Reseña Cultura Urbana Hip - Hop

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Cultura urbana Hip - Hop

Movimiento contracultural emergente en los jóvenes de Iquique


Mario Moraga, Héctor Solórzano
Última Década, núm.23, diciembre, 2005, pp. 77 – 101
Centro de Estudios sociales. Chile

1. El problema de investigación

La investigación se centra en el estudio de la cultura hip hop en Chile, en el marco de la


celebración de los 20 años del género musical en este país, lo que constituye un punto de reflexión
para adelantar el estudio de asociaciones juveniles urbanas en la región de Iquique, adeptas e
integradas a las dinámicas de integración de la cultura del rap.

Para los autores es clave determinar si se trata de un movimiento social o de un movimiento


contracultural emergente en un estado de descontento. En este marco se plantean una pregunta
inicial ¿Es la cultura urbana hip-hop desplegada por los jóvenes un movimiento contracultural
emergente en la realidad actual de Iquique? Y construyen la siguiente hipótesis “la cultura urbana
hip-hop desplegada por los jóvenes de Iquique es un movimiento contracultural emergente que,
desde su acción contracultural consciente y reflexiva, promueve nuevas formas de construcción
sociopolítica y cultural juvenil en Iquique” (2005, 93)

Moraga y Solórzano declaran que orientan sus esfuerzos investigativos, en describir e interpretar la
acción cultural consciente y reflexiva de la cultura hip hop en Iquique, enmarcado en la necesidad
de desarrollar un debate en torno a los métodos y técnicas de abordaje de las dinámicas juveniles
actuales, y lo que los autores denominan el posicionamiento de “Latinoamérica como parte de un
contexto social e histórico específico” (2005, 77)

Realizan un recorrido histórico del origen y la procedencia del hip hop, el trasfondo social y
político, y especialmente de su inserción en contextos urbanos y populares del mundo
subdesarrollado, que para el caso de Chile, se lleva a cabo después de la dictadura. Detalle
relevante si entendemos que la investigación evidencia como motivación, una lectura de estos
nuevos espacios de visibilización, que tanto por grupo poblacional como por su motivación cultural,
suelen ser ignorados tanto desde las instituciones, como desde la investigación social.

2. Áreas o saberes de la investigación

La investigación se inscribe en la sociología, lo que para los autores se constituye en “una


herramienta de expresión en este contexto, responde a nuestra actualidad y debe servir a ella”
(2005, 100) Se evidencia en la investigación una reivindicación desde la ciencia social, su
posibilidad de interpretar y ofrecer una mirada del contexto latinoamericano, la generación de
conocimiento y esencialmente un compromiso con la realidad social.

Es importante resaltar que los autores hacen explicita su intención de abordar el tema cultural, y
su traducción en las dinámicas políticas y económicas. Se plantea de entrada un debate, entre la
configuración de los nuevos movimientos sociales y claramente una mirada desde lo juvenil, donde
para Moraga y Solórzano es clave una “desestigmatización de la subjetividad como parte de la
construcción de nuevo conocimiento” (2005, 100)

3. Enfoque teórico

Quisiera establecer los que considero los dos referentes bajos los cuales los autores realizan su
investigación. El primero, relacionado con lo que los autores denominan el sujeto actor, y el
segundo, articulado a esta primera referencia, donde establecen una mirada complementaria de los
movimientos juveniles, la contracultura, y en general a los estudios juveniles que históricamente
ofrecieron una primera mirada a la constitución de los espacios de asociación juvenil, así como a
referencias clásicas ya del estudio de la juventud, como lo es la de tribu urbana.
Los autores retoman los planteamientos de Anthonny Giddens y Alain Touraine, en relación a la
constitución del sujeto – actor, como respuesta a la superposición de la estructura en los análisis y
en el pensamiento. De otro lado utilizan la referencia realizada por este último en cuanto nos
encontramos en una época de desmodernización, por las transformaciones y descomposiciones de
los modelos clásicos. Desde esta lectura, reivindican la generación de movimientos sociales y
culturales, a partir de la aparición de otras formas de convivencia, analizadas con un carácter
menos instrumentalizado, por el contrario más emocional, en el cual hacen énfasis en la exposición
del a investigación. Refuerzan estos planteamientos desde Maffesoli, quien plantea una relación
de un sujeto – actor opuesto al de la concepción racionalista, por uno con predominancia empática.
Por último exponen los planteamientos de Duarte, Zarzuti y Ganter, quienes trabajan el sujeto actor
en los jóvenes y las dinámicas de agrupación juvenil urbana, reconociendo la predominancia del
discurso de la posmodernidad y el fenómeno de la globalización.

El segundo referente teórico importante en la investigación tiene que ver con la caracterización de
los conceptos, enmarcados según los autores en el retorno o la búsqueda del comunitarismo
social, de los movimientos sociales y la contracultura. El primero caracterizado, desde Touraine,
por las reivindicaciones centradas en la liberalización de los sujetos y la defensa de demandas
frente a la libertad y la seguridad, relacionando y diferenciando su acercamiento con los
movimientos obreros y de izquierda. Por su parte la contracultura es asumida, siguiendo a Pierre
Charles, como el proceso de resistencia a los valores de la sociedad dominante, y su asociación,
siguiendo a Savater y Villena, con prácticas sociales alternativas ligadas a la marginalidad. En este
marco reconocen los acercamientos teóricos realizados a clanes, pandillas juveniles desde la
sociología urbana de la Escuela de Chicago, al igual que el concepto de las tribus urbanas,
rescatado desde la definición de Mario Margulis. Lo que en parte les sirve para identificar las
carencias de los conceptos en el marco teórico desde el cual se inscriben los autores.

