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LAS FÁBULAS DE ESOPO

Edicion 2019

1
Edición
2019
··

Clásicas fábulas de
antaño en esta edición
2019 donde podremos
revivir aquellas historias
y moralejas que marca-
ron nuestra infancia.

2
EL LABRADOR Y EL LOBO

Un labrador condujo su yunta hacia un arroyo, después de la labor


diaria. Los bueyes abatidos por el cansancio exclamaron:
—¡Al fin termino el día! El trabajo fue arduo y un poco de agua fresca
no nos cae nada mal. Dejemos el yugo y vamos a beber.

Mientras así platicaban, pasó por allí un lobo hambriento que,


buscando comida dio con el arado y empezó por lamer los dos lados
interiores del yugo.

Después, poco a poco y sin darse cuenta, metió el cuello dentro y, no


pudiendo librarse del yugo, en sus sacudidas, arrastró el arado por
el surco.

Volvió en eso el labrador, que al verlo le dijo:


¡Ah, bicho condenado! Si por lo menos renunciaras a tus rapiñas y
robos para dedicarte a trabajar la tierra…

Moraleja
Si el azar te da trabajo, deja artimaña y relajo.
3
LA FAMILIA LIRÓN

Una familia lirón, conformada por abuelos, hijos y nietos, se congrego


al pie de una encina, para discutir un tema de alimentos.

—Sabemos los exquisitos frutos que esta encina nos brinda y el


esfuerzo que implica comerlos, por encontrarse tan arriba —dijo el
hijo lirón mayor.

—Pienso que para no treparnos, seria necesario derribar la encina y


abastecemos así de mucho alimento —continuo con su reflexión.
—¡Sí, si! —gritaban los demás lirones entusiasmados.

Pero el abuelo lirón se expresó:


—Pues bien, no creo que tengan razón, este ano gozaríamos de
ello, pero… ¿Qué pasará después? Lamento decirles que prefiero
agotarme cada día a morir de hambre.

Moraleja
Más vale trabajo pesado que ocio de desocupado.

4
LA RANA Y EL RATÓN

Para su propia desgracia, un ratoncito se hizo amigo de una rana.


La rana, obedeciendo a sus malas intenciones, amarró una pata del
ratón a la suya.

Anduvieron así por los campos en busca de alimento, hasta que,


siguiendo la rana su instinto, se acercó a un charco, arrastrando al
pobre ratón hasta él.

Ya en el agua, la rana se puso a nadar feliz, mientras el desdichado


ratoncito pataleaba para mantenerse a flote.
Mas, hinchado de agua, al poco rato se ahogó, quedando a flote y
amarrado a la pata de la rana.

Un gavilán, que pasaba por allí, se lanzó en picada para atrapar al


infeliz ratón, llevándose asimismo a Ia rana, que le sirvió también de
sabroso bocado.

Morajela
Quien las hace, las paga.
5
EL ASNO Y EL BUEY

Conversando en un pesebre, el asno le decía al buey:


—¡Tú no te cansas de arar todos los días
—No —respondió el buey—, porque es mi trabajo y aunque quisiera
evadirme, no lo podria.
—No seas tonto —dijo el asno—. Cuando quiero flojear, me tiro al
suelo. Te aconsejo que te finjas enfermo.
Al dia siguiente, vino el amo al establo y encontro al buey echado en
el suelo, y muy triste. Entonces dijo:
—Este animal está enfermo: haré trabajar al asno.
Llevó al borrico y Io tuvo todo el dia halando el arado. Por la tarde, el
asno apenas si podia tenerse en pie.
—<i,Qué tal te fue? —le preguntó el buey.
—Mai, muy mal, amigo. Me pesa haberte aconsejado te fin- gieras
enfermo, pues ha sido para mi perjuicio.

Moraleja
Cuántas veces de un engaño, contra el engañador
va el daño.

6
EL LOBO DISFRAZADO DE OVEJA

Un lobo, cierto día, se cubrió con la piel de una oveja que cazó en una
de sus correrías.
Así disfrazado, logró confundirse con el resto de ovejas de un rebano
y mató, sin piedad, a no pocos inocentes corderitos.

Días después, el pastor llegó a descubrir el embuste del lobo y lo ató


del cuello a un árbol, dejándolo colgado para escarmiento de cuantas
fieras pasasen por allí.

Otros pastores, viendo colgada una oveja, se extrañaron y, en


consecuencia, le preguntaron qué móviles lo habían inducido a
castigar a esa inofensiva oveja.

