Kairos No42
Kairos No42
2 Tesalonicenses 2:1-12*
Eugenio Green
Profesor de Nuevo Testamento
Wheaton College
The Thessalonian church had received a teaching that the day of the Lord
had arrived, or was about to do so. In 2 Thessalonians 2:1-12 the apostles
remind them that that day will be preceded by the great rebellion against God
and the revelation of the man of lawlessness. His parousia will be backed by
counterfeit miracles of Satan, and he will deceive those who are perishing
eternally because they have not received the truth of the gospel. In a judicial
action, God will send them confusion, so that they believe this lie. However,
the Lord Jesus, in his own parousia and epiphany, will destroy the lawless
one, and all those who did not believe in the gospel will be condemned. The
lawless one and his actions were preigured in the worship of the Roman em-
peror (“the mystery of lawlessness”) supported by a demonic prophetic force
*
Este artículo forma parte de las Conferencias Bíblicas del SETECA impar-
tidas por el Dr. Green del 8 al 11 de agosto de 2006.
10 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
INTRODUCCIÓN
2 Tesalonicenses 2:1
mismo en la primera persona singular en 2:5 y 3:17, pero el 90% de los verbos
en primera persona son plurales. Como en 1 Tesalonicenses, Silvano y Timoteo
tuvieron una participación real en la composición de la epístola. La autoría en
unión con otros era una práctica conocida durante esa época (véase, por ejemplo,
Cicerón, Epistulae ad Atticum 11.5.1). Pablo llama a Silvano y Timoteo “apósto-
les” también (1 Ts. 2:7)”. Cp. Eugenio Green, “La muerte y el poder del Imperio
–1 Tesalonicenses 4:13-18”, Kairós 40 (enero-junio 2007): 9, n.1.
3 Nueva Versión Internacional, 1999. Los textos bíblicos en español serán
(Madrid: Ediciones Cristiandad, 1973) 1:307-27; Emil Schürer, Historia del pue-
blo judío en tiempos de Jesús, ed. Geza Vermes, Fergus Miller y Matthew Black
(Madrid: Ediciones Cristiandad, 1985) 2:682-83; Otto R. Minera, “Día del Se-
ñor”, Diccionario ilustrado de la Biblia, ed. Wilton M. Nelson (Miami: Editorial
Caribe, 1974): 164; J. S. Wright, “Día de Jehová”, Nuevo diccionario bíblico, ed.
J. D. Douglas et al. (Buenos Aires: Ediciones Certeza, 1991): 357.
7 Adolf Deissman, Light from the Ancient East (Grand Rapids: Baker Book
House, 1978): 103-04; Ceslas Spicq, Theological Lexicon of the New Testament
(Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 1994) 2:63-64.
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2 Tesalonicenses 2:2
Early Christian Literature, ed. Frederick William Danker, 3a. ed. (Chicago y
Londres: University of Chicago Press, 2000): 337. Cp. el uso del verbo en Ro.
8:38; 1 Co. 3:22; Gá. 1:4; Heb. 9:9; Josefo, Antiquitates 12.175 (12.4.4).
12 Albrecht Oepke, “ev ni ,s t hmi ”, Theological Dictionary of the New Testa-
ment, ed. Gerhard Kittel y Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: William B.
Eerdmans Publishing Company, 1964) 2:544 (de aquí en adelante el título de este
diccionario será abreviado como TDNT); Friedrich Blass y Albert Debrunner,
A Greek Grammar of the New Testament and Other Early Christian Literature,
trad. y rev. Robert W. Funk (Chicago: University of Chicago Press, 1961) §323.3;
Ernst von Dobschütz, Die Thessalonicher-Briefe (Göttingen: Vandenhoeck &
Ruprecht, 1974): 267-68; F. F. Bruce, 1 & 2 Thessalonians (Waco, Texas: Word
Books, 1982): 165. Véase este uso del perfecto en Hch. 22:10; 2 Ti. 4:6; Jn.
17:22; Stg. 5:2-3. Stanley Porter, Verbal Aspect in the Greek of the New Testa-
ment with Reference to Tense and Mood (Nueva York: Peter Lang, 1989): 265-67,
explica el uso del perfecto en el griego de la época con referencia al presente y
futuro.
14 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
2 Tesalonicenses 2:3
A la luz del error que había entrado sobre el día del Señor, los
apóstoles exhortan a los hermanos: “No se dejen engañar de nin-
guna manera”, es decir, por ninguno de los medios mencionados
en el v. 2. Ciertos eventos van a preceder el día del Señor, y el
hecho de que no habían sucedido era evidencia de que no estaban
a la víspera de ese evento: “porque primero tiene que llegar la
rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el des-
tructor por naturaleza”.
La palabra traducida “rebelión contra Dios” (avpos t as i ,a ) de-
notaba rebelión contra la autoridad establecida, sea política (cp. 1
Esd. 2:21; Josefo, Vita 43 [10]) o religiosa, y especialmente con-
tra Dios (cp. Jos. 22:22; 2 Cr. 29:19; 33:19; 1 Mac. 2:15).13 En
el Nuevo Testamento el sustantivo (Hch. 21:21) y el verbo cor-
respondiente avf i ,s t amai (1 Ti. 4:1; Heb. 3:12) aparecen con este
segundo sentido, y aquí, como en 1 Timoteo 4:1, Pablo explica
que esta rebelión es una de las señales del último tiempo. Según la
teología judía de los últimos tiempos, antes del in vendría un pe-
ríodo de apostasía contra Dios (1 En. 93:9; 90:26; 4 Esd. 5:1-13;
2 Bar. 41:3; 42:4),14 una perspectiva que aparece en la enseñanza
de Jesús y Pablo (Mt. 24:11-13; 1 Ti. 4:1). Ante las persecucio-
nes que la iglesia primitiva sufría y las tentaciones que su vida
anterior les presentaba, varios se apartaban de la fe (cp. 1 Ts. 3:5,
las dos epístolas de Pedro y el libro de Hebreos), y su apostasía
llegó a ser un paradigma de los últimos tiempos. Los apóstoles
13 Heinrich Schlier, “avf i ,s t hmi , avpos t as i ,a , di cos t as i ,a ”, TDNT (1964)
1:512-14; Wolfgang Bauder, “Caída”, Diccionario teológico del Nuevo Testa-
mento, ed. Lothar Koenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard (Salamanca: Edi-
ciones Sígueme, 1980) 1:203-04. La NVI suple las palabras “contra Dios” para
aclarar el sentido.
