Voz Del Menor 2021
Voz Del Menor 2021
Voz Del Menor 2021
INTRODUCCIÓN
Apreciado(a) Líder:
El lema de esta semana es “Mirando a Jesús” porque queremos que nuestros niños,
desde pequeños puedan contemplar a Jesús, nuestro mayor ejemplo de amor,
compasión y atención, y seguir sus pisadas.
En esta semana se presentan siete temas importantes que llevarán a los niños a imitar a
Jesús:
Recuerda que cada día el predicador, al finalizar el tema, debe invitar a los niños a
realizar un compromiso para usar sus manos, pies…etc. como Jesús desea.
Agradecemos de manera muy especial a la Unión Peruana del Sur y su líder Yudy de
Romero por facilitarnos la mayoría de los temas aquí presentados.
Isabel Laborda
Departamental Ministerio Infantil UCh.
TEMA 1
LAS MANOS DE JESÚS
(Nota para el Coordinador/a: distribuya las referencias dadas en el tema, entre los niños
participantes para que sean leídas de la Biblia cuando el predicador las pida).
¿Te gusta mirar las manos de las personas? Estas dicen mucho acerca de cada individuo.
A veces se puede descubrir la ocupación de una persona con solo mirarle las manos. Un
mecánico tiene grasa en sus manos. Las manos del jardinero a veces lo denuncian por
la suciedad o tierra que es difícil sacar de debajo de sus uñas. Las manos de un
agricultor son a menudo ásperas y endurecidas.
Las manos le pueden decir al médico algo en cuanto al estado de salud del paciente, las
manos nudosas de reumatismo, las manos temblorosas del mal de Parkinson, o las
inquietas manos de una persona nerviosa.
También se pueden descubrir los hábitos de las personas por medio de sus manos; por
ejemplo, las manos teñidas de amarillo de un adicto al tabaco.
También se puede saber algo acerca de una persona mediante el tacto de su mano
cuando la saludamos. Algunos apretones de manos son toscos y duros, algunos tibios y
amistosos, otros blandos y débiles. Ellos nos hablan acerca de las personas.
Sí, con sólo observar las manos de las personas podemos saber mucho acerca de
ellas.
Durante esta semana hemos de observar a Jesús, y descubrir sus hábitos y lo que
dijo e hizo. Hoy vamos a dedicarnos a mirar sus manos para aprender algo acerca de él
por medio de ellas.
Ante todo, podemos decir que las manos de Jesús fueron MANOS AYUDADORAS.
(Puede poner una presentación con estas palabras o escribirlas en un pizarrón).
Podemos estar seguros de esto porque el evangelista Lucas nos dice que Jesús estuvo
sujeto a sus padres. Esto quiere decir que él hizo lo que ellos le ordenaron.
La mensajera del Señor, la Sra. Elena de White, nos dice que “Jesús vivió en un hogar de
artesanos, y con fidelidad y alegría desempeñó su parte en llevar las cargas de la
familia…Aprendió un oficio, y con sus propias manos trabajaba en la carpintería con
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José... Mientras Jesús trabajaba en su niñez y juventud, su mente y cuerpo se
desarrollaban. No empleaba temerariamente sus facultades físicas, sino de una manera
que las conservase en buena salud, a fin de ejecutar el mejor trabajo en todo ramo. No
quería ser deficiente ni aun en el manejo de las herramientas. Fue perfecto como
obrero, como lo fue en carácter. Por su ejemplo, nos enseñó que es nuestro deber ser
laboriosos, y que nuestro trabajo debe cumplirse con exactitud y esmero, y que una
labor tal es honorable.” (El Deseado de todas las gentes, págs. 52, 53).
Creo que también podemos decir que las manos de Jesús fueron MANOS
CUIDADOSAS. (Escríbalo en el pizarrón o presentación en pantalla*). Aprendió a usar sus
manos en un oficio útil mientas aún era jovencito. ¿Quiere alguien decirme qué oficio
aprendió? Correcto, carpintería. “Aprendió un oficio y con sus propias manos trabajaba
en la carpintería de José”.
¡Qué maravilloso sería si pudiéramos ver algunas de las cosas que hizo Jesús!
Posiblemente construyó puertas y marcos, ruedas y yugos para los bueyes. Estoy seguro
que las junturas estaban bien hechas y que los yugos que hizo para los bueyes tenían
una terminación suave y lisa, puesto que sus manos cumplían con su deber a cabalidad.
Jesús conocía las palabras de Salomón: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer,
hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10) y las puso en práctica.
Las manos de Jesús deben haber sido MANOS FUERTES. (Escriba en el pizarrón o
presentación en pantalla). El trabajo en el taller de su padre le ayudó a que se pusieran
fuertes. También los hábitos saludables de su vida las hacían robustas. Jesús necesitaba
manos fuertes para hacer su trabajo.
Quien tenga el texto N° 1 (Mateo 14:29-31) lea lo que se nos relata de la ocasión en que
Jesús usó sus manos fuertes para salvara alguien que se ahogaba.
No sólo tenía Jesús manos fuertes, sino que además éstas estaban llenas de poder.
Hemos distribuido los textos que también hacen referencia a esto. Aquellos que tienen
los textos 2, 3, 4, 5 y 6 por favor lean los versículos de modo que podamos ver algunas
maneras en las cuales Jesús usó sus manos poderosas para ayudar a la gente.
*Cada vez que se sugiera escribir una frase en el pizarrón o presentación en pantalla, pedimos que un adulto pueda ayudar
al niño/a predicador con esta parte.
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Tarjeta N° 3 - Mateo 8:14,15: la sanción de la madre de la esposa de Pedro.
Tarjeta N° 4 - Marcos 7:32-35: abrió los oídos y soltó la lengua del muchacho sordo y
tartamudo
Tarjeta N° 5 - Marcos 8:22-25: abrió los ojos al hombre ciego. Tarjeta
N° 6 - Lucas 22:50,51: sanó la oreja de Malco.
¡Qué poder maravilloso había en las manos de Jesús! A pesar de ser manos tan
poderosas, eran MANOS SUAVES. (Escriba en el pizarrón o pantalla).
