Parte Tercera Mujer y Ejército Romano

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Como se puede apreciar en la tabla 1, la presencia de la cónyuge es la más destacada,

a pesar de la prohibición que tenían los soldados de establecer un matrimonium


iustum mientras estaban en servicio, al menos hasta el reinado de Septimio
Severo según algunos especialistas51. Esta interdicción, sin embargo, no afectaba
a los oficiales52. Gracias a las fuentes literarias, más proclives a tratar asuntos de la
elite, sabemos que Agripina, la esposa de Germánico, vivía junto a su marido en el
campamento53. En Britannia contamos con ejemplos similares. A principios de la
segunda centuria el praefectus Flavius Cerialis estuvo al mando de la novena cohorte
50. Saller, Richard P. & Shaw, Brent D.: «Tombstones and family relations in the Principate: civilians, soldiers
and slaves». The Journal of Roman Studies, LXXIV (1984), pp. 126-127; Meyer, Elizabeth A.: «Explaining the epigraphic
habit in the Roman Empire: the evidence of epitaphs», The Journal of Roman Studies, LXXX (1990), pp. 77-78.
51. Phang, Sara E.: The Marriage of Roman Soldiers (13 BC-AD 235): Law and Family in the Imperial Army, Leiden/
Boston/Köln, Brill, 2001, pp. 2-3. En contra de esta idea vid. Speidel, Michael A.: «Les femmes et la bureucratie.
Quelques réflexions sur l’interdiction du marriage dans l’armée romaine», Cahiers du Centre Gustave Glotz, XXIV
(2013), pp. 205-215.
52. Los oficiales procedían de las elites romanas –senatorial y ecuestre–, teniendo su cargo militar un carácter
temporal. El único impedimento con el que contaban estos oficiales era establecer un matrimonium iustum con una
mujer oriunda de la provincia donde desempeñasen su función. Cherry , David: The Marriage of roman Citizens and
Non-Citizens: law and practice, (Tesis doctoral), University of Ottawa, 1985, p. 55; Pa lao Vicente, Juan José: «Mujer
y ejército romano durante época imperial», en Sevillano San José, María Carmen et alii (eds.): El conocimiento del
pasado. Una herramienta para la igualdad, Salamanca, Plaza Universitaria, 2005, p. 172.
53. Tac., Ann., I, 40-41.
tabla 1. Represe ntaci ón de las re lacio nes prese ntes en la epi graf ía mi litar de Britannia
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de los bátavos en Vindolanda. Su mujer Sulpicia Lepidina le acompañó y vivió con
él en el praetorium. Esta mujer recibió una carta de su amiga Claudia Severa, esposa
de Aelius Brocchus, otro oficial al mando de una unidad auxiliar desconocida no
muy lejos de Vindolanda54. Claudia Severa también vivió con su marido y su hijo en
la fortaleza militar. Sin embargo, la presencia de las esposas de los oficiales en los
campamentos no fue siempre la tendencia habitual en el mundo romano. Suetonio
resalta el apuntalamiento de la disciplina militar por parte de Augusto, permitiendo
a los legados ver a sus esposas solamente en los meses de invierno 55. Esta política
fue más distendida a partir de Tiberio56. Aunque fue bajo el gobierno de este emperador
cuando se intentó prohibir que estas mujeres acompañasen a sus maridos.
No obstante, la propuesta del viejo militar Aulus Caecina Severus no recabó el apoyo
suficiente de los patres conscripti para aprobarla57.