14 Hermann L. Strack y Paul Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament
2 Tesalonicenses 2:4
Testament (Londres: Hodder & Stoughton, 1930): 652; Henry George Liddell y
Robert Scott, A Greek-English Lexicon (Oxford: Clarendon Press, 1968): 1858; y
véase Wilhelm Dittenberger, Sylloge inscriptionum graecarum, 3a. ed. (Leipzig,
Alemania: Hirsel, 1915-1924): 747.20, 21, 25, 33, 35, 66.
18 Véanse Epicteto 4.1.5; Dio Crisóstomes, Or. 13.11; 77/78.34; Josefo, An-
Puede ser que los apóstoles querían decir que el hombre malvado
mismo se sentaría en el templo, o que colocaría su imagen ahí
para que todos lo adoraran (sobre esta práctica, cp. Sab. 14:17-
21). El punto es que establecerá su propio culto y esperará que
otros le atribuyan honores divinos.21 El profeta Ezequiel pronun-
ció un oráculo contra uno que se había exaltado de esta manera:
“Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en
el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú
hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de
Dios...morirás... Tú, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu
matador” (Ez. 28:2, 8, 9 VRV 1960). La misma suerte espera al
hombre de maldad a las manos del Señor Jesús (cp. v. 8).
La identiicación del “templo de Dios” donde el hombre de
maldad se sentará ha sido tema de no poca discusión. La inter-
pretación más común es que se trata del templo en Jerusalén.
Antíoco Epífanes había profanado este templo (169 a.C.), even-
to que Daniel describía como la “abominación desoladora” (Dn.
9:27; 11:31; 12:11; cp. 1 Mac. 1:54) y que, según la enseñanza
de Jesús, preiguraba la profanación del templo antes de su veni-
da (Mt. 24:15; Mr. 13:14). Antíoco se proclamaba un ser divino,
tanto que un tetradracma con su imagen llevaba la inscripción:
“Del rey Antíoco, dios manifestado y victorioso”. Este podía ser
un tipo del malvado que había de venir. Sin embargo, no se esta-
bleció en el templo como una deidad, sino que lo profanó al iden-
tiicar al Dios de Israel con Dionisio y sacriicar cerdos sobre el
altar. Luego, durante la ocupación romana, el emperador Calígula
(Gayo) intentó introducir su imagen en el templo de Jerusalén en
el año 40 d.C. (Josefo, Antiquitates 18.261-309 [18.8.2-18.8.9];
Filón, De legatione ad Gaium 203-346). Pretendía convertir el
templo de Jerusalén en un santuario para su propio culto y que
llevara el nombre de Gayo, “el nuevo Zeús manifestado” (Di o,j
evpi f anou/j neou/; cp. 2 Ts. 2:8). Afortunadamente no logró colocar
su imagen ahí antes de su asesinato en 41 d.C., pero el intento
21 Sobre la introducción de nuevos cultos, véase Bruce W. Winter, “On In-
Cult in the Latin West (Leyden, Holanda: E. J. Brill, 1987); Dominique Cuss,
Imperial Cult and Honorary Terms in the New Testament (Friburgo, Suiza: The
University Press, 1974).
25 Edson, Inscriptiones thessalonicae: nn. 31, 133, 32, 132.
El Imperio y la parusía –2 Tesalonicenses 2:1-12 19
2 Tesalonicenses 2:5
2 Tesalonicenses 2:6
riormente.
22 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Hermann Hanse, “kat e,c w”, TDNT 2:829; véase también G. H. R. Horsley, ed.,
New Documents Illustrating Early Christianity (Grand Rapids: William B. Eerd-
mans Publishing Company, 1978) 3:27-28; Jenofonte, Symposium 1.10; Filón,
Quis rerum divinarum heres 69; idem, De somniis 1.254. La objeción de Er-
nest Best, Commentary on the First and Second Epistles to the Thessalonians
(Harper’s New Testament Commentaries; Nueva York: Harper & Row, 1972):
299, y Charles A. Wanamaker, The Epistles to the Thessalonians (New Inter-
national Greek Testament Commentary; Grand Rapids: Williams B. Eerdmans
Publishing Company, 1990): 252, de que el verbo no se entiende así en la voz
activa no toma en cuenta la cita de H. J. M. Milne, Catalogue of the Literary Pa-
pyri in the British Museum (Londres, 1927): 52.12, “el dios que te agarra” (citado
como PLit.Lond. en Liddell y Scott, A Greek-English Lexicon: 926), y Justino, 2
Apologia 6.6.
35 Ei vj t o,más el ininitivo.
El Imperio y la parusía –2 Tesalonicenses 2:1-12 23
2 Tesalonicenses 2:7
Los autores ahora explican36 cómo opera este poder que “aga-
rra”: “Es cierto que el misterio de la maldad ya está ejerciendo su
poder”. El verbo evner gei /t ai “está ejerciendo su poder” es el mis-
mo que se encuentra en 1 Tesalonicenses 2:13 e implica algún tipo
de actividad sobrenatural, sea divino (Mt. 14:2; Mr. 6:14; 1 Co.
12:6, 11; Gá. 2:8; 3:5; Ef. 1:11, 20; 3:20; Fil. 2:13; Col. 1:29) o,
como aquí, maligno (Ef. 2:2; cp. 2 Ts. 2:9). A veces en la literatura
judía las misteriosas maquinaciones de Satanás o de una persona
se describen con lenguaje similar al v. 7a (p. ej., 1QM 14.9: “En
todos los misterios de su enemistad, él [Belial] no nos ha separado
de su pacto”; Josefo, Bellum judaicum 1.470: “de modo que la
vida de Antipáter se podía describir correctamente como un mis-
terio de iniquidad [kaki ,a j mus t h,r i on]”).
Sin embargo, el término “misterio” comúnmente se usaba de
los ritos secretos y sagrados de varias religiones de la época,37 y es
probable que Pablo y sus compañeros hagan referencia a un culto
de este tipo. Eran bastante populares y atraían a muchos devotos,
quienes pasaban por ritos de iniciación que les ofrecían la prome-
sa de salvación, especialmente del poder del destino.38 Formaban
parte del ambiente religioso de Tesalónica, como se evidencia en
las varias inscripciones que hacen referencia a los misterios de
Osiris, Isis, Dionisio y otros.39 Durante esa época había misterios
109; Marvin W. Meyer, ed., The Ancient Mysteries: A Sourcebook (Nueva York:
HarperCollins Publishers, 1987).
39 Cp. Edson, Inscriptiones thessalonicae: nn. 107, 259, 260, y también 254.
ge,nht ai en vez de interpretar la oración como elíptica y suplir un verbo del con-
texto. Para una discusión de las posibilidades gramaticales, véase Wanamaker,
The Epistles to the Thessalonians: 255-56.
