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ISSN: 1688-8561

Revista de la Asociación Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 - Julio de 2020

ARTÍCULOS

MERCADO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN EN LA I GLOBALIZACIÓN: URUGUAY Y


COMPARACIONES REGIONALES
María M. Camou

NÚMEROS OSCUROS. LA VALORACIÓN DE LAS IMPORTACIONES


ARGENTINAS, C. 1870-1913
Agustina Rayes, Rodrigo Castro y Francisco Ibarra

ECUADOR: LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL FERIADO BANCARIO


(8-12 DE MARZO DE 1999)
Julio Ooleas-Montalvo

NOTAS DE INVESTIGACIÓN

LAS PANDEMIAS Y LA ECONOMÍA: LECCIONES DESDE LA HISTORIA


ECONÓMICA
Irina España

EFECTOS ECONÓMICOS DE LAS PANDEMIAS: UNA MIRADA DE LARGO PLAZO


Pablo Marmisolle y Carolina Romero

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

"LA DESIGUALDAD EN ARGENTINA, APUNTES PARA SU HISTORIA, DE LA COLONIA A


NUESTROS DÍAS" DE DANIEL SANTILLI
Javier Rodríguez Weber

"MONTEVIDEO, CIUDAD OBRERA. EL TIEMPO LIBRE DESDE LAS


IZQUIERDAS (1920-1950)” DE RODOLFO PORRINI
Mónica Maronna

"LAS INVERSIONES BRITÁNICAS, 1914-1945" DE RAÚL JACOB.


Norma Silvana Lanciotti

CONFERENCIAS Y DEBATES

RELATORÍA CICLO DE COVERSATORIOS "LA HISTORIA ECONÓMICA FRENTE A LA


PANDEMIA DEL COVID-19"
Carolina Román

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 1


2 Asociación Uruguaya de Historia Económica
Revista de la Asociación Uruguaya de Historia Económica
Año X - No. 17 - Julio de 2020 - Montevideo, Uruguay
Revista Uruguaya de Historia Económica
Año X - No. 17 - Julio de 2020 - Montevideo, Uruguay
Publicación semestral de carácter científico de la Asociación Uruguaya de Historia Económica. La Revista
Uruguaya de Historia Económica (RUHE) publica artículos originales, resultados de investigación, que se
enmarquen dentro de la Historia Económica, entendida en un sentido amplio.
AUDHE
Editor Responsable
Asociación
Henry WillebaldUruguaya de Historia Económica
(Miembro pleno de la Asociación Internacional de Historia Económica)
Comité editor
Jorge Álvarez (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República)
Constituyente 1502 –dePiso
Luis Bértola (Facultad 4 Sociales, Universidad de la República)
Ciencias
C.P.
Henry11.200 – Montevideo
Willebald (Facultad de –Ciencias
UruguayEconómicas y de Administración, Universidad de la Repúbli-
ca)
Tel.: (+598 2) 413 6399 – 413 6400
José Péres Cajías (Universitat de Barcelona)
Fax: (+598 2) 410 2769
Secretaría de Edición
Cecilia Moreira
[email protected]
Atenea Castillo
www.audhe.org.uy
Juan Geymonat

Consejo Académico
Carlos Valencia (Universidade Federal Fluminense); Ana María Rodríguez (Universidad de la Repúbli-
ca); Marcelo Rougier (Universidad de Buenos Aires); Andrés Regalsky (Universidad Tres de Febrero,
Universidad Nacional de Luján); Rodolfo Porrini (Universidad de la República); José Antonio Ocampo
(Columbia University); Esteban Nicolini (Universidad Nacional de Tucumán y Universidad Santo To-
más de Aquino); Benjamín Nahum (Universidad de la República); María Inés Moraes (Universidad
de la República); Martín Monsalve (Universidad del Pacífico); José Miguel Martínez-Carrión (Univer-
sidad de Murcia); Carlos Marichal (El Colegio de México); Andrea Lluch (Universidad Nacional de la
Pampa); Manuel Llorca (Universidad de Santiago de Chile); Enrique Llopis (Universidad Complutense
de Madrid); Pedro Lains (Universidade de Lisboa); Luis Jáuregui (Instituto de Investigaciones Doctor
José María Luis Mora); Raúl Jacob (Uruguay); Alfonso Herranz (Universidad de Barcelona); Ana Frega
(Universidad de la República); Daniel Díaz Fuentes (Universidad de Cantabria); José Díaz (Pontificia
Universidad Católica de Chile); Carlos Contreras (Pontificia Universidad Católica del Perú); Renato
Colistete (Universidade de São Paulo); Ángelo Carrara (Universidade Federal de Juiz de Fora); María
Camou (Universidad de la República); Reto Bertoni (Universidad de la República); Magdalena Bertino
(Uruguay); Alcides Beretta (Universidad de la República)

Comisión Directiva
Ejercicio 2018-2021
Titulares
Carolina Román (Presidenta)
Reto Bertoni (secretario)
Melissa Henrández (Tesorera)
Constituyente 1502 – Piso 4
C.P. 11.200 – Montevideo – Uruguay
Tel.: (+598 2) 413 6400 Suplentes Respectivos
Fax: (+598 2) 410 2769 Juan Pablo Martí
Pablo Castro
Gustavo Concari
[email protected]
www.audhe.org.uy Comisión Fiscal
Titulares
Gastón Díaz
Paola Azar
Ulises García Repetto
Suplentes Respectivos
Silvana Maubrigades
Henry Wilebald
ISSN: 1688-8561 Cecilia Moreira
TABLA DE CONTENIDOS

EDITORIAL
.................................................................................................................................................... pág. 6

NORMAS PARA EL ENVÍO DE ORIGINALES


.................................................................................................................................................... pág. 8

ARTÍCULOS

MERCADO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN EN LA I GLOBALIZACIÓN: URUGUAY Y


COMPARACIONES REGIONALES
María M. Camou......................................................................................................................... pág. 10

NÚMEROS OSCUROS. LA VALORACIÓN DE LAS IMPORTACIONES


ARGENTINAS, C. 1870-1913
Agustina Rayes, Rodrigo Castro y Francisco Ibarra....................................................................... pág. 25

ECUADOR: LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL FERIADO BANCARIO


(8-12 DE MARZO DE 1999)
Julio Oleas-Montalvo................................................................................................................... pág. 49

NOTAS DE INVESTIGACIÓN

LAS PANDEMIAS Y LA ECONOMÍA: LECCIONES DESDE LA HISTORIA


ECONÓMICA
Irina España................................................................................................................................. pág. 68

EFECTOS ECONÓMICOS DE LAS PANDEMIAS: UNA MIRADA DE LARGO PLAZO


Pablo Marmissolle y Carolina Romero.......................................................................................... pág. 71

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

"LA DESIGUALDAD EN ARGENTINA, APUNTES PARA SU HISTORIA, DE LA


COLONIA A NUESTROS DÍAS" DE DANIEL SANTILLI
Javier Rodríguez Weber................................................................................................................ pág. 81

"MONTEVIDEO, CIUDAD OBRERA. EL TIEMPO LIBRE DESDE LAS


IZQUIERDAS (1920-1950)” DE RODOLFO PORRINI
Mónica Maronna......................................................................................................................... pág. 83

"LAS INVERSIONES BRITÁNICAS, 1914-1945" DE RAÚL JACOB.


Norma Silvana Lanciotti.............................................................................................................. pág. 86

CONFERENCIAS Y DEBATES

RELATORÍA CICLO DE COVERSATORIOS "LA HISTORIA ECONÓMICA FRENTE A LA


PANDEMIA DEL COVID-19"
Carolina Román.......................................................................................................................... pág. 88
EDITORIAL
Queremos aprovechar esta nueva edición de la Revista Uruguaya de Historia Económica (RUHE)
para dar la bienvenida al Dr. José Péres Cajías1, de la Universitat de Barcelona, quien desde junio de
2020 se ha sumado al Comité Editor de nuestra publicación. Es un honor para nuestra Revista contar
con el aporte y la participación de tan destacado investigador que, con su dedicación y profesionalidad,
contribuirá decididamente en la continua mejora por alcanzar mayores niveles de calidad académica que
persigue la RUHE.
En esta oportunidad, el número contiene tres artículos, un par de notas de investigación, tres reseñas
bibliográficas y una contribución en Conferencias y Debates.
El primero de los artículos refiere al mercado laboral en Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia
durante la Primera Globalización. María Camou (Universidad de la República, Uruguay), en su ar-
tículo “Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regiona-
les” tiene como propósito abordar las relaciones de trabajo para la región del Cono Sur sudamericano
y Bolivia desde el último tercio del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX. En especial, in-
daga en el caso uruguayo y el rol de la inmigración en este proceso. Durante el período, se conso-
lida, en forma gradual, un mercado laboral que contaba con una oferta de trabajo más estable y en
expansión. Mientras que en Uruguay y en Argentina se observaba un mercado de trabajo “moderno”
–aunque todavía en forma incipiente– con una importante proporción de trabajo mercantilizado, Bolivia
y Brasil mostraban una estructura distinta, en la cual predominaban modalidades no asalariadas.
El segundo de los artículos aborda la problemática sobre la valoración de las importaciones argen-
tinas, participando de un debate amplio y global referido a la fiabilidad histórica de los registros de
comercio exterior. En su artículo “Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, c.
1870-1913”, Agustina Rayes (EPyG-UNSAM/CONICET), Rodrigo Castro y Francisco Ibarra argumen-
tan que, para lograr un conocimiento cabal del flujo comercial externo argentino durante la era agro-ex-
portadora (la Primera Globalización), resulta necesario abordar el análisis del comercio importador. En
particular, en este artículo realizan una muy interesante exploración en un aspecto controvertible, esto
es, la valoración de las transacciones, su fiabilidad y representatividad. Para ello, presentan un repaso de
la composición y distribución del origen geográfico de las importaciones argentinas y explican cómo fue
el proceso de valoración aduanera (base para el registro de las estadísticas), demostrando las carencias
que representaban los aforos en virtud de su limitada actualización. El artículo realiza un pormenorizado
análisis comparando los aforos, durante determinados años y en relación a bienes concretos, con precios
de importación y de consumo, alertando sobre su utilización y abriendo varias líneas de trabajo futuro.
El tercer artículo refiere al pasado reciente de la economía ecuatoriana. Julio Oleas-Montalvo (Insti-
tuto de Altos Estudios Nacionales, Ecuador) presenta su trabajo “Ecuador: economía política del feriado
bancario (8-15 de marzo de 1999)”, en el cual describe los antecedentes institucionales y financieros de
ese episodio y sus consecuencias inmediatas. En la mañana del lunes 8 de marzo de 1999 los bancos del
Ecuador detuvieron sus actividades producto de la declaración de un feriado bancario. Se trató de una
decisión administrativa del Superintendente de Bancos que parecía imposible en el contexto imperante
de intensa desregulación financiera. No obstante, fue una medida con un contenido político profundo y
motivaciones económicas poco claras, prorrogada mediante decreto ejecutivo hasta el 12 de marzo para,
entonces, decretar el congelamiento de los depósitos del sector privado. Estos hechos constituyeron el
preámbulo de la dolarización de la economía ecuatoriana decidida e instrumentada nueve meses más
tarde.
El avance de la pandemia del Covid 19, y que tantas consecuencias ha significado a escala plane-
taria durante este primer semestre de 2020, ha motivado una infinidad de reacciones desde todos los
ámbitos, y la historia económica, como disciplina, no ha sido la excepción. La RUHE ha recogido estas
inquietudes a través de un par de contribuciones (Notas de investigación) que dan cuenta de este tipo de
fenómeno en perspectiva histórica. Irina España (Universidad EAFIT, Colombia) presenta “Las Pande-
mias y la Economía: Lecciones desde la Historia Económica” y Pablo Marmissolle y Carolina Romero
(Universidad de la República, Uruguay) presentan “Efectos económicos de las pandemias: una mirada
de largo plazo”.
1 https://joseperescajias.com/

6 Asociación Uruguaya de Historia Económica


Contamos, asimismo, con tres reseñas bibliográficas correspondientes a libros publicados en 2019,
dos de ellos referidos a la historia económica uruguaya y, el tercero, a la argentina. Norma Lanciotti
(UNR-CONICET, Argentina) reseña la obra “Las inversiones británicas, 1914-1945,” libro escrito por el
Prof. Raúl Jacob. Mónica Maronna (Universidad de la República, Uruguay) comenta el libro “Montevi-
deo, ciudad obrera. El tiempo libre desde las izquierdas (1920-1950)”, obra escrita por el Prof. Rodolfo
Porrini. Y, finalmente, Javier Rodríguez Weber (Universidad de la República, Uruguay) reseña el libro
“La desigualdad en Argentina, apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días”, del historiador
argentino Prof. Daniel Santilli.
Finalmente, en la sección Conferencias y Debates, Carolina Román comenta la realización del Ciclo
de Conversatorios "La Historia Económica frente a la Pandemia del COVID-19", organizado en cola-
boración entre la Asociación Argentina de Historia Económica (AAHE) y la Asociación Uruguaya de
Historia Económica (AUDHE). El mismo tuvo lugar entre mayo y julio de 2020 y contó con una amplia
participación de académicos y estudiantes iberoamericanos.
Nuestra revista agradece la atención, difusión y referencia de estos trabajos por parte de nuestros
lectores. Todos los trabajos que recibe la RUHE son sometidos a un proceso de evaluación académica
de alta calificación y a un dedicado cuidado en la publicación de los resultados de investigación. El
propósito de la RUHE es contribuir con la consolidación de la historia económica como disciplina y
espacio de creación de conocimientos en el área de las ciencias sociales. Para ello, extender la lectura y
consideración de nuestros pares latinoamericanos e ibéricos resulta de primordial importancia.

Comité Editor
Revista Uruguaya de Historia Económica

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 7


NORMAS PARA EL ENVÍO DE ORIGINALES
La Revista Uruguaya de Historia Económica (RUHE) publicará artículos originales, resultados de
investigación, que se enmarquen dentro de la Historia Económica, entendida en un sentido amplio. Ade-
más de los artículos, la Revista contará con una sección “Notas de investigación” –destinada a avances
de investigación y notas de trabajo– y otra para “Reseñas Bibliográficas”.
Los trabajos con pedido de publicación deberán ser enviados al Comité Editor (comiteditor@audhe.
org.uy), en formatoWord (.doc) u Open Office (.odt), el que se compromete a hacer acuse de recibo del
manuscrito original al autor en un plazo inferior a 10 días.
Todos los artículos originales pasarán, al menos, por una doble evaluación externa anónima. Pre-
vio a ello, los manuscritos recibidos serán sometidos a una “pronta revisión” por los editores o espe-
cialistas del área, en la que se preservará el anonimato del autor. Esta revisión procurará discernir la
originalidad, relevancia e interés científico del artículo, para decidir su paso o no a revisión externa.
Ello será notificado al autor en un plazo inferior a 15 días a partir del acuse de su recepción.
Si la revisión inicial es positiva, la RUHE enviará el manuscrito a dos o más especialistas externos,
siguiendo el sistema de revisión por pares con el formato doblemente ciego, lo que no implica com-
promiso alguno de aceptación. Únicamente luego de haber recibido, al menos, dos de los informes
solicitados, la RUHE decidirá sobre el artículo. Los especialistas tendrán cuatro semanas para revisar
los manuscritos.
Después de la “evaluación completa” del manuscrito, los autores recibirán, a través del Consejo
Editor, comentarios de forma anónima elaborados a partir de los informes de los especialistas.
Si los comentarios son favorables, el manuscrito será usualmente aceptado, condicionado a que
el autor considere las sugerencias, observaciones y dudas propuestos en las revisiones. Sólo muy
ocasionalmente un manuscrito es aceptado sin requerir al menos ciertas revisiones mínimas. Si los
comentarios son, mayormente, favorables, pero al mismo tiempo varias revisiones y cambios son
sugeridos, el manuscrito será aceptado condicionalmente, solicitando que el autor considere los co-
mentarios y reenvíe el manuscrito revisado. En cualquiera de los dos casos, el plazo para realizar esta
revisión es de cuatro semanas. Si el autor realiza los cambios y reenvía el manuscrito a la RUHE, éste
será enviado a por lo menos uno de los especialistas anónimos originales. En esta revisión, los espe-
cialistas evaluarán los comentarios y cambios realizados por el autor después de haber introducido las
críticas originales. En este caso, el proceso de revisión también es realizado de forma anónima. Si las
revisiones del manuscrito reenviado son favorables, es probable que el manuscrito sea aceptado para
publicación. Esta segunda revisión no será desarrollada en más de dos semanas.
Los autores deberán tener en cuenta las siguientes recomendaciones de presentación, cuyo incum-
plimiento será causa suficiente para la devolución del trabajo:
1) Los originales irán precedidos de una hoja en la que figure el título del trabajo, el nombre del autor
(o autores), su dirección electrónica y su afiliación institucional, en caso de tenerla.
2) Cada artículo deberá ir precedido de un resumen en español y un abstract en inglés, y cada uno no
deberá exceder las 200 palabras. En caso de corresponder, los agradecimientos deberán ser inclui-
dos también en hoja aparte.
3) La extensión de los artículos no superará las 12000 palabras, tamaño A4 con tipo de letra Times
New Roman 12 puntos a espacio simple (incluidos cuadros, gráficos, mapas, notas y bibliografía).
Las colaboraciones destinadas a las secciones “Notas de investigación” cumplirán los mismos
requisitos, mientras que las correspondientes a “Reseñas bibliográficas” no deberán exceder de
1800 palabras.
4) Las referencias bibliográficas irán al final del trabajo bajo el epígrafe Bibliografía, ordenadas alfa-
béticamente por autores y siguiendo siempre el siguiente orden: apellido (en mayúscula), nombre
(en minúscula) del autor, año de publicación, (entre paréntesis, seguidos de dos puntos, y distin-
guiendo a, b, c en caso de que el mismo autor tenga más de una obra citada en el mismo año), título
del artículo (entre comillas) o del libro (en cursiva), lugar de la publicación y editorial (en caso de

8 Asociación Uruguaya de Historia Económica


libro), volumen y número de la revista. Sólo se incluirán en la bibliografía obras y autores citados
en el texto.
5) Si el trabajo contiene un amplio número de referencias a documentación de archivo, material es-
tadístico o fuentes documentales, estas deberán aparecer tras las referencias bibliográficas bajo el
título Fuentes.
6) Las referencias en el texto irán a continuación de la cita, indicando entre paréntesis autor, año y
página (Ejemplo: Thorp, 1988: 79), y en caso de varias obras de ese autor se las distinguirá con
a, b, c, etc. Si se trata de fuentes éditas (prensa, revistas, repertorios documentales publicados
por archivos, etc,) se ajustan a la normativa ya conocida. (Ejemplo de referencia de prensa: “El
Industrial Uruguayo”, Año II, segunda época, Nº 23; Montevideo, Junio 7 de 1907). Si se trata de
fuentes inéditas organizadas en instituciones públicas se indicará en primer lugar el nombre de la
institución, y a continuación el fondo consultado, cajas y /o carpetas y la numeración o fojas del
documento si corresponde. En los casos de papelería de instituciones privadas o públicas que no se
encuentre organizada se buscarán las formas que permitan la identificación del documento (Ejem-
plo: Archivo Camera di Commercio Italiana di Montevideo, en adelante ACCIM, Carpeta caratu-
lada “Relazione sommaria dell’anno 1890”, Nota de la Camera di Commercio ed Arti di Firenze a
la CCIM; Firenze, 27 Luglio 1890.) En síntesis, las referencias de fuentes inéditas se presentarán
de la forma más adecuada para identificar el documento.
7) Las citas textuales, si exceden de tres líneas irán con sangría a ambos lados. En dichas citas los
intercalados que introduzca el autor del trabajo deberán ir entre corchetes, para distinguirlos clara-
mente del texto citado.
8) Los cuadros, gráficos y mapas incluidos en el trabajo deberán ir numerados correlativamente, tener
un breve título que los identifique e indicación clara de sus fuentes, en ambos casos estando fuera
de la imagen.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 9


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

ARTÍCULO
MERCADO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN
EN LA I GLOBALIZACIÓN: URUGUAY Y
COMPARACIONES REGIONALES

María M. Camou*
doi.org/10.47003/RUHE/10.17.01

Resumen
El objetivo de esta investigación es estudiar las relaciones de trabajo en la región del Cono Sur y
Bolivia durante la Primera Globalización. Se indaga especialmente en el caso de Uruguay y el rol de
la inmigración en este proceso. Nuestra hipótesis es que la misma juega un rol determinante en las
características del mercado de trabajo y su originalidad respecto a otros países de la región. Nuestro
período de estudio comprende desde finales del siglo XIX y principios del XX. En este marco de tiem-
po, se consolida gradualmente en la región un mercado de trabajo con una oferta de trabajo más estable
y en expansión. Mientras que en Uruguay y en Argentina se observa un incipiente mercado de trabajo
“moderno” con una importante proporción de trabajo mercantilizado, Bolivia y Brasil muestran una
estructura distinta con la predominancia de formas de trabajo no asalariado.

Palabras clave: mercado de trabajo, inmigración, Uruguay, globalización

Abstract
The objective of this research is to study the evolution of labor relations for the Southern Cone region
and Bolivia during the First Globalization. Then the paper focus on the case of Uruguay and the role
of immigration in this process. Our hypothesis is that immigration plays a decisive role in the charac-
teristics of the labor market and its originality with respect to other countries in the region. Our study
period includes from the late nineteenth and the early twentieth centuries. In this period, a labor market
gradually consolidated in the region with a labour supply that increases and becomes more stable. Sa-
laried work became a significant proportion of workers but this process was very heterogeneous among
the different observed countries.

Keywords: labour market, inmigration, Uruguay, Globalization

* [email protected]
Programa de Historia Económica y Social. Universidad de la República

10 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

1. Introducción

El objetivo de esta investigación es estudiar la evolución de las relaciones de trabajo para la región
del Cono Sur y Bolivia durante la Primera Globalización. Nuestro período de estudio comprende desde
finales del siglo XIX hasta comienzos del XX. En este marco de tiempo, se consolida gradualmente en la
región un mercado de trabajo con una oferta de trabajo que aumenta y se vuelve más estable. El trabajo
asalariado se constituye en una proporción significativa de los trabajadores.
Si tomamos en cuenta la comparación entre los países observados encontramos que el proceso es muy
heterogéneo Se indaga especialmente en el caso de Uruguay y el rol de la inmigración en este proceso.
Nuestra hipótesis es que en Uruguay la inmigración juega un rol determinante en las características del
mercado de trabajo y lo diferencia de otros países de la región. La metodología y el procesamiento de
los datos para estudiar la evolución en la región y su comparación con el resto de los países latinoame-
ricanos está basada en la elaborada por Global Collaboratory sobre la historia de las relaciones labora-
les, 1500-2000. La clasificación utilizada en esta base de datos permite analizar la interacción entre las
relaciones laborales y demográficas, teniendo en cuenta la relación con el trabajo de todos los sectores
de la población: activos e inactivos.
Una de las ventajas de esta metodología y del acervo de datos que ha generado el proyecto Global
Collaboratory es la incorporación de todas las formas que adopta la relación laboral, a saber, los pro-
ductores no asalariados y familiares, las personas sin actividad laboral declarada, los desocupados, los
patrones, etc. A nuestro entender, esta taxonomía es especialmente adecuada especialmente para analizar
la etapa de consolidación del mercado de trabajo y los cambios que se producen a lo largo del período
en Uruguay y en América Latina.
La conformación del mercado de trabajo aparece en la visión dominante de la economía y de la histo-
ria hasta la década de los sesenta como el pasaje de trabajo auto sustentando al trabajo asalariado, en una
evolución en etapas, fuertemente determinada por la demanda y los cambios en la estructura productiva.
Investigaciones más recientes han cuestionado está mirada unilateral y consideran que deben tomarse en
cuenta otros factores tales como el espacio, las características de la población, la estructura productiva y
las instituciones en el desarrollo del mercado de trabajo (Grantham 1994).
Desde la perspectiva del proyecto de Ámsterdam el trabajo adquiere, a lo largo de la historia, diferen-
tes formas, la mayoría de ellas no remuneradas y experimenta cambios, pero no en un sentido estricta-
mente progresivo, sino que tanto el trabajo asalariado como la esclavitud y la servidumbre han aparecido
y desaparecido en diferentes etapas. Otro aspecto que se resalta es que las condiciones de trabajo y las
remuneraciones no son únicamente producto del resultado de las fuerzas de mercado sino también de las
acciones individuales y colectivas de los trabajadores (Lucassen 2013).
Con esta idea de estudiar la relación con el trabajo de toda la población es que hemos optado por esta
metodología que muestra los cambios en la inserción de la población y de sus distintos grupos (mujeres,
inmigrantes) en las relaciones de trabajo. La comparación entre el caso de Uruguay y Argentina, con una
estructura poblacional marcada por la inmigración, y otros países de la región con diferentes procesos
de población, permite analizar la interacción entre población, espacio o territorio y relaciones de trabajo.

2. Metodología y fuentes

En esta investigación nos proponemos explorar el mercado de trabajo en el cambio de siglo XIX al
XX. Para América Latina, este fue un período de consolidación progresiva del mercado laboral, el fin
de la esclavitud y un aumento de la proporción de asalariados en la fuerza laboral. Al mismo tiempo,
algunos de los países observados estaban comenzando su transición demográfica.
En primer lugar, comparamos las relaciones de trabajo para algunos países de la región en el pasaje
del siglo XIX al siglo XX. Tratando de explicar la especificidad del caso uruguayo, en la segunda parte
del artículo se profundiza en los cambios que experimenta. Para Uruguay la información disponible per-
mite analizar las diferencias entre distintos grupos que conforman el mercado de trabajo, principalmente
inmigrantes y nacionales, pero también los cambios a lo largo del tiempo, tomando dos observaciones
puntuales 1858/59 y 1908.
Consideramos que la metodología empleada por el proyecto Global Collaboratory on the History
of Labour Relations, 1500-2000, del Instituto Internacional de Historia Social (IISH) es especialmente

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 11


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

adecuada para estudiar esta etapa de formación del mercado de trabajo y de importantes cambios demo-
gráficos.
Por esta razón nuestro análisis de las relaciones laborales en América Latina se basa en los criterios
de clasificación de la base de datos de este proyecto. La misma recopila información de los diferentes
países en torno a cada cambio de siglo en el periodo 1500-2000.
La taxonomía empleada implica tomar en consideración no solamente a los individuos sino también
hogares, instituciones políticas y mercado. Cada individuo de una población es ordenando en distintos
grupos según su relación con el trabajo.
Como punto de partida para cada unidad geográfica y sección transversal, tomamos a toda la po-
blación y posteriormente determinamos qué parte no trabaja como regla y, en consecuencia, qué parte
trabaja (estos "cálculos" a menudo se basarán en estimaciones en lugar de datos precisos).
Presentamos a continuación la clasificación empleada, aunque en nuestro caso y especialmente en
nuestro período, algunas categorías no se encuentran representadas, especialmente el subgrupo III co-
rrespondiente al trabajo tributario.

I. Población no trabajadora, inactivos:


1. No pueden trabajar o no puede esperarse que trabajen: porque son demasiado jóvenes (≤10/14
años), demasiado mayores (≥70años), discapacitados o estudiantes.
2. Rentistas: no necesitan trabajar porque tienen otros ingresos (rentistas, pensionistas, etc.)
3. Desempleados: aunque el desempleo es en gran medida un concepto del siglo XIX y, especialmen-
te, del siglo XX, distinguimos entre los que tienen empleo y los que desean trabajar pero que no pueden
encontrar empleo.

II. Trabajo familiar/recíproco:


Las personas que proporcionan mano de obra para otros miembros del mismo hogar y/o comunidad.
4. Productores autoconsumo: jefes de hogares autosuficientes
5. Familiares subordinados a.o. cónyuges (hombres y mujeres) e hijos de los jefes de hogares autosu-
ficientes que contribuyen al mantenimiento del hogar realizando un trabajo productivo. Hemos seguido
el criterio de incluir a la población adulta sin ocupación dentro de una familia viviendo en un hogar
(excluyendo al jefe de familia) en esta categoría.
6. Servidores domésticos y esclavos que contribuyen al mantenimiento de hogares autosuficientes.
7. Trabajadores para la comunidad: personas que realizan tareas para la comunidad local a cambio
de una remuneración en especie, tales como alimentos, alojamiento y servicios, o una parcela de tierra

III. Trabajo tributario:


Personas que están obligadas a trabajar para instituciones (a menudo el Estado, aunque también
podría ser para una autoridad feudal o religiosa). 8. Trabajadores forzados 9. Trabajadores tributarios
contratados 10. Siervos tributarios.11. Esclavos tributarios.

IV. Trabajo mercantilizado


12. Autónomos: aquellos que producen bienes o servicios para instituciones de mercado, posible-
mente en cooperación con otros miembros del hogar o con un máximo tres trabajadores asalariados,
aprendices, siervos o esclavos. La identificación de este grupo resulta a veces difícil ya que los datos
censales definen el oficio o profesión de la persona, pero no se especifica si se trata de un trabajador
independiente o dependiente. En algunos casos se cruzó la información de los censos de población con
los censos industriales y comerciales para identificar mejor a este grupo.
13. Empleadores: aquellos que producen bienes o servicios para instituciones de mercado mediante
el empleo de más de tres trabajadores asalariados, trabajadores por contrato, siervos o esclavos.
14. Asalariados: que producen bienes o servicios para el mercado a cambio principalmente de una
remuneración monetaria.
15. Trabajadores: aquellos contratados para trabajar como trabajadores no libres para un empleador
por un período específico de tiempo para pagar una deuda privada.
16. Siervos que trabajan para el mercado.
17. Esclavos que producen para el mercado: los que son propiedad de sus empleadores (amos). Ins-

12 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

tituciones no comerciales.
18. Asalariados empleados por instituciones no comerciales (que pueden o no producir para el mer-
cado) tales como el Estado, las empresas estatales, la Iglesia o las cooperativas de producción, que pro-
ducen o prestan servicios para un mercado libre o regulado

Los países en nuestra muestra están limitados a aquellos para los cuales la información está dispo-
nible en la base de datos del proyecto Global Collaboratory, a saber, Argentina, Brasil y Bolivia. Los
datos clasificados según esta tipología para estos tres países latinoamericanos fueron procesados por
investigadores del proyecto Global Collaboratory, oportunamente citados. Sería muy desaeable que
futuras investigaciones ampliaran el espectro territorial y cronológico de estas bases de datos.
La distancia temporal entre los censos observados para los diferentes países no es menor, pero cum-
ple el cometido de abarcar el período de la I Globalización que nos proponemos abordar.
Hemos construido para el caso de Uruguay dos observaciones 1858/59 y 1908.
La muestra que tenemos es interesante y nos permite capturar parte de la diversidad de América La-
tina. Al incluir Argentina y Uruguay, cubrimos países con una alta proporción de inmigrantes europeos,
y con Brasil y Bolivia incorporamos países con una alta proporción de personas de ascendencia africana
(ex esclavos) y grupos indígenas en sus poblaciones. Otra diferencia entre los países de la muestra es la
distribución variable de las poblaciones urbanas y rurales, una variable vinculada a los orígenes étnicos
de las personas. Las poblaciones predominantemente rurales en América Latina están asociadas con
una alta proporción de personas indígenas, lo que significa que existen patrones culturales y familiares
específicos, formas de control social en las comunidades y tipos de relaciones laborales.
Para Uruguay se utilizaron para la comparación regional datos para todo el país. En la segunda parte
la unidad de análisis es Montevideo, centro principal de recepción de inmigrantes. En el primer año ob-
servado (1858) las fuentes son las hojas de encuesta levantadas para preparar el censo de 1860. Los da-
tos recopilados incluyen edad, sexo, estado civil y lugar de nacimiento. La información sobre el segundo
período (1908) se basa en el Censo General de la República (Censo General de la República), que fue el
primer censo uruguayo con datos confiables a nivel nacional. El censo de población abarcó todo el país.
Para la clasificación de los distintos grupos en las relaciones se utilazaron criterios similares en
1858/59 y 1908. En el padrón de Montevideo de 1858/59 se incluyeron en la categoría “autónomo”
profesiones tales como: barbero, artesano, carnicero, herrero, hojalatero, impresor, panadero, sastre, etc.
Entre los empleadores se encuentran: propietarios, estancieros, dueño de fonda y diversas profesiones
liberales. El grupo de trabajadores asalariados comprende entre otros: changador, dependiente, cocinero,
conchabado, empleado, cigarrero, albañil, etc.
Los censos latinoamericanos de este período tienen muchas limitaciones. Para la mayoría de los
países estas limitaciones dependían de intereses políticos inmediatos. Por otra parte, la limitante de los
recursos financieros impedía mantener la periodicidad.
Para algunos países la delimitación del territorio fue una carencia importante, que se explica, entre
otras razones, debido a la falta de mapas confiables de todas las regiones. Los procedimientos utilizados
para realizar los censos presentaban carencias relevantes. La mayoría de los países ya utilizaban méto-
dos de enumeración basados en ​​ el individuo en cuestión, pero otros países recopilaban la información
de las respuestas proporcionadas por el jefe de familia, lo que probablemente daba lugar a errores y
distorsiones en la información.
Teniendo en cuenta las características de estos censos en América Latina, señalaremos las deficien-
cias más importantes que deberán tomarse en cuenta al analizar los resultados.
En primer lugar, el número de personas ocupadas probablemente se sobreestima. Los censos regis-
tran la profesión o el puesto de trabajo de una persona sin definir si están o no empleados en ese mo-
mento. El concepto actual de "desempleado" no parece ser linealmente aplicable para esta etapa en la
que el trabajo asalariado no era predominante. Sin embargo, su impacto no habría sido tan relevante en
la medida en que se trata de un período de rápido crecimiento económico con una demanda creciente de
mano de obra y un desempleo muy bajo.
La información recogida contiene muchas inexactitudes con respecto a las ocupaciones. En la intro-
ducción del censo uruguayo de 1908 por ejemplo se aclara:
"La pequeñez de las cifras correspondientes a los servicios estatales es atribuible a lo siguiente:
muchos empleados no especificaron si eran públicos o privados; no pocos, además del empleo público,

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 13


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

ejercían una profesión secundaria y, a menudo, se declararon solo estos últimos en el censo; y otros
empleados son listados como profesionales (educación, justicia, etc.)”.
En segundo lugar, la participación femenina en el mercado laboral es difícil de reconstruir dada la es-
casez de fuentes. Puede suponerse una subestimación de esta, debido a las técnicas de registro utilizadas
y a los preconceptos de los funcionarios del censo.
En general, el trabajo femenino no ha sido bien documentado. Los censos realizados en las primeras
décadas del siglo XX contienen incoherencias, como las diferencias en los criterios para registrar la
participación de las mujeres en el sector primario. Como resultado la población total de trabajadores en
este sector cambia, con frecuencia, atípicamente de un censo al otro.
El tercer aspecto a resaltar es el de la nacionalidad, especialmente importante para países que rec-
bieron grandes contingentes migratorios. Países como Argentina y Uruguay definieron la nacionalidad
según el jus solis. Es decir, todos los nacidos en el territorio nacional adquieren la nacionalidad. Sin
embargo, en este período, países como Canadá y Estados Unidos que comparten este principio jurídico,
optaron por registrar la nacionalidad de los ancestros, herramienta que les permitió conocer con mayor
información el impacto de la migración en la sociedad. Según Otero (2011), para el caso argentino el no
registro de la nacionalidad de los ancestros está ligado al minimalismo metodológico que impregnó la
estadística de gran parte de los países latinoamericanos y tuvo como consecuencia una homogenización
de la población nativa. Esta homegenización estadítica permea y a la vez abona a la tesis de un rápido
“crisol de razas”.

