Recopilación Reverdy

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PIERRE REVERDY

TRADUCIDO AL CASTELLANO

Recopilación de Benjamín Rivera-Meza


ACERCA DE LA SOLEDAD DE LAS
IMÁGENES EN PIERRE REVERDY (1)

Si la imagen poética sólo fuese el frío y fortuito encuentro de


ciertos elementos alejados los unos de los otros, como lo pretenden
algunos críticos que han deformado el pensamiento de Reverdy, la
poesía se vería reducida a un mero ejercicio de palabras. Este
procedimiento frecuentemente usado en la poesía denominada
“moderna” se arriesga a convertirse en un juego fácil. Es poco
representativo de este modo de sentir y ver en el que, al margen de
cualquier cuestión formal, la mayor parte de los poetas, desde
Baudelaire y Mallarmé, se complacieron reconocer el espíritu
mismo de la poesía. La confluencia que rige la elaboración de la
imagen, para ser válida, debe ser vivida, es decir experimentada,
vista, traducida y expresada en un momento relevante en la vida del
poeta: un recorrido nada gratuito, pero necesario para futuros
desarrollos, una unidad emocional unida a al conjunto de su visión
del universo, el eslabón necesario en una serie ininterrumpida.
Podría oponerse a esto el concepto según el cual cualquier
expresión, incluso la aparentemente gratuita, liberada del control de
la razón, representa la condición, en estado bruto, del individuo. Por
ser inaccesible a la inteligencia inmediata, se podría añadir que no
es menos verídica, según el principio de que nada es gratuito en la
vida síquica y que el producto de su simbolización esta
forzosamente alejado del objeto de partida. Ésto sería verdad si la
poesía sólo fuese una experiencia, la expresión de la vida oculta del
individuo en estado primario, una especie de exorcismo, un ejercicio
de liberación mental. Pero la poesía debe ser algo más, donde
teniendo todos estos elementos su sitio, en diferentes grados, supe-

(1) Pequeño ensayo inédito en castellano; traducido por Manuel


Puertas Fuertes, quien, gentilmente, lo facilitó al recopilador.
ran la actividad puramente mecánica o pasiva unida a la cuestión de
las palabras. La poesía actúa. Está vinculada con el proceso del
pensamiento. Por ahí se reúne con la vida en su base inicial, puede
convertirse en método de conocimiento.
Pierre Reverdy parece ser el poeta que mejor entendió el
sentido de lo que debe ser la imagen vivida; su poesía, cuyas raíces
están plantadas en el suelo de lo cotidiano, se eleva, por encima de
la lógica habitual, hasta una inteligencia exhaustiva del mundo
circundante. En él la adaptación del plano de la realidad racional al
de creación poética tiene lugar en una atmósfera donde los objetos
se entrechocan, desapareciendo por completo su sonido, lo que
confiere a cada imagen una soledad sin límites: entiendo que,
formadas por placas sucesivas, las imágenes se cubren y se
yuxtaponen o se colocan una junto a la otra sin entorpecer la
esencial desnudez del poema y ese tono singular que domina toda la
obra poética de Reverdy.
Podríamos decir que, tras haber descompuesto la realidad
vivida en elementos únicos, Reverdy los reubica para crear una
nueva realidad, según un modo particular de construcción en el que
el poema se envuelve en sí mismo en un aliento perfectamente
equilibrado.
Reverdy emanó una inédita sensibilidad acerca del mundo, en
su aspecto específicamente poético; su lugar está entre esos
creadores de valores que más han contribuido a cambiar si no la
vida, al menos su significado, tal como esta definiéndose como época
y como historia. Y, a través de de la crudeza de lo real y de la soledad
a la que el mundo actual nos condena, él alcanza la inmensa
transparencia que es el territorio donde la poesía refleja esa vida
que, para cada uno de nosotros, está hecha a imagen de su drama y
en la que, sin embargo, nos encontramos entre objetos familiares.

Tristan Tzara
EFIGIE LIMINAR (2)

Delicadeza, sutil “muance” inconexa, lirismo, emotivismo


objetivizante, diafandad... : He aquí sintéticamente los matices nada
insólitos que peculiarizan la obra de Pierre Reverdy. No obstante,
el autor de “La lucarne ovale” es hoy uno de los más originales y
sugerentes jóvenes líricos de Francia –al lado de Max Jacob,
Cendrars, Cocteau, Birot– y uno de los más robustos propulsores
de la nueva falange lírica “creacionista” o “munista” –dentro de la
cual, nuestro inolvidable camarada el poeta chileno Vicente
Huidobro ha obtenido las más sugerentes transmutaciones
electrolíticas y las más fragantes harmonías siderales... –El anhelo
de la gesta “creacionista”, mórbidamente explícito en Reverdy,
Huidobro, Dermée, Soupault y otros, es crear la emoción impoluta,
vivificar plásticamente la realidad y la Naturaleza en sí mismas–.
La poesía “creacionista” en tangencial afinidad con el
“cubismo” pictórico de Picasso, Gris, Braque y Chirico se aplica
imaginativamente al hallazgo espasmódico de nuevas dimensiones
intactas en cuyos dintornos sitúan sus concepciones éstos líricos
demiurgos. El simultaneismo emotivo, la transmutación sensorial –
exacerbada en permutaciones múltiples– y un jovial pragmatismo
de risueños arabescos, son las características diferenciales,
espejadas multiédricamente en las obras de estos poetas, y,
nuclealmente en las de Apollinaire y Reverdy. – “Crear la obra de
arte que tenga su vida independiente realidad y fin propio, me
parece más importante que cualquier representación fantástica de
la vida real” dice el mismo Reverdy en un “Essai d’esthétique”
publicado en los números 4-5 de su revista “Nord-Sud” –-.

(2) Aparecido en la revista “Grecia”, año II, núm. XXXI, junto a los
poemas “Hora” y “Visión”. Ya en el año II, núm XXII, habíase
asimismo publicado “Más profundo” y “Espacio”.
En sus libros poemáticos –“Poemes en prose”, “La lucarne ovale”,
“Quelques poémes”, “Les ardoises du toit” y “Jockeys camouflés”
que al lado de la novela cubista “Le voleur de Talan”, integran la
lista completa de sus obras– se espejan las características comunes
a la tendencia creacionista: Dentro de la peculiar estructura
tipográfica de estos libros –exentos de toda cópula gráfica y con
estrofas caprichosamente agrupadas– resplandecen en sus poemas,
que se sostienen por sí solos, una blanca gracilidad inconexa, aliada
a una rítmica potencialidad creatriz. Intraoceánicamente se polariza
en ellos una luminosidad auroral, tejida de trémolos balbuceantes y
perspectivas subconscientes, plenas de encantos sugeridores.

Guillermo de Torre
ARCO PARA QUE PASE REVERDY (3)

Yo no he estado nunca con Reverdy, sino en sueños. Me lo


encontré una tarde al volver de un poema. De uno de los suyos. O
de uno de los míos. O de cualquier otro. Porque en todos está. Su
significación, entre las otras que tiene, es de presencia en los libros
escritos desde 1916 hasta ahora. Huidobro me perdonará la
afirmación de haber reconocido esos grandes ojos ardidos de
hombre vestido de luto que debe ser Reverdy, atisbando el paisaje
justamente por encima de la cuadratura de su horizonte. De su
considerable “horizonte cuadrado”. Esto es tan evidente como las
naranjas. Por lo cual insisto. Y de pronto me callo.
En seguida del punto final que no hay en cada poema de
Reverdy, aparece siempre éste, según he dicho, vestido de negro,
con unos ojos exploradores de abismos, unos ojos negros también,
pero sin párpados, equilibrándose no sé cómo en unas cuencas del
tamaño de un día.
Sería inútil palparlo, pues su corporeidad es de una palabra
contenida. Está, y se le ve, sin que se le oiga. Es intangible, como la
presencia. Hay hombres, yo acaso sea uno de esos, que entran en
todas partes como un viento; Reverdy es como un aire. Reposado y
viviente como una voz, aunque nacida, que no llega a lanzarse.
Acabo de hacer en estas líneas la anatomía de un poeta. Y ahora
digo que no hubiera podido lograrla con otro. Pues Reverdy es la
poesía misma, la poesía en persona.
Sólo de tiempo en tiempo la humanidad ve crecer hombres
cuya estatura se extiende de un extremo a otro de la poesía. Su
dimensión es difícil, como un reloj para el inexperto. Pero, como al
reloj, lo sabe cualquiera en cuanto marcha, o sea en cuanto canta.

(3) Escribió este texto Alberto Hidalgo en la revista “Poesía” núm.


