Fallo de La Corte

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CAF 11174/2020/1/RS1

Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y


otro s/ amparo ley 16.986.

Corte Suprema de Justicia de la Nación


Buenos Aires, 3 de Noviembre de 2020

Vistos los autos: ―Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN -


PJN y otro s/ amparo ley 16.986‖.

Considerando:

1°) Que los doctores Pablo Daniel Bertuzzi y Leopoldo


Oscar Bruglia, por derecho propio, promovieron esta acción de
amparo contra el Estado Nacional ─Consejo de la Magistratura de
la Nación─ a fin de que se declare la inconstitucionalidad de la
resolución 183/2020 del Plenario de dicho órgano y se declare
―el carácter definitivo de los cargos‖ que ocupan en la Sala I
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de esta Ciudad.

En virtud del mencionado acto la demandada declaró


que en los traslados de los actores ―el Poder Ejecutivo de la
Nación no ha completado el procedimiento constitucional previsto
en el art. 99 inc. 4 de la Constitución Nacional‖, lo cual
resolvió también comunicar al Poder Ejecutivo (artículo 1° de la
resolución 183/2020).

En lo central, los actores sostuvieron que tal


declaración contenida en la resolución 183/2020 del Consejo ─y
el procedimiento que de ella resulta─ afecta las garantías que
asegura el artículo 110 de la Constitución Nacional, esto es, la
inamovilidad y la estabilidad en sus cargos como magistrados de
los tribunales inferiores de la Nación.

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Para contextualizar su acción de amparo, los actores
reseñaron su proceso de designación. Así, recordaron que en 1993
el doctor Bruglia, previo acuerdo del Senado de la Nación, fue
designado como juez del Tribunal Oral en lo Criminal Federal n°
4 de la Capital Federal, y que en 2018 el Poder Ejecutivo
Nacional lo trasladó a la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, previa
conformidad del Consejo de la Magistratura y a instancias de su
propia solicitud (cf. decretos 1889/1993 y 278/2018). A su vez,
también recordaron que en 2008 el doctor Bertuzzi, previo
concurso ante el Consejo de la Magistratura y acuerdo del Senado
de la Nación, fue designado como juez del Tribunal Oral en lo
Criminal Federal n° 1 de La Plata; que luego en 2010 el Poder
Ejecutivo Nacional lo trasladó al Tribunal Oral en lo Criminal
Federal n° 4 de la Capital Federal, previa conformidad del
Consejo de la Magistratura y a instancias de su propio pedido; y
que, finalmente, en 2018 el Poder Ejecutivo Nacional nuevamente
lo trasladó, esta vez, a la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, también
previa conformidad del Consejo de la Magistratura y a instancias
de su propia solicitud (cf. decretos 2040/08, 438/10 y 835/18).

Para fundar su amparo, los actores afirmaron que lo


decidido por el Consejo de la Magistratura en la resolución
183/20 implicó la revisión de lo dispuesto en los decretos
835/18 y 278/18 mediante los cuales se los había trasladado a
los cargos que actualmente ocupan en la Sala I de la Cámara

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de


la misma ciudad.

Sustentaron que el acto impugnado importaba un pedido


de la demandada al Poder Ejecutivo y al Senado de la Nación para
que revisen sus designaciones en la cámara en la que se
desempeñan ─según entienden─ con carácter definitivo,
contrariando de ese modo las garantías constitucionales de
legalidad, división de poderes e inamovilidad en el cargo en su
calidad de jueces.

En conclusión, insisten en que el ―traslado equivale


a una designación definitiva en el cargo del nuevo tribunal que
ocupa[n]‖ y solicitan que así sean declarados sus nombramientos
en la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional Federal.

2°) Que la jueza de primera instancia rechazó la


acción de amparo.

El fundamento de la decisión sostuvo que la evolución


de la jurisprudencia de la Corte Suprema permite afirmar que en
la actualidad ―no caben dudas que, en principio, el nombramiento
como juez refiere a un cargo determinado y se obtiene a través
de un procedimiento complejo en el que intervienen el Consejo de
la Magistratura, el Poder Ejecutivo y el Senado de la Nación.
Ello responde tanto al adecuado balance que establece la
Constitución como a la necesidad de asegurar la independencia de
los magistrados y los derechos de los justiciables‖.

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Por esta razón, entendió que la admisión de traslados
es excepcional y de interpretación restrictiva y que no se
encontraba adecuadamente cumplido el requisito atinente a que el
traslado implique desempeñar funciones de la misma jerarquía. Si
bien los jueces federales de tribunales orales ostentan
categoría de ―juez de cámara‖, la tarea desempeñada en ellos es
esencialmente distinta, y su función dentro del proceso penal
difiere claramente, tanto en su naturaleza como en relación con
el momento de su intervención.

Por ello, entendió que el accionar de la demandada no


exhibe la arbitrariedad o ilegalidad manifiesta requerida para
la procedencia de la acción de amparo pretendida.

3°) Que, contra esa decisión, los actores


interpusieron un recurso extraordinario por salto de instancia
(art. 257 bis y ter del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación).

Solicitan que ―se revoque por contrario imperio la


sentencia recurrida, declarando expresamente que [sus] traslados
a la Sala I de la Cámara Federal Criminal y Correccional de la
Capital Federal resultan definitivos‖.

Invocan como fundamento las acordadas 4 y 7 de 2018,


de esta Corte Suprema y señalan que este caso trasciende la
situación de los suscriptos, ―y afecta a todos los magistrados y
los justiciables‖. Solicitan un pronunciamiento a fin de ―evitar
perjuicios de imposible o insuficiente reparación ulterior‖.

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otro s/ amparo ley 16.986.

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Como conclusión de lo expuesto solicitaron a esta


Corte que se declarara expresamente que sus traslados a la Sala
I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de esta capital ―resultan definitivos‖.

4°) Que este Tribunal declaró admisible el mencionado


recurso, con efecto suspensivo únicamente respecto a la
sentencia recurrida (arts. 257 bis y 257 ter 3° párrafo del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).

El argumento relativo a los actores consistió en que


había un riesgo cierto de tornar ilusorio el derecho de un
acceso efectivo a justicia.

El fundamento en relación a la gravedad


institucional, consistió en que el planteo constitucional
excedía el mero interés de las partes y atañía al de la
comunidad, desde que involucraba de modo directo a los
procedimientos constitucionales que regulaban el traslado de
jueces federales y la integración de tribunales de dicha
naturaleza, aspectos éstos regidos por disposiciones inspiradas
en móviles superiores de elevada política institucional que se
sustentaban en la aspiración de contar con una magistratura
independiente e imparcial, en miras a la satisfacción de la
garantía del ―juez natural‖ (considerando 6° del pronunciamiento
referido).

5°) Que el Consejo de la Magistratura de la Nación,


al contestar el traslado conferido, sostiene la improcedencia de

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la vía intentada con fundamento en que, a su entender, el acto
impugnado carece de la arbitrariedad e ilegalidad manifiesta
alegada. Invocan la constitucionalidad de su resolución porque
se encuentra dentro de su marco de competencias.

En cuanto al fondo del planteo articulado, señala que


los traslados de los recurrentes a la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal no cumplieron
con los requisitos establecidos por la Constitución Nacional,
esto es, la participación de todos los órganos políticos de
control que hacen al mecanismo de designación compleja de jueces
y erradicaron, además, la participación de la ciudadanía en el
aludido proceso de selección.

Agrega que tampoco cumplieron con las pautas


consagradas en las acordadas 4 y 7 del año 2018 de la Corte
Suprema, ni con las exigencias del reglamento entonces vigente
(resolución 155/00, art. 1°, apartado b) vinculadas al
procedimiento y validez de los traslados de los jueces que,
según entiende, establecían la necesidad de que la vacante a la
que se solicita el traslado, además de corresponder a la misma
jurisdicción y tener la misma competencia en razón de la materia
y grado que ocupa el juez solicitante, debe atender a la
identidad de la función a la que se pide el pase.

Argumenta que la resolución impugnada se ha limitado


a ―declarar‖ que el procedimiento constitucional complejo de
designación no se encontraba completo en los traslados de diez

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magistrados individualizados en el punto dispositivo 1°, por lo


que no ha adoptado temperamento alguno respecto de la
continuidad de los magistrados citados, ni produjo efectos
inmediatos ni definitivos sobre la situación de los actores, de
lo que desprende la falta de agravio concreto así como la
ausencia de afectación a la cosa juzgada administrativa.

6°) Que, con posterioridad, el señor Procurador


General de la Nación interino emitió su dictamen en el sentido
de admitir el recurso interpuesto y revocar la decisión apelada.

Afirmó que el acto cuestionado no había sido una mera


recomendación sino el inicio de una serie concatenada de
actuaciones que llevó de manera obligada al Poder Ejecutivo y al
Senado a revisar los actos de traslado de los jueces demandantes
y que concluyó en su revocación.

El dictamen señaló que el Consejo de la Magistratura,


desde que fue instaurado, contempló a nivel reglamentario el
traslado de jueces con carácter permanente, institución que ─por
lo demás─ se utilizó desde mucho antes; efectuó un pormenorizado
desarrollo argumental sobre los distintos criterios que adoptó
en materia reglamentaria atinente al traslado de jueces a lo
largo del tiempo, para concluir que correspondía revocar la
decisión impugnada desde que dicho Consejo revisó lo actuado con
anterioridad por el mismo cuerpo ─con otra integración─ y, a
partir de una nueva interpretación del alcance de los requisitos

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que permiten el traslado de jueces, declaró irregular lo que
antes había considerado conforme a derecho.

Recordó que las condiciones exigidas para la


procedencia de los traslados de los jueces fueron variando.
Desde un criterio sumamente restrictivo mediante la resolución
78/99, a uno menos exigente previsto en la resolución 155/00
─que regía al tiempo de tramitarse las solicitudes de traslados
aquí cuestionados─, hasta la actual resolución 270/19 que, al
hacer mérito de la conducta adoptada hasta entonces por el
Consejo en esta materia, entendió necesario sentar nuevos
criterios para atender las solicitudes respectivas en la
inteligencia de insistir en el carácter restrictivo que cabía
asignar al instituto, habida cuenta de que el traslado
representaba en última instancia ―una designación definitiva‖
(conf. considerando 10 de la citada resolución 270/19).

Aclaró que lo expresado no implicaba desconocer la


facultad del citado Consejo de cambiar a su discreción los
reglamentos en materia de traslado o incluso la interpretación
que haga de ellos con efecto inmediato; pero que tal atribución
no autorizaba a revisar con carácter retroactivo decisiones ya
adoptadas. En su caso, la nueva interpretación de lo dispuesto
en sus propios reglamentos que subyacía en la resolución 183/20
—que lucía, a su criterio, igualmente posible, especialmente en
atención al texto del nuevo reglamento de traslado— solo podía
ser aplicada hacia el futuro.

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7°) Que, en concreto, el Tribunal tiene que expedirse


sobre la resolución CM 183/2020.

Los actores promovieron la acción contra el Consejo


de la Magistratura de la Nación, autor del decisorio de mención,
y por ello no han sido citados al proceso el Honorable Senado de
la Nación ni el Poder Ejecutivo Nacional, que realizaron actos
posteriores a la resolución cuestionada por los amparistas.

Dentro de los límites que establecen el objeto


procesal y la parte demandada por los actores, debe resolverse
este caso.

A tal efecto, esta Corte debe examinar la juridicidad


de las normas que afecten "la constitución legal misma de los
tribunales federales, indispensable para fallar las causas"
(confr. ―Aparicio‖ Fallos: 338:284, y sus citas) conforme a la
pauta jerárquica que establece la Constitución Nacional en la
primera parte de su art. 31: “Esta Constitución, las leyes de la
Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la
Nación”.

Este sistema -basado en la pirámide jurídica que


parte de la Constitución Nacional, los tratados internacionales,
y las leyes federales- se completa con los precedentes de esta
Corte Suprema, y, finalmente, con las decisiones de
superintendencia y los reglamentos del Consejo de la
Magistratura.

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Sin embargo, este sistema coherente de
interpretación, históricamente repetido como criterio por esta
Corte por aplicación del señalado art. 31 y 75, incs. 22 y 24 de
la Constitución Nacional, es el que han ignorado las partes de
este proceso.

8º) Que debido a la relevancia de las cuestiones


involucradas en la presente causa, esta Corte habrá de
abordarlas en el siguiente orden: a) status constitucional de
los magistrados recurrentes (considerandos 9º a 26 inclusive); y
b) contexto de gravedad institucional dentro del cual se inserta
la situación de los recurrentes y deber constitucional de
resolverla con seguimiento de los principios constitucionales de
juridicidad e igualdad, asegurando la continuidad y el recto
funcionamiento del servicio de justicia (considerandos 27 a 36
inclusive).

El considerando 37 expone un resumen de las


conclusiones obtenidas y desemboca en la parte resolutiva.

Status constitucional de los recurrentes

9°) Que la primera cuestión constitucional a decidir


es la calificación jurídica de los traslados de jueces
federales, ya que los recurrentes solicitan que se declare su
carácter definitivo, criterio que no solo confronta con el del
Consejo de la Magistratura sino que ha sido rechazado por la
judicatura de primera instancia.

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Interpretar que el derecho reconoce a los traslados


como definitivos implicaría asumir que hay fuente normativa
suficiente para optar entre dos reglas de acceso a la
magistratura: a) o puede hacérselo por el proceso de concurso,
nominación y acuerdo; b) o puede hacérselo por traslado, sin
cumplir con alguna, algunas o todas las etapas descriptas (el
concurso, la nominación y/o el acuerdo). Aquí, el punto
dirimente consistiría en hallar la norma que asimile ―traslado‖
con ―nombramiento‖ sin confrontar con otra de jerarquía
superior. El tema se desarrollará en los considerandos 10 a 24
inclusive.

Asimismo, en caso de no hallarse norma habilitante –y


según sea el rango de esta norma- podría sostenerse que el
acceso a la magistratura de modo definitivo por medio de
traslados que se prolongan sine die deriva de una costumbre, o
sea de una práctica que se ha reiterado en distintos momentos de
nuestra historia judicial, conformando una costumbre contra-
legem. El tema se tratará en el considerando 25.

Se advierte una vez más que la cuestión excede el


interés de las partes, porque las respuestas que se ofrezcan
tendrían directa incidencia sobre la integración de uno de los
Poderes del Estado e influencia sobre la garantía del juez
natural.

10) Que, paradójicamente, tanto los recurrentes, como


la demandada y el señor Procurador General invocan las acordadas

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4/2018 y 7/2018 de esta Corte para respaldar sus respectivas
posiciones.

En efecto, los actores en su escrito de demanda


argumentan que tales acordadas ―expresan exactamente lo
contrario a lo que se decide en la Resolución atacada‖
(específicamente, punto 3.1., fs. 16 a 22), y enfatizan en las
páginas de su recurso extraordinario per saltum que mediante el
acto impugnado ―el Consejo de la Magistratura se alzó
expresamente contra lo que la Corte había dispuesto mediante
acordada 7/2018‖ (fs. 4, 5, 9, 13, 16, y en particular punto 3.2
de su escrito, fs. 22 a 32.).

Por su parte, la demandada argumenta en sentido


contrario cuando sostiene que ―(l)a interpretación que los
accionantes otorgaron al reglamento de traslados a su tiempo
vigente ─Resolución CM 155/00─ y a las Acordadas 4/18 y 7/18
…sólo parte de su posición e interés personal reiterada al solo
efecto de tergiversar lo señalado oportunamente por V.E‖ (fs. 19
y 20 a 26).

La interpretación de las acordadas de mención es


asimismo destacada por el señor Procurador General en su
dictamen cuando expone que ―(a) la luz de las pautas
establecidas por la Corte a través de las acordadas es que se
debe examinar la decisión que había tomado el Consejo de la
Magistratura recomendando el traslado de los demandantes …,
tanto en lo que se refiere a la interpretación posible de las

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reglas que establecían las condiciones para ello, como a la


convicción de estar obrando conforme al derecho objetivo y a
reparo de toda futura objeción constitucional‖ (fs. 20/21 y, en
especial fs. 22).

Corresponde por lo tanto analizar las acordadas


4/2018 y 7/2018 para deducir si es posible extraer de su texto,
o de su interpretación, la conclusión que sostienen los
recurrentes.

11) Que la acordada 4/2018, voto de la mayoría,


dispuso en su art. 3º, que no correspondía habilitar un Tribunal
Oral en lo Criminal Federal, que había sido creado por la ley
27.307 mediante el mecanismo de transformación de un Tribunal
Oral en lo Criminal de la Capital Federal. En ningún momento
este decisorio asignó carácter definitivo a los traslados; en
realidad sostuvo –con contundencia y como se verá- lo contrario.

Al decidir de este modo, el voto mayoritario de la


acordada de marras:

a) evitó la conversión -temporaria o definitiva, para el


caso es lo mismo- de jueces nacionales ordinarios en jueces
federales, es decir el nombramiento de jueces ‗por salto de
fuero‘. Lo dijo con términos elocuentes en varios considerandos:
―Más allá de la terminología empleada por la ley 27.307 ─en el
sentido de "transformar" tribunales─, la modalidad adoptada por
el legislador importa la creación de un nuevo tribunal criminal
federal integrado en su totalidad por los jueces trasladados del

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anterior tribunal criminal ordinario‖ (considerando 13); ―la
ausencia del nombramiento conforme al procedimiento mencionado‖
–refiriéndose al previsto en el art. 99, inc. 4º, segundo
párrafo, para el acceso a la magistratura federal- ―no puede ser
obviada por la circunstancia de contar con designación en el
fuero ordinario‖ (considerando 19);

b) evitó que mediante el mecanismo del traslado se


designaran jueces de modo permanente, pues ello se encontraba al
margen del procedimiento constitucional. Entre otros tantos
párrafos, el siguiente, extraído del considerando 15, es
contundente: ―la Constitución Nacional establece en el artículo
99 inc. 4°, segundo párrafo, un único mecanismo para el
nombramiento de los jueces federales: el presidente de la Nación
los nombra „en base a una propuesta vinculante en terna del
Consejo de la Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión
pública‟” (el destacado no es del original).

12) Que tampoco se afirmó el carácter definitivo de


un traslado en la acordada 7/2018.

En primer lugar, cabe aclarar que esa acordada no


resolvió el caso del doctor Bruglia, porque su designación ya
había sido producida con anterioridad al dictado de esta norma
de superintendencia que, por otra parte, no es el ámbito
jurídico para la resolución de casos jurisdiccionales.

En dicha oportunidad el Ministerio de Justicia de la


Nación se dirigió a esta Corte en relación con los distintos

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traslados de jueces en trámite ante el Consejo de la


Magistratura, a fin de que se pronuncie sobre las condiciones de
―validez de los traslados‖ con el único propósito de ―asegurar
la adecuada prestación del servicio de justicia‖.

En la acordada 7/2018 este Tribunal, también en el


ejercicio de atribuciones no jurisdiccionales, debió resolver,
puntualmente, cuáles eran los recaudos para que un traslado
pudiera ser considerado válido como tal. De esta manera pautó
una serie de categorías y sus respectivos recaudos de validez.
Es así que la acordada comienza por delimitar el asunto a
resolver como la concreta situación ―de la continuidad de los
trámites en curso destinados al traslado de magistrados‖; esto
es, cómo proceder en los supuestos consultados a la luz de la
reciente jurisprudencia de ―Nisman‖ y ―Corrales‖ (Fallos:
339:1342 y 338:1517) en la que se había decidido que los
tribunales nacionales no tienen competencia en aquellas materias
reservadas a la justicia federal y que, por ello, unos y otros
no podían ser equiparados (considerandos 3 y 6). Toda vez que
los traslados exigían, entre otras condiciones, una paridad
competencial, la nueva jurisprudencia de ―Nisman‖ y ―Corrales‖
suscitaba un planteo relevante en cuanto a las condiciones de
validez de un traslado.

La acordada de marras evitó que magistrados


capacitados para actuar frente a hipótesis concretas regidas por
normas específicas (legislación común u ordinaria) fueran
habilitados ─por la vía de los traslados─ para intervenir y

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resolver situaciones diferentes regidas por normas sustantivas
también distintas (legislación federal).

La lectura de la acordada 7/2018 no puede


desentenderse de la puntual cuestión que esta estaba llamada a
responder. Descartado ya en la acordada 4/2018 que los traslados
pudieran resultar en nombramientos permanentes de magistrados,
el planteo de la acordada 7/2018 debe entenderse como una
pregunta acerca de las condiciones de validez de los traslados
en tanto designaciones transitorias. Así, cuando la acordada
7/2018 concluye en que ―no es necesaria la instrumentación de un
nuevo procedimiento de designación conforme las exigencias del
artículo 99, inc. 4°, de la Constitución Nacional‖ para los
traslados de magistrados federales con el fin de desempeñarse
─después de cumplir otros recaudos─ dentro de la misma
jurisdicción federal, se refiere a la validez de ese traslado,
como no podría ser de otra forma, en tanto designación
transitoria.

La acordada 7/2018 define las condiciones de validez


de un traslado de magistrados integrantes de órganos
jurisdiccionales nacionales ordinarios de la Capital Federal a
tribunales federales con asiento en esa ciudad, pero no se
pronuncia sobre la temporalidad de las designaciones que
resultan de un traslado.

Al disponer que ―los traslados que se hubieran


dispuesto fuera de las condiciones señaladas precedentemente

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deberán cesar cuando concluya el procedimiento constitucional


previsto para la cobertura de los cargos respectivos‖
(considerando VIII), lo que se pretende es ―evitar situaciones
potencialmente frustratorias del servicio de justicia o que
puedan implicar un retardo en su prestación‖ (considerando V),
de ningún modo se está librando un salvoconducto para habilitar
nombramientos bajo el rótulo de traslados en el caso en que se
trate de jueces del mismo fuero.

Dicho de otro modo: la temporalidad que se le asignó


a esos traslados entre cargos con competencias diferentes, no
significa que los traslados entre cargos de similar competencia
no fueran también transitorios.

13) Que las acordadas 4/2018 y 7/2018 son decisiones


de superintendencia:

a) que no pueden ser consideradas aisladamente una de


la otra, como ocurre cuando se omite sostener que el primer
artículo de la acordada 7/2018 expresa claramente que se reitera
―la plena vigencia de la acordada nº 4/2018‖, donde se afirma
repetidamente que la única forma de acceder de modo definitivo a
la magistratura es conforme al mecanismo de los arts. 114 incs.
1 y 2 y 99 inc. 4 de la Norma Fundamental;

b) cuyo texto no puede ser interpretado selectiva o


arbitrariamente, recortando la parte que podría resultar –aun
bajo una óptica errónea- favorable a un interés, como acontece
cuando se asume una respuesta referida a un ―traslado‖ (no se

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necesita un nuevo acuerdo) como si se refiriera a un
―nombramiento‖ definitivo (ver los términos de la pregunta a
responder en los considerandos III, VII y VIII de la acordada
7/2018, donde siempre se habla de ―traslados‖ y la diferencia
entre ―traslados‖ y ―nombramientos‖ que surge clara, a partir de
la disimilitud de procedimientos para acceder a ellos, que obra
en el considerando IX);

c) que no pueden ser interpretadas con prescindencia


del ordenamiento jurídico que complementan, lo que se verifica
cuando se pretende, por los subterfugios anteriores, olvidar la
vigencia de la Constitución Nacional en la materia.