El Imperio y la parusía –2 Tesalonicenses 2:1-12 25
2 Tesalonicenses 2:8
Ts. 2:19; 3:13; 4:15; 5:23; 2 Ts. 2:1). Aquí la “venida” (par ous i ,a )
de Jesús se describe como una “epifanía” (evpi f a,nei a , cp. 1 Ti.
6:14; 2 Ti. 1:10; 4:1, 8; Tit. 2:13). En el mundo antiguo, la epifanía
de un dios era una manifestación visible del mismo, sea por medio
de una aparición o por alguna demostración de su poder, y esta
manifestación podía asociarse con su par ous i ,a , como aquí.47 Aun
se podía hablar de la epifanía del emperador como un elemento
del culto imperial.48 La epifanía de una deidad se asociaba fre-
cuentemente con su intervención poderosa para salvar o socorrer
a una comunidad o a un individuo y era un factor importante en
la acreditación del dios y el establecimiento de su culto.49 La epi-
fanía del Señor Jesús será tan poderosa que destruirá al malvado
y su poder (v. 8) y establecerá el culto de los cristianos aligidos
como el único y superior. Este culto deshonrado recibirá glorioso
honor (cp. 1:9-10).
2 Tesalonicenses 2:9
ry: 250; Spicq, Theological Lexicon 2:67; Horsley, New Documents 4:74-76, 80-
81; Deissman, Light: 370-73. Según una inscripción de Epidauro, “Asclepio ma-
nifestaba su venida”. Véanse Dionisio Halicarnaso 2.68; Dio Crisostomo 32.41;
2 Mac. 2:21; 3:24; 5:4; 12:22; 14:15; 15:27.
48 Una moneda de Actium acuñada para Hadriano conmemora la “epifanía
dedicado a Artemisa dice: “A causa de las epifanías visibles que ella efectuó, por
todo lado lugares santo y santuarios se han establecido y templos se le han funda-
do, y altares se le han dedicado”.
50 Para una explicación más completa de qué se entendía por par ous i ,a , véa-
2 Tesalonicenses 2:10
para los cristianos 26-27; Hipólito, La refutación de todas las herejías 4.28-41;
Stephen J. Scherrer, “Signs and Wonders in the Imperial Cult: A New Look at a
Roman Religious Institution in the Light of Rev 13:13-15”, Journal of Biblical
Literature 103 (1984): 599-610.
28 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
2 Tesalonicenses 2:11-12
recepción del evangelio (cp. 1 Ts. 1:6 y 2:13; Hch. 8:14; 11:1; 17:11; Lc. 8:13).
54 George Milligan, St. Paul’s Epistles to the Thessalonians (Londres: The
CONCLUSIÓN
Institutions play a key role in service to society, but they can lose sight of
their original purpose and come to have as their main goal their own great-
ness. The church can fall into this kind of institutionalism, giving priority to
its success as an institution above service to people. A postmodern reaction
to this tendency has been the emergent church, with its openness to pluralism
of opinions and diversity of structures. The answer to institutionalism in the
church is not to eliminate every vestige of human organization, but rather to
orient all its efforts toward the purpose for which it exists: to form people
who will glorify God.
Key words: church, institution, institutionalism, emergent, service
INTRODUCCIÓN
*
Este artículo forma parte de las Conferencias Teológicas del SETECA im-
partidas por el Lic. Perdomo del 21 al 26 de mayo de 2007 sobre el tema “Rasgos
eclesiológicos bíblicos para un mundo posmoderno”.
32 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
LA INSTITUCIÓN IGLESIA
COMO META MINISTERIAL
Los teólogos del evangelio consumista explican que Dios quiere que
todos gocemos de la salud y del éxito material. ¿Qué de los pobres y
los enfermos? ¡Es que les falta fe! ¡Es que están viviendo en el pecado!
Pero su evangelio les otorga a los ieles el derecho de agarrar a Dios por
el cuello y EXIGIRLE una bendición material. ¿Su Dios no es capaz de
darle un carro nuevo? ¡Pruebe el mío! Así que los excluidos están exclui-
dos por haber cometido el más grave de todos los pecados: el haberse
quedado entre los marginados.
REACCIÓN POSMODERNA:
LAS IGLESIAS EMERGENTES
<http://www.noticiasdot.com/publicaciones/2004/0304/003/noticias00304/
noticias00304-.htm>, consultado el 20 de febrero de 2008.
Hacia una iglesia como institución sierva de los seres humanos 43
com/200//22/la-iglesia-emergente-y-america-latina>, consultado el 22 de
mayo de 2007. Este sitio presenta una entrevista con René Padilla, en la cual
airma que Brian McClaren ha leído sobre el evangelio contextual en los libros de
la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
27 Kimball, The Emerging Church: 4.
44 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Un medio de bendición
invitó a buscar ayuda en una iglesia. Philip Yancey, Gracia divina versus condena
humana, trad. Andrés Carrodeguas (Miami: Editorial Vida, 998): 9.
Hacia una iglesia como institución sierva de los seres humanos
CONCLUSIÓN
Carlos Calderón
Pastor de la Iglesia Cristiana Comunidad de Adoración
San Salvador, El Salvador
There have been six main proposals concerning the nature of tongues in
Paul’s thinking: 1) they were angelic or heavenly languages, 2) they were
peculiar liturgical phrases, 3) they were ecstatic speech, 4) they were the lan-
guage of the unconscious released in groanings, 5) they were a phenomenon
of multiform manifestations, or 6) they were unlearned human languages.
A consideration of the arguments presented for and against each proposal
leads to the conclusion that the one best supported by the evidence is the
sixth one.
