Pre Encuentro
Pre Encuentro
Pre Encuentro
Inicio de clases:
Del 29 de septiembre al 5 de Octubre
Final de clases:
Del 27 al 31 de Octubre
Cantidad de Clases:
5 clases, 5 semanas.
Para Aprobar:
Asistir a 3 de 5 clases.
Contenido programático.
TEMA #1:
¿Encuentro?
LA IMPORTANCIA DE TENER UN ENCUENTRO
El Encuentro es un retiro de dos o tres días, durante los cuales, Dios estará
impartiendo vida a cada uno de aquellos que participen en él. Recibirán dirección y
comprenderán cuál es el verdadero propósito de Dios para ellos. Cada uno de los
participantes debe asistir con un corazón plenamente abierto, con la pureza y
sencillez de un niño para poder recibir todo lo que Dios anhela ministrarle. Es
fundamental que durante el tiempo del Encuentro se hagan a un lado toda
clase de argumentos, conceptos erróneos acerca de Dios y prejuicios que
les puedan impedir recibir todo lo que Dios les quiere brindar.
He visto vidas que han sido transformadas totalmente durante estos días. Son
cambios tan radicales que, por lo general, no se ven en años enteros.
Usted recordará cuando el pueblo de Israel estaba oprimido en Egipto y Dios tuvo
que levantar a un libertador. Ese libertador se llamó Moisés, y él debió enfrentarse
ante el rey de Egipto. En nombre de Dios fue a hacerle una petición.
“El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro – contestaron--. Así que
debemos hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecer
sacrificios al Señor nuestro Dios…” (Éxodo 5:3).
(Éxodo 8:28).
“Vayan y ofrezcan a su Dios aquí en el país. –No estaría bien hacerlo así—
contestó Moisés--, porque los sacrificios que ofrecemos al Señor nuestro Dios
resultan ofensivos para los egipcios. Si a la vista de ellos ofrecemos sacrificios,
que le son ofensivos, seguramente nos apedrearán. Tenemos que hacer un viaje
de tres días, hasta el desierto para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios,
pues así nos lo ha ordenado.”
Éxodo 8:25-27
Aquí el Faraón le pregunta a Moisés el por qué no era mejor ofrecer los sacrificios
allí mismo en Egipto, ya que era más fácil, sin embargo Moisés le explicó que
habían muchos contra que evitarían un correcto encuentro con el Señor. Así
mismo, el hacer un encuentro a puertas abiertas, un día cualquiera, con teléfonos
encendidos, y otras distracciones cercanas evitaría que tengamos un encuentro
pleno con el Señor y quizá ni lo lleguemos a conocerlo debido a todas estas
distracciones que nos ofrece la ciudad.
Durante este momento, el deseo del Señor es que tomemos un tiempo de quietud,
aislándonos por un corto tiempo de las actividades y evitando cualquier distracción
para oír claramente la voz de Dios. Este es un tiempo necesario que le permite al
Espíritu Santo poder llevar a cabo la obra de transformar corazones por completo.
El salmista dijo: “Encomienda a Jehová tu camino; y confía en él; y él hará” (Salmo
37:5). Poder encomendar, entregar, rendir la totalidad de nuestra vida a la
dirección de Dios es algo que podremos lograr en el Encuentro.
Hechos 9:1-31
Uno de los más grandes hombres que ha tenido el cristianismo fue el apóstol
Pablo, conocido como Saulo de Tarso. Antes de convertirse al Señor, era un
acérrimo perseguidor de los cristianos, pero tuvo una experiencia que transformó
completamente su vida, llevándolo a defender la doctrina que antes condenaba.
¿Qué lo hizo cambiar de parecer? La respuesta es muy sencilla: vivió un
encuentro con Jesús. A todo aquel que tenga un encuentro personal con Dios, la
Cruz de Cristo le será revelada, y esto es lo único que podrá transformar
verdaderamente los corazones. Él dijo: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo
al mundo” (Gálatas 6:14).
