La Lontananza Del Poeta Mayor - NelsonJSC - ESHI 6557 3U1

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Nelson Javier Sierra Colón 27 de febrero de 2021

Profa. Alexandra Pagán Vélez ESHI 6557 3U1

La lontananza del Poeta Mayor

Lontananza: solo hablando de cosas que, por estar

muy lejanas, apenas se puede distinguir.

Luis Pales Matos es reconocido por Mercedes López Baralt como El poeta mayor. Nace

en Guayama el 20 de marzo de 1889 y muere el 23 de julio de 1959 en Santurce. En el ámbito

literario se desempeñó en la poesía y la novela, a sus 16 años de edad publicó su primer

poemario apoyado por sus padres, estudiosos del romanticismo. Junto a José de Diego Padró

gestó la vanguardia poética llamada diepalismo, consistía en un movimiento que preconizaba la

lógica de los sonidos y las expresiones onomatopéyicas. En cuanto a aspectos personales, no

culminó sus estudios universitarios por las necesidades económicas familiares, como fue testigo

la historia, no abandonó la literatura. Se desarrolló como director de prensa escrita, secretario

gubernamental y maestro rural. Enviudo en sus dos matrimonios y para el 1958 su hijo y nieta

mueren, hechos que contextualizan y enmarcan la presencia de la muerte tanto en su entorno

como en su producción poética póstuma.

El Gran Poeta tuvo dos periodos poéticos: el primero el cual considero de mayor

popularidad y resonancia, el periodo negrista y de vanguardia, que tocamos en el curso, de

increíble ritmo e imágenes, y el segundo, de versos de amor y muerte, que llega hasta la etapa

final de su vida.  En este segundo periodo es que se centra el poema “El llamado” que es en sí

mismo la lontananza del Gran Poeta. El poema nos narra diversos aspectos de la vida: sus

etapas, su brevedad, sus límites, sus matices, pero sobre todo de su fin. Luis Palés Matos escribe
este poema en medio de enfermedades y muchas muertes, considerando la cercanía que tuvo con

esta a través de las experiencias familiares.

El contenido del poema es cónsono con el efecto sonoro del poema, eclipsan en

propósito. El llamado que se nos presenta en verso libre, con una extensión de cinco estrofas que

comprende un total de sesenta y dos versos, es uno donde el receptor es la voz poética y el

emisor es la muerte corpórea, el fin de la vida terrenal. Denotándose así una doble función del

sujeto poético, ya que es emisor del lector y receptor del llamado de la muerte. La voz poética

comienza recibiendo un llamado: “Me llaman desde allá...”, luego nos indica “Por arriba el

llamado

tira de mí con tenue hilo de estrella”, por lo que podemos interpretarlo como aquello distante del

espacio terrenal y proveniente de lo cósmico que le reclama. Metaforiza la vida y sus etapas con

las estaciones del año por lo que se desarrolla en el otoño como premonición del final del ciclo

que se acerca. Mientras que a través de la apreciación de la naturaleza (hojas, nubes, estrellas y

niebla) se puede inferir que se encuentra en un espacio abierto en el que puede apreciar el mar,

como es constante en el contexto isleño, donde nuestros horizontes suelen ser de cielo y mar.

En la segunda estrofa se nos recalca que es un relato de un tiempo presente desde el cual

se está narrando la experiencia del pasado con la frase “Hoy recuerdo:…”. Recuerdo de un

momento de inconsciencia, en lontananza, que es un total simbolismo metafórico de como un

velero que es su cuerpo se va perdiendo, yendo y esfumando entre el horizonte y aquello que no

se logra definir a simple vista. En un plano más simple, este cuerpo se estaba muriendo y las

sensaciones de su ser desprendiéndose de su cuerpo. El ser que habita ese cuerpo es el que se

resiste al llamado, por lo que retorna al presente a través del “un leve resquicio de conciencia”, y

el ser mismo reacciona asombrado por el proceso en el que se encontraba y la extrañeza de este.
Esta voz narrativa nos ofrece una visión fragmentada de los aspectos del ser, no tan solo

en alma, espíritu, ser, cuerpo, sino que estas mismas están fragmentadas también. En la tercera

estrofa, comienza con el relato de su amor por la vida misma, se encuentra reposando sobre la

hierba, personificando este sentimiento como su amada. No es la muerte a lo que se resiste, sino

al abandono de su amada, de la vida y todo lo que se abandona con la muerte. Retoma la imagen

del velero para exponer el latir del corazón, vital para la vida desde una perspectiva biológica.

