Acompanamiento Espiritual Santiago Bohigues
Acompanamiento Espiritual Santiago Bohigues
Acompanamiento Espiritual Santiago Bohigues
DE VALENCIA
Vic. de Evangelización y Transmisión de la Fe
SECRETARIADO DIOCESANO DE ESPIRITUALIDAD
C/ Avellanas, 12 · Tel. 96 315 82 09 ·46003 Valencia
EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
TEXTOS:
ESQUEMA:
1. Todos estamos llamados a la santidad en una unión plena con Cristo por la
perfección de la caridad – Vocación universal a la santidad:
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- La acción pastoral de la Iglesia, en el sacerdote, debe llegar a cada uno en
particular. Reflejo del amor personal de Dios en Cristo.
Como fruto de la gracia y del esfuerzo ascético que colabora con ella, el
cristiano entra en una etapa nueva, en la que predomina el conocimiento e
imitación de Cristo. La atracción del Misterio de Cristo se convierte en lo
central.
La lucha contra las pasiones y desórdenes interiores se pacifica por estar el alma
más libre y purificada. El combate está puesto en la superación de todo pecado
venial, ya se han superado las caídas graves (esto no quiere decir que no pueda
darse alguna caída esporádica en pecado mortal, pero son infrecuentes). Se da
una cierta libertad sobre los apegos.
Se ha ido realizando una transformación interior que “espiritualiza” al hombre.
Los movimientos del alma son más conducidos por el Espíritu, se han asentado
las virtudes, y actúan más connaturalmente los dones del Espíritu Santo.
La oración es más contemplativa. De la meditación pasa fácilmente a la
contemplación de los Misterios de Cristo en una intimidad mayor y con un gozo
interior de la amistad con Él (se entiende como tono de fondo, pues pueden
darse, y de hecho se dan, sequedades, oscuridades y tentaciones).
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Cristiano espiritual y perfecto, puede llamarse a aquél que, con la gracia de Dios,
ha ido hasta el final por el camino de la perfección evangélica. Este se ve
habitualmente iluminado y movido por el Espíritu Santo. Cuando piensa siempre
en fe y actúa movido siempre por la caridad, es decir, cuando vive
cristianamente, obra ya espontáneamente, desde sí mismo, o mejor, desde el
Espíritu de Jesús, que ahora experimenta en sí como su principio vital intrínseco.
Acrecido el amor de la caridad, quedó ya fuera de él el temor.
Ahora es cuando se ha hecho plena su unión con Dios –fase unitiva–, y cuando
sus virtudes son constantemente asistidas y perfeccionadas por los dones del
Espíritu Santo. La unión perfecta de amor que hace vida en Dios (“Vivo, pero no
soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” Gal 2,20).
Vive en la libertad de los hijos de Dios. Libre del mundo y de si mismo, en una
abnegación perfecta que le hace tener su gozo en el cumplimiento fiel del agrado
de Dios. Es ahora cuando el cristiano, libre de apegos, de pecados, de filias y de
fobias, configurado a Cristo paciente y glorioso, alcanza ante el Padre su plena
identidad filial, entra de lleno en la alta contemplación mística y pasiva, y se
hace radiante y eficaz en la actividad apostólica.
Observaciones:
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experiencia psicológica, perseverancia en las sequedades y arideces,
recogimiento en la oración y fuera de ella (las distracciones),
introducir a la oración litúrgica y comunitaria y el fruto que es la
prontitud para el servicio de Dios y de los hermanos.
Formación a la estructura sacramental de la vida cristiana (Bautismo-
Eucaristía-Penitencia):
La importancia de las “mediaciones” en la vida cristina. El encuentro
con Cristo es personal y con la mediación de la Iglesia, mediación
jerárquica y sacramental.
Importancia y centralidad de la Eucaristía (Presencia, Sacrifico,
Comunión)
Formación de la abnegación cristiana y la mortificación:
Concepto evangélico de abnegación: no determinarse por si mismo
sino por la voluntad de Dios.
El sentido de la Cruz: valor redentor del sufrimiento.
La mortificación cristiana
El sentido de la penitencia voluntaria.