Cuando el interpelado quitó la piel que cubría al lobo, los pastores


estuvieron de acuerdo con el castigo del farsante.

Moraleja
El lobo cambia de pelo, pero no de mañas.

7
LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Una hormiga previsora, al llegar el verano, juntaba afanosamente


granos de trigo y cebada, guardándolos en su granero para
alimentarse en el invierno.
La cigarra, que se pasaba el día cantando, se sorprendió al verla tan
trabajadora en época en que los animales se abandonaban a la buena
vida y a la diversión.

La hormiga no replico, pero cuando llegó el invierno y con él la escasez


de provisiones, la cigarra, hambrienta, fue a pedirle unos granos para
alimentarse.
—Ya ves, holgazana —le reprochó la hormiga—. Si hubieras trabajado
en el verano, hoy no carecerías de alimentos. Sigue cantando,
haragana, mientras yo como.

Moraleja
Que el ocio, no quede impune: quien no trabaja,
que ayune.

8
LA TORTUGA Y EL ÁGUILA

Una tortuga, disgustada de andar siempre por la tierra, rogó al águila


la levantase por los aires lo más alto que pudiera.

Así lo hizo la reina de las aves, remontando a la tortuga más allá de


las nubes. Al verse en tal altura, la tortuga exclamo:
—¡Ahora veo la envidia que me tendrán los animales que por el suelo
se mueven, al verme por encima de las nubes!

Al oírla el águila, no pudo soportar tamaña vanidad y soltó a la sonadora


que, al caer sobre unos peñascos, se deshizo en mil pedazos.

Moraleja
El soberbio perece y el humilde permanece.

9
LA GALLINA Y EL DIAMANTE

Una gallina, al revolver con sus patas un basural, encontró una piedra
preciosa y, sorprendida de verla en lugar tan inmundo, le dijo:
—¿Cómo tú, la más codiciada de las riquezas, estás así humillada en
este estercolero? Otra suerte habría sido la tuya si la mano de un
joyero te hubiese encontrado en este sitio, sin duda, indigno de ti.

El joyero, con su arte, hubiera dado mayor esplendor a tu brillo; en


cambio yo, incapaz de hacerlo, no puedo remediar tu triste suerte, y,
desde luego, sigo adelante y te dejo donde estás, porque de nada me
sirves.

MORALEJA
La ciencia y la sabiduría nada valen para el necio
y el ignorante.

10
LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Había en un corral una gallina que ponía huevos de oro.


Su dueño, que todas las mañanas los recogía y vendía a buen precio,
díjose entonces:
—Si los huevos de la gallina son de oro, las entrañas, donde se forman,
deben contener oro en abundancia.

Acto seguido, mató a la gallina creyendo hacerse rico en poco tiempo;


pero al comprobar que las entrañas eran como las de todas las
gallinas, comprendió que había cometido un irreparable error.

—¡Bien merecido tengo el chasco, pues feliz estaba con mi gallinita


viva que me daba un huevo todos los días! —exclamó el ambicioso,
presa de honda frustración.

MORALEJA
La codicia es mala consejera,
y hace tu fortuna pasajera.

11
EL HOMBRE Y EL LEÓN

Un hombre y un león viajaban juntos y cada cual, abundando en


razones, se elogiaba a sí mismo exagerando su fortaleza.

Al final del camino encontraron una estatua de piedra, que


representaba a un hombre estrangulando a un león. Entonces el
hombre, mostrándola a la fiera, le dijo:
—Ya ves cómo los hombres somos más poderosos que ustedes.

A lo cual el león respondió sonriente:


—Si los leones fuésemos escultores, ¡verías también a tus semejantes
bajo nuestras garras!
Y con voz engolada concluyó. —¡Cada cual ve las cosas desde su
punto de vista!

MORALEJA
Todo tiene el color, del cristal con que se mira.

12
EL LEÓN Y LA CABRA

Un león hambriento, viendo que no le era fácil subir a los riscos en


que pastaba una cabra, se fue acercando poco a poco.

Pronto se dio cuenta que le sería imposible llegar hasta la cabrita


y entonces, le dirigió cariñosas frases invitándola a pastar juntos la
fresca y aromática hierba de la pradera.

—¡Deja estas peñas estériles —le dijo— y baja a los prados donde yo
habito, amiga mía!
—Tienes razón, así lo haré —replicó la cabra—, pero cuando estés
muy lejos de este lugar.

