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El concepto de psicología. Entre la diversidad conceptual y la conveniencia de unificación

variables intermedias y los constructos mediacionales, la psicología vol-


vía a convertirse en ciencia de la conciencia y del pensamiento, sin recha-
zar la metodología del trabajo conductista, como señala Fernández Trespa-
lacios (1986).
Puestos a elegir una definición consistente de psicología, consideramos
adecuada la de ciencia de la actividad, como lo propone Mayor (1985).
Actividad da idea de la globalidad del proceso en el que está inmerso el
sujeto, sin circunscribir el objeto de estudio a algo tan desnaturalizado co-
mo es el corte temporal molecular, puntual y frío en el que se centraba la
psicología imperante en el primer cuarto de siglo. En la actualidad sería le-
gítimo que alguien definiera la psicología simplemente como ciencia de la
conducta. Sería legítimo siempre que, a renglón seguido, especificara que
por conducta entiende la actividad abierta u observable (conducta visible
como el comportamiento individual o de grupos) y la actividad encubierta o
inobservable directamente (pensamiento, toma de decisiones, razonamien-
to, recuerdos, motivaciones, emociones).
Pero la actividad humana no puede ser tenida como tema de estudio ex-
clusivo de los psicólogos. Hay otras ciencias, con diferentes enfoques, que
también se dedican al estudio científico de la actividad humana: la socio-
logía, la fisiología o la bioquímica. Pero cada una de estas ciencias cuenta
con matices claramente diferenciadores de su análisis de la realidad que
denominamos actividad.
Como apunta Fernández Trespalacios (1987), en la práctica las cosas
no son tan graves, ya que los psicólogos trabajan e investigan los temas
propios de su aproximación a la psicología con los métodos y las técnicas al
uso en dicha aproximación. En nuestra opinión, deberíamos decir que no
tener una definición unánime no impide que se siga trabajando, investi-
gando y, por tanto, desarrollando la psicología. La gravedad del asunto
puede venir del hecho de que, al no existir una definición clara de psicolo-
gía que aclare qué y cómo se debe estudiar, lo que se haga sea tan dispar
que todo valga, que el desarrollo sea desordenado y llegue un momento que
no se sepa realmente qué se está haciendo.

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Arana | Meilán | Pérez

Problemática histórica en torno al objeto de la psicología:


la diversidad conceptual

Las constantes controversias mantenidas durante años acerca del objeto de


estudio de la psicología y del método adecuado para tal estudio hacen difí-
cil establecer una delimitación conceptual clara de la psicología. Si algo
caracteriza a la psicología es la diversidad (conceptual y metodológica),
que procede de los diferentes enfoques teóricos (epistemológicos), así como
de la variedad de ocupaciones en que desarrollan su labor los profesiona-
les de esta disciplina. Esta diversidad es inter e intradisciplinar.
En este sentido, son muchos los que pueden sentirse confundidos cuan-
do se embarquen en la lectura de trabajos sobre los aspectos conceptuales y
epistemológicos de la psicología en busca de una definición de la misma.
Y es que en el plano conceptual y en el más pragmático, la delimitación de
lo que es la psicología es un tema tan prioritario y básico como propicio al
desacuerdo (Mayor y Pérez, 1989).
La diversidad conceptual de la psicología se fragua ya en sus inicios en
la filosofía, hasta el punto de que podemos considerar el inicio de la psi-
cología como el inicio de la diversidad. En los manuales de historia de la
psicología (Boring, 1978; Leahey, 1992, 1994; Sahakian, 1982; Wolman,
1979-1980) puede apreciarse cómo numerosos temas tratados por la psi-
cología científica han sido previamente abordados desde la filosofía.
Para unos autores, la psicología es una ciencia que presenta gran canti-
dad de métodos, sistemas, paradigmas, teorías, disciplinas (Royce, 1976);
que permanece segmentada en torno a su objeto y a su método (Marx y Good-
son, 1976), o que, como estudio multidisciplinar que es, tendría diferentes
objetos y una gran variedad de supuestos epistemológicos, por lo que sería
empobrecedora la pretensión de reconciliarlos y homogeneizarlos (Kend-
ler, 1981). Para otros debería ser una disciplina única, con una coherencia
conceptual semejante a la de la física o la biología. En palabras de Mayor
y Pérez (1989), la identidad de la psicología ha de resultar necesariamente
de la compleja dialéctica entre su diversidad y su pretensión de unidad.
Esta dialéctica originada entre posiciones contrapuestas es la causante de

