Examen Etica

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ETICA DE ARISTOTELES

Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la "Ética a Nicómaco", fundamentalmente. Sus otras
dos obras sobre el tema son la "Ética a Eudemo", que recoge elementos de la reflexión
aristotélica de su período de juventud y, por lo tanto, anteriores a la teoría de la sustancia, por lo
que contienen algunos vestigios de platonismo; y la "Gran Moral", en la que se resumen las
ideas fundamentales de la "Ética a Nicómaco", por lo que lo que coincide con el Aristóteles de
la madurez; ninguna de ellas aporta, pues, algo distinto a lo expuesto en la "Ética a Nicómaco"
(en la "Ética a Eudemo", por ejemplo, se repiten textualmente cuatro de los libros de la
"nicomáquea").

La ética de Platón, al igual que la socrática, identificaba el bien con el conocimiento,


caracterizándose por un marcado intelectualismo. Por naturaleza el hombre tiende a buscar el
bien, por lo que bastaría conocerlo para obrar correctamente; el problema es que el hombre
desconoce el bien, y toma por bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente es bueno. De
ahí que Platón en la República, en la explicación del mito de la caverna, insista en que la Idea
del Bien debe necesariamente conocerla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida
privada como en su vida pública, una Idea de Bien que es única y la misma para todos los
hombres. Para Aristóteles, sin embargo, en consonancia con su rechazo de la subsistencia de las
formas, no es posible afirmar la existencia del "bien en sí", de un único tipo de bien: del mismo
modo que el ser se dice de muchas maneras, habrá también muchos tipos de bienes.

"Todo arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección parecen
tender a algún bien; y por ello definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a
que todas las cosas aspiran."(Aristóteles, Ética a Nicómaco, libro 1,1).

"Siendo como son en gran número las acciones y las artes y ciencias, muchos serán por
consiguiente los fines. Así, el fin de la medicina es la salud; el de la construcción naval, el
navío; el de la estrategia, la victoria, y el de la ciencia económica, la riqueza." (Aristóteles, Ética
a Nicómaco, libro 1,1)

Representación de Afrodita

La Ética a Nicómaco comienza afirmando que toda acción humana se realiza en vistas a un fin,
y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, por lo tanto, se identifica con el bien. Pero
muchas de esas acciones emprendidas por el hombre son un "instrumento" para conseguir, a su
vez, otro fin, otro bien. Por ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de salud, por
lo que la correcta alimentación, que es un fin, es también un instrumento para conseguir otro
fin: la salud. ¿Hay algún fin último? Es decir, ¿Hay algún bien que se persiga por sí mismo, y
no como instrumento para alcanzar otra bien? Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien
último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La naturaleza nos impele a buscar la
felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica con la buena vida, con una vida buena. Pero no
todos los hombres tienen la misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para
unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los honores, etc.
¿Es posible encontrar algún hilo conductor que permita decidir en qué consiste la felicidad, más
allá de los prejuicios de cada cual?
No se trata de buscar una definición de felicidad al modo en que Platón busca la Idea de Bien,
toda vez que el intelectualismo platónico ha sido ya rechazado. La ética no es, ni puede ser, una
ciencia, que dependa del conocimiento de la definición universal del Bien, sino una reflexión
práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la actividad humana en donde
encontremos los elementos que nos permitan responder a esta pregunta. Cada sustancia tiene
una función propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en contra de esa función
equivale a actuar en contra de la propia naturaleza; una cama ha de servir para dormir, por
ejemplo, y un cuchillo para cortar: si no cumplen su función diremos que son una "mala" cama
o un "mal" cuchillo. Si la cumplen, diremos que tienen la "virtud" (areté) que le es propia:
permitir el descanso o cortar, respectivamente; y por lo tanto diremos que son una "buena" cama
y un "buen" cuchillo. La virtud, pues, se identifica con cierta capacidad o excelencia propia de
una sustancia, o de una actividad (de una profesión, por ejemplo).

Del mismo modo el hombre ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa función
será un "buen" hombre; en caso contrario será un "mal" hombre. La felicidad consistirá por lo
tanto en actuar en conformidad con la función propia del hombre. Y en la medida en que esa
función se realice, podrá el hombre alcanzar la felicidad. Si sus actos le conducen a realizar esa
función, serán virtuosos; en el caso contrario serán vicios que le alejarán de su propia
naturaleza, de lo que en ella hay de característico o excelente y, con ello, de la felicidad.

