Salud en La Ciencia PDF
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1
Indice
Agradecimientos 4
Introducción 5
2
el acoso laboral en y la universidad pública desde una
perspectiva sociojurídica 214
Aida Figueroa Bello
3
Agradecimientos
4
Género, salud y condiciones de trabajo en la ciencia – Una introducción
Este libro iba a ser sobre la continua discriminación de género en la educación superior. Las
que integramos el equipo de investigación no desconocimos los esfuerzos que organismos
públicos, privados, instituciones supranacionales y las propias universidades han hecho en
todo el globo para estimular el ingreso de las mujeres a la ciencia y la educación superior
como tampoco desconocemos las cifras estadísticas que demuestran que las mujeres
enfrentan graves obstáculos para avanzar al interior de la ciencia. Nuestras propias
experiencias en la academia – ya sea como alumnas o como profesoras-investigadoras –
nos han familiarizado, en carne propia, con las muchas trabas que tanto el sistema
universitario como sus actores sociales deparan a las mujeres. Partimos pues de la tesis que,
a pesar de la creciente inclusión femenina a la ciencia y la educación superior, muy poco ha
cambiado en cuanto a la discriminación de género.
El cuestionario creado fue enviado a casi seis mil investigadores nacionales. 733
hombres y mujeres lo contestaron. Pero al iniciar el análisis de los datos nos topamos con lo
que menos habíamos esperado: hombres y mujeres evaluaron su entorno laboral en
términos similares. Peor aún, los varones se perciben en algunos renglones aún más
5
excluidos, relegados y maltratados que las mujeres. Nuestra tesis de la continua
discriminación de género ya no parecía sostenerse. La crisis conceptual que enfrentamos se
intensificó cuando vimos que para las académicas que estudiamos – investigadoras
nacionales – no resultó problemático combinar ciencia y familia. Con ello parecía caer el
último bastión argumentativo –la idea de la doble jornada y el estrés por pretender cumplir
tanto con las actividades científicas como familiares - que explicaría la dificultad de las
mujeres por abrirse camino hacia las esferas superiores tanto de la academia como de la
administración científica. ¿Habrá la reforma neoliberal del sistema de educación superior
con su énfasis en la eficiencia y transparencia realmente logrado que hombres y mujeres
encontrarían en las instituciones de educación superior mexicanas las mismas
oportunidades? ¿Se habrá superado la discriminación de género? Nos resultó difícil asumir
tal tesis.
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preciso desestimarla. Este pragmatismo de las políticas de género en las sociedades
neoliberales hizo posible las innumerables iniciativas públicas y privadas por integrar a las
mujeres a la ciencia y por ende al proceso de explotación de trabajo altamente calificado
que resulta clave en una economía de conocimiento; pero también explica la reticencia por
crear mecanismos efectivos para proteger las mujeres contra la discriminación en el trabajo
cotidiano en empresas e instituciones. Por ejemplo, la brecha salarial existente entre
científicos y científicas – un ejemplo de discriminación patente y múltiples veces
documentado – no constituye por lo mismo un vestigio del pasado en proceso de ser
superado sino un mecanismo efectivo para reducir los costos y mejorar así el balance
financiero de las instituciones científicas. El Estado suele intervenir solamente si la práctica
discriminatoria produce una querella entre las partes, es decir, si se entabla una demanda
jurídica. En vista de que se trata de un procedimiento costoso para la parte quejosa que,
además, carece de la certeza de poder ganar el juicio, pocas mujeres se atreven a emprender
este camino.
Por otra parte, la competencia por recursos escasos en las instituciones atraviesa
también la relación entre los trabajadores científicos. Deben rivalizar por recursos de
investigación, por espacios de trabajo, equipo, alumnos, materiales de uso cotidiano y/o
por un lugar en una bolsa de complementos salariales que se distribuye aparentemente
según la productividad individual. El trabajador mejor posicionado no representa en esta
lucha necesariamente el mejor calificado ni el más creativo y/o el más productivo. Dado
que sólo importan los resultados – y no los medios empleados para alcanzarlos –, la
discriminación de género puede constituir una estrategia racional de los individuos, que
compiten entre sí, si las ventajas anticipadas superan los perjuicios posibles. Dentro de este
cálculo estratégico que orienta la acción social en la organización la relegación femenina
deja de ser un imperativo. Lo anterior implica que no todas las mujeres sufren
discriminación a pesar de que trabajen en la misma organización. La experiencia
discriminatoria se particulariza. Ciertos individuos la sufren, mas no necesariamente el
grupo entero al que pertenecen. Se trata de un fenómeno que obstaculiza la solidarización y
la acción colectiva.
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La discriminación de género, tal como ha sido practicada en el pasado, asignaba por
principio ciertas desventajas a las mujeres y otorgaba a los varones determinadas
prebendas. El neoliberalismo dejó atrás tal ortodoxia sin superar por ello la discriminación.
Su proyecto no consiste en sobreexplotar a uno o varios grupos sociales en particular para
conservar una tradición cultural sino alterar la relación entre capital y trabajo de tal forma
que los beneficios empresariales se incrementen. En la ciencia las condiciones de trabajo de
todos los científicos – hombres y mujeres – se han deteriorado en términos generales y en
independencia del sexo. Esto significa que en el caso de los varones los estándares de
trabajo (infraestructura, recursos e implementos de trabajo, condiciones salariales, etcétera)
se han ajustado hacia abajo1. Surge así una nueva igualdad pero ahora en relación al
maltrato, al acoso laboral, al desapoyo, a la anuencia de reconocimiento a los logros
académicos de los profesores, a la expropiación de productos intelectuales a manos de
superiores y colegas. A diferencia de las mujeres, quienes aún figuran en los discursos
oficiales a favor de la equidad de género, el maltrato laboral de los hombres en la ciencia ni
siquiera es punto de debate.
1
Esto se observa con gran claridad en el reciente reporte sobre la situación de científicos jóvenes en
Alemania: tanto hombres como mujeres jóvenes reciben – en comparación con generaciones de científicos
anteriores – un menor ingreso y cuentan en mucho mayor grado con contratos laborales temporales
(Konsortium, 2013:35).
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racional en el medio del lenguaje. La salud es así comprendida como un síntoma de un
profundo malestar con la realidad social en la que los sujetos se encuentran inmersos.
9
acerca del sujeto, el entorno social en que se desenvuelve y su interacción con el mismo, la
que puede ser de utilidad para el análisis psicosociológico. El intercambio con el entorno
social altamente complejo se desarrolla tanto en el plano consciente y racional como
afectivo y somático. Cuando las condiciones ambientales restringen las posibilidades
expresivas elaboradas racionalmente (por ejemplo, al restringirse la libertad de expresión de
parte de entidades sociales), el discurso racional queda suplantado por lo menos
parcialmente por el afectivo-somático. Sin embargo, las posibilidades de este para
transformar la realidad opresiva son reducidas. La tensión somática asociada a eventos
displacenteros persistentes y continuos tiende a activar entonces un mecanismo de
distensión específico, denominado por Mitscherlich como ―inervación antagónica‖ la que
compromete el funcionamiento del organismo psicobiosocial al generar lesiones de órgano
(por ejemplo, trastornos funcionales como gastritis, colitis). Sieglin concluye así que bajo
determinadas condiciones societales la discriminación de género debe ser estudiado
prioritariamente a través del plano psíquicosomático.
Sobre esta base el segundo capítulo, a cargo de la misma autora, explora la salud
psicofísica de la élite académica de universidades estatales y la UNAM en cuanto a las
diferencias de género y el entorno organizacional en los recintos universitarios. El análisis
estadístico revela diferencias considerables en cuanto a la salud de hombres y mujeres, pero
también y en mayor grado entre diversos entornos organizacionales. La autora demuestra
que en culturas organizacionales autoritarios, impositivos, negados a reconocer los logros
profesionales de la planta académica, discrecionales en cuanto a la distribución de los
recursos institucionales, excluyentes en cuanto a la participación de los académicos en la
toma de decisiones y renuentes a crear estructuras y políticas institucionales para proteger a
los trabajadores contra todo tipo de violencia en el trabajo el 57% de los varones y más de
70% de las mujeres sufren de problemas de salud en grado mediano a severo. Estas cifras
contrastan con quienes laboran en culturas organizacionales que permiten la participación
democrática, cuentan con liderazgos institucionales carismáticos, incluyentes y eficaces,
distribuyen los recursos institucionales de manera transparente y disponen de mecanismos y
políticas de reconocimiento a las aportaciones académicas de l@s investigador@s. No
obstante, este capítulo no logra explicar la persistencia de las diferencias de género en el
ámbito de la salud psicofísica.
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El tercer capítulo elaborado por Sagrario Videgaray y Veronika Sieglin intenta
arrojar luz sobre los factores que subyacen a los mayores problemas de salud de las
mujeres. A través de un análisis estadístico las investigadoras identifican el factor clave que
explica la mayor afectación femenina por trastornos psíquicos y psicosomáticos en el
trabajo académico: la reacción frente al estrés laboral. Las autoras demuestran que las
mujeres requieren de mucho más tiempo para superar conflictos interpersonales en el
trabajo que los hombres y que viven los conflictos de manera más intensa que sus colegas
masculinos. Al mismo tiempo demuestran que la salud laboral de las mujeres – por lo
menos en el segmento laboral estudiado - no se ve comprometida por factores
extralaborales como, por ejemplo, el hecho de tener familia o el estatus civil.
El cuarto capítulo escrito por Veronika Sieglin ahonda en diversos aspectos de la
afectividad, conflictos interpersonales y entornos organizacionales de hombres y mujeres.
El análisis empírico demuestra que en organizaciones académicas con culturas
organizacionales adversas más de 90% las mujeres requieren de semanas y meses para
superar el impacto emocional de los conflictos. Ello hace suponer que contextos
organizacionales adversos facilitan mucho más la producción de abusos, arbitrariedades y
atentados a los derechos fundamentales de las mujeres y otras minorías políticas que
instituciones con características organizacionales favorables.
El quinto capítulo aportado por María Zuñiga estudia la influencia de las variables
demográficas y laborales, la calidad de las relaciones laborales, la participación en la toma
de decisiones y el apoyo social en el trabajo en la salud física y psicológica de la misma
población universitaria (investigadores nacionales). Además de factores demográficas
(sexo, edad) y laborales (tipo de contrato laboral), la autora destaca la importancia de
variables organizacionales (tipo de liderazgo, grado de democratización, calidad de la
interacción) para el bienestar psicofísico de los académicos. Una atención especial se
otorga al apoyo social individualmente percibido. Zuñiga demuestra que la salud laboral se
ve influida por la calidad de la interacción con pares y superiores en el trabajo: un escaso
apoyo social compromete la salud tanto de hombres como de mujeres.
La segunda sección de esta obra explora la inserción de las mujeres en contextos
académicos precisos, las limitaciones estructurales que enfrentan y las formas de
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subjetividad que se tejen. En su mayor parte se trata aquí de estudios de caso abordados con
métodos cualitativos.
La sección se abre con un estudio sobre la inclusión de las mujeres en la educación
superior y la conciencia de las limitaciones estructurales en el ámbito de una universidad
estatal en particular (capítulo seis). Sus autoras, Irma Lorena Acosta y Claudia Aguilar,
documentan con gran detalle la lenta integración de las mujeres en el posgrado de una
universidad estatal y las condiciones de trabajo que enfrentan en dicho recinto. A pesar de
las dificultades enfrentadas por las mujeres para escalar en la jerarquía académica – en
comparación con los varones, las mujeres de la muestra presentan rezagos tanto en grados
académicos y en cuanto a su estatus dentro del Sistema Nacional de Investigadores como en
el escalafón laboral de su recinto académico – y no obstante el impacto negativo de las
políticas neoliberales en cuanto a las condiciones salariales y contractuales en ambos
géneros, las académicas se muestran más satisfechas con sus condiciones laborales que sus
colegas del sexo opuesto. Este estudio ratifica la tesis del primer capítulo acerca de una
escisión entre la conciencia y las condiciones de trabajo materiales.
El tema del acoso laboral, y los derechos humanos en la educación superior ocupa el
trabajo de Aida Figueroa que se acerca a esta temática, en el séptimo capítulo, desde una
perspectiva jurídica. Partiendo de una amplia documentación del acoso laboral como un
fenómeno recurrente en la educación superior. La posibilidad de que se produzca el acoso
laboral en el ámbito universitario es favorecida tanto por factores internos como externos a
las organizaciones académicas. La autora demuestra que solamente 19 universidades
federales y estatales en México cuentan con un mecanismo defensor de los derechos
universitarios – sin tomar en cuenta el grado de eficacia del mismo en caso de agravios a
los derechos de los trabajadores –, mientras que el resto de las máximas casas de estudio
carecen de defensorías y exponen así a la población trabajadora y estudiantil a la más
absoluta indefensión frente a agravios generados a sus derechos fundamentales de parte de
pares y superiores. En este lamentable escenario se encuentran desafortunadamente dos de
las universidades estatales más importantes y grandes del país: la Universidad de
Guadalajara y la Universidad Autónoma de Nuevo León. En cuanto a factores externos que
favorecen el acoso laboral en la educación superior destaca la aún ínfima e incipiente
regulación normativa en el ordenamiento jurídico mexicano. Al combinarse las lagunas
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jurídicas provenientes de la Ley con la ausencia o ineficacia de estructuras de protección y
defensión de los derechos fundamentales al interior de las universidades estatales, se forma
un caldo de cultivo perfecto para el acoso laboral que afecta particularmente a grupos
vulnerables como las mujeres.
En tanto el capítulo sobre acoso laboral pretendía llamar la atención de las diversas
instituciones académicos a crear y fortalecer mecanismos de defensoría legal, el trabajo a
cargo de Alfredo Bautista aborda la conflictividad de grupos de trabajo en la ciencia desde
una óptica psicoanalítica. Como cualquier otro grupo, los grupos científicos desarrollan su
trabajo en el marco de una economía afectiva que influye y moldea el trabajo de sus
integrantes y que, bajo circunstancias desfavorables, puede poner en entredicha la
existencia del grupo mismo. El psiquismo de los grupos científicos se ve influido tanto por
factores organizacionales y coyunturales como por elementos internos como la historia,
composición y constelación del grupo que son detallados y ejemplificados en el texto
Tomando en cuenta que la salud laboral femenina se juega muy particularmente en el
ámbito de la afectividad, el trabajo presentado por Bautista recobra una importancia
especial por su énfasis en la psicodinámica grupal e invita a pensar en intervenciones
psicológicas y sociales para fortalecer particularmente la estabilidad de los grupos de
mujeres en la ciencia.
El acercamiento psicoanalítico al trabajo en la educación superior se cierra en esta
obra con la contribución de Emma Ruíz Martín del Campo sobre la formación de la
subjetividad en el marco de la docencia superior. A diferencia del capítulo a cargo de
Alredo Bautista que se centró en el surgimiento de conflictos tomando como punto de
referencia la psicodinámica del grupo de trabajo, la autora del presente se enfoca en el
plano del sujeto frente al entorno. Partiendo de la tesis freudiana de la relación conflictiva
entre las demandas del entorno social – cada vez más agresivas y aplastantes en la era
neoliberal – y las necesidades del sujeto que, en aras de poder convivir e interactuar con
los actores del entorno y las instituciones que lo acogen y sostienen, necesita reprimir,
censurar, postergar o canalizar sus impulsos por vías alternas, la autora sostiene que la vida
en sociedad implica una constante búsqueda por encontrar un balance entre necesidades e
impulsos del sujeto y demandas ambientales. La búsqueda por reconocimiento, el deseo de
ser incluido en una comunidad solidaria o el acercamiento al otro son expresiones de estos
13
impulsos como también lo son la violencia y la crueldad ante desencuentros, expectativas
fracasadas o condiciones ambientales desfavorables. Todo ello da lugar a una subjetividad
en constante cambio, proceso que es revisado por medio de dos estudios de caso que
retoman las experiencias de dos profesoras de una universidad estatal.
Esta obra concluye con un capítulo sobre imaginarios de feminidad y maternidad en
científicas universitarias de la pluma de Elisa Cerros y María Elena Ramos. La importancia
de este tema dentro de la discusión sobre los avances, retrocesos o el estancamiento de las
mujeres en la ciencia resalta particularmente fuerte al revelarse en la base de datos que
construimos en esta investigación auspiciada por CONACYT, PROMEP y PAICYT un
elevado porcentaje de científicas solteras (16.5%) y otro tanto más de divorciadas (16.1%)
que contrasta con 7.7% de varones solteros y 6.6% divorciados. Los datos plantean pues la
necesidad de revisar, en el caso de las mujeres, la compatibilidad de la actividad científica
con la vida en pareja y en familia; asunto aparentemente aproblemático en el caso de los
hombres. El presente trabajo avanza en esta dirección al explorar las interacciones,
interpretaciones y experiencias subjetivas de mujeres en aspectos tales como la pareja, la
familia, el entorno laboral, las redes sociales de apoyo y las emociones que experimentan
producto de la influencia de estos imaginarios. Contrario a la visión tradicional que sostiene
la idea de una doble o triple jornada en el caso de las mujeres que intentan integrar la
ciencia con la maternidad y la vida en pareja, el presente trabajo desmitifica este discurso y
abre así nuevos horizontes para explorar las dificultades de pareja y de vida familiar de las
científicas.
14
Sección I: Discriminación de género, conciencia y salud
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Discriminación de género, conciencia feminista y salud
Veronika Sieglin
Introducción
Si bien es cierto que a nivel global hay un incremento sustancial en la participación de las
mujeres en la producción de conocimientos científicos a lo largo de las últimas tres
décadas, no es menos cierto que las mujeres están edificando sus carreras académicas sobre
un campo lleno de piedras y espinas. En este sentido, los datos estadísticos demuestran una
verdad implacable: en pleno siglo XXI en la ciencia – al igual que en muchos otros ámbitos
profesionales – las mujeres son bienvenidas en los estratos operativos, pero carecen de las
mismas probabilidades que los varones para alcanzar las esferas superiores. En los países
miembros de la Unión Europea, por ejemplo, la mujeres conforman en la actualidad la
mayoría de los graduados universitarios (Portugal – 65%; Suecia - 64.8% Italia – 59.3%;
España – 58.6%; Dinamarca – 58% y Alemania – 57.5%) pero están sub-representadas
entre los investigadores científicos (Portugal – 46.9%; Suecia – 41.1%; Italia – 35.5%;
España – 38.3%; Dinamarca – 36.8% y Alemania – 31.4%) (Torres González, 2012:29s).
En las posiciones profesorales de mayor nivel (grado A) de las universidades europeas las
mujeres constituyen sólo entre 12% (Alemania y Dinamarca) y 21% (Portugal) del personal
(Torres González, 2012:35).
2
Esto es particularmente cierto en el caso de muchas formas de discriminación que se practican en la
actualidad contra los llamados grupos vulnerables. Según Deitch et al (2003:1301), cambios en los planos
legal e ideológico han impulsado la mutación de formas de discriminación directa, abierta y transparente de
ciertos sectores de la población (personas de color, con una discapacidad, contra mujeres o pobres) hacia
prácticas más veladas y sigilosas.
3
Durkheim (1989:294) sostuvo por lo mismo que las causas se deben indagar a posteriori.
17
como hecho objetivo, palpable y demostrable, por un lado, y la conciencia subjetiva de los
actores particulares orientada al plano de lo concreto y lo singular, por el otro.
La escisión anterior surge por el hecho de que, como observó Dilthey (cit. en
Gadamer, 1997: 249), cada vivencia se fusiona con otras vivencias previas y posteriores en
una corriente vivencial que conforma un horizonte dentro del cual el acontecimiento es
significado. Aunque el horizonte precede las vivencias singulares y las hace así posibles,
ello no implica que establecería límites rígidos; al contrario, el horizonte mismo se desplaza
tal como lo hace un río cuando le caen gotas de lluvia.
18
conceptos y narrativas logró concientizar a un creciente número de mujeres que su lugar
relegado en la sociedad era de origen político y no – como durante mucho tiempo se había
afirmado - biológico. El feminismo abrió a las mujeres los ojos para la discriminación al
insertar este concepto en el universo discursivo. De este modo ha logrado incidir en el
horizonte de significación y por ende en las posibilidades de acción de las mujeres.
19
que sus colegas varones) (Pritchard, 2010). Si bien tanto hombres como mujeres
identificaron a las universidades como organizaciones estructuradas por las relaciones de
género y aunque 52% de las mujeres consideraron que las estructuras y políticas de apoyo
para promover a las mujeres de una categoría laboral a otra fuesen insuficientes (Pritchard,
2010:50), ni varones ni mujeres recordaron haber observado en su entorno laboral
inmediato prácticas discriminatorias relacionadas con el género, en general, y – en el caso
de las mujeres – hacia su persona, en particular (Pritchard, 2010:56). Empero, resulta
llamativo que esta valoración relativamente positiva del entorno laboral contrastaba con el
deseo de muchos académicos de abandonar la universidad: 33% de los varones y 46% de
las mujeres aspiraban a un empleo fuera del recinto universitario (Pritchard, 2010:50). Si
bien el estudio no explica el anhelo de desertar, los números apuntan a la presencia de un
malestar profundo que coexiste a lado de una valoración positiva de las condiciones de
trabajo en general en las universidades. Se trata de una contradicción que exige ser
aclarada.
4
La discriminación refiere a actos negativos practicados de forma sistemática contra ciertos grupos sociales
y cuenta por lo general con una legitimación ideológica compartida por un vasto sector de la sociedad (por
ejemplo, la idea de una inferioridad biológica, psicológica o cultural de mujeres, personas de color o con una
discapacidad). Estos tratos deben diferenciarse de otros actos negativos que emergen de forma casual, que
no cuentan con un sustento y que no se ejercen en contra de grupos sociales específicos sino que pueden
afectar cualquier integrante de una sociedad o comunidad.
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El problema arriba descrito no se reduce a un eventual conformismo de parte de las
mujeres. La interpretación de un acontecimiento determinado se fundamenta siempre en un
saber previo que permite clasificar y categorizar el evento: esto es, extraer su núcleo básico
y relacionarlo con experiencias anteriores y simultáneas. A través de la interpretación y la
inserción en una trama experiencial los sucesos nuevos adquieren sentido y significado.
Cuando estamos hablando de una trama de experiencias no nos referimos a una
cadena de sucesos consumados en el pasado al que se suma simplemente un nuevo evento.
La trama como tal constituye ya en sí una construcción teórica que gira en torno a un tema
determinado en función del cual se integran acontecimientos similares. Pero cada nueva
experiencia integrada reconfigura y reordena el todo y afecta por ende de forma sigilosa la
matriz interpretativa misma y por ello la valencia de cada una de las experiencias
previamente integradas. Esto significa que las experiencias hechas no son materia sólida y
cuaja con un contenido inamovible, sino que son – en palabras de Berman (1997) – líquidas
y en constante proceso de transfiguración. Ni su significado ni su impacto en la motivación
de un individuo están dados de una vez por todas (Sieglin, 2004:119ss).
21
observaron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres con relación
a la satisfacción laboral. Las diferencias se articularon, en cambio, en el eje étnico-racial.
Los predictores de satisfacción laboral eran, para hombres y mujeres, el respeto y el
reconocimiento percibidos de parte de los demás actores en el departamento, el grado en
que la carga laboral invadía el espacio familiar y los esfuerzos de la universidad y de sus
departamentos por facilitar a sus académicos/as la creación y conservación de un equilibrio
entre las demandas del trabajo y de la familia. Los indicadores de segregación de género no
resultaron importantes en este contexto. Otro estudio reciente (Ayre, Mill y Gill, 2011)
entre 1,954 ingenieros e ingenieras en Australia realizado en dos cortes de tiempo (2000 y
2007) llegó a una conclusión parecida: a pesar de que las mujeres participaron menos en la
toma de decisiones que los varones, tenían menos oportunidades de ser promovidas en el
trabajo, corrieron más riesgo de sufrir acoso laboral y a pesar de que 42% afirmaron haber
experimentado actos discriminatorios relacionados con su género, el porcentaje de mujeres
satisfechas con su entorno laboral subió entre 2000 y 2007 de 60% a 74% y el de los
hombres de 70% a 78%. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre
los géneros en relación con el nivel de satisfacción laboral.
Estos resultados prueban que la significación de actos sexistas es mediada por los
eventos concurrentes y precedentes al igual que por los discursos normativos que circulan
en un espacio social. Si bien los actos discriminatorios contra mujeres en una organización
no pierden su carácter agresivo, son sopesados por los individuos a la luz de otras
experiencias concurrentes (la invitación a participar en decisiones, en el caso concreto de la
investigación referida). El significado que adquieren finalmente dentro de la trama vital
influye en cada momento la relación del individuo con su entorno al igual que consigo
mismo y se expresa en el plano de la motivación.
Hasta ahora hemos argumentado que es posible que las mujeres se sientan tratadas
injustamente, relegadas o incluso marginadas en el trabajo, pero que al momento de
contrastar dicho acontecimiento con experiencias previas y eventos concurrentes,
finalmente no lo significan como un acto discriminatorio relacionado con su género, a
pesar de que otras mujeres, que atraviesan circunstancias similares, sí se perciban
22
discriminadas. En un estudio sobre académicas en institutos de ingeniería en la India Gupta
y Sharma (2002) encontraron que a pesar de que los entornos laborales presentaron
características de segregación de género comunes (subrepresentación de las mujeres en los
altos estratos administrativos y académicos; una conciencia generalizada de que las mujeres
deben trabajar más para lograr la aceptación de su entorno), una tercera parte de las
entrevistadas no apreciaron una posible subestimación de las capacidades científicas y
docentes de las mujeres. ¿Cómo podemos explicar esta disyuntiva?
23
respecto a las limitaciones de la cultura organizacional androcéntrica. En cambio, las
jóvenes daban por supuesto la igualdad de género y sostuvieron en mucho mayor grado un
concepto meritocrático en cuanto a su propio avance en la academia. A pesar de que todas
se desempeñaron en entornos laborales con predominio masculino, las jóvenes no se
percibieron discriminadas ni tampoco consideraron que otras colegas hubiesen sido
discriminadas por el hecho de ser mujeres. En suma, el ejemplo anterior demuestra que los
discursos no son solamente formas de representar una realidad sino también de constituirla.
Sistemas de referencia disimilares generan interpretaciones distintas con relación al mismo
escenario social.
24
No obstante, necesitamos integrar un referente ideológico más para la comprensión
del fenómeno descrito. Las políticas neoliberales no se reducen a una política económica;
operaron al mismo tiempo una intervención en la significación social. Promovieron un
modelo de ciudadano soberano, racional y con vocación triunfadora que planea la
consecución de sus objetivos y metas personales y se vincula de manera estratégica y
conveniente con su entorno. Las trabas que enfrenta este individuo en la sociedad pueden
ser superadas en función de su capacidad para idear nuevas estrategias y potencializar sus
propias capacidades y habilidades. Esta ideología diferencia sólo entre ganadores y
perdedores (Genz, 2006). Dado que la posición social tanto material como imaginaria
repercute en las posibilidades de autorrealización, el sujeto neoliberal debe administrar
cuidadosamente su imagen pública ocultando en la medida de lo posible sus propios
quebrantos, callando sus desilusiones, maquillando sus malogros como victorias y
enmascarando su limitada agencia como capacidad de autodeterminación. No las
diferencias axiomáticas entre hombres y mujeres sino las presiones por conservar una
imagen pública adecuada fueron probablemente los motivos para que las científicas
naturales y tecnólogas entrevistadas por Gabetta (2003:27) se presentaran como mujeres
exitosas a pesar de que, según la autora: ―…the majority of university-trained professional
men in science and technology fields would not consider themselves to be successfull
either if they held positions similar to those of the majority of my respondents. Yet the
women do feel successful...‖
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diferencia del conservadurismo androcéntrico que personificó el tipo ideal de científico en
el varón blanco, la ideología neoliberal es, en apariencia, más incluyente. No excluye a
ningún individuo de la ciencia por cuestión de género, afiliación étnica o religiosa. Además,
postula que la posibilidad de hacer carrera en la ciencia dependiese enteramente del talento,
la entrega y la flexibilidad de cada persona (Lynch, 2010:56ss). El/la académico/a modelo
es un sujeto altamente flexible, sin problemas de horario, globalizado, integrado en redes
transnacionales, en busca constante de financiamiento externo y dedicado al
perfeccionamiento de su imagen pública a través de publicaciones y conferencias (Lynch,
2010 56ss). Sólo aquellos/as, quienes no pueden o quieren cumplir con dichas expectativas
profesionales, ven cerradas las puertas del éxito. El fracaso o el estancamiento
profesionales son remitidos de este modo a los individuos: ellos se deben de hacer
responsables de sus carreras truncadas en la ciencia. Por consiguiente, la referencia a
circunstancias supraindividuales perjudiciales como, por ejemplo, las reglas y formas
organizativas de las instituciones científicas o las políticas económicas neoliberales que los
enmarcan, carecen de validez explicativa y legitimidad dentro de dicho universo discursivo.
26
condiciones laborales se convierten en una fuente de displacer y frustración, pero también
despiertan dudas en los individuos acerca de sus propias capacidades y habilidades.
27
actividades sin que la organización o la comunidad científica reconociesen y
recompensasen material y/o simbólicamente las energías invertidas.
Por otra parte, el ocaso del movimiento feminista significa la cancelación de un foro
político que en el pasado no sólo sirvió para afrontar simbólicamente las privaciones
colectivas ligadas al género sino también para expresar el malestar individual. Las
afectadas se quedan así, en el más amplio sentido, sin conciencia política y sin voz, es
decir, están condenadas al silencio.
Honneth (2007:40) comprende el silencio y la apatía como expresiones del sufrimiento que
la sociedad le infringe al individuo. Como indica la raíz etimológica del verbo latín suffere,
el individuo que sufre tiene que soportar durante largo rato un estado penoso sin vislumbrar
posibilidades de mejora (Nasio, 2007:60). Sufre de un dolor psíquico y/o físico de carácter
obtuso, vago, borroso, confuso y oscuro; que no tiene forma, ni son; que se abre paso por
encima y al margen de cualquier conceptualización consciente y que invade cada rincón,
cada célula del sujeto. Este dolor psíquico y/o físico constituye el grito sigiloso de auxilio
que es arrojado al vacío social desde el silencio y en el aislamiento social más absoluto.
Expresa el horror de quien vive en una sociedad que lo rebaja a objeto, que le atrofia
aquellas capacidades reflexivas que rebasan el umbral de lo técnico y cognitivamente
requerido para el funcionamiento social y el cumplimiento de las metas organizacionales
impuestas; y que lo priva de su autorrealización dentro de una comunidad de iguales. El
dolor y el sufrimiento representan el discurso de un sujeto que, en palabras de Honneth
(2007:45), se ha convertido en un mero espectador de su propia desgracia.
28
sin embargo, pocas veces es escuchada y que suele ser acallada con fármacos. Es un
recuerdo de que no se olvidan ni perdonan las penas que se le infringen al individuo: el
dolor aguarda pacientemente la oportunidad para acechar de nueva cuenta en cuanto la
fuente, de donde brota, siga intacta.
En este libro nos acercamos al dolor psicofísico crónico – dolor de cabeza, dolor
abdominal, dolor musculo-esquelético – y al dolor psíquico como narrativas acerca de un
malestar profundo de un grupo de sujetos – mujeres científicas en la educación superior
mexicana – que enfrentan condiciones de vida y de trabajo adversas las que se palpan a
través de las estadísticas de género, pero que no se articulan de forma clara, precisa y
congruente en el plano de la conciencia. Para desarrollar teóricamente esta idea retomamos
en seguido algunas reflexiones provenientes del psicoanálisis, en particular de los trabajos
de Freud, Honneth y Mitscherlich. Sobre esta base conceptual presentaremos, en el capítulo
dos del presente libro, datos sobre dolencias psíquicas y somáticas crónicas de académicos
y académicas que trabajan en universidades estatales y la UNAM.
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dificultan de forma consistente, continua y severa la vida de los integrantes de una
sociedad. Los trastornos psicosomáticos y psíquicos, que se desplieguen en y sobre los
cuerpos individuales, son incomprensibles – siguiendo a Mitscherlich (1966a:14) – sin
referencia a estas ―enfermedades de la sociedad‖, las que constituyen factores
fundamentales de la etiología de los trastornos psicosomáticos, aunque no sean
consideradas por las ciencias médicas.
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de esteroides anabólicos (testosterona, estradiol y DHEA) los que son responsables para la
movilización de energía necesaria para restaurar y reconstruir tejidos. Encontraron en un
grupo de hombres oficinistas de Estocolmo concentraciones más elevadas de testosterona
cuando las presiones en el trabajo decrecieron; y niveles más bajos cuando las presiones y
tensiones laborales aumentaron. Un estudio similar de Grossi et al (1999), llevado a cabo
durante un lapso de tres años entre policías suecos, quienes habían sido despedidos a raíz de
la reestructuración del departamento de policías de Estocolmo, detectó, durante la fase
inicial del desempleo, concentraciones de testosterona disminuidas en el plasma; quienes
lograron insertarse después de un tiempo en un nuevo trabajo presentaron concentraciones
en aumento. Otro estudio de Theorell et al. (2002) entre 2,929 empleados y empleadas de
entre 21 y 59 años de edad acerca del estrés laboral y factores fisiológicos
(inmunoglobulina E, Beta-endorfina y prolactina), que están asociados a dolores de espalda
y de la región hombro-cuello, mostró que el estrés laboral ejerció un efecto inhibitorio de
larga duración sobre el anabolismo, la actividad inmunológica/inflamatoria y la regulación
del dolor.
31
calidad de excitaciones psíquicas con estados de ánimo (Stimmung). Este concepto,
ampliamente desarrollado por Heidegger (2006: 134ss y 184ss) en Ser y Tiempo, plantea la
existencia de una comprensión pre-reflexiva del estar en el mundo. En el estado de ánimo el
mundo es abierto de una determinada manera sin que esta comprensión se eleve al nivel de
la consciencia y adquiriese el estatus de un conocimiento (Heidegger, 2006:134ss). El
estado de ánimo (Stimmung) expresa un reconocimiento pre-conceptual del entorno que
influye grandemente la motivación, el pensamiento y la conducta de los sujetos (Boehm y
Lyabomirsky, 2008; Barsky, Kaplan y Beal, 2011). Sentirse desganado, sin fuerza, cansado,
ver el mundo en tonos grises, sentirse intranquilo o irritarse por cualquier cosa son
ejemplos de estados de ánimo que emanan de determinados vivencias y que influyen por su
parte las experiencias del sujeto tanto consigo mismo como con los demás actores sociales.
Ahora bien, aunque todas las vivencias impliquen un cierto grado de excitación
psíquica, sólo aquellas que rebasan un determinado umbral de variación fisiológica generan
reacciones patológicas (Mitscherlich, 1966b:57).5 El autor denomina estas experiencias de
interacción ―catástrofes vivenciales‖ (Erlebniskatastrophen) aludiendo con este concepto a
una brecha inmanejable entre las necesidades socioafectivas y/o materiales del individuo,
por un lado, y las demandas del entorno o de las estructuras psíquicas propias (el super ego,
5
Esta tesis ha sido recuperada en las diversas teorías de estrés. Danna y Griffin (1999:370) lo definieron el
estrés como ―consequence of lack of fit between individual needs and demands and those of the
environment‖.
32
por ejemplo), por el otro (Mitscherlich, 1966a:15). El inicio de los trastornos
psicosomáticos y psíquicos es situado de esta forma en un trauma ligado a un conflicto en
el plano de la interacción social el cual no logra ser resuelto. Si la tensión persiste, es
posible que se produzca una ―inervación antagónica‖: la tensión se descarga hacia el
interior del cuerpo generando una lesión en algún órgano (Mitscherlich, 1966b:58ss). Se
trata de una forma extrema de distensión que compromete el funcionamiento del organismo
biológico y que se convierte en fuente de nuevos sufrimientos.
A diferencia de otras corrientes psicológicas que se conforman con tan solo señalar
el carácter patológico de la regresión, Mitscherlich la identifica como un esfuerzo de
defensa desesperada cuando otros mecanismos de afrontamiento hayan fallado y la tensión
generada por la no solución de los conflictos haya alcanzado niveles insoportables para el
33
sujeto (Mitscherlich, 1966c). Esta perspectiva vincula invariablemente trastornos psíquicos
y psicosomáticos con patologías del propio entorno social las que paralizan la capacidad de
acción del sujeto.
Como Freud (2010:62ss) y Marcuse (2003:34ss) han argumentado, cualquier relación entre
sociedad y sujeto implica necesariamente una tensión: vivir en sociedad exige de los
individuos renunciar a ciertos impulsos, posponer su satisfacción a momentos posteriores o
modificar las formas de su satisfacción de tal manera que los intereses y necesidades
colectivos no sean puestos en peligro. Dado que estas renuncias no pueden ser totales, han
surgido a lo largo de la historia variados mecanismos y dispositivos que ayudan a los
individuos a administrarlos. El bienestar individual y la salud mental dependen entonces de
un equilibrio entre las necesidades colectivas sobrepuestas, por una parte, y las
individuales. Esto implica que los sujetos requieren ciertos espacios de libertad que les
permiten expresar y satisfacer de forma directa o indirecta sus impulsos.
34
las clases trabajadoras lograron conquistar a través de la organización sindical mayores
posibilidades de acción colectiva sin la cual las mejoras de sus condiciones laborales, el
aumento de los sueldos reales y de la capacidad de consumo hubiesen sido imposibles.
35
y/o precariedad laboral, el desmontaje de derechos sociales y laborales, pobreza y
marginación en proporciones desconocidas, la esclerotización de la participación
democrática, el perfeccionamiento del control social sobre los individuos y la reinstalación
de tendencias autoritarias en prácticamente todas las instituciones sociales. Se trata de
procesos sociales que tiranizan y avasallan a los individuos y que incluso los privan de los
últimos refugios de privacidad a través de la proclamación del ‗ciudadano transparente‘.
Ante la dependencia más absoluta y por ello la vulnerabilidad extrema del individuo
neoliberal de su entorno social, la cual bloquea su capacidad contestataria frente a estas
nuevas amenazas a su existencia y a su paz interior, por una parte; y ante el
empobrecimiento de la capacidad de sublimación (dado el extremo pragmatismo de los
sistemas de educación en la actualidad) y la creciente mediación de los entretenimientos y
distracciones por el mercado, no sorprende que los niveles de irritabilidad y agresividad
sociales e individuales van en aumento. Es en este contexto donde la violencia interpersonal
(familiar y de pareja, el acoso laboral, el hostigamiento sexual, la discriminación social, el
bullying escolar, la discriminación de género y racial), sexual (pornografía, feminicidios,
violaciones) y criminal empiezan a trastocar todos los ámbitos de la vida. Bajo estas nuevas
condiciones de vida las penas existenciales tienden a ser ahogadas mediante la comida
chatarra y las drogas. Los trastornos mentales y psicosomáticos han adquirido, según la
Organización Mundial de Salud (2001), características epidemiológicas en la población
económicamente activa. Se trata pues de un conjunto de indicadores que apuntan a la
inmersión del sujeto en una sociedad en extremo opresiva y controladora, la que lo expone
persistentemente a ‗catástrofes vivenciales‘ y que le infringe niveles de sufrimiento casi
insoportables.
Los trastornos psicosomáticos pueden ser por ende entendidos como expresiones de
un ―lenguaje corporal primitivo del malestar‖ (Mitscherlich (1966c:122ss). El trastorno
constituye un mensaje construido de manera no consciente acerca de la imposibilidad del
sujeto de manejar la congestión afectiva que resulta del avasallamiento de las exigencias
societales y de las limitaciones individuales para responderlas a través de la intervención
consciente en la realidad. El desasosiego resultante es tal que la única forma de disminuir la
tensión generada por el conflicto consiste en su traslado al ámbito psicosomático. Desde
este lugar los trastornos psicosomáticos y psíquicos apuntan de manera insistente a la
36
persistencia de un trauma que no puede ser admitido a la conciencia. Detrás del trastorno
hay pues ―un saber que habla por si mismo‖ (Mannoni, 2002:25).
Conclusión
Para resolver un conflicto no basta con tratar sus síntomas; es necesario restituir la
capacidad de acción del individuo para que pueda transformar la realidad opresora. Pero
ello exige la capacidad de poder leer e interpretar el mensaje contenido en el síntoma. Esto
implica, en primera instancia, contextualizar el síntoma: relacionarlo con las características
del entorno para devolverlo así a la reflexión consciente de los sujetos. El malestar
articulado en el plano sintomático sólo puede motivar la intervención en la realidad si el
sujeto se hace consciente de su desasosiego y asume su responsabilidad hacia si mismo.
Contribuir a esto es el objetivo de este libro: partiendo de la sintomatología psicosomática y
emocional que se observan en investigadoras científicas, buscamos apuntar a aquellos
factores de la realidad organizacional de las instituciones de educación superior en México
que, a través de acciones casi microscópicas, devalúan las contribuciones femeninas a la
ciencia, marginan las mujeres de la toma de decisiones y/o les asignan meros roles
operativos. El recurso a los trastornos psicosomáticos y psíquicos cumple por ende la
función de reconectar a los actores sociales – en este caso, las mujeres – con su
problemática específica en la organización que tan fehacientemente exponen las
estadísticas, pero que (ya) no han penetrado la conciencia.
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40
Culturas organizacionales, salud laboral y género. Un estudio sobre la
élite científica en México
Veronika Sieglin
Introducción
41
afectivos (tristeza, depresión, ansiedad, trastornos del sueño, cansancio) frente a 54% de los
hombres; otro 69% sufrió de problemas gastrointestinales (varones: 46%) y 82%
padecieron de dolores músculo-esqueléticos (72% de hombres). Además, la severidad y la
duración de los padecimientos eran mayores en el caso de las mujeres (Eriksen, Ihlebak y
Ursin, 1999). También un estudio longitudinal entre 12,913 empleados de la Compañía de
Gas y Electricidad de Francia (Sjösten et al, 2011) reveló una mayor afectación de las
mujeres por dolores de cabeza. Durante el período previo a la jubilación 13.4% de las
mujeres sufrieron de cefaleas en comparación con sólo 4.3% de los varones. Una vez
retirados de la vida laboral, la incidencia de los dolores de cabeza decreció
significativamente en ambos géneros.
42
situación histórica respectiva del poder conducirse y del elegir, de la conducción
con relación a lo que comparece‖7 (Heidegger, 2006:203)
7
Texto en original: ―Möglichkeiten, Daseinsmöglichkeiten sind nicht Tendenzen oder Vermögen in einem
Subjekt. Sie ergeben sich sozusagen immer erst von ‗draussen‘ her aus der jeweiligen geschichtlichen
Situation des Sich-verhalten-könnens und Wählens, des Verhaltens zu dem Begegnenden‖
43
Aún y cuando los trastornos funcionales son conceptualizados comúnmente como
consecuencia del estrés prolongado (Krantz y Lundberg, 2006), no todos los estudios
empíricos confirman mayores niveles de estrés laboral en mujeres comparadas con hombres
(Schneider, 2005). Según varios autores (Pomaki, Maes y ter Doest, 2004; Gyllensten y
Palmer, 2005), la identificación clara de las fuentes de tensión y de los trastornos
psicofísicos, que afectan particularmente a las mujeres, resulta complicada y no se ha
resuelto hasta el momento. Otros aluden a problemas metodológicos en cuanto a la
medición del estrés, ya que a menudo se utilizan para tal efecto instrumentos de
autoevaluación que dependen de la valoración subjetiva del estrés de parte de los
individuos de la muestra y que pueden convertirse en una fuente de error considerable. Un
tercer grupo de investigadores argumenta que las comparaciones entre hombres y mujeres
parten a menudo de la errónea idea que ambos formaran grupos demográficos homogéneos.
Al pasar por alto las diferencias económicas, sociales, políticas y culturales al interior de
cada grupo genérico, se correría el riesgo de establecer generalizaciones equívocas tanto
para el grupo de las mujeres como para el de los varones (Gyllensten y Palmer, 2005).
Finalmente, hay quienes opinan que las evidencias científicas disponibles en la actualidad
no permitiesen sostener la tesis que el ámbito laboral agravaría la salud femenina. Las
diferencias de género en la salud laboral se originarían en otros contextos vitales femeninos
que complicarían la integración laboral de las mujeres, como por ejemplo la familia
(Millear y Gervais, 2012; Antoniou, Davidson y Cooper cit. en Gyllensten y Palmar, 2005).
Esta última tesis es discutible, dado que los estudios sobre la interacción entre trabajo,
familia y salud tampoco son concluyentes (Cerros, 2011; Cerros y Ramos, 2011; Gorman y
Kmec, 2007) y, por el otro, es problemático conceptualizar la compatibilidad entre trabajo y
familia solamente en función de las características de la familia y no de las condiciones del
trabajo (invasión del espacio familiar por el trabajo extradoméstico).
