Perfecta Union de Maria Con Jesus DR Enr
Perfecta Union de Maria Con Jesus DR Enr
Perfecta Union de Maria Con Jesus DR Enr
Diseño y diagramación:
Freddy Avilés C.
Producción técnica:
Impresiones y Troqueles, S.A.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 3
INDICE
Agradecimientos.............................................................................................................5
Preámbulo .......................................................................................................................7
Motivación.................................................................................................................... 11
“Visible semejanza en la expresión” ........................................................................ 19
“Alégrate” ..................................................................................................................... 22
“Llena de gracia” ......................................................................................................... 26
“El Señor está contigo” ............................................................................................. 30
“Cómo será esto, si yo soy Virgen” .......................................................................... 31
“Yo soy la esclava del Señor” .................................................................................... 34
“Hágase en mi según tu Palabra” ............................................................................. 38
“Hágase tu voluntad” ................................................................................................. 42
“El Magnificat”............................................................................................................ 46
“Mi Alma alaba al Señor y mi Espiritu se alegra en su presencia” ...................... 49
“Me llamarán Bienaventurada” ................................................................................. 54
“Las bodas de Caná” .................................................................................................. 60
“Mater Dolorosa”(María, junto a la Cruz) .............................................................. 67
“Resurrección” ............................................................................................................ 78
“Ascención de Jesús a los cielos” .............................................................................. 90
“María en Pentecostés” .............................................................................................. 93
“Perfecta unión de María con Jesús” ..................................................................... 103
“María asunta al cielo” ............................................................................................. 109
“Fundamento de este Dogma” ............................................................................... 116
“Veneración y culto a María” .................................................................................. 118
“Antologia Mariológica”........................................................................................... 124
“Alegres celebraciones Marianas” ........................................................................... 158
Bibliografía ................................................................................................................. 159
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 5
AGRADECIMIENTOS
A gradezco a DIOS, por el don de la vida, por darme unos padres que en todo
momento me cuidaron e infundieron las virtudes teologales: Fe, Esperanza
y Caridad, además valores cristianos y principios éticos. Por la infancia
feliz, por mis estudios obtenidos, a pesar de tropiezos encontrados en mis años
universitarios, vencidos por voluntad de DIOS, influenciándome en todo momento
con perseverancia y decisión por superarme, de esa forma logré graduarme. Por mis
hermanos, que aunque no hubo cariño demostrado, pero si solidaridad y fraternidad.
Por la bendición de mi vida al regalarme por esposa a Marlene, el único amor de mi
vida; por ser beneficiados con frutos a través de mis hijos: Pablo Apóstol, Marlene
del Socorro, Karla Vanessa, Humberto Enrique y mis tesoros: Pablo Enrique,
Gabriel Ernesto y María José.
Reconozco que JESUCRTISTO me sedujo a través de su dulce mirada,
enamorándome de su vida generosa, entrega misericordiosa y compasiva; de su
palabra de vida y de su misión profética, pasando por el tamiz del sacrificio, al dar
su vida por nosotros los pecadores, sufriendo valientemente su pasión, muerte; pero
resucitando, para quedarse en el Templo Santo, la Iglesia, perennizando su sangre a
través del vino y su cuerpo en el pan: la Eucaristía y eternizándose en la humanidad.
El que cuando me llamaba, me escabullía y escondía en distracciones efímeras.
Recibí del ESPÍRITU SANTO su iluminación, sustento y guía; a mis 75 años, con
3 enfermedades a tuto, como cosa inusual, dediqué durante 75 dias, de 8 a 10 horas
diarias en la preparación, conformación y recolección de este sencillo trabajo dirigido
a poner de relieve, la humildad, paciencia, sencillez de la Esclava del Señor y referir
por escrito las palabras concordantes pronunciadas en sus escasas intervenciones,
guiadas por el Espíritu Divino, que tuvieron resonancia y eco en su amadísimo Hijo,
Dios hecho Hombre: Jesús de Nazaret; o referidas en el Viejo y Nuevo Testamento,
Vaticano II, Catecismo de la Iglesia Católica, Libros de sacerdotes y la Antología
Mariológica o Mariana, en respuesta a la fidelidad demostrada por los santos padres
desde la Plaza de San Pedro.
Me complace la aceptación de nuestros directores espirituales, los Obispos
Monseñor José Leopoldo Brenes Solórzano y Monseñor Silvio Báez Ortega, desde
el Arzobispado de la Diócesis de Managua, Masaya y Carazo, autorizándome en la
elaboración de este sencillo, pero sincero homenaje dedicado a la:
PERFECTA UNIÓN DE MARÍA CON JESÚS.
Enrique Alvarado Abaunza
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 7
PREÁMBULO
Preocupación constante ha sido en mi vida de Católico, leal a mi Santa Iglesia,
a las Autoridades Eclesiásticas y muy especialmente a la Santísima Virgen María,
por dar énfasis a las pocas palabras que ella pronunció en su breve estancia, pero
que denota la fuerza de Fe, por inspiración propia del Espíritu Santo, que en la
anunciación la rebalsó de tal forma, que aceptó dócil, sincera y obedientemente con
el derecho que se le respetaba al preguntar humilde y sencillamente: ¿Cómo será
eso?, Sn. Lc. 1,34 y que el Ángel Sn. Gabriel le explicara el suceso más importante
de la humanidad y le dijo: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según su
voluntad”: Sn. Lc. 1,38; llegando a ser la Madre de Jesús, el Redentor, con todos
los agravantes que ello implicaba: el estreno de la Fe, no tener lugar donde nacer,
asimilar la profecía de Simeón, persecución y huida por el desierto, la pérdida en el
Templo; ausencia por tres años de predicación, sorteando toda clase de peligros, la
traición de Judas, el injusto juzgamiento, la crucifixión y qué muerte; todo significó
sufrimiento en su Madre: dolor, soledad, abandono, desamparo y para colmo, no
tuvo donde reposar su Hijo, pero para nuestra alegría, resucitó al tercer día.
Como el actor principal de la Historia de la humanidad es Jesús de Nazaret,
brindo este homenaje a ambos, haciendo eco a las escasas palabras de Maria,
en comparaciones, referencias, respuestas. Con objeto de difusión ante el gran
conglomerado católico nicaragüense, cuyo fruto económico, sea destinado
exclusivamente para ayuda en el mantenimiento y sostenimiento de los semilleros de
sacerdotes: los Seminarios Católicos de todas las Diócesis de Nicaragua. Esperando
respuestas de hermanos (as) que quieran ayudar en esta noble tarea: “La mies es
mucha y los obreros pocos”. “Envía Señor obreros a tu mies”: Sn. Mt, 9. 37, 38.
Si se llena este cometido, me sentiré sumamente complacido, dadas las ingentes
necesidades que tienen que irse superando, a fin de que las comunidades más
recónditas de Nicaragua, reciban el pan del saber y el pan y el vino, que obedecen
fielmente a las palabras de Jesús, en la institución del Sacramento de la Eucaristía:
Sn. Lc. 22. 19, 20: “Tomó pan y dadas las gracias, lo partió y se los dio diciendo:
este es mi Cuerpo que es entregado por ustedes, hagan esto en memoria mía; de
igual modo, después de cenar, tomó la copa diciendo: esta copa es la alianza con mi
sangre, que es derramada por ustedes”. Y eso hermanos (as), solamente el Sacerdote
puede impartir, repartir y compartir.
8 Perfecta Unión de María con Jesús
MOTIVACIÓN
Dr. Enrique Alvarado Abaunza
la meritita verdad sin ánimo de ofender a nadie, que si en especial se sienta alguien
aludido, habla en misa, o al que le llegue, le aconsejo que ore sinceramente ante
el Santísimo expuesto, se sincere y le hable a Dios, le responderá, así oirá su voz,
que amorosamente lo llamará a su verdadero rebaño y todo cambiará, no sólo en
él (ella), en su familia, en su entorno y en nuestra querida Nicaragua. De ahí saldrá
transformado (a), con mayor deseo de oración diaria o rezo del Santo rosario, obras
penitenciales, que llegue a sentir aumento por amor al prójimo, con obras de caridad,
inserción en grupos laicales, en búsqueda insaciable de directores espirituales.
Sucede una bendición para todo el mundo: Vaticano II, la verdadera, pero
verdadera y necesaria Revolución del siglo XX en nuestra “ya cansada”, pero en
nuestra Santa Iglesia Católica, nos ordenó todo el andamiaje. Como fruto del mismo,
da importancia a los laicos, nos integra en lectura de la palabra en público, ayudantía
en ausencia de diácono y distribución en el ministerio de la Comunión durante la
Misa, incluso a domicilio, visitas a los enfermos y cárceles, nos ordena a evangelizar
con la Palabra de Dios, previa preparación, capacitación y cursos para conferencistas
y tantos adelantos que surgieron, que llegamos a sentirnos integrados como Iglesia.
Fue bajo la brillante inspiración del Espíritu Santo, un verdadero Pentecostés para el
mundo, con una profusa y prodigiosa liberación, gracias a la inspiración que recayó
en SS Juan XXIII, el llamado: “Papa Bueno”. Anuncia al Colegio cardenalicio en
la basílica de San Pablo Extramuros, con el propósito de convocar un Concilio: el
25 de enero de 1959. Su clausura fue el 7 de diciembre de 1965. Precisamente en
octubre de 1959, mientras hacía mi Servicio Social en Teziutlán, Puebla, México, me
invitan a participar, porque estaba iniciando en ésa ciudad: “Cursillo de cristiandad”,
que por cumplir con mis turnos y no tener suplencias, me excusé. Lógico, inicia
la “crianza”, con cursillos, era el primer hijo legítimo de Vaticano II. En 1967,
arrancó la Renovación Carismática Católica, que hubo nacido en grupos católicos
y algunos protestantes en la Universidad de Duquesne EEUU. A fines de 1973,
época posterremoto, comenzaron charlas de Laicos, si mal no recuerdo en casas
particulares y que posteriormente se trasladan a la Iglesia de San Francisco de Asís
en Bolonia. De ahí, va creciendo a pasos considerados agigantados, con mucha
popularidad, que permeaba en todas las clases sociales de Managua.
Mi regreso definitivo a Nicaragua, como Médico y especialista, fue en 1966. En
1977, a regañadientes, fuí llevado a la fuerza por mis hermanos Peché y Celia, a lo
que se llamaba Iniciación en el Espíritu Santo o Seminarios de la Vida en el Espíritu,
liderada por la Renovación Carismática católica con reuniones amenas semanales,
que fue agarrando un auge tal, que de I. San Francisco, cubre más del 50% en las
parroquias de Managua y luego se traslada a casi todo Nicaragua; con indudables
frutos de conversión, de asiduidad a los sacramentos, notable acercamiento con
los párrocos, asambleas copiosas ínterparroquiales y nacionales. Llegando en
poco tiempo a su extensión mundial. Poco después de la RCC, se desprende otro
movimiento, al parecer netamente nicaragüense: La Ciudad de Dios y la Pastoral
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 13
El Evangelio de San Marcos, refiere la Santa y última cena del Señor: 14. 12, 25, así
como en San Mateo: 26. 26, 29.
Nótese que el Evangelio de San Lucas, el más explícito, es en el cual dice Jesús:
“Hagan esto en memoria mía”: 22, 19. Que es la muestra de fidelidad, obediencia y
docilidad de la Iglesia Católica en que se celebra la Santa Misa, en el “memorial de la
pasión de Jesús” y que es uno de los objetos de este mensaje, a fin de colaborar con
nuestros pastores, a mejorar la calidad de vida de nosotros los fieles; que acudamos
a Misa concientizados, para saber que es al acto más trascendente e importante
de nuestra vida espiritual, que redunda tanto en bien personal, como familiar y
nacional; es el acto de: “Acción de gracias y bendición eucarística”, que significa
reconocimiento, gratitud; de ahí, acción de gracias al Señor de señores, que reina
en el altar, que merece de nosotros los fieles, sincera alabanza, adoración, ofrenda
de nuestro amor y entrega de nuestras familias, trabajos, penas, dolores, pecados,
enfermedades y problemas, al pié de la Santa Cruz: “Pero llega la hora y ya estamos
en ella, en la cual los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en
verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como lo quiere Él.
Dios es Espíritu y los que lo adoran, deben adorarlo en Espíritu y en verdad”: Sn.
Jn. 4. 23, 25.
En realidad, la palabra Eucaristía, ha prevalecido en el uso cristiano católico,
para designar la acción instituida por el propio Jesús, en la víspera de su muerte,
ante los apóstoles reunidos en la última cena. Sin olvidar que este término, significa
“alabanza” por las maravillas de Dios Padre, tanto y más, que un agradecimiento por
el bien que de ellas obtenemos. Por este acto decisivo en que Jesús confió a unos
simples alimentos, el valor eterno de su muerte redentora, consumó y fijó por todos
los siglos, el homenaje de sí mismo, de todos los hombres a Dios, que es lo propio
de la religión que profesamos y que es la esencia de su obra de salvación, ofrecida en
la cruz, como sacrificio y en la Eucaristía, es toda la humanidad, con el universo por
marco, que retornan al Padre. Esta riqueza, que la sitúan en el “centro y culmen” del
culto cristiano, la hallamos en textos extensos. En buen cristiano, en la Eucaristía, en
su presencia, contestamos los católicos en la Misa, al canto del sacerdote: “Este es el
Sacramento de nuestra fe”: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección.
Ven Señor Jesús”.
A veces, nos sucede como a los discípulos de Jesús en el camino a Emaús, cerca de
Jerusalén, que a su paso los alcanzó Jesús resucitado y no lo reconocieron, hasta que
con ellos, celebró la Eucaristía y “al partir el pan”, cayeron en la verdad y corrieron
a manifestarlo a los demás discípulos, después de recriminarlos, diciéndoles: “Qué
duros de entendimiento son para creer lo que anunciaron los profetas. ¿No era
necesario que el Mesías padeciese esto, para entrar en su gloria?: Sn. Lc. 24. 13, 35.
¿No nos identificamos ciertos nicaragüenses con los de Emaús, en cierto momento,
olvidamos e ignoramos a Jesús vivo en el sacramento del altar? ¿Lo valoramos,
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 15
“VISIBLE SEMEJANZA EN LA
EXPRESIÓN”
C omienza el Evangelio de San Lucas, con una página que constituye el punto
focal de la historia. Una página en que el Amor infinito se derrama sobre
María; en que el Eterno, se inserta en el tiempo, como un instante de eterna
duración, llegando a ser un momento eterno, no solo para María misma, sino para
cada uno de nosotros, representados como humanos, en ella. Ser superficial al escribir
sobre María, en relación a su divino Hijo Jesús, como que suena a pecado grave de
omisión y también deja de ser piadoso, por parecer profundo. El Padre Suárez,
desde Alcalá de Henares en España, en el año 1592, nos orienta: ¿Podrá haber
alguno tan pobre en el escribir que, puesto a hablar de la grandísima dignidad, de las
excelentísimas virtudes, de la admirable vida y gracia de la Santísima Virgen María,
pueda recorrer estas grandezas, con espíritu breve y compendioso? Lo cierto es que,
a mí en esta parte, nuestra teología me ha parecido demasiado breve y concisa, (por
decirlo modestamente), siendo así que la dignidad y amplitud de la materia, unida
con sumo deleite, erudición y utilidad, podría exigir del teólogo con todo derecho,
cosa muy distinta”, concluye sabiamente: “Y es que la piedad sin la verdad es flaca
y débil, así como la verdad es estéril sin la piedad”. Convincente, por ello, lo cito
textualmente.
A la luz de estas consideraciones al parecer profundas en psicología, en la verdad
misma, se advierte claramente que el misterio de María ha sido difundido desde
hace rato, discutido a conciencia y captado con excelencia, mediante conceptos y
expresiones, sobretodo influidas por la verdad de los hechos, por aquel substrato
sensible, común a todos los hombres, que derivan de sus experiencias elementales
relacionadas con la pureza y la sensibilidad; con la belleza y fragilidad de una inocente
joven; solicitud y ternura hecha Madre y con la suntuosidad, sin espavientos, por
ser humilde, pero notorio, en una gran dama, procedente de la dignidad real y del
celestial reinado, toda una Reina, por ser Madre del Rey del Universo.
El relato del Evangelio, es una escena en que participamos todos, aún no estando
presentes; a la que se refiere el “don” con que le ha de regalar a María “el corazón
del Padre: el secreto del Espíritu Santo”, del que será confidente y la invitación
que recibe es un pacto de amor”. Habiendo sido concebida sin mancha de pecado,
inmaculada, además llena de la plenitud de la gracia de Dios. Desplegando en su
morada, actividades cotidianas, con un corazón en un ininterrumpido acto de amor
y obediencia sin límites a Dios. Simón Martini, en la galería de Florencia, la pinta:
“Sumergida en un profundo y respetuoso recogimiento, con la mirada concentrada
20 Perfecta Unión de María con Jesús
“ALÉGRATE”
“L as palabras del ángel, tienen este valor: “Salve, tú has sido colmada
sobreabundantemente “de la gracia”, de la “alegria” y regocijo de Dios,
has sido escogida por él. Aquella que posee en un grado único, con
sobreabundancia tan excelsa, que constituye su característica personal, sustituyendo
a su nombre”: Médebielle, Diccionnaire de la Bible. Pagina 283. Tanto, como dice
San Irineo: “Cuando Yahvé creaba al hombre a su imagen, esta era su imagen externa,
el Verbo y así al hacer a Adán, pensaba en Jesucristo; al crear al hombre, Dios
creador, pensaba en María. María, estaba ya en Él y Él era ya en María. Y al infundir
el Espíritu en el primer hombre, soñaba ya en la humanidad, a la que infundiría su
Espíritu. También el Padre y el Espíritu Santo, soñaban en María”
Cuando el ángel llegó a saludarla: “Alégrate, llena de gracia”, era enviado por
Dios y Dios, se había adelantado y lo encontró con ella. El ángel Gabriel, tenía de
seguro, los ojos acostumbrados a Dios, aún cuando dice la Palabra de Dios, “que
a Dios nadie lo ha visto”: Ex. 33, 20; viene siendo una expresión de intimidad, de
proximidad, por provenir del Cielo, enviado por Dios mismo, pero a la vez, era
uno de los siete espíritus, que asisten a su trono y están en su presencia y captó de
inmediato el mismo resplandor que había dejado sin dejarlo. Se encontró de nuevo
con Yahvé. El rostro de María transparentaba el rostro de Dios. Quizá por eso se
arrodilló no ante ella, sino ante Él, para saludarle a ella. ¿Y a qué más puede y debe
aspirar el hombre, a que Dios esté en él y él en Dios? La oración de quietud, de la
que hablan Santa Teresa y San Juan de la Cruz: “es la cima de la unión con Dios.
Unión esponsal, (se refiere a la mutua promesa de casarse, que se hacen y aceptan
el hombre y la mujer), generalmente callada, sin grandes dones ni grandes alborotos
del alma. Sencillamente: es estarse amando al amado”.
“La llena de gracia”, no exigió al cielo ninguna señal. Cabe preguntar. ¿Quién
se atrevería a pedir ser Madre de Dios? Al menos María, la pequeñita, la esclavita,
esclava de Yahvé, “no se atrevió a pedirlo, pero sí a aceptarlo”.
El saludo: “Alégrate, regocíjate” viene siendo una invitación al gozo mesiánico,
eco de la invitación que los profetas hacían a Jerusalén; a la hija de Sión, por la
presencia de Dios, en medio de su pueblo, lo relacionamos adecuadamente con
los relatos coincidentes en la “anunciación”, con la presencia y consentimiento de
María ante el ángel, ante Dios Padre celestial, el Espíritu Santo y con su Hijo, Dios
hecho Hombre, tomadas en cuenta, como palabras Proféticas: “Grita de contento
y de “alegría”, oh Sión, porque grande es en medio de ti, el Santo de Israel”: Is 12,
6; “No temas tierra; “alégrate”, regocíjate, porque Yahvé, obra grandes cosas: Jl
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 23
“El patrón le contestó: muy bien servidor bueno y honrado; ya que has sido
fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la “alegría” de tu
patrón”: Sn. Mt. 25, 21; “Sean diligentes y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu.
Tengan esperanza y sean “alegres”. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar”:
Rom 12. 11, 12;”Piensen que el reino de Dios, no es cuestión de comida y bebida,
sino de justicia, de paz y “alegría” en el Espíritu”: Rom 14, 17; “El amor no se
“alegra” de lo injusto, sino se “alegra” de la verdad”: 1 Cor 13, 6; “En cambio, el
fruto del Espíritu es amor, “alegría”, paz, comprensión de los demás, generosidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no
condena ninguna ley”: Gal 5, 22; “Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora, creen
en él sin verlo y nadie sabría expresar su “alegría” celestial”: 1 Pe 1, 8.
Continuamos con las importantes consideraciones referidas en el Catecismo
Católico. Relacionado al santoral en el año litúrgico: “En la celebración de este circulo
anual de los misterios de Jesucristo, la santa Iglesia venera con especial amor a la
bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con un vinculo indisoluble en
la obra salvadora de su Hijo; en ella mira y exalta el fruto excelente de la redención
y contempla con “alegria y gozo”, como en una imagen purísima, aquello que ella
misma, toda entera, desea y espera ser”: No. 1172.
Los signos y ritos: “La unción es el simbolismo bíblico y antiguo, posee numerosas
significaciones; el aceite es signo de abundancia y de “alegría”, purifica y es signo de
curación”: No. 1293.
Los signos de pan y vino: “El cáliz de bendición al final del banquete pascual
de los judíos, añade a la “alegría” festiva del vino una dimensión escatológica, la de
espera mesiánica del restablecimiento de Jerusalén”: No. 1334.
Las gracias del sacramento del matrimonio: ”Permanece con ellos, les da fuerza de
seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente,
de llevar uno las cargas de los otros: Gal 6, 2, de estar sometidos unos a otros en el temor
de Jesucristo: Ef 5, 21; en la “alegría” de su amor y de su vida familiar, les da ya aquí un
gusto anticipado del banquete de las bodas del cordero”: No. 1642.
Dias de descanso y de gracia: “En los dias de fiesta y en domingos, como dias
festivos, deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y “alegría” y
defender sus tradiciones, como una contribución preciosa a la vida espiritual de la
sociedad humana”: No. 2188.
El amor de los esposos: “Los actos con los que los esposos se unen intima y
castamente entre sí, son honestos y dignos y realizados de modo verdaderamente
humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen
mutuamente con “alegría” y gratitud: No. 2362.
Hasta aquí, la reflexión puesta a la orden, sobre la gran recopilación de expresiones
sobre la palabra ”alegria”, haciendo alusión de todos los pasajes que acompañaron
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 25
“LLENA DE GRACIA”
Quiere que el Verbo se encarne en ti. “Porque para Dios no hay nada imposible”:
Sn. Lc. 1, 37. Es el misterio del amor de Dios. Es el misterio de Dios, que es Amor.
¿Te dejas querer? Gabriel fue viajero dos veces del cielo a la tierra, en un lapso de seis
meses. No viajero de lugar a lugar, sino de persona a persona. Y no solo de Dios a
María, porque: “él seguía asistiendo al trono de Dios y Dios, ya estaba en María”. El
sexto mes, sólo pone la distancia entre anuncio y anuncio, entre saludo y saludo. Y eso,
para el calendario humano. ¿Qué importarán los meses para los ángeles sin tiempo y
qué Jerusalén o Nazaret, para quienes asisten el trono de Dios? no como los humanos
que le damos más importancia al tiempo que a las cosas de Dios, que es la eternidad,
el Alfa y el Omega, el principio y el fin; entre ellos, estamos nosotros navegando en el
tiempo, que pertenece a Dios. En el Antiguo testamento, “la nube de Dios, se posaba
sobre el tabernáculo y reposaba sobre la gloria del Altísimo”: Ex 40, 34.
El mismo verbo y la misma imagen emplea San Lucas, para narrar en la
transfiguración: “Apareció una nube y los cubría con su sombra y quedaron
aterrorizados al entrar en la nube”: Sn. Lc. 9,34. Porque simbolizaba la presencia de
Dios. Los ejemplos simbolizan a María, secuestrada por la nube fuera del tiempo. Al
entrar a la sombra del Altísimo, penetró en la eternidad de Dios y en la encarnación
de su Hijo, se hizo presente a toda la historia. Todo ocurrió en el tiempo, pero a la
vez fuera del tiempo en ese punto en que Dios hace de la historia eternidad y de la
eternidad historia.
Nos trasladamos a enfocar la importancia que Dios le da en toda su palabra, a
través de la Biblia, sobre: “María”. “Yahvé vuelva hacia ti su rostro y te dé paz”:
Num 65, 26; “Yahvé se ha ligado a ti y te ha elegido, no por más numeroso de los
pueblos, al contrario eres el menos numeroso”: Dt 6, 7; “El Señor mismo la creó, la
vió y le tomó medidas, la difundió en todas sus obras. En toda carne conforme a su
largueza y se la dispensó a todos los que le aman”: Eclo 1. 9, 10;” Y la palabra se hizo
carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, que recibe del Padre, el Hijo
único, en él todo era don amoroso y verdad. De su plenitud, hemos recibido todos y
cada don amoroso, preparaba otro. Por medio de Moisés, hemos recibido la ley, pero
la verdad y el don amoroso, nos llegó por medio de Jesucristo”: Sn. Jn. 1. 14 y 16.
“Todos mueren por la falta de uno solo, pero la “gracia” de Dios, se multiplica
más todavía, cuando este don gratuito, pasa de un solo hombre, Jesucristo, a toda la
muchedumbre”: Rom. 5, 15;”El pecado ya no los volverá a dominar, pues no están bajo
la ley, sino bajo la “gracia”: Rom. 6, 14; “Hay algo de lo que nos sentimos orgullosos:
nuestra conciencia nos asegura que la santidad y la sinceridad de Dios, ha inspirado
siempre nuestra conducta en este mundo, especialmente respecto a ustedes.
No nos han movido razones humanas, sino la “gracia” de Dios”: 2ª Cor 1, 12;
“Pero me dijo: Te basta mi “gracia”, mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad”:
2 Cor 2, 12; “No puedo pensar de otra manera, pues los llevo a todos en mi corazón,
ya esté en la cárcel o tenga que defender y promover el Evangelio, todos están
28 Perfecta Unión de María con Jesús
“El Espíritu Santo, preparó a María, con su “gracia”, convenía que fuera “llena
de gracia”, la Madre de aquel en quien; “Reside toda la plenitud de la Divinidad,
corporalmente”: Col 2, 9. Ella fue concebida sin pecado, por “pura gracia”, como
la más “humilde” de todas las criaturas. Con justa razón, el ángel Gabriel saluda a
la “hija de Sión: “Alégrate”. Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, es la “acción de
gracias” de todo el Pueblo de Dios y por tanto de la Iglesia, en “acción de gracias”,
que ella eleva en su Cántico al Padre en el Espíritu Santo”: No. 722.