Key words: tongues, glossolalia, 1 Corinthians
54 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
(1) El asunto esencial de lo que Pablo dice sobre el orar del Espíritu a tra-
vés de nosotros en Ro. 8:26-27 corresponde precisamente a su descrip-
ción de orar en lenguas en 1 Co. 14:14-19, a saber: (a) que se entiende
que el Espíritu ora en/a través del creyente (cp. conclusiones 1, 4 y 5 arri-
ba); y (b) que el que así ora no entiende con su mente lo que el Espíritu
está diciendo (cp. puntos 2, 3 y 7). (2) La experiencia que Pablo describe
en Ro. 8:26-27 como “la intercesión del Espíritu con gemidos alalētos”
se menciona en tal manera que él obviamente está apelando a algo que
es común entre los primeros creyentes… La glosolalia, por el otro lado,
tiene todas las marcas de ser algo común. (3) En ese caso, Pablo usa la
frase stenagmos alalētos (probablemente = “gemidos inarticulados”) en
lugar de “glosolalia” (si ese es el fenómeno descrito de esta manera) por
razones puramente contextuales, por lo que él ha dicho previamente en
los vv. 22-23… En todo caso, lo que Pablo describe en Ro. 8:26-27 es
4 Gordon D. Fee, Listening to the Spirit in the Text (Grand Rapids: William
B. Eerdmans Publishing Company, 2000): 0-.
5 Ibid., .
6 Vale notar que en un artículo anterior Fee todavía no se muestra muy per-
suadido de esta idea; Gordon Fee, “Pauline Literature”, Dictionary of Pentecostal
and Charismatic Movements, ed. Stanley M. Burgess y Gary B. McGee (Grand
Rapids: Zondervan Publishing House, 988): 680.
56 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
si Pablo hubiera querido identificar los gemidos como los del creyente,
tendríamos quizá que haber esperado un hm̀w/n (hēmōn, “nuestros”) des-
pués de la frase [“con gemidos indecibles”] para hacer esto claro; sin esto
somos llevados a esperar que los gemidos serán atribuidos al que está
intercediendo, el Espíritu.12
manos, trad. Norberto Wolf (Grand Rapids: Libros Desafío, 990): 308-09. Ante
la apelación que se hace a Gálatas 4:6, donde el “¡Abba! ¡Padre!” se atribuye al
Espíritu pero muy plausiblemente puede ser referido a los creyentes hablando
por medio de aquel (puesto que el Espíritu no podría llamar Padre a Dios), como
una situación equivalente a la de Romanos 8:26, Hendriksen airma lo siguiente.
() La situación es diferente, porque “en Ro. 8:26b Pablo no dice ‘el Espíritu in-
tercede por nosotros’. Él dice: ‘El Espíritu mismo...’”. (2) “En el v. 27 el apóstol
continúa diciendo ‘Y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es la intención
del Espíritu”, no la intención de los creyentes. (3) “Puesto que en el v. 23 Pablo
ya ha tratado los gemidos de los santos, es difícil que él retomase este tema en
el v. 26. Además, las palabras que inician el v. 26, a saber, ‘Y de igual manera’,
sugieren una comparación, probablemente entre los gemidos de la creación y los
de los creyentes por una parte…y los gemidos del Espíritu…por la otra”. (4) “En
¿Qué eran las lenguas en el pensamiento del apóstol Pablo? 59
thians 12–14 (Grand Rapids: Baker Book House, 987): 84-85. Aquí Carson está
siguiendo la clasiicación sugerida en Poythress, “The Nature of Corinthian Glos-
solalia: Possible Options”, The Westminster Theological Journal 40/ (977):
32. Aquí nos parece que la base para el próximo paso de su análisis no es sólida,
pues viene de su observación de la experiencia actual comparada con lo que a
él mismo le parece ser lo más probable en la Biblia. Es decir, está interpretando
hacia atrás.
20 Poythress, “Linguistic and Sociological Analyses”: 369.
2 Carson, Showing the Spirit: 85. En el artículo citado en la nota anterior
¿Qué eran las lenguas en el pensamiento del apóstol Pablo? 6
(a) una pieza conectada de un idioma humano conocido; (b) una pieza
no identificable como un idioma humano conocido, pero que tiene una
estructura similar a la de un idioma de acuerdo al criterio de la lingüística
moderna; (c) una pieza con fragmentos de idiomas humanos conocidos,
pero con otras partes desconocidas; (d) una pieza con fragmentos de
idiomas humanos conocidos que llevan desviaciones lingüísticas de los
modelos comunes a los idiomas humanos, las cuales son indistinguibles
por un oyente ingenuo de un idioma extranjero; (e) piezas desconectadas,
murmullos, gemidos y otros materiales misceláneos fácilmente distin-
guibles de una pronunciación verbal humana normal.27
Por otra parte, ni Pablo ni los cristianos del primer siglo estarían
interesados en establecer el status lingüístico exacto de las len-
guas.32
Todo lo anterior lleva a Poythress a las siguientes conclusio-
nes:
David Noel Freedman et al. (Nueva York: Doubleday, 992) 6:597. Valga la acla-
ración de que Johnson no asume personalmente este punto de vista.
39 Robert H. Gundry, A Survey of the New Testament (Grand Rapids: Zon-
on First Corinthians (Grand Rapids: Kregel Publications, 977): 628-29. Cp. es-
pecialmente a Harold Hunter, “Tongues-Speech: A Patristic Analysis”, Journal of
the Evangelical Theological Society 23/2 (junio 980): 25-27.
43 Johannes Behm, “gl w/s s a , et̀ er ogl w,s s oj ”, Theological Dictionary of the
New Testament, ed. Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich (Grand Rapids: William
B. Eerdmans Publishing House, 1964) 1:725. Las diicultades que Behm observa
para una multiplicidad de idiomas aquí incluyen: ) el término VIoudai ,a n “Judea”
(v. 9), que haría “bastante imposible la idea de idiomas extranjeros”; 2) “no habría
ninguna razón para el menosprecio, si idiomas desconocidos hubieran sido habla-
dos de manera inteligible” (vv. , 3); 3) “en 0:44-48 comparado con :5,
7 hay un énfasis particular sobre la similitud entre la glosolalia de Cesarea y el
evento de Pentecostés en Jerusalén”. Behm asume que, por no mencionarse ex-
plícitamente idiomas reales en Cesarea, debe entenderse que lo ocurrido en este
caso y, por consiguiente, en el capítulo 2 fue glosolalia y no xenolalia. Sin em-
bargo, es más legítimo pensar que en Cesarea hubo xenolalia como en Jerusalén
y no viceversa. Johnson, “Tongues”: 597, agrega con respecto a la manifestación
de lenguas en Hechos 2 que: ) más parece un milagro de oír y no del modo de
hablar (v. 8); 2) no todos recibieron esa percepción de oír su idioma materno,
pues algunos concluyeron que fue un delirio de borrachos (v. 3); 3) de acuerdo
al modelo de “lenguas, luego interpretación”, Pedro debía haber “traducido” (si
fueran idiomas) las “grandezas de Dios” expresadas por las lenguas, pero lo que
él interpreta es el estado extático de los que hablan, no su discurso (vv. 4-6); y
4) “otros relatos de lenguas en Hechos no mencionan su inteligibilidad. El aisla-
miento del evento de Pentecostés sugiere que el elemento de comunicación fue
enfatizado por Lucas como adaptación a sus propósitos narrativos”.