En suma, la literatura disponible permite afirmar por de pronto que el trabajo como
tal no representa un agravante en sí mismo para el bienestar de hombres y mujeres. Sólo si
es realizado bajo condiciones de orden material y/o simbólico desfavorables, compromete
a mediano y largo plazo la salud de los trabajadores independiente de su adscripción
genérica. La investigación sociológica tiene por ende la enmienda de identificar aquellos
entornos laborales que comprometen la salud de la población económicamente activa, en
44
general, y de las mujeres trabajadoras, en particular. Estos contextos organizacionales no
solamente generan un elevado nivel de tensión emocional en los empleados sino limitan,
además, la capacidad de acción de las personas afectadas. Por consecuencia tienen más
dificultades para lidiar con los estresores y para restablecer y asegurar su integridad
psicofísica.
Existen diversos modelos teóricos que han orientado los estudios sobre estrés
laboral en las últimas décadas. El modelo de adecuación persona-medio ambiente postula
que el sujeto experimenta una tensión psicofísica excesiva cuando tiene dificultades de
cumplir las exigencias laborales. El desbalance se produce por un desequilibrio entre las
demandas del entorno y las posibilidades individuales de responderlas adecuadamente en
cuanto al desempeño de su rol funcional (Padilla, Peña y Ariaga, 2006:80). Otra propuesta
explica el estrés laboral en función de un desequilibrio entre los esfuerzos desplegados y las
compensaciones obtenidas; o bien, por un desequilibrio entre las demandas del trabajo y las
posibilidades de control sobre el mismo de parte del trabajador (Padilla, Peña y Ariaga,
2006:80; Karasek, 1979 y 2004). Un tercer enfoque - de tipo transaccional - ha sido
propuesto por Lazarus (2001). Dicho autor sostiene que el surgimiento y los efectos del
estrés dependen de la forma como un individuo evalúe una situación o un acontecimiento y
45
de los recursos que tiene para afrontarlo. El estrés se relaciona con el grado en que un
acontecimiento se contraria con sus objetivos y metas, del tipo de involucramiento del ego
(por ejemplo, autoestima, estima de otras personas; paradigmas éticos y valores morales;
temas que guían la conducción de la vida, el grado de bienestar/malestar sentido, etc.) y de
los recursos de afrontamiento disponibles (Lazarus, 2001:38ss). La interpretación del
acontecimiento reúne así información proveniente del entorno social y del individuo
mismo. Dado que los criterios y elementos conceptuales que subyacen a la interpretación y
comprensión de un acontecimiento no se originan en el sujeto sino en la cultura de la que
forma parte, es preciso comprender que toda expresión subjetiva se encuentra siempre
enraizada y mediada por el contorno sociocultural. Cualquier interpretación y acción del
sujeto influye, por otra parte, en la cultura.
Dado su engranaje con actividades fisiológicas (la química neural y otras funciones
cerebrales y corporales), las interpretaciones emocionales no se articulan sólo en el plano
de la conducta, la motivación y la expresión sino afectan también otros subsistemas del
organismo e influyen su funcionamiento (Ashkanasy, Härtel y Daus, 2002; Roseman, 2001;
Theorell et al, 2002). Es así como el estrés emocional no constituye un mero
acontecimiento psíquico sino se traduce al plano somático.
46
Muchos modelos teóricos conceptualizan el estrés como resultado de un
acontecimiento interno o externo que no logra ser atendido y resuelto con los medios y en
los tiempos habituales, lo que desencadenada una reacción psicofísica (activación del
sistema nervioso simpático y del eje hipotalámico-pituitario-adrenal) orientada a facilitar la
adaptación del organismo a la demanda afrontada. Una vez logrado este objetivo y resuelto
el problema, los sistemas fisiológicos se desactivan. Sikora, Beaty y Forward (2004:7s)
sostienen, empero, que estos enfoques aplican solamente para explicar el estrés agudo mas
no el estrés crónico que refiere a un estado de tensión continuo debido a la manifestación
asincrónica de múltiples estresores que se empalman en ciertos momentos y que de esta
forma impiden la desactivación de los sistemas alostáticos. Por ello la tensión no cede y
el organismo biopsíquico no regresa a la normalidad.
Según Sikora, Beaty y Forward (2004), los modelos de estrés agudo tuvieron una
capacidad explicativa en el pasado cuando el estrés laboral se debía principalmente a
episodios de sobrecarga laboral. Sin embargo, los cambios en la organización del trabajo a
lo largo de las pasadas tres décadas tienen por consecuencia que hoy en día los trabajadores
no encaran un solo estresor en un tiempo sino múltiples, algunas más irritantes que otras. A
ello contribuyen, por ejemplo, los frecuentes cambios en la organización del trabajo, la
acelerada renovación tecnológica, los sistemas de calidad y/o reglamentos y otros
mecanismos de control que mantienen a los individuos en constante alerta. En estas
condiciones ambientales el organismo se encuentra de sobremanera expuesto a las
hormonas de estrés. A pesar de que las respuestas fisiológicas cumplen una función
adaptativa, este efecto positivo se pierde si la tensión persiste durante largo tiempo:
47
entrelazan mutuamente, se agudizan las respuestas fisiológicas y psicológicas (Sikora,
Beaty y Forward, 2004:17).
48
Estresores y mediadores de estrés
Los modelos de estrés laboral diferencian entre estresores y mediadores (gráfica 1). Los
estresores refieren a demandas y condiciones del entorno social a los que se enfrenta un
individuo en el trabajo. No todos los sujetos reaccionan a los mismos factores ambientales
del mismo modo, ya que – como indica el modelo de Lazarus (2001) – la interpretación de
un acontecimiento como una amenaza al estatus quo subjetivo es mediada por
características particulares del sujeto. Gran parte de los estudios psicológicos sobre estrés
se han abocado a la exploración de estos mediadores que vamos a explicar en seguida.
Entra Gráfica 1
Los mediadores de estrés abarcan aspectos demográficos y psicológicos como, por ejemplo,
rasgos de la personalidad, patrones cognitivos, emocionales y conductuales al igual que
valoraciones subjetivas del entorno laboral que influyen la interacción con los demás
actores, la manera como un individuo asume su función en la organización y como se
posiciona ante los conflictos cotidianos y los resuelve (gráfica 1). La subjetividad se
encuentra también presente en las redes sociales (a través de la capacidad de construir y
mantener relaciones con colegas, superiores y otros actores sociales) y los vínculos
afectivos construidos con el entorno.
8
La personalidad tipo A se diferencia del tipo B por una marcado orientación al éxito y a la competencia y
por niveles de agresividad social más elevados.
49
interpersonales, medios de trabajo inadecuados y problemas de salud psicosomática (Jamal,
1990). Otra investigación (Jamal y Baba, 1991) con una muestra compuesta por 1,148
enfermeras canadienses encontró entre las mujeres con personalidad tipo A mayores niveles
de involucramiento en el trabajo, mayores esfuerzos por cumplir las exigencias
profesionales pero también niveles de estrés laboral considerablemente mayores,
ambigüedad de rol, sobrecarga de trabajo e intenciones de cambiar de trabajo. Una muestra
integrada por 156 gerentes de organizaciones y empresas privadas de la India arrojó que la
fuerte orientación al logro profesional, que caracteriza a la personalidad del tipo A,
incrementa el efecto del estrés sobre la insatisfacción laboral así como la incidencia de
trastornos psicofísicos ligados a la ansiedad (Srivastava, 2009).
50
Kohan y Mazmanian (2003) e Iwasaki y colegas (2005), tanto el afrontamiento centrado en
la solución del problema como el enfocado en el manejo emocional ejercen un efecto
moderador sobre el estrés.
51
del trabajo; a las características de la organización laboral y/o a las demandas de grupos
sociales extralaborales (por ejemplo, la familia, el círculo de amigos) .
52
un riesgo veinticinco por ciento más alto de sufrir de migraña que quienes se sintieron
adecuadamente reconocidos (Mäki, 2008). En el ya mencionado estudio sobre la compañía
de Gas y Electricidad de Francia (Sjösten et al, 2011) se encontraron como los predictores
más importantes de la migraña durante el período de actividad laboral las elevadas
demandas en el trabajo y los bajos niveles de satisfacción laboral.
Las mujeres presentan, en términos generales, una salud laboral más deteriorada que
los varones. Algunos autores atribuyen este hecho a factores sociales en el entorno laboral
53
que son fuente de tensiones adicionales en el caso de las mujeres (Deitch et al, 2003;
Nelson y Quick cit. en Gyllensten y Palmer, 2005). Estos factores adversos al desarrollo
femenino en el trabajo conforman las prácticas de discriminación de género: tratos
estereotipados, aislamiento social a raíz de redes informales tejidos por varones (‗old boy
networks‟), menor apoyo de parte de la institución para cumplir con las elevadas demandas
de trabajo, menores posibilidades de promoción laboral y acoso sexual. La mayor
afectación de las mujeres económicamente activas por trastornos funcionales y problemas
psíquicos expresa así un sufrimiento adicional.
Planteamiento e hipótesis
54
atributos de la cultura organizacional, la incidencia de acoso laboral, las redes sociales y los
rasgos de afectividad en situaciones conflictivos en el trabajo con el estatus de salud
psicofísico de los trabajadores.
Por otra parte, dado que la discriminación por concepto de género – palpable a nivel
estadístico – constriñe las posibilidades de acción e intervención en la realidad de los
individuos afectados, esperamos observar – en concordancia con hallazgos científicos de
otros investigadores - una mayor morbilidad de las mujeres en comparación con los
varones. Finalmente, consideramos que el tipo de cultura organizacional influye las
posibilidades de que las mujeres sufran tratos discriminatorios por lo cual suponemos que
la salud femenina varíe en función de la cultura organizacional.
Metodología
La muestra
Con base en el patrón de investigadores nacionales disponible en la página web del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI) se construyó el universo total de investigadores
nacionales en universidades estatales para el año 2010. El cuestionario fue enviado por vía
electrónica a todos los investigadores nacionales —niveles 1-3— en universidades
estatales. 12.5 por ciento de l@s académic@s invitad@s llenaron la encuesta. Para una
mejor comprensión de la situación de l@s científic@s en universidades estatales, se decidió
tomar como punto de comparación a l@s investigador@s nacionales que laboran en la
UNAM. Para tal efecto se realizó, con base en el patrón de investigadores nacionales del
SNI, un muestreo probabilístico al azar entre los investigadores nacionales de la UNAM.
De esta forma se integró una base de datos que contiene información de un total de 733
personas: 85.7 por ciento laboró en 28 universidades estatales y 14.3 por ciento en la
UNAM (tabla 1). La media de edad se cifró en 48.5 años y la antigüedad en 16.5 años; 38.9
por ciento lo componían mujeres y 61.1 por ciento, varones.
75.8 por ciento de los académicos pertenecían al nivel 1 del SNI, 18.7 por ciento al
nivel 2 y 5.5 por ciento al nivel 3. Asimismo, 14.3 por ciento eran, además, miembros de la
Academia Mexicana de las Ciencias (AMC); 18.6 por ciento formaron parte de un cuerpo
académico en formación; 36.3 por ciento de uno en consolidación y 34.8 por ciento de uno
consolidado.
55
Del total, 23.3 por ciento eran científicos sociales; 21.4 por ciento desarrollaron sus
actividades dentro de las humanidades; 15.7 por ciento en las ciencias de la salud, biología
y biotecnología; 25.4 por ciento en las ciencias naturales y matemáticas; y 8.3 por ciento en
las ingenierías.
56
Diseño del instrumento
El instrumento aplicado explora ocho áreas temáticas: contiene una batería de preguntas
sobre datos sociodemográficos (cuatro ítems); académicos (25 ítems) y laborales (cinco
ítems); una adaptación del Geneva Appraisal Questionnaire para evaluar las actitudes de
los individuos frente a conflictos laborales (22 ítems); baterías de preguntas sobre: redes de
apoyo (11 ítems); autoeficacia (10 ítems), salud psicofísica (30 ítems) y características de
las familias y relaciones familiares (24 ítems), así como una batería sobre clima
organizacional (34 ítems) y acoso laboral (29 ítems). Se trata de escalas tipo Likert.
57
protección, sanción del abuso de
autoridad
Liderazgo (10 items) Nivel académico del liderazgo, eticidad .934 10 – 23 Liderazgo inadecua-
(10-50 puntos) de la conducta institucional, do y deficiente
conocimiento de necesidades 24 – 37 Liderazgo con
infraestructurales ; capacidad para lograr aciertos y
competitividad internacional, deficiencias;
compromiso con ciencia; políticas de 38 - 50 Liderazgo
ciencia adecuadas transformacional
Participación en la Discusión colegial de problemas académ. .883 6 – 13 Exclusión
toma de decisiones (6 e institucionales; disponibilidad de
items) información; participación en órganos 14 – 22 Elementos de
(6-30 puntos) colegiados; participación en toma de inclusión/exclusión
decisiones; consulta de
investigadores/prof. en cuanto políticas 23 - 30 Inclusión
de ciencia; discusión colegiada de
políticas de ciencias en institución
Justicia distributiva (5 Igualdad en tratos institucionales; .854 5 – 11 Distribución injusta;
items) distribución transparente de
(5-25 puntos) infraestructura, recursos de investigación 12 – 18 Elementos justos e
y otros apoyos; distribución justa de injustos
infraestructura, recursos de investigación
y otros apoyos existencia de órganos 19 - 25 Distribución justa
colegiados para distribución de recursos
y escalafón; políticas de favoritismo
Para una mejor comprensión de los datos, traducimos los puntajes reales a una
escala de 1 a 100 puntos (tabla 3). En esta escala el valor de 102 puntos se encuentra a la
mitad de ambos extremos (34 y 170 puntos) y representa por ende en una escala de 1 a 100
puntos el valor de 50 puntos. En las gráficas utilizamos los valores correspondientes a la
escala de 1 a 100 puntos.
58
Tabla 3: Descripción de las culturas organizacionales en universidades públicas (escala: 34-
170 puntos)
Puntaje Descripción de las culturas organizacionales
(34-
170p)
(escala
de 1-
100)
(>61p) Estructuras, políticas y prácticas institucionales que fomentan la discusión colectiva de los
problemas institucionales y que promueven la participación de los académicas en la toma de
decisiones en todos los niveles jerárquicos; estructuras de participación eficientes e incluyentes;
la institución procura una infraestructura de trabajo adecuada y suficiente, provee recursos para el
desarrollo de la investigación y cuenta con estructuras institucionales eficaces que protegen los
derechos laborales y humanos de los trabajadores; la distribución de recursos institucionales es
adecuada y justa; la institución cuenta con mecanismos y políticas eficaces para reconocer los
logros de los académicos y estimular su desempaño; el liderazgo es carismático, competente y
eficiente y cuenta con la confianza de los trabajadores.
59
representan culturas organizacionales diferentes, comparamos las cuatro medias de cultura
organizacional a través de un análisis de varianza (ANOVA). De esta forma se detectó que
las medias de cultura organizacional de las universidades estatales con hasta 500 PTC y de
500 a 1000 PTC en licenciatura no difieren estadísticamente entre sí; ni tampoco las medias
de universidades estatales de entre 1001 y 1500 PTC y las con más de 1500 PTC. Sobre
esta base se redujo la tipología de las universidades estatales a dos grupos únicamente: las
universidades estatales con hasta mil PTC en licenciatura, por un lado, con una media de
85.10 puntos (escala de 34 a 170 puntos); y las con más de mil PTC, por el otro, con una
media de 101 puntos. Las diferencias entre ambos tipos de universidades estatales son
significativas a p< .01. La tabla 4 documenta las instituciones que integran los dos grupos
de universidades estatales. Ambos grupos son comparados con la UNAM.
Más de Universidad Autónoma de Baja California; Universidad Autónoma de Baja California Sur;
Universidad Autónoma de Colima; Universidad Autónoma del Estado de México; Universidad
1,000
Autónoma de San Nicolás Hidalgo de Michoacán; Universidad Autónoma de Tamaulipas;
Aún y cuando el peso de este trabajo descansa en las diversas dimensiones de la cultura
organizacional y su relación con la salud psicofísica de l@s académic@s, exploraremos
60
también el vínculo entre cultura organizacional, salud y acoso; redes de apoyo en el trabajo,
y con la afectividad negativa en caso de conflictos con diferentes tipos de actores laborales.
| La escala sobre acoso laboral constituye una adaptación del Fox y Stallworth
Bullying Checklist (WB-C) (2005) a la actividad de profesores-investigadores en la
educación superior pública en México. El WB-C (Fox y Stallworth, 2005) mide 6
diferentes conductas de acoso: comportamiento amenazante e intimidatorio; aislamiento
social y comunicativo (ley de hielo, exclusión de reuniones de trabajo, no contestación de
llamadas telefónicas, correos electrónicos o cartas, etc.); trato degradante (insultar, callar y
rebajar a la víctima); daño de la reputación pública (sembrar rumores; desacreditar o negar
logros profesionales); sabotaje al trabajo (denegación o sabotaje de materiales y/o
infraestructura de trabajo; robo o destrucción de productos del trabajo); y supervisión
abusiva (amenaza de despido o remoción laboral). Veinte y tres reactivos exploran el acoso
vertical y seis miden el horizontal. El nivel de fiabilidad de la escala es adecuada (alpha de
Cronbach = .911). A través de un análisis factorial se identificaron siete estrategias de
acoso que en su conjunto explican 64.1 por ciento de la varianza (Sieglin, 2013). Cada
estrategia combina diversas conductas aplicadas de forma sistemática y continua para
generar un daño simbólico, material y/o psicosocial en un(a) académic@: (1) acoso a la
integridad psicosocial y laboral de la víctima; (2) acoso a la autorrealización académica; (3)
marginación sociolaboral; (4) aislamiento comunicativo; (5) piratería académica; (6) atraco
al prestigio académico, y (7) acoso económico.
61
Para medir el estatus de salud de los académicos exploramos la frecuencia de un
total de 15 alteraciones de la salud, relacionadas en la literatura con el estrés laboral,
durante el mes anterior a la encuesta en una escala de Likert (nunca, raras veces, a veces,
con frecuencia, siempre). Los trastornos abordados son: insomnio, pesadillas, cansancio,
desánimo, coraje, miedo, temblores, problemas de peso, taquicardia, sudoración asociada al
nerviosismo, colitis, gastritis, cefaleas, diversos tipos de dolores musculoesqueléticos. El
estatus de salud psicosomática de un individuo se mide a través de una escala de morbilidad
con un rango de 15 puntos (mínimo; equivalente a plena salud; 22 personas estaban en esta
condición) a 75 puntos (máximo; una persona alcanzó este puntaje lo que significa que
padeció todos los trastornos en la máxima frecuencia durante el mes anterior a la encuesta).
Dicha escala fue dividida en dos zonas: de forma muy conservadora establecimos que el
rango de salud oscila entre 15 y 29 puntos: el individuo experimentó en el mes pasado
nunca o raras veces el total de las 15 alteraciones a la salud. La zona de morbilidad cubre el
rango de 30 a 75 puntos. Los individuos situados aquí experimentaron uno o varios
trastornos con mayor frecuencia (―a veces‖, ―con frecuencia‖, ―siempre‖). Sobre esta base
establecimos una variable dicotómica: los/las académicos/as sanos/as y los/las enfermos/as.
Ambos grupos serán analizados en relación a las diversas culturas organizacionales.
62
varianza a través del estadístico eta al cuadrado. En vista de que una razón F significativa
sólo apunta a la existencia de cuanto menos un contraste significativo entre las medias sin
dar información acerca de cuáles medias difieren, complementamos el análisis con la
prueba HSD de Tukey (Diferencia Honestamente Significativa) (Gardner, 2003:72s).
Dado que nos interesa también conocer la naturaleza de la relación (positiva o
negativa) y la fuerza de la correlación entre dos conjuntos de variables efectuamos un
análisis de correlación bivariada. El coeficiente de correlación (r de Pearson) puede variar
entre 1 y -1. Cuanto más cercana a 1 o -1 está r, más fuerte es la correlación; 0 indica que
no hay una tendencia clara en los datos. Consideramos que valores de r, que oscilan entre
.200 y -.200, expresan correlaciones muy débiles, por lo tanto no tomamos en cuenta las
correlaciones de variables en este espectro.
El cuadrado de r establece la varianza en común entre dos variables en el análisis
bivariado y también será proporcionado en el análisis (Gardner, 2003, 180ss).
Finalmente nos interesa conocer la relación entre la morbilidad y múltiples otras
variables. Esto se indaga a través de un análisis de regresión múltiple tipo stepwise donde
presentamos varios estadísticos: el valor de R indica la fuerza de la correlación múltiple de
los predictores con la variable dependiente; R al cuadrado ajustado expresa la proporción
de la varianza común entre X y Y una vez considerado el número de participantes y el
número de predictores en la ecuación; y el error típico refiere a la desviación típica de los
errores del estimado (Gardner, 2003:206ss).
63
aunque tengan también algunos elementos favorables. Si bien no existe una diferencia
estadísticamente significativa entre hombres y mujeres, la calificación media de la cultura
organizacional otorgada por las mujeres se cifró en 90.94 puntos (44.6 puntos en una escala
de 100 puntos como máximo) y por debajo de la de los varones (95.43 puntos equivalente a
46.8 puntos sobre 100).
64
Gráfica 2: Dimensiones de la cultura organizacional, según el tipo de universidad pública
(escala de 1-100 puntos)
70 64
57
60 54 52 52.6
50 50
47 47
Escala: 1 - 100 puntos
50 45 44 44
4040.641
Reconocimiento
40
Apoyo + Protección
30 Liderazgo
20 Participación
Justicia distributiva
10
0
UE < mil PTC UE > mil PTC UNAM
UE < mil PTC = Universidades Estatales con menos de mil profesores de tiempo completo en licenciatura
UE>mil PTEC = Universidades Estatales con más de mil profesores de tiempo completo en licenciatura
Fuente: Elaboración propia con datos de campo.
65
la comunidad académica –y en particular, de la élite científica – en la discusión y la toma
de decisiones y observan carencias significativas en cuanto a la distribución igualitaria y
equitativa de los recursos institucionales entre los integrantes de sus comunidades
científicas. Esta observación vale también para la UNAM en cuanto a la participación
democrática (50 puntos), apoyo y protección (52 puntos) y justicia distributiva (52.6
puntos) y en mucho menor grado para la cultura de liderazgo (57 puntos). Todas las
diferencias entre los tres tipos de organizaciones universitarias son estadísticamente
significativas.
Tabla 4
Factores sociolaborales que influyen de forma significativa en la percepción de las diversas
dimensiones de la cultura organizacional (ANOVA)
Dimensiones de la cultura Factor Razón F % de
varianza (eta
organizacional cuadrada)
Cultura de reconocimiento Tipo de universidad* F [2, 647] = 16.570 4.8
Universidades estatales (UE) con Sig.: .000
menos de mil PTC
UE con más de mil PTC
UNAM
Edad* F [2, 647] = 8.399 2.5
Las diferencias son significativas Sig.: .000
entre los grupos de 30 a 49 años
de edad con relación a los mayores
de 50 años de edad
Nivel en el Sistema F[2, 642] = 12.157 1.8
Nacional de Investigadores Sig.: .000
(SNI)*
Las diferencias son significativas
sólo entre SNI 1 y SNI 2
Cultura de apoyo y protección Tipo de universidad* F [2, 356] = 3.556 1.9
Sig.: .030
66
La valoración de las diversas dimensiones de la cultura organizacional no es influida por
factores laborales (tipo de contrato laboral, ubicación en el escalafón laboral, antigüedad),
demográficos (género, estatus civil, edad) y académicos (disciplina científica de
adscripción, nivel en el SNI) (tabla 4) con excepción de la cultura de reconocimiento: los
académicos jóvenes y de mediana edad (personas menores de 50 años de edad) y los
investigadores nacionales nivel 1 anotan un mayor regateo institucional hacia sus
contribuciones académicas que los académicos veteranos (mayores de 50 años de edad).
Por otra parte, los científicos de la salud identifican las políticas de apoyo y protección de
manera más positiva (media: 52 puntos en una escala de 1 a 100) que los integrantes de las
demás disciplinas (media: 45.7 puntos) (tabla 4). No obstante, estos factores explican sólo
porciones muy pequeñas de la varianza.
En síntesis, ninguno de los tres tipos de instituciones académicas públicas ofrece en
la actualidad a su planta académica condiciones de trabajo y desarrollo idóneas. No
obstante, es innegable la marcada distancia entre la UNAM, por un lado, que registra más
factores organizacionales positivos que negativos, y las universidades estatales, por el otro,
en las que preponderan los factores negativos. Estas últimas son percibidas por sus élites
científicas como renuentes a reconocer el capital académico de sus colaboradores y a
brindar el suficiente apoyo infraestructural, financiero y de recursos humanos para las
labores académicas; además que ofrecen sólo limitadas posibilidades de participación en las
decisiones institucionales. A ello se agrega que el liderazgo institucional de universidades
estatales es identificado por sus élites académicas como poco carismático, poco eficiente y
con carencias en cuanto a sus niveles de competencia. Y por último, esta misma
comunidad académica denuncia políticas y prácticas de distribución de los recursos
institucionales arbitrarias, inequitativas y discrecionales.
Trabajar en entornos laborales con estas características expone a l@s científic@s a
innumerables tensiones que pueden convertirse – en caso de persistir – en fuentes de
sufrimiento. Una de estas es la desigualdad sociolaboral existente al interior de la
comunidad académica: mientras unos cuantos universitarios gozan de condiciones de
trabajo y apoyos adecuados gracias a los favores de las autoridades, muchos otros laboran
bajo condiciones precarias y al margen de los presupuestos lo que les exige esfuerzos
personales extraordinarios con tal de compensar las carencias institucionales en el ámbito
67
laboral y mantener la productividad científica en niveles aceptables para el Sistema
Nacional de Investigadores. Además, la ausencia o la debilidad de mecanismos
democráticos en las instituciones impiden que los sujetos puedan incidir en el entorno
organizacional y transformarlo lo que incrementa y reproduce su vulnerabilidad en la
organización. En este sentido preciso es posible identificar a las culturas organizacionales
como fuentes de estrés.
La cultura organizacional influye de igual forma la interacción cotidiana entre los
trabajadores. Una serie de estudios (Sieglin, 2013; Keashly y Neuman, 2010; Martínez y
Cruz, 2008; Meseguer, et al., 2007; Topa, Morales y Gallastegui, 2006; Peralta, 2004;
Salin, 2003) demuestran, por ejemplo, que el acoso laboral depende eminentemente de la
cultura organizacional: una elevada concentración del poder; gran distancia social entre las
posiciones sociolaborales; recortes en la autonomía de los trabajadores; altos niveles de
injusticia organizacional; estilos de liderazgo autoritarios o autocráticos; estructuras
organizacionales poco transparentes; deficiencias en el plano de la gestión; culturas
organizacionales conformistas; redes clientelares y corrupción; así como estructuras
normativas insuficientes y/o ineficaces para prevenir y/o sancionar la violencia
interpersonal han sido identificados como factores que posibilitan el acoso laboral.
Determinadas culturas organizacionales favorecen, por ende, la emergencia continua de
estresores en el trabajo cotidiano.
Lo anterior es particularmente cierto para las universidades estatales en México
donde 41.4% de las investigadoras nacionales y 43.6% de los hombres se perciben víctima
de la violencia simbólica, psicológica y/o material en el trabajo (Sieglin, 2012; Sieglin,
2013). En cuanto a la agresividad del entorno laboral, esta cifra ubica a las instituciones
académicas mexicanas por encima de sus homólogas a nivel internacional (Justicia et al,
2005; Justicia, Benitez y Fernández, 2006; Piñuel y Oñate, 2006; López, Picón-Prado y
Vázquez, 2008; Keashly y Neuman, 2010). En el caso del acoso laboral contra
investigador@s en universidades estatales mexicanas, la cultura organizacional constituyó
el predictor más fuerte (Sieglin, 2013).
68
Cultura organizacional y salud laboral
UNAM 28.76
Cultura de apoyo y protección Sin apoyo 35.80 F [2, 334] = 17.454 9.5
Algo de apoyo 31.87 p< .001
Mucho apoyo 26.55
Cultura de reconocimiento Escaso recon.. 34.70 F [2, 598] = 24.061 7.4
Algo reconoc 31.93 p< .001
Mucho recon 27.79
Justicia distributiva Escasa j.d. 34.80 F [2, 433] = 16.990 7.2
Mediana j.d. 30.64 p< .001
Elevada j.d. 27.78
Características de liderazgo L. inadecuado 34.28 F [2, 429] = 15.743 6.8
l. Con aciertos 30.63 p< .001
y deficiencias
Transformac. 26.95
Cultura de participación democrática Excluyente 34.00 F [2, 533] = 12.587 4.5
Íncluyente + 30.41 p< .001
excluyente
Incluyente 28.02
Acoso (niveles de afectación medio y * Marginación. F [2, 628] = 24.007 7.1
Sociolaboral p< .001
alto)
- escasa 29.96
- mediana 35.76
- elevada 42.85
69
*Acoso a F [2, 626] = 5.329 1.6
Integridad p< .01
psicosocial
- escasa 30.85
- mediana 36.09
- elevada 31.67
Los resultados del presente estudio confirman los hallazgos de otras investigaciones
(Eriksen, Ihlebak y Ursin, 1999; Hanson y Jensen, 2004; Lakhani, 2004; Pomaki, Maes y
ter Doest, 2004; Schneider et al, 2005; Vingard et al, 2005; Krantz y Lundberg, 2006;
Grossi et al, 2009; Karahan et al, 2009; Körlin, Alexanderson y Svedberg, 2009; Deza
Bringas, 2010; Bryngelson, Bacchus y Fritzell, 2011; Sjösten et al, 2011; Catano, 2012;
Loughlin y Rudy, 2012) acerca de la relación entre salud laboral y género: las mujeres
presentan un nivel de morbilidad más elevado que los hombres: en la escala de salud-
enfermedad alcanzan una media de 32.88 puntos frente a 30.12 de los varones (tabla 5). No
obstante, el género explica sólo 1.6% de la varianza.
En cuanto a los grupos de edad, los trastornos funcionales y psíquicos agobian en
mayor grado a los jóvenes (menores de 40 años de edad - media de salud: 34.13 puntos) y
a los académicos de mediana edad (40-49 años de edad: 32.15 puntos) situándolos a ambos
en la franja mórbida. A diferencia, los académicos veteranos (mayores de 50 años de edad)
presentan una media de 29.34 puntos, es decir, se encuentran aún en la zona ‗saludable‘ de
la escala (tabla 5). Diferencias similares se observan también entre investigadores
nacionales nivel 1 cuyo estatus de salud se observa más afectado (media: 32.19 puntos) que
los del nivel 2 y 3 (medias: 27.97 y 28.39 puntos). Lo anterior permite afirmar que mujeres,
jóvenes y profesores ubicados en el estrato básico del Sistema Nacional de Investigadores
70
están expuestos a mayores niveles de estrés lo que redunda en un mayor deterioro de su
salud laboral.
Es preciso subrayar que la vulnerabilidad no constituye una propiedad ‗natural‘ de
estos grupos, es decir, no cuenta con una base biológica, sino emana de las características
del entorno organizacional (Davidson et al, 2006). Los atropellos y maltratos de parte de
superiores y colegas (acoso), las exigencias en demasía o el desbalance entre demandas del
trabajo y las recompensaciones otorgadas se tornan más factibles en entornos laborales
donde los derechos y obligaciones de los actores laborales se encuentran débilmente
institucionalizados (ya sea debido a una normatividad institucional deficiente, ya sea por
mecanismos de control y penalidades endebles o inexistente); donde no se sancionan las
transgresiones y donde rige la ley del (políticamente) más fuerte. Sobre esta base
tendríamos que esperar que la salud laboral varíe en función de las características
específicas de las culturas organizacionales.
En efecto, si los académicos laboran en un entorno que los reconoce, que es
incluyente y justo en la distribución de recursos; que les proporciona los medios necesarios
para el desarrollo del trabajo; que defiende y protege sus derechos en la organización contra
atropellos y que cuenta con un liderazgo transformacional, entonces su salud se ve
beneficiada: en todos estos casos el estatus de salud se ubica en la zona salutogénica (las
medias de morbilidad oscilan entre 26.5 y 28.2 puntos) (tabla 5). En cambio, en entornos
institucionales desfavorables en cuanto apoyo la morbilidad la media asciende a 35.80
puntos (zona mórbida) (gráfica 5). Por su parte, la inexistencia de un adecuado nivel de
justicia distributiva y la ausencia de políticas y prácticas de reconocimiento de logros
académicos elevan también los riesgos de salud de los investigadores nacionales (34.8 y
34.69 puntos respectivamente). Lo mismo puede decirse de entornos laborales con un
liderazgo autoritario y con elevados grados de exclusión de los académicos de la toma de
decisiones (niveles de morbilidad: 34.27 y 34 puntos respectivamente) (tabla 5).
Dadas las diferencias entre las culturas organizacionales en universidades públicas,
el riesgo de desarrollar trastornos funcionales y psicológicos es mayor en universidades
estatales pequeñas (media de morbilidad: 32.87 puntos) que en medianas y grandes (30.65
puntos) y la UNAM (28.76 puntos).
71
En suma, estos datos demuestran que la salud laboral se encuentra estrechamente
vinculada a las características de la organización, por lo que la institución es co-responsable
del bienestar/malestar psicofísico de sus colaboradores. La salud adquiere así una
connotación política.
Los resultados del análisis de medias se confirman a través de un análisis bivariado
entre las diversas subculturas organizacionales y el estatus de morbilidad de la planta
académica (tabla 6).
72
la capacidad de las mujeres para intervenir en asuntos colectivos e individuales. La
victimización incrementa por su parte la vulnerabilidad social tanto en el plano individual
como colectivo. Se trata de un círculo vicioso. Es factible sostener que el riesgo social
asociado al hecho de ser mujer en una sociedad androcéntrica multiplique a nivel de las
organizaciones la posibilidad de sufrir agravios en diferentes planos de la actividad laboral
por lo que las mujeres se ven probablemente más expuestas a estresores múltiples y
asincrónicos que los hombres.
Los datos de la tabla 7 aportan material que apoya la tesis anterior. Los entornos
institucionales autoritarios y excluyentes que se resisten a reconocer los esfuerzos de sus
colaboradores y que no les proporcionan los medios materiales y simbólicos necesarios
para desarrollar sus labores presentan proporciones muy elevados de académic@s con
trastornos psicosomáticos y psicológicos. En el caso de los liderazgos autoritarios y anti-
carismáticos, 62.9% de l@s académic@án en la zona mórbida frente a 29.4% en
instituciones con liderazgos transformacionales (tabla 7). Brechas similares se observan
también para otros aspectos de la cultura organizacional (cultura de reconocimiento: 66.9%
vs. 33%; cultura de apoyo: 65.8% vs. 31.9%; justicia distributiva: 64.6% vs. 31.6%) (tabla
7). Todas estas diferencias son significativas al .001 y concuerdan con hallazgos de otros
investigadores. Por ejemplo, un estudio longitudinal de Nielsen y Munir (2009) arrojó una
relación entre el tipo de liderazgo y el estado afectivo de los empleados. Bono et al (cit. en
Tafvelin, Armelius y Westerberg, 2011) detectaron que empleados de líderes
transformacionales se sintieron más felices, más entusiastas y optimistas, presentaron un
sentido de pertenencia institucional más desarrollado y sabían lidiar mejor con situaciones
73
de estrés laboral. Tafvelin, Armelius y Westerberg (2011) observaron una relación indirecta
entre liderazgo transformacional y el estado afectivo de los empleados a largo plazo.
Asimismo, Nyberg y colegas (2008) encontraron en una muestra representativa de la
población económicamente activa en Suecia que en organizaciones con liderazgos no-
carismáticos (la capacidad de inspirar a los subordinados es una característica del liderazgo
transformacional) tanto hombres como mujeres corrieron un riesgo tres veces mayor de
tener que incapacitarse a lo largo de un año en cuatro o más ocasiones por más de una
semana respectivamente.
Al desagregar nuestros propios datos empíricos por género (tabla 7), el panorama
advertido arriba se modifica ligeramente. Tal como lo habíamos esperado: un mayor
porcentaje de mujeres registra afectaciones de salud si laboran en culturas organizacionales
adversas. Por ejemplo, en entornos laborales con un liderazgo autoritario, 75.5 de las
académicas tienen un estatus de salud que se localiza en la zona mórbida frente a 58.1% de
los varones. A diferencia, donde existe un liderazgo transformacional 41.4% de las mujeres
y 20.5% de los hombres están enfermos.
Tabla 7 Porcentaje de académicos con estatus de salud en zona mórbida (>30 puntos),
según género
Tipo de cultura % de % Mujeres % Hombres Chi-cuadrada
organizacional académic@s enfermas enfermos
enferm@s
Cultura de liderazgo Chi-cuadrada en
general:
62.9 75.5 58.1 = 26.258, gl = 2,
*Autoritario, deficiente p<..001
Chi-cuadrada mujeres
*Semiautoritario/democrát 47.5 60.7 41.7 = 9.064
gl = 2 p<..02
*Transformacional 29.4 41.4 20.5 chi-cuadrada hombres
= 15.837
gl = 2 p< .001
Cultura de apoyo y Chi-cuadrada en
protección general:
65.8 74.4 57.8 = 20.784, gl = 2,
*escaso apoyo/protección p <.001
Chi-cuadrada mujeres
* mediano apoyo/protecc. 53.8 57.9 53.5 = 7.687
gl = 2 p<.05
*elevado apoyo/protecc. 31.9 36.8 26.8 chi-cuadrada hombres
= 10.634
gl = 2/ p< .01
Cultura de participación Chi-cuadrada en
general:
*Excluyente = 29.255, gl = 2,
64.1 74.6 59.8
p <.001
*Semi-incluyente Chi-cuadrada mujeres
45.8 48.5 42.5 = 14.615
*Incluyente gl = 2 p< .001
74
32.2 39.3 25.0 chi-cuadrada hombres
= 16.571
gl = 2/ p< .001
Cultura de Chi-cuadrada en
reconocimiento general:
= 45.003, gl = 2,
p <.001
66.9 72.0 65.5
*Escaso reconoc. chi-cuadrada mujeres
= 16.298
52.8 64.1 50.4 gl = 2 p< .001
*Mediano reconoc.
chi-cuadrada hombres
33.0 37.7 26.1 = 31.891
*Pleno reconoc.
gl = 2/ p<= .001
Justicia distributiva Chi-cuadrada en
general:
64.6 68.0 64.9 = 28.201 gl = 2,
*Escasa
p <=.001
chi-cuadrada mujeres
*Mediana 49.7 56.0 44.3 = 7.369
gl = 2 p<= .05
*Plena 31.6 37.5 30.0 chi-cuadrada hombres
= 17.362
gl = 2 p<= .001
Fuente: Cálculos propios en base a los datos de campo.
75
de los varones, el escaso reconocimiento institucional y la arbitrariedad y desigualdad en la
distribución de los recursos institucionales son particularmente nocivos (tabla 7).
Hasta ahora hemos discutido la salud laboral únicamente desde diversos aspectos de la
cultura organizacional conceptualizando a esta última como estresor y a la salud psicofísica
como efecto. Un análisis estadístico de la fuerza de correlación entre ambas variables
justifica este acercamiento (tabla 8). Se comprueba una asociación invertida leve pero
significativa al .01 entre los diversos aspectos de la cultura organizacional y el estatus de
los profesores en la escala de morbilidad (la r de Pearson varía entre -.256 y -.341): a mayor
la disposición de una institución académica de valorar y reconocer los logros profesionales
de sus profesores; a mejor y a más efectivos los mecanismos de apoyo y protección
institucionales para los trabajadores, a más carismático, eficaz e incluyente es el liderazgo;
a más espacios y oportunidades de participación se ofrecen a los académicos y a más justo
y equitativo se organiza la distribución de los recursos organizacionales entre la planta
académica: mejor es la salud de los profesores, es decir, más bajo es el puntaje de los
individuos en la escala de morbilidad.
El vínculo entre cultura organizacional y salud no es únicamente directo sino
también indirecto (Davidson et al, 2006), ya que influye en otras componentes de la vida
institucional y de las relaciones entre los integrantes que por su parte influyen en la salud
laboral (tabla 8 y gráfica 2). La literatura ubica a la cultura organizacional como un factor
clave para que se produzca el acoso laboral (Sieglin, 2013; Roscigno, Hodson y López,
2009 y 2006; Salin, 2003), hallazgo que se confirma también en nuestro estudio donde
todos los aspectos de la cultura organizacional se observan firmemente vinculados a las
diversas estrategias de acoso laboral (la r de Pearson varía entre -.538 como mínimo y -
.665 como máximo). A más democrática, incluyente, participativa, justa y reconocedora
resulta una institución, menor es el riesgo de que sus colaboradores sufran acoso laboral, el
cual compromete también la salud psicofísico de los trabajadores (r de Pearson: .293) (tabla
9 y gráfica 2). El acoso es influido de manera importante por las redes sociales con
funcionarios (capital social con funcionarios) que logran tejer los individuos (r de Pearson:
76
-.529) (tabla 9): a más significativo la red de apoyo con funcionarios, menor la posibilidad
de ser acosado. Por su parte, el capital social con funcionarios, que un académico puede
acumular, depende fuertemente de las características de la cultura organizacional (la r de
Pearson varía entre .529 y 736) (tabla 8 y gráfica 2). Cuanto más se acerca una
organización a una cultura transformacional, mayor el capital social de los académicos con
funcionarios de su institución y menor su riesgo de ser acosados (tabla 8 y gráfica 2) lo que
contribuye de forma indirecta a la conservación de su salud.
Un alto nivel de capital social con funcionarios contribuye asimismo a un estado de
ánimo más equilibrado a la hora de afrontar conflictos con superiores, pares y alumnos
(tabla 9 y gráfica 2: r de Pearson = -.348). La reactividad afectiva en situaciones de
conflicto es un constructo que mide, en el caso de nuestro modelo, el grado de negatividad
de los sentimientos que guarda un individuo hacia determinados actores de su entorno
cuando surge un conflicto. Cuanto más alto puntaje, mayores consecuencias se producen
para ka salud (tabla 9 y gráfica 2: r de Pearson: .304). La reactividad afectiva en conflictos
se observa asimismo influida por la cultura organizacional (tabla 8 y gráfica 2: la r de
Pearson varía entre -.262 y -.323) y el hecho de haber sido objeto de acoso laboral (tabla 9
y gráfica 2: r de Pearson: .275). Lo anterior demuestra que las características comúnmente
identificadas como rasgos subjetivos son construidas en la interacción social enmarcada
por la cultura organizacional. Lo anterior pone en entredicha la tradicional distinción
dicotómica entre sujeto y entorno.
Finalmente, también las redes de apoyo con pares, que constituyen un recurso
invaluable para los individuos al enfrentar situaciones críticas con otros actores sociales en
la organización, no se construyen en un vacío social. Al contrario, la cultura organizacional
facilita u obstaculiza, según sea el caso, la creación del capital social con pares (tabla 8 y
gráfica 2: la r de Pearson varía entre .327 y .501). Aún y cuando el impacto del capital
social con colegas en la salud es relativamente leve (tabla 9 y gráfica 2: r de Pearson: -
.223), constituye un recurso social importante a la hora de sufrir acoso laboral (tabla 9 y
gráfica 2: r de Pearson = -.343).
En vista de que las diversas dimensiones de las culturas organizacionales guardan
una estrecha relación entre sí (la r de Pearson oscila entre .615 y .854; tabla 8), la
introducción de cambios en una transforma también a las demás. Tomando en cuenta que la
77
cultura de apoyo y protección guarda los niveles de correlación más altos con todos los
demás componentes de la cultura organizacional, resulta importante que los trabajadores
insistan primeramente en la introducción de mecanismos de defensa frente a agresiones
interpersonales e institucionales.
78
Tabla 9: Correlaciones bivariadas entre salud, capital social, acoso y reactivad afectiva en
conflictos (r de pearson)
Entra gráfica 3
79
trabajo, el acoso a la identidad académica, el tipo de universidad (universidades estatales
con menos de mil PTC en licenciatura, universidades estatales con más de mil PTC en
licenciatura), el capital social con colegas y la cultura de reconocimiento de las
instituciones con relación a los logros académicos y profesionales de l@s profesor@s.
Es importante enfatizar que este modelo no construye los aspectos subjetivos (la reactividad
afectiva) e intersubjetivos (el acoso laboral y capital social) como entidades independientes
de las diversas dimensiones de las culturas organizacionales (cultura de reconocimiento y el
tipo de universidad) sino los presenta en su constitución mutua. Esto significa que los
atributos subjetivos son necesariamente sociales: las características del entorno
organizacional se incrustan paulatinamente en la subjetividad. La negatividad de la cultura
organizacional amolda la reactividad afectiva de los trabajadores.