3. Poblamiento y mercado de trabajo en la 1era. Globalización.

A fines del siglo XIX y principios del XX, los países latinoamericanos experimentaron grandes cam-
bios derivados de su inserción en la economía internacional. El sector exportador, apoyado por la mo-
dernización del transporte, impulsó el auge económico. A partir de esta expansión de la economía, se
fueron conformando nuevas fronteras y regiones.
En el marco del crecimiento económico y la mayor estabilidad política América Latina se convierte
en una región receptora de importantes contingentes migratorios. Como consecuencia de estos cambios
se produjo un gran aumento de la población en el continente en su conjunto. Entre 1870 y 1930, la pobla-
ción latinoamericana pasó de representar un 2,9 a 4,2 por ciento del total de la población mundial. Pero
este aumento de la población no estuvo distribuido homogéneamente entre los distintos países de Amé-
rica Latina. Bértola y Ocampo (2012) distinguen tres grupos de países acorde al ritmo de crecimiento
de la población en el periodo 1870-1930. Bolivia se encuentra en el grupo de menor crecimiento de la
población (aprox. 1%), Brasil en el grupo intermedio (2%) y Argentina y Uruguay en el tercer grupo de
los países en que la población crece más rápidamente (3%). En este proceso intervienen básicamente
tres variables demográficas: fecundidad, mortalidad y migraciones.
En los países de nuestra muestra, Bolivia, con una fuerte herencia colonial y una estructura económi-
ca más o menos inalterada durante el período basada en grandes haciendas y minas, la población creció
lentamente. Si bien no existen datos en esa época, la muy baja esperanza de vida (39 años) en 1950 hace
suponer una aún más baja a comienzos del siglo XX. Por otra parte las migraciones internacionales fue-
ron prácticamente inexistentes (Pérez 2017).
En Brasil, pese a la alta mortalidad y las precarias condiciones de vida, la esclavitud en una primera
etapa y luego las oleadas migratorias de fines del siglo XIX contribuyeron a un moderado crecimiento
poblacional.
Pero fundamentalmente, Argentina y Uruguay, países de clima templado y mayor crecimiento eco-
nómico durante el periodo, fueron los que recibieron mayores flujos migratorios, respecto al tamaño de
su población local.
Las migraciones hacia América Latina se concentraron en el último cuarto del siglo XIX, varias
décadas más tarde que los flujos migratorios hacia el Norte de América, y estaban constituidas por
inmigrantes que llegaron a estas costas procedentes de las regiones menos desarrolladas de Europa oc-
cidental (Hatton y Williamson, 1994).

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Cuadro 1. Tasa de inmigración en los países de la muestra, 1871-1910


ARGENTINA BRASIL BOLIVIA URUGUAY

1871-1880 124 20 281

1881-1890 292 41 248


1891-1900 163 71 4 114

1901-1910 311 34 21
Fuentes: Argentina, Brasil y Uruguay (Sanchez Alonso 2006), Bolivia (Censo de la República de Bolivia
1900).

A diferencia de la migración rural-urbana europea o de la migración del Viejo Mundo a los Estados
Unidos, compuestas por agricultores y artesanos que viajaban con sus grupos familiares, las migra-
ciones de finales del siglo XIX hacia América Latina, estaban conformadas predominantemente por
varones jóvenes, solteros y no calificados. Los mayores flujos de migración al Río de la Plata y Uruguay
pertenecen a esta etapa y comparten estas características demográficas.
Los migrantes que se establecieron en Argentina y Uruguay tenían diversos orígenes regionales y so-
ciales, y las tradiciones culturales que trajeron con ellos respondieron a diferentes modelos de sociedad.
La ruptura drástica causada por la migración al Nuevo Mundo significó un quiebre con el lugar de origen
y un esfuerzo por adaptarse a una nueva sociedad. Una particularidad de los migrantes es que tienden a
ser personas más dinámicas que la media de la población en sus lugares de origen.
Muchos investigadores han señalado que en ese momento América Latina era una región con escasez
de mano de obra (Bulmer Thomas 2003), pero sería más preciso decir que la movilidad de los asalaria-
dos era escasa. El tipo de relaciones de trabajo heredadas de la época colonial como el trabajo coercitivo
en regiones con predominancia de la población indígena y campesina como Bolivia, el legado de las re-
laciones sociales preexistentes como la servidumbre por deudas o el “trabajo de enganche” y la herencia
de la esclavitud también constituyeron trabas para la formación de un mercado de trabajo moderno con
predominio del trabajo asalariado.
En los países de economía templada, más integrados al comercio internacional, como Argentina y
Uruguay, el mercado laboral y el trabajo asalariado se incrementaron hacia finales del siglo XIX. Pero
también en estos países la consolidación del mercado de trabajo fue un proceso que duró varias déca-
das. Sábato y Romero distinguen en el periodo 1859-1880 diferentes formas de trabajo prexistente que
no eran "libres" en Buenos Aires. Entre estas los trabajos forzados de los convictos, de aprendices y
sirvientes. Estos tipos de relaciones laborales también estuvieron presentes en Montevideo (Camou y
Pellegrino 1992). Sin embargo, en la medida en que estos países desarrollan un modelo agroexportador
integrado a la economía mundial se impone gradualmente el trabajo asalariado en la región.
Investigaciones recientes confirman que la sociedad que se conforma en este período presenta altos
niveles de desigualdad. Bértola (2000) estimó la evolución del índice de Gini para Uruguay en el perío-
do 1870-2000 y encontró que la desigualdad en el país empeoró entre 1870 y 1910. Este fue un período
en el que los precios de la tierra aumentaron considerablemente más fuertemente que los salarios y la
propiedad de la tierra tendió a una mayor concentración. También entre los trabajadores aumentó la
desigualdad en la medida en que se incrementaba el peso relativo de la mano de obra no calificada, que
incluía a muchos inmigrantes, mientras que la mano de obra calificada continuó siendo escasa. La inser-
ción de inmigrantes en este período estuvo también condicionada por la restricción de tierra disponible
para trabajar y el alto costo de las viviendas en las zonas urbanas.
El hecho de que hubiera grupos de inmigrantes en estos países agrega otra dimensión al estudio de la
estructura social y las relaciones laborales. El tema de los grupos que mantuvieron su propia identidad
nacional o étnica está relacionado con su posición en los diferentes estratos socioeconómicos, pero hay
factores importantes que actúan como barreras limitantes en esta interrelación, como la resistencia de
los grupos nativos a incorporar "extranjeros" y las luchas defensivas de grupos étnicos o nacionales para
mantener su identidad.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 15


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

4. Las relaciones de trabajo en América Latina en 1900

Aplicando la taxonomía antes explicada, en 1900 encontramos relaciones de trabajo fuertemente


diferenciada entre los países de la muestra.

Cuadro 2. Relaciones de trabajo por subgrupos (en %)


BOLIVIA ARGENTINA URUGUAY BRASIL
Trabajo mercantilizado 27 48 33 18
Trabajo familiar/ recíproco 58 23 36 46
No trabajan 16 28 31 36
100 100 100 100
Fuentes: Elaboración propia con base en https://iisg.amsterdam/en/research/projects/global-collaboratory-on-
the-history-of-labour-relations-1500-2000 y Censo Nacional de 1908 (Uruguay)

Si se observa la distribución de la población ocupada por grandes grupos encontramos estructuras


con diferencias importantes. El grupo de los que no trabajan, compuesto por niños, adultos mayores,
rentistas y desocupados es muy reducido en Bolivia. La categoría de menores en el caso de Bolivia
comprende hasta los 7 años, a diferencia del resto de los países donde se considera a los menores de 10.
Esto está determinado por la forma en que fueron recolectados los datos y no admite otro tipo de desa-
gregación. Por otra parte, se considera que la inclusión de este grupo de menores de entre 6 y 10 años
estaría basada en su mayoritaria participación laboral. A su vez, el bajo peso de los inactivos en Bolivia
puede estar también reforzado por características demográficas como la menor esperanza de vida y
mayor mortalidad infantil y al subregistro de los menores bastante frecuente en los primeros censos.
Brasil en el otro extremo presenta una estructura de población en crecimiento con gran peso de los
menores de edad.
Los otros dos grandes subgrupos de la taxonomía toman en cuenta por un lado el trabajo mercantili-
zado y por otro las diferentes formas de economía familiar, incluyendo a los productores rurales.
Bolivia, como sería esperable, presenta una estructura con mayor predominancia de pequeños agri-
cultores y campesinos dedicados a la producción de subsistencia. Es también el país con más altos ín-
dices de población rural, 85.4 % de la población en 1900. Como destacan Bértola y Gerschunoff (2011)
la predominancia del campesinado implicó que una gran parte de la población quedará excluida de la
economía de mercado. La contribución indígena, tributo exigido a los indígenas, representaba entre un
31 y un 50 % de los ingresos del Estado entre 1880 y 1910. En este contexto, el trabajo mercantilizado
tuvo poco peso en la estructura.
Argentina y Uruguay fueron los países más “avanzados” de la región. Argentina en primer lugar y
luego Uruguay reflejan un mayor peso del sector mercantilizado en la estructura. Las demandas de la
producción, la integración a la economía internacional y la mayor presencia de inmigrantes en estos paí-
ses determinaron una pirámide de población atípica con mayor concentración de la población en la edad
activa. También las altas tasas de masculinidad propias de los migrantes impactaron en las altas tasas
de participación en el mercado laboral (Camou y Pellegrino 1992, Sábato y Romero 1992). Asimismo,
el crecimiento poblacional que tiene lugar en los países del Plata implica un aumento de la demanda en
servicios y en la construcción de su infraestructura.
El caso de Brasil presenta particularidades con un fuerte componente de la economía familiar. Este
grupo además de la población específicamente integrada a una economía familiar, abarca también un
amplio margen de la población sin ocupación declarada, por lo que se supone puede encubrir trabajado-
res zafrales, artesanos o informales. Es importante destacar que el 72 % de este grupo está constituido
por mujeres.
La presentación más desagregada de los datos (Gráfico 1) muestra mayores diferencias entre los paí-
ses. En el grupo de los trabajadores mercantilizados, Uruguay tiene el componente mayor de asalariados
y luego Argentina. También fueron los países más avanzados de la región en términos de PIB (Camou
2016).

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ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

Gráfico 1. Relaciones de trabajo en América latina

Fuente: Elaboración propia con base en https://iisg.amsterdam/en/research/projects/global-collaboratory-on-


the-history-of-labour-relations-1500-2000 y Censo Nacional de 1908 (Uruguay)

Bolivia por el contrario tiene un grupo menor de asalariados a pesar de incluir a los menores entre 7
y 10 años y a una mayor cantidad de ocupaciones femeninas vinculadas a la producción textil artesanal.
El grupo de los autónomos o trabajadores independientes tiene el mayor peso en Argentina y en se-
gundo lugar en Bolivia.
En este grupo para Argentina se realizaron algunas modificaciones a las estimaciones realizadas por
Raquel Gil Montero (Gil Montero, n.d.). Los ocupados del comercio, profesiones liberales y artísticas
fueron clasificados como autónomos. Los ocupados en la industria dada la descripción que incluye mu-
chas profesiones que seguramente se ejercieron de forma independiente tales como zapatero, carnicero,
panadero. Asimismo, tejedores, hilanderas, que suponemos en esa época se referían en parte a trabajo ar-
tesanal realizado en forma independiente o semi independiente fueron divididos en partes iguales entre
asalariados y autónomos. Este subgrupo fue incluido en la categoría indefinidos asalariados/autónomos.
Otra diferencia remarcable es que, si bien en todos los países el Estado estaba en un proceso de con-
solidación incipiente, Uruguay presenta una mayor proporción de trabajadores en ese grupo.

5. Uruguay: conformación demográfica y participación en el mercado laboral

Analizar el caso de Uruguay nos permite profundizar en las características de la población y de las
relaciones de trabajo en dos mojones en el tiempo que abarcan precisamente la etapa de consolidación
del mercado de trabajo: 1858/59 y 1908. Los datos permiten también estudiar por separado el
comportamiento de uruguayos y extranjeros en el mercado laboral.
En los dos períodos es notaria la diferencia de participación entre los hombres uruguayos y los
extranjeros. Los inmigrantes presentan muy altas tasas de participación en el mercado de trabajo. Para
1908, esta diferencia perdura, pero tiende a disminuir (Camou, 1998). El perfil demográfico propio de
los inmigrantes y de los nativos proporciona una explicación para gran parte de estas diferencias.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 17


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

Cuadro 3. Tasa de participación. Montevideo

Uruguayos Extranjero
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
1858 29 11 78 19
1908 63 14 97 21
Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 (AGN) y Censo Nacional de 1908.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la población aumentó debido a una reducción en el número
de guerras civiles, mejores condiciones de vida y una gran afluencia de inmigrantes. Los recién llegados
se distribuyeron de manera desigual en todo el territorio: su impacto en la población total fue mayor en
el sudoeste y alrededor de la ciudad de Montevideo que en el resto del país.

Cuadro 4. Extranjeros en Uruguay, 1858-1908 (en %)

Uruguay Interior Montevideo


Extranjeros (%) Extranjeros (%) Extranjeros (%)
1858/59 33,5 44,7
1889 46,8
1908 17,4 11,9 30,4
Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 (AGN), Censo de Población del departamento de Montevideo (1889)
y Censo Nacional de 1908.

Gráfico 2 Población de Montevideo por edad y sexo ssegùn nacionalidad. 1858

Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 (AGN)

En la población uruguaya nativa de Montevideo observamos una estructura de edades joven,


característica del comportamiento demográfico de una población pretransicional. A esto se suma el
impacto de la recientemente terminada guerra civil (1851). La sobre representación femenina de la
población uruguaya entre 15 y 50 años, debe estar influida por el impacto de las guerras que afectan más
a los hombres. Asimismo, la estructura productiva agraria uruguaya tendió a excluir la mano de obra
femenina y aumentar la migración femenina de las zonas rurales a las urbanas.

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Gráfico 3 Población de Montevideo por sexo y edad en 1908.

Fuentes: Censo Nacional de 1908

Cincuenta años después, la pirámide de población había cambiado y mostraba una mayor proporción
de niños y una menor concentración en el grupo de edad de la población activa. La sociedad estaba en
camino a la transición demográfica.
A principios del siglo XX, Uruguay mostraba junto a Chile y Argentina, una tasa relativamente alta
de participación de las mujeres en el mercado laboral, muy superior a la de Brasil, Colombia y México
(Camou 2016). La tasa de participación femenina de las extranjeras en la fuerza laboral fue mayor a la
de las uruguayas a lo largo del período. De 1889 a 1908, la participación femenina en el mercado de
trabajo disminuyó para ambos grupos. Esta tendencia puede vincularse a un patrón más global de la
evolución del trabajo remunerado femenino, constatado para otros países, que registra mayores niveles
de participación femenina en las primeras etapas de desarrollo, seguido de una disminución durante el
período de rápida industrialización (Goldin 2006, Seguino and Grown 2006, Camou 2016).

6. Las relaciones de trabajo en Uruguay

La consolidación de un mercado laboral asalariado aparece como un proceso gradual que tiene
lugar en el período en estudio. A fines del siglo XIX y principios del XX, la economía uruguaya estaba
experimentando grandes cambios derivados de su integración en la economía internacional. El sector
exportador, apoyado por la modernización del transporte, impulsó el auge económico. El desarrollo de
una economía urbana generó una mayor demanda de mano de obra en la manufactura y los servicios.
Las estimaciones realizadas de acuerdo a la taxonomía de Global Project dan cuenta de este proceso.
Desde 1858 hasta 1908, se produce un aumento importante de los asalariados en estas décadas. Como
parte de esta transformación de la economía, el peso relativo de los trabajadores autónomos y los
empleadores disminuyó. La etapa se corresponde con el establecimiento de las primeras grandes fábricas
textiles, cervecerías, saladeros y frigoríficos, etc. Como consecuencia de este proceso de asalarización
disminuyó la proporción de personas sin ocupación declarada (familiares productores y no productores).

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Gráfico 4. relaciones de trabajo, Montevideo 1858 y 1908

Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 (AGN) y Censo Nacional de 1908.

Montevideo, como el principal polo de atracción para los inmigrantes en el país, experimentó
importantes cambios en la composición y el volumen de la población. Uno de los cambios más
importantes fue la integración masiva de inmigrantes a las actividades productivas.
Entre 1858/59 y 1908 los inmigrantes disminuyeron como porcentaje de la población activa, aunque
continúan representando una proporción importante de la fuerza de trabajo. Esto se explica por un
enlentecimiento del ritmo de llegada de inmigrantes. Por otra parte de acuerdo a la legislación uruguaya,
sólo la primera generación puede tenerse en cuenta. Asimismo, los nacionales tendieron a aumentar su
participación en la población activa a lo largo del periodo, como consecuencia de la finalización de las
guerras civiles y el aumento de la demanda de trabajo. Aun así, para ambos puntos de referencia, los
inmigrantes aparecen sobre representados en casi todas las categorías laborales, especialmente entre los
asalariados privados.

Cuadro 5. Extranjeros por categoría ocupacional (%). Montevideo


1858 1908
% Dif* % Dif*
Inactivos 21 -26 6 -24
Productor para autoconsumo -48 55 24
Familiares productores y no productores 40 -8 32 1
Autónomos 94 46 39 9
Empleadores 72 24 55 24
Asalariados 120 72 46 16
Asalariados de instituciones no privadas 38 -10 24 -6
POBLACIÓN TOTAL 48 31
Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 and Censo Nacional de 1908
Dif* Porcentaje de la categoría menos el porcentaje de la población total.

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El proceso de disciplinamiento e incorporación de los hábitos de trabajo "modernos" aún no parecen


estar consolidado entre los uruguayos. En 1858, la clase alta declaraba profesiones como "propietario",
"comerciante" y "militar", pero la población “sin ocupación” o inactiva ascendía al 82 % de la población
(M. Camou and Pellegrino 1992)1. Este patrón parece coincidir con el mundo que describe Barrán
(2001), en el que el entretenimiento, el juego, la guerra, la política y los grandes negocios eran las
actividades principales de los habitantes. Es probable que existiera aún un importante contingente de
fuerza laboral inestable e informal.

Gráfico 5. Relaciones de trabajo en Montevideo por nacionalidad.

Nota:1: Inactivos, 4: Productor para autoconsumo, 5: Familiares productores y no productores, 12Autónomos,


13: Empleadores, 14: Asalariados, 18: Asalariados de instituciones no privadas.
Fuentes: Padrón de Montevideo 1858-59 and Censo Nacional de 1908

La estructura de las relaciones laborales por nacionalidad también aparece fuertemente determinada
por el perfil demográfico de los inmigrantes y los nativos. La baja proporción de extranjeros en la
categoría inactiva se explica por su menor fecundidad, el registro de sus hijos nacidos en el país como
uruguayos y la concentración de la población en la edad activa.
Los extranjeros figuran sub representados solamente en el grupo de asalariados en instituciones fuera
del mercado, que comprende principalmente a los empleados públicos. Aunque los inmigrantes recién
llegados fueron contratados como jornaleros para la construcción de los servicios públicos, no estaban
incluidos en la categoría de funcionarios públicos.
Los extranjeros se concentraron más fuertemente también en las categorías de empleadores
y autónomos, afirmando el supuesto de que se trata de un grupo de población con mayor iniciativa
empresarial y movilidad social.
En 1908, la participación de los uruguayos en la categoría de asalariados aumentó, pero aún continuó
siendo muy inferior al patrón prevaleciente entre los extranjeros.
Desde las últimas décadas del siglo XIX, la cobertura de la educación primaria se extendió en Uruguay
y especialmente en Montevideo, seguida por una rápida disminución de la tasa de analfabetismo. Nos
preguntamos si el nivel educativo puede ser un factor explicativo de las diferencias en la inserción en el
mercado de trabajo entre inmigrantes y nacionales.

1 En esta investigación se realiza una estratificación social de la población tomando en cuenta la profesión, la ubicación de la
vivienda, la conformación familiar y la presencia de servicio domésticoy ex esclavos en el hogar.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 21


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

Cuadro 6. Analfabetismo por nacionalidad (15 +) Montevideo.

Uruguayos Extranjeros
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
1899 34,1 32,6 34,7 51,0
1908 16,8 16,3 22,4 38,9
Fuentes: Censo de Población del departamento de Montevideo de 1889 y Censo Nacional de 1908.

Algunos investigadores han sostenido que la inmigración tuvo un impacto postivo en el nivel
educativo en América Latina (Manzel, Baten et al. 2012). Para Uruguay no se constata este efecto, los
niveles educativos de los inmigrantes son similares a los uruguayos para los hombres e inferiores para
las mujeres.
Por otra parte, estos datos reflejan que los inmigrantes llegados al país tenían un nivel superior al
promedio de sus regiones de origen. En Uruguay entre 1860 y 1880 el 65 % de los inmigrantes italianos
provenían de las regiones de Liguria, Campania y Basilicata2 donde los niveles de analfabetismo eran en
torno al 80 % para los hombres y el 90% para las mujeres (Langeli and Toscani 1991).
De los inmigrantes españoles el 90 % provenía de Galicia, Cataluña y el País Vasco entre 1860 y
1880 (M. M. Camou 1997), un censo de 1877 presenta niveles de analfabetismo en torno al 50 % de los
hombres y entre 60 y 90% para las mujeres para esas regiones (Espigado Tocino 1990).
En el contexto de la rápida disminución del analfabetismo, la diferencia puede explicarse en parte por
el aumento en el número de adultos en sus edades medias y mayores de cincuenta entre los extranjeros.
La brecha de género de los extranjeros es más alta que la de los uruguayos y sigue el mismo patrón de
sus países de origen (Sarasúa García 2002).

Cuadro 7. Distribución de la población por grupos de edad (15 +). Montevideo (%)

Uruguayos Extranjeros
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
15-29 28,7 31,3 20,3 20,3
30-49 15,8 16,3 36,7 34,6
50+ 5,1 5,5 35,5 33,4
Fuentes: Censo Nacional de 1908.

De todas maneras, se puede argumentar que existió un vínculo positivo indirecto entre educación y
migración o a través de externalidades vinculadas a los conocimientos aportados desde sus sociedades
de origen como lo señalan Bértola y Ocampo (2012). A su vez, los niveles educativos comparativamente
altos de Uruguay respecto a la región constituyeron un factor de atracción. Existe también una agenda de
investigación que vincula la migración y la diversidad cultural como un factor que favorece el desarrollo
y el crecimiento.

7. A modo de conclusión

El artículo presenta una caracterización de las relaciones de trabajo para países del Cono Sur y
Bolivia a comienzos del siglo XX.
En un primer paso, nuestro objetivo es comparar los principales cambios entre países en la etapa de
conformación del mercado de trabajo moderno.
Los resultados reflejan importantes diferencias entre las estructuras de la ocupación de estos países.
La evidencia recolectada permitió comparar cuantitativamente indicadores del tipo de relaciones de

2 Datos de expedientes matrimoniales relevados por la autora y A. Pellegrino.

22 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Mercado de trabajo e inmigración en la I globalización: Uruguay y comparaciones regionales

trabajo de los distintos países en el período de inserción en la economía internacional. Encontramos que
Bolivia es un país que se encuentra en una etapa pre moderna, Brasil presenta una estrucutra intermedia
y Argentina y Uruguay han evolucionado hacia un mercado de trabajo con importantes sectores
asalariados.
La no inclusión de información sobre las dimensiones raciales de la población en los censos
latinoamericanos del período no permite establecer conclusiones firmes, pero las diferencias en la
composición étnica de las poblaciones en cuestión parece haber jugado un factor relevante. Argentina y
Uruguay fueron los países más étnicamente homogéneos con un gran número de inmigrantes europeos,
mientras que Brasil y Bolivia fueron más heterogéneos con una alta proporción de poblaciones indígenas
o afrodescendientes y una pequeña élite de criollos (personas de ascendencia principalmente europea).
Dada la escasa investigación existente sobre este tema desde una perspectiva histórica, creemos que esta
caracterización de las relaciones de trabajo aporta una primera mirada sobre estas diferencias.
Analizar el caso de Uruguay por separado, nos permite ahondar en la correspondencia entre los dos
conjuntos de variables: las de las relaciones laborales y las demográficas y llegar a algunas conclusiones
sobre sus conexiones, aunque no podamos decir nada definitivo sobre su causalidad.
La sociedad montevideana experimenta fuertes transformaciones de las relaciones de trabajo.
Nuestros resultados muestran una estructura poblacional muy atípica debido al impacto de la
inmigración. Asimismo, revela a nuestro entender distintos niveles, ritmos y sectores de participación
en el mercado de trabajo entre uruguayos y extranjeros. La variable educación formal no conforma un
argumento importante para explicar estas diferencias, pero podemos suponer que tanto las características
demográficas como otro tipo de saberes y trayectorias personales influyen en la forma en que estos dos
grupos se integran al mercado de trabajo. Esperamos que, con estos primeros resultados como punto de
partida, esta investigación pueda avanzar hacia un estudio de casos particulares y un examen de cómo
los cambios demográficos afectan las relaciones laborales y viceversa.

Bibliografía y fuentes

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24 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913
ARTÍCULO

NÚMEROS OSCUROS. LA VALORACIÓN DE LAS


IMPORTACIONES ARGENTINAS, C. 1870-1913*

Agustina Rayes**, Rodrigo Castro y Francisco Ibarra


doi.org/10.47003/RUHE/10.17.02

Resumen
Para alcanzar un conocimiento completo del comercio internacional argentino durante la economía
agro-exportadora es preciso ahondar en el estudio de las importaciones. En esta investigación, nos pro-
ponemos echar luz sobre un aspecto oscuro: su valoración. En primer lugar, hacemos un breve repaso
por la composición y la distribución geográfica de las importaciones. Segundo, explicamos cómo fue
el proceso de valoración aduanera (base para el registro de las estadísticas) y demostramos la falta de
actualización de los aforos. Dentro de esta sección, comparamos los aforos, durante determinados años
y en relación a bienes concretos, con precios de importación y precios de consumo. Finalmente, ensaya-
mos una posible agenda de investigación.

Palabras clave: Argentina; importaciones; estadística; valores; primera globalización

Abstract
In order to achieve a complete knowledge of Argentine foreign trade during the agro-export eco-
nomy, it is necessary to delve deeper into the study of imports. In this research, we propose to shed light
on a dark aspect: its valuation. First, we briefly review the composition and the geographic distribution
of imports. Second, we explain how the customs valuation process (basis for the registry of statistics)
was carried out, and we demonstrate the lack of updating of the official values. Within this section, we
compare those values, during certain years and in relation to specific goods, with import prices and con-
sumer prices. Finally, we develop a possible research agenda.

Keywords: Argentina; imports; statistics; values; first globalization

*Esta investigación ha recibido el financiamiento del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT) de
Argentina (PICT 2016-1912). Los autores y la autora agradecen a Jonatan Bella, por su inestimable ayuda, así como los
valiosos comentarios de dos árbitros anónimos, y los aportes que sobre distintas versiones hicieron los/las participantes de la
Mesa de Relaciones Económicas Internacionales en las XXVI Jornadas de la Asociación Argentina de Historia Económica,
del Eje Historia de las Relaciones Económicas Internacionales del Primer Encuentro de la Asociación de Estudios de las
Relaciones Internacionales Argentina, de la Mesa de Estudios Macroeconómicos y Sectoriales de las VII Jornadas de Historia
de la Industria y los Servicios,  Alejandro Fernández, Antonio Tena, Cecilia Míguez, Eduardo Míguez, Fernando Rocchi, Juan
Luis Martirén y Martín Cuesta. Tenemos, asimismo, una deuda de gratitud con Leandro Prados de la Escosura, quien nos
aportó series de precios inéditas, y con el personal de la Biblioteca Tornquist del Banco Central de la República Argentina,
especialmente con Patricia León.
** Agustina Rayes. Universidad Nacional de San Martín-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
[email protected]​. .

