
movieron, se reconoció a sí misma y a Simon, Simon Johnson. No había
pensado en él en años. Ella misma lo había sacado del compartimento.
Sus cabellos despeinados, se veían demasiado jóvenes para tales
actividades. Este era su dormitorio de primer año de universidad.

—Claire, quiero casarme contigo.

—Sí, claro. —Ella no le creía. Sus planes no incluían matrimonio. El


joven Simon, como fuera, iba en serio con cada palabra. Ahora, mientras
Claire observaba, se preguntó: ¿Y si…?

—No, en serio. Podemos esperar hasta acabar la universidad o


podemos escaparnos hoy. No estoy ocupado, ¿qué tal tú? —El fingía estar
jugando, pero su tono tenía más que una pizca de sinceridad.

—Dame un tiempo fuera, ¿está bien? —Claire mordisqueó su oreja—.


Creo que mi papá se enojaría si decido tirar a la basura un año de
universidad para casarme durante el semestre de primavera.

—Quiero casarme contigo, no acabar con tus sueños… Podemos


igualmente acabar la escuela y ser meteorólogos famosos. —Simon no se
enojó, sonrió con ternura y continuó—. Meteorólogos famosos de apellido
Johnson. —Él le mordió juguetonamente la oreja y la dejó tomar la
decisión en esto. Se quedaron en esa pequeña cama superpuesta y
hablaron durante horas. Claire los observó y sus recuerdos inundaron su
conciencia. Ellos compartían tanto sobre sí mismos, sus sueños,
ambiciones, problemas, fallas, esperanzas y logros. Nada podría acabar
con su admiración mutua y el afecto de su primer amor.

Salieron de la cama y se vistieron usando pantalones de ejercicio y


camisetas de la Universidad de Valparaíso. Claire puso su cabello en una
cola de caballo. Mirándose a sí misma ahora, se reprendió. Necesitaba una
ducha, algo de maquillaje, y definitivamente un cepillo. Simon no lo
notaba. Cumplidos llegaban entre abrazos y besos. Él pensaba que ella se
veía hermosa y mandaba adoración con cada palabra. Estaban
completamente enamorados. Discutieron sobre los mejores
establecimientos para cenar cerca del campus, Taco Bell, McDonald’s,
Pizza Hut o Wendy’s. Con un beso cálido y amoroso, decidieron que irían a
Taco Bell. Nada de pretensiones, o reglas, solo la cálida e innegable
necesidad de estar juntos.

Mientras dejaban los dormitorios, Claire miró al desastre: ropas en el


piso, la cama sin hacer, una caja de pizza junto a la cesta de basura, y vio
las comodidades de una casa. La escena de desvaneció, pasando al negro,
el sentimiento de amor se quedó.

Después de mirar, todo en lo que ella podía pensar era: por favor no
te desvanezcas. Quiero que esto continúe. Pero lo hizo. Se desvaneció.

Lentamente, se evaporó, se desvaneció lejos a una oscuridad fría.


Claire sentía tanto frio. Ella quería una manta, algo, lo que fuera, con
calor… por favor. Ella rogaría de ser necesario. ¡El frio era tan… frio!

—Claire, el doctor dijo que tal vez eras capaz de escucharnos cuando
te hablamos. Catherine y yo hemos estado hablándote durante días por ya
más de una semana. Dice que puedes despertar cuando tu dolor
disminuya y estés lista. Por favor, tienes que estar lista pronto. Esta
porquería liquida que te están poniendo en el brazo tiene nutrientes, pero
estás desapareciendo. Catherine ha hecho que el cocinero prepare todas
las comidas que te gustan todos los días solo por si acaso te despiertas y
quieres algo. —La voz de Tony sonaba cerca. Ella podía sentir su apuro y
preocupación. Tuvo que preguntarse, si abro mis ojos él estará justo aquí.
¿Dijo que por más de una semana? ¿He estado dormida por más de una
semana? ¿Cómo pasó eso? ¿Por qué el doctor estaba aquí? Claire no podía
recordar los porqué o los cómo, todo lo que podía recordar era a sus
padres, sus abuelos, su hermana, y Simon. Esos recuerdos la llenaban con
esperanza y promesa, y sin embargo Tony sonaba como si la necesitara.
Ella sabía que debía ir con Tony. No quería hacerlo esperar. Pero se sentía
tan cansada y débil. Tal vez un poco más de descanso antes de abrir los
ojos. Alguien debía de haberle puesto mantas encima porque se sentía más
caliente.
Junto con el calor, Claire podía sentir la dureza de su vestido, era
verde como espuma de mar. Estaba mirándose a sí misma en el espejo
mientras Emily observaba. Estaban en un vestidor muy grande.

—¡Me encanta! —Emily observaba a Claire desde todos los flancos—.


Es perfecto para mi boda.

—En serio, Em, ¿quieres que use verde? —El tono de Claire era
juguetón, pero lo decía en serio. Recordó que no le gustó el vestido, pero
por supuesto lo usaría si era lo que Emily quería.

—Sí. Con tus ojos, es despampanante. —Claire observó a las dos


hermanas y otra vez se volvió a criticar, la que estaba mirando se veía
demasiado pesada y su cabello estaba demasiado espeso y esponjado.
Emily estaba viendo a alguien diferente mientras jugaba con el cabello de
Claire, torciéndolo y hablando—. Con tu cabello recogido y unos aretes
largos. Sé que puedes usar el collar de la abuela. Tiene una perla. Y yo
usaré el collar de perlas de mamá. Se verán geniales, y eso podría ser mi
algo viejo. Tú estarás casi tan bonita como yo.

La mención del collar de la abuela desencadenó algo triste. Sin


embargo Claire no podía recordar de dónde venía la tristeza. No era capaz
de recordar…

Emily, al ser tres años más vieja que Claire, era la novia. Pero
también tenía las responsabilidades de la madre de la novia. Su madre
debería estar ahí, pero no lo estaba. Las chicas solo se tenían la una a la
otra. Era la boda de Emily, sin embargo ella le daba ánimos a Claire.

—Sí, ya quisieras. ¡Solo quiero que sepas que John me ama en


secreto! Sin embargo, queríamos decírtelo, ¿sabes? —Claire le sonrió a su
hermana y sus ojos verdes brillaron.

—Claro, eso no es ningún secreto. Él te ama, tú eres su hermanita.

—Sí, lo sé. Tengo que mantener al hombre a raya usando palos. Está
bien, usaré verde. Pero para mi boda, te voy a meter en el vestido más
llamativo rosa chicle que hayas visto alguna vez. —Las dos hermanas se
rieron. Emily ayudó a Claire a salir del vestido y ambas continuaron con
sus compras. Tenían tantas cosas que hacer antes de la boda. Juntas lo
lograrían todo.
Justo como las dos niñas pequeñas con el jugo, ellas estaban ahí
para la otra. Después de que sus padres murieran solo se tenían la una a
la otra. John lo entendía. Nunca había intentado meterse entre ellas.
Incluso cuando Claire se mudó con ellos más tarde cuando eran recién
casados, le dieron la bienvenida.

Brevemente Claire fue capaz de ver su casa en Troy, Nueva York. No


muy grande, podría ser descrita como atiborrada. Viéndola de nuevo desde
la distancia, Claire se llenó de afecto y calor. John trabajaba largas horas,
y Emily tenía sus responsabilidades de profesora. Pero todavía se las
arreglaban para hacer que Claire se sintiera bienvenida. Repentinamente
se preguntó si se los había agradecido alguna vez. No podía recordar…

Las escenas se desvanecieron más rápidamente ahora. La calidez y


la fuerza se evaporaron. La negrura regresó y la haló dentro. Claire
instintivamente quería alejarse de la negrura. La serenidad se transformó
en frialdad. Abrió los ojos y lo vio, la fría negrura devolviéndole la mirada.
Ella jadeó y cerró los ojos pero entonces podía escuchar las voces de nuevo,
viniendo de todas las direcciones.

—Claire, ¿estás despierta?

—Señorita Claire, por favor, vuelva a nosotros.

Tony habló rápido

—Ella abrió los ojos. Lo vi, hace solo un segundo. —Podía sentir su
mano sobre la de ella—. ¿Puedes escucharme? —Él continuaba hablándole
a Catherine—. Ve a buscar al doctor. Está consiguiendo comida en la
cocina. Hazle saber que está despertando finalmente. —Y con un tono
diferente, uno de desesperación y afecto, le dijo—: Claire, por favor, abre
los ojos.
21
¿Sabes lo que pasa en el tejido de una cicatriz?
Es la parte más fuerte de la piel.
~Michael R. Mantrell

Traducido por Gemma & âmenoire

Claire inhaló, su pecho se sentía apretado, y había un profundo


dolor en su lado derecho. Trató de recordar. ¿Cómo había llegado a este
modo? Se sentía tan débil. Trató de mover su mano para tocar la de Tony,
incluso el intento la dejó agotada.

Había una extraña sensación en su brazo izquierdo. Giró su cabeza


para ver qué estaba haciendo que su brazo se sintiera extraño. Todo se
borró y desenfocó. La luz en la habitación era tan intensa que no podía ver.
Tony notó sus ojos entrecerrados, inmediatamente se levantó del lado de
su cama, y cerró las cortinas. Él regresó y tomó su mano.

—Estaba demasiado brillante aquí. Cerré las cortinas por ti. ¿Eso es
mejor?

Claire trató de responder; no podía hablar. Su boca estaba


demasiado seca. Movió su cabeza muy ligeramente, indicando “Sí, es
mejor”. El movimiento de su cabeza la mareó. Su incapacidad para hablar
la asustó. Sus ojos se humedecieron. Ella los cerró, y una lágrima se
escapó por su mejilla.

—Está bien, no necesitas hablar. —El tono de Tony era amable y


cariñoso—. Por favor, abre tus ojos de nuevo. Fue tan bueno ver tus
bonitos ojos esmeraldas. —Continuó sosteniendo suavemente su mano.
Claire miró la aguja pegada a la curva de su brazo izquierdo. Como si
leyera su mente, él explico—: Así es como has estado comiendo desde hace
casi ya dos semanas. Y tiene algún medicamento para el dolor también,
tratando de ponerte más cómoda.
Claire empezó a recordar: ella estaba en el bosque, volviendo a casa,
y Tony… El recuerdo hizo que sus ojos se abrieran más. Miró a Tony. Sus
ojos se llenaron de pánico. Ella recordó.

La voz de Tony continuó, suave y reconfortante.

—¿Puedes recordar lo que te pasó? Tuviste un accidente. —Claire


trató de decir “No, tú hiciste esto”, pero no pudo. Pudo ser por la sequedad
en su lengua o por el horror de las imágenes, pero se limitó a mirarlo
mientras continuaba—. Tuviste un accidente en el bosque. Cuando te
encontramos, tus pantalones vaqueros y botas estaban todas embarradas,
y tenías múltiples lesiones. ¿Te caíste? ¿Te resbalaste? ¿Alguien o algo te
hirió cuando estabas fuera? Hemos estado buscando en el bosque. Nada
fue encontrado. Claire, hemos estado tan preocupados por ti.

La rigidez en su cuello se volvió dolorosa, y el vértigo dificultó que


enfocara. Podía oír a Catherine. Alguien estaba con ella. ¿Era el médico?
Quienquiera que fuese, estaba justo en frente de ella; un hombre mayor
con una voz profunda y alentadora, muy agradable.

—Señorita Nichols, soy el doctor Leonard. He estado cuidando de


usted desde que el señor Rawlings la encontró en el bosque. ¿Puede
hablarme?

Claire levantó su mano derecha a su garganta. Le cansaba hacer el


más mínimo movimiento.

—Catherine, ¿podría, por favor, traerle a la señorita Nichols un poco


de agua? —Catherine se apresuró por el líquido. Claire vio mientras
Catherine volvía con un vaso y una pajita. Ella se lo entregó al doctor,
quien puso la pajita en los labios de Claire—. Beba lentamente, su
estómago ha estado vacío durante un tiempo. —Claire empezó a beber. El
agua se sentía fresca y refrescante. Siguió bebiendo. El médico habló a
Tony. Claire continuó bebiendo. Podía sentir el revitalizante líquido
lubricar su garganta. Mientras bebía, sólo podía escuchar un zumbido
dentro de su cabeza. Los labios del médico se movían como los de Tony,
pero el único sonido era el zumbido. Él quitó la pajita de sus labios. El
zumbido cesó.

—Por favor, eso era tan bueno. —Claire habló. La habitación se


silenció. Todo el mundo se giró hacia ella.
—Claire, gracias a Dios. ¿Cómo te sientes? —Tony se inclinó sobre
ella. Se dio cuenta que no estaba en su cama, era la cama de un hospital.
Eso tenía sentido. Se preguntó cómo se sentaría. Pero no estaba en una
habitación de hospital, era su suite.

—Me siento… me siento… cansada… y un poco mareada. —Su voz


temblaba débilmente con incertidumbre y dolor.

El doctor Leonard le pidió a Tony y Catherine que le dejaran


examinar a Claire a solas. Catherine accedió y comenzó a salir pero Tony
se quedó, diciendo que a Claire no le importaría si él estaba allí. Claire
empezó a decir que estaba bien, que Tony podía quedarse. El doctor
Leonard continuó:

—Señor Rawlings, me doy cuenta que me contrató. Sin embargo,


como médico, tengo que hablar y ver a la señorita Nichols a solas. Será
bienvenido tan pronto como hayamos terminado. —Tony se quedó mirando
al doctor Leonard. El médico continuó—: Señor Rawlings, ella no está
relacionada con usted. Deberíamos permitirle algo de privacidad.

Claire miró y pensó que Tony podía manejar esto. Era su batalla.
Pero él no luchó.

—Lo siento. Tiene razón. Es solo que ha pasado tanto tiempo desde
que ha estado despierta. No quiero dejarla. —Levantándose, él continuó—,
pero lo haré. Estaré justo fura de la puerta. Por favor, llámeme cuando
haya terminado. —Luego se inclinó, besó a Claire en su frente y salió de la
habitación.

El médico habló con dulzura mientras ayudaba a Claire a quitarse el


camisón y retirar los tubos. Claire inconscientemente pensó que el aliento
del doctor olía a café, a ella le gustaba el café. Él presionó su lado y le
preguntó si le dolía. Tocó su cara, sus mejillas, su sien, ¿dolía alguno?
Examinó su cabeza, tocando su cráneo, delante y detrás, y cerca del cuello.
Luego se centró en sus brazos y piernas. Por último le tocó la espalda,
presionando más duro en algunos puntos. Claire podía ver los restos de
los moretones en sus brazos, piernas y abdomen. Podía sentirlos en otros
lugares. Su espalda y abdomen eran los más perjudicados con la presión
del médico, y su cara se sentía tierna. Mirando sus piernas cubiertas de
manchas marrones y amarillas, se preguntó si su cara se veía tan mal
como sus piernas. Después de que terminó con su examen, y sí, sin
preguntar, la ayudó a ponerse el camisón de nuevo.
—Señorita Nichols, necesito que sea completamente honesta
conmigo, ¿entiende? —Claire dijo que lo hacía, pero estaba muy cansada—.
Por favor, dígame qué recuerda de la noche de su accidente.

—Doctor Leonard, estoy muy cansada y mis recuerdos son borrosos.


—Mientras hablaba su cabeza continuó zumbando. Su garganta se sentía
dolorida. La combinación le dificultaba el hablar.

—Está todo bien. Permítame ponerla en su cama de nuevo. —


Presionó un botón para reclinar la cama y continuó preguntando—. Ahora,
por favor, ¿qué recuerda?

La fatiga abrumaba a Claire. De repente su estómago se rebeló


contra el agua. Inicialmente mareada, al instante supo que iba a vomitar.

—Doctor, voy a vomitar.

Ella se sentó. Agarró un cuenco, y el agua que había bebido volvió a


subir. El doctor Leonard explicó que esto era normal, su estómago había
estado vacío por mucho tiempo. El vómito la hizo temblar, y de repente la
cabeza y sus costillas palpitaban. El dolor fuerte la hizo llorar.

—Señorita Nichols, su medicamento para el dolor ha empezado a


desaparecer. Voy a obtenerle un poco más, pero quiero que esté pensando
razonablemente. Por favor, dígame qué le pasó. —Él era persistente.

Claire se sintió débil con su cuerpo flácido. Quería comida, pero su


estómago ni siquiera podía retener agua. El médico quería saber qué le
había pasado y ella lo sabía. Cuando cerró los ojos y sintió el dolor en su
cuerpo vio a Tony. Vio su rabia, su furia, su falta de voluntad para dejarla
explicarse. Recordaba cada minuto aterrador hasta que había perdido el
conocimiento. Había sucedido hace dos semanas pero todavía sentía la
agonía.

La debilidad combinada con el estómago inquieto le dijo que no iba a


terminar pronto. Quería volver a sus visiones. Pero el doctor esperaba por
la respuesta a su pregunta. Le dio un poco más de agua, pero le dio
instrucciones de enjuagar y escupir en el cuenco. Ayudó a que el terrible
sabor desapareciera. Su boca se sentía húmeda de nuevo. Podía hablar.

—Fui a dar un paseo por el bosque, me gusta el bosque. Había


llovido el día anterior y el suelo estaba resbaladizo en algunos puntos. Lo
hice bien por el bosque, pero dejé que oscureciera. Vi la puesta de sol.
Recuerdo que era carmesí y hermosa. —Apoyó la cabeza en la almohada y
cerró los ojos. Suavemente lágrimas goteaban por sus mejillas. El doctor
Leonard estaba decidido, él le pidió que continuara. Ella lo hizo, pero con
los ojos cerrados—. Así que era de noche cuando me dirigí de vuelta a casa.
Recuerdo llegar al claro, que está a unos cuarenta y cinco minutos de aquí.
El sol… quiero decir, la luna, era brillante esa noche. Traté de volver.
Catherine tenía la cena esperándome. —Sus párpados estaban pesados y
sus palabras lentas y confusas. Nunca recordaba haberse sentido tan
cansada, lo único que quería hacer era dormir. Por favor Dios, ella oraba,
déjame dormir.

—Señorita Nichols, ¿volvió usted de nuevo a la casa? —El doctor


Leonard habló en voz baja.

—No me acuerdo. —Su decisión estaba hecha. Diciendo la verdad no


serviría de nada. En realidad, sería una violación directa de las reglas de
Tony. A ella no se le permitía hablar de asuntos privados. Había aprendido
su lección bien. Como sus costillas, su cabeza, y su estómago dolían, la
lección era reforzada—. Recuerdo resbalarme en el barro. Había raíces y
ramas. Estaba muy oscuro bajo los árboles. Después de eso, no lo sé.

—Por favor, sepa que todo lo que me divulgue está dicho en


confianza. Estoy obligado por completo en la confidencialidad médico-
paciente —habló en voz baja. A pesar de su agotamiento físico, la mente de
Claire era astuta. Sabía que cada palabra que pronunciaba era grabada y
posiblemente escuchada mientras hablaban.

—Doctor, no estoy segura de lo que me está preguntando o lo que


está insinuando, pero no puedo recordar lo que pasó esa noche. Tal vez me
golpeé la cabeza. —Sus ojos estaban abiertos y llenos de lágrimas. Se
sentía tan cansada—. Por favor, ¿puedo descansar? —Sus ojos se cerraban
y podía sentir que se estaba quedando dormida.

Claire abrió los ojos para ver a Catherine con un vaso de su famoso
batido de fresa, plátano y yogur. Ella le dijo a la mujer que la cuidaba que
tenía miedo de vomitar, como el agua. Catherine explicó que el médico
había puesto un poco de medicina en su IV. Ayudaría con el dolor y con su
estómago. Claire alcanzó el botón para levantarse a sí misma, pero antes
de que pudiera llegar a este, Tony lo hizo. Su presencia la hacía temblar
involuntariamente. Sus ojos no estaban oscuros, en vez de eso eran de
chocolate fundido. Tocó su cara suavemente.
—Tienes que escuchar a Catherine. Por favor, trata de beber el
batido. Tienes que ponerte mejor, y para hacerlo tienes que comer. —Ella
lo miró y se preguntó si sabía acerca de su reciente conversación
confidencial. Él continuó—. Por favor, Claire.

Bebió un poco de batido, luego cerró los ojos y se durmió.

La siguiente vez que despertó su suite estaba llena de flores. Se veía


hermosa y el aroma impregnaba incluso sus sueños. Durante las
siguientes semanas fueron reemplazadas constantemente. Parecía como si
nunca se marchitaran. Estaba destinadas a hacerla sentir mejor, pero le
recordaban a la funeraria después de la muerte de sus padres.

Incluso recibió algunas tarjetas de Ponte bien y flores de los


Simmons, Millers y Bronsons. Aparentemente, la secretaria de Tony,
Patricia, llamó a Sue para disculparse. Claire había estado demasiado
ocupada recientemente, y con su accidente no había podido llamarla. Pero
lo haría cuando se sintiera mejor y tuviera la oportunidad. Le hizo sentir
mejor a Claire saber que aunque casi había muerto las apariencias se
mantuvieron.

Claire se recuperó lentamente y poco a poco. El doctor Leonard


continuó tratándola, viniendo a la finca todos los días durante la primera
semana después que despertara. Después de eso, la longitud entre visitas
aumentó constantemente. Él nunca cuestionó su memoria de nuevo. La
empujó a recuperarse. La empujaba a comer, andar, y salir afuera. Él no
era el único empujándola. Catherine la empujaba. Empujaba a Claire a
comer, ducharse, y hacer su pelo y maquillaje.

Incitarla parecía necesario. Claire podría haber permanecido en su


cama todo el día si la dejaban. La única motivación que poseía era volver a
las visiones que había experimentado durante su inconsciencia. Por
desgracia, no volvieron a aparecer en cualquiera de sus sueños.

No era que se sintiera triste, no lo hacía. No sentía miedo, y con el


suficiente medicamento no sentía dolor. Precisamente, no sentía nada.
Consciente o inconsciente lo compartimentaba todo. Nada quedaba. Con
cada orden ella obedecía. Comía. Caminaba, con dificultad al principio.
Sus músculos perdieron tono en sólo dos semanas. Y su peso disminuyó
por debajo de lo que alguna vez recordaba. Se duchaba, al principio con
ayuda y luego por su cuenta. Reconocía las súplicas de Catherine para
peinarse y maquillarse. Sin embargo, todas las actividades la cansaban.
Por lo tanto, dormir se volvió su escape natural y aceptado.

La única persona que no presionaba a Claire era Tony. Sin embargo,


él estaba omnipresente todos los días. Catherine le dijo a Claire que no
había dejado su lado mientras estuvo inconsciente. Ahora se había ido a
trabajar pero regresaba cada tarde. Pasaba casi la mayoría de su tiempo
en la suite de Claire, algunas veces con su portátil, leyendo un libro,
hablando, siempre dispuesto a escuchar, y cada noche durmiendo.
Mientras Claire estuvo en la cama de hospital, durmió en un sofá
reclinable que había sido traído a su habitación. Una vez que hizo el
cambio a su cama grande, preguntó si podía dormir con ella.

Claire dijo que sí, pero… Tony dijo que sólo quería dormir cerca de
ella. El doctor Leonard no le había dado el visto bueno para que regresara
a sus actividades normales. Había sufrido una concusión que fue atribuida
a su inconciencia y dolores de cabezas. Sin embargo, eran sus costillas
rotas las que causaban problema. Claire no podía acostarse en ciertas
posiciones. Su propio peso le causaba dolor intenso. Sabía que el peso de
Tony sería la agonía. No asumía que tuviera una opción en su forma de
dormir. Realmente no le importaba mientras pudiera dormir. Él no se
quejaba.

Cada movimiento, salir de la cama sola, caminar hacia el baño sola,


caminar hacia el comedor o ir al jardín trasero, recibía un regalo. Algunos
eran simples regalos simbólicos: un libro, un diario, o una bufanda,
aparentemente muy a la moda en la temporada. Pero otros, como por su
primera cena en el comedor, eran extravagantes. El comedor le otorgó un
nuevo collar de viaje con tres diamantes en tamaños crecientes para
representar pasado, presente y futuro. El peso en quilates de todo
fácilmente superaba el tres. Era extraordinario, pero Claire extrañaba el
collar de su abuela. Había sido una pérdida del accidente.

Parecía que darle los regalos le daba placer a Tony, así que los
aceptaba. El viaje: pasado, presente y futuro no le sentaba bien. Sabía que
incluso en su estado frágil no quería ninguno de los lapsos de tiempo
representados. La joyería era tan excesiva que Claire empezó a pensar en
ella como un disfraz. La hacía aceptarla más fácil. Trataba de actuar feliz
acerca de los regalos y la atención. Sin embargo, sentía como si sus ojos
hubieran sido… desprovistos de emoción. No había nada dentro de ella.
Catherine sabía que a Claire le gustaba estar afuera, y animaba a
Tony a sacarla hacia el patio. La escena no ayudaba a su estado mental.
Los cielos azules pocas veces brillaban y el verde de la primavera y el
verano había desaparecido. Las hojas se habían ido, los arboles estaban
sin hojas, y el exterior estaba gris. Ahora todo lo que recordaba era el
blanco y negro de la foto del paisaje que Claire vio la primera vez que llegó.

Un día, mientras caminaba por el perímetro del patio trasero


vistiendo un abrigo caliente, le preguntó a Tony:

—¿Tienes una idea de cuándo estará pagada mi deuda? —La


pregunta lo encontró fuera de guardia. Vio sus ojos fluctuar en intensidad,
finalmente quedando en un marrón claro.

—Mi querida Claire, la última vez que estuviste sola, que fue sólo por
un día, mira lo que sucedió. Creo que me necesitas. No quiero que tengas
ningún otro accidente. —Y luego añadió—: ¿Y tú? —Claire sabía sin duda
que no quería ningún otro accidente.

No discutieron su accidente. Discutieron viajar. La idea de dejar la


finca asustaba a Claire. Se sentía confiada en que podría evitar accidentes
si no se movía. Tony le dijo que cuando estuviera mejor le gustaría que se
uniera a él mientras viajaba. Habló sobre Chicago, Nueva York, Phoenix,
San Francisco, y destinos fuera del país. Claire le preguntó si necesitaría
un pasaporte si volaban en un jet privado. Tony dijo que tendría a Brent
trabajando en proporcionarle uno.

En un sábado de mediados de noviembre, dos meses después de su


accidente, Claire fue proclamada técnicamente recuperada físicamente. Se
volvía más fuerte cada vez. Sus moretones había desaparecido, sus
costillas habían sanado totalmente, sus dolores de cabeza eran menos
frecuentes, y podía comer, a pesar de que no tenía apetito. El doctor
Leonard visitó la finca el día anterior y la liberó de su cuidado.

Tony decidió que debía salir de paseo. Claire no había dejado la


propiedad o incluso la casa inmediata desde principios de septiembre. La
idea de meterse en el auto causó un trauma explosivo e inesperado. Esa
mañana obedientemente se vistió en la ropa que fue dispuesta para ella, lo
que ocurría cada día desde que estuvo lo suficientemente bien para
vestirse. El sol brillaba y la temperatura se sentía cálida a pesar de la
estación del año. Anticipó que saldrían, pero cuando Tony anunció que
tenía el Lexus estacionado al frente, Claire entró en pánico. Su reacción
fue rápida e impredecible. Empezó a llorar y temblar. No quería ir.

Por primera vez desde el accidente Tony presionó. No preguntó,


declaró que iban a salir a dar un paseo. Era lo mejor que podía hacer. Ella
necesitaba salir, pero Claire no podía pensar claramente. Se sentó en los
escalones al frente y se negó a pararse. Finalmente, Tony alcanzó su brazo.
Ella reaccionó más violentamente de lo que lo había hecho desde su
llegada. Todo su cuerpo se llenó con angustia. Temblorosa, empezó a gritar.

—¡Recuerdo todo! ¡Sé la verdad! ¡Por favor, no me toques! —Su


cuerpo se sacudió—. ¡Te odio! ¡Déjame en paz! —La miró con incredulidad.
Ella lo miraba con venganza.

Sus gritos ocasionaron que Catherine y Cindy vinieran corriendo.


Para el momento que llegaron, las palabras de Claire eran inteligibles,
sobrepuestas con sollozos y lloriqueos. Se sentó en los escalones,
temblando y sosteniendo sus rodillas. Eventualmente sus sollozos se
aquietaron en lágrimas corriendo libremente. No habló cuando Catherine
gentilmente la ayudó a ponerse de pie y tranquilamente la acompañó al
auto.

Empezaron a conducir en silencio. Tony no hizo o dijo nada.


Condujo y dejó llorar a Claire. Había pasado dos meses desde su accidente.
No había llorado o dicho una palabra, y de repente todo hizo erupción.

El doctor Leonard le había dado su alta. Tony había sido paciente.


Claire sabía lo que quería de ella y estaba paralizada de estar con él de
nuevo. Él los llevó hasta un prado. Ella nunca había estado ahí antes o
incluso lo había visto. Estaba muy apartado. El llanto de Claire disminuyó.
Tony tiernamente la ayudó a salir del auto, y cuando sostuvo su mano
finalmente le ofreció su disculpa.

—Claire, lo siento.

Levantó la mirada hacia sus ojos, brillaban marrón claro.

—¿Lo sientes? ¿Por qué lo sientes?

Su tono era sincero y lleno de remordimiento.

—Lo siento por tu accidente. —Ella no respondió y alejó la mirada de


sus ojos. Él continuó—. Sí, admito que lo que pasó la noche de tu
accidente fui yo. Admito que perdí el control, algo que no pasa usualmente.
Admito que me siento terrible, y Catherine me ha hecho sentir peor.
Admito que estaba más que furioso contigo y el artículo de Meredith Banks.
No estaba pensando correctamente. —Sus ojos se estaban volviendo más
oscuros—. Confié en ti. Creía que no traicionarías mi confianza y luego…
haría cualquier cosa para rehacer esa noche.

Estaban de pie junto al auto, sin tocarse. La brisa gentilmente mecía


la hierba alta, soplaba mechones de pelo alrededor de su cara, y llenaba
sus pulmones con el invierno inminente. Claire observaba su expresión
mientras hablaba. Había pasado tanto tiempo desde que había sentido
algo. De repente, peleó contra la rápida mezcla de emociones que se
agitaba dentro de ella.

Tony observó cuando sus ojos, que habían estado nublados y


muertos, contuvieron una pequeña chispa.

—Tony, recuerdo. Recuerdo lo que estabas haciendo y diciendo.


Recuerdo diciendo que necesitaría estar sola por un tiempo para pensar
sobre con quién hablar y con quién no. —Tony asintió. Había dicho eso.
Los ojos de Claire se inundaron con lágrimas y su pecho se hinchó con
miedo, pero tenía que saber—. ¿Todavía va a pasar eso?

Se estiró para alcanzar sus hombros. Intentó ser gentil, pero Claire
se alejó, tropezó y cayó en el piso. Sus ojos decían amabilidad pero ella
recordaba furia. No sabía qué pensar o sentir. No sentir era mucho más
fácil. Confusión, aprensión, enojo y temor se mostraron en sus ojos. La
siguió hasta el piso.

—Claire, por favor para. —Se arrodilló junto a ella—. No, eso no va a
pasar. No pienso que necesites ningún otro recordatorio de cómo
comportarte, ¿o sí? —Ella dijo que no, no lo necesitaba—. ¿Claire, puedo
por favor tocarte?

Ella empezó a temblar de nuevo. Sollozos resonaban desde su pecho.


Su voz todavía era gentil pero firme.

—Sabes que no necesito tu permiso para tocarte. No necesito tu


permiso para hacer nada. —Los ojos de Claire se cerraron. Trató de tragar
sus sollozos. Asintió. Sabía demasiado bien que su permiso no era
necesario—. Pero me gustaría tenerlo. Por favor, ¿puedo tener tu
consentimiento?
Se preparó a sí misma y abrió sus ojos. Lo miró a él y a sus ojos
marrones. Cerró sus ojos de nuevo y dijo:

—Está bien.

Se movió junto a ella, sentándose en el frío piso duro, y suavemente


colocó su brazo alrededor de su espalda. Podía sentir su tensión.
Gentilmente se inclinó y tiernamente besó sus labios, muy ligeramente
rozando sus labios contra los de ella. Ella no se alejó. Podía oler su cabello
volándose en la brisa. Le recordaba a las flores.

—¿Te he dicho como me gustan las mechas en tu cabello? —Ella


negó con su cabeza. Acarició su pelo ligeramente—. Creo que eres increíble.
Eres tan fuerte y resistente. No merezco tu perdón por lo que hice, pero
mereces oírme pedirlo. —Ella no quería mirarlo. Sus emociones estaban
muy en carne viva. Quería perdonarlo.

No la tocó, insistió en moverse frente a ella así estaban viéndose


directamente a los ojos.

—Claire, siento haberte lastimado. —Ella sintió las lágrimas


mientras trataba de mantener el contacto visual. Él gentilmente tomó sus
manos—. Pido porque algún día consideres perdonarme. —Besó sus
manos.

Cuando ella miró hacia sus ojos, vio tristeza y remordimiento. El


espiral de emociones que había hecho erupción tan violentamente en la
finca ahora estaba tranquilo en su pecho. Quería que la tristeza se fuera.
Él había sido tan paciente. Había sido tan tierno. No lo perdonó, pero
empezó a responder a sus avances. Empezó con besarse, él la besó y ella
empezó a besarlo a él. Luego sintió sus manos mientras acariciaban sus
brazos y hombros. Tony rebosaba con emoción, aun así no aceleró, ni
empujó. Se mantuvo comprensivo y tierno.

—Tony, estoy asustada.

—Te prometo que seré gentil. —Por alguna razón, le creyó.

—¿Podemos por favor ir a casa a una cama agradable y suave? —


Tranquilamente se puso de pie y ayudó a Claire a pararse. Tomó su mano
ofrecida. Caminaron de regreso al auto, esta vez se subió voluntariamente.

Cuando llegaron a la casa, Claire se agachó.


—Realmente quiero esto. Pero, por favor, se gentil. —Él estacionó el
auto, caminó alrededor de su puerta, y la ayudó a salir del auto. Subieron
por los escalones del frente tomados de la mano, donde horas antes ella
había estado histérica. Cuando abrió la puerta, tomó a Claire en sus
brazos, y en lugar de llevarla a su suite, la llevó hasta su habitación.
Mientras la sostenía, ella cerró sus ojos y acarició su cuello. El aroma de
su piel y su colonia la intoxicaron.

Nunca había, en todo el tiempo que había estado ahí, estado en su


habitación. Era grande, casi de la realeza. Las paredes estaban cubiertas
con paneles de cerezo y ornamentada carpintería. Una pared estaba
cubierta con una gran pantalla enmarcada como una fotografía, como la
de su oficina. Su cama era enorme, alta y más grande que una king-size
normal. Había escalones para alcanzar la altura del colchón.

Gentilmente la colocó sobre su cama. Ella observó mientras


lentamente le quitaba sus zapatos. Luego desabrochaba y tiernamente le
removía su chaqueta, su blusa, y sus vaqueros. Se quitó sus propias ropas
mientras ella observaba cada uno de sus movimientos. Era hermosos, y
sus movimientos lentos y sensuales. La besó suavemente, causando que
se recostara. Miró hacia arriba al hermoso techo adornado. Sintió sus
labios bajar por su cuerpo. Se entretuvo en su cuello, su pecho,
deteniéndose para lamer y chupar su pezón. La espalda de Claire se
arqueó, y ella presionó sus pechos hacia Tony. Él continuó tocando su
cálido cuerpo, probando su piel, e inhalando su aroma.

Ella no se había dado cuenta hasta ese momento, pero después de


experimentar orgasmos rutinariamente, la abstinencia de los pasados dos
meses la había dejado queriendo. Ahora su cuerpo estaba vivo, en total
alerta, y cada nervio estaba electrificado. Acarició sus pechos y
gentilmente torció sus pezones. Gimió en éxtasis. Él se detuvo.

—¿Te lastimé? Lo siento. ¿Quieres que me detenga?

Ella suplicó.

—No, Dios no. Por favor, no te detengas.

Permitió que sus labios se movieran de sus pechos hasta su


estómago plano y sobre sus salientes huesos de la cadera. Tiernamente
extendió sus piernas y besó la parte interna de sus muslos. Temió que
pudiera explotar antes de que siquiera hubiera llegado a su destino. Luego
su lengua despertó afectivamente sus deseos. Satisfizo cada necesidad que
hubiera tenía alguna vez y las que había olvidado. Se movió lenta y
deliberadamente, sensual y romántico, compasivo y amoroso.

Había sido paciente y estado lleno de remordimientos. Ahora era su


turno de experimentar una consecuencia favorable. Su placer vino de
complacerla. Sus acciones se llevaron todo. Y ahora sus acciones le
trajeron todo de vuelta y más.
22
Nada es más común en la tierra que engañar y ser engañado.
~Johann G. Seume

Traducido por Pilar

El cenicero desbordaba de colillas. Samuel Rawls y Jared Clawson se


sentaron, mientras Nathaniel Rawls caminaba. La gran mesa pulida de
conferencias apenas era visible bajo la magnitud de papeles. Los jugadores
ya no trabajaban en la oficina de New Jersey sobre la fábrica textil como lo
habían hecho cinco años atrás. En su lugar, la vista desde la mesa de
conferencias o del gran escritorio de caoba es la de Cedar Street, en el
corazón del distrito financiero de Manhattan.

—Las acciones Rawls subieron otros cinco octavos después del


cambio pesado. Los rumores que circularon hoy sobre el reporte trimestral
ayudaron en ese incremento —dijo Clawson mientras se recostaba en la
cómoda silla de cuero, ajustando la chaqueta de su traje.

La caminata de Nathaniel alrededor de la gran oficina incluía echarle


un vistazo al NYSE y dar vueltas al escritorio para ver las grandes
pantallas de computadoras que retransmitían la información de las
acciones más actualizadas. Exhalando una gran nube gris, preguntó lo
que estaba en su mente y la de Samuel:

—Pero, ¿qué sucederá cuando se descubra que los rumores y la


realidad son diferentes?

—La mierda choca contra el ventilador. —Clawson sonrió—. Así que


no se lo decimos a nadie.

Samuel frotó su cabeza punzando con un dolor de cabeza.

—¿A qué te refieres con que no se lo decimos a nadie? El informe de


las ganancias trimestrales se lanzará mañana. Los inversores descubrirán
que nuestro capital es bajo. Esa última línea de inversiones eliminó
millones.

—Los números son curiosos. Tengo una copia aquí de un informe


alternativo. Todos los números son verdaderos, pero la información está
escrita con una inclinación más positiva. —Clawson distribuyó el informe.
El cuarto se llenó con un incómodo silencio mientras los dos hombres
Rawls leían el nuevo informe.

—¿Dónde está el informe original? —grito Nathaniel.


Inmediatamente, Clawson sacó las páginas pedidas de la mesa
desordenada. El Rawls más viejo tomó los dos informes y se sentó en su
escritorio. Página por página comparó los números. Samuel y Clawson
observaron mientras las puntas de los labios de Nathaniel se movían del
sur al norte. El teléfono sonó, rompiendo el silencio. En lugar de responder,
Nathaniel presionó el botón en el intercomunicador—. Connie, ¡dije que
nada de llamadas!

La voz desde la caja habló disculpándose:

—Lo siento, señor Rawls. Es su línea personal. Me ocuparé de ello.


—Inmediatamente, el sonido del llamado se detuvo.

Ver la sonrisa de Nathaniel tenía efectos diferentes. Clawson volvió a


su posición recostada y encendió otro cigarrillo. Samuel se inclinó hacia
adelante y sostuvo su cabeza entre sus manos. Enfrentarse a su padre
frente a Clawson no era una buena idea, pero necesitaba hacerse. Toda
esta maldita cosa se estaba saliendo de sus manos.
23
Es difícil saber en qué momento comienza el amor; es menos difícil
saber que ha comenzado.
~Henry Wadsworth Longfellow

Traducido por Mae & Ximena Vergara

Su cabeza descansaba sobre su brazo mientras escuchaba su


respiración y la veía dormir. La discusión en su cabeza se había
prolongado durante horas. Sintiendo su calor, inhalando su aroma, y con
ganas de saborear sus labios… la voz del amor prevalecía.

Claire flotaba en ese lugar antes de la conciencia, teniendo


dificultades para distinguir la realidad de la fantasía, insegura de lo que
sentía. La epifanía llegó con el entendimiento de que ella estaba…
sintiendo. Hacía tanto tiempo que no sentía nada. Se sentía cálida, bien,
segura. Su mente trató de convencerla que era un sueño, pero recordó
sentirse de esa manera antes de quedarse dormida. Se cuestionó a sí
misma, ¿Esto es real? Su piel suave rodó en sábanas hojas de seda, sintió
que irradiaba calidez. Vacilante, abrió los ojos lentamente. Justo en frente
de ella, lo suficientemente cerca para tocarlo, se encontraba el firme y
amplio pecho de Tony. Una vez más, se preguntó. ¿Está realmente aquí? Él
solía dejar su cama antes de que se despertara. ¿Por qué sigue aquí? Ahora,
cuando Claire rodó sobre su espalda y vio el hermoso techo adornado se
preguntó, ¿dónde es aquí? Esta no es mi habitación.

Con un tono ronco, él la saludó:

—Buenos días, Claire. —Su sonrisa revelaba al ganador de su


monólogo interno; mostrando adoración y amor. Se inclinó para besar su
cabeza.

—Buenos días, ¿qué haces todavía en la cama? —La habitación


estaba bastante oscura—. ¿O es temprano? Está tan oscuro. —Los ojos
que la miraban no lo eran.
—He estado viéndote dormir. —Deslizó el brazo bajo su espalda,
colocando su cabeza sobre su hombro. Su aroma era estimulante. Su
hombro fuerte y duro hacía de almohada perfecta mientras su brazo
suavemente rodeaba su cuerpo caliente.

—¿Por qué harías eso? Necesito una ducha y, probablemente, luzco


horrible. —Ella hundió la cara en su pecho, permitiendo que sus vellos
hicieran cosquillas a sus mejillas. Ella respiró hondo.

La tomó de la barbilla y volvió su rostro hacia él, besando


suavemente sus labios.

—Te he estado observando porque eres tan hermosa. Tu cara es


impecable. —Claire trató de apartar la mirada de sus ojos. Eran claros,
honestos y reales. La candidez la inquietaba—. Por favor, no apartes la
mirada. Te veo ahora y pensar en cómo se veía tu cara, lo que te hice. No
voy a seguir recordando esto, pero quiero que sepas lo mucho que me
arrepiento. Y lo increíble que creo que eres. Has pasado por mucho. No
quiero que nada de eso suceda nunca más.

No pudo detener las lágrimas que corrían por sus mejillas. Quería
ocultar su rostro, pero él le levantó la barbilla con firmeza.

—Tony, me alegra saber que lo sientes. Lo lamento también. —Le


soltó la barbilla, pero ella siguió mirándolo mientras hablaba—. Lamento
lo de Meredith. Realmente no le dije nada. Se acercó y me reconoció. Como
el artículo decía, estábamos en una hermandad. Nunca sospeché que
fuera reportera. Me preguntó si podía acompañarme. No quería que lo
hiciera, pensé acerca de tus reglas, pero luego pensé en las apariencias y
decidí que negarme sería grosero. Siento haber tomado la decisión
equivocada.

Él le dio la vuelta sobre su espalda. La piel de su pecho se presionó


contra sus pechos desnudos. Mirándolo a la cara vio sus ojos oscurecerse
sólo ligeramente. Sus rasgos parecían los de un modelo, pómulos
prominentes y una fuerte línea de la mandíbula. Su mirada se prolongó
durante una eternidad antes de que finalmente hablara.

—No puedo prometer que nunca vaya a enojarme. Probablemente


puedo prometer que lo haré. Sin embargo, te prometo que haré todo lo
posible para nunca herirte así otra vez. Pero necesito algo de ti.

Supuso que involucraba gratificación y no le importaba.


—¿Qué quieres que haga?

—Quiero que me hagas una promesa. —Claire levantó las cejas como
para pedirle que continuara—. Una promesa de que harás tu mejor
esfuerzo para seguir mis reglas, hacer tu mejor esfuerzo para no darme
razones para hacerte daño de nuevo.

—Tony, prometo que haré todo lo posible para que te sientas


orgulloso. Y acepto tus disculpas. No es necesario que sigas disculpándote.

Observando su expresión leyó una mezcla de emociones: gratitud,


adoración, y alivio.

—¿Te he dicho lo increíble que eres? Te vi y al doctor Leonard


cincuenta veces. Tenías tanto dolor. Dios, incluso el agua hacía que te
enfermaras. Sin embargo, estuviste perfecta y me hiciste sentir tan
orgulloso. Escuché tus respuestas una y otra vez. Entiendo tu
preocupación. Nuestra historia no tiene sustento. Estaba tan preocupado
por ti, tendida en el suelo y no podía conseguir que despertaras. Tuve que
conseguirte ayuda médica. Estaba molesto por lo que pensé que habías
hecho. Cuanto más tiempo esperé que llegaras a casa esa noche, más
traicionado me sentía, perdí el control. —Claire vio la honestidad en sus
ojos. Era como una ventana que exponía su alma, una que no creía que le
permitiera a muchas personas ver—. Cuando dejaste de moverte, me di
cuenta de lo que pasó y me sentí más molesto por lo que había hecho. De
repente, conseguirte ayuda era más importante que las apariencias. —Se
alisó el pelo suavemente—. Tuviste la oportunidad de decirle a alguien
sobre mí y lo que hice. Me merecía eso y más. Pero no, aún en tu condición
estuviste perfecta.

Bajó la cara a su clavícula. Podía sentir esa barba áspera en su piel.

—No merezco tu perdón, pero… —Mirando de nuevo sus ojos


esmeralda—, gracias por dármelo.

Empezó a besarla. Su cuerpo respondió, pero su mente pensó en las


cámaras y vigilancia. Sabía que estaban allí. Compartimentar. Tenía un
montón que guardar. Necesitaba compartimentos más grandes.

Podía sentir su dureza en su pierna. Él besó desde su cuello a su


clavícula, sus pechos presionados hacia arriba esperando su boca. Sus
pezones se endurecieron cuando sus labios rozaron levemente sus puntas.
Trató de reprimir sus deseos calientes. Era su turno de pedir un favor.
—Tony, ya que estamos pidiendo cosas, ¿puedo tener algo de ti?

—Tengo algo para ti en este momento —dijo entre besos y avanzó


poco a poco por su cuerpo, moviendo suavemente sus piernas.

—Y quiero eso. —Claire sonrió mientras levantaba la cabeza para


atrapar sus ojos—. Pero primero, ¿puedo tener una promesa? —Tony
subió, besó sus labios, y le preguntó qué quería que prometiera—. Tenías
razón, hubo dolor. Pero lo que me atormentó por dos meses fue la
amenaza de que me encerraras en mi suite. Por favor, no uses mi
honestidad en mi contra. No quiero estar encerrada sola de nuevo. Fue
insoportable. Sé que no tienes que hacerlo, pero te estoy pidiendo… por
favor, prométeme que nunca vas a hacerme eso otra vez.

—Claire, te prometo que no te voy a encerrar en tu suite de nuevo. Y


si cada uno de nosotros cumplimos nuestras promesas, mantener todas
ellas será más fácil.

—Gracias —susurró, su promesa le quitó un tremendo peso. Su


cuerpo lo anhelaba—. Ahora, ¿dijiste tener algo para mí? —Él miró su
sonrisa. Era real, extendiéndose a sus brillantes ojos verdes y era para él.
Le devolvió la sonrisa, un poco más pícara esta vez.

El desayuno se sirvió en la suite de Tony. Comieron con el pelo


mojado envueltos en gruesas y suaves batas blancas. El apetito de Claire
regresó con venganza. Comió huevos, tocino de pavo, tostadas y fruta.
Incluso pensó en croquetas de patata. Decidió que tal vez debía decirle a
Catherine que le gustaban las croquetas de patata.

La voz de Tony apartó la atención de Claire de su comida.

—Tengo una confesión. Creo que soy un ejemplo de mi propia regla.


—Claire le dijo que no sabía lo que quería decir. Explicó que a pesar de
estar encantado con el resultado del viaje de ayer, ese no había sido su
objetivo.

Claire sonrió y respondió:

—Bueno, las apariencias —mirando su pelo mojado y batas—, dirían


lo contrario. —Ella usó su dedo para frotárselo por la pierna de arriba
abajo—. Estoy contenta con el resultado también. Pero, ¿cuál era tu
objetivo?
Le dijo que era simplemente conseguir que dejara la finca para ir a
alguna parte. Quería alejarla antes de que tuvieran que ir a alguna parte.
Claire reflexionó sobre las últimas veinticuatro horas. Está bien, él lo hizo
también.

—¿Por qué? ¿Cuándo tenemos que ir a alguna parte? ¿Y a dónde


tenemos que ir? —Su dedo todavía vagaba.

—Si sigues así, vamos a llegar tarde. —La voz de Tony no parecía
preocupada. Miró el reloj de su cama, 11:17—. Bueno, se supone que
debemos estar en casa de Brent y Courtney para la cena a las tres y media
esta tarde.

Claire hizo algunos cálculos en su cabeza, tenían cuatro horas.

—Realmente preferiría quedarme aquí, pero sospecho que no tengo


otra opción. ¿Cuántas personas estarán allí?

Tony confirmó que estaba en lo correcto. Irían y serían ellos cuatro


apenas. Courtney había estado pidiéndole a Tony para que llevara a Claire
otra vez desde comienzos de octubre. Enviaron flores y tarjetas, deben
haber sido conscientes de su accidente. A Claire le gustaba Courtney, Tony
obviamente confiaba en ellos. Ella podía hacerlo.

Mientras pensaba en los Simmons y se volvía a fijar en su desayuno,


su pie fue detenido en su exploración y levantado. Ella siguió la sensación
y encontró a Tony en el suelo, sosteniendo su pie. Lentamente se puso un
dedo en la boca y empezó a chupar.

Él observaba su reacción cuando su cerebro se olvidó del desayuno y


la cena inminente. Un leve jadeo escapó de sus labios y eso lo hizo sonreír.
Inmediatamente sintió la sensación en la punta del pie encender
pulsaciones en otros lugares. Sus labios se movieron desde la punta del
dedo a su pie, el tobillo y la pierna. Él abrió la bata y la atrajo hacia él. El
cuerpo de Claire se estremeció con anticipación. Pronto, sus talentosos
labios y lengua le dieron emociones inimaginables.

Encontraron su camino de regreso a su cama, Tony se apoyó sobre


su cuerpo delgado y pleno. Con una voz ronca le preguntó:

—Claire, ¿qué quieres? —Ella lo miró a los ojos de nuevo, todavía


tan claros y reales. Él nunca le había preguntado lo que ella quería. La
besó en el cuello, su espalda se arqueó y apretó contra él—. Quiero
escucharte, sin forzarte, no hay direcciones. ¿Qué quieres? —Sus deseos
eran claros y frotaba sobre sus muslos.

—Te deseo.

Eso no fue suficiente, Tony quería escuchar más.

—Dime lo que quieres. Necesito saber que lo quieres tanto como lo


hago yo.

—Oh Dios, Tony, te deseo. Te quiero dentro de mí. —Su cuerpo


estaba al borde de la explosión—. Por Favor. Por favor, tómame. —Cerró
los ojos mientras él hizo lo que le pidió. Agarrando sus hombros, ella
quería cada pedacito de él, cada centímetro, y ahora que él estaba allí, ella
perdió el control. Su cuerpo respondió a todos sus movimientos; sin
conciencia, solo al deseo carnal. Más de una vez le provocó convulsiones
estremecedoras. No había duda que era consensual. Claire estaba
recibiendo lo que ella pidió y quería más.

Tony condujo ida y vuelta de los Simmons. Esta vez se llevó el


Mercedes. Era un gran viaje en la parte posterior cuando Eric conducía,
pero fue aún mejor desde el asiento del pasajero, suave y silencioso. Tony
sintonizó la radio por satélite a una estación clásica. El auto caliente,
música suave y marcha suave casi tenían a Claire adormecida. Su energía
no estaba en su nivel pre-accidente, y sus ojos comenzaron a cerrarse.
Catherine le dijo una vez que fingiera no tener cansancio, pero ella no
estaba actuando. Tony se dio cuenta.

—Todo está bien. ¿Por qué no te pasas al asiento de atrás y te


despierto cuando lleguemos? —Ella lo hizo.

Pasaron un buen rato con Brent y Courtney. Courtney le dijo a


Claire mil veces que necesitaba ganar un poco de peso. El desafortunado
accidente en el bosque la había dejado demasiado delgada, pero
rápidamente agregó que todavía era hermosa. Después de la deliciosa cena,
se retiraron a la planta baja, los Vikingos y los Packers estaban jugando.
Al parecer, Brent y Tony eran fans de Vikingos. Claire se preguntó cómo
ella no lo sabía.

Mientras observaban el juego y discutían con la televisión, Claire y


Courtney charlaban. Fue agradable hablar con alguien más. Courtney hizo
que Claire se sintiera confortable y segura. Ella no se entrometió, pero
quería saber sobre el accidente y la recuperación de Claire. Al parecer,
Brent le había dicho lo molesto que Tony estaba. No podía creer que algo
así pudiera suceder en su tierra. ¿Alguna vez averiguaron si alguien había
estado en el bosque?

El partido de fútbol no resultó como los hombres querían. Sin


desanimarse, todos bebieron vino tinto y jugaron cartas. Claire no había
jugado una partida en mucho tiempo. Fue realmente agradable. Salieron
de la casa de los Simmons después de las once. Courtney abrazó a Claire.

—Ahora, promete comer. —Claire asintió—. Estamos muy contentos


que te sientas mejor.

De regreso a la casa, Tony elogió a Claire por todo lo que hizo y dijo.
También le informó que tenía que estar en Nueva York la semana siguiente.
Dependía de ella si quería acompañarlo. Sin embargo, era posible que ella
no se diera cuenta que el jueves de la próxima semana era Acción de
Gracias. Él no podía prometerle que volvería. Podría tener que quedarse
hasta el viernes. A él le gustaría que lo acompañara si estaba dispuesta.
Claire sabía que la intensa terapia de los dos últimos días había ayudado a
revitalizarla.

—Puedo necesitar algunas siestas, pero quiero ir.

Durante la semana entre los Simmons y Nueva York, Claire hizo


progresos en su recuperación. Era como si un velo negro hubiera sido
levantado. Durante semanas, incluso meses, el mundo entero había sido
gris. La liberación de emociones reprimidas y la promesa de Tony, quitaron
el velo. Los árboles estaban todavía sin hojas y la hierba todavía carecía de
color, pero el mundo fue una vez más vivo.

En lugar de dormir para obtener energía, Claire comenzó a moverse.


Primero caminó alrededor de la casa, y luego nadó en la piscina cubierta y
disfrutando de la bañera de hidromasaje. Incluso se aventuró a la sala de
cine y se obligó a ver una película. Era un musical, “Hairspray”, con John
Travolta. Ella sonrió. Era su primer viaje a la sala de teatro desde que
Tony la había llevado allí.

El lunes por la noche volaron a Nueva York viendo el cielo


oscurecerse mientras se dirigían al este. Eric los llevó directamente al
apartamento de Tony, y Jan esperaba a su llegada con la cena. Desde la
espectacular vista de la septuagésima sexta planta, la ciudad vibrante
brillaba con luces y actividad. Comieron en el comedor y observaron
conducir pequeños autos por calles poco transitadas muy por debajo.

Esa noche, agotados por el viaje, se acomodaron en la cama y Tony


le entregó una caja de terciopelo negro a Claire. Los hombros de ellas se
desplomaron.

—Tony, para por favor. No más cajas de terciopelo negro. Tengo un


montón de joyas. Me encantan todas, pero no las necesito. Me siento mal
porque gastas todo ese dinero en mí.

—Bueno, en primer lugar, si no lo has notado, el dinero no es un


problema. Y, ¿de qué me sirve el dinero si no compro las cosas que quiero?
Además, este es un regalo especial. —Claire levantó las cejas. Y continuó—:
De alguna manera, con todo lo que sucedió en los últimos dos meses, he
cometido un terrible error. —Claire temía que estuviera hablando sobre el
accidente de nuevo—. Me di cuenta cuando estaba obteniendo tu
identificación y tarjeta de crédito.

Ahora sabía lo que quería decir. Se había perdido su cumpleaños.

—Está bien. He recibido un montón de regalos últimamente. —Trató


de devolverle la caja.

—No —declaró rotundamente—. No está bien. Estuviste de


cumpleaños, tu vigésimo séptimo, el 17 de octubre. —Él sostuvo firme y
tiernamente sus manos con la caja en ellas, mientras que su tono se
suavizó—. Los otros regalos se debieron a tus logros. —Y tú culpa, quiso
añadir Claire—. Este es por tú cumpleaños. —Ella miró impotente la caja.
Y continuó—: Bueno, soy un tacaño. —Y con una sonrisa juguetona
agregó—: Estoy volviéndotelo a regalar.

Mirando la caja, Claire ponderó las posibilidades de su regalo ya


regalado. Sus ojos se abrieron. Levantó la tapa de terciopelo para
encontrar el collar de su abuela. Parecía perfecto, sin absolutamente
ninguna evidencia del accidente que había sufrido. Ella le sonrió, cerró la
caja, y lo puso sobre la mesa de noche.

Desplazándose cerca de él y apoyando la cabeza en su pecho, sus


ojos verdes brillaron con humedad.

—Pienso que estás haciendo un gran trabajo en hacerme sentir


mejor. A veces me pregunto cómo llegué aquí. —El cansancio le hizo
palpitar con fuerza la cabeza. Cerró los ojos, mientras las lágrimas se
derramaban sobre el pecho de Tony. Sus escudos bajaron y la máscara se
fue—. Sé que estoy aquí porque eres mi dueño y por mi deuda. A veces me
siento así, pero otras veces me haces sentir especial. —Ella acarició su
caliente lado. Sus palabras se desaceleraron, prevalecía la fatiga—. Ya no
sé si estás utilizándome o si te preocupas por mí. Pero sé cuál espero que
sea.

Él la escuchó. Sus palabras se amontonaban, pero ella continuó:

—Quiero que sepas que no comenzó de esta manera, pero, Tony,


estoy dispuesta a hacer lo que me pides, no a causa de mi deuda, sino
porque quiero que seas feliz. —No podía darle regalos en cajas de
terciopelo negro. Sólo podía darse a sí misma.

La besó en el pelo, saboreando su perfume mezclado con laca para el


cabello. Mantuvo su cuerpo suave contra el suyo.

—Gracias por hacerme feliz. —Acariciando su hombro sedoso, él la


quería a ella, todo de ella.

—Gracias por reparar mi collar también. —Ella se quedó dormida


con la cabeza en su pecho, su respiración rítmica y uniforme.

—Que Dios me ayude, me preocupo por ti. —Abrazándola


suavemente contra su pecho, tiernamente apartó su cabello de su rostro
angelical. Al ver su pacífico y confiado sueño, sus pensamientos de
despertarla para satisfacer sus deseos fueron reemplazados rápidamente.
La abrazó, cerró los ojos, y se unió a ella en el sueño.
24
El amor consuela como el sol después de la lluvia.
~William Shakespeare

Traducido por Selene1987 & Mae

El martes por la mañana estaba ajetreado con actividad. Tony se


marchó temprano para las reuniones. Eric llevó a Claire a una cita en el
spa para un tratamiento de reflejos en el pelo. Durante los dos meses
desde su última cita, apenas había salido al exterior. Necesitaba sol y
rubio para mantener su cabello. El sol no iba a pasar, pero el rubio sí.

Claire accedió a un tratamiento de pelo y una manicura pero rechazó


los demás servicios. La idea de recibir un masaje, que alguien la tocara, la
hizo sentir muy incómoda. Después de eso, hizo que Eric la llevara al
apartamento, donde descansó hasta que Tony regresó por la noche. Le
contó que tenían planes la noche siguiente. También le preguntó si había
ido de compras. No lo había hecho. Su cabeza le dolía y estaba demasiado
cansada. Las respuestas no le complacieron, pero no se quejó ni discutió.

El miércoles por la tarde, Claire se preparó para sus planes. No


sabía qué iban a hacer ni a dónde iban a ir, sólo que estuviera preparada a
las cinco. La noche antes Tony había mirado el armario inspeccionando la
ropa que Catherine había guardado. Después de un breve escrutinio, Tony
anunció que nada de lo que había traído serviría para sus planes. Quería
que llevara algo especial, algo que eligiera ella, y todo nuevo.

Le hizo falta la mayor parte del día. Dejó el apartamento temprano


por la mañana y visitó Manhattan, el Soho, y el Upper East Side. Todo su
trabajo había funcionado, lo había conseguido. De hecho, consiguió su
nuevo conjunto y unas cuantas cosas más. Después a su delgadez post
accidente decidió conseguir algunos pantalones nuevos, unos vaqueros, y
algunas sudaderas. Se negó incluso a calcular el total del gasto. Tony lo
sabría a un clic de su ordenador, pero no le preocupaba. A él le gustaba
que gastara dinero. Con Eric disponible para llevar sus paquetes, el
comprar se volvió más fácil.

Su nuevo conjunto consistía en un vestido de seda negro de una


manga con una capa de mangas largas que había adquirido en una
pequeña boutique en el Soho. Los tacones de Valentino eran una
combinación perfecta de Nordstrom, y el bolso de Kate Spade y el largo
abrigo de lana provenían de Saks. Debido a la fría temperatura de
noviembre, el empleado recomendó medias. Cuando le enseñaron las
medias largas, sabía que había seguido las instrucciones de Tony con éxito
y se cubría las piernas al mismo tiempo. Uno de los accesorios extra que
encontró, su favorito, era una sudadera con capucha de cachemir, rosa y
extremadamente suave. Sería perfecto para acurrucarse en casa con un
libro en un día frío de invierno.

Algo sobre el pensar en casa como la casa de Tony la dejó perpleja.


Decidió que era eso. Como él lo había puesto, sus acciones en Chicago
resultaron con la consecuencia de necesitarle para evitar que tuviera más
accidentes. No estaba abierto a debate. También sabía que las cosas
podrían ser considerablemente peor que acurrucarse con un libro en la
chimenea en su suite con su sudadera de cachemir y unos pantalones
cómodos. Lo hacía lo mejor que podía para compartimentar. Hizo que la
chimenea, el libro, y la sudadera fueran muy placenteros.

Tony entró en la habitación mientras ella llevaba una bata negra de


seda y se peinaba. Sabía que durante su recuperación solamente visitaba
sus oficinas por Internet. Había enviado a Timothy a hacer varias subastas,
pero su presencia tenía más influencia. Algunas cosas necesitaban
tratarse en persona. Si su estado de humor daba alguna indicación, los
acuerdos de negocio iban muy bien.

Apareció tras ella y la besó en el cuello, encendiendo un fuego


inmediato en su alma. Su día ocupado solamente le había permitido una
siesta corta, pero su beso la puso en plena alerta. Su pelo estaba sujeto
mientras ella rizaba las puntas.

—Buenas noches, Claire. ¿Confío en que hoy hayas tenido éxito en


tus esfuerzos de compra? —Ella felizmente le informó que lo había hecho
muy bien, incluso encontrando algunas cosas más. La sonrisa de él
mostró su aprobación—. No puedo esperar para ver el conjunto de esta
noche.
Él se dirigió al vestidor para prepararse la ducha. Completamente
desnudo y preparado para entrar en el agua caliente, hizo una pausa para
acariciar la piel de Claire. Alargando el brazo, hizo que sus manos se
deslizaran bajo su ligera bata.

—¿Crees que el unirte conmigo en la ducha sería perjudicial para tu


pelo y maquillaje? —La acarició el cuello con la nariz.

Podía oler su aroma embriagador. La barba incipiente de su barbilla


le puso la piel de gallina en sus brazos y piernas.

—Creo que sí. —Su voz no sonaba nada convincente.

—¿Entonces quizás deberíamos planearlo para otro momento? —Sus


manos no obedecían sus palabras.

—O… ¿podríamos posponer tus planes? —Los ojos de Claire se


cerraron, con la cabeza apoyada sobre su pecho, y las manos masajeando
sus fuertes brazos. Se giró para mirarle a la cara. Él estaba visiblemente
alegre de tenerla cerca.

Con voz grave y lenta, dijo:

—Oh, Dios, quiero, pero tenemos mucho tiempo para eso. Esta
noche tengo planes especiales para ti. —Gentilmente se alejó de ella—. Y
por ahora estás increíble. Creo que me gusta más tu conjunto ahora en
lugar del que te has comprado.

Claire mostró una sonrisa modesta acompañada con unas mejillas


sonrosadas. Él le quitó la bata.

—Es noviembre. Puede que me resfríe mientras caminamos por las


calles de Nueva York. —La voz de ella reflejaba el jugueteo de Tony.

—Quizás, pero si yo tengo algo que ver al respecto, frío no es lo que


sentirías. —La dejó para ir a la ducha. Le sorprendía cómo él podía
encender un interruptor que hacía que inmediatamente todo su cuerpo
fuera un caos. Se concentró en respirar, se puso nuevamente la bata, y
regresó a su pelo. Su mente, sin embargo, estaba en la otra sala pensando
en la ducha caliente de Tony y jabón resbaladizo.

Claire llevaba sus medias y su vestido cuando Tony volvió a entrar


en la habitación. Su mirada se detuvo en ella.
—Creo que estás impresionante. —Su expresión no estaba
completamente de acuerdo. Se acercó a ella y levantó el dobladillo del
vestido, lo suficiente para exponer la parte superior de sus medias. Su
sonrisa se ensanchó—. ¡Dios! ¿Qué pensarán luego? Muy bien. —Apenas
la besó en los labios. Claire sonrió. Era tan predecible; bueno, a veces.

Para cuando llegaron a las puertas principales del edificio, Eric tenía
la limusina con calefacción y preparada para la aventura. Una vez en la
parte trasera del auto, Claire le preguntó a Tony sobre sus planes. Él
solamente podía revelar que su primera parada era una cena. El aire
fresco de la noche formaba cristales en las ventanas de la limusina,
haciendo que las luces de la ciudad brillaran. Parecían destellar
rítmicamente con la intensidad del sonido de la música que provenía de los
altavoces de la cabina.

No hizo falta mucho tiempo, teniendo en cuenta el trágico, llegar al


destino: el Hotel Crown Plaza en Broadway, en el corazón del distrito de
Nueva York. Una vez dentro Tony dirigió a Claire a Brasserier 1605, un
precioso restaurante lleno de clientes. La anfitriona inmediatamente les
llevó a una mesa romántica con una preciosa vista del Times Square. El
camarero parecía conocer su horario mejor que Claire, ya que dio un
excelente servicio. Tony pidió una botella de vino, probó el sabor, y el
camarero sirvió dos vasos.

Para su entrante disfrutaron de unos deliciosos escalopes con


salmón atlántico como su plato principal. Claire pensó que todo estaba
exquisito. Junto con otros órganos sensoriales recientemente despertados,
encontró una nueva apreciación por la comida. Disfrutó del aroma
mientras el plato aparecía enfrente, el sabor en su lengua, y la textura
mientras masticaba. Tony observaba felizmente mientras ella disfrutaba
con cada bocado del marisco.

Su estado de humor impresionaba a Claire. Parecía diferente, de una


manera positiva. Hablaba en exceso, y aun así sobre nada en particular.
Ella preguntó cuándo regresarían a Iowa, y él dijo que necesitaba tener
unas cuantas reuniones el viernes. Así que podrían marcharse el viernes
por la noche o esperar hasta el sábado. Claire se sintió mal por no estar
con Catherine en Acción de Gracias. Le encantaría estar con John y Emily,
pero sabía que era mejor no preguntar. Catherine se había convertido en
su familia más cercana. Esperaba que Catherine tuviera alguien a quien
visitar durante la fiesta.
Él no dio pistas sobre su siguiente destino. Estando en el Distrito de
los Teatros, Claire se imaginó que irían de camino a un espectáculo.
Sonriendo, él se negó a decirle cuál.

Después de la cena Eric apareció para llevarles al Teatro Broadhurst.


El título de la marquesina decía “El Mercader de Venecia” con Al Pacino.
Claire sabía que era una de las obras más concurridas de la ciudad. Ellos,
por supuesto, tenían unos asientos increíbles. Nunca había sido una fan
de Shakespeare, pero sin embargo se quedó embriagada con la obra. Para
cuando terminó había reído y llorado. Las actuaciones de todo el reparto
estuvieron exquisitas, llevándola a otro mundo durante dos horas y
dejándola completamente seca de emociones. Estaba preparada para
regresar al apartamento.

Eric les esperaba cuando salían del teatro. No fue una sorpresa que
Tony no le preguntó a Claire si quería regresar o salir. Ella asumió que se
dirigirían al apartamento, así que cuando Eric fue en otra dirección se
sorprendió. Se dirigían al norte a la Calle Cincuenta y Nueve y Eric se
detuvo en la Avenida Siete. Estaban en Central Park.

El fresco aire frío la despertó mientras se movían de la limusina


caliente al carruaje tirado por caballos esperando. El jinete se encontraba
preparado para el clima fresco con mantas, y Eric les suministró guantes y
bufandas. Se acurrucaron juntos bajo las mantas sosteniéndose las manos
enguantadas y observaron el hermoso parque con luces alineando los
caminos e iluminando algunos de los árboles. El gran caballo fuerte tiró
del carruaje lentamente y de manera constante en torno a las ochocientas
hectáreas más. El trote metódico rítmicamente creaba una cadencia para
su diálogo. Sus narices y mejillas enrojecidas en el aire fresco, mientras se
abrazaban, hablaban, y disfrutaban del entorno increíblemente romántico.

Tony sostuvo suavemente la mano enguantada de Claire y habló


honestamente con amor:

—Claire, sabes que he salido con muchas mujeres. —Ella dijo que
había leído acerca de algunas—. Hubo mujeres que quisieron salir
conmigo exclusivamente por mi dinero, y admito que aproveché eso en el
pasado. —Su honestidad tenía toda su atención——. Sabes que soy una
persona privada. En verdad hay pocas personas que han visto al verdadero
yo. Hay todo tipo de razones psicológicas para ser como soy.
Probablemente se derivan de la infancia y los traumas tempranos en mi
vida. Pero el pasado es eso, y las razones no importan. Lo que importa es
que a diferencia de muchos de mis colegas de trabajo o conocidos, has
conocido al verdadero yo. —Ese pensamiento la hizo sentirse un poco
incómoda—. Hay partes de mí que necesitan ser dominadas. Sinceramente
nunca me he molestado en intentarlo, pero voy a hacerlo ahora. Y creo que
es posible. —Entonces, mientras tiernamente le sostenía la mano y la
miraba a los ojos, le preguntó—: Claire, la otra noche me preguntaste si
me importabas. Honestamente, con nuestro acuerdo inicial nunca tuve la
intención. Pero sin duda, lo hago. ¿Te preocupas por mí? ¿Te gusta estar
conmigo?

Claire consideró su respuesta. La honestidad era la mejor política,


sin importar las consecuencias.

—Tony, me preocupo por ti. Quiero que seas feliz, y haría cualquier
cosa para ayudar a que eso suceda. Y en una noche como esta, o incluso
una noche tranquila en casa, disfruto estar contigo. Más que disfrutarlo.
—Ella sonrió y sus ojos color esmeralda brillaron en el aire frío—. —Pero
honestamente, hay veces que no lo hago. Hay veces que te quiero lejos de
mí, o viceversa. —Ella mantuvo el contacto visual y observó su reacción.

Él sonrió, la besó largo y tendido. Ella devolvió el beso.

—Eres la mujer más increíble. Tengo vicepresidentes, presidentes y


presidentes de juntas que nunca me han experimentado como tú. Ninguno
de ellos tendría el coraje de responder a esa pregunta tan honestamente
como lo acabas de hacer. —Ella exhaló—. Es tu fuerza y determinación lo
que me han enfurecido. Esa fuerza y resistencia también me han hecho
enamorarme de ti.

Tal vez no debería haber sido una sorpresa, pero lo fue. Dijo que la
amaba. Tenía su completa atención y sin embargo, su monólogo interior
casi ahogó su voz: ¿Amor, en serio? ¿Dijo que me ama? ¿Yo lo amo?

—Claire, experimenté la vida sin ti mientras estabas enferma. No


quiero hacer eso de nuevo. Pero quiero que tomes tu propia decisión. Esta
noche me gustaría presentarte dos opciones: tu libertad, puedes irte esta
noche y tu deuda está pagada; o… —Sacó un anillo solitario de diamante
del bolsillo de su chaqueta—, podrías estar de acuerdo en casarte conmigo
y pasar el resto de tu vida conmigo, no por obligación o por un acuerdo
contractual, sino porque quieres estar conmigo.
El corazón le latía con rapidez y sus pulmones por un momento se
olvidaron de respirar. Miró a Tony y al anillo. Solamente con la
iluminación de las farolas podía ver el brillante diamante solitario. Estaba
rodeado por una línea delicada de diamante con diamantes adicionales en
la banda de platino. Nunca había visto algo tan hermoso, y Tony se lo
ofrecía.

Su mente no podía dejar de girar. Sabía que debía responder, hablar,


decir algo, pero las palabras le fallaron. Y él continuó:

—Me dijiste ayer que no más cajas negras, así que lo saqué de la
caja. —Él sonrió—. ¿Podríamos ver si encaja?

Claire asintió, y le tendió la mano izquierda. Tony le sonrió mientras


quitaba la felpilla y colocaba el anillo en su dedo anular. De repente estaba
contenta de haber accedido a recibir una manicura.

—Parece encajar. —Tony miró sus ojos esmeralda—. La pregunta


todavía parece estar sin respuesta. ¿Quieres conservarlo y quedarte
conmigo? Por favor, ¿serías Claire Rawlings?

Sopesó sus posibilidades. Él podría ser el hombre más romántico del


mundo. Era increíblemente generoso con su dinero, tanto para ella para lo
que sea que necesitara y otros; por consiguiente: era reconocidamente
altruista. Era el amante más asombroso. Nunca había experimentado en
su vida las alturas sensuales que sentía con él. Era la única persona con
la que podía hablar con libertad. Sabía todo acerca de ella porque conocía
su información privada. Pero esa era la palabra que la perseguía. Pero
podía ser oscuro, malvado, cruel, controlador y sádico. Él era la razón de
esa información privada.

—Yo… estoy muy sorprendida. ¿Me estás pidiendo seriamente que


me case contigo?

Sonrió.

—Sí, esta noche ha estado dirigida a esta propuesta. Te he visto


conmigo, en privado y en público, con mis amigos más cercanos, y te
quiero allí siempre. Te amo.

Una vez más, el debate interno: ¿Amor? Sigue usando esa palabra.
Amor, ¿lo amo? Creo que lo hago. ¿Cuándo pasó eso? Oh, Claire tenía que
pensar en eso. Lo de la servilleta pasó demasiado rápido, esta
contemplación era necesaria.

—Por favor, déjame pensar. Te prometo una respuesta pronto.

Esperó pacientemente. El carruaje se movió de manera constante a


través del frío aire fresco. Vio su respiración mientras miraba su mano y a
Tony. Pensó en su paciencia mientras curaba de sus heridas, sobre
arriesgarse a la exposición pública con el doctor Leonard, de cómo la hacía
sentir cuando lo veía entrar en una habitación. Su contemplación tomó un
tiempo. Se sentaron de nuevo en el carruaje. Ella apoyó la cabeza en su
hombro y pensó. No dijo una palabra, él no insistió. Le tomó la mano.

¿Ella podría decidir irse y hacer qué? Volver a Atlanta. ¿Todavía


tenía un apartamento? Él esperó. Había un lado de él que la asustaba,
pero la idea de vivir sin él la asustaba más. Lo necesitaba. Él le dijo eso. Lo
más importante es que lo amaba, realmente lo hacía. En algún momento
durante los últimos ocho meses se había convertido en su todo. No podía
imaginar la vida sin él. Finalmente, respondió:

—Que Dios me ayude, sí. Tony, me casaré contigo. También te amo.


—Envolvió sus brazos alrededor de ella y la besó tiernamente. Ella apoyó
la cabeza en su hombro mientras el carruaje continuaba a través del
parque. Claire miró de nuevo a su mano izquierda.

—Si no te gusta el anillo podemos mirar los demás. Es de Tiffany.


Podemos ir el viernes y cambiarlo.

—¡Oh, no! Me encanta el anillo. Además, tú lo elegiste. Es exquisito.


Estoy tan sorprendida. —Pensó en algo—. ¿Catherine sabe que planeabas
esto?

Tony dijo que sospechaba, pero no le había dicho a nadie. No sabía


su respuesta.

—Nunca voy a una reunión en la que no sé el resultado. Siempre


estoy preparado para cada situación. Esta noche no estaba seguro.
Preguntaste acerca del pago de tu deuda hace unos meses. Pensé que tal
vez elegirías esa opción. —Se inclinó para besar su pelo—. No te puedo
decir lo feliz que estoy de que no lo hicieras. Sé que Catherine lo estará
también.
Cuando el carruaje llegó de vuelta a la Séptima Avenida, Eric tenía la
limusina cálida y esperando. Cuando Tony ayudó a Claire a bajar del
carruaje y la llevó hasta el auto, le dijo a Eric:

—Mi prometida y yo estamos listos para volver al departamento.

—Sí, señor. Enhorabuena, señor Rawlings, y para usted también,


señorita Claire.

Esa noche, después de uno de los momentos más maravillosos de


hacer el amor que Claire experimentó alguna vez, comenzó a considerar el
hecho de que se iba a casar y que significaba una boda.

—No sé cómo planificar una boda para alguien como tú.

—¿Alguien como yo?

—Sabes a lo que me refiero. Esta no es la típica boda en Indiana o


Iowa. Eres Anthony Rawlings. No podemos ir a cenar sin fotógrafos. Una
boda será un evento nacional con espectadores,

Él se rio entre dientes.

—Querida mía, es para lo que coordinadores de bodas y los


planificadores están. Vamos a contratar a los mejores. Ellos ayudarán en
todo. —Eso hizo que se sintiera mejor. Se preguntó si la boda era una
catástrofe, ¿no sería un fracaso público?—. Por cierto, ¿cómo te sientes
acerca de una boda de Navidad?

Su mente trabajó a toda marcha.

—¿Navidad? ¿En cuatro semanas desde el viernes?

—No puedo esperar más tiempo para que seas mi esposa, señora
Anthony Rawlings.

Sabía por experiencia que su decisión estaba tomada. Con náuseas


profundas en la boca del estómago, dijo:

—Siento que debes contratar al mejor coordinador de bodas y


planificador del mundo.

Claire trató de dormir, pero el pánico de la planificación de una boda


en cuatro semanas la hizo sofocarse. Yació junto a su prometido y trató de
dar sentido a todo. Tal vez tenía que compartimentar, una cosa a la vez:
boda, recepción, vestido y dama de honor.

—Me gustaría que Emily fuese mi dama de honor.

Él estaba casi dormido.

—Podemos hablar de ello mañana. Buenas noches.

—Buenas noches.
25
Esta es la medida más pura de acción de Gracias: un
agradecimiento que brota del amor.
~William C. Skeath

Traducido por Beatrix85 & Dianna K

Hablaron en la madrugada sobre la boda. Por lo tanto, la mañana


del jueves, Claire durmió profundamente hasta después de las nueve.
Sintiendo que estaba sola en la cama grande, centró su mirada en su
mano izquierda. En su cuarto dedo estaba un anillo de compromiso
espectacular. Sonriendo, se maravilló de la realidad; no era un sueño.
Realmente iba a casarse con Anthony Rawlings.

Hasta ayer por la noche, Claire no se había permitido pensar de


Tony en términos de emociones o palabras cariñosas. Sabía que estaba
teniendo sentimientos, pero no iba a dejarse descuidar. Sin embargo,
cuando dijo que la amaba, se abrió una compuerta. Pensó en sus
sentimientos y cómo lo echaba de menos cuando se iba. Cómo le gustaba
tenerlo de vuelta para hablar con él. Cómo podía hacerla sentir especial, y
cómo pensaba en él cuando estaban separados. ¡Se dio cuenta, para su
propia sorpresa, que realmente lo amaba! No podía contener su sonrisa;
¡esta revelación era tan asombrosa!

Claire se envolvió en una bata larga y gruesa y bajó las escaleras


hasta el comedor. Cuando se acercó, el rico aroma punzante de café fresco
llenó sus pulmones y trajo a sus sentidos a la vida. Jan tenía café caliente
y listo para Claire. Tony no estaba allí tampoco.

—El señor Rawlings está en su oficina, señorita Claire. ¿Y si me lo


permite? Felicidades.

—Gracias, Jan. Siento que tengas que trabajar en Acción de Gracias


—ofreció Claire mientras Jan servía su café.
—Está bien, señorita. Estoy deseando tener invitados esta tarde para
la cena. Rara vez los recibimos aquí.

—¿Invitados? Lo siento. Si el señor Rawlings mencionó a los


invitados, con la emoción de nuestro compromiso, lo he olvidado.
¿Recuerdas quién se une a nosotros para la cena de acción de Gracias?

—Lo siento. No creo que me dijera nombres. Sé que habrá dos, y


están programados para llegar a la una y media.

Jan convenció a Claire para que comiera un panecillo inglés y


pomelo. Después del desayuno, Claire fue a la oficina de Tony. Podía oírlo
hablar detrás de la puerta cerrada. Ella podía ser su prometida, pero
interrumpirle sin ser invitada en su oficina no parecía una buena idea.
Quizá cambiarían algunas reglas, pero decidió que él elegiría cuáles.
Regresó a su habitación, se duchó, y pensó en lo feliz que estaba de haber
comprado ropa nueva. Si tenía que ser la acompañante perfecta para
algunos socios de negocios, se sentía mejor en ropa adecuada. Se decidió
por un par de pantalones de lana negros y un suéter de punto rosa que
vino de Neiman Marcus. Las botas negras tenían tacones altos, Tony no
parecería tan alto. Soñadora, pensó en sus calcetines y su nueva sudadera
con capucha, ser la señora Rawlings le enseñaría a guardar las
apariencias. En realidad, siendo Claire Nichols aprendió eso.

Mientras alisaba su cabello, se maravilló ante la nueva sombra aún


más ligera. El color caoba se mostraba lo suficiente para ser considerado
oscuro, pero ahora era sin duda un rubio caramelo. Aunque Catherine
empaquetó muchas piezas de la nueva joyería de Claire, quería usar el
collar de su abuela y los pendientes que Tony le trajo de Europa. Meneó la
cabeza; parecía hace tanto tiempo. Una vez que estaba completamente
vestida, se relajó en la cama y dejó vagar su mente.

Monólogo interno: Me voy a casar con Tony. Me voy a casar con Tony
en cuatro semanas. Necesito un vestido de novia. Tengo que llamar a Emily.
Había invitados viniendo a cenar. Tal vez después de la cena puedo abordar
el tema de Emily con Tony. ¿Dónde nos casaremos? ¿A quién vamos a
invitar? De repente, un buen destino de boda en cualquier lugar le pareció
una buena idea.

