Derecho de Familia 2019 - Alex Zúñiga Tejos
Derecho de Familia 2019 - Alex Zúñiga Tejos
Derecho de Familia 2019 - Alex Zúñiga Tejos
INDICE
BIBLIOGRAFÍA
DERECHO DE FAMILIA
El concepto más básico de esta área del derecho, la Familia, ha sido largamente discutido, partiendo desde
el hecho de que no existe una definición legal que dé a entender qué es la Familia.
Desde un punto de vista constitucional, en el artículo 1 inciso segundo de la carta fundamental se establece
que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, sobre lo cual los tratadistas de derecho
constitucional han discutido si la familia, como la trata la constitución política, es aquella sustentada en el
matrimonio o no. Por otro lado, el Código Civil tampoco entrega un concepto de familia, de hecho, la
aproximación más cercana que hay en este cuerpo legal se encuentra en materia de Derecho Reales,
aludiendo al artículo 815, dando una noción amplia de lo que es la familia, incluyendo a las personas que
trabajan en la casa del dueño y, en general, a todos quienes viven bajo el mismo techo, idea que
actualmente es mayoritariamente acogida.
El profesor Manuel Somarriva define a la familia como el conjunto de personas unidas por un vínculo de
matrimonio, parentesco o adopción. Una doctrina posterior agrega a este concepto los efectos que dicho
vínculo sean señalados por la ley, por lo tanto, en virtud de lo anterior, podemos conceptualizar a la familia
como el conjunto de personas unidas por un vínculo de matrimonio, parentesco o adopción, y que se
producen los efectos que la ley señala.
Sin embargo, actualmente se acepta mayoritariamente que el concepto de Familia abarcaría más allá del
matrimonio, buscando regular las relaciones afectivas de las personas, independientemente si estas están
casadas o no, con o sin hijos, lo cual ha sido alcanzado principalmente por la Ley de Acuerdo de Unión Civil.
EJEMPLOS:
❖ En el artículo 222 del Código Civil existe el deber de respeto de los hijos descendientes hacia sus
padres ascendientes. Si ello no se da, no existe sanción legal alguna.
❖ Conforme a las reglas del Matrimonio, los cónyuges tienen el deber de vivir juntos. Si alguno de los
cónyuges no quiere vivir en el mismo hogar, no hay sanción para dicha conducta.
Como segunda característica, el Derecho de Familia es una rama de calidades o estados jurídicos.
Siempre una persona esta en una posición jurídica con respecto de otra, como es la calidad de casado,
soltero, viudo, hijo, padre, etc.
2.1.- Consecuencias
Como segunda consecuencia, las normas que regulan el derecho de familia son de orden público.
Debemos entender las normas de orden público como aquellas que son consideradas como indispensables
para el buen funcionamiento de la sociedad, por tanto, son irrenunciables e inalterables por los
particulares.
Otra consecuencia consiste en la solemnidad de casi la totalidad de los actos del Derecho de Familia,
a diferencia de los actos del Derecho Patrimonial, donde prima el principio del consensualismo, siendo la
solemnidad una situación de excepción.
a) De la mano con la consecuencia anterior, ante el hecho de que las normas del Derecho de Familia
son de orden público, buscando dar publicidad a los actos que se ejecutan.
b) Da certeza jurídica a los hechos, evitando dificultades probatorias.
Como cuarta consecuencia, podemos decir que el Derecho de Familia está vinculado a potestades, es
decir, facultades que tiene un miembro de la familia que otro no tiene, así los padres tienen la facultad de
instruir y educar a sus hijos.
Por otra parte, como quinta consecuencia, en el Derecho de Familia las modalidades en los actos
jurídicos son prácticamente inexistentes, es decir, clausulas insertadas por las partes para alterar el
efecto normal de un determinado acto.
Como última consecuencia, los derechos y posiciones jurídicas de las personas son inalterables,
intransferibles, intransmisibles e irrenunciables.
En virtud de estas consecuencias, se ha empezado a dar un fenómeno a nivel internacional, puesto que, en
diversas legislaciones del derecho comparado se ha extirpado el Derecho de Familia del Código Civil, dando
origen a Códigos de la Familia. En Chile, ante la gran cantidad de leyes especiales que regulan aspectos de
familia, se habla de un proceso de descodificación de esta área, por ejemplo, el deber de pagar alimentos, si
bien se encuentra esencialmente en el Código Civil, su regulación, casi de forma íntegra, se encuentra en la
Ley 14.908.
La descodificación del Derecho de Familia se justifica en el hecho de que sus principios son muy dispares a
los del Derecho Patrimonial, teniendo una lógica distinta y una legislación más específica.
II
EL MATRIMONIO
En Chile podemos apreciar dos etapas en la regulación legal del Matrimonio: la del Código Civil inicial de
Andrés Bello, en el artículo 102 y siguientes, con la particularidad de que el artículo 103 hacía un reenvío a
las normas del Derecho Canónico; y la etapa de los conflictos entre el poder ejecutivo con la iglesia católica,
desde 1884 en el periodo liberal, con la dictación de las leyes civiles, apuntando a que esta institución sea
competencia del Registro Civil, no siendo legalmente reconocido el matrimonio celebrado ante la iglesia
católica.
La realidad del matrimonio estuvo vigente hasta el 18 de noviembre de 2004, con la dictación de la ley
actual de matrimonio civil. Hay diversas diferencias entre la ley actual y la de 1884, habiendo tres de ellas
esenciales:
1) La ley actual permite el divorcio con término del vínculo matrimonial. Hasta antes de esto, las
personas no podían divorciarse, de hecho, existía una figura que recibía el nombre de divorcio, la
cual no tenía el efecto de poner término a la relación matrimonial, sino que tenía la finalidad de
poner término a ciertos deberes personales, como el de fidelidad y el de vivir juntos, por lo tanto,
las personas no se separaban.
Con la ley antigua, la vía alternativa era la declaración de nulidad del matrimonio, cuyo mecanismo
era apuntar a la incompetencia del oficial del registro civil basado en los domicilios de los cónyuges,
lo cual acarreaba el problema de incurrir en cuantiosos gastos en sede judicial.
La actual ley eliminó la incompetencia del oficial como causal de nulidad del matrimonio.
2) La antigua ley no permitía el matrimonio religioso. El único ente ante el cual se podía contraer
matrimonio era el registro civil, pero la nueva ley de 2004 volvió a darle validez al matrimonio ante
una entidad religiosa, en la medida que esta cumpla con los requisitos legales propios de la persona
jurídica y cumplir con la ratificación ante el registro civil dentro de un determinado plazo.
3) La nueva ley introdujo la compensación económica. Cuando las personas están en proceso de
terminación del matrimonio, particularmente por divorcio o nulidad, se busca reparar el
menoscabo económico que haya afectado a uno de los cónyuges por haberse dedicado a los deberes
del hogar común o de los hijos y no haber desarrollado actividad remunerada o bien, haberla
desarrollado de forma disminuida a lo que podía o quería.
La ley busca principalmente amparar a la mujer por razones históricas y biológicas, pero no es
exclusivo de la mujer, por tanto, el marido puede pedir compensación económica a la mujer.
La compensación económica tiene la particularidad de aplicarse a todos los regímenes
patrimoniales, siendo especialmente criticada su aplicación al régimen de sociedad conyugal.
Art. 102: El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e
indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente.
¿Cuál es la naturaleza jurídica del matrimonio? Según el propio texto del Código, el matrimonio es un
contrato. Esta acepción viene del Siglo XVII, donde se estaba haciendo el desarrollo de las ideas de la teoría
general de los contratos, según la cual, para que un contrato nazca jurídicamente es necesario el acuerdo de
voluntades, es decir, se centraron en el pacto inicial para darle al matrimonio la naturaleza de contrato.
Sin embargo, estaríamos frente a un contrato sui generis, porque en el matrimonio, la autonomía de la
voluntad solo es relevante al momento de su celebración, ya que posteriormente es la ley la encargada de
regular sus efectos. Además, el segundo aspecto que nos lleva a decir que el matrimonio es un contrato sui
generis, dice relación con un principio fundamental del derecho, según el cual los actos o contratos se
deshacen como se hacen; si bien el matrimonio nace con el mutuo consentimiento, este no termina de la
misma manera.
Como segunda vertiente a la determinación de la naturaleza jurídica del matrimonio, es aquella que la
plantea como un acto del estado. Para sostener esta postura se presentan tres argumentos:
→ Para que el matrimonio tenga validez y existencia es necesaria la presencia de un oficial del registro
civil, quien es un funcionario público.
→ Al ser el matrimonio regulado por la ley, es un acto estatal, puesto que la ley es la manifestación de
la voluntad del estado.
→ Para que el matrimonio llegue a su término, es necesaria la intervención del estado, puesto que es
necesaria una resolución judicial que declare el divorcio o la nulidad.
¿Cuáles son las ventajas de ver al matrimonio como acto del estado? En primer lugar, sirve como
alternativa a la primera postura de orden contractualista, puesto que el matrimonio tiene pocas
características que lo identifiquen como un contrato; en segundo lugar, otorga un enfoque mas laico,
separado de lo religioso, admitiendo una transversalidad en las opiniones ideológicas.
Una tercera visión para determinar la naturaleza jurídica del matrimonio lo plantea como institución¸ tesis
vinculada al iusnaturalismo católico. Presentaría todas las características de una institución, tales son:
En el sistema chileno, la Corte Suprema, en la década de los 90, en ciertas sentencias estableció que el
matrimonio era una institución, marcadas por una fuerte influencia del vínculo del estado con la iglesia
católica.
El matrimonio como contrato es uno de carácter solemne, es decir, son necesarias ciertas formalidades
descritas por la ley para que produzca efectos civiles. Las principales solemnidades que deben cumplirse en
la celebración del matrimonio son la siguientes:
El matrimonio, según la definición del artículo 102, se celebra entre un hombre y una mujer, es decir, es
heterosexual y monogámico.
El matrimonio en Chile no podría celebrarse entre dos hombres o entre dos mujeres, ante lo cual se ha
planteado que podría ser una situación de discriminación por falta de igualdad ante la ley, porque al
restringirlo únicamente a la heterosexualidad, no se le daría por libertad de asociación y por igualdad ante
la ley la posibilidad de contraer matrimonio a personas del mismo sexo.
Por otro lado, el matrimonio al celebrarse entre un hombre y una mujer es monogámico, por lo tanto, no es
permitido el matrimonio poligámico ni poliándrico.
Cuando el Código Civil utiliza la palabra ‘’actual’’, se refiere a que los efectos del matrimonio no pueden
sujetarse a modalidades suspensivas que los posterguen, así quien se casa un día 7 de marzo, desde ese
mismo día se considera que habrá contraído matrimonio.
Por otro lado, también se utiliza una palabra bastante conflictiva actualmente, al establecer que los
cónyuges se unen ‘’indisolublemente’’, es decir, que no se puede poner término, mas precisamente, que no
se le puede poner término por la voluntad de los contrayentes.
Conforme a la época en la que se dictó el Código Civil, en el año 1857, la utilización de este término se
acoplaba a la legislación vigente, que no contemplaba el divorcio, pero actualmente, este término carece de
sentido ante la vigencia del divorcio.
Entonces, ¿por qué aún está presente la indisolubilidad del matrimonio en su definición legal? Esto tiene
motivos históricos, siendo parte de la negociación en el proyecto de ley que incluía el divorcio, en donde se
conservó este término bajo la razón de que las personas que contraían matrimonio lo hacían con la
voluntad de permanecer juntos para toda la vida, por tanto, el divorcio sería una situación de excepción. Sin
embargo, desde una perspectiva de técnica legislativa, entendemos que esta parte de la definición legal de
matrimonio está tácitamente derogada.
El matrimonio tiene el carácter de ser vitalicio al durar toda la vida de los contrayentes, buscando recalcar
la idea de la indisolubilidad del matrimonio.
La última parte de la definición de matrimonio establece las finalidades de este, las cuales son vivir juntos,
procrear y auxiliarse mutuamente.
¿Es necesario que existan estas tres finalidades? La respuesta claramente es negativa, puesto que en la
realidad práctica se da en reiteradas ocasiones de personas que se casan sin tener posibilidad de tener
hijos naturalmente o bien, por libre elección deciden no tenerlos.
El 18 de noviembre de 2004 entró en vigencia la Ley 19.947 de Matrimonio Civil y la importancia de esta
fecha radica en que todos los matrimonios celebrados desde ahí en adelante están ya regidos por esta ley
ante los efectos de la terminación del matrimonio y de la prueba del cese de la convivencia, siendo solo
admitidos aquellos medios de prueba establecidos en los artículos 22, 23 y 25 de la ley, en cambio, en los
matrimonios celebrados con anterioridad a la ley actual, se puede acreditar el cese de la convivencia con
cualquier medio de prueba.
El estudio del matrimonio se realiza haciendo una distinción entre sus requisitos de existencia y los
requisitos de validez.
Este consentimiento debe cumplir con todos los requisitos necesarios para que la voluntad de las partes
tenga validez en la vida jurídica.
Este problema fue planteado por el autor Karl Zacharie, sobre si qué pasaría si dos personas del mismo
sexo se casan, ante la imposibilidad de que ese matrimonio sea nulo al no existir una causal de nulidad que
se base en esta situación, por tanto, se plantea que el matrimonio no sería nulo, sino que sería inexistente.
La presencia del oficial del registro civil o la ratificación ante él es un requisito de existencia en Chile; el
único órgano facultado para declarar que dos personas están casadas ante la ley es el Registro Civil.
El matrimonio es una de las pocas materias en donde se acepta la teoría de la inexistencia, bajo el supuesto
de que el matrimonio se celebre ante cualquier órgano que no sea el Registro Civil, y así lo han establecido
la doctrina y la jurisprudencia nacional.
Por otro lado, la ratificación ante el oficial del registro civil también es un requisito de existencia en el caso
de los matrimonios religiosos, por tanto, si se celebra un matrimonio ante entidad religiosa y este no es
ratificado dentro del plazo de 8 días, el matrimonio es inexistente.
Estamos hablando de un consentimiento exento de vicios, con una regulación distinta a la estudiada en
materia de Acto Jurídico y, además, en materia matrimonial, el dolo no es considerado vicio del
consentimiento, por lo tanto, solo el error y la fuerza son vicios del consentimiento en el matrimonio,
encontrados en el artículo 8.
¿Por qué el dolo no es un vicio del consentimiento? Estamos frente a una razón histórica ligada a la doctrina
francesa; el dolo no podía ser considerado como vicio del consentimiento, ante la posibilidad de que se
incoaran acciones de nulidad fundamentadas en el dolo, puesto que, es propio de las relaciones humanas
amorosas, en la etapa de seducción, las personas se muestran de cierta forma u ocultan ciertos defectos que
tienen, y que estas forma de actuar podrían ser constitutivos de actos dolosos.
A.- El Error en el Matrimonio: Se refiere a una falsa representación de la realidad, y puede ser analizado
desde dos puntos de vista, tales son:
2. Error en las cualidades personales que, atendiendo a la naturaleza o los fines del
matrimonio, es determinante para la celebración del matrimonio.
Se refiere a las características que posee la persona. Cómo se puede apreciar en esta disposición, se
mencionan los tres requisitos que se requieren para que estemos frente a este tipo de error, por
ende, tiene que haber un error en:
a. Las cualidades personales. Esto es, tiene que haber un error en las características que
tenga la persona.
b. Dichas cualidades tienen que atender a los fines del matrimonio.
c. Que sea determinante. Quiere decir que, si no hubiese existido este error, no se habría
celebrado el matrimonio.
Respecto al segundo requisito, si el análisis debe hacerse desde una perspectiva objetiva, el que uno sea
médico o abogado, o poseer otro tipo de cualidades personales, no tiene que ver con la naturaleza del
matrimonio, porque los fines del matrimonio están vinculados con el vivir juntos, procrear, auxiliarse
mutuamente, y esto va muchos más allá del aspecto meramente económico. En consecuencia, cualquier tipo
de cualidad no serviría para configurar el segundo requisito.
Entonces, ¿A qué tipo de cosas apuntan las cualidades personales que, atendiendo a los fines del
matrimonio, sea determinante para la celebración del matrimonio? Dentro de los casos más emblemáticos
que se discutían cuando se hizo la ley, dice relación con la persona que tiene o sufre de impotencia.
Cualquiera de estos dos tipos de impotencia puede generar la causal de error comentada anteriormente,
porque el tener impotencia afecta directamente a los fines del matrimonio, esto es, la procreación.
¿Por qué la ley no fija la impotencia como causal de error o como causal de nulidad de matrimonio?
La antigua ley de matrimonio civil establecía como causal de nulidad del matrimonio la impotencia
perpetua e incurable, la cual no fue incluida en la nueva ley por las siguientes razones:
i. La tecnología ha permitido que muchas enfermedades o males que en el pasado eran incurables, hoy
en día ya no lo son;
ii. Por los matrimonios de personas ancianas; y
iii. En la discusión legislativa se planteó que la impotencia estaría demás frente a una causal tan amplia
como se estaba redactando.
Para que se pueda invocar la impotencia, hay que tener presente que estamos presente a un error.
B.- La Fuerza en el Matrimonio: Existe un caso de reenvío normativo a los artículos 1457 y 1458 del
Código Civil. En el caso de la nulidad del matrimonio invocando la fuerza, debe ser conforme a los
requisitos del Código Civil, esto es:
a. Que sea grave. Se trata de un tema relativo, ya que se debe atender a la edad, sexo, estirpe o
condición de la persona, por ello la gravedad debe ser medida bajo esta lógica.
b. Injusta. Esto es, que sea contraria a derecho.
c. Determinante. Se vincula con el artículo 1457, el cual quiere decir que la fuerza tiene que estar
dirigida por una persona para obtener el consentimiento de otra, es decir, se ejerce la fuerza de una
persona a otra.
d. Actual e inminente. Que se ejerza al momento de celebrar el contrato o en un futuro próximo.
Se hace énfasis en los requisitos, porque se produce una variante dentro de lo que es la fuerza, ya que
podría alegarse la fuerza no solamente porque una persona la ejerza, sino que también puede haber fuerza
por una circunstancia externa. (Art. 8° número 3). Un ejemplo se da en el caso de aquella mujer que se
casa porque ha quedado embarazada, y no posee una voluntad libre al encontrarse asustada por no querer
deshonrar a sus padres. Por consiguiente, se puede alegar la fuerza por una circunstancia externa.
Cuando hablamos de la capacidad de los contrayentes, debemos recordar que la capacidad es la regla
general, puesto que las personas se presumen capaces a menos que la ley los declare como incapaces. En
materia matrimonial las incapacidades reciben el nombre de impedimentos, los cuales pueden ser de dos
tipos:
a. Impedimentos dirimentes. Son aquellos que en caso de existir obstan al matrimonio y por
consiguiente acarrean a la nulidad del matrimonio. Los regula la ley de matrimonio civil en los
artículos 5, 6 y 7.
b. Impedimentos impedientes. Son aquellos que en caso de existir no obstan al matrimonio,
acarreando sanciones distintas a la nulidad y son regulados por el Código Civil.
A.- Impedimentos Dirimentes: Los impedimentos dirimentes se dividen en dos clases; los absolutos y
relativos.
Absolutos: Son aquellos que obstan al matrimonio con cualquier persona y si existe este
impedimento hay nulidad con quien sea que uno se case y los encontramos en el artículo 5 de la Ley
de Matrimonio Civil.
Relativos: Son aquellos que obstan al matrimonio con ciertas o determinadas personas. Estos los
podemos encontrar en el artículo 6 y 7 de la ley.
Sobre los impedimentos dirimentes absolutos, el artículo 5 de la Ley de Matrimonio Civil dispone en los
siguientes términos:
A.1.1.- No pueden contraer matrimonio las personas que se encuentran ligadas por vínculo
matrimonial no disuelto. Mientras una persona no se encuentre con su vínculo anterior disuelto no podrá
volver contraer matrimonio, y si lo hace esto acarrea dos sanciones.
Si existe bigamia ¿Quiénes podrían solicitar la nulidad del segundo matrimonio? La respuesta la
encontramos en el artículo 46 letra d) de la Ley de Matrimonio Civil, según la cual:
¿Hasta cuándo puede solicitar la nulidad? Sobre este tema trata el artículo 48 letra d, el cual dice que se
pueda solicitar la nulidad hasta un año después de la muerte de uno de los cónyuges. La finalidad de
ella es impedir que existen dos cónyuges sobrevivientes o que existan dos sociedades conyugales.
¿Existe la posibilidad de que el segundo cónyuge se pueda defender? La posibilidad más certera que
podría tener el segundo cónyuge para intentar enervar la acción de nulidad es alegando que el primer
matrimonio adolece de un vicio de nulidad. El artículo 49 obliga al juez a que este averigüe si
efectivamente el primer matrimonio es nulo y una vez analizado esto se debe dilucidar el segundo caso, y si
llega a ser correcto que el primer matrimonio adolecía de nulidad, en efecto, se anula el primero y el
segundo matrimonio dejaría de ser nulo, porque el primero queda como si nunca hubiese existido.
A.1.2.- Si uno de ellos está ligado por un acuerdo de unión civil, a menos que contraiga matrimonio
con la misma persona que es ya su conviviente civil.
La razón de ser está en la estructura del acuerdo de unión civil. Para estos fines, el conviviente civil se
asimila al del cónyuge, y por ello es que uno no puede ser cónyuge de alguien y el conviviente civil de otro,
ya que se tratan de uniones incompatibles, porque el conviviente civil y el cónyuge se asimilan o se
encuentran en un mismo plano, y la sanción lógica de esto sería la nulidad. La única excepción es si la
persona quiere contraer matrimonio con su conviviente civil, en consecuencia, la unión civil pasa al estado
de matrimonio.
A.1.3.- Los menores de 16 años. La edad mínima parar contraer matrimonio en la ley chilena es a partir
de los 16 años, y es así tanto para hombres como mujeres. Por lo tanto, si una persona de menor de 16
contrae matrimonio, este adolece de un vicio de nulidad.
Ahora, ¿qué pasa si una persona de 16 quiere contraer matrimonio? Requiere de una autorización
denominada “asenso”, que es un trámite de asentir, el cual puede ser solicitado desde los 16 años hasta que
la persona alcanza la mayoría de edad.
▪ Si una persona, teniendo 16 años, o 17 contrae matrimonio y no cuenta con esta autorización el
matrimonio igual es válido, porque esta autorización o asenso es un impedimento impediente,
por lo tanto, su incumplimiento tiene una sanción distinta.
▪ En el caso de que fuera una persona menor de 16 años este matrimonio si sería nulo.
La titularidad de la acción de nulidad en este caso está fundada en el artículo 46 letra a) de la Ley de
Matrimonio Civil, y esta norma dispone:
Art. 46: La titularidad de la acción de nulidad del matrimonio corresponde a cualesquiera de los presuntos
cónyuges, salvo las siguientes excepciones:
a) La nulidad fundada en el número 3º del artículo 5º podrá ser demandada por cualquiera de los
cónyuges o por alguno de sus ascendientes, pero alcanzados los dieciséis años por parte de ambos
contrayentes, la acción se radicará únicamente en el o los que contrajeron sin tener esa edad;
Hay que hacer una distinción, esto es, mientras alguno de los cónyuges no haya enterado los 16 años, o
cuando ya ambos tienen más de 16 años,
a. Cuando al menos uno de los cónyuges no haya enterado aún los 16 años, la acción de nulidad
la puede incoar cualquiera de los presuntos cónyuges o sus ascendientes, pero en este caso,
tendrían que ser los ascendientes del cónyuge que es menor de edad.
b. Cuando ambos ya han enterado los 16 años, la acción se radica solamente en la persona del
cónyuge que contrajo matrimonio sin tener los 16 años. En otras palabras, el que puede incoar esta
acción es aquella que se casó con menos de 16 años y efectivamente ya los cumplió.
EJEMPLOS:
Una persona que tiene 18 años se casa con una que tiene 15 años, y mientras esta no cumpla los 16
años, cualquiera de estos presuntos cónyuges puede alegar la nulidad del matrimonio, sin perjuicio
de que también puedan alegar la nulidad los ascendientes del de 15 años.
Una persona de 18 años se casa con una de 15 años, quien posteriormente cumplió los 16, y de aquí
para adelante sólo él puede incoar la acción de nulidad, ya que esta persona se casó no teniendo la
edad de los 16 años.
En cuanto al plazo para alegar la nulidad de este matrimonio, conforme al artículo 48, no estamos
frente a una acción imprescriptible, sino que, el plazo para solicitar la nulidad de este matrimonio es
hasta que la persona que contrajo matrimonio, no teniendo 16 años, haya enterado la mayoría de edad más
un año, esto es, hasta los 19 años, en otras palabras, hasta un año después de que haya enterado la mayoría
de edad.
Si esta persona no alegó la nulidad, esta acción prescribe y por ende las situaciones jurídicas se consolidan.
A.1.4.- La incapacidad por demencia de uno de los cónyuges. En este caso, el artículo 5 de la Ley de
Matrimonio Civil menciona dos hipótesis.
La persona que esté privada del uso de la razón no puede contraer matrimonio, exigiéndose que esté
privado de razón al momento de celebrar o contraer matrimonio. El que está privado de razón en términos
jurídicos se piensa en el demente, el cual es incapaz por el solo hecho de ser demente, pero este no requiere
de declaración de interdicción para que este sea considerado como un incapaz. por ende, en este caso se
podría solicitar la nulidad del matrimonio.}
En lo que señala el artículo 5°, la privación del uso de la razón podría ser por otras causas además de la
demencia, por ejemplo, podría ser una persona que está bajo los efectos de un tipo de droga, y en
consecuencia se podría solicitar la nulidad de ese matrimonio.
Como segunda hipótesis, aquella persona que tenga un trastorno o anomalía psíquica
fehacientemente diagnosticada que imposibilite de manera absoluta la comunidad de vida que
implica el matrimonio. En esta disposición podemos contemplar tres requisitos:
1) Tiene que ser un trastorno o una anomalía psíquica. Esto es, tiene que ser un problema asociado
con los aspectos mentales.
2) Tiene que estar diagnosticada de manera fehaciente dicha anomalía.
3) Esta anomalía tiene que impedir de forma absoluta la comunidad de vida que implica el
matrimonio.
¿Qué personas podrían estar en esta categoría o que enfermedades? Podrían ser aquellos que sufren
de fetichismo, travestismo, autismo, etc. En cuanto al síndrome de Down, se presentan dudas, ya que no se
posee una respuesta única, porque la persona que sufre síndrome de Down no está imposibilitada de
manera absoluta por varias razones. Una de ellas es que el síndrome de Down presenta distintos grados, sin
embargo, en la práctica suele existir una especie de discriminación con este tema.
A.1.5.- Los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y comprometerse
con los derechos y deberes esenciales del matrimonio. Se trata de una causal incorporada por el
derecho canónico, y se trata de una causal muy amplia, porque señala que van a poder solicitar nulidad
invocando que alguno de los contrayentes careciera del suficiente juicio y discernimiento para comprender
y comprometerse con los deberes esenciales del matrimonio.
Esta causal podría servir el día de mañana para invocar la nulidad del matrimonio. ¿Por qué no se ha
usado o no se ha mal usado? Porque no hay una connotación práctica real entre alegar la nulidad o alegar
un divorcio. En la práctica podría darse para el caso de una persona que detente una determinada
religiosidad a quien no le gustaría tener la calidad de divorciado, y quizás a esta persona si le interesaría
anular el matrimonio a través de la causal número 5 del artículo 5°, es decir, la persona contrajo
matrimonio, pero no poseía el suficiente discernimiento para entender lo que era el matrimonio en el
momento en que este contrajo este matrimonio.
Es difícil alegar una causal de nulidad porque los actos se presumen como válidos, y el peso de la prueba le
correspondería al que esta alegado la invalidez del acto.
A.1.6.- Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en forma
oral, escrita o por medio de lenguaje de señas. Este señala que se podría pedir la nulidad porque una
persona no puede expresar su voluntad claramente y por ello esta no puede celebrar el matrimonio. Para
efectos matrimoniales se deja consignado que la voluntad se puede expresar de forma oral, escrita o a
través del lenguaje de señas, y para ese caso la ley exige que exista un experto en lenguaje de señas, esto es,
un perito interprete de señas, de manera que una persona que sea sordo mudo pueda manifestar su
voluntad de querer celebrar el matrimonio.
Nos referimos a aquellos que obstan al matrimonio, pero con ciertas o determinadas personas, y los
encontramos en el artículo 6 y 7 de la Ley de Matrimonio Civil.
El artículo 6 trata lo que se conoce como incapacidades o impedimentos relativos por el parentesco,
pero en este caso, se refiere a ciertos parientes. El parentesco se define como la relación de familia que une
a dos personas, el cual puede ser de dos tipos:
a. Por consanguinidad. Este es aquel que existe entre dos personas que descienden la una de la otra
o de un mismo progenitor, así lo establece el artículo 28 del Código Civil.
b. Por afinidad. Lo trata el artículo 31 del Código Civil y es aquel que existe entre una persona con la
familia del que está o ha estado casado, y los consanguíneos de su marido o de su mujer. Este va
más allá del matrimonio.
Entendiendo el parentesco por consanguinidad y por afinidad, debemos distinguir lo que se llaman las
líneas y los grados. El artículo 27 del Código Civil explica el tema de los grados; el grado es la distancia que
existe entre dos parientes, y la distancia se cuenta por el número de generaciones.
Las líneas pueden ser de dos tipos, ya sea línea recta o línea colateral. La línea recta es aquella que
descienden los unos de los otros, mientras que la línea colateral es aquella de la cual descienden de un
antepasado común. La manera de contar es subir hacia el antepasado común más cercano y luego bajar.
Hacer esta distinción entre un grado y otro es relevante porque en temas sucesorios puede heredar una
persona a otra hasta el sexto grado en línea colateral, esto, es, al primo segundo.
En el caso del parentesco por afinidad, ¿cómo se podría computar el grado de parentesco que existe entre
“Y” por afinidad con los consanguíneos de su cónyuge “G”? La manera de hacer es tomar a “Y” y ponerla en
la misma posición jurídica que tiene “G” respecto de sus consanguíneos, por ejemplo, el grado de
parentesco que tiene “Y” respecto de “C”, quien vendría a ser su suegro, sería un grado en línea recta, pero
en un parentesco por afinidad, ahora, en el caso del tío o tía del cónyuge, serían 3 grados en lía colateral en
un parentesco por afinidad.
