Partes de La Misa
Partes de La Misa
Partes de La Misa
A) Ritos iniciales
Entrada
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Si no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un lector,
leerán la antífona propuesta en el Misal, o si no el mismo sacerdote,
quien también puede adaptarla a manera de monición inicial (cfr. n. 31).
Acto penitencial
51. Después el sacerdote invita al acto penitencial que, tras una breve
pausa de silencio, se lleva a cabo por medio de la fórmula de la confesión
general de toda la comunidad, y se concluye con la absolución del
sacerdote que, no obstante, carece de la eficacia del sacramento de la
Penitencia.
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52. Después del acto penitencial, se tiene siempre el Señor, ten piedad, a
no ser que quizás haya tenido lugar ya en el mismo acto penitencial. Por
ser un canto con el que los fieles aclaman al Señor e imploran su
misericordia, deben hacerlo ordinariamente todos, es decir, que tanto el
pueblo como el coro o el cantor, toman parte en él.
Colecta
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Si se dirige al Padre: Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Si se dirige al Padre, pero al final se menciona al Hijo: Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
B) Liturgia de la palabra
Silencio
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oportunamente, por ejemplo, antes de que se inicie la misma Liturgia de
la Palabra, después de la primera lectura, de la segunda y, finalmente,
una vez terminada la homilía.[60]
Lecturas bíblicas
57. Por las lecturas se prepara para los fieles la mesa de la Palabra de
Dios y abren para ellos los tesoros de la Biblia.[61] Conviene, por lo
tanto, que se conserve la disposición de las lecturas, que aclara la unidad
de los dos Testamentos y de la historia de la salvación; y no es lícito que
las lecturas y el salmo responsorial, que contienen la Palabra de Dios,
sean cambiados por otros textos no bíblicos.[62]
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Salmo responsorial
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fuere necesario, se repite, pero el versículo es cantado por los cantores
o por un cantor.
Homilía
Los domingos y las fiestas del precepto debe tenerse la homilía en todas
las Misas que se celebran con asistencia del pueblo y no puede omitirse
sin causa grave, por otra parte, se recomienda tenerla todos días
especialmente en las ferias de Adviento, Cuaresma y durante el tiempo
pascual, así como también en otras fiestas y ocasiones en que el pueblo
acude numeroso a la Iglesia.[66]
Profesión de fe
Oración universal
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de su sacerdocio bautismal, ofrece súplicas a Dios por la salvación de
todos. Conviene que esta oración se haga de ordinario en las Misas con
participación del pueblo, de tal manera que se hagan súplicas por la
santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren diversas
necesidades y por todos los hombres y por la salvación de todo el
mundo.[67]
C) Liturgia Eucarística
Cristo, pues, tomó el pan y el cáliz, dio gracias, partió el pan, y los dio a
sus discípulos, diciendo: Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste
es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía. Por eso, la
Iglesia ha ordenado toda la celebración de la Liturgia Eucarística con
estas partes que responden a las palabras y a las acciones de Cristo, a
saber:
3) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean
muchos, reciben de un único pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre
del Señor, del mismo modo como los Apóstoles lo recibieron de las
manos del mismo Cristo.
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antiguamente, sin embargo el rito de presentarlos conserva su fuerza y
su significado espiritual.
También pueden recibirse dinero u otros dones para los pobres o para la
iglesia, traídos por los fieles o recolectados en la iglesia, los cuales se
colocarán en el sitio apropiado, fuera de la mesa eucarística.
74. Acompaña a esta procesión en la que se llevan los dones, el canto del
ofertorio (cfr. n.37 b), que se prolonga por lo menos hasta cuando los
dones hayan sido depositados sobre el altar. Las normas sobre el modo
de cantarlo son las mismas que para canto de entrada (cfr. n. 48). El
canto se puede asociar siempre al rito para el ofertorio, aún sin la
procesión con los dones.
76. En seguida, el sacerdote se lava las manos a un lado del altar, rito con
el cual se expresa el deseo de purificación interior.
77. Depositadas las ofrendas y concluidos los ritos que las acompañan,
con la invitación a orar junto con el sacerdote, y con la oración sobre las
ofrendas, se concluye la preparación de los dones y se prepara la
Plegaria Eucarística.
En la Misa se dice una sola oración sobre las ofrendas, que se concluye
con la conclusión más breve, es decir: Por Jesucristo, nuestro Señor; y si al
final de ella se hace mención del Hijo: (Él) que vive y reina por los siglos de
los siglos.
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El pueblo uniéndose a la súplica con la aclamación Amén, hace suya la
oración.
Plegaria Eucarística
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d) Narración de la institución y consagración: por las palabras y por las
acciones de Cristo se lleva a cabo el sacrificio que el mismo Cristo
instituyó en la última Cena, cuando ofreció su Cuerpo y su Sangre bajo
las especies de pan y vino, y los dio a los Apóstoles para que comieran y
bebieran, dejándoles el mandato de perpetuar el mismo misterio.
Rito de la comunión
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81. En la Oración del Señor se pide el pan de cada día, que para los
cristianos indica principalmente el pan eucarístico, y se implora la
purificación de los pecados, de modo que, en realidad, las cosas santas
se den a los santos. El sacerdote hace la invitación a la oración y todos
los fieles, juntamente con el sacerdote, dicen la oración. El sacerdote
solo añade el embolismo, que el pueblo concluye con la doxología. El
embolismo que desarrolla la última petición de la Oración del Señor pide
con ardor, para toda la comunidad de los fieles, la liberación del poder
del mal.
Rito de la paz
82. Sigue el rito de la paz, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad
para sí misma y para toda la familia humana, y con el que los fieles se
expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión
sacramental.
83. El sacerdote parte el pan eucarístico, con la ayuda, si es del caso, del
diácono o de un concelebrante. El gesto de la fracción del Pan realizado
por Cristo en la Última Cena, que en el tiempo apostólico designó a toda
la acción eucarística, significa que los fieles siendo muchos, en la
Comunión de un solo Pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado
para la salvación del mundo, forman un solo cuerpo (1Co 10, 17). La
fracción comienza después de haberse dado la paz y se lleva a cabo con
la debida reverencia, pero no se debe prolongar innecesariamente, ni se
le considere de excesiva importancia. Este rito está reservado al
sacerdote y al diácono.
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El sacerdote parte el pan e introduce una parte de la Hostia en el cáliz
para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra
de la redención, a saber, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso.
La súplica Cordero de Dios se canta según la costumbre, bien sea por los
cantores, o por el cantor seguido de la respuesta del pueblo el pueblo, o
por lo menos se dice en voz alta. La invocación acompaña la fracción del
pan, por lo que puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta
cuando haya terminado el rito. La última vez se concluye con las
palabras danos la paz.
Comunión
85. Es muy de desear que los fieles, como está obligado a hacerlo
también el mismo sacerdote, reciban el Cuerpo del Señor de las hostias
consagradas en esa misma Misa, y en los casos previstos (cfr. n. 283),
participen del cáliz, para que aún por los signos aparezca mejor que la
Comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se
está celebrando.[73]
89. Para terminar la súplica del pueblo de Dios y también para concluir
todo el rito de la Comunión, el sacerdote dice la oración después de la
Comunión, en la que se suplican los frutos del misterio celebrado.
— Si se dirige al Hijo: Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
D) Rito de conclusión
c) La despedida del pueblo, por parte del diácono o del sacerdote, para
que cada uno regrese a su bien obrar, alabando y bendiciendo a Dios.
d) El beso del altar por parte del sacerdote y del diácono y después la
inclinación profunda al altar de parte del sacerdote, del diácono y de los
demás ministros.
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