Nieto-Aliseda Causo Juntas Españolas y El Alcázar
Nieto-Aliseda Causo Juntas Españolas y El Alcázar
Nieto-Aliseda Causo Juntas Españolas y El Alcázar
y El Alcázar
ABSTRACT: In the context of the positions of extreme right that operated during the Spa-
nish Transition, both the diary El Alcazar and the party Juntas Españolas have
been, till now, scantily studied. Both projects led by Antonio Izquierdo in the
key years of this historical period, were seeking to recover the essences of the
Franco’s regime and to stop the principal democratic reforms that began after
the approval of the Constitution of 1978. Both the diary and the political party
disappeared without having obtained a majority support of his expositions.
Key words: Extreme right – ideological press – transition – democracy – pa-
triotism – catholicism – coup d´état
Rafael Ángel Nieto-Aliseda Causo es Licenciado en Periodismo por la Universidad San Pablo
CEU de Madrid. Ha trabajado en distintas emisoras de radio donde ha dirigido y presentado
distintos programas informativos. Actualmente, dirige y presenta el informativo matinal “Mundo
Noticias”, de lunes a viernes y de 6 a 8 horas, así como “Sencillamente Radio”, los domingos, de 8,30
a 11,30 horas en Radio Inter (Grupo Intereconomía). Es colaborador habitual de la edición digital
del diario Ya y ha sido monitor de distintos cursos de locución y redacción periodística en el antiguo
IMEFE (ahora, Agencia para el Empleo del Ayuntamiento de Madrid). También ha colaborado con
otros programas de radio y de TV, como “Por la boca muere el pez” (Radio Inter) o “Dando Caña”
(Intereconomía TV).
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Rafael Ángel Nieto-Aliseda Causo
Introducción
En el contexto de la Transición española, y de la aceptación general del siste-
ma democrático y de la Constitución de 1978, el búnker (formado por algu-
nos partidos minoritarios, medios de comunicación y significados franquistas)
constituía una forma de oposición a la democracia liberal de partidos cuya
única referencia política clara era el régimen autoritario basado en los “princi-
pios del 18 de julio”.
El periódico El Alcázar, especialmente desde que Antonio Izquierdo ocupó
la dirección, y el partido político Juntas Españolas (liderado precisamente por
Izquierdo en su etapa inicial) son, probablemente, las “células” de ese búnker
que menos se ha estudiado y analizado, y que jugaron un papel de una cierta
importancia a la hora de plantear una especie de “enmienda a la totalidad del
sistema”.
En el primer caso, el diario que editaba la Confederación Española de Ex
Combatientes, presidida por el falangista Girón de Velasco, no sólo tuvo una
participación directa en la “preparación”, cara a la opinión pública, del intento
de golpe de Estado de 1981 (creando un clima de permanente tensión, ampli-
ficando problemas como el paro o el terrorismo, y planteando soluciones de
tipo militar como la “Operación De Gaulle” en Francia), sino que ejerció una
crítica sistemática, hasta su desaparición, al conjunto del sistema democrático
nacido de la Transición, al que atribuía la pérdida de calidad de vida que, a su
juicio, estaban padeciendo los españoles.
De igual forma, y nacido precisamente de un manifiesto que publicó El
Alcázar y que abanderó Antonio Izquierdo, el partido político Juntas Espa-
ñolas, que tuvo una trayectoria efímera y nunca llegó a presentarse a unas
elecciones legislativas por falta de infraestructura suficiente, quiso superar el
discurso meramente nostálgico de otras fuerzas minoritarias, como Falange
o Fuerza Nueva, con una generación de políticos jóvenes que, sin embargo,
no lograron que sus planteamientos calasen en una parte significativa de la
opinión pública que, en su vertiente conservadora y liberal, siguió apostando
por Alianza Popular.
Este artículo pretende aportar luz sobre un periodo apasionante de nuestra
reciente historia en el que, como veremos, aún quedan muchas cosas por des-
cubrir.
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porar al sistema a los que algunos sectores de la coalición fundadora del régi-
men perciben como por lo menos semileales”1.
