Luis Fernando Benedit
Luis Fernando Benedit
Luis Fernando Benedit
Introducción
Artista plástico, arquitecto y diseñador. Su obra se inscribe en las principales corrientes de la
segunda mitad del siglo XX en nuestro país, especialmente en la emergencia del arte
conceptual y sus derivas. Son sus temas primordiales, en primer lugar, el vínculo entre arte y
ciencia, que le permite una indagación antropológica centrada en el análisis de la conducta
condicionada por el medio; luego, el trabajo sobre los paradigmas de la construcción de la
nacionalidad y las citas tanto de la producción plástica local como de los viajes de los
naturalistas que exploraron la Patagonia.
Biografía
Desde la infancia se inclina hacia el dibujo, el diseño y la caricatura. Ingresa a la Facultad de
Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires en 1956. Egresa en 1963, con un proyecto
premiado. Paralelamente comienza su carrera como pintor. Sus primeras muestras lo ubican
en el tránsito desde un informalismo inicial hacia una neo-figuración con imágenes no exentas
de humor crítico: El candidato, Prócer federal, entre otras de su muestra Nuevos rostros,
presentada en 1961 en la Galería Lirolay. Allí experimenta con la combinación del óleo y el
esmalte.
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cemento esmaltado de Marotta. Tras exponer en la Galería Rubbers en 1967, se traslada con
su familia a Roma, becado para estudiar arquitectura paisajística. Produce también objetos de
acrílico pintado. Sus intereses se amplían hacia lo biológico y la posibilidad de incorporar
organismos vivos en las obras.
Regresa a Buenos Aires en 1968, donde continúa su trabajo como arquitecto y artista plástico.
Presenta en la muestra Materiales. Nuevas técnicas. Nuevas expresiones, en el Museo
Nacional de Bellas Artes, su primer hábitat artificial. A partir de éste, sigue la exposición
Microzoo, en Galería Rubbers, donde expone distintos habitáculos para plantas y animales e
insectos –abejas, peces, tortugas, hormigas, gatos–. El interés en estas obras es el análisis de
las conductas y su condicionamiento externo, artificial y cultural: la oposición entre naturaleza
y cultura; el gesto, la deslimitación del territorio artístico, y la apropiación de materiales y
técnicas de la biología, con un discurso que transgrede la pureza de los postulados de las
ciencias experimentales, para volverse sociológico y filosófico.
En 1969 participa de la muestra Arte y cibernética, organizada y curada por Jorge Glusberg
para exhibir diseños por computadora –el trabajo con este crítico y curador continuará a lo
largo de los años–. En 1970 presenta, en la Bienal de Venecia, uno de sus hábitats más
conocidos: el Biotrón, con la colaboración de los científicos Antonio Battro y José Núñez, y del
propio Glusberg.
En 1977 participa del envío colectivo del Grupo de los 13 a la Bienal de San Pablo; el grupo
obtiene allí, no sin controversias, el Gran Premio Itamaraty.
Por esta época comienza la elaboración de una nueva serie de obras de talante conceptual,
basadas en los dibujos de uno de sus hijos: Tomás, de sólo cinco años. Las obras constan de
tres elementos: el dibujo infantil, su reelaboración proyectual como diseño y la concreción en
un objeto volumétrico. Esta serie será expuesta, a comienzos de los años '80, en Los Ángeles,
Nueva York y Tokio.
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A partir de 1978 asume, con espíritu crítico, temáticas vinculadas a la construcción de la
identidad nacional. En primer lugar, el campo –bastión de la Argentina agro-ganadera–, y sus
prototipos: gauchos, ranchos, y también herramientas como la pinzas de castrar o de alambrar
y los diseños para marcas de ganado.
En 1979 gana, junto a Clorindo Testa y Jacques Bedel, el concurso para el reciclaje del edificio
del Centro Cultural Recoleta. En 1983 proyecta el edificio de la Galería Ruth Benzacar; en 1990,
el de la Fundación Munar, dedicada al diseño.