A pesar de que los soldados no podían constituir un matrimonium iustum, este
veto no les impidió establecer unos vínculos conyugales con mujeres de su mismo
lugar de origen, de la propia comunidad militar o de las proximidades de la zona
donde servían58. El 67,44% de las mujeres registradas (29) comparecen en las inscripciones
como cónyuges de los soldados59. Este hecho podemos achacarlo a varios
factores. Para los veteranos, por ejemplo, el matrimonio era visto como un mecanismo
que facilitaba la integración en la sociedad civil 60. Por otra parte, la procedencia
foránea de los legionarios, al menos hasta avanzada la segunda centuria cuando el
dominio romano se consolidó a través del establecimiento de colonias y del asentamiento
permanente de los campamentos militares, favoreció la formación de enlaces
conyugales con mujeres de la comunidad militar o de sus zonas de origen para suplir
el vacío del núcleo familiar. Los legionarios establecieron estos enlaces con mujeres
que, preferentemente, disfrutaron de un estatuto jurídico similar al suyo, siendo
las hijas de los veteranos esposas potenciales. El parentesco femenino ascendente
y colateral, en este caso, permanecería en el continente. En relación a lo anterior,
se constata en la epigrafía militar britana un aumento en la formación de núcleos
familiares a partir la segunda mitad del siglo II y, sobre todo, en el siglo III. De esta
manera, se va a suplir la dedicación por parte del heres anónimo o del compañero
de armas –quizá la misma persona–, predominante en los momentos iniciales de la
54. Bowman, Alan: Life and letters on the Roman frontier. Vindolanda and its people, London, British Museum
Press, 1994, p. 127.
55. Suet., Aug., 24.
56. Marshall, Anthony J.: «Tacitus and the Governor’s Lady: A Note on Annals iii, 33-4», Greece & Rome, 22, 1
(1975), p. 12.
57. Tac., Ann., III, 33, 3. Caecina Severus recalcaba que las mujeres andaban entre los soldados y tenían a su
servicio a los centuriones. Además, menciona que una mujer –Plancina, esposa de Calpurnio Pisón– ya había
presidido unas maniobras militares (Tac., Ann., II, 55, 6).
58. Greene, Elizabeth M.: «Conubium…», pp. 137-138. Un ejemplo de estas relaciones lo encontramos en la
desastrosa expedición de Varo en el año 9 en Germania. El ejército era seguido por las mujeres y la descendencia de
los soldados (Cass. Dio, LVI, 20, 2).
59. A estas mujeres habría que sumar dos que se definen como madres, lo que elevaría el porcentaje al 72%.
Asimismo, las cuatro mujeres cuya relación es desconocida probablemente fueron también cónyuges de los propios
soldados. De esta manera, el total de cónyuges ascendería de forma global a 35 (el 81%).
60. Le roux, Patrick: L’armée romaine et l’organisation des provinces ibériques d’Auguste à l’invasion de 409, Paris,
De Boccard, 1982, p. 346; Pa lao Vicente, Juan José: Legio VII Gemina (Pia) Felix: estudio de una legión romana, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 2006, p. 356.
Mujer y ejército romano . El caso de la epigrafía militar britana
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conquista, por la dedicación de uno de los cónyuges. Es por ello por lo que casi las
tres cuartas partes de las inscripciones de este estudio (el 70%) se datan en la tercera
centuria o, cuando menos, en la horquilla cronológica de finales del siglo II-III.
La gran mayoría de los lazos conyugales son revelados por la palabra coniux (el
87%). Este término es característico de Britannia para expresar las relaciones conyugales
de los soldados desde finales del siglo I hasta la tercera centuria 61. En ningún
caso se ha documentado la palabra uxor, y maritus tan solo aparece en tres epígrafes.
Todos estos vocablos hacen referencia a un matrimonio legítimo formado en el
marco del Derecho romano62. A pesar de que las inscripciones no son documentos
legales, estas reflejan una realidad social. Hay que tener presente que el grupo de
los veteranos podía establecer un matrimonium iustum, por lo que tanto el empleo
de una u otra expresión estaría asociado a dicha realidad social. En el caso de los
soldados en activo, la prohibición de establecer un matrimonio legítimo no cohibía
el deseo de la pareja de permanecer unidos –affectio maritalis–, de establecer
un vínculo conyugal, expresándose así en la epigrafía. Sin embargo, estas uniones
eran consideradas como matrimonia iniusta, debido a que carecían de legitimidad
dentro del marco legal romano63. De la misma manera, estos términos aparecen en
monumentos epigráficos de individuos que no tenían reconocido el ius connubii,
como los gladiadores, pero que establecían un «matrimonio» de facto con mujeres64.