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El concepto de psicología. Entre la diversidad conceptual y la conveniencia de unificación

la tensión continua en la que se ha desarrollado —y todavía se encuen-


tra— y que unos catalogan en términos de crisis (Westland, 1978) y otros
como conflicto (Kendler, 1981).
Para intentar solucionar estos problemas se han seguido tres posibles
vías. La primera ha sido acudir a la historia de la disciplina para averiguar
qué es la psicología a través de los derroteros que ha seguido en este tiem-
po (temas de interés, logros, fracasos, etc.), es decir, a través de lo que ha
sido. La segunda se puede etiquetar como sistemática, y consiste en acu-
dir a la filosofía, a la lógica, a la teoría de la ciencia o a la epistemología
para fundamentarla sobre estos sólidos pilares. Significa, por tanto, acudir
a beber de las mismas fuentes que el resto de las ciencias, partiendo de
una reflexión previa. En este sentido, la estructura epistemológica de la psi-
cología se ha buscado más en los contextos de la justificación que en los
del descubrimiento. Por último, la tercera vía, la pragmática, considera sim-
plemente lo que hacen los psicólogos, pretende por tanto llegar a delimitar
el concepto a partir del análisis del quehacer de los profesionales de la
materia (Mayor y Pérez, 1989).
Como vimos, la perspectiva pragmática de definir la psicología como “lo
que hacen los psicólogos” no resolvía la cuestión, ya que su quehacer abar-
ca muchos ámbitos cuya relación es, en algunos casos, remota. Es más, el
ámbito de especialización en el que desempeñe su labor el psicólogo le ha-
rá elegir unos temas de interés frente a otros, formular unas u otras hipóte-
sis, adoptar una u otra metodología para abordarlos, e incluso difundir sus
investigaciones en según y qué publicaciones, con preferencia sobre otras.
Ya decía Wolman (1973, p. IX) que la psicología se ocupa de algo tan di-
verso como son los seres humanos y los animales, los organismos, las ideas,
la bioquímica, la genética, la religión, el desarrollo a lo largo del ciclo vi-
tal, la publicidad, y un largo etcétera. Esta diversidad de campos de ocupa-
ción, junto con la falta de integración de métodos, técnicas y procedimien-
tos, ha contribuido a difundir la imagen de crisis, de desunión permanente,
que no beneficia en nada los intereses de la psicología.
Ante la cuestión de cuál es el objeto de estudio de la psicología, no exis-
te ni ha existido desde sus inicios como ciencia una respuesta única. Lo

