Trabajo Fin de Modulo N°1

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Oprimidos, pero no vencidos. La temprana mirada


subalterna de Silvia Rivera Cusicanqui.

Isabel Villarroel Mur


Diplomante

En la década de los 80,- en medio de una crisis de las


Ciencias Sociales, que le abrió espacio a posturas anti-teóricas, en
el sentido posmoderno-, emergió, en el seno de las reflexiones
historiográficas y sociológicas, planteadas por un grupo de
intelectuales, procedentes de la ex colonias británicas, pero
formados en Inglaterra y Estados Unidos, la denominada Escuela
de Estudios Subalternos. El punto de partida giraba, en torno a la
comprensión de una nueva dimensión desde donde se puede
contemplar, la configuración de los procesos políticos y la lógica de
los sujetos sociales: la condición de subalterna.
¿Por dónde empezar? Tal vez, Bolivia, es una región
particular del globo terráqueo. En estas tierras, a decir del poeta
boliviano, Octavio Campero Echazú, hasta los pájaros son
revolucionarios! Entendiendo el carácter revolucionario, como el
espíritu predispuesto al cuestionamiento y crítica permanentes, para
develar, la engañosa mascara fenomenológica de lo aparente. Es
decir, no es extraño poner en cuestión, la vida cotidiana, la política,
etc. y por supuesto, los modelos teóricos con pretensiones de
explicar la realidad, lo cual sin duda permite oxigenar, los procesos
socio-políticos, a los cuales asistimos de manera permanente. Solo
así se puede entender, la explosión de Movimientos Sociales, que
tuvieron su máxima expresión, en Octubre de 2003, con la
recordada expulsión del país de uno de los representantes más
genuinos del neoliberalismo: Gonzalo Sánchez de Lozada.
Desde ese punto de vista, el del cuestionamiento permanente,
la Escuela de Estudios Subalternos, en Bolivia, representa una
alternativa, entre otras, desde donde se puede plantear una opción
de análisis.
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¿Qué hace la Escuela de Estudios Subalternos? Pues la misión que


se propone, es compleja, pretende examinar el carácter del sujeto
social subalterno y su capacidad para intervenir en la historia desde
un plano que no siempre se muestra visible a los ojos del
investigador. Desde esa mirada, no solo se han identificado
conductas subalternas, sino también accionares lingüísticos y
discursivos que se articulan de manera distinta al sentido de cómo
las élites los perciben y al tratar de percibirlos, los hacen inteligibles
para sí, en su compleja relación con los grupos subalternos, en
suma dominados.
¿Por qué la naturaleza de lo subalterno, no siempre esta
visible a los ojos de los investigadores?, ¿Por qué la condición
subalterna, fue “develada” precisamente a un conjunto de
intelectuales, que se formaron en la lógica de lo colonial?, ¿Cuál es
el punto en común, con Bolivia?
Tal vez, la respuesta la tiene, el incomprendido y solitario
filosofo Ludwig Wittgenstein. Para este gran hombre, las
proposiciones lingüísticas sólo pueden representar hechos. (Por
tanto no los comprenden). En ese sentido los que cultivamos las
Ciencias, entre ellas las Humanísticas y las Sociales, hacemos
precisamente ello: pretendemos describir cómo es el mundo, en un
lenguaje que tiene significado, para una comunidad específica,
para un locus específicos, pero carece de sentido para el otro, para
el sujeto que se está estudiando, y que no forma parte de mi
comunidad científica. Por ello, para Ludwig Wittgenstein, el lenguaje
tiene sus grandes límites: visuales, lingüísticos, culturales, etc.
Ahora bien, los discursos de la clase dominante, han sido
construidos, bajo esa lógica, como si fuera una verdad única y
oficial, pero con los limites incorporados, en su propia matriz. Para
ampliar su espectro legitimador, ese espíritu “oficial”, ha apelado a
diversos matices, entre ellos el científico 1. Así se ha construido, una
historia oficial, una descripción de los hechos, a partir de héroes
locales, que han legitimado la postura de los vencedores. Y ese es
precisamente, el punto de convergencia, entre los intelectuales de
la India y los intelectuales bolivianos, con distancias temporales,
1
Recuérdese por ejemplo, la profunda influencia del darwinismo social, asumido como verdad científica
por las elites locales, y que dan cuenta la invisibilizaciòn de lo pobre, lo indio, en suma “lo subalterno”.
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compartimos, en común la condición subalterna, que la tenemos