Entre los años 1984 y 1986, su indagación sobre la nacionalidad suma temas relativos a la
producción pictórica: citas y reelaboraciones de obras de Jean-Léon Pallière y de los pintores
viajeros. A fines de la década despliega su interés por la Patagonia y, muy particularmente, por
las expediciones de naturalistas como Fitz Roy y Darwin, en Del viaje del Beagle. Las obras,
compuestas por dibujos y objetos, simulan lo expuesto en un museo de ciencias naturales.
Sus intereses se amplían, una vez más, hacia nuevos temas: la década del '30 en la Argentina y
sus suicidas más notables: Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga. Una
instalación de pared con este tema se presenta en la Bienal de La Habana. A este tipo de
instalaciones, que recurren a diversos medios expresivos, Benedit las llama obras-informe.
Serán tema de estos “informes”, la persecución de las etnias originarias, especialmente los
yaganes, y la figura del “cazador de indios” Mac Lennan.
Entre comienzos y mediados de los '90 las obras de Benedit se exponen en Sevilla, París,
Colonia Alemania, Londres, Stuttgart, Lisboa. También en Australia, Corea, Sudáfrica y
Dinamarca. Esta ingente actividad plástica no impide el desarrollo de diseños de vestuario para
ballet y teatro.
En 1996 se realiza una extensa retrospectiva de su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes,
curada por Marcelo Pacheco, oportunidad en que se publica un importante libro-catálogo.
En sus últimos años continúa reflexionando sobre la identidad nacional. Un nuevo elemento la
metaforiza: ahora los huesos de vaca y de caballo con los que construye objetos y cuidados
relieves ensamblados, oponen la racionalidad de la forma a la crudeza del material. Muchas de
esas piezas son expuestas en 2009 en una muestra, curada por Patricia Rizzo, en el Museo de
Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), titulada Equinus Equestris. Allí la figura del
caballo criollo, aparece como el “animal político” por excelencia.
Benedit fallece en Buenos Aires, el 12 de abril de 2011, cuando preparaba la exhibición Luis F.
Benedit.
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En mayo de 2011 se abre la muestra homenaje Pueblo Benedit, curada por Patricia Rizzo,
organizada conjuntamente en el Centro Cultural España Córdoba y el Museo Evita Palacio
Ferreyra de la ciudad de Córdoba, Argentina.
En 1971, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC), fundado por el crítico y empresario Jorge
Glusberg, formó el Grupo de los 13. Benedit fue parte de él junto a artistas de su generación
igualmente interesados en la relación entre el arte y las ciencias. El grupo exhibió una versión
vernácula del arte conceptual que teorizó como “arte de sistemas”, una tendencia que puso el
énfasis en los procesos de producción de las obras y que, basándose en las modelizaciones de
la ciencia, produjo objetos, proyectos, arte en serie y circuitos de información. Una de las
temáticas del grupo fue la problemática propia de los países latinoamericanos. Tanto en Arte
de sistemas I (1971) como en Hacia un perfil del arte latinoamericano del año siguiente,
quedaron planteadas las bases de un conceptualismo que la historiografía tildó de
“ideológico”, por enfatizar el señalamiento del contexto social.
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Autor: Luis Fernando Benedit
Material: Bronce-Acrílico-Madera-Algodón
Medidas: Cerrada: 19,8 x 33,7 x 13,7 cm. Abierta: 31 x 33,7 x 27,5 cm. Campana Acrílico
p/protec.:43,7 x 45 x 37,5 cm.
Una obra figurativa y de bulto completo, se pone el mayor énfasis en la parte delantera de la
obra llevándose toda la atención. Compositivamente la obra es estática por la forma
geométrica que utiliza el artista y por la horizontalidad de la misma.
Se observan formas y líneas inorgánicas con predominio delineas rectas sobre las oblicuas, lo
que hace un recorrido visual simple y organizado. Las formas y los objetos que componen esta
obra son armónicos y no presentan tensión entre ellos.
