Bautismo de Jesus
Bautismo de Jesus
Bautismo de Jesus
Bautista realizó ante la inminente venida del Mesías prometido, ahora por fin nos va a presentar a Jesús, el
personaje central de todo el evangelio. A partir de aquí quiere que nuestra mirada se centre únicamente en él
y en el propósito de su venida.
La humildad del "Siervo"
Quizá esperaríamos que el Mesías, el Hijo de Dios, sería alguien con un porte imponente, un hombre que
llamaría inmediatamente la atención de las multitudes. Pero Jesús no se presentó como un Mesías poderoso
y triunfante, con una fuerza irresistible, sino sumiso, rindiéndose en obediencia a la voluntad de Dios como un
siervo (nada que ver con los dioses de la mitología griega, o con los grandes emperadores del Imperio
Romano).
Hay varios detalles en esta porción que ponen de manifiesto esta humildad del Señor Jesucristo.
Marcos nos dice que "Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán". Cristo no pidió
que Juan fuera hasta donde él estaba para ser bautizado allí en el Mar de Galilea. ¡Cuán humilde fue el Rey
de la gloria durante su encarnación! "No vino para ser servido, sino para servir" (Mr 10:45).
También es significativo su lugar de procedencia: "Nazaret de Galilea". Como ya sabemos, Galilea estaba en
la parte norte del país, muy cerca de los gentiles, razón por la que los judíos del sur la menospreciaban.
Recordemos el desdén con el que algunos miembros del Sanedrín trataron a Jesús por venir de Galilea:
"Respondieron y le dijeron a Nicodemo: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha
levantado profeta" (Jn 7:52). Pero por si esto no fuera suficiente, además el Señor pasó su juventud en
Nazaret, un pueblo tan insignificante que ni siquiera mereció una mención en todo el Antiguo Testamento. De
hecho, sus habitantes no eran bien considerados ni aun entre los propios galileos. Como dijo en una ocasión
Natanael: "¿De Nazaret puede salir algo de bueno?" (Jn 1:46).
Y luego, cuando iba a ser bautizado, él mismo se colocó entre los pecadores que eran bautizados por Juan.
Él, que estaba completamente libre de pecado, se puso en medio de aquella compañía de pecadores.
Todos estos detalles nos muestran la absoluta humildad del Señor Jesucristo y su espíritu de servicio.
¿Por qué Jesús fue a Juan el Bautista para ser bautizado?
El bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento y estaba destinado para los pecadores que
deseaban un cambio de vida. Entonces, ¿qué tenía que ver tal bautismo con Jesús? ¿No estaba él sin
pecado? De hecho, tal como nos dice el evangelio de Mateo, hasta el mismo Juan se opuso al principio
cuando Jesús le pidió que lo bautizara (Mt 3:14). ¿Por qué entonces fue bautizado Jesús?
Como ya hemos dicho, aquí comienza el ministerio público de Jesús, así que, el hecho de que él no se
dirigiera a los líderes religiosos en el templo, sino que fuera a Juan el Bautista para ser bautizado por él,
confirmaba plenamente a Juan como profeta de Dios y también marcaba desde un principio su
distanciamiento de la religión oficial de su tiempo.
Pero sin duda, la razón más importante por la que bajó a las aguas juntamente con el pueblo pecador, fue con
el fin de identificarse con él. Del mismo modo que Moisés había abandonado siglos antes su regia posición
para identificarse con su pueblo y librarlo de la esclavitud, así Cristo había dejado temporalmente su trono en
la Majestad en las alturas para venir a salvar a los pecadores.
Así pues, su bautismo mostraba su identificación con los pecadores y anticipaba el momento en que había de
ser "hecho ofrenda por el pecado".
Jesús, el único hombre santo e inocente, se presentaba como representante de todos los pecadores, tal como
lo había anunciado el profeta Isaías.
(Is 53:6) "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová
cargó en él el pecado de todos nosotros."
Podemos decir que éste fue el primer paso de un camino que le conduciría hasta la Cruz.
Jesús es "ungido" por el Espíritu
El hecho de que durante su bautismo el Espíritu Santo descendiera sobre él, no implica que Jesús no tuviera
el Espíritu Santo antes de ese momento. Si Juan el bautista había sido lleno del Espíritu Santo desde el
vientre de su madre (Lc 1:15), ¡cuánto más el Señor Jesús, que fue engendrado por el Espíritu Santo estaría
lleno de él! (Lc 1:35) (Mt 1:20).
Lo que ocurrió en esta ocasión es que el Espíritu Santo vino sobre él para ungirle para la misión que había
venido a llevar a cabo. Recordemos que en los tiempos del Antiguo Testamento se ungía a los reyes y a los
sacerdotes derramando aceite sobre sus cabezas, encomendándoles la función y el ministerio al que habrían
de servir. Y podemos decir, que al ser ungido, Jesús comenzó a ejercer públicamente como el Mesías
prometido por las Escrituras. Esta es la interpretación que hace también el apóstol Pedro:
(Hch 10:37-38) "Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan; cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret..."