El cuerpo es la parte terrenal del ser humano, lo que se queda en la tierra luego de la

muerte, con lo que se percibe el exterior, los sentidos, por tanto hay un aferre a este cuerpo y sus

funciones de parte de la voz narrativa, creando una imagen poética del cuerpo ahora como una

‘fábrica rendida’ que ejecuta el ritmo esencial. Otra forma de reclamar la importancia del

corazón y su latir como mecanismo esencial para la vida, que promueve los demás sistemas

como la ‘manufactura la caricia aérea’ que simboliza el funcionamiento del sistema respiratorio

por estas narraciones se podría inferir que la voz narrativa tiene problemas cardiovasculares

amenazantes que de no ser por el alivio momentáneo que le provoca ‘el arrullo narcótico y el

beso’, no se sostendría vivo este cuerpo.

“Ya todo ha terminado. / Mas de pronto, despierta” y vuelven todas las contracciones y

deterioros físicos que le están provocando el llamado, tras el paso de los efectos narcóticos, esta

vez, más intensamente. En esta ocasión se prosopopeya la muerte atribuyéndole unas negras

hondas pupilas “que son un despedirse y una ausencia”. La muerte no le reclama de manera

agresiva, sino es como lo es el poema en su totalidad, un vértigo que atrae al ser humano

‘dulcemente y sin querer’, como el transcurso de la vida misma, como destino final y obligatorio

del cual el cuerpo humano no logra escapar.


En la penúltima estrofa se nos recalca que le están haciendo el llamado y en esta ocasión

reconociendo que su aspecto físico está dispuestos a recibir el llamado. Se describe el ambiente

con una extrañeza y oscuridad, donde el lector en el acto mismo de la lectura puede navegar en

‘un mar hueco’ sin vida alguna. Pales Matos por sus experiencias familiares está consciente de

lo esencial e irremplazable que es para la vida el cuerpo. En esta travesía que lleva su nave no

hay ‘vena de fulgor que la penetre/ ni pisada de brisa que la mueva’, es decir ya no navega su

cuerpo sino que tan solo flota entre el ‘agua vacía’ de ‘fondo inmóvil’, donde ya no hay vida.

En la última estrofa el poema toma un giro, un reconfiguración de roles, en el cual el

receptor, pasa a ser el emisor, para responder al llamado. La voz poética tiene conocimiento del

contenido y los efectos del mensaje que se le están haciendo en el llamado, e incluso le reclama

con mucha seguridad y coraje. Este se niega a responder al llamado, por mayor curiosidad que le

provoque y le brinda sus razones que son en fin uno de los llamados del poema en sí mismo. La

apreciación de lo bello y el júbilo que contrae la vida. Retomando la imagen del cuerpo como

anteriormente habíamos discutido con la dualidad del cuerpo de su amada y el amor que tiene

por la vida misma, para recalcarle a la muerte que aún persisten en belleza y que ‘el sol baña la

tierra’ y le ruega que le permita la vida por más tiempo.

Según Terry Eagleton el contenido y la forma de un poema son aspectos inseparables,

este poema no es la excepción. El contenido del poema es la muerte como la separación del

cuerpo físico y su seductivamente agonizante proceso. La forma es decir ‘como lo dice’ esta

consonó y sonoro en varios aspectos con el contenido incluso la llamada ‘teoría mimética de la

forma’ que se nos expone en el libro ¿Cómo leer un poema?, también trabaja en función al

contenido, por ejemplo como en este fragmento:


Estoy frente a la mar y en lontananza
se va perdiendo el ala de una vela;
va yéndose, esfumándose,
y yo también me voy borrando en ella.

