Fragmentos de Lo Queer - Interactivo
Fragmentos de Lo Queer - Interactivo
Fragmentos de Lo Queer - Interactivo
Fragmentos de lo queer
Arte en América Latina e Iberoamérica
Fragmentos de lo queer
Arte en América Latina e Iberoamérica
ISBN 978-987-4019-06-6
© Facultad de Filosofía y Letras (UBA) 2016
Subsecretaría de Publicaciones
Puan 480 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - República Argentina
Tel.: 4432-0606 int. 167 - [email protected]
www.filo.uba.ar
ISBN 978-987-4019-06-6
1. Arte Americano. 2. Arte Latinoamericano. I. Lopes, Denilson II. Martinelli,
Lucas, comp.
CDD 709.8
Índice
Fragmentos de lo queer 17
Arte en América Latina e Iberoamérica
(In) Visibilidad 21
Políticas del bios 21
(Contra) Escrituras Trash-Heterotopías 22
(Trans) Posiciones - Sur y Norte / Norte y Sur 23
Coordenadas plásticas: Chile / Venezuela / Argentina 24
Más allá de las imágenes 25
Lucas Martinelli
17
fueron históricamente relegadas. Los estudios queer, jun-
to a otras prácticas y saberes, abrieron un canal que nos
permitió figurar y existir en las leyes. La felicidad puede
confundirse con la sensación de que ya está todo hecho.
La situación es injusta para quienes tienen deseos y mo-
dos disidentes de vivir juntos, no sólo en geografías le-
janas, Oriente Medio o Rusia; sino en países de América
Latina y aún en Argentina se hace oídos sordos a palabras
como homofobia y con saña se aplica de memoria un cas-
tigo para cada cuerpo que no se ajusta a la heteronorma.
Las muertes por transfobia, por abortos malhechos en la
clandestinidad y la pobreza y de aquellos seres al mar-
gen que —a pesar de su sensibilidad diferente, eufemismo
paradójico— no fueron afectados por las políticas de in-
clusión, dan cuenta de lo que aún queda por hacer.
A más de dos décadas de su ingreso al territorio, la hora
de la teoría queer ha llegado.
Está en la inmanencia de su ocaso, nunca tan cristal-
izada y quieta en un estante de library in o en una cat-
egoría de festival de cine cool. Nos encontramos con una
palabra que no es vital. No resuena en la historia individ-
ual de nuestros cuerpos. No nos incomoda. Cada vez que
alguien dice queer en una reunión, su acentuación será
una huella de inteligencia y refinamiento. ¿Puede ser dis-
ruptivo un concepto que ante -todo necesita una expli-
cación? En concreto, ¿quiénes somos los entendidos de
la teoría queer? Los sujetos de la identificación queer, son
aquellos que no pueden articular esa palabra. Quienes
no pueden reponerla como un concepto clave, coletazo
vivaraz de la academia sajona y todo aquello referido a
la abyección que los entendidos se encargan de divulgar,
vuelven a preguntar: «¿Qué es lo queer?»
Pretender un puente con la sociedad puede resul-
tar utópico o innecesario para los escépticos. Pero si el
18 Lucas Martinelli
impulso renovador de la producción de teoría tiene un sen-
tido en nuestras vidas, es la deuda con la sociedad. Ganar
el campo de batalla de los imaginarios en pugna sobre lo
que consideramos necesario es una tarea que nunca ter-
mina y se renueva en cada generación. Transmitir un le-
gado y recuperar la conciencia del sufrimiento al que se
someten nuestras comunidades es justo, porque aún hoy
se perpetúa la violencia. Queremos recuperar el gesto dis-
ruptivo de la Queer Theory, ese grito de dolor devenido afir-
mación política y arma de ataque a lo establecido. Para eso,
hay que escapar de la domesticación de la teoría: elaborar
nuestras nuevas estrategias discursivas, cuestionar lo here-
dado y recuperar el poder de esa fractura queer que ya ha
quedado atrás. Tal vez debamos buscar en los intersticios
del lenguaje, como bien nos enseñó Néstor Perlongher, en
la proliferación de significantes. Donde hay más nombres,
denominaciones y nomenclaturas, hay más espacio para
que cada uno asuma sus propias identificaciones, rememo-
rando siempre que se trata del puro flujo del carnaval de la
vida. Tomemos las máscaras de papel y después de usarlas
hagámoslas arder para iluminar la oscuridad de las identi-
dades rígidas (rigor mortis), porque queer ya es una más.
¿Cómo generar conceptos —réplicas de praxis— que ve-
hiculicen nuevos regímenes de sensibilidad que mejoren
las condiciones precarias de las existencias queers?
Tenemos que abrazar las disidencias. Hacernos cargo del
desecho y lo inasimilable, con las tensiones simbólicas que
esto conlleva. Juntar a las tortas, los putos, las travas, los
trans, las travestis, los jotos, las mariconas, los viados, los
andróginos, las bichas, las zapatão, las bolleras, lxs rarxs, los
discapacitados, las deficientes, los anormales, los manflo-
ros, las perversas, l*s BDSM’s y con todos hacer una comu-
nidad que se exprese como ausencia insurrecta de normal-
idad que contagie y disuelva la normalidad misma. Recibir
Introducción 19
juntos esos golpes e insultos callejeros a los cuales estamos
expuestos quienes nos corremos de la vereda heterosexual,
reproductiva, patriarcal, blanca, burguesa y falocéntrica, y
devolverlos con nuevas palabras de beligerancia. Debemos
recordar siempre, para no caer en los pliegues de una ide-
ología queer casi dominante, que la sexualidad nunca es en
sí misma una forma de opresión si no está articulada con
un sistema que forcluye por distintas vías.
Si lo queer ha devenido lugar seguro en la academia, debe-
mos incomodarnos. Desde nuestro conocimiento situado,
hay que construir nuevos conceptos-molotov para hacer
estallar los lesbian and gay studies, los queer studies y todo
intento de imitación de la cultura straight. Hacer añicos el
pretendido espejo de la normalidad y el encasillamiento
al que nos somete la academia. Ya no se trata de visibili-
dad, sino de vitalidad. La tarea que tenemos por delante es
la de hallar nuevas respuestas para las viejas preguntas.
Revisemos los restos de lo que nos llega, busquemos entre
los desperdicios de lo que nos queda y con esos fragmentos
de teoría arquitectemos nuestro propio gran caleidoscopio
para un ojo que mira desde el sur.
En América Latina, los entendidos de lo queer vivimos
en una comunidad que observa el Titicaca y en ese espejo
acuoso imagina mirar el mar.
El mar nos espera afuera de la academia, todavía por
hacerse.
20 Lucas Martinelli
(In) Visibilidad
Introducción 21
estela efímera y permite, en una lúcida reflexión sobre el
arte contemporáneo, desmantelar las nociones esencialis-
tas de la identidad y la subjetividad.
22 Lucas Martinelli
pensado por la renovación de la teoría fílmica feminista y
gracias a la noción de subversión de la sintaxis en los tex-
tos fílmicos, propone tres ejes de análisis estético: las geo-
grafías de lo abyecto, las fracturas e hibridaciones docu-
mentales y las reactualizaciones de los géneros estéticos
canónicos.
Introducción 23
Coordenadas plásticas: Chile / Venezuela / Argentina
24 Lucas Martinelli
Más allá de las imágenes
Introducción 25
Por una nueva invisibilidad
Denilson Lopes (UFRJ)
Traducción: Lucas Martinelli
27
Costa, con eco de los estudios universitarios, pero prácti-
camente no utilizado entre los militantes. La salida no está
en apuntar a un nombre único, sino en estrategias diferen-
ciales, dependiendo de las distintas realidades culturales y
regionales.
Personalmente, creí que la mejor respuesta sería una
alianza con el multiculturalismo para evitar un cerramien-
to intelectual, para componer espacios que nos den visibili-
dad y espesor. No se trataba de una incondicional adhesión
al modelo cultural norteamericano, sino de la necesidad
fundamental de ir más allá de todo proceso de guetización,
de toda política aislacionista. Fue y es necesario no perder
de vista el hecho de que toda identidad es relacional. El re-
dimensionamiento de la homosexualidad implica repen-
sar la heterosexualidad, así como la transitividad sexual
históricamente presente en la cultura brasileña, mucho an-
tes del boom de los años setenta y la bisexualidad. Pensar
la sexualidad y la afectividad implica discutir maneras de
adhesión a los proyectos colectivos y temas que se transiten
para el conjunto de la sociedad civil, como el intento de
militantes brasileños de incluir más decisivamente la ho-
mofobia en el espectro de la lucha por los derechos huma-
nos fundamentales, en una sociedad más justa para todos,
como viene siendo hecho con mayor suceso en relación al
HIV y sus portadores.
Por mi parte, nunca tuve una afición militante. Haber
conocido los grupos gays Arco-íris en Río de Janeiro y
Estruturação en Brasilia, haber participado en algunas de
sus reuniones, luego de haber vuelto de un período de estu-
dio en los Estados Unidos y Canadá, fue esencial para dejar
de tener una relación de silencio con la homosexualidad y
tener el coraje de tratar con mi propia experiencia y —al
poder hacerlo— sentirme un poco más parte del mundo. ¡Y
qué difícil que fue! Sin embargo, por increíble que pueda
28 Denilson Lopes
parecer, tenía sentimientos más fáciles de ser dichos en in-
glés que en portugués. Como era adolescente, en el fin de los
70 e inicio de los 80 en Brasilia, no tuve grupos de gays como
los que veo entre amigos más jóvenes, entre mis alumnos
ahora, con tanta visibilidad. Incluso respecto a amigos que
eran gays en la escuela secundaria o la Universidad, pude
enterarme mucho tiempo después de su orientación sex-
ual. En Arco-íris y sobretodo en Estruturação cuando volví
a Brasilia, me sentí más cómodo que en bares o discotecas,
encontré un espacio en el cual podía hablar y discutir acer-
ca de la homosexualidad con naturalidad, un espacio en
que me sentía parte, incluso al reconocer mis diferencias.
La alegría, la vitalidad con la que salía de muchas reunio-
nes fue determinante para cambiar las relaciones con mi
familia y amigos, sacarme un poco la imagen que todavía
me asombra de adolescente melancólico, una encarnación
de gay deprimido antes de los años 60. Pero en muchos as-
pectos yo estaba ahí en los 50. En los Estados Unidos, no se
hablaba de estas cuestiones. ¿No había gays o eran tímidos?
Puedo exagerar un poco, pero no demasiado. Muchos no
sienten la necesidad de hablar de su sexualidad, aunque a
mí me hizo sentir una gran diferencia saber no sólo que
me gustaban los hombres, sino saberlo desde la infancia.
Compartir esta experiencia, sin precisar decirlo con todas
las palabras, fue perturbador. Yo estaba ahí. Ciertamente
no escribiría lo que vengo escribiendo, no hubiese comen-
zado a hablar en mis clases o en congresos, si no hubiese
pasado por esta experiencia.
Es sobre esta experiencia que se construyó la percep-
ción de que mis responsabilidades como intelectual, gay
y brasileño no podían restringirse a las de un intelectual
orgánico, vinculado a un grupo social, sin tener en consid-
eración los complejos procesos de exclusión e inclusión so-
cial. No se trata de buscar aceptación o integración en una
2 Para una lectura comparada de la crítica de Roberto Schwarz y Silviano Santiago, véase Eneida Leal
Cunha (1997).
30 Denilson Lopes
Heloísa Buarque de Hollanda nos recordó en la solapa del li-
bro que “no existen papeles sexuales muy definidos. Son im-
provisaciones que tienen como leitmotiv el ethos gay de una
permanente disponibilidad para el sexo”. Silviano además
escribe, de acuerdo con su obra ficcional, “El homosexual
astuto”, recusando la victimización y el “exhibicionismo
público, protestante, exigido al homosexual por los mov-
imientos militantes norteamericanos” (2004: 202) y defen-
diendo la búsqueda de formas más sutiles de militancia que
la de la política del outing (asumir públicamente la homosex-
ualidad). Silviano se pregunta en el final: “Si la subversión a
través del valiente anonimato de las subjetividades en juego,
proceso más lento de la concientización, ¿no suma mejor al
futuro dialogo entre heterosexuales y homosexuales, que el
enfrentamiento abierto por parte de un grupo que se auto-
margina, proceso dado por la cultura norteamericana como
más rápido y eficiente?” (2000: 15-16).
Es con esta cuestión en mente que busco rescatar la invi-
sibilidad, o la desaparición o la liviandad como estrategias
de mayor sutileza y menos confrontacionistas, en un con-
texto posidentitario y transcultural, teniendo como refe-
rencia las ficciones de Silviano Santiago y de Caio Fernando
Abreu como una alternativa a los discursos sobre la visibi-
lidad, hegemónicos entre los grupos militantes en las cien-
cias sociales.
Nuestra búsqueda comienza por Stella Manhattan, nove-
la de Silviano Santiago (1985), que transcurre en 1969
—cuando la dictadura militar se tornaba más salvaje en
Brasil— entre un grupo de brasileños en Nueva York. Una
isla brasileña en la isla de Manhattan. “Es allí, en el margen
colonial que la cultura de Occidente revela su ‘diferencia,
su texto-límite así como su práctica de autoridad” (Bhabha,
H. apud Hollanda, H. B. de 1991: 177). Tales márgenes no se
restringen a una división Norte-Sur, centro-periferia, ellas
3 Para el desarrollo de esta cuestión, ver el ensayo de Denilson Lopes “Terceiro Manifiesto camp”,
publicado en O Homen que amava rapazes (2002). Aeroplano, Río de Janeiro.
32 Denilson Lopes
El juego de máscaras alcanza su clímax de complejidad
en el protagonista. Tres máscaras: Stella Manhattan, el fun-
cionario del consulado brasileño en Nueva York Eduardo
Costa e Silva y la empleada Bastiana. No se trata de heterón-
imos o dobles resultantes de una fractura interior del per-
sonaje, sino máscaras móviles, en diálogo, representadas
por la lengua, más que por una caracterización psicológica.
Sexos diferentes, comportamientos diferentes en uno solo,
flujos en corto-circuito.
El drama del protagonista se explicita en la medida que su
apego sentimental se contrapone a la dura lógica de Marcelo
(pp.184-5), este representa diferentes papeles sin que uno in-
terfiera en el otro. Eduardo es un sentimental en una época
donde los sentimientos son racionalizados, muertos con una
velocidad apasionante. La confrontación entre memoria y
mirada, central en la obra de Silviano Santiago, sirve para
repensar las posibilidades de una narrativa contemporánea.
Se pone en escena, una vez más, al personaje que recuerda el
mundo que lo olvida. Stella es un personaje entre la melan-
colía y la mascarada. La consciencia se torna mirada en crisis
frente a un mundo de simulacro.
El drama de lo efímero se completa con el de la experien-
cia sexual, en la voz de Marcelo: “la característica de la loca
(Bicha) hoy (entendamos 1969) es de una búsqueda con-
stante de estilo propio” (p. 212). La falta de identidad lleva a
la búsqueda de una subjetividad vía espectacularización de
sí mismo, siempre precaria, puesto que muta. Se acentúa la
fragilidad del protagonista por el desafío de subversión en-
tre las cadenas de la represión cotidiana. No debemos olvidar
que él fue “exiliado” en Nueva York por la familia y de los ecos
desde la dictadura militar en Brasil. Stella/Eduardo memo-
riosa, sentimental, confirma su diferencia frente a la mayoría
silenciosa y la minoría inserta en una práctica política de la
izquierda tradicional. Arrojada en lo cotidiano, día tras día.
34 Denilson Lopes
Las posibilidades del juego que vivifican la subjetividad
por el uso de máscaras residen en la comprensión de la na-
turaleza imagética de la sociedad contemporánea. La más-
cara no es un disfraz de vacío existencial sino una táctica
de coexistir donde lo que prima es la velocidad. Hay una
confrontación permanente entre el deseo de pertenencia
y la deriva, entre narcisismo y tribalismo. Su centramien-
to en la vida personal es difícil de ser mantenido frente a
los cambios del mundo exterior. Stella Manhattan es una
Mme. Bovary contemporánea. En Nueva York, desea la
playa, el sol de Río de Janeiro, y Ricky, en quien ella ve un
James Dean reencarnado, la posibilidad de una gran pasión
y no un mero prostituto (miché). Stella Manhattan es una
novela de ilusiones perdidas, de una formación (Bildung)
frustrada, o tal vez de una imposibilidad contemporánea
en articular satisfactoriamente lo efímero y lo durable en
las relaciones intersubjetivas. Stella, en fin, puede decir
“ahora soy una estrella”. Aunque ella hubiese muerto en una
prisión norteamericana, violentada por los presos (una de
las versiones del final), Stella, de hecho, no muere; ella de-
saparece en las palabras de otros personajes. Su cuerpo se
dispersa. “La loca no muere, deviene purpurina” (Laura de
Vison).
Su desaparición, si no puede ofrecernos un camino, nos
da al menos una pista para volver a avalar la invisibilidad.
Si la invisibilidad comúnmente tiene un sentido negativo
en un primer momento de una política de las identidades,
tal vez ahora ella pueda significar algo diferente. Ser invis-
ible en una sociedad consumista puede ser una manera de
hacer una diferencia por la pausa y sutileza. En una socie-
dad donde todo, todos deben ser visibles a cualquier costo,
incluyendo más y más diversos grupos minoritarios, inclu-
so la transgresión y la diferencia son apenas estrategias de
marketing. Por cierto, invisibilidad no significa esconderse,
36 Denilson Lopes
el necesario diálogo con otros sujetos en la esfera pública.
Donde es esperada una confrontación, una lucha, un cam-
bio de posición. Donde es esperado el grito, bajar la voz.
“¡Que mi única negación sea desviar la mirada! Y, todo
sumado en suma: quiero ser, algún día, apenas alguien que
dice sí” (Nietzsche, 2002: 188). Este sí es un acto de entrega,
de deseo de pertenencia, mas, ¿de pertenencia a qué?
Del final de los años 60, saltamos a la resaca de Morangos
Mofados, y entramos en los años 80 por las manos de Caio
Fernando Abreu. La invisibilidad sería, entonces, una señal
de modestia, como descubre el protagonista de Onde an-
dará Dulce Veiga? (1990). En el inicio de la novela, él vive su
invisibilidad social como mediocridad y fracaso. Cuando
consigue un empleo en el diario de quinta categoría, su
primer gran tema fue el de buscar a Dulce Veiga, cantante
que desapareciera mucho tiempo atrás, tal vez en los años
70. Ella desapareció cuando iba a presentarse en un show
que la consagraría como uno de los grandes nombres de la
música popular brasileña. No apareció y nunca más se tuvo
noticias de ella. Súbitamente Dulce Veiga, que había sido
entrevistada por el todavía joven periodista en uno de sus
primeros reportajes, comienza a aparecer en varios lugar-
es de la ciudad de San Pablo. Estas apariciones no solo le
hicieron comprenderse mejor a sí mismo, al pasado, sino
conquistar otra invisibilidad, otra desaparición. Cuando fi-
nalmente él, que siempre fue apenas un fan, el que hablaba
de otros, encuentra a Dulce Veiga en una pequeña ciudad
del centro de Brasil, él canta por vez primera, encuentra su
voz apenas para que pueda desaparecer mejor sin magias ni
resentimiento. Desaparecer para el protagonista, que has-
ta el final del libro no tiene un nombre, es encontrarse de
manera diferente en otro tiempo y otro lugar.