80
El efecto directo de la cultura organizacional sobre la subjetividad se refuerza a
través de otros factores en el lugar del trabajo. Por ejemplo, una cultura de reconocimiento
inadecuada influye negativamente las posibilidades de los individuos para crear redes de
apoyo con pares y superiores y aumenta así su vulnerabilidad social. Si un actor cuenta con
una red social débil en la organización, no sólo experimentará en mayor o menor grado
sentimientos de exclusión y marginación, que marcarán su interacción con los demás
actores sociales, sino se convierte también con más facilidad en objeto de acoso laboral:
una experiencia que complica aún más la relación con los demás. La combinación y
simultaneidad de diversos estresores potencia el efecto de cada uno y acrecienta su impacto
nocivo en la salud. En otras palabras, culturas organizacionales inadecuadas perjudican las
relaciones sociales entre los colaboradores, incrementan los riesgos de sufrir violencia
simbólica de parte de superiores, pares y alumnos y comprometen la estabilidad emocional
de los sujetos. La correspondiente reactividad afectiva negativa, que un individuo desarrolla
al verse expuesto durante considerable tiempo a este tipo de presiones, complica, por su
parte, la reconstrucción de los lazos intersubjetivos dañados, situación que acrecienta al
mismo tiempo su vulnerabilidad individual y – ante la imposibilidad de resolver las
tensiones – compromete aún más la salud psicofísica de hombres y mujeres afectados.
Dicho de otra manera, los diversos factores organizacionales, interpersonales y subjetivos
son eminentemente interdependientes y se refuerzan mutuamente.
Ni el análisis de correlación bivariada ni el modelo de regresión asignan al género
un papel explicativo dentro de la dinámica organizacional que devasta la salud psicofísica
de la élite académica en México. Lo anterior no permite concluir, sin embargo, que la clave
del deterioro de la salud psicofísica de las mujeres se ubicaría fuera de las organizaciones
(en la familia, por ejemplo) o en las diferencias biológicas de hombres y mujeres. Algunos
estudios sobre la emocionalidad de hombres y mujeres en el contexto organizacional
indican más bien que las expectativas sociales de conducta frente a estresores laborales
varían en función del género. Por ejemplo, se ha encontrado una mayor tolerancia social
hacia la expresión de emociones negativas (como el coraje) de parte de los varones que de
las mujeres (Brescoll y Uhlmann, 2008). Mientras el coraje en mujeres suele ser significado
como un problema de carácter – una evaluación que afecta la imagen social de la persona –,
en el caso de los hombres suele ser interpretado como resultado de circunstancias adversas.
81
Estas diferencias de significación social motivan a las mujeres a disimular en mayor grado
y/o controlar o incluso negar sus emociones. A pesar de que ambos géneros afrontan
estresores similares en la organización, sus posibilidades de posicionarse frente a los
mismos en el plano emocional e interactivo difieren en función del género.
Resumen y conclusión
Los diversos aspectos de la cultura organizacional influyen tanto de forma directa como
mediada la salud laboral de l@s académic@s. Culturas organizacionales caracterizadas por
prácticas impositivas y excluyentes; distribución de recursos organizacionales injustas e
discrecionales; liderazgos institucionales deficientes, anticarismáticos e ineficaces, negados
a reconocer los logros de sus colaboradores y de brindarles el apoyo infraestructural,
material y simbólico necesario para el desarrollo de las actividades profesionales; e
indispuestos e ineficaces para proteger a los académicos contra agresiones interpersonales e
institucionales comprometen la salud psicofísica de toda la planta académica. No obstante,
en comparación con los varones, el número de mujeres y el grado de morbilidad femenina
(medida en las escala de morbilidad) es considerable mayor en estos entornos laborales. De
aquí se concluye que las culturas organizacionales desfavorables afectan particularmente
fuerte el derecho fundamental del género femenino a la salud.
Las diferencias de salud, que se observan entre académic@s que laboran en
entornos transformacionales en comparación con aquellos que se desenvuelven bajo
condiciones organizacionales altamente adversas enfatizan el papel ambiental en el
bienestar psicofísico de los trabajadores. Es posible que el carácter altamente nocivo de los
entornos desfavorables para la salud no se relacione solamente con la abundancia de
estresores que emergen en estos escenarios sino también con las limitaciones de acción que
infringen estos entornos a los individuos. Organizaciones verticales y excluyentes tienden a
eliminar los espacios institucionales de discusión colectiva y tejen redes de vigilancia
institucional basadas en la creciente desconfianza mutua, por un lado, y la traición entre
pares estimulada por el otorgamiento discrecional y arbitrario de prebendas materiales y/o
simbólicos de parte de ciertos liderazgos institucionales. Ello limita las posibilidades de los
individuos para analizar colectivamente su situación en el trabajo, establecer alianzas para
82
impulsar transformaciones del entorno organizacional y alcanzar así un mayor grado de
control sobre los estresores provenientes de la cultura organizacional.
A pesar de que todavía existen representaciones sindicales, en muchas universidades
públicas sus capacidades para defender a los trabajadores son en extremo reducidas si acaso
las haya aún. Gracias al avanzado grado de individualización el sujeto se ve así reducido a
si mismo frente a los estresores en la organización, ya que los recursos colectivos para
hacerles frente (una comunidad laboral solidaria que se une para superar problemas
estructurales que afectan en mayor o menor grado a todos los trabajadores) se han mermado
en un clima de competencia, rivalidad y frente al cálculo egocéntrico que guía la conducta
de todos frente a situaciones conflictivas. En esta situación de vulnerabilidad personal
incrementada much@s académic@s perciben como única solución viable el ajustarse al
estatus quo con tal de no verse acosad@s por el aparato político-administrativo. Sin
embargo, al renunciar a la transformación de un entorno que se ha convertido en fuente de
creciente malestar individual, los sujetos contribuyen a la perpetuación de su propia
posición marginal en la estructura organizacional, acrecientan la probabilidad de riesgos
sociolaborales y se exponen a nuevos abusos y agravios tanto de parte de superiores y
colegas como de estudiantes. El precio de la obediencia es la merma del bienestar
individual.
La exposición constante a estresores organizacionales e interpersonales y la
percepción de amenazas y riesgos de parte de los individuos marca las reacciones afectivas
en momentos de conflicto. Elevados niveles de reactividad afectiva negativa no sólo tienen
por consecuencia que el individuo responda de forma más agresiva que lo normal a
alteraciones en las relaciones interpersonales sino incita también la hipervigilancia y la
desconfianza hacia los demás, lo que submina su capacidad para afianzar relaciones
amistosas y de compañerismo. Pero cuanto más solo, más se encuentra un individuo
expuesto a atropellos de parte del entorno. Se cierra así un círculo vicioso.
El consentimiento forzado o dado voluntariamente con las estructuras
organizacionales represivas y el silencio (auto)impuesto frente a un estatus quo
organizacional agobiante no sólo implican la pérdida de libertad y co-(auto)determinación
sino a mediano plazo también de salud y bienestar de parte del individuo. Aún y cuando el
83
precio se cobra a mujeres y hombres, la tarifa soltada por las mujeres rebasa
considerablemente la de los varones.
Los escenarios descritos no son ni naturales ni inevitables como prueba la UNAM
que no sólo ofrece un entorno organizacional más favorable sino que con ello garantiza
también la salud de sus colaboradores. En comparación, las universidades estatales
constituyen pequeños infiernos. Si esto es la situación de la élite académica de estas
instituciones, cuanto más complicada y difícil ha de ser la situación de todos aquellos
profesores y profesoras que constituyen la base docente y que no cuentan ni con el capital
intelectual de l@s investigador@s nacionales ni tampoco con contratos laborales
definitivos. Por todo lo anterior resulta imprescindible que la comunidad científica se
plantea la transformación de las culturas organizacionales dentro de las cuales desarrollan
sus funciones profesionales. Una forma de iniciarla constituye la creación de estructuras y
mecanismos de defensa colectivas eficaces, eficientes y confiables. Con ello no sólo se
beneficiarán a las mujeres sino también a los varones.
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Wharton, Amy (1999). ―The Psychosocial Consequences of Emotional Labor‖, The ANNALS of
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90
Género, salud y trabajo académico en universidades públicas en México –
una perspectiva panorámica
Sagrario Garay y Veronika Sieglin
Introducción
Podría pensarse que si existiesen prácticas discriminatorias por concepto de género, las
mujeres calificarían su entorno laboral de manera más severa que los varones. Sin embargo,
tal como hemos afirmado en el primer capítulo de este libro, parece no haber una
conciencia acerca de prácticas discriminatorias en organizaciones científicas y su nexo con
los desequilibrios de género en las estructuras organizacionales. El análisis sobre el vínculo
entre la salud laboral de los/las académicos/as y las culturas organizacionales (capítulo 2 de
esta obra) encontró que, además de las asimetrías de género en la vida organizacional,
existen diferencias de salud entre los géneros que se ligan a las características de las
culturas organizacionales. Se mostró que las características del entorno laboral explican en
buen grado la salud de los/las profesores/as-investigadores/as y que las mujeres reaccionan
en el plano psicofísico de modo más sensible a condiciones desfavorables del entorno
laboral. Sin embargo, a pesar de la mayor reactividad psicofísica femenina a condiciones
organizacionales adversas, las mujeres no caracterizaron la cultura organizacional, en la
que se encontraron inmersas, en términos significativamente más negativos que los
varones.
91
discriminatorio. Sin embargo, sostuvimos también que el sufrimiento que todo acto de
relegación, marginación o maltrato en sentido amplio genera en un sujeto – aunque éste no
lo reconozca conscientemente –, se expresa a través de otros sistemas semióticos. Entre
ellos figuran los sistemas psíquico-fisiológicos y somáticos. Mientras los unos expresan un
malestar generado por la interacción con el entorno a través de las emociones – Lazarus
(2001) sostiene que las emociones tienen un núcleo hermenéutico – y la conducta, los otros
proyectan el sufrimiento a través de lesiones de órgano (Nasio, 2006). El mayor deterior de
la salud femenino adquiere así una connotación social: los trastornos psicosomáticos
constituyen un discurso formulado de manera no consciente acerca de agravantes laborales
específicos que producen niveles de tensión particularmente elevados en las mujeres.
Avanzar en la decodificación de la discriminación de género implica así iniciar en el
síntoma producido a través de la interacción entre cuerpo, mente e interacción social.
92
Metodología
Para analizar la salud de los hombres y las mujeres se procedió a la exploración y selección
de variables y a la búsqueda del método más adecuado para el análisis de la información
empírica. Del total de variables incluidas en la encuesta sólo se consideraron aquellas
asociadas estadísticamente con el género en temas relacionados con la experiencia
emocional al afrontar un conflicto interpersonal en el trabajo, la caracterización de las
relaciones interpersonales con los demás actores del entorno laboral, los apoyos sociales
obtenidos y la relación entre familia y trabajo.
Se examinaron, además, las variables que captaban cuestiones de salud, de tal forma que se
lograran identificar aquellas asociadas con el género y que, a su vez, podrían ser factores
diferenciales entre los hombres y las mujeres.
Tabla 1. ¿Qué tan intenso era el sentimiento qué experimento al tener un conflicto en el
trabajo?
Mujeres Hombres
Nada o poco intenso 14.2 % 28.3 %
Más o menos intenso 40.0 % 38.6 %
Muy intenso 40.6 % 28.3 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: Elaboración propia con datos recabados.
Mujeres Hombres
Minutos 7.7 % 16.6 %
Horas 7.1 % 12.6 %
Días 20.0 % 22.9 %
Semanas 27.1 % 21.5 %
Meses 32.9 % 22.9 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Mujeres Hombres
Desgastantes 7.4 % 4.3 %
Tensas 6.9 % 5.5 %
Llevaderas 36.9 % 42.9 %
Armónicas 39.6 % 31.6 %
Gratificantes 9.2 % 15.7 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
94
Variables asociadas con el apoyo
Mujeres Hombres
Total/ mucho apoyo 48.0 % 49.4 %
Algo de apoyo 18.0 % 27.6 %
Poco o nada 34.0 % 22.9 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Mujeres Hombres
Total/ mucho apoyo 44.5 % 33.0 %
Algo de apoyo 20.8 % 27.0 %
Poco o nada 34.7 % 40.0 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
95
Tabla 6. Apoyo de directivas (mujeres) de la facultad, centro o instituto
Mujeres Hombres
Total/ mucho apoyo 46.7 % 31.6 %
Algo de apoyo 20.1 % 25.4 %
Poco o nada 33.1 % 43.0 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Mujeres Hombres
Total/ mucho apoyo 28.6 % 20.1 %
Algo de apoyo 30.7 % 21.4 %
Poco o nada 40.7 % 58.5 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Las variables que captan parte del contexto familiar de los encuestados hacen referencia a
la frecuencia con la que se llevan trabajo a casa, los sentimientos que les genera la
distribución del tiempo entre el trabajo, los hijos y la pareja, y la conciliación entre la
familia y el desarrollo profesional. Varias de estas cuestiones mostraron asociación con el
género, por ejemplo, el llevarse todos los días trabajo a casa está vinculado con el ser
hombre o mujer: un mayor porcentaje de hombres se lleva todos los días trabajo a casa
(tabla 8).
96
Tabla 8. Todos los días me llevo trabajo a casa
Mujeres Hombres
Totalmente en desacuerdo/ en 57.1 % 46.7 %
desacuerdo
Algo acuerdo 23.9 % 28.6 %
Total acuerdo/ de acuerdo 19.0 % 24.6 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
El sentimiento que origina el no dedicar tiempo suficiente a los hijos está asociado de
forma significativa con el género; en similar proporción tanto los hombres como las
mujeres expresaron acuerdo en experimentar este sentimiento (tabla 9). Los conflictos
entre la actividad laboral y la pareja se asocian con el género, y parecen estar más presentes
en las mujeres (tabla 10). Por su parte, el disponer de poco tiempo para la familia también
está asociado con el género, y son los hombres los que en mayor porcentaje dijeron contar
con poco tiempo y energía para su familia (tabla 11).
Mujeres Hombres
Totalmente en desacuerdo/ en 31.1 % 32.7 %
desacuerdo
Algo acuerdo 20.6 % 22.5 %
Total acuerdo/ de acuerdo 48.4 % 44.7 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Mujeres Hombres
Totalmente en desacuerdo/ en 11.8 % 16.9 %
desacuerdo
Algo acuerdo 19.8 % 23.0 %
Total acuerdo/ de acuerdo 68.5 % 60.0 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
97
Tabla 11. Dispongo de menos tiempo y energía para atender a mi familia
Mujeres Hombres
Totalmente en desacuerdo/ en 38.5 % 28.4 %
desacuerdo
Algo acuerdo 30.1 % 25.9 %
Total acuerdo/ de acuerdo 31.5 % 45.8 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
¿Durante el mes pasado qué tan seguido tuvo insomnio o sueño ligero (se despierta con *
frecuencia)?
¿Durante el mes pasado que tan seguido tuvo pesadillas?
¿Durante el mes pasado qué tan seguido se sintió cansada sin razón aparente alguna? *
¿Durante el mes pasado qué tan seguido se sintió triste o sin ánimos de nada? *
¿Durante el mes pasado qué tan seguido sintió mucho coraje?
¿Durante el mes pasado qué tan seguido sintió miedo por problemas en el trabajo? *
¿Con qué frecuencia siente dolor de espalda, nuca u hombros? *
¿Con qué frecuencia ha tenido nauseas sin razón aparente?
¿Con qué frecuencia ha tenido colitis? *
¿Con qué frecuencia ha tenido dolor de cabeza? *
¿Durante el mes pasado qué tan seguido le han temblado las manos? *
¿Durante el mes pasado qué tan seguido ha tenido gastritis?
¿En este año ha experimentado un incremento o descenso de peso sin enfermedad de por medio?
¿Con qué frecuencia experimentó taquicardia?
¿Durante el mes pasado, con qué frecuencia experimentó sudoraciones por nerviosismo? *
Nota: *Sig. Chi- cuadrada p < 0.05 cuando se hace el cruce con la variable género.
De todas estas variables sólo 9 estuvieron asociadas con el género9, por lo que para la
construcción de una variable que agrupara diversos aspectos de la salud se consideraron
únicamente aquellas asociadas de forma estadísticamente significativa con el género. De
esta forma se tendría un indicador más preciso de las diferencias en la salud entre hombres
y mujeres. La distinción entre las categorías de salud se realizó de la siguiente manera:
9
Las variables que están asociadas de forma significativa con el género son las que están marcadas con un
asterisco.
98
- Para aquell@s que indicaron presentar dos condiciones de las nueve indicadas se
les agrupó con salud regular;
- Tod@s los que respondieron experimentar más de dos de los nueve aspectos sobre
salud se les ubicó con mala salud.
Una vez agrupadas las categorías en la variable sobre salud se encontró que, en términos
porcentuales, las mujeres presentan peores condiciones de salud en comparación con los
hombres (tabla 11).
Mujeres Hombres
Buena salud 18.3 % 34.5 %
Salud regular 9.1 % 15.2 %
Mala salud 72.6 % 50.3 %
Nota: Sig. Chi- cuadrada p < 0.05
Fuente: elaboración propia con datos recabados.
Método
Hasta el momento se describió la exploración de las variables que están asociadas con el
género, pero en ninguna de ellas se ha relacionado el estado de salud de los hombres y las
mujeres, y mucho menos se han asociado las categorías de estas variables. Para llevar a
cabo esto se recurrió al análisis de correspondencias múltiples, el cual es una técnica muy
útil que permite, de forma gráfica, analizar las relaciones de dependencia e independencia
entre un conjunto de variables cualitativas u ordinales, todo ello a partir de una tabla de
contingencia en un espacio Rn. Cuando este espacio sólo incluye a dos variables X y Y con
valores {x1,...xr} y {y1...yc} tenemos un análisis de correspondencias simples. Cuando el
espacio se vuelve n ≥ 3, entonces se recurre al análisis de correspondencias múltiples
(Salvador-Figueras, 2003; Pérez, 2004).
B = Z'Z
99
J1 J2 ... JQ
J1 0⁞ 0 C12 ... C1Q
J2 C21 0⁞ 0 ... C2Q
⁞ ⁞ ⁞ ⁞ ⁞
JQ CQ1 CQ2 ... 0⁞ 0
RESULTADOS
Salud y conflicto
Los resultados del análisis de correspondencias múltiples muestran que las mujeres están
muy cercanas a la mala salud. Esta condición psicofísica se acerca mucho a la
experimentación intensa o muy intensa de un conflicto y a una mayor duración de las
experiencias emocionales asociadas al conflicto en el trabajo (unos meses; unas semanas).
Para los hombres ocurre algo diferente, pues las categorías que más se acercan son el
estatus de salud regular, una intensidad media (más o menos intensa) de las emociones
asociadas al conflicto y la menor duración de la experiencia emocional (unos días) (gráfica
1).
10
Para una explicación detallada de las especificaciones matemáticas de estos aspectos consultar Salvador-
Figueras, 2003; Pérez, 2004.
100
Gráfica 1
Unos minutos
1
Dimension 2
Muy intenso
Buena salud
F Uno(s) meses
M Mala salud
0
Una(s) semana(s)
Uno(s) día(s)
Una(s) Hora(s)
No contesto
-2
Dimension 1
Salud y apoyo
101
Gráfica 2
Apoyo de colegas
2.0 hombres
Apoyo de directivos
hombres
Algo de apoyo
Apoyo de directivos
1.5 mujeres
Algo de apoyo
Género
indicador de salud
Algo de apoyo
1.0
Dimension 2
Salud regular
0.5
Buena salud
M
-1.0
Dimension 1
Las variables relacionadas con aspectos de la vida familiar no muestran estar muy
asociadas con la salud y el género. Para las mujeres las categorías: estar algo de acuerdo
con llevarse todos los días trabajo a la casa, la mala salud y la salud regular son los aspectos
más vinculados. En el caso de los hombres sólo están cercanos a la categoría de
102
desacuerdo en llevarse todos los días trabajo a casa. No se observa una cercanía entre esta
categoría y la salud masculina (gráfica 3).
Aunque no forma parte del objetivo del presente análisis es interesante observar la
asociación muy cercana entre estar de acuerdo en: llevarse todos los días trabajo a la casa,
disponer de menos tiempo y energía para atender a la familia y sentirse mal por no
dedicarle tiempo suficiente a los hijos (gráfica 3). Estas tres categorías no se vinculan con
el género. Dicho de otra forma, indistintamente de ser hombre o mujer tod@s aquell@s
quienes tienen que proseguir sus labores profesionales en casa y no cuentan por lo mismo
con suficiente tiempo o energía para convivir con su familia sienten una especie de culpa.
Gráfica 3
Dispongo de menos
1.5 tiempo y energía para
Algo acuerdo atender a mi familia
Género
Algo acuerdo
indicador de salud
1.0
Me siento mal por no
Algo acuerdo Algo acuerdo
dedicarle tiempo suficiente
a mis hijos
Salud regular
Tengo conflictos con mi
0.5 esposo a causa de mi
F actividad laboral (trabajo)
Mala salud
Todos los días me llevo
Dimension 2
De acuerdo
trabajo a casa
0.0
Desacuerdo M
De acuerdo
Desacuerdo
De acuerdo
-0.5 De acuerdo
Desacuerdo
Buena salud
Desacuerdo
-1.0
-1.5
Dimension 1
103
Resumen
El análisis arroja una asociación positiva entre el deterioro de la salud femenino y un patrón
de reactividad emocional en conflictos interpersonales en el trabajo que caracteriza en
mayor grado a las mujeres: ellas responden a altercados interpersonales con emociones
más intensas y prolongadas. El análisis estadístico no establece la dirección de dicha
relación, es decir, no se puede decir si se trata de una relación causal (la mala salud como
consecuencia del patrón emocional; o bien, el patrón emocional como efecto de la mala
salud) o – lo que parece más probable – de una asociación de otro tipo. En el capítulo 2 de
esta obra hemos observado que los problemas de salud en general (es decir, sin distinguir
entre géneros) se ligan a las características de las culturas organizacionales: a menos apoyo
y protección, a menores posibilidades de participación en la toma de decisiones, a más
injusta el reparto de los recursos institucionales, a menor disposición de la organización de
reconocer los logros profesionales de su planta académica y a más autoritativo, impositivo
y anticarismático el liderazgo institucional mayores eran los problemas de salud de l@s
académic@s. Tomando estos factores organizacionales como trasfondo y considerando las
mayores dificultades que tienen las mujeres en general para avanzar en la ciencia y las
organizaciones científicas (tal como lo documenta la literatura secundaria que discutimos
en el primer capítulo de esta obra), podemos pensar que las mujeres reaccionan en el plano
emocional de forma más severa a los agravios interpersonales en el trabajo. El patrón
emocional femenino expresaría así la percepción de una mayor vulnerabilidad en la
organización por lo que los conflictos interpersonales adquieren dimensiones más
amenazantes para las mujeres. Estas cogniciones producen experiencias emocionales más
intensas y prolongadas. Lo anterior implica que las mujeres corren mayores riesgos de
sufrir estrés emocional crónico, ya que – partiendo del modelo de estrés crónico de Sikora,
Beaty y Forward (2004) – por el carácter prolongado de los episodios emocionales es más
posible que se intercalan otros estresores. Dado que el estrés crónico mantiene activados los
sistemas alostáticos, el organismo se encuentra de sobremanera expuesto a las hormonas de
estrés lo que compromete a mediano y largo plazo la salud psicofísica.
104
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Resource Development Review, vol. 3, no. 1, pp. 3-35.
105
Género, afectividad y entorno organizacional
Veronika Sieglin
Introducción
106
Desde luego pensamos que no es así. Por principio hay que decir que las emociones
no constituyen un terreno privilegiado de las mujeres. Todos los seres humanos evalúan
constantemente el medio en que se encuentran insertos y expresan sus valoraciones en el
plano emocional, es decir, a través de emociones, sentimientos, estados de ánimo, pasiones
y rasgos de carácter: algunos de estas expresiones valorativas se extienden por apenas unos
instantes, otros perduran semanas, meses y hasta años (Ciompi, 2007:428; Rosas,
2011:12ss). Gracias a estas valoraciones emocionales los humanos pueden adaptarse
rápidamente a una situación y conducirse frente a ella (Efran y Fauber, 2002:282).
Eventuales diferencias de género en el plano emocional no refieren, por ende, a la presencia
o ausencia de emociones en un género comparado con el otro sino al tipo de reacción
emocional, su intensidad, duración y sus vehículos de expresión (la conducta, expresiones
verbales y no-verbales, expresiones fisiológicas).
107
encantadas y felices aunque también con menos autoconfianza que los varones. En otra
revisión de la literatura, Shields (1995 cit. en Wester, 2002:634) detectó que las mujeres
expresaron sus emociones y sentimientos con mayor facilidad a través de su lenguaje
corporal mientras que los varones tuvieron un mayor control sobre la expresión de coraje.
108
Una segunda corriente atribuye las diferencias emocionales a factores sociales. Los
imaginarios estereotipados de género, que circulan en una sociedad, regulan la reactividad y
la expresividad emocionales de hombres y mujeres sancionando a quienes se alejan de las
expectativas sociales. Brescoll y Uhlmann (2008:268) realizaron al respecto un estudio
experimental con 39 hombres y 30 mujeres blancos estadounidenses, quienes tuvieron que
evaluar a los aspirantes a un puesto vacante en una empresa. Ello implicaba una valoración
del perfil psicológico y la asignación de salarios y prestaciones. Los investigadores
detectaron que los candidatos masculinos con conductas agresivas lograron mejores
evaluaciones que las mujeres con un comportamiento similar. El comité asignó a estos
hombres un mayor estatus laboral inicial y un mejor salario. Además, la agresividad
masculina fue atribuida en mayor grado a circunstancias externas. A diferencia, la
agresividad femenina fue significada principalmente como rasgo de carácter. Un panorama
inverso se produjo en relación con la tristeza. Las mujeres con aspecto triste obtuvieron un
mayor estatus social que los hombres con los mismos atributos. Además, los evaluadores
alegaron mayormente motivos externos a la tristeza femenina. Finalmente, un segundo
estudio demostró que las mujeres lograron las mejores calificaciones y el mayor sueldo en
su grupo cuando no expresaron emociones algunas. Estos ejemplos demuestran que el
entorno social no aplica los mismos criterios de evaluación a las mismas expresiones
afectivas de hombres y mujeres. Una misma conducta emocional (tristeza, agresividad) es
signada por el entorno social de manera distinta según el género de la persona que la
articula. Esto remite a la existencia e importancia de imaginarios socioculturales que
establecen expectativas de comportamiento diferenciadas para hombres y mujeres y que
aseguran su incidencia en la conducta colectiva e individual a través de un sistema de
sanciones y recompensas.
109
Las diferencias de cómo hombres y mujeres manifiestan sus sentimientos no son
casuales ni mucho menos de origen natural sino resultados de procesos de aprendizaje
colectivos que se han institucionalizados por medio de la socialización genéricamente
diferenciada. La necesidad consciente o inconsciente de controlar impulsos agresivos
constituye – como Sigmund Freud (2010) ha apuntado – el núcleo de todo proceso de
culturización y la convivencia humana no sería posible si los individuos perseguirían en
todo momento y cualquier lugar sus intereses egocéntricos a costo de los demás. Sin
embargo, la presión societal por reprimir los impulsos y las emociones y sentimientos
asociados no se distribuye de manera equitativa sobre todos los seres humanos sino es
matizada por la clase social, el grupo cultural y el género, para mencionar algo. La forma
como un individuo expresa sus impulsos agresivos se encuentra por ende íntimamente
ligada a su posición económica, social, política y cultural dentro de la red societal. El hecho
que las mujeres, mas no lo hombres, tienden a llorar cuando sienten coraje, no se debe a
una eventual confusión en la interpretación de la excitación fisiológica sino al
reconocimiento femenino de arriesgar mayores perjuicios y sanciones sociales si se
manifiestan abiertamente los impulsos agresivos. La mayor tendencia de las mujeres a
enmascarar su coraje y otras emociones identificadas como negativas tematiza de esta
forma su posición social subordinada la que acarrea mayores niveles de vulnerabilidad
social y amenaza el estatus social del sujeto femenino en situaciones concretas (Citrin y
Fredrickson, 2001:82; también Stormel y Devine, 2008:114). Tanto el psicoanálisis (Freud,
2010:72ss y 144ss; Mitscherlich, 1966ª y 1966d) como otras ramas de la psicología que
abordan las consecuencias del enmascaramiento de emociones y sentimientos han
documentado ampliamente sus consecuencias negativas para la salud psicofísica (Moreno-
Jiménez et al, 2010:64).
Las diferencias emocionales entre hombres y mujeres tienen, además, otras causas.
Las emociones emergen de procesos cognitivos que se despliegan dentro de muy breve
tiempo y principalmente al margen de consideraciones razonadas y controladas por el
sujeto. Las cogniciones no transcurren en independencia del entorno cultural sino son
inferidas por el mismo a través de normas y valores sociales que regulan la interacción
entre los sujetos, entre clases sociales y demás estamentos al igual que entre y al interior de
los géneros. Formar parte de una comunidad cultural significa compartir hasta cierto grado
110
un universo axiológico común desde una posición específica en el tejido social que matiza
la perspectiva. Esto significa que aún y cuando dos individuos observen el mismo
acontecimiento, la interpretación que elaboran del mismo puede diferir y por ello evocar
reacciones emocionales y conductuales diferentes.
La reflexión sobre las experiencias emocionales en las culturas occidentales constituye una
aportación importante de la filosofía clásica griega y fue Aristóteles quien ofreció una
interpretación de las emociones como afecciones psicofísicas que involucran procesos
fisiológicos al igual que estados y procesos cognitivos integrados por sensaciones y
percepciones, impresiones sensibles o racionales, creencias y prejuicios; disposiciones
actitudinales y deseos e impulsos (Trueba, 2009; Lazarus, 1999). En este sentido se puede
afirmar que la idea de las emociones como procesos complejos que articulan el entrecruce
entre conceptos sociales y procesos cognitivos data de hace mucho tiempo.
111
Los enfoques cognitivos de las emociones – entre los que se insertan los trabajos de
Frijda y Zeelenberg (2001), Kappas (2001), Lazarus (2001), Mezquita y Ellsworth (2001),
Roseman (2001) y Scherer (2001) – comprenden las emociones como resultados de la
valoración de un acontecimiento interno o externo realizada a menudo de forma
inconsciente, rápida y casi en automático lo que facilita la pronta adaptación del sujeto a las
circunstancias. De igual forma, el proceso puede llevarse a cabo de forma consciente y
razonada aunque por lo mismo también de manera más lenta. A través de este
procesamiento cognitivo el individuo prepara una respuesta (acción) frente a un dilema
(Smith y Kirby, 2001:129).
Aún y cuando las posiciones teóricas defendidas por los diversos autores que se
inscriben dentro de la psicología cognitiva de las emociones difieren en ciertos aspectos11,
hay un consenso de que las emociones no constituyen respuestas arbitrarias sino que
guardan una estrecha relación con las condiciones contextuales en que se producen, y que
son resultados de patrones evaluativas y no tanto de cogniciones singulares (Roseman y
Smith, 2001:15s).
11
Algunos estudiosos centran su atención en los contenidos de las interpretaciones a
diferencia de quienes resaltan las diversas formas de interpretación; otros parten de una
secuencia fija del proceso evaluativo que contrasta con la idea de un orden flexible; ciertos
investigadores intentan categorizar las emociones en positivas y negativas a diferencia de
quienes parten de la idea de un número infinito de emociones por la presencia de múltiples
dimensiones interpretativas; y otros más ponen el énfasis en la secuencia de las
dimensiones evaluativas que contrasta con un acercamiento a las emociones como gestalts
de significado (Roseman y Smith, 2001:10ss).
112
congruencia con los objetivos del sujeto, urgencia), los recursos disponibles para afrontar el
problema (grado de control sobre los resultados; recursos físicos, intelectuales, sociales,
materiales, culturales al alcance del sujeto) y el significado del problema con relación al
auto-concepto, las orientaciones normativas y éticas. La interpretación de un
acontecimiento está, además, influida por estados emocionales anteriores, humores y la
personalidad al igual que por el contexto de interacción en el que se encuentra inserto un
sujeto (Frijda y Zeelenberg, 2001:147).
113
operativos distintos a la expresión emocional. El procesamiento de información por el
cerebro se desarrolla |en el plano molecular, intracelular e intercelular. De ello resulta una
excitación fisiológica que se manifiesta a través del ritmo cardiaco, en los cambios de la
respiración, la presión sanguínea y/o por medio de las respuestas electrodermales, para
mencionar algo (Alcaraz García, 1993). Además, todas estas reacciones fisiológicas no son
específicas para una emoción en particular sino emergen en relación a emociones muy
diferentes. ¿Cómo sabe entonces un individuo que aquello que una excitación fisiológica
corresponde a coraje, desesperación, tristeza o vergüenza? ¿Cómo se traducen los
resultados de procesos cognitivos producidos a través de un código a otro distinto?
Hace casi tres décadas Harré (1986:4) observó que en un primer momento las
emociones no representan más que un estado fisiológico de perturbación.12 Sólo al ser
significadas como coraje, alegría, pena, vergüenza o tristeza la respuesta fisiológica recibe
una valencia específica. Este proceso de significación se lleva a cabo en el individuo pero
no se origina en él sino en el entorno cultural. A través de la socialización los niños
aprenden a significar sus estados afectivos por medio de las reacciones de otras personas en
su entorno (Boiger y Mesquita, 2012:223).
12
Las respuestas fisiológicas a la experimentación de determinadas emociones se miden comúnmente a
través del ritmo cardiaco, la respiración, las respuestas electrodermales y las gastrointestinales. A lo largo
del siglo XX se produjo un intenso debate sobre si determinadas emociones se expresan por medio de
respuestas fisiológicas específicas o si el organismo reacciona con una respuesta fisiológica general, es decir,
inespecífica. Los resultados de las investigaciones empíricas son inconsistentes y contradictorias y no
permiten identificar un patrón fisiológico claro para emociones precisas (véase Alcaraz García, 1993).
114
cuyos miembros el grado de control sobre la vida propia y la autoestima adquieren un papel
central en la evaluación de un acontecimiento y que corresponden a emociones que girnan
entorno a las necesidades egocéntricas del sujeto como, por ejemplo, el coraje o el orgullo.
Estas emociones orientan al individuo, en caso de sufrir una ofensa, a acciones tendientes a
recuperar la autoestima, a establecer límites claras con el agresor y a recuperar el control. A
diferencia, las sociedades orientales ponen el acento en mayor grado en la relación entre el
individuo y la comunidad por lo que la conservación de los vínculos con las demás
personas y la cercanía con ellas influyen en mayor grado la construcción de las emociones
y se expresan en la mayor importancia de emociones como la vergüenza o el miedo de
perder la cara por lo que, al sufrir una ofensa, los sujetos tienden a desarrollar acciones para
restaurar el vínculo con el agresor minimizando la ofensa o buscando comprender los
motivos del agresor (Mesquita, 2007:413; Boiger y Mesquita, 2012:222).
115
La expresión persistente de emociones culturalmente no apropiadas puede incluso llevar a
la exclusión o marginalización sociales de los individuos (Magovcevic, 2003:99).
116
cultura o la polaridad entre interior y exterior psíquico y físico. Emociones, concluye Locke
(2002:99), son ―palabras internas‖ y en tal calidad son elementos del intercambio social
asentado dentro de formas de vida.
¿Cómo se relacionan los diversos contextos culturales con las diferencias de género
que se han constatado en la literatura en cuanto a la afectividad de hombres y mujeres? Para
elaborar una respuesta que orientará nuestra propia indagación en este campo temático es
preciso recuperar brevemente algunas reflexiones sobre el concepto de género. Wood y
Ridgeway (2010:335) definieron el género como una variable con varias dimensiones
interrelacionadas: una societal, otra relacional y otra más individual. El género refiere a
significados adscritos culturalmente a la feminidad y masculinidad. Estos significados
emanan de discursos que circulan en torno a las diferencias biológicas de hombres y
mujeres. Los significados no se originan en la biología sino en la cultura donde se asientan
en sistemas de creencias, en estructuras institucionales (macronivel), patrones de
interacción (nivel relacional o mesonivel) y en los diversos aspectos del aparato psíquico
(configuraciones identitarias, reactividad emocional, patrones conductuales) al igual que en
el cuerpo (nivel individual o micronivel).
A pesar de que los discursos políticos acerca de hombres y mujeres han cambiado
desde la última mitad del siglo XX, temas centrales inscritos en la distinción de géneros se
siguen reproduciendo en la actualidad. Por ejemplo, en la actualidad se afirma de manera
constante la igualdad de hombres y mujeres y se exige con vehemencia la igualdad de
oportunidades para mujeres y hombres, sin embargo, este discurso no refiere prácticamente
nunca al desbalance del poder entre los géneros. Al convertir la igualdad de género en un
asunto técnico de programas de sensibilización, de motivación, de cuotas de género y de
mujeres ejemplares, que gracias a su talento excepcional y/o su trabajo han logrado abrirse
paso en la vida económica, política, cultural o científica, se dejan incuestionadas las
relaciones de poder que rigen el intercambio entre hombres y mujeres y que mantienen la
mayoría de las mujeres en posiciones subordinadas.
El velo del silencio tendido sobre las relaciones de poder entre los géneros no
representa un mero olvido ni es casual. Constituye el mecanismo que impide su
tematización en el plano societal. Con ello se cierren las oportunidades para una
117
transformación profunda de las relaciones de género. Ello es así porque los desequilibrios
de poder entre hombres y mujeres se encuentran integrados en estructuras de poder más
amplios que sostienen la explotación económica de los seres humanos y su control y
sujeción política e ideológica. Este sistema depende de la continua reproducción de la
desigualdad entre los seres humanos. La desigualdad se produce en el plano simbólico al
instituir y conservar parámetros axiológicos que fundan simbólicamente diferencias entre
los humanos (en función del género, raza, etnicidad, etcétera) las que por su parte justifican
la ubicación diferenciada de los sujetos genéricos en el espacio societal. Dado que el
entramado societal tiene un elevado nivel de plasticidad, tolera la introducción de
variaciones siempre y cuando no afecten el núcleo simbólico-político central de la
organización societal del poder. Todo cambia para quedar igual.
118
En este capítulo exploraremos diversos aspectos de la afectividad de hombres y
mujeres y su ligazón con características del entorno laboral en universidades públicas.
¿Cómo reaccionan ambos géneros a conflictos con actores en su entorno? ¿Cómo influye el
entorno organizacional en la afectividad de los sujetos? ¿Qué diferencias de género se
observan en cuanto a la afectividad? ¿Qué revelan las diferencias afectivas entre los
géneros acerca del entorno organizacional en el que se encuentran insertos hombres y
mujeres? ¿Cómo se liga a afectividad con la salud psicofísica?
Metodología
La muestra
Dado que utilizamos la misma base de datos que construimos a través de una encuesta entre
733 investigadores/as nacionales en universidades estatales y la UNAM, nos remitimos al
segundo capítulo de este libro donde se describe de manera detallada la muestra y el
instrumento de recopilación en su totalidad. En seguida solamente nos referimos a las
variables relacionadas con la afectividad.
119
sentimientos negativos en general ante conflictos con diferentes actores en el escenario
académico (superiores de la dependencia, altos funcionarios de la administración central de
la universidad, pares del cuerpo académico, pares del centro de trabajo en general, alumnos
y otras personas). Por último se pidió a los encuestados una calificación de sus relaciones
interpersonales cotidianas con otros actores de su el centro de trabajo (gratificantes,
armónicas, llevaderas, tensas, desgastantes). A través de este conjunto de reactivos se
exploraron tres dimensiones de la afectividad:
En las siguientes páginas vamos a correlacionar estas variables con diversas dimensiones de
la cultura organizacional de universidades públicas mexicanas (cultura de participación
democrática; cultura de liderazgo; cultura de reconocimiento; cultura de apoyo y protección
y la justicia distributiva; para una mayor descripción de la cultura organizacional véase el
capítulo 2 en esta obra) con el fin de analizar el grado en que son moldeadas por el entorno.
120
Asimismo vamos a establecer el grado de correlación de los diversos aspectos de
afectividad con la salud psicofísica (15 items), variable descrita de igual forma en el
segundo capítulo de este libro.
121
Género y emociones
122
estos factores organizacionales. Cuanto más positivas los diversos aspectos de la cultura
organizacional, tanto más cálidas y gratas se tornan las relaciones interpersonales entre el
personal académico (tabla I en el anexo estadístico).
123
Gráfica 1: Factores en la institución académica que inciden en la calidad afectiva de las
relaciones sociales cotiadianas en el trabajo
Cult. de Justicia
Cult. apoyo distributi
particip. Acoso
va
Cultura de contra
reconoci identidad
miento académic
a
Capital
Cultura de
social
liderazgo
total
Marginaci Acoso
ón Integridad
sociolabor psicosoc
al
Aislamien Calidad
Piratería
to afectiva de
académic
comunicat relaciones a
ivo sociales
Fuente: Gráfica basada en la tabla I del anexo estadístico. Cálculos propios con base en los datos recabados
124
Si calcularíamos la afectividad media, no encontraríamos diferencias entre hombres y
mujeres, sin embargo, la tabla de distribuciones demuestra que los polos de afectividad
están invertidos entre los géneros. Una mayor proporción de varones sostiene relaciones
valoradas como gratificantes y un menor porcentaje de ellos reporta relaciones tensas y
desgastantes. Tratándose de las mujeres, el panorama se voltea. Nuestros resultados
contradicen por lo tanto la idea estereotipada de que las mujeres sostuviesen relaciones
interpersonales emocionalmente más equilibradas y positivas y apuntan a que las mujeres
tengan conflictos emocionalmente más complicados con otros actores en el trabajo. Lo
anterior se explica sólo con relación a las mayores presiones que reciben cotidianamente
del entorno social que las obligan en un grado mayor a renunciar a intereses vitales para
poder ajustarse a las exigencias ambientales.
125
Gráfica 2: Grado de afectividad negativa en conflictos con superiores (de dependencia de
adscripción y de rectoría) y pares (del cuerpo académico y pares en general) y su
correlación con diversos factores ambientales
Justicia Capital
Cultura distributi social Cultura
de va total de
participa reconoci
Cultura ción miento Cultura
de de
Acoso a apoyo liderazgo
la Aislamie
identida nto
d comunic
académi ativo
Acoso ca
contra Margina
inte- ción
gridad sociolab
psicosoci oral
Calificaci
al
Grado de Impacto
ón de
afectivida emoc.
relacion
d negativa de
es
en conflicto
interpers
conflictos s
onales
Fuente: Gráfica basada en la tabla II del anexo estadístico. Cálculos propios con base en los datos recabados.
126
La afectividad negativa desarrollada usualmente contra actores sociales en el trabajo
en momentos de conflicto es influida, además, por dos componentes psicológicas: las
características afectivas de las relaciones interpersonales comunes con pares y superiores y
el impacto emocional de los conflictos. Ambas variables explican el 7.2% y el 6.1% de la
varianza de la afectividad negativa (tabla II anexo estadístico).
Los datos arriba demuestran que los dos componentes de la afectividad en el trabajo
son construidos en el intercambio entre el sujeto y el entorno social y organizacional. El
entorno influye tanto la estructura como el contenido de las relaciones afectivas. Mientras
que el construccionismo social pone el acento explicativo en los múltiples discursos
sociales que atraviesan el universo social e influyen en la interpretación de los
acontecimientos y en el posicionamiento que un individuo adopta finalmente frente a los
sucesos, y haciendo de esta forma énfasis en la construcción social de los procesos
cognitivos (Efran y Fauber, 2002), el psicoanálisis aporta un ángulo del papel societal en la
afectividad un tanto distinto aunque complementario.
127
institucionales de manera arbitraria y que están dispuestas a aplastar cualquier iniciativa
crítica a través de regímenes impositivos e autoritarios, distorsionan las relaciones
interpersonales entre sus colaboradores. Aunque la afectividad negativa es articulada por el
sujeto, éste no es su origen. Lo es la organización.