Jesús usaba sus manos para bendecir a otros. Cierto día las madres trajeron a él a sus
hijitos, queriendo que los bendijese, pequeños bebés, los pequeños niños que recién
comenzaban a caminar, los muchachitos, niñas y adolescentes. Jesús estaba feliz de
recibirlos a todos y darles su bendición. “Tomó a los niños en sus brazos, puso las
manos sobre ellos y le dio la bendición que habían venido a buscar” (El Deseado de todas
las gentes pág. 472).
Estoy seguro que aquellos niños nunca olvidaron el toque suave de las manos de Jesús.
¿Verdad?.
Se nos dice que las cicatrices de los clavos siempre estarán en las manos de Jesús. No
fueron solamente los clavos los que las clavaron en la cruz. Fueron los pecados de todo
el mundo, incluyendo tus pecados y los míos, los que hicieron esas marcas.
¿Verdad que le debemos mucho a las manos de Jesús? Nunca podremos pagar por todo
lo que sus manos han hecho por nosotros, pero podemos hacer algo. Le podemos dar
nuestras manos para realizar lo que él haría si estuviera hoy aquí.
Extiendan sus manos y mírenlas. Sus manos pueden hacer muchas cosas. Me pregunto
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lo que estas manos harán en el futuro. Posiblemente algunas de estas manos ayudarán
a aliviar los dolores de los enfermos y a darles buenos tratamientos. Algunas de estas
manos pintarán hermosos cuadros. Posiblemente algunas manos escribirán cosas que
ayudarán a otros a conocer más acerca de Jesús. Las manos de algunos serán manos de
mecánico para hacer algunos de los cientos de tareas que deben hacerse en la obra de
Dios. Podrá haber manos de directores de música. Las necesitamos a todas para
terminar la obra de Dios.
Dediquemos hoy nuestras manos para que hagan la obra que Jesús quiere que
hagamos.
Nadie necesita esperar hasta ser adulto para usar sus manos para Jesús. Ustedes
pueden servirle hoy con sus manos. Asegúrense de que sus manos hacen un trabajo
cuando cumplen con los deberes de la escuela. Asegúrense de que sean manos fuertes
mientras estén haciendo el trabajo en casa. Pueden hacer que esas manos sean suaves
y amables al tocar a otros.
Cierto día, en un orfanatorio, sonó el timbre justamente antes del almuerzo. Los niños
hicieron fila en el antes de entrar al comedor. La encargada se paró en la puerta y
examinó las manos de cada niño a medida que entraba, y revisaba si estaban limpias, y
la mayoría lo estaba, ella movía su cabeza en asentimiento y el niño entraba al comedor,
pero un niñito no las tenía muy limpias, y la encargada hizo un movimiento negativo con
su cabeza.
“Juanito – le dijo -, tú no te lavaste muy bien las manos. Debes regresar y limpiarlas bien”,
y Juanito salió.
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TEMA 2
LOS PIES DE JESÚS
((Nota para el coordinador/a: tenga listos y numerados los versículos que serán usados, y
repártalos con anterioridad, pida a los niños que los lean cuando usted les indique. Una
lámina de Jesús caminando con sus discípulos servirá para ilustrar esta lección, y un mapa de
Palestina mostrará las distancias que Jesús recorrió durante su ministerio).
No muy a menudo hacemos referencia a que una persona tiene pies hermosos.
Hablamos muchas veces de una cara hermosa, del hermoso cabello, de las hermosas
manos; pero rara vez mencionamos los hermosos pies. Sin embargo, la Biblia habla de
pies hermosos.
Por favor, el que tenga el texto Nº 1 que lo pueda leer (Isaías 52:7).
En este pasaje bíblico, el profeta estaba describiendo los pies de Jesús, como también
los pies de todo aquel que lleva el mensaje de Dios al mundo.
Ayer hablamos de las manos y cuánto tienen que ver con el carácter. ¿Han pensado
ustedes alguna vez que los pies también tienen algo que ver con el carácter? Los pies
nos llevan a ciertos lugares. Nos llevan a lugares donde podemos ser de utilidad y hacer
la voluntad de Dios, o donde podemos hacer daño y ser llevados a la tentación. Piensen
a dónde los han llevado hoy. ¿Los llevaron a hacer mandados para sus padres? ¿Los
llevaron a hacer algo para ayudar a un familiar o amigo? Asegúrense de que no los
lleven a ningún lugar donde sería mejor no ir.
Los pies de Jesús, nunca lo llevaron a lugares a donde no debía ir. Cuando los otros
muchachos de la aldea de Nazaret iban a lugares donde podrían hacer cosas que no
eran correctas, los pies de Jesús lo llevaban a realizar mandados de amor y de
misericordia. También lo llevaban a los cerros y a los bosques donde él pasaba muchas
horas de alegría y felicidad, pensando en las grandes obras de Dios. Además, todos los
sábados lo llevaban a la sinagoga. Siendo joven le llevaban al taller de su padre y en
largos viajes hacia Jerusalén para asistir a las fiestas sagradas.
Los pies de Jesús eran PIES FUERTES. (Escríbalo en el pizarrón o presentación en pantalla).
Recorrieron muchos kilómetros a lo largo y ancho del país. En aquel tiempo, no había
automóviles, trenes, buses, taxis, etc. Ni siquiera había bicicletas para hacer los viajes. Y
aunque, había quienes viajaban en camellos y burros, leemos que, Jesús generalmente
fue caminando a todos los lugares que visitó.
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(Muestre en el mapa de Palestina los largos viajes que hizo Jesús desde que comenzó su
ministerio con su bautismo en el río Jordán; su viaje al desierto de Judea donde fue
tentado; al norte de Caná y luego a Capernaum; de vuelta a Jerusalén para la Pascua;
yendo por Judea y pasando por Samaria, hacia Galilea donde fue rechazado en la
sinagoga y donde realizó muchos milagros en las inmediaciones de Capernaum y
Galilea; y luego muy al norte, en los términos de Tiro, donde atendió a la hija de la mujer
sirofenicia; hacia Decápolis, bajando luego por Cesarea de Filipos, en el Monte de la
Transfiguración; nuevamente Jerusalén; de vuelta a Galilea, Perea, Betania, Berea, Jericó
y finalmente Jerusalén, para las últimas escenas de su vida en esta tierra. (Véase en el
Comentario Bíblico, tomo 5, páginas196 – 231.).
