Modulo 1

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MODULO 1

LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

INTRODUCCION.-

Desde hace buen tiempo se viene destacando la importancia de la convivencia en el hogar


y en la escuela como valioso recurso para prevenir y erradicar toda forma de violencia
relacional y, en el caso de las instituciones educativas, terminar con el acoso y el bullying
en la escuela.. Claro está que la promoción de la convivencia en el hogar y en la escuela
reviste una gran sensibilidad y complejidad porque mediante ella se está poniendo en tela
de juicio la calidad que ofrece la estructura de dos instituciones tan tradicionales como el
hogar y la escuela, pero no tenemos dudas que hace falta efectuar cambios en ellas para
mejorar la calidad de vida de las personas que las integran.

La escuela asume, como se asume en muchos escenarios societarios, que convivir es el


gregarismo simple y llano, el asociarse siempre por la necesidad de contacto, la búsqueda
de pertenencia o adscripción a un grupo o la conveniencia de socializarse, sin las cuales los
individuos no tenemos cómo adaptarnos y vivir (Carozzo, 2012). De otro lado podemos
advertir que últimamente se ha venido destacando la importancia de la convivencia para
prevenir y erradicar el acoso y el bullying en la escuela. ¿Será esto cierto? Nos parece que
es una visión errónea sobre las bondades que encierra la convivencia y constituye un
peligro reducirla a una actividad solo con la pretensión de acabar con el acoso y el bullying
en las escuelas. La promoción de la convivencia en la escuela reviste una gran complejidad
porque mediante ella se está cuestionando, desde la escuela, un estilo de vida fundado en
la inequidad y la violencia relacional, cuyos efectos se materializan en un clima
institucional inseguro y amorfo y también en un proceso de enseñanza-aprendizaje menos
provechoso. (Carozzo, 2012)

VALORACION DEL CONFLICTO

Para entender mejor la importancia de la convivencia es preciso tener una visión clara de
lo que es el conflicto y su relevancia en la educación de la convivencia, es especial porque
aún no se termina de superar la creencia de que el conflicto no guarda relación de causa-
efecto alguna con la violencia y el bullying.

Quienes apuestan por las teorías instintivistas y etológicas asocian los conflicto con los
instintos innatos e inconscientes de naturaleza agresiva y destructiva que poseen los
individuos, descuidando que, como señala Rosario Ortega (1998), “más allá de la
agresividad natural y de la aceptación de que vivimos en permanente conflicto con
nosotros mismos y con los demás, está la violencia: un comportamiento de agresividad
gratuita y cruel, que denigra y daña tanto al agresor como a la víctima. La violencia no
puede justificarse a partir de la agresividad natural, pues se trata de conceptos distintos,
que pueden diferenciarse si hacemos uso de la idea de conflicto”. No obstante la conocida
crisis de aquellas teorías y su debilidad para acreditar sus especulaciones, su concurso es
invocado con frecuencia porque al parecer se le emplea como una suerte de coartada para
encubrir la insensibilidad de quienes son los verdaderos artífices de la violencia social, al
tiempo que se acuña en la cultura la convicción de la agresión y la violencia como hechos
naturales e individuales.

Para algunos tratadistas (Puig Rovira, 1997; Cascón, 2006) el conflicto es una situación en
la que dos o más individuos con intereses diferentes o contrapuestos entran en oposición
con el propósito de hacer prevalecer sus opiniones, neutralizar las del oponente y hasta
dañar a la parte contraria. Esta contradicción puede alcanzar niveles de agudización
cuando se trata de objetivos o intereses totalmente incompatibles, de lo que se puede
inferir que muchas formas de violencia tienen su punto de arranque en el conflicto. Para
R. Ortega “el conflicto es una situación de pugna entre dos o más protagonistas, en los
cuales existe un antagonismo motivado por una confrontación de intereses. Igual existe
entre estos autores una coincidencia en afirmar que los conflictos son inherentes a los
relaciones de los individuos y que son importantes para el crecimiento y desarrollo social.
De la misma coexistencia emergen de manera inherente los conflictos en las relaciones
humanas que se suscitan en cualquiera de los escenarios de interacción social, así, toda
relación social contiene elementos de conflicto, desacuerdos e intereses opuestos. La
escuela es una organización y como tal su funcionamiento no puede ser entendido sin
considerar la significación del conflicto.

CARACTERÍSTICAS DEL CONFLICTO

Para Carozzo (2012) el conflicto no es resistencia, oposición, rebeldía, transgresión o


violación de reglas, como también se le percibe, es simple y básicamente expresión de la
diversidad entre los individuos, expresión del derecho a ser diferentes a los otros por
razones de edad, género, clase social o cultura, derecho a pensar y sentir de modo distinto
a como los otros quieren que piense y sienta (Citado por Alonso, 2013)

Para entender un conflicto es necesario comprender los diferentes factores que lo


componen históricamente en la experiencia social de los individuos. Un conflicto tiene
causas, desarrollo y consecuencias, es por ello que hablamos del proceso del conflicto.
Cuanto más cercanas e íntimas puedan ser estas relaciones interpersonales, la
oportunidad para que se manifiesten las diferencias y los conflictos serán mayores. Estas
condiciones relacionales no pueden o no deben ser consideradas como factores de riesgo
para el conflicto y para que aparezca el acoso y la violencia, sino que más bien hay que
considerarlo como una cabal oportunidad para que se produzca el intercambio de
conocimientos que enriquecen el repertorio cognitivo, emocional, social y cultural de las
partes que se relacionan y gatilla de ese modo el desarrollo y crecimiento social y personal
que comentamos antes (Carozzo, 2012).

Esta dinámica relacional enriquecedora no significa que las partes queden eximidas de
alcanzar diferencias antagónicas e irreconciliables que deriven en riesgos de violencia
(acoso y bullying, por ejemplo), los que pueden ser gestionados y resueltos sin llegar a
situaciones confrontacionales apelando a variados recursos, habilidades y competencias
de negociación pacífica. Superar los conflictos recurriendo a la negociación o a la
mediación, consensuando posiciones, necesidades e intereses no supone que se llegará en
algún momento a la superación total de las diferencias y los conflictos. Los conflictos no
dejarán de ser el germen de la contradicción para el cambio cualitativo de los
comportamientos sociales y el dinamo del desarrollo personal.

¿POR QUÉ EXISTEN Y OCURREN LOS CONFLICTOS?

Los conflictos expresan esencialmente las diferencias entre las personas que son, a su vez,
manifestaciones de la diversidad. En efecto, la diversidad alude a que todas las personas
son diferencias entre sí y a consecuencia de esas diferencias tenemos sentimientos,
pensamientos, intereses, motivaciones y muchas otras formas, comunes a los individuos,
pero diferentes entre sí. Gracias a estas diferencias, a esta diversidad, las personas
tenemos nuestra propia identidad.

Los conflictos deben ser vistos como una oportunidad para que los individuos nos
desarrollemos social e individualmente. En realidad sin la presencia de conflictos entre las
personas y los grupos, la vida relacional sería tediosa y paralizante, sin opciones para
catapultarse y desarrollarse sin reconocer límites.
Sin embargo hay que reconocer que existen algunos peligros o riesgos en estas situaciones
de conflictos que se viven. La más importante situación de riesgo que se presenta es la
poca habilidad que se posee para gestionar y resolver los conflictos y las diferencias sin
recurrir a situaciones de tirantez y violencia. No saber resolver los conflictos en forma
pacífica es un serio problema de las relaciones interpersonales que pueden escalar a
francas expresiones de violencia. En estos casos mucho tiene que ver los aprendizajes
sociales que se obtienen en la vida cotidiana, en donde los modelos de resolución de
conflictos mediante la violencia son cosa común y hasta se le considera una forma natural
de asumirlos.

