Al Mutamid Ibn Abbad. - Poesias (Bilingue) (1987)
Al Mutamid Ibn Abbad. - Poesias (Bilingue) (1987)
Al Mutamid Ibn Abbad. - Poesias (Bilingue) (1987)
y para lberoarnérica
INSTITUTOHISPANO-ARABEDE CULTURA
AL,MU'TAMID IBN'ABBÁD
Antología bilingüe
por
I.S.B.N., 84-7472-075-3
L
D. Legal, M-16220-1987
NIPO: 029-87-003-9
Imprime: M. Huerta, Ibiza, 52.
Secretaría de Estado de Cooperación Internacional
y para lberoamérica _. . .
1
INSTITUTO HISPANO-ARARE DE CULTÚ1t{i¿
POESÍAS
Antología bilingüe
por
CLÁSICOS HISPANO-ÁRABESBILINGÜES,n." 3
Madrid, 1987
INDICE
Págs.
Introducción .................................. . 9
La poesía de Al-Mu'tamid ...................... . 65
A su padre .................................... . 73
Silves ......................................... . 75
I'timad ....................................... . 79
El Rey Luna .................................. . 81
Los Banu 'Ammar de Sannabus .................. . 85
Amor onírico .................................. . 91
En sueños ..................................... . 93
A los reves de Taifas ........................... . 95
Despedida ..................................... . 97
Y o era amigo del rocío ......................... . 99
Lloré al paso de las libres perdices ............... . 103
Llorarán por él ................................ . 107
A las cadenas .................................. . 111
La aurora ladrona .............................. . 113
Tres cosas ..... . 1
• ••••••••••••••••••••••••••••••• 115
El relámpago .................................. . 117
El copero, la copa y el vino ..................... . 119
Nostalgia de I'timad ............................ . 121
La amada ..................................... . 123
Carta ......................................... . 125
Así muere la espada ............................ . 127
-7-
INTRODUCCIÓN
-9-
Y también como Rodrigo Díaz de Vivar, al-Mu'tamid
fascinó a un gran sabio europeo, al arabista holandés Reinhart
Dozy (1820-1883), que editó amorosamente todos los textos
árabes sobre la dinastía sevillana3, y recreó la biografía de al-
Mu'tamid, con un notable estilo romántico en su Histoire des
Musulmans d'Espagne (1861). Desde entonces la bibliografía
sobre al-Mu'tamid, tanto árabe como europea ha sido profusa,
aunque muy desigual 4 •
Estas páginas han de sumarse a la larga lista, con el objeto
de mostrar la poesía de al-Mu'tamid en versión bilingüe, árabe
y española para la Colección Clásicos Hispano-Árabes Bilingües
del Instituto Hispano Árabe de Cultura. Ofreceremos por
tanto una antología de la poesía del rey de Sevilla, precedida
por un repaso a la biografía del poeta, porque al-Mu'tamid es
un caso excepcional en la poesía árabe medieval: compuso
para sí mismo, sin condicionamientos exteriores, y su poesía
es, en cierta medida, una autobiografía sentimental.
Al hilo de sus poemas, intentaremos realizar un análisis
crítico de aquellas noticias sobre su vida que son una creación
literaria de la posteridad, sin temor a que la amputación
noz cayó en la tentación, hace unos años, de escribir una novela de corte
romántico sobre uno de los episodios de la vida de al-Mu'tamid: Ben Ammar,
Madrid, 1978.
3 Scriptorum arabum loci de Abbadidis, Leiden, 1846-1853, 3 vols.
4 En español podemos encontrar dos obras de divulgación que tratan de
al-Mu'tamid: la Historia de la literatura arábigo-andaluza, Madrid, 1945 de
A. González Palencia y Poemas arábigoandaluces, de E. García Gómez, 1~
ed. 1930.
-10-
represente una desmitificación de la figura de al-Mu'tamid,
pues su realidad supera a la propia leyenda.
II
-11-
cender los 'Abbadíes de un emigrante lajmí, de la oleada siria
de Baly, que se había instalado en el siglo VIII en una aldea
llamada YawmTn en la región de Tocina (Sevilla)7.
Pero uno de los gustos de la familia era el de los nombres
pomposos, como prueban los títulos reales que usaron, toma-
dos de los califas 'Abbasíes de Bagdad y que hizo decir a un
poeta:
- 12-
El Destino se ensañó con nosostros, nos atacó
¡Así se irrita la Suerte con los nobles!
Antes el poder se había prendado de nosotros:
nos vio como soles, y se enamoró;
Antes que nosotros pasaron otros reyes, que fueron
tan famosos como el snl que brilla en el horizonte;
somos descendientes de los Banu Ma' al-Sama'
y hacia nosotros se alzaban todas las miradas;
¡Si tenemos aquello que es valioso para la Religión,
no importa perder las cosas del mundo!
¡Qué años! diez y diez, después,
treinta y veinte siguieron!
Veinte fueron nuestros,
y tres más brillantes relucieron 9 •
9
Nafb al-Tzb, V, 392, ramal, rima aq.
- 13-
parte de Jaén, y Murcia. Y lo lograron con su despiadada
inteligencia, su ambición sin límites y la fuerza de su ejército.
Pero los 'Abbadíes, reyes soles o gatos hinchados, según
se mire, fueron además, unos esteras, con una sensualidad
refinada por una elevada cultura, enamorados de la belleza allí
donde se encontrara, ya fuese en un rostro de mujer, en un
objeto precioso o en un poema.
Sevilla fue en su época, la capital de la poesía, el placer y la
belleza. A la larga, esa fue su verdadera gloria.
III
- 14-
posición dinástica: cuando se convirtió en príncipe heredero
tomaría el título de al-?,afir bi l:fawl Allah, y al subir al
trono, el de al-Mu'tamid 11• Había nacido en diciembre de
10~9 (Rabi' 431 ), de una anónima concubina de su padre, en
Be¡a, _donde éste, todavía príncipe, debía ser gobernador de
esta ciudad, cabeza de puente de la expansión 'abbadí hacia el
Algarbe. Pero al-Mu'tamid crecería en Sevilla, pues poco
después de su nacimiento, su padre se convertiría en príncipe
heredero, a la muerte de su hermano mayor en Carmona,
regresando a la capital. Dos años después subiría al trono
(4 33/1042) 12.
Al-Mu'ta9id se rodearía de refinados literatos que le servi-
rían como ministros y secretarios, y que seguramente también
harían de preceptores de sus hijos. Parece ser que su ministro
Ibn Zaydun, el gran poeta cordobés 13, fue maestro en las lides
poéticas del príncipe Mul;iammad 14, y algunos de los poemas
que cruzaron entre ellos parecen los clásicos ejercicios de
retóri~a entre maestro y discípulo. Pero es el propio al-Mu'taqid
el pnmero que fomenta el gusto por la poesía de su hijo
11
Esta fecha es la dada por lbn al-Abbar, tomando como fuente a Ibn al-
Labbana, íntimo de /!a familia 'Abbadí y sumamente fiable para su historia
menuda.
12
Bayan Ill, 202.
13 H.
ay una amp 1·1a b'bl.
1 1ograf'1a sobre lbn Zavdún: destacamos el libro de
esta misma colección: Ibn Zaydún, Poesías, edición y traducción de Mahmúd
Sob~, Madrid. 1979. · ·
14
R. Souisú, Al-Mu'tamid ibn'Abbad et son oeuvre poétique, Túnez,
1977, pp. 52-53.
-- 15 -
segundo. Un día, el futuro ·al-Mu'tamid desea un escudo de
oro y éste le ordena describírselo en un poema: se trataba de
una rodela de azur lapislázuli con círculos y anillos de oro.
El joven al-Mu'tamid compone uno de sus primeros poemas:
Es un escúdo, cuyos artífices lo hicieron como el cielo
para evitar que le alcanzasen las largas lanzas;
han forjado sobre él a las Pléyades,
estrellas que auguran la victoria;
sus drculos se ciñen como astros, lo mismo que
el horizonte se viste con el ropaje de la aurora15.
15
Hulla, II, 56, mutaqarib, ahi.
16
Hulla, II, 75.
-16-
Mu'tac;lid tenía sólo dos debilidades: las mujeres y sus hijos.