Por favor, el que tenga el texto N° 2, lea acerca de la ocasión cuando se le pidió a Jesús
“salid de su camino” para realizar un milagro. (Lucas 8: 41 y 42).
Jesús estaba lejos en Betania (señale en el mapa los lugares mencionados) cuando se le
llevó el mensaje de la enfermedad de su gran amigo Lázaro. Sin embargo, aunque por
alguna buena razón él no fue inmediatamente al lugar, Jesús atendió el llamado yendo
desde más allá del Jordán a Betania.
Los pies de Jesús eran PIES FIRMES. (Escríbalo en el pizarrón o presentación en pantalla)
¿Han comenzado ustedes alguna vez a caminar para cumplir una orden difícil y se han
vuelto atrás? ¡Jesús nunca lo hizo! Cuando salía hacia cierto lugar, llegaba hasta allá.
Cuando se propuso caminar sobre el mar, para socorrer a los discípulos que estaban en
un bote azotado por las olas, no titubeó. Salió y llegó allá para rescatarlos. Por favor, el
que tenga el texto N° 3, lea (Mateo14:24-27).
Los pies de Jesús deben haber estado muchas veces cansados por los largos viajes de
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misericordia, que lo llevaban de un lugar a otro, pero fueron muy pocos los que le
demostraron gratitud por lo que hizo. En ocasión de la última cena los discípulos
tuvieron la oportunidad de lavarle sus cansados y polvorientos pies, mas ninguno de
ellos se mostró dispuesto a hacerlo. Afortunadamente, en otra ocasión, hubo una
persona que mostró cuanto apreciada lo que aquellos pies habían hecho.
Quien tenga el texto N° 4, por favor lea. (Juan 12:3) María Magdalena volcó el contenido
de aquel frasco de alabastro sobre los pies de Jesús, ¡y cuánto significó esto para el
maestro! El recordó este acto de bondad y amor cuando sus pies fueron clavados en la
cruz, poco tiempo después.
No podemos hacer hoy por Jesús lo que hizo María Magdalena, pero podemos ofrecerle
nuestros pies para servirle a él. Podemos ir en su nombre a ayudar a aquellos que
necesitan ayuda. Podamos ir a las casas y llevar libros que ayudarán a las personas a
conocerle mejor. Nuestros pies pueden mostrarse dispuestos a hacer mandados para
nuestros padres y maestros. También podemos salir para pedir donativos de ropas y
alimentos para los pobres.
Podemos usar nuestros pies tal como los usó Jesús, en su niñez y juventud, para
apartarnos de las obras de los hombres e ir al campo a donde podamos ver y aprender
de las bellezas de la naturaleza.
También podemos usar nuestros pies para predicar el evangelio. Cuenta una historia,
sobre un hombre, que en 1940 se enfermó de pulmonía, en ese tiempo no había un
tratamiento para esa enfermedad y muchas personas morían a causa de ella. Este
hombre se había informado sobre los milagrosos efectos de la penicilina, un
medicamento recientemente descubierto, insistió tanto al doctor que finalmente
accedió a recetársela. Los resultados fueron tan espectaculares que 15 días después,
este hombre andaba caminando por la calle como si nada le hubiese sucedido y a todo
el mundo le comentaba acerca de los maravillosos efectos de la penicilina en su cuerpo.
Años después este hombre se convirtió al evangelio y los cambios en su vida fueron tan
visibles y significativos que le sucedió lo mismo que con la penicilina, no podía dejar de
compartir las buenas nuevas del evangelio. Usó sus pies para ir y hablar incasablemente
a las personas, del amor de Dios.
Aún en la actualidad, cuando contamos con aviones, trenes, barcos y lanchas, canoas y
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bicicletas, nuestros misioneros a veces deben usar sus pies para llegar a lugares
distantes y sin caminos, para llevar el Evangelio. No hace mucho leí en una revista sobre
una pareja de misioneros que hacía un viaje para visitar a los creyentes e interesados de
una región próxima al Lago Titicaca. Pudieron viajar en jeep solo hasta cierta distancia, y
tuvieron que andar a pie unos ciento sesenta kilómetros, incluso, a pesar de que el
misionero no se había recobrado del todo de un serio accidente que le afectó su pierna.
Estoy segura de que los ángeles dirán que los pies de esa pareja son hermosos,
¿verdad?
Te invito a orar: Orar para pedir a Dios que hoy dediquemos nuestros pies a Jesús
para trabajar por él y para obedecerle.
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TEMA 3
LOS OJOS DE JESÚS
(Nota para el coordinador/a: Enumere y entregue las referencias bíblicas con anticipación.
Este tema sugiere usar una cantidad de láminas de paisajes de la naturaleza, tales como los
que contemplarían los ojos de Jesús; de pescadores con sus redes; pastores con sus ovejas; el
hombre del estanque de Betesda y el hombre que nació ciego.)
Hoy vamos a pensar acerca de los ojos de Jesús. No sabemos de qué color eran los ojos
de Jesús; sin embargo, es muy posible que hayan sido castaños, pero sí sabemos que
habrán sido ojos con una mirada muy amable y gentil.
Sus ojos deben haber sido OJOS DISCIPLINADOS. (Escriba en el pizarrón o presentación
en pantalla) Parecerá raro que digamos que sus ojos fueron disciplinados, porque
alguien dirá podemos ver sin necesidad de disciplinar nuestros ojos; pero Jesús
disciplinó los suyos para ver únicamente lo que valía la pena mirar.
Jesús usó sus ojos para archivar en su mente las cosas dignas de ser recordadas. Ayer
hablábamos de sus pies llevándole hacia las montañas y los bosques. Mientras él estaba
en lugares tranquilos observaba muchas cosas. Notaba como los pajaritos construían
sus nidos. Veía florecer las flores y crecer el pasto, y observaba cuán pronto estos se
marchitaban. Fue perspicaz en observar la planta de mostaza y su semilla, cuán
pequeñita era la semilla y cuán grande la planta, que hasta los pájaros hacían nido en
ella.
Observaba la gente y sus maneras de hacer las cosas; la manera en que las madres
ponían levadura dentro de la masa para hacerla crecer; la manera en que los
pescadores pescaban y como remendaban sus redes; y como el pastor cuidaba de sus
ovejas.
A Jesús también le gustaba estudiar las cosas maravillosas que Dios había hecho en la
tierra y en el cielo. En este libro de la naturaleza él vio los árboles, las plantas y los
animales, el sol y las estrellas.