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Arana | Meilán | Pérez

habitual ha sido siempre la discrepancia. Mientras que para algunos lo bá-


sico es la conducta observable, otros hablan de conciencia; algunas ten-
dencias apoyan lo inconsciente, otros el estudio de las cogniciones, la ex-
periencia del hombre como ser total, etc. La delimitación del objeto de
estudio de la psicología se convierte, por tanto, en uno de los asuntos más
espinosos para la psicología. Se puede considerar que su objeto de estudio
es la actividad del sistema psicológico. Pero ocurre que la actividad del
sistema psicológico se plasma o se vehicula por medio de determinadas ac-
tividades o comportamientos particulares. Éstos, a su vez, pueden convertir-
se en objeto de estudio de una determinada teoría, y es así como se crean
dominios de conocimientos de la psicología (Shapere, 1979). Las teorías
explicativas de los distintos dominios están a diferentes niveles, desde las
más específicas a las más globales.
Son numerosos los autores que confirman el carácter múltiple de la psi-
cología en relación con su objeto de estudio. A grandes rasgos, Holzkamp
(1972) y Kendler (1981) coinciden en señalar que los psicólogos están in-
teresados en tres tipos de fenómenos: las actividades objetivamente ob-
servables, las actividades mentales o procesos conscientes, y los procesos
neurofisiológicos.
En el fondo, esta multiplicidad de objetos de estudio posibles traduce la
realidad de la desunión de la psicología, por lo que la imagen que presen-
ta es la de una ciencia plural y compleja. La pluralidad de objetos incide
además sobre su definición misma, su relevancia como ciencia, la adecua-
ción de sus métodos y la validez de los conocimientos que proporciona. El
problema de fondo supera los límites de la psicología, ya que se enmarca
en la concepción que se tiene del universo, la ciencia, el hombre y del he-
cho psicológico como tal. Por ello quizás es difícil hablar de la existencia
de un paradigma aceptado sin reservas, que unifique y asigne a la psicolo-
gía el carácter de ciencia normal del que hablaba Kuhn (1971). Precisa-
mente, un indicador de la madurez en el desarrollo de una ciencia es la ad-
quisición de dicho paradigma. Además, la fragmentación atañe a problemas
más específicos como la conceptualización y explicación de los distintos pro-
cesos. Así, no es posible encontrar una definición única de aprendizaje,

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El concepto de psicología. Entre la diversidad conceptual y la conveniencia de unificación

memoria, emoción, percepción, motivación, etc. A niveles más específicos,


tampoco hay acuerdo respecto al significado de conceptos como estímulo,
respuesta, refuerzo, etcétera.
La falta de unidad interna de la psicología no es algo nuevo. La diversi-
dad inherente al complejo objeto de estudio de la psicología que repercute
en la extensa variedad de métodos está presente en sus mismos inicios co-
mo disciplina independiente. Las primeras polémicas sobre si era posible
o no hacer de la psicología una ciencia se produjeron pronto; cabe destacar
las entabladas entre Wundt y Brentano, o entre Ebbinghaus y Dilthey. Mu-
chos años después se sigue hablando de crisis en la psicología (Koch, 1969,
1971; Gergen, 1973; Farrell, 1975, 1978; Finkelman, 1978; Westland,
1978). Esta crisis se refleja en el cuestionamiento de la utilidad de la psi-
cología, el valor de la estadística, las dudas sobre su estatus científico, en
los problemas filosóficos, profesionales, etc. Como vemos, de la crisis de la
psicología se ha hablado desde que Wundt fundara dicha ciencia a finales
del siglo XIX. Es más, el sistema de Wundt —primer intento deliberado de
construir una psicología científica— contiene ya, a juicio de Yela (1989),
las tensiones internas que van a provocar y ahondar la fragmentación. Por
su objeto, la psicología era, según la concepción de Wundt, predominante-
mente una ciencia cultural que trataba de la experiencia inmediata. Por su
método era, a la vez, una ciencia natural, es decir, una ciencia experimental
de las observaciones (introspectivas) sobre fenómenos como la sensación, la
percepción y los afectos elementales, y una ciencia cultural que estudiaba
los fenómenos y procesos superiores mediante el examen de los productos
culturales de los pueblos.
La distinción entre dos tipos de ciencia fue importante en Alemania a
mitad del siglo XIX. Wissenschaft (ciencia) era generalmente considerada
como un disciplinado método de investigación diseñado para revelar el co-
nocimiento válido. El término Geisteswissenschaften se acuñó para re-
presentar el concepto de John Stuart Mill de las ciencias morales —lo
que comúnmente se denomina ciencias sociales— y para distinguirlas de
las tradicionales Naturwissenschaften o ciencias naturales. Actualmente
se hace una distinción similar entre las ciencias naturales y humanas. Esta

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