Es pertinente recordar que esta Corte ha señalado que


la tarea de interpretación de las leyes lato sensu comprende la
armonización de sus preceptos y su conexión con las otras normas
que integran el ordenamiento jurídico (Fallos: 258:75), evitando
darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas por las otras, y adoptando como criterio
verdadero el que las concilie y deje todas con valor y efecto
(Fallos: 1:297; 310:195; 312:1614 y 323:2117). Se ha sostenido
asimismo antes de ahora que es un principio de recta
interpretación que los textos legales no deben ser considerados,
a los efectos de establecer su sentido y alcance, aisladamente,
sino correlacionándolos con los que disciplinan la misma materia
(Fallos: 242:247), como un todo coherente y armónico, como
partes de una estructura sistemática considerada en su conjunto

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y teniendo en cuenta la finalidad perseguida por aquellos


(Fallos: 320:783; 324:4367; 338:962).

En ese mismo sentido, se ha afirmado que la


interpretación de la ley debe practicarse computando la
totalidad de sus preceptos, de manera que armonice con todas las
normas del ordenamiento jurídico vigente y del modo que mejor
concuerden con los principios y garantías de la Constitución
Nacional (Fallos: 302:1209; ver asimismo la doctrina de Fallos:
300:417; 302:1209, 1284; 303:248 y sus citas).

En definitiva, conforme a lo dicho, no hay en el


texto de las normas de superintendencia cláusula alguna que
sostenga que los traslados son definitivos ni puede efectuarse –
para llegar a semejante conclusión- una interpretación extensiva
de aquellas que pueda sortear un test básico de razonabilidad.

14) Que asimilar los institutos del ―nombramiento‖ y


el del ―traslado‖, importa confundir un acto institutivo que
requiere del cumplimiento de un procedimiento complejo e inter-
poderes destinado a integrar uno de los poderes constitucionales
del Estado -con funcionarios que incluso pueden provenir desde
fuera del Poder Judicial-, con otro acto que no es institutivo
sino destinado a optimizar los recursos disponibles para
garantizar la eficiencia y continuidad de una función estatal e
involucra exclusivamente a magistrados que ya revisten la
calidad de tal, o sea que ya están dentro del Poder Judicial.

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Debido a la diferente naturaleza y relevancia de
estos actos es que la Constitución regula uno de ellos (el
nombramiento) y nada dice del otro (el traslado), que deriva a
la regulación infra-constitucional. Las palabras ―nombra‖,
―nombramiento‖ ─y su plural ―nombramientos‖─ son las únicas
utilizadas en el inc. 4 del art. 99 y en el inc. 2 del art. 114
de la Norma Fundamental. Con relación a los ―traslados‖, la
Constitución nada dice por cuanto se trata de actos de
organización y no instituyentes de investidura.

Pretender que al ser preguntada sobre la validez de


ciertos traslados –porque esa fue la pregunta que desemboca en
la acordada 7/2018- esta Corte respondió sobre la validez de
nombramientos, asimilándolos o convirtiendo a los primeros en
los segundos, equivale a tergiversar los términos de lo
preguntado y lo respondido.

En efecto: se preguntó a este Tribunal si


determinados traslados (como los de los recurrentes) requerían
el cumplimiento del procedimiento constitucional estipulado para
las designaciones definitivas (selección – nominación - acuerdo)
y la respuesta fue NO. De ello se concluyó que esos traslados,
puesto que no requerían el procedimiento constitucional eran (o
equivalían) a designaciones definitivas. Es decir que se utilizó
la primera respuesta (el NO) para cambiar la pregunta, que ahora
–reformulada- ya no sería ¿los traslados requieren el
cumplimiento del procedimiento constitucional? sino ¿hay
diferencias entre los traslados y los nombramientos?

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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Pero si se hubiera hecho esta pregunta (¿hay


diferencias entre los traslados y los nombramientos?) desde el
inicio, la respuesta hubiera sido SÍ, porque el traslado es
transitorio y el nombramiento es definitivo. Más aún, sin que le
sea formulada la pregunta correcta, la respuesta de esta Corte
sobre los traslados vino acompañada con una serie de
advertencias en las que se recordaba que la única forma de
designación definitiva era el nombramiento, con seguimiento
estricto del proceso previsto por el art. 99, inc. 4, segundo
párrafo, de la Constitución Nacional.

En definitiva, asumir que la respuesta sobre los


traslados los convierte en designaciones equivale a:

a) desde el punto de vista lógico, trasmutar lo preguntado


y lo respondido por esta Corte en sus acordadas 4/2018 y 7/2018;

b) desde el punto de vista jurídico, igualar un acto


institutivo inter-poderes regulado por la Constitución con un
acto de administración, derivado a la reglamentación infra-
constitucional;

c) desde el punto de vista jurídico, asumir que por una


acordada u otra norma infra-constitucional se puede reformar la
Norma Fundamental (razonamiento que no resiste el más mínimo
escrutinio); y,

d) desde el punto de vista jurisdiccional, aparatarse –sin


explicar los motivos- de precedentes de este Tribunal citados

- 21 -
expresamente en los decisorios de mención en referencia a la
exigencia de seguir el procedimiento constitucional de selección
por el Consejo de la Magistratura, nominación por el Poder
Ejecutivo y acuerdo por el Senado para el nombramiento o
designación definitiva de jueces (casos ―Uriarte‖
(Fallos:338:1216) y ―Rosza‖ (Fallos:330:2361), citados en la
acordada 4/2018, considerandos XVI y XXII, y acordada 7/2018,
punto 1 de la parte resolutiva en cuanto reitera la plena
vigencia de la acordada 4/2018).

15) Que tampoco existe constancia alguna que


establezca el carácter definitivo del traslado en la fuente
jurídica directa de la que emana la designación de los actores,
que es el procedimiento iniciado por el Consejo de la
Magistratura que culmina con el decreto del Poder Ejecutivo.

En el trámite iniciado en el mencionado Consejo, hubo


opinión contraria a los traslados por parte de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal,
requiriéndose su cobertura por el procedimiento constitucional
con expresa invocación de las acordadas 4/18 y 7/18 de esta
Corte.

Sus jueces advirtieron que la completa integración de


esa cámara no había ―sido alcanzada de forma efectiva‖ por ―más
de una década‖, concretamente desde el 31 de diciembre de 2007.
De manera significativa, esa advertencia fue realizada en
ocasión de dar respuesta a la solicitud de la Comisión de

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otro s/ amparo ley 16.986.

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Selección de Magistrados y Escuela Judicial del Consejo de la


Magistratura del Poder Judicial de la Nación para que esa cámara
emita opinión respecto del traslado solicitado por el doctor
Pablo Daniel Bertuzzi (resolución 98/2018 RR.HH, del 6 de junio
de 2018, mayoría compuesta por los jueces Irurzun y Llorens).

Al fundar su voto ─al que adhirió el juez Llorens─,


el juez Irurzun precisó entonces que desde el 1º de junio de
2018 ese tribunal se encontraba con tres vacantes; que solo se
había llamado a concurso para cubrir una sola de ellas por el
mismo Consejo de la Magistratura que solicitaba opinión respecto
del traslado señalado. Remarcó ―la necesidad de que las vacantes
se cubran mediante la designación regular de magistrados, tal
como lo impone la Constitución Nacional”, precisando que esos
postulados habían sido ampliamente desarrollados por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en las acordadas 4 y 7 del
2018, así como también en los precedentes “Rosza” y “Uriarte‖.
Observó que en el caso no se verificaba ninguna circunstancia
que justificase la procedencia de un traslado, para concluir que
las circunstancias existentes ―sólo debieran llevar a extremar
los esfuerzos para cumplimentar, en plazos razonables, los
procedimientos legalmente establecidos procurando que las
vacantes se cubran mediante la designación regular de
magistrados en resguardo de la garantía de juez natural para los
justiciables y con el objeto de evitar eventuales afectaciones
al servicio de justicia que se brinda‖.

- 23 -
Los jueces Irurzun y Llorens se opusieron a los
traslados y opinaron que era necesario terminar el concurso en
trámite.

También cabe considerar los decretos que designaron a


ambos jueces (decreto 278/18 que designa al doctor Bruglia y en
el decreto 835/18 que designa al doctor Bertuzzi), los cuales no
hacen ninguna referencia al carácter definitivo del cargo.

De manera que solo una presunción podría dar lugar a


sostener que los traslados son definitivos, lo que es
inadmisible como procedimiento legal de interpretación frente a
la vigencia de una cláusula constitucional explícita.

16) Que los precedentes de esta Corte Suprema nunca


admitieron que los traslados fuesen definitivos, ni que
constituyan en una alternativa al concurso.

En los precedentes ―Rosza‖ (Fallos: 330:2361) de


2007, ―Aparicio‖ (Fallos: 338:284) y ―Uriarte‖ (Fallos:
338:1216) ─ambos de 2015─, esta Corte ha sostenido la necesidad
de cumplir con el procedimiento constitucional de nombramientos
de jueces como único modo de garantizar el derecho de todos los
habitantes de ocurrir ante aquellos con la seguridad de que sus
planteos serán decididos por tribunales que están plenamente
legitimados por la Constitución Nacional para administrar
justicia en forma independiente e imparcial.

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17) Que en el precedente ―Rosza‖, citado por la


acordada 4/2018, este Tribunal sostuvo que la designación de los
magistrados según la pauta constitucional exige la participación
del Consejo de la Magistratura, del Poder Ejecutivo y del Senado
de la Nación. Solo a través de este mecanismo se adquiere la
―calidad de juez‖. Agregó, citando a José Manuel Estrada, que
tal sistema de designación encierra la búsqueda de un
imprescindible equilibrio político porque el acuerdo del Senado
constituye ―un excelente freno sobre el posible favoritismo
presidencial‖, pero también entraña el propósito de obtener las
designaciones mejor logradas: ―el Senado presta o no su acuerdo,
según reconozca en la persona propuesta las cualidades y méritos
requeridos para el fiel desempeño de las difíciles cuestiones
que está llamado a resolver" (conf. Estrada, José Manuel, Curso
de Derecho Constitucional, Buenos Aires, 1927, pág. 302, quien
cita la opinión de Hamilton, Alexander, en El Federalista, n°
76).

Las prevenciones sobre los perniciosos efectos de la


discrecionalidad se advierten en el propio Informe de la
Comisión Examinadora de la Constitución Federal presentado a la
Convención del Estado de Buenos Aires que, al fundar ─en 1860─
la propuesta de reforma al texto sancionado en 1853, expresó que
―todas las Constituciones, y muy especialmente las federales,
han buscado un correctivo a la facultad peligrosa y corruptora
depositada en manos de un solo hombre, de distribuir empleos
honoríficos y lucrativos de un orden elevado. De aquí la

- 25 -
necesidad de sujetar a un acuerdo previo el nombramiento de los
ministros, diplomáticos, los obispos, los altos empleos de la
milicia, y jueces superiores, sometiendo al Senado la facultad
de prestar ese acuerdo...‖. (Ravignani, Emilio, Asambleas
Constituyentes Argentinas, Buenos Aires 1937, tomo IV, pág. 780.
Confr. sentencia en la causa ―Rosza‖, considerando 11).

18) Que en el precedente ―Aparicio‖ se reiteró la


importancia de la intervención del Consejo de la Magistratura en
el proceso de designación de magistrados a la luz del art. 99,
inc. 4°, segundo párrafo, de la Constitución Nacional. A su
respecto afirmó que, con la reforma de 1994, el constituyente
decidió incorporar al procedimiento de selección y nombramiento
de magistrados de tribunales inferiores la participación de
dicho organismo ─en su condición de órgano con competencias
especiales dentro de la estructura orgánica del Poder Judicial
de la Nación─ con el fin de atenuar la discrecionalidad del
Poder Ejecutivo en la propuesta de magistrados federales (con
cita de ―Rosza‖) y amortiguar la gravitación político-partidaria
en ese proceso (con cita de Fallos: 336:760 ―Rizzo‖).

19) Que en el precedente ―Uriarte‖, citado por la


acordada 4/2018, esta Corte recordó que ―los procedimientos
constitucionales que regulan la integración de los tribunales
han sido inspirados en móviles superiores de elevada política
institucional, con el objeto de impedir el predominio de
intereses subalternos sobre el interés supremo de la justicia y
de la ley‖. Más aún, sostuvo que la razón de ser de ese

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procedimiento no era únicamente un imperativo republicano sino


un derecho de los justiciables dado que ―las disposiciones que
rigen esos procedimientos se sustentan, pues, en la aspiración
de contar con una magistratura independiente e imparcial, lo que
está directamente relacionado con la consagración constitucional
de la garantía del ‗juez natural‘, expresada en la contundente
prohibición de que los habitantes de la Nación puedan ser
juzgados por comisiones especiales o sacados de los jueces
legítimamente nombrados (art. 18 de la Constitución Nacional)‖.
En efecto, el complejo sistema de consenso y participación de
los diferentes Poderes del Estado en la designación de los
magistrados tiende a proteger el derecho de los justiciables a
ser oídos por su juez o tribunal natural, competente,
independiente e imparcial, derechos reconocidos en la Ley
Fundamental y en diversos tratados internacionales (arts. 18 y
75, inc. 22 de la Constitución Nacional; 26 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; 14.1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 8.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y 10 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos; ―Uriarte‖,
considerandos 7° y 11).

20) Que lo dicho no implica que no puedan existir


subrogaciones temporarias y traslados no definitivos.

Ante el supuesto de producirse una vacante, y con el


puntual objetivo de preservar el derecho de las personas de
contar con un tribunal que atienda en tiempo oportuno a sus

- 27 -
reclamos hasta tanto esa vacante sea cubierta con el
nombramiento previsto por la Constitución Nacional, esta Corte
admitió la existencia de un régimen de subrogaciones como un
―sistema de contingencia‖, según los términos de ―Uriarte‖
(Fallos: 338:1216, considerando 19) o un sistema ―alternativo y
excepcional‖, según las palabras de ―Rosza‖ (Fallos: 330:2361,
considerando 14). Pero fue justamente teniendo en cuenta que
esos jueces subrogantes están llamados a cumplir el mismo
servicio y ejercer el mismo poder que los jueces titulares, esto
es, administrar justicia y decidir sobre los derechos de los
justiciables, que esta Corte mantuvo un criterio estricto a la
hora de examinar la validez de los recaudos y del procedimiento
para su designación.

En esta línea, en su pronunciamiento en la causa


―Rosza‖, la Corte invalidó el régimen de subrogaciones aprobado
por la resolución 76/2004 del Consejo de la Magistratura, en
tanto autorizaba un método de designación circunscripto a la
intervención exclusiva de organismos que operan en el ámbito del
Poder Judicial de la Nación, es decir, sin la intervención del
Presidente y del Senado de la Nación. Luego, en la causa
―Aparicio‖, declaró la nulidad del decreto 856/14 por el cual se
habían designado los conjueces para esta Corte sin la mayoría
establecida en la Constitución Nacional (art. 99, inc. 4).
Finalmente, en ―Uriarte‖, el Tribunal invalidó el régimen de
subrogaciones de la ley 27.145 porque autorizaba ―la cobertura
de vacancias de magistrados en un proceso en el que no

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interviene ni el Poder Ejecutivo ni el Senado de la Nación‖


(considerando 5°). Resolvió entonces que, producida una vacante,
debía ser cubierta en primer término por ―por quienes accedieron
a un cargo en la magistratura de acuerdo con el especial
mecanismo establecido en la Constitución Nacional‖, que las
decisiones del Consejo de la Magistratura no deben soslayar ―el
rol que cumplen las mayorías calificadas en la búsqueda de
equilibrios y consensos en los órganos colegiados‖, y que el
régimen de subrogaciones debía ordenarse según un ―baremo
objetivo que pueda justificar para cada designación la
preferencia de un candidato respecto de los restantes‖
(―Uriarte‖, considerandos 18, 19, 20, y 24). A su vez esta
Corte, al definir la subrogación como un ―remedio excepcional de
política judicial tendiente a evitar la paralización o retardo
de justicia‖ mediante el reemplazo de un juez por otro,
estableció que la sustitución supone ―de manera indefectible la
preexistencia‖ de un juez en efectivo cumplimiento de sus
funciones que, por alguna razón, de modo transitorio o
permanente, cesó en el ejercicio de dichas funciones (―Uriarte‖,
considerandos 27 y 28).

Finalmente, y como ya se ha señalado, este régimen


estricto de subrogaciones debe ―contemplar la necesaria
participación de los tres poderes del Estado a los que la
Constitución Nacional encomienda el nombramiento de los jueces‖,
esto es, la necesaria participación del Consejo de la

- 29 -
Magistratura, del Poder Ejecutivo y del Senado de la Nación
(―Rosza‖ y ―Uriarte‖, considerando 5°, ya citados).

21) Que, conforme al desarrollo precedente, la única


interpretación posible del sistema de fuentes del derecho
argentino es que los traslados no pueden convertirse en un
procedimiento para el nombramiento permanente de magistrados,
pues ello está al margen de la clara letra de los arts. 99, inc.
4°, segundo párrafo (el Presidente de la Nación los nombra ―en
base una propuesta vinculante en terna del Consejo de la
Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública, en la
que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos‖) y 114
incs. 1 y 2 (son funciones del Consejo de la Magistratura
―seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las
magistraturas inferiores‖ y ―emitir propuestas en ternas
vinculantes para el nombramiento de los magistrados de los
tribunales inferiores‖).

Esa única vía de acceso a la magistratura federal lo


es para un cargo específico, por lo que queda descartado que
pueda considerarse satisfecho el proceso de designación de un
magistrado como permanente tomando en cuenta que ya ostenta tal
calidad para ejercerla en otro tribunal con una competencia
específica, ya sea bajo la forma de una ―transformación‖ o de
―un traslado‖.

En la acordada 4/2018, el voto mayoritario de la


Corte se cuidó de no asimilar al traslado con el nombramiento

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para evitar que el traslado se convirtiera en un nombramiento


encubierto (ver considerandos XIII y XIV y sus citas), pues esta
modalidad (la del nombramiento o designación encubierta en un
traslado) no tiene previsión constitucional alguna (ver
Considerando XV in fine).

22) Que esta Corte ha sostenido reiteradamente el


principio de que la designación de magistrados por un
procedimiento complejo es parte de la garantía de la
independencia del Poder Judicial.

En el caso de los traslados, comenzó censurando


aquellos que eran fruto de una imposición, requiriendo el
consentimiento del magistrado, pero en ningún caso se dijo que
eran definitivos.

En esa línea, en 1945, esta Corte Suprema invalidó un


decreto del Poder Ejecutivo que disponía, de manera forzada, una
permuta entre el Juez Federal de Santa Fe y el de San Rafael
(Fallos: 201:245 ―Acordada sobre Traslado de Jueces Federales‖).
A su vez, en el precedente ―Stegmann‖ (Fallos: 227:688) el juez
Casares, en su disidencia, concibió como una cuestión que
ameritaba el pronunciamiento de esta Corte el planteo de un
magistrado protestando su traslado pues ―se trata de un traslado
discrecionalmente dispuesto por el Poder Ejecutivo y no con
sujeción a un régimen orgánico que lo estableciera
competentemente con carácter impersonal y general en razón de
que todos los magistrados nacionales del mismo grado tienen, en

- 31 -
principio, el mismo derecho al más favorable de los destinos y
el mismo deber con respecto al más adverso de ellos‖.

También en el caso ―Masi‖ en 1963, a modo de obiter


dictum, esta Corte recordó que la salvaguarda de la investidura
judicial ante amenazas de otros poderes comprende la de
―desconocerse la facultad de su traslado, no consentido, del
asiento de su jurisdicción‖ (Fallos: 256:114 ―Masi‖).

Finalmente, la doctrina del respeto a la aquiescencia


del trasladado se consolidó en precedentes posteriores (Fallos:
288:386, ―Grau‖; Fallos: 288:387, ―Ventura Estévez‖ y Fallos:
313:330, ―del Castillo‖).

Una segunda etapa en la interpretación de los


traslados, muy restrictiva, está representada por la opinión de
los jueces Bacque, Petracchi y Belluscio, en el sentido de que
―el nombramiento es para un cargo específico y no consiste, en
cambio, en la atribución genérica del carácter de ‗juez‘ sin
adscripción concreta a un cargo‖ (confr. disidencia en la causa
‖Puppo‖, Fallos:319:339). Esta opinión disidente, se transformó
en mayoría en la acordada 4/2018 (considerandos XIII y XIV).

El juez Bacqué (en la citada causa ―del Castillo‖),


afirmó que el acuerdo dado por el Senado a un magistrado para un
cargo judicial, ―no puede sino entenderse como circunscripto a
los estrictos términos en que fue prestado. Una solución
distinta sería contraria al principio de división de poderes,
que rige nuestras instituciones, según el cual el silencio por

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parte de un órgano ─en este caso el Senado─ en una cuestión que


compete a sus exclusivas facultades constitucionales no puede
ser interpretado como una aprobación implícita de su parte de lo
actuado en dicha cuestión por otro órgano‖ (considerando 8°). En
esa disidencia también se afirmó que las referidas facultades
―deben ser interpretadas en forma amplia toda vez que la
Constitución Nacional no ha condicionado al Senado en el
ejercicio de aquellas. Por tal razón, no existe óbice
constitucional alguno para que dicho cuerpo legislativo otorgue
su acuerdo al Poder Ejecutivo para designar a una persona en un
cargo judicial determinado y no en otro‖ (considerando 6°).

Los jueces Belluscio y Petracchi, al expedirse


─también en posición minoritaria y en ejercicio de facultades de
superintendencia─ en la causa ―Puppo‖ (Fallos: 319:339), dijeron
que ―el nombramiento es para un cargo especifico y no consiste,
en cambio, en la atribución genérica del carácter de ‗juez‘ sin
adscripción concreta a un cargo‖. Agregaron que si bien era
cierto que en el decreto presidencial se disponía el ‗traslado‘,
resultaba claro ―que dicha medida es, en realidad, el
nombramiento (…) en un nuevo cargo judicial‖.

23) Que también la más antigua doctrina


constitucional sostuvo esta tesis hermenéutica.

Bidart Campos señaló la importancia del acuerdo


senatorial como un acuerdo específico: ―el pedido de acuerdo que
eleva el poder ejecutivo al senado se conoce en el vocabulario

- 33 -
usual como ‗envío del pliego‘. Ese pedido debe indicar
concretamente el cargo individual para el cual se formula (no es
correcto ─por ej.─ solicitar el acuerdo para ‗juez federal de
primera instancia‘ o para ‗juez de cámara‘, sino para tal o cual
juzgado de primera instancia en particular, o para tal o cual
sala de tal o cual cámara de apelaciones). El senado no puede
prestar acuerdos sin determinación precisa, por dos razones
fundamentales: a) porque debe comprobar si el cargo está o no
vacante; b) porque no puede dejar al arbitrio del poder
ejecutivo determinar después el cargo concreto, ya que el acto
complejo de nombramiento requiere la voluntad del ejecutivo y
del senado ─conjuntamente─ para un cargo ‗determinado‘ (si el
senado presta el acuerdo para ‗juez federal de primer instancia‘
sin determinar la sede del juzgado, deja a criterio del
ejecutivo nombrar al candidato para cualquier juzgado federal de
cualquier lugar del país, y entonces la voluntad senatorial es
imprecisa, en tanto la del ejecutivo se moverá, al efectuar el
nombramiento, en un marco de disponibilidad indeterminado, con
lo que ambas voluntades no coinciden en concreto sobre una
idéntica situación particularizada‖) (Bidart Campos, ―Tratado
Elemental de Derecho Constitucional Argentino‖, Nueva edición
ampliada y actualizada a 2002-2004, Tomo II-B, Buenos Aires,
Ediar, 2005, pp.328 y 329).

