El Impacto de La Pandemia de La COVID-19 en Los Derechos Humanos de Las Personas Con Discapacidad

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Jesús Martín Blanco.

El impacto de la pandemia de la COVID19 en los derechos humanos de la personas con


discapacidad. p. 71-92

EL IMPACTO DE LA PANDEMIA DE LA COVID19 EN LOS DERECHOS HUMANOS DE LA


PERSONAS CON DISCAPACIDAD

THE IMPACT OF THE COVID19 PANDEMIC ON THE HUMAN RIGHTS OF PEOPLE WITH
DISABILITIES

JESÚS MARTÍN BLANCO 1

Resumen

La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad es un


imperativo legal en el Estado español, un tratado que ha quedado prácticamente en suspenso
debido a la gestión de pandemia de la COVID-19 por parte de los estados. Esta crisis que ha
cuestionado el discurso de los derechos humanos y ha colisionado con los mandatos de esa
Convención, llegando a aflorar el modelo de la prescindencia como respuesta hacia las personas
con discapacidad. Este artículo analiza los impactos, de la pandemia en el articulado de la
Convención siguiendo el caso español. Asimismo, el artículo trata de evidenciar el valor de este
tratado como garante de la integridad y la seguridad de este colectivo en situaciones de
emergencia.

1 Delegado de Derechos Humanos y para la Convención de la ONU en el Comité Español de Representantes de


Personas con Discapacidad (CERMI).Licenciado en Información y Documentación por la Universidad de Salamanca,
Máster en Gestión Cultural por la Universidad de Alcalá de Henares, Máster en Comunicación de las Organizaciones
en la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de Educación a
Distancia. En la actualidad cursa otro sobre Discapacidad y Atención a la Dependencia en la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo. Su trayectoria profesional se vincula al movimiento asociativo de la discapacidad
donde ha desempeñado diferentes responsabilidades en materia de incidencia política y defensa de derechos. Ha
coordinado diferentes publicaciones y proyectos sobre Derechos humanos y agenda 2030. E-mail:
[email protected]

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Abstract

The International Convention on the Rights of Persons with Disabilities is a legal imperative
in the Spanish State, a treaty that has been practically suspended due to the management of the
COVID-19 pandemic by the states. This crisis has questioned the discourse of human rights and it
has collided with the mandates of that Convention, coming to the surface of the disregarding
model as a response to people with disabilities. This article analyzes the impacts of the pandemic
on the articles of the Convention following the Spanish case. Likewise, the article tries to
demonstrate the value of this treaty as guarantor of the integrity and security of this collective in
emergency situations.

Palabras clave: Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad; COVID-19, emergencias.

Key words: International Convention on the Rights of Persons with Disabilities; COVID-19,
emergencies.

Fecha de recepción: 30/04/2020

Fecha de aceptación: 02/06/2020

1. INTRODUCCION

La pandemia global desencadenada por la COVID-19 es una prueba para las sociedades,
las personas, las familias, los gobiernos y las organizaciones supranacionales e internacionales;
es un desafío para el mundo y para toda la humanidad sin distinciones. Se trata de una crisis sin
precedentes que ha sometido a una tensión extrema los principios inspiradores del discurso de
los derechos humanos.

La COVID19 ha aflorado la solidaridad y ha reconocido el valor de los servicios públicos,


como la sanidad, pero también ha sacado la cara más amarga del capitalismo poniendo por
encima de la gente, como han manifestado dirigentes como Boris Johnson, la salvación de la
economía de los Estados.

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En efecto, la humanidad está ante un punto de inflexión en la historia reciente que hace
tambalear aquello que parecía inamovible: el estado de bienestar de los llamados países
“desarrollados”2; pero lo más grave de esta crisis es que se están cuestionado y por tanto
poniendo en riesgo los derechos humanos de las personas en situación de vulnerabilidad 3

No cabe duda que en este contexto de exclusión y de negación estructural de derechos, se


encuentran las personas con discapacidad. 4 Un escenario que se ha visto agravado por una
pandemia que las ha situado en un estado de excepcionalidad y las ha castigado sin culpa;
puesto que estas mujeres y hombres están sintiendo de forma desproporcionada los efectos más
lacerantes de esta emergencia sanitaria, comprometiendo su salud y por ende sus propias vidas.

Hace más de una década que veía la luz la Convención Internacional sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad (en adelante Convención), como el gran hecho internacional
sobre la discapacidad y el elemento de más valor que ha producido la comunidad mundial en
relación con este grupo humano. 5

Este nuevo instrumento supone importantes consecuencias para las personas con
discapacidad, y entre las principales se destaca la “visibilidad” de este grupo ciudadano dentro del
sistema de protección de derechos humanos de Naciones Unidas, la asunción indubitada del
fenómeno de la discapacidad como una cuestión de derechos humanos, y el contar con una
herramienta jurídica vinculante a la hora de hacer valer los derechos de estas personas.

Este artículo trata de demostrar, a través de la experiencia española, uno de los países
más afectados por la pandemia, cuál ha sido el impacto de esta crisis en los mandatos de la
Convención y cómo ésta trasciende la pura emergencia sanitaria para considerarse también como
una emergencia humanitaria y de derechos a escala nacional e internacional.

Asimismo, este artículo tratará demostrar que los derechos humanos deben estar en núcleo
de cualquier acción de los Estados, porque solo de esta manera se asegurará que la dignidad, la
igualdad y la libertad queden indemnes en momentos críticos como conflictos bélicos y o de
emergencias climáticas o sanitarias.

2 Se utiliza este término conforme a lo estipulado por la OCDC.


3 Barranco, M.C. y Churruca, C. (2014). Vulnerabilidad y protección de los derechos humanos. Valencia: Tirant Lo
Blanch.
4De Asís, R. (2013). Sobre discapacidad y derechos. Madrid: Dykinson.
5 Cuenca, P. (2012). Los derechos fundamentales de las Personas con Discapacidad. Un análisis a la luz de la

Convención de la ONU. Madrid: Universidad de Alcalá-Defensor del Pueblo.