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 25


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

1. Introducción

En el siglo XXI se ha relanzado el interés en la historia económica por el comercio exterior latino-
americano durante la llamada Primera Globalización (Bordo et al., 2003), por un lado, para analizar la
trayectoria de las economías de la región en el largo plazo (Bulmer Thomas, 2010; Bértola & Gerchu-
noff, 2011; Bértola & Ocampo, 2013; Cárdenas et al., 2003) y, por el otro, porque se trata de uno de los
pocos sectores para los que existen registros seriados (Carreras et al., 2003). En este sentido, dentro de la
agenda de investigación han tenido lugar estudios sectoriales, de casos nacionales, en perspectiva com-
parada y de crítica de fuentes y reconstrucción de series (Bértola & Williamson, 2006; Kuntz-Ficker,
2007, 2018; Badía-Miró et al., 2016; Míguez & Rayes, 2014; Absell & Tena-Junguito, 2016; Bonino
Gayoso et al., 2015; Tena-Junguito & Willebald, 2013; Rayes, 2015a).
Una parte de la historiografía ha señalado la falta de actualización de los valores de aforo sobre los
que se basaron las estadísticas comerciales argentinas y su distancia de los precios de mercado. En las
exportaciones, por ejemplo, Cortés Conde et al.(1965), Tena & Willebald (2013) y Rayes (2015a) no
sólo indicaron el problema sino que propusieron series alternativas. En cambio, en las importaciones,
si bien se reconocieron las dificultades en la valoración y se construyeron nuevos índices de precios,
no se logró una nueva serie a precios corrientes (entre quienes más progresaron en estos temas desta-
can Fernández, 2001; Ford, 1955; Panettieri, 1983: y Williams, 2003). Y, tal como hemos indicado en
otras oportunidades, la literatura ha continuado usando los registros oficiales sin revisar los valores o
compilaciones y/o bases de datos que los recogieron (dentro de las más consultadas figuran Vázquez
Presedo, 1971; Mitchell, 1983; y Ferreres, 2005). Además, entre quienes reconocieron que los avalúos
de las importaciones no seguían los movimientos de los precios de mercado, no hay acuerdo acerca de
la tendencia del sesgo, posiblemente porque, hasta donde estos autores conocen, no existen estudios
sistemáticos sobre la evolución de la Tarifa de Avalúos para el período que aquí analizaremos.
Este trabajo parte de reconocer la relevancia de profundizar acerca de las importaciones argentinas
durante el período conocido –alternativamente– como Primera Era de las Exportaciones, “crecimiento
hacia afuera” o “modelo agro-exportador”, a fin de alcanzar una visión completa de la inserción eco-
nómica internacional, en general, y de la evolución del intercambio mercantil del país, en particular.
En este sentido, consideramos que el conocimiento ha avanzado más sobre las exportaciones (para una
revisión de la literatura, véase Rayes, 2015b), y menos sobre las importaciones, en particular en aspectos
aún oscuros, como su valoración (Rayes, 2018).
Nuestra propuesta consiste, entonces, en el análisis de los precios oficiales y sus diferencias con los
precios de mercado entre 1870 y 1913. El punto de inicio lo dictan las fuentes. Recién a partir de 1870 se
publicaron las primeras estadísticas nacionales completas (que incluyen los datos de todas las aduanas
argentinas)1. Además, justificamos el recorte temporal por la calidad de datos que podremos encontrar
en los socios de la Argentina, considerando que esta investigación apunta, en una segunda etapa, a la
construcción de un nuevo índice de precios de las importaciones2. Finalizamos nuestro trabajo en 1913
porque a partir de la Primera Guerra Mundial hubo una dislocación del comercio con fuertes alteraciones
de precios de los bienes transados (Fernández, 2001; Albert, 1988; Foreman-Peck, 1995; Tena, 1992).
Nuestra hipótesis de trabajo es que la valuación oficial, antes que la declaración de valor, fue el mejor
método considerado por los funcionarios encargados de cuestiones aduaneras (legisladores que sancio-
naban las leyes anuales, miembros integrantes de las comisiones revisoras de avalúos y estadígrafos a
cargo de recolectar la información comercial) dadas las características de las instituciones intervinientes

1 Aunque los datos de comercio exterior existen desde 1861, fue durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento –en conside-
ración de que las estadísticas levantadas en el puerto de Buenos Aires no presentaban los movimientos completos y generales
que necesitaba la Administración–, cuando se decidió que la Oficina de Estadística de la Aduana de Buenos Aires cesaría en sus
funciones, y que sobre su base se establecería la Estadística General de las Aduanas Nacionales, bajo la órbita de la Contaduría
General a partir del 1º de enero de 1869 (Decreto de creación de la Oficina General de las Aduanas de la República, Buenos Ai-
res, 19 de diciembre de 1868, firmado por D.F. Sarmiento y J.B. Gorostiaga). Sin embargo, por falta de personal en la Oficina de
Estadística General, el inicio de su labor se difirió un año y, en consecuencia, el primer anuario que contempla los movimientos
mercantiles de todas las aduanas argentinas data de 1870 (carta del Contador Mayor, Francisco Vivas, al Ministro de Hacienda
de la Nación, Luis L. Domínguez, Buenos Aires, 24 de noviembre de 1871).
2 Al respecto, Platt (1971: 125) –conocedor de las estadísticas de comercio europeas– insistió en que antes de 1854 los valores
oficiales británicos no reflejaban los valores reales a precios corrientes y apenas indicaban las tendencias en cantidades; que
las estadísticas francesas eran difíciles de interpretar antes de 1847; y que las alemanas no tuvieron sentido sino hasta 1880.

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

en la materia (profesionalismo de los vistas de aduana y/o desequilibrios en el funcionamiento de las


aduanas en relación a la de Buenos Aires), la diversidad (en cantidad y calidad de ítems) de la canasta
de importaciones, y la alta dependencia de los aranceles como recursos fiscales del estado argentino3 Sin
embargo, los aforos, base impositiva y del registro estadístico, no se actualizaron periódicamente. Para
nosotros, ello se explica por la naturaleza del estado argentino, todavía en proceso de construcción, al
menos en términos administrativos, debido a la escasez de recursos materiales y humanos para afrontar
este tipo de tareas. Ello implicó que los avalúos estuvieran infra o sobrevaluados. Desde luego, no ne-
gamos la posible existencia de presiones (políticas, sociales y económicas) para mantener los avalúos
bajos o altos; no obstante, debido a la amplitud de ramas y actores económicos involucrados, considera-
mos que, en rigor, ello debiera probarse mediante estudios sectoriales.
El artículo se estructura como sigue. En primer lugar, hacemos un breve repaso por la composición y
la distribución geográfica de las importaciones. Segundo, explicamos cómo fue el proceso de valoración
aduanera (base para el registro de las estadísticas) y demostramos la falta de actualización de los aforos.
Dentro de esta sección, comparamos los aforos, durante determinados años y en relación a bienes con-
cretos, con precios de importación y precios de consumo. Finalmente, ensayamos un balance en base a
la evidencia aportada y una posible agenda de investigación para la construcción de un índice de precios.

2. Las importaciones argentinas durante la economía agro-exportadora

Antes de analizar los aforos de las importaciones, y de explicar sus sesgos y diferencias con los pre-
cios de mercado, repasaremos muy brevemente cómo fue la composición de los bienes y cuáles fueron
las principales procedencias entre 1870 y 1913. En primer lugar, es importante aclarar que las importa-
ciones argentinas fueron variadas y que la canasta estuvo compuesta por diversos tipos de bienes, más
allá de las manufacturas de origen industrial. Ya Vázquez Presedo (1971: 76) había probado que los
bienes primarios y los artículos con escaso valor agregado tuvieron un rol destacado durante el período
de nuestro interés. Por su parte, Roberto Cortés Conde (1974: 165), siguiendo referencias previas, in-
dicó que, a comienzos del siglo XX, existía un incipiente proceso de industrialización al observar que
en la composición de las importaciones ganaban espacio las materias primas y las manufacturas usadas
para el sector secundario. Argentina fue un país importador de materias primas (para la ganadería, la
agricultura y la industria) y de alimentos (y bebidas), y no solamente un comprador de bienes de origen
industrial, por lo que la dicotomía exportaciones de bienes primarios vs. importaciones de manufacturas
(presente en reconocidos estudios como el de Bulmer Thomas, 2010:101, y en diversos análisis sobre
los términos de intercambio de la periferia) es incompleta –no solo para el caso argentino sino también,
por ejemplo, para el uruguayo (Finch, 1981: 157) o el mexicano (Kuntz-Ficker, 2007). De hecho, los
técnicos de la Organización de Naciones Unidas (1949: 4) reconocieron que, en su estudio sobre los
precios de las exportaciones y las importaciones de los países periféricos, agregaban la información
estadística y confrontaban las materias primas con las manufacturas a sabiendas de que el comercio real
era mucho más complejo. Incluso, el propio Hans Singer (1950: 481) explicó que la mayor parte de las
importaciones de los países subdesarrollados tenían nulo o escaso valor agregado, pues eran, en efecto,
alimentos, textiles y otros bienes industriales de consumo.
A fin de observar las modificaciones en la canasta de importaciones, siguiendo los registros oficiales,
analizamos uno por uno los ítems importados en tres años representativos de distintas etapas del comer-
cio exterior argentino (1870, 1895 y 1913), y los clasificamos en bienes de capital, bienes de consumo
y materias primas industriales.

3 Si en 1870 los gravámenes al comercio exterior representaban más del 90% de los ingresos fiscales, hacia el Centenario los
derechos aduaneros a las importaciones (las exportaciones ya estaban completamente liberadas) todavía significaban el 55% de
los ingresos del estado central (Latzina, 1914: 74-75). Es importante recordar que, además de los aranceles a las importaciones,
existían otros impuestos, vinculados con la prestación de servicios en puertos (almacenaje y eslingaje, faros y abalices, puertos
y muelles, visitas de sanidad y tracción) (Pessagno, 1911: 43-45).

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 27


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Gráfico 1. Participación relativa (en %) de las importaciones argentinas en grandes grupos y valor
total importado (en mill. oro $), en 1870, 1895 y 1913

Fuente: Elaboración propia en base a Dirección General de Estadística de la Nación, “Anuarios” (1870, 1895
y 1913) y Álvarez (1929). Para detalles sobre la clasificación, véase el Apéndice A.

Como se puede observar, a lo largo del período creció el aporte en términos absolutos en todos los ru-
bros. No obstante, en términos relativos, mientras los bienes de consumo4 tendieron a disminuir, los bie-
nes de capital5 aumentaron, y las materias primas industriales6 se incrementaron en 1895 y disminuyeron
en 1913. Estos cambios en la composición de las importaciones revelan la creciente complejización de
la estructura económica argentina (Míguez, 2008), así como el incipiente proceso de industrialización en
ramas livianas (Belini, 2017), la ampliación de la red de transporte y de infraestructura (Palermo, 2006)
y la diversificación del consumo (Rocchi, 1998).
En cuanto a la asignación geográfica de las importaciones argentinas, primaron los orígenes euro-
peos, aunque también se compraron bienes procedentes de países americanos.
En otro trabajo (Rayes, 2018) hemos explicado que no existe una correcta correlación entre los regis-
tros de importación argentina y los registros de exportación de sus socios. Hemos ensayado diferentes
respuestas (divergencia en los valores usados, costes de comercio fluctuantes, diferencias en las pautas
de asignación geográfica, sobre-valoración de ciertos orígenes, como Reino Unido, etc.) y no hemos po-
dido concluir que las discrepancias se deban exclusivamente a las estadísticas argentinas sino también a
las de sus principales socios comerciales. En este sentido, aunque no con absoluta precisión –particular-
mente por los problemas de valuación de los que daremos cuenta–, podemos argumentar que a lo largo
del período existieron transformaciones en la participación relativa de cada procedencia y que ninguna
fue absolutamente dominante.
4 Entre los bienes de consumo siempre lideraron los alimentos (46%, 64% y 37%, en 1870, 1895 y 1913, respectivamente),
mientras la vestimenta fue perdiendo espacio (36%, 10% y 11% en cada uno de los años señalados).
5 Entre los bienes de capital, encabezaron las maquinarias y herramientas para la industria (74%, 36% y 50%, en 1870, 1895 y
1913, respectivamente), pero en 1870 fueron seguidas por el papel (21%), en 1895 por la maquinaria agrícola (33%) y en 1913
por material para ferrocarriles (21%).
6 Las materias primas industriales se compusieron, fundamentalmente, de metales (43%), maderas (23%) y materiales para
la construcción (18%) en 1870 y, desde entonces, ocuparon mayor lugar los textiles (65% en 1895 y 42% en 1913) y los
combustibles (12% en 1895 y 25% en 1913).

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Cuadro 1. Participación relativa (%) de las procedencias de las importaciones argentinas y valor
total importado (en mill. oro $), en 1870, 1895 y 1913
Procedencia 1870 1895 1913
Alemania 3,4 11,7 16,9
Bélgica 2,7 7,8 5,2
Brasil 7,1 4,3 2,2
Chile 2,9 0,04 0,2
España 4,6 2,7 2,9
Estados Unidos 6,1 7 14,7
Francia 27,2 9,6 9
Países Bajos 3,6 0,1 1
Reino Unido 26,1 41,6 31,1
Uruguay 4,5 0,8 0,8
Otras procedencias 11,8 14,36 16
Total (mill. oro$) 45,3 94,8 417,9
Fuente: Elaboración propia en base a Dirección General de Estadística de la Nación, “Anuarios”, 1870, 1895
y 1913.

Una mirada más detallada, que analiza la trayectoria de los bienes (es decir, que cruza sistemática-
mente cada artículo o grupo de artículos con sus orígenes), revela que naturalmente hubo cierta especia-
lización en los socios comerciales. Así, por ejemplo, las importaciones británicas dominaron en textiles
y en combustibles, como el carbón, pero no en bebidas (Ford, 1955: 48). Y, aun así, se debe observar
que los franceses lideraron en textiles de seda y compitieron en los tejidos de lana. Los italianos fueron
importantes concurrentes en telas de algodón teñidas e hilados algodoneros (aquí también hubo presen-
cia belga y holandesa) (Fernández, 2001: 147). Incluso, socios menores, como España, destacaron en
determinados artículos, como vinos comunes, sardinas en conservas, aceite de oliva, arroz sin cáscara,
sal marina, aceitunas, azafrán y pimentón, mientras que los italianos compitieron con los españoles en
aceite de oliva, arroz y pasta de tomate y con los franceses en queso, vermouth y bitter (Fernández, 2004;
Pelosi, 2008). Como en las exportaciones, existieron diversos patrones de asignación geográfica, por lo
que un estudio riguroso sobre los precios debiera atender esta complejidad.

3. Los valores oficiales

Un aspecto conocido, y relativamente poco trabajado, en la historiografía económica que aborda el


período que recorre entre el último tercio del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial es la valoración
usada en las estadísticas de comercio exterior argentinas. Casi todos los productos, exportados o impor-
tados, tenían un valor oficial. De manera que los montos parciales de cada ítem se obtenían de la multi-
plicación del volumen por el valor oficial que le correspondía. Los valores oficiales eran denominados
“valores de aforo”. El aforo es un valor convencional que se le da al litro, al kilogramo, a la medida, a
la docena, etc. de una mercadería en el depósito aduanero. Ad-forum significa “en el mercado”, es decir,
se consideraba que reflejaban los movimientos de plaza. Sin embargo, como veremos, los precios se
actualizaban muy esporádicamente.
Aunque el Congreso estaba a cargo de las leyes aduaneras, el Poder Ejecutivo participó en la for-
mulación periódica de las listas de valores oficiales. Casi todos los años, el Ministerio de Hacienda o
la Administración General de Rentas7 nombraban una comisión cuyo objetivo era revisar la Tarifa de
Avalúos en la que constaban los valores oficiales de cada artículo. En estas comisiones trabajaban altos
funcionarios aduaneros y miembros de la Contaduría Nacional. De acuerdo a lo expresado en las fuen-
tes relacionadas con la materia, las comisiones buscaban precios en el mercado local y en el extranjero,
7 La Dirección General de Rentas se creó por la Ley número 904 (Buenos Aires, 18 de octubre de 1877) y en su artículo
segundo constaba que se encargaría al Poder Ejecutivo la confección y presentación de la Tarifa de Avalúos (Ezcurra, 1896:
22).

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 29


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

particularmente en las plazas europeas, para conocer su evolución. Además, las comisiones, a veces
integradas por productores agrícolas y representantes de casas comerciales e industriales, decían consi-
derar las quejas, demandas y opiniones de los diferentes sectores de la economía. En efecto, el principal
objetivo explícito de las sesiones en las cuales, posteriormente, se aprobaba la nueva lista de valores, era
“conciliar los intereses fiscales con los intereses comerciales” y, en menor medida, atender metas ope-
rativas, como facilitar la práctica del intercambio comercial, evitar obstáculos innecesarios y eliminar
disposiciones o regulaciones superfluas. Esta secuencia podría inducir al lector a pensar que, entonces,
los avalúos cambiaban al compás de las transformaciones en los mercados de los bienes enlistados,
sin embargo, en un estudio en desarrollo (Rayes, 2019) hemos visto que solo en 1894, 1899 y 1907 se
formaron Comisiones Revisoras de las Leyes Aduaneras que procuraron un análisis sistemático de los
precios oficiales, tarea no exenta de serias limitaciones.
Aún entre los últimos años decimonónicos y comienzos del siglo XX, durante el vertiginoso cre-
cimiento del intercambio mercantil, el estado argentino, consolidado en términos políticos, estaba en
construcción en términos administrativos, y ello se reflejó en cuestiones comerciales y arancelarias (Ra-
yes, 2016). Así, desde las instituciones encargadas de la materia aduanera se apostó por la metodología
de los precios oficiales en la valoración de las importaciones. En parte, ello fue de esta manera porque
en la época se consideraba correcto que el estado controlara los avalúos dada la canasta importadora
diversificada. Como consecuencia, Argentina basó sus registros aduaneros en precios oficiales hasta
1941, a diferencia de los británicos que, desde 1793, usaron los “valores declarados” (Platt, 1971: 124).
De acuerdo a la literatura especializada, si los valores oficiales pueden inducir a error en el registro de
las oficinas estadísticas (Federico & Tena, 1991: 261), la declaración de valor también presenta proble-
mas, pues ante aranceles ad valorem –como era el caso argentino–, sistemas de control de divisas o de
licencias de importaciones, es factible que los comerciantes declaren valores por debajo (Tena, 1992:
12). Por otra parte, es cierto que, si no hay tarifas o no son muy elevadas, existen menos incentivos al
control (Organización de Naciones Unidas, 1949: 136), pero también más interés para declarar el valor
real, circunstancia poco probable en la América Latina de la belle époque dado el elevado nivel tarifario,
en comparación con otras regiones, atribuido principalmente a las necesidades fiscales (Coatsworth &
Williamson, 2004).
Si la declaración de valor no era una solución viable a considerar por los hombres encargados del
tema, para mejorar la valuación oficial se propuso, en reiteradas oportunidades, usar las facturas origi-
nales que recibían los importadores de las casas vendedoras, las fábricas o las consignatarias, al tiempo
que profesionalizar el papel de los vistas de Aduana y, en caso de sospechas de fraude, contrastar los
datos con los aranceles europeos (Ezcurra, 1896: 23-24). Estas operaciones no prosperaron posiblemen-
te porque requerían de recursos humanos y materiales de los que el estado argentino no disponía. Y,
en general, se asumió que los avalúos seguían grosso modo los precios de mercado, tal como indicara
Francisco Latzina, Jefe de la Dirección Nacional de Estadística de la Nación desde 18808. Hubo, sin
embargo, algunas voces contemporáneas que advirtieron sobre la infra o sobrevaloración de los aforos,
de las que daremos cuenta, por la falta de conocimiento del nivel de protección efectiva (Hora, 2000;
Cortés Conde, 2003) y el –todavía no llamado de esa forma– deterioro en los términos del intercambio.
A fin de conocer si los avalúos oficiales se actualizaron, cuándo lo hicieron, y en qué medida, selec-
cionamos más de una treintena de artículos –considerando bienes de consumo, bienes de capital y ma-
terias primas–, representativos de las importaciones argentinas, y seguimos la evolución de sus aforos,
conforme la Tarifa de Avalúos publicada anualmente. Como en cada producto hubo generalmente más
de una opción, procuramos seguir las denominaciones que aseguraran cierta uniformidad de los produc-
tos en el tiempo; asimismo, convertimos las unidades de medida, cuando variaron, y el tipo de cambio
para tener una muestra en pesos oro y hacer comparaciones temporales y espaciales (para una explica-
ción detallada, véase el Apéndice B). Como señalamos previamente, se asumió que el valor oficial de
un bien correspondía con el “valor real”, es decir, el precio de mercado. De hecho, era más fácil para
8 En los prólogos a la estadística oficial de comercio correspondiente a la década 1890, Latzina sostenía que “los aforos de la
Tarifa de Avalúos no son, naturalmente, más que valores medios que discrepan, más o menos, de los efectivos, pero que, no
obstante, son suficientemente exactos en grandes rasgos” (Dirección General de Estadística de la Nación, “Anuarios”, 1892:
XV). No obstante, diez años antes, el propio Latzina había renunciado a la posibilidad de conocer el “verdadero valor de la
importación” dada la variedad de bienes comprados en el exterior (Dirección General de Estadística de la Nación, “Anuarios”,
1882: V).

30 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

las autoridades controlar los valores de aforo que modificar las escalas de los derechos aduaneros. Por
lo tanto, se decía que cuando el gobierno quería aumentar o disminuir las tarifas de ciertos artículos, los
valores oficiales cambiaban. Pero en el ejercicio comentado probamos que estos cambios fueron más es-
porádicos que constantes, tal como ocurría en otros países como España, Italia (Tena, 1992) o Uruguay
(Baptista & Bértola, 1999; Finch, 1981).
Así como se ha argumentado que pudo existir cierto lobby de los exportadores para mantener bajos
los aforos de los bienes que vendían al exterior a fin de tributar menos (Tena-Junguito & Willebald,
2013: 32), se esperaría que el estado argentino hubiera tenido mayor interés en actualizar los valores de
aquellos bienes gravados. Sin embargo, en el caso de las importaciones argentinas parece ser que la falta
de actualización de los avalúos se correspondió más con una situación administrativa general que con el
incentivo a percibir mayores impuestos, pues, tanto bienes con altas barreras de protección (comestibles,
bebidas o tabacos), como aquellos con una protección media (sal, maderas o insumos textiles) o baja
(herramientas para la agricultura o papel), o artículos gravados con aranceles específicos o ad-valorem,
adolecieron de la revisión permanente de los precios oficiales. Tampoco hemos identificado que cambios
en los gravámenes implicaran, como regla, alteraciones en los avalúos. Como veremos a continuación,
éstos estuvieron por debajo o por encima de los precios de mercado. No negamos la existencia de presio-
nes sociales, políticas o económicas detrás de los sesgos pero, dada la variedad de ramas y actores a los
que alcanzaron las importaciones, consideramos que, para probarlo, son necesarios estudios sectoriales.

3.1. Los aforos y los precios de importación



Aunque se suponía que los aforos equivalían a los precios de importación al punto de llegada, ma-
yormente al puerto de Buenos Aires, existieron profundas discusiones acerca de su verdadera represen-
tatividad y si los primeros estaban infra o sobrevalorados. Una muestra de ello fueron las Comisiones
Revisoras de las leyes aduaneras, conformadas por legisladores, funcionarios de gobierno, estadígrafos,
industriales, productores agropecuarios, periodistas, etc., convocadas por el Poder Ejecutivo en 1894,
1899 y 1907 para investigar acerca del nivel arancelario y los avalúos oficiales de cada categoría de
productos exportables y (principalmente) bienes importados. Los informes producidos por cada uno de
estos cuerpos servían en los debates sobre la materia en el Congreso nacional. En las actas de todas las
Comisiones Revisoras se repitieron algunos tópicos referidos a los aforos: la necesidad de hallar precios
medios para facilitar los despachos aduaneros –evitando los contrastes en las calidades y alcanzando un
equilibrio entre la renta fiscal, el consumo, el comercio y la producción– y las fuentes en las que recabar
dichos precios (certificaciones consulares, facturas de empresas exportadoras, listas de precios de firmas
importadoras, prensa nacional o extranjera, precios de las estadísticas comerciales de principales socios,
etc.). Todas las Comisiones Revisoras concluyeron en la falta de tiempo para actualizar completamente
la Tarifa de Avalúos y en la conveniencia de que existan órganos permanentes encargados de hacer esta
tarea todos los años; sin embargo, ello no pudo lograrse (Poder Ejecutivo, “Estudios e informes de las
Tarifas de Aduanas”, 1894, 1900, 1907).
Como consecuencia de la falta de actualización de los aforos, las estadísticas oficiales se basa-
ron en precios generalmente estables, cuando en los mercados internacionales iban fluctuando, tal como
comprobara Ford (1955: 49) en bienes de capital y en bienes de consumo para el período 1895-1912. A
continuación, observamos la evolución de los precios de media docena de ítems importados por Argen-
tina, extraídos de Federico y Tena-Junguito (2016), Prados de la Escosura (1981) y de Jacks (2019), y
los comparamos con los avalúos9. Escogimos artículos representativos de las importaciones argentinas
y comparables10, e indizamos la trayectoria de cada uno con base en 1870, ya que no podemos comparar
los valores unitarios, por un lado, debido a nuestro desconocimiento de los costos de comercio para
transformar los precios de mercado free on board (f.o.b.) en cost, insurance and freight (c.i.f.) –en el
caso de la base de comercio mundial de Federico y Tena-Junguito o de la serie de Prados de la Escosu-
ra–, y por el otro, porque la información provista por Jacks se encuentra indizada. Naturalmente, este

9 Hicimos este ejercicio con otros artículos (cerveza, arpillera, kerosene, madera, hierro en barras, manufacturas de algodón y
máquinas de coser), pero acotamos la muestra para esta publicación, dado que las tendencias fueron similares y se basaron en
dos, en vez de tres fuentes como los bienes que figuran en el Gráfico 2.
10 Desde luego, no negamos que puedan existir sesgos por las diferencias entre calidades consideradas, pero, en todo caso, el
ejercicio propuesto apunta a mostrar el escaso dinamismo en el movimiento de los valores oficiales.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 31


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

ejercicio tiene limitaciones, ya que entendemos que las diferencias en los niveles pueden corresponderse
con costos de comercio variables, pero nos sirve para ilustrar cómo se movían los precios de mercado y
cómo quedaron estancos los precios oficiales, en algunos años del período.

Gráfico 2. Comparación de avalúos y precios internacionales para productos seleccionados, 1870-


1913 (base 100=1870)

32 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda, “Tarifa de Avalúos y aranceles”, (1870-1913),
Federico y Tena-Junguito (2016), Prados de la Escosura (1981) y Jacks (2019). Nota: ARG (avalúos oficiales ar-
gentinos); FT (precios de la base de Federico y Tena-Junguito); PE (precios de Prados de la Escosura); JA (índices
de Jacks).

Como se puede observar, los precios de Federico y Tena-Junguito (2016) propendieron a fluctuar, y
lo hicieron con tendencias parecidas, aunque con niveles algo distintos, a las de Prados de la Escosura
(1981) y Jacks (2019); en contrapartida, los avalúos argentinos se movieron más hasta principios de la
década de 1890, no tanto por modificaciones administrativas sino por alteraciones en el tipo de cambio.
Es decir, en términos nominales no hubo variaciones, pero sí en términos reales, ya que, a partir de 1885,
tras dos años de funcionamiento del patrón-oro, Argentina ingresó en una etapa de inconvertibilidad que
afectaba a los avalúos, consignados en pesos moneda nacional. Fue recién desde 1892 que los aforos
se estimaron en pesos oro, a pesar de que la Caja de Conversión no se recuperó sino hasta comienzos
del siglo XX (Della Paolera & Taylor, 2003; Alvarez, 1929). La contabilización de los aforos en pesos
oro coincide con su etapa menos mutable. Ello significa que la labor de las mencionadas Comisiones
Revisoras de leyes aduaneras, entre mediados de la década de 1890 y el primer decenio del siglo XX,
tuvo escaso efecto sobre los avalúos, al menos para esta muestra de productos. Cuando las hubo, las
fluctuaciones de los aforos fueron pronunciadas, pues los precios de mercado exhibieron movimientos
generalmente más acompasados y rara vez permanecieron estacionarios –la excepción fue el arroz desde
mediados de los 1870s en Federico y Tena-Junguito (2016). Incluso cuando siguieron los movimientos
del mercado, las diferencias de los niveles interanuales de los precios oficiales fueron más marcadas.
Si considerásemos que los costos de comercio –en particular los costos de transporte y seguros– fueron
estables, podríamos llegar a la conclusión de que, como resultado de la falta de actualización, primó la
subvaluación entre los avalúos, aunque existieron momentos de sobrevaluación, en particular cuando
los aforos se computaron en pesos oro. Sin embargo, esta presunción es algo arriesgada porque soslaya
las variaciones de los costos de comercio durante la Primera Globalización, ampliamente debatida en
las últimas décadas por la historiografía (Jacks et al., 2010, 2011; Harley, 1988; Shah Mohammed &
Williamson, 2004).
Ante la ausencia, al menos hasta ahora, de un estudio sistemático de los costos de comercio aplica-
bles a las importaciones argentinas, y, por tanto, a los valores unitarios o a los índices elaborados por
los autores arriba referidos, es preciso indagar si existen precios c.i.f. en el mercado argentino. No los
hemos podido hallar, mucho menos en forma seriada, en las fuentes periodísticas que hemos trabajado.
De hecho, ya en su estudio de finales de la década de 1910, Williams (2003: 191-200 y 257), quien
consideraba que las valuaciones oficiales no podían tomarse como valores de mercado, había procurado
encontrar infructuosamente periódicos mercantiles para obtener precios de importación11. Dados estos
11 Williams expresó que conocía al menos dos periódicos comerciales, pero que no los había podido consultar en su estadía en
Buenos Aires porque el material se había perdido.
Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 33
ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

obstáculos, debemos encontrar otras fuentes.


Uno de los primeros en reconocer, y procurar resolver, los problemas de valoración de las estadísticas
comerciales argentinas fue Alejandro Bunge, quien, como Jefe de la Dirección General de Estadística de
la Nación entre 1916 y 1921, consideró que mientras el quantum del comercio exterior era “verdadero”
–puesto que los errores y omisiones habían sido reducidos al mínimo y el contrabando no tenía impor-
tancia–, los valores de las importaciones respondían, aún entrado el siglo XX, a tarifas mantenidas por
varios años con ligeras modificaciones para un pequeño número de artículos; en efecto, la tarifa de 1918
databa de 1906, desconociendo las tremendas oscilaciones ocasionadas por la Primera Guerra Mundial.
Además, alertaba que mientras la Tarifa de Avalúos contenía 3.699 ítems, las estadísticas comerciales
consideraban apenas 1.354, generando una causa adicional de error. Para obtener información más pre-
cisa, Bunge preparó una nueva metodología de levantamiento de datos a partir de 1917 y elaboró una
retrospectiva desde 1910 (Bunge, 1918: 173-179) (para más detalles, véase Apéndice C), con miras a
demostrar que la Argentina vendía materia prima barata y compraba manufactura cara, transformándose
en un precursor de la tesis del deterioro de los términos de intercambio, difundida luego de la Segunda
Guerra Mundial por su discípulo Raúl Prebisch (1986)12.

Cuadro 2. Comparación entre los valores oficiales y los precios de importación (serie Bunge) para
productos seleccionados, 1910-1913
Productos Diferencia Productos Diferencia
(%)entre (%)entre
valores valores
oficiales y oficiales y
precios precios
Bienes de consumo Rieles de acero 25
Comestibles, bebidas, tabacos y vestimenta Cartón 46
Aceite de olivo -54 Papel -21
Arroz sin cáscara -14 Alambre y cable para conducir la -5
electricidad
Bacalao -21 Materias primas para sectores productivos
Bitter embotellado -43 Acero en barras -33
Café en grano -52 Estaño en chapas o barras o -29
lingotes
Queso -15 Hierro en barras -27
Sardinas -10 Hierro en chapas, flejes, varillas, -2
etc.
Té -31 Hierro galvanizado 13
Tabaco en hojas 1 Hojalata sin trabajar -54
Vinos comunes -36 Plomo en lingotes y planchas 25
Vermouth embotellado 9 Algodón hilado, crudo -16
Yerba canchada -4 Algodón hilado, de color 5
Yerba elaborada -37 Arpillera -25
Pañuelos de algodón 112 Bramante -5
Medias de algodón 45 Hilo de algodón en carreteles -29
Zapatos de cuero para hombre -14 Telas de algodón blanco 33
Insumos y bienes de capital Telas de algodón crudo 21
Arados -41 Telas de algodón teñido 6
Alambre para cercos -12 Telas de lana pura 17
Bolsas de arpillera -20 Pino 7
Específico para curar sarna 97 Tierra hidráulica o romana -13
Hilo especial para segadoras -4 Tirantes de hierro 2
Barnices de todas clases 10 Malta -49
Clavos de hierro -24 Combustibles
Pintura -29 Carbón de piedra -18
Kerosene -31
Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda, “Tarifa de Avalúos y aranceles”, 1910-1913, y
Bunge (1918: 140-143). Para más detalles, véase Apéndice C.
12 En su rectificación retrospectiva, Bunge evidenció que, entre 1910 y 1916, el precio de las importaciones había aumentado

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Debido a que los precios de Bunge son ejemplos de precios c.i.f., en este trabajo los comparamos con
los avalúos oficiales durante el cuatrienio 1910-1913. Aunque este ejercicio no presenta una tendencia,
dado que la serie inicia al final de nuestro recorte temporal, a falta de mejores fuentes, resulta una herra-
mienta para notar las brechas que se abrían cuando los avalúos dejaban de actualizarse.
A diferencia del ejercicio anterior, en éste tenemos la medida de cuánto estuvieron alejados los ava-
lúos de los precios de importación al punto aduanero de llegada. Así, mientras menor es la diferencia
entre los primeros y los segundos, más fiables resultan los aforos; el signo negativo indica subvaluación
y el positivo sobrevaluación. Más de la mitad de los aforos de los bienes de la muestra estuvieron infra-
valorados, afectando a todo tipo de bienes, con barreras arancelarias, medias o altas, con gravámenes
ad-valorem o aranceles específicos. Aproximadamente un quinto de los ítems estuvo sobrevalorado,
particularmente artículos de vestimenta, insumos o bienes de capital. Ello no sorprende considerando
que la Tarifa de Avalúos no se corregía desde 1906 y, en consecuencia, no recogió las fluctuaciones de
mercado. No obstante, es preciso señalar que es posible que algunas diferencias se expliquen no solo por
la falta de actualización sino también por discrepancias en las calidades y en los tipos de bienes tomados
en una y otra fuente.

3.2. Los aforos y los precios de consumo

Dadas las dificultades de encontrar precios c.i.f., otro parámetro para revisar los movimientos de los
avalúos es analizar los precios de consumo en algunas de las principales plazas argentinas para observar
si los primeros estuvieron sobre o subvaluados. Obviamente, lo último es más difícil de probar dado
que existen discrepancias entre el precio de un producto llegado al puerto de destino y su precio en el
mercado debido a los costos de comercialización internos, variables en función de los artículos y a lo
largo del período.

