Historias 60 77-92

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

Los impresos: construcción de una comunidad cultural.

México, 1800-1855

Laura Suárez de la Torre*

E scribir en torno al ámbito editorial en el si- que genera la construcción de una nueva comu-
glo xix en México, nos enfrenta a una realidad nidad cultural, nacida de las inquietudes del
apenas en construcción y que, por lo mismo, nuevo país, en donde los impresos jugaron un
plantea numerosas preguntas, algunas de las papel importante.
cuales, lógicamente, quedarán sin respuesta.1 Imágenes, formas, valores, conceptos y repre-
La inexistencia de los archivos de las distintas sentaciones colman las páginas de impresos y
empresas editoriales nos deja sin posibilidad de nos encaminan a la apropiación de lo escrito o
adentrarnos en los tirajes, los salarios, los con- mejor dicho de lo impreso. En efecto, una de las
tratos, por ejemplo. No obstante esa carencia, la características del siglo xix es la voluntad por
gran cantidad de materiales impresos —libros, desarrollar la educación, por crear una nueva
revistas, calendarios, almanaques, periódicos, vida política y un nuevo espacio público, y por
folletos— nos permite obtener información di- liberar de las trabas coloniales al mundo de la
versa, aunque debo decir que muy dispersa y edición. Asimismo, es en esa época en la que
que, por lo mismo, se convierte en un material existe una tendencia a la asimilación de los
difícil de maniobrar; el volumen de la produc- contenidos para adoptar, adaptar y, muchas ve-
ción editorial representa en sí mismo una difi- ces, hasta recrear “los referentes editoriales”
cultad para su manejo. Sin embargo, el tema sugeridos en tinta y papel, provenientes de otras
adquiere gran atractivo, dado que por medio de latitudes y coadyuvar, de alguna manera, a for-
él podemos acercarnos a los diversos proyectos mular una representación nacional.
coincidentes con la creación del Estado nacional, De eso se trata la historia de la edición en el
en un siglo que inicia con la independencia y siglo xix mexicano, en la cual se nos presenta
una revolución continua en la producción —por
*
Instituto de Investigaciones José Ma. Luis Mora. la cantidad de ejemplares, por la variedad de
1
Vale la pena señalar aquí que existen una serie los formatos y por las técnicas empleadas— que
de trabajos relativos a la historia del libro en México en está en estrecha relación con el auge de los talle-
su vertiente más tradicional, es decir desde un punto res de imprenta y con la paulatina incorporación
de vista de la bibliofilia y no desde la nueva historia de nuevos operarios expertos —tipógrafos, gra-
cultural. Autores como María del Carmen Ruiz Casta-
ñeda, Ernesto de la Torre Villar o Enrique Fernández badores, litógrafos— que favorecieron la produc-
Ledesma han hecho valiosas aportaciones a la historio- ción de una gama diversa de publicaciones que
grafía mexicana del libro. transformaron el panorama editorial tradicional.

77
Esta revolución se corresponde también con la 1,393 títulos, cantidad muy representativa por
paulatina integración de un mercado nacional el periodo tan corto del que hablamos y cuya
que empujó al comercio interno —hasta exten- producción corresponde al 7.3% de la producción
derlo por los distintos y los distantes parajes colonial total, cuya mayor parte, como ya seña-
del país por medio de los corresponsales— y al lamos, se orienta a materiales de corte religioso:
externo, que favoreció la incorporación de diver- devociones, himnos, indulgencias, ejerci-cios,
sas expresiones impresas provenientes de otras sermones, pastorales, entre otros. No sería una
naciones, en clara coincidencia con la creación exageración decir que estos impresos reflejan el
de los Estados nacionales y en concordancia con apego a las prácticas devotas, como ya se men-
los planteamientos del liberalismo económico, cionó, y a la presencia omnímoda de la Iglesia
en busca, entre otras cuestiones, de mercados. como institución rectora de la vida. No obstante
Debe decirse que la aparición tan temprana de esta afirmación, vale la pena señalar que los
la imprenta en Nueva España, siglo xvi, repercu- impresos también dieron cabida a otras expre-
tió en la presencia cotidiana de las publicaciones siones de la vida diaria con la presencia de las
entre la población, publicaciones que guardaron gramáticas o los ceremoniales, los catones y los
relación directa con la vida religiosa y con la polí- catecismos, a los que debemos añadir las famo-
tica —aunque de manera muy limitada (expre- sas gacetas como El Mercurio Volante de Ignacio
sada en bandos, disposiciones, decretos, edictos, Bartolache o las Gacetas de Literatura de José
órdenes)—, pues esos temas fueron prioritarios Antonio Alzate o los trabajos de Antonio León y
entre los impresos desde los albores de la vida Gama cuyos contenidos científicos reflejan las
colonial. Se estima que durante el periodo colo- nuevas inquietudes de la generación ilustrada
nial, la producción de las prensas novohispanas que entendió el valor de lo impreso y lo instru-
alcanzó apenas 19,000 impresos.2 Por lo mismo, mentó como fórmula de divulgación del conoci-
se justifica la presencia de los textos extranjeros miento.
en la Nueva España, que llegaron a conformar No obstante esta apreciación, los impresos
gran parte de los fondos de las bibliotecas de a lo largo de la etapa colonial revelan el lento
los seminarios, de los colegios y de los hombres transitar de la imprenta en la Nueva España
letrados. Una cultura libresca —constituida por con unas pocas decenas de talleres de impresión
textos eruditos y clásicos— caracterizó esa eta- —sujetos al privilegio real, por lo mismo limi-
pa, acompañada siempre de la “otra literatura”, tados, y esparcidos en distantes puntos de la
a la que podemos llamar popular, a la que amplia geografía novohispana—, vigilados por
estuvieron ligados los habitantes en general, a la censura y con escasas fórmulas editoriales.
través de las devociones, los calendarios, los pro- Pero, a pesar de estas características, repre-
nósticos, las crónicas cortas, las odas, los cantos, sentan la base sobre la cual se erigió el nuevo
los versos o las fábulas que se imprimieron en periodo de la historia de la edición en México y
respuesta a las inquietudes religiosas, literarias su rápido desarrollo en el siglo xix. Al despuntar
e incluso científicas de la vida colonial. esa centuria, se publicó el Diario de México, el
En esta historia de la edición, el siglo xviii primer cotidiano (1805-1817), corolario del círcu-
representa un gran momento de la imprenta en lo literario de la Arcadia, con artículos científi-
México por la cantidad de materiales impresos cos y artísticos y, “por primera vez en la prensa
y por la calidad con la que se ejecutaron. Entre mexicana, de nociones económicas, sociológicas
1795 y 1812 encontramos, según la compilación y de administración pública.”3 Este hecho mani-
que realizó José Toribio Medina, un total de fiesta una vez más que esta porción de América

2
Emma Rivas Mata, Bibliografías novohispanas o 3
María del Carmen Ruiz Castañeda, Índice de re-
historia de varones eruditos, México, Instituto Nacional vistas literarias del siglo xix, México, unam, Coordina-
de Antropología e Historia, 2000, p. 18. ción de Difusión Cultural, 1987, p. 14.