González Calderón decía que, en la designación de


magistrados se refleja la forma de gobierno que adopta una
Nación, por ello reputaba que nuestro sistema constitucional

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ofrecía el ―mayor número de ventajas‖ al garantizar la


participación y consenso de diferentes poderes del Estado y en
tanto ―no puede tolerarse que la administración de la justicia
dependa de la voluntad‖ de uno solo (González Calderón, ―La
Función Judicial en la Constitución Argentina‖, Librería
Nacional J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1911, pp. 33-48).

24) Que, conforme a los considerandos anteriores, no


cabe duda alguna de que el único sistema de designación de
jueces inferiores en el derecho argentino es el que viene
precedido de un concurso realizado en el Consejo de la
Magistratura y cuenta con la participación del Poder Ejecutivo y
el acuerdo del Honorable Senado de la Nación.

Todo el sistema de fuentes del derecho aplicable a la


causa, partiendo de la Constitución, los precedentes de la Corte
Suprema, las acordadas 4/2018 y 7/2018 –que son correlato
natural de aquellos- y los actos de designación de los
recurrentes, que han sido analizados en detalle precedentemente,
es coincidente en este punto.

25) Que, frente a la clara regla constitucional


referida a la designación de jueces por acto complejo, se
desarrolló una práctica en sentido contrario, utilizando los
traslados y su vigencia sine die como un mecanismo alternativo
de acceso definitivo a un nuevo cargo.

Las costumbres inconstitucionales no generan derecho


(Fallos: 321: 700) como parecieran entender los actores, ya que

- 35 -
presumen que un traslado es definitivo solo porque así ofició,
de facto, en varias oportunidades, sin que exista norma jurídica
alguna que convalide esa aspiración. Tolerar, por una situación
específica, lo que no es tolerable como regla general,
consolidando jurídicamente situaciones de hecho, conduce
indefectiblemente a la anomia (Nino, Carlos ―Un país al margen
de la ley‖, Bs. As., Emecé, 1993).

Bien entendido que no es inconstitucional el traslado


como tal sino su pretensión de convertirse en una designación
definitiva vulnerando el mecanismo constitucional previsto para
los nombramientos.

Por lo dicho, tampoco existe en el caso una


aplicación retroactiva de nuevas interpretaciones sobre el tema,
porque, como se ha demostrado, nunca hubo una aceptación de esos
traslados como definitivos. Lo que hubo entonces es una práctica
y una modificación reglamentaria (dictada con posterioridad a
los traslados de los recurrentes y a las acordadas referida por
esta Corte, por lo que no los alcanza) contrarias a la
Constitución Nacional, que este tribunal habrá de descalificar.

26) Que, por lo tanto, la resolución 183/2020 del


Consejo de la Magistratura, en tanto pretende -en sentido
contrario a lo establecido por las acordadas de esta Corte-
enmendar parcialmente el procedimiento de traslado de
magistrados para convertirlo en un nombramiento con carácter
definitivo, generando la intervención del Senado pero sin la

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previa selección específica prevista para la cobertura de esos


cargos y la remisión de ternas al Poder Ejecutivo Nacional (art.
114, incs. 1 y 2 de la Norma Fundamental), debe ser
descalificada por su inconstitucionalidad.

Como se ha sostenido reiteradamente, el procedimiento


de los arts. 99, inc 4, segundo párrafo, y 114 de la
Constitución Nacional, es el único mecanismo para acceder a una
judicatura específica y es también un procedimiento complejo que
no puede completarse por partes sino de forma íntegra.

Lo dicho define la pretensión de los actores pero,


tal como lo ha señalado esta Corte en los precedentes ―Rosza‖ y
―Uriarte‖ en respuesta a casos de similar naturaleza, la
repercusión de los efectos de la decisión debe ser prudentemente
considerada, para evitar la afectación en la continuidad y
regularidad en la administración de justicia.

Ello conduce al segundo de los temas que habrá de ser


abordado por este Tribunal.

Gravedad institucional dentro del cual se inserta la situación


de los recurrentes y deber constitucional de resolverla con
seguimiento de los principios constitucionales de juridicidad e
igualdad, asegurando la continuidad y el recto funcionamiento
del servicio de justicia

27) Que, además de la situación de los actores, la


cuestión constitucional planteada tiene efectos generales que

- 37 -
califican la gravedad institucional que ofició como presupuesto
de esta acción.

La cobertura de vacantes por mecanismos no previstos


por la Constitución Nacional, asumidos como transitorios pero
con vigencia sine die, ha sido lamentablemente una constante en
los últimos tiempos. La transitoriedad con vocación de
perdurabilidad ha requerido en varias ocasiones ─tal como se ha
reseñado con las citas jurisprudenciales correspondientes─ la
intervención de este Tribunal para resolver situaciones enojosas
o necesitadas de interpretación.

Por tratarse de un tema recurrente que no solo


involucra a los actores sino a buena parte de la magistratura,
comprometiendo al normal funcionamiento de uno de los poderes
del Estado, no le es posible a esta Corte ─como cabeza del Poder
del Estado que sufre las consecuencias de esta situación─
desentenderse de contribuir a la solución de este problema.

Ello justificó la aceptación de la vía del per saltum


para el estudio de esta causa por este Tribunal, quien al
hacerlo entendió que ―el planteo constitucional ventilado en
estas actuaciones excede el mero interés de las partes en el
presente proceso y atañe al de la comunidad, desde que está en
juego la interpretación constitucional de los traslados de los
jueces federales‖ (considerando 6º).

A tal punto la cuestión debatida excede el interés de


los recurrentes, aunque los comprende, que si se suman los

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cargos vacantes que registran coberturas no definitivas ─como es


el caso de los actores─ con aquellos que se encuentran sin
cubrir, se arriba a un porcentaje que ha oscilado en los últimos
años entre el 20% y el 30 % del total de la magistratura
(federal y nacional ordinaria).

28) Que esta circunstancia ha sido puesta de


manifiesto antes de ahora por esta Corte, en nota dirigida al
Consejo de la Magistratura el día 27 de septiembre de 2016,
destacando la ―delicada situación en la que se encuentra el
Poder Judicial de la Nación derivada de la existencia de una
cantidad significativa de cargos judiciales vacantes‖, ya que
―casi un cuarto del total de los cargos de la Justicia Nacional
y Federal ─considerando los tribunales cuya habilitación se
encuentra aún pendiente─ se encuentran vacantes‖. En
consecuencia, se exhortó a ese órgano constitucional a que
arbitre ―las medidas necesarias para dar la mayor celeridad a
los procesos de selección de magistrados que permitan proceder a
su designación de la forma establecida en la Constitución y
asimismo, se proceda a la formación de las listas de conjueces‖
para el funcionamiento del sistema de subrogaciones.

Cuatro años después, la documentación que surge del


Consejo da cuenta de que el porcentaje de vacancias no se ha
modificado, pese al enorme número de ternas elevadas en los años
2017 y 2018 por ese órgano. En efecto, las ―Memorias Anuales‖
del Consejo de la Magistratura dan cuenta de un mantenimiento
relativamente constante de las vacantes subrogadas durante los

- 39 -
años 2017 a 2019 (288 vacantes, según surge específicamente de
la memoria del año 2019, pág. 96, que reproduce los párrafos de
las memorias de los años 2017 y 2018, todas publicadas en
http://www.consejomagistratura.gov.ar/index.php/documentos/memor
ia-anual). El dato coincide en sustancia con los 294 cargos
vacantes sobre un total de 988 puestos totales (el 29,9% de los
magistrados) conforme denuncia la Comisión de Selección de
Magistrados y Escuela Judicial de ese Consejo en su informe de
―Estado de los Concursos en Trámite‖ y ―Estado de los Concursos
Finalizados‖, ambos al 2 de octubre de 2020 (publicados en el
sitio web de la Comisión que surge de https://old.pjn.gov.ar/).

29) Que en el caso específico de la Cámara Nacional


de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal ─cuya
composición da origen al presente litigio─, sus jueces
advirtieron que la completa integración de esa cámara no había
―sido alcanzada de forma efectiva‖ por ―más de una década‖,
concretamente desde el 31 de diciembre de 2007. De manera
significativa, esa advertencia fue realizada –tal como se ha
detallado ut-supra- en ocasión de dar respuesta a la solicitud
de la Comisión de Selección de Magistrados y Escuela Judicial
del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación
para que esa Cámara emita opinión respecto del traslado
solicitado por el doctor Pablo Daniel Bertuzzi (resolución
98/2018 RR.HH, del 6 de junio de 2018, mayoría compuesta por los
jueces Irurzun y Llorens).

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

30) Que lo dicho no implica que la responsabilidad en


la demora en cubrir de manera definitiva los cargos judiciales
sea enteramente atribuible al Consejo de la Magistratura.
Estudios preliminares han puesto de manifiesto una demora
promedio de 1327 días corridos ─esto es, tres años y medio─ para
cubrir una vacante; 667 días desde la publicación del concurso y
la conformación de la terna; 364 días desde la recepción de la
terna en el Poder Ejecutivo y la propuesta de acuerdo; y 296
días corridos desde la recepción del pliego en el Senado hasta
el decreto de nombramiento (Programa de Estudios sobre el Poder
Judicial, Laboratorio de Estudios sobre Administración del Poder
Judicial, 1era edición, Edunpaz, José C. Paz, 2019, pág. 74).

31) Que al panorama descripto, de por sí preocupante,


debe añadirse que el mecanismo excepcional de los traslados,
cuya validez fuera de la transitoriedad mereció el rechazo de
esta Corte en el voto mayoritario de la acordada 4/2018 y en el
voto único de la acordada 7/2018, continuó utilizándose.

En efecto, el Poder Ejecutivo llevó a cabo nuevos


traslados. Por su lado, el Consejo de la Magistratura no
solamente siguió proponiéndolos sino que, además, aprobó una
modificación al Reglamento de Traslado de Jueces en 2019 (cf.
resolución 270/19 modificatoria de la resolución 155/00 del
Consejo de la Magistratura) que pretendió darle cobertura
jurídica a las designaciones encubiertas bajo el ropaje de
traslados.

- 41 -
32) Que la modificación al Reglamento de Traslado de
Jueces constituye un hecho sobreviniente al dictado de la
acordada 7/2018 que no resulta compatible con las pautas allí
fijadas.

En primer término, en vez de receptar la pauta de


―marcada excepcionalidad‖ señalada en la acordada 7/2018 para
considerar la solicitud de un traslado, establece un ―criterio
restrictivo‖ que inmediatamente relativiza al sostener que
―puede darse cierta laxitud a alguna de las pautas propuestas
teniendo en consideración el contexto en el cual es formulada
cada solicitud en particular‖ (considerando 6).

En segundo término ─y a pesar de lo advertido en la


acordada 7/2018─ la modificación reglamentaria sostiene,
paradójicamente, que ―si bien está claro que son mecanismos
diferentes‖ (se entiende que se refiere al nombramiento y al
traslado), y que los nombramientos por vía de traslados ―no se
encuentran expresamente previstos en el art. 114 de la
Constitución Nacional‖ (lo cual es cierto), ―ambos representan
en última instancia una designación definitiva‖. Esta
asimilación, que contradice la línea de doctrina judicial de
este tribunal y las acordadas tantas veces citadas, se lee
expresamente en el considerando 10 de la resolución 270/2019,
modificatoria del reglamento vigente desde el año 2000.

En base a esta disposición, ante la ocurrencia de una


vacante en un cargo de magistrado, el Consejo de la Magistratura

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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se ha arrogado la facultad de elegir entre llamar a concurso en


los términos que impone la Constitución Nacional, o directamente
nombrar a un magistrado que hubiese solicitado ser trasladado a
ese cargo. De tal manera, la concurrencia del consentimiento del
juez, en forma de petición, aunado a la omisión del Consejo de
la Magistratura en llamar a un concurso alcanza para saltear el
procedimiento constitucional.

En esta línea debe recordarse que, incluso al


examinar un régimen de excepción como el de la subrogación, esta
Corte declaró inconstitucional una ley del Congreso porque no
establecía ―un sistema de parámetros objetivos‖ para designar a
uno entre otros candidatos para cubrir una vacante y, por ende,
no impedía que los subrogantes fueran nombrados "por motivos
indebidos" (―Uriarte‖, considerando 21).

Luego de la modificación introducida en 2019 por el


Consejo de la Magistratura, el régimen de traslados vigente, con
la pretensión de regular ―en última instancia una designación
definitiva‖, se aleja de la intención de la norma que reemplaza
y no establece ningún recaudo objetivo para individualizar a uno
entre los potenciales candidatos a ocupar una vacante, sino que
alcanza con la petición del interesado y la omisión del Consejo
de la Magistratura en llamar a un concurso para saltear el
procedimiento constitucional. Lo cierto es que el sistema no
prevé ningún valladar para evitar la designación por motivos
indebidos y busca designar jueces de manera permanente al margen

- 43 -
del art. 99, inciso 4°, segundo párrafo, de la Constitución
Nacional.

En conclusión, el reglamento abre así un atajo al


camino establecido en la Constitución Nacional, dejando en manos
del Consejo de la Magistratura la posibilidad de designar jueces
en forma ―definitiva‖ (considerando 10 de la resolución
270/2019). Ello resulta absolutamente incompatible con la
jurisprudencia reseñada de los precedentes ―Rosza‖, ―Uriarte‖ y
―Aparicio‖ para adquirir la calidad de juez, en tanto soslaya la
necesaria excepcionalidad institucional y el carácter
transitorio de tal remedio.

33) Que el Reglamento de Traslados de Jueces, más


allá de sus frustrados esfuerzos por encuadrarse en los
parámetros de ―Uriarte‖, violenta la Constitución Nacional
porque omite la participación necesaria de los tres poderes del
Estado para designaciones definitivas: Consejo de la
Magistratura, mediante una propuesta vinculante en terna como
culminación del procedimiento de selección de postulantes, Poder
Ejecutivo, a través de la nominación de un candidato, y Senado,
otorgándole el acuerdo.

Tal como están concebidos, los traslados de


magistrados de forma definitiva no cumplen con los recaudos
constitucionales para la designación de magistrados y por ello
socavan el pilar fundamental de la independencia judicial y los
derechos de los justiciables.

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34) Que, por todo lo hasta aquí expuesto, corresponde


que esta Corte Suprema, como cabeza del Poder Judicial de la
Nación y en ejercicio de la potestad y el deber constitucional
de adoptar, en el ámbito de sus atribuciones, las medidas
necesarias y apropiadas para evitar la afectación en la
continuidad de la correcta administración de justicia, disponga
lo necesario para que el endémico problema de la cobertura no
definitiva de cargos en la magistratura encuentre solución y no
se recurra a este Tribunal en busca de indulgencias ni
moratorias constitucionales.

Esta situación irregular debe ser resuelta en base a


parámetros objetivos que incluyan todos los casos concernidos y
no a un puñado de ellos y que otorgue igualdad de oportunidades
a los aspirantes y certeza a los justiciables. Es deber de esta
Corte remarcar que así como no hay traslados ‗buenos‘ y
traslados ‗malos‘, tampoco hay violaciones constitucionales
‗disculpables‘ y ‗no disculpables‘, porque está diferenciación
arbitraria y antojadiza es el tobogán que conduce a la anomia.

Tratándose de un tema que viene de lejos en el tiempo


y con creciente tendencia a expandirse, lo justo es que se evite
que al resolver esta causa se consolide un problema mayor, que
no es solamente interno y cuantitativo ─relativo al número de
magistrados trasladados─ sino también externo y cualitativo, en
tanto se vincula con la garantía del juez natural y la justicia
independiente.

- 45 -
No se trata entonces de una preocupación corporativa,
sino de un problema sistémico que compromete a cláusulas de las
llamadas parte dogmática y parte orgánica de la Constitución
Nacional, en tanto afecta a la garantía del derecho a la
jurisdicción (art. 18) y a la conformación de uno de los poderes
del Estado (arts. 94, inc. 4 y 114 incs. 1 y 2).

35) Que más allá de resolver el planteo de los


recurrentes, y advirtiéndose que aún hay cuestiones relativas a
los traslados que no han recibido una adecuada definición
normativa se exhortará al Poder Legislativo para que regule esta
institución, asumiendo que se trata de un mecanismo de
contingencia, transitorio, que no debe ser utilizado como
alternativa ni en reemplazo del nombramiento constitucional.

Asimismo, del mismo modo que en ocasión de fallar el


caso ―Rosza‖ esta Corte decidió mantener en el ejercicio de sus
cargos a los funcionarios designados sobre la base de un régimen
que consideró inconstitucional hasta que ―el Congreso y el Poder
Ejecutivo, en ejercicio de sus atribuciones, procedan a
establecer un sistema definitivo sobre la materia en debate con
estricta observancia de los parámetros constitucionales ya
examinados‖ (Fallos: 330:2361, considerando 22 y punto
resolutivo 4), y en oportunidad de sentenciar ―Uriarte‖ debió
incluso fijar los criterios de un régimen de transición ―hasta
tanto el Poder Legislativo sancione un nuevo régimen que se
ajuste a las pautas establecidas en este fallo‖ (Fallos:
338:1216, considerando 34 y punto resolutivo 8), estableciendo

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reglas generales que comprendían a los recurrentes pero a su vez


los trascendían, todo ello a efectos de ―evitar el caos
institucional o la eventual paralización del servicio de
justicia‖, en la presente causa este tribunal indicará al
Consejo de la Magistratura, sin invadir competencias que le son
ajenas, un curso de acción básico que asegure la continuidad del
funcionamiento del servicio de justicia y evite cuestionamientos
de las partes litigantes conforme a parámetros objetivos que
traten a los recurrentes -y a todos aquellos magistrados que se
encuentren en situación similar- con un criterio de igualdad.

36) Que corresponde a esta Corte Suprema, en ejercicio


de su función institucional, recordar el deber de ajustar las
conductas de los órganos de gobierno a la Constitución Nacional,
evitando y/o desalentando las costumbres que se apartan de ella
por razones de conveniencia circunstancial.

La seguridad jurídica, que ―constituye una de las bases


principales de sustentación de nuestro ordenamiento, cuya tutela
innegable compete a los jueces‖ (Fallos: 316:3231) y que es
reiteradamente reclamada por distintos sectores de la sociedad
como presupuesto necesario para su desarrollo, no consiste en la
mera repetición de actos jurídicos sino en la concordancia de
esos actos con el derecho vigente, empezando por la Constitución
Nacional.

En esta procura, los tribunales de justicia tienen un


rol decisivo para alentar las prácticas constitucionales y

- 47 -
desalentar las que contradicen la Norma Fundamental, asumiendo
que nunca se afecta la seguridad jurídica cuando se adapta una
conducta a la Constitución Nacional, aun cuando ello implique
modificar una práctica, o las expectativas generadas por esa
práctica, si es contraria a la Norma Fundamental.

Dado que ―la estabilidad de las decisiones


jurisdiccionales constituye un presupuesto ineludible de la
seguridad jurídica‖ (Fallos: 341:774), ―que adquiere dimensión
constitucional‖ (Fallos: 303:1354; 321:2933), con más razón ―en
cuanto se vincula con el ejercicio de las atribuciones de los
poderes‖ (Fallos: 254:62), toda vez que cuando un tribunal
cambie de criterio, algo que excepcionalmente puede suceder
(Fallos: 248:115), es su deber explicar con particular
elocuencia los motivos que lo impulsan a dicha mutación.

Esta Corte, como intérprete suprema de la


Constitución Nacional, debe tener especial celo en no modificar
injustificadamente su propia jurisprudencia, porque en ella se
aloja el último reservorio de respuestas ajustadas al derecho
vigente y la confianza de la comunidad de que al actuar conforme
a ellas no habrá de sufrir recriminaciones jurídicas.

Proyectado a la presente causa, convalidar


judicialmente una nueva modalidad de nombramiento o designación
definitiva para cubrir un cargo de juez, por fuera de la
secuencia ―concurso – nominación - acuerdo‖, supondría para este
Tribunal –además de violentar la Constitución Nacional (art. 99,

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inc. 4º, segundo párrafo y art. 114, incs. 1 y 2) y el texto de


sus acordadas (acordada 4/2018, considerando XV entre otros y
acordada 7/2018 art. 1º)- contradecir lo afirmado con especial
celo en sus propios precedentes ―Uriarte‖, ―Rosza‖ y ―Aparicio‖,
ampliamente reseñados en este fallo, debiendo en tal caso
explicar los motivos de dicho apartamiento.

En todos los precedentes citados, que resultan


concordantes con la presente sentencia en la salvaguarda de los
preceptos relacionados con la designación de magistrados, la
Corte ha debido corregir prácticas que se alejaban de la regla
constitucional, aunque ello implicara modificar situaciones
consolidadas de facto.

37) Que, finalmente, luego de haber abordado las


cuestiones relevantes para la resolución de la presente causa,
pueden resumirse las siguientes conclusiones:

1. Los actores trajeron a esta Corte una pregunta


novedosa vinculada a si los traslados pueden dar lugar a
designaciones definitivas, equiparables a las que prevé la
Constitución Nacional. En sus presentaciones en la causa
reiteran una y otra vez el carácter definitivo de sus traslados
que aquí ―se ha puesto en duda‖.

2. La respuesta de esta Corte es que los traslados no


deben entenderse como un atajo para el nombramiento de jueces
con carácter permanente y definitivo, pues la Constitución
Nacional prevé a tal efecto un solo mecanismo, en sus arts. 99,

- 49 -
inc. 4°, segundo párrafo, y 114, incs. 1 y 2; mecanismo que
constituye un procedimiento complejo que no puede cumplirse
parcialmente.

3. Interpretar que el Derecho reconoce a los traslados


como definitivos implicaría asumir que hay fuente normativa
suficiente para optar entre dos reglas de acceso a la
magistratura: a) o puede hacérselo por el proceso de concurso,
nominación y acuerdo; b) o puede hacérselo por traslado, sin
cumplir con alguna, algunas o todas las etapas descriptas (el
concurso, la nominación y/o el acuerdo). Esta segunda vía de
acceso no solo contradice el texto constitucional explícito sino
que carece de asidero en el texto de las acordadas 4/2018 (voto
de la mayoría) y 7/2018 y la jurisprudencia emanada de esta
Corte.

4. Las acordadas 4/2018 y 7/2018 impidieron en su


momento la conversión de jueces nacionales ordinarios en jueces
federales y evitaron que los traslados se convirtieran en
nombramientos definitivos. Tales votos deben leerse no sólo en
clave de la situación que puntualmente evitaron en su momento
─lectura prejuiciosa que se realizó en esa época y que generó
comentarios que hoy se revelan manifiestamente desacertados─,
sino con una mirada de presente y de futuro, pues evitan y
evitarán los intentos de cobertura inconstitucional de vacantes
de forma definitiva, clausurando la posibilidad de que se
recurra a este Tribunal en busca de ‗indulgencias‘ o
‗moratorias‘ constitucionales.

