Prohibido Soñar 1

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2lSuenos de escritor El verano fue como un largo dia de campo. Tres me- ses de cara al sol, sin hacer nada. Cuando empiezan las clases, todo cambia. Hay que levantarse muy temprano, vestirse medio dormido, desayunar rapido y caminar varias cuadras. De ocho a doce, escuela, dictado, pasar al frente, leer un cuento entre todos sin equivocarse de renglén y mil cosas mas. Lo Unico bueno es que me encuentro con mis companieros del afho pasado. Seguimos estan- do juntos, pero en otra aula del colegio. El dia se hace de goma. Hasta que, con el Ultimo tim- bre... salgo, cruzo el port6n y corro como loco para llegar a casa antes de que empiece mi programa pre- ferido: Batman. A prisa, pasan las veredas de naranjos, los cante- ros con lirios y los jazmines. Cuando por fin estoy en la recta final, veo un punto oscuro a la distancia, en me- dio de la calle. Yo no sé como hace para reconocerme desde tan lejos. Pero apenas ve mi delantal, él da un salto y co- mienza la carrera hacia mi. XN Prohibido sofiar ! 15 Como si fuera un caballo salvaje en miniatura, Rin go levanta la polvareda del mediodia. Entonces, los gorriones le escapan y las mariposas le forman un ar- coiris de alas anaranjadas, blancas, celestes y amari- les. Cabslga veloz con la lengua afuera y cuando me alcanza, se me tira encima con una fuerza que me hace caer para terminar revolcandome en la tierra, envuelto en besos de acuarela y abrazos de chocolate. “jAy, ay, ay...!”, pienso mientras esquivo los dientes de arroz que me quiere clavar en las manos, “jCuando seré grande, asi se acabara todo esto!”. Aprovecho un segundo en que se queda quieto, mi- randome con las orejas paradas y el hocico torcido. Me levanto de un salto, pero él llega a casa antes que yo. Cuando entro, mama me da un beso. Después, se agacha y le acaricia la cabeza al cachorro. En sequida me dice una cosa que no olvidaré jamas. —Algun dia, este pichicho va a ser el personaje de una novela tuya... La miro sin comprender. Yo creia que no le simpa- tizaba mucho, porque un dia me dijo que si llegaba a romperle una cosa mas, mi amigo volveria a la calle. —jEh...! —me despeina con una sonrisa picara—. ¢Ya te olvidaste de lo que hablamos? Entonces, hago memoria. ‘ Prohibido sofar | 17 Ne a a —jNooo! —le contesto, escondiendo la cabeza ente los hombros como una tortuga. Me parece que se rie de mi. De pronto, veo como Mm! plato se mueve solo, Va muy despacio, de izquierda a derecha. Miro a mama pero no le digo. Me apoyo con los codos sobre la mes, y la cara entre las manos—- gDe verdad lo creés? —jClaro que si! gQué me dijiste ayer? ¢Qué querés ser cuando seas grande? Después de abrirle la boca a Ringo para que suelte el mantel, traigo mi cuaderno de cuentos. —Escritor —digo bajito, a media voz, mientras anoto todo antes de olvidarme. 18 | Carlos Marianidis 3lLos dias tranquilos Mi calle pasa por distintas épocas, cada una con sus colores segun la estaci6n del afho. Algunos meses son un poco aburridos, porque to- davia no hay demasiada vida en las zanjas. Eso ocurre, sobre todo, en las semanas heladas del invierno, cuan- do las cubre la escarcha. Mas tarde, al estancarse largo tiempo el agua de las lluvias, aparecen algas que tifien el fondo con una baba verdosa. Y en la superficie, prendidos a los primeros juncos, asoman racimos de huevos coloreados de un rosa brillante. Poco antes de llegar la primavera, los arboles des- nudos se empiezan a Ilenar de brotes. Parecen cris- tales de tan finitos; mas cuando el sol los ilumina por detras. Solamente los gorriones lo notan, porque al re- ventar el verde en las ramas, empiezan a cuchichear desde mas temprano. Entonces, un dia cualquiera, el medad amanece con aroma de jazmi- la brisa trae el perfume casa. Y, de un modo alles queda tapado aire que olia a hu nes. Sin que uno se lo espere, dulce desde el cantero de alguna magico, el gris terroso de las ¢ Prohibido sofar ! 