78
se inscribió, aunque tardíamente, al proceso de impresos que dieron a luz. Podemos desta-
general que marcaba Europa en el que se per- car diversas, aunque escasas, imprentas de la
cibe una aceleración del tiempo. ciudad de México, Puebla, Guadalajara, Oaxaca
y Mérida,5 que revelan la concentración de la
producción de impresos en un espacio relativa-
Las imprentas se multiplican mente pequeño, el centro-sur del territorio. Sin
embargo, lo desigual de su desarrollo y de los
Entre 1810 y 1821, la guerra de independencia años que permanecieron vigentes en la última
se ofreció como un espacio propicio para la mani- etapa de la vida colonial, debemos subrayar
festación de motivos —realistas o insurgentes— que su existencia dependió tanto de los viejos
en estrecha relación con los acontecimientos hábitos, con los acostumbrados impresos ad-
bélicos, ejercicio dentro del cual se promovió el ministrativos y religiosos, como de los nuevos
desarrollo de los periódicos, como medio para tiempos, con las voces polémicas que caracteri-
alcanzar a muchos. La independencia de México zarían al xix.
en 1821 proclamó también el ejercicio pleno de Sea lo que fuere lo importante de toda esta
la libertad de escribir, imprimir y publicar ideas etapa de transición estriba principalmente en
políticas sin necesidad de licencia o aprobación, las nuevas pautas que se instauraron a partir
herencia de las discusiones parlamentarias de de la nueva legislación y del uso que se hizo de
Cádiz4 y con ello el fortalecimiento de la indus- la libertad de imprenta —resultado de las dis­
tria editorial que se construiría a lo largo del cusiones habidas en las Cortes de Cádiz— y
siglo xix. que se ejerció y se asumió en las colonias,
Debemos señalar que si bien hablamos de aunque con una corta vigencia, tan sólo entre
una producción constante y en aumento, a lo 1812 y 1814 y nuevamente en 1820 y 1821, pe-
largo del periodo comprendido entre 1808 y 1821 riodos coincidentes con la puesta en vigor de la
solamente había unas 60 imprentas, grandes Constitución gaditana. A pesar de esta situa-
y pequeñas, esparcidas a lo largo del inmenso ción es necesario señalar que una vez obtenida
territorio novohispano y que muchas de ellas la independencia, el país aprovechó las liberta-
fueron tan sólo la expresión momentánea de des —de imprenta, laboral y pensamiento— que
los avatares de la guerra —como las imprentas había aprendido, libertades que fueron incorpo-
trashumantes de los ejércitos insurgentes. Sin radas prontamente por la nueva comunidad polí-
embargo, algunas sobresalieron por la cantidad tica que se constituyó.6

4
Cabe recordar que las Cortes de Cádiz habían dic- 5
En la ciudad de México las imprentas de Juan
tado en la isla de León un decreto sobre la libertad de Bautista Arizpe, José María Benavente y Socios, José
imprenta que sería promulgado por el virrey Venegas en María Betancourt, María Fernández de Jáuregui, Ale-
Nueva España, casi dos años después, el 5 de noviembre jandro Valdés y, por supuesto, la de Mariano Zúñiga
de 1812. La ley de 10 de noviembre de 1810, incluida en y Ontiveros. En tanto que en la provincia podemos
la Constitución de Cádiz de 1812, estableció la libertad mencionar en Guadalajara a Petra Manjares y Padilla,
de escribir, imprimir y publicar ideas políticas sin nece- junto con Mariano Rodríguez y José Fructo Romero; en
sidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterio- Mérida, Manuel Anguas y José F. Bates; en Oaxaca,
res a la publicación. Sin embargo, contemplaba algunas José Ma-ría Idiáquez; en Puebla, la del Gobierno, la
precisiones tales como hacer responsables a los autores Imperial, la de Moreno Hermanos, la de Troncoso Her-
e impresores por el abuso de esta libertad, así como manos, pero, ante todas la de Pedro de la Rosa.
restringir la libertad en cuanto a cuestiones de orden 6
La libertad de imprenta y de manifestación de las
político y moral. Cabe decir que tuvo una corta vigen- ideas se establece en el artículo 31 del Acta Constitu-
cia, pues en 1814 la Constitución fue abolida, aunque el tiva de la federación, en tanto que la fracción iii del
principio quedó asimilado como pauta para los futuros artículo 50 de la Constitución de 1824 preceptúa como
gobiernos independientes. facultad exclusiva del Congreso general: Proteger y

79
Debemos reconocer tal etapa como un escena- impresa.7 La ciudad de México refleja fielmente
rio de expresión escrita de inquietudes políticas este proceso al aumentar año con año estos
gubernamentales y particulares que favoreció a establecimientos. Vale la pena destacar aquí la
la larga el manejo de las distintas fórmulas edi- importancia del oficio y la oportunidad de trabajo
toriales en la vida cotidiana de los recién bau- que representó entre los habitantes de las ciuda-
tizados “ciudadanos”, a través de los llamados des (pues la imprenta se considera dentro de los
semanarios políticos, los periódicos, las cartillas oficios urbanos), y recordar que en las ciudades
o los catecismos de los deberes ciudadanos que estaban asentadas las principales institucio-
sirvieron de vínculo entre las autoridades y sus nes civiles y religiosas, instituciones fundamen-
gobernados o entre los distintos ciudadanos. Los tales para la demanda de publicaciones.
impresos, expresión de los nuevos tiempos inde- El crecimiento paulatino de los talleres8 re-
pendientes, conllevaban conceptos “modernos” y vela la ampliación de un mercado y la cada día
representaron una vertiente más de las nuevas mayor oferta de impresos. Al destacar la ac-
prácticas políticas desarrolladas por la nueva tividad cotidiana de los impresores-editores
comunidad ciudadana. En una palabra, se trata encargados de satisfacer las solicitudes de los
entonces de difundir una nueva terminología, lectores, las necesidades de impresión de las au-
una nueva legitimidad y familiarizar al pueblo toridades, así como la innovación constante de
con ellas y en esta labor los impresores jugarán las propuestas editoriales, se percibe el proceso
lógicamente un papel fundamental. Pero no sólo de desarrollo y modernización de las labores de
eso, este nuevo tiempo de crecimiento está en edición, proceso en el cual concurren diversos
relación directa con un cambio paulatino en la factores. Sin embargo, vale la pena señalar que
presentación, en la diversificación de formatos en estos primeros años de vida independiente,
y géneros editoriales y sobre todo en la creación una nueva generación de impresores se incor-
editorial, entendida como un rediseño estético pora al mundo editorial mexicano para quienes
que gracias a las nuevas técnicas de impresión la calidad, en un primer momento, no se consti-
y de producción, permiten establecer nuevos tuye en el centro de su actividad, sino más bien
parámetros dentro de la presentación formal de se orienta a la satisfacción inmediata de las
las publicaciones. solicitudes de un mercado en plena expansión y
Resulta por demás significativo el aumento de las nuevas exigencias marcadas por el nuevo
paulatino que se ostenta en el número de im- tiempo. Por ello, los talleres producen gran canti-
prentas —grandes y pequeñas—, resultado de dad de folletos y hojas volantes en los que la pre-
las libertades proclamadas, hablamos para el ocupación estética es secundaria, pues ante todo
periodo que nos ocupa, 1821-1855, de cerca de
tres centenas de imprentas en el país, número 7
El número se obtuvo a partir de los pies de
muy elevado si consideramos las 40 que existían imprenta de los registros contenidos en el Catálogo
en el siglo xviii es decir, se incrementa alrede- de la Colección Lafragua. Véase Laura Suárez de la
dor de siete veces el número de talleres, con Torre, “Monumentos en tinta y papel: batallas por
el consecuente efecto multiplicador de cultura la modernidad. El mundo editorial de la primera mi-
tad del siglo xix ”, en Erika Pani y Alicia Salmerón
(coords.), François-Xavier Guerra, historiador. Home-
naje, México, Instituto Mora, 2004.
8
Véase Constructores de un cambio cultural…, en
esta obra se aprecia claramente el desarrollo paulatino
arreglar la libertad política de imprenta, de modo que de las imprentas más relevantes de la ciudad de México
jamás se pueda suspender su ejercicio, ni mucho menos y se constata la evolución y diversificación de las publi-
abolirse en ninguno de los estados y territorios de la caciones. Laura Suárez de la Torre (coord.), Constructo-
federación. Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales res de un cambio cultural: impresores-editores y libreros
de México. 1808-1957, México, Editorial Porrúa, 1957, en la ciudad de México. 1830-1855, México, Instituto
pp. 159 y 174. Mora, 2003.