Cuadro 3. Comparación entre los valores oficiales y los precios de consumo en plaza de Buenos y
provincia de Buenos Aires, productos seleccionados, 1870, 1885, 1887 y 1895
Producto Diferencia (%)entre valores Diferencia (%)entre valores
oficiales y precios de consumo oficiales y precios de consumo
plaza de Buenos Aires plaza de Buenos Aires
1870-71 1887 1885 1895
Aceite de olivo -15/-26 -21 - -
Arroz -8/-21 -14/-28 -55 -21
Azúcar refinada -25/-32 0/-22 - -
Café 47/100 -39-60 3 223
Queso -28/-45 - - -
Té -21/-41 0 - -
Yerba -40 -60 - -
Sal gruesa - - -23 106
Cerveza - -9 - -
Vinos 0 -42/-63 - -
Tabaco - -54 -58/-83 33/167
Carbón 28 -13 - -
Kerosene -17 -38 - -
Antisárnico - -33 - -
Alambre - 100 - -
Arados simples - - -25/31 -18/-44
Arados bisurcos - - - -54/-56
Segadora de alfalfa - - - -25
Trilladora - - - 38/45
Hilo especial para segadora - - - -20/-33
Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda, “Tarifa de Avalúos y aranceles” (años 1870,
1885, 1887 y 1895), Revista Económica del Río de La Plata (julio de 1870 a marzo de 1871), periódico El Comer-
cial (enero a octubre de 1887), Congreso Nacional, “Investigación parlamentaria sobre Agricultura, Ganadería y
Colonización”, 1898: 64-66, y Álvarez (1929: 113 y 122). Para más detalles, véase apéndice D.1, D.2 y D.3.
60,6%, pese a que las cantidades habían disminuido 38,2%, mientras el precio de las exportaciones había crecido, apenas,
32,9%, aun cuando las cantidades habían aumentado en 12% (González Bollo, 2012: 41-42).
Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 35
ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Para comenzar, comparamos, por un lado, los valores de tarifa con el promedio de los precios en
plaza de Buenos Aires de un grupo de ítems en los años 1870-1871 y 1887 y, por el otro, de un grupo
de bienes consumidos en explotaciones agropecuarias de la provincia de Buenos Aires en 1885 y 1895.
Se trata, principalmente, de bienes de consumo, y, excepcionalmente, de insumos o bienes de capital, lo
que se explica por limitaciones en las fuentes13.
Como señalamos arriba, dado que los aforos debieran estar valuados como c.i.f. (es decir, con todos
los componentes de costos hasta la llegada a la frontera/puerto) y los precios de consumo en las plazas
argentinas incluyen costos adicionales, tales como costos de transacción domésticos (ejemplo, transpor-
te del puerto a mercados de consumo), aranceles y otros gastos aduaneros (almacenamiento, eslingaje),
etc., es esperable que no coincidan y que exista cierta diferencia por la que los segundos sean más ele-
vados que los primeros.
En el caso de los precios de consumo en plaza de Buenos Aires, resulta evidente que el café y el
carbón estuvieron sobrevalorados en los avalúos de 1870-71, y el alambre en los de 1887. En cambio,
parece que los vinos en 1870-71 y el té en 1887 estuvieron infravalorados, ya que es poco probable
que, entre que estos productos llegaron a las aduanas y se enviaron a los mercados, no hubiera existido
ningún costo extra14. Algunos productos cuyos avalúos estuvieron por debajo de los precios de mercado,
en particular en la muestra de 1887, muestran distancias notables, pues, incluso sumando los gastos
aduaneros, la diferencia es importante si consideramos que se trata de artículos entrados por el puerto de
Buenos Aires y consumidos en esa urbe.
La imagen de subvaluación hasta la última década del siglo XIX fue observada por un diplomático
estadounidense al comparar los precios de plaza de Buenos Aires de una muestra de alimentos en 1886,
1890 y 1896 –que incluyó algunos productos importados, como arroz, té, café y aceite de oliva– con
los avalúos (Buchanan, 1998: 248-249). Por su parte, Williams (2003: 256-259) obtuvo precios para
dieciocho rubros de importación en 1886, 1890 y 189615; estos datos, más otros, confirmaron al autor
que la depreciación de la moneda argentina llevó al aumento de los precios de los bienes importados
–entre 1886 y 1890 se triplicaron–, cuya evolución fue más rápida que los salarios, afectando el poder
de compra, lo que explica la caída de las importaciones desde 1891. Si, como señala el autor, los precios
reales de algunos artículos aumentaron en el segundo quinquenio de la década de 1880, lo que hubo por
aquellos años fue un proceso de subvaluación de los avalúos debido a su falta de actualización. Ello
coincide con que hacia finales de la década de 1880 el estado argentino tomase la decisión de elevar en
15% los valores oficiales de los productos importados, máxime porque en ese entonces los derechos se
percibían en la depreciada moneda nacional (Dirección General de Estadística de la Nación, “Anuario”,
1889, p. IV).
A partir de entonces, la imagen generalizada de subvaluación trocó hacia su opuesto. De acuerdo a
Platt (1971: 125), el caso argentino no escapó al de otros países latinoamericanos que, tras sufrir una
crisis política y económica como la de 1890, pospuso la revaluación de su moneda más allá de lo ade-
cuado. Así, según fuentes recabadas por el autor, los avalúos de las importaciones estuvieron por encima
de los precios de mercado. De acuerdo a un agente británico, los precios oficiales del azúcar estuvieron
sobrevalorados en 140%, los del arroz entre 100% y 125%, el de la cerveza en 50%, y el té valía el doble
que en Londres. La sobrevaloración de los precios oficiales también fue señalada, ya durante la conver-
tibilidad, por el Ministro de Agricultura, quien, en un memorando enviado al Ministerio de Finanzas,
estimaba que la valuación de la importación argentina en 1903 era aproximadamente un 30% más que
los valores de mercado. Hacia el Centenario, Martínez y Lewandowski (1911: 215) indicaron que las
importaciones argentinas continuaban sobrevaluadas entre un 20% y un 30%, aduciéndolo a la depen-
dencia del estado de los derechos aduaneros –similar a lo que ocurría en España e Italia (Tena, 1992: 29
y 71-75). Los datos de la muestra de precios de artículos consumidos en las explotaciones agropecuarias
13 Las investigaciones sectoriales provinciales de fines del siglo XIX ofrecen datos de precios de bienes de equipo para
años específicos, sin embargo, el problema estriba en la comparabilidad de los artículos, dadas las diferencias en calidades y
capacidades de cada ítem (Miatello, 1904: 136-137). Así, se reconocía que, por ejemplo, hubo doce clases distintas de segadoras,
atadoras y espigadoras con variaciones considerables en sus valores (Congreso Nacional, “Investigación parlamentaria sobre
Agricultura, Ganadería y Colonización”, 1898: 51).
14 Por ejemplo, en 1870-71 los vinos estuvieron gravados con un derecho del 25% ad valorem (Ley de Aduana, Buenos Aires,
23 de septiembre de 1869), de manera que al menos estos cargos debieran estar sumados.
15 Los rubros fueron: telas de algodón para ropa de cama, franela, muselina, percal, medias, té, café, chocolate, whisky, aceite
de oliva, jamón en conserva, salmón en lata, lengua en conserva, avena, arroz, azúcar, pasas de uva y panceta.

36 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

de la provincia de Buenos Aires (Cuadro 3) confirman que en la última década del siglo XIX los aforos
estuvieron sobrevaluados para los bienes de consumo; en cambio, los insumos o bienes de capital tu-
vieron precios de mercado mayores que los oficiales. Ello coincide con la percepción de los testimonios
contemporáneos, que indicaban que los precios de los artículos de almacén variaban no solo en función
de las fluctuaciones del flete, sino, y principalmente, con el precio del oro en relación al papel (Congreso
Nacional, “Investigación parlamentaria sobre Agricultura, Ganadería y Colonización”, 1898: 75).
Finalmente, otro ejercicio realizado para observar la evolución de los aforos en relación a los precios
de consumo es el contraste entre los aforos del carbón de piedra y el valor indicado como gasto en este
insumo en los balances de las empresas ferroviarias entre 1892 y 1913. Estimamos la diferencia consi-
derando cuatro líneas que partían de Buenos Aires –la principal aduana a la que arribaba el bien– a fin
de abstraer el cálculo de todo costo de trasladar el carbón al interior del país.

Cuadro 4. Comparación de valores oficiales del carbón de piedra con precios de mercado pagados
por líneas ferroviarias, 1892-1913
Año Diferencia (%) entre valores oficiales Año Diferencia (%) entre valores oficiales y
y precios del carbón precios del carbón
1892 11 1903 7
1893 -7 1904 14
1894 56 1905 19
1895 -6 1906 -1
1896 20 1907 -6
1897 -18 1908 -8
1898 -17 1909 1
1899 -15 1910 -3
1900 -21 1911 -9
1901 -29 1912 -19
1902 -5 1913 -23
Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda, “Tarifa de Avalúos y aranceles”, 1892-1913,
y Ministerio de Obras Públicas, “Estadística de los Ferrocarriles en Explotación”, 1892-1913. Para más detalle,
véase Apéndice D.4.

Como se puede observar, no hubo un comportamiento único de los aforos en relación a las fluctua-
ciones del mercado. En general, predominaron los años en que los primeros fueron menores en relación
a los segundos, con diferencias relativamente razonables –dados los costos de transacción posteriores
al ingreso del bien en el puerto de Buenos Aires–, aunque fluctuantes si consideramos que el producto
entraba libre según las leyes aduaneras vigentes. Existieron, de todos modos, años en que hubo sobreva-
luación por la falta de actualización de los valores oficiales. De hecho, una revisión de las tendencias de
los precios de consumo en plaza de Buenos Aires, en comparación con precios británicos de la base de
comercio mundial de Federico y Tena-Junguito (2016) y el índice de precios elaborado para este artículo
por Jacks (2019), revela que los primeros siguieron la evolución de los movimientos internacionales,
mientras los aforos tendieron a permanecer estáticos.

4. Pensar una agenda de investigación

El resultado de las comparaciones realizadas con precios c.i.f. y de consumo indica que –aunque
reflejo de las transformaciones en la estructura productiva, de los cambios en la demanda de bienes en el
exterior, de la ampliación de socios comerciales, etc.– la estadística oficial argentina presenta problemas
de fiabilidad en su valoración de las importaciones debido a la falta de actualización de los avalúos sobre
los que se basaba. En este sentido, una agenda de investigación sobre el tema nos lleva por dos caminos.
Por un lado, sabemos que es preciso revisar nuestros conocimientos sobre la política comercial del
período a fin de evaluar el grado de proteccionismo (y su naturaleza industrialista o fiscalista). Es pro-
bable que para hacerlo debamos desarrollar estudios sectoriales, pues una primera mirada global alerta
sobre los intereses encontrados y la dificultad de resumir en una única imagen estática la trayectoria
arancelaria (Rayes, 2019).

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 37


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Por otra parte, advertimos la necesidad de recrear un nuevo índice de precios de las importaciones
para recalcular la evolución de los términos reales del intercambio y para construir una nueva serie
de las importaciones a valores corrientes. Un completo índice de precios de las importaciones debiera
cubrir una amplia variedad de bienes, más allá de las manufacturas (véase Gráfico 1 y Apéndice A), así
como contemplar la amplitud de socios comerciales (véase Cuadro 1). En este sentido, nuestras expec-
tativas son limitadas debido a la falta de series de precios c.i.f. en el mercado argentino, los cambios
en las calidades de los productos considerados, la existencia (o no) de datos más o menos homogéneos
y la variación en la clasificación en las fuentes utilizadas (Silverman, 1930: 139; Haberler, 1988: 37;
Williamson, 2011: 28).
A riesgo de desilusionar al/la lector/a cerramos estas páginas simplemente adelantando que hemos
analizado opciones, todavía en construcción y por ello no exponemos aquí resultados, que consisten, por
un lado, en usar precios unitarios foráneos aplicables a los volúmenes oficiales de importaciones dada
la fiabilidad de estos últimos registros (Latzina, 1905; Bunge, 1918; Platt, 1971: 127-128). Al momento,
hemos reconocido al menos setenta y cinco ítems importados a los que es posible aplicar los precios
de Federico y Tena Junguito (2016) y de Prados de la Escosura (1981). Los bienes seleccionados son,
principalmente, alimentos, bebidas, tabacos, metales o artefactos, papel, maderas, combustibles, telas y
tejidos. Esa muestra de productos representa entre el 35% y el 50% del valor total importado –de acuer-
do a las estimaciones oficiales. Además de ampliar, en la medida de lo posible, la base de productos y
de procedencias, debemos calcular los costos de comercio, lo que incluye más que estimar los costos de
transporte y supone computar los seguros y otros costos de comercialización vinculados a los tipos de
productos transados (Jacks et al., 2010; Tena-Junguito & Willebald, 2013; Federico & Tena-Junguito,
2016; Ellsworth, 1956; Francis, 2015). Un ejercicio alternativo consiste en tomar la participación rela-
tiva de las procedencias de las importaciones argentinas (Cuadro 1) y sumar los valores de las exporta-
ciones de esos países a Argentina16, vía no exenta de problemas dado que incluiríamos los errores de las
series de los partenaires y porque su propia participación relativa estaría calculada en base a los valores
de aforo; además, por tratarse de series f.o.b. deberemos conocer, como en el ejercicio previamente
expuesto, los costos de comercio aplicables en cada caso. En síntesis, hay un camino por recorrer. De
momento, y en base al estudio expuesto, consideramos que es probable que la nueva serie, en compara-
ción a la oficial, no tenga un sesgo único a lo largo de todo el período, lo que dependerá, por lo menos,
del ritmo en la actualización de los valores oficiales, de la situación cambiaria argentina y de la moneda
de registro de los avalúos y de recolección de los aranceles.

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Apéndices

A. Clasificación de las importaciones argentinas.


Las importaciones se clasificaron en los siguientes grupos y subgrupos:
1. Materias primas industriales: I. Textil; II. Combustible; III. Metales; IV. Madera; V. Materiales de
Construcción; VI. Químicos y VII. Granos y semillas.
2. Bienes de consumo: I. Comestibles y bebidas; II. Vestimenta y accesorios; III. Tabaco; IV. Otros
bienes no durables y V. Otros bienes durables.
3. Bienes de capital: I. Animales; II. Herramientas de uso general; III. Maquinaria, artículos e
insumos para la agricultura; IV. Maquinaria, artículos e insumos para la industria; V. Urbanización,
infraestructura y ferrocarriles y VI. Papel.
Las “materias primas industriales” han incluido todos los bienes considerados materias primas en
bruto o de muy poca elaboración. Las textiles remitieron todo tipo de telas, fibras e hilados (como
encajes, carpetas, cintas, elásticos o pasamanerías) para la confección de vestimenta o similares. Los
combustibles se correspondieron con materiales capaces de liberar energía al oxidarse violentamente
con desprendimiento de calor (naftas, kerosene). Consideramos todo tipo de metales en bruto o solo
presentados en formato de lingotes, plancha, hoja, etc., es decir, con escasa manipulación; también
incluimos todo tipo de maderas en bruto o apenas trabajadas (planchas, tablas o rollizos). Entre los
materiales de construcción seleccionamos aquellos con nula o escasa elaboración (baldosas, cemento,
pinturas y barnices, piedras y mármoles). En este grupo, incluimos tanto químicos como granos y
semillas, por ser considerados como materias primas cuyo uso servía en los procesos productivos del
sector primario o secundario.
Todos los bienes clasificados como “de consumo” se sub-categorizaron de acuerdo a su uso final.
Se incluyeron comestibles y bebidas, vestimenta y accesorios de moda, tabaco y sus subproductos
(como cigarros), otros bienes de consumo no durables –es decir, aquellos artículos cuyo uso era de
carácter único o de breve duración previo a su deterioro y desuso (jabón, tinta para escribir, papel para
dibujar, etc.)– y otros bienes de consumo durables –cuyo uso era superior a un año (muebles, calderas,
revólveres, etc.) y vehículos.
La clasificación de los “bienes de capital” dependió de su uso como insumo –con mayor elaboración
que las materias primas– o capital en algún proceso productivo y en la construcción o instalación y
funcionamiento de servicios públicos. Entre estos tipos de artículos, destacaron los animales, las
herramientas o insumo para uso general –es decir, sin destino específico–, las maquinarias, artículos
e insumos para el sector agropecuario (alambres para cerco, segadoras, arados, etc.), las maquinarias,
artículos e insumos para la industria –incluyendo artículos orientados a algún proceso productivo distinto
a las actividades agropecuarias como, por ejemplo, actividades secundarias o terciarias (máquinas
de escribir, clavos, puños para camisas, suelas de cuero para calzado). También se incluyeron bienes
vinculados al proceso de urbanización, referidos a la construcción de infraestructura y de los servicios
públicos o edificaciones privadas Finalmente, se incluyeron en esta categoría el papel (como insumo),
teniendo en cuenta todos los tipos de papel no destinado al consumo final y utilizado como insumo
en distintas industrias (en la imprenta o la textil) o para uso administrativo. También entraron en esta
categoría ciertos derivados del papel, como el cartón.

B. Tarifa de avalúos
La reconstrucción que sigue está basada en las Tarifas de Avalúos disponibles en la Biblioteca
Tornquist del Banco Central de la República Argentina, a saber: 1870, 1872-1874, 1876-1881, 1883-
1888, 1890-1891, 1895-1897, 1899-1900, 1902, 1905-1906, 1911-1913.
Para demostrar la falta de actualización de la Tarifa, a continuación, reconstruimos el valor oficial de
más de una treintena de artículos que incluye: bienes de consumo (alimentos, bebidas, textiles, durables
y tabaco), bienes de capital (agropecuarios, industriales, para ferrocarriles y otros servicios públicos)
y materias primas industriales (hilados, combustibles, productos químicos, metales no ferrosos,
hierro y acero y materiales de construcción). Consideramos que estos productos son suficientemente
representativos porque han aparecido en todos (o casi todos) los años que estudiamos.

42 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Cuadro B.1. Valores oficiales en Tarifa de Avalúos, productos seleccionados, en pesos oro (1870-
1913)

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 43


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

Nota: ND= no data. DV= declara valor. Bienes de consumo: 1. Aceite de olivo 2. Arroz 3. Azúcar refinada
4.Bitter embotellado 5.Café en grano 6.Cerveza embotellada 7.Queso 8.Sal 9.Té 10.Vinos comunes 11.Yerba
12.Tabaco 13. Cigarros 14. Máquinas de coser 15. Medias de algodón; Insumos y bienes de capital: 16. Bolsas de
arpillera 17. Alambre para cercos 18.Pintura 19.Máquinas segadoras, espigadoras y engavilladoras 20.Antisárnico;
Materias primas: 21.Acero en barras 22. Hierro en barras 23. Hierro en lingotes para fundición 24.Hierro en postes
o en columnas huecas 25.Arpillera 26.Bramante 27.Tripe 28.Papel 29.Pino 30.Tierra hidráulica o romana 31.
Malta; Combustibles: 32. Carbón de piedra 33.Kerosene 34.Nafta
Elaboración propia en base a Tarifa de Avalúos (1870-1913) y Álvarez (1929).

44 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

B.1.a. Nota sobre las denominaciones


Aquí hemos tomado las siguientes denominaciones para aquellos productos que no se denominaron
de igual forma a lo largo de todo el período. Aceite de olivo: aceite de olivo español (1870-1882), aceite
de olivo menos en botellas (1883-1886), aceite vegetal para industrias y familias, excepto medicinales
y perfumados, en cascos o latas (1887-1889) y aceite comestible, en cascos o latas (1890-1913). Arroz:
arroz de Piamonte y Venecia (1870-1880), arroz de Italia y España (1881-1882), arroz (1883-1884) y
arroz de toda procedencia, incluso la bolsa (1885-1913). Azúcar: azúcar refinada (1870-1898) y azúcar
refinada a 96 grados o más de polarización (1899-1913). Café: café en grano de Brasil (1870-1882) y
café en grano (1883-1913). Cerveza: cerveza embotellada inglesa, alemana, holandesa y noruega (1870-
1882) y cerveza embotellada (1883-1913). Sal: sal común, de mesa en granos (1870-1882), sal común
(1883-1889) y sal gruesa (1890-1913). Yerba: yerba paranaguá (1870-1889), yerba elaborada del Brasil
(1890-1905) y yerba elaborada en cualquier envase (1906-1913). Vinos: vino tinto español, de Marsella,
Cette, Portugal e Italia, común (1870-1880), vino de Italia (1881-1882), vinos en cascos Gernacha,
Seco, Abella, Priorato, Añejo y otras clases, en cascos o damajuanas (1883-1889), vinos tinto o blanco,
común, en cascos o damajuanas (1890-1894) y vinos comunes, en cascos o damajuanas, no más de 17
grados de fuerza alcohólica y 50% de extracto seco determinado por evaporación a temperatura de más
de 100 grados (1890-1913). Queso: quesos de Minas, Italia y otras procedencias (1870-1883) y quesos
de toda procedencia (1884-1913). Tabaco: tabaco en hojas de Bahía (1870-1873), tabaco de Brasil
(1874-1889) y tabaco en hojas de otras procedencias (1890-1913). Las máquinas de coser consideradas
fueron las galvanizadas de caja entera. Alambre para cercos: alambre de fierro para cercos, del número
4 al 6 (1870-1882), alambres de fierro para cercos, del número 4 al 8 (1883-1884), alambre de fierro
para cercos, del número 4 al 10 (1885-1886), alambre de fierro o acero para cerco hasta el número 10
(1887-1889), alambre de fierro o acero para cerco hasta el número 13 (1890-1894) y alambre de fierro o
acero para cerco y viñas hasta número 14, sin galvanizar (1895-1913). Pintura: pintura en polvo común
(1870-1875), pintura en polvo y en polvo común (1876-1883), pintura en pasta, en general (1884-1899)
y pintura en pasta en general, incluido el envase (1900-1913). Máquinas agrícolas: máquinas de segar y
cortar alfalfa a la vez (1872-1884), máquinas de segar, sin plataforma, para cortar alfalfa (1885-1894),
máquinas de segar, sin plataforma, para cortar alfalfa, también espigadoras y engavilladoras (1895-
1913). Acero en barras: acero en barra para calce (1872-1884), acero en barras (1885-1894) y acero en
barras, planchas y planchuelas (1895-1913). Arpillera: arpillera delgada o gruesa, peso bruto (1879-
1884), arpillera de pita o lona, delgada o gruesa, peso bruto (1885-1899) y arpillera de pita cruda o de
lona (1900-1913). Bramante: bramante de algodón, cualquier ancho (1877-1882), bramante de algodón,
peso neto (1883-1885), bramante de algodón, peso bruto, en fardos (1886-1894), bramante de algodón
(tejido tipo bombasí) (1895-1898) y bramante de algodón (tejido de algodón de color pintado o blanco)
(1899-1913). Tripe: tripe cortado hasta 27 pulgadas (1870-1871); tripe cortado de 70 centímetros de
ancho (1872-1878), tripe cortado de 67 a 70 centímetros, hasta regular (1879-1883), tripe cortado hasta
regular (1884), tripe cortado de lana o mezcla, peso bruto en fardos (1885-1889), tripe cortado común,
lana o mezcla (1890-1894) y tripe cortado en general, lana o mezcla (1895-1913). Cigarros: cigarros
habanos (1879-1880), cigarros habanos, inclusive la cajita (1881-1899) y cigarros con tabaco habano,
en cajitas de cartón (1900-1913). Papel: papel de imprenta con cola (1872), papel blanco especial para
imprimir (1878-1881), papel aceitado para prensa de copiar (1887-1894), papel blanco para diarios, en
bovinas y resmas (1895-1913). Pino: pino spruce (1870-1876), pino spruce, sin labrar (1877-1894) y
pino spruce, sin cepillar (1895-1913). Productos antisárnicos: para curar sarna en pasta (1872-1889),
para curar sarna, pasta, líquido, polvo, para curar ovejas, inútil para otro uso (1890-1913).

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

B.1.b. Nota sobre las unidades de medida


En 1862 el Congreso nacional recuperó la idea de adoptar el sistema métrico decimal en reemplazo
del español, tal como había intentado la provincia de Buenos Aires en 1857. La ley número 52 (4 de
septiembre de 1863) dejó en manos del Poder Ejecutivo el derecho a aplicarla cuando le pareciera
oportuno, de manera que no fue sino hasta la aprobación de un proyecto de 1876, que fijó como fecha
límite enero de 1878, que se unificó el sistema de pesos y medidas. No obstante, ya desde mediados
de 1872 el gobierno había establecido el uso del sistema en Aduanas para imponer a partir de 1873 las
nuevas equivalencias.
Aquí tomamos las siguientes relaciones: Galón= 3,78541 litros. Arroba= 11,485 kilos. Quintal de
Buenos Aires= 45,92 kilogramos. Fanega= 137,19 litros. Libra= 0,4594 kilos. Pipa= 456,02647 Quintal
métrico= 2,17653 quintales de Buenos Aires. Quintal = 100 kilos (Álvarez, 1929: 156). Tonelada inglesa
= 907,18 kilogramos. Mil pies= 92 metros cuadrados.
Sobre las unidades de medida de cada bien, hacemos las siguientes aclaraciones. El aceite de olivo,
el arroz, el azúcar, el té, la yerba, el tabaco y la pintura estuvieron tarifados en arrobas hasta 1872,
luego en kilos. El café, la malta, el acero en barras, el hierro en lingotes para fundición y el hierro en
postes o en columnas huecas estuvieron tarifados en quintales hasta 1872, luego en kilos. La cerveza y
el bitter estuvieron siempre tarifados en docenas. La sal estuvo tarifada en fanegas hasta 1872, luego en
hectolitros. Los vinos estuvieron tarifados en pipas hasta 1882, a partir de ese año lo hicieron en litros.
Los quesos y los productos antisárnicos estuvieron en libras hasta 1872 y luego en kilos. El carbón de
piedra se tarifó en toneladas inglesas hasta 1872 y luego en toneladas. El kerosene estuvo tarifado en
galones hasta 1872 y luego en litros. El alambre para cercos estuvo tarifado en quintales de Buenos Aires
hasta 1872, en quintales métricos hasta 1882 y luego en kilos. La arpillera estuvo tarifada en metros
hasta 1878 y luego en kilos. El bramante estuvo tarifado en metros hasta 1876 y luego en kilos. El tripe
estuvo tarifado en metros hasta 1884 y luego en kilos. Los cigarros estuvieron tarifados en millares hasta
1878 y luego en kilos. El pino estuvo tarifado en pies hasta 1871 y en metros cuadros desde entonces.
La tierra hidráulica o romana siempre estuvo tarifada en quintales.
No obstante la falta de la actualización, para una comparación temporal, convertimos los avalúos en
pesos oro.

B.1.c. Nota sobre la conversión de los montos a monedas convertibles


La Tarifa de Avalúos estuvo expresada en pesos fuertes entre 1870 y 1881. El peso fuerte era una
moneda de cuenta, cuyo valor era fijado legalmente. A partir de la ley número 1.130 de conversión de
los pesos moneda nacional en pesos oro, se expresaron en pesos moneda nacional. Aunque no es claro
en la fuente en qué moneda está expresada en 1895, pues sólo se indica el signo $, las leyes aduaneras
establecían que los derechos de importación y exportación, así como los aforos, estaban en moneda
metálica. Incluso, en el Prólogo al Anuario de 1892 (Dirección General de Estadística de la Nación,
“Anuario, 1892: XV), Francisco Latzina expresó: “en cuanto á los valores, la estadística emplea para
los de importación los de la Tarifa de Avalúos… (los que) representan el valor á oro que la mercadería
tiene en los depósitos aduaneros”. Para las conversiones usamos las equivalencias de Álvarez (1929:
122-123).

C. Precios de importación
Bunge (1918) desarrolló desde 1917 una metodología para obtener valores de mercado de las
principales importaciones argentinas. Aquélla consistía en enviar una circular a los principales
importadores cada trimestre de cada año para que informaran los precios de compra o de venta mensuales
de los artículos más comercializados, en caso de que existieran distintas calidades. Exploró una gama de
170 bienes que representaban el 70% del valor total importado. Aunque Bunge insistía en que prefería
que se consignaran los precios de compra, es decir, cost, insurance, freight, generalmente se daban a

46 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

conocer los precios de venta, por lo que los estadígrafos luego restaban los derechos aduaneros y un
porcentaje variable en concepto de costos adicionales una vez que el producto salía del puerto de arribo.
Finalmente, se obtenían los “valores nominales” al multiplicar los aforos trimestrales por las cantidades
importadas, y los “valores reales” al multiplicar los precios trimestrales por las cantidades. Mientras
el primero era considerado sinónimo de la evolución de las cantidades, el segundo significaba el valor
efectivo. Para alcanzar una visión de más largo plazo, Bunge llevó adelante una corrección retrospectiva
desde 1910, que no pudo extender más atrás.
En esta investigación hemos comparado los avalúos oficiales durante el período 1910-1913 con la
información provista por Bunge para cincuenta productos, incluyendo bienes de consumo (alimentos,
bebidas, tabaco y vestimenta), insumos y bienes de capital (herramientas, maquinaria agrícola, papel),
y materias primas industriales (combustibles, metales no ferrosos, hierro, hilados, materiales de
construcción). Para calcular la diferencia entre los valores oficiales y los precios de mercado, primero,
uniformamos las unidades de medida; segundo, hicimos un promedio de los segundos entre 1910 y
1913; finalmente, estimamos el porcentaje que representaron los primeros en relación a los segundos
(recordemos que entre 1910 y 1913 se repitieron los valores oficiales, ya que la Tarifa de Avalúos no se
había modificado desde 1906).

D. Precios de consumo

D.1. Cálculo de diferencia entre valores oficiales y precios de consumo de plaza de Buenos Aires
en 187 -1871
Para las estimaciones, hemos unificado las unidades de medida cuando no coincidían en las fuentes,
así como hemos convertido los precios de mercado de pesos moneda nacional a pesos fuertes (moneda
convertible) (Alvarez, 1929, pág. 113). Los precios de mercado se calcularon en base a un promedio que
cotejó las publicaciones de la Revista económica del Río de La Plata de los días 07/08/1870, 04/09/1870,
09/10/1870, 13/11/1870, 04/12/1870, 18/12/1870, 29/01/1871, 12/02/1871 y 19/03/1871. Hemos
procurado la correspondencia entre las categorías de bienes para los que existían más de una (aceite de
olivo español o italiano, arroz del Piamonte, queso italiano, azúcar refinada, tabaco de Brasil, vino tinto
español, café en grano de Brasil, yerba paranaguá, carbón de piedra inglés), aunque es probable que las
diferencias en algunos precios se deban al amplio abanico de calidades.

D.2. Cálculo de diferencia entre valores oficiales y precios de consumo de plaza de Buenos Aires
en 1887
Para las estimaciones, hemos unificado las unidades de medida cuando no coincidían en las fuentes,
así como hemos convertido los precios de mercado de pesos moneda nacional a pesos oro (moneda
convertible) (Alvarez, 1929: 122). Los precios de mercado se calcularon en base a un promedio que
cotejó las publicaciones de los días 22/01, 19/02, 19/03, 16/04, 21/05, 18/06, 16/07, 20/08, 17/09 y
15/10 de 1887. Hemos procurado la correspondencia entre las categorías de bienes para los que existían
más de una (arroz de toda procedencia, azúcar refinada, tabaco de Brasil, vino tinto español, café en
grano de Brasil, yerba paranaguá, cerveza embotellada), aunque es probable que las diferencias en
algunos precios se deban al amplio abanico de calidades.

D.3. Cálculo de diferencia entre valores oficiales y precios de consumo en explotaciones


agropecuarias de la provincia de Buenos Aires en 1885 y 1895
Para las estimaciones, se usaron los precios de mercado que pagaron quienes trabajaron en las
explotaciones agropecuarias de la provincia de Buenos Aires en 1885 y 1895 –declarados en una encuesta
realizada para elaborar un informe parlamentario sobre la agricultura, la ganadería y la colonización–

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ARTÍCULO Números oscuros. La valoración de las importaciones argentinas, C. 1870-1913

(Congreso Nacional, “Investigación parlamentaria sobre Agricultura, Ganadería y Colonización”, 1898:


64-66). Todos los precios fueron convertidos a pesos oro (Alvarez, 1929), cuando correspondió, para
hacerlos comparables con los avalúos.

D.4. Cálculo de diferencia entre valores oficiales y precios de consumo de líneas ferroviarias
entre 1892 y 1913
Para las estimaciones, se calculó un promedio de los precios del carbón pagado por las empresas
ferroviarias cuyas líneas partían de Buenos Aires a fin de abstraer el cálculo de otros gastos. Las líneas
seleccionadas fueron Buenos al Pacífico; Buenos Aires y Rosario; Central Argentino; Buenos Aires y
Puerto de Ensenada. Los datos de los precios del carbón pagado por las compañías se extrajeron de
Ministerio de Obras Públicas, “Estadística de los Ferrocarriles en Explotación”, 1892-1913.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)
ARTÍCULO

ECUADOR: LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL FERIADO


BANCARIO (8-12 DE MARZO DE 1999)
Julio Oleas-Montalvo*
doi.org/10.47003/RUHE/10.17.03

Resumen
El feriado bancario fue uno de los cinco hitos de la crisis financiera del Ecuador en el quinquenio final
del siglo XX. La pérdida de confianza que generó la suspensión de las actividades financieras del 8 al
12 de marzo de 1999 condujo a la decisión confiscatoria de inmovilización de los depósitos privados
en el sistema financiero (el congelamiento). Estos eventos no fueron planificados en forma conjunta;
más bien, durante esa semana las decisiones del gobierno fueron dándose conforme evolucionaban
los acontecimientos, día por día, sin un libreto preestablecido. El análisis de esta coyuntura -el feriado
bancario- carece de sentido si no se recurre al análisis de los procesos de más largo plazo en los que se
inscribe: la reforma neoliberal del sector financiero y la crisis que desembocó en la dolarización de la
economía ecuatoriana.