Si queremos resolver el problema de la felicidad, el problema de la moralidad, hemos de


volvernos hacia la naturaleza del hombre, y no hacia la definición de un hipotético "bien en sí".
Ahora bien, el hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, por lo que junto a las
tendencias apetitivas propias de su naturaleza animal encontraremos tendencias intelectivas
propias de su naturaleza racional. Habrá, pues, dos formas propias de comportamiento y, por lo
tanto, dos tipos de virtudes: las virtudes éticas (propias de la parte apetitiva y volitiva de la
naturaleza humana) y las virtudes dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de las
funciones intelectivas del alma).

"Siendo, pues, de dos especies la virtud: intelectual y moral, la intelectual debe sobre todo al
magisterio su nacimiento y desarrollo, y por eso ha menester de experiencia y de tiempo, en
tanto que la virtud moral (ética ) es fruto de la costumbre (éthos), de la cual ha tomado su
nombre por una ligera inflexión del vocablo (éthos)." (Aristóteles, Ética a Nicómaco", libro 2,1)

ETICA DE SOCRATES

Sócrates vive en la segunda mitad del siglo V, ateniense, pertenece a una familia humilde; su
padre, Sofronisco, era escultor y su madre, Fenarete, partera. Sócrates afirma que heredo el
oficio de sus padres en cuanto que se considera un escultor de hombres en la brusquedad de la
verdad.

Sócrates no dejó testimonios escritos, su doctrina es transmitida a la posterioridad por sus


discípulos Jenofonte y Platón. El pensamiento filosófico de Sócrates descansa en dos divisas
fundamentales, los atenienses de aquellos días no escribían libros; fue una edad de grandes
tragedias, pero no de literatura en prosa.
En el año 399 A.C Sócrates fue acusado de impiedad y de corromper a la juventud con sus
enseñanzas; por lo cual fue condenado a beber cicuta ( planta umbelífera venenosa parecida al
perejil .

Sócrates llamó “virtud” aquello que era común para toda la raza humana y en todas las
circunstancias, por ejemplo, la justicia, la valentía o el autocontrol. De esta manera no sólo se
opuso al relativismo de los sofistas, sino que extrajo de todas las virtudes aquellas que hoy
llamaríamos “virtudes morales”. Por esa razón a Sócrates se le considera como el fundador de la
ética.

Sócrates no dejó testimonios escritos, su doctrina es transmitida a la posterioridad por sus


discípulos Jenofonte y Platón. El pensamiento filosófico de Sócrates descansa en dos divisas
fundamentales:

El saber fundamental para Sócrates, es el saber acerca del hombre (de ahí su máxima:
“Conócete a ti mismo”) que se caracteriza por esto tres rasgos:

es un conocimiento universal válido, contra lo que sostienen los sofistas

es ante todo un conocimiento moral

es un conocimiento práctico (conocer para obrar correctamente).

La ética de Sócrates es racionalista. En ella encontramos:

una concepción del bien (como felicidad del almas)

lo bueno (como lo útil a la felicidad)

la tesis de la virtud como conocimiento

vicio como ignorancia (el que obra mal es porque ignora el bien; por tanto, nadie hace el mal
voluntariamente)

la tesis de origen sofista de que la virtud puede ser transmitida o enseñada.

Para Sócrates, bondad, conocimiento y felicidad se enlazan estrechamente. Intelectualismo


moral, Contemporáneo de los sofistas, Sócrates fue uno de los personajes más curiosos de su
época y su fama ha perdurado a lo largo de los siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje
en su obra, haciéndolo aparecer como interlocutor principal en gran parte de sus diálogos.

Sócrates se opone al relativismo y escepticismo de sus contemporáneos los sofistas, y considera


que es necesario llegar a establecer una moral no relativista, válida para todos. El método para
llegar a conocer qué es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica, que es el arte de
ayudar sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas hábilmente (Sócrates era un
"artista" en hacer decir a los demás lo que él quería, de ahí que por esa faceta suya algo
manipuladora, algunos de sus contemporáneos lo tomaran por un sofista, también artistas en ese
mismo campo: la retórica y la erística)

Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del intelectualismo moral. Según
esta posición el SABER = VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto
de la ignorancia: nadie obra mal a sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo lo
hacemos porque creemos que ese es nuestro bien, aunque estemos equivocados. Así, para obrar
bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber, es ignorancia. Si esto es así, el
criminal no es malo, es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser educado.