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2. DERECHOS VULNERADOS DURANTE LA PANDEMIA

2.1. La igualdad de oportunidades y la no discriminación

La igualdad constituye un principio fundamental y básico del discurso de los derechos


humanos, junto con la dignidad humana y la universalidad 6. Como se enuncia en el artículo 1 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, “todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos”. Por lo tanto, todas las personas son de igual valor y los Estados deben
asegurar a todas los mismos derechos. La igualdad también puede concebirse en términos de
objetivos sociales, conforme a lo cual los Estados tienen la obligación de elaborar políticas y
medidas para velar por que el valor de la igualdad se manifieste en las condiciones de vida
concretas de todas las personas.

La igualdad se complementa con el principio de no discriminación, en el que se basan


todos los tratados de derechos humanos, y trata de evitar toda distinción, exclusión, restricción o
preferencia que deje sin efecto u obstaculice el reconocimiento y ejercicio en igualdad de
condiciones de los derechos por diferentes motivos, como la raza, el origen étnico, el género y la
nacionalidad, entre otros, sin justificación objetiva. Si bien las acciones de los Estados sobre la
base de este principio y con el objetivo de la igualdad son constantes y evolucionan
progresivamente, el principio de no discriminación establece obligaciones inmediatas. La
aplicación de este principio no ha estado sujeta a ninguna condición para otros grupos. Sin
embargo, las personas con discapacidad siguen siendo excluidas, de manera sistemática, de
todas las esferas de la vida. Las leyes y políticas nacionales suelen perpetuar la exclusión, el
aislamiento, la discriminación y la violencia contra las personas con discapacidad, a pesar de las
normas internacionales de derechos humanos. 7

La igualdad se presenta en la Convención como un principio general, en su artículo 3,


como una obligación de los Estados en su artículo 4 y como derecho en el artículo 5 e interactúa
con cada uno de los demás derechos reconocidos a lo largo de su articulado.

La epidemia de la COVID19 ha puesto de relieve discriminaciones palmarias hacia el

6 Soriano, R., Alarcón, C. y Mora, J. (2000). Diccionario Crítico de los Derechos Humanos I. Sevilla: Universidad
Internacional de Andalucía.
7 Comité de los derechos de las personas con discapacidad (2018). Observación general núm. 6 sobre la igualdad y

la no discriminación.

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colectivo de las personas con discapacidad. La vulneración del artículo 5 de la Convención ha


estado presente, como se detallará en este trabajo, en diferentes facetas y esferas de la gestión
de la pandemia. De esta forma, se ha cercenado claramente este precepto que insta a los
“Estados partes a reconocer que todas las personas son iguales ante la ley y en virtud de ella y
que tienen derecho a igual protección legal y a beneficiarse de la ley en igual medida sin
discriminación alguna y prohibirán toda discriminación por motivos de discapacidad y garantizarán
a todas las personas con discapacidad protección legal igual y efectiva contra la discriminación
por cualquier motivo”

La discriminación, siendo la exclusión sistémica que ha acompañado a las personas con


discapacidad a través de los tiempos, se ha visto en estos momentos exponencialmente
agravada. Esta afirmación se ha evidenciado a través de las carencias de accesibilidad a las
comunicaciones oficiales sobre las medidas de protección frente al virus, en la denegación de
tratamiento para personas con discapacidad, como traslados a hospitales y unidades de cuidados
intensivos, que han comprometido su derecho a la salud y la vida. Asimismo, el confinamiento ha
causado situaciones perturbadoras para las personas con autismo y las personas con
discapacidad psicosocial, además de la falta de recursos de rehabilitación esenciales en la
autonomía de este colectivo. La enorme cantidad de personas con discapacidad
institucionalizadas en España ha causado una multitud de infecciones entre personas y
profesionales, y han sido las últimas en recibir medidas de protección. También es discriminar no
prever medidas de apoyo a la educación para las y los estudiantes con discapacidad durante el
confinamiento.

2.2. Accesibilidad universal

La accesibilidad es el elemento que permite que las personas con discapacidad puedan
vivir en igualdad, en libertad, de forma independiente y participar, plenamente, en todos los
aspectos de la vida. Pero también es parte del contenido esencial de los derechos, es decir, todo
lo que tiene que tener un derecho para existir. Esto implica que la accesibilidad supera los
ámbitos en los que tradicionalmente se ubica (urbanística, transportes, audiovisual, etc.),
proyectándose en todos los derechos. Si se consideran los derechos humanos como
instrumentos que protegen o facilitan bienes para el desarrollo de una vida humana digna, parece
estar fuera de toda duda que un requisito imprescindible para la satisfacción de ese derecho es

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que ese bien sea accesible. Sin accesibilidad no hay satisfacción del derecho. 8

La accesibilidad se desarrolla de manera detallada en el artículo 9 de la Convención “A fin


de que las personas con discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar
plenamente en todos los aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas pertinentes
para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las
demás, al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas
y las tecnologías de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones
abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales”.

Se trata, además, de un principio reconocido en el artículo 3 que atraviesa todo el


articulado de este tratado y que, de nuevo, como sucede con la igualdad y la no discriminación
incide en muchas de las vulneraciones concretas de derechos a las que se aludirá los distintos
apartados de este trabajo. En todo caso, en este momento, conviene destacar algunos
quebrantamientos relacionadas con el acceso a la información.

La primera cuestión nuclear en la gestión crisis fue el acceso a la información: la ciudanía


ante una situación de alarma mundial precisa de datos, orientaciones de higiene, sanitarias y de
protección que sean fiables, actualizadas y accesibles por parte de las autoridades sanitarias.

Sin embargo, en los primeros momentos de la crisis, ninguna de las comparecencias de las
y los portavoces de salud pública fue accesible para las personas sordas y con discapacidad
auditiva. Situación que tuvieron que suplir las propias organizaciones de la discapacidad
difundiendo vídeos accesibles en sus redes sociales. Al tiempo que reclamaron la incorporación
de subtitulado y lengua de signos en dichas comunicaciones oficiales. Superado este primer
escollo que afectaba fundamentalmente a personas sordas y sordociegas, siguen sin adoptase
medidas de accesibilidad cognitiva para que estos comunicados lleguen, en condiciones de
igualdad, a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo; en este caso han vuelto a
ser las entidades representativas de estos colectivos las están asumiendo una función que le
corresponde al Estado.

