1787-Texto Del Artículo-11586-1-10-20200716
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1787-Texto Del Artículo-11586-1-10-20200716
Julio-Septiembre 2020
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2020.18.027
www.pasosonline.org
Resumen: El desarrollo turístico está estrechamente ligado a la gestión del patrimonio cultural de las
comunidades, tanto el material como el inmaterial. La investigación resuelve el problema de la estimación
que se le dé al uso de los valores del patrimonio cultural en los servicios turísticos en Manabí, Ecuador.
El objetivo es diagnosticar la puesta en valor del patrimonio cultural en la gestión del producto turístico
manabita por los diferentes actores involucrados en la gestión del patrimonio cultural. Se realizó una amplia
búsqueda bibliográfica y una investigación descriptiva, de campo, con énfasis en lo cualitativo, se utilizaron
las técnicas de la encuesta y la entrevista en lo fundamental. Se empleó una encuesta con muestreo por
cuotas, buscando valorar el objeto de investigación desde diferentes perspectivas por grupos estrechamente
relacionados con este, pero que tienen roles diferentes en cuanto a su gestión. El principal resultado da la
evidencia de la riqueza y la diversidad de la cultura manabita con alto valor patrimonial y comercial como
recurso turístico.
Palabras Clave: Cultura; Patrimonio cultura; Turismo cultural
1. Introducción
Los valores ancestrales, las tradiciones y el patrimonio se entrelazan en un concepto más general
que es el de cultura.
Según Molano (2007), la cultura es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos
o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman.
Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión,
rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que
la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano (Molano, 2007).
La UNESCO en la Declaración de México de 1982 en la conferencia mundial sobre políticas culturales,
define la cultura como todo lo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral,
el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre como
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Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí (Ecuador); E‑mail: [email protected]
**
Universidad Laica “Eloy Alfaro” de Manabí (Ecuador); E‑mail: [email protected]
2. Valor patrimonial
Además, los recursos patrimoniales están también asociados con valores socioeconómicos contemporáneos,
incluyendo por ejemplo los valores funcionales, los valores educativos, los relacionados con el turismo, los
valores sociales, y los valores políticos relacionados con las prioridades del régimen en particular (Ibídem).
La formación en valores, como proceso cultural y educativo, potencia usufructuar y salvaguardar la
diversidad cultural y las expresiones producidas por las sociedades, así como impulsar que los ciudadanos
construyan conocimientos humanísticos significativos, consoliden sus identidades nacionales. Se consideran
tres las formas en que los ciudadanos adoptan valores sociales: valores heredados; valores desarrollados
en educación formal; valores desarrollados en educación no formal. La educación se considera como
el medio para la transmisión y el intercambio de valores, así como por inducir la humanización de los
individuos, es el vehículo que debe utilizarse para socializar y asegurar la permanencia del patrimonio
(Peña Palma, 2013 y Cartagena, 2017)
El concepto de patrimonio se ha extrapolado y aplicado a otras disciplinas, sin perder su esencia básica,
que se encuentra en su definición legal y económica: es un cúmulo de bienes o propiedades heredados por
una persona y que son libres de vender o trasmitir. Tal es el caso de las ciencias sociales modernas, en donde
aparece el término patrimonio cultural, significando entonces ese cúmulo de cosas culturales o naturales que
pertenecen a una comunidad entera. El patrimonio cultural es un cúmulo de bienes culturales que se heredan
en colectividad, son aquellos productos culturales tangibles o intangibles que tienen un valor excepcional
para un grupo social determinado y que forma parte fundamental de su identidad cultural (Ramos, 2017).
El patrimonio cultural es una categoría de clasificación de objetos socialmente construida, es
decir que, la patrimonialidad no proviene de las características intrínsecas de los objetos sino de las
consideraciones e intereses que tengan los sujetos sobre estos, su selección para que formen parte del
patrimonio cultural está condicionada por el valor y reconocimiento que le otorgue la sociedad en un
contexto determinado y se considera esencial su herencia, su protección y su conservación (Ibídem).