128
sospecha, el desasosiego, la perturbación, la alarma, el sobresalto o el desaliento - anticipa
la existencia de una amenaza hacia el estatus del sujeto. Para anticipar una amenaza es
necesario que se haya identificado con anterioridad una vulnerabilidad. Este se observa con
claridad en la ciencia. Las mujeres científicas tienen un saber colectivo históricamente
forjado por el camino azaroso y complicado que han debido recorrer para alcanzar sus
posiciones en la ciencia y la academia. Pero a menudo dicho saber colectivo no se articula
de forma positivo en la conciencia de los sujetos, es decir, las mujeres no anticipan en su
propia biografía las enormes dificultades y esfuerzos necesarios que forjar sus carreras
profesionales. El saber colectivo se manifiesta más bien a través de la negación subjetiva
de que el género jugase un papel significativo en el propio desarrollo profesional. Sin
embargo, la negación de que la adscripción al género femenino limite las posibilidades de
desarrollo en la ciencia no implica la superación ni del conflicto de fondo (la asimetría de
poder) ni del peligro potencial que del mismo emana. El hecho que las mujeres requieren de
más tiempo que los varones para superar los escollos emocionales de conflictos
interpersonales en el trabajo y que viven los altercados con pares y superiores de manera
más intensa revela las académicas perciben estos conflictos como mucho más amenazantes
e intimidatorios que los hombres. Sin embargo, no pretendemos introducir aquí la idea de
una conciencia colectiva efectiva en total independencia del entorno social concreto en que
se desenvuelven las mujeres. Nuestros datos sugieren, al contrario, que esta conciencia
colectiva se debilita o se refuerza en función de las características de la organización, ya
que ésta explica el 8.4% de la varianza (gráfica 3 y tabla 3 en el anexo estadístico).
129
Gráfica 3: El impacto emocional del estrés y su correlación con factores culturales y
psicológicos
Cultura
organizacional total
Anova: F (2, 102) =
4.722*; eta cuadrado =
.084
Afectividad negativa
Género en conflictos
Anova: F (1, 356) =
Anova: F (2, 301) =
16.042***; eta
6.375***; eta cuadrado
cuadrado = .043
= .040
Impacto
emocional
del estrés
Fuente: Gráfica basada en la tabla III del anexo estadístico. Cálculos propios con base en los datos recabados.
130
Tabla 3: Grado de impacto emocional de conflictos interpersonales en el trabajo, según las
características de la cultura organizacional y el género (%)
Dado que las emociones expresan una comprensión del acontecimiento, del entorno
social en el que tiene lugar y del sujeto mismo dentro de este entorno, el hallazgo anterior
permite varias lecturas: (1) Una primera tesis establece que el conflicto interpersonal no
amenaza por si solo el estatus del sujeto sino requiere de la conjugación con un entorno
organizacional cuyos rasgos político-administrativos restringen en gran medida las
posibilidades de desarrollo de los sujetos tanto en el ámbito profesional como en el plano
social y político. El impacto emocional del conflicto interpersonal se relaciona con la
severidad de los posibles agravios futuros que sufrirá el individuo de parte del entorno
organizacional. (2) Una segunda tesis establece que las formas en que se diriman conflictos
interpersonales – tanto en cuanto a su contenida como en cuanto a los recursos desplegados
entre los contrarios – son influidas por el entorno organizacional. En organizaciones
verticales e impositivas con bajos niveles de institucionalización de derechos de los
trabajadores y con elevados niveles de competencia y rivalidad interpersonal existe una
mayor disposición colectiva de hacer uso de diversas formas de violencia simbólica lo que
implica también la movilización de imaginarios estereotipados que afectan particularmente
a grupos minoritarios: mujeres, extranjeros, personas con discapacidad, individuos
131
homosexuales o grupos étnicos. En este escenario la pertenencia a un grupo minoritario
aumenta, por un lado, el riesgo de sufrir atropellos más graves y, por el otro, la posibilidad
de no encontrar apoyo solidario en el entorno. Estos riesgos constituyen potenciales trabas
para el desarrollo profesional en la organización. La mayor reactividad emocional que
presentan las mujeres – como integrantes de una minoría política – en instituciones
académicas con culturas organizacionales desfavorables es por ello congruente. (3) Una
tercera tesis liga el mayor impacto emocional de los conflictos en mujeres a la percepción
de contar con menos recursos sociales e institucionales lo que merma sus posibilidades de
controlar el conflicto y de amortiguar su impacto.
El género es una categoría social básica que estructura formas de vida e influye los
procesos de socialización a través de los cuales se incorpora en los esquemas cognitivos
que subyacen a la percepción de la realidad y que influyen por ende el concepto de
realidad. Pero justamente en calidad de categoría cognitiva no opera en el plano de la
conciencia. El sujeto percibe la realidad de forma ‗natural‘ – en palabras de Schütz – y no
como efecto de determinadas categorías sociales que se desplegarían frente a su ojo interno.
En otras palabras, la realidad percibida está trazada por el efecto cognitivo del género que
obra en buen grado de manera desapercibida por la conciencia y la voluntad de los sujetos.
Sin embargo, la identificación de sus efectos tanto en el plano subjetivo (sus expresiones
psicológicas y somáticas) como societal/cultural lo expone a la reflexión y lo hace
susceptible de transformación. Se abre entonces a la resignificación.
132
Gráfica 4: Afectividad y morbilidad en el trabajo académico de investigadores/as
nacionales (coeficientes de correlación de Spearman)
Afectividad negativa en
conflictos
(coeficiente de correlación
de Spearman: .327**; F (2,
512) = 18.677; eta
cuadrado = .068 )
Calidad afectiva de las
Impacto emocional de
relaciones interpersonales
conflictos
cotidianas
(coeficiente de correlación
(coeficiente de correlación
de Spearman: .291**; F (2,
de Spearman: .319**; F (3,
406) = 18.442; eta
365) = 21.650; eta
cuadrado = .083)
cuadrado = .092)
Estatus de salud
psicofísica
** p< .01
Resumen y conclusión
134
interacción que dificulta los atropellos interpersonales, que fomenta el respeto entre los
sujetos y que ofrece a hombres y mujeres condiciones de desarrollo profesional más
equitativas. En estos escenarios académicos sólo una minoría de mujeres lidia durante largo
tiempo con los estragos emocionales de los conflictos interpersonales. En cambio, en
organizaciones con culturas organizacionales adversas más de 90% las mujeres requieren
de semanas y meses para superar el impacto emocional de los conflictos. Lo anterior no es
casual sino demuestra que en contextos organizacionales adversos se producen más abusos,
arbitrariedades y atentados a los derechos fundamentales de las mujeres y otras minorías
políticas y/o que los agravios afrontados por ellos son más severos (Sieglin, 2012ª; Sieglin,
2012b). Algunos autores atribuyen estas diferencias a la existencia de un caos
organizacional atribuible a liderazgos ineficientes y rebasados que ante el tamaño de la
organización y el sinnúmero de problemas no son capaces de poner orden (Hodson et al,
2006; Roscigno et al, 2009); otros; en cambio consideran que se trata más bien de políticas
organizacionales orientadas a dividir a los trabajadores para mantener estructuras
organizacionales ineficientes, injustas e inapropiadas para la propia organización pero que
benefician una minoría poderosa en las mismas (Salin, 2003).
En suma, nuestro estudio mostró que las diferencias afectivas observadas entre
hombres y mujeres que laboran en instituciones científicas están estrechamente
relacionadas con el entorno organizacional. Las características de las relaciones afectivas
entre trabajadores y la reactividad emocional de los individuos ante conflictos en el trabajo
no son arbitrarias ni casuales. Las mujeres parecen enfrentar conflictos más serios que les
generan mayores preocupaciones acerca de los impactos en su trayectoria profesional y
social. Los programas de igualdad y equidad de género, impulsados en muchas
instituciones mexicanas con recursos de la Secretaría de Educación Pública (PIFI), y que se
centran en la impartición de capacitación y sensibilización no logran subsanar la
desigualdad de género porque no atacan su continua producción facilitada por culturas
organizacionales inadecuadas. No cuestionan los liderazgos autoritarios e impositivos, las
prácticas de exclusión, la indisposición institucional a reconocer los logros de la planta
académica, la distribución arbitraria de los recursos institucionales ni tampoco la ausencia
de políticas y programas de protección contra acoso laboral y discriminación. Más aún,
muchos directivos de instituciones o dependencias con estas características obstaculizan
135
incluso la realización de estudios diagnósticos. Estas experiencias apoyen el juicio de
Madden (2005:5) al afirmar – para el caso de las universidades norteamericanas – que
―…los esfuerzos por promover las mismas oportunidades en la academia han sido de
limitado éxito porque se centran en mejorar las estructuras actuales y no tanto en
transformar las estructuras.‖ Sin cambio organizacional la creación de entornos laborales
más incluyentes y emocionalmente menos comprometedores para mujeres se torna una
ilusión.
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140
Anexo Estadístico
Cuadro II: Grado de afectividad negativa en conflictos con superiores (de dependencia, de
rectoría) y pares (del cuerpo académico, en general) y su correlación con diversos factores
ambientales (Coeficiente de correlación bivariada de Spearman*; razón F y eta cuadrado)
Variable Coeficiente de correlación Análisis de Eta cuadrado
de Spearman varianza: razón F
Capital social con colegas y -.236** F (2, 152)= 11.354 .129
directivos
Justicia distributiva -.321** F (2, 369)= 22.558 .108
Cultura de participación -.306** F (2, 369)= 24.722 .097
Cultura de reconocimiento -.305** F (2, 501)= 24.609 .089
Cultura de apoyo -.293** F (2, 297)= 12.635 .078
Cultura de liderazgo -.257** F (2, 363)= 13.021 .066
Acoso contra la identidad .318** F (2, 515)= 15.664 .057
académica
Aislamiento comunicativo .247** F (2, 538)= 11.224 .040
Acoso contra la integridad .375** F (2, 507)= 15.664 .035
psicosocial
Marginación sociolaboral .260** F (2, 511)= 8.678 .032
Calificación de las relaciones .256** F (3, 523)= 13.538 .072
interpersonales en el trabajo
Impacto emocional de .227** F (2, 363)= 11.831 .061
conflictos
** Significativo al p < .01
Fuente: Cálculos propios con base en los datos recabado
141
Las implicaciones de las condiciones de la organización del trabajo y del
apoyo social intra y extra laboral en el bienestar de investigadores
mexicanos
María Zuñiga Coronado
Introducción
A pesar de que el trabajo contribuye al bienestar del trabajador, pues le permite no sólo
ejercer sus potencialidades, desarrollar relaciones y obtener un estatus, sino también
obtener seguridad económica, en los últimos años éste ha sufrido una serie de
modificaciones que están teniendo efectos nefastos en la salud psicofísica de los
trabajadores. A fin de responder a las demandas del mercado mundial, las organizaciones
de trabajo han realizado una serie de cambios que repercuten sobre el conjunto de actores
implicados y sobre la misma organización.
Algunos estudios han mostrado que ciertas características del ámbito laboral pueden
generar estrés, lo que puede poner en peligro el bienestar psicofísico de los profesores de
educación superior al igual que de otro tipo de empleados (Aranda, Pando y Aldrete, 2006;
Avargues , Borda y López, 2010). El estrés es una reacción del individuo ante una situación
del entorno que es evaluada como amenazante y que puede poner en peligro el bienestar
físico y mental. El estrés aparece cuando existe un desequilibrio entre la percepción de las
restricciones del ambiente y los recursos propios para hacerles frente (Lazarus y Folkman,
1986). El estrés puede estar ligado a características individuales (emocionales,
perceptuales) y/o ambientales (tanto del trabajo como de otros espacios sociales).
142
El estrés es un fenómeno que se ha expandido en todos los países, no obstante, en
México se le ha prestado poca atención. Esto es particularmente el caso de los docentes.
Este grupo profesional está en riesgo de sufrir estrés por las condiciones laborales
imperantes en las organizaciones de educación superior.
Melero et al (2011) señalan que una serie de cambios registrados en las últimas décadas en
la estructura del trabajo y en la actividad laboral pueden representar riesgos para la
aparición de enfermedades físicas y psíquicas en los trabajadores. Estos cambios están
relacionados con diversos factores entre los que destacan cuatro: la incorporación de nuevas
tecnologías, como la informática y la comunicación que demandan mayor capacitación y
adaptación; las nuevas características de la fuerza de trabajo (envejecimiento, falta de
experiencia); la organización del trabajo (rotación, mayor participación de mujeres, mayor
presión en el trabajo); y la introducción de nuevos modelos de organización y de gestión en
el trabajo lo que ha provocado la ampliación de horarios y de jornadas de trabajo y por
consecuencia un incremento de la carga de trabajo y una disminución del tiempo de
descanso.
143
así el título de sociedades de primer mundo. Por el otro lado, se encuentran los países en
vías de desarrollo o subdesarrollados, caracterizados por el rezago tecnológico y
productivo. En aras de obtener una mejor posición, los países en vías de desarrollo han
tomando como referencia los patrones productivos y las formas de organización del trabajo
de los países más exitosos. Tal es el caso de los países latinoamericanos, en particular,
México. El taylorismo, el fordismo, el toyotismo, el neopostfordismo, el modelo de
producción ajustada o adelgazada (lean production), la gobernanza industrial (industrial
governance) y nuevas relaciones industriales son algunos de los modelos que han sido
desarrollados para tipificar las formas de organización en el trabajo y las relaciones
laborales (Rodríguez y Mendoza, 2007).
144
trabajo. Todo ello se ha traducido en la precarización del trabajo y de la fuerza laboral (De
la Garza, 2000; Rodríguez y Mendoza, 2007).
A pesar de que el estrés se presenta en los empleados de todos los niveles del sector
productivo (primario, secundario y terciario), Gil Monte y Peiró (1999) sostienen que los
empleados que trabajan en organizaciones que brindan servicios o que están en contacto
directo con las personas son los más vulnerables al estrés y a los factores psicosociales
asociados (las cogniciones, el grado de seguridad sobre las capacidades, características de
contexto organizacional, estrategias de afrontamiento).
145
desequilibro esfuerzo-recompensa, el modelo de exigencias y control sobre el trabajo, y la
teoría transaccional de estrés y procesos cognitivos – para efectos del presente trabajo nos
centramos en el modelo de demandas-control-y-apoyo desarrollado por Karasek y Theorell
(1990).
El estrés en el trabajo
146
El segundo elemento del modelo refiere a la capacidad del trabajador para controlar
la actividad que realiza. Dos dimensiones del control han sido estudiadas: 1) la
discrecionalidad de las capacidades, es decir, el control sobre el empleo, la aplicación de las
habilidades y la creatividad de los individuos en la realización de tareas; y 2) la autoridad
sobre la tarea que alude al control establecido de antemano sobre los criterios para el
cumplimiento de la tarea, esto es, las posibilidades institucionales que permiten que los
trabajadores tomen decisiones sobre sus actividades y participen en las decisiones generales
de la organización. La tesis principal de este planteamiento es que a mayor libertad de
decisión, menor la tensión, y viceversa (Karasak y Theorell, 1990).
147
abogados, jueces, físicos, profesores, investigadores o directivos de empresa. 2) Situación
pasiva: en este escenaria las demandas o niveles de exigencia son bajos al igual que niveles
de control. Aquí se localizan los empleos de bajo nivel de prestigio, como los del personal
de servicio (porteros), los trabajadores de oficina y los operarios de transporte. 3) Tensión
alta: la demanda o la exigencia es alta y el nivel de control es bajo. Esto es la situación de
los operadores de maquinaria, como los cortadores, ensambladores, controladores de carga,
y a los ocupaciones de bajo nivel de prestigio constituyen generalmente ocupaciones
femininas, como el trabajo de camareras, telefonistas, etc.; 4) Tensión baja: en este
cuadrante se encuentran trabajos donde el nivel de demanda es bajo y el control de la tarea
alto. El ritmo de trabajo es marcado por los propios trabajadores. En este renglón su ubican
los vendedores, agricultores y electricistas.
148
la prevención del estrés laboral se realiza optimizando las exigencias laborales, aumentando
el control del trabajador sobre sus condiciones laborales e incrementando el apoyo social de
jefes y compañeros.
149
En una revisión de 19 estudios realizados a nivel internacional sobre el estrés
laboral y el burnout en docentes investigadores de universidades, Vargues, Borda y López
(2010) encontraron que las causas más citadas del estrés laboral en la enseñanza superior
son los recortes presupuestales, el exceso de horas de trabajo, la falta de recursos, la falta de
tiempo para responder a las demandas del trabajo, el escaso reconocimiento social y la falta
de recompensa por el trabajo desempeñado, el conflicto y la ambigüedad de rol, el escaso
control sobre algunas tareas, los bajos salarios y la inseguridad en el empleo.
Gil-Antón (1996), Galaz (2002) y Martínez y Preciado (2009) señalaron que los
elementos del contexto laboral relacionados con el deterioro de los salarios, las demandas
de los nuevos esquemas complementarios del salario (Sistema Nacional de Investigadores
SNI- y el Programa de Estímulos al Desempeño del Personal Docente), la inestabilidad en
el empleo, las deficientes condiciones en que se desempeña el trabajo, el acoso psicológico,
así como la multiplicidad de tareas demandadas (docencia, investigación, publicación y
trámites administrativos) y la consecuente prolongación de la jornada resultan ser las
principales fuentes de insatisfacción de académicos mexicanos. Estas condiciones provocan
estrés y fatiga, lo que acarrea una serie de trastornos psicosomáticos como el burnout, la
disfonía, trastornos del sueño y musculo-esqueléticos, ansiedad y depresión (Marrau, 2004;
Kinman, 2001; Gil-Monte y Peiró, 1997; Pando, Aranda, Aldrete y Reynaga, 2006).
150
Asimismo, estos estudios han mostrado el efecto positivo que puede tener el apoyo
en el medio laboral, ya que permite prevenir y aliviar las consecuencias generadas por las
situaciones estresantes así como el efecto negativo que la falta de apoyo de compañeros,
supervisores y directivos de la organización puede tener en la salud de los trabajadores. En
una investigación realizada con docentes de una universidad estatal, Aranda y Pando (2006)
observaron la importancia que tiene el apoyo laboral como factor protector ante el acoso
psicólogo.
Retomando lo plantado por Karasek y Theorell (1990), el presente trabajo tiene por
objetivo analizar la influencia de las características relacionales ( dimensión de demandas)
y la participación en la toma de decisiones (dimensión de control) en el bienestar
psicofísico de académicos y académicas de universidades públicas mexicanas considerando
además sus características individuales. Asimismo se pretende analizar la relación que
guarda el apoyo laboral con la salud física y mental. Se considera, además, el apoyo externo
(de parte de la pareja y de organismos externos), aunque el modelo de Karasek y Theorell
(1990) no lo contempla.
Algunas de las preguntas a las que se busca responder son: ¿La participación en las
decisiones académicas, la calidad de las relaciones con directivos y colegas y el apoyo
laboral y extra laboral tienen relación con el bienestar físico y mental? ¿Cuál de estos
factores relacionados con el ámbito laboral y personal tienen mayor impacto en el bienestar
psicosocial?
Metodología
151
toma de decisiones así como un menor apoyo laboral ante los conflictos en el trabajo
favorecen la presencia de trastornos psicológicos y físicos. Se espera, asimismo, encontrar
diferencias según características socio-demográficas y laborales de los participantes.
Se considera como variable dependiente a la salud psicofísica. Para su medición
fueron utilizados quince indicadores que se refieren a manifestaciones físicas y psicológicas
relacionadas con situaciones vivenciadas en el ámbito laboral. Los quince indicadores
fueron medidos con una escala de frecuencia de cinco puntos de tipo Likert (1=Nunca; 2=
Casi nunca, 3= A veces, 4= Muy seguido, 5= Siempre). Los respondientes podían obtener
un escore que variaba entre 5 y 25 puntos. Los quince indicadores fueron sumados para
crear un índice de salud psicofísica, en donde el puntaje oscilaba entre 15 y 75 puntos
(cuadro 1). El instrumento presenta un alto grado de confiabilidad ya que el cálculo
estadístico muestra un valor del Alfa de Cronbach de .909. El índice de salud psicofísica se
utilizó para realizar los cálculos de correlación y de regresión lineal.
153
Participación en órganos colegiados de la 2. Poco
dependencia.
Participación en foros organizados por altos 3. Algo
funcioneros de las instituciones para discutir
los problemas y retos en materia científica, 4.Mucho
docencia.
Participación en la discusión de los 5.Total
problemas y logros de la institución.
Participación en el desarrollo de las políticas
de ciencia y tecnología de la institución
tecnológica y de
Apoyo ante Apoyo de colegas hombre ante conflictos
tensiones laborales
laborales apoyo de colegas mujeres ante conflictos 1.Nada
laborales 2. Poco
Apoyo de colegas del cuerpo académico ante 3. Algo
conflictos laborales 4.Mucho
Apoyo de colegas de otras dependencias ante 5.Total
conflictos laborales
Apoyo de superiores ante conflictos laborales
Apoyo de altos funcionarios de la
universidad ante conflictos laborales
Apoyo de esposo/pareja ante conflictos
laborales
Fuente: Elaboración propia en base a cuestionario
154
regresión se analizó la aportación de las variables demográficas y laborales a la explicación
de la salud psicofísica. En el segundo análisis se consideró la variable participación en la
toma de decisiones en la explicación de la salud psicofísica. Enseguida se realizó el tercer
modelo de regresión para comprender la contribución de las variables sobre calidad de la
interacción social en el trabajo en la salud psicofísica. En el último modelo se examinó el
efecto de las variables de apoyo laboral sobre el bienestar físico y emocional. Los
coeficientes de regresión fueron aceptados estableciendo como valor límite p = 0.05. El
conjunto de análisis realizados permitió dar respuesta a las interrogantes planteadas en el
marco del estudio.
Resultados
Las relaciones en las organizaciones se sitúen generalmente en tres niveles: las relaciones
con los pares, con los jefes y con los usuarios o clientes. Una atmosfera de confianza que
155
promueve relaciones armoniosas estimula la satisfacción, la motivación en el trabajo y el
bienestar psicológico y físico. Por el contrario, las relaciones conflictivas pueden provocar
tensiones psicológicas en los trabajadores. La primera tesis de nuestro estudio señala que la
presencia de relaciones conflictivas con jefes y compañeros afecta la salud psicofísica.
En el caso de las relaciones que las académicas y académicas mantienen con sus
superiores, se observa una relación estadísticamente significativa con su salud física y
psicológica. Entre más deterioradas estén las relaciones, menor es el nivel de bienestar que
presentan (r= -.363; p= .000). Los estilos de dirección adoptados por los jefes deterioran las
relaciones e incrementen el nivel de tensión psicológica, lo que se refleja en una merma de
la salud psicofísica. Los estilos de liderazgo observados en nuestro estudio se caracterizan
por la ausencia de reconocimiento de los logros obtenidos, por la falta de retroalimentación
positiva del trabajo, así como por la puesta en circulación de discursos estigmatizantes,
repercutiendo negativamente en la salud (cuadro 3).
Las tensiones vinculadas con las relaciones con los compañeros de trabajo y con los
jefes han sido identificados en otros estudios como situaciones que provocan estrés en los
académicos universitarios mexicanos (Urquidi y Rodríguez, 2010). Los datos señalan que
las relaciones de indiferencia con los colegas y las escasas relaciones con jefes y
compañeros son identificadas como fuentes de estrés.
156
El deterioro de las relaciones con la propia institución y con los colegas forma parte
de las tensiones que afecta la salud mental de los docentes de educación superior no
solamente de México sino de otros países de América Latina. En efecto, Carbay et al
(2001) constatan, en un estudio cualitativo con profesores argentinos, los malestares que
provoca el quiebre de las relaciones interpersonales con los colegas por cuestión de
competencia, rivalidad, egoísmo, distorsión de información, plagio de ideas, etcétera, en la
salud emocional.
Algunos estudios (Marchand y Durnad, 2011) han mostrado que una mayor autonomía del
trabajador en la realización de su actividades así como una mayor participación en las
decisiones generales de la organización, que le conciernen, presentan un lazo significativo
con la salud mental. Nuestra segunda suposición establecía que a menor implicación en la
toma de decisiones, mayores serían los problemas de salud psicofísica.
157
Los resultados del análisis correlacional muestran que la autoridad decisional está
asociada negativamente a los problemas de salud. A menor implicación en los órganos
colegiados, en los procesos decisionales sobre aspectos académicas y de ciencia y
tecnología, así como una menor disposición de información para la toma de decisiones en
el trabajo, mayores son los malestares físicos y emocionales (cuadro 4). Estos resultados
son compatibles con los hallazgos de Urquidi y Rodríguez (2010), quienes en una
investigación realizada con 271 docentes de tres universidades públicas de Sonora,
observan que entre los principales factores que provocan estrés, los factores del ambiente
institucional ocupan el segundo lugar de importancia. Siendo la falta de participación en la
toma de decisiones institucionales uno de los elementos ambientales generadores del estrés
en los académicos. Esta misma situación ha sido documentada tiempo atrás en un estudio
realizado con docentes de universidades de Estados Unidos por Gmelch, Wilke y Lovrich
(1984, citado por Urquidi y Rodríguez).
158
Apoyo laboral y salud psicofísica
La posibilidad de obtener apoyo, ante conflictos en el trabajo, de parte de los jefes y de los
compañeros de trabajo es un factor importante relacionado a la disminución de riesgos de
problemas de salud psicológica y física. El apoyo social permite a los individuos obtener el
soporte y reconfort en momentos difíciles. Al mismo tiempo, el apoyo promueve el
sentimiento de pertenencia al grupo donde el individuo se siente valorado y reconocido. El
tercer supuesto del estudio establece que el apoyo laboral ante los conflictos está asociado
al bienestar psicofísico.
159
Apoyo ante tensiones laborales
Diversos estudios (Bourbonnais y otros, 1998; Kurtz, 2008) en distintos campos laborales
(salud, seguridad pública y educación) muestran que el apoyo extra laboral puede actuar
como amortiguador del estrés generado en el trabajo y como agente protector de la salud
mental y física. En el caso de las académicas y académicos de nuestro estudio, el soporte
proveniente de la pareja es un moderador muy débil de los problemas de la salud generados
por las situaciones problemáticas que se suscitan en los entornos de las instituciones de
educación superior (r=-.109; p=.008). Respecto al apoyo financiero proveniente de
organismos externos, tanto nacionales como internacionales para realizar tareas de
investigación y publicación, este no está relacionado con la salud psicofísica. La
pertenencia a redes académicas del país y extranjeras, así como la participación como
evaluadores de organismos internos y externos tampoco muestran un lazo significativo con
el bienestar; ello a pesar de que la adherencia a dichos organismos les permite a los
investigadores no sólo el acceso a recursos económicos sino también al reconocimiento
simbólico que muchas de las veces les es negado en sus propios centro de trabajo.
160
La contribución de las variables estudiadas (participación en la toma de decisiones,
calidad de las relaciones y apoyo social) a la salud psicofísica
El modelo de regresión se construyó, por un lado, con las dos variables demográficas (sexo,
edad) y las cuatro variables laborales (tipo de trabajo, antigüedad, salario, monto de
estímulos económicos) que resultaron asociadas significativamente, y por el otro lado, con
la variable dependiente, esto es, el índice de salud psicofísico. Al estimar la regresión, el
modelo retiene sólo dos variables, la edad y el sexo, de las ocho consideradas. Estas dos
variables explican el 6.2% de la varianza total; la edad es la que mayormente contribuye ya
que por sí sola explica el 4.5% del 6.2%.
161
Cuadro 6. Cálculo de regresión múltiple para conocer la contribución de las variables sobre
calidad de las interacciones con los superiores en la explicación de la salud psicofísica
Cuadro 7. Cálculo de regresión múltiple para conocer la contribución de las variables sobre
calidad de las interacciones con los colegas en la explicación de la salud psicofísica
162
Participación en la toma de decisiones y salud psicofísica
Cuadro 8. Cálculo de regresión múltiple para conocer la contribución de las variables sobre
toma de decisiones en la explicación de la salud psicofísica
Indicadores considerados en el cálculo:
163
Del conjunto de variables acerca del apoyo brindado por colegas consideradas en el
cálculo de la regresión múltiple por presentar una asociación estadística significativa, el
apoyo de los compañeros de la institución, donde se labora, es la única que contribuye a
explicar la varianza de la salud mental y física de los académicos y académicas. Esta
variable explica el 9% de la varianza total, mientras que las otras variables (apoyo de
compañeras de la dependencia donde se labora, de colegas del cuerpo académico y de
colegas de otras facultades) no contribuyen a explicarla (cuadro 9).
Cuadro 9. Cálculo de regresión múltiple para conocer la contribución de las variables sobre
apoyo proveniente de colegas en la explicación de la salud psicofísica
Indicadores considerados en el cálculo:
En lo que se refiere a los tres indicadores del apoyo proveniente de los superiores, el apoyo
de los jefes hombres es la única variable que contribuye a explicar la varianza de la salud
de los académicos y académicas. Ésta explica el 4% de la varianza total (cuadro 10). El
cálculo de regresión múltiple permite afirmar que el apoyo proporcionado por las jefas
inmediatas y por altos funcionarios de las universidades o institutos no contribuye a
explicar el bienestar.
Cuadro 10. Cálculo de regresión múltiple para conocer la contribución de las variables
sobre apoyo proveniente de los superiores en la explicación de la salud psicofísica
Las características que entran en el cálculo son las siguientes:
1. Apoyo de superiores hombres de la dependencia donde se labora
2. Apoyo de superiores mujeres de la dependencia donde se labora
3. Apoyo de funcionarios de la universidad o instituto
164
De esta manera se observa que de las tres variables o características estudiadas (relaciones
con colegas y directivos, participación en la toma de decisiones y el apoyo laboral) la
calidad de las interacciones que se mantiene tanto con los superiores (14.3%) como con los
compañeros (12.4%) es la que más contribuye a explicar la varianza total del estado de
bienestar que presentan los investigadores nacionales. El apoyo, sobre todo el de los
colegas, se sitúa en segundo lugar ya que explica el 9% de la varianza total. La
participación de la variable toma de decisiones es sólo del 5% de la varianza y la de la
variable demográfica edad es del 4.5%.
Conclusiones
165
De la misma forma, ciertas características de las dinámicas de las instituciones de
educación superior, como los problemas en las interacciones y en la comunicación con los
superiores y los colegas, así como la poca o nula inclusión en la toma de decisiones en el
ámbito académico y de ciencia y tecnología, deterioran el bienestar físico y emocional de
los investigadores.
Un mayor apoyo proveniente de los jefes y los colegas ante los conflictos laborales,
resulta ser benéfico para la salud. Por el contrario, el apoyo fuera del ámbito del trabajo,
como el proveniente de organismos nacionales y extranjeros no es significativo en la
amortiguación de los problemas de salud. Esto puede deberse a que los investigadores le
conceden mayor importancia al apoyo proveniente de la institución donde se labora o a la
creencia de que la organización es la responsable de otorgar las condiciones optimas para el
desempeño del trabajo. Sin embargo, estas suposiciones no han podido ser corroboradas en
nuestro estudio. Otro apoyo fuera del ámbito laboral que resulta poco significativo es el
proporcionado por la pareja ante las situaciones problemáticas en el trabajo. Ello se explica
probablemente por el hecho de que los investigadores consideran que sus compañeros son
las únicas personas capaces de comprender su realidad, sobre todo cuando la pareja no
pertenece o está relacionada con el campo en el que se desempeñan. Esta conjetura
tampoco ha podido corroborarse.
166
las instituciones. La creación de programas de apoyo para los investigadores más jóvenes
podría también hacer aportaciones importantes en el campo de la salud laboral.
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169
La situación laboral en la academia: asimetrías por género en nivel de
posgrado de la Universidad Autónoma de Zacatecas13
Irma Lorena Acosta Reveles
Claudia Esther del Rosario Aguilar Torres
Introducción
13
Resultado del proyecto 0082720: ―Relaciones laborales y su impacto en la salud psicofísica de científicas
de alto rendimiento en universidades mexicanas‖; investigación financiada por el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACYT) en el rubro de Ciencia Básica.
170
(UAZ) y cómo éstas son percibidas por los académicos. Y, en segundo lugar, ofrecer
evidencia de los rubros en que se registran las asimetrías entre científicos y científicas, por
lo que concierne a la situación laboral. Hay especial interés en destacar aquellas diferencias
que conllevan situaciones de desventajas objetivas (materiales, financieras, normativas),
pero también aquellas otras que se traducen en inferioridad, discriminación o retos
superiores para cumplir con los mismos objetivos de productividad.
Para observar el problema en su dimensión histórica y no perder de vista sus
determinantes socio-económicas y políticas, es preciso clarificar antes cómo ha cambiado la
universidad pública y los posgrados nacionales en los últimos lustros. Desde ese referente
se podrá apreciar mejor la UAZ en sus especificidades y será mejor entendida la dinámica
laboral en que está inmersa su planta académica, concretamente en los posgrados de los
posgrados.
Se trata de un estudio transversal apoyado en fuentes documentales, información
institucional y datos obtenidos de primera fuente, generados éstos últimos a partir de una
muestra representativa. El instrumento y el examen de los resultados tuvieron la finalidad
de responder si el entorno laboral objetivo y subjetivo es propicio —o al menos
suficiente— para que los científicos de la UAZ se desempeñen con solvencia en sus
actividades cotidianas, y multipliquen su rendimiento individual, tal como las políticas
educativas y científicas lo demandan. Dando por descontado que las funciones a realizar
por el académico universitario son múltiples, se observaron sobre todo las actividades que
atañen a la generación de ciencia. De ese panorama general se logró desprender una serie
de asimetrías en las condiciones de trabajo imperantes entre científicos y científicas
El panorama nacional
El gobierno mexicano se ha manifestado por transformar las instituciones de educación
superior (IES) en centros de excelencia académica y espacios para la producción científica
de vanguardia (SEP, 2001; FCCyT, 2006; SEP, 2007). Y, en el entendido de que los
posgrados universitarios son ámbitos clave en la generación de ciencia (CINDA, 2010), y la
cúspide de los procesos de formación (Reynaga, 2012), se recuperan enseguida las
orientaciones que guían su desenvolvimiento.
171
Bien se conoce que en el país, como en el resto de la región latinoamericana, las
políticas científicas y educativas han encauzado cambios importantes en el ser y hacer de
las instituciones públicas de enseñanza superior durante los tres últimos decenios; hasta
situarnos frente a un modelo de universidad pública distinto. Un modelo a tono con un
paradigma educativo de mercado (Ibarra, 2009) que prioriza las necesidades de expansión
económica para la competencia trasnacional. Sus ejes son: (a) la versatilidad, en el sentido
de monitorear las exigencias de su entorno y justificar desde ahí su pertinencia; (b) mayor
articulación con el aparato productivo; (c) esquemas organizativos eficientes en los
procesos de producción científica y formación de recursos humanos; (d) uso de sus activos
y rentabilidad en sus resultados; (d) una planeación y administración estricta, congruente
con la necesidad de aligerar costos al erario público, y en el mismo sentido, la inclinación a
procurarse ingresos propios; (e) transparencia en su quehacer y en la rendición de cuentas;
(f) la internacionalización como objetivo (Leite y Herz, 2012), y (g) la calidad certificada
por entes externos (UNESCO, 1998).
Este modelo universitario está en construcción, y en México se sigue impulsando
mediante estrategias de asignación selectiva del presupuesto público educativo canalizado,
en gran parte, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y a través de la
inversión estatal (limitada, por cierto) para el desarrollo científico y tecnológico que
administra fundamentalmente el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Programas a favor de la consolidación institucional y profesionalización docente;
organismos fiscalizadores, esquemas de reconocimiento jerárquico, entre muchos otros
mecanismos y normativas han coadyuvado a transitar desde una universidad pública con
mayor orientación social hacia una universidad que tiende a ser administrada bajo
principios empresariales (Ibarra, 2005). Entre los instrumentos institucionales con mayor
incidencia en la labor de los investigadores, se pueden mencionar el Programa Integral de
Fortalecimiento Institucional (PIFI); el Programa de Mejoramiento del Profesorado
(PROMEP), el Sistema Nacional de investigadores (SNI), el Programa Nacional de
Posgrados de Calidad (PNPC) y el Programa de Estímulos al Desempeño del Personal
Docente (ESDEPED). Y son importantes, por cuanto que inducen a las IES universitarias y
a sus académicos hacia la negociación y la competencia a través de las postulaciones que
deben hacer en sus diferentes niveles organizativos (áreas, programas, cuerpos académicos,
172
estudiantes) para obtener recursos y suministros, becas, infraestructura o fondos de
investigación. Las evaluaciones periódicas positivas permiten obtener recursos de trabajo, o
bien, contar con reconocimientos que a su vez abren la posibilidad de acceder a otros
beneficios (Reimers, 2003).
En el seguimiento de las directrices de política federal la experiencia de cada
institución reporta singularidades en su trayectoria, reacciones y problemáticas; pero en lo
concerniente a implantar el sustrato del paradigma educativo de mercado los resultados
están a la vista. En la actualidad las dinámicas de las universidades estatales en México
presentan gran semejanza con la administración privada, notable en el plano discursivo, que
se desplaza hacia lo gerencial: garantía de calidad (Perellón, 2005), gestión integral,
estrategias organizacionales, planeación estratégica, etcétera. La eficacia universitaria
parece depender de su costo/beneficio, y su pertinencia de la demanda (Acosta y Figueroa,
2011: 143).
En ese sentido, y puesto que la universidad es apreciada desde la esfera
gubernamental en términos de su rendimiento, eficiencia y funcionalidad al modelo de
crecimiento, es menospreciada en su rol social, cultural y político. Las disertaciones a
propósito de su acercamiento a los mercados y sus implicaciones son abundantes,
destacando aquellas que se apoyan en nociones como capitalismo académico (Slaugther y
Larry, 2001; Ibarra, 2003) o universidad emprendedora (Clark, 1998).
Valorada ante todo como espacio de producción los desembolsos estatales
destinados a la docencia universitaria se calculan como inversiones en capital humano
(conocimientos susceptibles de ser rentabilizados). Y, en lo que atañe a la generación de
ciencia, a la universidad se le exigen abundantes resultados en plazos fijos, a partir del uso
óptimo de todos los recursos. Para ello, se recurre a métodos empresariales de optimización
de mano de obra, como la reorganización de los equipos de trabajo, programas de
incentivos y dispositivos de control para elevar la productividad (Nájera, 2007). De ahí que
sea fundamental no perder de vista el rol del trabajador académico en el cumplimiento de
esos objetivos; y, a su vez, el modo en que este enfoque pragmático y productivista de la
universidad ha influido en la estatus laboral del académico, el contenido de su quehacer, sus
funciones, las disposiciones que rigen su actividad y su condición de vida. Ello implica
asumir al científico universitario en su condición de asalariado, afectado como el resto de
173
los trabajadores por la precarización y flexibilidad que son distintivas del empleo en las
últimas décadas (Macías y Suescún 2012).
Sobre los posgrados universitarios en México, numerosos análisis han insistido en
sus ventajas, debilidades y carencias, así como en los claroscuros de las estrategias públicas
para su fortalecimiento (Ruiz et. al, 2007; García, 2009; Diez, 2011; Aguilar, 2012).
Enseguida se ofrece una visión panorámica de los programas educativos de posgrado (PEP)
comenzando con breves antecedentes, para cerrar con datos en torno al periodo 2010-2011,
lapso en que se realizó el levantamiento de datos para esta investigación. Las fuentes de
información son básicamente la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (ANUIES), la SEP, el CONACYT y el Consejo Mexicano de Estudios
de Posgrados (COMEPO).
El origen de los estudios de posgrado en el país se sitúa en el primer decenio del
siglo XX en la Universidad Nacional, a la que se incorpora la Escuela Nacional de Altos
Estudios. Hacia los cuarenta y cincuenta se reporta una primera oleada de crecimiento al
centro del país; marcándose desde entonces la concentración regional característica de este
nivel educativo. Por varias décadas la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) albergan los estudios de posgrados
(Arredondo et. al., 2006). A partir de los setenta, con la creación del CONACYT y el apoyo
de la ANUIES, se retoma el impulso y los PEP se multiplican ahora sí articulados
expresamente a políticas de desarrollo científico y tecnológico. Para 1980 el número de
PEP sumaba 1,232 distribuidos en 98 IES, localizadas incluso en provincia; mientras en
1970 sólo se registraban 226 impartidos en 13 IES (Ruiz et al, 2002: 4).
En medio de la crisis de los ochenta y en el marco de políticas de austeridad, se
mantuvo el ritmo de crecimiento con nuevas normativas. El programa sectorial educativo
formaliza un Sistema Nacional de Posgrado y se establece el SNI; aparece enseguida el
primer Programa de Fortalecimiento del Posgrado Nacional (PFPN) a partir de los
resultados obtenidos en un Primer Diagnóstico Nacional; a raíz de lo cual se establecieron,
hacia 1990, parámetros de calidad: (a) producción científica de los profesores, (b)
infraestructura, (c) la investigación en base a líneas claras y con la inclusión de los
estudiantes, (d) índices de graduación elevados, y (e) la vinculación con el sector
productivo. Con el tiempo se ha ido afinando el paradigma de posgrados de calidad y los
174
procedimientos para evaluarlos, a través de una escala jerárquica de certificaciones por
grados de consolidación; hasta perfilarse la triada: calidad, eficiencia y transparencia
(Diez, 2011).
A partir de los noventa tanto en México como en Latinoamérica el crecimiento de
los posgrados es más acelerado que el de otros niveles educativos. Para 1990 el número de
PEP en el país había llegado a 1,686, ofrecidos a través de 152 IES (Ruiz et. al., 2002: 58);
en el año 2000 sumaban ya 3,740. En la década siguiente el ritmo de crecimiento persiste
hasta llegar 8,522 programas en el año 2010 (COMEPO, 2010). En buena parte la
expansión obedece a las tendencias privatizadoras de la enseñanza superior desde los
noventa. Para el año 2010, el número de IES ofertando estudios de posgrado sumaba 918 y
de este total 73% (esto es, 668) eran ya del régimen privado (cuadro 1).
175
Cuadro 2: México: Evolución de la matrícula de PEP (2004-2011)
Ciclo escolar Total nacional Hombres Mujeres Público % Privado %
2004-2005 150,852 79,737 71,115 86,621 57.4 64,231 42.6
2005-2006 153,907 80,396 73,511 86,037 55.9 67,870 44.1
2006-2007 162,003 82,553 79,450 88,293 54.5 73,710 45.5
2007-2008 174,282 88,198 86,084 88,390 50.7 85,892 49.3
2008-2009 185,516 91,994 93,522 94,978 51.2 90,538 48.8
2009-2010 196,397 95,468 100,929 101,785 51.8 94,612 48.2
2010-2011 208,225 99,383 108,842 103,298 49.6 104,927 50.4
Fuente: Elaboración propia con base en información de la SEP (varios años).
Considerando sólo las IES del régimen público, la SEP (2011) señala que para el año 2010
hay seis universidades públicas federales y cuarenta y tres estatales. Las universidades
federales tienen un peso importante por su trayectoria, matrícula y participación en el
subsidio público (Muñoz, 2009: 266). Destacan asimismo por su aporte en la producción
científica del país (Santillán, 2012) y la calidad de sus programas educativos: a nivel de
posgrados, para el año 2010 habían logrado posicionar 282 de sus 444 PEP en el PNPC; es
decir, un 63.5% (cuadro 3).
Por el número de PEP ofertados, la UNAM es la institución más relevante con 188 de los
cuales 134 son parte del PNPC (71.3%). Por sí misma representa el 11% del total padrón
nacional de posgrados de calidad en el año 2010 atendiendo a 22,527 estudiantes. Le siguen
en importancia el IPN y la UAM, con 122 y 88 PEP respectivamente. En contraste con las
universidades públicas federales, las estatales exhiben amplias brechas de calidad; el cuadro
4 reúne datos sólo de las que registran la más alta participación en el PNPC.
176
Cuadro 4: México: PEP en las principales universidades públicas estatales (2010)
IES Total D % M % E % PNPC %
U. de Guadalajara 168 26 15.5 84 50.0 58 34.5 75 44.6
U.A. de Nuevo León 128 27 21.1 52 40.6 49 38.3 61 47.7
U. A. del Edo. de México 84 13 15.5 35 41.7 36 42.8 38 45.2
B. U. A. de Puebla 75 13 17.3 48 64 14 18.7 37 49.3
U. A. de San Luis Potosí 66 11 16.7 30 45.4 25 37.9 36 54.5
U. A. de Baja California 52 14 26.9 23 44.2 15 28.8 34 65.4
Total 573 104 18.1 272 47.5 197 34.4 281 49.0
Fuente: Elaboración a partir de portales electrónicos de las Universidades y PNPC.
Como se puede apreciar, seis universidades estatales en el país destacan por su desempeño
a nivel de PEP en el país. Con un total de 573 PEP ofertados al año 2010, estas
instituciones reportan 281 PEP incorporados al PNPC, lo que representa el 23.1% del total
del padrón en ese año. Los datos reflejan nuevamente la concentración geográfica de la
oferta y la relevancia cualitativa de estas instituciones. Por otra parte, y esto es positivo, se
muestra el progreso de los PEP en provincia, permitiendo una atención mayor a la
problemática regional y a las realidades inmediatas. Como síntesis, el cuadro 5 reporta la
concentración geográfica de PEP en el país y las jerarquías en términos de calidad; pues
aglutinadas en sólo 12 IES del país está la cúspide de un sistema de posgrados muy
heterogéneo. Como dato ilustrativo, la UAZ reportaba sólo 6 PEP en el PNPC para el año
2010, elevándose esa cifra a 12, dos años más tarde.