La accesibilidad cognitiva es el derecho a comprender la información que proporciona el


entorno, a dominar la comunicación que se mantiene con él y a poder hacer con facilidad las

8 De Asís, R. (2016). “El Eje de la accesibilidad y sus límites”. Anales de derecho y discapacidad, nº 1.51-68.

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actividades que en él se llevan a cabo sin ningún tipo de discriminación 9. Sin embargo a la
sociedad le cuesta comprender que las funciones cognitivas deben ser tratadas de la misma
forma que el resto. Se entiende y acepta, aunque todavía no en toda su extensión, que si la
persona no puede andar debe llevar un bastón, una prótesis o una silla de ruedas o contar con
asistente y, aunque ha costado, se entiende también que debe haber rampas o ascensores o,
pero se sigue sin entender que si la persona tiene dificultades para memorizar o para razonar
deben aportársele entornos, productos, etc. comprensibles y, también, los productos y el personal
de apoyo que precise.

Tampoco se ha garantizado que los sistemas telefónicos y aplicaciones móviles de atención


y asesoramiento impulsadas por las instituciones sanitarias sean igualmente accesibles. En
definitiva, las quiebras descritas, son vulneraciones al artículo 9 de la Convención. Pero también
se compromete el artículo 8 de toma de conciencia al ignorarse en estas campañas a las
personas con discapacidad.

Todo ello también provoca una violación de la libertad de expresión, opinión y acceso a la
información recogida en el artículo 21 de la Convención “Facilitar a las personas con discapacidad
información dirigida al público en general, de manera oportuna y sin costo adicional, en formatos
accesibles y con las tecnologías adecuadas a los diferentes tipos de discapacidad”. Porque, sin
acceso a la información y la comunicación, el disfrute de la libertad de pensamiento y de
expresión y de muchos otros derechos y libertades fundamentales puede verse gravemente
menoscabado y restringido. 10

2.3. Derecho a la vida

El derecho a la vida aparece como indiscutible a lo largo de toda la historia de los derechos
humanos, e íntimamente vinculado a la idea de dignidad. Sin embargo, esta afirmación colisiona
con la idea de que en la misma medida en que no todos los seres humanos han sido
considerados igualmente dignos, no todas las vidas eran igualmente valiosas 11

9 Contenidos del curso online Accesibilidad cognitiva 2019. Recuperado el 15 de abril de 2029 de:
http.//www.plenainclusión.org.
10 Comité de los derechos de las personas con discapacidad. (2014). Observación general Nº 2 Accesibilidad.
11 Barranco, MC. (1998). “El derecho a la vida”. Historia de los derechos fundamentales. PECES-BARBA, G y

Araunstegui, J. (Editores). Madrid: Dykinson.

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A lo largo de la historia se han dispensado diferentes tratamientos o respuestas sociales a


las personas con discapacidad, que comprenden, aquellas que las veían como seres innecesarios
y prescindibles y que en base a esa prescindencia se las condenaba a políticas eugenésicas o
caritativas. Porque otrora, eran vidas que no valía la pena ser vividas 12.

Con estos antecedentes resultaba necesario un artículo específico de la Convención que


no solo reafirmase el derecho inherente a la vida de todos los seres humanos, sino que, como
reza el propio artículo 10, obligase a los Estados parte a “adoptar todas las medidas necesarias
para garantizar el goce efectivo de ese derecho [a la vida] por las personas con discapacidad en
igualdad de condiciones con las demás”.

Esta segunda parte del artículo 10 de la Convención, resulta más que pertinente ante un
escenario desconocido que está sometiendo a una tensión extrema a los sistemas sanitarios, con
recursos finitos y tasados. Un escenario impredecible que ha dado lugar a la generación de
tentativas para no asignar estos recursos a ciertos colectivos, en base a una premisa perniciosa
de vidas ya amortizadas como puede ser las personas mayores o vidas menos útiles, en el caso
de las personas con discapacidad.

Estas tentativas se han visto materializadas en documentos y protocolos promovidos por


Sociedades Científicas13 que no responden a los mandatos imperativos de derechos humanos de
no discriminar ni de tratar desigualmente de forma injustificada, ni de actuar sin prejuicios y
sesgos que castigan a quien se considera “diferente” y por tanto de menor valor, cuya salud o
cuya vida es sacrificable por entenderse como menos prioritaria. Asimismo, estos textos pueden
dan lugar a ver a las personas con discapacidad como descartables ante el riesgo de un colapso
sanitario.

No se pretende cuestionar la encomiable labor de las y los profesionales sanitarios, que se


han dejado la piel, para curar y salvar vidas, pero sí exponer una cuestión que revela que el
modelo de prescindencia nunca se fue 14.

12 Palacios, A. Y Bariffi, F. (2007). La discapacidad como una cuestión de derechos humanos, una aproximación a la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Madrid: Cinca.
13 Recomendaciones éticas para la toma de decisiones en la situación excepcional de la crisis por la pandemia del

COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos (SEMICYUC). Recuperado el 24 de abril de 2020 de


https://semicyuc.org/wp-content/uploads/2020/03/%C3%89tica_SEMICYUC-COVID-19.pdf
14 ASÍS, R. (2020).La prescindencia está aquí. Recuperado el 20 de abril de: https://pasocero243055203.com/

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Afortunadamente el Comité de Bioética de España publicaba una resolución 15, que será
comentada también en el apartado relativo al derecho a la salud, para que las autoridades estén
vigilantes a prácticas que pueden resultar eugenésicas y para que se garantice la atención
sanitaria equitativa y sin discriminaciones en situaciones extraordinarias de emergencia
pandémica que deje acreditados los criterios oficiales, que deben estar presididos por la
protección del derecho humano a la vida sin excepciones, que han de seguirse en estas
situaciones, sin que se impongan textos sin valor oficial como los de dichas sociedades científicas
que en ningún caso son Derecho aplicable ni pueden considerarse vinculantes. Una posición que
avalaba también el propio Ministerio Sanidad en un informe 16

2.4. Situaciones de riesgo y emergencia

Los Estados, a través de sus gobiernos, han puesto en marcha medidas inéditas en una
democracia con el objeto de combatir y mitigar los efectos de la pandemia de la COVID19.