Cabe destacar en este estudio la escasa representación de la descendencia femenina
(cuatro hijas, el 9,30% de las mujeres de este trabajo). Esta infrarrepresentación de la
prole con un rango de edad exiguo coincide con la variable registrada a nivel general
en la epigrafía romana65. Nos tenemos que ir a la tercera centuria –finales del segundo
siglo cuando menos– para documentarla. Al menos tres hijas –las que presentan un
monumento epigráfico en un buen estado de conservación– fueron conmemoradas
por el militar, su padre, acompañado este en una ocasión por su esposa, la madre. El
lugar que ocuparían en la sociedad y el papel que desempeñarían no sería el mismo
para todas ellas. En una categoría superior se encontraba Fabia Honorata (RIB, I, 1482),
hija del oficial ecuestre Fabius Honoratus y de Aurelia Eglectiane, quien quizá descendía
de antepasados de origen liberto. En un escalón inferior se localizarían Simplicia
Florentina y dos ignotae. Simplicia Florentina murió con tan solo diez meses (RIB, I,
690). Felicius Simplex, un centurión de la VI legión, mandó construir un sarcófago
para ella en Eburacum. Este monumentum nos indica no solo el amor paternal, sino
61. También el término coniux se documenta de forma predominante en las unidades militares de Gallia. Por el
contrario, en Hispania prevalece el vocablo uxor.
62. Treggiari, Susan: Roman Marriage: ‘Iusti Coniuges’ from the time of Cicero to the time of Ulpian, Oxford,
Clarendon Press, 1991, pp. 6-7; Jeppesen, Alison: The Portrayal of Roman Wives in Literature and Inscriptions, (Tesis
doctoral), University of Calgary, 2010, passim. Uxor fue el término empleado por los juristas para referirse a la
esposa legítima dentro del marco legal romano como se aprecia en los diplomas militares (Speidel, Michael A.: «Les
femmes…», pp. 209-210). Sin embargo, dicho uso no siempre se ajustaba a la propia legalidad (cagnat , René: L’armée
romaine d’Afrique et l’occupation militaire de l’Afrique sous les empereurs, Paris, Imprimerie nationale, E. Léroux, 1913,
p. 376; Phang, Sara E.: The Marriage…, p. 99).
63. Phang, Sara E.: The Marriage…, p. 200.
64. Ceballos Hornero, Alberto: «Epitafios latinos de gladiadores en el occidente romano», Veleia, 20 (2013),
p. 327.
65. Par kin, Tim G.: Demography and Roman Society, Baltimore, John Hopkins University Press, 1992, pp. 6-7.
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también el nivel socioeconómico desahogado del centurión, lo que repercutiría en
la posición social de su descendencia. Respecto a las ignotae, de una de ellas tan solo
sabemos que era hija de un soldado que era o había sido imaginifer (RIB, I, 769). La
otra era hija del veterano C. Aeresius Saenus y Flavia Augustina (RIB, I, 685). En el
monumento epigráfico aparece representada esta familia, que contaba con otro
vástago más, Saenius Augustinus. El veterano legionario elevó este monumento
funerario para su mujer y sus hijos, fallecidos estos a la edad de un año.
De forma testimonial, con tan solo dos epígrafes, documentamos el parentesco
colateral. Vacia mandó erigir un epitafio para su hermano Aelius Mercurialis en
el siglo III (RIB, I, 1742). Esta familia pudo haber sido oriunda de Britannia, descendiente
de un soldado licenciado en época adrianea. Cabe la posibilidad de que
Vacia hubiera sido la cónyuge de algún commilito de Aelius Mercurialis, formando
parte de esta manera de la comunidad militar. Asimismo, Tadia Exuperata elevó
un epígrafe funerario para su madre, Tadia Vallaunius, y para su hermano, Tadius
Exuperatus (RIB, I, 369). De este último tan solo sabemos que murió en una campaña
desarrollada en Germania (defunctus expeditione Germanica), probablemente
bajo el reinado de Caracalla66.
