Verón El Discurso Publicitario o Los Misterios de La Recepción
Verón El Discurso Publicitario o Los Misterios de La Recepción
Verón El Discurso Publicitario o Los Misterios de La Recepción
Entrar en fase
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en esta instancia. Seguidamente se prepara el plan de medios, destinado a asegurar la
mayor cantidad posible de contactos con el sector al que apunta el mensaje. A menudo,
una vez difundido el mensaje, se realizan otros test, en los se mide el impacto y la
memorización. Y poco después, se reanuda todo el proceso.
El desfase
En la situación de hábitat urbano, cada uno de nosotros recibe cada día a día la
solicitación de decenas de anuncios publicitarios. Al escuchar las informaciones de la
radio, por la mañana. Al tomar el subterráneo o viajar en el propio automóvil. Al caminar
por la calle. Al beber un café o una cerveza en el bar de la esquina. Al hojear una revista.
Al leer el diario. Al mirar televisión por las noches o al ir al cine.
Ahora bien, desde el punto de vista de los receptores que todos somos, una proporción
importante de los mensajes publicitarios que consumimos (proporción que, por lo que sé,
nunca se ha medido) nos llegan sin la menor probabilidad de inducir una conducta
posterior de compra de los productos en cuestión. Las razones, por supuesto, son
extremadamente variadas: no me gusta el yogurt, aún cuando aprecio el humor de ese
anuncio; soy adulto, no tengo hijos y se trata de una publicidad de productos infantiles;
pertenezco al sexo masculino y me proponen apósitos femeninos; detesto bebidas
gaseosas y me ofrecen Coca-Cola; nunca viajo en tours más o menos organizados y, sin
embargo, miro con interés la nueva campaña del Club Med; tengo por principio no
regalarle perfumes a una mujer y sin embargo echo una mirada divertida a la campaña de
lanzamiento de un nuevo perfume femenino. Y así sucesivamente. La mejor pauta
publicitaria informatizada no podrá impedir que millones de personas no interesadas en el
mensaje, lo reciban
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En reconocimiento, el universo de la discursividad publicitaria que cada día alcanza a un
individuo dado tiene, considerado en su conjunto, menos que ver con sus comportamientos
de consumo de lo que habitualmente se imagina. Si bien en producción el discurso
publicitario obedece en sus mínimos detalles a las reglas del funcionamiento del mercado,
en reconocimiento y en cada individuo (y por lo tanto en todos, tomados uno por uno) ,
sólo una pequeña parte del conjunto de mensajes publicitarios recibidos puede activar
comportamientos de consumo. Las discusiones en las que se enfrentan, por un lado, los
defensores de una interpretación de la publicidad como fenómeno de exclusivamente de
marketing y, por el otro, quienes le atribuyen la importancia de un hecho sociocultural
global (véase Schudson, 1981: 3-12), se basan, con excesiva frecuencia sobre un
malentendido, pues la publicidad es ambas cosas a la vez.
Gramáticas de reconocimiento
En cambio, si uno se interesa por comprender el lugar que ocupa la publicidad en las
sociedades industriales de hoy y por sus efectos discursivos, sería un error desdeñar las
consecuencias de esa comprobación. Sería un error grave desde el punto de vista de la
interpretación de nuestra cultura.
Del total de los mensajes a los cuales está expuesto el individuo en un lapso dado, un
porcentaje de ellos corresponde a una primera situación de recepción que llamaremos de
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pertinencia fuerte. Esta puede ser directa o indirecta.
∙ Pertinencia fuerte directa. Esta es la situación en la que los mensajes pueden llegar a
orientar (o a reforzar) en mayor o menor grado la conducta de compra del individuo: es el
anuncio de las toallitas higiénicas en el caso de una adolescente; la publicidad de un
automóvil, en el caso del ejecutivo que cambia el vehículo cada tres años; las campañas de
cerveza, en el caso de alguien que consume esa bebida con frecuencia, etcétera. Son
situaciones , por supuesto, en las que nuestro individuo forma parte del target1.
∙ Pertinencia nula objetiva. Hay factores que resultan de la situación objetiva del
individuo. Llega la primavera y, por televisión, comienzan a aparecer, en el horario central,
anuncios que ensalzan los méritos de cierta marca de cortadora de césped. Si nuestro
individuo vive en París en un apartamento de tres ambientes, está claro que el mensaje
para él tiene una pertinencia nula. Este tipo de situación a veces puede controlarse más o
menos bien en el momento de decidir la pauta publicitaria, en la medida en que la
pertinencia nula responda a factores “objetivos”.
Entre los dos extremos (pertinencia fuerte y pertinencia nula) se da por último un tercer
tipo de situación: me refiero a los mensajes de pertinencia interdiscursiva.
Es verdad que esos “otros” efectos no interesan a los publicitarios, y les interesan aún
menos los efectos no comerciales del conjunto de gramáticas de reconocimiento
asociadas a las otras situaciones (de pertinencia nula y de pertinencia interdiscursiva). En
todo caso, como veremos, la mayor parte del universo del discurso publicitario tienen que
ver no con el consumo, sino con la evolución socio-cultural. Ahora bien, los investigadores
“académicos” se interesan poco por la publicidad. Y como los empresarios piensan
(erróneamente) que no hay razón para financiar análisis que no estén directamente
vinculados al impacto comercial de los mensajes, ignoramos casi todo de las
características de las gramáticas de reconocimiento de la publicidad. Se trata, sin
embargo, de una problemática central para la comprensión de la producción de sentido
en las democracias industriales.
Referencias bibliográficas
Verón, E. 1987. La semiosis sociale. Fragments d`une théorie de la discursivité, París,
Presses Universitaires de Vincennes. [La semiosis social; fragmentos de una teoría de la
discursividad, Barcelona, Gedisa, 1998]
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Schudson, M. 1981. Criticizing the critics of advertising: towards a sociological view of
marketing, Media, Culture, and Society, 3.