Formación a la integración comunitaria y eclesial:
La vida cristiana es esencialmente eclesial (Bautismo): influjo mutuo
de la Iglesia en mi y de mi en la Iglesia. Responsabilidad.
Ser parte del Cuerpo de Cristo. Superación del individualismo.
Importancia de la Comunidad eclesial concretada: familia, parroquia,
movimiento, diócesis, Iglesia universal (corazón universal a las
dimensiones de Cristo).
El lugar de la Virgen:
Vida filial: piedad mariana
La oración a María: formas comunes y tradicionales recomendadas
por la Iglesia (el rosario) y formas personales.
María Modelo supremo de santidad (Espejo de la Iglesia)
Formación al apostolado – vida de entrega: la caridad cristiana:
Desarrollar la sensibilidad de la ayuda mutua en la vida de fe: nos
necesitamos unos a otros, me necesitan.
La necesidad de la obras buenas (caridad) y la relativa obligación de
hacerlas (estamos llamados a hacer todo el bien que esté a nuestro
alcance).
Participación del deseo de Cristo Redentor y de la Misión de la
Iglesia.
El trabajo apostólico permanente y la participación en los trabajos
apostólicos de la Iglesia en concreto (discernimiento personal según
la propia vocación en el Cuerpo Místico).
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Prolonga la acción de Cristo en la Iglesia:
“El ministerio de dirección es aquel por el que la Iglesia confía a uno de sus
fieles, dotado de carisma para ello, la misión de educación, que ella ha recibido
de Cristo en su función personal-sapiencial para que la ejercite sobre los fieles
en su nombre. [...] ... al “maestro” toca principalmente representar y actuar la
función materna que la Iglesia tiene de alimentar y cuidar a sus hijos. Jesucristo
no quiso que sus discípulos quedasen huérfanos (Jn 14,18). Por eso, nadie debe
extrañarse de la solicitud materna de la Iglesia, que se ejercita principalmente a
través de la dirección educacional de sus ministros.” (Luis M. Mendizábal,
Dirección espiritual, pág. 51)
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El auténtico “director espiritual” debe ser el Espíritu Santo. Se trata de “seguir”
a Cristo, no a “personas concretas”. Se busca la “teonomía” (seguir la norma de
Dios), que me dirija Dios. Y la ayuda humana será en tanto en cuanto me lleva a
depender realmente de la acción y dirección de Dios:
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espiritual). Aquellos y aquellas que han sido dotados de tales dones son
verdaderos servidores de la Tradición viva de la oración:
Por eso, el alma que quiere avanzar en la perfección, según el consejo de San
Juan de la Cruz, debe “considerar bien entre qué manos se pone porque tal sea
el maestro, tal será el discípulo; tal sea el padre, tal será el hijo”. Y añade: “No
sólo el director debe ser sabio y prudente sino también experimentado... Si el
guía espiritual no tiene experiencia de la vida espiritual, es incapaz de conducir
por ella a las almas que Dios en todo caso llama, e incluso no las
comprenderá” (Llama estrofa 3). (CEC 2690)
El dirigido es ante todo < un fiel cristiano animado por un impulso interior de
entrega ilimitada al servicio de Dios hasta el sacrificio de sí mismo >; sin este
enfoque fundamental no podemos plantear estrictamente la vida espiritual en la
vida de una persona.
<Cual el maestro, tal el discípulo>; por eso la elección del director por parte
del dirigido el de tal trascendencia que se le debe dar el tiempo y la reflexión
necesaria para que la realice adecuadamente.
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Se puede faltar por ambos extremos en la manifestación de la conciencia: por
ser demasiado vago y abstracto de manera totalmente impersonal (peligro más
frecuente en el varón) o por descender a detalles nimios, sin importancia para
la dirección (peligro más frecuente en la mujer). La consolidación de una
conciencia sana es garantía y seguridad de que es uno guiado por el Señor: la
seguridad de la buena conciencia, el juicio equilibrado de sí mismo y de sus
cosas, la moderación.
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como a la participación sacramental les falte integración en la vida, estén
dominados por un tono de ejercicio táctico calculado, con un cierto sentido de
superficialidad y marginación de la vida [...] el director ha de esforzarse por
sugerir continuamente al dirigido que toda su actividad ejercitativa y
sacramental la realice en espíritu, cordialmente y con totalidad”.