Pablo, en su defensa ante el rey Agripa, explicó cómo fue su encuentro con
Jesucristo, diciendo: “Cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz
del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que
iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me
hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura
cosa te es dar coses contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el
Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tu persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus
pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las
cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu
pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envió, para que abras sus ojos,
para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a
Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia
entre los santificados” Hechos 26: 13-18).
Pablo vio la luz; ésta era la manifestación de la gloria del Señor. Al tener un
encuentro personal con Dios le hizo ver que toda la agresión que tenía hacia el
cristianismo, en realidad, era un maltrato a sí mismo. Ese mismo día, Dios lo llamó
a servirle, dándole las instrucciones de cómo debía desarrollar su ministerio.
“El pueblo tenía la mente cerrada, e incluso hoy, cuando leen el antiguo pacto, los
cubre el mismo velo. Todavía tienen ese velo ya que es sólo por medio de Cristo
como puede ser retirado. Aun hoy, cuando leen la ley de Moisés tienen un velo
sobre su corazón, y cuando alguno vuelve al Señor, el velo es retirado. En este
caso, «el Señor» significa el Espíritu y donde está el Espíritu del Señor, hay
libertad.”
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos, y los pongáis por obra.”
La conversión debe ser plena y total. Dios desechó al pueblo de Israel pues su
conversión fue de labios y no de corazón. Juan el Bautista le dijo a aquellos que
acudían a ser bautizados: “Haced frutos dignos de arrepentimiento”. La conversión
está muy ligada al cambio de estilo de vida y es lo que Dios hará en la vida del
nuevo creyente, colocando un nuevo corazón y cambiando así su caminar y sus
costumbres.
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,
sino que HABÉIS RECIBIDO EL ESPÍRITU DE ADOPCIÓN, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!”
“…para que reciban, por la fe que es mí, perdón de pecados…”. (Hechos 26:18)
Una de las estrategias del adversario ha sido esclavizar a las personas por medio
de la culpabilidad, haciéndolos sentir que sus pecados no han sido perdonados,
ejerciendo de esta manera un control sobre sus vidas. Los pecados que hemos
cometido merecían castigo, pero Jesús en su cuerpo cargó con todos ellos,
recibiendo el castigo que nosotros merecíamos.
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
Romanos 8:32
Si Dios entregó lo que más amaba, su propio Hijo, para que nosotros fuésemos
salvos por el simple hecho de creer en Él, ¿no nos proveerá todo lo que
necesitamos? Puedo decir que Dios tiene mucho más para darnos de lo que
nosotros tenemos para pedirle. Podemos disfrutar de su herencia en este mundo,
y en el venidero: la vida eterna.
¿Aún crees que no podrás recibir todo esto y que no es para ti?
Quizá detestas a los cristianos y niegas a Cristo pero, ¿Ya has llegado a matar
alguno? Creo que no, y siendo así, no le llegas ni a los talones a Pablo, entonces,
si él recibió un llamado y revelación del Creador del universo. ¿Por qué tú no
podrías recibirlo? Abre tu corazón hoy, y deja que comience a cambiar tu vida.
No olvidemos que para TU encuentro:
TEMA #2:
¿Contra quién es nuestra lucha?
Es un ser espiritual creado por Dios. Él era quien dirigía las alabanzas en el reino
celestial; además de gozar de respeto por su autoridad y su vida de santidad. Fue
el primer ser que dio lugar al orgullo en su corazón, y que, en su altivez, quiso
derrocar a Dios para tener un control despiadado, sobre todo. Su mayor
frustración fue que no pudo hacerlo, perdiendo todos sus privilegios, siendo
expulsado del reino de Dios, y convirtiéndose en un enemigo oculto de su obra.