En efecto, lo que sucede en el caso español es que, a medida que son mayores
los esfuerzos de la mayoría de los partidos políticos democráticos por conseguir
un mayor consenso constitucional, para integrar al mayor espectro político po-
sible y hacer de la Transición un proceso exitoso, quedan más en evidencia las
minorías que se resisten a aceptar los cambios democráticos, constituyéndose
en un núcleo cerrado y de posiciones intransigentes. Es a ese núcleo al que,
durante la Transición, se llamaba en los medios de comunicación el búnker.
En realidad, ese término, búnker, alude al último refugio de Adolf Hitler
antes de la caída de Berlín en 1945 a manos de las tropas aliadas. El historiador
José Luis Rodríguez ha definido el búnker como “un conglomerado político,
militar, económico y eclesiástico con una mentalidad ligada al esquema de
valores impuestos en los primeros años del franquismo por los vencedores de
la guerra civil, constituido por un conjunto de personas afectas a posiciones
inmovilistas y asentadas en las instituciones del Estado que no se identifica en
su conjunto con la militancia de la extrema derecha”2.
Sin embargo, otros autores, como Xavier Casals, discrepa en ese último
punto ya que considera que el término búnker “tenía un sentido más am-
plio, pues aunque el nombre lo acuñó y popularizó la oposición democrática
a principios de los años setenta, se asumió en medios de la extrema derecha”3.
El término era usado de manera despectiva sobre todo por los medios de co-
municación que mantenían una línea más aperturista, y que veían como una
amenaza a estos grupos ultras, mientras que para los seguidores de esos grupos
la palabra tenía connotaciones que les resultaban agradables.
Resulta especialmente interesante el análisis de Rafael del Águila a la hora
de definir a los grupos que podríamos calificar como “duros” o “blandos” en
el proceso de transición hacia el pluralismo político. Considera que la hetero-
geneidad política en el seno del franquismo impide que se pueda aplicar esa
dualidad que se propone por parte de otros autores para el estudio del compor-
tamiento del bloque dominante en ese tipo de transiciones. Eso sí, añade que
“convenientemente restringida”, esa dualidad nos puede resultar muy útil para
analizar el funcionamiento de los argumentos de legitimidad en el proceso de
la transición4.
1 J.J. LINZ, La quiebra de las democracias, Madrid: Alianza Editorial, 1987, p. 85.
2 J.L. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Reaccionarios y golpistas, La extrema derecha en España: del tardofranquismo
a la consolidación de la democracia (1967-1982), Salamanca: Ed. CSIC, 1994, p. 168-169.
3 X. CASALS I MESEGUER, La tentación neofascista en España, Barcelona: Ed. Plaza y Janés, 1998, p. 33.
4 Rafael del ÁGUILA, “La dinámica de la legitimidad en el discurso político de la Transición”, en R.
COTARELO (coord.), Transición política y consolidación democrática, España (1975-1986), Madrid: Ed.
CSIC, 1992, p. 55.
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tensa relación de estos partidos con Fuerza Nueva, así como la tendencia inicial
de la Confederación de Ex Combatientes a recomendar a sus adheridos el voto
en beneficio de Alianza Popular7, partido que en un principio representaba un
cierto neofranquismo renovado8.
En definitiva, con el término búnker hacemos referencia a un conjunto de
personas afectas a posiciones inmovilistas, un “frente de resistencia al cambio”.
Más que a una ideología o a un programa determinado, el término nos remite a
la forma de defender los valores impuestos por los vencedores de la guerra civil,
y a unos intereses políticos y económicos concretos.
7 Hay autores que sostienen que Alianza Popular debe incluirse entre los partidos de extrema derecha
neofranquista en el postfranquismo. Es lo que sostiene en su tesis doctoral Miguel Ángel del Río, de la
Universidad Autónoma de Barcelona. http://webs2002.uab.es/hmic/, número IX, 2011.
8 J.L. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, La extrema derecha española en el siglo XX, Madrid: Alianza Editorial,
1997, p. 442.
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por Ernesto Milá. En el texto se dejaba claro que Fuerza Nueva no iba a en-
contrar un entorno favorable para su acción política, y que, por tanto, su prin-
cipal instrumento de lucha no podía ser una revista, ni una editorial, sino un
partido, perfectamente organizado y jerarquizado, con una estrategia muy bien
definida y con objetivos claros.