1-2 como isogage a la traducción, incluida en esta recopilación, de
su esposa Elvira Martínez.
Siempre es grande lo no sabido. De allí que el amor de los jóvenes
esté separado por tantos kilómetros de promesa. Pues es enorme la
distancia de la palabra “siempre”. Reverdy tiene la altura de este
jugoso vocablo. ¿Y por qué no llamarlo Pedro Siempre?
Cualquiera de sus poemas, aun el más lejano de su esperanza,
es toda la poesía. Toda. Podrá el lector quedar insatisfecho alguna
vez, le parecerá quizás que pudo dilatarse la emoción, o aprisionarse
con más justeza el encanto soñado; pero indefectiblemente
reconocerá que siempre el artista lo pone frente a la única posible,
a la exacta versión poética de la cosa. Sabe como nadie descubrir el
lado interno de lo que parece que sólo tuviera exterior, ese contorno
oculto, ese revés íntimo de los objetos y de las sensaciones donde
reside todo el secreto de la poética eterna. De la única poética
posible.
Tan cierto es ello, tan efectivo, que al no avisado podría
inducir a error respecto a la naturaleza de la emoción en sí. Pues no
es que él ennoblezca el asunto, que como Cristo purifique cuanto
toca. Él, simplemente, lo ve del lado del camino que se debe tomar
para no perderse en el viaje a Roma. Porque no hay asunto innoble
para el artista verdadero. Si la poesía no es traducción, ni copia, ni
reflejo, y por supuesto no es nada de eso, reconozcamos en ella una
pura versión de lo sentido o de lo soñado. Versión, en este sentido,
es sinónimo de creación. Y Reverdy es el hombre que mejor sabe
verter sus sensaciones. Toma de lo pequeño, lo grande; de lo
aparente, lo escondido. Vierte, o sea vuelca, el dictado, lo crea.
Verter, volcar y crear, todo es lo mismo.
No es fácil, ni difícil, la gustación reverdiana. Se llega a ella,
pero no se alcanza. Es decir, su paladeo no es voluntarioso y ni
siquiera acomodaticio. Ni por la costumbre de leerlo, ni por el afán
de descubrirlo, se llega nunca a gustarlo. No es potestativo del lector
desentrañar el valor recóndito del poeta, sino dijérase por el
contrario que es otro atributo de éste determinar por propio arbitrio
las personas capaces de admirarlo. Reverdy, pues, otorga el derecho
de entenderlo, y sólo quienes están munidos de ese salvoconducto
traspasarán airosos las fronteras de sus libros. Solamente lo
comprenderá y amará quien él quiera que lo comprenda y ame.
Inútil será pretender lo contrario. Quienes leyendo sus poemas no
descubran desde el comienzo lo “grande”, esos ya no podrán
captarlo nunca. Para ellos está cerrada, como para los réprobos, la
puerta de su cielo.
Esa es una versión de la cosa. Mas hay otra igualmente
interesante. Reverdy no concede la merced de admirarlo. No. Ya se
nace con ese don: el de entenderlo, o entender a cualquier otro. Se
es naturalmente o no se es admirador de un poeta. jamás se consigue
serlo. Todavía no se ha dado el caso de que un poeta que no nos
gusta, llegue un día a gustarnos. Se viene a la vida con eso, que es
como venir con un órgano más. Así resulta posible agregar una
nueva división a las muchas que se ha hecho de la humanidad: los
hombres se dividen en admiradores y no admiradores de Reverdy.
Yo soy justamente de los primeros. No lo conocía, y ya en el
pavor de mis noches de principiante, supe sentir como un
adormecimiento en quién sabe qué lóbulo cerebral. Y fue por él. Ese
adormecimiento vibró, años después, al contacto de sus primeras
imágenes.
¿Imagen? ¿Qué no es imagen en Reverdy? Todas sus palabras
tienen un poder estupendo de evocación y de conjuro. Lo que en
cualquier otro no tiene señalada importancia, en él adquiere una
investidura jerárquica de las más elevadas del decir. No emplea un
solo vocablo en blanco. Aun sus adverbios, sus participios, sus
preposiciones, sus artículos y hasta sus conjunciones, están ungidos
de añoranzas, de una fantasía sugestiva que yo he podido
comprobar con acelerado asombro. Esos “de”, esos “el” esas “y”
pobladoras de sus poemas, tienen de pronto una grandeza semejante
a la de las más bellas palabras del idioma. Aun creo que si Reverdy
se propusiera escribir un poema con vocablos pobres, con la
indigencia de las lenguas o sean los artículos, las preposiciones y las
conjunciones, su poema sería por propia naturaleza ingente de
maravillas y emociones. Es que el “un”, el “la”, la “o” de Reverdy no
son la “o”, el “la” ni el “un” míos, o del lector, o de cualquier otro.
Mas hay que saber, o sea, hay que haber nacido con la capacidad
necesaria para interpretar el espíritu escondido aun en las minucias
(sólo aparentes) del poeta. A mí, por ejemplo, nacido para su goce,
una simple conjunción copulativa, colocada en cualquier punto de
la estrofa reverdiana, suele entregarme el camino de las mejores
sensaciones estéticas.
Maravilloso destino de escritor el de este hombre. En la
conquista de lectores que es la vida literaria moderna, su
inaccesibilidad lo señala como el que no los busca. Voy a ahondar
este rasgo de su juicio. Es el poeta de las admiraciones previas. Sus
lectores son suyos antes todavía de haber abordado su
conocimiento. Y jamás podrá decirse que hace concesión alguna.
Reverdy es un árbol, una planta: estos dan su fruto y su flor, igual
que él dice su mensaje secreto, sin importársele por quien lo recoja.
¿Dónde suceden los poemas de Reverdy? En el intervalo de
las palabras, en esa angustia de la expresión marcada por la última
letra del más rico vocablo, en ese espacio supraterreno donde no
están sino que son ausentes los puntos y las comas. ¿Y por qué no
en el cuadro de la luz de las ventanas, en el clamor de amparo de los
cielos vacíos, en el silencio gelatinoso, espeso de las habitaciones
donde ha muerto alguno? Acaso en las dimensiones ignoradas, en
la abstracción de los números puros, en el reino de las miradas y de
los atisbos.
No se sabe cómo ni dónde terminan el capítulo de su loa. Yo
sé perfectamente haberlo empezado en ésto, pero es muy posible
que sólo lo termine en el cielo.

Alberto Hidalgo
***

Sobre cada pizarra


que se deslizaba del tejado
habían
escrito
un poema

El canelón estaba orlado de diamantes


los pájaros los beben

SOL

Alguien acaba de irse


En el cuarto
Queda un suspiro
Vida que deserta

La calle
Y la ventana abierta
Un rayo de sol
sobre el césped

MAÑANA

La fuente fluye en la plaza del puerto de verano


A través del agua brilla el sol sin arrugas
El murmullo de las voces se aleja más y más
Quedan todavía unos cuantos pedazos frescos
Yo escucho el ruido
Pero ellas ¿adónde se han ido
Dónde están sus cestos floridos?
Los muros limitaban la profundidad del gentío
Y el viento dispersó las cabezas parleras
Las voces se han quedado más o menos iguales
Las palabras se posan en mis orejas
El menor grito las hace volar

LUZ

Mediodía
Brilla el espejo
El sol en la mano
Una mujer mira
sus ojos
y su pena
Se apaga el muro de enfrente
El viento hace pliegues en las cortinas
Algo tiembla
La imagen se desvanece
Pasa una nube
La lluvia

SALIDA

El horizonte se inclina
Los días se alargan
Viaje
Un corazón salta en una jaula
Un pájaro canta
Va a morir
Se abre otra puerta
En el fondo del pasillo
Se enciende
Una estrella
Una mujer morena
La linterna del tren que arranca

SECRETO

Campana vacía
Pájaros muertos
En la casa donde todo se adormece
Son las nueve
La tierra se queda inmóvil
Se diría que alguien suspira
Los árboles parecen sonreír
El agua tiembla en la punta de cada hoja
Una nube atraviesa la noche

Frente a la puerta canta un hombre

La ventana se abre sin ruido

PASILLO

Somos dos
En la misma línea donde todo se alinea
En los meandros de la noche
Hay una palabra en medio
Dos bocas que no se ven
Un ruido de pasos
Un cuerpo ligero se desliza hacia el otro
La puerta tiembla
Pasa una mano
Uno quisiera abrir
El rayo claro erguido
Allí frente a mí
Y lo que nos separa es el fuego
En la sombra donde tu perfil se pierde
Un minuto sin respirar
Al pasar tu aliento me ha quemado

UNA PRESENCIA

Si nada pasa al caminar más allá


Si nos quedamos donde estamos
Mirando hacia atrás
Lo que hay
Si la tierra desciende
No se podrá regresar
El camino se borra
El viento que sopla sobre tus pasos
Se lleva las huellas
La luz brilla
Atrás de las ramas del día
Son los ojos del que mira
JUGADORES

Su mano tendida es una concha donde llueve


El agua en el tejado
hace un ruido de metal
Tras los visillos una figura roja
En el aire blanco matinal
La ventana se abre para hablar
En el patio el violón rechina como una llave
Frente al hombre el muro se pone serio
Llueve sobre la cabeza del jugador
Está viejo
El perro lo mira con inquina
Después un niño corre
Sin que le importe
Adónde va

SORPRESA DE LO ALTO

Se abrirán las puertas al fondo del corredor


Una sorpresa aguarda a los que pasan
Allá van a reunirse unos amigos
Hay una lámpara que nadie enciende
Y tu ojo único que brilla
Bajo la escalera descalzo
Es un ladrón o el que acaba de llegar
Ya nadie lo esperaba
La luna se esconde en un cubo de agua
Sobre el techo un ángel juega al aro
La casa se derrumba
En el arroyo hay una canción que fluye

UNA ESCAMPADA

Obscurece
Los ojos se cierran
Más clara se despliega la pradera
Había un pañuelo en el aire
Y tú me hacías señas
Tu mano salía de la manga de sombra
Yo quería atravesar la barrera
Algo me detenía
El grito venía de lejos
Por detrás de la noche
Y todo lo que avanza
Y todo de lo que huyo
Todavía

***

Rostro desleído en el agua


En el silencio
Tanto peso en el pecho
Tanta agua en la jarra
Tanta sombra en el suelo
Tanta sangre en la rampa
Jamás se acaba
Este sueño de cristal
TAL VEZ NADIE

La copa se redondea
Sol que nos alumbra
El cielo se entreabre
En un rincón del horizonte
Al caer las hojas hacen temblar la tierra
Y el viento que vagabundea alrededor de la casa
Habla
Alguien venía
Quizás por atrás
La noche formaba el fondo
Y uno se regresaba
Los árboles simulaban un canto
Una plegaria
Se tenía miedo a ser sorprendido
En el camino las sombras se doblaban
No se sabía qué pasaba
Tal vez no había nadie

MINUTO

No ha regresado todavía

Pero ¿quién entró en la noche?