Día tras día, observaba y trataba de aprender lecciones de ellos, y de entender la razón
de las cosas. (Vida de Jesús pág. 42.).
Todas estas cosas observaban los ojos de Jesús, y más adelante, cuando estaba
enseñando a la gente, todo lo que vio, le ayudó a hacer más claras las lecciones acerca
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del reino de los cielos.
Otros niños se ocupaban en mirar cosas que no siempre les eran de utilidad, y
procuraban imitar algunos de los malos hábitos de los mayores, pero Jesús mantuvo
abiertos sus ojos a las cosas que eran puras.
Jesús usó sus ojos en la primera visita que hizo junto con sus padres a Jerusalén para
festejar la Pascual en el templo. Se nos dice acerca de esa visita que “por primera vez, el
niño Jesús miraba el templo. Veía a los sacerdotes cumplir su solemne ministerio.
Contemplaba la sangrante víctima sobre el altar del sacrificio. Juntamente con los
adoradores, se inclinaba en oración mientras que la nube de incienso ascendía delante
de Dios. Presenciaba los impresionantes ritos del servicio pascual. Día tras día veía más
claramente su significado. Todo acto parecía ligado con su propia vida. Se despertaban
nuevos impulsos en él. Silencioso y absorto, parecía estar estudiando un gran problema.
El ministerio de su misión se estaba revelando al Salvador”. (El Deseado de todas las
Gentes, pág. 57,59.).
Los ojos de Jesús fueron OJOS DISCERNIDORES. (Escriba en el pizarrón o pantalla) El usó
sus ojos para ver las necesidades del pueblo. Se nos dice que “era considerado y
bondadoso hacia las personas de edad y hacia los pobres, y manifestaba cortesía
también hacia los muchos animales. Solía curar tiernamente a un pajarito herido, y todo
ser viviente era más feliz cuando él estaba cerca” (Vida de Jesús pág. 40.)
Cuando Jesús comenzó su ministerio entre los hombres, usó sus ojos para descubrir
sus necesidades. Vio la ansiedad en los rostros de los familiares de aquellos que se
veían imposibilitados y enfermos, y les prestaba la ayuda que deseaban. Vio lo mucho
que había para hacer, en medio de tanto sufrimiento y desgracia.
Cierto día, mientras Jesús estaba en Jerusalén, llegó a un lugar llamado el Estanque de
Betesda. Allí él vio a muchos enfermos y cojos esperando que las aguas del estanque se
movieran, porque creían que un ángel movía las agua, y el que primero entraba era
sanado de su dolencia.
Los ojos de Jesús escogieron a un hombre, un indefenso tullido desde hacía treinta y
ocho años.
Por favor, el que tenga el texto N° 1, lea lo que dijo Jesús cuando lo vio. (Juan 5:6)
Cuando le contó a Jesús cuán difícil era entrar al agua y que otros siempre llegaban
primero, Jesús le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda”. Y así lo hizo.
Quien tenga el texto N° 2, lea por favor de otra ocasión en que los ojos de Jesús vieron
una necesidad. (Juan 6:5)
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Y tal como lo hizo con el hombre junto al estanque, Jesús no sólo vio la necesidad, sino
que dio la solución. ¿Qué hizo Jesús? Alimentó a más de cinco mil personas.
Los ojos de Jesús se apartaron de sí mismo y de sus luchas para ver las necesidades de
otros. Aun mientras estaba colgado de la cruz, sus ojos estaban abiertos a esas
necesidades. Suspendido allí, vio que todavía debía hacer provisión para alguien.
Quien tenga el texto N° 3, por favor lea acerca de este incidente (Juan 19:25- 27)
Bien hubiera podido ser disculpado si Jesús hubiese mirado a sus propios
sufrimientos; sin embargo, esos ojos suyos disciplinados para ver las necesidades de los
demás, vieron una cosa más que debía hacer para su madre.
Los ojos de Jesús también pudieron ser OJOS AMONESTADORES. (Escriba en el pizarrón
o presentación en pantalla)
Muchas veces, una mirada de parte de nuestros padres o de nuestro maestro puede
decirnos más que muchas palabras. Así pasó con Pedro.
Pedro había prometido mucho al Señor. Le había prometido que no lo iba a abandonar
jamás, aunque todos los demás lo hicieran. Que él iría con Jesús aún hasta la misma
muerte, si fuera necesario, pero llegado el momento, cuando los soldados tomaron a su
Señor, Pedro huyó con el resto. No sólo eso, sino que cuando en el atrio del sumo
sacerdote fue interrogado si él era también de la compañía del Hombre cuya captura
era el tema de toda la conversación, vilmente negó diciendo que no tenía nada que ver
con él; y no sólo una vez, sino tres veces. Después de la tercer vez Pedro oyó el canto de
un gallo haciéndole recordar algo que Jesús le había dicho.
Quien tenga el texto N° 4, ¿puede leer lo que recordó Pedro? (Lucas 22:61)
Se nos dice que “vuelto el Señor, miró a Pedro” (Lucas 22:61). “El Salvador se desvió de
sus ceñudos jueces y miró de lleno a su pobre discípulo. Al mismo tiempo, los ojos de
Pedro fueron atraídos hacia su Maestro. En aquel amable semblante, leyó profunda
compasión y pesar, pero no había ira” (El Deseado de todas las Gentes, pág. 659).
Cuando Jesús se fue al hogar celestial sus discípulos continuaron la obra. Ellos
aprendieron a trabajar como él lo había hecho, y ayudaban a aquellos que necesitaban
de su auxilio. Jesús quiere que nosotros también pongamos nuestros ojos a su servicio.
¿Cómo están ustedes usando sus ojos? Hoy veo delante de mí, ojos muy lindos,
algunos castaños oscuros, azules, verdes, etc. Veo ojos atentos. ¿Están ustedes
disciplinando sus ojos? ¿Están ustedes mirando cosas que Jesús se deleitaba en mirar
cuando era un niño, o están mirando las cosas mundanas, en libros y revistas
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inconvenientes o programas de televisión que no ayudan en nada para edificar el
carácter? ¿Están usando los ojos para ver cosas que deben ser hechas? ¿Descubren
ustedes a aquellos que tienen necesidad de una mano ayudadora? ¿Ven ustedes la
mirada cansada en los ojos de la madre o del padre, y les ayudan en los quehaceres de
la casa? ¿Ven sus ojos al niño o niña solitario que desea amistad?