“Así, la contemplación es la expresión más sencilla del misterio de la oración, “es
un don, una gracia”; no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza.
La oración contemplativa es una relación de alianza establecida por Dios en el fondo
de nuestro ser”: Jr. 31, 33. Es comunión en ella, la Santísima Trinidad conforma al
hombre, imagen de Dios: “a su semejanza”: No. 2713.
30 Perfecta Unión de María con Jesús
que por tanto es meritoria, como en María y con el respeto que se merecen, las
“religiosas”.
La virginidad, junto con la castidad, son de las aceptaciones de la pureza, virtudes
que dominan, moderan, encausan la primera de las tres concupiscencias, de que habla
San Juan: “concupiscentia carnis, (la concupiscencia de la carne)”: la lujuria. Castidad,
viene de “castigare”, castigar, porque no se puede conseguir, ni conservar, sin “castigar
el cuerpo y reducirlo a servidumbre”, como dice San Pablo. Todo esto ausente en la
pureza de María, solo se mencionan, por instruirnos. La virginidad, tiene una virtud
conexa, la continencia y auxiliares, como el pudor, la modestia y hasta la mortificación,
que es en caso extremo y extremista, que tiende al sadomasoquismo. Existen también,
varios grados, como la castidad matrimonial, la de los célibes voluntarios, como los
sacerdotes o de la viudez. No obstante, la “virginidad”, es la castidad perfecta y la
“virginidad” perfecta, es la “virginidad” consagrada, como ocurrió en María.
María arguyó, “no conocer varón”, siendo el foco difícil de la escena, que se
convierte en un eufemismo (modo de expresar con suavidad o disimulo palabras o
bien ideas de mal gusto) sexual, en efecto, no tenía ni tuvo antes, relaciones íntimas
con José, por lo tanto, tiene toda la razón de la esperada y lógica interrogación y a la
vez, de defender su estado de integridad física, moral y espiritual.
Recurro de nuevo a las sabias consideraciones al respecto, a través del Catecismo:
“El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el Mesías prometido
a Israel: Les ha nacido hoy en la Ciudad de David, un Salvador, que es Jesucristo
Señor”: Sn. Lc. 2, 11. Desde el principio él es “a quien el Padre ha santificado y
enviado al mundo”: Sn. Jn. 10, 36, concebido como “santo”: Sn. Lc. 12, 35, en el
seno “virginal” de María. José fue llamado por Dios para “tomar consigo a María su
esposa” encinta “del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo”: Sn. Mt. 1,
20, para que Jesús, llamado “Cristo”, nazca de la esposa de José, en la descendencia
mesiánica de David”: Sn. Mt. 1, 16; Rm 1, 3; 2 Tm 2, 8; Ap 22, 16: No. 438.
“Desde las primeras formulaciones de la fe: Ds. 10-64, la Iglesia ha confesado
que Jesús fue concebido en el seno de la “Virgen” María, únicamente por el poder
del Espíritu Santo, afirmando también, el aspecto corporal de este suceso; Jesús
fue concebido: “absque semine ex Spiritu Sancto”: Concilio de Letrán, año 649;
esto es: “sin elemento humano”, por obra del Espíritu Santo. Los padres ven en la
concepción virginal, el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios, el que ha
venido en una humanidad como la nuestra”.
Así San Ignacio de Antioquia, a comienzos del siglo II: “Estén firmemente
convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la raza de David
según la carne: Rom. 1, 3. Hijo de Dios, según la voluntad y el poder de Dios: Sn.
Jn.1, 13; nacido verdaderamente de una “virgen”…Fue verdaderamente clavado por
nosotros en su cuerpo, bajo Poncio Pilatos…padeció verdaderamente, así como
resucitó verdaderamente”. Smyrn. 1-2. No. 496.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 33
que en la condición humana, se obtiene de una manera experimental: Sn. Mc. 6. 38.
Eso correspondía a la realidad de su anonadamiento voluntario en la condición de
“esclavo”: Flp 2, 7. No. 472;
“Al liberar Jesús a algunos hombres de los males terrenos del hambre: Sn. Jn. 6. 5,
15; de la injusticia. Sn. Lc. 19,8; de enfermedad y muerte: Sn. Mt. 11, 5. Jesús realizó
unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo:
Sn. Lc. 12. 13, 14, sino a liberar a los hombres de la “esclavitud” más grave, la del
pecado: Sn. Jn. 8. 34, 36, que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa
de todas sus “servidumbres humanas”: No. 549.
Haciéndose Jesús, pecado del mundo: “Los pecados de los hombres, a
consecuencia del pecado original, están sancionados con la muerte: Rom. 5, 12; 1
Co. 15, 56. Al enviar a su propio Hijo en la condición de “esclavo”: Flp. 2, 7, la de
una humanidad caída y destinada a la muerte a causa del pecado: Rom. 8. 3; quien no
conoció pecado, Dios le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia
de Dios, en él”: Rom. 5, 10”: No. 602.
Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los cantos del “Siervo”: Is 42, 1,
9; Sn. Mt. 12. 18, 21; Sn. Jn. 1. 32, 34; después Is 49. 1, 6; Sn. Mt. 3, 17; Sn. Lc. 2,
32 e Is 50. 4, 10. Estos cantos, anuncian el sentido de la Pasión de Jesús e indican
así cómo enviará el “Espíritu” Santo, para vivificar a la multitud: no desde fuera,
sino desposándose con nuestra condición de “esclavos”: Flp 2, 7. Tomando sobre sí
nuestra muerte, puede comunicarnos su propio “Espíritu” de vida”: No. 713.
“El pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo Jesús.
Ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres en su muerte y resurrección,
Sn. Jn. 12, 32. Jesucristo, Rey y Señor del Universo, se hizo “servidor” de todos,
no habiendo venido a ser “servido”, sino a “servir” y dar su vida en rescate por
muchos”: Sn. Mt. 20, 28. Para el cristiano, “servir” es reinar”: Vaticano II: LG 36,
particularmente en “los pobres y en los que sufren”, donde descubren la imagen
de su “fundador, pobre y sufriente”. LG 8. El pueblo de Dios realiza su “dignidad
regia”, viviendo conforme a esta vocación de “servir” con Cristo Jesús”: No. 786.
“El carácter de “servicio” del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la
naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo Jesús que da
misión y autoridad, los ministros, son verdaderamente “esclavos” de Jesús”. Rom 1,
1, a su imagen, que libremente ha tomado por nosotros la forma de “esclavo”. Flp 2,
7. Como la “palabra” y la “gracia” de la cuál son ministros, no son de ellos, sino de
Jesucristo que se les ha confiado para los otros, ellos se harán libremente “esclavos”
de todos”: 1 Cor 9, 19: No. 876.
San Agustín, ha resumido esta doctrina. “Esta ciudad plenamente rescatada, es
decir, la asamblea y la sociedad de los santos, es ofrecida a Dios, como un sacrificio
universal por el Sumo Sacerdote que bajo la forma de “esclavo”, llegó a ofrecerse
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 37
por nosotros en su pasión, para hacer de nosotros el cuerpo de una tan gran
Cabeza…Tal es el sacrificio de los cristianos. “Siendo muchos, no formamos más
que un solo cuerpo en Cristo Jesús”: Rom 12, 5. “Y este sacrificio, la Iglesia no cesa
de reproducirlo en el Sacramento del altar, bien conocido por los fieles, donde se
muestra en lo que ofrece, se ofrece a sí mismo”: No. 1372.
”El séptimo mandamiento, proscribe los actos que por una u otra razón: egoísta
o ideológica, mercantil o totalitaria, conducen a “esclavizar” seres humanos, a
menospreciar su dignidad personal, a comprarlos, a venderlos y a cambiarlos
como mercancía. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos
fundamentales, reducirlos por la violencia a la condición de objeto de consumo o
a una fuente de beneficio. San Pablo ordenaba a un amor cristiano, que tratase a
su “esclavo” cristiano, no como “esclavo”, sino, como hermano en el Señor”: No.
2414.
38 Perfecta Unión de María con Jesús
San Lucas colocó en labios de María, debió ser un himno que cantaban los primeros
cristianos y que siguen entonando las nuevas generaciones de creyentes desde hace
veinte siglos, mismos que tiene de fundada la Una, Santa, Católica, Apostólica Iglesia,
por Jesucristo, el Santo Hijo del Espíritu Santo y de María; de ninguna manera por
hombres comunes y corrientes en los últimos años, que van surgiendo y acomodan
a su gusto y antojo su llamado “culto”.
El canto de María, que es un estremecimiento de gozo y gratitud, es una síntesis
que expresa la piedad de los judíos, una letanía de alabanza a Dios: “Mi “alma alaba”
al Señor”, es a la vez, una inspiración celestial, repito como letanía de alabanza que
cantan a Dios los cristianos desde el siglo I, un himno que en ningún labio y voz,
podría sonar mejor. A ese canto, le llamamos “el Magnificat”, “palabra” con que
empieza su traducción del latin. De él, dicen los obispos latinoamericanos: “Es el
espejo del alma de María. En ese poema logra su culminación de la espiritualidad
de los pobres de Yahvé y el profetismo de la antigua alianza. Es el cántico que
anuncia el nuevo Evangelio de Jesucristo; es el preludio del Sermón de la Montaña.
Ahí, María se nos manifiesta vacía de sí misma y poniendo toda su confianza en
la misericordia del Padre. En el Magnificat, se nos manifiesta como modelo para
quienes no aceptan pasivamente las circunstancias de la vida personal y social, ni
son víctimas de la alienación, como hoy se dice, sino que proclaman con ella, que
Dios ensalza a los humildes y si es el caso, derriba a los potentados”. Documento
de Puebla No. 297.
A muchos católicos les extrañará y más aún a protestantes, leer en los escritos de
Martin Lucero, brillante sacerdote agustino alemán, instruido en Teología y Filosofía.
Si bien no pretendía abandonar el catolicismo, al que profesó con gran habilidad,
inteligencia y estudios, solamente pretendía denunciar ciertos abusos y publica la
Reforma de protesta, abandonando el catolicismo, para fundar la doctrina luterana,
a tanto llegó su separación, ya que casó con Catalina von Bora en 1525. Menciono
este pequeño paréntesis de alguien que siendo tan preparado en seminarios católicos,
se divorcia del catolicismo y que se conozca su diferencia, pero vale reseñar su
amor manifestado por María. Dijo: “La Virgen nos enseña cómo amar y alabar a
Dios por sí mismo, sin interés alguno. Amar y alabar a Dios como lo merece, es
alabarlo por su bondad y su benignidad. Es poner únicamente en él la felicidad y
la alegría. Esta manera sublime, delicada y pura de amar a Dios, es la que conviene
a la persona sublime y amable de la Virgen”. No entiendo que haya hermanos que
quieren ser motos, renunciando al amor de nuestra Santísima Madre de Dios y de
todos nosotros pecadores.
Reconocida por su humildad, sencillez, pobreza y la inspiración propia del
Espíritu Santo, demostradas en María, la Iglesia canta el Magnificat en el oficio
litúrgico cada día. El Espíritu Santo, insisto hasta que lo aprendamos: inspiró a María,
sigue guiando la oración eclesial, como si estuviese entonando una lira sonora. En
40 Perfecta Unión de María con Jesús
el Magnificat, María empezó por dejar que se engrandeciera sin inflarse su “alma”
y que su “espíritu” se regocijara al admirar y desear estar cerca de la grandeza del
Señor. Está absorta en la contemplación, se siente grande, sin creerse grande, menos
engrandecerse, ni envanecerse; es consciente de su condición de: “esclava del Señor”,
cuando ve lo que en ella hizo Dios, es la hija de Sión, que se siente “jubilosa”, al
saber que tendrá un descendiente y qué clase de descendiente. Por su voz, la Iglesia
canta la bondad de Dios, por haber enviado a través del Espíritu Santo y de María,
“un Salvador”.
La oración que Jesús enseñó a los discípulos nos enseñó y nos dejó, para invocarlo,
alabarlo, adorarlo y glorificarlo, además de reconocernos pecadores, sencillamente
en el: “Padre Nuestro”, en donde se encierra la misma “palabra” que pide María que
se haga en ella, como expresión de su voluntad: “Hágase en mi, según tu palabra”, la
menciona preferentemente Jesús en las oración que pidieron y dedicó a los apóstoles:
“Y al orar, no hablen mucho como los paganos, ellos creen que por abundantes
“palabras”, van a ser escuchados. No hagan como ellos, pues antes que ustedes
pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan” Sn. Mt. 6,7; “Ustedes recen así: Padre
Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, “hágase”
tu voluntad así en la tierra, como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y
perdona nuestra ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no
nos dejes caer en tentación, mas líbranos de todo mal”. Amén.
Desde el Antiguo Testamento recogemos: “Yahvé responde: no te equivocas,
pues yo estoy así alerta a mi “palabra”, para cumplirla”: Jer 1, 12; Y cumpliré mi
“palabra” que di a sus padres, de darles una tierra que mana leche y miel”: Jer 11,
5; “La “palabra” en cuanto revelación y regla de vida, es para ellos luz”. Sal 119,
105; “Así pues, quienquiera que transmita la “palabra”, hay que escucharla”: Is 1,
10; “Palabra” reveladora: Sal. 119, 89; “Palabra” para ponerla en práctica”: Dt 6,
3; “Palabra” para tenerla en el corazón”: Dt 6, 6; “Palabra” para contar con ella y
esperar en ella”: Sal 130, 5.
Tantas expresiones similares que emplearía después María en el Nuevo
Testamento: María “cree en la “palabra” que le es transmitida por el ángel”: Sn. Lc.
1, 37; “Felices los que escuchan la “palabra” y la ponen en práctica”: Sn. Lc. 11. 27,
28; “Yo sé que son descendientes de Abraham, pero mi “palabra” no tiene acogida
en ustedes y por eso tratan de matarme”: Sn. Jn. 8, 37; Sn. Mt. 6. 7, 13. Del mismo
San Mateo, 4, 4: “El hombre no solo vive de Pan, sino de la “palabra” que sale de
la boca de Dios”; Con una “palabra” Jesús, transmite poderes a los apóstoles: “Yo
les digo: todo lo que aten en la tierra, lo mantendrán atado en el Cielo y todo lo que
desaten en la tierra, quedará desatado en el Cielo”: Sn. Mt. 18, 18.
Con una “palabra”, Jesús instituye los signos de la Nueva Alianza: “Mientras
comían, Jesús pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
“Tomen y coman, esto es mi cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 41
las pasó diciendo. Beban todos de ella, esto es mi sangre de la alianza, que será
derramada por ustedes, para el perdón de los pecados”: Sn. Mt. 26. 26, 28; “Pero
ella se turbó con esa “palabra” y se preguntaba qué significaba eso”: Sn. Lc. 1, 29;
“Pasar án el Cielo y la tierra, pero mis “palabras”, no pasarán”: Sn. Mt. 24, 35; “El
“espíritu” es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las “palabras” que les he
dicho, son “espíritu” y vida”: Sn. Jn. 6, 63.
Tratando de agilizar y adelantar, refiero que los evangelios sinópticos, dicen
sobre las “palabras” de Jesús, que muestran claramente el objeto de esta elección;
en la parábola de la semilla: la “palabra” es el Evangelio del Reino, es acogida
diversamente por sus distintos partícipes: “La semilla que cayó en tierra buena, es
todo aquel que oye la “palabra” y la comprende”: Sn. Mt. 13, 23; o acoge. “pero
Jesús le respondió: Dice la Escritura, el hombre no sólo vive de pan, sino de toda
“palabra” que sale de la boca de Dios”: Sn. Mt. 4, 4; o la guardan: “Y lo que cae en
tierra buena, es como los que reciben la ”palabra” con un corazón noble y generoso,
la guardan y perseverando, dan fruto” Sn. Lc. 8, 15: “la ven producir fruto”; Así
mismo, Jesús en cuanto Verbo, existía en Dios desde el principio y él mismo era
Dios: “En el principio era la “Palabra” y la “Palabra” era Dios, ella estaba ante Dios
en el principio. Por ello la” palabra”, se hizo todo y nada llegó a ser sin ella. Lo que
fue hecho, tenía vida en ella y para los hombres, la vida era luz. La luz brilla en las
tinieblas”: Sn. Jn. 1. 1, 2.
Por lo demás, esta “palabra”, no designa tanto una serie de “palabras del Maestro”,
recogidas y repetidas por los discípulos: Sn. Mt. 7. 24, 26; Sn. Lc. 6. 47, 49, la casa
fundada sobre la roca, por un lado o sobre la arena por el otro; así mismo, terminado
Jesús el Sermón de la Montaña, en que acaba de proclamar la nueva ley, sentencia:
opone la suerte de los que oyen su “palabra” y la ponen en práctica, edifican en
roca; o la de los que oyen la “palabra” y no la ponen en práctica, edifican en arena:
Sn. Mt. 7. 24, 26 y Sn. Lc. 6. 47, 49; “Al presentarles la “palabra” de vida, de ese
modo, me sentiré orgulloso de ustedes en el día de Jesucristo, porque mis esfuerzos
y mis afanes no habrán sido inútiles”: Flp 2, 16; “palabra” de salvación”: Hch 13, 26;
“palabra” segura”: 1 Tim 1, 15; “palabra”, viva y eficaz: “Nosotros, igual que ellos,
recibimos una Buena Nueva, pero a ellos de nada les sirvió haberla oído. Porque no
creyeron ni se unieron a los que escucharon esas “palabras”: Heb 4, 2.
42 Perfecta Unión de María con Jesús
“HÁGASE TU VOLUNTAD”
“EL MAGNIFICAT”
Se insinuaba en Israel una especie de leyenda popular, según la cuál toda mujer
que daba a luz un hijo varón, entraba a participar indirectamente de la gloria del
futuro Mesías. ¿Esperaban el sufrimiento que ello iba a significar de adulto, el Hijo
predilecto de Dios? Se retiraban de ipso facto, al momento, a la arrancada, con sólo
pensar el dolor causado por la profecía de Isaías, respecto al “Varón de dolores”;
durante la presentación en el templo, que el profeta Simeón, la estaba esperando,
para dirigirle la premonición seca a María: “Una espada te atravesará el alma”; o
bien la pérdida por tres dias en el templo, temblarían y se hubieran arrepentido de
participar en el supuesto “concurso”, saldrían como las ovejas, trasquiladas. María
no. Oye, analiza, contribuye aceptando la oferta del Ángel, voluntaria, decidida y
valientemente. Es decir, como gente educada y culta, tenían que entender y saber lo
que les esperaba, no por satisfacción, gusto o placer que lo daba a borbotones, sino
por el sacrificio que encerraría después de los tres años de prédica, cumplir en el
cadalzo, por “voluntad” expresa de Dios.
Como consecuencia de este rumor popular, había surgido en Israel, por esa
época, una desestimación completa por la virginidad, igual a lo siglo XXI y más aún
por la esterilidad (más felicidad todavía en esta época y últimamente en nuestro país);
lamentamos que hay países europeos en que sólo viejos existen, no quieren niños,
pero se van a acabar esos países desgraciadamente, ¿de qué sirven matusalenes?
Ambas consecuencias impedían a las mujeres entrar en la gloria mesiánica. La mayor
frustración, era quedar solteras y la triste humillación, ser estériles, enriqueciéndose
la Biblia con incontables ejemplos: Ana, Sara, Isabel, las lágrimas derramadas por la
hija de Jefté: Jue 11, 38; son un eco de aquella leyenda popular. Es en ese momento
que se le anuncia e invita a María que el sueño fantástico alimentado por las vírgenes,
iba a realizarse en ella y que además, se iba a consumar de una manera prodigiosa
con la intervención excepcional de Dios.
María, mujer serena y reflexiva, ya informada, tomó conciencia de lo que se
le comunicaba. Si una mujer no tiene madurez emocional, de tranquilidad y más
que todo fe, es normal que se sienta incapaz de controlar sensacionales noticias,
la traicionan los nervios, se quiebra por la emoción, desahogándose en llanto
partido. Si María fue capaz de quedar en silencio, tranquila, sin comentar ni quejarse,
cargando por completo el peso de semejante secreto, significa que se estuvo frente
a una real señora, dueña de sí misma. Ahora bien, ¿cuál podría ser, fuera de la
gracia, la explicación psicológica de esta fortaleza interior? En primer lugar, era una
mujer contemplativa y todo el que posee ese don, es dueño de una gran madurez.
Es exactamente un alma admirada, emocionada y agradecida. El (la) contemplativo
(a), es una persona seducida o arrebatada por alguien. Siempre está en éxodo, en
estado de salida, vuelta hacia el (la) otro (a). Por ello hay madurez y reflexión,
tomando voluntariamente la mejor aunque difícil parte, sus reacciones son objetivas
y marcadas por la sabiduría.
48 Perfecta Unión de María con Jesús
Por ser auténtica contemplativa, Maria tiene esa fortaleza interior, basta analizar
el Magnificat, en todo momento es una guitarra vibrante, sonora, dirigida al Señor,
en armonía íntima. En este lugar, no tiene María ningún punto de referencia, más
que la fe, para declararse como “poca cosa”, como en el Salmo 8: “Señor nuestro
Dios ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Y además en las armónicas de
San Pablo: ¡Oh profundidad de la tierra, de la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué
insondables son tus pensamientos, qué indescifrables tus caminos! En el Magnificat
resume Isabel: “qué magnifico es nuestro Dios”.
A una mujer asombrada como María, no le importan ni le “mueven sus cosas”;
¡sí las de Dios! Vive desligada de sus intereses. Su mundo interior no puede ser
tocado por las noticias referentes a ella. Está más allá y por encima de los vaivenes
emocionales. No la deprimen las adversidades. De ahí, la inconmovible estabilidad
anímica. Como los evangelios hablan poco de María, por estar detrás de la puerta,
o bien aislada de la vida pública de Jesús, sin estorbar ni figurar, ya que el objeto
era reflejarlo a Él; se mantuvo así todo el tiempo. Su primer sujeto es Jesús niño,
adolescente, hombre, acompañándolo y callada participa en lo que puede estar
presente, el que sobresale debe ser su Hijo, al que chinea, amamanta, enseña,
adoctrina en el mandamiento del Amor, del perdón a la humanidad, rebalsada de
esas virtudes de prudencia, modestia, sencillez y humildad.
Las palabras de María en el Magnificat, consideradas como el cántico de María,
inspirada en el Cántico de Ana: “Mi corazón alaba a Dios”: 1 Sam 2, 1. Así como en
muchos otros pasajes del Antiguo Testamento, además de las principales afinidades
literarias, subrayadas por las referencias marginales; de ellas, surgen dos grandes
temas: Primero los pobres y socorridos, con detrimento de los ricos y poderosos.
Segundo, Israel, objeto del favor de Dios. San Lucas debió dejar este cántico en el
ambiente de los pobres, donde quizá lo habrían atribuido a la hija de Sión. Estimó
oportuno ponerlo en labios de María, incluyendo su relato en prosa: “Mi “alma”
“alaba” al Señor y mi “espíritu” se “alegra” en Dios, mi Salvador, porque se ha
dignado mirar la “humildad” de su “esclava”.
María canta el Salmo 104: ”Que la gloria del Señor dure para siempre y en sus
obras, se regocije, v. 31; Al Señor quiero cantar toda mi vida, salmodiar para mi Dios
mientras yo exista, v. 33; yo como sea, me “alegro” en mi Señor”, v. 34.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 49
unidad de los medios, para alcanzar este fin.., en la unidad de su rescate, realizado
para todos por Jesucristo”: SS Pío XII. Summi Pontificatus. NA. I: No. 360.
“La armonía en que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda
destruida; el dominio de las facultades “espirituales” del “alma” sobre el cuerpo, se
quiebra”: Gen. 3, 7; “De todos los que han nacido de nuevo en Jesucristo, el signo de
la cruz, hace reyes, la unción del Espíritu Santo, los consagra como sacerdotes, a fin
de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos
“espirituales” y que usan de su razón, se reconozcan miembros de esta raza de reyes
y participantes de la función sacerdotal. ¿Qué hay en efecto, más regio para un
“alma”, que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? y ¿Qué hay más sacerdotal
que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su corazón, las
víctimas sin mancha de la piedad?: San León Magno, sermón. 4, 1: No. 786.
“El que somete su propio cuerpo y domina su “alma”, sin dejarse llevar por las
pasiones, es dueño de sí mismo; se puede llamar rey, porque es capaz de gobernar
su propia persona, es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud
culpable”: San Ambrosio. PL 15: No. 908.
“El término “carne”, designa al hombre en condición de debilidad y mortalidad”:
Gen 6, 3; Sal. 56, 5. La resurrección de la carne, significa que después de la muerte,
no habrá solamente vida del “alma” inmortal, sino que también nuestros”cuerpos
mortales”: Rom 8, 11, volverán a tener vida”: No. 990;
“La muerte pone fin a la vida del hombre, como tiempo abierto a la aceptación
o rechazo de la gracia divina, manifestada en Cristo Jesús: 2 Tm 1. 9, l0. El Nuevo
Testamento, habla del juicio, principalmente en la perspectiva del encuentro final con
Jesucristo, en la segunda venida; pero también asegura reiteradamente, la existencia
de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno, como consecuencia
de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro: Sn. Lc. 26, 32; 2 Cor 5, 8; Heb
9, 27; Heb 12, 23 y la “palabra” de Jesús en la cruz al buen ladrón: Sn. Lc. 23, 43,
hablan de un último destino del “alma”, que puede ser diferente para unos y para
otros”: No. 1021.
“La enseñanza de la Iglesia, afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las
“almas” de los que mueren en estado de pecado mortal, descienden a los infiernos
inmediatamente después de la muerte y ahí sufren las penas del infierno, “el fuego
eterno”: DS 46. La pena principal del infierno, consiste en la separación eterna de
Dios, en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad, para las que
ha sido creado y a las que aspira”: No. 1035.
“Nuestro Salvador, en la última cena, la noche en que fue entregado, instituyó
el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, para perpetuar por los siglos
hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su esposa amada: la Iglesia,
el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad,
52 Perfecta Unión de María con Jesús
en una “teología del cuerpo”. No solo se reduce a la unidad de los miembros que
lo constituyen, tal es el sentido griego que le imprime, siguiendo el apólogo (relato
alegórico del que se deduce una enseñanza moral) de los miembros y del cuerpo:
1 Cor 12. 14, 27. Concluye: ”Ustedes son el cuerpo de Jesucristo y cada uno en
su lugar, ”es parte de él” , sino que es propio de la expresión de la persona en sus
situaciones específicas: estado natural y de pecador, consagración a Jesús y su gloria.