ETICA DE PLATON

La Ética de Platón en sus diálogos

Para Platón, las Ideas éticas son patrones morales universales con los que podemos juzgar los
comportamientos humanos. Los valores universales (las Ideas) son válidos para el individuo y
para la colectividad. Definen el ideal de sociedad humana. Según Platón, existe algo que es “la
verdad sobre cómo tenemos que vivir”, y el intelecto humano la conoce cuando consigue el
conocimiento de las Ideas perfectas, inmutables e inmateriales. Sólo quien logre este
conocimiento tendrá la cualificación adecuada para dirigir la organización política y moral de la
sociedad. Según Platón, el filósofo es el hombre que conoce las ideas y, por tanto, es el hombre
que podrá solucionar los problemas de la convivencia humana. El Estado ideal será el que esté
gobernado por hombres amantes de la sabiduría y, a la vez, excelentes y felices.

Etapa de juventud (diálogos socráticos):

En los diálogos socráticos, Platón investiga sobre la definición de alguna virtud y, aunque no
llegó a una conclusión, sí fue fiel al principio central socrático: la virtud puede reducirse a
sabiduría o conocimiento, con su corolario de que todas las virtudes son una.

En el Càrmides encontramos en germen la doctrina central de la República: los males de la


comunidad sólo desaparecerán cuando el poder político se combine con el conocimiento de un
criterio moral universal. El gobernante tiene que poseer “una clase única de saber que tiene por
objeto el bien y el mal”. Este conocimiento le proporcionará criterios universales válidos para
"juzgar" las acciones humanas.

En Protágoras, los errores de la conducta humana son tratados como errores de juicio a la hora
de hacer el cálculo hedonista (placeres menos dolores). Todo malhechor es un ignorante, dice
Sócrates. He aquí, el intelectualismo moral.

Etapa de transición (diálogos de transición)

En Gorgias, Platón pretende acabar con la pretensión de que la retórica sea la técnica para
enseñar la virtud; y establece una distinción entre dos usos de la palabra "persuasión": la que
genera conocimiento a quién es persuadido y la que no lo hace.

Posteriormente, el sofista Calicles sostiene que el bien supremo es el poder para satisfacer todos
los deseos. Para Sócrates, el concepto de Bien está vinculado necesariamente con la idea de
establecer límites. Por eso cualquier bien deseado se tiene que definir estipulando las reglas que
rigen la conducta calificada como buena o de la cual resulta este bien particular.

En este diálogo, Platón no contesta la pregunta “¿qué es el Bien?” Pero sí enuncia una condición
necesaria para responder a esta cuestión: para definir el Bien hay que especificar un conjunto de
reglas o normas reguladoras del comportamiento humano. Platón no define el Bien, pero diseña
un Estado con el tipo de vida común necesario para que lo Bueno sea disfrutado por toda la
población. Esta tarea la desarrolla en el diálogo República.
2. Intelectualismo moral

Según el Intelectualismo moral, la conducta moral sólo es posible si descansa en el


conocimiento del bien y la justicia. La filosofía griega defiende en mayor o menor medida el
intelectualismo moral pero sin duda el representante más destacado de este punto de vista es
Sócrates.

La tesis principal del intelectualismo moral es la siguiente: la experiencia moral se basa en el


conocimiento del bien. Sólo si se conoce qué es el bien y la justicia se puede realizar el bien y la
justicia. Esto lo argumenta Sócrates de la siguiente manera: cuando uno de vosotros está
enfermo no propone una votación entre los miembros de la familia para establecer qué remedio
es adecuado para curar la enfermedad: ocurre más bien que llama al médico y se somete a su
juicio y recomendaciones; cuando un ejército quiere derrotar al enemigo no se realiza una
consulta popular para establecer el modo de atacar, es el estratega quien decide el modo de
dirigir a los soldados y plantear las batallas; cuando queremos levantar un edificio no hacemos
una votación para decidir el modo de construirlo, dejamos que sea el arquitecto quien imponga
su criterio. Y pregunta a continuación Sócrates: ¿Por qué cuando se trata de lo más importante
de todo, que es el bien de la ciudad y las leyes que son adecuadas para la convivencia entre los
ciudadanos, dejamos que todo el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a
aquél que sabe?