En España, de acuerdo al artículo 116 de la Constitución española y conforme al artículo 4


de la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio, el Consejo
de Ministros y Ministras aprobaba el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se
declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la
COVID-19 4 (el cual ha sido posteriormente prorrogado).

El Gobierno a la luz del incremento exponencial de contagios y de personas fallecidas, y


viendo la evolución en países cercanos como Italia, aprueba esta medida excepcional con
consecuencias excepcionales para la toda la población.

La Convención ya prevé en su texto este tipo de circunstancias, mediante el artículo 11 por


el que “los Estados Partes adoptarán, en virtud de las responsabilidades que les corresponden
con arreglo al derecho internacional, y en concreto el derecho internacional humanitario y el
derecho internacional de los derechos humanos, todas las medidas necesarias para garantizar la

15 Informe del Comité de Bioética de España sobre los aspectos bioéticos de la priorización de recursos sanitarios en
el contexto de la crisis del coronavirus. Recuperado el 20 de abril de:
http://assets.comitedebioetica.es/files/documentacion/CBE_Declaracion_sobre_acompanamiento_COVID19.pdf
16 Informe del Ministerio de Sanidad sobre los aspectos éticos en situaciones de pandemia: El SARS-CoV-2.

Recuperado el 20 de abril de 2020 de:


https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-
China/documentos/AspectosEticos_en_situaciones_de_pandemia.pdf

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seguridad y la protección de las personas con discapacidad en situaciones de riesgo, incluidas


situaciones de conflicto armado, emergencias humanitarias y desastres naturales”.

En esta crisis de salud pública mundial y con las restricciones que conlleva el estado de
alarma también se incrementan los riesgos para las personas con discapacidad, que han visto
mermados los derechos hasta ahora conquistados. Sin embargo, esta alteración política y social
debería contemplar de forma singular esas vidas más frágiles que requieren de un cuidado atento
y vigoroso para que la crisis no las devaste.

Los Estados partes deben prestar servicios de apoyo a las personas con discapacidad en
todas las actividades de gestión de desastres y velar por que no se las deje atrás ni se las olvide.
También es importante que no se reconstruyan las barreras tras las situaciones de conflicto
armado, las emergencias humanitarias o los desastres naturales. Los procesos de reconstrucción
deben garantizar la plena accesibilidad de las personas con discapacidad a la vida independiente
en la comunidad. 17

2.5. Derecho a vivir independiente, a la movilidad personal y a ser incluido en la comunidad

La Convención descansa sobre el principio de vida independiente y a ser incluido en la


comunidad, esto implica, tal y como se estipula el artículo 19 que “las personas con discapacidad
tengan la oportunidad de elegir su lugar de residencia y dónde y con quién vivir, en igualdad de
condiciones con las demás, y no se vean obligadas a vivir con arreglo a un sistema de vida
específico. Así como tengan acceso a una variedad de servicios de asistencia domiciliaria,
residencial y otros servicios de apoyo de la comunidad, incluida la asistencia personal que sea
necesaria para facilitar su existencia y su inclusión en la comunidad y para evitar su aislamiento o
separación de ésta”. 18

Naciones Unidas recomendaba en 2019 a España 19 que diseñe, apruebe y lleve a la


práctica una estrategia integral de desinstitucionalización y establezca salvaguardias para
garantizar el derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad en todas las

17 Comité de los derechos de las personas con discapacidad. (2017). Observación general núm. 5 sobre el derecho a

vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad.


18 Idem.
19 Comité de los derechos de las personas con discapacidad (2019). Observaciones finales sobre los informes

periódicos segundo y tercero combinados de España. probadas por el Comité en su 21er período de sesiones.

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regiones, destinando los recursos dedicados al internamiento a los servicios prestados en la


comunidad, y aumentando el apoyo presupuestario para las personas con discapacidad a fin de
que puedan acceder a los servicios, incluida la asistencia personal, en igualdad de condiciones
con las demás personas.

Esta recomendación nace por la elevada tasa de personas con discapacidad que viven al
margen de la vida en comunidad y por la falta de despliegue de dispositivos para la inclusión
como la asistencia personal. Estos espacios de vida colectiva están propiciando la expansión del
virus entre las y los residentes y las y los profesionales.

Esta situación empeora por la escasez de equipos de protección o por la demora para
desinfectar estos espacios residenciales. Tampoco se ha considerado a las y los profesionales
que trabajan para garantizar la vida independiente de las personas con discapacidad, como
asistentes personales, mediadoras y mediadores, guías intérpretes e intérpretes de lengua de
signos. De igual forma, el estado de alarma también ha dejado en una situación muy precaria los
dispositivos de autonomía personal, imprescindibles para la inclusión y calidad de vida de las
personas con discapacidad y ha sido de nuevo el tejido asociativo de la discapacidad 20 quien se
ha hecho cargo de estas intervenciones sociales, muchas veces teniendo cancelada la
financiación por parte de las administraciones.

El Decreto del estado de alarma lleva consigo restricciones en la movilidad personal sin
embargo, determinadas personas no pueden, por razones perentorias asociadas a su
discapacidad, permanecer indefinidamente en sus domicilios, confinadas, y necesitan
ineludiblemente acceder a la vía pública para evitar episodios de colapso personal con grave
afectación de su conducta, de sus condiciones de salud y de bienestar psicofísico y emocional;
como las personas con discapacidad intelectual, del desarrollo, el trastorno del espectro del
autismo, el asperger, la psicosocial o enfermedad mental, y otras de efectos análogos.