Entonces su mente pasó de la boda a Acción de Gracias. Apenas


podía creer que realmente era Acción de Gracias. Había llegado a la casa
de Tony el 20 de marzo. Ahora estaría comiendo la cena de Acción de
Gracias con él y algunos socios y planeando su boda. ¡Se imaginó
hundiéndose en salsa de chocolate, demasiado bueno!

Como un medio de escape, dejó flotar su mente a la infancia de


Acción de Gracias. Por lo general, iban a la casa de sus abuelos, donde la
abuela hacía todos los alimentos tradicionales. Recordó ayudar a su
abuela y madre a hornear pasteles. En acción de Gracias por lo general
tenían calabaza, manzana, y a veces pastel de nueces, y siempre
demasiada comida. Incluso cuando vivía con Emily y John se horneaban
pasteles y ayudaba a Emily con la cocina. Una parte de ella quería ir a la
cocina y ofrecerse a ayudar. Pero sabía que no sería apropiado.

Ella estaba en algún lugar profundo en sus recuerdos cuando Tony


entró en el dormitorio. Llevaba pantalones y un jersey de cuello alto color
burdeos que se veía maravilloso extendido por sus anchos hombros y
pecho. Vestía trajes tan a menudo. A Claire le gustaba verlo en algo más
que una chaqueta y corbata. Él sonrió y se unió a ella.

—Buenos días, mi prometida. —La besó en los labios—. ¿Cómo te


sientes hoy?

Claire se incorporó.

—Buenos días, a mi prometido, me siento bien. Estaba pensando en


Acción de Gracias, de cuando era joven. ¿Comías todos los alimentos
tradicionales de Acción de Gracias cuando eras joven?

Se sentó a su lado en el borde de la cama.

—Claire, no hables sobre el pasado. Tenemos un futuro por delante,


miremos hacia el futuro.

—Lo siento, supongo que estoy recordando. —Ella le tocó el brazo—.


¿Tony? ¿Quién viene a cenar?

—En primer lugar, déjame decirte… —Su voz estaba llena de


emoción—: He estado en el teléfono toda la mañana. Patricia va a ponerse
en contacto con Shelly, y será lanzada mañana una declaración con
respecto a nuestro compromiso. Además, tienes una cita mañana en una
boutique nupcial muy exclusiva en Manhattan para un vestido de novia.
Te están esperando, futura señora de Anthony Rawlings. Quieren
satisfacer todas tus necesidades. —La besó en los labios y continuó
manteniendo su mirada con sus ojos color chocolate—. Quiero que tengas
el vestido de tus sueños. Patricia también elegirá un planificador de bodas
y coordinador para reunirse con nosotros cuando volvamos a Iowa. Dado
que la Navidad es un sábado, la boda será el 18 de diciembre, que también
es un sábado. Espero que no te importe, pero con la boda en sólo tres
semanas decidí que la tengamos en la finca. Ahora no tenemos que
preocuparnos por la reserva de un cierto lugar, y la seguridad ya está
establecida. Sólo tenemos que decidir el número de invitados y en qué
lugar de la finca se celebrará la ceremonia y la recepción. Contacté con
Catherine. Ella está encantada, y me dijo que te lo dijera así.

¡Claire se sintió inundada por la sobrecarga de información! Apoyó la


cabeza sobre la almohada.

—Tal vez todo esto está sucediendo demasiado rápido. —Tony no


dijo nada, pero su sonrisa se atenuó—. No es que no quiera casarme
contigo, lo hago. Pero tres semanas, parece muy apresurado.

Él la tomó en sus brazos.

—Te prometo que el dinero puede hacer que cualquier cosa suceda.
No te preocupes. Nos casamos el 18 de diciembre, y será increíble.

—Sólo me preocupa decepcionarte.

—Claire, esta es tu boda. Quiero que seas feliz. También sé que no


vas a decepcionarte a ti misma. No quiero que te excedas. Simplemente
disfruta de todas las cosas que tu dinero puede comprar y mira que la
boda tome forma. Será espectacular.

—Mi dinero no puede comprar un pedazo de goma.

Él se rio y la besó.

—Querida, en tres semanas y dos días serás capaz de comprar una


fábrica de gomas si lo deseas. Quiero compartir todo lo que tengo. Tendrás
todo lo que el mundo tiene para ofrecer.

Claire luchó con el significado de sus palabras.

—Tony, no quiero tu dinero. No he hecho nada para merecer parte


de tu fortuna. Estoy feliz de compartir tu nombre, no necesito nada más.
—Mi amor, has hecho más de lo que nunca sabrás. Y estoy bastante
seguro que vas a hacer más. —Se inclinó para besarla, y sus manos
estuvieron ocupadas con los botones de sus pantalones.

—¿No tenemos invitados viniendo?

—No están previstos hasta la 1:30. Estoy bastante seguro que


podemos tener éxito varias veces antes de esa hora. —Se quitó sus
pantalones y comenzó a quitarse el suéter. Se sentó a horcajadas sobre
sus piernas mientras se quitaba el jersey y se desabrochaba los pantalones.
Su sonrisa era seductora y su pecho se movía con sus respiraciones de
anticipación. Claire podía oler su colonia y sabía que si él se inclinaba ella
saborearía el aroma de su cuello.

—Pero, Tony… —Él puso su dedo en sus labios.

—Shhh, tengo mejores cosas para que esos hermosos labios hagan
que conversar.

Salieron de la habitación juntos justo antes de 1:30, y Tony habló.

—Estoy seguro que te das cuenta, pero voy a decirlo por una mayor
claridad. Solo porque estemos comprometidos, divulgar información
privada está todavía prohibido.

Claire miró a sus ojos y se preguntó lo que posiblemente pensaba


que iba a decir a sus asociados.

—Te prometo que lo sé. —Continuaron por las escaleras, donde


voces apagadas se oían desde la sala de estar—. Ahora, ¿a quién estoy
conociendo? —Cuando ella preguntó, las voces entraron en rango, con los
ojos humedecidos, miró a Tony para su confirmación—. ¿Son realmente
ellos?

Sostuvo suavemente sus hombros.

—Sí, los invité a sorprenderte en Acción de Gracias, pero ahora


tienes noticias aún más grandes para compartir.

—¿Puedo decirles acerca de nuestro compromiso?

Él sonrió.
—Por supuesto, ¿no decías que querías a Emily estando contigo? —
Quería correr por las escaleras o gritar, pero su agarre en su mano se
apretó—. Claire, sigue mis reglas.

—Lo haré.

Cuando las suelas de sus zapatos golpearon el suelo de mármol,


John y Emily se volvieron hacia ellos. Habían estado disfrutando de la
vista desde las ventanas de la sala de estar. Su familia se veía igual que
Claire recordaba: John alto, de pelo rubio oscuro y ojos azules juguetones,
y Emily con el pelo marrón Nichols, corte corto y atrevido, y los brillantes
verdes de Claire. Claire corrió hacia Emily y la abrazó.

—No sabía que ibas a venir. Es una maravillosa sorpresa. ¡Oh, Emily,
es tan bueno verte! —Y entonces abrazó a John—. ¡Y, John! Oh,
permíteme presentarte a Anthony.

Emily le dijo a Claire que era bueno verla también. Sin embargo, ella
y John hicieron contacto visual, compartiendo una expresión de
preocupación. Claire se veía tan diferente. Procedieron cortésmente
cuando Claire hizo las presentaciones.

—Anthony, esta es mi hermana Emily. Y, Emily, este es mi


prometido, Anthony Rawlings. —Emily y Tony se dieron la mano. Anthony
emitía encanto.

—Es un verdadero placer conocerlo, señor Rawlings. —Su cerebro le


dio sentido a las palabras de Claire. Miró a su hermana con incredulidad—.
¿Acabas de decir prometido?

Claire continuó con las presentaciones.

—Y, Anthony, este es el esposo de Emily, mi cuñado, John Vandersol.


John, por favor, conoce a mi prometido Anthony Rawlings. —Los dos
hombres se dieron la mano e intercambiaron saludos.

Atento como siempre, Tony dijo:

—Por favor, estamos a punto de ser familia. Llámenme Anthony. —


Claire sonrió y todos se sentaron a charlar antes de la cena. Jan entró en
la habitación para ofrecer algunos aperitivos y bebidas. Claire le mostró a
Emily su anillo de compromiso y les habló de su romántica propuesta en
Central Park. John y Emily estaban mudos, tal vez en estado de shock.
Tony era muy atento, sosteniendo su mano, poniendo su mano en su
hombro o muslo. Claire divagaba, cautelosa de no divulgar ninguna
información personal.

Durante la cena de Acción de Gracias, Claire descubrió que Emily


había intentado llegar a Tony alrededor de su cumpleaños. Ella no sabía
qué más hacer. No tenía manera de ponerse en contacto con Claire, y vio
fotos de ellos dos juntos en revistas. Al parecer, no es fácil recibir llamadas
o correos electrónicos a través de Anthony Rawlings. Recientemente un e-
mail finalmente lo alcanzó y él había llamado. Fue durante una
conversación telefónica hace una semana que Anthony los invitó a Nueva
York para la cena.

Claire se disculpó por su comportamiento desconsiderado. Tendría


que haber hecho un mejor trabajo manteniéndose en contacto. La vida
había sido un torbellino desde que comenzó a trabajar con Tony. Lo
importante era que estaban juntos ahora. Ella les preguntó si iban a
conducir a casa en Troy esta noche o a quedarse en la ciudad. John dijo
que decidieron pasar un tiempo en la ciudad, después de todo, era un viaje
a casa de tres horas.

Tony luego sorprendió a Claire de nuevo.

—Bueno, Emily, Claire tiene una reservación mañana en una


boutique nupcial en Manhattan. Estoy seguro que le encantaría que te
unas a ella para mirar vestidos de novia.

Claire trató de no mirarlo. Ella miró a Emily.

—Sí, me encantaría que te me unieras si ustedes dos no tienen


planes.

Emily miró a John.

—Por supuesto, me gustaría ayudarte.

—Emily, también me gustaría que fueras mi dama de honor.


¿Podrías, por favor, pararte conmigo en nuestra boda?

—¿Me quieres? Por supuesto, lo haré. —Emily sonaba


cautelosamente entusiasta—. ¿Pero dijiste que la boda será el dieciocho de
diciembre?
—Sí, lo será. Esa es una razón más para encontrar algunos vestidos
pronto. —Claire le sonrió a su hermana—. Con suerte tendrán algunos
vestidos vaporosos rosa brillante de dama de honor. —Emily se rio.

Por su visión periférica, Claire pudo ver la fugaz expresión de Tony


de incredulidad. Ella se volvió hacia su prometido y sonrió.

—Tony, es una antigua broma. Emily me hizo llevar un vestido verde


en su boda. Ya que el rosa es mi color favorito, siempre he amenazado con
hacerla usar el vestido rosa chicle más vaporoso que pudiera encontrar
cuando me casara. —Él suspiró y sonrió, aliviado que no hablaba en serio.

Una vez que terminaron de comer, Tony invitó a John a la sala de


estar para el partido de fútbol de las cuatro. Les preguntó a las damas si
les gustaría unirse a ellos, pero Emily dijo que prefería ponerse al día con
su hermana. Tony besó a Claire antes de salir de la habitación. Parecía
muy dulce, pero Claire vio la advertencia en sus ojos.

Jan sirvió el café de las mujeres y limpió la mesa. Claire y Emily se


sentaron en la mesa, bebieron café y trataron de ponerse al día. Una vez
que estuvieron solas, Claire supo que la conversación sería más difícil de
esquivar. Emily estaba llena de preguntas. ¿Cómo su hermana pequeña,
una meteoróloga en Atlanta, estaba de repente comprometida con uno de
los hombres más ricos del país? ¿Cómo se conocieron? ¿Dónde ha estado
viviendo? ¿Por qué no ha estado en contacto? ¿Por qué está tan delgada?
¿Por qué su pelo es rubio? ¿Realmente le gustaba vivir de esta manera, ser
atendida y tener personal de la casa haciendo todo? A ella siempre le gustó
cocinar. Ahora dice que no ha cocinado, ¿por qué? ¿Cómo es Anthony?
¿Por qué se casan tan rápido? ¿Está embarazada? ¿No era él mucho mayor
que ella? ¿Lo amaba?

Claire hizo todo lo posible para ser evasiva con algunas respuestas y
más detallada con otras. Por encima de todo, le dijo a Emily que lo amaba.
No empezó de esa manera. Era estrictamente una relación de trabajo. Tony
podía ser un hombre romántico, atento, maravilloso y dulce. También le
dijo a Emily que Tony era muy reservado, rogándole que no repitiera nada
sobre su relación a los medios de comunicación o cualquier otra persona.
Claire no entendía al principio lo tenaces que podían ser los medios de
comunicación, pero cuanto más tiempo pasaba con Tony, más evidente se
hacía. Ella pidió de nuevo, no por Tony, si no por ella, por favor, no
compartas información privada con los demás. Emily dijo que entendía.
Emily estaba muy feliz de escuchar a Claire sonar tan feliz y
emocionada por Anthony y la boda. Sin embargo, qué sobre su peso,
estaba demasiado delgada. ¿Y qué con la meteorología? ¿Planeaba trabajar
alguna vez más en su campo elegido? Claire estaba cansada de todas las
preguntas. Formular respuestas hacía que le doliera la cabeza. Quería oír
hablar de Emily y John.

Emily procedió a contar sus historias sobre John y el bufete de


abogados, y sobre su clase y la enseñanza. Habló de algunos de sus
amigos en Troy y Albany que Claire conoció cuando vivió con ellos.
También habló de algunos amigos en Indiana. Claire rio al recordar las
historias de la infancia.

Los nombres eran personas en que Claire no había pensado en


algún tiempo. Su mente vagó, pensando en la lista de invitados para la
boda. Se preguntó si tenía a alguien que invitar además de Emily y John.
Pensó en amigos de la universidad, y eso le recordó a Meredith. Claire
sabía que Meredith no tenía la intención de que su entrevista sorpresa
produjera tales consecuencias drásticas, pero sin embargo, lo había hecho.
Tal vez los amigos de la universidad mejor no fueran invitados.

Se unieron a los hombres cuando pensaron que el juego estaba


llegando a su fin. Sin embargo, estaba lejos de terminar, se estaba
poniendo interesante. Los dos hombres parecían estar animando a los
Saints. Claire se preguntó cómo John y Tony se llevarían. Ambos eran
increíblemente testarudos. Tony no estaba acostumbrado a ser nada
menos que el macho alfa. John parecía respetar a Tony; después de todo,
él era Anthony Rawlings.

Claire amaba y respetaba a John. Desde la muerte de su padre y su


abuelo, John fue el hombre de su familia, una parte influyente
omnipresente de su vida. Ahora, viéndolo allí junto a Tony, reconsideró su
evaluación. Tony dominaba en estructura, probablemente diez centímetros
más alto, y en el comportamiento seguro de sí mismo más. Ambos gritaron
a la pantalla cuando los Saints recuperaron la ventaja con menos de dos
minutos para el final. A continuación, la sala quedó en silencio cuando
pareció que el juego sería empatado con un gol de campo. El pateador de
Dallas se perdió el gol de campo, ampliamente a la izquierda, y los
hombres simultáneamente se pararon y vitorearon. Al ver a estos dos
hombres unidos en un gol común, Claire sintió su pecho hincharse con
deleite.
Después del partido se sentaron delante de un fuego caliente y
disfrutaron de la hermosa vista de la ciudad y un delicioso postre.
Mientras Claire tomaba café, renunciando al postre, Emily le dijo a Tony
todo sobre las tartas que Claire solía hacer. Explicó la gran cocinera y
repostera que era Claire. Tony pareció muy interesado en esta nueva
información.

Discutieron los planes para el día siguiente. Tony necesitaba


trabajar, y John amablemente accedió a quedarse en el hotel y hacer un
poco de trabajo también. Eric, su chófer, traería a Claire a su hotel y
recogería a Emily para la boutique nupcial. Emily se ofreció a tomar un
taxi, que no era problema, pero Claire y Tony insistieron. Estaba decidido.
Claire estaría en el Hyatt Regency a las nueve de la mañana para recogerla.
Su cita era para las diez.

Tony entonces preguntó si él y Claire podían unirse a ellos para la


cena la noche del viernes. Planeaban volver a Iowa el sábado por la
mañana. Claire ahora entendía por qué Tony había sido tan vago sobre sus
planes de viaje. John y Emily estuvieron de acuerdo.

Antes de irse, Emily abrazó a Claire como si no quisiera dejarla ir.

—Te he echado mucho de menos. Somos todo lo que nos queda. No


vamos a permanecer fuera de contacto de nuevo. —Sus ojos verdes
brillaban con sinceridad. Claire comenzó a llorar. Quería decir mucho,
pero sabía que se suponía que fuera vaga.

Antes de que pudiera hablar, Tony se metió.

—Emily, tenemos una boda en tres semanas. ¡Apuesto a que vas a


estar cansada de escuchar de Claire después de eso! —Se rio. Todos se
rieron. Tony les ofreció a Eric para el viaje de vuelta a su hotel. John
cortésmente declinó.

Después de que Jan recuperó sus abrigos, John y Emily se fueron.


Cuando la puerta se cerró, Claire se volvió hacia Tony.

—¡Gracias! Muchas gracias. Ésta fue absolutamente la mejor Acción


de Gracias. No puedo creer que me sorprendieras así.

Él sonrió, pero ella vio el mensaje en sus ojos.

—Tu hermana es muy curiosa. —Claire estuvo de acuerdo. Ella dijo


que su cabeza le dolía de trabajar tan diligentemente en las respuestas.
Besando su mejilla—: Querida mía, debes tomar una aspirina y retirarte a
nuestra habitación. Seré breve. Tengo algunos asuntos urgentes en mi
oficina que tengo que atender.

Primero, Claire fue a la cocina a agradecer a Jan por su arduo


trabajo. Realmente apreció todo lo que hizo para hacer su Acción de
Gracias especial. Jan parecía genuinamente conmovida y sorprendida por
la apreciación de Claire. Mientras subía las escaleras, pensó en la finca y
la vigilancia de primera categoría, tal vez el trabajo de Tony era revisar
algunas secuencias de video de su conversación en el comedor. Se dijo que
estaría bien, había seguido todas sus reglas.
26
Una hermana comparte recuerdos de la infancia y sueños adultos.
~Desconocido.

Traducido por Magdys83 & Ahtziri29

Tony dejó el apartamento temprano para que Eric pudiera llevar a


Claire y Emily a la boutique. En su camino al hotel de Emily, ella
consideró a su prometido. Para cuando él llegó a la cama la noche anterior,
Claire estaba durmiendo. Lo recordaba vagamente besándola, apagando
las luces, y sentirse aliviada. Tal vez él no había estado revisando la
vigilancia. ¿Tal vez estaba haciendo trabajo real en la noche de Acción de
Gracias? No importa, cuando llegó a la cama, no estaba molesto. Esa
mañana, antes de salir, la abrazó fuerte y le dijo que se divirtiera con su
hermana eligiendo su vestido de novia. Claire quería creer que su vida era
lo que parecía.

El tráfico hacia el hotel era una locura. Hasta que vio a la multitud
de personas, había olvidado todo sobre el Black Friday 2 . Las tiendas
departamentales estaban inundadas con hordas de compradores. Hizo su
destino a una boutique privada aún más atractivo. Los empleados estarían
completamente dedicados a ellas. Nada de este loco ajetreo que presenció
desde las ventanas de la limusina. Sonriendo débilmente, recordó con
cariño las compras del Black Friday con su mamá y Emily cuando era
joven. Para ahorrar $25, $50 o $100 dólares, se despertarían a las tres de
la mañana para estar de pie en varias filas. Sonaba desagradable, pero los
recuerdos eran cálidos.

Eric se acercó al Hyatt Regency unos minutos antes de las nueve.


Emily no estaba esperando.

2 Black Friday: En EUA se conoce como Viernes Negro al día que se inaugura la
temporada de compras navideñas. Es el cuarto viernes del mes de noviembre, el día
después de Acción de Gracias.
—Señorita, ¿le gustaría que fuera a recepción y pregunte por la
señora Vandersol?

Claire pensó un momento.

—No, vamos a darle cinco minutos y después voy a entrar. —Emily


no había leído el memorándum de Las reglas de puntualidad de Anthony
Rawlings. Claire decidió que merecía un descanso. Cinco minutos antes de
las nueve, Emily salió del vestíbulo. Eric rápidamente salió del auto y abrió
la puerta. Emily entró en la limusina. Abrazó a Claire de nuevo y miró
alrededor a los sillones de cuero y esplendor.

—En serio, ¿así es como viajas por Nueva York? —Claire dijo que
sí—. ¿Y no te sientes pretenciosa? ¿Tal vez no has escuchado que nuestro
país se encuentra en una recesión económica?

Eric se alejó de la cuneta y entraron en el tráfico. No era una


retención de tráfico intermitente lo que provocó que los músculos del
cuello de Claire se tensaran, más que el repentino asalto de actitud
defensiva.

—Emily, por favor, no me juzgues a mí o a Tony. Quiero que seas


parte de nuestra boda. Vamos a divertirnos buscando vestidos.

Emily exhaló y se recostó en el asiento.

—Claire, quiero hacerlo. En verdad. —Claire se dio cuenta que había


un “pero” viniendo—. Pero John y yo nos sentamos durante horas para
discutir sobre Anthony y tú.

Sentándose más recta, preguntó:

—¿Qué decidieron los dos?

—Decidimos que te queremos. Estamos muy contentos de que


Anthony nos invitó para ir a verte. Pero aquí está una de nuestras
preocupaciones. —Claire levantó las cejas, Emily siguió—. ¿Por qué tiene
que invitarnos Anthony? ¿Por qué no pudiste tú?

La cabeza de Claire casi tocaba el techo. Se sentó muy recta y miró a


Emily directamente a los ojos.

—Emily, eso es ridículo. Yo podía. Te dije que las cosas simplemente


han estado ocupadas. Con su horario, estamos dispersos, aunque estoy
segura que has leído de ello en los periódicos. Ni siquiera sabía hasta la
semana pasada que se necesitaba a Tony en Nueva York. —Y después para
aclarar, agregó—. Él no lo sabía hasta entonces. Tiene mucho por hacer.

—Um… hmmm, por favor, sabes que simplemente estamos


preocupados. Parece como que si fueras una persona diferente. —La
conversación se detuvo, y Emily siguió—. Eso no es necesariamente malo,
pero nos hace sentir incómodos. —Emily vio a su hermana: pulida,
refinada, distinguida, elegante y sofisticada. No la hermanita que
conocía—. He intentado aprender sobre Anthony Rawlings. Todo lo que
encontré sobre él en Google está relacionado con los negocios. Tiene una
reputación impresionante como empresario, pero no puedo encontrar nada
personal sobre él.

—Emily, también es un impresionante hombre reservado. Pero debo


enfatizar en reservado. Me pidió unirme a él en su reservada vida personal.
Quiero que John y tú estén allí, pero debes respetar la importancia de su
confidencialidad.

Se sentaron en el tráfico paralizado.

—Está bien, podemos hacer eso. Pero nos preocupamos por ti. ¿No
quieres llegar a tener una vida también?

Claire sintió el aumento de su presión arterial. Tenía que defender la


vida que había despreciado durante meses. Era tiempo de utilizar la
compartimentación, sacar las cosas buenas.

—Sólo porque no he contactado contigo no quiere decir que no tengo


una vida. La tengo. Tengo una vida muy llena y gratificante. Vivo en una
casa hermosa. Asistimos a varios eventos y funciones. He conocido amigos
maravillosos en el área metropolitana de Quad Cities. —Ella midió la
reacción de Emily—. No estoy haciendo meteorología en la actualidad, pero
estoy trabajando con Tony. Como dije, él es un hombre muy ocupado, con
una agenda ocupada. —No tenía que ofrecer más explicaciones.

El auto se movió de nuevo.

—¿Estás viviendo con Anthony allí? ¿Y cuánto tiempo has estado


viviendo con él?

Claire exhaló; tanto como la matara, sabía que no podía pasar su día
así. Era demasiado trabajo, y aunque era temprano, su cabeza palpitaba.
—Bien, Emily, lo siento si esto no funcionó. —Claire de repente
presionó el botón para abrir la ventana de Eric—. Eric, tenemos un cambio
de planes. Puedes dejarme en la boutique, pero la señora Vandersol
regresará al Hyatt.

Emily se le quedó mirando a Claire con incredulidad. Eric respondió:

—Sí, señorita.

Claire cerró la ventana. Se recostó en su asiento, sin hablar o mirar


a Emily. Debería estar triste, pero de verdad estaba enojada. También se
dio cuenta que se había comportado como Tony. Tal vez estaba siendo
demasiado cautelosa sobre sus reglas, pero sabía demasiado bien que las
conductas tenían consecuencias. Dada la opción, ella elegiría errar por el
lado de Tony.

—Claire, lo siento. Obviamente eres una mujer fuerte e


independiente. Pienso en ti como mi hermanita, alguien que necesita para
velar por ella. Anthony Rawlings es afortunado de tenerte en su vida.
Todavía no entiendo cómo sucedió todo. No me importa cuán maravilloso
es él. Es el afortunado en esta relación. Te quiero y quiero ser parte de tu
boda. Si esto es lo que quieres, te apoyaremos al cien por ciento.

Claire era demasiado emocional para ser completamente como Tony.


Agobiada con la sensación de alivio, se estiró, abrazó a Emily y sonrió.

—¡Bien! ¡Vamos a dejar esto atrás y vamos a divertirnos mirando


vestidos! —Presionado de nuevo el botón, dijo—: Eric, ambas vamos a la
boutique de novias. —Cerró la ventana.

—Una cosa más, sin embargo. —La preocupación se mostró en los


ojos verdes de Emily. Claire exhaló, no quería escuchar una cosa más.

—John está planeando hablar contigo esta noche sobre tu acuerdo


prenupcial.

—¿Qué? Yo no sé nada sobre eso, debería hablar con Tony. —Claire


pensó sobre ese escenario—. Pensándolo bien, no, dile que no se preocupe
por eso. Confío completamente en Tony, y honestamente no me podría
importar menos su dinero. En verdad no es un problema. Dile a John que
lo olvide. —Emily dijo que le diría, pero no podía hacer ninguna promesa.
Después de todo, él era un abogado y Claire su cuñada pequeña.
La entrada a la boutique era una gran puerta de tres metros rodeada
por piedra caliza. Sobre la puerta había un número de calle pero no un
nombre visible de la tienda. No había vestidos de novia en la ventana o
avisos evidentes, una experiencia diferente de cuando habían comprado el
vestido de Emily. Claire sabía, de la anterior compra de boutique, que para
entrar en la boutique necesitabas tocar la campana. Sin embargo, Eric
llamó antes y mientras estacionaba el auto y abría la puerta para Claire y
Emily, la puerta de la boutique se abrió.

Una mujer de unos cincuenta o sesenta años vestida en un elegante


traje formal salió volando para dar la bienvenida a la señorita Nichols a su
modesta boutique. Ella se presentó como Sharon Springhill. Mientras
guiaba a las mujeres en la tienda, hablaba efusivamente:

—Señorita Nichols, estuvimos muy contentos de recibir la llamada


del señor Rawlings ayer. Desde ese momento hemos trabajado
diligentemente para crear una colección especialmente para usted. En
verdad esperamos que usted, la futura señora de Anthony Rawlings,
encuentre el vestido de sus sueños hoy.

Claire hizo su mejor esfuerzo por jugar a la persona en que se había


convertido. Mirando a Emily podía sentir su ansiedad y decidió que esto
era una oportunidad para educar a su hermana.

—Señorita Springhill, estoy muy emocionada de estar hoy aquí. El


señor Rawlings me contó de la maravillosa reputación de su boutique.
Aprecio que se tome el tiempo para asistirme personalmente en este fin de
semana feriado. —La señorita Springhill agradeció a Claire por las amables
palabras. (Emily presenció la forma de romper el hielo de Claire)—. Ahora,
señorita Springhill, ésta es mi hermana, la señora Vandersol. Será mi
dama de honor. Tal vez el señor Rawlings le informó que nuestra boda será
el 18 de diciembre. Tengo la esperanza que no sólo será capaz de asistirme
con mi vestido, sino también con uno para mi hermana. —(Emily
experimentaría el tratamiento que soportó Claire).

Emily inmediatamente se encontró con su propio séquito de


colaboradores. Claire sonrió a su hermana cuando sus ojos se encontraron.
Emily negó con la cabeza, no parecía real. Las mujeres les ofrecieron café,
agua, té y champaña. A continuación fueron escoltadas a los asientos
enfrente de un área abierta. Le recordó a Claire a una pista de baile en la
sala de recepción del hotel. La señorita Springhill explicó a las damas que
reunió una colección especialmente para la señora Rawlings. Incluía
muchos de los mejores diseñadores de vestidos de novia; Vera Wang,
Oscar de la Renta, Manuel Mota, Monique Lhuiller, Maggie Sultero, Winnie
Couture y Mieko, además de otros.

—Por favor, siéntense y relájense mientras las modelos muestran los


más extravagantes y deslumbrantes vestidos de novia que jamás haya
visto. Siéntase libre de hacer cualquier petición. Si lo desea, puede ver
cualquier vestido de novia de nuevo, y por favor, toque las magníficas telas.

»Señorita Nichols, una vez que reduzca la selección puede probarse


esos vestidos de novia. Entonces tomaremos sus medidas por lo que el
vestido de novia de sus sueños será adaptado específicamente para usted.
Además, si desea un cierto vestido pero quisiera cambiar algo, el diseñador
puede ser contactado y se hará todo lo posible para ajustarse a su deseo.

»Después de los vestidos de novia, con mucho gusto vamos a repetir


el proceso para la señora Vandersol. ¿Hay algo que podamos conseguir
para hacerlo más cómodo? —Claire le dijo que estaban bien y emocionadas
por ver los vestidos.

La decisión resultó increíblemente difícil. La mayoría de los vestidos


de novia eran exquisitos. De hecho, algunos eran un poco extraños, Claire
y Emily intercambiaron miradas. Sin embargo, la mayoría eran elegantes.
Había trajes de novia glamorosos con contrastes atrevidos en volumen,
telas ricas tales como encaje, organza o garza real, y los accesorios más
elegantes. Algunos estaban cubiertos con gasas que se unían con detalles
de piedras preciosas, pliegues naturales, fruncidos, volantes o tul.

Había trajes de novia modernos con materiales muy finos y ligeros


con estilos fluidos, puros y con corte de sirena. Esos fueron hechos con
telas suaves como la gasa, gasa plisada o tul mórbido. Acentuaban las
curvas, tenían detalles impecables tales como escotes asimétricos,
apliques florales, plumas o ricos bordados de piedras preciosas.

Los vestidos Oscar de la Renta y Monique Lhuiller fueron creados en


un intento de recrear un mundo de sueños y fantasía pura. Estos vestidos
de boda tenían halagadores escotes palabra de honor, mejorando
meticulosamente la cintura y faldas con espectacular volumen. Incluían
maravillosos estilos corte corazón y sirena, forrados con miles de plumas,
volantes en cascada y aplicaciones mágicas. Claire pensó que harían a
Cenicienta o Bella orgullosas.
Las hermanas miraron modelos por dos horas y Claire creó una
pequeña lista de cerca diez vestidos. Se sentía abrumada. La señorita
Springhill sugirió que la señorita Nichols y la señorita Vandersol
disfrutaran de un ligero almuerzo mientras ellas veían los diez vestidos de
nuevo.

Mientras comía ensalada de pollo en una cama de lechuga con una


guarnición de fruta y té helado, Claire redujo la elección a cuatro. Todos
significativamente diferentes. El primer vestido tenía un hermoso escote
corazón con un corte sirena y una falda larga cubierta en plumas finas. La
falda podía levantarse o dejarse abajo para la caminata por el pasillo de la
iglesia. El siguiente vestido, por Oscar de la Renta, fue hecho a mano de la
gasa de más alta calidad y una falda fluida completamente de satín en
forma de sirena que era acentuado con adornos intricados hechos a mano
y brillantes cristales Swarovski. El tercero era palabra de honor con una
cintura imperio, el fondo hecho con muchísimo tul y la delgada capa
superior en relieve con aplicaciones florales de encaje y gemas. Y el cuarto,
de Vera Wang, era demasiado creativo, gasa de seda ligera lisa clásica
diseñada para abrazar el cuerpo, con una falda fluida completamente de
gasa. Lo que hacía a este vestido diferente era el encaje bordado del
hombro en superposición que creaba mangas de encaje y una cola. La
decisión hecha, Claire se probaría los cuatro vestidos.

Primero necesitaban ver los vestidos de dama de honor. Emily era


ligeramente más alta y no tan delgada como Claire. Los vestidos que vieron
eran en su mayoría negros o plateados, pero la señorita Springhill le
prometió cualquier color que Claire quisiera. Claire sonrió.

—¡Ese sería maravilloso si fuéramos capaces de conseguirlo en rosa!


—La señorita Springhill no sabía que estaba bromeando. Las damas rieron
disimuladamente.

Lo redujeron a un vestido de satín Oscar de la Renta con una falda


más apretada, un vestido Valentino con la capa superior de encaje y un
vestido Monique Lhuiller que sería perfecto con la segunda opción de
Claire. Se dieron cuenta que Claire debía escoger su vestido de boda
primero y después el vestido de dama de honor sería escogido como
complemento.

A las dos y media comenzaron a probarse vestidos. Cuando Claire


miró a su reloj tuvo un sentimiento enfermizo de que el proceso estaba
tomando demasiado tiempo. Se preocupó que Tony se preguntara dónde
estaban. ¿O tal vez podría pensar que fueron a otro lugar? Ella le dejaría
saber que el proceso requería demasiado tiempo tan pronto como tuviera
la oportunidad.

Esperando evitar sospechas, Claire decidió reportarse con Eric.


Quería que él supiera que pasaría un tiempo antes de que necesitaran ser
recogidas. Usó el teléfono de la tienda para marcar. Emily ofreció su
teléfono ya que Claire dejó el suyo en el departamento. Claire decidió que
el teléfono de la tienda sería mejor. El número de la tienda aparecería en el
identificador de Eric. Le preocupaba que si le marcaba a Eric desde el
teléfono de Emily su ubicación sería cuestionada. Y si usaba el teléfono de
Emily, Tony podría asumir que lo usó para otras llamadas. Le molestaba
que cada movimiento necesitara ser escrudiñado por posibles
malinterpretaciones. Se dijo a sí misma que tal vez no era cierto, pero
mejor prevenir que lamentar.

—Hola Eric, es Claire.

—Sí, señorita Claire, ¿están listas para que las recoja?

—No, es por eso que llamo. Este ha sido un proceso muy difícil.
Asumo que estaremos aquí otra hora o tal vez dos. Te llamaré cuando
hayamos terminado.

—Sí, señorita Claire, estaré ahí cuando estén listas.

Emily podía escuchar cada palabra. Quería pedirle a Eric que


llamara a Tony para hacerle saber que todavía estaban en la boutique. Sin
embargo, pensó que causaría que Emily hiciera más preguntas así que
solo dijo:

—Gracias, Eric.

Claire se encontró en una situación incómoda en cuanto a la toma


de medidas de su vestido. Tenía tantas cosas en las que pensar que está se
le pasó. Claire le preguntó a la señorita Springhill qué ropa interior se
utilizaba usualmente con estos vestidos y le dijo que le gustaría comprar
alguna así el vestido se vería lo más parecido a como lo haría el día de su
boda. Aparentemente, esta no era una solicitud inusual. La señorita
Springhill le trajo un moldeador de cuerpo sin tirantes. Una vez que estaba
puesto, Claire les permitió a las asistentes tomar sus medidas. La
conversación entera pasó desapercibida por Emily. Estaba ocupada con las
asistentes midiendo y atendiendo todas sus necesidades.
Claire se probó cada vestido y entró en un gran cuarto lleno de
espejos, donde se paró en una plataforma. Se podía ver desde cualquier
dirección. Claire quería la opinión de Tony más que nada. Él una vez dijo
que Catherine sabía lo que le gustaba. Claire deseaba que Catherine
estuviera aquí ahora, pero no lo estaba. En su lugar tenía a Emily, quien
repetidamente le decía lo hermosa que se veía en cada vestido. No estaba
ayudando.

Claire se dijo repetidamente: Mi boda será en tres semanas. Necesito


tomar una decisión. El servicio y las opciones eran fantásticos. Pasar
tiempo con su hermana era maravilloso. El estrés estaba haciendo que su
cabeza punzara. Claire redujo la lista a dos: el vestido de gasa Oscar de la
Renta y el vestido Vera Wang. Tal vez el tema era una boda Decembrina en
el medio oeste, pero la idea de las mangas de encaje en el vestido Vera
Wang le gustaba a Claire.

La señorita Springhill sabía las medidas de Claire y prometió que


podía crear cualquier vestido. Siempre cortés, enfatizó la importancia de
una decisión rápida. Claire necesitaría regresar para pruebas adicionales.
Dijo que estaría bien, pero secretamente se preguntaba si Tony había
anticipado eso.

Después necesitaban escoger un vestido para Emily. Claire decidió


que realmente le gustaba el vestido Valentino con el encaje por encima.
Complementaría cualquier vestido de novia. Tomó pruebas de color y
prometió a la señorita Springhill que elegiría un color para el lunes. Hubo
una súbita comprensión de que el color tenía múltiples implicaciones. Las
decoraciones, las flores y las invitaciones usualmente contenían el mismo
esquema de color. Hasta ahora no había pensado en eso. Claire podía
sentir las lágrimas inminentes. Había tantas cosas en las cuáles pensar.

Casi a las cuatro, Eric llegó a recogerlas de la boutique. Claire


estaba exhausta y abrumada. No había pasado tanto tiempo fuera y lejos
de casa desde su accidente. Su cabeza punzaba violentamente hasta el
punto de tener náusea y quería tomar una siesta. Fiel a su nueva
personalidad, Claire no le enseñó a Emily o cualquiera cómo se sentía.

Emily trató de pretender que no se daba cuenta mientras Claire le


daba propina al staff de la boutique. Después de modelos y asistentes de
sastre y por supuesto la señorita Springhill, el total era más de mil dólares.
Esto no incluía el precio del vestido.
Una vez en el auto, Emily expresó honestamente su felicidad por la
experiencia de compras. Jamás había sido tratada de esa manera antes.
Era maravilloso. Esas personas no podían hacer lo suficiente por ellas.
Miró a Claire.

—¿Puedes imaginarte si alguna de esas chicas de la escuela pudiera


verte ahora? —Claire sonrió. Había pensado en eso una vez, pero no
parecía importante ahora.

—En realidad no es tan importante.

—¡Oh, por Dios, Claire, acabas de dar la mitad del pago de mi casa
en propina!

—En serio, Emily, por favor, no es tan importante. —La reacción de


Emily la ponía incómoda.

—Sabes, Claire, las únicas personas que dicen que el dinero no es


importante son las personas que lo tienen. —Entonces le preguntó a Claire
acerca de su vestido—. Quiero usar el vestido que te guste. Pero seré
honesta, con el vuelo a Iowa, quedarme aquí por no sé cuánto tiempo y
otros gastos no sé si podemos permitirnos un vestido de ahí. Me di cuenta
que no había etiquetas. Ese no es un buen signo.

Las punzadas en su cabeza distraían a Claire. Miró en el refrigerador


del auto por algo de beber y comer.

—No quiero que te preocupes por eso, Emily. Tony pagará por los
vestidos. Puedo hablar con él acerca de volar a Iowa y lugar para quedarse
también.

No quería ofender a Emily, pero lo hizo.

—Gracias Claire, pero mi esposo y yo podemos permitirnos pagarlo


nosotros mismos.

—Oh, por favor, Emily, no estoy tratando de hacerte enojar. Sé que


pueden. Pero te estamos arrojando esto sin una advertencia. Puedes hacer
lo que quieras referente al vuelo y hospedaje, pero por favor, deja que Tony
se ocupe de los vestidos. Dijo que quiere que tenga mi boda soñada, así
que por favor, déjalo hacerse cargo de los vestidos. —Entonces añadió con
una sonrisa fingida—. Y como yo lo recuerdo, tú y John pagaron por mi
hermoso vestido verde hace unos años.
Emily sonrió.

—Tienes razón, lo hicimos. Por supuesto, costaba ciento cincuenta


dólares. Diste eso de propina diez veces hoy. Solamente no estoy
acostumbrada a esta nueva Claire. Dame un poco de tiempo.

Claire le dio a Emily una botella de agua y le ofreció algunas moras


mientras pedía silenciosamente “Por favor, deja que algo de agua y comida
ayuden a mi dolor de cabeza”. El agua sabía fría y refrescante. Entonces
pensó en café, la maravillosa fragancia, sabiendo que la haría sentirse
mejor. Decidió que le pediría a Jan algo de café cuando regresara al
apartamento.

El tráfico fluyó mucho mejor de lo que lo había hecho en la mañana.


Antes de que llegaran al Hyatt, el teléfono de Emily sonó. John se
preguntaba cuando regresaría. Ella le dijo que estaban cerca y que había
sido un día largo. John le recordó que se supone cenarían con Claire y
Anthony y si ella sabía los detalles. Emily dijo que no lo hacía pero Claire
prometió llamarlos tan pronto como llegara al apartamento.

Emily le dio a Claire su número de teléfono mientras salía de la


limusina. Le dijo a Claire que había sido un gran día y esperaba con
ansias la cena de esta noche. Se abrazaron y Emily entró en el hotel.
Mientras Eric se alejaba, Claire recostó su cabeza en el asiento. Lágrimas
salían de sus ojos mientras se cerraban. Su cabeza palpitaba y se sentía
totalmente agotada. En algún lugar entre el Hyatt y el edificio del
apartamento de Tony, Claire cayó en un sueño profundo.

—Señorita Claire, hemos llegado al apartamento del señor Rawlings.


—Escuchó la voz de Eric. Claire abrió sus ojos y estuvo inmediatamente
desorientada. Trató de familiarizarse con sus alrededores, pronto notando
que estaba en la limusina afuera del edificio del apartamento de Tony. Eric
mantuvo la puerta abierta y el frío noviembre ayudó a Claire a
concentrarse. Entró al edificio y subió al piso setenta y seis. Mientras el
elevador se abría, la cara de Claire se sintió enrojecida de repente y su
ritmo cardíaco aumentó. Tony estaba parado en la puerta esperando su
llegada.
27
Creo que he descubierto el secreto de la vida… Solamente matas el
tiempo hasta que te acostumbras a ella.
~Charles M. Shulz

Traducido por Gemma.Santolaria & Ateh

Ver a su prometido a través de la habitación debería hacer que su


corazón se acelerara. Al ver a su prometido de pie en la puerta le hizo eso a
Claire. Sin embargo, en lugar de acelerarse de amor, ella supuso que era
por ansiedad. Cuando entró al edificio, su reloj decía las 5:30. Sus
pensamientos se agitaban lentamente a través de su cabeza adolorida.
Obviamente, él había terminado su trabajo. Ella quería llegar a casa
primera… pero tenía a Eric. ¿Cómo había llegado él a casa?

—Buenas noches, Claire. —Su expresión indiferente, no podía leerlo.

La máscara en su lugar. La siesta la había ayudado con el dolor de


cabeza, solamente era un suave golpeteo de dolor.

—Buenas noches, Tony. —Ella se acercó para besarlo. Él se agachó


para acomodarse.

—Te ves abatida. ¿Encontraste un vestido? —La llevó hacia el


apartamento. Claire suspiró y trató de explicar la complejidad del día. La
boutique era maravillosa, demasiado maravillosa, con una selección que
era demasiado grande. Él la ayudó con su abrigo, se lo dio a Jan, y la
acompañó por las escaleras hasta el dormitorio. A mitad de escalera, se
acordó del café.

—Oh, sólo un minuto, Tony. ¿Jan? —Claire se detuvo y volvió a


bajar las escaleras y gritó—: ¿Jan? —El ama de llaves regresó al vestíbulo.

—¿Sí, señorita Claire?

—Necesito algo del bolsillo de mi chaqueta, por favor. —Todavía


sujetando su abrigo, Jan se lo devolvió. Claire sacó un pequeño trozo de
papel de uno de los bolsillos—. Gracias, ¿podrías traerme un café arriba?
—Jan respondió afirmativamente y desapareció con el abrigo de Claire.

Claire procedió a subir las escaleras hacia Tony. Él esperó


pacientemente, en silencio, mirándola. Ella le entregó la hoja de papel. Él
la tomó, la desdobló, y preguntó:

—¿Qué es esto?

—Es el número celular de Emily. Me lo dio para que yo pudiera


llamarla con detalles de los planes de esta noche. —La expresión de Tony
no cambió. Arrugó el papel, lo metió en el bolsillo de sus pantalones, y
continuó escoltando a Claire por las escaleras. No estaba segura de lo que
significaban sus acciones. Sin embargo, su falta de respuesta significaba el
final de la conversación—. Siento llegar tan tarde. No tenía ni idea que
sería un día tan largo.

Tony dijo que valía la pena si ella había encontrado el vestido de


novia. Le dijo que lo había reducido a dos. La boutique tenía sus medidas,
y todo lo que necesitaba era una llamada para hacerles saber su decisión.
Sin embargo, la señorita Springhill recalcó que debería hacerlo pronto.
Claire le dijo a Tony que agradecería su opinión. Contestó que confiaba en
el juicio de Claire.

Se sentó en el borde de la cama, suspiró y se recostó. La frescura de


la habitación combinada con la firmeza de la cama ayudó a que Claire se
relajara. Cerró sus ojos y esperó que el café ayudara a su cabeza.

—Eric me dijo que te quedaste dormida después que Emily dejara el


auto. —Él se sentó a su lado en la cama, acariciando su pelo. Claire dio un
suspiro de alivio. No parecía molesto. La tensión de su cabeza comenzó a
disminuir.

—Lo siento si he hecho mal, pero me dolía tanto la cabeza que


apenas podía concentrarme en Emily.

—Por supuesto, está bien. Estabas sola y agotada. Te dije que no


quería que hicieras de más. Aún no estás al cien por cien. —Él besó su
cabeza—. Hablé con tu cuñado y moví nuestras reservas a las ocho. Tal
vez deberías continuar tu siesta por un rato. No tenemos que salir hasta
las siete y media.
Claire pensó en ello. Tenía alrededor de dos horas, pero decidió que
una ducha sería más beneficiosa. Ya había tomado una siesta. Ellos
hablaban cuando Jan llamó a la puerta. Entró en la habitación y le puso
una jarra de café, crema, y dos tazas en una mesa cerca de la ventana.
Preguntó si necesitaban algo más. Sabiendo que no, se fue.

Las cortinas abiertas exponían una vista espectacular llena de


oscuridad a pesar de que no eran ni siquiera las seis de la tarde. Las luces
de la ciudad de Nueva York brillaban abajo, evidencia de la población
corriendo de lugar en lugar. Claire sujetó su taza de café, inhaló el rico
aroma, y se quedó en silencio, hipnotizada por la vista. Esta época del año,
con cortos días lúgubres, siempre eran un momento difícil para ella. Ella
amaba el sol, la hacía feliz. Este año se había perdido la mayor parte del
sol de otoño y ahora la desolación del invierno descendió rápidamente.

Para ella, la oscuridad era lo contrario a la luz. Por lo tanto, en lugar


de felicidad le traía tristeza. Es por eso que le gustaba Atlanta. Se paró
junto la ventana, mirando a un magnífico horizonte, tomó un sorbo de su
taza de café caliente, y pensó en estar triste. Esto la hizo castigarse a sí
misma. Debería estar feliz por su boda y su reencuentro con Emily. Pero lo
que realmente quería hacer era estar de vuelta en Iowa. No quería la
presión de elegir un vestido y hacer frente a las constantes preguntas de
Emily. No ansiaba ya la calidez de Atlanta, pero sí el calor de su chimenea
y la falta de fingimiento.

Vio a Tony acercarse en el reflejo de la ventana. Se puso de pie


detrás de ella, puso sus brazos alrededor de su cintura, y ella apoyó su
cabeza contra su pecho. La voz de Tony sonaba suave y cariñosa.

—¿Qué estás pensando? Pareces tan lejos.

—No quiero decirlo. Pensarás que soy una ingrata. —Puso su taza
sobre la mesa y se giró hacia él.

Tony dirigió su mirada hacia él.

—Aprecio la honestidad por encima de todo. —No estaba siendo


autoritario, sólo sincero. Se dio cuenta de cuán cansados se veían los ojos
de ella mientras besaba suavemente sus labios—. Y déjame decidir qué es
lo que pienso.

Ella seguía mirando sus ojos. El marrón a juego con el color de su


café aligerado por la crema. Eso le dio fuerza para ser honesta.
—Quiero ir a casa. —Su expresión cambió ligeramente, diciéndole
que él no entendía su significado de casa—. Tony, quiero volver a tu casa,
quiero estar de vuelta en Iowa. —Él sonrió y la abrazó.

—¿Por qué eso te haría ingrata? —Ella explicó que amó su sorpresa,
ver a Emily y a John la emocionó, pero las cosas habían cambiado. Emily
hacía tantas preguntas y parecía tan consternada por la vida de Claire, se
sentía como si ya no estuvieran conectadas. Tony liberó su barbilla y su
cara descansó, enterrándose en su pecho. El latido de su corazón la
llenaba de seguridad. Cerró los ojos y escuchó. El ritmo constante hizo que
su cabeza se sintiera mejor. No podía ver su rostro o su sonrisa de
satisfacción.

Ella continuó, diciendo que si podía cancelaría sus planes para la


cena de esta noche. Levantando sus ojos de nuevo, él dijo:

—Sabes que no es una opción. Hemos hecho un compromiso y


vamos a cumplirlo. Pero estoy feliz de saber que deseas estar en casa
conmigo, en nuestra casa. Estaremos allí mañana. —Claire asintió con la
cabeza y dijo que sí, que lo sabía. Recogió su taza de café y se fue al cuarto
de baño para ducharse.

Una vez allí se dio cuenta de la gran bañera. No era como si ella no
la hubiera visto antes, había estado allí todo el tiempo, per se veía muy
acogedora. Encendiendo el agua caliente decidió averiguar a dónde iban a
ir. Cuando abrió la puerta para preguntarle a Tony, él estaba sentado en la
cama, de espaldas a ella. Tenía su bolso abierto, los contenidos esparcidos
sobre la cama, buscando algo. Tal vez algo que Claire hubiera dejado allí
que no debería tener. Tal vez la evidencia de ella estando con Emily en otro
lugar aparte de la boutique nupcial, pero no había nada. Pensó en decir
algo, enfrentarse a él sobre privacidad, en cambio cerró la puerta y
agradeció a Dios que le hubiera dado el papel con el número de teléfono.

Eric se detuvo en el restaurante del Upper East Side


aproximadamente a las ocho menos cuarto. Claire estaba muy contenta
con los planes de Tony para esta noche. Primero, el pintoresco e informal
restaurante de marisco estaba lejos del ajetreo bullicioso de las calles
llenas y no era tan elegante como los establecimientos a los que solían ir a
comer. Su reserva había sido para las ocho, y ya que el Hyatt no estaba
lejos, Emily y John aún no estaban allí. Segundo, ella aprobó la elección
de Tony sobre la vestimenta, los dos llevaban vaqueros. Cuando salieron
de la habitación, Claire le dijo a Tony de nuevo cómo le gustaba verlo con
vaqueros. Él le recordó cuánto le gustaba salir con estos. Sus ojos
brillaron.

Ya que su mesa no estaba lista, Tony y Claire fueron al bar a esperar.


Al final de la barra había un taburete desocupado, Tony condujo a Claire a
este. Se sentó mientras él estaba de pie a su lado. Él pidió una cerveza de
diseñador y Claire un vaso de Zinfandel. Sentarse en la barra le recordó a
Claire el Red Wing. Compartimentar. Se sentía mucho mejor que más
temprano. Puede que fuera la siesta, el baño, el café, que Tony
comprendiera sobre su largo día, o simplemente algún tiempo de relax
lejos de preguntas. Sin importar la causa, su espíritu se sentía revivido y
preparado para la noche. Charlaron sobre las diferentes botellas de licor
que recubrían el bar. Claire recordó algunos de sus conocimientos de
coctelería. Habló mayormente de los licores desde el punto de vista en
primera persona, los que le gustaban, los que no, y por qué. Esto divirtió a
Tony ya que ella había probado muchos de ellos. Después de todo, había
sido legal beber para ella durante seis años. Claire sonrió y repitió la
palabra legalmente. Ellos estaban charlando y riendo cuando John y Emily
se acercaron.

Procediendo con la habitual ronda de saludos y apretones de manos,


Emily y John pidieron bebidas, estaban hablando sobre nada en particular,
y pronto su mesa estuvo lista. John, Emily, y Claire fueron a la mesa
mientras que Tony se quedó atrás para pagar la cuenta del bar.

Una vez que la anfitriona se los llevó a su mesa, Claire se excusó


para ir al baño de mujeres. Cuando salía del baño, que se encontraba en
un pasillo estrecho, se sorprendió al encontrar a John esperándola.

—Bueno, hola. ¿Pensaste que estaba perdida? —Claire empezó a


pasarle, pensando que iban de regreso a la mesa, cuando John la detuvo.

—Claire, realmente necesito hablar contigo sin Anthony presente.

Claire de repente se sintió incómoda. —No, John, no tienes.

Él habló rápido y suave. —Sí que tengo. Dime que no has firmado un
acuerdo prenupcial todavía.

—No lo he hecho.

—Bueno, quiero revisarlo primero. Emily dijo que no crees que sea
necesario, y debería dejarlo pasar, pero soy tu hermano. Te he conocido
desde que eras una niña. Deja que alguien que tiene sus mejores intereses
en el corazón se asegure que estás representada.

—Gracias, John, creo que Tony tiene mis mejores intereses en el


corazón. No me importa el dinero, confío en él, y yo… —Claire podía ver el
cambio en la expresión de John. ¡Oh, Dios! Sabía por la opresión en su
estómago que Tony estaba detrás de ella. Se volvió y vio directamente su
pecho. Él estaba justo detrás de ella.

Continuando con la oración de Claire, de Tony dijo:

—Y yo creo que esta conversación sería mejor tenerla en un


ambiente privado. —La voz de Tony exudaba desagrado. Ellos, sin embargo,
estaban de pie en el pasillo de un restaurante público; por lo tanto, no era
ruidoso, grosero o agresivo. Claire levantó la vista para ver su rostro,
preguntándose cuánto había escuchado. Podía ver el marrón desaparecer
detrás del negro en expansión.

—Tony… —empezó a hablar Claire. Su expresión la detuvo en frío.

—¿Vamos todos a nuestra mesa? Creo que a la camarera le gustaría


presentarse. John y Emily son bienvenidos a unirse a nosotros en nuestro
auto. Estaremos encantados de llevarlos de regreso a su hotel después de
la cena. En ese momento, si lo deseas, puedes continuar con su asesoría
legal. —Claire rezó para que elegiría no continuar. Sabía por experiencia
que hay algunas cosas que no valen la pena.

John miró de Tony a Claire y volvió a Tony. Sonaba fuerte y


desafiante.

—Eso estaría bien, Anthony. Agradezco la oferta. Estaríamos


encantados de unirnos a ustedes. —Entonces aligeró su tono—. Emily me
dice que tiene un auto muy agradable. —Todos comenzaron a caminar
hacia la mesa.

—Gracias, no es mío. Alquilo autos en la ciudad. Demasiados


accidentes con todo el tráfico… —Y la conversación continuó con
benevolencia hasta la mesa y durante la cena.

Ella conocía a Tony y sabía que estaba enfadado. Para el espectador


casual, parecía bien. Se destacaba en el arte de mantener las apariencias.
Conversaba, escuchaba, reía y observaba. De vez en cuando, los ojos de él
y de Claire se encontrarían. Quería decirle que lo sentía. No había pedido
el consejo, pero, por supuesto, mantuvo su máscara y no abordó el tema.
Emily no sabía nada de la conversación en el pasillo. Ella conversaba con
inocencia.

Al final de la cena, Emily y Claire decidieron que ella iba a llevar el


vestido de Vera Wang. Le gustaron las mangas de encaje, sería mejor para
una boda de invierno. También decidieron el vestido de Emily. Tony había
impreso todos los datos de contacto de la boutique. Claire se lo dio a Emily
y le dijo que lo sentía, pero tendría que volver a la ciudad una o dos veces
más por los arreglos. Emily dijo que estaba bien.

John les preguntó a qué hora era su vuelo de regreso a Iowa por la
mañana. Claire miró a Tony. No quería decir “Oh, podemos irnos en
cualquier momento. Es el avión de Tony”. Él respondió:

—Tenemos la intención de salir temprano. Esta boda se está


aproximando muy rápido. Nuestra planificadora de bodas estará en la casa
mañana a las dos. Por suerte, ganamos una hora de camino de vuelta. —
Claire suspiró, él era bueno. También decidió que o realmente había
comenzado a relajarse o también podía engañarla a ella.
Independientemente, aparentó ser muy complaciente. Después de sus
aperitivos, ensaladas y plato principal, todos tomaron café.
Sorprendentemente, después de la confrontación incómoda del pasillo, la
cena salió bien.

Anteriormente, en el apartamento, Claire compartió los comentarios


de Emily con respecto al costo de la boda con Tony. Él no había dicho
mucho más que reconocer sus preocupaciones, pero al parecer había
elaborado un plan.

—John y Emily, quiero darles las gracias por estar con nosotros esta
Acción de Gracias. Significa mucho para Claire. Me habló de la pérdida de
su familia, los dos son importantes para ella. —Claire escuchó con
atención, al igual que ellos dos—. Puedo ser impulsivo. Debo admitir que
después de tantos años de soltería, estoy encantado de haber conocido a la
mujer junto a la que quiero pasar mi vida. —Miró a Claire y sonrió. Ella le
devolvió la sonrisa—. Es por eso que Claire accedió a una boda tan rápida.
Eso puede ser difícil en aquellas personas que apreciamos. Ustedes
pueden haber tenido planes para ese fin de semana, y dudo que estuvieran
planeando un viaje a Iowa. —Tenía la atención de todos—. Por lo tanto,
sería un honor si ustedes me permiten encargarme de sus planes de viaje
hacia y desde Iowa. Estoy hablando por Claire, pero creo que a ella le
gustaría que estén allí unos días antes de la ceremonia. Nuestra casa no
queda cerca de los hoteles. Por favor, sepan que están invitados a
quedarse con nosotros. Tenemos espacio. —Sonaba galante y magnánimo.
Claire alcanzó su mano debajo de la mesa y apretó. Él apretó de regreso y
le tomó la mano. No sabía cómo respondería John, pero estaba muy
contenta con su prometido—. Y mientras tengo su atención, quiero dar a
Claire la boda de sus sueños. Por favor, permítanme encargarme de
cualquier ropa de la boda y accesorios.

En un primer momento, Emily y John no dijeron nada. Claire sabía


que estaba matando a John. Él era un abogado exitoso, pero tenían
préstamos educativos que todavía estaban pagando. Tenían una hipoteca,
préstamos de automóviles, probablemente tarjetas de crédito. Tony tenía
más dinero de lo que podía gastar en la vida. Rezó que aceptaran.

Por último, John habló:

—Anthony, muchas gracias. Es difícil para mí aceptar su


generosidad.

Tony tenía una estratagema más.

—John, ¿no he oído historias sobre Claire viviendo con ustedes por
un año después de la universidad? —John dijo que sí, que vivió con ellos—.
¿Tal vez podrías justificar esto como un pago atrasado de la renta? —Tony
estaba sonriendo. Claire quería llorar. En cambio, sonrió a John y Emily.
Tenían que ver lo maravilloso que Tony podía ser.

John y Emily intercambiaron miradas. Finalmente, fue Emily quien


aceptó.

—Gracias. Tienes nuestros números. Por favor, haznos saber los


detalles. —La conversación terminó.

Todos se pusieron de pie para salir y Claire pensó en la cuenta. Al


parecer, fue atendida sin que nadie se diera cuenta, una confrontación
menos. Tony había contactado con Eric y tenía el auto esperando afuera.
Claire esperaba que la actitud amable de la cena continuara en el auto.
Las mujeres llegaron en primer lugar, seguidas por John, que estaba
sentado junto a Emily, y Tony, que se sentó al lado de Claire.

Tan pronto como Eric se apartó de la acera John comenzó a hablar.


Su voz era fuerte y directa, como si se dirigiera a un jurado o juez.
—Anthony, pido disculpas por emboscar a Claire en el pasillo. Y,
Claire, pido disculpas por hacerte sentir incómoda. —Emily miró a John
con horror en sus ojos, completamente inconsciente. Claire suspiró y se
sentó de nuevo, pensando sólo, oh dios, él va a seguir esto. Le dio una
prórroga a Tony—. Pero he conocido a Claire desde que era una niña
pequeña. He hecho mi mejor esfuerzo para velar por Emily y Claire,
especialmente desde la muerte de sus padres. La quiero como una
hermana. —Sonrió a Claire, luego de vuelta a Tony con toda seriedad—.
Soy un abogado, y creo que Claire merece la representación que le
corresponde en relación con las ramificaciones legales de su matrimonio.

Claire no habló, Tony sí:

—John, sin duda aprecio el hecho de que Claire tiene otra persona
que se preocupa por su bienestar. Debo destacar el hecho de que ella será
mi esposa y voy a velar por ella. Puedo asegurarte que tenemos todo un
equipo de abogados que la representarán en cualquier circunstancia legal
necesaria.

John continuó sin inmutarse.

—Con el debido respeto, tu equipo legal mira por tus mejores


intereses, como deberían. Claire obviamente está enamorada de ti y confía
en tus decisiones.

—¿Estás insinuando que no confías en mis decisiones?

—No, no estoy insinuando nada. Estoy diciendo que, como cuñado


de Claire y abogado, debería revisar el acuerdo prenupcial antes de
firmarlo.

Claire no se sentía bien acerca de esta discusión. Tal vez podría


ayudar.

—Gracias, John, por tu preocupación. Confío en Tony… —


Inmediatamente supo que no debería haber hablado. Se detuvo.

Tony continuó:

—Tu preocupación es admirable. Y tu persistencia es encomiable.


Como abogado de Claire, no su cuñado, voy a informarte que no
planeamos tener un acuerdo prenupcial. Quiero que Claire tenga la mitad
de todo. No pienso divorciarme de ella, dejarla, o que ella me deje. Creo
que debería ser mi pareja en todos los sentidos respecto a todo. Tendrá la
mitad de todo lo que poseo a partir del 18 de diciembre.

John se sentó en silencio y miró a Tony. No había esperado esa


información. Finalmente, habló.

—¿Lo has consultado con tu equipo de asesores legales?

—¿Disculpa? ¿Está preguntando como abogado de Claire?

—No, estoy preguntando como tu futuro cuñado. Conozco a Claire.


Sé que es una mujer maravillosa que está enamorada. Pero como abogado,
un hombre de tu riqueza no debe entrar en un negocio sin un contrato, y
no se debe entrar en un matrimonio sin un acuerdo prenupcial.

Tony sonrió, divertido. Diversión no siempre implicaba algo bueno.


Claire rezó para que todo fuera un producto de su imaginación, tal vez
estaba durmiendo de nuevo y esta era una pesadilla. Emily se sentó con
sorpresa, estupefacta por el debate verbal que ocurría ante ella. Tony
decidió que la conversación había terminado.

—John, gracias por tu consejo. Gracias por tu consulta legal. Tu


cuidado y preocupación por Claire está debidamente anotado y bienvenido.
Espero más animados debates contigo en el futuro. ¿Puedo hacer una
sugerencia? —John dijo que sí. Sin embargo, su respuesta fue
intrascendente. La declaración formada como una pregunta era puramente
retórica. Tony ofrecería su sugerencia de cualquier manera—. Estas
conversaciones deberían y tendrán lugar en privado. —John estuvo de
acuerdo.

Se sentaron en silencio por un tiempo. Finalmente, Emily rompió el


silencio incómodo y le dijo a Claire que la echaría de menos y no podía
esperar hasta que estuvieran juntas de nuevo para la boda. Luego se volvió
a Tony.

—¿Si seguimos siendo bienvenidos?

Su boca sonrió. Claire no necesitaba mirar para saber que sus ojos
no lo hicieron.

—Por supuesto, esperamos su visita. —Una vez que el auto llegó a


su hotel, Eric abrió la puerta y Tony salió primero. Emily y John abrazaron
a Claire en su salida. Emily le dijo a Claire que llamara más, y ambos
estrecharon la mano de Tony mientras entraban en el hotel.
Tony entró de nuevo y Eric cerró la puerta. Tony puso su cabeza
hacia atrás en el asiento. Claire todavía no creía que debiera hablar.
Quería decirle lo contenta que estaba con lo que había dicho. Ella confiaba
en sus decisiones y no le importaba el dinero. Sin embargo, era obvio que
Tony no estaba feliz. Optó por guardar silencio. Cuando el auto se alejó,
Tony apretó la mano de Claire y habló, su tono no era ni caliente ni
juguetón

—Creo que fue bueno que tuvieras una siesta esta tarde. —Eric los
llevó hasta el apartamento.
28
La resistencia prolongada amansa a los audaces.
~Lord Byron

Traducido por Ateh, Mae & Diana

Durante los ocho meses que vivió en la finca de Tony, nunca vio
visitantes, empresarios o personal. La casa se mantenía ocupada con el
personal y los empleados. Las personas que limpian, cocinan, y cumplen
con otras responsabilidades llenaban la casa. Los jardines se agitaban con
jardineros y trabajadores de mantenimiento, pero nunca había invitados.
Por eso cuando se acercaron a la casa, serpenteando en la entrada, le
pareció extraño ver varios autos aparcados en la calle de ladrillos en frente
de los escalones principales.

En el avión y otra vez en el auto, Claire recibió el discurso de las


reglas. Parecía muy redundante. Lo había oído cientos de veces,
literalmente. Sabía las palabras de memoria. Sigue mis reglas: número
uno, haz lo que te digo, no divulgues información personal, las acciones
tienen consecuencias, las apariencias son de vital importancia, y el fracaso
público no es una opción. Al parecer, ser la prometida de Tony no la
eximía de las reglas. De hecho, las hacía más extremas.

Shelly, la publicista de Tony, lanzó la declaración preparada para la


prensa. Simplemente decía:

Anthony Rawlings, empresario y hombre de negocios de renombre


mundial felizmente anuncia su compromiso con Claire Nichols, originaria de
Indiana. Ambos planean una boda en diciembre.

Los detalles no están disponibles en este momento.

El comunicado de prensa hizo público el compromiso. Ahora ella lo


representaba directamente. Cambiar de opinión en este momento sería
inaceptable y un fracaso público. No planeaba cambiar de opinión.
De todas formas, si necesitara una razón para cambiar de opinión,
ayer por la noche habría sido esa. Al parecer, la dulzura y el afecto recién
descubiertos en Tony se evaporaron durante su discusión con John. Claire
se dijo a sí misma que era un revés momentáneo. La discusión molestó a
Tony. El comportamiento de John tenía consecuencias. Claire aceptó
voluntariamente las consecuencias de su cuñado en su lugar. Sabía cómo
compartimentar, e incluso creía que estaba haciendo bien. Por experiencia,
creía que con la mañana, el nuevo Tony a quien le importaba estaría de
vuelta. Tenía la razón en su mayoría.

Cuando entraron en su casa, Catherine les recibió en la puerta. Su


sonrisa era radiante de oreja a oreja, y los abrazó a los dos. Claire
realmente la amaba. Era el corazón de su hogar. Tony obviamente
respetaba su opinión, y ella la suya. La aprobación de Catherine complacía
a Claire. Era probablemente la que más le importaba que no fuera la de
Tony.

—Señorita Claire, estoy tan feliz. He sabido por mucho tiempo que
usted es exactamente lo que necesita el señor Rawlings en su vida. —Le
sonrió a Claire mientras Tony escuchaba.

—Umm, ¿soy lo que alguien necesita? —Su tono y cara sonrieron.


Catherine lo abrazó y le dijo que muchas personas lo necesitan. Luego le
informó que tenía invitados en su oficina. Claire de repente pensó en sus
restricciones en cuanto a su oficina. ¿Por qué podrían los demás estar ahí
sin él, pero ella no podía? Caminando hacia su oficina en casa, ella debatió
esto en su mente. La respuesta fue dolorosamente obvia. Todos los demás
en el mundo tenían acceso a teléfonos, ordenadores e Internet, excepto ella.

Las puertas dobles de la oficina de Tony estaban entreabiertas. La


mesa de conferencias estaba atestada de libros que asemejaban álbumes
de fotos y un ordenador portátil abierto. Dos mujeres y un hombre
disponían los materiales y hablaban entre sí. Claire y Tony estaban en
silencio mano con mano en la puerta y observaron. Por último, una de las
mujeres levantó la vista y reconoció a Tony.

—Señor Rawlings, hola. Permítanme presentarles a su planificadora


de bodas y consultor.

Tony dio un paso hacia ella. Era una atractiva morena alta, de
aspecto profesional que parecía de la misma edad de Claire. Mientras se
acercaba a Tony se volvió hacia Claire.
—Patricia, déjame presentarte por fin a mi prometida, Claire Nichols.
Claire, esta es mi asistente número uno, ayudante, secretaria y mano
derecha, Patricia. —Su introducción reveló su admiración por sus
habilidades.

Ambas extendieron sus manos. Claire habló primero.

—He oído tantas cosas maravillosas acerca de ti. Es muy agradable


conocerte al fin.

El saludo de Patricia sonó menos gregario.

—Hola, señorita Nichols, he oído hablar de usted. —Claire


definitivamente detectó la animosidad, pero optó por esperar y dejar que
las fichas caigan. Patricia continuó con las presentaciones—. Brad Clark y
Mónica Thompson, ¿puedo presentarles al señor Anthony Rawlings y su
prometida, Claire Nichols? Señor Rawlings, Brad es su consultor de la
boda, y Mónica es su planificadora de bodas. Ellos vienen altamente
recomendados y tienen algunas ideas maravillosas para compartir.

Claire y Tony estrecharon las manos y les dijeron lo felices que


estaban por conocerlos. Tony miró su reloj, 12:30. Estaban previstos para
llegar a las dos. En el libro de Tony, habían hecho puntos de bonificación.
Claire, por otro lado, había anticipado el almuerzo. Estaba menos contenta,
pero sonrió y procedió a su reunión. Brad y Mónica mostraron a Tony y
Claire la mesa de conferencias de Tony.

Brad y Mónica comenzaron a explicar lo honrados que estaban al ser


elegidos para ayudar con su boda. Luego mostraron una presentación en
Power Point muy informativa con un sinfín de opciones disponibles al
señor Rawlings y la señorita Nichols. También mostraron fotos de sus
trabajos anteriores, ejemplos de las decoraciones, pasteles, recepciones,
etc. Hicieron preguntas, tanto a Tony y Claire. ¿Qué es lo que querían que
su boda diga? ¿Cuántas personas anticipan? ¿Dónde en la finca se
celebrarían la boda y la recepción? ¿Cuál sería la hora de la ceremonia?
¿Qué colores querían? ¿Qué tipo de comida? ¿Qué tipo de música?

Mientras las preguntas eran tediosas, Claire no pudo evitar notar las
miradas de Patricia. Era excesivamente atenta con Tony. “Sí, señor
Rawlings”. “Puedo conseguir eso para usted, señor Rawlings”. “Déjeme
encargarme de eso, señor Rawlings”. Por primera vez desde las
consecuencias de John y los múltiples debates de reglas, Claire estaba feliz
de ser la futura señora de Anthony Rawlings. Incluso le divertía que como
adulta la malicia de otra mujer podría cambiar su actitud. Claire se
encontró sosteniendo el brazo de Tony, mirando fotos de pasteles, luces,
mesas y flores, y diciendo todas las cosas correctas. Él sonreía con afecto y
ella irradiaba felicidad. Patricia se sentaba en el banquillo tomando notas.

Tony le pidió a Claire que les mostrara a Brad y Mónica la planta


principal de su casa para que pudieran intercambiar ideas. Tendrían que
volver el lunes con posibilidades para la ceremonia y la recepción.
Mientras los llevaba de una habitación a otra, vio la mansión desde una
nueva perspectiva. Ante sus ojos, había una magnífica muestra de
arquitectura y una casa exquisita. No había sido eso para ella, fue una
prisión. Tony se refería a ella como el hogar de ellos, tanto ahora y la
pasada noche con John y Emily. Sonrió mientras pensaba, esta es mi casa.

Tony y Claire se comprometieron a tener una lista de invitados muy


pronto. Ellos, con la ayuda de Brad y Mónica, decidieron que sería una
boda de Navidad, rojo, verde y negro serían los colores. La pregunta
todavía seguía siendo si el vestido de Emily sería verde, rojo o negro.
Habría luces de Navidad, un montón de luces, desde las puertas y
viniendo por el camino hacia la casa. La casa estaría decorada muy
elegante de Navidad. El número de huéspedes determinaría la
configuración de la boda y la recepción. La música durante la boda estaría
a cargo de un cuarteto de cuerda y un arpista. Brad y Mónica traerían
algunos CD de demostración y Tony y Claire podrían elegir la música.

La recepción sería en los jardines, ya sea en la casa o tal vez en el


patio trasero. Claire pensó que parecía frío. Brad prometió una tienda de
campaña, decorada y con calefacción. Él incluso tenía fotos de recepciones
anteriores en carpa. Con las decoraciones, mesas, y la gente, no parecía
que se tratara de una tienda de campaña, solamente un salón de
recepción. El siguiente obstáculo fue el pastel. Debieron ver cincuenta
diferentes imágenes de pasteles. En cuanto a los sabores, Tony dijo que le
gustaba blanco tradicional. Claire se fue por las ramas y dijo que le
gustaba el chocolate. Ella esperaba alguna prueba de sabor. Mónica sonrió
y explicó que tenían otras opciones, como zanahoria, terciopelo rojo,
caramelo, frambuesa chocolate, y más. Claire se sintió una vez más
abrumada por demasiadas opciones.

El próximo debate involucraba el menú para la recepción. Dado que


Claire sólo había elegido dos de sus comidas en los últimos ocho meses, le
preguntó a Tony si podía tomar un descanso y comer algo. No se sentía
bien, bajo nivel de azúcar en la sangre. La besó en la mejilla y dijo que
debía descansar. Él podía ocuparse. Patricia agregó:

—Voy a estar aquí para ayudar.

—Estoy segura que lo harás. —Besó a Tony y fue a la cocina para


encontrar a Catherine y algo de comer. Habían terminado por hoy. Brad y
Mónica volverían el lunes por la tarde cuando Tony regresara a casa del
trabajo. Hasta ese momento, harían planes más definitivos y finalizarían
otros. Era divertido hablar de posibilidades sin considerar las
repercusiones financieras. Tony tenía razón. La boda se planificaría y
llevaría a cabo el 18 de diciembre y el dinero podría hacer que sucediera.

Su cocina era más industrial que acogedora. No había comido allí


antes, pero con gente por todas partes parecía un aislado lugar seguro.
Sentada en una pequeña mesa cerca de las ventanas, Claire miraba al
patio trasero y los garajes. Estaba allí comiendo un sándwich cuando Tony
la encontró.

—¿Qué piensas acerca de los planes? —Su voz sonaba ligera y la


trajo de vuelta a la realidad. Había dejado a su mente vagar. A ningún
lugar en particular, a un lugar feliz. Pensaba en luces, árboles de Navidad,
su vestido de novia, Tony con un esmoquin y una sensación de calor.
Recordó la calidez de sus visiones mientras estaba enferma, y sus
pensamientos actuales le daban la misma sensación. Era un cambio
agradable que la realidad fuera su lugar cálido.

Le sonrió a Tony mientras se acercaba.

—Creo se oyen maravillosos. No puedo creer que no esté


volviéndome loca acerca de la fecha límite.

—¿Qué te dije?

Sonrió.

—No tenemos tiempo suficiente para hablar de todas las cosas que
me has dicho.

—Pareces feliz. —Sonriendo, le robó la otra mitad de su sándwich—.


Quise decir acerca de lo que el dinero podría hacer para ayudar a nuestra
boda a proceder como quieras. —Él tomó un bocado del sándwich.
—Dijiste que lo haría y obviamente lo hace. Aún estoy ligeramente en
shock. —Claire tomó un trago de agua y acarició el brazo de Tony.
Mirando a sus ojos café, ella dijo—: Es un shock de los buenos. —Él tomó
su agua y empezó a besar su cuello—. ¿Te das cuenta que te has robado
mi sándwich y ahora mi agua?

Tony murmuró con admiración.

—Creo que tal vez tú me has robado algo.

Se paró junto a su silla. Ella puso sus brazos alrededor de su


cintura y miró hacia su cara.

—¿Lo hice? ¿Qué robé?

Se inclinó para besarla. Ella se levantó para encontrarlo a mitad de


camino. Sus labios tocaron suavemente los labios de ella y su cuello
mientras sus manos se enredaban en su cabello.

—Creo que fue mi corazón. —El cuerpo de Claire olvidó las


exigencias de la noche previa. De hecho, empezó a hacer sus propias
demandas. Él tiró su cabello con sus dedos, haciendo a su cara mirar
hacia arriba. Ella consideró en preguntarle sobre Patricia, fue un
pensamiento fugaz. Había una cuestión más apremiante—. ¿Todavía están
todos aquí? —presionó de vuelta.

—Brad y Mónica se fueron, van a volver el lunes para darnos más


información. Podemos tomar decisiones más definitivas entonces. —Ella
besó su cuello mientras él hablaba. Su voz revelaba el efecto de su beso—.
Y Patricia está reuniendo nombres para nuestra lista de invitados. Aún
está en mi oficina. Le dije que necesitaba verte para asegurarme que te
estabas sintiendo bien. —Sus ojos color chocolate se escondieron detrás de
sus párpados cerrados.

Claire no se pudo resistir.

—Me estoy sintiendo muy bien, ¿cómo crees que me estoy sintiendo?
—Él murmuró estando de acuerdo mientras hablaba entre besos—. Así
que, explica ¿por qué no puedo estar sola en tu oficina y ella sí puede?

La jaló más cerca.

—Porque yo lo digo. —Sus manos acariciaron la suave piel bajo su


suéter.
—Odiaba esa respuesta cuando venía de mis padres, no creo que me
guste viniendo de ti tampoco. —No estaba discutiendo ni quejándose. Al
contrario, estaba de acuerdo con todo.

—De acuerdo, ¿qué tal porque no necesitas preocupar a tu bonita


cabeza sobre nada de lo que hay ahí? Los teléfonos, Internet,
computadoras… todo por lo que necesitas preocuparte soy yo.

—¡Oh, lo hago! Me preocupo por ti constantemente. —Acarició su


barbilla con la nariz y escuchó a su corazón latir rápidamente en su
amplio pecho—. ¿Así que no te preocupas por la bonita cabeza de Patricia?

Su voz sonaba áspera y lejana.

—¿Ella tiene una bonita cabeza? No lo he notado. —No pudo haber


dicho nada que complaciera más a Claire en ese momento. Sugirió ir a su
habitación o a la de ella, él mencionó las cualidades del piso de la cocina,
cuando Catherine hizo un sonoro ruido de tos.

—Discúlpenme, Señor Rawlings, Señorita Claire. El Señor y la


Señora Simmons están aquí para verlos.

Claire miró a Tony con desesperación.

—¿Qué sucedió con no tener visitas nunca? —Ella sonrió y trató de


enderezar su cabello y suéter. Tony le dio la espalda a Catherine y miró
hacia la ventana trasera, respiró profundamente, y trató de ajustar su
apariencia. Claire decidió que debería dirigirse a Catherine, Tony estaba
teniendo dificultades para hablar—. Gracias, Catherine. ¿Puedes decirles
que el Señor Rawlings y yo estaremos con ellos dentro de unos minutos?
—Catherine dijo que conduciría a los Simmons a la sala de estar. Claire
fue hacia Tony y le susurró en su oído—: Lo siento.

Se giró hacia ella, sonriendo, su voz ferviente y juguetona.

—Aún no, pero dame un poco de tiempo. —Hubo un tiempo en el


que esas palabras la hubiesen aterrorizado. Hoy no era así, planear la
boda, estar en casa, e imaginativos juegos previos habían preparado el
escenario. El escenario se sentía cálido, como en sus visiones.

—Estoy esperando por esa promesa. —Se inclinó contra la encimera


y esperó a que se contuviera él mismo. Ella trató, pero no pudo recordar
una ocasión en los pasados ocho meses en el que él hubiera estado en este
predicamento. Sonriendo, lo encontró entretenido.
Caminaron de la mano hacia la sala de estar. Cuando alcanzaron la
entrada, Brent y Courtney se pararon para saludarlos. Courtney corrió
hacia Claire y la abrazó. Junto con Catherine, era la mejor respuesta que
había recibido de cualquiera en relación a su compromiso. Realmente
sintió que estaba siendo abrazada por una amiga. Claire no pudo evitar
sentirse feliz. Era feliz de verdad, una que de repente parecía ser
recurrente. Le gustaba. Courtney jaló de la mano izquierda de Claire para
ver su anillo, y la guio a uno de los sofás. ¡Quería escuchar todo sobre
Nueva York, la proposición, y todo! Claire miró a Tony. Él y Brent estaban
envueltos en una discusión que los guiaba lejos de las damas hacia la
oficina de Tony.

Se acurrucó arriba en el sofá con sus brazos envueltos alrededor de


sus rodillas, y platicó con su amiga. No era incómodo o difícil. No se sentía
amenazada por las preguntas de Courtney o la presión de fingir sus
respuestas. No sentía la necesidad de minimizar la extravagante
proposición de Tony. Se sentía cálida y aceptada.

Catherine les trajo café, y Courtney escuchó mientras Claire le decía


sobre la ciudad de Nueva York. Desde comprar el atuendo perfecto para la
despejada y fría noche en Central Park, repitió el día completo. ¡Era todo
tan romántico! Ella no contaría su proposición, pero fue maravillosa. No
podía creer que realmente se le propuso.

Courtney difícilmente podía contener su emoción.

—Hemos sido amigos de Tony por un largo tiempo. Y ambos, Brent y


yo, hemos notado algo diferente con Tony últimamente. La forma en que te
mira, nunca antes habíamos visto esa mirada en sus ojos. Es maravilloso
verlo enamorado.

La simplicidad de platicar, reírse y compartir encantó a Claire. En


algún momento durante su conversación creyó escuchar voces, ruidosas
voces viniendo en dirección de la oficina de Tony. Courtney las escuchó
también. Ellas se encogieron de hombres y volvieron a su plática. Courtney
le dijo a Claire que estaría dispuesta a ayudarla en cualquier manera.
Estaría encantada de catar la comida o los postres, escuchar música, atar
moños para las sillas, enviar invitaciones, lo que fuera que Claire
necesitara. Estaba oficialmente a su disposición.
Los hombres volvieron a la sala de estar. Su disposición no tan jovial
como la de las damas; sin embargo, actuaron afables. Courtney finalmente
preguntó:

—¿Está todo bien? —Tony dijo que sí y Brent estuvo de acuerdo. Las
damas se estaban divirtiendo demasiado para permitir que los hombres
cambiaran eso.