Es cierto que hizo matar a su hijo mayor, pero sólo después
de que se le rebelase por segunda vez, y en su propio palacio,
como cuenta el propio al-Mu'tac;lid en una carta escrita por su
ministro Abu Mu~ammad ibn 'Abd al-Barr 17, y este hecho le
tenía aún sumido en un terrible estado, tres días después de
sucedido. Farfullaba y rugía como un león, cuenta uno de sus
ministros 18• A su segundo hijo al-Mu'tamid, le perdona diver-
sos errores, alguno tan grave como el de Málaga, tal vez
porque sabía que si era igual a él en sensu~lidad e inteligencia,
no tenía su dureza. Y como prueba de esta faceta insólita del
carácter de al-Mu'ta9id, diremos con Ibn J:Iayyan, que la
muerte de su hija favorita, le llevó a la tumba 19•
La infancia de al-Mu'tamid terminó muy pronto: su padre
le nombró gobernador de Silves cuando tenía unos doce
años 20. Para el príncipe adolescente el cargo significaría libe-
rarse de la tutela paterna, ya que tenía que pedir permiso hasta
para ir a cazar conejos y perdices 21, aunque su padre, a través
de espías y confidentes, no le pierde de vista y se entera de la
influencia, en su opinión nefasta, que ejercen sobre el príncipe,
su esclava Rumaykiyya y su amigo Ibn 'Ammar, y como
17 Dajira, III, 1 pp. 136-142.
18 Tbiáem.
19 Hul/¡¡, II, 25.
20 Véase nuestro artículo, Algunos problemas cronológicosen la .biografía
de al-Mu'ta~Jid de Sevilla: Si/ves y Rumaykiyya. Actas de las Jornadas de
cultura arabe e islámica.(1978).
21 Poemas 2-. y 85. Díwán R. Suyssi.
-17-
veremos, querrá apartarlos de su vida. Pero tras la muerte de
su hijo mayor Isma'it, nombra a Mui)ammad, príncipe here-
dero y le 11amaa Sevilla22•
Al-Mu'ta9id, en la carta ya mencionada, manifiesta su
esperanza en las cualidades de su segundo hijo, aunque cono-
cería su inclinación a dejarse llevar por los placeres. Alejado
Ibn 'Ammar, el rey no impide a su hijo tener otros amigos
como el literato Ibn 'Abd al-Gaffar, del que dice Ibn Bassam
que era hermano de leche de al-Mu'tamid, y su nodriza, la
copa 23 •
Como príncipe heredero, Mul;iammad debía conducir los
ejércitos sevillanos como lo había hecho su hermano. Pero de
la única experiencia de la que tenemos noticia, fue un auténti-
co desastre: al-Mu'ta9id envía su ejército a Málaga, que se
había rebelado contra el rey Bad1s, señor bereber de Granada.
Al frente del mismo iba al-Mu'tamid y su hermano Yabir. Era
el año 106724.
La conquista fue fácil, con la ayuda de la población
malagueña. Sólo la guardia negra se refugia en la alcazaba,
inexpugnable, y espera la ayuda de Badis. Los malagueños
aconsejan a los príncipes que ataquen la alcazaba antes de que
lleguen los granadinos, pero los Banii 'Abbad prefieren disfru-
tar de las delicias de la ciudad de Málaga.
22 Bayan, III, 244.
23 [_)a/ira,11, l, 323.
23 f]ajira, II, 1, 323.
24
La fecha varía según los investigadores. Las fuentes de estos aconteci-
mientos son: J)ajira, II, 1, 49-50; Bayan, III, 272-275;
-18-
Los Ziríes llegan y cogen a los sevillanos entre dos fuegos.
El desastre es terrible. Los bereberes destrozan al ejército
'Abbadí y hacen un cuantioso botín con los lujosos objetos·
que siempre rodeaban a los sevillanos. El príncipe Mul;iammad,
que más tarde dará cumplidas muestras de su valor, huye
aterrado, no por el enemigo, sino ante la lógica cólera de su
padre. Se refugia en Ronda, donde escribe una larga casida, el
poema más largo de su vida, en la que pone sus cinco sentidos
de ya excelente poeta. Le va en ello, la vida 25:
AI-Mu'tamid, en primer lugar, habla consigo mismo, tran-
quilizándose:
¡Sosiega tu corazón, no te dejes llevar de ideas nefastas!
porque ¿De qué sirven la tristeza y el miedo?
¡No permitas a tus ojos la satisfación del llanto!;
¡Ten paciencia, como la has tenido siempre ante la desgracia!
Si el destino te ha impedido realizar un propósito,
no hay voluntad que se le pueda oponer;
si has fracasado una sola vez, cuántas veces
la victoria te ha acompañado en tus empresas!
si estás inquieto por haber cometido una gran falta,
tu justificaciór¡ brillará como la luna entre las tienieblas!
¡Cuántos suspiros han salido del dolorido corazón!
¡Cuántas lágrimas derramadas de los lagrimales!
- 19 -
j Confía en Dios, cuando tengas miedo,
fíate de al-Mu'ta</,idbi 1-Lahi, que perdona!
¡No te asuste la .desgracia, si el tiempo es duro,
Dios es el que tiene la victoria!
Ten paciencia, tu gente siempre ha sido firme,
cuando las desgracias los afligen, se muestran pacientes!
¿Quién es semejante a tu gente y al rey heroico,
tu padre? De él, es la gloria y el orgullo.
Es un león que da grandes cantidades,
que considera poco y desprecia;
Los poderosos besan su mano,
si no diese dones, diríamos que es de piedra.
j Oh león que mata a los valientes en su ataque,
no me quites las fuerzas, soy tus colmillos y garras!
¡Oh caballero, de cuyo ataque se guardan sus émulos,
perdona a tu siervo y esclavo, que es penetrante acero!
Es la espada que tu mano no envainará.
hasta que la voluntad no se cumpla y alcance su propósito.
-20-
Me siento morir, y la chispa de la vida que me queda,
es que creo que tú me puedes perdonar si quieres.
-21-
no cautivan mis pensamientos, coquetas, ni huríes;
Tu favor es el único sosiégo para mí ¡que no me falte!
Es el anna para vencer al destino;
Es el vino que me consuela, y cuando me falta,
las ideas se burlan de mi corazón.
No dejé el vino por ascetismo o por templanza,
pues la juventud no se ha separado de mis años, a fe mía!
Ahora sólo me afano en conseguir tu satisfacción,
si no la consigo, que Dios no prolongue mi vida!
Sólo tengo otro sosiego: hacer collares de las entrañas
del enemigo con la lanza, y esparcir cabezas.
¡Cuántas batallas brillantes tengo en mi haber:
las noches desaparecen ante ellas, aunque no su fama.
Grises camellos aparecieron en el horizonte y se esparcieron,
y no había ningún otro bicho viviente obscuro, sino ellos.
¡ Continúa teniendo tu noble orgullo, de forma que
ni el pensamiento ni el orgullo puedan alcanzarle!
¡ Que tenga yo siempre asilo en tu buena opinión,
y sea agradable el refugio y el asilo!
-22-
león sentía secreta debilidad por su brillante y vulnerable hijo
segundo. Poco después murió (462/1069) y el príncipe Mu~am-.
mad se convirtió en el rey al-Mu'tamid.
IV
-23-
lujosos vestidos y toda clase de objetos preciosos; llenó sus
cuadras de veloces corceles y adquirió los más beÍlos esclavos»28 .
A través del testimonio de un hombre de la generación
anterior, Ibn I;-Iazm de Córdoba, conocemos el desarrollo
precoz de la sensualidad de un niño andalusí, crecido en un
harén aristocrático 29, que podemos suponer aún mayor en un
príncipe que vivía en el palacio real 'abbadí, rodeado de un
harén de setecientas mujeres. Y aquel niño crecido entre lujos
y placeres, sólo atemperados por la disciplina del ejercicio
físico de las armas, se hizo hombre en Silves, lejos de la tutela
paterna, dueño de su voluntad y rodeado de cortesanos com-
placientes a sus caprichos. Años más tarde sólo recordará
aquella época de su gobierno en la ciudad del Algarbe (444/
1052-450/1058), como una sucesión interminable de noches de
placer:
¡Saluda a esos lugares míos de Si/ves, Abü Bakr,
y pregúntales si su añoranza es como la mía!