177
Universidad Autónoma de Baja California 34 33 32
Subtotal 563 588 594
Total 1,216 1,322 1,411
% respecto al total nacional 46.3 44.5 43.7
Fuente: CONACYT (varios años).
Respecto al personal académico que en el país es responsable de atender los PEP, dado el
importante crecimiento de éstos y de la matrícula, resulta lógica su expansión como
tendencia histórica. El cuadro 6 y la gráfica 1 permiten observar en perspectiva su
expansión respecto al total nacional de profesores del sistema educativo. Si en 1980 la
proporción estaba en torno a 1.4% del total, para 1985 y en adelante rondaría 8%. No
existe continuidad en los datos, ni uniformidad de fuentes, pero se puede estimar que desde
los noventa la ampliación de la planta de profesores continúa de forma moderada. Entre el
año 2002 y 2010 se pasa de 21,685 a 38,629 académicos, independientemente de su
categoría laboral. Los datos fueron obtenidos de la SEP, pero no existen detalles del
número o proporción de mujeres en este total.
40000
30000
20000
10000
0
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
- - - - - - - - -
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Docentes 21685 23614 28006 33182 36279 35897 36895 38629 38026
178
De los registros del PROMEP y el SNI (cuadro 7) se infiere que la calificación de los
docentes de posgrado ha prosperado al igual que sus indicadores de productividad. En
PROMEP, por ejemplo, del año 2003 al 2011 el número de profesores con perfil deseable
pasó de 5,381 a 18,604 (SEP, 2012b); mientras en el mismo lapso el número de miembros
del SNI subió de 9,199 a 17,637 (CONACYT, 2011).
Cierto es que no todo este personal, que se supone es el mejor calificado entre los docentes
y productores de nuevos desarrollos científicos, se encuentra en los posgrados ni todos los
investigadores nacionales pertenecen a las universidades públicas; pero en ausencia de
indicadores precisos y dado el esfuerzo puesto por las universidades públicas para certificar
sus programas y habilitar a su planta docente, es posible inferir a grosso modo que un
número significativo de estos recursos humanos se encuentra en instituciones universitarias
públicas y que labora en los posgrados.
Enseguida cabría proporcionar datos detallados o información concisa sobre las
mujeres que conforman la planta académica en los posgrados universitarios de México, sus
perfiles, condición contractual y problemáticas. Pero, tras hurgar en las cifras en la SEP, la
ANUIES, el CONACYT y el COMEPO, así como en estudios nacionales y de la región
(Kotchen et al, 2001; Estebénez, 2007; CINDA, 2010), concluimos que las cifras existen
sólo de forma aislada, sin seguimientos periódicos y son, en suma, incompletas para ofrecer
un panorama de las tendencias. Encontramos en cambio numerosas investigaciones sobre
docentes y mujeres en la ciencia, pero a nivel de instituciones, por disciplina, por campo de
estudio, espacios educativos en particular (como programas o segmentos de universidades),
mss no sobre posgrados propiamente. Existe mayor información, en todo caso, sobre la
179
dinámica de crecimiento de las mujeres en posgrados como alumnas y no como
académicas.
Al respecto, se concluye que México sigue las tendencias internacionales de
feminización de la matricula en los estudios superiores. La presencia femenina en las aulas
universitarias ha crecido durante las cuatro últimas décadas, a nivel de estudiantes y en
áreas del conocimiento que presentan campos laborales de mayor flexibilidad en tiempos,
donde incluso se supera a la población estudiantil masculina. De acuerdo con Olga Bustos
(2004), ―el cambio más acelerado en cuanto a la incorporación de las mujeres en la
educación superior a nivel nacional se observa en realidad en el periodo de 1969 a 1999-
2000, incrementándose de 17% a 50% respectivamente. (…) en 30 años se triplicó la
población de mujeres en educación superior.‖
Las razones de este incremento se fundan en factores económicos propios del
modelo de crecimiento y su dinámica de la ocupación asalariada hacia la precariedad, pero
también en cambios culturales y la apertura de espacios ganados por la lucha del
movimiento feminista o de los feminismos, si se aprecia en la diversidad de sus principios y
reivindicaciones (Espinoza, 2009; Gutiérrez y Luengo, 2011). Asimismo ha sido crucial el
rol de instancias internacionales y sus declaraciones a favor de la equidad de género. En
particular, la UNESCO ha generado mucha presión sobre los gobiernos de los países
subdesarrollados en ese sentido.
En el nivel de posgrado, la matrícula femenina también se ha incrementado de
manera considerable en el mismo lapso de cuatro décadas. En 1970 de 5,953 estudiantes
solo 786 eran mujeres. Para 1980 ya eran 6,488 mujeres de un total de 25,502. Para el
ciclo escolar 2010-2011, las mujeres inscritas en los posgrado del país habían llegado a ser
108,842 frente a 99,383 hombres de acuerdo a información del portal de la ANUIES
(cuadro 8). Ello representa el 52.3%.
180
2009-2010 196,397 95,468 100,929 101,785 51.8 94,612 48.2
2010-2011 208,225 99,383 108,842 103,298 49.6 104,927 50.4
Fuente: Elaboración con base en los Anuarios Estadísticos del portal de la ANUIES (2005-2012).
181
Lo anterior significa a grosso modo que hay cierto avance, pero también inercias en
el acceso a y la proyección de las mujeres en la carrera científica. Quizá son más visibles
los logros que las resistencias, como lo corroboran informes internacionales. El CINDA
(2010: 95), por ejemplo, reporta que en Iberoamérica el promedio de investigadoras,
respecto a la planta total, es de 40% (diez puntos por encima de Europa); que a nivel
latinoamericano el dato ronda 41% (Estébanez, 2007) respecto al total de personas
trabajando en ciencia y tecnología. Con estos datos América Latina se destaca como una de
las regiones del mundo con mayor participación científica femenina, con Cuba a la cabeza
(43%).
Con relación al número de académicas en la educación superior (que no refiere
exclusivamente a posgrados), el dato más próximo en el tiempo lo ofrecen Galaz y Gil
(2009), quienes reportan 35.7 % de mujeres en la planta académica de educación superior
para el año 2007 frente a un 30.9% en el año 1992. Un aumento tímido: menor al 5%
porcentual en un periodo de quince años. Estos datos, lo mismo que los del SIN, sugieren
avance graduales aunque lentos. De hecho, los investigadores mencionados aluden a una
pérdida de ritmo en el ingreso a la carrera académica en los últimos años, que relacionan, a
modo de hipótesis, con la conveniencia (y requisito en muchos casos) de tener el grado de
doctor y otros reconocimientos (como el SNI) como llave de entrada al oficio de un
profesor-investigador de tiempo completo (Galaz y Gil, 2009: 12).
Por último, vale la pena mencionar que en México en lo general la perspectiva de
género no se ha logrado incluir en la política de ciencia y tecnología. Esto se muestra por la
falta de integración de disposiciones relativas en la legislación correspondiente, aunque
existen iniciativas y proyectos en marcha a nivel de instituciones como la UNAM, la
Academia Mexicana de Ciencias, la SEP y el CONACYT, entre otras, para ofrecer a las
investigadoras un piso más equitativo en el desempeño sus actividades, o bien alcanzar
determinados objetivos de formación y de investigación (Pérez, 2010: 52).
182
a la capital del estado de Zacatecas, pero con el nombre de ―Instituto Literario de
Zacatecas‖. Aproximadamente medio siglo mas tarde, al influjo del ideario liberal y
positivista de fines del siglo XIX, se transformó en el ―Instituto Científico‖. En ese tiempo,
una de las carreras impartidas para mujeres era la de profesora de partos. Otra de las
escasas opciones educativas y de formación profesional para las mujeres provenía de la
Escuela Normal para Profesoras, fundada en el año de1878 (Somohano, 2010: 439).
Al término de la revolución el ―Instituto Científico‖ pasó a denominarse ―Colegio
del Estado‖; y hacia 1920 asume el nombre de Instituto de ―Ciencias de Zacatecas‖. Tras el
status de autonomía ganado por otras instituciones de educación superior en el país y
teniendo como modelo a la UNAM, en 1959 logra ser reconocido como el ―Instituto de
Ciencias Autónomo de Zacatecas‖. El nombre que tiene en la actualidad la Universidad
Autónoma de Zacatecas Francisco García Salinas quedó registrado en 1968. Nueve años
más tarde se funda el sindicato de trabajadores académicos de la institución (Sindicato del
Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas o SPAUAZ, por sus siglas).
Por razón de espacio no se abundará en la trayectoria de la UAZ ni en sus particularidades
respecto al concierto nacional; se irán exponiendo sólo los rasgos que se estimen útiles para
entender la situación de los posgrados y la condición laboral de sus académicos.
Punto de partida necesario es reconocer a la UAZ como una institución que
comparte los problemas de las universidades jóvenes de provincia: centralismo, escasez de
financiamiento, carencias en infraestructura, escasa movilidad, etcétera. Y, no obstante sus
desventajas, debe esforzarse como todas por cumplir las directrices de la política federal en
materia de evaluación y certificaciones para acceder al presupuesto. De ahí que en los
últimos años se haya esmerado por administrarse con eficiencia, ampliar su productividad y
mejorar cualitativamente.
En efecto, es notable el empeño puesto por la institución en elevar los indicadores
de calidad y lograr acreditaciones para sus programas, equipos de trabajo y personal
académico. Gracias a ello se accede periódicamente a recursos extraordinarios para
desarrollar sus actividades sin contratiempos significativos e incluso le dan la posibilidad
de crecer y ampliar su cobertura.
Si se aprecia desde el aspecto físico y material, los últimos tiempos han sido de
cambio y crecimiento para la UAZ. La infraestructura crece y mejora en su diseño y
183
funcionalidad, se han relocalizado algunos espacios de trabajo y varios de sus programas de
educación media y superior se han llevado a quince municipios, además de los dos que
conforman la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe. En lo académico, organizacional,
normativo y financiero, las reestructuraciones no han sido menos importantes; incluso se ha
transformado su vida sindical. A decir verdad, lo único que no se ha alterado
sustancialmente es su régimen de gobierno interno.
Al igual que la mayor parte de las universidades públicas del país, la institución está
ahora más próxima a los mercados y en proceso de vincularse más estrechamente al sector
productivo. Asimismo, ha sido orillada a ratificar su pertinencia por los bienes y servicios
que ofrece, y a ser transparente en el manejo de recursos, rendir cuentas, optimizar sus
activos y procurarse ingresos propios.
Por sus dimensiones, trayectoria y relevancia en el entorno local, la UAZ es la IES
más importante de la entidad: Lo es también como empleadora al tener en nómina alrededor
de tres mil maestros (sin contar otros 400 aproximadamente ya jubilados) y una planta de
cerca de mil quinientos trabajadores administrativos en activo (descontando jubilados, pre-
jubilados y suplentes).
La UAZ atiende más de veinte mil estudiantes en el nivel superior; brinda educación
media y media superior con cuotas anuales mínimas; y atiende otros ámbitos de la cultura y
servicios sociales para los sectores sociales más desfavorecidos. Como formadora de
recursos humanos calificados tiene un rol protagónico en la entidad, sobre todo en las
profesiones liberales (medicina, derecho, contabilidad, ingenierías, etcétera); de este
campo, podríamos decir, se desprende su mayor incidencia en el entorno económico y
político local. Lo que es modesto aún es su aporte en el desarrollo científico y tecnológico,
pues en este ámbito pesa mucho la carencia de recursos y una historia exigua en
vinculación con las empresas que, por cierto, son escasas en el entorno inmediato por el
perfil poco industrializado de la entidad.
Al año 2010 —cuando se hizo el levantamiento de datos institucionales para este
estudio— la UAZ ofrecía 91 programas educativos en el nivel superior, 56 de posgrado y
35 de licenciatura. Debido a estas proporciones cabría inferir que se trata de una
universidad especializada en posgrados, pero no resulta así al observarla más de cerca. La
institución tiene en las licenciaturas su principal ámbito de cobertura e influencia: para el
184
año 2010 cerca del 92% de la matrícula de nivel superior eran estudiantes de licenciatura,
de un total de 19,179; mientras los alumnos de posgrado sumaban 1,383 (cuadro 9); 680 de
ellos hombres y 703 mujeres.14
14
Los datos son de fuentes oficiales: Departamento Escolar de la UAZ, la Administración Central, el
Departamento de Recursos Humanos, Unidades Académicas y sus Programas Educativos.
15
De los 54 PEP ofertados en el año 2012 por la UAZ, 15 16 son especialidades, 27 maestrías y 11 doctorados.
185
Está también el tema de la calidad: en la entidad, de los 128 PEP existentes en 2012, solo
13 están reconocidos por el PCPC del CONACYT; 12 de ellos son de la UAZ 16 y el otro
de la Universidad Autónoma de Chapingo, ninguno es del régimen privado.
Por lo que atañe a la planta docente de la institución, siguiendo con el tema de los
indicadores, su calificación se ha elevado en los últimos años en el número de profesores de
tiempo completo (PTC) con perfil PROMEP, pertenencia al SNI y como miembros de
Cuerpos Académicos (CA) con reconocimiento federal. Los datos son: 346 PTC con perfil
PROMEP (236 hombres y 110 mujeres) en el año 2011. Miembros del SNI, 140 en el año
2012 (111 hombres, 29 mujeres); y 80 CA reconocidos por PROMEP, también para el año
2012.
Sobre el personal académico asignado a los posgrados o adscrito formalmente a
éstos no se encontraron datos oficiales precisos, por lo que fue necesario recurrir a cada
centro académico para obtener información de sus directivos. Así, tenemos que para el año
2011 los PEP de la UAZ reportaban una plantilla de 409 PTC nominalmente; pero la
realidad es que un sector de ellos se desempeña en más de un programa de posgrado, o
bien, apoya a programas de licenciatura. También ocurre que tienen cargas administrativas.
Por lo tanto, para evitar duplicidad en el registro, se depuró la lista de la planta académica
por lo que resultaron finalmente 367 PTC a cargo de este nivel.
Los docentes-investigadores adscritos a los posgrado se encuentran distribuidos en
siete áreas de las ocho que tiene la UAZ, pues una de ellas no ofrece posgrados. Del total
(367) sólo 98 son mujeres (cerca del 27%) y el resto son varones (269). Del total,
aproximadamente 75% (274) tienen nombramiento de Tiempo Completo; 206 (56%)
cuentan con perfil PROMEP y 113 (alrededor de 31%) son miembros del SNI en sus
diferentes categorías, pero principalmente ubicados en el nivel I (70 PTC de 113). Todos
los anteriores son datos del año 2011.
En los años 2010-2011 se recoge la información que nos permite hacer un estudio
transversal, recurriendo a fuentes de primera mano durante la última etapa (2011). Los
datos primarios se sumaron para fines de análisis con información documental, normativas
16
Los 12 PEP que se encuentran en el PNPC son 3 doctorados, 8 maestrías y 1 especialidad.
186
institucionales y contratos colectivos; cifras y evidencias obtenidas directamente de las
Unidades Académicas (de sus directores, específicamente); y como complemento se
recurrió a la observación in situ. Para aplicar el instrumento de recolección de datos
primarios (encuesta) se definió una muestra representativa a través del método aleatorio
estratificado partiendo de un universo de 367 PTC; de donde resultaron seleccionados 42.
Se trabajó identificando cada conglomerado con una de las siete áreas que registran
posgrados. El nivel de confianza de la muestra es de 95% y su margen de error 10%.
Donde:
n= tamaño de muestra = 41.68
Z= nivel de confianza de 95% = 1.96
Z 2 pqN
n 2 2 p= probabilidad de ser considerado en la muestra = 0.1428
Ne Z pq q= probabilidad de no ser considerado en la muestra = 0.8571
e = error de la muestra de 10% = 0.10
N= tamaño de la población = 367
Cuadro 10: UAZ: Académicos de posgrado, por área y tamaño de la muestra (2011)
Docentes Docentes % Asignación
Área registrados sin del total proporcional de
duplicidad las encuestas
Ciencias Agropecuarias 37 35 9.54 4
Ciencias Básicas 73 71 19.35 8
Ciencias de la Salud 41 37 10.08 4
Ciencias Sociales 16 13 3.54 2
Ciencias Socio-Políticas 61 55 14.99 6
Económicas y Administrativas
Humanidades y Educación 126 111 30.25 13
Ingenierías y Tecnológicas 55 45 12.26 5
Total 409 367 100.00 42
Fuente: Elaboración en base a los datos de los Responsables de Programa y Directores de Unidad.
187
Para ser candidato en la selección fue requisito contar con nombramiento de Tiempo
Completo y, desde luego, estar adscrito a algún PEP. Se eligió deliberadamente el mismo
número de hombres y de mujeres con el ánimo de apreciar las diferencias por género,
aunque las mujeres en los posgrados no representaban entonces más del 27% del total de
PTC. Las encuestas se realizaron entre los meses de junio y noviembre del año 2011. La
principal dificultad fue coincidir con los académicos dada su carga de trabajo y
disponibilidad de tiempo. Se pensó en la entrevista a profundidad, pero en la prueba piloto
emergieron muchas dificultades y limitaciones sobre todo por el factor tiempo.
Para el procesamiento de datos nos apoyamos en el programa electrónico Access
que permite trabajar con tablas, hacer cálculos, gráficos e informes, facilitando la lectura y
el análisis de los resultados.
El instrumento se diseñó para dar cuenta de las condiciones de trabajo en los
diferentes espacios físicos y sociales en que laboran los académicos y también para
establecer la percepción de carencias, las problemáticas y el nivel de satisfacción. Cabe
precisar que para efectos de la investigación las condiciones de trabajo se asumen desde
una perspectiva dual:
Objetiva, es decir, concerniente a la disponibilidad de medios físicos y materiales
adecuados para la producción científica, y el que estos recursos sean obtenidos con
oportunidad, como el cubículo, laboratorio, mobiliario, instalaciones, herramientas,
materiales, suscripciones a revistas, red, medios de comunicación, equipo e insumos. En
esta categoría se ubican también la estabilidad y la certidumbre laborales y de los ingresos,
la cuantía y la oportunidad de las remuneraciones, las prestaciones, el tipo de contratación,
el financiamiento, las normativas institucionales y las disposiciones de política que afectan
a los académicos, entre otros. Varios de los elementos aquí mencionados no tienen un
referente tangible o material y, sin embargo, son objetivos porque ejercen una influencia
sobre los actores más allá de las percepciones sobre los mismos. Mención especial en esta
categoría merece la salud (o enfermedad) asociada a la actividad laboral.
Y subjetiva, es decir, los elementos no materiales o sin referente físico (intangibles),
referidos al entorno social percibido individualmente. Se trata de factores que condicionan,
facilitan o incluso limitan el desempeño de los científicos. Por ejemplo, el clima
organizacional, las relaciones entre pares, subordinados y mandos superiores, la percepción
188
de riesgos, etcétera. En este rubro se incluyen también las percepciones sobre la salud o las
patologías asociadas al trabajo; el sentir o la percepción respecto a las disposiciones legales
y políticas que rigen la vida académica, impresiones sobre los riesgos de trabajo.
Ambos tipos de factores gravitan regularmente en los espacios donde se hace
investigación y tienen incidencia sobre los resultados o productos, en su calidad y cantidad.
Cabe aclarar que la búsqueda planeada a través de la encuesta no explora en el proceso de
producción en sí, en su contenido y correspondencia con los resultados, sino pretende
conocer, valorar y analizar ese entramado de factores que propician o traban el proceso de
producción científica.
Los resultados del estudio de caso se presentan a continuación en aproximaciones
sucesivas. Primero se despliegan sistematizados los datos del conjunto, con inferencias y
reflexiones preliminares en relación al universo de docentes-investigadores de los
posgrados (367 PTC al momento del corte). A este nivel ya saltan a la vista posiciones y
condiciones de desigualdad entre géneros. Enseguida se exponen los atributos de la
muestra, donde -como se ha prevenido- se igualaron el número de académicas y
académicos encuestados en afán de confrontar sus condiciones laborales, no obstante que
en términos relativos éstas son minoría (26.3%). Posteriormente se organizan los hallazgos
del análisis por rubros, comenzando por los factores de carácter objetivo y luego los de
naturaleza subjetiva.
Los hallazgos
Señalamos antes que los PEP de la UAZ registraron 409 PTC a cargo de los mismos; pero
teniendo en cuenta que un sector de ellos (42) participa en más de un posgrado el número
neto de profesores que atiende este nivel se redujo a 367. Partiremos de mostrar los
resultados a nivel del universo de estudio, donde 269 son investigadores hombres (73.3%) y
98 son investigadoras (26.7%).
Acerca del tiempo de dedicación encontramos que sólo 274 PTC del nivel de
posgrado son de tiempo completo (74.6%). Esto es fundamental en este nivel, pues sugiere
una planta consolidada y dedicada exclusivamente a las actividades académicas. Aunque
por la naturaleza de la disciplina hay profesores que pueden tener dos empleos, por
ejemplo, cuando atienden un consultorio, despacho, laboratorio; el 19.3% es tiempo parcial.
189
El resto son situaciones mixtas. Por ejemplo, una académica tiene 30 horas de base, y 21
son medio tiempo. En lo general se encontrós que este indicador exhibe diferencias por
género favorable a los varones, ya que para las modalidades del tiempo de dedicación, la
relación es de 3 a 1 (cuadro 11).
190
Gráfica 2: UAZ: distribución de académicos de posgrado por área
Agropecuarias
12% 10%
Básicas
45 35 19%
De la Salud
30% 71 Sociales
10% Socio-Políticas, Económicas y
111 15% Administrativas
37 Humanidades
55 4%
13
Por otra parte, tanto a nivel de la planta académica como por áreas predomina la presencia
masculina. Ese desequilibrio cuantitativo puede corroborarse en el cuadro siguiente
(número 13), pues para al año 2011 se contabilizan 367 PTC en los posgrados, de los cuales
sólo 98 son mujeres (26.7%). Lo que significa una proporción de tres hombres por cada
mujer investigadora. En el área de humanidades y educación la presencia de mujeres es
mayor: 44% de todas las mujeres que trabajan en los posgrados están en esta área. Las
mujeres constituyen el 40% del profesorado de esta área. Que la mayor parte de las
investigadoras se localicen precisamente ahí no sorprende, en vista de que se trata del
ámbito del cuidado tradicionalmente atribuido a lo femenino (por asociación simbólica
entre maternidad y enseñanza) y por ser donde las mujeres tienen una historia profesional
destacada en el nivel básico e intermedio. La docencia, señala Estébanez (2007: 15), ha
sido uno de los modos más tempranamente instituidos como ocupación óptima para la
mujer. Asimismo, la historia de importantes universidades en la región latinoamericana
(como la UNAM) muestra que en el nivel superior las mujeres reciben inicialmente más
nombramientos como docentes que de investigadores científicos (Estébanez, 2007: 16).
191
Cuadro 13: UAZ: Académicos de posgrado por área y género (2011)
Área Total % Hombres % Mujeres %
C. Agropecuarias 35 9.5 33 94.3 2 5.7
C. Básicas 71 19.3 51 71.8 20 28.2
C. de la Salud 37 10.1 22 59.5 15 40.5
C. Sociales 13 3.5 9 69.2 4 30.8
C. Socio-Políticas, Económicas y 55 15.1 46 83.6 9 16.4
Administrativas
Humanidades y Educación 111 30.2 68 61.3 43 38.7
Ingenierías y Tecnológicas 45 12.3 40 88.9 5 11.1
Total 367 100.0 269 73.3 98 26.7
Fuente: Elaboración a partir de la información de Responsables de Programa y Directores de Unidad.
En la UAZ, los dos campos que siguen en importancia por presencia de académicas en los
posgrados son ciencias básicas y de la salud: suman entre ambos 35 mujeres frente 73
hombres (cuadro 13). La distancia es abismal en Ciencias Agropecuarias, con sólo dos
mujeres de un total de 35 PTC, y en Ingenierías y Tecnológicas, con 5 mujeres de 40 PTC
en activo.
Sobre los reconocimientos individuales con que cuentan, ya hemos mencionado que
los académicos se interesan cada vez más a buscar los reconocimientos institucionales y
federales por su desempeño y productividad, sobre todo en la medida en que de ello
depende una proporción importante de sus percepciones monetarias, que no figuran como
salarios propiamente.
El cuadro 14 revela claramente las asimetrías en reconocimientos que derivan en
diferencias de ingresos y también en condiciones de trabajo. De los 367 académicos de
posgrados 206 PTC tienen perfil PROMEP, 113 forman parte del SNI y uno del SNC. Las
cifras hablan por sí mismas en cuanto a la proporción de hombres con reconocimientos,
frente a la proporción de mujeres. La brecha es más marcada en el caso del Sistema
Nacional de Investigadores donde las mujeres no llegan a la quinta parte en relación al total
de SIN (82.1% son hombres). Desde luego, conforme aumenta el rango en el SNI, menor es
la participación de las mujeres. La brecha es también importante a nivel de PROMEP
donde 76.1% son varones.
192
Cuadro 14: UAZ: Académicos de posgrado adscritos al PROMEP y al SNI por género
(2011)
Total Hombres % Mujeres %
Docentes 367 269 73.7 98 26.3
PROMEP 206 156 76.1 50 23.9
% de docentes con 56.1 58.0 51.0
PROMEP
SNI 113 92 82.14 21 17.86
% del total 30.8 34.2 21.4
Candidato 21 12 60.0 9 40
Nivel I 70 60 85.7 10 14.3
Nivel II 19 17 89.5 2 10.5
Nivel III 3 3 100.0
SNC* 1 1 100.0
Fuente: Elaboración a partir de la información de Responsables de Programa y Directores de Unidad, Base de
datos SNI y Base de datos PROMEP para el año correspondiente.
*Miembros del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(CONACULTA).
Cuadro 15: Población muestra: grado académico y reconocimiento, según género (2011)
Maestría % Doctorado % PROMEP % SNI %
Hombres: 21 3 27.3 18 58.1 17 54.8 15 65.2
Mujeres: 21 8 72.7 13 41.9 14 45.2 8 34.8
Total: 42 11 100 31 100 31 100 23 100
Fuente: Elaboración con base en los datos de los Responsables de Programa y Directores de Unidad.
Así pues, incluso igualados los datos entre géneros, como punto de partida, las diferencias
se aprecian también en lo cualitativo, si se observa el nivel de formación y los
reconocimientos alcanzados. De los 42 académicos que componen la muestra, el 86% de
los varones tiene el grado de Doctor frente al 62% de las mujeres. La diferencia se replica,
con matices, con relación al PROMEP y al SNI. Ello tiene implicaciones en la condición
laboral de las mujeres: significa menores ingresos salariales y remuneraciones anuales por
193
productividad; al igual que menos apoyos para investigación, movilidad, etcétera. Y,
eventualmente, un trato distinto de las instituciones y los pares académicos.
Las causas de este desequilibrio son múltiples. Tienen raíces históricas y culturales.
Los roles dentro de la familia tradicional y las resistencias al cambio son sólo un factor
entre muchos otros. El mercado de trabajo está cada vez más saturado, complejo y
competitivo, y demanda mayor formación en cualquier campo laboral. La academia y la
carrera científica no son la excepción. La presión por formar mejores profesionales viene
evidentemente de las políticas públicas en un momento en que queda claro la relevancia del
desarrollo tecnológico para el progreso social. Esto conviene mencionarlo porque los
esfuerzos institucionales hacia la formación de los académicos -en el marco de las políticas
federales-, han logrado inducir a los académicos de ambos sexos hacia los estudios de
doctorados con resultados muy positivos en plazos relativamente cortos.
Lo que es de llamar la atención es la dificultad para ingresar al SNI por parte del
segmento académico femenino, pues mientras 15 de los 18 académicos de la muestra que
cuentan con nivel de doctorado sí pertenecen al SIN; sólo 8 académicas de las 13 que
cuentan con doctorado han logrado tal reconocimiento. Lo que sugiere probablemente
menor apoyo institucional, una productividad restringida o falta de recursos y condiciones
(tiempo, redes de investigación, respaldo financiero para investigación y publicaciones)
para cumplir con las exigencias del CONACYT. A ello cabe agregar que los investigadores
nacionales masculinos se ubican en su mayoría en los niveles I y II, mientras las mujeres se
sitúan en el nivel I y en el de candidatas. A nivel de área la situación se expresa en el
cuadro 16.
194
Humanidades y Educación 6 1 5 5 5 7 3 4 5 2
Ingenierías y Tecnológicas 3 3 3 3 2 2 2 1
Total 21 3 18 17 15 21 8 13 14 8
Fuente: Elaboración con datos provistos por Responsables de Programa y Directores de Unidad.
195
Gráfica 3: Población muestra: relacion laboral de los académicos por género (2011)
20
18
16
14
Docentes
12
10
8
6
4
2
0
NPTC Titular A Titular B Titular C
Asociado C
Hombres 0 1 1 19
Mujeres 1 4 3 13
Es posible afirmar lo anterior porque años atrás en la UAZ regían normativas más benéficas
en cuanto al progreso en el escalafón y las prestaciones para académicos. Sobre esta base
fueron promovidos los investigadores de mayor antigüedad. A raíz del deterioro de los
derechos laborales desde los años noventa y tras sucesivas negociaciones anuales, las
condiciones de promoción se han vuelto más estrictas y se han perdido una serie de
prerrogativas que sí conservan los académicos contratados bajo las disposiciones
precedentes.
La situación previa nos habla también de niveles de remuneración y cuadros
prestacionales distintos, los que favorecen a los hombres y no a las mujeres. O, si se
quiere, de una brecha salarial que no aparece como tal, sino como falta de méritos
suficientes por parte de las científicas.
La regularidad en las remuneraciones monetarias y las prestaciones ligadas a éstos
(primas vacacionales, de antigüedad, bonos para material académico, etcétera) es un
aspecto positivo en lo general, porque favorece a todos los académicos, la regularidad. En
este rubro no se registran fluctuaciones, deducciones arbitrarias, ni suelen ser
extemporáneos los depósitos por concepto de nómina. Ello representa una plataforma fija
de ingresos quincenales y otras compensaciones a lo largo del año que no oscilan en
relación con el desempeño individual de corto y mediano plazo.
196
Asimismo, todo el personal académico se favorece por las disposiciones del
contrato de trabajo y está sindicalizado. Sin embargo, el contrato ampara diferencias
salariales y de prestaciones para académicos que se encuentran formalmente en la misma
categoría. No porque existan escalafones distintos, sino porque las condiciones para
acceder a cada nivel han variado, por generación de académicos. En efecto, dos décadas
atrás, acceder a la ―titularidad C‖ suponía esencialmente antigüedad, ahora se precisan
méritos; específicamente es requisito tener título de doctorado.
Otro aspecto que difiere por generaciones de académicos, aunque se trate de un
mismo contrato laboral, son las prestaciones. Por ejemplo, el tiempo para tener derecho a
jubilación y las condiciones en que los académicos habrán de hacerlo han cambiado, y ello
significa finalmente: mantener el salario que se percibe al momento de retirarse, o encarar
una caída drástica de los ingresos al tomar esa decisión. La situación afecta en principio por
igual a hombres y mujeres. La diferencia por género estriba, en todo caso, en que la
incorporación de las mujeres a nivel nacional (y asumimos que en Zacatecas también) ha
sido más reciente por lo que su situación presenta algunas desventajas, comparada con el
personal de mayor antigüedad (sean hombres o mujeres).
En el monto de los salarios en concreto, las diferencias entre académicos y
académicas dependen de la jerarquía en el escalafón o la titularidad, y de la antigüedad
(como ya se mencionó antes), o porque se realizan durante algún periodo ciertas funciones
de índole directiva. Ocurre, además, que de 42 encuestados 19 de se encuentran contratados
en la categoría de tiempo completo más diez horas, lo que supone mayores ingresos
provenientes de la nómina regular. Y por otra parte, 76% de los académicos de la muestra
se colocan en el rango de ―titular C‖, que corresponde al más elevado nivel de ingresos. El
escalafón de la UAZ tiene seis niveles de ingresos, y todos los PTC de posgrados se sitúan
en los tres más altos.
Otra diferencia salarial, que no se percibe, proviene del grado de formación (cuadro
12). En este ámbito hay asimetrías por género sobre todo a nivel de maestrías y doctorados.
Pues del total del universo (367) 175 hombres si cuentan con el grado de doctor, frente a 52
mujeres. Ello acusa también diferencias salariales no manifiestas. Lo mismo ocurre con las
maestrías, donde encontramos 88 hombres, en ese grado, frente a 39 mujeres.
197
Acerca de la proporción de ingresos que resulta de fuentes distintas a su salario,
pero relacionadas con la vida académica (como los derivados del SNI y el Programa de
Estímulos), las respuestas fueron diversas y los datos institucionales así lo corroboran, ya
que no todos los investigadores de posgrado están reconocidos por el SIN. De la muestra
sólo lo están 23 de 42 académicos: 15 hombres y 8 mujeres. Entre ellos hay diferencias en
el nivel. Los mayores reconocimientos e ingresos corresponden a los hombres. Esta
situación se replica a nivel de los estímulos, donde los rangos superiores corresponden a los
más altos reconocimientos a nivel del SNI, posiciones de liderazgo en equipos de trabajo y
mayores niveles de productividad. Así pues, las percepciones por incentivos no salariales
son variables e incluso irregulares y favorecen nuevamente a los hombres. Con todo, los
ingresos más altos por salarios e incentivos corresponden a los académicos y académicas de
nivel de posgrado, en el marco de todos los docentes universitarios.
No obstante, se deben hacer algunas consideraciones para no incurrir en el error de
inferir llanamente que la condición laboral del académico de posgrado en la UAZ es de
certidumbre, estabilidad y buenos ingresos. Veamos por qué.
La situación de la planta académica en el sector de posgrados aparece, es cierto, en
primera instancia como positiva e incluso podría agregarse que los investigadores de los
PEP son los mejor remunerados de la institución. Pero esta es una verdad a medias. En
primer término porque en el rango salarial su situación no es mejor a la de los profesores de
educación media o licenciatura; todos los PTC de la institución se rigen por el mismo
tabulador y contrato colectivo; les son aplicables las mismas categorías y prestaciones. Sus
ingresos son mayores porque se ubican en los rangos más altos de los programas de
incentivos a la productividad individual, pero esta proporción de sus ingresos no es fija y
depende de que mantengan sus cuotas de producción anuales en el caso del ESDEPED, y
trianuales en el caso del SNI. Sobre este segmento de sus remuneraciones no hay
certidumbre y desde ahí su condición laboral es de vulnerabilidad. La condición para
mantenerlos es: no perder el ritmo de trabajo, no enfermarse por largos periodos, no
envejecer o tener contingencias personales. Los permisos corren por su cuenta. Y no deben
priorizar otras actividades de su vida personal con tal de mantener los indicadores.
En el aspecto de infraestructura, equipamiento y otros elementos del medio físico lo
que se observa es que los posgrados han sido muy favorecidos por mejoras materiales y
198
tecnológica en la última década con la ampliación y acondicionamiento de los edificios,
volviendo más funcionales espacios comunes y de uso individual. Han sido acondicionados
y creados nuevos cubículos, bibliotecas, laboratorios, centros de cómputo, aulas, salones
audiovisuales, estacionamientos, salas de reuniones, áreas administrativas, baños, etcétera.
En términos generales esto ha sido muy favorable tanto para investigadores como
investigadoras, que cuentan ya con mejores espacios de trabajo, suficientemente
acondicionados aunque con algunas carencias. Prácticamente todos los investigadores
cuentan con un espacio físico de trabajo como cubículo y áreas de uso común (aulas,
laboratorios, bibliotecas). Tienen cubículo individual 33 PTC de los 42 que componen la
muestra, 8 de ellos lo comparten con otro investigador, y un investigador (hombre) no
contaba con cubículo al momento de realizarse la encuesta. Estamos informados de que
actualmente ya tiene asignado uno de uso compartido.
Desde este rubro no se desprenden diferencias por género, pues los programas que
cuentan con mejores condiciones de trabajo físicas o materiales lo deben en cierta medida a
la obtención de recursos propios y la capacidad de gestión y atracción de patrocinadores
externos para sus proyectos o iniciativas. En contraparte, los PEP con más problemas
parecen vincularse a que comparten espacio y recursos con las licenciaturas. También se da
el caso de programas que se manejan con relativa independencia institucional y por tanto
con escasa vinculación y comunicación con su Unidad Académica. En ellos incluso un
sector de su planta académica es contratado por honorarios y para su funcionamiento rentan
espacios fuera de las instalaciones de la UAZ.
En otro ámbito de la satisfacción de necesidades materiales, sí se expresaron
problemas en el suministro de insumos, consumibles, reactivos y otros materiales menores
de uso personal o para los equipos de trabajo, que implican al académico —cuando los
adquiere por su cuenta— gastos menores, pero cotidianos: fotocopias, tóner o tinta, papel y
otros materiales de oficina, para el trabajo con los alumnos o de laboratorio.
Con los apoyos otorgados por PROMEP, PIFI y Fondos Mixtos —u otras vías
externas— se ha mejorado el equipamiento de los cubículos con ordenadores e impresoras
y mobiliario esencialmente; incluso una buena parte de los investigadores cuenta en sus
cubículos con teléfono, fax, escáner u otros implementos periféricos para los computadores
y la realización de trabajo de campo. La universidad suministra el servicio de internet y el
199
acceso a bases de datos en línea. Hay quejas sobre la calidad del servicio pero en general
funcionan y resuelven los problemas. Algunos PEP han contratados estos servicios por su
cuenta.
Como en el ámbito de la infraestructura, tampoco en este aspecto se desprendieron
diferencias significativas por género cuando se trataba de asignación de recursos materiales
al interior de los programas y cuerpos académicos, por ejemplo vía PIFI; sin embargo,
buena parte de estos recursos corresponde al abasto que se obtiene con proyectos
financiados por instancias externas. Y al parecer, mientras más sólido y vinculado
externamente sea el programa educativo, más adecuadas son las condiciones materiales,
porque al apoyo interno se suma lo que se obtiene de fuera de la institución
Probablemente la cuestión más problemática sea de orden financiero, por la tensión
e incertidumbre que conlleva no saber si se contará con medios de trabajo en el mediano
plazo. Aquí sí hay severas carencias y un sinnúmero dificultades para acceder a recursos
monetarios que permitan solventar el desarrollo de proyectos, las iniciativas de movilidad e
intercambio, viáticos para participar en congresos, organización de eventos, contratación de
auxiliares de investigación, realización de trabajo de campo, e incluso la publicación de
resultados de investigación, entre otros.
Investigadores a investigadoras padecen tal incertidumbre y se ven orillados a la
búsqueda de patrocinadores prácticamente cada año, con éxitos limitados. En efecto,
aunque una proporción creciente de la jornada laboral se ocupa en buscar convocatorias,
armar proyectos, establecer vínculos de colaboración, reunir documentación y llenar
formatos (sólo 13 de los 42 académicos cuentan con auxiliares de investigación o personal
administrativo a su servicio), los recursos financieros no tienen la fluidez necesaria, no son
oportunos, no están disponibles para los proyectos que al académico le interesan, y
eventualmente no llegan. En suma, la obtención de medios financieros para el desarrollo de
la ciencia en la UAZ consume mucho tiempo y energía y resulta azarosa.
Estos datos contrastan con el grado de satisfacción. Los académicos satisfechos con
las condiciones materiales y financieros fueron mayormente mujeres: 14 mujeres y 12
hombres.
En cuanto al apoyo para la asistencia a eventos académicos y publicaciones, no se
observan diferencias entre géneros (cuadro 17) sino por áreas. Algunos investigadores
200
señalaron que el apoyo que reciben de su institución es mínimo, lo que significa ir a tocar
puertas, dejar de hacer sus actividades para realizar gestiones y no siempre con buenos
resultados. Cuando no se obtiene este respaldo o no llegan en tiempo los fondos de
proyectos, el investigador se autofinancia. Esta estrategia es vista como una inversión,
porque se espera obtener resultados a futuro que pueden derivarle en ingresos u otros
beneficios.
Cuadro 17: Académicos con y sin apoyo para participar en eventos, por género y DES,
2011
Área Total Hombres Mujeres
Con Sin Con Sin
apoyo apoyo apoyo apoyo
C. Agropecuarias 4 1 2 1
C. Básicas 8 2 1 3 2
C. de la Salud 4 1 2 1
C. Sociales 2 1 1
C. Socio-Políticas, Eco. y Admivas. 6 2 2 1 1
Humanidades y Educación 13 5 1 5 2
Ingenierías y Tecnológicas 5 3 2
Total 42 14 7 14 7
Fuente: Encuesta aplicada a académicos seleccionados de los posgrados.
201
subordinados); (b) las implicaciones del entorno físico-social de trabajo en afecciones o
problemas de salud: el estrés percibido, el agotamiento, el desgaste personal, etcétera; (c)
el estado de bienestar o malestar con las condiciones prevalecientes en el ambiente de
trabajo (grado de satisfacción laboral).
Resulta llamativo que, en lo general, ni hombres ni mujeres percibieron el entorno
social de trabajo y/o las condiciones físicas del mismo como adversas o nocivas para el
desarrollo de sus funciones académicas cotidianas. Por el contrario, los datos permiten
asentar un elevado grado de satisfacción (ver gráfica 4). De hecho, sólo un investigador
hombre calificó el entorno laboral como malo o negativo para su desempeño laboral
personal. Sin embargo, esta percepción de conformidad generalizada pierde sustento
cuando se tematizan aspectos más particulares.
15
10
5
0
Muy bueno Bueno Satisfactorio Malo
Total 4 26 11 1
Hombres 0 15 5 1
Mujeres 4 11 6 0
202
Referente a la interacción social, los y las académicos/as reconocen conflictos,
roces ligadas a la competencia por recursos o celos por logros académicos. Sin embargo,
estas fricciones no les impiden avanzar en los objetivos del centro de trabajo o de sus metas
personales. A pesar de que la mayoría de los encuestados se sintió respaldado por sus
superiores (gráfica 5), este tipo de vínculos son también fuentes de malestar y conflictos. Se
denunciaron reiteradamente tratos desiguales de parte de directivos de los centros,
discriminación o el otorgamiento de privilegios tanto hacia programas educativos como
hacia equipos de trabajo o individuos. Ello implica la percepción de ser excluido/a y de no
obtener siempre los beneficios y recompensas merecidos. Ello da lugar a confrontaciones,
recelos y desconfianza. Los/las académicos explican los tratos preferenciales en función
de relaciones de parentesco, amistades y negociaciones entre grupos. Los tratos desiguales
no afectan a las mujeres en particular, sino a todo el colectivo académico
20
18
16
14
Docentes
12
10
8
6
4
2
0
Si No
Hombres 17 4
Mujeres 19 2
Cuatro hombres y cinco mujeres (27% de la muestra) mencionaron haber sido víctimas de
acoso o intimidación en el espacio laboral (mobbing): reportaron la no atención de sus
203
peticiones de parte de la autoridad, comunicación deficiente y hasta actos de discriminación
y maltrato. No se observaron diferencias entre géneros en este renglón.
Según los/las académicos/as encuestados existe un nexo entre las condiciones en el
entorno de trabajo y su estado de salud psicofísica. Once académicos (26% de la muestra)
se quejaron de un trastorno de salud que vincularon con el cumplimiento y desempeño de
sus funciones: tres hombres y ocho mujeres. El resto (74 %) negó padecer algún problema
de salud atribuible a la profesión o al menos no consideraba tal asociación.
Las principales afecciones fueron: estrés, cansancio crónico o fatiga, colitis nerviosa,
disminución de la vista y dolores en la espalda (gráfica 6). Los/las académicos/as las
relacionaron con el ritmo del trabajo, el malpasarse en sus horarios de comida, el hecho de
pasar mucho tiempo sentado y leyendo frente al monitor de la computadora. Una fuente de
estrés notoria y que genera un estado de apremio constante constituyen los requerimientos
de productividad académica.
Otros malestares
Cansancio de la vista
Malestares
Gastritis
Dolor de espalda
Cansancio
Colitis
Estrés
0 1 2 3 4 5 6 7 8
Docentes
204
Gráfica 7: Características sociodemográficas y laborales de los académicos con problemas
de salud
Ingenierías
Ciencias Básicas
De 41 a 50 años
Divorciado-a
Casado-a
0 1 2 3 4 5 6
Mujer Hombre
15
Docente
10
0
Si No Ocasionalmente
Hombres 6 13 2
Mujeres 5 15 1
Los factores de riesgo se asociaron con el trayecto diario a su centro de trabajo o a lugares
donde realizan su investigación de campo dado el clima de inseguridad y violencia en el
estado de Zacatecas. Otros factores de riesgo refieren al contacto cotidiano con sustancias
205
químicas peligrosas. La percepción de riesgos es particularmente fuerte en las áreas de
ciencias agropecuarias, de la salud y en las ciencias básicas. Como estrategias para
aminorar estos riesgos los/las investigadores/as identificaron el respeto a las medidas de
seguridad, la capacitación continua, etcétera como elementos fundamentales para
salvaguardar la integridad. Tampoco aquí se localizaron diferencias entre hombres y
mujeres.
