8 Mis Experiencias en La Bolsa de Valores
8 Mis Experiencias en La Bolsa de Valores
8 Mis Experiencias en La Bolsa de Valores
Existen muchos economistas, contadores y, en general, muy buenos profesionales que pueden
tener un gran conocimiento de la bolsa de valores, pero no basta la teoría, sino también la destreza
en la “cancha”. Del mismo modo que conozco a algunos bolsistas convertidos en millonarios, con
solo educación secundaria y sin haber pisado jamás la universidad. Lógicamente, tuvieron que
capacitarse vía cursos pequeños y ser autodidactas.
Las noticias positivas y negativas que influyen directamente en el comportamiento de los
inversionistas y, por ende, en el mercado pueden provocar euforia o pánico al más erudito en bolsa.
Por eso, el manejo de tus emociones es importantísimo si quieres triunfar sabiendo sopesar los
buenos y malos momentos para no actuar como muchas veces lo hace el resto, sino de acuerdo a
análisis y criterios propios.
Recuerdo que la primera mitad de 1997 fue muy buena para la bolsa limeña. Prácticamente todo
subía, en especial, las acciones mineras que fueron la gran atracción de inversionistas nacionales
y extranjeros como consecuencia de la elevación de la cotización de los metales en los mercados
internacionales. Sin embargo, la segunda mitad, fue todo lo contrario. El precio de los metales
empezó a caer y, de la misma manera que la bolsa subió, empezó a bajar.
Cuando la bolsa sube, casi todos ganan, pero ésta no sube eternamente. Cumple su ciclo
ascendente y luego empieza el de bajada. Es ahí cuando identificamos al buen bolsista. En primer
lugar, al que es capaz de percatarse de que la bolsa está llegando a su “techo” y que podría iniciarse
el ciclo descendente; y en segundo lugar, ver si tiene una estrategia para cuando esto suceda.
Generalmente los eruditos hacen sumo análisis fundamental de la situación macroeconómica, de
los sectores económicos y de las empresas en las cuales invertir. De todo esto obtienen una gran
conclusión que es saber cuáles son las empresas en cuyas acciones invertir.
En 1997 yo era operador de una SAB. Mi labor era colocar las órdenes de los clientes en el sistema
y ejecutar las compras y ventas de acciones. Yo era el responsable de todo ello dentro de un
ambiente en el que se encontraba una veintena de inversionistas acostumbrados a asistir
diariamente para seguir de cerca la bolsa.
Los comentarios sobre la bolsa eran analíticos, graciosos, burlones, optimistas, pesimistas,
esperanzadores. Los rumores, los chismes bursátiles, “los datazos de muy buena fuente” eran de
todos los días. Entre todos ellos, los eruditos determinaban en qué invertir por sus propias
conclusiones y, efectivamente, así lo hacían. Pero cometían una grave omisión a su análisis. Sabían
qué comprar, pero no en qué momento comprar, y eso solo lo da el análisis técnico. Y lógicamente
ése no era el mejor momento para invertir cuando todo empezaba a caer en el transcurso de la
segunda mitad de 1997.
Recuerdo a un amigo que se despojó de sus acciones de Morococha con las cuales había ganado
mucho dinero durante los primeros meses de 1997. Las vendió al empezar el segundo semestre
cuando todo estaba empezando a bajar. Con ese capital compró acciones de Milpo que es una
empresa del mismo sector y misma materia prima (minera que extrae zinc). Las acciones de
Morococha y Milpo habían subido prácticamente en la misma proporción. Sin embargo, para este
inversionista, Milpo tenía más proyección de crecimiento por todos sus proyectos pendientes. La
historia fue que las acciones de Milpo, Morococha y de todas las demás empresas cayeron
fuertemente. En teoría, quizá Milpo tuvo más posibilidades de crecimiento, pero su realidad en la
bolsa es que tenía que caer. Y uno de los criterios, quizá el más importante para anticiparse a esto
era realizando el análisis técnico.
Debes tener presente una premisa muy simple e importante en la bolsa que es comprar abajo y
vender arriba. Parece sencillo, pero la mayoría de inversionistas hace lo contrario.
Recuerdo mucho a un inversionista de nombre Jorge. Él hacía su análisis, detectaba una
oportunidad de inversión, pero siempre quería comprar las acciones a un precio por debajo del que
en aquel momento cotizaba en la bolsa. El precio comenzaba a subir, pero él quería comprar un
poco más abajo. El precio seguía subiendo diariamente y no lograba comprar. Colmado de ansiedad
al ver que las acciones se le escapaban de las manos, compraba finalmente arriba a cualquier
precio. En ese momento, las acciones empezaban a bajar. Y Jorge empezaba a perder dinero. Las
acciones seguían bajando, pero él lleno de amargura y desazón se resistía a venderlas esperando
a que recuperen al menos el precio al que las compró, para tratar de recuperar su inversión. Sin
embargo, las acciones seguían bajando día tras día. Llegaba un momento en que no podía más, se
olvidaba de los fundamentos de la empresa e iba a la sociedad agente de bolsa decidido a vender,
y así lo hacía. Vendía abajo perdiendo dinero con tal de recuperar la tranquilidad. En ese momento,
aquellas acciones empezaban a subir. Como ves, no es fácil comprar abajo y vender arriba por más
que seas un erudito, si no sabes controlar tus emociones. Debes ser valiente al momento de
comprar abajo y ser realista para vender arriba cuando todos se desesperan por comprar.