Todo patrimonio es producido mediante un proceso dialéctico de objetivación y subjetivación de
valor. El enfoque dialéctico evita, por un lado, la equiparación de la capacidad de agencia de las cosas
con la de las personas, por otro lado, evita la minusvaloración de los efectos sociales de los objetos y su
reducción a meros artículos de consumo (el patrimonio como espectáculo). Salvo en los libros de texto y
manuales escolares, donde la temática de la conservación y sus problemas sigue ausente incluso en los
más recientes, el resto de los análisis revelan que el valor de legado ha ido adquiriendo cada vez mayor
presencia en los diferentes medios, así como en la opinión de los agentes (Barreiro y Criado‑Boado, 2015).
El patrimonio está supeditado a cuestiones históricas y sociales, y es inseparable de la concepción
relativista de la sociedad y la cultura. Por lo tanto, la importancia cultural de un objeto se asocia con
los significados que la sociedad identifica en éste. Los significados que le hagan sentido sólo a un grupo
limitado de personas no serán importantes como referencias para la conservación institucional del
patrimonio. Los significados relevantes de este proceso son aquellos que le dan sentido a colectividades
o a amplios grupos sociales (Mendes Zancheti, 2016).
El patrimonio no es un producto de la sociedad, es parte de la sociedad, vive y cambia con ella, así
mismo no existe un solo patrimonio, las lecturas y percepciones del mismo son infinitas, diferenciadas
no solo en el espacio sino también en el tiempo (Erice, 2017).
En todo proceso de valoración de un bien u objeto patrimonial, sucede que el valor de cualquier bien
estará dado por una combinación de las valoraciones de los distintos individuos que se relacionan con
éste y todo bien contiene ciertos elementos objetivos de valoración expresados en variables definidas y
eventualmente parametrizadas (historia, formas constructivas, valores estéticos, etc.) y valores subjetivos
donde la asignación de valor responde a una serie de factores sociales, perceptivos o de significación social
y no asociados a una dimensión técnica ni a estándares paramétricos de evaluación (Peña Galvés, 2010).
La medición de los valores se expresa quizá más apropiadamente en términos de monitoreo de sus
impactos. Los valores son productos de procesos de aprendizaje y no deberían confundirse con el valor de
mercado o precio de mercado de un objeto en particular. Como resultado, más que intentar medir el valor
del patrimonio, será más apropiado evaluar el impacto. Los valores generados por el público en general,
los profesionales y los responsables son componentes de los valores públicos o valores compartidos, que
forman la base de las políticas de protección del patrimonio (Escribano Velasco, 2010 y Jokiletho, 2016).
Los bienes culturales, tangibles o intangibles, no son residuos de un tiempo pasado que hay que
conservar en un supuesto modelo ideal. El patrimonio intangible está en todos los aspectos de los bienes
culturales. Y es la base de la identidad, la creatividad y la diversidad cultural. Es un patrimonio vivo,
continuamente recreándose, que cobra vida a través de los seres humanos y de sus prácticas y formas
de expresión (Arévalo, 2010).
Definir qué consideramos valioso constituye el primer paso en la planificación de la gestión patrimonial
y gestión territorial y, cada vez más, se insiste en el valor patrimonial, contemplado y avalado desde lo
que supone el marco biofísico o medio natural y también lo que significa la huella que el hombre ha ido
dejando en ese marco biofísico a lo largo de la historia, pues ambos valores son los que singularizan y
distinguen al paisaje (Criado‑Boado y Barreiro, 2013 y Tudela Serrano, 2015).
El tema cultural es tratado desde varios aspectos: el económico, donde la cultura se vincula al
mercado y al consumo y se manifiesta en las llamadas industrias culturales (empresas editoras,
casas de música, televisión, cine, etc.); el humano, donde la cultura juega un papel de cohesión
social, de autoestima, creatividad, memoria histórica, etc.; el patrimonial, en el cual se encuentran
las actividades y políticas públicas orientadas a la conservación, restauración, puesta en valor, uso
social de los bienes patrimoniales, etc. Se podría decir que la cultura tiene varias dimensiones y
funciones sociales, que generan: un modo de vivir, cohesión social, creación de riqueza y empleo y
equilibrio territorial (Molano, 2007).
La identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y se alimenta de
forma continua de la influencia exterior. La identidad sólo es posible y puede manifestarse a partir del
patrimonio cultural, que existe de antemano y su existencia es independiente de su reconocimiento
o valoración. El desarrollo de un territorio supone una visión que pasa por una acción colectiva, que
involucra a los gobiernos locales, regionales, el sector privado y la población en general. Y esta acción
colectiva implica numerosas actividades que pueden basarse en lo cultural, como la identidad y el
patrimonio. El valorar, restaurar, proteger el patrimonio cultural es un indicador claro de la recuperación,
reinvención y apropiación de una identidad cultural (Ibídem).
El patrimonio cultural es fuente de unidad y desarrollo de una comunidad o grupo social, su puesta
en valor da vida y sostenibilidad a la identidad cultural y al territorio.
La progresiva incorporación del patrimonio cultural al turismo de masas, de forma directa o indirecta,
explicita la necesidad de una estrecha coordinación y complementariedad entre políticas urbanísticas,
patrimoniales y turísticas. Los cambios en las demandas y las nuevas prácticas turísticas exigen
apostar, de forma decidida, por la cualificación y diversificación geográfica de la oferta patrimonial. Con
voluntad política y adecuados mecanismos de concertación y gestión, es posible perfilar estrategias de
desarrollo, donde la dimensión turística se integre razonablemente en los planes de gestión patrimonial,
y la dimensión patrimonial en los de desarrollo turístico (Ibídem).
El creciente interés de los gestores públicos por el turismo cultural, va unido al convencimiento de
que se trata de un segmento con potencial desarrollo y un efecto económico positivo. En el contexto
actual de crisis económica, la capacidad de los destinos turísticos en competir en los mercados, de
acuerdo a sus recursos y capacidades culturales, les permiten sobrevivir. De esta manera el turismo
cultural podría ser un generador de ingresos, tanto para las instituciones patrimoniales como para los
operadores turísticos (Montero‑Muradas y Ojeda‑Rodríguez, 2014).
El interés por los temas y prácticas turísticas relacionados con el patrimonio histórico, artístico y monu‑
mental, mejor llamado patrimonio cultural se ha generalizado, lo que se explica a partir del aumento del
nivel medio de formación de la sociedad y el acceso a la cultura que ha tenido lugar en las últimas décadas.
A ello se unirían, las prácticas recreativas, donde la gastronomía toma un papel protagonista, así como la
asistencia a festivales, manifestaciones artísticas y de vida nocturna, etc. La gestión turística no puede ser
independiente de la cultural, de la urbana o de la de los servicios públicos si se quiere optimizar el resultado
de cada una de ellas y aprovechar las sinergias que todas juntas desencadenan (Pastor Coello, 2014).
Los conceptos de Turismo y Cultura presentan una relación simbiótica en la que los dos componentes
se complementan, pero al mismo tiempo, funcionan bajo lógicas y necesidades distintas, por tanto desde
esta perspectiva el turismo es una oportunidad para poner en valor y aprovechar el patrimonio cultural,
a la vez que genera recursos que coadyuvan a su conservación y desarrollo (Hiriart y Alvarado, 2013)
Patrimonio cultural y turismo son dos áreas de alto interés para la comunidad turística a nivel
nacional e internacional, su relación determina los gustos y preferencias de los visitantes hacia sus
destinos (Sandoval Guerrero, 2017). Y constituye una alternativa importante a los destinos de sol y
playa (Hiriart y Alvarado, 2013).
En los últimos años asistimos a la multiplicación de rutas e itinerarios turísticos por todos los rincones
del Planeta. En su diversidad, estos productos coinciden en poner en el mercado un territorio que, por
sus características y valores presuntamente singulares, pretenden atraer la visita de consumidores
potenciales (Hernández Ramírez, 2011).
En América Latina, la creciente actividad de turismo cultural acelera y provoca cambios en las
estructuras socioeconómicas y en el uso los recursos patrimoniales como determinante para el origen
y motivación de los viajes (Arista Castillo, 2017).
Un itinerario turístico es un recorrido temático propio de una comunidad o área geográfica, que
permite el conocimiento de sus valores y atractivos más particulares, capaz de atraer visitantes y
motivar su desplazamiento a lo largo de ella (Molina Ruiz, Tudela Serrano y Guillen Serrano, 2014).