Palabras clave: crisis financiera, neoliberalismo, desregulación, economía política, economía


institucional, dolarización, Fondo Monetario Internacional, Ecuador.

Abstract
The bank holiday was one of the five milestones of the Ecuadorian financial crisis of the final five-
year period of the 20th century. The suspension of the financial services during March 8-12, 1999,
provoked a general loss of confidence that led to the government decision of immobilization of all kind
of private deposits in the financial system (the so called “freezing”). These events were not planned
in a synchronized way; during that week, the government decisions were taken just as the events took
place instead, day by day, without a script stablished in advance. The bank freezing analysis is nonsense
without analyzing the neoliberal financial reform and the economic crisis that flew into dollarization.

Key words: financial crisis, neoliberalism, deregulation, political economy, institutional economy,
dollarization, International Monetary Fund, Ecuador.

* Hasta 2019, Prof. Titular del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

1. Introducción

El lunes 8 de marzo de 1999 los bancos del Ecuador no atendieron a sus clientes. El Superintendente
de Bancos y Seguros Jorge Egas Peña anunció en forma imprevista, minutos antes de las nueve de
la mañana, que ese día las entidades financieras no abrirían sus puertas. En una época de intensa
desregulación financiera, una decisión administrativa de ese tipo parecía imposible. La suspensión de
las actividades en las entidades financieras −se lo llamó feriado bancario− debía durar un día, pero se
la prorrogó hasta el viernes 12 de marzo. Durante esa semana las autoridades económicas improvisaron
un decreto confiscatorio, de inmovilización de los depósitos de los clientes de las entidades financieras
de todo tipo.
El feriado bancario ha sido estudiado como parte del proceso degenerativo de la institución monetaria
ecuatoriana que tomó fuerza en el quinquenio final del siglo XX. Ocurrió al agudizarse la crisis financiera
iniciada los primeros meses de 1996, cuando el Banco Continental acusó problemas de liquidez que
pronto se convirtieron en una irreversible situación de insolvencia. No se lo ha investigado como un
evento coyuntural, de corta duración, pero determinante para el desenlace de la crisis coronada con la
dolarización de la economía en enero de 2000.
Este proceso degenerativo comenzó el 13 de mayo de 1982, cuando se sancionó una devaluación de
32 por ciento, tras casi un cuarto de siglo de estabilidad cambiaria. Esta medida, tomada para corregir
los desequilibrios macroeconómicos acumulados durante la década de 1970, resultó insuficiente al
declararse la moratoria de la deuda externa mexicana, pero abrió el camino a la cadena de devaluaciones
que anularon la función de reserva de valor del sucre, la moneda de curso legal en Ecuador hasta el 8
de enero de 2000. En el quinquenio final del siglo XX, a las devaluaciones se sumó la expansión de la
base monetaria destinada a contrarrestar los frecuentes problemas de liquidez y solvencia de algunas
entidades bancarias privadas, lo que finalmente provocó el colapso del sucre (una detallada descripción
de este proceso se puede revisar en Oleas, 2018).
No existen estudios específicos sobre la suspensión de las actividades bancarias y financieras entre
el 8 y el 12 de marzo de 1999. Obras como "Dolarización Informe Urgente" compilada por Acosta y
Juncosa (2000) o "Macroeconomía y economía política en dolarización" editada por Marconi (2001) se
enfocan en el resultado del proceso económico y político que condujo a la dolarización y en sus efectos
esperados. "Crisis y Dolarización en el Ecuador", editado para el Banco Mundial por Beckerman y
Solimano (2002), contiene un capítulo dedicado a los orígenes de la crisis, desde la perspectiva de la
gobernabilidad y de vulnerabilidades como la exportación de productos primarios, los desastres naturales
y los cambios en los flujos financieros, pero también se concentra en las oportunidades, riesgos y en las
dimensiones sociales y de género “bajo” la dolarización.
Luis Jácome sostiene en "The Late 1990s Financial Crisis in Ecuador: Institutional Weaknesses,
Fiscal Rigidities, and Financial Dollarization at Work", que la creciente desconfianza en la capacidad del
Banco Central del Ecuador (BCE) para mantener el tipo de cambio, y con uno de los bancos comerciales
más grandes del país (el Banco del Progreso) “demandando liquidez al BCE, en marzo de 1999 el
gobierno declaró un feriado bancario. Luego, al finalizar la semana del feriado, en un ambiente de
sistemática carencia de confianza, el gobierno impuso un generalizado congelamiento de los depósitos
bancarios” (Jácome, 2004). Este estilizado relato esconde detalles fundamentales para comprender lo
ocurrido en Ecuador en la primera quincena de marzo de 1999, en medio de la crisis económica más
aguda de su historia republicana1.

1 Luis Jácome es economista doctorado en la Universidad de Boston. Fue el primer presidente del Directorio del BCE, órgano
que, con la reforma constitucional de 1998, reemplazó a la Junta Monetaria (Oleas, 2013, nota a pie de página 368). Al mo-
mento de su designación para presidir ese Directorio era el director técnico de la Corporación de Estudios para el Desarrollo
(CORDES), ONG de orientación democratacristiana, dirigida por el expresidente Osvaldo Hurtado, quien tuvo a su cargo la
conducción del cuerpo legislativo que reformó la Constitución política vigente desde 1979.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

La tesis "El efecto del congelamiento de depósitos sobre el sector real y monetario de la economía
ecuatoriana en el periodo comprendido desde marzo de 1999 a marzo de 2000" de María del Pilar Ruiz,
sustentada en 2000 en la Escuela Politécnica del Litoral para optar por el título de economista contiene
una interesante discusión sobre el feriado, considerándolo un antecedente lógico del congelamiento.
Este estudio busca profundizar el análisis de la coyuntura en la que se declaró el feriado bancario, para
explorar en forma más detallada la prolongada crisis financiera de fines del siglo pasado. Se sostiene que,
si bien el feriado y el congelamiento forman parte de un mismo proceso de crisis, al tomar la decisión de
declarar el feriado (lo que habría sucedido el fin de semana del 6-7 de marzo de 1999), a las autoridades
económicas todavía no se les había ocurrido congelar los depósitos del sistema financiero2. Más todavía,
mientras que el feriado fue decidido como una medida dedicada a favorecer la desesperada situación
de un poderoso banco costeño, el congelamiento fue la respuesta de las autoridades económicas a la
generalizada pérdida de confianza resultante del feriado, con profundos efectos en las expectativas de
los clientes del sistema financiero y en las funciones de la institución monetaria.
La serie de eventos que configuraron la crisis que llevó a la dolarización −incluido el feriado bancario−
se inscribe en el periodo de inestabilidad financiera iniciada a mediados de la década de 1970, tras la
fase de “represión financiera” de la macroeconomía keynesiana dominante luego de la Segunda Guerra
Mundial (Lucarelli, 2011). En esta etapa histórica, la del neoliberalismo, han prevalecido políticas de
desregulación funcionales al capitalismo globalizado.
En la década de 1990 ocurrieron varias crisis que testimonian del elevado costo social y económico
cobrado por el capital financiero, hasta prevalecer en el mundo globalizado. En México, en diciembre de
1994, la falta de reservas internacionales obligó a devaluar el peso y a acordar con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) un paquete de rescate que provocó un repunte de la deuda externa de América
Latina. Venezuela, Argentina, Brasil y Chile fueron los países más afectados por el “efecto tequila.” En
julio de 1997 la vertiginosa expansión del crédito externo y el ingreso de capitales de corto plazo inició
en Tailandia una crisis que se extendió con rapidez a Malasia, Indonesia, Filipinas y Corea del Sur. Por
medio de canales comerciales y financieros esta crisis afectó a varios países de América Latina, pero
tuvo efectos mayores en Rusia, en combinación con la reducción de los precios de los commodities. En
agosto de 1998 se desató la “crisis del vodka” que, como se verá, afectó en forma directa a Ecuador. En
enero de 1999 la decisión del gobierno brasileño de dejar flotar el real provocó otra crisis que también
afectó directamente a la economía ecuatoriana al entorpecer los flujos financieros internacionales.
Durante esa década la inestabilidad financiera obligó al FMI a desarrollar mecanismos de garantía
de depósitos para tratar de robustecer sistemas financieros debilitados por crisis de balanza de pagos
y fiscales, expuestos a los vaivenes del capital especulativo. Como en Ecuador (como se verá más
adelante), también en Finlandia, Honduras, Indonesia, Jamaica, Japón, Corea del Sur, Kuwait, Malasia,
México, Suecia, Tailandia y Turquía, entre otros, se establecieron esos mecanismos, con dispares
resultados (García, 1999).
La investigación utilizada en este artículo debía sustentar una conferencia para el segundo encuentro
de historia económica organizado por la Red Interdisciplinaria de Historia Económica de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador en Quito, en octubre de 2019. La masiva protesta social que sacudió
al Ecuador en ese mes obligó a los organizadores a posponer el evento hasta marzo de 2020. Lo que
tampoco pudo ocurrir por consecuencia de la pandemia del COVID-19. En todo caso, transcurridas
más de dos décadas, es oportuno recordar la crisis bancaria de fines del siglo XX, aunque solo sea
2 La noche del lunes 8 de marzo el Superintendente Egas Peña apareció en cadena de televisión (y radio) por segunda vez en
ese día para anunciar que se había considerado “…necesario prolongar por un día el feriado bancario decretado por la Junta
Bancaria, a pedido del gobierno nacional, y de esa manera permitir que el mismo adopte un programa que contemple los
correctivos necesarios para lograr la estabilidad del sistema financiero y la reactivación económica del país…” El 9 de marzo
de 1999 la opinión pública se refería a un “inusitado feriado bancario durante dos días…” que, finalmente, duró hasta el viernes
12 de marzo, con lo que el sistema financiero solo reabrió sus puertas el lunes 15 de marzo, con los depósitos de sus clientes ya
congelados (El tiempo, 9 de marzo de 1999. El subrayado es nuestro).

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 51


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

para contrapesar las voces que en estos días pretenden sublimar los dolorosos acontecimientos que
desembocaron en la dolarización de la economía ecuatoriana.
Este artículo muestra la necesidad de ceñir un evento histórico coyuntural −el feriado bancario−
dentro de un proceso de crisis de varios años, que se inscribe en una década de crisis financieras en países
de la periferia del capitalismo. Describe los antecedentes del feriado bancario como un evento específico
y coyuntural no planificado, y analiza los detalles de su ejecución, considerándolo uno de los cinco
acontecimientos fundamentales para comprender la naturaleza de la crisis financiera ecuatoriana de fines
del siglo XX. Con este propósito, la siguiente sección esboza las reformas financieras implementadas
en la década de 1990. La tercera sección elabora un perfil de la crisis financiera a la luz de la economía
política. La cuarta describe el feriado bancario como un evento distinto al congelamiento de depósitos.
Por último, se presentan algunas conclusiones relevantes.

2. Desregulación financiera "a la" ecuatoriana

Las dos décadas finales del siglo XX fueron el escenario de un tortuoso proceso de cambio de modelo
económico. La Constitución Política publicada en el Registro Oficial n. 800 del 27 de marzo de 1979
eliminó la Junta Nacional de Planificación, entidad rectora de la tardía industrialización por sustitución
de importaciones de la década de 1970, y creó el Consejo Nacional de Desarrollo (Conade), entidad
llamada a elaborar los planes de desarrollo y a fijar las políticas económicas, sociales y poblacionales.
Aparte de este cambio, la crisis de la deuda externa provocada por el default de México sorprendió al
Ecuador con la estructura institucional desarrollada durante el boom petrolero.
Al avanzar la década perdida, los frecuentes ajustes cambiarios, la gestión de la deuda externa y la
monetización de los déficits fiscales debilitaron la capacidad de direccionamiento macroeconómico del
Conade y desplazaron el eje de la política económica hacia la Junta Monetaria (JM), organismo rector
del BCE. En esa década los ajustes macroeconómicos se inspiraron en la lógica del enfoque monetario
de la balanza de pagos (EMBP3) y usaron variables nominales como instrumentos de política. Esto
promovió una creciente influencia económica y política de los bancos comerciales y la eclosión de
varios grupos financieros (Fierro, 1991). Las ventajas ganadas por el sistema bancario privado se vieron
facilitadas por dos factores. Por un lado, el constante bloqueo del poder político a los bancos públicos (en
especial al Banco Nacional de Fomento). Y por otro, el hecho de que los canales de crédito productivo
fueron paulatinamente entregados a la banca privada, en un ambiente de inflación “estructural” y fuertes
restricciones externas.
En la década de 1990, la JM siguió siendo la entidad más importante del país. Era un ente corporativista
integrado por varios ministros de Estado, representantes del sector privado (de las cámaras de la
producción y de los bancos comerciales) y de varias entidades financieras públicas y presidido por un
representante del Ejecutivo. No era inusual que influyentes empresarios que en un gobierno tenían una
representación gremial, en el siguiente ejercieran una representación pública (Oleas, 2018, Anexo 3).
Trabajadores, pequeños agricultores o indígenas no tenían representación.
El sistema financiero ecuatoriano de la década final del siglo XX era heterogéneo e ineficiente.
Bancos gigantes como Progreso, Filanbanco, Pacífico o Pichincha, localizados en las dos ciudades
más importantes (Quito y Guayaquil), cohabitando con bancos familiares de alcance cantonal, como el
Banco Comercial de la provincia costera de Manabí. Los cuatro más grandes bancos disponían de más

3 En las décadas de 1950 y 1960 la Universidad de Chicago y el FMI estudiaron la secuencia de eventos que desencadenan
las crisis de balanza de pagos. Para mediados de la década de 1970, J.A. Frenkel y H.G. Johnson publicaron The Monetary
Approach to the Balance of Payments (Allen and Unwin, 1976) con ensayos sobre estas crisis y la política económica para
gestionarlas (Polak, 2002). Según el EMBP, una expansión del crédito excesiva y sostenida producirá una pérdida de reservas
igualmente sostenida y de tamaño equivalente. Estas prescripciones fueron aplicadas a partir de la década de 1980 en los países
con problemas de balanza de pagos supervisados por el FMI.

52 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

de 60 por ciento de los activos totales del sistema (Oleas, 2001). “En 1995, las autoridades monetarias
se negaron a escuchar recomendaciones técnicas según las cuales, dada la dimensión de la industria
bancaria ecuatoriana, habrían sido suficiente unas 10 a 12 firmas de igual tamaño para propiciar
escenarios auténticamente competitivos” (aplicando metodologías del Centro de Estudios Monetarios
Latinoamericanos, CEMLA, Ibid., nota a pie de página 7). Es decir, casi cuatro veces menos bancos que
los registrados en ese año. Era un sistema financiero sobredimensionado, con rendimientos decrecientes:
un incremento de uno en insumos arrojaba un incremento máximo de 0,65 en productos (Jaramillo et
al., 1994).
En 1994, este sistema llegó a un máximo de 191 entidades (Cuadro 1). Pero en 1998, al recrudecer
la crisis, se habían reducido a 130 (39 bancos comerciales, 26 sociedades de intermediación financiera,
8 mutualistas, 25 cooperativas de ahorro y crédito4, 13 casas de cambio, 7 entidades financieras
públicas…). Paul Beckerman afirma que “el sistema financiero ecuatoriano experimentó un proceso
de liberalización que lo llevó de una estructura ‘reprimida’ […] a convertirse en un sistema en el que
las entidades privadas eran esencialmente libres de manejar sus negocios. Esta década de liberalización
gradual culminó con la Ley General de Instituciones Financieras de 1994” (Beckerman y Solimano,
2002). Afirmación que, como se verá más adelante, no es exacta.

Cuadro 1. Ecuador: número de instituciones del sistema financiero (al 31/12/1998)


1994 1995 1996 1997 1998
Bancos comerciales 33 39 44 41 39
Soc. de intermediación financiera 59 52 32 28 26
Mutualistas 11 10 9 8 8
Cooperativas de ahorro 24 26 26 26 25
Almacenes genereales de depósito 10 10 8 8 8
Cías. de arrendamiento mercantil 8 7 3 1
Tarjetas de crédito 5 3 3 3 1
Casas de cambio 25 24 20 18 13
Corporaciones de garantía crediticia 10 10 8 4 3
Entidades financieras públicas 6 6 6 7 7
TOTAL 191 187 159 144 130
Fuente: Oleas (2013) en base a Memoria Anual (varios números) de la Superintendencia de Bancos.

El sector financiero tuvo gran capacidad para operar en la política doméstica, en defensa de sus
intereses sectoriales. Esos intereses no necesariamente coincidían con el Consenso de Washington (CW),
el canon de reformas neoliberales en boga en esa década. El CW fue elaborado por John Willliamson para
sintetizar en diez temas la reforma económica promovida por el neoliberalismo en países de América
Latina afectados por la crisis de la deuda externa: disciplina fiscal, reordenación de las prioridades del
gasto público, reforma tributaria, liberalización financiera, tipos de cambio competitivos, liberalización
del comercio, liberalización de la inversión extranjera, privatizaciones, desregulación y derechos de
propiedad (Williamson, 1990). Gracias a esa capacidad ese sector pudo mantener el corporativismo
prevaleciente en el sector financiero y la estructura del sistema bancario forjado la década previa, a
pesar del ímpetu hegemónico con el que se imponían las recomendaciones del CW. Esto se hizo evidente
cuando la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero (LGISF), pieza clave en la reforma
neoliberal, fijó como monto mínimo de capital de los bancos un millón de unidades de valor constante
(UVC)5.
4 Se refiere a las 25 cooperativas reguladas por la Superintendencia de Bancos. La mayor parte de cooperativas de ahorro
y crédito, aunque no las más grandes, se encontraban bajo la tutela del Ministerio de Bienestar Social y no constan en las
estadísticas relevadas por la Superintendencia de Bancos.
5 La UVC era un instrumento financiero de referencia, empleado en operaciones de largo plazo, para valorar bienes y servicios
durante una época de alta inflación. Al 31 de diciembre de 1994, un millón de UVC equivalían a 6,4 millones de dólares.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

La reforma del sistema financiero implementada en la década final del siglo XX no aplicó en forma
directa y con rapidez los criterios de desregulación, apertura, eficiencia y libertad de mercado promovidos
por el CW6.
El primer paso de esta dilatada transformación financiera comenzó en mayo de 1992, cuando se
modificó el estatuto del BCE mediante la Ley de Régimen Monetario y Banco del Estado, promulgada
‘por ministerio de la ley’, luego de que el Legislativo la devolviera al Ejecutivo sin discutirla. Con
esta ley la acción del BCE debía limitarse a velar por la estabilidad de precios y por la viabilidad
de la balanza de pagos. Con estos objetivos podía realizar ‘operaciones de mercado abierto’ en los
mercados de cambios y de dinero. También debía actuar como prestamista de última instancia dentro
de parámetros estrictos, pero no podía conceder crédito ni al gobierno ni al sector privado. El axioma
neoliberal sobre la independencia del banco central quedó marcado en forma imperfecta, pero se anuló
la capacidad del BCE de intervenir activamente en la promoción del crecimiento. En resumen, estos
cambios eliminaron las facultades desarrollistas diseñadas por la Misión Triffin en 1947 −la primera
misión del FMI en Ecuador.
A fines de 1992, el equipo de tecnócratas dirigidos por el vicepresidente del gobierno conservador
del presidente Durán-Ballén aceleró las reformas, con el aval del FMI. La JM promovió el cambio de la
Ley de Mercado de Valores (vigente desde mayo de 1993). Las bolsas de valores de Quito y Guayaquil
fueron transformadas en corporaciones civiles sin fines de lucro, independientes una de otra. Se permitió
a cualquier persona adquirir acciones de las empresas por privatizar, se facultó la constitución de casas
de valores y administradoras de fondos, y se autorizó a las empresas privadas a contraer créditos en el
extranjero7.
En diciembre de 1993 se aprobó la Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación
de Servicios Públicos y en mayo de 1994 la LGISF. Ambas fueron objeto de enconados debates antes
de constituirse en los ejes de la modernización neoliberal de fines de siglo. La LGISF desreguló el
mercado financiero, autorizó a los bancos extranjeros a captar recursos mediante depósitos de ahorro,
abrió varios canales para que los capitales fluyeran libremente, permitió vinculaciones crediticias a tasas
de interés preferenciales para fortalecer a los grupos financieros e introdujo el concepto de patrimonio
técnico como indicador de solvencia. También alentó la autorregulación del sistema, con el respaldo de
una junta bancaria dirigida por el Superintendente de Bancos, quien debía anular el intervencionismo
estatal y promover las fusiones.
La LGISF fue acordada con el FMI en el párrafo 42 de la carta de intención remitida a esa entidad en
marzo de 1994: “Adicionalmente, hasta mayo de 1994 el Ejecutivo enviará al Congreso la Ley General
de Instituciones Financieras. Este proyecto de ley busca mejorar la eficiencia de la intermediación
financiera, fortalecerá la supervisión y regulación bancaria, permitirá la creación de la banca múltiple
y estandarizar las normas para los diversos tipos de instituciones financieras. La Superintendencia de
Bancos ha iniciado un programa de reforma institucional cuyo objetivo es fortalecer su capacidad de
control y supervisión” (Oleas, 2018, Anexo 2: Carta de Intención al FMI, 31 de marzo de 1994). En
perspectiva, la nueva ley aceleró la dolarización de los activos y pasivos del sistema: el cuasidinero en
moneda extranjera creció de 13% en 1993 a casi 30% en 1996 lo que, más que un problema, se consideró
como un resultado deseable, que demostraba la integración del país en la nueva economía globalizada.
Es necesario notar que el párrafo previo de esa misma carta de intención (el número 41) ofreció
“…introducir reformas adicionales en el sistema financiero. En mayo de 1994, el Ejecutivo enviará al
Congreso las reformas a la Ley de Régimen Monetario. El borrador de la ley (que fue elaborado con la
asistencia técnica del FMI) fortalecerá la independencia del Banco Central, confirmará la función del
Banco Central como depositario oficial del sector público (para mejorar el control monetario), eliminará
la excesiva reglamentación de la ley actual, consagrará el principio de la libre determinación de las tasas
de interés y garantizará el libre acceso al mercado cambiario” (Ibid.). Este compromiso, que hubiera
implementado en 1994 las reformas promovidas por el CW en el sector financiero ecuatoriano, no se
cumplió.
6 A diferencia de lo ocurrido en Perú, por ejemplo, en donde la reforma neoliberal de Alberto Fujimori −el fujishock− se aplicó
de manera mucho más rápida y general, en prácticamente todos los sectores económicos.
7 La creación de dos minúsculas bolsas de valores, una en Quito y otra en Guayaquil, da cuenta del atávico celo regional de las
elites ecuatorianas. Preferían mantener sus espacios de mercado −de alcance provincial− desperdiciando economías de escala
y las sinergias que pudo acarrear un franco aperturismo económico (Oleas, 2018).

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

La reforma del sistema monetario y financiero siempre estuvo condicionada por la capacidad de
agencia y los intereses de los representantes de ese heterogéneo sector, así como de otros grupos de
presión que, en conjunto, comandaron el neoliberalismo criollo (Falconí y Oleas, 2004). En 1998, la
implementación del CW todavía estaba en desarrollo, con la masiva reforma a la Constitución de 1979.
Y terminó con la dolarización de enero de 2000, es decir en contra de la recomendación del CW sobre
la conveniencia de contar con tipos de cambio competitivos.
La independencia del BCE se introdujo mediante reforma constitucional al final de la década. El
artículo 261 de la Constitución de 1979 reformada en 1998 dispuso que el objetivo institucional del BCE
era velar por la estabilidad del sucre, dotándolo de un directorio independiente −y neutral en lo político−
con cinco miembros propuestos por el Ejecutivo y confirmados por el Legislativo, con autonomía para
ejercer la política monetaria y cambiaria (art. 264 de la Constitución reformada). El BCE fue autorizado
a otorgar al sistema financiero créditos de liquidez de corto plazo (art. 265 de la Constitución reformada).
En el quinquenio final del siglo pasado prevalecieron dos partidos de tendencia conservadora (el
Partido Social Cristiano, PSC, y la Democracia Popular, DP), a los que con frecuencia se sumaban el
Partido Conservador Ecuatoriano (PCE) y el Frente Radical Alfarista (FRA) y uno populista (Partido
Roldosista Ecuatoriano, PRE). La DP tenía su base electoral en Quito, mientras que el PSE y el PRE se
disputaban el electorado de Guayaquil, la ciudad más populosa. Siguiendo a Pachano (1997), para quien
era una misma oligarquía dividida entre “patricios” (los del PSC) y “turcos” (los del PRE), las reformas
constitucionales habrían tenido el respaldo mayoritario del poder económico guayaquileño y el apoyo
parcial del poder económico quiteño.
En la Asamblea Nacional Constituyente de 1997 el PSC, la DP, el PRE y el FRA sumaban 65,7 por
ciento de la votación total (Cuadro 2.), suficiente para imponer su voluntad. Esa mayoría de asambleístas
convino en elevar a nivel constitucional el objetivo del BCE y en ratificar la prohibición de conceder
crédito al sector público, pero deslizó entre las disposiciones transitorias una −la cuadragésima segunda−
que facultaba al BCE a “otorgar créditos de estabilidad y de solvencia a las instituciones financieras…”
(Constitución Política de la República del Ecuador, Registro Oficial 1, 11 de agosto de 1998).

Cuadro 2. Ecuador: Conformación de los congresos y la Asamblea Constituyente, según partidos o


movimientos políticos, 1994-1998

Fuente: Ayala, 2004 y Legislatina. Observatorio del Poder Legislativo en América Latina

Así, en medio de interrupciones y desacuerdos, los partidos predominantes moldearon a su


conveniencia la estructura institucional del país, mientras los precios de las materias primas de
exportación se deterioraban de manera constante. El sistema de bandas cambiarias preanunciadas,
implementado luego del ajuste macroeconómico de septiembre de 1992, afectó la estabilidad de la tasa

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

de interés y cambió las expectativas de los agentes económicos haciéndolos más ‘cortoplacistas.’ La
inversión productiva se hizo riesgosa y la especulación contra el tipo de cambio o las tasas de interés se
convirtió en la actividad predilecta de la gente con capacidad de ahorro y con información privilegiada.
La renegociación de la deuda externa de 1994, presentada a la opinión pública como un éxito financiero,
en pocos meses se convirtió en una pesada carga fiscal, agravada por el conflicto bélico con el Perú
(febrero de 1995)8. En este escenario, alterado con frecuencia por escándalos de corrupción y con una
creciente inestabilidad política, se desarrolló la crisis financiera más aguda de la historia del Ecuador.

3. La economía política de la crisis financiera

La crisis financiera comenzó en febrero de 1996, cuando se conoció que el Banco Continental había
enviado al exterior cerca de 300 millones de dólares en menos de cuatro meses −operación legal, según
la LGISF vigente desde mayo de 1994.
En su origen, el Banco Continental era una empresa familiar de ahorro y crédito. Para 1979 ya era el
noveno banco del país. Su primera crisis ocurrió en 1983, superada cuando sus propietarios se acogieron
a los “créditos de estabilización” del BCE. Mediante estas operaciones, conocidas como sucretización,
el BCE asumió las deudas externas de muchas empresas privadas y se hizo cargo del riesgo cambiario9.
Luego de este traspié, en 1985 el Continental ya se ubicaba entre los cinco bancos más grandes del país
y en 1994 encabezaba el Holding Conticorp, según la normativa de la LGISF.
Al comenzar 1996, con una recapitalización de 42,3 millones de dólares (que luego se identificó
como una operación ficticia), el directorio de Conticorp habría encubierto en los balances del Banco
Continental varios pagos a empresas vinculadas, canjes de cuentas por cobrar por activos inmobiliarios
y piramidaciones de capital. Los dueños del banco alegaron que atravesaba problemas de liquidez y no
de solvencia10.
En marzo de 1996, la JM autorizó conceder al Banco Continental un crédito subordinado por 121,7
millones de dólares. La ley le facultaba a no hacerlo, lo que habría evitado expandir la oferta monetaria
y la consecuente presión inflacionaria. Por su parte la Superintendencia de Bancos pudo anteponer los
intereses de los depositantes y apremiar a los administradores y accionistas del Continental a solucionar
con sus capitales los problemas financieros provocados por las operaciones con las empresas del Holding.
Las autoridades justificaron el crédito aduciendo que evitaría el ‘efecto dominó’. En efecto, la decisión
de las autoridades impidió el contagio, pero al concederlo instauró el riesgo moral prevaleciente en el
sistema financiero ecuatoriano hasta finalizar el siglo.
El crédito del BCE al Banco Continental no lo salvó de la quiebra. No pudo revertir la pérdida
de confianza cuando sus clientes se enteraron del nivel de concentración y vinculación de créditos
para beneficio de sus dueños y sus empresas relacionadas. Mientras tanto, en esta operación de fallido
salvamento el país malgastó el primer centenar de millones de dólares perdidos durante la crisis
financiera. Y, no es descabellado hipotetizar, los dueños de otras entidades habrán anticipado que, si se
disponía de conexiones políticas, era posible que el Estado asumiera otros rescates.
En el quinquenio final del siglo XX la economía ecuatoriana enfrentó varios eventos adversos. En
los meses iniciales de 1995 el recrudecimiento del conflicto bélico con el Perú alteró la programación
fiscal acordada con el FMI en la carta de intención remitida a Michel Camdessus el 31 de marzo de 1994.
Las tres semanas de combate en el Alto Cenepa, en la región oriental de la frontera con Perú, tuvieron
un costo de 1,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB), lo que produjo un déficit fiscal de 1,4 por
ciento del PIB.
A mediados de 1995, la renuncia del vicepresidente Alberto Dahik, el impulsor más consistente
de la reforma neoliberal, produjo una crisis de confianza que se tornó constante cuando se destapó
el problema del Banco Continental. Entre agosto de 1996 y febrero de 1997, la inestabilidad política

8 Desde el siglo XIX Ecuador y Perú mantuvieron fuertes desacuerdos en torno a la demarcación de su frontera común. En
varias ocasiones esos desacuerdos escalaron hasta llegar a enfrentamientos armados. Solo en 1998 se acordó una paz definitiva.
9 En los cuatro años que duró el proceso de sucretización, el saldo agregado de las deudas externas privadas se redujo en una
cifra total de 1.543 millones de dólares, según la información del BCE (Oleas, 2013).
10 Durante la crisis financiera los dueños y administradores de las entidades que terminaron quebradas siempre recurrieron a
este argumento.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

alcanzó niveles inusuales, debido a la forma en que Abdalá Bucaram condujo su efímero gobierno. Estos
eventos afectaron el tipo de cambio e impulsaron la inflación.
El fuerte fenómeno de El Niño de 1997-98 causó la muerte de cientos de personas y la destrucción
de la infraestructura de transporte, escuelas y hospitales públicos; las inundaciones malograron amplias
superficies de cultivos de banano, cacao y otros productos de exportación; el calentamiento del Océano
Pacífico redujo la pesca y las marejadas destruyeron vastas superficies de piscinas camaroneras11. Este
factor fue determinante para que la cuenta corriente de la balanza de pagos arroje valores negativos de
3 por ciento y 9,3 por ciento en 1997 y 1998, respectivamente.
Otro factor adverso fue la reducción de los precios del petróleo de exportación, que en 1998 bajó a
9,2 dólares/barril (promedio anual). Todo esto contribuyó a que las tasas de crecimiento del PIB sean
inferiores a la tasa de crecimiento poblacional, salvo en 1997 (Cuadro 3).

Cuadro 3 Ecuador: Indicadores económicos seleccionados, 1995-1999

Fuentes: BCE: Boletín Anuario n 20 y 22; 75 Años de Información Estadística; 80 Años de Información
Estadística

En agosto de 1996 llegó a su fin la relativa estabilidad política inaugurada en 1979. Ese mes, Abdalá
Bucaram, el líder del Partido Roldosista Ecuatoriano, asumió la presidencia de la República con el
respaldo económico de la oligarquía guayaquileña y el apoyo electoral del movimiento indígena y varios
partidos de izquierda. En el balotaje venció al candidato del PSC con 54,5 por ciento de los votos del
padrón electoral. El PRE ganó 19 diputaciones, mientras el PSC captó 27 (véase Cuadro 2).
El apoyo electoral de Bucaram no estaba alineado al respaldo económico de su campaña. El PRE
llegó al poder con los recursos económicos de la facción “turca” de la oligarquía guayaquileña (véase
nota a pie de página 11). Una vez ganadas las elecciones, el accionista principal del Filanbanco, Roberto
Isaías, fue designado “asesor económico principal” y presidente del frente económico del gobierno12.
El dueño del Banco Territorial, David Goldbaum, asumió la presidencia de la Corporación Financiera
Nacional. Álvaro Noboa, propietario del Banco del Litoral, recibió la Junta Monetaria. Fernando Aspiazu

11 El Niño es un fenómeno climático que afecta con lluvias severas la zona intertropical y ecuatorial de la región costera del
Océano Pacífico en América del Sur, en especial en Colombia, Ecuador y Perú.
12 El frente económico estaba constituido por las autoridades económicas del Ejecutivo y los directivos de otras entidades
públicas relacionadas con la producción, el comercio y las finanzas.