Los cielos se abrieron
Marcos no usa el término "abrir", tal como vierten algunas traducciones, sino que dice que los cielos se
"rasgaron". La diferencia es significativa; lo que se abre puede también cerrarse; sin embargo, lo que se
desgarra no puede volver fácilmente a su estado original.
¿Cuál era el significado de estos detalles?
Por primera vez desde la inocencia de Adán, se hallaba un Hombre sin pecado en la tierra y por lo tanto no
había obstáculo alguno entre él y el cielo. Era el cumplimiento de la oración y la súplica del profeta Isaías. (Is
64:1) "¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...". La petición de Isaías se basaba en el hecho de que el
"cielo cerrado" era señal de la ira de Dios contra la humanidad pecadora (Dt 11:17) (1 R 8:35) (2 Cr 6:26) (2
Cr 7:13) (Lc 4:25). Pero con Cristo, la bendición de Dios volvía a este pobre mundo.
Por otro lado, el evangelista nos indica que los hechos estaban ocurriendo en el río Jordán y no hemos de
olvidar que para cualquier judío el Jordán era mucho más que un río. Para ellos representaba la frontera entre
el desierto y la tierra prometida. En la antigüedad, en los tiempos de Josué, Dios abrió las aguas del río
Jordán para que su pueblo pudiera entrar a la tierra prometida (Jos 3:7-17). Sin embargo, ahora en la
presencia del Mesías, lo que se abre no son las aguas del Jordán, sino los mismos cielos, mostrándonos con
ello que él había venido para introducirnos en nuestra verdadera herencia celestial.
Por lo tanto, los cielos fueron abiertos en dos direcciones: por un lado los cielos se abrieron para que el Hijo
de Dios descendiera a este mundo para salvar a la humanidad, pero como resultado de su Obra, también
conseguiría que los cielos se abrieran para que los hombres que confíen en él puedan llegar hasta la misma
presencia de Dios en su gloria.
El Espíritu Santo en forma de paloma
¿Por qué la tercera persona de la Trinidad fue representada en forma de paloma? Tal vez con el objeto de dar
a entender la pureza, bondad, serenidad y gracia características que identifican al Espíritu Santo. Tanto la
opinión popular como las Escrituras asocian estas cualidades con la paloma (Sal 68:13) (Cnt 6:9) (Mt 10:16).
En el Antiguo Testamento Dios se presentaba como "águila" (Ex 19:4) (Dt 32:11), ave de presa y gran poder,
que protegía a su pueblo de sus enemigos, pero en el Evangelio toma la forma de la mansa paloma y de la
gallina protectora de sus polluelos (Mt 23:37).
Así que el Espíritu Santo se presenta como una suave paloma suspendida en el aire. Era el mismo Espíritu de
Dios que en el momento de la creación se "movía sobre la faz de las aguas" (Gn 1:2). Ahora se presenta
nuevamente para dar comienzo a una nueva creación. Pero en esta ocasión desciende sobre un Hombre, no
sobre el vacío amorfo, lo que sugiere que Dios pretendía transformar, hacer algo nuevo con la humanidad.
La voz del Padre: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia"
Como hemos visto, Jesús se presentó juntamente con los pecadores para ser bautizado, sin embargo, él no
era un pecador, y esto es lo que vino a confirmar el Padre desde el cielo por medio de esta declaración.
También sirvió para proclamar el amor inefable y maravilloso que había existido entre el Padre y el Hijo por
toda la eternidad.
Además, el lenguaje de Marcos nos recuerda otras porciones del Antiguo Testamento:
En (Is 42:1) vemos al Mesías como un siervo sobre el que Dios ha puesto su Espíritu y en quien tiene su
contentamiento. Este sería el encargado de traer justicia a las naciones:
(Is 42:1) "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto
sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones."
En (Gn 22:2) se usa un lenguaje similar cuando Dios le pide a Abraham que le ofrezca en sacrificio a su único
hijo, al que amaba. Y del mismo modo, Dios estaba entregando a su propio Hijo para morir por los pecadores
y quiere ayudarnos a entender en alguna medida lo que él sentía al hacerlo.
(Gn 22:2) "Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré."
En el (Sal 2:7-8) se nos presenta al Mesías como el "Hijo de Dios" designado para gobernar el mundo
después de que haber sido despreciado por los gobernantes y el pueblo.
(Sal 2:7-8) "Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te
daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra."
Aunque el texto no nos explica por qué Dios se complace en su Hijo amado, podemos deducir que se debe al
hecho de que Jesús se presentara humildemente para ser el salvador de los hombres. Esto agradaba al
Padre, que por su parte anunciaba su plena aprobación a la misión del Hijo de buscar y salvar a los que
estaban perdidos, y le aceptaba como el Mediador, el Sustituto y el Fiador del nuevo pacto.
Conclusión