Art. 6: No podrán contraer matrimonio entre sí los ascendientes y descendientes por consanguinidad o por
afinidad, ni los colaterales por consanguinidad en el segundo grado.
Los impedimentos para contraerlo derivados de la adopción se establecen por las leyes especiales que la
regulan.
Los ascendientes con los descendientes ni por consanguinidad, ni por afinidad no podrán contraer
matrimonio. Por ejemplo, no sería posible que se case un padre con su hija, o un abuelo con su nieta.
Tratándose del parentesco por afinidad en línea recta tampoco sería posible, esto porque el parentesco por
afinidad se tiene con la persona que se está actualmente casada, pero también con la persona que se estuvo
casada, ejemplificando, “Y” se casa con “G” y este fallece, entonces, ¿sería posible que “y” pueda contraer
matrimonio con su suegro? La respuesta es no, porque la prohibición que establece esta disposición no sólo
se aplica a la línea recta por consanguinidad, sino que también aplica a la línea recta en un parentesco por
afinidad.
La disposición anterior, al señalar “al que ha estado casado”, no sólo se refiere a la muerte de uno de los
cónyuges, porque podría incluso señalar al que se ha divorciado, ya que el divorcio reconoce al matrimonio
anterior.
Tampoco pueden contraer matrimonio los colaterales por consanguinidad en el segundo grado. Por
lo tanto, no pueden contraer matrimonio los hermanos entre si al encontrarse en el grado señalado, pero
esto no obsta que un tío se case con su sobrina, y lo mismo ocurría en el caso de los primos.
En el caso de la vía por afinidad estaría permitido, por ejemplo, “Y” si puede casarse con uno de los
hermanos de “C” o con uno de sus primos o tíos, porque se trata de un parentesco por afinidad en segundo
grado colateral.
Los impedimentos para contraerlo derivados de la adopción se establecen por las leyes especiales
que la regulan. En el artículo 37 de la Ley 19.620 sobre Adopción de Menores se señala que la adopción
confiere al adoptado el estado civil de hijo de los adoptantes con todos los derechos y deberes recíprocos
establecidos en la ley, y extingue su vínculo de filiación de origen para todos los efectos civiles, salvo los
impedimentos para contraer matrimonio establecido en el artículo 5 de la ley de matrimonio civil.
→ Cuando una persona es adoptada, el adoptado pasa a tener la calidad de la filiación con la familia
que lo adopta, esto es, la familia adoptante, y en consecuencia pierde todo vínculo con la familia
previa, pero contempla una excepción respecto a los impedimentos para contraer matrimonio.
→ El adoptado tiene dos grandes impedimentos con las dos familias, esto es, posee los impedimentos
de parentesco ya estudiados tanto con la familia biológica como con su familia adoptante, es decir,
se aplican las mismas reglas en el caso de ambas familias.
Art. 7: El cónyuge sobreviviente no podrá contraer matrimonio con el imputado contra quien se hubiere
formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer, o con quien hubiere sido condenado
como autor, cómplice o encubridor de ese delito.
El argumento de este impedimento viene desde Pothier, y se planteó para evitar que el amante fuera
azuzado o incentivado para matar al cónyuge, dicho de otra manera, para evitar esta situación se estableció
el impedimento citado anteriormente.
B.- Impedimentos Impedientes: Son aquellos que no obstan al matrimonio, y por lo tanto poseen
sanciones distintas a la nulidad.
¿A quién se le debe pedir la autorización? Hay que hacer una distinción dependiendo si la persona tiene
o no tiene una filiación determinada, esto es, cuando ha sido reconocido al menos por uno de sus padres.
Sobre quienes deben dar la autorización, lo trata el artículo 107 del Código Civil:
Art. 107: Los que no hubieren cumplido dieciocho años no podrán casarse sin el consentimiento expreso
de sus padres; si faltare uno de ellos, el del otro padre o madre; o a falta de ambos, el del ascendiente o
de los ascendientes de grado más próximo.
En igualdad de votos contrarios preferirá el favorable al matrimonio.
¿Quiénes deben dar su autorización? Lo deben dar los padres, y si falta uno de los padres, el padre que
esté o que exista deberá dar la autorización.
Para entender cuándo los padres faltan es menester sujetarnos a los señalado por el artículo 109 del Código
Civil:
Art. 109: Se entenderá faltar el padre o madre u otro ascendiente, no sólo por haber fallecido, sino
por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República, y no esperarse su pronto regreso;
o por ignorarse el lugar de su residencia.
También se entenderá faltar el padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido determinada
judicialmente contra su oposición.
En el artículo 109 y 110 se señalan varios casos en los cuales se debe entender que faltan los padres, tales
son:
En el penúltimo caso señalado, se ha establecido como sanción que, cuando la filiación de una persona ha
sido contra la voluntad del padre o madre, pierde una serie de derechos o facultades, entre las más
importantes, el tema sucesorio. En otras palabras, la sanción va en contra del que no reconoció la filiación,
así el padre que, contra su voluntad se declaró la filiación de un hijo suyo, este padre perderá el derecho a
suceder, mientras que su hijo podrá conservar este derecho.
Otro problema que puede darse consiste en que uno de los padres quiera el matrimonio, pero el otro de los
padres no quiera el matrimonio, en cuyo caso, el voto se entiende favorable en paridad (Art. 107 inc. final).
Si faltan ambos padres, pasamos a los ascendientes de grado más próximo, como, por ejemplo, los abuelos,
dependiendo de cuantos haya, y así sucesivamente. Ante el voto de paridad se aplica la misma regla, esto es,
gana el voto favorable al matrimonio. En este caso, tanto los padres como los ascendientes de grado más
próximo se pueden negar a dar la autorización sin fundamento de causa.
A falta de ascendientes y padres, el problema lo trata el artículo 112 del Código Civil; se pasa al curador
general que pueda tener el menor de edad, y en caso de que no haya un curador, se pasa al oficial del
registro civil, quienes deberán deben dar fundamento si se quieren negar a dar la autorización.
Art. 113: Las razones que justifican el disenso no podrán ser otras que éstas:
1ª La existencia de cualquier impedimento legal, incluso el señalado en el artículo 116;
2ª El no haberse practicado alguna de las diligencias prescritas en el título De las segundas nupcias, en su
caso;
3ª Grave peligro para la salud del menor a quien se niega la licencia, o de la prole;
4ª Vida licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual, de la persona con quien el menor
desea casarse;
5ª Haber sido condenada esa persona por delito que merezca pena aflictiva;
6ª No tener ninguno de los esposos medios actuales para el competente desempeño de las obligaciones
del matrimonio.
¿Qué sanciones existen ante el contraer matrimonio sin haber cumplido con este trámite? Las
encontramos en los artículos 114 y 115 del Código Civil
Art. 114: El que no habiendo cumplido dieciocho años se casare sin el consentimiento de un ascendiente,
estando obligado a obtenerlo, podrá ser desheredado, no sólo por aquel o aquellos cuyo consentimiento
le fue necesario, sino por todos los otros ascendientes. Si alguno de éstos muriere sin hacer testamento,
no tendrá el descendiente más que la mitad de la porción de bienes que le hubiera correspondido en la
sucesión del difunto.
Art. 115: El ascendiente sin cuyo necesario consentimiento se hubiere casado el descendiente, podrá
revocar por esta causa las donaciones que antes del matrimonio le haya hecho.
El matrimonio contraído sin el necesario consentimiento de otra persona no priva del derecho de
alimentos.
Art. 116: Mientras que una persona no hubiere cumplido dieciocho años, no será lícito al tutor o curador
que haya administrado o administre sus bienes, casarse con ella, sin que la cuenta de la administración
haya sido aprobada por el juez, con audiencia del defensor de menores.
Igual inhabilidad se extiende a los descendientes del tutor o curador para el matrimonio con el pupilo o
pupila.
El matrimonio celebrado en contravención a esta disposición sujetará al tutor o curador que lo haya
contraído o permitido, a la pérdida de toda remuneración que por su cargo le corresponda; sin perjuicio de
las otras penas que las leyes le impongan.
No habrá lugar a las disposiciones de este artículo, si el matrimonio es autorizado por el ascendiente o
ascendientes cuyo consentimiento fuere necesario para contraerlo.
Esta disposición explica algo que dice relación de cuando una persona está sujeta a tutela o curaduría y
desea contraer matrimonio con su tutor o curador, tratándose además, de una persona que no ha cumplido
los 18 años.
Trata de evitarse que los administradores de bienes ajenos contraigan matrimonio con sus pupilos,
buscando evitar una administración negligente o fraudulenta. Desde la perspectiva civil, la sanción se
traduce en que el administrador pierde su derecho a remuneración, sin perjuicio de las demás acciones que
puedan ser ejercidas en su contra (penales, responsabilidad civil, etc.).
Este impedimento es tratado en el Código Civil en los artículos 124 a 127. El impedimento de segundas
nupcias consiste en que una persona tiene hijos de un presente matrimonio, y administra los bienes de esos
hijos, por tanto, esta persona necesita, antes de contraer nuevo matrimonio, realizar un inventario de los
bienes que él tiene, a fin de que no se confundan los bienes de este nuevo matrimonio que va a celebrar con
los bienes que administra de sus hijos. Estas normas tienen por objeto la protección del patrimonio de los
hijos.
Art. 124: El que teniendo hijos de precedente matrimonio bajo su patria potestad, o bajo su tutela o
curaduría, quisiere volver a casarse, deberá proceder al inventario solemne de los bienes que esté
administrando y les pertenezcan como herederos de su cónyuge difunto o con cualquiera otro título.
Para la confección de este inventario se dará a dichos hijos un curador especial.
Entonces, la persona que administra bienes de sus hijos deberá nombrarles un curador especial. Ahora, si
los hijos no tienen bienes, la ley entiende que igualmente se tendrá que designar un curador, para que este
certifique que estos no tienen bienes, así lo señala el artículo 125.
El inventario debe ser de naturaleza solemne, con el fin de tener la certeza jurídica sobre cuales son los
bienes que pertenecen al hijo; el Oficial del Registro Civil debería impedir el matrimonio si esto no se
certifica, conforme al artículo 126.
¿Qué ocurre si la persona contrae matrimonio en contravención a estas reglas? En este sentido, el artículo
127 dispone:
Art. 127: El viudo o divorciado o quien hubiere anulado su matrimonio por cuya negligencia hubiere dejado
de hacerse en tiempo oportuno el inventario prevenido en el artículo 124, perderá el derecho de suceder
como legitimario o como heredero abintestato al hijo cuyos bienes ha administrado.
Quien no hubiere hecho el inventario, perderá los derechos que le hubieren correspondido como
legitimario o heredero abintestato.
¿A qué se refiere la expresión ‘’en tiempo oportuno’’? La ley no expresa un plazo, sin embargo, se
entiende que esta expresión se refiere al tiempo en que no se produzca confusión de bienes, entre los
bienes del hijo y los bienes de la nueva sociedad que se formaría.
Este impedimento solamente le corresponde a la mujer, puesto que se sustenta en una idea; la mujer podría
estar embarazada del matrimonio precedente, por lo tanto, llegaría a generar un problema de confusión de
paternidad con el anterior cónyuge.
Art. 128: Cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está embarazada no
podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo señales de preñez) antes de cumplirse los
doscientos setenta días subsiguientes a la disolución o declaración de nulidad.
Pero se podrán rebajar de este plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a dicha
disolución o declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del marido a la
mujer.
Afecta a la mujer cuando el matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo; la razón de esta distinción es
netamente jurídica, puesto que, si el matrimonio es nulo, los actos nulos se entenderán como si nunca
hubiesen existido. En estos casos, la mujer deberá dejar transcurrir ciertos lapsos para volver a contraer
matrimonio, haciendo la ley una distinción que dice relación sobre si la mujer presentaba o no rasgos de
embarazo.
Si la mujer presentaba rasgos de estar embarazada, no podrá contraer matrimonio sino hasta
que deje de estar embarazada.
Si la mujer no tiene rasgos de embarazo, no podrá volver a contraer matrimonio sino cuando
haya transcurrido 270 días siguientes a la disolución o declaración de nulidad del matrimonio. Este
plazo se puede rebajar si la mujer presentara información sumaria de no estar embarazada.
Art. 129: El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio de la mujer sin que por
parte de ésta se justifique no estar comprendida en el impedimento del artículo precedente.
Art. 130: Cuando por haber pasado la madre a otras nupcias se dudare a cuál de los dos matrimonios
pertenece un hijo, y se invocare una decisión judicial de conformidad a las reglas del Título VIII, el juez
decidirá, tomando en consideración las circunstancias.
Las pruebas periciales de carácter biológico y el dictamen de facultativos serán decretados si así se
solicita.
Serán obligados solidariamente a la indemnización de todos los perjuicios y costas ocasionados a terceros
por la incertidumbre de la paternidad, la mujer que antes del tiempo debido hubiere pasado a otras
nupcias, y su nuevo marido.
→ Los sujetos pasivos de esta acción indemnizatoria son la mujer y el nuevo marido.
→ Consecuentemente, el sujeto activo será el presunto cónyuge anterior.
La ley protege al presunto anterior marido ante la confusión, y por tanto, busca reparar un daño de carácter
extrapatrimonial, o daño moral. Además, estamos frente a uno de los pocos casos de solidaridad legal,
siendo ambos sujetos pasivos solidariamente responsables.
Cuando analizamos las formalidades del matrimonio celebrado ante oficial del Registro Civil, es necesario
hacer una subdistinción entre:
La Manifestación:
Este trámite es tratado en la Ley de Matrimonio Civil en su artículo 9, el cual consiste en un acto por el cual
los futuros contrayentes expresan su voluntad de celebrar el matrimonio ante un Oficial de Registro
Civil. Es importante señalar que la manifestación se expresa ante el mismo oficial que celebrará el
matrimonio.
Art. 9: Los que quisieren contraer matrimonio lo comunicarán por escrito, oralmente o por medio de
lenguaje de señas, ante cualquier Oficial del Registro Civil, indicando sus nombres y apellidos; el lugar y la
fecha de su nacimiento; su estado de solteros, viudos o divorciados y, en estos dos últimos casos, el
nombre del cónyuge fallecido o de aquél con quien contrajo matrimonio anterior, y el lugar y la fecha de la
muerte o sentencia de divorcio, respectivamente; su profesión u oficio; los nombres y apellidos de los
padres, si fueren conocidos; los de las personas cuyo consentimiento fuere necesario, y el hecho de no
tener incapacidad o prohibición legal para contraer matrimonio.
Si la manifestación no fuere escrita, el Oficial del Registro Civil levantará acta completa de ella, la que será
firmada por él y por los interesados, si supieren y pudieren hacerlo, y autorizada por dos
testigos.
Las personas pueden hacer esta manifestación de voluntad sea oralmente o por escrito. Además, es
menester señalar si alguno de los contrayentes es de aquellas personas que necesitan asenso, el asenso se
debe realizar en paralelo a la manifestación.
Art. 10: Al momento de comunicar los interesados su intención de celebrar el matrimonio, el Oficial del
Registro Civil deberá proporcionarles información suficiente acerca de las finalidades del matrimonio, de
los derechos y deberes recíprocos que produce y de los distintos regímenes patrimoniales del mismo.
Asimismo, deberá prevenirlos respecto de la necesidad de que el consentimiento sea libre y espontáneo.
Una formalidad que debe cumplir el oficial del Registro Civil es informar sobre los fines del matrimonio, sin
embargo, fuera de esto, se expresa que no será necesaria esta información tratándose de los
matrimonios con artículo de muerte.
→ ¿Qué es un artículo de muerte? Es aquel matrimonio que se celebra con al menos uno de los
cónyuges que tiene un peligro inminente de muerte.
Cursos de Preparación:
Art. 11: Los cursos de preparación para el matrimonio, a que se refiere el artículo anterior, tendrán como
objetivo promover la libertad y seriedad del consentimiento matrimonial que se debe brindar,
particularmente en su relación con los derechos y deberes que importa el vínculo, con el fin de contribuir a
que las personas que deseen formar una familia conozcan las responsabilidades que asumirán de la
forma más conveniente para acometer con éxito las exigencias de la vida en común.
Estos cursos podrán ser dictados por el Servicio de Registro Civil e Identificación, por entidades religiosas
con personalidad jurídica de derecho público, por instituciones de educación públicas o privadas con
reconocimiento del Estado, o por personas jurídicas sin fines de lucro cuyos estatutos comprendan la
realización de actividades de promoción y apoyo familiar.
El contenido de los cursos que no dictare el Servicio de Registro Civil e Identificación será determinado
libremente por cada institución, con tal que se ajusten a los principios y normas de la Constitución y de la
ley. Para facilitar el reconocimiento de estos cursos, tales instituciones los inscribirán, previamente, en un
Registro especial que llevará el Servicio de Registro Civil.
La formalidad es informar sobre la existencia de estos cursos de preparación para el matrimonio, por
tanto, no debemos confundir con que sea una ‘’obligación’’ para los contrayentes realizar estos cursos, ya
que esto es meramente opcional para ellos.
a. El Registro Civil;
b. Las entidades religiosas con personalidad jurídica de derecho público; y
c. Instituciones de educación públicas o privadas, reconocidas por el estado, que tengan esta finalidad
consagrada en sus estatutos.
El programa que van a impartir estas instituciones será de libre elección de las mismas, siempre y cuando
no sea contrario a la Constitución y las leyes.
Información de Testigos:
Art. 14: En el momento de presentarse o hacerse la manifestación, los interesados rendirán información
de dos testigos por lo menos, sobre el hecho de no tener impedimentos ni prohibiciones para contraer
matrimonio.
Los testigos deben informar que las personas que pretenden contraer matrimonio no tienen prohibiciones
ni impedimentos para hacerlo. Esta información se realiza al momento de la manifestación.
¿Quiénes pueden ser testigos? Puede ser cualquier persona que no esté mencionada en el artículo 16 de
la Ley de Matrimonio Civil, tal norma dispone:
Art. 16: No podrán ser testigos en las diligencias previas ni en la celebración del matrimonio:
1º Los menores de 18 años;
2º Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia;
3º Los que se hallaren actualmente privados de razón;
4º Los que hubieren sido condenados por delito que merezca pena aflictiva y los que por sentencia
ejecutoriada estuvieren inhabilitados para ser testigos, y
5º Los que no entendieren el idioma castellano o aquellos que estuvieren incapacitados para darse a
entender claramente.
No es necesario que los testigos de la manifestación sean los mismos al momento en que se contrae el
matrimonio.
B.- Formalidades Coetáneas al Matrimonio: Una vez que ya se hizo el trámite de la manifestación, con la
respectiva información de testigos, hay un plazo de 90 días para que proceda la celebración del
matrimonio. Cuando haya transcurrido el plazo sin que se haya celebrado el matrimonio, deberán
realizarse nuevamente las formalidades previas, tal como lo señala el artículo 15 de la Ley de Matrimonio
Civil.
Materialmente, el matrimonio se puede realizar ante las misma oficinas del Registro Civil o en el lugar que
señalen los mismos contrayentes, ubicado dentro del territorio jurisdiccional del oficial, que generalmente
se delimita por las comunas.
Art. 17: El matrimonio se celebrará ante el oficial del Registro Civil que intervino en la realización de las
diligencias de manifestación e información.
La celebración tendrá lugar ante dos testigos, parientes o extraños, y podrá efectuarse en el local de su
oficina o en el lugar que señalaren los futuros contrayentes, siempre que se hallare ubicado dentro de su
territorio jurisdiccional.
El matrimonio en artículo de muerte podrá celebrarse ante el Oficial del Registro Civil, sin los trámites
previos de la manifestación e información.
Debe haber dos testigos hábiles 1, quienes deben dar información respecto al acto en sí, y se deberá dar
lectura de la información de testigos, que no existan impedimentos ni prohibiciones y, además, el oficial del
Registro Civil dará la prevención de que el consentimiento sea libre y espontáneo. Acto seguido, el oficial
dará lectura al artículo 131, 133 y 134 del Código Civil 2.
Finalmente, el oficial preguntará a los contrayentes si consienten contraerse como marido o mujer, y
los declarará casados en el nombre de la ley.
Al momento de contraer matrimonio, el oficial preguntará bajo qué régimen patrimonial desean contraer
matrimonio (sociedad conyugal, separación de bienes o participación en los gananciales), y si nada dicen,
se entenderán casados en sociedad conyugal, siendo éste el régimen por defecto.
1. Acta firmada por los contrayentes, los testigos y el oficial del Registro Civil; y
2. Inscripción del matrimonio en los registros del Registro Civil.
¿Cuáles son las formalidades que seguir cuando se contrae matrimonio ante entidad religiosa? La
ley permite la celebración del matrimonio ante entidad religiosa con personalidad jurídica de derecho
público, siendo fundamental este reconocimiento estatal 3.
El matrimonio religioso deberá cumplir con el levantamiento de un acta de matrimonio, que dará cuenta de
su celebración, suscrita por los contrayentes y los testigos, dando fecha de la celebración del matrimonio.
En definitiva, el acta da cuenta de que el matrimonio se realizó efectivamente.
Los contrayentes se deberán dirigir al oficial del Registro Civil, con la finalidad de ratificar el matrimonio,
dentro del plazo de 8 días corridos, hecha personalmente por los contrayentes. La ratificación por
representación no es permitida.
1
Todos aquellos que no estén mencionados en el artículo 16 de la Ley N°19.947.
2
Estas disposiciones, a grandes rasgos, se refieren a las obligaciones mutuas y derechos entre los cónyuges. Se salta el
artículo 132 que se refiere al adulterio como infracción grave.
3
Si la entidad religiosa no tiene reconocimiento estatal, el matrimonio no tiene valor y no podrá ser ratificado por el
Registro Civil.
A.- Ratificación del Matrimonio Religioso: El plazo de 8 días es para ratificar y para practicar la
inscripción del matrimonio en los Registros, entonces, si no se ratifica, tenemos las siguientes situaciones:
→ Si no se ratifica porque después del matrimonio religioso fallece uno de los contrayentes,
existe unanimidad en la doctrina entendiendo que no hubo matrimonio para efectos civiles, con el
razonamiento de que este no fue ratificado. Entonces, la ratificación se mira como un requisito de
existencia del matrimonio religioso.
→ No se ratifica porque uno de los contrayentes no manifiesta su voluntad. Existe toda una
discusión en torno a la posibilidad de que esta negativa a manifestar la voluntad origine
responsabilidad civil.
¿Podría haber responsabilidad civil? No podría ser responsabilidad contractual ya que no hubo contrato
de matrimonio, por ende, sería responsabilidad extracontractual. Se trata de un problema que no está
resulto, pero hay dos posibilidades para enfrentarlo:
1) Una primera posibilidad sería entender que, el haber celebrado un matrimonio religioso y después
no querer ser ratificado, no generaría responsabilidad. Partimos de la base de que se trata de dos
matrimonios distintos; el celebrar un matrimonio religioso no condiciona la obligación de celebrar
un matrimonio civil.
2) No debemos olvidar una regla general que se encuentra en el Código Civil, que es el principio de que
los esponsales de matrimonio no generan una obligación civil, en los artículos 98 y 99. Entonces,
per se, no acarrearía responsabilidad civil, puesto que estamos frente a un plano de la mera
conciencia, sin relevancia jurídica, en principio.
¿Cuándo podría haber responsabilidad? Cuando hubo un engaño o creación de falsas expectativas en
torno a la celebración del matrimonio civil. El daño que se trataría de reparar es el pretium doloris,
perteneciente a la esfera patrimonial.
Por lo tanto, se entenderá que el matrimonio existe desde el momento que este ha sido ratificado ante
el oficial del Registro Civil.
Se utiliza la palabra ‘’ratificar’’, que en derecho significa hacer oponible un acto que en un principio no lo era,
por lo tanto, afectaría un acto previo en implicaría que el matrimonio ya existiría desde que hubo
matrimonio religioso, siempre y cuando se haya ratificado en el plazo de 8 días.
La ratificación debe entenderse con efecto retroactivo, es decir, produce efectos desde el acto inicial. Desde
la perspectiva civil, los contrayentes se entenderán casados desde la celebración del matrimonio religioso,
y si este no se ratifica dentro de los 8 días se entenderá que nunca hubo matrimonio.
EJEMPLO
¿Qué pasa si se compró un bien para que entrara a la sociedad conyugal cuando aún no hubo
ratificación?
Si nosotros entendiéramos que los contrayentes están casados desde la ratificación para efectos
civiles, el bien quedaría fuera de la sociedad conyugal (teniendo entendido que en el caso el bien fue
comprado después de la celebración del matrimonio).
Si entendiéramos que están casados desde que se celebró el matrimonio religioso, el bien quedaría
dentro de la sociedad conyugal.
Art. 80: Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de su
celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del mismo país,
producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se
trate de la unión entre un hombre y una mujer.
Sin embargo, podrá ser declarado nulo de conformidad a la ley chilena, el matrimonio celebrado en
país extranjero que se haya contraído en contravención a lo dispuesto en los artículos 5º, 6º y 7º de esta
ley.
Tampoco valdrá en Chile el matrimonio que se haya contraído en el extranjero sin el consentimiento libre y
espontáneo de los contrayentes.
▪ Requisitos de forma;
▪ Requisitos de fondo; y
▪ Efectos.
A.- Requisitos de Forma: Como respuesta lógica tenemos el principio latín lex locus regit actum, es decir,
el acto se rige por la ley del lugar respectivo. Por lo tanto, si el matrimonio se celebra en Chile, se seguirán
las mismas formalidades que ya han sido estudiadas, de lo contrario, regirán las formalidades o
ritualidades del país extranjero en donde se haya celebrado el matrimonio.
EJEMPLO
Si se celebró un matrimonio en China de tipo ritualista y luego los cónyuges llegan a Chile, la validez
de este matrimonio no se debería poner en duda bajo lo que plantea el artículo 80 de la ley de
matrimonio civil, ya que este artículo no daría cavidad a ambigüedades.
B.- Requisitos de Fondo: Estos son el consentimiento y la capacidad, y estos requisitos de fondo tendrían
que ser también los del país de origen, siendo una regla general. Hay dos aspecto atingentes al fondo y que
estas sujetos al cumplimiento de los requisitos chilenos:
C.- Efectos: El matrimonio va a producir los mismos efectos que el matrimonio celebrado en Chile, siempre
que sea entre un hombre y una mujer, puesto que aún en nuestra legislación el matrimonio es
esencialmente heterosexual.
EJEMPLO
En el caso de que dos homosexuales que se hayan casado en Argentina y luego vengan a Chile, este
matrimonio será susceptible de sancionarse con la inexistencia.
No podemos decir que el acto es nulo o válido, lo cual querría decir que el acto produciría sus efectos
hasta que se declare la nulidad, puesto que, en este caso, el matrimonio simplemente es inexistente y
no produciría efecto alguno.
¿Es necesario inscribir este matrimonio en Chile? Al respecto, hay dos posiciones.
Una posición dice que no es necesario inscribir el matrimonio celebrado en el extranjero en Chile,
porque el artículo 80 no lo exige, por ende, no sería necesario, como requisito, que este se inscriba para que
produzca sus efectos. Como la ley no distingue, no es lícito al intérprete distinguir.
Por otro lado hay quienes argumentan que la Ley N°4.808 de Registro Civil tiene dos disposiciones
que llevarían a una conclusión distinta.
En primer lugar, el artículo 4 establece que se deben inscribir los matrimonios celebrados fuera del país
por un chileno con un extranjero o entre dos chilenos en el Registro de la Primera Sección de la comuna de
Santiago. Para efectuar esta inscripción, cualquiera de los contrayentes remitirá, debidamente legalizados,
los antecedentes que correspondan al Ministerio de Relaciones Exteriores. Al señalar que "se inscribirán"
deberá ser de forma imperativa, es decir, estos matrimonios por obligación se tienen que inscribir.
Finalmente, según el artículo 8 habrá una sanción cuando los documentos que se debieron incluir no se
inscriben, la cual consiste en que las sentencias judiciales y los instrumentos que, en conformidad a esta ley,
deben ser inscritos en los registros, no podrán hacerse valer en juicio sin que haya precedido la inscripción
que corresponda. Esta inscripción es recomendable hacer a fin de evitar problemas en juicio y de contar
con una prueba fehaciente.
Los tribunales han dicho que tiene preferencia la ley del registro civil, siendo esta jurisprudencia dictada
con anterioridad a la publicación de la Ley N°19.947 de Matrimonio Civil. Otros opinan que el artículo 80
debería tener mayor preferencia por tratarse de una ley posterior, la cual no hace distinción alguna
(respecto a la inscripción), ni tampoco exige la inscripción.
Sobre este punto, la ley de matrimonio civil se refiere en los artículos 82 y 83. Particularmente, es el
artículo 83 el que se refiere de forma específica a la sentencia de divorcio dictada en el extranjero.
Art. 83: El divorcio estará sujeto a la ley aplicable a la relación matrimonial al momento de interponerse la
acción.
Las sentencias de divorcio y nulidad de matrimonio dictadas por tribunales extranjeros serán reconocidas
en Chile conforme a las reglas generales que establece el Código de Procedimiento Civil.
En ningún caso tendrá valor en Chile el divorcio que no haya sido declarado por resolución judicial o que de
otra manera se oponga al orden público chileno.
Tampoco se reconocerá valor a las sentencias obtenidas en fraude a la ley. Se entenderá que se ha
actuado en fraude a la ley cuando el divorcio ha sido declarado bajo una jurisdicción distinta a la chilena, a
pesar de que los cónyuges hubieren tenido domicilio en Chile durante cualquiera de los tres años
anteriores a la sentencia que se pretende ejecutar, si ambos cónyuges aceptan que su convivencia ha
cesado a lo menos ese lapso, o durante cualquiera de los cinco años anteriores a la sentencia, si discrepan
acerca del plazo de cese de la convivencia. El acuerdo o la discrepancia entre los cónyuges podrá constar
en la propia sentencia o ser alegado durante la tramitación del exequátur.