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

fue presentado como “miembro del equipo económico”13. Jorge Marún se posesionó en el Ministerio de
Industrias, Pablo Concha −cuñado de Bucaram y también banquero− en el de Finanzas; Alfredo Adoum
en el de Energía y Hugo Encalada en Agricultura. Este grupo incluyó a Augusto de la Torre, tecnócrata
confirmado como gerente del BCE.
Bucaram comenzó su mandato sin plan de gobierno. Para suplir esta carencia recurrió a Domingo
Cavallo, quien poco antes había dejado el ministerio de Economía de Argentina. Cavallo era considerado
el artífice del plan de estabilidad cambiaria del gobierno de Carlos Menem, basado en la Ley de
Convertibilidad del Austral14. Con este modelo, anclado al tipo de cambio, Argentina pudo reducir la
inflación de 2.000 por ciento a 2 por ciento anual.
En Ecuador un plan de convertibilidad también habría atado la oferta monetaria del BCE al resultado
neto del sector externo mediante una paridad cambiaria fija que se propuso sería de 4.000 sucres por
dólar, de manera que el 1 de julio de 1997 cada “nuevo sucre” debía valer un cuarto de dólar. Un resultado
positivo en el sector externo expandiría la oferta monetaria mientras que uno negativo la contraería. Así
se lograría desvincular la política monetaria de la política fiscal, lo que acabaría con la inflación.
El plan de convertibilidad preparado para Ecuador en los meses finales de 1996 fue el más completo
plan de ajuste de la década de 1990. Cuando el poder Legislativo se aprestaba a enjuiciar a Bucaram, este
remitió a esa función del Estado 11 proyectos urgentes (de leyes de convertibilidad, tributaria, financiera,
de estabilización petrolera, de seguro de depósitos, de hidrocarburos, minería, seguros, lavado de dinero;
nuevas leyes para la Corporación Financiera Nacional y Petroecuador y declaración de la ciudad costera
de Esmeraldas como puerto libre) y 13 proyectos económicos no urgentes (laboral, contratación pública,
servicio civil, presupuesto, desagio, valores, compañías, aduanas, control, comercio exterior, para el
Banco Nacional de Fomento…).
Para ponerlo en práctica, el plan de convertibilidad requería flexibilizar el mercado de trabajo y
acelerar las privatizaciones, como lo había hecho Argentina. Su vigencia habría anulado la capacidad del
BCE para actuar como prestamista de última instancia. Pero ¿qué futuro real tenía un plan de este tipo
cuando los más conspicuos representantes de los negocios de exportación de Guayaquil y de una banca
liberada por la LGISF a su autorregulación dirigían el frente económico del gobierno de Bucaram?
Eran los mismos exportadores y banqueros que meses antes habían presenciado un apresurado y fallido
salvamento al Banco Continental.
Bucaram fue derrocado en febrero de 1997 y su plan de convertibilidad no pasó de ser una gigantesca
cortina de humo. El plan era políticamente inviable y adolecía de un grave defecto ‘técnico’: según la
«crítica de Lucas» las medidas de política macroeconómica pierden toda, o gran parte de su eficacia, si
son anticipadas y conocidas por los agentes económicos a quienes deberían afectar15. Bucaram abortó
la convertibilidad al montar la fanfarria que orquestó durante su breve mandato. Por su formación
probablemente desconocía las consecuencias macroeconómicas de su conducta política. Pero los
economistas del BCE y del Ministerio de Finanzas, y el equipo de Cavallo, sin duda conocían a Lucas y,
probablemente, estaban convencidos de que los agentes actuaban siguiendo sus ‘expectativas racionales’.
Liderado por el PSC, el Congreso nombró presidente interino a Fabián Alarcón, uno de los dos
diputados del FRA (véase Cuadro 2), quien asumió el cargo con dos objetivos concretos: facilitar las
elecciones presidenciales de 1998 y convocar una asamblea para reformar la Constitución de 1979.
La troika PSC-PRE-DP siguió a cargo de las decisiones económicas fundamentales. Con el precio del
petróleo a la baja, otros precios internacionales de materias primas deprimidos, un agresivo fenómeno El
Niño y el generalizado riesgo moral inducido por la debilidad de las entidades de regulación y control,
13 Aspiazu era el principal accionista del Banco del Progreso, uno de los más grandes del país, y había presidido el directorio
del Banco Cofiec, una de las entidades financiera más beneficiadas con la sucretización de las deudas externas privadas. Era
dueño de la empresa de generación eléctrica Electroecuador y de Emelec, la empresa de distribución de energía eléctrica
de Guayaquil; era accionista minoritario en las empresas agroindustriales La Favorita, Oleica, Phidaigesa y Ales. También
era capaz de generar opinión pública en dos medios de su propiedad: El Telégrafo, el diario más antiguo de esa ciudad, y la
televisora SiTV (Oleas, 2018.).
14 Cavallo se podría considerar el economista sudamericano con mayor prestigio de esa década: en 1992 Euromoney lo
eligió “Ministro de Finanzas del Año” y Latin Finance lo nombró “El hombre del Año” (Biografías y Vidas, https://www.
biografiasyvidas.com/biografia/c/cavallo_ domingo.htm).
15 Esta crítica fue expresada por Robert Lucas Jr. en “Econometric Policy Evaluation: A Critique” en Carnegie-Rochester
Conference Series on Public Policy No. 1, 1976 (citado por Sachs y Larraín, 1994).

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

esos intereses se concentraban en las cabezas de los grupos económicos, es decir en sus respectivas
entidades bancarias.
En 1998 fueron intervenidas cuatro entidades bancarias, mediante procedimientos y con resultados
diferentes. Juntas representaban casi 18 por ciento de los activos y más de 16 por ciento del patrimonio
total del sector (Cuadro 4). Solbanco cayó al tratar de financiar el truncado plan de viviendas populares
¡Un solo toque!, auspiciado por el defenestrado Bucaram16. Cerró sus puertas en agosto de ese año y
luego fue absorbido en la liquidación del Banco Continental.
El Banco de Préstamos enfrentó una corrida de depósitos de 140 millones de dólares en abril de
1998. El mes siguiente el BCE le concedió un crédito de liquidez por 48 millones de dólares que no
alcanzaron para cubrir el desbalance contable. Ese banco captaba recursos en el Ecuador y los transfería
a las empresas petroleras que operaban en Rusia, vinculadas al Grupo Peñafiel, propietario de ese banco.
Cuando cayó el precio del petróleo y comenzó la crisis rusa, los créditos otorgados a esas empresas se
tornaron irrecuperables. “Según la Superintendencia de Bancos, 38% de la cartera total de ese banco, es
decir unos 60 millones de dólares, se canalizó hacia empresas de ese grupo” (Oleas, 2018). En septiembre
de ese año, un juez de la provincia de Pichincha expidió una orden de prisión contra los miembros del
directorio del Banco de Préstamos.

Cuadro 4. Ecuador: bancos intervenidos en 1998: activos, pasivos y patrimonio* % sobre el total
del sistema

* Cifras al 31 de diciembre de 1997.


Fuente: Oleas (2018).

En 1998, Filanbanco era el quinto banco más grande del país, con 11,4 por ciento de los activos
totales del sistema bancario (Cuadro 4). Durante ese año redujo sistemáticamente sus provisiones, hasta
bajar a 21 por ciento, mientras que el promedio del sistema bancario era de 85,7 por ciento (en una
economía que ese año apenas creció 0,4 por ciento, Cuadro 3). La calificación de sus activos de riesgo
había sido manipulada y tenía una cartera vinculada de 426.507 millones de sucres (la segunda más alta
del sistema). La calificación de los activos de riesgo publicada sin observaciones por la Superintendencia
de Bancos el 30 de septiembre de 1998 indicaba que 81,2 por ciento era de riesgo normal (tipo A), 14,6
por ciento de riesgo potencial (tipo B) y 1 por ciento de riesgo deficiente (tipo C). Una nueva auditoría
realizada más adelante concluyó que solo 8 por ciento de la cartera de Filanbanco era tipo A y que la de
riesgo deficiente alcanzaba a 37 por ciento (Gerlach, 2003).
Filanbanco ya era una entidad quebrada en septiembre de 1998. Pero el flamante Directorio del
BCE −independiente, según la Constitución reformada que entró en vigor al asumir la presidencia de la
República Jamil Mahuad de la DP− autorizó concederle un crédito de liquidez por 151 millones de dólares
(casi una décima parte de la reserva internacional del BCE en ese mes). En octubre Filanbanco arrojó
pérdidas por 45.000 millones de sucres, con 40 por ciento de su cartera descubierta, lo que comprometía
su patrimonio, y hasta noviembre recibió otros créditos, en moneda nacional, por un equivalente cercano
a los 250 millones de dólares.
16 “El grito ¡un solo toque! […] se convirtió en el grito de combate, y luego de celebración de los abdalasistas. Tuvo su origen
en un muchacho esmeraldeño que gritaba exaltadamente: ¡un solo toque, un solo toque! Su grito pegó y todos los que rodeaban
a Abdalá empezaron a gritar la consigna. Esta frase simple, que viene del fútbol, tocar la pelota, luego fue incorporada por
Abdalá en su oratoria” (De la Torre, 1996). Con este antecedente de campaña, el improvisado plan de construcción de viviendas
populares de Bucaram, que nunca llegó a ejecutarse, también se llamó ¡Un solo toque!

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ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

En 1998 la emisión monetaria creció 35,3 por ciento, para financiar estos rescates bancarios. Con los
créditos otorgados al Filanbanco, en pocas semanas la recién inaugurada autonomía constitucional del
BCE fue desbordada en virtud de la disposición transitoria cuadragésima segunda de la Constitución
reformada.
Como las condiciones financieras del Filanbanco siguieron deteriorándose, en noviembre de 1998 el
Ejecutivo impulsó un proyecto de ley que fue aprobado por el Legislativo en menos de diez días, con los
votos del PSC, la DP y el PRE (sumaban 72 por ciento de los diputados del Congreso, Cuadro 2). La Ley
de reordenamiento en materia económica en el área tributario-financiera (Registro Oficial 78 de 1 de
diciembre de 1998) estableció la garantía ilimitada de los depósitos en el sistema financiero (art. 21) y
para administrarla, y conducir los procesos de ‘saneamiento’, creó la Agencia de Garantía de Depósitos,
AGD (art. 22)17.
La AGD fue dotada de atribuciones suficientes para condicionar la política monetaria. Podía disponer
al Ministerio de Finanzas que emita bonos del Estado para entregarlos como garantía de las emisiones
de dinero del BCE destinadas a pagar a los depositantes de los bancos. Bancos que, en ejercicio de
las libertades concedidas por la LGISF, habían otorgado créditos vinculados, expatriado capitales o
entregado préstamos dolosos a personas jurídicas fantasmas. La Ley de Reordenamiento… dispuso que
el presidente del directorio de la AGD sea el mismo Superintendente de Bancos, convirtiéndolo en juez
y parte de las políticas fiscal, monetaria y financiera de un país en crisis.
Entre el 2 diciembre de 1998 y el 11 de junio de 1999 este cargo recayó en el abogado guayaquileño
Jorge Egas Peña. Había sido designado Superintendente de Bancos por el Congreso, sin el beneplácito
expreso del Ejecutivo, pero en base a un acuerdo implícito entre la DP y el PSC18. Según el diario de
mayor tiraje de Quito, Egas asumió la Superintendencia “con un fuerte aval del establecimiento político”
(El Comercio, 9 de septiembre de 1998, B-1). Su hoja de vida evidencia sus vínculos con la oligarquía
guayaquileña: abogado de la Superintendencia de Compañías, asesor jurídico de la Bolsa de Valores de
Guayaquil, secretario de la Gobernación del Guayas, ministro de Bienestar Social y Trabajo (durante la
presidencia de Febres Cordero), miembro de la Junta Bancaria y procurador jurídico de varias empresas
relacionadas al Banco del Progreso (Oleas, 2018).
Según la Ley de Reordenamiento…, la operación de la AGD se financiaba con recursos de cuatro
fuentes: un impuesto de 0,65 por ciento sobre los saldos promedio de los depósitos del sector privado;
los depósitos a la vista y a plazos inmovilizados durante más de diez años en las instituciones financieras;
el producto de la venta de sus activos; y los bonos del Estado emitidos por el Ministerio de Finanzas.
En realidad, operó con la emisión de estos bonos, financiados por el BCE mediante la expansión de la
oferta monetaria: en un año, entre la fecha de creación de la AGD y diciembre de 1999, la cuenta del
balance del BCE “Otros activos netos no clasificados,” que fue el lugar contable donde se disimuló esas
erogaciones, tuvo un crecimiento de más de 19.320 millones de millones de sucres (Cuadro 5).
Es aventurado afirmar que la AGD fue creada para amortiguar la caída del Filanbanco, dado su
inmenso peso en el sistema financiero ecuatoriano y su cercanía a los diputados del PSC y del PRE.
Elucubraciones aparte, el hecho relevante es que ese banco fue el primero en ingresar a la AGD para
someterse a un proceso de “reestructuración,” al día siguiente de promulgada la ley que la creó.
Según la Ley de Reordenamiento…, una vez intervenida una entidad financiera, de inmediato la
Superintendencia de Bancos debía asumir la custodia de las acciones de sus propietarios, y ordenar una
auditoría para dimensionar su situación patrimonial. El 28 de diciembre de 1998, es decir, tres semanas
más tarde de su ingreso a la AGD, la Fiscalía General del Estado pidió al ente de control información
sobre la situación financiera del Filanbanco, requerimiento que fue atendido en marzo de 1999, el mes del
feriado bancario. Filanbanco cerró todas sus operaciones en julio de 2001, pero sus empresas vinculadas
corrieron diversas suertes, como una serpiente que sigue reptando tras ser decapitada.

4. El feriado bancario

Entre diciembre de 1998 y enero de 1999 quebraron seis bancos más. La Ley de Reordenamiento
en materia económica en el área tributario-financiera estableció un impuesto de uno por ciento sobre

17 En sus primeros años de funcionamiento la AGD estuvo presidida por el Superintendente de Bancos. Es decir, la nueva
entidad fue inmediatamente cooptada por las empresas del sector financiero.
18 Era un cargo inestable en extremo: entre diciembre de 1998 y abril de 2000, el periodo más crítico de la crisis financiera, lo
ocuparon cuatro personas.
60 Asociación Uruguaya de Historia Económica
ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

todas las operaciones realizadas a través de las entidades del sistema financiero, en cualquier tipo de
moneda, para compensar la suspensión del impuesto a la renta. En 1999 este tributo, llamado ‘impuesto
a la circulación de capitales’ (ICC), recaudó casi 3,8 millones de millones de sucres (2,4 por ciento del
PIB). El ICC fue un poderoso incentivo para que los clientes del sistema financiero eviten el uso de los
servicios bancarios, ahondando la crisis del sistema.
El primer presidente del directorio del BCE, Luis Jácome, comentó, cuatro años más tarde, que el
ICC drenó los “depósitos bancarios […] al tiempo que los agentes económicos se esforzaban por evitar
el impuesto realizando transacciones por fuera del sistema […] también, en forma indirecta, [el ICC
fue] una fuente adicional de presión sobre el tipo de cambio […] los depósitos a la vista en el sistema
bancario cayeron […] en enero [de 1999] a pesar de que la emisión monetaria continuaba creciendo
fuertemente” (Jácome, 2004).

Gráfico 1. Ecuador: dolarización del sistema financiero, 1990-1999 (porcentajes).

Fuente: BCE, Información Estadística mensual n. 1731-1744

En 1999 el impuesto de 0,65 por ciento sobre los saldos promedio de los depósitos del sector privado
más el ICC reactivaron la devaluación y la inflación, y aceleraron la dolarización de los portafolios de
los agentes económicos, tendencia facilitada desde 1994 con la promulgación de la LGISF (Gráfico 1). A
pesar de la recuperación de la cuenta corriente, que pasó de un saldo negativo de 9,3 por ciento del PIB
en 1998 a otro positivo de 5,7 por ciento del PIB en 1999 (Cuadro 3), la reserva monetaria internacional
se redujo de 18,51 millones de millones de sucres en diciembre de 1998, a 13,34 millones de millones
de sucres en noviembre de 1999 (Cuadro 5, columna a)19.
Casi todas las entidades del sistema necesitaron créditos de liquidez para seguir operando, una vez
que se desencadenó la etapa final de la crisis financiera. De forma que la cuenta ‘Crédito neto al sistema
financiero’ del balance del BCE pasó de una cifra negativa de 26.000 millones de sucres en septiembre
de 1998 a otra positiva, de 4,57 millones de millones de sucres en febrero de 1999 (unos 590 millones
de dólares, Cuadro 5, columna f).

19 Las cifras correspondientes a la reserva monetaria internacional del Cuadro 5 estaban valoradas a un promedio de 10.900
sucres por dólar. El BCE no publicó el número de su Información Estadística Mensual correspondiente a diciembre de 1999,
que todavía debió contener valores en sucres. El siguiente número de esa publicación, ya en el año 2000, apareció con cuentas
y variables valoradas en dólares.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 61


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

Cuadro 5. Principales cuentas del balance del BCE, agosto 1998 - noviembre 1999. Saldos en
millones de millones de sucres*

Fuente: Información Estadística Mensual n. 1.774.

Mientras el ICC provocaba una reducción de 16 por ciento en los depósitos bancarios, entre enero y
marzo de 1999 ingresaron a la AGD otros cuatro bancos y dos sociedades financieras. Para entonces la
crisis financiera ya había contaminado toda la economía: pese a una devaluación de 30 por ciento entre
agosto de 1998 y enero de 1999, la reserva internacional perdió 588 millones de dólares. El 12 de febrero
de 1999 el BCE decidió eliminar el sistema de bandas cambiarias y dejar flotar el dólar. El día anterior
el Congreso aprobó un presupuesto con un déficit de 7 por ciento. Esto motivó la renuncia del ministro
de Finanzas, quien fue reemplazado por la Ministra de Gobierno, activa promotora de la concesión
de los créditos subordinados con los que se trató de evitar las quiebras del Continental en 1996 y del
Filanbanco en 1998.
El 3 de marzo de 1999 el BCE concedió al Banco del Progreso un crédito de liquidez por 58,7
millones de dólares. La alternativa hubiera sido ingresarlo a la AGD y emitir bonos por un equivalente
a 700 millones de dólares y obligar al BCE a comprarlos emitiendo más moneda con la cual financiar
un salvamento más oneroso que el de Filanbanco. El 8 de marzo, en cadena nacional de televisión, el
Superintendente de Bancos anunció que los bancos no atenderían al público; justificó su resolución
aduciendo que se quería prevenir retiros de depósitos, preservar el nivel de las reservas bancarias y
limitar el crecimiento de los precios y del tipo de cambio. El texto de esa resolución fue sujeta a “sigilo
bancario” y nunca fue publicado20.
La decisión de Egas Peña (para entonces ya era Superintendente de Bancos, presidente de la Junta
Bancaria y presidente del directorio de la AGD) inició un viaje sin retorno. En la tarde de ese mismo
20 En estricto sentido legal, el sigilo bancario es la obligación de confidencialidad de una entidad bancaria sobre la información
de sus clientes. Es un derecho privado relativo, sujeto a normas legales expresas que precautelan derechos considerados
superiores. Ejerciendo un extraordinario criterio extensivo, Egas aplicó este principio a una disposición administrativa emitida
por él, de carácter general y extraordinario. Cabe notar que, de los cuatro argumentos justificativos del feriado, dos (limitar el
crecimiento de los precios y del tipo de cambio) le correspondían al directorio del BCE, no al presidente de la AGD.

62 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

día apareció por segunda vez ante las cámaras de televisión para prorrogar por 24 horas su disposición
matutina. Al día siguiente el presidente Mahuad declaró el estado de emergencia y dos días más tarde
reapareció para anunciar que los bancos reabrirían sus puertas el siguiente lunes (15 de marzo). Mediante
decreto ejecutivo n. 685, el jueves 11 de marzo declaró el “estado de movilización” del sistema financiero
y de sus depositantes.
Con su decisión, Egas obligó a todos los bancos a interrumpir sus servicios para proteger al que
ya había rebasado la línea de riesgo inminente21. Con su sede principal en Guayaquil, el Banco del
Progreso se especializaba en captar recursos pagando tasas de interés más atractivas. En febrero de 1999
su patrimonio técnico cubría 12,3 por ciento de sus pasivos; el capital pagado era apenas 3,4 por ciento
de sus captaciones (5,8 millones de millones de sucres); 47,9 por ciento de estas procedían de clientes
serranos, pero solo 1,5% de los créditos se canalizaron a la Sierra (Oleas, 2013).
Para tratar de evitar el colapso del sistema financiero, con base en el estado de movilización decretado
el 11 de marzo el Ejecutivo dispuso el congelamiento de cerca de 2.667 millones de dólares de los
depósitos de propiedad de agentes privados y del Estado (Ruiz, 2000). El decreto reconocía 9 por ciento
de interés anual para los depósitos en dólares, 7 por ciento para los depósitos en UVC y 40 por ciento
anual para los depósitos denominados en sucres (cuando ya se estimaba una inflación anual cercana al
80 por ciento).
Cuantificar el perjuicio irrogado a los depositantes por el congelamiento de los depósitos es imposible.
Superada la estupefacción provocada por el decreto n. 685, en pocos días floreció un mercado de
certificados de depósito reprogramados (CDR) en el que participaban financieras y bancos, titulares de
los CDR, casas comerciales, abogados y bolsas de valores. Los CDR se negociaban con descuentos de
hasta 60 por ciento de su valor nominal, aunque personas con información privilegiada podían canjearlos
a la par, en un ambiente de extrema inseguridad jurídica.
El decreto 685 fue alterado por ulteriores disposiciones del presidente de la República, del ministro
de Finanzas, de los superintendentes de Bancos y de Compañías, del presidente de la AGD, del Consejo
de Valores, Directorio del BCE… que modificaron el tiempo de congelamiento, la modalidad de pago del
ICC, los porcentajes de congelamiento… hasta que el 24 de diciembre de 1999 el Tribunal Constitucional
declaró su inconstitucionalidad y concedió al Ejecutivo 30 días para programar el descongelamiento de
todos los depósitos (Oleas, 2018).
El feriado no cumplió su objetivo. Sin autorización de la Superintendencia, el Banco del Progreso
dejó de atender a sus 740 mil clientes el 22 de marzo de 1999. El 8 de abril Aspiazu encabezó, junto a los
dirigentes de las cámaras de la producción de la costa y con el apoyo de la oligarquía guayaquileña, una
chocante marcha con tintes regionalistas (la ‘marcha de los crespones negros’). Con esa demostración de
apoyo consiguió un nuevo plazo para recapitalizar su banco, hasta el 4 de mayo. Egas Peña renunció a
su cargo el 11 de junio de 1999 y el 12 de julio el nuevo superintendente de bancos declaró que el Banco
del Progreso estaba incurso en las causales de saneamiento e ingresó a la AGD.
La auditoría practicada al Banco del Progreso arrojó un patrimonio negativo de 768 millones de
dólares, mientras que su capital era de 100 millones de dólares (al 31 de marzo de 1999). Los créditos
vinculados con accionistas y administradores sumaban 550 millones de dólares. Entre las empresas
deudoras se encontraban Electroecuador, El Telégrafo y SiTv (El Comercio, 22 de marzo de 2019).
A partir del 15 de marzo de 1999, ya con los depósitos congelados, quebraron o fueron obligados
a fusionarse ocho bancos más (incluido Solbanco, Cuadro 6), lo que indica que la decisión de Egas,
que no sirvió para detener la caída del Banco del Progreso, tampoco ayudó a frenar la crisis financiera.
El feriado bancario no puede explicarse en términos de los balances de los bancos comerciales ni
de las condiciones macroeconómicas de 1999. Se explica como una entente de naturaleza político-
clientelar, entre algunos banqueros y el gobierno. La campaña electoral que llevó a la presidencia de la
República al candidato de la DP, Jamil Mahuad, habría costado 57.000 millones de sucres, de los cuales
15.639 millones habrían sido aportados por el presidente del Banco del Progreso, Fernando Aspiazu
(Ruiz, 2000). Esto explica el congelamiento en forma más convincente que los objetivos sistémicos y
macroeconómicos argumentados por Egas al anunciarlo la mañana del 8 de marzo.
21 El presidente de la Asociación de Bancos Privados y futuro ministro de Estado afirmó que no entendía “la razón por la cual
el Superintendente de Bancos adoptó la medida. Esto va a tener consecuencias enormes en el nivel de confianza…” (Reuters,
“Cierre bancario agrava la crisis en el Ecuador,” El Tiempo, 9 de marzo de 1999. Recuperado de http://www.eltiempo.com/
archivo/documento/MAM-890154 el 16 de junio de 2017).

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 63


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

Cuadro 6. Quiebras, cierres y fusiones bancarias, 1999*


5. A manera de conclusión

El feriado bancario dispuesto por el Superintendente de Bancos el 8 de marzo de 1999 no tuvo, en su


inicio, la intención de preparar el congelamiento de los depósitos de los clientes del sistema financiero
ecuatoriano. La secuencia de eventos sucedidos en esa semana, en la que también se realizó un paro
nacional en protesta contra otras medidas económicas tomadas por el gobierno (10-11 de marzo), y en
especial la declaración del estado de movilización del sistema financiero y de sus clientes (en el que se
sustentó el congelamiento de los depósitos) indican que durante esa inusual semana las autoridades del
gobierno reaccionaron conforme evolucionaban los acontecimientos.
La información disponible evidencia que el feriado bancario no tuvo como objetivo preparar el
congelamiento de los depósitos. Sin embargo, ambos eventos forman parte de la crisis financiera del
Ecuador que culminó en la dolarización de su economía. A su vez, esta crisis se inscribe dentro de la
etapa de inestabilidad monetaria y financiera iniciada en 1982 en la periferia del capitalismo con la crisis
de la deuda externa mexicana.
El feriado bancario fue uno de los cinco hitos de la crisis financiera de fines del siglo pasado. El
primero ocurrió en los meses iniciales de 1996 cuando, al conceder un crédito subordinado al Banco
Continental, las autoridades económicas iniciaron un largo periodo de riesgo moral que terminó en 2000,
una vez que el BCE ya había perdido sus funciones de prestamista de última instancia. El segundo, entre
septiembre y noviembre de 1998, cuando el directorio del BCE aprobó varios créditos de liquidez en
favor del Filanbanco, cediendo a las presiones políticas de las autoridades del gobierno. La aprobación
de la Ley de Reordenamiento… en diciembre de 1998 contribuyó a profundizar la crisis al ofrecer
incentivos para evitar el uso de los servicios financieros y promover la especulación cambiaria, restando
liquidez a los bancos. El cuarto es el feriado bancario que trató de evitar, o al menos de retardar, el
colapso del Banco del Progreso. Estos acontecimientos demuestran la importancia de las conexiones
políticas en el manejo de la crisis.
El quinto, y final, fue el congelamiento de los depósitos de los clientes del sistema financiero. Esta
arbitraria decisión, vigente desde el 15 de marzo de 1999, fue declarada inconstitucional el 24 de
diciembre de ese mismo año. Para entonces ya era irreversible el perjuicio irrogado a la función de
medio de pago de la moneda nacional.
Las decisiones tomadas en los cuatro eventos anteriores favorecieron la situación específica de
entidades bancarias con fuertes conexiones políticas: el Banco Continental, con el gobierno conservador
de Sixto Durán-Ballén; Filanbanco con los legisladores del PSC y del PRE; y el Banco del Progreso con
el gobierno de la DP y los legisladores de este partido y del PSC. En última instancia, todos estos bancos
quebraron, generaron graves perjuicios a sus clientes en todo el país.
El feriado bancario ocurrió al final de la década de 1990, cuando los ajustes y reformas estructurales

64 Asociación Uruguaya de Historia Económica


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

del neoliberalismo ya se habían consolidado en prácticamente todos los países de la región


latinoamericana. En Ecuador este proceso no se ejecutó como una fiel transcripción de los principios
de política económica prescritos por el CW. Más todavía, en el sector financiero se lo implementó en
forma lenta e intermitente, y no estuvo dirigido, como en otros países, por una dirigencia hegemónica,
dispuesta a apostar por las supuestas ventajas del CW. Esta peculiar adopción de los principios del CW
no anuló la cultura corporativista practicada por las élites ecuatorianas, como lo prueban los diferentes
procedimientos aplicados a entidades bancarias incursas en similares problemas de insolvencia. Los
procesos de “saneamiento” ejecutados por la AGD se mantuvieron fieles a esta tradición.
La Ley de reordenamiento en materia económica en el área tributario-financiera constituye el
antecedente inmediato del feriado bancario. Por contener disposiciones tributarias que incentivaron a los
agentes económicos a cambiar sucres por dólares y a evitar el uso de los servicios financieros, provocó
la reducción de los niveles de liquidez en las entidades del sistema. Si bien esa disminución afectó a
todas, es evidente que, con la medida tomada por el Superintendente de Bancos, el Banco del Progreso
al menos pudo posponer su cierre definitivo.
El feriado bancario acarreó otras consecuencias. Al prolongarse durante la semana del 8 al 12 de
marzo, también sirvió para reducir el riesgo político del paro nacional realizado el 10 y 11 de marzo. La
misión del FMI, que había llegado al país para negociar los términos de una nueva carta de intención,
lo abandonó cuando se quedó sin interlocutores por la renuncia de cuatro de los cinco miembros del
directorio del BCE. Cuando se hizo público que parte de los fondos de la campaña presidencial de Jamil
Mahuad provenía del sistema bancario, desaparecieron los últimos vestigios de respaldo al régimen de
la DP.
En abril de 1999, el Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para restablecer el impuesto a la
renta y modificar otros tributos. Pero el legislativo determinó que el ICC sea deducible del impuesto a
la renta, manteniendo la distorsión del mercado financiero introducida por la Ley de Reordenamiento...
El mercado de CDR, que de cierta manera suplió la falta de liquidez provocada por la Ley de
Reordenamiento y por el decreto ejecutivo n. 685, ahondó la desconfianza. Este resultado, más
la dolarización de los portafolios de los agentes económicos, restaron buena parte de las funciones
económicas del sucre, precipitando al país hacia la adopción del dólar como moneda de curso forzoso.

Cuadro 7. Ecuador: Sistema bancario privado a diciembre de 1999. Cuentas seleccionadas como
porcentaje del total agregado del sistema para la cuenta correspondiente
Activos Patrimonio Cartera vencida Provisiones
1. Pichincha 23,8 28,3 27,4 47,1
2. guayaquil 17,1 9,1 19,6 9,2
3. Produbanco 11,3 13,4 9,7 12,1
4. Abn amro 9,2 4,0 3,8 6,4
5. Citibank 7,0 4,9 7,7 5,1
6. Bolivariano 5,8 5,2 1,6 2,0
7. Internacional 4,0 4,7 0,7 2,2
8. Austro 2,9 3,5 8,5 2,6
9. Lloyds bank 2,7 3,0 2,1 0,9
10. Aserval 2,4 2,2 1,7 0,4
Otros* 13,9 21,8 17,3 12,1
* Otros bancos: Solidario, Cofiec, General Rumiñahui, Amazonas, Machala, Centro Mundo, ING Bank,
Unibanco, Loja, Litoral, Territorial, Comercial de Manabí y Sudamericano.
Fuente: Oleas (2013), en base a Memoria Anual 1999 de la Superintendencia de Bancos.

Al finalizar 1999, el sistema bancario privado se redujo a 24 bancos operativos, es decir 20 menos
que tres años antes. Tres entidades (dos domiciliadas en Quito y una en Guayaquil) tenían más de 52 por
ciento de los activos de todos los bancos supervivientes; de los diez más grandes por el volumen de sus
activos, tres eran extranjeros; una sola entidad tenía casi la mitad de todas las provisiones (Cuadro 7).
Ese año el sistema bancario registró pérdidas por cerca de 1.520 millones de dólares. Salvo el Banco de

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 65


ARTÍCULO Ecuador: la economía política del feriado bancario (8-12 de marzo de 1999)

Guayaquil, los bancos de esa ciudad habían pasado a manos de la AGD y 65 por ciento del patrimonio
bancario correspondía a entidades domiciliadas en la región andina.
Bajo la tutela de la AGD, los bancos quebrados se denominaron en forma genérica “la banca en
saneamiento.” Ésta representaba 53,4 por ciento de los activos y 60,9 por ciento de los pasivos del
sistema bancario de antes de la crisis. Al comenzar el siglo XXI la AGD tenía 90,2 por ciento de los
créditos vencidos de todo el sistema financiero y el país ya no contaba con una entidad prestamista de
última instancia.

