Tres Ensayos de Papini Sobre Dante
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Tres Ensayos de Papini Sobre Dante
Dante
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Si se quiere ver en él a una especie de profeta de su nación, La Iglesia católica era, sobre todo, la continuación de la obra
como Carlyle, o a un apóstol de la unidad de su patria, como apostólica de Cristo, y el papa, en tanto vicario de Cristo,
Mazzini, o al iniciado en una secta misteriosa, como Rossetti, se consagraba especialmente a la educación espiritual de los
o a una especie de hereje y precursor de la Reforma, como hombres. La institución de la misa para recordar cotidiana-
Aroux, o simplemente a un artista grandísimo, como De mente el símbolo de la redención del pecado, la confesión, la
Sanctis, no hacemos más que atribuirle fines y cualidades propagación de la fe a los paganos, son otras tantas pruebas
que muchos han tenido o que pudieron haber tenido. No de la dirección predominantemente pedagógica y moralizan-
lo consideramos como algo aparte, como un hombre único. te de la Iglesia. Era la maestra del mundo, y en Cristo se veía
Siempre lo colocamos en una de tantas clases en las que ante todo al maestro de la verdad moral y eterna.
podemos dividir al ejército de los operarios del espíritu. Ha Dante, en cambio, recordó una parte de las promesas de
habido, antes y después de él, grandes poetas, grandes refor- Cristo a la que los papas no habían concedido una excesiva
madores y grandes profetas, y la cuestión sería ver a cuál de importancia: el juicio universal. Dios no es sólo quien ilumi-
estos grupos pertenece y cuán superior es a otros que también na y salva a los hombres, sino quien un terrible día juzgará
forman parte de ellos. a vivos y muertos. La idea del juicio, que en el medievo se
Para mí, en cambio, Dante ha sido grande porque ha he- expresó trágicamente en cantos y pinturas, no se asociaba a
cho algo que ningún otro había hecho antes ni hizo después la idea del pontificado.
de él. Supo ser un gran poeta y un gran místico, aunque no Dante fue el primero en recordar que Dios no era tanto
es esto lo que lo separa de los demás. El arte, la teología, un maestro sino un juez, y creyó necesario que Dios tuvie-
la política son, para él, medios subordinados a su máxima se un vicario en la Tierra, por lo que eligió representarlo más
ambición: la de ser el vicario de Dios sobre la Tierra. como juez que como maestro. Así nace la Divina comedia,
Dante era sinceramente católico y lo era porque el católico que es, para quien la mira con atención, un juicio universal
sentía la enorme decadencia del pontificado. El concepto de anticipado.
papa como vicario de Cristo era grandioso: había preservado Dante sabía que el mundo no estaba acabado y que no
su pureza y no parecía antinatural el dominio que el pontífice todos los hombres habían muerto, sino que considera a
–con la simple fuerza de la palabra– ejercía sobre todos los los pueblos y a las generaciones, desde los patriarcas has-
reinos de la Tierra. Pero si el papado mismo era terrenal, si ta los líderes de sus días, y los reparte en tres reinos, como
estaba cebado de oro, si había vendido su derecho al dominio Dios lo habría hecho. Una vez que sustituye a Dios, procede
espiritual del mundo por obtener el dominio material sobre el gran juicio, en donde desciende a los manicomios y se eleva
una mínima parte del mundo, entonces su propia razón de hasta las esferas de los papas cobardes, de los emperadores ex-
ser –su misión de juez supremo de los hombres– desaparecía celsos, de los capitanes aguerridos, de las mujeres enamoradas,
desde el momento mismo en que podía no sólo ser juzgado de los santos y los guerreros, de los ermitaños y los sabios, de
sino condenado. Los papas, fieles a su conductor, no podían los poetas y los políticos. No falta nadie: junto a las mujeres
pretender representarlo verdaderamente en la Tierra. del Antiguo Testamento están las reinas del siglo xii; junto
Entonces, en el alma de Dante instintivamente nació el a los cónsules de Roma, los pintores de la Toscana; un rey
deseo de sustituir a estos vicarios infieles y de juzgarlos co- muerto hacía poco habla con un poeta de Grecia o de Roma;
mo el mismo Dios lo habría hecho. Quería ejercer, en tanto un santo de los primeros tiempos cristianos es acompañado
potestad suya, las funciones que aquellos habían olvidado; por un guerrero florentino.