¿Qué eran las lenguas en el pensamiento del apóstol Pablo? 67
7.
48 Carson, Showing the Spirit, 38; cp. Turner, “Spiritual Gifts”: 7.
49 Turner, “Spiritual Gifts”: 7.
50 Carson, Showing the Spirit, 39. Cp. I. Howard Marshall, Acts (Leicester:
(1) que 14:2 sería falso; (2) que no podemos explicar por qué ge,nh f wnw/
n (14:10, 11) se distingue de ge,nh gl ws s w/n (12:10); (3) el contraste se
mueve entre un idioma y otro en lugar de entre un idioma y alguna otra
forma de expresión que no es inteligible o articulada (cp. 14:15); (4)
14:28 se vuelve inexplicable, ya que toda persona con sentido común
reconoce el fenómeno normal de los problemas de traducción si esto es
realmente lo que está en cuestión; (5) en 14:18 Pablo afirma que él mis-
mo tiene el don de lenguas pero opta por no usarlo públicamente en la
iglesia. Si Gundry tiene razón al afirmar que podrían estar presentes per-
sonas que no hablaban griego, ¿cómo o por qué Pablo no quería usar su
don? (6) Pablo habría discurrido sobre el uso de este don en una manera
bastante diferente si servía como Gundry, Turner y Forbes afirman.58
Evidencias principales
6 Ibid.
62 Daniel B. Wallace, Greek Grammar beyond the Basics (Grand Rapids:
Zondervan Publishing House, 996): 698.
63 Turner, “Spiritual Gifts”: 2.
¿Qué eran las lenguas en el pensamiento del apóstol Pablo? 73
CONCLUSIÓN
Robert C. Roberts
Profesor de Ética
Baylor University
*
Este artículo es una traducción y adaptación, por el autor mismo, del
Capítulo 2 de Robert C. Roberts, Spiritual Emotions: A Psychology of Christian
Virtues (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2007). Se
publica aquí con permiso de la casa editorial.
76 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Justiicados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido
acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos irmes, y nos gloriamos
Por ejemplo, uno puede juzgar que una manzana es roja mien-
tras la mira. En este caso, asiente a una percepción, una impre-
sión de la manzana como roja. Pero podría también juzgar que
la manzana en una bolsa, una manzana que no está viendo, es
roja. De manera que, uno puede juzgar con respecto a algo que
no se le presenta en ese momento. En contraste, no puede percibir
algo que no se le presenta. Esto, entonces, es la primera diferencia
entre las percepciones y los juicios: aquellas, a diferencia de los
juicios, necesariamente involucran una presentación de algo que
impresiona al sujeto de ser de cierta manera. Y estoy aduciendo
que las emociones son percepciones.
Otra diferencia es que las percepciones no necesariamente
entrañan asentimiento. Consideremos un caso clásico en que se
siente una emoción sin asentir a lo que la emoción supuestamen-
te implica. Supongamos que cierta persona tiene una fobia a las
culebras, y sabe que la tiene. Sabe también de antemano que la
culebra que le va a ser presentada es completamente inofensiva.
Se convence de esto informándose sobre la especie de culebra
involucrada e investigando detenidamente para asegurarse que la
culebra que se le va a presentar en efecto pertenece a esa espe-
cie inofensiva. Se prepara con el pleno convencimiento de que
la culebra que está por ver no le representa ninguna amenaza.
Entonces, le traen la culebra. El sujeto siente terror, le salen gotas
de sudor frío, se pone tieso y no quiere nada más que salir del
cuarto. En todo este tiempo, si alguien le pregunta si piensa que la
culebra le podría hacer daño, declara con plena convicción que es
completamente inofensiva.
Este caso es análogo a los casos de ilusiones de percepción en
los cuales uno sabe que su percepción no concuerda con la reali-
dad. La carretera sigue pareciendo mojada ante mis ojos, a pesar
de que juzgo (creo) que la apariencia es un espejismo. El palo en
el cubo de agua se mira torcido, a pesar de que acabo de inspec-
cionarlo y sé que es perfectamente recto. Según la concepción
de las emociones que estoy proponiendo, cuando tengo miedo de
la culebra sabiendo perfectamente que es inofensiva, estoy per-
cibiendo la culebra, sobre la base de mi interés en mi seguridad,
90 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Todos saben cómo huir aumenta el pánico, y cómo ceder a los síntomas
de tristeza o enojo aumenta esas pasiones mismas. ...En la rabia, es no-
Las emociones y el carácter cristiano 9
Brain (Nueva York: Avon Books, 994); Jesse Prinz, Gut Reactions: A Percep-
tual Theory of Emotion (Oxford: Oxford University Press, 2004).
Educación bancaria vs. formación integral
Roberto Kasper
Profesor de Educación y Liderazgo
Seminario Teológico Centroamericano
INTRODUCCIÓN
Fue Freire quien nos hizo relexionar sobre este estilo de edu-
cación, que él caracterizó de una manera sencilla como el maestro
haciendo depósitos de información en las mentes de los alum-
nos para luego pedirles que se la devuelvan en el examen y así
comprueben que la han aprendido. Es un acercamiento altamente
memorístico; solamente se tiene que recordar la información y
repetirla. A veces ni siquiera se examina si el estudiante la entien-
de o si puede aplicarla en la vida. Freire señaló que hacer esto es
tratar al alumno como un objeto o recipiente para la información
–el banco en que se hacen depósitos para luego retirarlos.7
Núñez resume el pensamiento de Freire sobre este asunto en
una forma concisa:
1996): 26-0, dice que llegamos a conocer algo nuevo o aprendemos en seis
maneras diferentes: por medio del sentido común, por medio de una autoridad,
por intuición o revelación, por la experiencia, por medio del uso del razonamiento
inductivo y por uso del razonamiento deductivo.
Educación bancaria vs. formación integral 10
En la transmisión de la doctrina
visada (1960).
14 Para más información sobre la metafísica y la epistemología y su relación
RESPUESTAS AL PROBLEMA
Fifty Major Thinkers on Education: From Confucius to Dewey, ed. Joy A. Palmer
(Nueva York: Routledge, 2001): 177. Según Lorenzo Luzuriaga, Antología peda-
gógica, a. ed. (Buenos Aires: Editorial Losada, 1992): 17-76, hasta se le podría
“considerar como el pedagoga más inluyente de la educación contemporánea”.
24 Michael J. Anthony y Warren S. Benson, Exploring the History & Phi-
losophy of Christian Education: Principles for the 21st Century (Grand Rapids:
Kregel Publications, 200): 28.