“El cuerpo de Jesucristo, es la “Iglesia”, en las cartas de la cautividad, vuelve Sn.
Pablo a la misma doctrina en una perspectiva más completa, que pone más de relieve
a Jesús, como cabeza del cuerpo y por lo tanto, de la Iglesia: Col 1, 18 e insiste en su
papel cósmico, en cuanto creador: Col 1, 16; Ef 1, 22 y en su superioridad, respecto
a los ángeles: Ef 1, 21. Así como un marido ama a su mujer, como a su propio
cuerpo: Ef 5, 28, del que él es la cabeza: Ef 5, 23; así Jesús ha amado a su Iglesia y es
más, se ha entregado por ella: Ef 5, 25, siendo como es, el Salvador del cuerpo. Así la
Iglesia que es su cuerpo, su plenitud: Ef 1, 23, siendo la cabeza, garantiza la unidad
de este cuerpo. Así pues, todos nosotros somos miembros: Ef. 5, 30, todos seremos
reconciliados y Dios así lo quiera, que en Nicaragua, formemos un solo cuerpo, con
un solo Pastor, Jesucristo, dentro de la única Iglesia fundada por Él Mismo.
54 Perfecta Unión de María con Jesús
el bien propio y no nos olvidemos aspirar al bien general, a base de buenas acciones,
incluso a través de la “política”, que ejercida honestamente, conduce a ”buscar el bien
general”, proclamado por nuestra Santa Iglesia Católica de Nicaragua, a conseguirse
a través de fuentes de trabajo, proporcionar condiciones óptimas en atención de
la Salud, mejorar los niveles educativos a base de principios morales, conceptos
éticos, volver a la educación cívica, trato social y humanidades, abarcando primaria,
secundaria y profesional, lo ideal en un país que aspira al desarrollo y al progreso;
con esas condiciones tendidas como alfombra, encaminada a todos nuestros niños y
adolescentes, se favorece la felicidad familiar y por ende el bien y la felicidad general
y nacional. Se actúa en función netamente de Dios en nuestro ambiente patrio y que
Dios nos ayude a seguir en su camino, para satisfacer nuestras legítimas necesidades.
Para comprender el alcance y el significado de numerosas máximas de sabiduría,
hay que situarlas en el clima religioso en que fueron enunciadas. En efecto, si la
“Bienaventuranza” supone que su fuente está en Dios, conoce no obstante una
evolución lenta, pero segura, que va de lo terrenal a lo celestial. Se resume por lo
tanto, “felicidad y gloria” en Dios, como en María, por lo que se supone y espera,
que siendo la Madre de Dios Hijo, sea favorecida por la constancia de su devoción
y su amor demostrados, con ejemplar comportamiento de humildad, sencillez,
aceptación, entrega en la espera paciente, sin cuestionar, ni oponerse a la “palabra” del
ángel que la visitó, enviado por Dios Padre. Se ganó su título, con honores; adquirido
magistralmente con la “humildad” de “esclava”, no pidiendo nada, dándolo todo.
A diferencia de los dioses griegos, saludados ordinariamente con el título de
“bienaventurados”, por encarnar el sueño del hombre. La Biblia no se detiene en
la felicidad de Dios: “Según el Evangelio glorioso de Dios: “Bienaventurado, como
a mí me fue encargado”. San Pablo: 1 Tim 1, 11; “A su debido tiempo, Dios lo
manifestará, el único soberano, Rey de Reyes, Señor de Señores”: 1 Tim 6, 15, Que
no tiene punto de comparación, a la felicidad a que María aspira. Dios, en cambio, el
Dios de la Gloria, lo que sugiere es una segunda diferencia, mientras que los dioses
griegos, gozan de su felicidad, a su modo, sin preocuparse ni un rato por la suerte de
los demás humanos, preocupación constante y perenne de nuestro Señor Dios del
Cielo y la Tierra, quien se inclina bien intencionado y solícito, hacia todos (as) los
(las) hombres/mujeres, especialmente hacia su pueblo.
La “Bienaventuranza” por tanto, deriva de la “gracia divina” y es participación
de su gloria. Dios mismo y las “bienaventuranzas”, a través de las proclamaciones
que abundan en la literatura sapiencial, de las cuales, incluso todo lector de la Biblia,
descubre en qué consiste la verdadera felicidad y porqué debe buscarla: “Dichoso el
que busca a Yahvé, será poderoso, bendecido”: Sal 112, 1, ss; “Tendrá numerosos
hijos”: Sal 128, 1 ss; si quiere procrearse: “Vida, salvación, bendición, riqueza”: Prov
8, 34, ss; “hallarla”: Prov 3, 13, ss; “ejercitarse en ella”: Eclo 14, 20; “cuidar al pobre”:
Sal 4, 12; en una “palabra”, ser justo.
56 Perfecta Unión de María con Jesús
Explica San Buenaventura: “No para aumentar su gloria, sino para “comunicarla y
manifestarla”, porque Dios no tiene otra razón para crear, que su amor y su bondad:
“Abierta su mano con la llave del amor, surgieron las criaturas”: Santo Tomás de
Aquino. Concilio Vaticano I explica: “En su bondad y por su fuerza poderosa, no
para aumentar las “bienaventuranzas” ni para adquirir su perfección, sino para
manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su
libérrimo (superlativo de libre) designio, en el comienzo del tiempo creó de la nada
a la vez una y otra criatura, la espiritual y la corporal” DS 3002: No. 293.
“Dotada de un “alma” “espiritual” e inmortal: GS 14, la persona humana, es la
única criatura de la tierra a la que Dios ha amado por sí misma: GS 24, 3. Desde su
concepción está destinada a la “Bienaventuranza” eterna”: No. 1703.
“El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la
“Bienaventuranza” a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios: Sn.
Mt. 4, 17; la visión de Dios: “Dichosos” los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios”: Sn. Mt. 5, 8; la entrada en el “gozo” del Señor: Sn. Mt. 15, 21. La entrada
en el descanso de Dios”: Heb 4. 7,11. “Allí descansaremos y veremos; veremos y
nos amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin fin. ¿Y
qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino de Dios, que no tendrá fin? San Agustín.
No. 1720.
“Bienaventurados” los pobres de espíritu”: Sn. Mt. 5, 3,”bienaventuranzas” que
revelan un orden de felicidad y de “gracia”, de belleza y de paz. Jesús celebra la
“alegría” de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino”: Sn. Lc. 6, 20. “El verbo
llama “pobreza en el Espíritu” a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su
renuncia: el apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios, cuando dice: “Se hizo
pobre por nosotros”: 2 Cor 8, 9. San Gregorio de Nisa: No. 2546
“El deseo de la “felicidad” verdadera, aparta al hombre del apego desordenado
a los bienes de este mundo y tendrá su plenitud en la visión “Bienaventuranza” de
Dios. “La promesa de ver a Dios, supera toda “felicidad”. En la Escritura, ver es
poseer. El que ve a Dios, obtiene todos los bienes que se pueden concebir”: San
Gregorio de Nisa: No. 2548.
“La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa, que
Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo
que Él es. Participa en la “Bienaventuranza” de los corazones puros que le aman
en la fe, antes de verle en la Gloria. Mediante ella, el “Espíritu” se une a nuestro
“espíritu”, para dar testimonio de que somos hijos de Dios: Rom 8,16, da testimonio
del Hijo único en quien somos adoptados y por quien glorificamos al Padre. La
alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente
y su término; “un solo Dios, el Padre, del cuál proceden todas las cosas y por el cuál
somos nosotros”: 1 Cor 8, 6: No. 2639.
58 Perfecta Unión de María con Jesús
y de fijarse en detalles, más que en nosotros los hombres. Por ello, su Madre directa
y cortésmente, expone el problema al Hijo. Es preocupación singular y particular
en ella.
Con esas palabras de “no tener vino”, le entrega el poder protagónico delicada y
respetuosamente y de fácil solución al divino Hijo: que sea Él quien surja solucionando
el problema en que se hallan los anfitriones, ante los comensales impacientes de
seguro, como suele suceder. Ella no le pide el milagro, aunque supone que tiene la
capacidad suficiente de realizarlo, con esperanza, con confianza y casi seguridad,
por la vocación de Fe, que la anima. Esa formulación de espera expectante, no sólo
de María, sino de comensales, anfitriones, servidores, tiene similitud o es paralela,
aunque, situaciones distintas, no parecidas siquiera, con las hermanas de Lázaro,
que Marta expresa a Jesús a modo de disimulado reclamo: “Si hubieras estado aquí,
Lázaro no hubiera muerto, pero aún así, yo sé que puedes pedir a Dios, cualquier
cosa y Dios te la concederá”. Jesús le dijo:”Tu hermano resucitará” y ante la espera:
“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque muera, vivirá”. Se realiza
otro milagro, tejido del acostumbrado intercambio de “palabras”. Sn. Jn. 11. 1, 26.
Por otra parte, el vino en la literatura bíblica, era un elemento cargado de
simbolismo para los profetas, era símbolo de regocijo y “felicidad” por la futura
restauración de Israel: Am 9, 14; Os 14, 8; Jr 31. 5, 12; Is 25, 6; Jl 2, 19 y para
los evangelistas, el “vino nuevo”, imagen de los tiempos mesiánicos y de festín
escatológico (conjunto de creencias y doctrinas, referentes a la vida de ultratumba):
Sn. Mc. 2, 22; Sn. Mt. 26, 29; Sn. Lc. 22, 18. San Juan, escoge este sentido simbólico
inherente al vino, a través de esta escena, para cerrar con broche de oro con la
Epifanía del Señor. (Apariciones de Jesús, El dia del Señor).
María en su intervención inicial, reflejada por San Juan, va más allá de “un simple
vino”, contemplando otra realidad superior simbolizada. María sabe que se ha
terminado el vino, el vino del amor, de la paciencia, de la sencillez, de la humildad,
del compañerismo, del cariño, de la sencillez, de la honestidad. Etc. Escudriñando
la respuesta de Jesús, se encuentra la riqueza que encierra. La traducción literal,
sería: ¿Qué nos va a ti y a mí? o ¿Qué hay entre tú y yo? Sólo se puede entender
correctamente a la luz de la tradición bíblica: “Jefté envió mensajeros al rey de los
ammonitas (Ammon), que le dijeran: ¿Qué hay entre tú y yo? Para que vengas a
atacarme en mi propio país: Jue 11, 12; David, dijo a Abisai: ¿Qué tengo yo con
ustedes, hijos de Sarvia, que se convirtieron hoy en adversarios míos? ¿En un día
como hoy, va a morir alguien en Israel?: 2 Sam. 19, 23; La viuda de Sarepta, interpela
a Elías: ¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¿Es que has venido a mí, para
recordar mis faltas y hacer morir a mi hijo? 1 Re 17, 18.
De estos ejemplos se interpreta un tipo de respuestas interrogativas, que parecen
duras, pero manifiestan que había: “acuerdos previos o relaciones anteriores”, con
armonía tácita, segura entre los interlocutores, entre dos personas afines; pero de
62 Perfecta Unión de María con Jesús
pronto, una intervención venida de las partes, pone en peligro la paz y tranquilidad
mutua, ante tal amenaza, la otra parte, exclama: ¿Qué hay entre tú y yo? ¿Qué está
pasando? Parece que hay confianza, cierto grado de sinceridad, pero se entiende que
se rompe la armonía. Por ello, la fórmula estereotipada (gestos, formas, expresiones,
que se repiten sin variación): ¿Qué hay entre tú y yo? Indica que la insinuación
de María, sin ser impertinente, imprudente, con mucha claridad, confianza, está
más buscando solución satisfactoria, con la seguridad de conseguirla, pero pone en
peligro la paz, la armonía que existe entre ellos.
El término empleado por Jesús: “mujer”, al dirigirse en varias ocasiones a su Madre,
empleaba el patronímico (entre griegos y romanos, se decía del nombre, que derivado
del perteneciente al padre o madre u otro antecesor y aplicado al hijo, denotaba a este,
como tal), igual lo empleaba Jesús con su Madre. No es una “palabra” de menosprecio,
pues se dirige a personas a las que se ama o se respeta, porque la “palabra” “mujer”,
exige; respeto, por la connotación que representa: Sn. Jn. 20, 13. A María Magdalena:
“mujer” ¿porqué lloras? Le respondió: porque se han llevado a mi Señor y no sé donde
lo han puesto”: Sn. Jn. 20, 13. Sin embargo, parece ser un título que lleva solemnidad
insólita (“palabra” poco empleada, no común, ni ordinaria).
Si Jesús se dirige de esta manera a su Madre, significa que intenta moverse a
un nivel diferente al de las relaciones simplemente filiales (esta escena es pública,
no privada) y que la quiere considerar sencilla y llanamente como: “mujer”. Este
título dado a su “Madre”, es semejante al que emplearía él mismo en la cruz, es un
“anuncio”: Sn. Jn. 19, 26: “mujer, ahí tienes a tu hijo”, o sea lo emplea en varias
ocasiones y en público. Con ello, no desautoriza su filiación de: “Madre”. Cosa rara
u omisión en la Biblia, pocas veces dialogaron, no como guardando distancia, sino
se supone con supremo respeto, pero siempre con cariño, bondad, sinceridad y
sencillez. Por otra parte, en Caná, igual que en el “calvario”, ilumina con luz refleja,
ambos eventos importantes.
“Todavía no llega mi hora”, parece ser el punto clave que clarifica: ¿Qué hay
entre tu y yo? y “mujer”, la tres intervenciones de Jesucristo en todo este diálogo:
Madre-Hijo, Hijo-Madre. La “hora” es en el Evangelio de San Juan; el momento en
que se realiza la obra para la cuál cada uno había sido destinado; como Médico que
soy, apruebo la “hora de la mujer”, cuando da a luz: Sn. Jn. 16, 21. La “hora de los
judíos”, será cuando persigan y den muerte a los discípulos de Jesús: Sn. Jn. 16. 3,
4. Pues bien explicado y entendido, la “hora de Jesús”, es el momento sublime en
que se va a llevar a cabo definitivamente, la “misión” para la cual había sido enviado
del Cielo a la tierra y “esa hora”, será la: “glorificación en la cruz” y no solo la
muerte, sino, que después vendrá la “hora” triunfal y definitiva de la resurrección y
la ascensión a los cielos.
El triunfo de la vida sobre la muerte, en que la derrota y lo dice Jesús a: “Satanás,
el mal llamado Príncipe de este mundo, que en mí no tiene poder”: Sn. Jn. 14, 30. Es
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 63
la “hora” del paso de este mundo, al Padre: Sn. Jn. 7, 30; Sn. Jn. 8, 20; la “palabra”
pronunciada por el propio Jesús: “Ha llegado la “hora” de que sea glorificado el Hijo
del Hombre”: Sn. Jn. 12. 23, 27; Sn. Jn. 13, 1; Sn. Jn. 17, 1. Todas hablan de la “hora”
que Jesús le dijo a María: “no te precipites, no adelantes la “hora”, que aún no ha
llegado”, es un detente a la precipitación angustiosa y necesaria para el servicio, de
su Santísima Madre, favoreciendo el primer milagro.
Cuando María expone la situación urgente a su divino Hijo, de enfrentar a los
novios con los anfitriones y los invitados, habiendo crisis de: “no tienen vino”, Jesús
interpreta esas “palabras”, como que le estuviera sugiriendo proporcionar un vino
que solo podría dar cuando “llegara su hora”, la de su pasión, muerte y resurrección,
como que ella sugiriera que la “adelantara”. A Él todo le parece prematuro. He ahí
la respuesta. Es como que le dijera: “mujer”: ¿Porqué estamos en desacuerdo? No
sintonizamos, no coincidimos ni en pensamiento ni en “palabra”. “Fíjate lo que me
estás pidiendo, que adelante la “hora” ¿Te das cuenta lo que pides?
Conociendo la clave del mensaje que emplea el evangelista San Juan, sobre el
diálogo descrito antes, derivó con la orden categórica de María: “Hagan lo que
Él les diga”, “palabra” que vendrá a enseñarnos, la concordancia con las palabras
pronunciadas posteriormente por Dios Padre, con respecto al Hijo de ambos.
María percibe en el tono de las palabras, que algo va a suceder y es por eso, que
se atreve a decir: “hagan lo que Él les diga”, limitaría en apariencia el deseo de
poner remedio al difícil momento que transcurre en la Boda, sin embargo, para San
Juan, es una reminiscencia (el recuerdo de una cosa casi olvidada) de la “palabra”
empleada por el Faraón, cuando dejaba a José, los problemas de los menesterosos en
Egipto: Gen 41, 55; es una voz que aparece resonante con la fórmula empleada por
el pueblo de Israel, para ratificar la alianza del Sinaí o renovar los compromisos: Ex
19, 8; Ex 24. 3, 7; Dt 5, 27; Jos 25, 24; Esd 10, 12. Es una “palabra” que concordará
después, en la Teofanía de Dios Padre, en el Tabor:
“Estaba Pedro todavía hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su
sombra y una voz que salía de la nube dijo: “Este es mi Hijo, el amado; este es mi
elegido “Escúchenlo”: Sn. Mt. 17, 5, que hubo hecho el mismo eco anteriormente
en el momento del bautizo de Jesús en el Jordán: “ En este momento se abrieron los
cielos y se vió al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre
Él. Al mismo tiempo, se oyó una voz del Cielo, que decía: “este es mi Hijo, el amado,
este es mi “Elegido”: Sn. Mt. 3. 16, 17.
María deja confiadamente su súplica en manos de Jesús, tomando actitud
“paciente, a la vez de orante y meditante”, logró conseguir el Milagro de Dios, a
través de su súplica y la obediencia del Hijo. Si logramos entender: “Hagan lo que
Él les diga”, con “Escúchenlo”, que se oye en la Transfiguración del Tabor, a través
de la nube, que transmitía la voz de Dios, tenemos que hacer comparación: “Hagan
todo lo que Él les diga” y “Escúchenlo” o si las invertimos: “Escúchenlo y Hagan
64 Perfecta Unión de María con Jesús
todo lo que él les diga”, se están juntando la inspiración del Espíritu Santo en María
y la de Dios en el Tabor, no tienen una pizca de discusión, de divergencia, no se
contradicen, no se divorcian una de la otra, más bien se compaginan y convergen
en la evangelización, para “ser escuchado”, precisamente: Jesús vino a Evangelizar
a través de su “palabra”, de sus acciones, de su comportamiento y de su vida. Lo
hizo para que nosotros: “Tuviéramos vida y vida en abundancia”: Sn. Jn. 10, 10; “El
que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. El que
quiera asegurar su vida, la perderá, pero el que sacrifique su vida por mí, la hallará:
Sn. Mt. 16. 24, 25; “A lo largo del camino, proclamen: El Reino de los cielos está
cerca”: Sn. Mt, 10, 7; “Sanen a los enfermos y díganles: El Reino de Dios, ha venido
a ustedes”: Sn. Lc. 10, 9; “Conviértanse, porque el Reino de Dios ha llegado”: Sn.
Mt. 4, 17; “En verdad les digo: el que guarda mi “palabra”, no probará la muerte
jamás”: Sn. Jn. 8, 51; “Como el Padre que es vida me envió y yo vivo por el Padre,
quien me coma, vivirá por mí”: Sn. Jn. 6, 57; “Yo soy la luz del mundo. El que
me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida”: Sn. Jn. 8, 12; “No se
turben, crean en Dios y crean también en mí: Sn. Jn. 14. 1; “No juzguen a los demás
y no serán juzgados ustedes”: Sn. Mt. 7, 1; “El Espíritu del Señor, está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres, la Buena Nueva; me ha enviado a
proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los
oprimidos y proclamar un año de “gracia” del Señor”: Sn. Lc. 4. 18, 19; “El Padre
Nuestro: Sn. Mt. 6, 9; “Las bienaventuranzas”: Sn. Mt. 5. 2, 12. ”Los mandamientos
de la ley de Dios”: Sn. Mc. 12. 28, 34.
El humilde de los humildes, ha proclamado desde el Antiguo Testamento y
compartió su llana “palabra” en las bodas de Caná, con María su bendita Madre,
la “humildad” de su “esclava”. Habiendo escuchado una parte de las “palabras” de
Jesús, le hallamos la razón a estas dos participaciones: la de María y la de Dios en el
Tabor, dándonos instrucciones que hoy más que nunca tienen prevalencia y eco a
mas de dos mil años, son de urgente necesidad para el mundo de hoy, aquí y en todas
las naciones. Esas “palabras” sirven para edificar o preparar la venida del Reino de
Dios. Ambas tienen significado parecido, aunque gramaticalmente suenen distinto,
pero por provenir de Dios, se conjugan y armonizan espléndidamente: “hagan lo que
Él les diga”; de inmediato: “escúchenlo-hagan lo que él les diga-escúchenlo-hagan lo
que él les diga”. Pareciera un juego, sin embargo, hay concordancia bíblica.
San Juan, termina el relato, afirmando enfáticamente, que Jesús hizo esa
conversión del “agua en vino”, como principio de sus signos, ahí inaugura con el
43 primer milagro. Por supuesto que no fue su único signo, solamente una señal
orientadora de primera importancia. Es como una síntesis y primicia, de los signos
que vendrán después. Como dijo Feuillet: “Es como la clave al principio de una
pauta musical; todos los signos del cuarto Evangelio, están orientados, cada cuál a
su manera, a la hora de Jesús, hora sacramental y hora eclesial”. Los milagros que
consigna el Evangelio de San Juan, no son llamados prodigios; sino: “Signos”, que
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 65
señalan carácter de gestos reveladores. En el signo, una cosa que se ve, pero tras
ello, se cree en otra realidad superior; los milagros testifican en efecto, la misión de
Jesús y la presencia del Padre, en Él: Sn. Jn. 10, 38; Sn. Jn. 14, 10; Sn. Jn. 20, 30; son
una imagen, un símbolo, el de los dones espirituales ofrecidos a los hombres en su
persona: Sn. Jn. 6, 26; Sn. Jn. 9, 3; Sn. Jn. 11. 4, 25.
San Juan, no quiso dar el significado de éste “Primer signo”, pero a la luz de
todo el Evangelio, será posible descubrirlo. En efecto, Caná es un signo calificado
en conexiar (enlazar, relacionar) con la "hora de Jesús”. Y este fue el momento de
su paso de este mundo al del Padre: Sn. Jn. 13, 11; Sn. Jn. 17, 1. Concluyendo a este
misterioso, glorioso y hasta famoso pasaje, “manifestó su gloria y sus discípulos,
creyeron en Él”: Sn. Jn. 2, 11; Ante todo, se convencieron y creyeron en Él, por si las
dudas, aún eran incrédulos unos y otros, como Tomás, que terminó pidiendo huellas
de los clavos. San Juan, no especifica el objeto de la fe, sino habla en términos
absolutos.
Creer, es aceptar plenamente a Jesús y entregarse sin reservas a su persona, su
doctrina, su “palabra” y también, su generosa obra, como nuestra María, el mejor
ejemplo de “fe”. La semana inaugural de la Epifanía mesiánica de Jesús, termina
con la “visión y la “fe” de los discípulos, como más adelante concluirá también la
suprema manifestación de Jesús resucitado: Se refiere a Tomás: ¿Porque me han
visto, han creído? “Bienaventurados” los que sin ver, han creído”: Sn. Jn. 20, 29.
Pero: ¿Será vanidad espiritual, gloriarse de los propios dones? (transmitidos sí), cuyo
nombre lo dice, son: “regalos”
Santa Teresa, la Santa mística y honesta; dedica sus obras, narrando las
maravillas, de las que confesó que Dios había realizado en ella. Pero cada párrafo,
está transitado cuidadosamente por alabanzas a Dios, a cuya misericordia, atribuye
todo. En sí misma, no veía más que miseria, de tan franca que era, confesaba que le
hubiera agradado que los demás hubieran conocido y palparan sus pecados y quiso
contarlos, pero sus confesores no se lo permitían, para que así, quienquiera que se
saboreara leyendo sus libros, aprendan a alabar más y mejor a Dios, quien da los
dones a personas tan “miserables”, como ella se consideraba. Y la Santa, es muy sutil
y útil al saber discernirle las caras de los “falsos humildes”.
Dijo la Santa: “es falsa humildad, no reconocer los dones que Dios nos
otorga”, escribe acerca de unas humildades que existen, “quienes creen que no
es de humildes, querer ignorar la fuente de los dones provenientes de Dios, sin
merecerlos”. Ella explicó: “Como que nos los da Dios sin ningún merecimiento
nuestro y agradezcamos a su Majestad, porque si no reconocemos que recibimos,
no despertamos al amor y al agradecimiento”. “Es cosa muy cierta que, mientras
mas vemos, estamos ricos, sobre conocer que somos pobres, más aprovechamiento.
Nos viene aún y más verdadera humildad. Así de sencillo. Lo demás es acobardar
el ánimo, parecer que no se es capaz de grandes bienes; si comenzando el Señor a
66 Perfecta Unión de María con Jesús
“MATER DOLOROSA”
(María, junto a la cruz)
D e nuevo tenemos que acudir a una inevitable historia, tan breve, como
impactante y completa: “Junto a la cruz de Jesús, estaba de Pie, su Madre”:
Sn. Jn. 19, 25. Por ello nos impresiona la personalidad de María, por estar
incólume, por sus sobresalientes relieves de valentía, coraje, humildad y serenidad.
Cuando llega la hora de la humillación, avanza y se coloca en primer plano, digna,
silenciosa y sólo con la “fortaleza”: Don suministrado a ella, por el Espíritu Santo,
para todos los momentos de su vida y en especial para este preciso instante de dolor.
San Marcos, relata que en el calvario, había un grupo de mujeres que ”miraban desde
lejos”: Sn. Mc. 15, 40, sin embargo San Juan, señala que su Madre, permanecía al
pie de la cruz.
