Santa Teresa de Jesus Jornet, Virgen y Fundadora

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 42

P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

SANTA TERESA DE JESÚS JORNET E IBARS


Y LOS ANCIANOS DESAMPARADOS

LIMA – PERÚ

1
SANTA TERESA DE JESÚS JORNET E IBARS
Y LOS ANCIANOS DESAMPARADOS

Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto

Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)

LIMA – PERÚ

2
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN
Ambiente social.
PRIMERA PARTE: SU VIDA Y OBRAS
Sus primeros años.
Religiosa.
Bombardeos en Valencia (1873).
Santa Mónica.
Casa Asilo de Cabra.
Siguen las Obras.
Cambio de Nombre.
Fundación de la Casa de Logroño (1882).
El cólera en Valencia (l885).
Casas en América.
Nuevas fundaciones.
SEGUNDA PARTE: SU ESPÍRITU Y CARISMAS
Así era ella.
Fines de la Congregación.
Aprobación de la Congregación.
Dones sobrenaturales a) Éxtasis.
b) Discernimiento de espíritu.
c) Curaciones.
Fortaleza.
Eucaristía. María y José. Los ángeles.
TERCERA PARTE: MÁS ALLÁ DE SU MUERTE
Su muerte.
Sanaciones después de su muerte.
Milagros para su beatificación.
Desborde del río Turia.
Beatificación y canonización.

CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

3
INTRODUCCIÓN

La vida de santa Teresa de Jesús Jornet es una vida hermosa. Una vida de
entrega y sacrificio, un ejemplo para todos, porque todos debemos vivir en una
dimensión de eternidad y dar sentido a la vida amando, sirviendo y haciendo el
bien a los demás. La Madre Teresa Jornet encontró la misión de su vida en el
cuidado y atención corporal y espiritual a los ancianos desamparados. Era tanto
su amor a ellos que no se contentaba con que las otras hermanitas hicieran el
trabajo. En la medida de sus fuerzas y de su salud, siempre delicada, era ella la
primera que hacía las cosas, cuidando a los ancianos y demostrándoles de mil
maneras su cariño y cercanía.

Es cierto que tuvo muchos dolores y limitaciones corporales por sus males
del aparato digestivo, pero todo lo ofrecía al Señor como víctima de amor por la
salvación de sus ancianos. El Señor la bendijo y le envió muchas vocaciones. La
Congregación creció tanto que, al morir ella, con sólo 54 años, ya había 103
Casas en España y América; y eran más de dos mil religiosas.

Su fe en la providencia de Dios era firme e inalterable. Dios venía en su


socorro en los momentos en que no había nada ni para comer. Dios proveía por
medio de San José, a quien nombró como protector y patrón de la Congregación,
y a quien acudía como intermediario ante las necesidades económicas.

Que su vida nos estimule a amar cada día más a Jesús, presente en la
Eucaristía, y a María nuestra Madre, siguiendo su ejemplo. Y, a la vez, a amar y
cuidar con cariño a los más pobres y necesitados de la sociedad.

Nota.- Positio se refiere a Beatificationis et canonizationis servae Dei Teresiae


a Jesu Jornet Ibars, Positio super virtutibus, Roma, 1955.
Diario hace referencia a los dos tomos de las cartas de la M. Teresa de Jesús
Jornet, publicados en Valencia en 1993.

4
AMBIENTE SOCIAL

En 1830, cuando nace don Saturnino López Novoa, fundador de la


Congregación de las hermanitas de los ancianos desamparados, España estaba
gobernada por el rey Fernando VII.

Ese mismo año promulgó la pragmática sanción, aboliendo la ley sálica,


que prohibía reinar a las mujeres, excluyendo así al infante Carlos María Isidro
de la sucesión en favor de su hija Isabel. Al morir el rey en 1883 subió al trono
Isabel de tres años (sería la reina Isabel II) y comenzó la primera guerra carlista.

En 1834 y 1835 fueron saqueados muchos conventos y asesinaron a


decenas de religiosos y sacerdotes. En 1836 y 1837 tuvo lugar la famosa
desamortización de los bienes eclesiásticos decretada por el ministro Mendizábal.
En 1843, cuando nace nuestra santa, comenzó el reinado de Isabel II y siguieron
las guerras carlistas.

Estas luchas entre carlistas y liberales agravaron la situación política y


social de España. Durante el bienio progresista de 1854 a 1856 aumentó el
anticlericalismo y se suprimieron todos los conventos con menos de 12
religiosas, prohibiéndose la admisión de novicias. En 1688 fue destronada Isabel
y huyó a Francia.

En el sexenio revolucionario (1868-1874) siguió la hostilidad contra la


Iglesia. En 1871 fue proclamado rey Amadeo de Saboya, quien, desbordado por
la situación conflictiva de la nación, renunció al trono en 1873 y se proclamó la
República. Volvieron a estallar las guerras carlistas. En 1874 y 1875 reinó
Alfonso XII, que murió a los 27 años de tuberculosis. Sin embargo, en este siglo
de luchas fratricidas, surgieron diversas Congregaciones religiosas como las
Siervas de María, las claretianas, las hermanitas de los ancianos desamparados,
las adoratrices y otras más. Es como si, en medio de tanto caos social, Dios
quisiera dar una señal de esperanza con los abundantes santos de este siglo XIX y
con las nuevas Congregaciones religiosas fundadas por ellos en el jardín de la
Iglesia española.

5
PRIMERA PARTE
SU VIDA Y OBRAS
SUS PRIMEROS AÑOS

La Madre Teresa, protagonista de esta historia, nació el 9 de enero de


1843 en Aytona, un pueblo de unos 2.000 habitantes, a unos 22 kilómetros de
Lérida. Sus padres se llamaban Francisco Jornet Gaya y Antonia Ibars Palau.
Eran agricultores y buenos cristianos. Tuvieron varios hijos.

Teresa era la primogénita; Josefa, hija de la Caridad y Superiora más tarde


del hospital de la Habana; María, hermanita también de los ancianos
desamparados y la segunda Superiora general al morir la Madre Teresa. Juan fue
el único varón, casado con Rosa Agustí, de quienes nacieron, entre otros, las
hermanitas de los ancianos desamparados sor Josefa, sor María y sor Amparo.
Sus otros hermanos fueron José y Rosa.

Fue bautizada en la parroquia de San Antolín mártir, de Aytona (Lérida).


Su partida dice así: Teresa Jornet e Ibars. En Aytona, provincia y diócesis de
Lérida, a las 12 del mediodía del 9 de enero de 1843, nació en la casa de su
abuelo una niña, hija de los esposos Francisco Jornet y Antonia Ibars… La tarde
del día siguiente, yo, el suscrito sacerdote, bauticé solemnemente a la niña y le
fue impuesto el nombre de Teresa. Fueron padrinos Cayetano Jornet, tío
paterno, y Teresa Ibars Olna, su tía materna. Doy fe, Francisco Palau, sacerdote
1
.

Fue confirmada el 12 de septiembre de 1849 en la iglesia parroquial de


Aytona por el obispo José Domingo Borrás y Costa.

De tierna edad se la llevó con ella a Lérida su tía Rosa Ibars Palau y con
ella estuvo algún tiempo. Su tío, el padre Francisco de Jesús, María y José (1811-
1872), carmelita descalzo, exclaustrado por las leyes del gobierno, era muy
conocido como el padre Palau y Quer, fundador de las terciarias carmelitas
descalzas, dedicadas a la educación y beneficencia. Hoy se las conoce como
carmelitas descalzas misioneras. Sus padres enviaron a Teresa a estudiar a un
colegio de Fraga en la provincia de Huesca, bajo la dirección de la maestra doña
Petra de la Cruz.

Consiguió el título de maestra. Ejerció en la villa de Argensola, provincia


de Barcelona, acompañada de su hermana María, que le hacía compañía. Era

1
Positio pp. 130-131.

6
muy piadosa y se confesaba cada semana, yendo para ello a Igualada, a 16
kilómetros de Argensola, haciendo el recorrido a pie.

RELIGIOSA

Su tío Francisco Palau la invitó a entrar en su Congregación y en ella


permaneció cierto tiempo con el cargo de visitadora general de las escuelas del
Instituto.

Parece que, a mediados de 1868, con 25 años, entró en las religiosas


clarisas de Briviesca. Con ellas hizo el noviciado, aunque no llegó a profesar,
debido en parte a las leyes civiles que lo prohibían y también por causa de un
carbunclo virulento que le salió en el rostro y cuya cicatriz conservó el resto de
su vida. Su padre fue a buscarla y, tras breve estancia en el hogar, pasó a
Barcelona a encargarse del colegio que el padre Palau tenía establecido en Santa
Cruz, en las afueras de la ciudad, siguiendo ya con las terciarias con las que había
estado ya anteriormente. Se retiró de la Congregación al morir su tío el 20 de
marzo de 1872.

Ese mismo año 1872 tuvo que acompañar a su madre a los baños
sulfurosos de Estadilla (provincia de Huesca), donde la conocieron como la
sobrina del padre Palau. El padre Pedro Llacera Vilas, gran amigo del chantre de
la catedral de Huesca, don Saturnino López Novoa, que estaba preparando la
fundación de una Congregación española dedicada a la asistencia corporal y
espiritual de los pobres, y que debía llamarse Hermanitas de los pobres, la invitó
a entrar en la nueva Congregación.

Teresa tuvo que pasar a Huesca para saludar al fundador y aclarar las
cosas, porque tenía ajuar, pero no tenía para la dote. El fundador la aceptó sin
dote. Así que regresó a su casa con su madre y preparó lo necesario, esperando la
llamada. En ese tiempo de espera, captó a su hermana María y a Mercedes
Calzada, una buena amiga de Aytona. Las tres llegaron a Barbastro en la víspera
de la fiesta de la Virgen del Pilar de ese año 1872. El fundador la nombró
Superiora de las aspirantes.

En carta al fundador desde Barbastro, el 19 de octubre de 1872, le


escribía: Solo por santa obediencia puedo hacer yo esto (de ser Superiora) que de
lo demás no tengo capacidad para dirigir un pájaro. Pero con todo, a pesar de
mi insuficiencia, yo no dejaré de hacer lo posible por cumplir con la obligación
que la santa obediencia me ha puesto. Tenía entonces 29 años.

7
Vivían en Barbastro en una Casa pagada por el fundador las doce primeras
jóvenes, de la cuales una no perseveró, siendo este grupo semejante al grupo del
colegio apostólico o de los doce apóstoles. Allí en Barbastro, en la capilla del
Seminario conciliar, el 27 de enero de 1873, recibieron el hábito con toda
solemnidad. El altar estaba hermoso, lleno de flores y luces. Terminada la misa,
los seminaristas improvisaron una simpática fiesta en la que uno de ellos leyó
unos lindos versos sobre la caridad.

Ese día 27 de enero de 1873 se considera el día del nacimiento de la


Congregación. El día 31 de enero el padre Rufas, vicario capitular y máxima
autoridad de la diócesis en ese momento, la nombró a Teresa Directora general y
Superiora local de la nueva Congregación. Por su cargo, se le concedió el
privilegio de usar el velo negro de profesa, a pesar de ser sólo novicia, para darle
más prestancia a su cargo. Los primeros votos temporales los emitió el 29 de
noviembre de 1874. Los perpetuos, después de tres años, el 8 de diciembre de
1877.

A los tres meses de estar en Barbastro, una Asociación de católicos de


Valencia, después de fracasar las negociaciones con las hermanitas de las pobres
francesas, pidieron al fundador que ellas se establecieran en Valencia.