De un lado, la creciente reflexividad social sobre la crisis del medio ambiente y de autenticidad
de las culturas, que en el terreno de la práctica turística se manifiesta en un deseo cada vez más
generalizado por conocer espacios naturales, sociedades singulares y bienes patrimoniales; y de otro,
la expansión social del patrimonio que implica el surgimiento de nuevas categorías patrimoniales como
las de paisaje como valor patrimonial e itinerarios culturales. Este es el contexto social, subyace la
proliferación de rutas turísticas de todo tipo a escala global (Gómez‑Ortiz y otros, 2010; Hernández
Ramírez, 2011).
Como se puede observar en el análisis realizado, los valores patrimoniales y culturales son la base
de los atractivos turísticos en la actualidad, donde se combinan en un territorio, zona o país para ser
consumidos fundamentalmente como rutas o itinerarios. Por lo que se sustenta la idea de que los valores
patrimoniales (Ancestrales, tradiciones, etc.), son un sustento fundamental de la competitividad de un
destino turístico e imprescindible en los servicios turísticos.
4. Contexto ecuatoriano
En el Ecuador, el legado cultural evidenciado ha permitido la construcción de espacios de encuentro
común que fortalecen la identidad nacional, la diversidad, la plurinacionalidad y la interculturalidad
y a su vez permite la generación de nuevas fuentes de ingresos para las personas vinculadas, siendo
estas una parte activa a la transformación de la matriz productiva. Estos nuevos enfoques y formas
de relacionarse con el patrimonio (primero desde las instituciones directoras y después desde la
sociedad‑gobiernos, clero, empresas, sociedad civil), están generando entornos de trabajo para el sector
(Sandoval Guerrero, 2017).
El turismo cultural en Ecuador se manifiesta con mayor fuerza en el turismo comunitario, definido
como toda actividad turística solidaria que permite la participación activa de la comunidad desde una
perspectiva intercultural y el manejo adecuado del patrimonio cultural, basado en un principio de
equidad en la distribución de los beneficios locales, se ha convertido en una actividad estratégica para
muchas comunidades rurales e indígenas del Ecuador (García Palacios, 2016).
El turismo comunitario en Ecuador tiene su fortaleza en la singularidad de las comunidades
ecuatorianas con factores intrínsecos que propician el desarrollo del turismo comunitario, por ejemplo,
las inteligencias colectivas como la minga. Una comunidad tiene significados comunitarios profundos
relacionados con la revalorización de la identidad, la defensa del territorio, la mejora en la calidad
de vida y la necesidad del fortalecimiento organizacional comunitarios (Rodas, Ullauri y Sanmartín,
2015). En este sentido se debe subrayar el manejo adecuado que es necesario dar a este patrimonio, por
cuanto la patrimonialización y el afán de un turismo mal planteado, como si fuese la solución a todos
los problemas de marginalización y pobreza de las comunidades indígenas puede tener implicaciones
muy fuertes en la pérdida de los valores que han dado identidad a estas comunidades (Azebedo, 2015).
En la provincia de Manabí, entre otros destaca el patrimonio cultural arqueológico que da fe de las
culturas chorrera, Jama‑Coaque, Bahía, etc., la artesanía de paja toquilla (una variedad de palma
denominada toquilla) y la tradición oral recreada por mitos y leyendas (Solórzano Venegas, 2016).
Por todo lo antes expuesto, en los actuales espacios laborales se reconoce al patrimonio cultural tangible
e intangible como elemento facilitador de sinergias en el trabajo conjunto y colaborativo de los diferentes
actores económicos, consiguiendo así resultados integradores y holísticos en favor de la salvaguarda del
patrimonio cultural del país, el beneficio social y el desarrollo económico de los sectores relacionados.
El objetivo de la investigación se centró en diagnosticar el rol de los valores culturales patrimoniales en
la atención al turista en el contexto actual de los servicios turísticos en la provincia de Manabí, Ecuador.
5. Metodología
los turistas en cuanto a los valores culturales y la pertinencia de los proyectos gubernamentales en la
puesta en valor del patrimonio cultural (valores ancestrales) en la atención al turista en Manabí. Las
entrevistas fueron grabadas, las transcripciones y revisión corrió a cargo del entrevistador.
En el caso de los historiadores (2) y comunicadores sociales (2) para valorar desde sus perspectivas
en cuanto a si los manabitas están comprometidos con el legado cultural heredado, si los actos públicos
reflejan la investigación los valores ancestrales, la mejor manera de transmitir esos valores a niños y
jóvenes, cuáles eran los elementos arquitectónicos que distinguían las viviendas manabitas, cuáles son
las manifestaciones culturales que más se recuerdan.