Sin grandes alardes ni despendios, lo cierto es que Fuerza Nueva fue consi-
guiendo una cierta presencia social gracias a los actos que organizaba por me-
dio de los fondos obtenidos por cinco vías distintas: las cuotas de los afiliados,
los beneficios que daba la revista del mismo nombre y los libros editados por
Fuerza Nueva Editorial, la venta de bonos y distintos objetos en puestos ca-
llejeros y en la propia sede nacional, los donativos de simpatizantes y afiliados
(principal fuente de financiación) y, finalmente, durante la etapa en la que Blas
Piñar fue diputado en las Cortes, de la aportación económica del Estado como
partido con representación parlamentaria9.
Pero Fuerza Nueva comenzó siendo una revista que vio la luz el 4 de enero
de 1967, con Jesús Mora como primer director, al que le sucedieron algunos
más en los siguientes diez años, hasta dar con Luis Fernández-Villamea, mano
derecha de Blas Piñar, su jefe de prensa e histórico director de la publicación,
hasta hoy.
Es curioso constatar que algunos de los columnistas y colaboradores habitua-
les de la revista Fuerza Nueva lo eran también del periódico El Alcázar, lo que
abunda en lo dicho anteriormente sobre la coincidencia tanto en el diagnóstico
de los problemas de España en aquellos años, como de la estrategia y las solu-
ciones ofertadas. Así, por ejemplo, escribían habitualmente en la revista Fuerza
Nueva J.L. Gómez Tello, Ismael Herráiz, Waldo de Mier, Rafael García Serrano,
Vintila Horia, Ángel Ruiz Ayucar, además, claro, del propio Blas Piñar.
La revista desglosaba su contenido sobre tres temas centrales: situación po-
lítica española, política internacional, y clero y religión. En este último gran
tema, la posición de la revista era la misma que ofrecía Piñar en sus mítines:
criticar las tendencias aperturistas de la iglesia posterior al Concilio Vaticano
II, así como el acercamiento de algunos núcleos eclesiásticos a sectores de la
oposición al franquismo.
Estrategias electorales en la extrema derecha
Las conversaciones entre dirigentes de Fuerza Nueva, Falange Española de las
JONS, Comunión Tradicionalista y la Confederación Nacional de Ex Com-
batientes no llegaron a fructificar en un proceso de unidad de acción política.
Posiblemente, la causa fueran las discrepancias en las concepciones ideológicas
9 Ibídem, p. 205-206.
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Falange hubiera sido importante contar con dos figuras como Federico Silva y
Gonzalo Fernández de la Mora, ministros en los últimos gobiernos de Franco.
Finalmente, y tras la publicación en ABC del famoso artículo de Fraga ti-
tulado “La derecha posible”13 (en el que criticaba una hipotética alianza “de
personalidades y movimientos dispares, muchos de ellos orientados a visiones
nostálgicas, de un mundo que no ha de volver”), Silva y Fernández de la Mora
no llegaron a un acuerdo con Fraga, pero tampoco con Fuerza Nueva y los fa-
langistas. El único resultado alcanzado consistió en una nueva alianza electoral
de las fuerzas de la extrema derecha bajo el nombre de Unión Nacional: Fuerza
Nueva, FE de las JONS, Círculos Doctrinales José Antonio, Confederación
Nacional de Excombatientes y Agrupación de Juventudes Tradicionalistas. El
resultado fue notablemente mejor que dos años atrás, consiguiendo un total de
414.071 votos, es decir, el 2,31% y, por tanto, representación en el Congreso
de los Diputados con un escaño, que fue ocupado por Blas Piñar esa legislatura.
Sin embargo, las relaciones entre los integrantes de Unión Nacional se dete-
rioraron rápidamente y los proyectos siguientes de “frente nacional” y “derecha
nacional” permanecieron sólo como un recurso retórico, sin plasmación en la
realidad.