Inicialmente el Decreto no recogía estas situaciones, llegando incluso las fuerzas y cuerpos
de seguridad del estado a denunciar a estas personas con discapacidad y sus familias, que por
necesidades puramente terapéuticas salían a la calle. Una discriminación que se solventó

20En España la función esencial del movimiento asociativo de la discapacidad es “política o reivindicativa” sin
embargo, sobrevenidamente, y por naturaleza de los hechos, la que la que se denominaría como presencial o
gestora. No por voluntad deliberada, sino por pura y simple necesidad de los albores de las primeras organizaciones
sociales genuinas de personas con discapacidad y sus familias, resultó imperioso afrontar y contestar la orfandad de
apoyos, de todo tipo de condición, a la que se enfrentaban en su vida diaria las personas con discapacidad.

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posteriormente y con la publicación de una instrucción por parte del Gobierno 21 para establecer
que se entiende como situación de necesidad la de aquellas personas con discapacidad o con
enfermedades que por razones perentorias asociadas a estas situaciones precisen abandonar su
domicilio diariamente por un tiempo y acceder a la vía pública, como indicación terapéutica y de
tratamiento de su discapacidad o condición de salud.

Solucionado el tema legal administrativo, queda pendiente el tema cívico, ya que estas
personas o sus acompañantes son increpadas e insultadas por algunas personas cuando las ven
en la calle por razones estrictamente terapéuticas que además tendría una incidencia
desfavorable en el derecho a la movilidad recogido en el artículo 20 de la Convención.

2.6. Salud, habilitación y rehabilitación

El goce, disfrute y acceso al más alto nivel de salud es un derecho humano incontestable,
y lo es también para las personas con discapacidad, como relata en el artículo 25 de la
Convención: “los Estados Partes reconocen que las personas con discapacidad tienen derecho a
gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación por motivos de discapacidad. Los
Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con
discapacidad a servicios de salud que tengan en cuenta las cuestiones de género, incluida la
rehabilitación relacionada con la salud”.

El objetivo de la declaración del estado de alarma era frenar la expansión de los contagios
y evitar el bloqueo de los sistemas sanitarios. Este clima de pánico mundial, ha traído consigo el
desabastecimiento de equipos de protección (EPIs) una nueva planificación de la atención
primaria modificando las consultas presenciales por telefónicas y virtuales, sin prever la
accesibilidad de estos servicios aplazando consultas y pruebas, cerrándose algunos centros de
salud y estableciéndose nuevos protocolos que dejan en una situación crítica a las y los pacientes
crónicos que precisan de seguimiento clínico permanente, o de tratamientos habilitadores y
rehabilitadores que son mandatos de este tratado tal y como se indica en el artículo 26.

Una de las grandes conquistas de las sociedad española es que la asistencia sanitaria es
universal, gratuita e igualitaria, principios que colisionarían con dosificar la atención sanitaria, en
función de la edad o la discapacidad.

21 Texto de la instrucción disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2020-3898

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Estaría fuera de la ley, como recoge la Convención “impedir que se nieguen, de manera
discriminatoria, servicios de salud o de atención de la salud por motivos de discapacidad”, y, por
tanto, no se podrán establecer categorías de pacientes conforme a parámetros utilitaristas,
funcionales o capitalistas, y que dichos criterios sean los que rijan el triaje de estos grupos a una
unidad de cuidados intensivos o el traslado a un hospital, en lugar de hacer una valoración
individual.

Estas recomendaciones, que como se apuntaba antes vinieron de sociedades científicas,


no hacían mención alguna a la dignidad humana ni a los derechos reconocidos en tratados
internacionales afectando también a los principios de bioética, y así se pronunció el Comité de
Bioética de España (CBE) 22. Tras afirmar que “lo que está en juego hoy no es el bienestar
económico de nuestra sociedad, sino la vida y salud de muchas personas, especialmente de las
más vulnerables” y que “tanto la priorización como la toma de decisiones éticamente difíciles son
algo harto comunes en el ámbito de la salud”, el CBE entiende que “cualquier criterio o protocolo
que se adopte para racionar unos recursos escasos nunca puede aplicarse de manera mecánica
o automática: todo ser humano tiene derecho a una consideración personal”, añadiendo que “si
bien en un contexto de recursos escasos se puede justificar la adopción de un criterio de
asignación basado en la capacidad de recuperación del paciente, en todo caso se debe prevenir
la extensión de una mentalidad utilitarista o, peor aún, de prejuicios contrarios hacia las personas
mayores o con discapacidad. El término ‘utilidad social’ que aparece en alguna de las
recomendaciones publicadas recientemente nos parece extremadamente ambiguo y éticamente
discutible, porque todo ser humano por el mero hecho de serlo es socialmente útil, en atención al
propio valor ontológico de la dignidad humana”. Y concluye: “el enfoque utilitarista ignora el
imperativo categórico kantiano, que ha conformado el concepto universal y secularizado de
dignidad humana, y que prohíbe utilizar a las personas exclusivamente como medios para los
fines de otros”.

La racionalización de los recursos no puede ir acompañada de la limitación derechos y


mucho menos de señalar, apartar y discriminar a las personas con discapacidad, porque sus
derechos ya están consolidados en un potente corpus normativo conformado por los artículos 14
y 43 de la Constitución Española, los artículos 5, 10, 11, 12 y 25 de la Convención y el art. 10 del

22 Informe del Comité de Bioética de España sobre los aspectos bioéticos de la priorización de recursos sanitarios en
el contexto de la crisis del coronavirus. Recuperado el 20 de abril de 2020 de:
http://assets.comitedebioetica.es/files/documentacion/Informe%20CBE-
%20Priorizacion%20de%20recursos%20sanitarios-coronavirus%20CBE.pdf

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Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido
de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social; normas
que constituyen un imperativo jurídico y que son de obligado cumplimiento para el Estado
español.