De la misma manera, de forma minoritaria documentamos la presencia de la
socrus (suegra). Campania Dubitata fue la madre de Aelia Matrona, esposa de Iulius
Maximus, jinete vinculado al ala Sarmatarum67. Este militar erigió un monumento
funerario para su mujer, su hijo –M. Iulius Maximus– y su suegra (RIB, I, 594).
Todos ellos vivieron en las proximidades del campamento militar de Bremetennacum
Veteranorum (Ribchester). Este lugar fue creado ex professo para asentar a los
soldados sármatas licenciados, evitando perder de esta manera un capital humano
entrenado y disciplinado junto a su descendencia.
Finalmente, documentamos a cuatro mujeres que no especifican una relación
con el militar. Tres de ellas fueron las encargadas de erigir el monumento epigráfico
–Domitia (RIB, III, 3185), Vibia Pacata (RIB, III, 3504) y Maritima (RIB, I, 858)–,
mientras que Nigrina fue conmemorada por el centurión legionario Aurelius Casitto
(RIB, I, 1746). A pesar de que no se alude a la relación que mantuvieron con los
soldados, las condiciones que rodean a la erección de cada monumentum nos hacen
pensar casi con total certeza que estamos ante la presencia de cuatro cónyuges.
Cerca de dos tercios de las mujeres de este estudio (27, el 63%) tomaron la
iniciativa a la hora de erigir un monumento epigráfico. El coste de realizar estos
testimonios epigráficos fue sufragado por las dedicantes. Los recursos económicos
empleados pudieron proceder de los emolumentos de los militares o de los que
66. Tomlin, Roger S. O.: Britannia Romana. Roman Inscriptions & Roman Britain, Oxbow books, Oxford, 2018,
p. 219.
67. La controversia acerca de las letras SC de la inscripción ha dado lugar a un debate en cuanto al cargo que
había desempeñado este militar: summus curator (Speidel, Michael P.: Guards of the Roman armies. An essay on the
singulares of the provinces, Bonn, Rudolf Habelt, 1978, p. 126) o singularis consularis (Davies, Roy W.: «Singulares
in Roman Britain», Britannia, 7 (1976), p. 136). Sin querer entrar en esta polémica, cabe la posibilidad de que Iulius
Maximus fuera un veterano. Sobre este asunto vid. López Casado, Roberto: Honesta Missio. Los veteranos en las
sociedades provinciales del Imperio Romano occidental a través de la epigrafía, Valladolid, Universidad de Valladolid,
2018, pp. 137-138.
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ellas mismas poseyeran. La elaboración de algunas inscripciones, con relación al
tamaño y a la decoración, sugiere una capacidad adquisitiva elevada. Esto es así en
el monumento ya mencionado de Vacia a su hermano Aelius Mercurialis, donde una
cabeza femenina coronaba el campo epigráfico. Como Vacia fue la encargada de
realizar la conmemoración, su cara fue representada en la piedra para así acompañar
a su hermano al otro mundo de forma simbólica. Domitia (RIB, III, 3185), Ianuaria
Martina (RIB, I, 17) y Flavia Peregrina (RIB, I, 620) mandaron erigir epitafios que
contaban con figuras masculinas en relieve. En estos tres monumentos aparecen
los soldados a los que hacían mención: Insus –jinete auxiliar–, Vivius Marcianus –
centurión legionario– y Crotus –emeritus auxiliar–. Una coniux anónima se limitó
a conmemorar a su esposo difunto –el centurión legionario M. Aurelius Nepos–,
mandando grabar una pareja en la parte superior del monumento (RIB, I, 491).
Juntos permanecerían en esta vida y en la otra.