Por otra parte, Fuerza Nueva también estableció otras alianzas a nivel in-
ternacional con formaciones de extrema derecha, como el partido neofascista
Movimiento Social Italiano (MSI), y en concreto con su líder, Giorgio Almi-
rante, que fue invitado en varias ocasiones a participar en actos conjuntos en
Madrid, y viceversa. De esa fraternidad nació la llamada “Eurodestra”, alianza
conformada por el MSI italiano, el francés Forces Nouvelles y la española Fuer-
za Nueva. Su primer congreso se celebró en Roma y Nápoles entre 19 y el 21
de abril de 1978. Los representantes de dichas formaciones europeas también
acudieron a varias convocatorias del “20-N” en Madrid, rindiendo honores a
la memoria de Franco y José Antonio14.
Las elecciones generales de 1982 representaron el derrumbe electoral de la
extrema derecha en España, del que ya no ha vuelto a recuperarse. Los resul-
tados en Madrid hablaban por sí solos: Fuerza Nueva obtuvo 20.139 votos
(0,8%), Solidaridad Española 8.994 votos, Movimiento Falangista de España
1.427 votos, Movimiento Católico Español 996 votos y FE de las JONS 79
votos. En total, 31.635 (el 1,1%).
A medida que la democracia se consolida con sus instituciones, y la extrema
derecha queda reducida a su mínima expresión en las distintas citas electorales,
estos grupos tienden a exagerar el discurso catastrofista y apocalíptico en una
verdadera “estrategia de tensión”. Aunque veremos con más detalle el intento
13 ABC, 16.I.1979.
14 J.L. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, La extrema derecha…, op. cit., p. 458.
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15 Ibídem, p. 462-463.
16 F. GALLEGO, Una patria imaginaria. La extrema derecha española (1973-2005), Madrid: Ed.
Síntesis, 2006, p. 237.
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17 Ibídem, p. 241.
18 Conversación con Ernesto Milá, Madrid, 24-II-2014.
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21 Ibídem, p. 281.
22 Ibídem, p. 282.
23 Ibídem, p. 283.
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24 El Alcázar, 22.VI.1984, p. 1.
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que es la Patria no es fruto del quehacer y voluntad de unos pocos, sino del
esfuerzo de todos los pueblos de España a través de la Historia, y por ello, no
podemos arrebatar a las generaciones venideras la herencia a la que tienen de-
recho”. Así, proponía una “armónica jerarquía de pluralidades, sin daño para
la unidad de la Patria, logrando la unidad en la pluralidad como forma de vida
política superior”.
En cuanto a otros valores e ideales, el documento defendía la familia tra-
dicional, que “deberá recibir estímulos para crecer en su vigor, no sólo como
fuente biológica del la fortaleza de la Patria, sino también como raíz del equi-
librio psicológico y afectivo de las nuevas generaciones”. En ese contexto, de-
fendía también “con toda energía el derecho a la vida de los aún no nacidos,
criaturas de Dios que no pueden ser víctimas inocentes del egoísmo de quienes
las engendraron”.
También se pronunciaba sobre la “organización del Estado” (no así sobre la
“forma de Estado”, materia en la que prefería no entrar), del que decía que de-
bía ser “moderno, fuerte y ágil, seguro en sus principios y en sus fines, modera-
do y responsable en sus decisiones y en sus gastos, y respetuosamente enérgico
en la defensa de la justicia, de la libertad y prosperidad de los españoles, y en
las relaciones internacionales de competencia”.
Aún en medio de una fuerte controversia pública por el resultado del juicio
del 23-F, el documento también dejaba un espacio para las Fuerzas Armadas.
De ellas, defendía que “mantengan el lugar de honor que les corresponde por
su participación, no sólo en la Historia de la Patria Española, sino también en
la forja de nuestro más recio sentido de la vida”. Añadía que “el servicio a Es-
paña en la Paz, o con las armas si el caso llega, es un honor que a nadie puede
ser negado y sí a todos exigido, como es honor velar permanentemente por la
continuidad y el engrandecimiento de España”.