Asimismo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se ha pronunciado varias veces a


este respecto. Así, cabe destacar la Sentencia de 17 de julio de 2014 (caso Valentín Câmpeanu
contra Rumanía), que señala que la ausencia de cuidados médicos adecuados de la que resulta
la muerte de una persona vulnera el art. 2 (derecho a la vida) del Convenio europeo para la
protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, con lo que se comprueba la
clara conexión antes apuntada entre el derecho a la protección de la salud y el derecho a la vida.
En el caso de autos se trataba del fallecimiento prematuro de una persona con grave
discapacidad intelectual a cargo el Estado desde que fue abandonado al nacer y sin parientes
conocidos, tras debido al resultado de varios fallos y omisiones combinadas de varias agencias
estatales. 23

La salud se revela como la dimensión de la exclusión con un mayor impacto en las


personas con discapacidad y en comparación con el resto de la población. Casi 4 de cada 10
personas con discapacidad están excluidos de bienes o de procesos relacionados con la salud: el
17% de las personas con discapacidad no pueden comprar medicamentos, y el 28% de ellos
viven en hogares en los que todos sus miembros tienen limitaciones para actividades
relacionadas con la vida diaria 24.

La discapacidad, por razones intrínsecas al concepto, muestra más fragilidad ante los
vaivenes de las políticas sanitarias. La falta de ingresos o el copago sanitario, por un lado, y el
débil dinamismo del Sistema de Dependencia 25 impactan directamente en la discapacidad, dando
como resultado que las bolsas de exclusión social en la dimensión Salud se nutran más de la
discapacidad.

23 Vivas, I. (2020). “Las personas con discapacidad y sus familias ante las crisis sanitarias”. Las respuestas del
Derecho a las crisis de salud pública. ATIENZA, E. y RODRÍGUEZ, J. F. (directores). Dykinson, Madrid, 2020.
24 Albor, F. (2019). “Discapacidad: la exclusión social no es solo cosa de pobres”. Documento de trabajo 3.11. para el

VIII Informe FOESSA. www.foessa.es/ viii-informe/capitulo3.


25 El Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, se recoge en la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de

Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia y responde a una
acción coordinada y cooperativa de la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas, que
contemplará medidas en todas las áreas que afectan a las personas en situación de dependencia, con la
participación, en su caso, de las Entidades Locales.

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El artículo 2 de la Convención introduce el concepto de “ajustes razonables” y lo define


como las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga
desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a las
personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de
todos los derechos humanos y libertades fundamentales26.

La pandemia también ha puesto de relieve la necesidad de aplicar estos ajustes, como


garante indispensable de acceso al derecho a la salud a las personas con discapacidad.

Por ejemplo, no se han previsto mascarillas, que permitan la lecturalabial o sistemas de


videointerpretación para asegurar la interacción de pacientes sordas y sordos con el personal
sanitario. Tampoco se han considerado apoyos técnicos o humanos para que las personas con
discapacidad con trastornos del lenguaje puedan expresar su sintomatología a las y los
profesionales de la salud o evitar episodios de angustia en personas con discapacidad
intelectual, del desarrollo o con problemas de salud mental ante el aislamiento en una habitación
de hospital, en cuyo caso, un ajuste razonable podría ser autorizar el acompañamiento, con todas
las protecciones, de una persona cercana.

En definitiva, esta crisis ha destapado cuestiones que se creían superadas, como esa
visión asistencialista de la discapacidad y que se sigue manejando una idea de dignidad humana
consecuencia de un modelo humano capacitista una de cuyas dimensiones tiene que ver con el
aporte o contribución social de las personas 27.

2.7. Derecho a la educación

La pandemia también deja al descubierto las carencias en el derecho a la educación, dado


que la suspensión de las clases presenciales, ha obligado a las administraciones educativas a dar
continuidad al curso escolar mediante plataformas y recursos telemáticos de formación.

En una lectura del Artículo 24 de la Convención se indica que “los Estados Partes
asegurarán que las personas con discapacidad tengan acceso general a la educación superior, la

26 Asís, R. De (2018). “Accesibilidad y ajustes razonables como ejes de los derechos de las personas con

discapacidad”. Nuevos horizontes en derecho de la discapacidad: hacia un derecho inclusivo. MARTÍNEZ PUJALTE,
A.L. (Director). Madrid: Thomson Reuters Aranzadi. 56-89.
27 Idem.

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formación profesional, la educación para adultos y el aprendizaje durante toda la vida sin
discriminación y en igualdad de condiciones con las demás. A tal fin, los Estados Partes
asegurarán que se realicen ajustes razonables para las personas con discapacidad”.

Asimismo, en la Observación general nº 4 del Comité de los Derechos de las Personas con
Discapacidad 28 se dice que las situaciones de conflicto armado, las emergencias humanitarias y
los desastres naturales tienen un efecto desproporcionado en el derecho a la educación inclusiva.
En este sentido, indica la Observación que “Los Estados partes deben adoptar estrategias
inclusivas de reducción del riesgo de desastres para la seguridad general de las escuelas en las
situaciones de emergencia en las que los alumnos con discapacidad puedan verse especialmente
afectados. Los entornos educativos provisionales en esos contextos deben garantizar el derecho
de las personas con discapacidad, en particular los niños con discapacidad, a la educación en
condiciones de igualdad con los demás. Deben disponer de materiales educativos, instalaciones
escolares y asesoramiento accesibles y ofrecer acceso a la formación en la lengua de señas local
para los alumnos sordos. De conformidad con el artículo 11 de la Convención sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad, y habida cuenta de que existe un mayor riesgo de violencia
sexual en esas situaciones, se deben adoptar medidas para garantizar que los entornos
educativos sean seguros y accesibles para las mujeres y las niñas con discapacidad. No se debe
privar a los alumnos con discapacidad de acceso a los establecimientos educativos sobre la base
de que su evacuación en situaciones de emergencia sería imposible, y se deben realizar los
ajustes razonables”.

Sin embargo, una vez más, la ausencia de accesibilidad, compromete el derecho a la


educación de las personas con discapacidad durante el estado de alarma, provocando retrasos
en el progreso educativo de este alumnado que afectarían a la finalización con éxito del curso
escolar.

Prueba de ello, son los contenidos lectivos del Ministerio de Educación y Formación
Profesional que se emiten a través de un canal infantil de la Televisión Pública que no han
respetado la realidad de la infancia con discapacidad, especialmente de aquellos niños y niñas
con discapacidad sensorial o con discapacidad intelectual o del desarrollo, ya que carecen de
medidas como la audiodescripción, lengua de signos o lectura fácil.