Por otro lado, es significativa la inscripción
funeraria que Iulia Lucilla mandó erigir para su
esposo Rufinus, ambos procedentes de la elite
(RIB, I, 1271 y 1288). Lucilla acompañó a su marido
a su destino militar en Britannia, tal y como hacían
otras damas romanas. Rufinus era un miembro del
orden ecuestre que había pasado por diferentes
puestos militares –tribuno de la primera cohorte
de los várdulos, prefecto de la primera cohorte
Augusta de los lusitanos y prefecto de la primera
cohorte de los breucos– y civiles –subcurator de
la via Flaminia y del transporte de alimentos y
subcurator de obras públicas–. En esta provincia
encontró la muerte. Por su parte, Lucilla
pertenecía al orden senatorial –clarissima femina–,
y así lo remarcó en el monumentum, a pesar de
que no estaba capacitada para portar dicho título
tras su matrimonio con un miembro del ordo
equester. Sin embargo, ella procedía de un nivel
socialmente superior a su marido y así lo dejó
inscrito en la piedra. Cabe destacar finalmente el
altar que erigió Vibia Pacata, esposa del centurión
Flavius Verecundus, consagrado a las Silvanae y a
las Quadruviae, divinidades de los bosques y de las
encrucijadas a quienes se invocaba para realizar
un viaje seguro68. La inscripción fue hallada en el
Muro de Antonino, donde la unidad militar de
68. Ferlut, Audrey: «Les soldats et les divinités féminines dans les Germanies sous le Haut Empire romain», en
Wolff, Catherine (ed.): Le métier de soldat dans le monde romain: actes du cinquième Congres de Lyon, 23-25 septembre
2010, Paris, De Boccard, 2012, pp. 210-212.
Monumento funerario de Insus Vodulli
f. (RIB, III, 3185). Fotografía de Roger Tomlin.
Lancaster City Museum
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su marido fue destinada. En aquel lugar, al estar en una zona de frontera, el peligro
de caer en una emboscada utilizando los elementos naturales del paisaje era muy
elevado. Para conjurar esa situación extrema, los romanos no dudaban en recurrir
a las deidades locales, las cuales habitaban y dominaban esas tierras 69. Por lo tanto,
el recurso a contar con el apoyo de estas divinidades era fundamental para la
cosmovisión de los antiguos a fin de obtener un propósito deseado, reflejando de
esta manera su religiosidad.
En buena parte de estos monumentos epigráficos (28, el 72%) documentamos la
onomástica de las mujeres. La nomenclatura binominal, propia de las ciudadanas,
es la más registrada (24 mujeres). La mayoría de estas féminas establecieron relaciones
afectivas principalmente con legionarios romanos, lo que nos sugiere que
estos milites tendieron a construir lazos conyugales con mujeres que disfrutaban de
un estatuto jurídico similar al suyo. A pesar de que las inscripciones no son documentos
legales, la romana era una sociedad eminentemente jurídica. La usurpación
de la onomástica romana y, con ello, del estatuto jurídico era un acto ilegal 70. No
obstante, la usurpatio es difícil rastrearla en las fuentes epigráficas.