Courtney continuó preguntando sobre la boda. ¿En verdad sería en


tres semanas? ¿Les gustaban el coordinador y la planeadora? Cuando
Tony no estuviera alrededor quería la primicia del vestido de Claire. Luego
le dijo a Tony sobre su oferta de ayudar a Claire. Estaba tan emocionada.
Se fueron cerca de dos horas después de que llegaron.

Claire empezó a subir las escaleras hacia su habitación cuando


recordó a Patricia. ¿Se había ido? Tony dijo que sí cuando Brent llegó. Se
llevó la información a casa y traería una lista de invitados para ser
evaluada el lunes en la oficina.

—¿Podemos, por favor, comer en mi habitación? Ha sido un gran día,


y estoy cansada. —Durante la cena, Tony le dijo a Claire que él y Brent
habían intercambiado palabras durante la tarde. Brent era el principal
consejero legal de Tony y su mejor amigo, Claire estaba sorprendida. ¿Qué
pasó? Le explicó que Brent se inspiró su cuñado. Claire suspiró—. El
acuerdo prenupcial de nuevo. —Él dijo que sí, Brent también había
insistido en que tuvieran uno. Claire estuvo de acuerdo—. No presumo
saber nada sobre tus pertenencias, pero si todos piensan que deberíamos
tener uno vamos simplemente a hacerlo.

No se había dado cuenta que la conversación se había vuelto intensa,


pero antes de que pudiera parpadear la levantó de su silla. Su tono
inmediatamente severo y su proximidad demasiado cerca.

—Estoy harto y cansado que todo el mundo me diga qué hacer. He


tomado mi decisión. Eso es lo que le dije a Brent y lo que te estoy diciendo.
No habrá acuerdo prenupcial, y ¿sabes por qué?

Ella encontró sus ojos con los suyos.

—Tony, por favor, dijiste que no me lastimarías de nuevo. —Él liberó


sus brazos y ella cayó de vuelta a su silla.

—Y tú prometiste no darme motivo.


Ella pensó sobre su pregunta que aún no había respondido. No
responder podría ser considerado un motivo.

—No sé por qué no deberíamos tener un acuerdo prenupcial,


además de que tú no quieras uno.

—Es parte de ello. —Empezó a pasearse. Todo el mundo


cuestionando su juicio lo hacía sentirse irrespetado—. —La otra parte es
que —y se arrodilló junto a Claire, su cara otra vez demasiado cerca a la
de ella, sus ojos brillando en negro, y se quedó viendo a sus ojos. Ella no
alejó la mirada—, sé que no voy a dejarte. Y sé que tú no vas a dejarme. —
Su voz lenta y malintencionada, él preguntó—. ¿O sí?

Ella enfrentó uno de esos puntos críticos: ser asustada por su tono,
proximidad, y permitirle a su repentino e impredecible cambio en su
disposición arruinar un día que verdaderamente disfrutó, o intentar
calmar la situación antes de que se saliera de las manos. Escogió la
segunda. Respondió su pregunta con una voz que se escuchaba tanto
calmada como serena.

—Estuve de acuerdo con ser la Señora de Anthony Rawlings hace


apenas tres días. Ha sido un torbellino desde entonces, y mi boda es en
tres semanas. Ambos estamos abrumados. Tony, nunca pensaría en
dejarte.

Sus ojos aún destellaban, la oscuridad se intensificó.

—¿Tienes alguna idea de las consecuencias si decidieras dejarme?

Continuó haciendo contacto visual y permaneciendo calmada.

—Preferiría pensar acerca de las consecuencias de permanecer


contigo y aprender lo que te hace feliz —sonrió—, y aprender lo que
quieres de mí, y cuándo lo quieres. —Sus ojos se aclararon y parpadearon
a café—. ¿Tal vez podrías darme algunas pistas? —Él se estaba
tranquilizando. Ella observó la tensión y la furia abandonar su cara.
Continuando con el sereno pero ahora juguetón tono, añadió—: De hecho,
creo que me prometiste algo esta tarde en la cocina.

Funcionó. Se ablandó. Ella no hizo el primer movimiento, queriendo


que él creyera que estaba en control. Cuando no habló y se levantó, pensó
que tal vez se estaba yendo de su habitación y que esta conversación
estaba terminada. Pero no lo hizo. En su lugar, la sacó de la silla y la cargó
hacia la cama.

No era su viejo yo y no era su nuevo dulce yo. Estaba en algún lugar


en el medio, pero más cerca de dulce que la noche anterior. Lo consiguió,
lo ablandó. Su respuesta resultó en la consecuencia que esperaba. Claire
lo descifraría. Mientras tanto, este era un trueno pero no una tormenta.
29
Sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera todos los demás
bienes.
~Aristóteles

Traducido por Beatrix85 & Dianna K

Las próximas dos semanas y media pasaron volando.

En algún momento durante su primera noche en casa, Claire se


despertó y escuchó la respiración de Tony en su cama. Las cortinas
estaban abiertas, y la luz de la luna iluminaba su habitación. Miró a su
alrededor y se acurrucó en las suaves sábanas. Ella estaba en la
habitación en su casa, no en Nueva York. En tres semanas, en realidad
sería mitad suya. El valor monetario no era lo que la enamoró. Fue el
hecho de que él quería que le perteneciera a ella. Ella poseía recuerdos a
los que se negaba a regresar. También poseía una promesa de futuro.
Mientras se acurrucaba bajo el esponjoso edredón al lado de su cálido
prometido dormido, sabía que iba a aferrarse a esa promesa.

Se reunieron con Brad y Mónica el lunes siguiente de Acción de


Gracias. Claire sabía que sin duda merecían la pena el coste, cualquiera
que fuera. Tony le dijo a Claire que no se preocupara por eso. Sus ideas
fueron increíbles. La boda tendría lugar en la gran entrada, con Claire
descendiendo la escalera, que se adornaría con luces y tapices escarpados.
La recepción sería en el patio trasero, en una gran carpa climatizada
accesible para los invitados desde el porche interior. Habría muchos
árboles de Navidad y millones de luces claras. Habría árboles de hoja
perenne y flores rojas. Emily se vestiría de negro y llevaría un ramo rojo.
Habría una barra libre, entremeses y luego una comida completa de
variedades en la mesa. El pastel era elegante y decorado con flores de
verdad. Los sabores incluirían chocolate, vainilla, frambuesa y zanahoria.
Claire estaba especialmente entusiasmada con el cuarteto de cuerda de la
Orquesta Sinfónica de la Quad City, el lugar al que ella y Tony salieron en
su primera noche.

Tony les dio la lista de invitados que Patricia había recopilado.


Preguntó a Claire una y otra vez acerca de sus invitados. Ella repitió que
sólo se preocupaba por Emily y John y los amigos cercanos de Tony. Ella
vio la dificultad que Emily tenía con el nuevo estilo de vida de Claire.
Temía que sus viejos amigos no se sentirían cómodos, y mencionó a
Meredith como ejemplo de por qué sus amigos de antes no debían asistir.
Tony no podía argumentar esa lógica. La lista de invitados consistía en las
pocas personas que llamaban a Tony “Tony” y ciento cincuenta de sus no
tan estrechos aliados de negocios y políticos. Explicó, que debía invitar a
esa gente, a quien le guste, sea necesario, o quien lo necesite.

Brad y Mónica tuvieron un borrador de la invitación de la boda:

Está cordialmente invitado a la ceremonia


privada de la boda de:
La señorita Claire Nichols y el señor Anthony Rawlings.
La ceremonia tendrá lugar en
la finca en Iowa City
del señor y la señora Rawlings el
18 de Diciembre del 2010,
exactamente a las cinco y media de la tarde.
Inmediatamente después, le seguirá en la finca
una cena y baile de recepción

Patricia se ofreció voluntariamente a recibir y recopilar las


confirmaciones de asistencia. Sería todo manejado desde la oficina de Iowa
City de Tony.

El cuarteto de cuerdas empezaría tocando a las cinco, con la


ceremonia a las cinco y media. Habría servicio de valet y un guardarropa,
ya que los abrigos de invierno eran predecibles. La recepción incluiría una
banda de jazz en vivo y baile. No habría un DJ, pero habría un maestro de
ceremonias para hacer anuncios y hablar con los invitados. Cada invitado
o “pareja” recibiría una canasta de regalo en agradecimiento a su
asistencia por parte del señor y señora Rawlings. Las cestas incluirían una
botella de buen vino, dos copas de vino de cristal, algunos chocolates finos
envueltos en papel rojo y verde y una nota agradeciéndoles su asistencia.
Brad le preguntó a Claire si su padre estaría entregándola. Ella le
dijo que su padre había fallecido. Él le preguntó si tenía a alguien más
para entregarla o si planeaba bajar las escaleras y pasillo sola. La
pregunta provocó que Claire pensara en John. Ella no le preguntó, solo
miró a Tony.

Él suspiró y respondió a Brad:

—A ella le gustaría que su cuñado le entregara. —Más tarde, Tony le


dijo a Claire que le gustaba la idea. Quizás si John le entregaba, él
aceptaría que ella era, ante todo, su esposa.

Tony, Brent, su padrino de bodas, y John, todos necesitarían


esmóquines a juego. A Tony le gustaba Armani y dijo que iba a ponerse en
contacto con los hombres para tener los esmóquines a medida. No tomó a
Tony y Brent mucho para llegar a un entendimiento mutuo sobre el
acuerdo prenupcial. Tony acordó no tener uno. Brent acordó aceptar la
decisión de Tony.

Una vez que Tony y Claire aprobaron los diseños y planos creados
por Brad y Mónica, comenzó el trabajo. A primera hora de la mañana del
martes, equipos de trabajadores descendieron a la finca. Había camiones
con plataformas elevadoras poniendo las luces en los árboles, y los
electricistas conectando los cables para asegurarse de la iluminación. Un
equipo de construcción trabajó en el patio trasero construyendo la gran
carpa, con más electricistas para la iluminación y calefacción. Había gente
en la casa colocando adornos. Catherine estaba incómoda con la multitud
de personas. Se aseguró que todo el mundo supiera que estaba a cargo de
la casa y todo el mundo respondía a ella.

Claire hizo todo lo posible para mantenerse fuera del camino. Tony
salió cada mañana para trabajar. Tenía una boda en menos de tres
semanas y el desafío molesto de una industria multimillonaria que
necesitaba su atención. Él incluso tenía que hacer algunas excursiones de
un día a lugares tan lejanos como Dallas, Los Ángeles y Nueva Inglaterra.

Claire también tenía que hacer un par de viajes más a Nueva York
para los ajustes del vestido. Tony no había planeado eso. Fue la oferta de
Courtney de ayudar de algún modo lo que redujo su ansiedad. Demandó a
Claire ser la que llamara a Courtney y preguntara. Courtney parecía
emocionada. Usarían el jet de Tony, siempre y cuando él no estuviera
usándolo. Si tenían que viajar allí estaría los aviones disponibles de
Industrias Rawlings. Eric las acompañaría.

Tony también permitió a Claire contactar con Emily y John después


de la reunión con Brad y Mónica. Dejó que Emily supiera acerca de su
vestido, que sería negro. Emily sonaba eufórica por descubrir que no era
rosa. Claire también preguntó a John si le haría el honor de caminar hacia
el altar y entregarla. Él respondió:

—Claire, sería un honor acompañarte hasta el altar, pero sabes que


nunca te entregaré. —Por supuesto, Tony estaba escuchando mientras
hablaba y rodó sus ojos negros a Claire. Ella no dejó que su voz vacilara.
Ella le dio las gracias por su constante devoción. Claire también recordó a
Emily para ponerse en contacto con la boutique en relación con sus
arreglos y les dijo que Tony o su secretaria, Patricia, estarían en contacto
con ellos acerca de sus planes de viaje, así como del esmoquin de John.

Todo estaba encajando en su lugar.

En su primer viaje a Nueva York, Claire y Courtney dejaron Iowa


temprano el miércoles por la mañana, el ocho de diciembre. Con una
diferencia horaria de hora, tomó tres horas y media llegar a Nueva York.
Salieron a las seis de la mañana, ambas damas dijeron que era demasiado
pronto. Llegaron antes de las diez, hora de la Costa Este, y se fueron
directamente a la boutique.

El vestido estaba listo y necesitaba algunas alteraciones. Los zapatos


de Claire eran blancos estilo Mary-Jane bordados con tacones de diez
centímetros. Se veían magníficos con el vestido. Cuando Claire salió del
vestidor, Courtney gritó. Le sorprendió a Claire al principio, pero luego se
echó a reír. Courtney era una risa. Claire tenía tanta diversión con ella.
Courtney seguía y seguía sobre cómo de impresionante, hermosa y
elegante se veía Claire. Prometió que Tony estaría hechizado desde el
momento en que la viera.

Después de la boutique, Courtney le dijo a Eric que iban a Astor


Court en el St. Regis Hotel, uno de los mejores salones de té de Nueva York,
para el almuerzo. También le dijo que no tenía por qué preocuparse de
recogerlas hasta después de las tres. Tenían algunas compras que hacer.
Claire trató de argumentar. No quería hablar de su malestar, pero sabía
que sólo había recibido permiso para su arreglo de vestido, no para ir de
compras. Courtney no lo discutiría, Claire se sintió cada vez más enferma.
Una vez que llegaron a la sala de té, Courtney percibió la
incomodidad de Claire. Ella no le preguntó Claire, solo casualmente
mencionó:

—Tony y yo estuvimos de acuerdo cuando hablamos la otra noche de


que necesitas un vestido nuevo para el ensayo de la boda. Y esta tarde,
sería un buen momento para encontrar uno. —Claire se relajó. Deseó que
él hubiera dicho algo, pero si sabía sobre ello se sentía mejor.

Sin decir todo eso a Courtney, sonrió y dijo:

—Bueno, está bien entonces, ¡vamos a tener algo de comer y


encontrar el mejor vestido de ensayo en la ciudad!

Ella había hecho compras muchas veces con su tarjeta de crédito,


pero compras con una amiga y su tarjeta de crédito era mucho mejor.
Courtney la ayudó a encontrar un hermoso vestido rojo de lana de algodón
Valentino con un arco asimétrico. El cuello en V mostraría su collar
journey, y por supuesto, necesitaba zapatos nuevos para su nuevo vestido.
Las zapatillas de cuero de punta abierta Salvatore Ferragamo eran un
complemento perfecto. No sólo la hacían lucir impresionante, sino que el
color también era perfecto por todo el tema de Navidad. Claire disfrutó
comprar con alguien que parecía cómoda con las compras caras.

El ensayo sería en la casa de Tony y Claire, pero Courtney insistió en


que la cena de ensayo fuera en la casa de Brent y ella. Después de todo,
era responsabilidad de los padres del novio, y ellos eran los amigos más
antiguos y queridos de Tony. Estarían honrados de acoger este evento
especial. Claire le dio las gracias por su amabilidad, y le dijo que iba a
hablar con Tony y volvería con ella tan pronto como fuera posible.

Cuando Claire regresó a casa esa noche estaba aliviada de que


llegara antes de Tony. Cuando las siete en punto llegaron y él llegó para la
cena, se encontró nerviosa por las compras y el almuerzo adicional. Él no
alivió su malestar cuando le preguntó acerca de su día. ¿Cuánto le gustó el
vestido? Oh, a ella le gustó mucho, y a Courtney le gustó también.
¿Vinieron de vuelta a Iowa después de la boutique?

Claire vaciló y miró a Tony. Su expresión no reveló ningún


conocimiento de sus actividades. De repente le preocupó que Courtney le
dijera que estaba bien, sólo para calmarla. Se puso la máscara, mordió su
labio, y casualmente continuó:
—Oh, no, no lo hicimos. Courtney había arreglado contigo —
añadió—, para aprovechar el día.

Mientras Claire respondía Tony miraba su plato, luego movió


solamente sus ojos hacia Claire.

—¿Disculpa?

Su corazón se aceleró.

—¿Por qué no me dijiste que habías arreglado que compráramos mi


vestido de ensayo?

Él sonrió. Al parecer, Courtney manejó un duro trato, él no pudo


resistir.

Arreglaron su última visita a la boutique para el sábado, 11 de


diciembre, una semana antes de la boda. Planearon llegar a la boutique a
las diez, tener una prueba final, y volver a las tres a probarse el vestido de
nuevo con las alteraciones finales y llevarlo a casa a Iowa. Este viaje
también tenía sorpresas planeadas. La noche del viernes, el iPhone de
Tony sonó mientras él y Claire comían la cena. Él respondió y le entregó a
Claire el teléfono. Era raro para ella recibir una llamada, y especialmente
raro para ella hablar en un teléfono sin que estuviera en altavoz.

—¿Hola? ¿Esta es Claire?

—Hola, soy Cort. —Claire entendió por qué Tony le permitió hablar,
él confiaba en Courtney. Su voz consoló a Claire. Courtney siguió para
dejar a Claire saber que Sue, Mary Ann, y Bev se unirían a ellas en la
ciudad de Nueva York mañana. Como no tenían tiempo de sobra entre
pruebas, las mujeres planearon llevar a Claire a un almuerzo nupcial de
despedida. Aturdida y sorprendida, Claire estaba emocionada. Ni siquiera
había considerado una despedida, después de todo, Tony podía comprar
cualquier cosa que necesitara, pero era parte de la tradición de la boda.
Ella le dijo a Courtney que sonaba maravilloso y le preguntó si podía
esperar un minuto. Claire golpeó el botón de silencio en el teléfono de Tony
y lo miró a través de la mesa. Él la miró.

—Quiere que Bev, Mary Ann, y Sue se nos unan mañana. —Sus
cejas se levantaron como si necesitara más información—. Quieren
llevarme a almorzar a un almuerzo nupcial. —Ella sonrió.
—¿Y quieres hacer esto? —Él la atormentaba, haciéndola pedir su
permiso. Ella sabía que Courtney estaba esperando.

—Lo hago. —Él no habló—. Creo que sería lindo tener una despedida.
—Todavía sin respuesta—. ¿Podemos tener la despedida? —Él sonrió y
asintió. Ella golpeó con entusiasmo el botón de silencio—. Courtney, creo
que suena maravilloso. ¿Vamos a reunirnos todas en el aeropuerto o
necesitan que las recojan? —Cuando colgó le agradeció a Tony. Esto era
maravilloso e inesperado. Le devolvió el teléfono.

El viaje en avión fue alegre con la charla de la boda y la emoción por


el vestido de Claire. La alegría continuó cuando ella salió del probador
mientras todas las damas se volvían locas sobre el vestido y lo hermosa
que lucía Claire. Se necesitaban algunas alteraciones mínimas para ser
completado. Eric no había estado disponible para unirse a ellas en su
excursión, así que viajaron en taxi. A Claire le gustó eso. Tenerlas a todas
amontonadas en un taxi le recordaba a su vida pasada.

Al mediodía llegaron al King Carriage House, un maravillosamente


pintoresco restaurante de estilo Inglés situado en una casa de piedra rojiza
en Upper East Side. Tenían reservaciones y fueron llevadas al segundo
nivel, donde las paredes estaban pintadas de un rojo profundo y rico y
grandes candelabros brillaban. Las mesas íntimas estaban lujosamente
arregladas, muy femenino. Emanaba la sensación de despedida y sola
habría emocionado a Claire, pero la verdadera sorpresa fue ver a Emily
sentada en su mesa. Corrió a abrazarla y le preguntó cómo lo sabía. Ella
explicó que la buena amiga de Claire, Courtney, planeó toda la cosa.
Cuando Claire abrazó a Courtney, Courtney le susurró al oído de Claire:

—Tony me dio su número. —¡Claire tuvo una tarde maravillosa!

Después del almuerzo, Emily las acompañó de vuelta a la boutique,


donde todas la vieron en su vestido de dama de honor. Ella se sorprendió
por el regalo de Claire de un par de zapatillas Jimmy Choo de satén negro
con un adorno de joyas. Eran perfectas para el vestido y la boda. Sin
embargo, fue cuando Claire salió del probador en el vestido de novia por
última vez, completamente alterado y listo, que todo el mundo, incluso la
señorita Springhill, aplaudió. Claire estaba eufórica con el resultado final.
Se sentía muy bonita.

Las cinco damas volaron de regreso a Iowa con el vestido de Claire,


los zapatos, la ropa interior, incluyendo el fondo y el velo. Emily llegaría el
miércoles por la noche. Fue una gran tarde y la terminaron con una
botella de champán y algunos aperitivos en el avión de vuelta.

Cuando Tony entró en la habitación esa noche, ella saltó y le rodeó


el cuello con los brazos.

—¡Eres horrible! —Y ella lo besó con fuerza.

Sorprendido, él contestó:

—Está bien, recuérdame ser horrible con más frecuencia. ¿Que hice?

—¡Sólo ayudar a darme el mejor almuerzo nupcial de todos los


tiempos, que incluyó a mi hermana! —Él la miró. Ella rápidamente
respondió—: Oh, no empieces. Courtney me dijo que tú fuiste el que le dio
el número de Emily. Tú, que actuaste como si no supieras nada de las
demás acompañándonos. Eres realmente despreciable. Y te amo más cada
día. —Lo besó de nuevo. Él sonrió y le devolvió el beso.

Él le pidió ver su vestido. Ella le dijo:

—No. —Él expresó asombro por su negación—. No puedes verlo


hasta el próximo sábado. —Él cedió para ver lo que iba a usar debajo de
su vestido.

Claire sonrió. Estaban solos en su suite. Seductoramente comenzó a


desabotonarse la blusa, un botón a la vez. A Tony no le molestó el premio
de consolación, en absoluto.
30
Ámense uno al otro, pero no hagan un vínculo de amor, dejen mejor
que sea un mar moviéndose entre las orillas de sus almas.
~Kahlil Gibran

Traducido por âmenoire & Mae

Emily llegó la tarde del miércoles antes de la boda. Tony envío su


avión privado a recogerla en Albania. John, sin embargo, estaba
involucrado en una audiencia y no estaría disponible hasta el viernes. Se
disculpó con Claire por la confusión pero no pudo cambiar la fecha del
juicio. Claire decidió que sería agradable tener a Emily toda para ella. Sin
embargo, se preocupó por su reacción debido al avión privado mientras se
sentaba en uno de los autos de Tony esperando a que llegara el avión. El
interior del BMW era cálido e impregnaba el olor a cuero. Era
significativamente mejor que el frío Iowa fuera de las ventanas.

Una vez que la puerta del avión se abrió y las escaleras descendieron,
Claire salió del auto, sintiendo el aire fresco. Nevó los tres días anteriores,
y todo estaba brillantemente cubierto con una hermosa y clara sábana
blanca. Claire vestía vaqueros, una chaqueta de piel y botas de nieve para
mantenerse caliente. Guardando sus manos enguantadas en piel profundo
en sus bolsillos, observó a la tripulación limpiar la pista y el pavimento
mientras la nieve seguía cayendo.

Emily bajó por las escaleras y abrazó a Claire.

—Hola, hermana, ¿estás sola?

—Carlos me trajo aquí, pero Tony todavía está en el trabajo. —


Entraron en el auto cálido mientras Carlos recuperaba el equipaje de
Emily y lo colocaba en la cajuela. Emily sonrió y dijo:

—Sabes, cuando tú y Tony se ofrecieron a arreglar nuestros planes


de viaje, como que estaba esperado un avión en United o algo. —Claire no
habló, esperó—. Pero no me estoy quejando. Estoy, sin embargo,
esperando ansiosamente tu casa. —Claire pudo sentir el honesto intento
de conformidad en Emily.

Aliviada, Claire emocionada continuó:

—Bien. No puedo esperar a que la veas. Justo ahora está muy


abarrotada y atareada. Ha habido cientos de trabajadores preparando la
ceremonia. Pero podemos evitar a toda esa gente y tener algo de tiempo
para nosotras. ¿Has comido? —Eran las siete y media en Iowa, el cielo
estaba muy oscuro, aunque la nieve, que continuaba cayendo, la hacía
parecer más brillante. Emily dijo que no lo había hecho, sólo algunos
bocadillos en el avión. Claire dijo—: Bien, comeremos cuando lleguemos a
casa.

La finca lucía imponente en cualquier día. En la nieve, lucía


esplendida. Con la adición de millones de luces blancas enmarcando el
paseo, los árboles, y los arbustos alrededor de la residencia, estaba de lujo.
Claire estaba muy complacida de tener a Emily de visita. Nunca habría
soñado en pedirle a Tony que dejara que ella y John se quedaran.
Entonces, su invitación no había sido totalmente inesperada sino increíble.
Por supuesto que había mucho espacio. Con Tony, el espacio no era la
cuestión, la privacidad sí.

Durante las últimas dos semanas, la privacidad había estado de una


calidad suprema. Había trabajadores por todos lados. Cuando dabas la
vuelta en la esquina del piso principal, nunca sabías con seguridad a
quién podrías encontrarte. Por esa razón, Tony y Claire pasaron la mayoría
de su tiempo escondidos en su suite. Tony incluso sentía que la gente
estaba muy cerca en el primer piso mientras estaba en su suite o su
oficina.

Mientras el auto llegaba a la entrada, Emily sin palabras observaba


mientras la propiedad se volvía visible. La casa brillaba por las
decoraciones de Navidad y el gran evento. Carlos se detuvo frente a la casa,
donde un trabajador del suelo trabajaba ocupadamente limpiando el paso
para la señorita Claire y su invitada. Emily se estiró por su puerta. Claire
tocó su mano y ella dudó. Carlos salió, dio la vuelta, abrió su puerta y
luego abrió la puerta de la casa.

Una vez dentro, Catherine las saludó. Claire felizmente presentó a


dos de sus personas favoritas. Emily sintió una relación excepcional entre
Claire y Catherine.
Catherine les informó que su cena estaría lista en cualquier
momento. El señor Rawlings estaba retrasado debido al clima. Estaría en
casa tarde y deberían comer sin él. Claire le agradeció a Catherine y le dijo
que le enseñaría su habitación a Emily, la dejaría refrescarse, y
regresarían en quince minutos.

A Emily y John se les dio una habitación abajo del pasillo de la suite
de Claire. Era una habitación con una de esas puertas que Claire estuvo
sorprendida de ver hacía algunos meses. Eran dormitorios que raramente
eran usados por alguien y se mantenían inmaculadas por si acaso
pudieran ser necesarios. Era una suite de la mitad del tamaño de la de
Claire, con una cama queen size, muebles de dormitorio, un sofá y silla,
una pequeña chimenea de gas, baño adjunto y vestidor con armario. Tenía
grandes ventanas que daban hacia el jardín trasero. Sin embargo, lo que
ahora era visible era la parte superior de una gran tienda.

Claire le enseñó su habitación y le dijo que Carlos llevaría su


equipaje pronto. Luego le mostró a Emily su propia suite. Estaba sólo a
unas pocas puertas de distancia en el mismo pasillo. Emily trató de ser
educada, pero sólo pudo decir “esto es hermoso” tantas veces. Preguntó
sobre Tony. ¿Ésta también era su habitación?

—No. Tiene su propia habitación en el primer piso. —Sonrió Claire—.


Pero sí hace visitas. —Pudo sentir la sorpresa de Emily porque Claire y
Tony no compartieran dormitorio. Tony justo había ganado algunos puntos
en el libro de Emily.

Comieron la cena en el comedor formal. Cuando terminaban, Tony


llegó a casa. Se comportó tan educada y graciosamente como fue posible.
Besó a Claire y abrazó a Emily, le dijo cuán feliz estaba que hubiera
llegado a salvo a pesar del clima. Por fortuna, se esperaba que la nieve
parara mañana y el pronóstico era despejado para el fin de semana. Luego
se giró hacia Claire.

—Pero conoces a esos reporteros del clima, nunca puedes confiar en


esos meteorólogos. —Juguetonamente ella le tiró una servilleta y él sonrío.
Cuando se sentó, Catherine le trajo su cena. Las damas tuvieron café
mientras Tony comía.

Después de la cena, Tony se ofreció para guiar un recorrido por la


casa. Secretamente, Claire estaba encantada. Había estado preocupada
sobre la magnitud de un recorrido. Era mucho más fácil darle una
prórroga a Tony. Emily dijo que amaba su casa y preguntó si había mapas
disponibles en el mostrador para invitados. Tony y Claire se rieron, dijeron
que no era tan grande. Sabría el camino en poco tiempo.

—Sin embargo parece que sí le tomó a Claire unas cuantas semanas


saber el suyo —añadió Tony.

Su declaración tomó a Claire por sorpresa. Aunque él no lo notó,


dado que estaba observando la reacción de Emily. Su obvia falta de
compresión satisfizo sus preguntas no hechas.

—Bueno, finalmente aprendí el secreto. Todo está conectado a la


casa principal, si necesitas algo sólo pregunta —dijo, con su máscara
asegurada.

Su respuesta recibió una centelleante sonrisa de su prometido.

Emily se retiró después del recorrido, prometiendo ser más divertida


mañana. De todos modos, después de un día de trabajo, viaje y la
magnitud de sus alrededores estaba exhausta. Claire la abrazó y le dijo lo
felices que estaban de tenerla ahí.

No pasó mucho tiempo después de que Claire estuviera lista para


irse a la cama que Tony se le unió. Claire no pudo evitar preguntar:

—Explica ese comentario, por favor.

Tony se rio.

—Querida mía, sólo estaba revisando tus reflejos.

—Bueno, casi causas un traumatismo cervical.

—¿Tal vez, haya otros reflejos que podamos investigar?

***

La audiencia de John se suspendió en la tarde del viernes. Ofreció


tomar un vuelo comercial, pero lo más temprano que llegaría a Iowa City
sería después de las diez de la noche. Tony gentilmente proveyó un avión
que le permitió llegar a Iowa City a las tres y media. Emily lo preparó sobre
la casa y sus amenidades. Repetidamente expresó su gratitud a Tony y
Claire por el vuelo y les dijo que su casa era impresionante.
Era un panal de abejas de actividad, con gente por todos lados
haciendo los últimos ajustes y preparando el evento. Incluso estaban
empezando a preparar la comida. La tienda había sido transformada en un
pintoresco salón de banquetes.

Claire y Emily se prepararon para el ensayo y la cena de ensayo.


Tony aceptó la amable invitación de Courtney y acordó que la cena fuera
llevada a cabo en la casa de los Simmons. El ensayo estaba programado
para empezar a las seis y media, con la cena a las ocho. Era tarde, pero
todos tenían que llegar a la casa Rawlings después de un largo día de
trabajo. La íntima lista de invitados para el ensayo incluía al ministro,
músicos, Brad, Monica, Patricia y un invitado, los Vandersols, los
Simmons y sus hijos, los Millers, los Bronsons, Elijah Summer y Mary Ann.
Por supuesto, estos invitados estarían en la boda mañana, pero esta
informal reunión privada les permitiría una conversación más relajada y
amistosa de la que sería posible en el gran evento.

Todos se congregaron en el gran salón a las seis quince. Este grupo


de amigos respetaba la afición de Tony por la puntualidad. Claire esperó a
Tony en su suite. Quería hacer una entrada con su prometida.

—Señorita Nichols, estás impresionante esta noche. —Justo antes


de entrar al salón, sonrió y susurró—: Mañana a esta hora serás la señora
de Anthony Rawlings.

Ella besó a su prometido y sonrió.

—No puedo esperar.

Hubo una breve discusión con el líder de la seguridad sobre algunos


aspectos de la boda. En un intento de limitar las fotografías, todos los
celulares, iPod, cámaras, y cualquier equipo de grabación, visual o audio,
serían confiscados en la puerta. Serían devueltos al dejar la ceremonia. La
única grabación en la boda sería hecha por un fotógrafo y cinematógrafo
contratados. Esas fotos serían revisadas por Shelly antes de su difusión.
Aun así, como amigos personales de Tony y Claire, el líder de seguridad les
pidió ser observadores, y si notaban cualquier grabación prohibida le
notificaran al personal de seguridad inmediatamente. Estarían por todos
lados. Claire se sintió como si estuviera en la parte trasera del escenario
en un concierto de rock.
El ministro tomó unos minutos para discutir sobre la importancia
del matrimonio y su significado.

—Mucha gente entra en el matrimonio en estos días y en esta época


sin el entendimiento de eternidad. Cuando dos individuos se unen ante
Dios, se convierten en uno. Son una para la eternidad. —Tony y Claire se
miraron el uno al otro. Ella estaba asombrada. ¿Cómo terminó en el gran
recibidor de la propiedad de Anthony Rawlings, sosteniendo su mano,
mirando en sus ojos chocolate, y escuchando a un ministro hablar sobre
su matrimonio? El ministro continuó—: Y después de hablar con Anthony
y Claire, creo que están totalmente conscientes del compromiso que están
a punto de hacer, un compromiso con Dios, con sus amigos y familia, y
entre ellos. Así que a ustedes, el círculo íntimo de amigos que Anthony y
Claire han elegido para compartir su día especial, por favor, acompáñenme
en una oración. Pidámosle a Dios por Anthony y Claire, no en una forma
monetaria. Vamos a orar porque Dios les provea con amor, entendimiento
y paciencia. Él proveerá a cada uno con las cualidades necesarias para
empezar mañana y continuar hasta la eternidad. Oremos. —Claire cerró
sus ojos, Tony tiernamente apretó su mano, y una lágrima goteó por su
mejilla.

Entonces Brad y Monica tomaron el control. Les dijeron a Claire,


John y Emily que fueran arriba. Tony, Brent y el ministro fueron a la
oficina de Tony. El cuarteto de cuerdas empezó a tocar. Brad y Monica
usaban audífonos y micrófonos. Dirigían a los participantes. Primero
instruyeron a los hombres a que dejaran la oficina y caminaran hacia la
parte de atrás del gran salón. Una plataforma elevada rodeada por
elegantes árboles de navidad y luces había sido construida enfrente de las
ventanas grandes. Las únicas decoraciones en los árboles además de las
luces blancas eran bolas de cristal rojo profundo. Las ventanas detrás de
la plataforma mostraban árboles cubiertos de nieve con más luces. El
cuarteto estaba acomodado ligeramente en uno de los costados de la
plataforma y la arpista estaba en el otro. Una vez que los hombres
estuvieron en su lugar, le indicaron a Emily que bajara por las escaleras e
hiciera su camino por el pasillo hacia la plataforma. Después de que llegó
a su destino, el cuarteto concluyó y la arpista empezó con la tradicional
marcha nupcial. A pesar de que era el ensayo, los amigos de Claire y Tony
se pusieron de pie y Brad les indicó a Claire y a John que bajaron los
escalones.
John le ofreció a Claire su brazo, besó su mejilla y empezó a bajar
las escaleras con ella. Antes de que alcanzaran el primer escalón, se
detuvo, se inclinó cerca y susurró:

—Claire, te amamos. Sólo queremos que seas feliz. Dime que él es


bueno contigo y que te hace feliz.

Con lágrimas en sus ojos, dijo:

—John, puede serlo. Lo es. —Él trató de sonreír y palmeó su mano.


Bajaron por las escaleras e hicieron su camino hacia la plataforma.

Después de otra canción del cuarteto de cuerdas y un verso del


ministro, preguntó:

—¿Quién entrega a esta mujer para ser desposada?

John habló fuerte y claro:

—Con gran amor y respeto, su hermana y yo estamos de acuerdo en


compartir a esta magnífica mujer. —Besó la mejilla de Claire y gentilmente
levantó su mano de su brazo y la colocó en la mano de Tony.

Mierda, fue la única palabra que vino a la mente de Claire. Miró


hacia Tony. La estaba mirando pero su cara no registraba las palabras de
John. Aparentemente también tenía una máscara. Claire estaba segura
que si él fuera un personaje de caricatura habría humo saliendo de sus
oídos. Articuló “Lo siento”. Apretó su mano gentilmente y ambos sonrieron.
El ministro continuó su discurso.

Los cuatro fueron en la limusina hacia la casa de Courtney y Brent.


Claire le dijo a Emily que a media mañana estarían un masajista, un
técnico manicurista, un cosmetólogo y un estilista viniendo para hacer
milagros en ellas. Catherine y Courtney estarían en su suite para
ayudarles a ambas con sus vestidos. Tony mantuvo las apariencias mucho
más exitosamente que John. Se mantuvo amable y amistoso con Emily y
John. Fue amoroso y atento con Claire.

Una vez que llegaron a la casa de los Simmons, fue el totalmente


devoto novio y el hombre del momento. John estuvo amistoso pero callado.
Su infelicidad puso a Claire incómoda. En privado le rogó a Emily que
hiciera algo.

—No dejes que arruine mi día especial. —Emily prometió intentarlo.


Courtney proveyó una maravillosamente deliciosa cena italiana con
ensalada antipasto, pan y aceite, vino tinto y pasta. El humor festivo y la
atmósfera llenaron a Claire con esperanza y alegría. Tim y Sue hablaban
con Tony mientras Claire se acercó y los escuchó discutir el papel de Tim
durante la luna de miel de Claire y Tony. Al principio, estuvo de pie
educadamente junto a Tony. Pero cuando hicieron una pausa, Claire trató
de ser furtiva.

—Ahora, Tim, dime de nuevo ¿cuánto tiempo necesitarás estar a


cargo? —Tony se rio y la jaló cerca.

—Buen intento. —Dirigiéndose a Tim—. Eres uno de los pocos


privilegiados que sabe dónde vamos a estar, en caso de una emergencia.
La mayoría de las personas, incluyendo a mi bella esposa, no conocen
nuestro destino. Así que no dejes que trate de sacártelo. —Él sonrió—. O
bien, Sue, si Tim lo ha compartido.

—Oh, eres tan malo. ¿Cómo puedo saber qué empacar?

—Otra A por el esfuerzo, Catherine se ha hecho cargo de ello. —


Claire sonrió a los Bronson. Sonrieron y pusieron sus dedos en sus labios.
Ellos no estropearían la sorpresa de Tony.

La cena comenzó a relajarse cerca de las diez treinta, momento en


que los señores anunciaron que era el momento para celebrar la última
noche de libertad de Tony. Se dirigieron a la planta baja a por coñac,
cigarros, y algo de póquer serio. Tony debía estar preparado para perder
más que su libertad. Perdería mucho dinero durante su torneo.

—Las damas no esperan despiertas.

Fue MaryAnn quien dijo que harían su propia celebración con Claire,
en la casa de Claire. Catherine tenía martinis esperando en la piscina
cubierta y bañera de hidromasaje. Su conductor los llevaría a todos de
vuelta a la finca.

Tony y Claire se besaron deseándose las buenas noches y les dijeron


que no podían verse otra vez hasta la ceremonia. Mientras conseguían sus
abrigos, Emily le susurró a Claire:

—Lo siento. Me equivoqué. Realmente tienes una vida y amigos


maravillosos. —Claire abrazó a su hermana.
Todas las damas volvieron a la finca, se pusieron el traje de baño, y
festejaron en el jacuzzi. Claire decidió que Courtney y MaryAnn eran
adolescentes en cuerpos adultos. Tony se preocupaba tanto por las
apariencias, pero viendo a esas dos mujeres de buena reputación bailar y
cantar en sus trajes de baño, Claire creía que un poco de soltura era
aceptable. El hecho de que lo creyera no quería decir que se sentía lo
suficientemente cómoda para hacerlo. La razón de que su despedida de
soltera fuera en su casa no le pasó por alto. Ella no quería que Tony la
viera bailar y cantar de manera inapropiada cuando revisara su vigilancia.
Disfrutaba viendo y bebiendo su bebida.

Tarde en la noche el tema del sexo se acercó. Fue Emily quien


después de consumir demasiados martinis le preguntó a Claire:

—¿Estás realmente de acuerdo con casarte con un hombre mucho


mayor? ¿Y si no puede mantener el ritmo? —Claire sonrió tímidamente y
dijo que no creía que eso fuera un problema. Trató desesperadamente de
cambiar de tema.

Emily durmió esa noche en la suite de Claire. John regresó a la finca


después de estar en la casa de los Simmons con los hombres para las
actividades de la despedida de soltero. Él durmió en su habitación, pero
Claire y Emily quería tiempo de hermanas. Era como ser niñas de nuevo.
Se rieron hasta la madrugada. Eran casi las once cuando Catherine entró
en la suite y las despertó. Traía un montón de café y desayuno. Después
que cada una se bañara, comenzó el desfile de mimos.

El pronóstico fue correcto. El cielo era de un azul zafiro brillante de


reflectante nieve incolora que cubría todo. El equipo diligentemente trabajó
para limpiar el camino y un montón de plazas de estacionamiento. La
temperatura era fría, tres grados bajo cero aproximadamente, sin embargo,
el sol brilló todo el día. Claire no quería correr el riesgo de ver a Tony y
tener mala suerte. Por lo tanto, no salió de la habitación hasta que llegó su
tiempo a caminar por el pasillo.

Recibieron un masaje, manicura y tratamientos faciales. Mientras


que los esteticistas trabajaban incansablemente en sus cabellos, Catherine
les trajo más comida. Claire dijo que estaba demasiado emocionada para
comer. Catherine no quiso escuchar.
—Señorita Claire, no seré responsable de que se desmaye durante la
ceremonia. Tiene que comer. —Emily sonrió, feliz de que Claire tuviera a
Catherine para cuidar de ella.

A las cuatro y media, Catherine, Courtney y Emily comenzaron a


ayudar a Claire a ponerse su vestido. Primero, fue la combinación que
proporcionó la plenitud necesaria para el vestido de satén. Luego, el
vestido fue sobre la combinación. El corpiño fue ajustado y alterado a la
perfección para la figura menuda y delgada de Claire. El vestido era
palabra de honor. Sin embargo, el accesorio que persuadió a Claire para
elegir este vestido fue la superposición de encaje intrincado que creaba
mangas de tres cuartos de cuerpo transparente y una larga cola. El encaje
del velo complementaba la superposición. La esteticista creó un peinado
recogido que creó el nido perfecto para colocar el velo.

La superposición de encaje creaba un aspecto por encima del


hombro que realmente no necesitaba joyas. Sin embargo, Emily había
llevado un collar de perlas. Pertenecían a Shirley, la madre de Emily y
Claire. Ella los usó en su boda con su padre, al igual que Emily cuando se
casó con John. Era lo viejo y lo prestado de la tradición de la boda.
Después de que Claire se vistiera, el fotógrafo entró en su habitación para
tomar algunas fotos especiales de ella y sus damas. Llevaba una liga azul y
se suponía que su vestido era nuevo.

Antes de la ceremonia hubo un golpe en su puerta. Courtney fue a la


puerta.

—Tony, estás muy guapo, pero no puedes estar aquí. —El primer
pensamiento que pasó por la mente de Claire fue Tony llamó. Nunca
llamaba a su puerta.

Ella oyó su voz y todos los nervios de su cuerpo se electrificaron,


dándose cuenta que sería realmente su esposa.

—Tengo un regalo especial para Claire, es algo nuevo. Por favor,


asegúrate de decirle que la caja es de terciopelo azul a propósito. —
Courtney miró con curiosidad a Tony—. Va a entender, te lo prometo. —
Claire sonrió, pensando, ¡realmente lo amo!

De alguna manera, sabía que iba a llevar perlas. Tal vez esperaba
que fuera el collar de su abuela; sin embargo, abrió la caja de terciopelo
azul con hermosos aretes de perlas colgando de un prendedor de platino
cubierto de pequeños diamantes brillantes. Con su estilo de pelo y velo, los
pendientes eran perfectos. Las damas en su suite se volvieron locas. La
opinión general fue que los pendientes eran perfectos y también lo era
Tony. En ese momento, Claire creyó lo mismo. Quería creerlo, con todo su
corazón. Y su corazón lo hacía, pero su mente guardaba demasiados
recuerdos, los que habían sido compartimentados: apartados, no olvidados.

No por falta de intentos.

Cuando Brad llamó a la puerta de su habitación, Catherine y


Courtney la abrazaron y salieron a toda velocidad a sus asientos. Claire se
miró por última vez en el espejo de cuerpo entero. Le gustó lo que vio, y
oró porque Tony también lo hiciera. Ella y Emily procedieron por el pasillo
hasta la escalera principal. Podía escuchar la música del cuarteto.

Oyeron un rumor de susurros. De repente, pensó en los invitados.


¿Quiénes eran? Realmente no conocía a ninguno de ellos. Había
escuchado nombres y reconoció algunos. Algunos eran figuras políticas,
algunos eran hombres de negocios que conoció en beneficencias, y algunos
eran nombres que había oído en los medios de comunicación. Entonces
recordó a sus amigos, las personas que hicieron la noche anterior
increíblemente memorable. Sus amigos eran las personas que apoyaban a
los dos, y no estaban exclusivamente presentes debido a Anthony Rawlings.
Eran los otros, los que no conocía, que la asustaban. Sentía como si todos
la juzgaran. Quería ser perfecta para aquellas personas, así Tony estaría
orgulloso. Las múltiples acetaminofén le ayudaban a mantener el dolor de
cabeza a raya.

Brad escuchó el aparato en su oído, esperando el alejamiento de la


música. El murmullo de voces desapareció. No podía ver a los invitados o
los hombres que salieron de la oficina de Tony, pero Claire sabía que eso
era lo que sucedía. Emily besó a John y Claire antes de que bajara las
escaleras. John tomó el brazo de Claire, la besó en la mejilla, y dijo:

—No voy a perturbar tu día. Te ves increíble, y quiero que sepas lo


mucho que te quiero. No eres mi cuñada, eres mi hermana pequeña. Por
favor, recuerda que siempre puedes contar con Emily y conmigo. —Él le
apretó su mano—. Siempre serás amada. —Claire lo besó en la mejilla y le
dio las gracias. Brad les dio la señal, y empezaron a bajar las escaleras.
Cuando le preguntaron a John quién entregaba a esta mujer en
casamiento, él respondió—: Con gran amor y admiración, su hermana y yo.
Los siguientes treinta y cinco minutos transcurrieron como un
sueño. Claire vio rostros. Vio las sonrisas de sus nuevos amigos y de su
hermana, pero lo que notó por encima de todo fue a Anthony Rawlings.
Cuando llegó al pasillo y lo vio, él la estaba observando y esperando. Sólo
tenía ojos para ella. Se encontraba increíblemente apuesto delante de los
invitados, las manos descansando casualmente en sus costados, hombros
amplios, impecable esmoquin de Armani a medida, una sonrisa satisfecha,
y ojos que, aunque rodeados de castaño, todavía absorbían la luz.

De pie junto a él delante de todos, se sintió atraída hacia la


oscuridad en busca de luz y calor. Sus ojos brillaban, y se sentía débil.
Internamente, decía: “Me casaré con él. Se casará conmigo. Ahora soy su
esposa”. Sabía que había un contrato que el mundo ahora reconocería. Le
pertenecía. No había nada que pudiera hacer al respecto. Él le dio una
oportunidad de escapar, y ella no la tomó. Ella tomó una decisión, y esa
decisión tendría consecuencias. Ahora, el mundo observaba, y el fracaso
público no era una opción. El mundo veía la boda más increíble que el
dinero podía comprar, con una mujer impresionante feliz de casarse con
un hombre guapo. Por el contrario, Claire de repente vio un pañuelo con
firmas. Sabía demasiado bien que las apariencias significaban todo.

Compartimentó la avalancha de pensamientos y emociones que


acosaban su mente. Sonrió amorosamente, respondió al ministro,
obediente, y se comportó de manera apropiada. El beso en la conclusión de
la ceremonia fue romántico, y el anuncio del ministro de “Señor y señora
Anthony Rawlings” fue recibido con fuertes aplausos. Todo parecía perfecto.

La recepción fue una exposición igualmente impecable. Brad y


Monica habían pensado en todo, el ambiente era romántico, con
decoraciones impecables. Claire y Tony saludaron respetuosamente a cada
invitado y les dieron las gracias por asistir a su día especial.

A lo largo de toda la noche, Tony fue maravilloso. Le dijo que la


amaba. Le dijo lo hermosa que era, lo honrado que estaba de tenerla como
su mujer, y cómo no podía esperar a que acabara la recepción para que
pudiera mostrarle. Bajo todo, Claire siguió teniendo una sensación de
intranquilidad. Ella trabajó diligentemente para mantenerla enterrada bajo
capas de maquillaje, spray para el cabello, crinolina, enaguas, satén,
encaje, perlas y pretensión.
Todo el mundo se divirtió. Claire incluso vio a John y Emily riendo
con Tom y Bev. Una vez que el primer plato se sirvió, Brent se puso de pie,
levantó una copa de champán, y ofreció un brindis por los recién casados.

—¿Puedo tener su atención, damas y caballeros? Quiero aprovechar


esta oportunidad para dar la bienvenida a Claire Rawlings a nuestro
mundo. Claire, Tony ha sido mi amigo, mi confidente, y mi jefe —la
multitud se rio—, durante mucho tiempo. He visto como ha triunfado en
los negocios y ha fracasado en el amor —otra risita—, pero recientemente,
Courtney y yo hemos visto cómo Tony ha tenido éxito en el área del amor.
Claire, cuando estás presente, su sonrisa es más brillante y sus ojos
tienen una chispa. Tal vez no lo has notado, pero a veces los ojos de Tony
pueden parecer oscuros. Ese no es el caso cuando está contigo. Eres la luz
de su vida. Le has dado a Tony parte de la vida que le faltaba. Y a medida
que miramos a nuestro alrededor, es obvio que no le faltaba mucho. —
Hubo sonrisas y acuerdos—. Ahora contigo a su lado, creo que mi buen
amigo es verdaderamente un hombre que lo tiene todo. Gracias, Claire.
Estamos muy contentos de darte la bienvenida y te deseamos una
eternidad de un más feliz Tony Rawlings. —Esto precedió a una ovación de
pie, copas alzadas y aplausos en acuerdo.

Después de que cortaron el pastel y suavemente se alimentaron


entre sí con un bocado, chocolate para Claire y blanco para Tony, el
conductor puso en marcha la banda de jazz. La música resonaba
fervorosamente, rítmica y alegre. Las luces de la carpa se atenuaron y la
pista de baile relucía con un brillo intensificado. Tony llevó a Claire a la
pista de baile y caminaron de la mano. Sus ojos, la sombra de chocolate
derretido, veían a su bella nueva esposa. Él la miraba con completo amor y
adoración. De repente, sus dudas y temores se desvanecieron. Él tenía la
capacidad más asombrosa de disolver su corazón y alma. Galantemente le
tomó la mano entre las suyas, le rodeó la pequeña cintura con su fuerte,
potente, pero tierno abrazo. Su cuerpo inmediatamente se amoldó al suyo.
Se movieron en sincronía. Le dio la vuelta, giró y la movió por la pista. El
vestido de novia se balanceaba ante su más mínima inclinación. Sólo
habían bailado juntos un par de veces, pero sus cuerpos se movieron
juntos en numerosas ocasiones. Ella se perdió en sus ojos, y sin
pensamiento o conciencia él tenía completo control y dominio sobre todos
los aspectos de su ser y cada movimiento de su cuerpo. Con cada
crescendo de la música, los latidos del corazón de Claire se aceleraban.
Los invitados rodearon la pista de baile para ver el vals de recién casados.
Tony, alto y moreno, Claire, pequeña y ligera, su contraste intensificaba la
belleza y la sensualidad del momento. No fue hasta que la música alcanzó
su fermata final que Claire se dio cuenta de la multitud reunida. Hasta ese
momento, sus brillantes ojos verdes esmeralda sólo podían ver a su marido.
Él besó suavemente a su novia, y los invitados aplaudieron. Claire se
sonrojó y sonrió.

La banda comenzó de nuevo, y Tony encantadoramente se inclinó y


le pidió a Emily a bailar. John asintió hacia Emily y tendió la mano a
Claire. Susurrando al oído de Claire, John dijo:

—Estás hermosamente enamorada. —Los cuatro bailaron durante


unos minutos hasta que el maestro de ceremonias pidió a los invitados
que se unieran a ellos. De repente, el suelo estalló con parejas.

En algún momento después de las once, Claire y Tony, ya no más en


sus trajes de boda, besaron a sus amigos y familiares y se despidieron de
los otros. Se fueron para comenzar su aventura de luna de miel. Una vez
más, Claire fue conducida por Tony a un destino desconocido.

Después de que su vuelo alcanzara su altitud, Tony comenzó a


seducir a su esposa. Él acarició, besó, y la atormentó. Le dijo en un tono
sensual y ronco que la amaba, lo increíble que había sido y que era.
También le dijo lo que ya sabía.

—Señora Rawlings, ahora eres mía, por completo. Me perteneces.


31
Mañana es un misterio. Ayer es historia. Vive hoy, es un regalo, es
por eso que lo llaman “presente”.
~Desconocido

Traducido por Leogranda & Raeleen P.

Claire se despertó con la sensación que su avión desaceleraba en la


pista de aterrizaje. Había estado en algún lugar de un sueño mientras su
cuerpo yacía en el sofá de cuero envuelto en un capullo de una suave
lujosa manta. El repentino aumento del rugir de los motores combinados
con el chirrido de los frenos la transportó hasta el presente. No estaba
segura de cuánto tiempo había estado dormida o si habían llegado a su
misterioso destino de luna de miel. Pero recordó la emoción en los ojos de
Tony mientras hablaba de su viaje romántico. Voluntariamente, continuó
permitiéndose ser llevada a lugares desconocidos.

Mirando hacia abajo a su mano izquierda, vio el familiar anillo de


compromiso ahora con su nueva pareja. Su anillo de boda con diamantes
incrustados brillaba a juego con el círculo alrededor del gran solitario.
Eran verdaderamente hermosos. Reflexionando sobre los últimos nueve
meses, su mente aturdida de que ella llevaba un sorprendente conjunto de
anillos de este tipo y lo más importante su significado, ella estaba casada.
Estaba casada con Anthony Rawlings.

Poco a poco, se volteó para ver a su esposo. Sus pies descalzos


elevados mientras descansaban en una silla reclinable. Mirándolo, se
maravilló de su pose relajada, un marcado contraste con la forma en que
normalmente se veía cuando volaban. Su atención estaba enfocada en la
computadora portátil apoyada en sus largas piernas. Sus mejillas y la
punta de sus labios se movieron hacia arriba, cuando se dio cuenta de sus
pantalones vaqueros. Eran los que había llevado cuando salieron de la
recepción. Parecía que estaban usando lo que el otro prefería: él en sus
vaqueros, y ella fuera de ellos. Se acurrucó en la manta suave y cerró sus
ojos.
Los motores zumbaban mientras ella sintió el avión hacia su parada.
Claire recordó las últimas veinticuatro horas. Tony tenía razón. Brad y
Mónica crearon la ceremonia y la recepción perfecta. Recordó la finca y las
decoraciones. Incluso la nieve obedeció como si requiriera para
complementar el producto final. Pensó en sus amigos, su familia y los
invitados. Recordó las amables palabras de John y el brindis de bienvenida
de Brent. Sonriendo, recordó a Tony, increíblemente guapo en su
esmoquin e incesantemente elogioso con ella y su vestido. Cenicienta en el
baile no podría haberse sentido más especial. Al igual que el Príncipe Azul
que sólo tenía ojos para su novia. Esa admiración continuó en el jet. Una
vez que la puerta de la cabina se cerró y las luces se apagaron, su
devoción se convirtió en ferviente pasión.

De repente, se dio cuenta de la implicación de su manta. Si ellos


habían llegado a su destino tenía que vestirse y rápidamente.

—¿Estamos en nuestra luna de miel?

Se volvió de su ordenador y sonrió.

—No necesitabas despertarte. Luces tan hermosa y tranquila.

Manteniendo la manta envuelta su alrededor, ella se acercó a él y se


arrodilló al lado de su silla.

—Creo que estaba agotada. —Sus ojos esmeraldas brillaban cuando


ella puso sus brazos alrededor de su cintura expuesta. Mirándolo a sus
ojos de chocolate con leche, sintiendo su calor, e inhalando su aroma, se
dijo a sí misma: Realmente es mi esposo.

Los ojos de Tony se encontraron con los suyos, luego explorando


hacia su manta. Sonriendo, dijo:

—Fue un día ajetreado, señora Rawlings. —El señora Rawlings hizo


que los ojos de Claire brillaran. Él gentilmente besó a su esposa y
juguetonamente intentó ver bajo su manta.

—Y una noche ajetreada, señor Rawlings.

—No ha terminado. Sólo estamos parando en Los Ángeles para


cargar combustible. Tenemos mucho más volando antes de llegar a
nuestro destino.

Esto hizo que Claire pensara.


—¿Así que vamos a Hawái?

—¿Te gustaría ir a Hawái? —Claire le dijo que ella nunca había ido.
A él le encantaba hacerla retorcerse—. Bueno, vamos a tener que averiguar
dónde terminaremos, ¿no es así? —La besó de nuevo.

El avión ahora estaba todavía parado. Eric y el piloto entraron en la


cabina y ofrecieron un hola al señor y la señora Rawlings. Pidiendo
disculpas por la interrupción, se comprometieron a estar en el aire en
menos de treinta minutos. Tony les dijo que estaba bien, pero que por
favor hicieran lo que fuera necesario tan pronto como sea posible. Tenían
una luna de miel a la que llegar. Los dos hombres prometieron que lo
harían y abrieron la puerta exterior de la cabina. La ráfaga de aire fresco
ya no era frío. Definitivamente, no estaban en Iowa.

Tony colocó el portátil en el piso e invitó a Claire a su regazo. Ella


subió, descansando su cabeza en su pecho fuerte y escuchó el latido de su
corazón mientras hablaba sobre Los Ángeles. Sus manos exploraron
tiernamente bajo su manta, acariciando gentilmente su piel suave. ¿Había
estado ella alguna vez allí? Ella dijo que no, que había estado en el norte
de California, San Francisco cuando era joven en unas vacaciones
familiares. Recordó ir a Alcatraz. Su padre, al ser un policía, pensó que era
genial. Pero ella no. Recordó que durante la visita realmente entraron en
las celdas. Había voces grabadas en video y sonidos de puertas de las
celdas que se cerraban, que a ella no le gustó en absoluto. Él la abrazó.

—Prometo no planear una visita a Alcatraz en nuestro futuro. ¿Qué


edad tenías cuando fuiste allí?

—Creo que tenía doce años. —Claire lo miró a la cara—. ¿Por qué lo
preguntas?

—Oh, solo me estaba preguntando. —Tony continuó contándole de


la casa de Eli y de Mary Ann en Los Ángeles, en realidad en Malibú. Dijo
que tendría que llevarla a una de sus fiestas. Él no era mucho de toda la
escena de Hollywood, pero incluso él tenía que admitir que Eli y Mary Ann
podían dar unas fiestas increíbles. Los invitados de Eli normalmente
incluían gente que Claire había visto en las películas o en la televisión. Eli
podría ser un imbécil, pero era grandioso en lo que hacía, y había
multitudes de personas que matarían por asistir a sus fiestas. Describió la
casa de MaryAnn y de Eli como una maravilla arquitectónica situada en la
playa de Malibú, colgando de un acantilado con vistas al Océano Pacífico.
—Me encantaría verla algún día. ¿Te quedas con ellos cuando viajas
a Los Ángeles?

—No, yo… quiero decir, nosotros —sonrió—. Tenemos un


apartamento en Hollywood, cerca de Malibú.

Claire sonrió.

—¿Tal vez en algún momento podrías decirme cuántos apartamentos


tenemos?

—Tenemos muchas residencias. Tomará tiempo para que te


familiarices con todas ellas. —No podía comprender la idea. Tenía casas en
Iowa, Nueva York, Chicago, Hollywood, y otros lugares—. No todas son tan
grandes como Nueva York y Chicago. Paso más tiempo allí.

—Sí, bueno, tú nunca viste mi apartamento en Atlanta. Estoy


bastante segura que en comparación con ese todos son unos palacios.

Claire y Tony estaban hablando y riendo cuando la puerta se abrió


de nuevo. Rápidamente cerró la manta cuando el piloto anunció que
estaban listos para irse. Ella comenzó a levantarse cuando Tony tiró de
ella hacia él.

—Umm, ¿no crees que deberías tener el cinturón de seguridad


cuando el avión despegue? —De mala gana la soltó pero no antes de abrir
su manta y sonreír. Claire le dio un beso, y se movió a su silla, situándose
a sí misma, y su manta, y se abrochó el cinturón de seguridad. En
cuestión de minutos estuvieron en el aire, y ella fue a la deriva en un
sueño irregular.

Todavía en la altitud de crucero, Claire despertó con Tony


durmiendo profundamente en el sillón vecino. Encontrando sus piernas al
aire, ella se movió con cuidado hacia la parte trasera de la cabina, que
tenía una pequeña ducha y vestidor. Desde veinte mil pies, la vista por la
ventana contenía solamente oscuridad separada por estrellas dispersas
diferenciando el cielo del mar. Encontró una bolsa de viaje, sin duda,
empacada por Catherine. Contenía gel de ducha, secador y suministros
cosméticos, así como una bata negra y una blusa de verano con capris.
Ella sonrió. La bata habría estado bien, pero a Tony no parecía importarle
la manta.
Después de una ducha rápida y ropa fresca se sentía más alerta. Su
reloj marcaba las ocho y veinte, pero un vistazo por la ventana le dijo que
todavía estaba oscuro dondequiera que estuvieran. Habían estado viajando
más de ocho horas. Deberían estar en Hawái pronto. Terminando su
maquillaje sonrió, pensando en el sol y las playas. No sabía cuánto tiempo
estarían en Hawái o en qué islas. La idea sonaba maravillosa y Tony
disfrutaba sorprendiéndola, pero ella pensaba con nostalgia en estar
involucrada en la planificación.

Caminando con paso inseguro de nuevo en la cabina, Claire


encontró a Tony sentado en la mesa con su ordenador portátil y café. Se
dio la vuelta para mirarla entrar.

—Buenos días, señora Rawlings, te ves hermosa. Me hubiera


gustado que me despertaras, podría haberme unido a ti en la ducha. —Él
sonrió por encima de su taza.

—No creo que cupiéramos. Además, te veías muy tranquilo. —Ella


tomó un sorbo del líquido caliente castaño rojizo y permitió que su robusto
aroma reavivara sus sentidos. Tony dijo que estarían aterrizando en Oahu
en Honolulu en una hora. Serían aproximadamente las tres de la mañana,
pero podrían desembarcar, encontrar algo para desayunar y caminar antes
de continuar su vuelo—. Continuando, ¿no nos quedamos en Hawái? —
Ella sonaba decepcionada.

—No, Hawái es sólo una parada por combustible, pero tendremos


que volver en algún momento para que puedas ver el paisaje. Es un lugar
encantador. —Sus ojos se burlaban—. Pero no es tan hermosa como hacia
dónde vamos.

—¿Y a dónde vamos? —preguntó Claire, intrigada. Los ojos de Tony


brillaron, el negro casi totalmente superado con el matiz de chocolate
suave. Su sonrisa maliciosa, él no contestó—. ¿Y cuánto tiempo más hasta
que lleguemos allí?

—Señora Rawlings, es usted muy curiosa. ¿Qué si te dijera que no


llegaremos a nuestro destino hasta mañana?

Claire pensó en eso. ¿Veinticuatro horas más volando? Se dio cuenta


que no estaba hablando acerca de veinticuatro horas.
—Bueno, señor Rawlings, yo diría que suena como que estamos
cruzando la línea de fecha internacional. —Ella sonrió con aire de
suficiencia.

Él la miró con admiración, y se dirigió a Eric, que estaba reponiendo


sus tazas de café.

—Mi esposa no sólo es hermosa, también es increíblemente


inteligente. —Él la besó en la cabeza mientras se levantaba—. Creo que voy
a refrescarme antes de comenzar nuestro descenso. —Con eso,
desapareció detrás de la pared en la parte posterior de la cabina. Claire se
dio cuenta de su ordenador portátil abierto sobre la mesa. La pantalla
estaba, por supuesto, bloqueada. Una rápida búsqueda en Google de la
tierra del oeste de la línea de fecha internacional hubiera sido beneficiosa.
Ella sólo tendría que confiar en su memoria. Pero entonces ¿se preguntó si
iban a quedarse en el hemisferio norte o dirigirse al sur? Suspirando, tomó
un sorbo de delicioso café. Tendría que esperar, no tenía otra opción.

Antes de abandonar el avión, Tony le dijo a Claire que consiguiera su


bolso de su bolsa de viaje. En broma, ella preguntó si necesitaba pagar por
el desayuno. No. Ella necesitaba su pasaporte.

—¿Cuándo conseguí un pasaporte? —Él le recordó que habían


hablado de ello hace meses y que Brent había presentado la
documentación necesaria. Al parecer, todo esto sucedió mientras ella se
recuperaba de su accidente. No recordaba nada de eso, sin embargo allí
estaba, su imagen, su firma, y su nombre Claire Nichols. Tony prometió
que solicitarían uno nuevo con su nombre real, Rawlings, tan pronto como
regresaran, y una nueva identificación. Él sonrió. Sus nuevas tarjetas de
crédito ya habían sido solicitadas.

Hawái fue decepcionante. Olía la humedad del mar en el aire


mientras bajaban los escalones a tierra firme. La suave brisa tropical
seducía su piel. Pero no vieron nada más que el interior del aeropuerto
internacional de Honolulu mientras buscaban y encontraban un
restaurante que sirviera desayuno.

Después de comer, necesitaban pasar por el mostrador de la TSA.


Eric manejó la inspección del avión y maletas, Tony y Claire tenía que
mostrar sus pasaportes. Cuando estaban con el agente de la TSA ella
preguntó por su destino. Claire no sabía. Tony respondió:
—Fiji. Nadi, Fiji. —Claire recordó que Fiji era un grupo de islas, no
estaba segura de cuántas, en el Pacífico Sur. Mientras caminaban de
regreso al avión, ella le apretó la mano y sonrió. Él no estaba contento con
que su sorpresa fuera estropeada, pero sabía a dónde iban y eso la hacía
feliz. Tenían seis horas más de vuelo.

Aterrizaron en Nadi, Fiji, a las diez y media de la mañana del lunes


20 de diciembre después de volar más de dieciocho horas. Mientras su
avión se acercó a Nadi, Claire observaba por la ventana, hipnotizada por
las aguas turquesa y playas de arena blanca brillantes. Si Tony estaba
molesto por la agente de la TSA, ser testigo de la anticipación de Claire le
regresó su propia excitación.

Una vez que aterrizaron, Eric cargó su equipaje en un avión pequeño,


con una hélice y puente. Él les deseó una luna de miel agradable y
prometió que estaría esperándolos cuando regresaran. Al parecer, a su
destino final sólo se podía acceder por vía aérea.

Tony y Claire luego tomaron un vuelo de cuarenta y cinco minutos a


una isla privada. Su altitud era baja, lo que les permitía disfrutar de las
vistas: delfines nadando, hermosas playas de arena blanca aislada,
palmeras y vegetación de bosque tropical lluvioso. Fuera de las ventanas
abiertas del avión era un verdadero paraíso, un oasis lejos del resto del
mundo. Claire nunca había visto nada igual, y le dijo a Tony una y otra vez
lo increíble que todo parecía. Su deleite infantil le divertía. Aterrizaron en
una cristalina laguna aguamarina rodeada con una herradura de arena
blanca.

Sus empleados personales los esperaban en la playa: dos chefs,


mucama, anfitriones y el capitán del bote. Claire se había acostumbrado a
ser esperada, pero estos individuos vivían para complacer al señor y
señora Rawlings. El personal juntó su equipaje y ellos caminaron por un
sinuoso sendero hacia su bure, la palabra fiyiana para una cabaña de paja.
La brisa húmeda tropical voló el cabello de Claire y sus sandalias se
hundieron en la arena blanca. Tomando la mano de su marido, se
acercaron a su vivienda temporal.

Era la cabaña de paja más lujosa que Claire había visto. Situada en
un acantilado, encima del agua, tenían vistas impresionantes del océano.
Primero entraron a una elegante sala de estar con un techo de paja de
catedral, paredes de bambú entretejido, y piso de caoba barnizado. Todos
los cuartos de su bure tenían ventiladores de techo y aire acondicionado.
Había una gran puerta plegable que daba hacia una cubierta privada con
vistas al agua o la vegetación tropical. Cada cubierta tenía una sala
amueblada para la relajación. La cubierta frontal incluso tenía una piscina
infinita. Cuando se detuvieron en la sala y contemplaron, parecía que se
extendía hacia la laguna y más allá del océano. El personal llevó su
equipaje a la recámara principal con una cama King Size con dosel. Claire
miró a su alrededor y encontró un baño diseñado lujosamente que daba
paso a una regadera de piedra de lava al aire libre y una tina de baño para
dos. Afortunadamente, había un frondoso jardín tropical que rodeaba la
regadera y tina.

Después del recorrido a su hogar temporal, su anfitriona, Naiade,


preguntó si estaban listos para cenar. Claire estaba famélica. Tony le
comunicó a Naiade que estarían encantados de cenar en la cubierta.

La única cosa que faltaba en el bure era la tecnología, lo que estaba


bien para Claire. Estaba acostumbrada a la falta de conectividad. Sin
embargo Tony se sintió aliviado una vez que le dijeron que tenía acceso a
internet con su laptop. Explicó que necesitaba estar en contacto con Tim,
Brent y otras personas de sus negocios. Le recordó a Claire que ella solo
necesitaba estar en contacto con él. Sonriendo, le prometió ayuda.

Ella se presionó contra su cuerpo y besó su cuello.

—Creo que puedo soportarlo.

—Tenga cuidado, señora Rawlings, puede que nos perdamos nuestra


comida —susurró Tony en su oído.

Claire sonrió.

—Me parece que tenemos tiempo de sobra para eso. Ahora mismo
¡tengo hambre!

Al parecer, podían hacerle sugerencias a los chefs a cualquier hora.


Tony y Claire decidieron que mariscos serían el plato principal por los
siguientes diez días. Ambos disfrutaron probar las comidas típicas. Naiade
les habló sobre las actividades opcionales. Tenían acceso ilimitado a un
bote con capitán privado y podían disfrutar un paseo para presenciar la
vida marina, ir de isla en isla o esnórquel. Una barrera de arrecife viva
estaba cerca. También podían hacer kayak o senderismo en la selva.
La cena en la cubierta tenía una vista asombrosa al océano, con una
brisa marina maravillosa. Los chefs prepararon atún de aleta amarilla,
fruta fresca, verduras orgánicas y pan recién horneado. Todo olía y sabía
delicioso.

Era temprano en la tarde cuando terminaron de comer y Claire


estaba exhausta. Había viajado más de dieciocho horas, perdido un día
entero cruzando una línea imaginaria y casado. Eso cansaría a cualquiera.
Tony recomendó que se relajaran en la tina al aire libre, la cual se abría al
infinito cielo azul. Los próximos días descubrirían que era más seductor
bajo la luna y las estrellas. Tony podía haber sugerido la tina como lugar
de relajación pero Claire previó que tenía otros planes. El agua tibia de la
tina, la suave brisa del mar, el sonido de las olas en la playa, y la
atmósfera romántica se compaginaron para ayudar a crecer el nivel de
energía de Claire. Tony entendía que habían estado viajando por un largo
tiempo pero para él no era cansador, era restringido. Quería liberar algo de
esa energía encerrada. Apreciando el ambiente amoroso, Claire supo que
habría estado decepcionada con cualquier otra cosa.

Tony no decepcionaba. Sumergiéndose en el agua caliente, él se


sentó detrás de ella y ella se recargó en su pecho. Empezó a masajear sus
hombros, aliviando la tensión del viaje. Mientras sus manos se movían,
Claire podía sentir que la energía que pensaba perdida, comenzaba a
construirse en su interior. Sus labios encontraron la parte trasera de su
cuello y provocó escalofríos en sus brazos y piernas. Entre besos, él
susurró:

—Gracias por ser mi esposa. Te amo.

La sostuvo entre sus brazos y le acarició la piel. Y ella a su vez


acarició sus brazos. Al mirar hacia abajo, vio sus anillos brillar bajo el
agua. Cuando sus manos encontraron sus pechos, éstos palpitaron en
anticipación, causando que sus pezones se endurecieran y se volvieran
necesitados. Sus manos de movieron hacia su estómago y más abajo,
logrando que la energía de Claire regresara con venganza. No se pudo
controlar y se giró para estar cara a cara con él. Sus bocas se
mordisqueaban acaloradamente y sus lenguas se entremezclaron. Cada
acción era consensual. Claire lo deseaba tanto como él la deseaba.

Al tiempo que la brisa movía las orquídeas y la vegetación a su


alrededor, él la llenaba con algo más que energía. Como en una pista de
baile, se movieron juntos, sus cuerpos se convirtieron en uno como sus
nombres. La exuberancia de su sensualidad llevó a Claire más allá de la
revitalización, hasta la euforia.

Le hizo preguntas. ¿Le gustaba el destino de su luna de miel? Sí le


gustaba, mucho. ¿Estaba feliz con cómo había resultado su boda? Lo
estaba. Fue perfecto. ¿Era feliz de ser la señora de Anthony Rawlings? Lo
era. ¿Qué tan feliz? ¿Qué tan satisfecha? ¿Qué tan agradecida? Al final, se
dirigieron a la cama King Size. Aun con el ventilador de techo y la brisa del
mar, ambos goteaban por la humedad.

Antes de que Tony se uniera al sueño de mediodía de su esposa, la


observó dormir. Estaba exhausta y aun así acababa de ir con él al otro
lado del paraíso. Después de todo el sexo que habían experimentado, era
difícil creer que pudiera mejorar, pero lo había hecho. Ahí acostada en la
cama, emitía calidez y el aroma más asombroso. Gentilmente, movió su
cabello de sus hombros húmedos y expuso su cuello sensual y su bello
rostro. Besó sus labios tiernamente, probando su dulzura. Incluso en su
sueño la vio sonreír.

Esa noche cenaron en la cubierta al lado de una antorcha, con vista


al espléndido horizonte y observaron cómo el sol se ponía en el océano. Los
chefs crearon un asombroso plato de mariscos frescos, fruta orgánica, y
verduras de todas las islas. El platillo incluía langosta verde del pacífico y
pargo fresco. También habían elegido su vino de una larga lista.

Después de cenar, pasearon tomados de la mano por la playa,


sintiendo la suave arena bajo sus pies. Con la puesta del sol, la humedad
había disminuido y la brisa hacía que la temperatura fuera perfecta. La
única luz provenía de la luna y sus rayos iluminaban el agua. Otros
habían estado en la misma palaya y se habían quedado en el mismo bure
pero se sentía como si ellos hubiesen sido los primeros.

Los días se mezclaron. Al despertarse con el sonido de las aves


tropicales y la brisa marina, iban a una de las cubiertas, bebían café y
desayunaban. Después, se ponían el traje de baño, caminaban por la playa
y nadaban en la laguna. O quizá descansaban cerca de la piscina o en la
piscina. Comían y luego volvían a su apretada agenda de relajación. En las
mañanas y noches, la brisa era fría pero a media tarde era húmeda y
tropical.

Analizaban sus opciones de actividades y decidían juntos cómo pasar


sus días. Utilizaron el bote y el capitán en múltiples ocasiones. Los llevó a
hacer esnórquel y aprendieron que a diferentes horas del día, la vida
acuática era distinta. Una noche, al ocaso, flotaron mientras a su
alrededor saltaban y jugaban los delfines. Si el capitán no se los hubiese
advertido, Claire hubiese tratado de tocar uno. Estaban tan cerca y
parecían dóciles. El capitán les dijo que tuvieran cuidado, las apariencias
podían engañar. Parecía un buen consejo.

En varias ocasiones, el capitán los llevó a islotes inhabitados a los


que solo se podía llegar por bote. Los chefs les preparaban una comida
especial con fruta fresca y vino. Y en la playa completamente solitaria, con
una sábana y su canasta de picnic, Tony y Claire hallaban la manera de
pasar las horas antes de que el capitán regresara.

Claire miró toda la ropa que Catherine había empacado.


Literalmente pasaba sus días en batas de baño, trajes de baño, toallas y
vestidos de verano en la cena. No había necesidad de ponerse ropas o
alguna ocasión que lo requería. De hecho, pasaban gran parte de su
tiempo sin ninguna prenda. Las situaciones no empezaban de aquella
forma: un nado en la laguna, tomar el sol en la playa, o una noche en la
piscina; pero en su mayoría concluían de esa forma.

El sol regresó la piel en la bronceada que Claire tenía en el verano.


Había empezado a desaparecer cuando inició el otoño. Su accidente había
acelerado el proceso, dejando su complexión pálida. Tony le dijo que se
veía hermosa, que la piel blanca hacía que sus ojos resaltaran, el color
esmeralda se intensificaba. Viéndose ahora mismo, ella creía que la piel
bronceada con el cabello rubio se veía más saludable. Sus ojos seguían
destacando. Si necesitaba ser rubia, le gustaba más estar bronceada. A
diferencia del bronceado de verano, este carecía de líneas.

Aparte del personal, Tony y Claire no vieron a nadie más durante su


estancia de diez días. Estuvieron completamente aislados y desaparecidos
del mundo. La navidad llegó y se fue. Se desearon feliz navidad pero no
hubo pinos ni nieve. Esto lo pareció maravilloso a Claire. Aceptaría el calor
y el sol por encima del frío y la nieve siempre. Además, había habido una
infinidad de decoraciones en casa por la boda. Tony se disculpó por no
tenerle un regalo en la mañana de navidad. Ella le dijo que la hacía feliz.
Le había dado demasiados regalos; además, la luna de miel era su regalo y
le encantaba. Explicó repetidas veces que no le importaban las cosas
monetarias. Entre más protestaba, Tony señalaba más y más las ventajas.
Quería que se diera cuenta que lo tenía todo y la habilidad de tener todo lo
demás. El mundo estaba a sus pies cuando quisiera tomarlo.

El clima tropical era conocido por sus frutas y los chefs las tenían a
todas horas. Tenían papayas, piñas, plátanos, aguacates, peras, mangos y
limas. Las preparaban en ensaladas, guarniciones, entradas y
constantemente, en pescado. Juntos, aprendieron lo increíblemente
sensual que la fruta podía ser.

Tony probaba los labios de Claire con el dulce jugo aromático de una
piña o papaya recién cortada. Poniéndola gentilmente en su lengua, ella
cerraba sus labios para chupar el jugo de sus dedos. A menudo, cuando la
aromática fruta pasaba por sus labios, el jugo resbalaba por su barbilla,
donde Tony intentaba remover el dulce néctar con su lengua. A veces,
accidentalmente, él dejaba caer la fruta pegajosa y ésta caía en los pechos
de Claire o en su estómago. Entonces él la comía directamente de su piel.
El resultado era seductor y excitante. La ducha al aire libre era un
excelente ambiente húmedo para limpiarse los líquidos dulces, pegajosos y
viscosos. No obstante, siempre iniciaba una nueva aventura.

En más de una ocasión él puso a prueba su resistencia. Su apoyo


siempre era gentil, cariñoso y sensual. Ocasionalmente, su toque físico
causaba convulsiones tan eróticas que ella sentía nunca volvería a
experimentar. Y entonces las experimentaba. Claire reflexionó la pregunta
que Emily le hizo la noche antes de su boda. Si era así de insaciable a los
cuarenta y cinco, se estremecía al pensar en cómo había sido a los
veinticinco.

Él mencionó varias veces que estaba encantado de tenerla como


esposa, pero que con este título venía una responsabilidad. Lo había hecho
bien casi todo el tiempo en el pasado. Ahora era diferente. Ya no era un
enigma, ni un rumor; era la señora de Anthony Rawlings. Sus acciones,
palabras y apariencia, se reflejaba directamente en él. La amaba y deseaba
que fuera tan feliz como lo era aquí en el paraíso, pero se avecinaba el
mundo real. Quería que estuviera preparada.

Por diez días de completa unión, sin una amenaza posible del
mundo exterior, posibilidad de fracaso público, oportunidad de romper las
reglas, y el riesgo de consecuencias negativas, Claire disfrutó el matiz
chocolate de los ojos de Tony. Pudo entregarse ella misma y mantenerlo
satisfecho. Encontró un lugar de satisfacción con su situación y felicidad
en sus decisiones.
A veces, mientras descansaba, pensaba en la salida que Tony le
había ofrecido en Central Park. Se preguntó si hubiese sido más feliz.
¿Dónde estaría? Y la pregunta más grande sin respuesta, ¿de verdad la
hubiese dejado ir? Entonces abría los ojos y veía un paraíso tropical
frondoso, a su esposo increíblemente guapo y generoso y reconocía que
sus decisiones la habían llevado a esta consecuencia. Podía vivir con eso.

La tarde del jueves, 30 de diciembre, el señor y la señora Rawlings se


reincorporaron junto con Eric en el avión de Tony en Nadi. Esta vez
viajaron de vuelta a su horario, regresando a Iowa City el jueves en la
noche. Brillando bajo una sábana de nieve blanca, la casa se veía
majestuosa al tiempo que se aproximaban. Las decoraciones se había ido
pero las luces resplandecían en la fachada de ladrillo y piedra de río. Era
espléndido y acogedor. El paraíso había sido eso, pero ahora estaban en
casa.
32
Hay sabiduría de la cabeza y sabiduría del corazón.
~Charles Dickens

Traducido por Ahtziri29

Samuel creía que eran una farsa, las cenas diarias con todos
presentes, sus padres, esposa e hijo. Sí, todos vivían en la misma casa,
pero las cenas formales parecían excesivas. Le recordaba al programa de
televisión Dallas con Nathaniel reinando como el patriarca omnipotente.

Amanda miró a su esposo mientras la cena concluía. Samuel se


inclinó y besó la mejilla de su esposa con afecto.

—Necesito hablar con mi padre por unos minutos. Subiré en unos


minutos.

Ella sonrió.

—Está bien. Estaré esperando. —Pero sus ojos cuestionaban a su


esposo.

—No tardaré. —Luego susurró—. Al rato te digo, lo prometo.

Los ojos de Amanda sonrieron mientras miraba a Samuel a la cara.


Ella sabía las reglas. No cuestionas nada enfrente de Nathaniel. Lidiar con
su suegro valía la pena, adoraba a su esposo.

—Anton y yo estaremos arriba.

Su hijo, en casa desde el internado, miró a sus padres.

—Subiré en un minuto, madre. Necesito hacer algo. —Amanda


sonrió a su esposo e hijo. Anton había crecido demasiado durante el
semestre pasado. Tan solo de quince años, era quince centímetros más
alto que ella. Y sus ojos podían brillar, pero también veía la obscuridad de
su abuelo. Más que nada, quería mantener esa obscuridad lejos.
—Está bien, ¿Tal vez podamos ver una película cuando todos
subamos a nuestras habitaciones? Tengo algunas nuevas. —Amanda
comenzó a subir por las grandes escaleras.

Samuel enderezó su cuello y caminó por el corredor hacia la oficina


de su padre. Las puertas dobles mantenidas como una barrera hacia el
hombre inflexible dentro. Inhalando profundamente formó un puño.
Respetuosamente, tocó en las enormes puertas. Escuchó por la palabra
desde dentro.

—Pase.

Esto no iba a salir bien. Su padre sabía su descontento con la


reciente dirección de Corporación Rawls. Ahora el reciente giro positivo y la
inesperada aceptación de los accionistas era demasiado. Estás ideas de
Jared Clawson tenían que parar.