También se entrevistaron personas consideradas ciudadanos ilustres (3) para conocer desde sus
perspectivas cuáles son los valores y costumbres más importantes heredados de los abuelos manabitas, qué
deberían contener de las raíces las manifestaciones culturales y qué debiera trasmitirse como enseñanza a
las nuevas generaciones, qué ofrecer de acuerdo a las tradiciones de hospitalidad manabita a los visitantes,
qué elementos deben destacar en las construcciones modernas, y cuáles son las manifestaciones culturales
más arraigadas en su memoria. En el procesamiento de los datos de las entrevistas se procede de forma
manual por el investigador utilizando los principios básicos de análisis de datos cualitativos.
6. Resultados
La provincia de Manabí presenta una amplia lista de patrimonios culturales y naturales, entre los
que se destacan: el tejido tradicional del sombreo ecuatoriano de paja de toquilla en la comunidad Pile,
perteneciente al cantón Montecristi, declarado Patrimonio de la Humanidad el 5 de diciembre de 2012; el
parque nacional de Machalilla, un ben mixto propuesto por el Ecuador para patrimonio de la humanidad;
la Cocina manabita declarada patrimonio cultural inmaterial del ecuador el 18 de octubre de 2018; la
ciudad de Jipijapa, patrimonio cultural nacional el 15 de junio de 2017; el parque central de Portoviejo
en la capital de la provincia, la torre del reloj de Calceta, la Casa de los abuelos ubicada en el cantón
Santa Ana, una construcción de caña y madera construida entre los años 1880 y 1890; la reserva ecológica
Mache‑Chindul ubicada en el cantón Pedernales; la playa Los Frailes ubicada en el parque nacional
Machalilla; sitio santuario Cerro de Jaboncillo y Cerro de hojas perteneciente e la cultura manteña y
ubicado en las cercanías de Portoviejo la capital provincial; el museo Eloy Alfaro de Montecristi y los
Amorfinos como una de las representaciones más genuinas de los saberes tradicionales de Manabí, todos
ellos declarados patrimonio nacional. Estos patrimonios solo son ejemplos de la diversidad y el alto valor
patrimonial de la provincia de Manabí. Fuente: Instituto Nacional de patrimonio cultural del Ecuador).
Figura 2: Casa de los Abuelos‑ Santa Ana. Fuente: Ministerio de Cultura y Patrimonio.
6.2. Resultados de las encuestas aplicadas a cada una de las cuotas seleccionadas.
A continuación se muestran los resultados de la encuesta realizada a los diferentes actores agrupados
por cuotas: Comunicadores sociales (ComSoc), Promotores culturales (PromtCul), Funcionarios del
turismo (FunTur) y Turistas (Turistas).
En la Figura 4 se muestran los resultados de las diferentes cuotas encuestadas respecto a: los
servidores del turismo están comprometidos con los valores del legado cultural dejado por los abuelos.
Los comunicadores sociales consideran que los manabitas muestran valores y compromiso con el
legado de hospitalidad y cultural que le dejaran los abuelos (64%), también la mayoría de los turistas
(78%) perciben que los manabitas se sienten comprometidos con su legado cultural y con el servicio
que brindan, en tanto que los funcionarios del turismo consideran que ese nivel de compromiso no es
suficiente (solo el 56% afirma percibir compromiso de los manabitas) para desempeñar con calidad
su servicio. En cambio los promotores culturales se muestran desacuerdo (38% indecisos y el 28% en
desacuerdo) con que los manabitas valoren adecuadamente su legado cultural.
En la Figura 5 se muestran los resultados de las diferentes cuotas encuestadas, referente a: El
servicio que se recibe se corresponde con el servicio promocionado.
Los turistas (36% casi siempre y 33% usualmente sí) perciben correspondencia del servicio promo‑
cionado con el recibido, al igual que los Funcionarios del turismo (24% casi siempre y 44% usualmente
sí), actores estos más cercanos al servicio turístico, sin embargo los comunicadores sociales (44%
ocasionalmente) y los promotores culturales con igual porciento perciben ciertas discrepancias entre
lo promocionado y lo percibido.