No se trata más del fracaso, ni de ser devorado por el mun-
do de la velocidad y de la fugacidad. Cosas que parecían tan
4 La última frase de Caio Fernando Abreu en una entrevista de Marcelo Secron Bessa.
38 Denilson Lopes
el minoritario son glamourizados, vendidos y empaqu-
etados en las más populares empresas de entretenimien-
to? Hay un legado frágil de liviandad, una posición, una
brecha, si nos permitirnos ser reeducados para la delica-
deza y el desamparo.
Esta no es una posición extrema. ¿Por qué en nuestra
época las posiciones extremas e intempestivas serían nece-
sariamente las más críticas, ricas o eficientes? Ciertamente
la contundencia siempre ocupó un lugar importante de
disonancia e insatisfacción, como observamos en varias
manifestaciones, de las políticas de identidades a los mov-
imientos anti-globalización. ¿Por qué no la sutileza y la
delicadeza? Tal vez sea un esfuerzo generacional de quien
se formó en los años 80, se vio silenciado tanto por el enve-
jecido discurso revolucionario y transgresor de los años 60
que tuvo ganada mucha atención en este inicio de milenio.
Tal vez no se trate de oposición, sea apenas una posición
discreta, una forma de solidaridad en la diferencia, de bus-
car la conversación entre extraños, de la comunidad de ex-
tranjeros. Nuestra búsqueda no terminó todavía.
¿Hasta dónde se puede llevar la ligereza? Hay una sal-
vación por las fragilidades y las precariedades, no por ver-
dades acabadas, sistemas cerrados, pesados. Por más que
el mundo nos pese, todavía resta una brecha, aunque sea
para reírnos de nosotros mismos, de dónde estamos, has-
ta dónde caímos. Es esta risa, en un gesto tonto, en un acto
gratuito, vuela algo que no se puede tomar: una “alegría
modesta” (Abreu, 1988: 157) o “la irreprimible liviandad y
alegría de ser comunista” (Hardt y Negri, 2004: 437).
El viento en los árboles visto por el vidrio no hace rui-
do. Las ramas, las hojas suaves se mueven. Una onda ver-
de cruza el aire. No me pertenece. Estoy del otro lado, en
otro margen.
_____ (1997). Onde Andará Dulce Veiga? San Pablo, Companhia das Letras, 2ª. reimp.
40 Denilson Lopes
Temporalidad del sobreviviente1
Gabriel Giorgi
NYU
I — Reliquia viva
1 Una primera versión de este ensayo apareció publicada en la revista Kilómetro 111, Ensayos sobre
cine, número 12, 2014, bajo el título “Imagen, comunidad, supervivencia: E agora? Lembra-me, de Joa-
quim Pinto”
41
como Pinto, puede tener consecuencias letales. El docu-
mental conjuga una multiplicidad de registros, que van des-
de el retrato de momentos muy penosos —dolores, insom-
nios, confusión— ocasionados por el tratamiento, hasta la
precarización de los servicios médicos en España a partir
de los recortes neoliberales y —sobre todo— la textura de
una cotidianeidad que incorpora la presencia del virus a
la vida compartida del director con Nuno, su marido, con
los vecinos, con sus perros. “Meu nome é Joaquim, e minha
vida não tem nada de particular”, dice el narrador en el co-
mienzo mismo de E agora?... : esa vida “sin nada de particu-
lar”, esa vida aparentemente desprovista de cualidades, una
vida cuya puesta en imagen pasa por la luz que, paradójica-
mente, le proyecta el virus, esa vida será el horizonte que
el documental querrá registrar pero que al hacerlo tensará
hasta un nuevo extremo las temporalidades —y con ello, la
configuración misma— de eso que llamamos “yo.”
En efecto, poniendo el virus en la vida diaria, y haciendo
de él la instancia de la pregunta a la vez por la imagen y
por la subjetividad, E agora?… traza una interrogación ex-
cepcional sobre un reacomodamiento que parece ser una
de las marcas de la sensibilidad de lo contemporáneo: el que
indica la disimetría, la tensión profunda, sistemática, entre
el cuerpo viviente —sus tiempos, sus formas, sus memo-
rias— y el yo, las formas de la persona, de la subjetividad y,
consecuentemente, las determinaciones de eso que llama-
mos lo humano. Una disimetría, una no coincidencia entre
la vida del cuerpo, eso que algunas tradiciones filosóficas y
culturales han pensado en la constelación del bios2 , y la vida
del yo o de la persona. “Não vou ser autobiográfica. Quero
ser bio”, escribía Clarice Lispector hacia 1973, situando una
42 Gabriel Giorgi
inquietud en torno a ese bios que parecía, ya entonces, estar
reclamando nuevas formas, nuevas configuraciones que no
son las del “yo” y su narrativa. Un desmontaje, podríamos
decir, de lo autobiográfico, de los protocolos narrativos de
la “vida personal”, a partir de la centralidad de un viviente
para el cual hay que encontrar nuevos registros formales.
En el eco de esa inquietud me gustaría situar el documental
de Pinto: en la interrogación práctica, testimonial y a la vez
experimental —a partir de la enfermedad, de la presencia
ineludible, frecuentemente penosa, de un virus— de for-
mas de vida, de anudamientos o posibilidades que no son
los del yo personal.
Esa interrogación tiene una dimensión clave: la de la
temporalidad. La “reliquia viva” del virus sitúa la disloca-
ción temporal entre el yo y ese cuerpo cuya escala y cuya
memoria exceden las del sujeto; la enfermedad o, mejor
dicho, el contagio, interrogan, en este sentido, la temporali-
dad de un viviente que desafía construcciones más estables,
frecuentemente normativas, de lo subjetivo. Y la indaga-
ción sobre las formas de la temporalidad, o mejor dicho,
la disputa por temporalidades heterogéneas en el terreno
de la subjetividad es una zona clave de la reflexión queer:
ilumina los modos en que la dimensión del tiempo opera
como matriz en torno a la que se administra, controla y
modela la vida de los cuerpos, sus potencias y sus posibi-
lidades (la gestión del tiempo como forma de administrar
la productividad, de regular las conductas, de maximizar
y a la vez formatear potencialidades) y, por lo tanto, don-
de se disputan y se inventan modos de singularización y
de una autonomía posible. Si la noción de “futuro”, sobre
todo allí donde se vuelve políticamente densa, es insepa-
rable de matrices heteronormativas y familiaristas —eso
que Lee Edelmann llama “reproductivismo futurista” y que
se realiza en la figura mítica del Niño cuya vida es siempre
II — Historia médica
44 Gabriel Giorgi
caracterizar su documental, al que en otro momento des-
cribe como “notas de sobrevivencia”. El tiempo de esta
historia clínica es, entonces, el del sobreviviente: Pinto —a
diferencia de muchos de sus amigos, como vemos en el do-
cumental— pertenece al momento “post-cóctel”, en el que
el HIV se despegó de sus connotaciones letales y se recon-
vierte en condición crónica. Tal condición crónica, sin em-
bargo, es un terreno profundamente ambivalente: los se-
ropositivos afectados por la hepatitis tienen que enfrentar
tratamientos muy agresivos, de resultados inciertos; tal el
relato que E agora?… narra durante el año en que toma parte
del tratamiento entre España y Portugal —de allí las “notas
de sobrevivencia.”
Lo que emerge en la “historia clínica” podría pensarse
como un relato autobiográfico —la vida de un yo narrada
desde el momento de la enfermedad y desde la superviven-
cia— pero en realidad es otra cosa. Lo que se hace imagen
en E agora?… es una subjetividad atravesada por la vida bio-
lógica de la enfermedad, que se vuelve la instancia de una
experimentación de resultado abierto, y que superpone la
subjetividad con ese bios —el virus, los procesos biológicos:
la vida del cuerpo en su autonomía, en su tiempo propio, en
sus formas diversas— ante el cual el yo personal apenas se
reconoce. O mejor dicho: el documental interroga el relieve
creciente, múltiple, de ese viviente en su distancia, y su dife-
rencia, respecto del yo que lo habita. Y la pone de relieve en
su potencialidad relacional, en sus escalas múltiples, en sus
configuraciones a la vez éticas y políticas: allí sitúa, pues, la
posibilidad de una subjetivación que no pase por la forma
del yo personal.
A la vez, el documental pone en escena una subjetividad
enfrentada a procesos tecno-económicos, que vuelven esa
vida materia de gestión a la vez médica y económica. Como
si el tratamiento, y la enfermedad en general, dispusieran
46 Gabriel Giorgi
entre natural y simbólico, etc.). Al revés, como decíamos al
principio, lo que aquí emerge, lo que se hace visible a par-
tir de la “historia clínica” de un modo nítido es una vida
del cuerpo —un bios— que ya no puede condensarse en la
figura del yo. Soledad Boero, en un trabajo reciente (2013),
ensayó la noción de heterobiografía para pensar esas formas
de la subjetividad que no coinciden con un “yo” y que es-
tán atravesadas por intensidades impersonales: formas de
lo subjetivo que se vuelven la instancia de una apertura a lo
impropio, lo no-subjetivo, lo común y a la vez heterogéneo.
Eso heterobiográfico funciona también para la interroga-
ción que aquí tiene lugar, dado que, en efecto, ¿cómo pensar
lo autobiográfico allí donde el bios es el terreno y el efecto de
un contagio? El contagio, la vida en contagio, la vida como
contagio, lo viral como proceso que da forma a la vida: no
hay “yo”, no hay “ forma-yo” que contenga eso. La heterobiogra-
fía, en cambio, ilumina esa formas de lo subjetivo que se le
arrancan a un cuerpo, a su enfermedad, a sus afecciones, y
a sus relaciones con los otros cuerpos, donde la subjetividad
es la instancia para esa apertura hacia una vida en la que no
solo no se reconoce inmediatamente el rostro del “yo” sino
donde se desvanece la forma misma de lo humano. La “la
ilusión de la historia personal”, como el mismo Pinto refie-
re, se disuelve ante la presión de esas nuevas fuerzas, esas
materias y esas imágenes que pasan por los cuerpos y por
los cuerpos en relación.
La “historia clínica”, dice el narrador, empieza por el final:
por el “después” —después de la salud, después del diagnós-
tico, después del tratamiento. ¿Cuál es la forma de ese “des-
pués”, cuáles los modos de narrarlo? ¿Cómo narra un sobre-
viviente, cuál es su tiempo? Y a la vez, ¿hay relato que no sea
de supervivencia? ¿No es la supervivencia la forma en la que
narramos nuestras vidas? ¿Cómo se modulan los tiempos,
la diferencia entre la vida y la sobrevida, cómo se significa
48 Gabriel Giorgi
también, podemos agregar, porque una vez que se vuelve
crónico (con el “cóctel” que frena la erosión del sistema in-
munológico) produce una nueva conciencia del “vivir con”
el virus, una nueva sensibilidad acerca del hecho de que eso
que llamamos el cuerpo “propio” está hecho de una hete-
rogeneidad y una impropiedad —una apertura hacia lo co-
mún y hacia la relación— que pone en crisis toda afirma-
ción rígida del yo y de su individualidad.
Quizá esa doble articulación, esa intersección entre una in-
terrogación sobre las biopolíticas en las que se conjugan la admi-
nistración de la vida y de la muerte, y una nueva conciencia sobre
el cuerpo como dimensión de lo común, de lo relacional, es lo que
le haya dado al HIV esa capacidad paradójicamente lumi-
nosa de volver visibles las condiciones del vivir y del morir
contemporáneos, como si el HIV fuese la luz que el presente
arroja sobre todos los cuerpos, seropositivos o no (una luz
que viene, justamente, de la misma oscuridad, desde el fon-
do de la vulnerabilidad de los cuerpos: allí aparecen modos
de ver, de saber, de significar).
Creo que el documental de Joaquim Pinto deriva su im-
pacto del hecho de haber capturado, como pocos otros ma-
teriales, esa doble interpelación que vino con el virus, y de
articular una exploración de formas visuales y de una voz
sobre ese terreno de la subjetividad profundamente trans-
formado. E agora?… es un mapeo tentativo sobre ese terreno,
en el que aparece una subjetividad cuyo rostro se erosiona
y se deshace entre el despliegue del virus —su reino bioló-
gico, su tiempo no-humano, sus estrategias— y el dominio
de biopolíticas a la vez estatales y mercantiles en las que se
gestiona y se administran modos de la supervivencia. Dos
nuevos contornos de la subjetividad, dos contornos de lo sub-
jetivable: ahí, en ese nuevo espacio o nuevo terreno para el
cual no hay formas dadas —ahí se sitúa, quiero sugerir, el
documental de Pinto.
50 Gabriel Giorgi
De la misma manera, la presencia de animales en el do-
cumental resulta clave para ese contorno de la subjetividad
que el film quiere trazar. Empieza con una babosa deslizán-
dose lentamente por la tierra, como si el hallazgo o el en-
cuentro con ese animal diese una pista del tipo de apertura
que el documental quiere producir para lo contingente y
lo cotidiano: el tiempo del animal, su movimiento, su in-
esperada intimidad con la cámara, es aquí el tiempo de la
imagen, de lo que aparece, y que la cámara alberga. Ese será
el registro de lo visible en el documental, y del que los ani-
males dan cuenta. Porque aquí se trata de una cámara, de
un repertorio de imágenes, que puedan articular, registrar
y configurar un universo a la vez excepcional y cotidiano,
singular y común, que pasa por los cuerpos en relación y no
por identidades o relaciones personales. Es la contingencia
de los cuerpos lo que aquí cuenta, y la red que se traza entre
ellos, que pasa por la imagen. Vemos a Joaquim y a Nuno
con sus perros, cada uno de los cuales con su individualidad
pero siempre en conjunto: es la manada humano-animal
lo que arma la familia. Vemos a los vecinos y vemos a los
insectos: la comunidad —los vecinos— se conjuga también
en torno a lo no-humano. Y los árboles en su crecimiento
y en el episodio del incendio. No es “la naturaleza” como
dominio exterior, o insondable, respecto de lo humano;
es un agenciamiento, es una configuración de formas de
vida, todas bajo el signo de la amenaza y de la exposición
y la vulnerabilidad —los humanos y los animales con sus
enfermedades, los árboles con la sequía. Lo interesante de
esa configuración de vivientes que Joaquim Pinto tradu-
ce en imágenes es que no descansan sobre una noción de
una vida plena, originaria, una esencia o núcleo vital, sino
que al contrario, despliega una vida que es tejido de rela-
ciones, y que por eso mismo es vulnerable, precaria, ame-
nazada, y al mismo tiempo creativa, afirmativa y potente.
52 Gabriel Giorgi
captura e inscribe un esparcimiento del presente, esa no
coincidencia del presente consigo mismo, ese otro tiempo
en el que se traza el desvío, la intermitencia de un tiempo
que está siempre atravesado por lo heterogéneo. Allí quizá
convenga situar el dominio entre lo animal y lo espectral
que las imágenes del documental registra y piensa: allí se
sitúa una de las preguntas por la subjetividad.
V — Biopolíticas
3 Cabe pensar que la “ciudadanía biológica” de la que habla Niklas Rose, y que apunta a esos nuevos
mecanismos de publicidad y de agencia de los “enfermos” en relación a los saberes médicos, la indus-
tria farmacéutica y la esfera pública, le debe en gran medida al activismo en torno al HIV la redefini-
ción de los modos de inscribir en el debate público las biopolíticas de la salud y la enfermedad, y del
hacer vivir y el dejar morir. (Rose, 2007).
54 Gabriel Giorgi
VI — Una vida
4 En su “Projeto de documentario”, Pinto escribe: “Sou o que somos. Este documentário é pessoal no
sentido em que proponho colocar-me “emcena”, mas o resultado será o cruzamento desse levantar de
questões em conjunto com o Nuno, pontuadas por outras presenças. Presenças de vivos, mas também
presenças de coisas, seres, energias e ideias. O Nuno irá acompanhar-me nos tratamentos mas irá
também partilhar a câmara e a montagem. O filme será também uma conversa a três, onde o terceiro
elemento só virtualmente estará presente — o Claudio Martinez.” (uno de los amigos muertos por
causas relacionadas con el HIV).
56 Gabriel Giorgi
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1 Utilizo este término fenomenológico para proponer que, aunque el sujeto se constituye mediante
el lenguaje, ella/él nunca está fuera de su propia/o consciencia fenomenológica y corporal de ‘estar-
en-el-mundo’.
59
punto ambivalente entre estar inscripto materialmente con
las huellas de los acontecimientos pasados y tener la capa-
cidad ‘plástica’ de transformarse.2 La Ribot afirma que la
desnudez puede implicar una especie de espacio neutral
carente de toda referencia cultural o personal, un lienzo en
blanco sobre el cual imprimir nuevas experiencias en un
cuerpo sin connotaciones previas (Bordonaba, 2001) como
se ejemplifica en su Number 26 (1997) perteneciente a Más
distinguidas, en la cual ella cubre su cuerpo desnudo con
trazos de tiza azul, mientras se mueve al ritmo de Belmonte
(1988), una melodía del compositor catalán Carles Santos.
De una manera bastante mecánica, cada movimiento cor-
poral provoca una marca de tiza en su cuerpo que su pro-
pia mano produce. Recordándonos, de alguna manera, al
expresionismo abstracto de Jackson Pollock, caracterizado
por concebir sus pinturas como superficies donde los mov-
imientos corporales del pintor quedaban inscriptos a través
de dejar gotear la pintura en la brocha al moverse por toda
la superficie del lienzo, el cuerpo desnudo de La Ribot se
convierte en la inscripción de las huellas indexicales del
movimiento del cuerpo del artista. Como una imagen de
graffiti, el cuerpo de La Ribot cubierto por trazos de tiza
azul ‘divide la presencia mítica del gesto autógrafa con una
división irreconciliable, [por tanto] instanciando una pres-
encia [del movimiento] bajo su borradura’ (White, 2008:
109).
Si el cuerpo desnudo de La Ribot se convierte en una su-
perficie abstracta expresionista en esta pieza, en Sin título
IV (1997) de Más distinguidas, la artista se convierte en una
carnosa re-presentación figurativa de La Venus del espejo de
Velázquez (1647-1651). Vemos a La Ribot en una posición
2 Para Catherine Malabou, la ‘plasticidad’ puede implicar la destrucción de huellas previas al mismo
tiempo que tiene lugar la configuración de nuevas huellas. (Malabou, 2012).
4 Mi más profundo agradecimiento a Jo Evans por alertarme de las implicaciones positivas y negativas
de esta acción y a Sherry Velasco por ayudarme a ver las conexiones entre esta pieza y el personaje
principal de la novela de Cervantes.
5 Para una excelente discusión de Agamben en relación al teatro, véase Cornago, 2011: 263-285.
6 Encuentro algunas conexiones entre la política corporal de La Ribot y la compleja reflexión de Al-
modóvar sobre el cuerpo humano y post-humano en La piel que habito (2011). Véase Gutiérrez-Albilla,
2013b: 70-85.
7 Véase el fascinante estudio sobre el arte de performance de Amelia Jones. (Jones, 1998).
8 Véase el excelente estudio sobre el libro de Deleuze sobre la diferencia y la repetición y, más amplia-
mente, sobre la filosofía de Deleuze. (Martínez Martínez, 1987).
