Biografías de Los Profetas Menores
Biografías de Los Profetas Menores
Biografías de Los Profetas Menores
Profeta Daniel:
El libro de Daniel fue escrito por un cautivo judío, Daniel, que vivió en Babilonia
desde el 605 hasta al menos el 536 a.C. Este libro fue escrito probablemente hacia
el final de este período de tiempo.
El tema de Daniel es «los tiempos de los gentiles». Este término se refiere al
período de tiempo desde el 605 a.C. hasta la segunda venida de Jesucristo, que es
el tiempo en que la nación de Israel está bajo el dominio de las naciones gentiles.
Daniel da el bosquejo básico de ese tiempo: un período que sigue hasta nuestro
tiempo presente.
Daniel da a los estudiosos de la Biblia un marco profético importante para
comprender la profecía bíblica. Pero su libro también es significativo porque da una
gran cantidad de información acerca del mismo Daniel, hombre que dio honra a Dios
y que fue a su vez «muy amado» por Dios (Dn. 9:23; 10:11, 19). La calidad de la
vida de Daniel en su devoción al Señor, lealtad a las Escrituras y enérgico servicio a
Dios muestra una elevada norma de excelencia espiritual.
La primera sección principal del libro es un breve relato de la vida personal de
Daniel (1:1-21). Explica cómo un joven muchacho judío terminó en la pagana
Babilonia y en la corte real de Nabucodonosor, el gran rey de Babilonia. Esta
sección muestra que Daniel, que tenía unos quince años cuando fue llevado a
Babilonia desde Judá, era un joven inteligente, bien parecido y sereno. Pero
también revela su fiel devoción al Señor y su profundo compromiso con la Palabra
de Dios (p.ej., 1:8), lo cual distinguía a Daniel de sus compañeros. Dios honró a
Daniel por su fidelidad, dándole una capacidad especial de interpretar sueños y
haciendo que fuera elevado a una posición de poder e importancia en el Imperio
Babilónico. La predicción de Isaías 39:5-7 se cumple aquí.
La segunda sección principal del libro se centra en los asuntos proféticos clave
vinculados con las naciones gentiles, así como en varias narraciones históricas
importantes (2:1-7:28). El capítulo 2 es la clave del libro. Es el registro de un sueño
que tuvo el rey Nabucodonosor una noche. En este sueño, en el que aparece una
inmensa estatua de metal, Dios bosquejó los «tiempos de los gentiles». Daniel fue
capaz de contarle al rey su sueño, así como también la interpretación del mismo. El
sueño revelaba que cuatro naciones (Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma)
accederían a la escena de la historia del mundo antes que Dios estableciese su
magno reino. En el capítulo, los primeros tres reinos se discuten muy brevemente,
estando el énfasis de la interpretación del sueño en el cuarto reino. El cuarto reino
(Roma) presentaría dos fases. La segunda fase (que será el reino del Anticristo),
tendrá lugar durante los últimos días de la historia humana, y terminará cuando el
Hijo del Hombre (Cristo) venga y establezca su reino. (Véase la gráfica más abajo.)
Este bosquejo básico de «los tiempos de los gentiles» presentado en el capítulo 2
se detalla más adelante en los otros capítulos proféticos del libro de Daniel.
Los capítulos del 3 al 6 registran varias historias sobre Daniel y tres de sus amigos.