La ley aplicable en caso de divorcio es conforme a la ley del país donde se haya tramitado el divorcio, en
consecuencia, nos debemos regir por la ley extranjera, en virtud del principio lex locus regit actum (art. 83
inc. 1°).
Para hacer valer la sentencia de divorcio en Chile, debemos regirnos por el procedimiento regulado en el
Código de Procedimiento Civil para tramitar el exequátur, conforme al inciso segundo del antes citado
artículo 83 (arts. 242 y ss. Código de Procedimiento Civil).
Sin embargo, habrá ciertos casos en que la sentencia de divorcio no tendrá valor en Chile (art. 83 inc. 3° y
4°):
▪ No tendrá valor en Chile el divorcio que no haya sido declarado por resolución judicial.
El divorcio declarado en el extranjero pero que no emane de una resolución judicial no tendrá valor
alguno. En Chile se puede poner término al matrimonio en virtud de un divorcio, y este divorcio
debe ser dictado por un tribunal a través de una resolución judicial.
▪ En algo que contrarié al orden público chileno.
Tampoco tendrá valor en Chile aquello que contraríe el orden público chileno.
Nuestra actual ley de matrimonio se encargó de regular la separación de los cónyuges y al respecto
podemos decir que hay dos tipos de separación, esto es, la separación de hecho y la separación judicial,
ante lo cual la ley atiende a la forma en que se origina la separación; si emana de los hechos, como ser
acuerdo de los cónyuges o del abandono del hogar de uno de ellos, o si ha sido declarada judicialmente. A
partir del artículo 21 y siguientes se habla de los dos tipos de separación.
Respecto a la separación de hecho, se refiere a que hay ciertos mínimos, que pese a estar separados de
hecho, tienen que cumplirse.
La actual Ley de Matrimonio Civil pretende regular las situaciones de hecho que pueden dar origen a la
separación; se reconocerá a los cónyuges la facultad para, de común acuerdo, las situaciones que se
originan en el hecho de no vivir juntos tanto en su relación personal como con los hijos 4. El artículo 21 de
la Ley N°19.947 de Matrimonio Civil dispone:
Art. 21: Si los cónyuges se separaren de hecho, podrán, de común acuerdo, regular sus relaciones
mutuas, especialmente los alimentos que se deban y las materias vinculadas al régimen de bienes del
matrimonio.
En todo caso, si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular también, a lo menos, el régimen aplicable a
los alimentos, al cuidado personal y a la relación directa y regular que mantendrá con los hijos aquel de
los padres que no los tuviere bajo su cuidado. En este mismo acuerdo, los padres podrán convenir un
régimen de cuidado personal compartido.
Los acuerdos antes mencionados deberán respetar los derechos conferidos por las leyes que tengan el
carácter de irrenunciables.
Podrán regular de común acuerdo, distinguido si hay que regular entre los cónyuges, o regular aspectos
vinculados con los menores de edad, es decir, cuando existen hijos:
❖ Entre los cónyuges: Se deben regular los alimentos que se podrían deber, es decir, el derecho de
alimentos y el régimen aplicable a los bienes del matrimonio.
4
Hernán Troncoso; Derecho de Familia; Legal Publishing; pág. 67.
❖ Cuando hay hijos: Se deben regular los alimentos, el derecho de visitas y, finalmente, deben
regular el cuidado personal, lo que antiguamente se denominada la tuición, esto es, quien va a tener
a su cuidado al menor.
Las personas que han contraído matrimonio bajo el régimen actual tienen un límite respecto de cómo debe
ser probado el cese de la convivencia, y si este no puede ser probado por alguno de estos mecanismos o
instrumentos que establecen las disposiciones anteriores, por ende, estas personas no van a poder solicitar
el divorcio fundado en el cese de convivencia.
Art. 22: El acuerdo que conste por escrito en alguno de los siguientes instrumentos otorgará fecha cierta
al cese de la convivencia:
a) escritura pública, o acta extendida y protocolizada ante notario público;
b) acta extendida ante un Oficial del Registro Civil, o
c) transacción aprobada judicialmente.
No obstante lo dispuesto en el inciso anterior, si el cumplimiento del acuerdo requiriese una inscripción,
subinscripción o anotación en un registro público, se tendrá por fecha del cese de la convivencia aquélla en
que se cumpla tal formalidad.
La declaración de nulidad de una o más de las cláusulas de un acuerdo que conste por medio de alguno de
los instrumentos señalados en el inciso primero, no afectará el mérito de aquél para otorgar una fecha
cierta al cese de la convivencia.
En virtud de la disposición, podemos mencionar cuatro instrumentos que darán valor al común acuerdo:
a) Escritura pública;
b) Acta extendida y protocolizada ante notario;
c) Acta extendida ante Oficial del Registro Civil; y
d) Transacción aprobada judicialmente.
No obstante, si para el cumplimiento de estos acuerdos era necesaria una inscripción o subinscripción, la
fecha cierta viene a ser dada por la inscripción o subinscripción.
EJEMPLO
Cuando una persona ha celebrado una transacción o un acuerdo donde uno de los cónyuges se va a
quedar con una casa, la cual va a tener un usufructo a su favor, este usufructo debe ser inscrito en el
conservador de bienes raíces, a fin de que se cumpla con la tradición del derecho real de usufructo, y
se producirán efectos desde que este se constituyó.
Se va a contar como fecha cierta la de la inscripción para acreditar el cese de la convivencia.
¿Qué pasa si una cláusula adoleciera de un vicio de nulidad? Ese vicio de nulidad que podría afectar a
un contrato no afecta en nada la fecha cierta de este.
Art. 23: A falta de acuerdo, cualquiera de los cónyuges podrá solicitar que el procedimiento judicial que se
sustancie para reglar las relaciones mutuas, como los alimentos que se deban, los bienes familiares o las
materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio; o las relaciones con los hijos, como los
alimentos, el cuidado personal o la relación directa y regular que mantendrá con ellos el padre o madre
que no los tuviere bajo su cuidado, se extienda a otras materias concernientes a sus relaciones mutuas o a
sus relaciones con los hijos.
A falta de este acuerdo, cualquiera de ellos podrá solicitar la regulación judicial del artículo 23. Lo
importante de esta norma es que ello podrá pedirse en el juicio iniciado respecto de cualquiera de las
materias señaladas en el referido artículo 21 (alimentos, cuidado personal, etc.) 5.
¿Desde cuándo se da la fecha cierta del cese de convivencia? El cese de convivencia también tendría
fecha cierta a partir de la notificación de la demanda, en los casos del artículo 23.
Finalmente, existe otro caso en el que habrá fecha cierta, siguiendo el inciso segundo del artículo 25,
cuando, habiendo uno de los cónyuges expresado su voluntad de poner fin a la convivencia a través de
cualquiera de los instrumentos señalados en las letras a) y b) del artículo 22 o dejado constancia de dicha
intención ante el Tribunal de Familia correspondiente, se notifique al otro cónyuge. En estos casos se trata
de una gestión voluntaria a la que se podrá comparecer personalmente, debiendo la notificación
practicarse según las reglas generales 6.
¿Quiénes tienen esta limitación probatoria? La limitación probatoria es que solamente pueden acreditar
el cese de la convivencia conforme a los mecanismos del artículo 22, 23 y 25, y la tienen aquellas personas
que hayan contraído matrimonio durante la entrada en vigencia de la actual Ley N°19.947 de Matrimonio
Civil, mientras que todos los matrimonios celebrados antes de la entrada en vigencia de esta ley, es decir,
con la antigua ley, podrán acreditar el cese de la convivencia de cualquier manera que represente prueba
5
René Ramos Pazos; Derecho de Familia, Tomo I; Editorial Jurídica; página 70.
6
René Ramos Pazos; ob. Cit.; página 72.
suficiente para acreditar que hubo el cese de la convivencia 7. De esta forma, quienes se casaron con
anterioridad a la entrada en vigencia de la actual ley podría acreditar el cese de la convivencia con una
constancia policial, certificado de residencia, testigos, etc.
Finalmente, en las disposiciones transitorias de la Ley N°19.947 encontramos que el legislador ha excluido
de todos los casos la posibilidad de que la sola confesión de los cónyuges sea suficiente para acreditar el
cese de convivencia.
Hasta la dictación de la actual Ley de Matrimonio Civil existía el llamado divorcio no vincular, establecido en
los artículos 19 y siguientes de la antigua ley de 1884, cuyos efectos se encontraban en los Código Civil. Lo
que la antigua ley llamaba divorcio no era más que la simple separación de cuerpos, ya que en virtud de ese
cuerpo legal el divorcio no disolvía el matrimonio sino que suspendía la vida en común de los cónyuges, la
cual podía ser temporal o perpetua, según la gravedad de la causal que motivaba el divorcio 8.
La Ley N°19.947 suprimió el divorcio no vincular y lo sustituye por la separación judicial de los
cónyuges.
La separación judicial de los cónyuges, en palabras del profesor Hernán Troncoso, se trata de aquella
situación en que en virtud de una sentencia judicial cesa la vida en común de los cónyuges
subsistiendo el vínculo matrimonial. Esta situación produce los siguientes efectos:
a) Los cónyuges separados judicialmente pueden celebrar un contrato de matrimonio entre ellos;
b) Existe un cambio de régimen, de este modo, si el régimen inicial era de participación en los
gananciales o sociedad conyugal pasará a separación total de bienes;
c) Se pone término a los deberes que emanan del matrimonio; y
d) Hay privación de los derecho sucesorios.
Viendo el análisis de la separación judicial de los cónyuges, debemos distinguirlo de la separación judicial
de bienes.
En la separación judicial de los cónyuges las personas se someten a un régimen intermedio, y uno
de sus efectos es que los cónyuges separados judicialmente no quedan impedidos de celebrar un
contrato de compraventa entre ellos.
La separación judicial de bienes es la solicitud que hace la mujer que está casada en sociedad
conyugal, produciéndose el efecto de que el marido pierde la administración de los bienes, pasando
ahora a la separación de bienes por una causa imputable al marido, ya sea porque este hace una
mala administración de ellos. La idea de la separación judicial de bienes es mantener todos los
efectos del matrimonio, y esta no habilita para que los cónyuges puedan celebrar un contrato de
compraventa.
7
Recordemos: nos referimos a todos los matrimonios celebrados antes del 18 de noviembre de 2004.
8
Hernán Troncoso; ob. Cit.; página 66.
¿Cómo se puede solicitar la separación judicial de los cónyuges? La solicitud debe fundarse en una
causal imputable a los cónyuges o en el cese de convivencia.
La separación judicial tiene dos causales para que tenga lugar, contenidas en los artículos 26 y 27 de la Ley
N°19.947. El artículo 26 dice relación con una falta imputable a uno de los cónyuges, mientras que el 27 se
sustenta en la idea del cese de la convivencia.
El artículo 26 dispone:
Art. 26: La separación judicial podrá ser demandada por uno de los cónyuges si mediare falta imputable al
otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el
matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común.
No podrá invocarse el adulterio cuando exista previa separación de hecho consentida por ambos
cónyuges.
En los casos a que se refiere este artículo, la acción para pedir la separación corresponde únicamente al
cónyuge que no haya dado lugar a la causal.
Por otro lado, el cese de convivencia se encuentra en el artículo 27. Tal norma dispone:
Art. 27: Sin perjuicio de lo anterior, cualquiera de los cónyuges podrá solicitar al tribunal que declare la
separación, cuando hubiere cesado la convivencia.
Si la solicitud fuere conjunta, los cónyuges deberán acompañar un acuerdo que regule en forma completa
y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos.
El acuerdo será completo si regula todas y cada una de las materias indicadas en el artículo 21. Se
entenderá que es suficiente si resguarda el interés superior de los hijos, procura aminorar el menoscabo
económico que pudo causar la ruptura y establece relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los
cónyuges cuya separación se solicita.
Si ha cesado la convivencia entre los cónyuges, habrá separación judicial, pudiendo incluso dar lugar a una
solicitud conjunta, regulando ciertas materias de común acuerdo.
La separación judicial produce ciertos efectos; los cónyuges ya no tienen los deberes relacionados con la
fidelidad o la cohabitación. Sin embargo, hay ciertos puntos que han generado discusión:
→ Si revisamos las causales de separación judicial y las causales de divorcio, ellas son coincidentes.
→ El artículo 54 establece el divorcio imputable, llamado divorcio sanción, mientras que el artículo 55
establece el divorcio remedio, que soluciona el cese de la convivencia. Si analizamos estas normas,
especialmente el artículo 54 en paralelo al 26, ellas son exactamente iguales.
→ Sin embargo, tenemos una diferencia, puesto que quien demanda la separación judicial por falta
imputable no pondrá término al vínculo matrimonial, caso contrario que ocurre con la demanda de
divorcio, cuya sentencia ejecutoriada pone término al vínculo.
Parte de la doctrina, encabezada por Hernán Corral, sostuvo que si uno de los cónyuges o ambos han
solicitado la separación judicial, después quedarían inhabilitados para solicitar el divorcio, puesto que, al
tener ambas las mismas causales, no se pueden pedir ambos. El fundamento de esta posición es la teoría del
acto propio, la que tiene origen en los glosadores canónicos y se sustenta en la idea de que a nadie le es
lícito ir contra sus actos propios, cuando con ello se perjudica a un tercero, por tanto, esta teoría exige:
Entonces, según Corral, en esta situación la persona iría contra un propio acto, por tanto, al elegir un
régimen ya no podría optar por el otro.
Sobre este punto, la doctrina mayoritaria, encabezada por el autor Ramos Pazos, no está de acuerdo con la
tesis de Corral, y establece que la separación judicial y el divorcio son instituciones diferentes, de tal
suerte que lo que se resuelva respecto de la primera no puede inhabilitar a los cónyuges para
interponer una demanda de divorcio 9.
En el Derecho de Familia priman principios distintos a los que rigen el Derecho Patrimonial, tal es el caso
del divorcio, de naturaleza irrenunciable, o la distinta naturaleza entre el divorcio y la separación judicial,
perfectamente compatibles entre sí.
El artículo 42 de la Ley de Matrimonio Civil nos da las luces, disponiendo de la siguiente forma:
9
Ramos Pazos; ob. cit.; página 73
cuando haya adquirido el carácter de firme y ejecutoriada, en los términos del artículo 174 del Código de
Procedimiento Civil.
Respecto a la muerte natural, poco hay que decir, salvo recordar que de acuerdo a la propia definición de
matrimonio que da el artículo 102 del Código Civil, los contrayentes se unen actual e indisolublemente y
por toda la vida, con lo que queda claramente establecido que el fallecimiento de uno de los cónyuges pone
término al matrimonio 10.
Cuando hay muerte presunta, se debe determinar el día presuntivo de la muerte, que puede variar según la
situación que dio origen a la presunta muerte.
También es menester tener en cuenta que, con el transcurso de los plazos, el matrimonio ha terminado, no
siendo necesaria una sentencia judicial que declare terminado el matrimonio, por ello se plantea que,
cumplidos estos requisitos, el cónyuge sobreviviente podrá solicitar una subinscripción para dejar
constancia del transcurso necesario de los plazos para poner término al matrimonio precedente.
Art. 43: El matrimonio termina por la muerte presunta de uno de los cónyuges, cuando hayan transcurrido
diez años desde la fecha de las últimas noticias, fijada en la sentencia que declara la presunción de
muerte.
El matrimonio también se termina si, cumplidos cinco años desde la fecha de las últimas noticias, se
probare que han transcurrido setenta años desde el nacimiento del desaparecido. El mismo plazo de cinco
años desde la fecha de las últimas noticias se aplicará cuando la presunción de muerte se haya declarado
en virtud del número 7 del artículo 81 del Código Civil.
En el caso de los números 8 y 9 del artículo 81 del Código Civil, el matrimonio se termina transcurrido un
año desde el día presuntivo de la muerte.
El posterior matrimonio que haya contraído el cónyuge del desaparecido con un tercero conservará su
validez aun cuando llegare a probarse que el desaparecido murió realmente después de la fecha en que
dicho matrimonio se contrajo.
La regla general es que se dará por terminado el matrimonio cuando hayan transcurrido 10 años desde las
últimas noticias. El día desde donde se debe contar este plazo dependerá de la situación que haya dado
origen a la muerte presunta:
▪ Si el cónyuge ha desaparecido por cualquier circunstancia, se debe estimar una fecha de su muerte
presuntiva;
10
Ramos Pazos; ob. cit.; página 78.
1) El plazo bajará a 5 años cuando la persona desaparecida tenga mas de 70 años de edad;
2) En caso de una herida grave, de guerra u otro peligro semejante, el plazo también bajará a 5 años; y
3) En caso de accidentes en naves o aeronaves, de sismos o catástrofes similares, el plazo es de solo 1
año contado desde el día presuntivo de la muerte 11.
El inciso final del artículo 43 presenta bastante interés, puesto que busca regular un problema que
consistía en que una persona presuntamente muerta, que estaba casada, aparece viva, y el otro cónyuge
contrajo matrimonio durante ese lapso, generado duplicidad de matrimonio.
➢ Si el desaparecido murió realmente después de la fecha de celebración del nuevo matrimonio, este
último será igualmente válido.
➢ Por otro lado, si el cónyuge presuntamente muerto aparece vivo, no se puede aplicar la regla
anterior, por tanto, esta situación invalidaría el segundo matrimonio.
Debemos entender a la nulidad del matrimonio como técnica, puesto que para invocarla deben darse los
requisitos que la ley haya señalado taxativamente, siendo menester distinguir con lo que pasaba
antiguamente con la nulidad, en relación con la incompetencia del oficial del registro civil.
Partiendo de esta base, la nulidad del matrimonio se diferencia de la nulidad estudiada en el Derecho
Patrimonial, consagrada en los artículos 1682 y siguientes del Código Civil. Pero antes de analizar esta
diferencia, debemos dejar en claro las semejanzas entre ambas nulidades:
Ahora, existen diferencias muy marcadas entre la nulidad del matrimonio y la nulidad patrimonial, las
cuales permiten hacer un paralelo entre ambas.
En primer lugar, la nulidad patrimonial tiene causales genéricas, sustentadas en conceptos amplios y
generales, tales como la falta de causa lícita o de objeto lícito, mientras que la nulidad del matrimonio
tiene causales taxativas consagradas en los artículos 44 y 45 de la Ley de Matrimonio Civil.
11
Este día corresponderá a la fecha exacta en la que aconteció la catástrofe, como fue mencionado en párrafos anteriores.
En tercer lugar, en la nulidad patrimonial existen plazos para invocarla, que varían si estamos frente a
una nulidad absoluta o relativa, en cambio, la nulidad del matrimonio es imprescriptible, pudiendo ser
invocada en todo momento, por regla general.
En cuarto lugar, en relación al principio de nadie puede aprovecharse de su propio dolo o su propia
culpa, la nulidad patrimonial descansa sobre este principio, por consagración del artículo 1683 del
Código Civil, lo cual no aplica para la nulidad del matrimonio, en razón de proteger el carácter de
institución de orden público que ostenta el matrimonio y de buscar que todo acto matrimonial esté
unificado, no permitiendo la existencia de matrimonios que adolezcan de vicios 13.
Art. 44: El matrimonio sólo podrá ser declarado nulo por alguna de las siguientes causales, que deben
haber existido al tiempo de su celebración:
a) Cuando uno de los contrayentes tuviere alguna de las incapacidades señaladas en el artículo 5, 6 o 7 de
esta ley, y
b) Cuando el consentimiento no hubiere sido libre y espontáneo en los términos expresados en el
artículo 8.
Art. 45: Es nulo el matrimonio que no se celebre ante el número de testigos hábiles determinados en el
artículo 17.
12
El único autor en Chile que hizo esta distinción fue Luis Claro Solar, postura que fue abandonada en doctrinas posteriores.
13
El caso mas emblemático para aceptar este principio es el del bígamo, quien sabe que se está casando dos veces; el
bígamo, pese a saber que se está casando dos veces, puede pedir la nulidad del segundo matrimonio, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que puede ejercerse en su contra.
Con todo, existe titularidad de esta acción, donde la regla general es encontrada en el artículo 46 de la Ley
de Matrimonio Civil:
Art. 46: La titularidad de la acción de nulidad del matrimonio corresponde a cualesquiera de los presuntos
cónyuges, salvo las siguientes excepciones:
a) La nulidad fundada en el número 3º del artículo 5º podrá ser demandada por cualquiera de los
cónyuges o por alguno de sus ascendientes, pero alcanzados los dieciséis años por parte de ambos
contrayentes, la acción se radicará únicamente en el o los que contrajeron sin tener esa edad;
b) La acción de nulidad fundada en alguno de los vicios previstos en el artículo 8º corresponde
exclusivamente al cónyuge que ha sufrido el error o la fuerza;
c) En los casos de matrimonio celebrado en artículo de muerte, la acción también corresponde a los
demás herederos del cónyuge difunto;
d) La acción de nulidad fundada en la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto corresponde,
también, al cónyuge anterior o a sus herederos, y
e) La declaración de nulidad fundada en alguna de las causales contempladas en los artículos 6º y 7º
podrá ser solicitada, además, por cualquier persona, en el interés de la moral o de la ley.
El cónyuge menor de edad y el interdicto por disipación son hábiles para ejercer por sí mismos la acción de
nulidad, sin perjuicio de su derecho a actuar por intermedio de representantes.
Una situación bastante especial es la que señala el inciso final del artículo 46, en virtud del cual el cónyuge
menor de edad y el interdicto disipador pueden ejercer la acción sin necesidad de que su representante
legal intervenga, teniendo la capacidad para actuar por sí solos para estos fines, pese a ser, generalmente,
incapaces relativos ante la ley.
¿Cuál es el plazo para ejercer la acción de nulidad? Pese a que, en principio, la acción de nulidad del
matrimonio es imprescriptible, existen excepciones, según las cuales la acción de nulidad debe ser
interpuesta dentro de cierto término. Estos plazos se encuentran en el artículo 48 de la Ley N°19.947, y tal
norma dispone en los siguientes términos:
Art. 48: La acción de nulidad de matrimonio no prescribe por tiempo, salvo las siguientes excepciones:
a) Tratándose de la nulidad fundada en la causal establecida en el número 3º del artículo 5º, la acción
prescribirá en un año, contado desde la fecha en que el cónyuge inhábil para contraer matrimonio hubiere
adquirido la mayoría de edad;
b) En los casos previstos en el artículo 8º, la acción de nulidad prescribe en el término de tres años,
contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el vicio de error o fuerza;
c) Cuando se tratare de un matrimonio celebrado en artículo de muerte, la acción de nulidad prescribirá en
un año, contado desde la fecha del fallecimiento del cónyuge enfermo;
d) Cuando la causal invocada sea la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto, la acción podrá
intentarse dentro del año siguiente al fallecimiento de uno de los cónyuges, y
e) Cuando la acción de nulidad se fundare en la falta de testigos hábiles, prescribirá en un año, contado
desde la celebración del matrimonio.
1. Cuando alguno de los cónyuges ha contraído matrimonio sin haber cumplido los 16 años, se podrá
solicitar la nulidad hasta 1 años después de enterar la mayoría de edad, es decir, hasta que cumpla
19 años.
Los efectos de la nulidad del matrimonio son encontrados en el artículo 50, como regla básica.
Art. 50: La nulidad produce sus efectos desde la fecha en que queda ejecutoriada la sentencia que la
declara, retrotrayéndose las partes al estado en que se encontraban al momento de contraer el vínculo
matrimonial, sin perjuicio de lo dispuesto en el presente artículo y en los dos artículos siguientes.
La sentencia ejecutoriada en que se declare la nulidad de matrimonio deberá subinscribirse al margen de
la respectiva inscripción matrimonial y no será oponible a terceros sino desde que esta subinscripción se
verifique.
Entonces, a la luz de lo que consagra la ley, debemos distinguir dos perspectivas para analizar los efectos de
la nulidad:
La declaración de nulidad producirá efectos desde que la sentencia judicial que la decreta ha quedado firme
y ejecutoriada en los términos del artículo 174 del Código de Procedimiento Civil, fecha desde la cual se
tendrá por disuelto el vínculo matrimonial.
Como efecto típico de cualquier nulidad, la sentencia judicial retrotraerá a las partes al estado anterior a la
celebración del matrimonio.
Para que esta declaración judicial de nulidad sea oponible a terceros, esta debe ser subinscrito
marginalmente a la inscripción del matrimonio que será encontrada en el Registro Civil respectivo, acto en
virtud del cual la nulidad matrimonial será pública y puesta en conocimiento del Registro Civil, para efectos
de que los presuntos cónyuges puedan celebrar un nuevo matrimonio.
5.4.3.- Consecuencias.
a) Las partes vuelven al estado anterior, como si el matrimonio nunca hubiese existido.
b) Se entenderá que nunca hubo parentesco por afinidad entre las familias de los cónyuges.
c) No existirá derechos hereditarios.
d) Se extinguen las capitulaciones matrimoniales.
e) La mujer perderá todo crédito o privilegio de cuarta clase contra el marido.
f) Los hijos perderán su carácter de filiación matrimonial.
g) La sociedad conyugal se tendrá como si nunca hubiese existido.
Estas dos últimas consecuencias generarían un grave problema si las entendiéramos propiamente tales o
literalmente. Hasta el 26 de octubre del año 1999 se distinguía entre los hijos de filiación legítima, natural e
ilegítima, y los primeros recibían una mayor cantidad de derechos hereditarios, situación que el día de hoy
ha sido eliminada. Por otro lado, desde la perspectiva de la sociedad conyugal, se genera una problemática
compleja con los bienes adquiridos en ese régimen.
Estas dos problemáticas dieron origen a una nueva institución que tiene por objeto solucionar los
negativos efectos que tendría la nulidad matrimonial, tal institución es la que conocemos como
matrimonio putativo.
En Derecho, el término putativo significa ‘’aparente’’, por tanto, hablamos de un matrimonio que aparenta
ser válido, pero que no cumple con todos los requisitos de validez.
Esta institución encuentra sus bases en la llamada teoría de las apariencias, la cual consiste en la protección
a situaciones jurídicas, en principio irregulares, por razones de reconocimiento social, ante lo cual se
considerarán como válidas y eficaces, puesto que, al dejar sin efecto estas situaciones, se generarían
gravísimas consecuencias. Esta teoría ha estado presente en nuestro Derecho Civil desde varias décadas, tal
es el caso del pago hecho al poseedor de buena fe, consagrado en el artículo 1556 del Código Civil, fundado
en la circunstancia de que ese poseedor tiene un título que le otorga el derecho a recibir el pago del crédito,
sin ser dueño o acreedor del mismo, siendo el pago totalmente válido y apto para extinguir la obligación;
también podemos mencionar el caso de mandato extinguido con apariencia de estar vigente, del artículo
2173, donde el tercero de buena fe que contrató con el mandatario estará facultado para requerir al
mandante todas las prestaciones y obligaciones que emanan del negocio, como si el mandato estuviera
vigente; en materia de posesión, con los títulos injustos, el artículo 704 N°4 faculta al heredero putativo a
adquirir por prescripción adquisitiva ordinaria o extraordinaria, como si se tratare de un título justo.
El matrimonio putativo tiene origen en el Derecho Canónico, con el fin de proteger a los hijos y que no
pierdan su filiación, en ese entonces, legítima, y que no caigan en situación claramente desventajosa y de
desamparo. Hoy en día, el foco de análisis que le da valor al matrimonio putativo dice relación con el
problema que genera la declaración de nulidad respecto de la sociedad conyugal.
Art. 51: El matrimonio nulo que ha sido celebrado o ratificado ante el oficial del Registro Civil produce los
mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa de error, lo
contrajo, pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por parte de ambos cónyuges.
Si sólo uno de los cónyuges contrajo matrimonio de buena fe, éste podrá optar entre reclamar la
disolución y liquidación del régimen de bienes que hubieren tenido hasta ese momento, o someterse a las
reglas generales de la comunidad.
Las donaciones o promesas que por causa de matrimonio se hayan hecho por el otro cónyuge al que casó
de buena fe, subsistirán no obstante la declaración de la nulidad del matrimonio.
Con todo, la nulidad no afectará la filiación ya determinada de los hijos, aunque no haya habido buena fe ni
justa causa de error por parte de ninguno de los cónyuges.
Art. 52: Se presume que los cónyuges han contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de error,
salvo que en el juicio de nulidad se probare lo contrario y así se declare en la sentencia.
Con lo que expresa el legislador, podemos definir al matrimonio putativo como aquel matrimonio que
adolece de un vicio de nulidad pero que, cumpliendo con los requisitos legales, produce los mismos
efectos que un matrimonio válidamente celebrado.
Para que un matrimonio sea considerado como putativo deben cumplirse los siguientes requisitos exigidos
por la ley:
1. Que se trate de un matrimonio que adolece de un vicio de nulidad, excluyendo los vicios de
inexistencia;
2. Que el matrimonio haya sido celebrado ante Oficial de Registro Civil o ratificado ante él;
3. Que exista buena fe por parte de, al menos, uno de los contrayentes; y
4. Que exista justa causa de error de, al menos, uno de los contrayentes.
¿A qué se refiere la ley al usar la expresión justa causa de error? Se refiere a que existen motivos,
atendiendo a la circunstancia, que hacían plausible pensar que habría una situación regular, es decir, un
error excusable. También es menester precisar que es plenamente aplicable al error de hecho, mientras
que con el error de derecho surge la discusión:
→ Autores como Manuel Somarriva establecen que el error de derecho podría ser amparado por el
matrimonio putativo, puesto que la ley no distingue entre ambos tipos de error. También
argumenta en base a la importancia de esta institución, haciendo viable la posibilidad de invocarla
incluso frente a un error de derecho.
→ Por otro lado, autores como René Ramos Pazos cuestionan la posibilidad de admitir el error de
derecho
¿A qué se refiere la ley cuando habla de buena fe de los cónyuges? Se refiere a la convicción de estar
celebrando un matrimonio válido, es decir, el contrayente cree que está en una situación regular, por ello es
que decimos que la buena fe, a fin de cuentas, se sustenta en un error. Sobre este punto, el problema mayor
surgirá cuando exista un juicio, a fin de determinar cual de los cónyuges está de buena o mala fe.
▪ Si quien estaba de buena fe es el que ejerce la acción, desde el momento que acude al Tribunal se
entenderá que su buena fe ya no existe.