Este marco sirve para definir la concepción de la cultura urbana, que en el caso del hip hop,
plantea según los autores una acción contracultural consciente y reflexiva, inscrita en contra de la
sociedad moderna, que se activa en los espacios público y privados y se articula a las diversas
redes de creación del movimiento, en espacios de legalidad e incluso de ilegalidad. Motivo por el
cual los autores enuncian estas tres preguntas desde la lógica de sujetos – actores vinculados a la
cultura urbana estudiada: ¿qué son estos nuevos grupos de asociación juvenil en esta era social?
¿Qué representan para la época, para la contingencia? ¿Qué representan para Iquique y para
Chile? (2005, 86)

4. Metodología

Los autores aluden a que la metodología se desarrolla en un contexto en el cual el acercamiento


metodológico debe ser, empático, participativo, que denote compromiso, arraigo al contexto donde
se desarrolla y pertenencia a la mirada que se construye desde la emergencia de la cultura juvenil,
lo que les puede posibilitar un abordaje neutro de lo que se está estudiando. Al modo de ver de los
autores, el hecho de ser jóvenes, les posibilita una mirada sin prejuicios del fenómeno estudiado,
aspecto relevante en el planteamiento metodológico, pero discutible.

Reconocen el uso de lo que se denomina como paradigma interpretativo o cualitativo en


metodologías de investigación social, articulado a los métodos etnográficos y etnometodologicos,
que se sustentan en la revisión documental, la observación directa, la entrevista en profundidad y
el análisis de contenido. Sin hacerse explicito, se evidencia que los investigadores tiene una
relación estrecha con el grupo poblacional al que se dirigen, o por lo menos piensan construirlo, lo
que los lleva a reivindicar el acercamiento empático.

En cuanto lo que Moraga y Solórzano denominan, el análisis del texto de los jóvenes (discurso), se
evidencia una lectura a los testimonios de los jóvenes involucrados a través de las entrevistas y el
análisis de contenidos a algunas letras de rap e interpretación de grafitis realizados por los
jóvenes. De esta manera, los autores constituyen categorías de análisis para comprender e
interpretar el contexto abordado, posibilitando tener diversas fuentes de interpretación y
acercamiento.

5. Resultados

Para los autores el hip hop se constituye en una acción contracultural en Chile, que después de 20
años ha adquirido una vida propia, subsistiendo en términos generacionales, temporales y
espaciales. Es importante considerar que para los investigadores, esta acción es una condición
con potencial para desarrollarse en todo ser humano y no es un recurso puesto a disposición por la
modernidad, como si es el caso de la cultura urbana. Para Moraga y Solórzano esta acción, es
desplegada por el sujeto en relación con el movimiento con el cual se involucra, lo que reafirma los
potenciales sociales y políticos que ven los autores en el rap.

En esta dirección, los autores resaltan el movimiento contracultural y sus posibilidades políticas en
cuanto su carácter emergente, reconociendo que se evidencian textos políticos en el ámbito
público urbano que exigen y reivindican cambios sociales, políticos, económicos, culturales y
académicos. Reconocen que es un movimiento contracultural que no tiene la masividad que tienen
otros, pero resaltan sus bases identitarias y su carácter artístico, que rompe los esquemas de lo
que se conoce como práctica política.

Finalmente, establecen que los movimientos contraculturales son un fenómeno emergente, tanto
en Chile como en Latinoamérica, lo que constituye un rasgo característico en esta época.
Encontraron que los alcances del hip hop y su relación con otros ámbitos artístico culturales,
permite realizar sus manifestaciones en los espacios públicos, lo que permite apropiarse de los
mismos. En los contextos urbanos la importancia del performance de la imagen, la estética no está
desligada del hip hop, ello se puede ver en Bogotá y la infinidad de muros en los cuales los raperos
bogotanos asumen esa apropiación del espacio público de la cual hablan Moraga y Solórzano.

Por último, argumentan que se trata de una cultura esencialmente juvenil, que pone de manifiesto,
las pretensiones de esta población en relación con los espacios sociales y públicos. De esta
manera los autores hacen un llamado al análisis de la manera como la ciencia social y la
institucionalidad se acercan y abordan este tipo de temáticas. Considero que es una invitación a la
reflexión metodológica que debe hacerse sobre lo público, lo privado, la academia y la política
pública.

Creo que el tema de la expresión cultural, posibilita análisis interesantes que no se ubican solo
desde el espectro contracultural, sino desde lo que los autores denominan el sujeto – actor. En
sociedades tradicionales y cerradas a las nuevas expresiones, el manejo de lo simbólico adquiere
esencial importancia para las expresiones culturales, por ello es clave ubicar la mirada en canales
distantes a la formalidad institucional, donde se puede leer otro tipo de asociaciones, colectivos,
comunidades. Reto interesante desde el punto de vista metodológico, si en ello ponemos en
discusión la noción de afectividad y emotividad en la relación investigador e investigado a la cual
aluden permanentemente los autores.

Por último, reconociendo que este tipo de temas son abordados esencialmente desde sus
componentes juveniles, se debe involucrar en el análisis de estas investigaciones, lo que Moraga y
Solórzano, han denominado la subsistencia de los movimientos en términos generacionales y
espaciales, lo que tal vez puede empezar a estudiarse cuando sean celebrados los 30 y los 40
años del hip hop en Chile.

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