Tampoco debe pasar inadvertido el hecho de que nuestra cultura ha acuñado una
percepción negativa de los conflictos, de suerte que ellos son percibidos como algo dañino
para las relaciones de las personas. Esta visión equivocada del conflicto provoca muchas
limitaciones y celos en las relaciones personales y fomenta una cultura de desconfianza y
una nociva distancia social entre los individuos.

QUE ES LA CONVIVENCIA
Desde que Jacques Delors (1998) sostuviera que el aprendizaje más importante para el
próximo siglo –el que ya estamos viviendo- no será el de conocimientos sino el aprender a
convivir, el tema empezó a ser abordado desde una nueva visión. Tradicionalmente la
percepción que se tenía de la convivencia en las instituciones educativas estaba elaborada
desde un enfoque de obediencia, cuya característica descansaba exclusivamente en el
acatamiento obligatorio de los estudiantes a las normas propuestas en los centros
educativos. Este rasgo distintivo de la convivencia es reconocido también en la familia.

Convivir, nos dice Mockus (2002), es llegar a vivir juntos entre distintos sin los riesgos de la
violencia y con la expectativa de aprovechar fértilmente nuestras diferencias. El reto de la
convivencia es básicamente el reto de la tolerancia a la diversidad y ésta encuentra su
manifestación más clara en la ausencia de violencia.
Para Ortega, Romera, del Rey y Córdova (2008), citado por Carozzo (2015), la convivencia
surge como la necesidad de que la vida en común, que acontece en todos los escenarios de
la educación escolar y en el entramado de todos los sistemas de relación
(profesorado/alumnado, relaciones entre los propios escolares, y relaciones
familia/escuela), discurra con pautas de respeto de los unos sobre los otros. Para Ortega
(1999) se entiende por Convivencia el conjunto de relaciones interpersonales que se dan
entre todos los miembros de la comunidad educativa y en las relaciones interpersonales se
configuran procesos de comunicación, valores, sentimientos, actitudes, roles, estatus y
poder.

En sentido amplio, la convivencia escolar puede entenderse como un proceso


interrelacional que prevé tanto una dimensión interpersonal como colectiva, ya que en ella
confluyen la actuación de personas singulares y sus intercambios intersubjetivos, así como
el conjunto de políticas y prácticas institucionalizadas que, de alguna manera, configuran y
enmarcan dichos intercambios, en una cultura escolar y local determinadas que, a la vez,
tienen su propia historicidad (Fierro, 2013) La convivencia remite a la calidad de las
relaciones interpersonales que se han construido en la institución y que dan lugar a un
determinado clima escolar que, a su vez, influye sobre éstas. Esta manera de definirla se
distingue de la primera al plantear que la búsqueda de una convivencia positiva es una
meta esencial de la educación y no puede entenderse exclusivamente como una reacción
ante la aparición de determinados conflictos (IDEA-Ararteko, 2006), citado por Fierro
(2013)

Según Benites (2012), “La convivencia cuando es adecuada; puede ser conceptualizada
como un modo de vivir en relación o en interrelación con otros, en la cual se respeta y
considera las características y diferencias individuales de las personas involucradas,
independientemente de sus roles y funciones. La forma de convivir se aprende en cada
espacio, en cada contexto en la que se comparte la vida con otros: familia, escuela,
comunidad. A convivir se aprende y enseña conviviendo cotidianamente”. Debemos
destacar que para Benites la convivencia es aprendida, sea en la escuela, la familia y los
demás escenarios sociales en donde el individuo participa interactivamente porque,
obviamente, la interacción con otros individuos en el marco de una relación social
sostenida en el tiempo es la condición esencial para el aprendizaje de la convivencia.

También Ianni (2002) tiene clara la idea de lo que debe ser la convivencia en las
instituciones educativas cuando señala que la escuela debe ser el espacio fundamental
para desarrollar una educación y una práctica de la convivencia que favorezca el
crecimiento social y personal de los estudiantes, la solidaridad, los valores, la tolerancia, el
aprendizaje cooperativo, la resolución de conflictos sin violencia, la reflexión y el
pensamiento divergente.

La convivencia es el vivir con otras personas, lo que es propio de la esencia humana. Esta
facultad de convivir es aprendida mediante la socialización, de la que depende que esa
convivencia sea saludable y armónica. De los aprendizajes sociales depende también que
la convivencia esté llena de conflictos antagónicos que promuevan la violencia relacional.

Castro Santander (2015) para destacar la importancia que cobra la convivencia para la
mejora de la calidad educativa nos remite al Informe de Capital Humano, Brunner &
Elacqua, del año 2003, que considera variables como la cooperación, el clima escolar de
convivencia, el monitoreo, las oportunidades de aprender, el tiempo, el involucramiento de
los padres, la presión de logro, el liderazgo y la gestión.

Mena, Bugueño, Valdez y Banz (s/f) nos ofrecen una visión muy puntual sobre lo que debe
encararse institucionalmente para constituir la convivencia en las escuelas: La Convivencia
Escolar es un ámbito que no puede ser dejado al azar, a las buenas intenciones y/o
características y estilos personales de los actores educativos. Si así se hiciera, sólo tendería
a reproducir la sociedad que la contextualiza. La Convivencia Escolar requiere ser atendida
de manera intencional e incorporada en la gestión institucional del establecimiento. Ella
requiere de una visión, una planificación, de una cuidadosa implementación, de un
monitoreo sistemático y de una evaluación y toma de decisiones oportuna; sólo en esta
medida se traducirá en prácticas formativas sistemáticas, concretas y cotidianas al interior
del establecimiento. Sólo así se “institucionaliza” la dimensión formativa y socializadora de
la escuela.
En el Foro Mundial de Educación (Corea del Sur, Mayo 2015) el Ministro de Educación,
declaraba que el propósito de la educación es transformar la vida de las personas,
garantizando una educación inclusiva equitativa de calidad y promoviendo oportunidades
de aprendizaje a lo largo de la vida. Estas declaraciones sin embargo no son congruentes
con la realidad educativa de nuestro país donde las medidas adoptadas por el MINEDU,
para mejorar la seguridad y calidad de vida de los estudiantes frente a los actos de
violencia y acoso en las escuelas son insuficientes e inadecuadas. El Observatorio sobre la
Violencia y Convivencia en la Escuela (2015) al respecto propone: defender la calidad de
vida de los estudiantes en las escuelas, máxime cuando es el propio Estado con su sistema
educativo decrépito y maniqueo el principal responsable de las situaciones de riesgo
presentes en las escuelas (Benites, 2015).
Pese a que con frecuencia se asocia la convivencia al problema de la disciplina y la
violencia en la escuela y en no pocos casos se hace énfasis en su utilidad para la
prevención y erradicación de la violencia y el bullying en la escuela, es menester precisar
que la convivencia es una estrategia a través de la cual se educa a los individuos en el
aprendizaje de competencias, capacidades y habilidades para el diálogo, la solidaridad y el
trabajo colaborativo, por ejemplo, que no solo se dirigen a los estudiantes sino que
alcanza a toda la comunidad educativa. La convivencia no es un recurso que se emplea
para el control de los estudiantes sino para su educación.