▪ En el caso del demandado, el criterio es distinto, aplicando por analogía la regla del artículo 907 14;
la buena fe del demandado se terminará cuando haya contestado la demanda.
Cuando hablamos de los efectos del matrimonio putativo nos referimos a que este producirá los mismos
efectos de un matrimonio válido. La interrogante dice relación con el tiempo durante el cual
producirá estos efectos, cuya respuesta será mientras se hayan dado los requisitos del matrimonio
putativo, es decir, una vez han desaparecido los cuatro requisitos, el matrimonio putativo no podrá seguir
produciendo los mismo efectos que el matrimonio válido.
A fin de analizar los efectos del matrimonio putativo, debemos remitirnos a los artículos 51 y 52 de la Ley
de Matrimonio Civil antes citados, según los cuales podemos distinguir los efectos del matrimonio putativo
respecto de los hijos y respecto de los cónyuges.
A.- Respecto de los Hijos: El origen histórico del matrimonio putativo fue la protección a los hijos, puesto
que los hijos nacidos en un matrimonio nulo podían perder su filiación legítima. Sin embargo, hoy en día,
los hijos no perderán la filiación ya determinada mientras se cumplan solo dos de los cuatro requisitos (que
el matrimonio adolezca de vicio de nulidad y que haya sido celebrado o ratificado ante Oficial del Registro
Civil). Tampoco sufrirán una desventaja o menoscabo en el ámbito patrimonial hereditario.
B.- Respecto de los Cónyuges: Entre los cónyuges, el matrimonio putativo tiene gran interés para fines
patrimoniales; cuando las personas contraen matrimonio, eligen un régimen patrimonial, debiendo
distinguir:
14
El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos percibidos antes de la contestación de la demanda.
En el evento de existir un matrimonio simplemente nulo, este se liquidaría como cualquier acto nulo,
dejando a las partes como si nunca hubiera existido el matrimonio.
6.- EL DIVORCIO
La ley no se encarga de definir lo que debemos entender por divorcio, por tanto, la doctrina es la encargada
de definirlo en lo términos de ser una causal de terminación del matrimonio, jurídicamente válido, por
sentencia judicial, a solicitud de uno o de ambos cónyuges, mientras se cumplan los demás requisitos
legales.
▪ El divorcio es una causal de terminación del matrimonio válido, es decir, se debe haber
cumplido con los requisitos de validez de ese matrimonio para que sea viable solicitar el divorcio.
▪ El divorcio es una causal que tiene lugar en virtud de una sentencia judicial, y produce sus
efectos cuando esta sentencia tiene el carácter de firme, es decir, lo que pone fin al matrimonio es
una sentencia firme dictada por el tribunal.
▪ El divorcio es a solicitud de uno o de ambos cónyuges, es decir, los cónyuges realizan una
petición, pero su voluntad no es suficiente para ponerle término al matrimonio.
▪ En el divorcio debe darse cumplimiento a distintos requisitos legales, lo cual obedece a la
existencia de dos tipos de divorcio, tales son el divorcio por culpa y el divorcio remedio, por tanto,
debemos tomar el análisis de ambos tipos de divorcio.
El divorcio por culpa está concebido como una pena para el cónyuge culpable de una conducta que lesiona
gravemente la vida familiar. Las causales y requisitos de procedencia del divorcio por culpa se encuentran
en el artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil:
Art. 54: El divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por falta imputable al otro, siempre
que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio, o de los
deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común.
Se incurre en dicha causal, entre otros casos, cuando ocurre cualquiera de los siguientes hechos:
1º.- Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del cónyuge
o de alguno de los hijos;
2º.- Trasgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad propios del
matrimonio. El abandono continuo o reiterado del hogar común, es una forma de trasgresión grave de los
deberes del matrimonio;
3º.- Condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples delitos contra el orden de
las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas, previstos en el Libro II, Títulos VII y VIII, del
Código Penal, que involucre una grave ruptura de la armonía conyugal;
4º.- Conducta homosexual;
5º.- Alcoholismo o drogadicción que constituya un impedimento grave para la convivencia armoniosa
entre los cónyuges o entre éstos y los hijos, y
6º.- Tentativa para prostituir al otro cónyuge o a los hijos.
Son tres los requisitos de procedencia del divorcio por culpa, a la luz de lo que expresa el artículo 54
en su primer inciso:
Si el demandante logra acreditar que se encuentra en alguna de las situaciones mencionadas en el artículo
54, se entiende o se presumen que estas situaciones cumplen con los requisitos mencionados
anteriormente. Se trata de una enumeración que no es taxativa, porque la misma disposición usa el término
"entre otros casos".
1° Atentados contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del
cónyuge o a alguno de los hijos.
El numeral primero comprende atentados contra la vida del otro cónyuge o respecto de los hijos, y malos
tratamientos graves contra la integridad física o psíquica del cónyuge. Un solo tratamiento grave no
implicaría la causal porque se habla de malos tratamientos graves, es decir, tienen que ser dos o más, Sin
embargo, la opinión mayoritaria de la doctrina señala que se trata de un problema de mala técnica
legislativa, es decir, la gravedad del hecho podría significar un solo atentado en la medida que sea grave
para que cumpla todos los requisitos mencionados.
2° Transgresión grave y retirada de los deberes de convivencia socorro y fidelidad propios del
matrimonio.
3° Condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples delitos contra el orden
de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas, previstos en el Libro II, Títulos VII
y VIII, del Código Penal, que involucre una grave ruptura de la armonía conyugal.
4° Conducta Homosexual.
¿Dónde estaría el límite entre la inclinación y la conducta homosexual? Estaría dado por un vínculo o grado
de cercanía con una persona del mismo sexo, no siendo suficiente la pura inclinación.
¿Qué pasa con el caso del ludópata? ¿Podría estar en esta categoría? La respuesta es negativa, y sería por
dos razones:
a) Porque tanto el alcohol como las drogas implican el consumo de sustancias, mientras que el
ludópata, implica un tema de impulsos, es decir, este no necesita ingerir nada; y
b) El caso del ludópata estaría en el número 2 del artículo 54, es decir la persona incurre en faltas y no
podría proveer de medios al otro cónyuge y/o a sus hijos.
Finalmente, debe tenerse presente que cuando se demanda el divorcio invocando causales (del artículo 54)
no se aplica la exigencia de que debe haber un plazo de cese de la convivencia matrimonial. Ella solo está
contemplada para el caso en que el divorcio se pide en conformidad al artículo 55 15.
15
Hernán Troncoso; ob. cit.; página 104-105.
El divorcio remedio puede ser solicitado de común acuerdo o unilateralmente. El artículo 55 de la Ley
N°19.947 da los requisitos necesarios para esta solicitud, en sus incisos segundo y tercero.
Art. 55: Sin perjuicio de lo anterior, el divorcio será decretado por el juez si ambos cónyuges lo solicitan de
común acuerdo y acreditan que ha cesado su convivencia durante un lapso mayor de un año.
En este caso, los cónyuges deberán acompañar un acuerdo que, ajustándose a la ley, regule en forma
completa y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos. El acuerdo será completo si regula
todas y cada una de las materias indicadas en el artículo 21. Se entenderá que es suficiente si resguarda el
interés superior de los hijos, procura aminorar el menoscabo económico que pudo causar la ruptura y
establece relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuyo divorcio se solicita.
Habrá lugar también al divorcio cuando se verifique un cese efectivo de la convivencia conyugal durante el
transcurso de, a lo menos, tres años, salvo que, a solicitud de la parte demandada, el juez verifique que el
demandante, durante el cese de la convivencia, no ha dado cumplimiento, reiterado, a su obligación de
alimentos respecto del cónyuge demandado y de los hijos comunes, pudiendo hacerlo.
En todo caso, se entenderá que el cese de la convivencia no se ha producido con anterioridad a las fechas
a que se refieren los artículos 22 y 25, según corresponda.
La reanudación de la vida en común de los cónyuges, con ánimo de permanencia, interrumpe el cómputo
de los plazos a que se refiere este artículo.
Consagrado en los incisos primero y segundo del artículo 55. Cuando ambos cónyuges lo piden de común
acuerdo, acreditando que ha cesado la convivencia entre ellos durante un lapso mayor de un año y
acompañen un acuerdo regulatorio (completo y suficiente en los términos definidos en el artículo 21) de
sus relaciones mutuas y para con los hijos, que resguarde el interés superior de los hijos, procurando
aminorar el menoscabo económico que pudo causar la ruptura y establezca relaciones equitativas, hacia el
futuro, entre los cónyuges cuyo divorcio se solicita 16.
El cese de convivencia deberá ser acreditado, en conformidad a los artículos 22 y 25, cuando el matrimonio
se haya celebrado desde el 18 de noviembre de 2004 en adelante, en cambio, con los matrimonios
celebrados con anterioridad a esa fecha, el cese de convivencia podrá ser acreditado de cualquier forma.
¿Qué se entiende por acuerdo completo y suficiente? Para responder a esta interrogante debemos
remitirnos al artículo 21 de la Ley N°19.947, puesto que esta disposición da a entender cuando el acuerdo
16
Ramón Ramos Pazos; ob. cit.; página 108.
será completo. Es menester distinguir entre los cónyuges y los hijos; entre los cónyuges y los hijos se regula
todo lo que es respecto de los alimentos en cuanto pudieren; y entre el régimen de bienes, puesto que el
divorcio pone término a cualquier régimen patrimonial que hubiese existido 17.
Si hubo hijos, para que el acuerdo sea completo, deben regularse tres materias esenciales:
1) El derecho de alimentos,
2) La relación directa y regular (conocido como derecho de visitas), y
3) El cuidado personal de los hijos, antes conocido como tuición.
Lo que se entiende por suficiente consiste en procurar el interés superior de los hijos, aminorar el
menoscabo económico y establecer relaciones equitativas.
→ En un documento aparte.
En una notaría se suscribe un documento de estas características y se presenta ante el tribunal
como acuerdo.
→ En un otrosí dentro de la demanda de divorcio.
La demanda, técnicamente, es presentada por ambos cónyuges, pero por el principio de
bilateralidad de la audiencia, cada parte debe designar el patrocinio de un abogado, por ello, en la
tramitación de esta solicitud ambos deben llevar defensa letrada.
En la práctica, es el divorcio más común, cuyos requisitos se encuentran en el antes citado artículo 55 inciso
tercero:
1° En cuanto a la exigencia del cese efectivo de la convivencia, la ley utiliza el adjetivo efectivo para
referirse al cese de la convivencia, a diferencia de los incisos anteriores. La doctrina y la jurisprudencia han
entendido que este término tiene poca o nula relevancia para diferenciarse del cese de la convivencia
exigido en el divorcio de común acuerdo.
17
Se van a presumir como bienes sociales aquellos adquiridos en el tiempo intermedio entre la disolución del matrimonio y
la liquidación de la sociedad conyugal (art. 1739 inc. final).
18
María Soledad Quintana Villar; Aplicación Jurisprudencial de las Nuevas Causales de Terminación del Matrimonio; Revista
de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso XXXI; año 2008; página 268.
¿Es necesario que, para pedir este divorcio, las personas estén viviendo separadamente con
domicilios distintos? Esta interrogante viene desde el Derecho Canónico, en lo llamado corpus
separationis y el animus separationis, aquél, consistente en la separación física de los cónyuges, y este,
siendo el no reconocerse como marido y mujer. Entonces, la problemática surge cuando se trata de
determinar si es necesario que concurran ambos o solo uno.
La jurisprudencia y doctrina nacionales se inclinan para aceptar que solo basta el animus
separationis; las personas pueden seguir viviendo juntos por razones extrañas a la relación matrimonial,
por tanto, no sería estrictamente necesaria la separación corporal y se podría presentar una demanda con
solicitud unilateral, en que ambas partes, demandante y demandado, se encuentren domiciliados en el
mismo lugar.
Finalmente, la ley exige un cese de la convivencia que dure por un lapso temporal de, a lo menos, tres años.
2° En cuanto al cumplimiento del pago de alimentos, es el aspecto mas relevante en este punto, puesto
que se trata de evitar un aprovechamiento por parte del demandante. Sin embargo, no se exige que el
demandante deba acreditar el pago de los alimentos, sino que debe ser opuesto como excepción perentoria
por parte del demandado.
Será una acción de fondo eficaz siempre que, debiendo cumplir con su deber de alimentos, haya podido
hacerlo, es decir, podría defenderse argumentando que carecía de los medios para cumplir con su deber de
alimentos.
Tratándose de alimentarios menores de edad, se presume que el alimentante tiene los medios para otorgar
los alimentos, entonces, se invierte la carga de la prueba, debiendo el alimentante acreditar que no tiene los
medios para pagar los alimentos. Es posible que se plantee un problema en sede procesal; como se
presume que el alimentante tenia los medios para pagar, la carga probatoria volverá a él, probar que no
tenía los medios suficientes.
Otro problema en sede procesal que puede darse consiste en que, una vez opuesta la excepción y esta es
acogida, se deberá cumplir nuevamente el plazo para solicitar el divorcio, puesto que la resolución que
rechaza el divorcio no causaría cosa juzgada material, por tanto, implica que se debe cumplir nuevamente
el divorcio con todos sus requisitos.
Es menester dejar en claro que si quien adeuda los alimentos los paga, esto no dejará sin efecto la
excepción, de lo contrario, resultaría fácil burlar la ley, por tanto, en tal caso igualmente se deberá rechazar
la demanda de divorcio.
Estas características las encontramos en los artículos 56 y siguientes de la Ley N°19.947, las cuales son las
siguientes:
a) La titularidad de la acción les pertenece exclusivamente a los cónyuges, a excepción del divorcio por
culpa, donde el único titular es el cónyuge no culpable;
b) Es una acción irrenunciable, es decir, no pueden los contrayentes disponer de esta acción al
momento de celebrar el matrimonio;
c) Es una acción imprescriptible; y
d) Para su ejercicio, el interdicto disipador y el menor de edad pueden interponer la acción por sí
mismo, por tanto, para ejercer la acción de divorcio, estas personas no son vistos como incapaces.
Art. 59: El divorcio producirá efectos entre los cónyuges desde que quede ejecutoriada la sentencia que lo
declare.
Sin perjuicio de ello, la sentencia ejecutoriada en que se declare el divorcio deberá subinscribirse al
margen de la respectiva inscripción matrimonial. Efectuada la subinscripción, la sentencia será oponible a
terceros y los cónyuges adquirirán el estado civil de divorciados, con lo que podrán volver a contraer
matrimonio.
Solo cuando la sentencia de divorcio tiene el carácter de firme y ejecutoriada el divorcio pondrá término al
matrimonio.
La calidad de firme y ejecutoriada de la sentencia, en principio, sólo podrá tener efecto entre las partes, por
tanto, para que el divorcio sea oponible a terceros, la sentencia deberá ser subinscrito al margen de la
inscripción matrimonial. Esta subinscripción cumple la función de ser una formalidad de publicidad
respecto de terceros ajenos al acto o contrato, por tanto, si se decretó el divorcio por sentencia firme, pero
no se practicó la subinscripción, el matrimonio que después los divorciados celebren será igualmente
válido.
En el derecho extranjero, se plantea la posibilidad de que con motivo del divorcio, uno de los cónyuges
pueda demandar del otro indemnización de perjuicios. La ley chilena no toca el punto.
Entonces, ¿cómo podría subsanarse el daño provocado? En nuestra opinión, la solución no va por la vía de
la responsabilidad civil, sino que podría resolverse de la perspectiva del enriquecimiento sin causa, puesto
que este último tiene un carácter mas amplio que la indemnización de perjuicios, considerada exclusiva del
ámbito patrimonial.
III
REGÍMENES PATRIMONIALES
GENERALIDADES
Los regímenes patrimoniales del matrimonio son el estatuto jurídico que regula las relaciones
patrimoniales de los cónyuges entre sí y de estos respecto de terceros. No se trata únicamente de un
asunto entre los cónyuges, sino que también produce efectos respecto de terceros, cuando estos contratan
con las personas que se encuentran casadas, adquiriendo especial relevancia en la compraventa de
inmuebles.
Cuando se dicta el Código Civil, en 1857, solo existía el régimen de sociedad conyugal, lo cual cambió en el
año 1925, donde se incorporó el régimen de separación total de bienes. Finalmente, en 1994 se creó un
tercer régimen, llamado participación en los gananciales.
Hasta 1989, la mujer que contraía matrimonio en sociedad conyugal era considerada incapaz relativa, ante
lo cual surge una situación bastante particular, puesto que si bien la mujer casada en sociedad conyugal,
ante la ley y todo fin jurídico, es plenamente capaz, en los hechos sigue pareciendo incapaz
En el régimen de separación total de bienes cada cónyuge administra sus propios bienes con
independencia del otro. Es el régimen más simple y no produce mayores efectos a nivel patrimonial.
El régimen de participación en los gananciales parte del supuesto lógico de que cada cónyuge
administra su propio patrimonio, pero tiene una limitación consagrada en el artículo 1792-3 del Código
Civil, en virtud de la cual, si uno de los cónyuges quiere otorgar caución personal a un tercero necesita la
autorización del otro cónyuge.
La participación en los gananciales busca un punto medio entre los otros dos regímenes patrimoniales,
puesto que, al término del matrimonio, se debe calcular la utilidad o ganancia que cada cónyuge obtuvo
durante el matrimonio, y quien ganó menos tendrá un crédito en contra del que ganó más, a fin de
equiparar las ganancias.
➢ La participación en los gananciales con modalidad crediticia; el cónyuge que ganó menos tendrá un
crédito en contra del cónyuge que ganó más.
➢ La participación en los gananciales con modalidad comunitaria; podrá dar origen a una comunidad
entre los cónyuges, al término del matrimonio. Esta modalidad fue descartada en Chile.
Por otro lado, la sociedad conyugal siempre se ha clasificado como un régimen de comunidad de bienes, la
cual debe ser entendida con cierto cuidado, puesto que la comunidad de bienes se forma al momento de
ponérsele término a la sociedad.
2.- PATRIMONIOS
Cuando las personas se casan bajo el régimen de sociedad conyugal, debemos distinguir tres patrimonios
distintos:
Con todo, eventualmente se puede formar un cuarto patrimonio, tal es el patrimonio reservado de la
mujer, consagrado en el artículo 150 del Código Civil. Para que nazca este cuarto patrimonio, deben
cumplirse los siguientes requisitos 19:
Aún mas, algunos autores distinguen otros dos patrimonios especiales, tales son los mencionados en los
artículos 166 y 167 del Código Civil. Esta distinción no es unánime entre la doctrina, sus detractores
argumentan que los casos del 166 y 167 se refieren a los activos, dejando de lado el pasivo, esencial para
que estemos frente a un patrimonio propiamente tal.
Los tres patrimonios que siempre estarán en la sociedad conyugal son administrados por el marido,
mientras que el patrimonio eventual, refiriéndonos al consagrado por el artículo 150, será administrado
por la mujer.
El patrimonio social, respecto de terceros, no es un patrimonio independiente, sino que para ellos se
homologa al patrimonio propio del marido (art. 1750), e incluso entre cónyuges, el patrimonio social se
asociará al patrimonio del marido. Por ello es que decimos que la comunidad solo se forma al término del
régimen, ya que antes de este acontecimiento, no habrá comunidad y se mira al patrimonio social y al
patrimonio propio del marido como uno solo.
19
Cuando concurren todos los requisitos, el patrimonio reservado de la mujer nacerá por el solo ministerio de la ley.
Las capitulaciones matrimoniales son tratadas en el Código Civil en los artículos 1715 y siguientes. El
artículo 1715 define lo que debemos entender por capitulaciones matrimoniales, en los siguientes
términos:
Art. 1715: Se conocen con el nombre de capitulaciones matrimoniales las convenciones de carácter
patrimonial que celebren los esposos antes de contraer matrimonio o en el acto de su celebración.
En las capitulaciones matrimoniales que se celebren en el acto del matrimonio, sólo podrá pactarse
separación total de bienes o régimen de participación en los gananciales.
1) Son convenciones, es decir, actos jurídicos bilaterales que pueden crear, modificar o extinguir
derechos. Hay capitulaciones cuyo único efecto es la modificación de derechos, como cuando se
pacta el régimen de participación en los gananciales o separación total de bienes, modificando
aquello que por ley viene predispuesto (la sociedad conyugal) 21.
2) Son contraídas por los esposos, expresión de suma relevancia, puesto que los esposos son quienes
han prometido casarse, es decir, se da en un contexto previo a la celebración del matrimonio.
3) Obligan tanto a los esposos como a aquellos que contraten con ellos.
4) Es un acto jurídico dependiente, puesto que, para que produzca efectos, depende de la celebración
de un acto posterior, tal acto es el matrimonio.
5) Son generalmente inmutables, puesto que no podrán alterarse teóricamente 22. Sin embargo, en la
práctica actualmente son mutables.
¿Quiénes son capaces para celebrar estas capitulaciones? Serán capaces para celebrar las
capitulaciones matrimoniales todas aquellas personas que, a su vez, sean capaces de contraer matrimonio,
por lo tanto, el interdicto por disipación y el menor adulto son capaces de celebrar estas convenciones,
siempre que sean autorizados por quienes actúan como sus representantes (art. 1721).
Cuando se trata de menores de edad, las capitulaciones matrimoniales deben ser autorizadas por quien
deba legalmente, pero además requerirá de autorización judicial si esas capitulaciones matrimoniales
tienen por objeto:
20
Estas autorizaciones fueron introducidas en el año 1943, con la intención de evitar enajenaciones negligentes que
pudieren perjudicar gravemente la vida familiar, como es el caso del marido que vende la casa por motivo de apuestas o
por estas bajo los efectos del alcohol o sustancias que nublen el juicio.
21
Se verá mas adelante que solo las capitulaciones celebradas antes del matrimonio tendrán la virtud de crear derechos.
Son lo mas cercano que hay en Chile a lo que se conoce como contratos prematrimoniales, existentes en el derecho
comparado.
22
Art. 1716 inc. final.
Por otra parte, tratándose del interdicto disipador, necesitará la autorización de quien actúa como
guardador, pero si además esta persona quiere renunciar a los gananciales o enajenar un bien raíz, o
gravarlo con hipoteca, censo o servidumbre, requerirá de autorización judicial.
3.3.- Solemnidades
De la misma definición que da la ley podemos extraer dos tipos de capitulaciones matrimoniales, tales son
aquellas celebradas antes del matrimonio y aquellas celebradas al momento de contraer del
matrimonio. Esta distinción será necesaria tanto para determinar las solemnidades necesarias para su
celebración como para atender al objeto de estas capitulaciones.
Para esto, el artículo 1723 del Código Civil exige las siguientes formalidades:
¿Qué ocurre si no se practica la inscripción? Como se entiende que estas son solemnidades, su
incumplimiento acarrea como sanción la nulidad absoluta del acto, es decir, jurídicamente nunca se habrán
celebrado las capitulaciones.
Existe una solemnidad propiamente tal, la cual consiste en la inscripción de la capitulación al momento de
celebrar el matrimonio. Dicha capitulación solo puede tener por objeto la elección del régimen patrimonial
al que se someterán los cónyuges, pero si nada se dice, se entenderán casados bajo la sociedad conyugal
que es la regla general.
El artículo 1716 al establecer la inmutabilidad de las capitulaciones se remite, a su vez, al artículo 1723 que
consagra la excepción a la inmutabilidad. Esta norma trata sobre lo que se conoce como pacto de cambio
de régimen, el cual no califica como capitulación matrimonial, ya que no se celebra ni antes ni al momento
de celebrarse el matrimonio.
Art. 1723: Durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad podrán substituir el régimen de sociedad
de bienes por el de participación en los gananciales o por el de separación total. También podrán substituir
la separación total por el régimen de participación en los gananciales.
El pacto que los cónyuges celebren en conformidad a este artículo deberá otorgarse por escritura pública
y no surtirá efectos entre las partes ni respecto de terceros, sino desde que esa escritura se subinscriba al
margen de la respectiva inscripción matrimonial. Esta subinscripción sólo podrá practicarse dentro de los
treinta días siguientes a la fecha de la escritura en que se pacte la separación. El pacto que en ella conste
no perjudicará, en caso alguno, los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del marido o
de la mujer y, una vez celebrado, no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los
cónyuges.
En la escritura pública de separación total de bienes, o en la que se pacte participación en los gananciales,
según sea el caso, podrán los cónyuges liquidar la sociedad conyugal o proceder a determinar el crédito
de participación o celebrar otros pactos lícitos, o una y otra cosa; pero todo ello no producirá efecto
alguno entre las partes ni respecto de terceros, sino desde la subinscripción a que se refiere el inciso
anterior.
Tratándose de matrimonios celebrados en país extranjero y que no se hallen inscritos en Chile, será
menester proceder previamente a su inscripción en el Registro de la Primera Sección de la comuna de
Santiago, para lo cual se exhibirá al oficial civil que corresponda el certificado de matrimonio debidamente
legalizado.
Los pactos a que se refiere este artículo y el y el inciso 2° del artículo 1715, no son susceptibles de
condición, plazo o modo alguno.
Al igual que las capitulaciones, el pacto de cambio de régimen debe realizarse por escritura pública y
subinscribirse dentro del plazo de 30 días contados desde la fecha de la escritura que pacte la separación.
El pacto produce sus efectos tanto entre las partes como respecto de terceros a partir del momento en que
se practique la subinscripción.
a) Si las personas estaban casadas en sociedad conyugal, podrán cambiar al régimen de participación
en los gananciales o al régimen de separación total de bienes.
b) Si las personas estaban casadas en separación total de bienes, podrán cambiar únicamente al
régimen de participación en los gananciales.
c) Si las personas estaban casadas en participación en los gananciales, podrán cambiar únicamente al
régimen de separación total de bienes.
En consecuencia, la única forma de casarse en sociedad conyugal es entrando a ese régimen al momento de
contraer matrimonio, siendo imposible pasar a este régimen si ya fue escogido uno distinto anteriormente.
No ha quedado zanjado si es posible cambiar mas de una vez el régimen. Las doctrinas clásicas se han
inclinado por la negativa, atendiendo al carácter excepcional del pacto de cambio de régimen, ya que la
regla general, al tenor de lo expresado por el artículo 1716, es la inmutabilidad de las capitulaciones. Pero
las doctrinas modernas han establecido que si fuese posible hacer el cambio mas de una vez, ya que ni el
Código Civil ni las leyes posteriores lo prohíben.
3.5.- Estipulaciones
Nuevamente será menester distinguir entre las capitulaciones celebradas con anterioridad al matrimonio y
aquellas celebradas en paralelo con el matrimonio.
Cuando se trata de las capitulaciones anteriores al matrimonio, es necesario distinguir entre las
capitulaciones prohibidas y las permitidas. Sobre las primeras, se expresa el artículo 1717:
Art. 1717: Las capitulaciones matrimoniales no contendrán estipulaciones contrarias a las buenas
costumbres ni a las leyes. No serán, pues, en detrimento de los derechos y obligaciones que las leyes
señalan a cada cónyuge respecto del otro o de los descendientes comunes.
SOCIEDAD CONYUGAL
La sociedad conyugal se encuentra especialmente regulada en el Código Civil, en todo el Título XXII del
Libro IV, en los artículos 1715 al 1792, sin embargo, no tiene una definición legal, por tanto, esta se extrae
de lo que expresan los artículos 135 y 1718 del Código Civil, pudiendo definirse como la sociedad de
bienes que se forma entre los cónyuges por el hecho jurídico del matrimonio, mientras no exista pacto
en contrario.
En este punto, debemos delimitar todo aquello que no sea una sociedad conyugal.
En primer lugar, la sociedad conyugal no es una sociedad propiamente tal en los términos del artículo
2053 del Código Civil, puesto que la sociedad conyugal no es una persona distinta de los cónyuges, es más,
su patrimonio se confunde con el patrimonio del marido, en consecuencia, los terceros miran al patrimonio
de la sociedad conyugal como parte del patrimonio propio del marido. En consecuencia, la sociedad
conyugal tampoco es una persona jurídica distinta de las personas naturales que la conforman.
➢ Por otra parte, en cualquier tipo societario, los socios pueden ser dos o más personas, mientras que
en la sociedad conyugal solo son dos personas.
➢ En una sociedad cualquiera los socios pueden ser todos del mismo sexo, mientras que en la
sociedad conyugal deben ser un hombre y una mujer.
➢ En una sociedad la administración de esta le puede pertenecer a todos los socios, a uno solo o a un
tercero ajeno al acto constitutivo, mientras que en la sociedad conyugal, la administración ordinaria
le pertenece por ley al marido (art. 1749)
La sociedad conyugal tampoco es una comunidad, porque durante la vigencia de la sociedad conyugal,
los bienes se confunden con el patrimonio del marido, por tanto, la mujer no es comunera de esos bienes
durante la vigencia de la sociedad conyugal. Más aún, la comunidad se forma al momento de la disolución
de la sociedad conyugal, por lo tanto, durante la vigencia de la sociedad conyugal no existe comunidad
alguna (art. 1750).
Entonces, con uniformidad, se plantea que la sociedad conyugal es una institución única en su especie o
sui generis, la cual es compuesta por un activo – que recibe el nombre de haber – y un pasivo, cuya
administración le corresponde ordinariamente y por ley al marido, y de manera extraordinaria le
corresponderá a la mujer o a un tercero.
Entendemos por haber o activo de la sociedad conyugal los bienes que la integran. Para hacer este
estudio es necesario formular un distingo entre haber o activo absoluto y haber o activo relativo o
aparente. Lo mismo ocurre con el pasivo, que puede clasificarse en absoluto y relativo.
El haber absoluto lo forman todos aquellos bienes que ingresan a la sociedad conyugal en forma definitiva,
sin derecho a recompensa; en cambio, el haber relativo o aparente lo integran aquellos bienes que
ingresan a la sociedad conyugal otorgando al cónyuge aportante o adquirente un derecho de recompensa
que éste hará valer al momento de la liquidación 23. Lo que se le debe al cónyuge aportante es una
recompensa, es decir, tiene un crédito en contra de la sociedad, mas no confiere derecho a restituir el
mismo bien en especie que aportó.