pero pensaba, a pesar de todo, que no debía salir de la Iglesia Cada uno tiene su pena y su premio, y Dante camina en
que representaba –en su pequeñez– la tradición ininterrum- medio de ellos como espectador, aunque en realidad es su
pida de Cristo; tampoco deseaba encabezar una rebelión o juez. La Divina comedia es el dies irae de un gran espíritu
subvertir la jerarquía existente. Escogió el instrumento que que no pudo esperar la ira divina y asigna provisionalmente
le era más familiar: el arte. Y escribió un poema que no es, a cada uno su lugar; es un valle de Josafat incompleto, en
como creían los rossettianos, un libelo anticlerical sino un el que están presentes todos los muertos pero junto al cual
acto verdadero y propiamente pontifical. nacen nuevos vivientes.
Para comprender bien el significado de su acto hay que Dante sentía que su genio era una especie de investidura
advertir, sin embargo, que tenía una idea muy distinta del divina que le daba el derecho de juzgar a quienes estaban
vicariato divino de aquélla inherente a la tradición romana. próximos a él, y estaba tan seguro de representar a Dios
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mejor que los sacerdotes banales y los intrigantes papas a en un portentoso drama del juicio en el que Dante hubiera
quienes tan bien conocía que no dudó en descender al in- podido dictar las palabras y Palestrina componer sus acordes.
fierno ante aquellos que se vendieron a los hombres como Solamente las trompetas del ángel que debía despertar a los
vicarios y ministros de Dios. Así, pudimos tener el sublime muertos (¡pensemos el sonido que deberían haber tenido
espectáculo de este poeta florentino que, desde lo alto de dichas trompetas para levantarnos del sueño de la muerte!)
un trono más duradero que uno de bronce, pronuncia sin podrían haber requerido la ayuda de Richard Wagner.
temor terribles condenas –que aún no han sido canceladas Si mañana ascendiese a la cátedra de san Pedro un pontí-
por más que quiera forzarse a Dios– y, con la potencia del fice que osara hacer lo que nadie piensa, podría hacer cubrir
arte, ratifica su sentencia. los frescos de Botticelli y de sus compañeros de la Capilla
Sixtina, del que sólo extraeríamos el espectáculo de gracia,
III y en su lugar deberíamos hacer escribir, en bellos caracteres
rojos, la Divina comedia entera, cerca del único comentario
Sólo un hombre, después de Dante, pensó en hacer algo digno de ella: el juicio de Miguel Ángel.
tan grande: Miguel Ángel. La Capilla Sixtina es la única
ilustración digna de la Divina comedia. A veces he pensado (1907)
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que ha tenido la Divina comedia. En tiempos más cercanos he
visto algunos destellos de la tradición dantesca bajo el ceño de
Foscolo y en la ira jacobina de Carducci, pero no ha habido
ningún hombre que se haya podido decir el continuador, y
menos igual, de estos dos máximos modeladores de nuestra
mente y nuestro arte.
El alma de la Italia actual es más bien práctica e irreli-
giosa, prudente y ligera, amante de las melodías elegantes,
de la estupidez decente, de bromas elegantes, de ganancias
rápidas y de la política de logros. El cristianismo ya no es
una gran fuerza viva, pero tampoco hay una fe anticristiana
como para producir –como de hecho en el arte– algo mejor
al himno a Satanás. El alma italiana vive de compromi-
sos y de sentimientos mediocres. Los que forman parte de
esto y tienen el valor de condenar con palabras acerbas,
como lo hizo Dante, a sus ancestros y sus contemporáneos,
están bajo sospecha y son llamados a la ignominia. El libro
sagrado de la Italia contemporánea no es la Biblia, tampoco
la Divina comedia, sino el manual de etiqueta, el arte de hacer
porquerías sin que se den cuenta los demás.