En resumen, ¿qué podemos decir, entonces, que es la convivencia? Son muchas las
condiciones que se deben respetar para poder sostener un clima institucional que aliente
las buenas relaciones interpersonales y potencie en forma consistente el desarrollo
cognitivo y los aprendizajes en los estudiantes. Entre estas condiciones cabe mencionar las
siguientes:

 Control y eliminación de toda forma de violencia.

 Respeto y ejercicio de la diversidad.

 Desarrollo de valores.
 Habilidades sociales para la vida.

 Resolución de conflictos mediante recursos no violentos.

 Educación para la Tolerancia.

 Educación para la Paz.

 Educación en resiliencia

La condición de relacionarse con los demás en forma democrática es la tarea que se debe
aprender en la socialización familiar y escolar, principalmente. No es posible no convivir,
es posible convivir democráticamente. Convivir es Vivir.

LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

La escuela como institución educativa, es una formación social que no puede ser ajena a
dos condiciones elementales que la condicionan (Ianni, 2002):

a) Esta organizada y promovida por el sistema social, y


b) Es en mucho la expresión de esa sociedad.

Continúa Ianni (2002) afirmando que existe un total desencuentro entre lo que la sociedad
quiere de la escuela, lo que es la escuela en realidad y lo que debería ser la escuela, al
margen de los deseos del sistema social. Es decir, debe quedar en claro que la escuela
debe atender las necesidades de la sociedad más no los intereses del Estado.

Lo que tenemos es una escuela en donde domina la violencia en todas sus formas, desde
la rigidez de su estructura administrativa y académica hasta manifestaciones de acoso
entre iguales que provocan mayores distancias en torno a la convivencia. Y acaso lo más
preocupante en todo este concierto de problemas y dificultades está en la carencia de
propuestas y estrategias que se interesen en la construcción de la convivencia, en la
decisión de proteger a los niños y jóvenes que son asolados día a día por matones que
impunemente ejercen su abuso ante la pasividad de autoridades que ignoran los alcances
del daño que sufren las víctimas y hasta llegan a desconocer que en la conspiración del
silencio está uno de los factores claves de la perpetuación de este drama de la escuela y de
quienes allí asisten, convencidos tal vez, ante la pasividad de la institución, de que ese es el
clima natural de la escuela.

No obstante se debe tener cuidado de no aventurar criterios según los cuales la


convivencia y la violencia en la escuela sea vista como dos caras de la misma moneda,
aunque muchos elementos de la realidad nos den esa sensación. La convivencia es mucho
más que la reducción o eliminación de la violencia en la escuela, es una aventura a la
calidad de vida y la calidad de la enseñanza en la escuela, primordialmente.

Empecemos por distinguir lo que entendemos por convivencia escolar de convivencia en la


escuela solamente con el ánimo que eliminar algunas riesgos de concepción a los que
podemos arribar sino aclaramos estos dos enfoques que expresan dos realidades
diferentes Cuando nos referimos a la convivencia escolar no cabe duda que estamos
tratando de la convivencia entre los estudiantes, entre pares, ni siquiera entre todos los
escolares. Esta apreciación se asocia a la impresión, o convicción, de que el problema es de
los estudiantes y la atención correctiva debe tenerlos como eje de la intervención y
prevención (Carozzo, 2012)

De otro lado hablar de convivencia en la escuela es referirse a todos los estamentos del
centro educativo que deben ser considerados dentro de la estrategia del Plan de
Convivencia que debe construirse en la escuela, esto es, estudiantes, profesores, directivos,
personal administrativo y de servicio y padres de familia. La buena relación entre
estudiantes no es posible si entre los estudiantes y los profesores no reina equidad
relacional de algún tipo y sin que el clima institucional de inseguridad y verticalidad haya
sido revocado. Lo propio podemos decir de la actuación de la familia respecto a la
actividad escolar de sus hijos: la no existencia de acciones concertadas y coherentes en el
contexto familiar y escolar, que por ahora no son tomadas en cuenta, da lugar a
situaciones de ambigüedad y ansiedad que deterioran la seguridad emocional y social de
los niños y jóvenes y exacerba la tirantez entre docentes y padres de familia.
Una correcta línea de aplicación de la convivencia democrática pasa por considerar
aspectos que son consustanciales con el ejercicio de relaciones de armonía y respeto,
como son las que ha continuación se mencionan:

a) Promover la participación de todos los miembros de la comunidad educativa,


haciéndolos protagonista del cambio.

b) Los acuerdos sobre las normas de convivencia deben ser consensuados por
todos los integrantes.

c) Asumir el respeto de los derechos básicos de todos.

d) Se debe trabajar los valores, la educación de la autoestima, educar en la


tolerancia, en la gestión y resolución de conflictos, en la solidaridad y las
habilidades de comunicación

e) Educación en la expresión de las emociones y los sentimientos.

f) Educar y desarrollar la empatía y la asertividad.

Podemos colegir que la convivencia en la escuela, dotada de las características que


señalamos líneas arriba es una utopía desconocida y, más aún, sin ejercicio práctico en
alguna institución educativa. En efecto, la equidad y el carácter democrático de su entraña
no es conocido todavía, pese a que no son pocas las acciones de convivencia que se hacen
llamar democráticas que se han implementado y que ameritarían, en su momento,
algunas aclaraciones de rigor.

Tenemos una escuela del siglo XIX, profesores del siglo XX y estudiantes del siglo XXI, en
estas condiciones, ¿es posible creer en una convivencia democrática y con equidad? Las
instituciones educativas conservan una estructura de naturaleza vertical y autoritaria que
no permiten que se inserte en su organización un estilo relacional completamente opuesto
a su esencia, aunque burocráticamente la autoricen e incluso la implementen.
Su implementación no puede prosperar porque la escuela y su personal administrativo y
docente está imbuido de actitudes reñidas con la equidad y la democracia, desconocen lo
que es el respeto al otro y que los conflictos son positivos, generadores de oportunidades y
crecimiento social y personal de los actores y , en consecuencia, deben ser valorados como
tal y resueltos en forma dialogada y horizontalizando la participación de los estudiantes.
Esta situación, la de una estructura tradicional de la escuela versus la convivencia que se
persigue, no es un conflicto susceptible de negociar y resolver en forma consensuada y
pacífica. No es posible negociar la violencia institucional y la inequidad.

No obstante, como lo dijimos antes, existen numerosas experiencias de trabajo que


mencionaremos como necesaria ilustración y valoración de los responsables.

En las propuestas desarrolladas para actuar en el aula, encontramos cinco líneas distintas
de actuación: Gestión del clima social del aula; trabajo curricular en grupo cooperativo;
actividades de educación en valores; actividades de educación de sentimientos;
actividades de estudio de dilemas morales y actividades de drama (Del Rey, Ortega, 2001)

Los estudios e investigaciones pioneras de Olweus (1996) están dirigidos a desarrollar


actitudes y a crear condiciones que reduzcan la magnitud del problema de las agresiones
en el conjunto de la escuela. Algunas de estas medidas tienen el objetivo adicional de
prevenir el desarrollo de nuevos problemas. Más adelante añade que en el aula el objetivo
lo constituyen aquellos de quienes se sabe o se sospecha que les afectan problemas de
agresiones, sea como agresores o como víctimas.