9 Me baso aquí en la distinción que establece Derrida entre la noción de futuro, la cual implica un
cierto grado de predecibilidad, y la noción de futuridad o avenir, la cual implica un futuro impredecible
que todavía no ha llegado.
11 Véase una excelente discusión del concepto de la mirada en Lacan en Silverman, 1996.
12 Este argumento está inspirado en la problematización que realiza Briony Fer sobre la fenomeno-
logía en The Infinite Line.
13 Este término lo tomo prestado de Bojana Kunst. Volveré a la asociación que establece Kunst entre
duración y desposesión más adelante. Véase Kunst, 2010.
14 Aunque en este trabajo me centre en algunas de las piezas más dramáticas de La Ribot, algunas de
ellas recurren notablemente al humor, la parodia o la ironía. Por tanto, la danza/arte de performance
de La Ribot se resiste a cualquier categorización fija o asociación con un modo específico. Para un
excelente análisis sobre humor en La Ribot, véase Sánchez, 2004: 39-50.
18 Véase Castro Flórez, 2002: 41-51. Véase también Lepecki, 2012: 14-23.
23 Para una discusión sobre los conceptos de performance y performatividad, véase Harris, 1999).
Para la relación entre la teoría queer y la noción de devenir de Deleuze, véase Hequembourg, 2007 y
Tuhkanen, 2009.
24 He desarrollado estas ideas en futuro artículo sobre Mi querida señorita. Julián Daniel Gutiérrez-
Albilla, ‘Reframing My Dearest Senorita (1971): Queer Embodiment and Subjectivity through the Poe-
tics of Cinema’, próximamente en Studies in Spanish and Latin American Cinemas.
25 Véase Leigh Foster, 1996.
26 El argumento propuesto aquí se inspira en mi trabajo sobre superficies desgarradas como sínto-
mas de experiencias traumáticas tanto individuales como colectivas en La mala educación de Almodó-
var (2004). Véase Gutiérrez-Albilla, 2013a. Véase también la discusión de Parveen Adams sobre el arte
de performance de Orlan. (Adams, 1996).
27 Este argumento está inspirado por la discusión de Rosalind Krauss sobre la fotografía surrealista.
Véase Krauss, 1985.
28 Este término lo tomo prestado de Margaret Iversen, quien brillantemente discute la obsesión con
el espacio horizontal en el arte minimalista. Véase Iversen, 1991.
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89
sensibilidad histórica que parece obsesionarse con una
enfermedad tipo que funciona como enfermedad-metá-
fora para estigmatizar al adversario político o religioso y
para culpabilizar a sus víctimas1.
Las observaciones médicas y las literarias de la distinción
sano/enfermo son parte de formaciones discursivas que
obedecen a distintos intereses del saber y producen cono-
cimientos diferentes: mientras la medicina como ciencia
etiológica apunta al diagnóstico, a la terapia y a la cura de
enfermedades; la literatura y el arte son capaces de hacer
diagnósticos estéticos sobre el estado de la cuestión en una
sociedad y sobre las constelaciones culturales. (Cf. Bongers,
2006: 15). Quizás por ello frecuentemente el discurso lite-
rario ha absorbido —generalmente reproduciendo y le-
gitimando— prejuicios, ideas y discursos pseudocientífi-
cos hegemónicos en torno a la relación enfermedad-mal y
monstruosidad y también ha resignificado ciertas metáfo-
ras. Así, por tomar solo algunos ejemplos, la novela Drácula
(1897) de Bram Stoker reflejaba una coyuntura cuyo elemen-
to principal —simplifico— era el comienzo de la decadencia
del imperio británico: decadencia política que aparecerá
con la guerra de los Boers; decadencia económica, que suele
denominarse la ‘gran depresión’ de 1873-1896 y sentimiento
insistente de decadencia cultural; la gran cultura victoria-
na sabe que ha pasado su apogeo y, en ese fin de siglo, ha
1 Así la lepra funcionaba en la Edad Media como la enfermedad simbólica por excelencia: el leproso
era también el pecador y los estigmas en el cuerpo daban cuenta del castigo de Dios por los pecados.
Posteriormente, la sífilis renacentista fue presentada como el justo castigo que Dios ha reservado
para nuestros tiempos. El cáncer y luego el sida cumplieron análogo papel en el imaginario social. El
cáncer fue asociado a metáforas militares que fueron de capital importancia en la ideología y en las
prácticas del terrorismo de Estado llevadas a cabo por las dictaduras militares de los años setenta
en América Latina. Y el sida se presentó como la peste rosa, la peste de las cuatro haches (haitianos,
hemofílicos, homosexuales y heroinómanos). Tener sida —por largos años y por discursos perdura-
bles en el imaginario social— era ponerse en evidencia como miembro de algún grupo de riesgo que
algo había hecho y que ponía en riesgo a la sociedad sana y normal susceptible de ser contaminada.
90 Adrián Melo
perdido su seguridad. Drácula participa innegablemente de
ese ‘espíritu de época’; refleja bien esa coyuntura y necesa-
riamente crea un monstruo pleno de sexualidad que sale de
noche y que —vía la sangre o el sexo— transmite una enfer-
medad que puede transformar en monstruos a la amada, al
amigo o al enemigo y en cuyas metáforas resuenan los ecos
del fantasma de la sífilis. De manera análoga la transforma-
ción nocturna del Dr. Jeckyll en Hyde en la célebre novela
de Robert Stevenson implica tanto la conversión en asesino
como la sintomatología de la tuberculosis (las fiebres noc-
turnas, el insomnio, el sudor helado, entre otros signos).
A su vez, la metáfora decimonónica de la nación como
cuerpo aparece en textos de la intelectualidad argentina
—desde Echeverría y Sarmiento hasta Ingenieros— y nutre
la ideología de la generación del 80. En este sentido, la fiebre
amarilla que asoló a Buenos Aires en 1871 sirvió a los efectos
de caracterizar al enemigo político, al mal, a las ideologías
extrañas y contaminantes (anarquismo, socialismo y comu-
nismo) y delineó el discurso del saneamiento y la higiene
pública (Cf. Salessi, 1995). La literatura naturalista argenti-
na de finales del siglo XIX se hizo de estas ideas y creó sus
monstruos. El anarquismo, el socialismo y el comunismo se
fueron asociando a lo foráneo, a la inmigración inferior que
obstaculiza el progreso del país y que pone en riesgo a la na-
ción según el nuevo diagnóstico. Por ello, en novelas como
En la Sangre (1887) de Eugenio Cambaceres o ¿Inocentes o
culpables? de Antonio Argerich o La bolsa (1892) de Julián
Martel, el italiano (en las dos primeras) y el judío (en la úl-
tima) son descriptos como seres avariciosos, sin honra ni
virilidad pero también como seres enfermos, pálidos, lin-
fáticos, perversos sexuales, sifilíticos, como buitres, como el
mal, como vampiros de la sociedad moderna, en definitiva
como monstruos.
2 Veo en esta relación la influencia de la teoría queer en el mundo social. Es sabido que la palabra
inglesa queer significa, en primera instancia, raro, curioso, excéntrico, extraño, enfermo o anormal.
Es hacia fines del siglo XIX -paralelamente en el Reino Unido y en los EE.UU- que esa rareza o esa
anormalidad torna a tener connotaciones sexuales. La anormalidad consiste a partir de entonces en
no adecuarse a las normas del comportamiento conforme a la sexualidad “normal”, es decir, a grandes
rasgos, al paradigma heteronormativo. De ahí el término “queer” devino en palabra despectiva e in-
juriosa sobre todo de los gays. “Rarito” o maricón serían las variantes en idioma castellano. A fines de
los años ochenta del siglo XX, la palabra queer resurge pero como un término de autodesignación. Es
decir, asumir como un orgullo los gustos sexuales consagrados como extraños, enfermos o anormales
por la sociedad normalizadora, disciplinadora, patriarcal y capitalista. A principios de los años noven-
ta, de la mano de teóricas como Teresa de Laurentis, Eve Kosofsky Sedwick o Judith Butler surge la
teoría queer, sobre todo dentro de los estudios culturales de universidades estadounidenses. A su
vez, de manera paralela el grupo Queer Nation fundado en Nueva York se caracteriza por un militaris-
mo contra la homofobia, pero a la vez como la asimilación de los gays y las lesbianas en las socieda-
des neoliberales. El término queer se erige como instancia superadora de otras categorías sexuales
impuestas desde el siglo XIX en adelante (lo que Michel Foucault incluye dentro de un dispositivo de
sexualidad normalizador y disciplinador) y en oposición a la identidad gay y lesbiana que terminan por
delimitar grupos y comunidades que terminan siendo asimilados por la sociedad de consumo, el mer-
cado y el capitalismo a grandes rasgos. El término queer se presenta asimismo como una manera de
disolver las fronteras identitarias (transexuales, bisexuales, travestis, entre otras) y la multiplicidad
de identidades gays y lesbianas (locas, gays, activos, pasivos, entre otros) y constituir un solo grupo,
sin características definidas y limitantes, que se eleve como movimiento contestatario de las normas
sexuales, culturales y sociales impuestas por el paradigma heteronormativo.
92 Adrián Melo
Monstruos que surgen como metáfora del estigma y de la
discriminación social pero que contienen en sí mismo el
potencial subversivo, liberador y redentor de aquello que
no forma parte del orden social, natural y jurídico. Los
monstruos literarios post sida tienen la particularidad de
ser creados prioritariamente por portadores de HIV y ese
hecho, liberado de la culpa inicial que acompañó al virus
en los primeros años, los aparta del conservadurismo polí-
tico y social y trae consigo la posibilidad de reivindicar a la
monstruosidad.
En definitiva, la enfermedad tipo de fin de siglo XX dio
una vuelta de tuerca a las imágenes tradicionales que aso-
ciaban enfermedad y monstruosidad y le dio nuevos senti-
dos afectando no solo a la literatura gay sino a todo el campo
artístico y particularmente a la cultura popular. No parece
casual, en los últimos años, desde que el sida pasa de ser una
enfermedad mortal a una enfermedad crónica y deja de ser
pensada como un problema de homosexuales, haitianos,
hemofílicos y drogadictos, a ser visualizada como un fac-
tor de riesgo para una población más global. Metáforas que
aluden al sida o imágenes atravesadas por el trauma del sida
aparecen cada vez con mayor frecuencia en los seriales de
televisión norteamericanas (las series que particularmente
absorben y reproducen las ideas, los prejuicios dominantes,
los amores y los odios sociales prevalentes, es decir los ima-
ginarios sociales hegemónicos de cada época histórica).
Si se parte de la idea de que las ficciones artísticas, litera-
rias, televisivas o cinematográficas no se crean ex nihilo sino
que nacen en contextos socio-históricos determinados y en
ese sentido no pueden dejar de absorber los miedos, las obse-
siones y las ideas de su tiempo, la proliferación de vampiros,
zombies, no-muertos, fantasmas y otros tantos monstruos
que parecen formar comunidades humanas y al margen
de lo humano al mismo tiempo en seriales tales como The
II
94 Adrián Melo
pareció reaccionar melodramáticamente con películas
como Compañeros inseparables (Norman René, 1990), cuyo
título original Longtime Companion, literalmente “compa-
ñeros de larga duración” refiere a la forma “políticamente
correcta” en que los periódicos de la época recreada en la
película designaban al novio/amante/pareja del fallecido
en las necrológicas3.
Pasados algunos años, el campo cinematográfico pudo
comenzar a elaborar metáforas y, por ello, más interesan-
te resulta la película Entrevista con un vampiro (Neil Jordan,
1994), que si bien estaba basada en una novela de Anne
Rice de 1973, fue filmada en 1994 y como toda película de
terror que se precie de tal recoge los miedos, las obsesio-
nes y los temores de la época en que fue producida. Es
decir, en esos vampiros interpretados por los sex symbols
de Hollywood del momento, en esos seres que caminaban
lentamente sobre la tierra transmitiendo por la sangre y
el sexo una enfermedad que convertía a los humanos en
seres semivivos y semimuertos, era imposible no leer una
metáfora del sida y de sus consecuencias en los cuerpos
y los corazones. Tampoco parece casual que la continua-
ción de la novela y la saga de novelas sobre vampiros —a
más de la popularidad— de Anne Rice haya florecido du-
rante la década del ochenta en novelas tales como Lestat el
vampiro (1985) o La reina de los condenados (1988).
A esa primera época del sida, pertenecería también
una escena literaria de El protocolo compasivo (1991), en
la cual Hervé Guibert, quien afirma que la enfermedad
3 El mismo Guibert insiste a lo largo de su novela en los ritos fúnebres, imaginando por ejemplo su
propio funeral: “Sin ceremonia religiosa, ni procesión, salvo con los muchachos del pueblo. Sin ramos,
ya he tenido bastante estos últimos tiempos. Flores cortadas. Ataúd de pobre, de madera brutal mal
cepillada, ataúd de roble grosero apresuradamente clavado, llevado en desequilibrio sobre dos hom-
bres robustos”. O los tributos póstumos de Lionel que cubría las paredes con las fotos de su amante
bailarín haciendo ejercicio.
96 Adrián Melo
Paulin que, junto con su amante, habían decidido violar y
torturar a la mayor cantidad de ancianas posible desde que,
a los veinte años, supo que estaba enfermo de sida.
La segunda etapa se abre con el año 1996, con el hecho
paradigmático del Congreso Internacional sobre SIDA
en Vancouver cuando se anuncian los resultados exitosos
de los tratamientos para la enfermedad producidos por
la combinación de varias drogas. A partir de este descu-
brimiento, en el campo del saber farmacológico, la enfer-
medad empieza a disminuir su potencia de muerte para
aquellos que tienen acceso y son constantes en los trata-
mientos. En este punto, el sida comienza a ser pensado
como una enfermedad crónica y no exclusivamente de
homosexuales o de grupos marginales identificables (en
algún momento, la enfermedad comenzó a hacer mayo-
res estragos en la comunidad heterosexual, por ejemplo)
y es entonces cuando comienzan a proliferar ficciones en
donde los seres oscilan entre la vida y la muerte —o me-
jor— los límites entre la vida y la muerte, la humanidad
y la animalidad o la monstruosidad aparecen difusos. Es
el tiempo de los vampiros, los zombies, los no-muertos,
los asesinos seriales y de viejos y nuevos monstruos en el
cine, la televisión y la literatura.
III
98 Adrián Melo
transgrede el orden reproductivo de la familia al que
opone su propio mecanismo de reproducción. La morde-
dura de los vampiros o vampiras crea nuevos vampiros,
da lugar a una raza inextinguible de no muertos. De ese
modo, el vampiro funciona en el imaginario social como
una figura de lo monstruoso de una sociedad donde están
desmoronándose los cuerpos sociales tradicionales, como
por ejemplo, la familia. Por ello no es de extrañar la re-
ciente proliferación de vampiros en la novela popular, el
cine y la televisión. Sin embargo, los vampiros contem-
poráneos tienen ciertas peculiaridades. Si bien continúan
siendo excluidos sociales, ahora su monstruosidad sirve
para que reconozcamos que todos somos monstruos: uni-
versitarios caídos en la marginalidad, desviados sexuales,
tipos raros, supervivientes de familias patológicas, etc. Y
aún más importante: los monstruos empiezan a formar
nuevas redes alternativas de afecto y de organización so-
cial. El vampiro, su existencia monstruosa y su insaciable
deseo se han convertido en síntomas, no solo de la disolu-
ción de una sociedad antigua, sino de la formación de otra
nueva” (Hardt y Negri, 2004: 228-229).
En otra de sus autoficciones que constituye la continua-
ción de Al amigo…, El protocolo compasional (1991), Guibert
apela a su vez a la figura de un monstruo caníbal: “Me falta
carne en los huesos, en el vientre, ya que llevo meses sin
comer carne ni pescado, en la lengua y en los dedos, en
el culo y en la boca, vacío que ya no deseo llenar, que con
gusto me haría caníbal. Cuando veo el hermoso cuerpo
desnudo, carnoso, de un albañil en una obra, no solo me
gustaría lamer, sino también morder, jalar, jamar, masti-
car, tragar. No descuartizaría, según la moda japonesa, a
uno de esos obreros para apretujarlo en mi congelador:
me gustaría comerme la carne cruda y vibrante, cálida,
dulce e infecta” (Guibert, 1991: 83).
IV -
Pérez, P. (1998). Un año sin amor. Diario del sida. Buenos Aires, Perfil.
Cecilia Palmeiro
UNTREF / NYUBA
Introducción
107
modelos de intervención social, alternativos al tradi-
cional compromiso del escritor sartreano. Este proceso
puede leerse particularmente en la formación de nuevas
estéticas vitales alrededor de proyectos editoriales inde-
pendientes como Belleza y Felicidad y Eloísa Cartonera,
que reconfiguraron la escena literaria argentina y lati-
noamericana, instauraron modos de circulación inde-
pendientes de la industria editorial (en el caso del idioma
español, una industria dominada por compañías multi-
nacionales con sede en España) y fundaron un mercado
mínimo pero dinámico y autosuficiente. El concepto de
lo queer, incorporado en ese momento a los debates lo-
cales, colaboró en el armazón teórico y experiencial de
tales proyectos, así como volvió inteligible su dimensión
política.
Marx dijo que cada época sueña la siguiente, y ese sueño
se encuentra impreso en las formas culturales: tal sería el
carácter social de la imaginación. Benjamin agregó que ese
sueño del futuro (que asume distintas formas del paraíso
de abundancia material, es decir la sociedad sin clases, el
sueño siempre postergado de la humanidad redimida), en
realidad está inspirado en el pasado: la imaginación de lo
nuevo aparece mediado por formas preexistentes, cadu-
cas, pasadas de moda, o directamente antiguas. Lo mismo
ocurre con la novedad en el arte: la búsqueda de lo nuevo
se produce como redención de aquello que en el pasado no
pudo llegar a ser.
Las formas contemporáneas de la vida literaria y polí-
tica deben su existencia a experiencias clausuradas pero
no realizadas en el pasado reciente, como deuda que las
dictaduras y posdictaduras latinoamericanas tienen con
nuestro presente. Es posible leer esas consignas eman-
cipatorias en la vida y la obra de Néstor Perlongher, que
como poeta, activista y antropólogo formuló las líneas
1 “Política y deseo” y “A qué vino de Paris, Mr. Guattari?”, en Papeles insumisos. Buenos Aires, Santiago
Arcos, 2004. “Los devenires minoritarios”, en Prosa Plebeya. Buenos Aires, Colihue, 1997.
2 Para mayor desarrollo, ver Palmeiro, C. “El grupo SOMOS” en Desbunde y felicidad. De la cartonera a
Perlongher. Buenos Aires, Título, 2011.
3 La experiencia de ese viaje quedó plasmada en el libro de ambos Micropolítica. Cartografías del de-
seo. Buenos Aires, Tinta Limón, 2006. Perlongher participó de algunos de esos encuentros de Guattari
con grupos activistas, y los textos mencionados responden a esa experiencia.
4 Cfr. Néstor Perlongher (ed.). Caribe Transplatino. Poesia neobarroca cubana e rioplatense. Traducción
de Josely Vianna Baptista. San Pablo, Iluminuras, 1991.