No hay fórmula infalible para ganar
No existe tesis, sistema científico o bolita mágica para que sepas exactamente lo que sucederá en
la bolsa. Lo único que puedes encontrar son las pautas para presentir su comportamiento futuro.
Por eso, prever la bolsa no es una ciencia, sino un arte, y todo bolsista debe desarrollar esta cualidad
para convertirse en un artista de las inversiones. Existen muchas personas que quieren vender
exactamente al mejor precio, ni un centavo menos. Como también hay quienes quieren comprar
justo al precio más bajo. Salvo que la suerte te acompañe y que hayas acertado en algunas
ocasiones, estos casos son muy improbables.
Lo recomendable es que cuando encuentres el precio ideal recién empieces a comprar con una
parte de tu capital. Si el precio cae por debajo de esta primera compra, puedes proceder a una
segunda inversión y quizá una tercera, dependiendo del dinero con que cuentes. Y de la misma
manera, actúa en el caso de empezar a vender. Primero una parte al precio deseado, luego, una
segunda más arriba y, si aún tienes más acciones, véndelas en una tercera parte.
La bolsa de valores, como cualquier otro negocio debe contemplar un plan o estrategia de inversión.
Y como cualquier buena estrategia, debe tener prevista casos de pérdidas. Todo negocio tiene sus
riesgos, y la bolsa no está exenta de ello. El más erudito, el más sagaz, el más viejo zorro de
cualquier bolsa de valores del mundo pierde alguna vez, pero perder es parte de un plan ganador.
No existe un plan ganador que no contemple la posibilidad de perder. Ganar ocho de diez
inversiones realizadas es una idea mucho más clara de lo que te quiero decir.
Cuando te cruces con inversionistas más antiguos que tú, te hablarán de sus grandes ciertos en la
bolsa y de lo mucho que ganaron. Pero nadie o casi nadie te hablará de sus grandes
equivocaciones. Recuerda que equivocarse es parte del aprendizaje. Todos los bolsistas nos hemos
equivocado desde que nos embarcamos en este negocio. El asunto es que tengamos un plan y que
debamos ser disciplinados para hacer lo que éste contempla para tener éxito.
No hay que enamorarse de las acciones
Gran error de ambiciosos que al ver sus acciones subir fuertemente, creen que el cielo es el límite,
y les es difícil tomar la decisión de venderlas. Igualmente sucede con los inexpertos que al verse
impresionados, se dejan llevar por euforia propia y por los consejos desacertados de otros clientes.
Es necesario tener un precio aproximado de venta en la mente antes de comprar, y cuando se vaya
concretando lo previsto ser frío y proceder a vender.
Existen miles de inversionistas que compran acciones sin tener un precio proyectado de venta. Y
cuando sus valores empiezan a subir no saben cuándo decidir deshacerse de ellas, lo cual los
puede llevar a un mal final, pues posteriormente pueden bajar de precio y ocasionarles pérdidas.
Si nos dejamos llevar por la emoción de una afortunada subida de nuestras acciones, podríamos
sentir que el cielo es el límite. Y aunque nos hayamos fijado un precio objetivo de venta, será difícil
que vendamos aunque nuestras acciones alcancen dicha cotización, pues esperaremos a que
suban aún más, estirándose aquel precio objetivo de venta fijado en un comienzo. Hay muchos
casos de personas que han estado logrando una envidiable rentabilidad con la subida de sus
acciones, pero terminan perdiendo cuando sus acciones empiezan a retroceder y a seguir
retrocediendo y se resisten a vender tras haberlas visto a precios mayores. Finalmente a estas
personas no las volvemos a ver ni a saber nada de ellas.
Al respecto recuerdo mucho a un compañero inversionista que compró 50 mil acciones de una
empresa industrial que fabricaba aluminio a cincuenta céntimos de nuevo sol. La bolsa estaba
empezando a subir y las acciones también. Subió en varios días a setenta céntimos. Varios amigos
le dijimos “¡vende!”. Él respondió que había estudiado bien y que esperaba a que subieran hasta un
sol. Si tenía sus argumentos y estaba convencido nadie tenía que convencerlo de lo contrario.
Sin embargo, a pesar de que siguió firme en su decisión, lo cual es loable para un bolsista, cometió
un grave error. Resultó que sus acciones, efectivamente siguieron subiendo. Llegaron a ochenta
céntimos, a noventa céntimos y finalmente a un sol. Nuevamente los demás le dijimos:
- ¡Ahora sí, vende!
- Aún no –respondió.
Pero ya llegó a tu precio ¿por qué no vendes? –le insistimos
sorprendidos al ver que ya estaba ganando cien por ciento.
- Las acciones están fuertes, voy a esperar hasta S/. 1.10 –fue su argumento.
Las acciones subieron hasta S/. 1.05 y luego empezaron a bajar a un sol, a noventa céntimos, a
ochenta céntimos.
