F Raimer

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Los 

Adventistas del Séptimo Día creen que Jesús es una de las tres personas de la
Trinidad, quien costituye nuestro único Dios. La Biblia describe a Jesús, al Padre, y al
Espíritu Santo como cada uno dedicado a nuestro crecimiento como cristianos y a
nuestra salvación como sus hijos.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una denominación cristiana protestante,56 que a
diferencias de otras denominaciónes protestantes se caracteriza por guardar el sábadoa
como día de reposo, así como por seguir doctrinas de Ellen G. White. Los adventistas creen
que en White se manifestó el «don de profecía» y que la segunda venida de Jesucristo es
inminente.89 La iglesia surgió del movimiento millerita en Estados Unidos a mediados del
siglo XIX, y fue establecida formalmente en 1863.10 Está presente en 213 países y territorios,b y
cuenta con más de 21 millones de miembros.1
Gran parte de la teología adventista corresponde a enseñanzas protestantes comunes, como
la autoridad suprema de la Biblia, la Deidad, y la salvación por medio de la fe en Jesucristo.
Sin embargo, presentan importantes creencias distintivas, como la observancia del sábado
como día de reposo, la doctrina del juicio investigador, y la manifestación del don de
profecía en el ministerio de Ellen G. White.12 El trabajo misionero es muy importante para la
iglesia, y sus miembros consideran que tienen el deber de compartir sus creencias con los
demás.10
La denominación se caracteriza por su énfasis en el desarrollo de un estilo de vida saludable,
promoviendo activamente el ejercicio físico, el vegetarianismo y la abstinencia del alcohol,
el tabaco y otras sustancias recreativas.912 Además, promueven la educación cristiana, la
protección de la libertad religiosa, y los principios éticos conservadores.13
La Iglesia Adventista es administrada en cuatro niveles de organización, que comprenden
desde la iglesia local hasta la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, que
dirige la denominación a nivel mundial. Los administradores de cada nivel son elegidos
mediante un sistema de democracia representativa.14 La iglesia administra numerosas
escuelas, universidades, hospitales, clínicas, y casas editoriales en todo el mundo, así como
una organización humanitaria, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales.
10. Los adventistas consideran toda la Santa Biblia como la segura y única
regla de fe y esperanza. Sus doctrinas, por lo tanto, siguen integralmente
las enseñanzas bíblicas y están basadas en ellas.
Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y
sostienen creencias fundamentales basadas en las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras. Estas creencias, tal como se presentan aquí,
constituyen la forma en que la iglesia comprende y expresa las
enseñanzas de las Escrituras. LA EXPERIENCIA DE LA SALVACIÓN
 
En infinito amor y misericordia, Dios permitió que Cristo, quien no conoció pecado, se
convirtiese en pecado por nosotros, para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios.
Guiados por el Espíritu Santo sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra
pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras transgresiones y ejercemos fe en Jesús
como Señor y Cristo, como Sustituto y Ejemplo. Esta fe que recibe la salvación, viene a
través del poder de la Palabra y es el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos
justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y libertados del dominio del pecado. Por
medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos justificados.; el Espíritu renueva nuestra
mente, escribe la ley de amor de Dios en nuestro corazón y se nos da el poder de vivir una
vida santa. Permaneciendo en Él, llegamos a ser participantes de la naturaleza divina y
tenemos la seguridad de la salvación, ahora y en el Juicio. 
11. CRECIENDO EN CRISTO
 