2 Knight, Philosophy and Education: 64.
Educación bancaria vs. formación integral 11
26 Ibid., 62-6.
27 Anthony y Benson, Exploring: 29-0.
28 Knight, Philosophy & Education: 100-102.
29 Para una de las más extensas evaluaciones del pensamiento de Dewey
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presen-
téis vuestros cuerpos en sacriicio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que compro-
béis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Guatemala.
2 Wilhoit, Christian Education: 127.
Educación bancaria vs. formación integral 117
mente que aunque pueda haber similitudes entre el ministerio cristiano y una
profesión, el ministerio tiene en su raíz el aspecto de servicio, a Dios y a la huma-
nidad, y hacer del ministerio una profesión es quitarle lo básico.
6 Marcos 9:0-4; Lucas 22:14-21; Marcos 10:2-4.
7 Marcos 14:27-1.
8 Cp. Marcos :1- con 6:4-2.
Educación bancaria vs. formación integral 119
CONCLUSIÓN
Reseñas
Biblia
Gerardo A. Alfaro
Reseñas 123
Esta obra es una joya. Los comentarios de una extensión similar sobre
el libro de Salmos tienden a adolecer de una de dos deiciencias. Algunos
hallan en el Salterio ejemplos y enseñanzas ediicantes desde una perspectiva
cristiana pero no se fundamentan en un serio estudio exegético. Otros, bien
técnicos, dedican tanto espacio a propuestas críticas que no ofrecen nada útil
para la vida del pueblo de Dios. El primer tipo de comentario proporciona
una abundancia de material para la construcción de sermones y enseñanzas
para la iglesia, pero en buena parte ese material carece de base en el texto
hebreo y el sentido original del salmo. El otro tipo da alguna interpretación
del texto hebreo, pero iltrada por teorías críticas muy especulativas y que
frecuentemente reparten el texto del salmo entre fragmentos de fuentes y fe-
chas diferentes, sin coherencia entre sí. De estos comentarios se puede sacar
muy poco de valor para el ministerio.
Estas deiciencias no se hallan en el comentario de Davidson, ex profesor
de Antiguo Testamento en la University of Glasgow. Él analiza los salmos
como unidades literarias que tenían sentido para el pueblo antiguotestamen-
tario que los preservó, no como una combinación incoherente de fragmentos
textuales. No ignora las hipótesis críticas, pero la mayor parte del comentario
de cada salmo se dedica a una exposición de su sentido original.
Como consecuencia, la explicación de los salmos tiene sentido y relevan-
cia para los lectores de hoy y es provechosa para que el texto sagrado tenga
inluencia positiva en nuestra vida. Davidson ayuda en este sentido no solo
por su exposición de lo que el texto signiicaba originalmente, sino también
por la información que aporta sobre las interpretaciones y los usos de los
salmos a través de los siglos. Además, él sugiere principios que se pueden
extraer de los salmos para el bien de la comunidad de fe y de los individuos
que la componen.
El tomo comienza con una breve introducción (de solo siete páginas) so-
bre la inluencia del libro de Salmos, la historia de su interpretación, la poesía
litúrgica de Israel y la historia de la composición del libro. De estas seccio-
nes, la más valiosa es la segunda, que en forma panorámica divide la historia
de la interpretación de los salmos en la interpretación que busca el contexto
histórico original del salmo, la interpretación mesiánica y el acercamiento de
la crítica de las formas, incluyendo su uso de paralelos del antiguo Oriente.
Todo el resto del libro, salvo las últimas cuatro páginas, se dedica a co-
mentar los 150 salmos uno por uno. Generalmente, este comentario se inicia
con una introducción que señala cuestiones clave para la comprensión del
salmo. Luego expone la estructura del salmo y el sentido original de casi
124 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Gary Williams
Reseñas 125
Stanley E. Porter, ed., Hearing the Old Testament in the New Testament
(Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 2006), xiii +
316 págs.
Stanley Porter continúa abriendo brecha en uno de los temas tan crucia-
les del estudio y la exégesis del Nuevo Testamento, como lo es su relación
con el mensaje del Antiguo Testamento. El libro es una colección de po-
nencias presentadas en 2003 en una reunión en la McMaster University en
Ontario, Canadá.
En la presentación del libro, el editor da a conocer una serie de pregun-
tas clave sobre la relación entre los Testamentos, a partir de las cuales se
fueron desarrollando las ponencias. También hay un esfuerzo por establecer
un mismo campo semántico sobre el cual se va a trabajar. En este sentido,
el editor busca aclarar confusiones entre términos como “cita”, “alusión”,
“eco” e “intertextualidad”.
El valor último del estudio, como Porter se encarga de recalcar, es el
efecto que las conclusiones arrojan para la cristología. En este sentido, el
libro también puede verse como un aporte a la cristología desde el Antiguo
Testamento.
El texto abarca dos tipos de acercamientos al tema: los que enfocan la
metodología, y los que analizan la cuestión en algún escritor bíblico en parti-
cular. En este sentido, el libro se divide en dos partes: la primera con ponen-
cias que desarrollan el tema metodológico, y la segunda con estudios sobre
algún libro o grupo de libros en particular (el uso del Antiguo Testamento en
Mateo, Marcos, Lucas-Hechos y la literatura paulina, y el abordamiento de
temas relevantes del Antiguo Testamento por algún escritor novotestamen-
tario).
Entre las contribuciones del libro cabe destacar el espacio dedicado a los
temas del método y la tipología, con un caso de estudio en Santiago.
En cuanto a las ponencias en sí, en la primera, de Stamps, el principal
valor radica en ver el uso que el Nuevo Testamento hace del Antiguo como
recurso retórico. Al exponer esto, Stamps relaciona la tradición judía con la
retórica grecorromana, algo muy pocas veces notado y comentado.
Michael P. Knowles, en su ponencia, concluye que el Evangelio de Mateo
no prioriza ninguna forma de cita del Antiguo Testamento, sino más bien
yuxtapone las citas, lo cual lleva a deducir que lo que Mateo desea enfatizar
es el aspecto de la tradición profética que apunta a validar los principales
rasgos de la vida de Jesús.
Porter mismo escribe sobre el uso de la Escritura en Lucas-Hechos. Antes
de aproximarse al estudio desde un número de ángulos que han sido usados
previamente, su ponencia se enfoca en dos ejemplos del uso del Antiguo
Testamento que aparecen el uno al inicio del Evangelio y el otro al principio
de Hechos y que, en opinión de Porter, son fundamentales para el estableci-
126 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Gabriel López
Peter H. Davids, The Letters of 2 Peter and Jude (Pillar New Testament
Commentary; Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company /
Apollos, 2006), xxxii + 348 págs.