Por lado del pasivo, el pasivo absoluto es conformado por todas aquellas deudas que la sociedad debe
soportar en forma definitiva; en cambio, el pasivo relativo son aquellas deudas que la sociedad está
obligada a cumplir, pero que no las soporta en definitiva, es decir, se hace la distinción entre la obligación a
la deuda y la contribución a la deuda, debiendo repetirse en contra de cualquiera de los cónyuges.
23
Ramos Pazos; ob. cit.; página 162.
El marco regulatorio del haber absoluto se encuentra en los artículos 1725 N°1, 2 y 5, 1730 y 1731 del
Código Civil. En los párrafos siguientes se desarrolla el análisis de los elementos que compondrán el haber
absoluto de la sociedad conyugal.
Conforme al artículo 1725 N°1, el haber absoluto se compone de los salarios y emolumentos de todo
género de empleos y oficios, devengados durante el matrimonio. El Código apunta a todo tipo de ingreso
que provenga de cualquier tipo de actividad, el cual ingresaría en su totalidad al haber absoluto de la
sociedad conyugal, sean por actividades profesionales o no. Bajo este concepto también son comprendidas
la indemnizaciones por años de servicio, puesto que igualmente son ingresos que nacen a consecuencia del
trabajo remunerado.
Lo esencial es que el dinero producto del trabajo se haya devengado durante la vigencia de la
sociedad conyugal, es decir, debe al menos existir el título o antecedente que sirve de fundamento para un
determinado derecho personal, cuya existencia se debe verificar durante la vigencia de la sociedad.
Esto no se dará en el caso de la mujer casada en sociedad conyugal, puesto que estos salarios ingresan al
patrimonio reservado de la mujer, cuando se hayan cumplido todos los requisitos. Por lo tanto, son los
ingresos del marido los que siempre ingresarán al haber absoluto.
Conforme al artículo 1725 N°2, el haber absoluto se compone de todos los frutos, réditos, pensiones,
intereses y lucros de cualquiera naturaleza, que provengan, sea de los bienes sociales, sea de los
bienes propios de cada uno de los cónyuges, y que se devenguen durante el matrimonio.
Los frutos han de entenderse como toda emanación periódica de una cosa productiva, sin detrimento de la
sustancia o de la cosa madre, y conforme a su destinación natural o económica de este. Tanto los frutos
naturales como los frutos civiles ingresan al haber absoluto.
➢ Ingresan los frutos producidos por los bienes que pertenezcan al patrimonio social y por los bienes
que pertenezcan al patrimonio propio de ambos cónyuges.
➢ Esto se explica porque la sociedad conyugal tiene una lógica de mantención y colaboración por
parte de los cónyuges. Además, desde otra perspectiva, la sociedad también debe cargar con los
deterioros o arreglos, formando estos parte del pasivo absoluto.
➢ El modo de adquirir de estos frutos es la accesión respecto de los bienes que forman parte del
patrimonio social, mientras que será la ley respecto de los bienes que forman parte del patrimonio
propio de los cónyuges.
Conforme al artículo 1725 N°5, el haber absoluto se compone de todos los bienes que cualquiera de los
cónyuges adquiera durante el matrimonio a título oneroso. La importancia de esta disposición radica en
el hecho de que todo tipo de bienes, tanto muebles como inmuebles, ingresarían al haber absoluto, siempre
que se encuentren devengados durante la vigencia de la sociedad conyugal, es decir, que el título haya sido
celebrado durante la vigencia de la sociedad conyugal. Además, como aspecto fundamental tenemos la
onerosidad del título que da origen a la adquisición de estos bienes, es decir, debe implicar un sacrificio
económico.
El artículo 1730 nos habla sobre esta situación, expresando que Las minas denunciadas por uno de los
cónyuges o por ambos se agregarán al haber social. Es decir, si uno de los cónyuges inició un
procedimiento regido por el Código de Minería, denunciando una mina, esta se agregará al haber absoluto
de la sociedad conyugal 24.
2.1.5.- Tesoros.
El artículo 1731 establece que La parte del tesoro, que según la ley pertenece al que lo encuentra, se
agregará al haber de la sociedad, la que deberá al cónyuge que lo encuentre la correspondiente
recompensa; y la parte del tesoro, que según la ley pertenece al dueño del terreno en que se encuentra,
se agregará al haber de la sociedad, la que deberá recompensa al cónyuge que fuere dueño del
terreno.
El haber relativo está compuesto por todos los bienes que ingresan a la sociedad conyugal, pero una vez
que la sociedad termina, dará derecho a una recompensa.
¿Qué bienes encontramos acá? Su marco regulatorio se encuentra en los artículos 1725 N°3 y 4 y 1731.
También debemos considerar aquellos bienes muebles adquiridos por los cónyuges a título oneroso, pero
cuyo título de adquisición fue previo al matrimonio, y las donaciones remuneratorias de naturaleza mueble,
cuando no daban derecho o acción para exigir una contraprestación por el servicio.
Se desprende del numeral 4 del artículo 1725, el cual se refiere a toda clase de bienes muebles aportados al
matrimonio o adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad conyugal. ¿A qué se refiere la
expresión aportados? Se trata de aquellos bienes muebles que el cónyuge ya tenía antes de la celebración
del matrimonio.
24
Concuerda con el artículo 25 del Código de Minería.
También ingresarán aquellos muebles adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad
conyugal, como es el caso de las donaciones o los bienes adquiridos por sucesión hereditaria
¿Qué ocurre con el dinero? El dinero, conforme al numeral 3 del mismo artículo 1725 también ingresará
al haber relativo, ya sea si se aporta o se adquiere durante la vigencia de la sociedad conyugal.
En ambos casos se da origen a un crédito llamado recompensa, el cual consiste en un monto pecuniario
que debe ser reajustado según el valor de los bienes que formen parte del haber relativo (art. 1734).
2.2.2.- Tesoro.
Si el terreno en donde se encontró el tesoro pertenecía a uno de los cónyuges, el 50% ingresará al haber
relativo. Lo mismo ocurre respecto al 50% que corresponde al descubridor (art. 1731).
Se trata de aquellos bienes muebles que se adquirieron durante la vigencia del matrimonio, pero cuyo título
fue constituido con anterioridad a la celebración del matrimonio. Esta lógica se aplica principalmente a
bienes inmuebles.
EJEMPLOS
Se trata de un tipo de donación, cuya denominación viene del hecho de que se hacen en favor de una
persona que ha prestado un servicio, en virtud del cual se suele cobrar.
Cuando hablamos del haber propio, es un sinónimo del patrimonio propio, siendo necesario determinar
cuales son los bienes que ingresan a este haber. Especial interés muestra el tema de los bienes raíces,
puesto que los inmuebles que los cónyuges hayan tenido al momento de la celebración del matrimonio
serán parte del haber propio.
Art. 1736: La especie adquirida durante la sociedad, no pertenece a ella aunque se haya adquirido a título
oneroso, cuando la causa o título de la adquisición ha precedido a ella.
Por consiguiente:
1º. No pertenecerán a la sociedad las especies que uno de los cónyuges poseía a título de señor antes de
ella, aunque la prescripción o transacción con que las haya hecho verdaderamente suyas se complete o
verifique durante ella;
2º. Ni los bienes que se poseían antes de ella por un título vicioso, pero cuyo vicio se ha purgado durante
ella por la ratificación, o por otro remedio legal;
3º. Ni los bienes que vuelven a uno de los cónyuges por la nulidad o resolución de un contrato, o por
haberse revocado una donación;
4º. Ni los bienes litigiosos y de que durante la sociedad ha adquirido uno de los cónyuges la posesión
pacífica;
5º. Tampoco pertenecerá a la sociedad el derecho de usufructo que se consolida con la propiedad que
pertenece al mismo cónyuge; los frutos solos pertenecerán a la sociedad;
6º. Lo que se paga a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos constituidos antes del
matrimonio, pertenecerá al cónyuge acreedor. Lo mismo se aplicará a los intereses devengados por uno
de los cónyuges antes del matrimonio y pagados después.
7º. También pertenecerán al cónyuge los bienes que adquiera durante la sociedad en virtud de un acto o
contrato cuya celebración se hubiere prometido con anterioridad a ella, siempre que la promesa conste de
un instrumento público, o de instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de acuerdo con el
artículo 1703.
Si la adquisición se hiciere con bienes de la sociedad y del cónyuge, éste deberá la recompensa respectiva.
Si los bienes a que se refieren los números anteriores son muebles, entrarán al haber de la sociedad, la
que deberá al cónyuge adquirente la correspondiente recompensa.
Entonces, en los siguientes casos, mencionados en el artículo 1736, los bienes ingresarán al patrimonio
propio de los cónyuges:
1° Las especies que uno de los cónyuges poseía a título de señor antes de ella, aunque la prescripción o
transacción con que las haya hecho verdaderamente suyas se complete o verifique durante ella.
El primer caso que señala el código trata sobre una persona que, de soltero, era poseedor de un bien, pero
que el plazo de prescripción se cumple cuando ya está casado en sociedad conyugal. La ley es precisa y
señala que ese bien formará parte del haber propio, puesto que la persona ya lo poseía desde antes, por
tanto, no importará que el plazo de prescripción adquisitiva se cumpla durante la vigencia de la sociedad
conyugal.
2° Los bienes que se poseían antes de ella por un título vicioso, pero cuyo vicio se ha purgado durante
ella por la ratificación, o por otro remedio legal.
En cuanto al segundo numeral, se refiere a que una persona ya quera poseedor de soltero, pero a título
vicioso, cuyo vicio queda ‘’limpio’’ durante la vigencia del matrimonio. Ese bien seguirá perteneciendo al
patrimonio del cónyuge.
3° Los bienes que vuelven a uno de los cónyuges por la nulidad o resolución de un contrato, o por
haberse revocado una donación.
En cuanto al tercer caso, antes del matrimonio se celebra un contrato, el cual es dejado sin efecto durante la
vigencia del matrimonio, entonces, el bien ingresará a su patrimonio propio, por la virtud del efecto
retroactivo que devuelve a las partes al estado anterior a la celebración del contrato declarado nulo.
4° Los bienes litigiosos y de que durante la sociedad ha adquirido uno de los cónyuges la posesión
pacífica.
En el cuarto caso, cuando ya se ha contraído matrimonio y se determina que el bien sobre cuya propiedad
se litigaba, como la persona, antes de casarse era poseedor del bien, este seguirá estando en su patrimonio
propio. Debemos tener en cuenta que las sentencias de este tipo de juicios son títulos declarativos, es decir,
reconocen derechos que ya existían.
5° El derecho de usufructo que se consolida con la propiedad que pertenece al mismo cónyuge; los
frutos solos pertenecerán a la sociedad.
El quinto caso trata la consolidación del usufructo, la cual se da como punto cúlmine de este derecho real;
había dos personas distintas, una que ostentaba la nuda propiedad y otra que tenía el uso y goce. La
persona tenía solo la nuda propiedad, pero durante el matrimonio se produce la consolidación, es decir, la
cosa gravada con usufructo vuelve con todas la facultades del dominio al antes nudo propietario. Como ese
bien ya pertenecía a la persona desde antes del matrimonio, el usufructo se incorpora al patrimonio propio
del cónyuge, ya que la ley reconoce su título de dominio.
6° Lo que se paga a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos constituidos antes del
matrimonio, pertenecerá al cónyuge acreedor. Lo mismo se aplicará a los intereses devengados por
uno de los cónyuges antes del matrimonio y pagados después.
El sexto caso trata de que una persona antes de contraer el matrimonio prestó capital, y durante la vigencia
del matrimonio se produce la dación en pago con un bien raíz, entonces, este bien raíz ingresará al
patrimonio propio de quien era el dueño de ese capital, realizando una subrogación real.
7° Los bienes que adquiera durante la sociedad en virtud de un acto o contrato cuya celebración se
hubiere prometido con anterioridad a ella, siempre que la promesa conste de un instrumento público,
o de instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de acuerdo con el artículo 1703.
los cónyuges había celebrado un contrato de promesa respecto de un determinado bien, y dicho contrato
constaba por escritura pública o por instrumento privado oponible a terceros 25, igualmente se deberá regir
por el contrato de promesa, por tanto, el bien ingresará al patrimonio propio del cónyuge.
Para que formen parte del patrimonio propio debe tratarse de bienes raíces, porque si se trata de bienes
muebles, ingresarán al haber social (art. 1736 inc. final).
Lo importante para determinar si un bien es propio o social es la época en la cual se celebra el título,
prevaleciendo este por sobre el modo.
EJEMPLO
Una persona soltera celebra la compraventa de un bien raíz el día 10/04/2017 y contrae matrimonio al
día siguiente. El inmueble es inscrito el día 18/04/2017.
Hay que atender a la primera fecha, la del título, por lo tanto, el bien raíz es propio del cónyuge,
aunque la inscripción se haya practicado con posterioridad.
Una persona casada en sociedad conyugal celebra la compraventa el 10/07/2018 y al día siguiente
fallece uno de los cónyuges. La inscripción se realiza el 20/07/2018.
El bien raíz ingresó a la sociedad conyugal, a su haber absoluto, por lo tanto, aplica plenamente el
artículo 1725 N°5.
→ La escritura debe declarar que el inmueble se está vendiendo para comprar otro inmueble.
→ Del mismo modo, se debe declarar que el nuevo inmueble ha sido comprado con el producto de la
venta anterior.
25
Por ejemplo, cuando un instrumento privado es protocolizado (art. 1703).
El pasivo de la sociedad conyugal está compuesto por todas las deudas, siendo necesario, también,
distinguir entre el pasivo absoluto y el pasivo relativo.
El pasivo absoluto es conformado por todas aquellas deudas que la sociedad debe soportar en forma
definitiva; en cambio, el pasivo relativo son aquellas deudas que la sociedad está obligada a cumplir, pero
que no las soporta en definitiva, es decir, se hace la distinción entre la obligación a la deuda y la
contribución a la deuda, debiendo repetirse en contra de cualquiera de los cónyuges.
El artículo 1740 del Código Civil, que da a entender cuáles son aquellas deudas que conformarán el pasivo
absoluto, dispone:
Todo aquello que sea deuda personal es pasivo relativo, y todo lo demás, será pasivo absoluto.
Entonces, con este punto aclarado, debemos determinar cuales son las deudas personales.
26
Es el único numeral del artículo 1740 que se refiere al pasivo relativo.
b) Las deudas contraídas durante el matrimonio que van en solo beneficio de uno de los cónyuges;
c) Las deudas derivadas de multas o indemnizaciones que provengan de la comisión de un delito o
cuasidelito por parte del cónyuge deudor; y
d) Las deudas hereditarias o testamentarias provenientes de una herencia que recibe uno de los
cónyuges.
La doctrina coincide que las deudas se presumen como deudas sociales, salvo que se acredite que tienen la
naturaleza de ser deudas personales.
La administración puede ser ordinaria o extraordinaria; aquella es la que por ley corresponderá al
marido; y ésta, es la que puede corresponder a la mujer o a un tercero, sustentada en la idea de una
imposibilidad de administrar por parte del marido.
Por ley es asignada en el artículo 1749 al marido en calidad de jefe. La calidad es bastante particular,
porque la ley no habla de un representante de la sociedad, puesto que la sociedad conyugal no es una
entidad distinta del marido, por tanto, la ley utilizó la expresión de jefe, ya que será el marido el
administrador de los tres patrimonios que siempre estarán: el patrimonio propio, el patrimonio propio de
la mujer y el patrimonio social.
El marido, aunque sea el jefe de la sociedad conyugal, no tiene plena disposición sobre los bienes, puesto
que respecto de la ejecución de ciertos actos jurídicos será necesaria la autorización de la mujer, es decir,
respecto de los actos que la ley otorga mayor importancia el marido perderá el pleno ejercicio de la facultad
de disposición, no porque la mujer sea copropietaria, sino que la voluntad del legislador ha sido el amparo
o protección a la mujer y a la vida familiar en general.
Las limitaciones a las facultades del marido pueden provenir de dos causas:
1. Por las Capitulaciones Matrimoniales: se pudo establecer ciertas limitaciones a los actos que
ejecute el marido.
2. Por la Ley: la ley señala expresamente casos en los que el marido necesita autorización de la mujer
para ejecutar ciertos actos, en el artículo 1749.
Art. 1749: El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal administra los bienes sociales y los de su
mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las
que haya contraído por las capitulaciones matrimoniales.
Como administrador de la sociedad conyugal, el marido ejercerá los derechos de la mujer que siendo socia
de una sociedad civil o comercial se casare, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 150.
El marido no podrá enajenar o gravar voluntariamente ni prometer enajenar o gravar los bienes raíces
sociales ni los derechos hereditarios de la mujer, sin autorización de ésta.
No podrá tampoco, sin dicha autorización, disponer entre vivos a título gratuito de los bienes sociales,
salvo el caso del artículo 1735, ni dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos
por más de cinco años, ni los rústicos por más de ocho, incluidas las prórrogas que hubiere pactado el
marido.
Si el marido se constituye aval, codeudor solidario, fiador u otorga cualquiera otra caución respecto de
obligaciones contraídas por terceros, sólo obligará sus bienes propios.
En los casos a que se refiere el inciso anterior para obligar los bienes sociales necesitará la autorización de
la mujer.
La autorización de la mujer deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto
exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el mismo. Podrá
prestarse en todo caso por medio de mandato especial que conste por escrito o por escritura pública
según el caso.
La autorización a que se refiere el presente artículo podrá ser suplida por el juez, previa audiencia a la que
será citada la mujer, si ésta la negare sin justo motivo. Podrá asimismo ser suplida por el juez en caso de
algún impedimento de la mujer, como el de menor edad, demencia, ausencia real o aparente u otro, y de
la demora se siguiere perjuicio. Pero no podrá suplirse dicha autorización si la mujer se opusiere a la
donación de los bienes sociales.
A la luz del artículo 1749, los actos jurídicos limitados por la previa autorización de la mujer son:
1. Enajenación voluntaria de bienes raíces sociales. Se excluyen las enajenaciones forzosas, como
las que se dan en la subasta pública, en el contexto de un juicio ejecutivo de obligaciones de dar.
Si se ejecuta este acto sin la autorización, la sanción es la nulidad relativa del acto por omisión de
formalidad habilitante.
2. Constitución de derechos reales sobre un bien raíz social. Para gravar un inmueble social con
usufructo, hipoteca, servidumbre o cualquier otro derecho real, el marido necesitará la autorización
de la mujer.
Si se ejecuta este acto sin la autorización, la sanción es la nulidad relativa del acto por omisión de
formalidad habilitante.
3. Prometer, enajenar o gravar un bien raíz social. Para celebrar el contrato de promesa sobre un
bien raíz social, ya necesita la autorización de la mujer.
Si se ejecuta este acto sin la autorización, la sanción es la nulidad relativa del acto por omisión de
formalidad habilitante.
4. Enajenar, gravar o prometer derechos hereditarios de la mujer. El derecho real de herencia,
para todos los efectos legales, es un bien mueble, por lo tanto ingresará al patrimonio social y será
administrado por el marido.
Si se ejecuta este acto sin la autorización, la sanción es la nulidad relativa del acto por omisión de
formalidad habilitante.
5. Disponer a título gratuito de bienes sociales por acto entre vivos, salvo que sean disposiciones
de muy bajo monto, en atención a las fuerzas del patrimonio. También nos referimos a bienes
muebles, puesto que si se tratare de inmuebles serían considerados en el primer caso. El título
gratuito significa un egreso del patrimonio que no recibe nada a cambio, situación que fundamenta
la necesidad de autorización.
Si se ejecuta este acto sin la autorización, la sanción es la nulidad relativa del acto por omisión de
formalidad habilitante.
6. Constituirse como avalista, codeudor solidario u otorgar cualquier otra caución respecto de
terceros. Es un caso de suma relevancia, puesto que se busca regular que el marido garantice
deudas ajenas, por medio de cualquier garantía personal, contexto que incluye al avalista 27, al
codeudor solidario y al fiador.
Si el marido quiere obligar los bienes sociales para asegurar la obligación de un tercero, necesitará
la autorización de la mujer, y si no mediare esta autorización, el marido se obligará únicamente con
su propio patrimonio, no obligando el patrimonio social.
7. Arrendar o ceder la tenencia de bienes raíces sociales por mas de 5 años si se trata de predios
urbanos, o por mas de 8 si son predios rústicos. Es menester tener presente que se cuentan las
renovaciones para computar el lapso requerido.
Si el marido arrienda un bien raíz en estos términos, sin autorización de la mujer, la sanción es la
inoponibilidad a la mujer por el exceso del tiempo.
¿Cómo se pueden invocar estas causales y su respectiva sanción? Para ello debemos remitirnos al artículo
1757, el cual dispone lo siguiente:
Art. 1757: Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos 1749, 1754 y
1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia, el
contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756.
La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o cesionarios.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que
cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la celebración del acto o
contrato.
El plazo de 4 años empezará a correr desde la disolución de la sociedad conyugal, por tanto, mientras
subsista la sociedad conyugal, operará el beneficio de la suspensión del plazo de prescripción. Sin embargo,
hay una contraexcepción, la que consiste en la imposibilidad de pedir la nulidad si han pasado mas de 10
años desde que se hubiere celebrado el acto o contrato susceptible de ser declarado nulo.
27
El Código incurre en un error, puesto que utiliza la expresión ‘’aval’’, término que se refiere a la institución que interviene
usualmente en el contexto de una letra de cambio o pagaré. La expresión correcta es la de ‘’avalista’’, que es la persona
natural o jurídica que interviene en un aval, garantizando la obligación de otro.
Otro aspecto importante del artículo 1757 se refiere a los legitimados activos para ejercer la acción de
nulidad. La ley, en el inciso segundo del artículo antes citado, es precisa:
➢ La mujer;
➢ Los herederos de la mujer; y
➢ Los cesionarios de la mujer.
La lectura del artículo 1749, en sus dos incisos finales, da las luces de el cómo se debe dar esta autorización
por parte de la mujer. Los requisitos son los siguientes:
a) La autorización debe ser específica, es decir, debe darse para un determinado acto bajo ciertas
circunstancias;
b) La autorización es solemne, puesto que debe ser por escrito o por escritura pública, si es que el acto
que se autoriza exige esta solemnidad;
c) Debe ser personal o por medio de mandatario. El mandato debe ser especial y constar por escrito o
escritura pública.
d) Debe ser anterior o coetánea a la celebración del acto, puesto que si se realizara después, no
estaríamos frente a una autorización propiamente tal, sino que sería una ratificación.
Con todo, la ley se entenderá dada la autorización si la mujer interviniere de cualquier modo en el acto. Esta
expresión tiene una razón práctica, puesto que suele ocurrir que las escrituras solo mencionan al marido,
apareciendo la mujer solo en la firma al pie o final de la escritura.
También es posible someter este asunto a la decisión de los tribunales de justicia, a fin de que este autorice
el acto y supla la voluntad de la mujer. Esto se puede dar en dos casos:
Hay casos excepcionales en que la ley permite que la mujer participe en la administración de la sociedad
conyugal, tales casos son:
a) Cuando ella hace compra al fiado (a crédito) de objetos muebles destinados naturalmente al
consumo de la familia (art. 137 inc. 2°).
b) Cuando medie impedimento temporal del marido, de cuya demora se siga un perjuicio. En tal caso,
previa autorización judicial, podrá realizar actos de administración ordinaria de la sociedad
conyugal (art. 138 inc. 2° y 3°).
c) Cuando la mujer tiene un mandato general o especial del marido 28.
d) Cuando un tercero celebra un contrato con la mujer, y ese acto versa sobre bienes muebles no
registrados, o en caso de estar registrados, que lo estén a nombre de la mujer, en cuyo caso, el
28
Son plenamente aplicables las reglas generales del mandato con representación.
tercero que contrate con la mujer estará cubierto de todo tipo de reclamación, no pudiendo ser
demandado por el marido, al entenderse la buena fe de aquél (art. 1739 inc. 4°, 5° y 6°).
Los patrimonios propios deben ser analizados por separado. El marido será el encargado de administrar su
propio patrimonio, y para enajenar bienes que allí se comprenden no necesita la autorización de la mujer.
El patrimonio propio de la mujer presenta mayor complejidad, al ser este administrado por el marido. Es
menester dejar en claro que el marido no tiene amplias facultades al compararlo con el patrimonio social,
por lo mismo, son varios los actos jurídicos para los cuales requerirá la autorización de la mujer, tales casos
son (arts. 1754 a 1756, y 1225):
Todos los primeros casos pueden ser susceptibles de ser sancionados por la nulidad relativa, pero en
cuanto al arriendo, la sanción serán la inoponibilidad. En el último caso, si bien la sanción también es la
nulidad, si la mujer no quiere enajenar un raíz o gravarlo con hipoteca, no se puede recurrir a los órganos
jurisdiccionales en razón de su negativa, puesto que los bienes, en definitiva, le pertenecen a la mujer.
Cumplidos los requisitos recién señalados, y discernida la curatela (art. 374), el curador asume la
administración extraordinaria de pleno derecho, sin necesidad de declaración judicial.
En cuanto a las facultades de administración que tenga la mujer en estos casos, se va a regir esencialmente
por lo dispuesto y regulado en los artículos 1758 a 1761 del Código Civil. En general, la mujer está mas
facultada legalmente en la administración extraordinaria que el tercero curador, puesto que él se regirá
exclusivamente en conformidad a las reglas que rigen el actuar los tutores o curadores.
1. En el caso de incapacidad o excusa de la mujer para servir ella el cargo de curadora de su marido
(art. 1758 inc. 2°); y
2. Cuando el marido está declarado en interdicción por disipación, pues ningún cónyuge puede ser
curador del otro declarado disipador (art. 450).
Puede darse el caso de que la mujer se excuse de asumir la administración extraordinaria de la sociedad
conyugal, es decir, que no quisiese asumirla, en cuya circunstancia pueden tomarse los siguientes caminos:
Se entiende que la mujer que lleva las riendas de la administración extraordinaria de la sociedad conyugal
tendrá las mismas facultades que tiene el marido que administra ordinariamente la sociedad conyugal. En
virtud de esto, requerirá autorización judicial para:
1. Enajenar, prometer o gravar bienes raíces sociales. En este caso será necesaria una autorización
judicial, y la sanción ante su incumplimiento es la nulidad relativa.
2. No poder disponer gratuitamente de bienes sociales, salvo que las fuerzas del patrimonio social
dijeran que fuera un egreso de poca importancia, cuya sanción será la nulidad relativa.
3. Constituirse como avalista, codeudora solidaria, fiadora o cualquier otra caución personal. La
sanción ante esta situación es que la mujer obligará solo sus bienes propios y no todos los que
administre.
4. Arrendar o ceder tenencia de bienes raíces sociales por mas de 5 u 8 años. La sanción es la
inoponibilidad del exceso.
Respecto de la administración del patrimonio propio del marido, la mujer actuará como si fuera una
curadora, es decir, se rige por las reglas de la curaduría. Por consiguiente, al término de sus actuaciones, la
mujer deberá hacer una rendición de cuentas.
Art. 1763: Cesando la causa de la administración extraordinaria de que hablan los artículos precedentes,
recobrará el marido sus facultades administrativas, previo decreto judicial.
El marido debe recobrar sus facultades, terminando la causal que dio origen a la administración
extraordinaria, siendo, además, requerido una resolución judicial que declare esta situación.
Las causales de disolución o terminación de la sociedad conyugal se encuentran en el artículo 1764 del
Código Civil, el cual dispone en los siguientes términos:
1. Por vía consecuencial: La sociedad se disuelve por habérsele puesto término al matrimonio.
a) Por la disolución del matrimonio;
b) Por la declaración de nulidad del matrimonio.
2. Por vía principal: La sociedad conyugal termina, no obstante el matrimonio continúa en régimen
de separación total de bienes.
a) Por la presunción de muerte;
b) Por la sentencia de separación judicial o separación total de bienes;
c) Por cualquiera de los pactos de participación en los gananciales o separación total de
bienes.
El aspecto mas relevante dice relación con los efectos que produce la disolución de la sociedad conyugal;
una vez disuelta la sociedad conyugal, por cualquier causal, da origen a una comunidad entre los
cónyuges, por tanto, se aplica el criterio de los comuneros, es decir, el marido deja de ser dueño de todos
los bienes, pasando a ser simplemente un comunero.
¿Dónde se forma la comunidad? La comunidad se forma respecto de aquellos bienes que formaban parte
del patrimonio social y de aquellos bienes que conformaron el patrimonio reservado de la mujer.
También se le agregan los frutos que provengan de los patrimonios especiales de los artículos 166 y
167 del Código Civil. No se incluyen los bienes que forman parte del patrimonio propio de cada cónyuge.
Al término de este proceso, la mujer tendrá un beneficio denominado beneficio de emolumento, el cual
consiste en que la mujer se hace responsable de las deudas de la comunidad hasta el monto de lo que recibe
por concepto de gananciales.
El reparto de los gananciales debe hacerse por mitades, pero excepcionalmente la repartición puede no ser
por mitades en los siguientes casos:
1) La sanción consistente en la situación de cuando el marido o la mujer, o alguien que los suceda,
haya ocultado o distraído dolosamente bienes de la sociedad;
2) Cuando en las capitulaciones matrimoniales los cónyuges establecen una distribución distinta de
los gananciales, situación que puede ser discutible 29; y
3) Cuando la mujer ha renunciado a los gananciales.
Como punto de partida, la renuncia a los gananciales es un beneficio exclusivo de la mujer, por tanto, el
marido no puede renunciarlos. Se trata de un acto jurídico unilateral que le pertenece solo a la mujer y a sus
continuadores legales que, de concretarse, no dará origen a la formación de la comunidad.
El único efecto especial que se forma consiste en que los frutos que provenían de los patrimonio propio de
ambos cónyuge irán, de todas formas, a engrosar el patrimonio de la sociedad conyugal. Esto ocurre porque
se entiende que estos bienes deben ir en virtud de soportar los gastos de la familia en común.
¿Cuándo se puede hacer la renuncia a los gananciales? Solo existen dos momentos para que la mujer
pueda renunciar a los gananciales:
La gran utilidad de este beneficio consiste en la posibilidad que tiene la mujer de quedarse solamente con
su patrimonio reservado, por tanto, no participa en el patrimonio social. Entonces, la mujer hará un cálculo
aritmético, ponderando el beneficio que le daría la renuncia, al comparar ambos patrimonios, porque
perfectamente su patrimonio reservado podría ser más cuantioso y con menor cantidad de deudas.