80
lo que importa es producir para una sociedad en ble, pues es el complemento indispensable de las
tránsito, preocupada por el paso del estatus de aspiraciones del espíritu ilustrado en el que la
colonia a país independiente, encargada de la educación y la lectura van de la mano y en el que
construcción de la nueva nación e interesada en una nueva comunidad cultural trabajará desde
manifestar —a través de los impresos, princi- distintos espacios y se hará responsable de dar
palmente folletos y periódicos— sus propuestas a luz diversas publicaciones. En este sentido, es
políticas por medio del debate y la polémica. necesario destacar aquí el papel desarrollado
Vale la pena señalar también las continuida- por los impresores-editores, que contribuyeron a
des y transformaciones de la imprenta entre el la formación de esa comunidad en tanto respon-
periodo colonial y el independiente. En efecto, sables de dar forma material a las aspiraciones
gacetas,9 calendarios, libros y folletos estuvieron políticas y culturales de las élites del país.
presentes en la etapa virreinal, pero adquirie-
ron nuevas fisonomías en el periodo indepen-
diente, en el que se presentan, paralelamente, Formatos distintos, funciones
otras propuestas editoriales que renuevan y diversas, contenidos varios: las nuevas
replantean el mercado editorial y que responden propuestas editoriales (1821-1855)
tanto a los intereses de la comunidad de impre-
sores como a los requerimientos de una sociedad La independencia representa un parteaguas en
excitada por los acontecimientos. Se incorporan, la historia nacional y dentro de este hecho irre-
por ejemplo, las revistas literarias y las novelas versible debemos considerar a las publicaciones
de folletín, como representantes novedosos de la como medios de comunicación, de unificación y
literatura, así como los libros, bajo una nueva de uniformidad fundamentales. Los impresos
concepción, en tanto que los periódicos se pre- se constituyeron en voceros de las distintas fac-
sentan en relación directa con la creación del ciones y grupos políticos, fueron la expresión
Estado y cultura nacionales. Pero si bien se per- cotidiana de las autoridades para hacerse valer
cibe toda una intención creadora a lo largo del y hacerse notar, representaron una necesidad
xix, es necesario subrayar la paradoja esencial ciudadana de manifestación y preocupación dia-
entre el aumento de publicaciones y el analfa- ria, formularon las propuestas intelectuales de
betismo10 reinante que caracterizó a la pobla- las asociaciones culturales, sirvieron de apoyo
ción mexicana, mismo que podría representar imprescindible en la educación, apoyaron com-
un freno natural para el desarrollo del ámbito plementariamente a la religión, se ostentaron
editorial. No obstante esta realidad, el siglo de como medio de información y entretenimiento,
la independencia y de la formación del Estado hasta convertirse en los acompañantes natu-
nacional es una centuria en la que el dinamismo rales en los distintos espacios públicos y priva-
de la edición representa una faceta comprensi- dos de los recién denominados mexicanos. En
las casas, las iglesias, los cafés, las escuelas, las
tertulias, las asociaciones, las logias, las pla-
zas, las barberías, las librerías, los jardines,
9
Dedicadas preferentemente a la difusión de la los mercados o las pulquerías se adquirieron,
ciencia y de la técnica, en tanto hijas del enciclopedis-
mo y la Ilustración. se allegaron, se acercaron, se vincularon o se
10
Desgraciadamente carecemos de cifras confiables discutieron distintos medios impresos que con-
al respecto. Sin embargo, se puede inferir el alto grado tribuyeron a crear o a ampliar la visión polí-
de analfabetismo por la preocupación que existió en tica, literaria, histórica, científica, tecnológica,
las nuevas autoridades de la época independiente por artística o humorística de los habitantes de
ampliar la educación a diferentes sectores de la pobla-
ción y acabar con el monopolio de la Iglesia en asuntos las distintas poblaciones, así como a formar y
educativos. Las diferentes fuentes hablan de un 10% de promover la llamada opinión pública y a favo-
población letrada. recer distintas expresiones de sociabilidad. La

81
diversidad de las publicaciones periódicas sur- Ya los periódicos han llegado a hacerse en
gidas después de la independencia es un fuerte el día de tan indispensable necesidad como
indicio de lo aquí afirmado. tomar café o chocolate por la mañana. Se
Los 342 títulos recogidos en la obra Publi- espera el correo que trae dichos periódicos
caciones periódicas mexicanas… 1822-185511 con la misma ansiedad que un jugador de
reflejan, por ejemplo, este crecimiento cotidia- la lotería está pendiente el día de la extrac-
no de impresos periódicos —diarios y revis- ción de los números que ha jugado. De aquí
tas— que salpicaron el espacio mexicano y que proceden los discursos, las reflexiones, los
expresaron las expectativas comerciales de los comentarios y las disputas que avivan la
empresarios-editores, al tiempo que revelaban conversación. En Inglaterra y en los Esta-
los misterios de la creación de una cultura dos Unidos de América la prodigiosa difu-
política nacional tejida, día con día, con pre- sión de estas hojas volantes ha difundido la
ocupaciones varias, reflejadas en los distintos instrucción por todas las clases de la socie-
medios impresos. De ellos, 178 corresponden a dad, y ha aumentado el patriotismo de los
la ciudad de México, manifestación de un obvio ciudadanos, porque les ha hecho tomar una
centralismo político y cultural. parte activa en los negocios públicos...12
Los nombres de Alejandro Valdés, Igna-
cio Cumplido, Vicente García Torres, Manuel En tanto necesario, alimento y sensación de
Murguía, José Mariano Fernández de Lara, apremio, los periódicos revelan la existencia
en la ciudad de México; en Guadalajara, Dio- de un nuevo tiempo, expresan nuevas prácticas,
nisio Rodríguez, Urbano Sanromán, Juan Oso- una voluntad de afirmar el rol pedagógico de la
rio Santos; en Puebla, Pedro de la Rosa; en prensa y reflejan los anhelos de una sociedad
Michoacán, Ignacio Arango; en Campeche, José renovada con fuertes tintes políticos.
María Peralta; en Mérida, Cesáreo Anguas; No cabe duda de que este hecho se manifiesta
en Oaxaca, Manuel Rincón; en Querétaro, Fran- claramente en los nombres con los que se bau-
cisco Frías; en Toluca, Juan Matute y González; tizaron las publicaciones, las que expresan en
en Veracruz, Juan Priani, José María Blanco y pocas palabras las inquietudes y aspiraciones
Teodosio Aburto, representan tan sólo a unos políticas de este tiempo de formación nacional:
de los muchos impresores de los periódicos y El Federalista (México, 1823), el Oaxaqueño
las revistas de este tiempo en donde una nueva Constitucional (Oaxaca, 1830), la Aurora de la
generación —no sólo por la edad sino por la Libertad (Puebla, 1832), El Demócrata (México,
novedad con que trabajó— se hizo presente y 1833), el Diario de la Revolución (Guadalaja-
compitió con los viejos representantes de la edi- ra, 1833), el Reformador. Periódico Diario del
ción colonial. Fueron ellos los responsables de Estado Libre de México (1833-1834), La Oposición
ofrecer periódicamente este género de publica- (México, 1834-1835), El Santanista Oaxaqueño
ciones en distintos lugares de la República y fue- (Oaxaca, 1835-1839), El Conciliador (Veracruz,
ron también los garantes de hacerlas cada día 1839-1840), El Siglo xix (1841-1858), El Moni-
más populares, a tal punto que el Almacén Uni- tor Republicano (1844-1852), El Defensor de las
versal lo manifestaba de la siguiente manera: Leyes (México, 1845), El Republicano (México,
1846-1847), El Porvenir del Estado Libre y Sobe-
rano de México (Toluca, 1848) o La Unión Libe-
11
Este trabajo no es exhaustivo en tanto que no ral. Periódico Oficial de Campeche (Campeche,
recoge todas las publicaciones periódicas de la Repú-
blica Mexicana, pero sí es muy representativo del dina-
mismo con el que se presentó la edición periódica en
esta etapa. Miguel Ángel Castro y Guadalupe Curiel 12
“Utilidad y ventajas de los periódicos” en Alma-
(coords.), Publicaciones periódicas mexicanas del siglo cén Universal, México, Imprenta de Miguel González,
xix : 1822-1855, México, unam, 2000. 1840, p. 53.

