Livingston
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Tiene una especial relación con Cuba desde 1961/62, cuando ya dictaba cursos para obreros y
capataces en Baracoa, y ha dedicado dos de sus libros a contar su visión de la isla. Allí dicta
seminarios teórico-prácticos en todas las provincias de Cuba desde 1991 a razón de cuatro por
año, implementando el plan "Arquitectos de la Comunidad", donde se aplica el método
Livingston para la atención directa a la población. El sistema, primero en el mundo, fue
seleccionado entre las 30 mejores prácticas a nivel mundial en el Congreso de Estambul, 1996
y cubre casi todo el territorio cubano.
Prepara la segunda edición de su último libro "El Método". Ha dictado seminarios en Argentina
y Uruguay y cursos de posgrado y numerosas charlas y conferencias en Universidades,
Sociedades de Arquitectos (la nuestra entre otras muchas), y en su propio estudio.
Charlista ameno, ha participado en más de 300 programas de radio y televisión sobre temas de
nuestra profesión, ha sido invitado a mesas redondas como panelista.
Como buen escritor que es, ha publicado más de 300 artículos en revistas especializadas y en
publicaciones de interés general, y cuenta en su haber con siete libros publicados, algunos de
ellos con varias reediciones, y tiene otro en preparación, "Arquitectos de la comunidad" (título
provisorio).
Entre el material que nos hizo llegar les presentamos un adelanto de su último libro y su índice
temático, así como partes de los ya publicados, en temas que tocan al debate que actualmente
se encuentra en curso en nuestro sitio sobre honorarios de arquitectos.
...
La inmensa mayoría de los arquitectos (por no decir todos...), se sienten incomprendidos y aun
maltratados por sus clientes. Sus quejas se parecen tanto de un punto a otro del planeta que
hasta los términos empleados son casi los mismos. Veamos algunas:
- Aquí es imposible cobrar una consulta. La gente no la paga. Uno trabaja, presenta un
anteproyecto, le roban las ideas y al final contratan a un albañil y lo hacen ellos. O contratan a
otro arquitecto.
- El cliente siempre trae su dibujito, ¿no te pasa? La casa es mía, dicen, y yo sé cómo quiero
vivir. Es muy difícil convencerlos de otra cosa.
- "Mirá... el cliente no sabe lo que quiere. Yo he llegado a dibujarles exactamente lo que ellos
me piden y cuando lo ven, no están de acuerdo. ¿Quién los entiende?".
- Lo que pasa es que los otros arquitectos tampoco cobran por sus ideas. La cuestión es
"enganchar la obra".
- Déjame de arquitectos. Aquí lo que hay que hacer es meter mano y después iremos viendo
sobre la marcha.
- Apenas nos alcanza la plata para los materiales, ¿y vamos a pagar honorarios de un
arquitecto? Andá a saber lo que nos irá a cobrar.
- Los arquitectos quieren tirar todo abajo, hacen cosas muy locas y lo nuestro es sencillo, un
cuartito en la azotea y nada más. Lo de la escalera lo vemos después.
- ¿Vos creés que una persona de afuera, por más arquitecto que sea me va a venir a decir a mí,
cómo debo vivir yo en mi propia casa? Yo proyecté mi casa sin arquitecto, no preciso
arquitecto. Yo quiero una casa para vivir.
También esta lista podría continuar y no hace más que mostrar un perfecto divorcio entre
clientes y arquitectos en el tema de la vivienda.
Dijo el arquitecto español Rafael de la Hoz, cuando era presidente de la Asociación Mundial de
Arquitectos: "La sociedad ha comenzado ya a prescindir de nuestros servicios. Una cuarta
parte de los arquitectos que somos en el mundo se encuentra hoy en paro laboral. Proporción
de muerte cuyo valor crece alarmantemente a medida que la especie experimenta explosión
de natalidad. No es la sociedad culpable de nuestro genocidio. Somos nosotros quienes
estamos cometiendo suicidio colectivo al negarnos de plano a servir a los demás. La mecánica
instintiva, irracional, para lograrlo: 'Dejar de ser útiles, frivolizarnos'". (La Nación, Bs. As.,
15/11/78)
A tal punto llega esta incomunicación entre clientes y arquitectos, que, hasta en Cuba, donde
todo el mundo está comunicado en toda clase de organizaciones laborales, vecinales y aun en
la calle, donde todos hablan con todos, presencié la escena siguiente:
En un edificio de ocho plantas (La Habana, barrio de Cayo Hueso, 1991), un obrero-propietario
de la vivienda que estaba levantando, me dijo: "Cuando a mí me entreguen la casa, esta pared
yo la voy a tirar abajo". Se trataba de la pared que estaban levantando en ese momento. El
arquitecto de la obra se sonrió, meneando la cabeza. El obrero-cliente tenía razón en el
diagnóstico, pero no en la alternativa que proponía, algo que es muy común en los clientes,
quienes suelen tener razón en sus quejas.