Es también relevante lo que el texto afirma sobre “la actitud frente al pasa-
do”. Aseguraba que “asumimos toda nuestra Historia, y afirmamos que deberán
ser aprovechadas las aportaciones valiosas de nuestras distintas épocas pasadas,
sin repudios ni descalificaciones globales basadas en actitudes apriorísticas de
resentimiento, y sin reavivar viejos agravios que toda conciencia limpia debe re-
chazar”. Y por si quedaba alguna duda, añadía que “dentro de esa básica dispo-
sición, señalamos con particular aprecio el periodo de cuatro décadas presidi-
das por el Generalísimo Franco”, aludiendo incluso a “las razones que hicieron
dolorosamente inevitable una Guerra Civil, que fue sellada por una Victoria
cuya esencia integradora no ha prescrito, porque de ella arrancó el resurgir de
España, que ahora peligra, y tantos bienes que aún dejan sentir sus efectos en
la Sociedad Española, en medio de los muchos males que se padecen”.
El documento también abordaba otras materias, como la economía, la edu-
cación, la juventud, la Seguridad Social, la fiscalidad, el campo y la mar, etc.
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30 El Alcázar, 12.X.1984, p. 1.
31 El Alcázar, 14.X.1984, p. 5.
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En esa misma edición y en la misma página, otro colaborador que firmaba con
el pseudónimo de “Interino” aseguraba sobre el documento que “es de tal sen-
satez, de tal coherencia, de tal magnitud de miras y de tal comedimiento en su
contundente exposición, que es preciso ser ciego o muy mal intencionado para
salir a su encuentro con el propósito de demolerlo”. Este articulista valoraba el
silencio del resto de medios de comunicación, y de la clase política en su con-
junto, con respecto al documento de esta forma: “Ha dejado a esa clase política
y a sus servidores, la inmensa mayoría de los medios de comunicación, sin ha-
bla, paralizados, tal que si se hubiesen encontrado ante el fantasma de su incues-
tionable ‘mala conciencia’ por todo lo que han hecho en pro del actual desastre”.
Mucho más agresivo estuvo unos días después Antonio Izquierdo, en su
habitual columna de portada32, con uno de esos periodistas que, en este caso,
no con silencio, sino con una crítica política, había comentado la aparición del
referido documento. Se trataba de Carlos Dávila, en Diario 16, al que Izquier-
do llegaba a llamar “atolondrado colega” y a quien acusaba de no tener infor-
mación correcta acerca del nuevo proyecto político, que Dávila había juzgado
previamente como “un nuevo brote de ultraderechismo nostálgico”.
Un par de días más tarde33, el periódico dedica una página completa de
Nacional a la comparecencia en rueda de prensa de Antonio Izquierdo y otros
miembros del nuevo proyecto político. El titular, a toda página, reproducía pa-
labras textuales del director: “El pueblo español será el verdadero protagonista
de la nueva formación política”. También se publicaba, en esa misma edición,
un boletín de adhesión al documento ideológico del partido para que los lec-
tores de El Alcázar lo hicieran llegar, junto a sus datos personales, a la propia
redacción del periódico.
Habría que esperar hasta noviembre para encontrar, en portada, otro edito-
rial del periódico dedicado a la misma cuestión34. Decía este comentario que
32 El Alcázar, 16.X.1984, p. 1.
33 El Alcázar, 18.X.1984, p. 9 y 15.
34 El Alcázar, 1.XI.1984, p. 1.
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De nuevo, tenemos que subrayar el uso de la primera persona del plural para
constatar la plena identificación del periódico con la acción política que se
venía anunciando con comentado documento.
Sólo unos días después, el diario anunciaba en portada que había sido “Ele-
gida la Comisión Gestora para el desarrollo de las juntas españolas”, escribien-
do esas dos últimas palabras así, en minúscula. A continuación, se incluía un
pequeño texto sobre la noticia, y las fotografías del recién elegido presidente, el
economista Pablo Ortega, y el secretario general y portavoz, Antonio Izquierdo.