Por último, de las 42 personas encuestadas 40 consideraron que el cumplimiento de
sus funciones les obliga a extender el tiempo de su jornada laboral a costa de su tiempo
familiar o de su esparcimiento lo que afecta su calidad de vida. No sólo las horas de trabajo
de una jornada son insuficientes, también lo es la cantidad de días laborables. Las
exigencias crecen mientras mayores compromisos tienen los/las académicos/as con
los programas, con los organismos evaluadores. Otro factor más es la dependencia de los
ingresos generados mediante los sistemas de certificación individual. En este las opinión
entre académicas y académicos fueron en un sentido semejante. No se encontraron
diferencias entre hombres y mujeres al respecto.
Conclusiones
Los posgrados universitarios son factores importantes para el desarrollo científico y
tecnológicodel país. De ahí que ya sean varias décadas empleadas en la renovación de sus
estructuras y modus operandi para elevar su calidad. Mas en ese trayecto las condiciones de
trabajo de los académicos no han mejorado, como cabría esperar de una genuina política de
impulso a la ciencia mexicana. La precarización salarial ha avasallado también al personal
dedicado a la generación de ciencia y lo ha sometido a una dinámica productivista
orientado a optimizar un presupuesto público en declive. Entre las consecuencias de estas
políticas educativas y laborales figura una fuerte diferenciación entre los miembros de la
planta académica universitaria
A lo largo de las décadas pasadas, las mujeres investigadoras han ganado una mejor
posición en las universidades. Su presencia ha crecido, pero - como en otros campos
laborales- las asimetrías cuantitativas y cualitativas prevalecen. Este diagnóstico vale
también para los programas de posgrado de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Ciertamente, la institución ha hecho un gran esfuerzo para fortalecer la planta de
206
investigadores, para cultivar el quehacer científico y para mejorar la calidad de los PEP.
Para el año 2012, la UAZ logró colocar 12 de los 54 programas de posgrado de la UAZ
(22%) en el PNPC.
Sin embargo, estos cambios están enmarcados por políticas educativos orientados a
los mercados. El paradigma que los sostiene promueve el incremento de la eficiencia
administrativa y la medición cuantitativa de los procesos académicos, la vinculación al
aparato productivo, la optimización de los activos mediante la planeación estratégica y
justificación de la pertinencia institucional a partir de los juicios de los usuarios.
Los programas de posgrado de la UAZ se han adoptado al nuevo esquema laboral.
Con el respaldo de la federación la UAZ proporciona hoy espacios de trabajo más
adecuados y funcionales. Pero los costos de esta reestructuración lo han tenido que asumir
los y las académicos/as: tanto en relación a sus niveles salariales como a través de la
incorporación de nuevas funciones a su carga de trabajo y la ampliación de la jornada
laboral.
En medio de la precarización del trabajo académico generalizada, la situación
laboral de las mujeres en los posgrados de la UAZ presenta asimetrías con respecto a los
hombres. Estas asimetrías se traducen en desventajas y obstáculos para el desempeño de sus
actividades. Aún en la actualidad las mujeres representan una minoría (26.7% de la planta
laboral correspondiente a investigadores). La desventaja se percibe incluso en su estatus
contractual, ya que más mujeres que hombres (en términos relativos) tienen contratos
laborales temporales.
Sin embargo, la inequidad no se liga sólo a su menor presencia sino se fundamenta
también en problemas de formación. Mientras 65% de los académicos hombres en
posgrado cuentan con doctorado (175 de 269), únicamente 53% de las investigadoras (51
de 98) cuenta con dicho grado académico. El problema de formación genera ventajas
adicionales. Del total de investigadores 34% son miembros del SNI (92 de 269) en
comparación con únicamente 21% de las mujeres (21 de 98). En cuanto a rangos en el SIN,
los varones se distribuyen entre los niveles I y II (84%), en tanto 90% las mujeres se sitúan
en el nivel I y en el de candidatas 90% (19 de 21). Asimismo, las titularidades de mayor
rango están en manos de los hombres. De la población muestra (42 personas), 19
académicos frente a 13 académicas son ―Titulares C‖. Tanto la menor membrecía en el
207
SNI, la ubicación en los rangos menores dentro del mismo y la menor presencia en los
niveles más altos del escalafón laboral afectan a las mujeres en el plano material y
simbólico.
Las diferencias por género en los rubros de infraestructura, acceso a recursos
materiales y financieros no resultan tan marcadas, pues estas dependen de la solidez de los
programas, el trato institucional, la madurez de los equipos de trabajo y el acceso a
patrocinio externo para las investigaciones.
A pesar de las dificultades en el trabajo tanto hombres como mujeres tienen una
percepción positiva del clima laboral y del apoyo institucional y están satisfechos con el
oficio del académico-investigador en la UAZ.
Las inconformidades y el disgusto refieren a problemas y situaciones cotidianas
como el trato desigual o discriminatorio, las exclusiones y la falta de información oportuna,
la presión por los plazos de entrega, la multiplicidad de tareas encomendadas y las
exigencias de gestión, entre otros. Una fuente de malestar importante es la ampliación de la
jornada de trabajo, situación que interfiere con la vida familiar, el tiempo libre y la salud.
Las mujeres no consideraron obtener un trato diferencial ligado al género, aunque
contradictoriamente identifican exclusiones, discriminación, desventajas, situaciones que
son atribuidas a otros factores.
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213
El lado más oscuro de la educación superior en México: el acoso
laboral en y la universidad pública desde una perspectiva sociojurídica
Aída Figueroa Bello
Introducción
Desde una mirada principalmente jurídica, este capítulo intenta brindar una visión de
conjunto sobre el acoso laboral, también conocido como mobbing, analizando de manera
particular la situación que prevalece en el ordenamiento jurídico mexicano, desde el nivel
constitucional hasta el plano propiamente legal. En ambos se observan diversas lagunas
jurídicas que inciden en la invisibilidad tanto social como jurídica de esta problemática.
Ello tiene como consecuencia la vulneración de diversos derechos fundamentales como la
dignidad humana y la integridad física y psicológica, entre otros. Para ello analizamos
algunas de las legislaciones específicas en las que, al no contarse con regulación jurídica
concreta, se pudiera encuadrar el acoso laboral que trastoca de manera particular el ámbito
de las universidades públicas mexicanas y centros de estudios. Muy a menudo se cree
erróneamente que estas instituciones estuviesen exentas de tratamientos discriminatorios.
Ahora bien, atendiendo al vacío legal en materia de acoso moral, planteamos algunas
propuestas que pudieran paliar y atender este grave fenómeno social que genera
Investigadora de Tiempo Completo de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma
de Nuevo León. Reconocimiento del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1 del CONACYT.
214
consecuencias devastadoras tanto para la víctima como para la propia universidad e,
incluso, para la misma sociedad mexicana.
En este sentido, el presente trabajo intenta sentar algunas líneas de análisis y discusión
acerca del acoso laboral y plantea, desde una perspectiva socio jurídica, la necesidad
imperante de un abordaje multidisciplinar, en vista de que el acoso laboral constituye un
atentado grave a la dignidad personal de la víctima, lesiona la salud emocional y la
integridad moral de los afectados y puede acarrear incluso graves consecuencias físicas,
psíquicas, laborales y sociales, entre otras. Es un fenómeno que muestra el lado más oscuro
que la universidad pública mexicana pueda presentar sin que por supuesto pensaramos que
tal problemática fuese exclusiva y única de las instituciones de educación superior públicas.
Pero ¿qué es el acoso laboral? ¿En qué consiste? ¿De qué manera resulta observable,
evidente, o bien, perceptible? ¿Qué consecuencias produce en la universidad pública en
México?
Abordaremos estas preguntas tanto desde una perspectiva jurídica, en particular, laboral,
desde dos supuestos: (1) consideramos que el acoso constituye un problema de salud
pública que acarrea riesgos psicosociales; (2) que existe por ello la necesidad y
trascendencia de crear un organismo institucional universitario encargado de velar por el
predominio de un ambiente laboral saludable y respetuoso de los derechos y libertades de
quienes laboran en la universidad. Un ente así sería, por ejemplo, la defensoría de los
derechos de los trabajadores universitarios que atiende tanto a docentes como
administrativos y demás empleados.
Atendiendo a las raíces etimológicas, el concepto de mobbing proviene del latín mobile
vulgus, que hace referencia a multitud, muchedumbre, turba (Diccionario Inglés-Español,
2000: 207, y Diccionario Básico Langenscheidt Inglés, 1985: 490). También se le ha
215
equiparado como sinónimo de acoso moral, acoso psicológico, hostigamiento psicológico
en el trabajo, o bien, psico-terror laboral. En este trabajo hemos optado por emplear el
término de acoso laboral que hace referencia a dos dimensiones: al lugar donde se produce
(el espacio laboral) y al ámbito en que incide (el plano psicológico). Dicho fenómeno se
puede presentar en tres modalidades: 1) de forma descendente (ejecutado por los
superiores jerárquicos hacia un trabajador subordinado: bossing); 2) horizontal: es
perpetrado por compañeros de trabajo del mismo nivel jerárquico; 3) de forma combinada
o mixta.
Desde la perspectiva doctrinal, Heinz Leymann (Piñuel y Oñate, 2006: 332; López, 2009:
243; Morán, 2009: 16) ha sido reconocido como el primero quien ha definido el acoso o
terror psicológico en el trabajo en el Congreso sobre Higiene y Seguridad en el Trabajo en
1990. Lo define como:―la situación en la que una persona ejerce violencia extrema, de
forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o
personas en el lugar del trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de
la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr
que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo”.
Desde la psicología laboral y el derecho laboral se han ofrecido diversas pautas para
entender el acoso moral o psicológico laboral en función del perfil de personalidad tanto de
la víctima como del agresor que es determinante (López, 2008:235; López, 2010:224;
García, 2006: 395; Acosta, 2009: 34). Otros autores ligan el mobbing con un determinado
tipo de clima organizacional (Meseguer, 2007:225), que en función de algunas
características particulares puede detonar el acoso psicológico laboral.
216
laborales desde donde emanan una serie de riesgos psicosociales. Esta perspectiva
comprende al acoso como una forma de abuso de poder. Esta patología sociolaboral no es
atendida por el Derecho mexicano dado una serie de vacíos legales y una regulación
normativa aún incipiente.
Por su carácter multifacético, el acoso laboral ha sido estudiado desde diversos enfoques y
disciplinas: por la psicológico, los derechos humanos y la antropología jurídica (como
violación de la dignidad e integridad humana) (Rubio, 2002: 303), la sociología (como
fenómeno amoral) (Martín, 2002: 271; Quiceno, 2008: 37), el derecho laboral (atentado a la
dignidad en el trabajo y a las condiciones de vida laboral) y de salud laboral (como riesgo
psicosocial) (Minaya, 2009: 439), la victimología (como abusos psicológicos y malos
tratos) así como desde el derecho penal (como delito) (Mora, 2012; Argenti y Peleteiro,
2001: 28). Desde la perspectiva jurídica, el acoso laboral es una temática de análisis
obligado. De acuerdo con la doctrina de los Derechos Humanos, el acoso laboral vulnera
un derecho fundamental como lo es la no discriminación (Fernández, 2002: 53; Fondevila,
2008: 305) y la la integridad personal tanto en el plano físico como en el psicológico y
emocional. El acoso es también un tópico que concierne al Derecho Laboral, ya que sitúa
el trabajo en un contexto particular y específico del ámbito de las relaciones humanas.
Artículo 2º.- Las normas del trabajo tienden a conseguir el equilibrio entre los factores de la
producción y la justicia social, así como propiciar el trabajo digno o decente en todas las
relaciones laborales.
17
Entre los principales podemos señalar los siguientes: el principio protector del derecho del trabajo, el
principio de la irrenunciabilidad, el principio de continuidad de la relación; el principio de la condición más
beneficiosa; el principio de igualdad de trato; el principio indubio pro operario; el principio de la primacía de
la realidad; el principio de la buena fe; el principio de la razonabilidad; el principio de gratuidad, entre otros.
217
Se entiende por trabajo digno o decente aquél en el que se respeta plenamente la dignidad
humana del trabajador; no existe discriminación por origen étnico o nacional, género, edad,
discapacidad, condición social, condiciones de salud, religión, condición migratoria,
opiniones, preferencias sexuales o estado civil; se tiene acceso a la seguridad social y se
percibe un salario remunerador; se recibe capacitación continua para el incremento de la
productividad con beneficios compartidos, y se cuenta con condiciones óptimas de
seguridad e higiene para prevenir riesgos de trabajo.
Las consideraciones legales arriba expresan el punto de vista formal, pero ¿qué sucede en
la realidad material cuando los rasgos de personalidad del jefe jerárquico o de los colegas
influyen en el ejercicio del poder y cuando adoptan acciones de hostigamiento contra un
individuo cuyos rasgos particulares lo convierten en punto de mira o blanco (Ovejero,
2006: 108; Alcides, 2010: 51) de este tipo de conductas y actitudes?
El acoso laboral vulnera tanto diversos derechos fundamentales de los trabajadores como
sus derechos sociales constitucionales. El artículo 1º de nuestro texto constitucional señala
en su último párrafo el derecho a la no discriminación:
…
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las
discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las
preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga
por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Otro de los derechos fundamentales es respecto al derecho de libertad profesional o laboral, que se
establece en el artículo 5º de nuestra Constitución,
A ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que
le acomode, siendo lícitos. El ejercicio de esta libertad solo podrá vedarse por determinación judicial,
cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en los términos que
marque la ley, cuando se ofendan los derechos de la sociedad. Nadie puede ser privado del producto
de su trabajo, sino por resolución judicial.
Aunado a lo anterior, y en este mismo sentido, el acoso laboral atenta contra lo previsto en
el numeral 123 de nuestra Carta Magna que dispone que toda persona tiene derecho al
trabajo digno y socialmente útil.
218
normativo, el acoso laboral se ubica dentro de esta última parte del artículo, en la que el
legislador expresa un enunciado genérico y en absoluto sentido amplio.
a) Cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de raza, color, sexo, religión,
opinión política, ascendencia nacional u origen social, que tenga por efecto anular o alterar la
igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación;...‖
a) Hostigamiento, el ejercicio del poder en una relación de subordinación real de la víctima frente al
agresor en el ámbito laboral, que se expresa en conductas verbales, físicas o ambas; y
b) Acoso sexual, una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un
ejercicio abusivo del poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima,
independientemente de que se realice en uno o varios eventos.
También es necesario referirnos al artículo 47 de la Ley Federal del Trabajo, que contempla
las causales de rescisión de las relaciones de trabajo sin responsabilidad para el patrón y en
donde podríamos encuadrar de manera implícita el acoso moral. Esto es especialmente el
caso de la fracción II que incluye como una de las causales:
II. Incurrir el trabajador, durante sus labores, en faltas de probidad u honradez, en actos de violencia,
amagos, injurias o malos tratamientos en contra del patrón, sus familiares o del personal directivo o
administrativo de la empresa o establecimiento, salvo que medie provocación o que obre en defensa
propia;
III. Cometer el trabajador contra alguno de sus compañeros, cualquiera de los actos enumerados en la
fracción anterior, si como consecuencia de ellos se altera la disciplina del lugar en que se desempeña
el trabajo;
219
IV. Cometer el trabajador, fuera del servicio, contra el patrón, sus familiares o personal directivo
administrativo, alguno de los actos a que se refiere la fracción II, si son de tal manera graves que
hagan imposible el cumplimiento de la relación de trabajo;
VIII. Cometer el trabajador actos inmorales o de hostigamiento y/o acoso sexual contra cualquier
persona en el establecimiento o lugar de trabajo;
II. Incurrir el patrón, sus familiares o cualquiera de sus representantes, dentro del servicio, en faltas
de probidad u honradez, actos de violencia, amenazas, injurias, hostigamiento y/o acoso sexual,
malos tratamientos u otros análogos, en contra del trabajador, cónyuge, padres, hijos o hermanos;
III. Incurrir el patrón, sus familiares o trabajadores, fuera del servicio, en los actos a que se refiere la
fracción anterior, si son de tal manera graves que hagan imposible el cumplimiento de la relación de
trabajo;
Aún cuando en México no contamos con una disposición expresa que regule el acoso
laboral, atendiendo a los incisos previos, la ley establece como obligación del patrón el
trato respetuoso y considerado hacia sus trabajadores. Una falta en este ámbito se pudiera
equiparar como acoso laboral consistente en ―malos tratamientos u otros análogos‖ en
contra del trabajador, cónyuge o familiares, alegando, a su vez y de igual modo,
responsabilidad civil por daño moral.
220
que regule de manera específica18, tanto a nivel federal como estatal, el acoso laboral
(Oceguera, 2009: 37; Viguri, 2005: 284), y que incluso lo considere como delito, aún
cuando supone actos que conllevan a su vez tratamientos discriminatorios19.
La causa de rescisión de la relación laboral prevista por la fracción II del artículo 51 de la Ley
Federal del Trabajo, consistente en malos tratamientos del patrón para el trabajador, sólo concurre
cuando los mismos consisten en una sucesión de actos, que por su naturaleza, impliquen una
denostación u ofensa a la dignidad del segundo; luego, si el patrón llama la atención o regaña en
forma enérgica al trabajador, destacando al hacerlo, su carácter de patrón o su autoridad como tal,
dicha circunstancia no constituye por sí sola la causa de rescisión de que se trata.
TRIBUNAL COLEGIADO DEL NOVENO CIRCUITO. Amparo directo 648/77. Gloria Cardona
Muñoz, apoderada de Firestone del Centro, S.A. 9 de marzo de 1978. Unanimidad de votos. Ponente:
Alfonso Núñez Salas. Secretario: José Refugio Estrada Araujo.
Tesis Aislada, Semanario de la Suprema Corte de Justicia, séptima época, tribunales colegiados de
circuito, vol. 109-114, Sexta Parte, pág. 129.
Otro campo donde prevalece una laguna jurídica en materia de acoso laboral es el ámbito
penal. A nivel federal sólo se regula el hostigamiento en su modalidad sexual a través del
Libro Segundo, Título Decimoquinto Delitos contra la libertad y el normal desarrollo
psicosexual, en su capítulo I, artículo 259 bis. Resulta evidente la ausencia del tipo penal
del acoso moral.
En igual sentido cabe destacar el contenido del artículo 225 que sanciona como
delito contra la administración de justicia, en su fracción XXXIV, el hecho que algún
servidor público obligue a renunciar a su puesto de trabajo a quién, habiendo sido acusado
18
Recientemente se propusieron iniciativas (la última en agosto de 2006), las que, sin embargo, no han sido
consideradas. Una iniciativa partió de la ex diputada federal Ma. Cristina Portillo Ayala del PRD; sin embargo,
en la misma asamblea ignoran el destino de tal iniciativa.
19
En América Latina, países como Argentina, Chile, Venezuela, Brasil, y Colombia cuentan con una normativa
jurídica al respecto y los dos últimos incluso con leyes específicas.
221
de acoso, hostigamiento, o bien, violaciones a la Ley Federal del Trabajo, no responda o se
niegue a enfrentar tales acusaciones.
Por su parte, en el artículo 325 se regula el tipo penal del feminicidio, al disponer
que:
Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se
considera que existen razones de género cuando concurran alguna de las siguientes circunstancias:
…
III. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o
lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
V. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o
lesiones del sujeto activo en contra de la víctima;
…
Aludiendo a la laguna jurídica del acoso laboral en nuestro ordenamiento jurídico, podemos
observar que, por lo que se refiere al contenido del numeral 1º constitucional, cabe
equipararse en la parte última del articulado en cuestión, encuadrándose como una de las
razones o motivos atentatorios contra la dignidad humana. No obstante y ante el vacío o la
laguna legal por parte del legislador laboral, podemos acudir, por ejemplo, al contenido del
apartado I del artículo 6º de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia (LGAMVLV) en el que se define a la violencia psicológica de la siguiente
manera:
Es cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que puede consistir en: negligencia,
abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación,
indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la autodeterminación y
amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su
autoestima e incluso al suicidio;
222
violencia ejercida sólo contra las mujeres. Así por ejemplo, en su numeral 10 equipara tanto
la violencia laboral como docente, al expresar que,
Se ejerce por las personas que tienen un vínculo laboral, docente o análogo con la víctima,
independientemente de la relación jerárquica, consistente en un acto o una omisión en abuso de
poder que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su
desarrollo y atenta contra la igualdad.
Puede consistir en un solo evento dañino o en una serie de eventos cuya suma produce el daño.
A menudo no resulta fácil comprender qué es un acto de violencia y, por ende, identificarlo
como discriminatorio, sobre todo atendiendo a la situación tan particular de nuestro país
donde se ha normalizado la discriminación vivida (Rodríguez, 2011: 57). Pareciera que tal
perspectiva sociocultural ha embargado a nuestros legisladores y legisladoras en la
redacción de esta Ley al regular dos ámbitos, uno general (laboral) y otro particular
(docente), en un mismo capítulo. Esto remite de nueva cuenta a la ceguera y la confusión
pertinentes.
En principio de cuentas, hay que señalar que el acoso presenta matices de carácter
antiéticos, ya que su objetivo consiste en desacreditar, humillar y maltratar a la víctima.
Pero estas actitudes no resultan del todo evidentes, sino quedan en el ámbito de lo implícito
desde donde lesionan la esfera de la dignidad del trabajador.
20
Véase la tabla que se anexa al presente trabajo, en el que se dan a conocer las Universidades públicas de
México que contemplan Ombudsman universitario, el nombre, funciones, así como normativa.
223
tesis Doctoral (Universidad Autónoma de Chihuahua). La primera defensoría surgió en la
Universidad Nacional Autónoma de México (Barrera, 1986: 23) e inició su funcionamiento
en agosto de 1985. En 1994 se creó la Red de Defensores, Procuradores y Representantes
de Organismos de Defensa de los Derechos Universitarios, A. C. (REDDU).
224
nuestro tiempo. Es también un espacio donde creamos vínculos laborales con nuestros
superiores jerárquicos y/o compañeros de trabajo los que se basan idealmente en el respeto
y un trato cordial. Sin embargo, no siempre es así: a veces surgen fricciones, antipatías,
tratos y conductas hostiles. Se trata de acontecimientos que provocan un entorno laboral
inapropiado e implican un menoscabo en el rendimiento y la productividad laboral (Santos,
2008: 195),, pero también en la salud y en la vida personal y familiar de los trabajadores.
Se dice, y se dice muy bien, que las relaciones personales resultan ser muy
complejas e incluso, en condiciones extremas, conflictivas. Esto es parte de la naturaleza
humana que se aúna al hecho de que en el mundo laboral globalizado lo trascendente
corresponde a ser productivo, producir y producir (Massé, 2010: 149) sin mirar de qué
manera y en base a qué medios se logren los resultados y minimizando la cuestión
humanista, tan gravemente ausente hoy en día en la gran mayoría de las organizaciones
laborales (Aramburu, 2002: 337). La universidad pública en México no resulta ser la
excepción dentro de este panorama. En este entorno educativo no sólo los académicos
(Faria, 2012: 720; Moriarty, 2011; Mihr, 2011; Ortega, 2006: 483), sino, en general, todo el
personal administrativo y de servicios están propensos a sufrir situaciones, actos y tratos
violentos que llegan a incidir en su estabilidad tanto personal, familiar y laboral (Justicia,
2006: 293). Se trata de conductas que, si bien y a primera vista se pudieran observar como
sutiles, en el ámbito psicológico generan consecuencias multidimensionales que lesionan
tanto la integridad psicosocial como moral de la víctima.
225
Los derechos vulnerados son imprescindibles para un pleno desarrollo integral. A
pesar de ello, nuestro marco jurídico carece de una normativa específica y particular de
prevención, tratamiento y sanción de este tipo de conductas y actos (Martínez, 2010: 41;
Montes, 2004: 8)21. Lo más que se prevé por la legislación federal laboral es su
equiparación a malos tratamientos.
Ahora bien, por lo que se refiere al ámbito jurídico-procesal, el juicio de amparo –
también denominado juicio de garantías – constituiría el instrumento jurídico de
protección, tutela y defensa de la esfera de derechos vulnerados y lesionados por el
mobbing y debería argumentar y fundamentar debidamente las violaciones a las
prerrogativas citadas con antelación, con las evidencias indubitables y correspondientes
(Ruíz, 2007: 165).
Otro aspecto relevante en el acoso laboral representan las características de las
estructuras organizacionales (Muñoz, 2006: 347; Moreno, 2005: 25), sobre todo cuando
prevalece un clima organizacional autoritario22, marcadamente jerarquizado y burocrático.
Las universidades públicas mexicanas (Montesinos, 2011: 49) no están exentas de estos
problemas estructurales. Tienen una jerarquización claramente delimitada y un sistema
burocrático atroz. Los espacios universitarios son, además, ejemplo de falta de
transparencia y perceptibilidad y conforman ambiente propicios y ad hoc para que
fenómenos como el mobbing tengan lugar (Pasquel, 2011: 111).
Conclusiones
PRIMERA.- Resulta innegable que el mobbing o acoso laboral constituye una de las
problemáticas que ha causado y causa graves consecuencias en las esferas de dignidad e
integridad de la víctima. A pesar de ello no ha gozado del interés político, académico,
social, laboral y cultural debido,.
21
Sólo en dos países latinoamericanos, Colombia y Brasil, contemplan legislación particular que regulan el
denominado mobbing.
22
Álvarez, Leonardo, “Clima social de la organización y hostigamiento psicológico. Una lectura cognitiva y
socio-cultural desde los sistemas autoritarios”, Revista Intercontinental de Psicología y Educación, vol. 13,
núm. 1, enero-junio de 2011, pp. 83-98.
226
SEGUNDA.- Desde un enfoque eminentemente moral, el mobbing da cuenta de la
acentuada crisis que prevalece en nuestro país en materia de valores humanos y eticidad,
respeto, solidaridad, dignidad, equidad y justicia. Esta ausencia contrasta con el predominio
de criterios productivistas y económicos los que caracterizan el modelo neoliberal.
TERCERA.- El fenómeno del mobbing vulnera los siguientes derechos humanos de las
víctimas: el derecho a la dignidad del trabajador, el derecho a la no discriminación, a la
integridad física y moral, el derecho al honor, el derecho a la intimidad personal, el derecho
a la propia imagen así como el derecho a la libre personalidad. Estas vulneraciones suponen
graves consecuencias y mermas a la salud de la víctima.
SEXTA.- El mobbing en los espacios públicos universitarios viola los mismos derechos
humanos señalados con anterioridad, sin embargo, atendiendo al entorno universitario en
particular, resultan aún más condenable y sancionable tales conductas, al ser la universidad
pública uno de los lugares en los que debieran prevalecer los valores humanos que suponen
el espíritu y la racionalidad científica de la formación educativa profesional.
227
SÉPTIMA.- El acoso laboral es multifactorial y multidimensional. Este cúmulo de factores
propicia y es el caldo de cultivo de este tipo de actos y conductas hostiles que tienen graves
consecuencias ya no sólo para la víctima como persona individual e independiente, sino
también para la institución educativa donde incide negativamente en el ámbito de la
productividad y en la imagen institucional.
OCTAVA.- Una de las propuestas en materia de mobbing supone su encuadre como riesgo
de trabajo siendo su mayor consecuencia el estrés y las enfermedades psicosomáticas y
emocionales.
DÉCIMA.- Otra de las propuestas que en el ámbito educativo e institucional pudiera hacer
frente a la problemática del acoso laboral es la creación de los denominados ombudsmans
universitarios en aquellas universidades públicas de las entidades federativas que aún no lo
contemplan en su estructura orgánica. Aún y cuando su existencia no garantiza que el
mobbing no se produzca, las víctimas contarían de antemano con la protección y
representación de carácter institucional y administrativo. Ello resultaría un antecedente
evidente para que pudieran acudir a instancias judiciales y procedimentales de defensa y
resarcimiento de los derechos humanos violentados y del daño moral sufrido.
228
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232
Anexo I
Defensorías de Universidades Públicas en la República Mexicana
Entidad Federativa Universidad Creación Misión, Visión, Funciones. Legislación
Pública y Nombre
de la Defensoría
Aguascalientes Universidad Autón. La Defensoría fue Cuidar el buen cumplimiento de REGLAMENTO DE LA
de Aguascalientes creada por el H. las obligaciones y los derechos de DEFENSORÍA DE LOS DERECHOS
(UAA) Consejo Universitario, los universitarios y promover un UNIVERSITARIOS DE LA
en sesión ambiente propicio donde cada UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE
Defensoría de los extraordinaria del 2 de una de los universitarios se AGUASCALIENTES
Derechos julio de 1997, luego sientan valorados, respetados y
Universitarios de la ratificada por los tomados en cuenta como ARTÍCULO 1.- Este ordenamiento
UAA Consejos de personas, donde todos nos reglamenta el funcionamiento de la
Representantes de los sintamos seguras y protegidas en Defensoría de los Derechos
siete centros todos los derechos que nos Universitarios, de conformidad con lo
académicos, según el reconoce y/o concede la previsto en el Capítulo IV del Título V
informe dado a conocer legislación universitaria. del Estatuto de la Ley Orgánica de la
al H. Consejo Independencia. Sirve de vínculo a Universidad Autónoma de
Universitario en sesión la comunidad universitaria y no Aguascalientes.
extraordinaria del 19 tiene una subordinación con área ARTÍCULO 2.- La Defensoría de los
de agosto de 1997. administrativa o académica Derechos Universitarios de la
alguna de la Universidad. Universidad Autónoma de
Autonomía. El Consejo Aguascalientes es un órgano de
El 18 de julio de 1998,
Universitario, máxima autoridad carácter independiente que tiene por
el H. Consejo
de la UAA, le ha dado ese finalidad esencial atender las
Universitario aprobó el
carácter para que atienda su reclamaciones individuales de los
Reglamento propio de
función defensora y coadyuve al alumnos, personal académico y
la Defensoría de los
buen funcionamiento de la administrativo de la Universidad,
Derechos
institución. cuando se consideren afectados en
Universitarios.
Imparcialidad. La tarea y los derechos que la legislación
finalidad de la DDU se sostiene universitaria les concede; realizar las
en el principio de justicia y investigaciones necesarias y emitir,
equidad, y ha de promover esos en su caso, recomendaciones sin
valores éticos para garantizar efectos vinculatorios.
opiniones e intervenciones
imparciales.
Confidencialidad. Esta
característica es una condición
esencial y primordial para
garantizar la confianza y
credibilidad de la Defensoría ante
todas y a todos los universitarios
que soliciten su ayuda o su
participación.
Mediación. La labor fundamental
de la DDU es precisamente la
mediación para llevar la voz, la
opinión o la recomendación a la
persona, área o dependencia
involucrada en la petición de los
universitarios.
233
para realizar objetivos que se orienten a la
superación y difusión de los aspectos
académicos; a la promoción de
actividades sociales; deportivas y
culturales.
Baja California Universidad No tiene
Autónoma de Baja
California
Baja California Sur Universidad En su organigrama
Autónoma de Baja contempla un Defensor
California Sur de los Derechos
(Defensor de los Universitarios, pero
Derechos tanto en su página
Universitarios). como en la red no se
cuenta con información
al respecto.
Universidad Conocerá de las reclamaciones, Estatuto general de la defensoría de los
Autónoma de Ciudad quejas, inconformidades o derechos universitarios de la
Juárez (UACJ) denuncias que formulen los Universidad Autónoma de Ciudad
Defensoría de los integrantes de la UACJ, cuando Juárez.
derechos en las mismas se alegue la
universitarios infracción de sus derechos de
Articulo 1º.- (Denominación) La
(La Universidad carácter individual, por actos,
Defensoría de los Derechos
Autónoma de resoluciones u omisiones
Universitarios es un órgano autónomo e
Chihuahua no contrarios a la legislación
independiente creado por el H. Consejo
Chihuahua cuenta con universitaria cuando sean
Universitario, para el cumplimiento de las
Ombudsman irrazonables, injustos,
finalidades que le señala en el Estatuto.
universitario. Hay inadecuados o erróneos.
propuesta vertida Recibe quejas, busca soluciones
en una Tesis conciliatorias, lleva a cabo la Artículo 2º.- (Objeto) La Defensoría
Doctoral, su investigación correspondiente, tiene por finalidad esencial proteger los
creación). emite recomendaciones, para el derechos de los universitarios.
mejoramiento de la legislación
universitaria y los
Artículo 3º. (Organización). La
procedimientos, informa sobre
sus labores. Defensoría se integra por un Defensor y
los adjuntos necesarios, que lo auxiliarán
en sus funciones y lo substituirán en sus
ausencias y además por el personal
técnico y administrativo que se requiera.
El titular de la defensoría será miembro
del Consejo Universitario con voz pero
sin voto.
Instituto Politécnico El Instituto Politécnico La Defensoría de los Derechos ACUERDO POR EL QUE SE EXPIDE
Nacional (IPN) Nacional inicia las Politécnicos es el órgano LA DECLARACIÓN DE LOS
Defensoría de los acciones que conllevan encargado de la promoción, DERECHOS POLITÉCNICOS Y SE
Derechos a implementar una protección, defensa, estudio y ESTABLECE LA DEFENSORÍA DE
Politécnicos cultura de los derechos divulgación de los derechos de LOS DERECHOS POLITÉCNICOS
humanos, mediante la los miembros de la comunidad DEL INSTITUTO POLITÉCNICO
firma de dos convenios politécnica, para lograr una NACIONAL
generales de convivencia pacífica, armónica y Artículo 1. Se expide la Declaración de
colaboración con la de respeto, a través de la los Derechos Politécnicos en los
Secretaría de educación, la capacitación, la siguientes términos:
Gobernación y la investigación y la cultura, bajo I. Sin distinción alguna, todos los
Comisión Nacional de los principios de legalidad, miembros de la comunidad politécnica
los Derechos imparcialidad, eficiencia y tienen los derechos y libertades
Humanos, oportunidad. expresados en esta Declaración, cuya
respectivamente. La Defensoría de los Derechos observancia coadyuvará al desarrollo
Distrito Federal Establecidos los Politécnicos tiene por objeto: armónico del proceso de enseñanza
canales de Desarrollar una aprendizaje, así como valorar el
colaboración cultura de la legalidad desempeño y dedicación del personal
institucional, era y de respeto a los docente y administrativo del Instituto.
necesario crear la Derechos Humanos y
estructura que pudiera Politécnicos.
dar vida a las acciones
que en materia de Promover la igualdad
y la equidad, así como
derechos humanos el
el respeto a la
Instituto Politécnico
234
Nacional desarrollará diversidad de
al interior de su opiniones,
comunidad politécnica, preferencias o
por lo que mediante cualquier otra
Acuerdo de fecha 1° de condición, evitando
septiembre de 2005, se todo acto de
aprueba la nueva discriminación.
estructura orgánico- Promover en el
administrativa de la Instituto el estudio e
Administración Central investigación en
del Instituto materia de Derechos
Politécnico Nacional, Humanos.
contemplando por
primera vez en su Impulsar la
generación y el
historia una Defensoría
de los Derechos cumplimiento de
Politécnico. acuerdos en materia
de Derechos
Finalmente, el H.
XXIV Consejo General Humanos.
Consultivo el 21 de Proporcionar
diciembre de 2005, orientación a la
aprueba el Acuerdo por comunidad politécnica
el que se expide la para realizar acciones
Declaración de los preventivas, a fin de
Derechos Politécnicos evitar afectaciones a
y establece la sus derechos.
Defensoría de los Conocer de las
Derechos Politécnicos. afectaciones en
Derechos Humanos y
Politécnicos y de ser
el caso, proponer
soluciones,
conciliatorias o emitir
resoluciones o
recomendaciones.
235
o posgrados que ofrece la División de
Ciencias Sociales y Humanidades.
IV. Lineamientos- los Lineamientos
Divisionales para la Defensoría de los
Derechos de los Alumnos y las Alumnas
de la División de Ciencias Sociales y
Humanidades.
236
faculta y delimita cuando la naturaleza del
el quehacer de la asunto lo permita.
Defensoría Difunde permanentemente
Universitaria. los derechos universitarios.
Es así como en Representa a la comunidad
sesión ordinaria universitaria en los recursos
del 28 de febrero y procedimientos que la
del 2006, propia legislación establece.
protestaron como
los primeros
Defensores
Universitarios, los
maestros en
derecho Luz
María
JaimesLegorreta,
Gilberto Pichardo
Peña y Joaquín
Bernal Sánchez,
quienes de
inmediato se
dieron a la tarea
de organizar y
poner en
funcionamiento la
Defensoría de los
Derechos
Universitarios.
Posteriormente ya
integrado el grupo
de defensores, en
sesión ordinaria
del 27 de abril de
2006, el H.
Consejo
Universitario de la
Universidad
Autónoma del
Estado de México,
decretó el
Reglamento
Interno de la
Defensoría de los
Derechos
Universitarios.
Se encarga de:
Defender los derechos de
los estudiantes
Asesorar a los estudiantes
acerca de sus derechos y
obligaciones.
Conocer, por parte de los
estudiantes, las
inconformidades sobre la
actuación de alguna área
de la UACM.
Emitir resoluciones de
carácter obligatorio, sobre
237
los asuntos planteados
ante este órgano de
gobierno.
Fungir como órgano de
consulta en controversias
en las que los alumnos se
encuentren involucrados.
Proponer a la comunidad
universitaria medidas para
el mejoramiento de los
estudiantes.
Informar al Consejo
Universitario, por
conducto del Rector, de
las actuaciones, así como
de informar y escuchar a
la comunidad en
asambleas programadas.
La Procuraduría Universitaria
tiene como finalidad vigilar que
se cumpla con las disposiciones
que establece la Legislación
Universitaria para profesores y
alumnos, intervenir en caso de
que se le informe de conflictos
entre alumnos y profesores con la
autoridad, buscando la
conciliación de los interesados
con apego a la normatividad
universitaria.
238
expeditas, mismas que serán La designación se realizara a través de un
atendidas por los funcionarios o concurso de oposición que, mediante
autoridades colegiadas convocatoria pública, emita la Comisión
involucradas. de Honor y Justicia del H. Consejo
Vigilar el cumplimiento y respeto Universitario.
al orden normativo interior en los
casos de violación de un derecho
individual universitario.
Recibir y dar trámite a las
reclamaciones que presenten los
quejosos y rechazar las que no
sean de su competencia,
orientando al quejoso sobre la vía
conducente.
Presentar ante el pleno del HCU,
el plan anual de actividades y el
presupuesto para su discusión y
aprobación correspondiente.
Requerir los informes respectivos
de las autoridades universitarias y
servidores que asuman funciones
de autoridad señalados como
responsables y realizar las
investigaciones o estudios que
considere pertinentes.
Publicar en el órgano oficial del
HCU, las recomendaciones
emitidas por la defensoría.
Hidalgo Universidad El nacimiento de la Tiene como misión difundir y CAPÍTULO IV DEL DEFENSOR
Autónoma del Estado Oficina de Defensor proteger los derechos humanos de UNIVERSITARIO
de Hidalgo Universitario se las y los integrantes de la Artículo 105. El defensor universitario
Defensor remonta al Modelo comunidad universitaria mediante tiene como objetivo proteger y difundir
universitario Educativo y a la políticas, programas, mediación, los derechos humanos entre la comunidad
petición que diversos peticiones, quejas y universitaria. El ejercicio de sus
sectores de la UAEH recomendaciones. funciones será independiente,
formularon a la Tiene como objetivos: confidencial e imparcial.
máxima autoridad, H. Difundir el conocimiento de los Artículo 106. El defensor universitario
Consejo Universitario. derechos humanos entre todas y será nombrado por el Honorable Consejo
A finales del año 2005, todos los integrantes de la Universitario a propuesta del Rector,
la Dirección General comunidad universitaria. durará en su encargo cuatro años y podrá
de Planeación comenzó Proteger de manera confidencial ejercer esta función por una sola vez.
a realizar diversos los derechos humanos de las y los Artículo 107. Para ser defensor
estudios para concretar integrantes de la comunidad universitario se requiere:
la figura. Para el año universitaria mediante los I. Ser de nacionalidad mexicana;
2006 se había definido procedimientos de mediación, II. Ser mayor de treinta años en el
un proyecto que queja y petición, momento de su designación;
establecía como eje Prevenir y erradicar toda forma III. Presentar la acreditación del grado
primordial el de hostigamiento sexual, moral y académico de licenciatura;
configurar una Oficina escolar en la Universidad. IV. Contar con un mínimo de tres años de
con los elementos Generar compromisos en antigüedad ininterrumpida en la
definitorios del mundo derechos humanos que institución, y
contemporáneo. El voluntariamente asuma el V. Ser de reconocida honorabilidad.
proyecto estuvo a personal y el alumnado. Artículo 108. Corresponde al defensor
cargo de un equipo Consolidar la cultura de los universitario:
multidisciplinario de derechos humanos en la I. Formular, diseñar, establecer y
universitarios y Universidad. proponer las políticas en materia de
universitarias. El Impulsar políticas sensitivas de derechos humanos y equidad de género
aspecto jurídico y las género en la comunidad, para la comunidad universitaria;
líneas de haciendo énfasis en la II. Promover la cultura de los derechos
funcionamiento consolidación de los derechos de humanos entre la comunidad
esenciales fueron las mujeres. universitaria;
responsabilidad del III. Actuar como mediador entre los
entonces Director de miembros de la comunidad universitaria
Gestión Universitaria en la resolución de las diferencias que
de la Dirección surjan en materia de derechos humanos;
General de Planeación, IV. Establecer, con las dependencias
Dr. Roberto Rodríguez universitarias, compromisos en materia
Gaona. La figura nació de derechos humanos;
239
en 2006 a través del V. Hacer recomendaciones con motivo de
ejercicio de la facultad las visitas y los procedimientos de
que concede el artículo investigación sobre vulneración de los
22, fracción VI y XI de derechos humanos;
la Ley Orgánica al Sr. VI. Practicar evaluaciones en materia de
Rector. respeto y cumplimiento de los derechos
El 15 de diciembre de humanos;
2011 por votación VII. Conocer y resolver los
unánime del Honorable procedimientos de tutela y protección de
Consejo Universitario los derechos humanos;
y en cumplimiento del VIII. Asesorar a la comunidad
artículo 106 del universitaria en materia de derechos
Estatuto General fue humanos y equidad de género
nombrada la Dra. en IX. Entregar al Rector, durante la primera
Ciencias Políticas quincena del mes de febrero, un reporte
Gabriela Castañón por escrito de las actividades de su
García como función, y
Defensora X. Cumplir las demás encomiendas que le
Universitaria. confieran la normatividad universitaria y
el Rector.
Michoacán Universidad *Nota: Su normativa no se encuentra de
Michoacana de San acceso público.
Nicolás Hidalgo
(UMICH)
Defensoría de los
Derechos Humanos
universitarios
Nicolaítas
Morelos Universidad Con la entrada en Es una Instancia Universitaria LEGISLACIÓN APLICABLE
Autónoma del vigor, el día 13 de encargada de tutelar y procurar • Ley Orgánica de la Universidad
Estado. de Morelos agosto de 2008, de la los derechos académicos de los Autónoma del Estado de Morelos
(UAEM) nueva Ley Orgánica de alumnos y del personal • Estatuto Universitario
Defensoría de los la Universidad académico de la Universidad Reglamento de la Defensoría de los
Derechos Autónoma del Estado Autónoma del Estado de Derechos Académicos de la UAEM.
Universitarios de Morelos, y en Morelos, que actúa bajo la
cumplimiento a lo premisa de velar por el respeto de
señalado en el articulo los derechos académicos, con
sexto transitorio de la base en la legislación
propia ley, en Sesión universitaria y el orden jurídico
Ordinaria del Consejo nacional, a través de las
Universitario de fecha resoluciones que esta instancia
primero de octubre de dicte conforme a la legalidad y
dos mil ocho, fue equidad, en las que se
probado el Reglamento recomiende la reparación o
de la Procuraduría de restitución del derecho
los Derechos académico vulnerado, a favor del
Académicos, mismo alumno o personal docente de
que entró en vigor al esta Máxima Casa de Estudios.
día siguiente de su De acuerdo a lo señalado en el
publicación en el articulo 3º del Reglamento de la
Órgano Oficial Procuraduría de los Derechos
Informativo de la Académicos de la Universidad
Universidad ―Adolfo Autónoma del Estado de
Menéndez Samará‖. Morelos, su función es ser una
instancia que tutele y procure el
respeto de los derechos
académicos de los trabajadores
académicos y de los alumnos, que
en la materia concede la
legislación universitaria y el
orden jurídico nacional.