En Cuba muchos arquitectos participan en la construcción junto a sus vecinos y, sin embargo,
en el plano profesional, en el pensamiento de la vivienda, no saben cómo comunicarse.
....
El cliente
Estas son algunas opiniones bastante difundidas entre los colegas: "Lo ideal es trabajar sin
clientes", "Los clientes, como las medianeras, son limitaciones que dificultan la creación", "Los
clientes no saben lo que quieren."
Por mi parte percibo que me ocurre exactamente lo contrario. Me resultaría difícil pensar una
casa en un terreno infinito, para un cliente inexistente, sin presupuesto, sin historia, sin
fantasías. Creo que las limitaciones son en realidad estímulos necesarios para la creación, y no
solo en arquitectura, sino también en otros campos.
Lo que ocurre en esta profesión -más que en otras, quizás- es que el cliente no ha sido tomado
en cuenta nunca durante la enseñanza, y apenas se lo menciona superficialmente en las
revistas y libros de arquitectura ( "casado, dos hijos, él psicoanalista y ella decoradora "). En
otras palabras el cliente NO EXISTE.
Un día, de golpe, el reciente arquitecto recibe su primer encargo, que no es una torre de vidrio
como había supuesto a lo largo de toda la carrera. Se trata de la ampliación de una casita de
75 metros cuadrados en Lanus Oeste. Los clientes (una familia) no le piden un anteproyecto,
como le habían dicho sus profesores que ocurriría, sino que traen uno, hecho por ellos.
Si nada de esto estaba previsto -y mucho menos ensayado-, ¿còmo podría percibir el
arquitecto a su primer cliente , sino como una fuerte perturbación?
La solución consiste en contar con una estrategia adecuada que empieza con el primer
contacto telefónico y termina con una comida en la nueva casa -o la casa reformada-
brindando el arquitecto con sus clientes y con el constructor. Esta escena feliz es la
culminación del placer profesional para quienes creemos que el encuentro con la mirada feliz
de los otros es más importante que el encuentro con los lápices, los papeles y los ladrillos. Los
lápices, en todo caso, deben estar al servicio de esta escena final.
La casa no se parece mucho al dibujito aquel que trajo el cliente el primer día. ¿Qué pasó entre
ambos encuentros? Un proceso, una estrategia orientada hacia la participación creativa entre
cliente y arquitecto.
"El principio contiene el final" ha dicho Aristóteles. Por eso el primer encuentro, al que llamo
PACTO, es fundamental.
Rodolfo Livingston
Rodolfo Livingston es autor del libro "El Método" en el cual desarrolla todos los pasos del
proceso creativo, incluyendo de manera especial al cliente. Actualmente se encuentra agotado.
A finales de este año estará a la venta una nueva edición ampliada y corregida, de la cual a
continuación publicamos como adelanto un nuevo capitulo.
Capítulo 4 - LA PRE-ENTREVISTA
El primer contacto entre un cliente y un arquitecto suele producirse -en las ciudades grandes- a
través del teléfono:
- Hola arquitecto, mire, habla la señora de González. Queremos hacer unas reformas en la
casa. Ya tenemos la idea con mi marido, pero quisiéramos que usted la viera.
- Bueno, arquitecto, venga por aquí; antes que nada le quiero preguntar por una gotera que
tengo en la cocina. Este es el garaje, ¿será muy caro construir un cuartito aquí arriba? Mi
marido quiere agrandar el lavadero y "ganarle" tres metros al jardín pero...
El arquitecto ha recorrido ya toda la casa en compañía de los propietarios que hablaron sin
cesar. Están sentados alrededor de una mesa cubierta con dulces, café y hasta cognac, pues
no saben ya qué ofrecerle a este santo personaje -el arquitecto-, que se ha "molestado" hasta
allí en forma gratuita.. ¿Acaso no está en su día libre?
Los clientes continuarán empleando diminutivos para explicar lo que desean del arquitecto.