Como tesorero del nuevo partido, el diario citaba a Antonio González,
mientras que como vocales aparecían los siguientes nombres: Antonio Gullón
Walker (abogado y miembro de la Confederación de Ex Combatientes), José
Luis Gómez Tello (redactor de El Alcázar), Juan Blanco (subdirector de El Al-
cázar), José Ignacio Pedrera (asesor financiero), Emilio García Merás (subdirec-
tor de El Alcázar), Alfonso Barrena (comandante de Líneas Aéreas), Eduardo
García (universitario entonces, periodista de El Alcázar e hijo de Rafael García
Serrano), José María Alonso Collar (titulado mercantil), Álvaro Fernández Pa-
cho (médico), Ernesto García (médico), Jorge Cutillas (universitario), Eusta-
quio Galán (colaborador habitual de El Alcázar) y Jaime Alonso (abogado y
miembro destacado del sindicato falangista FNT). Repasando la lista, resulta
aún más evidente el vínculo estrechísimo que existía, desde el origen, entre el
periódico El Alcázar y el nuevo partido.
Los comienzos de esta nueva andadura estuvieron presididos por un mo-
derado optimismo. Así puede observarse en el artículo publicado por Antonio
Izquierdo titulado “Contamos con el pueblo español”35, en el que, refiriéndose
a esa recién elegida comisión gestora, decía el director de El Alcázar que “tiene
por misión ineludible organizar una movilización popular que empieza gracias
a Dios bajo el augurio prometedor de millares y millares de adhesiones llegadas
en veinticinco días -¡y aún no hemos empezado!- con la sola publicación del
recitado documento”. Eso sí, Izquierdo no perdía la ocasión para pedir ayuda
concreta (económica) a los lectores de El Alcázar, haciéndolo, además, con
frases inquietantes:
35 El Alcázar, 8.XI.1984, p. 1.
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Sobre esta cuestión de los fondos recaudados para lanzar Juntas Españolas,
Ernesto Milá nos ofrecía su particular punto de vista:
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Preguntado si Antonio Izquierdo tenía claro que Juntas Españolas debía sepa-
rarse de los actos nostálgicos del franquismo, su respuesta fue contundente:
Habría que esperar, sin embargo, hasta junio, dos meses más tarde, cuando se
celebró el Congreso Constituyente del partido y, por tanto, su pública presen-
tación como tal. A mediados de ese mes43, El Alcázar publicaba un editorial
en portada en el que volvía a recordar las razones por las que nacía Juntas
Españolas. Tras hacer un repaso por lo que fue la Transición, y descalificar los
gobiernos tanto del PSOE como de UCD (“antes gobernaron otros y tampoco
lo hicieron bien”), llegaba a una conclusión:
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Podemos apreciar la evidente postura antisistema del texto, matiz éste que no
había aparecido así, claramente expuesto, hasta ese momento en ninguno de
los artículos que venía publicando Juntas Españolas.
El 21 de junio44, cuando comenzaba el congreso de dos días de duración,
El Alcázar publicaba en páginas interiores la agenda de la jornada. La noticia
hablaba de hasta “doscientos compromisarios” presentes en la cita, si bien la
propia Comisión Gestora tuvo que renunciar a su pretensión inicial de hacer
un acto público en el que pudieran estar presentes las “miles” de personas
que se habían comprometido de alguna forma con el nuevo partido. La razón
esgrimida por la Comisión era, según la noticia, “la falta de un local con su-
ficiente capacidad”. Es curioso, por otra parte, que durante el congreso cons-
tituyente no estuviera presente el presidente de la Comisión Gestora, Pablo
Ortega, “por enfermedad”, lo que hizo que el doctor Ernesto García presidiese
la Mesa.
Durante el congreso constituyente se crearon tres comisiones distintas: de
programa político, que propuso las normas de actuación con arreglo al do-
cumento ideológico; financiera, que estudió el régimen económico de Juntas
Españolas; y jurídica, que tuvo a su cargo la redacción final del Estatuto de la
entidad.
El 22 de junio45, El Alcázar publicaba como noticia más importante del día,
en portada: “Hoy se clausura en Madrid. Congreso Constituyente de las Juntas
Españolas”, con varias fotografías y una frase destacada de Antonio Izquierdo
durante la primera jornada: “Nos preocupa fundamentalmente la unidad de
España”. Junto a esta noticia, en columna de salida, se incluía un fragmento de
un largo artículo de Ismael Medina titulado “Otra oportunidad para un pue-
blo”. En él, el columnista escribía como cronista del congreso constituyente,
y aseguraba sobre la financiación del nuevo partido que “habrá de nutrirse de
las cuotas de sus afiliados y de otros recursos generados en su seno, y que en
ningún caso supeditará su independencia a ofertas de apoyo económico que la
limiten, práctica restrictiva esta última harto común en los partidos políticos”.
