Pedagogia Sociedad y Crisis Educativa
Pedagogia Sociedad y Crisis Educativa
Pedagogia Sociedad y Crisis Educativa
Introducción
Vivimos en una realidad en la que el niño por el mero hecho de nacer en una
sociedad, tiene el derecho de recibir instrucción escolar y el adulto, como miem-
bro de esa sociedad, tiene obligación de dársela. Sin embargo este estado de cosas
no ha sido siempre así. Basándome en la consideración de Durkeim de que la
pedagogía debe atender a la historia de la enseñanza con el objeto de comprender
mejor lo que hoy es la pedagogía, realizaremos una visión histórica del movi-
miento pedagógico.
A finales del siglo XIX es cuando se produce un cambio radical en la peda-
gogía. En esta época la aceptación de una educación común significó el desenca-
denamiento de dos revoluciones: una de ellas se refiere a la nueva concepción de
la ciencia y la cultura y la otra del sentido y significado dados a la educación.
En la época renacentista es cuando se produce una profunda fisura con el
pasado. Por primera vez el «principio de la autoridad o de verdad» asentado ya
sea en textos sagrados o profanos, pero indiscutibles, se rompe. La verdad debe
buscarse a través de la investigación y de la experimentación.
Con el Renacimiento, el saber y la cultura dejan de ser patrimonio del clero y
la nobleza para quedar al alcance de la burguesía. Este cambio se impone debido
a la transformación que sufre la concepción del hombre, de la vida y el mundo.
La frase de Durkheim de que en cada sociedad existen tantas educaciones
como medios diferentes hay, se refleja en la existencia de dos pedagogías diferen-
tes: una para la nobleza y otra para la burguesía, la primera apunta al hombre tal
como debe ser repitiendo con las modificaciones requeridas por las circunstan-
cias los principios de la paideia griega y romana. Forman a un hombre que debe
desenvolverse en un mundo sin cambios, basado en la perennidad teórica de las
instituciones considerada superior por privilegio divino. Los fines de la burguesía
son realistas, su educación tiende a cultivar al hombre tal cual es. Su humanismo
es concreto y se aferra a la promoción del saber y de las ciencias.
En el siglo XVIII la burguesía se libera de sus prejuicios y lanza al asalto del
poder, el resultado inmediato es la Revolución francesa. Fue con el aconteci-
miento de la Bastilla cuando la burguesía comprendió la imprudencia de embria-
gar al pueblo con ideales.
Con Napoleón la Universidad se modeló siguiendo el patrón del ejército. El
imperio necesitaba soldados y funcionarios ideales y capaces, y la educación
dada en las escuelas, colegios, liceos e institutos debía preparar hombres que
sobresalieran antes que nada en los cuarteles y en las oficinas de los ministerios.
Por primera vez, la educación fue organizada como un todo unitario a partir de
la escuela primaria para llegar a la Universidad.
La burguesía había llegado a la etapa de análisis de sus principios y tácticas, y
la libertad de enseñanza le impedía en estos momentos liquidar la herencia revolu-
cionaria en lo que había ido más allá de sus aspiraciones e intereses. Dialecti-
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cación tiene como fin socializar al individuo, cuya individualidad humana (men-
tal y afectiva) se forma en y para la sociedad.
En la educación socialista, la subordinación de la pedagogía a los fines de la
sociedad terminó por asumir dos formas: o una subordinación a la sociedad
nacional, al estado, o bien una subordinación a la colectividad.
Bajo el aspecto nacionalista, la pedagogía social representó la dirección de la
educación en Italia y de los movimientos análogos que antes de la Segunda Gue-
rra Mundial surgieron en España, Rumania, Japón y que alcanzó su máxima
expresión en Alemania.
La orientación socialista o comunista desarrolló por el contrario, una escuela
que actúa según las exiencias de la vida, que reproduce las formas de la misma.
Es una pedagogía entendida como necesidad de trabajo con fines colectivos: coo-
peración de todos por el bien de todos. La pedagogía socialista ha tenido su
máximo exponente al sociólogo Durkheim quien afirma que la educación «es la
acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado
aún un grado de madurez suficiente para desenvolverse en la vida social. Tiene
por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos,
intelectuales y morales, que exigen de él tanto la sociedad política tomada como
conjunto como el medio especial al que está destinado particularmente». La
educación se convierte en una función colectiva, intentando desarrollar en el in-
dividuo las cualidades que requiere una sociedad. Es la sociedad la que dicta al
educador cuales son las ideas, los sentimientos, ...que se deben inculcar al niño
para que éste viva armónicamente en el medio en el que se desenvuelve.
Queda muy claro que el ideal pedagógico es, desde esta concepción, obra de
la sociedad. El hombre que la educación debe de formar no es el hombre tal y
como la naturaleza lo ha creado, sino tal como los requerimientos socioeconómi-
cos dictaminan. La educación responde a la estructura económica de la sociedad
capitalista o socialista, pero no a requerimientos del desarrollo mental del niño,
del adolescente.
Por último, las críticas a la pedagogía individualista y a la sociedad desem-
bocaron en el sintetismo educativo. Es necesario armonizar persona y sociedad.
