El documento analiza el concepto de "Reino de Dios" en el evangelio de Marcos. Existe una tensión entre la comprensión del Reino de Dios como algo presente que ya ha comenzado con Jesús o como algo futuro que se completará al final. También discute la relación entre el Reino de Dios y la Iglesia a lo largo de la historia de la teología. Finalmente, argumenta que el Reino de Dios implica elementos inmanentes y transcendentes que expresan tanto su presencia actual como su consumación futura.
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El documento analiza el concepto de "Reino de Dios" en el evangelio de Marcos. Existe una tensión entre la comprensión del Reino de Dios como algo presente que ya ha comenzado con Jesús o como algo futuro que se completará al final. También discute la relación entre el Reino de Dios y la Iglesia a lo largo de la historia de la teología. Finalmente, argumenta que el Reino de Dios implica elementos inmanentes y transcendentes que expresan tanto su presencia actual como su consumación futura.
El documento analiza el concepto de "Reino de Dios" en el evangelio de Marcos. Existe una tensión entre la comprensión del Reino de Dios como algo presente que ya ha comenzado con Jesús o como algo futuro que se completará al final. También discute la relación entre el Reino de Dios y la Iglesia a lo largo de la historia de la teología. Finalmente, argumenta que el Reino de Dios implica elementos inmanentes y transcendentes que expresan tanto su presencia actual como su consumación futura.
El documento analiza el concepto de "Reino de Dios" en el evangelio de Marcos. Existe una tensión entre la comprensión del Reino de Dios como algo presente que ya ha comenzado con Jesús o como algo futuro que se completará al final. También discute la relación entre el Reino de Dios y la Iglesia a lo largo de la historia de la teología. Finalmente, argumenta que el Reino de Dios implica elementos inmanentes y transcendentes que expresan tanto su presencia actual como su consumación futura.
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EL TIEMPO ESCATOLÓGICO
“ὅ τι πεπλή ρωται ὁ καιρὸ ς (Se ha cumplido el tiempo).
καὶ ἤ γγικεν ἡ βασιλεία τοῦ θεοῦ · (Y está cerca el reino de Dios). μετανοεῖτε καὶ πιστεύ ετε ἐν τῷ εὐ αγγελίῳ ”. (Conviértanse y crean al evangelio”). (Mc 1,15; cf. Mt 4,17; Lc 4,14s).
REINO O REINADO DE DIOS: TENSIÓN ENTRE PRESENTE Y FUTURO
La proximidad del reino de Dios se ha hecho posible mediante la consumació n
del tiempo. La comprensió n de la primera parte de la frase: “ὅ τι πεπλή ρωται ὁ καιρὸ ς (Se ha cumplido el tiempo), depende de la atenció n que prestemos a la diferencia existente entre kronos (espacio de tiempo, duració n de tiempo) y el kayros (el tiempo designado, el momento oportuno). Por eso no se puede interpretar segú n Gal 4,4 «Cuando llego la plenitud del kronos». Existe un kayros de los higos (Mc 11,13), de la cosecha (12,2). La expresió n del kayros cumplido coincide plenamente con el lenguaje profético-apocalíptico. Detrá s de ella se esconde el saber que Dios fija los tiempos (cf. Dan 7,22; Ez 7,12: 9,1; Lam 4,18; Ap 1,3; 1 Pe 1,11). Existió una gran polémica acerca de có mo debería entenderse la «proximidad», si como algo inmediatamente inminente, como proximidad inmediata o como algo ya presente. Y de ordinario se ha intentado determinar la relació n de Jesú s mismo con la esperanza de la cercanía. Pero la discusió n continú a respecto de la interpretació n de Marcos. Este hecho es la consecuencia de diferentes interpretaciones de basileia. Así, segú n Marxsen, ἤ γγικεν apunta a un «acontecimiento pró ximo, pero todavía no sucedido» y no sería difícil caer en la cuenta de lo que piensa el evangelista la parusía. Haenchen, por el contrario, opina que esta interpretació n es insostenible y piensa que, de acuerdo con el tiempo cumplido, el reinado de Dios no só lo está cercano, sino que está realmente aquí. El reinado de Dios no se presenta como suceso có smico con legiones de á ngeles que se lanzan sobre el mundo, trompetas celestiales y tumbas abiertas, sino como comienzo encubierto que no todo ojo percibió , sino ú nicamente la fe. Una vez que ha llegado el momento temporal fijado, no existe má s que la posibilidad de entender la proximidad en el sentido de que el reinado de Dios ha llegado y comienza a imponerse desde ahora. El reinado está presente y se enmarca en los tiempos finales. Con esta interpretació n Marcos empalma con una proclamació n del reinado que se encuentra ya en la fuente de los dichos y que, en esta unió n tensa de presente y de futuro, pudo tener su origen en Jesú s. Porque es reinado presente, puede hablarse de su mysterium (4,11). Este incluye al Hijo de Dios que, con Jesú s, actú a en medio de los hombres y apunta al componente cristoló gico del reinado. También las llamadas pará bolas de crecimiento del capítulo 4 fueron entendidas por Marcos sobre el trasfondo de la tensió n de presente y futuro, sin haber equiparado por ello el reinado de Dios con la Iglesia. La basileia no encontrará su plena realizació n hasta el final y se convertirá entonces, también para Marcos, en un acontecimiento có smico. Se amplía en el reino de Dios que todo lo incluye, en el que entra el hombre para conseguir vida eterna. El reinado de Dios que irrumpe actualmente y empuja hacia el reino de Dios que se consuma pide una decisió n. Comprende conversió n y fe. La conversió n permanece indeterminada de manera peculiar en el evangelio má s antiguo. Frente al βά πτισμα μετανοίας (Mc 1,14) de Juan Bautista, Jesú s llama a la conversió n a la vista del reinado de Dios que se aproxima. Los doce continú an este llamamiento (6,12). Só lo en estos dos lugares encontramos la palabra. Y hay que notar que se emplea el verbo má s concreto (cf. el aná logo ἐπιστρέφομαι en 4,2). La palabra acuñ ada corresponde a la tradició n profética. Mientras que μετανοεῖν, en el sentido profano, no va má s allá del sentido banal de «cambiar de opinió n» y describe una postura que, al menos en parte, fue considerada como no digna de ser imitada; el término tiene que ser entendido aquí desde su tradició n bíblica. Por eso, traducirlo por «cambiar de manera de pensar» sería una traducció n incompleta a pesar de que se habría respetado su procedencia correspondiente. Y resultaría excesivamente helenística. Se está pensando en el giro de la vida que quiere cambiar de forma radical la direcció n de la vida y que incluye, naturalmente, el á mbito del pensamiento. Se trata de un cambio con repercusiones en la vida prá ctica. Meta del cambio de camino, que hasta entonces era equivocado, es Dios porque el reinado de Dios abarca aquí todos los á mbitos de la vida humana, de la individual, de la privada y de la pú blica, de la ética, así como de la política. La exigencia insuperable es la fe. No existe motivo alguno para distanciarnos de la interpretació n «creed en el evangelio» y sustituirla por «a causa del evangelio». Esta interpretació n de algunos autores protestantes provendría de Pablo. Frente a esa interpretació n, habría que decir que tampoco en Marcos decrece la relació n personal que el creyente entabla con Jesú s en la fe, pues éste es el mensajero de alegrías. Creer adquiere aquí con mayor fuerza el matiz de la confianza. Con la fe justifica el hombre el evangelio y testifica como verdadera la exigencia presentada en él. La fe pertenece esencialmente al evangelio «segú n Marcos» porque este proceso de la justificació n del evangelio en aceptació n y rechazo ha marcado de forma decisiva la concepció n de la totalidad de la obra de Marcos hasta el final. El concepto de basileia se demostró como uno de los má s fructíferos para la totalidad de la teología posterior. El desarrollo de la teología de la basileia estuvo marcado desde el comienzo, como se ve ya en Marcos, por la pregunta acerca de la relació n respectiva entre reinado de Dios y reino de Dios, basileia presente y futura. El problema se agudiza con el retraso del final y con el tiempo que se prolonga. La revelació n de Cristo experimentada como plenitud del tiempo se corre al centro del tiempo que determina y reglamenta los tiempos siguientes. El reinado de Dios entendido como presente será relacionado con la Iglesia y se llevará esto a cabo de una manera que desplazará con fuerza creciente al reino de Dios escatoló gico del final de los tiempos a un segundo plano. Podría recorrerse el camino desde la segunda carta de Clemente y del Pastor de Hermas, donde se profundiza la aproximació n de basileia y ecclesia, pasando por la doctrina de las duae civitates de Agustín, por la doctrina de los dos reinos de Lutero hasta los manuales sistemá ticos de nuestros días. En este orden de cosas habría que examinar si el reproche de la desescatologizació n del concepto escatoló gico es objetivo y en qué medida está Justificado. La βασιλεία τοῦ θεοῦ se convierte en un término de la eclesiología. El redescubrimiento de la cualidad escatoló gica de la basileia, redescubrimiento llevado a cabo por J. Weiss a finales del siglo XIX, se asemejó a una revolució n. J. Kaftan formulaba en clase y su oyente R. Bultmann lo consignó : «Si el reino de Dios es una magnitud escatoló gica, es un concepto inutilizable para la dogmá tica». En las dogmá ticas cató licas desaparece considerablemente el concepto o se le identifica con la Iglesia. M. J. Scheeben trata con detalle del reino de Cristo, pero habla menos del reino de Dios. K. Barth dice a modo de consuelo: «La frase, discutida frecuentemente con demasiada rapidez y falta de cuidado en la teología protestante, no tiene por qué ser suprimida: el reino de Dios es la comunidad». E inmediatamente a continuació n se precisa: «La comunidad no es el reino de Dios. Pero el reino de Dios es -en su forma de existencia terrena, histó rica, proclamado y creído por pecadores entre pecadores, en cuanto que personas no santas pueden ser santos de Dios en el reconocimiento de su irrupció n -la comunidad». P. Tillich ha aportado elementos esenciales a una moderna teología de la basileia. Es fundamental la relació n de tensió n entre presente y futuro, entre la basileia que se actualiza y la que esperamos. Si se unilateraliza la primera dimensió n nos veremos envueltos en las inseguridades de una interpretació n utó pica de la historia que convierte lo transitorio en definitivo. Si desconectamos el primer elemento, caemos en una consideració n «transcendentalista» de la historia que convierte el reino de Dios en una magnitud está tica. Entonces se espera todo del futuro, se juzga de manera pesimista el mundo y permanece como intocable (como en la apocalíptica). La basileia, por el contrario, es capaz de expresar elementos inmanentes y transcendentes y se convierte de esa manera «en un símbolo sumamente crítico del absolutismo político y eclesiá stico». La Iglesia o las Iglesias como representantes del reino de Dios que revelan y descubren a éste, tienen la misió n de mantener viva la conciencia simultá nea de la presencia del reino de Dios y de su espera.