Fue el primero en llegar al huerto del Edén, donde logró seducir a la mujer para
que ésta desobedeciera el mandato divino. Por esta causa, el Señor decretó
guerra permanente entre Satanás y la mujer, advirtiéndole que ésta le aplastaría la
cabeza, y él le magullaría el calcañar (Génesis 3:14-15). Su propósito primordial,
es sacar a Dios del corazón del hombre y bloquear su mente, para que el mensaje
de salvación no sea predicado ni aceptado en el mundo.
Pablo dijo: “Si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó
el entendimiento, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de
Cristo, el cual es la imagen de Dios (Efesios 6:12).
¿CÓMO ACTÚA?
La mentira.
o Te mentirá sobre: Tu necesidad de Dios, de tú utilidad para Dios, de
la realidad de Dios, sobre el merecer o no su amor.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”
Juan 8:32
La opresión.
o La opresión es simplemente un ataque constante, y él hará esto con
pensamientos negativos sobre tu vida, y sobrecargándote de cosas
que generarán cansancio y estrés en tu vida.
“Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo”.
1 Juan 4:4
La enfermedad
o La enfermedad es otro de los métodos más utilizados, esta roba
nuestra vitalidad y ánimo para buscarle y servirle, y generalmente
viene en momentos importantes cuando queremos buscar de Dios,
como el encuentro.
La Palabra de Dios declara que nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte
si primero no le ata. Al estudiar este pasaje, comprendí que Satanás era ese
hombre fuerte que había atado las vidas de los hombres, jóvenes, mujeres y
niños, esclavizándolos al pecado. Al recibir esta revelación, comenzamos a atar
las fuerzas del mal y a Satanás. El Salmo 149:5 y 6 Dice: “Regocíjense los santos
por su gloria, y canten aún sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas y
espada de dos filos en sus manos”. La espada de dos filos es la Palabra, y se
utiliza para ejecutar venganza entre las naciones y castigo entre los pueblos, para
aprisionar a los reyes con grillos. Estos reyes son los principados demoníacos de
maldad que operan en los aires. Dios le dio a ustedes esa unción de atar reyes
con grillos; créalo.
TEMA #3:
¿Volver a nacer?
El hombre fue creado con voluntad para escoger A Dios, el creador del universo,
le plació en su infinita sabiduría que todo estuviese gobernado por leyes, tanto en
el reino espiritual como en el reino natural. Por ello, al dar forma y vida al hombre,
condicionó su libertad a la exclusiva obediencia de su Palabra. Aunque Dios fue
muy generoso con la primera pareja, dándoles todas las cosas en sobre
abundancia, estableció para ellos un solo límite, el cual no deberían traspasar. Les
dijo: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que
de él comieres ciertamente morirás” (Génesis 2:17). El Señor no deseaba que el
hombre le obedeciera mecánicamente como robot; Él anhelaba que lo hiciera por
propia voluntad, utilizando la plena libertad de escoger que se le había concedido.
Que el Señor le hubiera dicho esto a Zaqueo, que era cobrador de impuestos, o a
María Magdalena, quien había cometido adulterio, o tal vez al ladrón que colgaba
en la otra cruz junto a Él, es muy probable que nuestra capacidad humana y finita
pudiera entenderlo. Pero notemos que Jesús dijo esto a una autoridad espiritual
entre los judíos.
De la misma manera que tuvimos un nacimiento físico para llegar a este mundo,
también debemos experimentar un nacimiento espiritual para entrar al mundo
celestial. El nuevo nacimiento sólo se produce cuando aceptamos a Cristo en el
corazón como único Señor y Salvador. Este nuevo nacimiento es producido
directamente por el Espíritu Santo, quien a través de la fe, engendra el espíritu de
vida del nuevo hombre. Somos seres espirituales que vivimos en cuerpos físicos, y
a través de los sentidos nos volvemos consientes de la realidad de esta tierra. El
nacimiento físico es tan solo un paso que debe conducirnos al siguiente, es decir,
al nacimiento de nuestra naturaleza espiritual. Sólo cuando experimentamos esto,
adquirimos el derecho de ser hechos y llamados hijos de Dios. En este acto,
nuestros ojos espirituales se abren y podemos discernir con claridad el reino de
los cielos.
