Mosquera Contra El Arte Latinoamericano
Mosquera Contra El Arte Latinoamericano
Mosquera Contra El Arte Latinoamericano
el arte latinoamericano*
Gerardo Mosquera
Remapping Cultural Globalisms from the South, Sydney, Artspace Visual Arts Centre,
2004, p. 80.
4
Segunda Bienal de La Habana’86. Catálogo general, Centro Wifredo Lam, La
Habana, 1986.
4 Gerardo Mosquera
7
Oswald de Andrade, «Manifiesto antropófago», en Revista de Antropofagia, Sao
Paulo, a. 1, n. 1, mayo de 1928.
8
Ibídem.
9
Homi K. Bhabha, «Of Mimicry and Men. The Ambivalence of Colonial Discourse», en
October, Nueva York, n. 28, 1984, pp. 125-133.
6 Gerardo Mosquera
10
Fernando Ortiz, Contrapunteo Cubano del Tabaco y el Azúcar, La Habana, 1940
(publicado en inglés en Nueva York por Alfred Knopf en 1947). Este neologismo fue
saludado por Bronislaw Malinowski en su prólogo al libro de Ortiz, y por Melville J.
Heskovits en Man and his Works. The Science of Cultural Anthropology, Nueva
York, Alfred Knopf, 1948, aunque no fue adoptado debido a lo instalado que estaba el
vocablo «aculturación» en el lenguaje de la antropología. El término disfruta hoy un uso
generalizado en castellano, y está entrando tardíamente al inglés por vía de los cultural
studies, tomado de Ángel Rama, Transculturación narrativa y novela latinoameri-
cana, México DF, 1982.
11
Homi K. Bhabha, «Cultural Diversity and Cultural Differences» (1988), en Bill Ashcroft,
Gareth Griffiths y Helen Tiffin (editors), The Post-Colonial Studies Reader, Londres y
Nueva York, Routledge, 1997, pp. 207-209.
Contra el arte latinoamericano 7
12
R. H. Lowie, An Introduction to Cultural Anthropology, Nueva York, 1940.
13
Boris Bernstein, «Algunas consideraciones en relación con el problema ‘arte y etnos’»,
Criterios, La Habana, n. 5-12, enero de 1983 – diciembre de 1984, p. 267.
14
Citado por Ana Maria de Moraes Belluzzo en conversación con el autor.
15
Nelly Richard, «Latinoamerica y la postmodernidad: la crisis de los originales y la
revancha de la copia», en su La estratificación de los márgenes, Santiago de Chile,
Francisco Zegers Editor, 1989, p. 55.
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16
Ibídem.
17
Nelly Richard, «Latinoamérica y la postmodernidad», en Revista de Crítica Cultural,
Santiago de Chile, n. 3, abril de 1991, p. 18.
18
Algunos, como Enrique Chagoya, Juan Dávila y Flavio Garciandía, han dedicado una
parte importante de sus obras a una exploración cínica de tales implicaciones.
19
Heloísa Buarque de Hollanda, «Feminism: Constructing Identity and the Cultural Con-
dition», en Noreen Tomassi, Mary Jane Jacob e Ivo Mesquita (editores): American
Visions. Artistic and Cultural Identity in the Western Hemisphere, Nueva York,
1994, p. 129.
Contra el arte latinoamericano 9
20
«Cuando ya no hay esclavos tampoco hay señores», decía Frantz Fanon, Piel negra,
máscaras blancas, Instituto del Libro, La Habana, 1967, p. 281.
21
Bhabha, «Of Mimicry and Men...», op. cit., p. 85.
22
Zita Nunes, «Os males do Brasil: Antropofagia e questao da raça», Serie Papeles
Avulsos, n. 22, CIEC/UFRJ, Río de Janeiro, 1990.
23
Citado por Paul Mercier, Historia de la antropología, Barcelona, Ediciones Penínsu-
la, 1969, p. 170.
24
Ángel Rama, Ibídem, p. 38.
25
Yulian Bromlei, Etnografía teórica, Moscú, Editorial Nauta, 1986.