El péndulo los brazos cruzados

se ha detenido

Traducción de Octavio Paz


ARRUGAS DEL TIEMPO

Cuanto más grito más fuerte es el viento


La puerta se abre
Arrastra la piel y las plumas
Y el papel que vuela
Corro por el camino tras las hojas
Que echan a volar
El techo se rebela
Hace calor
El sol es un imán
Que nos sostiene

Desde kilómetros
Me gusta el ruido que haces
Con tus pies
Me dicen que corres
Pero nunca llegarás nunca

El Viejo aficionado al arte tiene una sonrisa idiota


Falsario y ladrón
Animal nuevo
Todo le da miedo
Se apergamina en un museo
Y participa en las exposiciones
Lo he puesto dentro de un volumen en el último anaquel

Ya no cae la lluvia
Cierra tu paraguas
Que vea tus piernas
Abrirse al sol
BLANCO Y NEGRO

Cómo vivir en otra parte sino cerca del gran árbol blanco
de aquella lámpara
El anciano arrojó uno a uno sus dientes de marfil
Para qué seguir mordiendo a esos niños que no mueren nunca
El anciano
Los dientes
Sin embargo no era el mismo sueño
Y cuando se imaginó que era tan grande como Dios mismo cambió
su religión y abandonó su vieja cámara oscura
Después compró nuevas corbatas y un armario
Pero ahora su cabeza tan blanca como un árbol ya no es en efecto
más que una miserable bolita abajo de las gradas
De lejos la bola se mueve
Hay un perro al lado y en su forma
De lejos cuando el perro se mueve ya no se sabe si es la bola

CARA A CARA

Se adelanta y la rigidez de su paso tímido traiciona su aplomo.


Las miradas no abandonan sus pies. Todo lo que brilla en aquellos
ojos, de donde brotan malos pensamientos, alumbra su caminar
titubeante. Va a caerse.
En el fondo del salón una imagen conocida se yergue. Su mano
tendida va hacia la suya. Ya no ve sino aquello; pero de pronto,
tropieza contra sí mismo.
CORAZÓN A CORAZÓN

Por fin heme de pie


He pasado por ello
Alguien pasa también por ello ahora
Como yo
Sin saber dónde va

Yo temblaba
Al fondo del cuarto el muro era negro
Y temblaba también
Cómo pude franquear el umbral de esa puerta

Se podría gritar
Nadie oye
Se podría llorar
Nadie comprende

Encontré tu sombra en la oscuridad


Era más dulce que tú misma
Otrora
Estaba triste en un rincón

La muerte te ha traído esa tranquilidad


Pero hablas hablas todavía
Querría dejarte
Si solo viniera un poco de aire
Si el exterior nos permitiera aún ver claro
Nos asfixiamos
El techo pesa sobre mi cabeza y me empuja
Dónde ponerme dónde partir

No tengo bastante sitio para morir


Dónde van los pasos que se alejan de mí y que escucho
Allá lejos muy lejos
Estamos solos mi sombra y yo
La noche desciende

DUREZA DEL CORAZÓN

Jamás hubiera querido volver a ver tu triste rostro


Tus mejillas hundidas y tus cabellos al viento
Me fui a campo traviesa
Bajo aquellos húmedos bosques
Noche y día
Bajo el sol y bajo la lluvia
Bajo mis pies crujían las hojas muertas
A veces brillaba la luna

Volvimos a encontrarnos cara a cara


Mirándonos sin decirnos nada
Y ya no tenía bastante sitio para irme de nuevo

Quedé mucho tiempo amarrado contra un árbol


Con tu amor terrible ante mí
Más angustiado que una pesadilla

Alguien más grande que tú, por fin, me liberó


Todas las miradas llorosas me persiguen
Y esta debilidad contra la que no se puede luchar
Huyo rápidamente hacia la maldad
Hacia la fuerza que yergue sus puños como armas

Sobre el monstruo que me arrancó de tu dulzura con sus


garras
Lejos de la opresión blanda y suave de tus brazos
Me voy respirando a pleno pulmón
A campo traviesa a bosque traviesa
Hacia la ciudad milagrosa donde mi corazón palpita

EL VIENTO Y EL ESPÍRITU

Es una quimera extraordinaria. La cabeza, más alta que aquel


piso, se ubica entre los dos alambres y se arrellana y se mantiene,
nada se mueve.
La cabeza desconocida habla y no comprendo una palabra, no
oigo un sonido –abajo contra la tierra. Estoy siempre en la acera de
enfrente y miro; miro las palabras que va a arrojar más lejos. La
cabeza habla y no oigo nada, el viento dispersa todo.
Oh gran viento, burlón o lúgubre, he deseado tu muerte. Y
pierdo mi sombrero que también tomaste. Nada tengo ya; pero dura
mi odio ¡ay más que tú mismo!

ENVIDIA

Visión abigarrada y tenue en su cabeza, huyes de la mía. Posee


los astros y los animales de la tierra, los campesinos y las mujeres
para servirse de ellos. Lo ha mecido el Océano, a mí el mar, y fue él
quien recibió todas las estampas. Roza ligeramente los despojos que
encuentra, todo se ordena y siento mi cabeza pesada que aplasta los
frágiles tallos.
Si creíste, destino, que podría partir me hubieras dado alas.
HORIZONTE

Mi dedo sangra
Con él
Te escribo
El reinado de los viejos reyes se acabó
El ensueño es un jamón
Pesado
Que cuelga del techo
Y la ceniza de tu cigarro
Contiene toda la luz

En la curva del camino


Los árboles sangran
El sol asesino
Ensangrienta los pinos
Y a los que pasan por la pradera húmeda

La tarde en que se durmió el primer mochuelo


Yo estaba ebrio
Mis miembros laxos cuelgan ahí
Y el cielo me sostiene
El cielo en que lavo mis ojos todas las mañanas

PARTIDA

El horizonte se inclina
Los días son más largos

Viaje
Un corazón salta en una jaula
Un pájaro canta
Va a morir
Otra puerta se va a abrir
Al fondo del corredor
Donde se enciende
Una estrella
Una mujer morena
La linterna del tren que parte

Traducción de César Moro

OLEAJE

Paladas de oro sobre torrente de olas


Cuando las hojas del mar se doblan página a página
Bajo el rumor del viento
Y a merced de las velas
Pronto nos habituamos a esos ritmos
Al calor del agua
Al movimiento de las planchadas
Al gusto amargo
El faro ha deslizado sus tijeras en los paños del sol
Y van hacia él los barcos rompiendo amarras
El cabestrante deshecho gira y enrosca al puerto que
carcome la noche
hay cantos
La arena está barrida
Luces al fondo de la colina o del casino
Voz de un asno
En el poniente un erizo engancha sus espinas
detrás de los chopos
Se ha detenido el sol
Y el carruaje rechina al doblar el camino que termina
bajo el cerco
El pantano seco se destiñe
Las plantas son más raras
Y el tren subraya la montaña bordeándola
A simple vista se distingue
El país nuevo
La tierra limpia
Las piedras han sido pulidas por las sombras de la mañana
Luego las nubes se secan
Cerca de los rayos torcidos de otros astros
Se yerguen
Suben del agua
De las rocas espumosas
Que resoplan
Y todo cambia de lugar
La cabaña se ha colocado en el levante
El extremo del cabo se alza detrás de las sombrillas
No se ve más que el día
Las casas desaparecen
Los árboles se evaporan
Detrás del terraplén hay manos que llaman
Se oye todos los ruidos pero los ojos no ven
El fuego abrasa la atmósfera y cruje la piel de la tierra
Un caballero atraviesa el túnel
Y la montaña silba
perdida la cola en las pestañas húmedas del mar
Bajo las patas de ese animal de ciénaga circula el agua
luciente y tibia
Mientras las plantas se yerguen
en las concavidades de las rocas
Las ondas se hinchan
Y el viento saliendo de los tubos de las máquinas de las
chimeneas de las fábricas de los pañoles de los navíos
Más negro más pesado
Amotina el polvo que se hace fango en los lugares
húmedos
En pirámides
En círculos mosaicos
O en simulacros de cordilleras irreales
En ceniza de cigarro
Después el frescor vuelve con la tarde que oculta el incendio
Los viajeros se pasean en negro
Sobre la escollera
Bajo los reflejos lucientes que mimaban su cabeza
Sobre las piedras quemadas que encogen la piel
Forman parte del agua
Continúan el cuerpo
Y los peces baten el fuego con las aletas
A través de la estela donde hierve el acero
Las estrellas toman formas de
medusas de peces ciegos de materias
grasas
Y un hombre
Uno solo
Habita al otro lado del puerto
En sus manos sostiene su cabeza como desgajada y ríe muy
fuerte
Mientras el mar con el sollozo de su garganta
se calma y se mece
Oh gran faro