82
1855-1857). Todos estos títulos se convierten en to Mexicano (México, 1834-1839), El Payaso de
ejemplos representativos de las pretensiones polí- los Periodistas (Oaxaca, 1839), La Bruja (México,
ticas y de los debates surgidos a su alrededor.13 1841-1842), Don Simplicio (México, 1845-1847),
Pero a más de los títulos, los contenidos encie- Don Bullebulle (Mérida, 1847), El Diablo Verde
rran los sueños de los grupos en conflicto que (Querétaro, 1849-1850), La Linterna de Dióge-
aprendieron de otras realidades discursos y lec- nes (Oaxaca, 1850), La Pulga (Querétaro, 1851),
ciones que pretendían instaurarse en el nuevo Las Cosquillas (México, 1852). Estos impresos
escenario o que buscaban combatirse por ir en sacaron a relucir —en prosa o en verso y a veces
contra de la tradición. Los artículos periodísticos en caricaturas— el coraje de los autores de
contienen referencias constantes a autores ta- artículos periodísticos hacia sus oponentes polí-
les como Jean-Jacques Rousseau, Montesquieu, ticos y la fuerza de una sociedad —represen-
Benjamin Constant, Jeremy Bentham, George tada en los editores, unos cuantos, siempre los
Washington, Edmund Burke, Gaspar Melchor mismos entendidos— que desafió con la letra
de Jovellanos, referentes para el ideario polí- impresa a los gobiernos nacionales o locales y
tico nacional, testimonian la lectura de obras a los personajes encumbrados de la adminis-
extranjeras —francesas, inglesas y también de tración pública. Denostando y criticando con su
ilustrados españoles— y revelan la necesidad pluma y junto con la imagen las disposiciones
de acudir a “otros” —los más citados teóricos— y los errores de la autoridad, convocaban en
para garantizar el éxito en los asuntos públicos, los diferentes espacios públicos a los lectores y
según lo demuestran las experiencias foráneas. comentadores de la actualidad, creando diversas
La presencia de esos y otros autores nos habla esferas de discusión y reflexión, coadyuvando a
de un aprendizaje crítico en el ocaso de la colo- la construcción de la opinión pública y poniendo
nia y de su desarrollo con la independencia, en crisis a los diferentes grupos en el poder.
cuando florecieron la discusión y la polémica y Estos nuevos espacios públicos de expresión
cuando los grupos políticos se definieron a tra- favorecieron el conocimiento no sólo de la vida
vés de la prensa. política, tan agitada y tan polémica a lo largo de
En la etapa 1821-1855, en que el país se la centuria, sino que sirvieron también de foros
debatía entre la guerra —por la veintena de abiertos de expresión desde muy diversos aspec-
levantamientos políticos y las tres invasiones tos, privilegiando necesariamente las cuestiones
extranjeras—14 y la paz —hecha de agudos pro- de la vida pública. En sus páginas encontra-
blemas—, se utilizaron entonces, plenamente, mos los debates del Congreso, las problemáticas
los medios periodísticos mientras se desarrolló de los ministerios y las resoluciones, las bio-
la mordacidad de la sátira política con publica- grafías de hombres célebres —dignos ejemplos
ciones como El Mono (México, 1833), El Mosqui- por seguir— así como noticias del extranjero
y diversos ensayos literarios. Por su contenido
variado y rico los periódicos, como ya se señaló,
13
Cabe decir que la lista de periódicos es muy nume- adquirieron popularidad, se insertaron en la
rosa. Baste reiterar aquí la importancia de periódicos cotidianidad de los mexicanos y favorecieron
como El Águila Mexicana (México, 1823-1828), El Sol, el desarrollo de la publicidad comercial.15 Los
(México, 1823-1832) El Siglo xix (México, 1841-1896,
con sus distintas épocas), El Monitor Constitucional y,
distintos empresarios de la edición revelan esta
más tarde, El Republicano (1844-1896), El Universal
(México, 1848-1855), El Ómnibus (México, 1851-1856),
que lograron mantenerse en el gusto de los lectores por 15
En la publicidad se reflejan los avatares habitua-
espacio de varios años y hasta décadas. les de una población que manifestó en esos espacios sus
14
La guerra con Estados Unidos entre 1846 y 1848, necesidades: una casa, la ayuda de servicio doméstico o
obligó a México a firmar un tratado de paz en el que un lugar en la diligencia; de la misma manera, allí se
se estipuló la pérdida de más de la mitad del territorio asomaba para leer las ofertas de libros, revistas, calen-
mexicano. darios, folletos o estampas, así como ungüentos, peines

83
Portada del Vocabulario de fray Alonso de Molina, impreso en México en 1571.

84
nueva faceta comercial en el mundo de la impre- Si los periódicos se ostentan como el gran
sión con la inserción de una sección de anuncios triunfo editorial, por la variedad con que sur-
—por lo general en la página cuatro— en la que gen, por la riqueza de contenidos políticos, por
se ofrecía tanto las obras de los propios impre- la relación que establecen con el público —en
sores como la singular visión de la cotidianidad tanto formadores de opinión, en cuanto voceros
de los mexicanos decimonónicos, quienes esta- de grupos políticos, en tanto creadores del ideal
blecieron un nuevo vínculo, el de cliente ante el nacional, en cuanto espacio para el lector—, las
editor-impresor, el del ciudadano común ante revistas literarias se incorporan al ámbito mexi-
el empresario editorial. cano desde 1826 con la publicación de El Iris,
Debemos añadir también que las publica- obra de los italianos Claudio Linati y Florencio
ciones periódicas se constituyeron en espacios Galli, así como del cubano José María Heredia.
idóneos para ensayar las plumas mexicanas, El Iris se ostentó como periódico crítico litera-
dibujando el imaginario nacional que, día a día, rio, pero en realidad debemos considerarlo como
ganaba terreno en las páginas impresas. Los la primera revista literaria que introduce la
ideales de la nación los escribieron autores que litografía en México. Ella abrió nuevas posi-
permanecieron, a veces, en el anonimato. Sin bilidades al representar un nuevo género edi-
embargo, debe decirse que el mundo de los au- torial, acogido con gran entusiasmo por los
tores se amplía, pero se presenta escaso. En impresores-editores mexicanos. Isidro Rafael
efecto, “los periodistas” —entonces no profesio- Gondra, Ignacio Rodríguez Galván, Mariano
nales— eran a la vez autores de ensayos litera- Galván, el Conde de la Cortina, Miguel Gon-
rios o históricos y hombres políticos, y definían zález, Vicente García Torres, José Mariano
con sus escritos el pasado, el presente y el futuro Fernández de Lara, Juan B. Romero, Juan R.
de la nación. Representan las voces de quienes Navarro, Ignacio Cumplido, Rafael de Rafael,
encabezaron la función pública y que, en con- Francisco Zarco, Anselmo de la Portilla, Luis G.
junto, conformaron la élite intelectual del país, Ortiz fueron nombres vinculados a este género
congregada en la capital al ocupar cargos den- editorial, inspirado en revistas extranjeras.
tro de la administración pública. Los ensayos de Así, al Iris siguieron los proyectos editoria-
estos autores-políticos —vinculados necesaria- les de revistas inspiradas en referentes france-
mente a los impresores-editores—, no solamente ses como El Recreo de las Familias, 1837-1838
proponen una visión idealizada del México que (Le Musée des Familles), El Mosaico Mexicano,
estaban construyendo, sino también conforman 1836-1842 (La Mosaïque), El Museo Mexicano,
la comunidad literaria del nuevo país que estará 1843-1846 (Le Musée), El Liceo Mexicano, 1844
presente en distintos géneros editoriales y que (Le Lycée), La Ilustración Mexicana, 1851-1855
logrará alcanzar diversos y lejanos puntos del (L’Illustration, 1843-1944), por citar las más re-
territorio nacional. presentativas de la ciudad de México. Son ellas
las que en un primer momento reprodujeron
artículos de sus referentes europeos, es decir,
o pomadas. Esta publicidad, poco a poco, comenzó a de los ingleses Register of Arts, The Family
convertirse en una fuente de ingresos para los impreso- Magazine, The Albion, Penny Magazine, de los
res encargados de dar a luz las distintas publicaciones
periódicas; ella respondió a los intereses diversos de los
franceses Magasin Pittoresque, Courrier des
compradores-buscadores y de los vendedores-promoto- Familles, Musée des Familles o de otras revis-
res. Diarios como El Siglo xix de Ignacio Cumplido o tas ilustradas españolas como El Artista, El
El Monitor Republicano de Vicente García Torres, o los Instructor,16 o incluso de la Enciclopedia y de
calendarios de Mariano Galván o Don Simplicio de la
Imprenta de la Sociedad Literaria o El Eco del Comer-
cio, salido de la tipografía de Manuel Payno, hijo, o La
Civilización de Juan R. Navarro, contaron con una sec- 16
El Instructor era en realidad una revista inglesa
ción fija dedicada al servicio de la comunidad. que se publicaba en español.