El Programa Kiva, de Finlandia, tiene como meta influir sobre los estudiantes
espectadores para que, en lugar de aceptar silenciosamente la situación de acoso o
alentar a los acosadores, apoyen a la víctima y trasmitan así que no aceptan las prácticas
abusivas, mientras que a nivel de todos los estudiantes el propósito es abordar los casos
graves de acoso de una manera efectiva que incluye una discusión de seguimiento para
comprobar que la situación ha cambiado (Gómes Antolinos, 2015)
Para Robledo y Arias-Gundin (2009) se debe prevenir el bullying inculcando a los alumnos
actitudes, valores y normas de convivencia positivas y fomentando el propio
autoconocimiento y autorregulación emocional y las relaciones interpersonales cordiales y
satisfactorias con los iguales. Propone las siguientes etapas: i) adquirir conciencia de la
importancia de mantener relaciones interpersonales cordiales, positivas y satisfactorias
con los iguales; ii) reconocer, evitar y controlar las situaciones de riesgo o de maltrato que
puedan darse en el centro, y despertar una conciencia en los estudiantes de informar y
dar a conocer las situaciones de abuso que les sucedan y/o las que observen; iii)
desarrollar habilidades personales de autoconocimiento y autorregulación emocional y
conductual; iv) adquirir habilidades de interacción social, de solución de problemas, de
petición de ayuda y de asertividad. Los autores consideran que estas medidas deben
comprender a los estudiantes y docentes por igual

Por su parte el objetivo del Programa Integral para Mejorar la Convivencia Escolar
(PRIMCE); se centra en los docentes, a quienes se les entrena para utilizar estrategias de
cambio conductual con los estudiantes para disminuir su conducta disruptiva y agresiva,
particularmente los episodios de acoso escolar. El programa se conforma por ocho
componentes, que brindan al profesor estrategias derivadas de análisis conductual
aplicado como: control de estímulos, monitoreo, moldeamiento, entrenamiento en
respuesta alternativa, costo de respuesta, programa de contingencias, reforzamiento de
conducta funcionalmente equivalente, comunicación asertiva, habilidades para la solución
de problemas, técnicas de auto-control, técnica de análisis de tareas, aprendizaje
cooperativo, así como contingencia de grupo. (Mendoza y Pedroza, 2015)

Díaz-Aguado (2005) tiene claro que los programas de prevención e intervención deben
admitir que las instituciones educativas reúnen un conjunto de características que
incrementan los riesgos de violencia en la escuela y que no pueden seguir siendo
ignorados o subestimados como la tendencia de las escuelas a minimizar la gravedad de
las agresiones entre iguales, considerándolas como inevitables y por ende tienden a
naturalizarlas.

En España, dice Ortega y Del Rey (2001), los programas de intervención desarrollados para
erradicar violencia escolar están diseñados, en su mayoría, en torno a dos objetivos
generales. Por un lado, buscan la disminución de los actos violentos, y por otro, la
prevención, mediante la mejora o creación de un buen clima de relaciones interpersonales
en el centro escolar basado en los principios democráticos y de respeto mutuo.
Las estrategias de intervención pueden agruparse en cuatro categorías: Actuaciones
dirigidas al cambio de la organización escolar; actuaciones dirigidas a la formación del
profesorado para que éste diseñe sus propios modelos de intervención; propuestas
concretas para desarrollar en el aula; programas específicos a aplicar en las situaciones y
fenómenos de violencia con escolares implicados o en riesgo. (Del Rey, Ortega, 2001)

En Chile, el programa piloto “Aprendiendo Juntos”, basado en el modelo de intervención


del “Positive Behavior Support-PBS”, se implementó en un establecimiento educacional de
la cuidad de Santiago, donde se logró disminuir en un 34,7%, los incidentes violentos entre
los alumnos, medido a través de la disminución del promedio diario de alumnos derivados
a inspectoría en los años 2006 y 2007 (Varela, Tijmes & Sprague 2009). Otra experiencia
chilena evaluada fue el Programa Recoleta en Buena, implementado en 4 establecimientos
educacionales donde se evaluó a 677 estudiantes el año 2006 y 553 el año 2008, de 5º
básico a IVº medio. El programa logró disminuir el promedio de los reportes de violencia
(víctimas, victimarios y testigos), salvo los reportes de violencia de tipo delictual (violencia
más grave). Sin embargo, sus resultados reportaron efectividad a nivel primario
permitiendo impactar en toda la comunidad escolar (Varela, 2011). (Pérez et al)

Para Cerezo (2007) el centro educativo debe tratar de controlar los ataques del Bully así
como proporcionar una labor preventiva realizando una identificación temprana de los
alumnos implicados, supervisando y colaborando a la integración, propiciando una
conducta social positiva de todos sus miembros.
A modo de esquema, el proceso de desarrollo del programa puede definirse en cinco
momentos consecutivos:
* Concienciación del Problema
* Periodo de Consultas
* Confección del Programa
* Comunicación y Realización
* Revisión y Mantenimiento

La UNESCO, en una publicación para los profesores, propone diez esferas de acción para
que los docentes y los estudiantes contribuyan a crear una cultura escolar no violenta
afirmando que un medio escolar positivo, no punitivo y no violento garantiza los derechos
de todos, ya sean maestros o estudiantes. Reconoce que el enfoque debe ser holístico
involucrando a estudiantes, docentes, personal de la escuela, la familia y la comunidad, el
empleo de técnicas constructivas de disciplina, resolución de conflictos y una educación
inclusiva.

Podemos reconocer que cada programa tiene sus peculiaridades y no por ello dejan de
guardar una gran semejanza en los componentes que estiman importantes en la
prevención e intervención. Es así como el nivel individual y el aula son los puntos de
convergencia más destacados ya que ellos encierran la dinámica relacional de las
diferencias, los conflictos y la violencia. El componente familiar es otro elemento común
del que no es posible sustraerse; empero los componentes aludidos no son necesariamente
valorados del mismo modo y es allí en donde se pueden rescatar las limitaciones
operativas de los programas y las sensaciones de que hay algo por desentrañar para
alcanzar la eficacia que se espera.
Los estudiantes son percibidos únicamente en esa dimensión y más restrictivamente aún
en cuanto reúna los rasgos de afinidad que la escuela impone según la edad para asegurar
la adaptación a ella y en particular a lo que se refiere al aprendizaje de los contenidos
curriculares quedando al margen todo lo que se refiere a su pertenencia social, cultural,
familiar y étnica que suman para invalidar la pretensión tan voceada del carácter
multicultural de la educación pretendidamente inclusiva. Además alientan la idea de
dicotomizar al individuo en alumno y persona, desinteresándose especialmente por la
dimensión de la persona, lo que podemos calificarla, sin exageración, en una violencia
contra la identidad de las personas y un factor de riesgo para la integración satisfactoria
de las personas a la escuela.

De este modo no es difícil reconocer que el trabajo preventivo que se ensaya en la escuela
se interesa por el alumno y descuida a la persona. El primero de ellos –el alumno- es el
elegido porque reúne las características que el sistema educativo ha decidido para ser
aceptado en tanto se ajusta a las disposiciones burocráticas requeridas, aunque la
realidad compruebe la inutilidad de la uniformización de los individuos para facilitar el
trabajo instruccional. En la escuela no se quiere a las personas sino a los individuos que se
parezcan cada vez más entre sí, de modo que resulte más expeditivo el proceso de
enseñanza/domesticación que les espera a los estudiantes en toda la etapa escolar.