19 por delgadas alfombras de césped nuevo, de gramj. lla suave, de tréboles en los que paso mafhanas ente. ras buscando alguno de cuatro hojas para regalarle a mama. Porque dicen que trae suerte... Para cuando las orillas estan totalmente cubiertas de pasto, ya los primeros renacuajos coletean bajo a agua clara. Me gusta ver como se contornean para un lado y para el otro. Algunas veces andan solos y se es. conden detras de la hoja gigante de algtin zapallo que brota por ahi, sin que nadie mas que yo pueda ver e| amarillo furioso de sus flores acampanadas. Otras ve- ces, por el chasquido de una piedra, o algunos aguaciles que hacen ondear el agua como pequenos helicépteros, los renacuajos huyen velozmente y en grupo. Vibran asustados y cruzan a toda prisa, igual que un pufado de lagrimas oscuras. Por fin, el verano pone en el aire todos los colores que faltaban. A la manana y a la tarde, las mariposas son las duefas de la calle. Las que mas abundan son las lecheras (blancas) y las limoneras (doradas), pero tam- bién pasa alguna monarca (rojiza con pecas blancas y negras). Poco después de la época de los renacuajos, co- mienza el tiempo de las ranas y los sapos. Al principio, parecen grillos que pasan del agua a la tierra. Saltan en grupos de a diez, de a veinte. Avanzan a lo tonto, 20 | Carlos Marianidis A sin mirar lo que hay delante. Son como granos de maiz tostado que empiezan a explotar desde la gran sartén de la zanja; pochoclos verdes de cuatro patas y ojos saltones que alborotan el vuelo tranquilo de las mari- posas. Me da cosquillas sentir sus golpecitos suaves en las piernas. Pero lo mas divertido es ver a Ringo, que los corre y trata de atraparlos en el aire. Por suer- te para ellos, nunca lo consigue. En las noches, cuando hace mucho calor, ocurren dos cosas. Los grillos cantan sin cesar y las luciérnagas vuelan de un lado a otro, igual que estrellas fugaces. Cada vez que nos quedamos jugando a la pelo- ta hasta tarde, Alberto y yo seguimos a ciegas hasta que el sol desaparece por completo. A veces, nos es- condemos de los llamados para poder esperar a que oscurezca bien. Entonces, ya con todo el pueblo hu- medecido en una bruma azul, hacemos de cuenta que somos astronautas. Caminamos en camara lenta, ima- ginandonos que estamos en la Luna. Entre las luciér- nagas reales y las que titilan en la zanja, quedamos envueltos en una nube luminosa. Saltamos una y otra vez, de orilla a orilla. Alrededor de nosotros, los me- teoritos pasan veloces, aparecen y desaparecen. De tanto en tanto, la cola de algtin cometa se nos enreda en el pelo. Cuando eso sucede, nos quedamos quietos Para ver si vienen otros (de dia, con las palomas, eso N Prohibido sofar | 21 da resultado), Pero no logramos cubrirnos de tas como nos gustaria. jSeria fantastico! Por des nunca podemos estar todo el tiempo que quere mi, en seguida me llaman para cenar. A el, vien carlo el hermano mayor. Como sea, el Juego se acaba. ; Asi es la vida en nuestra calle. No entiendo por qué los vecinos quieren que la asfalten. —iVamos, dejalas tranquilas! —le digoa Ringo, que Parece reir mientras las luciérnagas si Ojos de cachorro travieso. luceg. Sacia, Mos, A © a bus. Siempre € reflejan en sys 22! Carlos Marianidis 4|\Diplomacia —éQué es el Mayo Francés? —pregunto mientras, en el aire, se detiene frente a mi el plato de spaghetti, los fideos largos que tanto me gustan. —ééQu ? ¢De dénde sacaste eso?? Me enoja un poco cuando me responden con otra pregunta. Por las dudas, no me quejo. —Ahi dicen que se van a cumplir ocho ahos del Mayo Francés... {Qué es? Hay un hueco de silencio. Veo que mama mira hacia el televisor, donde el noticiero muestra una multitud de jOvenes que corre por una avenida muy ancha. Al fon- do, se ve una torre de hierro inmensa que tiene la for- ma de la letra “i” mintscula. Los estudiantes levantan sus carteles y la policia les arroja algo que echa humo y los hace llorar. Mi plato acaba de aterrizar en la mesa. La salsa pa- rece suspirar una brisa tibia de tomate y orégano que en seguida me da mas hambre de la que ya tenia. Lue- go, la respuesta a mi pregunta llega desde lo alto, en- vuelta en ese aroma dulzon. XN Prohibido sofar | 23 ero en Francia. Come, que se _£s el mes de may p enfrian! “Ah, bueno. La voz de ma res: al mediodia y @ la noc de, cuando friega la ropa, * pienso ¥ pongo cara de inteligente. on siempre esta envuelta en