85
diversos diccionarios cuyos artículos, en un revistas de este género. Cabe decir que la inten-
primer momento, fueron traducidos y reprodu- ción de éstas era educar y entretener, y que por
cidos en las páginas de las revistas mexicanas. ello poseyeron un carácter misceláneo dando
Sin embargo, es necesario señalar la paulatina cabida en sus páginas a ensayos de muy diversa
mexicanización de estas publicaciones al dejar, índole, ya de ciencia, arte, literatura, arqueo-
poco a poco, las reproducciones extranjeras para logía, historia, tecnología, con sentencias de
formar, dentro de sus proyectos editoriales a autores entonces calificados de “universales” —
los que serían destacados autores mexicanos. Lamartine, Lafontaine, Goethe, Winkelmann,
Como ejemplo podemos mencionar a Ignacio Ro- Pascal, Cervantes—, con variadas partituras,
dríguez Galván, Guillermo Prieto, Luis de la y salpicadas con bellas ilustraciones, escogidas
Rosa, Manuel Payno, José Joaquín Pesado, Juan cuidadosamente por los impresores-editores
N. y José María Lacunza, Fernando Calderón, hasta convertirlas en el gancho ineludible para
José Fernando Ramírez,17 quienes, en distintos su venta. En ellas se evocó el paisaje nacional,
momentos, fueron convocados por los editores y la historia, las costumbres y las tradiciones en
agrupados en torno a los distintos prospectos de un intento por bosquejar algunos de los ele-
revistas o en la creación de las mismas, resul- mentos constitutivos del ser nacional. Muchos
tado de las aspiraciones de grupos académicos, fueron los prospectos que surgieron, muchos lo-
de sociedades literarias,18 cuya vocación era ela- graron concretarse, aunque no todos ellos co-
borar una cultura nacional. rrieron con éxito.
Es necesario destacar aquí esta nueva man- Si bien la falta de suscriptores fue la persis-
cuerna establecida entre autores y editores- tente queja de los editores, éstos se veían en la
impresores o entre artistas —grabadores y necesidad de inventar constantemente nuevas
litógrafos— e impresores-editores o entre aso- revistas para su potencial público. Baste decir
ciaciones y editores-impresores que represen- que para la ciudad de México encontramos para
tan las aspiraciones de una élite intelectual que el periodo 1826-1856 un total de 60.19 Dirigi-
personalizó los intereses culturales del nuevo das a distintos públicos —masculino, femenino,
país y que instauró por decisión propia estable- infantil, artesano—, manifiestan el interés de
cimientos literarios —en su más amplia acep- los impresores-editores por ampliar el mercado,
ción— dedicados a llenar el vacío que significó revelan las estrategias de este sector para cap-
el tránsito entre la vida colonial y la indepen- tar lectores y ofrecen el espacio idóneo para
diente —con sus nuevos proyectos de educa- el diseño de nuevas propuestas editoriales. El
ción—. Baste mencionar aquí que a lo largo del carácter misceláneo de los artículos y la inten-
xix se crearon distintas asociaciones literarias ción misma de sus editores buscó alcanzar
con necesidades editoriales. Entre 1818 y 1855 a muchos sectores de la población. Llenar las
encontramos alrededor de 18 sociedades en la páginas con diversos temas de interés general,
ciudad de México que dieron lugar a algunas incorporar imágenes que llamaban la atención
de quienes las hojeaban y concebir cada proyecto
desde un punto de vista estético, se convirtie-
ron en la gran estrategia editorial. Podemos
17
Autores que lograron legitimidad con sus escritos,
que encabezaron los grupos políticos de distintas ten- señalar que estas revistas cumplieron con el
dencias y que gozaron de autoridad por sus escritos. En
este sentido es muy importante destacar el papel que
posee la letra impresa en tanto valor de verdad y de
conocimiento. 19
No se consideraron en este recuento los calenda-
18
A lo largo del xix se crearon distintas asociacio- rios porque a ellos me referiré más adelante. Véase
nes literarias. Entre las que sobresalen la Academia María del Carmen Ruiz Castañeda, Índice de revis-
de San Juan de Letrán, el Ateneo Mexicano, el Liceo tas literarias del siglo xix (ciudad de México), México,
Hidalgo. unam-Instituto de Investigaciones Filológicas, 1999.

86
objetivo bien claro de educar y entretener, al tador de México (México, 1851-1852), La Civili-
mismo tiempo que fungieron como convocantes zación (México, 1852) y La Cruz (México, 1855-
de la intelectualidad mexicana llamada a crear 1858) representan tan sólo algunas de las vías
la identidad nacional, evocando en algunos a través de las cuales se estableció la defensa de
ensayos el paisaje, los monumentos, los héroes la religión, y con las cuales se pretendió frenar
o los acontecimientos mexicanos para estable- el avance de las nuevas posturas anticlericales
cer con ellos las primeras representaciones de y de las ideologías modernas.
lo “nacional”. Estas publicaciones responden a otros intere-
Es necesario señalar aquí el proceso de lai- ses políticos y convocan en otros términos a un
cización que se dio a lo largo del siglo xix y que grupo de editores y escritores21 comprometidos
tuvo como finalidad minar el poder de la Iglesia, con su fe, la Iglesia militante, como la define
en tanto rectora de conciencias y propietaria de Othón Nava, dispuesta a producir materiales
una gran riqueza económica. Distintos medios católicos para orientar las conciencias, combatir
impresos se utilizaron para socavar la imagen los peligros de las teorías liberales y recomen-
eclesial: ya en artículos periodísticos, ya en folle- dar lecturas de autores como Balmes, Cha-
tos, ya en novelas de folletín, los “autores libera- teaubriand, Jussieu, y de los clérigos Fénelon y
les” parecían encabezar una cruzada en contra Bossuet. En sus páginas se condenan posturas
de la única institución que se ostentaba paralela impías, se ofrecen lecciones catequéticas y se
en poder al nuevo Estado. De hecho, esta insti- traza una serie de estrategias dedicadas a res-
tución ya antigua y consolidada, era la principal guardar la importancia de la religión católica y
rival del Estado en formación. Los ataques a la a justificar los privilegios de la institución que
religión, a los “valores tradicionales” y la difu- en otros tiempos, los coloniales, había gozado de
sión de novelas con literatura considerada “peli- la simpatía de las autoridades. Estas revistas
grosa”, de literatos tales como Eugène Sue, autor congregaron y animaron a los católicos a defen-
de Martín el expósito, o Alexandre Dumas y sus der su religión y a recoger de estas publicacio-
Tres mosqueteros, y los autores ilustrados, res- nes las enseñanzas tendentes a reforzar lo que
ponsables de la “filosofía del error” por la crítica quizá no se había logrado aprender en los otros
constante a la Iglesia, motivaron la publicación espacios, los tradicionales —llámese la casa o la
de distintos órganos informativos y formati- iglesia—. Algunas de estas revistas, junto con
vos de opinión, creando empresas editoriales los impresos tradicionales tales como catecis-
en las que participaron eclesiásticos y civiles.20 mos, sermones, cartas pastorales, libros de ora-
La Cruz (Guadalajara, 1824), El Defensor de la ciones, de liturgia, etc., lograron hacer varios
Religión (Guadalajara, 1827-1833), El Amigo volúmenes, lo que nos habla de la respuesta de
de la Religión, Agricultura, Política, Comercio, un público a propuestas editoriales afines a sus
Ciencias y Artes (Puebla, 1839-1840), El Ilus- intereses, o mejor dicho de la existencia de una
trador Católico Mexicano (México, 1846-1847), sociedad católica que contribuyó poderosamente
El Observador Católico (México, 1848-1850), La a la solicitud de ediciones de contenido religioso
Voz de la Religión (México, 1848-1851), El Espec-