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Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 67


NOTA DE INVESTIGACIÓN
NOTAS DE INVESTIGACIÓN Las pandemias y la economía: lecciones desde la historia económica

LAS PANDEMIAS Y LA ECONOMÍA: LECCIONES DESDE


LA HISTORIA ECONÓMICA
Irina España*

A estas alturas (junio del año 2020) el término pandemia es posiblemente la palabra más repetida en
nuestra cotidianidad. Lo vemos y escuchamos en la televisión, noticias, periódicos, radio y redes socia-
les. Sin duda, pandemia es la palabra que define el año 2020.
Aunque el COVID-2019 se le caracteriza generalmente como una situación inédita, estos fenómenos
pandémicos están lejos de ser hechos sin precedentes históricos. Si bien es cierto que el COVID-2019 es
un nuevo virus, o que, como los historiadores suelen enfatizar, los contextos en los que se desarrollan los
eventos son particulares, no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a un desafío epidemiológico.
Tan solo considerando los últimos dos milenios, las sociedades se han enfrentado a enfermedades que
se propagan por el mundo conocido sin aparente resistencia. Tenemos por ejemplo la plaga de Antonino
(año 160-180), la Plaga de Cipriano (año 249-270), la peste negra, la viruela, el cólera y como no, una
de las más sonadas recientemente, la injustamente llamada influenza española de 1918.
Los economistas nos enfocamos en entender fenómenos económicos y sociales, dentro de estos fe-
nómenos se incluyen las pandemias. Generalmente, este entendimiento tiene como propósito infor-
marnos para diseñar soluciones que permitan mejorar el bienestar de la sociedad usando una gama de
aproximaciones, teorías, métodos, etc. Dentro de toda esta variedad, aprendemos (o debemos aprender
durante nuestro entrenamiento) que muchas veces la evidencia histórica se convierte en nuestro mejor
aliado, de hecho, muchas más veces de lo que solemos pensar. Pero ¿Por qué? O, como se ha planteado
últimamente en blogs, redes sociales, webinars, etc., ¿Qué nos puede enseñar la evidencia histórica de
las pandemias a los economistas? Respuesta corta: mucho. En este escrito se discutirán algunas de estas
enseñanzas.
Lo primero es que las pandemias se transforman rápidamente en choques macroeconómicos nega-
tivos para los que no estamos preparados, por consiguiente, la evidencia histórica nos puede dar orien-
tación sobre los potenciales efectos en variables económicas (Karlsson et al., 2014). Ya sea la plaga de
Cipriano, la peste negra o la influenza española, en eventos epidemiológicos de tal magnitud se afectan
variables económicas como el PIB, los salarios reales, la demanda agregada, el mercado de trabajo, etc.
En este sentido, estudios como Barro et al. (2020) analizan los efectos económicos de la pandemia de
1918 para 42 países. Los autores encuentran que la pandemia redujo el PIB per cápita real en un 6.2% y
el consumo privado 8%. De igual forma se han encontrado efectos en el corto y mediano plazo. Para el
caso de Suecia, Karlsson et al. (2014) demuestran que las poblaciones con mayores niveles de mortali-
dad por el virus de 1918, vieron reducir su nivel de ingresos de capital en 5% durante la pandemia y 6%
luego de ésta. Sin embargo, en ciertos casos, algunas variables pueden mostrar una evolución positiva.
Sirva de ejemplo la investigación de Malanima (2018). Este autor sugiere que la crisis demográfica
ocasionada con la peste negra de 1347, generó una reducción de la población, pero también un aumento
de los recursos naturales disponibles, la productividad del trabajo y los niveles de vida de la clase media
y alta en algunas poblaciones de Italia. Ahora bien, estas conclusiones en Malanima (2018) hay que
entenderlas en un contexto de una sociedad con dinámicas malthusianas. En este escenario, una menor
población mejoraría las posibilidades de los que lograron escapar de la enfermedad.
Examinemos brevemente ahora las potenciales enseñanzas en políticas públicas. En este aparte ex-
ploremos un poco las ideas desarrolladas por Easterlin (1999) en su análisis sobre la historia de la
mortalidad moderna. El autor usa la evidencia histórica para enfatizar en la importancia del diseño de
políticas de salud pública en las sociedades. Por ejemplo, algo clave en el manejo de las enfermedades
está relacionado con políticas de educación que prevengan el contagio. Este proceso de educación fue
fundamental para reducir la mortalidad de enfermedades prevenibles en la Inglaterra del siglo XIX, al
enseñar la importancia de mejores prácticas de higiene. Sin duda, estas prácticas ayudaron a difundir el
conocimiento de que las enfermedades son prevenibles y no están asociadas a creencias o supersticiones.

* Escuela de Economía y Finanzas. Universidad EAFIT. [email protected]

68 Asociación Uruguaya de Historia Económica


NOTAS DE INVESTIGACIÓN Las pandemias y la economía: lecciones desde la historia económica

El caso colombiano también ofrece evidencia de la importancia de la inversión pública para el control
de enfermedades. En particular, Jaramillo-Echeverri et al. (2019) demuestran que la mayor inversión
pública en acueductos y alcantarillado durante la segunda mitad del siglo XX, está relacionada con la
reducción de las tasas de mortalidad de enfermedades gastrointestinales. Por consiguiente, siguiendo a
Easterlin (1999), el rol de las políticas de salud pública no debe ser subestimado y debe estar enfocado
en medidas que generen la prevención, control y cura de las enfermedades.
Sin embargo, a mi juicio, una de las lecciones más importantes de la historia económica es la que
podemos aprender de la relación entre las pandemias y las desigualdades. En un maravilloso recuento
sobre las pandemias en la era preindustrial Alfani y Murphy (2017) analizan los resultados de varios
estudios sobre este tema. Los trabajos encuentran que los barrios más ricos de Londres presentaron
menores tasas de mortalidad durante epidemias entre 1560 y 1665 (Cummins et al., 2016). De igual
modo, se menciona que los barrios más pobres y densamente poblados de Milán aportaron el 42% de
las víctimas en la plaga de 1523 (Cohn y Alfani, 2007). De tal forma que, si comparamos la evidencia
histórica con la actual, no era extraño esperar que las poblaciones más vulnerables como las afroame-
ricanas o indígenas, que presentan mayores niveles de pobreza, densidad poblacional, hacinamiento,
informalidad laboral, y menores niveles de acumulación de capital humano, se encuentren, a junio de
2020, en condiciones alarmantes (ver APM-Research-Lab 2020, UN 2020). Los estudios descritos por
Alfani y Murphy (2017) nos recuerdan que las pandemias tienen efectos diferenciales y perversos sobre
los individuos o poblaciones con menor asignación de recursos. Esta vulnerabilidad impide el desarro-
llo de un engranaje social decisivo para disminuir los contagios; por ejemplo, dificulta la cooperación,
convivencia, y mutuo cuidado. Es precisamente a estos sectores vulnerables de la población a los que
estamos obligados a proteger como sociedad, de la forma más equitativa, eficiente e inmediata.
En definitiva, “cuando los problemas son grandes, y raros, el conocimiento de la historia económica
puede” ayudar (Leunig, 2018: 42). Entonces, si los economistas nos enfocamos en entender grandes
problemas como los que supone una pandemia, es mucho lo que podemos aprender de la evidencia his-
tórica. Este conocimiento nos permitirá, entre otras cosas, aprender y entender el pasado para guiar con
mejor información las decisiones que permitan el bienestar de la sociedad.

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NOTAS DE INVESTIGACIÓN Las pandemias y la economía: lecciones desde la historia económica

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70 Asociación Uruguaya de Historia Económica


NOTA DE INVESTIGACIÓN

NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

EFECTOS ECONÓMICOS DE LAS PANDEMIAS: UNA


MIRADA DE LARGO PLAZO*
Pablo Marmissolle, Carolina Romero**
Este documento propone analizar los efectos económicos de la pandemia de COVID-19 en Uruguay a
través de una recopilación de bibliografía, notas de prensa y datos de sitios web oficiales. Consideramos
que poner en perspectiva histórica algunas hipótesis, preocupaciones y miradas actuales puede contribuir
a matizarlas o, al contrario, echar luz sobre nuevos aspectos a considerar. Precisamente, por procurar
aportar una mirada de largo plazo a la discusión, no buscaremos discutir acerca de efectos de corto o
mediano plazo de la actual pandemia ni de anteriores, sino plantear los efectos de más largo aliento que
han tenido las grandes epidemias del pasado sobre las economías, y mostrar algunas posibles lecciones
de la historia. Vale la pena destacar que el análisis planteado fue realizado en el momento mismo en que
el país sufrió la pandemia de COVID-19, con las consecuencias que eso pueda tener sobre la recopilación
llevada adelante.

1. Introducción

La propagación del coronavirus que ocasionó la pandemia actual ha sido, gracias a la globalización y
la velocidad de los medios de transporte, la más rápida de la historia. La información sobre la pandemia
y sus tragedias se transmiten en vivo por los medios de comunicación, anticipando a las naciones de los
males que podrían vivir. El mundo parece estar hoy mejor preparado que lo que estuvo ante pandemias
anteriores, debido, principalmente, al desarrollo de los sistemas de salud, las mejoras en la alimentación,
higiene y prevención y al análisis científico aplicado en la medicina, biología y afines.
Desde que se registró el primer caso en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019, la cantidad de
fallecidos es de algo más de 500.000 personas a nivel mundial (TJHCRC, 2020), una cifra que pareciera
ser mucho menor comparada con las decenas de millones de fallecidos en las grandes pandemias del
pasado, pero sería apresurado sacar conclusiones mientras la pandemia siga en expansión.
Las políticas que han tomado los gobiernos han sido, principalmente, de cierre de fronteras,
aislamiento social y protección de los sistemas de salud para evitar su colapso. En consecuencia, vastos
sectores de la economía se han paralizado, ha disminuido el empleo y se han dañado las cadenas de
pagos, generando la imperiosa necesidad de intervenciones públicas para disminuir el impacto que esto
tiene y tendrá en el largo plazo en las economías nacionales y en la economía mundial.
La CEPAL estima que la pandemia del COVID-19 llevará a la mayor contracción de la actividad
económica en la historia reciente de la región, con una caída promedio del PIB de 5,3% en 2020
(CEPAL, 2020); esta caída sería mayor a las sufridas en 1914 y 1930, de 4,9% y 5%, respectivamente,
que fueron las más severas hasta ahora. Según el mismo organismo, la recesión implicaría, además, un
significativo aumento de la pobreza en la región, en la que se estima que habrá 16 millones de personas
más en situación de pobreza. El FMI también estima que la recesión será la peor desde 1929 (La Diaria,
2020a), y, para la región, estima que será la peor recesión desde que se tienen datos, con una contracción
del 9,4% en 2020. El organismo prevé una leve recuperación del crecimiento a 3,7% para 2021 (Werner,
2020).
En el World Economic Forum recomienda que para combatir la crisis generada por el coronavirus se
actúe rápido y que los países hagan todo lo que sea necesario (Hutt, 2020): endeudarse para financiar el
aumento del gasto público en asistencia sanitaria para atender los efectos del virus y apoyo económico
para evitar quiebre de empresas y pérdida de puestos de trabajo.
Tanto Uruguay como la mayoría de los países del mundo están viviendo la paralización de vastos
sectores de la economía. Se presentaron más de 160.000 solicitudes de seguro de desempleo entre marzo
y junio de 2020 (El País, 2020; Bai et. al, 2020), y a ello hay que sumarle el 25% de los trabajadores

*Agradecemos los valiosos comentarios y sugerencias de Gabriela Mordecki, Carolina Román, Carolina Vicario y Henry Willebald,
así como la buena disposición e información proporcionada por el Dr. Antonio L. Turnes y la Sociedad Uruguaya de Historia de la
Medicina. Los errores son de nuestra exclusiva responsabilidad.
** Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Universidad de la República, Uruguay.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 71


NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

del país que trabajan en situación de informalidad, sin cobertura, y los monotributistas y unipersonales
que no tienen derecho a seguro por desempleo. Las medidas económicas que el gobierno propone para
abatir la crisis, hasta ahora, no parecen ser sustanciales si las comparamos con otros países de la región
(Lanzilotta & Mordecki, 2020).
La nota de investigación se estructura de la siguiente manera. En primer lugar, se plantea un breve
repaso histórico de las principales pandemias y grandes epidemias que, en los últimos dos milenios,
han afectado a las sociedades humanas. En segundo lugar, se centra la mirada en Uruguay, repasando
las grandes epidemias que han asolado al país desde su independencia y la forma en que reaccionó el
sistema de salud ante las mismas. En tercer lugar, se repasan los principales efectos que estos fenómenos
han tenido en materia económica, diferenciando en el análisis los impactos sobre economías de antiguo
régimen y economías modernas. Por último, se plantean algunas reflexiones que surgen a partir de la
recopilación bibliográfica realizada y que se consideran relevantes en el contexto de la actual pandemia
de COVID-19.

2. Breve repaso histórico

Epidemias y pandemias han sido, desde siempre, catástrofes recurrentes para las sociedades humanas.
Economías orgánicas1 presas de la trampa malthusiana2 y economías capitalistas modernas se vieron, de
distinta forma, afectadas por las grandes epidemias. Aunque es difícil encontrar en la historia enemigos
invisibles que hayan provocado la paralización de la economía y la vida social de países y regiones
enteras del mundo, lo cierto es que es muy fácil encontrar epidemias que fueron, tanto en términos
absolutos como relativos, mucho más mortíferas que la actual pandemia de COVID-193: viruela, peste,
tifus, gripe, sarampión, cólera y fiebre amarilla, entre otras enfermedades, han asolado el mundo en los
últimos dos milenios. Las estimaciones sobre la morbilidad y mortalidad de estos fenómenos muestran
órdenes de magnitud impactantes, que se exponen a continuación. Debemos tener en cuenta que éstas,
especialmente sobre los períodos más antiguos, presentan grandes márgenes de error.
Entre los años 160 y 180 DC, el Imperio Romano se vio asolado por la llamada Peste Antonina, una
epidemia de viruela que afectó al imperio causando la muerte de entre 10 y 30% de la población de la
actual Italia (Alfani & Murphy, 2017); menos de un siglo más tarde (250 - 270) el Imperio sufrió una
epidemia de fiebre hemorrágica que se estima acabó con la vida de entre 15% y 25% de sus habitantes.
La siguiente gran epidemia afectó a Europa y a la región del Mediterráneo, convirtiéndose en la
primera pandemia: entre los años 540 y 551 (según la región), la primera epidemia de peste (conocida
como Plaga Justiniana) asoló al Imperio Bizantino causando la muerte de entre 25 y 50 millones de
personas; en regiones densamente pobladas como Egipto, la Plaga Justiniana se cobró la vida de la mitad
de la población.
La segunda pandemia arrasó con las poblaciones de Europa y Asia en varias olas, también de la
mano de la peste. Entre 1347 y 1352, la Peste Negra recorrió el viejo mundo desde China hasta Europa,
causando la muerte de 50 millones de personas solo en Europa y la zona del Mediterráneo; según las
estimaciones, esta cifra representó entre el 35% y el 60% de la población de esa región.
Una segunda ola de peste llegó tres siglos más tarde al centro-oeste de Europa y al norte de Italia. La
mortalidad, en porcentajes de la población, fue de 30% en el norte de Italia, 20% en Suiza y 12% en el
sur de Alemania. España, la zona del Mediterráneo y el centro-sur de Italia, que escaparon a la segunda
ola, sufrieron entre 1647 y 1657 la tercera ola de la pandemia de peste: la mortalidad fue de al menos
25% en Andalucía, 30% - 43% en el Reino de Nápoles y 15% en Cataluña.
La llegada de los europeos a América fue un acontecimiento muy favorable para las epidemias.
Desde 1492 y hasta mediados del siglo XVII, viruela, tifus, gripe y sarampión diezmaron a la población
nativa de nuestro continente. Las estimaciones muestran que estas enfermedades traídas a América por
los europeos causaron la muerte de entre 80 y 90% de la población indígena. Desde el Nuevo Mundo

1Economías cuyo crecimiento, en última instancia, estaba limitado a la energía solar absorbida por las plantas.
2 El aumento de la producción generaba un crecimiento de la población que, a su vez, reducía el ingreso per cápita llevándola
al nivel inicial, permaneciendo relativamente constante en el largo plazo.
3 Respecto a esto, es importante tomar ciertos recaudos a la hora de comparar: como se mencionó anteriormente, en el presente
contamos con sistemas sanitarios mucho más desarrollados, mayor avance científico y mejor estado de salud de la población.

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NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

llegó a Eurasia la sífilis, que en un siglo se cobró la vida de entre 2 y 5 millones de personas en Europa
(Alfani & Murphy, 2017).
Más cerca en el tiempo, en el siglo XIX, la humanidad vivió una nueva serie de pandemias, esta vez
de la mano del cólera. La primera pandemia de cólera llegó a Europa desde India en 1830; entre 1840
y 1862 una segunda pandemia afectó severamente a Francia, Rusia, Alemania e Inglaterra; entre 1863
y 1875 sucesivas oleadas de cólera llegaron desde India hasta Arabia, el Mediterráneo, Europa Central,
Rusia y Gran Bretaña, alcanzando luego al continente americano; la última pandemia colérica del siglo
(1883 - 1894), también originada en India, afectó severamente a Francia, Italia y España (Turnes, 2003).
Las pandemias de los siglos XX y XXI son ya más conocidas. La Gripe Española de 1918 - 1919,
infectó a cerca de un tercio de la población mundial, causando la muerte de entre 50 y 100 millones
de personas (Aassve et. al, 2020). En 1957 la pandemia de Gripe Asiática, cuyos primeros casos se
reportaron en la provincia China de Yunnan y rápidamente se esparció por el mundo, se cobró la vida de
cerca de 1,1 millones personas (ABC, 2020). La pandemia de VIH/SIDA causó algo más de 32 millones
de muertes desde 1981, siendo cerca de 38 millones la cantidad de personas infectadas con VIH en la
actualidad (OMS, 2020). La pandemia de Gripe A de 2009 - 2010 se estima que dejó entre 105.700 y
395.600 muertos en todo el mundo (Dawood et. al, 2020).
Como ya mencionamos, las estimaciones de los datos presentados no son exactas. Cada epidemia
o pandemia tuvo sus propias características dadas por el momento histórico en el que sucedieron e
incidieron en su alcance. Esto complejiza la comparación de la pandemia actual con otras en distintos
períodos de la historia.

3. Grandes epidemias en Uruguay y reacciones del sistema de salud

Desde la independencia de nuestro país el mundo sufrió varias pandemias (mencionadas


anteriormente), de las que Uruguay no estuvo exento. Además de éstas, varios brotes epidémicos locales
y regionales afectaron severamente a Uruguay desde el siglo XIX: cólera, fiebre amarilla, sífilis, gripe y
polio son quizá los casos más destacables.

Cuadro 1. Brotes epidémicos en el Uruguay (1830 - 2010)


Período Epidemia Morbilidad Mortalidad Población
(cantidad de (cantidad de (cantidad de personas)
personas que muertos por esta Mvd: Montevideo
contrajeron la causa) Uy: Uruguay
enfermedad)
1857 Fiebre amarilla s/d 1.500 - 2.500 Mvd: 54.940 (15.000
en casco urbano)
1867-1868 Cólera s/d 2952 Mvd: 80.000
1872,1873 y 1875 Fiebre amarilla s/d 185 (en 1872) Mvd: 94.085
1886-1887 Cólera 825 450 Mvd: 210.000
1890,1891-1895 Cólera 60 (en 1890-91) 105 (en 1895) Mvd: 227.169
1918-1919 Gripe española Mvs: s/d Mvd:1.314 Mvd: 331.791
Uy: 420.000 Uy: 2.015 Uy: 1.251.317
1919 Peste 100 50 Uy: 1.251.317
1929 Peste 133 60 Uy: 1.476.998
1955-1956 Polio 497 s/d Uy: 2.311.074
2009 Gripe A s/d 33* Uy: 3.350.000
* Cantidad de fallecidos declarada por el MSP hasta el 09/09/2009
Fuente: Elaboración propia en base a diversas fuentes: Turnes (2003), Brazeiro (1993), Ortega (2003), Pollero
(2016), Marmissolle, P. & Méndez, L., (2017), Cristina et al. (2019)

Como muestra el Cuadro 1, la mortalidad por las epidemias en nuestro país ha disminuido de forma
significativa a lo largo de la historia. Esto tiene que ver tanto con los avances de la medicina y del

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 73


NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

conocimiento científico a nivel mundial (y local), como con el desarrollo del sistema de salud en Uruguay.
El crecimiento demográfico y económico del país implicó la necesidad de tomar medidas para hacer
frente a las epidemias recurrentes y a los problemas sanitarios que enfrentaba el país a mediados del siglo
XIX. En respuesta a estas necesidades, el Estado y el sector privado crearon importantes instituciones.
En adelante comentaremos algunas que consideramos de particular relevancia.
Las guerras frecuentes, a las cuales se sumó la epidemia de fiebre amarilla de 1857, obligó a la
creación del Asilo de Mendigos de La Unión, el actual Hospital Pasteur; el mismo abrió sus puertas
en 1860. El asilo fue luego severamente afectado por las epidemias de cólera (1868) y fiebre amarilla
(1875), cuando debió recibir a los infectados de distintos lazaretos4 de la ciudad. Estas dos epidemias,
sumadas a las de fiebre amarilla de 1872 y 1873 motivaron la realización del Primer Congreso Sanitario
Internacional en Montevideo en 1873; en éste surgió la necesidad de adoptar, entre los países de la
región, un régimen sanitario marítimo común para enfrentar las epidemias que asolaban a las distintas
ciudades (Ortega, 2003). Yendo en esta misma dirección y ante la ola inmigratoria, el gobierno de
Venancio Flores inauguró, en 1869, el Hotel de Inmigrantes, lazareto ubicado en la Isla de Flores. Pocos
años más tarde, ante las epidemias de fiebre amarilla y la pandemia de cólera, la Junta Nacional de
Sanidad declaró la cuarentena obligatoria (de entre 7 y 40 días) en la Isla para todos los inmigrantes que
llegaran al país (El País, 2010).
Ante el regreso del cólera en 1886, el Consejo de Higiene Pública tomó la decisión de cerrar puertos
y fronteras; la epidemia, sin embargo, continuó expandiéndose por la capital, llevando a las autoridades
de la época a tomar medidas como el desalojo de conventillos, aislamiento de enfermos, prohibición de
sus funerales en caso de fallecimiento y endurecimiento de la cuarentena a los buques que llegaban a la
ciudad (Brecha, 2020). Diez años más tarde, ante nuevas epidemias de cólera y la importante presencia
de sífilis en la población, la Universidad de la República creó el Instituto de Higiene Experimental,
siendo la primera institución del país en “comenzar el conocimiento y la prevención científica de las
enfermedades transmisibles” (DNSFFAA, 1993).
Los cambios institucionales del batllismo fueron un antes y un después en la lucha contra las
epidemias: en 1905 se reglamentó la Inspección Sanitaria de la Prostitución, en 1908 se creó el Cuerpo
Médico Escolar, en 1910 se crearon las Inspecciones Departamentales de Higiene, en 1913 la Liga
Uruguaya contra la Tuberculosis se convierte en una institución semiestatal y, en 1917, se creó el
Instituto Profiláctico de la Sífilis. Especial mención merece el año 1910, cuando se institucionaliza, por
ley, el derecho de asistencia a los indigentes, y se crea la Asistencia Pública Nacional. Estos cambios
siguieron la tendencia mundial del llamado higienismo que comenzó a fines del siglo XIX y se consolidó
en el XX, que presuponía medicalizar a la sociedad, evitar las enfermedades a través de la vigilancia y
prevención (Barrán, 1992-1995).

4. Volviendo a la economía

Economías de antiguo régimen y economías modernas, de distinta forma, se vieron afectadas tanto a
corto como a largo plazo por las epidemias.

4.1 Impacto en economías de antiguo régimen


Es importante señalar que los datos disponibles para este período son más inexactos que los del
período posterior; aun así, las fuentes disponibles permiten observar, a grandes rasgos, los principales
efectos que las grandes epidemias y pandemias han tenido sobre las economías de antiguo régimen.
Un primer punto a destacar es que la propagación de las epidemias tiene mucho que ver con la
actividad económica. La Peste Negra (1347 - 1352), originada en el Himalaya, llegó a Europa como
consecuencia de la expansión del Imperio Mongol; se extendió por China y llegó junto a los soldados
mongoles al Mar Negro; el intercambio comercial llevó la epidemia a los puertos del Mediterráneo y de
ahí al resto de Europa. Las ciudades europeas golpeadas con más frecuencias por las epidemias fueron
precisamente los grandes centros de comercio: Venecia, Ámsterdam y Londres.
Los efectos a corto y mediano plazo de esta pandemia fueron claramente negativos: la altísima
mortalidad y destrucción de capital humano, la destrucción de capital físico “contaminado” por la peste
(pensemos, por ejemplo, en la quema de carretas), el uso de recursos para intentar frenar los brotes y
4 Recinto sanitario, aislado, en el cual se trataban las enfermedades infecciosas.

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NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

los efectos sobre el capital social (destrucción de estructuras sociales y redes de solidaridad, así como la
pérdida de confianza en otros agentes) fueron devastadores para la actividad económica.
A muy largo plazo, a los efectos que se vieron en forma más inmediata, se sumaron otros más
importantes. Los europeos se vieron obligados a desarrollar instituciones y tomar medidas, coordinadas
entre distintas naciones, para contener las epidemias: instituciones reguladoras de la salud (se crean
juntas de salud), políticas de higiene y prevención (como cuarentena obligatoria de casos sospechosos),
creación de lazaretos, controles de sanidad fronterizos, cordones sanitarios, cuarentenas obligatorias,
restricciones a la movilidad entre poblados, mayor conocimiento de las enfermedades y cooperación
entre naciones, factores todos que contribuyeron a que la mortalidad de las siguientes epidemias
fuera menor, generando la sensación de progreso y “victoria sobre la naturaleza” que desencadenó el
Renacimiento (Alfani & Melegaro, 2010).
El impacto de las sucesivas epidemias de peste es significativo también para explicar la creciente
desigualdad entre naciones, siendo uno de los factores explicativos del despegue económico de Europa
Occidental frente al resto del mundo. En el oeste de Europa las altas tasas de mortalidad generaron
escasez de mano de obra y un consecuente aumento de los salarios (equilibrio malthusiano de altos
ingresos), esta situación propició la salida del estancamiento económico (trampa malthusiana) que vivía
la región, a diferencia de países como China e India que permanecieron en un equilibrio de bajos salarios
y baja mortalidad (Alfani & Murphy, 2017).
Un punto importante a destacar es que, a diferencia de la región occidental de Europa, las epidemias
de peste en Italia no generaron las condiciones para su despegue económico, sino que jugaron un rol
importante en su declive: la altísima mortalidad de la epidemia de 1629 - 1630 (de 30% en las ciudades
del norte) puso a las ciudades italianas en una trayectoria de crecimiento lento y de caída de las tasas de
urbanización, sendero que les llevó varios siglos superar (Alfani & Percoco, 2019).

4.2 Impacto en economías modernas


Como comentamos, las epidemias modernas no alcanzaron tasas de mortalidad tan elevadas como las
de la antigüedad. La mayor pandemia de la historia, la de 1918 - 1919 (conocida como Gripe Española)
causó aproximadamente el doble de muertes que la Peste Negra, pero en términos relativos a la población
mundial la mortalidad fue bastante menor. El principal impacto de las epidemias sobre las economías
modernas en el largo plazo han sido los cambios, muy significativos en algunos casos, en la conducta
de los agentes económicos y en el desempeño económico de la población afectada. A continuación,
se repasa la evidencia encontrada a nivel internacional, para luego poner el foco en el impacto de las
grandes epidemias sobre la economía uruguaya.
En la segunda mitad del siglo XIX las epidemias de fiebre amarilla golpearon a varias regiones de
nuestro continente. Con datos de las ciudades estadounidenses más afectadas se estudió la relación
entre la exposición a la fiebre amarilla durante la infancia y la ocupación de los individuos veinte años
después: los resultados muestran que la epidemia de 1880 tuvo un gran impacto sobre la distribución de
ocupaciones una generación más tarde, en particular entre los hijos de inmigrantes (que, en pleno período
de globalización, eran de gran cuantía en el continente). Los niños nacidos durante la epidemia tuvieron
una menor probabilidad de convertirse en profesionales, y una mayor probabilidad de convertirse en
trabajadores no calificados o de no reportar una categoría ocupacional definida. Hacia 1900, esto se
materializó en menores ingresos para esta población (Saavedra, 2017).
El impacto directo de la pandemia de 1918 - 1919 sobre el PIB y el consumo de los hogares para las
economías del mundo, en promedio, se ha estimado en -6% y -8%, respectivamente (Barro & Weng,
2020). En el caso de Estados Unidos, la caída en la producción manufacturera causada por la pandemia se
estimó en 18%, siendo importante también la caída en el stock de bienes duraderos y activos bancarios.
Es de destacar que la evidencia sobre la actividad manufacturera y los activos bancarios sugiere que
la economía funcionó mejor en áreas que implementaron intervenciones “no farmacéuticas” (como
medidas de distanciamiento físico) más rápidas y contundentes; esto indicaría que las medidas “para
cuidar la salud” sirvieron también “para cuidar la economía” (Correia et. al, 2020).
Pero estos efectos directos no fueron la única consecuencia económica de la pandemia. Se ha
encontrado evidencia de que las personas que se encontraban en gestación durante la Gripe Española
(y cuyas madres estuvieron expuestas a la enfermedad) alcanzaron menores logros educativos, menores
resultados en materia económica y presentaron mayor presencia de discapacidades físicas que las

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 75


NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

cohortes de nacidos inmediatamente antes y después de la pandemia. Esto se debió a los grandes efectos
de la gripe sobre la salud de las madres durante el embarazo. Existe evidencia además de que en Estados
Unidos las familias modificaron sus planes de inversión en educación para sus hijos; básicamente, la
decisión de muchas familias reforzó el “shock de salud” de la epidemia sobre sus hijos, aumentando la
inversión en educación en los niños sanos nacidos antes de la epidemia y disminuyéndola en aquellos
que estuvieron expuestos a la epidemia durante la gestación (Parman, 2015).
Además de estos efectos como “shock de salud”, la Gripe Española tuvo un impacto significativo en
una variable clave para el desarrollo económico en el largo plazo: la confianza social. Estudios recientes
encontraron que experimentar la gripe española y la disrupción social y desconfianza generalizada durante
la pandemia tuvo consecuencias permanentes en el comportamiento de los individuos, en términos de
menor confianza social; estos rasgos sociales “mutados” por la pandemia fueron heredados por los
descendientes de la población afectada, teniendo consecuencias de largo plazo sobre el comportamiento
de los agentes y los procesos de desarrollo económico (Aassve et. al, 2020).
El impacto que tuvieron las epidemias sobre la economía uruguaya es difícil de cuantificar, pero la
evidencia histórica permite analizar algunos aspectos interesantes.
La epidemia de fiebre amarilla de 1857 tuvo un impacto significativo en Montevideo. Los 1500 -
2000 muertos en una ciudad con algo más de 50.000 habitantes de los cuales solo 20.000 vivía en el
área urbana, sumado al abandono de la ciudad por parte de gran parte de la población, significaron un
importante shock negativo en la oferta de mano de obra. Ya mencionamos que, en respuesta a ésta y otras
epidemias del siglo XIX, Uruguay desarrolló importantes instituciones que atendieron particularmente
al sector salud; además, la epidemia de 1857 sembró la semilla de uno de los cambios institucionales
más importantes de la historia uruguaya: la separación del Estado y la iglesia. La epidemia generó un
fuerte debate entre los jesuitas y la masonería acerca de las medidas a tomar. Este debate fue el primer
enfrentamiento público entre jesuitas y masones, que extendido a lo largo de los años dio origen al
proceso de secularización (Brugnoni, 2019).
En los últimos días de la primera guerra mundial ninguna potencia beligerante aceptó ni comunicó
el violento avance de la epidemia de la Gripe Española, negando estar ante un grave problema sanitario;
exactamente la misma postura tomaron las autoridades uruguayas de la época, que mantuvieron la
negación de la gravedad de la situación incluso cuando la pandemia ya estaba dejando gran cantidad de
muertos en Montevideo. En un país en que el avance de la atención médica se dio de la mano del Estado,
la posición del Consejo Nacional de Higiene se vio muy influida por posturas negacionistas como la de
Pedro Manini Ríos y Luis Otero, influyentes políticos de la época. Pero poco más de un mes después de
llegada la epidemia, sus estragos eran innegables: los diarios de 1918 muestran que el parlamento dejó de
sesionar por la cantidad de diputados y senadores infectados e incluso el presidente Feliciano Viera fue
contagiado. Se interrumpieron las principales actividades económicas; se suspendió la esquila de ovejas
por escasez de mano de obra, factor que posteriormente afectó a sectores tan diversos como tranvías,
frigoríficos y comercios. Dos tercios de la población del país acabó postrada por la gripe y la cantidad de
muertos (mayoritariamente adultos jóvenes) desbordó la capacidad de inhumación de los cementerios.
Tanto en la ola de 1918 como en la de 1919 se acabó recomendando la cuarentena y el distanciamiento
social como forma de disminuir los contagios (Serrón, 2011), se cerraron escuelas, liceos, universidad,
teatros, cines y se prohibieron los espectáculos públicos. Organizaciones sociales se movilizaron para
colaborar con los afectados, brindando apoyo económico, asistencia médica, donaciones de alimentos
y vestimenta. La pandemia dejó importantes consecuencias socioeconómicas y políticas, no tanto por
su mortalidad (relativamente baja) sino por su alta morbilidad y velocidad de difusión (Burgues, 2017).
La epidemia de polio de 1956, de la que se registraron en Uruguay cerca de 500 casos, dejó secuelas
invalidantes en gran cantidad de niños y adolescentes. Las autoridades de la época, que no lograron
prever el avance de la enfermedad, no tomaron medidas hasta avanzada la epidemia; cuando lo hicieron,
se decidió suspender las clases en primaria, secundaria y en la Universidad de la República (Hortal &
García, 2017).