5 “Todo ser humano enfrenta, desde su nacimiento, a un grupo primario: la familia. ¿Qué significa la
familia? A un ser como el humano (...) le es necesaria una agencia social específicamente encargada de
orientarlo, ayudarlo y mantenerlo en ese proceso. Esto significa que la familia es una fábrica de seres
humanos sociales. Ahora bien, en la medida en que un grupo social basado en la explotación necesita
gente preadaptada para entrar en el proceso de producción alienada, la familia, sustentadora, debe
convertirse en una agencia de-formadora. Se trata de una microsociedad que reproduce en almácigo
el sistema que la nutre. (...) En la familia standard hay un detentador del poder, el macho, que, en la
medida en que maneja el poder económico en la familia y el poder político en la sociedad, maneja por
derecho propio el sistema de relaciones familiares y su extensión, las relaciones sociales. El objeto
de su dominación es, en primer lugar, la mujer; y en segundo lugar, los hijos, que son el producto-
mercancía de la fábrica familiar. El sentido último de la familia es producir seres que reemplacen a sus
progenitores en sus tareas, inculcándoles antes los mecanismos de la dominación para que las reali-
cen sin protesta. De tal manera se verifica y asegura en este nivel, al igual que en las demás escalas
de la vida social, la dicotomía opresores/oprimidos […] La figura autoritaria del padre es reproducida
luego en la figura del policía, del patrón, del Estado, sostenedoras del sistema ante las que los indi-
viduos se inclinarán como ante el padre. Así, el esquema de dominación es traspasado fielmente al
individuo a través de la familia”. Ibíd.
6 Ibíd.
7 El FLH fue a recibir a Perón a Ezeiza con un cartel que reciclaba un verso de la marcha peronista
en una diatriba libertaria: “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”. Casi cuarenta años
después, esta apuesta fue retomada por la Agrupación Nacional Putos Peronistas, que hizo de esa
bandera su consigna principal, en un intento por articular finalmente un peronismo de base queer,
donde los “grasitas” sean las “tortas y putos del pueblo”.
9 En la nota a la reedición casera de Somos, los activistas escriben: “Entendemos que reeditar la revista
Somos, para que cualquiera pueda acceder a ellas, es dar un paso en la dirección correcta, si buscamos
recuperar nuestra historia y reconocer a los movimientos sociales que se jugaron por la construcción
de una sociedad radicalmente distinta a la que vivían y hoy vivimos. Un paso, en el camino, para no
dejar que nos sometan nunca más, ya sea por tener prácticas homosexuales y desafiar a lo que se
espera de nuestro género, por elegir un género que no nos asigna el Estado, o por ser trabajadorxes,
mujeres, etc. Hoy estamos en 2005 y muchas cosas han cambiado para bien, lxs homosexuales no so-
mos perseguidos de forma tan cruda por el Estado, pero aun hoy somos segregados por la legislación,
aun hay una diferencia tajante entre una persona ‘hetero’ y ‘homo’ y la sexualidad se vive muchas
veces con culpa, la libre experimentación de nuestros cuerpos y deseos no es algo que suceda a nivel
general ni mucho menos. Aun peor es que todavía hoy los códigos de faltas/‘edictos policiales’ son la
herramienta que usa el Estado para someter y asesinar a las travestis. Hoy la explotación capitalista
es aun mucho peor de lo que era en los 70, coexistimos de forma habitual y consideramos natural que
existan masas de desocupados que no acceden a una vida digna, masas de explotados que sobreviven
con una miseria por mes. Por eso, la moral castradora que combatía el FLH sigue viva. Nuestro deseo
es que la voz del FLH no se silencie nunca más. Esperamos que esta reedición casera sea útil a este
propósito”. Somos, reedición casera de 2005, editada por Mariposa Muerta fanzine + Fiesta Eyeliner
gay-Les-Trans, disponible online en http://eyeliner.com.ar/zines.html.
Resulta al menos interesante el contraste con la realidad que se describe en la declaración, y la que
vivimos hoy en 2013, cuando estas consignas de igualdad ante la ley se han transformado en políticas
de Estado para la inclusión social, bajo las formas de la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de
Identidad de Género.
Belleza y Felicidad
10 Cfr. Jorge Panesi, “La crítica argentina y el discurso de la dependencia” y “Cultura, crítica y pedago-
gía en la Argentina: Sur / Contorno”, en Críticas, Buenos Aires, Norma, 2000, pp. 17-64.
Crisis
Conclusión
11 En este momento (2013) el mundo cuenta con más de 140 editoras cartoneras. Ver al mapa mun-
dial cartonero en: https://maps.google.fr/maps/ms?msid=211452372373338992036.0004d2f373c22
5b0c74d7&msa=0&ll=5.615986%2C-2.988281&spn=119.890965%2C270.527344
Eloísa Cartonera (2007). No hay cuchillo sin rosas. Historia de una editorial latinoame-
ricana y antología de jóvenes autores. Buenos Aires/Stuttgart, Eloísa Cartonera /
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Rosetti, D. (Fernanda Laguna) (1999). Tatuada para siempre. Buenos Aires, Belleza y
Felicidad.
137
sentido puede ser pensado como una escritura menor dentro
de una escritura mayor (Deleuze - Guattari, 2002). De la vo-
cación de extrañamiento, deconstructiva y de terrorismo
textual es que estas producciones puedan verse bajo la ópti-
ca de un contracine (Wollen, 1972).
Pensar a estos textos como producciones queer es situarlos
como resistencias semio-sexo-políticas críticas a los regí-
menes de poder, verdad y deseo que ha erigido el cine. Se
trata de pensar dichas producciones como un espacio de
posibilidad y apertura identitaria radical, desplazadas de
toda esencia, esquivas y migrantes (Halperin, 2007).
Es nuestra intención poner la lupa sobre un corpus de
films de los últimos años (2000-2014) y a partir de las estra-
tegias de desterritorialización que percibamos, trazar una
cartografía abierta, nunca limitante, ajena a los delineados
o las narrativas heterocentradas de una historia lineal, pro-
gresiva y acabada. Escogeremos algunas películas que ser-
virán para nuestro trazado, lo que no impide que existan
otros textos susceptibles de ser considerados como parte de
este mapeo.
Descentrando el lenguaje
1 1Los tres textos considerados como pioneros en este campo de estudios son: Popcorn Venus: Wo-
men, Movies and the American Dream de Marjorie Rosen (Nueva York, Coward, McCann & Geoghegan,
1973); From reverence to rape de Molly Haskell (University of Chicago Press, primera edición 1973)
y Women and their sexuality in the new film de Joan Mellen (Nueva York, New Horizon Press, 1974).
2 Un claro ejemplo de intercambio consciente entre estos dos ámbitos es el denominado por la crítica,
cine experimental feminista, cuyas dos expresiones más representativas son las producciones británi-
cas de Laura Mulvey junto a Peter Wollen, o los primeros trabajos de Sally Potter.
3 En este sentido, puede revisarse la obra de Maya Deren, Germaine Dulac o Dorothy Arzner, directo-
ras redescubiertas por la historiografía feminista del cine.
4 Algunos de los teóricos más importantes que han ido constituyendo y enriqueciendo esta perspecti-
va teórica cinematográfica son: Teresa de Lauretis, Alexander Doty, Richard Dyer, Judith Mayne, Ruby
Rich, Chris Straayer, Thomas Waugh, Tamsin Wilton y Robin Wood.
5 Como parte de esta genealogía podríamos señalar el rescate en clave disidente de la obra
cinematográfica de Jean Cocteau, Jean Genet, Sergei Eisenstein, Rainer Werner Fassbinder, Ulrike
Ottinger, Rosa Von Praunheim, Luchino Visconti, Werner Schroeder, Luis Buñuel, entre otros.
6 Nos referimos a la fértil conceptualización ideada por Foucault, quien las caracteriza como “impug-
naciones míticas y reales del espacio donde vivimos” (Foucault, 2010: 21).
7 Llamativamente la expresión en inglés in a queer street refiere al hecho de estar en problemas.
8 Lo mismo podría articularse en torno a films como Vagón Fumador de Verónica Chen (Argentina, 2001),
Chamaco de Juan Carlos Cremata (Cuba, 2003) o Ronda Nocturna, de Edgardo Cozarinsky (Argentina, 2005).
En cierta medida, los tres films trabajan la lógica del yire callejero y el cuerpo como negocio del deseo.
9 Para un estudio más en profundidad sobre la vinculación entre políticas queer, LGBT y documental ver,
de estos autores, su texto de 1997, Between The Sheets, In the Street. Queer, Lesbian, Gay Documentary.
10 Más allá del intertexto directo con Macao (1952) de Sternberg/Ray, no se trata de un dato menor
que los directores elijan un género como el del cine negro para hacer una lectura a contrapelo de las
estructuras narrativas canónicas. El cine negro se constituyó como un género que habilitó innume-
rables ambigüedades en torno a las políticas sexuales, en el interior de los textos cinematográficos
Para un trabajo más en profundidad sobre los pliegues del cine noir ver Dyer, Richard: “Cine negro
desviado” en Archivos de la filmoteca nº 54. Ed. Filmoteca de la Generalitat Valenciana, octubre, 2006.
Deleuze, G. y Guattari, F. (1978). Kafka. Por una literatura menor. Mexico D.F. Era
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Wollen, P. 1972. Signs and meaning in the cinema. Bloomington, Indiana University
Press
Ezequiel Lozano
(UBA/CONICET)
1 El estreno mundial fue el 23 de febrero de 1967 con dirección de Mitchell Nestor; escenografía de C.
Murawski; vestuario de Jan; música y efectos sonoros de Terry Ross. El reparto era el siguiente: Rocky,
Victor Arnold; Mona, Roert Christian; Queenie, Bill Moor; Smitty, Terry Kiser; y Guard, Clifford Pellow.
Se concreta en el circuito del off-Broadway, en el Actor´s Playhouse.
2 John Herbert murió en junio de 2001 a los 74 años. Escribió más de 25 obras a lo largo de su carrera.
Docente y dramaturgo, a su vez representa al activismo gay de Toronto y es destacado en su actividad
artística como drag-queen. El impacto social de las puestas en escena de Fortune and Men’s Eyes hace,
por ejemplo, que se cree la Fortune Society for Prison Reform. La obra se gesta motivada por la estancia
que había experimentado el autor en el reformatorio canadiense de Guelph (Ontario) en el año 1946
(época en la cual la homosexualidad estaba prohibida en Canadá); el grupo de homófobos que atacó a
Herbert fue quien lo acusó de invitarlos a prácticas homosexuales lo cual lo llevó a aquel sitio.
155
de la escritura de Herbert para reconstruir el agencia-
mento de la puesta en escena porteña en un momento
de particular emergencia de discursos cuestionadores de
la heteronorma presentes en las artes escénicas de aquel
momento. También se atenderán algunas relaciones con
otras transposiciones del texto tanto como el cotejo de
textos críticos que reflexionaron sobre el mismo.
Resulta necesario enmarcar esta visibilidad de la disi-
dencia sexual en los escenarios porteños de 1969, en una
serie de sucesos a nivel social. El más significativo es el
nacimiento de la agrupación activista argentina Nuestro
Mundo. En palabras de Carlos Fígari (2010), se trata de la
primera que se conforma “públicamente bajo una orien-
tación homosexual en América del Sur” (228), de base
obrera y sindical se autodefine como “grupo homosexual-
sexopolítico” (228). Esta asociación se creó clandestina-
mente en 1967, bajo la dictadura del general Juan Carlos
Onganía, dentro de la precariedad de una casilla guarda-
barrera en Gerli (Pcia. de Buenos Aires). Se fundó con 14
personas y produjo la primera publicación donde se de-
fienden los derechos de las y los disidentes sexuales, un
boletín que lleva el nombre del grupo.
Fortune and Men’s Eyes denuncia la violencia que opera
dentro del sistema carcelario, tanto como aquella ejercida
desde el sistema social, hacia quienes encarnan sexuali-
dades no-heteronormativas. A través del abuso de poder,
experimentado en el mundo cerrado de un reformatorio,
los personajes del texto de Herbert despliegan las tensio-
nes inherentes al clima social de su época. En el contexto
canadiense, donde antes del 69 era punible con la cárcel
cualquier acto homosexual, Fortune and Men’s Eyes plantea
con sordidez el trato de la sociedad hacia la disidencia se-
xual, así como las condiciones brutales de la vida carcela-
ria. Propone personajes realistas no estereotipados.
3 Recibe el nombre del bar, Stonewall Inn (situado en la calle Christopher de Greenwich Village), donde
las y los asistentes ofrecieron resistencia al avance de la policía.
4 Como sostiene Fígari, “esta acción, que duraría tres días, se convertiría en el ‘mito de origen’ del
movimiento homosexual en el mundo. Al año siguiente, comenzó a celebrarse la ‘semana del orgullo
gay’ culminando con una marcha que partía de la calle Christopher” (2010: 228).
5 Las cursivas corresponden a nuestra traducción lo más literal posible de los términos del original.
6 El quinto personaje de la obra es un guardia de entre 45 y 50 años, rudo y disciplinado.
7 La dirección de Sal Mineo hace hincapié en el mundo gay habilitado por el texto dramático, agrega
escenas de desnudos y se focaliza particularmente en las escenas de sexo entre varones. Según el crí-
tico Clive Barnes, estos agregados y subrayados de la puesta apuntan a la excitación sexual (de corte
sadomasoquista, especialmente) y no ayudan al drama. Esta puesta resulta muy exitosa y motiva, junto
a la adaptación fílmica del ’71, que el texto se estrene en Canadá con una producción comercial (1975).
8 Al comienzo de la obra “Mona remains a shadowy figure, kindly but apparently weak and conse-
quently victimized by the others. In the rehearsal scene he shows a streak of stubborn fanaticism
which reveals another side of his character” (Carson, 1972: 210).
9 Nos referimos a la versión preliminar que Carson consultó; la obra se había presentado en Canadá,
en el año 1965, como workshop dentro del Festival de Stratford.
10 “The Shakespearian text seems originally to have been intended as a declaration of love on the part
of Mona and as a counsel to rely on inner resources rather than on the opinion of the world. Far from
being an invitation to bed, it seems to be a continuation of Mona’s argument that physical intimacy bet-
ween them would destroy their relationship. It is an affirmation of the superiority of ‘remembered’, that
is non-physical, love over despersonalized sex” (Carson, 1972: 212). Pero este pasaje está claramente
alterado en la versión impresa. “Whereas previously they had established some sort of communication
through the sonnet, here they remain ironically detached from the sentiment in the poem. Furthermo-
re, it is not at all clear what they are amused by. (…) Once again Herbert’s changes in the text seem
less designed to clarify relationships than to avoid unsympathetic laughter” (213). Carson sostuvo que
Herbert mantuvo las citas a Shakespeare (a pesar de que las modificó en su funcionalidad) ya que ambas
expresan un ideal de femineidad asexuada que el autor parecía querer hacer cuerpo en el personaje de
Mona. Se apoyaba, para afirmarlo, en la descripción que se hace de los personajes donde se detallaba de
Mona, como dijimos, que parece suspendid@ entre ambos géneros, ni varón ni mujer.
11 Analiza las acciones finales que realiza el personaje de Smitty “To survive emotionally he must deny his
own responsibility for Mona’s suffering and project his guilt on the guards and society. (…) By denying res-
ponsibility, Smitty denies his ability to act freely. By denying his freedom he, in fact, imprisons himself. The
final slam of the offstage jail door aptly symbolizes Smitty’s ultimate imprisonment” (Carson, 1972: 217).
12 “Fortune and Men’s Eyes is therefore not about homosexuality (…) neither is it the story of the
‘depraving’ of a heterosexual. It is, as Herbert himself summed it up, about ‘the cruelty and stupidity
of force and violence’. It asserts quite simply that the ‘feminine’ qualities of passivity, gentleness,
forgiveness, mercy and charity are superior to the ‘masculine’ virtues of aggressiveness, violence,
vindictiveness, competitiveness and lust. Furthermore, Herbert goes on to argue that this superiority
is not the result of their respectable heritage but of their effectiveness. Resentment, violence, and
hostility are not only bad in themselves, they are ultimately self-defeating” (Carson, 1972:214).
13 “Entre 1869, momento en el que el lenguaje médico-jurídico centroeuropeo define por primera vez
la oposición entre heterosexualidad y homosexualidad como una lucha moral y orgánica entre la nor-
malidad y la patología, y 1969, momento de la formación de los primeros movimientos de defensa de
los derechos de los homosexuales en Estados Unidos y Europa, el discurso heterosexual se extiende
como único lenguaje biopolítico sobre el cuerpo y la especie” (Preciado, 2009: 139).
14 Michael Greer interpreta a Queenie en la película, así como lo había hecho en la puesta de Sal Mi-
neo (1969) mencionada antes. Según lo presenta Dickinson, para Vito Russo, el golpe de la muerte lo
da la adaptación fílmica puesto que MGM, con intenciones de establecer su película gay para competir
con otras producciones similares, quita del proyecto al primer director, Jules Schwerin (quien como
canadiense estaba más interesado en el proyecto por la potencialidad de crítica al sistema carcelario
de su país) y elige en su lugar a Harvey Hart con el objetivo de modificar las bases de la obra de Her-
bert. El cambio, según Russo, sería la transformación desde un comentario sobre el sexo entramado
en el poder hacia la explotación de lo sexual como una cuestión de identificación genérica (Dickinson,
2002: 25). El argumento de Russo se posiciona de este modo: En vez de establecer una crítica a la
sociedad que demanda una fijación en roles sexuales específicos (sin variaciones), la versión de Hart
convierte a Fortune… en un peep-show sexual donde se busca remarcar el homoerotismo con inten-
ción de dirigirlo al floreciente mercado gay. Así, las escenas de desnudo y violación internalizan los
estereotipos homosexuales activo/pasivo donde el activo se auto-percibe como heterosexual/pene-
trador y el pasivo ocupa el rol femenino/penetrable/abyecto. De acuerdo con Russo, el golpe de gracia
es el hecho de que en la película (no así en el texto dramático) Rocky se suicida luego de las sucesivas
violaciones a las que lo somete Smitty frente a sus compañeros de prisión y los guardias, señalando
que la muerte es preferible a la subversión de los roles genéricos dominantes. Si bien Dickinson coin-
cide en parte con Russo, cree que se confunde cuando separa “sex-as-power” de “sex as a matter of
gender identification”; afirma “both the play and the film question the rigid gender roles imposed on
men in our society, demonstrating how sex becomes or is acquired as an instrument of power: Smitty
learns from Rocky what it means to rape, from Mona what it means to be raped and from Queenie
how one negotiates between these two extremes” (2002: 26).
15 Lo pensamos de modo homólogo a lo que Preciado señala para el espacio del activismo francés du-
rante la década del setenta, cuando el grupo Gazolines se une al FHAR; las mujeres que lo componen,
influidas por la cultura glam rock, “van a ser las primeras en utilizar técnicas de teatralización paródica
del espacio público, prácticas que serán después reconceptualizadas por la teoría queer como políti-
cas performativas o camp” (2009:145).
16 Otras variaciones. Hay drags y drags. Mona interpreta un monólogo de un personaje femenino
(Portia) travestido. Si en la obra el show drag quedaba desplazado (sólo se veía un ensayo) en el film
ocupa un espacio importante y lo que se desplaza es tanto el canon heteronormativo así como el
canon shakespereano.