San Pablo hace una síntesis de lo que desea para los fieles en forma de oración.
Es un don de Dios esa “plenitud” (santidad) que debe alcanzar el cristiano:
“Por eso doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda
paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la
riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro
hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el
amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los
santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo,
comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así
llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios. Al que puede
hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese
poder que actúa entre nosotros; a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús
por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén.” (Ef 3,14-21)
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Formación del compromiso apostólico: personal y eclesial. El crecimiento del
“celo” apostólico que debe darse según la forma adecuada a la propia vocación
y misión en la Iglesia.
“Por eso también nosotros, desde que nos enteramos, no dejamos de orar por
vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con
toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esa manera vuestra conducta será
digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena, y
creciendo en el conocimiento de Dios, fortalecidos plenamente según el poder
de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría,
dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz.” (Col 1,9-12)
< El director como médico del corazón: la vida espiritual bien vivida es
sanante y equilibrante. Hay una ayuda directa en las “enfermedades
espirituales” que afectan al desarrollo de la vida espiritual (mediocridad,
tibieza, perplejidades, escrúpulos, etc.). Y una ayuda indirecta en la formación
humana y en la madurez afectiva. En caso de la necesidad de una ayuda más
especializada en el campo psicológico es conveniente acudir al profesional
adecuado, psicólogo o psiquiatra, no sustituirlo >.
9. La entrevista direccional.
En el comienzo:
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La frecuencia es variable según el estado del dirigido y las circunstancias o
problemática concreta: en los comienzos es bueno que sea más frecuente; y
con el crecimiento personal y la madurez espiritual de la “teonomía” se
pueden ir distanciando más las entrevistas.
¿De qué se tiene que hablar en una entrevista de dirección espiritual? ¿Qué
presenta el dirigido al director para que pueda ayudarle? En principio “de
todo” se puede hablar, pero es bueno acotar los temas para aprovechar mejor
y no perder el tiempo con lo que no es necesario. Es claro que no es una
confesión, es decir, que no interesan tanto los pecados como las dificultades
que se presentan en el camino espiritual de santidad (se pueden indicar
pecados en cuanto afectan a ese camino). Por eso es bueno preparar la
entrevista. San Claudio de la Colombière, en una carta, le indica a su hermana
religiosa cómo debe dar cuenta de “su interior”:
“No podría ahora trazarte el método para dar cuenta de tu interior, lo haré
en la primera ocasión; no es cosa difícil. No tienes sino leer tu regla en ese
punto y luego decir con sencillez lo que hay en ti, tal como me lo dirías a mí,
excepto los pecados. Basta decir las malas inclinaciones, las tentaciones y
las penas interiores, los buenos deseos, el cuidado que se tiene de
mortificarse, de perfeccionarse, o la negligencia en hacerlo. Se podrían decir
también las faltas que se han cometido, aunque no hay ninguna obligación;
pero hay que acostumbrarse a no limitarse a sólo lo obligatorio. El amor de
Dios está muy lejos de contentarse con tan poca cosa, pues nada le puede
contentar.” (Carta VI, Escritos espirituales, pág. 137, Formato W)
En la conversación:
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Manifestar con palabras exteriores la noción que uno tiene de sí tal como se
manifieste en sus obras. Y cómo esas obras proceden del interior:
motivaciones, sentimientos, disposiciones.
Acogida prudente del consejo. Es una indicación que puede llevarse a la
práctica y que se verá más adelante si ha sido conveniente o no, viendo los
frutos que se siguen, y que deben ser presentados al director.
Ir consolidando la salud y rectitud de conciencia. Aprender a asimilar el
juicio de Dios sobre las cosas. Los criterios evangélicos que deben impregnar
la vida.
Como ayuda práctica: llevar unos apuntes de vida espiritual donde se van
anotando luces, consejos, etc. y que pueden revisarse periódicamente.
Apegos afectivos: es frecuente que se den apegos afectivos por ser una
relación de verdadero amor personal. Hay que madurar la vida afectiva en la
misma dirección espiritual conduciendo al afecto de Jesucristo.
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