Salieron de Barbastro en dos grupos el 5 de mayo de 1873. Uno, dirigido


por el fundador y la Madre Teresa; y el otro por el padre Pedro Llacera. Llegaron
a Valencia en la noche del día siete. La Casa preparada por la Asociación y el
arzobispo, cardenal Barrio, estaba en la plaza de Almoyna.

El 10 de mayo recibieron a la primera anciana acogida en el Asilo. Era una


anciana paralítica de 99 años. Estaban en la Casa de la plaza de Almoyna detrás
de la catedral y del santuario de la Virgen. Desde el primer momento, la Madre
asumió el cargo de Superiora general hasta su muerte. Se distinguió durante 25
años por ser siempre la primera en los trabajos de la Casa y en la postulación por
las calles y por los mercados. Así se fue ganando el cariño y la amistad de
muchos buenos católicos que supieron colaborar con ellas en su obra de
beneficencia. De modo especial, el cardenal arzobispo de Valencia, Su eminencia
don Mariano Barrio, les dio su apoyo y decía que eran la pupila de sus ojos.
También se ganaron el cariño del mayordomo del cardenal, el padre Francisco
García López, que llegaría a ser obispo titular de Loryma, que siempre las ayudó,
y es considerado como un segundo padre y cofundador, en unión con don
Saturnino López Novoa.

8
BOMBARDEOS EN VALENCIA (1873)

El 18 de julio de 1873 había sido llamado al gobierno de la República don


Nicolás Salmerón. Su nombramiento encontró fuerte oposición en distintas
provincias y concretamente en Valencia. Las regiones se declararon
independientes y formaron sus juntas de gobierno. El gobierno central, ante esta
insurrección, nombró al general Arsenio Martínez Campos como jefe de las
tropas para sofocar a los rebeldes. El general quiso llegar a un acuerdo con los
rebeldes de Valencia, pero éstos rechazaron cualquier acuerdo, confiando en sus
10.000 voluntarios defensores. El general respondió con el bombardeo de la
ciudad a partir del 3 de agosto.

La Madre escribió al fundador el 10 de agosto de 1873: Los primeros días


del bombardeo estuvimos en la catedral. Allí, comer y dormir. En la Sala
capitular estaba la Junta de guerra y nosotras en la sacristía... A Alboraya
fuimos los últimos días, de modo que sólo hemos estado dos días. No le digo
nada de la procesión de los ancianos. Hacía llorar el ver a la Comunidad y a los
pobres por las calles. Don Francisco no nos ha dejado, ni en el cuerpo, ni en el
espíritu. Tantos días que hace que no hemos ido a postular, porque no se podía
salir, ni había gente, ni se encontraban comestibles, pero a nosotras no nos ha
faltado nada, porque don Francisco cuidaba de todo, hasta del pan. Él buscó los
coches y los pagó, que no le costaron pocos duros.

En otra carta del l5 de agosto de 1873 escribe: En los días primero y


segundo del bombardeo, a la caída de la tarde, nos retirábamos a casa,
volviendo al día siguiente tempranito a la catedral. Pero, habiendo continuado
en la segunda noche el bombardeo, ya en las sucesivas seguimos constantemente
en la catedral y en ella, durante todos los días, se nos suministraron algunos
alimentos para nuestro sostén, gracias a la actividad y celo del mencionado
señor canónigo y a la caridad de algunos sacerdotes.

En la madrugada del día 7, en cinco tartanas, nos trasladamos al pueblo


de Alboraya, acompañándonos desde la catedral hasta el mismo pueblo algunos
voluntarios armados. Nos recibieron con suma caridad y nos colocaron en la
Casa de los Baños, suministrándonos también camas, cacharros y demás enseres
necesarios para el gobierno de la casa... En la mañana del ocho tuvimos noticia
de que los voluntarios habían depuesto las armas y entrado las tropas y que las
familias todas que se habían ausentado, volvían a la capital... Volvimos (a
Valencia) en la mañana del día nueve sin incidente alguno particular digno de
mención.

9
SANTA MÓNICA

Dado que la casa de la Almoyna era muy pequeña para albergar muchos
ancianos y para las necesidades de las postulantes y nuevas integrantes de la
Congregación, buscaron un lugar para construir un edificio grande y bien
estructurado como futura Casa Central de la Congregación.

El 16 de julio de 1874 se hizo la compra de la Casa de Santa Mónica por


210.000 reales, dados por algunos bienhechores, con el señor cardenal a la
cabeza. La Casa de Santa Mónica era un ex-convento de agustinos y, hechas las
debidas reparaciones, fue ocupado el 21 de noviembre de 1874 por las religiosas
y los ancianitos.

Religiosas y ancianos, al abandonar su casita, fueron primero a saludar a


la Virgen de los Desamparados como lo habían hecho l8 meses antes, al llegar a
Valencia. Treinta carrozas de las familias más importantes de la ciudad
ofrecieron sus servicios para el traslado de las hermanitas y los ancianos. Cerraba
el cortejo la carroza de señor cardenal, que tomó asiento entre un anciano
paralítico y la Madre Teresa.

Como la nueva Casa estaba un poco en descampado, en las afueras de


Valencia, consiguieron las hermanitas un carro y un burro para sus recorridos a la
ciudad. Toda Valencia llegó a conocer al carro de las hermanitas, que tenía un
letrero que indicaba su propiedad y una caja para recoger limosnas.

La Casa Asilo de Santa Mónica de Valencia llegó a ser la cuna de las


nuevas generaciones de las hermanitas y la Casa Madre de la Congregación hasta
hoy. A los pocos días de abrirse Santa Mónica, los ancianos habían subido a 80 y
un poco más tarde llegaban a cien.

El 29 de noviembre de 1874 la Madre hizo su profesión temporal en


Valencia de acuerdo a las Constituciones, aunque un poco más de un mes antes
de cumplirse los dos años de su noviciado por concesión del señor cardenal.

La Congregación creció a pasos agigantados con la ayuda de Dios y el


apoyo de san José en las cuestiones económicas. En 1875 ya eran 32 las novicias.
Y buscaban recursos para las obras de ampliación de Santa Mónica con un nuevo
pabellón de dos pisos para el noviciado.

El padre Francisco García entregó todos sus ahorros y las hermanitas, para
ahorrar dinero, ayudaban arrastrando piedras, removían cemento, transportaban
ladrillos, etc. Las 32 novicias con su sonrisa y entusiasmo alegraban el trabajo.

10
CASA ASILO DE CABRA (1875)

En 1875, en la fundación de la Casa de Cabra (Córdoba), les prepararon


una casa situada en descampado. La construcción se encontraba en las peores
condiciones. Las cerraduras de puertas y ventanas no ofrecían ninguna garantía y
estaban inservibles.

Algunas habitaciones estaban ocupadas por gruesos troncos de encina. En


una habitación había una imponente máquina de hierro. En la Casa sólo había
tres camas, seis catres completos, doce sillas, un baúl y algún puchero, una mesa
y dos lámparas de petróleo. La mesa la usaron como altar para colocar las
imágenes que habían traído de Valencia. El capellán designado para confesarlas
era sordo y había que gritar para hacerse oír. La casa no tenía agua y no había
tinas para la colada. Como cerca de la casa había un molino, hablaron con el
dueño y les permitió usar el agua para lavar la ropa, pero se lo prohibió la
inquilina de una casa cercana.

A pesar de tantos inconvenientes, recibieron el 28 de octubre a la primera


anciana. A los pocos días ya eran tres. Salió la Madre a pedir, pero no había
entusiasmo en la gente y las limosnas no podían ser más escasas en número y
calidad. Además, más que indiferencia había una frialdad intencionada contra las
hermanas. Por fin pudieron entender que eso se debía a que su llegada no había
sido comunicada a la población y que había sido realizada por unos señorones y,
por tanto, era como si todos se hubieran puesto de acuerdo para que los
señorones se preocuparan del asunto.

Y sucedió algo más para complicar la situación. La primera recogida tuvo


un ataque cerebral y su hija acusó a las hermanas de haberla envenenado. Para
colmo de males, otra de las acogidas se enfermó y decidió irse a morir a casa de
una amiga suya. La cosa se ponía seria, porque la gente iba a pensar que las
hermanas mataban a los acogidos y nadie querría entrar y no les darían ni agua
para beber. Felizmente, Dios las socorrió en esos momentos por medio de don
Juan de Dios Alcántara, un noble caballero que, al entender que allí no podían
seguir y que había que buscar otra casa, les ofreció la casa de sus abuelos y, poco
a poco, la población las fue aceptando y ayudando. La Madre Teresa, que había
vivido desde el principio todas las vicisitudes de esta Casa, pudo por fin irse
tranquila.

La Casa Asilo fue inaugurada oficialmente el 22 de marzo de 1876 y


asistieron muchas personas sencillas y humildes del pueblo. Los que ayer volvían
el rostro a la Madre, hoy colaboraban generosamente según sus posibilidades.
Muy pronto las hermanitas pudieron manifestar su agradecimiento al señor

11
Alcántara, que les había cedido la casa de sus abuelos, porque quedó en sus
últimos años muy postrado y las hermanitas tuvieron que atenderlo y
manifestarle así su agradecimiento.

SIGUEN LAS OBRAS

En junio de 1876 las obras del nuevo pabellón del noviciado estaban
terminadas a pesar de las preocupaciones que había sufrido la Madre para
conseguir los fondos, pero san José, aunque a veces tardaba, nunca falló. El 14 de
este mismo mes de junio, llegó de Roma el decretum laudis (decreto de
alabanza), primer paso para la aprobación del Instituto.

En 1877, el 24 de enero, camino de Valladolid sufrió la Madre un


accidente ferroviario en el que murieron algunas personas, pero a ellas no les
pasó nada.

En carta al padre Francisco García desde Valladolid el 25 de enero de


1877 le escribe sobre el accidente: Por milagro le escribo. Anoche tuvimos un
susto de los más grandes. Descarriló el tren en que íbamos y la catástrofe fue
terrible. Por milagro nos salvamos. Como era miércoles, san José nos libró.
Estoy asustada de ponerme otra vez en el tren. Que las hermanas empiecen la
novena a san Rafael.

Sobre la fundación de Burgos le escribe en enero de 1877 al padre


Francisco García: El día dos admitimos a las ancianas. Por la mañana fuimos al
mercado y se portaron muy bien. Luego nos llenaron la canasta que era grande.
Más tarde fueron a la postulación y las hermanitas vinieron muy contentas por
haber recogido algo. Hoy hemos ido a la fruta y también se han portado bien.

El 31 de enero de 1878 el nuevo arzobispo de Valencia Monseñor


Monescillo la confirmó en el cargo de Directora general. Las fundaciones
continuaron en distintas ciudades españolas. En el mes de septiembre de este año
1878 recibieron por medio del fundador un amplio campo para edificar un nuevo
Asilo en Zaragoza por la generosidad de la señora Pilar García.

12
CAMBIO DE NOMBRE

Al principio el nombre de la Congregación era Hermanitas de los pobres,


pero existía otra Congregación francesa, fundada por el abate de Pailleur, que
tenía el mismo nombre Les petites soeurs des pauvres (hermanitas de los pobres)
y tenían varias Casas en España. Estas hermanitas franceses veían el crecimiento
del Instituto español y consideraron que por tener el mismo nombre y el mismo
fin debían fusionarse las españolas con ellas.

En los primeros meses de 1882 la Madre recibió noticias de Roma de que


en la Congregación de Obispos y Regulares se había presentado una solicitud
para la fusión del Instituto con el de las Hermanitas de los pobres (francesa). Se
basaban en que las Institución francesa era anterior en el tiempo y que la
finalidad de ambas era la misma y, además, el nombre idéntico daba lugar a
equivocaciones, orientando hacia el Instituto español las vocaciones y limosnas
que debían ir al Instituto francés. La información confidencial aconsejaba que,
para que no hubiera dicha fusión y no desapareciera como tal la Institución
española, se debía cambiar de nombre.