Para el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de expertos.
Esta propuesta socrática puede dar lugar a interpretaciones políticas antidemocráticas y elitistas
(como, por cierto, se ve claramente en la filosofía política de su discípulo Platón).

El punto de vista de Sócrates está viciado por cierta ambigüedad: cuando Sócrates pide el
conocimiento sea la base de la moral y la política ¿a qué conocimiento se refiere? Podemos
distinguir entre el saber hacer algo y el saber en qué consiste ese algo. Por ejemplo, el artista
sabe hacer belleza, pero es muy posible que no sepa en qué consiste la belleza, ni qué pasos
concretos hay que seguir para alcanzarla. El primer tipo de saber es un saber entendido como
destreza (bien sea corporal o espiritual) para la realización de algo, y el segundo tipo es un saber
entendido como conocimiento explícito y consciente de algo (como ocurre por ejemplo en la
ciencia). Es fácil observar que estas dos formas de saber no tienen que ir necesariamente unidas,
así el historiador y el crítico del arte pueden saber explícitamente muchas cosas relativas a la
belleza, pero es muy posible que no sepan crear arte ni belleza. Parece ser que Sócrates pedía un
conocimiento del segundo tipo como garantía de las acciones buenas y justas. De ahí la
confusión que creaba en sus interlocutores cuando les preguntaba por una definición de aquello
para lo cual se les suponía expertos.

Nuestras convicciones vulgares parecen contrarias al intelectualismo moral pues creemos que
alguien puede saber que algo está mal y sin embargo realizarlo. Para el intelectualismo moral la
perfección moral es una consecuencia de la perfección del intelecto o razón; sin embargo otros
autores como Aristóteles se acercarán más al punto de vista corriente al considerar que el
conocimiento no es condición suficiente para la conducta justa y buena. Este autor pondrá como
fundamento de la práctica moral la perfección de la voluntad más que la perfección del
intelecto: la conducta buena no depende tanto del conocimiento como de la disciplina de la
voluntad en la realización de las acciones justas. Así, desde el punto de vista de Aristóteles y en
contra del intelectualismo moral, cabe concluir que seguramente para ser justo es necesario
saber realizar la justicia, pero aquí esta palabra no designa un conocimiento explícito y teórico
de la justicia sino la posesión de una habilidad o disposición para la realización de acciones
justas.

ETICA DEFINICION

La ética, o filosofía moral, es la rama de la filosofía que estudia la conducta humana,12 lo


correcto y lo incorrecto,34 lo bueno y lo malo,4 la moral,5 el buen vivir,6 la virtud, la felicidad
y el deber. La ética contemporánea se suele dividir en tres ramas o niveles: la metaética estudia
el origen, naturaleza y significado de los conceptos éticos, la ética normativa busca normas o
estándares para regular la conducta humana, y la ética aplicada examina controversias éticas
específicas.78

Ética y moral son conceptos muy relacionados que a veces se usan como sinónimos, pero
tradicionalmente se diferencian en que la ética es la disciplina académica que estudia la moral.5
La ética no inventa los problemas morales, sino que reflexiona sobre ellos.9 Las acciones
relevantes para la ética son las acciones morales, que son aquellas realizadas de manera libre, ya
sean privadas, interpersonales o políticas.10 La ética no se limita a observar y describir esas
acciones, sino que busca determinar si son buenas o malas, emitir juicio sobre ellas y así ayudar
a encauzar la conducta humana.[cita requerida]

El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su


desarrollo histórico ha sido amplio y variado. A lo largo de la historia ha habido diversas
maneras de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana.