En la sección de Nacional, se dedicaban hasta tres páginas completas a la
primera jornada del congreso constituyente, casi en formato de reportaje gráfi-
co, con numerosas fotografías tanto de los compromisarios como de los princi-
pales promotores del partido. La sensación que se pretendía dar era, sobre todo,
de seriedad y buena organización.
El asunto volvía a aparecer en portada al día siguiente46, cuando el diario
informaba de que “se clausuró el Congreso de las Juntas Españolas”, añadiendo
44 El Alcázar, 21.VI.1985, p. 8.
45 El Alcázar, 22.VI.1985, p. 1, 19, 20 y 21.
46 El Alcázar, 23.VI.1985, p. 1, 12 y 13.
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que “una junta provisional de gobierno dirigirá el movimiento durante seis me-
ses”. Curiosamente, ya en páginas interiores, se daba la noticia de que Antonio
Izquierdo había declinado el ofrecimiento de ser el portavoz de esa junta provi-
sional de gobierno, añadiendo que lo hizo “por entender que su misión como
secretario ejecutivo de la Comisión Gestora Nacional y su cargo de portavoz de
la misma, habían concluido en el Congreso Constituyente”, pasando después a
definirse ya como “un simple afiliado”.
Lo cierto es que, a partir de ese momento, el diario se limita a dar cuenta
de las noticias relacionadas con las distintas agrupaciones de militantes que
tenían lugar en las diferentes ciudades de España, con especial atención a la de
Barcelona, cuya actividad era superior a las demás.
A primeros de marzo de 198647, El Alcázar daba cuenta de la celebra-
ción del segundo Congreso Nacional del partido, celebrado en Madrid. En
páginas interiores, el diario titulaba de manera aséptica: “Juntas Españolas
celebró su II Congreso”, con dos fotografías en las que aparecían algunos de
los nuevos responsables de la formación. En concreto, se informaba de que
“Ramiro Barbero desempeñará la presidencia y Antonio Gibello la secretaría
general” y que “ambos cargos resultaron elegidos por unanimidad”. Además
de estos dos nuevos nombres, se daba la nómina completa de vocales, un
listado que había aumentado desde el primer congreso. Así, aparecían como
tales: José María Alonso Collar, José Domingo Arregui, Juan Servando Ba-
laguer, Agustín Castejón, Jorge Cutillas, Ernesto García, José María García
de Viedma, Rafael González Alemán, Ramón Graells, Benigno Ibáñez, Fer-
nando Ibáñez, Joaquín Martínez Arribas, Antonio Morales Souviron, Juan
Oliveros, José Ignacio Pedrero, Francisco José Pérez Corrales y Antonio Cas-
tro Villacañas.
En ese mismo número, el periódico publicaba también un anuncio de pu-
blicidad para un “gran acto público de clausura”, en el cine Cid Campeador de
Madrid. En ese mitin participaron, como oradores, Agustín Castejón, Ramiro
Barbero, el ex director de El Alcázar y el todavía entonces colaborador habitual
del periódico Antonio Gibello.
Al día siguiente, se daba la noticia de la clausura del Congreso Nacional,
asegurando que “la mirada puesta en el futuro y en la juventud fue la postura
unánime de todos los oradores”. Sin embargo, no faltó la polémica tras la clau-
sura de este segundo Congreso, ya que El Alcázar publicó una carta enviada al
diario por Antonio Castro Villacañas, en la que expresaba su “sorpresa” al leer
el día anterior la noticia de que formaba parte, como vocal, de la nueva forma-
ción política. Castro decía:
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A esta misiva, siguió días más tarde otra del propio secretario general de Juntas
Españolas, Antonio Gibello, aclarando los hechos de esta forma: “Como tal
desmentido público, pudiera dar la impresión de que en un momento deter-
minado Juntas Españolas pudo actuar irresponsablemente, proponiendo para
los puestos dirigentes de su organización el nombre de personas que no hayan
dado su asentimiento”, y afirmaba al respecto que
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Preguntado en la entrevista sobre las razones por las que la nueva formación
no había concurrido a los comicios generales de 1986, Gibello respondía: “No
teníamos plenitud legal, pero hubiéramos podido ir coaligados. No lo hemos
hecho así porque entendimos que concurrir sin la plenitud de medios huma-
nos y económicos constituía un error”52.