En esta nomenclatura los gentilicios imperiales se documentan en dieciséis
mujeres, destacando Aurelia en cinco féminas y Flavia e Iulia en cuatro cada
uno. Hay que tener en cuenta que los nomina Iulius/a y Aurelius/a son los más
constatados en Britannia71. La «romanización» tardía de la isla y la cronología
avanzada de los epígrafes donde aparecen las mujeres que portan estos gentilicios
–especialmente el de Aurelius/a– sugiere un posible acceso a la ciudadanía romana
más o menos reciente, ya fuera por parte del parentesco ascendente o bien de
forma individual –Constitutio Antoniniana–72. Por otra parte, debido al mal estado
de conservación de algunos monumentos epigráficos y a la omisión intencionada
de la nomenclatura en otros, las féminas catalogadas como «anonymae» ascienden
a doce. Finalmente, siete mujeres portaron un nombre único. A priori, se podría
pensar en una condición peregrina para estas siete mujeres que presentan un solo
antropónimo –siempre y cuando sus monumentos epigráficos no sobrepasen el
año 212 y no consideremos una omisión del gentilicio–. Aquellas que portaron
un idiónimo no romano tuvieron más posibilidades de detentar una condición
peregrina, como Pusinna (RIB, I, 1667). En el caso de Vacia, dedicante del monumento
funerario de su hermano, el cornicularius Aelius Mercurialis, la ausencia del nomen
pudo deberse quizás a una exclusión intencionada. Ambos pudieron descender
de un veterano licenciado en época de Adriano, al igual que Aelia Comindus (RIB,
I, 1561), esposa del decurión Nobilianus. Por otra parte, en cuanto a la condición
liberta no se ha documentado de forma fehaciente ninguna mujer con un pasado
69. Henig, Martin: «Throne, Altar and Sword: Civilian Religion and the Roman Army in Britain», en Blagg,
Thomas F. & King, Anthony C., (eds.): Military and civilian in Roman Britain: cultural relationships in a frontier province,
BAR British Series 136, Oxford, 1984, p. 236.
70. Suet., Claud., 25,3.
71. Kakoschke, Andreas: Die Personennamen im römischen Britannien, Hildesheim, Olms-Weidmann, 2011,
pp. 58-60 (Aurelius) y 114-118 (Iulius).
72. Alföldy , Géza: «Notes sur la relation entre le droit de cité et la nomenclature dans l’Empire romain»,
Latomus, XXV, 1 (1966b), p. 46.
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servil. Quizá Flavia Veldicca pudo haber sido liberta del veterano T. Flavius Natalis
(RIB, I, 358). El cognomen de uno de sus hijos, Flavius Ingenuinus, podría sugerir un
antiguo pasado servil73. Además, su propio cognomen indígena y la homonimia en
el gentilicio con el veterano apuntarían a esta hipótesis.
A partir de la onomástica podemos realizar conjeturas acerca de la procedencia
de estas mujeres, puesto que tan solo un monumento epigráfico registra la origo de
una fémina. Aurelia Aia fue una dálmata oriunda de Salona que se trasladó a Britannia
junto a su marido, Aurelius Marcus, miles probablemente de la cohors II Delmatarum
(RIB, I, 1828). La coyuntura histórica de Britannia, mencionada anteriormente,
va a influir en la sociedad que se conforma en la nueva provincia y que aparece
documentada en los testimonios epigráficos. Un número significativo de personas
cruzaron el Canal de la Mancha acompañando al ejército romano. En este sentido
documentamos a Pusinna, quien portó un nombre germano como su cónyuge Dagvalda,
un soldado de la cohors I Pannoniorum74. Esta pareja procedería de los territorios
renanos o danubianos. Una situación similar pudo haber vivido Domitia. Esta
mujer erigió un espectacular monumento epigráfico para el jinete auxiliar Insus,
perteneciente a la tribu de los tréviros75. Probablemente, ella también pertenecía a
la tribu gala de los tréviros. No obstante, el uso inapropiado del nomen romano desde
el punto de vista jurídico, nos puede hacer pensar que estamos ante una britana
de condición peregrina76. Seguramente se tratara de la concubina del soldado, más
que su hermana o su madre77. Por otro lado, tanto Vibia Pacata como Flavia Baetica
(RIB, I, 2115) pudieron haber sido oriundas de África y de Hispania respectivamente
en virtud de sus cognomina.