incorporada.
Desde la mirada del reconocimiento de procesos, discursos,
conductas, símbolos, etc. emitidos a partir de la condición
subalterna, el objetivo de este trabajo, será procurar un
acercamiento a uno de los textos fundamentales, para entender la
“abigarrada” formación socioeconómica boliviana. A finales de la
década de los años 90, conocí, tanto la autora como al texto mismo,
al que pretendo aproximarme, en este trabajo. Ambos fueron parte
de mi formación académica, en el marco de las Ciencias Sociales.
Empecemos entonces!!!. Una de las iniciadoras y principal
impulsora, -junto a otras historiadoras y sociólogas 2de esta escuela-
en América Latina y en Bolivia en particular, es la socióloga
boliviana Silvia Rivera Cusicanqui.
Curiosamente, de manera cuasi coincidente3, pero anterior a
la emergencia de la producción intelectual de los subalternos, Silvia
Rivera Cusicanqui, publicó su celebérrimo texto “Oprimidos pero no
Vencidos”, que dicho sea de paso, es el único texto nacional que se
ha traducido a 17 idiomas, entre ellos el japonés. No eran, ni
tiempos de internet y ni el acceso a la información estaba tan
ventajosamente globalizada. Si bien, en Oprimidos, pero no
Vencidos, no existe, una sola mención bibliográfica a la experiencia
de los historiadores indios, el enfoque, la mirada y el espíritu con el
que se describen los procesos históricos, subyacentes a la
construcción del Estado y Sociedad bolivianos, sin duda son
pioneros. En ese sentido, siguiendo, la semblanza elaborada por
Walter Mingnolo, a propósito del aporte de Silvia Rivera, me atrevo
a decir, que fue precursora no solo en Bolivia, sino en América
Latina.
Siguiendo la ruta entusiasta de su texto, es preciso señalar que este
es uno de los pocos libros bolivianos, que -en las propias palabras
de su autora- se publicó en 17 países, fuera de América Latina. El
texto se publicó, inclusive en el Japón.
Desde su primera publicación (1984), Oprimidos pero no Vencidos,
fue un trabajo provocador, pues la autora introduce una breve
2
Como Rossana Barragan, Raquel Gutierrez, entre otras intelectuales bolivianas
3
Señalo “cuasi” coincidente”, porque la Escuela de Estudios Subalternos, se conoció en Bolivia, cerca de
la década de los año 90
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presentación en lengua nativa: aimara. Lo cual en ese momento,


era realmente una provocación no solo intelectual, sino también
política. Hoy en el marco de los cambios que ha introducido el
Estado Plurinacional de Bolivia, encontrar textos en lengua nativa,
(quechua o aimara o guaraní), es un hecho sorprendente pero no
novedoso.
La otra provocación, tiene que ver con la mirada, que imprime
Silvia Rivera Cusicanqui, a cada página, pues nos conduce a una
descripción de los procesos históricos que privilegian otras voces,
que subyacen al discurso del “vencedor”, develando de este modo
la posibilidad de la deconstrucción discursiva dominante, de los
procesos políticos e ideológicos, que han permitido la legitimación,
al interior de la sociedad, de un orden dominante. Lo más
importante, es haber aperturado un horizonte optimista, en el
sentido de la posibilidad de alcanzar utopías, pues estar oprimidos,
no implica, estar vencidos y esa lectura trasciende a las formas
específicas de la lucha de clases, y en esa medida, a consiguientes
manifestaciones históricas de dominación y de resistencia sociales.
¿De qué trata el texto? A partir de la revisión de discursos
impresos, en cartas, periódicos que van desde el 1900 a 1980,
discursos emitidos por las elites locales bolivianas, la autora
reflexiona y resume las luchas campesinas, en su dimensión social
y política, tanto quechuas, como aimaras.

