El Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik

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Informe sobre El árbol de Diana de Alejandra Pizarnik

La poética de Alejandra Pizarnik se distingue por una variedad de temas que se


repiten a lo largo de su vida tales como: el amor, la infancia, la naturaleza fuerte, el
lenguaje, el silencio, así como las distintas maneras que utiliza la voz poética para
tratar el yo enunciativo. Es decir, la manera en que ella se auto refiere en el texto
poético. Por otro lado, se distingue en su trabajo, una diferencia de tonos y sobre todo
el uso del color.
Iniciaremos con el análisis del poema 17 de El Álbum de Diana (1962) en el que
podemos observar desde su entrada al plano fónico que no existe la rima entre un
verso y otro en el poema. Se trata de un poema que más bien se acerca a una prosa
poética, en el que se dan cita una serie de metáfora que describen al yo poético que
habla. Es en ese espacio en el que la voz poética, “ella”, “la hermosa” “se canta y se
cuenta” y se encanta”: “Nido de hilos rígidos” donde me danzo y me lloro en mis
numerosos funerales”. Ella es su espejo incendiado, su espera en las hogueras frías,
su elemento místico, su “fornicación de nombres”” creciendo solo en la noche pálida”.
Aquí vemos el juego de palabras, la enumeración de adjetivos: incendiado, frías,
pálida. Pizarnik juega con las palabras, con los opuestos, “me danzo y me lloro,”
“hogueras frías”.
La prosa en este poema, nos permite acercarnos a un análisis a nivel semántico y
fónico y a través de el mismo, entender con más claridad las preocupaciones de la voz
lírica percibirles en estos versos. Como vemos el primer sintagma ya explica el tema
“Días en que una palabra lejana se apodera de mi”. Se le imprime poder a una palabra
distante, que ejerce dominio sobre el hablante. El sujeto de enunciación, un yo que
habla en el segundo sintagma “Voy por esos días sonámbula y transparente. La voz
pone el énfasis en la consecuencia de esa llegada de la palabra, que la lleva a la
descripción de un estado anímico que implicaría estar alejada de la realidad
(sonámbula, media dormida) pero a la vez nos muestra que está abierta a otras
situaciones, y lo vemos en el adjetivo “transparente”, apuntando con esta visión que
connota con lo fantasmal de otro mundo como algo que difiere de la realidad del
sentido común de lo cotidiano.
En el tercer sintagma vemos una especie de trasmutación y es cuando la voz poética
da un salto hacia ese plano irreal, donde su ensueño la convierte en la “hermosa
autómata” que podríamos en este caso comparar con la diosa Diana, la intrépida y
hermosa que ya aparece reflejada y se cuela como metáfora en este poema.

La voz poética toma distancia de sí misma, para proyectarse en su doble, o en la otra,


que será “ella”, “contándose y cantándose”, “encantándose con casos y cosas”.
Notamos que aquí el ritmo se mantiene igual y que hay equivalencia entre los niveles
fónico y semántica. Los acentos que recaen siempre en un fonema que empieza con
el sonido k: Casos, cosas, encantándose, contándose, cantándose.

Por otro lado, encontramos en el poema una serie de oposiciones que se mantendrá
como una constante en la poética de Pizarnik. “me danzo y me lloro”, es un juego de
oposiciones que nos lleva a meditar sobre el sujeto que habla. “Ella”, su persona en la
fase pronominal del poema, será cada vez más compleja y veremos que el yo cambia
constantemente sin autodefinirse. La voz poética en este poema juega con los tres
pronombres para autodefinirse o explicarse. Ella es su espejo incendiado su espera en
hogueras frías/ su elemento mítico.

Por otro lado el espejo con su connotación de frialdad esta incendiado. Es el doble
reflejado en el símbolo del espejo, la otra cara, sus diferentes mascaras. Por otro lado,
“su espera en hogueras frías”, “su lado mítico”. Así mismo aparecen en el poema
figuras contrarias sinestesias; calor y frialdad, fragmento de palabras, collage de
imágenes que a veces suele ser difícil descifrar en el poema.

Sin embargo podemos percibir por los elementos simbólicos en este poema que se
trata de un poema erótico con una carga lúdica muy marcada desde el inicio del
mismo. La palabra ajena se apodera de la voz poética y lo observamos cuando la voz
poética nos remite ese momento en que “ella va sonámbula como dormida” como si
fuera un fantasma, “ella danza y llora sus funerales”, “sus distintas muertes”, que se
constituyen en el tema recurrente de la poética de Pizarnik. Ella es su espejo
incendiado. que sería
a la metáfora de la manifestación de pasión, erotismo de ese yo que se proyecta al
espejo.

En el poema número 6, la voz poética nos habla de esa otra que se desdobla en una
tercera persona, “ella”. la que se desnuda en el paraíso”. En un segundo verso que
parece ser parte del primero verso y parece truncado, “de su memoria” la voz poética
nos pone a reflexionar en el porqué de esta fragmentación.

En el tercer verso, nos dice que ella desconoce el feroz destino por lo que nos habla
de un futuro por llegar en el que la voz poética distanciada nos asegura que en el
devenir de esa “ella”, el destino será feroz, terrible no muy placentero como en el
primer verso . En el cuarto verso nos dice que ese destino también se encuentra
sumergido en el interior de la mente de esa ella. Luego nos dirá en el próximo verso
que esa ella tiene miedo de no saber nombrar y se nos deja en suspenso para luego
dejarnos saber que ese algo no existe. Es un verso ambivalente, lo que no existe.
Podemos ver en estos versos un fluir de emociones, conflictos y temores de la voz que
se desdobla a algo que finalmente solo está en su mente porque no es real.

El poemario El árbol de Diana, es un viaje profundo en el que la voz poética refleja sus
tantas “ellas “, manifestándonos sus miedos, sus emociones, sus confidencias y la
fortaleza de Pizarnik.

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