- ¡Ya vende! –le volvimos a decir, pues de todas maneras aún estaba ganando
mucho.
- Ahora sí, que vuelva a un sol y vendo todo –nos respondió.
Pero las acciones siguieron bajando a setenta, a sesenta, y esta vez dijo que de todas maneras
vendería cuando rebotaran a ochenta. Esto no se produjo y las acciones bajaron al precio al que
los compró, es decir, a cincuenta céntimos. Terminó vendiendo a cuarenta y cinco céntimos
perdiendo dinero. Y todo por el simple, pero grave error de enamorarse de sus acciones.
Yo te pregunto ¿crees que este inversionista hubiera vendido sus acciones si éstas subían a S/.
1.10? Creo saber tu respuesta, un rotundo no. Lo que este bolsista hubiera dicho es “ahora voy a
esperar que suba a S/. 1.20”. Y si llegaba a este precio, tampoco hubiera vendido esperando que
suba y suba más. En conclusión, tarde o temprano de todas maneras hubiera perdido. Y si no era
con esas acciones, hubiera sido con cualesquiera otras.
Aquí vemos que es importante la disciplina. Si este bolsista hubiera sido fiel a su plan de vender
sus acciones a S/. 1.00, hubiera redondeado exitosamente su inversión. Pero no fue disciplinado.
Como diría el gran bolsista André Kostolany: “La bolsa no es una ruleta, tiene su propia melodía y
el bolsista debe aprender el arte de escucharla para salir airoso de los bemoles y disfrutar su
sinfonía”.
La Bolsa siempre nos da oportunidades
La Bolsa de Valores de Lima, a diferencia de la de Estados Unidos, solo te permite ganar en
tendencias al alza. Sin embargo, cuando la bolsa local cae puedes arriesgar comprando las
acciones de alguna empresa que hayan tenido una profunda caída libre, es decir, que día tras día
el precio de cierre sea cada vez más abajo hasta acumular por lo menos una disminución de 25%
desde su más reciente pico. En este momento puedes empezar a comprar esperando un interesante
rebote técnico que proporcione una ganancia de por lo menos 10% aproximadamente. Mientras
más sea la caída libre acumulada, más fuerte será el rebote técnico. Sin embargo, es muy
importante recalcar que estas acciones deben ser sumamente negociadas, pertenecer a empresas
grandes que registren utilidades y, de preferencia, aquellas que pertenezcan al Índice Selectivo de
la Bolsa de Valores de Lima (ISBVL).
Cuando la tendencia bursátil es bajista, hay quienes optan por alejarse de la bolsa limeña, se toman
sus vacaciones y esperan pacientemente. Están al tanto de ella por internet, televisión y
esporádicamente visitan su sociedad agente de bolsa para percibir el ánimo que se vive entre los
inversionistas. Cuando escuchan que un día baja fuertemente, que los días siguientes son iguales
o peores, cuando todos los medios de comunicación informan estos difíciles momentos bursátiles y
la gente prefiere vender todo antes que la bolsa siga cayendo, es cuando aquellos bolsistas
pacientes van culminando sus vacaciones para empezar a afinar su puntería en la compra de
acciones de algunas empresas. Esta práctica la emplean generalmente los bolsistas antiguos,
quienes saben muy bien que la bolsa tiene sus grandes ciclos de subida y bajada que generalmente
dura cinco años cada uno. Y dentro de cada ciclo, existen ciclos más cortos de meses, también de
semanas, así como de días y de horas.
El comportamiento de la Bolsa de un país es distinto al de cualquier otro
Si logras ser diestro invirtiendo en la Bolsa de Valores de Lima habrás logrado un grado importante
en el mundo bursátil, pero esto no significa que igualmente seas hábil para invertir en la bolsa de
cualquier otro país. Cada bolsa tiene su propia identidad, su propia forma de ser, su propio
comportamiento. Y si bien puedes contar con grandes conocimientos y experiencia en la bolsa local
o un determinado mercado, los criterios son distintos a la hora de tomar una decisión. Por eso,
muchos inversores que aplican determinados criterios para invertir en la Bolsa de Lima, fracasan
cuando esos mismos criterios los aplican en la Bolsa de New York, mercado sumamente volátil y
riesgoso.
Por ejemplo, puedo decirte que a mi parecer, jamás debes invertir en la bolsa neoyorkina cuando
los valores que nos interesen aún no hayan confirmado un cambio de tendencia al alza, según el
análisis técnico. Es más, en este mercado existen muchas otras alternativas y herramientas de
inversión bursátil como el apalancamiento, el short, el índice, entre otras. El trading en otro mercado
es otra historia y debemos familiarizarnos muy bien con todo ello, antes de llevarnos ingratas
sorpresas.
Es necesario estudiar frecuentemente
Invertir en la bolsa es para muchas personas una actividad de todos los días, acudiendo a la sala
de una sociedad agente de bolsa a la espera de alguna oportunidad para comprar algo. Esto está
muy bien, pero el gran pecado es ignorar una mínima cuota de estudio, de dedicación para estar
preparado frente a alguna oportunidad o falsa oportunidad. Las compras echas “a la criolla” de
seguro ocasionarán más de un dolor de cabeza por las pérdidas que puedan generar. Todo esto
parece obvio, pero es común apreciarlo en las salas de las SAB´s.