Una idea le consiguió millones a Rawls. La siguiente les costó


millones. Actualmente, la hoja de balance estaba a su favor, pero los
riesgos y las posibles repercusiones legales no valían la pena los beneficios.
Adentrándose en la larga oficina, Samuel oró silenciosamente por ser
capaz de hacerle ver a su padre su punto de vista.

El hombre detrás del escritorio se sentaba audaz y desafiante.

—Me preguntaba cuánto tiempo te tomaría confrontarme.

—No pensé que necesitáramos una audiencia. —Samuel cerró las


puertas, inconsciente de que estaban ligeramente entreabiertas.

—Siempre preocupado por la opinión de otros. —Nathaniel sonrió—.


Obviamente una cualidad que heredaste de tu madre. A mí no me importa
un comino lo que los demás piensen.

—Tal vez deberías.

—Di lo que piensas.

—Sabes lo que pienso. Necesitas deshacerte de Jared Clawson.


Necesitas detener estos medios alternativos para obtener ganancias
financieras.

Nathaniel se rio profundo y bajo.

—¿Necesito?
—Lo siento, padre, tal vez necesitar no es la mejor palabra. Deberías.

—¿Lo sientes? ¡Eres un débil pedazo de mierda! —Nathaniel se paró


y caminó alrededor de su gran escritorio, encarando a su hijo—. ¿Acaso no
aprendiste nada? ¡No te disculpes! Las disculpas son para cobardes, te
hacen parecer débil.

Parándose derecho, Samuel continuó su misión.

—Está situación se está saliendo de control.

Nathaniel rio de nuevo.

—Saliendo de control, como que estamos haciendo millones y


millones. ¿Y eso es malo?

—Lo estábamos haciendo bien antes y era legal.

—Entonces, ¿qué que parte de este dinero no te gusta? Tu esposa


está disfrutando el dinero y tu hijo está disfrutando de la mejor educación.
Tú, tu esposa y tu hijo nunca sabrán lo que es estar sin él. Dime de nuevo
lo que no te gusta.

—Creo que hubieran estado felices con nuestras ganancias antes.


Amanda y Anton no necesitan excesos. Tampoco yo. —Samuel miró a su
padre dar la vuelta hacia su silla de cuero de lujo—. Tampoco lo hace
madre.

Cambiando direcciones, Nathaniel abruptamente se volteó y golpeó


la mejilla izquierda de su hijo.

—Jamás me digas lo que tu madre quiere. No tienes idea por lo que


ha pasado. Tú jamás has vivido como nosotros lo hicimos. El dinero es
bueno para una cosa, compra lo que necesitas, lo que quieres. Y por mis
decisiones, tú y Anton jamás se preocuparán por dinero. Nunca me digas
que hacer con mi negocio y no te disculpes. ¡Te crie mejor que eso!

Él sabía que no había una respuesta para su padre. Samuel se


volteó para irse.

—¿A dónde vas, chico?

—Voy arriba con mi mujer. ¿Tienes algún problema con eso?


—Vas a ir arriba, al nivel superior de mi casa. No. No tengo un
problema. ¿Y tú?

—No, padre, no lo tengo. —Samuel salió de la oficina y brevemente


vio la cara de Anton. El adolescente había presenciado toda la escena.
Samuel esperaba que cuando entraran a su suite pudieran hablar de ello.
Su hijo sabría que la discusión era bienvenida.
33
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo
cambiar, el valor para cambiar las cosas que sí y la sabiduría para
reconocer la diferencia.
~Reinhold Niebuhr

Traducido por Martinafab & Delilah1007

Las vistas a través del parabrisas del nuevo Mercedes-Benz CLS-


Class Coupe de Tony le hacían recordar a Claire a las películas del espacio.
Los copos de nieve eran estrellas que pasaban a toda velocidad. La nieve,
el viento y la temperatura bajo cero acentuaban la realidad de que ya no
estaban en el paraíso. Se acomodó en el asiento caliente, se frotó las
manos enguantadas en cuero, y observó el terreno cubierto de nieve. Los
destellos brillantes habrían sido bonitos si no fuera por el viento y la
acumulación. A Tony no le importaba. Estaba disfrutando de su nuevo
auto, el cual había llegado a la propiedad durante su ausencia. Para el
alivio de Claire, se manejaba increíblemente bien en la nieve.

Aunque eran casi las ocho de la noche, se sentía como si se


estuviera despertando finalmente, el jet lag era difícil de navegar. Tanto
ella como Tony se durmieron tarde después de su llegada a la realidad.
Ahora mientras se dirigían a lo de Tom y Bev para celebrar la víspera de
Año Nuevo, pensó en su regreso.

Cuando entraron a la propiedad, la sonrisa de bienvenida de


Catherine era la mejor vista que Claire podía imaginar. De inmediato se
abrazaron. La quietud pacífica de la mansión, lo estéril de las decoraciones
y los trabajadores, era reconfortante. Ella y Tony comieron una cena ligera
y cayeron dormidos.

Fue esta mañana, mientras estaban más despiertos, que discutieron


su situación del dormitorio. Ahora que están casados, ¿deberían instalarse
en una habitación? Cuando Tony le pidió su opinión, un momento de
referencia, ella respondió que le gustaba mantener las dos habitaciones. Lo
más importante era que durmieran juntos, la ubicación era irrelevante.
Claire le dijo que le gustaba su suite. A decir verdad, le gustaba. Sí, ella
sabía que tenía vigilancia y recuerdos, pero también era donde se sentía
segura y en casa. Tal vez había llegado a un acuerdo con las grabaciones.
Se sentía… bueno, segura. Si Tony pudiera observar todos sus
movimientos, no cuestionaría sus acciones. También había mencionado:

—Además, mi habitación no coincide con la tuya en términos de


tecnología. —Él tenía la pantalla grande multifacética y Dios sabía qué
más—. Y no serías capaz de acceder a todos los datos del mercado de
valores desde aquí.

Desde su gran tormenta el verano pasado, Claire no había sido


requerida o solicitada para ver algún otro video, pero creía que Tony sí.
También creía que podía acceder a lo que quisiera desde su oficina,
dormitorio, sala de cine, o en cualquier lugar que eligiera. Esto no había
sido confirmado, pero de alguna forma ella sospechaba que era verdad.

Su respuesta fue por qué incluso ahora mientras conducían y Claire


todavía estaba nerviosa.

—Creo que eso suena razonable, no creo que nos vayamos a quedar
sin espacio en cualquier momento. —Mientras Claire observaba, el tono de
luna de miel de los ojos de Tony estaba siendo superado por la oscuridad—.
Sin embargo, en cuanto a la tecnología que mencionaste, creo que sería
prudente mantener las últimas restricciones que implican mi oficina y
dormitorio. No creo que necesites acceso sin supervisión a las
computadoras, Internet o teléfonos.

—Tony, soy tu esposa. ¿Qué crees que voy a hacer?

—Creo que es lo mejor para evitar posibles fallos. —Él le levantó la


barbilla—. ¿Estás de acuerdo o te gustaría seguir discutiéndolo? —Él
había cerrado la conversación.

Claire lo miró a los ojos, cuadró los hombros y enderezó el cuello.

—Estoy de acuerdo. Discúlpame. Tengo que tomar una ducha. —Le


soltó la barbilla y se alejó. Había aprendido hace meses que no le gustaban
los problemas técnicos, y seguir con una conversación cerrada no era
prudente. Sin embargo, cada hueso de su cuerpo quería seguirla. Ella
realmente no se preocupaba por la tecnología. No quería acceder a ella.
¡Claire quería tener la capacidad para acceder a ella!
Diez horas más tarde, mientras se dirigían a la fiesta de Tom y Bev,
contempló la conversación cerrada. Ahora que era la señora de Anthony
Rawlings, ¿eso no le daba algún tipo de influencia? ¿Algunas ventajas?
¿Podría, posiblemente, revisar el tema sin temor a represalias? Mientras
debatía esto internamente y observaba los copos relucientes brillar en la
iluminación de las luces del Mercedes, se preguntó si su vida había
cambiado. Era la señora de Anthony Rawlings, ¿pero eso era realmente
diferente de ser la señorita Claire Nichols?

—¿Estás de acuerdo? —La pregunta de Tony sacó a Claire de sus


pensamientos.

—Lo siento. No he oído la pregunta.

—Te pregunté si preferirías las vistas de Fiji por encima de este


esplendor congelado de Iowa.

Claire se echó a reír.

—No creo que tengas que preguntar, ¿no?

—Probablemente no, pero estoy tratando de hacerte hablar.

—Estoy hablando.

—Sí, lo estás. Pero realmente no has hablado mucho desde esta


mañana. ¿Quieres hablar de ello antes de llegar a lo de Tom?

Claire pensó en la pregunta. Sí, quería volver a examinar el tema,


pero ¿debería hacerlo?

—No sé. —Sus pies estaban fríos y las botas a la moda no estaban
ayudando. Ella trató de ponerlos bajo el golpe de calor del Mercedes—. Si
digo que sí, ¿estoy abriendo un tema cerrado?

Tony valoró el hecho de que su esposa estuviera pensando en esto.

—Sí, supongo sí. ¿Vale la pena para ti?

El interior del auto estaba caliente, pero Claire empujó sus manos
enguantadas más profundamente en los bolsillos de su chaqueta de piel y
consideró las implicaciones. ¿Realmente seguía importándole la tecnología?
¿Valía la pena presionar esta discusión? Ella supo de inmediato que la
respuesta era no.
—Creo que mi decisión es no volver a abrir la conversación. Sin
embargo, quiero que sepas que no es la tecnología lo que anhelo. Es la
capacidad para acceder a ella.

Tony sonrió.

—Claire, tus talentos fueron desperdiciados en la meteorología.


Hubieras sido una maravillosa mujer de negocios. Acabas de decir que no
querías profundizar en el tema, sin embargo, te las arreglaste para
iluminarme con su motivación. Estoy, una vez más, impresionado.

Esto no ayudaba a su disposición. La nieve estaba llegando al


parabrisas con la velocidad suficiente para hacerla sentir como si
estuvieran volando a través del espacio a súper velocidad. Sus labios se
apretaron en una línea. Finalmente, preguntó:

—¿Qué clase de respuesta esperas?

—Honesta, como siempre.

—Está bien. En serio, ¿quién me queda por contactar? No entiendo


por qué sientes que las restricciones siguen siendo necesarias. Dios sabe
que me sé las reglas. —Las ramas de los pinos yacían bajas con
centímetros de nieve pesada acumulada. Manteniendo la mirada hacia su
derecha, Claire podía verlas a través de la ventana lateral. Se estaban
acercando a casa de los Miller y el sonido de música suave llenaba el aire.
Tony no respondió. Después de todo, esta discusión estaba cerrada. La
sensación familiar de impotencia llenó el pecho de Claire. Quería acabar
con la conversación—. Te amo. Voy a hacer lo que quieras o esperes de mí.
Admito que no estoy satisfecha con el veredicto, pero estoy bien. Pasemos
la noche con nuestros amigos y recibamos el Año Nuevo. —Al menos había
explicado su punto de vista. Era algo.

El hogar de los Miller era magnífica. Beverly tenía un fantástico


gusto con la decoración. Era ultramoderna pero increíblemente acogedora.
El estilo único era una combinación de piedra, ladrillo y madera,
acentuado con vidrio y cromo. A pesar de las numerosas ventanas, la casa
era caliente. Podían ver la nieve y el viento y mantenerse acurrucados en el
interior. Tal vez era el fuego en la chimenea o el vino en sus copas, pero la
fiesta irradiaba calor.

Sus amigos celebraron felizmente su regreso. Querían saber todo


acerca de la luna de miel. Claire les dijo que había sido maravillosa. Tony
literalmente la había llevado al paraíso. Todos le dijeron a Tony y a Claire
lo maravillosa que fue su boda. Eran una pareja hermosa. Sue mencionó
lo hermosas que fueron sus fotos en el comunicado de prensa. Claire no
había pensado en la prensa hasta ese momento.

—No he visto las fotos publicadas. ¿Tienes copias? —Bev dijo que no
las tenía, pero le encantaría buscarlas en Internet. Echando un vistazo a
su marido, él no habló, pero sus ojos sí. Claire sabía que no debería, pero
accedió—. Gracias, me encantaría verlas.

En vez de traer una computadora, Bev sacó un mando a distancia de


un cajón y apuntó al gran televisor en la pared. La cuenta regresiva de Año
Nuevo en Times Square cambió a una página de inicio. Bev escribió
“Anthony Rawlings” en el motor de búsqueda. Hacía nueve meses, el
procedimiento le hubiera parecido mundano, pero ahora fascinaba a Claire.
Le hubiera gustado tomarse el tiempo para leer la multitud de páginas que
aparecían como opciones. Bev redujo la búsqueda introduciendo “boda”.
Claire vio brevemente un artículo adjunto; pero en cuestión de segundos,
Bev dio clic, y las fotos aparecieron en la pantalla. Claire las observó. Allí
estaban ellos en sus trajes de boda. Había tres imágenes diferentes: un
plano desde arriba, una vista frontal de cuerpo entero, y una de ellos
bailando. Todos miraron a Claire mientras se veía a sí misma en la
pantalla. Miró a Tony y a ella misma. Se veían como modelos. Tony era alto,
apuesto, y su piel, cabello oscuro, ojos oscuros y esmoquin contrastaban
drásticamente con Claire. Ella se veía menuda, rubia, y llamativa. Su pelo
era tan brillante que asumió que algunos de sus amigos de antes no
podrían reconocerla. Al lado de Tony, parecía pequeña. Tony había tenido
razón acerca de sus ojos. En el plano de arriba, sus ojos verdes brillaban
intensamente. Ella había visto su vestido en el espejo. Pero al verlo en la
pantalla de televisión y mirándolo de lejos, era obviamente llamativo,
elegante y espectacular. Ella sonrió. Había sido una buena elección.

Claire se dio cuenta que todos en la sala la estaban observando,


especialmente Tony. La mayoría esperaban felizmente su respuesta. Tony
parecía menos contento con toda la situación, pero ella sabía que él no
diría nada allí. Sería una cuestión mejor discutida en privado. Finalmente,
Sue puso una mano en la rodilla de Claire y le preguntó:

—Entonces, ¿qué te parecen?

Claire se rio.
—Simplemente no puedo creer que mi boda sea noticia. —Todo el
mundo se rio. ¿Qué esperaba? Se había casado con Tony, Anthony
Rawlings. Claire lo miró. Él sólo tenía ojos para ella. Esos ojos se estaban
oscureciendo. Atrevidamente se levantó y se acercó a su marido.
Levantándose a sí misma por los dedos de los pies alcanzó su mejilla y le
dio un beso. Él obligado, se inclinó para permitir que su mejilla se
encontrara con sus labios. Abordando al grupo, Claire respondió con
indiferencia—: Supongo que olvidé quién es. Pero tengo una vida para
recordar. —Ella lo besó de nuevo.

Brindaron el Año Nuevo con champán. Brent, Tom y Tim


especialmente desearon a Tony un año rentable. Si su año era lucrativo el
de ellos también lo sería. Era la una de la mañana cuando la fiesta acabó.

La frialdad del cuero trascendió los pantalones de Claire. Ella quería


la calefacción para calentar el asiento así como el interior del auto
rápidamente. El rugido de la descongelación en la quietud de la noche
decía a Claire que el pobre Mercedes estaba haciendo todo lo posible.

Tony limpió la nieve de las ventanas y habló con Brent y Tim


mientras ellos hacían lo mismo. Todo estaba cubierto con varios
centímetros más de blanco. Afortunadamente, había dejado de caer. Con
aire ausente, Claire se preguntó con qué frecuencia Tony necesitaba
limpiar sus propias ventanas. Ella sabía que estaba tratando de desviar
sus pensamientos de la reprimenda que iba a recibir.

Su marido se mantuvo agradable y atento durante la fiesta, pero su


expresión mientras abría su puerta le hizo saber que este tema no estaba
cerrado. Claire ponderó ese pensamiento. ¿No era realmente el mismo
tema? Así que, ¿no debería estar cerrado?

Cada vez que ella exhalaba, podía notar los sutiles cristales blancos
que se formaban en el aire. Enderezó su postura y sus hombros, estaba
lista. Las ventanas estaban libres y podía escuchar las voces de Tony y
Brent, su puerta se abriría en cualquier momento. Con cada minuto que
pasaba, pasó de estar ansiosa a sentirse indignada. Todo lo que quería era
ver las fotos de su boda. ¿Por qué era eso un problema tan grande?
Después de todo, era su boda. El hecho de que las fotos fueran posibles de
encontrar en Internet no debería importar.
Una vez estuvieron en la carretera, los únicos sonidos que
escuchaban eran los de los neumáticos y la vibración de la calefacción.
Claire esperó. Después de un silencio significativo Tony habló.

—¿Recuerdas que te dije que había recibido e-mails de Emily y que a


ella le gustaría que tú la llamaras?

—Sí, y me dijiste que iba a poder llamarla mañana. —Claire sintió


repentinamente pánico.

—Solo me lo estaba preguntando. Tu memoria parece estar


fallándote.

—¿Podría igual llamar a mi hermana?

—Sí, yo mantendré mi palabra.

Claire exhaló. Este era un Tony más indirecto del que ella estaba
acostumbrada. Tal vez esta era la ventaja de ser su esposa. Ella había
estado esperando este beneficio.

—Gracias. —Miró hacia su esposo, los músculos de su mandíbula


estaban definidos mientras él la apretaba. Él estaba esperando que tocara
el tema. Ella lo hizo sin muchas ganas—. ¿Qué pensaste de las fotografías
de nuestra boda?

—Pienso que estabas absolutamente deslumbrante y que soy un


hombre con suerte. —Esa no era la respuesta que estaba esperando. Sí,
ella estaba molesta porque esto fuera un problema tan grande. Sin
embargo, su intuición le dijo que diera un paso atrás.

—Lamento haberle dado cuerda a Beverly. Mi curiosidad me superó.


—Disculparse parecía como la mejor opción, incluso si lo último que hacía
era sonar como algo honesto.

—No es solamente lo que hiciste. Es lo que dijiste. —Claire no podía


recordar lo que había dicho, así que le preguntó—. Dijiste que habías
olvidado quién soy.

—Olvidé que casarme contigo es digno de noticias, te amo por ti.


Olvidé que eras Anthony Rawlings. Para mí, tú eres Tony.

Su agarre se intensificó en el volante y ella podía sentir su tensión.


—Te he dicho una y otra vez que tienes que recordar quién soy. Si
olvidas quién soy, olvidas quién eres tú y la importancia de tu
comportamiento. —Era una versión diferente del discurso de las
apariencias. Él tenía razón. Se lo había dicho una y otra vez. Ella había
escuchado y respondido en todos los momentos apropiados. Al menos esta
era la versión corta.

Tony volvió a trabajar el primero. Lo hizo desde su oficina en casa.


Tenía un montón de cosas que hacer. Aparentemente, había intentado
mantenerse al día en Fiji, pero alguien lo había mantenido distraído. Con
él trabajando en su oficina y ella estando libre de hacer lo que quisiera en
la casa, Claire pronto se dio cuenta de cómo había estado de atareada el
último mes. Estaba repentinamente sobrecogida por un sentimiento de
soledad.

Claire llegó a la oficina de Tony antes del almuerzo para hacer su


llamada. Estaba esperando el sermón sobre las limitaciones.
Sorpresivamente, no se lo dio. Marcó el número en el teléfono, se dio la
vuelta y trabajó en sus computadoras mientras Claire esperaba para
hablar. John contestó. Ella rezó con que John no dijera nada que
molestara a Tony.

—Hola, John, es Claire, ¿Está Emily por ahí?

—Hola, Claire. Bienvenida de vuelta a los Estados Unidos. Estás de


vuelta, ¿no?

—Lo estamos, regresamos el treinta. —Ella estaba mandando


mensajes cerebrales, ¡Pon a Emily al teléfono!

—Entonces, ¿fue tan hermoso como lo describían en el artículo? —


Tony se dio la vuelta hacia Claire, ella necesitaba terminar de hablar con
John y pasar a Emily. Lo miró rogándole, lo sabía.

—No leí el artículo. Pero fue increíble. Tony definitivamente me llevó


al paraíso de luna de miel. Hey, ¿está Emily por ahí?

—Oh, sí. Ella está justo aquí. Lista para hablar contigo. Por favor,
dile a Anthony que dije hola. —Hizo contacto visual con él, hola.

—Lo haré, gracias, John. —Escuchó a Emily tomar el receptor. Al


parecer, no estaban usando el altavoz.
—Hola Claire, ¿cómo está mi hermana-modelo? —Claire sonrió.
Emily estaba haciendo su mejor esfuerzo para aceptar la vida de Claire.

—Estoy maravillosamente, contenta de estar en casa. ¿Cómo estás


tú? —Tony se dio la vuelta regresando a su trabajo. Emily le explicó que
ella y John estaban bien. Querían agradecerle a ella y a Tony nuevamente
por el transporte que les habían dado. Un jet de las Industrias Rawlings
los había llevado de vuelta a Albany el domingo siguiente a la ceremonia.
También quería agradecerles por permitirles quedarse en su casa, ¡fue
increíble! Le hizo a Claire más preguntas sobre la luna de miel. Claire la
hizo sonar mágica, pero no demasiado. Tony le dio la espalda a Claire
educadamente durante su conversación. Ella sabía que estaba escuchando
cada palabra, pero apreciaba el gesto.

Después de diez minutos, el reloj interno de Claire le dijo que se le


estaba acabando el tiempo.

—Bueno, fue algo muy lindo verlos y hablar con ustedes…

Emily la interrumpió.

—Quería hacerte saber que a John le ofrecieron un trabajo con una


compañía diferente. —Esto dejó impactada a Claire. No sabía que él había
estado buscando por un trabajo distinto. Emily había dicho que no. Era
una sorpresa para ellos también. Claire le preguntó si era en Albany. No,
era o en Nueva York o en Chicago. La compañía tenía oficinas en ambas
locaciones, y en otros muchos lugares. Claire sabía que eso significaba que
Emily tendría que dejar su trabajo como profesora. Emily dijo que ella
sabía eso. Ellos estaban sopesando los pros y los contras. Financieramente
si él aceptaba el trabajo, ella no necesitaría uno propio. Era un incremento
salarial tremendo. Claire estaba feliz de escuchar eso, pero sabía lo mucho
que Emily amaba enseñar. Claire también añadió la ventaja de que
Chicago estaba mucho más cerca de ella y de Tony. ¿John estaría
haciendo el mismo trabajo de abogado? Emily dijo que era en una
corporación internacional. Él había estudiado para eso. Pero durante los
últimos años él había ejercido más que todo con corporaciones
pertenecientes a los Estados Unidos. Tony hizo gestos hacia su reloj.

Claire le dijo a Emily que estaba interesada, y que intentaría volver a


llamar para ver cómo habían salido las cosas. También le dijo que
esperaba que lo pensaran a fondo. Que no fueran solo por el dinero. Emily
le dijo que era fácil para ella decirlo. Claire lo entendía, pero quería más
que nada y con todas sus fuerzas que ellos dos fueran felices. Emily le
preguntó cuándo podría volver a escuchar de Claire. ¿Y que si había una
mejor manera de contactarla que a través del e-mail de Tony? Claire le dijo
que esa era la mejor manera. Todavía estaba intentando toda la cosa de
ser la Señora Rawlings. Muchas personas tratando de entrevistarla y cosas
por el estilo, y que estaba segura que Emily lo entendía. El e-mail privado
de Tony era lo mejor. Se dijeron hasta luego y Tony presionó el botón de
colgar.

Claire pensó en la llamada mientras se levantaba para dejar su


oficina.

—Gracias. Aprecio la oportunidad para hablar con ella. —Se dio la


vuelta para dejarlo trabajar.

—Claire, espera un minuto. —Su primera reacción fue pensar que él


esperaba algún tipo de gratitud. Se dio la vuelta hacia él con fuego en los
ojos. Él se inclinó casualmente en su escritorio—. Ella estaba pescando.

Confundida, el fuego permaneció.

—¿Pescando qué? ¿Información sobre nuestra luna de miel?


Honestamente, Tony, es mi hermana. Tal vez solo estaba interesada en
saber de mí por mí, no a través de una revista.

Él se veía impaciente.

—¿Terminaste?

—Sí. —Él le indicó que se sentara. Ella lo hizo.

—Estaba pescando para saber si tú ya sabías sobre la nueva oferta


de trabajo de John.

—Eso no tiene sentido, ¿por qué debería saber… —Miró hacia Tony y
el latir de su corazón se incrementó—. ¿Por qué? ¿Por qué le ofrecerías
trabajo a John? Te conozco lo suficientemente bien para saber que él no te
cae bien.

—No me gustan su fuerza y su determinación. Persiguió el acuerdo


prematrimonial en mi limusina incluso aunque sabía que yo no quería que
lo hiciera. Incluso tuvo las bolas para ofrecerme un consejo. Luego,
durante el ensayo se paró frente a mí y nuestros amigos y tuvo la audacia
de no entregarte.
—Sabía que eso te había molestado. Es solo que no lo habíamos
discutido antes. —Tony asintió—. Entonces, por favor, explícame, ¿por qué
la oferta de trabajo?

Tony sonrió con una mueca diabólica.

—Yo no la hice. Tom la hizo. Contactó a John mientras estábamos


de luna de miel. Han tenido dos reuniones en Nueva York. John tiene un
currículo impresionante para alguien que haya ido a la escuela de leyes en
Indiana.

—Está dentro del top de las 25 mejores universidades especializadas


en leyes dentro del país. —Claire inmediatamente se arrepintió de haber
defendido a John.

—Sí, gracias, señora Rawlings. Le haré saber a Tom que debe


contactarte si alguna vez se necesita una sección de animadores para el
señor Vandersol. —Claire se disculpó y le pidió a Tony que continuara—.
Él se graduó magna cum laude de la universidad de Indiana y fue
contratado por una firma de la costa este que predominantemente contrata
gente de la Ivy League. Ha trabajado muy duro, y después de solo cuatro
años es un adjunto de la primera tanda a considerar para una asociación.

Claire no sabía si había sido Tony o Tom, pero alguien había hecho
su tarea.

—Está bien, tiene un buen currículo, pero acabas de decirme que él


no te gusta.

—De hecho, señora Rawlings, dije que no me gustan ni su fuerza ni


su determinación, o más ciertamente, estás me enojan mucho. —Él sonrió
de nuevo. Esta vez no diabólicamente, más como maliciosamente. Claire
experimentó de repente la sensación de déjà vu y le sonrió de vuelta.

—Tony, John no es yo. Él no te conoce tan bien como yo.

—Eso es algo bueno. Preferiría mantenerlo de esa manera.

—Quiero decir, no quiero que te enojes si él llega a rechazar tu oferta.


—Tony levantó sus cejas, indicándole que continuara—. John ha trabajado
muy duro para conseguir lo que tiene en la vida. Puede no aceptar tu
oferta basándose en su currículo sino basándose en su relación familiar.
—Lo conoces mejor. Pero Tom le hizo una oferta muy impresionante.
Esos préstamos estudiantiles, hipotecas y otras deudas que mencionaste
podrían no ser ya un problema. Emily no necesitaría trabajar, y ellos
podrían vivir donde fuera que quisieran.

—A Emily le gusta su trabajo. Ama enseñar. Nuestra madre fue una


profesora hasta el día en que murió. Emily disfruta haciendo lo que hace.
—Claire se dio cuenta que no estaba facilitando la conversación—. Pero
estoy segura que perder sus deudas ha de ser atrayente. Emily siempre
podría encontrar otro trabajo de profesora. Ella tiene más de seis años de
experiencia. Solo no quiero que estés decepcionado si él no lo acepta.

—Es interesante lo lejos que están dispuestas a llegar algunas


personas para reducir sus deudas.

Claire decidió ignorar ese comentario.

—¿Tom le ha dado una fecha límite? ¿Y cuál es el punto de que


hable con Emily sin saber lo de John?

—Tom ha pedido una respuesta para finales de enero y yo tenía


curiosidad. —Esta vez, Claire elevó sus cejas—. Me preguntaba si Emily te
preguntaría directamente sobre el trabajo, y deduje que si sabías al
respecto, ella pensaría que me habías persuadido para ofrecérselo. O, más
específicamente, me habías persuadido a mí a persuadir a Tom.

Claire lo pensó por un minuto.

—Bueno, puedo decirte honestamente que nunca se me habría


ocurrido pedir algo parecido. Y obviamente Emily no se da cuenta que no
tengo esa clase de influencia sobre ti.

Su sonrisa brilló, pero más inescrupulosamente esta vez.

—Cielos, señora Rawlings, creo que usted ha sido conocida por ser
bastante persuasiva. —La conversación iluminadora había terminado.
Claire tenía muchas cosas para considerar. No se sentía bien con la
probabilidad de que John fuera empleado de las Industrias Rawlings.
Como fuera, ella había sido honesta tanto con Emily como con Tony. Eso
era todo lo que podía hacer. La honestidad era siempre la mejor política,
¿no?
34
Parte de la felicidad de la vida consiste en no luchar las batallas,
sino en evitarlas. Una magistral retirada en sí es una victoria.
~Norman Vincent Peale

Traducido por Flochi & Diana de Loera

El año nuevo comenzó y las rutinas del año pasado continuaron.


Tony se fue a la mañana para el trabajo. Claire se quedó en casa nadando
en la piscina cubierta, ejercitándose en el gimnasio, viendo películas y
esperando su regreso. Todavía dependía de Catherine para informarla de
los planes de cada noche de Tony. Uno de los cambios fue que si él estaba
en la ciudad, siempre iría a la suite de ella. Ella incluso podría quedarse
dormida, pero él dormiría con ella. Otro cambio fue que le informaba
personalmente a Claire de cualquier evento, reuniones, o actividades a las
que asistirían como pareja. Claire sintió que fue una mejora de las
informaciones de último minuto de Catherine.

Juntos asistieron a dos eventos formales en enero. La universidad de


Iowa tuvo un banquete, precedido de cócteles y entremeses, para
reconocer a los contribuyentes platino. El señor Anthony Rawlings, por
supuesto, fue uno de ellos. También asistieron a una recaudación de
fondos política para la Oficina del fiscal de Distrito de Iowa, donde un
orador habló del rol de la industria privada en la recuperación financiera
del país. Claire interpretó bien su parte. Recordó todas las reglas de su
primera salida en la sinfonía. Ahora, como la esposa de Anthony Rawlings,
no necesitaba ser la perfecta compañera, necesitaba ser la esposa perfecta.
Proyectaba su persona bien: hermosa, educada, contenta y agradecida.

Claire había sido una recién casada por más de un mes. Y había
pasado la mayor parte de ese tiempo vagando por la casa. La nieve y frío
continuos incluso la habían restringido de salir afuera al bosque. Se
preguntaba por Sue o Courtney. Tal vez ellas no querían verla. No había
visto o hablado con nadie desde Emily. Eso había sido el primero de enero.
Las paredes de su bella casa se estaban cerrando sobre ella.

Cuando Tony trabajaba desde casa, Claire se encontraba con él en la


oficina. No era un requisito; pensaba en ello como una escapada de su
rutina normal. En su mayor parte, él trabajaba desde Iowa City, pero
también salió de la ciudad unas pocas veces. Dijo que la quería con él en
esos viajes de negocios, pero que las cosas estaban muy ocupadas. No
habría tiempo para actividades sociales y ella se aburriría. Él decidió que
lo mejor para ella era quedarse en casa.

Se sentía cada vez más claustrofóbica y Tony parecía completamente


inconsciente de su difícil situación. Claire decidió que quizás esto
calificaba como una de esas situaciones de “Soy un hombre ocupado. Si
quieres algo, tienes que pedírmelo”. Una noche, luego de que Tony
regresara de una estadía corta en Chicago y los dos estuvieran acostados
en su suite a oscuras, Claire decidió preguntarle:

—Me gustaría ir contigo al siguiente viaje de negocios.

—Te lo dije, las cosas son ajetreadas. Te aburrirías.

—Estoy aburrida ahora. Apenas he salido de la casa desde nuestra


luna de miel. Me voy a volver loca. —Esperaba su comprensión, una
disculpa por estar tan involucrado en los negocios que había descuidado a
su esposa, tal vez un extenso pedido de perdón.

Eso no fue lo que recibió. Abruptamente, él se dio la vuelta.


Sintiendo su rostro encima del de ella, pudo sentir su respiración en su
cara.

—¿En serio? ¿Estás aburrida?

—Lo estoy —dijo fuertemente.

—¿Y no entendiste el final de la conversación?

—Lo siento. No lo hice. Me quedaré fuera de tu camino y no tenemos


que salir a la ciudad. Sólo quiero salir de esta casa.

—Has recibido muchas invitaciones para salir. —Permaneció a


centímetros de su cara.
—¿Qué? ¿Qué tipo de invitaciones? ¿Y por qué no sabía acerca de
ellas?

Tony le explicó:

—No supiste de ellas porque decidí no pasártelas. —Claire esperó a


que continuara—. Durante los preparativos de nuestra boda estuviste
extremadamente ocupada, a veces no estabas en casa cuando regresaba.
No me gustó eso. —Su cadencia se hizo más lenta—. Además, en la víspera
de año nuevo pareciste tener problemas de memoria. Decidí que salir como
la señora Rawlings a solas era algo para lo que no estabas lista.

Claire pudo sentir la ira construyéndose en su pecho y temió que si


decía las palabras encenderían la furia de su esposo, no lo calmarían. Por
lo tanto, se concentró en mantener los labios cerrados mientras él
continuaba—. Y me gusta saber que estás en casa, a salvo y fuera de
problemas. He tenido muchas cosas con las que lidiar. No tengo que
preocuparme de que tengas un accidente.

—¿De quién? —preguntó Claire asertivamente. Había permanecido


en silencio tanto como pudo.

—¿Disculpa? —Tony entendió su tono. Quiso una aclaración del


significado.

—Las invitaciones que recibí, ¿de quiénes eran?

—Creo que tu capacidad para entender ha disminuido junto con tu


memoria. Dije que decidí no pasártelas. Yo decidí que te quedaras en casa,
a salvo. Buenas noches. —Tony se recostó en su almohada.

Ella se quedó inmóvil por lo que parecieron horas. La respiración de


él se hizo más lenta y se volvió rítmica. Por primera vez desde que él le
había propuesto matrimonio, no quiso estar con él. Claire decidió que ya
que estaban en la suite de él, podía irse a la de ella. Esperó hasta que
estuvo segura que dormía, y suavemente levantó las mantas. Tanteando
en busca de su bata, escuchó su voz estridente rasgar a través de la
oscuridad.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Soy consciente que la conversación ha acabado y que no tengo


control en mis propias actividades. Está todo en tus manos. Pero en este
momento, también soy consciente que no me consideras tu cónyuge o tu
compañera. Voy a mi suite para reflexionar sobre esta información.

—No, no irás. —Una declaración concluyente. Con un poco más de


un metro noventa y cinco, el alcance del brazo de Tony era inmenso. Tal
vez si ella no hubiera estado atando la bata y poniendo los pies en sus
chanclas podía haber tenido mejor equilibrio. En menos de un segundo, la
tomó del brazo y ella se encontró nuevamente acostada en la cama. El
peso de su cuerpo superior la mantuvo fija en el colchón. Recuerdos de las
fotos de su boda vinieron a su mente, se sintió pequeña e indefensa.

—Tony, recuerda tu promesa. —Su voz sonó falsamente desafiante.

—La cual siempre ha dependido de la tuya. —Su pecho de repente se


sintió pesado, no por el peso de su cuerpo sobre el de ella, sino por sus
palabras. Él continuó—: Tienes razón. —Ella no habló, insegura de su
corrección—. La conversación ha acabado y estoy en completo control de
tus actividades, incluyendo dónde dormirás y cuáles invitaciones
aceptarás. —Las lágrimas empezaron a agolparse en sus ojos—. Sin
embargo, también te equivocas. No te considero una cónyuge. Sé que eres
mi esposa. Me perteneces.

Sus antebrazos la empujaron en los hombros causándole dolor. Sus


palabras no fueron una revelación, Claire sabía que ella era su posesión.
Siguió acercando su rostro a ella.

—Te vas a quedar aquí esta noche. No vas a dejarme, a mi cama, o mi


presencia. —Las lágrimas fluyeron—. Ahora es momento que respondas
apropiadamente. —Su peso se levantó ligeramente.

Claire recordó las veces en el pasado cuando no había respondido lo


bastante rápido o a su gusto. Concentró su energía en evitar que su
cuerpo temblara. Sin embargo, no pudo concentrarse en eso y las lágrimas,
por lo que sus palabras fueron sollozos amortiguados. Tragando saliva,
intentó fortalecer su voz.

—No voy a dejarte. Incluso si dejaba tu cama esta noche, sería


solamente porque estoy molesta, no porque quiera que nuestro matrimonio
acabe. —Tomó un respiro entrecortado, imaginó sus ojos oscuros, y
agradeció a Dios que la habitación estuviera muy oscura para verlos.

—Continúa.
—No dejaré tu cama. Estuve de acuerdo en el pasado, estoy de
acuerdo ahora y siempre en someterme a tu autoridad. Lamento si te he
dado razones para que rompieras tu promesa. —Inhalando, intentó
desesperadamente calmar su temperamento—. Si recuerdas, todo este
incidente empezó porque te pedí si podía ir contigo cuando te fueras. No
quiero dejarte. Quiero estar contigo.

—Tu habilidad para responder apropiadamente te ha beneficiado en


múltiples ocasiones. —Liberó sus hombros y apoyó la cabeza en su
almohada. Ella dejó de sorber las lágrimas e intentó normalizar su
respiración—. Ahora quítate la bata. —Mientras obedecía, él agregó—: Creo
que experimentaremos con algunas otras formas de respuesta. —Rodó
hacia ella—. Pero eres mi compañera. No quiero que hagas nada que no
quieras hacer. Así que, ¿tal vez quieras dormir?

Claire sabía que esta era una de esas ofertas que no puedes rechazar
de las que su abuela hablaba.

—No, en cambio correspondería. —Evitó exitosamente el temblor y


casi había detenido las lágrimas, pero el resultado final fue que su cabeza
latió al ritmo de su corazón. En este momento, eso era muy rápido.

—Esta vez no será verbal. —Sus manos tomaron su pequeño cuerpo


mientras su tono dominante reclamaba su espíritu—. Como puedes
recordar, esta conversación ha acabado.

Claire cerró los ojos y asintió. Se esforzó por ignorar el dolor de


cabeza y responder a su marido.

Justo antes de quedarse dormidos, Tony le ofreció más información.

—Courtney y Sue han llamado varias veces, pensaré en sus


invitaciones. Emily ha llamado y mandado correos. John ha llamado,
declinó respetuosamente la oferta de Tom. Creo que Emily puede esperar.
—El corazón de Claire dio un vuelco.

Esta nueva información sin dudas influenció el temperamento de


Tony. Quería creer que la oferta de Tony fue hecha de buena fe basado en
las credenciales de John. Su rechazo no sorprendió a Claire, aunque
estaba segura que sí sorprendió a Tony. Él no experimentaba a menudo el
rechazo. Esta no era la primera vez que ella recibía las consecuencias de
las acciones de John. Lo que preocupaba más a Claire era la relación con
su hermana, ¿tendría permitido hablar o ver a Emily?
Besó a Tony y sonó tan obediente como pudo conseguir.

—Gracias, me gustaría ver a Courtney y Sue. —Claire quiso


apartarse de él, al otro lado de la cama tamaño King, o mejor aún, al piso
de arriba, pero en cambio, apoyó la cabeza en su pecho—. Y prometo que
mi memoria está mejor.

—Me alegra escuchar eso. —Lentamente, abrazó su hombro a la vez


que voz se suavizaba—. Tengo que estar en Phoenix la próxima semana.
Han estado haciendo unos veinte grados allí. Quizás puedas ir conmigo. —
Ella asintió.

—Gracias, eso estaría bien. —Se quedaron dormidos.

Al día siguiente, usando el iPhone de Tony, Claire tuvo permitido


llamar a Courtney y Sue. No utilizó el altavoz, y sin embargo, Tony allí
presente no cuestionó el contenido. Ambas damas querían ponerse al día y
escuchar todo sobre su vida de casada. Claire dijo que le encantaría,
revisaría su agenda y las contactaría pronto. También se disculpó por no
regresar sus llamadas antes, las cosas estaba ajetreadas.

***

Mucho más temprano de lo normal, el sonido de la alarma de Tony


los despertó en febrero 1. Su vuelo a Phoenix se iba a ir a las siete. El viaje
estaba planeado por una noche solamente, pero a Claire no le importaba.
Iban a dejar la finca y eso era suficiente para impulsarla de la cama a la
ducha. Se quedaría en su apartamento mientras Tony se reunía con sus
socios; si todo resultaba bien saldrían a cenar a la noche. Él describió su
departamento como uno de los más pequeños, mientras se duchaba se
preguntó a qué se referiría con pequeño realmente.

El vapor llenó el cuarto de baño con una húmeda neblina. Se


aseguró la lujosa toalla lavanda alrededor del cuerpo cuando Tony entró.

—No vamos a Phoenix. —Sus hombros se desplomaron.

—¿Por qué? ¿Hice algo?

Tony abrazó su cuerpo caliente, su cabello goteaba en sus hombros


y en el suelo.

—No. No podemos ir a ninguna parte. Eric acaba de llamar.


Deberíamos haber mirado por la ventana. —La llevó a las altas puertas
francesas que llevaban a su balcón. Cuando movió las cortinas, ella solo
puso ver blanco. Al menos treinta centímetros de nieve habían caído en el
suelo, árboles, barandilla del balcón, por todas partes. Con el agregado de
los veinte a veinticinco centímetros de nieve vieja, ¡había casi sesenta
centímetros! Y seguía cayendo, acompañado por viento. Apenas viendo
más allá del balcón, pudo distinguir pilas que transformaban el patio en
un océano de olas blancas. Dios sabe lo profundo que serían las pilas más
grandes. Claire se sentó en la cama con grandes gotas deslizándose por su
espalda, desalentada. Suspiró.

Sentándose a su lado, Tony le frotó una pierna.

—Piensa en ello como un día nevado. ¿No te gustaban cuando eras


una niña?

—Sí, porque no quería ir a la escuela, pero ahora quiero ir.

La abrazó por un hombro.

—¿Quieres ir a la escuela?

Exhalando audiblemente, dijo:

—Quiero ir a cualquier parte.

Tony levantó algo de su cabello.

—Bueno, me temo que enfermarás de neumonía si tratas de ir a


algún lado. —Ella volvió a acostar su cabeza en la cama, presionó sus
labios en una línea apretada, y miró hacia el techo. Si abría su boca
gritaría. ¡Estaba atrapada!

Inclinándose sobre ella, dijo:

—¿Qué tal si celebramos nuestro recién descubierto día libre? —Ella


sabía lo que él estaba pensando y no quería celebrar. Decirle no se suponía
que fuera su opción. Sin embargo, no había sido probado y Claire no creía
que estuviera lo suficientemente fuerte emocionalmente para la prueba.

Desanimadamente, preguntó:

—¿Cómo quieres celebrar?

Aún inclinado sobre ella, dijo:

—¿Qué tal si me llevas a tu lago?


—¿Qué? —Los pensamientos de Claire giraron. El lago estaría
congelado y estaba a cerca de ocho kilómetros de distancia. ¿Se
congelarían? Estaba afuera, ¡afuera de la casa!—. ¿Es en serio? —Sus ojos
destellaban mientras trataba de leer la expresión de su esposo.

—Si eso hace que esa chispa regrese a tus ojos esmeraldas, lo digo
en serio. —Él besó su frente—. Tenemos botas, abrigos, y guantes, todo lo
necesario para esquiar. Era una de nuestras opciones para la luna de miel.
Así que vamos a secarte, alimentarnos, arroparnos, y encontrar este lago
del cuál he escuchado tanto.

—Está como a ocho kilómetros de distancia. ¿No necesitas hablar


con la gente de Phoenix, decirles lo que sucedió?

—¿Estás tratando de disuadirme? Voy a contactar con la oficina en


Phoenix. Nos podemos comunicar más tarde en el día. Aún es muy
temprano allá. Y sé que soy mayor, pero realmente creo que puedo
caminar ocho kilómetros. —Sonrió con ojos de chocolate con leche—.
Además, también tenemos esquíes para campo traviesa. ¿Crees que
podamos llegar con los esquíes?

En el medio de una tormenta de nieve en el Medio Oeste, Claire


estaba llena con más calidez y emoción de lo que se había sentido en un
tiempo. Su discusión de hace una semana la había dejado inquieta. No le
gustaba la manera en que la había tratado o la manera en que la hizo
sentir, pero una vez que estaba cerrado dudaba en retomar el tema. Ahora
él quería ir a su lago.

—Apuesto a que es más bonito en el verano, pero me encantaría


salir. Sé que puedo encontrarlo. —Comieron el desayuno, y Catherine le
hizo termos con café. Ella los reprendió a los dos por siquiera pensar en
salir a la nieve. Sin embargo, con Tony de su lado Claire sabía que eso no
importaba. Iba a ir a su lago, un lugar en el que no había estado desde su
accidente.

Se vistieron en capas de ropa, envolviéndose de los pies a la cabeza,


completaron con calentadores de pies y manos, y salieron de la casa antes
de las ocho. El viento disminuyó pero la nieve aún caía.

Habían pasado varios años desde que Claire hizo esquí a campo
traviesa. Sin embargo, los movimientos regresaron rápidamente mientras
los largos y delgados esquíes y bastones les permitían deslizarse sobre los
más de cincuenta centímetros de nieve. Al principio, se preocupaba por la
navegación. Pero con la mayor parte de los obstáculos a nivel de tierra
cubiertos no fue difícil, y esquiar era mucho más rápido que caminar.
Alcanzaron el claro en menos de treinta minutos. Claire le dijo a Tony todo
sobre las flores, mariposas, y animales que estaban ahí en el calor del
verano. Usaban gafas polarizadas para protegerse de la brillantez de la
nieve, pero podía sentir su serenidad mientras escuchaba sus historias.

Llegaron a la orilla del lago aproximadamente cuarenta minutos


después. Claire no tenía frío. Estaba entusiasmada por el aire fresco, el
ejercicio, y el escenario. Hojas verdes y aguas azules eran su preferencia,
pero la brillante nieve que cubría las hojas perenes y la tierra era hermosa.
El lago congelado, cubierto con picos y valles de inclinaciones, le
recordaron a un plano pastel de vainilla congelado. Se sentía tan cálida
como si fuera agosto.

Tony estaba completamente intrigado por la brillante vista ante él.


Nunca se había tomado el tiempo para experimentar su propiedad. No era
algo por lo que se preocupara o lo tomara mucho en consideración, hasta
ahora. Mientras estaban parados y observaban, tres venados, un macho de
seis puntas y dos hembras, galoparon a máxima velocidad de izquierda a
derecha a través del lago. Tony y Claire se quedaron viendo. Si los ciervos
podían hacerlo, ellos también.

Esquiar en el lago era fácil comparado con el bosque: sin colinas,


valles o árboles, sólo espacio abierto. El viento y la nieve habían cesado.
Estaban deslizándose en un blanco país de los sueños. Claire imaginó que
esto es lo que sería esquiar en las nubes. Mientras más viajaban hacia el
este podrían ver más de la orilla. Todo se veía virgen, completamente
inmaculado.

Después de que la nieve dejó de caer, otros animales se aventuraron


fuera de sus cálidos hogares. Vieron zorros y multitudes de ardillas y aves.
Tony dijo que él pensaba que todas las aves iban hacia el sur durante el
invierno. Al principio, Claire pensó que él estaba bromeando, y luego le
explicó que no todas las aves migraban. Le dijo que en Indiana el cardenal
era omnipresente. Recordó estar emocionada de ver uno en el invierno, se
veía tan rojo y vibrante en contraste con el gris austero del invierno. Tony
continuó haciéndole preguntas y escuchando a su esposa.

Era casi la una cuando volvieron a la casa. Catherine estaba


eufórica de verlos. Había estado preocupada. Prometió que enviaría el
almuerzo, pero primero quería que fueran a calentarse. Entrando a la
habitación de Tony encontraron la gran chimenea rugiendo con llamas y
emanando un tremendo calor. Claire se rio mientras Tony se quitaba su
gorro de esquiar. Su cabello estaba lo más desordenado que lo había visto
y sus mejillas estaban rosadas y frías. Su aturdimiento lo divirtió. Se
ofreció a ayudarla a quitarse el equipo de invierno. No tomó mucho darse
cuenta que Fiji había sido un mejor destino para la luna de miel. Las
actividades en la nieve requerían demasiada ropa.

Cuando su comida llegó, Tony cubrió a Claire con una cobija de su


cama. Mientras Cindy metía el almuerzo, Claire se acostó en la alfombra
frente a la chimenea con el suave edredón y Tony usaba solo un par de
shorts para el gimnasio. Cindy empezó a poner la comida caliente y
bebidas en la mesa, cuando le sonreía a Claire Tony le dijo a Cindy que
podía retirarse. Ella le agradeció y dejó el carrito.

—Algunas veces creo que eres el hombre más extraordinario que


alguna vez he conocido.

Él sirvió dos tazas de café y las llevó hacia su esposa. Uniéndosele


bajo el edredón provocó:

—¿Y otras veces?

Respondiendo honestamente, ella dijo:

—Otras veces, no me gustas. —Él se la quedó viendo con asombro.


Ella besó sus labios—. Hoy sin dudas es un día en el que me gustas. —Él
sonrió y le dijo que se alegraba.

Mientras comían el almuerzo, Tony le preguntó sobre los días en que


no le gustaba. Ella pensó en enfrentarlo, mentir, o decirle que estaba
bromeando. Luego decidió ser honesta.

—Te amo. En verdad lo hago. Algunas veces me siento la mujer más


suertuda del planeta, pero algunas veces me siento como una niña de
cinco años. —Esperó. ¿Él entendía lo que estaba tratando de decir? Sus
ojos no se estaban oscureciendo, él estaba escuchando—. Sé que tal vez no
lo crees, pero realmente no tengo la intención de causarte ningún daño.
¿Por qué lo haría? Me dijiste que tu abuelo confió en las personas
equivocadas. ¿Fue tu abuela una de ellas?

Tony pareció estremecerse ligeramente por la mención de su abuelo.


—No. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque voy a asumir que ella lo amaba, y él la amaba a ella. De


otro modo no se habrían casado. —Tony asintió. Entendió a dónde ella
estaba yendo—. Me doy cuenta que hay personas que intentan herirte a ti
o a tus negocios, pero no soy una de ellas. —No estaba segura cómo podía
explicarle sus sentimientos. Lo miró directamente a los ojos. La mención
de su abuelo los había oscurecido minuciosamente—. No tengo ningún
problema con que tú estés en control de nuestras vidas. Confío en ti. Solo
desearía que tú confiaras en mí, que me ayudaras a sentirme como una
esposa en lugar de una niña o una posesión.

Ella había estado feliz, pero esta conversación la estaba poniendo


triste.

—Lo siento. Estoy arruinando este día maravilloso. —Miró hacia


abajo hacia su almuerzo, su sopa se estaba enfriando. Cerrando sus ojos
escuchó su silla moverse. Claire no quería qué él viera las lágrimas que
estaban escapando de sus párpados. No miró hacia arriba.

Anthony Rawlings gentilmente tomó la mano de su esposa y la


ayudó a levantarse de su silla, luego tiernamente levantó su barbilla,
viendo sus lágrimas.

—Claire, me parece que te disculpas demasiado. —Ella empezó a


decir que lo sentía, pero se rio de sí misma en su lugar—. Mira, mira esa
sonrisa que tienes. No puedes, pero yo puedo. Es hermosa, aún con todo
tu cabello hecho un desastre, el cual está. Y tu sonrisa no se limita a esos
perfectos labios, se extiende a tus mejillas rosadas y quemadas por el
viento, y más dramáticamente se extiende a tus brillantes ojos verde
esmeralda. —Él estaba inclinado de manera que su nariz estaba a
milímetros de la suya—. Me disculpo por no causar esa sonrisa más a
menudo. —Claire podía sentir su determinación derritiéndose mientras
sus rodillas se debilitaban. Afortunadamente, estaba siendo sostenida por
sus brazos fuertes y firmes—. Tienes razón acerca de muchas cosas.
Escucharte hablar hoy acerca de los diferentes árboles, nieve, una
tormenta de nieve, animales, y aves, sabes tantas cosas que nunca he
intentado aprender. Y me conoces mejor que nadie. He tratado de
mantener mi pasado así, en el pasado. Pero has conseguido tomar
pequeños pedazos que he ofrecido sobre el curso de un año y entretejerlos
juntos en algún tipo de fundamento psicológico para que me comprendas.
Renuentemente debo admitir que estás en lo correcto. —Ella quería decir
algo, pero él la besó tiernamente y continuó—: No me has dado
intencionalmente alguna razón para hacer otra cosa que no sea confiar en
ti. Y aun así, sé que no siempre me he comportado correctamente. Esto
podría ser una sorpresa, pero tengo problemas con el control. —Ella no
pudo evitar sonreír—. Ahí está esa sonrisa.

Tony la guio hacia el sofá enfrente del fuego. Usando una suave bata,
se sentó frente a él e inclinó su cabeza en su pecho cubierto por una
camiseta. Ambos enfrentaban el fuego. Ella podía escuchar el latido de su
corazón y el sonido de su respiración. El fuego irradiaba calidez y su piel el
aroma del ejercicio, se sentía a salvo y segura. Pero al mismo tiempo tenía
la sensación de vivir en una casa de cristal. La seguridad podía estrellarse
en piezas rotas en cualquier segundo. Él le preguntó qué estaba pensando,
ella le respondió. Él no contestó por un largo tiempo, ella estaba aprensiva
de girarse y verlo a los ojos. Finalmente, él habló de nuevo.

—Tal vez tengo miedo de perderte, miedo de que si me conocieras


verdaderamente no querrías quedarte conmigo. —Ella no estaba segura.
Pero debido a su voz y respiración, se preguntaba si él estaba teniendo
problemas para componerse a sí mismo. Quería aliviar su incomodidad,
decirle que estaba bien, que no tenía que decir nada más.

Ella no se dio la vuelta.

—Tony, estoy bastante segura que te conozco. También estoy segura


que aún estoy aquí.

—Porque no has tenido la oportunidad de irte.

Sus brazos estaban tiernamente envueltos a su alrededor. Ella los


acarició gentilmente con sus pequeñas manos.

—No, no por eso, y no por los regalos o los viajes o el dinero, todavía
estoy aquí porque hice un compromiso contigo. Lo hice en Central Park y
de nuevo en nuestro hogar, porque te amo y quiero estar contigo.

La abrazó.

—Señora Rawlings, también la amo. Y quiero confiar más en ti y ser


menos controlador. Pero lo que no quiero es herirte como lo hice. Si te
mantengo sin peligro lejos del mundo, hay menos posibilidades de que algo
suceda que me haga reaccionar como lo hice antes.
—Solía pensar de esa manera, quería permanecer aquí sin arriesgar
la posibilidad de molestarte. No quiero molestarte. Pero, Tony, eso no es
vida. Tenerme en casa esperando por ti porque no tengo opción y tenerme
en casa esperando por ti porque quiero son dos cosas totalmente
diferentes. Ella esperó pero él no respondió, así que continuó—. Si
confiaras en mí, haré mi mejor esfuerzo para seguir las reglas. Discutiré
contigo las cosas antes de hacerlas. Revisaré contigo antes de ir a algún
lado. Entiendo la importancia de las apariencias y el significado de las
consecuencias. No quiero molestarte. Lo que sí quiero es la oportunidad de
molestarte. —Claire decidió que esta conversación era más fácil sin mirarlo
a los ojos. Podía imaginar los pequeños irises negros con grandes bordes
chocolate. Son embargo, estaba segura que su imaginación y la realidad
detrás diferiría.

—Dime lo que quieres. ¿Cuáles libertades que te he quitado te


gustaría tener de vuelta?

Se dijo a sí misma, ¡Oh chico! Aquí está tu oportunidad, contesta


apropiadamente.

—Me gustaría acceso a mis propias invitaciones. No aceptaré o


rechazaré sin hablar contigo, pero me gustaría el conocimiento de que hay
otras personas allá afuera que se preocupan por mí. Me gustaría ser capaz
de hablar con mi hermana sin tener miedo a que no me lo permitas, o que
te molestes por mi conversación. Me gustaría la capacidad de dejar la finca,
solo porque sí. Y de nuevo, no sucedería sin tu consentimiento, solo saber
que puedo. —Ella escuchaba su respiración, la única alteración ocurrió
cuando mencionó a Emily—. Y me gustaría que fueras capaz de
contactarme directamente sobre nuestras planes en la noche, no que
Catherine me diga cada noche lo que va a pasar. Me hace sentir infantil. —
Hizo lo que pudo, ser tan honesta como podía. Exhaló y se relajó contra su
robusto pecho. No podía pensar en nada más qué decir, esperó.

La aventura al aire libre fue estimulante, aire frío, nieve brillante, y


esfuerzo muscular por esquiar. El proceso de calentamiento había sido
extraordinario, fuego chispeante, alfombra suave, y hacer el amor
tiernamente. El almuerzo fue caliente: sopa, panini y café caliente. Ahora
compartieron, hablaron, y fueron totalmente honestos el uno con el otro.
El cuerpo de Claire se derritió contra el suyo, se sentía drenada. Esperó
por su respuesta, sabiendo que su destino no estaba en sus propias
manos. No tenía opción sino confiar en este hombre que la tenía envuelta
afectuosamente en sus brazos. Cerrando sus ojos escuchó su corazón, su
respiración, y cayó dormida.
35
Nadie puede volver atrás y empezar un nuevo comienzo, pero
cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final.
~Maria Robinson

Traducido por Ateh & Leogranda

La abuela Nichols dijo una vez: “La única constante en la vida es el


cambio”. Claire rezó que esos cambios fueran buenos. Después de su
charla seria, comenzó a ver pequeñas señales que le dieron esperanza.

La tarde de su charla, se despertó en el sofá de cuero en la suite de


Tony. Abrazando el edredón cálido, miró a su alrededor. La menguante luz
del día acentuada por el resplandor del fuego crepitante iluminaba la
habitación. Estaba sola. Al principio, asumió que su marido se encontraba
en el baño o vestidor contiguo, pero las puertas abiertas y el silencio
pronto le dijeron lo contrario. Esto nunca había sucedido. Su suite tenía
tecnología. Lo había visto usarlo. La gran pantalla enmarcada podría
acceder al mundo a un clic de un control remoto.

Tentativamente, Claire se levantó y se dirigió a su cómoda. El cajón


superior izquierdo contenía esa clave de accesibilidad. No quería apuntar y
hacer clic. Necesitaba saber si podía. El monólogo interior comenzó: ¿Tony
puede verme? Nunca había hablado de cámaras en su suite. ¿Existen? ¿Es
una prueba? ¿Una trampa? Pidió la capacidad de molestarlo. Claire decidió
que necesitaba saber si le había sido dada esa oportunidad.

Su mano temblaba mientras agarraba el mango delgado. ¿Qué si el


cajón estaba cerrado con llave o el control se había ido? Llamando a su
coraje y fuerza, haló. A través de la oscuridad y en la profundidad
cavernosa, lo vio: plateado con botones negros. El control remoto estaba
allí, a su disposición. Las emociones se extendieron por ella: alivio, recibía
la oportunidad que solicitó. Felicidad, él estaba confiando ella. Tristeza, no
podía tocarlo. Miedo, ¿él la atraparía? Se puso atenta al sonido de pasos, o
peor, puertas abriéndose. El único sonido provenía de la chimenea. Claire
cerró cuidadosamente el cajón, se dirigió de nuevo al sofá, y se desplomó
sobre los suaves cojines. Las llamas parpadeaban mientras la escena se
derretía ante sus ojos húmedos. Llevó sus rodillas a su pecho y observó las
llamas ante ella. El miedo y la tristeza empujaron lejos al alivio y felicidad.
Convocando la felicidad se dijo a sí misma que era algo bueno y trató de
recuperar la compostura antes de que saliera de su suite.

Alrededor de una semana más tarde, se encontraba encaramada en


un taburete alto con sus botas de tacón Gucci tambaleando sobre una
varilla de madera, escuchando la voz de su amiga, más evidencia de
progreso. Claire amaba la compañía de Courtney. Podía hablar lo
suficiente por las dos, haciendo reír a Claire en el proceso. Hoy hablaba de
la Cruz Roja, el trabajo increíble que hacían al responder a los desastres
naturales y ayudar a los ciudadanos de Iowa y Estados Unidos. Explicó los
problemas financieros que enfrenta la Cruz Roja con donaciones
disminuyendo y las necesidades en aumento. Courtney era la presidenta
de recaudación de fondos para la Quad City Chapter. Pidió la ayuda de
Claire con su comité, creyendo que tenían la ventaja de conocer personas y
empresas que estaban sobreviviendo la desaceleración económica. Podrían
utilizar esas conexiones para ayudar a recaudar dinero. Preguntó a Claire
qué recaudadores de fondos pensaba serían más rentables. Discutieron los
pros y los contras de una subasta, banquete, torneo deportivo o rifa. Había
tantas posibilidades. Courtney quería superar la meta del año pasado.

El pub donde se sentaron estaba cargado de energía. Situado en la


Universidad del campus de Iowa, sus mesas se desbordaban sobre todo
con los estudiantes que iban y venían. El murmullo de voces combinadas
con el sonido de las sillas que se movían hacía que los dedos del pie de
Claire se movieran por la excitación. No había estado alrededor de tanta
gente en mucho tiempo. Quería absorber toda la vitalidad. Claire le dijo a
Courtney que con una licenciatura en meteorología, la idea de ayudar a
una organización benéfica que ayudaba con los desastres que solía
pronosticar le atraía.

Courtney le dio una carpeta de información. Contenía un calendario


con las reuniones programadas del comité y una lista de los nombres de
los miembros del comité, direcciones de correo electrónico y números de
teléfono. Claire comía su ensalada mientras examinaba el contenido. Este
voluntariado consumiría más tiempo del que se había dado cuenta. Eso
era genial. Por supuesto, sabía que tendría que consultarlo todo por Tony.
Pero, ¿cómo aparecería si la señora Anthony Rawlings no estaba dispuesta
a ayudar a organizaciones benéficas? Además, él había permitido esta
salida sabiendo que Courtney quería la ayuda de Claire, más pruebas.

Courtney se puso de pie para conseguirles a ambas un poco de café


y Claire miró alrededor del restaurante. No podía creer su alegría por estar
con una amiga. Entre Courtney y los alrededores sentía como si su pecho
fuera a estallar. La gente de las otras mesas parecía tan despreocupada.
Probablemente tomaban sus libertades por hecho, Claire sabía que ella
solía hacerlo. Exhalando, pensó en su marido. Él estaba tratando de tener
en cuenta sus peticiones. Sonrió mientras lo recordaba diciéndole que
llamara a Courtney.

Todo parecía normal, cuando entró en su habitación y habló de su


día. Fue cuando entró en el cuarto de baño para una ducha que sus
palabras la sorprendieron.

—Claire, se me olvidaba, a Courtney le gustaría que la llamaras. Mi


iPhone está en la estantería. Su número está en la libreta de direcciones
bajo Courtney S., hazlo tú misma. —Luego se volvió y cerró la puerta.
Claire se quedó mirando. ¿Era realmente él? Las otras veces que ella había
llamado desde cualquier teléfono, él había marcado. Le preocupaba que tal
vez hubiera imaginado toda la escena.

Sus piernas temblaban mientras caminaba hacia su iPhone. Poco a


poco, lo cogió y revisó a través de la libreta de direcciones. Se desplazó
hasta que vio a Courtney S. Había muchos nombres, continuó
desplazándose y vio a Emily V., John V., y John V. casa. Se desplazó de
nuevo a Courtney S. y golpeó el icono de marcación. La pantalla indicó que
la llamada estaba en progreso. No duró mucho y Claire pensó que sus
manos húmedas y rodillas temblorosas no podían detectarse en el otro
extremo. Con mayor entusiasmo había hecho una llamada y eso había
llevado a este almuerzo.

Cuando Courtney volvió, puso las tazas sobre la mesa. Sus


ensaladas fueron desapareciendo y discutieron a fondo sobre Cruz Roja.
Había sido divertido. Ahora estaban teniendo un poco más de café y
charlando antes de regresar a casa. Suavemente, Courtney extendió la
mano y tomó la de Claire. De repente, Claire se sintió incómoda. Con tanta
práctica que había tenido para mantener el contacto visual en situaciones
difíciles, apartó la mirada de su amiga. Los ojos azules pálidos de Courtney
mostraron demasiada preocupación.
—Estoy tan contenta de que hayas accedido a ayudarme. —Hablaba
en voz baja y lentamente.

El malestar de Claire hizo querer tirar de su mano. En cambio,


sonrió.

—Estoy feliz de poder ayudarte a ti y a los demás.

—Claire, no necesitas ser perfecta todo el tiempo. No es necesario


decir todo a la perfección, tener un aspecto perfecto y ser perfecta. La vida
no es una prueba que debas aprobar continuamente. —Claire se quedó en
silencio ante su amiga, temerosa de que su voz pudiera agrietarse. La
energía de la habitación se evaporó—. Sólo quiero que sepas que Brent y
yo hemos conocido a Tony por mucho tiempo… —Claire tragó. Escuchó
este discurso de todos los que conocían a su esposo y lo había titulado El
discurso del Gran Hombre, por lo general acompañado por el Él trabaja tan
duro—. Y puede ser un pomposo, condescendiente, culo controlador.

Los ojos de Claire se agrandaron y su cabeza cayó. No lloró. Se rio,


de repente y sin control, rayando en la histeria. No era bueno para las
apariencias. Al parecer, su risa era contagiosa porque Courtney se echó a
reír también. La gente las miraba. Fugazmente, a Claire no le importó.
Después de unos momentos, recuperó la compostura lo suficiente para
preguntar:

—¿Perdón? ¿Qué acabas de decir?

—Cariño, me escuchaste. Estoy bastante segura que sabes


exactamente lo que dije. —Courtney apretó la mano de Claire de nuevo—.
No me malinterpretes, me encanta tu marido. Pero déjame ser honesta, a
veces lo odio también. —Claire asintió. Lo entendía completamente—. Está
todo bien. Pero no está bien que te sientas sola. —Claire escuchó—. Tu
marido te ama. Lo veo en sus ojos cuando te mira. Nunca lo he visto mirar
a otra mujer de la manera en que te mira. Pero tiene demonios, que ni
siquiera comienzo a comprender. Y tiene serios problemas con el control.
Puede volver loco a Brent a veces.

—Courtney, creo que tal vez no deberíamos estar teniendo esta


conversación. —El malestar de Claire regresó.

—Tony diría que no deberíamos estar teniendo esta conversación.


¿Qué dices tú?
Claire no sabía qué decir. Una parte de ella quería que terminar la
conversación, la hacía sentir incómoda. La otra parte de ella quería hablar,
abrirse, y sentirse conectada con alguien en este mundo, además de Tony.

—Creo que tal vez sería mejor no hablar sobre Tony.

—Muy bien, Claire, te respeto. Te respeto por casarse con Tony y por
tu incapacidad para hablar. —Claire trató desesperadamente de mantener
su máscara—. He intentado mi mejor esfuerzo para que te sientas cómoda.
Quiero que te sientas relajada conmigo.

—Lo hago Courtney. Te considero mi amiga.

—Cariño, soy tu amiga. Eres mi amiga. Y Tony es un querido amigo


también. Pero eso no significa que no me preocupe por ti.

—Gracias, pero no tienes que preocuparte por mí. Estoy bien.

—Sí, lo reconozco bien. Y a veces, cuando estás con nosotros, estás


bien. Otras veces sólo pareces estar bien. —Claire no sabía qué decir—.
Debe ser difícil de repente ser empujado en el mundo de Tony. Él pone
mucha importancia en las apariencias. Bueno, tal vez él no te lo ha
mencionado. —Courtney comenzó a levantarse para irse.

Las lágrimas comenzaron a escapar por las mejillas de Claire. Su voz


apenas fue un susurro audible:

—Courtney, por favor, vuelve a sentarte. —Courtney lo hizo—. Si


Tony supiera que tuvimos esta conversación, no sería capaz de comer
contigo otra vez, y tal vez podría afectar el trabajo de Brent. Sé que son
mejores amigos, pero con Tony no estoy segura si hay límites. —Courtney
era por lo menos veinte años mayor que Claire, sin embargo, la escuchó,
reconociendo la sinceridad en el tono de la joven.

—Así que mis intuiciones no son injustificadas. —Claire negó con la


cabeza. Courtney habló en voz baja—. Claire, ¿estás bien?

—Courtney, creo que necesitamos volver a tu SUV. Me siento


incómoda teniendo esta conversación y estoy definitivamente incómoda
teniéndola en un lugar público.

Se levantaron, se pusieron sus cálidos abrigos, recogieron sus bolsos,


y se dirigieron a la SUV de Courtney. El descanso en la conversación y el
aire fresco dieron tiempo Claire para reagruparse. Las alarmas sonaron en
su cabeza. Si escogía continuar esta discusión estaría rompiendo reglas:
número uno, hacer lo que te dicen. Se le había dicho en múltiples
ocasiones la importancia de las apariencias, no divulgar información
privada. Esta era su primera vez fuera sola como la señora de Anthony
Rawlings. Quería estar involucrada con la Cruz Roja y quería más
libertades. Romper las reglas no le facilitaría esas metas. Caminaron hasta
el auto en silencio.

Sentándose en el asiento del pasajero, Claire abrochó su cinturón y


enderezó su postura. Sabía lo que iba a decir.

—Courtney, gracias por tu apoyo. Tienes razón. He estado abrumada


por la responsabilidad de convertirme en la esposa de Tony. Él ha estado
apoyándome y comprendiéndome y está ayudándome a reconocer el
significado y las obligaciones que acompañan a ese título. Estoy segura
que estará feliz de saber que estás dispuesta a ayudarme también.

Courtney comprendió, Claire acababa de terminar la conversación.


No quería presionarla, sólo dejarle saber a Claire que estaba allí.

—Me alegro que te sientas mejor al respecto. Sólo sé que a veces las
mujeres notan cosas que los hombres no, incluso los hombres muy
observadores. Espero que te ayude saber que soy muy perceptiva y estoy
aquí para ti siempre que me necesites.

Claire le dio las gracias de nuevo y le hizo una pregunta acerca de la


Cruz Roja.

Mientras conducía, Courtney le preguntó si tenían planes especiales


para el cumpleaños de Tony este fin de semana. Claire se sorprendió. Ella
no sabía que era el cumpleaños de su marido. Sin embargo, él no sabía
cuándo era el cumpleaños de ella tampoco.

—No creo que los tengamos. Tony parece ser muy discreto sobre los
cumpleaños.

Courtney declaró que estaba resuelto, que iban a hacer algo juntos.
Le dijo a Claire acerca de un bar en Rock Island con música en vivo, buena
comida y un ambiente divertido. Courtney pensó que sería bueno para
todos ellos. Claire prometió discutirlo con Tony y hacerle saber.
Consideraron el mejor día, el cumpleaños de Tony era el sábado. De todas
formas el viernes o sábado funcionaría para los Simmons. Cuando Claire
se bajó del auto invitó a Courtney dentro, ella se negó. Claire se inclinó y
la abrazó.

—Gracias por todo. —Miró directamente a los ojos azules


comprensivos de Courtney—. Estoy esperando ayudarte y terminas
ayudándome. —Tomó su bolso Prada y la información de la caridad.

Catherine le hizo saber que el señor Rawlings estaría en casa para la


cena en su habitación a las siete. Suite significaba casual, pero Claire
decidió que quería hacer la noche especial. Quería que él supiera lo
agradecida que estaba por la pequeña libertad. También sabía que había
experimentado una excelente oportunidad para molestarlo y lo evitó. No
iba a compartir esa información, pero en su mente se dio más motivos de
celebración.

Tony estaba gratamente sorprendido por el agradecimiento y


entusiasmo de Claire. Cuando ella le enseñó el calendario del comité de
reuniones, él dijo que sería una decisión semana a semana. Las
circunstancias pueden cambiar. Sin embargo, no anticipó ningún tipo de
interferencias. Ella no lo hizo tampoco.

Durante la cena, ella mencionó que se había enterado de un secreto


sobre él. Intrigado, dijo:

—No sabía que tenía secretos para ti.

Claire sonrió.

—Me enteré que el sábado es tu cumpleaños.

Sus ojos se oscurecieron y su mandíbula se apretó.

—Pensé que ya que me perdí tu día especial, podríamos perder el


mío.

—Bueno, Courtney cree que todos deberíamos ir a Rock Island Brew


Company. —Él conocía el lugar, había estado allí. Ella esperó a que
estuviera de acuerdo con la celebración. Finalmente, preguntó—: Le
prometí a Courtney llamarla de regreso sobre eso, ¿te gustaría ir el viernes
o el sábado por la noche? —Su expresión agitada la hizo sentirse
incómoda—. ¿O prefieres que le diga que vamos a celebrar por nuestra
cuenta? —Se dio cuenta que este era un tema que él no quería continuar.
—Voy a pensar en ello y le responderé a Courtney. —La discusión
terminó y Claire no sabía de sus planes.

La noche siguiente, Claire estaba sentada rodeada de papeles


cuando Tony entró en su suite. Vestido y listo para la cena, ella estaba
completamente absorta en la información financiera de la Cruz Roja de
Iowa. Él miró a su desorden y colocó dos álbumes grandes de fotos
encuadernados en piel en la parte superior de sus papeles. Claire miró a
los álbumes y luego a su marido.

—Buenas noches, ¿qué es esto?

Se inclinó para besarla y las comisuras de sus labios se movieron


hacia arriba.

—Son las pruebas de la novia más hermosa que he visto en mi vida.


—Rápidamente olvidando el montón de papeles, comenzó a mirar a través
de los álbumes. Las únicas fotos que había visto eran las de la víspera de
Año Nuevo.

El primer álbum comenzaba con poses pre-boda. La finca, los


hombres, las mujeres, todo y todo el mundo se veía hermoso. Entonces
Claire y John antes de la caminata por el pasillo. Tony la observó mientras
ella volvía cada página, tenía miedo de quedarse demasiado tiempo en las
fotos de John y Emily, las miraría más tarde. Lo siguiente era una serie de
Claire aproximándose a Tony y él esperando. Ella tuvo que admitir que se
veía hermosa. Tony añadió adjetivos: impresionante, increíble, magnífica y
sorprendente. Ambos parecían estar llenos de amor y adoración. Había
fotos en múltiples direcciones, algunas muy artísticas.

Su comida llegó y todavía tenían un álbum completo para ver.


Después de la cena, pasaron toda la noche en el sofá frente a la chimenea,
pasando una y otra vez cada foto. Hablaron de las personas, la decoración,
la boda. Claire había estado más nerviosa de lo que pensaba, porque había
fotos que ella no recordaba siendo tomadas. Había numerosas fotos de los
dos posando en la gran sala y en la base de la escalera. Ella se rio de
aquellas en las que el fotógrafo la puso unos pasos arriba, tratando de
hacerla más alta.

—Sabes, si te hubieras casado con una de esos modelos que con


salías no habrían tenido que hacer eso.

La besó con ternura y la miró con ojos de chocolate con leche.


—No quería casarme con ninguna de esas mujeres. Nunca quise
casarme con nadie más que tú. —Él podía derretir su corazón tan
fácilmente.

Las siguientes fotos eran de la recepción. Ambos coincidieron en que


los invitados parecían disfrutar. Luego fotos de ellos bailando, Claire
recordó su deseo abrumador cuando Tony la dirigió por la pista.

—Amo ver tus ojos esmeraldas brillar mientras miras estas fotos. —
Ella le dijo lo mucho que disfrutó de su recepción, en especial el baile—.
Bueno, no va a ser el mismo, pero podemos tratar de revivir ese baile el
sábado por mi cumpleaños. —Claire sonrió, iban a celebrar.

—No sé cómo podría elegir qué foto me gusta más.

—Entonces no lo hagas. Quédatelas todas. —Colocando un brazo


alrededor de ella y volteando las páginas atrás, añadió—: Pero esta de ti en
las escaleras con todo tu vestido a tu alrededor, quiero esa. La quiero
ampliada sobre la gran chimenea en el salón.

Claire frunció la nariz.

—Eso es una tontería. No quiero verme enorme todos los días. —


Tony le dijo que no le importaba. Él lo quería y así se haría. En realidad, él
dijo que iba a contratar a una artista para pintarla. Claire se limitó a
sacudir la cabeza, detenerlo de hacer algo que él quería hacer estaba más
allá de su capacidad.

Luego ella vio las fotos de su familia, Tony, y los Vandersols.

—Tony, ¿podemos tener copias de algunas de estas hechas para


Emily y enviárselas? —Ella solo dijo Emily a propósito, pero el ellos
implicado debería haber sido ella. Él suspiró y accedió. Sabía que debía
dejar el tema, pero a veces no podía detenerse.

—¿Ha tratado Emily de ponerse en contacto conmigo ya?

—Sí.

Claire no dijo nada más. Él sabía lo que quería. Si ella persistía,


sería discutir o suplicar. Si él cambiaba de opinión, se lo haría saber.
Además, estaban teniendo una tarde agradable con las fotos de la boda,
dirigió la conversación hacia el álbum.
—Mira esta foto de Mary Ann y Eli, están hilarantes. —La
conversación Vandersol terminó.
36
No confíes demasiado en las apariencias.
~Virgil

Traducido por Martinafab & Raeleen P.

El cumpleaños fue un éxito. Tony y Brent bromearon con que una


fiesta a la tarde-noche significaría que no deberían conducir a casa
durante una hora, así que todos fuimos juntos en la limusina. The Brew
Company fue vibrante con música resonando desde las múltiples
secciones del gran edificio de estilo almacén.

El escenario principal tenía una actuación “Homenaje al Jazz”.


Courtney reservó una mesa premium y les dijo al restaurante que estaban
celebrando un cumpleaños. La gente de Brew Company no sabían su
nombre, solo que Tony era el invitado de honor. Claire, Courtney, y Brent
rieron cuando el cantante lo reconoció con una versión de “Hey Big
Spender” y lo envolvió en su boa de plumas. Observando la tolerancia de
Tony, Claire decidió que podría aprender mucho de Courtney. Él parecía
aceptar cosas de ella que Claire no se atrevería a intentar.

Una semana más tarde, Tony invitó a Claire a ir a Chicago por dos
noches. A pesar de que tenía que cancelar una reunión del comité, quería
ir. Incluso fue idea suya ir al spa y aclararse las raíces oscuras. Brent y
David Field, a quienes Claire había conocido hace lo que parecía toda una
vida atrás en su primer viaje a Nueva York, estaban con ellos mientras
volaban a Chicago. Claire estaba sentada en el sofá, mientras que los tres
hombres discutieron sus reuniones inminentes. Para pasar el tiempo, ella
miró a través de su bolso y se alegró de tener su nueva tarjeta de
identificación y de crédito. Claire no se preocupaba por su dinero, pero ir
de compras era una de las pocas cosas para pasar el tiempo que Tony le
concedía sin dudarlo.

Su antigua licencia de conducir había sido una identificación


emitida por Georgia. Pensaba que era interesante ver cómo eran las
identificaciones de los diferentes estados. Sin embargo, las variaciones no
se detenían con el Estado de emisión; en la nueva figuraba su nombre,
Claire Rawlings, y estaba impreso en la parte superior IDENTIFICACIÓN
VÁLIDA. En su identificación de Georgia decía LICENCIA DE CONDUCIR
VÁLIDA. Ella no lo había notado antes. No era algo que debería traer a
colación con Brent y David presentes, pero decidió que valía la pena
discutirlo cuando estuvieran solos.

Claire pasó la tarde en el spa aclarándose el cabello y recibiendo una


manicura y pedicura. Cuando regresó al apartamento, Charles informó a
la señora Rawlings que el señor Rawlings estaría atrasado hasta después
de las nueve. Podría felizmente servirle la cena a una hora más apropiada;
ella se negó.

—Gracias, Charles, voy a esperar al señor Rawlings.

Mientras cenaban, Claire sintió que Tony estaba haciendo varias


cosas a la vez. Estaba comiendo y conversando con ella, pero su cabeza
estaba en otra parte con Brent y David en algún gran trato. Habló de la
noche siguiente. Con suerte podrían salir a cenar y tal vez ir a un
espectáculo. Todo dependía de sus reuniones. Claire dijo que sonaba muy
bien, pero entendía si su trabajo era hasta tarde. Ella planeó pasar todo el
próximo día de compras y sabía que tenían programado ir a casa el jueves.

Mientras Claire contemplaba la mejor manera de traer a colación su


pregunta, Tony lo hizo por ella.

—¿Vas a ir de compras mañana? ¿Has visto tu nueva tarjeta de


identificación y de crédito? Deberían estar en tu cartera.

—Sí. Me preguntaba por qué mi identificación no es una licencia de


conducir.

Tony paró momentáneamente de comer y miró a Claire como si


hubiera preguntado, ¿por qué el cielo es azul o por qué los pájaros vuelan?
Parecía como si la única palabra que faltaba en su siguiente frase fuera
Duh.

—Porque tú no conduces. —Su tono no era cruel, quizás frío.

Ella pensó cuidadosamente en su respuesta.

—No he conducido desde que estoy contigo, pero solía conducir y


disfrutar de ello.
—Ahora tienes acceso a un chofer. Antes no, ¿correcto?

—Correcto. Sin embargo, tienes un chofer, y todavía conduces. Los


Simmons tienen un conductor y Courtney todavía conduce.

La molestia de Tony con esta conversación se escuchaba fuerte y


clara, sus palabras fueron planas con tensión.

—Claire, esta es una conversación ridícula. Tienes un chofer o estás


conmigo. No tienes ninguna necesidad de conducir.

—Tony, obviamente estás ocupado con el trabajo. Podemos hablar de


esto más tarde.

A lo largo del pasado año hubo numerosos momentos en los que


Tony atormentó a Claire a propósito. Le gustaba observar sus reacciones.
Inicialmente lo hacía maliciosamente. Le intrigaba ver hasta dónde podía
presionar. Últimamente se había convertido en un juego privado. Él
encontraba su auto-control y su capacidad de recuperación increíblemente
sexy. La restricción que demostraba para abstenerse de discutir, cuando
claramente su lenguaje corporal gritaba pelear, era estimulante.

Esta tarde, Tony no estaba jugando un juego. Su mente era


inflexible, Claire no iba a conducir. El hecho de que siquiera estuvieran
discutiendo el tema parecía absurdo.

—Deja que te ayude, ha sido un largo día y esta discusión ha


terminado, no necesita ser revisada. —Ella pensó en decir: “De acuerdo, y
voy a la cama”. Sin embargo, antes de que tuviera la oportunidad de
hacerlo, él continuó—: Te ofrecería la oportunidad de decidir por tu cuenta
si vale la pena seguir, pero he decidido no correr ese riesgo. No lo es.

Su pecho se expandió y se contrajo cuando soltó un suspiro.