Está claro que por un servicio en diminutivo no deberían cobrarse honorarios; pero, en algunos
casos, el cliente se atreve a hacer la pregunta fatídica:
Una semana (o un mes) después, en el estudio del arquitecto. El profesional y su socia esperan
a los clientes con un plano de la casa escala 1:50, baldosas primorosamente dibujadas y una
gran perspectiva interior en color, hecha por la socia, que tiene muy buena mano. Los clientes
quedan encantados con la luz y el espacio que ese hermoso dibujo sugiere; pero..." ¿y ese
ventanal? - pregunta la señora frunciendo levemente el ceño- "La verdad, está precioso, pero
justo allí es donde vamos a construir el cuartito de las herramientas. Mi marido ya tiene
comprados los materiales y empezamos la semana que viene". El marido agrega: "No sé si se
fijó, pero donde usted pone la chimenea, pasan todos los conductos del aire acondicionado"...
Entre uno y otro comentario, la perspectiva se va derrumbando de a poco
Recordemos que durante su visita a la casa, el arquitecto no realizó un relevamiento cuidadoso
ni sacó fotografías. Al fin y al cabo, todavía no le habían encargado el proyecto. Dibujó sobre
una fotocopia del plano que le facilitó el propietario que, como suele suceder, no se ajustaba a
la realidad. Tampoco ahondó en las preguntas y ni le pidió al cliente que dibujara su proyecto.
Sin embargo, en el transcurso de esta entrevista, los clientes ya no utilizan diminutivos como
en el encuentro anterior. Ahora dicen su "proyecto", este "plano", etcétera.
A partir de aquí el proceso puede concluir o continuar. En este último caso los arquitectos
prometen hacer nuevos dibujos. Podría suceder que las relaciones se corten después del
segundo anteproyecto (no olvidemos que, a esta altura, el cliente cuenta con ideas de otros
arquitectos que procedieron de manera similar). También podrían empezar la ejecución de la
obra.
Pero supongamos que las relaciones se cortan. Después de mucho dibujar y discutir ya de
manera abierta con los clientes, los arquitectos se enojan y pasan una factura, llena de datos
con porcentajes a los cuales corresponden, a su vez, otros porcentajes encolumnados y
finalmente, dice: "Por anteproyecto es el 20% del total anterior, son tantos pesos". El cliente
responde que el trabajo no ha sido aprobado y que, por lo tanto, sólo está dispuesto a pagarle
los gastos. Esto es: tinta, papel y alguna fotocopia. (a esta altura ya no sonríe ni ofrece
cognac...)
Este proceso -que suele durar varias semanas y aun meses- significó para el arquitecto muchas
horas de trabajo, incluyendo viajes, entrevistas y llamados telefónicos. Todo estuvo mal hecho.
El profesional lo admite y lo considera una fatalidad del destino que le ha sido asignado a los
arquitectos en el mundo. "Es la única forma de enganchar la obra -dirá-, a veces se da y otras
no. No te imaginas la cantidad de anteproyectos no cobrados (y mal hechos, debería agregar)
que hice en mi vida."
Añadiré un caso típico: un conocido periodista argentino volvió de pasar un año en Washington
y se compro un departamento viejo en Buenos Aires. Citó a cinco arquitectos al mismo tiempo
y les dijo: "Los llamé para que me den ideas. Le daré la obra al que me presente el mejor
proyecto. En todo caso, tomaré las mejores ideas de cada uno". Todos aceptaron la propuesta.
- ¿Alguien llamaría un sábado a varios psicoanalistas para preguntarles ¿qué tendrá la nena
que anda tan nerviosa?. Al que acierte le encargaré su tratamiento?
- ¿Quién llamaría a un plomero preguntándole qué día tiene libre? Semejante propuesta sería
rechazada en todas las profesiones y oficios, incluyendo a las prostitutas que jamás
concurrirían a un lugar sin dejar bien en claro cuales serían sus servicios, los honorarios y la
forma de pago.
- ¿A qué se debe este fatídico destino reservado a los arquitectos -y solamente a ellos- en el
mundo?
Las razones que explican esta relación perversa entre cliente y arquitecto son las siguientes:
1 - No existe una tradición firme y lógica sobre la cual pueda desarrollarse la relación entre
clientes-usuarios y arquitectos. De hecho, la gran mayoría de la gente jamás contrató a un
arquitecto (en cambio, consultó a médicos, electricistas, psicólogos y abogados, entre otros).
Por lo tanto, no sabe cómo se maneja. Muchas veces, está dispuesta a pagar por un servicio,
pero este servicio tampoco está definido con claridad. Anteproyecto es sinónimo del "dibujito",
"la idea" (pero si él ya sabe lo que quiere...).
2 - El arquitecto tampoco sabe cómo cobrar ni qué cobrar. La facultad lo preparó para encarar
obras de gran volumen, sin clientes que sean a la vez habitantes de esas obras. La
herramienta que tiene en sus manos para cobrar honorarios es un grueso cuaderno ilegible e
inaplicable en casos sencillos, atiborrado de porcentajes sobre porcentajes.