La ley no establece ningún plazo, pero tenemos un plazo tácito; mientras no se confundan bienes sociales
con bienes de patrimonio propio de la mujer ni con su patrimonio reservado, la mujer podrá renunciar a los
gananciales (art. 1782).
¿Cómo se debe hacer la renuncia a los gananciales? La forma misma en cómo se debe hacer la renuncia
es materia de discusión doctrinaria, puesto que en opinión de autores como René Ramos Pazos la renuncia
puede hacerse de forma expresa o tácita, mientras que otro autores, como Pablo Rodríguez Grez, la
renuncia solo podrá ser expresa, porque para estos fines se aplican las reglas de la repudiación de la
herencia por analogía, y en tal materia, la repudiación solo se puede hacer de forma expresa 30.
El patrimonio reservado de la mujer casada es uno de aquellos derechos y facultades que son exclusivos de
la mujer. Tenemos dos ideas fundamentales; se trata de un patrimonio, por tanto, se encuentra compuesto
por un activo y un pasivo; y es de carácter eventual, que surgirá solo cuando concurran ciertos requisitos
29
Se discute la naturaleza de norma de orden público y no renunciable por las partes que podría ostentar el artículo 1774.
30
En la práctica, lo más recomendable es hacer la renuncia por escritura pública. La gran utilidad profesional de esta
escritura consiste en que, en el Conservador de Bienes Raíces, se puede hacer una anotación marginal de la inscripción
matrimonial. Con esto, a partir de este acto, cualquier persona podrá contratar con la mujer para celebrar actos sobre los
bienes que forman parte de ese patrimonio reservado.
(que la mujer tenga un trabajo remunerado, que el trabajo se ejerza durante la sociedad conyugal y que sea
separado o independiente del marido).
El patrimonio reservado opera por el solo ministerio de la ley, por tanto, no es necesario que medie
declaración judicial ni de ningún tipo, por tanto, por el solo hecho de que cumplan los requisitos surgirá el
patrimonio reservado de la mujer casada. Además, cabe señalar que la administración de este patrimonio
reservado le pertenece solo a la mujer, y a su respecto, se le entenderá separada de bienes del marido.
El artículo 150 del Código Civil es crucial en esta materia, al ser la norma que regula y da vida al patrimonio
reservado:
Art. 150: La mujer casada de cualquiera edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de un empleo, oficio,
profesión o industria.
La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o industria, separados
de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio,
profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no obstante cualquiera estipulación en contrario; pero
si fuere menor de dieciocho años, necesitará autorización judicial, con conocimiento de causa, para gravar
y enajenar los bienes raíces.
Incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido como de terceros, el origen y dominio de los
bienes adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá servirse de todos los medios de
prueba establecidos por la ley.
Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación que pudieren interponer
ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera
de los términos del presente artículo, siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos
1754 y 1755, se haya acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados, a los que se
hará referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio,
profesión o industria separados de los de su marido.
Los actos o contratos celebrados por la mujer en esta administración separada, obligarán los bienes
comprendidos en ella y los que administre con arreglo a las disposiciones de los artículos 166 y 167, y no
obligarán los del marido sino con arreglo al artículo 161.
Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer administre en virtud de este
artículo, a menos que probaren que el contrato celebrado por él cedió en utilidad de la mujer o de la
familia común.
Disuelta la sociedad conyugal, los bienes a que este artículo se refiere entrarán en la partición de los
gananciales; a menos que la mujer o sus herederos renunciaren a estos últimos, en cuyo caso el marido
no responderá por las obligaciones contraídas por la mujer en su administración separada.
Si la mujer o sus herederos aceptaren los gananciales, el marido responderá a esas obligaciones hasta
concurrencia del valor de la mitad de esos bienes que existan al disolverse la sociedad. Mas, para gozar de
este beneficio, deberá probar el exceso de la contribución que se le exige con arreglo al artículo 1777.
¿Qué bienes conformarán el activo del patrimonio reservado de la mujer? A la luz de lo dispuesto por
el antes citado artículo 150, podemos señalar:
a) Aquellos bienes que provengan del trabajo de la mujer, tales como remuneraciones u honorarios;
b) Aquellos bienes adquiridos por el producto de su trabajo; y
c) Los frutos que provengan de dichos bienes.
A contrario sensu, ¿qué conforma el pasivo del patrimonio reservado? Podemos señalar:
5.2.- Administración
Debemos tener como punto de partida la siguiente regla: la mujer tiene amplias facultades para
administrar estos bienes, por ello es que decimos que se entiende separada de bienes. Con todo, pueden
darse ciertas situaciones:
→ Si la mujer fuere menor de 18 años de edad, ella administra, pero para enajenar o gravar bienes
raíces que pertenezcan al patrimonio reservado será necesaria autorización judicial.
→ La administración puede ser, excepcionalmente, ejercida por el marido, cuando se le ha conferido
mandato o por demencia o sordomudez de la mujer, caso en el cual el marido actuará como su
curador.
Sobre esto trata el inciso cuarto, a fin de probar la circunstancia de que un determinado bien forma parte
del patrimonio reservado de la mujer. En principio, incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido
como de terceros contratantes, el origen y dominio de los bienes que haya adquirido en conformidad al
artículo 150, para cuyo efecto podrá servirse de cualquier medio de prueba por la ley (inc. 3°).
El inciso cuarto del artículo 150 tiene la finalidad de proteger a los terceros que contraten con la mujer. Se
trata de una presunción de derecho, en virtud de la cual los terceros que contraten con la mujer
quedarán a cubierto de toda reclamación que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o
cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera de su patrimonio reservado,
que opera cuando se cumplan ciertos requisitos:
¿Cómo ocurre prácticamente esta protección? En el acto de adquisición de la mujer, es decir, cuando el
bien entra a su patrimonio, se debe dejar constancia de los instrumentos públicos o privados que acrediten
el hecho que la mujer ha ejercido una profesión u oficio 31. Lo que se hace es copiar íntegramente al final de
la escritura todos estos instrumentos, lo cual recibe el nombre de inserción de documentos. Con esto, el
tercero que contrata con la mujer percibe el hecho de que la mujer tiene un patrimonio reservado,
con lo cual él quedará protegido de cualquier reclamación.
SEPARACIÓN DE BIENES
1.- GENERALIDADES
La separación de bienes es otro de los regímenes patrimoniales que existen, el cual se caracteriza porque
cada cónyuge administra sus propios bienes de forma independiente o separada. Al analizar la
separación de bienes como régimen, su estudio debe efectuarse atendiendo a sus clasificaciones, habiendo
dos que deben complementarse.
Judicial Total
Legal Parcial
Convencional
31
Instrumentos tales como contratos de trabajo, contratos de prestación de servicios, boletas de honorarios, declaraciones
de renta ante el Servicio de Impuestos Internos, certificados de cotizaciones previsionales, etc.
La separación legal de bienes puede ser total o parcial. Las causales de separación legal total son:
1. Por la separación judicial de los cónyuges. La separación judicial de los cónyuges se incluye en la
separación legal de bienes se debe a que ellos discuten sobre su estado matrimonial, por tanto, si se
declara la separación judicial, se produce ipso iure la separación legal total de bienes.
2. Por el matrimonio celebrado en el extranjero. Conforme al artículo 135, si dos personas se casan
en el extranjero, ante la ley chilena se entenderán casados en separación de bienes. Se dan dos
situaciones particulares; en primer lugar, se da la única circunstancia en que una sociedad conyugal
pueda surgir con posterioridad al matrimonio 32,
Por otro lado, la separación legal parcial solo se referirá a ciertos bienes, teniendo los siguientes casos:
1. Patrimonio Reservado de la Mujer Casada. Opera por el solo ministerio de la ley, por tanto, basta
que se cumplan sus requisitos para que la mujer se entienda separada respecto de los bienes que
forman parte de su patrimonio regido por el artículo 150.
2. Patrimonio Especial del artículo 166. Este patrimonio consiste en que una persona, la mujer,
recibe una donación, herencia o legado, bajo la condición de que no sea administrado por el marido.
La separación judicial es aquella que es decretada por un tribunal y solo puede ser total, enmarcándose en
el razonamiento de ser una facultad que tiene la mujer para solicitar la separación ante la administración
imprudente o negligente del marido.
¿Qué casos son comprendidos en la separación judicial de bienes? Perfectamente puede ser incluida la
administración fraudulenta del marido, el reiterado incumplimiento del marido de su obligación de
alimentos, la desenfrenada y poco prudente dilapidación de bienes por parte del marido, entre otras.
¿Qué efectos produce la separación judicial de bienes? La sentencia que declara la separación de bienes
tiene los siguientes efectos, operando siempre hacia el futuro:
a. Para que la sentencia sea oponible a terceros, es menester que se practique su inscripción marginal
en la inscripción matrimonial.
b. Pone término a la sociedad conyugal y a la participación de los gananciales.
c. En cuanto a la administración, regirán las reglas establecidas por los artículos 159 y siguientes del
Código Civil.
d. La separación de bienes se vuelve irrevocable.
32
Si quienes se casaron en el extranjero llegan a Chile y al momento de inscribir desean regirse por la sociedad conyugal,
ello se acepta. Se ha dicho por la jurisprudencia que si ambas personas casadas en el extranjero son chilenos, se entenderán
casados en el régimen de sociedad conyugal, aplicando la regla de la extraterritorialidad del artículo 15 del Código Civil.
Al igual que la separación legal, la separación convencional de bienes puede ser total o parcial, siendo fruto
del acuerdo de voluntades.
La separación convencional total puede ser establecida antes del matrimonio, al momento de celebrarse el
matrimonio o durante el matrimonio.
1. Antes del Matrimonio. En este caso, la convención que separa totalmente los bienes se da en las
capitulaciones matrimoniales, cumpliendo todos los requisitos ya estudiados.
2. Al momento del Matrimonio. También estamos frente a capitulaciones matrimoniales, por tanto,
nuevamente nos remitimos a lo estudiado.
3. Durante el Matrimonio. Se habla del pacto del artículo 1723, llamado pacto de separación, el cual
requiere constar por escritura pública, que sea subinscrito al margen de la inscripción matrimonial
y que la subinscripción se haga dentro de 30 días corridos contados desde la escritura pública. Si
falta alguno de los requisitos, el pacto adolecerá de nulidad absoluta.
Hay una norma especial que consiste en que el pacto surtirá efecto, tanto entre las partes como
respecto de terceros, al momento en que se subinscriba.
Finalmente, sobre la separación parcial convencional, tenemos las dos siguientes situaciones:
1. Causal del artículo 167. Si en las capitulaciones matrimoniales se establece que la mujer
administrará ciertos bienes, se entenderá que la mujer actuará separadamente del marido respecto
a aquellos bienes excluidos por las capitulaciones matrimoniales.
2. Causal del artículo 1720. Los cónyuges, en las capitulaciones matrimoniales, señalan que la mujer
tendrá una ‘’pensión periódica’’, respecto de la cual se mirará a la mujer como separada de bienes.
1.- GENERALIDADES
El régimen de participación en los gananciales es consagrado y regulado por la Ley N°19.335 y por el
Código Civil, en el Título XXII-A del Libro IV, en los artículos 1792-1 al 1792-27. Su intención era proteger
los intereses de la mujer y que eliminara el régimen de sociedad conyugal.
Se reguló en la ley antes señalada en diciembre del año 1994, Hasta ese entonces existían dos regímenes
matrimoniales, que eran la sociedad conyugal y la separación de bienes, y la idea de este régimen de
participación en los gananciales era reemplazar a la sociedad conyugal.
La ley consagra, en el artículo 1792-1, tres momentos para que se pueda pactar este régimen:
1. Se puede pactar antes del matrimonio, a través de las capitulaciones matrimoniales que realizan
los esposos (art. 1792-1);
2. Se puede pactar al momento que se celebra el matrimonio, también a través de una capitulación
matrimonial que se incorpora inmediatamente al acta de matrimonio (art. 1715 inc. 2°);
3. Se puede pactar cuando se produce una sustitución de régimen, es decir, después de contraer
matrimonio y durante este se cambia el régimen patrimonial, mediante la figura de la sustitución
(art. 1723)
1.2.- Clasificación
El régimen de participación en los gananciales admite la clasificación en atención a su origen, por tanto,
puede ser originario o por sustitución.
a) Originario: Será un régimen originario cuando realice antes del matrimonio, conforme al artículo
1792-1), o antes de los esponsales de matrimonio, conforme al artículo 1715.
b) Sustitución: Será un régimen por sustitución de acuerdo al artículo 1723 del Código Civil, antes
señalado.
Parte de la doctrina señala que no se podría, ya que toda mutación debe realizarse en virtud de un pacto. El
inciso segundo del artículo establece que una vez celebrado no podrá dejarse sin efecto el acuerdo. Como el
acuerdo del artículo 1723 es anterior a la ley, no correspondía el aplicarle.
Otra parte de la doctrina señala que si se está en sociedad conyugal, y luego se pacta la separación total de
bienes y luego a participación en lo ganancial, no se deja sin efecto el otro pacto, sino que existe un nuevo
pacto, no habiendo inferencia de la voluntad y por lo tanto sería válido este pacto.
¿Qué ocurre con los cónyuges casados en el extranjero? Si las personas se casan en el extranjero
pueden inscribir su matrimonio en Chile, y si nada dicen, quedarán casados en separación de bienes. Con
todo, al momento de inscribir, estos pueden declarar que quieren optar por la sociedad conyugal o en la
participación de los gananciales.
Durante la vigencia del matrimonio cada uno de los cónyuges administra su patrimonio propio
separadamente, y cuando termina el matrimonio o el régimen, se forma una comunidad de todos los bienes
que los cónyuges han adquirido a título oneroso durante su vigencia.
Se suman todos los bienes que han adquirido durante el matrimonio tanto de la mujer como del marido y
estos se dividen en 50% para cada uno, independiente del aporte de cada uno.
El legislador chileno no optó por este sistema. Se le llama comunidad diferida ya que se forma al
término del régimen y su duración es sumamente breve, y a su respecto, la doctrina ha dicho que es una
comunidad efímera, limitada en el tiempo para el solo efecto de ser limitada y dividida entre los cónyuges.
En el sistema crediticio, cada cónyuge tiene un patrimonio propio que administra con total libertad durante
la vigencia del régimen matrimonial.
Al momento de la extinción del régimen matrimonial, el cónyuge que ha obtenido bienes a título
oneroso por menor valor tendrá un crédito en contra del otro cónyuge con el objeto de que ambos
logren la misma ganancia a título de gananciales.
El sistema chileno optó por la modalidad crediticia, sentando como base las siguientes reglas:
Art. 1792-19: Si ambos cónyuges hubiesen obtenido gananciales, éstos se compensarán hasta la
concurrencia de los de menor valor y aquel que hubiere obtenido menores gananciales tendrá derecho a
que el otro le pague, a título de participación, la mitad del excedente.
El crédito de participación en los gananciales será sin perjuicio de otros créditos y obligaciones entre los
cónyuges.
El profesor Cesar Parada dice que este sistema se aleja de las tradiciones jurídicas chilenas y que, por lo
tanto, era preferible el sistema de la comunidad diferida, pero no solo por un capricho histórico, sino que,
respecto de la comunidad, los cónyuges tendrán un derecho real, que goza de preferencia en la prelación de
crédito, no así en el sistema crediticio, en el que nace en la ley un crédito o derecho personal.
Otra crítica se funda en que el régimen de comunidad es una ‘’comunidad espiritual’’ y que solo por una
consecuencia jurídica se transforma en una comunidad patrimonial real, pues el espíritu del matrimonio no
es el dinero y que, por lo tanto, el sistema de comunidad diferida hubiera sido mucho mejor.
El profesor Carlos Peña le responde al profesor Cesar Parada diciendo que está equivocado, ya que ambos
créditos tienen protección del artículo 19 Nº24 inciso primero de la Constitución Política, por lo tanto,
nunca dejan de estar desprotegidos y ni desamparados por el derecho de prenda general.
Por su parte, Hernán Troncoso señala que ambas tienen ventajas y desventajas.
➢ En la comunidad diferida el cónyuge más pobre tiene un derecho real, la garantía de que los bienes
se quedan en la comunidad, por lo que queda protegidos, pero el cónyuge más rico como ventaja
para él, puede defraudar a sus acreedores donde ellos no previeron que sus bienes quedarían en
una futura comunidad, que representa una desventaja para los acreedores.
➢ Por esto último no se optó por la comunidad diferida, ya que se podría defraudar a sus acreedores.
Art. 1792-3: Ninguno de los cónyuges podrá otorgar cauciones personales a obligaciones de terceros sin
el consentimiento del otro cónyuge. Dicha autorización se sujetará a lo establecido en los artículos 142,
inciso segundo, y 144, del Código Civil.
En primer lugar, el artículo 1792-3 antes citado señala que ninguno de los cónyuges podrá otorgar
cauciones personales a obligaciones de terceros sin el consentimiento del otro cónyuge. Estas
autorizaciones se rigen por lo establecido en los artículos 142 inciso 2° y 144 del Código Civil.
→ Conforme al inciso segundo del artículo 142, la autorización debe ser deberá ser específica y
otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto exigiere esta solemnidad, o
interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el mismo. Podrá prestarse en todo
caso por medio de mandato especial que conste por escrito o por escritura pública según el
caso.
→ Conforme al artículo 144, la voluntad del cónyuge puede ser suplida por el juez en caso de
imposibilidad o negativa fundada en el interés familiar.
Como segunda excepción será el caso en que un bien sea declarado bien familiar; en tal caso se
establecen prohibiciones de disposición o de uso y goce como el arriendo, actos que son sancionados con la
nulidad relativa de no mediar las autorizaciones.
Cuando llega la extinción del régimen, debemos tener en cuenta tres conceptos fundamentales:
a) Patrimonio Originario: son los bienes con los que parten los cónyuges al momento de optar por el
régimen de participación en los gananciales (art. 1792-6 primera parte).
b) Patrimonio Final: es aquel como termina o finaliza el régimen matrimonial de participación en los
gananciales con más o menos bienes (art. 1792-6 parte final).
c) Gananciales: es la diferencia o ganancia del régimen patrimonial o matrimonial entre ambos
cónyuges, luego de aquello el cónyuge más rico debe dar su cuota correspondiente al más pobre.
Debemos tener en cuenta que en este tipo de régimen patrimonial de participación en los gananciales no es
procedente la aplicación del art 150 del Código Civil, ya que cada cónyuge es dueño de sus propios
bienes.
El patrimonio originario es compuesto por los bienes que tienen los cónyuges hasta el momento en que
optan por la participación en los gananciales, noción que es entregada por el artículo 1792-6 del Código
Civil.
Art. 1792-7: El patrimonio originario resultará de deducir del valor total de los bienes de que el cónyuge
sea titular al iniciarse el régimen, el valor total de las obligaciones de que sea deudor en esa misma fecha.
Si el valor de las obligaciones excede al valor de los bienes, el patrimonio originario se estimará carente de
valor.
Se agregarán al patrimonio originario las adquisiciones a título gratuito efectuadas durante la vigencia del
régimen, deducidas las cargas con que estuvieren gravadas.
1° La primera regla de la composición del patrimonio originario consiste en que se va a restar del activo
en cuanto a las deudas de las que sea titular el cónyuge al momento de iniciarse el régimen.
2° La segunda regla consiste en que se le van a agregar al patrimonio originario las adquisiciones a
título gratuito efectuadas durante la vigencia del régimen, deducidas todas las cargas que pueda tener.
o El mas grande ejemplo es la herencia; la ley presume que ingresa a su patrimonio originario, ya que
no existe alguna carga onerosa para uno de los cónyuges en adquirir ese bien.
o Las deudas que tengan las herencias se incluyen dentro del pasivo, por tanto se descuentan cargas
tales como deudas hereditarias y pagos de impuestos.
3° La tercera regla consiste en que las adquisiciones a título oneroso durante la vigencia también formarán
parte del activo. Lo importante, ante la ley, será la fecha del título, mas no la fecha del modo.
Aunque la adquisición sea a título oneroso, sea hecha durante el régimen, pasaran al patrimonio originario
bajo el requisito que el titulo o la causa sea anterior al inicio del régimen.
Art. 1792- 8: Los bienes adquiridos durante la vigencia del régimen de participación en los gananciales se
agregarán al activo del patrimonio originario, aunque lo hayan sido a título oneroso, cuando la causa o
título de la adquisición sea anterior al inicio del régimen de bienes.
Por consiguiente, y sin que la enumeración siguiente sea taxativa, se agregarán al activo del patrimonio
originario:
1) Los bienes que uno de los cónyuges poseía antes del régimen de bienes, aunque la prescripción o
transacción con que los haya hecho suyos haya operado o se haya convenido durante la vigencia del
régimen de bienes.
2) Los bienes que se poseían antes del régimen de bienes por un título vicioso, siempre que el vicio se
haya purgado durante la vigencia del régimen de bienes por la ratificación o por otro medio legal.
3) Los bienes que vuelven a uno de los cónyuges por la nulidad o resolución de un contrato, o por haberse
revocado una donación.
4) Los bienes litigiosos, cuya posesión pacífica haya adquirido cualquiera de los cónyuges durante la
vigencia del régimen.
5) El derecho de usufructo que se haya consolidado con la nuda propiedad que pertenece al mismo
cónyuge.
6) Lo que se paga a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos constituidos antes de la vigencia
del régimen. Lo mismo se aplicará a los intereses devengados antes y pagados después.
7) La proporción del precio pagado con anterioridad al inicio del régimen, por los bienes adquiridos de
resultas de contratos de promesa.
Ahora, hay ciertos bienes que no ingresan al patrimonio originario, pero que si ingresan al final, a
pesar de no tener título anterior, los cuales son establecidos por el artículo 1792-9. Estos bienes son:
Por otro lado, la ley establece una obligación relativa a cada uno de los cónyuges, esta es la obligación de
inventario del patrimonio originario. Resulta de toda lógica el hacer un inventario al momento de casarse,
lo que hace más fácil la prueba de los bienes, aunque de todas formas, el inventario es renunciable, al
tratarse de una norma de orden privado.
Art. 1792-11: Los cónyuges o esposos, al momento de pactar este régimen, deberán efectuar un
inventario simple de los bienes que componen el patrimonio originario.
A falta de inventario, el patrimonio originario puede probarse mediante otros instrumentos, tales como
registros, facturas o títulos de crédito.
Con todo, serán admitidos otros medios de prueba si se demuestra que, atendidas las circunstancias, el
esposo o cónyuge no estuvo en situación de procurarse un instrumento.
La falta de inventario no produce la nulidad, ya que es una norma que beneficia exclusivamente a los
cónyuges y como tal es renunciable. En caso de que no exista inventario se puede recurrir al título, ya que
su fecha prueba la anterioridad del régimen, de tal forma que formaría parte del patrimonio originario.
En este punto, nos referimos al cómo se valoran los bienes que forman parte del patrimonio originario. Los
bienes se valoran conforme al valor que tengan al momento de la entrada del bien al régimen patrimonial, y
una vez que se termina el régimen se debe valorar nuevamente el bien, entonces se valora el valor inicial,
determinara el valor final de los gananciales, pero la ley señala que se valora según su estado, por las partes
convencionalmente o por el juez en subsidio, o se puede señalar a un tercero mediante a un acuerdo
extrajudicial (art. 1793-13).
Es la situación de cómo termina o finaliza el régimen matrimonial de participación en los gananciales con
más o menos bienes. Se define de acuerdo al artículo 1792-6 inciso final, entendiéndose por el patrimonio
final como el que existía al término del régimen.
¿Cómo se calcula? El primer ejercicio es calcular el total de los bienes que adquirió durante el régimen y se
deducen de las deudas que contrajo durante el mismo periodo, es decir, el pasivo (art. 1792-14).
Después se hace un segundo ejercicio, cuyo sentido o espíritu es proteger al otro cónyuge de posibles
fraudes. Se trata de agregar montos de las disminuciones del patrimonio que sean consecuencia de ciertos
actos, afectados en el régimen.
Cuando se termina este régimen las partes tienen 3 meses para presentar el inventario de cada uno y debe
incluir los bienes y las obligaciones, tratándose de un término improrrogable y sin sanción. Solo respecto
de los bienes que se ocultan se tendrá como duplicado su valor.
➔ Los inventarios pueden ser objeto de objeciones, y si se objeta con citación el plazo es de 3 días.
➔ Se puede modificar el régimen a separación de bienes, respecto a lo cual, el plazo igualmente es de 3
meses.
Se aplica la misma regla que el patrimonio originario, es decir, se toma en cuenta el estado en que se
encuentren al momento de terminar el régimen. Esto será determinado por las partes, un tercero o, en
subsidio, el juez.
¿Qué ocurre si se ocultan o distraen bienes o se simulan obligaciones? Se incurre en una sanción expresada
por el artículo 1792-18:
Art. 1792-18: Si alguno de los cónyuges, a fin de disminuir los gananciales, oculta o distrae bienes o
simula obligaciones, se sumará a su patrimonio final el doble del valor de aquéllos o de éstas.
Situación que surgen a existir diferencia entre el patrimonio inicial y final (se elige el sistema crediticio).
¿Qué ocurre ante las diferencia entre el patrimonio inicial y final? Pueden darse las siguientes tres
situaciones:
1. Patrimonio final inferior al originario. Respecto de esta pérdida de patrimonio, el cónyuge solo
debe soportar la pérdida por presunción de mala administración. Él debe cubrir la diferencia, ya
que se entienden separados de bienes y la administración la tiene cada uno de ellos.
2. Solo un cónyuge con gananciales. Si solo uno de los cónyuges se ha enriquecido durante la
vigencia del régimen, el otro participará en la mitad de su valor.
3. Ambos cónyuges con gananciales. La ley señala que los gananciales se compensarán hasta la
concurrencia de los de menor valor y aquel que hubiere obtenido menos gananciales tendrá
derecho a que el otro le pague a título de participación la mitad del excedente.
3.2.7.- Gananciales.
La operación aritmética de restar el patrimonio original menos el final nos entrega los gananciales,
operación que se hace al final de régimen.
El artículo 1792-6 señala, en su inciso primero, que se entiende por gananciales la diferencia de valor neto
entre el patrimonio original y el final de cada cónyuge. Lo ideal es que los gananciales, al final, sean
iguales para cada cónyuge.
Este crédito se define doctrinariamente como el que la ley le otorga el cónyuge y a la expiración de
régimen de participación de los gananciales ha obtenido por un monto inferior a los del otro cónyuge,
con el objeto de que este último le pague en dinero efectivo a título de participación la mitad del
exceso.
3.3.1.- Características.
1. Se origina al término del Régimen. ¿Qué ocurre respecto del heredero del cónyuge beneficiado?
Termina la participación de los gananciales y el heredero de la parte más débil tendrá un crédito
respecto de los gananciales, cuya acción prescribirá en 5 años. Lo mismo ocurre con el cónyuge
menor de edad.
2. Es irrenunciable e incomerciable. Es un derecho eventual, puesto que, al extinguirse, se puede
ceder, renunciar o ser objeto de otro acto jurídico.
3. Es puro y simple. Decimos que es puro y simple porque se puede exigir inmediatamente, sin
embargo, la excepción a este principio está en el artículo 1792-21, cuyo caso consiste en que el
cobro del crédito provoque un perjuicio a la familia, donde se puede dar una prórroga de un año
para el pago de este crédito.
4. Generalmente se paga en dinero. La regla general es que el crédito se paga en dinero, pero por
excepción puede proceder la dación en pago. Sobre la dación en pago existe una regla especial
sobre la evicción del bien, en cuyo caso renace el crédito.
5. Es un crédito de cuarta clase.
6. Es un hecho no constitutivo de renta.
En cuanto a la acción del cobro de este crédito, el plazo de prescripción es de cinco años contados desde
que el régimen de participación en los gananciales termina.
IV
LA FILIACIÓN
GENERALIDADES
1.- CONCEPTO
Para Enrique Rossel, la filiación es el vínculo jurídico que une a un hijo con su padre o
madre y que consiste en la relación de parentesco establecida por la ley entre un
ascendiente y su inmediato descendiente, o sea, su descendiente de primer grado.
a) En primer lugar, da reglas para establecerla con la mayor certidumbre posible, ya que a
veces resulta incierta.
b) Señala las consecuencias jurídicas, los derechos y obligaciones que vinculan a los
padres con los hijos.
2.- CARACTERÍSITCAS
3.- CLASIFICACIÓN
Si bien el artículo 33 del Código Civil considera iguales a todos los hijos, es posible distinguir
diversas clases de filiación.
Art. 37: La filiación de los hijos puede no encontrarse determinada respecto de su padre, de su madre o de
ambos.
La filiación determinada es aquella que tiene reconocimiento jurídico, sea respecto de ambos
padres, sea respecto de uno de ellos. La filiación puede entonces estar determinada respecto
del padre, de la madre o de ambos.
Por otro lado, la filiación indeterminada es aquella que a pesar de existir en la realidad, no
ha sido reconocida por el derecho.
La filiación por naturaleza es aquella que se origina por vínculos de sangre, mientras que la
filiación adoptiva es aquella regulada por la Ley Nº19.620 sobre Adopción de Menores.
Art. 180: La filiación es matrimonial cuando existe matrimonio entre los padres al tiempo de la concepción
o del nacimiento del hijo.
Es también filiación matrimonial la del hijo cuyos padres contraen matrimonio con posterioridad a su
nacimiento, siempre que la paternidad y la maternidad hayan estado previamente determinadas por los
medios que este Código establece, o bien se determinen por reconocimiento realizado por ambos padres
en el acto del matrimonio o durante su vigencia, en la forma prescrita por el artículo 187. Esta filiación
matrimonial aprovechará, en su caso, a la posteridad del hijo fallecido.
En los demás casos, la filiación es no matrimonial.
Es también filiación matrimonial la del hijo cuyos padres contraen matrimonio con
posterioridad a su nacimiento, siempre que la paternidad y la maternidad hayan estado
previamente determinadas por los medios que la ley establece, o bien se determine por
reconocimiento realizado por ambos padres en el acto del matrimonio o durante su vigencia,
en la forma prescrita por el art. 187. Esta filiación matrimonial aprovechará, en su caso, a la
posterioridad del hijo fallecido (art. 180 inciso segundo, que recoge los casos de legitimación
de pleno derecho, en la antigua nomenclatura del Código Civil).