DEPARTAMENTO DE LUJO

Está hecho el mal


Las ondas en el salón penetran las mallas más finas
A través de las blancas aberturas del espectáculo
La sombra se azula contra las rayas que suben por el tejido
Vive el aire
El oyente enfermo mira por encima del parapeto
de terciopelo rojo
de seda en llamas
Abajo debe estar
inclinada
su cabeza chata
En esa sala oriental ornada de algas negras
Que deberá pasar
Figura del tiempo último un abismo me separa de ti
Un caso de cemento armado protege tu espíritu
Y tu seguridad me calma
Pues tu mirada se parece a la de todos
los ojos
Cuando los tuyos se inclinan dulcemente fuera
de la cabeza
Qué espectáculo para atisbarlo por las hendiduras de
la cortina amarilla y verde y en la sala
Sobre las tablas hay un hormigueo de lugares vacíos
y de cabezas cortadas
Las ondas de mi pecho bañan el inmueble
entero
igualan todo y los chorros de agua chasquean
bajo el último rayo de sol
delante de la línea monótona
el cielo desierto
la tierra lisa
Ese gran color leonado

ADIÓS

El fulgor más lejos que la cabeza


Golpe del corazón
Sobre la pendiente donde el aire hace rodar su voz
los rayos de la rueda
el sol en marcha
En la encrucijada
cerca del talud
una plegaria
Algunas palabras que no se oyen
Más cerca del cielo
Y sobre sus pasos
el último cuadrado de luz

A MITAD DEL CAMINO

El momento de pasar el recodo


y levantarse el sol
con el alba en el ojal
Ver pasar la hilera de cascos
hacia el río
El agua brilla entre los malecones
con reflejos verdes
o sobre la puerta
el nombre del campanario
Y la oleada más fuerte
Rodeando el sueño de la noche
la ciudad con su collar de luces
Después de la distancia sombría
los agujeros negros
el camino amortajado
Y a lo largo del trayecto el miedo de haber comprendido
Una forma más allá del foso
Un nudo en la garganta
Y el tren retrasado del mundo todavía cercano
Todo lo que no queremos llega
Se desploma
Cava su nido en mi pecho

CRISTALES DE NIEVE

En el camino
La cabeza hundida
Cuando la mañana despierta al que duerme
El árbol lleno de palabras que vuelan o cae de frutas
maduras o de pájaros
Cuando la roja bruma del crepúsculo borra los
rayos
el coche que se desliza
y el resplandor del mundo que tiembla sobre el horizonte
Es otra la cortina que cubre el paisaje
Y la voz de los campesinos
Es otra la razón que hace dar vuelta las caras
hacia la espalda del que pasa
Es ese relámpago que rueda por las ondas del aire
Y en el cielo de líneas verticales
El sol se despliega
Las nubes se recogen
Y las estrellas caen apagadas en el mar
El día se ha tendido como una sábana blanca
Y nada más se ve
Polvos de oro descienden sobre las carreteras
y sobre los otros caminos
Las casas están disueltas en luz roja
Y los árboles perdidos
Todo se incendia hasta la tarde en que suena
otra hora
Habla más dulcemente
La tarde
Cuando cesa el viento y su sombra reposa en la
floresta
Entonces se apaga el fuego
las cosas reaparecen
La casa y su techo
La colina torcida
El cerco que se desenrolla
Y todo lo que se mueve
Detrás del muro la noche alza otro decorado
No se ve las manos que encienden las lámparas
ni las curvas del terreno
Alguien habla
Una voz lanza un hilo luminoso que se retrasa
al engancharse en los matorrales
Un ruido turba la corriente de agua
Alguien mira
el fin de la estación
Y más alto que el viento que ha recogido sus velas
La pantalla del poniente
Las alas del sueño
El cielo blanco de chispas arrojadas a puñados
Y los árboles cubiertos de gotas y de estrellas
A lo largo del camino

ECO

Voces de seres confundidas bajo un espeso manto


estremecimiento de los árboles confusión de las volutas
de humo
el retroceso de las manos del corazón asesinado
Todo el oro y la sangre
los pechos en una misma línea
Sobre todos esos gestos el viento desarrolla la noche
Es una móvil cortina que desciende
El resto continúa
Los milagros
En el fondo carros sin ruedas
llevados más lejos
A través de los rojos vellones de los matorrales
el sol del Mediodía
riendo en la cantera
la carretera en torbellino
todos los espejismos
polvo
El eco en el bosque abandona la muchedumbre los
espectáculos confundidos en el juego de las voces
mezcladas los cabellos enmarañados las mismas palabras
sobre otro papel
El eco se desprende de la espesura donde todo se
confunde y traspira
Está solo saltando de piedra en piedra
bajo los puentes
Es mi voz liberada de nombre
una luz
los ojos cerrados

LA CABEZA ROJA

Allá arriba
El hoyo marino
Al borde de los hemisferios
El oleaje pasa en bloque por encima del tablado
Las raíces del mundo
cuelgan
del otro lado de la tierra
las piernas del jockey al borde del tilbury
Los costados del camino cambian
las franjas del cielo se mueven
Y el viento se retira detrás del bosque
los montículos
a la línea de las dunas donde rueda el sol
Los pinos son barrotes de hierro
que encierran bestias inmóviles
la piel de las rocas
a través de las ondas de los truenos de la
tempestad
Nada falta si el horizonte se estremece
Pero detrás
Hay sobre el muro un cartel ensangrentado
jirones de cartón que la lluvia mueve en
la noche
a los ojo del transeúnte que sigue por la
calle más larga
Calle desierta obstruida por las casas que cambian
de lugar
Los árboles prisioneros conversan en voz baja
Cada escaparate tiene su secreto
En la noche
Bajo el cielo y una vía de estrellas
Gemidos
Oscilaciones inquietantes de la tierra que
cambia su movimiento
El hombre que avanza sin ver nada más que su paso
delante
Los ruidos en las gradas del puerto
y los ruidos de las muestras
Todas las voces
Todos los tumultos
Las formas blancas de los pisos que se quejan
Todo luce
El agua ha lavado la piedra
Las palabras se deslizan en los techos
Sordo ruido de luces
En ambas veredas las puertas cerradas que empujamos
y que no se abren nunca
El idioma extranjero en la cabeza del marinero que llega
La memoria del poeta avanzado que dicta
Y los libros cuyos nombres y palabras acechan
constantemente
Nubes Torre Eiffel palabras del Diccionario
y voces extranjeras y las de su país
Donde habrán ido
Y la sombra del amigo muerto el año pasado siempre
presente sentado en su mesa y en sus paseos
y pronto a firmar
Ese anuncio
Ese movimiento en el ser que agita su sombrero
en la extremidad del mismo brazo
Y esa cara roja
La misma que guiaba el marino que avanzaba
con la cabeza maravillada por las palabras del Diccionario
por las palabras de la leyenda y de la astrología
El tiempo pasado bajo el ala
La caricia del aire
El retrato que dejo
Y todas las palabras violentas que no habré pronunciado

NACIMIENTO BAJO LA TEMPESTAD

La cara redonda
En el sombrío rincón de cielo
La espada
el mapamundi
bajo las cortinas del aire
Párpados más largos
En la habitación al contrario
Una nube estalla
La noche sale de un relámpago

REBAÑO AISLADO

Camino arriba por las claridades sinuosas


– de formas blandas – de rumor de voces
En la oscuridad completa
el mal tiempo
las tibias lágrimas
la lluvia atravesando la esfera
Arrojado en el sombrío fondo del circuito y del corazón –
volviendo cada día a los pasos de ayer –
sostenida la cabeza por todas las manos
la comida que termina
la lámpara caprichosa
Todo lo que luce
Se apaga
Llora
El remolino de la corriente bajo la piel luminosa
espesa y movible – la rueda del árbol –
el pájaro que canta – el ronquido del motor
oculto en los cimientos de la casa cuya
vereda sigo
Ciego
Sordo
Y sin saber
Las piernas se doblan
Las manos abandonan su pena
Todo lo lejos que se debe ir
La tierra grávida
Cae el resplandor de un pico de gas
y hace un agujero
Todo gira alrededor
Es una barrena que atraviesa de la cabeza a los pies
perfora el suelo y el cuerpo en el eje de los límites permitidos
a todos los invitados
Yo estoy afuera
con la cabeza hinchada de palabras
Sobre la calle que se desvía
la ciudad jadea
Porque la noche ha pasado
está atravesando el espacio
y la luna que desciende para ver
se ha detenido
Y cara a cara yo miro con mil ojos
lo que ocurre

EL LITORAL

Tono gris en la esfera luminosa


En la esfera sin agujas
En la mirada azul
En el borde de este pueblo
cuyo campanario se adormece
Cerca del bosque y las ondulaciones
El viento y sus esfuerzos
El boulevard rueda sobre las murallas
Y los árboles vagan en la noche
Las formas del silencio
Y del agua
En el ruido
Las franjas del mar
El engranaje de los corazones
Y todo el movimiento conquistado
sobre el pasaje
Talla surcos la luz
Una calle se destaca
Un color
Casas
El ojo vigila los techos
la mirada va hasta el fondo
Pero el cielo se hace redondo allá en el horizonte