5. ¿Qué lecciones nos deja la historia?

Dada la gran incertidumbre respecto a la propagación y mortalidad de la actual pandemia de


COVID-19 a nivel mundial y, por tanto, sobre sus posibles efectos económicos y sociales para nuestro

76 Asociación Uruguaya de Historia Económica


NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

país, las ideas y preocupaciones que plantearemos en esta sección, incluso a pesar de su carácter de
largo plazo, pueden quedar obsoletas en pocos días o semanas. A pesar de esto, y tomando los recaudos
correspondientes, plantearemos algunas reflexiones que se desprenden del análisis de las epidemias del
pasado.
A diferencia de las grandes pandemias anteriores, la pandemia actual nos encuentra con Estados
consolidados, con mayores recursos y, particularmente, con sistemas de salud más desarrollados; sin
embargo, ello no evitó que la actividad económica nacional y mundial (incluso en los países desarrollados)
fuera rápidamente afectada. El gran desafío que existe es frenar la pandemia a la vez que mitigar la
crisis económica. En materia sanitaria disponemos actualmente de recursos que son excepcionalmente
mejores que en pandemias anteriores.
La epidemia más grave que tuvo Uruguay fue la de fiebre amarilla en 1857: en ese momento los
recursos de la nación y las capacidades de los gobernantes eran muy reducidos. Hoy contamos con un
Estado con capacidades y recursos para mitigar los efectos económicos, las autoridades han actuado
acorde a eso, y por lo pronto podemos pensar que existe consenso en la población del país en considerar
indispensable la intervención estatal en esta situación. El aumento del gasto público se hace necesario,
tanto para tener un sistema de salud en condiciones (personal formado, equipos, medicamentos e
infraestructura) como para minimizar la crisis y reactivar la economía.
Como se ha señalado, la globalización y la velocidad de los medios de transporte modernos ha
hecho que la propagación del coronavirus que ocasionó la pandemia actual haya sido la más rápida
de la historia, y las nuevas tecnologías nos permiten disponer en tiempo real de información sobre la
pandemia y sus tragedias. Estos factores son, sin duda, un rasgo distintivo de la situación actual a la hora
de analizarla a la luz de las pandemias del pasado.
El mundo parece estar hoy mejor preparado que lo que estuvo ante pandemias anteriores (en especial,
si comparamos con las sufridas por sociedades de antiguo régimen); a pesar de esto, la pandemia de
COVID-19 ha dejado en evidencia las notorias debilidades de los sistemas de salud incluso en los países
más desarrollados, así como los severos problemas de desigualdad económica y social que enfrentan las
sociedades del presente.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, a partir de la recopilación bibliográfica realizada,
identificamos en la Historia las siguientes lecciones:
• A pesar de los grandes avances científicos, nuestras principales armas contra el coronavirus tienen
ya varios siglos: cierre de fronteras, confinamiento de los infectados y distanciamiento físico.
Cooperación y coordinación entre países han sido aspectos claves en el combate de las pandemias
del pasado; hoy escasean.
• Cuidar la salud es cuidar la economía. Medidas rápidas y contundentes para reducir el impacto de
la pandemia sobre la salud de los individuos pueden permitir una mayor y más rápida recuperación
del nivel de actividad después de la crisis.
• Las medidas adoptadas por cada gobierno influyen significativamente en el impacto de una
pandemia sobre la economía y en los niveles de mortalidad. Países “exitosos” y países que
fracasen en la lucha contra la pandemia podrían quedar en sendas de crecimiento divergentes a
mediano y largo plazo.
• A corto y mediano plazo, sin duda, las grandes epidemias implican la paralización de la actividad,
caída del consumo y del producto, destrucción de capital humano en situaciones de alta mortalidad
y, en algunos casos, destrucción de capital físico.
• El cambio institucional es uno de los efectos más relevantes de las pandemias. La pérdida de
confianza en el otro y la destrucción del capital social causados por las grandes epidemias y
las medidas de distanciamiento pueden generar mayor sensación de incertidumbre entre los
agentes. Ante esta mayor incertidumbre y ante los conflictos que desencadena la crisis sanitaria
y económica suelen derivarse discusiones políticas que devienen en cambios institucionales
relevantes. En este sentido, la capacidad política de los distintos sectores de la población se
vuelve clave para dirigir el cambio institucional en favor de unos u otros. Salarios y precios
suelen ser las grandes variables en disputa.
• El combate a las grandes epidemias suele ser un incentivo al desarrollo de nuevos conocimientos,
además de incentivar la creación de nuevas instituciones en materia sanitaria y mayor investigación
científica. Lo anterior, sumado a la necesidad de innovar para disminuir el impacto negativo del

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NOTAS DE INVESTIGACIÓN Efectos económicos de las pandemias: una mirada de largo plazo

shock, puede contribuir al desarrollo y difusión de nuevos cambios tecnológicos.


• Los sectores de menores recursos han sido siempre los más afectados por las pandemias; en
Uruguay las organizaciones sociales han jugado un importante rol en el combate de los efectos
que sufrieron en las grandes epidemias.
• Las grandes epidemias suelen generar importantes cambios en la toma de decisiones de los
individuos afectados y de su descendencia: reasignación de recursos dentro del hogar y cambio
en las decisiones de inversión en capital humano son algunos ejemplos a destacar. Niños y niñas
han sido particularmente vulnerables ante estos cambios.
• Los efectos psicológicos que generan las pandemias pueden tener peores efectos sobre la economía
que la caída del nivel de actividad en sí misma: el distanciamiento debería ser físico y no social
(La Diaria, 2020b).

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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA La desigualdad en Argentina, apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

RESEÑA DEL LIBRO "LA DESIGUALDAD EN


ARGENTINA, APUNTES PARA SU HISTORIA, DE LA
COLONIA A NUESTROS DÍAS" DE DANIEL SANTILLI
Javier Rodríguez Weber*

"La desigualdad en Argentina, apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días" (Prohistoria,
Buenos Aires, 2019) es el título del último trabajo del historiador argentino Daniel Santilli. Producto, en
parte, de su larga colaboración con el recordado Jorge Gelman -a quien está dedicado-, el libro presenta
un estado de la cuestión sobre la historia no sólo de la desigualdad, sino también de los ingresos, la po-
breza y las condiciones de vida en Argentina por más de dos siglos. De este modo, el texto se enmarca
en la nueva corriente de estudios sobre la desigualdad, contribuyendo a posicionar a nuestro continente
en los debates que alimentan el creciente interés sobre sus causas y consecuencias.
La preocupación por la desigualdad se ha incrementado en forma notoria en los últimos años, en par-
ticular luego de 2008. Este renovado interés por un problema clásico presenta dos facetas, relacionadas
entre sí. Por un lado, la desigualdad ha vuelto a ser un problema de primer orden. A ella se apunta como
causa de fenómenos sociales y políticos relevantes, como la pérdida de prestigio de las élites a nivel glo-
bal, la elección de gobernantes atípicos como Donald Trump, o el estallido social que remeció a Chile en
el segundo semestre del 2019. Por otro, y como era de esperar, esto alimentó el tema como problema de
investigación, al punto de que algunas de las publicaciones de mayor impacto en la economía en los úl-
timos años la tienen como objeto central de estudio. La nueva literatura académica sobre la desigualdad
presenta algunos rasgos peculiares, resultantes de la articulación de aportes novedosos con el rescate de
enfoques y abordajes que, aunque de señalada prosapia, se habían tornado periféricos en la investigación
predominante a finales del siglo XX. Si hacia el año 2000 la mayoría de los estudios sobre la desigualdad
abarcaban pocos años, estaban centrados en la acción del mercado -en particular el de trabajo-, se basa-
ban en encuestas de hogares, y hacían foco en la dispersión entre asalariados; la nueva literatura destaca
por su interés en el largo plazo, por la articulación de la acción de los mercados con factores políticos e
ideológicos, apela a una diversidad de fuentes y métodos, y presta atención a la desigualdad entre y al
interior de distintos grupos, con énfasis en el peso de los sectores de altos ingresos. Lo que se observa es
un retorno del tipo de enfoque que asociamos a la economía política. Éste aborda la desigualdad como
un problema histórico, signado por las asimetrías de poder y las relaciones conflictivas que se establecen
entre individuos y grupos al interior de una sociedad; mediadas -a su vez- por la acción del Estado como
entidad que goza de cierta autonomía respecto a dichos grupos.
El lugar que ocupa América Latina en esta literatura es más bien ambiguo. Siendo una región que
destaca por su desigualdad, ha sido puesta como ejemplo sobre los efectos perversos de la misma al
dificultar o incluso impedir la construcción de un entramado institucional favorable a la democracia, la
inversión y la innovación. Por otra parte, ya no se observa por nuestra región el interés que existía en
tiempos que la Revolución Cubana era joven portadora de miedos y esperanzas. Su importancia, para las
comunidades académicas y políticas de los países centrales, ha pasado a un segundo plano muy lejano.
Así, en varios de los trabajos más importantes publicados en la última década, en particular los dirigidos
por Thomas Piketty, América Latina apenas está presente1.
Uno de los factores que, en mi opinión, coadyuvan al discreto lugar que ocupa la experiencia lati-
noamericana en la nueva literatura sobre la historia de la desigualdad es la carencia de la información
necesaria para elaborar análisis de largo plazo basado en evidencia cuantitativa. Efectivamente, una de
las condiciones de posibilidad para que el abordaje histórico se tornara central en estos estudios, fue la

1 Si bien en Capital e Ideología, el más reciente y ambicioso de estos trabajos, se analiza a fondo la historia de Haití, ello se
hace en su condición de colonia y excolonia francesa.
* Doctor en Historia Económica. PHES- Universidad de la República

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 81


RESEÑA BIBLIOGRÁFICA La desigualdad en Argentina, apuntes para su historia, de la colonia a nuestros días

elaboración de estadísticas que permiten seguir su evolución por más de un siglo. Dentro de los distintos
métodos utilizados, destaca el estudio de la participación de los sectores de altos ingresos en el total,
una aproximación que no sólo cuenta con la ventaja de poner el foco en un actor social relevante, sino
que permite seguir la trayectoria de la misma variable, construida en forma homogénea durante muchas
décadas. El problema es que en nuestro continente no están presentes, en la mayoría de los casos, el
tipo de datos fiscales necesarios para realizar esa clase de estudios. Aquí, los historiadores económicos
latinoamericanos debemos recurrir a la articulación de distintas fuentes y metodologías para lograr una
aproximación a medidas de desigualdad que pocas veces destacan por su robustez.
Aquí radica, en mi opinión, la principal característica y aporte del libro de Santilli. En él se presenta
un conjunto de información cuantitativa robusta hasta ahora dispersa en diferentes publicaciones. Estas
tratan no sólo de distintas facetas de la desigualdad, sino también de otras dimensiones que hacen a la
calidad de vida. De este modo, el texto se basa en una multiplicidad de trabajos -escritos por el autor
u otros investigadores. Algunos son de historia económica, en tanto otros, en general los que tratan el
período más reciente, han sido producidos por profesionales de otras disciplinas, como la economía o
la sociología. Ello permite a Santilli cubrir gran parte de la historia y el territorio de uno de los países
latinoamericanos más importantes. Esta información se presenta en un orden cronológico articulado
según la periodización habitual de la historia económica argentina y enmarcada en un relato en que no
sólo se realiza una descripción de las variables, sino que abundan las reflexiones de su autor, desde las
dificultades metodológicas y la crítica de fuentes, hasta los dilemas que impone el doble compromiso
que suelen tener quienes cultivamos el oficio de historiar: con el pasado que estudiamos y el presente
en que vivimos.
Da la impresión de que, el estar elaborado a partir de diversos productos de investigación, condicionó
el contenido y estructura del texto. Por una parte, el libro va más allá de una historia de la desigualdad,
ya que variables relativas a los niveles de ingreso o costo de vida son tratadas con la misma importancia
que las medidas de dispersión. Creo que, si se titulara “Ingresos, nivel de vida y desigualdad” se refle-
jaría mejor su contenido. Por esta parte, esta misma característica conduce a un texto en que se echa en
falta una mayor síntesis entre los productos que lo componen. La escritura a partir de piezas autoconte-
nidas, como son los artículos académicos, está demasiado centrada en la descripción de las variables, a
la vez que dificulta la lectura y afecta la periodización y la fluidez del texto. El lector -o al menos quien
esto escribe- se queda con ganas de un mayor análisis de los procesos políticos e ideológicos en su inte-
racción con los ingresos y su distribución. Es notorio que el autor concibe el estudio de la desigualdad de
este modo, centrado en su economía política. Sin embargo, el análisis de las determinaciones recíprocas
entre fenómenos que solemos adjudicar a distintas esferas de la realidad social -razón por la cual suelen
ser abordados por distintas disciplinas- está poco presente en el texto (o, para ser más precisos, menos
de lo que a mí me gustaría).
En todo caso, el texto constituye un aporte relevante a la construcción colectiva de una historia de la
desigualdad en Latinoamérica que permita basar nuestras interpretaciones y conclusiones en la mejor
evidencia histórica disponible. El estudio de la desigualdad, su historia y su presente son temas apasio-
nantes y nuestro continente, para bien o para mal, tiene una experiencia que merece ser mejor conocida
y analizada. El libro de Santilli constituye un paso claro en esa dirección.

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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Montevideo, ciudad obrera. El tiempo libre desde las izquierdas (1920-1950)
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

RESEÑA DEL LIBRO "MONTEVIDEO, CIUDAD


OBRERA. EL TIEMPO LIBRE DESDE LAS IZQUIERDAS
(1920-1950)”, DE RODOLFO PORRINI
Mónica Maronna *

La trayectoria académica de Rodolfo Porrini incluye numerosos artículos y libros dedicados al estu-
dio de los trabajadores y las organizaciones obreras, entre ellos, “La nueva clase trabajadora uruguaya
(1940-1950)” publicado en 2005. En este último libro, su autor se concentra en la relación entre las
izquierdas internacionalistas, los trabajadores y el tiempo libre para identificar los rasgos que confor-
maron una cultura obrero-popular y de qué modo esa cultura fue concebida por anarquistas, socialistas
y comunistas.
El título del libro encierra varias definiciones y opciones importantes que trazan el camino desarro-
llado por el autor. Considerar a Montevideo como ciudad obrera implica no atribuir los rasgos de una
ciudad a todo un país -algo muy común en la historiografía que asimila lo montevideano a lo uruguayo-
pero, sobre todo, significa reconocer el peso de la ciudad capital por su población y su crecimiento como
centro principal de las actividades para el tiempo libre. Uruguay, el país urbano, concentraba en su ca-
pital casi un 30% de la población total en 1908 y cerca de un 45% en 1963. Montevideo reunía la mayor
parte de los trabajadores, pero también era el foco de las principales actividades culturales y grandes
espectáculos; es una ciudad rodeada de parques y alberga una amplia línea de playas que acompaña toda
su costa. Desde comienzos del siglo, ya era considerada como la “capital del tiempo libre”.
El propósito del libro consiste en centrarse en la dimensión cultural, en el uso del tiempo libre como
categoría de análisis, en sus permanencias y cambios. De esta forma, aporta en una zona de conocimien-
to menos transitada por la historiografía uruguaya donde han predominado los estudios relacionados con
la ideología, las protestas, las huelgas o las formas de organización de los trabajadores. La otra opción
que adopta Porrini reside en el estudio del modo en que las izquierdas internacionales ocuparon un rol
activo en la conformación de la cultura de los trabajadores. Aquí interesa señalar que se trata de anali-
zar un cruce complejo de tradiciones y comportamientos culturales, entre las concepciones inherentes
a dichas izquierdas y las que portaban los trabajadores. Para las izquierdas internacionales resultaba
decisivo moldear la cultura de los trabajadores y, de ese modo, contribuir a liberarlo de los lastres del
poder burgués, la Iglesia y el Estado. La cultura militante se proponía crear canales para incidir, en una
relación no exenta de tensiones, con la cultura que portaban los trabajadores.
La definición del arco temporal, abarca un período marcado por el crecimiento de las izquierdas
en Uruguay acompasadas por los cambios a nivel internacional y termina en la década del cincuenta
caracterizada por el despliegue de la guerra fría y las transformaciones en las definiciones dentro de las
izquierdas. El marco temporal, definido a partir del campo político y sus disputas, abarca un período de
intensos cambios dentro del escenario laboral junto con la expansión de una nueva clase trabajadora.
El análisis del tiempo libre presupone el estudio de aquella zona que transcurre entre el horario de
trabajo y el sueño, el uso de los días libres durante los feriados, los fines de semana o las vacaciones.
Para las izquierdas, esos tiempos no debían ser ociosos, debían ser tiempos de militancia, de camara-
dería entre iguales, de alternativas a las formas burguesas de entretenimiento o la preparación para una
nueva sociedad. Esta concepción se enfrentaba al espontaneísmo con que los trabajadores organizaban
y ocupaban sus tiempos libres en el bar, en los deportes, los juegos de azar o otras actividades de su
preferencia.
A lo largo de los seis capítulos, el libro permite analizar los cruces y los cambios en el uso del tiem-
po libre. No todos ellos transcurren al mismo ritmo ni en la dirección deseada por las izquierdas. Si la
cultura de los trabajadores es transformada, también lo es la cultura de las izquierdas. El trabajo se inicia
con un análisis de la ciudad como escenario de los cambios sociales y culturales, es decir, analizar qué
* Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación- Universidad de la República

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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Montevideo, ciudad obrera. El tiempo libre desde las izquierdas (1920-1950)

ofrecía la ciudad para el tiempo libre. No cabe duda que el crecimiento de la industria del entretenimien-
to aumentó considerablemente a lo largo del período y se vio afectado por cambios significativos como
fue la gran expansión de las salas de cine y el crecimiento acelerado de la radiodifusión. En el primer
caso, el público de cine creció considerablemente hasta alcanza cifras históricas de concurrencia. Más
importante aun es el reconocimiento de la importancia de las salas de cine barrial que con gran calidad
técnica y arquitectónica se extendieron por toda la ciudad. La radio fue también central en estos tiempos,
sobre todo porque estuvo asociada a prácticas culturales que convocaban a la presencialidad. El uso de
los medios de comunicación, periódicos, revistas y programas en la radio, estuvo presente como parte
de la necesaria formación de una cultura de trabajadores. Muchas veces, sus contenidos fueron objeto
de fuertes críticas por considerar que alentaba a afirmar valores que alentaban el orden burgués y, en ese
sentido, el texto examina cómo fue utilizado para formar a los trabajadores.
El recorrido del libro permite dar cuenta de una tensión permanente entre las formas que adquiere
el uso del tiempo libre y las aspiraciones de las izquierdas para organizar y educar a los trabajadores.
Un ejemplo, entre muchos que usa el autor, reside en actividades al aire libre como los picnics que ya
gozaban de amplia práctica alentada por los sistemas de transporte y los atractivos espacios existentes en
la ciudad. Este tipo de paseo, preexistente y de gran desarrollo a nivel familiar y barrial, fue empleado
por las izquierdas a lo largo de todo el período. Un espacio donde se incluyeron actividades de todo tipo:
deportes, canto, lecturas, acciones solidarias, juegos y hasta sorteos que en algunos casos consistían en
unos cuantos litros de cerveza, o en otros, retratos de Stalin.
A lo largo de todos los capítulos se analiza qué hacen los obreros con el tiempo libre y sobre todo,
qué deberían hacer. Este eje que recorre toda la investigación, está atravesado por las tensiones generada
entre la ideología irradiada desde los cuadros políticos y lo que efectivamente practicaba el trabajador
en su tiempo libre. La preocupación era generar actividades que templaran la lucha y tendieran a generar
condiciones para el cambio de la sociedad. Debían también erradicarse los grandes males de la sociedad
como, por ejemplo, el alcoholismo. Para emprender una cruzada de esta naturaleza era necesario generar
discursos alternativos al proveniente de instituciones como la Iglesia, el Estado o el sistema educativo.
Por múltiples canales, se procesaba esa disputa entre el deber ser del militante en contraposición con
las prácticas reales del trabajador, entre el discurso moralizante de izquierda y la búsqueda de moldear
a los trabajadores para regular los modos y usos del tiempo libre en un sentido definido por socialistas,
comunistas o anarquistas. Porrini examina a través de un cuidadoso y exhaustivo empleo de fuentes
muy diversas, los diferentes modos en que las izquierdas se debatían para generar un discurso crítico
y trasformador de la cultura del trabajador. Crear universidades populares, ofrecer medios alternativos,
programas de radio, publicaciones, reuniones, bibliotecas, estaba dentro de los objetivos centrales. Las
izquierdas propusieron cultura, modos de lectura, ateneos, veladas, conferencias, cursos, a la vez que
reafirmaban la conquista de la calle mediante mitines o asambleas populares en los espacios públicos.
El libro recorre todas las prácticas culturales de la época, los modos de hacer pero también las
transformaciones tanto en la cultura de los trabajadores como en las concepciones de las izquierdas.
La relación con el deporte o el carnaval constituyen los mejores ejemplos de esa tensión y el camino
zigzagueante recorrido. El fútbol transita entre ser rechazado y denostado a plantearse la necesidad de
un uso alternativo como crear nuevas ligas como la Federación Roja del Deporte, hasta terminar sien-
do aceptado. El deporte de masas con fuerte arraigo popular, fue dejando atrás las duras críticas que
muchos sectores -no todas las izquierdas- le habían realizado. Los anarquistas se mantuvieron firmes,
tanto que no deja de sorprender que en 1950, en plena euforia mundialista, el periódico Voluntad no
haya ni siquiera mencionado la hazaña de Maracaná. Podría leerse como una fidelidad coherente con
los principios fundamentales, pero, también, podría pensarse como una incomprensión de los procesos
sociales. Lo mismo sucede con la otra gran expresión popular como el Carnaval que considerada la cuna
del desborde, pero, también, un adecuado cauce para marcar las debilidades de la sociedad capitalista e
importante canal para la denuncia.
En un momento de expansión de diversas formas de usos del tiempo libre, resulta cautivante la
pregunta central de este libro que conduce a analizar de qué modo las izquierdas socialistas, comunis-
tas y anarquistas se planteaban modos productivos y militantes para los trabajadores y comprobar las
múltiples acciones realizadas para alcanzar mayor conciencia y organización en los trabajadores. Los
modos en que los trabajadores organizaban su vida social fuera del trabajo, su relación con el entorno,
con el barrio, con las expresiones culturales organizadas y su formas espontáneos de vivir el tiempo

84 Asociación Uruguaya de Historia Económica


RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Montevideo, ciudad obrera. El tiempo libre desde las izquierdas (1920-1950)

libre, expresan encuentros y desencuentros con las expectativas de las izquierdas internacionalistas. En
ese proceso y en esas búsquedas, las izquierdas recorrieron múltiples caminos y exploraron acciones
diversas, y en ese sendero también resultaron transformadas.
Este libro, sólido, minucioso y sustentado en un adecuado andamiaje teórico, confirma la trayectoria
del historiador Rodolfo Porrini caracterizada desde siempre por su seriedad y la pasión por la investi-
gación.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 85


RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Las inversiones británicas, 1914-1945

RESEÑA DEL LIBRO "LAS INVERSIONES


BRITÁNICAS, 1914-1945", DE RAÚL JACOB.
Norma Silvana Lanciotti*

El recientemente publicado estudio sobre las inversiones británicas en el Uruguay cierra la serie de
investigaciones publicadas por Raúl Jacob sobre las inversiones extranjeras en el país en el período
comprendido entre las dos guerras mundiales. El autor tiene una larga trayectoria de trabajo sobre temas
de historia económica e historia de empresas en el Uruguay. En las obras anteriores de esta serie ha re-
construido los derroteros de la inversión y de las empresas estadounidenses, alemanas, belgas, francesas,
italianas y argentinas. La obra que nos ocupa se enfoca en la inversión de mayor impacto en la economía
uruguaya desde sus orígenes hasta el final de ciclo marcado por la segunda guerra, con especial atención
a la trayectoria de las empresas británicas y a sus relaciones con el estado uruguayo durante diferentes
coyunturas históricas.
El primer tópico a destacar del libro refiere a la propuesta de indagar en la temática desde una mul-
tiplicidad de aristas, combinando con pericia de historiador los aspectos económicos, sociales, organiza-
cionales, institucionales políticos y diplomáticos de la inversión británica, además de la reconstrucción
de las trayectorias de las empresas. Por ejemplo, si bien la obra se enfoca en el período de entreguerras,
se detalla el rol de las redes migratorias y las relaciones diplomáticas en la formación de la comunidad
británica en Uruguay durante el siglo XIX, y la creación de asociaciones gremiales que promovieron
la defensa de los intereses de las empresas británicas en el período de entreguerras. El apartado sobre
los directivos de las firmas brinda información valiosa sobre el entrecruzamiento de directorios como
estrategia central de control y la importancia de las relaciones sociales y los vínculos en la creación de
capacidades directivas, que constituyeron la base de las ventajas competitivas de los grupos británicos
en la región.
Hasta la Primera Guerra Mundial, el liderazgo británico en la inversión externa era indiscutible, y
estaba fundado además en su participación mayoritaria en el comercio exterior uruguayo. Sin embar-
go, en consonancia con la primera dislocación del orden liberal y el desplazamiento de la hegemonía
de Gran Bretaña por Estados Unidos a nivel global, al final de la primera guerra, las importaciones
norteamericanas superaron a las de origen británico. Gran Bretaña conservó sí, el primer lugar como
destino de las exportaciones uruguayas en la década de 1920. La crisis de 1930 puso en jaque las re-
laciones anglo-uruguayas y abrió un período de negociación y conflicto entre el gobierno uruguayo y
las empresas británicas en torno al control de divisas, el sostenimiento de las cuotas de importación y
la situación de los ferrocarriles y empresas de servicios públicos que concentraban más del 85% de la
inversión británica en el país. A tono con lo que sucedía en la región, la competencia con el automóvil
en un contexto de devaluación del peso, hizo caer las utilidades de las compañías ferroviarias y abrió la
puerta a un extenso período de negociaciones entre las firmas y el estado que terminarían con la compra
de los ferrocarriles ingleses en 1949.
La primera parte del libro aborda los aspectos recién señalados. La segunda parte se concentra en
reconstruir exhaustivamente la trayectoria de las empresas británicas en el país, lo cual constituye el
segundo tópico a destacar. En base a una gran labor de consulta y sistematización de fuentes diversas,
el autor describe la trayectoria de cada una de las firmas por sector, y compone un universo de datos
valioso para ulteriores investigaciones sobre el tema. Dicho universo permite identificar además los ci-
clos de vida de las firmas y confirmar el carácter global de las estrategias empresariales. Al igual que en
Argentina, la mayor parte de las empresas británicas se instalaron antes de 1914 y realizaban actividades
comerciales, financieras, transportes y servicios públicos. En el segundo ciclo de inversión, durante la
década de 1920, arribaron nuevas empresas comerciales e industriales orientadas a captar el mercado
interno uruguayo. Los datos permiten también identificar los momentos de salida de las firmas: las
compañías de tierras durante la primera guerra mundial, las empresas de transporte y servicios públicos

* Universidad Nacional de Rosario- CONICET, Argentina.


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RESEÑA BIBLIOGRÁFICA Las inversiones británicas, 1914-1945

en los años 1940 y las firmas industriales en la década de 1930 y en los años 1990s.
En síntesis, el libro de Raúl Jacob cierra una prolífica labor de investigación sobre el rol de la inver-
sión británica en la economía uruguaya a la par que abre la posibilidad de continuar trabajando sobre
temas clave de la historia de empresas, como ser la relación con el estado, las estrategias económicas,
organizativas y de captación de recursos gerenciales, y su impacto en las posibilidades del desarrollo
económico del país.

Revista Uruguaya de Historia Económica - Año X - No. 17 / julio de 2020 87


CONFERENCIAS Y DEBATES La historia económica frente a la pandemia del COVID-19

CONFERENCIAS Y DEBATES
RELATORÍA CICLO DE CONVERSATORIOS "LA HISTORIA
ECONÓMICA FRENTE A LA PANDEMIA DEL COVID-19"
Carolina Román *

Entre mayo y julio de 20202 tuvo lugar el Ciclo de Conversatorios "La Historia Económica frente
a la Pandemia del COVID-19", organizado en colaboración entre la Asociación Argentina de Histo-
ria Económica (AAHE) y la Asociación Uruguaya de Historia Económica (AUDHE). Frente al crítico
contexto de la pandemia causado por el COVID-19, se entendió que la historia económica, como disci-
plina, debía realizar su pequeña contribución a la comunidad, y la propuesta fue generar un espacio de
reflexión e intercambio. Además de compartir plenamente la motivación de esta actividad, nos pareció,
desde AUDHE, una oportunidad valiosa de colaborar, institucionalmente, entre dos países y dos comu-
nidades académicas.
El objetivo de ciclo fue generar encuentros virtuales con la comunidad académica de historiadores
económicos. Ante la multiplicidad de ofertas de seminarios virtuales, la iniciativa propuso un enfoque
basado en el modelo de “conversatorio”, que se estructura a partir de una interrogante común propuesta
a tres invitados. A partir de esa consigna, cada invitado dispuso de 15 minutos para exponer y luego se
abrió el debate entre los asistentes. Los conversatorios se realizaron virtualmente a través de la platafor-
ma zoom, con previa inscripción, y fue transmitido en vivo a través del canal de youtube de la AAHE,
para contar con una amplia difusión y que además quedara libremente disponible para la comunidad en
general.
Las temáticas de los conversatorios procuraron cubrir temas de preocupación actual económico-so-
cial a raíz de los efectos de la pandemia, pero también propias de la disciplina; que aportaran una mirada
regional, pero también incorporaran perspectivas externas. Se invitó a exponer a prestigiosos historia-
dores con amplias trayectorias internacionales y a investigadores más jóvenes y con claras proyecciones
profesionales. Así, definimos tres instancias, que se desarrollaron con pleno éxito.
El primer conversatorio se tituló “Crisis, incertidumbre y volatilidad en América Latina: ¿qué aporta
una mirada desde la historia económica? (27 de mayo) y contó con la participación de Luis Bértola
(Universidad de la República, Uruguay); Carlos Marichal (El Colegio de México), y Andrés Regalsky
(Universidad Nacional de Tres de Febrero/CONICET, Argentina). El segundo conversatorio se tituló
“El mundo académico post-crisis Covid-19: Impactos en la profesión del historiador/a económico/a y
en nuestras agendas de trabajo” (10 de junio) en el cual participaron Cecilia Lanata Briones (University
of Warwick, Inglaterra); Anna Carreras-Marín (Universidad de Barcelona, España); Sebastián Fleitas
(University of Leuven, Bélgica). El tercer conversatorio se tituló “Género y desigualdades. ¿Qué aporta
una mirada de largo plazo?” (3 de Julio) y participaron Lina Gálvez Muñoz (Universidad Pablo de Ola-
vide, España); Mirta Lobato (Universidad de Buenos Aires; Argentina) y Silvana Maubrigades (Univer-
sidad de la República, Uruguay).
Todos los invitados fueron muy amables y generosos en acceder a participar de esta iniciativa. Sus
exposiciones fueron muy interesantes, profundas, con reflexiones sobre la actualidad desde una pers-
pectiva histórica. Compartieron experiencias y pusieron sobre la mesa problemáticas de la coyuntura,
algunas de las cuales no son tan nuevas para nuestras trayectorias, aunque otras sí que abrieron nuevas
interrogantes y desafíos para el futuro próximo.
El ciclo despertó gran interés tanto de la región como de fuera de ésta. Al ciclo se inscribieron en
total 560 asistentes; aunque, luego, la participación virtual en cada instancia fue menor; los inscriptos
correspondieron a no menos 15 países, provenientes tanto del mundo académico, como de instituciones
públicas, privadas y público en general.
Sin duda fue una acertada apuesta de AAHE y AUDHE en el tipo de actividad elegida, las temáticas

* IECON, Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Universidad de la República, Uruguay.


[email protected]

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CONFERENCIAS Y DEBATES La historia económica frente a la pandemia del COVID-19

definidas y los invitados que participaron. En síntesis, el ciclo nos permitió reflexionar sobre el presente
con una mirada en el pasado, pero pensando en el futuro.
Los conversatorios pueden verse en el canal de youtube de la AAHE: https://www.youtube.com/
channel/UCS-_n0MCtdf4pTaNuHOqQ4g

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