17 “Aquí queer no se entiende simplemente como una práctica sexual o una identidad sexual, sino por
una parte como el efecto de un conjunto de fuerzas de opresión y de resistencia, pero también como
un espacio de empoderamiento y de movilización revolucionaria” (Preciado, 2009:168).
Herbert, J. (1967). Fortune and Men’s Eyes. Nueva York: Grove Press Inc.
Señoras y Señores (1969, 26 de septiembre). “No habrá memoria de amor” (s/f) p. 12.
Entrevistas
Films
Bibliografía
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Dickinson, P. (2002). “Critically Queenie: The lessons of Fortune and Men’s Eyes”.
Canadian Journal of Film Studies/Revue Canadienne d’Étude Cinematographique,
19-43.
I. Introducción
175
trayectorias disidentes para complejizar y repensar el
pensamiento queer de los noventa desde un basamento
genealógico y transnacional.
1 John Waters Presents Movies That Will Corrupt You salió al aire en la cadena de televisión LGBTIQ
Here! Las presentaciones de Waters fueron filmadas en Baltimore, su ciudad natal y escenario de
todas sus películas. Además de Fuego, de Armando Bo, Waters presentó Freeway, L.I.E., Baxter, The
Fluffer, Clean, Shaven, Beefcake, Les amants criminels, The Hours and Times, Sissy Boy Slap Party, Dot-
tie Gets Spanked, Pink Narcissus, Pasolini, un delitto italiano, The Pussy With Two Heads e Irréversible.
2 Bo y Sarli han tenido que luchar contra la censura argentina, que prohibió muchas de sus películas y
a otras tantas le ha hecho severos cortes. Desde el inicio, Bo fundó su propia productora SIFA a la que
asoció a Sarli con el 50 por ciento de las ganancias y tuvieron que recurrir a las exhibiciones interna-
cionales entre las que destaca la sociedad con Columbia Pictures.
3 Rodolfo Kuhn afirma que “el desprejuicio técnico es parte de su estilo (...) hace más casero, más
familiar el erotismo del film” (Kuhn, 1984: 30).
5 Waters trabajaba desde sus inicios con el mismo grupo de actores, conocidos como los Dreamlan-
ders: Divine, Mink Stole, David Lochary y Edith Massey, entre otros.
6 Junto a Pink Flamingos (1972), Female Trouble (1974) y Desperate Living (1977) constituyen una trilo-
gía de la estética trash. Posteriormente, a partir de Hairspray (1988) se inclina más hacia el mainstream
pero sólo para seguir atacando la sexualidad normativa y la moralidad burguesa del arte desde dentro
de la industria cinematográfica. Sus películas continúan teniendo una estética trash pero más modera-
da, sin llegar a la provocación extrema de sus primeros films.
7 Cf. Hamilton.
12 Aunque se puede datar el caso de Gloria Anzaldúa con un uso de la categoría queer a fines de los
setenta, en muchas apreciaciones de la teoría queer se dice en general que lo queer nace a fines de
los ochenta, Cf. Anzaldúa, 1981.
14 El movimiento trans es clave para pensar la subversión de género de los años 70: “Las personas
transexuales y transgénero han sido las legionarias en la lucha de la libertad en mayúsculas, especial-
mente en el ámbito de la sexualidad: no olvidemos que quién empezó la revuelta de Stonewall fue
una mujer trans, Sylvia Rivera, y que quienes han estado en primera línea de pancarta de las manifes-
taciones de la liberación homosexual en los años setenta y otros países han sido personas transexua-
les y transgénero.” (García Hernández Ojeda, 2008: 182).
IX. Conclusiones
15 Al respecto, Elena Goity afirma: “Bo es tradicionalista y representa las fantasías y sueños desde la
perspectiva del deseo masculino (...) Construye el fetiche femenino (“Coca” y, en particular, sus senos)
del cine argentino y lo logra respetando la convención del género, la asociación erotismo-violencia y
manteniendo una mirada conservadora, propia de la tradición genérica no pornográfica que castiga
habitualmente a la mujer” (Goity, 2005: 367). Por su parte, Gustavo Castagna considera que en las
películas de Bo y Sarli conviven dos aspectos contradictorios: el “catolicismo infantil y de catequismo”
(Castagna, 1996: 22) y el desprejuicio respecto a lo sexual.
If you watch some of my films, you can see what a huge in-
fluence Fuego was. I forgot how much I stole. See Isabel Sarli
walks Times Square with real extras in the background, as
she is filmed by a hidden camera in a car. See Divine do the
exact same thing in downtown Baltimore in Pink Flamin-
gos. Look at Isabel’s makeup and hairdo in Fuego. Dawn
Davenport, Divine’s caracter in Female Trouble could be
his exact tween, only heavier. (John Waters Presents Movies
That Will Corrupt You, 2006).
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Filmografía
...y el demonio creó a los hombres. Dir. Armando Bo. S.I.F.A., 1960. Fílmico.
Desperate Living. Dir. John Waters. Charm City Productions, 1977. Fílmico.
El trueno entre las hojas. Dir. Armando Bo. S.I.F.A., 1958. Fílmico.
John Waters Presents Movies That Will Corrupt You. Act. John Waters. Helen of Troy,
Here!, 2006. TV.
Alejandro Varderi
The City University of New York
199
patrios ahogando, con las notas del “Gloria al bravo pueb-
lo”, el contagioso y bullanguero merengue que se escucha
desde altavoces, radios y artilugios móviles. El país partic-
ipa así en un espectáculo, inconcebible antes del chavismo,
no solo por la prohibición legal de utilizar los símbolos na-
cionales, sino por la reticencia de los venezolanos a identi-
ficarse públicamente con los mismos.1
La persecución política, la crisis ideológica, la violen-
cia verbal y física que obligaron a muchos intelectuales
suramericanos a exiliarse2 durante los años de la Guerra
Sucia, se trasladaron, en el caso venezolano, a amplios sec-
tores de la población estableciéndose, con su particular
gama del kitsch,3 en geografías donde antes solo aterriza-
ban para comprar o estudiar. El voto castigo a los partidos
tradicionales,4 que en gran medida llevó a Hugo Chávez
1 Una excepción fue el artista Juan Loyola quien, en las últimas décadas del pasado siglo, se apropió
de los colores de la bandera, reproduciéndolos sobre autos abandonados y formaciones rocosas, ade-
más de incorporarlos a sus cuadros y performances, donde se pintaba el cuerpo con el amarillo, azul
y rojo del emblema patrio, siendo incluso detenido y encarcelado, por irrespetar lo sacrosanto del
estandarte nacional. (Loyola, 2014).
2 “Cuando se está obligado a huir, no se elige el lugar, como si se tratara de una excursión de turismo
(…). El exilio significó una experiencia vasta, totalizadora, una reflexión acerca del poder, de la con-
dición humana, de la locura, del terror y de la supervivencia. Comprendí, más que nunca, que vivir y
escribir son actividades éticas. En el siglo XX es difícil encontrar una generación que no haya tenido su
Diluvio, su Éxodo, su propio Infierno”. (Ramírez Ribes, 1997: 1).
3 “‘¿Problemas de amor o de trabajo? Regreso a tu ser amado, por más alejado que esté. Hago prosperar
tu negocio. Quito brujerías y cualquier mal desconocido’. La consejera y clarividente Coromoto firma
el anuncio que, a una columna y apretada entre un puñado de santeros y chamanes, se publica sema-
nalmente en un periódico de Doral. Aún sin emplear sus dotes de adivina, Coromoto sabe que quienes
marcarán el 786-447-2297 begin_of_the_skype_highlighting end_of_the_skype_highlightingpara pedir-
le consejo serán todos venezolanos. Podría suponerlo porque eligió de nombre artístico el de la virgen
patrona de Venezuela. Pero lo sabe con certeza porque Doral es la única ciudad extranjera donde los
emigrantes venezolanos, que leen estos diarios de avisos, son la primera minoría”. (Prima, 2013).
4 “Y mientras copeyanos e irenistas debaten de manera ‘cantinflérica’ sobre su futuro político, la
militancia copeyana, según dicen los mismo dirigentes, parece que ha iniciado la retirada hacia otros
comandos, que tal vez gozan del mismo desprestigio, pero por lo menos se muestran más coherentes.
Un vocero de Copei aseguró que la cómica que ha puesto el partido ha provocado deslizamiento del
8 “Lo que quiero decir con vicario es la impresión indirecta de aquellos eventos personales que, ge-
neralmente, se piensa son percibidos directamente —impresiones físicas, por ejemplo, de la expe-
riencia urbana contemporánea, sentimientos, emociones y sensaciones, son recuperados de manera
más efectiva mediante imágenes visuales o su simulacro tecnológico, que a través de la exposición
directa”. (Olalquiaga, 1992: xix).
9 “Pero el marginal avivado ejerce una voluntad de poder, sigue una lógica de la supervivencia, del vi-
vir y gozar sin tasa. Tiene un interés montado sobre las propuestas de disfrute y la obtención de de-
terminados signos, que no son los signos burgueses sino otra cosa que no se sabe muy bien qué es”.
(Echavarren, 1997: 117).
10 “El destino nacional se pierde entre lo contradictorio y confuso; una cultura de impresiones y reta-
zos no soldados y flotantes en nuestra realidad histórica, extravía más que dirige al alma venezolana,
en la búsqueda y comprensión de sus propios fines”. (Picón Salas, 1992: 248).
11 “La imagen, reproducida a gran tamaño, muestra a un Bolívar similar al que se observa en las pin-
turas aunque con una gran nariz y rasgos marcados pero redondeados y frondosas cejas sobre unos
ojos pequeños con mirada penetrante. ‘A partir de hoy tu rostro verdadero rescatado por las manos
amorosas de tus hijas científicas y de tus hijos científicos brillará mucho más porque ya sabemos con
precisión y recibimos con intensidad infinita la luminosa presencia de esa mirada’, dijo un emocionado
Chávez en cadena obligatoria de radio y televisión”. (Fernández, 2012).
12 “‘¡Hola, mis amigos! ¡Qué momentos tan impresionantes hemos vivido esta noche! ¡Hemos visto los
restos del gran Bolívar!’ (…), escribió el jefe de Estado. ‘Confieso que hemos llorado, hemos jurado. Les
digo: tiene que ser Bolívar ese esqueleto glorioso, pues puede sentirse su llamarada’, añadió”. (GDA, 2012).
13 “En una entrevista aparecida en el periódico El Nacional, el 2 de marzo de 1992, cuando se cumplía
un mes del intento de golpe, Chávez, desde la cárcel, le dice a la periodista Laura Sánchez: ‘El verda-
dero autor de esta liberación, líder auténtico de esta rebelión es el General Simón Bolívar. Él con su
verbo incendiario nos ha alumbrado la ruta”’. (Marcano & Barrera Tyszka. A., 2006: 134-135).
14 “Los cubanos manejan el sistema de identificación de los venezolanos, sus cédulas de identidad y
pasaportes; sus registros mercantiles y notarías públicas. Saben qué propiedades tienen y qué tran-
sacciones hacen. También codirigen sus puertos y tienen presencia en aeropuertos y puntos de con-
trol migratorio, donde actúan a sus anchas. La firma cubana Albet, SA, de la Universidad de Ciencias
Informáticas (UCI), que maneja los sistemas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y
Extranjería (SAIME), tiene tanto poder que no permite el acceso de venezolanos al último piso de la
sede central del servicio en Caracas. También son cubanos los sistemas informáticos de la presiden-
cia, ministerios, programas sociales, servicios policiales y de la petrolera estatal, PDVSA, mediante la
empresa mixta Guardián del Alba”. (Marcano, 2014).
15 En lo que al Helicoide respecta, Celeste Olalquiaga dirigió la iniciativa Proyecto Helicoide, volcada
a “una evaluación cultural de ‘El Helicoide’, su estructura, historia y memoria, a través de una serie de
exposiciones en 2014 y una monografía. Su propósito es generar una apreciación crítica de este ícono
de la modernidad caraqueña a partir de distintos registros documentales, artísticos y testimoniales
desde una perspectiva multidisciplinaria. Estos registros formarán parte de una evaluación más am-
plia sobre las complejidades y contradicciones del proceso moderno en el cual esta edificación y sus
vaivenes están inscritos, tanto a nivel nacional como continental y global”. (Olalquiaga. 2014).
16 “Lo que me atemoriza es que la pérdida del espacio urbano, su quebrantamiento, su extrema mo-
vilización hasta el punto de que desaparecen cada día más las antiguas marcas implica también la
pérdida de la noción de hogar y, por ende, de familia. Es también la pérdida de la historia. Y, con ella,
de los motivos necesarios para defender una ciudad”. (Mata Gil. 1994: 38).
17 “La preocupación generalizada de los venezolanos por el problema de su identidad se halla, sin
duda, acentuada por la existencia de un proceso de despersonalización y de dependencia, que se de-
sarrolla a medida que el choque petrolero conmociona los fundamentos de la sociedad venezolana”.
(López Álvarez, 1991: 126).
18 “La normalización de gais y lesbianas en todos los aspectos de la vida parece aún algo tan lejano
para la mayoría que solamente podemos percibir sombras o fragmentos de ese mundo que podría ser,
pero que no es. El orden o desorden que rige hoy el mundo y que divide a los seres humanos en amos
y esclavos, en poderosos y subalternos o/y en personas de mucho valor y personas de poco o ningún
valor, es con frecuencia expresión de una filosofía de la maldad inconfesada, pero harto visible en la
práctica de la vida diaria”. (Sahuquillo, 2006: 134).
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219
prácticas artísticas que vinculan la sexualidad y la política
desde los 70 en Chile, y con las cuales hemos establecido
una relación de implicación constitutiva, poética y política
desde la Disidencia Sexual contemporánea.
Leeré esas teorías y prácticas a partir de la noción de “fi-
liación materna”, una relación que me llevará por el femi-
nismo, la homosexualidad, la estética travesti y la reciente
politización del aborto. Utilizar el concepto de “filiación
materna” como dispositivo de lectura de las reflexiones,
prácticas artísticas (y los activismos artísticos1) en cruce con
las sexualidades disidentes en Chile, tiene una doble fun-
ción: una primera de carácter constatativo-descriptivo al
reconocer las relaciones incestuosas entre feminismo y ho-
mosexualidad en la historia reciente del arte chileno, a la
vez que una función política en sí: conformar una genealo-
gía diferencial2 de las producciones sexo-disidentes latinoa-
mericanas (en este caso chilenas) que sirva de relectura y
reinterpretación de las genealogías del saber y del arte que
hoy se solidifican con la ya establecida recepción de la teo-
ría queer norteamericana en Latinoamérica, a partir de la
cual todas las producciones locales de la sexualidad mar-
ginal aparecen como meras reproducciones de las teorías y
prácticas queer metropolitanas.
1 Utilizo la noción de “activismo artístico” del modo en que ha sido ocupado en diferentes produccio-
nes de la Red de Conceptualismos del Sur por investigadores como Ana Longoni y Marcelo Expósito,
como “desbordamiento hacia un lado y otro de la frontera que convencionalmente ha separado la
actividad política de la práctica artística”. Documentos internos de discusión, no editados.
2 La propuesta de una “genealogía diferencial” ideada por el argentino José Javier Maristany,
propone reconsiderar determinadas producciones locales de los años 80 como el neobarroso
perlonghiano -influenciado por el postestructuralismo francés de Deleuze y Guattari-, en rela-
ción genealógica paralela con la teoría queer norteamericana, traducción a su vez, del postes-
tructuralismo francés de Derrida.
3 Se ha dicho hasta ahora que un acto inaugural ocurrió en abril de 1973, cuando un grupo de
homosexuales y travestis se reunieron en la Plaza de Armas de Santiago a reclamar derechos y
reconocimientos, inspirados —tal vez— por la promesa de una narración de transformación radical
de las estructuras sociales dominantes y sus exclusiones arbitrarias, condensado en el triunfo del
gobierno socialista de la Unidad Popular. Primer traspié de la política homosexual chilena, pues
luego del mitin no sólo serán atacados por la prensa oficialista de izquierda —deslegitimando de
plano sus demandas incipientes—, sino que además ese deseo de cambios sexuales, sucumbirá in-
mediatamente junto con todos los otros ímpetus de “la política”, en la gran derrota de la izquierda,
ese dramático desmoronamiento del sentido (histórico, político, social) que provocó el golpe, la
imposición forzosa de una dictadura militar y las violaciones a los Derechos Humanos orquestados
desde los aparatos represivos del Estado.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 221
de Avanzada”4, lograron sortear el espacio clausurado para
la política más tradicional propio del contexto dictatorial,
posiblemente debido a su mismo carácter experimental y
oblicuo. Esas prácticas se ubicaron en un margen cultural
que aprovechó al máximo las posibilidades que otorgaba su
codificación o camuflaje minoritario. Aun cuando no apela-
ron a un alcance masivo, provocaron sin duda una amplia-
ción del horizonte de lo político. Esa ampliación funcionó
por una parte dentro de lo que se entiende como “lo político
en el arte”, al activar la sexualidad y el género como parte
de la politicidad estética. Y también ha tenido alcances ha-
cia la “política sexual” más convencional, puesto que des-
armaron el esquema simplista que entiende el cruce entre
sexualidad y política meramente como la articulación de
demandas que se dirigen al Estado para solicitar derechos
desde una posición desvalida. En resumen, esas prácticas
han producido efectos contaminantes tanto hacia el campo
del arte como hacia el campo de la política.
Como ha afirmado la propia Nelly Richard, en los años 70
el cruce entre arte y abyección sexual se manifestó ocupan-
do el cuerpo como territorio de disputas de la identidad de
género, entendiéndolo como una “zona mimética de camu-
flaje y simulacro” (Richard, 1980) del género sexual, sujeta-
do a las normas pero también disponible para toda clase de
insubordinaciones cosméticas y artificios travestis que se
oponían a esas mismas normas que le dan forma a la iden-
tidad del sujeto en el marco de su inscripción simbólica. A
esta descripción principal se le podría agregar otra secun-
daria, relativa a la puesta en escena de lo obsceno, no tanto
como lo que está fuera de escena sino como contra-escena,
4 “Escena de Avanzada” es el nombre que utilizó la teórica del arte Nelly Richard para referir a una serie
de prácticas artísticas y reflexivas que en plena dictadura militar, generaron diversos quiebres estéticos
y críticos que terminarían por modificar la historia del arte chileno y dentro de las cuales emergieron
prácticas estéticas homosexuales, principalmente en las obras de los artistas Carlos Leppe y Juan Dávila.
Feminismo y travestismo
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 223
ca de las cosméticas y teatralidades barrocas de la pose de
género, subsidiaria de la lectura homosexual como una po-
sición de cercanía con lo femenino-materno.8
Las estéticas travestis en la obra de Carlos Leppe y Juan
Domingo Dávila, inspirarán reflexiones en torno a la cate-
goría de la identidad sexo-genérica, que desde el feminis-
mo, el psicoanálisis y la teoría posestructuralista, vendrán
por un lado a poner en entredicho la coherencia del “yo”
como una profundidad interna y la estabilidad del sujeto
como “idéntico a sí mismo”.