Estos cuatro exiliados de Judá mantuvieron su fidelidad a Dios, y al hacerlo le
honraron en gran manera. En el capítulo 3 los tres amigos de Daniel (Sadrac, Mesac
y Abed-nego) rehusaron participar en la adoración del ídolo de Nabucodonosor, y
por ello tuvieron que enfrentarse a la ejecución en el «horno de fuego». Esta historia
muestra lo que puede suceder cuando la verdad de Dios no es alterada. Revela que
Dios se glorifica ante los hombres y que El es libre de obrar en beneficio de su
pueblo. En el capítulo 4 se cuenta la historia de otro sueño que tuvo el rey
Nabucodonosor. Este sueño, que también fue interpretado por Daniel, anunciaba la
caída del poder del rey así como su posterior restauración. La historia es una
prueba de que Dios resiste a los orgullosos, pero aun así los busca con afán para
llevarlos a El. FI capítulo 5 registra la noche cuando el Imperio Babilónico llegó a su
fin. En octubre del 539 a.C., el rey babilonio Belsasar dio una fiesta en la cual
profanó intencionalmente los vasos santos del templo de Dios en Jerusalén. En
respuesta a esta acción, Dios hizo que 163 apareciera una ruano y que escribiera
un mensaje de juicio en la pared del salón de fiestas del rey Belsasar. Daniel fue
hasta el salón y le interpretó al rey el significado de la escritura. El juicio profetizado
vino esa misma noche. Este capítulo muestra que Dios levanta y depone reyes
según le place. El capítulo 6 relata la famosa historia de Daniel en el foso de los
leones. Una vez más, la diligencia y fidelidad de Daniel y la determinación de Dios
de honrarle por ello quedan demostradas. Daniel tenía poco más de ochenta años
de edad cuando ocurrió este incidente, lo que demuestra que fue un hombre fiel
durante toda su vida.
El capítulo 7 concluye la segunda división principal del libro de Daniel. Este capítulo
registra una visión que tuvo Daniel de cuatro bestias. Esta visión es bastante similar
en contenido a la del capítulo 2. La repetición de la información (que fue dada
cincuenta años más tarde que la visión del cap. 2) tiene la intención de enfatizar la
certidumbre de la misma. En esta visión Daniel vio cuatro bestias que salen de las
naciones gentiles («el gran mar»). El león alado representa a Babilonia; el oso
ladeado representa a MedoPersia; y el leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas
simboliza al Imperio Griego. Sin embargo, una vez más se hace hincapié sobre el
cuarto reino (la bestia «terrible»). De la cabeza de esta terrible bestia salían diez
cuernos y luego otro «cuerno pequeño». Este «cuerno pequeño» es la primera
referencia al Anticristo, y se revela cierta información importante sobre él. El reinado
del Anticristo será el último reino humano antes que Cristo regrese y establezca su
reino.
La tercera división del libro de Daniel cuenta la historia profética de Israel y su
relación con las naciones gentiles (8:1-12:13). El capítulo 8 se centra en el segundo
y tercer imperios, los de Medo-Persia y Grecia. Muestra cuán poderosa y
repentinamente el Imperio Medo-Persa (el camero en la visión) es destruido por
Grecia (el macho cabrío en la visión). El capítulo 9 es claramente uno de los
capítulos proféticos más importantes del Antiguo Testamento. La primera parte del
capítulo es un registro de la apasionada oración de Daniel por su pueblo Israel.
Daniel sabía que el profeta Jeremías había profetizado claramente que el cautiverio
de Judá duraría setenta años. También sabía que solamente faltaban dos o tres
años para que se cumpliera el tiempo. No vio a Dios hacer nada para que se
cumpliera su Palabra, y por lo tanto clamó a El para que restaurara el pueblo y la
ciudad de Jerusalén con su templo. El pasaje de Daniel 9:24-27 se conoce como la
«profecía de las setenta semanas». Esta importante profecía revela que Dios
trataría de una manera especial con Israel durante 49() años, durante cuyo período
lograría seis cosas importantes (9:24). Estas cuestiones incluyen la redención y la
restauración de Israel y el establecimiento del reinado del Mesías. La base sobre la
cual haría lo que dijo es la cruz de Jesucristo. El cumplimiento real de la mayoría de
estas cosas aún está por efectuarse. Los 490 años serían divididos en tres
secciones, y la última tendría una duración de siete años. Estos últimos siete años
todavía son futuros, y se les conoce normalmente como el período de la tribulación.
Al interpretar esta profecía clave debe recordarse que Israel, no la Iglesia de
Jesucristo, es el tema de la profecía.