Pienso en lo ojos de Elizabeth de Fry, la gran mujer inglesa que hizo tanto para
Cierto día, pidió permiso al encargado de la prisión Newgate, donde se alojaban las
mujeres convictas, para visitar la cárcel. De mala gana le fue concedido el permiso y
cuando la puerta se cerró tras ella, sus ojos contemplaron un espantoso cuadro.
Trescientas mujeres con sus hijos estaban hacinadas en cuatro pequeños cuartos, sin
cama, ni ropas de cama, y nada para hacer. Un solo hombre cuidaba de todas ellas.
Sus compasivos ojos captaron la horrible escena, y se puso a trabajar con todo empeño
en favor de una reforma. Junto con otras once señoras ella formó una sociedad para
trabajar por el mejoramiento de las condiciones en la prisión. Se obtuvieron ropas de
vestir y de cama, y a las mujeres se les dio trabajo útil para mantenerlas ocupadas. Se
abrió una escuela donde los niños tanto como las mujeres pudieras aprender. La Sra.
de Fry visitaba regularmente la prisión y leía la Biblia a las presas. Su dulce voz les daba
una nueva esperanza en la vida.
Los ojos de la Sra. Fry fueron disciplinados para ver no solamente las necesidades en la
prisión sino en todo lugar. Un día oyó de un hombre que había muerto de frío en la calle
porque no tenía dinero para pagar hospedaje. Habían transcurrido sólo seis horas
desde que ella oyó del caso, y ya había formado un comité con algunas de sus amigas
para proveer de abrigo a los desamparados de la ciudad de Londres.
El mundo necesita muchas personas más como ella, cuyos ojos estén en la búsqueda
de las cosas que necesitan ser hechas y de las personas que necesitan ser ayudadas.
Hombres, mujeres y niños que quieran, con la ayuda de Dios, aliviar los problemas de la
humanidad.
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¿Quieren ustedes entregar hoy sus ojos a Jesús?
Te invito a Orar: pidiendo a Dios que podamos contemplar con nuestros ojos solo
aquello que nos edifica y podamos usar nuestros ojos para ver la necesidad de los
demás y hacer algo para aliviarlos.
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TEMA 4
LOS LABIOS DE JESÚS
(Nota para el coordinador/a. Distribuya con anterioridad los textos bíblicos para que sean
leídos por los asistentes. Consiga láminas, si es posible, de la purificación del templo, la
sanación del paralítico, la resurrección de Lázaro y la curación del leproso).
Hoy vamos a pensar en los labios de Jesús, lo que el dijo y cómo lo dijo:
Nuestros labios y lo que decimos revelan a los demás lo que somos. Otros nos juzgan
en gran medida por lo que hablamos y como lo decimos. Con nuestros labios podemos
mentir; también podemos mostrar nuestra necedad, como también nuestra inteligencia
o nuestra amabilidad.
El libro de Proverbios habla mucho acerca de los labios. He repartido siete textos que
se refieren a siete clases diferentes de labios.
Me pregunto cómo son los labios que hoy veo delante de mí. ¿Cómo describiría el autor
de los Proverbios nuestros labios? ¿Tendría Salomón que decir que son labios de un
necio, que hablan tonterías todo el tiempo o labios mentirosos que desfiguran la
verdad? ¿o podría él expresar que son los labios de sabios y justos?
Los labios de Jesús mostraron la clase de persona que él fue mientras estuvo en la
tierra. Sus labios fueron LABIOS AMABLES. (Escriba en el pizarrón o presentación en
pantalla.)
¿Cómo consideraba la gente lo que oía decir a Jesús? Los asistentes de los principales
sacerdotes y de los fariseos, cuando fueron a escuchar a Jesús, se vieron obligados a
expresar: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Las personas que le
oyeron leer las Escrituras en la sinagoga de Nazaret quedaron maravilladas al oírle.
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Quien tenga el texto N° 8, lea por favor, lo que ellos dijeron. (Lucas 4:22).
Era muy agradable escuchar a Jesús. A veces nos sentimos desconcentrados cuando un
orador, tiene su tono de voz apagado y hace difícil comprender lo que dice. Pero las
palabras de Jesús nunca dejaron de ser interesantes y atractivas a los oyentes. Su voz
era fuerte, clara y hermosa, y sus palabras simples y precisas. No eran altisonantes, ni
tampoco incorrectas, realmente de sus labios salían palabras amables.
El Hijo de Dios no tuvo temor de hablarla verdad. Cierta vez, vio a unos hombres que
estaban ganando dinero aprovechándose de los adoradores que compraban en el
templo animales para los sacrificios. Estos hombres decían que la gente debía cambiar
su dinero secular por el dinero sagrado del templo. Para hacer ese cambio ellos
cobraban mucho y de esta manera ganaban mucho dinero. Este proceder daba a la
gente una falsa idea de Dios. Esto no le gustó a Jesús. Él sintió que debía corregirlo y
hablar en contra de esa práctica. Reprobó fuertemente a esos hombres.
Con sólo pronunciar unas pocas palabras, los poderes de los cielos eran manifestados.
Cuando se le trajo al hombre paralítico para ser sanado, Jesús no le dio alguna medicina
para beber, ni se puso a manipular sus huesos o sus músculos. Simplemente dijo las
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palabras: “Levántate, toma tu cama y vete a tu casa” (Mateo9:6), y esas sencillas, pero
poderosas palabras, trajeron fuerza a los débiles miembros del enfermo.
En otra ocasión, cuando vino un leproso y le adoró diciéndole: “Señor, si quieres, puedes
limpiarme”, Jesús le respondió: “Sé limpio”, y la lepra lo dejó. (Mateo 8:2,3).
Cuando estuvo parado al lado de la tumba de Lázaro, fueron las palabras que sus labios
pronunciaron las que dieron la vida al cuerpo muerto, e hicieron que Lázaro se
levantara, envuelto como estaba en el sudario, y saliera a la puerta de la tumba.
