Vision Del Estado Contemporaneo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHIAPAS

FACULTAD DE DERECHO CAMPUES III

MATERIA:
DERECHOS FUNDAMENTALES

TITULAR:
ANTONIO HERMENEGILDO PANIAGUA ALVAREZ

ACTIVIDAD:
RESUMEN

ALUMNA:
CASANDRA PÉREZ PINEDA

SEMESTRE:

GRUPO:
“A”

FECHA DE ENTREGA:
13/10/2020
Una visión del Estado contemporáneo
Los fines a los cuales ha de atender la organización estatal varían en función de
las coyunturas históricas y, dentro de ellas, de las distintas ideas, imágenes o
representaciones del Estado y de la diversa estructuración de las fuerzas sociales.
Pero, en todo caso, ha de cumplir, al menos, con los siguientes fines:

a) asegurar su propia existencia y reproducción como organización, ya que,


como todas las organizaciones, está amenazado de un proceso de
entropía, es decir, de desorden y degeneración crecientes si no se
desarrolla una energía capaz de neutralizarla.
b) garantizar la convivencia pacífica dentro de su territorio, lo que no supone la
exclusión de los antagonismos, sino su canalización por vías jurídica.
c) asegurar su permanencia como entidad soberana dentro de la comunidad
internacional.
El Estado liberal se planteó como sus fines la garantía de las libertades
personales, de la propiedad privada y de la igualdad ante la ley, en tanto que
condiciones para que los individuos actualizaran sus potencialidades y generaran
una floreciente sociedad civil en el campo económico y cultural. Aunque en sus
comienzos —y como reacción ante el Estado Policía— trataba de limitar hasta el
mínimo indispensable su acción administrativa, lo cierto es que ésta adquirió un
amplio desarrollo cualitativo (selección racional de objetivos y de métodos de
gestión) y cuantitativo, atrayendo a su esfera funciones como la enseñanza, la
formación de cuadros técnicos, la asistencia social, el fomento (hoy llamado
«desarrollo»), que antes habían permanecido al margen de la acción del Estado o,
por lo menos, del que éste no se hacía principal responsable. El Estado amplía
cada vez más su acción administrativa, si bien ésta no, podrá incidir en los
derechos individuales más que en virtud de leyes aprobadas por el Parlamento.

El Estado como toda institución tiene un telos o finalidad, elemento esencial del
mismo, que consiste en la realización de los valores individuales y sociales de la
persona humana en el bien público. El tratadista Jorge Fernández Ruiz, sostiene
al respecto que existe un elemento teleológico en el estado, empero, este
elemento invisible e intangible del Estado es determinado no por el consenso
general de la población, sino por el interés del sector o clase dominante del a
población.5 En efecto, el Estado subsiste porque así lo resuelve el sector
dominante del mismo, aun cuando no cuenten con la aprobación de la mayoría de
la población o, incluso, aun cuando a la creación o subsistencia del Estado se
opusiera la mayoría de la población.
El Estado asume los fines necesarios para la existencia de la sociedad nacional de
acuerdo con las condiciones de su desarrollo y que ésta no pueda satisfacer
espontáneamente por sí misma.

La organización estatal, como cualquier organización, sólo puede existir a través


de un proceso de división de tareas o de funciones y de la coordinación de sus
resultados parciales hasta conseguir un resultado unitario.
En términos amplios, un órgano es la integración de unas personas, de unos
recursos materiales y de unas normas jurídicas configuradas en el concepto de
competencia. Las decisiones o acciones de las personas que componen el órgano
están sometidas a un proceso de estatización y, por tanto, no son imputables a la
persona qua privatus, sino al órgano, y por mediación de éste al Estado, ya que el
órgano no tiene existencia ni personalidad más que como parte del sistema
estatal.
Dentro de las funciones estatales, cabe distinguir a grandes líneas las siguientes,
bien entendido que cada órgano puede cumplir distintas funciones (por ejemplo, el
Parlamento cumple la función legislativa y la de control político) y que cada función
pueda ser cumplida por diversos órganos o por la cooperación de distintos
órganos (por ejemplo, la función legislativa es llevada a cabo por las Cámaras, por
el Gobierno, que como es sabido tiene iniciativa legislativa, y por el Jefe del
Estado, que sanciona o promulga las leyes). Hecha esta salvedad y sin entrar en
niveles detallados de análisis, puede afirmarse que en cada órgano predomina el
ejercicio de una o de unas funciones. Con arreglo a ello podemos distinguir entre:
a) Funciones de decisión política. Entendemos por decisión la elección
consciente entre dos o más alternativas posibles con la intención de
alcanzar uno o varios objetivos y que conlleva un riesgo o factor de
incertidumbre que debe tratarse de reducir al mínimo posible, pero que es
inherente a la decisión, pues cuando la incertidumbre es plena no ha lugar
a optar entre alternativas. Entendemos por decisiones políticas del Estado
aquéllas cuyo contenido o bien se impone imperativamente o bien
compromete a la sociedad nacional, y cuya opción no tiene otros límites
que los establecidos por la *Constitución. A esta clase de decisiones
pertenecen fundamentalmente las que se expresan en la actividad
legislativa y en la fijación de las graves líneas de la acción política del
Estado. Las funciones de decisión política son llevadas fundamentalmente
a cabo por el Gobierno y por el Parlamento.