¿Cómo se puede pedir que un pueblo como éste pueda
ensalzar a Dante? Podrá hacer comentarios pletóricos de
sofismas y de citas, conferencias capaces de atraer a las seño-
ras, revistas de trivialidades y minucias, útiles vocabularios,
ediciones críticas, manuales bibliográficos; llegará, incluso,
a gustarle la sobria belleza de algunos tercetos famosos, pero
siempre se mantendrá alejado del mundo de los fieles y los
santos que encontró su voz en la ruda poesía del visionario
florentino. Para entrar allí es necesario poseer un alma seria y
valiente, enemiga de las medias tintas y los cumplidos, pero
sobre todo cristiana. Es menester de nuevo una virilidad es-
piritual, odiar más cosas de las que amamos hoy, abandonar
la pérdida de tiempo que implican las controversias sutiles
y las interpretaciones cabalísticas.
Nuestros dantistas, desde el primero hasta el último, son
incapaces de semejantes ascensiones. Su amor por Dante
no va más allá de su archivero. Entre los modernos, sola-
mente Carlyle, De Sanctis y Carducci supieron escribir
algunas páginas sobre Dante que vale la pena recordar. To-
dos nuestros dantistas célebres, Lungo, Scartazzini, Torraca,
Casini, Parodi, Zingarelli, D’Ovidio, hacen de la historia,
la erudición, la biografía, la hermenéutica, la filología, la
casuística, los enigmas, lo que quieren, pero ciertamente sin
la profundidad dantesca.
Ellos colocan su pobre zarzal alrededor del templo, pero ca-
recen del fuego necesario para incendiar e iluminar, con su fla-
ma, las tres misteriosas naves que conducen al altar de su dios.
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que vanaglorian o avergüenzan a Italia, es una de las nuevas
II encarnaciones del eterno académico profesional. Dante ha
sido uno de los pretextos para refrescar los arsenales y los
¿Cómo se explica el innegable empeño dantístico en nuestro repertorios de nuestros revendedores de retórica.
país? Se explica fácilmente cuando se comprende que aquello La otra actividad que se ha desviado hacia el dantismo
que es verdaderamente el dantismo no es la pasión efectiva de ha sido, como ya lo he dicho, la filológica. En tiempos de
una raza por el poeta que le ha conferido uno de los primeros los primeros humanistas florecía en Italia el arte de la nota-
puestos en el reino del espíritu, sino la simple transformación ción. En el último siglo, Alemania ha alentado los estudios
de la actividad dedicada a otros propósitos. Tal actividad se minuciosos y precisos de los textos, las ediciones críticas, las
manifestó en el pasado de esta forma: casuística, academia y comparaciones, las explicaciones de la obra de un pasado
filología clásica. Siempre hay, en un país de cultura antigua lejano.