Aunque la ética siempre fue una rama de la filosofía, su amplio alcance la conecta con muchas
otras disciplinas, incluyendo la antropología, biología, economía, historia, política, sociología y
teología.11

La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego antiguo ἠθικός transliterado como
ēthikós. La forma femenina proviene del latín tardío ethĭca, y este del griego ēthikḗ.12 Según
algunos autores, se debe diferenciar êthos, que significa «carácter», de ethos, que significa
«costumbre», pues «ética» se sigue de aquel sentido y no es éste.13

Etimológicamente «ética» y «moral» tienen el mismo significado, ya que la palabra «moral»


viene de latín mos que significa «hábito» o «costumbre».
OBJETO DEL DERECHO

DERECHO:

Conjunto de normas eficaces para regular la conducta de los hombres en sociedad. (Diccionario
jurídico de Rafael de pina EDT. Porrua)

CLASIFICACIÓN DEL DERECHO

DERECHO NATURAL

Conjunto de normas que los hombres deducen de su propia conciencia y que representan la
justicia en un lugar y época determinada.

DERECHO POSITIVO

Conjunto de normas imperativo atributivas que regula la conducta del hombre en sociedad.
DERECHO OBJETIVO

Norma o conjunto de normas.

DERECHO SUBJETIVO

Es una facultad de la persona de hacer o no hacer. Cumple una función del objetivo.

DERECHO PÚBLICO

Normas aplicables a personas privadas y entes públicos. Ejemplo el derecho procesal (civil o
penal).

DERECHO INTERNACIONAL

Se refiere al espacio de validez de las normas.

NORMA:

Regla de conducta obligatoria o no.

ESTRICTO:

Es aquello que impone deberes o da facultades.

CARACTERÍSTICAS DE LAS NORMAS MORALES:

AUTONOMÍA:
Por que su observancia depende de la voluntad personal del sujeto. Es decir de su libre decisióN

UNILATERAL:

Implica la existencia de un solo individuo, no hay quien exija el cumplimiento de una norma.

LA INCOHERSIVILIDAD:

Consiste en que no existe sanción, ni casto si la norma no se cumple.

INTERIORIDAD:

Consiste en comprenderla aceptarla y hacerla nuestra.

CARACTERÍSTICAS DE LAS NORMAS JURÍDICAS:

HETERÓNIA:

Porque frente a la voluntad del sujeto se encuentra en la de legislador

BILATERALIDAD:

Porque frente a nosotros siempre habrá alguien qUe exija un hacer o no hacer de nosotros.

COHERCIBILIDAD:

Porque puede hacerse uso de la fuerza material para hacerla cumplir.

EXTERIORIDAD:

Implica la observancia obligatoria sin importar si la comprendemos o no.

LA DEONTOLOGÍA JURÍDICA

La deontología jurídica es la rama de la filosofía que trata sobre la moral del abogado y la forma
de actuar con su cliente. El profesional del derecho tiene que defender los intereses de su
patrocinado actuando siempre con la verdad y teniendo en cuenta su ética profesional.

La deontología es la disciplina que se ocupa de los deberes de los profesionales. En el caso de


los abogados se trata de una multiplicidad de deberes consigo mismo, con la sociedad, con la
profesión, con los clientes, con los colegas, con los jueces, con el Colegio.

Es aquella parte de la ética profesional que se ocupa de los deberes éticos de los abogados como
servidores del Derecho, de analizar y valorar la ética del abogado y su actuación en el ejercicio
profesional en relación con los principios deontológicos y su relación con los clientes, colegas y
demás implicados en el proceso jurídico.

El jurista trabaja a favor de la justicia, en defensa de la paz que toda sociedad necesita para su
armónico desarrollo. Cada vez más se hace evidente la necesidad de profesionales del Derecho
íntegros y capaces de resistir a las presiones de cualquier tipo, que la sociedad exige.
HISTORIA DE LA ABOGACIA

La historia de la Abogacía

1.1.-Evolución de la Abogacía.

El hombre moderno está acostumbrado a ver en todo proceso judicial la presencia de un


defensor llamado abogado. Sin embargo, la institución de la defensa ha sufrido una evolución
interesante en la historia.

Se pueden dar muchos ejemplos. Así, al remontarnos hasta Egipto, descubrimos que en el
sistema legal de esta antiquísima cultura no existió la defensa con abogado. Durante el proceso,
las partes se dirigían por escrito al tribunal, explicando su caso, el que luego de hacer el estudio
pertinente, emitía la sentencia.