Los capítulos del 10 al 12 registran la visión final de Daniel, la cual recibió cuando
tenía unos ochenta y cinco años de edad. Esta visión se centra muy detalladamente
en los acontecimientos ocurridos durante los últimos días del tercer reino de Grecia.
También incluye consoladoras palabras con las que se le asegura a Daniel y al
pueblo de Dios que vendrá el tiempo de la resurrección y de la recompensa. El libro
de Daniel deja claro que Dios es el Dios cumplidor del pacto.
Profeta Hageo:
Hageo fue el primer profeta postexílico en ejercer su ministerio en medio del
remanente de Israel que había regresado. Es evidente que formaba parte del primer
grupo que volvió de Babilonia a Judá. Es identificado como profeta (1:1; Esd. 5:1;
6:14) y está estrechamente relacionado con el profeta Zacarías.
Durante quince años, los exiliados que habían vuelto habían vivido en la tierra sin
trabajar en el templo. Las amenazas de sus enemigos y las proclamas legales
contra la edificación parecieron legitimar su inactividad (cp. Esd. 4:1-5). Pero Dios
contemplaba estas razones como meras excusas. El problema de ellos era que
tenían las prioridades mal ordenadas. Las prioridades de Dios ya no eran las
prioridades de su pueblo.
En la primera división de la profecía de Hageo, el Señor llama la atención de los
israelitas a lo que había estado sucediendo (1:1- Cuando el pueblo se reunió para
adorar un día de agosto del 520 a.C., el profeta Hageo se puso de pie y predicó su
mensaje de reprensión.
La primera prioridad de Dios era la reedificación del templo, y originalmente esa era
la prioridad de los exiliados que habían regresado. Sin embargo, esa prioridad había
sido reemplazada por vivir «la buena vida», como se observa por su énfasis en la
ostentación («casas artesonadas», 1:4) y su celo y energía, los cuales dedicaron a
sus casas («cada uno de vosotros corre a su propia casa», 1:9). Sus casas eran
hermosas, mientras que la casa de Dios estaba en ruinas. Y aunque no había nada
de malo ni de ilegal en las casas hermosas, Dios no podía permitirles tener
contentamiento mientras vivían en desobediencia (1:9). El descontento y la
insatisfacción en la vida se ven en las cinco metáforas de 1:6. Este descontento
había sido experimentado por años y era inducido por Dios (cp. 1:9, 11; 2:17). llageo
expresa claramente que el remedio para esa situación es la obediencia a las
prioridades de Dios conocidas (1:8).
La segunda sección de este libro es la doble respuesta del pueblo al mensaje de
Ilageo (1:12-15). En primer lugar, se arrepintieron. No presentaron ninguna excusa
ni debatieron el asunto. Se dieron cuenta de que su enfoque había estado
equivocado y mostraron «temor de Dios» (1:12). En segundo lugar, emprendieron
de nuevo el trabajo en el templo, lo que demostró la naturaleza genuina de su
arrepentimiento. Aproximadamente tres semanas después del mensaje de
reprensión de Ilageo, la construcción del templo estaba en marcha otra vez luego de
quince años de inactividad.
La tercera y última parte del libro presenta la respuesta del Señor a la respuesta del
pueblo (2:1-23). Dios declara inmediatamente que estaría con ellos. Habían
experimentado su disciplina durante quince años, pero eso había terminado ya y su
arrepentimiento les trajo el favor inmediato (1:13; 2:4). Además, Dios promete
limpieza y maravillosas bendiciones futuras (2:11-19). También les asegura que,
aunque su templo no tendría el esplendor del templo de Salomón, sin embargo,
moraría con ellos. Y les anunció una vez más que Israel tenía ciertamente un gran
futuro (2:20-23). E:s instructivo observar que las amenazas de los enemigos y los
requerimientos legales contra la edificación del templo aún existían. Pero cuando el
pueblo de Dios decidió obedecerlo y confiar en Él, el Señor pudo obrar en beneficio
de ellos (cp. Esd. 5 y 6). Dos importantes verdades se infieren de esta historia: (1)
cuando no compartimos las prioridades de Dios experimentaremos descontento, y
(2) cuando obedecemos a Dios, Él puede obrar en nuestro beneficio.