A través del procesamiento de lo femenino como “cadena de
artificios”, la obra de Leppe —según Richard— critica la idea
de la interioridad del yo expresando la naturaleza de la iden-
tidad como exterioridad pura, ya no como “identidad esencia-
lista”. Y en el caso de Dávila, sus operaciones travestis “ juegan
con los signos de la identidad en una estrategia de las apariencias
reconvertidora de los roles de lo masculino y de lo femenino”9. El
travestismo como táctica estética en el arte, desmantelaba la
norma autoritaria que en la dictadura militar reforzó doble-
mente el género como norma: por un lado la dictadura in-
tensificó esa estructura binaria del género asociándola con
un discurso patriótico y fascista en el que hombres y muje-
res tenían roles claros que cumplir, en el marco de la familia
nuclear. Por otro lado la estructura general del país someti-
do a un autoritarismo total, exponía ella misma en el plano
transformismo.
8 Como es bien sabido, la consolidación teórica del concepto de género servirá a las lecturas femi-
nistas para contrarrestar la naturalización de la relación cultural entre hombres y mujeres. Al mismo
tiempo ciertos cruces con el psicoanálisis comenzarán a plantear la feminidad como “mascarada”, esto
es sencillamente como efecto de superficie, artificio, exterioridad que no expresa ningún interior
natural. La relación homosexual-materna será uno de los ejes fundantes de la obra de Carlos Leppe y
también de las activaciones teóricas realizadas por Richard.
9 Richard, N., La cita amorosa: sobre la pintura de Juan Dávila. No existe certeza del año exacto de la
publicación, pero debe haber sido realizada alrededor de 1985.
10 Texto de Justo Pastor Mellado, contenido en el catálogo de la exposición “En Todas Partes: polí-
ticas de la diversidad sexual en el arte” llevada a cabo en el Centro Galego de Arte Contemporáneo,
entre mayo y septiembre de 2009.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 225
cultural (Butler, 2001: 33-68). Al mismo tiempo, la conside-
ración explícita y excluyente en los textos de los ochenta de
“lo femenino” como cadena de artificios, parece clausurar la
posibilidad de pensar paralelamente “lo masculino” como un
lugar a desmontar o desde el cual se pueda activar algún tipo
de práctica crítica. Y esa es una cuestión que va a resonar en
todas las prácticas críticas homosexuales posteriores, como
las que se articularon en los años 90 por el colectivo Yeguas
del Apocalipsis que retomó la figuración travesti en vincu-
lación con la figura de “la loca” perlonghiana. Recién desde
la década del 2000, con la irrupción de la Disidencia Sexual,
va a ser posible plantear en Chile un modelo deconstructivo
del cuerpo sexuado, tras la recepción de otros marcos teó-
ricos, el agenciamiento de prácticas de activismo artístico
diferentes y el desplazamiento nacional hacia un momento
pos-transicional.
Una segunda posibilidad a este límite deconstructivo en
el cuerpo, podría estar dado por el contexto mismo de la
dictadura y su práctica violenta y sistemática de represión
sobre los cuerpos, sometidos a tortura, muerte y desapari-
ción. ¿Cómo habría sido posible activar en plena dictadura
una crítica deconstructiva al cuerpo y su materialidad se-
xual binaria sin replicar en ese gesto la misma violencia que
la dictadura militar estaba ejerciendo sobre esos cuerpos y
su materialidad sexual binaria?
Desde este punto de vista, las prácticas artísticas homo-
sexuales entre los años 70 y 90 no fueron queer, leerlos bajo
ese programa de referencias norteamericanas es un acto
de violencia poscolonial. Estos asuntos complican la pro-
puesta de críticos como Justo Pastor Mellado, quien al ca-
talogar estas producciones del arte chileno de los años 70
como “protoqueer”, pasan por alto las complejas relaciones
de recepción, desarrollo y conformación de los pensamien-
tos críticos y prácticas artísticas en el plano local, que no
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 227
parodia ácida del travesti... engaña el discurso falocrático
de la autorepresentación homo”, y que:
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 229
¿Cómo se puede explicar el cambio de valoración de la es-
tetización travesti desde los años 70 hasta estos últimos años?
Sigamos por un momento el problemático nudo plantea-
do por este “carnaval de imágenes mediáticas” del travestis-
mo, en un suceso dos años posterior al Primer Encuentro
Homosexual de Chile. El 4 de marzo de 1993, se realizó en
Santiago la marcha que conmemoraba el segundo aniver-
sario de la entrega del Informe Rettig sobre violaciones a
los Derechos Humanos en dictadura15. La organización ho-
mosexual MOVILH de reciente formación, se pliega a la
convocatoria efectuada desde los grupos de familiares de
las víctimas, llegando a un acuerdo con ellos, de tal forma
que irían sin una excesiva visibilidad, tan sólo algunos car-
teles, sin alusiones demasiado explícitas a la cuestión ho-
mosexual, para no alterar —se planteó— el sentido prin-
cipal de la manifestación. Nuevamente Lemebel relata la
historia:
15 “Informe Rettig” es el nombre con que se conoce en Chile al informe final entregado el 9 de febre-
ro de 1991, por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación sobre las violaciones a los derechos
humanos acaecidas en Chile durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. El nombre “Rettig”
hace referencia al jurista Raúl Rettig, presidente de la Comisión.
16 Que es considerado como uno de los hitos más críticos en la relación entre izquierda y
homosexualidad en la historia de Chile.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 231
hipervisibilizada —por mediáticamente escandalosa y atracti-
va17— de una homosexualidad política que puso en entredicho
la coherencia de discursos, demandas y lemas de los Derechos
Humanos en Chile, insubordinándose del pacto inicial y su
acuerdo consensual que iba a mantener el “tema homosexual”
como un asunto de segunda categoría frente a la importancia
de la denuncia principal: los crímenes de la dictadura. En re-
sumen: A contrapelo del propio Lemebel, fue el travestismo
popular quien arruinó el pacto de la izquierda y el activismo
homosexual, en el que la demanda sexual se plegaba discreta-
mente a la demanda hegemónica de la izquierda.
La figura travesti en Chile se ve complejizada en la última
década por la creación de las primeras organizaciones tra-
vestis a principios del 2000, que —siguiendo la misma línea
de política militante— introducen problemáticamente una
carga de “realidad de la experiencia” (de pobreza, margina-
lidad y prostitución) que se escapa de las estetizaciones y los
simulacros con que la teoría del arte pensó esas prácticas de
manera dominante. Por otro lado, la misma alianza entre
sexualidad marginal y radicalismo político se verá cuestio-
nada en el apoyo de las propias organizaciones travestis al
proyecto de la derecha de privatización de algunas empre-
sas de servicios básicos en la comuna de Santiago, ante las
presiones y amenazas por parte del gobierno comunal de
perder los financiamientos y apoyos públicos18.
17 El atractivo mediático que produjo la imagen travesti en el espacio público de las manifestaciones
políticas ha ocasionado en varios países un tenso debate neoconservador entre el activismo homo-
sexual y lésbico, ante la denuncia de exagerada visibilidad que concede la televisión a las travestis en
las marchas del Orgullo LGBT. Frente al reclamo del activismo lésbico argentino —y latinoamerica-
no— la dirigente travesti Lohana Berkins (Argentina), señaló irónicamente que: “nosotras les dijimos
a las lesbianas: si quieren visibilidad, pues entonces marchen al lado de nosotras”.
18 Sobre este asunto, ver la entrevista realizada a la dirigente de TravesChile, Silvia Parada, en Revista
de Crítica Cultural. En: Reyes, Sebastián. “Lavín, San Camilo y los travestis”. Revista de Crítica Cultural,
nº 25, noviembre de 2002, Santiago de Chile. Pp. 71-73.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 233
Marchant despliega una densa reflexión sobre el arte ho-
mosexual a partir de esa performance. Comienza explicando
lo que significa e implica describir “una escena”, oponiéndo-
se a lo que podríamos llamar una mirada exterior y trascen-
dentalista sobre una escena, para posicionarse más bien en
el lugar de la implicación en/con la escena misma. Pensar
“la escena”, esa escena en cuanto tal, tiene recorridos múlti-
ples: especialmente por la posición de la misma Richard, su
inclusión como cuerpo teórico en la escena artística. Cuando
hablamos de “la escena” nos podemos referir tanto a la es-
cena de la acción del 28 de mayo de 1982 (la performance),
como a la extraña escena de la conformación conceptual de
un “arte homosexual” en el contexto de la dictadura chilena,
pues Nelly Richard podría ser entendida filialmente como la
madre teórica de ese arte homosexual local. Esa misma esce-
na del 82 podría referir más ampliamente incluso a la con-
formación de la misma “Escena de Avanzada”, considerando
que este texto de Marchant es algunos años anterior a la pu-
blicación del libro Márgenes e Instituciones de Richard, donde
queda consagrado dicho momento del arte contemporáneo
local, no sólo el homosexual sino todo el arte crítico del pe-
ríodo. Pensar esa escena en particular, especialmente por la
ubicación en ella de la teórica de arte, funciona entonces en
varios niveles: en la escena de la acción concreta, en la escena
del arte homosexual y en la Escena de Avanzada.
Para Marchant se trata en primer lugar del acto de pre-
sentación de un “arte gay” como tal, “su presentación
inaugural”. La performance emerge como un trabajo
artístico donde su puesta en escena marca un aconteci-
miento dado su mismo carácter “excepcional”, esto es,
su inevitable confrontación de escena: la performance
homosexual irrumpe en un contexto en el que lo homo-
sexual se encuentra marginado. Esta es una lectura con-
textual, ya que una escena así no había ocurrido antes, es
19 Al hablar de una “leve y paradojal generalización de una particularidad excluida” quiero señalar el
modo en que —a partir de la lectura de Marchant— la obra de arte homosexual, desde su singularidad
de obra de arte, quedaría siempre incorporada en un marco mayor y más general que la contendría:
esto es, el “arte homosexual”, en tanto expresión de lo “homosexual”, ya sea por sus propias tomas de
posición o por las lecturas que esa obra produzca. Esto tiene una vinculación central con la pregunta
por el problemático contenido ontológico de un “nosotros” que Leo Bersani ha debatido a propósito
de la conformación de una narrativa política, cultural y artística “homosexual”.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 235
Veamos otro caso. El travestimiento de posiciones que
en la performance de 1982 trastoca la relación psicoa-
nalítica de explicación causal y unidireccional entre
fijación materna y homosexualidad, es utilizado por la
investigadora Fernanda Carvajal como punto de refe-
rencia (y toma de distancia) para otra famosa escena in-
augural del arte homosexual chileno: Refundación de la
Universidad de Chile, del colectivo Yeguas del Apocalipsis
de 1988, en el que hacen ingreso a la Facultad de Artes
montando una yegua.
El objetivo de Carvajal es explícito: re-actualizar la
obra de las Yeguas sirviéndose de un complejo anda-
miaje conceptual basado en la recuperación de las re-
flexiones sobre el deseo homosexual y lo queer elabo-
rado por Beatriz Paul Preciado en base a los textos de
Guy Hocquenghem. A diferencia de la obra de Leppe y
Dávila, para Carvajal
20 Que en el caso de Las Yeguas del Apocalipsis, se traduce en el paso de Pedro Lemebel y Francisco
Casas desde las artes visuales hacia la práctica escritural.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 237
Disidencia sexual y feminismo reciente: abortos ilegales y
maternidades en disputa
21 He trabajado acerca del marco clausurado de las políticas sexuales en la postdictadura chilena
en el texto De la Homosexualidad de Estado a la Disidencia Sexual: políticas sexuales y postdictadura
en Chile. Ver on line: http://www.bibliotecafragmentada.org/wp-content/uploads/2013/03/De-la-
homosexualidad-de-Estado-a-la-Disidencia-Sexual.pdf
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 239
del feminismo que no es un retorno de lo mismo, porque la
experiencia de constituir al aborto como una demanda po-
sible en el panorama sociopolítico chileno, está cambiando
al propio feminismo.
Volvamos a hablar de los tiempos de la política. Aborto ha
sido en Chile una palabra innombrable. Una de las últimas
acciones de la dictadura fue eliminar el derecho al abor-
to —que existía en Chile con el requisito de lo “terapéuti-
co” —, transformando al país en uno de los pocos a nivel
mundial que lo prohíben en todas sus formas. Como hemos
señalado, el marco consensual de la postdictadura fue una
estructura gubernamental que se constituyó excluyendo la
posibilidad de incorporar al debate las políticas sexuales,
debido a la necesidad de gobernar bajo la lógica de pactos
y acuerdos entre la socialdemocracia, la democracia cris-
tiana y la derecha. En ese contexto, articulado además con
cierta institucionalización del feminismo y su centraliza-
ción en la violencia de género, la demanda del aborto fue un
significante político sin cuerpo que lo enuncie.
En su lugar, la Disidencia Sexual ha realizado una apro-
piación indebida de la demanda del aborto. La apropiación
del aborto hoy, de ese significante político sin cuerpo, se
exterioriza entonces como la apropiación atemporal de una
demanda aparentemente anticuada, superada, aunque pa-
radojalmente inconclusa del feminismo chileno, un tiempo
pasado que no llegó a ser, y que traiciona el fetiche vanguar-
dista de lo nuevo que acapara sospechosamente las miradas
en la circulación actual de la moda queer. Apropiarse del
aborto en Chile desde el lugar de la disidencia sexual, es
también traicionar el riesgo de un imperativo colonialis-
ta de lo queer, a partir del cual las desobediencias sexuales
parecieran corresponder con un listado limitado y taxativo
de temas (postporno, drag, bdsm, etc.), entre los que el abor-
to desentona por ser una demanda del pasado, demasiado
22 El debate provocado por la aparición de personajes travestis en la televisión o —en el caso de Chile—
el apoyo del movimiento travesti a la privatización de las empresas sanitarias en el gobierno municipal
de la derecha chilena, han acentuado la idea expresada por Sebastián Reyes, de que “marginalidad se-
xual y disidencia política no son necesariamente equivalentes”. (Reyes, 2002). De la misma manera, se
ha cuestionado la atribución subversiva que la academia ha otorgado a lo travesti u otra identidad mar-
ginal, por el peligro de una reapropiación teórica de esas experiencias de marginación, puestas ahora
al servicio ejemplificador de una determinada teoría, convirtiendo a esas identidades en objeto de una
solicitud exacerbada de radicalidad, por sujetos académicos que muchas veces no están dispuestos a
sobrellevar en sus propias vidas los riesgos de esa misma radicalidad que le solicitan a otros.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 241
donde se vinculan provocativamente la controversia de la
acción política, la densidad de la reflexión teórico-crítica y
el experimentalismo visual de la práctica estética.
La intervención de la CUDS en el campo de relaciones
político estéticas entre feminismo y homosexualidad ocu-
pará diferentes estrategias que se alejarán de la línea tra-
dicional, anclada en la orfandad teórica de la sexualidad
marginal y su recurso subsidiario al feminismo en sus di-
ferentes derivas esencialistas. El surgimiento de la CUDS y
de la Disidencia Sexual coincidirá (y será parte) de la con-
formación de un corpus crítico propio, que comenzará a
disputar sus políticas de posición con el feminismo tradi-
cionalista, ya no desde la lógica de lo subsidiario, sino como
emplazamiento polémico. En primer lugar, se planteará
un alejamiento de la estetización travesti (y su cercanía de
lenguajes con lo femenino), en el entendido que el género
mismo es un campo de intervención complejo que supera y
excede la dicotomía masculino/femenino. Ejemplo de ello
es el ejercicio de Cristeva Cabello, activista de la CUDS, que
selecciona fotografías de su madre joven y las compara con
fotografías tomadas por él mismo en la actualidad. El ejer-
cicio es acompañado de un texto donde reflexiona sobre la
masculinización de la mujer posmenopáusica como estra-
tegia de empoderamiento estético en contextos socioeco-
nómicos populares (Cabello, 2011).
En su postfacio al libro Por un Feminismo sin mujeres de
CUDS, Nelly Richard señala:
23 “Para una vida mejor, dona por un aborto ilegal”, CUDS, 2012. Intervención en espacios públicos de
la ciudad de Santiago de Chile que utilizó las estrategias del fake, la confusión, simulación y el teatro
invisible. Lxs activistas de CUDS utilizamos un uniforme similar al de los grupos anti-aborto, saliendo
a la calle para pedir aportes en dinero a los transeúntes a modo de campaña de beneficencia, dinero
que serviría para realizar “abortos ilegales” para mujeres sin recursos económicos. Las intervenciones
—que generaban gran discusión con los transeúntes— eran grabadas, editadas y subidas a Internet.
Fue seguida de una serie de acciones, talleres, participación en marchas, videos virales y musicales en
torno al tema del aborto.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 243
el resurgimiento de un feminismo tortillero radical con co-
lectivos como Ivaginario Colectivo, Línea Aborto Libre y
La Coordinadora de Feministas en Lucha, en alianza con
los colectivos de disidencia sexual y teniendo a las redes so-
ciales como plataformas de agitación y contrainformación.
Fuera de todo programa y en forma inédita, estos grupos
han encontrado en el aborto un espacio de confluencias
post-identitarias24. El aborto hoy se enuncia más allá de la
demanda, como significante que expresa una negatividad
política radical: “yo aborto el modelo, la dictadura, los con-
sensos”, etc.
La acción “Dona por un aborto ilegal”, se desarrolló en
espacios públicos de la ciudad de Santiago, citando las es-
téticas de las campañas de beneficencia cristiana que ape-
lan a la caridad con los cuerpos vulnerables, pobres, pero
esta vez, con el fin de recaudar donaciones en dinero para
financiar abortos ilegales, en un cruce que no desatendía las
imbricaciones entre sexualidad y clase25. La intervención
establecía una toma de posición en la “ilegalidad”, como
marco de acción incómodo ante un feminismo ya institu-
cionalizado en el Estado y las políticas de igualdad.26
24 Me refiero a la CFL (Coordinadora Feministas en Lucha), creada a principios de 2014 por la vin-
culación de la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) Melissa
Sepúlveda (feminista y libertaria), con la CUDS y el colectivo La Alzada, y que hoy articula a diferentes
colectivos de estudiantes, disidentes sexuales, feministas, lesbianas y activistas independientes.
25 Imbricación que se condensa en varios de los slogans del activismo pro-aborto reciente: “Las ricas
abortan, las pobres mueren”.
26 Al respecto, se ha indicado que la creación estatal del Sernam (Servicio Nacional de la Mujer) y de
los Centros de Estudios de Género en algunas universidades chilenas, habrían funcionado en el Chile
de la postdictadura, como lugares institucionales de cooptación y contención de la fuerza contra-
cultural que había manifestado el movimiento de mujeres antidictatorial. Al mismo tiempo las ONG
de mujeres, creadas en los años 90, han estado preocupadas de modo mayoritario por el tema de la
violencia de género, dejando desatendida —al menos en el debate público— la demanda de aborto.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 245
nos ha localizado en el aborto, la más radical, posthuma-
na, abyecta, incorrecta y silenciada de las demandas de la
política sexual del Chile actual.
La implicación del activismo disidente sexual con el
aborto ha generado efectos imprevistos que se relacionan
no sólo con la tensión postidentitaria que provoca lo que
podríamos denominar “el cuerpo de la demanda” con el
feminismo militante de las generaciones anteriores, sino
también por la emergencia de un discurso abortista que
articula estrategias inéditas: desdramatizadas, lúdicas, in-
solentes, que desafían las ideas lúgubres que están siempre
asociadas al aborto29.