La lectura en sí, súbita en forma de espiral, en la espera del inalcanzable fin, que se desea

experimentar, pero intenta evadir por sus implicaciones. La palabra lontananza, nos brinda con

su sonoridad y articulación cierto sentido de lejanía y despegue; mientras que la rima de

‘yéndose – esfumándose’ nos otorga la sensación de que en el acto mismo de la lectura y

pronunciación se continúan yendo, esfumando y borrando ese cuerpo/velero, rendido ante la

atracción y seducción del llamado de la muerte.

En la poesía de Luis Pales Matos la forma y contenido están íntimamente imbricados. La

forma es constitutiva del contenido, una generadora de significado. El significado toma forma

como el proceso convirtiendo la forma del poema en su contenido. Vuelve relevante las palabras

que se utilizan para llegar a los significados.

En conclusión, El Poeta Mayor nos brinda una apreciación de la vida mostrándonos la

mortalidad del ser, aspecto discutido por las artes desde sus inicios: ¿Quiénes somos?, ¿De

dónde vinimos? y ¿Hacia dónde vamos? El hecho de intentar comprender estos asuntos es un

cuestionamiento en lontananza infinito, de la cual ni siquiera podríamos llegar a visualizar el

horizonte, mas sin embargo Luis Pales Matos a través de la forma en la que expone este

complejo contenido nos abre espacio para reflexionar sobre la muerte y la vida tanto como

receptores, así como emisores.


Bibliografía

 Biografías y vidas. Biografía de Luis Pales Matos. Enciclopedia biográfica en línea. Web.

Diciembre de 2014.

-http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pales.htm

 Justo C. Alarcón. Biografía de Luis Pales Matos. Los-poetas.com. Web. Diciembre de 2014.

-http://www.los-poetas.com/k/biopales.htm

 Mercedes López-Baralt. Antología de Literatura Puertorriqueña del siglo XX.

San Juan, Puerto Rico. 2004. pp. 729-730

 Terry Eagleton. Cómo leer un poema. Madrid: Akal, 2010. pp. 50-54.
EL LLAMADO
de Luis Pales Matos

Me llaman desde allá...


larga voz de hoja seca,
mano fugaz de nube
que en el aire de otoño se dispersa.
Por arriba el llamado
tira de mí con tenue hilo de estrella,
abajo, el agua en tránsito,
con sollozo de espuma entre la niebla.
Ha tiempo oigo las voces
y descubro las señas.

Hoy recuerdo: es un día venturoso


de cielo despejado y clara tierra;
golondrinas erráticas
el camino azul puntean.
Estoy frente a la mar y en lontananza
se va perdiendo el ala de una vela;
va yéndose, esfumándose,
y yo también me voy borrando en ella.
Y cuando al fin retorno
por un leve resquicio de conciencia,
¡cuán lejos ya me encuentro de mí mismo!
¡qué mundo más extraño me rodea!

Ahora, dormida junto a mí reposa


mi amor sobre la hierba.
El seno palpitante
sube y baja tranquilo en la marea
del ímpetu calmado que diluye
espectrales añiles en su ojera.
Miro esa dulce fábrica rendida,
cuerpo de trampa y presa
cuyo ritmo esencial como jugando
manufactura la caricia aérea
el arrullo narcótico y el beso
-víspera ardiente de gozosa queja-
y me digo: Ya todo ha terminado...
Mas de pronto, despierta,
y allá en el negro hondón de sus pupilas
que son un despedirse y una ausencia,
algo me invita a su remota margen
y dulcemente sin querer me lleva.

Me llaman desde allá...


Mi nave aparejada está dispuesta,
a su redor, en grumos de silencio,
sordamente coagula la tiniebla.
Un mar hueco, sin peces,
agua vacía y negra
sin vena de fulgor que la penetre
ni pisada de brisa que la mueva.
Fondo inmóvil de sombra,
límite gris de piedra...
¡Oh soledad, que a fuerza de andar sola
se siente de sí misma compañera!

Emisario solícito que vienes


con oculto mensaje hasta mi puerta,
sé lo que te propones
y no me engaña tu misión secreta;
me llaman desde allá
pero el amor dormido aquí en la hierba
es bello todavía
y un júbilo de sol baña la tierra.
¡Déjeme tu implacable poderío
una hora, un minuto más con ella !

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