Por tanto, si bien es cierto que la educación tal y como postula Durkheim es
un hecho social en el que una ciencia como la Sociología tiene mucho que decir,
no lo es menos que la Psicología cobra una gran importancia puesto que la edu-
cación tiene como objeto al individuo en formación. La educación no debe res-
tringirse a adaptar al ser humano a la sociedad en la cual le ha tocado vivir, debe
atender al desarrollo integral del individuo y es precisamente en este punto donde
interviene la Psicología. Es imprescindible considerar las necesidades del niño y
del adolescente, lo cual implica un profundo conocimiento del individuo en desa-
rrollo. La Pedagogía debe tener este hecho en cuenta y no elaborarse por teóricos
al servicio de una clase en el poder que sirven a los intereses de éste.
En mi opinión en lugar de hablar de libertades del profesorado debería
hablarse de las libertades del alumno, que se ve doblemente supeditado tanto a la
pedagogía imperante como a la acción didáctica concreta que se ejerce sobre él.
Creo que es en este punto donde la clase enseñante tiene un cierto margen de
libertad, mientras que el alumno sigue siendo el sujeto pasivo al que se le imbuyen
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los contenidos dictados por los programas pedagógicos sin tener en cuenta las
capacidades, aptitudes e intereses propios de cada momento evolutivo. Por ello
yo abogaría no sólo por una Sociología de la Educación sino también por una
Psicología de la Educación.
Durkheim estudia la educación como hecho social observable. La Pedagogía
debe tener en cuenta las necesidades concretas de la sociedad concreta y del
medio social del individuo. Es evidente que los cambios sociales, políticos y eco-
nómicos implican cambios en la pedagogía a seguir. Actualmente vivimos en una
sociedad regida fundamentalmente por la técnica y la ciencia, hecho éste que ha
producido una mayor homogeneidad entre los hombres al mismo tiempo que la
necesidad de una mayor especialización. La Pedagogía, por tanto, debe orientar
la corriente educativa a unos fines que tengan en cuenta este estado social de
cosas.
Sin embargo, desde la época en que Durkheim desarrolló su teoría sociológi-
ca de la educación, la Psicología ha recorrido un largo camino. Cada vez se tien-
de más a una Psicología social, a una concepción interrelacionai del individuo y
su medio, por lo cual no se le puede relegar, como hizo Durkheim a una discipli-
na que podría orientar a los pedagogos en la metodología a seguir sin dejar acceso
a la creación de una programación adecuada a las capacidades del educando.
Sea como fuere, la verdad es que nuna se había hablado tanto de educación
y de pedagogía como en nuestros días. Los libros polémicos que tratan de estos
temas se han convertido en best-sellers. En poco tiempo se han dado a conocer
las más diversas experiencias pedagógicas, y ha sido relativamente fácil convertir
la polémica entre la escuela tradicional y la escuela progresista en uno de los
temas de mayor interés y actualidad.
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De todas formas, en materia educativa las críticas más severas que se formu-
lan en los últimos tiempos no conciernen sólo a lo estrictamente educativo, ya
que diversos estudios han puesto de manifiesto que los problemas educacionales
son también políticos y, por lo tanto, su crítica no se puede separar de la econo-
mía, la burocracia, el Estado y la sociedad considerada de modo global.
Sólo muy recientemente las masas se han dado cuenta de la enorme trascen-
dencia de la educación, tanto a nivel personal, como social y político.
El problema de la educación, por tanto, ha dejado de ser privativo de unos
cuantos especialistas y se ha convertido en una de las preocupaciones básicas de
una humanidad cada vez más consciente de sus aspiraciones.
2. La tradición educativa
1. Estructura piramidal
2. Formalismo y memorización
ser que los aprenda mediante un proceso de memorización que, a su vez, consti-
tuye el control, por el profesor, de lo aprendido por aquel, como preguntar la lec-
ción, las evaluaciones...
3. Esfuerzo y competencia
4. Autoridad
Para hacer que el niño realice esfuerzos a los que no se siente atraído de for-
ma natural, y para conseguir que se comporte de forma aceptable, se recurre a la
autoridad del educador, el cual es considerado como representante de la sociedad
adulta.
El educador, a su vez, se halla sujeto a la autoridad del director, del inspec-
tor, de los organismos oficiales administrativos, como parte integrante de un
aparato burocrático, todo lo cual influye para que el alumno acate desde muy
pequeño el principio de autoridad y acepte pasivamente cualquier presión que se
haga sobre él.
Aunque la práctica pedagógica tradicional suele presentar un carácter nega-
tivo, las ambiciones de los autores que de alguna forma han propugnado una
pedagogía clásica no son tan condenables, y creo que, a pesar de inclinarnos por
la nueva metodología, no podemos desconocer los fines que pretendía esta peda-
gogía.
En este sentido, resulta muy clarificador el análisis de la educación tradicio-
nal que ha realizado Georges Snyders, quien basándose en textos de Chateau,
Alain y Durkheim, trata de explicar el sentido de la pedagogía clásica y también
el porqué de su decadencia.
Para ese autor, la ambición de la pedagogía clásica es poner al alumno en
contacto con las grandes realizaciones de la humanidad mediante unos modelos
que constituyen las obras maestras de la civilización.
Educar es, pues, esencialmente, proponer modelos, los cuales son presenta-
dos con una claridad y perfección que la realidad no puede alcanzar.
Se trata, en suma, de poner al alcance del niño las obras maestras de la lite-
ratura y del arte, los razonamientos matemáticos y las adquisiciones científicas
más importantes. Estos arquetipos ayudarán al niño en la formación de su perso-
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como aspiración fundamental del ser humano, encontramos otro de los motivos
que parecen haber influido decisivamente en la revuelta de quienes, de alguna
forma, fueron preparando los caminos de la educación nueva.
3. Innovación educativa
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• La no directividad
• Las corrientes antiescuela...