Mirando a su marido, mantuvo los labios juntos y permaneció en silencio.
Él vio cómo su cuello se tensaba y los ojos le destellaban. Esperó.

Después de un prolongado silencio, segura de su cumplimiento, él


continuó.

—Ahora me cuéntame sobre tu día en el spa.

Claire hizo todo lo posible para fingir entusiasmo y responder:


—Fue muy agradable. Siempre hacen un gran trabajo y me hacen
sentir especial. —Pensando, A diferencia de cómo me estoy sintiendo ahora
mismo.

Una pared de vidrio se extendía desde el techo hasta el suelo detrás


de Tony. A través del cielo nocturno, Claire podía ver las luces delanteras y
traseras de los vehículos que se movían alrededor de la ventosa ciudad. En
algún lugar profundo de su alma, se preguntó, ¿Alguna vez conduciré de
nuevo?

Chicago pasó sin complicaciones. Fue de compras sin proporcionar


accidentalmente una entrevista. Cenaron en un restaurante de carnes no
muy lejos de la Torre y fueron al Cadillac Palace Theater para Les
Miserables. Claire la había visto hace muchos años desde la sección de
asientos más lejanos. Era uno de sus musicales en vivo favoritos. Un
ganador de siete premios Tony, a ella no le importaba verlo de nuevo. Le
asombraba que pudieran obtener tales asientos excepcionales. La noche
anterior, Tony no sabía si iban a asistir a un espectáculo. “Les Miserables”
había estado agotado por meses. Ahora estaban sentados en un palco
premium disfrutando de la extraordinaria actuación.

Al parecer, los negocios de Tony tuvieron éxito porque ellos y Brent


fueron capaces de volver a Iowa como estaba previsto. David se quedó
atrás para ultimar algunos contratos. Leyendo su libro, Claire observó a
Tony con Brent, sintiendo una diferencia de la interacción informal
amistosa acostumbrada. Observándolos y escuchándolos discutir temas de
negocios le hizo recordar el comentario de Courtney: “A veces puede volver
loco a Brent”. Ella no lo había visto antes, pero lo entendía ahora.

El repertorio de personalidades de Tony incluía una fuerza


dominante abrumadora que, aparentemente, estaba reservada para los
más cercanos a él. Claire tenía un montón de experiencia personal con
esta personalidad pero nunca había tenido la oportunidad de observarla.
Hoy fue testigo de la regla manipuladora de Tony siendo desatada en otra
persona. No era bonito. Ella entendía cómo Brent podría retransmitírselo a
Courtney, porque eso es lo que las parejas reales hacen, y Courtney podía
odiar y amar a Tony al mismo tiempo.

Fingiendo estar absorbida en su libro, Claire no quería ser incluida


en la conversación o hacer sentir incómodo a Brent por su presencia. No
parecía estar teniendo un efecto sobre Tony.
La última semana de febrero, Claire y Tony comenzaron a prepararse
para una entrevista con la revista Vanity Fair. Shelly, la publicista de Tony,
hizo un punto para ir a su casa y explicarle a Claire que esta entrevista era
importante para las relaciones públicas del señor Rawlings. Había muchas
especulaciones en los medios sobre los dos, de su rápida boda y la falta de
un acuerdo prenupcial. Esta sería su forma de dar forma y controlar la
información. Claire pensó que era un gesto amable. A decir verdad, si Tony
le dijera que hiciera la entrevista, ella la haría. Lo que sorprendió a Claire
era el grado de planificación y preparación que había en ella.

Shelly accedió a Vanity Fair por su voluntad de trabajar


abiertamente. Ellos le dieron una lista de preguntas. Ella eliminó, añadió y
las retocó hasta que ambas partes se mostraron satisfechas. Entonces a
Tony y Claire se les fueron dadas las preguntas y era el momento para
trabajar en sus respuestas espontáneas. A continuación, con la ayuda de
Shelly, practicaron y modificaron sus respuestas. Organizó citas con
cosmetólogos, esteticistas, y diseñadores de ropa para que los asistieran
antes de la sesión de fotos. Shelly prometió estar presente a lo largo de
toda la entrevista y sesión de fotos. Ella intervendría y detendría cualquier
pregunta no aprobada. Esto era mejor que el señor o la señora Rawlings
negándose a responder una pregunta o pareciendo poco amable. El
artículo podría entonces ser revisado y aprobado antes de su publicación.

Claire creía que todo era hilarante. ¿Acaso todas las personas
pasaban por esto antes de una entrevista? Hubo un tiempo en su vida
cuando leía entrevistas de celebridades y asumía que era como parecía.
Ser la señora Rawlings continuaba enseñándole mucho.

El día de la entrevista finalmente llegó. La gente que estaba allí para


hacer que Claire y Tony estuvieran guapos llegó temprano, antes de las
siete y media. Para cuando Shelly había llegado, ambos parecían modelos.
¡Sólo otro día más sentados en la casa! Claire pensó mientras miraba en el
espejo su maquillaje profesional y cabello elegante.

Catherine asumió el reto de la casa. Brillaba. Incluso el tiempo


recibió el memo de perfección. Sin darse cuenta que era finales de febrero,
el sol brillaba a través de un cielo azul zafiro, y una capa de nieve fresca
cubría el suelo sucio gris, añadiendo brillo al exterior.

Anne Robinson, periodista de Vanity Fair, llegó puntualmente a las


nueve. Estaba acompañada de un equipo de fotografía. Los Rawlings
fueron solo presentados al fotógrafo al mando, Shaun Stivert. El plan
comenzó con fotos primero, mientras que Claire y Tony se veían frescos y
hermosos. Luego avanzó a la entrevista. Todo el proceso fue más trabajo
de lo que Claire había imaginado.

Shelly fue fiel a su palabra y omnipresente. No dudó en decir: “No,


creo que esto sería mejor”, o, “Ya lo hablamos. Sabes que no será discutido
hoy”. Claire estudió bien sus líneas, sabiendo qué decir y cómo decirlo.
Tony también practicó. Claire creía que ambos sonaban sinceros y
espontáneos. El equipo de Vanity Fair finalmente se fue después de la una
de la tarde con Shelly no muy detrás.

—Creo que fue muy bien. Se los dejaré saber tan pronto como tenga
una copia aprobada. —Una vez que se fue, Claire disfrutó de la casa en
silencio otra vez, su cabeza golpeando detrás de sus ojos. Los dolores de
cabeza no eran tan frecuentes como lo fueron después de su accidente. Sin
embargo, cuando llegaban podían ser debilitantes. Dormir en una
habitación muy oscura era el mejor remedio.

Claire acompañó a su marido a su oficina después de la entrevista.


Conducir a Iowa City sería contraproducente tan tarde en el día, él
esperaba lograr todo lo posible desde casa. El señor y la señora Rawlings
estaban en silencio mientras Cindy les traía su almuerzo. Claire cerró los
ojos y disfrutó de la paz mientras Cindy colocaba su comida en la mesa
larga brillante. Después de servirles el café preguntó al señor Rawlings si
necesitaban algo más.

—No, te puedes retirar. —Y luego le habló a Claire—. ¿Cómo crees


que salió?

Abrió los ojos para concentrarse.

—En verdad pienso que salió bien. Fue más agotador de lo que había
esperado. No puedo esperar a ver el artículo final.

—Shelly dijo que tendríamos un borrador la próxima semana a más


tardar. Se supone que será la historia de portada para la edición de abril,
por lo que no llegará a los puestos de periódicos en un futuro cercano. —
Claire sacudió la cabeza. No podía creer que su matrimonio mereciera una
historia de portada en ningún lado, mucho menos Vanity Fair. La comida y
el café ayudaron a su cabeza, pero sospechaba que ya había ido muy lejos.
El remedio de verdad era una siesta. Una vez que acabaron de comer, Tony
caminó hacia su escritorio.
—¿Me necesitas? Me gustaría ir a arriba. La mañana me ha agotado
—preguntó Claire al tiempo que se levantaba para irse.

Él tomó una carpeta y se la pasó.

—Me gustaría que te quedaras aquí mientras ves esto. —Se llevó la
carpeta hasta el sillón y se sentó. Era un misterio lo que contenía la
carpeta. De pronto tuvo visiones de Tony con la entrevista de Meredith
Banks. A veces los recuerdos compartimentados se filtraban.

Abrió la carpeta para encontrarse con una pila de papeles de dos


centímetros y medio. Eran correos electrónicos impresos. Su mente se
movía lentamente, exhausta por el transcurso de la entrevista y
entorpecida debido a su dolor de cabeza. Confundida, preguntó:

—¿Qué es esto?

—Tus invitaciones. —Dándole otra libertad, la observó mientras leía.


Vio el primer correo.

Para: Anthony Rawlings, [email protected]

Día: 25 de febrero de 2011

De: Courtney Simmons, [email protected]

Asunto: Para Claire, datos adjuntos

Por favor, hazle saber a Claire que nuestra reunión está


programada para el próximo miércoles en la tarde, pero me gustaría
encontrarme con ella antes para poder darnos ideas. Necesitamos
tener el calendario de la recaudación de fondos para la próxima
reunión. Adjunté un archivo que necesita revisar. Apreciaría que
alguno de ustedes pudiera decirme cuándo sería un buen momento
para reunirnos.

Courtney.

(El documento adjunto al correo era un reporte de cinco


páginas).

Claire no sabía qué decir, se las arregló para decir un débil:


—Gracias.

Él no contestó. La observó y continuó evaluando su respuesta. Ella


regresó al montón. El correo debajo del de Courtney, era de Emily.
También era del 25 de febrero de 2011. Sin embargo éste era una serie de
correspondencias.

25 de febrero de 2011

Hola, soy yo otra vez. Comprendo que Claire está ocupada con
sus nuevas responsabilidades, pero me gustaría hablar con ella.
Generalmente estoy en casa casi todas las noches. Ya han pasado
casi dos meses. He enviado muchos correos e intentado llamar una
infinidad de veces. Gracias, Emily.

11 de febrero de 2011

La señora Rawlings no puede atender tu solicitud en este


momento.

Patricia M.

9 de febrero de 2011

Hola, le habla Emily Vandersol, otra vez. ¿Podría informarle


a la señora Rawlings que a su hermana le gustaría hablarle?
Gracias.

1 de febrero de 2011

Hola, le saluda Emily Vandersol. Soy la hermana de la señora


Rawlings. No sé bien quién está respondiendo estoy correos
electrónicos. He estado intentando localizar al señor Rawlings en
vano. Por favor, infórmele al señor Rawlings o a la señora
Rawlings que a mi marido y a mí nos gustaría hablar con ellos.
Estaríamos encantados de reunirnos con ellos si planean venir a
Nueva York, o una llamada telefónica sería aceptable. Espero
ansiosa su respuesta.

23 de enero de 2011

La señora Rawlings no puede atender su solicitud en este


momento.

Patricia M.

22 de enero de 2011

Hola, Anthony, ¿recibes mis correos? Sé que sabes de la


decisión de John. Me gustaría hablar con Claire y contigo.
Necesitamos asegurarnos que este asunto de trabajo no afecte
nuestra relación familiar. Déjame hablar contigo sobre John y su
razonamiento. Por favor, enséñale esto a Claire. Estaré en casa
todo el fin de semana, puede llamarme cuando quiera.

Gracias, Em.

17 de enero de 2011

La señora Rawlings no puede atender su solicitud en este


momento.

Patricia M.

15 de enero de 2011

Hola, Anthony y Claire, esperaba que pudiéramos hablar pero


no he podido contactarlos. John se encontrará con Tom el lunes.
Sería lindo si pudiera hablar con Claire y solucionar unas cosas
antes de la reunión de John. Espero que revisen sus correos los
fines de semanas. Estaré esperando por tu llamada o la de Claire.
Por cierto, vi algunas de sus fotos de la boda en el supermercado
esta mañana. Se veían maravillosos. Llamen por favor.
4 de enero de 2011

La señora Rawlings no puede atender su solicitud en este


momento.

Patricia M.

3 de enero de 2011

Hola, Anthony, necesito hablar otra vez con Claire. No sé si


te dijo pero mencioné la oferta de trabajo de John el otro día. He
estado pensando en ello y me siento culpable. No fue justo de mi
parte hablarle de eso. Sé que tienen mucho con lo que lidiar. John
quería saber si ella tuvo algo que ver con tu oferta. Estoy segura
que ella no tuvo nada que ver. Necesito decirle que lo siento por
ponerla en una situación difícil. Aprecio lo que estás
ofreciéndole a John. Estoy intentando no involucrarme en la toma
de su decisión. Pero me gustaría hablar más con Claire, fue muy
agradable poder verla en la boda. Por favor, pídele que me llame y
dile que la quiero. Las fotos en las noticias de ambos eran
increíbles. Y de nuevo, gracias por el transporte y la estancia en
tu hogar. Fue muy hermoso.

Gracias,

Emily.

Estos correos estaban engrapados. Sus ojos estaban inundados de


lágrimas cuando terminó de leer el último o primer correo de Emily. Miró a
Tony. Él seguía sin hablar, sus ojos resplandecían. Claire se preguntó qué
se suponía debía hacer con esa información. Quizás era cosa suya, pero de
verdad no sabía cómo responder, así que preguntó:

—Gracias por darme estas invitaciones, ¿qué tengo que hacer con
esta información?

—Dime qué quieres hacer. —Su tono era duro.

Claire se levantó y caminó hasta su escritorio.


—Quiero llamarla. —Podía ver el debate en su rostro. Recordaba no
ser capaz de leer su expresión. La habilidad no era reconfortante. Claire
trató de modular su tono desesperadamente—. Lo haré aquí por altavoz.
No me importa que escuches cada palabra y me digas qué decir, solo
quiero hablarle. —Él seguía sin hablar pero la intensidad en sus ojos se
multiplicó—. Tony, ¿puedo llamarle, por favor?

—Son casi las tres, así que serán como las cuatro en Troy. ¿Estará
en casa? —No era una respuesta pero tampoco una negativa.

Claire pensó sobre eso. La escuela acababa a las tres quince, o así
era antes.

—Puede. —Como si estuviese pensando en voz alta, añadió—: Y


además John no estará ahí.

Él no respondió a su última declaración, en su lugar comenzó a


hablar sobre sus correos. Ella se sentó. Explicó que la carpeta contenía
varios correos de gente que ella no conocía. Desde su boda, mucha gente
había intentado contactarla por varias razones. Patricia les había
respondido a todos con un “La señora Rawlings no puede atender su
solicitud en este momento”.

—Tu preparación para la entrevista de Vanity Fair y desempeño de


hoy, me impresionaron. También agradezco que hayas hecho solicitudes
hace un mes y hayas sido paciente. Me parece que debes ser
recompensada. Por lo tanto, en cuanto a tus correos electrónicos, de ahora
en adelante antes de que Patricia responda, tendrás la oportunidad de
revisarlos. Los discutiremos. Juntos decidiremos sus respuestas. Por
supuesto, yo tendré la última palabra. No obstante, creo que te has
ganado opinar.

Claire se dio cuenta que Tony creía que la estaba recompensando


con libertad. No pudo evitar pensar que en realidad solo era un atisbo de
lo que se estaba perdiendo. Las oportunidades prohibidas la estarían
viendo directamente a la cara.

—Gracias, lo entiendo.

Él se giró hacia la pantalla de su computadora y ella observó su


nuca por lo que se sintieron horas. Él sabía lo que ella quería. Le había
pedido algo. Ahora la estaba haciendo esperar. ¿Cómo respondería ella? Él
le había dado una muestra de su aprobación. ¿Lo aceptaría sumisamente
o perseguiría la idea de llamar a su hermana? Claire cerró los ojos y trató
de detener el martilleo en sus oídos. Se sentó en el borde de la silla, cerca
de su escritorio y se negó a moverse. La carpeta, el regalo que le había
dado, descansaba cerrado en su regazo. No le importaba la gente que no
conocía y le dolía demasiado la cabeza como para seguir leyendo. Esperó
hasta que sus dedos volaron por su teclado, se sentó en silencio y sin
expresión alguna mientras recordaba las palabras amables de Courtney:
La vida no es una prueba que debas aprobar continuamente. Sin darse
cuenta, movió sus hombros y enderezó el cuello. Si la única forma de
poder llamar a su hermana era pasando este examen entonces, por Dios,
ella no se iba a mover de ese asiento. Finalmente, él volteó a verla.

—¿Por qué tú no has respondido hasta este momento? —Expuso él


su pregunta con una severa connotación.

—He estado ocupada. Puedo decirle sobre lo de la Cruz Roja y la


preparación de nuestra entrevista —dijo, pensando en voz alta.

Lo que le siguió no fueron sugerencias, sino órdenes.

—Te disculparás y explicarás que has tenido la intención de llamar.


Al ver su nuevo correo, recordaste que no lo habías hecho. Tus razones
son válidas. Prefiero que no discutas la situación del trabajo. Ya está
hecho. Y claro que no hay resentimientos. —Las directivas deberían de ser
molestas. Pero ella había jugado a esto anteriormente. Eran los medios
para su meta.

—Sí, lo prometo.

Él marcó, lo puso en altavoz y no se molestó en voltearse. El teléfono


sonó tres veces. Las esperanzas de Claire comenzaban a hundirse cuando
por fin respondió Emily.

—Hola, Emily, soy Claire. —La voz de Emily rebosó emoción. Claire
sonó feliz y arrepentida. Hablaron por unos diez minutos. En unas
cuantas ocasiones, Tony le indicó que necesitaba cambiar de tema. Claire
intentó no tocar el tema del trabajo pero Emily estaba determinada a
hablar de él, explicando que en ese momento, John estaba muy cerca de
ser nombrado socio. No se sentía bien al abandonar la empresa que se
había arriesgado con él cuando apenas se había graduado. Había
trabajado duro para llegar a su posición y no se sentía cómodo trabajando
con la familia. Pero que era halagador que Anthony hubiese considerado
contratarlo. También hablaron de la clase de Emily y ella preguntó sobre la
entrevista que Claire había mencionado. Antes de colgar, Claire prometió
que haría lo que pudiera para responder los correos de Emily.

Sorprendió a Claire que una llamada telefónica pudiera hacerla


sentir feliz y triste. Mantener el tono de voz animado en la llamada casi la
hace llorar al terminarla, su energía estaba completamente agotada.

—Si te parece bien, me llevaré la carpeta a arriba y le echaré un


vistazo. Podemos discutir los correos después de cenar.

—Me parece bien, puedes irte. —Él tenía que trabajar.

Una vez arriba, Claire decidió tomar una siesta en lugar de ver los
correos. Había sido un día largo. El contraste entre la entrevista y su
realidad, resonaba en sus oídos y las recientes nauseas. Tomó paracetamol,
se arrastró por las sábanas frías y permitió que las lágrimas de la llamada
fluyeran. Dormir era un escape bienvenido.

No pasó mucho tiempo después de quedarse dormida, cuando Tony


la despertó. Quería agradecerle de nuevo por su actuación en la entrevista.
Él también creía que ella quería darle las gracias por todo.
37
Esto incluso se le niega a Dios: el poder para deshacer el pasado.
~Agathon

Traducido por Selene1987 & Mae

El 15 de marzo, Tony trajo la copia oficial a casa. Había sido


aprobada por Shelly y estaba preparada para ser publicada a finales de
marzo, oficialmente el ejemplar de abril de 2011 de Vanity Fair.

Anthony Rawlings presenta al mundo al amor de su vida, su mujer


Claire Rawlings. Dejemos que cesen los rumores y descubramos cómo ella
le ha cambiado la vida.

Por: Anne Robinson Fotos: Shaun Stivert

No te casas con alguien con quien puedas vivir, te casas con la


persona sin la cual no puedes vivir ~Autor desconocido

En un hermoso día nevado en el oeste, el señor y la señora Anthony


Rawlings se sentaron con Vanity Fair y respondieron las preguntas,
rumores y realidades de su relación, noviazgo, compromiso y matrimonio.
El increíblemente hombre reservado y su nueva y preciosa mujer abrieron
las puertas de su hogar a nuestros fotógrafos y entrevistadora. (Fotografía
de Tony y Claire con unos pantalones casuales y sudaderas, sentados en
un sofá en su preciosa sala de estar).

El hogar de Anthony y Claire Rawlings está en un territorio de 6.000


acres cerca de Iowa City, Iowa. La mayor parte de la tierra está arbolada,
inhabitada e inmaculada. A los activistas de animales les gustará saber
que es el hogar de muchos animales. Su residencia es un hogar elegante y
espacioso apartado dentro de las puertas privadas de esta campiña. Fue
construido por el señor Rawlings aproximadamente hace dieciséis años y
se parece a una mansión de estilo románico de 1940. El exterior tiene
fachadas asimétricas de piedra de río, caliza, y ladrillos acentuados por
arcos redondos en las ventanas y las entradas. Hay recibidores gruesos y
cavernosos y ventanas abiertas, paredes de mampostería, y rodeado de
torres con techos cónicos. La casa principal está en el centro con una
entrada de ladrillos. Protegiéndoles de la estructura principal hay pasillos
y habitaciones. Una vez dentro puedes sentir que has entrado en un
museo; sin embargo, el calor y el amor que irradian estos recién casados
pronto los ayudarán a darse cuenta que han entrado en un hogar familiar,
una cualidad que el señor Rawlings admite que faltaba hasta hace poco.

Fue a finales de mayo de 2010 cuando Anthony Rawlings introdujo


por primera vez a la ciudad de Davenport a la entonces Claire Nichols.
Asistieron a la Sinfonía de Quad City. Al señor Rawlings le pidieron que
asistiera al evento por una generosa donación realizada tanto a la Sinfonía
Quad City como al Apoyo a la Fundación de las Artes. El señor Rawlings es
conocido por su generosidad y la persecución de sus tareas filantrópicas.
Es un firme creyente de las artes, y sigue apoyando los esfuerzos para
promover las artes. Como una celebridad local, el señor Rawlings ha sido
visto a veces atendiendo a funciones dentro y alrededor de Quad cities
(como también ciudades como Chicago, Nueva York y Los Ángeles). Fue su
compañía esa noche lo que no era familiar. Le han visto varias veces con
mujeres diferentes, algunas con nombres que todos reconocemos, como
Cynthia Simmons y Julia Owens. A decir verdad, en sus cuarenta y seis
años se le ha visto con muchas mujeres hermosas. Sin embargo, fue
evidente para aquellos que presenciaron esa noche en mayo que esto era
diferente. Varios confirmaron “miradas” y “manos cogidas” que no se
habían visto antes. Al hablar de su primera “cita” pública, Vanity Fair notó
que la nueva Señora Rawlings no podía evitar mirar a su marido con
mejillas sonrosadas y una sonrisa tímida. Dijo que recordaba la ovación en
pie que recibió él y lo guapo que pensó que estaba. Pero añadió que en ese
momento, ninguno de los demás buscaba una relación “de larga duración”.
Anthony dijo que recuerda ver a Claire cuando la recogió para la sinfonía.
Incluso recordaba su atuendo, un vestido negro con un corpiño con
cuentas, y que su cabello estaba recogido con rizos. (Anthony jugaba
gentilmente con el pelo de su mujer mientras describía el estilo).
Recordaba que estaba preciosa y estaba orgulloso de acompañarla al
evento.

VF: Ahora, chicas, ¡pregúntenle a su marido si recuerda lo que


llevaban en esa primera cita! Tuve que pensar que el señor Rawlings se
debió haber dado cuenta en ese momento que su corazón estaba perdido.
Quería saber cómo tuvieron esa primera cita. ¿Cómo se conocieron?

Anthony contó la historia del encuentro con Claire en Atlanta,


Georgia. Trabajaba en un estudio local de televisión como meteoróloga
asistente. Debido a una reciente compra de la cadena por TTT-TV (de
acuerdo con la publicista del señor Rawlings, este artículo es una opinión
estrictamente personal del señor Rawlings, ninguna propiedad de
Industrias Rawlings va a ser discutida), Claire trabajaba en el Red Wing,
un establecimiento para cenar bien conocido en Atlanta. Resultó que
Anthony tenía que reunirse con varios socios allí una noche, y después de
que la reunión se completara, empezó a hablar con la camarera más
hermosa que jamás había visto. Él dijo que uno de los muchos atractivos
de la señorita Nichols era que no le conocía. Claire se reiteró: “De verdad
no sabía quién era él, incluso después de que me dijera su nombre. No veo
mucho la televisión ni leo periódicos de negocios”. Los recién casados
parecían estar perdidos en los ojos del otro mientras recordaban. “Pensé
que había oído el nombre de Anthony Rawlings antes, pero no tenía ni idea
de por qué”. Anthony dijo que el resto fue historia. Sabía que necesitaba
conocerla y saber más de ella.

VF: ¿Fue “amor” a primera vista?

Se sonrieron el uno al otro. Claire meneó la cabeza. “Probablemente


no”, y añadió: “Anthony es un hombre complicado y reservado. Puedes
querer el envoltorio, pero con él hace falta más tiempo para averiguar lo
que hay dentro. No le daría mi vida a alguien sin conocer lo que hay dentro
del paquete”.

“¿Qué es el amor? Amor es cuando una persona conoce todos tus


secretos, tus secretos más profundos, más oscuros y más horribles de los
que nadie más en el mundo conoce. Y aun así al final, esa persona no
piensa menos de ti”.

Pero la señora Rawlings añadió que ha visto el interior del paquete y


le gusta más que el envoltorio.

Anthony, por otro lado, comparó su viaje con Romeo, quien dijo:
“¿Mi corazón amó hasta ahora? Renuncio a eso. Ya que nunca he visto la
verdadera belleza hasta esta noche”. Quizás había esperado mucho tiempo
y supe cuando la conocí que mi espera había terminado.
VF: Señora Rawlings, ¿puede compartir algunos de sus
descubrimientos con las lectoras? ¿Qué ha encontrado bajo ese increíble
envoltorio?

Sonrojándose ante la pregunta, rápidamente se recupera. “Bueno,


no es exactamente cómo aparenta”. Anthony parecía estar interesado en lo
que estaba a punto de revelar. Claire continuó. “Por ejemplo, se le conoce
por mantener conferencias por internet desde casa con una camisa,
corbata, una chaqueta, pantalones de gimnasio y unas zapatillas”. Le
sonrió a su marido, quien meneaba la cabeza alegremente. Él respondió:
“Genial. Ahora voy a tener que levantarme antes de cada conferencia para
calmar la curiosidad de los participantes”. Sonrió abiertamente. Cuando se
le preguntó si otra cosa más le sorprendió sobre Anthony, después de
reflexionar respondió que sí. Es un fan de Vikings. Ambos sonrieron.
Siendo originalmente de Indiana, la señora Rawlings dijo que no podía
imaginarse que se casaría con alguien que no fuera fan de los Colts.
Anthony hizo un comentario sobre los equipos de fútbol de verdad que
juegan al aire libre, y Claire mencionó rápidamente los dos viajes recientes
a la Super Bowl. Su cotorreo alegre era placentero de observar.

VF: ¿Tienen algunas peleas, desacuerdas o discusiones?

“¡No!”. Respondieron simultáneamente y rieron. Anthony tomó el


liderazgo en la pregunta. “Por supuesto. No puedo imaginarme pasar un
buen tiempo con alguien y siempre estar de acuerdo. Eso no es lo que
quiero en mi vida. Tengo multitud de personas a mi alrededor, en mi vida,
que están de acuerdo conmigo en cada pensamiento. Claire se ha
“enfrentado” a mí de manera que capitanes de negocios no lo han hecho.
Su fuerza y determinación son de lo que me enamoré”. Envolviendo
tiernamente con su brazo sus hombros, añadió: “Así como su belleza y su
inteligencia”. Después de sonreírle a Anthony, Claire añadió: “Me han
dicho que algunas de esas cualidades pueden ser exasperantes”. Esta
reportera disfrutó del rechazo de Anthony ante ese comentario.

VF: ¿Contará alguno de los dos la historia de la proposición?

Claire se ofreció voluntaria. “Oh, yo lo haré. Estuvo increíble.


Primero fue una cena en Manhattan. Me llevó al Distrito de Teatros.
Cenamos en el Hotel Crown Plaza y nuestra mesa tenía vista a Times
Square. No tenía ni idea de cuáles eran sus planes para la noche, le
gustan las sorpresas. Después de la cena, vimos “El Mercader de Venecia”
con Al Pacino, fantástica por cierto. Después de eso, honestamente estaba
cansada y preparada para regresar a mi hotel. Pero en lugar de eso, fuimos
a Central Park”. Riendo, recordó que era una noche muy fría, la noche
antes de Acción de Gracias. No había nevado, pero repitió, hacía mucho
frio. Sin embargo, para ello él había planeado guantes y mantas. Después
de cada frase, ella miraba los ojos de él. Incluso esta reportera veía el
centelleo en sus ojos verdes mientras recordaba su proposición. Estaba
completamente impresionada. Pero ahí estaba, en un carruaje tirado por
caballos en Central Park, bajo las luces, con un anillo de diamantes.

Vanity Fair añadirá que su “anillo de diamantes” es en realidad un


diseño original de Tiffany & Co, 4.3 quilates con una piedra en el centro
bordeada por un delicado conjunto de abalorios de diamante pequeños en
platino. La alianza de matrimonio también es de platino, con diamantes
delicados. Mientras que el valor no lo dirá ni el señor Rawlings ni Tiffany &
Co., en Nueva York, donde él dijo que consiguió el set, debido al tamaño,
claridad, y corte único, se estima que más de 400.000 dólares.

VF: ¿Dijo que sí inmediatamente? (Ahora, venga, chicas, piensen en


lo que habrían hecho ustedes).

Claire se reclinó. “No”. Ante esto Anthony sonrió y colocó su mano


sobre la rodilla de su mujer. Él sigue con la respuesta. “No, no lo hizo. Me
hizo esperar lo que pareció una eternidad”. Pero acercándose para besar a
su mujer, añadió: “Al final accedió. Y yo estaba eufórico”.

Lo peor que puedes hacer por el amor es negarlo, por lo que cuando
encuentres a ese alguien especial, no dejes que nadie ni nada se interponga
en tu camino.

VF: Ahora, algunas personas han cuestionado la rapidez de sus


nupcias. ¿Qué tienen que decir ante esas críticas?

Anthony respondió. “Supongo que nunca han estado tan


enamorados”. Claire siguió: “No queríamos esperar. Habíamos tomado
nuestra decisión. Queríamos que nuestra familia y amigos compartieran
nuestra felicidad”.

VF: Los informes personales fueron extremadamente halagadores.


¿Cómo prepararon la boda del siglo en menos de un mes?

La señora Rawlings respondió. “¡Con la mejor organizadora de bodas


y coordinador del mundo! Estuvieron increíbles. Nunca nos preocupamos
por nada”.
De acuerdo con las notas de prensa, el vestido de boda fue magnifico.
La novia estaba preciosa con un vestido exquisito de Vera Wang, según
consta de una boutique de élite de Manhattan. El novio estaba encantador
con un traje de Armani. La finca estaba impresionantemente decorada con
un tema navideño. Luces y hojas perennes estaban por todos lados, con
destellos de rojo intenso. La lista de invitados fue limitada y exclusiva,
pero se dice que contenía algunas personas poderosas del mundo de
negocios y políticas, así como amigos personales y familia de la novia. La
única familia del novio ahora es su mujer. (Fotografía del señor y la señora
Rawlings en su conjunto de boda de pie en la base de las escaleras, la
decoración puede verse tras ellos. Nota: varias fotografías de boda y las
decoraciones pueden verse en un collage de fotografías al final del artículo).

VF: Dirigiéndome a Claire Rawlings, ¿cómo ha sido sumergirse en el


ojo público? Parece que el estigma que acompañó a la muerte de la
Princesa Diana ha empezado a difuminarse y los periodistas nuevamente
están persiguiendo a las celebridades.

Claire se sonrojó y miró a Anthony. “Déjame decir primero que no


me siento como una celebridad. No he hecho nada para recibir el estatus
de celebridad. Es por eso que cuando haces esa pregunta la primera
respuesta que podría pensar es que ha sido surrealista. Aún encuentro
increíble que alguien pensara que mi ropa, mis hábitos de compras, o mi
pelo valgan la pena. Es algo que estoy aprendiendo a manejar. Anthony ha
estado muy bien en llevar la prensa lo máximo posible”. Claire añadió:
“Pueden ser abrumadores a veces”. Dirigiéndose a esta reportera, continuó:
“Me refiero a la prensa”, sonriendo de manera elegante, “no a ti. Sin
embargo, si estar casada con este hombre maravilloso significa verme en
alguna revista ocasional”, se deja caer bajo su protección, “merece
muchísimo la pena”. El señor Rawlings incluyó que deseaba protegerla de
demasiada exposición. Después de todo, prefería mantenerse lo más
privado posible.

Mientras la pareja caminaba de la mano para compartir un recorrido


por su hogar, no era difícil imaginarse que una espléndida ceremonia de
boda podía celebrarse fácilmente entre esas paredes. El gran pasillo es
impresionante en esta tarde de febrero. La escalera central de dos pisos
ascendía a un descansillo con barandilla que parecía extenderse por varios
corredores. El techo, al menos otro piso de altura, tiene un gran
candelabro que ilumina el vestíbulo. El intrincado suelo de mármol se
extiende tras las escaleras hacia una sala de estar con ventanas. Estas
zonas fueron todas utilizadas durante la ceremonia. Más allá de la sala de
estar, que también contiene una magnifica chimenea, hay un cómodo
porche que la señora Rawlings dice que es uno de sus lugares favoritos de
su hogar. Le encanta leer y la luz del sol muchísimo. Incluso en los meses
de invierno, si no hace demasiado frío, puede disfrutar de los rayos del sol
en el porche. Sin embargo, es en el verano con las ventanas abiertas y la
brisa fresca cuando la habitación es ideal. No lejos de estas exquisitas
habitaciones hay un gran comedor que los recién casados dicen utilizar
muy a menudo. El señor Rawlings comentó que simplemente estar con su
mujer era una ocasión especial para una cena formal.

Más allá del porche, esta reportera pudo ver la extensión de su patio
trasero. Al parecer, durante la boda este contenía una gran carpa que
creaba la sala para su recepción. En este día, estuvo nevado y prístino. El
patio está encerrado por los árboles. Hoy, los árboles están desnudos y
uno puede ver en las profundidades del bosque, pero Anthony explicó que
en cuestión de meses las hojas verdes obstruirán la vista al bosque y el
césped parecerá un oasis. También señaló el porche, zona de la piscina y
patio. Está orgulloso de la casa que ayudó a diseñar a partir de los
recuerdos y las ideas de otras casas. Cree que el resultado es exquisito, y
esta reportera está totalmente de acuerdo.

El señor Rawlings también mostró a Vanity Fair su oficina en casa.


Como empresario que comenzó su fortuna con la Internet, parece
apropiado que su casa contuviera electrónica de alta tecnología. No sólo su
escritorio contiene múltiples pantallas de ordenador, sino que detrás de su
escritorio en la pared había también un collage de pantallas en segundo
lugar que solamente esta reportera ha visto en estudios de televisión. Su
oficina está decorada en un tono masculino de madera y cuero. Cuando se
le preguntó si a menudo trabaja desde casa, Anthony respondió que lo
hacía cuando podía. Le daba una excusa para estar cerca de Claire cuando
no estaba de un lado a otro. (Foto del señor Rawlings detrás de su
impresionante escritorio, trabajando en su computadora con pantallas
iluminadas detrás de él).

La señora Rawlings aprovechó la oportunidad para decirle a la


revista Vanity Fair un poco acerca de su reciente emprendimiento
filantrópico. Mientras trabajaba como meteoróloga, Claire vio el daño y la
devastación que los desastres naturales pueden causar a nuestro país.
Ella nunca imaginó que estaría en una posición en la que podía marcar
una diferencia para la gente, pero ahora lo está. Claire ha comenzado
recientemente a trabajar con la Cruz Roja de Iowa, la más grande de Quad
Cities, y de los Estados Unidos. Ha estado trabajando diligentemente para
facilitar sus esfuerzos de recaudación de fondos. La economía ha tenido un
efecto terrible en las reservas de la Cruz Roja. Estas son esenciales para
que la organización sea capaz de continuar sus esfuerzos diariamente, y
especialmente en caso de desastre. La triste realidad es que la reserva está
disminuyendo. Con las conexiones de Anthony y su comprensión de los
desastres y los recursos necesarios, esperaba ser de ayuda a la
organización. La admiración de Anthony hacia los esfuerzos de su esposa
era evidente en su expresión mientras discutía sobre el trabajo que la Cruz
Roja podría hacer con la financiación adecuada.

El recorrido continuó hasta el nivel inferior de la casa principal,


donde existe una gran acogedora habitación de entretenimiento /
recreación. Hay una mesa de billar, mesa de juegos, cómodos sofás y sillas,
una gran televisión de pantalla plana con cuatro pantallas más pequeñas
alrededor de ella, y un hermoso bar de caoba artesanal con azulejos
intrincados en la mini cocina detrás de la barra. Junto a esta habitación se
encontraba una sala de cine completa con asientos de lujo para seis, y una
pantalla lo suficientemente grande para veintiséis. La otra dirección de la
sala de recreación conduce a un gimnasio de ejercicio, con cada pieza de
equipo de ejercicio que quieres o necesitas. El señor Rawlings explicó que a
él le gustaba hacer ejercicio. Se encuentra necesitando quemar energía
después de un día de relaciones comerciales, que por lo general se
producen mientras está sentado. Vanity Fair observó que se veía en forma,
al igual que la señora Rawlings. Ella, sin embargo, dirige a nuestro equipo
a su entrenamiento favorito, una piscina cubierta completa con spa y
sauna. Claire Rawlings dijo que prefería la piscina al aire libre, pero
durante los meses más fríos, que son numerosos en Iowa, la piscina
cubierta era una alternativa ideal.

De vuelta en la sala de estar, Vanity Fair intenta una vez más


obtener más información sobre esta impresionante pareja.

(Foto de la pareja con abrigos de pie en los escalones de entrada de


su casa y otra de ellos sentados en el suelo ante una fogata en una
chimenea de dos metros. Noten el retrato de la señora Rawlings en su
vestido de novia encima de la chimenea).

VF: Señora Rawlings, ¿cómo se siente acerca de vivir en Iowa


después de vivir en Atlanta, Georgia?
Frotando las mangas de su jersey de cachemir suave, Claire
respondió: “Viviría en cualquier lugar con Anthony. Sin embargo, si él
eligiera un lugar más cálido sería genial”. Ambos sonríen. “En serio”
continuó, “crecí en Indiana. Iowa no es muy diferente. El Medio Oeste es
una zona preciosa. Me encanta el sol y el calor, pero el cambio de
estaciones y la novedad de cada primavera está en mi sangre. Dada mi
corta experiencia con Iowa, creo que es un estado maravilloso con gente
maravillosa.

VF: Se rumoreaba que, Anthony, querías sorprender a tu esposa con


su destino de luna de miel. ¿Es eso cierto?

Con una sonrisa, respondió: “Sí, he intentado con diligencia


sorprender a Claire para nuestra luna de miel. Y casi lo logré”. VF tuvo que
preguntar: “¿Casi?” Anthony miró a su esposa, ella continuó la historia.
“Él habría tenido éxito si no hubiera sido por el agente de la TSA en
Hawái”. La señora Rawlings se encontraba obviamente divertida por la
historia. “No me molesté en lo más mínimo. Buscaba saber el destino
desde mucho tiempo. Nadie iba a traicionar su confianza, sin importar lo
mucho que lo intentara. Así que después de llegar a Oahu, Hawái, todo lo
que sabía era que teníamos más que volar y cruzaríamos la línea de fecha
internacional”. Anthony intervino: “En realidad, ella pensó en eso a partir
de una pista” Y le guiñó un ojo a Claire. Ella continuó: “Por eso, cuando el
agente miró nuestros pasaportes y nos preguntó nuestro destino, no fui
capaz de responder”. Sonriendo, ella añadió: “Pero Anthony tenía que
hacerlo. Y fue entonces cuando me enteré que íbamos a Fiji”. (Foto
entregada por los Rawlings de los dos cenando en una terraza iluminada
con antorchas, con una magnífica puesta de sol y el mar en frente de ellos.)

VF: Señora Rawlings, ¿estaba satisfecha con la elección de destino


de su marido? Algunas mujeres quieren estar más involucradas en la
planificación.

“Eso puede ser cierto, pero mi marido planeó diez días de paraíso.
Fue increíble. Nunca he experimentado nada igual. Era un oasis tropical.
Sé que tenemos fotografías para su publicación, pero honestamente las
fotos no pueden hacerle justicia. El clima, la atmósfera, la cocina, la playa,
y acercarme a Anthony, sonriendo en sus grandes ojos marrones, su
compañía, todo fue un sueño. No estoy segura que el cielo se pueda
comparar.

VF: ¿Así que no le importó no estar involucrada en la planificación?


“Si todas sus decisiones son tan increíbles como nuestra luna de
miel, no me importa en absoluto“. Él la besó en la mejilla.

“He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho, olvidará lo que
hiciste, pero nunca olvidará cómo los hiciste sentir”.

Anthony añadió: “He tenido muchos años viviendo solo, tomando


mis propias decisiones, y haciendo todo para mí beneficio. He aprendido
que la gente recuerda la forma en que la haces sentir. Trato de trabajar
con eso en mente. Cuando negocio con alguien, se olvidarán de lo que digo
o lo que hago, pero no van a olvidar lo que les hago sentir. ¿Se sienten
importantes con el trato? ¿Se sienten centrados en la transacción? Quería
que nuestra luna de miel fuera especial porque me beneficiaría”. Su
sonrisa le pareció pícara a esta reportera. “Sin embargo, quería que fuera
especial para que Claire se sintiera especial y supiera lo importante que es
para mí”. Él, sin duda, tenía toda su atención durante su declaración, y
esta reportera imaginó su estancia en el paraíso.

El señor Rawlings parece tener el don de hacer que todos se sientan


especiales. Claire estuvo de acuerdo en que la ha hecho sentir especial
desde que se conocieron.

VF: A Vanity Fair le gustaría darles las gracias por tomarse el tiempo
para permitirnos entrar en su casa. Ahora, ¿es cierto que tiene otras casas,
además de esta?

Anthony respondió: “Debido a mis múltiples sitios de negocios y


horarios de viaje intensos poseemos unos apartamentos aquí y allá. Hace
que viajar sea mucho más fácil”. (Inserte cuadro de texto de propiedades
de bienes raíces de los señores Anthony Rawlings.)

VF: Señor Rawlings, su respuesta acerca de “nosotros” poseemos


trae a VF a otro tema más controvertido. ¿Puedo preguntar por el debate
en torno a la falta de un acuerdo prenupcial antes de su matrimonio?

“Preferiría que no lo hicieran. Sin embargo, la única manera de


detener los rumores es hacerles frente. Primero, déjame decir que no hubo
debate. No se consideró un acuerdo prenupcial, y mucho menos un
debate”. Tomando la mano de su esposa, continuó: “Estoy encantado de
que el mundo conozca a mi esposa. La señora Claire Rawlings es una
mujer increíble. No sabía quién era yo cuando nos conocimos. Me ha dicho
exactamente lo que piensa de mí o de mis acciones y no siempre de forma
amable. No anticipó una propuesta de matrimonio en esa fría” Sonrió a
Claire, “noche en Central Park. Confío en ella implícitamente. He trabajado
toda mi vida para construir un imperio de negocios. No significa nada sin
alguien con quien compartirlo. No sentía que fuera justo pedirle que
firmara algo que restringiría su alianza conmigo de ninguna manera. Es mi
esposa y yo soy su marido. Puede que no sea políticamente correcto decir
esto hoy, pero creemos en el para siempre, en la confianza y el amor. Un
trozo de papel no va a importar cuando seamos viejos y grises. Decidimos
juntos que nuestro compromiso es más fuerte que cualquier acuerdo legal”.
La señora Rawlings le apretó la mano. “Como dice en una película, ella me
completa”.

VF: Gracias de nuevo por el breve atisbo de su vida. A continuación


se muestra una cita que se recitó durante su ceremonia de bodas. Para
nuestros lectores, se entiende como una doble declaración a los dos, de
cada uno.

Te amo no solo por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy
contigo. Te amo no sólo por lo que has hecho de ti mismo, sino por lo que
haces de mí. Te amo por la parte de mí que sacas a la luz.

~Roy Croft

(Foto collage al final incluye fotos de la casa: salón principal, sala,


biblioteca, oficina, comedor, sala de recreación, gimnasio, sala de cine y
piscina cubierta. También se incluyen fotos de la boda: de la ceremonia, la
recepción, con el pastel, hablando con los invitados y bailando. Hay unas
pocas de Fiji, la isla privada donde la pareja se quedó, la playa, piscina,
terrazas y ducha al aire libre).

Claire leyó la copia y se imaginó las fotos que insertarían. Realmente


parecía perfecto.

Tres días después, el dieciocho de marzo, Tony sorprendió a Claire


con una larga escapada de fin de semana al Lago Tahoe. Las hermosas
montañas nevadas llenas de esquí, fuegos rugientes y café caliente hechos
para un gran escape. La estación de esquí, literalmente, a una milla sobre
el nivel del mar, tenía aire cristalino que impregnaba profundamente sus
pulmones. Las montañas proporcionaban las pistas de esquí más
increíbles con más de dos metros y medio en la base y la nieve recién caída.
Los majestuosos árboles altos de hoja perenne se inclinaban ante el peso
de la nieve que cubría cada rama. Su pequeño chalet privado tenía vistas
maravillosas, cálidas chimeneas, y ningún cocinero. Por primera vez en un
año, a pesar de los limitados suministros, Claire logró evitar que se
murieran de hambre. Con la intensidad de su ejercicio, dentro y fuera,
estaba satisfecha de que le gustara su forma de cocinar. Hace un tiempo
había oído un consejo. Comer es importante para mantener su fuerza.

Cálida, desnuda y cubierta con una manta suave, ella apoyó la


cabeza contra su pecho. Claire contemplaba la importancia de este fin de
semana mientras descansaban en el resplandor de su amor y el resplandor
de la chimenea. Hace trescientos sesenta y seis días había sido una
persona diferente en una vida diferente. No es que su vida ahora fuera
mala. Era sólo que la transición no había sido planeada, no deseada, y
bueno, brutal. Necesitaba escuchar la respuesta de su marido a la
pregunta en su mente.

—Tony, ¿por qué estamos aquí este fin de semana?

Ambos miraban el fuego crepitante, sus fuertes brazos rodeaban su


menudo cuerpo, y él tomó una respiración profunda y respondió:

—No te quería en casa en tu suite este fin de semana. Te quería en el


aire fresco. —Él sintió su pecho elevarse y luego caer y escuchó los
sollozos suaves. Maldita sea, el llanto era lo que trataba de evitar.
Acariciando su rostro en su pelo, la besó en la cabeza—. Si no hubiera
ocurrido, no estaríamos aquí ahora. Hay una razón para todo.

Con mucha ternura, la volvió hacia él y luego le dio la vuelta sobre


su espalda. Su pelo rubio se desplegó sobre la alfombra como un halo.
Bajó la mirada a su rostro angelical. Incluso con la humedad, sus ojos
eran impresionantes. Las lágrimas sólo hicieron el verde más intenso en la
luz del fuego. Tony no pudo evitarlo, era hermosa y la deseaba. Su pecho
desnudo empujó contra sus senos suaves. Él acarició sus mejillas rosadas
y hombros suaves mientras miraba sus ojos.

—No lamento que estemos juntos, pero lamento pensar… recordar


las cosas que…

Claire lo detuvo. Sacudiendo la cabeza, llevó su mano a la boca de él.


Dejó de hablar y le besó la mano, chupando suavemente la punta de sus
dedos.
—Por favor, Tony. No. No quiero recordar o pensar en eso. —Su voz
sonaba sorprendentemente estable a pesar de las lágrimas que ahora se
colaban por las comisuras de sus ojos—. Quiero pensar en el ahora.

—Pero debes saber…

—Todo lo que sé es que te quiero hoy. Te odié entonces. Es


demasiado contraste para que mi mente acepte. Quiero concentrarme en el
hoy.

—Te amo también hoy. Dime qué puedo hacer para ayudar. Claire,
lo que quieras, es tuyo.

No podía quitar sus recuerdos. Eso era lo que quería más que nada.

—Te quiero. Quiero que me ames y me llenes de tantos buenos


recuerdos que no tenga espacio para los demás. —Besó a su marido—.
Tony, lléname por completo.

Claire no pensaba. Su cuerpo estaba en control; más exactamente,


fuera de control, moviéndose en sincronía con el deseo. No pensaba,
porque temía que si lo hacía sería sobre el pasado y no el presente. En
cambio, entregó su cuerpo y su mente a su marido. Hubo un tiempo en
que había tratado de guardar su mente, pero ya no. Él los poseía.

Sus labios encontraron su piel suave y observaron cómo


respondieron sus ojos. Quería ver la chispa, que estuviera allí. Brevemente
pensó en el dicho de el fin justifica los medios. Si eso fuera cierto, entonces
él no lo lamentaba. En sus brazos, debajo de su cuerpo, respondiendo a su
toque, estaba la mujer que había visto durante tanto tiempo. Chupó sus
pezones duros, y ella gimió profundamente, deseando, no, necesitándolo.
En ese momento y hora, lamentó que no fuera en absoluto lo que él estaba
sintiendo.
38
Nada mejora la memoria más que tratar de olvidar.
~Desconocido.

Traducción por Mikiliin. & Becca Herondale

Estaba sucediendo de nuevo. Las sábanas de satén goteaban de


sudor mientras Claire jadeaba en busca de aire. Temblando, se concentró
en inhalar y exhalar, convenciéndose a sí misma que podía respirar. Esto
sólo fue un sueño o una pesadilla. Una vez más, nunca recordaba las
escenas, sólo la terrible sensación de desamparo. Siempre terminaba
cuando oía el pitido y se despertaba. Era el mismo maldito pitido que
había oído cuando llegó por primera vez. Significaba que su suite estaba
cerrada. Cuando los sueños empezaron, podía darse la vuelta, encontrar a
su marido durmiendo, acurrucarse junto a él, y volver a dormir. Ahora
regulando su respiración, ella sabía que no era posible. Como tantas veces
antes, ella necesitaba levantarse de la cama y completar su nueva rutina.

La respiración constante a pocos centímetros de distancia le dijo a


Claire que Tony estaba durmiendo pacíficamente. En silencio, levantó las
mantas y salió de la cama. Sus manos temblaban mientras se ataba la
bata y andaba de puntillas hasta la puerta del pasillo.

—Esto es tonto —susurró mientras sus pies cruzaron la exuberante


alfombra. Sin embargo, era ahora su realidad. Ella sabía que dormir no
sería posible sin completar esta nueva rutina. Agarrando la palanca
metálica, tiró, y la puerta se abrió fácilmente. La cerró y salió al balcón.
Moviendo las cortinas a un lado, la puerta francesa se abrió sin dudarlo.
La ráfaga de aire fresco llenó la habitación y sus pulmones. Caminó a
través de la apertura, suavemente cerrando la puerta detrás de ella.

Su cuerpo empapado de sudor disfrutó la brisa de la noche fresca.


De pie junto a la barandilla, inhaló el aire primaveral y levantó su pelo
para secar el sudor de su cuello. No era que ella quería recordar los
sentimientos de hace un año. En verdad no lo hizo. Cuando ella daba un
paso en un patio, terraza o en el patio trasero y los recuerdos comenzaban
a surgir, ella podía detenerlos. Era en la noche mientras dormía que la
compartimentación de su entierro volvería. Luego, en los minutos o las
horas que seguían, intentaría calmar su miedo persistente. Era del que
trataba mantener lejos, el terror de que en cualquier momento, sin previo
aviso, la historia podría repetirse. La comprensión repugnante que ella
sería completamente incapaz de pararlo era lo que le robaba el sueño.

El cemento fresco bajo sus pies la trajo de vuelta al presente. Se


estremeció, tirando su bata de cachemira con más fuerza, y deseó haber
agarrado pantuflas. Pero el temblor no fue causado por el frío. Sabía que
era su sueño. Mirando hacia arriba, notó el cielo de terciopelo negro
despejado salpicado de estrellas. Distraídamente, pensó, es por eso que la
temperatura descendió.

Suspirando, cayó en una silla. Este conocimiento no tendría


importancia otra vez. Su trabajo era su nombre, la señora Anthony
Rawlings, la meteorología se había ido, para siempre. Había dejado la suite
en un pánico tal que no había mirado el reloj. Realmente no importaba, el
sueño estaba fuera de su alcance. Tirando de sus piernas hacia su pecho y
cubriéndolas con su suave bata comenzó su sesión de terapia mental. Su
frecuencia cardíaca todavía rápida le dijo que esta noche iba a durar horas
en lugar de minutos.

La auto-terapia consistía en una lista mental de razones por las que


sus pesadillas eran ridículas y no tenía ninguna base para sus temores.
Claire creía que si podía convencer a su yo consciente, su subconsciente
se vería obligado a estar de acuerdo. Cuando ella permitió a su mente
regresar a la primavera de un año atrás pudo racionalizar que ahora su
vida era significativamente diferente. Ahora tenía más libertades de lo que
había experimentado desde su llegada.

Tony se mantuvo fiel a su palabra acerca de sus e-mails. Incluso


decidió que ella necesitaba su propia dirección,
[email protected]. Esto hizo más fácil imprimir. Él también
estuvo correcto acerca de las numerosas solicitudes de entrevistas, dinero,
y avales que recibió diariamente de personas que nunca había conocido.
Tener a Patricia recibiendo esas peticiones fue fácil. También recibía
emails personales. Y ahora tenía opinión en las respuestas. En general,
cuando le preguntaba a Tony estaba de acuerdo a las solicitudes con
respecto a Courtney, Sue, Bev o Mary Ann. Si él tenía otros planes para el
día en cuestión, esto ocurría de vez en cuando, sus planes triunfaban.
Pero el acto de pedir era la parte crucial de sus negociaciones. Si ella
quería responder a alguien o ir a algún lugar, como él había dicho hace
muchos meses, ella simplemente necesitaba preguntar. Se había
acostumbrado a este componente. Era un recordatorio diario de la
autoridad de Tony.

Con respecto a esa autoridad, no se imponía como lo había hecho


hace un año atrás. Ella razonó que tal vez era porque su conducta no
justificaba ese tipo de implementación. No importa la causa, la vida era
innegablemente mejor.

Mirando la luna sobre los árboles en ciernes, Claire se recordó a sí


misma de las salidas que había disfrutado recientemente. Habían incluido
almuerzos en Iowa City, reuniones de la Cruz Roja en Davenport y
compras en Chicago. Hace unas semanas, Mary Ann sugirió un día para
ponerse al día en Nueva York mientras ella y Eli estaban allí por negocios.
Tony revisaba todos los mensajes de correo electrónico antes que Claire y
ella no esperaba el permiso de pasar un día en Nueva York, pero preguntó.
Sorprendentemente él accedió. Sonriendo y sintiendo su pulso lento, lo
recordó ofreciéndole un jet de la compañía y volar a un hermoso día de
abril en Nueva York. Todas las mujeres pasaron un maravilloso momento y
ella llegó a casa antes de las siete. Él llegó a casa primero, pero ella estuvo
allí para la cena. Él no fue infeliz.

Calmándose, escuchó la voz en su cabeza y la suave brisa que


soplaba su cabello, recordando una reciente libertad inesperada.
Secretamente codiciando el pelo castaño que seguía tratando de volver, le
informó a Tony que necesitaba una cita para mantener el rubio. Él dijo que
no tenían planes durante la noche en un futuro próximo, así que solo
debería ir. Si él tenía el avión privado, ella podía tomar uno de los aviones
de la compañía, sólo debía planear estar en casa antes de la cena.
Conmocionada, se recordó cuestionando:

—¿Estás diciendo que puedo ir por mi cuenta?

—Mi querida Claire, ¿hay alguna razón por la que no deberías?

Le aseguró que no la había. Él o Patricia arreglaron la cita, y Claire


fue al aeropuerto y se subió a un avión de la compañía ella sola. Aterrizó
en Chicago, tomó un taxi que esperaba a la Torre Trump, donde pasó el
resto de la mañana siendo mimada. Luego comió el almuerzo e hizo
compras por unas horas y regresó a casa. Sonrojándose en el aire frío de la
noche pensaba en estar de vuelta en su habitación antes de las seis y
cómo ella hizo todo lo posible para demostrarle a su esposo el significado
de una declaración que había hecho meses antes: volver a casa a una
esposa que quiere estar en casa es mejor que volver a casa a una esposa
que tiene que estar en casa. Él lo captó bastante rápido, la primera
indicación fue la chispa en sus ojos color esmeralda y la siguiente pista
implicó una bata de satín negro y un expectante baño caliente. A decir
verdad, no podía recordar comer la cena en toda la noche.

Los párpados de Claire le recordaron que ella debería estar


durmiendo. Deslizándose nuevamente dentro de su suite y bajo las mantas,
pensó en el hombre que yacía a su lado. Continuaba siendo una paradoja.
El hombre que Claire conoció cuando llegó por primera vez no había
mostrado su personalidad desde su accidente. Sabía que todavía estaba
aquí, ese conocimiento por sí solo era la motivación para obedecer sus
reglas. Le habían dicho muchas veces que su promesa de mantener esa
personalidad alejada dependía de su capacidad para comportarse
adecuadamente. El estrés de esa realidad e imprevisibilidad se alzaban
omnipresentes.

El hombre que trabajó para cortejarla, para convencerla de que era


importante, deseable y amada aún existía en una forma silenciada.
Todavía era atento, presente, y siempre sexual, pero estaba ocupado con el
trabajo y, a menudo preocupado. Eso era comprensible. Él era un hombre
de éxito con muchos incendios que atender.

Era su necesidad por la completa supremacía sobre todos los


aspectos de su vida lo que se sentía agobiante e insoportable. Claire tenía
la teoría de que ésta era la causa de la asfixia que usualmente
acompañaba sus pesadillas. Él tenía compañías, puestos de trabajo y el
sustento de la gente en su lista de responsabilidades. El hecho de que
controlaba sus idas, venidas, e-mails, cabello y vestimenta a menudo
parecía ridículo.

Intentando detener el aumento de su presión arterial, se recordó a sí


misma que no importaba qué, ella lo amaba. Podía enfurecerla un
momento, haciéndola sentir menos que un humano. Y al siguiente, podía
hacerla sentir como si el mundo giraba sólo porque ella le importaba. Era
sólo que esas dos emociones contradictorias podían venir muy juntas y en
cualquier orden. Mientras Claire recordaba que reconoció aquel parecido
hace un año, su estado de ánimo, libertades, y el sentido de la autoestima
parecían tener un denominador común, Anthony Rawlings.

Mientras esa comprensión la golpeó, él rodó hacia ella, la envolvió en


sus brazos; y aunque todavía dormía, murmuró:

—Mi amor, estás tan fría. Acércate. —Se derritió contra su cálido
pecho. En este instante, la hizo sentirse segura y amada. Cerró sus ojos y
se quedó dormida.

Mientras la primavera florecía en verano, su mayor fuente de


discordia siguió siendo su familia. Aunque le encantaba escuchar de Emily,
ver su nombre en un e-mail hacía a su estómago revolverse. Casi siempre
venía acompañado por penetrantes ojos oscuros. A veces elegiría tener a
Patricia respondiendo en lugar de sí misma. Había días y circunstancias
en los que la comunicación no merecía la pena el conflicto. Dependía de
las palabras de Emily, algo de la motivada determinación de Claire más
que otras. Sus llamadas con Emily siempre estaban monitoreadas. Esa fue
una realidad que no discutió. Si lo hacía, resultaría en la pérdida de toda
la comunicación. El no necesitó deletrearle eso. Lo sabía tan bien como
sabía que sus libertades eran vulnerables a sus caprichos.

Desde la llamada después de la entrevista, Claire habló con Emily


aproximadamente cada tres o cuatro semanas. Escuchaba de Emily al
menos una vez a la semana a través de e-mail. Después que Claire tuviera
su propia dirección de correo electrónico, las notas de Emily eran más
informativas. Claire escribiría a mano su respuesta. Entonces era
aprobado y enviado por Patricia. Si Emily cuestionaba la habilidad de
Claire para hacer algo, ella profesaría sus libertades mientras Tony
evaluaba cada palabra.

El mismo Tony fue el que sorprendió a Claire con el fin de semana


largo en el lago Tahoe. Y el fin de semana del Memorial Day3, organizó una
escapada a San Francisco. A pesar de que ahí se encontraron con Eli y
MaryAnn para cenar en un exclusivo club nocturno con una magnífica
vista de la bahía y el puente. Al día siguiente, después de un romántico
viaje por la Autopista Uno en un convertible rentado, pasearon de la mano
en la playa en Big Sur. La fuerza y el rocío de las olas golpeando las

3 Memorial Day: El Día de los caídos en guerra o Memorial Day es una fecha
conmemorativa de carácter federal que tiene lugar en los Estados Unidos de América el
último lunes de mayo de cada año, con el objeto de recordar a los soldados
estadounidenses que murieron en combate.
enormes rocas a lo largo de la orilla del océano asombraron a Claire. No
era como el Golfo de México o incluso las tranquilas aguas de Fiji. En su
lugar, le recordaba a las escenas de playa en las películas. Durante estas
excursiones, la hacía sentirse como una estrella. En su último día en San
Francisco, fueron a hacer turismo, ningún viaje a Alcatraz fue planeado o
incluso discutido.

Él también tenía un viaje de negocios de dos semanas a Europa


previsto para finales de julio. Esta vez la quería con él. Extrañamente, le
pidió que lo ayudara a hacer los planes de turismo. Visitarían Italia, Suiza
y Francia. Él tendría reuniones, pero prometió tener tiempo libre para su
esposa. Claire pasó horas en la biblioteca mirando libros sobre destinos,
museos y lugares de interés. El Internet habría sido más fácil, pero
encontraba imágenes increíbles e información en los libros.

El trabajo con la Cruz Roja se desaceleró. Su calendario estaba


planificado y su objetivo establecido. Ahora era una cuestión de
implementación. Courtney tenía otros miembros en su comité. Dividieron
los eventos: Claire era presidente de una subasta silenciosa prevista para
octubre. Ella redactó cartas solicitando donaciones, y Patricia las enviaba
a los socios prominentes del señor Rawlings. Las cartas solicitaban
donaciones de parte de la Señora de Anthony Rawlings. Tony ya había
traído muchas respuestas positivas a casa. Claire aseguró un salón de
baile en Bettendorf, donde la subasta se celebraría simultáneamente con
un evento de degustación de vinos. Incluso arregló para que el vino y el
servicio fueran donados, creyendo que un poco de vino podría ayudar a
aumentar las ofertas. Courtney parecía genuinamente complacida y
agradecida por la ayuda de Claire.

El calor de verano creó el clima que Claire disfrutaba más. Con


satisfacción pasaba muchos de sus días en casa en la piscina o en su lago.
Cuando comenzó el verano, Tony dudó en aprobar sus viajes al lago. Él
había estado allí. Sabía lo lejos que estaba de la casa. ¿Qué tal si un
verdadero accidente ocurría? Al principio, ella se arrepintió de su decisión,
pero luego decidió que sí valía la pena la lucha. Su lago había sido su
refugio. Con determinación, un domingo de principios de junio, buscó la
libertad para ir de excursión. Tony finalmente accedió, diciendo que quería
estar molesto, pero era el recuerdo de su emoción durante su visita de
febrero lo que le hizo ceder.
Le pidió que se uniera a ella. Él tenía otros planes para su día, pero
estuvo de acuerdo. Trajeron una manta, un picnic empacado por
Catherine, y agua. Cuando llegaron a la orilla, Tony parecía entender por
qué le encantaba el sitio. No se parecía en nada a como lo fue en febrero.
Los colores del verano contrastaban crudamente la blancura de su última
visita. Aunque no era grande, el lago brillaba y resplandecía con
tonalidades de azul creadas por el reflejo del cielo zafiro. Los árboles que
rodeaban el lago eran exuberantes, llenos, y verdes.

Los que estaban en el bosque también lo eran, creando un laberinto


que Tony esperaba que Claire realmente pudiera navegar. Él escuchó los
sonidos de la orilla del lago. En cuarenta y seis años, nunca se había
detenido a escuchar a las olas lamer la tierra. El constante ritmo, sush,
sush, sush, combinado con la suave brisa de los árboles lo tranquilizaron
de una manera que no podía describir. Extendió la manta en la orilla bajo
la sombra de un árbol e invitó a Claire a unírsele. Ella desempaquetó su
almuerzo y se sentaron en silencio.

Al principio, Claire se preocupó, creyendo que podría estar molesto


por su imprudencia. Luego dejó de preocuparse y lo miró, realmente miró
a su rostro, estaba tranquilo. Pensó en lo que vio: Anthony Rawlings, el
magnate multimillonario y empresario, un hombre en completo control de
todo y de todos. Claire esperaba que tal vez ella fuera testigo de este noble
hombre viéndose a sí mismo como parte de un gran cuadro. Tal vez por
primera vez, él no se estaba viendo como el centro. Como no quería romper
el hechizo, lo dejó sentarse sin molestarlo.

Algún tiempo después, Claire había perdido la noción del tiempo,


Tony finalmente habló.

—Esto es hermoso. Esto está aquí en nuestra propiedad y nunca lo


he visto, no sí. —El sol brillaba y lanzaba destellos como prismas de luz y
color bailando sobre el agua. Habiendo tomado los sándwiches de la cesta,
Claire partió un pedazo de pan y lo tiró al agua. Tony rio mientras
nadaban pececillos para devorar su festín recién descubierto. Sonrió hacia
su marido. La sonrisa de ella irradiaba en sus ojos, podía sentirlo. Sus ojos
chocolate miraron desde el agua hacia ella. Se inclinó hacia ella.

—Gracias.

—¿Por qué?
—Por mostrarme lo que me he estado perdiendo. He estado tan
orientado a objetivos, tan determinado, me he perdido mucho. —Ella se
acercó más y le ofreció su sándwich—. En realidad no tengo hambre
todavía, ¿y tú? —Sus manos estaban explorando su clavícula, provocando
que la piel de gallina subiera por sus brazos.

—Creo que puedo esperar.

Las horas de luz casi habían llegado a su punto máximo. El solsticio


de verano estaba cerca. Entre explorar el lago, costa, vida silvestre y el uno
al otro, se encontraron todavía en la orilla cuando el sol empezó a ponerse.
Estaba bien. Claire sabía que esta vez no habría ningún castigo o
accidente cuando llegara a casa. Esta vez, estaba a salvo. Se sentaron y
observaron la pelota carmesí, mientras sangraba un brillo de cerezo en el
cielo, desapareciendo lentamente detrás de la línea de árboles
ensombrecidos en el otro extremo del lago.
39
Sólo hay un camino a la felicidad y es cesar de preocuparnos por
cosas que están más allá del poder de nuestra voluntad.
~Epictetus

Traducido por Malu_12 & Mae

La educación de Claire con respecto a las responsabilidades de la


señora de Anthony Rawlings continuó durante los meses de verano. Ahora
tenía la responsabilidad de entretener a socios de negocios de Tony. Como
soltero, eso no era esperado en estas reuniones. Sin embargo, ahora con
una esposa a su lado, Shelly sentía que ese toque personal beneficiaba al
señor Rawlings. “Ellos” organizaban múltiples compromisos de cena. El
cuatro de julio, se celebró una gran fiesta de barbacoa/piscina para
muchos de los socios de Tony en la finca en Iowa. Entre los invitados
estaban los que había conocido brevemente en su boda y los que nunca
había conocido. Tony le presentó a cada uno de ellos, y se acordó muy bien
de nombres y caras.

Su descripción de su trabajo seguía siendo el mismo que catorce


meses antes: ser perfecta. Para lograr su objetivo, tenía que ser bella,
amable, alegre y agradecida. Ahora había otro requisito: ser la más amable
anfitriona. Sorprendentemente, Claire no encontró estas nuevas tareas
difíciles. Para la mayoría de la gente una cena, barbacoa o fiesta en la
piscina requerirían planificación, limpiar, cocinar, preparar y desarmar.
Para la señora Rawlings, ese no era el caso. Todo ocurrió sin ella
involucrada. Invitaciones salieron, confirmaciones de asistencia fueron
contadas, comidas planeadas, casa o apartamento limpiados, comida
preparada, mesas y decoraciones puestas, comida servida, y
milagrosamente, todo limpiado al día siguiente. Ella sólo tenía que estar
presente, siempre atenta a sus invitados, y lo más importante, atenta a su
marido.
La primera experiencia entretenida ocurrió en su apartamento de
Nueva York. Organizaron una íntima cena para diez. Los nervios de Claire
fueron sacudidos antes de los entremeses. Tal vez fue la charla entusiasta
de Tony por las apariencias, la responsabilidad de ser su esposa, y la
inaceptabilidad del fracaso público. Sin embargo, y aun usando la ropa
que él eligió, el pelo en el estilo que él sugirió y actuando tan obediente
como pudo, la noche avanzaba sorprendentemente bien. Su talento para
recordar nombres, caras, hechos, y su intuición para saber cuándo no
interrumpir charlas de negocios sin dejar de entender cuándo aumentar
una pequeña charla, consiguió que todos se sintieran cómodos. Después
de que los invitados se fueron, Tony envolvió suavemente su brazo en su
cintura y le susurró al oído:

—Estuviste magnífica.

Eso hizo toda la diferencia. A partir de ese momento, cuando se


enteraba de una reunión inminente, no tenía más que una meta:
complacer a su marido. En algunas ocasiones, estarían en lados opuestos
de una habitación y ella se giraría de una conversación para observar sus
ojos. La presencia de pupilas bordeadas de marrón fortalecería su
determinación para llevar a cabo su papel a la perfección. Rara vez
descubría huecos negros. En esas ocasiones, se excusaba de su actividad
actual y trataba de descubrir la fuente de su infelicidad. Una vez
descubierta, sería su responsabilidad corregir el error. Asumir esta
responsabilidad de ser la señora de Anthony Rawlings la familiarizaba con
muchos de sus asociados y la hacía sentirse menos sola. Conoció a la
gente con la que Tony interactuaba diariamente.

En realidad, podría haber sido un hermoso accesorio pero ella creía


que proporcionaba un activo importante para sus relaciones públicas. La
ventaja era que seguía asombrando a Tony por sobresalir en cualquier
obstáculo que pusiera delante de ella.

Una semana antes de que necesitaran estar en Francia para las


reuniones de Tony, le informó a Claire que pasarían algunas noches en la
ciudad de Nueva York antes de su viaje. Podía trabajar en la oficina de
Nueva York y disminuir su tiempo de viaje a París.

La investigación de Claire descubrió numerosos lugares de interés


que ansiosamente anticipaba ver en Francia. Empezaba en París, donde
tenía dos días de reuniones. Quería ver la Torre Eiffel, el Louvre, Muse'e
d'Orsay, la catedral de Notre Dame y el Arco del Triomple entre otros
lugares. Ella le dijo a Tony varias veces lo emocionada que estaba de estar
involucrada en la planificación de sus actividades. A continuación, él le
prometió dos noches en el sur de Francia, uno de sus destinos favoritos.
Tenía planes especiales para este destino. Había leído acerca de Cannes, la
Riviera francesa, y Mónaco, pero de buen grado confiaba en sus decisiones.

A continuación, irían a Italia. Sus reuniones eran en Roma y


Florencia. Tendrían la oportunidad de visitar museos y monumentos en
ambas ciudades. Sus dos solicitudes fueron el Vaticano y la Galleria dell’
Academia, el museo que albergaba el David de Miguel Ángel. Tony
prometió que David no tenía nada que ella no hubiera visto antes.

Él quería ver la isla de Sicilia. El agua, dijo, era hermosa. La


coloración azul rivalizaba con Fiji. Él sonrió con picardía y le hizo saber
que el nudismo era una práctica aceptable allí. A Claire no le gustaba la
idea de tomar sol desnuda con multitudes de personas. Después de una
sonrisa traviesa, Tony estuvo de acuerdo. No quería que otros vieran lo que
él tenía el placer de ver cada vez que lo elegía.

Sus últimas reuniones eran en Suiza. Necesitaba estar en Ginebra e


Interlaken. Le explicó que si ella disfrutaba de la belleza y el esplendor de
las montañas rocosas en el lago Tahoe ella se maravillaría con los Alpes
suizos. Eran magníficos. Sabía que ella iba a amar todo lo que la
naturaleza tenía que ofrecer en Suiza.

Cuando Tony habló sobre su viaje, expresó su deseo de pasar más


tiempo en Europa.

—Quiero mostrarte tantos lugares. Ni siquiera estamos planeando ir


a Venecia. Un paseo en góndola es una de las aventuras más románticas.
Y qué decir de Londres, ¿no quieres ver el Palacio de Buckingham?

—Tenemos la eternidad para visitar esos lugares. —Mientras él


hablaba sobre las ciudades y sitios, sus ojos bailaban con entusiasmo. Su
entusiasmo por compartir algo con ella significaba más que el viaje en sí.

El martes, antes de su salida programada, se sentaron en su suite,


con Claire revisando correos electrónicos y Tony trabajando en su
computadora portátil. Sólo necesitaba responder los e-mails que sentía
que merecían algo personal, de cualquier tipo. Leyó cada uno y, finalmente,
llegó a uno de Emily. Esperaba verlo. El último había sido hacía una
semana. Éste contenía nueva información. No era sólo el “quiero verte”.
Para: Claire Rawlings [email protected]

De: Emily Vandersol [email protected]

Fecha: 19 de julio 2011

Asunto: Hola.

Hola, Claire, ¿cómo están tú y Anthony? Nosotros estamos muy


bien. Estoy en vacaciones de verano, ya sabes. Sería genial ver a
mi hermanita, pero de todos modos, sé lo ocupada que estás. ¿Cómo
han ido las cosas con esa cena? Todavía me sorprende. ¡Diste una
fiesta en tu casa! Nunca lo habría adivinado. De todos modos, ¿no
dijiste que ustedes dos se iban de vacaciones? Escuché algo en la
televisión acerca de que estás en otra isla privada. ¿En serio?
¿Te has ido? Nunca sé qué creer. Pero quería hacerte saber que
John y su socio tuvieron una gran victoria en los tribunales
recientemente. Hicieron una gran impresión en los socios. Por no
hablar de algo de dinero grande también. Nos han invitado a varias
cenas y John ha tenido algunos “almuerzos” con algunos de los
socios recientemente. Está buscando como todos que sus horas de
trabajo duro den sus frutos pronto. Me encantaría saber de ti. Por
favor, envíale a Anthony nuestro amor. ¿Cómo es Iowa? Tengo un
poco de tiempo, ¿tal vez tú y yo podríamos vernos en persona? ¿O
estás demasiado ocupada para tu hermana mayor (estoy tratando de
hacerte sentir culpable)?

Te amo,

Em

Claire leyó, suspiró, y escribió en la parte superior: “Patricia, por


favor, responde”, y luego se trasladó al siguiente. Podía sentir los ojos de
Tony penetrarla a consciencia. Él había leído. No necesitaba discutir los
contenidos, no respondería nada. Levantando la mirada lo vio a los ojos y
respondió:

—No quiero tratar con ello, ¿de acuerdo? Estoy demasiado


emocionada sobre nuestro viaje.
Él se encogió de hombros.

—Bueno, eso está bien. Sólo pensé que tal vez querrías verla a ella y
a John mientras estamos en Nueva York antes de nuestro viaje. A mí me
suena a que se viene una cena de celebración para tu cuñado.

Claire miró a Tony con incredulidad.

—¿Estás sugiriendo que nos encontremos con ellos este fin de


semana antes de irnos a Europa? —Ella observó su reacción. No hubo
ninguna. Continuó leyendo en su computadora portátil y haciendo notas
en su iPad—. Por favor, no te burles de mí.

Su sonrisa parecía genuina.

—No estoy bromeando. Si eso hace feliz a mi esposa mientras nos


dirigimos a nuestra aventura en europea, puedo sufrir unas pocas horas
del Señor Maravilloso.

Ella se levantó de la mesa y se dirigió a él en el sofá.

—¿En serio? ¿Puedo, por favor, llamarla y ver si están disponibles?

Dijo que podía, pero primero tenía algo que quería hacer. Ella
llevaba un vestido de color rosa claro. Sus manos comenzaron a vagar bajo
el dobladillo, por sus muslos y a su destino deseado. La cena y la llamada
telefónica tendrían que esperar.

***

Llegaron a Nueva York el jueves por la noche y planearon irse el


domingo a París. Tony pensó que Claire podría necesitar hacer compras
antes de su viaje, pero ella le aseguró que había hecho suficiente
investigación para saber que podía hacer mucho de eso en París, Italia y
Suiza.

Tony rio.

—Eso incluso me asusta, Señora Rawlings, creo que está volviéndose


demasiado buena en esto de ir de compras.

Organizaron ver a John y Emily el sábado por la tarde en un


restaurante en Newburgh, una pequeña ciudad pintoresca en el río
Hudson, a medio camino entre Nueva York y Troy. Tony dijo que su
apartamento podría prestarse a una visita más larga de lo que él quería.
Claire sabía que esto era difícil para él y apreciaba su honestidad. Además,
le gustaba la idea de un lugar público. Tony nunca hacía o decía algo en
un lugar público que pondría en peligro su imagen. Ella sabía que no
importaba cómo progresara la cena, iba a cosechar las consecuencias,
negativas o positivas. Sin embargo, ver a Emily y John por primera vez
desde su boda valía las consecuencias de la elección de Tony. Podía
soportar una noche. Mañana saldrían para Europa.

Cuando salieron del edificio de apartamentos, NYC era sofocante. El


aire entre los edificios altos se asentaba inmóvil con el calor, el ruido, y el
olor de los automóviles. El sol de julio penetró sus gafas de sol, por lo que
causó que sus ojos se desenfocaran después de la penumbra del vestíbulo.
A ella le gustaba la ciudad, pero ahora pensaba en la tranquilidad del
campo de Iowa. Mientras conducían la hora y media en auto, Claire estaba
agradecida por los vidrios polarizados y aire acondicionado de la limusina.

Durante el viaje, Tony trabajó en su último proyecto mientras ella


trataba de leer. Había empacado muchos libros para su viaje. Entre vuelos,
viajes en auto y esperar por Tony, preveía una cantidad significativa de
tiempo de inactividad. Las palabras en la página no tenían sentido. Leyó y
releyó, pero sus pensamientos estaban millas por delante en el restaurante.
Habían pasado siete meses desde que estaban juntos. Ella quería que
fuera bien. Sin embargo, temía abrumadoramente que no lo hiciera.

Tratando desesperadamente de ignorar la aparición de otro dolor de


cabeza, anticipaba problemas. ¿Y si John decía algo? ¿Qué pasaba con el
tema del trabajo? ¿Qué pasaba si Emily seguía con sus preocupaciones
anteriores? Su mente corrió a través de esas situaciones y más. Si era
posible, consideraba cómo podría solucionarlas. No siempre funcionaba,
pero tener respaldos hizo que Claire se sintiera mejor.

Estaban a una hora de Newburgh cuando Tony rompió el silencio.

—Claire, por favor, para.

Impresionada, se volvió hacia él.

—¿Parar qué? Estoy leyendo.

—No, no lo estás. Estás suspirando, moviéndote inquieta, y


estresándote por cosas sobre las que no tienes control.

—Lo siento. Sólo quiero que esta tarde vaya bien.


—¿Estás pensando en hacer o decir algo malo?

—Por supuesto que no.

—Déjame decirte acerca de este proyecto en el que estoy trabajando.

Ella realmente no estaba interesada, pero él raras veces se ofrecía a


compartir. Cerró su libro.

—Está bien.

—Hay perspectivas en una empresa. En realidad, un negocio familiar


en Pennsylvania que en algún momento empleó a más de setenta y cinco
personas. Hoy emplea a cuarenta y seis. No me importa esta empresa o
empleados, pero he invertido significativamente en su principal competidor.
—Claire definitivamente no veía la conexión con su almuerzo, pero ella
asintió y respondió:

—Está bien.

—Cuando se fundó, el presidente tomó maravillosas decisiones


originales. En los últimos cinco años, las riendas han decaído, y las
decisiones han sido menos fortuitas. El presidente ahora está tratando de
vender la empresa, reconociendo el clima económico. Necesitan dinero
para continuar, los bancos no prestan dinero. Si no vende, las puertas
probablemente se cerrarán en los próximos dos años. —Todavía pérdida,
mantuvo contacto con sus ojos y asintió, él continuó—. Estoy pensando en
una oferta muy baja. El beneficio para mí es reducir la competencia. Si mi
oferta es aceptada, las puertas se cerrarán inmediatamente. De acuerdo
con mis contadores, la empresa en la que ya estoy invirtiendo se proyecta
a aumentar las ventas en más del 18 por ciento inmediatamente después
de la clausura de esta empresa. Esto significa que cosecho beneficios.
Proyectan que mi riesgo en esta empresa se recuperará con los beneficios
en menos de dos años. Los beneficios a largo plazo son cada vez más
fiscalmente gratificantes. ¿Qué piensas que los empleados de la Compañía
Pennsylvania esperan que vaya a pasar?

—Quieren que su empresa siga adelante, o sea vendida a alguien


que va a mantenerla funcionando.

—Bueno, ¿por qué? —dijo Tony.

—Así van a mantener sus puestos de trabajo.


—La gente en la planta de fabricación, custodios, y secretarios no
jugaron ningún papel en las decisiones que ahora tendrán consecuencias
directas en sus vidas.

—Sí, pero tienen familias, deudas y responsabilidades. —Claire


pensó en las decisiones diarias de Tony y el largo alcance de su impacto—.
Y estoy segura que todos están preocupados.

—Exactamente, al igual que estás preocupada acerca de esta tarde.


¿Qué pueden hacer las personas en esa planta para ayudar a su situación?

Claire pensó en ello.

—Nada. No está en sus manos. —La realidad la puso triste. No por


ella, la situación de repente parecía trivial, sino para esas cuarenta y seis
personas.

—Correcto de nuevo. Has hecho todo lo que se puede hacer. —Ahora


estaba hablando de esta tarde—. Has hecho mucho más de lo que nunca
imaginé posible. Continúa comportándote como lo has hecho. Si Emily o
John hacen o dicen algo, es su hacer, no el tuyo. —Pensó en las palabras
de John en el pasado y cómo ella había experimentado consecuencias, al
igual que esas personas lo harían.

Tony comenzó a leer de nuevo, pero Claire tenía preguntas.

—¿Tony? —Él la miró y alzó las cejas—. Lo siento, pero tengo


algunas preguntas.

—Adelante.

—Así que, ¿estás diciendo que las acciones de las personas que no
tienen el control no tienen ninguna consecuencia?

Cerró la pantalla de su portátil.

—¿Estamos hablando de Pennsylvania o de aquí?

—Vamos a empezar con Pensilvania.