CASACA NEGRA

El impulso
La detención
la balanza en el extremo del trayecto
Todo está en falso
las palabras
la bandera
la única cosa que cuenta
el número
Nace bajo el ala de papel
conmueve el ser
Grita
rueda hecho una bola
Y ese caballo perdido
en el bosque
o en el rincón del pueblo
Encrucijada colgante
Los caballeros de perfil pasan ligeros
Y la muerte está echada
Más fuerte
Sobre el terreno que gime
Y de los saltos del resorte
La cabeza del caballo a la altura de los dinteles
El nombre del jinete en las gualdrapas
Y en el oro del sol
La cabeza desolada del vencedor
la cabeza muerta

TERRENO PESADO

El globo más ágil


rebota en el reborde
el pájaro resbala
la arcilla corre
el fondo de la forma
el esfuerzo
El balón pasa delante del vidrio
inaugura el aire
el calor artificial
el arco iris destiñe bajo el chubasco
que atraviesa
el campo donde las casacas giran
nublado el cielo
rincones del bosque donde el sol se divierte
Al más claro beneficia la carrera y sus giros
bajo la luz carrera que borra mi nombre
de las palabras más dulces
y de las que se responde

CAMPO RASO

La línea magra en el cuadrante del viento


el ala que se repliega
Y la pérdida del tiempo
las colinas mejor colocadas
en el aire
el agua que gotea
las cortinas al revés
Todo lo que se teme
el animal jadeante
Nube
cerca del bosque que sube
O la voz interior
Falta luz a los ojos
en el claro
el vidrio de la casa
Y cerca del mundo en calma
Fuera de la tierra
Las palabras de una canción

INVIERNO

El tapado de nieve sobre la espalda del gato


Para las palabras que resuenan entre los dientes
más claras
Una chispa en los labios
El cuello más grueso y más gordo
la hoja abierta al extremo del brazo
La calle se ilumina cuando pasan las formas
los agujeros de las fachadas evitan los rayos
la linterna perdida
el alboroto nocturno
y toconeo distinto
Medianoche
Nadie en la orilla
Donde la vereda desliza
sombras que se persiguen
Y la luna en el secadero

ÉL Y ELLOS

Las placas del sol


de lechoso cielo
Y la alegría de los oídos
sobre cubierta
Martinete
sol de plomo
La rueda que gira en la vuelta del camino
Entre las lomas verdes
Rostros amigos
los ojos grises y sus sueños
Hombres más pequeños
Calle sin fin
Viejas astucias
Encogimiento de hombros
Y el piloto desnudo
solo al extremo del muelle

TIEMPO CUBIERTO

Estoy en medio de una nube


de nieve
o de humo
Se anuncia el día con alboroto
la ventana batiente
abre la pared en un rincón
el párpado amodorrado
y el ojo perezoso
Más lejos
sobre el recodo donde debió caer
el fuerte viento que pasaba
haciendo rodar la atmósfera
la nieve y el humo
Algunos granos de sol
y el peso de la tierra apenas soportado

VUELTA DE HOJA

La pieza en la corriente de aire


Bajo la llama que se extiende
En la ciudad dormida
Cerca de los árboles que se mueven
De la pared de piedra
En el extremo del camino
que rodea la tierra
Está allí
con la cabeza inclinada hacia afuera
los rayos de sol cerca de sus cabellos
la cara ahogada
en lágrimas
Todas las razones para no creer nada
Las palabras se han extraviado a lo largo del camino
No hay nada que decir
El viento ha llegado
El mundo se retira
El otro lado
EN LOS RIELES

El viento vuelve tarde del camino reconocido


Las manos cuelgan cerca del libro
En cabeza
el hombre pasa la hora
el relámpago
el campo perdido
Sobre la punta donde el cielo se fija
La estrella y su piñón
Cuando las rayas de colores detienen el horizonte
Una rueda se desvía
el agua se despierta transpirada
y chorrean los ribazos
Una ventana lanza su mirada imprevista
Entre el ángulo del muro y la flecha de un árbol
Una sombra se mueve

CHIMENEA DE FÁBRICA

Nos devuelven el aire


los amigos bárbaros
el estribillo escogido
Las viejas promesas
la tierra vegetal y el paraíso
Se abre la hora a una señal
Un badajo que golpea
Y el ala que malquista
Viajeros en la mesa de la fonda dormida
el camino que se retarda
La colina
la fábrica
El torrente demolido
El bosque prisionero
El renunciamiento sordo
La mano del hombre

LA LENGUA SECA

El clavo está allí


Sostiene la pendiente
El jirón claro que levanta el viento es un soplo
y aquel que comprende
El camino está desnudo
el pavimento las veredas la distancia el parapeto son
blancos
Ni una gota de lluvia
ni una hoja de árbol
Ni sombra de un vestido
Yo espero
la estación está lejos
Por lo tanto el río recorre los muelles cuesta arriba
la tierra se deseca
Todo está desnudo todo está blanco
Con el solo movimiento desacompasado del reloj
el ruido del tren que pasó
Yo espero
Los mil agujeros del aire
Al nido
A la curvatura
Sobre la punta del techo que rechina
Y ese tesoro
Todavía algunos pliegues
Y el tiempo que se desflora
Cuando el coche pasa al extremo del universo
En la encrucijada de las islas
Sin huellas sobre la pista de las grandes corrientes de noche
Oyense cascabeles en la calle
Y gritos
Es una procesión
O una cabalgata
Ese cortejo bajo el arco del cielo más redondo
La flecha que se mueve y retrocede
La Historia y todo lo que se olvida

PARA SIEMPRE

Después del tiempo presente


del disgusto sobrellevado
el flaco cubierto
el brazo tendido
el corazón puesto en filo
Con todo el lugar para el mismo tesoro
lavado el metal del espíritu
La mano tibia sobre las pupilas
Renovado por el brillo del estío
que llama al delirio u otro interés
A ras de la ventana el hombre negro que ha bebido
blanda la conciencia y siempre mal vestido
Al final de su papel que hizo con desprecio
Cerca de la ruta donde alguien marca
un paso que no es el último
No es el mismo quien pasa
Porque él no se ha vuelto
MAR GRUESA

Delante del barco inmóvil


Alguien que espera
El puerto es quien se mueve
Hay demasiado viento
el nivel del agua cambia
en tanto que el mar está quieto
Todo se hace más grande
El marino que pasa llega con retraso
De donde trae ese gesto
Y su cabeza floja
la salida del bar
Todo el equipaje está en los mástiles
Un pájaro se borra
Sobre el cielo más chato
Todo el mundo teme
Cuando la gorra el aire y las numerosas caras
el viento ha entremezclado en una misma nube

Traducción de Elvira Martínez de Hidalgo

MOVIMIENTOS EN EL HORIZONTE

Los jinetes permanecen sobre la ruta, de perfil. No se sabe cuál


es su número. Contra la noche que cierra el camino, entre el río y el
puente, un manantial que llora –un árbol que nos sigue. Se podría
mirar la multitud que pasa, sin que ella nos viera. Es un verdadero
ejército en marcha o bien un sueño, un fondo de cuadro sobre una
nube. El niño llora o duerme. Mira o sueña. El cielo está abarrotado
por todos esos ejércitos. La tierra tiembla. Los caballos resbalan a
lo largo del agua. Y el cortejo se desliza también en esta agua que
borra todos esos colores, todas esas lágrimas.

NOCTURNO

La calle está enteramente negra y la estación no ha dejado


huellas. Yo hubiera querido salir, y me retienen la puerta. No
obstante, allá arriba alguien vela aunque la lámpara está apagada.
Mientras que los faroles de gas ya no son más que sombras,
los carteles se persiguen a lo largo de las empalizadas. Escucha: no
se oye el paso de ningún caballo. Sin embargo, un jinete gigantesco
corre sobre una bailarina y todo se pierde girando detrás de un
terreno vago. Sólo la noche conoce el lugar donde ellos se reúnen.
Desde el amanecer, revestirán, como siempre, sus colores brillantes.
Ahora todo calla. El cielo guiña ojos innumerables y la luna se
esconde entre las chimeneas. Los gendarmes mudos, y sin ver nada,
mantienen el orden.

FALSA PUERTA O RETRATO

En el lugar que está allí


entre cuatro líneas
Un cuadrado donde juega el color blanco
La mano que sostenía tu mejilla
Luna
Un rostro que se enciende
El perfil de otro
Pero tus ojos
Yo soy la lámpara que me guía
Un dedo sobre el párpado húmedo
En medio
Las lágrimas ruedan en este espacio
Entre cuatro líneas
Un espejo

RUIDOS DE LA NOCHE

En el momento en que los caballos pasaban, tembló la lámpara


del centro. El cielorraso amenazaba inclinarse a la derecha, sobre
nuestras cabezas; pero las ventanas permanecían a plomo contra el
cielo, y se veía distintamente el paisaje nocturno.
Ya no había más búhos en las ruinas, ni rayos de luna entre los
árboles; sólo una chimenea de usina y, alrededor, casas cuyos techos
parecían crecer.
Y los caballos –que dejaban oír claramente sus pasos
precipitados– transportaban en la noche un furgón de metal.