Por su muerte en la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. Aquél que subyugó los
espíritus demoníacos durante su ministerio terrenal ha quebrantado su poder y aseguró
su destino final. La victoria de Jesús nos da victoria sobre las fuerzas del mal que aún
buscan controlarnos, mientras caminamos con él en paz, gozo y la seguridad de su amor.
Ahora el Espíritu Santo mora en nosotros y nos da fortaleza. Continuamente
comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos liberados de las cargas
de nuestros actos pasados. Ya no moramos más en la oscuridad, miedo de los poderes
malignos, ignorancia y el sinsentido de nuestra anterior forma de vivir. En esta nueva
libertad en Jesús, somos llamados a crecer en la semejanza de su carácter,
comunicándonos cada día con Él en oración, alimentándonos de su Palabra, meditando en
ella y en su providencia, cantando alabanzas, reuniéndonos para adorar, y participando
en la misión de la Iglesia. Mientras nos damos a nosotros mismos en amoroso servicio
hacia los que nos rodean y testimoniando acerca de su Salvación, su presencia constante
con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y cada tarea en una
experiencia espiritual. 
El Buda nunca se consideró a sí mismo como un dios, o un ser divino de cualquier tipo.
Más bien, él se consideró a sí mismo como un ‘señalador de camino’ para otros. Sólo
después de su muerte, él fue exaltado al nivel de un dios por algunos de sus seguidores,
aunque no todos sus seguidores lo vieron de esa manera. Sin embargo, con el
cristianismo, está claramente establecido en la Biblia que Jesús es el Hijo de Dios
(Mateo 3:17) - “Y hubo una voz de los cielos, que decía: “Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia” y que Él y Dios son uno (Juan 10:30). Uno no puede
considerarse realmente un cristiano sin profesar la fe en Jesús como Dios.

Jesús enseñó que Él es el camino, y no simplemente uno que muestra el camino, como lo
confirma Juan 14:6, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí”. Para cuando Guatama murió, el budismo había adquirido una mayor influencia
en la India. Trescientos años después de su muerte, el budismo se había extendido
tanto, que abarcaba casi toda el Asia. Las escrituras y los dichos atribuidos a Buda,
fueron escritos cerca de cuatrocientos años después de su muerte.

En el budismo, el pecado se entiende mayormente como ignorancia. Y, mientras que el


pecado se entiende como un “error moral”, el contexto dentro del cual el “bien” y el
“mal” son entendidos, es inmoral. El karma se entiende como el balance de la
naturaleza y no es impuesto personalmente. La naturaleza no es moral; por lo tanto, el
karma no es un código moral, y a última instancia, el pecado no es inmoral. Por lo tanto,
podemos decir, de acuerdo al pensamiento budista, que nuestro error no es una cuestión
moral, ya que finalmente es sólo un error impersonal y no una violación interpersonal.
La consecuencia de este pensamiento es devastadora. Para el budista, el pecado es más
semejante a un paso en falso que a una transgresión contra la naturaleza de un Dios
santo. Este entendimiento del pecado no concuerda con la conciencia moral innata de
que el hombre está condenado por su pecado ante un Dios santo (Romanos 1-2).

Ya que sostiene que el pecado es un error impersonal y corregible, el Budismo no está de


acuerdo con la doctrina de la depravación, que es una doctrina básica del cristianismo.
La Biblia nos dice que el pecado del hombre es un problema de eterna e infinita
consecuencia. En el budismo no hay necesidad de un Salvador que rescate a la gente de
sus pecados condenatorios. Para el cristiano, Jesús es el único medio de rescate de la
condenación eterna. Para el budista sólo hay una vida ética y una meditación hacia seres
exaltados con la esperanza de alcanzar tal vez la iluminación y eventualmente el
nirvana. Pero lo más probable, es que uno tendría que pasar a través de un número de
reencarnaciones para pagar la vasta acumulación de deuda del karma. Para los
verdaderos seguidores del budismo, la religión es una filosofía de moralidad y ética,
encapsulada dentro de una vida de renuncia al egocentrismo. En el budismo, la realidad
es impersonal y no relacional, por lo que no es amorosa. No sólo Dios es visto como algo
ilusorio, sino que, al disolver el pecado en un error no moral y al rechazar toda la
realidad material como māyā (“ilusión”), aún nosotros mismos perdemos nuestro “ser”.
La personalidad misma se convierte en una ilusión.

Cuando se le preguntó cómo comenzó el mundo, qué o quién creó el universo, se dice
que el Buda guardó silencio porque en el budismo, no hay principio ni fin. En cambio,
hay círculos interminables de nacimiento y muerte. Uno podría preguntarse ¿qué clase
de Ser nos crearía para vivir, soportar mucho dolor y sufrimiento, y luego morir, una y
otra vez? Puede llevarle a uno a considerar, ¿cuál es el objetivo, por qué preocuparse?
Los cristianos saben que Dios envió a Su Hijo a morir por nosotros, solo una vez, para que
nosotros no tengamos que sufrir por una eternidad. Él envió a Su Hijo para hacernos
saber que no estamos solos, y que somos amados. Los cristianos saben que hay más en la
vida que sufrir y morir (2 Timoteo 1:10 “…pero que ahora ha sido manifestada por la
aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio”.