. ¡Saluda al Alcázar de las Barandas de parte de
un joven que siempre, le ansiara!
Moradas de leones y de blancas doncellas
¡qué espesuras y qué gabinetes!
¡Cuántas noches pasé allí, er¡ su grato refugio,
entre pingües nalgas y estrechas cinturas!
mujeres blancas y morenas que atravesaban mi alma,
28 Dajira, II, 1.
29 El collar de la paloma, trad. española E. García Gómez, Madrid, 1967.
- 24 -
como las albas espadas y las oscuras lanzas;
¡Cuántas noches pasé allí, en el remanso del río,
en amoroso juego con la del brazalete curvo como meandro!
Se quitaba la túnica del tierno talle
y era como un capullo que se encendía en flor;
la noche pasaba, escanciándome de su mirada,
o de su copa, o de su boca;
tañía las cuerdas de su laúd, y era como si oyese
los tendones de los cuellos al ser cortados30 •
- 25 -
El placer de al-Mu'tamid tiene como objeto fundamental la
mujer. Ochocientas mujeres le pertenecían cuando fue deste-
rrado, aunque en este número hay que incluir además de sus
concubinas y esclavas de placer, a las sirvientas 33 , a las que
también recordará en el exilio, porque sabían cumplir sus
órdenes a un ligero gesto 34 . A todas ellas, desde su esposa
Rumaykiyya, a la más humilde esclavita o a la gulamiyya que
servía vino vestida de muchacho, las amará al-Mu'tamid. De
algunas conocemos los nombres: Sil]r, Yawhara, Widad, de
otras sólo una mirada o un gesto, captados en sus poemas:
- 26 -
Al placer del amor, al-Mu'tamid unía el de la música y el
vino, y llega a decir:
¡Cómo te va a llevar la tristeza a la muerte,
mientras exista el laúd y el vino fresco!37 •
-27-
Bebía un vino que iluminaba con su luz,
mientras la noche extendía las tinieblas como un manto,
hasta que apareció la luna en la constelación de Géminis,
como un rey, culmen de brillo y hermosura;
cuando se quiso pasear por occidente,
abrió como una sombrilla a Géminis;
las estrellas compitieron por rodearle
con su resplandor, y completaron su luminosidad;
los astros parecen guerreros armados a su alrededor
y las Pléyades, que se levantan encima, las banderas;
Yo soy igual que él en la tierra, entre guerreros
y doncellas, que reúnen gloria y belleza;
si las lorigas de éstos son noche oscura,
éstas llenan las c9pas de luz;
si ellas cantan con el laúd,
ellos lo hacen siempre con el yelmo 39 •
- 28 -
región lusitana, pero que se encontraba en el reino de Sevilla,
ganándose el pan corno panegirista: Abü Bakr Mubarnrnad
Ibn 'Ammar 40 • Unos nueve años mayor que al-Mu'tarnid,
simpático, adulador y muy inteligente, se adueñó del corazón
del príncipe. En su compañía descubrirá las delicias de las
orgías nocturnas, entre la embriaguez del vino y la voluptosi-
dad de los cuerpos femeninos. Ambos recordarán, en poemas
muy parecidos, sus noches en el palacio de las Barandas, y
aun cuando el de lbn 'Ammar es una réplica del de al-
Mu'tam1d, en este primer momento, dada la diferencia de
edad de los dos jóvenes, fuese el cortesano, maestro del
príncipe en lides amatorias y poéticas.
Ibn 'Ammar era cerebral y ambicioso, su gran pasión sería
el poder y en sus poemas brillan por su ausencia casi absolu-
tamente los poemas de amor, aunque gustase de los efebos,
mientras al-Mu'tamid era emotivo y sensual. Fue fácil para el
primero hacerse con el amor del príncipe, lo que le abría las-
puertas del poder, pero con lo que no contaba Ibn 'Ammar
era que para un 'Abbadí, amar era sinónimo de poseer, y en
todos los sentidos. Más tarde Ibn 'Ammar acusará a al-
Mu'tamid de haberle sodomizado:
¿Recuerdas los días de nuestra juventud,
cuando brillabas como luna creciente?
Te abrazaba la cintura tierna,
----
40
.. [)ajira II, 1, 368-433. Otras fuentes de la biografía de Ibn'Ammar,
1b1dem, p. 368, nota 3. La bibliografía sobre Ibn'Ammar es la misma que la
de al-Mu'tamid.
- 29-
bebía de la boca, agua clara;
Yo me contentaba con lo permitido,
pero tú querías aquello que no lo es/
Expondré a la vergüenza tu honor,
descubriré aquello que ocultas;
¡Oh gloria de la caballería/
Defendiste las aldeas,
pero violaste a las personas41•
41
El poema completo sólo viene en la edición de la !fulla de Dozy, Loci,
II, 116-117.
42 [)ajira, II, 1 pp. 388-393.
43 Véase supra.
44 Mu'yib, 117.
-30-
ª?tepuso su _amor por Ibn 'Ammar, el de una mujer, Rumay-
k1yya, una simple esclava que se convirtió en la reina I'timad,
la única esposa de este título del harén. Su presencia se
interpuso siempre entre ambos. Una anécdota nos muestra a
Ibn 'Ammar celoso, porque al-Mu'tamid ha hecho un aparte
con su esposa tras una cortina, en una de esas fiestas al alba
que tanto gustaban a los andalusíes 45 •
Pero Ibn'Ammar disimuló durante mucho tiempo sus hu-
millaciones, a causa de su ambición.
Cuando al-Mu'tamid volvió a Sevilla como príncipe here-
dero, le acompañaba su amigo inseparable, pero al-Mu'tadid
consideraba su influencia nefasta para su hijo, e Ibn'Ammar
hubo de_?uir, temiendo la terrible cólera del rey de Sevilla, y
se refug10 en Zaragoza 46 • Desde allí envió a al-Mu'tadid un
magnífico poema, juzgado por muchos una de las ~ejores
composiciones de la poesía andalusí 47, pero al-Mu'tadid no se
dejó ablandar, e Ibn'Ammar sólo pudo volver a Se~illa a la
muerte del soberano. E inesperadamente, no se queda al lado
de al-Mu'tamid, sino que le pide ser nombrado gobernador de
48
Silves , tal vez porque conocía la hostilidad del primer minis-
tro de al-Mu'tamid y de su padre, el famoso Ibn Zaydün.
A la muerte de éste, en 1070/463, al-Mu'tamid le llama y
se convierte en su primer ministro. Durante diez años la
45
Nafb al-7zb, VI, 49.
46 [)ajira, II, 1 p. 321.
47 Kha ¡·1s, La vze· ¡·ztterazre,
· p. 160.
48
Mu'yib, 118.
-31-
política exterior de Sevilla, va a ser la de Ibn'Ammar que ha
encontrado como adversario y aliado, a un personaje a su
medida, Alfonso VI 49 • Recordemos la historia con sabor a
romance fronterizo, de Ibn'Ammar y el rey de Castilla jugán-
dose la suerte de Sevilla, en una partidad de ajedrez 50.
Al-Mu'tamid, dejándose llevar por su poltronería natural,
dejaba actuar a su ministro, que le libraba además de tener que
entrevistarse personaimente con los reyes cristianos. Todo fue
bien hasta que Ibn'Ammar intentó la conquista de Murcia, en
colaboración con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer 11,
al que promete una buena suma de dinero y entrega como
rehén a al-Ras-id, hijo de al-Mu'tamid y príncipe heredero. El
dinero tardaba en llegar, y el conde cargó de cadenas al
príncipe, mientras el ejército sevillano se retira de Murcia
para encontrarse con al-Mu'tamid, que con el dinero y otras
tropas iba a su encuentro 51 •
AI-Ras1d, involuntariamente, va a ser la causa inicial, y
como veremos final, del alejamiento de al-Mu'tamid e Ibn
'Ammar. La ligereza del ministro ha puesto en peligro la vida
del príncipe, al que según el emir 'Abd Allah, Ibn'Ammar
trataba con desprecio 52 .
49 Véanse estas relaciones en las memorias del rey 'Abd Allah, El siglo XI
en primera persona, E. García Gómez y E. Lévi-Provern;:al, Madrid, 1980,
pp. 157-161.