Tras una serie de conversaciones y aclaraciones entre don Saturnino, el


fundador, y el padre Francisco García por una parte, y por otra parte la
Nunciatura de Madrid, el día 13 de junio se llegó a firmar las Convenciones entre
las hermanitas de los pobres de Rennes y las hermanitas de los ancianos
desamparados de Valencia. En el documento preparado por la Sagrada
Congregación de Obispos y Regulares se establece lo siguiente: Para el Instituto
francés en España queda en firme el título de “Hermanitas de los pobres” y se
establece que el Instituto español asuma el título de “Hermanitas de los
ancianos desamparados”.

Los dos Institutos designados con los sobredichos nombres son y


permanecen entre sí perfectamente divididos y absolutamente independientes el
uno del otro.

Siendo idéntico el fin de dichos Institutos, se sanciona para ventaja común


el uso actualmente en vigor de que en los pueblos, villas, ciudades y capitales en
las que se encuentren Casas del Instituto español, no puedan abrirse Casas del
Instituto francés y viceversa, que no puedan abrirse Casa del Instituto español en
los pueblos, villas, ciudades y capitales en donde se encuentren Casas del
Instituto francés.

El mismo Papa León XIII aprobó y confirmó estas Convenciones y


acuerdos.

13
FUNDACIÓN DE LA CASA DE LOGROÑO (1882)

A primeros de septiembre, concluida la Visita general a la Casa de


Burgos, la Madre emprendió viaje hacia la Rioja. Según la cronista, durante
varios días, la Madre acompañada de su secretaria, se dedicó a recorrer la ciudad
en busca de alguna casa que reuniera las condiciones necesarias. Cuando ya
habían perdido toda esperanza, un miércoles, encontraron que les alquilaban un
segundo piso de una vivienda recién construida. No puede describirse la emoción
y la alegría que la Rvda. Madre y compañeras sintieron, y subiendo por la
escalera daban gracias a Dios, muy repetidas... A la mañana siguiente se
pasaron a la nueva casa sin más mobiliario y equipaje que una maleta, un saco
de mano y un paraguas. Cuando llegaron, se sentaron en el suelo, y luego los
dueños de la casa, que vivían en el principal, les prestaron dos sillas. Para
desayunarse, llevaban un poco de queso, y por una chica mandaron a comprar
pan para el día. Llegada la hora de comer, les mandaron del Sr. Abad algo para
que comiesen y algunas vajillas de cocina para principiar, aunque todo
prestado. Compraron dos camas de hierro, tan sencillas y baratas, que en la
segunda vez de dormir en ellas, se rompió una. Todo lo llevaron escaso y lo que
tenían era prestado. El Señor, para probarlas, permitía que aún prestado fuese
lo peor que tenían para dejarles. A todo esto la población no se cuidaba de tal
fundación y, si alguien sabía que estaban instaladas, no hacía caso, y a ruegos
les podían sacar alguna silla vieja sin asiento, coberteras sin mango ni asas,
pedazos de hierros que en cuanto llegaban había que arrinconarlos por no
poderse aprovechar, a pesar de la escasez de muebles... Luego que pasaron unos
días, mandó llamar la Madre a la que había de encargarse de la dirección de
aquella Casa, y a otra hermanita, para principiar la postulación. De esta forma
sencilla, humilde y pobre, tuvo lugar la fundación de la Casa-Asilo de Logroño
hacia el 17 de septiembre de 1882 2.

EL CÓLERA EN VALENCIA (1885)

Mientras la Madre estaba haciendo la visita en Burgos, se desató el cólera


en Valencia y otros lugares de España. Era el mes de junio del año 1885.

Uno de los ancianos acogidos en Valencia, quizás movido por el deseo de


tener noticias de sus familiares cuando se desató la peste del cólera, se quiso ir a
toda costa. Se le avisó que no podría volver por temor a que, al salir, podía coger
el cólera. Todo fue inútil y se fue. Pero una mañana apareció en la puerta,
pidiendo que se le admitiera. Las hermanas no querían recibirlo por el peligro. La

2
Diario, tomo I, Valencia, 1993, p. 631.

14
prudencia aconsejaba no dejarle entrar, pero la caridad ante la insistencia del
anciano pudieron más y se le permitió entrar. Con él entró silencioso el cólera y
comenzó a contagiar a los acogidos y de ellos pasó a las hermanitas.

En esa situación el padre Francisco y los médicos de confianza


aconsejaron a la Madre María (la Madre Teresa estaba retenida en Burgos) que
todos recibieran la vacuna anticolérica que el doctor Ferrán acababa de inventar.
No se decidían a aceptar esta alternativa, pero los enfermos aumentaban y
también los muertos. Por fin el 28 de junio todos, comenzando por la Madre
María, se sometieron a la vacuna. Fue un desastre total. La vacuna inventada no
resultaba eficaz y complicaba las cosas y los contagiados. Los pocos que se
libraron del cólera fueron presa de una fiebre altísima, producida por la vacuna.
Los brazos se les inflamaron. En tres días murieron 15 entre hermanas y novicias.
El resultado final fue 70 ancianos y 24 hermanitas fallecidos por la peste
colérica.

En esos terribles momentos, las religiosas hijas de la Caridad de san


Vicente Paúl escribieron una brillante página de su historia, se ofrecieron
voluntariamente a asistir a todos los contagiados de la Casa de Valencia. Entre
estas religiosas de la Caridad estaba la hermana de la Madre, sor Josefa Jornet.
Por otra parte el padre Francisco García, ayudado por algunos padres jesuitas,
ayudó como pudo en aquellos momentos y ni uno solo murió sin recibir el
sacramento de la unción de los enfermos.

La Madre Teresa continuaba en Burgos recibiendo las malas noticias. No


podía ir, pero se pasaba muchas horas en oración y se le oía a veces repetir:
Señor, que me quedo sin novicias, me veo privada de las hermanas.

Fue en esos días, cuando la Madre ofreció al Señor, para que tuviera
piedad de sus hijas y ancianos, en nombre de toda la Congregación, celebrar una
novena de preparación a la fiesta de la Virgen del Carmen y hacer tres días al año
de riguroso silencio y de ayuno a pan y agua. Dios escuchó sus súplicas. En los
primeros días de agosto, la Casa de Valencia comenzaba a revivir después del
paso del huracán de la peste. De las 97 hermanitas, habían muerto 24, pero todas
estaban extenuadas por el cansancio y la convalecencia y debían guardar cama.
Felizmente, en pocos días, se recuperaron y comenzó un nuevo florecer de
vocaciones. Dios bendijo abundantemente a la Congregación que había dado a la
Iglesia y al mundo 24 mártires de la caridad.

15
CASAS EN AMÉRICA

A fines de 1885, el arzobispo de Santiago de Cuba había escrito al


arzobispo de Valencia, don Antolín Monescillo, solicitando por su mediación que
fuera agregada al Instituto valenciano una Congregación de hermanas de los
pobres inválidos, surgida en Santiago de Cuba y que tenía Casas en el mismo
Santiago, en la Habana, Puerto Príncipe, Santo Domingo y otros lugares. Había
sido fundada por don Ciriaco María Sancha y Hervás, que más tarde llegó a ser
cardenal y arzobispo de Valencia y Toledo en España.

La Madre convocó a un capítulo general del 10 al 17 de mayo para ver,


entre otros, este asunto de aceptar o no a las religiosas de esa fundación, que
voluntariamente aceptaban unirse al suyo. En el capítulo fue aceptada la
propuesta y se enviaron hermanitas a Santiago de Cuba y a La Habana.

Las cinco hermanas encargadas de la fundación de Santiago de Cuba


llegaron el 11 de enero de l886. Fueron recibidas en la Casa Asilo de las
hermanitas de los pobres inválidos por la Superiora. En la Casa había diez
religiosas, dos sirvientas y 16 ancianas morenas. Ancianos no había. La casa
estaba recién pintada y aseada. En una carta a la Madre general escribía sor
Vicenta: Sor Caridad, que así se llama la Superiora de estas hermanitas, cuando
entraron en el Oratorio, se arrodilló a los pies de sor Vicenta de San Rafael, le
prestó sumisión y le rogó se encargase desde aquel momento del gobierno de la
Casa... La misma sor Caridad les sirvió la comida... Los primeros días, estas
hermanitas andaban algo llorosas, pero poco a poco se familiarizaron con las
nuestras y parecían muy dóciles... Una hermanita de 68 años, que dicen que es
la alegría de la casa, rogaba a las nuestras la admitiesen por anciana, porque ya
ella para nada servía... Cuando al día siguiente fueron a ver al arzobispo, las
recibió muy bien.

A los pocos días, el 19 de enero exactamente, se formalizó la fundación.


Reunidas en Capítulo, las hermanas del Asilo de San José y las hermanitas de
los Ancianos Desamparados procedentes de la Casa Matriz de Valencia..., sor
Caridad Flores, de conformidad con lo acordado, hizo entrega de la Casa y de
la autoridad que como Superiora de la misma había hasta este día ejercido, a
sor Vicenta de San Rafael Fabuel del Toro. Con ello quedaba establecida la
primera fundación de las hermanitas en tierras de América. La M. Teresa, al
conocer estos acontecimientos, entonó gozosa un Te Deum, de acción de gracias
al Señor y un Magnificat jubiloso a la santísima Virgen.

Según lo convenido previamente, abrazar el Instituto español implicaba:


hacer tres meses de postulantado; vestir a continuación el mismo hábito de las

16
hermanitas; realizar dos años de noviciado antes de profesar; y someterse en todo
a las Constituciones, Reglamentos y costumbres de las hermanitas de los
ancianos.

Como era de suponer, no todas las religiosas cubanas estuvieron


dispuestas a aceptar estas condiciones. Los obispos de Santiago de Cuba y de la
Habana se lo habían advertido a las hermanitas españolas nada más llegar. De
hecho, en la Habana, de las diez religiosas que formaban la Comunidad, tres
abandonaron la vida religiosa y volvieron a sus casas, y seis de ellas y una
aspirante pasaron a vivir con las hermanitas venidas de Valencia. En la Casa de
Santiago de Cuba, las agregadas fueron siete. De ellas cuatro profesas con la
Superiora y tres aspirantes. Todas lo hicieron muy contentas.

Las hermanitas españolas las instruyeron acerca del ideal y misión de las
hermanitas de los ancianos. Les dieron a leer las Constituciones y Reglamentos,
y poco a poco las fueron iniciando en la vida y costumbres propias. Lo que más
les costaba al principio a las cubanas era la observancia y la convivencia diaria
con las españolas.

La Madre Teresa, desde Valencia, se hacía cargo de la situación. Les


escribía sin falta cada quince días. Comprendía las dificultades de unas y otras.
Por una parte, se cuenta que a las nuevas hermanas cubanas les iba a costar
entrar por el camino de la observancia, tal como ella misma se lo había
inculcado a sus hijas. Y, por otra parte, se ponía en el lugar de las Superioras 3.

La Madre, como Superiora general, escribió una carta particular a las


“nuevas hermanitas” cubanas, instándoles a fundirse en “una misma
Comunidad”, “unidas entre sí y llevadas de un mismo espíritu... para adelantar
más y más cada día en el camino de la perfección” 4.

NUEVAS FUNDACIONES

Desde 1885 hasta su muerte, además de algunas Casas de América, se


fundaron las Casas de La Coruña y León (1888), Caldas de los Reyes (1889),
Sigüenza y Madrid (1890), Aytona (1891), Puerto Rico (1891), Canarias; y
Matanzas en Cuba (1892).