Este punto, lo creemos, es la más sensible y astuta modalidad de agredir a las personas en
las instituciones educativas porque significa hacer tabla rasa con la personalidad, la
identidad y las potencialidades individuales con que llegan las personas a la escuela para
imponerles un corsé que arruine sus expectativas y su proyecto de vida. Las medidas de
prevención para mejorar la calidad de vida en la escuela no deben pasar por alto este
aspecto, ya que de continuar haciéndolo expresan su asentimiento a las medidas
alienantes que habitan en la escuela.

PRINCIPIOS Y NORMAS DE LA CONVIVENCIA

¿De quién es el problema de los alumnos “problema”? le preguntaron a Cecilia Fierro


durante una entrevista en el año 2014. Te voy a responder con una pregunta, contesto
Fierro. Dime ¿donde los niños, niñas y adolescentes que por distintos mecanismos fueron
expulsados del sistema educativo sin completar al menos el ciclo de educación básica.
Dime en donde están, en que trabajan, con quienes conviven? Y allí está la respuesta de si
es o no problema que corresponde a las escuelas atender, utilizando siempre los recursos
pedagógicos disponibles.

Esta clarificadora respuesta de Cecilia Fierro tiene muchas lecturas y todas ellas nos
muestras la pobre sensibilidad de quienes tienen en sus manos la cosa pública y la
administración de la educación en particular. La más brutal de las lecturas es el atribuirle
total responsabilidad a los escolares, sin sonrojarse siquiera, ignorando que las
condiciones de existencia de los estudiantes responde a la precariedad del sistema social.
No menos preocupante es el hecho de que la institución educativa abdique olímpicamente
a sus responsabilidades de educar mediante la eliminación de los llamados alumnos
problemas y reitera que la política sancionadora de las instituciones educativas tiene en
las medidas represivas extremas su mejor recurso para mantener las escuelas en paz.

Frente a estos acontecimientos, ante los cuales los propios padres de familia terminan por
reconocer, o aceptar, que la expulsión es la mejor solución ante los conflictos, solo nos
queda el camino de educar esmeradamente a los estudiantes en el ejercicio de una
convivencia democrática que los formará en el conocimiento y defensa de sus derechos y
los volcará a una actuación siempre asertiva y solidaria.

El principio rector de la convivencia democrática está en la estructura, las funciones y las


características que ella tiene. Respecto a su estructura o composición, en ella tienen
presencia y participación todos los agentes de la comunidad educativa, es decir que está
integrada por representantes de los estudiantes, docentes, padres de familia y auxiliares;
en cuanto a sus funciones deben encargarse de elaborar y aprobar las reglas de
convivencia de la institución educativa y constituir el centro de mediación y capacitar a
todos sus integrantes, además de diseñar los programas de capacitación y educación para
los miembros de la comunidad educativa. Entre sus características está su horizontalidad
en la toma de decisiones, la equidad entre todos sus integrantes y el trabajo colaborativo
en procura de un clima institucional saludable y proveedor de bienestar para todos.
La convivencia democrática requiere de mínimas regulaciones que se deben conocer,
valorar y respetar, como por ejemplo:

a. Aprender a respetarse.

b. Ayudar al compañero que lo necesite.

c. Valorar y elogiar lo que los otros hacen.

d. Respetar la diversidad que existe en la escuela y en la sociedad.

e. Trabajar y estudiar en equipo.

f. Los conflictos son normales en las relaciones interpersonales y el diálogo es el


camino para resolverlos.

g. Todos tienen derecho a ser distintos y a expresar sus puntos de vista en forma
respetuosa.

h. Practicar la solidaridad y la equidad

CLIMA ESCOLAR Y CONVIVENCIA

Entender la calidad el clima escolar es tanto como entender la calidad de la convivencia


en la escuela. Uno y otro son inseparables y se condicionan mutuamente, aunque
conservan una relativa autonomía entre sí y esa advertencia debe tenerse clara. Entre la
convivencia y el clima escolar existe, entonces, una firme sinergia gracias a lo cual la
institución educativa logra convertirse en un contexto de bienestar y satisfacción.
Las relaciones de convivencia escolar necesitan un contexto donde tengan oportunidad de
expresarse concretamente, sujetas a reglas y normas de regulación que las preceden en el
tiempo, las que en este caso son fijadas por la institución educativa.
Las reglas y normas a las que nos referimos no son siempre las ideales para la institución
educativa, menos aún para la existencia de una óptima convivencia por la sencilla razón
de que su elaboración es unilateral y responde a intereses de una de las partes allí en
donde las relaciones son intergrupales o cuanto menos bilaterales. Las restricciones dentro
de las cuales quedan constreñidas las relaciones de los estudiantes solo producirán
agudizaciones en los vínculos de sus componentes y sensibilizarán la calidad de las
relaciones y la convivencia de todas las partes. En estas condiciones las características del
clima se atisban más rígidas y se conservarán así con pocas posibilidades de desarrollarse
positivamente.
Solo podrán alcanzar una real transformación cuando las relaciones de convivencia entre
los actores de la institución educativa revistan los componentes esenciales de respeto a los
derechos de las partes, cuando las relaciones interpersonales se tornen equitativas, en el
momento que se ejerza la gestión y resolución de conflictos en forma creativa y
democrática, por citar solo algunas de las características más destacadas.

Para ello es preciso considerar:


 Entender el Clima Escolar como la percepción que los individuos tienen de los
distintos aspectos del ambiente en el que desarrollan sus actividades habituales.

 El clima escolar hace referencia al ambiente del centro en su totalidad, y a los


diferentes elementos que lo determinan (espacios físicos, características
personales, sistema de valores, estructura curricular contextualizada, etc.)

 Cualquier programa de mejora de la convivencia en la escuela, no puede obviar el


clima escolar. No se puede imaginar un centro educativo con buen rendimiento
escolar y un buen nivel de convivencia, con un clima escolar negativo. (Brunet,
1987)

 Ortega (2005) ha indicado que la convivencia escolar ha de entenderse como el


establecimiento de relaciones interpersonales y grupales satisfactorias que
contribuyan a un clima de confianza, respeto y apoyo mutuo, potenciando el
funcionamiento democrático de la escuela que favorecerá la existencia de
relaciones positivas entre los miembros de la comunidad escolar.

Una visión social de la escuela y del clima escolar considerará que la dinámica de la
familia, las características económicas, culturales del contexto social de la escuela, y la
política educativa implementada, ineludiblemente impactan el clima de la escuela a través
de sus agentes educativos, quienes tienen el rol de dirigir y definir lo que debe ser y hacer
la escuela, como también, en lo referente a la función que el Estado le atribuye.

Por lo expuesto, creemos que pensar que el clima escolar es aquello que expresa lo que se
siente respecto a lo que es la escuela no es faltar a la verdad, pero reducirlo a ello es una
exageración riesgosa y debemos desecharla o, en todo caso, contemplarla apenas como
un elemento insuficiente para explicar una estructura vastamente compleja que puede
relativamente independizarse del contexto social al que se encuentra ligado.