20
En el índice de libros prohibidos por la Iglesia se 21
En México, Basilio José Arrillaga, José Mariano
encuentran como autores no recomendables. Véase la Dávila, Clemente de Jesús Munguía, José Joaquín
tesis de maestría de Othón Nava Martínez, “La pro- Pesado; en Guadalajara, Pedro Espinosa, Francisco
puesta cultural del grupo conservador a través de las Espinosa y Pedro Barajas; en Puebla, Francisco Javier
páginas de las revistas católicas mexicanas, 1845- de la Peña; impresores de Guadalajara como la viuda
1852”, Instituto Mora, en donde se analiza el contenido de Romero, José Osorio Santos y Mariano y Dionisio
de las revistas católicas y se revelan las “buenas” y las Rodríguez, y en la capital a Rafael de Rafael, Juan R.
“malas” lecturas. Navarro y José Mariano Fernández de Lara.

87
que paralelamente se constituyeron en la base Mariano Galván o Manuel Murguía. Su interés
de muchas imprentas. residió en elaborar un producto editorial de gran
Hablando de otras publicaciones de gran de- demanda para “ser leído por toda clase de per-
manda es necesario señalar que si las revistas sonas desde los más instruidos literatos hasta
fueron un lujo, fuera del alcance de casi todos, los artesanos de más reducidos conocimientos”.24
pues su precio era alto, los calendarios fueron Por ello, sus contenidos se enriquecieron, año
una mercancía popular por su bajo costo y por con año, y a los tradicionales cómputos y san-
su variado contenido, dirigido a un público que torales se agregaron conmemoraciones cívicas,
no leía mucho o que aun sin saber leer poseía pensamientos, poesías, artículos educativos,
la habilidad para manipular los textos.22 Estos anécdotas, epigramas jocosos y biografías. Las
materiales tradicionales y “necesarios” fueron páginas se embellecieron con pequeñas viñetas,
rediseñados, de acuerdo con los nuevos tiempos, más o menos elaboradas, grabadas en madera e
por los editores-impresores de la época indepen­ igualmente se insertaron litografías. Los forros
diente haciéndolos muy atractivos. La larga baratos de color pastel —amarillos, verdes, azu-
presencia de estos pequeños formatos “anua- les, rosas— llamaban la atención de los posibles
les” desde la época colonial los había hecho po- clientes. La tónica de los impresores-editores
pulares entre la población. Célebres fueron los descansó en el esfuerzo cotidiano por brindar
calendarios que Zúñiga y Ontiveros realizó constantes innovaciones en la presentación y
desde el siglo xviii y continuó aún después de en los contenidos, así como en la lucha diaria
proclamada la independencia. Sin embargo, el por mantener su nombre relacionado con estos
gran auge de los calendarios, representantes libritos, fuente segura de ingresos. Estos calen-
directos de la cultura impresa popular, se dio darios representan una faceta ya antigua de la
a lo largo del siglo xix. Muchos impresores-edi- cultura popular y encierran en sus páginas
tores se lanzaron en este terreno,23 algunos de la religiosidad no fundada en dogmas sino en
sus nombres son familiares como lo pueden ser festividades y preceptos que tan arraigados es-
taban entre el pueblo, siempre dispuesto a par-
ticipar en el mitote.
22
Lise Andries, “La divulgación del conocimiento en A este variado mosaico de publicaciones perió-
los almanaques franceses”. Conferencia pronunciada dicas debemos otorgar un espacio específico a
el 19 de febrero de 2004, Instituto Mora, dentro de
las actividades del proyecto México-Francia, Anuies-
los libros que entre otros asuntos se orientaron a
Conacyt-Ecos “Edición y transferencias culturales en el otorgar al nuevo país una esencia definida como
siglo xix” versión mecanuscrita. mexicana. La escritura de la historia significó
23
Otros impresores reconocidos también por estos la vía para encontrar en el pasado la justifica-
calendarios de pequeño formato son Ignacio Cum- ción del presente en construcción. A partir de
plido, José Mariano Fernández de Lara, Vicente Gar-
cía Torres, Juan R. Navarro, Abraham López, Vicente
la guerra de independencia se percibe el inte-
Segura Argüelles, Simón Blanquel, Andrés Boix. En rés por dejar memoria de los acontecimientos y
la capital y en la provincia la demanda fue segura. por reconocer la acción de los hombres por la
Así, por ejemplo, en Puebla encontramos a Pedro de la libertad, hasta constituirse en el tema central
Rosa, Juan N. del Valle, Atenógenes Castillero y José de la nueva historia en la que, a la vez, la época
María Macías. Los títulos de los mismos nos hablan
de la versatilidad con que fueron manejados por los
colonial se condena, y los ojos se tornan hasta
impresores-editores y libreros. Al tradicional Calen- las glorias de las culturas prehispánicas, el mito
dario manual para el año de..., o aquel con el nombre creador de la identidad nacional. Así el lejano
de su editor, se agregaron aquellos títulos vistosos
como los Calendarios portátiles de Juan N. del Valle,
o los Calendarios religiosos de Atenógenes Castillero, o
los liberales de Vicente Segura, o el Calendario de las 24
Primer calendario de José Mariano Fernández
bonitas de Juan R. Navarro o el curioso para las seño- de Lara para el año de 1839 arreglado al meridiano de
ritas de Manuel Murguía. México, México, Imprenta del autor, 1839.