El hecho que no existiera un defensor en el sistema legal se debió a la idea que tenían los
egipcios respecto a los juicios orales, en donde un intermediario podía asumir la defensa; y es
que la jurisprudencia de la época, encontrada en un antiguo papiro, decía que la presencia de un
orador hábil podría influir sobre las decisiones de los jueces y hacerles perder objetividad. La
última instancia consistía en apelar al Faraón, quien no representaba a la justicia, sino que era la
"justicia".

En Babilonia también existió la administración de justicia, tanto en el período sumerio como en


el acadio, y desde luego existieron tribunales pero como en Egipto, tampoco hubo ese
intermediario que los romanos, muchos siglos después, llamaron Advocatus.

Las partes recurrían a los jueces y luego apelaban al rey o emperador, según las épocas
históricas. El rey, que era el brazo de la justicia, tenía la última palabra. Igualmente, entre los
hebreos, el sistema legal tampoco se distinguió de los anteriores.

Recordemos el juicio ante Salomón, en donde no hay defensor. Cristo tampoco lo tuvo porque
fue juzgado según las leyes judías, pero si hubiese sido juzgado por las leyes romanas, el Estado
le hubiera asignado un abogado para su defensa.

En los canales judiciales de la China y la India tampoco figura un ejercicio similar al de


abogado. Empero, había notarios e intermediarios que actuaban como fiscales. Muchos
tratadistas del sistema judicial chino sostienen que este pueblo estaba bien informado sobre las
leyes escritas y normas consuetudinarias que les permitía plantear su defensa en función de este
conocimiento.

Además, periódicamente las autoridades judiciales chinas publicaban las decisiones de los
tribunales con las leyes que había aplicado para cada caso, lo que permitía una mejor
información. En la India, tanto en el período budista como en el brahmánico, tampoco existió la
figura del defensor.

Al principio, durante los orígenes de la Ciudad-Estado ateniense, los ciudadanos defendían sus
propias causas y el "orador-escritor" era la persona que le preparaba el discurso para su defensa.
Pero en la medida que los litigios aumentaban, esta profesión de orador-escritor adquirió
prestigio y quienes ejercían comenzaron a oficiar como defensores. Lysias (440-360 a.c.) fue el
abogado más notable entre los atenienses.

Fue en Roma donde se desarrolló plenamente y, por primera vez, de manera sistemática y
socialmente organizada, la profesión de abogado, palabra que viene del vocablo latino
advocatus, que significa llamado, porque entre los romanos se llamaba así a quienes conocían
las leyes para socorro y ayuda.

También como en Grecia, se les llamó "oradores" o "voceris", porque era propio de su oficio el
uso de voces y palabras. Como en ninguna sociedad del mundo antiguo, los romanos
permitieron que ciertas mujeres, las de la clase alta, pudieran ejercer la abogacía.

La historia nos ha conservado el nombre de tres grandes abogadas romanas: Amasia, Hortensia
y Afrania, llamada también Calpurnia, esposa de Plinio "El Joven". Con ella sucedió un caso de
antología que fue determinante para el futuro de la mujer en la abogacía.

Mujer con tendencia a la promiscuidad, de espíritu vivo, sin la gravedad de Amasia y Hortensia,
se excedió en su lenguaje, casi grotesco. Su lengua y palabra eran el terror de los jueces,
abogados y litigantes, lo que le valió que se dictara una ley suspendiéndola y prohibiendo a las
mujeres ejercer la abogacía, prohibición que duró por espacio de veinte siglos, es decir, hasta
fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Es en "Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio", donde aparece por primera vez en un texto legal
la definición de abogado, en lengua española. "Bozero es nome que razona por otro en Juycio, o
el suyo mesmo, en demandando o en respondiendo. E así nome, porque con boze e con palabra
usa de su oficio"

Las Siete Partidas dice que los abogados eran ciudadanos útiles, porque "ellos aperciben a los
juzgadores y les dan luces para el acierto y sostienen a los litigantes, de manera, que por
mengua, o por miedo o por venganza o por no ser usados de los pleitos no pierden su derecho, y
porque la ciencia de las leyes, es la ciencia y la fuente de justicia, y aprovechándose de ella el
mundo más que de otras ciencias".

Pero a pesar de los elogios de las Siete Partidas, la profesión de abogado en España fue grisácea
y oscura, no gozaban de la necesaria libertad para ejercer su profesión. Asimilados a burócratas
como funcionarios públicos, jamás pudieron cumplir su misión de proteger al oprimido y al
injustamente perseguido.