5o Mu'yib, 119.
51 Hulla, II, 116-118.
52 El siglo XI, p. 167.
- 32-
Entre al-Mu'tamid e Ibn'Ammar, se cruzan versos de
reproche. El rey se muestra frío, pero clemente, mientras
Ibn'Ammar le recuerda su amistad que ya dura veinticinco
años, ya que estos acontecimientos tienen lugar en el año
1078/471 53 . Finalmente al-Mu'tamid perdona a Ibn'Ammar y
rescata a su hijo con dinero falsificado 54 .
Ibn'Ammar persiste en la conquista de Murcia, que consi-
gue con ayuda de un personaje llamado Ibn Ras1q, goberna-
dor de Vilches 55, mientras él está en Sevilla. Ibn'Ammar
piensa, y no lo disimula, que este nuevo reino va a ser para él.
El propio al-Mu'tamid lo sabe y así lo dice, cuando se
marcha, cargado de riquezas que ha sacado de los tesoros
'abbadícs: «Ve con Dios, pero no pienses que estoy engañado»,
e Ibn'Ammar, tiene la osadía de contestar: «No, no estás
engañado, estás forzado a hacerJo,, 56 .
Esta conversación parece indicar que al-Mu'tamid parecía
aceptar, aunque a regañadientes, que Murcia se convirtiese
en el reino de Ibn'Ammar, y de hecho no hizo nada cuando
su ministro se comportó como un rey independiente, vistién-
dose con ropaje real y firmando los decretos pcr sí mismo.
Ibn'Ammar se muestra cada vez más insolente: irritado
contra el rey de Valencia, Abu Bakr ibn'Abd al-'Aúz, porque
ha dado refugio al antiguo rey de Murcia, Ibn Tahir, le
53 D ·- II , 1, pp. 405-409.
_ a¡zra,
54
Vide supra, nota 51.
55
Hulla, II, 140.
56
Ibidem.
- 33 -
liaba a Ibn'Ammar, recordándole su humilde origen, con una
ironía que había de comprender más que nadie.
Ibn'Ammar quiso contestarle, pero la herida era tan pene-
trante que sus facultades como poeta quedaron exánimes. Sólo
pudo escribir el panfleto en verso cuya última parte, con la
acusación de sodomía, ya hemos visto. Al principio del poema
intentó seguir el tono de al-Mu'tamid, llamando a YawmTn, la
aldea sevillana de donde eran originarios los 'abbadíes, capital
del mundo:
¡Saluda a la tribu que en Occidente, ha hecho
arrodillar a los camellos y ha logrado la belleza!
Haz alto en Yawmm, capital del mundo,
y duerme: tal vez la veas como un sueño!
Podrás pedir a sus habitantes ceniza,
pero no verás en ella el fuego encendido;
- 36-
Ibn'Ammar no se atrevió a dar publicidad a este poema,
pero no faltaban espías en la Corte de Murcia, y la sátira llegó
a manos de al-Mu'tamid 60. Iba a iniciarse el último acto de la
tragedia cuyo dramático argumento parece arrancado de un
folletón decimonónico. A veces la historia imita a la literatura,
Los historiadores andalusíes fueron prolijos en detalles 61 :
Ibn'Ammar pierde el reino de Murcia, por la misma razón
que en otro tiempo su amigo de la juventud, perdió la plaza
de Málaga: por dedicarse a los placeres, mientras Ibn Ras1q,
tejía una red que le haría dueño de Murcia. Cuando Ibn'Am-
mar se lo contó a su amigo Alfonso VI, ante las murallas de
Toledo, el rey de Castilla, le dijo algo muy parecido al dicho
de, quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón.
Ibn'Ammar continuó, no obstante, sus intrigas políticas:
se dirigió a Zaragoza, y ofreció a Ibn Hud, tomar para él, la
fortaleza de Segura que tenía en su poder Ibn Suhayl, hechura
de los reyes de Denia. Su intento fue un fracaso, pues fue
cogido prisionero.
En la prisión se dedicó a escribir poemas a al-Mu'tamid y a
sus hijos, para que le rescatasen, con una audacia o una
inconsciencia increíbles. Al- Mu 'tamid recibe estos poemas
con una gran setenidad. Incluso discute con estos personajes
de la corte su valor literario, lo que demuestra hasta qué
- 37 --
punto la poesía formaba parte de su vida. En efecto los
enemigos encarnizados de Ibn'Ammar dijeron que en la casida
que había enviado, no decía nada, o casi nada. Al-Mu'tamid
comentó que «Tal vez Dios le habría arrebatado la hombría y
la lealtad, pero no su talento poético» y les explicó el valor
literario de aquellos versos.
Al-Mu'tamid pagó el rescate de Ibn'Ammar, y envió a su
hijo al-Ra<;l:1a buscarle y llevarle a Córdoba donde él estaba.
El prisionero fue conducido encadenado, montado en una
mula bastarda, sobre sus alforjas de paja, y vestido con un
traje raído, con un aspecto que aterraba a los que le habían
conocido en su época de gran valido. ·
lbn'Ammar y su séquito hubieron de esperar todo el día
ante las puertas del palacio de Córdoba en espera de que se
abrieran. Sólo, a la noche, a la luz de las antorchas, salió al-
Mu'tamid con las mujeres de su harén, que se burlaron de
Ibn'Ammar al verle en este estado. Seguramente la risa más
fuerte sería la de l'timad.
El autor del Mu'yib dramatizó la escena con un diálogo
entre el rey y su antiguo valido: al-Mu'tamid le enseña la
sátira y le pregunta si la reconoce; Ibn'Ammar con los ojos
bajos, reconoce su autoría y le pide perdón, pero al-Mu'tamid
dice: «Lo que has hecho, no tiene perdón» 62 .
Pero al-Mu'tamid estuvo a punto de hacerlo. Encerró a
Ibn'Ammar en su propio palacio de al-Mubarak, cerca de él, y
62 p. 125.
- 38 -
una noche, después de recibir un poema suyo, le prometió el
perdón. Y entonces Ibn'Ammar comete su último error:
escribe a al-RasTd comunicándole la noticia. De nuevo la
sombra del príncipe se introduce entre los dos hombres,
desatando en al-Mu'tamid unos extraños celos, que le sumen,
por única vez en su vida, en la cólera de los 'Abbadíes. Entra
en el aposento donde se encuentra encadenado Ibn'Ammar,
que se arrastra a besarle los pies, y en esta posición le mata
con un hacha de doble filo, regalada según se dice por Alfonso
VI.
El cadáver de Ibn'Ammar fue enterrado secretamente en la
parte exterior de la llamada «Puerta de la Palmera» del pala-
cio. Veinte años después, en unas obras de reforma, encontra-
ron sus huesos carcomidos, aún con los grilletes. Ibn Bassam
termina con un verso de Abü al-'Atahiya, el poeta a~cético:
Acudiremos al juicio del Señor del trono:
cabe Dios se reunirán los enemigos.
VI
- 39-
con la mujer fue recreado por algún autor desconocido en una
pequeña pieza literaria, que forma parte de la leyenda de al-
Mu'tamid y que recordaremos aquí: el príncipe e Ibn'Ammar
salieron un día disfrazados a pasear junto al río -nunca se
dice que fuese el Guadalquivir--, a un lugar llamado la
pradera de plata. La brisa rizaba el agua y al-Mu'tamid
improvisó un verso:
La brisa ha hecho del agua una cota de mallas
-40-
histórico: el enamoramiento del príncipe 'abbadí de una escla-
vita llamada Rumaykiyya, a las orillas del río Silves, añorado
en los versos de al-Mu'tamid, y en donde, tal vez, podamos
identificar con Rumaykiyya, a la muchacha del brazalete
curvado, cuyo recuerdo destacaba entre las demás: que el
encuentro fue en Silves lo prueba una noticia histórica: al-
Mu'tac;iid se enteró de la influencia que la esclava que había
comprado, tenía sobre su hijo, se encolerizó e hizo que se la
trajesen desde Silves, donde al-Mu'tamid era gobernador.
Pero cuando la joven estuvo en su presencia, con su hijo
primogénito 'Abbad en sus brazos, al-Mu'ta<;lid, proclive a los
encantos de la belleza femenina, olvidó su enfado y admitió a
la esposa de su hijo 65 .