dos olo- he, en olor 4 comida; a la tar- enolor 4a lavandina. Me gusta hablar con ella, pero me molesta cuando cree que yo no entiendo las cosas. Me hace sentir un tonto y no sé como decirselo. Porque no quiero que se ofenda, ose enoje conmigo- Bastante tengo con papa, que vive de mal humor. Ami lado, Ringo abre la boca yme muestra su len- gua roja. / se rie?... QUiZas, también —Ah, ah, ah... —jadea. £0 él se da cuenta de que en esta casa todos me toman a. De cualquier modo, pesco un fideo con dos do para que tenga gusto a 5 dientes. El lo traga en un erte, mama lo llama para por idiot dedos, lo paso por el estofa carne y se lo deslizo entre lo: segundo y pide mas. Por su que almuerce en su propio plato. En la siguiente noticia hablan de nuestro pais. Me gusta cuando muestran el frente de la Casa Rosada, que es un edificio antiguo con grandes ventanas colo- niales. Después, todo se pone bastante aburrido, por que aparece una mesa larga que tiene arriba muchas 24! Carlos Marianidis carpetas y papeles, Alrededor, bres de caras muy serias, —Los patriotas del ano mil ochocientos.,. 2se senta- ban en esa misma mesa? —Ppregunto. Mama sale del dormitorio y se detiene con un mon- tén de camisas entre sus brazos. Mira la Pantalla un momento. Y responde mientras sigue caminando has- ta desaparecer, Se sientan varios hom- —Si... Pero estos no son Patriotas. Trato de enroscar los fideos como me ensené el tio Juan. Es inttil: no me sale. O se me caen del tene- dor, 0 se me hace un bodoque tan grande que no me cabe en la boca. Para colmo, acabo de mancharme la camisa nueva con salsa (las gotas de tomate salieron despedidas como un latigazo y no me dieron tiempo a nada). De pronto se me ocurre que, antes dee zara comer, debia hacer algo. qué era. mpe- Pero no me acuerdo —Claro... Si fueran patriotas, llevarian galera, yen vez de corbata, andarian..... ;de mono! —digo en voz bien alta para que se me pueda escuchar desde el lavadero. —iNo le grites a tu perro! Ademas, demonio es una mala palabra. jNo quiero volver a oirla! . Miro a Ringo y levanto los hombros. El me mira fijo. Creo que tampoco entiende. ~“ Prohibido sofar | 25 Al pasar otra vez delante de mi, mama se agacha y . i erdo. Luego, se acerca y me Io observa mi OO ea cra ganado una pelea de box, si . eae oe, destapa un doe que hay en la ja sal sobre la manga. . eae para la buena suerte? tio Juan dice que hay irarla por arriba del hombro. : ; why un silencio demasiado largo. Los ojos de mama brillan de un modo inquietante. —éMe estas tomando el pelo, Carlos...? Cuando en casa me Ilaman por mi nombre es por- que estan muy enojados conmigo. —No... —murmuro. —jCuantas veces te lo dije! ;Cambiate la ropa antes de comer! Era eso, acabo de recordarlo. Para defenderme, bajo la cabeza y sefalo la servilleta que tengo atada al cuello. Quizas mi situacion mejore si se nota que me la puse Para cuidar la ropa. Pero lo hago con tanta mala suerte, que quedan al descubierto las manchas anteriores, ~iTu camisa del colegio! —escucho. Y al levantar los ojos, veo que toda la sal del frasco vuela sobre mi Pecho-, iVamos, sacatela! iPronto, antes de que se Seque el tomate! 26! Carlos Marianidis ON Ringo toma distancia. Se acuesta Junto a su plato . anos. Apenas con un moyj. apoya el hocico entre las Mm en i miento de las pupilas, observa todo lo que pasa. Finalmente, me quedo asi como estoy: “en cuerog”, como dice el tio. Quisiera ir a ponerme a4 remera ° algo, porque comienza a entrar un poco & Frio por la ventana. Pero tengo miedo de que la salsa vuelva a saltar de mi tenedor. Por hoy, no puedo ensuctar; nada mas. Asi que trato de distraerme con la tele. Sin mo. lestar, hasta que todo se olvide. En la historica mesa, los gobernadores de las Pro- vincias estan sentados. Todos visten traje y corba- ta. Nadie sonrie. Esa es otra cosa que no comprendo, Pienso que si yo trabajara ahi, me sentiria feliz de ocupar una de esas sillas donde se sentaron los pa- triotas. {Seria como estar en un cuadro! Durante largo rato, un periodista trata de acer- car el micréfono a alguno de ellos, Pero nadie quie- re hablar. De pronto, una mano negra gigante cubre la pantalla. Se escuchan algunos gritos (es el periodista que se queja, porque no lo dejan pasar) y, de repente, todo queda oscuro y silencioso. —Como deciamos, desde vocado en horas de bernadores. Dejamo la presidencia se ha con- la madrugada a ministros y 90 $ la reunién hasta tener alguna \ 28! Carlos Marianidis aaa novedad —anuncia el conductor del programa-—. Ve- mos ahora qué esta pasando en la sesién del Senado... El Congreso es otro edificio antiguo. Parece una gigantesca torta gris de cumpleafios rodeada de es- calones y columnas. En el centro, arriba, tiene una cU- pula que llega al cielo. Me da curiosidad como esta ordenado todo en ese lugar. Para empezar, hay una pequefa mesa, pare- cida a un mostrador de almacén donde atiende una sola persona. Delante, hay muchos sillones puestos en forma de “U” que aumentan de cantidad, desde el frente hasta el fondo. Ademas, los que estan cerca de la mesa se apoyan en el suelo; en cambio, el resto pa- rece un cine donde las butacas forman rueda alrede- dor del mostrador. El salon esta Ileno. Uno de los senadores habla a los gritos. Hace grandes ademanes, amenaza a alguien conuna mano en el aire y deja estirado el dedo indice, como a la espera de que se le suba alli un loro. Frunce la frente de una manera que da miedo. No entiendo bien lo que pasa. Porque unas veces lo interrumpen con insultos y otras, con ovaciones. Tardo un poco en darme cuenta de que los que le gritan estan abajo y los que aplauden, arriba. Trato de escuchar lo que ese grueso hombre de bi- gotes esta diciendo. Se parece a uno de los luchadores “ Prohibido sonar | 29 ON i de Titanes en el ring, pero mejor vestido. A contings. cién, la voz desaparece y el conductor del Noticiery anuncia una pausa. Dos palabras suyas me queda, Tesonando. —En un instante, seguiremos con este programa es. pecial. Vamos a una tanda de ues comerciales, y luego seguiremos escuchando al lider de la oposic n. A través de la ventana, veo que mi Camisa reciéy lavada flamea en la soga de la ropa. Aprovecho que mama termin6 de planchar —siempre hace varias co. sas ala vez— y se ha sentado a la mesa para tomarse una taza de té con dos aspirinas. Necesito hacer algo para que se olvide del incidente de las manchas. —éQué es oposicién? —pregunto distraidamente, como no dandole importancia al asunto. Ella, que esta con el cuello extendido para que ba- jen mas rapido las pastillas, me mira de reojo. —éPor qué preguntas eso? —Por nada. Dijeron en la tele. En el suelo, Ringo termina su Plato y se acercaa ver si acabé con el mio. Le doy otro fideo mojado en salsa mientras espero la respuesta. ~Mmm... Oposicién es cuando una cosa frena otra... Por ejemplo, en un Partido de basquet, cuando un jugador avanza con la pelota y otro se le pone delan- te para evitar que enceste —contesta rapido. Creo 4 30 | Carlos Marianidis esas pastillas que toma son muy buen es eso que ocurre cuando una mujer c tener un dia de paz y algo se lo impide. Dejo caer la cabeza sobre un hombro Para que sepa que entendi lo que quiso suspira. Luego me sonrie y se prepara para tomar su segundo sorbo, Entonces, mientras me refriego un brazo para que se me vaya la piel de gallina, me ani- mo a hacerle la siguiente pregunta. —éY lider...? Ringo vuelve a mirarme con la boca abierta yla lengua colgandole a un costado. —iAy, Dios...! gNunca sale al recreo ese cerebrito? —escucho murmurar, mientras un puléver me cubre la visién, mis brazos Pasan por las mangas y se me va el frio que tenia—. Lider es... el elefante mas grande de una manada o... el que da las ordenes en un grupo. Junto las dos explicaciones en mi cabeza. Mientras el cachorro atrapa otro spaghetti en el aire, me quedo Pensando un buen rato. —Mama... En el Congreso, gtodos quieren que el Pais mejore? —Si, claro. —Entonces, gno deberian ayudarse todos? Digo... si unos quieren avanzar y otros se les ponen delante Para frenarlos... gcOmo hacen para saber quién gana? “ as—. También ansada quiere y la miro fijo, decir. Marna Prohibido sofar | 31 Mama mira a Ringo en silencio. Luego camina hag; ia el televisor. —Es una buena pregunta —me dice. Y pone su nove. lade la tarde. 321 Carlos Marianidis

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