Sí, las palabras de Jesús tenían poder para devolver la vida. Un día muy cercano aquellos
mismos labios hablarán a todos los justos que murieron, y que ahora están durmiendo
en sus tumbas, y les ordenará salir de ellas. El poder de sus palabras los levantará vivos
y con cuerpos nuevos e inmortales.
Los labios de Jesús podían ser LABIOS SILENCIOSOS cuando era oportuno guardar
silencio. (Escriba las palabras en el pizarrón o presentación en pantalla). Delante de Pilato,
del sumo sacerdote y de los ancianos que le acusaron falsamente, Jesús “nada
respondió”, porque las palabras en esa ocasión de nada habían servido. Isaías había
dado una profecía acerca de esto.
¿Estamos aprendiendo de las palabras que dijo Jesús, y también de la manera en que
guardó silencio para testificar debidamente de él? ¿Estamos usando nuestros labios
para hablar por Jesús?
Cuenta una historia acerca de un muchacho llamado Mario. Aunque solo tenía cinco
años de edad, Mario usaba sus labios para hablar de Jesús. Un día pidió a su papá que
lo llevara para trabajar en la Recolección Anual. Su padre aceptó y ambos se dirigieron
hacia la ciudad.
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edificio comercial mientras él fue hacer otros negocios. La señorita que atendía el
puesto de revistas, vio a Mario y le dio cincuenta centavos. Ella quedó muy
impresionada por la manera en que hablaba el niño, y como le había agradecido, y lo
llevó por todo el edificio mostrándolo a las personas que trabajaban allí.
Una señora que atendía un escritorio le preguntó a que iglesia pertenecía, y Mario
contestó orgulloso que él era de la Iglesia Adventista, y añadió: “Usted debería venir a la
iglesia el próximo sábado”.
Esa mujer había sido adventista, y la invitación de Mario tocó una fibra sensible de su
corazón. No pudo olvidar la entrevista, y cuando aquella noche llegó a su casa y se lo
comentó a su esposo, ambos decidieron que irían al siguiente sábado a la Iglesia
Adventista. Ellos cumplieron su promesa, y no pasó mucho tiempo antes de que la
señora y su esposo fueran bautizados nuevamente. Todo porque un pequeño niño no
tuvo temor de usar sus labios para presentar una invitación en el nombre de Jesús.
¿Quieren también ustedes entregar sus labios hoy a Dios para hablar sólo palabras
amables, corteses y salvadoras a otros?
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TEMA 5
LOS OIDOS DE JESÚS
(Nota para el coordinador/a: Prepara nuevamente los textos y entrégalos a los asistentes con
anterioridad. Use láminas que se refieran a las historias que se mencionan en el tema.)
Te has preguntado ¿por que Dios nos creó con una sola boca y dos orejas? Hay un
dicho popular que dice que es para que podamos escuchar más y hablar menos.
Aunque la Biblia no dice que sea esto así, en la vida diaria esto tiene mucho sentido.
Cuenta una Historia sobre un hombre con su hijo que paseaban por el campo y el padre
le pregunta al hijo: ¿Escuchas lo que se aproxima? -Si, le contestó el hijo, es una carreta.
¡Así es! Replicó el padre, y viene vacía. ¿Cómo sabes que viene vacía? -preguntó el hijo,
porque entre más vacía la carreta, más ruido hace. Saben queridos amigos, esto
también sucede a menudo con las personas; entre más vacías se sienten, mayor es su
necesidad de hablar, pero de hablar palabras destructivas, palabras vacías, palabras
negativas, en general palabras que no edifican. Por eso, para poder hablar sabiamente,
y no sonar como esa carreta vacía, tenemos que aprender a escuchar. La Biblia nos
habla de la importancia de escuchar, así como lo hizo Jesús.
María instruyó a Jesús, desde pequeño, en la Palabra de Dios y Jesús escuchó cada una
de las enseñanzas de su madre. Cada enseñanza que María inculcó en el corazón de
Jesús, él la puso en práctica. Elena de White nos menciona al respecto “El niño Jesús no
recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas… Su madre fue su primera maestra
humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales.”
(DTG, 50)
“Gran parte de la enseñanza era oral; pero los jóvenes aprendían también a leer los
escritos hebreos; y podían estudiar los pergaminos del Antiguo Testamento.” (DTG, p.
49). Como aquí se menciona, Jesús fue instruido por su madre y la enseñanza era oral,
por lo tanto, Jesús escuchó atentamente las palabras que su madre le enseñaba y
gracias a esas enseñanzas, pudo convertirse en el Gran Maestro de Israel.
Mientras Jesús estaba en las bodas de Caná, junto a su madre y sus discípulos, se acabó
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el jugo de uva. Quien tenga el texto Nº 1 ¿lo puede leer por favor? (Juan 2: 2-5). La madre
de Jesús le dijo: “No tienen vino” y aunque Jesús le dijo a su madre que “Aún no había
llegado su hora”, esto quería decir, que aún no era el momento de comenzar a efectuar
las señales que él realizaría. Pero aún, en esas circunstancias, Jesús escuchó y obedeció
a su madre, cumpliendo el quinto mandamiento. (Éxodo 20:12) y realizó un maravilloso
milagro, al convertir el agua en vino y alegrando a todos los asistentes a la boda.
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En Marcos 10:46-52 se relata la historia del ciego Bartimeo, leamos juntos este relato.
(Lee el texto el predicador) Primero, leemos que el ciego, aunque no podía ver, pudo
escuchar que venía Jesús y el creyó que Jesús lo podía salvar. Así que, ¡comenzó a gritar!
Cuando Jesús oyó al ciego que gritaba ¡“Jesús Hijo de David, ten misericordia de mi!”
Jesús escuchó su clamor y sanó a ese hombre enfermo. La multitud no impidió que el
oído compasivo de Jesús pudiera escuchar y atender al clamor del ciego y no solo lo
sanó a él. Jesús siempre estaba atento para escuchar y sanar a todos los enfermos y
dolientes que acudían a él.
Así como Jesús, nuestros oídos deben estar atentos primero, a las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras, quien tenga el Texto Nº 6 ¿Lo puede leer por favor? (Romanos
10:17) recordemos que “La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”. También
debemos estar dispuestos a escuchar más y hablar menos. Santiago 1:19 nos dice: “Mis
queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser
lentos para hablar y para enojarse;” (NVI). Como mencionamos al principio, el Señor nos
creó con dos oídos y una boca, para que podamos escuchar antes de hablar, para estar
atentos a las necesidades del otro, y siempre responder con amor y respeto como Jesús
lo hacía.