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5. Nunca hubo un fundamento jurídico válido para


considerar los traslados como definitivos, como no sea cierta
práctica contra-constitutionem alimentada por la duración sine
die de los traslados.

6. Las prácticas inconstitucionales no generan derecho.

7. Se afecta la seguridad jurídica cuando los tribunales


cambian de criterio sin dar motivos plausibles de dicho
apartamiento. En el caso, admitir que los traslados extendidos
sine die puedan ser equivalentes a las designaciones
definitivas, implica contradecir no sólo la Norma Fundamental
sino también precedentes específicos de esta Corte sin explicar
los motivos. En la medida en que las acordadas 4/2018 y 7/2018 -
por reenvío a aquella- invocan las cláusulas constitucionales a
cumplimentar y los precedentes de este tribunal que refieren a
ello (―Rosza‖ y ―Uriarte‖), no es posible sostener válidamente
que ha habido un cambio de criterio jurídico o una re-
interpretación de normas sino una decisión de superintendencia
que está en línea con los fallos de marras, como así también con
los precedentes ―Nisman‖ y ―Corrales‖.

8. Los recurrentes son jueces que ocupan sus actuales


cargos de modo no definitivo, por no haber cumplido con el
procedimiento previsto por la Constitución Nacional. Hasta tanto
se dirima la cobertura de los cargos vacantes de acuerdo al
procedimiento constitucional, los jueces trasladados
permanecerán en sus funciones y gozarán de la garantía

- 51 -
constitucional de inamovilidad. No deben volver a sus tribunales
de origen, por cuanto los traslados a los cargos que ocupan son
legítimos como tales.

De este modo, siguiendo precedentes de esta Corte, se evita una


situación de incertidumbre jurisdiccional con consecuencias que
podrían traducirse no sólo en impunidad ─o riesgo de tal─ en el
juzgamiento de delitos de suma gravedad que hayan merecido sus
intervenciones o que las merezcan en el futuro, sino también en
violación de garantías respecto de las personas que hubiesen
sido absueltas o sobreseídas.

9. La cuestión debatida excede la pretensión de los


recurrentes, involucra a un número mayor de casos y compromete
en cada uno de ellos la certeza del juez natural, lo cual
explica la admisión de la excepcional vía del per saltum en la
presente causa, pues ─tal como se dijo al momento de abrir el
procedimiento del art. 257 bis y ter del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación─ ―el planteo constitucional ventilado en
estas actuaciones excede el mero interés de las partes en el
presente proceso y atañe al de la comunidad, desde que está en
juego la interpretación constitucional de los traslados de los
jueces federales‖ (voto de mayoría, considerando 6º).

10. Si los cargos de jueces vacantes fuesen cubiertos con


celeridad, siguiendo el único procedimiento constitucional
(arts. 99, inc. 4, segundo párrafo, y 114, incs. 1 y 2 de la

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Norma Fundamental) las coberturas transitorias ─como el


traslado─ serían excepcionales.

11. La primera condición para lograr celeridad en la


justicia es lograr celeridad en la cobertura de sus vacantes,
pues de lo contrario se recarga el trabajo del resto de los
jueces.

12. La no cobertura a tiempo de las vacantes no sólo


genera instancias interpretativas como la presente, dificultades
de acceso a la justicia y demora en la resolución de pleitos;
tiene un efecto distorsivo muy grave para el equilibrio de los
poderes, pues uno de ellos queda mermado con relación a los
otros, afectando el sistema republicano de gobierno.

13. El Reglamento de Traslado de Jueces del Consejo de la


Magistratura del Poder Judicial de la Nación (resolución
155/00), luego de la modificación operada por la resolución
270/19, es inconstitucional, por cuanto omite instancias
previstas por la Constitución Nacional para la cobertura
definitiva de los cargos vacantes. Igual descalificación, y por
los mismos motivos, corresponde sea decretada para la resolución
183/20 del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la
Nación.

14. El Congreso de la Nación es el órgano encargado de


regular la institución de los traslados de magistrados. Esta
Corte ha expresado pautas constitucionales concretas sobre la
transitoriedad de los mismos y la compatibilidad de fueros para

- 53 -
su viabilidad. La regulación congresional permitirá contar con
parámetros objetivos referidos a otras cuestiones no reguladas,
tales como la incidencia de la modificación de la
circunscripción territorial del traslado, o los límites de la
―igual o similar competencia material‖ de los tribunales
concernidos. Dicha normativa, precedida del necesario debate
democrático, otorgará certeza a los magistrados ─evitando
revisiones esporádicas de su status jurídico─ y a los
justiciables, en relación a la garantía constitucional del juez
natural.

15. Esta Corte, como cabeza del Poder Judicial de la


Nación (art. 108 de la Constitución Nacional) y en ejercicio de
la potestad y el deber constitucional de adoptar, en el ámbito
de sus atribuciones, las medidas necesarias y apropiadas para
evitar la afectación en la continuidad de la correcta
administración de justicia, fija –tal como hizo en los citados
precedentes ―Rosza‖ y ―Uriarte‖- el curso de acción tendiente a
completar la disminuida dotación de magistrados del Poder
Judicial y asegurar la regularidad de su funcionamiento, en los
términos de los puntos 6 y 7 de la parte resolutiva.

Tal curso de acción evitará que se recurra


periódicamente a este tribunal, a partir de hechos consumados o
invocando un estado de necesidad provocado por factores
evitables, en busca de ‗indulgencias‘ o ‗dispensas‘ individuales
al cumplimento de normas, o de ‗moratorias constitucionales‘

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destinadas a ignorar de modo general y ―por única vez‖ conductas


reñidas con la Norma Fundamental.

Por ello, oído el señor Procurador General de la Nación


interino, se resuelve:

1. Declarar la inconstitucionalidad de la resolución


183/20 del Consejo de la Magistratura en tanto convalida un
procedimiento diferente al previsto constitucionalmente para
acceder al nombramiento del cargo de juez (arts. 99, inc. 4°,
segundo párrafo y 114 incs. 1º y 2º de la Constitución
Nacional).

2. Revocar la sentencia de primera instancia de autos en


tanto se funda en la resolución 183/20 del Consejo de la
Magistratura.

3. Rechazar la acción de amparo en cuanto al pretendido


carácter definitivo de los cargos que ocupan los actores en la
Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal (art. 16 de la ley 48), todo ello de
conformidad con lo dispuesto por los arts. 99, inc. 4º, segundo
párrafo, y 114, incs. 1º y 2º de la Constitución Nacional.

4. Declarar la inconstitucionalidad del Reglamento de


Traslado de Jueces del Consejo de la Magistratura del Poder
Judicial de la Nación, aprobado por la resolución 155/00, según
la modificación formulada por resolución 270/19, por violación

- 55 -
de los arts. 99, inc. 4, segundo párrafo y 114, incs. 1º y 2º de
la Constitución Nacional.

5. Exhortar al Congreso de la Nación para que dicte una


Ley que reglamente el traslado de magistrados judiciales.

6. El Consejo de la Magistratura de la Nación promoverá


y activará la realización de los concursos de los cargos
vacantes y restringirá al máximo la promoción de nuevos
traslados. En el caso de los cargos ocupados por los
recurrentes, convocará a un nuevo y específico concurso para
cubrir las dos vacantes de la Sala I de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal.

7. Los magistrados recurrentes en esta causa, y todos


aquellos que ocupan transitoriamente cargos de la judicatura por
traslado, continuarán ejerciéndolos y gozando de la garantía de
inamovilidad hasta el momento en que sean designados por
nombramiento los magistrados que ocupen de modo definitivo
dichos cargos, luego de cumplido el proceso constitucional de
los arts. 114, incs. 1 y 2 y 99, inc. 4, en todas sus etapas.

8. Los jueces trasladados, incluidos los magistrados


recurrentes en esta causa, no verán cercenada en ninguna forma
su eventual participación en los concursos de los cargos que
actualmente ocupan ni de otros que se convoquen, recordándose
para lo pertinente la vigencia de lo decidido por este tribunal
en las causas ―Rizzo‖ (Fallos: 336:760, considerando 41) y
―Uriarte‖ (Fallos: 338:1216, considerando 24).

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9. Declarar que la autoridad institucional de este fallo


no privará de validez a los actos procesales cumplidos por los
jueces trasladados hasta el momento de la designación definitiva
de los magistrados titulares de esos cargos (conf. doctrina de
"Barry", Fallos: 319:2151; "Itzcovich" Fallos: 328:566; "Anadón"
Fallos: 338:724).

10. Costas por su orden, habida cuenta de las


particularidades del caso. Notifíquese y, oportunamente,
devuélvase.

VO-//-

- 57 -
-//-TO CONCURRENTE DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA
ELENA I. HIGHTON de NOLASCO

Considerando:

1°) Que la señora jueza a cargo del Juzgado Nacional


de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal n°
5 rechazó el amparo interpuesto por Pablo Daniel Bertuzzi y
Leopoldo Oscar Bruglia, magistrados integrantes de la Sala I de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Capital Federal, contra el Estado Nacional -
Consejo de la Magistratura de la Nación, con el objeto de que se
declare la inconstitucionalidad y nulidad de la resolución
183/2020 del Plenario de dicho cuerpo que, por mayoría, resolvió
declarar que sus traslados desde tribunales orales federales ―no
ha(n) completado el procedimiento constitucional previsto en el
art. 99, inc. 4 de la Constitución Nacional conforme la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación así
como a las acordadas 4/2018 y 7/2018‖, y encomendar al Poder
Ejecutivo Nacional y al Senado de la Nación la revisión de sus
designaciones.

2°) Que en cuanto a los antecedentes de hecho que


dieron origen a estas actuaciones, la jueza de la causa relató
que Leopoldo Oscar Bruglia había sido designado, mediante el
decreto 1889/1993, Juez de Cámara en el Tribunal Oral Criminal
Federal nº 4 de la Capital Federal, previo acuerdo del Senado de
la Nación; que el 22 de diciembre de 2017 solicitó su traslado a

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la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y


Correccional Federal y que el Consejo de la Magistratura, a
través de la resolución 64/2018, prestó conformidad y recomendó
al Poder Ejecutivo Nacional que admitiera tal petición, lo que
finalmente sucedió con el dictado del decreto 278/2018 que
dispuso el traspaso del magistrado a la sala I de la mencionada
cámara. Pablo Daniel Bertuzzi había sido nombrado Juez de Cámara
en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nº 1 de La Plata,
provincia de Buenos Aires, por decreto 2040/2008;
posteriormente, mediante resolución 46/2010, el Consejo de la
Magistratura, previa petición del doctor Bertuzzi, remitió las
actuaciones al Poder Ejecutivo Nacional con la recomendación de
que emitiese un decreto disponiendo su traslado al Tribunal Oral
en lo Criminal Federal nº 4 de la Capital Federal, lo que
finalmente aconteció a partir del dictado del decreto 438/2010;
ante una nueva solicitud de traspaso efectuada por Bertuzzi, y
tras la recomendación favorable del Consejo de la Magistratura
efectuada en la resolución 358/2018, el Poder Ejecutivo Nacional
emitió el decreto 835/2018 por el que ordenó su traslado a la
Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal.

Asimismo, la jueza expuso que, a partir del dictado


de la resolución 183/2020 del Plenario de Consejo de la
Magistratura, con posterioridad al inicio de la presente acción,
el Poder Ejecutivo Nacional y el Senado de la Nación ejecutaron
diversos actos tendientes a someter los referidos traslados de

- 59 -
los actores a un nuevo acuerdo, en los términos del art. 99,
inc. 4°, de la Constitución Nacional.

Al abordar el tratamiento de la cuestión de fondo,


expresó que la resolución del caso debía partir del principio
conforme al cual la admisión de traslados sin acuerdo del Senado
de la Nación constituye una situación excepcional y, en
consecuencia, las normas que los habilitan deben ser
interpretadas de manera restrictiva. Ello por cuanto el
nombramiento como juez refiere a un cargo determinado y se
obtiene a través de un procedimiento complejo en el que
intervienen, conforme a lo previsto en la Constitución Nacional,
el Consejo de la Magistratura, el Poder Ejecutivo Nacional y el
Senado de la Nación, que procura asegurar la independencia de
los magistrados y el derecho de los justiciables.

Tras referenciar el texto del art. 1° del reglamento


de traslado de jueces nacionales vigente cuando ocurrieron los
hechos de la causa (aprobado por la resolución plenaria del
Consejo de la Magistratura 155/2000), señaló que la acordada
7/2018 de esta Corte establece que no resulta necesaria la
instrumentación de un nuevo procedimiento de designación, en los
términos del art. 99, inc. 4°, de la Constitución Nacional, en
el caso de traslados de magistrados federales para desempeñar
funciones de la misma jerarquía dentro de la jurisdicción
federal, con igual o similar competencia material, mediando
consentimiento del juez respectivo.

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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Seguidamente, la jueza procedió a verificar si tales


recaudos fueron cumplidos en el traslado de los actores. Sostuvo
que si bien ambos tribunales integran la jurisdicción federal y
poseen una misma o similar competencia material, es decir, la
competencia penal federal, difieren respecto de la jerarquía de
las funciones que desempeñan. Explicó que si bien los jueces
federales de los tribunales orales ostentan el cargo de ―juez de
cámara‖, ello no implica que exista una igualdad jerárquica y
funcional entre la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional Federal y el Tribunal Oral en lo Criminal
Federal, ni que se encuentre cumplido el requisito establecido
por el art. 1°, inc. b, de la referida resolución 155/2000 del
Consejo de la Magistratura, que exige igualdad de competencia en
razón del grado.

En esa inteligencia, estimó que no solo la tarea


desempeñada por unos y otros tribunales es esencialmente
distinta, sino que además su función dentro del proceso penal
difiere claramente tanto respecto de su naturaleza como del
momento de su intervención. Sobre esa base concluyó que ―las
diferencias que se presentarían entre la función de los
Tribunales orales y la Cámara de Apelaciones mencionados arrojan
duda sobre la existencia de idéntica competencia en razón del
grado —como lo exige la Resolución CM Nº155/00— o de funciones
de igual jerarquía —como lo hace la Acordada Nº 7/18—, de modo
tal que el accionar de la demandada no exhibe la arbitrariedad o

- 61 -
ilegalidad manifiesta que se requiere para que resulte
procedente la acción de amparo pretendida‖.

Por último, consideró inadmisible lo alegado por los


actores en el sentido de que la conducta del Consejo de la
Magistratura colisiona con las garantías constitucionales de
inamovilidad y estabilidad en el cargo de las que gozan todos
los jueces federales, en el entendimiento de que el accionar del
Consejo no produjo, por sí mismo, ningún efecto sobre el
nombramiento de los magistrados.

3°) Que contra dicho pronunciamiento los actores


interpusieron recurso extraordinario por salto de instancia en
los términos de los arts. 257 bis y siguientes del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, que este Tribunal
declaró admisible el 29 de septiembre pasado, con efecto
suspensivo de la sentencia recurrida y, en ese marco, ordenó
comunicar al Consejo de la Magistratura que, hasta que esta
Corte se pronuncie, debe abstenerse de llevar adelante actos de
ejecución de la resolución 183/2020 cuya validez se cuestiona en
las presentes actuaciones.

4°) Que en su presentación los recurrentes invocan la


configuración de una situación de máxima gravedad institucional
y extrema urgencia, por cuanto la resolución 183/2020 el Consejo
de la Magistratura declaró que sus traslados requerían el
acuerdo del Senado de la Nación, en ostensible contradicción con
lo resuelto por esta Corte en la acordada 7/2018, y a

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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continuación el Poder Ejecutivo de la Nación y el Senado de la


Nación iniciaron el proceso de revisión de sus designaciones en
la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal. A su vez, manifiestan que lo debatido en
autos trasciende su interés particular y afecta el de todos los
magistrados y justiciables, por estar en juego la interpretación
constitucional de la designación y los traslados de los jueces
federales, los principios de división de poderes e independencia
de los jueces, así como la garantía del juez natural. En este
sentido, mencionan que en las últimas tres décadas tuvieron
lugar sesenta y cuatro traslados de distinta clase en el fuero
federal y nacional, y afirman que lo que aquí se decida en
cuanto a la exigencia de someter sus designaciones a un nuevo
proceso de acuerdo senatorial impactará en la estabilidad e
independencia de aquellos jueces.

Argumentan que, al resolver como lo hizo, la jueza de


grado desconoció los alcances del instituto de la cosa juzgada
administrativa con relación al nombramiento de magistrados
federales, vulnerando así de modo flagrante las garantías
constitucionales consagradas por los arts. 110 y 115 de la
Constitución Nacional.

Aseveran que es falsa la afirmación respecto de que


la acordada 7/2018 fue dictada con anterioridad a sus traslados,
y manifiestan, además, que en la sentencia apelada la jueza de
la causa debió haber transcripto el considerando VII de la
acordada 7/2018 en la parte que resultaba dirimente para la

- 63 -
solución del caso, pero omitió ese apartado y seleccionó
párrafos de manera antojadiza y arbitraria, lo que condujo a
desconocer y desnaturalizar el criterio oportunamente
establecido por este Tribunal sobre la cuestión a decidir. Con
relación a la acordada 4/2018 expresan que la jueza perdió de
vista cuál era su holding y le otorgó fuerza vinculante
exclusivamente a los obiter dicta.

En esa línea se agravian por considerar que al


resolver como lo hizo la jueza omitió aplicar al caso la
normativa vigente y efectuó una interpretación que colisiona con
el principio de legalidad. En particular señalan que ni el
reglamento de traslado de jueces vigente al momento de los
traslados (resolución 155/2000 del Consejo de la Magistratura)
ni la acordada 7/2018 exigen identidad absoluta respecto de las
funciones jurisdiccionales desarrolladas por los jueces
trasladados. Sobre este punto, indican que las funciones de los
jueces de cámara y los jueces de tribunal oral son muy
similares, siendo las de estos últimos incluso más amplias.
Agregan que esta similitud fue expresamente tenida en cuenta
cuando, con la sanción del Código Procesal Penal de la Nación
(ley 23.984), se crearon los tribunales orales, pues para su
integración se designaron jueces de las cámaras de apelaciones
que fueron trasladados, previo consentimiento de los
magistrados, sin que se requiriera un nuevo acuerdo del Senado
de la Nación, en atención a que se trataba de la misma
jurisdicción, misma jerarquía y similar competencia funcional.

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otro s/ amparo ley 16.986.

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En suma, aseguran que sus traslados son definitivos


en tanto cumplieron los requisitos establecidos por la normativa
aplicable: 1) se efectuaron dentro de la misma jurisdicción,
esto es, federal; 2) la competencia era similar, criminal y
correccional federal; y 3) la jerarquía funcional de los jueces
era la misma, jueces federales de cámara.

5°) Que al contestar el traslado que le fue


conferido, el Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de
la Nación, en primer lugar, afirma que la intervención que le
cabe a dicho cuerpo en el procedimiento de traslado de jueces se
limitó a la mera emisión de una recomendación al Poder Ejecutivo
Nacional, de carácter no vinculante y que, en consecuencia, la
pretensión actual de los recurrentes no se identifica con acto
alguno que pueda ser atribuible a ese Consejo.

Asimismo, señala que no se advierte en la acción de


amparo y tampoco en el posterior recurso extraordinario federal
por salto de instancia, una explicación tangible acerca del
agravio concreto que ocasionaría a los actores la resolución
plenaria 183/2020, toda vez que la decisión relativa a si sus
designaciones en la Cámara Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal han completado o no el procedimiento
constitucional, se encuentra en la esfera de competencias de
otros poderes del Estado. Argumenta, además, que no se
encuentran acreditadas las circunstancias de arbitrariedad e
ilegalidad manifiesta requeridas por la Constitución Nacional,
ni los recaudos expresamente exigidos por la ley 16.986 para la

- 65 -
procedencia de la vía procesal excepcional de la acción de
amparo.

En cuanto al fondo de la cuestión debatida, niega que


los traslados individualizados en el punto dispositivo 1° de la
resolución plenaria 183/2020 hayan cumplido el procedimiento
constitucional previsto en el art. 99, inc. 4°, de la
Constitución Nacional, ni tampoco el requisito exigido por el
art. 1°, inc. b del reglamento de traslado de jueces entonces
vigente (resolución 155/2000), circunstancia que exige completar
esas designaciones con ajuste al mecanismo previsto en la Ley
Fundamental. En respaldo de su posición, cita lo expresado por
este Tribunal en la acordada 4/2018 en cuanto a que ―…el
cumplimiento de la manda constitucional de contar con acuerdo
específico del Senado para ocupar un cargo judicial con
competencia determinada permite que los senadores evalúen en
sesión pública —con la participación de la ciudadanía— la
idoneidad de un candidato para el cargo […] Ese juicio no se
realiza de una manera genérica y abstracta […] lo que el acuerdo
del Senado otorga es el aval a una designación para ejercer una
función jurisdiccional concreta…‖. En particular, refiere que en
el mencionado art. 1°, inc. b del reglamento de traslados
vigente al momento de dictarse las resoluciones plenarias que
recomendaron los cambios de asiento jurisdiccional de los
accionantes, se establece la necesidad de que la vacante a la
que se solicita el traslado, además de corresponder a la misma
jurisdicción y tener la misma competencia en razón de la materia

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y grado que ocupa el juez solicitante, debe atender a la


identidad de la función a la que se pide el pase.

En este sentido, remarca que de la mera lectura de


los arts. 24, 25, 31 y 32 del Código Procesal Penal de la Nación
se desprenden claras diferencias de la competencia, en el grado
y en la materia, de los Tribunales Orales en lo Criminal
Federales y de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional. Añade que el doctor Bertuzzi obtuvo acuerdo del
Senado de la Nación para desempeñarse como juez del Tribunal
Oral en lo Criminal Federal n° 1 de La Plata, por lo cual
subraya que a la disímil competencia en razón de la materia y
grado, y a la distinta función, debe agregarse que dicho
magistrado no posee acuerdo senatorial para desempeñarse en la
Justicia en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital
Federal. Manifiesta que resulta incuestionable que el traslado
de un magistrado de una jurisdicción territorial a otra requiere
de un nuevo acuerdo del Senado de la Nación, y que la ausencia
de nombramiento conforme al referido procedimiento
constitucional complejo no puede ser suplida ni por un decreto
del Poder Ejecutivo Nacional que disponga el traslado del juez
ni tampoco por la circunstancia de que este cuente con una
designación previa para un cargo en otra jurisdicción
territorial y/o en un tribunal con una competencia distinta, en
razón del grado o de la materia, o cuando posee una función
diversa.

- 67 -
En esta inteligencia, concluye que, más allá de la
terminología empleada en algunos decretos del Poder Ejecutivo
Nacional, el traslado de un magistrado a un cargo perteneciente
a una jurisdicción territorial distinta, con una competencia
diferente en razón de grado o de la materia y/o con una función
diversa a aquel para el cual fuera originariamente designado
―…configura en realidad un nuevo nombramiento‖ que debe cumplir
con el procedimiento previsto en el art. 99, inc. 4º, segundo
párrafo, de la Constitución Nacional.