28 Comité de los derechos de las personas con discapacidad.(2016). Observación general núm. 4 sobre el derecho a
la educación inclusiva.

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Tampoco lo están haciendo las Comunidades Autónomas, responsables directas en


España de la educación, que además de la ausencia de accesibilidad cuando han puesto en
marcha plataformas telemáticas de educación, no han previsto ajustes ni medidas curriculares
para el alumnado con discapacidad, que han tenido que suplir sus familias o las organizaciones
de la sociedad civil.

2.8. Derecho al trabajo

Para las personas con discapacidad esta pandemia trasciende la emergencia sanitaria y
debe considerarse también y sobre todo como una emergencia social que va a generar una
desaceleración económica sin precedentes a escala planetaria que afectará en primer orden a las
personas con discapacidad, con menos oportunidades ante el empleo y con contratos más
precarios.

Los efectos de la recesión de 2008 siguen sin revertirse y las políticas de austeridad
provocaron una merma en los derechos de hombres, mujeres y niños y niñas en situación de
vulnerabilidad y un menoscabo de sus condiciones de vida.

Esta situación destruirá empleo de las personas con discapacidad, acortará sus
oportunidades para acceder a la vida laboral y se proyectará sobre los espacios de empleo
protegido como son los centros especiales de empleo, afectados por expedientes de regulación
de empleo y con menos demanda de producción.

Ante esta premisa, resulta retórico recordar el mandato de la Convención en su artículo 27


por el que los Estados Partes reconocen “el derecho de las personas con discapacidad a trabajar,
en igualdad de condiciones con las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de
ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno
laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con discapacidad y
salvaguardarán y promoverán el ejercicio del derecho al trabajo, incluso para las personas que
adquieran una discapacidad durante el empleo, adoptando medidas pertinentes, incluida la
promulgación de legislación”.

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3. LA INTERSERCIONALIDAD EN LA PANDEMIA

La discapacidad se compone de realidades poliédricas y heterogéneas de mujeres, niñas y


niños, migrantes, personas racializadas, lesbianas, transgénero, personas mayores, personas sin
hogar o en situación de pobreza etc. Sin embargo, este virus, que se dice democrático, porque
ataca a todo el mundo, se ceba de forma desproporcionada en aquellas situaciones donde
confluyen varias dimensiones de la vulnerabilidad: por ejemplo el género, la edad, la situación
económica con la discapacidad evidenciando el paradigma de la interseccionalidad 29 que consiste
en la confluencia de factores que dan lugar a formas y experiencias especiales y reforzadas de
discriminación.

Tradicionalmente, la discapacidad surgía en el nacimiento o en los primeros momentos de


la vida, pero eso ha cambiado radicalmente. Cada vez nacen menos niños y niñas con
discapacidad, y los que nacen con ella van a tener discapacidades que van a necesitar más
apoyo en su recorrido vital. Pero este tipo es menor en número y, a veces, la discapacidad se
presenta insospechadamente en la juventud como, por ejemplo, la discapacidad psicosocial, los
problemas de salud mental o el propio envejecimiento de la población, que representa en el caso
de España un 60 %. 30

Las personas mayores, incluidas las que tienen una discapacidad, están sufriendo esta
pandemia en carne propia de forma muy virulenta y cuyos derechos humanos se están no solo
cuestionando sino negando del modo más despiadado, a favor de una pretendida eficiencia del
sistema. 31

La prevalencia de esta enfermedad en las mujeres y hombres de edad, acompañado de un


elevado número mayores institucionalizados, en centros con escasos recursos asistenciales,
clínicos y de medidas de protección del virus, han dado como resultado miles de contagios y de
muertes, situando al envejecimiento en el epicentro de la pandemia.

29 La interseccionalidad es un enfoque que subraya que el género, la etnia, la clase u orientación sexual, como otras
categorías sociales, lejos de ser “naturales” o “biológicas”, son construidas y están interrelacionadas. La teoría
sugiere y examina cómo varias categorías biológicas, sociales y culturales como el género, la etnia, la clase, la
discapacidad, la orientación sexual, la religión, la casta, la edad, la nacionalidad y otros ejes de identidad
interaccionan en múltiples y a menudo simultáneos niveles. Este marco puede usarse para comprender cómo ocurre
la injusticia sistemática y la desigualdad social desde una base multidimensional.
30 Pérez, L.C. (2017). “Comparecencia del presidente del CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno en el Senano de España.

Diario de Sesiones, 161. 1-20


31 Barranco, M.C. y Cuenca, L. (2020). El tratamiento informativo de coronavirus como forma de discriminación a las

personas mayores. 65ymas,com.

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Este escenario desolador empeora con otra variable, que también ha afectado a las
personas con discapacidad, como antes se mencionó, cuando se cuestiona o niega su traslado a
hospitales o a unidades de cuidados intensivos.

La buena noticia es que la COVID19 apenas tiene incidencia en la infancia, pero una vez
más solo se piensa en aquellas y aquellos niñas y niños “sanos” o “estándar”. ¿Qué pasa con las
niñas o niños con discapacidades intensas, muchos de ellos con una salud precaria, o en
aquellas que precisan de servicios diarios de habilitación y rehabilitación que han quedado en
suspenso tras declararse en estado de alarma?

También hay que incorporar aquí la dimensión de pobreza. El 30% de las personas con
discapacidad están en situación de exclusión social en España, por cada persona sin
discapacidad en exclusión social hay casi dos personas con discapacidad en la misma situación
de exclusión (ratio 1/1,6) y se estima que dentro del colectivo de la discapacidad la pobreza
relativa afecta a 734.800 personas. 32 Estos datos son hogares que no disponen de recursos para
contratar internet, un elemento clave para la socialización, aprendizaje y rehabilitación de las
niñas y los niños con discapacidad durante el confinamiento.

Pero la pobreza, trasciende a la propia infancia e impacta de forma nociva en ese 30% ya
que además muchas de estas personas carecen de una vivienda. En una alarma que precisa del
aislamiento, provoca una mayor exposición motivada por el sinhogarismo 33 y la falta de medidas y
recursos de higiene personal y saneamiento.