La Disidencia Sexual se ha aventurado a enunciar el abor-
to como demanda pero también más allá de la demanda: a
ocupar el aborto como un territorio radicalmente negativo
de inscripción política, el lugar más incómodo e impronun-
ciable para la lógica consensual de los pactos. Una exigencia
situada, un aborto sin apellidos, como espacio aún no posi-
ble de ser codificado por los programas estatales30. Aborto,
como un compromiso político y una ética disidente contra
la reproducción de lo igual a sí mismo; contra la continuidad
estable de los lugares prefijados. Abortar es decir “NO”, la
palabra inicial para un habla insurrecta, el momento donde
comienza la política: decir “Yo aborto” la dictadura, las iden-
tidades fijas, la heterosexualidad obligatoria, el poder hege-
mónico, el capital, el consumo, el neoliberalismo, el trabajo
29 Es el caso de la CUDS, pero también de la Línea Aborto Libre, colectivo de Lesbianas y Feministas
que desde 2009 mantienen un teléfono de información sobre aborto seguro. Habría que agregar el
trabajo de “Ivaginario Colectivo” (2012) quienes han articulado la noción de “Feminismo flúor”, junto
con la CFL (Coordinadora Feministas en Lucha), creada en 2014 que reúne a varios de los grupos de
disidencia sexual y feministas más recientes.
30 Luego de ser reelecta como presidenta, Michel Bachelet —sucesora de Sebastián Piñera— anunció
en la cuenta anual de mayo de 2014, la presentación de un proyecto de ley de despenalización de “abor-
to terapéutico” exclusivo en tres casos: violación, inviabilidad de feto y peligro de muerte de la madre.
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 247
Bibliografía
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Ver online: http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/e-misferica-102/cuds
Tiempos disidentes: filiación materna en las teorías del arte desde los 70 en Chile 249
Cuerpos del pop porteño
Las poses desobedientes de Alfredo Arias y Juan Stoppani en
los sesenta argentinos
Germán Garrido
251
Con toda razón, Ana Longoni y Mariano Mestman con-
sideran este incidente como uno de los catalizadores de la
crisis del instituto previa a su clausura en 1970. Para estos
autores, el episodio es una muestra cabal de la progresiva
politización de los artistas que orbitaban el Di Tella, pro-
ceso que los llevará, en última instancia, a rehuír el propio
instituto en busca de otros medios y otros ámbitos de inter-
vención. Pero además, como quisiera argüir aquí, el episo-
dio es ilustrativo de otro fenómeno relevante en el marco
del Di Tella que no ha sido, sin embargo, lo suficientemente
estudiado. Me refiero a toda una línea de exploración, entre
varios de los artistas del instituto, y en especial entre los lla-
mados artistas pop, en torno a deseos, comunidades y for-
mas de vida que desafían las normas sexuales de la época.
No es casual, sugiero, que los baños se ubiquen aquí en
el centro de una disputa estético-política. En una época en
que las fuerzas policiales se dedican con especial ahínco a
vigilar los looks y los estilos de vida juveniles considerados
peligrosos para la moral y las buenas costumbres, el baño
en tanto espacio donde se anudan lo privado y lo público,
y donde tienen lugar los cuidados más íntimos del cuerpo,
se carga de sentidos políticos como nunca antes. Más aun,
en su carácter de teteras (lugar de encuentro sexual entre
hombres), los baños públicos se habían convertido, además,
en blancos privilegiados para la represión policial. Por todo
esto, los baños podrían ser considerados espacios clave de
una época en que la sexualidad se volvía motivo de contes-
tación a la vez que el objeto de una persecución sostenida
por parte del Estado.
Como intento ilustrar en este ensayo a través de algu-
nas obras de Alfredo Arias1 y su compañía de teatro TSE,
1 Durante los sesenta, se lo conocía como Alfredo Rodríguez Arias, y la mayoría de las obras comen-
tadas en este ensayo fueron firmadas con ese nombre. Posteriormente, dejaría de lado su primer
apellido. En este ensayo elijo llamarlo del modo en que se lo conoció durante las últimas décadas, y en
el que se suele llamárselo actualmente.
2 Un ejemplo muy productivo, de aparición reciente, de la indagación en el rol del cuerpo, el género
y la sexualidad en el seno del Di Tella puede hallarse en el análisis de Daniel R. Quiles sobre la obra
de Oscar Bony como “a opportunity to recover a category often absent from the Argentine art of this
moment: the body, factual and libidinal” (Quiles, D., 2014). La obra de Marta Minujín ha sido objeto de
algunos interesantes análisis en clave feminista; sin embargo, la mayoría de las veces estos análisis no
se ocupan de la inscripción de Minujín en el marco del Di Tella.
3 Esta capacidad de los proyectos cosmopolitas para albergar varias de las indagaciones queer más
interesantes de su época es precisada y explicada por Gabriel Giorgi y Mariano López-Seoane en su
artículo sobre la revista y el proyecto editorial Sur entre la década del treinta y del sesenta: cfr. “Surti-
dos”, Página 12, 12 feb. 2012. Para un análisis sobre los vínculos entre cosmopolitismo y cuestiones de
género y sexualidad, véase también: Germán Garrido y Gabriel Giorgi: “Dissident Cosmopolitanisms”,
incluido en Ileana Rodríguez y Mónica Szurmuk (eds.): Cambridge History of Latin American Women
Writers, Cambridge Univ. Press, 2015. También Gonzalo Aguilar, en su artículo “El fantasma de la mu-
jer” (incluido en Episodios cosmopolitas en la cultura argentina) señala cómo “desde el sentido común,
el cosmopolitismo, el modernismo y lo afeminado suelen formar una constelación” (121). Dicha cons-
telación, aunque puede resultar arbitraria —y hasta reaccionaria— en algunos casos, se deja traslucir
en films como La casa del ángel —1953— de Leopoldo Torre-Nilsson y otros del mismo período de
este director, cuyos guiones llevan la impronta decisiva de Beatriz Guido: en La casa…, por ejemplo,
“emergencia modernista [y podríamos añadir, cosmopolita] y mirada femenina se dan en el mismo
momento”. Todos estos trabajos buscan elucidar los vínculos entre cosmopolitismo e indagaciones
no normativas en torno a género y sexualidad. Este ensayo apunta en el mismo sentido, en relación a
otro episodio cosmopolita clave (para retomar la terminología de Aguilar): la producción artística del
Di Tella durante la década del sesenta.
7 Desde luego, Jones basa su planteo sobre la subversión del “body art” (y ciertas zonas del arte
pop) en las indagaciones de Andreas Huyssen sobre la asociación del arte popular con lo femenino,
en contraste con un arte “elevado” y masculino. Véase Huyssen, 2006. En Fuera de campo. Literatura
y arte argentinos después de Duchamp, Graciela Speranza retoma aquella discusión para analizar la
intervención estético-política de Manuel Puig. Este interesante análisis podría, a su vez, complemen-
tarse con una exploración pormenorizada acerca de las manifestaciones de un arte pop en suelo local,
especialmente entre los artistas del Di Tella. Más aun, un cierto componente barrial —o acaso “lun-
fardo” — entre estos últimos, en tensión con su ostensible cosmopolitismo y su vocación moderna/
modernizadora, podría llevarnos a interesantes paralelos con la obra del escritor de General Villegas.
8 Por ejemplo, en su carta a Peter Townsend, editor de Studio International, Londres, Romero Brest
señala que Rodríguez Arias “ya se había distinguido como ceramista y luego como creador de mu-
ñecos y cosas de materiales plásticos, con cierta referencia al pop art, aunque descargados de su
significación, como si le hubiera interesado vaciarlos para que se sostengan solo por su estructura y
no por su apariencia” (Escritos de vanguardia. Arte argentino de los años ‘60, p. 140). En esta y otras
ocasiones el abordaje en clave semiológico/estructuralista de la obra de Arias relega la irrupción en
de Warhol, por su parte, llevaba el nombre The Ultimate Solution to the Question ‘Is Life a Drag?’. Todo
parecería indicar que en el borde con la moda, el arte pop (aquí en sus encarnaciones tanto argentina como
norteamericana) encuentra una oportunidad para desplegar más nítidamente sus vetas queer.
11 La cita está tomada del manifiesto con que estos artistas presentaron su obra en el Premio Na-
cional Instituto Di Tella en 1966. Por otra parte, en una obra anterior, Donde existe el amor existe la
felicidad (1964), Delia y Pablo también habían optado por incluirse a sí mismos como figuras de sus
propios cuadros, en este caso ensayando un curioso sincretismo entre consignas y estéticas hippies y
motivos campesinos locales de inspiración gauchesca.
12 Cumplirían así ostensiblemente con el mecanismo del poseur fotográfico según Barthes: “dès que
je me sens regardé par l’objectif, tout change: je me constitue en train de ‘poser’, je me fabrique instanta-
nément un autre corps, je me metamorphose à l’avance en image” (Barthes, 1980: 25).
13 Entre ellas, Goddess (1969), L’Histoire du Thêatre (1970) y Comédie Policière (1972), coescritas junto
a Rafael López-Sánchez. Arroyuelo y López-Sánchez llevarían a cabo, también, una nueva adaptación
de la obra Futura que será puesta por TSE en 1973.
14 Para un análisis más extenso sobre la producción teatral de Arias y su grupo TSE en la década del se-
senta, entendido como parte de un “teatro pop” en la órbita del Di Tella, es imprescindible el estudio de
María Fernanda Pinta: “Pop! La puesta en escena de nuestro “folklore urbano””, en caiana. Revista de His-
toria del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA), número 4, año 2014.
15 El mismo Arias se había vestido de mujer para el happening Microsucesos, organizado por Puzzo-
vio, Giménez y Squirru en 1966. En palabras de Masotta: “Rodríguez Arias aparece vestido de monja, y
mientras se escucha una voz grabada que pronuncia un sermón religioso, es acariciado por dos manos
que salen de detrás del telón” (Masotta, 2004: 210).
16 Para un análisis pormenorizado de la obra, léase Ezequiel Gatto: “Futura, residencia, cuerpos y
comunicación en una utopía argentina”. Revista La Biblioteca de la Biblioteca Nacional Argentina, Bue-
nos Aires. Diciembre 2012. Según este autor, el énfasis generacional de la obra debe entenderse en el
contexto de los discursos contraculturales en una época en que “lo joven había devenido equivalente
de ruptura, novedad, futuro” (482). Estos discursos contraculturales dan “un lugar al cuerpo en los
procesos de emancipación” que “las experiencias guerrilleras y las militancias herederas del jacobinis-
mo y el leninismo tendían decididamente a despreciar” (479).
Formas de vida
18 Aunque excede los límites de este ensayo, un estudio de la labor posterior de Arias y su groupe
TSE, una vez instalados en París, se vuelve indispensable. En la línea aquí planteada, de las primeras
esculturas de Arias a las instalaciones y a las piezas teatrales en Di Tella y a partir de fines de los años
sesenta en varios de los más reconocidos teatros y festivales internacionales, se trata de una obra par-
ticularmente sensible al impulso por hacer(se) un cuerpo. En las antípodas de cualquier planteo sobre
un plausible grado cero sobre el cuerpo se sitúan, pues, la exploración en las obras de Arias sobre los
movimientos corporales de sus actores, la preponderancia del vestuario entendido como una sofisti-
cada segunda piel de quienes lo llevan e, incluso, el recurso a diferentes tipos de prótesis: las más re-
cordadas de ellas serán seguramente el gigante falo portado por Marucha Bo en L’histoire du theatre
—1971, escrita por Javier Arroyuelo—, algunos años antes de la icónica Artforum de Lynda Benglis, y
las máscaras de animales de juguete en la puesta de Peines de cœur d’une chatte anglaise —1977—.
Giménez, E. (ed.) (2006). Jorge Romero Brest: La cultura como provocación. Buenos
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Katzenstein, I. (ed.) (2007). Escritos de vanguardia: Arte argentino de los años ‘60.
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Romero Brest, J.(1992). Arte visual en el Di Tella. Aventura memorable de los años
sesenta. Buenos Aires, Emecé.
Entrevistas
Roberto Plate (mayo 2009).
279
¿Cómo hace la narración para controlar el aspecto siniestro
de la otredad? ¿De qué modo el cine brinda testimonio de
las formas de exclusión?
Cosa juzgada
2 Este director ya había dirigido historias que se ocupaban del margen, el arrabal y las zonas de exclusión,
sea en la ciudad Alias Gardelito (1960) y Un guapo del 900 (1971), o en una provincia argentina: Shunko (1961).
La sombra
3 Aquí se podría abrevar por un juego de sentidos si se piensa el significante Nadie en francés (Per-
sonne) y se lo vincula al concepto de persona que desarrolla Roberto Espósito, y sobre el cual se está
razonando en este artículo:
“El problema de fondo se relaciona con el ya mencionado dispositivo de separación, también reifi-
cante, implícito en la propia noción de persona. (…) la propia definición de lo que es personal, en el
género humano o en el simple hombre, presupone una zona no personal, o menos que personal, a
partir de la cual este cobra relieve (2011, págs. 16-17)”
La sombra se encontraría en esa zona de lo no personal, La Raulito deviene pura cosa.
4 Dentro del campo artístico en Argentina, la acción colectiva del siluetazo en 1983 y sus posteriores
reelaboraciones identificaron en el imaginario democrático la silueta de un cuerpo humano con la
figura del desaparecido.
5 A este espacio diegético parece corresponderle algo así como un sub-género cinematográfico que
tiene tradición en el cine argentino y articula una serie de sentidos que asocian lesbianas, marginali-
dad y delincuencia. Algunos de los casos son: Mujeres en sombra (1951) de Catrano Catrani, Deshonra
(1952) de Daniel Tinayre, Las procesadas (1974) de Enrique Carreras, Correccional de mujeres (1985)
de Emilio Vieyra, Leonera (2008) de Pablo Trapero y Fango (2012) de José Celestino Campusano. Re-
cién estas dos últimas trazan escrituras no condenatorias sobre las identidades lésbicas.
6 En este comienzo hay una coexistencia de tres temporalidades. La Raulito entre el patrullero y la
cárcel con el espacio de la confesión —de donde proviene su voz—.
7 Otra tomboy local fue el personaje de la cantante/actriz Natalia Oreiro: “La Cholito” (obsérvese la
proximidad lingüística de cholito con chonguito). De características similares en su trayectoria este-
lar en la industria cultural devino reproducción de La Raulito con otra suerte. En la serie televisiva
“Muñeca Brava” (1998-1999), una suerte de chonga futbolista es domada/domesticada para casarse
y servir a un varón.
8 En referencia a la telenovela que lanza a Marilina Ross al estrellato (La nena), una nota periodística
de la época se titula: “La Nena creció y ahora se llama Raulito”. (Clarín, 26-04-75). Es decir, el texto
estrella de Marilina permite que el espectador medio vea en ella una niña. “La nena” era como se
conocía a la actriz en a farándula.
9 Me refiero a economías textuales que, como en los textos clásicos de Hollywood, se las ingenian
para excluir aquellos detalles que lleven al espectador medio a reconocer identidades sexuales no
heterosexuales en las películas.
No ser mujer
10 El no querer ser mujer está estrechamente ligado al rol de opresión que tiene en la sociedad
patriarcal, agravada con la violencia de la marginalidad por la clase social. En proceso doble, que las
ciencias sociales denominan feminización de la pobreza, denota las mayores posibilidades que tienen
las mujeres de ser pobres, por las condiciones de exclusión que genera el capitalismo y el patriarcado.
11 Este gesto puede vincularse a otro acontecimiento de la realidad histórica que nos lleva a supo-
ner un imaginario de época. Algunos grupos clandestinos, en caso de ser atrapados por las fuerzas
militares, estaban preparados para utilizar una pastilla de cianuro. Para algunos, era preferible el sui-
cidio, antes que ser expuestos a la tortura para acceder a la información sobre el paradero de otros
compañeros.
12 Se razonó en ese sentido, por la superposición particular que permite leer en el cine como dis-
positivo simbólico la imagen del cuerpo aurático de la actriz, que sí se asumió posteriormente como
lesbiana. También como se argumentó, el texto en su producción de sentido permite un espacio de
circulación del deseo lesbiano.
13 Revistas de la época destinadas a “las mujeres” y “los varones” respectivamente.
14 Para ampliar sobre la cuestión de la intersexualidad, véase Mauro Cabral (2003). Sobre la catego-
ría de chonga (masculinidad predominante en un cuerpo biológicamente asignado como femenino),
véase Fabi Tron y Valeria Flores (2013).
15 Más allá de las amenazas, Marilina Ross cuenta una anécdota que grafica la cuestión. En una toma
que ella debía correr, mientras rodaban en la calle por la zona de Tribunales, un hombre de civil -pero ar-
mado- la persiguió a los gritos con intención de detenerla. (Suplemento Radar, Página/12, 28-10-2013).
16 Luego de los años dictatoriales, se emuló la puesta en escena de un testimonio que también pro-
pone una doble lectura. En La historia oficial (1985) de Luis Puenzo, Chunchuña Villafañe con maestría
actoral confiesa de forma ficcional los horrores de la tortura que dejan colar la emoción de su expe-
riencia personal. Se vuelve a vincular la historia personal y la historia nacional a partir del relato oral
de un cuerpo víctima en la pantalla cinematográfica
17 Para enrarecer más la cuestión, quien interpreta a este niño es la pequeña actriz Juanita Lara,
quien a su vez interpreta un personaje andrógino en Nazareno Cruz y el lobo (1975) de Leonardo Favio.
18 Hasta ese momento el procedimiento musical de la banda sonora funciona de modo literal con los
ambientes en los que incursiona. Afirma innecesariamente en leit-motiv cada espacio en el que ingresa.
Por ejemplo, batucada para los suburbios de la calle y la villa miseria y música de jazz para el cabaret.
Ficha técnica
Título: La Raulito. Año: 1975. País de producción: Argentina. Dirección: Lautaro
Murúa. Elenco: Marilina Ross, María Vaner, Ana María Pichio, Cristina Banegas y
Roberto Carnaghi, entre otros. Guión: José María Paolantonio, según el libro tele-
visivo escrito por Juan Carlos Gené y Martha Mercader. Montaje: Jorge Valencia,
Carlos Márquez y Silvia Barrilli. Música: Roberto Lar. Escenografía: Germen
Gelpi. Fotografía: Miguel Rodríguez. Duración: 95 minutos.
1 Entrevista realizada a Gustavo Ferreira en el Centro Cultural Paco Urondo el 7 de octubre de 2014
por Denise Pieniazek.
293
sus temáticas: una primera etapa vinculada a la muerte y
el erotismo; una segunda fase ligada a lo espiritual, los án-
geles y el amor; y por último actualmente continúa traba-
jando con lo espiritual pero desde las fuerzas de oposición
con una estética muy vinculada a la antigua Grecia. En la
entrevista explicó:
Un erotismo de la queerness
2 Cita extraída del testimonio de Tom of Finland para el documental Daddy and the Muscle
Academy (1991, Ilppo Pohjola).
3 Ídem.
Ferreira lee desde hace varios años a Carl Gustav Jung, cu-
yas ideas lo impactan y atraviesan cada día más, sobre todo
las referentes a lo masculino y a lo femenino. Retomemos
una de las citas de Jung a las que Ferreira hace referencia
constantemente:
Fuentes orales
Ferreira, G. (2014). Entrevista personal.