La inversión en bolsa asumida como un trabajo y no como un juego, requiere tu dedicación. Esto
significa que estudies continuamente, hagas estadísticas, analices gráficos, revises los estados
financieros, analices indicadores, enterarte de las noticias, diseñes una estrategia de inversión. Sin
embargo, hay muchas personas que no lo hacen. Ven la bolsa como un juego de azar. Se acercan
diariamente a la sociedad agente de bolsa y compran cualquier valor apostando a que éste va a
subir, simplemente porque así les “tinka”. Ésta es la forma más directa de perder dinero. Quizá
acierten en alguna, pero el saldo final será negativo. La inversión en bolsa asumida como un negocio
necesita no solo inversión de tu capital, sino también inversión de tu tiempo.
Ir contra la corriente
Los precios de las acciones suben y bajan por la demanda y oferta en el mercado bursátil, pero en
ocasiones hay una sobrecompra, es decir, la elevación exagerada de los precios, o una sobreventa
que es la caída exagerada de los mismos obedeciendo, más que al razonamiento, al estado de
euforia o pánico del mercado en su conjunto. En ambas situaciones, puedes ir contra el mercado,
especialmente en la Bolsa de Valores de Lima, es decir, comprar cuando todos venden por miedo,
y vender cuando todos compran por excesivo optimismo. Cuando los inversores piensen con la
cabeza fría, habrá una tendencia a la regularización de los precios con el tiempo
No hay muchos inversores contrarios y esto se debe a que si todo el mundo actuara así, este método
no funcionaría tan bien y no existirían situaciones de euforia ni de pánico y, por tanto, oportunidades
de llevar la contraria a la masa. En segundo lugar, si la mayoría tuviera la razón, la humillación de
ir en contra es mucho peor que equivocarse arropado por la masa. En tercer lugar, tanto la
educación que solemos recibir como la sociedad en la que vivimos tiende a hacernos pensar que la
opinión mayoritaria es la opinión correcta.
Las caídas y subidas de la bolsa son comportamientos normales, pero cuando se producen
exageradamente como resultado del factor emotivo traducido en pánico y euforia del mercado, es
cuando debes aprovechar las valiosas oportunidades para comprar si todo está en el “piso”, y
vender si todo está en el “techo”.
El buen especulador no se envanece cuando tiene éxito
Como en cualquier actividad, es necesario que tengas los pies sobre la tierra y evites ser presa de
la soberbia cuando ganes en la bolsa. En algún momento tendrás una buena racha, y el optimismo
y autosuficiencia exagerados pueden provocarte malas decisiones de inversión que te conduzcan
a considerables pérdidas. Mantener siempre la humildad es una medida sana.
Antiguamente, la rueda de bolsa culminaba a las 2 de la tarde y yo solía almorzar con un grupo de
inversionistas amigos en un restaurante cercano. Ahí nos enfrascábamos en largas conversaciones
en torno al mercado bursátil, la situación económica internacional, expectativas de inversión en
algunas acciones, entre otros muchos temas afines. Pero en algunas ocasiones, brotaban las
fanfarronerías sobre operaciones súper ganadoras. Verdaderas o no, las ínfulas estaban fuera de
lugar, no por el hecho mismo de contarlo, sino por la forma de expresarlo. Todos tenemos deseos
de expresar n u e s t r o s éxitos, compartir nuestras experiencias con nuestros amigos o personas
más cercanas, pero hay que guardar la compostura y no creerse dueños del mundo. Esa soberbia
suele ser la primera razón de fracaso de la siguiente operación al creer que la decisión para esa
siguiente inversión no tiene lugar para las equivocaciones. La soberbia de los inversionistas es un
grave pecado que la bolsa les suele cobrar con altos intereses. Los mismos fanfarrones jamás
contaron ni contarán sus grandes pérdidas. Preferirán invertir por otra sociedad agente de bolsa o
cambiar de amigos.
El buen especulador reflexiona cuando se equivoca
Recuerdo que había un joven muy entusiasta que manejaba gran cantidad de dinero y una mañana
llegó decidido a invertirlo todo en unas acciones mineras. Esperó unos días y hubo una bajada
general de la bolsa que arrastró sus acciones ocasionándole fuertes pérdidas. Y para no seguir
perdiendo más, las vendió todas.
Muy abatido, pero con las ganas de seguir en pie de lucha, tomó valor y esa misma mañana que
había vendido, decidió comprar acciones de otra empresa minera con todo su saldo. En pocos
minutos vio que esta nueva compra también fue errónea, pues sus nuevas acciones se
desmoronaron sin compasión. Habiéndose dado cuenta de su nuevo yerro, decidió vender todo
nuevamente. Fue una mañana terrible para él. Se retiró a los servicios higiénicos y a la media hora
retornó entre nosotros con los ojos llorosos y con la moral por los suelos. Este joven evidentemente
actuó sin ninguna estrategia, y si la tuvo, estoy seguro que la ignoró.