como Italia, cierto número de personas hechas para clasificar Hasta hace poco tiempo se creía que sólo los antiguos
mechones de cabellos, para la solución de enigmas, para los eran dignos de tales tareas, pero con el crecimiento de la
juegos de prestigio, para las glosas, para el descubrimiento de oferta de trabajo erudito los antiguos ya no son suficientes
dobles y triples significados. Estas personas se han ejercitado, y ahora se ha constituido, al lado de la filología clásica, una
durante un tiempo, en el derecho, la teología, la moral, en filología moderna, y en la cual el dantismo es una de las
los textos clásicos, pero durante todas sus ejercitaciones han secciones más frecuentadas. Algunos que en tiempos más
mantenido su gusto por una especie de casuística dialéctica remotos se habían consagrado a restablecer el texto de Pín-
y capciosa que se complace en las cuestiones difíciles, en los daro o a reconstruir la biografía de Plauto, hoy –debido al
pasajes oscuros y en los problemas irresolubles. Hoy, que la crecimiento de la competencia– escrutan las variantes del
teología y la moral son menos populares y remunerativas, De vulgari eloquentia y siguen las huellas de Alighieri en el
una parte de ellos ha encontrado su pastura en la Divina Casentino. Esta gente no ésta llamada al estudio de Dante
comedia, y es a ellos a quienes debemos charlas infinitas de por un instinto preponderante y profundo, sino únicamen-
pie sobre el “pape Satàn, pape Satàn aleppe”, sobre el desdén te por la necesidad de hacerse de títulos para concursar por
de Guido, y en torno a los cuales hacen grandes refutaciones una cátedra, sin reparar si vale la pena estudiar a Dante más
y similares. que a un gramático alejandrino. Algunos de estos eruditos
Los habladores de esa laya son los responsables de la fa- en busca de ocupación integran la sociedad que está prepa-
lacia de la perspectiva estética en la que muchos caen al leer rando la edición crítica y definitiva de las obras de Alighieri,
el poema. Les llaman la atención los pasajes más oscuros y la cual no logrará, me temo, darnos una alegría más, a pesar
escabrosos mediante los cuales se hacen a la idea –al ver todo de las sombrías frases de Rajna o de Vandelli; y a ésta tam-
el trabajo así consagrado– de que son los más importantes, bién pertenecen los profesores de escuelas medias, así como
mientras que los otros, menos tormentosos y frecuentemente los neodoctores y laureados que amontonan sus notas, sus
menos bellos, los escabullen sin la necesaria meditación. memorias y sus contribuciones al Giornale Dantesco y a otras
A esta clase de soterradores de la Divina comedia pertene- revistas similares de la “dantología de precisión”.
cen también aquellos que, golosos de alegorías y de símbolos, El dantismo, aunque estudiado en sus factores, no es la
buscan la entrada oculta del poema, el decodificador secreto manifestación de un retorno sincero al mundo dantesco ni
de la Minerva oscura, como lo ha hecho Giovanni Pascoli. a la altura del alma dantesca, pero tampoco el reavivamiento
La forma oratoria y teatral del dantismo también se ex- o la prolongación de hábitos librescos y pedantescos que
plica por el gusto que se ha mantenido más vivo después del desde hace siglos se regodean en Italia.
siglo xv: el de la academia. En nuestros tiempos la academia Todo esto, naturalmente, es válido para el dantismo de
literaria se ha sobreestimado entre la gente científica. Pero buena fe. Si se debe denunciar todo aquello que es punti-
los literatos no han perdido un ápice de sus viejos vicios y llosa vanidad, interés personal, amor a la moda, rivalidad de
el dantismo, con sus conferencias, con sus lecturas públicas, carreras tras muchos libros y muchos escritos de dantistas, es
sus sociedades de especialistas, se ha vuelto una bella y vasta menester ser más severos. Pero son cosas que no suceden sólo
materia de expectoraciones académicas y regurgitaciones al dantismo y únicamente en Italia. Lo que es más propio al
eruditas. La lectura Dantis que rápidamente se esparce por dantismo, y sobre todo al dantismo italiano, es la ridícula
toda Italia y en la que tomamos parte todos los dantólogos soberbia de ser un signo de grandeza nacional y una gran ofi-
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cina de la alta cultura espiritual. Soberbia no del todo ridícula nombre de Dios, que compulsando sus notas comprenden
en tanto soberbia, sino en cuanto que es desproporcionada al gran clarividente y lo harán comprender a los italianos.
respecto de la medida de las pequeñas almas de los profe- Entre tales poetas y semejantes escolásticos se interpone un
sores que se ocupan de asuntos dantescos. No pretendo que cerco de llamas similar al que Dante debió atravesar en la
estos doctos señores dejen de comentar a Dante de acuerdo cima del purgatorio.