Caja de maíz (1978) es un homenaje al conocimiento aplicado al cultivo del maíz, a la cultura
de este cereal de origen americano cuya presencia se verifica desde América del Norte hasta el
Noroeste argentino. En un viaje a Perú el artista conoció los métodos de conservación de las
semillas que los agricultores nativos aplicaron desde tiempos prehistóricos. Esta evidencia
histórica lo llevó a idear la Caja de maíz, una especie de “cápsula del tiempo” que,
metafóricamente, preserva la semilla y su memoria para las generaciones futuras.
La caja simula un display museológico que contiene en su interior un marlo “culto”, de dientes
parejos ordenados en hileras. Se le extrajeron siete semillas para conservarlas en sendos
contenedores herméticos que preservarán al espécimen de la luz y humedad que producirían
la indeseable germinación. La semilla aguarda su tiempo, la latencia es su don. A modo de
manual de instrucciones codificado, Benedit pintó el exterior de la caja de verde, aludiendo al
entorno donde efectivamente deberá colocarse la semilla para que continúe el ciclo vital. El
grado de iconicidad que presenta es alto y está dado por el contexto.
La comida, el alimento en Latinoamérica, fue un tema recurrente en la obra de los artistas del
Grupo CAYC, que expresaron con una poética internacional, el arte conceptual, las
problemáticas del contexto regional.
Luis Benedit, desarrolló para las distintas muestras del CAYC una serie de artefactos
tecnológicos que permitían recrear experiencias zoológicas y botánicas, entre estas
producciones figuraban Biotrón, Laberinto para ratones blancos, Laberinto para peces
tropicales, Evaporador de Schatz, Hábitat hidropónico y Fitotrón.
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Biotrón
Benedit expuso así la contraposición entre lo natural y lo artificial, la racionalidad del instinto y
la naturalidad de lo social. Mostró el espectáculo de la naturaleza en sus procesos y
funciones como metáfora y reflexión sobre la conducta del hombre. Junto a la máquina se
exhibían los dibujos según el “sistema proyectual” de la arquitectura.
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Análisis de obra n°2
Nombre: Fitotrón.
Medidas: 1,68 x 4,80 m.
Las spatifilium, frescas, tropicales, con sus hojas alargadas de un verde lustroso y oscuro y sus
flores que imitan a las calas. Seres vivos que laten en la sala de un museo; piezas de una obra
de arte conceptual que se vincula con la ciencia y provoca a la naturaleza.
La obra que fue encargada al artista y arquitecto en 1972 por el MoMA de Nueva York. Se trata
de un vivero hidropónico.
Para este análisis vamos a trabajar la obra con lo que no es, con el supuesto que es una
escultura. Aclarando esto se puedo decir que fitotron es de bulto completo y totalmente
“figurativo”. Compositivamente dicha “escultura” presenta tanto como una simetría dada por
las plantas de adentro ubicadas en una hilera, como también un ritmo de color, tamaño y
forma. Esta obra está encerrada y cubierta por una estructura, los espacios virtuales que se
pueden encontrar son únicamente dentro de ella.
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Fitotrón no es sólo esto. Es una reflexión desde el arte de sistemas sobre la imitación de la
vida, sobre un futuro sin agua, sobre hombres sin alimentos, sobre ciudades superpobladas.
Por su increíble vigencia puede entenderse que resultara atrevido en el contexto en el que fue
hecho. En los 70, cuando la frase "cultivos transgénicos" no tenía difusión -ni tampoco la
clonación- y cuando no era común que los artistas metieran en museos y galerías seres vivos
en tanto creaciones de arte, Fitotrón era como una mosca blanca. No fue comprendido
entonces ni por la crítica, ni por la ciencia. Lo enmarcaron dentro de corrientes como el land
art, como también lo leyeron en una crítica a la manipulación de la ciencia. "Era sospechoso
para los críticos, y para los zoólogos y biólogos yo era un outsider. Yo estaba seguro de que era
arte porque mi intención al hacerla era artística. Y el contexto en el que iba esta obra no era
otro que un museo o una galería", dice Benedit.