Profeta Zacarias:
Zacarías tuvo el cuidado de identificarse mediante su linaje familiar (1:1). Era «hijo
de Berequías, hijo de Iddo.» Esta información es útil, porque Nehemías 12:4, 16
revela que Iddo era uno de los sacerdotes que regresaron de Babilonia a Judá. De
manera que Zacarías fue otro sacerdote llamado al oficio profético.
Zacarías comenzó su profecía con una breve lección de historia. Recordó a Israel
que sus antecesores habían pagado un alto precio por sus pecados. Habían
desobedecido la ley, rechazado la reprensión de los profetas, y sufrido el exilio
como resultado de todo ello. Si Israel quería experimentar la bendición del Señor
debía volverse del pecado al Señor (1:2-7).
La primera sección principal de la profecía de Zacarías es sus «visiones nocturnas»
(1:7---6:8). Recibió todas estas visiones en una noche, y contienen una gran
diversidad de información acerca del futuro de Israel. Las visiones son sumamente
simbólicas. Zacarías necesitó la ayuda de un ángel para comprenderlas. En la
primera visión, en la que el profeta ve a un varón de pie entre unos mirtos, se ve la
sujeción de Israel bajo las naciones gentiles. La visión también comunica la
certidumbre de que un día Dios pondrá fin al dominio gentil (1:8-17). La segunda
visión, de los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros, comunica las mismas
verdades fundamentales que encontramos en Daniel 2 y 7, información
concerniente al curso básico de los poderes mundiales gentiles (1:1821). La tercera
visión (2:1-13) mira adelante hacia ese maravilloso tiempo cuando el Mesías estará
presente, Jerusalén será reedificada, e Israel será un canal de bendición. En la
cuarta visión, que es clave, Zacarías vio al sumo sacerdote Josué vestido de ropas
viles, de pie delante del Señor (3:1-10). Josué representaba a la nación de Israel en
su posición sumo-sacerdotal. Pero puesto que Israel estaba contaminada por sus
pecados, ¿cómo puede Dios hacer nada por un pueblo tan pecaminoso, recaído? La
respuesta dada en esta visión es que algún día Dios intervendrá y dará a su pueblo
ropas limpias (justicia), y los volverla a establecer como nación sumo-sacerdotal (la
«mitra» representa este papel). La quinta visión nocturna es un candelabro y unos
olivos. Los olivos suministran una fuente inagotable de aceite para los candelabros.
Esto simboliza su divina capacitación para el servicio, lo cual contesta a la pregunta
de si Israel recibirá este poder para este ministerio al Señor. Es interesante notar la
estrecha relación entre esta visión y los «dos testigos» de Apocalipsis 11:4. La sexta
visión del rollo volante representa el juicio y la remoción de los pecadores del
reinado del Mesías (5:14). La mujer en la efa habla de la eliminación de la religión
corrupta en el futuro (5:5- 11). La visión nocturna final del profeta Zacarías se refiere
a las invasiones gentiles de Israel que despertaran a la nación (6:1-8). La primera
sección principal de Zacarías termina con la coronación del sumo sacerdote Josué.
Josué representa el día cuando el Mesías, el gran sacerdote y Rey, aparecerá y
gobernará (6:9-15).