Durante su existencia bíblica, recorriendo los caminos gloriosos, aunque
escabrosos, acompañando al máximo, pero hasta el último momento a su divino
Hijo Dios Santo, procurando en todo momento, no sobresalir, quedando oculta
en la penumbra, yo lo expreso siempre: “detrás de la puerta”, a fin de no llamar
la atención y no entorpecer la presencia y accionar del principal protagonista de
su vida, la verdadera razón de su existencia y de la Iglesia: su “Hijo”, mientras
predicaba. Con participación real y verdadera, desde el nacimiento, huida a Egipto,
primeras letras, crecimiento, búsquela desesperada en el templo, acompañada del
buen José, educación, cuidados, alimentación, acompañándolo durante la vida
apostólica y evangelizadora, como oyente, como orante; fue una de sus principales
característica, poco imitadas por los cristianos, que a veces cuando hay problemas
la imitamos y recurrimos a la oración, que descuidamos, porque debería ser como
el Pan Nuestro, que lo pedimos a Dios para nuestro sustento diario, para alimentar
el cuerpo, la oración alimenta el alma; María, estuvo presente en todo el suplicio de
la persecución, aprehensión, insultos, juicio hipócrita y viciado, flagelación, burla,
tortura, continuó a su lado, en el transito tortuoso, doloroso en ruta al calvario y ser
sometida como primera espectadora al escarnio y muerte en la “cruz”.
“Despreciado y abandonado de los hombres “varón de dolores” y familiarizado
con el sufrimiento y como uno ante el cuál se oculta el rostro, menospreciado, sin
que lo tomáramos en cuenta y con todo, eran nuestras dolencias las que Él llevaba y
nuestros dolores que soportaba. Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios
y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
Él soportó el castigo que nos trae la paz y “por sus llagas, hemos sido sanados”: Is
53. 3, 5. Era de lógica necesidad exponer lo profetizado por Isaías, como “palabra”
68 Perfecta Unión de María con Jesús
vida, el alma tiene mayor capacidad para “sufrir” que para “gozar”. Acudamos a los
santos, como San Francisco Javier, Sta. Teresa de Jesús, Sta. Magdalena de Pazzis,
Sta. Teresa de Lisieux; apóstoles como Pedro, Esteban. No sólo fueron sufrientes,
sino mártires. Al contrario, cuando se trata de sufrir, la mayoría, aún cristianos, nos
agachamos o apartamos, para que pase por otro lado y somos huraños al dolor, más
aún, al sufrimiento. Mientras otros valientes, no se sacian y piden más: “Amplius
Domine”, desfallecen o pierden el conocimiento y “No piden al Señor, que ya
termine”: “Satis est, Domine, satis est”.
Por otra parte, en el Cielo, ya no se puede sufrir, sólo gozar; en cambio la vida
de la tierra no es propiamente para gozar, sino para sufrir. Aquí vale la pregunta del
rey de Texcoco, México: “Netzahualcoyotl”, que lo quemaron en brazas ardientes
y preguntó: ¿Acaso estoy en un lecho de rosas? demostrando evidentemente que
estaba sufriendo, pero valientemente. Ante este paréntesis, se considera, sin ser
sadomasoquismo, que el dolor, es una gran riqueza, que unido al amor, el dolor
purifica y es la prueba del amor; el dolor transforma y redime. Es como la enfermedad,
el que sufre, tiene que clamar a Dios por ayuda, a través de nuestra oración, que
se transforma en diálogo positivo: “O me curas o me das fuerzas para tolerar la
enfermedad y así vencerla, antes de que acabe conmigo y si es tu voluntad, acepto en
tu nombre y en tu honor, más y mayores cosas que me esperan Dios mío”. El dolor
es pureza, es amor, es semejanza con Jesús crucificado, es fuente de “gracia” para
las “almas”. Por supuesto convincente para los que tenemos fe; para los que no, se
ríen y hacen mofa, continúan con el dolor y en la enfermedad, renegando de Dios y
abjurándolo, creen que se los envió por castigo, por no estar de su lado; esto no es
cuento, como Médico, lo he constatado.
Con la convicción de que nuestro paso por la tierra, es efímero, pero eterna su
misericordia y la gloria del Cielo, “debemos esperar y pedir a nuestro Señor que nos
auxilie, en compañía de nuestra Auxiliadora de los cristianos”, con el objeto de que
“nos enseñen a saber soportar el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, con valentía,
por lo que se nos ha dado en el Bautismo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, para
que “resplandezca el valor y no el miedo ni duda o desesperación; que brille con
todo su fulgor la alegría, destruyendo la tristeza; que el ánimo, venza totalmente la
pereza y la desesperanza” y que el “optimismo que merecemos, como hijos de Dios,
venza al fatídico pesimismo, puerta de entrada de la derrota en nuestras vidas”.
Si nos queremos aferrar a la vida, sin tomar en cuenta a Jesús y pedir su
misericordia, por ser el “Dios misericordioso”, por lo contrario, si hay dolor, todo el
dia remachamos por el dolor, nos acordamos sólo de él, lo traemos a tuto, pareciera
que no nos quisiéramos desprender de él, que ya es parte de nuestras vidas, le damos
más importancia a veces hasta olvidamos a nuestras familias, pretextamos para no
trabajar, incluso, hay católicos que no asisten a misa o días de guardar, por un dolor
o simple enfermedad, no buscamos la salud espiritual que viene de Dios. Le damos
70 Perfecta Unión de María con Jesús
tanta importancia que nos desinstala, nos saca de quicio, nos violenta y nuestro
entorno más cercano, (familiares) sufren al vernos acabándonos y derrotados.
Ni cuenta nos damos, que vamos derechos al precipicio, al desfiladero y/o a la
desdicha.
Todo esto es verdad irrefutable, como que lo es, tratándose de la Santísima
Virgen, en ella, tiene la máxima aplicación. Con Jesús entró en su vida “un glorioso
gozo del Cielo” y un “dolor inmenso de cruz como el mar”: “Magna est velut mare
contritio tua”. Y este dolor llenó su vida desde la anunciación, hasta su tránsito por
este mundo y un dolor que fue creciendo como una marea ascendente en la cruz.
Ciertamente, María murió de amor, pero de un amor glorioso, porque con él
estaba como amalgamado el deseo torturante, irresistible, de unirse con su divino
Hijo. Y todo deseo es dolor, tanto más grande, cuanto más profundo es el amor
que lo produce. Porque convengamos en esta realidad: el “deseo es un amor
insatisfecho”. María, iluminada con la luz divina en la Contemplación, conoció a
fondo las Escrituras, a los profetas, en especial Isaías, le habían enseñado que el
Mesías prometido, sería una víctima que con su sacrificio especial debía salvar al
hombre, sin antes pedirle su consentimiento.
Por otra parte, Dios es muy respetuoso de la libertad de la criatura y se ha propuesto
la ley de no imponerle un sacrificio especial, sin antes pedirle su consentimiento. Por
consiguiente, cuando Dios le pidió a María, que fuera la Madre de su Hijo, la Madre
del Redentor, tamaña responsabilidad y tarea, es indudable que le comunicó una luz,
para que comprendiera lo que esta misión significaría sobre la inmolación y el dolor.
Por ello, contesta y acepta diciendo” hágase”, el famoso “fiat”, la puerta abierta al
“sí”, toda buena voluntad hacia una misión dolorosa. Con Jesús, entró en la vida de
María, el dolor, vale repetirlo, para que no se olvide. Y este dolor fue creciendo en
la medida en que crecía la santidad de la Virgen, que se iba posesionando de ella en
forma definitiva; por ello su infinito amor al Hijo, que era a la vez su Dios, al tiempo,
que se hacía más detallada la revelación del sacrificio de Jesús.
Escena y “palabras” de San Juan: 19. 25, 28: “He aquí a tu hijo”; “He aquí tu
madre”, nos dan la impresión, a primera vista de que Jesús encomendó a María a
los cuidados de Juan, por ser joven y preferido del Mesías. Al desaparecer, la Madre
quedaría sola, nadie que la pudiera acoger y recibir, aún cuando desde la cruz, en el
v. 27, dice: “y desde aquel momento, el discípulo la llevó a su casa”. Para los judíos,
era un signo de maldición, el que una mujer quedara sola en la vida; Jesús, por ello lo
previó, ya moribundo tuvo ese rasgo de delicadeza con su Madre. Esa es la primera
impresión, pero en la misma escena, hay un conjunto de circunstancias, por las
que la disposición de Juan, para con la Madre de Jesús, encierra una extensión más
vasta y un significado mucho más profundo, que un mero encargo familiar. Para
algunos escritores, aquí nace la maternidad espiritual de María, necesitando analizar
detenidamente ese contexto de circunstancias, que abre un “encargo” y como tal,
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 71
públicos; por eso tampoco nos dice nada de sus confidencias en Betania, ni de las
apariciones a su Santísima Madre, después de la Resurrección, ni de la vida de María,
después de la Ascensión del Señor, ni el transito y asunción de María a los cielos.
Todos esos son secretos tan íntimos que sólo en el Cielo, se nos descubrirían de ir
directos en ascenso. No por ello, vamos a obviar, ni dejaremos de creerlo o negarlo.
Son secretos o verdades reveladas, que de no verlas, las creeríamos en la balanza de la
fe, por lo que tienen nuestra confianza, aunque no las veamos u oigamos.
Otra de las grandes penas que sufrió nuestra María, no comentada ni meditada,
es la despedida de Jesús, cuando abandona el lar paterno y materno, en vías a la
predicación, al cumplir los treinta años y comenzar la vida pública, aunque ella se
escabullía entre la multitud. Jesús no se lo hubiera dicho claramente; las madres
tienen intuiciones inequívocas y María comprendió que aquella despedida era
definitiva, como en realidad lo fue. Después de la muerte de su castísimo esposo,
aunque no reflejado en los evangelios, a quien amó con un amor tan profundo y
tan puro, temporalmente le quedaba la gran compañía de Jesús capaz de compensar
todas las separaciones. Pero cuando poco tiempo después la abandona, por cumplir:
“No saben que yo debía estar en la casa de mi Padre”: Sn. Lc. 2, 49.
Suponemos a su Madre acompañándolo hasta la puerta… lo vió alejarse…y
perderse de vista en el primer recodo del camino. Y ella sola, volvió a entrar en su
casita…. ¡Qué solita volvió a quedar! ¡Qué fría! ¡Qué triste! “Sunt lacrymae rerum”
recurrió a las lágrimas y esa soledad, tipo abandono, desprecio: “hiere el corazón”,
porque nos recuerdan al ausente, sus utensilios de trabajo, su lugar en la mesa, vacío;
sus ropas, su pobre lecho donde descansaba…sobre todo el rinconcito donde tenían
sus intimas conversaciones, todo ese recuerdo imaginable, representaba el acto de
la soledad.
Al respecto del abandono, he comprobado en mi profesión, que la soledad
genera tristeza y la tristeza busca su escape, por un lado depresión y por otro, son
“las lágrimas”. Las lágrimas que se destilan por las cosas, porque nos hablan del ser
amado que se ha ido. Y aquella soledad preñada del recuerdo, tristeza y añoranzas,
le vienen a amargar más las noticias, al oir sobre el odio de quienes lo persiguen y
del desenlace que se aproxima. Todo va en cadena, en un rosario interminable de
dudas, ahora sí, de incertidumbre, abrumándola, intranquilizándola, inquietándola,
acongojándola.
Jesús surge al mundo y se manifestó a los treinta años, empezó, su predicación;
cuando un “taumaturgo”, nomás que hay que agregarle “divino”, como le decían,
empezó a realizar prodigios por todas partes; María, la Virgen sensata, se ocultó.
Lejos de hacer alarde de ser la Madre del Mesías prometido, del Redentor, guardó
silenció y se envolvió en la penumbra.
Solamente Jesús en dos ocasiones se hizo presente. En las bodas de caná, (ya
relatadas), pero como coincide entre las apariciones en que se encuentra con su
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 73
Madre. Cuando su Hijo no parecía aún lo que era y sólo para pedirle que hiciera
un acto de caridad, aunque fuera un milagro. Se explica esta intervención, porque
era preciso que todos supiéramos la eficacia de los ruegos de María, a los cuales su
divino hijo, no se pudo resistir y así “tuvo que adelantar su hora”.
La otra ocasión (ya abordada), pero en afán de seguir el relato, fue durante la
incredulidad de sus parientes. Querían a toda costa, saber con certeza si Jesús era o
no el Mesías. Y les pareció que para lograrlo era necesaria una entrevista y para que
su plan diera resultado, era preciso que los acompañara María, su Madre. María no
era proclive a desempeñar tal papel, sin embargo, aceptó y se admira en ella, aunque
no a gusto, su bondad, aceptación y la condescendencia para darle gusto al Hijo. Pero
conociendo Jesús, el interior de los corazones, no se prestó a la maniobra, además
no los recibió, declarando, para detenerlos ante la insistencia, que sus “verdaderos
familiares, eran los que cumplían la voluntad de Dios” y quién mejor que la obediente
María, se distinguió cumpliendo a cabalidad, la voluntad de Dios. No desairó a su
Madre, antes obró como ella misma deseaba.
Cuando llegó lo que Jesús llamó: “su hora”, la hora de la humillación, del
desprestigio, de las injurias, del fracaso, de las calumnias, del deshonor, de la Pasión
en una palabra. María fue la primera en estar presente, para compartir y sufrir con
su Hijo. En Espíritu, cuando era imposible de otro modo, inutilizada, neutralizada
e imposibilitada. La única opción era la oración, que en respuesta, la llenaba de
resignación, de valor y coraje, para tolerar el escarnio propinado injustamente al
divino Hijo, en las horas traumatizantes de la Pasión.
Jesús “humildemente” lo aceptó todo, hasta el abandono de su divino Padre,
pero quiso reservarse el íntimo consuelo de la compañía de su Madre amorosa,
paciente y perseverante. ¡Qué conmovedoramente humano aparece aquí el Señor de
Señores, que sin dejar de ser Dios, es perfectamente humano!
En la suprema desventura: ¿a qué ser acudimos y a quién llamamos instintivamente,
si no es a nuestra Madre? ¿Cuántas veces hemos escuchado murmurar y hasta llorar
ante las amarguras de la agonía?: “mmmamá mmmamá”, nuestro paño de Lágrimas.
Como si a ese reclamo o ruego, fuera imposible que la Madre dejara de acudir, así
debiera traspasar los linderos de la eternidad, para volver al tiempo y acompañar al
Hijo. De esa forma, tenemos que ponderar lo que María sufrió durante la pasión al
pie de la cruz, cuando recibió en su regazo el cuerpo yerto del Señor y en las horas
que siguieron de suprema desolación, es imposible hacerlo. Es preferible envolver
ese dolor con el velo del silencio en respetuosa adoración.
Con suma veneración, devoción y respeto, haremos la descripción captada
por Juan: “Cerca de la cruz de Jesús estaba su Madre, con María la hermana de su
madre, esposa de Cleofás y María de Magdala. Jesús al ver a la Madre y junto a ella,
el discípulo amado, dijo a la Madre: “mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al
discípulo: “Ahí tienes a tu madre” y desde aquel momento, el discípulo se la llevó
74 Perfecta Unión de María con Jesús
a su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: “Tengo
sed” y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro de vino agrio.
Pusieron en una caña, una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a
sus labios. Jesús probó el vino y dijo: “Todo está consumado”. Después inclinó la
cabeza y entregó el Espíritu”: Sn. Jn. 19. 25, 30.
Gusta más por completo el final que ofrece Sn. Lc. 23. 45, 46: “En ese momento
la cortina del templo se rasgó por la mitad y Jesús gritó muy fuerte: “Padre, en tus
manos encomiendo mi Espíritu”. Y dichas estas palabras expiró”. El Evangelio de
San Mateo, 27, 46: se encarga de agregar: “a eso de las tres de la tarde, Jesús gritó con
fuerza: “Eli, Eli, lamá sabactani”, que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿Porqué
me has abandonado? Dada la comparación considerada incompleta del Evangelio
de San Marcos, 15. 38, 39: “En seguida la cortina que cerraba el templo, se rasgó en
dos, de arriba hacia abajo. Al mismo tiempo, el capitán romano, que estaba frente a
Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: “verdaderamente este hombre, era Hijo de
Dios”.
De los momentos dolorosos, debemos enriquecer nuestras experiencias
“espirituales”, que nos permita abrirnos y conducirnos a la virtud de la “esperanza”.
Nos enseña que en la vida no estamos condicionados al pasado. Quiere decir, no
mirar atrás: “La mujer de Lot, miró hacia atrás y quedó convertida en una estatua de
sal”: Gen 19, 26. Por lo tanto, si miramos atrás, nuestros tropiezos: pecado, dolor,
dificultades, nos entorpecen el paso hacia adelante, los tenemos como lastres, que
no nos dejan avanzar. No abandonamos cosas del pasado, es como comenzar de
nuevo o dar vueltas y vueltas, que nos atrasan y estamos con una vida frente a la
muerte. “Tengo por cierto que los padecimientos del tiempo presente, no son nada
en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros”: Rom 8, 18.
Podemos nacer continuamente, podemos cambiar todo, si tenemos un Dios que
como madre, nos engendre. Ya después, cumplir con ciertos parámetros:
1) Aceptar con honestidad nuestra situación, nuestra realidad; reconocer lo
negativo, buscar la verdad en uno mismo.
2) No conformarnos con la mediocridad. Sn. Pablo, nos increpa: “De hecho,
no hago el bien que quiero, sino hago el mal que no quiero”: Rom. 7, 19.
No nos conformemos con nuestro pecado, aspiremos a ser limpios y puros,
honestos, intachables, dignos hijos de Dios y María.
3) Arriesgarnos valientemente a caminar por las sendas de Jesús.
estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus apóstoles, el memorial
de su ofrenda voluntaria al Padre: 1 Cor 5, 7, por la salvación de los hombres: “Este
es mi cuerpo que va a ser entregado por ustedes”: Sn. Lc. 22, 19. “Esta es mi sangre
de la alianza, que va a ser derramada por muchos, para el perdón de los pecados”:
Sn. Mt. 26, 28: No. 610.
“Durante toda su vida y hasta su última prueba, cuando su Hijo Jesús murió en
la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el cumplimiento de la “palabra”
de Dios. Por todo ello, la Iglesia, venera en María la realización más pura de la fe”:
No. 149.
“Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama
y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el levantamiento de su caída. Este
pasaje del Génesis, ha sido llamado “Protoevangelio”, por ser el primer anuncio del
Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la mujer y de la victoria
final de un descendiente de ésta”: 410.
“Jesucristo es el corazón mismo de esta reunión de los hombres como “familia de
Dios. Los convoca en torno a Él, por su “palabra”, por sus señales que manifiestan
el Reino de Dios, por el envío de sus discípulos. Sobre todo, Él realizará la venida
de su Reino, por medio del gran misterio de su Pascua: su muerte en la cruz y su
Resurrección. “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”: Sn.
Jn. 12, 32. A esta unión con Jesús, están llamados todos los hombres”: No. 542;
“La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás”: Sn. Mt. 12, 26;
“Pero si por el Espíritu Santo de Dios, expulso yo los demonios, es que ha llegado
a ustedes el Reino de Dios”: Sn. Mt. 12, 28; Los exorcismos de Jesús, liberan a los
hombres del dominio de los demonios: Sn. Lc. 8. 26, 39. Anticipan la gran victoria
de Jesús sobre el príncipe de este mundo: Sn. Jn. 12, 31. Por la cruz de Jesús, será
definitivamente establecido el Reino de Dios”.
Volviendo al Catecismo: “La Virgen María, realiza de la manera más perfecta,
la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el
ángel Gabriel, creyendo “que nada es imposible para Dios”: Sn. Lc, 1, 37 y dando su
asentimiento:”He aquí la “esclava” del Señor, hágase en mí, según tu
“palabra”: Sn. Lc. 1, 38. Isabel la saludó: “Dichosa tú que has creído que se
cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor”: Sn. Lc. 1, 45. Por esta
fe, todas las generaciones la “proclamarán: “Bienaventurada”: Sn. Lc. 1, 48;
“Durante toda su vida y hasta su última prueba”: Sn. Lc. 2, 35, cuando Jesús su
Hijo murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el cumplimiento
de la “palabra” de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María, la realización más
pura de la fe”: No. 149.
“La fe, es ante todo, una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo
e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En
76 Perfecta Unión de María con Jesús
“La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de Satanás: Sn. Mt. 12, 26;”Pero
si por el Espíritu de Dios, expulso yo los demonios, es que ha llegado a
ustedes el Reino de Dios”: Sn. Mt. 12, 28. Los exorcismos de Jesús, liberan a los
hombres del dominio de los demonios: Sn. Lc. 8. 26, 39; Anticipan la gran victoria
de Jesús sobre el “príncipe de este mundo”: Sn. Jn. 12, 31. Por la cruz de Jesús,
será definitivamente establecido el Reino de Dios: “Regnavit a ligno Deus”: “Dios
reinó desde el madero de la Cruz”, es el himno: Vexilla Regis”: No. 550.
“Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de
Pedro. Muestra también, que para “entrar en su gloria”: Sn. Lc. 24, 26, es necesario
pasar por la cruz en Jerusalén. Moisés y Elías, habían visto la gloria de Dios en la
Montaña: La ley y los profetas, habían anunciado los sufrimientos del Mesías: Sn. Lc.
24, 27. La pasión de Jesús, es la voluntad por excelencia del Padre;
el Hijo, actúa como siervo de Dios: Is 42, 1. Santo Tomás de Aquino, nos instruye:
“La nube, indica la presencia del Espíritu Santo: “Tota trinitas apparuit”: Pater in
voce; Filius in homine, Spioritus ain nube clara”: “Apareció toda la Trinidad: el Padre
en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa”….
“Tú te has transfigurado en la montaña y en la medida en que ellos eran capaces,
tus discípulos han contemplado tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin de que cuando
te vieran crucificado, comprendieran que tu Pasión era voluntaria y anunciasen al
mundo que Tú eres verdaderamente la irradiación del Padre”. Liturgia bizantina,
Kontakion, de la fiesta de la Transfiguración: No. 555.
“Jesús anunció, no obstante en el umbral de su Pasión, la ruina de ese esplendido
edificio del cual no quedará piedra sobre piedra: Sn. Mt. 14. 1, 2. Hay aquí un anuncio
de una señal de los últimos tiempos, que se van a abrir con su propia Pascua: Sn. Mt.
24, 3. Pero esta profecía pudo ser deformada por falsos testigos en su interrogatorio,
en casa del sumo sacerdote: Sn. Mc. 14. 57, 58 y serle reprochada como injuriosa,
cuando estaba clavado en la cruz”: No. 586.
“Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”: Sn. Jn. 12, 32. La
elevación de la cruz, significa y anuncia la elevación en la Ascensión al Cielo. En su
comienzo, Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, “no penetró en
un Santuario hecho por mano de hombre…sino en el mismo Cielo, para presentarse
ante el acatamiento de Dios a favor nuestro”: Hb 9, 24. En el Cielo, Jesús ejerce
permanentemente su sacerdocio. “De ahí que puede salvar perfectamente a los que
por Él, se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor”: Heb
7, 25. Como “Sumo Sacerdote de los bienes futuros”: Hb 9, 11, es el centro y el
oficiante principal de la liturgia que honra al Padre en los cielos”: Ap 4. 6, 11: No.
662.
78 Perfecta Unión de María con Jesús
“RESURRECCIÓN”
no sabemos donde lo han puesto. Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el discípulo, corría más que Pedro y llegó primero al
sepulcro. Como se inclinara, vió los lienzos ordenados, pero no entró.
Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vió también los lienzos ordenados, en
el suelo. El sudario con que le habían cubierto la cabeza, no se había caído, sino que
se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro discípulo, el que
había llegado primero, vió y creyó. Pues no habían entendido todavía la escritura:
“Él debía resucitar de entre los muertos”. Después los discípulos se volvieron a casa.
María de Magdala, se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro.
Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro y vió dos ángeles vestidos de blanco,
sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies.
Le dijeron. ¿Por qué lloras? Les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no
sé dónde lo han puesto”. Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí de pie, pero no
sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer: ¿Porqué lloras? ¿A quién buscas? Ella creyó
que era el cuidador del huerto y le contestó: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde
lo has puesto y yo me lo llevaré”. Jesús le dijo: “María”. Ella se dio la vuelta y le dijo:
“Rabboni”, que quiere decir: “Maestro”. Jesús le dijo: “Suéltame”, pues aún no he
subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre, que es
Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. María Magdalena se fue y dijo
a los discípulos: “He visto al Señor y me ha dicho esto”.
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos
por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó, se puso en medio
de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir:”La
paz esté con ustedes”. Como el Padre me envió a mí, así los envío yo también. “Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo: a quienes perdonen sus
pecados, serán liberados y a quienes se los retengan, les serán retenidos”.
“Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Pero él contestó:
“Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en
los agujeros de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no
creeré”. Ocho dias después, estaban los discípulos de Jesús reunidos en casa y Tomás
con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les
dijo: “La paz esté con ustedes. Después dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo y mira mis
manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.
“Tomás exclamó: “Tú eres mi Señor y mi Dios”. Jesús replicó: Crees porque me
has visto. Felices los que no han visto, pero creen”; “Muchas otras señales milagrosas
hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro. Estas
han sido escritas, para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean y
tendrán vida por su Nombre”: Sn. Jn. 20. 1, 31.
82 Perfecta Unión de María con Jesús
Difiere un poco y es más conciso lo relatado por san Lucas: el “Señor ha resucitado”
Sn. Lc. 24. 1, 12. Agregando además lo referente al pasaje de los “discípulos de
Emaús”: Sn. Lc. 24. 13, 32. Concluyendo: “De inmediato se levantaron y volvieron
a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once y a los de su grupo. Estos les
dijeron: “Es verdad; el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Ellos por su
parte, contaron lo sucedido en el camino a Emaús y cómo lo habían reconocido al
partir el pan”: Sn. Lc. 24. 33, 35.
Este extraordinario pasaje narrado por uno de los presenciales: San Juan,
es evidente que Jesús pone a prueba a todos los discípulos, ya que aún viéndolo
resucitado, lo confunden, porque no le creyeron a su “palabra” de verdad y vida,
repetida varias veces, como lo detallo a continuación. No tomaron en cuenta la
promesa hecha, la aseveración a cumplirse, el hecho relatado de previo: “Luego
comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado
por los notables. Jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado
a muerte y resucitaría a los tres días. Jesús hablaba de esto, con mucha seguridad”:
Sn. Mc. 8. 31, 32; “Porque del mismo modo que Jonás estuvo tres dias y tres noches
en el vientre del gran pez, así también el hijo del hombre, estaría tres dias y tres
noches en el seno de la tierra”: Sn. Mt. 12. 40; “Un dia estando Jesús en Galilea,
con los apóstoles, les dijo: “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres y le matarán, pero resucitará al tercer día”. “Ellos se pusieron muy tristes”.
Sn. Mt. 17, 22.; “Este hombre dijo: “Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y
de reconstruirlo en tres dias”: Sn. Mt. 26, 61; “Dentro de poco ya no me verán, pero
después de otro poco, me volverán a ver”: Sn. Jn. 16, 16.