En la Figura 6 se muestran los resultados de las cuotas encuestadas referente a: es importante la
preparación de los servidores turísticos en temas de turismo cultural para desarrollar con calidad sus
actividades.
En este punto, todos los actores participantes encuestados coinciden en significar la necesidad de
capacitar a los servidores turísticos en temas de turismo cultural (Comunicadores sociales y promotores
culturales 100% muy importante, funcionarios del turismo 75% muy importante y 16 % importante, y
los turistas 56% muy importante y 25% importante).
En la Figura 7 se muestran los resultados de las cuotas encuestadas referente a: los turistas
manifiestan interés por consumir productos de turismo cultural.
El 88% de los funcionarios del turismo manifiestan que los turistas frecuentemente se interesan en
los productos culturales de la provincia, lo que se corresponde con lo expresado por los turistas (80%
frecuentemente) busca consumir productos culturales. Sin embargo los promotores culturales creen
(84%) que solo ocasionalmente los turistas manifiestan interés en estos productos, criterio que aunque
en menor grado (42%), también es compartido por los comunicadores sociales.
En la Figura 8 se muestran los resultados de las cuotas encuestadas referente a: el turismo cultural
forma parte de los productos turísticos que promociona el destino Manabí.
Como se observa en los resultados mostrados en la Figura 8, solo los Funcionarios del turismo (64%)
consideran que con frecuencia se encuentran los productos culturales en la promoción del producto
Manabí. En contraposición los Promotores culturales (54%), los comunicadores sociales (80%) y loa
turistas (54%) perciben que los productos culturales de la provincia ocasional y raramente se encuentran
como parte de la promoción del turismo manabita.
En la Figura 9 se muestran los resultados de las diferentes cuotas encuestadas referente a: la
hospitalidad es una cualidad que distingue al manabita y a Manabí como destino turístico.
Los resultados evidencian que la hospitalidad distingue al turismo manabita los comunicadores
sociales con el 100% de acuerdo, los promotores culturales con el 84%, los funcionarios del turismo con
el 84% y los turistas con el 81 % así lo manifiestan.
En la figura 10 se muestran los resultados de las diferentes cuotas encuestadas referente a: Es
importante la participación de los medios de comunicación locales y el sistema educativo en la promoción
de los valores patrimoniales.
Todos los estratos encuestados coinciden en la necesidad de la participación de los medios de comunica‑
ción y del sistema educativo en la promoción de los valores patrimoniales de la provincia: Comunicadores
sociales 80%, Promotores culturales 64%, Funcionarios del turismo 100% y los turistas 78%.
En la Figura 11 se muestran los resultados de las diferentes cuotas encuestadas referente a: se
utilizan elementos de diseño de la arquitectura local en la infraestructura turística.
En cuanto a la presencia de la arquitectura local en las instalaciones turísticas, los comunicadores
sociales expresan opiniones diferentes con cierta tendencia (32% ocasionalmente y 28% usualmente no)
a poca utilización de la arquitectura, esta tendencia también es manifestada en las respuestas de los
promotores culturales (36% ocasionalmente y 52% usualmente no). Sin embargo los funcionarios del
turismo y los turistas opinan que si se utiliza la arquitectura local en las instalaciones turística pero
no es suficiente (28% cree que solo ocasionalmente).
Como se observa en los resultados existe la percepción de que aún es escasa la utilización de los
elementos arquitectónicos más representativos de la localidad, lo que pudiera en opinión de los autores
de esta investigación convertirse en un elemento que agregaría valor a los productos turísticos de la
provincia, fortaleciéndola como destino turístico.
En la figura 12 se muestran los resultados de las diferentes cuotas seleccionadas referente a: es
importante la puesta en valor de patrimonio cultural para el desarrollo turístico de la provincia de Manabí.
Figura 12: Resultados de la pregunta 9 de la encuesta.
Todos los encuestados coinciden en su opinión respecto a la importancia que representa la puesta en
valor de los valores patrimoniales culturales como atractivo para el desarrollo del turismo de cualquier
destino. Este resultado se corresponde plenamente con lo manifestado en otras investigaciones tales
como: Arista (2017), Hiriart y Barrera (2017).