Nadie está libre de cometer un grave error. Pero el consejo que te puedo dar es que luego de
liberarse de él, lo mejor es no hacer nada, al menos por ese día. Nuestra mente no está lúcida, no
está tranquila. Debemos tomarnos un pequeño tiempo, un aire para sacudirnos de la impresión
de la mala experiencia. Al día siguiente u otro día, ya con el ánimo renovado podemos actuar con
mucho mejor criterio. Revisar nuestra estrategia y analizar en qué fallamos para perfeccionarnos.
Recordemos que perder forma parte de un plan ganador. Debemos tener un plan de contingencia
como lo tiene cualquier negocio bien gestionado. No se trata de que perdamos sin dar lugar al
análisis y volvamos a caer en el mismo error para seguir perdiendo. Eso sería irresponsabilidad. Se
trata de que obtengamos una conclusión después de cada operación realizada, ya sea de pérdida
o de ganancia para considerarla al momento de tomar nuevas decisiones de inversión.
En consecuencia, le aconsejo lo mismo al que ganó muy bien. El día que venda lleno de júbilo, que
se olvide por ese día de la bolsa, que disfrute su éxito, pues si ha ganado bien es porque ha vendido
arriba, y mal haría en comprar inmediatamente algo que quizá también esté arriba, pues cuando la
bolsa sube, frecuentemente sube casi todo.
El buen bolsista tiene mucha paciencia
Por más cortoplacista que seas, debes poseer un mínimo de paciencia hasta que tu plan se haga
realidad. Debes recordar que el dinero en la bolsa está pensado para un período de por lo menos
seis meses. Lo importante es que compres lo que consideras a un buen precio, pero nadie te puede
garantizar que las acciones subirán en una hora, dos días, una semana o un mes.
Debes ser como una araña que espera pacientemente a su presa. Cuando ésta se encuentra a la
distancia adecuada, la araña se lanza sobre ella. De lo contrario sigue esperando pacientemente.
Del mismo modo, cuando detectes una oportunidad de inversión en la bolsa, debes estar seguro
del precio al que vas a comprar. Si piensas que tal vez te resulte, que podría ser, pero no estás tan
seguro de tu decisión, estarías cayendo en las redes del azar, de la apuesta y, por tanto, en el riesgo
irresponsable de tu dinero. Y suponiendo que frente a esa posible inversión no haces nada y
resultó ser una oportunidad perdida, recuerda que también pudo ser una oportunidad para perder.
Además, oportunidades de ganar habrán miles. Se trata de que manejes inteligentemente tus
riesgos, de que tus inversiones sean de calidad antes que realizar cientos de trading azarosos. Se
trata de que esperes las oportunidades que te dé el mercado, antes que generar oportunidades
donde no las hay.
Conozco muchos bolsistas que no pueden estar un día sin realizar ninguna operación. En
consecuencia, compran forzosamente algo aunque las posibilidades de ganar sean medianamente
claras. Entiendo que la necesidad de sentir la adrenalina por las inversiones nos impulsa a comprar
acciones en la bolsa de valores, lo cual es importante para mantenernos en este negocio, pero
debemos saber manejar nuestras emociones para canalizarlas adecuada y pacientemente para
cuando llegue el momento. Y esto implica que muchas veces hagamos pocas inversiones, pero de
calidad, como tres al mes, por mencionar una cifra.
Si el mercado bursátil muestra un comportamiento apacible, sin mucha volatilidad, es muy posible
que luego de realizada nuestra compra, tendremos que esperar pacientemente a que suba. La idea
es haber comprado acciones a lo que podríamos denominar “buen precio”, pero lo que
desconocemos es cuánto tiempo demorará en subir. Por tanto, es necesario mantener paciencia.
Miles de personas dejan de ganar dinero porque pierden la paciencia y venden apresuradamente
sus acciones antes de que suban. En contraparte, se ganan mucha desazón y amargura cuando
posteriormente ven que sus acciones suben fuertemente. Y para desquitarse cometen el error de
volver a comprar las mismas acciones, pero a niveles más altos en los que lo conveniente sería
vender. Si cometen este segundo error, y sus acciones empiezan a bajar, redondearían a la
perfección su fracaso. En conclusión, debes tener paciencia en función a una estrategia y ser
disciplinado. Realizar una operación por despecho o emoción te puede resultar muy caro.
Escuchar a todos, decidir uno mismo
Recuerdo a una amiga inversionista que acudía diariamente a la misma sociedad agente de bolsa
que yo cuando hacía trading independientemente. Tenía una manera muy peculiar de tomar sus
decisiones de inversión. Llegaba y preguntaba en general a todo el grupo de bolsistas qué acciones
nos gustaba para invertir. Éramos como diez personas aproximadamente quienes nos veíamos las
caras a diario, y ella obtenía un consenso para tomar su decisión. Luego procedía a dar su orden
de compra al operador. Algo parecido sucedía antes de decidir sus ventas. Hacía un sondeo sobre
qué precio podría vender sus acciones para luego proceder a dar su orden. Era algo realmente
jocoso.
Las opiniones y consejos de los demás son dignas de que las escuches. Pueden ser puntos de vista
ilustrativos de especialistas a través de los medios de comunicación o de algún operador de una
sociedad agente de bolsa o simplemente de otros inversores con quienes tengas contacto. Estas
opiniones pueden ser muy influyentes, pero debes recordar siempre que la decisión es tuya y de
nadie más. Por tanto, puedes ser muy receptivo para tener un cúmulo de opiniones que sumadas a
la tuya dan como resultado una toma de decisión de inversión.