Ya desde las reflexiones en el aula y con mayor vigor en su texto,


Silvia Rivera Cusicanqui, señala su vieja sospecha: la historiografía
producida por la academia boliviana, e inclusive la producida por los
intelectuales de “izquierda”, es continuadora y heredera de un
discurso “colonial”. Este hecho, por supuesto, tiene una
consecuencia: la invisibilizacion de las múltiples formas de lucha de
los movimientos de resistencia, que históricamente abrían
planteado los sujetos subalternizados. Por ello, cada una de sus
páginas, nos aproximan a la descripción de una “lógica rebelde”,
que pone de manifiesto un permanente proceso de activa
resistencia. Hoy a 30 años de su publicación, se conoce que no solo
fueron luchas rebeldes indígena-campesinos, sino que había un
planteamiento para la construcción intelectual de un horizonte de
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visibilidad histórica. En alguna media, Evo Morales, primer


presidente indígena del país, representa, precisamente ese
proceso4.
Esa lógica rebelde y ese horizonte de visibilidad, se sustenta
en una lógica distinta a la lógica aristotélica. Silvia Rivera
Cusicanqui, apelando a la misteriosa y compleja lengua aimara,
suscribirá:“ñawpax manpuni” es decir “mirar hacia atrás, que
también es un ir hacia adelante” (en español). Hoy repensando esa
lectura, me atrevería a señalar, a sabiendas del desacuerdo con la
autora, si acaso no se trata de una lógica dialéctica.
¿Qué es lo novedoso de esta mirada?, sencillamente, que
sobrepaso, la lógica con la que el Estado boliviano, estuvo
sostenido. Es decir un Estado, que se construyó, en base a los
mitos, las relaciones clientelares, proyectos políticos inconclusos,
que conducen a afirmar, que el Estado Boliviano, desde 1825 (fecha
en la que nació a la vida independiente) hasta la Asamblea
Constituyente (2009). Es decir, lo novedoso, fue develar que su
construcción no solo tuvo cimientos de arena, sino que marca una
continuidad subyacente, con el viejo Estado Colonial, que en
tiempos democráticos y “modernos”, se creía superado.
Pero, el tema no concluye ahí, Silvia Rivera ha develado la
naturaleza del horizonte histórico del país. Precisamente en este
punto, en el de su develamiento, se puede encontrar la temprana o
cuasi - coincidencia con los teóricos de la subalternidad, es decir la
existencia de un “doble código” que está detrás y junto a las
acciones campesinas.
El primer horizonte, en términos de la autora el de la memoria
corta, se refiere a la Revolución Nacional 1952, marcado por su
carácter de insurrección popular y la Reforma Agraria. El segundo
horizonte, también en términos de la autora, la alusión a una
memoria larga, referida al conjunto de las luchas indígenas
anticoloniales y que se simboliza en la figura de Tupak Katari.
El proceso de la memoria corta, permite entender en Bolivia,
una serie de articulaciones sociopolíticas y culturales con el Estado
del 52, por ejemplo, la constitución del sindicalismo campesino, del
sindicalismo obrero, entre otras son criaturas de esta articulación.

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A propósito de ello, Silvia Rivera Cusicanqui, es una de sus principales detractoras.
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Por otra ruta, está la incorporación de la memoria larga, que


recupera, la dimensión política, histórica y social de Tupak Katari.
Precisamente, la lógica de la memoria larga, puede sintetizarse, en
su último minuto de vida: “Volveré y seré millones”. Esa dimensión
optimista de la protesta y la insurrección, es la que recupera Silvia
Rivera, pues los restos del caudillo no han sido aún reunificados, y
ese proceso aun, no concluye5.
Esta, doble articulación conceptual, donde lo mítico, lo
ideológico y lo histórico van juntos, se conjuncionan, supone
también un marco estructurante donde las acciones campesinas
alcanzan su profunda intensidad histórica

Isabel Villarroel Mur


.

5
El Gobierno de Evo Morales Ayma, primer presidente indígena en América del Sur y por supuesto en
Bolivia., recupera en su relación discursiva esta dimensión, la de la memoria larga. De hecho que el
primer satélite boliviano, lanzado al espacio, se denomina Tupak Katari. De algún modo el mito del
entorno retorno, se ha encarnado en este proceso. Volveré y seré millones, en Bolivia, significa la
constitución de un proceso diferente

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