Rumaykiyya se convertiría en la única esposa legítima del
numeroso harén de al-Mu'tamid, con el título de Al-Sayyida
al-Kubra, o gran señora y con el nombre de Umm Rabi'
I'timad, de cuyas letras formaría al-Mu'tamid su propio nom-
bre real 66.
El amor entre la pareja duró durante toda la vida de
ambos. Al-Mu'tamid olvida su personalidad dominante y 5e
vuelve sumiso ante el amor femenino, como perfecto amador
cortés. El mismo se lo dice a I'timad:
Me dominas, objetivo difícil de alcanzar:
has encontrado que mi amor, es fácil de llevar.
-41-
Y Rumaykiyya supo someter el corazón de su amante,
mostrándose unas veces esquiva y otras veces, entregada, en
un juego que permitió que persistiese la llama juvenil encendida
en Silves. Así al-Mu'tamid se queja de su desvío en este bello
poema:
- 42-
Sólo la amiga finge no saber qué sucede y al-Mu'tamid se
queja de sus rigores:
¡Señora mía! No has sido justa con tu amante,
que se muestra tal y como te han informado!
Dices: ¿Te duele algo? ¿Qué tienes?
¿Deseas algo con impaciencia?
Eres injusta al dudar de mi amor,
que es conocido por presentes y ausentes;
¡Por Dios!, mi enfermedad no es otra que un amor tal
que todos, a su lado, resultan pequeños!
Mi cuerpo está alterado: ¡Entérate de que deseo ir
a tu encuentro y que no puedo!
¡Pide pe,rdón a Dios por tu injusticia conmigo,
que quien comete injusticia ha de pedir perdón/ 67•
- 43 -
¿Quién puede dudar de que estoy enamorado
locamente de ti?. En mí están las señales del amor:
mi color está demudado, mis lágrimas se derraman
como lluvia y mi cuerpo está enflaquecido68 .
68
D1wan Suyssi n~ 27, Kdmil, rima en lu.
69
Hulla, II, 60-61; rawil, rima en 'uh.
- 44-
jenjibre, ámbar y algalia con otras especies y perfumes» para
que pisase a gusto y placer, y aquel otro en que quiso ver
nieve y al-Mu'tamid plantó almendros, aunque esta segunda
historia tiene todos los visos de ser una leyenda folklórica 70.
La pasión juvenil se convertiría con los años en un amor
sereno, sólo perturbado por las obligadas ausencias de al-Mu'-
tamid que se despedía con bellos versos de amor. El famoso
acróstico en el que cada verso comienza con una letra del
nombre de I'timad, es una de estas despedidas:
Invisible tu persona a mis ojos,
está presente en mi corazón;
Te, envío mi adiós con la fuerza de la pasión,
con lágrimas de pena, con insomnio;
Indomable soy, y tú me dominas,
y encuentras la tarea fácil;
Mi deseo es estar contigo siempre,
¡Ojalá pueda concederme ese deseo!
¡Asegúrame que el juramento que nos une,
no se romperá con la lejanía;
Dentro de los pliegues de este poema,
escondí tu dulce nombre l'timad 71 •
- 45-
En el año 1086/478, cuando ambos estaban cercanos a la
cincuentena y al-Mu'tamid se 1.1archa al Norte de Africa en
busca de los almorávides, escribe a !'timad estos apasionados
versos:
¡Oh morada extraña, de qué moradas me retienes!
¡Cuánto me apartas de la morada de la bella!
Juro por ella, que si los guerreros enemigos,
enlorigados, me impiden el paso,
desenvainaré mi afilada espada
y cumpliré mi propósito, con un firmeza semejante a su filo!
Nadie posee en el corazón de su amado,
lugar parecido al de /'timad en el corazón de Mu&ammad;
Pero el destino mata sin espada, aniquila sin sangre,
asetea sin manos 72.
-46-
interesante señalar, por el contrario, que la única huella
arqueológica que dejó la existencia de !'timad, es una lápida
que conmemora la construcción de un alminar de una mezqui-
ta en Sevilla que ella costeó 75, acto piadoso, por tanto, muy
alejado de esa imagen anacrónica de corruptora del pueblo.
Lo cierto es que !'timad siguió siempre a su esposo, tanto
en los placeres como en sus desgracias. Con él fue al destierro
y su presencia, como madre doliente, aún aparece en los
versos del exiliado.
La enfermedad de su esposa, aumentó la desesperación de
al-Mu'tamid. El que amaba tanto la vida, dice al médico que
cuidaba de !'timad:
¿Acaso la muerte no es preferible a la vida,
para un desgraciado de desdicha larga?
Si cada uno desea encontrar su amor,
yo no deseo sino hallar la muerte 76 •
75 E L, . p ..
76 · e~:-. rovenc,:al, lnscrzptzons arabes d'Espagne Leiden, 1927, I, 40-42.
al-Mu yzb, p. 218; wafir, rima a'a .
77
}fulla, II, 53.
-47-
VII
-48-
nombrado príncipe here_dero a la muerte de su hermano
mayor, así como cadí de Sevilla, como lo había sido su abuelo
Abu 1-Qasim. Era muy culto y gustaba de la poesía, las
canciones y la música, y era aficionado a tocar el laúd. Ya
hemos visto sus aventuras en el asunto de Murcia y el papel
que desempeñó en las relaciones entre Ibn'Ammar y su padre.
Al-Rasid fue hecho prisionero por los almorávides en la toma
de Sevilla y terminó sus días en el exilio africano como su
padre.
El tercer hijo de Rumaykiyya se llamaba 'Abd Allah al-
Mu'tadd. Fue gobernador de Mértola donde se defendió de
los almorávides con auténtico coraje y sólo se rindió ante la
orden de su padre 82 .
Le seguía al-Fat~ Abu Na~r al-Ma'mun, gobernador de
Córdoba desde su reconquista de poder de los toledanos. Fue
muerto por los almorávides en la toma de la ciudad en
1091/484. Es posible que su viuda fuese la mora Zaida,
desfiguración del título al-Sayyida al-Kubra, que fue esposa
de Alfonso VI 83 .
El quinto hijo se llamaba Yazid Abü Jalid al-Rac;l1, el
mejor poeta de los vástagos de al-Mu'tamid, y tal vez, su
predilecto 84 . Fue gobernador de Algeciras, plaza que los
'Abbadíes hubieron de ceder a los almorávides en su primera
82 Mu'yib.
83 E. Lévi-Proven~al, La «mora Zaida», femme d'Alphonse VI, et leur
fils l'infant don Sancho en Islam d'Occident, París, 1948, pp. 139-151.
84 Hulla II, 72-75.
- 49 -
expedición a al-Andalus, por lo que su padre le cedió el
gobierno de Ronda. Fue el encargado de llevar a Córdoba a
Ibn'Ammar desde Segura. Este príncipe, muy estudioso, reci--
bió una reprimenda en verso de su padre cuando se negó a ir
con el ejército contra Lorca. Con su terrible ironía, al-
Mu'tamid le dice que debe dedicarse a los libros, donde está el
poder y la gloria, y no en la guerra, el oficio de su condición
de príncipe:
El poder está en las páginas de los libros,
¡Guárdate de conducir a los ejércitos!
Da vueltas alrededor del pupitre, como un buen musulmán,
y vuelve para hacer la despedida de los púlpitos 85;
Ve hacia el ejército de los conocimientos,
para derrotar al sabio especulador!
Golpea con las puntas de los cálamos,
para lograr la victoria sobre los tinteros!
¡Corta con el abrecartas, en vez de hacerlo
con la espada!;
¿Es que no eres Aristóteles, cuando se habla
de los más grandes filósofos?
¿No eres gramático y poeta,
si se menciona a al-Jalfl?
¡La opinión de Abu lj anffa es poca cosa,
si tú estás presente!
85
Este verso hace referencia a que al-Rac/1hace la peregrinación alrededor
de su escritorio, como un buen musulmán en la Ka'ba.
- 50-
¿ Y quiénes son Hermes, Srbawaih e Ibn Fawrak,
si tú les contradices?
Reúnes todas las cualidades:
¡Agradéceselo a quien te las dio!
¡Siéntate, pues estás bien alimentado y vestido!
y di: ¿Existen otros títulos de gloria?