MORALEJA
No escuches del enemigo el consejo,
si no quieres perder el pellejo.

13
EL PERRO Y SU IMAGEN

Cierto perro cogió entre sus dientes un grande y sabroso hueso


“¡Qué regalo! —se dijo el incauto animal—. Lo llevaré a casa y allí lo
comeré a mi regalado gusto”. En el camino halló un arroyuelo, cuyas
cristalinas aguas, reflejando su imagen, le hicieron ver a otro perro
con una suculenta presa entre los dientes.

Como el animal estaba hambriento, abrió el hocico y se zambulló en


el agua para coger el hueso del otro perro. Mas, ¡oh desencanto!, al
sumergirse hasta el fondo no halló a su rival ni menos, por supuesto,
el otro hueso que creyó ver.

Se dio cuenta, entonces, aunque tarde, que su gula le había costado


la pérdida de su propia presa. Y, lo que fue peor, el hambre siguió
aguijoneándole terriblemente.

MORALEJA
Más vale pájaro en mano que ciento volando

14
EL CIEGO

Un ciego poseía el don de reconocer al tacto a cuanto animal se le


acercaba, y era tal su destreza que aún podía decir a qué especie
pertenecía.

Cierto día, sus amigos le presentaron un zorrito para probar su virtud.


Acto seguido, el ciego palpó al animal y, permaneciendo vacilante un
instante, dijo al fin:
—No puedo adivinar, pero creo que se trata de un zorrito, de un
lobezno o de otro animal parecido. Sin embargo, puedo aseguraros
que no ha nacido este villano para convivir con las gallinas, porque
el muy carnicero, apenas esté solo con sus apetecidas presas, las
devorará una tras otra.

—¡En verdad que nuestro amigo es maravilloso, pues ha acertado


una vez más! —exclamó, admirado, uno de los vecinos.

MORALEJA
Lo que con los ojos no miro, con el dedo lo adivino.

15
EL ASNO VESTIDO CON PIEL DE LEÓN

Bibí, un jumento de Asnolandia, se vistió cierta vez con la piel de un


leónque encontró en el camino.

Los demás animales, al verlo, se asustaron y huyeron despavoridos,


de suerte que el terror se apoderó de toda la comarca.

Bibí, feliz de saberse temido, paseábase campante por prados


y montes. Su amo, echándole de menos, fue en su busca; mas, al
encontrar a león tan raro, se asustó sobremanera y huyó.

Poco tiempo después, al reparar el amo en las descomunales orejas


que asomaban por entre la piel del león, se dio cuenta de la farsa. Se
le acercó entonces, le quitó el disfraz, y lo molió a palos.

MORALEJA
Quien engañar pretende con el castigo aprende.

16
LAS GALLINAS GORDAS Y LAS FLACAS

Vivían en cierto corral varias gallinas: unas gordas y bien cebadas, y


otras, por lo contrario, flacas y desmedradas.

Las gallinas gordas, orgullosas de su buena facha, se burlaban de las


flacas, llamándolas esqueletos vivientes, muertas de hambre, etc.
Mas he aquí que el cocinero, debiendo preparar algunos platos para
el banquete de Año Nuevo, bajó al gallinero y eligió las mejores que
allí habían.

La elección, lector, no fue difícil. Las gallinas gordas, viendo su fatal


destino, envidiaron entonces la mejor suerte de sus compañeras
flacas y esqueléticas.

MORALEJA
La suerte de la fea, la bonita la desea.

17
EL CUERVO Y EL ZORRO

Cierto cuervo, de los feos el peor, hurtó un queso y fué a saborearlo


en la copa de un árbol.

En esa circunstancia lo vio un zorro que, con la intención de quitárselo,


comenzó a adularlo de esta manera:
—Ciertamente, hermosa ave, no hay entre los pájaros otro que tenga
la brillantez de tus plumas ni tu gallardía y donaire. Tu voz es tan
fascinante que juzgo no habrá quien te iguale en perfección.

El cuervo, envanecido por el elogio, quiso demostrar al astuto zorro


su melodiosa voz y comenzó a graznar, dejando caer el queso que
tenía en el pico.

El ladino zorro, que no deseaba otra cosa, cogió entre sus dientes
el suculento bocado y, dejando burlado al cuervo, lo devoró bajo la
fresca sombra de un árbol.

MORALEJA
Quien te envanece y engríe de tu necedad se ríe.
18
Maquetación
Warumo

19
LAS FÁBULAS DE ESOPO
Edicion 2019

Volumen
20 5

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