Escrituras tal como lo tenemos. Los eruditos que escriben estos tomos inte-
ractúan con el debate contemporáneo más importante e informado sin me-
terse en innecesarios detalles técnicos. Su ideal es una mezcla de exégesis
rigurosa y exposición, con un ojo alerta a la teología bíblica y la relevancia
contemporánea de la Biblia, sin confundir el comentario con el sermón”.
Estas metas se han logrado bien en este comentario sobre 2 Pedro y Judas.
La introducción a cada epístola es excelente. Davids ha proveído un buen
panorama de las cuestiones introductorias como el autor, lugar y fecha de la
composición y los destinatarios. Además de esta información básica que uno
espera en la introducción, ha presentado una breve exposición de la estructu-
ra de cada carta, así proporcionando un análisis retórico que orienta al lector
a algunas claves para comprender mejor el escrito. Las secciones introduc-
torias también incluyen una introducción excelente a la teología de los dos
libros y su forma literaria, la cual releja una interacción contextual con la
cultura del primer siglo. Además, la introducción a 2 Pedro desarrolla una
comparación de las dos cartas y una discusión de los paralelos entre ellas.
El comentario es esmerado y completo, y al mismo tiempo conciso y
dirigido al blanco. Davids no ha esquivado las preguntas hermenéuticas difí-
ciles que se levantan en estas epístolas, sino que las ha enfrentado seriamente
con el debido respecto al contexto y la idea principal del texto. A través de la
discusión de los textos él demuestra sensibilidad al uso de elementos retóri-
cos, lo cual nos ayuda a entender el propósito de cada sección bajo discusión.
Y al inal, es realista en su evaluación de la evidencia en cuanto a pasajes y
preguntas para los cuales no podemos dar una respuesta deinitiva. Despliega
las mejores opciones con evaluación y una indicación de su preferencia, pero
no es dogmático.
Sobre todo, este comentario es práctico y a la vez profundo, con valio-
sas notas bibliográicas para los que quieran ahondar más. Provee un buen
vistazo a la cultura para entender los libros y una orientación valiosa a la
aplicación del mensaje para la cultura actual. Este comentario sobre 2 Pedro
y Judas es de gran calidad, altamente recomendable no solo para pastores y
maestros sino para todo estudiante que quiere conocer y comprender estos
escritos pequeños pero importantes.
Alvin L. Thompson
Fabián Cabezas
132 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
Teología
John Stott, Sobre la Roca: Cómo crecer en la vida cristiana, trad. David
Powell (Buenos Aires: Ediciones Certeza Unida; Costa Rica: IINDEF y
Visión Mundial, 2000), 195 págs.
Hay ciertos libros que nos recuerdan las bases más elementales de la fe
cristiana y que todo creyente debiera leer cada cierto tiempo. Uno de ellos es
Sobre la Roca, del connotado pastor y líder evangélico de la Iglesia Anglicana
John Stott. En él nos ofrece una síntesis diáfana, sencilla y profunda de lo
que signiica ser parte de la familia cristiana, estructurada en tres grandes
secciones que cubren los comienzos, las creencias y la vida del cristiano.
La sección central del opúsculo, “Las creencias del cristiano”, se articula
siguiendo el bosquejo del Credo de los Apóstoles. Es una exposición del
dogma trinitario como fundamento esencial de la doctrina de la Iglesia. El
lector atento puede constatar que esta parte del libro se parece en estructura
a la Ejercitación del cristianismo de Kierkegaard, el Esbozo de dogmática de
Karl Barth, el Mero cristianismo de C. S. Lewis o La esencia del cristianis-
mo de Adolf von Harnack, Karl Adam o Romano Guardini. De todos modos,
utilizar el Credo Apostólico como base de una exposición doctrinal siempre
lleva el riesgo de dejar de lado aspectos importantes del ministerio terrenal
de Cristo que son ampliamente destacados en los cuatro Evangelios pero que
no se mencionan en el Credo.
Esta sección central teológica está precedida por una inicial soteriológi-
ca y otra inal eclesiológica. En la primera parte del libro se describe cómo
llegar a ser cristiano, cómo estar seguro de ser cristiano y cómo crecer en la
vida cristiana, argumentando que el cristianismo no es un sistema intelectual,
ni uno ceremonial, ni siquiera un código de conducta, sino una relación per-
sonal con Cristo mismo. Para sustentar su tesis, el autor relata la experiencia
de conversión del célebre Juan Wesley. Aunque esto es útil, hemos de recor-
dar que tomar la experiencia individual de cualquier cristiano, aunque sea
alguien tan destacado como Wesley, y proponerlo como paradigma de lo que
debe ser la conversión a Cristo conlleva el riesgo de producir incertidumbre
en aquellos creyentes cuya experiencia con Jesucristo es distinta pero igual-
mente válida.
La sección eclesiológica trata sobre la vida del cristiano en su relación
con la comunidad de fe y el mundo. Es el capítulo que más agradezco al
autor, porque por lo menos aquí en Guatemala, desde donde escribo estas
líneas, es muy común encontrar personas que dicen ser cristianas pero no
se congregan en ninguna iglesia local; es decir, viven el cristianismo en so-
ledad y a su manera, o simplemente son “gitanos eclesiásticos” que van de
iglesia en iglesia sin comprometerse con ninguna en particular. Me parece
que esta forma de actuar no es correcta, porque a la luz de la Biblia aquella
persona que no se congrega posee una soteriología y eclesiología deicientes.
El cristiano necesita la comunidad local de fe, tanto para crecer a la par de
Reseñas 135
otros hermanos y hermanas, como para poner al servicio sus dones y talentos
en beneicio de la extensión del reino de Dios. En esta sección eclesiológi-
ca también se destacan las breves discusiones en cuanto a dilemas éticos
contemporáneos. El lector encontrará aquí una sucinta introducción a temas
debatidos como la guerra y el aborto.
Después de la exposición teológica, el libro contiene a manera de apén-
dice algunas oraciones escritas que pueden ser de provecho en diversas cir-
cunstancias: bautismo, crecimiento en santidad, perseverancia en la vida
cristiana, la cena del Señor y la misión mundial, entre otras. He de confesar
que tuve que leer este apéndice con actitud orante. Muchas de las oracio-
nes allí incluidas realmente expresan bellamente algunos de los sentimientos
más hondos de los creyentes. Cuando no sepamos “orar como conviene”
quizá sea útil echar mano de oraciones que otros cristianos han escrito con
antelación. Por cierto, muchas de estas plegarias están tomadas de la pa-
trística; encontramos oraciones escritas por Agustín de Hipona (siglo IV),
Patricio (siglo V), Francisco de Asís (siglo XIII) y Juan Calvino (siglo XVI),
por ejemplo. Así que, hacer uso de estas oraciones antiguas en nuestras ple-
garias diarias nos une como Iglesia militante espiritualmente con la Iglesia
triunfante, aquella que ya está con el Señor.