En 1896 quedó construido el nuevo noviciado de Palencia. Este año se


celebró el capítulo general a partir del 30 de abril. Lo presidió el padre Francisco,

3
Diario de santa Teresa de Jesús Jornet, tomo II, Valencia, 1993, p. 37.
4
Ib. p. 23.

17
como delegado del nuevo arzobispo cardenal Sancha. La Madre fue reelegida
como Superiora general; y su hermana María como Vice-Superiora general. La
Madre quería a toda costa renunciar para dedicarse el último año al bien de su
alma, pero su hermana le suplicó de rodillas que, por amor de Dios, no lo hiciese;
y aceptó 5.

SEGUNDA PARTE
SU ESPÍRITU Y CARISMAS
ASÍ ERA ELLA

De salud era muy delicada y sufría mucho del aparato digestivo. En un


principio se creyó que era una inflamación del peritoneo. Poco a poco se fue
agravando y el tubo digestivo quedó reducido a una llaga. Alguien dijo que tenía
un tumor maligno, otros que era tuberculosis intestinal. Lo cierto es que la
enfermedad le mordía las entrañas con un ardor continuo, al que se unían
vómitos y hemorragias, disentería, dolor de cabeza, etc.

Sor María de la Virgen de Guadalupe anota: Tenía fuertes dolores y


punzadas que nosotras atribuíamos a los muchos viajes por caminos ásperos, en
condiciones difíciles y con climas inclementes; y también al continuo movimiento
de los carruajes o de las cabalgaduras, con otros muchos detalles de molestias y
fastidios en los caminos. Sin embargo, nunca se quejaba. Recuerdo que sufría
mucho de sed y en las noches, a veces, nos pedía un poco de agua para
refrescarse 6.

Con frecuencia se alimentaba solamente con agua, clara de huevo y otros


líquidos 7.

Vivía la pobreza de verdad. Así lo asegura sor María Dolores de la


Asunción: Una vez compramos unas mantas nuevas y yo cambié la manta vieja
de la Madre con una nueva. Cuando al ir a su habitación se dio cuenta del
cambio, me llamó y me hizo dejar las cosas como estaban. Algunas hermanitas
intentaron hacerle cambiar el hábito viejo por uno nuevo, pero nunca lo
permitió. También le llevaban con frecuencia alimentos especiales y ella
inmediatamente llamaba a la enfermera para que los distribuyese entre los
enfermos 8.

5
Positio pp. 24-25.
6
Positio p. 16.
7
Positio p. 60.
8
Positio pp. 83-84.

18
Muchas veces tuvo que dormir sin colchón por darlo a los pobres que no
tenían. Una vez le cosieron su hábito con hilo de seda y ella, para darnos una
lección de pobreza, lo hizo descoser y recoser con hilo ordinario 9.

Tenía un carácter serio y grave, pero al mismo tiempo era muy afable y
sencilla. Tenía mucho amor a la pobreza y no quería que comprásemos nada que
no fuese indispensable... Cuando nosotras las profesas estábamos en recreación,
nos contaba cosas edificantes que le habían sucedido en las fundaciones. Nos
decía que una vez en una fundación había mucha pobreza y ella hacía todo lo
posible por contentar a los ancianos. Había una anciana que fumaba y no tenía
tabaco y la Madre misma fue a comprárselo para quitarle el disgusto de no
fumar 10.

En cuanto a la pureza, era extremadamente cuidadosa. Nos mandaba ser


muy delicadas en esta virtud y comportarnos siempre con mucha modestia 11.

Era sumamente casta y modesta, sumamente cuidadosa de su persona, sin


permitir nunca que se la tocase. Nunca tuvo amistades particulares, ni puede
decirse de ella que se fijase en las condiciones físicas de sus hijas para favorecer
a las más agraciadas. Recomendaba insistentemente y con todo ahínco la
modestia y practicaba esta virtud con exquisito pudor y naturalidad 12.

Anota sor Josefina de San Luis: Un día, mientras estaban construyendo la


Casa de Valencia, entraron unos ladrones. Le avisaron a la Madre que estaban
subiendo a su habitación y ella, pensando que podían abusar de ella, exclamó:
“Antes la muerte” 13.

En cuanto a la obediencia, no sólo obedecía al fundador y las normas


establecidas por la Iglesia. También era escrupulosa en la observancia de las
Reglas y Constituciones.

Se levantaba con frecuencia durante la noche para hacer oración y para


inspeccionar los servicios de los ancianos, sobre todo de los enfermos, para que
estuviesen bien asistidos 14.

9
Positio p. 192.
10
Positio p. 37.
11
Positio p. 36.
12
Positio p. 126.
13
Positio p. 231.
14
Positio p. 71.

19
Frecuentemente nos decía: “Hermanitas, tengamos mucha caridad con
los ancianos. Sepan que son la parte escogida que Dios nos da y Él recibe lo que
a ellos se hace como si lo hiciéramos al mismo Dios. Él lo recompensará'” 15.

Solía repetir: “No digan nunca a los ancianos, por incorregibles que
sean, que si no están contentos tienen la puerta abierta y se pueden marchar.
Por el contrario, trátenlos con paciencia y caridad, pues si no estuviesen los
pobres ancianos, tampoco existirían las hermanitas” 16.

Era una mujer prudentísima... seria y grave en su porte y aspecto exterior


y al mismo tiempo buena y suave en el trato. Se la veía muy ecuánime y siempre
igual en su conducta. Era considerada excelente Directora y gobernante, y todos
se mostraban contentos y satisfechos, tanto los pobres ancianos como sus hijas,
porque jamás se oyó que nadie se quejase de sus decisiones, ni de alguna
aspereza, palabra o gesto no conveniente en su trato, amonestaciones y
reprensiones 17.

Cuando avisaba de alguna fragilidad a las hermanas o a las Superioras,


usaba tanta delicadeza en la corrección que la culpable se sentía advertida sin
saber cómo había llegado a ella el conocimiento de la falta cometida 18.

En el trabajo no se distinguía de las otras hermanitas y lo mismo en la


enfermería. Cuando los ancianos tenían comida extraordinaria, se veía a la
Madre gozosa, sirviéndoles ella misma 19.

Su humildad no podía ser mayor, pues prefería ser la última en los


honores y la primera en el trabajo y en el sacrificio 20.

Prefería ser la última en todo, escogiendo los últimos y peores trabajos.


Era muy sobria en el comer y vestir, hasta el extremo de no haber querido nunca
un hábito nuevo, yendo vestida por el contrario con el más sencillo y ordinario
de todos 21.

Acostumbraba a decir: “La verdadera grandeza de las almas consiste en


el modo con que se hacen las cosas y no en el puesto que se ocupa. Nada es
pequeño cuando se hace para gloria de Dios. Alcanza más méritos la más

15
Positio p. 53.
16
Positio p. 112.
17
Positio p. 63.
18
Positio p. 40.
19
Positio p. 8.
20
Positio p. 51.
21
Positio p. 126.

20
humilde religiosa cuando hace las cosas a la perfección, que la Superiora
general, si no es santa” 22.

Paseando por los claustros, decía frecuentemente: “Cuántos santos


habrán pasado por aquí” 23.

Sus devociones predilectas eran la Trinidad, la Eucaristía, la Virgen y san


José.

Solía repetir: Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza y el mundo


bajo los pies 24.

Si debía corregir, no tenía preferencias. Sor Josefina de San Luis, que


vivió con ella desde los 7 años, refiere: Un día, siendo novicia, en un momento
de fervor, fui a ver a la Madre con el velo mal puesto y le dije: “Madre, quiero
ser santa”. Ella me miró y me dijo que eso era el deber de las hermanitas, pero
no con aquel aspecto que tenía. Entonces me aseguró el velo con un alfiler. Para
mí fue una lección.

Otro día, antes de tomar el hábito, hablando de los ancianos, hice una
mueca de repugnancia; y la Madre me dijo que fuese al oratorio a rezar al Señor
a ver si Él me quería santa y religiosa. Yo regresé y le dije que sí. Entonces me
dijo que para ello era necesario amar mucho a los ancianos y tratarlos
dignamente 25.

Era tan piadosa que no permitía distracciones o faltas de reverencia al


hacer la señal de la cruz o hacer la genuflexión. A las que se dormían en la
oración les quitaba el libro para que tuvieran la vergüenza de ir a pedírselo. En
todas sus palabras y obras resplandecía la fuerza de Dios en sus ojos, en su rostro
y a través de su amable sonrisa.

22
Positio p. 239.
23
Positio p. 20.
24
Positio p. 7.
25
Positio 226.

21
FINES DE LA CONGREGACIÓN

La Madre tenía muy clara la idea de cuidar los cuerpos de los ancianitos
para salvar sus almas. Salvar sus almas para toda la eternidad era el fin específico
y fundamental de todos sus afanes. Porque ¿de qué hubiera servido darles todos
los cuidados humanamente deseables, si al final no les servía para la salvación
eterna? Por eso, su lema era: Cuidar los cuerpos, para salvar las almas. Esta era
la meta final de todos sus desvelos. De ahí que una de sus más grandes alegrías
era que los ancianos volvieran a Dios después de estar alejados. Y con este fin,
ella misma se daba disciplinas, oraba intensamente y ofrecía sus sufrimientos al
Señor. Ella no se cansaba de enseñarles el catecismo y las buenas costumbres a
los ancianos.

A muchos de ellos los preparaba ella misma para la primera comunión y


por eso mismo insistía que las hermanas debían estar bien preparadas para
enseñarles las verdades de la fe. Y para que tuvieran autoridad moral sobre ellos,
debían cuidarlos con esmero, con cariño y con dulzura. Debían tener mucha
paciencia, ya que por su edad y su vida pasada podían ser exigentes y
caprichosos o poco obedientes. Solamente en el caso que dieran escándalos,
especialmente en cuanto a la pureza, si no se corregían, debían despedirlos por el
bien de los demás.

La Madre puso la Congregación bajo la protección de la Virgen de los


Desamparados, patrona de Valencia. San José era uno de los patronos principales
del Instituto y también santa Marta y el arcángel san Rafael. Por su parte amaba
mucho a san Francisco de Asís y a otros santos de su devoción.

En los apuros económicos confiaba mucho en la providencia de Dios y en


concreto en la ayuda de san José. Se hizo proverbial en el instituto la frase de la
Madre: A más pobres, más protectores.

Solía decir: Todo lo que tiene la Congregación, no pertenece a las


hermanitas, pertenece a los pobres ancianos. Las religiosas no son sino simples
siervas.

Un día la Madre vio a una ancianita que se negaba a comer. Parece que
estaba deprimida. La Madre se sentó junto a ella y, como se hace con los niños,
comenzó a comer con ella una cucharada y a darle otra a la anciana; una a ella y
otra a la anciana, siempre con la misma cuchara; hasta que la anciana se decidió a
comer por sí misma. Le gustaba tener a disposición algunos cigarros, caramelos,
cintas, pañuelos, etc., para regalarlos como pequeños obsequios para alegrar la
vida de los ancianos.

22
Sor María Dolores de la Asunción refiere: Cuando estaba en la Casa de
Liria como portera, un día vino un anciano para que lo recibiéramos... Yo me
negué a recibirlo, porque estábamos muy escasas en todo. La Madre desde la
galería se dio cuenta de lo que sucedía y rápidamente me llamó y me reprendió,
ordenándome admitirlo, porque decía que no debíamos abandonar a ningún
pobre, ya que debíamos poner nuestra esperanza en la providencia de Dios. Lo
admití inmediatamente y a los pocos momentos vino una ayuda providencial de
un saco de patatas 26.