Muy diferente fue la situación del abogado en Francia. Su papel fue preponderante en la
sociedad, respetando y acatando las leyes. La "Ciudad de los Reyes", el 13 de Septiembre de
1538, tres años después de haberse fundado Lima, el Cabildo, preocupado por los conflictos
entre partes decidió que era indispensable la intervención de abogados y procuradores en los
litigios.

En conformidad con este criterio se procedió a nombrar por pregones en la plaza pública dos
defensores, don Alonso de Navarrete y don Pedro de Avendaño, los primeros abogados que
registra nuestra historia oficial.
Estos defensores deberían proteger al ciudadano, al poco tiempo se autorizó que se pudiera
ejercer libremente la abogacía previa licencia del juez que era el alcalde. Cabe destacar que el
Colegio de Abogados de Lima se fundó durante el Virreinato en 1808 por el virrey Abascal. El
primer decano fue Antonio de Oquendo.

Ya en la República, los abogados organizados en el Colegio, participaron en el proceso


emancipatorio y libertario de la República Dominicana.

Fue el 27 de febrero de 1844, es cuando se proclamación de la independencia de nuestro país, a


partir de abril se crea la junta gubernativa presidida por el ilustre abogado Tomas Bobadilla,
hasta que en noviembre, fue tomada la presidencia de la república por Pedro Santana.

A partir de esa fecha muchos han sido los abogados ilustres en la República Dominicana. Desde
nuestra independencia, "un ser independiente que no pretende sino a sí mismo, y que sólo da
cuenta a su conciencia de sus trabajos y de sus actos. Libre de las trabas que oprimen a los
demás hombres, demasiado altivo para tener protectores y demasiado modesto para tener
protegidos; sin esclavos y sin señores", como diría Lic. Pedro Francisco Bono.

1.2.- San Alfonso María del Ligorio, (San Ivo, Patrono de los Abogados).

San Ivo, patrono de los abogados, representa no solamente un ejemplo espiritual, moral o
religioso sino, el precursor de la ética y la deontología profesional del abogado. Ivo de Ker-
Martín fue hijo de Heroly de Ker-Martín y nació en 1253 en el castillo de ese nombre, en el
Departamento de Coste-du-Nord, República Francesa (no debe confundirse con SAINT IVES,
que es un santo asiático).

Como su familia era noble y disponía de bienes de fortuna, recibió una educación esmerada, la
cual perfeccionó por medio de continuos viajes. En Paris, Orleáns y Rennes cursó estudios de
Derecho Canónico. En 1280 fue nombrado por Mauricio, Arcediano de Rennes, Oficial o Juez
Eclesiástico y, en 1284, se le confió igual cargo en la Diócesis de Treguier a cargo del Obispo-
Alain de Bruce.

Durante todos estos años ejerció la abogacía con gran celo y mansedumbre.

La Causa de los huérfanos, de las viudas y de los desheredados de la fortuna encontró en él un


esforzado paladín y por ello se hizo digno del honroso título de Abogados de los Pobres.
Posteriormente, después de estudiar a fondo los Sagrados Cánones, ordenándose sacerdote,
tomó en Guingavy el hábito de Terciario de la Orden de San Francisco, en el ejercicio de su
apostolado distinguiéndose siempre por su caridad y por su amor al prójimo. Los bienes
herederos de sus mayores los invirtió en cuidar a huérfanos y menesterosos y en reconstruir la
Catedral de Treguier.

Fue Rector de Tredets y también de Lohanec, ciudad donde murió en 1303. El Papa Clemente
VI lo canonizó en 1347 y su fiesta se celebra el 19 de Mayo. En la vida trabajó como un coloso
para orientar la abogacía por los senderos de la ética; en la defensa de sus clientes puso en
evidencia la mansedumbre de su corazón y la nitidez de su conducta. Conforme al irónico decir
de Cardenet, ha sido el único abogado capaz de recibir los honores de la canonización.

Predicó principios de moral altísima y en relación con nuestro gremio, ellos pueden resumirse
en sus famosos Mandamientos de los Abogados, acogidos posteriormente como norma de la
Orden de los Abogados de Francia.

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