Esta crisis sigue sin asegurar el enfoque de género en la respuesta que se está ofreciendo
a las personas con discapacidad. La respuesta debe considerar de manera diferenciada las
necesidades particulares de las mujeres y niñas a nivel general, pero también las diferentes
necesidades que pueden plantear dentro de una misma discapacidad 34.No se trata de prestarles
a ellas mayor apoyo, sino de garantizar que todas las personas con discapacidad que lo precisen
sean beneficiadas por la asistencia sin discriminación por género.

Según el Informe sobre violencia de género hacia las mujeres con discapacidad elaborado
por la Fundación CERMI Mujeres 35, el 31% de las encuestadas declararon haber sufrido algún

32 Idem.
33 Sinhogarismo es un neologismo válido que significa ‘condición de la persona sin hogar’
34 SERRA, M.L. (2017). Mujeres con discapacidad: sobre la discriminación y opresión interseccional.Madrid.Dykinson.
35 Fundación CERMI Mujeres (2015). Informe sobre violencia de género hacia las mujeres con discapacidad a partir

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tipo de violencia (ya sea física, sexual o psicológica, cualquiera de las violencias: o una sola o
varias a la vez) de su pareja actual o anterior pareja. El 27% de las 55 mujeres asesinadas en
2019 por sus parejas o exparejas contaba con una discapacidad. Las mujeres con discapacidad
tienen un 8% más de probabilidades de sufrir violencia machista (física, sexual o psicológica) que
las mujeres sin ellas.

En un periodo de reclusión impuesta hay que poner toda la vigilancia y los recursos, en
clave de inclusión, para que las mujeres con discapacidad se sientan protegidas y sobre todo
vivas a pesar del confinamiento.

Desde un planteamiento feminista también hay que mirar a las madres y cuidadoras,
responsables en gran medida de la atención de las personas con discapacidad, para las que no
se han contemplado acciones que las protejan y las cuiden en un momento tan crítico.

Volviendo a la Convención, la pandemia en España deja en suspenso los artículos 6 y 7


relativos a mujeres e infancia, respectivamente. Pero deja, además, en un limbo el artículo 16, por
el que se obliga a los Estados Partes a adoptar todas las medidas de carácter legislativo,
administrativo, social, educativo y de otra índole que sean pertinentes para proteger a las
personas con discapacidad, tanto en el seno del hogar como fuera de él, contra todas las formas
de explotación, violencia y abuso, incluidos los aspectos relacionados con el género.

Finalmente, resulta pertinente mencionar el artículo 28 de la Convención, para evidenciar


que, en un momento en el que estas políticas y dispositivos son más necesarios que nunca,
están siendo ignorados los mandatos de este precepto que dispone que “los Estados se
comprometen a asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en particular las mujeres y
niñas y las personas mayores con discapacidad, a programas de protección social y estrategias
de reducción de la pobreza; asegurar el acceso de las personas con discapacidad y de sus
familias que vivan en situaciones de pobreza a asistencia del Estado para sufragar gastos
relacionados con su discapacidad, incluidos capacitación, asesoramiento, asistencia financiera y
servicios de cuidados temporales adecuados; asegurar el acceso de las personas con
discapacidad a programas de vivienda pública.

de la macroencuesta 2015. Madrid: Cinca

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4. CONCLUSIONES

La Convención es una Ley norma con enorme transcendencia en el ordenamiento jurídico


español, en virtud del artículo 10.2. de la Constitución española que señala que las normas
relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce, se
interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España y del artículo 96 del
Texto Constitucional que dispone que los tratados internacionales válidamente celebrados una
vez publicados oficialmente, forman parte del ordenamiento jurídico de España y por tanto de
obligado cumplimiento. Sin embargo a raíz del análisis de este artículo se concluye que:

La pandemia de la COVID19 ha puesto de manifiesto el escaso conocimiento e


implantación de la Convención y de los mandatos de derechos humanos en las políticas públicas
españolas.

Las sociedades avanzadas, occidentales y con democracias consolidadas como la


española siguen viendo a las personas con discapacidad desde la óptica de la prescindencia o
desde el modelo médico rehabilitador y que poco o nada ha calado el enfoque de derechos,
basado en la dignidad y la autodeterminación de las propias personas que propugna la
Convención.

La importancia de contar con una sociedad civil fuerte y articulada, ha contribuido a mitigar,
a través de actuaciones de denuncia, toma de conciencia, los efectos más duros de esta crisis en
las personas con discapacidad.

La interseccionalidad es una teoría que se ha evidenciado de manera palmaria en esta


crisis, ya los efectos de la misma en una mujer, mayor, migrante y pobre están siendo mucho más
devastadores, precisamente por esas aristas que potencian las discriminación.

Los derechos humanos son, en términos clínicos, la mejor vacuna para mitigar los efectos
de esta pandemia en las personas con discapacidad y son también un escudo infranqueable para
proteger su integridad e indemnidad ante las consecuencias sociales, educativas, laborales,
sociosanitarias y económicas de esta epidemia.

El cambio de paradigma de la Convención sí ha permeado en las personas con


discapacidad que, a través de sus organizaciones representativas, se han rebelado y han
denunciado las discriminaciones que vividas durante la pandemia.

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Las políticas de austeridad y la falta de inversión en servicios que aseguran derechos


humanos como la salud, la vida y la educación pueden comprometer el bienestar y la estabilidad
de los Estados.

El diálogo civil es instrumento para una nueva gobernanza perfeccionada, donde la toma
de decisiones se comparte y se hace corresponsable; por tanto todas las políticas públicas
sociales, de igualdad o de inclusión y vinculadas a la Convención han de estar presididas y
permeadas por este principio y participadas por la sociedad civil de la discapacidad 36.

36 Comité de los derechos de las personas con discapacidad (2018). Observación general núm. 7 sobre la

participación de las personas con discapacidad, incluidos los niños y las niñas con discapacidad, a través de las
organizaciones que las representan, en la aplicación y el seguimiento de la Convención.

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