Desarrollar el olfato frente a las oportunidades
Que estés muchos años en bolsa, no significa necesariamente que seas ducho en la materia.
Conozco a un inversionista que desde hace veinte años visita las sociedades agentes de bolsa,
está pendiente de los precios, vive la emoción y el pánico de cada ciclo, pero nunca ha progresado.
En consecuencia, se trata de la capacidad de asimilación de las experiencias vividas durante años
lo que cimentará tu facultad de intuición, de olfato para poder discernir las oportunidades de ganar
dinero de aquellas que no lo son.
Lógicamente que todo esto va acompañado de tu enriquecimiento teórico para convertirte en
bolsista completo.
Ten en cuenta que la bolsa y las acciones se comportan de una forma que no necesariamente es
la misma. Algunos valores muestran mucha más lentitud, otros son más explosivos, otros van contra
la corriente, otros suben al final de toda la ola. Nada de esto lo enseñan los libros. Y acorde a tu
perfil, te puedes sentir mucho más cómodo con determinados valores que con otros. Es ahí donde
puedes exhibir tu olfato ganador en base a tus experiencias, observaciones y una pizca de intuición.
En base a lo vivido, puedo afirmar que tu éxito no dependerá principalmente de tu inteligencia, sino
de los rasgos de tu carácter.
El inversionista principiante debe empezar por mantenerse en el mercado
Muchos negocios inician una primera etapa de vida buscando solamente mantenerse en el mercado
a fin de ir adecuándose a él. Es una forma de ir conociendo las ventajas y desventajas del negocio
y e ir descubriendo cuáles son las fortalezas y debilidades del mismo. Igualmente, Si eres un
inversionista novel en bolsa debes ir de a pocos, probando dónde pisas, realizando ganancias
moderadas, acumulando un “colchón” de ganancias sobre el cual sentirte con mayor confianza cada
vez a la hora de hacer nuevas inversiones. Para ello, debes mirar principalmente acciones de
empresas grandes, a las Blue Chips que conforman el Índice Selectivo de la Bolsa de Valores de
Lima.
Todo negocio implica “pagar derecho de piso” e invertir en la bolsa no es una excepción. Para que
ese costo no te afecte, tienes que avanzar moderadamente, pues la primera etapa en la vida del
inversionista en bolsa está orientada al aprendizaje en la práctica. Si deseas invertir en la Bolsa de
New York, puedes abrir una cuenta DEMO de cualquier bróker para realizar operaciones con
dinero ficticio y probar tu estrategia de trading hasta ir perfeccionándola con los meses antes de
realizar operaciones reales.
No siempre suben las acciones por su calidad
Las acciones bajan o suben por la oferta o la demanda del mercado sobre ellas. Y esto no se debe
siempre a la calidad que tengan o porque pertenezcan a empresas grandes o con grandes
utilidades. Muchos inversionistas, sobre todo cortoplacistas, compran acciones de empresas cuyos
estados financieros muestran pérdidas debido a que hay algún atractivo que genera su demanda.
Por lo general, se debe a que estas acciones son muy fluctuantes, dinámicas o volátiles, lo cual
permite sacarle provecho entre precio de compra y precio de venta otorgándole una ganancia
interesante al bolsista. Es lo que se llama “timbear” en bolsa. Son operaciones que se basan
principalmente en el chartismo o gráficos para saber dónde está el piso y dónde el techo de cada
acción, y jugar en ese rango.
Al respecto, recuerdo mucho que a fines de los años noventa, existían inversionistas a quienes les
gustaba “jugarse el pellejo” comprando acciones de la empresa Tejidos La Unión a punto de
quebrar. Las acciones fluctuaban entre los S/. 0.04 y S/ 0.05 donde se podía ganar 25% o perder
20% o, lo que era peor, perderlo todo si la empresa se declaraba en quiebra, pues sus graves
problemas eran evidentes no solo revisando sus lamentables estados financieros, sino por las
publicaciones en los diarios sobre los reclamos de sus trabajadores por incumplimiento en sus
pagos.
Un bolsista serio y responsable jamás invertiría un céntimo en acciones de una empresa que
evidencia pérdidas cada vez más voluminosas en sus estados financieros. Por el contrario, el primer
factor a considerar antes de invertir es ése. Ver si tiene utilidades y si éstas van en aumento trimestre
a trimestre. En este sentido, el análisis fundamental nos orientará para saber qué acciones comprar.
Las grandes enseñanzas del pánico y la euforia en la bolsa
Las mejores enseñanzas para ti, serán aquellas que extraigas luego de vivir el pánico y la euforia
del mercado, pues son los momentos en que podrás aplicar más ampliamente tus conocimientos
teóricos, deslindándolos de tus propias emociones y las de los demás para tomar buenas decisiones
de compra o venta de acciones. Aprenderás a no contagiarte del pesimismo de los demás cuando
cunda el pánico. Y a no contagiarte del optimismo de los demás cuando hierva la euforia.