Filmográficas
Daddy and the Muscle Academy (1991). Dir. Ilppo Pohjola
Romina Smiraglia
(UBA/FSOC/IIEGE/CONICET)
Introducción1
1 Una versión previa de este trabajo fue publicado en Imagofagia, Revista de la Asociación Argentina
de Estudios de Cine y Audiovisual, en el marco del dossier “La cantidad queer en la producción audio-
visual latinoamericana”, coordinado por Dorian Lugo Bertrán, N° 6, octubre 2012, ISSN 1852-9550.
2 En este artículo no se abordarán los orígenes de la pornografía, ni el problema en torno a su defi-
nición, ya que exceden los objetivos del mismo. Para más referencias sobre sus orígenes véase Lynn
Hunt (comp), The Invention of Pornography: obscenity and the origins of modernity, 1500-1800, New
York: Zone books, 1993; Linda Williams, Hard Core. Power, Pleasure, and the “frenzy of the visible”,
Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1999; Walter Kendrikk, The Secret Museum:
Pornography in Modern Culture, New York: Penguin, 1987; entre otros. Para mayor información so-
bre el problema de su definición véase Ogien, Ruwen, Pensar la pornografía, Barcelona: Paidós, 2005;
Osborne, Raquel, La construcción sexual de la realidad, Madrid: Cátedra, 1993; Marzano, Michela, La
pornografía o el agotamiento del deseo, Buenos Aires: Ediciones Manantial, 2006; entre otros.
311
plantearon como estrategia a seguir3: por un lado un fe-
minismo abolicionista que busca proteger a las mujeres
de esas imágenes −violentas, discriminatorias− a través
de su censura; y por el otro, un feminismo denominado
generalmente pro-sexo que plantea, en cambio, la dispu-
ta de ese espacio de la representación sexual.
Su carácter controversial ha producido apasionadxs 4
detractorxs y defensorxs que en general han impedido
que la discusión pueda salirse por fuera de los términos
de su derecho o no a existir. Pero como señala de forma
polémica Linda Williams, existe. Y no sólo existe, sino
que en la actualidad es uno de los géneros que en térmi-
nos económicos más dinero produce dentro de la indus-
tria audiovisual 5. Asimismo, no podemos dejar de adver-
tir que la pornografía es una tecnología social más que
se encuentra operando sobre la construcción del género.
Una tecnología portadora de un discurso normativo so-
bre el sexo que actúa −en forma pedagógica− moldeando
prácticas sexuales, gustos, placeres, y nos dice −nos en-
seña− cómo tener sexo, con quién, en qué situaciones, en
qué lugares.
10 Actualmente, se puede visitar una versión del show en forma de pieza online interactiva en el sitio
web http://www.anniesprinkle.org o encontrar escenas de algunas de las performances en su dvd
Annie Sprinkle’s Herstory of Porn (1990) co-dirigido con Scarlot Harlot.
11 Para mayor información véase Sprinkle (1998).
12 El nombre es un juego de palabras que remite a “Public Service Announcement”, mensajes de
interés público que circulan por los medios para generar conciencia sobre algún determinado tema
de relevancia social. La performance todavía se puede visitar en su página web http://anniesprinkle.
org/past/ppm-bobsart/script.html.
13 Las razones enunciadas pueden ser encontradas en el guión “Post Porn Modernist (Annie Sprinkle
— In search of the Ultimate Sexual Expperience) 1991”, publicado en el sitio oficial de la artista:
http://anniesprinkle.org/ppm-bobsart/versions.html. “#1. Because a cervix is such a beatiful thing, and
if you’ve never seen one, you’re really missing a wonderful experience, #2. Because it’s fun. #3. I want to
prove once and for all there are no teeth in there”.
14 Sus comienzos en la industria pornográfica fue como asistente en los Kirt Studios y su primera
intervención como actriz en Teenage Deviate (1973). Annie Sprinkle ha trabajado en numerosas pelí-
culas. Entre las dirigidas por ella podemos encontrar: Deep inside Annie Sprinkle (1981, en colabora-
ción con Joseph W. Sarno), Annie Sprinkle’s herstory of porn (1990, co-directora Scarlot Harlot) y Annie
Sprinkle’s Amazing World of Orgasm (2005), entre otras. Véase Sprinkle (2006).
15 “The answer to bad porn is not no porn, but to make a better porn!”
16 “[...] that she injects elements into the narrative that disrupt the active male, passive female paradigm
of the convencional pornography”.
17 http://www.hartza.com/posporno.htm.
18 http://muestraposporno.wordpress.com.
19 http://disidenciasexual.tumblr.com.
20 https://www.facebook.com/lamiradafemenina?fref=ts.
21 También podemos encontrar investigaciones sobre el fenómeno, como el interesante trabajo de
Laura Milano, Usina posporno. disidencia sexual, arte y autogestión en la pospornografía, - 1a ed. - Ciu-
dad Autónoma de Buenos Aires: Título, 2014, actualmente en prensa.
22 Candida Royalle es uno de los referentes del porno desde una mirada femenina. Creadora de
Femme Productions, es conocida por su trabajo en torno al concepto “couples erotica” http://www.
candidaroyalle.com/.
23 Belladonna es uno de los íconos de la pornografía comercial hegemónica, sin embargo en sus
producciones trabaja sobre la sexualidad femenina por fuera de los estereotipos propuestos por la
industria. www.enterbelladonna.com.
24 Grupo de discusión y producción de postporno que estuvo activo desde el 2003 al 2007. http://
girlswholikeporno.com.
25 Escritora de la novela Baise-moi (Fóllame en español) que luego llevó al cine como directora junto
a la actriz porno Coralie Trinh Thi en el 2000. Su reciente libro King Kong Théorie (Teoría King Kong en
su edición en español) es una de las obras referentes dentro de los estudios queer.
26 Grupo multidisciplinar que reflexiona sobre el género y la postpornografia a través de talle-
res, perfomances y videos. Hace pocos años lanzaron una revista sobre el tema llamada Pirattes
http://www.postop.es.
27 Un proyecto donde desde diferentes formas de expresión (videos, perfomances, talleres, etc.)
intentan aportar al debate sobre la diversidad sexual. http://gofistfoundation.pimienta.org.
28 Una de las fundadoras, junto con Águeda Bañón, de Girls who like porn. http://www.mariallopis.com.
29 Diana J. Torres es su principal exponente. Artista multifacética que realiza performances enmar-
cadas en lo que ella denomina Pornoterrorismo, en donde se mezcla la poesía, videos de porno, tele-
diarios y sexo en vivo. http://pornoterrorismo.com. También es la organizadora junto a Lucía Egaña
Rojas del festival “La Muestra Marrana” donde se exponen producciones audiovisuales porno por
fuera del mainstream.
30 Quimera Rosa es un laboratorio de experimentación e investigación sobre sexo y género. Desde
una perspectiva multidisciplinar, desarrollan prácticas productoras de identidades cyborgs y no natu-
ralizantes. Tomando el cuerpo como plataforma de intervención pública conciben la identidad como
una creación artística y tecnológica. http://quimerarosa.net/.
39 El subrayado es nuestro.
40 http://www.petrajoy.com.
41 Es interesante ver el contraste entre el título del film Annie Sprinkle’s Herstory of porn, frente la
inclinación de Petra Joy por Her Porn. El primero evita caer en la trampa de establecer la propuesta
pornográfica incluida como porno por/desde/para mujeres. Annie Sprinkle cuenta su historia porno,
que puede ser o no compartida con el del resto de las mujeres (o varones). En este caso la posibilidad
queda abierta.
42 A pesar de la distinción planteada en este apartado, en la primera compilación de Her Porn se
incluye un corto de María Llopis Love on the Beach (2003), una fuerte crítica de la categoría de porno
para mujeres. Esto muestra que esta distinción es parte de un proceso de reflexión mutua −aunque
problemática− y no un enfrentamiento al estilo de las abolicionistas vs. las pro-sexo.
43 “[...] women are finally getting behind the camera to shoot sex from their perspective and are
allowing themselves to become voyeurs rather than just being the objects of desire all the time.” http://
www.petrajoy.com/images/press/ETO_May_2009_p25.pdf.
44 Como cuenta María Llopis este video fue el más visto y el más polémico de todos. Llegó hasta a ser
acusada por apología de la violación. Para mayor información véase Llopis (2010: 20-21).
45 http://exdones.blogspot.com.ar.
46 Itziar Ziga es la autora de Devenir Perra (2009), otro libro de referencia de los estudios queer.
47 Warbear es el nombre con el que se conoce a Francesco Macarone Palmieri, sociólogo, productor,
artista. Uno de sus trabajos más conocidos en video es Shoot me like you love me (2007), filmado en el
transcurso del Berlin Porn Film Festival. www.myspace.com/warbear.
48 Este tema es trabajado en su texto “Emoporn: De las penas y de los delitos”, en el marco de la
conferencia Interferencias Viscerales, la cual se puede leer en http://ideadestroyingmuros.blogspot.
com.ar/2009/06/emoporn-de-las-penas-y-de-los-delitos.html.
49 “Tal recorrido me ha llevado a reflexionar sobre el hecho de que la emoción es constantemente
drenada en la narración pornográfica porque es disfuncional a la venta de entretenimiento porno. Es
algo que importuna el desarrollo de la excitación y de la mecánica de identificación masturbatoria que
reconfirma el orden de lo real en cada orgasmo. Entonces, si no podemos excitar o masturbar, y sobre
todo tranquilizarnos sobre la determinación de lo real, no se consume, el porno llega a ser invendible
pero en el fondo pone en crisis los significados que constituyen los órdenes sociales. Por este motivo
la performance emocional en la narración pornográfica puede ser un ariete que abata la dialéctica
zombificante entre el porno corporativo e indieporn”. Íbid.
50 Además del artículo citado, para mayor información véase la conferencia “Hardcore Art Films:
The contemporary realm of the senses” que Linda Williams dictó en el marco del seminario “Nou-
velle vague porn” organizado por el MACBA en el 2007. Se puede descargar en http://www.macba.
cat/uploads/20080422/QP_13_Williams.pdf. Una versión de la misma también puede encontrarse en
Screening Sex, Durham and London: Duke University, 2008, pp. 258-298.
51 Expresión retomada de Roman Gubern (2005).
52 Para mayor desarrollo véase Žižek (2009); o su reflexión en torno a la “tragedia del porno” en la
película The pervert’s guide to cinema (2006) dirigido por Sophie Fiennes.
_____ (2007). La pasión del significante: Teoría del género y cultura visual. Madrid,
Biblioteca Nueva.
Lust, E. (2008). Porno para mujeres. Una guía femenina para entender y aprender a
disfrutar del cine X. Barcelona, Melusina.
MacKinnon, C. y Dworkin, A. (1988). Pornography and Civil Rights: A new day for
Women’s equality. Minneapolis, Minnesota, Organizing Against Pornography.
Puppo, F. (1998). Mercado de deseos, una introducción en los géneros del sexo. Buenos Aires,
La Marca Editora.
_____ (2006). Hardcore from the Heart: The pleasure, Profits and Politics in Sex Performance
/ Annie Sprinkle SOLO, editado y comentado por Gabrielle Cody, Londres/Nueva York,
Continuum.
Vance, C. (1989). “El placer y el peligro: hacia una política de la sexualidad”. En Vance, C.
(comp.) Placer y peligro: explorando la sexualidad femenina. Madrid, Talasa, pp. 9-49.
Williams, L. (1995). “A provoking agent: The Pornography and the Performance Art of
Annie Sprinkle”. En Gardiner, J. (ed.) Provoking Agents: Gender and Agency in Theory and
Practice. Urbana, University of Illinois Press, pp. 302-319.
_____ (1999). Hard Core. Power, Pleasure, and the “frenzy of the visible”. Berkeley y Los
Angeles, University of California Press.
_____ (2007). “Hardcore Art Films: The contemporary realm of the senses”. Descargado de
http://www.macba.cat/uploads/20080422/QP_13_Williams.pdf.
_____ (2009). “El acto sexual en el cine”. En La Fuga - Revista de Cine, Dossier “Cine y
Pornografía”, descargado de http://www.lafuga.cl/el-acto-sexual-en-el-cine/266.
Ziplow, S. (1977). The Film Maker’s Guide to Pornography. Nueva York, Drake.
Adrián Melo
Es posdoctor en el área de Sociología del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas (CONICET) y Doctor en Ciencias Sociales en la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Profesor titular de Filosofía y de
Análisis y producción de la comunicación y Profesor Adjunto Regular de la materia
Introducción al Conocimiento de la Sociedad y Estado en la misma Universidad.
Autor de Historia de la literatura gay en Argentina, y de El amor de los muchachos.
Homosexualidad & literatura. Compilador de Otras historias de amor. Gays, lesbianas
y travestis en el cine argentino, y coautor de Obsesiones y fantasmas de la Argentina.
El antisemitismo, Evita, los desaparecidos y Malvinas en la ficción literaria, entre otros.
Alejandro Varderi
Es un autor venezolano que vive en Nueva York. Sus textos han sido incluidos en
antologías, revistas y periódicos de Hispanoamérica, Estados Unidos y España.
Coeditó los estudios críticos Ettedgui: arte información para la comunidad (1985)
y Bridging Continents: Cinematic and Literary Representations of Spanish and Latin
American Themes (2005). Es autor de las novelas Para repetir una mujer (1987),
Amantes y reverentes (1999, 2009), Viaje de vuelta (2008) y Bajo fuego (2013). Ha
publicado también los siguientes libros de ensayos: Estado e industria editorial (1985),
Cecilia Palmeiro
Es Licenciada en Letras (UBA), Magíster y Doctora en Literatura Latinoamericana
(Princeton University). Ha publicado Desbunde y felicidad. De la Cartonera a
Perlongher (Título, 2011/ EDUERJ, 2015) y ha editado la Correspondencia Reunida
de Néstor Perlongher (2015). Actualmente enseña en la Maestría en Estudios
Literarios Latinoamericanos (UNTREF) y en New York University en Buenos Aires.
Denilson Lopes
Es profesor asociado en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UNFRJ),
coordinador del programa de posgraduación en Comunicación y Cultura de la
UNFRJ e investigador del CNPq. Fue superintendente de difusión cultural del Foro
de Ciencia y Cultura de la UNFRJ, profesor adjunto y coordinador del programa
de posgraduación en Comunicación de la Universidad de Brasilia, Presidente de la
Asociación Brasileña de Estudios de la Homocultura y presidente de la Sociedad
Brasileña de Estudios de Cine y de Audiovisual; investigador visitante de la CUNY,
Universidad de Montreal, NYU y profesor catedrático visitante de la Universidad de
Leiden. Tiene experiencia en el área de Comunicación, con énfasis en Estética de
la Comunicación, actuando en los siguientes temas: cine contemporáneo, estética,
paisaje, transculturalidad y homosexualidad. Es autor de No Coração do Mundo:
Paisagens Transculturais (Río de Janeiro: Rocco, 2012); A Delicadeza: Estética,
Experiência e Paisagens (Brasilia: EdUnB, 2007); O Homem que Amava Rapazes
e Outros Ensaios (Río de Janeiro: Aeroplano, 2002); Nós os Mortos: Melancolia e
Neo-Barroco (Río de Janeiro: 7Letras, 1999); compilador de O Cinema dos Anos 90
(Chapecó: Argos, 2005); co-compilador de Imagem e Diversidade Sexual (San Pablo:
Nojosa, 2004), con Andrea França, de Cinema, Globalização e Interculturalidade
(Chapecó, Argos, 2010), con Lucia Costigan, de Silviano Santiago en Los Estudios
Latinoamericanos (Pittsburgh, Iberoamericana, por salir en 2015).
Denise Pieniazek
Estudiante avanzada de la Licenciatura en Artes Combinadas de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA. Paralelamente continúa su formación en la carrera de
Escenografía en la Universidad Nacional de las Artes. Trabajó como escenógrafa,
vestuarista y maquilladora para diversas producciones tanto teatrales como
audiovisuales. Actualmente es parte del staff de redacción de revistas artísticas
y culturales. Sus investigaciones suelen estar vinculadas a la teoría de género, el
cine clásico nacional y la dirección de arte.
Ezequiel Lozano
Es Doctor en Historia y Teoría de las Artes Universidad de Buenos Aires e
investigador del CONICET. Licenciado en Artes y Profesor de Filosofía y Ciencias
de la Educación. Cuenta con experiencia docente en los niveles de enseñanza
terciaria, media y primaria. En la actualidad se desempeña como Jefe de Trabajos
Prácticos de la cátedra de “Análisis y Crítica del Hecho Teatral” (UBA). Ha sido
colaborador permanente de la revista de teoría y crítica teatral telondefondo.org
desde su creación.
Entre 2004 y 2005 trabajó como investigador en el GETEA, y actualmente es
integrante del proyecto “Del drama al posdrama: teoría y crítica del discurso
teatral contemporáneo”, dirigido por la Dra. Beatriz Trastoy. También integra
-en la Universidad Nacional de La Plata- el proyecto “Micropolíticas de la
desobediencia sexual en el arte argentino contemporáneo. El cuerpo como
soporte de insubordinación poética y política”, dirigido por Fernando Davis.
Integra la comisión directiva de AINCRIT (Asociación Argentina de Investigación
y Crítica Teatral).
Además es director y actor teatral.
Gabriel Giorgi
Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba y en New York University, donde
actualmente se desempeña como docente e investigador. Escribió sobre literatura
latinoamericana y argentina, teoría queer y biopolítica, y sobre cine. Ha publicado Sueños
de exterminio. Homosexualidad y representación en la literatura argentina (Beatriz
Viterbo, 2004), Excesos de vida. Ensayos sobre biopolítica (en colaboración; Paidós, 2007)
y Formas comunes. Animalidad, cultura, biopolítica (Eterna Cadencia, 2014). Sus artículos
aparecieron en revistas de Argentina, Brasil, Estados Unidos y España.
Germán Garrido
Es Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctorando en el
Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nueva York. Su tesis
se centra en las reformulaciones del concepto de cosmopolitismo en el marco de
comunidades queer en las artes, la literatura y el activismo GLTTB entre las décadas
del sesenta y del ochenta. Su artículo, escrito junto a Gabriel Giorgi, “Dissident
Cosmopolitanisms” (de pronta aparición, en el Cambridge History of Latin American
Women Writers, editado por Mónica Szurmuk e Ileana Rodríguez) analiza las
inflexiones genérico-sexuales sobre la imaginación cosmopolita movilizadas por
diversos proyectos culturales tales como la editorial y la revista SUR de Victoria
Ocampo y la narrativa de Clarice Lispector y María Moreno. Se ha desempeñado,
además, como editor de las revistas de cultura y política Juliana Periodista (2001-
2004) y Éxito (2004-2006).
Romina Smiraglia
Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y egresada
del Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine (CIEVyC). Su
experiencia docente está relacionada con la teoría política y social, y los estudios
cinematográficos. Actualmente se encuentra finalizando el Doctorado en Ciencias
Sociales (UBA), el cual fue realizado con el apoyo de dos becas de postgrado del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), ambas
radicadas en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE), de la
Facultad de Filosofía y Letras (FFyL-UBA). Su área de investigación abarca la teoría
feminista, los estudios queer y la teoría cinematográfica, temáticas sobre las que ha
publicado diversos artículos en libros y revistas especializadas.
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
OFICINA DE PUBLICACIONES
COORDINACIÓN Agentes
Leonor Aguero Claudia De Luca
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ENCUADERNACIÓN Y
TRABAJOS ESPECIALES
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