Por otra parte, sostiene que no existe una afectación


de la cosa juzgada administrativa, por cuanto a través el acto
aquí impugnado, el Consejo de la Magistratura se limitó a
considerar que el procedimiento de traslado de los actores no se
había perfeccionado en los términos previstos en el referido
art. 99, inc. 4°, de la Constitución Nacional y, como
consecuencia de ello, comunicó tal circunstancia al Poder
Ejecutivo Nacional y a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, sin afectar los actos dictados con anterioridad en su
ámbito de intervención. De esta manera, afirma que el Consejo de
la Magistratura no dejó sin efecto las recomendaciones de
traslado realizadas mediante las resoluciones 46/2010, 64/2018 y
358/2018, ni dispuso su revisión, sino que se limitó a
manifestar que el trámite constitucional que los traspasos
requerían no se completó debidamente. Por lo demás, señala que
las reglas propias del derecho administrativo no resultan
aplicables al presente caso, donde se encuentra en juego el

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proceso constitucional de designación de magistrados y el


resguardo de las garantías constitucionales de los justiciables.

Además, descarta que la resolución plenaria 183/2020


produzca una afectación a la inamovilidad de los jueces, ya que
dicho acto no adoptó temperamento alguno respecto de la
continuidad de los actores en sus cargos, sino que se limitó a
declarar la posición institucional del Consejo de la
Magistratura respecto de la completitud o no del procedimiento
previsto en el art. 99, inc. 4, de la Constitución Nacional y a
efectuar una mera recomendación, en ejercicio de atribuciones
que son propias de dicho órgano. Más allá de lo expuesto,
manifiesta que los actos sobrevinientes emanados del Senado de
la Nación y del Poder Ejecutivo Nacional tampoco afectaron en
modo alguno los alcances de las garantías de estabilidad,
inamovilidad e intangibilidad de las remuneraciones que asisten
a los recurrentes en su carácter de magistrados, ya que estas
corresponden exclusivamente a los cargos en los cuales han sido
originariamente designados y para los cuales cuentan con el
pertinente acuerdo senatorial.

Por último, advierte que en la acordada 7/18 este


Tribunal no se pronunció sobre los traslados de los recurrentes
a la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal. En
tal sentido, sostiene que la aludida acordada no solo no se
refirió expresamente a los jueces Bruglia y Bertuzzi, sino que
tampoco se expidió sobre un hipotético traslado de un integrante
de un Tribunal Oral en lo Criminal Federal a dicha cámara.

- 69 -
6°) Que el Procurador General de la Nación interino
emitió su dictamen en el sentido de hacer lugar al recurso
extraordinario por salto de instancia y revocar la sentencia
apelada.

Al fundamentar su opinión, señala en forma preliminar


que el Consejo de la Magistratura, desde que fue instaurado,
contempló a nivel reglamentario el traslado de jueces con
carácter permanente, institución que era utilizada desde mucho
antes. Indicó que en un principio, mediante la resolución 78/99,
el Consejo de la Magistratura fijó un criterio sumamente
restrictivo para la procedencia de los traslados de magistrados;
que al poco tiempo, a través de la resolución 155/00, se aprobó
el reglamento que regía al momento de tramitarse las solicitudes
de traslado presentadas por los recurrentes y que fijó
condiciones menos exigentes para el traspaso de jueces; y que
mediante la resolución 270/19 se establecieron nuevas pautas
para el traslado de magistrados.

Descarta que el criterio hermenéutico que


oportunamente informó las disposiciones por las que se trasladó
a los recurrentes hubiera sido arbitrario. Ello, en base a la
acreditada y extendida aplicación del estándar más flexible que
el Consejo de la Magistratura había adoptado en aquel momento,
dentro de sus innegables facultades para dictar e interpretar
sus propias normas, y en la circunstancia de que esta Corte tuvo
oportunidad de pronunciarse, mediante el dictado de las
acordadas 4/18 y 7/18, aclarando aspectos relativos a la

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cuestión del traspaso de jueces que habían suscitado


controversia.

Sostiene que, en la práctica, la resolución 183/20


impugnada en autos incorporó por vía interpretativa al régimen
de traslados previsto con anterioridad, los recaudos que hoy
exige el nuevo reglamento, al otorgar a los conceptos de
―jurisdicción‖, ―competencia‖ y ―grado‖ un alcance que no surgía
de manera inequívoca de las normas vigentes en el momento en que
los actores tramitaron sus peticiones de traspaso. Considera que
cuando con posterioridad el Consejo de la Magistratura emitió la
resolución 183/20 y añadió un recaudo que según su anterior
interpretación de la resolución 155/00 no cabía exigir, se violó
el principio de legalidad, pues de esta manera dicho órgano
desconoció sus propios actos dictados de conformidad con sus
propias normas, con grave afectación a la inamovilidad de los
jueces en los cargos que estaban desempeñando.

Remarca que lo expuesto no implica desconocer la


facultad del Consejo de la Magistratura de cambiar a su
discreción los reglamentos en materia de traslado o incluso la
interpretación que haga de ellos con efecto inmediato, sino
establecer que ello no autoriza a revisar con carácter
retroactivo decisiones ya adoptadas. Insiste en que no se trata
aquí de resolver cuál es el criterio hermenéutico que debe ser
preferido, sino de la imposibilidad de aplicar retroactivamente
el que hoy se propugna para revisar actos regularmente cumplidos
al amparo del anterior. Expresa que esta limitación se vincula a

- 71 -
los principios cardinales de buena fe y de irretroactividad, así
como a la regla según la cual nadie puede ir en contra de sus
propios actos.

Destaca que al revocarse o ignorarse, del modo en que


lo hizo la demandada, actos estatales como los que condujeron a
los traslados de los recurrentes, se compromete la seguridad
jurídica y la garantía de la independencia de los magistrados.
En este sentido, asevera que de tal forma no se afecta
únicamente la inamovilidad de los jueces, necesaria para un
ejercicio independiente de la magistratura, sino también la
transparencia y previsibilidad en la actuación de los órganos
estatales.

En esta línea señala que si los órganos encargados de


la selección y nombramiento de los jueces pudieran revisar en
cualquier tiempo sus propios actos sobre cuya base los
magistrados ocupan sus cargos, indudablemente se colocaría a
estos en esa situación de dependencia y precariedad incompatible
con el principio de independencia judicial.

7°) Que del relato de los antecedentes de la causa


surge que los actores impugnan la resolución 183/20 del Consejo
de la Magistratura en cuanto decidió comunicar al Poder
Ejecutivo Nacional que no se había completado el procedimiento
previsto por el art. 99, inc. 4°, de la Constitución Nacional
respecto de sus traslados —efectuados mediante los decretos
835/18 y 278/18— a la Sala I de la Cámara Nacional de

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Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital


Federal. Sostienen que esa decisión del Consejo de la
Magistratura implicó privarlos de sus cargos de jueces de dicha
cámara federal por una vía contraria al mecanismo
específicamente establecido en la Constitución Nacional para
remover a los jueces de sus cargos definitivos.

Por consiguiente, la cuestión a decidir consiste en


determinar si el Consejo de la Magistratura podía impulsar una
actuación de esa naturaleza respecto de los traslados de los
recurrentes. De la decisión a la que se arribe sobre ese punto
dependerá la validez de los actos cumplidos en consecuencia por
el Poder Ejecutivo Nacional y el Senado de la Nación, que
concluyeron con el dictado de los decretos 750/20 y 752/20 que
dispusieron el cese de los traslados de los demandantes al
tribunal en el que ejercían su magistratura.

La circunstancia de que los actores no hayan


cuestionado formalmente aquellos últimos actos no constituye un
obstáculo insalvable para ingresar al estudio de la cuestión
planteada toda vez que sí han controvertido la plataforma sobre
la cual fueron dictados, esto es, la referida resolución 183/20
del Consejo de la Magistratura. El Tribunal cuenta con
facultades para avocarse al examen de las actuaciones, y aun
proceder de oficio, frente a la posible transgresión de
principios fundamentales inherentes a la mejor y más correcta
administración de justicia, velando por su eficacia en el
cumplimiento de los altos deberes que al respecto le conciernen.

- 73 -
Un quebrantamiento de esa gravedad verificó la Corte frente a la
―constitución legal misma de los tribunales federales,
indispensable para fallar las causas‖ (confr. Fallos: 156:283;
336:1172; 338:284).

8°) Que de manera preliminar corresponde recordar que


esta Corte ha reconocido que una de las derivaciones del
principio cardinal de buena fe es el derecho de todo ciudadano a
la veracidad ajena y al comportamiento leal y coherente de los
otros, sean estos los particulares o el propio Estado (conf.
Fallos: 312:1725). Sin embargo, también ha precisado que la
llamada doctrina de los actos propios debe aplicarse en el campo
del derecho público con las necesarias adaptaciones, es decir,
―con las discriminaciones impuestas por la naturaleza de lo que
constituye la sustancia de aquél‖ (conf. Fallos: 190:142;
304:919; 310:1589). En este sentido, la doctrina del venire
contra factum propium non valet no puede vincular a la
Administración cuando la conducta precedente no se ajusta a la
ley imperativa aplicable al caso, ya que la tutela de las
expectativas generadas en los administrados no puede primar
sobre el principio de legalidad al que se encuentra sometida la
actividad del Estado (conf. causa CSJ 304/1992 (24-P)/CS1 in re
―Punte, Roberto Antonio c/ Neuquén, Provincia del s/
cumplimiento de contrato‖, sentencia del 19 de mayo de 2010).

9°) Que por otra parte, esta Corte tiene dicho que
los actos administrativos firmes, que provienen de autoridad
competente, llenan todos los requisitos de forma y se han

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expedido sin grave error de derecho, no pueden ser anulados por


la autoridad que los dictó si generaron derechos subjetivos que
se incorporaron al patrimonio de sus destinatarios (Fallos:
175:368; 285:195; 308:601; 310:1045; 327:5356, entre muchos
otros), puesto que no existe precepto alguno ―que declare
inestables, revisables, revocables o anulables los actos
administrativos de cualquier naturaleza y en cualquier tiempo,
dejando los derechos nacidos o consolidados a su amparo a merced
del arbitrio o del diferente criterio de las autoridades, cuyo
personal sufre mutaciones frecuentes por ministerio
constitucional, legal o ejecutivo‖ (Fallos: 175:368; 338:212).

No obstante, el Tribunal también ha dejado sentado


que esta regla no es absoluta, como tampoco son absolutos los
principios, garantías y derechos reconocidos por la Constitución
Nacional (arts. 14 y 28). En este sentido, ha manifestado
reiteradamente que la estabilidad de los actos administrativos
cede cuando la decisión revocada carece de las condiciones
esenciales de validez por hallarse afectada de vicios graves y
ostensibles en su forma, competencia o contenido; fue dictada
sobre la base de presupuestos fácticos manifiestamente
irregulares, reconocidos o fehacientemente comprobados; o, en
otras palabras, fue dictada a raíz de un error grave de derecho
(Fallos: 258:299; 265:349; 285:195; 316:3157; 327:5356, entre
muchos otros). En estos casos, la facultad revocatoria, aunque
es de interpretación restrictiva, encuentra justificación en la
necesidad de restablecer sin dilaciones el imperio de la

- 75 -
juridicidad comprometida por aquellos actos administrativos
irregulares (Fallos: 314:322, considerando 7° y sus citas;
338:212).

10) Que así delimitado el thema decidendum,


corresponde examinar la regularidad de los traslados dispuestos
por el Poder Ejecutivo Nacional mediante los decretos 835/2018
(doctor Bertuzzi) y 278/2018 (doctor Bruglia), como consecuencia
de la previa intervención del Consejo de la Magistratura a
través de las resoluciones 358/2018 y 64/2018, respectivamente.
Ello es así toda vez que la impugnación de los actores se
asienta en el carácter regular y definitivo de sus traslados a
la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Capital Federal.

11) Que en primer lugar, conviene precisar que la


cuestión aquí debatida se refiere a supuestos distintos a los
examinados por el Tribunal en las acordadas 20/17 y 4/18, donde
los traslados de los jueces habían sido dispuestos por el
Congreso de la Nación mediante la ley 27.307, como consecuencia
inevitable de la transformación de los tribunales que integraban
hasta ese momento.

De modo que el procedimiento de traslado que aquí


corresponde analizar difiere sustancialmente del traslado de
jueces dispuesto mediante una ley del Congreso de la Nación como
consecuencia inexorable del ejercicio de su potestad
constitucional exclusiva de transformar tribunales. Mientras en

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el primer caso el juez trasladado pasa a ocupar un cargo que se


encuentra vacante, en el segundo, además de ser el Congreso de
la Nación quien dispone el traslado, el juez trasladado pasa a
integrar el nuevo tribunal constituido como consecuencia de la
transformación —y, por tanto, disolución— del tribunal en el que
cumplía funciones hasta ese momento.

12) Que fue este último supuesto el que abordó el


Tribunal en las mencionadas acordadas 20/17 y 4/18.

En efecto, en la disidencia parcial suscripta en la


acordada 4/18 se expresó que el Congreso de la Nación contaba
con la facultad constitucional de establecer nuevos tribunales,
suprimir otros o reformar los existentes, atribución que esta
Corte había sostenido que no podía ser interpretada de modo
restrictivo pues ello ―serviría muchas veces de obstáculo a toda
mejora (…) obligando a conservar magistraturas o jurisdicciones
dignas de supresión o de reformas‖ (Fallos: 17:22; 310:2184).

Asimismo, se señaló que esta facultad había sido


ejercida por el Congreso en diversas oportunidades a lo largo de
la historia, sin que hubiera merecido objeciones
constitucionales. Así ocurrió, por ejemplo, con la ley 23.637
que unificó la Justicia Nacional Especial en lo Civil y
Comercial con la Civil de la Capital Federal, transformándolas
en un único fuero nacional en lo civil. Lo mismo ocurrió con la
ley 25.292, que transformó los juzgados nacionales en lo penal
tributario en juzgados nacionales en lo penal económico. En

- 77 -
ambos casos se traspasaron jueces de los distintos fueros y se
modificaron las competencias de los juzgados en cuestión.

También se sostuvo que el Consejo de la Magistratura


tenía facultades constitucionales en lo relativo al
aseguramiento de la eficaz prestación de los servicios de
justicia (art. 114, inc. 6°, in fine, de la Constitución
Nacional) y se hallaba en condiciones de contribuir a la toma de
decisiones relativas a la reorganización funcional de los
tribunales. Por esa razón, se estimó que, en principio, no
resultaba irrazonable la atribución que en ese sentido le
confería la ley 27.307 de individualizar los tribunales orales
en lo criminal y correccional de la Capital Federal que se
transformarían en tribunales orales en lo criminal federal de la
Capital Federal. Ello, en la medida en que, cabe reiterar, dicha
transformación había sido ordenada por la citada ley 27.307.

En lo que aquí más importa, se agregó que la potestad


constitucional del Congreso de la Nación de reformar o
transformar tribunales llevaba aneja, inexorablemente, la de —
dentro de ciertos límites— traspasar jueces, y que si esto
último no se permitiese, esa atribución del Congreso quedaría
injustificadamente limitada o, de lo contrario, para honrar la
garantía constitucional de inamovilidad de los jueces (art. 110
de la Constitución Nacional), el Congreso se vería obligado a
perpetuar en sus funciones a todos los magistrados de los
tribunales que se pretendieran transformar, lo que

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necesariamente derrotaría la reorganización judicial que el


Congreso pretende lograr con el traspaso.

Una vez admitida la facultad del Congreso de


transformar tribunales y de trasladar jueces, debía precisarse
cuáles eran los límites constitucionales dentro de los cuales
ello podía realizarse y, en particular, si se requería un nuevo
procedimiento de designación para los magistrados trasladados.
Se recordó que tal cuestión había sido resuelta por esta Corte
en varios momentos de su historia, requiriendo que los traspasos
cuenten con el consentimiento de los magistrados involucrados y
que se trate de cargos de igual jerarquía.

Como ejemplo se refirió a lo decidido por el Tribunal


en la acordada 20/17, donde se había resuelto una solicitud
análoga a la examinada en esa oportunidad a favor de un pedido
de habilitación de un tribunal al que se trasladaba el juez del
tribunal transformado, dado que la misma ley 27.307 había
ordenado la transformación de un tribunal oral en lo criminal de
la Capital Federal en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de
la Capital Federal n° 7. Es decir, en dicha acordada 20/2017
también se trató de un traslado dispuesto por el Congreso de la
Nación como consecuencia de la transformación de un tribunal.

Tras destacar —en ese mismo contexto— que la reforma


constitucional de 1994 no exigió un nuevo nombramiento para el
traslado de jueces, se añadió que el requisito de idoneidad que
establece el art. 99, inc. 4°, de la Constitución debía

- 79 -
entenderse satisfecho en virtud de que los magistrados
trasladados habían sido designados de conformidad con el
procedimiento constitucional vigente a la época de sus
respectivos nombramientos y que, por tanto, resultaría
inaceptable exigir una nueva designación en virtud de dicha
reforma para los jueces que se trasladaban. Sobre este mismo
punto, se agregó que tanto el tribunal transformado como el
nuevo tenían competencia en causas referidas a la misma
especialidad jurídica, razón por la cual tampoco podía ponerse
en duda desde esa perspectiva la idoneidad de los jueces
trasladados.

Se dijo también —siempre en el marco del supuesto


bajo examen, esto es, el traslado de jueces dispuesto por el
Congreso de la Nación con motivo de la transformación de un
tribunal— que el alcance de la designación en un cargo judicial
no podía ser entendido en términos que supusieran que los
magistrados podían desempeñarse única y exclusivamente en el
puesto en el que habían sido originariamente designados, dado
que ―[s]i ello fuera así el Congreso jamás podría alterar la
competencia de los tribunales, ampliándola o modificándola, lo
que cercenaría una facultad que la Constitución le atribuye de
manera exclusiva (Fallos: 327:831; entre otros), pues toda
ampliación o modificación de la competencia de un tribunal
implica la habilitación para que los magistrados entiendan en
materias o cuestiones para las que, de acuerdo con la tesitura
que se rechaza, no habrían sido designados‖.

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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Se expresó que tampoco era necesario un nuevo


nombramiento cuando un juez de una cámara de apelaciones
integraba, en los términos del artículo 31 del decreto 1285/58,
otra cámara distinta a aquella en la que había sido designado,
ni en el caso de los magistrados jubilados, quienes conservaban
el ―estado judicial‖ y podían ser llamados a ocupar
transitoriamente el cargo que desempeñaban en oportunidad de
cesar en el servicio u otro de igual jerarquía, estando
habilitados para ejercer funciones jurisdiccionales distintas a
aquellas para las que habían sido designados, puesto que todos
los jueces nombrados por el procedimiento establecido en la
Constitución, independientemente del juzgado para el que habían
sido designados, adquirían ―estado judicial‖ con su primera
designación.

También se diferenció el supuesto que se estaba


examinando de la cuestión considerada por el Tribunal en los
precedentes ―Rosza‖ (Fallos: 330:2361) y ―Uriarte‖ (Fallos:
338:1216). Mientras allí se analizó la facultad del Congreso de
transformar un tribunal y su consecuencia natural de traspasar a
sus jueces titulares designados mediante el procedimiento
previsto en la Constitución, en los precedentes citados esta
Corte fijó las pautas necesarias para cubrir vacantes judiciales
temporales.

Asimismo, se destacó que lo decidido por la mayoría


del Tribunal en la causa ―Nisman‖ (Fallos: 339:1342) no tenía
incidencia en la cuestión que allí se trababa dado que no

- 81 -
implicaba en modo alguno considerar a los jueces federales como
distinguibles de los jueces nacionales con respecto a su proceso
de designación.

Por otra parte, se descartó la exigencia de una nueva


designación por la circunstancia de que la competencia de ambos
tribunales (el transformado y el nuevo) fuera parcialmente
distinta, toda vez que el Tribunal había reconocido desde
antiguo amplias facultades al Congreso de la Nación para fijar o
modificar las competencias de los tribunales, incluso si ello
supusiere asignar a los tribunales federales competencias
propias de la justicia ordinaria y viceversa (Fallos: 99:383;
entre otros).

Se enfatizó que las facultades de transformación y


traslado ejercidas por la ley 27.307 no lesionaban, en
abstracto, ni la garantía del juez natural (Fallos: 17:22), ni
suponían un atentado contra la inamovilidad de los jueces ni
contra su independencia, pues se trataba de un mero traslado
dentro de la esfera del Poder Judicial de la Nación del que no
surgía ánimo de constreñir a los magistrados ni de colocarlos en
funciones radicalmente diversas de aquellas para las que
oportunamente habían sido designados (Fallos: 313:330, voto del
juez Fayt, considerando 5°).

Finalmente, se tuvo en cuenta que al sancionar la ley


27.307, el Congreso de la Nación había tenido por objeto
solucionar problemas estructurales de la justicia federal penal,

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
otro s/ amparo ley 16.986.

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adaptando sus recursos a las exigencias de la problemática del


momento. Como surgía tanto del mensaje de elevación del proyecto
de ley como del debate en las cámaras legislativas, la norma
buscaba aliviar la sobrecarga de trabajo que afectaba a los
tribunales orales en lo criminal federal de la Capital, con las
consiguientes demoras en la prestación del servicio de justicia.
Se valoró también que el Congreso había considerado que las
estadísticas elaboradas por esta Corte demostraban que la
creciente y constante carga de trabajo de dichos tribunales
atentaba contra la adecuada y eficiente administración de
justicia, contribuyendo a que muchas cuestiones no fueran
sometidas a debate oral y fueran resueltas por otra vías, entre
ellas, el dictado de sobreseimientos por prescripción de la
acción penal en forma masiva (Mensaje 554 de fecha 4 de abril de
2016; intervención del miembro informante Diputado Mestre,
Sesión Ordinaria del 28 de septiembre de 2016). También se hizo
referencia a lo destacado por el miembro informante de la Cámara
de Senadores, senador Guastavino, en cuanto a que un alto
porcentaje de los casos que se tramitaban ante la justicia
federal se referían a violaciones de los derechos humanos
cometidos durante la última dictadura militar, a casos de
corrupción, narcotráfico y a delitos complejos, que insumían una
mayor cantidad de tiempo y recursos (Diario de Sesiones de la
Honorable Cámara de Senadores de la Nación, sesión del 10 de
agosto de 2016, pág. 33).

- 83 -
13) Que de acuerdo con las consideraciones
precedentes, y tal como se desprende de la citada disidencia,
los traslados de jueces dispuestos a través de una ley del
Congreso de la Nación como resultado de la transformación del
tribunal en el que ejercían funciones, responden a una potestad
constitucional exclusiva de dicho poder del Estado; de modo que
mientras esa atribución sea ejercida dentro de ciertos
parámetros de razonabilidad, los traslados serán regulares y
definitivos.

Cuando se trata de traslados de jueces instrumentados


en el contexto de transformación o modificación legislativa de
un tribunal ya constituido e integrado, rechazar la posibilidad
de que los jueces trasladados vean modificada su competencia
implicaría, en los hechos, cercenar la atribución constitucional
del Congreso de alterar la competencia de los tribunales.