Esta señora que lo llama por teléfono para ver una casita de barrio es algo tan diferente de lo
que estudió en la facultad como podría serlo un partido de rugby para quien estudió fútbol
durante seis años. Además, nadie le avisa que el partido será de rugby.
3 - El desconocimiento y el temor del cliente sobre los posibles honorarios del arquitecto
provocan su confuso acercamiento: "¿Qué día tiene libre?". A partir de allí, la confusión
continúa, incluyendo la obra, si es que llegamos a ella. Es difícil que siga bien lo que empezó
tan mal.
Como los edificios, las relaciones humanas se construyen sobre cimientos y es mejor hacerlos
bién desde el principio.
...
Bibliografía
"Un canto refrescante para recuperar los espacios de libertad. Libertad para abrir ventanas
prohibidas, para recuperar la arquitectura y el urbanismo como elementos que mejoren la vida
concreta de la gente."
MEMORIAS DE UN FUNCIONARIO
Editorial: LA URRACA
1992
En julio de 1989 Rodolfo Livingston es designado funcionario por primera vez en su vida. Como
Director General del Centro Cultural Recoleta se dedica de inmediato a mejorarlo todo,
programación, organización, edificio, nada escapa a su óptica transformadora. Como era de
esperar, pronto choca con las estructuras del poder. Lejos de rendirse al escepticismo, penetra
por las fisuras del sistema, obtiene logros, contagia entusiasmo, se divierte y divierte a los
demás. Finalmente es expulsado como un cuerpo extraño del organismo municipal. Ni aun
entonces se da por vencido y convierte su lógica frustración inicial en la redacción de estas
memorias. Sus observaciones sobre la burocracia, que incluyen también instrucciones para
jóvenes funcionarios y transgresores aficionados, son un verdadero aporte a la psicología
social. Livingston lanza una mirada original y profunda sobre el mundo cotidiano y lo hace,
además, con sentido del humor. Aunque el autor no se lo haya propuesto, este es un libro de
psicología institucional. Es también un libro divertido, para reírse con ganas. No es fácil de
combinar ambas cosas, pero R. Livingston lo logra
POLEMICAS
Editorial: LA URRACA
1994
EL METODO
Editorial: LA URRACA
1995
Este es, posiblemente, el libro más importante de cuantos publicó Rodolfo Livingston. Con
precisión y rigor expone aquí su método, elaborado a partir de su extensa experiencia como
arquitecto. Desde el primer contacto con el cliente hasta el hallazgo de las mejores propuestas,
algunas de ellas de imposible resolución a primera vista, Livingston desarrolla un camino que
también será de utilidad para médicos, abogados, informáticos, diseñadores y todos aquellos
encargados de la producción de servicios. Dos temas son preponderantes en su trabajo, el
cliente y la creatividad, cuestiones que no han sido estudiadas hasta hoy de manera integrada
y que, juntas, nos devuelven una visión humanizada de la profesión. Los arquitectos y los
estudiantes de arquitectura tienen ahora acceso a este Método que les permitirá actuar sobre
el hábitat cotidiano, entender al cliente, y generar soluciones a partir de las dificultades. Este
libro es además, una gran metáfora de la vida. De esas pequeñas casitas de todos los días está
hecha la ciudad, está hecho el mundo, nos dice el autor, para concluir con un apasionante
concepto que ilumina cada una de sus páginas: TODO ESTA ALLI, SOLO HACE FALTA
CAMBIARLO DE LUGAR.
CUBA REBELDE
Editorial: CP67
1999
INDICE
LA SITUACION
La vivienda no es un objeto es un proceso; El teatro de operaciones.
LOS 8 PASOS
1. La Pre-entrevista; 2. El Pacto; 3. Sitio-Cliente; 4. Presentación de variantes; 5. Devolución; 6.
Ajuste; 7. Nueva Escucha; 8. Entrega Manual de Instrucciones.
Cap 1 - LA PRE-ENTREVISTA
Cómo proceder; Preguntas claves; Algo más; Sintetizando.
CAP. 5 - LA CREATIVIDAD
Creación del campo; Fuegos artificiales; La sensatez; Ejemplos; Elogio del vacío; El
pensamiento lateral; El caos, el juego y el orden; Paradigma longitudinal: ejemplos; Errores
más comunes.
CAP. 10 - LA OBRA
Consejos para elegir constructor; Una mujer al frente; Carta de Diana Wang.
CAP. 11 - CONSULTAS
Los temas; El encuadre general; Procedimiento; Consultas más frecuentes; Consultas por
trueque