Cada ciclo bursátil dura aproximadamente cinco años. El ciclo de bajada culmina en un contexto
lleno de pésimas noticias diarias sobre economía internacional difundidas en los medios de
comunicación, del posible crac de muchas empresas, de pésimos comentarios acerca de la bolsa
de valores que cae fuerte y diariamente, y en la que muchas personas (inexpertos) pierden su
dinero, pues venden todo poseídos por el pánico generalizado. Pero ¿a quiénes venden sus
acciones?, ¿a otros más inexpertos?, ¿a unos irracionales que no saben en lo se meten? No. Son
los viejos zorros de la bolsa que empiezan a comprar paulatinamente a precios de remate. No
invierten todo su dinero en un solo día. Van comprando escalonadamente desde un precio que
consideran exageradamente castigado para lo que realmente vale la empresa. Ellos compran a
mediano o largo plazo con la visión de que esas acciones se revalorarán en el futuro, pues no están
comprando acciones de cualquier empresa, sino de aquellas que tienen muy buenos estados
financieros. La bolsa posteriormente iniciará su ciclo de subida y les dará la razón. ¿Y sabes una
cosa? Estas personas finalmente ganan mucho dinero. Algunas se vuelven millonarias, pues saben
convertir los momentos de crisis en momentos de oportunidades, y los saben aprovechar.
Todo lo contrario sucede cuando va a culminar el ciclo de subida que se refleja en la seguidilla de
buenas noticias financieras, exceso de optimismo, y la subida fuerte y diaria de la bolsa. La
gente saca dinero de donde sea para invertir. De sus ahorros bancarios, préstamos, juntas y de
debajo del colchón para “meterlo en la bolsa” creyendo que la subida será interminable y
obedeciendo a la euforia generalizada. En esos momentos, los viejos zorros de la bolsa empiezan
a desprenderse de sus acciones adquiridas en épocas de crisis. Van vendiendo escalonadamente,
mientras la gente inexperta o aquella que nunca aprende va comprando a precios escalofriantes y
sin el menor criterio. Y la historia siempre se repite: baja la bolsa, el público se marcha. Sube la
bolsa, acude el público.
Recuerdo que por 1995 circuló en el ambiente bursátil el rumor de que Nestlé estaba interesada en
comprar a D´onofrio. En un comienzo casi nadie le dio importancia y las acciones de la empresa
heladera estaban abandonadas alrededor de los S/. 0.90. Pasaron dos meses y las acciones
empezaron a calentar llegando a un sol. Pasó un par de semanas más y el precio ya bordeaba S/.
1.30. El día que oficialmente se anuncia la compra de Nestlé a D´onofrio, las acciones llegan hasta
S/. 1.53. Mucha gente se lanzó a comprar ingentes cantidades de estos valores. Se negoció mucho
ese día, pues miles de compradores se peleaban por adquirirlos. Pero ¿sabes quiénes vendían?
Los que habían comprado cuando el rumor recién circulaba y el precio estaba aproximadamente a
S/. 0.90.
Escuché a un bolsista que contemplaba todo, decirle a otro que compraba entusiastamente dichas
acciones “…D´Onofrio ´ya fue´, es un buen día para vender…”. El comprador se enojó muchísimo
evidenciándose herido en su orgullo y convencido de su inmejorable inversión. Ese día, las acciones
llegaron a su pico histórico de S/. 1.53 y a partir del día siguiente empezaron a bajar hasta
estancarse alrededor de S/. 1.35 luego del fuerte rush alcista. Moraleja: compra sobre rumores y
vende sobre realidades.
Vivir y aprender de los momentos bursátiles de pánico y euforia, te permitirán manejar estas
situaciones con criterio cuando se repitan. Y te aseguro que estas historias narradas serán
exactamente iguales.
Las decisiones se toman con la cabeza fría y se ejecutan con la cabeza fría
Como ya te he mencionado, es muy importante que estudiemos continuamente para tomar buenas
decisiones de inversión. Y esos momentos de análisis generalmente se producen en la intimidad
de nuestro hogar u oficina con la debida tranquilidad. Al día o días siguientes, es muy probable que
la rueda de bolsa inmersa en la vorágine de operaciones, subidas, bajadas y altos volúmenes de
negociación nos impacte y nos tiente a desistir de ejecutar nuestras decisiones adoptadas “en frío”.
Aquí entra a tallar nuestra raza de buenos bolsistas para actuar como pensamos hacerlo y no
dejarnos influir por el comportamiento del mercado.
Una noche, como todas las noches, estuve estudiando la bolsa tratando de encontrar alguna
oportunidad que encuadre dentro de mi fórmula ganadora. Y encontré que las acciones de
Morococha venían bajando varios días y la mañana siguiente podría darme la oportunidad de la
gran compra.
Al día siguiente, la rueda empezó mal, todo iba cayendo lentamente y a media mañana se comenzó
a derrumbar todo el mercado con fuerza. Morococha bajó al precio que yo esperaba, pero todos los
inversionistas que estaban a mi alrededor ordenaban con desesperación al operador diciéndole:
“¡vende, vende!”. Uno contagiaba al otro a vender sus acciones a cualquier precio provocándose
una cadena de pánico. Y a mí sinceramente me contagiaron el susto. Y estoy seguro de que en
todas las sociedades agentes de bolsa sucedía lo mismo. Pero reflexioné unos segundos. Indagué
y no había noticia trascendente alguna para que se caiga la bolsa, y que esto era simplemente el
comportamiento normal entre oferta y demanda. Entonces decidí dar la orden al operador para que
me compre solitariamente las acciones de Morococha que había estado esperando desde la noche
anterior.