14) Que por el contrario, los traslados de


magistrados dispuestos por el Poder Ejecutivo Nacional a
instancias del Consejo de la Magistratura, es decir, sin la
intervención del Congreso de la Nación y fuera de los supuestos
de transformación de tribunales, solo pueden ser considerados
regulares y definitivos cuando hayan sido dispuestos en
cumplimiento de todos los requisitos previstos a tal fin. No
debe perderse de vista que el traslado de jueces, aun cuando
resulte un mecanismo válido bajo ciertos límites
constitucionales, constituye un sistema excepcional que no puede

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
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desnaturalizar el procedimiento de selección de magistrados que


establece la Constitución Nacional en el art. 99, inc. 4°.

Las aludidas diferencias entre ambos supuestos de


traslados determinan también diferencias en cuanto a sus
requisitos y condiciones. Como se expresó, los traslados
realizados a través de una ley del Congreso de la Nación, al ser
inmanentes a la transformación de un tribunal, requieren el
ejercicio regular de esa potestad por parte de dicho poder del
Estado; en cambio, los que son dispuestos por el Poder Ejecutivo
Nacional, al carecer de ese contexto justificante, requieren el
cumplimiento de requisitos más estrictos.

15) Que con anterioridad a la instauración del


Consejo de la Magistratura, los requisitos de validez de los
traslados dispuestos por el Poder Ejecutivo Nacional habían sido
definidos por esta Corte en algunos pronunciamientos, al exigir
el consentimiento de los magistrados involucrados (Fallos:
201:245; 256:114; 313:330) y que se trate de cargos de igual
jerarquía (Fallos: 288:387, 388; 313:330).

Con la puesta en funcionamiento del Consejo de la


Magistratura, dichos requisitos fueron regulados a través de
resoluciones dictadas por ese cuerpo. En un principio, estaban
previstos en el artículo 50 del Reglamento de Concursos Públicos
de Antecedentes y Oposición para la Designación de Magistrados
del Poder Judicial de la Nación (aprobado por la resolución
78/99, modificada por las resoluciones 1/00, 38/00 y 106/00),

- 85 -
hasta que, mediante la resolución 155/2000, el Consejo reguló el
instituto de manera autónoma, derogando el referido artículo 50
del reglamento de concursos. En el art. 1° del reglamento de
traslado de jueces aprobado por esa resolución 155/00 se
establecieron, a través de sus tres incisos, los requisitos que
debían cumplirse para que un magistrado pudiera solicitar su
traslado a un cargo de otro tribunal que se encontrara vacante.
Finalmente, ese régimen fue modificado por la resolución 270/19.

16) Que resulta evidente entonces que los criterios


establecidos en la referida disidencia de la acordada 4/2018 —
para traslados realizados por el Congreso de la Nación por
transformación de un tribunal— no resultan aplicables a los
traslados de los actores —dispuestos por el Poder Ejecutivo
Nacional—, así como tampoco cabría exigir a los primeros los
requisitos aplicables a estos últimos, sencillamente porque se
trata de supuestos que poseen origen y naturaleza diferente y,
por lo tanto, están sujetos a recaudos también diferentes.

Tal distinción fue considerada en aquella disidencia,


donde se dejó aclarado que el traslado que se estaba analizando
había sido ordenado por una ley del Congreso y no por un decreto
del Poder Ejecutivo. Y esa fue, precisamente, la razón por la
cual no resultaron exigibles los requisitos previstos en el
reglamento de traslado de jueces aprobado por la resolución
155/00, requisitos que, por el contrario, sí eran plenamente
exigibles para los traslados de los actores, puesto que dicho

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reglamento regía para los traslados realizados por el Poder


Ejecutivo al momento en que estos últimos fueron dispuestos.

En conclusión, los traslados de los actores solo


pueden ser considerados regulares y definitivos si cumplieron
con los requisitos exigidos en el reglamento de traslado de
jueces aprobado por la referida resolución 155/2000 del Consejo
de la Magistratura.

17) Que el art. 1° del mencionado reglamento


disponía:

―Los magistrados del Poder Judicial de la Nación podrán


solicitar su traslado a otro tribunal que se encuentre vacante
siempre que:

a) No se haya resuelto la convocatoria a un concurso público de


antecedentes y oposición para cubrir el cargo. Esta condición no
regirá cuando se trata de un mismo tribunal colegiado.

b) La vacante a la que se solicita el traslado corresponda a la


misma jurisdicción y tenga la misma competencia en materia y
grado que el cargo que el juez ocupa. Este requisito no será
exigido cuando el interesado haya obtenido un anterior acuerdo
del Senado de la Nación para desempeñar la función a la que pide
su pase.

c) El magistrado peticionante tenga una antigüedad no menor a


cuatro (4) años, desde la fecha de posesión de su cargo‖.

- 87 -
La norma requería que no se hubiera resuelto la
convocatoria a concurso para cubrir el cargo y que la vacante
tuviera la misma jurisdicción y competencia en materia y grado
que el cargo que desempeñara el magistrado peticionante, quien
además debía contar con una antigüedad en su cargo no menor a
cuatro años.

Específicamente, en el primer párrafo del inciso ―b‖


se exigía una triple identidad entre el cargo que ocupaba el
magistrado que solicitaba su traslado y el cargo vacante al cual
pedía su pase: ambos debían tener la misma jurisdicción y la
misma competencia en razón de la materia y del grado. A su vez,
en el segundo párrafo de ese inciso se establecía que este
requisito no sería exigido cuando el juez hubiera obtenido un
anterior acuerdo del Senado de la Nación para desempeñar la
función a la que pedía su pase.

Del texto de ambos párrafos surge que el requisito de


identidad de competencia en razón del grado comprendía el
aspecto funcional del cargo, es decir, que la norma exigía que
el cargo vacante al cual el juez solicitase su traslado tuviera
la misma competencia funcional que el cargo que desempeñaba.

Si bien los jueces federales de los Tribunales Orales


en lo Criminal Federal poseen el cargo de ―juez de cámara‖, lo
cual implica una equiparación de jerarquía escalafonaria entre
ambos cargos, las funciones jurisdiccionales que desarrollan no
son las mismas que las desempeñadas por los jueces que integran

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la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional


Federal. Mientras esa última actúa como tribunal de alzada de
los juzgados en lo criminal y correccional federal de la Ciudad
de Buenos Aires, es decir, como segunda instancia revisora de la
actuación de esos juzgados de primera instancia durante la etapa
de instrucción del proceso penal; los tribunales orales
federales actúan en instancia única llevando a cabo los juicios
orales de delitos de competencia federal una vez concluida dicha
instrucción (arts. 24, 25, 31 y 32 del Código Procesal Penal de
la Nación).

18) Que en virtud de esas diferencias sustanciales en


cuanto a la naturaleza y oportunidad de la actuación entre ambos
tribunales, los traslados de los actores no cumplieron con el
requisito establecido en el inciso b del art. 1° del reglamento
de traslado de jueces aprobado por la resolución 155/00 del
Consejo de la Magistratura, en tanto los cargos que desempeñaban
no tenían la misma competencia funcional que los cargos a los
cuales fueron trasladados.

Esta circunstancia, de acuerdo con lo expresado


anteriormente, determina que los traslados de los actores nunca
pudieron ser considerados regulares ni definitivos.

19) Que en tales condiciones, y teniendo


especialmente en cuenta las particulares circunstancias del
caso, corresponde que esta Corte brinde una respuesta
institucional que armonice los valores en juego y fije las

- 89 -
pautas necesarias para su cumplimiento sin desatender las
consecuencias que derivarán de su decisión. El Tribunal ha
insistido en que los jueces no deben desentenderse de las
circunstancias fácticas con incidencia en la resolución del
conflicto ni prescindir de las consecuencias que se derivan de
los fallos, pues tales extremos constituyen uno de índices más
seguros para verificar la razonabilidad de su decisión (conf.
arg. Fallos: 234:482; 302:1611, 1284; 304:1919; 315:992;
323:3139; 326:3593; 328:4818 y 331:1262; entre muchos otros).

Ello exige que esta Corte cumpla con su deber


constitucional de adoptar las medidas apropiadas para evitar la
afectación de la administración de justicia que provocaría la
inmediata remoción de los actores de los cargos que actualmente
desempeñan y establezca pautas claras y concretas acerca de la
manera en que los efectos de su pronunciamiento operarán en el
tiempo (conf. doctrina de Fallos: 330:2361; 338:1216).

A su vez, la respuesta que se brinde debe evitar


legitimar cualquier acto que pueda colocar a los jueces en una
situación de dependencia y precariedad incompatible con el
principio de independencia judicial y afectar la transparencia y
previsibilidad que debe regir en la actuación de los órganos
estatales. Ello es así toda vez que el Estado tiene el deber de
garantizar una apariencia de independencia de la magistratura
que inspire legitimidad y confianza suficiente no solo al
justiciable, sino a los ciudadanos en una sociedad democrática
(conf. Fallos: 338:284; 338:1216). La libre disponibilidad

- 90 -
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respecto del traslado de magistrados, aun en casos como el


presente, fomentaría la duda objetiva sobre la posibilidad
efectiva de los jueces de decidir controversias concretas sin
temor a represalias.

20) Que frente a circunstancias excepcionales como


las que se suscitan en el presente caso, el Tribunal ha actuado
con especial prudencia adoptando soluciones de política judicial
tendientes a garantizar la seguridad jurídica y conjurar
situaciones que podrían resultar frustratorias de los derechos
de los litigantes.

Así, en oportunidad de declarar la invalidez


constitucional de distintos regímenes de designación de jueces
subrogantes, esta Corte ha procurado evitar las consecuencias
negativas que se derivarían de la inmediata caducidad de esas
designaciones, y lo hizo a través de soluciones ad hoc que
establecieron períodos de transición para permitir que los
restantes poderes del Estado, en ejercicio de sus atribuciones,
procedan a adoptar las medidas necesarias para superar las
objeciones constitucionales que habían motivado la decisión.

En ese sentido, en el citado precedente ―Rosza‖


(Fallos: 330:2361), la Corte resolvió que los jueces subrogantes
cuyas designaciones habían sido efectuadas sobre la base del
régimen de subrogaciones declarado inconstitucional en esa misma
decisión, continuaran transitoriamente en el ejercicio de sus
cargos y que su actuación jurisdiccional sería considerada

- 91 -
válida hasta que cesaran las razones que habían originado sus
nombramientos o hasta que fueran reemplazados o ratificados
mediante un procedimiento constitucionalmente válido, según las
pautas establecidas en la sentencia. Mientras tanto, el Congreso
y el Poder Ejecutivo debían establecer un sistema definitivo de
subrogancias con estricta observancia de los parámetros
constitucionales allí fijados. También dispuso que con arreglo a
idénticos parámetros debían ser decididas las designaciones
transitorias o interinas de jueces subrogantes que se efectuaran
luego de notificada la sentencia y hasta el cumplimiento de
aquel plazo.

Asimismo, en el precedente ―Uriarte‖ (Fallos:


338:1216), luego de declarar la inconstitucionalidad del régimen
de subrogaciones previsto en la ley 27.145 y la invalidez de
todos los nombramientos de subrogantes cuyo procedimiento de
designación no se había ajustado a las pautas fijadas en la
sentencia, el Tribunal también mantuvo transitoriamente a esos
subrogantes en el ejercicio de sus cargos y dispuso que hasta
tanto el Poder Legislativo sancionara un nuevo régimen que se
ajustara a las pautas establecidas en el fallo, los subrogantes
debían ser designados por el Consejo de la Magistratura de
acuerdo con un procedimiento que fue definido en la misma
sentencia.

21) Que a la luz de las consideraciones precedentes,


no cabe admitir otra solución que determinar la vigencia
temporal de los traslados de los actores de acuerdo a

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condiciones objetivas, impersonales y previsibles, requisito que


solo puede entenderse cumplido manteniendo dicha vigencia hasta
la cobertura de cada uno de los cargos de manera definitiva, a
través del procedimiento que prevé la Constitución Nacional
mediante la intervención del Consejo de la Magistratura —según
las atribuciones que le confiere el art. 114, incs. 1 y 2—, del
Senado de la Nación y del Presidente de la República (art. 99,
inc. 4°). A tal fin, el Consejo de la Magistratura deberá llamar
a un nuevo concurso para cubrir ambos cargos, de modo que
permita a los actores participar de ese proceso y tener la
posibilidad de transformar sus traslados en nombramientos
definitivos.

De acuerdo con ello, corresponde declarar la


invalidez de la resolución 183/2020 del Consejo de la
Magistratura en cuanto dio origen a la secuencia concatenada de
actos que, con la intervención posterior del Poder Ejecutivo
Nacional y el Senado de la Nación, culminó con la reversión
inmediata de los traslados de los actores.

Esta solución, a criterio del Tribunal, aparece como


el único modo razonable de compatibilizar los distintos
intereses y valores institucionales y constitucionales que se
encuentran en pugna en el presente caso.

La autoridad institucional de este fallo no priva de


validez a los actos procesales cumplidos por los actores hasta
el momento de la designación de los jueces titulares de esos

- 93 -
cargos (conf. doctrina de los precedentes ―Tellez‖, Fallos:
308:552; ―Barry‖, Fallos: 319:2151 y sus citas; ―Itzcovich‖,
Fallos: 328:566; ―Rosza‖, Fallos: 330:2361; ―Anadón‖, Fallos:
338:724; ―Uriarte‖, Fallos: 338:1216).

22) Que por último, conviene señalar que en los


considerandos de la resolución 183/2020, el Consejo de la
Magistratura expresó que desde su puesta en funcionamiento había
propiciado el traslado de múltiples magistrados pertenecientes
al Poder Judicial de la Nación en los términos de la resolución
155/2000. En ese marco, luego de analizar las implicancias
constitucionales del traslado de magistrados y los recaudos
exigidos a tal fin, dividió en tres categorías los traslados
propiciados hasta ese momento y solo formuló observaciones
respecto de los incluidos en la tercera de ellas, por considerar
que no habían cumplido con todos los recaudos previstos en el
artículo 1°, inciso ―b‖, del reglamento de traslados aprobado
por la resolución 155/2000, relativos a la triple identidad de
jurisdicción y competencia en razón de la materia y el grado. De
ahí se deriva que el Consejo de la Magistratura, mediante la
resolución 183/2020, convalidó todos los traslados anteriores a
la fecha de su dictado que, en tanto no fueron incluidos en
aquella tercera categoría, no merecieron objeción alguna.

Por ello, oído el señor Procurador General, se resuelve:

I. Revocar la sentencia apelada y rechazar la acción de


amparo en cuanto los actores pretenden la declaración del

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carácter definitivo de los cargos que ocupan en la Sala I de la


Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Capital Federal (art. 16, última parte, de la ley
48).

II. Declarar la invalidez de la resolución 183/20 del


Consejo de la Magistratura, así como de los actos posteriores
cumplidos por el Poder Ejecutivo Nacional y el Senado de la
Nación, en cuanto concluyeron con la reversión inmediata de los
traslados de los actores.

III. Ordenar al Consejo de la Magistratura del Poder


Judicial de la Nación que llame a un nuevo concurso para cubrir
las dos vacantes correspondientes en la Sala I de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de
la Capital Federal, debiendo garantizar el derecho de los
actores a participar de dicho concurso.

IV. Declarar que los actores conservarán los cargos de


jueces de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal hasta la
conclusión del proceso de designación de magistrados para esas
vacantes, de acuerdo con lo previsto en los arts. 99, inc. 4°, y
114, incs. 1° y 2°, de la Constitución Nacional.

V. Declarar que lo aquí decidido no afecta la validez de


las actuaciones cumplidas por los actores hasta la fecha de
designación de los jueces titulares de los cargos que ocupan.

- 95 -
Notifíquese y, oportunamente, devuélvase.

DISI-//-

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-//-DENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON CARLOS FERNANDO


ROSENKRANTZ

Considerando:

1°) Que los magistrados Pablo Daniel Bertuzzi y


Leopoldo Oscar Bruglia interpusieron acción de amparo
solicitando la declaración de inconstitucionalidad y nulidad de
la resolución 183/20 del Consejo de la Magistratura de la
Nación, por la cual este órgano —por mayoría de siete (7) votos
contra seis (6)— encomendó al Poder Ejecutivo Nacional y al
Senado de la Nación la revisión de, entre otras, sus
designaciones efectuadas por los decretos 278/18 y 835/18 para
desempeñarse en el cargo de jueces de la Sala I de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal.

En lo sustancial, argumentaron que sus designaciones


como jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal
y Correccional Federal se encuentran protegidas por la garantía
de inamovilidad mientras dure su buena conducta prevista por el
art. 110 de la Constitución, en virtud de la cual solamente
podrían ser removidos de sus cargos mediante el procedimiento
regulado en el art. 115 de la Constitución. Señalaron que la
demandada pretende removerlos de tales cargos por una vía que
resulta palmariamente contraria al mecanismo específicamente
establecido por la Constitución Nacional para remover a
magistrados.

- 97 -
En tal sentido, arguyeron que las designaciones en la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal fueron realizadas ―en cumplimiento estricto con el
artículo 99, inciso 4 de la Constitución Nacional, circunstancia
que ha sido expresamente ratificada por el Máximo Tribunal
mediante el dictado de las acordadas 4/18 y 7/18‖. Afirmaron que
los decretos 278/18 y 835/18 se encuentran firmes, consentidos y
que han generado derechos subjetivos en su favor. Puntualizaron
que a la fecha de sus traslados el Reglamento de Traslado de
Jueces (resolución 155/2000 del Consejo de la Magistratura) no
exigía un nuevo acuerdo del Senado para casos como los suyos,
por lo que exigirlo ahora, retroactivamente, implica una
violación al principio de legalidad. Recalcaron, finalmente, que
los actos del Consejo de la Magistratura que propiciaron sus
traslados son irrevocables para el propio órgano, que al
pretender revisarlo ahora se arroga funciones exclusivamente
jurisdiccionales.

2°) Que la jueza de primera instancia, evacuado por


el Consejo de la Magistratura de la Nación el traslado conferido
en los términos del artículo 8 de la ley 16.986, rechazó la
acción promovida.

Consideró que la acción de amparo es un proceso


excepcional, utilizable en delicadas y extremas situaciones, que
exige para su admisión la existencia de circunstancias muy
particulares, caracterizadas por la presencia de arbitrariedad e
ilegalidad manifiestas, y la demostración de que el daño

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concreto y grave ocasionado solo puede ser reparado acudiendo a


la vía urgente y rápida del amparo. Afirmó, en esa misma línea,
que resulta necesario reconocer la ―inherente limitación‖ del
amparo, acción que no resulta admisible en cuestiones opinables.
Sobre la base de las pautas mencionadas, entendió que la vía
resultaba inadmisible en el caso, al no advertirse la existencia
de una arbitrariedad o ilegalidad manifiesta.

Señaló que, con base en sus atribuciones constitucionales y


legales, el Consejo de la Magistratura dictó la resolución
atacada en la presente causa y mediante la cual ―emitió una
recomendación —en su carácter de órgano encargado de la
selección y acusación de los magistrados— sobre la regularidad
de los procedimientos mediante los cuales se dispuso el traslado
de los jueces Bruglia y Bertuzzi‖. Consideró, entrando en el
fondo de los planteos, que la práctica de los traslados de
jueces había evolucionado desde posiciones más permisivas hacia
otras recientes, más restrictivas y que resguardaban
adecuadamente el importante rol del Senado en el procedimiento
de designación de magistrados. Con extensas citas de pasajes
extraídos de distintos precedentes de esta Corte, entendió que
existe un único procedimiento por el que se adquiere la calidad
de juez: el nombramiento por parte del Presidente de la Nación
en base a una propuesta vinculante en terna del Consejo de la
Magistratura, con acuerdo del Senado, en sesión pública. Ello
descarta la designación permanente de magistrados que ya
ostentan tal calidad para ejercer en un tribunal con una

- 99 -
competencia específica, en otro tribunal con otra competencia
radicalmente distinta bajo la forma de una transformación o de
un traslado. El acuerdo del Senado —continuó argumentando— se
presta para un cargo específico y no de ―manera genérica у
abstracta‖ ni implica ―una autorización abierta para ejercer la
función judicial con carácter permanente en diversas materias,
grados о competencias. Antes bien, lo que el acuerdo del Senado
otorga es el aval a una designación para ejercer una función
jurisdiccional concreta‖. Por ello, la admisión de traslados sin
acuerdo del Senado ha de juzgarse como una situación de carácter
excepcional y, consecuentemente, las normas que la habilitan
deben ser interpretadas restrictivamente.

Añadió que la acordada 7/18 de esta Corte exige, para


validar traslados sin acuerdo del Senado, que estos recaigan
sobre cargos que impliquen funciones de la misma jerarquía
dentro de la jurisdicción federal, con igual o similar
competencia material, mediando consentimiento del magistrado
respectivo. A su vez, citó el Reglamento de Traslado de Jueces
(resolución 155/2000 del Consejo de la Magistratura), norma que
exigía que el traslado fuera a un cargo de la misma jurisdicción
y que este tuviera la misma competencia en materia y grado que
el cargo que el juez ocupaba al momento de solicitar el
traslado. A la luz de esas pautas, consideró que si bien los
jueces de los tribunales orales federales son considerados
jueces de cámara, se trata de una equiparación escalafonaria
pero no necesariamente funcional. Ello por cuanto la Cámara

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Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal


actúa como una instancia de alzada, revisora, mientras que el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal en el que se desempeñaban
los actores con anterioridad al traslado es un tribunal de
instancia única, abocado al juicio oral y de mérito respecto de
los delitos federales cuyo juzgamiento le atribuyen las leyes.

Estas diferencias, según la jueza, ―arrojan duda


sobre la existencia de idéntica competencia en razón del grado —
como lo exige la resolución CM 155/2000— o de funciones de igual
jerarquía —como lo hace la acordada 7/18—, de modo tal que el
accionar de la demandada no exhibe la arbitrariedad o ilegalidad
manifiesta que se requiere para que resulte procedente la acción
de amparo pretendida‖. A ello añadió que la resolución 183/20
del Consejo de la Magistratura no afectaba, por sí, la
inamovilidad o estabilidad de los actores, por cuanto ello, en
todo caso, recién ocurriría en el supuesto de denegarse el nuevo
acuerdo por parte del Senado y decidirse, por parte del Poder
Ejecutivo, dejar sin efecto los traslados en cuestión. Por
último, señaló que no estaba en juego su calidad de jueces, ni
sus cargos de jueces de cámara, sino en qué tribunal debían
prestar funciones, por lo que juzgó, también por esta razón, que
no se encontraba afectada la garantía de la inamovilidad
invocada.

3°) Que contra este pronunciamiento los actores


dedujeron recurso extraordinario por salto de instancia en los
términos del art. 257 bis del Código Procesal Civil y Comercial

- 101 -
de la Nación, el que fue admitido por el Tribunal mediante
resolución de fecha 29 de setiembre del corriente año.