—No. Sus acciones pueden tener un gran impacto. Mucho depende


de la meta de la persona que tiene el control. Digamos que alguien más
con el capital decide estar interesado en esta empresa. Lo más probable es
que visite ya sea personalmente, o como yo lo hice, envíe un enviado para
investigar la empresa. Si los empleados son muy trabajadores, leales, y si
este inversor está interesado en mantener las puertas abiertas, sus
acciones serán una parte importante de la ecuación cuando se tomen esas
decisiones. Su actitud en realidad podría determinar si su empresa va o no
a permanecer abierta. Por el contrario, si los empleados están
insatisfechos y descontentos, los inversionistas interesados en el
mantenimiento de la empresa huirán. —Perdido momentáneamente en el
pensamiento, Tony continuó—. Una de las cuestiones que afectan a estas
situaciones es el conocimiento de los empleados, o las personas
aparentemente fuera de control. Es interesante cómo muchas personas
viven sus vidas completamente inconscientes de las decisiones que se
desarrollan alrededor de ellos. —Claire escuchó cuando Tony continuó. Se
preocupaba por estas cuarenta y seis personas y sus familias—. Ahora
bien, si son conscientes y proactivos pueden tratar de reclutar inversión
por su cuenta. He controlado el interés en algunas de esas empresas,
financiadas por Industrias Rawlings sin embargo, todavía dirigidas e
invertidas por los empleados. Ahora se benefician no sólo de cheques de
pago, sino también de los dividendos. Crea un incentivo maravilloso para
el trabajo duro y la dedicación.

Pensando en voz alta, ella dijo:

—Así que si decidiera que estoy cansada de ir de compras por ropa y


quisiera comprar empresas, podría ir a Pennsylvania, ofrecerles un poco
más que tu oferta baja, y mantengo la empresa en marcha, suponiendo
que los empleados son muy trabajadores, leales y quieren mantener las
puertas abiertas. —Ella sonrió mientras hablaba.

—Bueno, sí, señora Rawlings, sé que tiene el capital. Sin embargo, si


utiliza mi oferta como línea de base, el resultado final será ser arrestada
por tráfico de información privilegiada. No se puede hacer una oferta
basada en la oferta de un competidor a menos que se haya hecho pública.
La mía no se ha hecho —dijo, sonriendo a cambio.

Con nada más que preocupación en su voz, le preguntó:

—¿Cómo se puede llegar a un acuerdo sin tener en cuenta a la gente


y vidas que afecta?

—Se llama negocios. Es cómo tenemos lo que tenemos y tendremos.


—Él no se regodeaba o era cruel, simplemente declaraba hechos—. Cerrar
ese negocio es mi preocupación, la gente no. Si aceptan mi oferta, ya no es
necesaria su presencia.
—Así que hay momentos en que las personas inocentes cosechan las
consecuencias de otros debido a causas ajenas a su propia cuenta. —
Claire habló de la experiencia pero ahora viendo el principio desde una
perspectiva diferente.

—Sí. Sucede todo el tiempo.

—Está bien, dime acerca de nuestra situación. Comparabas las dos.


Decías que mis acciones no tienen ningún efecto sobre el resultado de esta
tarde, así que ¿no te preocupas por eso?

—No. Te dije que no te preocupes por eso. Tus acciones ya han


tenido un gran efecto en la tarde.

Claire vio sus ojos, marrones y genuinos. Ella quería más


información.

—Por favor, señor Rawlings, dígame lo que he hecho para afectar


esta tarde.

Él suspiró.

—Claire, ¿por qué vamos a Newburgh?

—Para ver a Emily y John.

—Esa no es toda la respuesta. —Esperó.

—¿Vamos por mí?

—Por supuesto, ¿en algún nivel crees que esta es mi primera


elección de una actividad de la tarde del sábado?

Sabía que no lo era.

—Pero fue tu sugerencia. No iríamos si no lo hubieras permitido.

—Tienes razón. Pero vamos porque tú lo quieres. Vamos, ya que has


aceptado pacientemente cada reto, cada prueba, y cada desafío que te ha
llegado. Y para que conste, no todas han sido obra mía, más que un
subproducto de ser la señora Rawlings. Al parecer, puede ser un papel
difícil. —Ella sabía eso también y sonrió. Y él continuó—: Simplemente no
has aceptado, que has conquistado.

Ella no supo qué decir. Él la felicitaba con regularidad, pero nunca


conoció su sinceridad. Él extendió la mano y apretó la suya.
—Has superado todas y cada una idea preconcebida que he tenido
sobre ti. La única limitación que ha recaído en ti que reconozco que te ha
causado angustia es tu hermana. En verdad no tengo malos sentimientos
hacia Emily. Puede ser demasiado inquisitiva, pero ustedes dos comparten
un vínculo. —Él miró sus ojos—. Te lo dije hace meses, trato de ser un
mejor esposo. He pasado la mayor parte de mi vida sólo preocupándome
por mí mismo. Estoy realmente tratando, aunque no siempre parece de esa
manera.

Ella oró para que su sonrisa irradiara en sus ojos, pero pudo sentir
la humedad también.

—Tony, te amo. Sé que estás tratando. Estoy contenta con los


progresos que has realizado. Eso no significa que no espere más. Eso
puede hacerme ingrata, pero lo hago. Creo que eres increíble. Es por eso
que quiero que tú, Emily, John y yo seamos una familia. Quiero que
conozcan al hombre extraordinario con el que me casé. —Lo besó y él
también la besó. Todavía no confiaba en el resultado de su reunión
familiar, pero sus expectativas habían mejorado, al igual que la sensación
en su cabeza, el dolor disminuyó.

Cuando llegaron, Emily y John ya estaban sentados en una mesa


privada con una vista maravillosa del río Hudson. Se saludaron con
abrazos y apretones de manos. Tony observó mientras los ojos de Claire
brillaban cuando hablaba con su familia. Tony fue civilizado, refinado y
educado. Para el observador inconsciente podía incluso parecía cordial y
amistoso. Claire se alegraba que John y Emily calificaran como
inconscientes. Él era un maestro en las apariencias e incluso fue el
primero en extender la mano y felicitar a John por sus logros.

—Todavía sentimos que no decidieras unirte a nosotros en


Industrias Rawlings. Creo que a pesar de lo que dijo tu cuñada, habrías
sido un activo real.

Claire sonrió y negó con la cabeza hacia John.

—No he dicho una palabra. Estuve tan sorprendida como tú cuando


me enteré de la oferta. Tony y Tom hicieron su tarea. Pero definitivamente
respetamos tu decisión y estamos encantados con tu éxito.

John respetuosamente les dio las gracias. La oferta de trabajo era un


gran cumplido y estaba honrado. También aceptó sus felicitaciones por el
resultado de su juicio, pero tanto como la asociación nada estaba cerrado.
Y añadió:

—El jurado aún está deliberando.

El comentario de Tony agradó a Claire. Se despejó el aire,


permitiéndole respirar más fácilmente. Los cuatro tuvieron una buena
cena. Claire le dijo a su hermana y su cuñado acerca de su próximo viaje a
Europa.

Emily dijo que había pasado un fin de semana largo en Fishers,


Indiana, visitando algunos viejos amigos. Nombró a unos pocos y le dijo
Claire a cómo todos ellos les enviaron su mejores deseos. La mención de
su vida pasada oscureció los ojos de Tony unos tonos. Claire no profundizó
en el tema, sólo sonrió y asintió aceptablemente. Emily también comentó
sobre el pelo de Claire, ¿le gustaba tan rubia? Por supuesto, se veía
hermosa. Emily dijo que se veía impresionante, pero tan diferente. Algunos
de sus viejos amigos le preguntaron si realmente era ella en las fotos, tenía
razón, no parecía la misma. Claire se preguntó si eso significaba que no
era impresionante antes.

Claire preguntó si les gustaron las fotos de la boda que envió. Ambos
dijeron que les gustaron mucho. Emily dijo que había conseguido algunos
vestidos nuevos para llevar con sus zapatos de la boda. Nunca había
tenido zapatos como esos antes y tenía previsto obtener el valor de dinero
de Anthony de ellos. Tony sonrió a Claire y comentó lo agradable que sería
si trataba de llevar algunos de sus zapatos por segunda vez. Todos se
rieron. El ambiente era jovial. La cena tenía un sabor delicioso, y ponerse
al día fue muy divertido.

En el auto en su camino de regreso a Manhattan Claire dijo a Tony:

—Gracias, pero me alegro que se haya terminado. Es demasiado


estrés para mí. Además, ¡estoy muy entusiasmada con nuestro viaje!

Los ojos de él se iluminaron de nuevo. Si esa noche necesitaba


calificar como un tipo de consecuencia, Claire la llamaría positiva. Al día
siguiente, volaron al este a través del Atlántico.
40
Cree que la vida vale la pena y tu creencia ayudará a crear el hecho.
~William James

Traducido por Flochi & Ahtziri29

En París, Tony reservó la suite, más como un departamento, en el


Segundo Distrito localizado en el corazón de París. Muchas de las
atracciones principales que Claire quería visitar estaban a poca distancia.
Tony le dio completa libertad de vagar por la ciudad mientras él estaba
entre reuniones. Al principio, ella se preocupó por la barrera idiomática;
después de todo, él hablaba francés como un nativo. Sin embargo, a
diferencia de los rumores que ella había escuchado, siempre que ella había
intentado hablar su idioma, los franceses eran amables y fluidos en el
inglés.

Se esforzó en frecuentar las tiendas a lo largo de Rue de Faubourgs


Saint Honoré, pero encontró que los estilos eran demasiado audaces para
su gusto. Después de que Tony terminó con sus negocios, experimentaron
París juntos. Dieron paseos románticos a lo largo del Sena y en los
Jardines Tuileries. También probaron unas comidas increíbles. Las
diferencias culturales la fascinaron. La cena no comenzaba hasta las 8:30
p.m.; pero más temprano que eso, podían experimentar un l’apéritif (de
6:00 a 8:00 p.m.), donde las cafeterías y los restaurantes ofrecían sus
mejores cocteles o vinos. El conocimiento de Tony de los franceses no
estaba limitado a su idioma. También estaba versado en sus vinos. Al
parecer, los franceses consideran al vino un complemento de cada comida
y aperitivo. Le recordó a Claire la universidad.

París sostiene ser la capital del romance, pero Claire sugeriría que el
Côte d’Azur o la Riviera Francesa buscaban llevarse el título. Localizado en
la esquina sureste de Francia en la costa mediterránea, la dejó atónita
pensar que de hecho estaba allí en el patio de recreo de los ricos. No se dio
cuenta que Tony planeó esta parte de su viaje sin obligaciones de negocios,
sin reuniones, compromisos, u otros receptores de su atención. Estuvo
completamente dedicado a ella.

La Riviera Francesa es una gran zona de navegación en yate y


cruceros. Sin el conocimiento de Claire, habían reservado un yate privado
de lujo con capitán propio y primer oficial. Sería su hotel por dos noches.
Se subieron a su yate en Beau lier-sur Mer, una hermosa localidad
mediterránea.

Pasaron las siguientes setenta y dos horas holgazaneando en las


cubiertas, disfrutando de las cabinas interiores, e ir en crucero hacia Italia.
Algunos de los puertos los vieron desde la cubierta, en otros se detuvieron
y los exploraron. Viajar en un yate privado en el mediterráneo fue
impresionante.

El puerto favorito de Claire fue Mónaco. Toda la experiencia le


pareció irreal. Estar en el segundo estado independiente más pequeño del
mundo, toda la ciudad/estado es de menos una milla cuadrada. Fueron
capaces de caminar por las calles montuosas y disfrutar de las muchas
atracciones. Había museos y palacios, también como locales de compras.
Tony disfrutó del entusiasmo desvergonzado de Claire por Monte Carlo.
Claire creía que Le Musée Oceanographic o el palacio sobre el mar era uno
de los lugares más hermosos que había visto. No quería irse. Sin embargo,
su yate estaba amarrado en el espectacular puerto y esperaba para
llevarlos al norte de Italia.

El último puerto antes de Italia era Menton. Se apodaba la Perla de


Francia y es famoso por sus jardines. El entusiasmo de Tony en compartir
la naturaleza con Claire la divertía. Su investigación le había dicho que el
Jardín Serre de la Madone, a menudo conocido como Serre de la Madone
(Cerro de la Virgen), es un jardín destacado por su diseño y plantas raras.
No fue difícil para Claire mostrar el entusiasmo que Tony esperaba. Desde
la perspectiva de Claire, su emoción sobre planear algo especial por su
interés era mejor que verlo.

Luego volaron a Sicilia por el fin de semana. Al aterrizar en el


pequeño aeropuerto de Catania, Sicilia, Tony hizo arreglos para tener un
Maserati Gran Turismo esperando. De hecho, era el Gran Cabrio, la
versión abierta de un pequeño auto dinámico deportivo. El techo abierto
les permitió recorrer el campo y ver todo a medida que entraba a su vista.
Manejar por Sicilia y conducir alrededor de Iowa resultó dramáticamente
diferente. Claire aprendió rápidamente que los límites de velocidad
excedían aquellos encontrados en los Estados Unidos y no parecían ser
aplicados con firmeza. Las sinuosas carreteras de un carril siempre tenían
a alguien queriendo pasar o necesitando ser pasado. Tony adoraba los
desafíos. Manejar alrededor de la isla con él ese fin de semana hizo sentir a
Claire que verdaderamente puso su vida en manos de él como nunca antes.
El deseo de conducir nunca se le ocurrió ese fin de semana.

Su hotel estaba en Taormina, ubicado en una meseta debajo del


Monte Tauro en el este de Sicilia, en la costa del mar Jónico. Su suite se
ubicaba en lo alto de un acantilado con unas espléndidas vistas costeras
desde las cristaleras de su balcón privado con barandal. Es conocida por
su antiguo esplendor griego, encanto medieval, y vistas únicas del Monte
Etna. Tony tenía razón sobre el agua. Las tonalidades de azul y verde eran
comparables a las aguas de Fiji.

Había playas cerca que ofrecían los baños de sol que Tony
mencionaba. Sin embargo, Claire sugirió que pasaran su tiempo viendo
otros atractivos. Pasaron horas caminando por las interminables calles
medievales y diminutos pasajes. Por suerte, la mayoría eran inaccesibles
por auto.

Descubrieron jardines ocultos detrás de paredes de piedra y terrazas


con vistas a la costa. El Anfiteatro Griego construido en el siglo III a.c.
ofrecía impresionantes vistas del Monte Etna y el mar. La historia y la
edad del anfiteatro tuvieron a Claire hablando sobre la juventud de
América.

Tony escuchó su entusiasmo y observó su energía mientras ella le


tendía la mano y caminaban a través de millas de historia. El turismo era
nuevo para él. Viajaba por negocios, no por placer. La presencia de Claire
hizo que todo esto fuera nuevo y divertido para él también. Uno de los
objetivos del viaje era hacerla feliz. Otro era crear buenos recuerdos.

Las noches en Taormina fueron encantadoras. Juntos pasearon por


las calles iluminadas y se consintieron con deliciosos platos. Vieron con
asombro mientras la lava dejaba un riachuelo de vapor y su luz a su estela
cuando fluía a lo largo de las laderas cubiertas de nieve del Monte Etna.

Con reacia concesión de Tony al placer de conducir, manejaron


hasta el Monte Etna, donde hicieron caminatas. Claire estuvo fascinada al
saber que los antiguos griegos creían que la montaña era el hogar de un
monstruo de un ojo conocido como Cíclope. Al padre de ella le encantaba
la mitología. Le había leído historias de ciclopes de pequeña. La asombró
que de verdad estuviera caminando alrededor de las laderas de un sitio
mitológico. Con el Monte Etna siendo un volcán activo, la altura de la
cumbre cambiaba con cada erupción. La lava creaba hermosas estructuras
solidificadas. Estas estructuras eran llamadas desfiladeros, y en el
desfiladero de Alcántara, Claire y Tony fueron capaces de caminar y tocar
los desfiladeros de basalto y columnas que habían sido formados después
de miles de años por el correr del agua. Vadearon el río Alcántara y
experimentaron la frialdad del agua proveniente de los picos cubiertos de
nieve.

El domingo por la noche volaron a Florencia, donde Tony tenía más


reuniones. Sin leer ninguno de sus libros, Claire se mantuvo ocupada con
los museos y las cafeterías. Mientras se sentaba y disfrutaba un café
Claire notó las señales anunciando Wi-Fi. Vio a las personas con sus
laptops y la pared de computadoras disponibles. Estas vacaciones le
habían permitido más libertad personal de la que había experimentado
desde llegar a la casa de Tony originalmente. Él no le había mencionado
ninguna restricción. Sin embargo, había mencionado restricciones al uso
de Internet unas miles de veces en casa. Claire decidió que pasaría su
tiempo en Italia viendo Italia. Podía acceder a la web desde Iowa y
esperaba que algún día, esa fuera una opción. Hoy, disfrutaría de
Florencia.

Mientras vagaba por la Galleria dell’ Accademia, el museo que


albergaba el David de Miguel Ángel, Claire perdió la noción del tiempo. El
museo era grande y tenía muchas exhibiciones impresionantes. El arte la
fascinaba. Se detuvo en las pinturas impresionistas y pensó en el arte con
tiza de Emily cuando era niña. Nunca se habría imaginado que estaría
vagando por estos museos cuando era más joven. La grandeza de las
exhibiciones causó que se olvidara de todo excepto de los tesoros que
estaba viendo y experimentando a primera mano.

Cuando se dio cuenta de la hora, una oleada inmediata de pánico


casi la derriba. Eran las cuatro y treinta y se suponía que estuviera de
regreso en su suite a las cinco. Su insignificante memoria del español poco
la ayudó a navegar los carteles de las calles italianas. Había caminado al
museo, deteniéndose en otros a lo largo del camino. Las cafeterías y calles
estrechas se veían todas iguales. Normalmente, tenía un extraño sentido
de la orientación, pero ver que los minutos iban pasando en su reloj causó
que perdiera las habilidades de navegación que previamente había poseído.
Prácticamente corrió por las calles llenas de gente, intentando
desesperadamente encontrar su camino de regreso al hotel. A las cinco y
treinta llegó al Relais Santa Croce. Al entrar al exquisito vestíbulo, se
esforzó por mantener la compostura. Con solamente veinticuatro
habitaciones, el personal se destacaba en reconocer nombre y atención. El
conserje inmediatamente la saludó en un inglés acentuado:

—Buenas tardes, Signora Rawlings, su esposo la espera en su suite.


¿Puedo llevar su equipaje?

El corazón de Claire se hundió. Ella sabía que las reuniones de Tony


eran cerca. Ahora sus miedos se veían realizados. Al principio le dijo al
conserje que no, gracias. Después decidió que quizás tener a alguien que
entrara con ella a la suite era una buena idea. Le entregó las pocas bolsas
que cargaba y procedieron a la suite Rawlings. Él la ayudó al usar su llave
para abrir la puerta. Las puertas dobles se abrieron a la sala, completada
con una chimenea y ventanas dando al centro histórico de Florencia. Tony
no estaba ahí. El conserje colocó las bolsas de la señora Rawlings en el
sillón y le agradeció. Ella alcanzó dentro de su bolso para darle propina
cuando Tony salió de la recámara. Sonrió galantemente al conserje, le
agradeció y le entregó una generosa propina de su fajo de dinero.
Agradeciéndole al señor Rawlings el conserje se inclinó y se fue.

El corazón de Claire comenzó a sonar en sus oídos mientras ella y


Tony se pararon en silencio por lo que pareció como una eternidad. Usó
toda su resolución manteniendo su fachada con el conserje. No había
presenciado al otro Tony en bastante tiempo. Trabajó diligentemente día y
noche para mantenerlo lejos. Pero ahora llegaba tarde, había roto su regla
de la puntualidad y no había necesidad de explicarse. Sabía que sus
razones no importarían. Así que se paró derecha y resuelta. Sus ojos no
estaban llenos de ira, brillaban con lágrimas. Él solo miró y no dijo nada.
Las pupilas de sus ojos se estaban expandiendo, aun así su expresión no
iba al mismo ritmo. Claire esperó.

Tony la miró. Había estado preocupado de que algo le hubiera


pasado. Ni siquiera sabía por dónde comenzar a mirar. Cuando escuchó su
llegada su sentimiento inmediato fue alivio, estaba bien. Pero cuando la vio
y supo que estaba segura, y el alivio se convirtió en desagrado. No era
consiente pero lo sintió sucediendo y no quería rendirse ante él. Su
expresión se veía tan asustada. Aun así se paró fuerte y orgullosa. Hubo
un tiempo en el que hubiera querido reprimir su resolución, pero justo
ahora todo lo que quería hacer era hacerla sentir segura.

Finalmente, sin hablar Tony indicó que deberían sentarse en el sillón.


Claire se sentó y esperó. Él rompió el silencio.

—Dime qué viste hoy y qué causó tu retraso. —No gritó o la golpeó.
El alivio llevó a la pérdida de control de Claire. Tony la alcanzó y ella
comenzó a temblar. Pasó involuntariamente—. Claire, está bien. —Su tono
la confortó mientras la jalaba más cerca.

—Tony, lo siento tanto. Estaba en Galleria dell’ Accademia, la cual


era asombrosa cuando me di cuenta de la hora. Inmediatamente dejé el
museo, pero no puedo entender los señalamientos y todas las calles lucen
iguales. —Sus palabras corrieron juntas entre pequeños sollozos—. Sabía
que el hotel estaba a poca distancia, pero de repente no pude recordar la
dirección.

Al principio él no habló, la sostuvo. Entonces dijo:

—Es una ciudad extranjera, los errores suceden. Estaba preocupado


de que algo te hubiera pasado. No quiero que tengas un accidente. —Su
voz era tierna, pero sus palabras…

Su discusión continuó hasta el dormitorio. Ella finalmente recuperó


su compostura. Él hizo todo lo posible para mostrarle que estaba a salvo y
era amada. Ella le mostró su alivio a su reacción. Más tarde se bañaron en
la larga bañera de mármol, se vistieron para una cena romántica y
caminaron a través de la calles de Florencia. Aunque las calles estaban
llenas de gente mientras caminaban tomados del brazo, se sintió como su
propio viaje privado. La ciudad romántica, hermosas estructuras y la tibia
briza nocturna combinadas para mejorar la noche.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a su siguiente destino,


Roma. Tony tenía reuniones agendadas para uno de sus dos días. Se
quedaron en Rome Cavalieri-Waldorf Astoria, en una suite lujosa con una
vista magnifica de la ciudad. Podían ver el domo de la Basílica de San
Pedro.

Claire estaba aliviada de saber que su tardanza en Florencia no


causó la pérdida de su pase para vagar. Todavía tenía permitido hacer
turismo sin Tony. Sin embargo, él le recordó varias veces que llevara
cuenta del tiempo. Ella planeaba caminar y andar en autobús alrededor de
la ciudad mientras el atendía sus negocios. Después al día siguiente,
visitarían la ciudad del Vaticano juntos. La historia antigua que
acompañaba todo en Roma fascinaba a Claire. Visitó el Coliseo, el Fórum y
el Panteón. Disfrutó de un latte en la Piazza Navona y observó como las
parejas lanzaban monedas a la Fuente de Trevi.

Las vistas te robaban el aliento y eran remarcables, pero el temor


arraigado que sintió en Florencia la afectó. Disfrutó mucho de todo, pero
ahora se sentía manchado. No quería sentirse de esa manera, pero
algunas veces recuerdos y emociones la superarían. No queriendo que
Tony viera el cambio, obedientemente se puso la mascará y lo realizó a lo
mejor de su capacidad. Las vistas seguían siendo fantásticas y
espectaculares.

El siguiente día, en la Ciudad del Vaticano, caminaron agarrados de


las manos a través del atrio de la Basílica de San Pedro. Vieron las grutas
del Vaticano, el tesoro de San Pedro, la plaza de San Pedro y los jardines
del Vaticano. Mientras caminaban la calle empinada de regreso a su hotel,
Tony confesó:

—Con todos mis viajes, raramente hago turismo. Hoy cuando dijiste
que querías pasar todo el día en el Vaticano pensé que estabas loca.
Esperaba terminar en una o dos horas. —Claire lo miró mientras
hablaba—. Pero fue increíble. Solo quería que supieras que entiendo cómo
pudiste perder la noción del tiempo en Florencia. Lo entiendo. —Ella no
habló, apretó su mano. Algo de su pasado le vino a la mente y sonrió. Él
una vez dijo que era entrenable, tal vez él también. Solo toma más tiempo
con él.

El último país en su viaje era Suiza. Tony tenía reuniones, primero


en Interlaken y después en Ginebra. Pasaron una noche en Interlaken. Los
Alpes Suizos eran el epítome de pura naturaleza inmaculada y grandeza.
La pequeña ciudad de Interlaken está rodeada de lagos de aguas
cristalinas, arroyos brillantes y cascadas. Y siempre presentes estaban las
cordilleras de Monch y Jungfrau de los Alpes Suizos. Claire sintió como si
estuviera en medio de una postal.

Mientras Tony se encontraba con inversionistas, Claire escogió


disfrutar del relajante escenario y contemplar la atmósfera. Vagó por las
calles, disfrutó de cafés y descansó en la tranquilidad del bello paisaje. Sus
dos semanas estuvieron llenas de acción. Pudo haber pasado su tiempo de
cualquier manera que hubiera escogido, las opciones eran bastantes. Sin
embargo, disfrutó un tiempo de inactividad para reflexionar sobre todo lo
que habían visto y relajarse en el esplendor natural.

Sus recuerdos desbordaban con vistas y sonidos de ciudades


antiguas. Podía cerrar sus ojos y recordar el increíble arte y arquitectura.
Inhalando el dulce chocolate suizo mientras tomaba su café y
mordisqueaba la barra de dulce, recordaba la increíble cocina y deliciosos
vinos. Pensó acerca de su esposo. Pasó las dos semanas completas abierto
y comprensivo. Ella jamás anticipó las libertades que le daría. Su montón
de libros permanecía sin leer. Incluso cuando llegó tarde, su voz y
expresión eran más de preocupación y cuidado que de ira. Sus
pensamientos se movieron de su voz y expresión a su abrazo fuerte y
seguro. Hicieron el amor en cada parada. Recordó el yate con el
movimiento rítmico del mar. Sonriendo, pensó lujuriosamente acerca de
desearlo. Como en tantas ocasiones, era ella quien iniciaba sus encuentros
carnales y él quien respondía apropiadamente.

Lentamente, Claire se dio cuenta que él estaba haciendo lo que ella


le pidió, llenarla con buenos recuerdos. Terminó su chocolate y sonrió
satisfecha.

Temprano el sábado en la mañana, abordaron el tren a Ginebra.


Tony tenía una reunión más. Era la última obligación de su viaje. Después
de que concluyera, pasarían la última noche en Ginebra y volarían a casa
en la mañana. Claire no podía creer cuán rápido los catorce días pasaron.
Las vistas que vieron y las experiencias que tuvieron eran más de lo que
ella podía comprender. Se sentía completamente exhausta y, sin embargo,
llena de felicidad. La primera vez que recordó a Tony viajando a Europa, se
quedó por ocho días. Claire recordó que a su llegada a casa él dijo que
estaba cansado. Ella entendía. Estando ausente de Iowa por cerca de dos
semanas estaba lista para llegar a casa. Sus destinos fueron
espectaculares. De cualquier manera, Claire anhelaba la serenidad de su
cama y suite.

Antes de que salieran para su última noche en Europa, Tony insistió


que se tomaran un poco de tiempo para visitar las famosas boutiques y
tiendas de Rue du Rhône. Claire repetidamente le dijo que no necesitaba
nada. Como si fuera incapaz de escuchar o comprender, la guio a una
tienda exclusiva de joyería. Quería que ella tuviera algo para recordar su
tiempo, así que compró un brillante reloj de diamantes. Ella se preguntó
acerca de un posible doble sentido.
Después de un vuelo de nueve horas, llegaron a casa. No podía
recordar estar más cansada. Su vuelo de Fiji fue más largo, sin embargo,
ellos descansaron predominantemente en Fiji o al menos pasaron tiempo
horizontalmente. Se sentía como si literalmente hubiera estado haciendo
turismo, caminando y de excursión por los diecisiete días pasados. Su
cena en Nueva York parecía hace una eternidad, a pesar de todo, sabía
que no era así.

Antes de que se fueran a la cama, Tony le trajo a Claire una gran


pila de e-mails de la oficina en su casa, ella escogió no verlos. Lo haría
mañana. Los dos colapsaron en su cama. Le agradeció a Tony
repetidamente por el viaje de una vida y hermosos recuerdos. Se sumió en
un sueño sin sueños con su cabeza descansando en su hombro,
escuchando su respiración.

Él también estaba exhausto mientras abrazaba el suave cuerpo


caliente que se acurrucaba contra el suyo. Escucharla agradecerle por los
recuerdos lo llenó con intensa satisfacción. Cerró sus ojos, inhaló la
esencia de su cabello y recordó su memorable viaje. Antes de que se
quedara dormido, Tony dijo:

—Planeo ir mañana a la oficina.

—Entonces te veré mañana en la tarde, planeo dormir a través de tu


alarma.

Tony sonrió.
41
No es cuestión de suficiente, amigo. Es un juego de suma cero 4 ,
alguien gana, alguien pierde. El dinero en sí no se pierde o se hace,
es simplemente, transferido de una percepción a otra. Como la
magia.
~Gordon Gekko

Traducido por Becca Herondale

Anton se paró en silencio fuera de la oficina en casa de su abuelo. A


pesar de que las puertas dobles grandes estaban fuertemente cerradas,
podía oír voces desde adentro. Su padre insistió en que Anton sea excluido
de la conversación. En lo que a Antón concernía, eso era ridículo. Algo
grande estaba pasando, y eso tenía que ver con su nombre y la empresa
que le habían dicho sería suya.

Samuel podía protegerlo de la discusión y el conocimiento de las


relaciones comerciales, pero Anton no era estúpido. Podía leer teletipo de
la Bolsa de Valores de Nueva York. Las acciones de Corporación Rawls
habían caído de 79,8 a 56,4 en el cierre de la actividad comercial. Los
noticieros proclamaban rumores de irregularidades dentro de la
corporación. Los cuatro hombres dentro de la oficina no estaban bebiendo
cerveza y jugando a las cartas; esto era extremadamente serio. Parecía que
todo se derrumbaba a su alrededor. Alguien abrió una presa, y el agua no
podía ser detenida.

Dentro de la regia oficina con paneles de cerezo, Nathaniel interrogó


a Clawson.

—Dijiste que nadie sabría nunca. ¿Qué demonios pasó? ¿De dónde
vienen estas acusaciones?

4Juego de suma cero: describe una situación en la que la ganancia o pérdida de un


participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros
participantes
—Señor Rawls, no sé. Hemos cubierto nuestras pistas durante casi
diez años. Has hecho una maldita fortuna. Tal vez los federales se
pusieron nerviosos porque estabas ganando demasiado dinero.

—¿Qué demonios es eso, demasiado dinero? —Nathaniel no podía


sentarse. Se paseó por cada centímetro de la alfombra de felpa—. ¿Han
investigado a Trump o a Gates? Estoy muy lejos de esos hombres.

—No importa quién más ha sido investigado. —Samuel trató de


llevar a los hombres de vuelta a la tarea que tenían en sus manos—. Lo
que importa es que tenemos organizar bien las cosas y enfrentarnos a la
investigación sin rodeos.

Clawson miró a su asistente, Cole Mathews. Mathews estaba


ocupado organizando pilas de papel y utilizando una trituradora para
reducir el papel sobrecargado. Clawson se dirigió a los dos hombres Rawls.

—Cole y yo nos aseguraremos de que no haya evidencia que pueda


ser vinculada con ninguna de las acusaciones.

—Dijiste que nadie lo sabría. ¿Por qué Mathews tritura papeles? No


debería haber nada que necesite ser triturado. —Nathaniel observó
mientras los ojos verdes de Mathew se encontraban brevemente con los
suyos. Parecía estar trabajando tan rápido como la trituradora lo permitía.

Cole Mathews entró en su círculo íntimo hace unos dos años. No


hablaba mucho, pero era un genio en la investigación. Dile una acción o
una empresa, y bingo, tendrá más información privilegiada de lo que
pensarías que es humanamente posible. De repente, Nathaniel lamentó no
tener a Clawson y Mathews firmando algún tipo de poder, una forma de
distanciarse de ellos.

Estos dos hombres ayudaron a hacerlo mega-rico. En este momento,


si era posible, los culparía a ambos para salvarse a sí mismo y a su familia.
Demonios, Samuel ni siquiera lo veía a los ojos. Brevemente, Nathaniel
pensó en las noticias recientes, el transbordador espacial “Challenger”
explotó durante el despegue. Esa fue una maldita vergüenza. Sólo tal vez
esa noticia opacaría las lamentables acusaciones falsas respecto a
Corporación Rawls.
42
La decepción repentina frente a una esperanza deja una cicatriz, que
nunca elimina por completo la realización final de tal esperanza.
~Thomas Hardy

Traducido por Magdys83 & Malu_12

Al día siguiente de su regreso, Claire se despertó tarde, disfrutando


la gran cama vacía. Después de que Cindy le llevó el café y la comida, se
sentó en el balcón, comió el desayuno y disfrutó el día de verano,
verdaderamente contenta de estar en casa. Agosto en Iowa le recordaba a
Indiana, y a pesar de que la temperatura y la humedad seguían en
aumento, el punto culminante del verano se estaba acercando
rápidamente. Muy pronto, la calidez disminuiría y la evidencia del otoño se
materializaría.

Claire intentaba apreciar los días restantes del verano. Llevó la


carpeta de correos electrónicos a la piscina. Sabiendo que Tony los leía
antes de entregárselos a ella, decidió separar los que sentía necesitaban
respuestas y agilizar su sesión de respuesta de la noche. Dieciocho días de
correos electrónicos tomó un poco de tiempo. Empezó eliminando los que
no tenía intención de responder. Luego volvió a leer los de conocidos. ¿Qué
querían? ¿Ella podría ayudarlos de alguna forma? Si no, irían al montón
de “Patricia, responde por favor”. Si creía que había algo que podía hacer,
los ponía en la pila de discutir con Tony.

La siguiente era la pila de amigos y familiares. Era


considerablemente menor. La mayoría de ellos sabían que estaban fuera
del país. Querían saber acerca del viaje y el horario de reunión. Courtney
quería ir a almorzar tan pronto como Claire se recuperara de su viaje. El
correo electrónico de MaryAnn al parecer se dirigía a Tony y Claire. Los
invitó a una fiesta de estreno de película en su casa de Malibú en octubre.
Claire revisó su calendario. Era el fin de semana después de la subasta
silenciosa de la Cruz Roja. Agregó aquellos a la pila de “discutir con Tony”.
Las últimas páginas eran de Emily. Definitivamente prefería sentarse en el
sol, beber té helado en su piscina, en su traje de baño y leer los correos
electrónicos de Emily a hacerlo bajo la mirada fulminante de Tony.

El primero era una nota sobre su reunión. A Emily y John les gustó
verlos y les agradecieron por la cena. Al parecer, John habló con el mesero
sobre el pago de la factura antes de su llegada, pero de alguna manera
nunca llegó a la mesa. Esto hizo sonreír a Claire, ella no se había dado
cuenta. Emily les deseó un buen momento en su viaje. Ansiosamente
esperaba escuchar todo sobre ello. El segundo llegó una semana después.
Empezaba con, “Sé que todavía estás en Europa, pero quería decirte…”. La
firma establecía una fecha arbitraria del 1 de noviembre. En aquel
entonces, iba a estar en una revisión de la producción de asociados, horas
facturadas y honorarios recuperados. Ella era optimista sobre los números
finales de John. Él pasaba cada hora despierto trabajando. Pero
prudentemente dijo que si él no clasificaba, no era el final. Seguiría siendo
un asociado y considerado para una sociedad durante el siguiente proceso
de revisión. Le pidió a Claire que le llame cuando llegara a casa. El tercer
correo electrónico estaba fechado de ayer. Empezaba, “¿Ya estás en casa?”.
Le hizo varias preguntas sobre su viaje y hablaba sobre su inminente
último año. Al parecer, la situación económica del país estaba afectando
las finanzas de su escuela así como las otras en todas partes. A pesar de
que ella trabajaba para un sistema escolar privado, había graves recortes
presupuestarios que afectarían directamente a su salón de clase. Hizo
preguntarse a Claire si podía utilizar algo de su capital para hacer una
donación. Decidió poner esas en el montón de Tony. Quería llamar y tal
vez proseguir con la donación.

El almuerzo llegó a la piscina. Colocándola en el diván con un libro


que hizo el viaje desde y hacia Europa, pero que nunca abrió, Claire estaba
llena de comodidad, paz y alegría. Estaba en casa. El jet lag se estableció y
pronto cayó en un sueño profundo, durmiendo la mayor parte de la tarde.
Catherine la despertó a las cuatro y fue a su suite para prepararse para
Tony. A las cinco, Catherine le informó que cenarían en el patio trasero. La
rutina de su vida se había reanudado.

Agosto se desvaneció en septiembre y antes de que se diera cuenta,


octubre llamó a la puerta. Claire y Courtney estaban muy ocupadas
terminando sus esfuerzos para la subasta silenciosa. Las donaciones,
instalaciones, los proveedores de comida y distribuidores de vino, todos
confirmados; la lista de invitados aprobada y las invitaciones enviadas.
Emocionada sobre el evento inminente, Claire sintió que era su debut en el
mundo filantrópico. Tony no sólo participaba en su mundo, él sobresalía.
Ella quería que la señora de Anthony Rawlings sea igualmente sinónimo de
caridad como el señor Anthony Rawlings. Era la primera vez que Claire
informó a Tony que estarían asistiendo a un evento. Él sonrió y le dijo que
revisaría su calendario.

Durante la planeación de la subasta, sus deberes de anfitriona no


terminaron. Diversas cenas ocurrieron en distintos lugares. También
asistieron a funciones y eventos juntos. Sus decisiones más importantes
involucraban el vestuario y peinado, y con frecuencia se hicieron esas
decisiones por ella. Eso hizo a la ceremonia de la Cruz Roja aún más
importante para Claire. Sabía que tenía más que ofrecer.

Poco antes de la subasta, Tony y Claire asistieron a un foro en


Chicago donde Tony fue el orador principal. Se le pidió dar un discurso
acerca del éxito. El tema de la conferencia fue “Los riesgos contra el
Fracaso en el Mundo de los Negocios”. Nunca practicaba sus discursos o
repasaba las ideas junto a ella. Así que Claire se sentó junto a su esposo
en la mesa principal y él se dirigió a la audiencia, sus palabras eran
nuevas para ella también.

Cuando ella se reunió con él por primera vez, realmente lo conoció,


no le gustaba el Tony de negocios. Él era el que solía visitarla en su suite.
Siempre vestido profesionalmente, impersonal, metódico, indiferente y
otros adjetivos que no eran tan complementarios. Pero ahora, disfrutaba
verlo y estar al lado de Anthony Rawlings, apreciado hombre de negocios,
mientras él brillaba en su elemento. Irradiaba un aura que decía soy
exitoso. Para algunos puede ser percibido como engreído. Claire
probablemente pensó de esa forma una vez, pero ahora lo encontraba
atractivo. En el pasado, a ella no le gustaba o detestaba su confianza
arraigada y autoridad, pero ahora podía mirarlo de manera diferente. Era
sexy. Al verlo y escucharlo comprendió la importancia de su papel.

Muchas veces, después de la cena y el discurso de los organizadores


programarían un simposio de preguntas-y-respuestas. Estos eran
informales, con diferentes personas acercándose a Tony, haciéndole
preguntas. Muchos de los asistentes eran jóvenes empresarios buscando
consejo. De acuerdo con Shelly, la participación de Tony era indispensable
para las relaciones públicas. Según Tony, su participación era el infierno.
Los deberes de Claire incluían interrumpir educadamente a los
participantes para que él pudiera moverse al siguiente y finalmente irse.

Durante estas sesiones de preguntas y respuestas, varias personas


se acercaron a Tony. Claire intentó parecer atenta y discreta hasta que era
el momento de interrumpir. No les prestó atención a los individuos. Se
mezclaban en su mente. Durante esta conferencia en particular, una
pregunta surgió de uno de los participantes que los agarró desprevenidos.
Un hombre más joven que Tony, cercano a la edad de Claire, rubio y de
ojos azules, vestido en un traje costoso, se acercó a Tony.

—Hola, señor Rawlings. Es un placer conocerlo. Su discurso fue


notable e inspirador. —Tony le estrechó la mano y le agradeció
cortésmente, y después el hombre rubio con grandes ojos color azul claro
siguió, de alguna manera con timidez—. Tengo una petición inusual.
¿Puedo hablar con su esposa durante unos minutos?

Claire no había visto al hombre hasta ese momento. Estaba viendo a


la multitud. Sus palabras la hicieron volverse, primero a Tony, viendo su
expresión sorprendida, y después hacia el hombre. Su máscara por un
momento hecha añicos. Lo reconoció inmediatamente y de repente se
preguntó por qué no había reconocido su voz. El caos en su cabeza ató a
su lengua hasta que los ojos de Tony la trajeron de vuelta a la realidad.
Colocando una mano suavemente en el brazo de Tony, habló con
vacilación, tratando desesperadamente por una voz más fuerte.

—Oh Dios, Anthony, Simon. —Tony la observaba mientras ella


tartamudeaba a través de las presentaciones—. Anthony, ¿puedo
presentarte a Simon Johnson? Simon y yo éramos estudiantes en
Valparaíso hace un millón de años. —Su discurso fluyó rápidamente—.
Simon, ¿puedo presentarte a mi esposo, Anthony Rawlings?

Los dos hombres se miraron fijamente a los ojos y se dieron las


manos de nuevo. Tony fue educado. Claire vio sus ojos, como si un
interruptor hubiera sido volteado de claro a oscuro. Volteando hacia Claire,
él respondió:

—Creo que es decisión de la señora Rawlings.

Había otras personas esperando para hablar con Tony. Claire excusó
a Simon y a sí misma, permitiéndole a Tony hablar con los otros. Ella y
Simon se alejaron. Mientras caminaban, Simon distraídamente puso su
mano en la parte baja de su espalda; ella inmediatamente se alejó de su
toque. Se sentaron en una mesa vacía.

—Claire, discúlpame si te he puesto en una posición difícil. Es sólo


que he esperado hablar contigo durante mucho tiempo —dijo Simon en voz
baja.

—¿Como ocho años? —Incluso ella se sorprendió por su tono hostil.

—Este es el tercer evento al que he asistido donde tú y el señor


Rawlings han estado. Finalmente reuní el valor para hablar contigo.

Recordando una reunión anterior, ella dijo:

—En primer lugar Simon, dime que no eres un reportero o que


hablas conmigo por una publicación de cualquier tipo.

Sus ojos azules parecieron sorprendidos y después se suavizaron.

—No, Claire, sólo quiero hablar contigo. Debe ser difícil no saber en
quién puedes confiar.

Ella respiró más fácil.

—Lo es. He cometido algunos errores que no pienso repetir.

—Es de un error que cometí que quería hablar contigo, también.

Ella lo miró. No había cambiado desde su primer año en la


universidad. Pero por desgracia lo hacía, él era mayor, más maduro, y con
más confianza. Su cabello rubio todavía necesitaba un recorte y sus ojos
resplandecientes todavía eran tan brillantes. Ella no podía olvidar la
pasión que había presenciado en esos ojos.

—He visto tu fotografía en tantos lugares recientemente. Sentí que


tenía que hablar contigo al menos una vez y explicar lo que sucedió
durante el verano del 2003.

Se conocieron en Valparaíso en su primer año. La licenciatura de


Simon era en programación de computadoras, mientras que la
meteorología era la de Claire. Vivían en el mismo dormitorio, se topaban el
uno con el otro a menudo. Su atracción mutua floreció en un joven
enamoramiento y rápidamente en romance. Eran el primer amor del otro.
Las nuevas emociones poco familiares los abrumaron a ambos. Simon se
proponía a Claire a diario. Ella tenía otros planes para su vida, planes de
carrera y éxito nacional que no incluía matrimonio.

Durante el verano visitaron los lugares de origen del otro, conocieron


a sus familias, e hicieron todas las cosas que hacen los jóvenes amantes.
La madre de Claire comentaba que los planes siempre se podían modificar.
Le gustaba Simon. Su segundo año incluyó vida griega, fiestas, estudio y
tiempo juntos. Pero en algún lugar entre la satisfacción de la reanudación
clases y la familia, Simon desapareció. Él la llamó un par de veces, le
escribió algunas cartas, y desapareció.

Claire sabía que la universidad había sido una presión financiera


para su familia. Por eso, cuando de la nada durante el verano Simón
recibió una oferta para una pasantía de ensueño tuvo que aceptar. Una
oportunidad como esa era inaudita para un estudiante de segundo año.
Sus talentos informáticos superaban a los de muchos de los estudiantes
de mayor edad. La pasantía era en California y no podía perderse la
oportunidad. Se suponía que iba a ser sólo un semestre.

Ella esperó que regresara, pero no lo hizo. Las cartas se hicieron


menos frecuentes y luego inexistentes. Ella siguió adelante. Olvidando lo
que no era posible, pero compartimentándolo con éxito. Con los años de
retos y rutinas de vida llegó su conciencia, y sólo a veces la inconsciencia
de que él no volvería.

—Eso no es necesario. Ambos hemos seguido adelante con nuestras


vidas. —Claire comenzó a ponerse de pie—. Pero fue bueno verte.

Le tocó la mano con suavidad.

—Por favor, Claire, tengo algo que decirte. —Ella se sentó


tímidamente—. ¿Te acuerdas de cuando me fui a California? —Ella
asintió—. Al principio, era un internado, pero luego me ofrecieron un
trabajo. No estoy seguro que lo recuerdes, pero a mis padres les era difícil
pagar la universidad, y la oferta era demasiado buena para dejarla pasar.
Quería volver y terminar mi carrera, pero ahí estaba yo, con veinte años de
edad, con un ofrecimiento para el trabajo de mis sueños.

Claire recordó la carta que había recibido diciendo que no iba a


regresar de California. Le había roto el corazón. Ella quería unirse a él,
pero no le preguntó.

—Me alegro que funcionara para ti. ¿Sigues viviendo en California?


—Sí, lo hago. Y la empresa para la que fui curiosamente es una
subsidiaria de Industrias Rawlings.

El corazón de Claire comenzó a correr. Si Tony lo sabía, Simon


perdería su trabajo. Ella vio la oscuridad, quería protegerlo.

—¿Sigues ahí?

—No. —Ella suspiró con alivio—. Estuve con ellos durante más de
cinco años, pero seguí adelante antes de que conocieras a tu marido. Leí el
artículo publicado en la revista Vanity Fair. —Ella sonrió—. Tengo mi
propia empresa ahora.

—Eso es genial, espero que seas feliz.

—En los negocios, lo soy. Debo agradecer al señor Rawlings. El


comienzo que recibí de su compañía tuvo un gran impacto. Hoy he creado
algunos de los juegos que la gente juega en sus teléfonos. Me va bien.

—Estoy muy feliz por ti. Necesito volver con Tony.

—Mi madre ha estado vigilándote, transmitiéndome información. Le


gustabas mucho.

—Me gustaba tu mamá también. Por favor, envíale saludos y que no


crea todo lo que lee. —Los ojos de Claire estaban tristes con recuerdos.

—Antes de irte, quería hacerte saber que incluso ahora con mi éxito
me arrepiento de no volver por ti. —Claire no hablaba, no podía—.
Pensaba en ello constantemente. Pero el trabajo requería una gran
cantidad de viajes. Estaba en China cuando tus padres murieron. Si
hubiera estado en EEUU hubiera estado allí para ti. Sólo tenía que decirlo.
No te dejé por algo que hiciste o dijiste. Claire, has permanecido perfecta
en mis recuerdos. Ojalá las cosas hubieran sido diferentes. —Ella sintió
una oleada de tristeza por lo que pudo haber sido. Pero Simon continuó—:
aunque he seguido tu carrera. Sabía que estabas en Albany y luego en
Atlanta. Recordaba que querías una carrera y pensé que tal vez después de
que lograras el éxito podríamos intentarlo de nuevo. —Claire miró a la
mesa. Esto la hacía sentirse incómoda. Necesitaba volver con Tony—. Pero
quiero que sepas que estoy feliz por ti. Y estoy feliz que estés felizmente
casada.

Una creciente sensación de ansiedad apareció en ella.


—Gracias, Simon. Te deseo un éxito continuo. Por favor, deséale lo
mejor a tu familia. Tengo que volver con mi marido.

—¿Tienes tu teléfono? —La expresión de Claire era de confusión.


Simon sonrió—. Estoy haciéndote sentir triste, lo cual no era mi intención.
Quería mostrarte mi último juego, es divertido y espero que te haga sonreír.
¿Te acuerdas que me quedaba despierto toda la noche jugando videojuegos?
—Ella lo hacía pero parecía otra persona en otra vida—. Creé este juego
recientemente con alguien de mi pasado en mente. Una especie de
homenaje, supongo.

—No tengo mi bolso, está en la mesa. —Se reprendió en silencio a sí


misma. Él estaba siendo tan abierto y honesto ¡y ella estaba mintiendo
acerca de un teléfono!

Él metió la mano en su bolsillo, sacó un teléfono inteligente, y


comenzó a tocar la pantalla.

—Aquí está, los puedes descargar por $ 1.99. —Sonriendo, agregó—.


Creo que está dentro de tu rango de precio. —Claire miró a la pantalla. El
objetivo del juego parecía ser encontrar algo. Pero con el fin de lograr este
objetivo tenía que hurgar en ropa, trozos viejos de pizza, cajas de pizza,
latas de refrescos, etc. Ella sonrió y él explicó—: Cada nivel tiene un
elemento nuevo que descubrir. Es muy popular entre los universitarios y
post universitarios. Me dará millones. —Ella le sonrió. Él realmente había
hecho dinero con los juegos—. Me alegro de haber visto tu sonrisa. Claire,
eres hermosa, pero echo de menos tu pelo castaño.

—Adiós, Simon. Buena suerte. —Asintió. Parecía que quería


abrazarla o darle la mano, algún tipo de contacto, pero ella se apartó.
Inmediatamente, hizo contacto visual con Tony. Él había estado
observando. Ella volvió a su posición junto a su marido.

Reconociendo su regreso, él mostró una encantadora sonrisa, asintió


con la cabeza, y lo saludó.

—Señora Rawlings.

Cuando salieron a la acera, las luces de Chicago brillaban en la clara


noche de aire septiembre. La mano de Tony se apoyó suavemente en la
parte baja de la espalda de Claire. La temperatura era todavía caliente,
pero ella sintió un escalofrío. Eric abrió la puerta de la limusina y Tony
ayudó a su esposa a entrar.
Perdida en sus pensamientos, Claire vio las luces de la ciudad pasar
por las ventanas. Su mente estaba de vuelta en la universidad. Los
recuerdos de la habitación desordenada, el desorden y ahora el juego le
traían una sensación de calor. Estaba feliz por Simon. Había tenido éxito
en cumplir sus objetivos. Recordó sus aspiraciones, no la riqueza, sino la
felicidad y la familia. Recordó que él quería ser capaz de ayudar a sus
padres. Ella no le había preguntado si estaba casado. Ni siquiera había
mirado para ver si llevaba un anillo de bodas. Pero con toda su alma, ella
esperaba que lo estuviera.

—Señora Rawlings. —Tony estaba dirigiéndose a Claire. Ella se


volvió hacia él, que estaba incómodamente cerca—. ¿Cuál es tu nombre?

Desconcertada, ella se limitó a mirarlo. Él agarró su barbilla y la


sostuvo para que estuvieran mirándose el uno al otro.

—Tu nombre, ¿cuál es tu nombre?

—Tony, ¿qué estás haciendo? —dijo, molesta y alarmada.

No aflojó su agarre.

—Te estoy haciendo una pregunta, una que pareces ser incapaz de
responder.

Desconcertada por su comportamiento, ella respondió a su pregunta:

—Mi nombre es Claire. Claire Rawlings.

—Explícame, señora Rawlings, ¿cómo puedes estar sentada conmigo,


tu marido, llevando los anillos que he comprado, en la limusina pagada
por mi trabajo duro, y pensando en otro hombre? —dijo él, lenta y
deliberadamente.

Todavía sostenía su barbilla.

—Tony, por favor, suelta mi rostro. Me estás lastimando.

Él le soltó la barbilla. Su mano se deslizó detrás de su cuello,


firmemente sujetando su cabeza y cabello. Y continuó:

—¿Tengo que repetir cada pregunta o crees que podrás ser capaz de
responder al menos una la primera vez?
Pestañeando, sus ojos verdes hablaban de alarma y la rigidez de su
cuello hablaba de resolución.

—Ver a Simón me tomó por sorpresa. No he pensado o escuchado


nada de él en ocho años. ¿No crees que eso merece alguna reflexión?

Su agarre se apretó.

—No. Creo que el pasado es sólo eso. Ya pasó y ahora es el momento


de concentrarse en el presente. —Le dolía el cuello. Tenía la cabeza
colocada de manera que sus ojos estaban en contacto, los suyos brillando
de negro. Los de ella no se disculpaban, sino que estaban llenos de furia.
No respondió.

—En el presente, creo que necesitas concentrarte en mostrarme que


mi mujer está ante todo preocupada por complacer a su marido.

Él usó su otra mano para cerrar la ventana entre ellos y Eric.


Entonces, desabrochó los pantalones de su esmoquin. Conmocionada y
disgustada, Claire empezó a protestar. Pronto encontró que hablar era
imposible. Sosteniendo su cuello, él dirigió en silencio su cabeza,
apoyándola la propia en el asiento, sus dedos entrelazados en su cabello.
Claire trató de apartarlo con la mano. Tony tomó esa mano y la retorció.
No cedió con la presión y el movimiento de su cabeza hasta que terminó.

Mientras caminaban por el vestíbulo de la Torre Trump, Claire hizo


lo posible por parecer compuesta. Tony puso su brazo alrededor de su
cintura y con ternura le susurró al oído:

—Tengo más maneras en que puedes demostrar tu devoción, señora


Rawlings. Las revisaremos cuando lleguemos a nuestro apartamento.

Los últimos trece meses se disolvieron en la nada. Ella no era Claire


Rawlings, esposa. Ella era Claire Nichols, lo que él quería que fuera.
43
Cualquier idiota puede hacer frente a una crisis, es día a día
viviendo lo que te deteriora.
~Anton Chekhov

Traducción por Mikiliin. & Becca Herondale

El silencio dentro de la limusina se intensificó con cada milla


mientras Tony y Claire viajaban desde Bettendorf hacia su casa. La
subasta silenciosa había levantado extraoficialmente más de la mitad de
un millón de dólares neto. El costo del evento había sido menos de
$ 10.000, debido a la inteligente adquisición de Claire de servicios y bienes
donados. La ausencia de ruido en el viaje fue un marcado contraste con el
centro de convenciones.

Antes de salir de la sala de conferencias, Courtney habló extasiada


sobre la capacidad de Claire.

—¡Esto resultó tan bien! Simplemente no puedo creer las cifras


finales. Cariño, juntas vamos a recaudar dinero para todas las
organizaciones del oeste de Mississippi.

Aunque se sentía incómoda con respecto a sus futuras actividades


filantrópicas, Claire abrazó a su amiga y llevó su sonrisa.

—Oh Dios, tendremos que ver.

—¡Bueno, disfruta de este éxito por un rato porque tengo planes! —


El entusiasmo de Courtney era contagioso. Claire sonrió y asintió con la
cabeza.

Los deberes más recientes de anfitriona de la señora Rawlings


ayudaron a sus esfuerzos. Ella astutamente mencionó la subasta, tanto
para las donaciones y la posible asistencia, siempre que sea posible.
Encontró interesante cómo los asociados de Tony estaban dispuestos a
participar en uno o ambos cuando se acercaba personalmente. El hecho de
que estaban en su casa, comiendo su comida, y recibiendo su atención no
entorpecía sus esfuerzos. El actual presidente de la Cruz Roja de la más
grande de las Quad Cities agradeció abundantemente a la señora Rawlings
y la señora Simmons.

Muchos de los asociados de Tony de fuera de la ciudad asistieron al


evento. Claire no se había dado cuenta cuando ella los invitó que esto tuvo
un impacto adicional en las Quad Cities. Estas personas importantes
necesitaban lugares donde alojarse y comida para comer, mientras
estaban en Bettendorf. Según Courtney, los medios de comunicación
estimaron que su evento cosechó una ganancia inesperada de más de un
millón de dólares para las Quad Cities. Claire no había visto la cobertura.
No le gustaba la televisión, y cualquier otra forma de comunicación todavía
estaba prohibida.

De hecho, desde el Simposio de Chicago Claire perdió muchas de


sus nuevas libertades. Aún veía los correos electrónicos, pero sólo después
de que se habían enviado las respuestas. Ya no más una libertad, ellos no
eran más que un ejemplo evidente de lo que ahora estaba prohibido.
Durante los preparativos finales de la subasta, era innegable que Claire y
Courtney necesitaban comunicarse y verse entre sí. Sin embargo, el
contacto y esfuerzos con otros habían disminuido dramáticamente. Tony
decidió que Claire necesitaba tiempo para decidir lo que era realmente
importante para ella.

La noche en Chicago era una reminiscencia de sus primeros


encuentros en la finca. Tony era excesivamente dominante, controlador y
exigente. Incluso las sádicas, crueles tendencias sexuales de antes de su
accidente reaparecieron. Una vez de vuelta en el apartamento, Claire trató
de razonar con él.

—Por favor, piensa lo que estás haciendo. —Fue como si sus ojos
negros no pudieran registrar su voz. Ella suplicó—. Tony, recuerda tu
promesa. Soy tu esposa. Piensa lo que me estás pidiendo que haga.

—Eres mi esposa. Sin embargo, no estoy pidiendo. —Inafectado, sus


demandas continuaron.

Cuando se despertó a la mañana siguiente, sintiendo los dolores


demasiado familiares de un año antes, ella temía su presencia. Acostada
en silencio, ella escuchó su respiración. Aliviada, oyó el sonido de la ducha
en la habitación contigua. Poco a poco, se sentó y pensó en sus opciones.
Hasta ver a Simon, las cosas habían ido progresando bien. Incluso en
Italia cuando ella rompió su regla, él respondió con amabilidad, no con
crueldad. Pero al escuchar el agua corriendo, Claire se debatió en dejarlo,
el apartamento, todo. Ella no sabía cómo. ¿Dónde podría ir posiblemente
que no pudiera encontrarla?

Cayó contra las almohadas suaves y se permitió algunas lágrimas.


Momentáneamente, tuvo problemas para llenar sus pulmones con una
cantidad suficiente de aire y se acordó de sus pesadillas. Esto no era un
sueño, era su realidad. Ella no quería ver o hablar con él. Sin embargo,
reconoció la impotencia que surgió a través de sus venas. Su única salida
era a través del hombre en la habitación de al lado. Poco a poco, echó
hacia atrás las mantas, cuadró los hombros y se dirigió hacia el espejo. La
determinación de acero que impulsó a sus pies no venía del coraje, más de
un sentido de una necesidad impotente. La reflexión que tuvo antes había
sido peor, había sido mucho peor. Sin embargo, ver las marcas rojas y
azules hacían torcer su estómago. Ella alcanzó su bata y cubrió la
evidencia.

Minutos después entró en su dormitorio. El hombre ante ella parecía


completamente ignorante de los acontecimientos de la noche anterior.
Casualmente besó su mejilla y le dijo:

—La ducha es toda tuya. —Ella sólo se le quedo mirando. ¿Quién es


él? Él sonrió—. Me hubiera quedado más tiempo si sabía que estabas
despierta. —Más tarde esa mañana, él la ayudo a prepararse para salir de
Chicago y amablemente discutió bromas diarias.

El incidente obligó a Claire a reconocer que se había engañado a sí


misma al creer que el otro Tony se había ido. No se había ido. De hecho, él
estaba increíblemente cerca de la superficie. Esa mañana no tenía idea de
con quien estaba volando o incluso con quien compartía una casa. Cada
noche ella esperaría mientras su estómago se retorcía en nudos,
preguntándose quién caminaría a través de la puerta.

Claire esperaba que los eventos recientes incrementaran la


frecuencia de sus pesadillas, sorprendentemente disminuyeron. Su teoría:
su conciencia ahora compartía el estrés que sólo su inconsciente había
soportado.

Después de las repercusiones y algún pasaje de tiempo, trató de


hablar con Tony sobre Simon. No le importaba o quería escuchar su punto
de vista. Su única noción permaneció: en un acto público ella había dejado
a su lado, a su esposo, para pasar tiempo con su ex amante. Para Claire se
trataba de una observación ridícula. Su interpretación era más como en
un evento público, para permitirle a Tony la capacidad de ser visitado por
los aficionados, ella escoltó a Simon a un lado y discutió problemas con él
por una franja de tiempo. Las interpretaciones disímiles no tenían puntos
en común en la actualidad o en el futuro. El tema estaba cerrado.

Mientras avanzaban a casa desde Bettendorf, Claire se preguntó lo


que Tony pensó en la subasta silenciosa y qué consecuencias tendría que
soportar ahora que su presencia no era necesaria en un lugar público. No
fue hasta que estuvieron casi en casa que Tony finalmente habló,
sacándola de sus pensamientos.

—Felicitaciones.

—Gracias.

—La subasta fue todo un éxito.

—Gracias. Estoy complacida. Courtney es feliz. Quería hacerte feliz a


ti también.

—¿Y ahora no lo quieres?

—No. Lo quiero. —Ella era sincera.

—Ya te lo he dicho antes. Continuamente me sorprendes y asombras


con tus habilidades. —Y como una ocurrencia tardía—. Algunos más que
otros.

Claire no reaccionó, eso era lo que él quería. En cambio, ella se sentó


abatidamente y pensó en la fecha, 8 de octubre. Sus pensamientos fueron
en muchas direcciones diferentes. Pensó en la subasta, alguien había
ofertado $70.000 para el uso de dos días del avión y el piloto de Tony. Fue
una gran donación. Él había pensado en ello. Otras donaciones como
estancias en resorts, paquetes de entretenimiento, boletos de la NBA y la
NFL ayudaron a superar su meta.

También recordó que se suponía que debían estar en Malibú el


siguiente fin de semana para la fiesta de Eli y de MaryAnn. Ella había
estado deseando que llegue desde que recibieron la invitación. Los
Simmons y los Miller iban. La película era una de suspenso. Claire sabía
de los actores, pero en su mayoría estaba deseando ver su casa.
Otro pensamiento era su familia. La fecha límite de John estaba a
menos de un mes de distancia. Ella no había hablado con Emily desde
antes de Simon. Así que muchas otras libertades habían desaparecido. La
idea de hablar con su hermana parecía absurda. Claire no tenía la
voluntad o la fuerza para seguir adelante con la solicitud.

Egoístamente pensaba en su próximo vigésimo octavo cumpleaños y


contemplaba la verdad de su vida. Ella iba en su limusina a su finca con
su adinerado, guapo marido. Divertida, decidió que era la versión de la
revista Vanity Fair. Para la versión íntegra: estaba recluida en la limusina
de Tony, le hubiera gustado conducir su propio auto, a su casa, su prisión
en varias ocasiones, con su marido, que era guapo y cruel, sádico,
manipulador y controlador. Incluso el éxito de Tony como un hombre de
negocios perdió su brillo desde que habló con Simon. Tony arruinaba vidas,
futuros, y dispensaba consecuencias para hacer dinero. Simon tenía
diversión y hacía juegos. La gente gastaba menos de $2 dólares por uno de
sus juegos, pero con las personas suficientes, eso añadía. La realidad la
entristecía. No sabía a ciencia cierta, pero predijo que cuarenta y seis
personas en Pennsylvania estaban sin empleo.

Su vida no era peor que la de muchos otros. Por el contrario, era


mejor en muchos aspectos. Se dio cuenta que la injusticia era un
problema generalizado, sin embargo muchas de las mismas preguntas
permanecieron: ¿Cómo llegó a terminar aquí? ¿Cómo sus metas de vida
habían sido radicalmente modificadas? Cuando ella se tomó el tiempo para
pensar en ello, nada de eso tenía sentido.

***

El 14 de octubre, en un avión de la compañía, Claire felizmente voló


por todo el continente con las Simmons, los Miller, y Tony. Una semana
antes ella hubiera considerado la probabilidad de su viaje a California
como improbable. Sin embargo, había pasado la última semana en casa
con su devoto esposo. Cada noche, el hombre con el que se casó regresaba
a casa desde su oficina.

El estrés de su imprevisibilidad la estaba volviendo loca. Desde la


subasta él había estado atento, amoroso y cariñoso. Con el clima
haciéndose más fresco, los días más cortos, y el estrés de los dos Tony,
Claire creía que se tambaleaba, literalmente, en el borde de la cordura. Un
fuerte viento fue todo lo que se necesitaría para volarla de una manera u
otra. Iowa tenía su parte de tormentas, vientos fuertes y tornados, todos
eran impredecibles. Eso hizo un paralelismo irónico para su vida.

Courtney se mantuvo fiel a su observante promesa. Ella sabía que


algo estaba retorcido entre Claire y Tony. No sabía qué. Claire pensó que
mientras menos supiera mejor. Tony no entendía su conexión. Claire trató
de facilitar su erróneo concepto quejándose de Courtney.

—Es divertida, pero habla tanto… —Fue una estratagema que


rezaba funcionaría. Realmente necesitaba a Courtney en su vida.

Tocaron tierra en Los Ángeles el viernes por la noche. La fiesta fue la


noche siguiente. Durante su huida, compartieron vino, rieron y se
entretuvieron con las historias de fiestas anteriores de Eli. Al parecer, el
cielo es el límite en cuanto a comportamientos con la escena de Hollywood.
Claire esperaba ansiosamente para experimentarlo por sí misma. Los
Simmons y Millers fueron dejados en un hotel cinco estrellas. Los Rawlings
fueron a su departamento.

El ama de llaves de L.A. los recibió en la puerta mientras un


conductor se llevó su equipaje a su habitación. Tony explicó que les
gustaría una cena ligera tan pronto como sea posible. Claire no tenía
hambre, le dolía la cabeza. Ella solo quería desempacar e ir a dormir.

Una vez a solas, Tony asumió su personalidad alternativa.

—Mañana por la tarde estaremos en un abierto escenario público.


No fue hace mucho tiempo que un fallo se produjo en un entorno como
este. —Ella no quería escucharlo.

—Tony, por favor, no empieces de nuevo. —El vuelo, el vino, y la


cabeza dolorida contribuyeron a la irritabilidad de Claire. Su réplica
insolente lo aturdió momentáneamente. La recuperación no tardó mucho.
A medida que llevaba la ropa a la cómoda, se apoderó de su brazo y la
volvió hacia él.

—Claire, no aprecio tu actitud impertinente. Habrá muchos más


periodistas presentes de lo que nunca has estado expuesta alguna vez.

Su agarre lastimaba. Ella miró directamente a sus ojos y se mantuvo


de pie mientras él la fulminaba con la mirada.

—Te aseguro que mi actitud no es impertinente. Sólo que eres cada


vez más repetitivo. Sé el discurso y sé… —No tuvo la oportunidad de
terminar la oración. Ese era el primer golpe desde su accidente.
Permaneció de pie, pero aturdida temporalmente por la incredulidad más
que por el dolor.

Habló de nuevo, como si no acabara de hacer añicos su promesa y


su seguridad. Su casa de cristal ahora yacía en un montón de fragmentos.

—Tienes una responsabilidad y espero que te comportes de la


manera apropiada. —Soltó su brazo, se dirigió a la maleta, y sacó las botas
de excursión de Claire—. Por cierto, ¿te gustaría saber por qué éstas están
empacadas?

Su mente giró mientras él cambiaba de tema. Estaba teniendo


dificultades para seguirle el ritmo. Negándose a llorar, exhaló y tomó el
anzuelo.

—¿Por qué tengo mis botas de excursión?

—Como una sorpresa por tu cumpleaños, hice reservaciones para el


domingo y el lunes por la noche en la suite presidencial de un hotel muy
exclusivo dentro de Yosemite. Pensé que disfrutarías las montañas de
Sierra Nevada y el Parque Nacional. Después del año pasado, no quería
perderme la celebración de tu cumpleaños. —Su tono se volvió severo—.
Sin embargo, en lugar de sorprendente como yo esperaba, nuestra
romántica escapada de cumpleaños ahora está en tus manos.

Claire trató de seguir sus palabras ¿sus manos? ¿Qué quiso decir?

—Si tu memoria no falla, si puedes recordar mis preocupaciones y


reglas, y si puedes obedecer las pocas peticiones que he hecho, entonces
vamos a ser capaces de mantener los planes para tu cumpleaños. Sin
embargo, si eres incapaz de manejar tus responsabilidades no tendré más
remedio que cancelar las reservaciones y nos concentraremos en maneras
de ayudar a facilitar tu memoria para el futuro. —Miró a su esposa
mientras se hundía hasta el borde de la cama—. ¿Cuál es tu elección?
Quieres ser una compañera. Dime lo que quieres hacer, ¿ir a Yosemite o ir
a casa y revisar el comportamiento apropiado? —Esta era otra de esas
preguntas tipo ofertas que no puedes rechazar.

Dios, odiaba el baile. Un golpe en la mejilla en un minuto y hablar


de una escapada romántica al siguiente. Era el vals de un paso adelante,
dos pasos hacia atrás, ella quería gritar. Sentada al borde de la cama, se
permitió llorar y tragó saliva. Su voz reveló su angustia, sin embargo, ella
trató de sonar tranquila.

—Nunca he estado en Yosemite. He oído que es hermoso. Suena


como un cumpleaños maravilloso.

Impasible ante sus lágrimas, él se quedó a la espera de una


respuesta a su pregunta. Al ver la mirada de su marido, sintiendo una
punzada de pánico demasiado familiar, Claire se dio cuenta que no había
respondido a su pregunta.

—Me gustaría ir a Yosemite. Haré lo que dices.

Él se acercó, le tomó las manos y la ayudó a levantarse. Sus pechos


se tocaron mientras ella miraba hacia sus ojos muy oscuros. No apartó la
mirada.

—Claire, no quiero romper mi promesa, pero a riesgo de sonar


repetitivo, el fracaso público no es una opción.

—Lo entiendo. Lamento hacer que rompieras tu promesa. Voy a


hacerlo mejor.

***

Esa noche mientras estaba acostado en la cama junto a su dormida


esposa, Tony recordó una escena de su infancia. Era una de las muchas
que dio forma a tantas de sus decisiones.

La estridente voz de su abuelo:

—Muchacho, no te nos unirás a la cena esta noche. —Sorprendido,


se dio cuenta de la ausencia de su lugar puesto. Tony preguntó por qué.
Su abuelo no habló, pero sacó una carta del bolsillo superior de su
chaqueta. Tony recuperó la carta y desdobló la página. Eran sus notas del
último semestre de clases. Había tomado diecisiete horas de crédito, una
carga muy agotadora para un estudiante de primer año. Había cinco A’s y
una B +, en Cálculo. Eso parecía bien para él. Recordaba aún sin
comprender el tono de su abuelo.

—¿Planeas tener éxito en este mundo, chico?

—Sí, señor, lo hago.


—Entonces no dejes que esto vuelva a suceder, el fracaso tiene
consecuencias. Tal vez algo de tiempo solo comiendo en tu suite te
ayudará a recordar que la perfección es el requisito mínimo para el éxito.
—Su abuelo entonces apartó sus ojos y tomó un sorbo de vino.

—Nathaniel, tal vez hizo su… —Los ojos oscuros de su abuelo


detuvieron la súplica de su abuela. Ella bajó la mirada hacia su plato. El
tema estaba cerrado. Tony miró a sus padres, también estaban mirando
hacia abajo.

Recordó salir de ese comedor prometiendo hacerlo sentirse orgulloso,


no era fácil. Pero hoy creía que había aprovechado las oportunidades y
creado otras. Si su abuelo estuviera vivo, como debería estar, de Tony creía
que estaría orgulloso.

***

A la mañana siguiente, Tony salió del apartamento temprano para


jugar al golf con amigos. Durante su ducha de la mañana, Claire notó la
sensibilidad en su brazo derecho. Mientras se secaba, se dio cuenta de
una gran marca de mano púrpura. La preocupación de Claire no era
soportar la ira de su marido, era que la evidencia física era visible. Se
sintió aliviada al ver que Catherine empacó blusas con mangas. Ella
razonó que si el moretón era visto se romperían varias reglas: las
apariencias y la información privada. Lo más importante, Tony no estaría
feliz. Pensando en el futuro, Claire miró su vestido de fiesta, sin mangas.

Una vez que las damas estaban todas juntas, Claire llamó a su
sonrisa más brillante y preguntó:

—Entonces, ¿alguien tiene ganas de un poco de compras en Rodeo


Drive? ¡Creo que un nuevo vestido para la fiesta está a la orden! —No tomó
mucho convencimiento para atraer a las demás a unírsele a los tres
bloques del más famoso y caro centro comercial de Estados Unidos.

Al parecer, su máscara no estaba sin grietas. Courtney intentó en


múltiples ocasiones apartar a Claire y preguntarle qué estaba pasando,
ella dijo que se sentía un poco mal. Claire sonrió y miró a su amiga a los
ojos.

—Es sólo cosa de recién casados. Los dos somos nuevos en este
asunto del matrimonio. Estamos trabajando en ello. —Sintiendo la
incredulidad de Courtney, Claire continuó—: En serio, todo está bien.
Tony mencionó que los talentos comerciales de Claire habían
mejorado, tenía razón. Encontró dos vestidos que sus amigas adoraban,
uno de Armani y el otro Gucci de Saks. Por supuesto, cada uno necesitaba
zapatos y un bolso. Razonó, que le permitiría a Tony tomar la decisión
final. Claire puso los vestidos sobre la cama, con los zapatos y bolsos de
mano, y con entusiasmo le preguntó a Tony cuál quería que se pusiera. A
él le gustaba que hiciera compras con sus amigas. La razón nunca fue
cuestionada. Sin embargo, la decisión sería difícil sin un desfile de moda.
Claire estaba obligada. Tony eligió el clásico vestido cruzado de Gucci azul
oscuro de manga larga. En particular, le gusta la facilidad con que se
desenvolvía.

Ellos seis llegaron a la fiesta a una multitud de celebridades y


periodistas. Claire se quedó al lado de su marido mientras charlaban con
personas que sólo había visto en pantalla. Se sorprendió de lo normales
que parecían. Tal vez algunos eran groseros o narcisistas, pero la mayoría
eran modestos y humildes y trataban a Tony con respeto. Claire no se dio
cuenta hasta que escuchó sus conversaciones que él también capitalizaba
en formas de entretenimiento: estaciones de televisión, estaciones de
noticias y estudios de cine. Esta conexión fue el impulso para su amistad
con Eli. Ella había pensado que hicieron amigos inverosímiles. Ahora tenía
sentido.

Claire no había previsto la grandeza de la casa de Eli y MaryAnn.


Una casa con diseño de Bev había sido fundamental en la decoración.
Cada pulgada gritaba California: espacios abiertos, vistas impresionantes,
líneas limpias y opulencia. Al ser construido en un acantilado con una
espectacular vista al mar, Claire se preguntó si alguna vez se preocupaban
por los terremotos. Decidió no preguntar.

Aparte de unas cuantas excursiones con Courtney o Mary Ann,


quién estaba decidida a presentarla a la multitud Hollywood “A”, Claire se
quedó obedientemente en el codo de Tony. Él amablemente la incluyó en
sus conversaciones y la presentó a todos. Anthony Rawlings y su esposa,
qué lindo eran, aún recién casados e inseparables, era el tema de la fiesta.

Tras un almuerzo de domingo con sus amigos, Tony y Claire volaron


a Fresno. Él preparó un auto de alquiler. Se preguntó cómo muchas
personas alquilaban autos valorados en más de 100.000 dólares. Él dijo
que no era precisamente el Maserati Gran Turismo, pero le gustaba
conducir el Corvette ZR1. El hombre que entregó alegó que podía ir de 0 a
100 millas por hora en siete segundos. Claire dijo:

—En serio, le creo. No necesitamos probarlo.

Yosemite era tan hermosa como había oído. Las famosas montañas
de piedra, cascadas, lagos y secoyas gigantes le encantaron. Su amor por
la naturaleza vencía su reciente sentimiento inestable hacia su marido.
Con los impresionantes alrededores y su temperamento amoroso, ella
podía olvidar su otra personalidad. O por lo menos, podía
compartimentarlo lejos y centrarse en este Tony.

En su cumpleaños después de subir un sendero empinado hasta la


base de las cataratas de Nevada, Tony sorprendió a Claire con un picnic
que había escondido en una mochila, con una manta y una botella de vino.
Ella quería odiarlo, su comportamiento y reglas. A veces podía. Pero otras
veces podía ser tan romántico, sensible y cariñoso.

Después de comer, le entregó una caja de terciopelo color vino.

—Feliz cumpleaños, Claire. —Exhibió su sonrisa diabólica—. Lo


recordé, sin cajas de terciopelo negro.

Ella negó con la cabeza, pensando, Maldita sea, él es bueno. Aceptó


la caja y la abrió para descubrir un par impresionante de aretes de
diamantes. Tuvo un recuerdo fugaz de pendientes de hace mucho tiempo.
Sus padres le dieron aretes de diamante para su graduación de la escuela
secundaria. No eran de lejos tan grandes o impresionantes. Se preguntó
dónde estaban.

—Gracias, Tony, son increíbles. —Sus palabras eran sinceras y


agradecidas. Los diamantes brillaban en los rayos de la luz del sol. Eran
en verdad los pendientes de diamantes más bonitos que había visto nunca.
El diamante más bonito sería solamente el que estaba en su mano
izquierda.

Tony la besó tiernamente.

—Feliz cumpleaños, amor. Me alegro que estemos aquí. —Así como


ella.
El martes por la tarde, el avión de Tony y Eric esperaba por ellos en
Fresno. Llegaron a casa la noche del martes. La diferencia de horario
funcionó mejor viajando al oeste. Aunque el reloj marcaba las diez, Claire
decidió presionar su suerte.

—Tony, he tenido un maravilloso cumpleaños. Yosemite fue hermosa


y mis pendientes son impresionantes. —Ella llevaba los pendientes, el
collar de viaje, y su nuevo reloj de diamantes de Europa—. Tengo una
petición más cumpleaños.

Él la abrazó más cerca.

—¿Y qué sería?

Los últimos días habían sido buenos. Vaciló un momento, pero


decidió seguir adelante.

—Me gustaría hablar con mi hermana. —Ella lo miró a los ojos, ¿de
qué color eran?

Él suspiró.

—Vamos a ir a la oficina y llamar antes de que cambie de opinión.

Se levantó de puntillas y lo besó.

—Gracias. —Apenas podía contener su emoción ante la posibilidad


de llamar. El hecho de que estuviera en altavoz era esperado. Cuando
Emily respondió, sonaba somnolienta. Claire se disculpó, le dijo que
acababa de llegar a casa desde fuera de la ciudad, y quería llamar. Emily
se recuperó rápidamente. Charlaron durante casi quince minutos antes de
que Claire se diera cuenta que su tiempo había expirado. Claire se
disculpó por no haber llamado antes. Las cosas estaban tan ajetreadas con
la subasta. Le dijo a Emily sobre la fiesta de Hollywood y sobre el viaje
sorpresa de Tony por su cumpleaños.

Emily les dio las gracias por la donación al distrito escolar. Lo


habían hecho de forma anónima, pero supuso que era de ellos. También le
dijo a Claire que estaba preocupada por John. A medida que la fecha límite
se acercaba, pasaba demasiado tiempo en la oficina. Estaba allí en ese
momento, aunque eran más de las once. Probablemente se habría ido
antes de que Emily se despertara por la mañana. Al parecer, algún auditor
revisó su información: sus horas trabajadas, horas facturadas, honorarios
recuperados, etc. John no le había dado a conocer todo a Emily, pero ella
tenía un mal presentimiento. Algo no se sentía bien. Prometió mantener a
Claire informada si tenía la oportunidad de hablar con ella. Claire dijo que
lo intentaría. Se despidió y Tony apretó el botón de desconexión.

Abrazando a su marido, susurró:

—Ha sido un gran cumpleaños. Podría no estar tan cansada como


pensaba.

Ambas sonrisas fueron genuinas.


44
La perspectiva es lo más importante en la vida.
~Lauren Graham

Traducido por Mae & Flochi

Claire enderezó las tres pilas de papeles. Volvió a tener una voz en
sus correos electrónicos. Además de los montones de “Patricia, responde” y
“Preguntar a Tony”, a veces hacía una pila de “Correspondencia”, su
respuesta escrita a la correspondencia de alguien, o como hoy, un no
solicitado correo electrónico saliente. A veces eran enviados como los
escribía; otras veces hacían cambios. Todo era parte del proceso de
deliberación y negociación. El correo electrónico no solicitado de hoy era
para Emily. Había sido escrito y reescrito unas seis veces. Dando vueltas
por la habitación, se preguntó si lo redactó bien y, lo más importante, si
Tony le permitiría enviarlo. La fecha límite de John era el 1 de noviembre;
hoy era el cuatro, y todavía no había oído nada. Claire tenía esperanzas de
que la nota pudiera ser enviada; después de todo, Tony fue quien sugirió
que llamara primero. Ella, por supuesto, no dejó pasar la oportunidad;
pero nadie respondió. Las dos últimas noches que siguió intentando,
siguió sin respuesta. Estaba preocupada.

Con la revelación de que su subconsciente y consciente compartía


las mismas preocupaciones y su tiempo recién descubierto en casa, Claire
practicaba sesiones de auto-terapia continua. Tal vez su preocupación por
John era un mecanismo de defensa, de preocuparse por alguien más para
variar. Mayormente se preocupaba por el hombre con el que se había
casado. La persona amorosa estaba de regreso en muchos sentidos, cortés,
cariñoso y compasivo. El control era siempre un problema. Él esperaba
obediencia y sumisión. Mientras ella obedeciera, no se producían
consecuencias. Pasaba horas interminables convirtiendo eso en un
paradigma positivo. Si realmente fuera positivo, ¿tardaría horas?

Teniendo poco que hacer, se vistió para la cena y leía un libro


mientras esperaba la llegada de Tony. Esperaba que llegara a casa a las
siete, pero él la sorprendió al entrar en su habitación a las cinco y media.
Ella sonrió, pero reconoció de inmediato que algo andaba mal en su
expresión. Su corazón se aceleró, preguntándose, ¿Qué he hecho?

Él no habló, puso unos papeles en el sofá y se arrodilló ante ella. Los


papeles le recordaban la entrevista de Meredith, pero no estaba enojado.
Apenado sería una mejor evaluación.

—Tony, ¿qué pasa? —Estaba tan conmovido como lo había visto


jamás. Bajó la cabeza a su regazo. Levantando su cara, dijo—: En serio,
me estás asustando. ¿Qué pasa?

—Llegué a casa tan pronto como vi el comunicado de prensa. Sabía


que querrías saberlo. Es probable que no me creas, pero lo lamento.

Claire miró sus ojos, sinceridad. Con manos temblorosas tomó los
papeles. No tenía idea de lo que estaba a punto de leer, pero no necesitaba
un psíquico para saber que era malo.