No es de extrañar en María Magdalena, pero en Tomás, apodado “el incrédulo”,
Quien hasta llega a dudar, porque exigirle a Jesús que le dé pruebas que demostraran
lo por Él dicho. Es tan misericordioso Jesús, que se la ha perdonado a Pedro, hasta
llegarlo a ser su sucesor, cuando hemos creído muchos que había mejores que Pedro,
sin embargo Jesús era quien decidía y ahora premia a Tomás, cuyas “palabras” están
incluidas en la Santa Eucaristía, al presentar el vino: “Señor mío y Dios mío”.
Hay que entender bien, que aunque Jesús “resucitado” haya dicho a María de
Magdala: “Vete donde mis hermanos y diles: “Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes,
a mi Dios, que es Dios de ustedes”: Sn. Jn. 20, 17, el hecho notorio e importante de
no encomendarle ningún mensaje para María su Madre, ni que ella tuviera iniciativa
de preguntar, como debió ser; similar comportamiento observado en los apóstoles:
Pedro y el discípulo amado de Jesús, que al oir la “buena nueva”, corrieron presurosos
al sepulcro y lo encontraron vacío y al comprobar la Resurrección, igual extraña que
no buscaran a María, para comunicárselo, tampoco que ella preguntara ni averiguara,
para conocer y compartir alegremente tan espectacular y maravillosa noticia. Parece
que todo ya estaba bien preparado por el Espíritu Santo, porque: “María escuchaba
con atención y guardaba todo en su corazón”: Sn. Lc. 2, 51, estaba por lo tanto
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 83
que actúa en los sacramentos del Cuerpo de Jesús. La Transfiguración, nos concede
una visión anticipada de la gloriosa venida de Jesucristo, “el cual transfigurará este
miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo”: Flp 3, 21. Pero ella
nos recuerda también “que es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para
entrar en el reino Dios”:
Hch. 14, 22. “Pedro no había comprendido eso cuando deseaba vivir con Jesús en
la montaña”: Sn. Lc, 9, 33. Te ha reservado eso, oh Pedro, para después de la muerte.
Pero ahora, él mismo dice. Desciende para penar en la tierra para servir en la tierra,
para ser despreciado y crucificado en la tierra. La vida desciende para hacerse matar;
el Pan desciende para tener hambre: el Camino desciende para fatigarse andando;
la Fuente desciende para sentir la sed, y tú ¿vas a negarte a sufrir? San Agustín: No.
556.
“La permanencia de Cristo Jesús en el sepulcro, constituye el vínculo real entre el
estado posible de Jesús antes de Pascua y su actual estado glorioso del “resucitado”.
Es la misma persona de “El que vive”, que puede decir: “estuve muerto, pero ahora
estoy vivo por los siglos de los siglos”: Ap. 1, 18; “Dios (el Hijo), no impidió a la
muerte, separar el “alma” del cuerpo, según el orden necesario de la naturaleza, pero
los reunió de nuevo, uno con otro, por medio de la Resurrección, a fin de ser: “El
mismo en persona, el punto de encuentro de la muerte y de la vida”, deteniendo en
Él la descomposición de la naturaleza que produce la muerte y resultando Él mismo
el principio de reunión de las partes separadas”: San Gregorio Niceno. Catequesis
16: No. 625.
“Jesús bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que
subió: Ef 4. 9. 120. El símbolo de los apóstoles confiesa en un mismo artículo de fe,
el descenso de Jesús a los infiernos y su Resurrección de los muertos al tercer día,
porque es en su Pascua donde desde el fondo de la muerte, Él hace brotar la vida”:
No. 631.
Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales: “Jesús
resucitó de entre los muertos”: Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Cor 15, 20, presuponen que
antes de la Resurrección, permaneció en la morada de los muertos: Hb 13, 8. Es el
primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los infiernos;
Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada
de los muertos. Pero ha descendido como Salvador, proclamando la buena nueva a
los espíritus que estaban ahí detenidos”: No. 632.
“Tal era en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos
o justos: Sal 89, 49; Ez 32. 21, lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica
como lo enseñó Jesús en la parábola del pobre de Lázaro, recibido en el seno de
Abraham: Sn. Lc. 16. 22, 26. “Son precisamente estas “almas” santas, que esperaban
a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió
a los infiernos”. “Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 85
“Tan imposible les parece, que incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado,
los discípulos dudan todavía. Sn. Lc. 24, 38: creen ver un espíritu: Sn. Lc. 24, 39. “No
acaban de creerlo a causa de la “alegría” y estaban asombrados”:
Sn. Lc. 24, 41. Tomás conocerá la misma prueba de la duda: Sn. Jn. 20. 24, 27
y en su última aparición en Galilea, referida por San Mateo, “algunos sin embargo,
dudaron”: Sn. Mt. 28, 17. Por esto, la hipótesis, según la cual, la resurrección, habría
sido un “producto” de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles) no tiene consistencia.
Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació bajo la acción de la “gracia” divina
de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”: No. 644.
“Jesús resucitado establece con los discípulos relaciones directas mediante el tacto:
Sn. Lc. 24, 39 y el compartir la comida: Sn. Lc. 24, 30. Les invita así a reconocer que
Él no es un espíritu. Sn. Lc. 24, 39, pero sobre todo a que comprueben que el cuerpo
resucitado con el que se presenta ante ellos, es el mismo que ha sido martirizado
y crucificado, ya que continúa presentando las huellas de su Pasión: Sn. Lc. 24, 40.
Este cuerpo auténtico y real posee sin embargo, al mismo tiempo, las propiedades
nuevas de un cuerpo “glorioso”; no está situado en el espacio ni en el tiempo, pero
puede hacerse presente a su voluntad, donde quiere y cuando quiere: Sn. Mt. 28. 9
y 16, 17, porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece
ya más que al dominio divino del Padre: Sn. Jn. 20, 17. Por esta razón también Jesús
resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la apariencia de
un”jardinero”: Sn. Jn. 20. 14 o bajo otra figura, distinta de la que les era familiar a los
discípulos y eso para suscitar su fe”: Sn. Jn. 21. 4, 7: No. 645.
“La Resurrección de Jesucristo, no fue un retorno a la vida terrena, como en el
caso de resurrecciones que Él había realizado antes de la Pascua: La hija de Jairo,
el joven de Naím, Lázaro. Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero las
personas beneficiadas por el milagro, volvían a tener por el poder de Jesús, una vida
terrena “ordinaria”. En cierto momento, volverán a morir. La Resurrección de Jesús,
es esencialmente diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a
otra vida, más allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús,
se llena del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su
gloria, tanto que San Pablo puede decir de Jesucristo, que es el “hombre celestial”:
1 Cor 15. 35, 49: No. 646.
“Qué noche tan odiosa canta el Exultet de Pascua, sólo ella conoció el momento
en que Jesucristo resucitó de entre los muertos. En efecto, nadie fue testigo ocular
del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista lo describe. Nadie
puede decir cómo sucedió físicamente. Menos aún, su esencia más íntima, el paso a
otra vida, fue perceptible a los sentidos. Acontecimiento histórico fue demostrable
por la señal del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los apóstoles
con Jesús resucitado, no por ello, la Resurrección pertenece menos al centro del
Misterio de la fe de aquello que trasciende y sobrepasa a la historia. Por eso, Jesús
88 Perfecta Unión de María con Jesús
“resucitado” ¡no se manifiesta al mundo! Sn. Jn. 14, 22; sino a los discípulos “a los
que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos
ante el pueblo”: Hch 13, 31: No. 647.
”La Resurrección de Jesús es objeto de fe en cuanto es una intervención
trascendente de Dios mismo en la creación y en la historia. En ella, las tres Personas
divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el
poder del Padre que ha “resucitado (Hch 2, 34) a Jesús, su Hijo y de este modo ha
introducido de manera perfecta su humanidad-con su cuerpo- en la Trinidad. Jesús
se revela definitivamente: “Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad,
por su Resurrección de entre los muertos”: Rom 1. 3, 4. San Pablo insiste en la
manifestación del poder de Dios: Rom 6, 4; 2 Cor 13, 4, por la acción del Espíritu
Santo que ha vivificado las humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado
glorioso del Señor”: No. 648.
“Por la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de
las dos partes del hombre, estas se unen de nuevo. Así la muerte se produce por la
separación del compuesto humano y la Resurrección por la unión de las dos partes
separadas”: San Gregorio Niceno: No. 650.
“Si no resucitó Cristo Jesús, vana es nuestra predicación, vana también”: nuestra
fe”: 1 Cor 15, 14. La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo
que Cristo Jesús hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al
espíritu humano, encuentran la justificación si Jesús al resucitar, ha dado la prueba
definitiva de su autoridad divina según lo ha prometido”: 651.
“La Resurrección de Cristo Jesús es cumplimiento de la promesa del Antiguo
Testamento: Sn. Lc. 24. 26, 27; y del mismo Jesús durante su vida terrenal: Sn. Mt.
28. 6. La expresión según las escrituras 1 Cor 15. 3, 4 y el símbolo Niceoconstantino
politano, indica que la Resurrección de Jesús, cumplió sus predicciones”: No. 652.
“La verdad de la divinidad de Jesús es confirmada por su Resurrección. Él había
dicho: “Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces sabrán que Yo soy”:
Sn. Jn. 8, 28. La Resurrección del “crucificado” demostró que verdaderamente él
era “Yo Soy”: el Hijo de Dios y Dios mismo. Sn. Pablo pudo decir a los judíos: “La
promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido en nosotros…al resucitar a Jesús,
como está escrito: “Hijo mío, eres tú, yo te he engendrado hoy” Hch 13. 32, 33; Sal.
2, 7. La Resurrección de Jesús está estrechamente unida al misterio de la Encarnación
del Hijo de Dios: es su plenitud según el designio eterno de Dios: No. 653.
“Hay un doble aspecto en el misterio Pascual: por su muerte nos libera del
pecado, por su resurrección, nos abre al acceso a una nueva vida. Esta, es en primer
lugar, la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios: Rom 4, 25, a fin de
que, al igual que Jesús fue resucitado de entre los muertos…así también nosotros
vivamos una nueva vida: Rom 6, 4. Consiste en la victoria sobre la muerte y el
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 89
“MARÍA EN PENTECOSTÉS”
S i la ascensión de Jesús a los cielos fue a los cuarenta días después de la Pascua,
diez días después o sea a los cincuenta días de la Pascua, se celebra Pentecostés.
La “palabra” de origen griego, significa que la fiesta celebrada ese día, tiene
lugar después de la Pascua. El objeto de esta fiesta evolucionó: en un principio
era fiesta agraria, conmemora en lo sucesivo el hecho histórico de la alianza, para
convertirse al fin en la fiesta del don del Espíritu Santo, que inaugura en la tierra la
nueva alianza.
Según el judaísmo, es con pascua y los tabernáculos una de las tres fiestas en
que Israel tenía que presentarse ante Yahvé, en el lugar escogido por Él, para que
habitara en Él su nombre. En los orígenes, es la fiesta de la recolección, de la siega,
día de regocijo y de acción de “gracias”: Ex. 23, 16, donde se ofrecen las primicias
de la cosecha. Luego, la fiesta era un aniversario. La alianza se había concluido unos
cincuenta días: Ex. 19. 1, 6, después de la salida de Egipto, que se celebraba con la
pascua. Pentecostés vino a ser el festejo del aniversario de la alianza, sin duda, en el
s. II. AC.
El Pentecostés cristiano: El don del Espíritu, con los signos que lo acompañaban.
El viento, el fuego, se situaban en la prolongación de las teofanías del Antiguo
Testamento. Un doble milagro subraya el sentido del acontecimiento: en primer lugar,
los apóstoles se expresan en”lenguas” para cantar las “maravillas” de Dios: Hch. 2,
4; el hablar en lenguas es una forma carismática de oración, que son registradas
en las comunidades cristianas primitivas. Este hablar en lenguas, aunque de por sí
ininteligibles (poco se entienden): 1 Cor. 14. 1, 25, este dia era comprendido, por
los presentes; este milagro de audición era un signo de la vocación universal de la
Iglesia, puesto que estos oyentes acudían de las regiones más diversas:
1. Efusión del Espíritu: San Pedro, citando al profeta Joel: 3. 1, 5 “que realiza
las promesas de Dios”: “que en los últimos tiempos, el Espíritu presente
el que debía bautizar en el Espíritu Santo: Sn. Mc. 1, 8 y Jesús, después de
la Resurrección, había confirmado estas promesas: “Dentro de pocos dias,
serán bautizados en el Espíritu Santo”: Hch. 1, 5:
2. Coronamiento de la Pascua de Jesucristo. Según la catequesis primitiva,
Jesús muerto, resucitado y exaltado a la diestra de Dios Padre, acaba su
obra derramando el Espíritu, sobre la comunidad apostólica: Hch 2. 23, 24.
Quiere decir que Pentecostés, es la plenitud de la “Pascua”.
3. Reunión de la comunidad mesiánica. Los dispersos serían reunidos en la
montaña de Sión y que así la asamblea de Israel estaría unida en torno de
94 Perfecta Unión de María con Jesús
los enfermos pañuelos o ropa que había usado y mejoraban. También salían de ellos
los espíritus malos”: Hch 19. 11, 12.
Habiendo presentado unas de las variadas y productivas manifestaciones
provenientes de Jesús el Mesías, a través del Espíritu Santo, que habiendo recibido
los apóstoles en Pentecostés, con expresiones evidentes de devolver la salud física y
espiritual a muchos y muchos bautizados, condición previa exigida por los discípulos,
para llegar a ver la “Gloria de Dios”. La escogida por su condición de Madre
fiel, amorosa, piadosa de Jesús, por las cualidades, les aventajaba a los apóstoles,
además:
a) Por el hecho de ser la preferida de Dios para ser la Madre de su Divino
Hijo.
b) Por ser bañada y rebalsada del Espíritu Santo en la anunciación, en quien se
llevó a cabo el primer Pentecostés en el Nuevo Testamento.
c) Su condición de ser Virgen Inmaculada, preparada para ser la Madre de
Jesús, el Redentor de la humanidad; por su “sí” incondicional, quedando por
“gracia” de Dios, como co-redentora.
d) La cualidad sobresaliente de ser la primera “orante” facilitando la
comunicación con Dios Padre; todo ello, le ayudó a dirigir la oración de
invocación al Espíritu Santo en el “Cenáculo”, alguien debía tomar la
iniciativa, quién mejor y más que ella, la: “Emparentada con la Santísima
Trinidad”.
e) Otra ventaja muy importante: el “pedir” es un gesto de humildad. El
soberbio nunca pide; María como “esclava” confesado por ella desde
la”anunciación”, la hace experta en “pedir”, en “suplicar”, en “llamar”:
“Proclama mi “alma” la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios
mi Salvador, porque se fijó en su “humilde esclava” y desde ahora, todas
las generaciones, me llamarán: “Bienaventurada”. “El poderoso ha hecho
maravillas por mí. Santo es su nombre”: Sn. Lc. 1. 46, 49; “Jesús les mostró
con un ejemplo que debían “orar” siempre, sin desanimarse “jamás”: Sn.
Lc. 18, 1.”Da al que te pida”: Sn. Mt. 5, 42; Dijo Jesús: “Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el
que busca, encuentra y se abrirá la puerta al que llama”: Sn. Mt. 7. 7, 8. María
pidió intensamente la bajada del Espíritu Santo.
f) María, no sólo”oraba”, sino que dedicaba tiempo importante a la
“meditación”, que a veces unos (as) y otros (as) perdemos el tiempo
miserablemente. La meditación es tan productiva, eficaz y eficiente, además
de ganar tiempo, ayuda a adelantarse al tiempo, como en ella: “Todos los
que escucharon a los pastores, quedaron maravillados de lo que decían”. Sn.
Lc. 2,18.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 97
“María estaba en medio de ellos y presidía ese sagrado Concilio; porque para
establecer la gloria de Dios en el mundo, tenía una gracia que superaba a la de los
Apóstoles. Aunque Jesucristo no quiso que María ofreciera exteriormente el Santo
Sacrificio y fuese verdadero sacerdote, según el orden de Melquisedec; sin embargo,
fue voluntad suya, que la Santísima Virgen destinada a ser madre de los vivientes,
se encontrase en el Cenáculo de los Apóstoles, para facilitar en ellos la plenitud de
su Espíritu y fuera así como receptáculo de la vida divina que debía ser distribuida
en Ella y por Ella, a todos sus hijos”. “Por eso cuando vino el día de Pentecostés
y descendió el Espíritu Santo en forma de fuego, María lo recibió, no con medida,
como lo recibieron los Apóstoles y discípulos, sino en toda su perfección”.
“San Pedro, a quién Jesús estableció como jefe visible de su Cuerpo Místico,
aunque lleno de la vida de su Maestro, en el Cenáculo no recibió parte de esta vida
divina, sino la porción necesaria a su dignidad de Vicario de Cristo Jesús. Los demás
apóstoles, que recibieron también las primicias del Espíritu de Jesús, no lo poseyeron
sino en la medida en que cada uno se los distribuyó la sabiduría y el amor divino”
“No sucedió así con María; como habitaba en ella la plenitud de su amor, no dejó
de comunicarle todo lo que era capaz de recibir. De manera que así como el Padre
comunicó a su Hijo todo lo que tenía en sí y que era comunicable, así el Hijo, no dejó de
poner en María y de obrar en ella todo lo que pudo, haciéndola como receptáculo de sus
riquezas, para distribuirlas por Ella a toda la Iglesia”: Concluye el Padre M. Ollier, a través
de: “Vie interieure de la trés Sainte Vierge”: (Vida interior de la tres veces Santa).
Cuando el Espíritu Santo descendió sobre la Santísima Virgen María en
Pentecostés, era la tercera vez que lo recibía. La primera efusión del Espíritu Santo,
fue el día de su Concepción Inmaculada; ese día hizo de María, la obra maestra de la
creación. Su “alma” fue santificada por una gracia insigne y especial, que la hizo Hija
del Divino Padre, su “Toda hermosa”, su única, según la expresión del Cantar.
María permaneció bajo el influjo de esta “gracia”, desde su cuna a Nazaret,
“gracia” de fidelidad perfecta y de amor a Dios, “gracia” de soledad, de silencio,
de oración y de contemplación; primeras luces de la aurora divina sobre el “lirio
de Israel”, mientras que crecía en el huerto cerrado del Esposo, a la sombra de los
pórticos del Templo de Jerusalén.
Por segunda vez el Espíritu Santo descendió sobre María el día de la Anunciación
en Nazaret. Entonces al llenarla con su virtud, la hizo Madre de Jesucristo y concibió
al Salvador, permaneciendo siempre virgen. Esta “gracia”, al embellecer más el
“alma” de María, la hizo digna de servir a Jesús como Madre.
Dándole todas las virtudes y las perfecciones necesarias, para ejercer santamente
las elevadas funciones que debía cumplir cerca de su Hijo.
La tercera vez, fue en el Cenáculo, cuando María recibió del Espíritu Santo la
“gracia de la maternidad cristiana”, es decir ese santo ardor de proselitismo (partidario
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 99
a medida que avanza este sol del “alma”, se hace más luminoso; a medida que sube,
se derrama con mayor abundancia. Como la luz, el Espíritu Santo nos purifica, nos
ilumina, nos calienta, nos fortifica, nos fecunda. Como el agua viva, nos refresca,
sacia nuestra sed y nos transporta en sus ondas. Cada cristiano, recibe una “gracia”
que corresponde al estado actual de su “alma”, a su presente vocación.
El Catecismo, es bien claro respecto a Pentecostés y nos aclarará muchas lagunas
que bien podrían ir quedando en el camino. Entre las autoridades de Jerusalén, no
solo el fariseo Nicodemo, el de la fe escondida, porque sólo de noche la mostraba,
o el notable José de Arimatea, que ambos eran en secreto discípulos de Jesús, sino
que durante mucho tiempo hubo disensiones a propósito de Él: “En la víspera
de su pasión, San Juan, pudo decir de ellos, que “un buen número creyó en Él”,
aunque de una manera muy imperfecta: Sn. Jn. 12, 42. Eso no tiene nada de extraño
si se considera que al dia siguiente de Pentecostés: “multitud de sacerdotes iban
aceptando la fe”: Hch. 6, 7 y que “algunos de la secta de los fariseos habían abrazado
la fe”: Hch. 15, 5, hasta el punto de que Santiago pudo decir a San Pablo que: “miles
y miles de judíos han abrazado la fe y todos son celosos partidarios de la Ley”: Hch.
21, 20: No 595.
El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la
Vida dada en el Espíritu Santo, el fuego, simboliza la energía transformadora de los
actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que: “surgió como el fuego, cuya “palabra”
abrasaba como antorcha”: Eclo. 48, 1, “con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre
el sacrificio del monte Carmelo”: 1 Re. 18. 38, 39, figura del fuego del Espíritu Santo
que transforma lo que toca. Juan Bautista, “que precede al Señor con el Espíritu y el
poder de Elías”: Sn. Lc. 1, 17, anuncia a Jesús, como el que “bautizará en el Espíritu
Santo y el fuego”: Sn. Lc. 3, 16, Espíritu del cuál Jesús dirá: “he venido a traer fuego
sobre la tierra y ¿cuánto desearía que ya estuviese encendido? Sn. Lc. 12, 49. Bajo
lenguas “como de fuego”, cuando el Espíritu Santo se posó sobre los discípulos la
mañana de Pentecostés y los llenó: Hch. 2. 3, 4. La tradición espiritual conservará
este simbolismo del fuego, como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu
Santo. San Juan de la Cruz: Llama de amor viva. “No extingan el Espíritu”: 1 Ts. 5,
19: No. 696.
“Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo”: Is. 42. 1,
2. Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús e indican así cómo enviará
el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con
nuestra “condición de esclavos”· Flp. 2, 7. Tomando sobre sí nuestra muerte, puede
comunicarnos su propio Espíritu de vida”: No. 713.
“Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo,
son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la
Promesa, con los acentos del:”amor y de la fidelidad”: Ez. 11, 19, cuyo cumplimiento
proclamará San Pedro la mañana de Pentecostés: Hch 2. 17, 21.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 101
Según estas promesas en los “últimos tiempos”. El Espíritu del Señor, renovará
el corazón de los hombres, grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a
los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará
en ella con los hombres en la paz”: No. 715.
“El día de Pentecostés, la Pascua de Jesús se consuma con la efusión del Espíritu
Santo que se manifiesta, da, comunica como Persona divina: desde su plenitud,
Jesucristo el Señor: Hch 2, 36, derrama profusamente el Espíritu”: No. 731.
“En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde este día el Reino
anunciado por Jesús, está abierto a todos los que creen en Él: en la humildad de
la carne y en la fe, participan ya en la Comunión de la Santísima Trinidad. Con su
venida, que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los “últimos tiempos”,
el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado: “Hemos
visto la verdadera luz, hemos recibido al Espíritu celestial, hemos encontrado la
verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado: (Liturgia
bizantina), Tropario de Vísperas de Pentecostés; empleado también en las liturgias
eucarísticas, después de la comunión”: No. 732.
“Dios es amor”. 1 Sn. Jn. 4. 8, 16 y el Amor que es el primer don, contiene todos
los demás. Este amor: “Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo”. No. 733.
“La palabra “católica” significa “universal” en el sentido de: “según la totalidad”
o “según la integridad”. La Iglesia es católica en un doble sentido: Es católica porque
Jesucristo está presente en ella. “Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica”:
San Ignacio de Antioquia. En ella subsiste la plenitud del cuerpo de Jesús unido a su
Cabeza: Ef 1. 22, 23, lo que implica que ella recibe de Él “la plenitud de los medios
de salvación” que Él ha querido: confesión de fe recta y completa, vida sacramental
integra y ministerio ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia en este sentido
fundamental, era católica el día de Pentecostés y lo será siempre hasta el Día de la
Parusía (el regreso glorioso de Jesucristo)”: No. 830.
“El día de Pentecostés, por la Efusión del Espíritu Santo, la Iglesia se manifiesta
al mundo: LG 2. El don del Espíritu, inaugura un tiempo nuevo en la “dispensación
del Misterio”: el tiempo de la Iglesia, durante el cual Jesús manifiesta, hace presente
y comunica su obra de salvación mediante la Liturgia de su Iglesia, “hasta que Él
venga”: 1 Cor 11, 26. Durante este tiempo de la Iglesia, Jesús vive y actúa en su
Iglesia y con ella ya de una manera nueva, la propia de este tiempo nuevo. Actúa por
los sacramentos; esto es lo que la Tradición común de Oriente y Occidente llama:
“la Economía sacramental”; ésta consiste en la comunicación o “dispensación”
de los frutos del misterio pascual de Jesucristo, en la celebración de la Liturgia
“sacramental” de la Iglesia”: No. 1076.
“Signos sacramentales: Desde Pentecostés, el Espíritu Santo realiza la santificación
a través de los signos sacramentales de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia, no
102 Perfecta Unión de María con Jesús
anulan, sino purifican e integran toda la riqueza de los signos y símbolos del cosmos
y de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las figuras de la Antigua Alianza,
significan y realizan la salvación obrada por Jesús y prefiguran y anticipan la gloria
del Cielo”: No. 1152.
“Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha celebrado y administrado el Santo
Bautismo. En efecto, San Pedro declara a la multitud conmovida por su predicación:
“Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el nombre de Jesucristo,
para remisión de sus pecados y recibirá el don del Espíritu Santo”: Hch 2, 38. Los
apóstoles y sus colaboradores ofrecen el bautismo a quien crea en Jesús: judíos,
hombres temerosos de Dios, paganos: Hch 2, 41, El Bautismo aparece siempre
ligado a la fe: “Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa”, declara San Pablo
y su carcelero en Filipos. El relato continúa: “el carcelero inmediatamente recibió el
bautismo, él y todos los suyos”: Hch 16. 31, 33: No. 1226.
“Ahora bien, esta plenitud del Espíritu no debía permanecer únicamente en el
Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo mesiánico. Ez 36. 25, 27.
En repetidas ocasiones Jesucristo prometió esta efusión del Espíritu: Sn. Lc. 12, 12,
promesa que realizó primero el día de Pascua: Sn. Jn. 20, 22 y luego de manera más
manifiesta el día de Pentecostés: Hch 2. 1, 4. Llenos del Espíritu Santo, los apóstoles
comienzan a proclamar las “maravillas” de Dios y Pedro declara que esta efusión
del Espíritu, es el signo de los tiempos mesiánicos: Hch 2. 17, 18.”Los que creyeron
en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del
Espíritu Santo”: Hch 2, 38. No. 1287.