He velado el rostro de mi satisfación hacia ti,
antes le encontrabas desvelado;
¿ O no recuerdas a Larca, cuando tu corazón,
inquieto, volaba como un pájaro,
pues no podía estar tranquilo, mientras
tu padre acecha como un león;
¿Por qué no has imitado sus acciones,
y obedecido sus órdenes?
El sabe prever las consecuencias buenas o malas de los
. . 81,
acontecimientos. .
86
Hulla, II, 75, Nafb al-!fb, V, 385. Kamil, rima, ir.
- 51-
mas, por qué no voy a llorar yo? ¿Mi coraz~n es de
piedra?, pues aún de las piedras brotan los rzos.
Ella llora a un solo ser amado que ha perdido,
¡ Yo lloro a muchos de los míos!,
a mi hijito pequeño, a mi amigo fiel,
a aquél le desgarra la miseria, a éste le ahogó el mar;
y a aquellas dos estrellas, ornato del mundo,
que reposan en sus tumbas, uno en Córdo~a, ~l otro en
Ronda. Sería culpable si impidiese llorar a mis parpados,
pues sólo se cura el alma cnn la resignació~;
Di a las brillantes estrellas que lloren conmigo
por ellos dos, que eran como estrellas, rutilantes astros87 •
- 52 -
El pequeño acorppañará a sus padres al exilio. Su asombro
y miedo ante las cadenas de su padre aumentarán el dolor de
al-Mu'tamid:
Cadena mí'á ¿No sabes que soy musulmán?
y sin embargo te niegas a compadecermey a tener misericordia
Mi sangre es tu bebida, comes mi carne,
aunque no has roto mis huesos;
Así me ve Abu Hasim y se doblega,
con el corazón partido;
Ten compasión de un niñito que está aturdido,
pero no teme venir a ti a pedirte clemencia.
Ten compasión de sus hermanitas que como él
han de beber veneno y amargura;
algunas comprenden algo y temo
que el llanto las ciegue;
otras no comprenden nada, ya que sólo
abren la boca para mamar 89 •
- 53 -
pisan descalzas el barro, como si no hubiesen
pisado almizcle y alcanfor;
no hay en sus mejillas sino las huellas del hambre,
90
y no se humedecen sino con las lágrimas de pena •
De entre este coro anónimo, surge un sólo nombre: Bura-
yna, que fue hecha prisionera en la toma de Sevilla y vendida
como esclava. Luego escribió a su padre en Agmat, pidiéndole
permiso para casarse con su amo, a lo que al-Mu'tamid
accedió 9 1•
Otros hijos del rey de Sevilla encontraron como Burayna,
humildes destinos lejos de Agmat, como Yal;ya y J;Iakam,
hijos de una concubina anónima que se hicieron escribientes
en Fez y Marraqués 92 . Otro hijo, llamado 'Abd al-Yabbar, se
93
rebeló contra los almorávides en,Montemayor y Arcos . La
94
noticia de la rebelión llenó de esperanza a al-Mu'tamid , pero
'Abd al-Yabbar fue reducido y muerto en el mismo año de la
muerte de al-Mu'tamid (1095). Tras éi ningún 'Abbadí volvió
a empuñar la espada.
- 54 --
VIII
:: Rawcj.al-Mi'tar, p. 84.
El siglo XI, p. 198.
97 So b re to d os estos acontec1m1entos,
· . véase El siglo XI, pp. 197-204.
- 55 -
los norteafricanos derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas/Zallaqa
en 1086/479. Por tanto al-Mu'tamid volvió a llamar a los
almorávides, para que volviesen a detener al rey de Castilla,
en tierras de Murcia, ya que esperaba recuperar este reino para
su hijo al-Ra41.
Los andalusíes de la época granadina juzgaron estos he-
chos de forma muy diferente porque tenían ya una amplia
perspectiva histórica: el avance de la Reconquista y las dos
invasiones africanas de al-Andalus, les habían mostrado que el
destino de su comunidad era o ser porquero en Castilla o
camellero en Africa. El rey de Granada, Mul;iammad 11, según
Ibn Jaldün, estuvo dudando antes de pedir ayuda meriní,
temiendo ser un nuevo al-Mu'tamid. Y de la misma forma el
autor granadino de la crónica al-f:Iulal al-Mawsiyya, Ibn
Simmak 98 , dramatizó la opción del destino de al-Andalus,
poniendo en labios de al-Mu'tamid la famosa frase, en diálogo
con su hijo al-Rasid 99 .
En realidad al-Mu'tamid no se dio cuenta del peligro
almorávide hasta el último momento. Incluso cuando Ibn
T asufin había destronado a 'Abd Allah de Granada, fue a
felicitarle y a pedirle que le entregase a él, Granada en
compensación de Algeciras 100 . La respuesta del emir de los
98
M .J.Rubiera Mata, Sur un possible auteur de la chronique intituléee al-
ij ulal al-mawiiyya Ji rjikr al-ajbdr al-marrakusiyya, Actas del II Coloquio
His~ano-Tunecino, Madrid, 1973, pp. 143-146.
9
Al-Hulal, pp. 27-28.
lOO Ibn al-Jarib, !bata ed. Dozy, Loci, II, 180.
- 56-
almorávides debió ser tan dura que sólo entonces al-Mu'tamid
se dio cuenta de la realidad y le dijo a Ibn al-Ahas, rey de
Badajoz, que le acompañaba: «Ponte a salvo, porque ya ves lo
que le ha ocurrido .il señor de Granada y lo que mañana me
ocurrirá a mí» 1º1•
Es también la primera ocasión en la que al-Mu'tamid
parece darse cuenta de que los otros reyes de taifas navegan en
el mismo barco que él. Hasta entonces el rey de Sevilla
consideraba a sus colegas como futuras presas de sus ambi-
ciones territoriales. Cuando realizó su primera conquista,
Córdoba, se lo anuncia en un poema, muy interesante desde
el punto de vista literario, porque la ciudad conquistada
aparece representada como una novia, a la que asedian los
reyes, figura que será recogida por la literatura española en el
romance de Abenámar:
¿Quién ha llegado entre los reyes, al extremo de este rey valiente?
¡Largo! Ha llegado a vosotros el reino del Mahdí;
Pedí en matrimonio a Córdoba la bella, cuando ella
había rechazado a los que la pretendían con espadas y lanzas;
¡Cuánto tiempo ella estuvo desnuda!, hasta que me presenté
yo, y se cubrió de bellas túnicas y joyas.
¡Boda real! Tendremos nupcias en su palacio,
mientras los otros reyes están en el cortejo del miedo;
Mirad, hijos de puta, que se acerca el ataque de un león
envuelto en una loriga de valor 102•
IOI El siglo XI, p. 289.
12
º Nafo. al-Tib, I, 297; bas'i/, rima li.
- 57-
Pero este poema, tópico en género árabe de fajr, o autoe-
logio, responde a la realidad. En la batalla de Sagrajas/Zallaqa,
en la que mientras el resto de los andalusíes huían despavori-
dos, sólo al-Mu'tamid, resitió la carga del enemigo con un
pequeño número de infantes y arqueros 1º·'.
IX
lOJ E . G arc1a
- G'omez, E. L'ev1-
. Pro\ ~n~al y J. Oliver Asín, Novedades
sobre
104
la batalla de Zallaqa' AI-Andalus . ' XV ' !950 ' 111-15~
.-.
El siglo XI, 290.
IOS Nafo. al-Tíb, V, 392.
- 58 -
Cuando las lágrimas se contienen,
y el corazón partido se despierta;
cuando se ignoran las preocupaciones,
porque las supera el más grave asunto,
dicen: La rendición es la política a seguir,
ríndete a ellos.
Pero para mi boca, el dulce sabor de la
rendición, es puro veneno;
aunque los enemigos me arrebaten el reino
y la comunidad me entregase,
mi corazón seguirá en mi pecho,
porque él no entrega a su corazón;
ni me despojaré de mi noble carácter
¡No se puede arrebatar la alta nobleza!
Me he arrojado el día de la batalla,
sin que me protegiesen las lorigas,
salí sin llevar otra cosa que la camisa,
como protección de mis entrañas;
entregué mi alma para que fuese derramada
con la sangre que fluía;
Pero mi fin se retrasa, cuando no deseo
ni la ignominia ni la humillación.
