Trabajo 1 Macroeconomia
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Trabajo 1 Macroeconomia
Es en este sentido que este fenómeno influye de manera significativa en las empresas que desean
convertirse en transnacionales puesto que cada país tiene diferentes políticas laborales y
económicas que deben ser consideras al memento de invertir en determinados países.
R:
R: Las diferentes realidades de cada país resultan en un factor a considerar al momento de decidir
instalar una empresa en un país extranjero, la cultura del trabajo de cada país, los sindicatos, la
cultura del pago, etc pueden ser totalmente diferentes a lo que se está acostumbrado en el país
de origen, algo que se vio reflejado en la película, es aquí donde las políticas de cada empresa en
su país de origen pueden repercutir en el desempeño de los trabajadores de un país extranjero.
Cuando se inicia un negocio en un país extranjero, es recomendable tener una mezcla de
trabajadores en diversas áreas no solo a nivel de ejecutivos, esto para que los trabajadores locales
integren la cultura de la empresa a través de la socialización.
4. En base a o que plantea la película y lo que se puede inferir. ¿Considera Ud. que es más
fácil la adaptación a una cultura oriental a un mercado como el americano o viceversa? ¿Cree
usted que eso explica el desempeño de las compañías occidentales o las orientales en la
actualidad? ¿O existen otros factores que no se aprecian en la película?
6. Reflexionando lo que sucede en la película … ¿Considera Ud. que a las empresas chilenas
les cuesta la adaptación o expandirse a mercados externos?
R: Para las empresas chilenas que buscan expandir su mercado dentro del merco sur, no
presentan mayor problema porque la mayor limitante que es el idioma, es común en casi toda
america del sur, ahora, cuando a cuestiones socio culturales se refiere si chocan, la cultura del
trabajo es distinta en cada país, pero al compartir el mismo idioma se hace más fácil que los
trabajadores comprendan el mensaje de la empresa. Otro factor que pueda dificultar o impedir la
presencia de empresas chilenas en el extranjero es si son estateles o no, por ejemplo Codelco
hasta hace un tiempo tenia problemas para invertir en minas en el extranjero por la ley reservada
del cobre, el problema recaía en que los países anfitriones no permitirían que las ganancias
generadas por explotar minas en su país, tengan como destino fortalecer el poder militar de otra
nación.
Desde nuestro primer encuentro con “el camarada Presidente” en su jet privado hasta esa
escena final en que reflexiona sobre la esencia del capitalismo mientras pasea junto a su
piscina de lujo, es la presencia de Cao, ese pensador indómito y poco convencional, ese
desconcertante espíritu libre, lo que mejor explica el curioso encanto de American
Factory. Cao tiene opiniones sobre todo, desde el lugar en que están situadas las alarmas
de incendio en su nueva fábrica (spoiler: no le gusta un pelo) a la ‘absurda’ tendencia de
los trabajadores industriales a sindicarse.
A veces, nos preguntamos si alguno de sus comentarios más incisivos y maliciosos no se
pierde en la traducción. Eso ocurre, sobre todo, en las escenas que muestran el conflicto
central de la película: el sordo pulso entre la parte más comprometida de los trabajadores,
que reclaman unas condiciones laborales dignas, y los jefes chinos, que alternan la
predisposición al diálogo con una marcada tendencia a ejercer la extorsión y el juego
sucio.
Conflicto sindical
Aunque no se profundice demasiado en ello, la película muestra lo irónico que resulta que
sea precisamente una empresa comunista la que reprima la solidaridad de clase entre un
grupo de trabajadores del ‘mundo libre’. Unos trabajadores, dicho sea de paso, que no
utilizan en ningún momento una retórica obrerista, pero que sí aspiran a organizarse para
preservar su modelo de relaciones laborales al verse amenazados por lo que vendría a ser
el capitalismo industrial al estilo chino. Otro interrogante que sobrevuela la película es
hasta qué punto los empleados chinos, con su laboriosidad, predisposición al sacrificio y
falta de preocupación por la autonomía personal, son mejores trabajadores que los
estadounidenses.
En realidad, es probable que al menos una parte de los estadounidenses que vean la
película en lugares como Dayton se identifique con el punto de vista abnegado y sumiso
de los chinos y rechace la actitud beligerante y poco dócil de los trabajadores locales.
Después de todo, el trabajo duro forma parte de los supuestos valores tradicionales de
Estados Unidos. Se supone que participar del sueño americano no es un derecho, sino un
privilegio que se conquista a base de constancia y esfuerzo. Pero American Factory deja
claro que es difícil trabajar más duro que esos empleados chinos que ven el éxito de la
fábrica como una responsabilidad colectiva y están dispuestos a trabajar siete días por
semana, a pasar años alejados de sus familias e incluso a asumir riesgos físicos poco
razonables por lealtad a sus jefes y por el bien de la fábrica.
Por suerte, no todo en el documental es una exhibición de triste miseria victoriana.
También asistimos a momentos de concordia y fértil colaboración multicultural en los que
estadounidenses y chinos hacen lo posible para que la fábrica sea un éxito (o al menos
para que el vidrio que fabriquen no explote con tanta frecuencia), como la visita al campo
de tiro en la que el amable veterano de guerra sirve de anfitrión a sus colegas chinos. Otro
de esos raros y esperanzadores instantes de armonía es la escena en que un joven
supervisor chino demuestra con elocuencia su simpatía por el hip hop norteamericano,
aunque no se muestre tan receptivo con la petición de sus subordinados de conseguir un
seguro dental.
El documental no resulta complaciente. Esto es la vida real y no un cuento de hadas.
Incluso el amable veterano acaba perdiendo su puesto de trabajo, porque su escaso
dominio de la informática hace que resulte demasiado lento en sus tareas. Es más, tanto la
guerra comercial contra China en que Donald Trump está embarcando a su país como el
proceso irreversible de robotización de las tareas industriales hacen que se le intuya a la
fábrica un futuro más bien oscuro.
Desde luego, no se trata de un relato idílico y no es muy probable que los que lo vean
sientan el menor interés en trabajar para la fábrica de Fuyao. Pero plantea un interesante
debate sobre cuál es el presente y cuál puede ser el futuro inmediaro de la clase
trabajadora industrial en un país desarrollado y terciarizado como los Estados Unidos del
primer tercio del siglo XXI. ¿Es de verdad deseable atraer inversiones como esta, para
crear puestos de trabajo en última estancia poco compatibles con las condiciones
laborales habituales en Estados Unidos?
Resulta evidente que este documental se estrena en un determinado contexto, el de la
inminente campaña electoral en la que un Donald Trump que prometió “volver a crear
puestos de trabajo en la industria estadounidense” se jugará la reelección. American
Factory plantea hasta qué punto fue la suya una promesa pertinente y sensata. Y es muy
probable que contribuir a ese debate con argumentos tan elocuentes como cargados de
combustible ideológico fuese desde el principio la intención del matrimonio Obama.