“A veces se habla de la Confirmación como del “sacramento de la madurez
cristiana”, es preciso, sin embargo, no confundir la edad adulta de la fe con la edad
adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la “gracia” bautismal es una “gracia”
de elección gratuita e inmerecida, que no necesita una ”ratificación” para hacerse
efectiva. Santo Tomás lo recuerda: “La edad del cuerpo no constituye un prejuicio
para el “alma”. Así, incluso en la infancia, el hombre puede recibir la perfección de
la edad espiritual de que habla la Sabiduría: 4, 8: “la vejez honorable no es la que dan
los muchos días, no se mide por el número de los “años”; numerosos niños, gracias
a la fuerza del Espíritu Santo que habían recibido, lucharon valientemente y hasta
dieron la sangre por Jesucristo”: No. 1308.
“En la oración del Señor, se trata principalmente, de la venida del Reino de Dios
por medio del retorno de Jesucristo: Tt 2, 13. Pero este deseo no distrae a la Iglesia
de su misión en este mundo, más bien la compromete. Porque desde Pentecostés, la
venida del Reino es obra del Espíritu del Señor: “a fin de santificar todas las cosas
llevando a plenitud su obra en el mundo”. Plegaria eucarística”: No. 2818.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 103
L a palabra de Dios, que es verdad y vida, nos lleva de la mano a entender esta
perfecta armonía entre Maria y Jesús. La Madre de Jesús, primero por la Fe y
por el vínculo directo por la sangre. Para que ocurriera, hubo un detalle que
Jesús estimó como más importante, su respuesta:”Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre”:
Sn. Mc 3. 31, 35 y responde Jesús: “Felices pues, los que escuchan la palabra de Dios y
la guardan”: Sn. Lc. 11, 27, que vale ante la respuesta de Maria: “Yo soy la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra”: Sn. Lc. 1, 38¿quién más que Maria cumplió la
voluntad de Dios, escuchó la “palabra” de Dios y la cumplió a cabalidad? Ella concibió
en su mente y en su corazón a Cristo Jesús, antes que en su vientre.
Estaba preparada para ése gran acontecimiento, cuando aterriza la gracia, uniendo
en ésa forma el cielo con la tierra, el Verbo se encarna en una Virgen. Por lo tanto,
es la primer cristiana de éste mundo y si Abraham es Padre de la Fe en el Antiguo
Testamento. Maria es la Madre de la Fe, en el Nuevo Testamento. Es más, el Ave
María, bien rezado, pensado, meditado, comienza con Dios, después de ser llena
de gracia, se le ofrece la compañía del Señor, se le bendice entre todas las mujeres,
por la condición de Madre de Jesús y se bendice al fruto de su vientre, que es Jesús.
El Ave María, relata su primera parte en el Evangelio de San Lucas, 1, 42, queda
englobada entre Dios y Jesús, el saludo de la prima Isabel, comienza con Dios Padre
y termina con Jesús Dios Hijo, todo preparado con sumo cuidado por el Espíritu
Santo, juntándose en la Visitación como ocurrió en la Anunciación, confluyen las
tres divinas personas en la “primer cristiana del mundo”, en la primer creyente que
inaugura el Nuevo Testamento, fundándose y fundiéndose en una perfecta unión
entre María con Jesús, unión indisoluble, así como es una verdad bíblica, indudable,
incuestionable y creíble.
María, continuó en esa condición espiritual y anatómica, después de cumplido el
designio de Dios, a través del importante concurso del Espíritu Santo, que descendió
sobre ella, llenándola de sus dones y del infaltable fruto, “el amor”. Contestó el
ángel:”El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con
su sombra, por eso el niño Santo que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios”: Sn.
Lc. 1, 35. Único evento ocurrido en el mundo, que sin necesidad de varón quedó
María encinta, ajeno a las influencias extranjeras y extranjerizantes, que transmiten
”mentiras y calumnias”, todo con el objeto de aumentar clientela, membresía, fuera
de la Iglesia Católica. Eso lleva al irrespeto a nuestra y también de ellos, Madre
María, consagrada como tal, desde la cruz, que con esmero humilde, como toda
104 Perfecta Unión de María con Jesús
madre, ama a sus hijos, aunque no la amen, llamen ni imploren; está presta siempre
al servició, al socorro, al auxilio de todos, pero todos sin excepción, esperándolos
con los brazos abiertos de madre amorosa. A todos sus hijos, pero en realidad, todos
sus hijos.
En todos los niveles de la tradición referida en los evangelios, María la Madre de
Jesús, en todo momento es designada sencilla y llanamente, con este título legítimo y
honorífico: Sn. Mc. 3. 31, 35; Sn. Jn. 2. 1, 12; Sn. Jn. 19, 25. Con ellos, se define toda
la función en la obra de la salvación. Su maternidad enteramente voluntaria, el relato
de la anunciación lo pone claramente de relieve. Ante la vocación inesperada, que le
anuncia el ángel, la presenta San Lucas, preocupada, como es lógico, ya que pide ver
claro. ¿Cómo conciliar este llamamiento de Dios, con el llamamiento a conservar la
virginidad, que oyó antes?
Se sabía que en Nazaret había muchas doncellas. Dios prefirió a María, se hubo
fijado bien en ella, es más desde la creación, la tenía reservada, preparada, la cuidaba
con cariño, igual que la Sabiduría: Prov. 8. 22, 31. La predestinación de Jesús para Hijo
de Dios, envuelve y toma en cuenta a la doncella de Nazaret. Con sobrado derecho,
pide aclaración, dado que “no es un objeto, sino todo un sujeto” digno de definición,
para desempeñar tan importante papel, transitar por senderos desconocidos: “Fue
enviado un ángel de parte de Dios”: Sn. Lc. 1, 27. Un ángel a la futura reina de los
ángeles, cabe una pregunta: ¿Quién se arrodilló ante quién? ¿El ángel ante la Virgen
que queda llena de Jesús o María ante el ángel emisario de Dios? Merece respuesta
grupal entre cristianos marianos. Se presentó el Espíritu ante la doncella purísima.
Como Pediatra con más de 45 años, sé que los niños se entienden perfectamente
entre los mismos niños. Los ángeles entre los ángeles, juntando el candor de los
niños, con la gracia de las vírgenes, se entienden de maravilla, a base de la maternidad,
son expertas como madres.
El mismo que definía las gracias y encanto humano del Hijo. No los separó un
instante de los encantos de las gracias de la joven elegida para Madre, a imagen de la
infusión paterna, se vislumbraba en longitud de dias la virginal génesis de la Madre,
predestinada a darse, a entregarse entera, sin reservas, en absoluta consagración:
Madre, al concebir y dar a luz; Madre al desprenderse de su divino Hijo, en su
entrega generosa, confiada y voluntaria, en el momento más difícil, doloroso, pero
glorioso: al pié de la cruz, desangrado, anémico, vapuleado, martirizado y muerto;
lo más relevante en María, (ya mencionado) ella había creído en su “resurrección”,
como conocedora del trascendental suceso, no corre al sepulcro y lo espera paciente
y tranquilamente.
Fue en la cruz que Jesús pronuncia el sermón misericordioso, compasivo y de
perdón; “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”: Sn. Lc. 23, 34 y a
continuación, la herencia definitiva: dice a la Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”,
después, dijo al discípulo amado:”Ahí tienes a tu Madre” y desde aquel momento, el
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 105
discípulo se la llevó a su casa”: Sn. Jn. 19. 26, 27. La pregunta que encierra el misterio
doloroso de la cruz: ¿Es que Simeón tuvo noche oscura? Noche oscura, no significa
incredulidad o duda, pero sí perplejidad ante esa situación: angustia, desorientación,
sólo las madres tienen entrañas, es potestad netamente femenina, los hombres no.
Describen que la muerte de un hijo, destroza las entrañas en las madres, así ha
de haber sentido María. Jesús en el huerto de Getsemaní, como humano-divino,
predominó lo humano al rogar: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa”; luego
interviene lo divino: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” Sn. Lc.22, 42; y en
su aceptación, se torna en respuesta divina; fue cuando su sudor, se convertía en
gotas de sangre y asi mismo, su dolor humano predominó en la cruz. Lo divino, lo
levantó; no flaqueó, ni titubeó y no pidió clemencia. Quizá, murió en noche oscura;
desolado, desamparado, aislado; en noche cubierta de dolor y tristeza, sintiéndose
abandonado por su Padre: ¿Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado? Sn.
Mt. 27, 46; y su entrega divina.”Padre, en tus manos entrego mi Espíritu” y expiró:
Sn. Lc. 23, 46. Todo este dolor y sufrimiento en presencia de su Madre, armada
solamente del valor que Dios Padre le proporcionaba, desde luego la eligió, la apoyó
en los momentos sublimes. Fidelidad de Dios a la Virgen fiel, humilde y obediente,
digna Madre, para su Hijo Dios Jesús.
Es probable que la tentación del desierto, fuera una perplejidad ante el destino
mesiánico del Varón de Dolores, del que habla el profeta Isaías, como llama Yahvé,
con título honorable, al que llama a colaborar en su designio, para cumplirlo a
cabalidad, es que envía “al Siervo paciente de Dios”: Is. 49. 3, 6. Si Jesús, pasó
esa noche oscura ¿por qué no María? la corredentora, destinada a estar al pie de
la cruz, como toda madre, al lado de si Hijo, sólo con la ayuda de la oración, pudo
soportar valientemente el suplicio. De seguro Padre Dios, la preparó desde pequeña,
enseñándole no a sufrir, sino a “saber sufrir”. El viejo Simeón se lo profetizó desde
temprano: Sn. Lc. 2, 25; quien contaba con la presencia del Espíritu Santo, junta en
él la bendición y la profecía dolorosa.
No resulta fácil adherirse al Señor, que venía a salvar por la cruz y todo el que se
le acerca, experimenta también la caricia del dolor y María estaba suficientemente
identificada con su divino Hijo, para que su dolor fuera también extremo. Jesús era
su único Hijo, biológica y sociológicamente era fruto de ella, a su través le venia
la herencia humana; su temperamento, sus sentimientos eran similares a los de la
Virgen. Así mismo los dolores de Jesús, eran también sus dolores. Hasta cierto
punto, era el espejo en que se miraba él; lo que él padecía en el cuerpo, ella en su
alma, pero como el hombre es un ser substancial, en que el cuerpo y el alma, forman
una sola unidad, el dolor del cuerpo se refleja en el alma y el dolor del alma, se refleja
en el cuerpo, lo comprobamos cuando hemos pecado, nos sentimos mal por dentro
y por fuera, de acuerdo a la intensidad de este, es más notorio el deterioro, a veces
ocultamos la cara y no se puede mirar de frente, nos avergonzamos; lo vemos fácil
106 Perfecta Unión de María con Jesús
vivir atemorizados ni aterrados, esos nuestros jóvenes, que buscan nuevos horizontes.
Eso lacera fuertemente el corazón de una madre. Igual a las madres nicaragüenses
María, también como “Mater dolorosa”.
Entre María y Jesús, se dio la perfecta comunicación, por lo que nos hallamos ante
una íntima instancia de Salvación y de gracia, directamente con el misterio del propio
Dios y cuando tal se produce en nuestra historia, es cuando se están cumpliendo
profecías. Sólo nos queda llenarnos de júbilo, decir junto con el ángel: “Alégrate
llena de gracia, el señor está contigo”. Sn. Lc. 1, 28; “oh contemplada, hemos visto
cómo el primer portal atravesado, gracias a la inserción de María, traspasa el misterio
del Espíritu Santo y del Hijo eterno. María como bendito recipiente y receptora
voluntaria: alegre, gozosa y dichosa, significando en el momento salvífico, el punto
de convergencia, el campo preciso y precioso, en donde aterrizó la gracia. Cuando
decimos, campo, terreno, (vientre bendecido, luego bendito), uniéndose el cielo
con la tierra, porque Dios Padre, tuvo que escoger primeramente a una virgen; la
revelación cristiana había de mostrar en su plenitud el valor religioso de la virginidad,
esbozada en el Antiguo Testamento; la fidelidad en un amor exclusivo para Dios.
El argumento empleado por ciertos hermanos en Cristo Jesús, cuando mencionan
a”hermanos de Jesús”, dando a entender que María había concebido más hijos, lean:
Sn. Mc. 3, 31; Sn. Mc. 6, 3; Sn. Jn. 7, 3; Hch. 1, 4; 1 Cor. 9, 5; Gal. 1, 19, han llevado
a pensar a diferentes críticos, que por la forma denigrante y acerba, como ignorando
la palabra profusamente trillada, gastada por muchos que dicen leer sus biblias, la
entienden e interpretan equivocadamente a su gusto y se dicen cristianos, les ruego
encarecidamente, lean e interpreten bien:
“Mientras se escuchaban estas palabras del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi
elegido”: Sn. Mc. 1, 11; “Así amó Dios al mundo, le dio al Hijo único, para que quien
crea en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo,
sino para que se salve el mundo gracias a él. Para quien crea en él, no haya juicio. En
cambio, el que no cree, ya se ha condenado, por el hecho de no creer en el nombre
del Hijo único de Dios”: Sn. Jn. 3. 15, 18. “Crean en Dios, crean también en mí”: Sn.
Jn. 14, 1; Sn. Mc. 9, 7: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”: Sn. Mc. 9, 7; ”Nadie
ha visto a Dios jamás, pero Dios Hijo único, nos lo dio a conocer, él está en el seno
del Padre y nos lo dio a conocer”: Sn. Jn. 1, 18; “Pues, por supuesto que nadie ha
visto al Padre: sólo aquel que ha venido de Dios, ha visto al Padre”: Sn. Jn. 6, 46; “Mi
Padre, ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo, sino el Padre
y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a
conocer”: Sn. Mt. 11, 26.
Para los exigentes basta por hoy de citas bíblicas, pero nuestra Santa Iglesia,
conocedora de ellas, reunida en el segundo Concilio Ecuménico en Constantinopla,
año 381, conservó esta expresión en sus formulación del Credo de Nicea y confesó:
“Al Hijo único de Dios, engendrado del Padre, antes de todos los siglos, luz de
108 Perfecta Unión de María con Jesús
se espera; la prueba de las realidades que no se ven” Heb. 11, 1. Ningún documento
lo atestigua: Sn. Jn. 21, 25.
Volvemos con lo relacionado a la asunción al cielo de María Santísima. No hay
nada escrito, (insisto en leer Sn. Jn. 21, 25), solamente se estima que tan pura, tan santa,
tan limpia, tan inmaculada, ¿cómo imaginar que iba a ser sepultada, cuando no se sabe
nada de ella, iba a tener la misma suerte de los mortales? No hay descripción después
de Pentecostés, capitulo tratado en otra parte de este libro, en la parte importante
que describe ”haber sido llena del Espíritu Santo” junto con los apóstoles. Después
desaparece de escena. Como María era orante, leía las sagradas escrituras, en donde
con otras vírgenes sabían de la próxima venida del Salvador del genero humano a
través de una Virgen. De seguro leyó: ¿”Señor, quién entrará bajo tu tienda y habitará
en tu montaña santa”? El que es irreprochable y actúa con justicia, el que dice la verdad
de corazón y no calumnia con su lengua” Sal. 14, 1. 2. y “Guárdame oh Dios, pues
me refugio en ti. Yo digo a Yahvé ¡Tú eres mi Señor, mi bien, no hay dicha fuera de
ti! Sal. 15, 2; “Por eso está alegre mi corazón, mis sentidos rebozan de júbilo y aún mi
carne descansa segura: pues no has abandonado mi alma a la muerte, ni dejarás que yo
sufra la corrupción. Me enseñarás la senda de la vida, gozos, plenitud en tu presencia,
delicias para siempre a tu derecha”: Sal. 16. 9, 11.
La pregunta que cabe, no es a base de suposiciones, sí a base de lógica: ¿Cómo
Jesús iba a abandonar a su Madre? Fue la más leal de sus discípulos, Jesús les ofreció
a ellos: “No se turbe su corazón, creen en Dios, crean en mí”, “en la casa de mi
Padre, hay muchas mansiones, sino no se los hubiera dicho, voy a prepararles un
lugar”: Sn. Jn. 14. 1, 2. No cabe la menor duda, María estuvo firme hasta el final
con el discípulo amado, Juan. ¿Iba Jesús a dejar que su Madre, la del “si” sufriera
la descomposición general de todo cadáver, cuando somos pasto de gusanos, nos
deformamos, descomponemos, culminamos en el recorrido, sin piel, sin partes
blandas que es lo que le da forma al cuerpo, quedando en esqueleto? No. Y Dios
¿donde queda?
¿Después de la fidelidad, docilidad, obediencia terrena, no merecía un premio
celestial? A la cooperadora mayor de la redención del género humano, siempre
corporal o espiritualmente al lado de su Hijo.
Al escoger Dios a una Virgen para Madre de su Hijo, tuvo mucho cuidado en la
selección. Ella fue Reina y Madre, ocupando realeza materna, por su relación directa
con su Hijo Jesús, “cuyo reinado no tendrá fin”. Sn. Lc. 1, 33 y por su asociación
a él y con él en la obra salvífica, fue destinada a hacer de todos los hombres “un
linaje real” Ap. 5, 10. En el cumplimiento de su misión sobre la tierra, María fue
perseverante y fiel hasta el fin y recibió como premio: “merecida corona” 2ª. Tim. 4,
8; la “merecida corona perenne de la gloria”. 1ª. Pe, 5, 4, para reinar con Jesucristo,
de suerte que en ella, se ha cumplido anticipadamente, lo que San Pablo animaba a
todos: “si perseveramos, reinaremos con él” 2ª. Tim. 2, 12.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 111
María fue “exaltada por el Señor, para que más plenamente se asemejara a su
Hijo: Señor de señores”: Ap. 19, 16. Su realeza celeste, no la aleja de nosotros; antes
bien, es la continuación sublimada de su función materna, por tanto amor ejercido
ya en la tierra. En el mismo Apocalipsis de San Juan: “Apareció en el cielo una
magnífica señal: Una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza
una corona de doce estrellas; está embarazada y grita de dolor de parto, porque le ha
llegado la hora de dar a Luz…Apareció en el cielo, otra señal: un gran dragón rojo
con siete cabezas y diez cuernos y en la cabeza siete coronas, con su cola, barre la
tercera parte de las estrellas del cielo, precipitándolas sobre la tierra.… El dragón se
detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar al hijo en cuanto naciera.
Y la mujer dio a luz un hijo varón que ha de gobernar a las naciones, con vara de
hierro, pero su hijo fue arrebatado y llevado ante Dios y su trono, mientras la mujer,
huyó al desierto, donde tiene un lugar que Dios le ha preparado. Allí la alimentarán
durante mil doscientos sesenta dias….
Entonces se desató una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron
contra el dragón. Lucharon el dragón y sus angeles, pero no pudieron vencer y ya
no había lugar para ellos en el cielo. El dragón grande, la antigua serpiente, conocida
como el Demonio o Satanás, fue expulsado; el seductor del mundo entero fue
arrojado a la tierra y sus angeles con él. Oí entonces una fuerte voz en el cielo,
que decía: Por fin ha llegado la salvación el poder y el reinado de nuestro Dios”
Ap. 12. 1, 10. El triunfo del Hijo se evoca aquí, inmediatamente después de su
nacimiento. El texto apocalíptico, sin duda alguna se refiere a la Iglesia, donde nace
Jesús espiritualmente, entre dificultades y persecuciones, bajo la estricta protección
divina. Tal es en efecto, la panorámica general del Apocalipsis, que San Juan escribió
a fines del siglo I, teniendo ante su mirada, la situación de la Iglesia, cuyo crecimiento
en medio de obstáculos internos y externos, había de ser la pauta de su vida en todos
los tiempos.
No se puede descartar sin embargo, la alusión a María en el mismo texto por las
resonancias que hay en él de lugares bíblicos, relativos al Mesías, su Hijo. Se trata en
el pasaje apocalíptico de una mujer que aparece como una señal, evocando al Profeta
Isaías 7, 14. “El Señor por su cuenta, te dará una señal: “Miren la Virgen está en
cinta y da a luz un Hijo y le pone por nombre Enmanuel”, por supuesto el Profeta
profetiza, el historiador, relata; el herrero, trabaja el hierro; el Médico, examina y
sana; todo con la ayuda de Dios. Desde entonces se espera el cumplimiento de la
profecía, esa realidad ocurre y se realiza a través de María con su Enmanuel: (Dios
con nosotros) que es el mismo Jesús. Se alude al conocimiento del nacimiento de un
hijo varón destinado a gobernar las naciones, como se esperaba del Mesías, según
palabras puestas en boca del mismo Mesías esperado: ”Voy a proclamar el decreto
del Señor, que me ha dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Pídemelo, te
daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra; los gobernarás
con cetro de hierro”. Sal. 2. 7, 9.
112 Perfecta Unión de María con Jesús
A fines del S. IV, San Epifanio: “se refiere a lo que pudo ser el desenlace de
la vida de María y aunque afirma que nada sabe con certeza, no excluye que se
encuentre en las delicias el sagrado cuerpo de aquella por medio de la cual brilló la
luz del mundo”. En los siglos IV y V, algún autor, lo interpretó en sentido mariano,
pero sin referencia a la asunción. Referencia insinuada en la Edad Media, por
medio de la teología escolástica, pero la exégesis científica posterior, la descartó.
El Señor Jesús dijo: “La verdad los hará libres” y es la libertad que necesitamos,
para sentirnos libres del acoso en contra de la asunción de la Virgen a los cielos.
Convengamos que sólo a través de la revelación divina, es posible conocer el hecho
complejo y misterioso de la asunción de María a los cielos. Mientras, las reacciones
ante los escritos apócrifos, abarcaban desde la ciega aceptación de cuanto en ellos
se leía, hasta la completa negación de su valor histórico y testimonial; empezaron
algunos a buscar un posible fundamento teológico, sobre el cual asentar la verdad
sobre la asunción corporal y del alma; de acuerdo a la difusión en aquellos escritos.
Este trabajo iniciado en el S. VI y estimulado por la dedicación de una fiesta
litúrgica a la Dormición de María, alcanzó en oriente su culminación en el S.
VIII.
En occidente, la fiesta fue introducida en el S. VIII, continuaron las discusiones,
a causa de un escrito difundido falsamente, con la firma de San Jerónimo. No se
aceptan ni trucos ni falsedades, sin base teológica. Por fin, a comienzos del S. XI,
atribuido también falsamente a San Agustín, fue cuando los grandes escolásticos,
aún los que negaban la inmaculada concepción de María, comenzaron a afirmar
abiertamente su “asunción corporal al Cielo”. La creencia se hizo unánime en
occidente y en oriente y desde entonces continuó ya sin interrupción.
La asunción de María al Cielo, no fue observada por testigo alguno, como en
Jesucristo. Jesús era y es Jesús, María era y es María; ella nunca ha tratado ni ha sido
mayor que él, nunca ha luchado por lucir más y mejor que él, siempre estuvo como
detrás de la puerta, nunca trató en ningún momento de sobresalir, recordemos a
la “humilde esclava del Señor”, así se mantuvo, se sigue manteniendo en nuestros
corazones y nuestras mentes. Así de sencillo, que no haya celo, no es que se quiera
ni se deba cometer el error de anteponerla a Jesús. Jesús es el sol que alumbra a
María, que es la luna, sin sol, no hay luna. Asi de clara es la situación. Por lo tanto
no hay discusión. La asunción de María, fue como ese algo impensado o por lo
menos seguro en un principio, que llegó a conocerse y aceptarse con certeza, como
contenido en la revelación, gracias a una reflexión sobre el designio del Salvador de
Dios y sobre algunas verdades reveladas.
Las verdades reveladas, que incluyeron su aceptación indiscutible la “asunción
de María en cuerpo y alma al cielo”, fueron: su maternidad divina, su integridad
virginal, su vínculo con el Salvador y su plenitud de “gracia”. He aquí las reflexiones
de la Iglesia, partiendo de dichas verdades innegables, indudables e indiscutibles.
114 Perfecta Unión de María con Jesús
No cabe imaginar, que quien amó en la tierra a Dios, como verdadero Hijo y fue
por él amada como verdadera Madre, viviese largo tiempo en el cielo, privada, al
igual que su Hijo mismo, del gozo de aquella cercanía intima, física y espiritual, que
anhelan quienes profunda y tiernamente se aman.
Tenemos que entender, poner nuestra mejor voluntad, en lo relacionado con
María, la Madre de Dios hecho Hombre; Jesucristo, no iba a exponer a su Santísima
Madre, pura, limpia e inmaculada a la corrupción, descomposición y hasta la
putrefacción de su cuerpo: “Cuando Dios los visite, lleven mis huesos de aquí, junto
con ustedes”: Gen. 50, 25, en señal de que cuando se entierra a alguien, termina en
huesos pelados, o al “polvo eres y en polvo te convertirás”: Gen. 3, 19. Si la última
“palabra” pronunciada en la cruz, antes de expirar Jesús, gritó fuerte y entregó
su “espíritu”. “Padre, en tus manos encomiendo mi “espíritu”: Sn. Lc. 23, 46 y la
presencia del “alma” y del “espíritu” que juntos viven en María: “Tan verdad, como
que vive mi “alma”: Am, 6, 8; bíblicamente, queda demostrado que Dios Padre
celestial, asciende a Jesús al cielo. “en cuerpo, alma y “espíritu” “María fue “asunta”
al cielo en “cuerpo, alma y espíritu”, por haber amado con el “alma” y el “corazón”
y cumplido su vida en el “espíritu”, al realizarse en ella, el primer Pentecostés de los
evangelios, donde ya goza de las delicias, de nuevo al lado de su Hijo Santo.
Oración: “Sal alma cristiana de este mundo, en nombre de Dios Padre omnipotente,
que te creó; en nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por ti padeció; en
nombre del “Espíritu” Santo, que se derramó sobre ti, habitas en la santa Sión, con
la Santa Virgen María, Madre de Dios, con San José su castísimo esposo y todos los
ángeles y santos de Dios, por el mismo Jesucristo” Amén.
Con relación a la asunción de María al cielo, nos enriquecemos con la palabra de
Dios, no propiamente dirigidas a ella, por ser la mayoría del Antiguo Testamento,
pero con carácter profético, que la ubican por insinuación con cada una de las
palabras en el Nuevo Testamento:
“Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús”. Sn. Lc. 1, 42.
“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora
de nuestra muerte”. Amén. “Esta segunda parte es obra de la Iglesia, que completa
el Ave María”.