Sor María de la Virgen de Guadalupe asegura: Ella y sor María Ferrau


dormían en la misma habitación de la Madre. Una noche, hacia las doce, oí
tocar la puerta. Me levanté y me asomé al balcón para preguntar quién era. Vi
que había tocado un pobre anciano anormal, que venía con frecuencia a la Casa
a pedir limosna y, preguntándole que quería, respondió que estaba descalzo y
quería un par de alpargatas. Le dije a la Madre lo que sucedía y que al día
siguiente se las daríamos, pero ella se opuso, diciendo que lo ayudásemos de
inmediato. Nos costó mucha fatiga convencerla de que no era posible ayudarlo
en ese momento, porque todos dormían a esa hora y todo estaba cerrado y era
mejor dejarlo para la mañana siguiente para no quebrar el silencio y la
disciplina. Así lo hicimos, pero la Madre se lamentaba de no haber podido
ayudar a aquel pobrecito en aquel momento. Tanto era el amor que tenía a los
pobres y necesitados 27.

Su experiencia personal con los ancianos fue decisiva en la determinación


de las Reglas. La primeras Reglas para el Instituto fueron redactadas por don
Saturnino López y después completadas por la sierva de Dios, que tuvo la parte
principal en su redacción final, dada la experiencia que tenía.

Su vida durante 25 años fue un servicio continuo a los ancianos. Y ahora


brilla en la Iglesia en unión con sus hijas por haber dado al mundo una nueva
Congregación que sigue trabajando, sirviendo, amando y salvando a los ancianos.

26
Positio p. 82.
27
Positio pp. 15-16.

23
APROBACIÓN DE LA CONGREGACIÓN

El 24 de agosto de 1887 el Papa León XIII aprobó con su autoridad


apostólica el Instituto de las hermanitas de los ancianos desamparados. Desde ese
momento, la Congregación gozó de aprobación pontificia y no de simple
reconocimiento diocesano, y figura en la lista oficial de las familias religiosas de
la Iglesia católica universal. El Papa dice en el texto aprobatorio: Entre las
múltiples Asociaciones de Hermanas que en estos últimos tiempos hemos visto
nacer... merece enumerarse la que en el año 1872 tuvo origen en la ciudad de
Barbastro y después estableció su Casa Matriz en la arzobispal ciudad de
Valencia y que se titula Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Estas hermanas, además de su propia santificación, tienen por especial


objeto el ejercer las obras de caridad y misericordia para con los ancianos
desamparados de uno y otro sexo, y prestarles refugio, alimento y cuidado,
recogiéndolos en sus Casas con el fin principal de prepararlos para una buena y
santa muerte.

Además, viviendo en Comunidad bajo la dirección de una Superiora


general, hacen los tres votos simples acostumbrados de obediencia, castidad y
pobreza, temporales primero y perpetuos después. De ahí es que estas piadosas
hermanas, con su peculiar ejercicio de caridad, pronto produjeron abundantes
frutos no sólo en los ancianos, sino también en el pueblo, recorriendo con
singular modestia las calles y plazas, llamando de puerta en puerta en los
palacios de los ricos y en las cabañas de los pobres, para, con sus limosnas,
proporcionar a los ancianos desamparados y a sí mismas los alimentos y lo
demás necesario para la vida.

Por eso, en el año 1876, a instancias del entonces Emo. Sr. arzobispo de
Valencia, dicho Instituto, aunque constaba solamente de dos Casas, obtuvo de Su
Santidad el Papa Pío IX, de santa memoria, el Decreto laudatorio. Recibido el
cual, se propagó tan rápidamente por todas partes, que en la actualidad, apenas
transcurridos diez años, cuenta cincuenta y cuatro Casas, fundadas en
veintiocho diócesis de España y de sus dominios de las islas de América.

Todo esto, con Letras comendaticias de los Prelados de los lugares en que
se hallan las Casas de tan piadosa Congregación, lo expuso la Superiora
general a nuestro santísimo señor León XIII, suplicándole humildemente se
dignase aprobar con benignidad apostólica el piadoso Instituto y sus
Constituciones, de las que remitió un ejemplar juntamente con las Preces.

Su Santidad, en audiencia habida con el infrascrito señor secretario, en el


día 19 de agosto de 1887, después de haber examinado con diligencia todo lo

24
expuesto y teniendo en cuenta principalmente las referidas Letras comendaticias
de los Ordinarios, se dignó aprobar y confirmar, como por el presente Decreto
se aprueba y confirma, el mencionado Instituto con el título de Hermanitas de
los Ancianos Desamparados, como Congregación de votos simples, bajo el
régimen de una Superiora general, salva la jurisdicción de los Ordinarios, según
lo prescrito por los sagrados cánones y Constituciones apostólicas, difiriendo
para tiempo más oportuno la aprobación de las Constituciones, respecto de las
cuales mandó que se comunicasen algunas observaciones nuevas.

Dado en Roma por la Secretaría de la citada Congregación de Obispos y


Regulares, el 24 de agosto de 1887. J. Card. Massoti, Prefecto 28.

DONES SOBRENATURALES

La Madre recibió de Dios algunos carismas para poder dirigir mejor la


Congregación.

a) ÉXTASIS

Sor Josefa de San Luis declaró: Una vez la vi en éxtasis o al menos así me
lo pareció 29.

Sor Josefina de San Luis refiere: Yo tenía unos 14 años. Un día entré en
su habitación como de costumbre, para rezar con ella el rosario. La vi en
oración en actitud estática. Tenía los ojos muy abiertos, las manos juntas y
estaba inmóvil. Yo, como de costumbre, besé su crucifijo y esperaba la orden
para comenzar a rezar. Pero, al ver que no decía nada ni se movía, le tiré de la
cadena del crucifijo. La miré a los ojos, le moví el velo y no decía nada ni se
movía. Me dio miedo y salí. Poco después ella, vuelta en sí, sintió el ruido que yo
hacía y preguntó quién estaba allí. Me hizo arrodillar a su lado y me dijo
insistentemente que no dijese nada a nadie 30.

28
Diario, tomo II, Valencia, 1993, pp. 189-190.
29
Positio p. 99.
30
Positio pp. 219-220.

25
b) DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITU

Sor Antonia de San Estanislao declaró que la Madre tenía el don del
discernimiento de espíritu y todas las hermanas estaban convencidas de que
conocía su interior. Por ello les daba un poco de temor lo que les decía a cada
una 31.

Todas sabían que tenía el don del discernimiento de espíritu. A veces, a


alguna joven que pedía ingresar a la Congregación le decía que no era su
vocación y que Dios la quería buena madre de familia. A otras les decía que no
iban a perseverar o que sí iban a hacerlo. Y sucedía lo que ella anunciaba. Sor
Josefina de San Luis refiere que a ella le dijo que sufriría mucho, pero que sí
perseveraría 32.

Afirma sor Teresa de San Juan de la Cruz: En una oportunidad, cuando


debían ir algunas hermanas a la Habana (Cuba), ella escribió la lista de las que
consideraba más aptas y la escribió en un papel. Después pidió que entre los
nombres de todas las hermanas sacásemos a suerte las que debieran
embarcarse; y salieron exactamente las mismas. Y nos dijo: “Miren, hermanas,
se ve claramente que ésta es la voluntad de Dios” 33.

Y continúa: Cuando yo era aspirante en la Casa de Lérida, nos reunió la


Madre y nos dijo: “De las seis, la mitad no perseverará”. Efectivamente, el 5 de
septiembre de 1889 llegamos a Valencia y, a fin de mes, tres se habían ido a su
casa, cumpliéndose así lo que había predicho 34.

Afirma sor María de la Virgen de Guadalupe: Había una joven que venía
muchas veces a la Casa de Valencia, deseando ser religiosa. Un día se lo dije a
la Madre. Paseó con ella a lo largo de los corredores, le hizo algunas preguntas
y le dijo que Dios no la quería para hermanita de los ancianos. La joven ya no
volvió más y se quedó tranquila.

En otra ocasión fueron a visitarla cuatro jovencitas de unos doce o trece


años y les dijo: “Sean buenas, porque el Señor las quiere como hermanitas”. Y
realmente las cuatro entraron en la Congregación. Sus nombres son: sor
Encarnación Blasco, sor Julia Che, sor Vicente Che y sor Teresa Varea 35.

31
Positio p. 169.
32
Positio p. 237.
33
Positio p. 88.
34
Ibídem.
35
Positio p. 24.

26
La Madre tenía mucho celo por los sacerdotes. Consolata Cortina declaró:
Un joven que era mi amigo entró en los capuchinos y, al poco tiempo, se retiró.
Después de esto fue varias veces a hablar con la Madre y volvió a entrar en los
capuchinos, siendo un buen religioso. Se trata del padre Pastor, que decía:
“Debo mi vocación a la Madre Teresa, que siempre reza mucho por mí” 36.

c) CURACIONES

El Señor le dio el don de curar, pero hay pocos testimonios de este


carisma. Veamos uno como muestra. En Valencia, un médico tenía una hija
enferma de un oído. Un día este médico mandó a su hija con una empleada
diciendo: “Vete a ver a la Madre Teresa y dile que te cure. Sor María de la
Virgen de Guadalupe afirma: “Yo estaba en la portería y recibí el mensaje.
Tomando a la niña de la mano, la subí a la habitación de la Madre, la cual, al
oír el mensaje, se rió y dijo: “Llévala a san José y que ella misma con su dedo
tome un poco de aceite y se lo ponga donde tiene el mal”. La llevé a donde
estaba la imagen de san José. La niña se untó con un poco de aceite de la
lámpara y la llevé de nuevo a la Madre, que le dijo acariciándola: “Ahora vete y
dile a tu papá que ya estás curada”. Y efectivamente la niña se curó 37.

FORTALEZA

La Madre recibió del Señor una fortaleza espiritual extraordinaria para


superar las dificultades y adversidades. A lo largo de su vida, no sólo tuvo que
soportar sin quejarse muchos dolores y sufrimientos por causa de sus
enfermedades, sino también muchas circunstancias difíciles, que supo superar
con tranquilidad y paz, confiando en el Señor y en su providencia amorosa.

Muchas veces se encontraba sin dinero para pagar a los obreros de las
construcciones, que llevó a cabo en diferentes Casas, pero siempre, confiando en
Dios, consiguió superarlas. Dios nunca le falló.

En cuestión de vocaciones, a pesar de tener el don de discernimiento, se


presentaron ocasiones difíciles como cuando una religiosa expulsada avisó que
volvería como fuera a alguna de las Casas y la Madre tuvo que poner a todas
sobre aviso para no recibirla.

36
Positio p. 8.
37
Positio pp. 23-24.

27
Sor Josefina de San Luis refiere el caso siguiente: La novicia Ramona
Duet tenía un padre que no quería que su hija fuese religiosa. La Madre sabía
que ella tenía vocación. Un día se presentó el padre con dos guardias civiles
para sacarla de convento. La Madre, con toda tranquilidad, les dijo que pasaran
a la iglesia, ya que estaban rezando. Al padre le dijo: “Usted, acérquese a ella y
llévesela”. Sucedió que el papá, teniendo delante a su hija, no la reconoció. La
fe de nuestra Madre había triunfado y el padre de sor Ramona se declaró
vencido y la dejó estar 38.

En una oportunidad se pelearon dos novicias. Cuando la Madre lo supo,


les exigió que se pidieran perdón públicamente. Una de ellas rehusó hacerlo y la
Madre, con suavidad y delicadeza, la expulsó de la Congregación 39.