TODO DUERME

El árbol de la tarde, la pantalla de la lámpara y la llave del


reposo. Todo tiembla cuando la puerta se abre sin despertar ningún
ruido. El rayo blanco atraviesa la ventana e inunda la mesa oscura.
Una mano avanza a través de la sombra, del rayo de luz y el papel
sobre la mesa. Es para coger la lámpara, el árbol de círculo extenso,
el astro caliente que se evade. Un soplo se lleva todo, apaga la llama
y empuja el rayo de luz. Delante de los ojos no queda nada más que
la noche negra y el muro que sostiene la casa.
NÓMADE

La puerta que no se abre


La mano que pasa
A lo lejos un vaso que se quiebra
Las chispas que se encienden
El cielo es más negro
Sobre los techos

Algunos animales
Sin su sombra

Una mirada
Una mancha sombría

La casa en la cual no se entra

VIEJO PUERTO

Un paso más hacia el agua, sobre los muelles, delante de la


puerta iluminada de la taberna.
El marinero canta contra el muro, la mujer canta. Los barcos
se balancean, los navíos tiran un poco más de la cadena. Dentro
están los paisajes profundos dibujados sobre el vidrio; las nubes
están en la sala y el color del cielo y el ruido del mar. Todas las
aventuras vagas les separan. El agua y la noche esperan afuera.
Pronto llegará el momento de salir. El puerto se alarga, los brazos
se tienden hacia otro clima; todos los marcos están llenos de
recuerdos. Las calles se inclinan, los techos que quieren dormir...
Y sin embargo todo está siempre de pie, listo a partir.
LUZ

Una pequeña mancha brilla entre los párpados que baten. El


cuarto está vacío y las persianas se abren en el polvo. ¿Es el día que
penetra o algún recuerdo que hace llorar tus ojos? El paisaje del
muro –el horizonte de detrás–, tu memoria en desorden y el cielo
más cerca de ellos. Hay árboles y nubes, cabezas que sobrepasan y
manos heridas por la luz. Luego es una cortina que cae y envuelve
todas esas formas en la noche.

LA LLAVE DE VIDRIO

Huecos del muro, huecos de la chimenea y de mi pipa. En el


rincón dos bastones en X se baten. ¿Quién los tomará? No hay
nadie a la mesa, nadie sobre el lecho y los sillones están vacíos.
Alguien quiere salir. Pero no soy yo quien ha soplado la lámpara y
no es mi paso el que desciende la escalera. ¡Hay también, puede ser,
un muerto en la casa!

LOS MÚSICOS

La sombra y la calle, en la esquina donde sucede algo. Las


cabezas agrupadas escuchan o miran. El ojo pasa de la acera al
instrumento que vibra, que rueda y al carruaje que atraviesa la
noche. Las navajas de luz del farol rebanan la multitud y separan
las manos que se tienden, todas las miradas que cuelgan y los ruidos
al azar. El pueblo está allí, y todos a la misma hora, en la
encrucijada. Las voces que se dispersan llevan el movimiento sobre
la cuerda que rechina y muere a cada instante. Después, el signo del
cielo, el gesto que recoge, y todo desaparece en el lienzo del muro
que se desviste. Todo se desliza, y la niebla se enrolla a los
transeúntes, dispersa los ecos, oculta al hombre, al grupo y al
instrumento.

MECÁNICA VERBAL Y DON DE SÍ

Ninguna palabra, sin duda, hubiera podido expresar mejor su


alegría. Él la dijo, y todos los que esperaban contra el muro,
temblaron. Había en el centro una gran nube –una enorme cabeza–
y los otros observaban fijamente los menores pasos marcados sobre
el camino. No había nada, sin embargo, y en el silencio las actitudes
se volvían más difíciles. Un tren pasó detrás de la barrera y envolvió
en su niebla las líneas que sostenían el paisaje de pie. Y todo
desapareció entonces, mezclándose con el ruido ininterrumpido de
la lluvia, de la sangre perdida, del trueno de las palabras maquinales
del más importante de todos esos personajes.

LA SIESTA

En la mañana que se levanta detrás del techo, al abrigo del


puente, en el ángulo de los cipreses que sobrepasan el muro, un gallo
ha cantado. En el campanario que desgarra el aire con su punta
brillante, las notas suenan y ya el rumor matinal se eleva en la calle
única que va del río a la montaña, dividiendo el bosque. Buscamos
en vano otras palabras: las ideas son siempre oscuras, tan simples y
singularmente penosas. No hay más que los ojos, el aire libre, la
hierba y el agua en el fondo y, a cada recodo, un manantial o un
estanque fresco. En la esquina de la derecha, la última casa con una
cabeza más grande a la ventana. Los árboles son extremadamente
vivos y todos esos compañeros familiares costean el muro ruinoso
que se desmorona sobre los espinos, en medio de risas. En el
barranco, el rumor aumenta, se infla, y si un carro pasa sobre la ruta
de arriba, no se sabe si son las flores o los cascabeles que repican.
Por el sol ardiente, cuando el paisaje llamea, el viajero pasa el
riachuelo sobre un puente muy estrecho, ante un agujero negro
donde los árboles bordean el agua que se duerme en la hora de la
siesta. Y sobre el fondo del bosque tembloroso, el hombre inmóvil.

SIEMPRE SOLO

¿El humo viene de las chimeneas o de nuestras pipas? He


preferido el ángulo más agudo de esta habitación para estar solo, y
la ventana de enfrente se ha abierto. ¿Vendrá ella?
En la calle, donde nuestros brazos tienden un puente, nadie ha
levantado los ojos y las casas se inclinan.
Cuando los techos se tocan, no se osa hablar más. Se tiene
miedo a todos los gritos, las chimeneas se apagan: Hace tanta
oscuridad.

GRAN RUTA

El fuego está casi apagado


y delante alguien llora
hacia donde pasa esta mano
cuyo calor permanece

Es de noche
Los vidrios se derriten
Si la casa desapareciera
Con nosotros detrás de los árboles
Alguien quedaría aún
Cantaría una voz dulce
Y la sombra del tiempo se iría

en la noche
A dar la vuelta al mundo

TODAVÍA ANDAR

¿Si se levanta cuando yo pase cerca de él, si llora cuando llegue


la noche, si no grita? Habré creído verle y todo estará terminado.
Muchas horas de camino en un sendero donde la hierba ya no
vive. He caminado largo tiempo y me he perdido. No osaba volver
sobre mis pasos ni llamar. Y sentía detrás de mí sus ojos que me
buscaban.
Una pequeña luz se ha encendido a lo lejos entre los árboles.
Una ventana donde no podré llamar. El fuego donde se me rehúsa
dejarme calentar. Y no tengo ni siquiera el derecho de detenerme.
Un muro enfrente de mí se ha puesto a retroceder.
Las campanas suenan en el campanario de una aldea lejana y
yo no sé qué hacer de mis manos. Avanzar, a pesar del viento y la
noche que sube lentamente. No tengo abrigo. En la sombra oigo el
paso de los caballos.
¿Dónde vas a conducirme? El albergue está muy lejos para ir
allá. Las gentes se van no se a dónde, y yo me pongo a seguirlas. De
pronto una mano de niño me ha hecho señal de quedarme. Sólo yo
estoy perdido aquí vosotros, ante vosotros todos, y ya no puedo irme
jamás.
CADA UNO SU PARTE

Ha cazado a la luna y ha dejado la noche. Una a una, las


estrellas han caído en un hilillo de agua viva.
Detrás de los álamos blancos, un extraño pescador espía
impacientemente con un solo ojo abierto, oculto bajo su ancho
sombrero, y la línea del cordel se estremece. Nada pesca, pero va
llenando su bolsa de cuero con piezas de oro cuyo destello se apaga
en el cesto cerrado.
Otro hombre espera a mayor distancia de la orilla. Mas
modesto, pesca en el charco de lodo que ha dejado la lluvia. Esta
agua, venida del cielo, estaba llena de estrellas.

FANTASMAS DEL PELIGRO

Sobre el caballete del tejado hay un ejército inmóvil o una


larga hilera de chimeneas sin armas. Abajo, raros resplandores
montan la guardia y persiguen con su linterna la sombra imprecisa.
En los árboles, un molino agita perdidamente los brazos no se sabe
hacia qué cielo. Es el único espía que domina el campo y la noche.
Mas, estamos lejos del peligro y no es esta la hora del peor combate.
Todo está en espera. Nada se mueve. ¿Alguien se esconde en los
repliegues del terreno?
Sonoros relojes de pared cifran los grandes edificios que velan
en la niebla, sobre la ciudad dormida. Una puerta que se abre
ilumina un rectángulo de pavimento y deja ver un interior apacible
donde duerme sin inquietud un niño cerca de la estufa que ronca.
Pero el hombre solo que sale, vacila antes de alejarse en medio de la
noche.
ESPIRITU PESADO

Está extendido y duerme. Es un cuerpo muerto. Un último


rayo alumbra su rostro sereno en que brillan dientes sin resplandor.
Las horas suenan suavemente en torno de su cabeza, y él no las
escucha. De tiempo en tiempo, un sueño pasa como una nube en
que se mezclan los grabados del fondo.
A la derecha danzan algunas llamas que no suben muy alto, y
si los brazos se levantaran tocarían el techo.
Hombres sin existencia real suspiran en los rincones, y todos
los libros entreabiertos han caído, uno a uno, sobre la alfombra
desteñida. El silencio. La calma. El sueño que desciende tan
dulcemente como la noche.