Lo que continúa, es la versión última de la proclamación del fundamento del
Dogma, sobre la Asunción de la Virgen Santísima, a través de la constitución
apostólica Municentessimus Deus, que SS Papa Pío XII, Eugenio Pacelli, sin
discusión alguna, con los fundamentos por él y los obispos expuestos:
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 115
E l Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar
con todos los obispos de la Iglesia Católica y de escuchar el sentir de los fieles,
el primero de noviembre de 1950, definió solemnemente con su suprema
autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Este fue promulgado en la
Constitución "Munificentissimus Deus":
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del
Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María
su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor
del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y
para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo,
de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre
de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
¿Cual es el fundamento para este dogma? El Papa Pío XII presentó varias razones
fundamentales para la definición del dogma:
1- La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es
consecuencia del pecado y como María, careció de todo pecado, entonces
Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces,
entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del Cielo.
2- Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del
cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de
la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió,
le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús
permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.
3- Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad
virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente
que después de la muerte no sufriera la corrupción.
4- Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor,
por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de
consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la
redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 117
relucir, con flores que reflejen los tiempos litúrgicos, imágenes del Santo, a cuyo
nombre es dedicada la Iglesia o Parroquia. Las imágenes del Vía crucis, que nos
recuerden el sufrimiento padecido por Jesús, nuestra razón de ser, nuestro guía,
nuestra luz, nuestra salvación, lo que nos motiva a adorarlo, admirarlo, amarlo,
alabarlo, glorificarlo y bendecirlo con alegría; con la boca, los brazos y el corazón.
No es que queramos darle gusto a los detractores, que nos influencien, que nos
inquieten, no. El objeto, es no darles motivo a ataques indebidos y cumplir con la
ordenanza y deseo de Vaticano II. Pero como cristianos marianos, no debe faltar
una imagen de la Virgen santísima en cualquiera de las advocaciones, “amándola
y venerándola”, con toda sinceridad o aprovechándose de su presencia el rezo del
Santo Rosario, que es una franca alabanza a Dios, antes o después de la Misa, no en el
momento de la Misa. Esta devoción, no es optativa, es necesaria, dada su calidad de
medianera e intercesora y la distribuidora de todas las “gracias”, desde el momento
en que es la corredentora del genero humano, por ello, la Iglesia nos exhorta a todos
los fieles, para que como el Apóstol San Juan:”La tengamos en nuestras casas”: Sn.
Jn. 19, 27; eso no es invento, es bíblico, sin discusión; no sólo en nuestras casas,
sino en nuestro corazón, en nuestra parroquia, en nuestros labios y por qué no en
nuestra Patria, porque: ¿Quién causa tanta alegría? “La concepción de María”, si es
la Madre de nuestro Señor Jesús, por encima de todos los santos, una filial y especial
devoción, dada sus virtudes, como la oración, la piedad, la humildad, la sencillez, la
lealtad, la fidelidad y tantas virtudes que la adornaron, que juntas contribuyen a la
virtud por excelencia de la Justicia. La devoción es una consagración, una entrega
del hombre al servicio de Dios y de la familia de Dios, que abarca a los angeles y a
los santos.
Las primeras noticias relacionadas al culto y veneración tributada a María, apareció
en un escrito apócrifo del Siglo II, en que se hablaba de su tumba, conservada en
Jerusalén. No consta sin embargo, se tratara de un culto público y comunitario,
tampoco de su veracidad. En el mismo siglo, los santos padres, anteponen a Eva y
María, pero sus afirmaciones, se refieren únicamente a la fe y obediencia con que
María en la anunciación, desató la atadura del pecado de Eva, sin hacer ulteriores
consideraciones acerca de la ausencia total del pecado en su vida. También los
cristianos, habían comenzado a honrar a los mártires, en el aniversario del dia de su
martirio, conmemorándose como dia de natalicio a la vida eterna.
María entra en la liturgia, vinculada al misterio de la encarnación del Hijo de Dios,
con una conmemoración en honor de ella, alrededor de la Navidad, que se inicia en
oriente en el S. IV y pasa a occidente en el S. V. Desde entonces está atestiguada
la conmemoración, en una plegaria eucarística. Por este tiempo, los santos padres,
se fijan en su plenitud de “gracia” y hablan de su total limpieza y hermosura, de su
excelsa santidad, pero no hacen mención específica de su concepción inmaculada.
Algunos símbolos de fe de aquel tiempo, la llaman simplemente: “Santa”. DS 4460.
120 Perfecta Unión de María con Jesús
en Vaticano II: “Así pues, siguen conservando sus derechos las opiniones que en
las escuelas católicas se proponen libremente acerca de aquella que, después de
Jesucristo, ocupa en la santa Iglesia, el lugar más alto y a la vez el más próximo a
nosotros”: LG 54.
”Uno sólo es el mediador”, según la palabra del Apóstol: “Porque uno es Dios
y uno también el mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús, que
se entregó a sí mismo, para redención de todos”. 1. Tim. 2. 5, 6. Sin embargo, la
misión maternal de María, para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo
alguno esta mediación que le corresponde únicamente a Jesús, antes bien, sirve para
demostrar el poder de Jesús. Pues todo el influjo salvífico de la Santísima Virgen,
sobre los hombres no emana de una necesidad ineludible, sino del divino beneplácito
y de la superabundancia de los méritos de Jesús; se apoya en la mediación de este,
depende totalmente de ella y de la misma, saca su poder.”Y María lejos de impedir la
unión inmediata de los creyentes con Cristo Jesús, la fomenta”: LG 6O.
Menciona además estas prerrogativas como títulos al culto y devoción que se
le tributan, cuando afirma:”María que como Madre Santísima del Dios Hombre,
activamente presente en los misterios de su Hijo, fue por “gracia” divina enaltecida
después de su Hijo, sobre todos los angeles y los hombre, es justamente honrada por
la Iglesia, con un culto especial” y agrega: “Por este motivo principalmente, a partir
del Concilio de Efeso, ha crecido maravillosamente el culto del pueblo de Dios,
hacia María, en veneración y amor, en la invocación e imitación ”: LG 66.
Sabiamente, nos aconseja: “En las expresiones o en las palabras, eviten
cuidadosamente todo aquello que pueda inducir a error en los hermanos separados o
a cualesquiera otras personas acerca de la verdadera doctrina de la Iglesia. Recuerden
finalmente los fieles, que la verdadera devoción, no consiste ni en un sentimentalismo
estéril y transitorio, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica ,
que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un
amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes”: LG 67.
“SOLO AL SEÑOR TU DIOS, ADORARÁS”.Sn. Jn. 4, 24: Sn. Mt. 4, 1º.
124 Perfecta Unión de María con Jesús
“ANTOLOGIA MARIOLÓGICA”
las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.” Sn. Jn. 14. 25, 26; “Cuando
venga el Protector que les enviaré desde el Padre, por ser el Espíritu de Verdad,
que procede del Padre, dará testimonio de mi. Y ustedes también darán testimonio
de mí, porque han estado conmigo desde el principio”. Sn. Jn. 15. 26, 27. “Pero es
verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya
el Paráclito no vendrá a ustedes. Si me voy, es para enviárselos”: Sn. Jn. 16, 7.
Es de suma importancia, hacer el relato de la institución de la Eucaristía, durante
la última cena del Señor Jesús: “Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los
apóstoles y les dijo: Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes antes de
padecer; porque les digo que ya no la comeré más, hasta que halle el cumplimiento
en el reino de Dios”….
“Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: “Tomen esto y repártanlo entre
ustedes; porque les digo que a partir de este momento, no beberé del producto de la
vid, hasta que llegue el Reino de Dios. Tomó luego pan y dadas las gracias, lo partió
y se los dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por ustedes, hagan esto
en memoria mía. Hizo lo mismo con la copa, diciendo: Esta es la copa de la Nueva
Alianza, sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes” Sn. Lc. 22. 14, 20. Las
eucaristías, se realizan en cumplimiento de su palabra e indicación, en memoria y en
honor de Jesús sacramentado.
A continuación viene la pasión y el camino al Calvario, la crucifixión, la presencia
de Maria su Madre: “Junto a la Cruz, estaba su Madre y la hermana de su Madre,
Maria, la mujer de Cleofás y Maria Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y junto a
ella al discípulo amado, dice a su Madre: Mujer ahí tienes a tu hijo, luego dice al
discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su
casa”. Sn. Jn. 19. 25, 27. “Jesús probó el vino y dijo: “Todo está cumplido. Después
inclinó la cabeza y entregó el Espíritu” Sn. Jn. 19. 30, Esta entrega generosa fue a
su Iglesia, hace más de dos mil años. Continúa ya resucitado con la más completa
descripción en los Hechos de los apóstoles: “De hecho, se presentó a ellos después
de su pasión y les dio numerosas pruebas de que vivía, durante cuarenta dias se
dejó ver de ellos y les habló del Reino de Dios” y agregó: “Juan bautizó con agua,
pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos dias”. Hch. 1.
3, 6, anunciándoles Pentecostés. Que ocurrió en su ausencia, diez dias después de la
Ascensión o cincuenta días después de la Pasión.
El objeto de celebrar Pentecostés, que inició como festividad agraria, conmemora
en lo sucesivo, el hecho histórico de la alianza, para convertirse al fin en la fiesta del
Don del Espíritu Santo, inaugurando en la tierra, la nueva Alianza:
A) Efusión escatológica del Espíritu. Sn. Pedro cita al Profeta Joel. 3. 1, 5.
Ahí muestra que Pentecostés realiza las promesas de Dios: en los últimos
tiempos el Espíritu, será dado a todos, cita además a Ez. 36. 27. Jesús había
anunciando que el Precursor estaría presente y que los iba a bautizar en el
126 Perfecta Unión de María con Jesús
maravillosa sabiduría, que tan hermosas lecciones, pudo darnos sobre la Virgen.
Por último, la selección obediente al magisterio de SS Juan Pablo II, copiosísimo y
rebosante de amor y devoción a la Madre del Redentor, queda resonando todavía,
abierta la escucha de su palabra, quien aprovechó sus 25 años en el Trono de
Roma.
De esta forma, he recolectado este valioso material, ordenando los textos
correspondientes a cada uno de los pontificados, de forma que se lograse una cierta
armonía temática-cronológica, escritos públicos, indicando simplemente al final
de cada exposición, la fecha en que fueran emitidos. Las sabias enseñanzas de SS
Juan XXIII, quien ideara por inspiración del Espíritu Santo e inaugurara el Concilio
Vaticano II, siendo el Vigésimo segundo Concilio ecuménico de la Iglesia Católica.
Convocado, con el objeto de conseguir la Renovación de la Iglesia y preparar la
unidad de las diversas iglesias cristianas, asi como discutir sobre la libertad religiosa,
la revitalización de la Liturgia y la interpretación de la Biblia. Clausurado por SS Pablo
VI, El 8/12/65. Como preludio del Concilio nos dice SS Juan XXIII: “Porque lo
que se exige hoy de la Iglesia, es que se infunda en las venas de la humanidad actual,
la virtud perenne, vital y divina del Evangelio. La humanidad alardea de sus recientes
conquistas en el campo científico y técnico, pero sufre también las consecuencias
de un orden temporal que algunos han querido organizar, prescindiendo de Dios”.
Observamos un ateismo galopante en todo el orbe, pero firmeza en nuestra Santa
Iglesia.
Por esto, el progreso espiritual del hombre contemporáneo, no ha seguido los
pasos del progreso material. De aquí surgen la diferencia por los bienes inmortales,
el afán desordenado por los placeres de la tierra, que el progreso técnico pone con
tanta facilidad al alcance de todos y por último un hecho completamente nuevo y
desconcertante, cual es la existencia de un sistema militante, que ha invadido ya a
muchos pueblos”
Nos introduce dulcemente en el abordaje de:
“La piedad mariana, comprendida según la doctrina de la Iglesia, no puede menos
de llevar más segura y rápidamente las almas hacia Jesucristo, nuestro único y divino
Salvador”. 18/02/59.
“Cuánta es la grandeza, cuánta la gloria de Maria, a la luz de la Santísima
Trinidad…Hija, Madre, esposa de las personas divinas. Por la presencia de Maria
surgen especiales relaciones del paraíso con la tierra, del Hijo de Dios con los hijos
de los hombres. A través de María, todos somos llamados a formar parte de aquella
gran familia”. 24/05/59.
“Ya en la Eucaristía nos ha dejado el Redentor, el testamento supremo de su
cuerpo y de su sangre. Pero en el Calvario, el justo condenado, hizo su segundo
testamento de familia; quiso dejarnos a Maria, su Madre, como Madre nuestra,
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 129
confiándola a San Juan, que notario y testigo de tan grato don, nos representaba a
todos”. 16/09/59
“La Inmaculada evoca los fulgores de la aurora. Preservada inmune de la
contaminación original, Maria es repleta de gracia desde el primer instante de su
concepción. Ya en el seno materno, el alma de Maria resplandece de luz divina.
Después de una noche de largos siglos transcurridos desde la culpa de los primeros
padres, se levanta esta estrella matutina, límpida y pura, transparente e inviolada,
mientras el cielo alborea como promesa del dia que amanece. La intimidad con
Dios, concedida a Adán en su creación y tan pronto perdida, vuelve en Maria a
su perfección original y ya se anuncia la llegada del Sol de justicia, de aquel que,
comunicando la vida, restablece en los hombres de buena voluntad la amistad y
unión con Dios….
Inmaculada significa también promesa y flor blanca de redención. Aquella que,
en atención a los meritos de su Hijo Redentor, fue preservada de la mancha original,
tuvo este privilegio porque estaba predestinada a la sublime misión de madre de
Dios; ella que debía dar carne mortal al verbo eterno del Padre, no podía estar
contaminada un solo instante por la sombra del pecado. Inmaculada dice por tanto,
dependencia de Jesucristo, pues todo lo ha recibido la Madre, en función de su Hijo.
El brote en la tierra de esta corola blanquísima es presagio seguro de reconciliación
de la humanidad con Dios.
La Inmaculada sugiere además orden y belleza. Orden de su naturaleza elevada
por la “gracia” apenas salida de las manos del Creador y por ello dócil a su querer
y a sus deseos. Belleza que brota de este orden y es su luminoso coronamiento…
Finalmente, Inmaculada dice visión de paraíso. Aquella gracia que le fue concedida
en grado perfecto y sobreeminente desde el primer instante de su existencia terrena
y que también a nosotros nos es dada, aunque en medida ciertamente inferior, es
solo una prenda de la bienaventuranza eterna. La Inmaculada preanuncia el alba de
aquel dia eterno y nos guía y sostiene en el camino que todavía nos separa de él”.
7/12/59.
“En su maternidad divina, se funda el título de Reina, que resume todas sus
grandezas. Mueve el corazón del Salvador y está en posesión del corazón de los
hombres. Es la Madre de la Iglesia y con su oración omnipotente y con las “gracias”
que derraman sus manos sobre el mundo, contribuye a la siembra y expansión de la
semilla evangélica”. 13/12/59.
“El verbo se hace carne y viene a habitar entre nosotros. “Hemos visto su
gloria”: Sn. Jn. 1. 14. Esta gloria divina se derrama sobre la humanidad y la penetra
profundamente en aquel en quien “habita corporalmente la plenitud divina”. Col. 2.
9. Y la virgen santa, escogida para ser su madre bendita, le ofrece, con la naturaleza
humana asumida en su seno inmaculado, toda la familia humana, devuelta a la certeza
de una vida nueva”. 25/03/60.
130 Perfecta Unión de María con Jesús
“La devoción a Maria Santísima, no tiende a otra cosa que hacer más firme,
pronta y operante nuestra fe, más ardiente nuestra caridad y más sincero y fecundo
nuestro compromiso cristiano”. 28/03/60.
“Maria, la dulce Madre de Jesús, verbo divino, que por la gracia del Espíritu
Santo, se hizo carne en ella fue hecha así, Madre nuestra”. 5/06/60.
“Se habla de fraternidad sin Dios. ¡Vana ilusión!…. Recordad que quien ama en
el corazón de Maria, da un amor fuerte y de pura ley, pues no existe afecto humano
que pueda igualar al de la madre. María es Madre, como ninguna otra. Os busca a
todos para estrecharos contra su corazón. Cerca de él, todos os sentiréis hermanos”.
11/09/60
“Cualquiera que sea nuestro estado de vida y nuestras responsabilidades, todos
estamos envueltos por la dulce maternidad de la Virgen María, que obra en favor
nuestro, como una madre que se prodiga por sus pequeños: ella ama, ella cuida, ella
protege, ella intercede”. 9/06/61
“La devoción a la Virgen María Madre de Jesús y Madre nuestra, ha de ser
cultivada con sentido católico, moderando la tendencia del sentimiento, a quedarse
en las pequeñas efusiones del sentimiento, a las que se abandona a veces nuestro
pueblo, exaltando, las particularidades locales más bien que los títulos de honor
preclaros preeminentes de María” 27/07/61
“Todos nosotros, pensando en la madre, sabemos que somos hermanos del Hijo,
sabemos que el Espíritu, la divinidad del hermano, pasa místicamente a nosotros y
de este modo, podemos comprender muchas verdades misteriosas y admirables…Es
necesario pues, que profundicemos, que procuremos con todos los medios, cultivar
en nosotros estos sentimientos, avivando siempre nuestro amor fervoroso a María”.
15/08/61.
“María se encontraba orando con los apóstoles…en espera del prodigio que
había de dar cumplimiento pleno a la palabra de Jesús. El Espíritu consolador, iba
a confirmar la enseñanza del Hijo de Dios y a renovar toda la tierra…Ella estuvo
presente en el cenáculo y permanece con nosotros, incomparable guía y protección
durante toda nuestra vida, a lo largo de los siglos que verán la obra de la Iglesia, hasta
la consumación del tiempo, hasta abrirse la eternidad de gozo para los redimidos”.
6/06/62.
“En la vida orante de la Iglesia universal, precede y sobresale la adoración y
glorificación de la Santísima Trinidad augusta: Padre, Hijo y Espíritu Santo. A la luz
de la misma Trinidad sigue debidamente distanciada en la Liturgia, la veneración
a María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y por este título: poderosa y suavísima
Madre nuestra”. 24/06/62.
“Jesús, el Redentor del mundo se presenta a la humanidad a través de María,
en los brazos de María. Con Él está la Madre durante el largo recogimiento de
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 131
“En María se cumple de modo perfecto cuanto Cristo Jesús ha dado y prometido
a la humanidad redimida; ella ha sido la primera en participar de su obra de salvación
y de sus méritos y por eso es entre todos, el miembro primero y privilegiado del
Cuerpo místico, hasta el punto de reflejar en sí, como tipo y modelo, la entera figura
de la Iglesia”. 24/03/64
“Quien establezca una confrontación entre María y la Iglesia encontrará razones
bellísimas para reunir a las dos en una viva admiración del designio de Dios, que
quiso para llevar a cabo la redención, la cooperación humana: la de María y la de
la Iglesia; encontrará en la tradición secular, teológica y litúrgica, referidos muchas
veces a María y a la Iglesia los mismos símbolos; encontrará que María es la figura
ideal de la Iglesia….En María, “llena de gracia”, hallamos todas las riquezas que
la Iglesia representa, posee y dispensa; en María, sobre todo, tenemos a la Madre
virginal de Cristo Jesús y en la Iglesia, a la Madre virginal de los cristianos. María y la
Iglesia son realidades esencialmente insertas en el designio de la salvación, que nos
ofrece el único principio de gracia y único mediador entre Dios y el hombre, que
es Cristo Jesús…Quien ama a María debe amar a la Iglesia y quien quiera amar a la
Iglesia, debe amar a María”. 27/05/64.
“Nunca podremos cumplir plenamente nuestro deber de venerar a María,
cuyo título a tales honores sobrepasa nuestros límites y nuestras posibilidades”.
15/08/64
“Una lámpara es hermosa si está encendida. La luz de María es Cristo Jesús… Si
la disociáramos de Jesús, el culto a María perdería su razón de ser”. 15/08/64.
¿Porqué – nos podemos preguntar—debo honrar a la Virgen?. La respuesta
es fácil. El Señor ha sido el primero en honrarla. María es la Madre de Jesús, los
designios de Dios se cumplieron por medio de ella, la Providencia hizo girar en
torno a esta Mujer escogida, su plan de salvación”. 15/08/64.
“María es el anuncio, María es el preludio, María es la aurora, María es la vigilia,
María es la preparación inmediata al coronamiento y término del desarrollo secular
(que sucede o se repite cada siglo) del plan divino de la redención; es la meta de la
profecía, es la clave de la inteligencia de los misteriosos mensajes mesiánicos, es el
punto de llegada del pensamiento de Dios….La aparición de María en la historia del
mundo, es como el encenderse de una luz en un ambiente oscuro; una luz mañanera,
todavía pálida e indirecta, pero suavísima, hermosísima. La luz del mundo, Jesucristo,
está para llegar; el destino feliz de la humanidad, la posibilidad de su salvación es ya
segura: María la trae consigo” 8/09/64.
“Una mujer—no conocemos su nombre—una mujer del pueblo, entusiasmada
por las palabras de Jesús, se puso a gritar: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos
que te criaron”. Pero el Señor replicó: “Dichosos los que escuchan la palabra de
Dios y la cumplen”. Lc. 11. 27, 28. Referida a la Virgen, esta respuesta no desconoce
134 Perfecta Unión de María con Jesús
es la Iglesia. Por eso María, siendo Madre de Jesucristo, lo es también de todos los
fieles y pastores, es decir, Madre de la Iglesia”. 21/11/64.
“La virgen inmaculada, que pronunció el “fiat” de la perfecta conformidad al
divino querer, aceptando ser la Madre del Verbo encarnado, escogió la participación
voluntaria a los padecimientos de su Hijo Redentor”. 30/07/66
“Cuando hacemos hoy estudios sobre el hombre, encontramos innumerables
imperfecciones, miserias, complejos; también elementos nobles y elevados, pero
mezclados con deficiencias profundas…Ahora bien. Si aplicamos nuestros criterios
de estudio de María…, captamos el resplandor inmediato de una belleza virgen,
pura, inocente, inmaculada, nativa, originaria, que no conoceríamos exactamente en
su realidad si ésta Cándida criatura no nos hubiera sido dada”. 15/08/66
“María es aquella hacia la cual la Iglesia toda se orienta cuando quiere afianzar su
propia vocación escogidísima a ser siempre y en todas partes enteramente de Jesús”.
15/08/66.
“Como vemos en gran parte de la juventud, hoy se va buscando el tipo, el modelo,
la figura de aquel o de aquella que de algún modo personaliza un modo de vivir. Esto
viene a confirmar que la pedagogía de la Iglesia, al proponer a María como ideal
maravilloso, no es anacrónica o inadecuada. Al contrario, responde plenamente a las
aspiraciones limitadas y acuciantes del corazón moderno…
Contempla a María—dice la maternal recomendación de la Iglesia, sé su
admirador, sé capaz de escrutar, al menos con algún sentimiento de nostalgia, este
ideal purísimo de humanidad que es la Virgen”. 15/08/66.
“En María se refleja fielmente la idea creadora de Dios y se realiza la definición
intacta y auténtica del hombre, imagen suya. Luz, inteligencia, dulzura, profundidad
de amor, belleza, en una palabra, brillan en el rostro cándido e inocente de la
Virgen…Bastaría este pensamiento para embelesar nuestros espíritus, que tanto
más ávidos están de belleza humana cuanto más falso, mas impúdico, mas deforme,
mas doliente se nos presenta hoy el semblante humano en la múltiple y como
obsesionante visión del arte figurativo. Párese en este pensamiento el que quiera
restaurar la ciencia de la belleza y a fin de descubrir sus relaciones trascendentes para
gozo interior y expresión exterior, reencuentre a María la más alta, la mas verdadera,
la más típica figura de la estética espiritual humana”. 8/12/66.
“No se comprende a María, la madre, sin el Hijo. Los privilegios de María
santísima le vienen de Jesús. Ella es como la luna: si el sol se apaga, no la vemos;
si en cambio, los rayos del sol la alcanzan, se ilumina. El culto a María es un culto
introductivo; vamos a María para llegar a Jesús…a través de ella, llegamos a Cristo
Jesús, el Hijo de Dios”. 5/03/67.
“Una circunstancia muy importante hay que poner de relieve: María estuvo
ciertamente iluminada por un carisma de luz extraordinario, cual su inocencia y su
136 Perfecta Unión de María con Jesús
nuestra religiosidad, nuestra visión de la vida, nuestra energía moral, volverse blandas,
femeninas, infantiles! Basta acercarse a ella, poetisa y profetisa de la redención y
escuchar de sus labios angelicales el himno más fuerte y renovador que jamás se
haya pronunciado: El Magnificat; es ella quien revela el designio transformador
del proyecto cristiano, la eficacia histórica y social brota todavía del cristianismo”.
24/04/70.
“Con su magnánime valentía, que supera a cualquier figura clásica de heroísmo
moral, ella estaba junto a la cruz de Jesús”. 20/02/71.
“San Lucas, como insinuando la fuente auténtica de su encantadora narración
acerca de la noche de Belén, concluye con este precioso testimonio: ¡María conservaba
el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior! Sn. Lc. 2. 19. En una confidencia
delicadísima y estupenda, nos revela la vida íntima de la Virgen, la segunda forma
como hizo suyo el acontecimiento exterior del nacimiento de Jesús, del cual ella
como Madre, había sido felicísima protagonista. Ella pensaba de nuevo, revivía,
intentaba comprender mejor, darse cuenta, traducir en términos de pensamiento y
de amor lo que en ella y por medio de ella, había tenido lugar en términos de suceso,
de historia concreta, en las circunstancias exteriores que nosotros calificamos de
reales. Buscaba la realidad superior y total de los hechos en significado profundo, es
decir, en el pensamiento divino, del que eran expresión; intentaba penetrar, asir en
la medida de lo posible, disfrutar del misterio. Algo semejante a lo que imaginamos
ocurre en todas las madres cuando engendran de nuevo en su corazón al propio
hijo, anteriormente engendrado en sus entrañas. Así es, sin duda como se forma en
el corazón de una madre”. 27/12/72
“En el resplandor matinal del episodio evangélico (de la presentación de Jesús
niño en el templo), que es como el ofertorio de la gran obra sacrificial y redentora de
la vida de Jesús, María está junto a su Hijo, consciente por la profecía de su misión
dolorosa, asociada ya anticipadamente a la pasión”. 2/02/74.