Los recurrentes sostienen que la sentencia de primera


instancia omitió considerar que sus designaciones revestían el
carácter de ―cosa juzgada administrativa‖ y que no podían ser
revisadas en otra sede que no fueran los tribunales de justicia,
al descartar la aplicación del citado instituto mediante una
simple afirmación dogmática. Afirman que la decisión apelada
otorgó un alcance manifiestamente erróneo a las acordadas de
esta Corte 4/18 y 7/18, las que deben ser leídas conjuntamente y
confirman la plena validez de sus designaciones. Respecto de la
acordada 4, se agravian de que la jueza haya perdido de vista
cuál era su holding y se haya centrado en afirmaciones que
serían obiter dicta. Respecto de la acordada 7, se quejan de que
la magistrada haya omitido por completo considerar que en ella
esta Corte se refirió específicamente al traslado del juez
Bruglia y, al respecto, señaló que no es necesario un nuevo
acuerdo del Senado respecto del traslado desde el Tribunal Oral
en lo Criminal Federal n° 4 a la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional Federal, afirmación comprensiva de
la situación de ambos magistrados actores.

Continúan afirmando que surge con total claridad de


ambas acordadas que no es necesario el acuerdo del Senado en dos
categorías de traslados: aquellos realizados dentro de la
jurisdicción nacional ordinaria, para que los magistrados
desempeñen funciones de la misma jerarquía, con igual o similar

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competencia material y mediando consentimiento del magistrado


respectivo; y aquellos realizados dentro de la jurisdicción
federal, siempre que satisfagan los mismos requisitos antes
señalados respecto de la jerarquía funcional, competencia y
consentimiento del magistrado.

Se quejan de que la sentencia haya exigido identidad


de funciones, cuando las citadas acordadas de esta Corte exigen
solo ―igual o similar competencia material‖ y el requisito
tampoco es exigido por el Reglamento de Traslado de Jueces
(resolución 155/00), omitiendo de este modo aplicar la normativa
vigente e incurriendo en una interpretación que vulnera el
principio de legalidad. Destacan que las funciones del juez de
un tribunal oral federal son más amplias que las de un
magistrado de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal y las incluyen, de modo que ambos traslados
satisfacen el requisito de ―similar competencia material‖.

Señalan, finalmente, que el proceso iniciado por la


resolución 183/20 del Consejo de la Magistratura permitiría
revisar, según el arbitrio de los poderes de turno, la
composición de un gran número de tribunales en los que se
desempeñan magistrados que han sido designados en ellos mediante
traslados, lo que provoca una grave violación de las garantías
de inamovilidad e independencia judicial. En suma, invocan que
sus nombramientos en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal resultan ajustados a derecho y
que, por ello, se encuentran protegidos por la garantía de la

- 103 -
inamovilidad mientras dure su buena conducta (arts. 110 y 115,
Constitución Nacional), sin que pueda serles requerido un nuevo
acuerdo del Senado para continuar desempeñándose en el citado
tribunal.

4°) Que, al contestar el traslado del recurso


extraordinario por salto de instancia, el Consejo de la
Magistratura reitera, en lo sustancial, el núcleo argumental que
había esgrimido al evacuar el informe del art. 8 de la ley
16.986. En primer lugar, plantea que carece de legitimación
pasiva respecto de la pretensión esgrimida por los actores, toda
vez que su actuación se habría limitado a emitir una
recomendación de carácter no vinculante para el Poder Ejecutivo
Nacional y el Honorable Senado de la Nación, órganos que —en
todo caso— son quienes tienen las potestades de accionar sobre
los supuestos derechos que invocan los recurrentes. Endilga a
los actores pretender censurar el ejercicio de las competencias
constitucionales del Consejo respecto de un tema de su directa
incumbencia, como es el relativo a la completitud de las
designaciones judiciales analizadas en la resolución 183/20. En
segundo lugar, cuestiona la procedencia de la vía del amparo, la
que solamente resulta admisible para cuestionar actos
desprovistos de todo sustento normativo, lo que no ocurre en el
caso.

Respecto de la cuestión de fondo, el Consejo de la


Magistratura advierte que en caso de hacerse lugar a la
pretensión de los recurrentes se ―estaría legitimando un

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mecanismo por el cual aquellos magistrados que cuenten con el


beneplácito del Poder Ejecutivo Nacional, se verían dispensados
de cumplir con el procedimiento constitucional de designación de
magistrados, pudiendo obtener ascensos en su carrera judicial
sin participar de concurso público alguno y sin comparecer ante
el Honorable Senado de la Nación‖. Esta situación, argumenta, se
opone directamente al derecho de toda persona a ser oída por un
juez o tribunal competente, independiente e imparcial, que surge
de diversas convenciones internacionales sobre derechos humanos
que gozan de jerarquía constitucional. Continúa destacando la
centralidad del rol del Senado en el procedimiento de
designación de jueces, con miras a garantizar el derecho
mencionado anteriormente. Agrega que es en esa instancia ante el
Senado que los ciudadanos pueden tomar parte del procedimiento
de designación de jueces, mediante la audiencia pública prevista
por el art. 99 inc. 4 de la Constitución y los mecanismos
complementarios previstos en el reglamento de esa cámara
legislativa. Desde esta perspectiva, entiende que ―los traslados
de los doctores Bruglia y Bertuzzi a la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal fueron el
resultado de una decisión política tomada por el Gobierno
Nacional con el objeto de determinar la selección de magistrados
sin cumplir con los requisitos establecidos por la Constitución
Nacional‖.

Con cita de la acordada de esta Corte 4/18, insiste


en que el acuerdo del Senado se ciñe a una función determinada y

- 105 -
que los traslados de los actores no han satisfecho los
requisitos del art. 99 inc. 4 de la Constitución y los exigidos
por el Reglamento de Traslados (resolución 155/00). En
particular, cuestiona la asimilación de competencias y funciones
que, según los actores, habría entre los cargos de su tribunal
de origen y los propios del tribunal al que fueron trasladados.
También objeta, en el caso del juez Bertuzzi, el cumplimiento
del requisito de ―igual jurisdicción‖, que —en su postura— se
refiere a la jurisdicción territorial. Afirma, a la vez, que la
acordada de esta Corte 7/2018 no se pronunció sobre la situación
del juez Bruglia, ni validó traslados como los aquí discutidos.

Finalmente, el Consejo de la Magistratura sostiene


que, contrariamente a lo invocado por los apelantes, no se está
afectando la ―cosa juzgada administrativa‖ por cuanto la
resolución impugnada no revoca ni deja sin efecto ningún acto
anterior del propio Consejo, sino que se limita a señalar que
los trámites constitucionales que los traslados que había
recomendado con anterioridad no se encontraban completos. Por
ello, insiste, sus actos no han afectado la estabilidad ni la
inamovilidad de los magistrados Bertuzzi y Bruglia. Agrega que
tampoco resulta afectación alguna de los actos sobrevinientes
del Senado —negativa de acuerdo— y del Poder Ejecutivo —
anulación de los traslados— puesto que tales garantías
―corresponden exclusivamente a los cargos en los cuales han sido
originalmente designados y para los cuales cuentan con acuerdo
del Honorable Senado de la Nación‖.

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5°) Que durante el curso de la litis, y como


consecuencia del dictado de la resolución 183/20 del Consejo de
la Magistratura, el Poder Ejecutivo de la Nación solicitó al
Senado acuerdo para los traslados de los magistrados recurrentes
a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal, tribunal en el que habían venido
desempeñándose desde el año 2018 (Mensajes 58/20 y 60/20). El
Senado se pronunció en sentido negativo mediante las
resoluciones A-20/20 y A-21/20, del día 16 de septiembre del
corriente. Al día siguiente, invocando la falta de acuerdo del
Senado, el Poder Ejecutivo dictó los decretos 750/20 y 752/20 en
los que se dispuso dejar sin efecto los decretos 278/18 y 835/18
que habían designado a los recurrentes en la cámara antes
mencionada.

6°) Que, como se desprende de la reseña anterior, el


recurso extraordinario interpuesto se dirige contra la sentencia
definitiva de primera instancia que decidió en contra del
derecho de los recurrentes a continuar en el cargo judicial que
venían ejerciendo, derecho que ellos habían fundado en una
determinada interpretación del artículo 110 de la Constitución y
el principio de inamovilidad consagrado en dicha cláusula. En
tales condiciones, la competencia apelada de esta Corte se
encuentra habilitada en los términos del artículo 14, inciso 3°
de la ley 48.

7°) Que, con carácter preliminar, se debe decidir


sobre las defensas opuestas por el Consejo de la Magistratura y

- 107 -
que se dirigen contra la posibilidad de que esta Corte resuelva
sobre el fondo de la cuestión.

Respecto de la defensa de falta de legitimación


pasiva, corresponde su rechazo por los fundamentos desarrollados
en el dictamen del señor Procurador General interino, que se dan
por reproducidos en esta sentencia, con el fin de evitar
reiteraciones innecesarias. Tan solo cabe añadir, como
confirmación del acierto con que razona el señor Procurador
General interino, que en los decretos 750/20 y 752/20, en los
párrafos primero, segundo y tercero de su motivación, se
consigna que el desplazamiento de los jueces Bruglia y Bertuzzi
fue promovido por la resolución 183/2020 del Consejo de la
Magistratura. Por lo tanto, es claro que la mencionada
resolución produjo efectos jurídicos directos e inmediatos
respecto de los actores.

En relación con la invocación que ha hecho el Consejo


de la Magistratura de facultades constitucionales propias que se
buscaría censurar mediante la presente acción de amparo, basta
aclarar que, como lo ha recordado esta Corte en diversas
oportunidades, no existen atribuciones inmunes al control
judicial de constitucionalidad cuando se encuentra en juego la
vulneración de derechos garantizados por la Constitución
Nacional (doctrina de Fallos: 330:3160; entre otros).

Por último, debe rechazarse de plano la defensa


vinculada con la improcedencia de la acción de amparo por no ser

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la vía procesal adecuada. En efecto, la cuestión traída a juicio


de esta Corte debe ser resuelta con la mayor celeridad, dada la
naturaleza de los derechos en juego y la gravedad institucional
que reviste, a lo que se debe añadir que no existe una
controversia sobre los hechos del caso que pueda exigir la
producción de prueba. Cabe recordar, en este sentido y como lo
ha decidido esta Corte, que ―si bien la acción de amparo no está
destinada a reemplazar los medios ordinarios para la solución de
controversias, su exclusión por la existencia de otros recursos
no puede fundarse en una apreciación meramente ritual, toda vez
que la institución tiene por objeto una efectiva protección de
derechos más que una ordenación o resguardo de las competencias‖
(Fallos: 311:208; 320:1339; 325:1744; 327:2920; 327:2955;
330:1635; entre otros ).

8°) Que corresponde entonces considerar el fondo de


la cuestión, que consiste en determinar si lo decidido por el
Consejo de la Magistratura en la resolución 183/20 ha vulnerado
el derecho de los jueces Pablo Daniel Bertuzzi y Leopoldo Oscar
Bruglia a permanecer en el cargo mientras dure su buena conducta
(art. 110 de la Constitución Nacional).

La cuestión reviste marcada gravedad institucional


puesto que involucra determinar si resulta constitucionalmente
admisible la revisión por parte del Consejo de la Magistratura
del mecanismo de traslados por el cual un importante número de
magistrados, quienes cuentan con acuerdo previo del Senado, han
sido designados en diversos tribunales del Poder Judicial de la

- 109 -
Nación y en los cuales han venido desempeñando sus funciones
durante diversos períodos de tiempo, en algunos casos muy
prolongados.

9°) Que la posibilidad de que una vacante en un


tribunal de la Nación sea cubierta por el traslado de un juez ya
nombrado en otro tribunal de la Nación ha sido validada por esta
Corte y surge de una práctica institucional de más de siete
décadas. Estos traslados reconocen dos fuentes normativas:
decretos del Poder Ejecutivo que regulan casos individuales
(como los referidos en Fallos: 288:386 y 387; 313:330; 319:5,
considerando 5°) o leyes del Congreso que al transformar
tribunales requieren el consiguiente traslado de los magistrados
de los tribunales transformados o la asunción por parte de los
magistrados de nuevas competencias (ley 23.637; ley 25.292 -
modificada por ley 27.097—; ley 25.269; ley 27.307; entre
otras).

10) Que en lo concerniente a los casos de traslados


individuales, en una primera etapa —la más extensa
temporalmente— esta Corte fue precisando los contornos dentro de
los cuales se consideraron constitucionalmente admisibles. En
este sentido, ya en 1945 se señaló que los traslados sin
consentimiento del magistrado son inadmisibles por vulnerar la
inamovilidad de la que se hallan investidos (Fallos: 201:245),
agregándose más tarde que debía mantenerse la igual jerarquía
entre el cargo de origen y el cargo de destino (Fallos: 288:386
y 387; 313:330). Satisfechas tales condiciones, el Tribunal

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entendió que resultan válidos los traslados por un decreto del


Poder Ejecutivo y sin un nuevo acuerdo senatorial para el
magistrado trasladado pues ello ―no importa el desconocimiento
de ninguna de las facultades sustanciales que cupiese reconocer
al Senado de la Nación con base en la Constitución Nacional‖
(Fallos: 313:330, voto de los jueces Petracchi y Belluscio,
considerandos 1° y 3°), conclusión que fuera compartida por el
juez Fayt en tanto se tratase de un mero traslado dentro del
ámbito del Poder Judicial de la Nación, del que no surgiera el
ánimo de constreñir al magistrado ni colocarlo en funciones
radicalmente diversas de aquellas para las que recibió acuerdo
del Senado (Fallos: 313:330, voto del juez Fayt, considerando
5°).

Por su parte, los traslados derivados de


transformaciones de tribunales mediante leyes del Congreso no
merecieron mayores reparos por parte de esta Corte en esta etapa
(vid. Fallos: 313:330, considerando 6° del voto del juez Fayt y
considerando 10 de la disidencia del juez Bacqué). Solo en época
reciente volvieron a ser objeto de análisis constitucional por
el Tribunal, en la acordada 4/18.

De acuerdo con esta acordada, debe adelantarse, una


mayoría de esta Corte consideró que no resulta
constitucionalmente válido el traslado de magistrados designados
en la jurisdicción nacional ordinaria a cargos de la
jurisdicción federal, sin un nuevo procedimiento de designación
que incluya el correspondiente acuerdo del Senado, incluso en el

- 111 -
caso de que esos traslados sean producto de la transformación de
tribunales efectuada por el Congreso de la Nación a través de
una ley. Ello por cuanto, según se destacó, el art. 99 inc. 4
regula una ―única vía de acceso a la magistratura federal‖ lo
que descarta ―la designación permanente de magistrados que ya
ostentan tal calidad para ejercer en un tribunal con una
competencia específica en otro tribunal con una competencia
radicalmente distinta bajo la forma de una ‗transformación‘ o de
un ‗traslado‘‖ (considerando XV). Dado que los magistrados
nacionales con competencia ordinaria cumplen funciones
institucionales diversas de las de sus pares federales
(considerando XIX) y poseen una competencia también notoriamente
distinta (considerando XX), el Tribunal consideró que ese tipo
de traslados era inválido.

11) Que en relación con traslados individuales, en


una segunda etapa e instalado ya el Consejo de la Magistratura
de la Nación, este dictó el Reglamento de Concursos Públicos de
Antecedentes y Oposición para la Designación de Magistrados del
Poder Judicial de la Nación (resolución 78/99). Allí se dispuso
que ―[p]roducida una vacante el cargo sólo podrá ser cubierto
mediante el sistema de concursos previsto en este reglamento,
aun cuando se tratare de un pedido de traslado‖ (artículo 50,
Reglamento de Concursos). En ese marco, se permitían únicamente
los traslados que fueran consecuencia de una permuta de cargos
entre magistrados, consentida por ambos y sujeta a que ―tuvieren
idéntica competencia en el grado, en la materia y en el

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territorio, salvo —en este último caso— que tuvieren ambos más
de cuatro (4) años de antigüedad en el cargo, y siempre que no
se afectaren los términos del acuerdo senatorial‖ (artículo 50,
Reglamento de Concursos).

12) Que, sin embargo, muy poco tiempo después el


propio Consejo decidió adoptar una postura diferente y más
amplia que la establecida en el Reglamento mencionado en el
considerando anterior y reguló autónomamente el tema de los
traslados, a cuyo fin dictó el Reglamento de Traslado de Jueces
(resolución 155/00). Este ordenamiento derogó el artículo 50 del
Reglamento de Concursos y dispuso, en su art. 1°, que los
magistrados del Poder Judicial de la Nación podrían solicitar su
traslado a otro tribunal que se encontrara vacante siempre que
―no se haya resuelto la convocatoria a un concurso público de
antecedentes y oposición para cubrir el cargo‖ (condición no
exigida cuando se trataba de un mismo tribunal colegiado) y
―[l]a vacante a la que se solicita el traslado corresponda a la
misma jurisdicción y tenga la misma competencia en materia y
grado que el cargo que el juez ocupa. Este requisito no será
exigido cuando el interesado haya obtenido un anterior acuerdo
del Senado de la Nación para desempeñar la función a la que pide
su pase‖. Además, el mismo artículo exigía que el magistrado
peticionario tuviera una antigüedad no menor a cuatro (4) años
en el cargo.

Luego, previo dictamen de la Comisión de Selección de


Magistrados y Escuela Judicial (art. 3), el Plenario del Consejo

- 113 -
debía considerar si correspondía o no el traslado y, en caso de
aprobarlo, elevar las actuaciones al Poder Ejecutivo, con la
recomendación de que este emitiera el decreto de designación
pertinente (art. 5), disponiendo el traslado. Este es el régimen
normativo que se encontraba vigente y bajo el cual se
dispusieron los traslados de los jueces Bertuzzi y Bruglia a los
cargos en la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal.

13) Que durante la vigencia del régimen de traslados


reseñado en el considerando anterior, este Tribunal tuvo
oportunidad de volver a pronunciarse respecto de los requisitos
constitucionales de validez de traslados individuales de
magistrados.

Así, en respuesta a diversas consultas


institucionales respecto del alcance de la acordada 4/18, esta
Corte dictó la acordada 7/18. Allí se pronunció con claridad por
la constitucionalidad de los traslados de magistrados realizados
bajo ciertas condiciones. En efecto, sostuvo que tanto los
traslados de magistrados dentro de la jurisdicción nacional como
los traslados de magistrados dentro de la jurisdicción federal
son válidos sin necesidad de un nuevo procedimiento de
designación en los términos del art. 99 inc. 4 de la
Constitución Nacional siempre que los cargos involucrados
supongan funciones de la misma jerarquía, con igual o similar
competencia material y medie el consentimiento del magistrado
(considerando VII). Esta Corte distinguió así estos dos

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supuestos del considerado en la acordada 4/18, en la que la


mayoría del Tribunal consideró constitucionalmente inadmisible
el traslado de jueces nacionales a cargos federales sin un nuevo
procedimiento de designación que incluyese el correspondiente
acuerdo del Senado. Finalmente, destacó que los traslados
realizados en transgresión a las pautas especificadas —es decir
cuando se tratase de traslados de magistrados de tribunales
nacionales a tribunales federales sin acuerdo del Senado— debían
cesar al concluir el procedimiento constitucional para la
cobertura de los cargos en cuestión (considerando VIII).

14) Que, recientemente, en octubre del año 2019 y


con posterioridad a los traslados de los actores a la cámara
federal antes referida, el Consejo de la Magistratura decidió
modificar nuevamente el Reglamento de Traslado de Jueces
aprobado por la resolución 155/00 y dictó la resolución 270/19,
que introdujo innovaciones significativas al procedimiento de
traslados. Una de dichas modificaciones fue la creación de un
nuevo procedimiento, en los términos del cual el acuerdo del
Senado es requerido para la aprobación de ciertos traslados que
no cumplen acabadamente con todos los requisitos previstos en el
mismo Reglamento (cfr. art. 2 de la resolución 155/00, texto
según la resolución 270/19). Es oportuno aclarar que este
procedimiento no es idéntico al previsto por el art. 99 inc. 4
de la Constitución Nacional para el nombramiento de jueces de la
Nación, en tanto no requiere un nuevo concurso, ni una terna
vinculante, ni una nueva nominación por parte del Poder

- 115 -
Ejecutivo, sino únicamente que dicho traslado sea aprobado por
el Senado.

15) Que, sin perjuicio de estas variaciones respecto


del régimen al que se hallan sujetos los distintos tipos de
traslados que se acaban de reseñar, es indiscutible que un juez
trasladado con sujeción a las pautas constitucionales y
reglamentarias vigentes al momento de su traslado tiene la
garantía de inamovilidad establecida por el art. 110 de la
Constitución.

Dicha garantía consiste, como surge del propio texto


constitucional, en el derecho de los magistrados a permanecer en
sus empleos mientras dure su buena conducta y obviamente
comprende el derecho a no ser trasladado a otro cargo sin su
consentimiento (doctrina de Fallos: 201:245; 313:330). Es por
ello que esta Corte se ha encargado de remarcar con claridad
meridiana que ―la remoción irregular de un juez no es admisible
y que debe desconocerse la facultad de su traslado, no
consentido, del asiento de su jurisdicción‖ (Fallos: 256:114).

Los jueces están entonces amparados por la garantía


analizada tanto si se encuentran ocupando el cargo para el que
fueron originariamente nombrados como si se desempeñan en un
nuevo cargo al que fueron trasladados. La garantía de
inamovilidad ha sido concebida por esta Corte con la amplitud
necesaria para proteger a todos los magistrados designados de
acuerdo con las normas vigentes al tiempo del traslado, en el

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entendimiento de que ello es condición imprescindible para que


ellos puedan ejercer sin condicionamientos las atribuciones que
les confía la Constitución en su art. 116, especialmente la de
poner límites al poder y controlar que su accionar se
desenvuelva dentro de la legalidad. Jueces desprovistos de esta
garantía —esto es, jueces movibles— serán jueces sin
independencia, lo que implicaría un fatal impedimento para que
el Poder Judicial contribuya a realizar el tipo de gobierno
republicano creado por la Constitución Nacional y que los
argentinos nos hemos comprometido a respetar.

16) Que a esta altura del argumento corresponde


destacar dos puntos. En primer lugar, que el único órgano
constitucional investido de la potestad de revisar la validez de
traslados es el Poder Judicial de la Nación y, en última
instancia, esta Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ello
surge del art. 116 de la Constitución Nacional, en tanto
atribuye al Poder Judicial el conocimiento y decisión de todas
las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución,
lo que naturalmente incluye las que pudieran suscitarse en torno
a un traslado, y al mismo tiempo del carácter de cabeza de esa
rama del Gobierno Federal que la norma citada adjudica a esta
Corte, lo que supone la facultad de juzgar respecto de la
investidura de los jueces nacionales. En segundo lugar, que en
uso de esta atribución, el Tribunal ha establecido la doctrina
mencionada en el considerando precedente y ha decidido con
claridad que un juez que ha sido designado por el procedimiento

- 117 -
constitucional y es posteriormente trasladado a otro tribunal de
acuerdo con las pautas constitucionales y reglamentarias
vigentes a la época del traslado, conserva la inamovilidad en su
nuevo cargo.