Su confianza en Dios, como una niña con su papá, era más grande que
todos sus problemas y sufrimientos. Dios la probaba con dificultades para hacerla
más fuerte en la fe y ella tenía confianza en Él, como si viviera permanentemente
en los brazos de su padre celestial. La fe la hacía grande a los ojos de los
hombres. Su estampa física era atractiva: Alta, de facciones enérgicas, pero a la
vez de dulce trato. Su bondad se respiraba por todo su ser, aunque a veces tenía
el rostro serio e infundía respeto. Era una mezcla de seriedad y dulzura, de cariño
y cercanía con respeto y seriedad.

Era una mujer andariega como santa Teresa de Jesús. Hizo numerosos
viajes para hacer nuevas fundaciones y sufría con los traqueteos de los carros o
las incomodidades o la mala alimentación, pero todo lo ofrecía con amor a Jesús
por la salvación de sus hijas y de sus ancianos.

Sufrió, cuando calumniaron al padre Francisco García. Le escribió al


fundador una carta desde Valencia el 28 de mayo de 1877: Estos días hemos
tenido un disgusto mayor y es que a don Francisco le han levantado unas
calumnias, que es menester toda la conformidad con la voluntad de Dios. Son
unas hojas sueltas, diciendo muchos disparates. ¡Cuán bueno será que así lo
persigue el diablo! Es todo lo contrario de lo que dicen.

38
Positio p. 214.
39
Positio pp. 207-208.

28
EUCARISTÍA

Tenía un amor extremo a Jesús vivo y resucitado, presente en el


sacramento de la Eucaristía.

Estando enferma, no dejó nunca la santa misa ni la sagrada comunión,


para lo cual bajaba a la capilla del brazo de dos religiosas, porque no podía
tenerse en pie 40.

Era tan grande su amor a la Eucaristía que la veíamos muchas horas


absorta en oración ante el sagrario en un estado de sumo recogimiento y
veneración, y parecía no anhelar otra cosa que el momento de estar en oración
ante Jesús sacramentado 41.

Se la veía orar delante del Santísimo Sacramento en una postura tan


recogida y reverente, con tanta compostura y tanto fervor que parecía
extasiada42.

¡Cuántas horas se pasaba ante Jesús, sobre todo cuando estaba enferma y
no podía trabajar! Cuando fundaba una nueva Casa, ponía sumo interés en que
tuvieran cuanto antes el Santísimo Sacramento.

Desde Valencia, el 6 de junio de 1873, le escribe al padre fundador: Estos


días estamos arreglando la cochera para oratorio y de las tablas viejas he
mandado hacer un altarcico, pobre, pero decente, porque todo nuestro afán es
poder tener el Santísimo.

Cuando en sus últimos días de vida estaba en la basa de Masarrochos,


como no podía bajar a la capilla a visitar a Jesús sacramentado, mandó hacer
un forado en el pavimento para poder ver el sagrario desde su habitación 43.

Sor María de la Virgen de Guadalupe nos dice: En una ocasión, en uno de


sus viajes, al pasar por un pueblecito, oyó el último toque para la misa y, como
era domingo, pidió al carretero que se detuviese. El hombre no quería y la
Madre insistió en que debía bajar para hacer una petición al señor párroco. Fue
a la iglesia y le preguntó al párroco qué debía hacer. Le respondió que, si el
hombre no quería detenerse, que se fuera sin oír misa. La Madre le respondió:
“¿Usted se responsabiliza ante Dios?”. El párroco dijo que no y la Madre le
rogó que celebrara la misa lo antes posible para cumplir la obligación
40
Positio p. 87.
41
Positio p. 49.
42
Positio p. 92.
43
Positio p. 179.

29
dominical. A la salida de la iglesia, encontró al carretero muy nervioso y nuestra
Madre procuró calmarlo, dándole algo de lo que llevaban para la comida 44.

En los últimos tiempos, comulgaba todos los días y, cuando estaba


enferma, le solía llevar la comunión don Francisco García, capellán de la Casa y
después obispo.

Sor Canuta de San Luis declara: En sus últimos días, yo la llevaba del
brazo a la tribuna para visitar a Jesús sacramentado. Un día me dijo: “Ya no lo
visitaré más, ésta es la última vez”. Y así fue 45.

MARÍA Y JOSÉ

Profesaba una devoción filial a la Virgen santísima. Puso el Instituto bajo


la invocación de la Virgen de los Desamparados, y su amor y confianza filial los
infundió en todas sus hijas. Ordenó que en todas las Casa-Asilo se la venerase
con gran devoción y solemnes cultos y dio numerosísimas instrucciones para que
se animasen en esta filial devoción y confianza hacia la Virgen. Al Patriarca san
José se encomendaba en todas sus necesidades y angustias y era tan grande la
confianza que tenía en su patrocinio que se la veía siempre serena y tranquila en
los momentos de mayor preocupación 46.

Sor Pilar del Sagrado Corazón anota: Estando ante la imagen de san José,
que guardaba en su cuarto, me dijo: “Mire, hermana, no tengo nada, pero pido
a san José las cosas que necesito, se las pongo delante de su imagen, y lo
obtengo todo, y todo para los pobres 47.

Acostumbraba a decir: “Con san José tenemos un buen Procurador en


Casa. Una petición que le hacemos, inmediatamente está resuelta
favorablemente” 48.

Consolata Cortina refiere: En una ocasión me contó el padre Ezequiel que


un día, durante la epidemia de cólera, había muchos enfermos en el Asilo y
escaseaban los alimentos. El mismo padre Ezequiel vio venir por la fuente de
Serrano un anciano de bella presencia y bien vestido. No lo perdió de vista hasta

44
Positio pp. 23-24.
45
Positio p, 61,
46
Positio p. 49.
47
Positio p. 110.
48
Positio p.7.

30
que llegó al Asilo y lo vio entregar a la Madre una cantidad de dinero y después
desapareció sin saber por dónde. Todos pensaron que era san José 49.

Y añade: En la vigilia de la fiesta de san José, un año se presentó a la


Madre la ecónoma y le dijo: “Madre Teresa, mañana es san José”. La Madre le
respondió: “Haremos una gran fiesta”. Y la portera dijo: “Sí, pero la despensa
está vacía y no hay nada para dar de comer a los ancianos”. La Madre
respondió: “Dios proveerá”. Al día siguiente, llamaron a la puerta y la portera
encontró un señor que le entregó alimentos preparados y abundantes para todos
los ancianos; y desapareció 50.

En la casa de Valencia se veía la necesidad de tener un local separado de


la Casa Asilo para tener el noviciado independiente para los dos años que debían
pasar allí las novicias. Todas se pusieron a orar a san José, pidiendo ayuda para la
construcción del nuevo noviciado y Dios movió el corazón de un señor conde,
quien compró las tres casas que daban al huerto por 50.000 reales. Al año
siguiente, el 19 de marzo de l882, se comenzaron las obras con la colocación de
la primera piedra el mismo día de la fiesta de san José.

La Madre tenía mucha confianza en la providencia de Dios. Durante los


trabajos de construcción del noviciado le faltó el dinero para pagar a los
obreros y ordenó que todas pidiésemos con fervor ayuda a san José y, el mismo
día, sábado, se presentó un desconocido y le dio el equivalente a los jornales que
debía pagar. Todas creímos que aquella limosna era milagrosa y que la había
llevado san José 51.

Sor Dolores de Santa Francisca refiere: En una ocasión me di cuenta de


que se estaban acabando las velas para el trabajo nocturno y, no pudiendo
comprarlas, se lo dije a la Madre. Ella me dijo: “No te preocupes, ya las
tendremos”. Y efectivamente a los pocos días nos regalaron una carreta con
muebles y, entre ellos, había muchas velas 52.

49
Ibídem.
50
Positio p. 6.
51
Positio p. 54.
52
Positio p. 35.

31
LOS ÁNGELES

Sor Josefina de San Luis declara: La Madre promovía la devoción al


ángel de la guarda y al ángel de la Congregación y tenía especial devoción al
arcángel san Rafael 53.

Hay mucha devoción en la Congregación al arcángel san Rafael. Él


siempre protege a las hermanitas en los innumerables viajes, cortos o largos, a lo
largo del mundo. Cada día en las Casas Asilo se reza un padrenuestro y otras
oraciones al arcángel durante el tiempo que alguna hermanita está de viaje fuera
de la casa en que habita, pidiendo limosna o haciendo alguna obra, mandada por
la obediencia.

TERCERA PARTE
MÁS ALLÁ DE SU MUERTE
SU MUERTE

En la primavera de 1897 se encontraba la Madre muy cansada y débil. Los


médicos consideraron que era conveniente que saliera de Valencia y
recomendaron que fuera a Masarrochos, no lejos de la capital y en plena huerta
valenciana y con aires más saludables. Al principio, pareció que mejoraba, pero
pronto recayó y se agravó con vómitos de sangre. Por ello el 14 de mayo la
trasladaron a la Casa de Liria. El día que de Masarrochos la llevaban a Valencia,
al llegar a un cruce cerca de la ciudad, pidió que la llevaran a la Casa de Liria. Se
acordaba mucho de esta ciudad, porque en ella hay una fuente que, según la
tradición, se atribuye a san Vicente Ferrer que predicó en aquel lugar y aseguró
que aquella fuente daría siempre agua para beber. La Madre le tenía mucha
devoción. En la Casa de Liria pasó los últimos días y allí acudían de la Casa de
Valencia y de otras Casas algunas hermanas para verla.

Estuvo un poco mejor durante un mes, pudiendo levantarse y dar


pequeños paseos por el claustro y asistir a misa; pero, a partir de la fiesta de San
Pedro, ya que no pudo comulgar.

Sor María de la Virgen de Guadalupe la atendió como enfermera los


últimos 15 días, porque la misma Madre le pidió que no se fuese de la Casa. Y
dice: La asistí en los últimos 15 días y en ese tiempo nunca la oí lamentarse.
Soportaba la enfermedad con resignación. Recuerdo que en uno de esos días

53
Positio p. 214.

32
vino a verla el doctor Eduardo Band. Al irse, preguntó qué le había prescrito el
médico y, cuando le respondimos que no había recetado nada, nos dijo que no
regresara al día siguiente, porque no quería perder el tiempo en conversaciones
inútiles 54.

El día 21 de agosto llegó la grata noticia de la aprobación definitiva de las


Constituciones. Fue una gran alegría para la Madre y para todas sus hijas.

Durante estos últimos días se confesaba con frecuencia con el confesor de


la Comunidad, padre Ezequiel Esteve, y con el padre Francisco García.

El padre Francisco le llevaba la comunión a su habitación y así lo hizo


durante dos semanas. Cuando el mismo padre le administró la unción de los
enfermos, estaba presente el fundador, llegado expresamente desde Huesca.
También vinieron a visitarla de distintas Casas y se reunieron hasta 70 Superioras
para recibir sus últimas bendiciones.

Antes de morir quiso que se enviara a sus hijas el siguiente mensaje como
testamento, dirigido a todas las hermanitas por la Vice-Superiora general:
Cumpliendo órdenes de nuestra muy reverenda Madre Superiora general,
escribo a usted para hacerle saber, lo mismo que a las demás Hermanitas de esa
Casa, que en la madrugada del 12 del corriente julio, con gran consuelo de su
alma, recibió en ésta de Liria el santo Viático, de manos del padre Francisco; y
aprovechando tan solemne ocasión, las bendice a todas y les pide oraciones; y
que por amor de nuestro Señor Jesucristo la perdonen de las flaquezas y
miserias de que pudiera haberles dado mal ejemplo o tomarle cuenta el Señor.
Quiere además que en su nombre, les recomiende muy eficazmente, la
observancia de las Constituciones y votos, y el esmero en atender y cuidar con
toda solicitud y caridad a los pobrecitos ancianos, que han de ser los que con
sus bendiciones, nos introduzcan en el cielo. Previene también que a toda costa
conserven las Hermanitas la unión fraterna, siendo muy consideradas unas con
otras, y que desechando respetos humanos y vanas contemplaciones, se decidan
a servir al Señor de todas veras perseverando en su vocación, y cortando,
aunque sea menester hacerse mucha violencia, toda pasión o defecto que
pudiera entibiarlas en el servicio de Dios nuestro Señor. De su orden lo digo a
usted, abrigando la confianza de que grabarán muy profundamente en su
corazón estos consejos y harán por cumplirlos. Dios guarde a usted muchos
años. Casa-Asilo de Liria, 14 de julio de 1897. Sor Gregoria de los
Desamparados, Vice-Superiora General 55.