La Procuraduría de los Derechos
Académicos es la instancia
encargada de atender y recibir las
quejas que a título individual
formulen alumnos o personal
académico de la Universidad, que
versen sobre violaciones a los
derechos académicos establecidos
en su favor por la legislación
240
universitaria o cuando se alegue
que no se ha dado respuesta a sus
solicitudes
• Emite recomendaciones
241
iniciativas en el sector Artículo 1. La Comisión de Derechos
del personal académico Universitarios es un órgano de carácter
con el fin de impulsar autónomo e independiente que tiene
el proyecto de creación como finalidades esenciales:
de lo que entonces I. Recibir reclamaciones de estudiantes,
denominaron Comisión trabajadores académicos, trabajadores
de Derechos Humanos administrativos y de servicios de la
en la Universidad de Universidad de Sonora, por la afectación
Sonora, iniciativas que de los derechos que les otorga la
fueron llevadas a normatividad universitaria, los derechos
asamblea general del humanos y los que la institución
Sindicato de reconozca como tales;
Trabajadores II. Realizar las investigaciones necesarias
Académicos (STAUS) sobre la presunta afectación de tales
y cuyo acuerdo fue derechos, ya sea a petición de parte o de
ratificado por su oficio, y proponer, en su caso, soluciones
Consejo General de a las autoridades de la institución;
Delegados. III. Promover la cultura de los derechos
En el convenio de universitarios y humanos.
revisión contractual
Sonora Universidad de 2005 entre la
Sonora (USON) Universidad de Sonora
Comisión de y el STAUS, ambas
Derechos partes se comprometen
Universitarios a elaborar un proyecto
para la constitución de
un órgano con carácter
autónomo e
independiente que
impulse políticas y
acciones para la
defensa de los sectores
universitarios,
asimismo, definir su
integración, el alcance
y carácter de sus
resoluciones.
Para lograr el
acuerdo de manera
bilateral entre sindicato
y autoridades
universitarias, se formó
la Comisión Mixta de
Derechos
Universitarios para la
realización del
Proyecto de Creación
de la Comisión de
Derechos
Universitarios de la
Universidad de Sonora,
mediante una
propuesta de estatuto
sometida a dictamen y
aprobación, en su caso,
por parte del Colegio
Académico.
242
ACUERDO para a petición de parte o de oficio y La Defensoría estará integrada por el
adicionar con un Título emitir la recomendación que Defensor Titular; dos Defensores
Séptimo al Estatuto corresponda, debidamente Adjuntos, y por el personal de confianza
General de nuestra fundada y motivada. que permita el presupuesto respectivo.
máxima Casa de La Defensoría de los Derechos Artículo 2. Para los efectos de este
Estudios mediante el Universitarios es competente Reglamento, se entenderá por:
cual creó el órgano para: I. Defensoría: La Defensoría de
independiente Conocer y resolver las los Derechos Universitarios;
denominado quejas que a título individual II. Defensor: El Defensor Titular
Defensoría de los formulen los integrantes de la de los Derechos
Derechos Comunidad Universitaria, cuando Universitarios;
Universitarios; dicho consideren que se han violado los III. Adjunto: El Defensor Adjunto
acuerdo fue sometido derechos conferidos por la de los Derechos
al conocimiento del H. legislación universitaria; o Universitarios;
Consejo Universitario cuando se alegue que no se ha IV. Comunidad Universitaria: Las
el día 23 de noviembre dado respuesta a solicitudes o autoridades, funcionarios,
de 2006, habiendo sido peticiones dentro de un plazo alumnos, pasantes, egresados,
aprobado. razonable. personal académico, de
En esta misma sesión confianza y personal
ordinaria fue designado Solicitar informes y administrativo, técnico y
practicar las investigaciones
Veracruz el Dr. Emilio Gidi manual.
Villarreal como necesarias para el conocimiento
Defensor de los del caso.
Derechos Proponer soluciones a
Universitarios. las autoridades o funcionarios de
El día 7 de mayo de la Universidad que correspondan;
2007 el H. Consejo Formular
Universitario aprobó recomendaciones y observaciones
modificaciones al a las autoridades y funcionarios
Estatuto General en el de la Universidad
Título relativo a la Comparecer ante el
Defensoría de los Consejo Universitario General,
Derechos anualmente, a rendir un informe
Universitarios y de labores, o cuando este se lo
expidió el Reglamento solicite
de la misma.
Desahogar las
consultas que, en materia de
derechos universitarios le
formulen los miembros de la
comunidad universitaria;
Procurar la
conciliación entre las partes,
respecto al conflicto que
enfrenten;
Conocer las quejas
sobre evaluaciones académicas
practicadas a los alumnos,
solamente por cuanto hace a
violaciones del procedimiento
establecido en el Estatuto de los
Alumnos;
Solicitar cuando
proceda, que los funcionarios,
autoridades o cualquier instancia
competente de la Universidad,
una vez admitida a trámite la
queja ante la Defensoría, tomen
medidas precautorias, con
carácter provisional, para evitar
daños de difícil reparación; y
Lo demás que le confiera la
legislación universitaria.
243
La enseñanza en educación superior y su influencia en la subjetividad de
los docentes – Una perspectiva psicoanalítica
Emma Ruiz Martín del Campo23
2323
La autora es profesora / investigadora titular “C” de la Universidad de Guadalajara.
244
por tanto uno de los conceptos que aluden a la delimitación de lo anímico y lo corporal.‖
(Freud, 1905: 76)*.
En su ―Diccionario de Psicoanálisis‖, Élisabeth Roudinesco y Michel Plon (2003:
883) dan cuenta de que ―La elección de la palabra ‗pulsión‘ para traducir el alemán Trieb
respondió a la preocupación de evitar cualquier confusión con ‗instinto‘ y ‗tendencia‘‖, y
abundan: ―Esta opción se correspondía con la de Sigmund Freud, quien, a fin de señalar la
especificidad del psiquismo humano, reservó Instinkt para los componentes animales. Tanto
en alemán como en francés (y en español, E. R.), los términos Trieb y pulsión,
respectivamente, remiten, por su etimología, a la idea de un empuje, independiente de la
orientación y de la meta‖ (Roudinesco y Plon, 2003: 883).
Desprovistos, pues, los seres humanos de instintos y sujetos a una infancia
prolongada, el aprendizaje y la enseñanza han tomado un lugar de suma importancia en
nuestro desarrollo. Ya al nacer estamos inmersos en los mundos culturales, mundos de
tramas simbólicas en los que los mensajes van y vienen. El humano recién nacido no
participa sino indirectamente de los símbolos. Al principio está inmerso en un mundo
caótico de sensaciones táctiles, cinestésicas, auditivas así como de imágenes visuales
inacabadas y, a través de ellas, se manifiesta su vitalidad ligada a su incipiente deseo de
descubrir, de comprender. Sus mensajes a los otros se dan en un inicio también de forma en
extremo rudimentaria: a través de su llanto y sus manifestaciones corporales, a través de su
bienestar y su salud o de su enfermar. Progresivamente y a partir de la alternancia entre la
presencia y ausencia de nuestros cuidadores, del desarrollo de la inteligencia y del
aprendizaje, nos vamos reconociendo como sujetos diferentes, separados, anhelantes del
reconocimiento de los otros, a partir de cuyas reacciones vamos gestando las imágenes de
nosotros mismos, así como nuestras pautas dominantes de reacción y comportamiento ya
más elaboradas.
Con cada ser humano se asiste a un doble nacimiento: el biológico, dado de una vez
a través del parto, y el subjetivo, paulatino, largo, siempre inacabado. Una adquisición
clave para el nacimiento subjetivo y la inserción en el ámbito cultural es la adquisición del
lenguaje, un lenguaje que se convierte en soporte de impulsos, fantasías, desgarres y
satisfacciones. A partir de la adquisición del lenguaje los seres humanos tenemos una
relación con los que nos rodean mediada por lo simbólico, quedan sin embargo, huellas
245
troqueladas en lo corporal, marcas de experiencias de placer / displacer anteriores a
nuestra inserción en la lengua. Algunas de ellas nos son
relativamente accesibles, otras cargadas de conflictividad han quedado reprimidas y
subsisten en lo inconsciente: somos también sujetos de lo inconsciente, ligados a un saber
sobre nosotros mismos opaco, dicho ‗entre líneas‘.
Lo reprimido no pierde su efectividad y se manifiesta a lo largo de nuestra vida a
través de sueños, síntomas, actos fallidos, lapsus linguae y también jugando (sobre todo en
los niños) y en producciones creativas y artísticas que son, en cierto modo, el equivalente
adulto del jugar infantil. En ―Fragmentos de la vergüenza‖, Francisco Pereña (2008:182)
explica: ―El arte, sea lo que sea que se entienda por ello, es la expresión de otra posibilidad,
de otro mundo (…) Lo que llamamos obra de arte nace del corazón de esa memoria
sensitiva, invisible a su vez, pero no al modo smithiano, pues alienta lo más íntimo y no se
deja sustituir (a diferencia de la mercancía) por algo supuestamente más verdadero o del
todo similar.‖
Los humanos somos pues seres complejos, simbólicos, sujetos a lo inconsciente,
necesitados de los otros, ansiosos del amor, que es el arte del encuentro, y expuestos, para
nuestra desgracia a continuos desencuentros. Estas realidades, más patentes y visibles en la
infancia, siguen operando en la vida adulta y es en torno a ellas que opera la enseñanza,
también la que ocurre en educación superior.
246
productores de pautas de conducta distintas a las nuestras, ligados a sus propios impulsos y
a otras cosmovisiones. Erdheim (1991) da cuenta de uno de los riesgos a los que nos
enfrentamos quienes trabajamos con la subjetividad: dejarnos arrastrar por el irresistible
impulso a la abstracción que rodea a todo lo subjetivo, abstracción que podría llevarnos a
racionalizaciones e intelectualizaciones que nublen nuestra posibilidad de sentir y
comprender, alejándonos de la vida.
Y es que la subjetividad humana conlleva elementos reprimidos, inconscientes, que
pugnan por manifestarse de un lado, mientras que, por el otro, son objeto de censura ya sea
subjetiva o social. A este respecto Erdheim (1991:67s) afirma: ―Desde tiempos
inmemoriales lo inconsciente fungía como lo inquietante, aquello que había que mantener
alejado de la consciencia con el apoyo de mecanismos psicosociales de defensa. (…) En la
relación del cura con el creyente y del pedagogo con los alumnos, florece lo inconsciente.
Pero que no haya sido ahí donde se descubrió tiene que ver con la angustia ante la
sexualidad que en tales ámbitos parecía incontrolable. La barrera que tenía que erigirse para
reprimir la sexualidad era tan grande, que la percepción de lo inconsciente era imposible.
Cuando sin embargo la sexualidad saltó por sobre los tabúes vigentes, lo que debe haber
sido un caso frecuente, los sentimientos de placer y sobre todo de culpa, contrajeron el
potencial de conocimiento.‖ Un ejemplo es el caso del gran filósofo medieval, Pedro
Abelardo, y su alumna Eloísa, cuyo enamoramiento dio lugar a una serie de accidentes
trágicos como la castración de Abelardo y fue origen de sentimientos de culpa que pueden
ser rastreados en el intercambio epistolar entre ambos, cuando estaban ya definitivamente
consagrados a la vida religiosa.
El deseo de conocimiento en el humano, ya lo dijimos, se gesta como manifestación
del deseo de vivir, de conquistar los medios necesarios para ser reconocido por los otros,
para integrarse al medio circundante y a la cultura de socialización. A nivel profesional,
cuando el deseo de conocer implica indagar acerca de los sujetos, trabajar con y para ellos,
el proceso de conocimiento se entrecruza íntimamente con lo emocional, lo pasional, el
pulso de la vida.
Para no quedarme con el ejemplo histórico de Eloísa y Abelardo, y para ilustrar el
papel de las pulsiones que se manifiestan no sólo a través del deseo de acercamiento a los
otros, sino también en aspectos de violencia e incluso a veces de crueldad, ilustraré lo que
247
me ocurrió con la primera profesora a la que invité a ser parte de mi indagación. Esta
profesora, a quien pondré el pseudónimo de ‗Asunción‘ trabajaba como docente en el área
de Psicología de una universidad privada en una ciudad mexicana. Ella era sudamericana y,
como tal, tenía en algunos aspectos formas de comportamiento que la hacían identificable
como diferente, extranjera, ajena a pautas culturales prevaleciente en el medio citadino y
concretamente en la universidad en la que trabajaba. A través de una alumna de ella con la
que tengo amistad, supe que Asunción estaba viviendo momentos difíciles en su práctica
docente. Pedí a mi joven amiga que no me diera más datos, localicé a Asunción y la invité a
tener una entrevista conmigo. Cuando supo, por mi explicación sobre lo que haríamos, que
la salud mental y la docencia a nivel superior era un tema central de mi investigación, me
dijo con una expresión inconfundible de dolor: ―¡Ay, Emma, no sé qué podría decir yo en
ese terreno! Creo que derivar salud mental de un trabajo como este no es posible, no en mi
experiencia, porque las relaciones en la universidad están tremendas, son para mí en buena
medida incomprensibles‖, y luego guardó un largo silencio. Tuve que intervenir para
reasegurarle mi discreción en el manejo de la información que compartiera conmigo y para
hacerle sentir la confianza de que mi interés iba más allá de la reunión de datos para un
trabajo escrito. Cuando se abrió una línea de confianza entre nosotras, Asunción me
confesó que había sido corrida del trabajo por defender su derecho a reprobar a tres
alumnos a los que autoridades universitarias le habían insinuado que les diera el pase a
pesar de no haber cumplido los requisitos estipulados por ella para el caso. Me habló con
lujo de detalles de lo ocurrido, explicando luego: ―Yo no estoy acostumbrada a estas cosas,
no sé si es por mi cultura de procedencia, o por como yo soy, pero para mí una calificación
es algo que se conquista por el alumno con su trabajo y sus conocimientos y no algo que se
da o se quita de acuerdo a conveniencias sociales o de negocio universitario‖. Terminó
diciendo que a fin de cuentas no le había pesado demasiado ser despedida, pues no le
interesaba más trabajar en una universidad que no respetaba la libertad de cátedra del
maestro y que no sabía si buscaría alternativas de trabajo en este país o volvería al suyo. Le
aseguré que aquí, tanto como en otras culturas, hay una variedad de realidades y
subculturas universitarias y que no en todas partes se muestra esa falta de respeto por el
docente, aunque es verdad que trabajar como profesor universitario no es fácil y supone
siempre superar escollos en la relación con los alumnos y con la institución.
248
Aludiré nuevamente a Erdheim, porque me parece muy esclarecedor seguirlo
cuando afirma que ―la subjetividad no se deja parcializar‖: quienes trabajamos enseñando y
quienes investigamos vicisitudes de los sujetos a partir de nuestra propia subjetividad, nos
comprometemos en un trabajo que no sólo produce transformaciones en los otros, sino que
nos transforma también a nosotros. El acontecer del encuentro con los alumnos afecta
nuestra subjetividad: ―Tan imposible como es que alguien esté un poquito embarazada, de
la misma forma es imposible implicar solo una parte de la personalidad en el trabajo de
investigación, dejando las otras no tocadas. La idea de la división del trabajo se ha
convertido a tal grado en sobreentendida para nosotros, que pretendemos transferirla a la
subjetividad (…) Si el sociólogo o el pedagogo quieren trabajar con su subjetividad, harán
la observación de que les ocurre lo mismo que al etnólogo. Las cuestiones y problemas con
los que se ven confrontados, se adentran hasta sus sueños nocturnos; en caso de que sepan
algo de los sueños, han de tratar de atender también a este tipo de percepción. También las
relaciones en las que viven estarán expuestas a mayores cargas. Se sabe muy poco sobre
estos procesos porque se habla de ellos cuando mucho en forma de chismes y rumores‖
(Erdheim, 1991: 80s).
249
intervención sería escasa apuntadas las citadas sugerencias, dejando a ellos la mayor
libertad posible para perfilar el curso de su argumentación.
Elegí la entrevista semiestructurada como forma de acercamiento a los docentes
universitarios para garantizar, por un costado, que surgieran respuestas a las cuestiones
planteadas por mi investigación, cuidando por otra parte que hubiese la mayor libertad
posible para que ellos expresaran su subjetividad fungiendo yo como una acompañante
cuya principal tarea sería coadyuvar a sortear posibles obstáculos que surgieran en la
comunicación.
Sin que la pretensión fuera hacer una entrevista netamente psicoanalítica, sí buscaba
yo gestar un tipo de encuentro a partir de una atención flotante, con la apertura a la
subjetividad con lo emocional que ella conlleva, así como a los saberes que van más allá de
lo racional y que desembocan en lo inexpresable, lo desconocido, pero vivenciable,
movilizante de nuestras vidas, efectivo en tanto tiene efecto sobre los comportamientos
producidos.
Realicé un total de 10 entrevistas: 5 a varones y 5 a mujeres con rangos de
antigüedad distintos en la práctica docente. Me decidí a incluir en este trabajo sólo dos
entrevistas de mujeres y una viñeta de una tercera, dado que las aportaciones de los
hombres fueron en extremo escuetas. La selección de las entrevistas que aquí presento la
hice en base a la significancia y la riqueza de material que ofrecen y a la gran experiencia
que estas profesoras tienen en la docencia. Apasionada y Comprometida llevan,
respectivamente 20 y 25 años trabajando en dos de las universidades públicas más grandes
del país. Asunción, por su parte, trabajó durante 15 años en una universidad pública de
Sudamérica y recién había empezado a trabajar en una universidad privada mexicana
cuando le ocurrió lo que en este trabajo se refiere.
252
ya hay toda una plataforma de proyectos en Facebook alrededor de mis clases y mi
docencia.
Los proyectos surgen de las propuestas mismas de los alumnos, que a su vez
resultan de la observación y la discusión y son avalados por mí. Partimos de la
pregunta acerca de cómo pueden aportarse soluciones a problemas concretos, como
podría ser menos grave una situación o ser mejores las condiciones del mundo para
la vida. Luchamos juntos por conseguir recursos para ponerlos en práctica.
Respecto a elementos que ensombrecen mi práctica docente, te diré que las
cuestiones políticas distraen mucho a los estudiantes y lo peor es que muchos de los
temores que se expanden no tienen que ver con la realidad, no representan un riesgo
verdadero por lo menos en el futuro próximo y sí generan paranoias y ansiedades
que distraen la atención de los alumnos de los temas que estamos tratando. Por
ejemplo, recientemente cundió el pánico en torno a la posible privatización de las
universidades públicas en nuestro país, o, en caso extremo, su desaparición.
Alumnos atemorizados con tal perspectiva que se les hacía ver como posible, tenían
un enorme gasto de energía. Su atención estaba dirigida a cómo enfrentar el
fantasma gestado. Estas situaciones minan la confianza de los maestros en la
relevancia de sus tareas, producen divisiones en el cuerpo docente, restan interés a
las actividades a realizar en clase y en actividades ligadas a ella en el medio social,
dado que, sí lo que se dice que va a pasar es tan determinante, es lo que se
experimenta como emergencia, como lo urgente a atender.
Yo diría que la desconfianza en general, es uno de los mayores obstáculos al
desempeño de una labor docente generadora de reflexiones y experiencias creativas.
Concretando diría que resulta inconveniente la desconfianza en sí mismo de
maestros y/o alumnos, la desconfianza en la institución, la desconfianza en lo social.
Abundaré en la apatía de algunos estudiantes ante las propuestas para el trabajo
relacionado con la clase. La apatía o motivación de los estudiantes para el
desempeño del docente resulta tan relevante, que si me hubieras preguntado el
semestre pasado por mis perspectivas en la enseñanza, te habría dicho: ―No hay
nada, o casi nada qué hacer, los alumnos no responden‖. He hecho un
descubrimiento interesante: la motivación de los estudiantes en los primeros
semestres suele ser muy alta, y eso hace que sea maravillosa la actividad docente
con ellos. A medida que avanzan, crece su arrogancia, creen que ya lo saben todo y
que no hay maestro que pueda enseñarles algo porque consideran que todos, o la
gran mayoría, son unos ineptos. Este semestre he trabajado con alumnos de primero
y segundo semestre y hemos realizado proyectos muy interesantes, para ellos y para
mí. Me he sentido altamente motivada, energetizada, satisfecha con mi trabajo.
Me pides que te hable de mi ética profesional y de la coherencia que siento guardar
con la misma. Mi ética tiene que ver con el cuidado que pongo en que mis clases se
conviertan en semilleros de un posible mundo mejor a través de los procesos que ya
expliqué más arriba. Me considero coherente en el cuidado de seguir mis principios
hasta donde me es posible y a la vez, estos principios los explicito a mis alumnos al
inicio del semestre, los pongo en común, los reflexionamos, los discutimos, y luego
pasamos a otras cosas, como la discusión del programa preliminar que les presento.
Por lo que toca a cómo entiendo la salud mental ligada a la práctica docente, me
explico: La salud mental la relaciono con el sentirse bien con una misma y con los
demás, con la posibilidad de mantener contacto con la realidad concreta, social e
253
individual implicando diferentes aspectos personales: la afectividad, la
emocionalidad, la creatividad, el potencial intelectual. Involucrarse con el mundo
poniendo en juego tales aspectos, me parece que es una condición para propiciar la
salud mental y todo ello parte de algo que considero básico: mantener el contacto
consigo misma.
En cuanto a lo que coadyuva y lo que entorpece las posibilidades de salud mental en
torno a la docencia a nivel superior, te diré que para mí es fundamental la relación
que tengo con los estudiantes y también con otros maestros, pero principalmente
con los estudiantes. Cuando hay una buena relación con mis alumnos y ellos se
muestran motivados y participativos en las actividades de la clase, eso resulta para
mí una maravilla y redunda en mi bienestar, en una sensación de que me cargo de
energía, me siento satisfecha, realizada. Por el contrario, la apatía y la negativa al
trabajo por parte de los estudiantes, me desgasta, el semestre se convierte en tal caso
en una lucha pesada, se trabaja menos y sin embargo, trabajo más en la batalla
porque logremos hacer algo. Experimento un marcado contraste entre el entusiasmo
que me genera el trabajo efectivo y la frustración del trabajo inútil que resulta la
batalla campal con estudiantes desmotivados. Relaciones personales cercanas y no
desgastadas con exceso de conflictos, considero, hacen bien. En cuanto a los
alumnos, ellos cambian y se requiere flexibilidad de nuestra parte para tratar de
sacar lo mejor con los diferentes grupos, en cuanto a los otros docentes, los colegas,
son los mismos, pero para mí es también muy importante que las relaciones
marchen lo mejor posible.
Otro aspecto que se relaciona con la satisfacción que me procura la docencia, es mi
trabajo de investigación. Es muy agradable cuando se cuenta con apoyo a la
investigación por parte de la institución y no tenemos que andar luchando para
contar hasta con el papel que requerimos. Yo ligo mucho mi investigación con mi
labor docente. Mis alumnos leen mis trabajos, y esto me resulta muy creativo, hacen
sugerencias, derivan de ellos ideas para actividades, etcetera. Esto es así cuando
trabajo con semestres iniciales. Incluyo, hasta donde es posible a estudiantes en mis
proyectos de investigación, lo que viene siendo facilitado por los cuerpos
académicos. Que ellos, los colegas y otras personas, a las que les sirva, se interesen
por lo que hago, que se publique, se lea, se discuta y sea semillero de nuevas ideas,
que reciba atención en el sentido de que sirva para algo, es para mí una gran
motivación y por supuesto redunda en bienestar personal.
255
docente como un fragmento formalista de la propia vida, que entregarse a la docencia con
todo lo que se es como sujeto, implicarse y de la implicación aprender, crecer, cuestionarse,
moverse de lugar a fin de esclarecer y potenciar la relación de aprendizaje.
Maud Mannoni en ―El Síntoma y el Saber‖, comparte la experiencia de superación
de obstáculos para ganar para la vida a alumnos de su escuela de Bonneuil, que eran
jóvenes con problemas considerables. Nos dice (Mannoni, 2011:14): ―Formé con los más
difíciles una compañía de teatro ambulante (…) (Logré, E. R.) arrancar una palabra
personal a los mandamientos y supersticiones que los gobernaban.
Tal vez uno de los recursos, cuando el ‗malestar en la enseñanza‘ nos agobia como
docentes, sea el buscar convertir la clase en un ámbito cultural donde se pueda
experimentar un tanto a la manera como nos lo explica ―Comprometida‖ que lo pone en
práctica en la relación con sus estudiantes.
Otro recurso, cuando se vuelve intolerable la apatía o el cansancio en el ámbito de
enseñanza/aprendizaje es buscar la apertura al mundo exterior, luchando, a la manera como
lo hacía Mannoni en su escuela, para que en ningún momento la institución misma llegue a
constituirse en un lugar de protección o plenitud fantaseada que termine por alejar de la
vida. Se trataría de cuestionar la existencia de la institución, las actitudes tanto del docente
como de los estudiantes pensando tanto a los sujetos como al establecimiento de enseñanza
en relación con el medio sociocultural en que se ubican, que a la vez sería objeto de una
posible reflexión común para visualizar las dificultades que tiende a generar a nivel
subjetivo y de la colectividad.
Cabría preguntarnos hasta qué punto somos capaces de introducir lo lúdico y la
fantasía en nuestra práctica docente. El psicoanalista inglés Donald Winnicott (1979) da
cuenta del valor del jugar como espacio potencial en el que pueden florecer la fantasía y la
imaginación como predecesores de nuevas formas y relaciones culturales. Por otra parte, en
la obra aludida, Winnicott también nos hace ver que formas de trato humano comunes,
como el prestar verdadera atención al ser humano con el que interactuamos, redundan en
una contención de las angustias del sujeto en cuestión.
Maud Manonni (2011:56) nos recuerda actitudes que son importantes en toda
clínica y que pueden llegar a tener efectos creativos en los espacios de docencia: la apertura
a lo imprevisto, el juego, la paradoja y el humor.
256
Marie Jean Sauret (2004), docente de la universidad de Tolouse en Francia, dictó en
2004 en la universidad de Costa Rica el curso ―La Pregunta acerca del Sujeto en la
Investigación Social‖. Una de sus inquietudes fundamentales es el incremento de la
violencia en la actualidad, la que la lleva a preguntarse: ―¿En qué lugar del camino se
extravían los esfuerzos que se despliegan en torno al bienestar y a la salud de las personas?‖
(Sauret, Jean Marie, 2004: S/p: comunicación oral). Uno de sus postulados es que la
violencia entre los sujetos es en parte producto de la disminución del intercambio de
palabras promovida por la civilización actual centrada en la imagen, el consumo, la
exaltación de atributos físicos, etc.
En ―Exclusión escolar, el lazo social fragmentado‖, Etty Kaufmann y Milagros
Jaime (2009: 509) citan a Alain Badiou cuando afirma: ―Nos falta un mundo, porque las
desigualdades producen abismos, porque hemos construido un planeta donde mucho y
muchos han quedado fuera. Han quedado fuera las palabras, las historias, los saberes.
Hemos perdido todo eso, sí. Ya nos lo había advertido Walter Benjamin (1936)
mostrándonos su sorpresa ante el enmudecimiento que traían los que retornaban del campo
de batalla, en lugar de volver con una riqueza en vivencias, más bien volvían
empobrecidos. ¿Qué pasaba? Una facultad que parecía inalienable, la más segura entre las
seguras, nos había sido retirada: la facultad de intercambiar experiencias. Lo que queda
fuera es nuestra posibilidad de ser alguien para los otros, decirnos con los otros. La
ausencia de una experiencia colectiva del mundo. No debatimos sino que nos batimos‖.
(Kaufmann y Jaime, 2009: 509).
Es de nuevo Marie Jean Sauret (2004), citada esta vez por Kaufmann y Jaime (2009.
513), quien ―nos recuerda que la palabra es ‗la marca incontestable de la presencia de un
sujeto‟. Cada ser humano requiere ser reconocido en su palabra por los otros para alojar su
subjetividad en el lazo social. Pero cuando la palabra es expulsada, se hace difícil ligarse a
los otros a partir del mutuo reconocimiento, y los espacios posibles de encuentro entre
sujetos se desdibujan: la exclusión de la palabra como pacto de reconocimiento y lazo con
el otro se asimila a la exclusión de un mundo compartido y condena al sujeto al desamparo‖
(Kaufmann y Jaime, 2009: 513). A la que aquí se alude es a la soledad del desencuentro, de
un diálogo de sordos producto de la imposibilidad de mediar ante la realidad de las
257
diferencias de los sujetos y de las culturas, soledad e incomunicación que conllevan el
riesgo de la explosión de la crueldad, del pasaje al acto en manifestaciones de violencia.
El tema del que aquí nos ocupamos nos lleva a preguntarnos: ¿cómo propiciar el
intercambio de palabras y experiencias en los espacios de la educación superior?
Como acercamiento a una respuesta posible quiero traer a colación a Francisco
Pereña (2011: 9), quien en su obra ―Cuerpo y Agresividad‖ nos presenta a la desdicha como
oportunidad de apertura y transformación, en tanto es un acontecimiento que puede dar
lugar a ―la atención creativa de la que habló S. Weil (…) esa posibilidad que es un nombre
del amor, que suspende en ese instante (al menos en ese instante) el ejercicio de la fuerza.
Si no hay acontecimiento, instante y temporalidad nada cabe escuchar. La atención se da en
el seno de la relación con el acontecer. Por eso es a la vez espera y paciencia, sin
precipitación, es vacío y falta, es abandonar el centro de la atención para orientarse hacia
los demás, pues la escucha nos coloca del lado de los que pierden y de lo que se pierde, sin
promesa de salvación pero como terreno propicio para los sentidos, para vivir y respirar‖. Y
un poco más adelante dice: ―…En ese prestar atención a lo extranjero surge la palabra en el
mismo instante de la escucha, no antes sino en el instante de la alteración y de la intrusión.
Y entonces quizá la vida no abstracta es posible…‖
Referencias
Freud, Sigmund (1905). ―Drei Abhandlungen zur Sexualtheorie‖ (―Tres Ensayos para una Teoría
Sexual‖), en Freud, Sigmund, Studienausgabe, tomo V, Sexualleben (Vida sexual), Frankfurt/Main,
Fischer Taschenbuch Verlag, pp. 37-145.
Kaufmann, Etty y Jaime, Milagros (2009). ―Exclusión escolar, el lazo social fragmentado‖, Revista
Digital de la Maestría en Ciencias Penales‖, Universidad de Costa Rica, no. 1, pp. 509-517.
258
------- (2011). Cuerpo y Agresividad, México, Siglo XXI.
Roudinesco, Élisabeth y Michel Plon (2003). Diccionario de Psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós.
Sauret, Marie Jean (2004). ―La Pregunta acerca del Sujeto en la Investigación Social‖, Curso
dictado en el Doctorado de Estudios de Sociedad y Cultura en la Universidad de Costa Rica.
259
Contribuciones para el Estudio de la Afectividad y las Emociones en
Grupos Académicos de Investigación
Alfredo Bautista
Introducción
260
una narrativa accesible. Espero por lo tanto haber encontrado la respuesta a dicho dilema en
el presente texto considerando que los conceptos, ideas y cuestionamientos aquí expresados
parten de iniciativas y experiencias propias, personales y profesionales, ambas a nivel
multinacional y multicultural, realizadas dentro de un marco de resistencias versus
cooperación de grupos de investigadores/as en varios continentes a quienes expreso mi
agradecimiento y el tan requerido, como benéfico, reconocimiento.
Pueden ser diversas las expectativas que despierta la discusión del tema a tratar, el que hoy
por hoy, adquiere mayor consideración en cuanto a la necesidad y utilidad implícita que
conlleva el entender con profundidad y exactitud cualitativa la enorme diversidad de
emociones y sentimientos que surgen a partir del manejo conjunto, disciplinado a la vez
que disciplinario e interdisciplinario, de complejos universos de conocimiento científico
construidos por grupos de investigadores académicos. La relevancia por el estudio y la
comprensión de los aspectos psicodinámicos y psicológicos que surgen en los procesos de
investigación científica toma un matiz particular por tratarse de grupos humanos cuya tarea
está encaminada hacia la generación, promoción y difusión de saberes nuevos con utilidad
para el desarrollo, la sustentabilidad y el progreso de las comunidades a las cuales
representan, además de otras con problemáticas, situaciones y búsqueda de soluciones
261
análogas, incluidas diferentes regiones del orbe. Como una característica agregada,
reconocemos entonces la inscripción de dichos grupos dentro de la globalización o
internacionalización de la ciencia con sus implicaciones psicosociales relacionadas a dicha
pertenencia, como veremos más adelante.
262
afectivos provenientes de las distintas interrelaciones en sus respectivos ámbitos culturales
y regionales.
En relación a sus prácticas de poder, nuestros grupos estudiados, mantienen por una
parte, el apego a una epistemología y metodología de acuerdo a su disciplina de
adscripción, aunado a las que observamos en la construcción de vínculos sociales
intergrupales e intragrupales, los cuales son necesarios ambos para su supervivencia y
valoración, tanto al interior de los mismos, es decir, de su integración como grupo de
trabajo y de la resolución de sus luchas de poder; como hacia el exterior, en la búsqueda de
una efectividad pragmática y el beneficio social de sus propuestas en general, y de los
universos a investigar en particular. En suma: en los grupos académicos de investigadores,
habrán de sucederse y resolverse las contradicciones que surjan de la dicotomía ciencia-
ideología. En palabras de Bauleo (1983:70): ―El grupo aparece como campo posible de la
auto-experimentación, de la pragmática de la relación interpersonal, como un artificio del
263
lenguaje, en última instancia como una metáfora social de la difícil articulación entre
subjetividad y estructura social”.
264
adquiridos a partir de la interacción con otros grupos tanto del establishment científico,
como particularmente, de las comunidades o grupos externos para quienes van dirigidos los
proyectos académicos y de investigación. A nuestro entender, quedan de esta manera
asentadas dos vertientes de socialización de los grupos científicos, a partir de un
compromiso social intergrupal y otro comunitario, cuyos objetivos que manejan en
ocasiones intrínsecamente resultan contradictorios o conflictivos, como veremos más
adelante.
265
constituye el entendimiento de ― the way how things are being doing‖, es decir, la
explicación de la metodología. Podemos añadir aquí que dicho acto de comunicación
también es autobiográfico.
Un material subsecuente de análisis han sido los textos de difusión pública como las
páginas de internet y los posters informativos ubicados en las áreas públicas dentro de las
instituciones cuyo objetivo apunta más hacia enfrentar los retos y compromisos adquiridos
bajo el sistema de interacción social o intragrupal dentro y fuera de la institución (autor
sobre textos). Dicho material va compaginado con los textos y las publicaciones científicas
necesarias para journals, reportes, etcétera. utilizados en actividades de difusión como
serían los coloquios, congresos, simposios y congresos científicos.
266
científico vista a través de un texto escrito. Con base en la aprobación, dependerá la
publicación (difusión) del texto evaluado produciendo un aumento en el ―rating” de
apreciación y reconocimiento dentro de la comunidad científica nacional e internacional.
De esta doble actividad grupal, que implica el ejercicio del habla y la escucha por
una parte, y la escritura y lectura por la otra, surge una dicotomía particular; ya que
mientras que los intercambios verbales se encuentran permeados por elementos
emocionales surgidos durante dichos diálogos en relación a los aspectos teóricos y técnicos
que se manejan en la investigación, en la escritura concerniente a las investigaciones
académicas (tanto en grupos de científicos como en otras áreas), es requisito que esté
desprovista de toda emocionalidad y afectividad manifiesta, como hemos mencionado.
267
de diversa índole, de tal suerte que los sentimientos que afloran, pueden llegar a ser
controvertidos, como los que mencionan Shapiro y Carr (2000:14) ―… When engaged with
others in tension filled dialogues the temptation is to treat others disrespectfully by
assigning them to a devalued role and dismissing them. We do this by unconsciously
asserted exclusive membership allow us to deny the ways in which, by disconnecting the
others, we are also alienating parts of ourselves. El origen dichas reacciones emocionales
se encuentran en lo que Sandner (2013) apunta acerca de las
Sin embargo, como no todo lo que ocurre en los diálogos verbales puede ser del
dominio público, surge entonces la necesidad de resolver los problemas relacionados con
procesos de elaboración de la dimensión afectiva a través de la dimensión racional –que
incluye operaciones mentales de síntesis, condensación y abstracción entre otros- y que han
de sucederse, para llegar al terreno de la apreciación-aceptación científica comunitaria. Lo
anterior nos permite plantear la hipótesis psicodinámica acerca de que en la investigación
científica el trabajo de grupo se va concentrado y resolviendo a través de los distintos
niveles de problematización con sus consiguientes propuestas de solución; es por ese
motivo que partir de dicha actividad, los recursos emocionales que surgen a partir de las
vinculaciones afectivas entran en juego, estableciendo una íntima interrelación con la
actividad mental e influyendo en los grados de abstracción y síntesis para coadyuvar a la
clarificación y aportación de sustento a la problematización, teniendo como meta la
transformación de objetos de estudio.
268
ansiedades) demandará soluciones que evidentemente recaerán sobre la calidad de la
problematización y la pregunta de investigación, debido a que ésta actividad racional (―das
Befragte”) por su misma esencia y función dentro de la investigación, plantea probables
situaciones de escepticismo, de ruptura hacia lo establecido (tradición) y contra
manifestaciones anti-dogmáticas (Keller, 1990)
Considerando que en los grupos y en las organizaciones existe una natural fuerza de
resistencia al cambio, bajo nuestros parámetros ésta es entendida como fuerza tensional
entre las reglas o parámetros institucionales y la dinámica de trabajo. En ocasiones los
equipos de trabajo llegan a sucumbir ante las ansiedades de contención, de manera
consecuente empiezan a llevar a cabo propuestas demasiado académicas, tradicionales o
institucionalizadas, con lo que muestran temores al cambio, que en este contexto significa,
llevar a cabo la tarea de investigar, sin la consiguiente transformación de objetos de estudio.
Bajo tales circunstancias el pensamiento grupal se mediatiza y concretiza, perdiendo
flexibilidad y la fuerza necesarias para asumir riesgos y tomar decisiones.
269
Lo anterior implica cambios en la manera de pensar, sentir así como en el trato con otras
personas y hacia si mismos/as; sin embargo, si deseamos extender nuestra hipótesis
anterior, podemos agregar que en los grupos de nuestro interés, los cambios en la
perspectiva para interpretar o evaluar las emociones grupales pueden implicar sufrimiento y
angustia, por lo que entonces surge una evasión generalizada, de complicidad entre los
miembros, hacia el conocimiento de la verdad psicológica proyectada en impedimentos
para el descubrimiento científico.
En un equipo interdisciplinario cuyo proyecto académico tenía que ver con llevar a cabo
un apoyo sistemático a través del uso de tecnologías digitales en grupos seniles
institucionalizados, el tema del envejecimiento de los mismos miembros del equipo
académico, quienes en su mayoría pertenecían al grupo de adultez media, se convirtió en
un tema tabú; ya que ante la posibilidad de hablar acerca de las emociones respecto a las
vivencias de envejecimiento de ellos/ellas mismos/as debido al contacto con el grupo senil,
prevalecía el silencio o los cambios abruptos de tema, cuando éste era traído a las
asesorías. El único integrante, que pertenecía al grupo de adultos mayores, se ausentaba
en ocasiones a las reuniones de trabajo del equipo; sin embargo, nadie parecía notar su
ausencia; es decir, nadie preguntaba acerca de su paradero ni lo mencionaba, aún más,
podría decirse que de manera subjetiva surgía un ambiente de tranquilidad. En una
ocasión, durante una reunión, los integrantes del equipo académico coincidieron en que el
tipo de teléfonos celulares, que utilizaban, era demasiado “oldies” (viejos), manifestando
asimismo sus dificultades para entender el manejo de aparatos más modernos y
sofisticados como los que ellos proponían que utilizara el grupo senil al cual dirigían el
proyecto. Durante esa misma reunión de trabajo, surgieron paralelamente dificultades
para proponer un marco interdisciplinario de investigación, optando por evadir la
búsqueda de conocimientos nuevos evitando plantear preguntas e hipótesis desde las
diferentes disciplinas a las que pertenecían los/las participantes del equipo, a cambio,
tomaron la decisión de focalizar su actividad sobre aspectos pragmáticos, lo que consistía
en dar asistencia al grupo senil a partir de enseñarle cómo utilizar equipos tecnológicos
modernos como el “ipad”.
270
socialmente, de acuerdo a estudios realizados dentro de la misma institución). El rechazo de
propuestas nuevas o que parecieran arriesgadas fue bien recibido y aceptado por el equipo,
a pesar de que algunos de los retos implicaban poner en evidencia la propia subjetividad, a
la par de las experiencias emocionales que se estaban presentando por el contacto con su
grupo de estudio (senil). Una reflexión acerca de estos temas por parte del equipo pudo
haber abierto una posible veta de creatividad al poner en duda el conocimiento
convencional acerca del manejo de la población senil en ese medio cultural, o plantear por
otra parte, la problemática del envejecimiento vista en ellos/ellas mismos/as. Sin embargo,
podían notarse sentimientos de ansiedad expresados en dificultades de confrontar dicha fase
propia del ciclo de vida. Lo anterior quedaba de cierta manera demostrado con la negación
que el equipo hacia acerca del participante/investigador senil del grupo mismo, a la vez que
manifestaba sentimientos encontrados respecto a llegar a ser ―oldie‖, proyectando dichos
afectos en los sujetos de estudio a quienes proponían el uso de tecnologías nuevas (ipads o
celulares sofisticados), por las que el equipo mismo de académicos/as manifestaban
desconfianza e inseguridad, lo cual evidenciaba una contradicción, aún cuando la propuesta
tuviese una efectividad pragmática.
271
Adaptación de los grupos científicos al discurso socio-cultual
272
dinámica, los recursos psicológicos a su alcance, pudiendo llevar a cabo los siguientes
pasos de apertura y reconocimiento del origen de sus ansiedades, tensiones, miedos,
expectativas, recursos, etcétera, promoviendo cambios o sinergias.
De este vasto campo de estudio que son los estudios interculturales, reconocemos
para nuestro interés presente, por ejemplo, el concepto de ―choque cultural‖ (cultural
shock), el cual surge a partir de la convivencia cotidiana en donde confluyen varias
expresiones culturales dentro de un equipo de trabajo, - y con frecuencia las
interdisciplinarias, si hablamos de equipos académicos de investigación constituidos bajo
dicha tónica; con la consiguiente creación de vínculos emocionales que son precisamente
los que redefinen la identidad psico-social de los grupos (ver Bautista 2011).
273
problema de integración intercultural, puede devenir a nivel cognoscitivo, en otro de
disciplinariedad, es decir, de carácter teórico o metodológico.
Para los equipos de trabajo lo anterior trae como consecuencia, grandes dificultades
para construir y manejar objetos de estudio de manera conjunta, obviamente incidiendo en
los procesos de entendimiento y colaboración entre miembros del mismo equipo, así como
entre equipos de trabajo. En este caso, ante la amenaza de la identidad psico-cultural,
acuden sentimientos de auto-protección y auto-resguardo (defensa); los que, dependiendo
de cada individuo, reactivan recursos cognoscitivos, en detrimento inicial de la interacción
humana; ya que pueden generar en algunos/as integrantes sentimientos de soledad con
conductas de aislamiento, por lo que el refugio ante estas vulnerabilidades, puede ser
encontrado en la mencionada ―trinchera‖ científica.
274
El seguimiento de la objetividad y lo pragmático, así como la búsqueda de verdades
empíricamente validadas y cuantificables, dan lugar a esquemas donde predomina la
impersonalidad, y el reconocimiento del área de las emociones tiene escasa o ninguna
cabida. Sin embargo, recordemos que la planeación de objetivos, metas y productos de los
proyectos de investigación científica son resultantes de la presencia y dinámica constantes
entre participantes de una o varias áreas del conocimiento en los casos de grupos
interdisciplinarios. Ahí, donde la persona y lo personal, lo biográfico, lo autobiográfico y lo
historiográfico semejan ser circunstanciales o anecdóticos, también lo afectivo y emocional
queda en aparente silencio, de manera latente o preconsciente, en búsqueda de su expresión
como parte de la acción y actuación grupal, que de alguna u otra manera habrán de
manifestarse dentro de la dinámica grupal.
275
de compartir tareas, historias, anécdotas y conflictos diversos surgen sentimientos
contrapuestos de aceptación o rechazo y gusto o desagrado, los que vinculan a los/as
participantes quienes encuentran en sus compañeros/as una identificación y una proyección
de las propias características personales así como de las vivencias presentes o pasadas. La
colaboración para el desarrollo de las tareas en proyectos académicos está fundamentada en
la identificación de intereses, metas e ideas comunes que van apareciendo en el largo
proceso que significan las vinculaciones humanas; las cuales van encontrando su
resonancia y respuesta en cada uno de los miembros, hasta llegar a constituir un equipo de
trabajo con una meta compartida y con características psicológicas afines.