Trágico Accidente Termina con la vida del joven fenómeno de los


videojuegos Simon Johnson, de 28 años, de Palo Alto, California, murió el
miércoles, 03 de noviembre 2011, después de un trágico accidente.

Claire dejó los papeles y corrió al baño. De repente tenía náuseas. No


lo había visto en ocho años, no había pensado conscientemente en él.
Ahora se había ido.

El vómito la hizo temblar. Se volvió para ver a Tony de pie en la


puerta, mirando a su esposa. Se dejó caer al suelo sin saber lo que iba a
decir o no respecto a su respuesta. Probablemente pensaría que no era
apropiado. No le importaba, inesperadamente demasiado débil para
defenderse. La baldosa fresca del baño calmó su cabeza palpitante, ella
lloró. Los ojos de Claire se cerraron mientras se rendía a lo que venía en su
dirección.

Tony se arrodilló, la ayudó a levantarse, la llevó de vuelta a la


habitación, y suavemente la depositó en el sofá. Luego se sentó con la
cabeza en su regazo. No hablaron durante mucho tiempo. Claire lloró.
Lloró por Simon, no un amor perdido. Ella estaba casada con otra persona.
Lloró por una vida perdida demasiado joven. El artículo dijo que tenía
veintiocho años. Ella tenía veintiocho años. Era demasiado joven para
morir.
Por último, se las arregló para decir:

—¿Cómo murió?

—El artículo dijo que su avión se estrelló en una zona remota de las
montañas. —Los sollozos resonaron—. Las autoridades encontraron el
lugar del accidente, no hay sobrevivientes. Llegó a través de mi servicio de
noticias y vine rápido a casa.

Claire recuperó suficiente compostura para sentarse.

—Era un amigo. No estoy triste porque él y yo estuviésemos


involucrados. Era demasiado joven para morir.

Tiernamente abrazándola, dijo:

—Realmente entiendo. Exageré antes. —Apartó suavemente el pelo


de su cara—. Decía que se había comprometido recientemente. —Esa
noticia reinició las lágrimas de Claire. Quería que se casara y fuera amado
por alguien. Cuando se calmó, él le trajo pañuelos y leyó el resto del
comunicado de prensa:

Los oficiales encontraron el lugar del accidente del avión personal del
señor Johnson en las elevaciones más altas de la cordillera de Montaña
Sierra Nevada. El plan de vuelo del señor Johnson indicaba que estaba de
camino a casa en Palo Alto después de una reunión con inversores en el
área de Los Ángeles. El señor Simon Johnson, auto-millonario, es mejor
conocido por sus creaciones de juegos. Su inicio creativo ocurrió con
Shedistics, un subsidio de Industrias Rawlings en el norte de California. El
señor Johnson comenzó su propia empresa de juegos, Sijo, en 2005. El
señor Johnson, originario de Indiana, se casaría con la señorita Amber
McCoy de Palo Alto, California, el 21 de abril2012. La información relativa a
los servicios aún no se ha dado a conocer por la familia.

Claire dejó las páginas y apoyó la cabeza en el pecho de Tony. Puso


sus brazos alrededor de ella y sollozó, lloró, y soñó. Cuando despertó, su
cabeza latía y los ojos le dolían, inflamados y sensibles. Tony todavía
estaba allí, sosteniéndola. Se levantó y fue al baño, se lavó la cara y volvió
a salir.

—Creo que he terminado. Gracias por ser tan comprensivo.

Hizo un gesto para que volviera al sofá. Ella lo hizo. Puso su brazo
alrededor de ella.
—¿Sabías que trabajaba para una de mis empresas?

—Me lo dijo en Chicago, diciendo cómo puede ser extraño el destino.


Me dijo que quería darte las gracias por el gran comienzo.

—No me dijiste.

—No tuve la oportunidad. —Tony no respondió. ¿Qué podía decir?

El día siguiente, Tony trabajó desde casa.

Claire descansó en la terraza interior, sintiendo sus emociones


tambalear entre triste y vacía. A pesar de la reciente caída de la
temperatura, el sol misericordioso hizo que el porche se sintiera
confortable. Los árboles estaban desnudos y la hierba reanudaba su
fundido gris invierno. Pensó que toda la situación parecía irreal y se
preguntó sobre Amber McCoy y los padres de Simon. No podía imaginar
por lo que pasaban.

Con la esperanza de que la luz del sol pudiera mejorar su estado de


ánimo, yacía en el sofá de dos plazas y contemplaba la vida y la muerte. La
muerte parecía tranquila y predecible. No había pensado de esa manera
por más de un año. Tony encontró su mirada fija en el espacio y habló con
simpatía.

—Hay un homenaje privado para Simon el domingo en Madison,


Indiana. —Claire se volvió hacia su marido. Su maquillaje estaba hecho y
su pelo estilizado, pero sus párpados hinchados y los ojos parecían lejanos.

—Está bien. —Ella sopesó sus palabras—. Deberíamos enviar flores.

—No, deberíamos asistir.

Claire se sentó recta.

—¡No! No deberíamos. Tony, no he estado en un funeral desde que


mis padres murieron. No puedo ir al de Simon. —Sus ojos se llenaron de
nuevo con humedad.

Por segunda vez en dos días se arrodilló ante su esposa. Su tono fue
increíblemente dulce y de apoyo.

—Tengo el número de sus padres. Realmente creo que deberías


llamar. No estoy diciendo que lo hagas, estoy diciendo que sería una buena
idea. El servicio es privado. Si te invitan a ti o ambos, deberíamos asistir.
—Claire sacudía la cabeza. Hablar sin llorar no era una opción. Le entregó
el número de teléfono, la besó suavemente, y regresó a su oficina.

Pudo ser una media hora. Pudieron ser tres horas. El tiempo había
perdido temporalmente su significado. Finalmente, Claire llamó a la puerta
de su oficina. Juntos hicieron la llamada. La persona que respondió vaciló
antes de poner a la señora Johnson en la línea.

—Este es un momento difícil. ¿Puedo preguntar quién llama?

—Mi nombre es Claire, Claire Rawlings. —Recordó que Simon tenía


una hermana menor y se preguntó si era ella con quien estaba hablando.
La voz le dijo que esperara. Rápidamente la madre de Simon estuvo en la
línea—. Señora Johnson, no estoy segura si me recuerda. —Ella le dijo que
sí se acordaba y le agradeció a Claire por llamar. Claire le ofreció sus
condolencias. La señora Johnson los invitó al funeral. Claire había rogado
que no les extendiera invitación.

Antes de que la conversación terminara, la señora Johnson agregó:

—Simon y yo éramos muy unidos. Sé cuánto significabas para él. Si


es posible, ¿podrían tú y el señor Rawlings llegar temprano?

Claire miró a Tony, quien levantó las cejas y se encogió de hombros.

—Si eso es lo que quiere, entonces lo haremos.

—Gracias. El servicio comenzará a las dos pero la familia va a tener


una audiencia privada al mediodía. Apreciaría si tú y el señor Rawlings
llegaran a las una. —Claire dijo que lo harían y Tony colgó.

El vuelo a Louisville, Kentucky fue silencioso. Increíblemente


servicial, Tony no trabajó o leyó en su ordenador portátil o hizo nada que
no estuviera dirigido a Claire. Eso se agregó a su malestar. Un chofer los
llevó de Louisville a Madison, un pequeño pueblo pintoresco en el río Ohio.
Era la primera vez que Claire había estado en Indiana desde hace años. La
funeraria se asemejaba a una mansión colonial, ladrillos con largas
columnas blancas. Llegaron temprano y se quedaron sentados en el auto.
Todo el escenario era desconcertante. Claire sabía que estaba moviéndose
nerviosa. Finalmente, Tony tomó su mano y la apretó. Claire exhaló y miró
a su marido. Asombrada por su sensibilidad teniendo en cuenta que se
trataba de Simon, ella dio palabras a sus pensamientos sin considerar las
ramificaciones.
—¿Por qué estás siendo tan comprensivo?

Quizás haciendo lo mismo:

—Porque no fui capaz de apoyarte cuando tus padres murieron.

Sorprendida por su rápida respuesta:

—¿Qué? No entiendo.

Él le sostuvo las manos.

—Claire, tuviste que pasar por la muerte de tus padres sola. Emily lo
tuvo a John pero tú no tuviste a nadie. Dijiste que no has estado en un
funeral desde entonces. No pude consolarte en ese entonces, por favor,
déjame hacerlo ahora. —Ella lo dejó. No porque él quisiera, sino porque
ella necesitaba que lo hiciera. Quiso sentir el amor y el apoyo que él
describió. Se derritió en su abrazo. Cuando la hora llegó, caminaron hacia
la funeraria tomados de la mano.

Claire reconoció a la señora Johnson de inmediato, una agradable


mujer de cabello rubio con los grandes ojos azules de Simon. De manera
realista, ella no era mucho mayor que Tony. Claire intentó actuar resuelta,
pero sus emociones estaban demasiado frescas, demasiado cerca de la
superficie. Las dos mujeres se abrazaron y sollozaron. La señora Johnson
entonces los dirigió a una habitación privada, donde se unieron al padre
de Simon, a la hermana, y a otra mujer. Claire asumió que la bonita
morena esbelta con hinchados ojos marrones era Amber.

Siendo increíblemente fuerte, la señora Johnson les pidió que se


sentaran y habló.

—Gracias por venir hoy, señor y señora Rawlings, sé que a Simon lo


habría complacido.

Ambos agradecieron sus comentarios. Claire de inmediato agregó:

—Por favor, llámeme Claire.

—Claire, Simon me dijo que habló contigo hace unos meses. Te pedí
que vinieras temprano porque quería dejarte saber lo importante que fue
para él. —Tomó la mano de Claire. Claire asintió mientras la señora
Johnson continuaba—. No tenías manera de saber cuánto y cuánto tiempo
te extrañó. Hubo un tiempo que creyó que si te dejaba sola hasta que
terminaras tu carrera estarías lista para volver a verlo. Pero verte, hablarte,
aprender que no eras lo que dijeron… bueno, simplemente descubrir que
sigues siendo la Claire que recordaba, y más importante, que eres feliz.
Finalmente fue capaz de seguir adelante. —Claire escuchaba, tanto con
preocupación por la madre de Simon y por Tony—. Esta es Amber. Se
comprometieron hace poco. —Claire y Tony la saludaron—. Simon amaba
mucho a Amber, pero tenía que dejarte ir. Quiero que sepas, siempre serás
especial para nuestra familia porque nuestro hijo te amó. —El pecho de
Claire dio un vuelco mientras lloraba silenciosamente. Tony la consolaba—.
No tuviste manera de saber sus sentimientos, él no los compartía. Jamás
pienses que tenemos malos sentimientos hacia ti. ¿Cómo alguien podría
estar en tu contra cuando ni siquiera sabían lo que estaba pasando? —
Apretó las manos de Claire—. Sólo pensé que deberías saber la
importancia de tu breve charla. Él se marchó sabiendo que estabas
felizmente casada, supo que podía seguir adelante. Gracias a ti.

Claire intentó sonreír.

—Estoy agradecida por haber tenido la oportunidad de charlar. —Y


por primera vez, de verdad lo sentía.

Entonces la señora Johnson se dirigió a Tony.

—Señor Rawlings, Dios es muy chistoso.

—Lo siento, no la entiendo —contestó Tony.

—Señor Rawlings, si había un hombre al que mi hijo idealizaba


además de su padre fue usted. —Los ojos de Tony reflejaron la apreciación
que ella envió en su dirección—. Recibió un inicio en un trabajo soñado en
una de sus compañías. Cuando empezó a trabajar allí, le hizo unas
cuantas visitas en su oficina. Probablemente no lo recuerde, pero en una
ocasión le habló a Simon sobre uno de sus proyectos, él habló de eso por
meses. Aspiraba a ser como usted. Ahora usted y Claire están felizmente
casados, sólo pienso que Dios tiene sentido del humor. —Los miró
amorosamente a ambos, los presentó al resto de la familia, y agregó—: Por
favor, siéntense en el frente, significaría mucho para Simon y significa
mucho para mí. —Ellos lo hicieron.

A través del homenaje, Tony sostuvo la mano de Claire. Más tarde,


cuando ella lo intentaba, no podía recordar el funeral. Entre las palabras
de la señora Johnson y los recuerdos del funeral de sus padres su energía
fue viéndose menguada, luchando contra el latido de su cabeza, y no
desmayarse.

En el vuelo hacia casa, pensó en las palabras de la señora Johnson,


Simon aspiraba a ser Tony. Ella pensó en su evaluación de Tony: arruinar
vidas con sus decisiones empresariales. Quizás había más en su marido.
Si Simon aspiraba a ser Tony, tal vez había algo allí a lo que aspirar. Con
la cabeza en el regazo de él, alzó los ojos y reconoció su expresión:
pensamientos en un millón de lugares diferentes. Observó su fuerte
mandíbula que se tensaba y aflojaba, sus oscuros ojos marrones, el ceño
fruncido, y su cabello perfectamente peinado. Tal vez ayudaba vidas
también. La señora Johnson creía que así era. Claire simplemente
necesitaba una perspectiva diferente.

La abuela Nichols decía: “A veces, no puedes ver el bosque debido a


los árboles”. Tal vez, ella estaba demasiado cerca. Lo conocía, íntimamente
conocía sus defectos, tal vez se tratara de un hombre diferente desde la
distancia. Las voces en su cabeza debatían. La gente pensaba que Tony era
amable, maravilloso, generoso, un hombre de negocios benévolo. Ella sabía
que podía ser amoroso, tierno, sensual y dadivoso. También conocía un
lado de él que no encajaba con ninguna descripción.

Él miraba ausentemente al espacio, acariciando su cabello.


Apreciaba sus esfuerzos de los últimos días, él lo estaba intentando.
Exhaló profundamente y cerró los ojos.

***

Tony recordó su expresión durante el funeral, tan abrumadora


tristeza. Ese tipo de emoción era solamente visible con la pérdida de
alguien que amabas profundamente. Por supuesto, ella perdió a dos seres
queridos. Recordó la iglesia rebosante de gente. A pesar de que su muerte
no fue en el cumplimiento de su deber, el Oficial Jordon Nichols recibió
plenos honores policiales. Había policías uniformados por todas partes. Y,
al parecer, Shirley Nichols tenía muchos desconsolados amigos y
estudiantes. Mezclarse entre la multitud no fue difícil. Ahora, mientras él
le acariciaba el sedoso cabello, creía que su plan dio un giro ese día.
Originalmente, él tuvo diferentes planes, pero al observarla flanqueada por
su hermana, supo que tenía que conocerla. De hecho, rememorando, supo
antes de ese entonces que no quería nada más que conocerla.
La pasantía fue una táctica sencilla para liberarla de Simon. Al
observar la tristeza de Claire y de la familia de él el día de hoy, hubo una
parte de Tony que odió lo sucedido. Pero todo fue culpa de Simon. Debió
haber dejado a Claire en paz, pero no. Las acciones de él en Chicago
dieron lugar a las consecuencias de hoy en Madison.

Vio su rostro dormido en su pierna. Ese día hace tantos años, ella
había estado sola. Hoy, él hizo lo que quiso hacer por ese entonces. Fue él,
no Emily ni John. Ella lo necesitaba. Esta no era una ocasión para
sonrisas, pero sabiendo que ella estaba dormida, sonrió.

Cuando aterrizaban en Iowa, despertó suavemente a su esposa.


Eran apenas las seis de la tarde pero el cielo estaba oscuro y arrojando
nieve. Corrieron desde el avión al cálido auto esperando. Tony le hizo una
pregunta a Claire:

—¿A dónde te gustaría ir para nuestro aniversario?

—A algún lugar soleado y cálido. —El deseo que ella no expresó en


voz alta: sola.
45
Cualquiera puede darse por vencido, es la cosa más fácil de hacer en
el mundo. Pero no derrumbarte cuando todo el mundo comprendería
si lo hicieras, eso es verdadera fuerza.
~Anónimo

Traducido por Ahtziri29 & Magdys83

Noviembre fluctúa entre otoño e invierno. Técnicamente el invierno


no empieza hasta después del solsticio de invierno. Pero mientras se
aproxima, los días disminuyen dramáticamente en duración y la oscuridad
incrementa. Algunos días en Noviembre incluyen brillantes cielos azules y
un sol intenso que quema. El contraste y las fluctuaciones en el clima y la
vida creaban las presiones impredecibles que definían la existencia de
Claire. Se estresaba cuando Tony era bueno porque sabía que tal vez no
duraría. Se preocupaba cuando era malo porque sabía cuan malo podía
ser.

Durante un almuerzo de chicas, Courtney abordó el tema de nuevo.


Desde la finalización de la subasta silenciosa, la frecuencia de sus citas
para almorzar había disminuido. Claire las extrañaba desesperadamente.
Por lo tanto, después del homenaje de Simon, estaba extática de recibir
otra invitación acompañada por el entusiasmo de Tony por que aceptara.
Él dijo:

—Creo que necesitas un poco de diversión. —Ella no pudo haber


estado más de acuerdo.

Pasaron la tarde en Bettendorf comiendo, comprando, caminando y


hablando. Courtney sabía acerca de Simon. Ella sabía que un viejo amigo
de Claire se había acercado a ella en uno de los eventos en los que Tony
habló y que Tony no estaba feliz. No sabía toda la historia. También sabía
acerca de la repentina muerte de Simon y el notable apoyo de Tony.
Courtney la hacía reír y eso era monumental para la precaria salud mental
de Claire.
Courtney habló acerca de las inminentes festividades. Esperaba
expectantemente a que sus hijos regresaran a casa de sus puntos
turísticos y se asentaran para las celebraciones. A Claire le gustaban los
niños Simmons, que no eran realmente niños. Estaban en sus veintes, uno
todavía en la universidad, el otro comenzando una carrera como un
banquero inversionista en San Louis. Ninguno casado, pero su hijo Caleb
tenía una novia estable. A Courtney le caía bien y esperaba que Caleb se le
propusiera pronto. Ella y Brent querían ser abuelos. Parecía extraño que
Claire era solo dos años mayor que Caleb y Courtney era su mejor amiga.

Otro tema emocionante para Courtney era su próximo viaje. Tony


finalmente reconoció el trabajo duro de Brent y lo premió con una
sustancial prima navideña. Le dijo a Brent antes de las vacaciones para
que Brent pudiera planear una linda sorpresa para Courtney. Brent no
quería arriesgarse a la desaprobación de Courtney, así que la incluyó en la
planeación desde el principio. Iban a ir a Fiji, parecido a la luna de miel de
Tony y Claire. Rehusándose a perderse Navidad con sus hijos, no se irían
hasta después del primero de enero. Courtney le preguntó a Claire muchas
cosas. Su entusiasmo era contagioso. Claire le dijo a Courtney todo lo que
podía recordar. Mayormente el destino igualaba al paraíso y que no se
preocupes por empacar demasiada ropa, no parecían quedarse puestas en
el paraíso.

Courtney entendía los problemas de privacidad de Claire. La mayoría


de sus discusiones confidenciales ocurrían mientras caminaban o
manejaban. Claire no podía arriesgarse a que alguien escuchara.

—Cariño, estoy realmente preocupada por ti. Sé que perder a un


amigo es difícil, pero solo parece como que te has estado derrumbando
desde antes de la muerte de Simon.

Claire ni siquiera intentó actuar.

—Simplemente no lo sé. Me siento vacía y cansada todo el tiempo.

—Si hay cualquier cosa que pueda hacer por ti —apretó la mano de
Claire—, lo haré.

—Creo que tardes como estas son la mejor medicina. —La risa de
acuerdo de Courtney ayudaría. Así que se rieron. Caminaron entre tiendas,
leyeron tarjetas y placas graciosas y se divirtieron.
Cuando Claire regresó esa noche, se sentía más ligera. Trató con
todo su ser de llevar ese sentimiento a su casa y su suite. El hecho de que
Tony intentara ayudar no le pasó desapercibido a Claire. Él
inmediatamente le enseñó un e-mail de Emily, añadiendo:

—Quiere que la llames temprano antes de que John llegue a casa.


Creo que deberías marcar antes de la cena.

Fueron a la oficina de Tony y Claire trató de nuevo. Había estado


tratando de contactarla por casi dos semanas, desde el primero de
noviembre. Esta vez Emily contestó al primer pitido.

—¿Hola?

Hablando en altavoz:

—Hola, Emily, es Claire. Hemos estado preocupados. ¿Está todo bien?

—No lo creo. Te pedí que hablaras temprano para así poder hablar
sin John aquí.

—Salí con Courtney hoy. Llamé tan pronto como recibí tu e-mail. —
Todo eso era cierto.

—Todavía no está en casa. ¿Está Anthony ahí?

Claire dudó, ¿Debía mentir o ser sincera?

—Lo está. ¿Quieres hablar con él?

—No lo sé, tal vez él pueda ayudar. —Tony miró a Claire y elevó sus
cejas en cuestionamiento.

—Podría ponerte en altavoz para que él también pueda escuchar. —


Emily dijo que eso sería una buena idea. Tony presionó un botón para
crear un cambio audible y saludó. Emily dijo hola. Podían escuchar su voz
romperse. Claire le preguntó a su hermana—. ¿Emily qué está mal?

—¿Sabías que el fin del plazo para decisiones de asociación era el


primero? —Claire dijo que lo hacía, Tony también lo reconoció
audiblemente—. Bueno, ha sido extendido.

Claire interrumpió, siempre la optimista.

—Lo que no es necesariamente malo, todavía están indecisos.


—Pero ahora el auditor, la persona verificando toda la información
de contaduría está cuestionando a John, bastante. Se le ha pedido a John
que verifique todo. Está hurgando a través de viejos registros y pasando
hora tras hora documentando y autenticando su trabajo previo. —Claire y
Tony estaban atrapados viéndose a los ojos con preocupación.

Tony respondió primero.

—Emily, estoy seguro que es algún tipo de formalidad. John trabaja


para una firma muy prestigiosa, solo quieren todas las T cruzadas y cada I
con su punto.

—Espero que tengas razón Anthony. —Podían escuchar sus


sollozos—. Finge no estar preocupado, pero puedo decir que ese no es el
caso.

—Probablemente esté harto de los controladores procedimientos y el


estrés. —Claire podía identificarse, tratar de racionalizar y validar cada
movimiento que haces puede volverse cansado.

—Creo que está ofendido. Tú conoces a John, Claire. Jamás haría


nada que no fuera completamente honesto y honorable. —Se debatía
acerca de unirse al club de fans de John.

Tony respondió primero.

—Hicimos nuestra investigación antes de ofrecerle un trabajo. Sé


que es uno de los abogados más honestos y honorables en cualquier sitio.
—Claire escaneó la expresión de su esposo. Solamente vio sinceridad.

—Secundo eso, Em. Estará bien. Déjalos escudriñar los registros de


John, no hay nada deshonesto o engañoso por descubrir.

—Gracias, en serio, a los dos. John no quería que les dijera. Es por
eso que no he contestado tus llamadas, pero realmente quería que
supieras.

Claire sintió su reloj interno sonar.

—Emily, por favor, mantennos al tanto…

Tony interrumpió.

—¿Si puedo ayudar de alguna manera? Tal vez nos podamos juntar
para Acción de Gracias este año de nuevo. —Claire miró a su esposo con
asombro mientras hablaba—. Podríamos vernos en Nueva York o tal vez
más cerca de Troy si fuera más fácil para ustedes.

Emily le agradeció a los dos. Pensaría acerca de Acción de Gracias.


Apreciaba la oferta de Anthony de ayudar, era agradable solo hablar con
ellos.

—Prometo mantenerlos al tanto. Mejor me voy en caso de que John


llegue a casa pronto. Gracias. —Colgaron.

Claire había estado molesta con Tony por casi dos meses. Lo
despreciaba por su reacción en Chicago. Su comportamiento esa noche la
repugnaba. Detestaba la manera en que la trató en California. En algún
nivel, incluso aborrecía el hecho de que Simon lo idolatrara. Aun así, él
había tratado en incontables ocasiones de hacer las paces. Solo
superficialmente había aceptado sus súplicas. Esos reconocimientos
superficiales eran mayormente una forma de auto-preservación, un acto
para apaciguarlo. Pero en ese momento, mientras él desconectaba la línea,
abrumadoramente apreciaba y quería a su esposo. La comprensión casi la
inmovilizó. Cada onza de su cuerpo había estado en contra de él, similar a
los extremos de imanes. Su auto-terapia de repente se dio cuenta que toda
su energía había sido consumida continuamente luchando la repulsión y
forzándose a estar cerca de él. No había duda de por qué estaba tan
drenada. Pero mientras él colgaba el teléfono, su imán cambió; de repente,
en lugar de repulsión sentía atracción. El alivio la inundó, su mascará se
evaporó y su expresión se volvió sincera.

—Gracias, Tony. —Fue hacia él y lo abrazó.

Él reconoció la diferencia en su toque. Mirando hacia abajo en sus


ojos verdes, dijo:

—Tengo que seguir trabajando. —Ella no entendía, pensando que


estaba diciendo que él tenía trabajo que hacer. Ella se apartó para dejarlo
tener su oficina. La jaló suavemente de nuevo en un abrazo. Ella levantó la
vista a sus ojos color chocolate—. No, Claire, tengo que seguir trabajando
para ser un hombre del que te sientas orgullosa de estar casada. —Ella
enterró su rostro en su pecho. Habría rímel en su muy costoso traje. Él
levantó su barbilla—. Tengo que trabajar para ser el hombre que la señora
Johnson cree que soy.
Más tarde esa noche se reían, acurrucados y hablaban. Su
interacción no había sido bromista durante meses. Claire estaba mareada
por la liberación de la tensión y el estrés. Por primera vez en mucho tiempo,
su cabeza no palpitaba. No estaba preocupada por John, él era
sumamente honesto. Todo se resolvería por sí solo allí. La pregunta
inminente había estado aquí. Inesperadamente ella creía que también
había sido resuelto. De manera realista, la resolución no sería permanente,
pero disfrutaría del indulto.

Emily le envió un correo electrónico la semana siguiente para


rechazar la invitación de Acción de Gracias de Tony. Apreciaba
sinceramente su oferta pero John apenas tenía tiempo para comer.
Trabajaba continuamente para rectificar la investigación.

Tony vio la decepción de Claire y le ofreció un viaje a cualquier lugar


para las vacaciones. Claire decidió que prefería quedarse en casa y
celebrar un anticuado Acción de Gracias juntos. Quería cocinarle una
tradicional cena de Acción de Gracias. Él se veía preocupado pero estuvo
de acuerdo, siempre y cuando ella le permitiera planear una escapada
para su aniversario y Navidad. Ella estuvo de acuerdo.

Dándole el día libre a todo el personal, pasaron la cena de Acción de


Gracias e incluso sobrevivieron a la sobredosis de carbohidratos. Claire
cocinó pavo, relleno, puré de patatas, salsa espesa, batatas, panecillos de
levadura, tarta de calabaza y vegetales. Tony comió atentamente un poco
de todo, diciendo que le gustaba todo. Sin embargo, la exorbitante
cantidad de calorías contenidas en la comida excedían por mucho su dieta
usual. Ambos temían que podrían explotar antes de que estuviera servida
la tarta de calabaza con crema batida.

Aunque le gustaba cocinar, Claire olvidó cuánto le disgustaba la


limpieza. Tony la animó a dejarlo. El personal se ocuparía de ello al día
siguiente. De alguna manera, en lo más recóndito de su mente, ella podía
escuchar a su madre y abuela, dejarlo para alguien más era inaceptable.
Le dijo a Tony que vea el futbol y ella se ocuparía de ello.

Para sorpresa de Claire, el señor Anthony Rawlings se unió a su


esposa en la cocina y limpió cacerolas, encimeras y las hornillas de la
estufa. Al verlo, Claire decidió que era incluso más sexy lavando platos de
lo que era en sus pantalones vaqueros.
Después de Acción de Gracias, su casa estalló con decoraciones de
Navidad. Catherine le dijo a Claire que antes de su presencia no había
habido decoraciones. Ella lo encontró difícil de creer. Ella no las pidió, pero
las disfrutó. No era tan extremo como lo había sido para la boda, pero era
festivo. Entretuvieron a sus amigos y a algunos de los asociados de
negocios de Tony. Claire estaba feliz de abrir su casa para que otros
puedan ver su alegre encanto.

El sábado antes de su aniversario, abordaron el avión de Tony y


volaron al oeste. Esta vez Hawái era su destino. En su viaje a Fiji, Tony le
prometió a Claire la oportunidad de disfrutar de las Islas Hawaianas.
Tenían diez días. Con recuerdos de su luna de miel, se detuvieron en Los
Ángeles para repostar y seguir otras seis horas a la isla de Oahu,
aterrizando en Honolulu.

La diferencia con este viaje fue que Claire sabía el final del viaje.
Entendía que cuando aterrizaran en Honolulu tenían que abordar en un
vuelo entre islas para llevarlos a la isla de Lanai. Era una escapada
romántica, no tan apartada como su isla privada en Fiji pero una isla
paradisiaca no obstante. Tony le había preguntado lo que quería y había
dicho que sol y calor. Él cumplió. Ella no le había dicho que quería ir sola,
pero Lanai era tan apartado como podías conseguir y estaba feliz de tener
a su marido con ella.

Esta vez tenían una suite en un resort. Una suite completa


exquisitamente espectacular con vistas panorámicas del Océano Pacífico.
La instalación favorita de Claire era la gran terraza cubierta privada.
Incluía un sofá-cama, mesa de comedor para dos y sillones. Tony explicó
que tendrían la suite para toda su estadía pero que también pasarían
algunas noches en otras islas. Tony ahora entendía que Claire disfrutaba
hacer turismo, por lo que planeó excursiones por Kauai, Oahu y la Isla
Grande.

Los acantilados espectaculares de Kauai, cañones, bosques


tropicales y las playas pintorescas les tomaron dos días y una noche de
exploración. Claire atesoraba estar en la Playa Lumahai, el lugar donde se
filmó “South Pacific”. En su mente podía ver cantando a Mary Martin.
Tony organizó los recorridos marinos privados. Vieron delfines tornillos,
focas monje, tortugas verdes marinas, además de maravillas naturales, la
Costa Na Pai, cuevas de techo abierto y el Archipiélago Honopu Valley.
El día que pasaron en Oahu, llegaron temprano en un vuelo entre
islas, rentaron un auto y Tony los llevó alrededor de la isla. Visitaron con
veneración a Pearl Harbor, caminando tomados de la mano y leyendo las
placas y los nombres. Tony los condujo a través de los árboles a la
Carretera Pali y la vegetación de la selva frondosa hasta que la ciudad a
sus pies desapareció y se encontraron en las nubes. Era Nuuani Pali
Outlook. Podían ver los Peñascos de Koolau, una costa asombrosamente
exuberante y los picos de la montaña, todas desde la adosada de piedra a
trecientos cuatro metros sobre la costa de Oahu. La vista era espectacular.

Esa noche regresaron a Lanai para exploraciones más privadas y


sensuales. Ninguno de los dos se movió rápido o necesitado. En cambio,
ambos fueron meticulosos, sensuales y amorosos. La brisa marina y el
sonido del oleaje proporcionaban el mayor afrodisíaco, y sus relaciones
sexuales seguían y seguían.

En la Isla Grande, disfrutaron de un recorrido en helicóptero de dos


horas al Parque de los Volcanes. Esta fue una experiencia de primera vez
para ambos, y encontraron el proceso de creación y destrucción
emocionante. Claire no pudo evitar recordar el volcán Monte Etna en
Sicilia, también activo. En un año fue testigo de dos volcanes activos
haciendo erupción con violencia, pero sin peligro. Algo le decía que estaba
tentando a su suerte.

El piloto explicó que Pele, la diosa volcán que vive en el volcán, es


muy impredecible. Podría seguir haciendo erupción por otros cientos de
años o podría parar mañana. Claire asintió con la cabeza, entendió la
imprevisibilidad.

Después del recorrido en helicóptero, pasaron unas cuantas horas


incursionando en los caminos que los llevaron directamente en cráteres
volcánicos, desiertos escaldados y bosques tropicales, y un petroglifo. Ella
leyó acerca de ellos pero estar en un tubo volcánico la emocionaba. Otra
actividad de la Isla Grande que Tony insistió que completaran era caminar
en la Playa de Arena Negra. Claire no creía que le gustaría la arena negra,
arena después de todo, si se supone que es blanca, pero era inusual y
magnífica. Quitándose los zapatos, Claire sintió la calidez de la arena
negra debajo de sus pies. Había esperado que sea caliente. De hecho,
había experimentado la arena blanca más caliente en Florida, otra
conclusión impredecible.
El día de Navidad lo pasaron en su suite en Lanai. Claire se había
preparado para la festividad este año. Tenía un regalo para Tony, un
exquisito reloj suizo D. Freemont que había comprado en Rodeo Drive en
octubre. Si él había visto la factura, no había dicho nada. En la mañana de
Navidad, actuó sorprendido y encantado. Claire sabía cuánto apreciaba la
puntualidad.

También anticipándose, Tony tenía un regalo para Claire. Sin


embargo, su regalo no era tan extravagante. De hecho, era muy básico y la
dejó sin palabras. Lo colocó en una caja de terciopelo negra un poco más
grande, de esos que pueden contener un collar. Al principio, ella pensó que
lo olvidó, pero su sonrisa indicaba una conspiración.

—No es joyería, así que pensé que podía utilizar una caja negra, pero
si no lo quieres… —Empezó a quitarle la caja.

Sonriendo, ella dijo:

—No, lo quiero. —Tiró la caja hacia ella, su curiosidad derrotándola.


Levantó la tapa para revelar un teléfono celular de llamadas básicas y
texto. Anteriormente, ella abrió las cajas de terciopelo de diamantes
magníficos y oro que no la conmovieron como su teléfono celular
económico.

Viendo brillar a sus ojos color esmeralda, Tony decidió que el


sermón de acompañamiento podía esperar. Claire sintió que recibió el hito
de las libertades. Fue una Navidad maravillosa. Esa noche, tendidos en el
sofá-cama bajo las estrellas, escucharon el sonido de las olas en la
distancia. Completamente relajados, se acurrucó contra su marido, la
mente de Claire regresó a una tarde nevada en la suite de Tony. Esa tarde,
ella hizo peticiones. También hizo una petición mientras yacían sobre una
alfombra en Lago Tahoe. Esta noche, se dio cuenta que todo había sido
concedido. Mientras su mente empezaba a deslizarse en el sueño, escuchó
a Tony decir:

—Feliz Navidad, mi amor. —Ella abrazó sus fuertes brazos—. ¿Qué


estás pensando?

Claire volvió su rostro hacia él.

—Estaba pensando que tengo todo, todo lo que pedí. Gracias. —Ella
besó sus labios—. Te amo. —Y se quedó dormida.
Regresaron a Iowa el 28 de diciembre. La nieve cubría totalmente la
propiedad y las decoraciones brillaban. Tony tenía una reunión en Chicago
el veintinueve. Agotada del viaje, Claire decidió quedarse en casa. Le dijo a
Tony que intentaría apreciar el invierno del Medio Oeste hasta su regreso.
46
A veces son las pequeñas decisiones las que pueden cambiar tu vida
para siempre.
~Keri Russell.

Traducido por Malu_12 & Mikiliin

El sermón de Tony con respecto a su regalo vino en el viaje en avión


a casa. Comenzó con instrucciones operativas. Claire las consideraba
inútiles. Recibió su primer teléfono celular en la escuela media y sabía
cómo marcar un número, contestar una llamada, enviar un mensaje de
texto y recibir uno. Sin embargo, su lección contenía información útil. Su
teléfono estaba vinculado al ordenador e iPhone de él. Si ella recibía una
llamada o un texto, él recibía una notificación. Si ella enviaba un mensaje
o realizaba una llamada, él recibía una notificación. Incluso tenía una
aplicación que le permitía acceder a los números de teléfono y todo el
contenido de sus mensajes de texto. Claire se dijo a sí misma que debía
compartimentar. Ahora tenía un teléfono celular.

Le dio instrucciones para sólo contestar llamadas de números


programados en su teléfono con un asterisco. Ejemplos: *Celular de Tony,
*Casa Privada, *Eric. Había otros números programados en su teléfono:
Celular de Emily, Celular de John V., Casa Vandersol, Courtney S., Mary
Ann F., etc. Ellos podían dejar mensajes de voz o textos. Juntos los
escucharían o leerían y decidirían las respuestas. Claire escuchó
obedientemente y suspiró, pensando: ¡Esto es ridículo!

—Pediste que fuera capaz de ponerme en contacto contigo


directamente. Esto logrará lo que pediste.

Ella apretó los labios y pensó: Tiene razón. Lo hice y eso lo logrará.
¡Quiero más! Decidida a capitalizar el espíritu de Navidad, empujó:

—Tal vez podría al menos mandar mensajes a Courtney y Sue


inmediatamente. Quiero decir, después de todo, yo no te digo si puedes
leer los textos en tiempo real desde tu iPhone. —Su esposo había hecho
una fortuna con Internet, él tenía una tecnología que le permitía ver,
escuchar y controlar todos sus movimientos. Ella lo sabía.

Contempló su respuesta.

—Vamos a empezar con mis reglas. Después de un tiempo, podemos


reconsiderarlas. —Ella se sometió. Él no había cerrado el tema. Era una
victoria menor o una derrota menor. De cualquier manera, no era el final
de la guerra.

Celebraron la víspera de Año Nuevo en su casa con amigos: los


Simmons, su hijo Caleb y su novia Julia, Tim y Sue con su embarazo de
seis meses y Tom y Beverly. Todos ellos la pasaron maravillosamente.
Pasaron la mayor parte de la noche en el nivel inferior, jugando a las
cartas y al billar, bebiendo champán, hablando y riendo.

Courtney no podía contener su entusiasmo con respecto al


compromiso de su hijo. Julia parecía abrumada por su futura suegra
excesivamente celosa. Claire no pudo evitarlo. Ella le ofreció a Julia un
consejo:

—Sonríe y cede. Te hará la vida mucho más fácil. —No habían fijado
una fecha aún. Courtney le dijo a Claire que ella podría tener más
responsabilidades caritativas este año. Planeaba ayudar a Julia lo más
posible con la boda. Claire leyó la expresión de Julia y le susurró al oído—:
Me comprometo a hablar con ella más tarde.

Julia sonrió.

—Gracias.

La bebé de Tim y Sue nacería el 20 de marzo. Todas las mujeres


decían “oowwd” y “ahhhed” a su creciente abdomen. Le hizo pensar a
Claire que nunca habían discutido sobre niños. Unos seis meses antes de
conocer a Tony, se había insertado el implante anticonceptivo. En
retrospectiva, había sido fortuito. Sin embargo, teniendo en cuenta la edad
de Tony, tal vez este era un tema que debían discutir.

Juntos le dieron la bienvenida al Año Nuevo con entusiasmo.

—Por otro gran año para todos y para Industrias Rawlings. —Todo el
mundo chocó sus copas.
Claire y Tony le dijeron a los Simmons lo fantástico que sería Fiji.
Claire añadió:

—No podemos esperar a escuchar todo sobre ello. —Entonces


sonrió—. Bueno, no todo.

Courtney se sonrojó. Tony abrazó a Claire, ella lo había puesto al


corriente de su equipaje recomendado, y se besaron. Sintiéndose excluido,
Brent miró a Courtney en pregunta. Ella sonrió.

—Te lo explicaré más tarde. —Eso los hizo reír un poco más. El año
comenzó estupendo.

Aunque Tony contactó con Claire directamente cada noche, ella no


se sentía como si hubiera ganado ninguna libertad en materia de
comunicación. Emily tenía su número y dejaba mensajes de texto y
mensajes de voz. Claire podía leerlos o escucharlos, pero no podía
responderlos hasta que la respuesta de Tony fuera agregada. Se enteró que
eliminar textos o mensajes de voz estaba estrictamente prohibido,
implicaba esconder. Ella no preguntó, pero se cuestionaba por qué. Si
Tony tenía acceso a todo texto ¿por qué necesitaba verlo en su teléfono
antes de que ella lo borrara?

Los Simmons se fueron a Fiji, y Tony extrañaba a Brent. Claire lo


encontró divertido. Él nunca lo admitiría a Brent, pero su ausencia dejó a
Tony perdido. Ella planeaba compartir este conocimiento secreto a su
regreso.

Courtney le pidió a Claire ponerse al día con sus múltiples obras de


caridad durante su ausencia. Siendo enero, el centro de su depresión
invernal, Claire felizmente aceptó las tareas adicionales.
Desafortunadamente, Claire accedió a ayudar a Courtney sin antes
consultar con Tony.

—Estoy de acuerdo en que son organizaciones benéficas admirables.


No creo que necesites tanto ir.

—Es solamente por dos semanas, y ya dije que ayudaría.

—Estuviste de acuerdo sin discutirlo. ¿Has olvidado tus


responsabilidades en esta lista? Ciertamente espero que no estés teniendo
problemas de memoria de nuevo.
—No lo olvido y lo siento. Sólo quería ayudar a una amiga. Te
prometo que nada quedará pendiente aquí.

—Tienes razón, porque no vas a ir. ¿O es que no sientes que el


cuidar de tu marido es importante?

Claire sabía que sus súplicas eran inútiles.

—Tony, lo siento.

Ella llamó a cada organización.

—Lamento de verdad no poder asistir a la reunión. Parece que tengo


doblemente reservado mi calendario. Si pudiera enviarme un correo
electrónico con la información, lo remitiría a la señora Simmons. —Esas
llamadas se realizaron con el altavoz de su nuevo teléfono y con su marido
presente. De repente, su calendario estaba abierto a los caprichos de Tony.

Claire pensaba en estas consecuencias más como el resultado de la


ausencia de Brent que de su insubordinación. Tony nunca admitiría eso.
Su atracción hacia su marido se estaba desvaneciendo. La experiencia le
había enseñado que era un proceso circular. Bajaba y luego subía. Se
alentó a sí misma a ser paciente con la subida.

Este mes de enero tuvo menos nieve que el anterior, lo que ayudó a
la disposición de Claire. Menos nieve significaba menos nubes, más sol. El
aire de Iowa todavía estaba bajo cero, pero la vista desde su habitación no
era la de una tundra blanca congelada. El invierno, combinado con la
sensación de imprevisibilidad regresando, le dio la sensación de
tambalearse sobre la valla de antes. Continuando con su propia terapia
personal, se recordó a sí misma que Courtney volvería en una semana y la
primavera solamente estaba a tres meses de distancia.

En más un intento de apaciguar que un acto de devoción, trató


desesperadamente de aliviar las preocupaciones de Tony. Ella, obediente,
lo esperaba cada noche, vestida apropiadamente para su llegada,
escuchando con atención sobre su día y preocupaciones, discutiendo sus
correos electrónicos, textos, mensajes de voz, y expresando su afecto
imperecedero. Incluso optó por no discutir sobre los correos electrónicos y
mensajes de texto de Emily. Es decir, hasta que oyó un correo de voz
reciente. La angustia en la voz de su hermana era desconcertante.
Respetuosamente le pidió a Tony si podía llamarla.
Lo hicieron desde el teléfono de Claire. Tener su teléfono celular la
salvó del largo camino a su oficina. Lo intentaron en tres ocasiones y no
recibieron una respuesta. Tony voluntariamente accedió a intentarlo más
tarde. Finalmente, contactaron a Emily y la información de la llamada fue
difícil para Claire de comprender. John había sido acusado de facturación
fraudulenta. Los Vandersols estaban devastados.

La mañana después de la llamada, Claire abrió los ojos, dándose


cuenta que estaba despierta en la cama de Tony. La sensación de
desorientación llegó más por la preocupación por su familia que de los
entornos oscuros. Se dio la vuelta hacia él, pero él se había ido. El reloj
marcaba las 7:03 am. Si se daba prisa en ir al comedor podría alcanzarlo
antes de que saliera para el trabajo. Quería darle las gracias de nuevo por
poder hablar con su hermana durante este tiempo difícil. La verdad,
esperaba que su gratitud facilitara la oportunidad de apoyar a Emily en el
futuro. Se puso las pantuflas y la bata de cachemira y se dirigió al
comedor. El rico aroma del café se encontró con ella a mitad de camino por
el pasillo. Tony estaba a la cabeza de la mesa tomando café, su plato vacío
y su portátil abierto. Cuando Claire entró en la sala, levantó la vista.

—Buenos días, querida. Te ves hermosa esta mañana.

Ella hizo una mueca:

—Creo que necesitas un examen de la vista —dijo y le dio un beso—.


Sólo quería atraparte antes de que te fueras. —Claire se sentó a la mesa y
Catherine sirvió el café—. Quería decirte lo mucho que aprecio hablar con
Emily. Este es un momento muy difícil para ellos. —Agregó un poco de
crema, observando el líquido marfil arremolinarse en el abismo negro.
Luego lo miró a los ojos, preguntándose si eran del color del café con o sin
la crema, y añadió—: Y quería hacerte saber que voy a extrañarte. —Ella
sonrió hacia la crema mientras hablaba.

—Buenas noticias, trabajaré desde casa hoy. —El corazón de Claire


se hundió, ella realmente quería tiempo a solas para contemplar la cosa de
John. Sin embargo, su sonrisa nunca vaciló—. Así que no tendrás que
extrañarme.

—¡Eso es genial! ¿Tienes mucho trabajo?

—Algunas conferencias web y llamadas telefónicas, pero no te


preocupes, sé que tu horario está libre. Tengo algunas ideas para nosotros
también. —Esa sonrisa y la forma en que sus ojos brillaban hicieron a
Claire cuestionar sus ideas. Ella estaría feliz cuando Brent regresara. Este
Tony la inquietaba, detestando las dobles personalidades.

Sorbiendo su café.

—Muy bien, tengo que hacer ejercicio y limpiarme. Vine aquí a toda
prisa para verte.

—Cuando estés vestida ven a mi oficina —dijo mientras se levantaba


para irse. Hizo una pausa para tocar su hombro.

Obedientemente ella respondió:

—Estaré ahí tan pronto como pueda.

Él besó su mejilla.

—¿O podrías visitarme antes de cambiarte? —Su tono


repentinamente juguetón.

Ella tocó su mano.

—Si hago eso, podrías no tener tu trabajo hecho. —Él accedió de


mala gana y se dirigió a su oficina. Ella sonrió a su atuendo: camisa,
corbata, pantalones de chándal de NYU, calcetines y pantuflas. Ese
comentario de la revista Vanity Fair había sido verdad.

Los pensamientos de Claire vagaron mientras bebía su café, se


comió su desayuno y miró por las ventanas altas. Para ser enero, el cielo
era de un azul zafiro increíblemente despejado. De repente, anhelaba estar
fuera y bajo el sol. La situación de John tenía su corazón enfermo. Tal vez
un poco de aire fresco le daría una nueva perspectiva y algunas ideas para
ayudar a su familia. La bella escena fuera de la ventana la llamó a caminar,
moverse, salir, aunque sólo sea por unas horas. La nieve de las últimas
semanas se fundió, pero hoy era lo suficientemente frío para mantener el
suelo sólido. Tal vez ella tendría tiempo para una caminata antes de las
ideas de Tony. Tal vez ella podría tentarlo para caminar también. Él podría
tener algunas ideas para ayudar a John.

Pensando en su caminata, Claire terminó su ducha y salió de su


cuarto de baño considerando la ropa adecuada: vaqueros, un suéter, botas
de senderismo. Sus planes no importaban. Ella vio que sus ropas estaban
dispuestas. Odiaba eso. Esta asistencia de vestimenta se produjo sin
previsibilidad desde su accidente. Había vaqueros, más elegantes de los
que hubiera elegido, y un suéter cuello en V ceñido azul, no exactamente
perfecto para hacer senderismo, pero con la adición de un abrigo y la
bufanda podría funcionar.

Entonces se dio cuenta de sus joyas en el tocador. Su monólogo


interno: En serio, es por la mañana, ¿quién necesita diamantes por la
mañana? Evitando una confrontación innecesaria, hizo lo que le había sido
ofrecido, vestida con la ropa, y poniéndose el collar de diamantes del viaje,
aretes de diamantes y reloj de diamantes. Su nuevo reloj de Suiza era
hermoso, pero se sentaba en su muñeca como un recordatorio constante
de la puntualidad. Había llegado tarde dos veces. No necesitaba un reloj
para recordar la apreciación de Tony. La primera vez le enseñó una lección
que nunca olvidaría.

Por suerte, no había zapatos preparados. Ella podría ponerse las


botas de senderismo y esperar lo mejor. Estaba bastante segura que las
ideas de Tony no incluían zapatos, pero las de ella sí. Tal vez podría
encontrar sus botas de senderismo también.

Eran casi las diez en el momento en que llegó a su oficina. Llamó y


esperó su permiso para entrar. Ella no lo oyó, pero la puerta se abrió y
entró, al viéndolo sentado detrás de su escritorio con una camisa y una
corbata, viéndose tan profesional. Ella sonrió y tranquilamente se sentó en
el sofá de cuero lejos de las cámaras web y esperó a que la conferencia
finalizara.

Tenía algo que ver con una empresa en Michigan que estaba
perdiendo dinero. El gobierno local no estaba dispuesto a dar más
exenciones fiscales. ¿Iban a cerrarla o mantenerla abierta? La discusión
giró en torno al potencial para futuros beneficios. Probablemente resultaría
en más gente desempleada. Claire no quería pensar en ello. Tomó una
revista y comenzó tranquilamente a cambiar de páginas.

Diez cuarenta y cinco por fin terminó. Ella esperó a que complete lo
que estaba haciendo en su computadora. Una vez hubo terminado, oyó la
silla girar hacia ella.

—Ahh, azul, mi color favorito —dijo mientras miraba su suéter


cuando ella caminaba hacia él—. Eres hermosa en cualquier color. —Sus
ojos estaban agradecidos por lo que podía ver y lo que no podía—. O en
ningún color. —Y él sonrió y extendió la mano para poner sus manos
alrededor de su cintura—. Tengo una conferencia web más a las once, a
continuación, dos llamados telefónicos durante el almuerzo. Me gustaría
que estés de vuelta después de esos. —Sonaba como una petición, no lo
fue.

—Está muy agradable fuera. Me gustaría ir a dar una caminata


mientras estás trabajando. —La redacción era una intrincada parte de su
negociación.

—No, las llamadas telefónicas tal vez necesiten ser pospuestas


dependiendo del resultado de la próxima conferencia web. Me gustaría que
estés aquí si termino temprano. Podemos almorzar y discutir nuestra
posible tarde de actividades. —Se había girado de vuelta hacia la pantalla
de su computadora y leía mientras hablaba.

Claire tomó aliento, se inclinó hacia su cuello y lo besó suavemente.


Había sido buena, él sabía que estaba deprimida por su familia, y
esperaba poder presionar un poco más.

—Bueno —exhalando a propósito en su cuello—, entonces, ¿podría


sólo salir de nuevo? El cielo está tan claro y realmente podría necesitar
algo de aire fresco.

Era obvio que estaba absorto en su computadora, pero su


acercamiento la hizo merecedora de una sonrisa seductora.

—Está bien, solo regresa de nuevo para el mediodía. ¿Y podrías


conseguirme algo de café antes de irte? —Claire empezó a preguntar dónde
estaba Catherine u otro miembro del personal, pero decidió que podría
retrasar su viaje al patio trasero, ella besó su cuello.

—Sí.

En la cocina, encontró café aún caliente en la cafetera. Añadió crema,


la llevó de regreso a su oficina y esperó. Eran ahora las diez cincuenta y
siete. Tony hurgó a través de algunos papeles y simultáneamente habló en
su iPhone. Colgando dijo:

—Dile a Eric que hay contratos en la oficina de Iowa. Los necesito


aquí antes de la una en punto. Él tiene que conseguirlos inmediatamente.
—Claire pensó acerca de cómo él estaba tratando de mantenerla ocupada
en casa. A ella realmente no le importaba, pero quería ir a su paseo. El vio
la pregunta en sus ojos—. Y luego de eso, ve por tu paseo, simplemente
regresa para el mediodía.

Ella sonrió y lo besó en la mejilla.

—Bueno. Le diré a Eric y volveré.

Se apresuró a encontrar a Eric. Claire le preguntó a Catherine sobre


el paradero de Eric y le explicó que estaría en el patio trasero si el señor
Rawlings la necesitaba antes del mediodía. Catherine dirigió a Claire al
apartamento de Eric adjunto al garaje principal. Ella echó a andar hacia
los garajes, un paseo que rara vez tomaba. Ella no conducía, y cuando iba
a alguna parte, Eric o Tony la recogían en la puerta principal.

La pasarela entre la casa principal y el garaje era hermosa. Las


ventanas, de ambas partes, continuaban toda la longitud de la sala y eran
tan claras que parecían invisibles. Miró al cielo y pensó en su hermana y
su cuñado. Emily sonaba tan angustiada por teléfono anoche. El hecho de
que Tony le recordó que llamara era un milagro en sí mismo. El hecho de
que hablara en el teléfono por altavoz era esperado. Claire no podía creer
que John estuviera en verdad en la cárcel.

Las acusaciones de malversación de fondos y de la facturación de


clientes ficticios eran ridículas. John nunca engañaría en un examen,
mucho menos haría cualquiera de estas cosas. Eso era lo que hacía a John
un increíble abogado, era mucho más que honesto. Claire intentó
tranquilizar a Emily. Quería ir con ella y ayudar. Sin embargo, Tony nunca
permitiría eso. Tal vez podría enviar dinero para la defensa de John.
Después de todo, ¿no fue Tony quien le decía a ella todo el tiempo cuánto
capital poseía? Si el dinero no era bueno para el cumplimiento de lo que
querías, ¿qué bien tenía?

Sus pensamientos cambiaron rápidamente a los hermosos autos


cuando entró en los garajes. A Tony definitivamente le gustaban sus autos.
Claire sabía que tenían varios otros nuevos desde su llegada. Era una
lástima que ella no condujera. Suspirando, pensó, Han sido casi dos años.

La luz se filtraba por debajo de la puerta del apartamento mientras


Claire golpeaba. Eric respondió inmediatamente. Por lo que pudo ver de su
apartamento, parecía una sala de estar muy bien decorada con un
comedor adjunto.

—Sí, señora Rawlings, ¿puedo ayudarle?


—Eric, el señor Rawlings dijo que hay algunos contratos en su
oficina de Iowa que debe tener para la una en punto. Si vas
inmediatamente vas a estar de regreso a tiempo. —Mientras Claire hablaba,
Eric tomó su abrigo y sombrero. Abrió un armario en la pared que
contenía las llaves para todos los autos, sacó las llaves del BMW Serie 7, y
cerró el armario.

Apresuradamente Eric miró su reloj.

—Señora, dígale al Señor Rawlings que estaré de regreso antes de las


doce y media. —Se metió en el auto.

—Lo haré, maneja con seguridad. —Claire se imaginó que podía


esperar hasta que lo viera al mediodía. Mientras Eric se retiró del garaje,
Claire notó el armario de llaves. No se cerró apropiadamente, revelando las
llaves de muchos autos. De repente nerviosa, Claire contempló las llaves.
Debería cerrar el armario. Entonces podría salir al patio trasero por aire. O
podría tomar un juego de llaves y conducir hacia todo el aire que quisiera.
No estaba pensando en aire para toda la vida, solo aire suficiente para
respirar.

La decisión tomó sólo unos segundos, sin embargo, parecieron como


una eternidad. Metió la mano y agarró el primer juego de llaves que tocó y
golpeó el botón. Las luces en el Mercedes Benz brillaron. En medio de la
imprevisibilidad, hizo su mejor esfuerzo para ser estable y obediente. Esta
impulsividad repentina la llenó de emoción y miedo. Antes de que pudiera
discutir consigo misma para salir de ello, se sentó en el auto, oliendo el
aroma a auto nuevo, sintió el volante de cuero y giró la llave.

Su motivación era no dejar a Tony por siempre. Era sólo que se


sentía sofocada. El monitoreo constante, la censura y el control añadido a
su sensación de inestabilidad psicológica. Y los diferentes Tony añadían
otra dimensión a su asfixia. Un breve respiro o una libertad momentánea
ayudarían a su cordura. Además, ella le dijo hace un año que le gustaba
conducir. Eso es todo lo que quería hacer, conducir.
47
No muerdas la carnada del placer, hasta que sepas que no hay
ningún gancho debajo de él.
~Thomas Jefferson

Traducido por Delilah1007, Adaly & Mae

El tablero frete a ella se veía más como algo salido de un helicóptero,


lleno de diales y luces viniendo a la vida. Intentó mantener la calma.
Conducir no había cambiado en veintidós meses. Solamente necesitaba
poner el auto en marcha y presionar el acelerador. Temblando ante la
perspectiva de la tarea tan simplista, casi atraviesa la puerta del garaje. No
obstante, recordó presionar el botón, esperar hasta que la puerta se
levantara y concentrarse en respirar: inhalando y exhalando lentamente.
La puerta se abrió, y cautelosamente, procedió por la entrada. Claire rezó
porque si alguien veía el auto asumiera que era Eric manejando. En los
portones, otra vez presionó el botón, el que ella había visto a Eric
presionar tantas veces. Al principio estas parecieron dudar, pero entonces
los portones se abrieron ampliamente.

Manejó hacia a I-80 e inhaló. Era el aire más dulce que había olido
en casi dos años. El reloj en el tablero decía 11:16. En cuarenta y cuatro
minutos, Tony la estaría esperando en su oficina. Razonó que tal vez la
conferencia web se alargaría un poco, y él no notaría su ausencia. O tal
vez las llamadas telefónicas empezarían y el estaría preocupado. Ella sabía
la verdad: Tony podía hacer diez cosas a la vez. Llega a las doce y un
segundo y él estaría irritado, para las doce y quince él estaría echando
humo. El sentimiento de su corazón latiendo se intensificó, y se preguntó
qué pasaría cuando ellos se reunieran. ¿Cuál sería el tipo de castigo que él
escogería como apropiado para este comportamiento? Sintiendo sus manos
sudorosas deslizarse sobre el manubrio de cuero, decidió no pensar en las
posibilidades. El Mercedes se estaba dirigiendo ahora hacia el este por la I-
80. Su mente buscó por destinos posibles. Courtney… no, ella está fuera
de la cuidad. Emily… no, ese sería el primer lugar en el que Tony buscaría.
Utilizando sus habilidades de terapia, se convenció de que merecía
un descanso. También se instruyó a saborear la sensación sobrecogedora
de libertad, una sensación que no había conocido en veintidós meses.
Lentamente, sintió que sus sentidos despertaban: El paisaje se veía más
brillante, los asientos de cuero emitían un aroma más fuerte, los
neumáticos sobre el asfalto creaban un suave zumbido, y la vibración
respondía a su movimiento sobre el volante. Eso la envigorizaba.

El tablero brillante indicaba un tanque lleno de gasolina.


Silenciosamente le agradeció a Eric, preocupándose momentáneamente
porque él pudiera sufrir por sus acciones. Se concentró en el mundo
majestuoso fuera de las ventanas, viendo al tráfico que consistía
mayormente en camiones pequeños. Al principio, esto hizo que Claire se
sintiera incómoda, pero el Mercedes podía rodearlos y pasarlos con
facilidad. Antes de mudarse donde Tony, ella había manejado un Honda
Accord. Era un buen auto, pero el Mercedes se sentía como manejar una
nube. Entonces el reloj atrapó su mirada, 12:11. Empezó a preguntarse
qué estaría sucediendo en casa. ¿Estaría buscándola él, o estaría
mandando a alguien más a mirar? Todo lo que Claire podía hacer ahora
era conducir y pensar. Ella lo amaba pero la presión constante estaba
acabando con ella. Solo necesitaba un descanso.

Pasando la circunvalar alrededor de Davenport, decidió ir al sur por


la 74, lejos de NYC. A las 3:30, pasó Peoria, Illinois. El vacío en su
estómago le recordó que no se había detenido desde que había dejado el
estado. Necesitaba desesperadamente usar un baño, y un poco de comida.
A la distancia, distinguió arcos dorados. Papas a la francesa sonaban
maravillosas. No había comido ese tipo de comida en casi dos años. Claire
le dio la vuelta al volante y se dirigió hacia el estacionamiento de
McDonnald’s. Contemplando su orden se dio cuenta que no tenía nada de
dinero. Oh, bueno, el baño era gratis.

Si ella hubiera planeado esta excursión, habría agarrado su abrigo y


su bolso. Más que probablemente Tony tenía tanto su tarjeta de
identificación como su tarjeta de crédito, pero para aparentar ella
generalmente cargaba dinero en efectivo en su billetera. El olor fuerte a
papas fritas se quedó en su ropa mientras volvía a entrar al auto.
Preguntándose por el dinero, vio su anillo de bodas. Por supuesto, usaba
joyería que valía cientos de miles de dólares. Solamente necesitaba vender
algo. ¿Cómo se vende joyería? ¿Y en dónde?
De vuelta en la interestatal, Claire decidió tomar la 155 al sur hasta
la 55. Esa no era una buena decisión, la 155 iba muy lento. Cuando
finalmente alcanzó la 55, las señales decían hacia Springfield y hacia St.
Louis. Había pasado tanto tiempo desde que ella realmente había tomado
alguna decisión. Estaba mareada con independencia, o tal vez con hambre.

El tiempo pasó. El sol comenzó a desvanecerse y el crepúsculo se


cernía en el horizonte. La pérdida de la luz solar produjo un efecto similar
en la mente de Claire. Su aturdimiento se disolvió en la realidad. Sin duda
sabía que necesitaba dar la vuelta. Tony estaría molesto y habría un
castigo, una consecuencia por esta acción. Pero no podía seguir adelante.
Primero, necesitaba dinero en efectivo. Segundo, ¿qué diría la prensa?
Tony no estaría contento si su partida se hacía pública. Temor llenó hasta
la última gota de su ser mientras buscaba un lugar para dar la vuelta.
Había otra salida dos millas delante de acuerdo a la señal.

De repente, las preguntas se arremolinaron a través de su mente.


¿Hay suficiente gasolina para llegar a casa? ¿Qué hará Tony? Cualquiera
que sea el castigo que eligió, decidió que se lo merecía. Había sido
impulsiva y rompió las reglas. El pequeño descanso fue estimulante, pero
era tiempo de enfrentar las consecuencias. No había otra opción. Si tuviera
su celular le llamaría y le diría que estaba en camino a casa. Rogaría su
perdón y argumentaría estupidez impulsiva temporal.

Perdida en sus pensamientos, no vio las luces intermitentes hasta


que estaban justo detrás de ella. Una vez que las notó, asumió que
pasarían de largo. No iba a alta velocidad. Pero la patrulla no pasó. ¿Acaso
Tony los envió detrás ella? ¿Cómo la encontraron? Estacionándose,
recordó el GPS. ¿De verdad había pensado que podía ir sin supervisión?
Pareció casual cuando el policía se acercó a su ventana.

—Señora, por favor, muéstreme su registro, papeles del seguro y


licencia de conducir.

—Oficial, creo que dejé mi cartera en casa por error. Puedo mostrarle
el registro y papeles del seguro. —Le entregó los documentos de la
guantera.

—Señora, ¿su nombre, por favor? —preguntó el oficial mientras leía


el registro y la tarjeta del seguro.

—Mi nombre… mi nombre es Claire, Claire Rawlings.


Entregándole de regreso el registro y la tarjeta del seguro, dijo:

—Señora, necesito que salga de su auto.

Claire no quería. Quería llegar a casa, había tomado su decisión.


Sabía que necesitaba regresar pronto.

—Oficial, ¿iba a exceso de velocidad?

—Señora, salga del auto, ahora. —El policía la miró, pero murmuró
en su hombro.

—Oficial, estoy apurada. No tengo mi bolso, pero tengo este reloj. Tal
vez a su esposa le gustaría un muy bonito reloj de diamantes. —Estaba
desesperada por regresar a Iowa y a Tony, pero no en una patrulla de
policía.

Recuperando su pistola de la funda, el oficial de policía repitió su


demanda:

—Señora Rawlings, necesito que salga del auto y mantenga sus


manos en donde pueda verlas. —Manteniendo su arma en una mano se
inclinó hacia su puerta—. Desbloque su puerta. La abriré. Déjeme ver sus
manos. —Claire no podía creer lo que estaba sucediendo. Solo quería un
momento de libertad y este policía la estaba tratando como una criminal.
¿La había acusado Tony de robar su auto? Ese no parecía ser Tony. Él no
querría un escándalo público.

Claire abrió la puerta y sacó las piernas. El Oficial “Amistoso” agarró


bruscamente su muñeca y la jaló, esposando sus muñecas detrás de la
espalda.

—¿Qué está haciendo? ¿Por qué está haciendo esto? No robé este
auto, pertenece a mi marido. ¡Tengo todo el derecho a conducirlo!

—Señora, tengo órdenes de llevarla a la estación para ser


interrogada. —Él la acompañó hasta su auto, conduciéndola con las
manos.

—¿Qué pasa con el auto de mi esposo? Él estará muy molesto si algo


le pasa a su auto. —La voz de Claire sonaba tan desesperada como se
sentía.
—Otro oficial está en camino, ella conducirá su auto hasta la
estación. Se mantendrá en el depósito municipal hasta que sea recogido o
usted liberada. —Siguió escuchando en su hombro—. El otro oficial estará
aquí en unos pocos minutos.

—Es mejor que no nos vayamos hasta que ella llegue. Hablo en serio
sobre mi marido. Puede llegar a ser muy molesto. No quiere ser la persona
que agarre si algo le pasa a su auto. —Ella tampoco quería ser esa persona.
Sentada en el asiento trasero de la patrulla, oyó el portazo y sintió la
sensación de un globo que explotó. La libertad fue dulce y desapareció.

Cuando se detuvieron en la estación de policía 56 del estado de


Illinois, observó el Mercedes conducir alrededor del edificio. Preocuparse
por el auto era una tontería. Pero no quería darle a Tony más munición
para su castigo. El oficial la dirigió a la estación.

Múltiples agentes uniformados y vestidos de civil se reunían en la


puerta. Luego fue dirigida a una habitación sucia. El olor a café rancio y
transpiración llenó sus sentidos. El único mobiliario era una mesa de
acero gris con dos sillas de metal. Claire se sentó en una de las sillas frías
mientras el oficial retiraba las esposas. Frotándose las muñecas, lo miró y
sonó convincentemente inflexible.

—Señor, soy la señora de Anthony Rawlings. Estoy segura que ha


oído hablar de mi marido o al menos tenido contacto con una de sus
empresas. Le recomiendo que me suelte en este momento y no le diré a él
acerca de este incidente.

Él no respondió y la dejó a solas donde esperó. Sintiendo en el


retorcimiento de su estómago que sabía lo que venía. Probablemente Tony
venía de camino. Volaría hasta allí en menos de una hora. La próxima vez
que se abriera la puerta, iba a ver sus ojos oscuros. El único sonido en la
habitación pequeña era ese golpeteo familiar dentro de su cabeza.
Mientras esperaba aceptando las consecuencias que tendría que enfrentar
en casa. Rompió la regla más importante, muchas veces, y ahora en
público. No había manera de que esto no estuviera en las noticias. Ella
esperó. La puerta se abrió. Una mujer policía entró.

—Señora. Rawlings, ¿le gustaría una bebida, agua o refresco de dieta?


—Gracias, me gustaría un poco de agua. —Entonces esperó un poco
más. La próxima vez que se abrió la puerta miró hacia la mesa. Suficiente
tiempo había pasado, este tenía que ser Tony.

—Señora Rawlings, soy el sargento Miles y este —señalando al


hombre a su izquierda—, es el agente del FBI Ferguson.

—Hola. Estoy confundida, ¿por qué un agente del FBI está aquí?

—Nos gustaría hacerle algunas preguntas sobre hoy. —Claire


asintió—. Señora, tiene que hablar. Nuestra conversación se grabará y los
movimientos no se pueden escuchar en una cinta de audio. —Claire
odiaba las grabaciones, auditivas o visuales.

—Sí, por favor, continúe y pregúnteme cualquier cosa. Conducía el


auto de mi marido y olvidé mi licencia de conducir.

—Señora, ¿a qué hora dejó su residencia en Iowa City? —preguntó el


agente Ferguson mientras el sargento Miles tomaba notas.

Claire se preguntó si la grabación de audio no era lo suficientemente


completa.

—Salí a las once quince de la mañana. —Eso fue fácil, había mirado
el reloj del salpicadero.

—¿Vio a su marido antes de que se fuera?

—¿Se refieres a si le pregunté a mi marido si podía irme? No.

—No, señora, quise decir lo que dije. ¿Vio a su marido antes de salir
de su residencia?

—Sí, lo vi justo antes de las once. Se encontraba en su oficina a


punto de iniciar una conferencia web.

—¿Una conferencia web? —preguntó el sargento Miles.

—Se trata de una conferencia en vivo por Internet, ya sabe, en la


“web”. —Los oficiales continuaron haciendo preguntas sobre horas y
personas. Claire les dijo que el personal de la casa estaba presente, a
excepción de su conductor, Eric. Se fue antes que ella, a la oficina del
señor Rawlings para recuperar algo de papeleo para su marido. ¿Claire le
dijo a alguien que se iba de la casa? Ella negó con la cabeza, a
continuación, recordando, respondió—: No. —¿Por qué conduciría más de
cinco horas sin su bolso o decirle a nadie dónde iba? Realmente no tenía
una buena respuesta. No podía decirles que no tenía acceso a su propia
identificación y no se le permitía salir sola. Si lo hacía, rompería sus reglas
y cuando Tony llegara estaría lívida. De repente, se dio cuenta que
probablemente la miraba desde detrás de una ventana en este momento.
Sintió a su estómago retorcerse.

Su única opción era la ignorancia.

—No lo sé. El cielo era tan bonito e Iowa puede ser tan gris. Supongo
que sólo quería ir a un lugar más cálido.

—Señora Rawlings, debe saber que su marido va a sobrevivir. —El


tono del Agente de Ferguson era plano.

¿Claire no comprendía, sobrevivir? ¿Como si se desmoronaría porque


lo dejó?

—No estoy segura de lo que quiere decir. ¿Por qué no iba a sobrevivir?

—Señora Rawlings, alguien trató de matar a su marido hoy. Fue


envenenado aproximadamente a las once quince esta mañana —respondió
el agente Ferguson mientras el sargento Miles observaba a Claire.

Ella negó con la cabeza, tratando de dar sentido a sus palabras. Pero
no tenían sentido. Tony estaba bien cuando se fue, igual que siempre.

—Está equivocado. El señor Rawlings tuvo una conferencia web a las


once, en donde él hablaba con muchas personas de su corporación. —Su
discurso se aceleró al igual que su ritmo cardíaco.

—Sí, se suponía que debía hacerlo. Sin embargo, después de que


comenzara la conferencia web, sus colaboradores fueron testigos de que
tomó una bebida de una taza y de repente se desplomó. Muchos de los
espectadores trataron de contactarlo a través del celular, pero no se movió.
Por suerte, uno de los empleados de la casa oyó los teléfonos sonando y
entró en la oficina. Fueron capaces de volar en helicóptero a un hospital de
Iowa City. Sus signos vitales están bien, a pesar de que aún tiene que
recuperar la conciencia. Los médicos creen que se recuperará por completo.
Estoy aquí en representación del FBI porque se trata de una investigación
de intento de asesinato que ha cruzado las fronteras estatales. —El agente
Ferguson hablaba como si se estuviera dirigiendo a un sospechoso.
—Tengo que llegar a él de inmediato. —Claire se puso de pie
mientras hablaba. El sargento Miles la dirigió de nuevo hacia la silla. Ella
se quedó estupefacta—. Lo siento, ¿me están acusando de haber asesinado
a mi marido?

—No, señora. Su esposo no fue asesinado. Está siendo interrogada


en relación con una investigación de intento de asesinato.

Ella se sorprendió.

—¿Me está acusando de hacerle daño? Debe saber que nadie lastima
Anthony Rawlings. En todo caso, él me ha hecho daño, en numerosas
ocasiones.

—Así que, ¿está reclamando defensa propia?

El cuello de Claire se puso rígido y su voz se volvió desafiante.

—No estoy diciendo nada. No hice nada que necesiten reclamar.

—Señora Rawlings, ¿tienes alguna idea de lo que había en la taza


que su marido bebió? —Sabía exactamente lo que había en esa taza: café,
hecho por ella.

—Sí, oficial. Supongo que la taza contenía café. Justo antes de irme,
le llevé una taza de café. —Su estómago era ahora una maraña de nudos.

—¿Usted y su marido no tienen sirvientes en la casa que


generalmente preparan la comida y las bebidas?

—Los tenemos. Pero me pidió que le hiciera café. —A Claire


definitivamente no le gustaba la manera en que iba esto—. Creo que
necesito un abogado.

—Señora, todavía no tiene cargos. Sin embargo, pedir representación


es su derecho. Tenga en cuenta que el personal legal de su marido ha
informado que representarla sería un conflicto de intereses. Tendrá que
conseguir su propio abogado.

—Me gustaría llamar a John Vandersol, mi cuñado. —A medida que


las palabras salían de su boca ella recordó—: No, espere. No puedo.

Otro oficial entró en la habitación y empezó a hablar con el sargento


Miles. Después de que los dos susurraran, Miles habló.
—Señora Claire Rawlings, mi comandante me ha informado que el
fiscal de Iowa City cree que hay suficiente evidencia circunstancial para
retenerla en esta instalación durante la noche y ser transportada de
regreso a Iowa City por la mañana. El fiscal jefe de Iowa cree que tendrá
una orden oficial de arresto firmada por el juez en el momento de su
llegada.

Claire oyó las palabras, pero no pudo comprender su significado. Su


voz interna intentó repetir el día: Me vestí como me dijeron, estaba en la
oficina de Tony a la hora del té y me dijo que me fuera, y le pregunté como
una niña de cinco años, si podría salir a la calle. Esta mañana le serví una
taza de café a mi esposo, el café que me pidió que le hiciera. ¿Ahora estoy a
punto de ser acusada de intento de asesinato?

Otro oficial dirigió a Claire a una celda. Era pequeña, limpia y tenía
una puerta que fue cerrada. No podía dormir. Le preocupaba Tony. No
había nadie en la casa esa mañana, excepto ellos y el personal regular.
Todo el mundo había estado con Tony por años y les tenía confianza
implícita. Ninguno de ellos podría hacerle daño. Estaba preocupada,
¿habría recobrado el conocimiento? ¿El veneno se encontraba en el café o
en la cafetera? ¿Tal vez en la crema? Quería que trataran de encontrar al
verdadero criminal antes de que él tratara de lastimar a Tony de nuevo.
Claire sabía que cuando recobrara el conocimiento les diría que no lo hizo,
no podría hacerlo, y la llevaría a casa.
48
Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso.
~Eleanor Roosevelt

Traducido por Flochi & Jo

El día de ayer, Claire condujo un lujoso Mercedes Benz hasta St.


Louis. El viaje de regreso a Iowa City no fue tan cómodo. Lo hizo montada
en la parte trasera de un auto de policía, usando esposas y acompañada
por un oficial uniformado. Los escalones del juzgado del condado estaban
llenos con reporteros y fotógrafos. Intentó protegerse la cara. La gente
estaba tomando fotos desde todas las direcciones y gritándole preguntas:

—¿Por qué intentaste asesinar a tu marido? ¿Lo hiciste por el dinero?


¿Pensaste que te saldrías con la tuya? —La policía la apresuró a través de
la multitud y la metió en el edificio.

Ella escuchó sus palabras con incredulidad. ¿Cómo podían hacer


tales preguntas? Claire se preocupó por Emily. Primero John, ahora ella,
¿qué más debía atravesar? Claire se tranquilizaba a sí misma, una vez que
Tony despertara él se encargaría de todo.

El oficial llevó a Claire a otra sala con una mesa. Marcus Evergreen
entró. Lo reconoció inmediatamente. Él había asistido a su boda y ella
acompañó a Tony a una de sus recaudaciones de fondos. Claire pensaba
que Tony donó para su campaña.

—Señora Rawlings, soy Marcus Evergreen, fiscal principal del


condado de Johnson.

—Sí, señor Evergreen, creo que nos conocíamos. —Claire le tendió la


mano. El señor Evergreen no la aceptó.

—Sí, creo que lo hemos hecho. Esta, sin embargo, es una situación
diferente. Señora Rawlings, actualmente estoy en poder de una orden de
arresto firmada recientemente por el juez Reynolds. Como sabe, antes de
que alcancemos la corte del distrito para su acusación, está siendo
acusada por el intento de homicidio de su marido, Anthony Rawlings.

—Quiero que sepa que no hice tal cosa. No haría algo semejante.
¿Cómo está Tony? —Cuando Claire agregó la última pregunta, los ojos del
señor Evergreen cayeron sobre la mesa. El corazón de Claire dio un vuelco.
Oh, Dios mío, ¡está muerto! No, entonces habría dicho “asesinato”, y no
“intento”.

—Ha despertado y está consciente. Ha dado una declaración a la


policía pero no estará aquí hoy.

Claire estuvo aliviada de escuchar que estaba consciente, pero lo


necesitaba allí. Él la ayudaría y la llevaría a casa. Quería explicarle las
cosas a él. Estaría molesto por el hecho de que ella se fuera y manejara.
Habría consecuencias, pero él sabría que ella nunca intentaría asesinarlo.

—Me alegro que esté mejor. ¿Puede decirme la evidencia que hay en
mi contra? —Claire no sabía cómo funcionaba esto, pero pensó que
necesitaba descubrirlo.

—Será discutido con usted y su abogado luego de la acusación. —Él


abandonó el cuarto.

Con sus muñecas una vez más esposadas, Claire fue dirigida a la
sala de audiencias. Observó el proceso desde la distancia, viéndolo todo y,
sin embargo, no comprendiéndolo como la realidad. El Juez Reynolds
habló, haciéndole preguntas al señor Evergreen. Él explicó que el estado
creía tener suficientes evidencias más allá de la duda razonable para
probar que la señora Claire Rawlings intencionada y maliciosamente
intentó asesinar a su esposo, Anthony Rawlings, en un esfuerzo de
beneficiarse económicamente. Además, la señora Rawlings huyó de la
escena del crimen y fue encontrada cerca de St. Louis. La señora Rawlings
tenía acceso a un pasaporte y la capacidad financiera para huir. El señor
Evergreen le pidió al juez suspender la fianza.

—Señora Rawlings, ¿entiende que está siendo acusada de un delito


grave, de intento de asesinato? ¿Y que si es declarada culpable podría ser
condenada a una penitenciaría federal por un período no mayor de los 162
meses? —dijo el juez Reynolds.

—Sí, Juez, entiendo. —Esa no era la verdad… no lo comprendía.


—¿Es consciente que tiene derecho a un abogado? Si no puede
proveerse uno, puedo designarlo para usted. También tiene el derecho a
un juicio por un jurado de sus pares. También se presume inocente. Es la
carga del estado probar su culpabilidad. ¿Entiende sus derechos?

—Sí, Juez, entiendo. —Claire mantuvo contacto visual con el


banquillo. Tenía mucha práctica en mantener contacto visual en
situaciones difíciles.

—Señora Rawlings, ¿tiene abogado?

—No, Juez, no lo tengo. Y no puedo permitirme uno.

—La corte le asignará uno luego de la acusación. —El Juez Reynolds


examinó el archivo delante de ella—. Debido a la publicidad e importancia
de la víctima, voy a establecer una fianza de cinco millones de dólares.
También voy a programar una conferencia preliminar para dentro de once
días a partir de ahora, martes, 1 de febrero. Siguiente caso… —Su martillo
golpeó el banquillo, resonando a través de la sala de audiencias.

Un guardia escoltó a Claire a una celda. Se sentó en un cubículo de


diez por siete esperando a su abogado. El aislamiento debería haberla
molestado, pero estaba muy confundida para concentrarse. Dijeron que
una vez que el abogado llegara, su fianza podía ser publicada y podría irse.
Claire sabía que eso no iba a suceder. Ella no tenía dinero suficiente para
permitirse un emparedado de McDonald’s, mucho menos 2.5 millones de
dólares de fianza.

Eran pasadas las 3:00 p.m. antes de que fuese una vez más llevada
a la pequeña mesa de la sala. Poco tiempo después, la puerta se abrió y un
hombre joven, Paul Task, entró, llevando un maletín, ordenador portátil, y
usando un traje barato. El primer pensamiento de Claire fue que se
parecía más a un estudiante de preparatoria que a un abogado.

—Hola, señora Rawlings, soy su abogado, Paul Task. Sólo quiero que
sepa que estoy muy honrado de trabajar en su caso. El señor Rawlings ha
sido una inspiración para nosotros en Iowa City. Todos le tienen mucho
respecto a él. ¿Por qué intentó matarlo? ¿Fue porque no tenían un acuerdo
prenupcial? O sea, ¿por dinero?

—¡No! No lo hice. Es un terrible malentendido. Sé que una vez que


mi marido mejore, me ayudará. Él sabe que no le haría esto.
—Sí, claro, señora Rawlings…

Después de que el señor Task informara a la corte que la señora


Rawlings no podía ser capaz de depositar la fianza, fue oficialmente
acusada del delito. Tomaron sus propiedades personales, sus joyas y ropa.
Tomaron su foto, huellas dactilares, e hicieron una prueba química en sus
manos. Una oficial le ofreció un mono de la prisión, ropa interior y un
sostén. Claire aceptó todo.

Durante los siguientes cinco días, Claire esperó y respondió


apropiadamente a su abogado. Se encontró a diario con Paul Task y su
colega, Jane Allyson. Le hicieron preguntas y ella mantuvo su inocencia.
Les contó repetidamente los eventos de la mañana en cuestión. Nunca
rompió las reglas de Tony. Cuando él viniera a salvarla, sería capaz de
decirle que mantuvo su confianza. Le explicaría que se alejó manejando.
Pero que había decidido dar la vuelta. No lo había dejado sino que sólo se
había ido de la finca por un rato. Ella se disculparía, aceptaría su castigo y
retomaría su vida.

Se preguntaba quién envenenó a Tony. Esa respuesta podría salvarla


de los 162 meses en la prisión. Desafortunadamente, la evidencia
apuntaba a Claire. Ella le dio a Tony la taza de café aproximadamente a
las 11 a.m. En vista de quince personas por medio de la conferencia web
de Industrias Rawlings, él lo bebió y de repente perdió la conciencia. Las
imágenes de las cámaras de seguridad de la casa mostraban a Claire
vertiendo el café en la cocina y llevándoselo a su oficina. La zona del
escritorio no estaba cubierta por cámaras, pero Claire fue vista alejándose
de ahí sin la taza.

Para empeorar la evidencia, había un video del garaje de Claire


diciéndole a Eric que vaya a Iowa City a buscar unos documentos de la
oficina del señor Rawlings. Patricia, la secretaria privada de Tony,
proporcionó una declaración jurada que no tenía contratos para el señor
Rawlings, y además, que no había hablado con él esa mañana. Al ser la
fuente primaria de transporte de Tony, que Eric se haya ido ayudaría a
asegurar que el veneno tendría tiempo para funcionar. La misma cámara
en el garaje capturó a Claire tomando las llaves del Mercedes y correr
hacia el auto. La importancia de este auto es que era el único del garaje,
registrado bajo el nombre de Claire Rawlings.