FACTORES QUE FAVORECEN Y OBSTACULIZAN LA CONVIVENCIA

Identificar los factores que sirven de soporte para el desarrollo de la convivencia sirve para
no pasar por alto elementos que habitualmente son inadvertidos por los adultos
responsables de la educación de los menores. Los siguientes son, al menos, de los más
valiosos para la creación y desarrollo de la convivencia (Benites, 2012)

A. Relaciones interpersonales basadas en la colaboración y el respeto por los derechos


y deberes; también en la solución de conflictos en forma pacífica.

B. La existencia de normas y reglas claras y pertinentes, de carácter constructivo,

realistas y consensuadas.

C. La promoción de valores coherentes con los postulados de la institución, asumidos


y ejercidos en la práctica educativa por todos los miembros de la comunidad.
D. La existencia de espacios, actividades y oportunidades para sus miembros para que
generen una participación libre y espontánea, así como su involucramiento
responsable y la aceptación de las consecuencias de su acción.

QUE AFECTA LA CONVIVENCIA

También existen factores que estropean y dificultan la convivencia, las que en su mayoría
son dimensiones sociales susceptibles de abordarse y superarlas. La mirada que casi
siempre brindamos a lo que obstaculiza la convivencia son las de índole personal o
individual y procediendo de ese modo dejamos pasar lo que realmente debe ser
controlado.

1. Características de la sociedad actual: (a) Crisis social (b) falsa democracia, ©


influencia de los MCM.

2. Su cultura y valores: (a) conformismo social, (b) consumismo, © individualismo,


competitividad.

3. Entorno familiar: (a) nuevos modelos de familia, (b) diferente uso de los tiempos
en el seno familiar, © baja relación entre los miembros familiares.

4. La escuela como fuente de violencia: (a) relaciones asimétricas de poder, (b)


violencia sistémica, © el currículo como fuente de violencia: metodología, sistemas
de evaluación, clima de clases, diversidad.

Relaciones entre la escuela y la familia

Uno de los principales factores de riesgo de violencia es el aislamiento de la familia con


respecto a otros sistemas sociales en los que el niño se relaciona. El apoyo social a las
familias es muy importante y puede reducir significativamente el riesgo de violencia
porque proporciona ayuda para resolver los problemas, acceso a información sobre
formas alternativas de resolver dichos problemas y oportunidades de mejorar la
autoestima.
Una importante condición para mejorar la educación es estimular la comunicación entre la
escuela y la familia, sobre todo, cuando los niños tienen mayores dificultades de
adaptación escolar y/o con más riesgo de violencia.

Ahora bien, cuando se implemente la Convivencia Democrática, tal como está


preceptuada en la ley y su Reglamento, los padres de familia pasan a ser integrantes del
Comité de Convivencia Democrática y, por ende, tienen una activa participación en las
actividades educativas de la escuela y ésta, la escuela, apertura un vínculo con el núcleo
familiar al cual accederá también la escuela para afianzar una relación siempre buscada y
casi nunca alcanzada.

CONSTRUIR LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

La convivencia escolar se define como un constructo colectivo fruto de las percepciones


que los diferentes agentes educativos poseen sobre el proceso de interacción que surge en
sus relaciones interpersonales, creando cultura y dando forma a diferentes creencias,
actitudes, valores, que inciden en el proceso de enseñanza aprendizaje en el que se
encuentran inmersos (García-Raga y López-Martín, 2009; Ortega y Córdoba, 2008; Viguer
y Solé, 2011), citado por Ortega-Córdova (2015). Por lo expuesto se infiere que se habla de
una convivencia que necesita ser construida y se anticipa la enorme repercusión que
tendrá sobre el sistema educativo en general.
El tipo de convivencia que se propone no existe aún, y esto no es una exageración, es una
penosa y contundente realidad. No es que pensemos que la convivencia ha estado fuera de
la escuela, lo que decimos es que el tipo de convivencia que aún supervive en las
instituciones educativas está basada en el poder de las autoridades y docentes sin que los
estudiantes y padres de familia tengan participación en ella.

Como el tipo de convivencia en donde sean partícipes todos los agentes educativos en
condiciones de equidad y respeto mutuo es aún inexistente, y tampoco será creada y
promovida únicamente por la Ley, sino que será una consecuencia del trabajo participativo
de la comunidad educativa, por ello hablamos de construcción de la convivencia. Para ello
hacen falta muchas cosas, entre ellas la construcción de una cultura democrática, lo que
supone:

a) Respetar la privacidad de las personas.

b) Participar con responsabilidad y respetar los acuerdos y consensos.

c) Valorar el propósito de las normas, respetarlas y hacerlas respetar.

d) Promover y practicar la equidad y la justicia.

e) Reconocer la existencia de intereses diversos entre el grupo y respetarlos.

f) Desarrollar los intereses comunes porque son el soporte de la cohesión grupal.

g) Experimentar el valor de la no discriminación, la diversidad y la tolerancia.

h) Comprender que todos tenemos derechos y deberes.

MODELOS DE CONVIVENCIA EN LA ESCUELA

Los centros educativos, como lo dijimos, cuentan con una política de convivencia basada
en sus reglamentos y en la disciplina que allí se propugna, pero sin que esté
institucionalizada por un ente a cargo de estas acciones. Por esa razón podemos hacer una
referencia a los distintos modelos que se conocen y que se desean. Aquí los mencionamos
(Benites, 2012)

Modelo punitivo-sancionador

El centro educativo propone normas de convivencia basadas en el reglamento de la


institución educativa en donde prevalece un sentido retributivo de la justicia: se repara el
daño que se ha ocasionado y se recibe un castigo por ello, convencidos que la sanción es
disuasiva y sirve de ejemplo para los demás. No nos parece la mejor para provocar
cambios en la persona y en las relaciones porque:
• Se castiga al infractor por su conducta y no se corrige lo actuado. El castigo no es
educativo.

• Estigmatiza a la persona sancionada ente los compañeros, docentes y autoridades, lo


que es una forma de violencia institucional contra el estudiante.

• No se educa en el aprendizaje de estilos de conducta ligados a la solidaridad, la empatía,


el respeto a los derechos y otros.

• Mantiene la diferencia y los conflictos entre las partes y lo más probable es que agudice
sus relaciones.

Modelo relacional

Se basa en la comunicación a través del diálogo para la reconciliación entre las partes.
Así, la persona perjudicada puede recibir reparación moral o material y el infractor libera
su culpa. Parte de la hipótesis de que para el infractor la reconciliación tiene un elevado
coste emocional y moral, que es más eficaz que el castigo.

Modelo integrado

Es el modelo que se propone con la seguridad de ser el más completo en el abordamiento


de los conflictos porque promueve una relación directa entre las personas en conflicto bajo
la responsabilidad del centro acorde a sus contenidos reglamentarios.

Este modelo concibe el conflicto como un hecho natural en la convivencia, pero que puede
llegar a ser positivo y provechoso cuando es apropiadamente administrado, o puede llevar
a situaciones críticas y violentas cuando es mal gestionado.

El modelo integrado también presenta limitaciones, pero está más a nuestro alcance
superarlas: exige apoyo administrativo, equipos formados en tratamiento de conflictos,
planes globales de actuación y revisión del reglamento para actualizarlo y contextualizarlo
a las necesidades de cada centro.
LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA EN LA ESCUELA

Introducir la convivencia democrática en la escuela es una tarea más compleja de lo que


parece y esa podría ser una de las razones –no la más importante- por la que hasta hoy no
se han cumplido los mandatos de la Ley 29719 y su Reglamento, en donde se recomienda
el establecimiento de la Convivencia Democrática en las instituciones educativas.