MÁS TARDE

El tiempo pasado en una habitación donde todo es negro


volverá más tarde. Entonces yo traeré una pequeña lámpara y os
alumbraré. Se precisarán los gestos confusos. Y podré dar a las
palabras un sentido que no tenían antes y contemplar un niño que
duerme sonriendo.
¿Es posible que sigamos siendo nosotros mismos al envejecer?
Hay algunos fragmentos de ruinas que caen. No se levantarán ya
nunca más. Hay también algunas ventanas que se iluminan. Y ante
la puerta un hombre sólido y dulce que conoce su fuerza y espera:
él mismo no reconocerá su propio rostro.
ALEGRÍAS DE ESTÍO

La danza, la tarde entre las luces de los árboles –son las hojas.
Y la multitud apareada gira entre las aceras, los muros y una
empalizada enorme que sube a esconderse en la sombra. Las
ventanas abiertas son huecos en el aire y cerca del techo las
máscaras se balancean. Cabezas blancas, cabezas pálidas, cabezas
enmascaradas parecen llorar sobre las gentes que miran. El baile es
un torbellino y el viento sale para sacudir las ramas que tiemblan un
momento en medio de una nube. La tierra se evapora en polvo y
vuela para detenerse bien pronto en la noche.
Diez mil pies raspan el suelo, las cabezas se aproximan y se
mezclan. La danza, el baile con la alegría indiferente, el placer físico
y la unión de los seres en el mundo. Los brazos son garfios que se
lanzan al primer venido en el torbellino del naufragio.

ALTA NOCHE

El calor que descompone la noche


La mesa en que ellos están sentados
El vaso en la chimenea
La lámpara es un corazón que se vacía
Es otro año
Una nueva arruga
habéis ya vosotros pensado
La ventana inclina su cuadrado azul
La puerta es más íntima
Una separación
El remordimiento y el crimen
Adiós
Y caigo
en el ángulo dulce de los brazos que me reciben
Con el extremo del ojo veo a todos los que beben
No oso moverme
Están sentados
La mesa es redonda
como mi memoria
Me acuerdo de todo el mundo
hasta de aquellos que se han ido para siempre

SALA DE ESPERA

Un beso de tus labios muertos y la partida de este albergue


donde he pasado completamente solo toda mi vida. Nada de patio:
enseguida la ruta y las viejas diligencias persistiendo entre el polvo
tranquilo y más fuerte que las espesas humaredas.
El viaje, las partidas y la calma. Se llegará y se volverá a partir
eternamente sobre las rutas, siempre las mismas a pesar de su
número.
Y los árboles, los postes telegráficos, las casas, tomarán la
forma de nuestra edad.

BATALLA

En el pecho el amor de una bandera desteñida por las lluvias.


En mi cabeza, los tambores baten. Mas, ¿por dónde viene el
enemigo?
Si tu fe ha muerto, ¿cómo responder a su mandato?
Un camarada muere de entusiasmo detrás de sus cañones y su
fatiga es más fuerte que todo.
Y, en los campos bordados de rutas, en los rincones del bosque
–que tienen otra forma porque hay allí hombres ocultos– él se pasea
macabro como la muerte, a pesar de su vientre.
Las ruinas balancean sus cadáveres y sus cabezas sin quepis.
Este cuadro, soldado, ¿cuándo lo terminarás? ¿No he soñado que
yo estaba allí aún? En todo caso, yo hacía un extraño oficio.
Cuando el sol, que yo había tomado apenas como un
relámpago, dardeó su luz sobre mi oreja sorda, me desperezé bajo
los sauces verdes y blancos, en medio de un riachuelo de agua rosa.
¡Tenía tanta sed!

SOBRE EL TALUD

El poniente cierra una puerta


Estamos a la orilla del camino
En la sombra
cerca del arroyo donde todo cabe

Si hay todavía una luz


la línea parte al infinito

El agua sube como una polvareda


El silencio cierra la noche

AIRE

Olvido
puerta cerrada
Sobre la tierra inclinada
Un árbol tiembla
Y solo
un pájaro canta

Sobre el techo
No hay más luz
que el sol

Y los signos que hacen tus dedos

Traducción de Jorge Carrera Andrade

GRADOS DE FRÍO Y FIEBRE

El óvalo se pierde en la claridad de la lámpara


Abajo
El rostro blanco fatigado
El día brumoso
Todo ha vuelto a empezar
Una emoción dulce que se evapora

Es una mujer que lee cerca de un enfermo

Entonces la canción se detuvo en un ángulo


Un montón de palabras reunidas
Nunca podré decir
Una vez más para volver
Atención

No se sabe si va a morir
Pasa un cortejo por la cama
Un sueño muy pesado se extiende sobre la mesa de luz
Los ojos se cierran
Ante la pared luminosa de enfrente
El tiempo se detiene

Una pareja acaba de entrar vestida de fiesta

La cabeza sobresale del techo


Un sacudón de nervios hace temblar la casa
Si hiciera menos frío
La ventana abierta
Todo se volaría

En la puerta hay una hermana de caridad que agita las alas

VIENTO DEL OESTE

Las palabras distribuidas en el viento


Las perlas del collar
y la mano bajo el guante
En el atardecer la estrella tiembla
Un ojo se abre al pasar
Yo no no conozco a nadie
La noche viene corriendo
y todo lo que me iguala huye en el
mismo sentido
Detrás está el miedo que crece
Todo el mundo está apurado
El carruaje que rueda
El agua blanca que se extiende
La ola de los rostros
Las manos
Nada
Ninguna sobra calma este ímpetu
Los remolinos cerca del suelo se extinguen
En el eje la materia viva y todo el tiempo
El viaje alrededor de la casa
del mundo
Hasta el apoyo afirmado más tarde en el horizonte

LA PALABRA

Si la luz se apaga, te quedas solo ante la noche. Y tus ojos


abiertos te iluminan.
Del jardín, suben ruidos que no escuchas. Desde el moho de
las hojas y las ramas, el agua corre hasta la mañana, y cambia de
voz. Y de pronto piensas en el retrato blanco que la ventana
enmarca. Pero nadie pasa ni mira. Ni tampoco el viento viene a
turbar los árboles, a animar esta inmovilidad y este silencio donde
tu espíritu herido se levanta y da vueltas.

LOS OJOS DESCONOCIDOS

Esperando
Sentado en mi silla
La noche
El cielo desciende
Todos aquellos en quienes pienso
Quisiera regresar a los primeros días
De mi infancia
Y volver
Irme hasta el otro lado
Para empezar de nuevo
La lluvia cae
El vidrio llora
Uno está solo
Las horas mueren
El viento violento lleva todo
Los ojos se hablan
Sin conocerse
Y es alguien a quien uno
Nunca vio
Más que una vez en su vida.

OTRA MEDIDA

El mundo es mi prisión
Si estoy distante de lo que amo
No estás muy lejos verja del horizonte
El amor la libertad en el cielo demasiado vacío
Sobre la tierra acuchillada de dolores
Un rostro ilumina y calienta las cosas duras
Que eran parte de la muerte
A partir de esta cara
De estos gestos de esta voz
No es sino yo quien habla
Mi corazón el que resuena y late
Un despliegue de fuego pantalla suave
Entre los muros familiares de la noche
Círculo encantado de las soledades falsas
Haces de reflejos luminosos
Pesares
Todos estos despojos del tiempo crepitan en la hoguera
Todavía un plano que se desgarra
Un acto que no acude al llamado
Queda muy poco por tomar
De un hombre que va a morir

Traducción de Raúl Gustavo Aguirre


MÁS PROFUNDO

Se quedaría en la sombra
alrededor del fuego
Henchido de miradas inquietas
que persiguen la llama
Y fuera nadie mira
Las gentes tranquilas
Las rejas en el fondo del patio
Las murallas movibles
Un pájaro nocturno
que canta
Ningún color
Más largo
más lejos
Que los puentes y los trenes
De los recuerdos lejanos
Si alguien tiene deseos de beber
La puerta cerrada
Todo es negro
La campiña es la noche
La noche las estrellas
y el nido
Duerme
Más allá de las marchas
más lejos del bosque
Hacia el cielo
Una chimenea
preside la familia
Mirad las cabezas que se inclinan
sin caer
ESPACIO

La Estrella ahuyentada
El astro está en la lámpara
La mano El cielo
sostiene la noche se ha acostado
en un hilo contra las espinas
Gotas de sangre repercuten sobre el muro
y el viento de la tarde
emerge de un pecho

HORA

Se entorna un ojo en el horizonte


y otro se abre
Cuanto tiempo es preciso para recorrer la noche
El ruido y la luz
Estrellas y cascabeles
Alguien ha arrojado su capa sobre la montaña
Y detrás
El agua
El sol extinto que cae
y el canto más bello de un pájaro
La torre del mundo
Todo gira en torno al telón
Las voces que ascienden van más altas
El que desciende lleva la cabeza inclinada
Se alarga la sombra
El cielo se ilumina
Se escucha el caer de los ruidos cerca del muro
Contra la tierra
VISIÓN

Ella está iluminada


Solo ella es visible
Y el corazón triangular
Que resplandece al Sol
Una mañana
Un alba nueva
La jornada amarga
Saludado al pasar por unos ojos desconocidos
Donde se encienden unos ojos vibrátil
Y el nombre queda estampado
sobre cada puerta
He gritado llamando
Nadie respondía
He llorado al partir
Sin que nadie me viese
Toda la tristeza ha quedado enterrada
Esperando el sol que abra la ventana
Y los pensamientos que vibran en mi cerebro

Traducción de Guillermo de Torre

4Y9

Las cuatro patas de los caballos tiemblan sobre el horizonte


La misma línea me sirve de tapa
El mundo está apagado bajo el toque de queda
Las ventanas brillan como ojos

Tenemos armas para reír


Y un corazón para morir

El general es un viejo señor

Sin ropa de civil

Una broma una buena broma para hacer

A un miembro de la familia

Es él quien ha asumido todo el heroísmo y el peligro

El patio es una prisión sin primer piso en la que damos vueltas sin

fin
Sólo falta una hora
Suben el rancho y las botas
La cara de un rey negro condecorado con la medalla de

salvamento
Para nada

Entre los salvajes

La música es mejor

Somos tres y yo estoy en el medio

¿Adónde van ustedes?