con sus débiles medios. Sino que no vengan a decirnos, en (1905)
Desconocido
El deplorable hábito, hoy muy extendido, de hablar de los Si nadie me cree no importa, pero seguro me escucharán los
hombres conocidos de cuyas existencias estamos absoluta- supersticiosos del conocimiento y los fanáticos de catálogos.
mente seguros, ha hecho que nadie trate de escribir la vida Desconocido y antiquísimo, y contemporáneo de los
del desconocido. Y hay que enfatizar que no quiero hablar primeros hombres, en esos tiempos se ocupó sobre todo de
de un desconocido cualquiera que de un momento a otro la química y la metalurgia; inventó los caminos y descubrió
puede ser remplazado en la vulgar clase de los conocidos o el uso del hierro. Más tarde se ocupó de los vestidos, ideó
reconocidos, sino del propio, del auténtico desconocido. la moneda y creó la agricultura. Pero rápido se disgustó de
Todos los consumidores de plumas escriben sólo sobre los menesteres materiales y se transformó en poeta. Durante
las celebridades, sobre los preclaros o, al menos, sobre los larguísimos años, viajando de aquí para allá, imaginó los
seres conocidos por la policía e inscritos regularmente en mitos religiosos, compuso los Vedas y los Himnos órficos,
los registros municipales. ¿A quién le gustaría dilapidar la tin- fantaseó las leyendas nórdicas e improvisó los temas eternos
ta por alguien sin nombre? ¿Y sólo debido a que no poseen lo de los cantos populares. En el medioevo esculpió innumera-
que los literatos llamamos fama, sino porque tampoco tienen bles estatuas de las catedrales románicas y góticas, cubrió de
la vulgar pareja de nombres que los tipógrafos componen por frescos anónimos las paredes de las capillas y los refectorios.
una sola vez para la esquela de difuntos? Entonces creó también relatos y leyendas; los magníficos
Los escritores creen justificarse ampliamente diciendo: libros sin autor también son suyos. Sólo al aproximarse los
¿cómo podemos escribir la vida del desconocido desde el tiempos modernos, con la progresiva manía estúpida de re-
momento mismo en que de él, notable por desconocido, gistrar y escribir, el desconocido desapareció y ahora reposa.
no sabemos ni podemos saber nada? Excusa tontísima. Las Una inmensa turba de vanidosos hábiles, de hombres que
más bellas biografías son aquellas consagradas a hombres tenían un nombre o que querían dárselo, se pone a pintar,
de quienes no sabemos nada. Son las más ricas y, al mismo a inventar, a esculpir, a escribir. Tienen menos genio que el
tiempo, las más educativas. En ellas se dice lo que no espe- desconocido, son menos modestos que él y se complacen
ramos de ningún hombre: es nuestro hombre ideal, lo que en lanzar a los cuatro vientos que son ellos mismos quienes
el hombre debe ser. hacen tales cosas y no otros. No trabajan por gusto o para
Pero ése no es nuestro caso. No tenemos necesidad de beneficio de los demás, sino para que el mundo sepa que
imaginación. Si es verdad que a los hombres se les conoce ellos mismos son quienes han trabajado.
mediante sus obras, ¡sabemos tantas cosas del desconocido! No obstante, el desconocido no se ha mantenido ocioso.
También debo decir que podría haber sido el personaje más Con el advenimiento de la democracia fue arrojado a la
importante de la historia, el máximo héroe de la humanidad. política. Las grandes revoluciones modernas fueron hechas
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por él. Los puritanos ingleses, los rebeldes americanos, los proclives a conceder importancia a todo lo que tiene un
sans-culottes franceses, los voluntarios italianos fueron sus nombre y está legitimado por una firma, la imprenta o una
manifestaciones. Bajo el nombre de necedad y de pueblo ha hoja de archivo. No piensan demasiado que la mayor parte
espantado a reyes, agitado a los demagogos y se ha puesto de lo que se llama civilización fue hecha por gente de la que
a la cabeza para subvertir el mundo. Pero estas grandes am- ignoramos sus “generales” y de quienes, por añadidura, no
biciones no le han impedido retornar a los antiguos buenos sabemos nada. Los desconocidos, los anónimos han hecho
tiempos: pasea otra vez, pensativo, por las calles seculares más por nosotros que todos los hombres ilustres que pueblan
que él mismo trazó; se complace en las formas simples de los los diccionarios biográficos. Las imágenes más bellas, las
vasos que él moldeó antes que nadie, y a veces se refugia en melodías más sencillas, las estilizaciones más afortunadas, los
las casas que inventó de niño, inspirándose en los bosques inventos fundamentales son obra de este desconocido, y en el
y en las grutas. que nunca reparan los panegiristas y los historiadores.