Es más fácil aprender a ser agresor y disfrutar de las ventajas de esa práctica que
aprender a convivir con los otros en un marco de cordialidad, cooperación, solidaridad,
respeto a los derechos de las personas, equidad y resolución de conflictos sin violencia. Se
tiene que aprender muchas cosas para vivir en convivencia, y la falta de esos aprendizajes
que son para la vida, muchas veces son suficientes para que las personas se conviertan en
agresores.

CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA

No se exagera cuando se afirma que la escuela es in lugar privilegiado en donde los niños
van a tener la oportunidad de experimentar precozmente lo que es la vida pública y a vivir
un incesante y rico intercambio de experiencias sociales y personales con sus pares. La
convivencia es la perentoria necesidad de compartir un conjunto de actividades y
aprendizajes comunes en el marco de determinadas reglas que deben modular el
comportamiento interactivo con propiedad y equidad, procurando la obtención de
beneficios comunes para todos sus protagonistas.

Fernández, I. (2005) sugiere considerarlos siguientes parámetros:

1. Fomentar cauces de comunicación entre profesores y alumnos y alumnos entre sí,


en un clima de confianza y respeto. (Añadiría la comunicación entre los docentes).
2. Valorar las diferencias étnicas, culturales y religiosas atendiendo a su riqueza y
ampliación de miras personales. (Añadiría las diferencias de género y las sociales)
3. Favorecer un ambiente de estudio y trabajo donde se valore a cada alumno según
sus capacidades y aportaciones personales. (Añadiría la diferencia entre los ritmos
y tiempos en el aprendizaje, que es un fuerte elemento de exclusión y
estigmatización)
A su turno Avilés (s/f) considera que es necesario asegurar determinados aspectos que
ayuden al proyecto, entre los que destaca los siguientes:

1. Condiciones mínimas de participación, representatividad y respaldo de todos y


cada uno de los miembros de la Comunidad Educativa.
2. Un espacio profesional. La cuestión del maltrato en nuestras escuelas no es
cuestión de aficionados, voluntarios ni ongs. Los miembros de la Comunidad
Educativa debemos abordarlo como algo central (organizativa y curricularmente)
en nuestra labor educativa, exigir el protagonismo y la responsabilidad de llevar
sus riendas en todas y cada una de los momentos de tratamiento: concienciación,
sensibilización, formación, implantación, desarrollo y evaluación.
3. Un espacio de trabajo que forma parte de los valores de la Comunidad Educativa,
inserto en la programación del centro.
4. Un espacio formativo, que invita al asesoramiento, la ayuda y la cooperación,
sobre y a partir de las características y problemas que tenemos en el centro.

Se puede advertir que la inserción de la convivencia democrática en la escuela, acorde a


los lineamientos antes señalados, proponen un cambio en la política de la institución
educativa y en los roles de los agentes educativos, todo ello concordante con lo que se
proponía en el documento elaborado por Jacques Delors en donde se reclamaba la
pertinencia de volcar hacia la educación para la convivencia los mayores esfuerzos de las
instituciones educativas.

Los grandes problemas que asumen las instituciones educativas (malas relaciones
interpersonales, violencia, exclusión, verticalidad y autoritarismo, entre otros) reflejan los
males de nuestro sistema social y entre ellos se refuerzan mutuamente, dando la
sensación de que todo ello es normal o, cuanto menos, lo menos mal que puede pasarnos,
por lo cual siempre nos hemos propuesto establecer normas de regulación y control de
conductas para el mantenimiento del orden en donde se puedan impartir conocimientos
en forma disciplinada.

Estos desafíos y otros en ciernes (el datin violence, el sexting, el happy slapping, el
grooming) necesitan de una estrategia ecológica para ser encarados y desalentados a
partir de un prolijo trabajo educativo –no punitivo- en donde los propios estudiantes son
los mayores protagonistas. Mediante la implementación de la convivencia democrática en
la escuela, con el enorme arsenal de herramientas educativas de que está premunido, la
escuela tiene la oportunidad de virar en 180ª y transformar el clima institucional para la
calidad de vida y la calidad educativa.

CONFORMACIÓN DEL COMITÉ DE CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA: COMPOSICIÓN,


GESTIÓN Y TOMA DE DECISIONES DE SUS INTEGRANTES

Nuestras normas y directivas señalan, en forma muy tímida o ambigua, que el comité de
convivencia debe estar integrado por representantes de todos los agentes educativos,
presididos por el director o la directora.

¿Quiénes serían esos actores educativos?

 Docentes

 Estudiantes

 Padres de familia

¿Son ellos los únicos a los que nos podemos referir? Nos parece que no, que en el comité
de convivencia deberían tener participación los auxiliares, el personal administrativo, el
personal de servicio y, en la medida de lo posible, representantes de la comunidad. No
señalo los profesionales de la psicología y trabajo social porque ellos son asesores y deben
ser miembros natos del Comité de Convivencia Democrática.

¿No se estaría burocratizando desmedidamente el número de miembros del comité de


convivencia? Nos parece que allí deben estar representados los principales estamentos de
la escuela. La presencia de los administrativos y personal de servicio, que han sido los
segmentos postergados, son quienes desde sus actividades están en condiciones de
observar los comportamientos de los chicos y chicas en los espacios extraños al aula y
pueden intervenir para desalentar y terminar con la situación de violencia que pudiera
estarse dando así como estimular y reforzar las conductas de solidaridad y empatía que
perciben.

En cuanto a la participación de los padres de familia, su importancia puede ser vista desde
dos perspectivas: la primera de ellas y la más importante es que, de esta forma, los padres
de familia empiezan a involucrarse en las actividades de la escuela y se comprometen más
contextualmente con sus hijos y sus compañeros de estudio; y en segundo lugar, porque
hace falta recursos humanos para hacer frente a numerosas actividades en que la plana
docente y administrativa es insuficiente. Un valor agregado en estas actividades es que
con la integración participativa de los padres de familia, se les está educando en
convivencia y su impacto en la constelación familiar será muy beneficioso.

COMPOSICIÓN DEL COMITÉ DE CONVIVENCIA

1. Director/directora, que lo presidirá.

2. Docentes (primaria y secundaria)

3. Padres de familia (primaria y secundaria)

4. Estudiantes (primaria y secundaria)

5. Representante de los Auxiliares

6. Representante de los Administrativos

7. Representante del personal de servicio


8. Miembro de la comunidad.

9. Psicólogo/trabajadora social/técnico en informática

TAREAS DEL COMITÉ DE CONVIVENCIA

Es bueno que se sepa que el Comité de Convivencia se constituye para cumplir una función
proactiva en las actividades de la institución educativa. Se piensa muy ligeramente que
con el Comité de Convivencia se empezará a investigar, procesar y sancionar a quienes
resulten responsables de acciones de bullying y violencia escolar.

Su tarea fundamental es la de educar para aprender a vivir en convivencia a todos los


miembros de la comunidad educativa en el entendido que con ello el clima de la escuela
cambiará para dar oportunidad a un mejor trato, mejores aprendizajes y calidad de vida
para todos. La calidad de vida es primero, luego la calidad educativa.