7. Resultados de la entrevistas
través de las redes sociales. También en la atención personalizada se recogen sus opiniones y por los
agradecimientos manifestados por diferentes vías, por las recomendaciones que hacen del servicio a
amigos y conocidos, por el ranking que tiene el negocio.
Hay carencias en la orientación al turista y en la promoción de los valores culturales y patrimoniales
de la provincia, lo que está relacionado en parte con el poco conocimiento de los elementos básicos del
entorno: la cultura manteña, la geografía y los atractivos turísticos, costumbres ancestrales, eventos
culturales y otros elementos que les permita incluso armar un plan de viaje a estos atractivos.
Los turistas se interesan en diferentes manifestaciones pero se les orienta poco, se reduce a mostrar
los lugares donde se vende el sombrero de paja toquilla o los dulces de Rocafuerte, hay muchas otras
cosas. El turismo cultural no es promocionado adecuadamente, está recién comenzando a incluirse en
la carpeta de atractivos de Manabí, lo más promocionado de la cultura manabita es la gastronomía.
No existe un plan promocional por parte de las autoridades de la provincia para el desarrollo del
turismo cultural. No hay apoyo de las autoridades y de los medios de comunicación para el desarrollo
y promoción del turismo cultural y natural de la provincia.
En los proyectos deben estar encaminados en primer lugar a distinguir el destino Manabí con
elementos como por ejemplo un símbolo gastronómico que identifique la ciudad de Manta.
Potenciar los festivales gastronómicos y de otras manifestaciones de la cultura debe ser uno de los
objetivos de la planificación para el desarrollo del turismo cultural en la provincia.
Y no pueden faltar proyectos encaminados a la capacitación y educación no solo del personal involucrado
en los servicios turísticos sino también en la población en general y con énfasis en la nueva generación
para que no se pierdan las costumbres y valores ancestrales, que distinguen a los manabitas.
En general no se reconocen los valores patrimoniales locales y el rol de los medios de comunicación no
es suficiente.
Se recurre al tema de la hospitalidad, porque el manabita siempre ha sido comerciante y los
comerciantes, navegantes y viajantes son amigables por naturaleza, siempre tratando de enamorar al
cliente para venderle. Es una cualidad intrínseca en los manabitas.
No hay que cambiar nada a la gastronomía tradicional manabita, el camotillo frito (La página Web
del Ministerio de Cultura y Patrimonio describe al plato como ancestral y criollo. “El camotillo es un
pez nativo del Pacífico y las Costas ecuatorianas. La preparación de la fritura llega a América con los
españoles”).lo puedo comer gourmet en cualquier otro lugar del mundo, pero si estoy en Manabí quiero
comerlo como se prepara aquí. Los sabores y la presentación deben ser como lo hacían nuestras madres.
No se trata de mostrar las ollas, sino de degustar los sabores, el sabor es lo importante la olla está de
más. Más que modernizarla se debe aprender o conocer cómo se prepara nuestra comida, hay mucho
que enseñar. En la presentación si hay que mejorar, hay que hacer uso de la creatividad al momento
de presentar un plato, siempre y cuando se respete la integridad de los ingredientes.
Sería extraordinario que los hoteles, restaurantes y centros de recreación ocuparan la caña guadúa,
que bien trabajada es admirada. Aquí la vemos como sinónimo de pobreza no de vida. Hay que recuperar
los adornos en las casas, las flores, el colorido para alegrar la vida del turista. Las abuelas alegraban
las casas con jardines llenos de flores, eso las hizo optimistas, alegres.
Parte de la identidad cultural de Manabí, está relacionada con el nacimiento y la muerte: Bautizo,
velorios, matrimonios, fiestas a santos, chigualos, procesiones, la adoración a la Virgen, lo que demuestra
que la religiosidad es muy fuerte en Manabí. La Virgen de Monserrate es una tradición muy arraigada.
En Manabí se da mucho la medicina natural. El alcohol es mezclado con marihuana, huevo de
cuchucho (pajarito que anida en la campiña), el veneno del alacrán, de culebra equis cura muchas
dolencias. El aguardiente puro con hierbas para sanar los ojos, los espantos, mal aire, un trago de
currincho (aguardiente) en la noche para no enfermarse del corazón y dormir tranquilo. En general el
alcohol es muy empleado para curar enfermedades; para el hígado, el páncreas.