88
pasado grandioso y el presente por definirse cons- Bustamante, Otero—,26 se configura el grupo
tituyen la esencia de la escritura de la historia de escritores que encontraron en los editores
en la que la idealización y el reproche del ayer, mexicanos y extranjeros —Cumplido, Lara,
ya ido, se entrelazan para configurar tanto el Rosa— un apoyo para constituir un círculo
presente como el futuro deseado. más, el de autores-editores comprometidos en
Esa historia que se escribe al calor de los la realización de los proyectos culturales del
acontecimientos está redactada por los mis- siglo xix, coincidentes claramente con la con-
mos actores políticos para justificar también formación del Estado nacional. Estas versiones
los propios errores del presente. Disertaciones, de la historia de México, capturan el tiempo ido
cuadros, historias, memorias, reseñas, ensayos, en palabras impresas, atrapan la memoria para
consideraciones, apuntes, diarios, bosquejos, con- generaciones venideras y generan los valores de
forman la variada gama de presentaciones de un la patria. Las historias marcan la nueva etapa
mismo ideal: el escribir para instruir —a adul- nacional y encuentran en sus publicaciones el
tos y a escolares—,25 tratando de encontrar la establecimiento de una nueva relación entre los
grandeza destruida, pero no olvidada, y valorar autores y el público, entre las posturas “libe-
la importancia de saberse libres de la dependen- rales” y las “conservadoras”, generadoras de
cia hispana. En eso se puede resumir la visión debate y opinión.
que prevaleció en la historia mexicana del xix Las ediciones de obras históricas fueron con-
—salvo aquella que trató de ofrecer una imagen tinuas a lo largo de la primera mitad del siglo
“buena” de España y su dominación, como lo fue xix y simbolizaron el desprendimiento real y
la obra del político conservador Lucas Alamán. paulatino de la pertenencia a España. Sin em-
Los libros se vuelven un medio a través del bargo, es necesario remarcar en este espacio las
cual se gesta una identificación con el pasado y ediciones que recogieron imágenes —en gra-
con el presente a partir de un enfoque político bado y/o litografía— del paisaje, la arqueología,
de grandes hombres con aciertos y errores. De los monumentos coloniales en tanto testigos
la pluma de eruditos —Larráinzar, Gómez de la de una realidad que se estaba descubriendo e
Cortina, Alamán— o simplemente de políti- inventando y a la que contribuyeron tanto edi-
cos en boga —Mier, Bocanegra, Zavala, Mora, tores-impresores, libreros y artistas nacionales
y extranjeros. La demostración en tinta y pa-
pel —de mexicanos(Casimiro Castro, Hesiquio
25
La primera manifestación de manuales escolares Iriarte, Hipólito Salazar) y extranjeros (Karl
se presenta en los catecismos y cartillas elementales Nebel, Joseph Decaen, Fournier)— de una gran-
de historia y geografía. Hasta mediados del siglo xix deza que se extendía gracias a la presencia de
encontramos los manuales escolares que representan la las obras, representa otra cara más en la cons-
génesis paulatina de la historia oficial. Véase Patricia
Escandón, “La historia antigua de México en los tex- trucción de una identidad mexicana y la prueba
tos, escolares del siglo xix”, Secuencia 10, enero-abril de la importancia de las publicaciones en tanto
de 1988. Vale la pena decir que los impresores-editores difusoras de la idea de México por el lengua-je
también se ocuparon de los niños desde otra perspectiva visual utilizado en las nuevas publicaciones —
y publicaron distintos títulos infantiles. Ejemplo de ello con sus zonas arqueológicas, con sus iglesias
son las cartillas, silabarios, catones, catecismos, discos
mágicos. En este sentido Juan R. Navarro se ocupó de coloniales, con sus paisajes y paseos románticos.
ofrecer variadas mercancías. Obras como Viaje pintoresco y arqueológico del
26
Es necesario decir que algunos autores extranje- alemán Nebel (París, 1836 y 1840), Monumentos
ros —Alexander von Humboldt (Ensayo político sobre
el reino de la Nueva España), William Davis Robinson
(Memoirs of the Mexican Revolution), William Prescott
(Historia de la conquista de México)— escribieron en visión presentada por los ilustradores extranjeros. Sin
torno a la historia de México y ofrecieron una visión embargo, contribuyeron a despertar el imaginario his-
distinta de la mexicana, lo mismo ocurrió con la tórico mexicano.

89
de Méjico del italiano Pedro Gualdi, editado por reses contenidos en unas cuantas páginas que
los franceses Joseph Decaen y Augustin Masse llegaron a inundar un mercado editorial.
(México, 1841), o México y sus alrededores, (Mé- Más allá de las nuevas sociabilidades políti-
xico, 1855) también del editor Decaen y litogra- cas, se establecieron otras derivadas de la lec-
fiada por mexicanos, representan la explotación tura. Las novelas comenzaron a difundirse en
de un cierto “savoir faire”, a través del cual más distintas versiones entre un variado público
que las palabras impresas, la belleza de las lector —hombres y mujeres— que encontró en
imágenes exóticas devendrá en estereotipo de ellas la forma de disfrutar, de otra manera, la
lo nacional. lectura. Con ellas están identificadas las nuevas
Estas ediciones lograron captar la atención de maneras de “hacer literatura” (ficción, historia,
muchos aunque por su precio no todos pudieron aventuras, costumbres), nuevos escenarios (con
adquirirlas. Sin embargo, es necesario señalar la idealización del pasado), nuevas representacio-
que existieron otros medios más económicos que nes (invento de realidades), y una nueva moral.
participaron, de alguna manera, en la defini- De autores mexicanos, españoles o franceses,27
ción. Y es en este proceso de afirmación que la las grandes novelas o novelitas se incorpora-
folletería también jugó un papel definitorio. Sir- ron tanto en los periódicos por entregas, como
vió de medio para hacer pública la legislación folletines, o en las revistas literarias, o como
del nuevo país y las decisiones de un gobierno libros, entraron al ámbito mexicano con éxito y
que necesitaba darse a conocer, y recogía entre se convirtieron en un negocio redondo para los
sus páginas los discursos públicos. Los folletos editores, quienes llegaron incluso a hacer dis­
—objetos secundarios de las imprentas, según tintas presentaciones de algunas de ellas, dada
la definición de Nicole Giron— hablan de una la gran aceptación que alcanzaron. Vicente Gar-
actualidad galopante en cuestiones jurídicas, cía Torres e Ignacio Cumplido son un ejemplo
en asuntos religiosos, en adelantos científicos en este sentido.28
y tecnológicos; actualidad que expresaba tam- La diversidad de autores, títulos y géneros
bién descontentos o aciertos de la política nacio- editoriales nos lleva a pensar en la capacidad
nal y local; que permitió ofrecer las arengas y de los editores-impresores para satisfacer las
odas cívicas —reflejo del nuevo tiempo— o los distintas demandas de los lectores —hombres,
sermones religiosos y cartas pastorales —pre- mujeres, niños, artesanos— así como la apuesta
sencia constante de la institución católica y de hacia nuevas opciones editoriales venidas del
la tradición colonial—. Ellos se convirtieron en exterior que ayudaron, necesariamente, a am-
medios inmediatos y baratos de información pliar el panorama de los libros a lo largo de la
proveniente de las distintas instancias de la
sociedad. Fueron los folletos —junto con los 27
Antonino y Anita o los nuevos misterios de México,
periódicos— los responsables de incorporar a Ironías de la vida, El Príncipe de Viana, El Periquillo
los ciudadanos en una nueva relación con la Sarniento, Juegos prohibidos, Dolores, o una pasión,
autoridad, lo que revela rasgos de una nueva Clara Almeida, El torero, Ensalada de pollos, El Qui-
cultura política; los aseguradores de transmitir jote, Pablo y Virginia, Los misterios de París o Los tres
nuevos conocimientos, los garantes de difundir mosqueteros, representan tan sólo unos cuantos ejem-
plos de aquellas obras que conquistaron el gusto del
cuestiones jurídicas, etc., es decir, los encar- público.
gados de establecer nuevas sociabilidades. Así 28
García Torres publicó las novelas de Eugène Sue,
podríamos señalar otros muchos servicios que Memorias de Martín el expósito, en cinco tomos, y Los
prestó este género editorial que además se con- siete pecados capitales, en siete. El editor las publicó
virtió en un factor decisivo para la existencia primero a manera de folletín y debido a su éxito las
imprimió como edición separada. Cumplido compitió
de las imprentas —grandes y pequeñas—, pues publicando obras de Dumas, Reybaud o Byron. Véase
a ellas se acercaban los distintos miembros de Nava, “Empresa...” y Pérez Salas “Secretos...”, en Suá-
la sociedad para hacer realidad diferentes inte- rez de la Torre (coord.), Constructores..., op. cit., p. 293.