El placer y la muerte dan vueltas a nuestro alrededor


DE NUEVO EL AMOR

Ya no quiero irme rumbo a esos grandes tazones de la noche


Estrechar las manos heladas de las sombras más cercanas
Ya no puedo salir de esta atmósfera de desesperación
Ni alcanzar los grandes círculos que me esperan mar adentro
Sin embargo es hacia esos rostros sin forma que estoy yendo
Hacia esas líneas cambiantes que siempre me aprisionan
Esas líneas que mis ojos dibujan en lo incierto
Esos paisajes confusos esos días misteriosos
Bajo la protección del tiempo ebrio cuando pasa el amor
Un amor sin sentido que arde día y noche
Y que gasta su lámpara en mi pecho cansado
De retener los suspiros que mueren en su torre
Las lejanías azuladas los países cálidos las arenas blancas
La orilla donde hay oro germina la pereza
El tibio muelle donde se duerme el marinero
El agua traicionera que insiste en adular la piedra dura
Bajo el hambriento sol que pasta los herbajes
El pensamiento somnoliento que entrecierra los ojos
Los recuerdos ligeros cual rizos en la frente
El descanso sin fin en un lecho demasiado profundo
La pendiente de los esfuerzos pospuesta para al día siguiente
La sonrisa del cielo que se desliza en la mano
Pero sobre todo el arrepentimiento de esta soledad
Oh corazón cerrado oh corazón pesado oh corazón profundo
Me pregunto si alguna vez te acostumbrarás al dolor

Y ALLÁ

Alguien habla y yo estoy de pie


Voy a ir allá a la otra punta

Los árboles lloran


Porque a lo lejos otras cosas mueren

Ahora la cabeza se ha apoderado de todo

Pero todavía no te he comprendido


Sigo tus pasos sin saber quién soy
Hay que pasar por una puerta en la que nadie espera
Para un imposible reposo
Todo se aparta y nos vuelve la espalda

Un poco de vacío queda en torno


Y para revivir días pasados
Un alma desapegada se entretiene
Y arrastra todavía un cuerpo que se gasta
El último tiempo de un compás
Más tenaz y más desgarrador
Un dolor musical murmura

ENTRE DOS MUNDOS

La sombra baila
Ya no hay nada más
Que el viento que se precipita
El movimiento se extiende desde la pared

Y aumenta
Hay personajes que nacen
Por un minuto o por toda la Eternidad
La noche es la única que cambia
Y yo mismo al lado
Alguien a quien el remordimiento obsesiona
En el camino donde marca su paso

No se ve nada de lo que hay


Sólo la pared hace una mueca

Una seña de mi corazón se extiende hasta el mar


No hay nadie lo bastante grande para detener la tierra
Y ese movimiento que nos cansa
Cuando una estrella azul allá arriba da vueltas al revés

Traducción de Miguel Ángel Frontán

MÁS LEJOS QUE ALLÁ

En la ventana pequeña, bajo el tejado, mira. Y las líneas de mis


ojos y las líneas de los suyos se cruzan. Tendré la ventaja de la
altura, se dice a sí misma. Pero enfrente cierran las persianas y la
atención incómoda se inmoviliza. Tengo la ventaja de tiendas que
mirar. En fin, sería preciso subir o vale más bajar y, brazo con
brazo, vámonos fuera donde nadie nos mire.

SERES VAGOS

Una vergüenza demasiado grande ha erguido mi frente. Me


despojé de aquellos embarazosos andrajos y espero.
Esperáis también pero no sé ya qué. Con tal de que algo pase.
Todos los ojos salen a las ventanas, los celos de nuestros rivales
retroceden al umbral de las puertas. Sin embargo, si nada fuera a
suceder.
Ahora voy entre las dos veredas; estoy solo, con el viento que
me acompaña burlándose de mí. Adónde huir sino en la noche.
Mas la mesa y la lámpara están ahí esperándome y todo lo
demás ha muerto de rabia bajo la puerta.

EL AIRE ADOLORIDO

Hace tanto calor que el aire vibra y que todo ruido se vuelve
ensordecedor. Jaurías de perros feroces ladran. Por las ventanas
abiertas los gritos de las mujeres rivalizan con la fanfarria bárbara.
El frío pena para helar aquellas palabras. Si los pájaros se
callaran, si las mujeres se callaran, si los perros estuvieran muertos...
Un momento se calman los jardines y todo se duerme; pero pronto
el terrible ruido vuelve a empezar. Son los clamores del sol y cada
quien responde con exuberancia. Algunos seres mudos son
perseguidos y no pueden protestar ni vengarse. El ruido soberano
los oprime.
Entre los humos, por encima de los techos únicamente libres,
hubiera hecho girar mi cabeza corno un cascabel sin semilla al cabo
de una cuerda. ¡La velocidad acolchada hasta las nubes y permitir
al riachuelo que murmure enteramente solo!
El cielo ha bajado, cerraron las ventanas y las bocas
enmudecieron. Después de la caída de las hojas ni los pájaros se
atreven ya a gorjear. Hace tanto frío.
El invierno es el silencio.

Traducción de Francisco Falcato


GLOBO

Dónde he visto al comediante, al músico, al hombre de Dios.


No se trataba más que de un perfil que se abatía sobre la mura-
lla. Una sombra. Nosotros estábamos afuera y llovía. Confundidos
con la lluvia distinguíamos algunas estrellas y un niñito que tendía
su mano.
Alguien gritaba en la calle, tras una ventana, pues llovía. Y
todo se desvanecía.
No así la noche, ni el hombre, ni Dios.
No así el niño ni las estrellas.

EL FRÍO DEL AIRE EN EL ESPÍRITU Y


SOBRE EL ROSTRO

No había en torno a su cuerpo inmaterial y oscuro más que


despojos, jirones de tela negra.
Ella se sostenía entre la casa y el cielo y, más precisamente,
contra el lado derecho de la ventana.
Pero el cielo le parecía tan grande, los agujeros del cielo, la
noche, que se ocultaban, el día, detrás de las nubes, que ella miraba
siempre en un costado de mi habitación. Y esa luz en la chimenea,
ese fuego que bajaba con el aliento fragoroso de la chimenea –me
parece que ella habría podido creer, o que yo mismo he creído que
podría tratarse de una estrella.
Y sus dos ojos tras el cristal con este viento.
LA SOMBRA Y LA IMAGEN

Si acaso he reído no ha sido por el mundo resplandeciente y


jubiloso que pasaba frente a mí. Las cabezas rectas o inclinadas me
dan miedo y mi risa se habría transformado en una mueca. Las
piernas que corren tiemblan y los pies más firmes pierden el paso.
No he reído del mundo que pasaba frente a mí, sino porque un
instante después yo estaba solo en el campo, frente al bosque
enorme y quieto, entre las voces que, en el aire dormido, se
respondían.

ESTACIÓN

En el hotel sólo quedan los gitanos rojos que pulsan los


botones de los timbres y aquellos que iluminan al mundo con la
electricidad.
Hay un ruido en la escalera cuando se detiene la cascada.
Los enfermos duermen.
Los asnos.
El dueño del hotel anda huyendo. Todo el mundo espera.

Traducción de Jorge Esquinca

A LA ESPERA

Líneas demasiado usadas por los rigores del tiempo


El charco de agua bajo la gotera
El reflejo tímido que oscila
Y la noche que desciende
Ningún avance
Ningún esfuerzo
Para liberar al espíritu de esta monotonía
Hay que caminar recto sin condición
Hacia la más real de las vidas
Contentarse con los más débiles rayos
Al paso emotivo de un ala
Todo se evapora y deseca
Incluso la ilusión que volvía el alba menos amargo
Las manos retienen el aire
El sol tritura la frente
Surge el tiempo ideal
La imagen en el pecho y el ojo fijo en la esfera
El vidrio con la llama
La ola bajo el viento
Y las horas guardadas en su estuche

Traducción de Adolfo García Ortega

POSADA

Un ojo se cierra

Al fondo pegado contra el muro


el pensamiento que no se desprende

Las ideas se escapan lentamente

Es posible morir
Lo que tengo entre mis brazos podría irse

Un sueño
El alba recién nacida que se acaba
Un ruido
Los postigos al abrirse lo eliminan

Si no iba a pasar nada

Hay un campo donde todavía es posible correr


Las estrellas ya no lo terminan
Y tu sombra al final de la avenida
Se borra

No se ha visto nada
Nada se retuvo de lo que pasó
Tantas palabras que suben
Cuentos que nunca se han leído
Nada
Los días que se aprietan a la salida
Al final la cabalgata se desvaneció

Abajo entre las mesas donde se jugaba barajas

BESTIAS

Observas al pasar al animal encadenado


Emana de su aliento
El exilio entre hileras
Su ojo sondea el cielo con una mirada sorprendida
La cabeza contra la barrera
Hacia este reflejo del infinito
La inmensidad
Tan prisionero como tú
Ya no te abandonará el hastío
Pero recordaré siempre
tu mirada
Y tu voz
terriblemente humana

Traducción de Alejandro Oliveros

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