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global. Como ha dicho James Clifford, quizás «hoy todos somos caribeños
en nuestros archipiélagos urbanos».26
Antropofagia, transculturación y, en general, apropiación y resignifica-
ción se relacionan con otro grupo de nociones propuestas desde la moder-
nidad para caracterizar las dinámicas culturales en América Latina, y que
hasta han llegado a ser estereotipadas como rasgos-síntesis de la identidad
latinoamericana: mestizaje, sincretismo e hibridación. Al igual que la apro-
piación, estas nociones responden a procesos muy relevantes en la interac-
ción cultural de un ámbito tan complejamente diverso como América Lati-
na, con sus contrastes de todo tipo, su variedad cultural y racial, su coexis-
tencia de temporalidades múltiples, sus modernidades zigzagueantes… y
han demostrado ser muy productivas para analizar la cultura del continente
y sus procesos. No obstante, resulta problemático usarlas como divisas
generalizadoras para particularizar a América Latina o el orbe postcolonial,
pues, en realidad, no hay cultura que no sea híbrida. Esto no quiere decir
que no posean una utilidad particular para discutir la cultura postcolonial,
ya que debido a la vasta envergadura de las diferencias, asimetrías, con-
trastes y situaciones de poder involucradas en su formación en términos de
etnia, cultura, raza y clase, los procesos de hibridación fueron especial-
mente importantes allí.
Ahora bien, un problema con las nociones basadas en la síntesis es que
desdibujan los desbalances y tienden a borrar los conflictos. Peor: pueden
ser usadas para crear la imagen de una fusión equitativa y armónica, disfra-
zando no sólo las diferencias, sino las contradicciones y flagrantes des-
igualdades bajo el mito de una nación integrada, omniparticipativa, como
tan a las claras se observa en México. Salah Hassan ha señalado cómo
Fidel Castro, ante la pregunta por la ausencia de personas de raza negra en
la estructura del poder en Cuba, o su presencia en calidad de tokens sin
mayor ejecutividad, respondió una vez: «aquí todos somos negros».27 Si
bien la respuesta es cierta en términos culturales, no lo es en términos de
racismo, diferencia y poder, usando la socorrida noción de mestizaje cultu-
ral para eludir la discusión del problema racial en Cuba.
26
James Clifford, The Predicament of Culture, Cambridge (Massachusetts) y Londres,
Harvard University Press, 1988, p. 173.
27
Testimonio de Salah Hassan en respuesta a una pregunta del público tras su ponencia
en el simposio internacional Where Art Worlds Meet: Multiple Modernities and the
Global Salon, organizado por la Bienal de Venecia y el Istituto Veneto di Scienze,
Lettere ed Arti en el Palazzo Cavalli Franchetti, Venecia, 11 de diciembre de 2005.
Contra el arte latinoamericano 11
28
Wilson Harris, Tradition, the Writer and Society, Londres y Puerto de España, New
Beacon, 1973, pp. 60-63.
29
Bhabha, «Cultural Diversity and Cultural Differences», op. cit., pp. 208-209.
30
Marcos Becquer y Jose Gatti, «Elements of Vogue», en Third Text, Londres, n. 16-
17, invierno de 1991, pp. 65-81. Para un análisis de la idea del sincretismo con res-
pecto a la religión y la cultura en Brasil consultar Sérgio Figueiredo Ferreti, Repensan-
do o sincretismo, São Paulo, Editora da Universidade de São Paulo, 1995.
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36
Kobena Mercer: «Intermezzo Worlds», en Art Journal, Nueva York, v. 57, n.4, in-
vierno de 1998, p. 43.
16 Gerardo Mosquera
37
Jean Fisher y Gerardo Mosquera: «Introduction», en Over Here. International
Perspectives on Art and Culture, Nueva York, Cambridge (Massachusetts) y Lon-
dres, New Museum of Contemporary Art y The MIT Press, 2004, p. 5.
Contra el arte latinoamericano 17
38
Frederico Morais: Las artes plásticas en la América Latina: del trance a lo transi-
torio, La Habana, 1990, pp. 4-5. Primera edición 1979.