El budismo enseña que el nirvana es el estado más elevado del ser, un estado de
existencia pura, y es alcanzado por medios relativos al individuo. El nirvana desafía la
explicación racional y el orden lógico, y por lo tanto no puede ser enseñado, sólo
realizado. En contraste, la enseñanza de Jesús sobre el cielo, fue muy específica. Él nos
enseñó que nuestros cuerpos físicos mueren, pero nuestras almas ascienden para estar
con Él en el cielo (Marcos 12:25). El Buda enseñó que la gente no tiene almas
individuales porque el ser individual o ego es una ilusión. Para los budistas no hay un
Padre misericordioso en el cielo, que haya enviado a Su Hijo a morir por nuestras almas,
por nuestra salvación, para proporcionarnos el camino para alcanzar Su gloria. En última
instancia, esa es la razón por la que el budismo debe ser rechazado.
En el islam, Jesús (‫عيسى‬ ʿĪsā o Isa, Yasūʿ) se considera como uno de los mensajeros
de Dios y el Mesías enviado para guiar al Pueblo de Israel (banī isrā'īl) con una nueva
escritura: el evangelio (Injīl).1 Según el islam, se debe creer en Jesús (así como en todos los
otros mensajeros de Alá) como requisito para ser musulmán. El Corán menciona a Jesús 25
veces más a menudo, por su nombre, que a Mahoma.23

Los musulmanes creen que Dios reveló a Jesús una nueva escritura, el Injīl (evangelio
islámico), y a su vez declaró las verdades de sus revelaciones previas - el tawrat (Torá) y
el zabur (Salmos). El Corán menciona favorablemente al Injīl, al cual describe como una
escritura que llena los corazones de sus seguidores con mansedumbre y piedad. El Corán
dice que el mensaje bíblico original ha sido distorsionado o corrupto en el tiempo desde que
fue revelado a los mensajeros. en el capítulo 3, verso 3 y capítulo 5, versos 46-47 del Corán,
la revelación del Injīl es mencionada:
Es Él quien os ha enviado (paso a paso), en verdad, el Libro, confirmando lo que ha sido; y Él envió la
Ley (de Moisés) y el Evangelio (de Jesús) antes de esto, como una guía a la humanidad, y Él envió los
criterios (o juicio entre el bien y el mal).
Corán, sura 3 (Al-i-Imran: La Familia de Amram) ayah 39
Y en sus pasos Nosotros enviamos a Jesús el hijo de María, confirmando la Ley que ha venido ante él:
enviamos el evangelio. Desde entonces es guía y una advertencia a aquellos que temen a Alá.
Deja a la gente del evangelio juzgar por lo que Alá os ha revelado desde allí. Si cualquier obra falla en
juzgar por (la luz de) lo que Alá os reveló, ellos no son mejores que aquellos a quien se rebelan.
Corán sura 5, (Al-Ma'ida: La Mesa Llena de Comida), ayah 46-4710

10,729 km
Distancia entre el centro de cada país
9,916 km
Distancia más corta
Calculada de acuerdo a las fronteras principales (incluyendo grandes islas)
Distancias entre Venezuela y Israel por ciudades:
Ciudad en
Ciudad en Venezuela Distancia (kilómetros)
Israel
Maracaibo Jerusalén 10,945 km
Ciudad Guayana Haifa 10,221 km
Petare Acre 10,474 km
Baruta Eilat 10,569 km
San Cristóbal Haifa 11,129 km
Barquisimeto Eilat 10,822 km
Petare Eilat 10,560 km
Maracay Acre 10,560 km
Barinas Hadera 10,896 km
Mérida Eilat 11,076 km
Turmero Eilat 10,637 km
San Cristóbal Jerusalén 11,182 km
Barinas Eilat 10,986 km
Caracas Jerusalén 10,526 km
Barquisimeto Acre 10,729 km
Valencia Haifa 10,597 km
Puerto de La Cruz Jerusalén 10,337 km
Caracas Haifa 10,475 km
Maracaibo Nazareth 10,919 km
Mérida Haifa 10,980 km
La distancia entre Venezuela y Israel es de 10,729 kilómetros (6,667
millas).

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