Así, en Fallos: 288:386 (―Armando Emilio Grau‖) esta


Corte dejó sin efecto la resolución de la entonces Cámara
Nacional de Apelaciones de La Plata que había dispuesto el cese
del doctor Armando Emilio Grau como juez del Juzgado Federal n°
2 de La Plata. El juez Grau había sido designado como juez
nacional en lo contencioso administrativo de la Capital Federal,
con el correspondiente acuerdo del Senado, en el año 1958. Con
posterioridad, en el año 1967, fue trasladado al Juzgado Federal
n° 2 de La Plata, con su consentimiento. En 1974, la cámara
dispuso su cese invocando la doctrina de Fallos: 288:342
(―Montesano Rebón‖), en la que se estableció que los magistrados
designados en comisión de acuerdo con el art. 86 inciso 22 de la
Constitución Nacional (actual art. 99, inc. 19) y que no
obtengan acuerdo del Senado cesan en sus funciones al expirar el
término fijado en dicho artículo y sin necesidad de disposición
especial alguna. Al decidir el planteo del juez Grau este
Tribunal distinguió el caso de los magistrados designados en
comisión —que requieren acuerdo del Senado para continuar en el
cargo— de los magistrados trasladados —que mantienen la
inamovilidad de la que fueron investidos al ser designados por
el procedimiento constitucional y no requieren un nuevo acuerdo-
. Específicamente, el Tribunal destacó que el traslado de Grau

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otro s/ amparo ley 16.986.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

―no produjo su cesación como Juez de la Justicia Federal,


calidad en la que fue investido de acuerdo con el inc. 5 del
art. 86 de la Constitución Nacional, con la inamovilidad que le
confiere el art. 96 de ésta y de la cual la circunstancia
indicada no importó privarlo‖. Por ello, dejó sin efecto la
resolución que había dispuesto el cese del juez trasladado.

En la misma fecha, esta Corte se pronunció en un


supuesto similar, atinente a un juez de cámara, en la resolución
registrada en Fallos: 288:387 (―Ventura Estévez‖). En esa
oportunidad, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de la Capital Federal recabó un pronunciamiento del
Tribunal respecto de la situación del juez Ventura Estévez,
integrante de esa cámara. El mencionado magistrado había sido
designado como juez en la Cámara Nacional de Apelaciones de La
Plata, previo acuerdo del Senado, en el año 1958 y había sido
trasladado, con su consentimiento, a la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional en el año 1967. Esta
Corte continuó la doctrina de ―Grau‖ y dijo respecto de Ventura
Estévez que ―ese traslado no produjo su cese como Vocal de
Cámara en la Justicia Nacional, calidad de la que fue investido
de acuerdo con el inc. 5 del art. 86 de la Constitución Nacional
con la inamovilidad que le confiere el art. 96 de ésta y de la
cual las circunstancias señaladas no importan privarlo‖, lo que
hizo saber a la cámara, confirmando su inamovilidad como
integrante de ella.

- 119 -
En suma, la doctrina del Tribunal sobre el punto es
clara. Los jueces están investidos de la garantía de
inamovilidad mientras dure su buena conducta al ser designados
por el procedimiento establecido en la misma Constitución y el
hecho de que con posterioridad sean trasladados a otro tribunal
no los priva de esa inmunidad, de la que continúan gozando en el
nuevo cargo siempre que su traslado haya sido regular, extremo
cuyo juzgamiento corresponde única y exclusivamente al Poder
Judicial.

17) Que, a la luz de las consideraciones anteriores,


corresponde examinar la situación de los actores Pablo Daniel
Bertuzzi y Leopoldo Oscar Bruglia.

Ambos magistrados eran integrantes del Tribunal Oral


Federal n° 4 de la Ciudad de Buenos Aires y los dos solicitaron
su traslado a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal de la Ciudad de Buenos Aires. El juez
Bertuzzi había llegado al Tribunal n° 4, por efecto de un
traslado anterior, desde un tribunal oral federal con asiento en
la ciudad de La Plata (cfr. decreto 438/10). En ambos casos, el
Consejo de la Magistratura, previo dictamen favorable de la
Comisión de Selección de Magistrados, resolvió, en el marco del
Reglamento de Traslado de Jueces, aprobado por la resolución
155/00, recomendar al Poder Ejecutivo disponer el traslado de
los magistrados. El presidente de la Nación, mediante los
decretos 278/18, del 6 de abril de 2018, y 835/18, del 13 de
septiembre de 2018, dispuso el traslado de los jueces Bruglia y

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Bertuzzi, Pablo Daniel y otro c/ EN - PJN y
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Bertuzzi. De esta manera, desde que ambos jueces tomaron


posesión del nuevo cargo, se desempeñan como jueces de la Sala I
de la referida cámara de apelaciones.

A pesar de ello, el 30 de julio de 2020 el Consejo de


la Magistratura dictó la resolución 183/20, en la cual se
califica la situación de los jueces Bruglia y Bertuzzi —entre
otros— como traslados que ―colisionan con el art. 99 inc. 4 de
la Constitución Nacional y con el art. 1 inc. b del Reglamento
de Traslados entonces vigente (requisito de ―igual competencia y
jurisdicción‖)‖. Con esa base, el Consejo de la Magistratura
resolvió declarar que no habían ―completado el procedimiento
constitucional previsto en el art. 99 inc. 4 de la Constitución
Nacional conforme la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, así como a las acordadas 4/2018 y
7/2018‖. Como consecuencia de ello, dispuso enviar los
antecedentes de estos traslados al Poder Ejecutivo.

Es decir, en lo que respecta a los demandantes, el


Consejo de la Magistratura afirmó en el año 2018 que sus
traslados cumplían con el Reglamento de Traslado de Jueces,
aprobado por la resolución 155/00, mientras que —a pesar de lo
anterior— en el año 2020, cuando los jueces ya se desempeñaban
en el tribunal de destino, afirmó exactamente lo contrario.

18) Que el proceder del Consejo de la Magistratura


es manifiestamente arbitrario por varias razones.

- 121 -
La primera de ellas es que pretendió revisar la
regularidad de un traslado ya realizado, facultad que la
Constitución no le atribuye expresa ni implícitamente y que
ninguna norma inferior podría atribuirle sin violentar la
inamovilidad que garantiza el art. 110 y, con ello, socavar la
propia finalidad que tuvo el constituyente al crear el Consejo,
que fue elevar el umbral de garantía de la independencia
judicial (Fallos: 336:760, ―Rizzo‖; 338:1216, ―Uriarte‖). Como
se dijo antes, el único órgano constitucional habilitado a
revisar un traslado consumado es el Poder Judicial de la Nación
(artículo 116, Constitución Nacional) y, en particular, esta
Corte en su rol de cabeza de esa rama del Gobierno Federal
(doctrina de Fallos: 288:386; 288:387; 313:330; 319:339, entre
otros).

19) Que la segunda razón que muestra que el Consejo


de la Magistratura actuó arbitrariamente es que revisó esos
traslados a la luz de criterios de validez radicalmente
distintos a los que el propio Consejo había aplicado
anteriormente y respecto de estos mismos magistrados. Dicho
cambio pudo responder tanto a una diferente interpretación por
parte del Consejo del Reglamento de Traslado de Jueces vigente
en 2018 (en relación con el requisito de ―igual jurisdicción y
grado‖ establecido en el art. 1°, inc. b, como a la aplicación
tácita del Reglamento de Traslado de Jueces reformado, vigente
recién a partir del corriente año 2020 (en relación con la
eventual intervención del Senado en el procedimiento). En todo

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caso, cualquiera sea la hipótesis correcta, lo cierto es que —en


uso de una atribución de la que manifiestamente carecía— el
Consejo decidió que una nueva regulación de traslados tendría
efectos retroactivos sobre traslados ya cumplidos y consolidados
y que, por lo tanto, habían generado derechos para los
magistrados trasladados.

La consecuencia de la aplicación retroactiva de un


nuevo criterio para el traslado de magistrados es que la
permanencia de los jueces Bertuzzi y Bruglia en los cargos que
desempeñan en la cámara de apelaciones quedó enteramente sujeta
a la decisión discrecional del Poder Ejecutivo y, en su caso,
del Senado, lo cual importó —tal como se dejó establecido
precedentemente— una vulneración manifiesta de su respectivo
derecho a permanecer en tales cargos mientras dure su buena
conducta (art. 110 de la Constitución). Esta situación es
particularmente grave pues el derecho a la inamovibilidad de los
jueces es, desde el punto de vista institucional, una inmunidad
indispensable para asegurar que el Poder Judicial de la Nación
pueda funcionar con independencia de las otras dos ramas del
gobierno nacional, el Ejecutivo y el Legislativo. Esta inmunidad
es la clave de bóveda de la independencia judicial, razón por la
cual el Tribunal ha destacado que la inamovilidad no ha sido
establecida únicamente a favor de los magistrados sino
fundamentalmente en beneficio de la totalidad de los habitantes
de la Nación (Fallos: 322:1616; 325:3514 entre otros).

- 123 -
20) Que, en este punto, corresponde enfatizar que
conceder efecto retroactivo a una nueva regla en materia de
traslados o a una nueva interpretación de una regla ya existente
es absolutamente inadmisible. No solo deja a los dos jueces que
han iniciado esta demanda a merced de la discreción de otros
poderes del estado sino que además produce idéntico efecto
debilitador sobre la inamovilidad de todos aquellos magistrados
que aceptaron su traslado bajo una regla anterior menos exigente
o simplemente distinta en su alcance. Más aun, y esto pone de
manifiesto la importancia institucional de lo que aquí se
decide, la posibilidad de conceder efecto retroactivo a una
nueva regla o a una nueva interpretación de una regla
precarizará el ejercicio de la magistratura por parte de todos
los jueces que en el futuro sean trasladados, incluso de
aquellos que lo sean bajo el actual Reglamento de Traslado de
Jueces (texto según resolución 270/19). Ello es así puesto que
nada impide que una futura reforma del Reglamento —o una novel
interpretación de sus normas— establezca requisitos distintos a
los actualmente vigentes y, de esa manera, arrase también con
los nuevos traslados cumplidos y, con la inamovilidad de los
jueces que en el futuro sean trasladados.

Si se consolidase la práctica del Consejo de revisar


retroactivamente traslados ya efectuados, estaríamos frente a
otra forma de desequilibrio entre los poderes del estado, en
perjuicio de la independencia que el Poder Judicial debe tener
asegurada como condición indispensable para hacer cumplir la

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Constitución y la ley —en general, pero especialmente a las


ramas políticas del gobierno— en las causas sometidas a su
decisión.

21) Que, finalmente, la tercera razón que revela la


arbitrariedad en el accionar del Consejo de la Magistratura es
que esta Corte ya había determinado en la cordada 7/18 que los
traslados en cuestión son válidos.

En efecto, el 18 de abril de 2018, el Ministro de


Justicia y Derechos Humanos solicitó a esta Corte precisiones
sobre el alcance de la acordada 4/18. Sostuvo que, ante diversos
requerimientos formulados por el pleno del Consejo de la
Magistratura para que el Poder Ejecutivo Nacional instrumentase
traslados de distintos magistrados, era necesario que la Corte
formulase ―las aclaraciones que correspondan a los fines de que
esta instancia pueda disponer lo necesario para la continuidad
de los aludidos trámites‖ (expediente ESC/847/2018, fs. 1). A
los efectos de darle claridad a su solicitud agrupó a los
traslados objeto de la consulta en distintos supuestos.

El primero de ellos abarcaba ―los requerimientos


formulados para traslados de diversos magistrados pertenecientes
a los Juzgados, Tribunales o Cámaras nacionales de la Capital
Federal a otros órganos del fuero nacional‖.

El segundo de ellos comprendía ―aquellas peticiones


destinadas a instrumentar traslados de magistrados de Juzgados,
Tribunales o Cámaras del fuero federal a otros órganos similares

- 125 -
de naturaleza federal‖. En una nota al pie, el Ministro que
realizó la solicitud explicó que, al referirse a este segundo
supuesto, estaba aludiendo a un caso específico, más
precisamente, el del ―Expediente electrónico EX2018-11565671-
APN-DDMIP#MJ, iniciado a raíz de la petición realizada por el
Consejo de la Magistratura, recomendando el traslado de un
integrante de un Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la
Capital Federal a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal de esta Ciudad‖ (fs. 1, último
párrafo). El expediente electrónico mencionado en la nota del
Ministro solicitante es aquel en el que tramitó el traslado del
juez Leopoldo Oscar Bruglia.

En razón de este pedido y otros también vinculados


con el alcance de la acordada 4/18, en la acordada 7/18 el
Tribunal consideró el primero de los supuestos mencionados —esto
es, el traslado de un magistrado de un tribunal nacional a otro
tribunal nacional— y afirmó de un modo que no deja lugar a dudas
respecto del contenido de su decisión que ―no es necesaria la
instrumentación de un nuevo procedimiento de designación
conforme las exigencias del art. 99, inc. 4°, de la Constitución
Nacional‖. A continuación, consideró el segundo supuesto —esto
es, el traslado de un magistrado del fuero federal a otro
tribunal de naturaleza federal— y concluyó de un modo que
tampoco deja lugar a dudas: ―Idéntico criterio corresponde
aplicar al supuesto de traslado de magistrados federales para
desempeñar funciones de la misma jerarquía dentro de la

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jurisdicción federal, con igual o similar competencia material y


mediando consentimiento del magistrado respectivo, a que hace
referencia el mismo solicitante en el último párrafo de fs. 1 de
su escrito‖.

Como puede verse, el Tribunal dispuso que era


innecesario un nuevo acuerdo del Senado cuando se trata de
magistrados federales que desempeñen funciones de la misma
jerarquía dentro de la jurisdicción federal, con igual o similar
competencia material, y lo hizo en el entendimiento de que esta
doctrina permitía el traslado de un integrante de un Tribunal
Oral en lo Criminal Federal a la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Criminal y Correccional Federal, caso específicamente
mencionado por el Ministro de Justicia y Derechos Humanos en su
solicitud. Esta Corte hizo una referencia específica al párrafo
pertinente del escrito del señor Ministro, donde se menciona ese
caso concreto. El Tribunal se enfrentó con una pregunta
inequívoca por parte del Sr. Ministro y brindó, tal como lo
exige un mínimo de responsabilidad dialógica en este tipo de
intercambio, una respuesta también inequívoca.

Por lo demás, corresponde destacar que la acordada


4/18 en modo alguno pudo haber brindado sustento a la revisión
de los traslados que el Consejo pretendió realizar a través de
la resolución 183/20. Ello no sólo porque, como se acaba de
explicar, la situación de los recurrentes estaba regulada por la
acordada 7/18 y esta acordada decidió que sus traslados son
regulares y válidos, sino también porque la acordada 4/18 es

- 127 -
inaplicable al caso. La acordada 4/18 solamente consideró
inválidos los traslados de magistrados designados en el fuero
nacional para desempeñarse como jueces del fuero federal,
hipótesis que —como aclaró explícitamente la acordada 7/18—
―resulta diametralmente diferente de la considerada‖ en estos
autos (considerando VII).

Como puede apreciarse, las acordadas 4/18 y 7/18


muestran con toda claridad que el Consejo de la Magistratura
procedió arbitrariamente en la resolución 183/20 al pretender
revisar los traslados de los jueces Bruglia y Bertuzzi.

22) Que, en virtud de las consideraciones


precedentes, debe admitirse la acción de amparo. Como quedó
expresado en el precedente que dio origen a esta acción ―basta
esta comprobación inmediata para que la garantía constitucional
invocada sea restablecida por los jueces en su integridad‖
(Fallos: 239:459, ―Siri‖; doctrina ratificada poco después en
Fallos: 245:86, ―Asociación Bancaria de Tucumán‖). Esta eficacia
responde a la esencia misma de la acción de amparo y no puede
entenderse que ella ha sido debilitada sino reforzada por la
reforma de 1994 al introducir el actual art. 43 al texto de la
Constitución Nacional.

Debe quedar claramente entendido que el carácter


manifiesto de la lesión constitucional y la extrema gravedad
institucional que ella reviste no provienen de un juicio
negativo de esta Corte sobre la validez constitucional del

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Reglamento de Traslado de Jueces y menos aún de un


cuestionamiento al criterio seguido por el Consejo para estimar
cuándo están dadas las condiciones de similitud entre un cargo y
otro para rechazar o admitir el traslado de un juez federal.
Puede haber muchos criterios y aún ser todos ellos igualmente
aceptables u opinables. De todos modos tales asuntos, de
indudable trascendencia, no se encuentran en discusión en esta
causa. Aquí no está en cuestión cuál es el mejor sistema de
traslado de magistrados ni si tal mecanismo de designación debe
seguir siendo utilizado en lo sucesivo o no.

La fuente inocultable de ilegitimidad en el obrar del


Consejo de la Magistratura no es, por lo tanto, la
inconveniencia prospectiva de un sistema que requiere más
condiciones para los traslados, sino que radica en que un órgano
incompetente revise traslados ya realizados en base a una nueva
condición o regla que no estaba vigente al momento de su
realización. Y, para peor, la revisión está en contradicción
directa con una decisión anterior expresa de este Tribunal sobre
la validez de dichos traslados. La arbitrariedad no podría ser
más patente.

23) Que, antes de finalizar, corresponde formular


dos aclaraciones adicionales.

En primer lugar, las designaciones de magistrados


mediante el mecanismo de traslados analizado en esta sentencia
tienen, y han tenido siempre, carácter definitivo. Los

- 129 -
magistrados trasladados no son asimilables en modo alguno a los
jueces designados en comisión, pues su designación no está
sujeta a una duración temporal predeterminada, ni a una
condición como la prevista en el art. 99 inc.19 de la
Constitución. Tampoco son asimilables a los jueces subrogantes
pues, a diferencia de éstos, su designación es por su propia
naturaleza permanente y no transitoria. Por esta razón,
traslados y subrogancias han estado siempre sujetas a
regulaciones autónomas e independientes. La ley 27.439 regula
actualmente el régimen de subrogancias y le atribuye carácter
transitorio, mientras que el mecanismo de traslado está regulado
por la resolución 155/00 con las modificaciones dispuestas por
la resolución 270/19, normas que regulan el instituto sobre la
base de que los traslados tienen carácter definitivo. Ese
carácter definitivo de los traslados —por oposición al carácter
transitorio de las subrogancias— es el que determina que en el
caso de los traslados se llame a concurso para cubrir la vacante
que deja el juez trasladado y en el caso de las subrogancias,
por el contrario, se abra a concurso la vacante cubierta por el
magistrado subrogante.

Por otro lado, el carácter definitivo de las


designaciones de los jueces trasladados ha sido ratificado por
esta Corte en la propia acordada 7/18, al afirmar que los únicos
traslados que pueden ser transitorios son los irregulares (arg.
considerando VIII, acordada 7/18), o sea, aquellos realizados en
violación a las pautas fijadas en la misma acordada y recordadas

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en el considerando 22 de este pronunciamiento. Por ello, no cabe


entender que las acordadas 4/18 y 7/18 hayan otorgado a los
nombramientos por traslado un carácter diferente, ni que la
garantía de inamovilidad que los protege pueda ser respetada de
ningún otro modo que mediante la continuidad de los magistrados
actores en sus cargos actuales mientras dure su buena conducta
(art. 110, Constitución Nacional).

En segundo lugar, es preciso destacar que una vez que


esta Corte ha decidido que un traslado es válido, como sucedió
en el caso de los aquí demandantes (acordada 7/18), no es
posible alterar retroactivamente el criterio de validez
utilizado. Lo contrario supondría atribuir al Tribunal la
potestad de convertir jueces inamovibles en jueces movibles, lo
que es claramente incompatible con la alta función que le
encomienda la Constitución Nacional, que no es otra que mantener
su plena vigencia, y dentro de la cual ocupa un lugar central la
preservación de las garantías de independencia del Poder
Judicial.

24) Que la independencia del Poder Judicial es tal


vez la garantía más preciada e imprescindible entre aquellas que
la Constitución establece para el aseguramiento de los derechos
y libertades de todos los habitantes. Sin ella es imposible
afianzar la justicia, promover el bienestar general y asegurar
los beneficios de la libertad, objetivos que los constituyentes,
y las distintas generaciones de argentinos que los han sucedido

- 131 -
hasta el presente, han fijado como norte inamovible de nuestra
vida en común, para nosotros y para nuestra posteridad.

Es, entonces, un deber ineludible del Tribunal


reaccionar de manera inmediata no solamente para atender la
situación de los jueces Bertuzzi y Bruglia, sino también para
preservar al Poder Judicial de la destrucción de su
independencia por la intolerable precariedad en la que se
sumiría a todos los jueces que hayan sido trasladados o lo sean
en el futuro. Cabe recordar que ―en ejercicio de facultades
implícitas y como cabeza del Poder Judicial de la Nación, ha
proclamado esta Corte su deber de salvaguardar la investidura de
los jueces de la Nación en el desempeño de su función (Fallos:
256:114 y 208), y asimismo, el de preservar la independencia de
los tribunales que integran ese Poder frente a posibles avances
de los otros Poderes (Fallos: 241:50 y 259:11)‖ (Fallos:
286:17), doctrina reafirmada en numerosos pronunciamientos a
través del tiempo (Fallos: 201:245; 203:5; 237:29; 241:23;
248:177; 263:15; 323:1293; entre otros).

25) Que en virtud de las razones de urgencia y


gravedad institucional que dieron lugar a lo resuelto por esta
Corte en la causa con fecha 29 de septiembre pasado, corresponde
hacer uso de la atribución conferida por el art. 16 de la ley 48
y dictar la sentencia declarando la procedencia de la demanda de
amparo.

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Corte Suprema de Justicia de la Nación

Por todo lo expuesto, y de conformidad con lo dictaminado


por el señor Procurador General interino, se resuelve: I) Hacer
lugar al recurso extraordinario por salto de instancia y revocar
la sentencia apelada. II) Hacer lugar a la demanda y conceder
amparo a los magistrados Pablo Daniel Bertuzzi y Leopoldo Oscar
Bruglia contra la resolución 183/2020 del Consejo de la
Magistratura de la Nación (art. 12, inc. a de la ley 16.986),
declarando su derecho a permanecer en sus cargos en la Sala I de
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Ciudad de Buenos Aires, en los términos del art.
110 de la Constitución Nacional. III) Disponer que el Consejo de
la Magistratura deberá cesar de inmediato en todos los actos
dirigidos a desplazar a los jueces mencionados de sus cargos en
la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Ciudad de Buenos Aires (art. 12, inc. b de la ley
16.986). IV) Imponer las costas a la vencida (art. 14 de la ley
16.986 y art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación). Notifíquese a las partes, hágase saber a la Procuración
General de la Nación y comuníquese mediante oficio al Poder
Ejecutivo de la Nación, al Honorable Senado de la Nación, a la
Cámara Federal de Casación Penal y a la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Ciudad
de Buenos Aires. Oportunamente, devuélvanse las actuaciones al
juzgado de origen.

Firmado Digitalmente por ROSENKRANTZ Carlos Fernando Firmado Digitalmente por HIGHTON Elena Ines

Firmado Digitalmente por MAQUEDA Juan Carlos Firmado Digitalmente por LORENZETTI Ricardo Luis

Firmado Digitalmente por ROSATTI Horacio Daniel


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Recurso extraordinario por salto de instancia interpuesto por los Dres. Pablo
Daniel Bertuzzi y Leopoldo Oscar Bruglia, ambos por su propio derecho, con el
patrocinio letrado del Dr. Alejandro E. Segarra.

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