54
Positio p. 17.
55
Pelayo Toranzo Joaquín, Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Bodas de oro, Memoria,
Santander, 1923, pp. 68-69.

33
En el último día llamó varias veces al padre Ezequiel y preguntaba con
frecuencia qué hora era. Una vez, entre otras, le respondimos que eran las 11
p.m. Entonces exclamó: He comulgado todos los días, pero mañana no podré
hacerlo. Volvió a preguntar qué hora era y pidió llamar al padre Ezequiel, porque
quería volver a confesarse. Tardamos en llamarlo, porque no queríamos
perturbarlo y, cuando llegó, la confesó y se dispuso a darle la comunión, pero no
pudo recibirla.

En el último instante de su vida miró dulcemente a todas las que


estábamos en la habitación, inclinó la cabeza y expiró 56.

Era el 26 de agosto de 1897 a las tres y media de la mañana. Dejaba al


morir 103 Casas Asilo en España y América. El número de sus hijas había
llegado a 1.260, de las que vivían en ese momento 883, pues muchas de ellas ya
habían fallecido. En 1923 las Casas eran 174, con 8.100 ancianos asistidos por
1.960 hermanitas.

Para prepararla después de su muerte tuvimos presente su pedido de que


le dejáramos debajo del hábito, otro pequeño de la Virgen del Carmen. Sus
restos fueron colocados en el coro de la iglesia para la celebración de la misa
solemne de exequias que al día siguiente fue celebrada por el padre Francisco
García y esa misma tarde fue llevada a la sepultura del cementerio de Liria. El
ataúd lo llevaron las mismas hermanas. A su sepultura asistió toda la población
de Liria con las autoridades junto con muchísimas hermanitas y muchos
ancianos que llegaron en representación de diversas Casas 57.

Fue sepultada en un nicho cedido por el ayuntamiento de Liria y sobre


cuyo reciente enlucido de yeso trazó con dedo firme el padre Francisco la
inscripción: Sor Teresa de Jesús, Superiora general de las hermanitas de los
ancianos desamparados R.I.P. 26 de agosto de 1897.

El 1 de junio de 1904 se trasladaron sus restos desde Liria a Valencia,


colocándolos en una tribuna grande que estaba al lado de la Epístola de la antigua
capilla de la Casa Madre. El 23 de mayo de 1907 se pasaron a la otra tribuna del
lado del Evangelio y el 25 de agosto de 1913 a la cripta de la nueva y suntuosa
iglesia, donde se encuentra actualmente junto a la tumba del padre fundador don
Saturnino López Novoa (+1905) y a la del padre cofundador Monseñor Francisco
García López (+1909) en sus respectivos sarcófagos de mármol negro.

56
Positio p. 18.
57
Positio pp. 17-19,

34
SANACIONES DESPUÉS DE SU MUERTE

Sor Antonia de San Estanislao manifestó: Sor Guadalupe Torrijos me


contó que, siendo novicia, tuvo una grave enfermedad del vientre (un tumor) y la
víspera de la operación, cuando todo estaba preparado, se levantó de la cama y
sin ser vista se fue a la cripta a pedir a la Virgen María por intercesión de la
Madre que le concediese la salud para poder profesar. Se fue de nuevo a la
cama y a medianoche se sintió mejor. Al día siguiente, los médicos quedaron
asombrados y decían que era un milagro, pues estaba sana 58.

Sor Canuta de San Luis certifica: El año 1905 sor Dolores del Valle tenía
una grave enfermedad a los riñones. Era tanto el trabajo que nos daba que le
dijimos que le pidiera a la Madre que la curase, porque hacían falta cuatro
hermanitas para cuidarla. Los médicos por su parte la habían desahuciado y le
daban pocos días de vida. Esta religiosa, en unión con la Comunidad, comenzó
un triduo de oraciones a nuestra Madre. Tuvieron que operarla, a ver si podían
hacer algo por ella en la ciudad de México. Cuando la abrieron, encontraron
que tenía dos riñones fuertes y sanos; y exclamaron que eso era un milagro y la
cerraron sin ninguna intervención. Esta hermanita vivió muchos años más sin
ningún dolor y murió de muerte natural 59.

Teresa Navarrete refiere: En una de nuestras Casas de México había una


sirviente, de 17 años que se enfermó gravemente de una mano. Los médicos
temieron que se le declarase la gangrena y consideraron la enfermedad como
muy grave. La Superiora le pidió que acudiese a nuestra Madre, como de hecho
lo hizo. Y al día siguiente, cuando volvió el médico, la encontró totalmente
curada. Le preguntaron qué había sucedido y respondió que se había
encomendado a la Madre Teresa.

También sé qué hace dos años, en Fátiva, estaba gravemente enferma de


parto una señora joven, llamada Consolata. Su madre vino a nuestra Casa
pidiendo que le diéramos algún remedio para su hija. Le dieron una imagen de
nuestra Madre. La mamá la puso sobre el vientre de su hija y dio a luz
inmediatamente una robusta niña sin ningún problema 60.

Sor Mercedes del Niño Jesús anota: El año 1925, el 1 de mayo, me había
subido a una escalera de mano bastante alta para arreglar el nicho de la Virgen
de los Desamparados del altar mayor de nuestra capilla del Asilo de Santiago de

58
Positio p. 74.
59
Positio p. 67.
60
Positio pp. 52-53.

35
Compostela, de pronto la escalera se resbaló y yo caí sobre el sagrario, después
de haber roto con mi espalda un pedazo de la cornisa y haber sacado un pedazo
de madera del sagrario con un brazo. Mi brazo izquierdo quedó totalmente
inutilizado y no podía moverlo por los muchos dolores. Yo era la organista y
debía tocar el armonium en la tarde en la celebración en honor de la Virgen de
los Desamparados. Me encomendé a la Madre para que me curara
inmediatamente y poder tocar y comenzamos un triduo. El hecho fue que el
primer día pude tocar poco con el brazo izquierdo inclinado sobre el armonium.
El segundo día comencé a tocar de la misma manera, cuando en un momento
alejé el brazo de armonium y me puse a tocar con agilidad sin tener dolores,
como si sintiera una fuerza sobrenatural. Desde ese momento mi brazo estuvo
totalmente sano y este hecho lo he considerado siempre como un verdadero
milagro de nuestra Madre, tanto por el hecho de no matarme en la caída como el
de no quedar inutilizado del brazo 61.

Sor Evelina de San Estanislao nos dice: Hacia 1927, en el noviciado de


Palencia, había una postulante, llamada Luisa Fernández, con una pierna muy
inflamada. Yo misma puse sobre su pierna una cofia de la Madre y recé con
fervor tres padrenuestros a la Santísima Trinidad y le pedí a la Madre que la
curase. Efectivamente, al día siguiente, la postulante estaba completamente
curada 62.

Y continúa: Ese mismo año de 1927 en nuestra Casa de Cevico de la


Torre (Palencia) un joven de 18 años, llamado Rogelio Díez, en el mes de febrero
cayó gravemente enfermo de parálisis. Yo le aconsejé que se colocara una
imagen con una reliquia de la Madre y se encomendara a ella con fervor,
rezando tres padrenuestros a la S. Trinidad. El joven dijo a su madre: “Madre,
cierra la puerta que quiero rezar”. Y, después de dos horas, se encontró
totalmente sano. Y me lo escribió contándomelo. Por eso, fui a su casa con sor
Guadalupe de San Antonio para ser testigos de su prodigiosa curación 63.

Sor María Dolores de San José afirma: El año 1937, durante la guerra
civil española, el médico de nuestra Casa de Logroño, el doctor Mariano Sáez
Andayo, que también era médico del hospital de tuberculosos, estaba él también
tuberculoso. Nosotras comenzamos una novena a nuestra Madre para pedirle la
salud para el doctor y, a la vez, le dimos una imagen de la misma para que se
encomendase a ella. Y se sanó totalmente, considerando esa gracia como un
milagro de nuestra Madre 64.

61
Positio p. 114.
62
Positio p. 123.
63
Positio p. 124.
64
Positio p. 79.

36
Sor Teresa Navarrete refiere: El 7 de febrero de 1945, al levantarme de la
cama a las seis de la mañana, tuve un ataque de apoplejía en la parte izquierda
del cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, y caí al suelo, porque no podía mover
el brazo, la mano ni los dedos. Acudieron en mi auxilio las hermanas y
consiguieron meterme en la cama. Llamaron al médico, quien afirmó que podía
repetirse el ataque. Me encomendé a la Madre y le pedí con fervor que me
librase de aquel mal y que pudiera servirme por mí misma. Efectivamente, la
Madre escuchó mis súplicas y seis días después del ataque estaba completamente
curada. Desde entonces no he vuelto a tener ninguna molestia. Atribuyo mi
rápida y maravillosa curación a la intercesión de nuestra Madre 65.

MILAGROS PARA SU BEATIFICACIÓN

Doña María de la Encarnación Reyes Gutiérrez, enferma de una úlcera


varicosa en la pierna izquierda, desde hacía 15 años, con un extenso eczema
suérico, dada por incurable por los médicos, el 14 de marzo de 1950 recibió de
las hermanitas una estampa de la Madre Teresa. Le recomendaron que se
encomendara con fe a la intercesión de la fundadora. La enferma tomó entre sus
manos la estampa, la aplicó sobre su llaga dolorida e instantáneamente se sintió
curada. Los dolores desaparecieron al momento. La úlcera se había cicatrizado.
La pierna aparecía perfectamente normal.

El segundo milagro fue realizado en la persona de doña María Martín


Molina, afectada desde hacía 35 años por varices ulcerosas y elefantiasis en la
pierna derecha. Sus condiciones se agravaron el 30 de julio de 1952 al ir de
Albolote a Puente Genil en el tren. Al día siguiente, a las tres de la tarde,
pasaron las hermanitas por la casa donde estaba la enferma a hacer la
postulación. En la conversación se enteraron del estado de la enferma. Le
ofrecieron a la paciente una estampa de la Madre, con la recomendación de
invocar fervorosamente su intercesión. La señora se aplicó la estampa sobre su
pierna enferma, mientras pedía con fervor su curación por mediación de la
Madre Teresa. Poco después advirtió que ya podía mover libremente su pierna
derecha, que desde años mantenía en una posición rígida. “¡Oh, Madre Teresa
de Jesús! ¡Oh, hermanitas del alma! ¡En qué momento más propicio habéis
venido!”, exclamó fuera de sí, llena de alegría. ¡Estaba totalmente curada!

Reconocidas las virtudes heroicas de la Madre Teresa de Jesús Jornet y


aprobados los milagros atribuidos a su intercesión, estaba ya todo dispuesto
para decretar la beatificación de la sierva de Dios 66.