Cabe agregar dentro de los casos de filiación matrimonial, los contemplados en el artículo
122 del Código Civil., vale decir, los hijos concebidos durante el matrimonio nulo putativo o
el nulo "calificado".
Finalmente, también debemos incluir entre los hijos que ostentan filiación matrimonial
aquellos beneficiados con la adopción, de conformidad a la Ley Nº19.620.
Denominada de esta forma por Hernán Corral, se trata de aquella que tiene el hijo concebido
mediante la aplicación de técnicas de reproducción humana asistida.
Art. 182: El padre y la madre del hijo concebido mediante la aplicación de técnicas de reproducción
humana asistida son el hombre y la mujer que se sometieron a ellas.
No podrá impugnarse la filiación determinada de acuerdo a la regla precedente, ni reclamarse una distinta.
Tal como ha ocurrido en otras legislaciones (por ejemplo, en España), será necesario esperar
que se promulgue una ley especial sobre esta materia, de suyo delicada, por las implicancias
religiosas, jurídicas y morales que contiene.
DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN
2° Maternidad del cónyuge. El hijo tendrá filiación matrimonial cuando realmente haya sido
concebido y parido por la cónyuge. Por ello, puede impugnarse la filiación matrimonial
acreditando falso parto o suplantación del hijo. La maternidad es un hecho notorio, de
manera que su establecimiento o su impugnación son cuestiones de mecánica jurídica.
3° Paternidad del cónyuge. La paternidad, o sea el hecho de que un ser haya sido engendrado
realmente por el que pasa a los ojos de todos por su padre, es un fenómeno incierto que solo
a medias puede ser establecido. Por ello, el legislador estableció una presunción legal de
paternidad, fundada en la normalidad de las cosas.
Art. 184: Se presumen hijos del marido los nacidos después de la celebración del matrimonio y dentro de
los trescientos días siguientes a su disolución o a la separación judicial de los cónyuges.
No se aplicará esta presunción respecto del que nace antes de expirar los ciento ochenta días
subsiguientes al matrimonio, si el marido no tuvo conocimiento de la preñez al tiempo de casarse y
desconoce judicialmente su paternidad. La acción se ejercerá en el plazo y forma que se expresa en los
artículos 212 y siguientes. Con todo, el marido no podrá ejercerla si por actos positivos ha reconocido al
hijo después de nacido.
Regirá, en cambio, la presunción de paternidad respecto del nacido trescientos días después de decretada
la separación judicial, por el hecho de consignarse como padre el nombre del marido, a petición de ambos
cónyuges, en la inscripción de nacimiento del hijo.
La paternidad así determinada o desconocida podrá ser impugnada o reclamada, respectivamente, de
acuerdo con las reglas establecidas en el Título VIII.
Según esta norma, se presumen hijos del marido los nacidos después de la celebración del
matrimonio y dentro de los 300 días siguientes a su disolución o a la separación judicial de
los cónyuges. La regla tiene excepciones, según se analizará.
a) Por el nacimiento del hijo durante el matrimonio de sus padres, con tal que la
maternidad y la paternidad estén establecidas legalmente en conformidad con los
artículos 183 y 184, respectivamente (art. 185 inciso 1°).
b) Por el matrimonio de los padres, tratándose del hijo nacido antes de celebrar dicho
contrato, siempre que la maternidad y la paternidad hubieren estado determinadas con
arreglo al artículo 186 (art. 185 inciso 2°). En este caso, se exige que ambos padres
hayan reconocido al hijo antes del matrimonio o que la filiación se encuentre
determinada respecto a ambos padres por resolución judicial.
c) En el acto del matrimonio de los padres, cuando éstos reconozcan los hijos habidos
con anterioridad (art. 38 de la Ley de Registro Civil).
d) Por el matrimonio de los padres, tratándose del hijo nacido antes de celebrar dicho
contrato, cuando ambos padres reconocen al hijo durante la vigencia del matrimonio.
Dispone el artículo 184 que se presumen hijos del marido los nacidos después de la
celebración del matrimonio y dentro de los 300 días siguientes a su disolución o a la
separación judicial de los cónyuges.
Regirá también la presunción de paternidad respecto del nacido 300 días después de
decretada la separación judicial de los cónyuges, por el hecho de consignarse como padre el
nombre del marido, a petición de ambos cónyuges, en la inscripción de nacimiento del hijo.
En este caso, el marido deberá interponer su acción de impugnación en el plazo y forma que
se expresa en los artículos 212 y siguientes. Sin embargo, el marido no podrá ejercer la acción
de impugnación de paternidad, si por actos positivos ha reconocido al hijo después de
nacido.
Art. 186: La filiación no matrimonial queda determinada legalmente por el reconocimiento del padre, la
madre o ambos, o por sentencia firme en juicio de filiación.
La determinación puede ser voluntaria o forzada (art. 186). Según veremos, guardan cierta
similitud con las antiguas causales de establecimiento de la filiación natural, del antiguo
artículo 271.
Opera por el reconocimiento del padre, de la madre o de ambos. El reconocimiento del hijo
tendrá lugar mediante una declaración formulada con ese determinado objeto por el padre, la
madre o ambos (art. 187 inciso 1°).
En este caso, el reconocimiento del hijo tendrá lugar mediante una declaración formulada con
ese determinado objeto por el padre, la madre o ambos (art. 187):
a) Ante el Oficial del Registro Civil, al momento de inscribirse el nacimiento del hijo.
El número 1 del artículo 187 agrega también ‘’o en el acto del matrimonio de los
padres", pero en nuestra opinión esta hipótesis no debió consignarse en este artículo,
sino en el artículo 185, pues se refiere ella a la filiación matrimonial, mientras que el
187 discurre acerca de la filiación no matrimonial.
El hecho de consignarse el nombre del padre o de la madre, a petición de cualquiera de
ellos, al momento de practicarse la inscripción de nacimiento, es suficiente
reconocimiento de filiación (art. 188). En este caso, la filiación no matrimonial quedará
determinada respecto a dicho padre o madre. Respecto del padre o madre que no
efectúe el reconocimiento, seguirá indeterminada. En todo caso, el artículo 5 de la Ley
sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias dispone que los Oficiales
del Registro Civil tendrán la obligación de hacer saber a la madre o a la persona que
inscriba un hijo de filiación no determinada, los derechos de los hijos para reclamar la
determinación legal de la paternidad o maternidad, y la forma de hacerlos valer ante
los tribunales.
b) En acta extendida en cualquier tiempo, ante cualquier oficial de Registro Civil.
c) En escritura pública.
d) En acto testamentario.
Art. 199 bis: Entablada la acción de reclamación de filiación, si la persona demandada no comparece a la
audiencia preparatoria o si negare o manifestare dudas sobre su paternidad o maternidad, el juez
ordenará, de inmediato, la práctica de la prueba pericial biológica, lo que se notificará personalmente o
por cualquier medio que garantice la debida información del demandado.
El reconocimiento judicial de la paternidad o maternidad se reducirá a acta que se subinscribirá al margen
de la inscripción de nacimiento del hijo o hija, para lo cual el tribunal remitirá al Registro Civil copia
auténtica.
Después de las modificaciones introducidas al Código Civil por la Ley número 20.030
(publicada en el Diario Oficial con fecha 5 de julio de 2005), el reconocimiento a virtud de
confesión judicial, sólo puede producirse en el marco de una acción de reclamación de
estado civil, habiéndose derogado el procedimiento especial y breve que sólo tenía por objeto
citar al supuesto padre o madre para confesar la paternidad o maternidad, y que regulaban
los incisos 2°, 3° y 4° del artículo 188, hoy derogados.
Nos referiremos a esta materia al tratar de las acciones de filiación, en los párrafos siguientes.
Desde ya, cabe prevenir que la filiación establecida contra la voluntad del padre o madre
priva a éstos de importantes derechos.
Además, será necesario que el hijo no haya aceptado el reconocimiento en forma expresa o
tácita. La aceptación es expresa cuando se toma el título de hijo en instrumento público o
privado, o en acto de tramitación judicial. Es tácita cuando se realiza un acto que supone
necesariamente la calidad de hijo y que no se hubiere podido ejecutar sino en ese carácter
(art. 192).
Dado tal carácter personalísimo, mientras el hijo sea menor de edad, se suspende el plazo
para repudiar.
Si fuere menor de edad podrá repudiar el reconocimiento dentro de un año, a contar desde
que, llegado a la mayor edad, supo del reconocimiento.
En cuanto a las formalidades, el repudio es un acto solemne, que deberá hacerse por
escritura pública, dentro de los plazos señalados. Esta escritura deberá subinscribirse al
margen de la inscripción de nacimiento del hijo (art. 191 inciso 4°).
ACCIONES DE FILIACIÓN
1) El artículo 182, que tiene por padre y madre del hijo concebido mediante la aplicación
de técnicas de reproducción humana asistida al hombre y mujer que se sometieron a
ella; y
2) El artículo 201, que hace prevalecer, en la hipótesis planteada en el precepto, la
posesión notoria del estado civil de hijo, debidamente acreditada, por sobre las
pruebas periciales de carácter biológico, en caso de contradicción entre una y otras.
Sobre este particular, Raúl Álvarez ha criticado la solución legal, planteando que la
regla debió ser la inversa, esto es, privilegiar la prueba pericial biológica, puesto que
todo el sistema nuevo de filiación se establece persiguiendo la verdad del nexo
biológico de la procreación. En definitiva, prevalece en el artículo 201 el principio del
interés superior del menor. Este principio se consagró en el artículo 3º de la
Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en su resolución número 44/25 de 20 de noviembre de 1989, de la
que Chile es parte.
a) El proceso tendrá carácter de secreto hasta que se dicte sentencia de término y sólo
tendrán acceso a él las partes y sus apoderados judiciales (art. 197).
b) La persona que ejerza una acción de filiación de mala fe o con el propósito de
lesionar la honra de la persona demandada, deberá indemnizar los perjuicios que
cause al afectado (art. 197 inciso 2º).
La ley pretende desincentivar las demandas temerarias o que supongan una verdadera
extorsión al demandado, advirtiendo que aquellos que las propicien, deberán
responder civilmente.
c) La sentencia que dé lugar a la acción de reclamación o de impugnación deberá
subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento del hijo, y no perjudicará los
derechos de terceros de buena fe que hayan sido adquiridos con anterioridad a la
subinscripción (art. 221).
Art. 198: En los juicios sobre determinación de la filiación, la maternidad y la paternidad podrán
establecerse mediante toda clase de pruebas, decretadas de oficio o a petición de parte.
No obstante, para estos efectos será insuficiente por sí sola la prueba testimonial, y se aplicarán a la de
presunciones los requisitos del artículo 1712.
En virtud de lo que expone la ley tenemos las siguientes particularidades para ciertos medios
de prueba que pueden hacerse valer en juicio:
1° En cuanto a la prueba testimonial, ella será insuficiente por sí sola, por tanto, será
necesario complementarla con otro medio de prueba (art. 198 inciso 2°).
2° La presunción judicial debe cumplir los requisitos del artículo 1712, es decir, deben ser
graves, precisas y concordantes.
3° En cuanto a las pruebas periciales se hace especial énfasis en la prueba biológica. Para
estos efectos, citamos el artículo 199 del Código Civil.
Art. 199: Las pruebas periciales de carácter biológico se practicarán por el Servicio Médico Legal o por
laboratorios idóneos para ello, designados por el juez. Las partes siempre, y por una sola vez, tendrán
derecho a solicitar un nuevo informe pericial biológico.
El juez podrá dar a estas pruebas periciales, por sí solas, valor suficiente para establecer la paternidad o la
maternidad, o para excluirla.
En todo caso, el juez recabará por la vía más expedita posible, antes de dictar sentencia, los resultados de
las pericias practicadas que no hubieren sido informados al tribunal.
La negativa injustificada de una de las partes a practicarse el examen hará presumir legalmente la
paternidad o la maternidad, o la ausencia de ella, según corresponda.
Se entenderá que hay negativa injustificada si, citada la parte dos veces, no concurre a la realización del
examen. Para este efecto, las citaciones deberán efectuarse bajo apercibimiento de aplicarse la
presunción señalada en el inciso anterior.
La prueba biológica se practica por el Servicio Médico Legal o por laboratorios privados
idóneos para su práctica, designados por el juez. La ley permite al juez designar
establecimientos públicos o privados para realizar los exámenes periciales, circunstancia que
ciertamente puede agilizar la obtención de los resultados y por ende la sentencia.
¿En qué casos el juez debe ordenar que se practique la prueba pericial biológica? La ley
establece los siguientes casos:
4° Finalmente, la posesión notoria de estado de hijo servirá también para que el juez tenga
por suficientemente acreditada la filiación. Para estos efectos, tenemos el artículo 200 del
Código Civil, cuyo inciso segundo se encarga de dar una definición legal de posesión notoria.
Art. 200: La posesión notoria de la calidad de hijo respecto de determinada persona servirá también para
que el juez tenga por suficientemente acreditada la filiación, siempre que haya durado a lo menos cinco
años continuos y se pruebe por un conjunto de testimonios y antecedentes o circunstancias fidedignos
que la establezcan de un modo irrefragable.
La posesión notoria consiste en que su padre, madre o ambos le hayan tratado como hijo, proveyendo a
su educación y establecimiento de un modo competente, y presentándolo en ese carácter a sus deudos y
amigos; y que éstos y el vecindario de su domicilio, en general, le hayan reputado y reconocido como tal.
Para acreditar la filiación mediante la posesión notoria, se requiere cumplir con los siguientes
requisitos copulativos:
En cuanto a la posibilidad de que la prueba de testigos pueda hoy día bastar, por sí sola,
para acreditar la posesión notoria, el punto es dudoso.
❖ Recordemos que el inciso final del Nº3 del artículo 271 advertía que "La prueba de
testigos no bastará por sí sola para acreditarla".
❖ El artículo 200 no incluyó una declaración tan perentoria, pero podría estimarse que
permanece en pie la exigencia de complementar la prueba de testigos, desde el
momento que el precepto establece que la posesión notoria se prueba “por un conjunto
de testimonios y antecedentes o circunstancias fidedignos”.
❖ La expresión copulativa “y” denotaría que además de los testigos, deben aportarse
otras pruebas, que configuren los "antecedentes o circunstancias fidedignos".
Ante una eventual colisión de pruebas, el artículo 201 dispone que la posesión notoria del
estado civil de hijo preferirá a las pruebas periciales de carácter biológico en caso de que
haya contradicción entre unas y otras. En efecto, podría ocurrir que una persona hubiere sido
tratada como hijo en los términos señalados precedentemente, y que del examen biológico no
quedare establecida dicha filiación. Como la ley propende a beneficiar al hijo, opta por dar
preferencia a la posesión notoria.
Sin embargo, si hubiere graves razones que demuestren la inconveniencia para el hijo de
aplicar la regla anterior, prevalecerán las pruebas de carácter biológico (art. 201 inciso 2º).
Art. 202: La acción para impetrar la nulidad del acto de reconocimiento por vicios de la voluntad prescribirá
en el plazo de un año, contado desde la fecha de su otorgamiento o, en el caso de fuerza, desde el día en
que ésta hubiere cesado.
Llama la atención que el precepto aluda primero a los vicios de la voluntad y después a la
fuerza, como si la última no fuera un vicio de la voluntad. En todo caso, concluimos que en el
caso de error o de dolo, regirá la regla general enunciada al inicio del artículo.
Observamos que la sanción legal es muy drástica para el ascendiente que intentó eludir su
paternidad o maternidad, pues se verá privado:
33
Del art. 324 inciso 3º, el abandono debe haberse producido antes de cumplir el niño 7 años. Por abandono, debemos
entender tanto el hecho de no haber proporcionado alimentos a la criatura, como el habérselos proporcionado por un
tiempo, cesando en el cumplimiento de ese deber básico, mientras el niño era aún infante.
En el mismo sentido, el nuevo artículo 1182 dispone que no serán legitimarios los
ascendientes del causante si la paternidad o maternidad que constituye o de la que
deriva su parentesco, ha sido determinada judicialmente contra la oposición del
respectivo padre o madre, salvo que opere la restitución de derechos regulada en el
último inciso del artículo 203.
El padre o madre conservará, en cambio, todas sus obligaciones legales cuyo cumplimiento
vaya en beneficio del hijo o sus descendientes (artículo 203 inciso 2º).
La restitución de derechos al padre o madre no alcanza, por cierto, a la patria potestad, pues
para operar la aludida restitución, se requiere que el hijo sea plenamente capaz. La
restitución tendrá sí gran importancia, en aspectos sucesorios, pues confiere al padre o
madre la calidad de legitimario (art. 1182 inciso 2º).
¿Tiene derecho a pedir alimentos al hijo, el padre o madre en cuyo favor operó la
restitución de derechos, cuando dicho padre o madre hubiere abandonado en su infancia
al hijo? Parece dudoso, pues el artículo 324 nada dice al efecto, a diferencia de la expresa
indicación contenida en los artículos 994 y 1182, acerca de los derechos hereditarios.
34
En este último caso, no sirve el testamento del menor adulto.
¿Quiénes son titulares de la acción? Para saber quién puede ejercer la acción y contra quien
puede incoarse, debemos distinguir, según se trate de la filiación matrimonial o no
matrimonial.
1. Si el hijo ejerce la acción, la acción se entabla conjuntamente contra ambos padres (art.
204 inciso 2°).
2. Si el padre o la madre ejerce la acción, el otro progenitor debe intervenir forzosamente
en el juicio, so pena de nulidad (art. 204 inciso 3°).
El Código Civil dispone en su artículo 209 que, reclamada judicialmente la filiación, el juez
deberá decretar alimentos provisionales en los términos del artículo 327. Será necesario por
ende ofrecer fundamento plausible, sin perjuicio de la obligación de restituirlos si la acción
no prosperara, salvo si el demandante hubiere accionado de buena fe y con algún
fundamento plausible.
Dispone la ley que el concubinato de la madre con el supuesto padre, durante la época en que
ha podido producirse legalmente la concepción, servirá de base para una presunción judicial
de paternidad.
Si el supuesto padre probare que la madre cohabitó con otro durante el período legal de la
concepción, esta sola circunstancia no bastará para desechar la demanda, pero no podrá
dictarse sentencia en el juicio sin emplazamiento de aquél (art. 210).
Según el artículo 211, la filiación puede quedar sin efecto por impugnación de la paternidad o
de la maternidad (art. 211). Es menester analizar ambos casos por separado.
Como su nombre lo indica, estas acciones tienen por objeto dejar sin efecto la filiación
generada por una determinada paternidad o maternidad, por no ser efectivos los hechos en
que se funda. Así aparece de los artículos 211 a 221 del Código Civil 35.
¿Quiénes pueden impugnar la paternidad? Tenemos tres posibles sujetos activos de esta
acción:
a) El marido;
b) Los herederos del marido o cualquier persona a quien la paternidad irrogare perjuicio;
y
c) El hijo.
35
Ramos Pazos; ob. cit.; página 433.
A.- El Marido: La paternidad del hijo concebido o nacido durante el matrimonio podrá ser
impugnada por el marido, dentro de los 180 días siguientes al día en que tuvo conocimiento
del parto, o dentro del plazo de un año contado desde esa misma fecha, si prueba que a la
época del parto se encontraba separado de hecho de la mujer (art. 212 inciso 1º).
La residencia del marido en el lugar del nacimiento del hijo hará presumir que supo
inmediatamente del parto; a menos de probarse que por parte de la mujer hubo ocultación
del parto (art. 212 inciso 2º).
Cabe observar que el antiguo artículo 183 establecía un plazo más breve para impugnar la
paternidad de sólo 60 días, contados desde que el marido tuvo conocimiento del parto. La ley
tampoco contemplaba la hipótesis de separación de hecho
B.- Los herederos del marido o cualquier persona a quien la paternidad irrogare perjuicio:
Podrán impugnar la paternidad los herederos del marido y en general toda persona a quien la
pretendida paternidad irrogare perjuicio actual (art. 213).
C.- El Hijo: La paternidad podrá ser impugnada por el hijo, sea a través de su representante
legal o en forma personal. Si quien impugna es el representante legal, debe hacerlo en el
plazo de un año contado desde la fecha de nacimiento del hijo; y si es el hijo quien impugna
en forma personal, también debe hacerlo en el plazo de un año, que, en este caso, se cuenta
desde que adquiere su plena capacidad (art. 214) 36.
Nos interesa destacar que en este caso el padre no es titular de la acción de impugnación. Ello
es lógico y guarda concordancia con el sistema de la ley, según el cual no hay impugnación si
el padre hubiere reconocido al hijo como suyo en su testamento o en otro instrumento
público (art. 213 inc. 2°) 38. Así ha sido reconocido por la jurisprudencia nacional 39.
a) El hijo;
b) Los herederos del hijo; y
c) Los terceros interesados.
36
Ramos Pazos; ob. cit.; página 436.
37
También puede ser señalada como impugnación de la paternidad por filiación no matrimonial.
38
Ramos Pazos; ob. cit.; página 436-437.
39
Corte Suprema 3 de octubre de 2002, causa rol 2.646-2002.
A.- El Hijo: Cuando el hijo ha sido reconocido por su padre puede impugnar la paternidad
dentro del plazo de 2 años contados desde que el hijo supo del reconocimiento (art. 216
inciso 1°).
Si el hijo es incapaz puede impugnar su representante legal. ¿En qué plazo puede impugnar
este representante legal? Nos surgen dudas, pues el artículo 216 inciso segundo expresa que
"esa acción se ejercerá conforme a las reglas previstas en el artículo 214". ¿Significa entonces
que rige para impugnar el plazo del artículo 214, esto es, "dentro del año siguiente a su
nacimiento". No creemos que esa sea la interpretación correcta, pues el representante legal
del hijo no tiene por qué conocer la fecha del reconocimiento. Por ello nos parece que el
plazo es el mismo que tiene el hijo y que la referencia al 214 sólo implica que la impugna el
representante legal del hijo 40.
B.- Herederos del Hijo: Si el hijo muere desconociendo el reconocimiento o antes de vencido
el plazo para impugnar, la acción de impugnación corresponderá a sus herederos por el
mismo plazo o por el tiempo que faltare para completarlo, plazo que se cuenta desde la
muerte del hijo (art. 216 inciso 3°).
La maternidad puede ser impugnada atacándose los dos hechos en que ella se funda:
existencia del parto y que el hijo es el producto de ese parto. Por ello el artículo 217 inciso
primero dispone que "La maternidad podrá ser impugnada, probándose falso parto, o
suplantación del pretendido hijo al verdadero".
¿Quiénes tienen la titularidad de esta acción? Desprendido de los artículos 217 inciso 2° y 3°
y 218, están legitimados para impugnar la maternidad las siguientes personas:
40
Ramos Pazos; ob. cit.; página 437.
El plazo para impugnar es de un año contado desde el nacimiento del hijo (art. 217 inciso
2°). Sin embargo, si el pretendido hijo no entabla la acción de impugnación conjuntamente
con la de reclamación, deberá ejercerla dentro del año contado desde que alcance su plena
capacidad.
En el caso que quien impugne la maternidad sea la persona a quien la maternidad aparente
perjudique actualmente en sus derechos hereditarios sobre la sucesión testamentaria o
abintestato de los supuestos padre o madre, el plazo para impugnar es de un año contado
desde el fallecimiento de dichos padre o madre (art. 218 inc. 2°).
Si quien impugna es el verdadero padre o madre del hijo, no hay plazo para impugnar en
razón de que se interpondrán conjuntamente las acciones de impugnación y de reclamación
de la verdadera filiación (art. 208 inc. 2°).
No obstante haber expirado los plazos establecidos en el artículo 217 para impugnar la
maternidad, la acción respectiva podrá subsistir o incluso revivir por un año, en el caso de
salir inesperadamente (o “inopinadamente”, como dice la ley) a la luz algún hecho
incompatible con la maternidad putativa. El año se contará desde la revelación justificada del
hecho.
Dispone la ley que a ninguno de los que hayan tenido parte en el fraude de falso parto o de
suplantación del hijo, aprovechará en manera alguna el descubrimiento del fraude, ni aún
para ejercer sobre el hijo los derechos de patria potestad, o para exigirle alimentos, o para
suceder en sus bienes por causa de muerte (art. 219 inc. 1º).
Con todo, como la cosa juzgada sufre alteraciones en el ámbito del estado civil, el artículo
220 previene que la limitación apuntada rige sin perjuicio de lo que dispone el artículo 320, al
que ya hemos aludido. En consecuencia, aun cuando existiere sentencia ejecutoriada, podrá
accionar quien se presenta como verdadero padre o madre del que pasa por hijo de otros, o
como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce. Tal como se dijo, en estos casos
deberán interponerse conjuntamente las acciones de reclamación y de impugnación (art. 208).
Por regla general, las acciones de reclamación de filiación (y en general, de estado civil),
podrán interponerse en cualquier tiempo. Al efecto, el artículo 320 establece que ni
prescripción ni fallo alguno, entre cualesquiera otras personas que se haya pronunciado,
podrá oponerse a quien se presente como verdadero padre o madre del que pasa por hijo de
otros, o como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce. En el mismo sentido, el
artículo 195 inciso segundo dispone que “El derecho de reclamar la filiación es
imprescriptible e irrenunciable.”
Art. 206: Si el hijo es póstumo, o si alguno de los padres fallece dentro de los ciento ochenta días
siguientes al parto, la acción podrá dirigirse en contra de los herederos del padre o de la madre fallecidos,
dentro del plazo de tres años, contados desde su muerte o, si el hijo es incapaz, desde que éste haya
alcanzado la plena capacidad.
Art. 207: Si hubiere fallecido el hijo siendo incapaz, la acción podrá ser ejercida por sus herederos, dentro
del plazo de tres años contado desde la muerte.
Si el hijo falleciere antes de transcurrir tres años desde que alcanzare la plena capacidad, la acción
corresponderá a sus herederos por todo el tiempo que faltare para completar dicho plazo.
El plazo o su residuo empezará a correr para los herederos incapaces desde que alcancen la plena
capacidad.
EFECTOS DE LA FILIACIÓN;
DEBERES Y OBLIGACIONES ENTRE PADRES E HIJOS
Según el artículo 222, los hijos tienen tal deber hacia ambos padres. El antiguo artículo 219,
agregaba que los hijos legítimos estaban especialmente sometidos a su padre, lo que
guardaba armonía con la circunstancia de otorgarse a éste la patria potestad. Se decía que en
caso de discrepancia entre el padre y la madre, el hijo legítimo debía acatar lo dictaminado
por el padre.
1.2.- Socorro
Los hijos tienen el deber de cuidar a sus padres en su ancianidad, en el estado de demencia, y
en todas las circunstancias de la vida en que necesitaren sus auxilios. Dicha obligación, que se
materializa en el deber de socorro, recae en los hijos de cualquier edad, aún aquellos
emancipados (art. 223 inc. 1º).
El artículo 222, inciso segundo, dispone que la preocupación fundamental de los padres es el
interés superior del hijo, para lo cual procurarán su mayor realización espiritual y material
posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanen de la naturaleza
humana de modo conforme a la evolución de sus facultades.
El artículo 224, inciso primero, señala por su parte que toca de consuno a los padres, o al
padre o madre sobreviviente, el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos.
41
Ramos Pazos; ob. cit.; página 441.
1º Situación del hijo que goza de filiación no matrimonial: el cuidado personal del hijo no
concebido ni nacido durante el matrimonio, reconocido por uno de los padres, corresponde al
padre o madre que lo haya reconocido (art. 224 inc. 2º).
En este caso, si el padre o la madre fuere persona casada, sólo podrá llevarlo a su hogar con
el consentimiento de su cónyuge (art. 228). Lo anterior es razonable, pues violentaría al otro
cónyuge, que carece de vínculo consanguíneo con el hijo, el que se le impusiere aceptarlo en
el hogar común.
2º Situación del hijo que tiene filiación indeterminada: si el hijo no ha sido reconocido por
ninguno de sus padres, la persona que tendrá su cuidado será determinada por el juez (art.
224 inc. 2º).
3º Situación del hijo, cuando sus padres viven separados: en este caso, toca a la madre el
cuidado personal de los hijos (art. 225 inc. 1º).
No obstante, mediante escritura pública o acta extendida ante cualquier oficial del Registro
Civil, subinscrita al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los 30 días
siguientes a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común acuerdo, podrán determinar
que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda al padre. Este acuerdo podrá
revocarse cumpliendo las mismas solemnidades (art. 225 inc. 2º).
4º Situación del hijo víctima de maltratos o descuidado por sus padres: cuando el interés
del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido u otra causa calificada, el juez
podrá entregar su cuidado personal al otro de los padres. Sin embargo, no podrá el juez
confiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiese contribuido a la mantención del
hijo mientras estuvo bajo el cuidado del otro padre, pudiendo hacerlo (art. 225 inc. 3º).
5º Situación del hijo, en caso de inhabilidad física o moral de ambos padres: podrá el juez,
en este caso, confiar el cuidado personal de los hijos a otra persona o personas competentes.
Como se ve, en lo posible el juez deberá elegir a uno o más de los abuelos del menor.
¿Qué ocurre con el padre o madre que no tiene el cuidado personal del hijo? El padre o
madre que no tenga el cuidado personal del hijo no será privado del derecho ni quedará
exento del deber, que consiste en mantener con él una relación directa y regular, la que
ejercerá con la frecuencia y libertad acordada con quien lo tiene a su cargo, o, en su defecto,
con las que el juez estimare conveniente para el hijo (art. 229 inc. 1º).
El padre o madre que no tenga el cuidado personal del hijo tendrá el derecho y el deber de
mantener con él una relación directa y regular, la que se ejercerá con la frecuencia y libertad
acordada directamente con quien lo tiene a su cuidado según las convenciones a que se
refiere el inciso primero del artículo 225 o, en su defecto, con las que el juez estimare
conveniente para el hijo.
Se entiende por relación directa y regular aquella que propende a que el vínculo familiar
entre el padre o madre que no ejerce el cuidado personal y su hijo se mantenga a través
de un contacto periódico y estable.