En unos minutos vi que Morococha cayó por debajo de mi precio de compra, pero yo estaba
convencido de que había comprado a buen precio. De pronto la bolsa entró en una tensa calma
de diez minutos aproximadamente. Los precios tímidamente empezaron a subir y en pocos
instantes la demanda entró con fuerza sobre todo en aquellas acciones que más habían bajado.
Morococha se recuperó a mi precio y en media hora más, ya estaba ganando 5%. Importante para
un bolsista como tú, es tomar tus decisiones con la cabeza fría y ejecutarlas con la cabeza fría.
Tomarse un descanso
Un apasionado bolsista tiene que hacer un alto de vez en cuando y alejarse del mercado. Necesita
desintoxicarse de todo lo que escucha, de las opiniones, de las sugerencias de los demás y de las
tensiones que por su misma naturaleza la bolsa genera en nosotros. Unas cortas o medianas
vacaciones caen bien, son reparadoras y ayudan a pensar mejor cuando se retoma las actividades
bursátiles.
Buscar referentes
Aunque esta opinión es muy subjetiva y personal, me suele dar resultados cuando estoy en
constante relación con otros bolsistas que tienen su propia forma de invertir.
Puedo citar al optimista que al ver caer la bolsa, mantiene la mente positiva. Se sigue cayendo el
mercado, pero el optimista cree que pronto se va a recuperar. Sin embargo, como la bajada continua
y continua, el optimista empieza a perder las esperanzas y quiere deshacerse de sus acciones. Ése
es el momento para entrar a comprar en la bolsa.
Lo opuesto sucede con el pesimista que por más que suba la bolsa, siempre cree que ya se va
a caer, que la subida no tiene sustento y, por tanto, constantemente tiene la mente negativa. Sin
embargo, como la subida de la bolsa continua, el pesimista empieza a cambiar de opinión y tiene la
intención de comprar algo para no perderse la fiesta. Ése es el momento de vender.
También existe el “salado”, es decir, el desafortunado que no acierta una. Cuando todo sube en la
bolsa, las acciones del “salado” se resisten a subir hasta que éste decide venderlas cansado de
esperar. Lo extraño es que, a los pocos días, estas acciones empiezan un rush alcista imparable
que termina por deprimir al desafortunado, quien, para redondear su mala suerte, ha comprado
otras acciones que incomprensiblemente frenaron su alza y, por el contrario, empezaron a bajar.
Recuerdo mucho a un inversionista que analizaba todos los detalles de las empresas y cuando se
decidía a invertir en las acciones de una de ellas, se “metía con todo”. Y escuchábamos sus
argumentos que eran muy buenos, muy lógicos, con mucho sentido, pero sus acciones no subían
de precio. En una ocasión compró alrededor de 300 mil acciones de una empresa minera de zinc a
S/. 1.30. Vino la subida de la bolsa, todo volaba menos sus acciones. Pero él tuvo paciencia como
buen bolsista, esperando su turno para ganar. Esperó un año hasta que no soportó más al ver que
todos estaban llenos de júbilo mientras él seguía esperando. De pronto se deshizo de todas sus
acciones. No pasó ni un mes, y los valores que había vendido empezaron a subir “cajón” tras “cajón”
(15% tras 15% diario). En menos de dos semanas se puso al día llegando a S/. 3.50. Increíble.
Cosas parecidas le ocurría con otras compras, así que muchos lo tomaban como referente para no
comprar lo que él compraba o deshacerse inmediatamente de lo que él compraba.
Acá podríamos explicar su infortunio, desde el punto de vista del raciocinio, que quizá su error fue
la falta de paciencia (aunque verdaderamente esperó mucho). Yo me atrevería a dar una
explicación más supersticiosa afirmando que era un “salado”, sustentándome en sus extraordinarios
análisis bursátiles, pero con pésimos resultados en reiteradas ocasiones como antecedentes.
Estas apreciaciones altamente subjetivas las comparto contigo porque son parte de mi experiencia
en la bolsa de valores. Depende de ti si las tomas como situaciones cómicas e intrascendentes, o
consideras a estos personajes como referentes antes de tomar una decisión de inversión. Quizá en
el futuro, y cuando tengas cierto recorrido bursátil, recuerdes estas experiencias que hoy te relato.
Son productos de la observación de la personalidad y comportamiento de los bolsistas con quienes
me he interrelacionado en aproximadamente 19 años.
Dónde aprender a invertir en Bolsa de Valores
En el Instituto LA MONEDA te ofrecemos cursos y seminarios para capacitarte en la inversión en
Bolsa de Valores, en el Mercado Internacional de Divisas (FOREX), en el mercado de Commodities
y, en general, en todos los mercados financieros. Adicionalmente, en temas afines como Análisis
Fundamental y Análisis Técnico, entre otros.