El apóstol Santiago escribe: “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de
verdad, para que seamos primicia de sus criaturas” (Santiago 1:18). Dios dejó la
puerta abierta para que todo aquel que quiera, pueda nacer a la vida espiritual.
Jesús dijo: “Si el grano de trigo, no cae en tierra y muere, queda solo; pero si
muere, da mucho fruto” (Juan 12:24). El nuevo nacimiento implica un
desprendimiento de esta naturaleza afectada por el pecado, para que el espíritu
pueda fructificar en el reino espiritual.
Usted puede tener un corazón nuevo A Través del profeta Ezequiel, el Señor dijo:
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y guardéis mis
preceptos y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27).
Nadie en este mundo podrá jamás tener dos corazones al mismo tiempo; nadie
puede volcarse un poco a Dios y otro poco al pecado. Quien está del lado de Dios,
aborrece el pecado, y quien gusta de pecar, no sigue a Dios. La promesa de Dios
es: “corazón nuevo, espíritu nuevo”. Cuando esto sucede, Dios remueve de
nosotros el corazón duro y también el espíritu rebelde. El espíritu que recibimos es
el Espíritu mismo de Dios. Pablo lo comprendió cuando dijo: “¿No sabéis que sois
templo del Espíritu Santo, y que el Espíritu de Dios mora dentro de vosotros?”. El
Espíritu de Dios es el único que nos ayuda a entender las Escrituras, el que nos
da las fuerzas para obedecerla, y el que prepara el ambiente para que sus
promesas se cumplan.
TEMA #4:
¿Merezco un encuentro con Dios?
(Justificados por la fe)
La respuesta es bien sencilla: ¡SI! Y ¿Por qué? Pues, porque Jesús nos justificó
para poder vivir para él.
¿QUÉ ES LA JUSTIFICACIÓN?
“…Y el resultado del regalo del favor inmerecido de Dios es muy diferente de la
consecuencia del pecado de ese primer hombre. Pues el pecado de Adán llevó a
la condenación, pero el regalo de Dios nos lleva a ser declarados justos a los ojos
de Dios, a pesar de que somos culpables de muchos pecados. Pues el pecado de
un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún más
grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los
que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte, por medio de un
solo hombre, Jesucristo.”
“Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra
justificación”
Romanos 4:25 (NTV)
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él”
A los ojos de Dios, los creyentes tienen la justicia necesaria para obtener la vida
eterna.
Dios estableció que fuera esta manera debido a que, era imposible para el
hombre, mediante sus propias fuerzas cumplir con todo lo que exigía la ley para
considerarse Justos o perfectos ante Dios.
“No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que
busque a Dios… Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer
las obras que exige la ley…”
DE LA JUSTIFICACIÓN A LA SANTIFICACIÓN.
La justificación es una obra completada y perfecta que sucede una vez por todas.
Cuando Dios el Juez proclama que el criminal es: “¡Justo! ¡Inocente! ¡Impecable!”,
no hay vuelta atrás. Dios sí o sí glorificará a los que justificó porque no es hombre
para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta (Números 23:19). Como
explica la famosa cadena de oro de la salvación en Romanos 8:30, “A los que
predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los
que justificó, a esos también glorificó”. Gracias a la veracidad de la declaración
legal de Dios y a la impecable justicia de Cristo, el creyente puede estar
plenamente seguro de su salvación.
Pero la santificación nunca está completa en esta vida. Los cristianos no serán
enteramente santificados hasta la venida del Señor Jesús (Filipenses 1:6). Hasta
entonces, los siervos de Dios seguirán peleando contra su naturaleza caída y
esforzándose por andar en obediencia al Señor que los compró.
Proverbios 23:7