En base a esta premisa podemos señalar que las tareas más importantes que debe asumir
el Comité de Convivencia Democrática serían las siguientes:

TAREAS DEL COMITÉ DE CONVIVENCIA

1. Elaborar y aprobar las Reglas de Convivencia.

2. Promover la capacitación en torno a lo que es el bullying y sus consecuencias en la


vida de los estudiantes y en sus estudios.

3. Promover aprendizajes para aprender a ser y aprender a convivir.

4. Organizar y capacitar a los integrantes del Centro de Mediación.

5. Elaborar Guías sobre la Convivencia para docentes, estudiantes, padres de familia y


demás miembros de la comunidad educativa.
6. Investigar las denuncias sobre violencia de cualquiera de los miembros de la
comunidad educativa, no solo la de los estudiantes.

7. Proponer medidas correctivas en los casos que sean pertinentes. (Se eliminan los
términos sanciones o castigos)

8. Elevar a SiSeVe los casos denunciados e investigados, llevar el Libro de Registros e


informar a la Defensoría del Pueblo de los hechos ocurridos.

LA LEY Y LA CONVIVENCIA

El año 2011 se promulgó la Ley 29719, conocida como Ley Antibullying, y un año después
fue aprobado su Reglamento (DS Nº 010-2012-EDU)

Las normas legales señaladas establecen que la Convivencia tiene la finalidad de propiciar
procesos de democratización en las relaciones entre los integrantes de la comunidad
educativa, como fundamento de una cultura de paz y equidad entre las personas,
contribuyendo de este modo a la prevención del acoso y otras formas de violencia entre
los estudiantes (Artículo 5 del Reglamento). En numeral siguiente, el Artículo 6, que se
refiere a la construcción de la Convivencia Democrática dice lo siguiente:

Artículo 6.- Orientaciones para construir la Convivencia Democrática en la institución


educativa.

El Ministerio de Educación, en cumplimiento de lo dispuesto en el numeral 1 del Artículo 5


de la Ley, aprobará la Directiva con las orientaciones correspondientes para una adecuada
construcción de la Convivencia Democrática, marco de la prevención y atención de la
violencia y el acoso entre estudiantes en las instituciones educativas. Estas orientaciones
se caracterizan por:
a. Promover el trato respetuoso y el diálogo intercultural entre la diversidad de los
integrantes de la comunidad educativa.
b. Favorecer la participación democrática, así como la identidad y el sentido de
pertenencia institucional y local entre la diversidad de los integrantes de la
comunidad educativa.
c. Institucionalizar acciones y prácticas de estímulo y reconocimiento a los
integrantes de la comunidad educativa, así como tiempos y espacios, para el
fortalecimiento de la Convivencia Democrática.

Algunos importantes artículos del Reglamento dan cuenta de lo que debe ser la
convivencia y sus regulaciones. Cuanto de estos mandatos legales se vienen cumpliendo es
un tema que debe ser investigado, al que el MINEDU pasa por alto y los riesgos para la
seguridad de los estudiantes sigue desatendido.

Artículo 9.- Responsables de la promoción e implementación de la Convivencia


Democrática en la institución educativa.

9.1. En las instituciones educativas públicas de Educación Básica los responsables de la


promoción e implementación de la Convivencia Democrática son: el Consejo Educativo
Institucional (CONEI) y el Comité de Tutoría y Convivencia Democrática. Cuando estos no
existiesen, el Director o la Directora conformará un equipo responsable específicamente
para el cumplimiento de esta función.

9.2. En las instituciones educativas privadas, de no existir un órgano a cargo de las


acciones de convivencia, se conformará el equipo responsable de la promoción e
implementación de la Convivencia Democrática según su Reglamento Interno.

9.3. En las instituciones educativas rurales unidocentes o polidocentes multigrado, cultural


y lingüísticamente diversas, ubicadas en localidades o poblaciones indígenas, o de
comunidades campesinas o nativas, el equipo responsable debe estar integrado también
por representantes de las comunidades u organizaciones de dicho ámbito.
9.4. En las instituciones educativas de Educación Técnico Productiva e Institutos y Escuelas
de educación Superior, el equipo responsable se conformará según su normatividad
vigente.

Esta responsabilidad es para todos los centros educativos, públicos y privados y cualquiera
que fuere su modalidad. El principio general es el de que la Convivencia Democrática debe
ser implementada en todas las instituciones educativas y los directores o directoras, bajo
responsabilidad, deben conformar un equipo responsable para esta tarea. En
consecuencia, no cabe justificar la falta de acciones en la aplicación de la norma por la no
existencia de organismos específicos señalados en la Ley.

Artículo 10.- Funciones del equipo responsable de la Convivencia Democrática.

El equipo responsable cumple con las siguientes funciones:

a) Planificar, implementar, ejecutar y evaluar el Plan de Convivencia Democrática con


la participación de las organizaciones estudiantiles, el mismo que debe incluir
acciones formativas preventivas y de atención integral.
b) Incentivar la participación de los integrantes de la comunidad educativa en la
promoción de la Convivencia Democrática.
c) Promover la incorporación de la Convivencia Democrática en los instrumentos de
gestión de la institución educativa.
d) Liderar el proceso de construcción de normas de convivencia consensuadas entre
los integrantes de la comunidad educativa.
e) Desarrollar acciones que favorezcan la calidad de las relaciones entre los
integrantes de la comunidad educativa, especialmente la relación docente-
estudiante y estudiante-estudiante.
f) Promover el desarrollo de capacidades y actitudes de los y las docentes, así como
del personal directivo, administrativo y de servicio, que permitan la
implementación de acciones para la Convivencia Democrática en la institución
educativa.
g) Registrar los casos de violencia y acoso entre estudiantes en el Libro de Registros
de Incidencias de la institución educativa, así como consolidar información
existente en los anecdotarios de clase de los docentes, a fín de que se tomen las
medidas pertinentes y permitan la elaboración de las estadísticas
correspondientes.
h) Adoptar medidas de protección, contención y corrección, frente a los casos de
violencia y acoso entre estudiantes, en coordinación con el Director o la Directora.
i) Informar periódicamente por escrito, al Director a la Directora de la institución
educativa acerca de los casos de violencia y acoso entre estudiantes, anotados en
el Libro de registro de Incidencias, y de las medidas adoptadas.
j) Informar al Director o la Directora sobre los y las estudiantes que requieran
derivación para una atención especializada en entidades públicas o privadas.
k) Realizar, en coordinación con el Director o la Directora y los padres de familia o
apoderados, el seguimiento respectivo de las y los estudiantes derivados a
instituciones especializadas, garantizando su atención integral y permanencia en la
institución educativa.

LECTURAS OBLIGATORIAS

El bullying no es juego (pp.59-74) J. Carozzo et al

Convivencia inclusiva y democrática. Una perspectiva para gestionar la seguridad escolar.


Cecilia Fierro

La convivencia escolar: una estrategia de intervención del bullying, Luis Benites

La convivencia democrática en la escuela. Julio César Carozzo

LECTURA COMPLEMENTARIA

Construir la convivencia para prevenir la violencia. Rosario Ortega, Virginia Sánchez.


VIDEOS

La convivencia escolar. Nadie queda afuera

Convivencia sin violencia

FORO

¿La convivencia en la escuela es una propuesta contra la violencia o para mejorar el clima
de las instituciones educativas?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICA

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Bulling y Convivencia en la Escuela. Aspectos conceptuales, aplicativos y de investigación.
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Observatorio sobre la Violencia y Convivencia en la Escuela. Lima

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