Para la determinación de este régimen, los padres, o el juez en su caso, fomentarán una
relación sana y cercana entre el padre o madre que no ejerce el cuidado personal y su hijo,
velando por el interés superior de este último, su derecho a ser oído y la evolución de sus
facultades, y considerando especialmente:
El padre o madre que ejerza el cuidado personal del hijo no obstaculizará el régimen de
relación directa y regular que se establezca a favor del otro padre, conforme a lo preceptuado
en este artículo.
¿Qué ocurre con los abuelos? Al respecto, el artículo 229-2 del Código Civil dispone:
Art. 229-2: El hijo tiene derecho a mantener una relación directa y regular con sus abuelos. A falta de
acuerdo, el juez fijará la modalidad de esta relación atendido el interés del hijo, en conformidad a los
criterios del artículo 229.
DERECHO DE ALIMENTOS
1.- CONCEPTO
Art. 323: Los alimentos deben habilitar al alimentado para subsistir modestamente de un modo
correspondiente a su posición social.
Comprenden la obligación de proporcionar al alimentario menor de veintiún años la enseñanza básica y
media, y la de alguna profesión u oficio. Los alimentos que se concedan según el artículo 332 al
descendiente o hermano mayor de veintiún años comprenderán también la obligación de proporcionar la
enseñanza de alguna profesión u oficio.
Con lo anterior, podemos definir al derecho de alimentos como el que la ley otorga a una
persona para demandar de otra, que cuenta con los medios para proporcionárselos, lo que
necesite para subsistir de un modo correspondiente a su posición social, que debe cubrir a
lo menos el sustento, habitación, vestidos, salud, movilización, enseñanza básica y media,
y aprendizaje de alguna profesión y oficio (art. 323, en relación con los arts. 329 y 330).
42
Ramos Pazos; ob. cit.; página 525.
2.1.- Es Irrenunciable
→ Como señala Meza Barros, en la obligación alimenticia interfiere el interés general que
no consiente que el obligado se libere de su obligación. Puede decirse que la renuncia
del derecho no mira al interés particular del renunciante. La renuncia y la consiguiente
liberación del deudor haría gravitar la obligación sobre otras personas o sobre la
colectividad, haciendo más gravosa la carga de las instituciones de beneficencia, sean
públicas o privadas. El sustento de una persona, en suma, no es un problema de índole
particular; es un derecho que la ley protege por motivos de interés público.
→ Daniel Juricic, por su parte, refiere que renunciar al derecho de pedir alimentos o
disponer de él significa o puede significar, en definitiva, abdicar o desprenderse de lo
necesario para vivir, lo que a la luz de las normas de nuestro ordenamiento jurídico no
es aceptable.
2.2.- Es Imprescriptible
Algunos fundamentan este carácter imprescriptible de los alimentos, dado que, se dice, no
están en el comercio humano9.
En verdad, los alimentos son un bien comerciable, porque pueden radicarse en un patrimonio,
pueden ser objeto de una relación jurídica, sin perjuicio que sean inalienables e
intransmisibles. Prueba que los alimentos constituyen un bien comerciable, la circunstancia
de encontrarse implícitos en el número 2 del artículo 1464 del Código Civil, y no en el
número 1, que se refiere precisamente a las cosas que están fuera del comercio humano.
El carácter imprescriptible de los alimentos responde más bien a la idea de derecho asistencial
que tiene, en términos tales que está en juego la subsistencia misma de un individuo. Para
Antonio Vodanovic, la imprescriptibilidad se refiere al derecho mismo, es decir a la facultad
de pedir alimentos, pero no a las pensiones alimenticias decretadas y devengadas, las que
de no cobrarse oportunamente prescribirán en favor del deudor, conforme a las reglas
generales (art. 336). En consecuencia, transcurridos que sean cinco años contados desde el
día en que la obligación de pagar la pensión alimenticia se hizo exigible, habrá prescrito la
acción del alimentario (arts. 2514 y 2515 Código Civil), subsistiendo la obligación como
natural. Por ende, si el deudor paga las pensiones cuya acción para cobrarlas está prescrita,
no podrá repetir en contra del alimentario, quien podrá retener lo que se le hubiere pagado.
2.4.- Es Inembargable
Es según lo prescito por los artículos 1618 números 1 (que se refiere a las pensiones
alimenticias forzosas) y 9 (que alude a los derechos personalísimos) del Código Civil y 445
número 3 del Código de Procedimiento Civil. Cabe preguntarse si lo anterior debe entenderse
sólo respecto de las pensiones alimenticias futuras, y no de las ya devengadas, o abarca
ambas hipótesis. Vodanovic considera que sólo son inembargables las pensiones alimenticias
futuras, y no las ya devengadas, puesto que estas, en opinión es este autor, pasarían a ser
créditos comunes al estar atrasadas.
El que debe alimentos, no puede oponer a su acreedor, en compensación, lo que éste le deba
al primero (arts. 335 y 1662 inc. 2º). Puestos los créditos uno frente al otro, la ley
excepcionalmente no admite la compensación, considerando la especial naturaleza asistencial
del primero. Sin embargo, las pensiones atrasadas podrán compensarse (art. 336).
Art. 229: No podrán ser sometidas a la resolución de árbitros las cuestiones que versen sobre alimentos o
sobre derecho de pedir separación de bienes entre marido y mujer.
Se ha estimado que no cabe compromiso ni siquiera respecto de las pensiones atrasadas. Por
lo tanto, sólo puede invocarse y establecerse ante los Juzgados de Familia, quienes son
En principio, los alimentos que se deben por ley se entienden concedidos para toda la vida
del alimentario, continuando las circunstancias que legitimaron la demanda (art. 332 inc. 1º
Código Civil). De ahí que se afirme que se trata de una obligación de tracto sucesivo.
Aunque los alimentos pueden tener por fundamento el testamento y la convención, los de
mayor relevancia jurídica son aquellos cuya fuente es la ley, que manda pagarlos a
determinadas personas. Es posible afirmar que la obligación alimenticia es el paradigma de
una obligación que tiene por fuente directa la ley, y por ello el Código Civil, al definir en su
artículo 578 el derecho personal o crédito, y aludir a la obligación correlativa que pesa sobre
el deudor por la sola disposición de la ley, indica como ejemplo precisamente los alimentos
que el padre adeuda al hijo.
2.11.- Es recíproco
El derecho de alimentos goza de una especial protección de la ley, que confiere amplias
facultades judiciales y establece diversas figuras penales. Como indica Daniel Juricic, los
procedimientos judiciales para obtener el cumplimiento de la obligación alimenticia
contemplan facultades extraordinarias para los jueces, como por ejemplo fijar los alimentos
provisorios, ejercer ciertas facultades de oficio, decretar apremios y ejercer una potestad
cautelar (art. 22 Ley N°19.968), que sólo se explican por el fundamento de la relación jurídica
alimentaria, esto es, la protección de la vida y de la integridad física y psíquica del
alimentario.
En el mismo sentido, la Ley N°14.908 consagra varias figuras penales para aquellos que
intenten eludir o entorpecer el cumplimiento de la obligación alimenticia.
Las causas sobre derecho de alimentos son de mediación previa u obligatoria, tal como
distingue el artículo 106 de la Ley de Tribunales de Familia, entre la mediación previa
(también llamada obligatoria), voluntaria y prohibida; entre las primeras, se encuentran las
causas relativas al derecho de alimentos.
Art. 106: Mediación previa, voluntaria y prohibida. Las causas relativas al derecho de alimentos, cuidado
personal y al derecho de los padres e hijos e hijas que vivan separados a mantener una relación directa y
regular, aun cuando se deban tratar en el marco de una acción de divorcio o separación judicial, deberán
someterse a un procedimiento de mediación previo a la interposición de la demanda, el que se regirá por
las normas de esta ley y su reglamento.
Lo dispuesto en el inciso anterior no se aplicará a los casos del artículo 54 de la ley N°19.947.
Las partes quedarán exentas del cumplimiento de este requisito, si acreditaren que antes del inicio de la
causa, sometieron el mismo conflicto a mediación ante mediadores inscritos en el registro a que se refiere
el artículo 112 o si hubieren alcanzado un acuerdo privado sobre estas materias.
Las restantes materias de competencia de los juzgados de familia, exceptuadas las señaladas en el inciso
siguiente, podrán ser sometidas a mediación si así lo acuerdan o lo aceptan las partes.
No se someterán a mediación los asuntos relativos al estado civil de las personas, salvo en los casos
contemplados por la Ley de Matrimonio Civil; la declaración de interdicción; las causas sobre maltrato de
niños, niñas o adolescentes, y los procedimientos regulados en la ley N° 19.620, sobre adopción.
En los asuntos a que dé lugar la aplicación de la ley N°20.066, sobre Violencia Intrafamiliar, la mediación
procederá en los términos y condiciones establecidos en los artículos 96 y 97 de esta ley.
El artículo 109 de la misma Ley, trata de las reglas especiales sobre la mediación en causas
relativas al derecho de alimentos.
Los primeros son los que establece la ley44; voluntarios, los que emanan del acuerdo de las
partes o de la declaración unilateral de una parte.
El Código Civil en sus artículos 321 y siguientes ha reglamentado únicamente los alimentos
forzosos, denominando el título como ‘’De los alimentos que se deben por ley a ciertas
personas’’. Y por su parte, el artículo 337, que entrega la noción general de lo que debemos
entender como alimentos voluntarios, dispone:
Art. 337: Las disposiciones de este título no rigen respecto de las asignaciones alimenticias hechas
voluntariamente en testamento o por donación entre vivos; acerca de las cuales deberá estarse a la
voluntad del testador o donante, en cuanto haya podido disponer libremente de lo suyo.
43
Ramos Pazos; ob. cit.; página 526.
44
Regulación en el Título XVIII del Libro I del Código Civil y en la Ley N°14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de
Pensiones Alimenticias.
Esta materia, está regulada en el artículo 4 de la Ley N°14.908, y en el artículo 327 del Código
Civil. Este último, dispone que mientras se ventila la obligación de prestar alimentos, deberá
el juez ordenar que se den provisoriamente, con el solo mérito de los documentos y
antecedentes presentados; sin perjuicio de la restitución, si la persona a quien se demandan
obtiene sentencia absolutoria. Con todo, cesa este derecho para exigir la restitución, contra
el que, de buena fe y con algún fundamento plausible, haya intentado la demanda.
En cuanto al momento a partir del cual se deben los alimentos provisorios, se han sostenido
dos opiniones en la jurisprudencia:
Se refieren también a los alimentos provisorios los artículos 54-2 y 109 de la Ley N°19.968
sobre Tribunales de Familia.
Los alimentos definitivos se deben, dice la ley, “desde la fecha de la primera demanda” y se
entienden concedidos por toda la vida del alimentario, continuando las circunstancias que
legitimaron la demanda (arts. 331 y 332 Código Civil).
La Corte Suprema ha puntualizado que, al referirse el artículo 331 del Código Civil a la
primera demanda para establecer que desde ella se deben los alimentos, la referencia debe
entenderse a la fecha de la notificación de la demanda y no al tiempo o fecha en que fue
presentada al tribunal correspondiente. Tampoco debe entenderse que la ley alude, como
acontece por regla general, a la fecha en que quede ejecutoriada la sentencia que disponga el
pago de la pensión de alimentos.
Por cierto, si durante el juicio se habían fijado alimentos provisorios inferiores a los que se
regulan como definitivos, el demandado deberá pagar la diferencia por todo el período que
haya transcurrido entre la notificación de la demanda y el momento en que quedó
ejecutoriada la sentencia definitiva.
El primer requisito, el llamado estado de necesidad, consiste en que el alimentario debe estar
necesitado de alimentos, ya sea por la falta patrimonial del padre o la madre. Los alimentos
no se deben sino en la parte en que los medios de subsistencia del alimentario no le alcancen
para subsistir de un modo correspondiente a su posición social (art. 330).
En la tasación de los alimentos se deberán tomar siempre en consideración las facultades del
deudor (el alimentante) y sus circunstancias domésticas (art. 329).
La ley N°14.908 sobre Pensiones Alimenticias establece una excepción a esta regla,
entendiendo que los padres siempre son solventes frente a los hijos, por tanto, no se puede
eludir el cumplimiento de la obligación de pagar alimentos.
Para que proceda el derecho de alimentos es menester que exista una fuente legal. Nos
remitimos a los artículos 326 y 321 del Código Civil:
Art. 326. El que para pedir alimentos reúna varios títulos de los enumerados en el artículo 321, sólo podrá
hacer uso de uno de ellos, en el siguiente orden:
1º. El que tenga según el número 5º.
2º. El que tenga según el número 1º.
3º. El que tenga según el número 2º.
4º. El que tenga según el número 3º.
5º. El del número 4º no tendrá lugar sino a falta de todos los otros.
Entre varios ascendientes o descendientes debe recurrirse a los de próximo grado. Entre los de un mismo
grado, como también entre varios obligados por un mismo título, el juez distribuirá la obligación en
proporción a sus facultades. Habiendo varios alimentarios respecto de un mismo deudor, el juez
distribuirá los alimentos en proporción a las necesidades de aquéllos.
Sólo en el caso de insuficiencia de todos los obligados por el título preferente, podrá recurrirse a otro
Si quien demandará los alimentos posee mas de uno de los títulos consagrados por el artículo 321, deberá
utilizar uno solo. En este caso, tenemos el siguiente orden de preferencia:
Podemos acudir a los siguientes medios a fines para garantizar el cumplimiento de la obligación del pago
de derecho de alimentos.
5.1.- Solidaridad
Es una obligación solidaria que hace responsable del pago a quien viva en concubinato con el padre o
madre o cónyuge alimentante y lo que, sin derecho para ello, dificulten o imposibiliten el fiel y oportuno del
cumplimiento de la obligación. En este punto, nos remitimos al artículo 18 de la Ley N°14.908.
Art. 18: Serán solidariamente responsables del pago de la obligación alimenticia quien viviere en
concubinato con el padre, madre o cónyuge alimentante, y los que, sin derecho para ello, dificultaren o
imposibilitaren el fiel y oportuno cumplimiento de dicha obligación.
El requisito de procedencia de esta solidaridad consiste en que una persona, sin derecho, dificulte o hiciere
imposible el cumplimiento de la obligación.
→ Dentro de este punto, se sanciona al tercero que facilite el ocultamiento del alimentante, para
efectos de la notificación o de medidas de apremio.
→ La sanción es reclusión nocturna por 15 días.
5.2.- Cauciones
Se puede garantizar una obligación de alimentos con una hipoteca o una prenda o con cualquier otra forma
de caución. El artículo 46 del Código Civil señala lo que es una caución:
Art. 46: Caución significa generalmente cualquiera obligación que se contrae para la seguridad de otra
obligación propia o ajena. Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda.
Cualquiera de los cónyuges puede pedir la separación de bienes si el otro que es el obligado al pago de la
pensión ha sido apremiado más de dos veces.
La separación de bienes tiene efectos tanto matrimoniales como patrimoniales. Respecto de los deberes y
obligaciones ya no corre la ayuda mutua, ni el deber de fidelidad. A nivel patrimonial pueden existir efectos
nocivos como la liquidación de la sociedad conyugal.
Art. 332: Los alimentos que se deben por ley se entienden concedidos para toda la vida del alimentario,
continuando las circunstancias que legitimaron la demanda.
Con todo, los alimentos concedidos a los descendientes y a los hermanos se devengarán hasta que
cumplan veintiún años, salvo que estén estudiando una profesión u oficio, caso en el cual cesarán a los
veintiocho años; que les afecte una incapacidad física o mental que les impida subsistir por sí mismos, o
que, por circunstancias calificadas, el juez los considere indispensables para su subsistencia.
Si bien la ley entiende que los alimentos se deben entender concebidos para toda la vida del alimentario,
igualmente la norma establece un límite en cuanto a su edad:
▪ El pago de alimentos dura hasta los 21 años si está trabajando. Es condicional el estar estudiando
para que este límite se extienda más allá de los 21 años.
▪ El tope máximo son 28 años, los cuales igualmente pueden extenderse por razones calificadas por el
juez.
▪ En casos de que el hijo tenga alguna discapacidad, o necesidad especial de la cual deba mantenerse
para toda la vida.
Cesará la obligación de pagar alimentos cuando alimentario incurra en causales de injuria atroz sin que su
conducta pueda verse atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante. El Código
establece que En el caso de injuria atroz cesará la obligación de prestar alimentos. Pero si la conducta
del alimentario fuere atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante, podrá el
juez moderar el rigor de esta disposición (arts. 324 y 968).
La injuria, según la doctrina, consiste en un hecho ejecutado, o dicho proferido, en deshonra o menosprecio de
otro, y que su móvil es siempre el perjuicio, molestia o daño que se trata de infringir al injuriado por motivo de
venganza, odio o resentimiento 45.
45
René Abeliuk Manasevich; La Filiación y sus Efectos; Volumen I; página 415.
Art. 324: En el caso de injuria atroz cesará la obligación de prestar alimentos. Pero si la conducta del
alimentario fuere atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante, podrá el juez
moderar el rigor de esta disposición.
Sólo constituyen injuria atroz las conductas descritas en el artículo 968.
Quedarán privados del derecho a pedir alimentos al hijo el padre o la madre que le haya abandonado en
su infancia, cuando la filiación haya debido ser establecida por medio de sentencia judicial contra su
oposición.
COMPENSACIÓN ECONÓMICA
Introdujo la Ley de Matrimonio Civil, una compensación económica en favor del cónyuge económicamente
más débil. Se trata en consecuencia de una aplicación del principio consagrado en el artículo 3º, inciso 1º de
la Ley de Matrimonio Civil.
La compensación económica podrá decretarse por el juez, cualquiera sea el régimen patrimonial del
matrimonio.
Como lo ha expresado el profesor Carlos Pizarro, la compensación económica se explica, considerando que
con el divorcio y la nulidad expira el deber de socorro que tienen los cónyuges entre sí y, en particular, la
obligación de proporcionarse alimentos. Por ello, para evitar el evidente desequilibrio económico que se
puede originar después de la ruptura matrimonial, el legislador ha creado la institución de la compensación
económica.
El profesor Pizarro se ha preguntado también cuál sería la naturaleza jurídica de esta institución.
En principio, afirma, se podría estimar que tiene un carácter alimenticio, atendiendo a las siguientes
razones:
➢ Se toma en cuenta la situación económica del cónyuge beneficiario, o sea, el cónyuge más débil.
Por lo tanto, no es suficiente que el cónyuge pruebe que se dedicó a la crianza de los hijos o a las
labores propias del hogar;
➢ Cuando se fija la compensación económica en cuotas reajustables, se considerará alimentos para
su cumplimiento (art. 66 inc. 2º Ley 19.947).
Sin embargo, agrega Pizarro, podría tener esta compensación un carácter indemnizatorio, atendiendo a
las siguientes razones:
a) El juez debe constatar que el cónyuge más débil sufrió un menoscabo económico, a
consecuencia de haberse dedicado a las labores de la crianza y del hogar;
b) Además, el juez fija una cantidad de una vez y para siempre, que tiene un carácter inmutable, a
diferencia de lo que ocurre con los alimentos, que, según sabemos, son esencialmente revisables, si
cambian las condiciones que ameritaron establecerlos. La compensación económica, aún aquella
cuyo servicio se haya fijado en cuotas, debe pagarse con prescindencia de la situación que en el
futuro ostenten el deudor y el acreedor.
Con todo, tampoco sería indemnizatoria la naturaleza de la compensación, para el profesor Pizarro. Afirma
lo anterior, porque usualmente la indemnización de perjuicios se fija de acuerdo a la extensión del daño,
prescindiendo la ley, por regla general, de la buena o mala fe del autor del daño. Sin embargo, en la Ley de
Matrimonio Civil, se atiende a dicha buena o mala fe del cónyuge deudor. No hay por ende responsabilidad
estricta u objetiva.
2.- PROCEDENCIA
Cabe advertir que a pesar de contemplarse la compensación económica dentro de las reglas comunes
aplicables a la separación, a la nulidad y al divorcio, no se aplicará a la primera, sino solamente a las dos
últimas. Se explica lo anterior, porque tratándose de la separación, sea de hecho o judicial, subsiste el
deber recíproco de socorro entre los cónyuges.
De conformidad al artículo 61 de la Ley de Matrimonio Civil, si, como consecuencia de haberse dedicado
al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar común, uno de los cónyuges no pudo
desarrollar una actividad remunerada o lucrativa durante el matrimonio, o lo hizo en menor medida
de lo que podía y quería, tendrá derecho a que, cuando se produzca el divorcio o se declare la nulidad del
matrimonio, se le compense el menoscabo económico sufrido por esta causa.
Dos son, por ende, las causas que justifican establecer esta compensación económica:
Que el cónyuge dedicado a las labores descritas no haya podido desarrollar una actividad
remunerada o lucrativa durante el matrimonio; y
Que el cónyuge dedicado a las labores descritas, si bien desarrolló una actividad remunerada o
lucrativa durante el matrimonio, lo hizo en menor medida de lo que podía y quería.
Podemos observar que no es imprescindible, para que opere esta compensación económica, la existencia de
hijos comunes de los cónyuges. En un matrimonio sin hijos, la mujer, por ejemplo, pudo haberse dedicado
“a las labores propias del hogar común”, caso en el cual, de darse alguna de las consecuencias enunciadas,
tendrá derecho a exigir la compensación económica.
1. La duración del matrimonio y de la vida en común de los cónyuges. Nótese que una cosa es la
duración del matrimonio, y otra, que no necesariamente coincidirá con la primera, es la duración de
la convivencia de los cónyuges. Cabe tener presente, entonces, que si los cónyuges se separaron de
hecho o judicialmente, y el cese de la convivencia tiene fecha cierta, el juez debe considerarlo como
un factor a ponderar para admitir la compensación o cuantificar su monto. Como es lógico suponer,
a mayor duración del matrimonio, o a mayor duración de la vida en común, mayores posibilidades
de obtener la compensación económica; en cambio, si el matrimonio hubiere durado corto tiempo,
o si la vida en común no se extendió por un tiempo significativo, es probable que el juez la deniegue
o fije un monto modesto;
2. La situación patrimonial de ambos. Cabe indicar que no parece haber incompatibilidad entre la
compensación económica, y los gananciales a que podría tener derecho el cónyuge acreedor, si
hubo sociedad conyugal o participación en los gananciales, pero lo razonable sería que el juez
considere las sumas que se paguen por tales conceptos, para fijar a su vez la compensación
económica;
3. La buena o mala fe;
4. La edad y el estado de salud del cónyuge beneficiario. Se puede estimar que a mayor edad del
cónyuge más débil, mayores posibilidades de obtener la compensación económica. La ley, entonces,
no sólo considera lo que ocurrió durante el matrimonio, sino lo que puede acaecer con el cónyuge
más débil, cuando expire el matrimonio;
5. Su situación en materia de beneficios previsionales y de salud;
6. Su cualificación profesional y posibilidades de acceso al mercado laboral. No basta con alegar
que el cónyuge más débil tiene una profesión, para descartar la compensación económica en su
favor, porque si el cónyuge estuvo muchos años alejado de su profesión, la reinserción laboral
puede ser muy difícil; y
7. La colaboración que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro cónyuge.
Los factores antes enunciados no son taxativos, pues la ley sólo indica que ellos deben considerarse
“especialmente”, lo que no excluye que el juez pueda ponderar otros aspectos que estime pertinentes.
El inciso 2º del artículo 62 de la Ley de Matrimonio Civil, dispone que si se decretare el divorcio en virtud
del artículo 54, esto es, cuando se estableció a consecuencia de una falta imputable a uno de los cónyuges;
falta que, según vimos, ha de constituir una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el
matrimonio a los cónyuges, o una violación grave de los deberes y obligaciones para con los hijos, el juez
podrá denegar la compensación económica que habría correspondido al cónyuge que dio lugar a la causal, o
disminuir prudencialmente su valor.
Nótese, en todo caso, que la ley dice que el juez “podrá denegar la compensación (...) o disminuir
prudencialmente su valor”, no que deberá hacerlo. Se trata por ende de una facultad discrecional
conferida al juez, en el caso expuesto.
A propósito de esta facultad discrecional que la ley le otorga al juez para acoger o denegar la compensación
económica o disminuir prudencialmente su valor, el profesor Carlos Pizarro estima que nos acercamos al
daño moral, en cuanto a la determinación de la compensación. Ello, a su juicio, conlleva el riesgo de que las
sentencias exhiban criterios dispares, para casos que sin embargo presentan similitudes.
Suponemos que la jurisprudencia se uniformará en base a criterios objetivos, que por lo demás, se
consideran en el artículo 62.
En su sentencia, además, el juez determinará la forma de pago de la compensación, para lo cual podrá
establecer las siguientes modalidades (art. 65):
El cónyuge deudor, que no tenga bienes suficientes para solucionar el monto de la compensación mediante
alguna de las dos modalidades señaladas, podrá solicitar al juez que divida el pago en cuantas cuotas fuere
necesario. Para ello, el juez tomará en consideración la capacidad económica del cónyuge deudor y
expresará el valor de cada cuota en alguna unidad reajustable (art. 66 inc. 1º).
Nos parece negativo que la ley no haya acotado el plazo máximo dentro del cual debiera pagarse la
compensación económica. La facultad discrecional conferida al juez, contrasta con lo que ocurre en el
régimen de participación en los gananciales, en el cual, conforme al artículo 1792-21 del Código Civil, el
juez, a petición del cónyuge deudor, podrá fijar un plazo de hasta un año, contado desde que quede firme la
resolución judicial que liquida el crédito.
Dispone el inciso segundo del artículo 66 que la cuota respectiva, se considerará alimentos para el efecto de
su cumplimiento, a menos que se hubieren ofrecido otras garantías para su efectivo y oportuno pago, lo que
se declarará en la sentencia. Entendemos, por lo tanto, que se pueden presentar dos situaciones:
→ Si el cónyuge deudor no hubiere ofrecido garantías del efectivo y oportuno pago de la deuda,
ésta se considerará alimentos, y en consecuencia, el acreedor podrá recurrir a los apremios
previstos en la Ley 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias;
→ Si el cónyuge deudor hubiere ofrecido garantías del efectivo y oportuno pago de la deuda, y
éstas se hubieren constituido, la deuda se regirá, en cuanto a su cumplimiento, por las
normas generales aplicables a toda obligación.
Como estará fijada en la sentencia, el acreedor dispondrá, en todo caso, de un título ejecutivo.
En nuestra opinión, la ley debió establecer, además, el carácter de crédito preferente de esta
acreencia, para evitar que frente a la concurrencia de otros acreedores, no pueda obtener el pago de
la compensación. Podría haberse establecido una solución similar a la del crédito de participación
en los gananciales y a la del crédito de la mujer sobre los bienes del marido, en el caso de la
sociedad conyugal, ambos créditos con preferencia de cuarta clase (art. 2481 N°3 Código Civil).
Con todo, también es cierto que el Código Civil tampoco otorga el carácter de crédito preferente a
los alimentos que se deben por ley a ciertas personas, lo que quizá explique que el crédito nacido a
consecuencia de la compensación económica no ostente un carácter de crédito preferente.
Cabe preguntarse si el cónyuge más débil, puede ceder o transmitir su crédito nacido de la determinación
de la compensación económica en su favor.
Considerando que no tiene un carácter estrictamente alimenticio, y que la ley nada estableció en cuanto a
restringir la enajenabilidad o transmisión del crédito, podríamos concluir que ello es perfectamente
posible. Podría estimarse, sin embargo, que con esta conclusión, no se garantiza la persistencia en el tiempo
(por el plazo en que se dividió el pago) del principio de la protección al cónyuge más débil, pero no es
menos cierto que cada vez que la ley consagra un derecho personalísimo, lo señala expresamente, como
ocurre precisamente a propósito de los alimentos. Por lo demás, lo mismo ocurre con el crédito de
participación en los gananciales, según se desprende de lo preceptuado en el artículo 1792-20 del Código
Civil, que, interpretado a contrario sensu, deja en claro que terminado el régimen, el crédito puede ser
objeto de convenciones, incluyendo la cesión del mismo a cualquier título. Lo mismo ocurre con la
transmisión, si fallece el cónyuge más pobre. Sus herederos tendrán derecho a cobrarlo.
Como advierte el profesor Carlos Pizarro, puede darse una situación curiosa o al menos poco grata:
Podríamos considerar conveniente que la persona que pretenda contraer matrimonio con un
divorciado o divorciada o con quien obtuvo la nulidad de su matrimonio, le exija a su futuro
cónyuge que le presente un “certificado” en el que conste que no adeuda compensación económica
alguna.
3.- EXTINCIÓN
Nada dijo la ley sobre esta materia, de manera que debiéramos concluir que la acción prescribirá
conforme a las reglas generales, es decir, en el plazo de tres o de cinco años, contados desde que la
obligación se hizo exigible, tratándose de la acción para demandar en juicio ejecutivo o en juicio
ordinario, respectivamente (art. 2515).
➢ Si la compensación se determinó por los cónyuges de común acuerdo se hace exigible la obligación
al aprobarse el acuerdo de los cónyuges por el tribunal; y
➢ Si la compensación se determinó por el juez, a falta de acuerdo de los cónyuges se hace exigible la
obligación al quedar ejecutoriada la respectiva sentencia.
Considera el profesor Pizarro que la compensación económica podría fijarse por anticipado, en las
capitulaciones matrimoniales previas al matrimonio, pero en el entendido que tal acuerdo debe quedar
sujeto a la revisión del juez, pues éste debe velar por la efectiva protección al cónyuge más débil. Aunque el
punto nos parece dudoso, en la práctica la estipulación no sería vinculante para el juez.
Cree también el profesor Pizarro que la compensación económica es renunciable. Aunque el profesor
Pizarro no se explayó acerca de este punto, debemos entender que la renunciabilidad sólo podría operar
cuando se demanda el divorcio o la nulidad, pudiendo ser expresa o tácita (esta última se produciría
cuando el cónyuge interesado, dejó pasar las oportunidades procesales que tenía para alegarla). Una
solución de esta índole responde al mismo principio establecido en el artículo 1792-20 del Código Civil,
respecto al crédito de participación en los gananciales.