Las manifestaciones culturales que más se recuerdan están relacionadas en lo fundamental con las
festividades religiosas: La fiesta de las Cruces en los barrios, La fiesta de la Santa Cruz, de San Pedro
y San Pablo, la Fiesta de San José y Semana Santa. También los velorios en el mes de mayo.
Nuestros abuelos recurrían al aguardiente, al aguardiente alcanforado (Era como el menticol), que
tenían ciertas virtudes terapéuticas y surtían efectos en la medicina tradicional y que con el tiempo
la industria farmacéutica fue radicando todas esas tradiciones para incrustarlas en medicamentos. El
aguardiente era preferido para diferentes usos terapéuticos.
9. Conclusiones
La cultura tiene varias acepciones conceptuales, desde diferentes disciplinas y dentro de cada una
de ellas presenta diferentes enfoques teóricos. Considerando el punto de vista antropológico, puede
entender como las prácticas materiales y de significación, al mismo tiempo, de continua producción,
reproducción y transformación de las estructuras materiales y de significación que organizan la
acción humana. Es todo lo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el
derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre como
miembro de la sociedad. Es el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos
que caracterizan una sociedad o grupo social. Es, en esencia, la expresión genuina del modo de vida
de una comunidad o grupo social.
El patrimonio cultural, además de referente simbólico y seña de identidad de una sociedad, es una
pieza relevante de la calidad y del atractivo del territorio. Por tanto, cultura, patrimonio y turismo
deben manejarse de forma complementaria a la hora de perfilar proyectos de desarrollo territorial.
Es una tarea compleja que en cualquier caso con voluntad política y adecuados mecanismos de
concertación y gestión, es posible perfilar estrategias de desarrollo, donde la dimensión turística se
integre razonablemente en los planes de gestión patrimonial, y la dimensión patrimonial en los de
desarrollo turístico, para que en total armonía garantizar la sostenibilidad del turismo, a la vez que
se conserva el patrimonio cultural.
Los valores patrimoniales de la cultura manabita, los turistas y los funcionarios del turismo
consideran están presentes en las actividades turísticas, sin embargo es insuficiente su puesta en
valor y promoción con estos fines, según el criterio de los promotores culturales. Las personalidades
entrevistadas destacan que permanecen muchos elementos de las tradiciones manabitas por retomar
y poner en valor, incluso dentro de la gastronomía que es el valor patrimonial más utilizado como
recurso turístico en la provincia; asimismo predomina la poca utilización de los elementos de la
arquitectura local tradicional en las instalaciones turísticas, lo que supone existen brechas para
la investigación logre convertir el patrimonio cultural en un atractivo fundamental del destino
turístico de Manabí.
El patrimonio manabita es rico y diverso, tanto en lo natural con sus hermosas playas y parajes
naturales propios de la costa del mar Pacífico, como su cultura con alto valor patrimonial e innumerables
manifestaciones que incluyen entre otros la gastronomía, danzas, museos, preparación y utilización de
bebidas con diferentes fines, los eventos relacionados con el nacimiento y la muerte: bautizos y velorios, su
arquitectura y en particular una hospitalidad auténtica que destaca como recurso patrimonial indiscutible
de los manabitas. Es decir que existen todas las condiciones necesarias para que el patrimonio cultural
se convierta en el mayor atractivo turístico de la provincia, sin embargo los resultados obtenidos indican
que todavía no se integran los intereses de la gestión cultural y de la gestión turística para lograr ese
fin, el cual es pertinente en tanto que se conserve y desarrolle el patrimonio cultural, se potencie el
desarrollo local y se generen nuevos empleos y riquezas para la sociedad.
De acuerdo a los resultados obtenidos, en particular a criterio de los comunicadores sociales y los
promotores culturales. así como las personalidades distinguidas de la provincia, se hace necesario
desarrollar una investigación profunda y multidisciplinar que permita obtener estrategias que alineen
los intereses de la gestión turística y la gestión del patrimonio cultural, a la vez que contribuya al
involucramiento de los medios de comunicación y del sistema educativo de manera efectiva en la
transmisión y desarrollo de los valores patrimoniales.
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Recibido: 29/06/2018
Reenviado: 13/04/2019
Aceptado: 21/02/2020
Sometido a evaluación por pares anónimos