A pesar del elevado porcentaje de mujeres dedicantes de monumentos epigráficos,
carecemos de información más allá de lo expuesto hasta el momento. Los monumenta
no contienen indicios –textuales o iconográficos– que sugieran el desempeño de
un oficio o el ejercicio de un cargo religioso por parte de las mujeres 78. En otras
partes del Imperio, sin embargo, contamos con testimonios epigráficos donde
encontramos a mujeres ejerciendo diversos oficios. Las inscripciones nos hablan
de panaderas, ungüentarias, médicas, vendedoras de productos variados como
73. Pa lao vicente, Juan José: «Los veteranos legionarios en Britania», Classica et Christiana, 5.2 (2010), pp. 452-453.
74. Kakoschke, Andreas: Die Personennamen…, pp. 528 y 330 respectivamente.
75. Colling, David & Muller, Jean-Claude: «Insus, fils de Vodullus, soldat trévire en Bretagne», BIALux 87, 4,
2011, p. 180.
76. Gallego Franco , Henar: «Onomástica y estatuto jurídico individual. Las denominaciones personales de
nomen único en la epigrafía romana de Castilla y León», Hispania Antiqva, XXXVI (2012), p. 132. Si fuera una trévira,
tribu ubicada en la Gallia Belgica, pudo haber disfrutado del derecho latino si pertenecía a una comunidad privilegiada
en este sentido (France, Jérôme: «État romain et romanisation: à propos de la municipalisation des Gaules
et des Germanies», L’antiquité classique 70, 2001, p. 208; Dondin-Payre , Monique: «Forum et structures civiques
dans les Gaules: les témoignages écrits», Bouet, Alain (ed.), Le forum en Gaule et dans les régions voisines, Bourdeaux,
Ausonius, 2012, p. 55).
77. Los diplomas militares indican que los soldados entablaron un mayor número de enlaces conyugales con
mujeres de su misma procedencia o con aquellas que formaban parte de la comunidad militar (Greene, Elizabeth
M.: «Conubium…», p. 127).
78. En Hispania documentamos el epígrafe CIL, II, 3329 donde comparecen L. Postumius Fabullus –flamen y
tribuno militar– y Manlia Silana –flaminica–. La relación entre ambos no se constata en la inscripción, pero a todas
luces sería un vínculo conyugal.
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pescado, carne, fruta o armas, peluqueras, etc. 79 Las mujeres aquí documentadas
hicieron su vida, a tenor de la localización de los monumentos epigráficos, en las
proximidades de los campamentos militares, es decir, en los asentamientos civiles
conocidos como vici y canabae. Las inscripciones relativas a soldados en activo se
hallaron, mayoritariamente, en su guarnición. Por otro lado, la tendencia general de
los veteranos era la de asentarse en las cercanías de los lugares donde habían realizado
el servicio80. La mayor parte de los veteranos retirados en Britannia se asentaron,
según el registro epigráfico, en los núcleos civiles que rodeaban a los campamentos
militares81. Estas aglomeraciones cumplían con diversas funciones como las de
abastecer de una serie de servicios y manufacturas a la guarnición militar. Por ello,
las mujeres de nuestro estudio pudieron haber dedicado parte de su tiempo a las
actividades productivas realizadas en los vici y las canabae.
Por otra parte, es llamativo el reducido número de inscripciones de veteranos y sus
familias halladas en las colonias creadas ex professo para ellos en la isla (Camulodunum,
Glevum, Lindum y Eburacum). Las causas de dicha ausencia las encontramos en
factores como la escasa incidencia de la epigrafía en Britannia, puesto que el corpus
de inscripciones de la isla reúne un exiguo número de piezas en comparación con
otras provincias del Occidente romano, o en la temprana creación de las colonias.
Estos enclaves, a excepción de Eburacum, se construyeron en la primera centuria. El
hábito epigráfico britano, sin embargo, eclosionó en los siglos II y III. Además, al igual
que en otros núcleos urbanos del Imperio con una presencia militar manifiesta, es
posible que los veteranos allí retirados omitieran su rango, pasando desapercibidos
junto a la población civil82. Por otra parte, los diplomas militares nos sugieren otro
modelo de poblamiento, ya que algunos han sido descubiertos en la zona sureste de
la isla, en asentamientos rurales alejados de los principales campamentos militares 83.

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