b) Funciones de operacionalización de las decisiones políticas y de gestión


administrativa y judicial del Estado. Estas funciones no excluyen procesos
de decisión, pero no sólo han de moverse dentro de los límites de la
Constitución, sino también de las leyes y eventualmente de los
reglamentos.

c) Funciones de control sobre las decisiones y acciones de otros órganos, las


cuales pueden significar eventualmente la anulación de las decisiones de
tales órganos, un cambio de su contenido o una interpretación vinculatoria
del mismo.

Desde el punto de vista de su configuración jurídica, el Estado se organiza como


un sistema de competencias a través del cual se atribuyen a distintos órganos las
funciones u objetivos a cumplir, los poderes necesarios para ello, las formas a las
que debe someterse su actuación, así como el ámbito territorial de su ejercicio. La
competencia es una noción elaborada por los juristas, muy especialmente a partir
de la segunda mitad del siglo XIX, pero recogiendo y precisando conceptualmente
lo que ya era una praxis organizativa del poder del Estado.

Entre los sentidos posibles del sistema de competencias dentro del conjunto de la
organización estatal caben destacarse los siguientes: de un lado, la disciplina de
dicha organización por el Derecho, ya que todo poder ejercido por un órgano o
componente de órgano ha de moverse dentro de los límites y condiciones de la
competencia establecidos por la normatividad jurídica, y de otro, permite una
distribución de las tareas del Estado entre sus subunidades con la seguridad de
que no actuarán con el arbitrio o los criterios personales de sus titulares o
portadores, lo que obviamente conduciría a un verdadero caos que terminaría con
la unidad del Estado, sino con arreglo a la ordenación normativa establecida por el
poder del Estado, de modo que la acción subjetiva del titular o portador del órgano
no es, así, otra cosa que la actualización de la transpersonalización y objetivación
del poder estatal.

Pocas realidades tienen una importancia tan grande en el mundo actual como el
Estado. Para bien o para mal el Estado representa un papel de primera magnitud
en la vida del hombre contemporáneo, y su presencia se hace sentir
decisivamente en lY es que el Estado está vinculado íntimamente con la
naturaleza social del hombre. Es una comunidad que por su organización y fines
ayuda al individuo humano a la plena expansión de su personalidad y crea el
ambiente propicio para la cooperación social en el orden, la paz y la justicia. Es,
en verdad, una sociedad que por su amplitud, la diversidad de sus funciones y la
gran variedad de recursos materiales y espirituales con que cuenta, puede
considerarse como la única sociedad que cubre integralmente el ámbito de los
fines existenciales humanos en el plano de lo temporal intramundano. Esta
característica del Estado había sido ya considerada por los grandes pensadores
políticos desde la antigüedad como algo esencial a la comunidad política.
Por eso la doctrina del Derecho Natural designó al Estado con el nombre de
sociedad perfecta. Es la sociedad autárquica o autosuficiente que contiene en sí
todo lo necesario para promover la vida buena de los hombres, o como ahora se
diría, para el bienestar general. No es el simple valerse por sí mismo en el campo
económico -que ha déjalo ya de ser posible en el complejo mundo de relaciones
internacionales en que vivimos sino el estar dotado de una estructura, de una
organización, de unos fines y de un poder supremo de mando, que le permite al
Estado fundar, favorecer y regular la cooperación social en todos los campos. Y
así poner al servicio de la persona humana todo lo que ésta requiere para el
cumplimiento cabal de su destino.
El Estado contemporáneo nace y subsiste por una coincidencia de voluntades de
la parte de la población política y económicamente más importante, aun cuando no
necesariamente la más numerosa.7 Es común que la clase gobernante o clase
política, conforme a una pequeña pero importante parte política de la población del
Estado; de tal suerte que el estado subsiste con, sin, y en ocasiones, aun contra la
voluntad de la mayoría de los miembros de su población. Los objetivos estatales,
salvo el de procurar la supervivencia del propio Estado, son diferentes en los
diversos estado, así como entre distintas épocas del mismo Estado. Fiel a su
trayectoria histórica y a su naturaleza, el Estado en nuestros días sigue siendo esa
estructura suprema de poder que condiciona el bienestar de los hombres y de los
pueblos. Su presencia se hace notar en todas las regiones de lo social, como
agente de promoción, o como colaborador de la iniciativa privada, o como garantía
de la actividad de las comunidades menores.

También podría gustarte