Por otra parte, suele ocurrir con relativa frecuencia, que como aparente causa de la
cotidiana convivencia y las vicisitudes organizacionales, surjan fricciones, desagrados,
divergencias y hasta traiciones, que llegan a provocar frustraciones con grandes
sentimientos de enojo, teniendo como resultado escisiones y abandonos, constituyendo
276
entonces verdaderas amenazas para la integridad grupal y obviamente para el desarrollo del
proyecto. Cuando sobrevienen divisiones y bandos contrapuestos dentro del mismo grupo o
intergrupales dentro de la institución, observamos verdaderas ―batallas campales‖ fuera del
plano teórico, acentuándose en el personal. Los costos emocionales de estos eventos son
bastante elevados; ya que generalmente provocan desgaste y disminución de la
productividad grupal en la medida que el grupo reactiva mecanismos psicológicos de
protección y procesamiento de los conflictos.
277
ningún momento llega manifestarse. En un nivel inconsciente, sin embargo, pueden
reeditarse simbólicamente dichas fantasías incestuosas, las cuales al haber tenido un papel
importante en la formación psíquica infantil, recobran fuera en la dinámica grupal laboral.
Ante estos fenómenos inconscientes y profundos de la mente humana, surgen sentimientos
de culpabilidad y auto-censura que pueden traer como consecuencia actos de auto-sabotaje
o resistencia hacia las tareas grupales.
278
etcétera llegando a manifestarse de múltiples maneras y por múltiples canales de acuerdo al
dictum de la cultura donde se ubique.
Las respuestas y procesos implícitos tanto del nivel psicológico como cognoscitivo quedan
concatenados a posteriores e importantes eventos fuera de su territorialidad y que son los
que, entre otros, mantienen a los grupos de investigadores científicos, tanto de sociedades
279
post-industrializadas como de los llamados en vías de desarrollo, dentro de una feroz, ardua
y cruda competencia por el acceso a los apoyos y financiamientos otorgados a través de
grants, donaciones, inversiones estatales y privadas, etc. imprescindibles para el avance de
proyectos científicos. Estos parecieran estar cada vez más reducidos en la actualidad,
acorde con la crisis económica nacional e internacional, por lo tanto, los grupos compiten a
través de las más diversas formas legales y recursos a su alcance, (sin descartar las ilegales,
como en el caso de las falsificaciones de resultados, el plagio de artículos o parte de ellos o
aún de capítulos completos de tesis doctorales u otros escritos, como ha sido documentado
también por publicaciones de lectura general (ver: http://www.spiegel.de).
Resulta asimismo conveniente en este punto escuchar las voces que arguyen acerca de que
son los/las coordinadores/as, directores/as o responsables de cada proyecto quienes toman
las decisiones acerca del curso que habrán de seguir las tareas y la estrategia general en
relación a la recolección de material, bibliografía, y especialmente a su difusión por una
parte, y por la otra, empalman dicha actividad tomando decisiones relacionadas con
280
aspectos organizativos y administrativos que determinan el funcionamiento de los equipos
de trabajo.
Al respecto podemos aducir que, como sabemos, las jerarquías en los grupos
académicos de investigación generalmente comprenden diversos niveles de acuerdo a los
diferentes sistemas educativos universitarios. Éstos incluyen el/la director/a o codirección
de proyecto, asistentes, técnicos, investigadores, estudiantes de grado o tesistas por lo que
en términos racionales y organizacionales, al hablar de decisiones para el grupo y los
proyectos de investigación, estaríamos entrando en una discusión acerca del liderazgo y los
roles que cada integrante desempeña respecto al líder. A éste último lo tomamos aquí en
cuenta, en la medida que un conjunto de individuos (el grupo de investigadores) definen,
moldean, colaboran y se adaptan a un determinado tipo de liderazgo y de discurso
organizacional, el cual aplicará diversas estrategias en la consecución del poder (Haubl R.
et al 2007) visto este fenómeno, a través logros y obtención de metas de investigación.
Expresado con otras palabras, la toma de decisiones, los valores y las prácticas que se
ejercen desde la ideología del poder en una institución u organización, las vemos
concentradas y en búsqueda de su efectividad como parte de la dinámica grupal.
281
Disfuncionalidades y psicodinámia
A partir del hecho señalado anteriormente acerca de que la balanza de las emociones tiende
en ocasiones a inclinarse de pronto hacia el lado de las insatisfacciones, frustraciones,
desilusiones, etcétera con el consiguiente detrimento de los individuos, el grupo, la
institución, así como del proyecto en torno al cual giran las expectativas, encontramos una
serie de experiencias investigadas y clasificadas por la psicología académica y la medicina,
entre las que podemos reconocer al ―síndrome del quemado‖, el ―síndrome de fatiga
crónica‖, el ―estrés traumático‖, aunado a otros diversos fenómenos físico-psicológicos y
―síndromes funcionales‖ (Kutter, 2001a 2001b). Así, las vulnerabilidades del binomio
salud/enfermedad a nivel de los equipos de trabajo en la investigación científica queda en
evidencia.
Nuestra experiencia con dichos equipos nos muestran que cuando ocurre un desbalance
emocional, éstos llegan a ser socialmente disfuncionales, creando patrones de pensamiento
y comportamiento que resultan inexplicables e injustificables para los miembros del grupo;
por tal motivo es posible señalar que los equipos llegan a adquirir valores, normas y aún
prejuicios o manifiestan conductas que difícilmente serían aceptados de manera individual,
y que por el contrario, resultan ser respuestas y expresiones de dinámicas intergrupales,
como anotan algunos autores (Burack y Franks, 2004). Con el objetivo de entender dichos
fenómenos, y como ha sido señalado anteriormente, el estudio de la psicodinamia de los
grupos nos aporta datos acerca de la presencia de emociones, sentimientos y sus
manifestaciones, resultantes de la interrelación y los vínculos emocionales. Una descripción
fenomenológica relacionada con el origen, calidad e intensidad de sus manifestaciones
emocionales, nos lleva a concluir bajo el necesario rigor metodológico, tanto la naturaleza
de las ansiedades, como los significados de sus escenificaciones, re-escenificaciones y
resistencias propias del trabajo de investigación académica, incluyendo las defensas y
recursos disponibles utilizados o no, en contra del detrimento de las tareas concernientes a
la actividad de investigación científica.
282
Durante la fase inicial del desarrollo de un proyecto interdisciplinario en el que las
estrategias de trabajo y la distribución de roles estaban por definirse dentro del equipo,
uno de los participantes relata en la asesoría psicológica, un sueño en relación al mismo
equipo: “Me encontraba en un monasterio ubicado en la cima de una montaña. Veía ahí a
todo el equipo de investigadores del instituto quienes estaban en una reunión de trabajo.
Me dirigí entonces a un aula contigua y tomé del pizarrón todas las tarjetas con las
aportaciones que cada quien había pegado a manera de “brainstorming”. Eché a correr
saliendo a través de un edificio contiguo que era un hospital. Ahí encontré a uno de los
coordinadores del proyecto por lo que regresé al aula principal. Empecé entonces a
elaborar con el grupo una estrategia para escapar de ahí, sin embargo, llegó otro de los
investigadores involucrado en el proyecto quien dijo que nuestro juego había sido
descubierto. Detrás de él venía el coordinador en jefe quien se mostraba excesivamente
enojado externando que se” trataba de una catástrofe”, al tiempo que atacaba a algunos
de los investigadores; de pronto tropezó y cayó por una ventana hacia el vacío de la
montaña falleciendo en el instante en el que llegaba un monje junto a él. Al observar la
escena el grupo de investigadores cayó entonces en pánico, esparciéndose todos y todas en
distintas direcciones”.
Por otra parte, el sueño nos permite identificar una serie de afectos de tipo amenazante y
persecutorio en el que subyacen tanto el miedo y el enojo ante el autoritarismo, como un
sentimiento de desconfianza generada por la traición dentro del equipo. Dichos afectos
quedan expresados en el sueño, los cuales observamos a partir de las escenificaciones, en
donde el grupo aparece trabajando de manera ―ordenada‖ en un aula de un ―monasterio‖ (el
lugar de los dogmas religiosos, ante las cuales la verdades científicas tratan de ganar
supremacía), mientras que un integrante intenta poner a salvo ―las ideas‖ del grupo (tarjetas
283
del ―brainstorming‖, es decir, del orden de la creatividad y de los sentimientos de
cooperación del grupo). Al fallar su primer intento (no fue posible esconderlas entre los
médicos, ni entre las ideas médicas porque apareció la figura del coordinador ―enfermo‖ -
¿de autoritarismo?; ya que se encontraba en el hospital), trabaja con el grupo en una
estrategia para huir (obviamente la estrategia se refiere a lo científico y a lo emocional), la
cual también falla debido a la traición de alguno de los miembros (―nuestro juego ya fue
descubierto‖ – es decir, que alguien (el traidor) lo destapó ante el coordinador, -la
autoridad), con el consiguiente desenlace fatal, aunque pleno de sarcasmo; ya que las ideas
religiosas, es decir, el pensamiento mágico (representado en el sueño por el monje y en la
realidad por un subgrupo numeroso de investigadores que eran musulmanes practicantes),
triunfa en este caso sobre el pensamiento científico y racional (la ciencia – representada por
el coordinador científico quien muere). De manera análoga a lo que acontece en la tribu
primaria, el grupo se disuelve en pánico ante el derrocamiento de la autoridad.
Resulta bastante probable que de las reflexiones realizadas hasta aquí aunadas a las que
restan por llevar a cabo adelante, nos sea posible obtener un conocimiento significativo
acerca de las condiciones, tensiones y dinámica que generan las distintas fuerzas que entran
en juego cuando los grupos plantean esquemas, o diseños académicos y de investigación.
Hemos señalado que en la medida que podamos clarificar las cuestiones psicológicas
inherentes a todo funcionamiento grupal podremos entender cómo éstas pueden llegar a
constituir limitantes o cargas adicionales que obstaculizan e impiden la satisfacción plena y
el gozo abierto de los/las participantes a nivel emocional con obvias consecuencias para los
objetivos y las metas grupales, o bien, ser generadoras de sinergias y procesos productivos.
284
Lo anterior debido a que, como hemos señalado aquí, la actividad de investigación, implica
un elevado desarrollo cognoscitivo a la par del involucramiento afectivo óptimo en la
transformación y obtención del conocimiento; lo cual en conjunto nos aporta elementos
para concluir que también se trata de una actividad donde la creatividad está presente de
manera importante.
Como sustento de dicho concepto, Bauleo (1988) habla acerca de que Klein y Pichón
Rivière por su parte reconocen un ―impulso epistemofílico‖, el cual, de acuerdo a Bion
(1956), se gesta durante la etapa de socialización en la primera infancia. Sin embargo,
nuestras observaciones psicoanalíticas aplicadas a la psicodinamia de grupos de científicos
(op. Cit. 2012), nos ha permitido ubicar de manera hipotética el desarrollo del citado
impulso en las resoluciones del periodo adolescente, que es cuando resurge como una
alternativa de las expresiones y conflictos relacionados con la búsqueda de independencia,
autosuficiencia y definición de la identidad psicosexual. El impulso en cuestión retoma - a
partir del sentimiento de perplejidad y contemplación acuciosa- la actividad de búsqueda y
descubrimiento del conocimiento para unificarlo, diferenciarlo, y explicarlo, en suma para
transformarlo; siendo ésta la parte nuclear de toda investigación, es decir, la de llegar a
descubrimientos o innovaciones a partir de la transformación del objeto en un universo
focalizado.
285
mayoría de los grupos científicos contemporáneos. En una siguiente instancia y como lo
señalamos en su momento, reconocemos que nuestros grupos de estudio presentan una
filiación institucional u organizacional, cuyos escenarios comunes para su interacción los
ubicamos dentro de contextos institucionales, y organizacionales específicos como son los
ámbitos universitarios especialmente los Departamentos, Institutos y Centros de
investigación; de igual manera consideramos a la red de internet como una fuente y un
instrumento fundamental para obtención de datos y la generación de vínculos, que pueden
devenir en afectivos, además de los académicos.
La tradición oral respecto a los grupos de nuestro interés refuerza las observaciones
anteriores, ya que existe la consigna de que en el mundo académico, los equipos de trabajo
286
están sujetos al aislamiento de sus integrantes, debido a las características propias de la
práctica científica, las que incluyen determinada segregación para la lectura y escritura de
textos científicos, preparación de seminarios, revisión de reportes, elaboración de
conferencias, anteproyectos, etc. (Pagniccci y Mauriello 2008:8). Como habremos de
constatar, dichas prácticas y tendencias ―aislacionistas‖ cotidianas, que en ocasiones
resultan necesarias, constituyen una dimensión particular dentro de la dinámica psicológica
de los grupos académicos, por lo que de inicio, es posible establecer una situación dual, de
pares antitéticos, presentes de manera simultánea y en relación a la ―colaboración /
participación‖ versus ―segregación / aislamiento‖.
287
a generarse una dinámica psicológica, y es entonces cuando hablamos de una grupalidad, la
cual a su vez se verá reflejada en formas de abstracción del objeto de estudio en la
investigación.
El grupo primario nos es útil como referente para todas aquellas cuestiones y
problemáticas grupales de nuestro quehacer profesional y fuera de él; a él acudimos de
manera inconsciente cuando somos partícipes de una actividad grupal en la cual
involucramos sentimientos y afectos; finalmente recapitulamos las vivencias y experiencias
288
grupales del pasado ahora en nuestro quehacer cotidiano como miembros de grupos
académicos de investigación.
Conclusiones
En este estudio nos ha sido posible confirmar que para determinar las características
afectivas (psicodinámia) e incluso llevar a cabo un diagnóstico y propuestas de intervención
acerca de la situación afectiva y emocional presente en grupos académicos de
investigación, los teóricos, clínicos y en general los estudioso de los grupos laborales se
ven confrontados con importantes resistencias y obstáculos que tienen que ver en primera
instancia con dificultades para aprehender e incorporar un concepto básico de grupalidad de
la forma como ha sido definido por otros autores y por nosotros mismos en el transcurso
del presente estudio. De acuerdo a nuestras apreciaciones, dicho concepto nos permite
entender que en los grupos a los cuales nos hemos referido, sin olvidar la similitud con
otros grupos, existe un psiquismo y una vida emocional propia basadas por una parte en su
historia, formación y composición dentro de una institución u organización, y por la otra,
en la rotación y el intercambio de aspectos afectivos producto de diversas vinculaciones y
constelaciones presentes y pasadas dentro del mismo grupo y fuera de él; quedando todavía
por definir aún con más precisión y exactitud cualitativa en posteriores investigaciones, la
relación que intentamos establecer entre las demandas y la resolución de los eventos
afectivos con sus respectivas expresiones emocionales, y los eventos mentales y
cognoscitivos implícitos que surgen a partir del compromiso que han adquirido para
plantear estrategias de investigación, incluyendo sus tareas y objetivos. Obviamente
habremos de coincidir en que el propósito de dichas tareas implica también el poder
conectarnos con la creatividad de los grupos, y de ser así con las implicaciones psicológicas
de dicho fenómeno; ya que en muchas ocasiones los productos, descubrimientos e
innovaciones del conocimiento son verdaderos ejemplos de lo que podríamos llamar
―creatividad científica grupal‖. El desdén y la incapacidad, aún desde la misma comunidad
científica, para concebir muchos de los descubrimientos, aportaciones e innovaciones como
producto de una actividad y una dinámica meramente grupal, ha permitido una
sobrevaloración de la acción y el pensamiento individual e individualista, que lleva la
289
intención de crear caracteres heroicos y protagonistas, reafirmando con ello las tesis
freudianas acerca de la visión narcisista-individualista versus la consideración comunitaria.
Por otra parte, siguiendo las propuestas enunciadas acerca del psiquismo grupal, es
posible afirmar que el grupo al ser poseedor de un aparto psíquico, una estructura
simbólica, una identidad psicosocial y tener una función social es entonces capaz de
insertarse en la dialéctica de la salud y la enfermedad. De ésta manera podemos señalar que
así como los grupos académicos enferman, éstos son también susceptibles de curación.
Seguramente requeriremos de categorías y clasificaciones específicas para definir, clasificar
290
y diferenciar dichos estados relacionados con el binomio mencionado. Posteriores
investigación en ésta área han de validar o refutar nuestras conclusiones.
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293
Ciencia y familia: imaginarios de feminidad y maternidad en científicas
universitarias
Introducción
Sin lugar a dudas, la participación y productividad de las mujeres científicas en las
instituciones de educación superior de nuestro país se ha incrementado considerablemente
en los últimos diez años. Un ejemplo de ello es el incremento gradual y sostenido que se
tiene de mujeres docentes en las instituciones de educación superior, al triplicarse en treinta
años: de 17 por ciento en 1969 a casi 50 por ciento en el 2000 (Bustos, 2000). De acuerdo a
estadísticas del Centro de Estudios de Género, en la Universidad de Guadalajara se
encontraban laborando, en el año de 2011, un total de 8,991 mujeres, las cuales
representaban el 41.6 por ciento, contra 12, 602 hombres, quienes representaban el 58.4 por
ciento. Por otro lado, de acuerdo a datos estadísticos del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI), en el año 1998 pertenecían a dicho registro de científicos un poco
más de dos mil científicas, cuyo número se duplicó para el año 2008, al estar registradas
más de cuatro mil ochocientas investigadoras (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
2007).
Si bien este incremento resulta alentador para las mujeres científicas, las
condiciones en las que desarrollan sus actividades profesionales en las instituciones de
educación superior (IES, en adelante) constituyen todavía una asignatura pendiente. Por
ejemplo, existen varios estudios que describen las formas de discriminación laboral que
experimentan (Kochen, 1994; Blázquez, 1997; García, 2004; Ballarín, 2005; Muñoz, 2005;
Ruíz, 2005; Berríos, 2007; Pont y otros, 2008; entre otros); otras investigaciones analizan
24
Doctora en Filosofía con orientación en Trabajo Social y políticas comparadas de Bienestar Social.
Profesora de tiempo completo en el Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Guadalajara,
México. [email protected]
25
Doctora en Sociología. Profesora – Investigadora del Posgrado de la Facultad de Trabajo Social y
Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. [email protected]
294
en particular los problemas y obstáculos que enfrentan para acceder a puestos de decisión
y/o espacios de poder (Kochen, 1994; Banco Mundial, 2002; García, 2004; Muñoz, 2005;
Ruíz, 2005; Berríos, 2007); y otras más documentan las dificultades que enfrentan para
conciliar la actividad científica con las responsabilidades familiares y los roles de género
(Acker, 1995; O‘Laughlin y Bischoff, 2005; Ruíz, 2005; García, 2007). Sin embargo, poco
se han explorado los imaginarios de feminidad y maternidad presentes en los discursos de
este grupo de académicas universitarias consideradas de alto rendimiento y su impacto en
su vida familiar y laboral.
El imaginario social
26
La investigación formó parte del proyecto de investigación intitulado: “Relaciones laborales y su impacto
en la salud psicofísica de mujeres científicas de alto rendimiento en universidades”, investigación financiada
por CONACYT que realizaron en red el grupo de investigadoras integrantes de los cuerpos académicos
UANL-CA-235 y UAZ-CA-76. Nuestra investigación complementó dicho proyecto a partir del paradigma
cualitativo, de allí su trascendencia, ya que en conjunto, estas investigaciones nos permiten tener una visión
integradora sobre la situación que enfrentan las científicas en su vida laboral y familiar y su impacto en la
salud psicofísica.
295
especial, en el ejercicio del poder. En las ciencias sociales los imaginarios sociales ocupan
un lugar preponderante entre las representaciones colectivas, ya que las funciones múltiples
de los imaginarios sociales no se han escapado a todos aquellos investigadores que se
interrogaban acerca de los mecanismos y las estructuras de la vida social y quienes sobre
todo constataban la intervención eficiente y eficaz de las representaciones y de los símbolos
en las prácticas colectivas. Pero bien, ¿qué son los imaginarios sociales? ¿Por qué resultó
relevante este concepto para nuestra investigación?
“ es mucho más que una facultad para evocar imágenes que multiplicarían el
mundo de nuestras percepciones directas; es un poder de separación gracias al
cual nos representamos las cosas alejadas y nos distanciamos de las realidades
presentes…”
Como vemos, la imaginación tiene una considerable relevancia en los seres humanos.
Castoriadis (1975) propuso la noción de imaginario social para designar ―la creación
incesante de figuras, formas, imágenes‖ que permiten dar respuesta a interrogantes
fundamentales del hombre en sociedad: quiénes somos como colectividad, qué somos para
los otros, qué queremos, qué necesitamos. Solo respondiendo a estas preguntas, un grupo
humano puede construir una identidad (Castoriadis, 1975:205; también Baeza, 2000).
Desde este punto de vista, las significaciones imaginarias proporcionan al ser humano una
clave de inteligibilidad de sí mismo, de la sociedad y del mundo, clave que no proporciona
necesariamente la racionalidad. Vistos así, los imaginarios no son simples imágenes reflejas
296
de la realidad, no deforman la realidad a partir de la alienación, sino resultan de una
actividad constante de organización mental de la realidad.
En este sentido podemos señalar que el imaginario social incluye los sistemas de
creencias, valores y significados existentes en una sociedad que regulan la vida colectiva.
Por ello los imaginarios sociales no versan solamente sobre los individuos y su pertenencia
a una misma sociedad sino también definen, de forma más o menos precisa, los medios
inteligibles de sus relaciones con ésta con sus divisiones internas e instituciones (Gauchet,
1997, citado en Gómez, 2001). El estudio de los imaginarios sociales posibilita por ende un
amplio entendimiento sobre una sociedad en un momento determinado y sobre los modos
de cómo ésta entiende su vida social, ya que los imaginarios sociales son referencias
específicas en el vasto sistema simbólico que produce toda colectividad y a través del cual
se percibe, se divide y elabora sus finalidades (Mauss citado en Baczco, 1991).
Ahora bien, ¿por qué resulta relevante utilizar el concepto de imaginario social para
analizar la identidad femenina y las representaciones de la maternidad en las científicas
universitarias? Resulta pertinente utilizar este concepto ya que abre acceso al mundo
subjetivo de las académicas al tiempo que articula también el marco interpretativo del
contexto en el que están insertas las académicas y dentro del cual desarrollan roles
específicos como mujeres, madres, académicas, etcétera. Uno de estos contextos es el
campo de la educación, el cual, sin lugar a dudas, es uno de los espacios simbólicos más
ricos y complejos que la sociedad ha creado (Murcia, 2009: 244).
297
A continuación analizaremos los imaginarios de feminidad y maternidad que son
entendidos como construcciones sociales que influyen en las mujeres independiente de que
sean madres o no, ya que ―recrean‖ una imagen y una serie de expectativas respecto al
papel de las mujeres en sociedad. Estos imaginarios circulan en el exterior y son
incorporados al aparato cognitivo de las mujeres desde donde impulsan respuestas
emocionales y formas de afrontamiento.
Imaginarios de feminidad
…ya que esta familia nuclear fue estrechando los límites de la intimidad personal y
ampliando la especificidad de sus funciones emocionales; junto con el estrechamiento
del escenario doméstico, también el entorno de las mujeres se redujo y perdió
perspectivas: las tareas domésticas, el consumo, la crianza de los niños, lo privado e
íntimo de los vínculos afectivos, se convirtieron en su ámbito ―natural‖ Burin (2000:
75).
La separación espacial de la vida laboral de la familiar dio lugar a una serie de imaginarios
sociales respecto del papel de hombres y mujeres: el rol principal de los hombres sería el de
proveedor económico que labora en el espacio exterior (mundo público); y el de las mujeres
el de ―mujer de su casa‖ al cuidado del hogar y de los hijos en el mundo privado. La
asignación del espacio público a los hombres —sitio de poder—, y del privado a las
mujeres —espacio de subordinación—, determinó una división de tareas en función del
sexo que conocemos como división sexual del trabajo. Ésta estructura tanto la esfera
298
familiar como la laboral e implica la asignación de determinados roles, atributos y
expectativas a hombres y mujeres en función de sus características biológicas. Entre los
supuestos atributos femeninos figuran, por ejemplo, la abnegación, la obediencia, la
disposición de sacrificio y de entrega incondicional que orientan socialmente a las mujeres
en cuanto a su papel como esposas y madres. Este imaginario tradicional de feminidad
estuvo presente en algunos de los discursos de las quince científicas entrevistadas, aunque
predominó un imaginario no tradicional.
… he logrado estar en el SNI ya por dos ocasiones y todo, entonces yo considero que lo he
hecho bien. Pertenezco a PROMEP también y soy miembro de uno de los cuerpos
académicos consolidados más notables también dentro de la universidad. Entonces a nivel
internacional mucha gente me conoce, tengo mucha producción, muchos artículos, libros,
tal vez no mucho en libros y en capítulos de libros pero, bueno, sí, ya es algo. He logrado
algún libro ya propio mío y con todo e hijos y marido y todo, o sea, que tengo 21 años de
casada con todo lo normal de un matrimonio, sus altas y sus bajas, pero allí estamos.
Considero que estamos estables… (Académica no. 12, área medicina y ciencias de la
salud27, casada, dos hijos).
27
Corresponde al área de conocimiento a la que pertenece la científica de acuerdo a la clasificación que
asigna el Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT.
299
imaginario es el siguiente que muestra cómo una académica se resistió a cumplir con el
imaginario tradicional de mujer de casa:
…nos casamos los dos con la idea de que… de que yo no… ¡pero yo! Yo era la que tenía
esa idea de que yo no quería ser nada más esposa y madre, él no era, él no era esa su
idea, pero era la mía, entonces después, cuando ya decidí estudiar, pues… dijo él:
‗Adelante‘. Él al principio, no te creas, sí le costaba trabajo, porque… teníamos otro
contrato mental de nuestra relación… (Académica no. 4, área de humanidades y ciencias de
la conducta, casada, 2 hijos).
Un dato relevante es cómo estas mujeres luchan con y afrontan de manera persistente
imaginarios tradicionales en su entorno familiar y laboral. Sobre esta base ubicamos sus
discursos dentro del imaginario no tradicional, ya que cuestionan la asunción de roles
tradicionales, además de establecer alianzas con colegas mujeres a fin de sortearlos y para
equilibrar las tensiones existentes en su mundo familiar y en el mundo laboral.
…aquí en el trabajo yo tengo muy buenas amigas, aquí en el trabajo tengo, hay tres amigas
¡Que ya tenemos todos los años aquí! Y digo de otra manera, aquí soltamos nuestras
lágrimas y nuestros enojos, nuestras frustraciones. Nos contentamos y ¡seguimos adelante!
Porque, yo creo que de otra manera nos podemos entender, porque estamos igual. Las que
estamos aquí están casadas, tienen hijos y, este, de una otra manera podemos entendernos
mucho mejor y, este, y nos echamos muchas porras. Yo creo que es algo que es muy
importante siempre tener una amiga, ¡una buena amiga!, que te aconseje y te anime y,
pues, a seguir adelante, ¿verdad? (Académica no. 2, área medicina y ciencias de la salud,
casada, 3 hijos).
Resulta interesante encontrar en las entrevistas discursos que tematizan las razones
del porqué la vida académica les resulta más difícil para las mujeres. Las académicas se
refirieron, en primera instancia, a la influencia de la vida reproductiva en el trabajo
académico y, en segundo lugar, a las actitudes de sus familiares respecto a las
―responsabilidades de las mujeres‖. En este ámbito las mujeres retoman elementos que
pertenecen a imaginarios tradicionales de feminidad. En el siguiente segmento una
300
científica relata una serie de dificultades en su desempeño profesional que se ligan al ciclo
reproductivo:
…es más difícil ser exitosa como académica de alto rendimiento siendo mujer que siendo
hombre, ¿no?. La etapa de mayor productividad, que es durante el doctorado y después del
doctorado, es justo la etapa reproductiva que nos toca y de crianza de los hijos y eso, pues,
obviamente por más eficiente que uno sea, es un lastre para nuestra productividad y
siempre nos reduce, no, la productividad. Y por supuesto, pues, el ser la familia más
tradicional todavía en la gente de nuestra edad, ¿no?, la gente de cuatro décadas son más,
pues, tenemos la estructura familiar del padre proveedor, ¿no? Entonces, el hombre tiene
como menos eje familiar que jugar que la mujer, y, entonces, cualquier conflicto familiar
gira más alrededor de la mujer, de la madre, de uno, que del padre, ¿no? Bueno, el padre
sí apoya, pero no se involucra tanto como la mujer. (Académica no. 11, área ciencias
sociales, divorciada, dos hijos).
Según la académica entrevistada, a las mujeres les resulta más difícil alcanzar altos niveles
de productividad porque, primero, la etapa reproductiva de la mujer coincide en la mayoría
de los casos con la etapa de consolidación laboral (tener una plaza, estudiar un posgrado,
etcétera) y, segundo, por los roles tradicionales en la familia que asigna al hombre el papel
del proveedor y a la mujer el de ser cuidadora y protectora.
Entre las académicas, que sobrepasan las cuatro décadas de edad, encontramos
interesantes relatos que ponen de manifiesto la influencia de estos imaginarios en el
imaginario de las mujeres:
…para una mujer es doblemente difícil, porque un hombre llega a su casa y se olvida de
todo ¡incluyendo mi marido, eh! (risa) O sea, llegan a casa, se sientan, prenden la tele y
esperan a que le hables a comer (risa), pero no, tú llegas cansada con lo que tienes que
hacer, arreglar la casa, hacer la comida, ver el lonche de la niña, etcétera, etcétera.
(Académica no. 13, área medicina y ciencias de la salud, casada, 4 hijos).
301
Mi mamá fue muy pasiva, sumamente pasiva, también mi mamá es de rancho. Entonces,
como que mi mamá decía: „¡Qué bueno que estudies, pero ponte a hacer los quehaceres
de la casa!‟ Por decir, no importaba que yo estuviera estudiando medicina, yo tenía que
asear a dos de mis hermanos, asear en el sentido de lavarles la ropa, estar al pendiente de
los dos. Si llegaban a comer, yo les tenía que dar de comer, porque mi mamá me decía:
„Porque, si no aprendes, el marido te va a regresar…” (Académica no. 13, área medicina
y ciencias de la salud, casada, 4 hijos).
La académica anterior se crió en una familia tradicional que defendía la idea de que el
papel principal de las mujeres está en el hogar y que el estudio o el trabajo femeninos son
de carácter secundario: “¡Qué bueno que estudies, pero ponte a hacer los quehaceres de la
casa!” Este imaginario de feminidad corresponde, según la clasificación de Lipovetsky
(2007: 193), al de ―la mujer de su casa28‖. Dicho discurso dibuja a la mujer como ―un ser
dependiente por naturaleza, que vive para los demás‖, que está ―al servicio de los demás‖ y
que por ello debe de ―aprender‖ los menesteres femeninos porque, en caso contrario, corre
riesgo de que el marido la vaya a ―regresar‖.
28
El modelo normativo de la mujer de interior se construyó en el siglo XIX con el denominado
―mujer de su casa‖… que idealiza a la esposa-madre-ama de casa que dedica su vida a los hijos y a
la felicidad de la familia. Si bien en un principio el modelo concierne a las clases burguesas, no
tarda en imponerse como un ideal para todas las capas sociales (Lipovetsky, 2007:191 -192)
302
discursos estuvieron presentes a lo largo de la formación académica de las entrevistadas
como un lastre que tuvieron que sortear a fin de romper el imaginario de ―mujer de casa‖.
El siguiente relato expone los imaginarios de feminidad tradicionales en las familias de
origen de las académicas entrevistadas:
…mi padre no estuvo mucho de acuerdo en que las mujeres estudiáramos carreras
profesionales porque, pues, su mamá, como somos de origen libanés, como mujer árabe
muy tradicional, muy castrante, muy dominante en ese sentido, pues, para ella el estudio
era para los hombres, ¿no? Porque eran los que debían ser los padres proveedores y,
pues, las mujeres, que debíamos de ser las mantenidas por el marido, no debíamos de
estudiar más que cocina, corte y confección, repostería, o sea, cosas que, además, nos
hicieron estudiar y que también soy muy buena en esos oficios y en esas técnicas pero,
pues, la universidad no era para las mujeres, ¿no? Eran prostitutas, era gente de
costumbres relajadas quienes llegaban a la universidad para ellos. Entonces mi padre se
opuso a que…, primero sí, estaba convencido de que era bueno que estudiáramos, aceptó,
pero después de que mi abuela lo convenció de que no, pues, se opuso. Entonces mi papá se
fue de la casa, nos abandonó, nos dejó sin ningún apoyo, mi madre tenía una pequeña
lonchería, una pequeña cafetería-restaurante y, pues, ella sola siguió adelante y nos sacó
adelante a nosotros… (Académica no. 11, área ciencias sociales, divorciada, 2 hijos).
303
…mis papás no querían que me casara. Ellos estaban seguros que iba a dejar, ellos
pensaban, mi papá estaba completamente seguro que iba a dejar la carrera. Este, yo soy la
mayor, entonces, mi papá así, como que su ilusión era ver a su hija… curioso porque mi
papá también es muy machista. Entonces, este, como que era para él una dualidad decir:
„Bueno, es que mi hija…‟. Mi abuelo, por ejemplo, no estaba de acuerdo en que yo
estudiara; decía que para qué si era mujer e iba a terminar en la cocina y, este, mi papá,
como que dentro de él decía: „pues eso va a pasar‟… (Académica no. 13, área Medicina y
Ciencias de la Salud, casada, 4 hijos).
Las cuatro académicas, en las que identificamos elementos de este imaginario tradicional
de feminidad en sus respectivas familias de origen, también enfrentaron obstáculos para
acceder a su formación universitaria. Sus familias manifestaban abiertamente su oposición
a que ellas continuaran con sus estudios y no tenían el mismo apoyo emocional y/o
económico que sus hermanos varones. No obstante, ellas pudieron realizar y concluir su
carrera profesional.
…pues bueno, me he dado cuenta de que hay mucho de esta necesidad de dar el ancho, de
demostrar que eres capaz no sólo a ti misma y a tu familia sino a los demás y que viene
mucho de esta negación de mi papá, no, a que las mujeres fuéramos capaces y a
demostrar también. Por ejemplo, a dos de mis primos mi padre los ayudó, porque mi padre
tuvo una buena posición económica y a los dos los apoyó. Uno de ellos a tiros y tirones
terminó la carrera y el otro, que era ingeniero naval, no terminó. Les compraron auto para
304
que se transportaran, les compraron una casa para que mi abuela fuera a atenderlos, o
sea, tuvieron las mejores condiciones y no terminaba... y era mucha frustración para mi
papá y para mi abuela que el sobrino no hubiera acabado, ¿no? Y bueno, este, quizá eso
era el acicate fundamental, que hasta la fecha yo veo mis patrones de conducta y veo que es
eso el demostrar el que puedo, que soy capaz, que tengo que dar el ancho, que no, este,…
y, pues, que viene de allí, entonces sí hay emociones muy fuertes en el sentido de
demostrar, ¿no?, de… de poder comprobar que se puede, que se da el ancho, que soy
mujer pero que soy tanto o más capaz que los hombres, en fin, ¿no?, este,… que la
mediocridad no está hecha para, que la comodidad y el confort no va a venir de que un
hombre me lo dé sino de mi parte y, bueno pues, eso… (Académica no. 11, área ciencias
sociales, divorciada, 2 hijos).
305
Estaban seguros de que iba a dejar [Mi papá] es machista entonces habría que ver, de mis
[la carrera] hermanos somos seis en la familia, de los seis sólo dos
sacamos carrera. Uno es ingeniero y yo que soy médico.
Mi hermano, que es ingeniero, pues nada más terminó la
licenciatura, entonces como que en el fondo ¡cómo que la
hija!…Entonces es así como que siempre hubo un „sí,
pero…
para qué [estudia], si es mujer y va a veo mis patrones de conducta y veo que es eso el
terminar en la cocina demostrar el que puedo, que soy capaz, que tengo que dar
el ancho
El estudio es para los hombres Sí, hay emociones muy fuertes en el sentido de demostrar
no de… de poder comprobar que se puede, que se da el
ancho, que soy mujer, pero que soy tanto o más capaz que
los hombres
La universidad no es para las mujeres me he dado cuenta de que hay mucho de esta necesidad de
dar el ancho de demostrar que eres capaz no sólo a ti
misma y a tu familia sino a los demás…
Como podemos ver, las frases presentadas en la primera columna contienen una fuerte
carga simbólica de lo que representa para la familia de origen ser mujer y el papel de ella en
el hogar. Se trata de discursos que nutren el imaginario tradicional de feminidad. Por su
parte, las científicas muestran la perpetua lucha que han tenido que sortear ante dicho
imaginario, la cual se ve reflejada en la constante necesidad de legitimar ante su entorno su
independencia, su capacidad y sus conocimientos.
306
confirma la existencia de imaginarios tradicionales fuertemente arraigados en sus familias.
El efecto de estos imaginarios en la vida personal y profesional de ellas ha sido
ambivalente, ya que, por un lado, pudieron sortear el imaginario de mujer de casa dedicada
exclusivamente a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, pero, por el otro, siguen
reproduciendo roles tradicionales en sus hogares, donde en algunos casos los esposos
participan poco o nada en tareas domésticas.
Imaginarios de maternidad
307
ya que en el espacio que se abre entre la vivencia de la maternidad y la palabra
se instaura la vía para la penetración de los discursos de género… (Palomar,
2009: 57).
¿Para usted que le significa ser madre? Mmm… (risa) Este… es una parte de una, como
mujer, o sea, una parte indispensable para sentirte organizada, como mujer, la maternidad
te cubre… pues tu función, tu misión, (risa) una de las misiones a las que viniste… a las
que viniste a este mundo, ese era ser mamá y no solamente ser mamá, sino cuidar tus…
cuidar a los hijos durante toda su… hasta donde es posible o hasta donde debas, para
luego dejarlos ir y no detenerlos. Y es una parte de la realización propia ¡Muy hermosa!
Un don, que ya ves que no todas las personas pueden, entonces la… lo valoras más y trata
uno de cumplir lo mejor que puede, (risa) ¡hasta donde uno puede! Ya después te das
cuenta… ¡ah! Es que cuando estaban chiquitos, ¡ay, la regué! ¡Oh, hice esto o…! Pero
pues… ¡no había de otra! O sea,… no hay escuela de mamá, tampoco, se equivoca uno y,
bueno,… ¡así es la vida! (Académica no. 8, área Físico Matemáticas y Ciencias de la Tierra,
casada, 3 hijos).
308
adelante enriquece su descripción respecto a las implicaciones de ser madre y
profesionista:
309
El imaginario de buena madre va acompañado de lo que Sharon Hays (1998)
denomina ―ideología de la maternidad intensiva‖, propia de la familia tradicional y que,
como su nombre indica, concibe el papel de la madre a partir de una gran dedicación a los
hijos en términos de tiempo, asumiendo que nadie mejor que ella puede ocuparse del
cuidado filial. La maternidad intensiva concibe que:
De acuerdo con Solé y Parella (2004), el peso de este imaginario de la maternidad intensiva
genera frustración y ambivalencia en algunas mujeres que no están dispuestas a ver
menguar su carrera profesional, pero a las que, al mismo tiempo, les gustaría poder dedicar
mayor atención a sus hijos. Estas emociones ambivalentes generadas por la influencia de
los discursos de género respecto a la identidad femenina —madre, esposa— se ilustran en
los siguientes segmentos:
Fíjate, yo sinceramente a veces siento que le dedico más tiempo a la academia que a mi
familia. Ese es el sentimiento de culpa porque, si yo fuera medio tiempo académica, a lo
mejor pudiera ser tiempo completo mamá, hogar, esposa, etcetera, etcétera, pero como soy
tiempo completo académica, pues, yo siento que a veces descuido las cosas… (Académica
no. 7, área Humanidades y Ciencias de la Conducta, casada, 1 hijo).
29
Todo acontecimiento evaluado por un sujeto como adverso a sus fines y objetivos constituye un estresor
(Sieglin y Ramos, 2007).
310
…nunca lo vas a dejar de sentir [la culpa] como mamá de que tú estás trabajando y están
tus hijos acá y tú dices, „pudiendo haber estado‟, porque ves que tus hijos ya están grandes
y tú dices: „ah, se me fueron los años, pero, pues, este, yo creo que el hecho de que
estemos aquí haciendo y enseñándoles muchas cosas, pues simplemente los estás
preparando, estás dejándoles recursos… (Académica no. 2, área Medicina y Ciencias de la
Salud, casada, 3 hijos).
Las mujeres, que trabajan, enfrentan una serie de discursos y estereotipos en función
de los roles tradicionales. Uno de ellos es el estereotipo de ser mala madre, el cual se les ha
adjudicado a las mujeres que trabajan ―desde el momento que no pueden atender
directamente todas las necesidades de sus hijos‖ (Solé, y Parella, 2004:76). Para Jane
Swigart (1991, citado en Solé y Parella, 2004), ―la mala madre es una mujer narcisista, sin
empatía, centrada en sus propios intereses, insensible a las necesidades de sus hijos…‖.
Bajo esta connotación, la madre, que trabaja fuera del hogar, es considerada ―mala madre‖
por el hecho de no destinar todo su tiempo y dedicación al cuidado y la crianza de sus hijos:
por tener que ―compartir‖ su tiempo con la familia y el trabajo.
…mi hermana es psicóloga y, olvídate, aparte como es psicóloga, es así como que, lo que te
dice, lo tomas más en cuenta. Entonces, sí muchas veces ella me ha comentado así como:
„¡Oye, yo creo que mejor deberías trabajar medio tiempo y dedicarle más tiempo a la niña
311
y esto y el otro!‟ „¡El trabajo como quiera y el dinero como quiera no lo es todo!‟ Y que
aquí y que allá y ella es de la idea de que, por ejemplo, su niña mientras estuvo chiquita,
ella estuvo cien por ciento. Entonces siempre hay alguien, que no falta, que te eche, que te
diga „¿por qué trabajas todo el día?‟, o cosas así, o que „¡mira a la niña!‟, o que llegas
cansada y „no tienes derecho a cansarte porque la niña te está esperando‟… Sí, hay
personas que lo alimentan, pero creo que es más del interior, que yo quisiera estar ahí y no
puedo estar… (Académica no. 7, área Humanidades y Ciencias de la Conducta, casada, 1
hijo).
…cuando yo me titulé del doctorado, cuando me titulé, hablé con mi papá: „¡Papá, fíjate
que ya me titulé del doctorado y no sé qué!‟ Y me dice “¡Ay, hija, felicidades, a ver si
ahora sí les pones atención a tus hijos!‟… En su momento lo sufres… ajá (Académica no.
13, área Medicina y Ciencias de la Salud, casada, 4 hijos).
En este segmento la académica describe la percepción negativa que tiene su padre respecto
al cuidado y la atención que ella les proporciona a sus hijos. Su papá considera que el hecho
de estudiar el doctorado implicó desatender a su familia. Esta percepción está impregnada
de imaginarios tradicionales sobre roles femeninos, donde se espera que las mujeres se
dediquen de manera total a su familia. En estos imaginarios el desempeño de la madre es
medido por medio de los hijos, tal y como lo señala Palomar (2005:47), quien destaca que:
―las madres no son sólo esos seres que dan la vida y el amor por sus hijos, sino que tienen
la responsabilidad sobre su estabilidad, su desarrollo y su calidad humana‖. Al no cubrir
312
estos aspectos, una mujer se acerca al imaginario de mala madre. De igual forma
Lipovetsky (2007: 193) plantea que la mujer de casa debe atender a sus hijos de tiempo
completo ―puesto que su destino es traer al mundo a los hijos, alimentarlos y educarlos, la
madre debe consagrarse por entero a esa función, renunciar a sus ambiciones personales,
hacer ofrenda de sí misma en el altar de la familia‖.
Conclusiones
313
Finalmente destacamos que los discursos/imaginarios tradicionales, que
encontramos en sólo cuatro de las quince científicas, son nutridos por la familia de origen
y, en algunos casos, por la pareja. No obstante, en el conjunta de académicas entrevistadas
estos discursos ocupan un lugar menor. Ante los discursos tradicionales, las mujeres
anteponen evaluaciones y emociones positivas (de éxito y orgullo) y formas de
afrontamiento positivos (a través de sus redes sociales de apoyo). La importancia de este
tipo de investigaciones se relaciona con la propuesta de desmitificar el conflicto familia-
trabajo en este grupo de mujeres académicas como premisa sine-qua-non y construir
discursos menos estigmatizantes y probablemente otros discursos ―socialmente
correctos―.
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