No me lancé al combate,
con la esperanza de volver;
Soy como los que me precedieron:
la raíz sigue a las ramas 106.
----
1º6 Hulla, II, 65-66; kamii, rima en ü'.
- 59 -
AI-Mu'tamid no logró su deseo. La ciudad fue tomada tras
una feroz batalla gracias a la traición de unos pocos 1°7. Es 7 de
septiembre de 1091/22 rayab 484.
AI-Mu'tamid fue hecho prisionero. Su harén fue el botín
del general STr que sólo le dejó las concubinas que habían
tenido hijos 108.
Ibn Tasuf1n ordenó que el rey de Sevilla fuese llevado a
Marruecos. El momento de la despedida fue descrita por Ibn
al-Labbana en unos inolvidables versos que tradujo en endeca-
sílabos, E. García Gómez 109.
- 60-
como la caravana perezosa
que arrea con su canto el camellero
¡Ay, cuánto llanto se llevaba el agua!
¡Ay, cuántos corazones se iban rotos
en aquellas galeras insensibles!
-61-
graznáis buenos augurios, y me agradan
como la mejor de las noticias;
que las estrellas que estaban ausentes, se acercan
a nosotros, viajando haáa la luna.
Si Dios confirma lo que afirman,
no serán asustados por mi arco, ni mis flechas;
Por Dios, no les espantaré en su reposo,
ni consideraré su vuelo de mal augurio como los tuertos!
A sus enemigos les deseo que no tengan sino pena,
destrucción y toda clase de males!
Me habéis colmado el corazón cuando habéis anidado
aquí, donde temía que mis ojos se entregasen al insomnio;
¡Cuántas flechas me lanzaron los días al corazón!
El arquero era el destino.
Cautivo y pobre, sin esperanzas de desahogo,
pido perdón a Dios, que lo ve todo! 111•
- 62 -
-ciencia, merced, clemencia- congregadas;
la fértil abundancia que las hambres
vino a extirpar, y el agua en la sequía.
Cobijas al que lides riñó invicto
con la espada, la lanza, y con el arco;
el que al fiero león fue dura muerte;
émulo del destino en las venganzas;
del Océano en derramar favores;
de la Luna en brillar entre sombras;
la cabecera del salón.
Si cierto:
no sm justicia, con rigor exacto,
un designio celeste vino a herirme.
Pero, hasta este cadáver, nunca supe
que una montaña altísima pudiese
caber en temblorosas parihuelas.
¿Qué quieres más, oh tumba? Sé piadosa
con tanto honor que a tu custodia fían.
El rugidor relámpago ceñudo,
cuando cruce veloz estos contornos,
por mí, su hermano -cuya eterna lluvia
de mercedes refrenas con tu laude-
llorará sin consuelo. Y las escarchas
en ti lágrimas suaves, gota a gota,
destilarán los ojos de los astros,
que darme no supieron mejor suerte.
¡Las bendiciones del Señor desciendan,
- 63 -
insumisas a número, incesantes,
sobre quien pudre tu caliente seno!
Pero su mejor epitafio fue sin duda las palabras de Ibn al-
Abbar, tomadas seguramente de Ibn al-Labbana: Se ganó el
amor y la compasión de las gentes: aún hoy le lloran 113.
- 64 --
LA POESÍA DE AL-MU'TAMID
- 65 -
El león será el guerrero, la gacela, la mujer; el agua será
metáfora de la generosidad como rocío o como nube, y en sus
poemas del exilio, será llanto, hiperbólicamente transformado
en lluvia y océano; los pájaros serán, también en Agmat,
metáforas de la libertad.
La mujer será jardín perfumado, rama por su cintura,
rosa por sus mejillas, pero sobre todo astro:
¡Oh mi elegida entre todos los seres!
¡ Estrella, luna!
¡Oh rama cuando camina
o gacela cuando mira!
¡Oh aliento del jardín, cuando
le agita la brisa de la aurora!
¡Oh dueña de una mirada lánguida,
que me encadena!'.
-66-
Sin el contraste de las tinieblas, al-Mu'tamid no gusta
demasiado del sol diurno, símbolo de la gloria:
Nuestra gloria es como el sol, en altura y brillo3.
- 67-
las mejillas, y lograse mi deseo.
¡Por tu amor.', si no me visitase tu imagen
en sueños, a intervalos, no dormiría más 6 .
6 Nafo. al-Trb, VI, 15; Dzwdn Suyssi, n~ 40. TawI!, rima da.
7 Seguimos la versión y traducción de E. García Gómez en Las jarchas
romances de la serie árabe en su marco, Madrid, 1965, pp. 252-253.
8 Al-Mu'tamid, op. cit. pp. 223-401.
- 68 -
me dormí y me dijo
para despertarme:
« Tu sueño se alarga.
- 69-
porque la poesía de al--Mu'tamid ha sido ya editada de forma
parcial o total por algunas de las mejores plumas del arabismo
occidental y oriental. Nos hemos limitado a elegir los textos
que hemos creído más adecuados, ulilizando como última
referencia el DTwan editado por R. Suissy, por ser el más
reciente (Túnez, 1975).
- 70 -
POEMAS
•
..ü\
<..>, ciWI 4.Í L.;'
:.....r_r1 , ·~w· í ::.,~
~ , ~ J c.r--- .
..... o ..-q
,
~\ , ~~ ~
:_,~¡
. , \~ • JL
~
y~\ -c.:¡
i .. ......._
, :...ú
. ..:J1L.:)L.;i
.,. .......
,yl~I~ ~ ,f>J ,.:,
~ ..... ...~
! yG;, 'i µ~ -~
~1- !t¡ . __j ~
.'..)-'-'~,, L.'':Ji ,
- 72 -
A SU PADRE
- 73 -
!~ ~1.~ ~L.1;i~ ~¡
i.SJ~i W JG~I ~ :fa.:·~_,-
~~ , ~l~I ~ ~ ;.L_;
. ~I ~1 -.,-J! ~~ , l~Í , ~
1 '. :
·J~
-74-
SlLVES
- 75 -
')~\ ,l ;,b
,
.. ' ,, , ,
~ ..::,...__;~)
- 76
Y cuántas noches allí en el remanso del río,
en amoroso juego con la del brazalete curvo como meandro.
Se quitaba la túnica del tierno talle
y era como un capullo que se enciende en flor:
la noche pasaba, escanciándome de su mirada,
a veces de su copa, a veces de su boca;
tañía las cuerdas de su laúd, y era como si oyese
los tendones de los cuellos al ser cortados.
-77-
,
~ ;;~L..:,._;
J ¿ '
0~ 1 .)~
1 , ., 11
-?~
' 'J
. ,~
~¡ ::j
, J5' ~
;JQJ l:f?~
'-:?', . w
,J
-.>?l.r ~¡
s.
;
L.: ~I ~ ~"I
J
. :1_;
.:,WI J~ ~
- ,
~~
'
,~ ~
._;_w1
~
1 ,o 1 '~.:, '
, ,
' '
, "~'",,
(( .:,~\ )) ~J..;-> ~ ~~
- 78 -
l'TIMAD
(Acróstico)
- 79-
.;~I cl-UI
- 80-
EL REY LUNA
- 81-
~
L.-~&¿_,~i.!I 0~ ~l
U 0)C
- 82 -
los astros parecen un séquito armado a su alrededor,
y las Pléyades que se levantan encima, las banderas;
Yo soy igual que ella en la tierra, entre guerreros
y púberes doncellas que reúnen gloria y belleza;
si las lorigas de estos son como noche oscura,
aquellas llenan las copas de luz;
si ellas cantan con el laúd,
ellos no cesan de hacerlo con el yelmo.
- 83 -
L.Si.:_;
L~ &:~~1
'~~li! !~\ ~0:-~I
' ~?~ ~~\ ~ 0:.;J:J~
.~lu-lJ~l~~ÚI
IJ~Ú ]i , ~1 Wli ~Áj 0!
, • t ,,, o 'e ...
!~l;;->":/1 ~ ¡:_r,·rlS'":11 ~
',.l...