Finalmente, querido amigo, quiero hacerte una pregunta ¿Quieres tu, como Jesús, tener
oídos atentos a las enseñanzas de la Biblia? ¿Quieres tener oídos obedientes a tus
padres y a la palabra de Dios? y ¿oídos compasivos para ayudar a quienes sufren?
Si es así, te invito a orar para pedirle al Señor que nos ayude a escuchar su voz de amor
y hacer su voluntad.
Te invito a Orar: Ora pidiendo a Dios que nos ayude a ser más prudentes con
nuestras palabras, para no ser como esa carreta vacía, también que nos ayude a
escuchar su Palabra y poder compartirla con otros. Pedir que nuestros oídos puedan
ser compasivos y atentos a las necesidades de los demás. Agradecer por la oportunidad
de escuchar su Palabra y agradecer porque siempre escucha nuestras oraciones.
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TEMA 6
EL CORAZÓN DE JESÚS
(Nota para el coordinador/a: Prepara nuevamente los textos y entrégalos a los asistentes con
anterioridad. Use láminas que se refieran a las historias que se mencionan en el tema.)
Durante todos los días de esta semana hemos estado estudiando acerca de Jesús.
Jesús hizo lo que hizo, fue a donde fue, vio lo que vio y habló lo que habló, porque su
corazón era puro y lleno de amor.
Por favor, los niños que tienen los siguientes textos, lean lo que se nos dice acerca de la
compasión que sintió Jesús por lo demás.
Jesús tuvo compasión por las personas que sentían tristeza, por los que debían
sobrellevar enfermedades, y por las tinieblas en que estaban viviendo a causa de su
ignorancia.
Hay veces, en que nosotros también nos sentimos apenados, pero si no hacemos nada
más que compadecernos de las personas desafortunadas, de nada sirve. Cuando Jesús
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tuvo compasión por otros, también hizo algo en favor de ellos. Cuando tuvo compasión
por los que él mismo tildó de “ovejas sin pastor”, les enseñó y les mostró el camino de la
vida. Cuando sintió compasión por aquellos que estaban enlutados por la muerte de
algún ser querido, resucitaba sus muertos.
Cuando otros estaban tristes, Jesús también lo estaba. El lloró cuando vio a los que
lloraban por causa de la muerte de Lázaro en Betania. Así, Jesús también siente con
nosotros en nuestros pesares.
Quien tenga el textoN° 4, lea por favor, lo que dice. (Juan 11:35).
La sierva del Señor nos dice: “Aunque era Hijo de Dios, había tomado sobre sí la
naturaleza humana y le conmovía el pesar humano. Su corazón compasivo y tierno se
conmueve siempre de simpatía hacia los dolientes. Llora con los que lloran y se regocija
con los que se regocijan” (El Deseado de todas las Gentes, pág. 490).
Yo estoy seguro de que también ustedes han tenido alguna vez un gran llanto por
alguna cosa, una desgracia que les haya acontecido, un chasco que habrán tenido que
sobrellevar, o un dolor o incomodidad. Jesús llora con nosotros y siente simpatía por
nuestro dolor.
Quien tenga el texto N° 5, lea por favor, las palabras que dijo Jesús y que demuestran su
corazón perdonador. (Lucas 23:34).
Jesús demostró por su actitud que estaba listo a perdonar aun a aquellos que más le
ofendieron. Cuando los soldados romanos lo maltrataron, podría haber orado a su
Padre para que les mandara algún castigo terrible, pero no lo hizo.
Por favor, quien tenga el texto N° 6, lea lo que Jesús promete hacer con nuestros
pecados (Salmos 103:12).
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El amante corazón de Jesús no ha perdido su espíritu perdonador. A pesar de que
muchas veces herimos el corazón de Jesús, por lo que hacemos o decimos, él está
igualmente dispuesto a perdonarnos. No solamente esto, sino que borrará todo
recuerdo de nuestros pecados.
Jesús tiene mucha paciencia con nosotros cuando nos desanimamos; de modo que
llevémosle nuestros desánimos porque él nos animará.
El corazón de Jesús estaba siempre dispuesto a socorrer a todos los que necesitaban
ayuda, sin embargo, él no tuvo lástima de sí mismo. Podemos buscar en el relato que
los Evangelios hacen de él, y no encontraremos ningún lugar donde se diga que sintió
autocompasión por las largas horas que trabajó sanando y enseñando, por las muchas
millas que caminó para atender a otros. No, la compasión de Jesús fue para otros, y no
para sí mismo.
Ese corazón que nunca se contuvo de hacer el bien a los demás, fue quebrantado por
nosotros. Se nos dice acerca de la muerte de Jesús: “Pero no fue el lanzazo, no fue el
padecimiento de la cruz, lo que causó la muerte de Jesús. Ese clamor, pronunciado con
grande voz en el momento de su muerte, el raudal de sangra y agua que fluyó de su
costado, declaran que murió por quebrantamiento del corazón. Su corazón fue
quebrantando por la angustia mental. Fue muerto por el pecado del mundo” (El Deseado
de todas las Gentes, pág. 717).
Jesús quiere que los niños y las niñas, los hombres y las mujeres sientan en su corazón
como él sintió hace acerca de dos mil años. El nos dice: “Dame hijo mío, tu corazón”
(Proverbios 23:26). El Maestro desea que le demos hoy el corazón, de manera que,
viendo las necesidades de los tristes, de los enfermos y de los ignorantes, podamos
hacer su obra en el mundo enseñando o curando en el nombre de él. Además, Jesús
desea grabar en el corazón ideales nobles, desterrando los malos propósitos.
El Señor está llamando a la puerta de tu corazón hoy. ¿Aceptas tu ese llamado? ¿Quieres
entregar tu corazón a Jesús? Si es así te invito a inclinar tu rostro para orar.
Te invito a orar: Orar dando gracias al Señor por su amor y por la oportunidad de
entregar nuestro corazón. Pedir que el Señor pueda Transformar nuestro corazón para
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que sea semejante al de él y pueda hacer el bien a quienes nos rodean.