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Sin embargo, la idea de América Latina no se niega aún hoy día, según
hacen algunos intelectuales africanos con la noción de África, considerada
una invención colonial.39 La autoconciencia de pertenecer a una entidad
histórico-cultural mal llamada América Latina se mantiene, pero
problematizándola. No obstante, el «What is Africa?» de Mudimbe40 au-
menta cada día su vigencia transferido a nuestro ámbito: ¿qué es América
Latina? Entre otras cosas, una invención que podemos reinventar. Ahora
tendemos a asumirnos un poco más en el fragmento, la yuxtaposición y el
collage, aceptando nuestra diversidad y aún nuestras contradicciones. El
peligro es acuñar, frente a las totalizaciones modernistas, un cliché postmo-
derno de América Latina como reino de la heterogeneidad total41.
En general, hemos sido mucho menos cínicos que los africanos acerca
de una identidad continental. Ya en 1965 Chinua Achebe consideraba que
las nociones identitarias acerca de una literatura africana o una cultura
africana eran «elementos escenográficos que hemos construido en distin-
tos momentos para ayudarnos a ponernos en pie. Cuando lo hagamos, no
los necesitaremos más». Probablemente como resultado del sistema de
gobierno indirecto aplicado en las colonias británicas, los intelectuales de
habla inglesa nunca han sido, en general, inclinados a enfatizar en cuestio-
nes relativas a la identidad, o han usado nociones de la identidad africana
de modo pragmático, dentro de lo que Gayatri Spivak ha llamado «esen-
cialismo estratégico».
Ahora bien, a pesar de la diversidad de América Latina, y de la tenden-
cia a la balcanización en su historia, las afinidades geográficas, históricas,
económicas, culturales, lingüísticas y religiosas que constituyeron la región,
y su ambivalente posicionamiento ante occidente, han hecho que continue-
mos identificándonos como latinoamericanos. Se trata de una conciencia
real que puede conducirnos tanto a la solidaridad como al provincianismo.
39
Olu Oguibe: «In the Heart of Darkness», Third Text, Londres, n. 23, verano de 1993,
pp. 3-8. No obstante, un libro reciente de Walter Mignolo, The Idea of Latin America,
2006, plantea dejar atrás una idea que ve como fruto de la mentalidad de construir
naciones propia de la Europa del siglo XIX.
40
V.Y.Mudimbe, The Invention of Africa, Indiana University Press, Bloomington e
Indianapolis, 1988.
41
Ver Mónica Amor: «Cartographies: Exploring the Limitations of a Curatorial Paradigm»,
en Gerardo Mosquera (antologador): Beyond the Fantastic. Contemporary Art
Criticism from Latin America, Institute of International Visual Arts, Londres, MIT
Press, Cambridge, 1995.
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42
Jean Fisher: «Editorial: Some Thoughts on ‘Contaminations’», Third Text, Londres, n.
32, otoño de 1995, pp. 3-7.
43
Boris Bernstein, «Algunas consideraciones en relación con el problema ‘arte y etnos’,»
Criterios, La Habana, ns. 5-12, enero 1983-diciembre 1984, p. 267.
44
Gerardo Mosquera: «El arte latinoamericano deja de serlo», ARCO Latino, Madrid,
1996, pp. 7-10.
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ron. Ahora los artistas, por el contrario, más que representar los contextos,
construyen sus obras desde ellos. Las identidades y los ambientes físicos,
culturales y sociales son ahora más operados que mostrados, contradicien-
do las expectativas de exotismo. Suelen ser identidades y contextos concu-
rrentes en la construcción del metalenguaje artístico «internacional» y en la
discusión de temas contemporáneos «globales». Sus intervenciones intro-
ducen diferencias anti-homonegeizantes que construyen lo global desde
posiciones de diferencia, subrayando la emergencia de nuevos sujetos cul-
turales en la arena internacional.
¿Ha sido útil el Diablo? O, ¿habremos vendido nuestras almas? Cual-
quiera sea la respuesta, el arte de todo el orbe ha salido fuera de la «otre-
dad» del gueto de los circuitos y mercados específicos gracias a la galopan-
te expansión en la circulación internacional del arte así como a la inclina-
ción de los artistas hacia prácticas y proyecciones por completo internacio-
nales. Quizás el Diablo seamos ahora nosotros.