En cuanto a la forma y estilo del escrito, destacan varios elementos. El
tono es muy personal; a ratos parece que el autor está dialogando íntima-
mente con su interlocutor. Además, cada capítulo contiene varias sugerencias
muy prácticas que ayudan a poner por obra mucha de la teología explicada
en el libro: cómo hemos de leer la Biblia, cómo podemos servir a la sociedad
en la que estamos inmersos, por ejemplo. En varias páginas se nota un matiz
evangelístico también; de allí que este libro se pueda regalar a aquellas per-
sonas que quieren conocer el cristianismo pero que todavía no han tomado
una decisión personal para seguir a Jesucristo.
El libro ha sido escrito para una audiencia variopinta. Pueden leerlo con
provecho tanto recién convertidos como creyentes que llevan ya algunos
años en la iglesia local. Por cierto, para sacar mejor provecho del escrito
cada capítulo concluye con una guía de estudio que bien se puede utilizar,
haciendo las adaptaciones pertinentes, en grupos de discipulado, células en
hogares, clases de catequesis o simplemente para el estudio personal a ma-
nera de devocional.
Finalmente, cabe aquí una palabra de precaución para aquellos lectores
que no pertenecen a Iglesias representativas del protestantismo histórico. El
autor es muy iel a su tradición cristiana, y esto se deja ver en varias opciones
teológicas que él plantea en el libro: el signiicado de la cena del Señor, los
“medios de gracia”, su teología del Reino de Dios, su forma de entender el
nacimiento de la Iglesia y la teología de la adoración, entre otras. Por su-
puesto, un luterano o un calvinista no tendrían mayores problemas en aceptar
estos postulados, pero creyentes de otras denominaciones quizá necesiten
136 KAIRÓS No. 42 / enero - junio 2008
leer estas páginas con un sentido más crítico, desde sus propias convicciones
teológicas.
Hace exactamente dos días atrás conversé con un tío mío quien procla-
ma a los cuatro vientos que no cree en Jesucristo. A lo largo de la plática
él esgrimió varios argumentos de tipo histórico, cientíico, antropológico y
sociológico que inclinan la balanza a su favor. En un momento de la dis-
cusión llegó a reconocer que Jesucristo quizá sí existió como ser humano
bueno pero que no hay manera de probar “objetivamente” que fue Dios. Mi
respuesta inicial fue una paráfrasis de un lúcido comentario del pensador
anglicano C. S. Lewis: “Intento impedir que alguien diga esta solemne ton-
tería, a veces tan frecuente, sobre Cristo: ‘No tengo inconveniente en aceptar
a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su pretensión de ser
Dios’. Esto es precisamente lo que no debemos decir. Un hombre que fuese
simplemente un hombre y dijese la clase de cosas que Jesús dijo no sería un
gran maestro de moral. Sería, o bien un lunático –igual que el hombre que
dice ser Napoleón–, o, en caso contrario, el demonio del inierno. Es preciso
escoger. O este hombre fue, y es, el Hijo de Dios: o fue un loco, o quizá algo
peor. Podéis encerrarlo por loco, podéis escupirle a la cara y matarlo como a
un demonio; o podéis caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no caiga-
mos en la simpleza de decir que fue un gran maestro. Él no quiso dejar este
problema sin resolver”.
Ahora, me doy cuenta que el libro de Murray J. Harris constituirá una
valiosa ayuda en una próxima plática con mi tío, porque expone varias evi-
dencias históricas y bíblicas que prueban que Jesús no es un invento ni un
disparate, sino una persona real tanto en su dimensión humana como en la di-
vina. El escrito pretende refutar, entonces, tres acusaciones básicas en cuanto
a la persona de Jesús: no existió, no resucitó de los muertos y no es Dios.
Para responder a la primera acusación, el autor cita el testimonio de cua-
tro personajes antiguos no cristianos que vivieron a principios del siglo II:
Talus, un historiador que hace alusión en sus Crónicas a las tinieblas que
acontecieron cuando cruciicaron a Jesús; Plinio el Joven, quien escribió una
carta en latín que incluye el nombre Christus; Tácito, quien en sus Anales
indica que el procurador Poncio Pilato condenó a la pena capital a Cristo du-
rante el tiempo de Tiberio; y Suetonio, escritor antiguo que se reiere a Cristo
con el nombre de Chresto. Después de explicar estos testimonios, el autor
Reseñas 137
Otros detalles que le quitan calidad al opúsculo son los varios errores
editoriales, algunos de los cuales aparecen en las páginas 25, 26, 30, 38, 47,
48, 59, 66, 89 y 90. Pero aparte de esto, podemos decir con certeza que la co-
munidad de estudiantes hispanohablantes de teología estará muy agradecida
por el esfuerzo editorial de la serie “Colección Teológica Contemporánea”.
Tal parece que este libro cumple los dos objetivos de la serie: (1) traducir y
publicar buena literatura evangélica para pastores, profesores y estudiantes
de la Biblia, y (2) publicar libros especializados en las áreas donde hay una
mayor escasez (pág. 10).
Libros recibidos
Todos los libros para reseñas deben enviarse al Editor, KAIRÓS, Apdo. 2311,
01901 Guatemala, C.A. Los títulos de todos los libros recibidos aparecerán
en esta lista, menos los que son reseñados en este número de la revista. La
mención de un título en esta lista no excluye la posibilidad de su reseña en
un próximo número.
AAGESON, JAMES W. Paul, the Pastoral Epistles, and the Early Church.
Library of Pauline Studies. Peabody, Massachusetts: Hendrickson
Publishers, 2008. xv + 235 págs.
REESE, RUTH ANNE. 2 Peter and Jude. The Two Horizons New Testament
Commentary. Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing
Company, 2007. x + 234 págs.
SCHOLER, DAVID M., ed. Social Distinctives of the Christians in the First
Century: Pivotal essays. Peabody, Massachusetts: Hendrickson
Publishers, 2008. xx + 227 págs.
VAN HARN, ROGER E., ed. The Ten Commandments for Jews, Christians,
and Others. Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing
Company, 2007. xiii + 222 págs.