65
Positio p. 45.
66
Pietromarchi Eugenia, Santa Teresa Jornet e Ibars, cuarta edición, Valencia, 2009, pp. 347-348.

37
DESBORDE DEL RÍO TURIA

En la noche del 14 de octubre de 1957, el Turia se desbordaba. Valencia


era toda ella una inmensa balsa de agua y barro. La Casa-Madre, por su
proximidad al río, se vio rápidamente invadida por las aguas desatadas. En
aquellas horas todos reposaban y las pocas hermanitas que velaban el sueño de
los ancianos no advirtieron que las aguas habían empezado a inundar los pisos
bajos. Al poco tiempo, las bestias de las cuadras y los animales del establo,
sorprendidos por la inundación, comenzaron a hacer un ruido indescriptible.
Las hermanitas trataron de aliviar aquella situación. Faltaba la luz. La tormenta
asustaba a los ancianos. En la Casa había 400, en su mayoría inválidos, y 200
entre novicias y hermanas. Urgía obrar, hacer algo, subir a los pisos más altos,
todo aquello que se pudiera sustraer al empuje del agua.

En silencio, veloces, con el pensamiento en Dios pidiendo su auxilio, las


hermanitas pusieron manos a la obra. En la planta baja, afortunadamente,
habitaban pocas ancianas; pero estaban inválidas. Las hermanas se precipitaron
a socorrerlas, las despertaron, las tomaron entre sus brazos y, con el agua a la
cintura, emprendieron el difícil acceso a los pisos superiores... Todo se creía
terminado en la parte baja del edificio, cuando, de repente se acordaron de un
pobre anciano ciego, sordo y mudo, que descansaba en una pequeña habitación.
Corrieron las hermanas, pero el pobre, asustado, sin saber el porqué de aquel
repentino sobresalto, se negó a moverse. ¡Dios mío! ¿Qué hacer? No veía. No
oía. No entendía nada. Y no quería moverse de donde estaba preso del pánico.
Las hermanitas, angustiadas, no acertaban a hacerle entender el peligro que
corrían todos. ¡Una idea feliz, repentina, iluminó a una de las hermanas! Cogió
un cubo de agua, lo arrojó a los pies del anciano, éste entendió lo que sucedía a
su alrededor y, humilde y dócil, se dejó llevar por las hermanas.

En la duda de que el capellán pudiera llegar a tiempo, una de las


hermanas corrió a la capilla, donde el agua avanzaba incontenible. Temblorosa
por la emoción, abrió el sagrario y tomó con sus manos el copón con las hostias
consagradas. Cuando se volvió para salir, el agua había cubierto ya todo el
paso; el presbiterio era un lago siempre creciente; las escaleras del altar
estaban todas cubiertas… Hubo un momento de incertidumbre angustioso. El
agua subía sin parar... La invocación a Jesús, que sus manos acariciaban por
vez primera, subía, sin embargo, más alta y más fuerte que todas las aguas. Y
encontró la forma de salvar la Eucaristía: junto al comulgatorio de las
religiosas, en una pequeña ventana abierta al lado de las gradas del altar, había
una hermana, a la que fue posible entregar el sagrado depósito. Luego, por esa

38
misma ventanilla, logró pasar la hermana y ponerse a salvo. La odisea había
terminado.

Mientras tanto, las demás hermanas se fatigaban en transportar a los


ancianos del primero al segundo piso. A las tres de la mañana, todo el mundo —
hermanas y ancianos— estaban finalmente juntos. El capellán les dio la
absolución y les distribuyó la comunión en forma de Viático. Nadie sabía hasta
dónde llegaría el furor de la incontenible marea. El peligro era evidente; su
gravedad, máxima. Y, sin embargo, nadie gritaba, nadie se lamentaba, todos
conservaban la calma, todos oraban. ¡Algo maravilloso! La serenidad, la
tranquilidad, la fortaleza de la Madre Teresa aleteaba en el ambiente...

Al día siguiente, festividad de santa Teresa, debía tener lugar la Vestición


de las postulantes y la profesión de las novicias. Pero, ¿en estas condiciones?
Todos estaban allí aglomerados, mojados, sin más alimento que un poco de pan,
algo de queso, y sin una gota de agua que poder beber. ¡Pues precisamente por
esto se debe hacer la ceremonia! La Madre general piensa: si hemos de morir,
que las novicias mueran con los santos Votos; que las postulantes sonrían a la
muerte vestidas con el santo hábito. ¡Magnífico acto de fe que brotaba, sin duda,
de una intensa y robusta vida sobrenatural!

Pese a la mísera condición a que se veían reducidas, la ceremonia fue


solemne como nunca; quizá la más conmovedora de cuantas se habían celebrado
en aquella Casa-Madre. Tres días duró el peligro. Tres días se vivió en la más
estrecha penuria. Tres días pudo Dios contemplar, una vez más, complacido, la
capacidad de sacrificio de aquellas hermanitas infatigables, aliviando a los
pobres ancianos. Hoy más que nunca se sentían seguras sobre la senda de
caridad trazada por la santa.

Por fin, las aguas comenzaron a descender. Pero dejaban tras de sí los
destrozos, el fango, los daños incalculables. De la numerosa familia de la Casa-
Madre, todos, sin embargo, se habían salvado. Era patente que la Madre Teresa,
en el cielo, no olvidaba, que en el día del traslado de sus restos mortales de Liria
a Valencia, ella había sido nombrada ángel y guardiana de aquella su Casa 67.

67
Pietromarchi Eugenia, o.c., pp. 348-351.

39
BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN

Fue beatificada por el Papa Pío XII el 27 de abril de 1958 y canonizada


por el Papa Pablo VI el 27 de enero de 1974 con estas palabras: A gloria y honor
de la Santísima e Individua Trinidad, para exaltación de la fe católica y un
mayor progreso de la vida cristiana, en virtud de la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de la nuestra, después de una
madura deliberación y de haber implorado fervientemente la ayuda divina, con
el asentimiento de muchos hermanos nuestros, DECLARAMOS Y DEFINIMOS
QUE LA BEATA TERESA DE JESUS JORNET E IBARS ES SANTA, y en cuanto
tal la adscribimos al catálogo de los santos, estableciendo que en toda la Iglesia
sea venerada como tal.

Su fiesta se celebra el 26 de agosto de cada año, día de su muerte. Es la


patrona de la ancianidad.

Actualmente hay Casas en 20 países en Filipinas, Mozambique, España,


Portugal, Italia, Alemania, en México, Cuba, Puerto Rico, República
Dominicana, Guatemala, El Salvador, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú,
Brasil, Bolivia, Chile y Argentina. Hay 205 Casas Asilos con un total de dos mil
religiosas, que atienden a más de 17.000 ancianos.

Su vida fue una luz en el camino de muchos ancianos sin esperanza. Su


misión abrió nuevos horizontes de servicio a los ancianos más necesitados y
desamparados. La Madre supo escuchar la voz de Dios, cumplir su misión y
llenar su vida, y la de otros muchos, del amor y de la alegría de Dios. A ella se
podrían aplicar las palabras del poeta León Felipe:

Nadie fue ayer,


ni va hoy,
ni irá mañana hacia Dios
por el mismo camino que yo voy.
Para cada hombre tiene un rayo de luz del sol
y un camino virgen Dios.

Sí, ella fue un rayo de sol divino en el mundo, una luz en la oscuridad del
sufrimiento humano, un camino inédito y una flor hermosa en el jardín de la
Iglesia de Dios.

40
CONCLUSIÓN

Después de haber leído la vida ejemplar de santa Teresa de Jesús Jornet,


podemos alabar a Dios por tanta bondad y caridad que ha derramado en el mundo
por medio de ella y de sus hermanitas. Ciertamente que su misión ha sido muy
importante. Y manifiesta claramente una vez más cómo en la Iglesia católica se
practica la caridad con el prójimo. En la Iglesia puede haber sacerdotes y
religiosos imperfectos y pecadores, pero evidentemente el número de los santos y
de tantos otros que, sin ser santos, son ejemplares, es inmensamente mayor. Si no
existiera la Iglesia, el mundo sería diferente.

Observemos cuántas obras de caridad tiene la Iglesia en diferentes países


del mundo. Cuánto bien han hecho y siguen haciendo las hermanitas de los
Ancianos desamparados, de las siervas de María, de las religiosas de la Madre
Teresa de Calcuta, de las hijas de la Caridad y de tantas Instituciones eclesiales
que ayudan a los más pobres y necesitados sin alardes ni propagandas. Sin
embargo, cuando hay algún escándalo, enseguida lo airean a los cuatro vientos,
sin hacer mención que también hay miles de religiosas y religiosos, haciendo el
bien calladamente sin esperar recompensa ni alabanzas públicas.

Según el Instituto Cor Unum, el año 2.000 había en la Iglesia 1.100


Instituciones nacionales e internaciones de caridad. ¡Cuántos misioneros, que
dejan todo por ir a países de misión a llevar amor, caridad y fe! ¡Cuántas
Congregaciones dedicadas a la caridad y a las misiones!

Seamos también nosotros misioneros de la caridad, del amor y del perdón.


Seamos misioneros de la verdad para enseñar la fe a los que carecen de ella y no
esperemos alabanzas humanas, porque al final Dios nos recompensará.

Que Dios te bendiga, hermano lector, por medio de María. No olvides que
tienes un ángel que siempre te acompaña y que Jesús siempre te espera en la
Eucaristía. Que seas santo es mi mejor deseo para ti.

Tu hermano y amigo del Perú.


P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto

&&&&&&&&&&&
Pueden leer todos los libros del autor en
www.libroscatolicos.org

41
BIBLIOGRAFÍA

Aparicio Olmos E. M., Así nacieron las Hermanitas. Aproximación a la época y


al espíritu de la fundación del Instituto de las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados, Valencia, 1984.
Balagué Miguel, El espíritu de Santa Teresa Jornet e Ibars. Fundadora de las
Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Madrid, 1976.
De Miguel Poyard María Dolores, Saturnino y Teresa desde el corazón de Dios,
Ed. Sadifa Media, 2016.
Garganta J. M. -Gómez V. T., Santa Teresa Jornet. Carisma y espíritu, Valencia,
1983.
Javierre José María, Refugio de los ancianos, santa Teresa Jornet, Ed. Alameda,
Madrid, 1974.
López Novoa Saturnino, Instituto religioso-caritativo de las Hermanitas de
pobres Desamparados, fundado en España, Huesca, 1873.
López Novoa Saturnino, Memoria sobre el origen, desarrollo y beneficios del
Instituto de Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Huesca, 1889.
Pelayo Toranzo Joaquín, Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Bodas de
oro. Memoria, Santander, 1923.
Pelayo Toranzo Joaquín, La beata Madre Teresa de Jesús Jornet, heroína de la
caridad, Fundadora de la Congregación caritativa de las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados, Valencia, 1958.
Pelayo Toranzo Joaquín, La Fundadora de las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados. Su vida, su espíritu, su obra, Valencia, 1943.
Pelayo Toranzo Joaquín, La Madre Teresa de Jesús Jornet e Ibars, heroína de la
caridad, benemérita fundadora de la Congregación de Hermanitas de los
Ancianos Desamparados, Manuscrito, 1955.
Pietromarchi Eugenia, Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars. Fundadora de la
Congregación de hermanitas de los Ancianos Desamparados, Roma, 1958.
Sagrada Congregación de Ritos, Valentina, Beatificationis et canonizationis
Servae Dei Teresiae a Jesu Jornet Ibars, Sororis profesae Fundatricis et
Primae Antistitae Generalis Parvarum Sororum Senium Delictorum. Positio
super virtutibus, Roma, 1955.
Teresa, de Jesús Jornet e Ibars santa, Diario, Tomo I y II, Valencia, 1993.
Varios, Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Apuntes para la
historia de este Instituto Español, publicado por la Asociación de Católicos
de Valencia, Valencia, 1882.

&&&&&&&&&&&

42

También podría gustarte