Claire estuvo sorprendida.


—No puede estar registrado a mi nombre. Ni siquiera conduzco. —
Paul le mostró una copia del registro. El mismo que le entregó ella al
policía pero que no había leído. De acuerdo con la concesionaria, el señor
Rawlings llegó solo, y pagó en efectivo. Era un regalo de Navidad para su
esposa y tenía menos de mil millas recorridas.

La declaración de ella sobre la licencia de conducir no válida también


resultó errónea. Al parecer, ella tenía una “tarjeta de identificación” con el
nombre de Claire Rawlings, pero su “licencia de conducir” de Georgia bajo
el nombre de Claire Nichols todavía era válido. Paul no entendía cómo
Claire no lo sabría. Ella intentó explicárselo:

—Tony lo hacía todo. —Paul no entendía y le dijo que a un jurado


también le costaría.

Iowa suministró a Claire con ropas para la conferencia de pre


examinación. La corte ordenó que la conferencia preliminar se mantuviera
a seis días de distancia. Esta reunión indicaría el tono y la dirección para
la conferencia. Por lo general, asistían los fiscales, los abogados defensores,
y la acusada, Claire. Sin embargo, sin saberlo la acusada, la víctima
solicitó asistir. El juez aceptó. El objetivo de la reunión era determinar si
un juicio podía ser evitado y hacer un acuerdo. La víctima convenció al
juez de que él podía ayudar en facilitar ese fin.

El señor Evergreen y dos de sus colegas se sentaron frente a Claire y


su equipo, Paul Task y su asesora, Jane Allyson, en una mesa grande
cubierta por documentos y ordenadores. La conferencia estaba a punto de
dar inicio cuando el corazón de ella dio un vuelco. Lo vio a través del vidrio
de la puerta. Ella vio su perfil: fuerte, apuesto, e inflexible. Observó
mientras él hablaba con alguien en el pasillo, dio la vuelta al picaporte y
entró.

El señor Evergreen y Paul estaban conversando, pero cuando la


puerta se abrió, todo el mundo quedó en silencio. La sala se giró para
reconocer la entrada del señor Anthony Rawlings. El señor Evergreen se
puso de pie.

—Señor Rawlings, pensé que habíamos discutido esto y no iba a


asistir a esta conferencia.

—Señor Evergreen. —Los dos hombres se saludaron de la mano.


Claire involuntariamente tembló. Si tan solo hubiera sabido que él iba a
estar aquí—. Aprecio la preocupación de todos por mi seguridad. Repetiré
lo que le dije al Juez Reynolds, no creo que mi esposa sea una amenaza a
mi bienestar. Creo que si podemos tener unos momentos a solas podemos
ahorrarles a los contribuyentes de Iowa el costo de un largo juicio, y a esta
corte algo de tiempo. El Juez Reynolds ha aceptado mi petición. —La orden
de Tony en esta situación era obvia. Sonaba como si les hubiera pedido a
los otros salir de la habitación, pero en realidad era una orden.

El señor Evergreen y su equipo comenzaron a mover sus sillas y


poniéndose de pie para irse. Paul y Jane se susurraron entre ellos
mientras Paul se levantaba. Se inclinó hacia Claire.

—Confirmaré que esto haya sido aprobado por el Juez Reynolds. —


Luego, hablándole a Tony, haciendo su mejor esfuerzo para parecer
profesional, pero obviamente intimidado por la sola presencia de Tony—:
Señor Rawlings, necesitaré confirmar que el Juez Reynolds ha aprobado de
verdad esta visita. En situaciones como esta… —La altura amenazante de
Tony se alzó sobre Paul cuando lo interrumpió y le entregó un papel de su
bolsillo del pecho.

—Por supuesto, señor Task, no habría esperado otra cosa. Aquí está
la aprobación escrita del buen juez. —Paul tomó el papel y revisó su
contenido.

—Señora Rawlings, parece que está todo en orden. —Los hombres


comenzaron a caminar hacia la puerta. Jane no se movió. Fue la única
miembro de los dos equipos en notar la reacción física de Claire. Se sentó
mirando sus notas, a Claire, y a Tony. El silencio se intensificó.

Finalmente, Jane se levantó y encontró la mirada de Tony.

—Señor Rawlings.

—Señorita Allyson. —Ellos asintieron.

—Señor Rawlings, esto es inesperado. Quisiera hablar con nuestro


cliente por unos momentos y determinar su deseo con respecto a esta
reunión. Si puede, por favor, salir al pasillo con el Señor Evergreen y su
equipo, el Señor Task y yo discutiremos esta nueva situación con la
Señora Rawlings. —Tony comenzó a hablar, pero Jane siguió con
convicción en su tono—. Y entonces, si la Señora Rawlings está de acuerdo
con la reunión entonces procederá bajo sus condiciones. —Claire sintió
una nueva apreciación por su joven co-abogada.
El Señor Evergreen apoyó su mano en el brazo de Tony y asintió.
Tony miró directamente a Claire. Sus ojos oscuros le quitaron el aliento.
No había mirado esos ojos en casi una semana. La llenaron con emociones
intensas, tanto amor como odio. Él lentamente aceptó con una amplia
sonrisa. Todos los demás salieron de la habitación, dejando a Paul, Jane, y
Claire solos. Claire recordó cómo respirar.

Paul comenzó:

—Claire, no tienes que hacer esto. Pero si no lo haces, se verá como


si no estuvieras interesada en los contribuyentes. —No lo estaba—. No es
solo eso. El hecho de que esté dispuesto a hablarte, la persona acusada de
su atento de homicidio, lo hace parecer honorable y dispuesto a perdonar.
Si te niegas… —Claire escuchó, pero su mente daba vueltas. Creía que
Tony sabía que no podía hacer esto. Tal vez quería llevarla a casa, retirar
los cargos, y olvidar toda la cosa. Si ella se iba con él hoy, saldría de esa
celda. ¡Se iría a casa!

Jane tocó el brazo de Claire. Claire se giró hacia la expresión de


preocupación de su abogada.

—Claire, creo que esta es completamente tu decisión. Todo lo que


Paul dijo es verdad, pero nada de eso importa. Empezaste a temblar
cuando él entró a la habitación. Si quieres, Paul y yo —Miró a Paul, quien
no parecía tan sólido como Jane—, o solo yo, estoy dispuesta a quedarme
aquí contigo.

Claire encontró su voz.

—No es eso lo que dijo. Quiere hablar conmigo a solas.

—Claire, lo que él quiera no es el asunto. —Su tono era de apoyo y


fortaleza—. ¿Qué quieres tú?

—Quiero que esto termine. —Miró los ojos de Jane—. Yo no lo hice.


—Jane no habló pero levantó sus cejas. Claire estiró su espalda, endureció
su cuello, y levantó su barbilla—. Quiero hablar con él.

Paul dijo que lo iría a buscar. Jane se inclinó más cerca.

—¿Quieres que me quede? —Claire exhaló, había mantenido sus


secretos, no le había dicho a la gente por lo que había pasado, y
necesitaba que él supiera eso.
—No, quiero hablar con él a solas.

Jane sonrió y apretó el brazo de Claire.

—Todo estará bien. Solo entiende que necesitas discutir cualquier


trato con nosotros antes de que pueda ser iniciado. Estaremos justo afuera.
—Claire dijo que entendía y de pronto pensó en su apariencia.

Los abogados de Claire salieron mientras Tony entraba. Se


asintieron entre ellos. Tony cerró la puerta y se giró hacia Claire. Observó
como el caminaba hacia la mesa. Se veía guapo, en forma y saludable. El
alivio llenó su alma, ver que el atentado de homicidio no lo había
lastimado.

—Tony, estoy tan feliz que estés bien. —Estiró su mano sobre la
mesa. Él miró su pequeña mano en las suyas. Claire continuó—: ¿Sabes
que nunca te lastimaría? —Sus ojos mostraban la más pequeña cantidad
de marrón.

—Pareciera que lo hiciste de verdad. —Ella sacudió su cabeza y


sintió las lágrimas. Él continuó—: Tú me pasaste el café, había veneno en
el café.

—Me dijiste que te fuera a buscar café. He pensado en eso millones


de veces. Ya debe haber habido veneno en el café, o en la crema. Yo solo
no sé. —Sintió su mirada mientras seguía hablando—, no sé quién haría
esto. Las únicas otras personas en la casa eran el servicio, servicio que has
empleado por años. Pero debería estar en vigilancia. Tienes cámaras en la
cocina…

La interrumpió.

—Toda la evidencia te apunta. Luego está la manera en que corriste


al auto y te marchaste.

Ella bajó los ojos, lo había desobedecido. Sabía que no tenía que
manejar.

—Lo siento. —Las lágrimas se balancearon en sus párpados


inferiores—. Fue impulsivo. Sabía que no tenía que tocar uno de tus autos.
Pero vi las llaves, no había tenido la oportunidad en tanto tiempo, el cielo
estaba tan azul, y habías sido tan… bueno, la vida había sido impredecible
y sentí que me estaba sofocando. Solamente necesitaba tomarme un
respiro, un pequeño descanso. Pero en serio, Tony, estaba a punto de dar
la vuelta para regresar a casa. Quiero estar en casa. Quiero estar contigo.

Él le levantó la barbilla.

—Claire, ¿cómo son tus residencias? —Las lágrimas se deslizaron de


sus párpados y cayeron sobre sus mejillas. Ella no contestó. Sus
pensamientos otra vez estaban girando. Su voz fue tan baja, nadie más
pudo escucharlo—. Consecuencias, apariencias, pensé que habías
aprendido mejor la lección.

—Tony, por favor, llévame a casa. Te prometo que nunca más volveré
a decepcionarte. Por favor, diles que sabes que yo no lo haría, no podría
hacer esto. —Sus ojos oscuros la penetraron pero ella continuó—: Sé que
habrá consecuencias y castigo, no me importa, siempre y cuando tú estés
bien. Sólo quiero ir a casa. Por favor. —Rogar no estaba planeado, pero
quería ir a casa—. Por favor, ellos te escucharán.

Esperando que su expresión contuviera compasión, estaba


decepcionada.

—Todo el hecho parece ser un colosal accidente. Sin embargo, he


hecho algunas investigaciones. Parece que puedes alegar locura y recibir
tratamiento en vez de encarcelamiento.

Ella saltó de su silla y empezó a pasearse.

—¿Qué estás diciendo? No voy a alegar locura. Eso significa culpable


y loca. ¡No soy ninguna! —Ella se volvió para mirarlo—. Y esto no fue un
accidente. ¡No intenté asesinarte!

Él se puso de pie y se puso muy cerca de ella, mirándola.

—He encontrado una institución mental que está dispuesta a


aceptarte. Pagaré los gastos para que los contribuyentes no sean
responsables por tu falta de juicio.

—He estado aquí por más de una semana. He sido interrogada una y
otra vez. No he divulgado ninguna información privada. He seguido todas
las reglas. La única cosa que hice en contra de ellas fue conducir un auto.
¡Eso es todo!

—Este alegato evitará un juicio. Es comprensible. Provenías de un


ambiente modesto. La vida que compartimos tenía presiones y
responsabilidades, con entretenimientos, organizaciones benéficas, y
reporteros, es comprensible. Simplemente no pudiste manejarlo. —Claire
se sentó, sintiéndose cada vez más asqueada. Tony se acercó a ella,
inclinándose para hacer contacto visual—. Debí haber reconocido las
señalas. Quizás estuve muy ocupado con el trabajo. Cuando cancelaste
tus obligaciones con las organizaciones benéficas recientemente, debí
darme cuenta lo abrumada que te sentías. —Claire escuchó mientras él
hablaba. Fue su expresión, una sonrisa, una que recordaba de una farsa
de cena hace casi dos años lo que habló más alto que sus palabras—.
Querías salir, y en un momento de debilidad… no, en un momento de
locura, decidiste que la única manera de salir era intentar matarme. —Ella
lo observó. Este era un discurso preparado. ¡Oh Dios mío!—. Estoy
agradecido de que subestimaras la cantidad de veneno que necesitabas o
pudiste haber tenido éxito.

La confusión en la mente de Claire comenzó a disiparse, la niebla se


aclaró, y pudo ver a Tony, su expresión, y su significado mientras él
hablaba.

—Y si hubieses tenido éxito, no estaría aquí para ayudarte ahora. —


Ella de repente se dio cuenta lo que había hecho con ella. Fue como con
los trabajadores de Pennsylvania, ella ya no importaba. ¡Ya no la
necesitaba más! Tony tiró de la silla de Claire para mirarla a la cara—. ¿No
estás contenta de que sea capaz de ayudarte? —El desconcierto se volvió
comprensión. Él no iba a ayudarla. La realidad la golpeó con fuerza, no
una bofetada física, pero bien pudo serlo. En vez de abrumadora tristeza,
dos años de obediencia y sumisión causaron un subidón de hostilidad—. Y,
Claire, escuché que las habitaciones de la institución mental son más
grandes que las celdas de la penitenciaría federal. —Su sonrisa se hizo
más grande.

Ella enderezó el cuello y se encontró con sus ojos. Las lágrimas ya


no fluían más, en cambio, sus ojos brillaban con ira.

—Sí, Tony, estoy tan agradecida. ¿Te gustaría que te mostrara lo


agradecida que estoy? —Su falsa sinceridad y repentina animosidad se
volvieron fuertes y claras.

Tony se puso de pie, enderezó su chaqueta.

—Utiliza el tiempo que tienes para pensarlo. No tomes otra decisión


impulsiva. Esta es tu mejor oferta. —Él llamó a la puerta—. Adiós, Claire.
Ella no respondió. Los abogados volvieron a entrar a la sala. Claire
tenía una nueva resolución. Si él estaba planeando dejarla, ella iba a
empezar a hablar. El señor Evergreen habló.

—Señor Task, si su cliente planea alegar locura, la fiscalía necesitará


evaluaciones psicológicas.

—Señor Evergreen, no planeo alegar locura. —Todos se giraron hacia


Claire, en los últimos cinco días apenas había hablado, pero ella continuó
en un tono determinado que ninguno de ellos había escuchado antes—.
Puedo asegurarles que no soy una persona que esté loca, aunque tenga
causas. Soy inocente. Ahora me vuelven a disculpar, tengo que hablar con
mi abogada.

Había entrado a esta pre examinación dispuesta a sentarse


pasivamente y esperaba que Tony la rescatara. Volviéndose hacia Jane, la
única abogada dispuesta a enfrentarse a su marido, dijo:

—Señorita Allyson, si podemos posponer esta pre examinación, creo


que tengo alguna evidencia que compartir con usted y el señor Task.
49
Nunca seas intimidado en el silencio. Nunca te permitas ser una
víctima. Acepta que nadie tiene la definición de tu vida. Defínela tú
mismo.
~Harvey Fierstein

Traducido por Magdys83 & Malu_12

Tres días era todo lo que tenían para prepararse para la nueva pre
examinación. Claire pasó horas con sus abogados descompartimentando
todo. Relató todo lo que podía recordar de los últimos veintidós meses.
Tony no lo aprobaría. No obstante, fue brutalmente honesta, relatando los
detalles que había tratado de reprimir. Explicó el contacto inicial y el
contrato. Dijo que pensaba que la droga de los violadores, Rohypnol, se
utilizó para llevarla a Iowa porque no podía recordar viajar de Atlanta. Este
recuento podría haber sido desmoralizador, pero de alguna manera resultó
terapéutico, una catarsis.

Describió al respetado y adorado hombre de negocios Anthony


Rawlings como un ser humano cruel, vengativo, masoquista y controlador.
Dejó su casa apurada. Justificadamente, lo hizo para obtener un descanso
de él, de sus reglas, restricciones y consecuencias. Si él sabía que dejó la
propiedad sin su permiso, habría sido castigada. Explicó que los castigos
podían oscilar desde abuso verbal, mental o físico. En una ocasión, hace
aproximadamente seis meses después de su llegada en su propiedad, él
casi la mató. Ella dijo sobre el aislamiento que él ha utilizado. También
habló sobre los abusos sexuales, la videograbación, la naturaleza
controladora, la manipulación dominante y el constante juego mental y de
nuevo, el abuso físico.

En ocasiones, ellos dejarían de tomar notas para simplemente


escuchar. Esto era mucho más grande que cualquier cosa que esperaban.
Juntos, Paul y Jane trabajaron para construir un caso, no de una mujer
tratando de obtener beneficios financieros de la muerte de su marido rico,
sino de una mujer abusada que sólo queriendo huir de la situación.

Paul creía que ella había estado viviendo en el infierno, pero había
puntos y eventos que tendría que explicar. Declaró que fue secuestrada,
¿pero nunca trató de llamar por ayuda? ¿No vivía en una mansión
multimillonaria? ¿Esperaba que la gente crea que no tenía acceso al
teléfono, internet o a nada? ¿No se casó con este hombre que describió
como un monstruo? ¿No aceptó los regalos: ropa, dinero, joyas, etc.? ¿No
lo acompañó en múltiples viajes extravagantes? ¿No se sentó con un
reportero de Vanity Fair y le dio una entrevista sobre su maravilloso
marido y su increíble vida juntos?

Claire entendía cómo se veían las cosas. Sabía de las apariencias.


Pero sabía lo que había sufrido. Explicó que, incluso después de que las
cosas mejoraron con Tony, siempre existía la amenaza subyacente de
abuso. Las cosas mejoraron después de la casi-muerte del abuso. Él se
puso mejor y ella creía que lo amaba. Pero siempre había reglas y el
recordatorio de las consecuencias de sus acciones. Cualquier falla para ser
perfecta podía resultar en castigo. La verdad la liberaría y estaba lista para
contarle la verdad al mundo entero.

Su equipo legal preparó un informe preliminar. Se informó a la


fiscalía de su estrategia de defensa. De ninguna manera todo incluido, se
hizo hincapié en la relación hostil entre el señor y la señora Rawlings. Se
resaltaron las tendencias agresivas, intimidantes y controladoras del señor
Rawlings. La única intención de la señora Rawling en el día en cuestión
era escapar de la dura realidad de su vida. Ella no planeó o ejecutó un
plan para causar daño al señor Rawlings.

El tiempo para la reprogramación de la reunión de pre examinación


llegó. El señor Evergreen y su equipo, al igual que Paul, Jane y Claire
fueron una vez más sentados alrededor de una mesa grande. La única
diferencia notoria en esta reunión era el cabello castaño de Claire.
Complaciendo la petición de Claire, Jane le llevó una caja de colorante
para el cabello castaño. Se veía más joven. El color rubio era llamativo,
deslumbrante y hermoso. Claire no sentía nada de eso.

El señor Evergreen se dirigió a Paul:

—¿Cómo planea declararse su cliente?


—Mi cliente es no culpable y planea declararse como tal.

—Me gustaría hacerle algunas preguntas a su cliente, para dejarle


saber a lo que se estará enfrentando en el juicio. Señor Task, señora
Allyson, ¿tienen alguna objeción a este plan?

Paul empezó:

—Claire, esta no es una mala idea, esto nos permite entender a


dónde se dirige la acusación con sus cargos. También te permite
experimentar la parte del interrogatorio del juicio. Las preguntas aquí no
se hacen bajo juramento. Puedes negarte a responder. Y tus respuestas no
pueden ser utilizadas en tu contra en el juicio actual.

—Muy bien, por favor, pregunte. —La mente de Claire estaba


preparada. Era inocente y planeaba decirle al mundo la verdad de lo que
había sufrido. Tener a Marcus Evergreen, un contemporáneo de Tony,
sentado al otro lado de la mesa era perturbador. Después de todo, Marcus
asistió a su boda, Tony no aprobaría que ella le diga ciertas cosas. Pero era
inocente, y si Tony no iba a ayudarla, la verdad lo haría.

El señor Evergreen abrió su computadora portátil y empezó su


interrogatorio:

—En primer lugar, señora Rawlings, como le informó su abogado,


esto no es bajo juramento y sus respuestas no pueden ser utilizadas en su
contra en el juicio. También debe ser consciente que mi equipo y yo hemos
leído el informe preliminar del señor Task que trata sobre la relación entre
usted y su marido, así como sus alegatos a su comportamiento. Me doy
cuenta que el señor Task y la señorita Allyson planean utilizar sus
alegatos en su defensa. Este procedimiento es un panorama de cómo mi
equipo y yo planeamos cruzar el examinarla. ¿Lo entiende? —Claire
asintió—. Señora Rawlings, por favor responda todas las preguntas
verbalmente. —Claire dijo que lo haría.

—Por favor, diga su nombre.

—Claire Rawlings.

—¿Cuánto tiempo ha sido su nombre?

—Anthony Rawlings y yo nos casamos el 18 de diciembre de 2010.


—Señora Rawlings, no pregunté cuándo se casaron, sino cuánto
tiempo ha sido Claire Rawlings su nombre. —El señor Evergreen siguió
con preguntas triviales en relación con fechas y tiempos. Entonces sus
preguntas giraron a su vida antes del señor Rawlings. ¿Qué hizo ella para
ganarse la vida? ¿Dónde vivía? ¿Cómo se conocieron Anthony Rawlings y
ella?

—¿Por qué se mudó a la casa del señor Rawlings?

—No me mudé a su casa, me llevaron a su casa —corrigió Claire.

—¿Por qué la llevaron a su casa?

—El señor Rawlings y yo teníamos un acuerdo de negocios.

—¿Qué clase de acuerdo tenía?

Claire dudó.

—Él me contrató para ser su asistente personal.

—¿Y cuánto le pago para ser su asistente personal?

—En realidad no me pagó. —Claire no estaba segura de cómo


explicar esto para que el señor Evergreen o un jurado lo entendieran.

—¿Trabajó gratis? ¿Sí o no?

—No, de hecho él pagó mis deudas.

El señor Evergreen se veía curioso:

—Sus deudas, él pago sus deudas. ¿Pagó su auto y tal vez una
tarjeta de crédito?

—Sí.

—¿Y usted tiene alguna idea de la cantidad total de sus deudas?

¿Claire lo sabía? Por supuesto, lo sabía. Tony mencionó la cantidad


cientos de veces durante el comienzo de su relación.

—Sí.

—Bueno, señora Rawlings, por favor, comparta. ¿Cuál fue la


cantidad de la deuda que pagó el señor Rawlings por usted?
—Él me dijo que era $215,000.

—Dios mío, ¿$215,000 para ser su asistente personal, eso era todo?
¿O allí estaban otros beneficios? —Beneficios, Claire no sabía lo que quería
decir. Él siguió—. ¿El señor Rawlings le proporcionó alojamiento, ropa o
comida?

—Sí, vivía en su casa. El personal preparaba mi comida y él tenía


ropa para mí.

—Ahora, señora Rawlings, ¿esa ropa era vieja o él compró ropa


nueva?

—Eran nuevas. Pero yo nunca le pedí…

—Por favor, sólo responda la pregunta. Así que la ropa era nueva.
¿Vivía en su mansión y él pagó $215,000 como valor a la deuda? Dígame
lo que hacía como la asistente personal del señor Rawlings. ¿Respondía su
teléfono?

—No. —Él siguió. ¿Respondía a sus correos electrónicos? No.


¿Organizaba su agenda? No. ¿Le hacía la comida? No. ¿Le hacía bebidas?
No.

—Señora Rawlings, ¿Qué hacía?

Claire sintió ruborizarse.

—Se suponía que debía estar disponible cuando sea que él me


quería.

—¿Puede explicarse, por favor? ¿Qué quiere decir con estar


disponible cuando sea que él la quería? —El señor Evergreen se apoyó en
la mesa.

—Se suponía que debía satisfacer sus deseos y necesidades sexuales.


—Claire estaba mirando hacia abajo.

—¿Hizo su trabajo?

—No tenía opción. —Claire seguía mirando a la mesa.

—Señora Rawlings, pregunté si hizo su trabajo. ¿Sí o no?

Claire miró al fiscal a los ojos:


—Sí, hice lo que me dijeron.

—Y si mis notas son correctas, usted y Anthony Rawlings se casaron


nueve meses después de que empezó su trabajo, ¿eso es correcto?

—Sí, discutimos eso.

—Sí, lo hicimos. Sólo estoy tratando de entender. $215,000,


alojamiento, comida y ropa por un periodo de nueve meses, imagino que el
señor Rawlings pagó casi $1,000 al día por placer sexual. ¡Usted debe ser
un gran polvo!

Claire fulminó con la mirada al fiscal. Jane y Paul explotaron:

—¡Eso es innecesario!

El señor Evergreen se disculpó y siguió con su interrogatorio. Hizo


preguntas sobre la declaración de encarcelamiento de Claire. Después
mostró fotografías de ella con Anthony en diversas actividades: cenas,
recaudaciones de fondos y paseos. Claire pensó que tenía una fotografía de
casi cada momento que ella estuvo fuera de la casa durante los primeros
seis meses de su encarcelamiento.

—Usted no entiende. Yo sólo tenía permitido salir…

—Señora Rawlings, tendrá la oportunidad de discutir sus motivos


para exagerar la verdad cuando su abogado la esté interrogando. Esta es
mi oportunidad. Yo voy a hacer las preguntas. —Su tono era
condescendiente. Continuó, preguntando sobre su supuesto abuso físico.
¿Tenía las declaraciones de algún médico? ¿Ella había reportado el abuso?
¿Siquiera le había dicho al señor Rawlings que no le gustaba?

Esto consiguió que Jane y Paul volvieran a sus asientos. Claire se


sentía mal. Su cabeza latía y su azúcar en sangre se sentía baja. Se inclinó
hacia Jane.

—¿Podemos interrumpir para almorzar?

Mientras Paul iba a buscar bocadillos, Jane y Claire hablaron en


privado. Claire les había dicho toda la información antes. Ella explicó cómo
Tony la controlaba, que no se le había permitido quejarse, que no podía
salir de su habitación durante largos tiempos, y que nunca se le permitía
salir de la propiedad sin su permiso, incluso después de que se casaron.
Pero la manera en que el señor Evergreen lo estaba retorciendo, parecía
como si fuera una especie de prostituta. Él hizo parecer como si estuviera
detrás del dinero de Anthony desde el principio. Jane le aseguró que la
defensa tendría la oportunidad de hacer más preguntas después de la
fiscalía. Esa sería su hora de explicar las cosas al jurado.

Incluso Jane estaba preocupada por las imágenes que mostraban a


Claire y Anthony en público. Claire no parecía una mujer retenida contra
su voluntad. Jane tenía fotos en su computadora portátil enviadas por el
señor Evergreen durante el preexaminatorio. Había sacado una foto de los
dos en un restaurante de lujo en Manhattan. Claire recordaba esa noche.
Tony había completado un gran negocio y celebraron antes de la cena.
Recordaba odiarlo esa noche, pero la persona en la foto no parecía odiarlo.
La Claire en la imagen era la compañera perfecta, exquisitamente vestida,
hermosa, contenta y atenta. La comprensión de que había aprendido sus
lecciones muy bien empezó a añadirse a su cabeza palpitante.

Sintiéndose más entera, reanudaron el interrogatorio.

—Señora Rawlings, declaró que Anthony Rawlings era físicamente y


mentalmente abusivo, sin embargo, decidió casarse con él. ¿No es cierto?

—Sí.

—¿Ahora puede por favor decirnos quién se encargó de la boda? ¿Y


si fue agradable?

—Tony pagó por la boda, contrató a los planificadores de bodas, lo


hicieron todo y fue hermoso. Debería saberlo, estaba allí.

—¿Tiene alguna idea del costo de su boda?

—No.

—Bueno, para su información costó más de $ 350.000. Su vestido


solo salía más de $ 70.000. —Claire realmente no tenía ni idea—. Y esas
cifras no incluyen los anillos o su luna de miel. Señora Rawlings, ¿puede
decirnos a dónde fue en su luna de miel?

—Fuimos a Fiji, a una isla privada.

—El costo de esta luna de miel, señora Rawlings, ¿sabe el costo?

—No. Nunca lo discutió conmigo. ¡No me importaba el dinero! —


Claire de repente se sintió cansada.
—Cuando fue detenida, usted conducía un auto muy caro registrado
a su nombre, llevaba varias piezas de joyería fina y ropa cara. ¿Todavía
reclama que no le importa el dinero?

—Conduje ese auto porque encontré las llaves. La ropa y las joyas
eran todas porque Tony me hacía usarlas. Ni siquiera elegí mi propia ropa
esa mañana.

El señor Evergreen volvió a su ordenador portátil.

—Ahora, de vuelta a su boda. ¿Sabía que usted y el señor Rawlings


no tienen un acuerdo prenupcial?

—Sí. Me dijo que no necesitábamos uno. Si alguna vez intentaba


dejarlo habría consecuencias desagradables.

—Señora Rawlings, yo hago las preguntas. ¿Sabía usted que su


cónsul legal quería que él tuviera un acuerdo prenupcial?

—Sí, me lo dijo, esa decisión era exclusivamente suya.

—¿Usted entiende que sin un acuerdo prenupcial si usted y el señor


Rawlings fueran a divorciarse podría reclamar la mitad de su fortuna?

—No había pensado en ello.

—Y supongo que no ha pensado en el hecho de que si el señor


Rawlings muriera sería la única heredera de toda su fortuna.

—Honestamente, no.

Luego le mostró a Claire una imagen de un edificio de apartamentos


en Atlanta.

—¿Reconoce este edificio?

—Sí.

—Supuse que lo haría. Es el apartamento en el que vivía antes de


mudarse a la mansión del señor Rawlings. ¿Qué tan grande era su
apartamento?

Claire no había pensado en ese apartamento en casi dos años.

—De un dormitorio con una cocina-comedor.


—Ahora, señora Rawlings, ¿reconoce esta residencia? —Era una
fotografía aérea de la mansión. Mostraba las alas en expansión de la casa,
la piscina, el largo camino, los diversos patios, y el gasto masivo de tierra
que rodeaba todo.

—Sí.

—Sí, es la casa que usted y el señor Rawlings compartían. ¿Es


correcto?

Claire quería acabar con esto.

—Sí, lo es.

—Señora Rawlings, ¿cuán grande es esta casa?

—No lo sé. ¿En metros cuadrados? —Ella se estaba irritando.

—De acuerdo entonces. ¿Cuántas habitaciones? —El señor


Evergreen estaba sonriendo.

Claire lo pensó por un minuto.

—Honestamente, no lo sé. ¿Las habitaciones del personal cuentan


también? No lo sé.

—Así que déjeme ver si lo entiendo. ¿Ha estado en cautiverio en esta


casa durante casi dos años y no sabe cuántas habitaciones hay? ¿O quizás
estaba disfrutando de la vida de lujo como para preocuparse por esas
cosas? —El señor Evergreen tocó la pantalla del ordenador—. Bueno,
vamos a cambiar de enfoque. ¿Se reconoce en esta foto? —Claire asintió—.
¿Me podría decir dónde está y qué está haciendo?

—Estoy en Davenport, de compras.

—Lo está. ¿Pero pensé que no tenía nada de dinero?

—Tony me dio una tarjeta de crédito.

—¿Fue antes o después de que se casaran?

—Creo que la imagen es de antes. Pero en serio, no…

El señor Evergreen la interrumpió.


—Señora Rawlings, yo hago las preguntas. Así que el señor Rawlings
le dio una tarjeta de crédito antes de casarse. ¿Quién pagaba la cuenta?

—Él lo hacía.

—¿Quién estaba con usted en este viaje de compras?

—Eric, el conductor del señor Rawlings estaba allí en el auto.

—Así que si era una prisionera, ¿esta no habría sido una excelente
oportunidad para escapar? Después de todo, está sola en Davenport.
Señora Rawlings, ¿trató de escapar?

—No. Tenía miedo.

—Limítese a respuestas de sí y no. —El señor Evergreen miró sus


notas en la pantalla—. ¿Sólo utilizó su tarjeta de crédito en Davenport?

—No.

El señor Evergreen mostró algunas fotos más: Claire en la Quinta


Avenida de Manhattan, de compras en Saks Fifth Avenue en Chicago.

—Señora Rawlings, ¿utilizó su tarjeta de crédito en estas ocasiones?

—Sí.

—¿Dónde está? —preguntó, señalando una foto.

—Estoy en Manhattan.

—Así que está haciendo compras en Manhattan. ¡La inhumanidad


de esta prisión! Cuánto tuvo que soportar, o déjeme preguntarle, ¿sabe
cuánto ha gastado en este viaje de compras en particular?

Claire lo hacía.

—Sí, pasé los $5,000. Pero me dijeron que…

—Señora Rawlings, continuemos. ¿Tenía una tarjeta de crédito una


vez que estuvo casada?

—Sí.

—¿Alguna vez tuvo la oportunidad de usarla?

—Sí.
Estaba mirándola directamente.

—Esta cosa del dinero no era tan mala ahora, ¿verdad?

—Yo no quiero el dinero. No quiero el dinero. Le dije a Tony que no


me importaba su dinero…

Le mostró a Claire una dirección de e-mail y un número de teléfono:

—Señora Rawlings ¿reconoce esta dirección de correo electrónico?

—Sí.

—Es suya. ¿Es correcto?

—Sí, lo es, pero…

—Señora Rawlings, ¿de quién es este número de teléfono celular?

—Mío.

—Señora Rawlings, pensé que había dicho que estaba aislada, sin
manera de comunicarse. Déjame ver, creo que tengo fotos de usted y su
marido en Hawái, en el lago Tahoe, en San Francisco, y sí, en Europa.
¿Señora Rawlings, no disfrutó del sur de Francia? —La cabeza de Claire
latía con intensidad creciente.

El señor Evergreen entró en una larga perorata acerca de cómo una


chica del clima endeudada se había aferrado a un rico hombre de negocios
solitario y sin herederos. Este era un empresario que no sólo hizo su
fortuna con trabajo duro, sino que era muy apreciado debido a sus
esfuerzos benévolos. Entonces, ella lo sedujo para contratarla como una
prostituta que vivía con él y que lo atrajo hacia ella para casarse sin un
acuerdo prenupcial. Dada la oportunidad perfecta, esta mujer de mal
gusto puso veneno en el café de su pobre marido confiado. Si eso no fuera
suficiente, envió a su chofer lejos en una búsqueda inútil y se fue. Hubiera
funcionado, salvo que con la tecnología actual, quince personas fueron
testigos del colapso y la ayuda llegó a tiempo. La fiscalía tenía muchos
testigos que acreditaban el espíritu generoso y de buen corazón del señor
Rawlings. Nadie respaldaría sus acusaciones calumniosas de este hombre
respetable.

¿No se le había dicho a Claire una y otra vez que las apariencias lo
eran todo? La pequeña habitación se hizo más pequeña. Le dolía la cabeza,
su corazón dolía. Ella vio las fotos y las expresiones de sus abogados.
Escuchó las acusaciones de Marcus Evergreen y la bilis amarga retorció su
estómago y la hizo vomitar.
50
No podemos cambiar nuestros recuerdos, pero podemos cambiar su
significado y el poder que tienen sobre nosotros.
~David Seamands

Traducción por Mikiliin.

Se quedó mirando la pintura en la pared de bloques de hormigón.


¿Por qué ellos siempre usaban ese verde pálido? Si se suponía que debía
verse alegre, fracasó. Anton continuó observando la pared a pesar de que
había oído la puerta y sabía que el guardia y el prisionero habían entrado.
No podía soportar ver a su abuelo siendo conducido.

Anton esperó, con las manos en los bolsillos, hasta que oyó la puerta
cerrarse de nuevo. Dándose la vuelta, se encontró con los ojos, los
desafiantes ojos oscuros. Si su abuelo estuviera usando un traje y si la
mesa de metal fuera un escritorio de caoba, Nathaniel se vería como lo
hacía en la memoria de Anton. Su expresión no había cambiado. Es
posible que lo pusieran en esta maldita prisión, pero seguro como el
infierno que no pudieron encerrar su mente aquí.

—Así que, muchacho, ¿sabes su identidad? —Cole Mathews trabajó


codo a codo con Nathaniel Rawls durante casi dos años. El día antes de la
detención de Nathaniel, no se presentó a trabajar. No llamó. El
desapareció. Casi un año después, información que sólo las personas de
confianza sabrían ayudo a llevar al señor Rawls a la condena. La única
información dada a conocer fue que un agente del FBI se había
incorporado para investigar las acusaciones federales. Por supuesto, para
proteger su identidad, su nombre nunca fue publicado. Pero estos fueron
los años ochenta, y Anton Rawls sabía su camino alrededor de una
computadora mejor que la mayoría. Hackear era un término negativo para
decir investigación.

Anton colocó la carpeta de manila en frente de su abuelo.


—Sí, señor. Encontré su nombre y suficiente información personal
para seguirle la pista.

—Sabía que no me decepcionarías. —Abrió la carpeta y examinó el


contenido—. Tiene una esposa y familia. —Pasó unos minutos más
leyendo las páginas. Entonces de repente, cerró la carpeta, golpeado su
mano contra la mesa—. ¡Este hijo de puta va a pagar! —Su silla golpeó la
pared mientras se levantaba enérgicamente—. ¿Me oyes, muchacho?

—Sí, señor, te escucho. —Anton observó mientras su abuelo se


paseaba en su atuendo de la prisión.

—No sólo él. Diablos, no. Se llevó mi mundo. Se llevó a mi familia.


Sus malditos hijos, sus nietos, y los hijos de estos… ¡todos ellos
enfrentaran las consecuencias de sus acciones! Él tomó todo. —Los ojos de
Nathaniel se oscurecieron mientras se acercaba a su nieto—. ¿Sabes qué?

—No, señor.

—No se puede perder todo hasta que tengas todo para perder. —Más
caminata de un lado a otro—. Tenía todo, ¡y ahora mírame! ¡Ese hombre y
su maldita familia pagarán! —Se movió muy cerca de su nieto—. El día
que salga de este agujero infernal, lo harán. Cada uno de ellos se
arrepentirá del día en el que decidieron acabar conmigo.

Anton notó la diferencia en el sonido de sus pasos. Sus zapatos de


suela dura hacían un ruido claramente diferentes de los zapatos con suela
de goma de su abuelo. Estos chirriaban.

—Hay más, señor. —Nathaniel se volvió hacia las palabras de su


nieto.

—¿Qué? ¿Qué más descubriste?

—Tuvo ayuda. Trabajó mano a mano con un oficial de valores


llamado Burke. Mathews proveyó a Burke la información. Si este oficial de
valores no se hubiera dirigido a Mathews, no habría sido tan riguroso en
recopilar evidencias. —Anton observó el tono en la cara de su abuelo
crecer en intensidad carmesí mientras hablaba.

—¿Y tu padre? —La oscuridad de los ojos de Nathaniel atrajo la


mirada de Anton hacia él. Se sintió obligado a mantener el contacto visual
y entregar el resto de su información.
—Él testificó para el Estado. —La caminata de Nathaniel continuó—.
Se hizo a puerta cerrada, pero no es secreto. Los medios de comunicación
lo llaman el héroe de nuestra familia.

Nathaniel se derrumbó con la cara roja y derrotado en su silla. La


comprensión de que su hijo se había convertido en testigo del estado
estaba obviamente afectándolo. Su tono se suavizó.

—Muchacho, tú vas a sobrevivir.

—Sí, señor, lo haré.

—Estando aquí hoy, descubriendo esta información, y más


importante, teniendo las pelotas para traerla hasta mí, son todas
evidencias de tu futuro. Tu padre siempre ha sido una decepción, pero
creo que era mejor en una cosa que yo. —Anton se sentó en la silla de
metal frente a su abuelo. Había sinceridad en su tono y sus palabras, le
pidió a Nathaniel que continuara—. La opinión pública, nunca me importó
una mierda lo que los demás pensaran. Trabajé duro y merecía todo el
dinero y posesiones. Quería más. Eso nunca fue un secreto. Recuerda esto,
tú puedes querer todo el maldito mundo pero nunca lo demuestres. —
Nathaniel se quedó mirando la cámara en la esquina de la habitación—. Si
ellos saben lo que quieres, te observarán y te lo quitarán. Mantén las
apariencias, muchacho. Si haces eso, puedes tomar todo lo que quieras,
todo el maldito mundo es tuyo.
51
La felicidad no depende de ninguna condición externa, se rige por
nuestra actitud mental.
~Dale Carnegie

Traducción por Mikiliin., Ateh & Leogranda

Claire había estado encarcelada durante más de tres meses y había


llegado a un acuerdo con el conocimiento de que no iba a terminar pronto.
La celda claustrofóbica y el virtual aislamiento eran su nueva norma.
Sorprendentemente, se estaba adaptando. Fue difícil al principio, pero con
el tiempo, desarrolló la fuerza y la resolución.

El 18 de abril de 2012, la sala del tribunal estuvo vacía excepto por


el juez, el acusado, y los equipos legales. Cada palabra resonó por toda la
habitación cavernosa. Claire Nichols se paró frente al juez de la corte
federal y con la ayuda de su equipo legal no refutó la acusación de intento
de asesinato. A medida que el juez explicó las consecuencias del alegato de
Claire, ella escuchaba, sintió el suave acabado de la silla que usó de apoyo,
observó los labios del juez y lloró en silencio.

Este alegato la salvó de la indignidad de un juicio con jurado. Ella no


admitiría culpabilidad, pero no podría, ni impugnaría los cargos. Por
consiguiente, tomaría una sentencia menor, pero más tarde no podría
decidir apelar. Ella evitaría al señor Evergreen y sus preguntas. Podría
escapar de los penetrantes ojos oscuros de Anthony Rawlings mientras
testificaba. No necesitaría explicar al mundo entero como se vio forzada a
hacer cosas y cómo las cosas eran tan diferentes de la forma en que
aparentaban. Ella podría solo marcharse tranquilamente.

La corte de opinión pública no había ido bien tampoco. Los


habitantes de Iowa City, de Iowa, y de los Estados Unidos, todos, la
encontraban culpable. La trataban como una caza fortunas. Por supuesto,
la mayor parte de la información no había salido. Incluso esa compartida
con los miembros de ambos equipos legales permaneció privada. Anthony
Rawlings se aseguró de ello.

El juez federal la condenó a siete años de prisión, menos tiempo de


servicio, para ser servido en una penitenciaría federal de seguridad
moderada. La gravedad de su crimen requería una instalación de
seguridad moderada. Al parecer, incluso su ex marido testificó ante el juez,
pidiendo una instalación de mínima seguridad, más evidencias de su
carácter indulgente y bondadoso.

El abogado en representación de Anthony Rawlings presentó la


documentación necesaria para disolver el matrimonio entre él y Claire
Nichols. Por supuesto, no hubo ninguna disputa. Con algunas conexiones,
se agilizaron los documentos de la corte. El divorcio se finalizó el 20 de
Marzo de 2012. Como no había un acuerdo prenupcial, Claire no recibió
compensación económica por su matrimonio de quince meses. Después de
todo, ella fue acusada de su intento de asesinato. ¿Por qué iba a conseguir
cualquier compensación económica?

De acuerdo con los programas de televisión vulgares que se


reproducían en el área común de la prisión, el señor Rawlings no estaba
teniendo problemas encontrando una mujer para tu tomar su lugar. El
mundo se reunió alrededor de él y a su desafortunada situación. Incluso
se dispararon las acciones de Industrias Rawlings.

La pequeña ventana en la puerta de la celda de Claire permitió una


cantidad mínima de luz fluorescente penetrar, haciendo a las paredes
monótonas y sin color. Encendiendo la lámpara de su escritorio, llenó la
habitación con una sensación de calidez. Su celda en la Institución
Correccional de Iowa para mujeres era pequeña y sería su hogar por al
menos otros cuatro años. Fue sentenciada a siete, pero elegible para
libertad condicional en cuatro. Claire era buena siguiendo las reglas.

Tenía una cama de tamaño doble, vestidor, un área abierta para


colgar, algunos estantes y un escritorio con una silla. No era mucho, pero
se sentía contenta. Había experimentado más y eso no había funcionado
bien para ella. Existiendo en una confortante mismidad ayudaba a Claire a
sobrevivir. No había sorpresas, todo era predecible. Día tras día, la misma
rutina: despertar, vestirse, y desayunar, luego volver a su celda, sola,
hasta el almuerzo. Almuerzo y luego un bloque de una hora de tiempo libre,
ya sea en un gran gimnasio, la librería de la prisión o el patio que estaba
fuera. A Claire le encantaba el exterior. Iba allí cuando el clima lo permitía.
Luego de vuelta a su celda hasta la cena. Luego de la cena había un
opcional tiempo en común, si ganabas ese privilegio, durante otra hora.
Claire lo ganó, pero optó por su celda. El compañerismo requería confianza
en la otra persona. La confianza de Claire no se extendía más allá de sí
misma por más tiempo. Se quedó en su celda hasta que su timbre sonó. El
timbre indicaba que ya era hora de ducharse; después de la ducha, de
vuelta a su celda, apagar las luces a las 11:00. Simple y predecible, Claire
había sufrido ya bastante imprevisibilidad.

Pasó su tiempo libre leyendo. Emily trató de enviar sus libros tan a
menudo como era posible. Tener una hermana y su marido en la cárcel fue
muy duro para Emily. Le pidieron que abandonara su trabajo de
enseñanza en Troy. El sistema escolar privado necesitaba mantener su
reputación, y al parecer algunos donadores estaban preocupados por su
influencia en los niños pequeños. Regresó a Indiana a un entorno familiar
y enseñó para un sistema escolar público cerca de Indianápolis. El dinero
no era bueno, pero por lo menos podía sobrevivir.

***

Fue un viaje de dos horas de Iowa City a Mitchellville. Brent


Simmons debería haber utilizado un chofer. Fueron cuatro horas que
podría haber trabajado, pero él eligió conducir. Quería estar solo y ponerse
de acuerdo con la asignación por delante de él. Claire Nichols necesitaba
ser informada de una posible demanda civil pendiente. Brent conocía,
como jefe de la asesoría legal de Industrias Rawlings, que podría haber
enviado a alguien más. Él quería enviar a otra persona. El señor Rawlings
dejó en claro que no era una opción.

El sol de julio brillaba en la acera delante de él. Momentáneamente,


se distrajo por la ilusión de líquido brillante en la distancia. No quería
hacer frente a Claire, verla en la institución correccional. Sabía que ella no
pertenecía allí, y él no la había ayudado. Probablemente se sintió
abandonada. Lo fue. La mente de Brent volvió a enero, a esa terrible
llamada telefónica contándole a él y a Courtney que alguien trató de matar
a Tony. Estaban planeando regresar de Fiji en tres días, desde luego,
volaron a casa inmediatamente.

Cuando encontraron a Tony, seguía hospitalizado. Él se veía y


sonaba saludable pero su disposición no era agradable cuando les informó
que toda la evidencia apuntaba a Claire. Courtney estaba devastada, ella
discutió con Tony. Después de que ella salió de la habitación, Tony le
informó a Brent de que no se les permitía visitar o ayudar a Claire después
de lo que ella hizo. Esto no le cayó bien a Courtney. Fue de todos modos.
De algún modo, Tony se enteró y Brent tuvo un infierno que pagar.

Brent no participó directamente en el proceso penal. En realidad, el


Estado de Iowa acusó a Claire Rawlings de intento de asesinato, no Tony.
Pero Brent estuvo involucrado en un divorcio acelerado. Marcus Evergreen,
el fiscal en jefe de Johnson County, tenía información que Brent
necesitaba para su petición. Fue a mediados de febrero, cuando la
secretaria de Marcus utilizó un servicio de mensajería para entregar un
flash drive a Brent. Contenía los documentos que necesitaba. Él planeaba
dejarlo en la oficina, pero en el último minuto decidió llevárselo a casa
para darle un vistazo.

Courtney fue a cenar con amigos cuando Brent insertó la unidad en


la computadora de su casa. Sólo había una carpeta: “Rawlings, Claire”. La
abrió. Contenía varios archivos. El único que necesitaba era “Rawlings vs.
Rawlings”. Debería haber sido el único en la unidad. No lo era. Uno
titulado “Estado de Iowa vs. Rawlings: Resumen preliminar de Task” se
ubicaba justo en frente de él. Era poco ético y probablemente ilegal, pero lo
abrió. Los abogados jóvenes se volvían verborréicos. ¡El resumen
preliminar de Paul Task era de 147 páginas! Brent hizo una mueca y
sacudió la cabeza ante la inexperiencia del abogado de Claire. Comenzó a
cerrar el archivo cuando se centró en las palabras, de repente paralizado.

Dos horas y tres whisky Blue Label después, todo el escrito estuvo
leído. Las descripciones y detalles de la vida de Claire mientras estuvo con
Tony eran nauseabundas. Estaba declarado más de una vez que esto era
sólo una muestra del tratamiento que tuvo que soportar, había más.
¿Cómo pudo haber pasado y que ellos no lo supieran? Entró en pánico,
pensando que no debería haber leído y debería eliminarlo.

Sin embargo, en lugar de eliminarlo hizo una copia electrónica en


una USB personal e imprimió una copia. Luego lo borró de la unidad
original. Si le preguntaban, negaría que alguna vez hubiera estado ahí.
Quería golpear a Tony, pero Brent sabía que nunca podría dejar que Tony
supiera que leyó el escrito.

Planeando mantenerlo para sí mismo, decidió ocultar la copia de


papel en su caja fuerte y poner la USB en una caja especial en el cajón de
su escritorio. Antes de que tuviera la oportunidad de seguir adelante con
esos planes, Courtney volvió a casa. Supo de inmediato que algo andaba
mal y asumió Tony era responsable. Tal vez era el whisky combinado con
impotencia por Claire, pero Brent le entregó a Courtney la copia en papel.
En retrospectiva, fue un error que casi le costó su matrimonio de
veintiocho años. Cuando terminó de leer, hizo dos preguntas simples:

—¿Le crees? ¿Crees que ella está diciendo la verdad?

¡Courtney entró en erupción! Creía cada palabra y quería la cabeza


de Tony en una bandeja. También quería que Brent dejara su trabajo, se
mudaran lejos de Iowa City, y lo más importante, ayudara a Claire.
Oprimido, Brent explicó que nada de eso era posible.

—No podemos.

—¿Por qué no? ¡Ella me dijo en la cárcel que no lo hizo! Sabía que
algo estaba mal. Seguí preguntando. ¿Por qué no presioné más? Dios, ahí
decía que la lastimó en California. ¡Estuvimos con ellos! Brent, piensa en
Claire, en su edad. ¿Qué si las cosas que leíste le pasaran a nuestra hija?

—¡Mataría al hijo de puta! Pero no le ocurrieron. Y no sólo es mi jefe,


ahora es el jefe de Caleb. ¿No crees que a la luz de esta nueva información
sea coincidencia que recientemente le ofreciera a Caleb un gran trabajo?
Ahora no sólo nos posee, sino también a nuestro hijo y futura nuera.

—Esto es Estados Unidos, ¡sólo renuncia!

—Courtney, no puedo. Uno no simplemente se aleja de Tony.


Pregúntale a John Vandersol. —Brent no había querido dar a conocer esa
información, se le escapó. Courtney se sentó aturdida. Se sirvió otra copa
de sauvignon y volvió a leer el escrito. Al día siguiente, mientras Brent
estaba en el trabajo, Courtney se marchó. Llegó a casa y encontró una
nota: “Si alguien pregunta, estoy cuidando a mi madre enferma. No
intentes llamar o comunicarte, no voy a estar disponible”. Brent lo intentó
en numerosas ocasiones. Más de una semana después, ella regresó. Brent
recordaba estar preocupado por lo que ella diría. Completamente esperaba
“Eres débil y he terminado, quiero el divorcio”.

En su lugar, Courtney se disculpó.

—No estuve allí para Claire y, al parecer, no puedo estar ahí para
ella ahora. Puedo estar aquí para ti. No deberías tener que hacerle frente a
ese hijo de puta todos los días y sin apoyo. Te amo y te apoyaré. También
debes saber esto: Quiero salir de aquí y lejos de él. Desde este momento en
adelante y poco a poco, discretamente moveremos nuestros activos fuera
de las acciones Rawlings y trabajaremos para liberar a nuestra familia.
Eso iniciará con Caleb, antes de que llegue a las zonas profundas. ¿Estás
de acuerdo?

Brent lo estaba. Lo quería también. La primera vez que Courtney


tuvo que ver a Tony cara a cara, Brent se preocupó. Lo hizo muy bien. Si él
mostrar una sonrisa falsa y Claire también, ella también podría. Ellos ya
estaban sentando las bases para el traslado de Caleb a otro lugar de
trabajo.

Cuando Brent bajó del auto y se dirigió a la institución, se preocupó


por Claire, ¿cómo se vería? ¿Ha sido capaz de sobrevivir? ¿Cómo? Odiaba a
Tony y lo condenaba con cada paso haciendo eco por los largos pasillos
con azulejos.

Un guardia lo llevó a una pequeña habitación sucia, iluminada con


una luz fluorescente, que contenía una mesa de acero y cuatro sillas.
Brent dejó su maletín sobre la mesa y esperó. Mirando a su alrededor, se
dio cuenta de la cámara visible en la esquina. Se recordó la grabación en
vídeo mencionada en el escrito preliminar y de su conversación con Tony.

—¿Quieres que vaya a decirle a la señorita Nichols (a Tony no le


gustaba oír su nombre) que estás considerando una demanda civil en su
contra, por qué?

—Calumnia y difamación.

—¿Por qué? ¿Qué dijo?

—No importa. No necesitas saber. Sólo tienes que hacer tu trabajo.


—La voz de Tony era plana y autoritaria.

En realidad Brent estaba poniendo un anzuelo, ¿Tony compartiría la


información que Brent ya sabía? También se preguntó si Tony sabía que él
sabía, al parecer, no.

—Tony, hay muchos miembros del equipo legal que no han estado
tan involucrados con la señorita Nichols como yo. ¿Tal vez uno de ellos
podría informarle de la demanda inminente?

—No. Serás tú. —Su tono era firme y sus ojos intensos—. ¿Alguna
vez has notado las buenas cámaras en esas habitaciones de visitantes?
Esas cintas están disponibles por un precio. Voy a suponer que no vas a
transmitir información que no esté relacionada con la demanda. Como
recordatorio, esto no será una visita amistosa. —Brent dijo que entendía.

***

Claire estaba leyendo en su celda en esa tarde de julio, cuando su


timbre sonó. El sonido significaba que tenía que ir a su puerta. Recibiría
algo, por lo general un paquete. Esta vez, un guardia le informó que tenía
un visitante y su presencia era necesaria inmediatamente en el área de
visitas.

Claire sólo recibió dos visitas desde su arresto. La primera fue en


Iowa City antes de que diera su declaración y fuera transferida a la
institución correccional. Siguiendo al guardia, encontró a su mejor amiga
esperando. Courtney estuvo en Fiji durante el arresto de Claire y vino tan
pronto como regresaron. Visiblemente angustiada mientras Claire era
escoltada por un guardia, Courtney se disculpó con Claire por no haber
sido una mejor amiga. Si hubiera seguido sus preocupaciones más, tal vez
Claire no habría sentido la necesidad de recurrir a medidas tan drásticas
para alejarse de Tony. Claire le aseguró:

—No traté de matar a Tony. Por favor, no creas todo lo que ves o
escuchas. Recuerda la consideración de Tony por las apariencias. Muchas
veces, las cosas no son como parecen. —Courtney dijo que entendía y que
trataría de ayudarla, pero… Brent, su trabajo… Claire no había sabido
nada de ella desde entonces. Honestamente, entendía.

El único otro visitante desde su encarcelamiento fue Emily. Claire


sabía que el viaje a Mitchellville, Iowa era difícil para ella. Cuando Emily
tenía tiempo para viajar visitaba a John en Nueva York.

Ahora Claire siguió con curiosidad al guardia por los pasillos y a


través de múltiples puertas, cada bloqueo, desbloqueo, y sonido de los
pitidos electrónicos. Usando su ropa de prisión, entró en una habitación
para encontrar a Brent Simmons. Hacía sido tanto tiempo que
momentáneamente pensó que estaba viendo a un amigo visitar a un amigo.
La expresión de Brent cambió instantáneamente su opinión. Claire se
sentó donde el guardia indicó. El guardia luego salió de la habitación,
dejando a Brent y Claire solos.

Ella sabía que esto era negocios, pero él era su amigo. No pudo
evitarlo:
—Brent, ¿cómo estás? ¿Cómo está Courtney? ¿Cuándo es la boda de
Caleb?

Con cara de piedra y sereno, Brent respondió:

—Señorita Nichols, he recibido instrucciones de informarle de una


inminente demanda civil en la que será nombrada la acusada.

Creando un personaje igual de profesional, Claire respondió:

—Está bien. Gracias por informarme, ¿puedo saber los motivos de


esta demanda?

—Mi cliente tiene razones para creer que usted ha estado hablando
calumnias en su contra. Esta difamación de su carácter está siendo
considerada una estratagema para dañar su reputación personal y
profesional. —Brent dijo lo que se necesitaba, con la actitud necesaria,
pero sus pensamientos estaban en otra parte. Claire lucía diferente de lo
que esperaba. No era sólo su cabello y la ropa, tenía confianza y fuerza.
Estas cualidades no habían sido evidentes antes. Recordó verla por
primera vez en el avión de Tony a Nueva York. Parecía nerviosa e insegura,
pero trató de aparentar lo contrario. Ahora, después de casi seis meses,
tres en una penitenciaría federal, Claire parecía independiente y fuerte. Él
sabía que no se trataba del lugar donde había estado, sino donde no lo
había hecho. No había estado bajo la mirada de los ojos negros. Al igual
que los agujeros negros reales, ellos chupaban la fuerza, la confianza, y la
garantía de alguien lo bastante cerca como para ser jalados en su órbita.

Considerando cuidadosamente las palabras de Brent, Claire se rio y


respondió:

—Gracias, señor Simmons. Estoy muy preocupada de que su cliente


quiera que mis denuncias sean hechas públicas, como sucedería con dicha
demanda.

—Señorita Nichols, dañar la reputación profesional de mi cliente


podría dar lugar a una pérdida de ingresos. Una demanda civil está
destinada a subvencionar esa pérdida de ingresos.

Sonriendo, dijo:

—Y por supuesto, tengo el capital necesario para subsidiar los


ingresos de su cliente.
—Es mi responsabilidad informarle que dicha demanda se encuentra
bajo consideración y si se presenta, usted podría ser declarada
responsable. —Brent se levantó para irse.

—Brent, ¿puedes, por favor, hablar conmigo por un minuto? —La


mirada derrotada de sus ojos dijo que no. Brent se encontraba cerca de
sus cincuenta pero su rostro parecía mucho mayor. Había líneas y círculos
definidos bajo sus ojos tristes. Continuó recogiendo sus pertenencias—.
¿Señor Simmons? —Hicieron contacto visual—. Su esposa me dijo una vez
que la vida no es una prueba diaria. Dijo que la perfección no siempre es
necesaria. Quiero que sepas que lo sé. Lo sé mejor que nadie, hoy tú
pasaste la prueba. —Ella vio el cambio en sus ojos, brillaban con una
cantidad minúscula de humedad y asintió ligeramente con la cabeza en
acuerdo. Se dirigió hacia la puerta—. Señor Simmons, dos cosas más. Él
se detuvo, ella sonaba tan confiada—. En caso de que el tema surja para
discutir, doy la bienvenida a la demanda. Esto me dará la oportunidad de
hacer mis acusaciones de nuevo, tal vez a un foro más grande. —Él asintió
con una sonrisa de complicidad. Ella tenía razón. Tony no se arriesgaría a
la exposición—. Y la otra cosa, verdaderamente amo y extraño a su esposa.
Si ella se preocupa, por favor, dígale que realmente estoy bien. Mucho
mejor de lo que solía estar.

—Gracias, señorita Nichols. Ha sido notificada.

—Sí, señor Simmons, lo he sido. Gracias. —Él golpeó y el guardia


abrió la puerta. Se fue. El guardia llevó a Claire de vuelta a su celda.
Caminando por los pasillos, a través de las diversas puertas cerradas,
Claire no pudo evitar sentir lástima por Brent. Su prisión era más un
infierno que el de ella.

Unas tres semanas después recibió una breve nota en el correo. La


dirección del remitente era un apartado de correos en Chicago, no
reconoció el nombre. Pero la nota llenó a Claire con amor y apoyo. No era
mucho, pero era algo. Para Claire, ¡era un montón!

Me preocupa. Me alegro. Lo siento. Yo también te echo de menos, y


espero ser capaz de hacer más. ¡Te quiero! Cort

Claire mantuvo la nota y la leyó diariamente. Con el tiempo llegaron


más notas. Sue y Tim tuvieron un bebé sano. La boda de Caleb y de Julia
será en junio de 2013, pequeños trozos de información siempre firmados
con amor.
52
Tienes que aceptar lo que venga, lo único importante es que lo
enfrentes con valentía y lo mejor que tengas para dar.
~Eleanor Roosevelt

Traducido por Mae

Cuando el paquete llegó en octubre de 2012, Claire supuso que era


de Emily. Después de todo, tenía su dirección de retorno en la etiqueta.
Sin embargo, cuando abrió la caja, supo lo contrario. Contenía viejas
revistas, recortes de periódicos o recortes fotocopiados, y algunas
fotografías. Todo en la caja estaba organizado meticulosamente en orden
cronológico. El primer elemento era una nota, no firmada, pero no tenía
por qué serlo.

Considera esta información tal vez el único acto de honestidad que


jamás te he mostrado. No necesito hacer esto, pero elegí educarte un poco
más. Espero que puedas entender que no eras más que una pieza del
rompecabezas. Todos los comportamientos, buenos o malos, tienen
consecuencias, e incluso la verdad no puede luchar contra las apariencias.

Como supongo que tienes un montón de tiempo disponible, léelo todo.


Lo encontrarás esclarecedor. En otra vida, en otras circunstancias, podría
haber sido diferente. Me enseñaste mucho, creo que aprendiste algunas
lecciones también.

PD Te dije una vez que tus respuestas apropiadas te beneficiaban. La


consecuencia no puede ser cambiada, pero sí tener un efecto positivo en las
acciones, por eso ambos deberíamos agradecer. Yo lo hago.

Colocando la caja en la esquina de su celda, comenzó con el primer


elemento. Con fecha de 1975, era una copia de un artículo viejo del
periódico que hablaba largo y tendido sobre la Corporación Rawls, una
compañía de propiedad privada especializada en textiles. El propietario,
Nathaniel Rawls, fue entrevistado porque la Corporación Rawls se haría
pública. Inauguró en el NYSE en cincuenta centavos por acción. En el
primer día, se elevó a ochenta y nueve centavos por acción. Claire no
entendía el significado de esta información. Pero Tony le dijo que lo leyera
todo, por lo que lo hizo.

Cuando vio el siguiente elemento, se dio cuenta de la importancia.


Era un artículo de la revista Newsweek, 1979. Lo que le llamó la atención
fue la imagen de una casa, de un aspecto muy similar a la de Tony. De pie
en frente de la casa se encontraba una familia. El texto decía: “Nathaniel
Rawls, esposa Sharron, su hijo Samuel, nuera Amanda, y nieto Anton”. El
niño se veía de doce a catorce años. Incluso a esa edad, podía ver sus ojos
oscuros. El artículo exponía el éxito de la Corporación Rawls. Una reciente
división de acciones confirmaba lo que todo el mundo decía, esta empresa
emergía. La familia de Nathaniel disfrutaba de un lujoso estilo de vida
provocado por su éxito. La familia Rawls vivía el sueño americano, tenían
todo.

El artículo de la revista Time 1982 sólo tenía una foto de Nathaniel y


se titulaba “éxito continuo”. Citaba a una gran cantidad de inversores
importantes que indicaban los atributos de Corporación Rawls, que ahora
expandía sus empresas con éxito continuo, dirigido principalmente por
Nathaniel, pero también por su hijo Samuel. Había una cita de Nathaniel
acerca de preparar a su nieto para tomar el mando un día.

El siguiente era de Newsweek 1986. No era sólo una historia; era la


portada. En letras grandes, con una imagen de un castillo de naipes, que
decía: “La Casa de Rawls Cae”. La historia era breve, teniendo en cuenta
que era un artículo de portada. El quid de la cuestión explicaba que las
acciones de Corporación Rawls se desplomaron debido a denuncias de
irregularidades. La revista no podía decir mucho debido a una
investigación federal en curso. Cuando los inversores retiraron su dinero,
la corporación se cayó ante sus ojos. Había mucha más información en el
siguiente artículo de la revista Newsweek, pero con fecha de 1987. Había
una foto de Nathaniel Rawls vistiendo un atuendo prisión titulado
“Nathaniel Rawls condenado”. Con base en la evidencia de una
investigación de un encubierto del FBI de dos años y testimonio, el señor
Rawls fue declarado culpable de múltiples cargos de abuso de información
privilegiada, malversación de fondos, fijación de precios, y fraude de
valores. Los activos de la familia fueron vendidos en una subasta para
ayudar a recuperar la pérdida de los inversores. Angustiados inversores
fueron citados. “Perdimos todo, y es bueno ver que toda la familia pierda
todo”. Los Rawl vivían la gran vida, hogares, vacaciones y pertenencias.
Ahora no tenían nada.

Un recorte de periódico de fecha de 1989 indicaba que Nathaniel


Rawls murió a los sesenta y cuatro. El señor Rawls murió después de sólo
veintidós meses en un centro de mínima seguridad. La causa de la muerte
fue un infarto masivo.

El timbre sonó. Claire no quería dejar de leer. Creía que debería


captar alguna revelación. Pero aparte de que el nombre de Tony fue Anton
Rawls antes que Anthony Rawlings, no la veía. Tenía que seguir las reglas,
por lo dejó los artículos y apagó sus luces.

Su viaje se reanudó la mañana siguiente, después del desayuno.


Copias de los documentos de la corte del Estado de Nueva York vs.
Nathaniel Rawls fueron los siguientes artículos en la caja. Aunque tedioso,
después de un tiempo, Claire se dio cuenta que algunos testimonios clave
ayudaron en la condena del señor Rawls: primero de su hijo Samuel, que
se volvió testigo del estado, segundo de un agente encubierto del FBI
insertado en la empresa durante dos años, y por último un investigador.
Acompañando a estos documentos se encontraba un informe sellado con
“Ultra Secreto” Daba los nombres inéditos de los individuos estratégicos:
investigador Jonathan Burke y agente del FBI, Sherman Nichols, el abuelo
de Claire.

A pesar del calor en su celda de temperatura controlada, Claire


sintió un escalofrío repentino.

Un artículo periodístico también fechado de 1989: Samuel y Amanda


Rawls fueron encontrados muertos en su bungaló alquilado en Santa
Mónica, sus cuerpos fueron descubiertos por su hijo de veintitrés años.
Con base en la evidencia de la escena, parecía ser un caso de
asesinato/suicidio. Claire pensó, Tony mencionó que la muerte de sus
padres fue un accidente. Esa parece ser una palabra que lo abarca todo.

NYU News, 1990: Anthony Rawlings con Jonas Smithers inicia una
corporación. Durante la realización de sus maestrías, presentaron la
documentación necesaria para iniciar la empresa Smithers Rawlings, CRS.
El artículo decía que la CRS quería parte del pastel de Internet.
Artículo del New York Times, 1994: Anthony Rawlings compra la
parte de su amigo y socio Jonas Smithers por 4 millones de dólares. La
CRS es ahora Industrias Rawlings. The New York Times predice que está
en camino de ser un gigante de Internet.

Newsweek, 1996: Industrias Rawlings comienza a diversificarse.


Anthony Rawlings, decidió no tener todos sus huevos en una canasta,
entra en el ámbito del entretenimiento y el transporte.

La revista Time, 2003: Uno de los hombres mencionados como


subcampeón para hombre del año, Anthony Rawlings. Esta designación
era principalmente debido a su dedicación a la gente evidenciada por el
reconocimiento a Industrias Rawlings como una de las diez mejores
empresas filantrópicas en los EE.UU. El señor Rawlings fue citado, “Tengo
la intención de gastar mi vida y fortuna en busca de oportunidades para
enmendar la vida de mi abuelo. Cada persona es importante”.

Indianápolis Star and News, 2004: Obituario de Jordan y Shirley


Nichols.

Claire se sintió mal mientras leía el artículo acompañada con una


mentalidad diferente de cuando era una niña en duelo. Hablaba sobre el
desafortunado accidente que cobró sus vidas, sobre el servicio en la policía
de su padre y honores policiales completos como homenaje y la devoción
de su madre por su familia y la enseñanza. El accidente fue causado por
carreteras mojadas y hojas recién caídas. Las fotografías tomadas en la
tumba se encontraban adjuntas al obituario con palabras escritas en la
parte posterior de cada una. Una de John abrazando a Emily, con John y
Emily escrito en la parte posterior; y otra de Claire sentada sola, con Claire
escrito en la parte posterior con puño y letra que reconoció. Las palabras
regresaron a ella, “Porque no fui capaz de apoyarte cuando tus padres
murieron… tuviste que pasar por la muerte de tus padres sola. Emily lo
tuvo a John pero tú no tuviste a nadie”. Con náuseas repentinas se dio
cuenta que había estado allí.

Valparaíso University Newsletter, 2005: Durante ese tiempo, Claire


era estudiante. La imagen mostraba a Anthony sosteniendo un cheque
gigante por 5 millones de dólares. Su donación a la universidad para más
becas.
Una vez más, el timbre sonó. Claire tendría que esperar para
continuar este viaje. Poco a poco, comprendió que su encuentro con
Anthony Rawlings en marzo de 2010 estuvo predestinado.

Los siguientes artículos eran instantáneas más actuales, fotos de la


boda de John y Emily. Algunas incluso enfocadas en Claire, vestida con el
feo vestido espuma de mar verde de dama de honor. Emily y John se veían
tan jóvenes y felices, 2005 y Claire escrito en un puño y letra familiar. Se
preguntó, ¿Estuvo allí también?

Albany Post, 2006: Nombramientos para un bufete de abogados local.


El segundo nombre listado era John Vandersol. El artículo discutía a John
tanto profesional como personalmente. Otro artículo de 2006, “Industrias
Rawlings continúa diversificando”, discutía el continuo éxito de cualquier
empresa en la que Anthony Rawlings se esforzaba. Rawlings ahora había
decidido extenderse a la televisión con la reciente compra de TTT-TV.

Atlanta Daily Journal, 2009: TTT-TV adquiere WKPZ. La adquisición


se traduce en múltiples despidos. Anthony Rawlings prometió que a
medida que la economía mejorara también lo harían las oportunidades de
trabajo. Estaba dedicado al empleo y se preocupaba por cada individuo sin
trabajo. Todas esas personas que fueran tan amables con ella, que le
ayudaron con su sueño, todos perdieron sus puestos de trabajo a causa de
ella.

People Magazine, agosto de 2010: el artículo que casi la mata. No


necesitaba leerlo, pero lo hizo. “Preguntas respondidas; la Misteriosa Mujer
en la Vida de Anthony Rawlings está de Acuerdo a una Entrevista Cara a
Cara”. Estos artículos ya no eran revelaciones, meras confirmaciones. 19
de diciembre 2010: La foto de su boda, ella sonriente junto a él sonriendo.
Reconoció la imagen pero el artículo desfavorable era nuevo para ella. ¿Se
hablaba de lo fantástico que era Anthony y preguntaba cómo un hombre
de negocios tan inteligente podría ser tan ingenuo como para casarse con
esta mujer sin un acuerdo prenupcial?

Vanity Fair, abril de 2011: Anthony y su cara sonriente en la portada.


Golpeó a Claire en ese momento. La mujer en esa foto ni siquiera se
parecía a ella. Era hermosa, rubia, sofisticada, elegante y demasiado
delgada. Hasta ahora no se dio cuenta de la magnitud de la
transformación. Puso una foto de ella de la boda de Emily junto a la
portada de la revista. ¿Cambió o fue cambiada? ¿Y por qué no lo había
visto antes?
Noviembre 2011: Copia del noticiero impreso que Tony trajo a casa.
“Trágico Accidente Termina con la vida del joven fenómeno de los
videojuegos Simon Johnson”.

Albany Post, enero 2012: columna de detenciones: John Vandersol,


de 32 años, acusado de malversación de fondos y cargos de facturación
fraudulenta de clientes. Acusación pendiente.

Iowa City News, enero de 2012: Encabezado, Anthony Rawlings vive


después de intento de asesinato de su nueva esposa. ¡No es de extrañar
que tantos reporteros hubieran estado en las escalinatas de la corte!

Iowa City News, abril de 2012: “Claire Nichols (formalmente


Rawlings) evita el juicio, abogando no refutación al cargo de intento de
asesinato”, acompañado de artículos más desfavorables.

Iowa City News, julio de 2012: Los esfuerzos de Anthony Rawlings


para salvar el dinero de contribuyentes de Iowa. La imagen, en blanco y
negro, mostraba un almacén lleno de mesas llenas de mercancía: joyas,
zapatos, bolsos, ropa, etc. El artículo explicaba cómo Anthony Rawlings,
incómodo de que los contribuyentes de Iowa se hicieran responsables de
los gastos previos al juicio de su ex esposa, celebró una subasta de sus
pertenencias. Recuperó el dinero suficiente para reembolsar al estado por
sus costos de abogado y la corte. Hubo incluso unos $ 176,000 sobrantes,
que fueron donados a la Cruz Roja de Iowa. El señor Rawlings explicó que
esta caridad seguía siendo apreciada para él porque era la caridad de
Claire. La tira de periódico grapada detrás de la primera tenía otra imagen,
un primer plano de algunas de las joyas. La imagen no era grande, pero en
el recuadro central se encontraba la caja de terciopelo negro que contenía
un collar de oro blanco con una gran perla centrada en una cruz de oro
blanco.

Cuando Claire estaba a punto de cerrar la caja, algo le llamó la


atención. Doblada en el fondo se encontraba una servilleta. La sacó y
desdobló. En la servilleta en letras rojas: Red Wing. Bajo las palabras a
cada lado se encontraban las firmas de Claire Nichols y Anthony Rawlings.
Por encima de las letras rojas: Contrato de Trabajo, y fecha, 15 de marzo
de 2010. Giró la servilleta, no había nada escrito. No había acuerdo, no
había una definición de los deberes y ningún evento que cambiara su vida,
sólo una servilleta con firmas.
La mente de Claire se arremolinó con posibilidades: podía tomar esta
información y solicitar un nuevo juicio. No. Declaró sin refutación y por
definición no podía apelar. Él lo sabía. Además, el sistema legal y el
tribunal de la opinión pública no le habían creído antes, no querrían
creerle ahora.

Se preguntó por qué compartiría la información. Obviamente, no la


consideraba una amenaza. Mientras Claire guardaba la caja, contempló y
encontró una razón mejor. Tony pasó años, no, décadas, planeando su
venganza. Le gustaba el reconocimiento por sus logros. Requería gratitud
por sus hechos. No había nadie más con quien podría compartir su trabajo
duro. Se preguntaba qué tipo de reconocimiento esperaba, ¿tal vez una
nota de “bien hecho”?

Mantuvo algunas de las fotos, poniendo todo lo demás en la caja, y


pidió permiso para llevar la caja a la incineradora. El guardia lo consintió y
la acompañó al sótano. Mientras caminaban por los pasillos, los
pensamientos y las ideas comenzaron a fluir a través de la mente de Claire.
Creía que sus acciones la mantuvieron con vida. También sabía que la
obediencia exigía más fuerza que las represalias. Hoy, con cada paso que
daba, su fuerza se transformó en un abrumador deseo de venganza. Vivió
su vida regida por las palabras de su abuela y de su madre, las que
alentaban a la verdad y el perdón. La verdad no la liberó. Los
pensamientos de venganza no sólo fueron alimentados por sus
consecuencias, sino por las consecuencias de sus padres, John, Emily,
Simon, sus amigos en WKPZ, incluso el collar de su abuela.

Abriendo la incineradora, sintió el calor. Le recordó las chimeneas en


su suite, la suite de Tony, y Lago Tahoe. Lanzó la caja en las llamas,
mientras observaba el contenido encenderse. El parpadeo de las llamas
devolvió las de su pasado: amor, miedo, desprecio, deseo, pasión, dolor y
tristeza. A medida que el fuego consumía los recuerdos, este alimentaba
una nueva determinación. Hace dos años y medio, tenía una meta:
sobrevivir. Ahora tenía una nueva: el señor Anthony Rawlings aprenderá
que sus acciones tienen consecuencias. Claire contempló sus acciones.
Tuvo la rara oportunidad de conocerlo. Con ese conocimiento, tenía cuatro
a siete años para planificar su muerte.

Se volvió hacia el guardia. Inmediatamente, este notó algo diferente


en la prisionera. Era su sonrisa. ¿Cómo podía no darse cuenta? Se
extendía a sus ojos esmeraldas.
Después
En dos palabras puedo resumir cuánto he aprendido acerca de la
vida: sigue adelante.
~Robert Frost

Traducido por Magdys83

El otoño en Massachusetts se mantuvo más frío de lo normal.


Titiritando, Sophia entró en su estudio de arte pensando en los eventos de
las últimas semanas. Primero, presentó una extremadamente exitosa
exhibición en la galería. Los invitados e inversionistas de toda la Costa
Este estuvieron presentes. Su sueño se estaba volviendo realidad mientras
se corría la voz sobre su arte. Después, en el transcurso de un día, todo su
mundo se derrumbó.

La llamada llegó justo cuando fue a trabajar dos semanas antes.


Casi no respondió pero decidió levantarlo después del cuarto timbrazo. La
policía de Nueva Jersey le llamó para informarle que un Toyota Camry azul
fue encontrado por conductores al pasar. El accidente debe haber ocurrido
durante la noche. Se creía que tal vez su padre perdió el control en el
follaje húmedo o pudo haber sido un problema de aceleración. Podía
solicitar pruebas. Él ofreció sus sinceras condolencias. ¿Podría
posiblemente viajar a Nueva Jersey e identificar los cuerpos? Tanto su
madre como su padre murieron instantáneamente.

Tenía tantas responsabilidades, tantas actividades que la siguiente


semana pasó en un borrón. Estaba la planeación del funeral y la lectura
del testamento. Eso tomaría meses o años. Tristemente, no se había dado
cuenta de la deuda en que sus padres incurrieron al ayudarla con su
estudio.

Ahora, con un minuto para sí misma, no podía permanecer en casa.


Temía que no iba a hacer nada más que llorar. Es por eso que en este
nublado sábado por la tarde, Sophia decidió entrar en el estudio. Poniendo
su bolso en la oficina, escuchó la campana en la puerta principal.
Maldición, pretendía bloquear eso. No era que tenía miedo. Esta era una
ciudad genial. Sólo quería un tiempo para pensar.

Cuando entró en el estudio, el hombre en el mostrador parecía


familiar. ¿Tal vez había estado en el evento de la galería o lo había visto en
la TV? No podía estar segura, pero sus ojos eran tan oscuros y fascinantes.

—Lo siento, hoy no está abierto. Es sólo que olvidé cerrar la puerta
—dijo Sophia mientras se acercaba al guapo desconocido.

—Eso está bien. Puedo regresar —dijo el hombre de ojos oscuros con
una sonrisa agradable—. Es sólo que viajo mucho y resulta que estoy en la
ciudad. Un amigo mío me habló de tu galería. Él estuvo aquí hace una
semana y compró tres piezas. Estoy muy interesado en la naturaleza y me
dijo que tienes una selección maravillosa.

Sophia exhaló y sonrió:

—¿Eres amigo de Jackson Wilson? —La sonrisa del hombre se


ensanchó mientras asentía con la cabeza. Ella siguió—. Él es uno de mis
más grandes admiradores.

—No me pongo de esta manera a menudo. ¿Estás segura que no


podrías darme un recorrido rápido? Por cierto, mi nombre es Anthony,
Anthony Rawlings.

Sophia extendió su mano.

—¿Dónde están mis modales? Lo siento mucho. Mi nombre es


Sophia, Sophia Burke. Estaría encantada de darle un recorrido. —Ella no
podía dejar de mirar a esos ojos.

—Con una condición —dijo Anthony, sus ojos brillando—, déjame


invitarte a cenar o a tomar una copa después del recorrido.

Sophia tomó suavemente el codo del hombre para conducirlo por el


estudio. Después de algunos minutos de disfrutar de su encanto, decidió
que ¿Por qué no? Acababa de experimentar unas semanas muy difíciles…
¿Qué daño podría hacer una cena y bebida?

Continuará
Próximamente
Claire sobrevivió a las
consecuencias.

A través de la fuerza y la
compartimentación, Claire Nichols
cautivó a su captor. Aunque Anthony
Rawlings pensó que le enseñó a Claire
a comportarse, su dominación se
volvió deseo, y su obsesión se
transformó en amor. ¿Lo era? Cuando
sus elecciones la empujaron
demasiado lejos en la vendetta de
Anthony, Claire apenas sobrevivió a
las consecuencias.

Descubre la verdad.

Ahora, armada con nueva


información y más preguntas que
respuestas, Claire trabaja para
descubrir la verdad detrás del peligroso juego en marcha. Mientras
empieza de nuevo, debe decidir en quién puede confiar, en especial con un
nuevo grupo de jugadores en movimiento.

Nueva serie de reglas.

Con todo que perder y una maestro manipulador en el juego de


controlar el tablero, Claire y Tony se baten en duelo por un nuevo conjunto
de reglas. Cuando se reúnen una vez más, ¿pueden aprender a confiar
entre sí para superar los nuevos peligros? ¿O este será el segundo intento
de Tony por la dominación? ¿Claire puede resistir al hombre que nunca ha
sido capaz de resistir? Odio y amor. Viejos hábitos y nuevos comienzos.
Mientras este juego de ajedrez de la vida real se desarrolla, los pecados
pasados saldrán a la luz y nuevos secretos serán revelados. Con tanto
jugándose en cada movimiento, las apuestas nunca han sido más altas.
Todas las verdades son fáciles de entender una vez que son
descubiertas. El truco está en descubrirlas. ~Gallolao.

Consequences #2
Sobre la autora

Aleatha Romig es una autora éxito en ventas de New York Times y


USA Today que reside en Indiana. Creció en Mishawaka, se graduó de la
Universidad de Indiana y actualmente está viviendo al sur de Indianápolis.
Aleatha ha criado a tres hijos con su amor de la secundaria y esposo de
casi treinta años. Antes de convertirse en una autora a tiempo completo,
trabajó como higienista dental de día y de noche como autora. Ahora,
cuando no está imaginando increíbles giros y vueltas, le gusta pasar su
tiempo con la familia y amigos. Sus otros pasatiempos incluyen leer y
crear héroes/antihéroes que ¡frecuenten tus sueños!

Orden de lectura de Consequences:

1.- Consequences
2.- Truth
3.- Convicted
4.- Revealed
5.- Beyond The Consequences
1.5.- Behind His Eyes: Consequences
2.5.- Behind His Eyes: Truth
Créditos
Moderación
Flochi
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ

Traducción
Adaly Gemma.Santolaria Martinafab
Ahtziri29 HeythereDelilah100 Mikiliin
Âmenoire 7 NataliCQ
Ateh Jo Pilar
Beatrix85 Leogranda Raeleen P.
Becca Herondale Lizzy23 Selene1987
Diana de Loera Mae Ximena Vergara
Dianna K Magdys83
Flochi Malu_12

Corrección, recopilacion y revisión


Flochi

Diseño
Genevieve

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