90
primera mitad del siglo xix. La presencia cons- de las nuevas pautas legislativas, la ampliación
tante de autores extranjeros como los ingleses de un mercado, la habilidad comercial adquirida
Lord Byron o Walter Scott, los franceses Eugène por un grupo de impresores-editores y libreros,
Sue, François-Auguste-René Chateaubriand, el mejoramiento en las técnicas de impresión, el
Alphonse de Lamartine, la cubana Gertrudis interés por la calidad, la competencia constante,
Gómez de Avellaneda, los españoles Bretón de la presencia continua de referentes foráneos,
Herreros, Mariano José de Larra, Ramón de Me- etc., factores todos que se congregaron para dar
soneros y Romanos, confirma la existencia de lugar a un nuevo tiempo en la historia de la edi-
un circuito cultural bien establecido que com- ción en México en la que los impresos adquieren
prendió Inglaterra-Francia-España-México, que un estatus de presencia cotidiana y necesaria
en realidad existía de tiempos anteriores, pero entre la población, que se liga de diversas mane-
que para el xix cobró una gran importancia. ras a los distintos géneros editoriales que nos
Gracias a este eje, se introdujeron nuevas permiten incluso conocer las necesidades de
maneras de escribir, impregnadas del romanti- una sociedad.
cismo y del costumbrismo de la época, modas Se observa que en esta historia la derrota de
que fueron tomadas como ejemplo por los autores la censura tradicional de la Iglesia como rec-
mexicanos, quienes brindaron sus páginas de tora de lecturas, posibilita el crecimiento de
corte romántico y costumbrista hasta hacerlas impresos varios hasta convertirlos, gracias a las
familiares y populares entre los mexicanos.29 estrategias comerciales de los editores, en una
En este sentido es fundamental la presencia mercancía más. Baste también señalar que en
de las librerías mexicanas e internacionales, esta etapa no solamente los eruditos están lla-
las que vehicularon las ediciones nacionales y mados a poseer lo impreso, sino que la diversi-
extranjeras y pusieron al día el mercado de los dad con que se presentan las ediciones posibilita
libros al ofrecer múltiples opciones literarias, la adquisición de estos bienes que comienzan a
artísticas, científicas, tecnológicas.30 extender su campo de acción en otros públicos,
que hasta entonces habían permanecido res-
tringidos a un cierto tipo de lecturas. Podemos,
¿El triunfo de lo impreso? entonces, hablar de la ampliación de la élite
intelectual, base del Estado en formación y del
Hasta lo aquí reseñado podemos constatar la incremento del círculo de lectores, nuevos acto-
importancia de la imprenta en México en la pri- res —según sexo, edad y actividad— tomados
mera mitad del xix, derivada, entre otras causas, en consideración, en tanto potenciales compra-
dores de impresos.
En este cambio en la orientación editorial,
29
Así por ejemplo, Ignacio Rodríguez Galván redactó debemos tomar en cuenta una realidad que
“Netzula” para el Recreo de las Familias, Fernando hasta ahora no ha sido plenamente estudiada
Orozco y Berra escribió La guerra de treinta años, y es la relativa al circuito cultural a través del
Manuel Payno ofreció El fistol del diablo como entre- cual llegaron las lecturas diversas, dirigidas a
gas para la Revista Científica y Literaria, en tanto que distintos públicos; me refiero a los referentes
Niceto de Zamacois anunció en la prensa su novela Los
misterios de México, que “llegó a ser célebre antes de novedosos para adaptar al mercado mexicano.
ser publicada pues se hablaba de ella sin haberla leído”. Debemos tener en cuenta la ruptura definitiva
Véase Vicente Quirarte, Empresa..., op. cit. Todas ellas con España y la recomposición del comercio in-
seguramente gozaron de la atención de los lectores y de ternacional que en el xix adquiere una impor-
los “en potencia”. Los editores-impresores compitieron tancia creciente y que en México se asume
por esta vía y se esforzaron por dar al público las entre-
gas más atractivas, favoreciendo el desarrollo diario de naturalmente gracias al interés que muestran
la imprenta. distintas naciones en el país —potencial mer-
30
En un próximo artículo me ocuparé de este tema. cado en el cual colocarán su producción—. Así,

91
Francia e Inglaterra sentaron fuertes bases la presencia de la nueva autoridad que estaba
en México y sellaron su alianza a través de erigiendo el Estado y formando una nación.
distintos tratados de amistad y de comercio que Para quienes se interesan por esta historia,
signaron en el siglo xix. Ello favoreció necesa- no deben perder de vista la importancia de esa
riamente el asentamiento de casas comerciales etapa en tanto constructora de distintas relacio-
en México que trajeron las novedades, en este nes a través de los impresos entre autoridades
caso las relativas a la edición y que sirvieron —civiles y religiosas—, autores, editores-impre-
de fuente de inspiración para los impresores- sores, traductores, ilustradores, lectores, o clien-
editores mexicanos. Con relación al comercio de tes que se relacionan con el mundo de la edición
los libros, la presencia de extranjeros —ingleses, y posibilitan la integración de una comunidad
franceses y paradójicamente españoles— fue que entendió el valor de los impresos y encontró
fundamental y representó un lazo indispensa- en ellos una manera de alimentar sus aspira-
ble entre la producción mexicana para su co- ciones y su imaginación en torno a diferentes
mercialización. ideales. Fue en esa comunidad que los impre-
Este hecho favoreció también el incremento sos sirvieron de ofensiva pero, al mismo tiempo,
y diversificación de la producción nacional y en simbolizaron la vía a través de la cual lograron
esta última se perciben la convivencia entre los paliar sus diferencias. Representa también las
viejos géneros editoriales y los nuevos, entre la voces diversas que se extendieron como resul-
tradición libresca de la colonia y la renovada tado de la difusión de los impresos, no sólo
producción del xix a la que se incorporaron una en la plaza donde se producían, sino en otros
serie de propuestas editoriales que ensancha- sitios distintos y distantes de los de su origen.
ron la estrecha visión que se tenía respecto al Esa comunidad puede entonces ser estudiada
mundo de la edición (aunque vale la pena mesu- desde diferentes ángulos: político, cultural, em-
rar esta idea al decir que la imprenta fue una presarial o comercial y descubrir los motivos
presencia real desde la época colonial, como que la empujaron a actuar por y a través de las
se señaló al principio de este artículo, aunque publicaciones como instrumentos de opinión,
lo que sí debe remarcarse es el aumento en el instrucción y recreación en un ambiente para-
número de publicaciones y la importancia que dójicamente caracterizado por el analfabetismo.
adquirió el diseño editorial en tanto factor de De esta manera podemos confirmar una idea que
renovación y en cuanto atractivo visual). Valdría he venido trabajando y es aquella que demues-
la pena también subrayar la incorporación de tra que si bien la caracterización del siglo xix
una nueva generación que entendió el momento es la inestabilidad política y el caos general, los
de cambio que vivía y que aprovechó las circuns- impresos simbolizan la otra cara, aquella que
tancias para vincularse a la autoridad y traba- tiene que ver con una continuidad cultural y
jar paralelamente en la configuración de una que está en relación directa con la presencia
cultura nacional. Se trata de una época que va continua y la variedad de los impresos. Conviene
de la transición, la ruptura con España, a la asi- reconocer, para terminar, la presencia extran-
milación de una realidad nueva, la del México jera en México —vía los autores, las ediciones,
independiente, en la que las ediciones jugaron las librerías— con referentes occidentales en
un papel de primera línea —similar al de las clara concordancia con las aspiraciones de la
instituciones interesadas en crear una cultura— élite mexicana. Esta presencia debe ser consi-
al servir de apoyo a los encargados de conducir derada como un factor más en la construcción de
al país, a delinear la idea de México y a reforzar México y la cultura nacional, pues la persistente
influencia foránea se constituyó en una realidad
que había que contemplar, imitar o recrear.

92

También podría gustarte