~ 1 ~.~' º Á~, º· ,
' . J-AY.. (""t""">4~-
- 84 -
LOS BANÜ 'AMMAR DE SANNABÜS
(Sátira)
-85-
. , !, :, '·
.-! .i.....1.....11 ..
~ '..r-"
~ ~I , • ' ...
q
,,, ... . ~
~G ~¡ ~ 0LÍ ;J
Z!l.l
- 86-
y el alto alcázar, cuyos balcones brillaban
entre el verdor de los árboles, llora por ello .
No ríe con él el sol, sino que creerías
que vierte agua de oro en sus fachadas;
lloran las cantoras cuyos laúdes responden en los patios,
en los patios, al trinar de los pájaros
¡Oh sol de aquel palacio! ¿Cómo se deshicieron de ti,
los golpes del destino?
Aún no tenías naciones, cuando fuertes varones
cruzaban por tus altos muros.
¡Cuántos leones te guardaban
y defendían con lanzas y espadas!
- 87-
- 88 -
¡Cuántas gentes de hermosa faz en el combate,
cubrían sus blancos rostros con un ropaje de negra pez.
¡Cuántos valientes se sumergían en un torbellino,
hacia los enemigos, en el ardor del fuego!
Cuando los 'Ammar crecían en gloria,
hacían menguar la vida de sus enemigos.
- 89 -
--·•l~I.
•~.,_,.,
1~1 ·
c.r--· - ~
- 90-
AMOR ONIRICO
-91 -
- 92 -
EN SUEÑOS
- 93 -
~l,...Ja.11.!.I~ u-'!
_J....ía.;11~ )' 1 ~t :;;~;!l.,.l:.4~
. .JJ
..vi ¡_;.1::
,,. 1 '
'_<
i--.. ;·t.,;..
,
. 1. -..
'-' ,~
-::.
.::-,r-
,
' J 1 w· .. ,
, ,
'..
.
, :- ! 1 , \
.......---......:, ... :•••'."--
. '--' '-•
1í-:.__11
• • · 1-:.__
11 ' • ·.. - -· f~
! ,-r--''-' '-:?/ '->.r""~ ~u
,
:.r;u.~ :r
, ,
_) U p_;...u1fi
• 1 :_ "'I
~
'
=1.:~· J.-i .!)~
,
1 't¡
,,
·,< J ..
-..,..-:-y , . "
, .
, ,, ',,.y
- ! ~ l-;1 '1 - ~--' :;, ~I)
. -~1_:·.·-~_,._,,.., L:11
.), ~ •~
. ,t'..L., -~.
• ¡.
- 94-
A !.OS REYES DE TAIFAS
- 95 -
\:'~:ti
... ~ J ,., J ,,
._____...;;
..,.;,
_.,,
J J 41 1
, ,
~"ij J~
1 :: n ,t; ,, ; ', 1 :,;.,,
l....,.,~ ¡,)\.) ~ ' 1...4., ~
-96-
DF.SPF.DIDA
- 97-
, L:LbJI
. .. ,,, JLl
¡.>:. ,~-
'
~!
,
· ,cl4JI ,C~~~I,A;
r_;;.
'''t¡
,~; ~¡ , o,
¡j--Á j iY.:'
G....JI,. , ' ~ - 11,L...2...:..:
·e.~ ~e- ,
ÚI ~ 0[ ~-~I ~¡ ~
! ,cWI r~.¿._;;:Ji~.,, :_,,,
- 98 -
YO ERA AMIGO DEL ROCÍO ...
- 99 -
, ,, , .
, ,
jj\
. ,
~w.
L...,Y. ..::.,~ l.>, ~~
•i
\' ·1
.
~
'.u ~~I
. ~
'-:F"'~ - ,
t ~ wu
,
WI
-. , , .,
~_¡..; 0L.5
J..A]_,
C:
- 100-
mi alegría que conocías se ha tornado adusta,
las penas ocupan el lugar de mis alegrías;
Mirarme es desagradable a los ojos,
cuando antes era regocijo para la vista.
- 101 -
-: ,,, ~I LJ¿j¡
~ ú.J.r" '
J 1 '.(,
i...r--:-'
'i:.., J .r"-:. ~ 'i e~~
J,
:~~.~!
~ y.Í ~ 0l 1 =.. ~:.. ~;
~ ~I~ ~j
J J o
4._,..b
.:J,.;- ~
.µ1 ~;i ~I ~~ ?Í l~l
- 102 -
LLORÉ AL PASO DE LAS LIBRES PERDICES
- 103 -
- 104-
Esto no sólo me ocurre a mí: estoy describiendo lo que
sucede a toda la naturaleza humana desde siempre.
Deseo vivamente la muerte,
otro tal vez gustara vivir con grilletes, no yo.
Dios guarde a las perdices, sus polluelos,
pues a los míos los abandonó el agua y la sombra.
- 105-
- 106-
LLORARÁN POR ÉL...
- 107 -
. A'Í::. :~ . ~I~ ~-t:~
...r,-:- ~
•~--,~ i ~. i.S-t"r'
~11·· . •..:;.....,\,J
-..·í- ,--~
- , - -- ., - ,. ) 1 ,,.,-
- 1~11 - ,. '. - • ~
' i...r-' J.....-) .JA . '""~ - . .
,,,
o.)~
- }:
l.>JJ....J ~
1 1 t.ll tÁ-.a.i:'-
~~
, /.
JY:'
- 108 -
Su lluvia no fue sino el llanto que cayó sobre ellos,
y se desbordó como mares sobre sus corazones;
Ojalá supiera si podré volver a pasar una noche,
entre el jardín y la alberca,
en los olivares, herencia de grandeza,
donde cantan las tórtolas y gorjean los pájaros;
en el Zahir, abrigado por la fina llovizna,
mientras las Pléyades nos hacen guiños que contestamos,
y el ZahTcon su salón Su'd al-Su'üd, nos miran celosos,
porque los celos acompañan siempre al amor;
se ve difícil o fácil de conseguir;
todo depende de la voluntad de Dios.
¡Dios decrete en Sevilla la muerte mía,
y allí se abran .nuestras tumbas en la Resurrección!
- 109-
d:JI
..
~
.~. :i ~
_I"
.. ~. '~
" • .;
. 0-4)
o, • ,,
-110-
A LAS CADENAS
-111-
~. jJI' . rl~.,
rµ1 \..>)~
,, _,_
~ ·- ~.JA~ '·U
u - ~\)
,_ J
'{j .
:Ú:-1~ O~) ~i_; ~~
• J • - ,
~-• • !J
L>~r
- 112-
l.A AURORA LADRONA
113 -
\.>~
-,
~1 _H
:_;_!.:.; ~1
- 114-
TRES COSAS
- 115-
"
(J...r--:-' t\
t'w ~I
- 116 -
EL RELÁMPAGO
- 117-
,
:1 :11 , • 1, , '..::..._,.., l/ , ';/
, ~ '.J ~
c.
+JI ~¡ a 11
" ,
..¿_ > .) ,a·4.
,
~ J-Jw .. 'J ~
·La.:,,
~
;;.i, ~I~ ~LJI ~~ ~
-- !IR -
' EL COPERO, LA COPA Y EL VINO
- 119-
, , , , , , ,
.i._;J..)
~~
' ;í ..... - .;~
, ,
?~I -~I c.,p(.)?G. ~I oLS
~I J-½ ~;_;
~
1 .'.~
o~
- 120-
NOSTALGIA DI- !'TIMAD
121 -
~j
o,;,.
L'
_r-!
j; .
.~\J. ~;
L'
L
' O, ., ,
~ C:-~y.!
'
~ ~ f __..;.,
Jj \
~,
jj\~I ,
\J.j
' ,
i.>Y"~ t.S:?~ l:
- 122 -
LA AMADA
/4JI
- 124 -
CARTA
- 125
-
\~\ 1~ j ; ;;:·..11 ~ l.."15'
~ -~ ~ ~.,Jr-1; ~ i ~ (:-:JI~ 1:i
~
" '!. u- .:f ,r- ~ 1~ ~;.kJ
..•. Li'' I é :~1j{
_0-'...f _J ~1) ~ 1) ~µ ~ :r~1~1 Ji
- 126 -
ASÍ MUERE LA ESPADA ..
- 127-
REFERENCIA DE LAS FUENfES ARABES MENCIONADAS EN ABREVIATURA
- 129-