La segunda sección son unos mensajes que surgieron por preguntas o sucesos en
los tiempos de Zacarías (7:1-8:23). Por ejeplo, en el primer mensaje (7:1-7) le
preguntaron a Zacarías unos compatriotas judíos si debían seguir ayunando en el
quinto y en el séptimo mes. La ley no ordenaba que se ofrecieran estos ayunos, sino
más bien habían sido en recuerdo del sufrimiento que les sobrevino a causa de la
caída de Jerusalén. La respuesta de Zacarías fue algo dura, ya que aclaró que ellos
se lamentaban y ayunaban por estos juicios y no por el pecado que los había
causado. Los exhorta a que se lamenten por el pecado que había ocasionado los
acontecimientos, y a que no ayunen por los acontecimientos en sí. Sin embargo, los
mensajes sí prometen restauración (8:1-8), exhortación (8:9-17), y la esperanza de
la presencia del Mesías (8:18-23).
La sección final de la profecía contiene las «dos cargas» (9:114:21), o los mensajes
pesados. Estas dos cargas consideran el efecto de los movimientos del mundo
gentil sobre la nación de Israel, especialmente durante el gran día de Jehová.
Generalmente, la pri mera carga se centra en la primera venida del Mesías y la
segunda carga enfatiza la segunda venida.
La gama de temas hace que Zacarías entre en la pauta de los «profetas mayores».
Habla de los tiempos de los gentiles, de la venida del Mesías de Israel, y de los días
gloriosos del reino. Para un pueblo recién llegado del cautiverio, carente de poder y
vulnerable ante sus enemigos, estos mensajes eran mensajes de esperanza. Dios
no había terminado con ellos. Seguían teniendo un futuro glorioso.
Profeta Malaquías:
El autor se llama simplemente Malaquías, sin información adicional El nombre
Malaquíati significa «mi mensajero», y esto ha llevado a algunos a pensar que no se
trata de un nombre propio sino simplemente de un título para la profecía. Pero lo
más probable es que sea un nombre propio, por cuanto sería insólito que este libro
fuese preservado sin dar el nombre del autor. Malaquías fue el último de los profetas
enviados al remanente de Jerusalén. La tradición afirma que era miembro de la
Gran Sinagoga organizada por Nehemías.
La primera sección de la profecía de Malaquías es una declara ción del amor de
Dios por Israel (1:1-5). El mensaje de Malaquías comienza con la palabra «profecía
Icargal de la palabra de Jehová» Ese título revela de inmediato que se trata de un
mensaje que constituye una carga, no un mensaje de consolación. Dios le recuerda
a Israel que la ama, y este amor se mostraba en que había escogido y preservado a
Israel para sí.
La segunda parte de la profecía se centra en los sacerdotes infieles (1:6-2:9). Los
sacerdotes debían procurar que la gente se acercara más a Dios; pero en lugar de
eso, ellos mismos eran culpables de graves pecados. Estaban llevando a Dios
ofrendas con defectos (1:6-9 con Dt. 15:21), encendiendo fuego extraño (1:10),
profanando el nombre de Jehová ante los gentiles (1:11-14) e ignorando la ley de
Dios (2:1-9).
En la tercera división del libro, Malaquías contempla al pueblo descarriado (2:10—
4:3). Eran culpables de pecados como divorciarse de sus esposas judías para
casarse con mujeres extranjeras y rehusar pagar sus diezmos. Pero la clave para
comprender el mensaje de Malaquías es ver la causa subyacente de la maldad de
Israel: había perdido su temor de Dios y su reverencia a El. El temor de Jehová
involucraba maravilla ante el Señor y consagración a Él. Incluía obediencia, amor y
lealtad.' En las Escrituras, el temor de Dios se considera un freno importante frente
al pecado (cp. Ex. 20:20; Pr. 16:6). Se usa tenor siete veces en este libro (1:6; 2:5;
3:5; 4:2).
Antes que Malaquías concluya su mensaje informa a Israel que Dios enviará a su
mensajero para preparar la venida del Mesías (cp. 3:1-3; 4:4-6). Con la promesa de
un futuro mensajero se cierra el Antiguo Testamento, y la voz de Dios calla durante
4(X) años. Este silencio se quebraría cuando el ángel Gabriel anunciase a un
anciano sacerdote llamado Zacarías que sería padre de un hijo: un hijo que
cumpliría la promesa de Malaquías (cp. Lc 1:13-16).