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TEMA 7
LA VIDA DE JESÚS
(Nota para el coordinador/a: Prepara nuevamente los textos y entrégalos a los asistentes con
anterioridad. Use láminas que se refieran a las historias que se mencionan en el tema).
Bienvenidos queridos amigos a este último día de nuestra semana titulada “Mirando a
Jesús”. Durante esta semana estudiamos acerca de:
Recordemos que Jesús, siendo el rey del Universo, se hizo hombre, nació de una mujer,
María, como un pequeño bebé indefenso, en un humilde pesebre. Quien tenga el texto
Nº 1 por favor lea (Lucas 2:4-7). Su padre era un humilde carpintero. ¿Quién tiene el
texto Nº 2? por favor lea. (Mateo 13:55) Este oficio que le permitía alimentar a su familia,
pero sin lujos. Al crecer, Jesús se dedicó a predicar, enseñar y sanar. Quien tenga el
texto Nº 3 por favor lea, (Mateo 4:23) por lo tanto, no tenía un trabajo remunerado, pero
Dios proveía para sus necesidades básicas y a sus seguidores les advertía, que al
seguirlo a él no tendrían riquezas terrenales, Quien tenga el texto Nº4 ¿puede leer por
favor? (Mateo 8:18-20) Por lo tanto, sus seguidores sabían que Jesús no les daría vienes
materiales, pero sus enseñanzas y la salvación que les ofrecía no se comparaba a
ningún bien terrenal. Jesús no solo fue humilde en el aspecto material. Fue humilde al
aceptar el rechazo de los Judíos, siendo el rey del Universo. Jesús Podría haberse
presentado en este mundo con todos sus poderes, como el rey del Universo, pero el
decidió venir y nacer de manera humilde, identificándose con los que sufren, con los
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que pasan necesidad. Podemos decir que por esto Jesús comprende plenamente al ser
humano. Cada necesidad, dolor, o angustia que tu sientes el lo vivió al nacer de mujer y
vivir una vida humilde.
Jesús vivió para servir, el mismo lo declaró. Quien tenga el texto Nº 5 le invito a que
pueda leerlo por favor. (Mateo 20:28) Cristo buscaba siempre ayudar a todos quienes
acudían a él. Sanando a los dolientes, alimentando a los hambrientos, dando una
palabra de aliento a los afligidos de corazón. Un acto de servicio y humildad que él nos
dejó como ejemplo fue cuando él lavó los pies a sus discípulos en la última cena (MATEO
26:17-29) Allí Cristo estuvo dispuesto a servir a sus discípulos, sin esperar recibir algo a
cambio, realizó el trabajo de servicio más humilde.
Dios es amor, quien tenga el texto Nº 6 por favor lea (1 de Juan 4:8) todo lo que Jesús
hizo y hace es movido por el amor. Mostró su amor al decir “dejad a los niños venid a mi
y no se los impidáis” él amaba a los niños y gozaba de su compañía y los niños
disfrutaban también de sus amorosas palabras y su alegre sonrisa. Elena de White nos
dice al respecto."Jesús amó siempre a los niños. Aceptaba su simpatía infantil, y su amor
franco y sin afectación. La agradecida alabanza de sus labios puros era música para sus
oídos y refrigeraba su espíritu cuando estaba oprimido por el trato con hombres
astutos e hipócritas. Dondequiera que fuera el Salvador, la benignidad de su rostro y
sus modales amables y bondadosos le granjeaban el amor y la confianza de los niños.”
(DTG. P.472). ¡Qué hermoso pensar en la alegría y amor que provocaba la compañía de
Jesús en la vida de los niños que lo conocieron!
Jesús demostró su amor al ir hasta Samaria para hablar a una mujer junto a un pozo y
así salvar su vida. (pueden leer en sus hogares, esta historia registrada en Juan 4)
Mostró amor al rescatar a Pedro cuando casi se hunde al caminar sobre el mar. Quien
tenga el texto Nº 7 por favor lea (Mateo 14:28-31) Aun cuando Pedro dejó de mirar a
Jesús, el Señor en su infinita misericordia rescató a Pedro de morir en el mar. Jesús
mostró su amor al resucitar a su amigo Lázaro. Quién tiene el texto Nº 8 por favor lea
(Juan 11:38, 43-44) Qué milagro maravilloso y ¡cuánta alegría trajo al corazón de sus
hermanas al resucitar a su amigo!
Por amor, Jesús vivió una vida de entrega. Jesús entregó todo lo que tenía por quienes lo
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rodeaban, y también por ti y por mi. Jesús siempre estuvo dispuesto a entregar una
sonrisa, entregar su tiempo, entregar su amor, y lo más valioso; entregó su vida para
salvarnos y darnos vida eterna. Quien tenga el texto Nº 9 por favor lea (Filipenses 2:7-8.)
En este texto nos menciona la vida de servicio y entrega de Jesús, Una entrega sin
límites. Es importante mencionar que Cristo anunció que nadie le quitó la vida, sino que
él la entregó para darnos vida. Quien tenga el texto Nº 10 por favor, lea Juan (10:17-18).
Esto quiere decir que, aún cuando Jesús fue condenado y juzgado injustamente por una
multitud enfurecida. La muerte de Jesús estaba anunciada como necesaria dentro del
plan de salvación.
Finalmente, podemos decir que, toda la vida de Jesús, todas sus acciones, todos sus
sentidos, fueron empleados para hacer el bien y para salvar al ser humano.
Leo Marcos (16:16) en este texto Jesús nos invita a creer en él y ser bautizados, esta es
la forma en que entregamos nuestra vida por completo a él. Si ya has sido bautizado
pide al Señor que cada día, con la ayuda del Espíritu Santo, puedas dedicar tu vida a
Jesús. Si aún no has entregado tu vida al Señor a través del bautismo la pregunta es
¿Quieres tu entregar tu vida a Jesús hoy? Si es así te invito a inclinar tu rostro para orar.
Te invito a orar: Agradecer a Dios porque nos ha enseñado que debemos mirarlo a él
cada día y pedir que nos ayude a entregar nuestra vida por completo a él. Pedir por
aquellos que aún no han entregado su vida a Jesús a través del bautismo, para que
toque sus corazones y permita que prontamente puedan entregar su vida y su corazón
a él. Finalmente agradecer por la hermosa semana que nos ha regalado.
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VOZ DEL MENOR 2021