Meses después53, El Alcázar se hace eco en portada de una “multitudinaria
manifestación contra el terrorismo y las dictaduras marxistas” convocada por
Juntas Españolas. En páginas interiores, se dedicaban tres a dar los detalles de
la marcha, dando la impresión de que la nueva formación era capaz de conse-
guir una convocatoria muy numerosa en un asunto que preocupaba a muchos
españoles. Sería el acontecimiento público más destacado, en cuanto a impacto
en la opinión pública, que el periódico reflejaría en sus páginas con respecto
a esta formación política. En ese reportaje se incluía también un anuncio de
Juntas Españolas con la dirección a la que se podían hacer llegar los donativos
y ayudas de los lectores del periódico.
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suna, procesar a todos los apologetas del terrorismo, reforma radical del Estado
de las autonomías, oposición a cualquier tipo de aborto, detención inmediata
de la inmigración y expulsión de los inmigrantes a sus países de origen.
En las elecciones europeas de 1994, Juntas Españolas acudió a las urnas
encabezando la coalición Alternativa Demócrata Nacional. Les acompañaron
en la coalición el Partido de Madrid, de Carlos Ruiz Soto, así como indepen-
dientes procedentes de otros grupos “nacionales”. Dicha candidatura contó
con el apoyo expreso de Jean-Marie Le Pen. Las ideas principales de la campaña
fueron la lucha contra la corrupción política, la denuncia del Tratado de Maas-
tricht y la construcción de una confederación europea.
Florentín cita al eurodiputado laborista británico James Glyn Ford como
coordinador de un informe del Parlamento Europeo sobre el racismo y la xe-
nofobia en Europa. En él se decía que “la extrema derecha española busca un
cambio de piel para concretar en los años noventa un tipo de organizaciones en
las que convivan desde el poujadismo hasta los movimientos clásicos de extre-
ma derecha”, es decir, en la línea de lo que venía haciendo el Frente Nacional
francés, en el que caben todas las tendencias de la derecha radical mientras ha-
cen un lavado de cara, abandonando los símbolos del pasado para convertirse
en lo que se ha dado en llamar “la extrema derecha que viste de ejecutivo”. Pre-
cisamente, en ese empeño de hacer una nueva derecha radical estuvo empeñada
Juntas Españolas, aunque, como hemos visto, sin conseguirlo.
En su última etapa, antes de la disolución y transformación en Democracia
Nacional, el partido estuvo liderado por Juan Peligro, cuyo discurso político
radicalizó el mensaje antiinmigración: en unas declaraciones a la revista Tribu-
na, había declarado que “ya existen más de dos millones y medio de parados
españoles, cifra que podría incrementarse notablemente si los empresarios co-
mienzan a contratar a inmigrantes, una mano de obra a bajísimo precio y que
no exige las mínimas condiciones laborales. Esto sería un mercado de esclavos”.
Eso sí, en su última etapa, Juntas Españolas tuvo cuidado en separarse de los
movimientos considerados racistas, como los “skinheads”. Para Jaime Alonso, vo-
cal de la Junta Nacional de JJ.EE., se trataba “de un movimiento sociológico de
protesta, de barbarie sin ideología, que se ha apropiado de algunos símbolos nazis
como la esvástica, pero que nada tiene que ver con nosotros”. Ramón Graells lo
resumió con esta frase: “Los cabezas rapadas lo que tienen rapado es el cerebro”56.
Conclusiones
Con la excepción del escaño conseguido en las elecciones de 1979, cuando Blas
Piñar fue diputado en Cortes por Unión Nacional, la extrema derecha españo-
56 Ibídem, p. 301-302.
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