Todavía vive y no puede morir. Su actividad, después Se trata –¿por qué no decirlo?– de un caso de ingratitud
de los espantosos progresos de la soberbia y del reclamo, alentada por la pereza. Recordamos más fácilmente las cosas
siempre será menor, pero continuará siendo lo que los cuando tienen un nombre, y somos llevados más fácilmente
hombres silenciosos eran para Carlyle: la sal de la tierra. A a fingir el reconocimiento cuando tenemos delante nuestro a
decir verdad, a veces sospecho que después del ocio forzado un ser determinado al que podemos alabar y de quien po-
y de la melancolía de los tiempos se ha deslizado hacia la demos enorgullecernos. El pobre desconocido, que pensó
vía del delito. Siempre que los diarios atribuyen un robo a y trabajó sin preocuparse por estampar con su nombre y
ladrones o aparecen heridos en una reyerta y se refieren a los apellido su obra, que no envió comunicados a los diarios
“habituales desconocidos” temo que se trata de él. Tan sólo del mundo, es una figura muy evanescente y olvidable. Los
el plural me da certeza. hombres, sean hebreos o protestantes, han necesitado de
A juzgar por los retratos lo creería capaz de cosas similares. imágenes para adorar a alguien. Cuando no saben el nom-
¿No han notado en todas las galerías del mundo lo que se bre y los rasgos de alguien que ha hecho cualquier cosa, así
denomina en los catálogos y en las fichas técnicas Retrato de se trate de una gran empresa, no logran colocarlo por encima
desconocido? Estos retratos son distintos a los que los críticos del pensamiento y dirigir la corriente de simpatía o de en-
pedantes sostienen que son de gente diferente, aún no iden- tusiasmo. Su inevitable pereza hace que el desconocido, ese
tificada, pero no escucho a los críticos y tengo plena fe en gran y milenario benefactor de la raza humana, sea olvidado
la multiplicidad de rostros de mi héroe. ¡Y así lo veo, como por todos.
el rostro bello y noble del desconocido! Frecuentemente ¡Con cuánto desprecio veo en nuestras plazas innumera-
es representado como un caballero pensativo; algunas ve- bles estatuas ecuestres o pedestres de tantos que han escrito,
ces es un joven pálido, visto de perfil, al fondo de una ventana; a lo más, una aburrida tragedia o han sabido lanzar algún
otras veces es un hombre sabio y maduro, que se entretiene sablazo afortunado! Los griegos tuvieron al menos la idea
con un guante o con un halcón. Pero siempre se percibe profunda de levantar un altar al dios desconocido. ¿Por qué
en su figura el señorío de ánimo y la natural reserva que ha los olvidadizos modernos no hacen un monumento al genio
impedido que su nombre sea divulgado por la obscena boca desconocido?•
de la Fama. (1907)
***
* El primero y el último ensayo están tomados de 24 cervelli, 6ª ed.,
Lo anterior se podría llamar una broma imitada de Swift o Florencia, Vallechi, 1924, libro hasta ahora inédito en español. El
de Carlyle, pero ha sido escrito para sugerir seriamente un segundo está tomado de Eresie letterarie (1905-1928), Florencia,
pensamiento serio. Los hombres, en general, son demasiado Vallecchi, (vol. xiii de las Obras), 1932.
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