“Hagan lo que él les diga”: Sn. Jn. 2. 5. Estas palabras que en apariencia expresan
tan solo el deseo de poner remedio a la incómoda situación de un banquete de
bodas, si se tiene en cuenta la perspectiva peculiar del cuarto Evangelio, vienen a
ser en realidad como una resonancia de la fórmula que el pueblo de Israel utilizaba
para ratificar la alianza del Sinaí: Ex 19, 8; Dt 5, 27, o para renovar compromisos
contraídos en ella: Jos 24, 24; Esd 10, 12; Neh 5, 12; y son también una voz que
concuerda admirablemente con la del Padre, en la teofanía del Tabor: “Escúchenlo”,
Sn. Mt. 17, 5. 2/02/74.
“Dios ha colocado en su familia, la Iglesia, como en todo hogar doméstico, la
figura de una Mujer, que calladamente y en espíritu de servicio, vela por ella y la
protege benignamente en su camino hacia la patria, hasta que llegue el dia glorioso
del Señor”. 2/02/74.
140 Perfecta Unión de María con Jesús
“La devoción a la santísima Virgen insertada en el cauce del único culto que justa
y merecidamente se llama cristiano---porque en Jesús tiene su origen y eficacia, en
Jesús halla plena expresión y por medio de Jesús, conduce por el Espíritu al Padre---,
es un elemento cualificado de la genuina piedad de la Iglesia. La Iglesia, en efecto,
refleja por íntima necesidad en la práctica del culto el plan redentor de Dios. Por eso
corresponde a María un culto singular, porque singular es el puesto que ella ocupa
dentro, de dicho plan. Por lo mismo, todo auténtico desarrollo del culto cristiano
lleva consigo necesariamente un sano incremento de la veneración a la Madre del
Señor”. 2/02/74.
“María, la purísima, la inmaculada, humildemente se adoptó al rito de la
purificación prescrito por la ley mosaica, cubriendo con el silencio su prodigioso
secreto; la maternidad divina había dejado intacta su virginidad, otorgando a ésta,
el privilegio de ser el santuario angélico de aquella. Aquí el conocimiento se hace
misterio, el misterio poesía, la poesía, amor, amor inefable. Ya no será estéril y vana
la actitud, ya no será inhumano, sino sobrehumano el destino de la carne, cuando
quede sometida al Espíritu y el Espíritu quede embriagado por el amor más vivo,
más fuerte, más absorbente de Dios”. 2/02/75.
“María deja desbordar su alegría ante su prima Isabel, que alaba su fe… Ella
mejor que ninguna otra criatura ha comprendido que Dios hace maravillas, que su
Nombre es Santo, que muestra su misericordia, ensalza a los humildes, es fiel a sus
promesas”. 9/05/75
“Asociada de manera eminente al sacrificio del Siervo inocente, como Madre
de dolores, ella está, a la vez, abierta sin reserva a la alegría de la resurrección”.
9/05/75.
“Mientras en nuestros dias la mujer avanza en la vida social, nada más provechoso
y exaltante que el ejemplo de esta Virgen y Madre, repleta del Espíritu Santo, que
resume y encarna todos los auténticos valores del espíritu humano”. 16/05/75
“María es la única criatura humana, además del Señor Jesús, su Hijo, que ha entrado
en el paraíso con alma y cuerpo, al finalizar su vida terrena. Esta excepcional fortuna
de María, nos obliga a una meditación básicamente teológica que debe alimentar y
enriquecer siempre nuestra devoción a la Virgen, a saber: La de su particularisima
relación con Jesús, relación que la ha llevado consigo una gloriosa cadena de gracias
singulares, concedidas a la humilde Sierva del Señor, gracias distribuidas en escala
ascendente y por lo mismo, indicadoras de una intención divina encaminada a
modelar en María el ejemplar, el dechado de una humanidad nueva, predestinada a
una salvación trascendente”. 15/08/75.
“Todos seremos transformados”. 1 Cor 15, 51. Pero ¿cuando? Pero ¿cómo? El
eco de estos repetidos gritos no se pierde en el vacío. La ágil, triunfante y santísima
figura de María, viva y resucitada, se nos presenta en el esplendor de su asunción.
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 141
excelencia en el cenáculo, donde los discípulos de Jesús, algunas mujeres con ella,
esperaron al Abogado prometido. Fue finalmente el Espíritu Santo el que, inflamado
con altísimo fuego el alma de María peregrina en la tierra, acrecentó sus ansias de
reunirse con el Hijo glorioso, disponiéndola a recibir dignamente como remate de
sus privilegios, el de asunción en cuerpo y alma a los cielos.…
Pero con la asunción gloriosa no se concluyó la misión de Maria como socia del
Espíritu de Jesús en el misterio de la salvación. Aunque absorta en la contemplación
gozosa de la bienaventurada Trinidad, María sigue espiritualmente solicita por todos
sus hijos redimidos, estimulada siempre en su nobilísimo oficio por el amor increado,
alma y motor supremo del cuerpo místico… Por eso, debemos considerar que la
acción de la Madre de la Iglesia a favor de los hombres, no sustituye ni rivaliza con la
acción todopoderosa y universal del Espíritu Santo, sino que la implora y la prepara;
no sólo con la oración intercesora, ajustada a los designios divinos conocidos en
la visión beatífica, sino también con la influencia directa de los ejemplos que nos
dejó, en particular el de su máxima docilidad a las inspiraciones del Espíritu divino”.
13/05/75.
“¡Oh María santísima, inmaculada en tu concepción, criatura predilecta, hija de
Dios Padre todopoderoso, elevada al culmen de sus designios de misericordia para
con la humanidad entera!....Tú eres la humilde y admirable Madre de nuestro Señor
Jesucristo y por ello, Madre de Dios, es decir, Madre del Verbo encarnado, Hijo de
Dios e Hijo del hombre, nuestro Salvador. Tú, la esposa purísima del Amor inefable,
el Espíritu Santo, misterioso principio de la encarnación llevada a cabo en tu seno
inviolado. Acoge, oh María, este nuestro acto de renovada y unánime devoción, con
el cual queremos reconocer y celebrar la elección que Dios ha hecho de ti, única y
bendita entre todas las mujeres, asignándote un puesto excelso y providencial en el
plan redentor de la humanidad... En ti Virgen purísima, hizo resplandecer el ideal
trascendente de la belleza humana, sin mancha, constituyéndote espejo ejemplar de
la libre obediencia a la divina voluntad, dechado incomparable y accesible de fe, de
esperanza, de caridad, modelo para nosotros de contemplación silenciosa y gozosa
de los designios divinos y también de solícita y atenta comunión con las sufridas
vicisitudes humanas….
A ti, Manantial de la Vida, confiamos las esperanzas de los jóvenes inquietos en
la búsqueda de un mundo más justo y más humano y te pedimos confiadamente que
orientes sus pasos hacia Jesús, primogénito de la humanidad renovada, para que bajo la
luz que irradia de él, se armonicen sus esfuerzos y se cumplan sus esperanzas. Reina de
misericordia, oh María, escucha el gemido de los que sufren, el grito de los oprimidos,
la plegaria de los que sienten hambre y sed de justicia y consígueles que se mitigue su
dolor, se reconozca su derecho y sea colmado su anhelo de verdadera libertad….
Santa custodia de la Palabra eterna, Madre de los hombres, adelanta la hora de
la unión total entre cuantos confiesan a Jesús único Salvador y Mediador; Sierva
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 143
del Señor e hija de Sión, vuelve las mirada a tu pueblo, nacido de la fe de Abraham;
Arca de la Nueva Alianza, intercede por todos aquellos que, redimidos por Jesús, no
conocen todavía la luz del Evangelio. Madre del Resucitado y Madre de los redimidos,
oh María, concédenos a nosotros tus hijos, el espíritu de las bienaventuranzas, la
sabiduría de la cruz, hasta que, vencida la muerte, después del alba radiante en que
la esperanza cristiana se convierta en posesión eterna” 8/12/75.
Al fallecer SS Pablo VI, lo sucede SS Juan Pablo I, Albino Luiciani y nos
enseña:
“María santísima, Reina de los Apóstoles, será la fúlgida estrella de nuestro
pontificado” 27/08/ 78.
“Comenzamos nuestro servicio apostólico invocando, cual espléndida estrella de
nuestro camino, a la Madre de Dios, María” 3/09/78.
“La Virgen, que ha guiado con delicada ternura nuestra vida de niño, de
seminarista, de Sacerdote y de Obispo, continúe iluminando y dirigiendo nuestros
pasos para que, convertidos en voz de Pedro, con los ojos y la mente fijos en su
Hijo Jesús, proclamemos al mundo, con alegre firmeza, nuestra profesión de fe: “Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Sn. Mt. 16, 16. 3/09/78.
“María, la Madre de Jesús, Madre de la Iglesia y Madre dulcísimo de cada uno
de nosotros, sea siempre vuestro modelo, vuestra guía, vuestro camino hacia el
Hermano mayor y Salvador de todos: Jesús”. 24/09/78.
Su pontificado, sólo duró un mes, al fallecer en 1978. Sucediéndole SS Juan Pablo
II, Karol Wojtila, octubre 1978; de quien recogemos las sabias enseñanzas:
“No hay imagen más conocida y que hable mas sencillamente del misterio del
nacimiento del Señor, como la de María con Jesús en sus brazos. ¿Acaso no es esta
la imagen que despierta en nosotros ante todo, la confianza? ¿No es esta imagen la
que nos permite vivir en el ámbito de los misterios de nuestra fe? Y al contemplarlos
como divinos, considerarlos al mismo tiempo, tan humanos. 1/01/79.
“De entre tantos títulos atribuidos a la Virgen, a lo largo de los siglos, por el amor
filial de los cristianos, hay uno de significado profundísimo: el de “Virgen fiel”. ¿Qué
significa esta fidelidad de María? ¿Cuáles son sus dimensiones?:
La primera dimensión se llama: “búsqueda”. María fue fiel en primer lugar, cuando
se puso a buscar amorosamente la hondura del sentido que el designio de Dios tenía
para ella y para el mundo. ¿Cómo será eso? preguntó al ángel de la anunciación:
Sn. Lc.1, 34. Ya en el Antiguo Testamento, esta búsqueda fue enunciada con una
expresión de rara belleza y extraordinario contenido espiritual: “buscar el rostro
del Señor”. No puede haber fidelidad si no hay en la raíz esta ardiente, paciente y
generosa búsqueda; si no anida en el corazón del hombre una pregunta para la cual
sólo Dios tiene respuesta, mejor dicho, de la cual sólo Dios es la respuesta….
144 Perfecta Unión de María con Jesús
“María vió a su Hijo crecer:”En Sabiduría, en estatara y en gracia”. Sn. Lc. 2, 52.
Primero en su regazo y luego escuchándolo a lo largo de la vida oculta en Nazaret;
este Hijo, que era el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, fue formado
por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de
Dios sobre su pueblo, como también en la adoración al Padre. Al mismo tiempo ella
fue la primera de sus discípulos; primera en el tiempo, pues ya al encontrar a su Hijo
adolescente en el Templo, recibió de él lecciones que guardó en su corazón: Sn. Lc.
2, 51; pero sobretodo, primera porque nadie ha sido instruido por Dios: Sn. Jn. 6,
45, con tanta profundidad”. 16/10/79
“María, dice San Efrén, es la tierra en que fue sembrada la Iglesia. Efectivamente,
desde el momento en que la Virgen se convirtió en Madre del Verbo encarnado,
la Iglesia quedó constituida, en forma oculta pero germinalmente perfecta, como
cuerpo Místico, por la presencia del Redentor y de la primera redimida. A partir
de entonces, la incorporación de Jesucristo implica una relación filial no sólo con
el Padre celeste, sino también con María, la Madre terrena del Hijo de Dios”.
30/11/79.
“Afirmamos con toda la Iglesia que la Virgen se convirtió en madre de Dios,
por haber engendrado según la carne un hijo, era personalmente el Verbo de Dios.
Espontáneamente se plantea al Espíritu una pregunta: ¿Por qué prefirió el Verbo,
nacer de una mujer a descender del Cielo con un cuerpo ya adulto, plasmado por la
mano de Dios? ¿No habría sido este un camino más digno de él?
Más conveniente a la misión de Maestro y Salvador de la humanidad. Sabemos
que, sobretodo en los primeros siglos, algunos cristianos, como los docetas (herejes
de los primeros siglos cristianos, que según ellos, el cuerpo humano de Jesús, no era
real, sino aparentemente ilusivo) y los gnósticos (doctrina filosófica y religiosa de la
Iglesia Católica; mezclaban lo cristiano con creencias judaicas y orientales, dividida
en varias sectas, que pretendían tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las
cosas divinas, liderados por Simeón el mago), ellos hubieran preferido que las cosas
sucedieran así. El Verbo en cambio, eligió otro camino. La respuesta nos llega con
la límpida y convincente sencillez de las obras de Dios. Jesús quería ser un vástago
autentico: Is. 11, 1, del linaje que venía a salvar; quería que la redención surgiere
como del interior de la humanidad, como algo suyo. Jesucristo quería socorrer al
hombre no como un extraño, sino como un hermano, haciéndose en todo menos
en el pecado, semejante a él: Heb. 4, 15. Por eso quiso una madre y la encontró en la
persona de María. La misión fundamental de la doncella de nazaret fue por tanto, la
de ser el medio de unión del Salvador con el género humano”. 30/11/79.
“María vivió su fe en una actitud de profundización continua y de descubrimiento
progresivo atravesando momentos difíciles de tinieblas…que superó con la escucha
y obediencia responsable a la palabra de Dios…Ella caminó en la esperanza, pasando
con dócil prontitud de la esperanza judía a la esperanza cristiana. Ella actuó la caridad,
146 Perfecta Unión de María con Jesús
Dios, sobre sus insondables decisiones, se funda el hecho de que la Mujer que se
llamó y fue en verdad, la Sierva del Señor, haya alcanzado un puesto singularísimo
en su Reino…En ella precisamente, en ella sobretodo, se ha realizado la verdad que
proclama: “Servir a Dios es reinar”. 23/08/81.
“Hay un episodio evangélico, que a primera vista, puede desconcertar…Cuando
anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos desean hablarle, él con la mirada puesta
en la multitud, exclama: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Sn. Mc. 3. 33, 35…
No quería Jesús, con aquella frase, negar el amor que tenía a su Madre y a sus parientes;
mucho menos despreciar el valor de los afectos familiares en general. Precisamente
el mensaje cristiano subraya la grandeza y necesidad de los vínculos familiares. Lo
que Jesús quería es anticipar y explicar, de algún modo, la doctrina fundamental de la
vid y los sarmientos, es decir, de la transfusión de la vida divina que se da entre Jesús
redentor y el hombre redimido con su gracia, que, cumpliendo la voluntad de Dios, es
elevado al supremo rango de una vida en intimidad con Él”. 21/11/81.
“Imitando a María, que por su singular santidad, manifestó en sumo grado
a Jesús ante el mundo, la Iglesia crece en la fe, en la esperanza y en la caridad,
convirtiéndose ella misma en portadora y como en ostensorio ( manifestación ) del
Salvador entre los hombres…La Sierva del Señor se presenta a nuestros ojos como
fúlgido (resplandeciente) punto de referencia y modelo concreto en la realización de
los grandes ideales de entrega al Padre, de unión con Jesús, de docilidad al Espíritu,
de servicio a la Iglesia, de testimonio ante los hombres”. 5/12/81.
¡Oh María! Tú que, como ningún ser humano, fuese encomendada al Espíritu
Santo, ayuda a la Iglesia de tu Hijo, a ser fiel y perseverante en la misma encomienda,
para que pueda esparcir sobre todos los hombres los bienes inefables de la
redención.... Tú que asististe a la Iglesia en los comienzos de su misión apostólica,
intercede por ella, para que, extendiéndose por todo el mundo, adoctrine sin cesar a
todos los pueblos y anuncie el Evangelio a todas las criaturas….
Tú que experimentaste en plenitud la fuerza del Espíritu Santo, cuando te fue
dado a concebir en tu seno virginal y dar a luz al Verbo eterno, obtén para la Iglesia
la fecundidad, con la cual haga renacer constantemente, del agua y del Espíritu, hijos
e hijas de la entera familia humana, sin distinción de lenguas, de razas, de culturas,
dándoles el “poder de ser hijos de Dios”. Sn. Jn. 1, 12….
Tú que tan íntima y maternalmente estás unida a la Iglesia y precedes a todo el
pueblo de Dios en los caminos de la fe, la esperanza y la caridad, abraza a todos los
hombres, que peregrinan a través de la vida temporal hacia el destino eterno, con
aquel amor que tu Hijo, el Redentor divino, derramó en tu corazón desde lo alto de
la cruz….
Tú que eres la primera servidora de la unidad del Cuerpo de Jesús, ayúdanos
a cuantos sentimos dolorosamente el drama de las divisiones en el cristianismo,
148 Perfecta Unión de María con Jesús
Nacido de la Virgen para ser oblación pura, santa e inmaculada, Jesús realizó sobre
el altar de la cruz el sacrificio único y perfecto, que cada celebración eucarística renueva
y actualiza de manera cruenta. En este único sacrificio, tomó parte activa María, la
primera redimida, la Madre de la Iglesia. Estuvo junto al Crucificado, sufriendo
profundamente con su unigénito; se asoció con espíritu materno a su sacrificio;
consintió con amor a su inmolación. LG 58; lo ofreció y se ofreció al Padre. Cada
Eucaristía es memorial de este sacrificio y de la pascua que devolvió la vida al mundo;
cada Misa nos pone en comunión íntima con la Madre, cuyo sacrificio se vuelve a
hacer, como se vuelve a hacer presente el sacrificio del Hijo”. 5/06/83.
“En el momento en que se consumaba su sacrificio, Jesús dijo a su Madre estas
palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” y al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”. Sn. Jn.
19. 26, 27. El evangelista añade, que después de pronunciarlas, Jesús era consciente
de que todo estaba cumplido. El don de la Madre era el don final que concedía a la
humanidad como fruto de su sacrificio….
Se trata pues, de un gesto con que quiere coronar la obra redentora. Al pedir a
María que trate al discípulo predilecto como a su hijo, la invita a aceptar el sacrificio
de su muerte y a asumir, en cambio, una nueva maternidad. Como Salvador de toda
la familia humana, quiere dar a la maternidad de María, la mayor amplitud. Para ello
elige a Juan como símbolo de todos los discípulos a quienes ama y da a entender que
el don de su madre es el signo especial, intención de amor con que abraza a todos
los que desea atraer a sí como discípulos, es decir, a todos los cristianos y a todos
los hombres. Por otra parte, al entregar a María individualmente, Jesús manifiesta la
voluntad de hacer de ella no sólo la madre de la multitud de sus discípulos, sino de
cada uno de ellos en particular, como si cada uno fuera su único hijo, que ocupa el
puesto de su Hijo único”. 11/06/83.
“Ahí tienes a tu hijo” Sn. Jn. 19, 26. Creemos que en aquel único hombre, Jesús
le confió a cada hombre y al mismo tiempo, despertó en su corazón un amor tal que
fuera reflejo materno de su propio amor Redentor. Creemos que somos amados
con este amor, que estamos rodeados por él, es decir, por el amor de Dios que se
ha revelado en la redención, por el amor de Jesús que ha realizado esta redención
mediante la cruz y finalmente, por el amor de Madre, que estaba junto a la cruz y que
recibió a todo hombre en su corazón desde el corazón del Hijo”. 18/06/83.
“En las palabras de la anunciación a María, la dignidad real de Jesucristo está
expresada de modo mesiánico. De la estirpe real de David había de nacer aquel
que sería enviado por Dios como Ungido, como Mesías, para la salvación de su
pueblo…La Cruz del Calvario fue para él el trono de David. Pero justamente en la
humillación del Rey crucificado alcanzan pleno sentido las palabras de Gabriel: “Su
reinado no tendrá fin”. Lc. 1, 33….
“A los ojos de nuestra fe, junto a la verdad del reinado de Jesús, aparece también
el reinado de María. La Madre del Mesías, desde el momento de la anunciación, ha
154 Perfecta Unión de María con Jesús
cuales estaban grabados los Diez Mandamientos, dados por el Señor a Moisés: Ex
25, 16; Ex. 31, 18; Dt. 10. 1, 5. El arca, como signo sensible de la presencia de
Dios debía acompañar al pueblo durante su peregrinación por el desierto, hasta su
establecimiento en Palestina. Luego por obra de Salomón, fue construido el templo
de Jerusalén y dentro de la parte más secreta del mismo, llamada “el santísimo”, fue
colocada el arca; 1 Re. 8. 1, 9. Era aquel lugar el más sagrado de todo Israel. Dentro
de aquel recinto en forma simbólico habitaba el Señor….
Para representar esta morada de Dios en medio de su pueblo, el lenguaje religioso
del Antiguo Testamento, usa frecuentemente la imagen de la nube. Mediante este
elemento figurativo, los libros sagrados hablan de Dios que baja a habitar en el
monte Sinaí: Ex. 124, 16, en el santuario: Ex. 40. 31, 32 y en el templo de Jerusalén: 1
Re. 8. 10, 11. Y he aquí que nos encontramos con un cambio inesperado. Cuando el
ángel Gabriel trajo el anuncio a María, Dios revelaba a esta doncella, la intención de
dejar la morada del templo de Jerusalén para realizar una nueva forma de presencia
entre su pueblo. Él quería unirse a nosotros haciéndose uno de nosotros, asumiendo
nuestro rostro. María, envuelta por la mística nube del Espíritu Santo, da su propio
consentimiento al proyecto de Dios y desde aquel instante su seno se convierte en
el arca de la nueva alianza, sagrario bendito donde ha bajado a morar la presencia
encarnada de Dios”. 10/07/83
“Hagan lo que él les diga”: Sn. Jn. 2, 5. Con estas palabras la Madre de Jesús, presente
en las bodas que se celebraban un dia en Caná de Galilea, sugería a los servidores del
banquete que hiciesen lo que Jesús les ordenara…Aquella recomendación se podría
llamar su “testamento espiritual”, porque es la última palabra que de ella nos han
conservado los evangelios”. 17/07/83.
“Cuando María y José encontraron al niño Jesús en el templo, después de tres dias
de angustiosa búsqueda, su Madre no pudo contener este amoroso lamento:”Hijo,
¿porqué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscamos tu
padre y yo!: Sn. Lc. 2, 48. Es consolador para nosotros saber que también la Virgen
preguntó: ¿por qué? A Jesús en una circunstancia de intenso sufrimiento… El episodio
del hallazgo en el templo demuestra que la Virgen no siempre, ni inmediatamente
comprendió el comportamiento de su Hijo… A pesar de ello, María “conservaba
todo en su corazón”: Sn. Lc. 2, 51. 31/07/83.
“María es Madre de la Unidad, Madre de los hijos de Dios dispersos. En el Antiguo
Testamento, los hijos de Dios dispersos eran los desterrados en tierras extranjeras,
especialmente en Babilonia. El Señor los había dispersado entre los pueblos a causa
de sus pecados: Dt. 4. 25, 27; pero una vez que se convirtieron por la predicación
de los profetas, los reunió de nuevo, haciéndolos retornar. El Templo de Jerusalén,
reconstruido de sus ruinas, fue el lugar privilegiado de la reunificación: Ez. 37. 21,
26, 2. Jesús con su muerte, es Aquel que ha reunido a todos “los hijos de Dios
dispersos”: Sn. Jn. 11, 52…Ahora, los dispersos son todos los hombres, víctimas
156 Perfecta Unión de María con Jesús
del maligno, que arrebata y dispersa: Sn. Jn. 1, 12…Jesús reúne a la humanidad en
otro Templo, que es su misma persona: Sn. Jn. 12, 3. La verdadera Jerusalén, es la
Iglesia… María es la Madre de este nuevo Jerusalén….
“Mira, todos esos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, decía el
profeta a la antigua Jerusalén: Is. 60, 4; “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, dice Jesús a
su Madre, cuando desde la cruz, le confía al discípulo amado: Sn. Jn. 19, 26, que
representaba a los discípulos de todos los tiempos”. 7/08/83.
“La Asunción es la conclusión escatológica de aquella conformación progresiva
con Jesús, que en la etapa del camino histórico de María, se expresó a través de las
angustias de la fe, esperanza y amor, de la disponibilidad y aceptación plena de la
voluntad salvífica de Dios y del servicio generoso y responsable en la obra redentora
de su Hijo”. 14/08/83.
“En María, desposada virginalmente con José y divinamente fecundada,
encontramos la alegría del amor casto de los esposos y de la maternidad acogida
y guardada como don de Dios; en María, que se va solícita a visitar a Isabel,
encontramos la “alegría” de servir a los hermanos, llevándoles la presencia de
Dios; en María que presenta a los pastores y a los magos el esperado de Israel,
encontramos la comunicación espontánea y confidencial propia de la amistad; en
María, que en el templo ofrece a su propio Hijo al Padre celestial, encontramos la
“alegría” impregnada de ansias que sienten los padres y educadores con relación a
sus hijos y alumnos; en María, que después de tres dias de afanosa búsqueda, halla a
Jesús en el templo, encontramos la “alegría” paciente de la Madre que se da cuenta,
de que su hijo, antes que a ella misma, pertenece a Dios”. 23/10/83.
“La primera palabra que se le dirige a María en el Nuevo Testamento es una
invitación jubilosa: “Alégrate”: Lc. 1, 28. Este saludo está vinculado a la venida
del Salvador. A María antes que a nadie, se le anuncia una “alegría” que luego se
proclamará para todo el pueblo. María participa de esta “alegría” en manera y medida
extraordinaria. En ella se concentra y alcanza plenitud, la “alegría” del antiguo Israel y
explota incontenible la felicidad de los tiempos mesiánicos. La “alegría” de la Virgen
es en particular, la del resto de Israel, la de los pobres que esperan la salvación de
Dios y experimentan su fidelidad”. 27/11/83
“La salvación desciende del Cielo, pero brota también de la tierra. El Mesías
Salvador, es el Hijo del Altísimo, pero al mismo tiempo, fruto del seno de una
mujer…La historia de la salvación, que es historia de una alianza con Dios, se
desarrolla en un diálogo entre él y su pueblo. Todo es palabra y respuesta. A la
palabra creadora y salvadora de Dios, debe seguir la respuesta de fe de la humanidad.
Esta lógica está presente, sobre todo en el acontecimiento fundamental de la
salvación, la encarnación del Verbo. Lo mismo que en Cristo Jesús, “Palabra” del
Padre, se resumen todas las gestas salvíficas de Dios, así en la respuesta de María se
comprendían y llegan a plenitud las adhesiones de fe de todos los que forman su
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 157
GLORIA A DIOS
Dr. Enrique Alvarado Abaunza 159
“BIBLIOGRAFÍA”
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160 Perfecta Unión de María con Jesús